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TEMA: AMO A MI IGLESIA.

TITULO: PERSEVERA Y FRUCTIFICA EN LA CONGREGACIÓN DONDE DIOS TE HA


ESTABLECIDO.

TEXTO BASE: 1 CORINTIOS 12:12-27.

INTRODUCCION: Debemos entender que la iglesia somos cada uno de nosotros,


quienes sumamos y somos parte del cuerpo de Cristo. A veces mencionamos la
palabra iglesia para referirnos al templo, a la construcció n, el recurso físico para
congregarnos, pero realmente cuando la Biblia habla de iglesia se refiere a la
congregació n, al pueblo del Dios, tal como la carta a los Corintios lo explica. Todos
somos parte vital del cuerpo de Cristo, tenemos una funció n que nadie má s puede
ejercer. Por eso somos diferentes y cada quien tiene habilidades particulares. Imagina,
sería extrañ o que nuestro cuerpo fuera un inmenso ojo o una gran oreja, pero no es
así, Dios nos ha diseñ ado íntegros, con pequeñ as partes que al relacionarse funcionan
a la perfecció n. Así que el cuerpo de Cristo está conformado por todas las iglesias o
congregaciones que creen en É l como Señ or y Salvador. Por eso, debemos valorarnos,
reconocernos y respetarnos, ya que cada uno cumple una funció n. Ninguno es mayor o
menor a los otros, ninguno está sobre los demá s, todos conformamos el cuerpo de
Cristo.

Cada uno de los hijos de Dios, específicamente, fuimos llamados para formar parte de
una congregació n especial. El Señ or nos estableció en ese lugar porque tenemos una
funció n que cumplir allí. Hay una razó n divina para estar donde É l te ha puesto. No es
casualidad que estés en la iglesia donde te encuentras hoy y bajo el liderazgo del
hombre y mujer que te pastorean. De allí que el llamado de Dios en este sentido es:
“intégrate con pasión a la iglesia y participa activamente del trabajo que el Señor
nos ha encomendado”.
encomendado”

En Hechos 2:46-47, encontramos como la iglesia funcionaba y podemos descubrir los


valores que les permitieron avanzar a un en los tiempos difíciles.

Veamos cuales eran esos valores.

1. UNÁNIMES Y PERSEVERANTES.
PERSEVERANTES La Biblia explica que los creyentes
perseveraban en el templo, daban alabanza a Dios, y compartían en las casas
con alegría y sencillez de corazó n; y de esta manera Dios añ adía a otros
miembros para que la iglesia creciera y se multiplicara, porque de nuestro
interés y amor por nuestra congregació n otros querrá n estar aquí. Ellos
cumplían su parte y el Padre cumplía la suya. Así es como funciona la vida de fe,
cada quien se ocupa de lo que le corresponde y confiamos en que Dios hará su
obra. Debes unirte y perseverar en la visió n que Dios nos ha dado como
comunidad, y esto solo es posible en la medida en que tú ames tu iglesia.
2. ASISTIR Y PERTENECER.
PERTENECER Asistir a una iglesia y pertenecer a ella no es lo
mismo. ASISTIR significa: llegar, ocupar un asiento, escuchar, participar,
recibir y retirarse. Pero pertenecer a una iglesia es mucho má s que asistir
porque implica una identificació n y un compromiso con la visió n que los
líderes han recibido de parte de Dios. Dios desea que pertenezcas a una
congregació n, es decir, que seas uno con tus hermanos, que establezcas
vínculos de identidad y amor, que reconozcas el liderazgo que É l ha definido
dentro de la comunidad de creyentes. El Señ or estableció la iglesia con
autoridades para que el trabajo sea ordenado así ha sido siempre. Veamos un
ejemplo de esto. HECHOS 6:1-5ª. Lo mismo sucedió con Moisés a quien Dios
designó para sacar al pueblo de la esclavitud; a él Dios le hablaba y le daba
instrucciones. Si alguien má s hubiera levantado la vara, seguramente no se
hubiera abierto el mar porque la autoridad estaba puesta sobre Moisés y era a
través de él que Dios hacía Su obra para el pueblo. Incluso, fue él quien recibió
la ley que debían respetar y obedecer. Todo sucedía a través de la autoridad
puesta en Moisés por el Señ or. Reconocer que Dios nos destinó a una
congregació n implica reconocer la autoridad que ha designado.

