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£°GARLO M. CIPOLLA EDUCACION Y DESARROLLO EN OCCIDENTE Traduccién castellana de ‘ANGEL ABAD indice Introducci6n see L IL m. Vv. v. vi. Analfabetismo, semianalfat problemas Ta educacti, desde la Agoda bs hasta ol siglo xx Educacién y revalucién fndusteial La situacién en Enropa a mediados del wom. El desarrollo de la Alfbetizacfn en a seginda mitad del siglo mx. Condusibn Poo mmo y me Apéndice estadistico . 5. Notas. 107 125 ML 161 ‘CAPITULO mI EDUCACION Y REVOLUCION INDUSTRIAL “Todas las semanas aparecen nuevos escritos sobre el problema de Ia educscién”, escribia Merchior von ‘Grimm en 1758; en 1762, motaba todavia: “La moda de este aio es escribir sobre el problema de la educacién”, Pero no sélo habia discursos. También hubo progreso Inglaterra, que a comienzos de siglo erz uno de los paises con un nivel més alto de instruccién, presentaba entonces un aspecto més blen precario, Una muestra de parroquias, investigada por W. L. Sargant para el iio 1860, arrofa Jos siguientes resultados: de 1754 a 1762, aproximadamente el 51 por ciento de los que ceontrajoron matrimonio sabian escribir su nombre; de 1799 a 1804, el porcentaje era todavia del 54 por ciento.* La muestra’ no comprende el étea metropolitana londi- nense, donde Ja instruccién estaba més extendida; ade- ands, la muestra en cuestin confiere un peso especfica ‘excesivo a la poblacién urbana y, como veremos mis adelante, las ciudades industrialestuvieron un desarrollo ‘educacional inferior a la media nacional” Por otra parte, ‘una reciente investigacién, mas circunscrita a teritarios rrurales, no considerados por Sargmt, confizna sustan- cialmente los resultados de este itina, En 17 parroquias Sobre In musta, Sancner (op. et able Se 90) exe: ‘pe ola ct 0 sre etait ‘gee lpcaren wpe 15.000 mtenoniogy ire era seer prove SE iN dan oe cc 0 16,800 ue a oe ‘eccnadaent Be edidndes”conideruss Som med" dnpesas hs haan de Hallfar, Beet! "yam, afeome atugiiasrutles on Yorkshire, Dowtubive y Nechaiaponsie 8 rurales y capillas del East Riding, Yorkshire, W. P. Baker hallé que, si bien en el quinquenio 1754-60 el 51 por ciento aprox de los que contzajer ‘matrimonio sablan firmar, en’el decenio 1791-1800 pporcentaje era todavia del 57 por ciento? La coinciden- iene los resultados obtntdos por Sagat as de Baker no es tanta como a vista.” Bak: ooo pepe «ie i? zar y valorar otros materiales. No obstante, no creo que 1 cuadro general resulte modifcado sustancialmente. En Escoeia, hacia 1696, se impuso la obligatoriedad de tener una escuela piblica en todas las parroquias, y todo parece indicar que en el curso del siglo xvnt la istruccién elemental hizo progresos més répidos en Eseocia que en Inglaterra. ‘También Francia experimenté notables y répidos avances? En el quinquenio 1686-90, aproximadamente el 25 por ciento de la poblacién que contrajo matrimo- to sabia eeibir su propio nombre; cen aloe mis ta de, en el periodo 1786-90, el porcentaje habia pasado al 40145 por ciento.*® Los progresos en Francia hieieron 2 Let purcentafesealulads por Sargant se eleren 2 fao- ‘quae sural y turbanass Lor. porcentafes ealeludos por Baker se Eis premiera any bn du ‘qe roboes gpavoqslas urtleg cuenta oe "ag lor swe. rtaroa"auments del al por lest. on Webs Sep eat en 17001004, om atime alto mar del sbsecado por Dako pars las parorsias suri del Bast Riding GdaSIY"St or clei! serpectvameste) ‘0! Hondas bun gent sneueta beck sobre was muestra de, evan pertoglaer Sa" a duecsign do Ml” Maggio. = fall ilo sua sede sents, per Magpie fon