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En este volumen tercero de HISTORIA DE LA sus innumerables consecuencias. La pregunta
FILOSOFÍA, lo primero y fundamental que se anterior: ¿Hegel o Marx?, se cambia por otra de
advierte es un cambio de temática y hasta de ter- formidables resultados: ¿Spencer o Nietzsche? En
minología: aparecen los mundoscientífico e indus- la casi centuria historiada se estudian figuras como
trial. Las ideas y doctrinas del tiempo ostentan Cournot, Maine de Biran, Hamelin, Bentham,
una singularidad, incluso en el idioma: los temas y William James, el colosal Nietzsche, Cohen,
problemas a saber por el hombre han variado, Natorp, Cassirer, Bergson o Huserl, entre muchí-
incluso sus creencias. Y tanto que la quinta parte simos más, y asuntos de magnitud primerísima: La
de nuestra HISTORIA DE LA FILOSOFÍA tiene que Física, la Química y la Biología en el siglo XIX o las
replantearse una meditación: La Filosofía y la His- Matemáticas y los orígenes de /a modernidad. «El
toría, les aconteceres del pensamiento en un siglo campo de la industria y del imperialismo es en ade-
capital que va de 1780, en vísperas de la Revolu- lante mundial; acontecimientos que una Historia de
ción francesa —se ha producido en 1777 la inde- la Filosofía, en su abstracción fundamental, debía
pendencia de los Estados Unidos de América, cuyo omitir, se imponen ineluctablemente: por ejemplo,
protagonismo mundial se inicia con la primera etapas de la colonización, sobresaltos de los pue-
guerra mundial— a 1880, ya estallada la guerra blos sometidos hasta la producción de asocia-
franco-prusiana de 1870-1871, lo que implica una ciones obreras. Desde ahora el mundo entero está
reordenación de Europa y un protagonismo alemán presente en el mundode la cultura.» O lo que tanto
de consecuencias imprevisibles por el momento. monta: la unidad planetaria —nada de lo que ocurre
En la quinta parte de nuestra HISTORIA se trata de en alguna parte nos es ajeno, es aislable—. Resulta
un siglo insigne: de Kant a Marx-Engels. Entre evidente la interdependencia de lo humano, sin
estos filósofos, aparecen en el perlodo citado menoscabo de su complejísima diversidad
figuras decisivas como Fichte, Schelling, el gigan-
tesco Hegel, Schopenhauer, Comte, Max Stirner o
Bakunin, y acontecimientos del porte de la Eco- CHAÁTELET (FRANCOIS)
nomía y el socialismo utópico, entre diversos que HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. Ideas, Doctrinas.
prueban la aceleración histórica. Como advierte 4 tomos.
Chátelet, la «práctica filosófica se ha transformado. FILOSOFÍA PAGANA (Del siglo vi antes de
L. LA
Desde ahora se imponen otras tareas, como lo
mostrarán los estudios que analizan las doctrinas Cristo al siglo 1 después de Cristo).
LA FILOSOFÍA MEDIEVAL (Del siglo 1 al siglo xv).
contemporáneas del éxito de la concepción cientÍ-
fica e industrial del mundo». La sexta parte de HIS- ll. LA FILOSOFÍA DEL MUNDO MODERNO (Si-
TORIA DE LA FILOSOFÍA se encara con la ciencia glos xvi y xvit).
y la industria. Ciencia que ya no es mera especula-
LOS ILUSTRADOS(El siglo xvi).
ción teórica, sino objetivada en lo industrial, que Ill. LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA (1780 a 1880).
cambia el comportamiento humano al mundificar LA FILOSOFÍA DEL MUNDO CIENTÍFICO E
su manera de vivir. Ya es preciso atenerse más a lo INDUSTRIAL (1860 a 1940).
que se es capaz de entender y crear que a otras IV. LA FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
apelaciones ultraterrenas, actitud que supone otro (De 1860 a nuestros días).
giro copernicano. El intervalo que va de 1840 a EL SIGLO XX.
1940, entraña una revolución técnica y política del
entendimiento del hombre y de su puesto en el GODE VON AESCH (ALEXANDER)
cosmos. «La sociedad dominante —la de Europa—
EL ROMANTICISMO ALEMÁN Y LAS CIENCIAS NATU-
RALES.
se reorganiza desde ahora alrededor de los princi-
pios de la ciencia y del progreso industrial. Al HEIDEL (W. A.)
mismo tiempo se perfeccionan las doctrinas que LA EDAD HEROICA DE LA CIENCIA.
van a tomar el relevo del orden espiritual. Los
LACARRIERE (JACQUES)
poderes, en efecto, no pueden ya contar con las HERODOTO Y EL DESCUBRIMIENTO DE LA TIERRA.
religiones, que resultan caducas cuando son tradi-
cionales, y peligrosas cuando son innovadoras.» Es LACOMBE (PIERRE)
el paso del teocentrismo al antropocentrismo, con LA HISTORIA CONSIDERADA COMO CIENCIA.
pu
3 A. A

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
IDEAS, DOCTRINAS
/ ==

TOMO UI
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA romo nm
IDEAS, DOCTRINAS
piricipa POR FRANCOIS CHATELET
Catedrático de la Universidad de París VI1I

QUINTA PARTE SEXTA PARTE


LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA DEL MUNDO CIENTÍFICO
(1780-1880) E INDUSTRIAL
POR (1860-1940)
Wanda BANNOUR POR
Catedrático del Centro Nacional de Tele-enseñanza
Jean BERNHARDT
Frangois CHÁTELET Encargado de investigaciones del Centro Nacional de Investigaciones Científicas
Catedrático de la Universidad de París VIII
Jean-Toussaint DESANTI
Jean-Luc DALLEMAGNE Catedrático de la Universidad de París 1
Catedrático de la Universidad de Nantes
Frangois DUCHESNEAU
Louis GUILLERMIT Catedrático de la Universidad de Ottawa
Profesor auxiliarde la Universidad de Aix-Marsella Alexis PHILONENKO
Sami NAIR Catedrático de la Universidad de Caen
Encargado de curso de la Universidad de París VIII Jean-Michel REY
Alexis PHILONENKO Encargado de curso de la Universidad de Paris V111
Catedrático de la Universidad de Caen René SCHÉRER
Nicos POULANTZAS Profesor encargado de conferencias en la Universidad de París VIII
Profesor encargado de conferencias en la Universidad de París VIII René VERDENAL
René VERDENAL Profesor auxiliarde la Universidad de Túnez
Profesor auxiliarde la Universidad de Túnez e

TERCERA EDICIÓN

María Luisa PÉREZ TORRES


Traducción del francés por
.
ESPASA-CALPE,S. A.
Licenciada en Filosofía y Letras MADRID, 1983
COLABORADORES DE LA OBRA:
Anuar ABDEL-MALEK Profesor encargado de investigaciones en el Centro
Nacional de Investigaciones Científicas
Jacqueline ADAMOV-AUTRUSSEAU Encargada de curso de la Universidad de Parls !il
André AKOUN Profesor adjunto de la Universidad de París Y
Ferdinand ALQUIÉ Catedrático de la Universidad de París IV
Pierre AUBENQUE Catedrático de la Universidad de París IV
Abdurraman BADAWI Catedrático de la Facultad de Artes de la Universidad
Nacional de Libia, en Bengasi
Wanda BANNOUR Catedrático del Centro Nacional de Tele-enseñanza
Michel BERNARD Profesor adjunto de la Universidad de Paris X
Jean BERNHARDT Encargado de investigaciones del Centro Nacional
de Investigaciones Científicas
Jean-Marie BEYSSADE Profesor adjunto de la Universidad de París IV
Jacques BOUVERESSE Profesor adjunto de la Universidad de París 1
Frangois CHÁTELET Catedrático de la Universidad de Paris VII
Jean-Luc DALLEMAGNE Catedrático de la Universidad de Nantes
Gilles DELEUZE Catedrático de la Universidad de Paris VIII
Jean-Toussaint DESANTI Catedrático de la Universidad de París | INTRODUCCIÓN GENERAL
Christian DESCAMPS Encargado de curso de la Universidad de Parls VIII
Roland DESNÉ Profesor auxiliar de la Universidad de Reims
Frangois DUCHESNEAU Catedrático de la Universidad de Ottawa
Profesor adjunto de la Universidad de París |
Michel FICHANT
Gérard GRANEL Catedrático de la Universidad de Toulousse
El título de esta obra colectiva es HISTORIA DE LA FILOSO-
Benedykt GRYNPAS Director de la Sección sobre Extremo Oriente FÍA. IDEAS Y DOCTRINAS. Hay que tomarlo en sentido estricto.
de los Museos Reales de Arte e Historia de Bélgica
Louis GUILLERMIT Profesor auxiliar de la Universidad de Aix-Marsella Se trata, ciertamente, de una historia: el orden seguido es el
Patrick HOCHART Agregado a la Escuela Normal Superior
Pierre KAUFMANN Catedrático de la Universidad de París X cronológico, en la medida en que la cronología es intelectual-
Yves LACOSTE Profesor encargado de conferencias en la Universidad
de Paris VII
mente más eficaz que la clasificaciónalfabética y permite con
Danidle MANESSE Adjunta al Instituto Nacional de Investigaciones frecuencia descubrir afinidades donde existen.
y Documentación Pedagógica
Sami NAIR Encargado de curso de la Universidad de Paris VIII La obra consta de ocho partes repartidas en cuatro vo-
Jean PÉPIN Director de investigaciones en el Centro Nacional
de Investigaciones Científicas
lúmenes. La primera parte consagrada a la filosofía pagana
Alexis PHILONENKO Catedrático de la Universidad de Caen
Profesora encargada de conferencias en la Universidad
(de Tales de Mileto a Plotino). La segunda versa sobre el
Évelyne PISIER-KOUCHNER
llamado período medieval (de los Padres de la Iglesia a
de Reims
Rafaél PIVIDAL Profesor adjunto de la Universidad de Parls Y
Nicos POULANTZAS Profesor encargado de conferencias en la Universidad Santo Tomás de Aquino y a Guillermo de Occam). La ter-
de Paris VIII cera analiza la filosofía del mundo moderno (de Tomás
Jean-Michel REY Encargado de curso de la Universidad de París VIII
Claire SALOMON-BAYET Adjunta de investigaciones en el Centro Nacional Múntzer y Giordano Bruno a Leibniz). La cuarta estudia los
de Investigaciones Cientificas
Marianne SCHAUB Encargada de investigaciones en el Centro Nacional Ilustrados (de Berkeley a Juan Jacobo Rousseau). La quinta
de Investigaciones Científicas se intitula La filosofía y la historia (de Kant a Marx-Engels).
René SCHÉRER Profesor encargado de conferencias en la Universidad
de París VIII La sexta está dedicada a la filosofía frente al desarrollo de
Louis-Vincent THOMAS Catedrático de la Universidad de París Y
Héldne VÉDRINE Profesora encargada de conferencias en la Universidad las ciencias y de la industria (de Nietzsche al positivismo
René VERDENAL
de París |
Profesor auxiliar de la Universidad de Túnez lógico). La séptima establece la relación de las ideas filosó-
ficas con las ciencias sociales (psicología, sociología, historia,
Título de la edición francesa: lingiiística, geografía y etnología). La última trata de los
HISTOIRE DE LA PHILOSOPHIE. IDÉES, DOCTRINES grandes movimientos de ideas de nuestro siglo.
Publicada por Librairie Hachette No obstante, esta presentación, que acepta de por sí la
ES PROPIEDAD: Versión original: (C) Librairie Hachette, 1973 idea de sucesión, no admite, por lo mismo, dos prejuicios en
Versión española: €) Espasa-Calpe, S. A., 1976 estrecha conexión con ella. Por una parte, esta historia de la
Impreso en España Printed in Spain filosofía en modo alguno se asigna como ideal una restaura-
ción íntegra del pasado del pensamiento filosófico, en la que
Depósito legal: M. 12.090—1983
ISBN 84—239—4947—8 (Tomo3) se señalarían todos los autores, su influencia y sus relaciones.
ISBN 84—239—4944—3 (Obra completa)
Se ha hecho una selección que tiene en cuenta la exigencia
Talleres gráficos de la Editorial Espasa-Calpe, S. A.
Carretera de Irún, km. 12,200. Madrid-34 de intelección y originalidad a la vez de los colaboradores, los
INTRODUCCIÓN GENERAL 9
8 INTRODUCCIÓN GENERAL
cidos. Indudablemente, habría que componer un hermoso
cuales determinaron en común los temas e interés central. texto que estaría consagrado —algo así como a la manera
Esta libertad, puesta en conexión con una tradición, ha sido, de Plutarco— a la vida de los filósofos ilustres. Reservaría
al parecer, el medio más eficaz de hacer hablar al devenir sorpresas. Empero, en la presente obra no se busca tal clase
de ese modo específico de la cultura que ha sido el razona- de novedades. Si hay originalidad, ésta será el resultado de
miento filosófico, y de subrayar constantemente esa incierta
que unos cuarenta teóricos han intentado trazar el cuadro
mezcla de pureza e impureza que le caracteriza. de los elementos del pensamiento filosófico, y lo han hecho
Por otra parte, hemos renunciado a dar cualquier lección con idéntico espíritu, pero sin prejuicios; han concebido su
y a dar a entender, entre otras cosas, que enel fondo
de la
modo signifi- tarea, no como una demostración, sino como una presenta-
profusión de doctrinas se perfila en cierto una
ción; no como un edificio, sino como una construcción. Las
cativa evolución, un progreso, una repetición o una regresión. bibliografías tienen diversa importancia, según los autores.
Siempre es posible construir, con ayuda 0 sin ayuda de la También en esto se ha dejado en libertad a cada uno de los
erudición, una mitología genealógica, la cual, situando cada colaboradores para subrayar su comunicación con las refe-
doctrina en su lugar preciso, reconstruye el orden conquista- rencias convenientes a juicio de cada uno. Las puestas a punto
dor del pensamiento. De los supuestos orígenes nos encami- históricas vienen de cuando en cuando a recordar que la filo-
namos, tranquila o dramáticamente, positiva o dialécticamen- sofía no es un asunto «separado», y sucede que tiene relación
te, hasta este hoy que proporciona la enseñanza retrospectiva directa, indirecta o contradictoria con las prácticas sociales
y definitiva. Estamos de acuerdo en que un
texto teórico sea
y otras actividades culturales.
objeto de esta labor so pretexto de historia; es una manera Aquí se anuncia otra historia de la filosofía, ni progre-
como cualquier otra de demostrar una tesis.
La perspectiva
sista ni neutra, sino crítica, que no pretende decirlo todo ni
de esta obra es diferente: su finalidad consiste en informar,
las prin- sólo lo esencial, y que se propone afirmarel orden abierto de
poner al día las ideas fundamentales creadas por
herencia las doctrinas e ideas diferentes. Lo adecuado en este género
cipales doctrinas; esas ideas constituyen ahora la
si que- de obras está a mitad de camino entre la erudición y la vulga-
filosófica; herencia cuyo inventario hay que efectuar
rización, pues no hay «Platón» o «Descartes» a quienes se
remos comprenderla mejor o combatirla mejor. pueda restablecer en su verdad; hay sólo pensadores a quienes
Pues bien: informar es señalar diferencias. Los historia- un análisis riguroso y bien argumentado hace hoy legibles.
dores y filósofos que han participado en este trabajo se han Al final de cada uno de los volúmenes de esta obra encon-
esforzado —cada cual con su enfoque propio y no teniendo trará el lector, por un lado, una lista alfabética de los autores
en común con los demás coautores
más que la exigencia de analizados en ella, con su biografía y obras fundamentales,
de relieve
una crítica escrupulosamente racional— en poner y, por otro, un cuadro sinóptico que relaciona la historia de
el concepto o el
las distinciones. Se han aplicado a valorar la filosofía con la historia cultural, social y política.
sistema conceptual que ha conferido a tal o cual pensador su
llamada filosofía. La evolución
puesto dentro de la tradición
positiva o dialéctica es sustituida por una presentación trata
dife-
de
rencial. 'Ésta deja al lector otra libertad: ya no se

abandonarse al capricho del devenir, sino de apreciar doctri-


nas e ideas. Lo que interesa no es seguir una
línea —por
arborescente que sea—, sino orientarse en un espacio ar-
ticulado. En suma, esta historia de la filosofía no es en ab-

soluto una filosofía de la historia de la filosofía.


