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LIDERAZGO CAPACITADOR

Martín Enrique Carrillo Valenzuela, MATP


EL SACERDOCIO DE
TODOS LOS CREYENTES
Y EL MINISTERIO LAICO
Unidad II
Lutero dijo: “Todos los
cristianos son verdaderos
sacerdotes y no existen
distinciones entre ellos,
excepto las relacionadas con
sus cargos”.
Esta doctrina posee dos grandes
implicaciones:

• Primero, todo creyente tiene acceso directo


a Dios.

• Segundo, todo creyente es un ministro, ya


que cada cristiano ha recibido la
responsabilidad del ministerio.
ENTENDIENDO EL
SACERDOCIO DE TODOS
LOS CREYENTES.
• La relación que Dios tenía con su creación se
vio interrumpida por causa del pecado.

• Isaías 59:1-2

• Una de las consecuencias del pecado de


Adán y Eva fue la pérdida de la comunión
íntima que habían gozado con Dios.

• Sus descendientes ya no podrían dirigirse a


Dios directamente.
Debido a que ellos ya no
tenían comunicación
cara a cara con Dios,
habría personas
escogidas que
intercederían a favor del
pueblo. Inicialmente, el
primogénito era el
intermediario; más tarde,
los patriarcas. Y
finalmente, después del
éxodo, los sacerdotes.
Los sacerdotes del
Antiguo Testamento
realizaban dos
tareas que el
pueblo no podía
desempeñar por sí
mismo:

1. servían como
intermediarios.

2. realizaban un
ministerio para el
pueblo.
• Las funciones de intercesión y ministerio estaban
reservadas exclusivamente para el sacerdocio en
los tiempos del Antiguo Testamento.

• Sin embargo, éste no era el ideal de Dios.

• Fue solamente una medida provisional para cubrir


la necesidad por un tiempo; hasta que Cristo
pudiera venir y restaurar lo que Adán había
perdido.
• En el plan de Dios, el
ministerio redentor de
Cristo habría de
restaurar la relación
edénica a todos los
redimidos por la
sangre de Jesús.
• El Calvario puso fin al
sistema sacerdotal del
Antiguo Testamento, y
restauró la doctrina
del sacerdocio de
todos los creyentes.
• El privilegio de vivir en la era del Nuevo Testamento
consiste en que cada cristiano puede ser su propio
sacerdote.

• "Y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el


primogénito de la resurrección, el soberano de los
reyes de la tierra. Al que nos ama y que por su
sangre nos ha librado de nuestros pecados, al que
ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al
servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el
poder por los siglos de los siglos! Amén" (Apoc. 1:5-
6, NVI).
• La muerte de Cristo en el Gólgota ha eliminado
a la clase sacerdotal para siempre.

• Cristo ha derribado toda pared, incluyendo la


que separaba a los pastores de los laicos.

• En el reino de Cristo hay una sola clase: la


clase sacerdotal en la que nacen todos los
creyentes cuando aceptan a Cristo Jesús
como su Redentor.
• De acuerdo con el apóstol Pedro todos los
cristianos pertenecen al sacerdocio.

• Siendo que todos los creyentes son sacerdotes,


Pedro declara que cada uno debe ofrecer un
sacrificio espiritual a Dios.

• El sacrificio que los cristianos están llamados a


ofrecer no es el de toros, machos cabríos, y
ovejas, sino el de sus cuerpos que han de
presentar en amoroso ministerio ante el Maestro.
• De acuerdo con Pablo y con Pedro, el ministerio no
es un derecho, ni siquiera un privilegio exclusivo de
cada uno de los creyentes del Nuevo Testamento;
sino que es resultado natural de llegar a ser
cristiano.

• La iglesia del Nuevo Testamento no concebía que


hubiera algún cristiano que no estuviera
involucrado en el ministerio.

• Era su derecho y privilegio porque Cristo había


muerto por ellos.
• El ministerio, se han atrevido a declarar
algunos, es únicamente responsabilidad del
pastorado.

