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Arquitectura del renacimiento y del manierismo 343

biciones políticas con la tarea de proporcio- tres siglos siguientes, conoció numerosas
nar edificios públicos y religiosos para todos ediciones y fue traducida a muchos idiomas
los ciudadanos. Juan empezó por reconstruir [la primera traducción española fue reali-
la iglesia y el monasterio de San Lorenzo, e zada por Juan Boscán, Barcelona, 1534].
intervino activamente en la construcción del
Ospedale degli Innocenti (analizado más ade-
lante). Su hijo, Cosme, realizó grandes am- Humanismo
pliaciones en tres iglesias de Florencia,
construyó un convento en Fiesole, financió El renovado interés por la antigüedad que
la renovación de la iglesia del Espíritu Santo caracterizó al renacimiento empezó por la
en Jerusalén y patrocinó ampliaciones en dos relectura de las obras de los autores clásicos,
monasterios: Asís y San Marino. Además, res- especialmente los latinos Cicerón y Virgilio,
tauró varias villas familiares en las afueras y las obras griegas de autores que, como
de Florencia, una de las cuales la convirtió Platón y Aristóteles, estuvieran disponibles
en la Academia Platónica, cuya dirección con- en latín. Pero lo que diferencia a esta joven
fió a Marsilio Ficino. generación de eruditos de sus predecesores
Los nietos de Cosme, Lorenzo, Juan escolásticos es que, en lugar de obsesionar-
(papa León X) y Julio (papa Clemente VII), se por el cómo conciliar la filosofía clásica
prosiguieron su obra creativa. De todos ellos, con el dogma cristiano, lo que les interesaba
tal vez la figura política y artística más im- era lo que realmente decían los clásicos. El
portante sea la de Lorenzo, llamado el poeta del quatrocento florentino Petrarca opu-
Magnífico (1449-1492), un hombre de ne- so a la fabulosa visión medieval un conoci-
gocios y banquero que reunía en su perso- miento directo y riguroso de la antigüedad
na el ideal del renacimiento italiano: poeta, clásica, filtrado por la propia experiencia per-
filósofo, mecenas y diplomático. Fue ami- sonal, como demuestra su famosa ascensión
go y colega de escritores y filósofos de la ta- de 1336 al monte Ventoux, en el sur de
lla de Pico de la Mirandola y Marsilio Ficino, Francia, un viaje realizado por el solo placer
del humanista, artista y arquitecto Alberti, del de extasiarse ante la belleza del campo. San
escultor Donatello, de los pintores Ghirlan- Agustín ya había alertado contra los peligros
daio y Botticelli, y del joven escultor Miguel de extraer excesivo goce de los sentidos;
Ángel. Lorenzo y su coetáneo, Federico de Petrarca, haciendo caso omiso de tales ad-
Montefeltro, duque de Urbino, proporcionan vertencias, acarreó una copia de Virgilio has-
el modelo ideal de lo que se puede considerar ta lo alto de la montaña para poder ir
el príncipe del renacimiento. Ambos profesa- reflexionado sobre la lectura durante el ca-
ban predilección por la diplomacia políti- mino. El duque Federico tenía una logia, o
ca (y el arte de la guerra, si era preciso), eran porche, junto a su estudio de Urbino para po-
expertos lingüistas y escritores, coleccio- der contemplar desde ella el campo circun-
nistas de manuscritos antiguos y obras de dante. Este nuevo aprecio por el paisaje
arte, amén de generosos y entendidos me- natural fue otra de las contribuciones im-
cenas de la pintura, la escultura y la arqui- portantes del renacimiento.
tectura. Ambos representan la encarnación Además, las nuevas generaciones de hu-
del ideal de hombre del renacimiento. manistas aspiraban a leer directamente las
Federico construyó un sencillo, elegante y palabras originales de los clásicos, sin que
proporcionado palacio ducal en Urbino, mediaran en la lectura las glosas o comen-
donde instaló una de las bibliotecas parti- tarios tan habituales en la edad media, de
culares más importantes de Italia; allí, él y modo que durante el periodo se puso en mar-
los miembros de su corte discutían duran- cha un extenso movimiento de búsqueda de
te las veladas sobre cuál debía ser la imagen antiguos documentos en latín y en griego,
del perfecto caballero renacentista, unas conservados en las bibliotecas monásticas.
