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calidad percibida
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RESUMEN
Unos de los campos más ambiguos e importantes a la hora de analizar las ventas, futuras
proyecciones y pronósticos en el ámbito empresarial, se consideraría el comportamiento del
consumidor, sin discusión alguna, ya que en base al mismo es que se produce todo el proceso
de compra o adquisición de un bien o servicio. Dentro de este ámbito, podemos distinguir
algo, un factor clave, que es una de las causas de que el cliente opte por escogernos de
manera predilecta sobre sus demás opciones de compra, a esto lo llamamos, la percepción de
la calidad del producto o servicio.
Sin embargo, seguimos pisando a prácticamente a ciegas, seguimos dentro de aspectos poco
predecibles, por lo que su medición es difícil, es incierta, y todavía más grave, a priori no se
puede saber con precisión qué impacto tendrá la mejora de este parámetro. Hay que
reconocer que en el campo de la calidad percibida queda todavía un largo trecho por recorrer.
Partiendo de la premisa que existe demás competencia ofertando mismo tipo de producto o
servicio, el consumidor realiza una comparación ya sea consciente o inconsciente entre varias
de estas (incluyéndonos). Y en pocas palabras esta valoración de la empresa se realiza en base
a los siguientes componentes:
Debemos tener en cuenta que desde el momento en que el cliente toma la decisión de optar
por nuestro servicio, empieza a llenarse de expectativas sobre el mismo y a medida que el
proceso se va llevando a cabo, su experiencia de uso debe ser totalmente gestionada mediante
la óptima demostración de la calidad real que tiene el servicio, de esta forma la percepción del
cliente se asemejara al criterio deseado de la compañía.
Aunque ya lo hemos mencionado varias veces, y al parecer se tenga una idea de este
concepto, vamos a descomponer el todo y analizar sus partes, empezando por, ¿Qué
consideramos como calidad? Según la Real Academia Española lo define como “propiedad o
conjunto de propiedades inherentes a una cosa, que permiten apreciarla como mejor, igual o
peor a las restantes de su especie”. E incluso varios autores otorgan sus apreciaciones: Calidad
es el conjunto de características que satisfacen las necesidades del consumidor (Juran). Calidad
es el liderazgo de la marca en sus resultados, al satisfacer los requisitos del cliente haciendo la
primera vez bien lo que haya que hacer (Westinghouse).
Por lo que, hay que hacer una notable distinción entre los requerimientos establecidos por la
empresa (calidad objetiva) y las especificaciones que cree el cliente que aborda el producto o
servicio (calidad subjetiva), en otras palabras, como se adapta las especificaciones a priori
otorgadas por la empresa a las necesidades que el cliente en ese instante desea satisfacer.
Podemos hacer referencia entonces a que maximizar la calidad, conlleva directamente a la
satisfacción del cliente.
El propio termino servicio es en parte complejo de manejar, ya que, por sus características de
intangibilidad, no almacenabilidad, heterogeneidad, entre otros, lo convierte en concepto
poco estandarizado para su medición, por lo que, dependiendo del sector o área de aplicación
y factores externos al mismo, varia, dificultando las comparativas.
Como se estableció previamente, el punto de vista del cliente es base fundamental para su
satisfacción, se introduce el concepto de calidad percibida, que en resumen es la opinión
directa que tienen los clientes sobre nuestro servicio; un cliente que percibe “buena calidad en
nuestro servicio” es probable que compre más veces, está dispuesto a pagar más por el
servicio, recomienda nuestro producto o servicio, es más barato servirle.
Uno de los aspectos más importantes que debe preguntarse una organización es por qué los
clientes deciden recibir su servicio antes que el de la competencia. Y esto solo se puede saber,
preguntando, evaluando y analizando, objetivamente, la información emitida por el mismo
consumidor. Al hallar estas razones las empresas deberán reforzar esos motivos iniciales, para
generar fidelidad.
Dificultad 2: La variabilidad de las opiniones al pasar el tiempo, es decir, lo que hoy no era
importante o una condición imprescindible del servicio, el día de mañana puede ser todo lo
contrario. Por lo que la evaluación con frecuencia nos ayudaría a sobrellevar dicho
inconveniente.
Dificultad 3: Para los clientes una determinada empresa no es prioridad. Existen un sinfín de
opciones, por lo cual, ofrecer algo a cambio del consumo es algo que resulta lógico pensar.
Dificultad 4: No siempre ser el mejor en todo; existen casos en el que el servicio compromete
el tipo de relación que se mantiene con el cliente, dado que algunos prefieren un servicio más
impersonal
Varios autores han materializado una forma de medir o modelar la calidad percibida por el
cliente, estableciendo como fundamento la comparación entre la expectativa, es decir, que es
lo que se espera el cliente de nosotros, y la percepción del servicio sobre los resultados
obtenidos, en resumen, su opinión acerca del trabajo que se realizó.