Fácilmente se comprenderá que, según esta óptica, los ele-
mentos biográficos hayan sido, salvo excepciones, muy redu-
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—2
5U-UGUSOS SA SASASAAAUAAAYAYASASASsAssss ss

QUINTA PARTE
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
A A A A A A A

PREFACIO

1780. Cobran auge dos problemas que la filosofía no podría


eludir. En primer lugar, figura el problema del estatuto de
las ciencias experimentales. Éstas, gracias a Newton, recibie-
ron, desde hacía un siglo, su certeza y sus fundamentos; de
los gabinetes de las numerosas sociedades europeas al cuasi-
laboratorio de Lavoisier, se desarrollaron y conquistaron nue-
vos territorios. No por eso dejan de estar sometidas a peli-
grosas interrogaciones. Las que provienen de la tradición
teológico-filosófica pueden reducirse fácilmente; más perni-
ciosas son las cuestiones que, con Hume, plantea el «sentido
común», preguntando, con fingida ingenuidad, con qué dere-
cho esos conocimientos se constituyen como saber...
Y está también el problema del destino del hombre. La
religión es considerada como reaccionaria. Dios, tanto el Dios
de los teólogos como el de los profetas, se bate en retirada.
Las sociedades se agitan y se organizan en torno a las máqui-
nas y sus producciones; pronto someterán a discusión el orden
tutelar y ejecutarán —<dentro de formas de legalidad, la lega-
lidad popular— a un monarca de derecho divino. ¿Cómo con-
ducirse desde ese momento, si está demostrado que ninguna
potestad viene de Dios ni de la naturaleza, sino que viene del
hombre libre, y libre hasta el extravío ?
En ambos asuntos, la crítica kantiana se esfuerza por in-
troducir un orden, con la seriedad de una tradición filosófica
independiente y que se considera responsable. Le otorga a la
ciencia su lugar decisivo y segundo: no hay más saber que el
que organiza los conocimientos experimentales comprobados;
el razonamiento de los metafísicos —que especulan sobre el
ya, sobre el mundo y sobre Dios— es significativo de las gran-
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¿
14 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA ¡
'
PREFACIO 15

des exigencias de la razón, pero es incapaz de probar nada; cias físicas y de las formas políticas, incluyendo la estructura
es algo caduco. Y en segundo lugar, esa justificada enciclope- del Estado moderno. La «ciencia» hegeliana anuncia el co-
dia de los conocimientos experimentales no indica nada con mienzo del fin de la historia...
respecto a lo que debe hacer el hombre frente a los problemas Sin embargo, los ensueños «progresistas», procedentes del
de suconducta. siglo XVI, no cesan de actuar, hasta volverse contra ellos
El mérito esencial de Kant es haber mostrado que, en ade- mismos. Augusto Comte pretende ser el heraldo de la ciencia;
lante, la cuestión central es la de la práctica, la de la acción narra sú desarrollo; describe la nueva mentalidad, que será
de los individuos en la sociedad. Mucho más que el cogito «positiva», que renunciará a todas las explicaciones vanas
cartesiano, la Crítica de la razón práctica, con su abstracción y se contentará con prever; que se pondrá al servicio de la
y su inocencia agresiva, es la que determina el pensamiento humanidad y militará así por la instauración de un orden
contemporáneo. Prueba de ello es que suscita salidas sor- social definitivamente estabilizado. «Orden y progreso», pero
prendentes... Hasta el Discurso sobre el pensamiento alemán, en la evolución de la doctrina positivista hay cada vez menos
Fichte aplica la crítica de Kant de acuerdo con las reglas progreso y más orden.
del pensamiento especulativo. Al intervenir el acontecimiento Precisamente contra esa voluntad de estabilización—ele-
—la derrota de Prusia—, lo vemos vacilar y poner al servicio mental en Augusto Comte, rica de futuro en Hegel— se alzan
del Estado que lo emplea los recursos de su demostración. las vehemencias individualistas. Schopenhauer, Stirner, Kier-
Y A. Philonenko muestra cómo, a través de una meditación kegaard y Bakunin, cada cual a su manera, denuncian el
meticulosa, el «romántico» Schelling se inscribe en la pers- imperialismo de los sistemas, el poder de los razonamientos
pectiva de una restauración cargada de resentimiento. Schel- que totalizan, la crueldad del tribunal de la razón constituida,
ling, un Metternich retrasado y tenaz. que desprecia (o reprime) la densidad y las contradicciones
Podría creerse que todo cambia con Hegel. Y es verdad de lo existente. Entonces se vuelve a la profética tendencia
que todo cambia. Es el pensador capaz de asumir, con sere- de Fourier, que hace valer los derechos de la pasión.
nidad, el conjunto de la tradición filosófica y la totalidad de Pasión, en primer lugar, significa la actividad del que, fun-
la cultura occidental. Mucho más que complacerse en señalar
damentalmente y por naturaleza, es pasivo, paciente. Es la
que reflexionó sobre los orígenes hebraicos, griegos, romanos actividad del hombre que produce y reproduce socialmente
y cristianos del derecho moderno, hay que subrayar que, en
los medios de su supervivencia. Marx y Engels —reflexionan-
su reflexión, tuvo en cuenta los trabajos de economistas como
do sobre la estéril riqueza del idealismo alemán, sobre la in-
Steuart, Smith y Ricardo. Es ése un aspecto importante de consciente mentira de la economía política inglesa, y sobre
los comienzos del siglo XIX. Mientras el romanticismo se de-
sencadena sobre Europa, unos investigadores —formados en las valerosas pero utópicas acciones de los franceses— se
el espíritu de la Aufkláarung— se dedican a delimitar la na- aplican a definir los principios de una ciencia del hombre em-
turaleza de la riqueza y del poder. pírico, de una ciencia de la historia: el materialismo histórico.
La enciclopedia hegeliana tiene un éxito perentorio. Si se Pero pronto ven que esa ciencia es, indefectiblemente y al
la critica en sus detalles, se es ridículo. Y si se la admite en mismo tiempo, una teoría de la revolución; y que esta última
su generalidad, se pierde uno en la simplificación. Es muy resulta vacía y abstracta si no se incorpora realmente a la
verdad que con La ciencia de la lógica, de 1812-1816, se acaba lucha real de la clase que no soporta más la explotación a que
un tipo de razonamiento: la filosofía se ha convertido en se la somete.
saber; ha conseguido construir un sistema conceptual de tal La Crítica de la filosofía de Hegel sobre el Estado, tra-
índole que, gracias a él, se ha hecho inteligible no sólo la bajo teórico; El capital, «crítica de la economía política», y
actividad filosófica en su dramático devenir, sino también la la fundación de la Primera Internacional de los trabajadores,
historia de las sociedades, de la religión, del arte, de las cien- son tres aspectos de una misma lucha que transforma radi-
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,

16 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

calmente el estatuto de la práctica filosófica... La guerra en


la ideología, como expresión de conflictos más profundos,
toma otro sentido. Se trata ahora de saber a favor de quién
«se está»: si del orden que se cree progreso, si del Estado
establecido, o si de las fuerzas que debenacabar con la des-
dicha endémica de las sociedades.

FRANCOIS CHATELET

EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA

Por Louis GUILLERMIT

La idea del sistema

No cabe la menor duda de que el pensamiento kantiano es


la fuente viva y más próxima de la filosofía moderna. Pero
la diversidad de las justificaciones enunciadas no facilita la
tarea de quien se obstina en creer que, solamente leyendo
con asiduidad las obras, estará en condiciones de exponer
brevemente lo que Kant quiso decir (1).
¿Cómo no extrañarse, por ejemplo, de que, hace poco, se
haya podido pasar por original viendo en él a un metafísico?
¿No intentó él mismo decir qué progresos le había hecho ha-
cer a la metafísica (2), y no se propuso escribir «los pro-
legómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse
como ciencia»? (3). Es, además, verdad que las obras en las
que expone esa nueva metafísica «inmanente» (4) jamás se

(1) No ha de esperarse hallar en este estudio un inventario de las


principales tesis de la filosofía kantiana. El presente estudio sólo se
propone resaltar en ella los intentos que se consideran fundamentales.
(2) Dejó inacabado un proyecto de memoria destinado a respon-
der a la cuestión planteada por la Academia de Berlín en 1788: «¿Qué
progresos reales experimentó la metafísica en Alemania desde la época
de Leibniz y de Wolff?»
(3) Es el título de la obra en la que en 1783 intenta aclarar el
sentido de la primera Crítica.
(4) Por oposición a la antigua metafísica, «trascendente»; es la
que se atiene a los límites de las facultades de la razón, tal y como
los reconoce la filosofía crítica.
HISTORIA DE LA PILOSOFÍA, T. 111.—2
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18 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
| EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 19

consideraron tan importantes como las tres Críticas (5); unos Atrevámonos intentar delimitar esa idea. En primer
a
sólo quisieron ver en estas últimas una condenación de la lugar, vemos que constituye la consagración de una ambición:
metafísica tal y como estaba concebida tradicionalmente, y 1
1
la de hacer, por fin, de la metafísica una ciencia. Si la filosofía
se preocuparon sobre todo de recurrir a ese veredicto, de ¿ crítica propone un balance de liquidación de la antigua me-
rehabilitar la ontología como conocimiento de lo absoluto del | tafísica, que se considera «carcomida», es a fin de emprender
ser, confiándola a alguna dialéctica o intuición intelectual; y
|4 su restauración sobre bases enteramente nuevas; y si se pre-
otros, por el contrario, en esa filosofía que, excepto en algu- senta como «un intento de cambiar el método seguido hasta
nas lamentables recaídas, se consideraba liberada de proble- aquí en metafísica» (10), no se ve que rechace su propósito
mas anticuados, buscaron las premisas de una antropología u objeto: «Dios, libertad y la inmortalidad del alma son los
positiva. Desde ese momento se comprenden los escrúpulos problemas cuya solución buscan, como fin último y único,
de los historiadores para usar una libertad de interpretación todos los esfuerzos de la metafísica» (11); «la teología y
cuyo principio, sin embargo, no rechazaba el propio Kant: la moral constituyeron los dos móviles o, mejor, los dos pun-
«Nada tiene de extraordinario que, gracias a la comparación tos en que desembocaron todas las investigaciones raciona-
de los pensamientos que un autor ha expresado acerca de sus les» (12): las páginas finales de la última de las Críticas mues-
propósitos, se le comprenda incluso mejor de lo que él mismo tran bien que siguen siéndolo.
se comprendió por falta de haber determinado suficientemen- Mas el que la metafísica pueda convertirse en una ciencia,
te su idea» (6). Mas esos escrúpulos suscitan, a su vez, otras implica, evidentemente, que sigue siendo un conocimiento.
dificultades. La formación del sistema kantiano fue especial- Pero la crítica, poniendo al desnudo las condiciones que hacen
mente larga y laboriosa; sólo al cabo de un cuarto de siglo posible la ciencia matemática y física, comienza precisamente
de «trabajo parcelario» y de incesantes vacilaciones (7), pró- por establecer que el conocimiento no podría legítimamente
ximo ya a los sesenta años, es cuando Kant comienza a domi- sobrepasar loz límites de la experiencia posible, más allá de
nar la originalidad de la filosofía crítica, cuya entera medida los cuales la metafísica busca precisamente su objeto. Mas si
él mismo estima que no capta hasta quince años después (8). el conocimiento exige, en efecto, algo más que el simple pen-
«Sólo después de que, durante mucho tiempo, bajo la direc- samiento, «ese más no debe buscarse en las fuentes teóricas
ción de una idea profundamente oculta en nosotros, hemos del conocimiento; puede hallarse en las fuentes prácticas» (13)
reunido, de un modo rapsódico, como otros tantos materiales, y determinar así el concepto racional trascendente de lo in-
muchos conocimientos que se refieren a esa idea, e incluso condicionado. En ese punto es donde, a nuestro parecer, se
sólo después de haberlos comparado, durante muchos años, concentra lo más original y más persona! del pensamiento
de un modo técnico, es cuando al fin podemos percibir la idea filosófico de Kant. Prescindiendo de las críticas que le añaden,
bajo una luz más clara, y esbozar de forma arquitectónica un Fichte, hablando de su «moralismo», y Hegel, de su «visión
todo, según los fines de la razón» (9). moral del mundo», ambos dieron en el clavo, en el sentido
innegable de que toda la crítica no tiene otro fin sino el
reconocimiento de la «supremacía del poder práctico de la
(5) Critique de la raison pure, 1781, 2.* ed. en 1787 (con un nuevo razón» (14). Ese reconocimiento hace de la filosofía el único
prefacio y con importantes cambios). Remitiremos a la traducción de
Tremesaygues y Pacaud, revisada en 1965, P. U. F.—Critique de la antídoto contra una verdadera alienación del hombre que se
raison pratique, 1788 (trad. Picavet, P .U, F.) —Critique de la faculté ignora a sí mismo mientras no sepa en qué consiste el carácter
de juger, 1790 (trad. Philonenko, Vrin, 1965).—Aquí en las notas
citadas, respectivamente, como C. R. P., C. R. prat., y C. J.
(6) C. R, P., pág. 263. (10) Ibíd., pág. 21.
(7) Carta a Lambert, 31 diciembre 1765; a M. Herz, 20 agos- (1) C.J. $ 91.
to 1770. (12) C. R, P., pág. 569.
(8) En el prefacio de la Critique de la faculté de juger (C. J.). (13) Ibíd., pág. 23,
(9) C. R.P., pág. 559. (14) C. R. prat., pág. 129.
20 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 21

finito de su razón humana. Pues no deja de situarla dema- Newton y Rousseau, Dios está justificado» (15). Uno puede
siado abajo, cuando le asigna la única función pragmática sorprenderse al ver puestos así, al servicio de la teodicea tra-
de asegurar su dicha, sino para situarla demasiado arriba dicional, al que les propone a los tiempos modernos su pri-
al esperar de ella un conocimiento teórico de lo suprasensi- mera cosmología científica y al que les impone, con brillantez

ble, lo cual es incapaz de conseguirle. No es en la transpa- inolvidable, el tema de las relaciones de la cultura con la natu-
rencia de una penetración cognoscitiva donde la razón se raleza. Y sin embargo, el que conozca la última frase de la
manifiesta al hombre, sino en la impenetrable opacidad de filosofía crítica, «la teología moral llenando las lagunas de
un mandato que se impone sin otra justificación que él mismo.
la teología física y fundamentando la teología» (16), podrá
A ese respecto podría decirse que el punectum proximum de ya hallar el lugar y el sentido de esa filosofía, suficientemente
la racionalidad resulta ser, para el hombre, un punctum cae- indicados aquí, mucho antes de que dicha filosofía descu-
briera las razones del «fracaso de todas las tentativas de los
cum, ya que se sitúa en un sentimiento, el del respeto a la filósofos en materia de teodicea» (17). Bastará con que esa
ley moral que, como tal, es precisamente inalienable en cono- filosofía descubra primeramente un nuevo equilibrio entre los
cimiento. Ésa es, sin embargo, la verdadera «ilustración» que
derechos del saber y los de la sabiduría. El propio Kant
procura la filosofía crítica: en vano se esperaban las ilustra- confesó (18) que había comenzado poniendo todas sus espe--
ciones de una ciencia especulativa del hombre, del mundo y
ranzas en la ciencia, hasta el día en que la lectura de Rous-
de Dios, pues sólo como sujeto de la moralidad es como el
seau lo convenció de que los progresos de las ciencias y de
hombre se descubre en su verdad de fin último de la creación. las artes no conseguían hacer que los hombres fueran mejo-
Desde el momento en que el hombre descubre el eminente res ni más dichosos: «Investigo por afición. Experimento toda
privilegio del «hecho de la razón», sometiéndose a su incon- la sed de conocer y la ávida inquietud de progresar, tanto
dicional mandato, halla, a la vez, el lugar que le corresponde como la satisfacción que procura toda adquisición. Hubo un
en un mundo que adquiere un sentido.
tiempo en que creía yo que sólo eso podía constituir el honor
de la humanidad, y despreciaba yo a la plebe que todo lo
ignora. Ese privilegio ilusorio se desvaneció; aprendo a hon-
La filosofía como doctrina de sabiduría rar a los hombres, y me hallaría más inútil que el común de
los trabajadores si no estuviese convencido de que la especu-
«El cielo estrellado por encima de mí, y la ley moral en lación a la que me entrego puede conferir a todo lo demás
mí, objetos de admiración y de veneración, siempre nuevos un valor: hacer resaltar los derechos de la humanidad.» Esa
y crecientes a medida que la reflexión se aplica a ellos.» La verdadera conversión marca profundamente una verdadera
elección de esta conclusión de la segunda Crítica como epi- concepción de la filosofía, consustancial con su carácter críti-
tafio en la tumba de Kónigsberg es irreprochable. Evoca de co, cual es la de subordinar su noción «escolástica», que no se
solpe a los dos hombres en quienes Kant vio a las dos lum- propone otra cosa sino la unidad sistemática y la perfección
breras de su época que iluminaron su camino: «Newton fue lógica del conocimiento, a su noción «cósmica», que concierne
el primero en ver el orden yla regularidad unidas a una gran a «lo que le interesa a todo hombre». El científico sólo puede
simplicidad allí donde no había más que desorden y diver- determinarel fin de la ciencia según un concepto escolástico,
sidad mal dispuestos, y, desde entonces, los cometas describen no hallando en ella sino estrictamente una aptitud entre otras,
trayectorias geométricas. Rousseau fue el primero en descu-
brir, bajo la diversidad de las formas humanas convenciona- (15) Notas que Kant dejó en su ejemplar de las Observations sur
le beau et le sublime (1764), trad. Kempf, Vrin, pág. 66.
les, la naturaleza del hombre en las profundidades en que se (16) C. J., $ 87.
hallaba oculta, así como la ley secreta en virtud de la cual la (17) Título de un opúsculo de 1791, trad. Festugiére, Vrin.
Providencia puede justificarse por sus observaciones... Desde (18) Notas sobre las Observations.
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22 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 23

con vistas a determinados fines arbitrarios; de modo que él la lógica había ya podido hacer del juicio como discernimien-
no es más que un «artista de:la razón», mientras que el to, que distingue y separa lo que primeramente se hallaba
filósofo, al menos tal y como halla existencia en la idea, es confundido, y como apreciación, que decide acerca del valor.
su «legislador», pues «la filosofía es la ciencia de la relación La crítica, tal y como Kant la concibe, es «un poner a prueba
que todo conocimiento implica con respecto a los fines esen- y una justificación» (23) y por ello se debe, a la vez, en una
ciales de la razón humana». Pero el fin último, el que no su- alianza que es causa de su originalidad, a la ciencia y al tri-
pone ya ningún otro como condición de su posibilidad, no es bunal. En efecto, ese poner a prueba, para evitar el riesgo
otro sino el destino total del hombre, y la filosofía de ese de un juicio arbitrario, ha de tomarse en forma de una ver-
destino se llama moral; por lo tanto, ésta tiene preeminencia dadera «experimentación de la razón pura»: por ejemplo,
sobre todas las demás adquisiciones de la razón», lo cual que la razón sea presa de un conflicto consigo misma mien-
justifica perfectamente la identificación del filósofo con el tras no se haya hecho la distinción entre pensar y conocer,
moralista, que nunca ha dejado de hacerse desde la Anti- constituye la prueba de la necesidad de semejante distin-
giiedad (19). «Si hay una ciencia que el hombre necesite, es ción (24); del mismo modo se puede comprobar que la razón,
la ciencia que le enseña a ocupar como es debido el lugar que en presencia de la ley moral, abandona el móvil de la utilidad
le ha sido asignado en la creación, y de la cual puede apren- en beneficio de la veracidad, lo mismo que el químico ve cómo
der lo que hay que ser para ser un hombre» (20). Que la filo- el espíritu de sal abandona la cal que precipita para unirse al
sofía, lejos de ser el privilegio de la aristocracia erudita de álcali (25). Igualmente los matemáticos hacen del carácter
las escuelas, concierne en primer lugar a todo hombre, y que intuitivo y a priori del espacio y del tiempo una certeza «in-
ha de ser, ante todo, moral, son dos convicciones tan profun- dubitable, y no una simple posibilidad o probabilidad» (26).
das como íntimamente unidas en la mente de Kant. Por haber De un modo general, el cambio de método en metafísica, si
comenzado admirando «hasta qué punto, en la inteligencia no está introducido primeramente «más que a título de en-
común de la humanidad, la facultad de juzgar en materia sayo», «triunfa a satisfacción, pues permite explicar la posi-
práctica prevalece en todos los extremos sobre la facultad bilidad de un conocimiento a priori y proporcionar pruebas
de juzgar en materia teórica» (21), es por lo que llega a sos- suficientes a las leyes que sirven a priori de fundamento a
tener que «la filosofía definida como doctrina de sabiduría la naturaleza» (27). De ese modo la crítica se obliga a pre-
presenta sobre la filosofía como ciencia especulativa la ven- sentar un rigor enteramente científico, y deja oír el eco del
taja de no derivarse de ninguna otra cosa sino del puro poder célebre hypotheses non fingo de Newton, afirmando que ex-
práctico de la razón, es decir, de la moral» (22). cluye todo lo que no es más que «simple opinión» y tratando
«como mercancía prohibida todo lo que se parezca a una
hipótesis» (28).
La filosofía como crítica Pero, por otra parte, no es en modo alguno contingente
el que la crítica emplee, de un modo casi constante, el estilo
¿Por qué esa filosofía recibe el calificativo de crítica? No jurídico. Su función es invalidar pretensiones abusivas y legi-
cabe duda de que ese término retuvo, por una parte, el sen- timar derechos. Ello no se debe tan sólo a que una ley de
tido que había hallado en su aplicación al ámbito de la exége- la historia la haga aparecer en una época de indiferentismo,
sis y, sobre todo, del gusto, donde se ilustraba el análisis que
(23) C. R.P., págs. 6 y 47.
(19) C. R. P., págs. 561-562, (24) Ibíd., pág. 19.
(20) Notas sobre las Observations, pág. 72. (25) C. R. prat., págs. 98-99.
(21) Fondements de la métaphysique des moeurs (F. M. M.), trad. (26) C. R. P., pág. 70.
Delbos, pág. 107. (27) Ibíd., pág. 30.
(22) Progrés de la métaphysique, trad. Guillermit, Vrin, pág. 63. (28) Ibíd., pág. 8.
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24 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 25