• Inclusive algunos pastores han advertido a los


laicos que no entren en sus dominios.

• Sin embargo, ejercer el ministerio no es


prerrogativa solamente del pastorado. Al
contrario, es el dominio adecuado de todos los
creyentes.
El que cada miembro se integrara al
ministerio, en armonía con sus dones
espirituales, era la norma para la iglesia del
primer siglo.

Asimismo, debe llegar a ser la norma para la


iglesia de Dios de los últimos días.
• La implicación más básica de aceptar esta
doctrina es la comprensión de que cada creyente
tiene acceso directo al Padre por medio de Cristo
Jesús.

• Debido a nuestra firme creencia en la doctrina del


sacerdocio de todos los creyentes, consideramos
un anatema siquiera pensar en un mediador que
no sea Cristo, para recibir el perdón de nuestros
pecados.
• Si cada miembro es un sacerdote, entonces
cada cristiano es realmente un ministro; y por
lo tanto, tiene un ministerio que ejercer.

• Una vez que el pueblo acepta la enseñanza del


Nuevo Testamento del sacerdocio de todos los
creyentes; debe aceptar el hecho de que,
como sacerdotes, todos los creyentes tienen
un ministerio, y todos deben identificar su
ministerio, o ser considerados cristianos
infieles.
• Siendo que cada cristiano es un ministro, el
pastorado no tiene ante Dios una posición más
elevada que los laicos.

• Las oraciones de los pastores no suben más alto que


las oraciones de los laicos.

• Si entendemos correctamente el sacerdocio de todos


los creyentes, nos daremos cuenta que no hay
diferencia de rango entre laicos y pastores.

• Estamos todos al mismo nivel. Sin embargo, hay una


diferencia funcional entre pastores y laicos.
Al reconocer que cada creyente es un
sacerdote, la iglesia del Nuevo Testamento
establecía una total igualdad entre pastores y
laicos. De ahí que, esta doctrina -con todas sus
ramificaciones- implica que nosotros, como
iglesia debemos reconocer una vez más que la
vida cristiana es un ministerio. Y ese ministerio
es un derecho exclusivo de todos los creyentes.
DECAIMIENTO HISTÓRICO
DEL SACERDOCIO DE
TODOS LOS CREYENTES
• Los nacidos en la tribu de Leví no eran los únicos
llamados a servir como sacerdotes.

• Israel era un «tesoro especial», llamado a ser un


«pueblo santo» y un «reino de sacerdotes» (Éxodo
19:5, 6).

• Los miembros del «pueblo escogido» eran también


parte de un «real sacerdocio» (1 Pedro 2:9).
• Todo creyente cristiano tiene responsabilidades
sacerdotales.

• Al igual que los sacerdotes del Antiguo Testamento, los


pastores cristianos tienen un ministerio especializado.

• Dios nos ha reconciliado con él mediante la cruz y nos


ha encargado el ministerio de la reconciliación.

• Si la reconciliación es para todos, entonces es obvio que


el ministerio también lo es.
«Uno puede ser llamado al ministerio en una
tierra extraña; a otro se le pedirá tal vez que dé
de sus recursos para sostener la obra del
evangelio. Dios acepta la ofrenda de cada uno.
Lo que resulta necesario es la consagración de
la vida y de todos sus intereses. Los que hagan
esta consagración oirán el llamamiento
celestial y le obedecerán» (Servicio cristiano,
cap. 9, p. 113).
Interpretación incorrecta del «ministerio»
• El concepto que muchos de los miembros tienen
es que el pastor ejerce su «ministerio» mientras
que la congregación se sienta a «disfrutar del
espectáculo».

• En realidad, todos los miembros como ministros


deberían estar prestando sus servicios en el
ministerio.

• Dios es el único que puede estar sentado en un


elevado trono «disfrutando el espectáculo».
EL TÉRMINO TRADUCIDO
DEL GRIEGO COMO
«MINISTERIO» ES DIAKONIA,
QUE SIGNIFICA «SERVICIO».
• A aquellos que están «en Cristo», a nosotros que
hemos sido reconciliados, el Señor les ha
«encargado la palabra de reconciliación».

