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Derecho Romano
Los romanos tuvieron una concepción muy particular de la familia; en los primeros
tiempos de Roma, se convirtió en un organismo vital dentro de la civitas, que tenía por
base presuntos orígenes comunes. La familia romana fue un cuerpo social distinto que
nuestra organización social doméstica, la familia en el sentido moderno.
Familia designaba, en otra acepción romana del vocablo, el patrimonio de una persona,
en especial, los bienes que podía transmitir por herencia a los herederos llamados por
ley a sucederle. Tal sentido tiene la locución familiam en la Ley de la XII Tablas, cuando
expresa, “si muere intestado carece de heredero suyo, tenga la herencia el agnado más
próximo. Si no hay agnado tengan la herencia los gentiles”. De allí habría surgido
también la denominación actio familiae erciscundae para designar la acción de división
de los bienes hereditarios y el nombre de emptor familiae, para eludir al comprador de
un patrimonio en bloque.
Como la gens, la domus fue en Roma una sociedad de carácter religioso. La familia fue
también una sociedad de carácter civil. Su constitución autónoma, de cuño monárquico,
investía al pater, magistrado doméstico por derecho propio, de suma autoridad dentro
del grupo, en el que ni siquiera el poder estatal pudo penetrar durante mucho tiempo.
Tenía además la familia un patrimonio común al pater y a sus descendientes en
potestad. Sólo aquel gozaba de la titularidad y la administración de los bienes
familiares.
3.1.-El parentesco.
3.2.-Agnación.
Al parentesco civil, que unía a todas las personas que están sometidas a la patria
potestad o la potestad marital, de un jefe o paterfamilias común, se denomina agnación.
Formaban también en el cuadro de los parientes por agnación los extraños que el pater
incorporara al grupo, ya por adopción, si se trataba de un alieni iuris, ya por adrogación
si se trataba de un sui iuris.
Los hijos nacidos fuera del matrimonio quedaban excluidos originalmente de toda
parentela, a no ser que se los adoptara, único recurso para incorporarlos a la familia,
hasta que apareció el instituto de la legitimación. Sabemos que muerto el pater, la
familia, daba lugar a la formación de otras tantas familias cuantos fueran los hijos
varones, pero conservaban el vínculo agnaticio todos los que habían estado sometidos
a la potestad del difunto, como si aún viviese. La agnación había sido el vínculo civil
que enlazaba a los integrantes de la familia proprio iure y communi iure, es decir, la
familia paterna, puesto que se apoyaba en la autoridad o potestas del paterfamilias.
3.3.-Cognación.
El parentesco fundado en el vínculo de sangre que unía a las personas que descendían
unas de otras o de un autor común, que tanto podía darse en al línea masculina como
en al femenina, se denominaba en Roma cognación.
3.4.-Afinidad.
El vínculo que nacía entre los cónyuges por matrimonio y el que existía entre una de
ellos y los parientes consanguíneos del otro, se llamaba afinidad. Coincidentemente las
fuentes nos dicen que “afines son los cognados del marido y de la mujer, llamados así
porque por las nupcias se unen dos cognaciones que son entre sí diversas”.
El nacimiento era la forma natural de crear la patria potestad, y así quedaban en estado
de sumisión respecto del pater sus hijos procreados ex iustis nuptis y los hijos legítimos
de sus descendientes varones que estuvieran bajo su poder familiar.
4.2.-Nacimiento.
El modo normal de entrar a la familia y someterse a la potestad del jefe de ella fue el
nacimiento o procreación ex iustis nuptis, por individuo varón, ya fuera pater o filius. El
hijo concebido ex iustis numptis designábase con el nombre de iustus. Se consideraba
tal, al que hubiera nacido después de los 180 días de la celebración del matrimonio y
antes de los 300 de su disolución.
Con el derecho justinianeo se usan 3 denominaciones para los hijos, legitimi, que se
aplica a los iusti, es decir, a los nacidos de matrimonio; liberi naturales, para los habidos
de concubinato, y spurii, para los que nacían de uniones no estables. Estos dos últimos,
sin padre legal, nacían sui iuris, no teniendo otra parientes que los cognados de su
madre.
4.3.-Legitimación.
Para que la legitimación fuera válida, era menester que el hijo fuera procreado por
padres unidos en concubinato. No había legitimación si lo hijos eran adulterinos, fruto
de uniones en que los padres o alguna de ellos estaba casado; o incestuosos, nacidos
de parientes en grado prohibido, o espurios, que eran los demás ilegítimos.
4.5.-Adopción.