engendrado éste por el incesante conflicto entre el dogmatis- instancia; a lo sumo, ese tribunal se presenta como una es-
mo y el escepticismo, lo cual la sitúa en posición de árbitro pecie de Tribunal Supremo, podríamos decir, en el sentido de
ante el campo de batalla en el que se enfrentan los meta- que, sin tener que conocer el fondo, solamente debe decidir
físicos cuyo estado de naturaleza es un estado de guerra; ese si el veredicto ha ignorado o desconocido el derecho o el ámbito
aspecto jurídico está más profundamente enraizado en la fun- de legitimidad definido por la ley. De hecho, «la crítica no
ción esencial de la razón, que es la de legislación: la razón da tiene como propio ningún ámbito por lo que se refiere a los
leyes a la naturaleza y a la libertad. Pero mientras no se objetos; pues no es una-doctrina; le basta con investigar si,
haya criticado a sí misma, no tiene conocimiento de ella mis- y cómo, dada la naturaleza de nuestras facultades,se le puede
ma, lo que hace que legisle sin saber cuáles son los límites de pedir una doctrina» (31). En ese concepto puede ser la idea
los ámbitos de aplicación legítima de esas leyes: «El uso de integral de una filosofía calificada de trascendental, precisa-
la razón na se adquiere por sí mismo, como el de los pies, por mente porque se propone, «no ya la extensión de los conoci-
la mera frecuencia del ejercicio» (29). A ello se debe que mientos mismos, sino su justificación, la cual ha de propor-
circulen tantos conceptos «usurpados», de los cuales se hace cionar la piedra de toque que decida acerca del valor o no
un abusivo, Mientras no se la haya criticado, la razón
uso valor de todos los conocimientos a priori..., y que se llame
pura, absolutamente independiente de toda experiencia, no trascendental a todo conocimiento que, de forma general, se
conoce poder teórico, ignora que los concep-
los límites de su ocupe menosde los objetos que de nuestros conceptos a priori
tos que leson propios, o las ideas, son pensamientos, pero no acerca de los objetos, de nuestro modo de conocerlos objetos
conocimientos. Y en esas condiciones, en el edificio de la cien- en tanto que ese modo de conocimiento debe ser posible a
cia, construido por el entendimiento en los límites de la expe- priori» (32), pues la razón sólo puede plantearse problemas
riencia posible —el de las matemáticas, mediante la construc- que sea capaz de resolver: «Ninguna de las cuestiones que
ción de los conceptosen la intuición, y el de la física, mediante conciernen a un objeto dado a la razón pura es insoluble para
la invención de los esquemas sensibles, apropiados para darles esa misma razón humana...; el mismo concepto que nos
pone
sentido y contenido—, la razón añade, con el nombre de meta- en condiciones de plantear la cuestión debe también hacernos

física, ese «palacio de ensueño» de una presunta ciencia de la absolutamente capaces de responder a ella» (33).
sustancia espiritual, del tomado como totalidad incon-
cosmos
Pero no se podría llegar hasta el fondo de esa noción de
dicionada, de Dios de todos los seres. Igualmente
como ser
crítica sin adherirse a la definición que Kant da de ella en
la razón es práctica, ya que puede determinar a la voluntad; su generalidad. Es, dice, «el libre y público examen mediante

necesita aún hallar, además, la norma de su empleo en sí la razón» (34). Esa unión de libertad y publicidad nos intro-
misma, y no en su condicionamiento empírico, como será el duce en lo más íntimo de su pensamiento e incluso llega a
caso mientras el hombre se persuada de que esa norma puede
hacernos entrever, si no los límites, al menos las dificultades
asegurarle la dicha, puesto que sólo aquélla lo hace digno de más temibles de la tarea crítica. La Aujklárung, la ilustra-
ésta. He aquí en qué sentido es la crítica «la invitación que ción, la difusión de las luces «no exige sino la libertad e in-
se le hace a la razón para que emprenda de nuevo la más
cluso, a decir verdad, la forma más inocente de todo lo que
difícil de todas sus tareas, el conocimiento de sí misma, y puede llamarse libertad, como es la de hacer uso público de
la propia razón en todos los ámbitos» (35). Esa exigencia de
para que instituya un tribunal que la garantice en sus legíti-
mas pretensiones y pueda, de rechazo, condenar todas sus
(31) C. J., pág. 25.
usurpaciones sin fundamento» (30). Legisladora suprema, (32) C. R. P., pág. 467.
sólo la razón puede constituirse así en tribunal de última (33) Ibíd., pág. 366,
(34) Ibíd., pág. 6.
(35) «Respuesta a la pregunta: ¿qué es la “Ilustración”» (Auf-
(29) C. RF, prat., pág. 174. klirung)?, 1784, en La philosophie de Uhistoire, trad. Piobetta, Aubier,
(30) C. R. P., pág. 7. página 85.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—3
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26 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 21

publicidad es tan fundamental que rige las relaciones de la se le da el calificativo de escéptico en el sentido primero del
moral y la política. Por ejemplo, la existencia de sociedades término, es decir, que se presenta como voluntad de examen
secretas es tan intolerable para una política interior, como público para hacer que fracase «el egoísmo lógico» del dog-
la de las cláusulas secretas en los tratados internacionales matismo, el cual «no considera necesario comprobar su juicio
debe serlo en política exterior; «la ilegitimidad de la rebelión según el entendimiento del prójimo, como si no tuviese nin-
se manifiesta en que la publicidad de la máxima que la per- guna necesidad de esa piedra de toque» (41). Nada muestra
mitiría haría imposible su propio fin» (36). La publicidad es, mejor hasta qué punto es moral hasta su fondo la concepción
en efecto, el antídoto del mal que, inevitablemente, afecta al filosófica de Kant, como esta verdadera ética del pensamiento,
hombre hasta su fondo: el egoísmo que lo conduce al disimu- formulada en tres preceptos (42): el primero ordena pensar
lo. «Desde que comienza a decir yo, hace que en todas partes por sí mismo, es decir, desprenderse de la cobarde conniven-
aparezca su muy amado yo, y el egoísmo progresa irresisti- cia general en la que cada cual se abandona al asentimiento
blemente, no al descubierto, pues el egoísmo de los demás se del vecino, en una inmensa falsificación que hace que la colec-
le opone, sino de modo disimulado» (37). El disimulo consti- tividad prescinda de la representación por universalidad, y
tuye el mecanismo mismo de la inmoralidad, la cual consiste que es la fuente del prejuicio y de la superstición. El hombre
en que, sin dejar de mantener públicamente el valor eminente «ilustrado» es aquel que, superando la pasividad de la razón,
de la universalidad, por ejemplo, de la veracidad, se excluye sale de una «minoridad» intelectual de la que sólo él es res-
uno a él, personalmente, en secreto: «cada cual considera ponsable, «por pereza y cobardía», y que no es más «que inca-
la ley moral como aquello que puede declarar públicamente, pacidad para servirse de la propia inteligencia sin ser dirigido
pero cada cual ve sus máximas como lo que debe quedar por otro» (43). El segundo es precisamente el precepto del
oculto» (38). Tomarse la libertad de retirarse así en su fuero «pluralismo», el cual precave del egoísmo lógico, pues «¿pen-
interno constituye la falsificación por excelencia de la auto- saríamos mucho, y pensaríamos bien, si no pensásemos, por
nomía. Precisamente por ser una razón finita, «no es el hom- así decir, en común con otros que nos participan sus pensa-
bre una posesión de sí mismo» (39). No podría pertenecerse mientos, y a los cuales participamos los nuestros?» (44).
por entero, pues siendo como es, como animal, está sometido Ordena, por lo tanto, pensar poniéndose en el lugar del otro,
a las leyes de la naturaleza, mientras que, como racional, la «haciendo abstracción de las inclinaciones y emociones que
sumisión a la ley moral es la forma primordial en la que entra están a punto de ser propias de la singularidad individual,
en relación con la razón. De ésta participa, pues no la tiene para elevarse al modo de representación, a la forma de pen-
en propiedad, y es en forma de mandato incondicional como samiento que debería imponerse a todo hombre, abriendo así,
se le revela; por la razón se hace y se sabe libre, pero le es a unas miras «más amplias», un espíritu espontáneamente
imposible saber qué es esa libertad. Ahora bien, «incluso en limitado. El tercero, por último, ordena «pensar de modo
las manifestaciones del pensamiento especulativo donde, sin consecuente», y es la máxima más difícil de seguir, pues su-
embargo, los hombres hallan muchos menos obstáculos para pone que se practican ya las dos precedentes. Exige que se
confesar abiertamente sus pensamientos por su propia volun- esté siempre de acuerdo consigo mismo; en materia teórica,
tad y sin ocultar nada, y donde no tienen ninguna ventaja exige que se niegue uno a retroceder ante las consecuencias
en actuar así, se puede descubrir la falsedad, el disimulo y la de principios comprobados para dejarse llevar del eclecticismo
hipocresía» (40), y precisamente por ello al método crítico de un compromiso de doctrina; en materia práctica, que no

(36) Sobre la paz perpetua, 1795, apéndice II, 1. (41) Anthropologie, $ 2.


(37) Anthropologie, $ 2, trad. Foucault, Vrin, pág. 18. (42) C. J. $ 40.
(38) Ein Vorlesung úber Ethik, editada por Menzer, pág. 52. (43) Ilustración, pág. 83.
(39) Ibíd., pág. 207. (44) Qu'est-ce que s'orienter dans la pensée?, 1786, trad. Philo-
(40) C. R, P., pág. 512. nenko, Vrin, pág. 86.
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28 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 29
se ceda jamás a la debilidad de pedir para sí ni una sola ex- comprender que Kant no creyó poder poner remedio a la im-
cepción a la universalidad de la ley moral. Está claro que esos potencia en que la metafísica se hallaba para constituirse
preceptos van mutho más allá de una especie de higiene a: : como ciencia, si no era orientándose
ya, en Cierta
tal de la que se esperase un provecho, y mucho más allá hacia «el primado de la razón práctica». Lejos de manera,
simples normas de método, dictadas por un deseo de habilida ese fracaso sea inapelable,
creer que
por el contrario está convencido
o de prudencia, como el propio Kant lo subraya al
que ésas no son normas de pensamiento, sino máximas de
especificar de que tan sólo resulta de un
menosprecio, de una equivoca-
ción (51) acerca de la función y el destino verdadero
de la
modo de pensar. En efecto, lo que se combate es la
misma, que no es nada menos que «el punto
de corrupción de mentira razón. No se está equivocado con respecto a los fines de la
tafísica: Dios, la libertad y la inmortalidad, en me-

a
la naturaleza humana, por donde el mal hizo su entrada en general, la
teología y la moral; pero no se ha encontrado el buen camino
el mundo» (45). Mal tan radical que Kant duda de que sea ál
para alcanzarlos siguiendo la vía de la especulación teórica,
posible extirparlo por completo: «La madera de la que está procurando constituir, más allá de los límites de toda
hecho el hombre está tan curvada que no se puede sacar de riencia posible, una ciencia de lo suprasensible, expe-
ella nada enteramente recto» (46) : siempre es capaz, en todo haciendo, en
suma, de la metafísica una especie de hiperfísica. Al obrar
debate filosófico, de alterar la perspectiva
de paz
que la filosofía crítica debería, en principio, hacer serena (47).
cin así, se han desconocido las verdaderas condiciones de posibi-
lidad del conocimiento. Por lo tanto, hay'
que comenzar
exponerlas en una analítica que descompone la facultadpor de
conocer en sus elementos, para descubrir
una lógica de la ver-
La unidad de las tres “Críticas” dad. No queremos decir con ello que Kant sólo
elaboró una
teoría del conocimiento (del espacio, del
tiempo, de la sus-
La distinción de las tres Críticas, su sucesión
en el tiempo tancia, de la causalidad, etc.) porque necesitaba demostrar
de acuerdo con el curso de un descubrimiento
progresivo e la necesidad de volver a orientar la
empresa metafísica. Por
incluso imprevisto (48), no deben constituir un
superable para la investigación de lo que puede formar s
obstáculo o el contrario, está muy seguro de que le ha concedido
rés especulativo propio y que ha hecho un inte-
que se aproveche de
unidad profunda (49).
Cuando se ve que la primera define su objetivo como si-
o
sus tenaces investigaciones anteriores de
Mas ello no podría hacernos perder de vista
filosofía de escuela.
que su función
clasemora
gue: «Con vistas a elevar el majestuvbso edificio arquitectónica es la de permitir exponerla dialéctica, es decir,
despejar y afirmar el terreno minado por toda
rías que la razón, en busca de tesoros, excavadoha
de
en él si e la lógica de la apariencia, de la ilusión, de la
se hace juguete desde el momento en
cual la razón
que su uso la extravía
resultado, a pesar de las buenas intenciones,
y que amenazan
la solidez del edificio que se ha de construir» (50), es fácil
en vanos intentos por alcanzar un
conocimiento teórico de
lo suprasensible (52).
Hasta ahí, la crítica no desempeña aún más
que una fun-
néteelle
45) Amnnonce de la proche conclusion dPun traité de paix per-
:
ción de limitación, es «una instrucción
,

en philosophie, 1796, trad. Guillermit, Vrin, pág. 124.


t ó l negativa,
plina, es decir, la coacción que reprime la tendenciauna disei-
(46) Idée d'une histoire universelle, 1784, 6.* proposición, EE constante
que nos lleva a apartarnos de ciertas normas» (53).
L

247) Amnonce...,
Piobetta, pág. 68.
los títulos de dos secciones.
son
. Mas ad-
(48) La primera Crítica excluía la Mosoñía A ceda
fa Mlosottá
aelermindo priori, de hecho excluía igualmente la tercera
«endental ágs, 48 541); negando que el
y sentim (51) Ambos términos se repiten a menudo en la C. R.
ejemplo, en, págs. 307, 308, 453, 508, P., por

PARES
a
(52) «Nuestra laboriosa analítica538, etc.; C. R, prat., pág. 4.
ddr erág. propio
la
ita

métaphysique.
E aplicó hacerla evidente Progrés de
64, nota).
se a
.

en
o del entendimiento sería entera-
mente superflua si no tuviésemos a la vista
conocimiento de la naturaleza.» Prolégoménes, nada más que el simple
(50) C. R, P., pág. 266.
.

(53) C.R.P., pág. 491. $ 44, pág. 111,

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'TXXNMNMXNMMNMNMMXMIMXMXXINXXNXMD ;