• Este ministerio le pertenece a todos los santos de


Dios como un privilegio y obligación.

• Hemos sido nombrados «embajadores de Cristo».


«Cada iglesia debe ser escuela práctica de
obreros cristianos»
(El ministerio de curación, cap. 9, p. 90).

«Los pastores no deben hacer la obra que


pertenece a la iglesia, cansándose ellos
mismos, e impidiendo que otros desempeñen su
deber. Deben enseñar a los miembros a trabajar
en la iglesia y en la comunidad»
(Servicio cristiano, cap. 7, p. 77).
«La obra de Dios es impedida por la
criminal falta de fe en el poder divino que
puede utilizar a gente común con el fin de
llevar su obra adelante con todo éxito»
(Review and Herald, 16 de julio de 1895).
• La Reforma Protestante tuvo razón al
rechazar el sacerdocio romano, afirmando el
concepto del «sacerdocio de todos los
creyentes».

• Lutero escribió en 1520: «Mediante el


bautismo todos nosotros somos consagrados
al sacerdocio según afirma el apóstol en 1
Pedro 2: 9; ustedes son "real sacerdocio,
linaje escogido"»
• Los términos kleros y laos señalan al mismo
pueblo, no a gente diferente.

• La distinción entre los «laicos» y el «clero» no


es bíblica.

• El hecho es que este dualismo tiene un origen


que se remonta al catolicismo romano.

• La Reforma Protestante rechazó el sacerdocio


romano, apoyándose en el concepto de que todo
miembro es un sacerdote.
• Los adventistas solían decir que la iglesia
remanente de Dios no profesaba las doctrinas de
Babilonia.

• Pero, si los adventistas se adhieren a este


dualismo; si los pastores piensan que son los
encargados del ministerio; si los miembros no
participan en el ministerio; entonces están
demostrando que no se han convertido, que
ignoran esta doctrina, o que todavía permanecen
en el seno de Babilonia.
Carlos Martín
A causa de esta falsa idea de su papel como
ministros, «los miembros de la iglesia,
acostumbrados a apoyarse en las prédicas,
hacen muy poco por Cristo. No llevan frutos,
sino que crecen en su egoísmo y falta de
fidelidad. Colocan su confianza en el predicador
y dependen de sus esfuerzos para mantener
activa su débil fe»
(Testimonios para la iglesia, tomo 6, p. 434).
«El mandato que dio el Salvador a los discípulos
incluía a todos los creyentes en Cristo hasta el fin
del tiempo. Es un error fatal suponer que la obra de
salvar almas solo depende del ministro ordenado.
Todos aquellos a quienes llegó la inspiración
celestial, reciben el evangelio en cometido. A todos
los que reciben la vida de Cristo se les ordena
trabajar para la salvación de sus semejantes. La
iglesia fue establecida para esta obra, y todos los
que toman sus votos sagrados se comprometen por
ello a colaborar con Cristo» (El Deseado de todas
las gentes, cap. p. 86, 777).
El propósito de Dios para cualquier congregación
no es que haya un pastor y que cien miembros
apoyen su ministerio. El Señor ha llamado a cien
ministros, para que cada uno testifique, ministre y
apoye a su pastor y a cada hermano en sus
ministerios. El único que merece «disfrutar de un
servicio de adoración» sentado en su trono es
Dios, mientras que la congregación junto a sus
dirigentes debe estar activa adorando y
ministrando.
Carlos Martin
EL SACERDOCIO DE TODOS
LOS CREYENTES Y LA LABOR
EVANGELÍSTICA
1.Es muy importante llevar a cabo la Obra del
Padre. No de cualquier forma, sino
haciendo su voluntad.

2.Los campos ya están blancos para la siega.