leven ai gor ental pode 8090.9 37 yor Game torent de 1786.40, ta musa etoiada por Maggs, foes fanman po parece defers la inporanciaalecana lat pobact: ‘Es pores etdo‘t i fe son eningpoes sndar n ‘ito ongnalmente calealador'por Sinsdiolo ¥ correrldor aprotina- Almeato emia ar star Ge Meury ¥ Valary lop. iy p. 190) 76 sentir su influencia en dreas vecinas, como por ejemplo ‘en Piamonte, Social y culturakmente, econémica y atis- ticaniente, Turin, capital de Piamonte, experiment6 un notable desarrollo en el siglo xvmt. En 1740, de 79 pa- naderos que trabajaban en la ciudad, 60, es decir, el 76 por ciento, sabian fimmar. En 1796, de 72 panaderos, 70 (@7 por ciento) sabian asimismo firmar* Natural: mente, el alto grado de instrucciéa de los panaderos furineses en 1796 no puede generalizarse a otras profe- siones..Todavia en 1871, en Turin, el poroentaje de alfabetos entre los adultos (mis de 19 afios) era inferior 1 75 por ciento® ¥ Turia no era todo el Piamonte. ‘Los suizos manifestaron pronto wn activo interés por la instrucci6n elemental, y por esto eran apreciados in- cluso en la lejana China. Hacia le mitad del siglo xv, Huang Ching chiKung ta deeta que los habitantes de Ho-lo-wei-chi-ya (Helvecia) “son fuertes y de alta esta- turs. Son lesles y honestos y todas las comunidades tienen su escuela piblica”* Kin cuanto a la regién de Ginebra, Jos regisros matrimoniales muestran que a finales del siglo xvm el 95 por ciento de los que con- trajeron matrimonio en Ia ciudad sabian Srmar, y al rededor del 60 por ciento en el campo. En Amsterdam, muestras de matrimonios indican ‘que en 1729-90 el 68 por ciento de los esposos frmaban su propio nombre, y que en 1780 el porcentaje habia ascendido al 74 por ciento Respecto a Alemania y ‘Austria, no disponemos de datos numéricos, sino noticias fndirectas sogin las cuales parece ser que en el siglo xv Ia instruccién hizo notables progresos. En Prusi Fase dente oe pat grt, te ot Beil gaa de a ae an 22 (1967, p. 1060, . 2 7 1 General Landschule Reglement decretado por Federi- 0 el Grande en 1763 proclamé la obligatoriedad de la asistencia escolar para todos los nis. En Austra, y bajo Maria ‘Teresa, Ia instruccién popular se convirtié ‘en uno de los problemas més debatidos en los cfrculos ‘gubemamentales; en esta época se desarollaron en Austria ideas muy avanzadas al vespecto, La ley general romulgada en 1774 afirmaba que “Ia educacién de los nigos de ambos sexos ex la base de la felicidad de la nacién’, y proclamabe ademés que “todos los nifos de ambos sexos deben sin ‘sists a Tas escuclas ppiblicas desde la edad de 6 afios hasta que estén lo su- ficientemente instruidos para elegir una profesién”. Ni la ley prusiana de 1768 ni la austriaea de 1774 tuvieron inmodiata y universal aplicaci6n, pero no hay duda de que tanto en Alemania como on Austria ol interés gene- rl por el problema de la eduoacién favoreci6 conside- rablemente el desarrollo de la instruceén y de Ta alfa- betizacién. En Ia periferia de Europa, Espafa, Portugal, Talia, rr — siglo vm. En lor pales menos desarrollados, los campesinos si- guieron siendo masivamente analfabetos. Todavia en 1773, G. F, Scottoni, en la edici6n veneciana de Ia cli- sica obra de Tarello sobre la agricultura, comenzaba sx {ntroduecién con estas palabras: “Escribo para ser Ieido ppor los que conocen las letras del alfzbeto; por tanto, 2 puedo dirigime a Ios campsites que sn enbar> son los iomedistos y_princ y casi los Gere do mis probs desde apitaicray oe que la mayorta de ellos no saben leer_ni escribir una palabra”? ve En los pafses