30 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 31

quiere «una utilidad positiva, de capital importancia, desde crítica»: «En la especulación se le puede negar la realidad
el momento en que se está convencido de que existe un uso objetiva al uso suprasensible de los conceptos puros y, sin
práctico, absolutamente necesario, de la razón pura: el uso embargo, reconocérsela con respecto a los objetos de la razón
moral» (54). En efecto, no es tanto la razón, en su función práctica» (58). Así pues, lo mismo que el entendimiento en
propia, como el entendimiento quien legisla para la natura- la primera Critica, es la razón la que, en la segunda, «ve que se
leza comoobjeto de los sentidos, con vistas a un conocimien- le asigna lo que le corresponde como propio: tan sólo para la
to teórico de ésta, en una experiencia posible, y Kant es per- facultad de desear contiene principios a priori» (59); y tam-
fectamente consciente de ello en el prefacio de la tercera de bién, así como la tarea propia del entendimiento consiste en
las Críticas: «Era propiamente al entendimiento, el cual tie- conocer lo que es, la de la razón consiste en dictar lo que
ne su ámbito propio en la facultad de conocer, al que había debe ser.
que instalar, contra todo competidor, en su propiedad segura, Desde ese momento, la crítica ha llevado a término su
aunque única, mediante la crítica, designada de modo gene- función propedéutica con respecto a la metafísica, pues «sólo
ral como Crítica de la razón pura.» Ésta establece que «el hay dos especies de conceptos que sobre la posibilidad de sus
conocimiento de lo que nos representamos mediante el pen- objetos admitan tantos principios diferentes: el concepto de
samiento, la determinación del objeto, exige una intuición. naturaleza y el concepto de libertad» (60). Más aun cuando
Mas en ausencia de la intuición, el pensamiento del objeto «un abismo infranqueable» (61) los separa, sin embargo, es
conserva sus verdaderas y útiles secuencias sobre el uso de en el mundo sensible donde la libertad ha de realizar el fin
la razón por el sujeto; pero ese uso no tiene como fin la de- que le imponen sus leyes; «la naturaleza ha de poder pen-
terminación del objeto y, por consiguiente, el conocimiento, sarse de tal modo que la legalidad de su forma coincida al
sino la determinación del sujeto y de su querer» (55). menos con la posibilidad de los fines que deben ser realizados
En esas condiciones, un concepto resulta entonces privi- en ella según las leyes de la libertad» (62). La moral, teología
legiado hasta convertirse en «la piedra angular del conjunto pura práctica, no puede descuidar la posibilidad de sus fines
del edificio de la razón pura» (56): el concepto de libertad. en el mundo, «tanto por lo que se refiere a las causas finales
La primera Crítica había establecido que la libertad era po- que en ella se dan, como también por lo que se refiere a la
sible, aunque sólo problemáticamente podía establecer su relación de conveniencia que hay entre la causa suprema del
concepto. La segunda «descubre los medios de probar que esa mundo y un sistema de todos los fines concebidos como su
propiedad pertenece, de hecho, a la voluntad humana»; mues- efecto; por lo tanto, no deberá descuidar la teología natu-
tra que la razón, con tal de que sea pura, es decir, a la inversa ral, como tampoco la posibilidad de una naturaleza en ge-
del entendimiento en su función de conocimiento, libre de toda neral» (63). Ésta última tiene su fundamento en el entendi-
limitación empírica, puede ser incondicionalmente práctica; miento, como lo mostró la primera Crítica, en forma de leyes
en suma, que establece que hay una razón pura práctica (57). universales. Mas las leyes empíricas particulares conservan
Manifestada por la ley moral («tú debes, luego tú puedes»), en ellas algo indeterminado por las leyes universales. Por lo
la libertad está, en adelante, comprobada en su realidad, si- tanto, es necesario que sea posible un sistema de la experien-
gue siendo aún incomprensible; no penetramos más en su cia según esas leyes particulares, aunque la unidad de la
naturaleza, pero conocemos a priori su posibilidad, porque
es la condición de la ley moral cuya revelación tenemos en el
respeto y la obediencia. Así queda resuelto «el enigma de la (58) C. R, prat., pág. 3.
(59) C. J., prefacio, pág. 18.
(60) C. J., introducción, pág. 21.
(54) Ibíd., pág. 22. (61) Ibíd., pág. 25.
(55) Ibíd., pág. 143, nota. (62) Ibíd.
(56) C. R. prat., pág. 1. (63) Sur Pemploi des principes téléologiques en philosophie. 1788,
(57) Tbíd. trad. Piobetta, págs. 208-209.
32 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 33

naturaleza según sus leyes empíricas siga siendo enteramente libertad es el único concepto de lo suprasensible que prueba
contingente con respecto al entendimiento. Así se halla indi- su realidad objetiva en la naturaleza, mediante el efecto que
cada la diferencia entre dos funciones de la facultad de juz- puede producir en ella; por lo tanto, estamos en posesión de
gar: en tanto que ésta no haga más que subsumir lo particu- un principio capaz de destinar en nosotros la idea de lo supra-
lar en la naturaleza, bajo lá ley universal, no tiene que pensar sensible y, a la vez, fuera de nosotros, a un conocimiento;
por sí misma esa ley, ya que es el entendimiento quien la verdad es que únicamente en el punto de vista práctico, pero
procura; mas cuando ese universal le falta, es necesario que la filosofía meramente especulativa, que sólo podía dar de
a esa reflexión sobre la inmensa variedad de las formas natu- la libertad un concepto negativo, no podía esperar llegar
rales le dé un principio: el de una finalidad de la naturaleza, a ello» (65).
una apropiación que la naturaleza hace de las facultades de
nuestro espíritu. Por lo tanto, la facultad de juzgar es, con el
entendimiento y la razón, la tercera facultad superior, es de- La revolución copernicana
cir, autónoma (64), de conocer; halla en ella la ley de su ejer-
cicio, los principios a priori para una facultad del espíritu, en «Sólo creemos conocer una cosa mediante la razón.cuando
especial para el sentimiento de placer y de desagrado. Dicho tenemos conciencia de que habríamos podido conocerla incluso
sentimiento se basa, en efecto, en la relación de los objetos si no se nos hubiera ofrecido en la experiencia; así, conoci-
representados con nuestras facultades de conocer, bien sea miento racional y conocimiento a priori son cosas idénti-
que consideremos esos objetos únicamente en su forma sen- cas» (66). La forma superior del conocimiento racional se
sible —juzgamos bellas las formas de la naturaleza que per- alcanzaría mediante la metafísica, que pretende «elevarse
miten un ejercicio libre y armonioso de nuestro entendimien- únicamente por medio de conceptos completamente por enci-
to y de nuestra imaginación—, o bien que los consideremos ma de las enseñanzas de la experiencia» (67). ¿Es legítima
en la unidad racional de las leyes particulares a las cuales semejante pretensión? No se podría afirmar, pretendiendo que
están sometidos —tanto nos desagradaría tropezar con una desde ahora existe una metafísica constituida como ciencia,

A
irreducible diversidad de leyes particulares, como nos agrada y eso es precisamente lo que da lugar a la «pregunta crítica:
reducir a la unidad de un principio la heterogeneidad de las ¿es posible la metafísica ?, pregunta que tampoco podría admi-
leyes empíricas—. Así se halla fundamentada y legitimada tir como respuesta unas objeciones escépticas a ciertos aser-
una visión de la naturaleza bajo la especie de una organización tos de alguna metafísica existente, pues no admitimos aún
de fines ordenados a un fin último, cuya posibilidad de reali- ninguna; la respuesta debe extraerse del concepto aún ente-
zación, con el nombre de soberano bien, la exige la razón ramente problemático de semejante ciencia» (68). El carácter
práctica. Esa naturaleza constituye, en cierto modo, el cauce radical de la pregunta crítica es, en principio, comparable al
de la libertad. La belleza simboliza la acción de esta última, carácter hiperbólico de la duda cartesiana cuando decreta que
ya que libera del atractivo sensible y despierta el interés por tiene por falso todo conocimiento que, desde el momento en
la moralidad; admitiendo, para comprender las producciones que puede volverse dudoso, no podría recibir el nombre de
de la naturaleza, una finalidad, es decir, una causalidad por ciencia, y también es corrmarable a la negativa de Husserl a
conceptos, la facultad de juzgar abre el camino a la voluntad, aceptar para la mathesis universalis el modelo de ninguna
facultad de actuar por principios. «Entre las tres puras ideas ciencia existente.
de la razón: Dios, libertad, inmortalidad (problemas cuya: so-
lución procuran todos los esfuerzos de la metafísica), el de
(65) C. J., $ 91, pág. 276.
(66) C. R. prat., pág. 9.
(67) C. R. P., pág. 18.
(64) C. J., introducción, pág. 42, (68) Prolégomenes, trad. Gibelin, Vrin, pág. 32.
ME
34 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

Sin embargo, aquí hay que tener en cuenta una fuerte


presunción: «En todos los hombres, desde que en ellos la
razón se elevó hasta la especulación, ha habido realmente una
metafísica, e incluso jamás dejará de haberla en eMos» (69);
«incluso cuando todas las demás ciencias juntas desaparecie-
ran en el abismo de una barbarie que devastasetodo, na de-
jaría de subsistir» (70). Es cierto que sólo se puede reconocer
su existencia en el estado de «disposición natural», y que su
«estado de naturaleza», lejos de ser el de una ciencia, es «un
estado de guerra»; lejos de poner de acuerdo a todas las men-
tes, como es el caso de toda ciencia verdadera, es más bien
el «campo de batalla» en el que el enfrentamiento de los
adversarios traduce en realidad un conflicto de la razón con-
sigo misma. ¿Hemos de decir que hay que resignarse a no
ver en ella más que un simple anhelo, del orden de los deseos
vanos, imposibles de satisfacer? No olvidemos que en éstos
se puede descubrir «la consecuencia de una bienhechora dis-
posición de nuestra naturaleza: si para determinarnos a hacer
uso de nuestras fuerzas fuese primeramente necesario que
estuviésemos seguros de que nuestro poder es suficiente para
producir un objeto, la mayor parte de nuestras fuerzas que-
daría sin emplear» (71). Kant explica como sigue la firme
convicción de orden teleolósgico que no cesa de animarlo: la
creación debe tener un sentido, y ha de ser posible descifrarlo;
«toda disposición tomada por la naturaleza es buena para
algún fin, incluso los mismos venenos constituyen también
remedios. Así incluso las objeciones con respecto a aquello de
lo que la razón simplemente especulativa se persuade y se
jacta, es la naturaleza de la razón misma la que nos las pro-
pone; por lo tanto, es preciso que tengan su fin y su destino,
los cuales hemos de guardarnos de despreciar» (72). En de-
finitiva, la hipótesis de una razón falaz no es menos digna de
ser excluida de lo que, para Descartes, lo era la de un Dios
engañador: «¡Cuán pocos motivos tenemos para fiarnos de
nuestra razón si, no contenta con abandonarnos en uno de
los principales objetos de nuestra curiosidad, nos entretiene

(69) C. R.
(70) I Ibíd.,
(71) C. J.,
(72) C. R.
P., pág. 44.
pág. 18
introducción, pág. 26,
P., pág. 510,
nota. A
A
con
EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA

ilusiones para engañarnos por último!» Por lo tanto, po-


demos estar seguros de que «la naturaleza no pudo poner en
vano en nuestra razón esa tendencia incansable que le hace
buscar la huella de la metafísica como si constituyera uno
de sus intereses más considerables» (73).
La presunción cuya fórmula general acabamos de dar, se
especifica así: si hasta ahora la metafísica no ha hallado aún
el camino seguro de la ciencia, si la razón continúa dando
«el espectáculo triste y humillante de un conflicto consigo
misma» (74), es que en alguna parte debe de haber un
«error»; la razón ha debido de extraviarse como consecuencia
de algún «menosprecio». Por lo tanto, hay que intentar volver
a colocarla en el buen camino. Por eso se impone el proyecto
de un «cambio de método». Semejante proyecto es seguro que,
de todas formas, desemboca en la constitución de una ciencia,
pues de suponer (como será precisamente el caso) que la
crítica concluye con la imposibilidad de hallar un estatuto
científico para la antigua metafísica dogmática, con la certeza
de esa imposibilidad, por una correlación necesaria, tendre-
mos la de la posibilidad de una metafísica nueva, aunque ten-
ga que limitarse a ser «la ciencia de los límites de la razón»:
ya que «no puede uno atenerse a la simple disposición natural
para la metafísica, es decir, a la facultad racional misma...,
es necesario que sea posible llegar, en lo que le concierne, a
la certeza, bien sea del conocimiento o bien de la ignorancia,
35

de los objetos, es decir, a pronunciarse, o sobre los objetos en


cuestión, o sobre la capacidad o la incapacidad de la razón
para juzgar algo con relación a ella, y, por consiguiente, a
extender con confianza nuestra razón pura, o a asignarle unos
límites definidos y firmes... Por lo tanto, la crítica de la razón
concluye necesariamente por conducir a la ciencia» (75).
El cambio de método anunciado, que se hizo célebre con
el nombre de revolución copernicana, tiene su principio en la
conjunción de dos paradigmas que, en su función propia «de
advertencia y de modelo», permiten sacar provecho de pre-
cedentes históricos. Uno de ellos es el advenimiento al esta-
tuto científico de «dos conocimientos teóricos de la razón, que

(73) Ibíd., pág. 18.


(74) Ibíd., pág. 508.
(75) C. R. P., págs. 44-45.
36 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 37
deben determinar sus objetos
priori», la matemática y la
a tra manera de conocer los objetos en tanto
física; el otro es el progreso decisivo que le imprimió a la que ese modo de
conocimiento debe ser posible a priori», articulando «el sis-
astronomía la elección de la hipótesis inversa de la que había tema de todos los conceptos y de todos los
comenzado por adoptar, incluso sin ver en ella una hipótesis. principios
refieren a unos objetos en general, sin tener en cuentaque
se
Ambos paradigmas tienen una esencia común que el concepto unos
objetos que fuesen dados». Por esto, la antigua ontología,
designa como paradoja, y la imagen, como inversión. Para- ciencia del ser en tanto que ser, recibe una definición
dójicamente, únicamente cuando la razón se ha desviado de es «la ciencia de las cosas en
nueva:
general, es decir, de la posibi-
una experiencia, junto a la cual parecía natural que procurara lidad de nuestro conocimiento de las cosas, a
instruirse, para volverse hacia sí misma y hacia sus propios priori, indepen-
dientemente de la experiencia», y toma la forma nueva de
recursos, es cuando la matemática y la física salen de una analítica, es decir, de una
prehistoria para convertirse ciencias. Paradoja también
su
«descomposición del poder del
en entendimiento mismo». Ciencia de la relación de nuestro co-
como la inversión del geocentrismo de Ptolomeo cuando Co- nocimiento, no ya con las cosas, sino con la «facultad de
pérnico mejoró la mecánica celeste suponiendo que el obser- conocer»; ahí está, como consecuencia de la inversión
vador terrestre giraba alrededor de los astros inmóviles. Así, nicana de la hipótesis, lo que le vale a dicha ciencia el coper-
califi-
puesto que, admitiendo, como se ha hecho hasta nuestros cativo de trascendental. Y por ello no será
días, que nuestro conocimiento debía de adaptarse a los obje- ya, como antes,
parte integrante de la metafísica, sino que viene a ser su
tos, no se ha conseguido acrecentar el conocimiento inten- facio», una «propedéutica», el «vestíbulo de entrada» «pre-(78),
tando referir a ellos un juicio a priori por concepto, hagamos ya que previamente decide acerca de su posibilidad. Mas
la prueba de la hipótesis inversa: supongamos que sen los precisamente así es como adquiere la forma de una «ciencia
objetos los que deben adaptarse a nuestro conocimiento. La de los límites de la razón», pues descubre
hipótesis puede parecer absurda; pero no perdamos de vista que esta última
sólo puede ejercer su poder especulativo dentro de los límites
la pretensión del proyecto metafísico, que era la de conocer de la experiencia posible y, por consiguiente,
a priori los objetos, es decir, «establecer algo con respecto a
que hay que
renunciar a constituir la metafísica como ciencia de lo
ellos antes de que nos sean dados» (76). Sin duda, podrá supra-
sensible. No por eso deja de abrir el camino a una metafísica
primeramente parecer «extravagante y absurdo» (77) hacer concebida como ciencia del poder legislador de la razón en
del entendimiento humano la fuente de las leyes de la natu- los dos ámbitos en los que ejerce legítimamente
ese poder,
raleza. Mas tampoco se trata de las leyes empíricas de esa en su doble uso especulativo y práctico: el de la
naturaleza y
naturaleza, las que rigen la caída de los cuerpos o el movi- el de la libertad. Así, a la antigua «metafísica
en sentido
miento de los planetas, cuyo descubrimiento es tarea del estricto, la de la razón especulativa», la primera parte de la
físico; se trata, podría decirse, de la legalidad misma de esas nueva metafísica, que acabamos de ver
que se define como
leyes, de las leyes universales que las hacen posibles, por crítica, lleva a sustituirla por una segunda parte designada
ejemplo, del principio de causalidad, el cual enuncia «que como «fisiología racional», es decir, ciencia puramente racio-
todo lo que sucede está siempre determinado de antemano nal de la naturaleza, considerada esta vez
como conjunto de
por una causa, según leyes constantes». los objetos dados. Mas, dirá uno, «¿cómo
Así se descubre el primer ámbito en el que la nueva hipó- puedo, de buenas a
primeras, alcanzar un conocimiento a priori, por lo tanto,
tesis permite constituir la ciencia: el de la facultad de conocer una metafísica, de objetos
que están dados a nuestros sen-
a priori donde «no se puede atribuir a los objetos más tidos y, por consiguiente, a posteriori? ¿Y cómo
que
según unos principios a priori, conocer la naturalezaposible,
es
lo que el sujeto pensante saca de sí mismo»; ciencia de «nues-
de las
cosas y llegar a una fisiología racional? La
respuesta es que
(76) C. R. P., pág. 19.
(17) Ibíd., pág. 143. (18) Por ejemplo, C. R. P., pág. 563. ?
<
DUUUUUVUYYeSS
38

no

La
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

tomamos de la experientia nada más que lo que nos es


necesario para darnos un objeto» (79). De esa metafísica de
la naturaleza, Kant había de dar los Primeros principios en
1786, y el «paso» a la ciencia de la naturaleza iba a ocupar
los últimos años de su vida (Opus postumum).

síntesis, objeto propió de toda la crítica


Cuando, hacia el final de su vida, intenta Kant medirel
progreso que su filosofía le imprimió a la metafísica, estima
que el primer paso se dio con la distinción entre la forma
sintética y la forma analítica del juicio; el segundo, cuando
formuló la pregunta: ¿cómo
cos a
el
son posibles los juicios sintéti-
priori?; y, por último, el tercer paso, cuando formuló
problema de cómo es posible un conocimiento a priori me-
diante juicios sintéticos. De hecho, la introducción de la pri-
mera Crítica designaba ya esa cuestión como «problema ge-
neral de la razón pura»; la necesidad de proceder a la segunda
se impuso desde que el imperativo categórico apareció, en la
obligación moral, como síntesis a priori; la tercera no deja
de poner de relieve que, siendo también el juicio de gusto
una síntesis a priori, el problema propio de la crítica de la
facultad de juzgar pertenece al problema general de la filo-
sofía trascendental. ¿Qué significa exactamente esa síntesis
«objeto propio de toda la crítica»? (80).
El marco más general del problema de la síntesis es el
del conocimiento como progreso, como enriquecimiento del
pensamiento. Si un juicio no hace más que atribuirle al con-
cepto un predicado que descubre en él por análisis, es simple-
mente explicativo. Es sintético si es extensivo, es decir, si
amplía el conocimiento, añadiendo al concepto algo que no
implicaba primeramente. «El término síntesis expresa clara-
mente que al concepto dado debe añadirse algo como subs-
trato, algo más que me permita elevarme con mis predicados
por encima de ese concepto» (81). Ahora bien, «que yo pueda
extender mi conocimiento más allá de un concepto dado, es

(79) C. R, P., pág. 566.


(80) C. R.P., pág. 48.
(81) Réponse a Eberhard, 1790, trad. Kempf, pág. 101.
Y YU YU Yy44Ao Uno.
EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA

precisamente lo que me enseña la extensión cotidiana de mis


conocimientos por medio de una experiencia siempre crecien-
te». Si en ese caso no hay ningún misterio, es porque para
enriquecerme acudo al tesoro de la experiencia. Mas ¿cómo
explicar la progresión de un conocimiento puramente racio-

que poseo, ¿a qué principio debo recurrir?» Sin embargo,


es un hecho que existen conocimientos racionales que no
dejan de progresar por el camino seguro de la ciencia. Así
la matemática pura constituye sin duda el ejemplo de una
especie de partenogénesis de la razón, ya que en ella se halla
«un verdadero derroche de juicios sintéticos a priori» (82):
no deja de descubrir proposiciones nuevas sin recurrir jamás
a la experiencia. Y lo mismo puede decirse de la física pura,
es decir, de la mecánica racional, calificada así precisamente
porque la experimentación es en ella inútil. ¿Cuál puede ser
el secreto de la fecundidad de tales conocimientos a priori?
Cuando extiendo mi conocimiento mediante la experien-
cia, hallo, en ésta, cosas «que aún no estaban pensadas en
mi contepto, pero que veo que están unidas a él» (83). Por
lo tanto, hay una aportación extraconceptual, que es la fuen-
te que enriquece mi conocimiento: es necesario que algo me
sea dado, que yo pueda recibirlo, que se ponga a ser «para
mí», afectándome. «La representación que depende de forma
inmediata de la presencia del objeto» se llama intuición; «la
capacidad de recibir representaciones, gracias a la manera
39

nal? Es preciso que la síntesis se efectúe en él a priori, mas,


en ese caso, ¿de dónde proviene ese «algo más» ?; «para aña-
dir con verdad a lo que ya pienso en los conceptos a priori

en que somos afectados por los objetos», sensibilidad; «la im-


presión del objeto sobre la facultad representativa, en tanto
que somos afectados por ella, sensación» (84). Por lo tanto,
es la especie empírica de la intuición, la que se refiere al
objeto por medio de la sensación, la que hace posible la
síntesis a posteriori. ¿Hay que admitir que únicamente una
intuición a priori permite una síntesis a priori? Mas la ex-
presión
le
parece en primer lugar contradictoria, puesto que
exige a semejante intuición, a la vez, que preceda al objeto

(82) Ibíd., pág.