Dicho liderazgo y autoridad está diseñ ada para bendecirte. Antes de que
pensaras en acercarte a Dios, É l sabía a dó nde pertenecías. Estoy convencido
de que la identidad de cada miembro de la congregació n se percibe en la forma
como expresan su fe, se reconoce en su mirada, en su conducta y su forma de
hablar. El espíritu de la congregació n a la que perteneces y la que te ha
transformado, se refleja en có mo enfrentas los problemas y en tu perspectiva
de la vida. Reflexiona por un momento todo lo que has recibido de Dios a través
de la iglesia donde te ha puesto. Has recibido amor, fe, prosperidad, milagros,
cará cter, sabiduría, paz, diligencia, convicció n y compromiso. Cada quien ha
sido formado y bendecido de diferente forma, pero hay rasgos comunes que los
identifican. En Casa de Dios, por ejemplo, me han formado y me han motivado a
formar a las personas para pensar en los demá s, aprender a servir, dar la milla
extra y buscar la unció n que nos permite bendecir a otros. Hemos aprendido a
doblar las rodillas y entregarnos por completo en las manos de Dios, sabemos
que Él nos otorga Su respaldo, gracia y favor.

Lo que recibimos y aprendemos está relacionado con las autoridades que Dios
ha puesto frente a la congregació n a la que pertenecemos. Por lo que debemos
respetarlas y honrarlas, ya que tienen un depó sito de sabiduría, unció n y
Palabra que nos permite descubrir hacia dó nde quiere llevarnos el Señ or.
Persevera en tu congregació n porque ese es el lugar que Dios ha diseñ ado para
ti.

Recuerdo que en 1994, un profeta habló sobre el futuro de nuestra iglesia:


“Esta iglesia no nació del corazó n de un hombre, nació del corazó n de Dios. No
nació hace meses, sino haces añ os. No será conocida por su nombre o el de su
pastor o por su ubicació n; el Señ or dice que será conocida porque pondrá Su
presencia en ella. Delante irá el Espíritu Santo y Su poder será tal que vendrá n
de otras iglesias a ver lo que hay allí. Habrá un gran avivamiento, será lugar de
refugio para muchos. Dios ya preparó a la gente que trabajará n en esta iglesia.
El Señ or enviará mú sicos y escritores de mú sica. Crecerá mucho y sabrá tratar
con el pecado, no condenará sino que aceptará y restaurará ”. Con los añ os,
hemos visto cumplida esta profecía y yo me siento parte de ella. Hemos sido
transformados, revolucionados, hemos crecido porque decidimos pertenecer y
permanecer, fieles al Señ or y al liderazgo de nuestros pastores.

Dios diseñ ó y creó el lugar donde te congregas, É l te había visto allí, te había
establecido en esa iglesia para bendecir tu vida y la de quienes te rodean. Todo
es cuestió n de saber pertenecer a un lugar y escuchar la voz del Señ or a través
de las autoridades que ha puesto para guiarnos.

Tú eres la iglesia. Eres parte de los ojos, oídos, manos y corazó n de Dios. El
diablo lo sabe, por eso desea evitar que te congregues y sirvas donde el Señ or
ha diseñ ado desarrollarte. No te avergü ences de decirte hijo de Dios y fiel
seguidor de Sus instrucciones. É l ha decidido cuidarte en esa iglesia donde
está s. Te plantó allí para que crezcas, te fortalezcas y produzcas mucho fruto.
Somos familia, somos uno en Cristo que nos fortalece. No somos perfectos pero
estamos dispuestos a aprender y mejorar, guiados por nuestro Padre quien nos
transforma, ayuda, levanta, respalda y bendice. Mientras seas parte de Su
cuerpo, Su obra no se detendrá . Nuestra misió n es ver a todos entregando su
vida a los pies de Jesú s, reconociéndolo como Señ or y Salvador, y no
descansaremos hasta lograrlo.

A quienes aú n no se congregan, Dios ya los ha destinado a un lugar especial


donde los está n esperando. Dale gracias por hacerte parte de Su iglesia, porque
eres Su templo y porque eres testigo de Su presencia. Asegú rale que está s
comprometido con Sus proyectos y que será s perseverante en dar, en crecer y
en compartir lo que has recibido de Sus manos. Dile: “Gracias Padre por
hacerme parte de Tu cuerpo”.  

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