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La Revolución Francesa fue un movimiento social, político y económico que entre 1789 y 1799 marcó el fin
de la monarquía absoluta, del feudalismo y de las bases económicas del antiguo régimen. Decir que los
comienzos de La Revolución se dieron con la toma de la cárcel de la Bastilla- donde se encerraba a los
mayores pensadores y revolucionarios de la época- en julio de 1789 por parte de la Burguesía, es por
completo erróneo, pues la inconformidad de la clase baja francesa inició desde años atrás. Tal vez el factor
más determinante que enfrentaba Francia a finales del siglo XVIII era la crisis económica derivada, no sólo
de las guerras en las que el país había sido partícipe (Guerra de los siete años contra Inglaterra y apoyo a la
independencia de los Estados Unidos 1), sino de los excesivos e indiscriminados gastos que hacía la
monarquía a costa de los impuestos de la clase más baja. Ese factor, teniendo en cuenta que la monarquía
absoluta significaba el poder concentrado y directo en cabeza del rey, no se traducía en nada distinto que en
un sinfín de decretos que ponía sobre los hombros de campesinos y burgueses, todo el peso del
financiamiento a través de diezmos (que debían entregarse a la iglesia) e impuestos derivados principalmente
del sistema feudal bajo el cual funcionaba la sociedad.
En tal contexto de déficit financiero, el Rey Luis XVI no vió mejor salida que convocar a los Estados
Generales para sesionar en mayo de 1789, pero con una modalidad de votación desigual en comparación con
el número de ciudadanos pertenecientes a cada uno de los tres estados. En suma, el Rey proponía impuestos
nuevos y desiguales, y un solo voto para cada uno de los estados, resultando en que las dos clases
privilegiadas votaran de tal forma que el nuevo sistema de financiación nunca dependiera de ellos sino del
tercer estado. Al ver que serían sometidos a las mismas imparcialidades de siempre, el Tercer Estado,
encabezado por grandes pensadores pertenecientes al movimiento de la ilustración (entre ellos Sieyés),
deciden constituir su propia Asamblea Nacional en junio de 1789 designándose, El órgano legítimo de la
voluntad nacional, con el derecho de dar leyes a todo aquello que pertenezca a la nación y no escape nada
de su poder3. Fue esta creación la que significó un acto revolucionario, pues nacía un nuevo poder
independiente del rey cuyo pronunciamiento implicaba su negación 4.
Detrás de estos hechos, había un sustento y motor ideológico que subyacía los movimientos sociales en la
Europa de la época y que impregnó las medidas adoptadas frente al Derecho laboral colectivo. Estas
corrientes de ideas eran: el liberalismo, político y económico, y el individualismo. El liberalismo político
propugna por un sistema diferente al monárquico en el que se traslada la soberanía al pueblo, cambiando así
la forma en la que se producían y aplicaban la normas jurídicas, que ahora se centraban en la preeminencia
del individuo, y en la elusión de la intervención del Estado. Este pensamiento político era el edificio que
sostenía el liberalismo económico, o en otras palabras, el modo de producción capitalista. Está corriente se
conjuga en la famosa frase, Laissez faire, Laissez passer le monde va pour lui-meme 6.
Para el análisis de los sucesos de la Revolución Francesa frente al Derecho Laboral Colectivo, se debe
considerar paralelamente la economía y la política, pues, contemporáneo al contexto de la Revolución
Francesa, y la monarquía absoluta, está también el nacimiento de la Revolución Industrial y del capitalismo
(evidenciado en la escuela fisiocrática francesa), hechos que trajeron un nuevo modo de producción. Antes
de 1789 y de la industrialización, funcionaba principalmente un sistema productivo basado en el organicismo
y el corporativismo (ejemplificado en los “Estados”), que expresaba una perspectiva inmutable de la
sociedad, de los oficios, las profesiones y la economía. Ahora, se requería un cambio en la política, la
sociedad y las normas para poder aprovechar el cambio en la economía. En Francia esto aconteció con la
Revolución Francesa. Al ser una revolución, se llevó al último extremo el liberalismo-individualismo, que
incluía la libre competencia, la libertad para los consumidores, la libertad de contratación, la libertad de
empresa, y sobre todo, la libertad de ejercer la profesión, arte u oficio que a bien se tenga. Ello fue así porque
la ideología imperante las consideraba las principales fuerzas que permitirían alcanzar la prosperidad y el
desarrollo del mercado7, y por que, en el antiguo régimen estas libertades se encontraban duramente
restringidas.
Como el corporativismo se asociaba al antiguo régimen, a la antigua economía que había sofocado a tantos
(sobre todo a la floreciente clase burguesa), la transición que brindó la revolución trajo una desconfianza
hacia los cuerpos intermedios entre los ciudadanos y el gobierno 8. Esto condujo a una situación paradójica,
pues, aunque el hombre es libre individualmente, no puede agruparse. Entonces, a pesar de la base ideológica
liberal, que tuvo efectos en el derecho laboral individual, se plasmó en la realidad legislativa del derecho
laboral colectivo del momento, una contrariedad, como lo ilustraremos a continuación 9.