(83) Ibíd., pág.
(84) C. R. P.,
101.
94.
pág. 53.
0 4... 4Qg€0.0 LPFSL£AOOOsSOASAsA000o9OSsOSosOs.w0£Í QCnLÁQO.€IÍKRIQA.€YQOX/9UM.
40 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA $
EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 41

(en tanto que es a priori) y que lo dé (en tanto que es in- por Locke entre cualidades primarias y cualidades secunda-
tuición). La única forma de suprimir la contradicción es rias, distinción que ya admitía que, por ejemplo, el color de
concebir esa intuición como la forma de la sensibilidad que un Cuerpo era una cualificación relativa a nuestro modo de
haga posibles las impresiones mediante las cuales los objetos percibir, y no una propiedad de la coga tal y como existe en
me afectan (85). sí misma; hay que ir más lejos y decir lo mismo de su exten-
«Dejando a un lado todo lo empírico y lo realmente sen- sión: «Todas las propiedades constitutivas de la intuición de
sible que hay en el espacio y en el tiempo (por ejemplo, un cuerpo dependen de su apgrición (Erscheinung)» (90).
dureza y color de un cuerpo), hallo que el espacio y el tiempo Ése es, en efecto, el término mediante el cual designa Kant
mismo subsisten como seres singulares» (86). Son esos prin- «el objeto indeterminado de la intuición empírica» (91) (que
cipios de coexistencia y de sucesión los que permiten que la se refiere al objeto por medio de la sensación). Queda inde-
matemática se dé intuitivamente lo que piensa de un modo terminado mientras el acto espontáneo del entendimiento no
conceptual, que construya esos conceptos en lez intuición, por lo haya «pensado según la unidad de sus conceptos para
ejemplo, el concepto de recta, describiendo el camino más hacerde él un fenómeno (Phaenomenon)», y puede suponer-
corto de un punto a otro, o el concepto de número, mediante se perfectamente, como ficción, el caso en el que «el enten-
la operación de adición (3=2-+1). dimiento no hallase las apariciones enteramente conformes
Ése es el primer resultado de la revolución copernicana. con las condiciones de su unidad» (92); no por eso dejarían
«Si la intuición tuviera que adaptarse a la naturaleza de los de aparecer. Lo cual significa que hay que reconocer en la
objetos, no veo cómo podría conocerse algo a priori; si, por sensibilidad una fuente propia del conocimiento, en lugar de
el contrario, el objeto, como objeto de los sentidos, se adap- no ver en lo sensible más que algo intelectual confuso, como
tara a la naturaleza de nuestra facultad de intuición, puedo lo hacían Leibniz y Wolff. Esa aparición no tiene nada de
representarme a maravilla esa posibilidad» (87). Posibilidad simple apariencia que pudiera revelarse como ilusoria; es
que nos hace reconocer que «no es la forma del objeto tal y auténticamente la representación de algo que se da al sujeto
como es en sí, sino la forma del sujeto, es decir, de la sensi- como afectándolo, pues sería absurdo hablar de aparición
bilidad, lo que hace posible la intuición a priori» (88). La si no apareciera algo. Mas ello equivale a decir que hay que
dembstración de la idealidad del espacio y del tiempo, obje- guardarse de creer que la representación designa la exis-
tos de esa ciencia de la sensibilidad a priori que Kant llama tencia de una impresión en mí, simple modificación psíquica,
estética trascendental, se resume como sigue: es imposible enteramente subjetiva, y de distinguir la aparición y la cosa
extender el propio conocimiento más allá del concepto sin misma como un contenido de conciencia y una realidad co-
recurrir a alguna intuición y, si esa extensión ha de tener rrespondiente, pues no se trata más que de una misma cosa,
lugar a priori, sin recurrir a una intuición a priori, la cual «el objeto tomado en dos sentidos» (93): en el momento
es, a su vez, imposible si no se la busca en la naturaleza mismo en que mi receptividad sensible me hace presente la
formal del sujeto, y no en la del objeto (89). existencia de la cosa, mi espontaneidad intelectual la piensa
La novedad introducida por esa revolución puede apre- como existencia «en sí», es decir, por ejemplo, como si pu-
ciarse mediante una comparación con las concepciones co- diera hacerse presente de otro modo que en esa sensibilidad
rrientes del racionalismo desde Descartes. Así todo sucede que es propia del hombre. La cosa tomada así, como objeto
como si llevase hasta su extremo la distinción vulgarizada de un puro pensamiento, se llamará noúmeno, como se llama
fenómeno cuando se toma como objeto que aparece. Sería
(35) Prolégomenes, $8 7-10, págs. 42-44.
(86) Réponse 4 Eberhard, pág. 94. (90) C. R. P., pág. 68.
(87) C. R. P., pág. 19. (91) Ibíd., pág. 53.
(88) Progrés de la métaphysique, pág. 19. (92) Ibíd., pág. 103.
(89) Ibíd., pág. 21. (93) Ibíd., pág. 23.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, T. 111.—4
JUSSUSOOAAasasUO|]
42 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 43

absurdo «no admitir cosa en sí o querer considerar fuestra era o no posible satisfacer esas condiciones en metafísica.
experiencia el único modo de conocimiento posible de
como Ése era precisamente el proceso seguido por Hume, quien
las cosas, nuestra intuición en el espacio y el tiempo como sobre todo, para Kant, tuvo el mérito de plantear de forma
la única intuición posible, y nuestro entendimiento discur- decisiva el problema del conocimiento en su forma específica,
sivo como el prototipo de todo entendimiento posible» (94). la de la objetividad, aun cuando él mismo se mostrara inca-
En suma, sería enteramente presuntuoso hacer del hombre, paz de hallarle una solución satisfactoria. Pero, por otra
en este sentido, la única medida de las cosas. En esas condi- parte, sabemos que ése fue el problema central en la elabo-
ciones, el conocimiento de la idealidad del espacio y del tiem- ración de la Crítica. Después de la disertación de 1770, donde
po, en tanto que son formas a priori de la sensibilidad, in- ya se exponía en sustancia la estética trascendental, «me
troduce en un idealismo que, siendo trascendental, es decir, faltaba aún algo esencial..., la clave de todo el enigma de
aplicado a la relación de nuestro conocimiento, no ya con las la metafísica: ¿cuál es el fundamento sobre el que se basa
cosas, sino con la facultad de conocimiento, es perfectamente la relación entre lo que en nosotros se llama representación,
compatible con un realismo empírico que deja fuera de toda y el objeto?; ¿cómo puede mi entendimiento formarse, él
duda la realidad de las cosas. mismo, enteramente a priori, conceptos de las cosas con los
Sin embargo, al dar el tercer paso, es decir, al formular que éstas deben necesariamente concordar?; ¿cómo puede
la pregunta de cómo es posible un conocimiento a priori me- establecer, en cuanto a su posibilidad, principios reales con
diante juicios sintéticos, es cuando la filosofía crítica llegó al los que la experiencia debe concordar fielmente y que, sin
fondo del problema de la síntesis. Según el propio testimonio embargo, no dependen de ella?» (97). Queda aún por espe-
de Kant, dos cosas lo «despertaron de su sueño dogmático». cificar que, cuando Kant abordaba ese problema, estaba ani-
Una es el descubrimiento de las antinomias: «no son las in- mado por dos convicciones que no habían dejado de afirmarse
vestigaciones sobre la existencia de Dios, sobre la inmorta- durante el período precrítico (98): la primera, que la exis-
lidad, etc., las que constituyeron mi punto de partida, sino tencia no es un predicado, el «simple complemento de la
la antinomia de la razón pura: el mundo tiene un comienzo; posibilidad», sino «la absoluta posición de la cosa». Mientras
no hay comienzo, etc., hasta la tercera: hay una libertad en que el racionalismo buscaba lo que podría llamarse «el pa-
el hombre; no hay, por el contrario, ninguna libertad en él, trón» del ser en la penetración de un pensamiento que se
todo es en él necesidad natural; esto es lo que primeramente aclara él mismo, y concedía a la matemática el privilegio
me despertó de mi sueño dogmático y me llevó a la crítica en cuanto a la comprensión del ser, el empirismo lo halla en
misma de la razón, para ponerfin al escándalo de una mani- la impresión que se impone al espíritu. El éxito de la física
fiesta contradicción de la razón consigo misma» (95). La experimental de Newton tuvo, sin duda, mucha parte en la
otra es la lectura de Hume, «que dio a mis investigaciones adhesión de Kant al «principio de Hume de no llevar dog-
en filosofía especulativa una dirección enteramente distin- máticamente el uso de la razón más allá del ámbito de la
ta» (96). Tan diversas parecen en principio esas causas del experiencia posible» (99). La segunda convicción es que la
despertar, que se puede formular una hipótesis sobre la ma- relación física de causa a efecto no se deja reducir a la rela-
nera en que se conjugaron: el escándalo de la antinomia, al ción lógica de principio a consecuencia. «La norma de nuestra
revelar la impotencia de la metafísica para constituirse como razón sólo concierne a la comparación según la identidad y
ciencia, pudo conducir a Kant a interrogarse acerca de las la contradicción. Mas en la medida en que algo es causa, algo
condiciones de posibilidad del conocimiento, a fin de ver si
(97) Carta a M. Herz, 21 febrero 1772.
(98) El opúsculo de 1763 (Essai pour introduire en philosophie le
(94) Prolégoménes, $ 57. concept de grandeurs négatives, trad. Kempf, Vrin), da el más claro
(95) Carta a Garve, 21 septiembre 1798. testimonio.
(96) Prolégoméenes, pág. 13. (99) Prolégomenes, $ 58.
«

44
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LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
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EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 45
se da por otra cosa, y entre esos dos términos resulta impo- tentado con oponer los principios a priori, salidos de la razón,
sible obtener una relación por identidad.» Exactamente sobre a los principios de la naturgleza humana, puestos antes por
ese punto lanzó Hume un «desafío» a lá razón: la «conminó» Hume, el enfrentamiento del racionalismo y el empirismo
a explicar con qué derecho piensa que úna cosa pueda ser habría quedado en el punto en que los Nuevos ensayos lo
de tal naturaleza que, una vez dada, se siga necesariamente habían dejado. Pero precisamente supp Kant mostrar en qué
que otra cosa debe darse también, como lo pretende el con- punto la equivalencia de las hipótesis sobre los principios
cepto de causa. no era más que aparente: no basta con suponer que una
Si Hume condujo a Kant a plantear el problema de la facultad interpreta los fenómenos; hay que explicar que los
síntesis en toda su generalidad, hasta hacer de ella el objeto fenómenos se someten efectivamente a sus procedimientos.
mismo dela crítica, es porque llegó a discernir perfectamente
Podría suceder que «en la serie de los fenómenos no se pre-
que el conocimiento, en su peculiaridad, consistía en la supe- sentara nada que proporcionase a] entendimiento una norma
ración de lo dado: «Pensaba que en log juicios de Cierta para su síntesis y que correspondiera, por consiguiente, al
especie superamos nuestro concepto del objeto. Á esos Juicios
les he dado el nombre de sintéticos» (100). Cada vez que concepto de la causa y del efecto, de modo que ese concepto
fuese enteramente vacío, quimérico y desprovisto de sen-
toco la piedra que veo expuesta al sol, la siento caliente. Pero
tido» (101). Así descubrió Hume la ley de asociación, «en
no me atengo a esa única revelación sensible; afirmo que el
sol es la causa del calor de la piedra. ¿Con qué derecho paso virtud de la cual las representaciones que a menudo se han
así de la conciencia de una sucesión de mis impresiones a la seguido y acompañado acaban por asociarse entre sí, for-
afirmación de una conexión, a la vez lógica (necesaria) y mando una unión tal que, en la ausencia del objeto, una de
real (eficiente), de causalidad? Hume creyó que el funda- esas representaciones haga que el espíritu pase a la otra,

mento de esa superación, que toma la forma de una creencia según una regla constante». Mas, y éste es el punto decisivo,
«esa ley de la reproducción, a decir verdad, simplemente em-
confiada (belief), había que buscarlo en unos principios de
la naturaleza humana: el hábito de asociar mi despertar ma- pírica, supone que los fenómenos mismos están realmente
tinal con la salida del sol me lleva «lentamente», reforzando sometidos a semejante norma, y que lo diverso que hay en
poco a poco el vínculo de asociación, a esperar cada día la sus representaciones forma una serie o yna secuencia confor-
me a determinadas normas; pues, de otro modo, nuestra ima-
aurora. Mas esa explicación plantea dos cuestiones: la pri-
mera es la de saber si procura un fundamento suficiente a ginación empírica jamás tendría nada que hacer que fuese
las proposiciones científicas que se caracterizan como tales conforme con su poder, y se quedaría oculta en el fondo de
por la concordancia que imponen a todas las mentes. Pero la mente, como una facultad muerta y desconocida para no-
esa necesidad y esa universalidad son los dos criterios infa- sotros mismos. «Si el cinabrio fuese unas veces rojo y otras
libles de un modo a priori del conocimiento, cuya fuente es negro; unas ligero y otras pesado... mi imaginación em-
la razón, y no la experiencia. Por lo cual ya Leibniz ponía de pírica jamás podría hallar la ocasión para recibir en el pen-
relieve que el astrónomo, que conoce el fenómeno «por la samiento el pesado cinabrio con la representación del color
razón», en la ausencia de aurora en Nueva Zembla no hallará rojo» (102). Pero aunque Hume percibió bien la dificultad,
la decepción de su espera, sino la confirmación de su previ- no creyó que debía tratarla como tal, y se contentó con decir:
sión. Mas es una segunda cuestión la que dará todo su relieve «He aquí una especie de armonía preestablecida entre el
a la originalidad de la respuesta kantiana: lo sorprendente curso de la naturaleza y la sucesión de nuestras ideas» (103).
y lo que exige explicación no es que espere yo hallar caliente
hubiese
la piedra, sino que lo esté en efecto. Si Kant se con-
(101) Ibíd., pág, 203.
(102) Ibíd., págs. 112-113.
(100) C. R. P., págs. 103. (103) Enquéte, V. A.
y YU UU uso us 9 ,«“uw-<s 'D YU Y YU y uy
46 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 47

Kant lo ca- Por lo tanto, la experiencia no es reducible a una especie


Mas ese recurso a la armonía preestablecida,
lifica severamente de «medicina mucho peor que el mal al
de prueba que se asentase en el sujeto. Hume vio que, como
tal, lo «dado», que el sujeto no podía sino «recibirlo», no con-
que tenía que poner remedio, pues no se puede
reducir a esa
tenía lo que permitiera superarlo en conocimiento, y sólo
armonía esa necesidad objetiva que caracteriza a los puros reconoció en esa superación una auténtica síntesis, el acto
conceptos del entendimiento y a los principios de su aplica- de «poner juntamente», que el sujeto «ha de hacer él mismo»,
ción a los fenómenos» (104). En suma, que aunque Hume la manifestación original de la espontaneidad intelectual: «Ni
vio bien que el conocimiento es síntesis, erró la solución del
problema de la objetividad, porque se equivocó acerca de la pasó por su mente que el entendimiento, mediante sus pro-
pios conceptos, podía ser el creador de la experiencia que le
noción de experiencia. La sensación que representa al objeto ofrece sus objetos» (108). Es a la naturaleza a la que confió
dado en su existencia, y que su unión con la conciencia trans-
forma en percepción, sólo es la materia de la experiencia.
el cuidadocientífico
de establecer la armonía su seno. Mas el cono-
en

«Cuando digo que la experiencia me enseña algo, lo que


cimiento de esa naturaleza
sentación muy distinta: la de
nos propone una repre-
sumisión de todos los
una
tengo a la vista no es nunca más que la percepción que la objetos de la experiencia ciertas leyes. Pero esas leyes
a no
experiencia contiene» (105). En ese concepto es muy ver- existen losenfenómenos, como tampoco estos últimos existen
dad que resulta irreemplazable en su papel de dato: sólo la en sí; lo mismo que éstos sólo existen con relación al sujeto
experiencia puede enseñarme, por ejemplo, que el calor del en tanto que está dotado de una sensibilidad, aquéllas tam-
sol derrite la cera y que endurece la arcilla. Mas lo que Hume poco existen sino con relación al sujeto en tanto que éste
no vio es que «cuando se habla de diferentes experiencias, está dotado de un poder legislador (109). Por lo tanto, no
sólo se trata entonces de otras tantas percepciones que, en hace ninguna falta refugiarse en la hipótesis de una armonía
cuanto tales, proceden de una sola y misma experiencia ge- preestablecida, ya que se ha de reconocer que, lo mismo que
neral. Lo mismo que sólo hay un espacio y un tiempo en los el espacio y el tiempo contienen las condiciones que permiten
que tengan lugar todas las formas del fenómeno,
así tam- la intuición necesaria a la experiencia, los conceptos puros
bién sólo hay una experiencia en la que todas las percepcio- del entendimiento contienen las condiciones del pensamiento
nes estén representadas como hallándose en
conexión com- en
una laexperiencia posible, y que las condiciones que hacen
pleta y conforme con unas normas» (106). Por lo tanto, posible experiencia son las mismas que hacen posibles los
«cuando la cera, anteriormente sólida, se funde, puedo conocer objetos de la experiencia (110). Con lo cual queda condenado
a priori que algo ha tenido que preceder, por ejemplo
el calor el proyecto de una metafísica concebida como un conocimien-
del sol, cuya consecuencia ha sido la fusión, según una ley
enseñanza
to de lo suprasensible, más allá de los límites de la experien-
cia posible. El uso que el sujeto hace de la razón, no pudiendo
constante, aunque, sin embargo, a priori, y sin la
de la experiencia, no pueda conocer de una manera determi- ya referirse al conocimiento, es decir, a la determinación
nada ni la causa por el efecto ni el efecto por la causa». Así, del objeto, debe entonces referirse a la determinación del
«la síntesis de los objetos de la experiencia real que, de sujeto (111).
hecho, es siempre empírica» le ocultó a Hume «el paso del
concepto de una cosa a la experiencia posible, que tiene lugar (108) Ibíd., pág.
106.
a priori y constituye la realidad objetiva del concepto» (107).
(109) Ibíd., pág.
141.
en
(110) Esa identidad fundamental está formulada más de
la C. R. P., por ejemplo, págs. 125-126,
una vez

la science de la nature, (111) C. R, P., pág. 143.