conversaciones que más adelante transcri- La historia de Grecia o de Roma se les hizo
biría para la posteridad Baltasar de así más familiar incluso que su propio pasa-
Castiglione en su famosa obra El cortesa- do reciente, al cual Leonardo Bruni calificó
no (escrita entre 1508 y 1518). Esta obra, de “edad media del oscurantismo”. Esos es-
que tuvo una gran influencia durante los tudios supusieron también que los huma-
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nistas, en muchos casos, tuvieran que desa- no te he concedido ni una morada fija, ni una forma
rrollar cierta pericia lingüística para corre- exclusivamente tuya, ni una función peculiar que cum-
plir [palabras de Dios dirigiéndose a Adán], con el fin
gir los errores introducidos en las copias
de que puedas escoger libremente qué morada, qué
medievales de los manuscritos de la antigüe- forma y qué funciones quieres tener, de acuerdo con
dad. Estas investigaciones objetivas se vieron tu criterio y tus anhelos… De esta manera, sin limi-
apoyadas por el desembarque de numerosos taciones que te constriñan, de acuerdo con tu propia
humanistas griegos, especialmente en la y libre voluntad, podrás ordenar por tí mismo los lí-
mites de tu naturaleza. Te he puesto en el centro de la
Florencia de principios del quattrocento, que creación para que en adelante puedas observar más
huyeron de Oriente tras la caída de Constan- fácilmente todo lo que hay en el mundo que te rodea.2
tinopla. A mediados del siglo XV, el florenti-
no Marsilio Ficino, con la ayuda de Cosme
de Médicis, centró sus energías en la tra- Para Pico, no podía haber límites para la hu-
ducción de las obras de Platón al latín. En manidad, ya que al hombre “se le ha conce-
1462, Cosme de Médicis fundó la llamada dido tener cuanto escoja, ser todo lo que
Academia Platónica (o Academia Florentina), desee”. Se volvía a reavivar la llama de aquel
supervisada por Ficino y Pico de la deseo de excelencia en la acción humana que
Mirandola, donde eruditos, estudiantes y afi- los griegos llamaban arete, puesto que, como
cionados (como el propio Cosme) discutían Pico también observó, los seres humanos “no
sobre la filosofía de Platón. se conforman con lo mediocre, [sino que] de-
De esa intensiva lectura de la literatura bemos buscar lo excelso y (dado que pode-
clásica surgió un nuevo programa de ense- mos, si nos lo proponemos) luchar con todas
ñanza basado en la humanitas (naturaleza nuestras fuerzas para obtenerlo”.3
humana), o ‘humanismo’, término éste acu- Este deseo de estirar los límites del hom-
ñado por el erudito florentino Leonardo bre quedó audazmente ilustrado en la cúpu-
Bruni. El humanismo era una filosofía que la que terminó Filippo Brunelleschi sobre el
resaltaba la importancia de los valores y lo- crucero de Santa Maria della Fiore, la cate-
gros humanos, distinguiéndolos del dogma dral de Florencia. La gran iglesia gótica de
religioso. El humanismo ponía el acento en planta cruciforme fue proyectada hacia el
la investigación objetiva a la luz de la razón 1300 por Arnolfo di Cambio. Medio siglo
humana, lo que conduciría eventualmente a más tarde su extremo oriental, consistente en
un planteamiento estadístico para aprehen- una serie de capillas octogonales organizadas
der y configurar la realidad. Los humanistas en torno a un crucero de planta octogonal,
concebían la historia como el registro de la fue muy ampliado por Francesco Talenti,
aspiración humana y los criterios falibles, quien creó un gran crucero de 42,2 metros
antes que como un inevitable resultado de la (138 1/2 pies) de vano, que debía ser above-
voluntad de Dios. No es que rechazasen el dado. Además, para acabar de complicar las