Primero, en 1776, se expidió El Edicto de Turgot, importante porque suprimió las corporaciones de oficios,
sus estatutos y sus privilegios. De acuerdo con Jorge Machicado, “Este edicto recogía las ideas fisiocráticas
del siglo XVIII y fue inspirado por Turgot, quien, había proclamado que los males franceses en materia
comercial e industrial se encontraban en la facultad de los artesanos del mismo oficio para unirse y reunirse
en cuerpo. En consecuencia, el edicto prohibió la agremiación”10.
Luego, el 17 de marzo de 1991, se expidió La Ley d'Allarde. Esta ley suprimió, de manera general, las
agrupaciones por oficios, “(...) prohíbe el derecho de organización profesional (asociaciones) y conmina a
concertar los salarios por libre convenio con los patrones.” 11 Su propósito era romper con el esquema
tradicional de oficios establecido en aquel momento, y reemplazarlo por la prominencia de libertad para
escoger ocupación. Es decir, esta ley abolió los gremios y estableció que los franceses podían escoger y
ejercer un oficio libremente12. Así, reafirmó la libertad de ejercer una actividad profesional y oficio bajo el
principio de que "Toda persona será libre de ejercer cualquier negocio, profesión, arte u oficio que estime
conveniente"13. En su artículo primero, suprimió los oficios de “(...) peluqueros-barberos-bañeros, de agentes
de cambio y otros corredores de comercio; los diplomas y títulos de maestría y todos los privilegios de
profesión (art. i.).”14 . Por otro lado, le dio continuidad al Edicto Turgot de 1776 en cuanto a sus argumentos:
“(..): derecho al trabajo, abuso de las corporaciones; cubiertas por el polvo de los siglos’, ‘vestigios de la
servidumbre, beneficios de la libertad y de la concurrencia’ que adaptarán a las necesidades el número de
obreros y la cantidad de productos, que aseguren la calidad de las mercancías y la baja de precios” 15. De
igual forma, suprimió las corporaciones16, como lo estableció la Ley Chapelier unos meses después. Ambas
tenían unos objetivos comunes y por eso, Louis Salleron menciona que: “La Revolución francesa ha
suprimido las corporaciones por medio de textos expresos, pero su filosofía las condenaba enteramente.
D'Allarde y Le Chapelier no han hecho más que explicar con una lógica impecable las consecuencias de los
principios que habían asimilado de un modo perfecto. Y todo el siglo XIX, en el credo generalizado del
individualismo y del liberalismo, ha suprimido, de igual suerte, las corporaciones en toda la superficie del
planeta donde penetraban las ideas europeas.” 17
Tres meses después, el 14 de junio de 1791 fue expedida la Ley Le Chapelier. Esta ley fue propuesta -como
su nombre lo indica- por el Diputado Le Chapelier, quien fue elegido en representación del Tercer Estado. La
ley fue aprobada por la Asamblea Nacional en 1791 y, con igual orientación que el Edicto de Turgot,
prohibió el establecimiento de las corporaciones de oficios. 18 La ley Chapelier estableció la prohibición de la
10 Machiado, J. (2010). Historia del Derecho del Trabajo. Sucre, Bolivia: USFX® Universidad San Francisco Xavier,
7. http://ermoquisbert.tripod.com/pdfs/dt05-historia.pdf
11 Machiado, J. (2010). Historia del Derecho del Trabajo. Sucre, Bolivia: USFX® Universidad San Francisco Xavier,
7. http://ermoquisbert.tripod.com/pdfs/dt05-historia.pdf
12 Derecho Colectivo del Trabajo timeline. (s.f). Timetoast timelines. Recuperado de
https://www.timetoast.com/timelines/derecho-colectivo-del-trabajo-a24cf8de-f7bd-4734-b2bd-be31f7a4da06 [15 de
agosto de 2020].
13 LEY DE CHAPELIER. (2018). Notinet. Recuperado de
https://www.notinet.com.co/serverfiles/load_file_ju_ntnt.php?id=2191 [15 de agosto de 2020].