A lo largo de la historia han existido varios modelos, entre los cuales destacamos:
Modelo de Parasuraman, Zeithaml y Berry (1985, 1988) o modelo americano, nos dice que el
cliente siempre realiza contraste entre sus expectativas y percepciones del servicio, y lo hace
en base a ciertas dimensiones (elementos tangibles, fiabilidad, capacidad de respuesta,
seguridad, empatía); partiendo de aquí establecen una medida ampliamente utilizada a tiempo
de hoy, SERVQUAL, prácticamente con este sistema se realiza una ponderación (se toma una
escala de 1 a 7) en base a preguntas acerca de lo que esperaba del servicio y también acerca
de los resultados obtenidos, con esto se procede a realizar calculas (se realiza una resta del
total de los puntos marcados por el cliente: percepción – expectativas), de esta manera se
busca que un resultado satisfactorio sea mayor o igual a cero, donde buscamos que lo que
percibe el cliente sea igual o superior a lo que se esperaba.
El modelo SERVPERF (Cronin y Taylor, 1992), en este sistema no tomamos en cuenta las
expectativas del cliente, ya que los autores no consideran que deban utilizarse para medir la
calidad del servicio, en resuman, es una abreviación del modelo americano, basándose
solamente en la valoración del desempeño (performance).
En el análisis práctico de los modelos que han surgido décadas atrás, encontramos ciertas
limitaciones a la hora de su aplicación puesto que existen particularidades propias en cada
sector que dificultan o hacen más abstracto la conceptualización del modelo, antes de
seleccionar alguna propuesta se debe considerar además tener información solida de nuestro
negocio y que se encuentre bien establecido en el mercado, e incluso si se obtienen las
mediciones adecuadas y una estructuración correcta de la satisfacción del cliente, no es ciencia
cierta que volverán a utilizar el servicio.
Ya que todo el proceso de adquisición del servicio desde que el cliente busca información
hasta que obtiene sus resultados, está en función del tiempo, se definen 4 fases de la
actividad:
Es decir que podemos evaluar un mismo atributo en diferentes fases (en caso de que aplique),
además cabe recalcar que se dispone de una subcategoría asociada a cada atributo, ya que de
ser necesario el usuario o la empresa puedan adaptarlo a su situación, un ejemplo claro es el
de un hospital y una firma de abogados, en el primer caso, si nos referimos a la dimensión de
entorno físico, varios de sus atributos deberían ser especificados más allá de solo ser
mencionados, ya que en este tipo de sector es de vital importancia la seguridad e higiene, en
contraste con el segundo caso, donde tal vez no se consideraría tan estricto dichos atributos.
Existen factores de negocio que las organizaciones pueden considerar imprescindibles y que,
aunque no están directamente relacionados con la calidad percibida por sus clientes, puesto
que no son fruto de una relación directa entre cliente y organización, sí guardan un nivel de
relación con la decisión de acceder al servicio o de repetir, siendo difícil disociarlos por
completo. Es el caso de factores (atributos) como la imagen de marca, la innovación,
promociones, etc., que surgen en el tiempo, de acuerdo con el esquema de fases temporales
ya mencionado.
Todo esto engloba un tema general del que no podemos prescindir, y es que seguimos
hablando de satisfacer al cliente, pero ¿Qué ocurre después de eso? Una vez que el cliente ha
adquirido su experiencia de uso y formo su criterio, ya sea bueno o malo del servicio, ¿Como
nos aseguramos de que su comportamiento de consumo siga describiéndonos como su opción
predilecta? Es en este instante donde surge otro concepto valioso, fidelización del cliente.
La fidelización va más allá del simple hecho de la compra, de la simple transacción común de
un consumidor; encierra toda una participación cliente-empresa, donde el consumidor en la
medida que se interrelaciona con su proveedor de servicio debe experimentar una influencia
en los beneficios que recibe, en otras palabras, mientras mas colabore e interactúe con la
empresa, debe ser tratado como un consumidor diferente, se le debe dar más atención al caso.