Para dar en adopción a una hija o un nieto, supuestos no contemplados en la ley de las
XII Tablas, era bastante una sola mancipatio paterna, la que no iba seguida de una
manumisión por parte del comprador, sino del propio acto de adopción. El objeto
primitivo de la adopción hacía que sólo un paterfamilias pudiera adoptar, no las
mujeres, ya que no tenían derecho a ejercer la patria potestad; se exigió del adoptante
una edad superior a la del adoptado y se prohibió la adopción de los castrados.
La adoptio del derecho justinianeo se verificaba por un procedimiento más sencillo que
el del derecho antiguo, ya que sólo requería que el adoptante se presentara, junto con
el paterfamilias y su filius, ante el magistrado de su domicilio, el que, ante la declaración
concorde de los tres sujetos intervinientes, declaraba la adopción.
Justiniano sancionó la norma de que el adoptante debía ser por lo menos 18 años
mayor que el adoptado.
Estableció también que no podían ser adoptar los castrados, ni volverse a adoptar por
segunda vez y por la misma persona a quien, adoptado primeramente, había sido luego
emancipado o adoptado por otro.
En lo que respecta a los efectos tenemos, la adopción plena y la adoptio nimus plena.
La primera, era la realizada por un ascendiente del adoptado, producía efectos
análogos a la adopción del derecho antiguo, ya que por la capitis deminutio ninima que
traía aarejada, el filius se desligaba de su familia natural y se incorporaba a la del padre
aoptivo, bajo cuya potestad se colocaba. La segunda, que era la adopción realizada por
un extraño no implicaba disminución de cabeza porque no sacaba al adoptado de su
familia originaria.
4.6.-Adrogación.
Al producirse la decadencia de los comicios por curias, la rogatio no subsistió nada más
que de forma ante los 30 lictores que representaban a las antiguas 30 curias que
integraban las primitivas tribus romanas.
El término pater, evocaba la idea de protección o poder; era el ciudadno sui iuris que no
dependía más que de sí mismo; sin él, no había familia o domus, pero el sólo constituía
una domus.
El poder unitario del pater comprendía 4 potestas, la patria potestas, sobre los hijos; la
manus maritalis, sobre la esposa; la dominica potestas, sobre los esclavos y el
mancipium o cuasi servidumbre de personas libres vencidas al paterfamilias. A tales
potestades había que agregar, como emanación de su poder, el dominium o señorío
absoluto sobre las cosas. Frente a los individuos libres y no libres sujetos a potestad, el
señorío del pater le otorgaba el derecho de vida y muerte, el derecho de exponer y de
vender a los hijos y de entregarlos en noxa a la víctima del delito por ellos cometido,
como resarcimiento por los daños que del hecho ilícito derivaran.
Estos principios jurídicos consagrados por el ius civile tuvieron necesariamente que
modificarse, así como el jefe de familia se beneficiaba con las adquisiciones realizadas
por las personas sometidas a su potestad, respondiese de las deudas por éstas
contraídas. A tal efecto se amplió el campo de aplicación de las actiones adiecticiae
qualitatis, permitiendo que los acreedores las ejercieran contra el pater cuando se
tratara de obligaciones nacidas de contratos celebrados por los filifamilias.
Se llega a afirmarse en Roma la idea de que el filius podía ser titular de ciertos bienes
que constituían el “peculio”, y sobre los cuales sus poderes variaron según las épocas y
las especies distintas de peculioque fue admitiendo la legislación romana.
6.1.-Peculio profecticio.
Se le concedía también a los esclavos; se encontraba integrado por una pequeña suma
de dinero o de otros bienes que el pater entregaba a sus filius en goce y administración,
sin que tuviera poder dedisposición; a la muerte del filius los bienes que constituían el
peculio retornaban al pater.
6.2.-Peculio castrense.
En época del emperador Augusto, se formaba con todo lo que el hijo adquiría por su
condición de militar, comprendiendo, no solo sus emolumentos o sueldos, sino también
el botín de guerra, las herencias y legados provenientes de sus compañeros de armas y
las donaciones realizadas con ocasión de su partida a campaña. Sin embargo, las
cosas que lo constituían no perdieron el carácter de peculio, ya que si el filius no había
dispuesto de ellos, a su muerte se transmitían al padre, no como objeto de herencia,
sino en concepto de peculio.
6.3.-Peculio cuasicastrense.
Con el emperador Constantino apareció éste peculio que se diferenció del anterior,
respecto de los bienes que lo integraban. Se encontraba constituido en un primer
momento por los sueldos y retribuciones que el hijo percibía por sus funciones en el
palacio imperial, y más adelante, por todo lo que proviniera de cualquier cargo público.
6.4.-Peculio adventicio.