més avanzados de Europa, no obstan- 8 te, el desarrollo de la alfabetizncién en el siglo xvi no se limit6 a las zonas urbenas. La poblacién rural par- ticipé en notable medida en la evolucién general, y hacia finales del siglo el mimero de los que suban Teer era ciertamente superior al de los que no sabian. Fue en este momento cuando bastantes personas comenzaron 1 plantearse la cuestién de la conveniencia y oportuni- dad de la instruceién general, “;Cémo podemos ser fe- lioes si estamos rodeados de un pueblo que lee?”, decia el reaccionario Mr, Flosky en Nightmare Abbey, de Peacock. Preguntas de esta clase 50 hicieron efectiva- mente en el curso de Jes siglos ava y primera paste del sax, En 1746, la Academia de Rouen debatié el siguiente problema: “zEs cosa ventajosa 0 cosa peru cial para el Estado tener campesinos que sepan leer?"* Dos décadas mis tarde wadamente, De Cadadeue de Ia Chalotais eseribia: “Nunca ha habido tantos es- ‘mdiantes como hoy. Incluso la gente del pueblo quiere estudiar. Los hermanos de la religién crstiana Hamedos los Ignorantins estén realizando una politica fata. En- softan a leery a escribir a gente que s6lo deberta apren- der a disefiar y a manejar instrumentos y que ya n0 ‘quiere hacer esto, EI bien de le sociedad exige que los congcimientos de la gente no vayan mis lejos de cuanto 1 neceserio para su propia ocupacién cotidiana, Todo hombre que mire més lejos de su nutina diaria no ser ‘munca capaz de continuar pecientemente y atentamente ‘sa rutina, Entre el pueblo bajo es necesario que sepan leer y escribir slo Ios que tienen oftcios que requieren ‘sa pevicia” 2° Esencialmente, De la Chalotais temfa un exoesivo aumento del nimero de sacerdotes, abogados y “clases de hombres que viven del trabajo de los otros”. Camo ‘veremos en seguida, algo habia de verdad en lo que ~ decia, pero Mevaba su argumento demasiado lejos. En Inglaterra, en 1801, Whitbread ‘una {evey pal ren de nals clement ot cl pals. El proyecto fue derrotado en la Cémara de los ores; entre los que se opusieron figeraba el presidente do a Royal Sout, glen rane de eth ute, “Ea teorfa, el proyecto de dar una educacién a las clases trabajadoras es ya bastante equivoco, y, en la préctica, seria perjudicial para su moral y su felicidad. EnseBaria a las gentes del pueblo a despreciar su posicién en la vida en vez de hacer de ellos buenos servidores en agricultura y en los otros empleos a los que les ha des- tinado su 3. En vez de ensefarles subordinacién, les haria facciosos y rebeldes, como se ha visto en al- gunos condados industralizados. Podrlan entonces leer planfletos sediciosos, libros peligrosos y publicaciones contra la crstiandad. Les haria insolentes ante sus su- pperiores; en pocos afos, el resultado serfa que el gobier- to tendria que utilizar la fuerza contra ellos”. En este ppérrafo so encuentran os dos principales argumentos ue se esgrimian preferentemente en aquellos afios para combatir la difusién de la instruccién. El primer argu- mento era el temor a una incémoda escasez. de traba- jadores manuales y serviles. Porter refere que cuando en 1804 Joseph Lancaster abrié su escuela a la que podian ser enviados nifios de todas las clases sin pagar nada, Ja comiin observacién fue que, si hubiera tenido 4&xito “ya no se habrian encontrado servidores para lim- par zapatos y caidar a los caballos”. Todavia en 1857, el obispo Samuel Wilherforce advertia que con tanta {nstruccién por todas partes “pronto no tendremos ya servidumbre La idea de que’ lngente mace cou wn “Pusto plo co ntcedad”erube muy dendie de manera