Hasta el momento se ha considerado que la satisfacción del cliente incide, o mas bien es un
indicador de la calidad percibida (CP), sin embargo, disponer de solo estos datos no nos otorga
una vista global del comportamiento del consumidor (CC). El cliente además va a tener en
cuenta aspectos como la exclusividad, la diferenciación, la responsabilidad social, la imagen
corporativa y de marca, la capacidad de innovación y la personalización (aspectos 4D) para
decidir entre nuestro servicio o el de la competencia. A lo que se añade otra variable más para
expresar el campo CC:
CC = f {CP; 4D}
Existen múltiples aspectos que definen la calidad de un servicio, además de otros factores que
determinan o modifican el comportamiento del comprador, como la cuarta dimensión. Así, el
supermercado de atributos, que se presenta a continuación, es una colección amplia, pero en
ningún caso exhaustiva, de aspectos generales de la calidad de servicio, entre los que elegir o
más bien inspirarse, cuando se decida hacer una encuesta de satisfacción o de la calidad
percibida por los clientes.
Atributos Q
Entorno físico
- Instalaciones: Adecuación de las infraestructuras (locales, oficinas, aulas, piscinas,
etc., y los servicios auxiliares necesarios de agua, corriente eléctrica, etc.) para una
correcta ejecución del servicio, por sus dimensiones, capacidad, apariencia,
condiciones físicas, funcionalidad, etc. Se pueden distinguir algunos subatributos:
Condiciones ambientales, Limpieza, Distribución física, Conservación, Comodidad,
Estética, Seguridad física. (perservicio, prestación de servicio, postservicio).
Organización
- Plazos: Conformidad del tiempo invertido por el cliente con el valor del bien o
servicio adquirido o en general con la satisfacción que el cliente experimenta en la
adquisición del bien o servicio. (perservicio, prestación de servicio, postservicio).
- Información: Calidad de los datos sobre las características del servicio o bien
(incluido el precio), sobre el proceso de prestación del servicio o de compra del
bien o sobre la propia compañía. (perservicio, prestación de servicio, postservicio).
Interacción
- Comportamiento de las personas: Características relativas a las actitudes que las
personas tienen respecto a los clientes. (perservicio, prestación de servicio,
postservicio).
- Fiabilidad: Capacidad de cumplir con los requisitos del cliente y/o con las
obligaciones contraídas con él. (prestación de servicio).
Atributos 4D
Los atributos 4D siempre serán pertinentes en cualquier fase de la prestación del servicio.
- Imagen de marca: Conjunto de ideas, valores y/o sentimientos con los que el
cliente identifica a la empresa.
1. Analizar de forma global la calidad percibida, útil como toma de posición y punto de partida.
3. Focalizar el análisis de la calidad percibida para alguna de las fases temporales del servicio.
Por otro lado, evaluemos, además, el impacto de la prospección y de la fidelización del cliente;
en primer lugar, el coste de captar un cliente nuevo; pensemos en términos de gastos en
publicidad, vendedores, comisiones, atenciones, gastos generales, condiciones especiales que
se ofrecen a los nuevos clientes, promociones de venta, etc. Hay autores que indican que
vender a un cliente nuevo cuesta, al menos, cinco veces más que vender a un cliente actual.
Cada uno de estos factores, y la propia valoración total de los oferentes del servicio, tienen
carácter multidimensional, es decir, no se pueden resumir en un escalar. Además, el valor de
estos factores es variable con el tiempo, y cada uno de ellos con su propia dinámica. Esta
dinámica está determinada por la permanencia de mensajes y experiencias en nuestra propia
memoria. En este sentido, parece que la calidad percibida (propia o referida) tiene mayor
permanencia en nuestra memoria que los mensajes publicitarios.
Haciendo hincapié en la variable tiempo, nuestro modelo de calidad percibida y cualquier otro
que se realiza en función del cliente, debe estar en constante cambio, en constante
actualización. Citando a Noriaki Kano (1984), existen tres tipos de requerimientos: básicos,
normales, emocionantes, siendo el primero aspecto de lo mas esperado y que se deben
cumplir a priori, hasta el último aspecto, connotaciones inesperadas (fuera del estándar del
servicio). En esta era de difusión masiva y de constante innovación, las necesidades del cliente
fluctúan muy rápido respecto a décadas atrás, por lo que nuestro modelo debe estar
preparado para estas dinámicas, donde lo que emociona hoy, seguramente se convertirá en
normal mañana, y más adelante en esperado.
El modelo más apropiado debe ser versátil y permitir adaptarse a la especificidad de los
distintos tipos de organización productiva y de mercado, aun cuando asumimos que
probablemente es imposible crear un modelo que procure una adaptación total y completa a
las características de cualquier tipo de empresa o negocio. Por esta razón el modelo que se
propuso se lo realizó para su directa y sencilla aplicación, ya que considerando que, en el
sector de servicios, existen una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas que
predominan en el mercado que nos disponen inmediatamente de una gran fuerza de capital
que les permita implementar y mantener sistemas sofisticados de alta conexión con el
consumidor.