Por principio tenía carácter perpetuo y por ello la mayoridad del hijo no le ponía fin; pero
hubo acontecimientos fortuitos que hacían imposible su ejercicio; tal, la muerte del
pater, causa natural de extinción; la capitis deminutio máxima, que lo convertía en
esclavo, y la media, que le hacía perder la ciudadanía porque la patria potestad sólo era
ejercitable por ciudadanos romanos.
La elevación del hijo varón a sacerdote de Júpiter y la mujer a virgen vestal y derecho
justinianeo el desempeño de funciones públicas de importancia, fueron algunas causas
de extinción de la patria potestad; ésta también se extinguía, si aceptaba hacer ingresar
al hijo a otra familia que por adopción y a las hijas por convenio in manu.
7.2.-Emancipación.
Pudo hacer extinguir el vínculo de potestad sin que el hijo se sometiera a una nueva
potestas por medio un acto jurídico llamado emancipación. Esto entrañaba un acto de
liberación de la patria potestas realizado por la voluntad del pater; esto tenía lugar
conforme al procedimiento nacido por interpretación pontificial de la norma de las XII
Tablas, que sancionaba al padre que realizaba tres ventas sucesivas del hijo con la
pérdida de la patria potestad y que, como vimos se utilizó para hacer efectiva la
adopción.
Por este procedimiento si el pater quería eximir de la potestad al hijo varón lo vendía
ficticiamente tres veces, con los ritos de la mancipatio, a una persona de su confianza,
con el compromiso de manumitirlo.
Unidad VIII
1.1.-Matrimonio.
2.1.-Los esponsales.
También por influencia del cristianismo se estableció un régimen especial para los
regalos u obsequios que solían hacerse los prometidos y que a partir de Constantino se
configuraron como una donación sub modo, sujeta a la condición de que el matrimonio
se celebrara.
Los esponsales se disolvían por la muerte o capitis deminutio máxima de uno de los
prometidos; por mhaber sobrevenido a su celebración algún impedimento matrimonial,
por mutuo disenso y hasta pordesistimiento de uno solo.
Desde el antiguo derecho de Roma las mujeres casadas solían entrar a formar parte de
la familia del mmarido, colocándose bajo su potestad y rompiendo el vínculo agnaticio
con la familia de que procedían.
El matrimonio “sine manu”, en el que al no tener el marido poder alguno sobre la mujer,
ésta quedaba en la misma situación familiar y patrimonial que tenía antes de las
nupcias. En consecuencia, si era alieni iuris al tiempo de contraer matrimonio,
continuaba sometida a la potestad de su padre, en tanto que si tenía calidad sui iuris,
debía nombrársele un tutor. Su marido no era tutor legítimo, ni era usual nombrar el
marido tutor de la propio mujer.
4.1.-“Confarreatio”.
4.2.-“Coemptio”.
Era una forma de adquirir la manu que nos traslada a las más antiguas costumbres. La
“coemptio” fue una mancipatio por la que la mujer era vendida o se autovendía al
marido, declarándose que tal venta era matrimonii causa y no como esclava, para que
así quedara bajo la potestad del marido y no in mancipio de éste.
Se extinguía el poder marital cuando se hubiera adquirido por “coemptio”, también por
un acto contrario, consistente en una remancipatio de la mujer a un tercero, el cual la
manumitía después.
4.3.-“Usus”.
Entre ellos se encuentran los siguientes, capacidad jurídica, capacidad sexual para
procrear, consentimiento de los contrayentes y consentimiento del paterfamilias, cuando
los desposados fueran alieni iuris. Para que la unión tuviera el carácter de matrimonium
legitimun o iustae nuptiae, se requería que los cónyuges gozaran del ius connubi o
aptitud legal para unirse en matrimonio; quedaban excluidos de las nupcias los
peregrinos, los latinos y los esclavos.
Otro presupuesto fundamental del matrimonio fue la pubertad, o sea, la aptitud sexual
para procrear, que el derecho romano estimó que la mujer la alcanzaba a los 12 años y
el varón a los 14. Sin embargo se llegó a admitir la unión de los impúberes en
matrimonio, siempre que llegados a la pubertad subsistiera la convivencia y la affectio
maritalis. El consentimiento de los contrayentes fue para la legislación romana el
elemento vital del matrimonio.
6.1.-Impedimentos matrimoniales.
En cuanto a los esposos, los efectos del matrimonio se traducían, no sólo en las
relaciones de carácter personal, sino también en las de orden patrimonial.
Principal consecuencia del matrimonio era el deber de fidelidad entre los cónyuges; la
mujer debía habitar la casa del marido que constituía su domicilio legal. La esposa
adquiría el nombre y la dignidad de su cónyuge, los que conservaba aunque quedara
viuda, mientras no pasara a segundas nupcias.