(104) Premiers principes métaphysiques de
1786, trad. Gibelin, Vrin, pág. 19.
(105) Prolégoménes, $ 22, nota pág. 76.
(106) C. R. P., págs 123-124.
(107) Ibíd., pág. 522.
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O 80..)90)..O99.(L CRLCKQq€y9

48

La
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

objetividad práctica
Es tanto más inoportuno hablar de «la moral» de un filó-
sofo, y, por esto, exponerse al riesgo de hacer de ella una
teoría entre otras (bien sea la del filósofo mismo o las de
otros filósofos), cuanto que el fin último asignado a la em-
presa filosófica habrá sido la respuesta a la pregunta
debo hacer? Así sucede en Spinoza, quien, en
bien que sea verdaderamente supremo, hasta llega
nar su ontología como ética; en Descartes,

para quien la única cuestión: ¿qué es

su naturaleza haga o sufra de otro modo que


seres? (112). Mas a ese respecto, el caso de
busca
a

escuela, es, en el fondo, porque fecha el advenimiento de la


crítica, como ya vimos, cuando el descubrimiento de la su-
premacía de la razón práctica. Estima entonces estar en las
cierto porque halló lo que ya es de absoluta

ser. Es decisivo que sean descalificados


los que creen poder hablar de la «moral de
de
necesidad.
tres preguntas que plantea la filosofía tomada en su
cósmico: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer 2, ¿qué
permitido esperar?, se reducen, en definitiva, a una
que las implica a todas: ¿qué es el

antemano
Kant»
nera que él mismo hace constar frente a su primer

tentado proponer a ésta una fórmula nueva. ¿Quién

(112) Teetetes, 174 B.,.


(113) Logique (1800), trad. Guillermit, Vrin,
, ,
de

de que, en efecto, no había pretendido establecer ningún


principio nuevo de la moralidad, sino que tan sólo había
me
Si
06(90.w0p4£2XÉU6.0U£U0.0£U0U060UMU UMSS

¿qué
de

el hombre?, basta
para definir la filosofía, porque significa: ¿qué
conviene que

Kant
los demás
un
desig-
al declarar que
sólo filosofó para andar con seguridad en la vida; en Platón,

está «so-
bredeterminado», podríamos decir. Si, retrospectivamente,
califica de «sueño dogmático» su larga carrera de filósofo de

sentido

cuarta
hombre? (113), es que
éste, en tanto que razón finita, sólo podría existir sobre el
modo práctico de la racionalidad, cuyo conocimiento no es,
por consiguiente, nada más que la conciencia
exacta de su

la
lo

está

todos
ma-
censor,

in-
tendría
la presunción de introducir un principio nuevo y de preten-
der ser el primero en descubrirlo”, ¡como si antes de

pág. 25.
,
él
r
> > á x=
=
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EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA


NE AN

hubiese estado el mundo en la ignorancia o el error general


en lo tocante a la naturaleza del deber! (114).
La sinceridad de Descartes al suponer que tuvo «mucha
suerte» al hallar el único método que fuera hueno para guiar
su razón, es la exacta medida de su convicción de que ese
método no es otra cosa sino el único proceso natural en esa
razón: lejos de que se tratara de agenciar, mediante arti-

a emprender determinados caminos, se trata más bien de


apartar los obstáculos que le impiden avanzar con su propio

in concreto. ¿Habrá que decir que se encarga tan sólo de


S

49

ficio, un dispositivo de normas que la obligaran por la fuerza

paso, tanto si.son los prejuicios de la infancia los que ofus-


can su luz, como si se trata de las cadenas con que los
dialécticos la cargaron inoportunamente. En suma, no hay
ningún esfuerzo que hacer para inventar lo que debería ser
ese proceso; solamente se trata, por difícil que sea, de volver
a lo que naturalmente es. Hay algo que se le puede comparar
en la concepción kantiana de la filosofía práctica: ésta se
asignó como tarea la de formular in abstracto lo que ya es
decir en voz alta y con claridad lo que cada cual se contenta
con pensar confusamente? Así podría creerse, de tomar al
pie de la letra la esperanza anunciada por Kant de ser enten-
dido por el matemático, el cual conoce mejor que cualquier
otro todo el valor de la única formulación exacta de un pro-
blema (115). Sin embargo, la relación inversa importa sin
duda aún más, pues ¿qué sentido podría tener una fórmula
que no estuviese enraizada en una experiencia viva? De hecho,
no sólo la razón humana corriente tiene siempre ante sus
ojos, y emplea como norma de su juicio, el principio que la
filosofía no hace sino formular en forma separada y univer-
sal; sino que es a ella misma a quien unos motivos entera-
mente prácticos (y en modo alguno una necesidad especu-
lativa) la empujan a dar un paso en el campo de la filosofía
práctica, porque es la presa de una «dialéctica natural», pro-
pia de la razón finita: ésta sólo puede mandar, sin tener con-
sideración, a unas necesidades e inclinaciones que, sin em-
bargo, no tiene poder para suprimir. Mas la sabiduría,
que reside mucho más en la conducta que en el saber, si aún

(114)
(115)
C. R. prat., pág. 6.
Ibíd., nota.
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50 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA 2 EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 51

necesita de la ciencia, no es para sacar enseñanzas de ella, mas que si es válida independientemente de las condiciones
sino para procurar acceso y solidez a sus prescripciones. Por subjetivas y accidentales que distinguen a un ser racional
ello, recíprocamente, la filosofía se determina como tarea mo- de otro. Así, lejos de estar limitada a los hombres, vale «para
ral. «En su sentido literal de doctrina de sabiduría, tiene un todos los seres finitos que tengan razón y voluntad, e incluso
para todo ser infinito como inteligencia suprema» (120).
Es
valor absoluto, ya que es la teoría del fin último de la razón lo mismo de hecho
notable que Kant diga exactamente ese
humana, que sólo puede ser único, pues todos los demás fines
deben estarle sometidos o subordinados, y el filósofo práctico de la razón pura, que es la ley moral, y del sistema de la
cabal (es un ideal) es aquel que satisface en sí mismo esa razón práctica: «se sostiene por sí mismo» (121). También
vemos aquí «la filosofía situada en una posición
crítica que
exigencia» (116). Para elevarse a su sentido cósmico, mani- debe estar firme sin tener ataduras ni punto de apoyo, ni
festándose como celo por la sabiduría, la filosofía debe some- Debe suministrar la prueba de su
en el cielo ni la tierra.
terse a la misma coacción que caracteriza al deber en la con-
en

dición humana de la razón finita. No puede hacer otra cosa pureza como guardiana de sus propias leyes, y no como

sino conocer como imperativo lo que la vida humana expe- heraldo de las que le inspira un sentido innato o no sabemos
rimenta como mandato: «La representación de un principio qué naturaleza tutelar» (122).
La dificultad extrema de la posición en que la filosofía
objetivo, en tanto que ese principio es coaccionante para una halla situada por la obligación de proceder a esa doble
voluntad, se llama mandato, y la fórmula del mandato se se

llama imperativo» (117). exclusión de toda revelación trascendente (teología) y de


He aquí por qué es como filosofía práctica como la filoso- toda determinación empírica (eudemonía) toma la exacta me-
fía crítica llena completamente su sentido, hallando, en cierto dida de la condición finita de la razón humana. Cuando Kant
modo, una perfecta adecuación consigo misma. Únicamente analiza (123) las disposiciones originarias de la naturaleza
la segunda Crítica es propiamente crítica de la razón. Si no humana, es decir, «los elementos que forman necesariamente
es necesario proceder a una crítica de la
razón pura práctica, parte de la posibilidad de su ser y las formas de su conexión,
es porque basta con establecer que hay una razón pura prác- requeridas para que sea lo que es», además de la disposición
efectivamente práctica, por el mismo hecho a la animalidad (instintos puramente naturales que no supo-
tica, «pues si es
realidad hace inoperante todo argumento cap- nen en nada la razón), distingue otras dos que tiene gran
prueba su y
cuidado de no confundir: en tanto que ser viviente y además
cioso que impugne la posibilidad de que sea tal» (118). No
ha de ser deducida, es decir, justificada en su pretensión, razonable, el hombre posee una disposición a la humanidad;
el hombre, en tanto que ser razonable y además responsable (pues es-
pues se expone por sí misma al ser finito que es
La conciencia de trictamente sólo en calidad de tal pueden serle imputadas
imponiéndosele a éste incondicionalmente.
la máxima de tu sus acciones), tiene una disposición a la personalidad. Pero
su fe fundamental: «obra de modo que
vo-

luntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio la segunda no está en modo alguno contexida en la primera,
de una legislación universal», es «el hecho de la razón (fac- pues del hecho de que un ser esté dotado de razón, no se in-
tum rationis) que se enuncia así como legislativo en forma fiere aún que ésta sea práctica, es decir, que tenga poder para
originaria: sic volo, sic jubeo» (119). En efecto, para mani- determinar al libre albedrío, de forma incondicional, median-
festar su poder legislador, la razón sólo necesita suponerse a te la simple representación de que su máxima puede ser
sí misma, pues la regla no es objetiva ni tiene valor universal erigida en ley universal. «Podrá suceder que el ser más racio-

(116) Prólogo al libro de Jachmann sobre la filosofía religio- (120) Ibíd., pág. 32.
(121) Ibíd., págs. 47 y 6.
sa, 1800, (122) F. M. M., pág. 145.
(117) F. M. M., pág. 123.
(123) La religion dans les limites de la simple raison, 1793, trad.
(118) C. R. prat., pág. 1. Gibelin, Vrin, págs. 45 y sig.
(119) Ibíd., pág. 31.
O Y VO 0U000 090
EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 53
52 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

: biese «abstraído de los instintos y de la animalidad del


nal del mundo no tenga ni la menor idea de la posibilidad de é hombre» (127). Como toda idea de la razón, supera toda
la ley moral, que ordena de modo absoluto y
una cosa como
da sí misma verdaderamente como el motivo
áE experiencia posible y, por lo tanto, no podría presentarse
se
supremo.
a conocer a
Si esa ley no nos fuese dada en nosotros Mismos,
É empíricamente. Pero lo grave aquí es que se trata de la idea
NCAORD, «de un estado al que el hombre no deja de querer adecuar su
seríamos incapaces de producir otra semejante mediante
algún raciocinio, ni de imponerla al libre albedrío a fuerza estado, bajo simples condiciones empíricas» (128). La idea
de razonamientos; y sin embargo, es esa única ley la que nos
PEA de la razón se degrada en ideal de la imaginación, y la con-
pr
tradicción teórica se hace imposibilidadpráctica. Aunque sean
hace conscientes de la independencia de nuestro libre albe-
drío con respecto a la determinación por todos los demás incapaces de fijar y de definir ese concepto «vacilante y flo-
móviles (por lo tanto, de nuestra libertad) y, por ello, de la tante», los hombres se obstinan en perseguir la felicidad.
Y es que, en efecto, no pueden renunciar a ella, pues «ser
imputabilidad de todas nuestras acciones» (124). No se po- dichoso es necesariamente el deseo de todo ser razonable y
dría afirmar de un modo más claro el vínculo indisoluble
entre la libertad y la facticidad de la ley que la anuncix y
finito, es inevitablemente un principio determinante de la
facultad de desear» (129). Hallándose así en cierto modo
que constituye su única atestación posible, tan indubitable acorralados, los hombres «mezclan la imaginación y los sen-
como incomprensible. Por lo tanto, es esencial intentar com-
tidos al entendimiento», para intentar fijar la imposible ima-
prender en qué sentido expresa esa facticidad la última pa- desear.
labra de la racionalidad para el hombre. gen de lo que necesitarían para no tener ya nada que
Ese ideal de liberación total, de pura autarquía, no es más
La aptitud para la humanidad es la forma física del amor imitación, el
que el reflejo inestable y gesticulante, la en
de sí mismo, el cual pone la razón a su servicio. Esa interfe- razón.
rencia fundamental entre la razón y la naturaleza es necesa- plano natural, de la autonomía, privilegio de la pura
De lo que, en realidad, tienen experiencia los hombres es de
ria, porque el hombre es un ser finito que, como tal, tiene su paso a lo contrario: la heteronomía, pues finalmente,
de-
inclinaciones que satisfacer. La razón se hace aquí meneste- les dicte ideal de vida. «Sólo comparándose
rosa y se manifiesta primeramente como habilidad en el uso
jan que otro su
con los demás se estima uno feliz o desdichado» (130), y en
de los medios que permiten que las inclinacionesalcancen sus
la inclinación a imitar al prójimo, «que obliga a que se deje
fines, cuya diversidad es tal que la razón sólo puede proponer uno conducir servilmente por el simple ejemplo de la ma-
los principios de ese uso de forma problemática. Pero lejos de
enajenarse por completo en esa pura agilidad técnica, ejerce yoría» (131), puede reconocerse la misma «locura» que en
la pasión. A fin de cuentas, nada más relativo que esa su-
su poder de universalidad y de incondicionalidad manifes- puesta norma absoluta: «En todas las épocas de la humani-
tándose como pragmática: todos los hombres se proponen,
dad, lo mismo que en todas las clases sociales de una misma
efectivamente, en virtud de una necesidad natural, un mismo época, tiene lugar una dicha que es exactamente apropiada
fin único que llaman felicidad, y la razón enuncia, en forma
a las concepciones de la criatura y a su adaptación al medio
asertórica esta vez, sus imperativos como norma de pruden-
en que ha nacido y en el que ha crecido» (132).
cia, es decir, «de habilidad en la elección de los medios que Se puede hallar en las profundidades de esta crítica del
conducen al mayor bienestar» (125). El concepto de felicidad,
racionalismo eudemonista una reproducción del famoso tema
«máximo de bienestar posible para todo tiempo, presente y
futuro» (126), es auténticamente una idea, es decir, un con-
cepto propio de la razón, y no del entendimiento que lo hu- (127) C.J., $8 83, pág. 240.
(128) Ibíd., $ 83, pág. 240.
(129) C. R, prat., pág. 24.
(130) Religion, pág. 46.
(124) Ibid. (131) Anthropologie, $ 71.
(125) F. M. M., pág. 128. (132) Memoria de Herder (1785), trad. Piobetta, pág. 124.
(126) Ibíd., pág. 132,
54 LA FILOSOFIA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 55

de Rousseau: el hombre que piensa es un animal depravado. dad natural la que el acuerdo de la especie humana resulte
en
El eudemonismo es, por excelencia, la desventura de la con- completo, otambién que lleváramos a su más alto grado la
dición finita de la razón, que no halla en él ningún provecho, habilidad que la especie humana muestra para alcanzar los
como tampoco la naturaleza halla el suyo. Poniéndose al fines que imagina, sin embargo, hallaríamos que la natura-
servicio de las inclinaciones naturales, la razón conoce así la leza del hombre no es tal que pueda agotarse en la posesión
servidumbre y, de menesterosa, pasa a ser cautiva de las pa- del goce» (136). Como vio Leibniz, «la inquietud es esencial
siones. Está, en efecto, en el principio de éstas, ya que «toda para la felicidad de las criaturas, la cual no consiste jamás
pasión implica siempre en el sujeto la máxima de obrar según en una perfecta posesión que las haga insensibles y como
un fin predeterminado por inclinación» (133). Mas si esta estúpidas» (137).
última viene a imponerse a expensas de todas las demás, el Si la naturaleza del hombre no es así, es precisamente
hecho de «tomar un elemento del fin por el todo, contradice porque posee una aptitud para la personalidad. Esta noción
a la razón en su principio formal»..., lo cual define la pasión puede facilitarnosel acceso a lo que sin duda es lo más difícil
estrictamente como «locura». Así, la inclinación a ejercer de captar en el pensamiento de Kant: la facticidad de la ley
una influencia sobre el prójimo, «la que se aproxima más a la moral para la razón finita del hombre. Si la razón sólo sir-
razón técnica y práctica, es decir, a las máximas de pruden- viese al hombre para aquello de lo cual se encarga el instinto
cia» (134), uniéndose a los principales medios de influencia en los animales, no se ve en qué, el hecho de estar dotado de
sobre el prójimo —el honor, el poder y el dinero—, engendra razón, podría elevar al hombre en valor por encima de la
las locuras de ambición, de dominio y de avaricia. Pasiones animalidad. Muy al contrario, el instinto aparecería como un
que son propiamente la «gangrena de la razón pura práctica», guía más exacto y más seguro. Por lo tanto, es de presumir
enfermedad incurable, ya que «el enfermo no quiere ser cu- que está destinada a una función muy distinta. De hecho,
rado y se sustrae al único principio que podría operar esa «el hombre no es tan completamente animal para ser indife-
curación» (135). Así es como una razón demasiado humana rente a lo que la razón dice en sí misma, y para usar de ésta
se impide a sí misma manifestarse como puramente práctica. como de un simple instrumento para la satisfacción de las
Mas, por otro lado, la racionalidad penetra tan profunda- necesidades propias de un ser sensible» (138). Pero es muy
mente la naturaleza del hombre, que ésta, a su vez, se halla notable que no posea una disposición natural para entender
traicionada por el eudemonismo: la dicha es el fin último «lo que la razón dice en sí misma», sino para someterse a lo
natural del hombre, pero ese fin natural no podría ser el fin que ésta le ordena incondicionalmente. Dejando la metáfora,
de la libertad. Es el fin del hombre, pues, para Kant, con las la personalidad sólo es, en efecto, «la idea de la ley moral
inclinaciones naturales sucede como con las pasiones sucedía con el respeto que le es inseparable» (139). Esa ley le «re-