que en relacién con estas ideas la pretensiéa 80 de eduear a un trabajador significaba alterar un equili- brio natural y, por tanto, promover el caos. El segundo ‘argument era el de ls libros sediciosos, nada nuevo por ciezto, Durante los siglos xvry xv, gobernantes y clero prestaron una atenclén incesante al problema de los Iibros sediciosos, sobre todo en relaci6n con el problema religioso, Los libros sediciosos eran frecuentemente que rmados o hechos desaparecer junto con autores, editores yy lectores. Durante los primeros cincuenta afios después ela Revolucién francesa, el problema do los libros se- diciosos™ perdié mucho de su cardcter religioso y en ‘eambio gané ex contenido politico y social En la segunda mad del siglo xvmr, algunos indus- triales crearon en sus fabricas “escuelas” para los adoles- centes que trabajaban en ellas. En el pueblo de Catrine arroquia de Stone), en Escocia, por ejemplo, la “socie- dad” local (de algodoneros) comenzé a intersarse por Ja moral y Is educaciéa de la juventud, Se habilitd como ‘escuela un gran pabellén de la fabrica y se destin6 a ella un maestro que ensefaba a los jévenes de 7 a 9 de la noche (después de haber ensefiado durante el ia en wna escuela normal... Se decidié poner a dis- pposicién del maestro un ayudante... “El asistente traba- ja durante el dia como empleado auxiliar”* Escuclas de fabrica de este tipo existian on las factorias de En- twistles of Ancoats de Manchester desde 1788, y en las de Cark, de Furness, al menos desde 1788. En In- water, la Factory Act de 1802 imponia a los propic- tarios textiles Ianeros 0 algodonoros la obligacién de crear escuclas en las fabricas. La ley nunca fue aplicada con rigor,* aunque tampoco quedé en letra muerta por ae ts sy Stas bts ne etn lt del ese ES BS Soa ae aL tscuelas de fibrica no podia der, como en efecto no dieron, resultado signifcativo.* No’es muy dificil ima- ginar lo que podia aprender un chico agotado por una jornada de 10 a 15 horas de trabajo en una escuela ‘octurna donde las leeciones las daba un maestro no ‘menos agotado 0 incompetente por completo.** ‘Ademés, no todas las ffbricas tenfan escuela. Por cada muchacho inadecuadamente instruido ea una es- tcula de fébrica, habia muchos otros que no iban a la | fescucla y que permanecfan en la més completa igneran- ccia®* Este importante punto merece un examen més atento. Sin duda, y bajo el impulso del progreso teeno- Tgico, la demanda de instrucciéa-inversién execié du- rante la Revolueién industrial. En 1824, Alexander Ga- | ‘entero, Hemos de admitis, de todas formas, que las | Toway sefialaba: “Sé por experiencia que un hombre no fey epobadas pear de te sre de Ion ptont, qu It Sulton? Selon Slr eres oir meee ‘Spe i Snitban sna Pes an bn cea ae at mere, de etn ey Aut Ie ag tage as age Tat, Teed ce cies REEF tr bar no Tenth epee ai 1 i ae ace pel de" isc i remade at ae toda Sata H eco ate eee or ogy RMS dee ices" vena pt do oe SES dh cere emma de Tar 2.000 nos 8 let Petamesto om dicltades SEL IMac con facade i wz een tena ty et eon ede ao Starierdale inmate same | | 82 sme es de mucha ayuda si no sabe leer y esertbir; si un hhombre me pide ser empleado y me dice que no sabe leer ni escribir, lo despido sin hacerle ms preguntas” * Es un hecho innegable, no obstante, que Inglaterra em- pleaba con ventaja y beneficio en sus propins fabricas « tun gran nimero de muchachos 0 nifios analfabetos 0 semianalfabetos. El primer estadio de la industriliza- cién no alcanz6 cotas relevantes de capital fo ni tam- poco un capital humano de alto nivel. Respecto