¡No hay tiempo que esperar! El mundo ya
está maduro.
Es fácil llegar a la conclusión de que estamos
en el camino correcto porque cada año
bautizamos miles de nuevos creyentes y los
números de las estadísticas aumentan. Pero, si
estudiamos el propósito que Jesús tenía en
mente al confiarnos la misión, tal vez
descubramos la triste realidad de que estamos
haciendo lo que humanamente creemos que es
mejor y no lo que el Maestro enseñó.
No basta con
correr. Es
necesario saber
por qué se
corre.

No es suficiente
hacer. Hay que
saber por qué se
hace lo que se
hace.
¿Cuál es la misión que Jesús nos
encomendó?

¿Estamos haciendo la voluntad del


Padre?

¿En qué consiste su voluntad al


referirnos a la misión?
Se engaña a sí mismo quien cree que Dios
necesita del ser humano para predicar el
evangelio.

“Dios podría haber alcanzado su objeto de


salvar a los pecadores sin nuestra ayuda”
(DTG 127)
Si se tratara solo de predicar el evangelio, Dios
podría hacerlo sin nuestra ayuda. Pero él nos dio la
misión porque nosotros, los creyentes, necesitamos
predicar el evangelio para crecer en la vida
cristiana.

“La única forma de crecer en la gracia es estar


realizando con todo interés precisamente la obra
que Cristo nos ha pedido que hagamos” (SC 127)
Dios tiene un plan específico para la
predicación del evangelio, y en ese plan no
están incluidos los ángeles. La iglesia debe
cumplir la misión involucrando a cada
creyente porque el ser humano necesita
hacerlo. Es un asunto de supervivencia
espiritual.
“Dios podría haber alcanzado su objeto de
salvar a los pecadores, sin nuestra ayuda;
pero, a fin de que podamos desarrollar un
carácter como el de Cristo, debemos
participar en su obra” (DTG 116)
Cualquier método
que deje al
creyente sentado,
observando que
los otros cumplan
la misión, es
ajeno al plan
divino.
• Los seres humanos no podemos olvidar el plan
divino y crear nuestros propios planes creyendo
que de este modo estamos ayudando a Dios.

• Si lo hacemos, corremos el riesgo de llegar al


día final y descubrir que, aunque hicimos
muchas cosas buenas, con la mejor de las
intenciones, no hicimos la voluntad del Padre.
• Es evidente que Dios tiene un plan para el
cumplimiento de su misión.

• Él sería injusto si nos diera solo la misión


pero no nos enseñara la manera de
cumplirla.

• No se trata de inventar el método de hacer


lo que él ya nos enseñó cómo hacer.
• Un testigo es una persona que relata lo que ha
visto o vivido.

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído,


lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado, y palparon nuestras manos referente
al Verbo de vida; la vida que se ha manifestado, y
que nosotros hemos visto y de la que damos
testimonio es la que nosotros les anunciamos a
ustedes: la vida eterna, la cual estaba con el Padre,
y se nos ha manifestado” (1 Juan 1:1, 2)
• La expresión clave es “por testimonio”. Es un
asunto de cada creyente. Un testimonio
personal. No corporativo.

“Cristo se hallaba solamente a pocos pasos del


Trono celestial cuando dio su comisión a sus
discípulos. Incluyendo como misioneros a todos
los que creyeran en su nombre, dijo: ‘Id por todo
el mundo, predicad el evangelio a toda criatura’.
El poder de Dios había de acompañarlos” (SC 14).
La misión, en la mente
de Cristo, no consistía
solo en predicar el
evangelio, sino
hacerlo “incluyendo
como misioneros a
todos los que
creyeran en su
nombre”.
“El ángel enviado a Felipe podría haber
efectuado por sí mismo la obra en favor
del etíope; pero no es tal el modo que Dios
tiene de obrar. Su plan es que los hombres
trabajen en beneficio de sus prójimos”
(HAp 90)
• No existe cumplimiento fiel de la misión sin la
participación del ser humano. Esta
participación puede ser colectiva, pero es
mucho más individual.