Otro deber fundamental que imponía el matrimonio a los hijos era el de respeto y
obediencia a sus padres; ello hacía que no pudieran iniciar acción intimante contra sus
progenitores, ni exigir por sus créditos más allá de los medios que tuvieran para proveer
a su subsistencia.
En Roma se disolvía por muerte de una de los cónyuges, por pérdida de la capacidad
matrimonial, por sobrevenir un impedimento y por una causa específica, el divorcio. A la
muerte, que era el medio natural de extinguir el matrimonio, se equiparaba la ausencia.
Había disolución del vínculo conyugal por pérdida de capacidad de los esposos en los
casos de capitis deminutio maxima de cualquiera de ellos; si la pérdida de la libertad
hubiera sido provocada por cautiverio, al retornar el cónyuge cautivo podía unirse en
nuevo matrimonio con el que había permanecido libre, pero no continuar el anterior.
También se perdía la capacidad matrimonial y, por ende, se disolvía el matrimonio por
la capitis deminutio media.
8.2.-El divorcio.
El primero era plenamente lícito; el segundo, el divorcio por culpa del otro cónyuge, era
ilícito su se daban las siguientes iustae causae, conjura contra el emperador, adulterio o
malas costumbres de la mujer, alejamiento de la casa del marido, falsa acusación de
adulterio por parte del marido y comercio frecuente de peste con otra mujer, dentro o
fuera de la casa conyugal. El tercero, no era lícito y por lo tanto traía aparejado castigo
para el cónyuge que lo provocara, sin que por ello fuera inválido. La cuarta figura de
divorcio, que se fundaba en una causa no imputable a ninguno de los esposos, era lícita
en caso de impotencia incurable, por existir votos de castidad y si se hubiera producido
cautividad de guerra.
Las penas para el divorcio eran, en el caso del retiro forzado en un convento y la
pérdida de la dote y de la donación nupcial o de la cuarta parte de los bienes cuando
éstas no se hubieran consumido.
A favor de los ciudadanos que cumplían con las normas legales creadas por Augusto,
consagró algunos privilegio o ventajas; así se podía ocupar un cargo público antes de la
edad requerida para el desempeño del mismo; se dispensaba del pago de ciertos
tributos a quien tuviera 3 hijos en Roma o 4 en Italia. La rigidez de las prescripciones de
las leyes augusteas creó un sentimiento de resistencia hacia las mismas que se hizo
más notable con los emperadores cristianos, hasta que quedaron sin efecto con el
derecho justinianeo.
10.1.-Segundas nupcias.
La disolución del vínculo matrimonial por cualquier causa no impedía a los cónyuges
guardar un tiempo de luto de 10 meses, y de un año en el derecho postclásico, con el
fin de dar certeza a la paternidad, evitando la turbatio sanguinis.
11.1.-El concubinato.
12.2.-La dote.
Según la naturaleza del objeto de la dote cambiaban las formas de su constitución, con
respecto al derecho clásico. Mediante la dotis datio que operaba la transmisión
inmediata de los bienes dotales y que se realizaba por mancipatio, in iure cesio traditio.
Por la dotis dictio, contrato verbis, que consistía en una promesa unilateral solemne del
constituyente, que podía ser parte de la mujer, ésta misma si era alieni iuris, o un
deudor que interviniera por mandato de ella. También por la promissio dotis, que era
una promesa de la dote en forma de stipulatio, utilizable por cualquiera que deseara
beneficiar a la mujer. En derecho postclásico estas reformas desaparecieron y la dote
se pudo constituir por un solo pacto legítimo, al que se acostumbraba acompañar un
documento escrito.
14.1.-Restitución de la dote.
La actio rei uxoriae es sustituida en el derecho justinianeo por una actio ex stipulatio,
que no se origina en una stipulatio realmente celebrada, sino más bien supuesta. Con la
actio dotis concurría la reivindicatio, porque la mujer, aún durante el matrimonio, tenía
una propiedad natural sobre la dote y el marido, al disolverse el vínculo perdía su
propiedad temporalmente limitada en los bienes dotales.
15.1.-Donaciones nupciales.
La donación hacha por el futuro marido a su mujer, son las donaciones nupciales.
Desconocidas en el derecho clásico, aparece sólo en el periodo posterior proveniente
de los derechos orientales. La donación nupcial debía hacerse antes del matrimonio o
al menos ser prometida por el futuro contrayente. Por esta razón se la denominaba
donatio ante nuptias. En caso de muerte del marido o de divorcio sin culpa, la esposa
retenía la donación; si tenía hijos solamente le correspondía un derecho de goce; si
moría la mujer, la donación quedaba sometida a una regulación semejante,
relativamente al marido y a los hijos.