para Descartes: en sí mismas, todas son buenas, y nada sería vela una vida independiente de la animalidad e incluso del
más equivocado que confundir lo que él mismo asume como mundo sensible en su totalidad». «Eleva al hombre por enci-
rigorismo moral, que no es sino la negativa a hacer de ello ma de sí mismo (como parte del mundo sensible) y lo une
el principio determinante de la acción, con cualquier asce- a un orden de cosas que sólo el entendimiento puede pensar.»
tismo que pretendiera negarles, por principio, toda satisfac- En suma,le revela la libertad, tomada a la vez en su sentido
ción. Mas precisamente porque la felicidad no es el fin de lo negativo de independencia con respecto al mecanismo de la
«principal» del hombre, no podría ser enteramente su fin. naturaleza, y en su sentido positivo de «facultad de un ser
«Suponiendo que redujéramos ese fin a la auténtica necesi-
(136) C. J., 3 83, pág. 240,
(133) Anthropologie, $ 80, pág. 120. (137) Nouveaux Essais, II, 21, 36.
(134) Ibíd., $ 84, pág. 123. (138) C. R, prat., pág. 63.
(135) Ibíd., $ 81, pág. 120. (139) Religion, pág. 47.
—A
A
56 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 57

que está sometido a leyes especiales, las puras leyes prácticas mismo como un hecho. En primer lugar, hay que tener en
dadas por su propia razón» (140). cuenta una«propiedad enteramente particular» de la libertad
Así se halla acentuado hasta el extremo el carácter su- A de la voluntad: ningún móvil puede determivarla a una ac-
pranatural de esa razón «en sí», de la pura razón práctica. ción si el hombre no ha hecho de ese móvil su máxima; «sola-
Y es que el «hecho de la razón» es un hecho parael hombre, mente así es como un móvil, sea el que fuere, puede subsistir
al mismo tiempo que la espontaneidad absoluta de la liber-
no es el hecho del hombre; «a título de datos (data) a priorl
es como la moral alega los principios prácticos que residen
tad» (143). Pero esa particularidad no puede dejar de mani-
de forma originaria en nuestra razón» (141); la ley moral festarse en la sumisión al mandato incondicionado de la ley
«se da a conocer ella misma ordenando de forma, absoluta», y
moral. De hecho, caracteriza propiamente a la obediencia,
la razón práctica es «el poder de determinar incondicional- que es una coacción ejercida por uno mismo, pues solamente
mente al libre albedrío». Descuidar la importancia capital de así es posible unir esa coacción... con la libertad de la vo-
esas fórmulas conduce a traicionar la verdadera significación
luntad» (144). En segundo lugar, «el hecho, gracias al cual
de la autonomía: se le hace sufrir una reducción a lo antro- la razón hace la prueba de que ella es efectivamente práctica
en nosotros, es la autonomía misma, en el principio mediante
pológico viendo en ella solamente el acto de una espontanei-
dad que decreta una especie de pacto de fidelidad a sí misma, el cual determina a la voluntad a la acción» (145). Lejos de
que haya que admitirla como un dato, a la manera del hecho
y haciendo de la dignidad del hombre una propiedad origina-
ríamente unida a su cualidad de ser racional, ya que, a la empírico, es «a título de proposición sintética a priori como
se impone», como lo revela la forma categórica de imperativo
inversa, es precisamente en la autonomía donde Kant ve «el
fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de que toma para el ser racional finito: síntesis, ya que «el hecho
toda naturaleza dotada de razón». Lo que importa no gs tanto de querer la acción no podría derivarse analíticamente de
que uno se dé su ley, sino que uno se someta a la ley que
otro querer presupuesto de antemano, pues no tenemos [no-
uno se da. Seguramente que si uno no se diera
la ley de sotros, los hombres] un querer tan perfecto; a priori, ya que
ningún modo, ello significaría que uno no hacía sino sufrirla, no presuponemos ninguna condición sacada de alguna incli-

al modo en que nuestro ser sensible sufre la de la natura- nación, por lo tanto, de modo necesario, aunque únicamente
objetiva, es decir, bajo la idea de una razón que tuviera pleno
leza, lo que precisamente definiría una heteronomía. No sería
menos absurdo asimilar el cumplimiento del deber a
lasimple
ello
poder sobre todas las motivaciones subjetivas» (146).
Por lo tanto, es muy característico de la condición finita
realización de un proyecto libre del hombre, pues sería
vaciarlo de su contenido sustancial de sumisión a una coac- de la razón que sólo se dé a sí misma la ley en la exacta me-
ción. Verdad es que se trata de un acto, pero de un acto de dida en que se somete a ella: «La voluntad debe considerarse
obediencia: «La dignidad de la humanidad consiste en la como estimando, ella misma, la ley y, precisamente por esa
facultad que tiene de establecer leyes universales, pero con razón, como sometida ante todo a la ley (de la que se la puede
la condición de que ella misma se someta a esa legis- considerar como autora)» (147). Si hay que «mirar como...,
lación» (142). considerar como...», es que debe pensarse una dualidad en
Toda la dificultad está en no sacrificar ni laespontaneidad la unidad (como en ello insiste, en las diversas fórmulas del
de la voluntad, ni la coacción que la ley impone, o también, imperativo, la repetición de la cláusula también o al migmo
eligiendo una formulación más tosca, en comprender de qué
modo puede el hombre darse una ley que se impone a Si
(143) Religion, pág. 42.

m
(144) Métaphysique des moeurs (1797).
(145) C. R, prat., pág. 41.
(140) C. R. prat., pág. 91. (146) F. M. M., pág. 135.
(141) C. R.P., pág. 23. (147) Ibíd., pág. 155.
(142) F. M. M., pág. 170.

o
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—5
58 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 59

tiempo): «una voluntad libre debe poder, al mismo tiempo,


concordar de modo necesario, según las leyes universales, con Conclusión: el racionalismo crítico
aquello a lo cual tiene el deber de someterse» (148); y, evi-
dentemente, sólo es posible conseguirlo situándose en un pun- «Cuando la filosofía crítica se ofrece como una filosofía
to de vista: «Todo ser racional debe considerarse como legis- antes de la cual no había aún ninguna filosofía, no se hace
lador, a fin de juzgarse a sí mismo y a sus acciones desde ese más que lo que hicieron, lo que harán y lo que deben hacer
punto de vista» (149). Mas «el horizonte» que descubre ese todos los que construyen una filosofía ateniéndose a un plan
punto de vista no es tanto de naturaleza lógica (del interés propio» (154). No hay que ver ni arrogancia ni escepticismo
del entendimiento) como de naturaleza práctica (del interés en esa afirmación de dos necesidades conjuntas, la una de

de la voluntad) (150). Sin duda alguna que para que el juicio carácter lógico —sería contradictorio que existiesen dos filo-
sofías verdaderas— y la otra de carácter práctico —hay que
práctico pueda decidir si la acción constituye el caso sometido
a la norma, es necesario que el entendimiento dé a la idea de
pensar por sí mismo—. Así se expresa lo esencial del criti-
cismo como verdad de la Aufklárung (155). Kant tuvo la
la razón esa especie de esquema que es el «tipo» de la ley
moral: la forma de la legalidad natural. Mas no está ahí «el profunda convicción de trazar una línea que divide las épo-
cas (156) mediante el simple hecho de haber podido sentirse
principio determinante de la voluntad» (151); eso no es más plenamente hijo de su siglo, «un siglo que es esencialmente
que la cláusula de salvaguardia del racionalismo práctico el de la crítica, a la cual es necesario que todo se someta. Al
abriéndose camino entre dos escollos: el de un empirismo pretender comúnmente sustraerse a ella, la religión, en nom-
que, al situar la razón demasiado abajo, se hunde en el eude- bre de la santidad, y la legislación, en nombre de su majes-
monismo, y el de un dogmatismo que, situándola demasiado tad, no hacen sino ofrecer el flanco a una legítima sospecha,
arriba, se pierde en el entusiasmo quimérico. Como vimos, renunciando a aspirar al franco respeto que la. razón sólo
toda la dificultad de la filosofía práctica consiste en que no concede a quien ha podido sostener su libre y público exa-
puede apoyarse ni en el cielo ni en la tierra. «Lo que Ar- men» (157). Aún le faltaba confiar a la filosofía la tarea
químedes exigía sin hallarlo: un punto fijo en el que la razón crítica suprema, aquella sin la cual la Aufklirung se traicio-
pueda apoyar su palanca, no hay que colocarlo ni en el mundo naría, ya que no llegaría a ponerse ella misma en duda. Pues
presente ni en el mundo futuro, sino en su propia idea inte- la razón permanecería «pasiva» si se contentase con esperar
rior de la libertad, la que la inconmovible ley moral le propone que el progreso de la Ilustración se realizase por la mera
como fundamento sólido para poner en movimiento, gracias extensión de los conocimientos, engendrando, a su vez, esa
a sus principios, la voluntad humana misma en su antago- pasividad, la doble ilusión de que ese progreso dependía de
nismo con la naturaleza entera» (152). Pero esa libertad no la felicidad de los hombres y de que esa felicidad era su fin
hay que ponerla entre las «cosas de facto que se pueden cono- último. Así es como, a pesar de su racionalismo que procla-
cer» (153), sino que hay que “colocarla con el mismo título man, los filósofos populares traicionan a la Aufkláirung con
que la ley moral que le da la existencia, y de la cual debe ser su «indiferentismo» respecto a la metafísica, pues creían
conocida.
(154) Principes métaphysiques de la doctrine du Droit, prefacio.
(148) C. R. prat., pág. 161. (155) «Pensar por sí mismo quiere decir buscar en uno mismo, es
(149) F. M. M., pág. 158. decir, en la propia razón, la piedra de toque de la verdad. Y la máxima
(150) Logique, pág. 43. de pensar siempre por sí mismo es la Aufkláarung.» Qu'est-ce que
(151) C. R. prat., pág. 72. s'orienter dans la pensée?, pág. 88.
(152) D'un ton grand seigneur adopté naguére en philosophie, (156) «Hasta la filosofía crítica, todas las filosofías no se distin-
1796, trad. Guillermit, Vrin, págs. 105-106, guen en lo esencial.» Progrés de la métaphysique, pág. 101.
(153) C.J., $ 91. (157) C. R. P., primer prefacio, pág. 6, nota,
IVY GOD P9$PK qCOCeF——q>OÚQO>
60 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA EMMANUEL KANT Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA 61

poderla relegar a las disputas de la escuela, porque «es vano dato incondicional,del cual ha de hacer la ley de su acción
pretender afectar indiferencia para con unas investigaciones para manifestar su libertad.
cuyo objeto no puede ser indiferente a la naturaleza hu- Incluso aunque se hubiera renunciado a buscar en la filo-
mana» (158). Su error consistía en seguir siendo unos «na- sofía de Kant los prolegómenos de la metafísica futura, bien
turalistas de la razón» (159). En efecto, «en todas sus empre- sea porque se dude de que haya de presentarse ésta nunca
sas es donde resulta necesario que la razón se someta a la como ciencia, o bien porque se juzgue que la lectura de
crítica, cuya libertad no podría lesionar mediante ninguna Newton y de Euclides dejó a Kant con una doncepción erró-
prohibición sin causarse daño a sí misma y atraerse sospe- nea o insuficiente de la ciencia, habría que permanecer, sin
chas perjudiciales. No hay nada tan ventajoso ni tan sagrado embargo, atentos al anuncio de una paz perpetua en filosofía,
que pueda escapar a esa inquisición decisiva que no hace nin- del cual se hizo heraldo. Pues bienpuede decirse que «esa paz
guna acepción de personas. Esa libertad llega incluso a fun- armada, que corre pareja con una actividadincesante de la
damentar la existencia de la razón» (160). Pero llegar incluso razón» (163), hace de la filosofía una crítica continuada que
a someter la razón misma a la crítica, es necesariamente nunca habrá terminado de liberar al hombre, ya que «la ra-
plantear la cuestión de la posibilidad
de la metafísica, em- zón humana nunca deja de tender a la libertad» (164) y «la
presa en la que la razón humána nunca ha dejado de tropezar libertad siempre puede franquear el límite que le ha sido
con el enigma de una necesidad que le parece tan irreprimible asignado» (165). Sus adversarios, que pretenden fijarle fron-
como imposible de satisfacer. De modo que la respuesta a esa teras, no ceden jamás, y Kant los ha reconocido perfecta-
cuestión coincide con el conocimiento que el hombre adquiere mente. Son la opresión política, que tiende a privar a los
acerca de su naturaleza de animal racional. hombres de la libertad de exponer sus pensamientos, impi-
Mientras no la haya sometido a la crítica, para tomar la diéndoles que se los comuniquen mediante la palabra o por
exacta medida de su poder de síntesis, independiente de la escrito, y la opresión yeligiosa, que, inculcando en las mentes
experiencia, no conote su razón como humana, y la enajena jóvenes las fórmulas de yn credo, les inspira para siempreel
en tareas que no pueden ser las suyas, desde el momento en temor angustiado de todo examen personal mediante la razón.
que está vinculada a una condición finita: espera de
ella un FE
Pero, de forma aún más penefrante, supo discernir Kant su
conocimiento especulativo de lo suprasensible,
los límites de la experiencia posible, siendo así
más
que sólo
pensarlo como objeto de creencia cuando «el fracaso de su
allá de
puede AR común origen en ese irracionaligmo, que designa lo mismo
como «desvarío de la razón» (166) que como «vértigo de la
libertad» (167), y que consiste en intentar sustituir por un
tendencia a conocer hace nacer el sentimiento de una nece- ER uso sin ley de la razón la gumisión de ésta a la ley que ella
sidad incondicionada, exigida por su uso práctico» (16) ; misma se da. Leibniz ya había dicho que lo que condenaba
adultera el bien supremo, que exige como fin último, cuando a todo irracionalismo al simple «psitacismo» es «hablar con-
busca su realización sensible en la mera naturaleza, bajo la tra la razón, que equivale a hablar contra sí mismo», lo cual
forma de la felicidad, de la cual sólo la razón puede hacerlo condena a ese género de discurso a no ser más que palabras
digno. La crítica, que sólo quiere aquí formular el veredic- sin pensamiento. Incluso supo ver lo que hace posible ese
to de la conciencia moral común, expone que, para alcanzar imposible: «El punto principal de la razón consiste en cono-
esa dignidad, le es necesario someterse a ese hecho
«inevi- cerla y en seguirla» (168). Precisamente en ese «punto prin-
table» (162), mediante el cual se ofrece a él como un man-
(163) Annonce de la proche conclusion d'un tratté de paix per-
pétuelle en philosophie, pág. 117.
(158) Ibíd. .
(164) Qu'est-ce que s'orienter...?, pág. 81.
(159) Prolégomeénes, $ 31. (165) C. R. P., pág. 265.
(160) C. R. P., pág. 507, (166) C. J., pág. 111.
(161) Qwest-ce que s'orienter dans la pensée?, pág. 8l.
' ' .

(167) Qu'est-ce que s'orienter...?, págs. 86-87.


(162) C. R, prat., pág. 56. (168) Nouveauzx essais, L. II, cap. 21, $ 50.
39
E
YU Y90)U<,IIO-eE->OC€$PEq$qp$qp
62 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
peor dificultad y la más
cipal», es decir, que es a la vez lafilosofía crítica es comba-
imperiosa necesidad, es donde la el racionalismo
tida. Contra los que se obstinan en no ver en
así que el
más que una irritante parcialidad, desconociendo la única
único modo de ser racional es querer serlo, y que
mostrar que el
elección libre es la de la libertad, Kant supo sino
hombre no dispone de su razón como de una luz, que se
razón exige de él.
hace libre sometiéndose a lo que esa

BREVE BIBLIOGRAFÍA TI

Principales obras de Kant traducidas al francés J. G. FICHTE


Critique de la raison pure, 1781, 2.* ed. en 1787, trad. Tremesaygues
y Pacaud, París, P. U. F.,
1965. Por ALeExis PHILONENKO
trad. Picavet, París, P. U. F,,
Critique de la raison pratique, 1788, París, Vrin, 1967.
1949, o trad. Gibelin, revisada, Philonenko, París, Vrin,
Critique de la faculté de juger, 1790, trad.
1965.
Nacido Kant,
en 1762 y muerto 1814, Fichte, aún
puede llamarse «el padre de la filosofía
más
en con

Prolégomenes da toute métaphysique future qui pourra se présenter razón que mo-

comme science, 1783, trad. Gibelin,


París, Vrin.
Fondements de la métaphysique des moeurs, 1785,
trad. Delbos, París, derna». Asíesto
es, por lo demás, como lo llamaba Schopenhauer
le rendía un elogio involuntario Lo ue (1).
Delagrave.
quien con
La religion dans les limites de la simple raison,
1783, trad. Gibelin, caracteriza al pensamiento de Fichte es, ante todo, su difi-
París, Vrin, 1952, cultad. Aunque conquistó muy rápidamente la gloria (2)
en Vrin; otros, reunidos con el título de Filosofía
la mayor parte
Numerosos opúsculos fueron traducidos también,de la historia, en
pronto sus lectores se vieron repelidos por la extradrdinaria
Aubier. dificultad de sus escritos y, sobre todo, de los Principios de
Algunos estudios sobre Kant
la Doctrina de la Ciencia (1794). Esa obra, si puede decirse
pura,
aventaja en oscuridad no sólo a la Crítica de la razón
pun-

E
1918 (tomo X de las
PA CassIRER: Kants Leben und Lehre, Berlín, sino también a la Fenomenología del espíritu. Hasta tal
obras editadas por Cassirer). to que el
espíritu de la filosofía de Fichte quedó en parte
pnm>PHILONENKO: L'oeuvre de Kant, 1969.
J. DÉ VLEESCHAUWER: L'évolution de la
.

DELEUZE: La philosophie
1963.
critique de
pensée kantienne, 1939.
Kant (Doctrine des facultés),
desconocido, y en parte determinado por algunos comenta-
dores prestigiosos, Jacobi, Hegel y, sobre todo, Schelling
quien desde 1795 publicó unas exposiciones mucho más els
mn COHEN: Kants Theorie der Erfahrung, 1871;
Begriindung der Etlik,
1877; Begrindung der Aesthetik,de1889.
.

ras (3). Además, puede decirse que desde el origen existe un


la métaphysique, 1929.