• Desde el punto de vista bíblico, la misión que


Dios le confió a su iglesia no es apenas una
misión corporativa, sino que incluye la
participación de todos y cada uno de los
creyentes.
“A cada uno se le ha asignado una obra, y nadie
puede reemplazarlo. Cada uno tiene una misión
de maravillosa importancia, que no puede
descuidar o ignorar, pues su cumplimiento
implica el bienestar de algún alma; y su
descuido, el infortunio de alguien por quien
Cristo murió” (RH, 12 de diciembre de 1893)
“A todo aquel que se hace partícipe de su gracia,
el Señor le señala una obra que hacer por los
otros. Cada cual tiene que ocupar su puesto,
diciendo: ‘Heme aquí, envíame a mí’. Sobre el
ministro de la Palabra, sobre el enfermero
misionero, sobre el médico cristiano, sobre el
cristiano individual, ora sea comerciante o
agricultor, profesional o mecánico, sobre todos
descansa la responsabilidad. Nuestra tarea es
revelar a los hombres el evangelio de su salvación.
Toda empresa en que nos empeñemos debe
servirnos de medio para dicho fin” (MC 138)
El resultado de cumplir la misión con la
participación individual de cada creyente,
como Jesús nos enseñó, sería que la obra se
“extendería a medida que el número de ellos
creciese”.

“Si cada adventista del séptimo día


hubiese cumplido su parte, el número de
creyentes sería ahora mucho mayor”
(3JT 293).
Los números no pueden ser la motivación en el
cumplimiento de la misión, sino simplemente el
resultado de algo maravilloso que ocurre en la
vida de cada creyente.

Los números son necesarios. No como fuente


de inspiración, ni motivación, sino como
evaluadores. Pueden no ser los mejores
indicadores, pero nadie ha descubierto todavía
mejores que ellos.
“Los creyentes tesalonicenses eran
verdaderos misioneros. Las verdades
presentadas ganaban corazones, y se
añadían nuevas almas a los creyentes”
(HAp 211)

¿Cómo sabemos que los tesalonicenses eran


verdaderos misioneros?

Porque se añadían nuevas almas a los


creyentes.
“Los adventistas del séptimo día están
haciendo progresos, duplicando su
número, estableciendo misiones y
desplegando el estandarte de la verdad en
los lugares oscuros de la Tierra; todavía, la
obra está avanzando en forma mucho más
demorada que lo que Dios quiere”
(Historical Sketches, p. 290, SC 97).
Los números jamás pueden ser usados como
fuente de inspiración, o de presión. No es
para compararse uno con el otro y “probar”
quién es mejor.

Al seguir la manera en que Jesús trabajaba, lo


que importa no son los números, sino el hecho
de saber que estamos preparando a un
pueblo para el encuentro con Jesús.
“El que llega a ser hijo de Dios ha de
considerarse como eslabón de la cadena
tendida para salvar al mundo. Debe
considerarse uno con Cristo en su plan de
misericordia, y salir con él a buscar y
salvar los perdidos” (MC 98).
Si tomáramos apenas 2
millones de los 20 millones
de creyentes que somos en
el mundo, y lo desafiáramos
a cada uno a traer una
persona para Cristo, y que
cada nuevo creyente hiciera
lo mismo, en apenas 12 años
habríamos alcanzado a los 7
mil millones que pueblan el
planeta.
“En todas partes se nota una tendencia a
reemplazar el esfuerzo individual por la obra de
las organizaciones. La sabiduría humana tiende
a consolidar, a centralizar, a formar grandes
iglesias e instituciones. Muchos dejan a las
instituciones y las organizaciones la tarea de
practicar la beneficencia; se eximen del
contacto con el mundo, y sus corazones se
enfrían. Se absorben en sí mismos
incapacitándose para recibir impresiones.
El amor a Dios y a los hombres desaparece
de su alma. Cristo encomienda a sus
discípulos una obra individual, una obra que
no se puede delegar… El servir a los
enfermos y a los pobres, el predicar el
evangelio a los perdidos, no debe ser dejado
al cuidado de juntas y organizaciones... Es la
responsabilidad individual, el esfuerzo
personal, el sacrificio propio, lo que exige el
evangelio” (MC 137).
LA FUNCIÓN
BÍBLICA DEL
PASTOR
• El pastor es un miembro de iglesia como los
demás, pero que ha sido llamado por Dios a un
«ministerio divinamente señalado».