cristianismo, sino que, más bien, trataban de cosas, las autoridades eclesiásticas prohi-
reconciliar el punto de vista clásico sobre el bieron que los apuntalamientos de las cim-
potencial humano con la fe cristiana. El ser bras se apoyaran sobre el suelo de la catedral,
humano seguía siendo considerado como la lo que hacía inviable la construcción de la
obra de Dios, poseedor de libre albedrío para bóveda según las prácticas constructivas tra-
decidir su propio destino, pero los huma- dicionales medievales. Ello no desanimó a
nistas también hacían hincapié en la exal- Brunelleschi, buen conocedor de los edificios
tación de la dignidad del ser humano de la antigua Roma y para quien el Panteón
individual y en la maravilla de la obra del era una prueba palpable de que se podía cu-
hombre. brir una luz semejante; y si tal proeza se ha-
Tal vez el mejor compendio del punto de bía podido realizar en tiempos de los
vista humanista sobre el potencial humano romanos, ¿por qué no ahora? Brunelleschi
lo proporcionó Pico de la Mirandola, en su empezó a estudiar cómo hacerlo en 1404.
“Oración a la dignidad del hombre”, escrito Para 1418, ya había encontrado una solución,
en 1486, que es casi una emulación del re- de modo que las obras comenzaron en 1420
pudio virgiliano hacia los límites de los ro- [16.1]. Desde el punto de vista exclusivamente
manos. Dios no había asignado a Adán un técnico, la cúpula de la catedral de Florencia
lugar fijo en la creación, escribe Pico, y no es un diseño clásico. En efecto, se trata
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16.2. Cúpula de la catedral de Florencia.


Vista axonométrica de la sección, en la
que se muestra el sistema constructivo
de nervios y doble cáscara.

de una solución nervada que podría clasifi- el tratado de Vitruvio en diez libros, De ar-
carse como una bóveda de rincón de claus- chitectura (Los diez libros de arquitectura),
tro medieval de ocho lados. Tiene un perfil de escasa repercusión en su tiempo, pero que
acusadamente apuntado y su método cons- tuvo una extraordinaria influencia entre los
tructivo está basado en la técnica gótica, ya arquitectos del renacimiento, tal vez por ser
que consta de ocho nervios importantes que el único tratado de la antigüedad clásica que
arrancan de las esquinas, con dos nervios se- había perdurado. Fue publicado en Roma en
cundarios intercalados en cada uno de sus 1486, por G. Sulpicio y Pomponio Leto. A
ocho lados. Sobre todos esos nervios se apo- continuación se hicieron numerosas edicio-
yan las dos cúpulas concéntricas de ladrillo nes, la más famosa de las cuales es la de Fra
[16.2]. Se trata, por tanto, de una cúpula hue- Giocondo (Venecia, 1511), la primera ilustra-
ca. Pero lo que la señala como una creación da. Las formas idealmente proporcionadas des-
del renacimiento no son sus propiedades téc- critas por Vitruvio derivan de las formas
nicas, formales u ornamentales, sino la au- geométricas puras tratadas por Platón en su
dacia de su tamaño, su construcción a escala Filebo, unas formas engendradas por líneas
romana. ¡Por fin volvían a hacerse grandes rectas y círculos, así como los sólidos tridi-
cosas en Italia!4 mensionales formados con ellas. Para Platón,
esas formas no sólo tenían una belleza inhe-
rente, sino que eran “eterna y absolutamen-
Vitruvio y la forma ideal te hermosas”. 5 Partiendo de esas ideas,
Vitruvio, en su tercer libro, el dedicado al
La biblia para la nueva generación de me- proyecto de templos, sacó la conclusión de
cenas y arquitectos humanistas fue, sin duda, que la simetría y la proporción eran básicos

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