al pe- odo anterior a 1900, es facil exagerar el aumento de Ja demanda de instruceién-inversién como consecuencia Cg ee ee ee ciendo mayores posibilidades de empleo para los Iuchachos y lov nig, ia Revolocién indus tumentS el coste-oportunidad de la instruccién, y, por consi- guiente, influyé negativamente sobre su demanda. Asi Fue como en Inglaterra, hasta mediado el siglo xox, Ja educacién popular permanecié estancada en tanto {que se expandia la economia y aumentaba la riqueza La proporeién de renta disponible destinada a la edu- cacién debi6 de disminuir progresivamente, La riqueza seumulada fue emplada mis en conatar, eines ‘masas de nifios en las fébricas que en mandarlos @ las cescuelas, Ya he dicho que, segiin la muestra estudiada ppor Sargant, en Inglaterra y en Gales un 51 por cien- to de esposos sabian firmar en 1754-62, y un 64 por ciento medio siglo més tarde. Los procesos fueron muy cescasos. También, segin la misma muestra, el escaso mejoramiento habido se produjo por lo general en los Aistritos rurales.# La urbanizacion se levé a cabo de ‘una manera demasiado répida y ca6tica. “Las ciudades hhan erecido desbordando todos los medios de instrue- ibn disponibles”,® se sefialé ya entonces; en 1843, una cuidadosa inspecoién del estado de los distritos in- 8 ustrales efectuado par 1x Comisién sobre el trabajo de los nidos dio los siguientes resultados: “Ni en las siudades mineras que han atraido una gran cantidad de gente en breve tiempo, ni en las ciudades que se han desarrolada répidamente gracias al impulso del comer. Gi de Indust so han toma meds en abl to para favorecer la educacién y tampoco se ha hecho ning esfuero por sri escucls ‘con personal docente cualifica “ior Esto fue parte del precio que Inglaterra pags por sex el primer pais en industralizarse. Las ciudades que ‘por primera vez experimentaron la industrilizacion y Ja urbanizacién se enfrentaron a nuevos y grandes pro- Dlemas sociales con estructurasy flosofia politicas com- pletamente inadecuadas. Como se ha dicho, “el obs- tculo al desarrollo de la educacién no fueron tanto las particulars insituciones briténicas como la estructura ¥ los valores de le sociedad britinica misma”.* Tra cionalmente, los ingleses vefan con malos ojos toda in- terferencia del Estado en la vida econémica y social del pals. Las exigencias y los problemas sociales que surgieron con la industializacién fueron abordads de- masiado tiempo de manera exclusiva por sociedades religiosas, grupos voluntarios, instituctones. benéfias, comités de médicos, sindicatos de trabajadores 0 so- edades industriales cuya actividad fue sin duda 1 able, pero que evidentemente no podia ser susttutiva de la intervencién del Estado. Los discursos sin sus- tancia y las acciones egoistas de los que se oponian a la instruceién universal sirvieron para empeorar un estado de cosas ya de por s{ bastante precario, al menos en la medida que lograron retrasa® uleriormente Ia iterven- ‘ién estatal y las consiguientes reformas del sistema edu cacional. Casi ya en el ao '1830, Leonard Homer podia a escribir; “Ha llegado por fin el dia en que ya no es tecesaro debstir la cuestion do sila case sociales inferiores deben 0 no deben ser instruidas”.* Pocos aiios después, Porter decia: “Gracias a Dios, la verdad sev slvendo camino en la mente de estos lgis- indore ye comienen por fn adi el pringpio de que todes, sin dstinen de clase, deben ser iestrui- dos” Pero, entre tanto, Inglaterra ya habia perdido tiempo y terreno respecto de otos ples,

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