• Fue adiestrado para que pudiera enseñar a


otros.

• El pastor es parte de la contienda, pero


concentra sus esfuerzos en capacitar y
preparar a las tropas para la batalla en la que
están empeñadas.
El Nuevo Testamento no visualiza al pastor
como "realizador" del ministerio, sino como
instructor para que los miembros
desempeñen mejor su ministerio.

Según el Nuevo Testamento ésta es la


función primaria del pastor.
• La labor del pastor es preparar al pueblo de Dios
para realizar la obra del ministerio.

• El trabajo del pastor no es realizar la obra del


ministerio, sino más bien adiestrar a los
miembros para que realicen esa tarea.

• Al pastor se le paga para que adiestre a los


miembros. Si no está haciendo eso, entonces,
bíblicamente hablando, no está realizando su
trabajo.
"Dedique el ministro
más de su tiempo a
educar que a predicar.
Enseñe a la gente a
dar a otros el
conocimiento que
recibieron"
(Testimonios para la
iglesia, 1. 7, p. 22).
Elena de White declara enfáticamente que el
pastor debe utilizar más tiempo en enseñar y
adiestrar que en predicar, sin que por ello
minimice la importancia, y la gran necesidad
de que haya una poderosa predicación bíblica
en la Iglesia Adventista.
"Cuando trabaje donde ya haya algunos
creyentes, el predicador debe primero no
tanto tratar de convertir a los no creyentes
como preparar a los miembros de la iglesia
para que presten una cooperación
aceptable“ (Obreros evangélicos, p. 206).
• Cuando los pastores asumen totalmente las
funciones del ministerio de la iglesia y descuidan
la labor de adiestramiento, la iglesia llega a ser
espiritualmente débil.

• Cualquier pastor que emplee la mayor parte de su


tiempo en la tarea de ministrar a los miembros,
creará una iglesia espiritualmente débil.

• Por otro lado, un pastor que dedica la mayor parte


de su tiempo a capacitar a sus miembros, creará
una iglesia mucho más fuerte espiritualmente.
• Algunos pastores sienten que deben alimentar a
la gente. Y que entonces, esa gente ya nutrida,
automáticamente saldrá a testificar. No
obstante, eso es completamente opuesto al
consejo recibido.

• Mientras más cuidado les brindamos, más


débiles llegan a ser espiritualmente.
"Olvidando que la fuerza para resistir al mal se
obtiene mejor mediante el servicio agresivo,
comenzaron a pensar que no tenían ninguna obra
tan importante como la de proteger a la iglesia de
Jerusalén de los ataques del enemigo. En vez de
enseñar a los nuevos conversos a llevar el
Evangelio a aquellos que no lo habían oído,
corrían el peligro de adoptar una actitud que
indujera a todos a sentirse satisfechos con lo que
habían realizado.
Para dispersar a sus representantes, donde
pudieran trabajar para otros, Dios permitió
que fueran perseguidos. Ahuyentados de
Jerusalén, los creyentes iban por todas
partes anunciando la palabra'" (Los hechos
de los apóstoles, pp. 86 87).
• El mejor método mediante el cual la gente puede
ser alimentada ya la vez obtener victorias en su
vida personal, es trabajando a favor de las almas.

• El adiestramiento es el mejor cuidado que se le


puede ofrecer al pueblo de Dios.

• Adiestrar e involucrar a los miembros en el


ministerio es el mejor cuidado que podemos
darles. Porque, precisamente por no haberlos
adiestrado e involucrado en el ministerio, es que
tenemos hoy tanta necesidad de alimentar a la
iglesia.

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