14 Salleron, L. (1954). ECONOMÍA Y CORPORACIÓN. Cuadernos de política social (24), 8.
15 Ibídem, pg. 9.
16 Ibídem, pg. 9.
17 Salleron, L. (1954). ECONOMÍA Y CORPORACIÓN. Cuadernos de política social (24), 10.
18 Machiado, J. (2010). Historia del Derecho del Trabajo. Sucre, Bolivia: USFX® Universidad San Francisco Xavier,
7. http://ermoquisbert.tripod.com/pdfs/dt05-historia.pdf
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asociación no sólo de obreros, sino también de patrones. Esta prohibición se dio en medio de un fenómeno
social llamado la mecanización del trabajo. Como su nombre lo indica, esta mecanización implicaba un
alivio para el esfuerzo humano, pero al mismo tiempo fue una tragedia para el obrero, ya que este fue
sustituido despiadadamente por una máquina. Evidentemente, las ventajas de esta producción mecánica no
son equilibradas entre el empresario y el trabajador. La posibilidad de asociación de obreros implicaba para
ese entonces la pérdida de la autonomía de la voluntad absoluta para negociar un contrato de trabajo con el
obrero, lo cual claramente le traía una desventaja al patrón, puesto que podían llegar a exigir mejores salarios
además de otras reivindicaciones laborales. Por otra parte, el interés general del Estado era aquel que debía
prevalecer en la sociedad; la prohibición de las corporaciones de oficios se debía en parte a la preocupación
de una reunión ideada para conspirar contra el poder establecido o provocar desórdenes públicos. Los pocos
empleadores interesados en la mano de obra, contraban personas en condiciones miserables, explotando sin
misericordia a los trabajadores. Esta situación los lleva entonces a organizarse a través de las asociaciones de
trabajadores para defenderse y exigir el cumplimiento de sus derechos fundamentales como trabajadores, y
abrieron la puerta a la ideología Marxista que más adelante evolucionará y creará el sindicalismo
revolucionario. Por otro lado, la ley no solo estaba enfocada en la prohibición de las corporaciones de oficio,
también incluía otros temas a tratar como la prohibición de nombramientos o toma de decisiones conjuntas,
la inconstitucionalidad de los acuerdos o resoluciones conjuntas y las disoluciones hechas por la fuerza
pública a cualquier tipo de manifestación19.
No fue sino hasta que, 73 años más tarde, La Ley Chapelier fue derogada por la Ley Ollivier. Fue expedida
el 25 de mayo de 1864, derogando la ley Ley Chapelier, restableciendo así el derecho a la huelga y el
derecho a la asociación. Así, esta ley despenalizaba el derecho de asociación 20, por lo que fracasaban
entonces las iniciativas de la Ley Chapelier y la Ley d'Allarde.
Luego, veinte años más tarde, la Ley Waldack Rousseau autorizó los sindicatos 21 para asociaciones
profesionales con el objetivo de proteger sus intereses colectivos 22. En palabras de Juan Machiado, “La Ley
Waldack Rousseau de 1884 abroga la Ley Chapelier de 1791 y el Edicto de Turgot de 1776 y, se legaliza el
derecho a organizarse en asociaciones, a sindicalizarse.” 23 De igual forma, indica Ojeda Avilés que con esta
ley “(...) se pasa de la mera tolerancia al reconocimiento de los sindicatos.” 24
3. CONCLUSIÓN
La democracia como la conocemos hoy en día, basada en la libertad, igualdad y fraternidad, es en gran parte
producto de la metamorfosis que efectuaron las instituciones políticas, económicas y sociales en la
Revolución Francesa. La democracia así entendida es una condición esencial para cualquier tipo de
organización, incluyendo las organizaciones de trabajadores, ya que estas buscan participar en el gobierno,
tanto estatal como empresarial y profesional. Por eso, esta etapa de la historia del derecho laboral colectivo
cobra importancia, porque consolidó bastantes de los fundamentos ideológicos para la instauración de la
democracia directa, participativa y representativa, pero al mismo tiempo dejó la enseñanza de los efectos de
un liberalismo-individualismo irrestricto, que terminó coartando los derechos de los trabajadores como
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colectividad. A finales del siglo XVIII, era claro que había que cambiar la economía corporativa si se
quería encajar en el modelo de producción capitalista, pero eso no conllevaba la supresión de los órdenes
corporativos, como lo son las asociaciones de trabajadores, puesto que, el hombre es naturalmente un
individuo, pero igualmente un ser social.
Bibliografía
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5
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Francisco Xavier. http://ermoquisbert.tripod.com/pdfs/dt05-historia.pdf
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Grupo 2:
- ¿Qué corriente ideológica, política y económica estuvo detrás de la regulación laboral colectiva que
se dio después de la revolución francesa?
o R/1: Estas corrientes de ideas eran: el liberalismo, político y económico, y el individualismo.
El liberalismo político propugna por un sistema diferente al monárquico en el que se traslada
la soberanía al pueblo, cambiando así la forma en la que se producían y aplicaban la normas
jurídicas, que ahora se centraban en la preeminencia del individuo, y en la elusión de la
intervención del Estado. Este pensamiento político era el edificio que sostenía el liberalismo
económico, o en otras palabras, el modo de producción capitalista, que consiste en una
economía de mercado basado en la competencia y autorregulación por parte de los
particulares. el individualismo considera que el hombre es un ser racional y libre, autónomo
capaz de tomar us propias decisiones en beneficio propio. Esta corriente pone al individuo
en el centro de todas las consideraciones políticas, económicas y sociales. El liberalismo-
individualismo,incluía la libre competencia, la libertad para los consumidores, la libertad de
contratación, la libertad de empresa, y sobre todo, la libertad de ejercer la profesión, arte u
oficio que a bien se tenga. Frente al derecho laboral colectivo, la preponderancia de estas
corrientes condujo a una situación paradójica, pues, aunque el hombre es libre
individualmente, no podía agruparse, debido al miedo que se tenía respecto al modus
operandi del antiguo régimen basado en el corporativismo y la economía regulada.
- ¿Cuál fue la meh que reconoció los sindicatos por primera vez?