E
S HEIDEGGER: Kant et le probleme problema a propósito del pensamiento de Fichte: ¿fueron
J. VUILLEMIN: Physique et métaphysique kantiennes, 1965.
V. DeLBOS: La philosophie pratique de Kant, 1905. Hegel y Schelling lectores fieles de Fichte ?, ¿fueron intérpre-
G. KRUEGER: Critique et morale chez Kant, 1931. 1938.
J. Bonatec: Die Religións philosophie Kants, (1) Citaremos Fichte
Dn 184, 1 a edición de las obras
¡ció

1968.
J-L. Brucn: La philosophie religieuse de Kant,
a en co

y
:

G. Viacuos: La pensée politique de Kant, 1963.


.
Werke, publicadas por
(

por
su hijo J. H. Fichte,

E. WeiL: Problémes kantiens, 1963, a A SS08 ess Tenas Nachgelassene Werke, publicadas
R. Lauth a
ración Ha ue icació
una
1

E
. H.
, ,

realizada
.
Fi

por
X. LÉoN: Fichte
r. temps, París, 1922-1927, l,
et son t.
pie.
16
(3) Véase aquí nuestro estudio sobre Schelling.
—"

35E5
a

64

tes
sus
pone
a KA "RT OM

LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

exactos?, y por consiguiente, ¿estuvieron bien fundadas


Críticas del pensamiento de Fichte? Es problema que
en tela de juicio la idea tradicional de la continuidad del
idealismo alemán (4). Cada vez más, se piensa que el idea-
lismo alemán no fue una línea recta que iba de Kant a Hegel.
La obra de Fichte coincide en cierta medida con su vida.
Nacido de padres pobres, Fichte pudo seguir sólidos estudios
gracias a un filántropo (5), pero cuando llegó a la edad adul-
ta se encontró sin recursos, hasta tal punto que creemos: sa-
ber, por su hijo, que hizo un intento de suicidio (6). Una feliz
coincidencia lo hará célebre. Habiendo escrito, para ganaral-
gún dinero, una Crítica de toda revelación, no esperaba Fichte
eran cosa de esa obra. Pero el libro apareció mal presentado,
en particular sin la guarda y, sobre todo, sin la página que
llevaba el nombre del autor. Además, el escrito se atribuyó,
por consenso general, al propio Kant, y todas las críticas
dieron calurosa acogida a esa nueva joya producida por el
maestro de Kónigsberg. Es de comprender que las cosas no
quedaran ahí, pues pronto fue descubierto el verdadero autor,
que conquistó la celebridad. La obra encerraba en sí misma
una sólida promesa; sólo una mente impregnadade la filo-
sofía trascendental de Kant podía haberla concebido, y era
el resultado del encuentro de Fichte con la Crtica de la razón
práctica, la cual resultó determinante para su pensamiento.
En adelante, Fichte iba a esforzarse por llevar la filosofía
trascendental de Kant a un punto de perfección sistemática
que no había alcanzado (7). En 1794 iba a ser
profesor en Jena, y ésa fue la época de su mayor celebridad.
Pero antes de ser llamado a enseñar filosofía (o más exacta-
mente, «su» filosofía), en F793, un año después de la Crítica
de toda revelación, Fichte había publicado unas Contribucio-
ss

nombrado

nes destinadas a rectificar el juicio del público sobre la Re-


volución francesa. Esta obra que Fichte no se atrevió a pu-
blicar, y que también cosechó un gran éxito, nos muestra
el segundo aspecto del pensamiento fichteano: la política.

(4)
(5)
(6)
Fichte,
(7)
R. KRONER: Von Kant bis Hegel (2.* ed., Tubinga, 1961).
X. Léon: ob. cit., t. l, págs. 33-34,
A. PHILONENKO; La liberté humaine dans la philosophie de
París, 1966, pág. 12.
M. GUEROULT: L'Évolution et la structure de la
.

Doctrine de
.

la Science chez Fichte, París, Estrasburgo, 1930, t. I, págs. 165 y sigs.


:
y

Y
por
puede decirse
una parte,
J. G. FICHTE
:

que lo esencial de su obra está constituido,


por investigaciones de filosofía pura «(la Doc-
trina de la Ciencia)», y por otra parte, por trabajos políticos.
Ambos aspectos del pensamiento de Fichte están muy ínti-
mamente unidos. En muchos aspectos, los Principios de la
Doctrina de la Ciencia están consagrados a hacer posible la
Fundamentación del derecho natural (1796) y fueron prepa-
rados por las Contribuciones. Igualmente existe una íntima
correspondencia entre las investigaciones de 1804 (la Wis-
senschaftslehre) y los célebres Discursos a la nación ale-
mana (1807). En 1799 atravesó Fichte un período decisivo:
fue acusado de ateísmo (8). Es difícil determinar en qué
medida la acusación se dirigía al pensador político (9) o al
teórico del idealismo. Sea como fuere, la acusación era extre-
madamente grave, y Fichte, que pensaba en el exilio, fue
obligado a abandonar su enseñanza en Jena y a refugiarse
en Berlín. Más tarde habían de producirse tres cambios en
su trabajo de escritor y de filósofo; en primer lugar, en lo
que concierne a la filosofía propiamente dicha, Fichte dejó
de publicar sus investigaciones fundamentales (la Doctrina
de la Ciencia, Wissenschaftslehre, designada por Fichte con
la sigla W.-L.), y especialmente los trabajos de 1801 y 1804,
para no dar más que exposiciones fáciles y populares de su
pensamiento (El destino del hombre, 1800; La invitación a la
vida bienaventurada, 1806); en segundo lugar, la expresión
de su pensamiento, incluso en sus obras no publicadas (pero
que Fichte pensaba a veces en publicar, como es el caso de
la W.-L. de 1801), se hizo claramente más religiosa, y existe
un patente contraste entre su primera y su «segunda filo-
sofía» (10); en tercer lugar, Fichte cambió pública y deci-
didamente de opinión acerca de los problemas políticos, y,
como se ve en su artículo dedicado a Maquiavelo como escri-
tor (11), se convirtió en un teórico de la política de la fuerza,
renegando, en parte, de sus primeras convicciones republi-
canas. Después de la acusación de ateísmo,la gloria de Fichte
65

(8) Véase el estudio de X. LÉON, ob. cit., t. l, págs. 518 y sigs.


(9) Carta de Fichte a Reinhold, fechada el 22 de mayo de 1799.
(10) Cfr. E. CAssIrER: Das Erkenntnisproblem in der Philosophie
und Wissenschaft der neueren Zeit, Berlín, 1923, pág. 1911.
(11) Cfr. A. PHILONENKO: Le probléme de la guerre et le machia-
vélisme chez Fichte, en revista Guerres et Paix, 1968/3.
YU UOS yy <<I¿€.FSCCJSOC,
66 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA IA J. G. FICHTE 67

no suplantado en los favores del público


cesaba de decaer; fue A En las Contribuciones —obra de la que Fichte habría de
filosófico, primeramente por Schelling, al que lo opuso una
declarar que constituyó para él el motivo de la génesis de su
amarga polémica, y luego por Hegel. A pesar de sus reso-
nantes Discursos a la nación alemana, sucumbió ante la in- sistema (20) vemos aparecer muchos elementos de la fu-

diferencia general, y su muerte pasó casi inadvertida (12). tura Doctrina de la Ciencia. En primer lugar, destacamos la
La publicación de sus obras póstumas (por la solicitud de idea dialéctica: Fichte concibe el movimiento de la historia
su hijo) (13) no suscitó gran interés, y sólo al comienzo
del humana como la oposición entre el despotismo y la libertad,
entre la monarquía y la república, que tiende a restaurar un
siglo XX fue cuando de nuevo surge la adhesión a su pensa- estado de paz, conciliando los opuestos en la victoria de una
miento. Las publicaciones de F. Medicus y los trabajos magis-
trales de X. Léon (14), de M. Guéroult (15), de E. Lask (16) idea (21). Después hemos de destacar el problema que se
y de G. Gurvitch (17) iban a suscitar una nueva corriente
origina en las Contribuciones. Fichte, preocupado por la idea
de pueblo y por la noción de «voluntad general», de Rous-

A
fichteana que ilustraron muchos trabajos, entre los cuales
seau (22), es llevado a la aporética de la intersubjetividad :
se destaca el libro monumental de J. Dreschler (18).
¿Quémomento del pensamiento de Fichte es el más im- ¿cómo puede una conciencia ser para otra? Idea de la dia-
léctica (en la lucha de la monarquía y de la libertad), pro-
portante? Aunque la mayoría de los intérpretes Se orientan blema de la intersubjetividad —a esas dos ideas se une un
hacia los últimos trabajos de Fichte (y sobre todo hacia la
«hecho»: el fundamental desacuerdo entre Kant y Fichte
Wissenschaftslehre de 1804), puede decirse «que la influencia ante las cuestiones políticas—. Más que los ataques escépti-
histórica, sino la estatura filosófica de Fichte, está para
cos a la filosofía trascendental (Maimón, Enesidemo), y que
siempre unida al período de Jena, a esa enseñanza revolu-
cionaria que señaló una época en el pensamiento humano, y imponían la necesidad de su reconstrucción —más que los
defectos de la filosofía kantiana—, son las cuestiones políti-
especialmente a la Grundlage de 1794» (19). Nosotros vamos cas las que llevarán a Fichte a separarse de Kant. Política
a atenernos más especialmente a ese momento que precede
a la acusación de ateísmo.
y filosofía no pueden disociarse, y la política kantiana es
inaceptable (23). He aquí por qué el problema de la intersub-
(12) X. LÉon: ob. cit., t. II, 2, pág. 285.
jetividad ocupa también un lugar central en el pensamiento
(13) Edición que a menudo no es fiel; los textos fueron corregidos
:

fichteano; sin él no hay política posible. La cuestión de la


de un modo muy dudoso. filosofía (tal como la plantea Fichte en las Lecciones sobre el
(14) Señalemos, además, la gran biografía Fichte et son temps,
.

La Philosophie de Fichte, París, 1902, de X. LÉon. destino del sabio) (24) sé une a la cuestión de la intersubje-
(15) M. GUEROULT, ob. cit.; cfr. también las interesantes introduc- tividad e incluso se expresa en ésta. Admitir la existencia
:

ciones de M. Gueroult a la traducción de la Destination deU'homme, del prójimo es admitir la existencia de un mundo; admitir
por Molitor, París, 1942, y a la de la Initiation a la vie bienheureuse,
por Rouché, París, 1944. la existencia del prójimo es también comprometerse a cons-
(16) E. Lask: Fichtes Idealismus und die Geschichte, en Gesam- truir un derecho y una moral. Por lo tanto, filosofía teórica
. .

méelte Schriften, Tubinga, 1923, t. L


(17) G. Gurvircn: Fichtes System der konkreten Ethik, Tubin-
, :
y filosofía práctica se unen en dicha cuestión. Y esa cuestión
. a, 1924. determina tambiérr el horizonte primordial de la filosofía:
(18) J. DrescuLer: Fichtes Lehre vom Bild (Stuttgart, 1955).
"

Cfr. también D. JuLla: La question de Uhomme et le fondement de la


superando los ensueños metafísicos, debe regresar a la con-
philosophie, París, 1964; L. PareEYSON: Fichte, «Edizioni di Filosofia»,
1950. En general, para la bibliografía fichteana, se consultará el
Bulletin de Uidéalisme allemand, de X. TILLIETTE, en Archives de (20) Cfr, nuestro trabajo: Théorie et praxis dans la philosophie
Philosophie, 1967. Citemos también, en esos mismos Archives, el vo- morale et politique de Kant et de Fichte en 1793, París, 1968, 85 32 y 47.
lumen publicado en 1962 (11.* centenario del nacimiento de Fichte), y (21) SW., t, VI, págs. 93 y sigs.
en el núm. 4 de 1965, el artículo de R. LautH: L'idée totale de
la (22) Théorie et praxis, págs. 191 y sigs.
philosophie d'apres Fichte. (23) Ibíd., $ 67.
(19) X. TILLIETTE, en Archives..., 1967, pág. 578. (24) SW., VI, pág. 302.
y68

obra,
te, una
relativamente
reflexión
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

ciencia común, que cree que existe un mundo, que


derecho y una moral (25). Así, mediante una sola

Y así se comprende ya cómo la filosofía de Fichte no


ser un idealismo soñador que transforme las cosas en ideas,
como, sin embargo, lo entendieron la mayoría de sus
e historiadores. Acerca de la W.-L., no hay contrasentido
mayor que creer que acaba reduciendo la totalidad de
existe a las representaciones del yo, de modo que Fichte
habría enseñado un idealismo. «Pero fueron
vieron en la W.-L. un idealismo dogmático, un subjetivismo o

conciencia), sino un idealismo semántico, es decir, una doc-


trina que muestra que un mundo, un derecho y una moral
son posibles partiendo de la conciencia, que fundamenta su

eS ncia.
el escrito programático de 1794, Sobre el concepto de
la Doctrina de la Ciencia (27), es donde Fichte se propone
desenmarañar las grandes líneas de su
breve,
sobre la
tenía
futuro
un
se halla planteado en su totalidad el problema de la filosofía.

que

que

un individualismo, y el propio Schelling llegó incluso a preten-


der que, para Fichte, cada yo era la sustancia absoluta» (26).
Si así fuese, ¿qué significación habría tenido el
la intersubjetividad? La filosofía de Fichte no es un idealis-
mo ontológico (precisamente el que reduce el a la

que constituir, por una par-


posibilidad de la

do que tenía que estar constituida por una


cada uno de cuyos momentos proporcionaría el punto
tida de una ciencia particular (29), y que
y la abstracción de los contenidos de la lógica
quiere
cuestión,
pudo
lectores
lo
muchos los

problema de
mundo

sistema. Esa

filosofía (creyendo
Fichte que, para evitar los procedimientos dogmáticos, hay
que filosofar sobre el acto de filosofar) (28), y por otra par-
te, que hay que elaborar la estructura de la filosofía,
mostran-
lógica
trascendental,

la
conducían a la lógica formal (30), y por último, que tenía que

A.
1
Es
a París, 1964,
a Ponanor:
0

un
(27)
(28)
(29)
(30)
é

librito,
excelente
philosophie premiére, trad.
FHuvres choisies de
par-
formalización
de
trascendental

la Premiére Introduction a la Doctrine de


Lridéalisme Fichte, París, 1968,
a
41 sigs.

recomendable.
muy
SW., 1, págs. 29 y sigs.
Ibíd., págs. 38 y sigs.
Ibíd., pág. 63.
Ibíd., págs. 66 y sigs.
,
de
6

pág. 98.
o
DPARN
EAS
A
ticas es

errores
cumplió
Y. G. FICHTE

determinar la estructura de los principios sobre los


basarse todo saber. Obrando así, Fichte proyectaba
en un solo bloque la filosofía
recía de unidad, ya que,
kantiana, la cual,
además, cada
un absoluto (31). El proyecto inicial

perdurables,

y de la moral. Usando una expresión que era

la verdad de la conciencia en su modesta

ción del derecho natural) (33) y a la de la mora]


de ética). Si se considera el proyecto de

a
ficación de la conciencia común (34), se ve

dinariamente importante. Lo que Fichte se va a


de percepción (35). Quedándose en un intento de
tar los juicios, la filosofía de Fichte sigue

la conciencia (36). Pero ¿explicó suficientemente


que puede
numerosas
ser una
dudas.
fenomenología? Sobre
En los Principios de la Doctrina de la Ciencia

(31) NW., t. IL, págs. 103-104.

principes
del yo
y

(32) M. GUEROULT, ob. cit., t. l, págs. 163-164.


de la Doctrine de la Science.
que debe
tomar
él, ca-
para
una de las tres Crí-
de Fichte se
hallaba desde ese momento integrado en un objetivo enci-
clopédico (32). Ese escrito programático fue una fuente de
por la sencilla razón de que Fichte no
programa —no se hallará en él una filosofía de
su
las matemáticas ni tampoco de la física— se limitó lo
que le interesaba más que nada: la demostración de la reali-
dad del mundo para nosotros y de la existencia del

muy de su
to, en un sentido, no hizo Fichte lo que había dicho. Ygus-
filosofía se limitó: 1.*, a la filosofía primera, la
a

prójimo,
y, sobre esa base, la demostración de la existencia del derecho

que asegura
experiencia del
mundo; y, 2.”, a la constitución del derecho (Fundamenta-
(Sistema
Fichte, como justi-
que, con relación
Kant, se ha operado un desplazamiento metódico extraor-
justificar no son ya los juicios de experiencia, sinoempeñar
su

en
los juicios
fundamen-
siendo una teoría
trascendental y algo distinto de una psicología filosófica de
Fichte lo
este punto caben

(1794),
constituyen la filosofía primera, ante todo, incluso antesque
la teoría de los principios, absoluto,
de
del no-yo y del

(33) El título completo es Fondation du droit naturel


(34) A. PHILONENKO: La liberté humaine..., págs. 57-59.
(35) Ibíd.
(36) Como piensa COHEN: Kants Theorie der Erfahrung, 3.*
dPaprés

ed.,
Berlín, 1918, pág. 750; del mismo autor: Kants Begriindung der Ethik,
2.* ed., Berlín, 1910, pág. 290.
69

les
)
A
70

yo

a los
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

finito (o divisible), es necesario destacar la estructura de


las demostraciones de Fichte. Dicha estructura es la síntesis
quíntuple. Todo desarrollo se efectúa en cinco puntos. Por
ejemplo, el extenso párrafo 4 de los Principios comprende,
en su primera parte, cinco momentos designados por
letras A, B, C, D, E. La estructura de la síntesis quíntuple
es la siguiente: 1 determina a III, II determina a IV;
están relacionados por la determinación recíproca
de IV,y por lo tanto, se obtiene: 1

didas en dos, forman una

sarrollo triádico
orígenes de la
neoplatónicos y a la
- MI > V IV
>
de

En la idea misma de su sistema (38), Fichte aplica esa es-


tructura tanto en los puntos de detalle (39) como en los de-
sarrollos importantes, como el párrafo 4 de los Principios, en
la concepción misma de una obra (los Principios con su pri-
mera párte, y la segunda y tercera partes, una y otra
síntesis quíntuple). La
las

1 y Il
nl y
16D.
«+

divi-
síntesis
quíntuple es así el hilo conductor estructural de todo el pen-
samiento de Fichte y ocupa en él el mismo lugar que el de-
en Hegel. Como es sabido, Hegel indicó los
estructura triádica aludiendo a los pitagóricos,
doctrina de la Trinidad (40). Los
orígenes de la síntesis quíntuple no son, ciertamente, mucho
más racionales; esa síntesis está muy lejos de ser, como se
ha dicho, una necesidad objetiva (41). No sólo descubrimos
su esquema en una novela probablemente escrita por
en 1788, sino que también se halla en
religión y el deísmo, de 1791,
los
redactados
Aforismos
cuando

seria y detallada debe reconstruir el pensamiento de Fichte


siguiendo ese esquema (43). Como las síntesis quíntuples se

en
Fichte
sobre
Fichte
raba aún cuál sería el contenido de su futura filosofía (42).
De un extremo a otro, la obra de Fichte está dominada por
la síntesis quíntuple, y —quiérase o no— una interpretación
la
igno-

(37) Cfr. J. WIDMANN: La structure interne de la W.-L. de 1804,


Archives de philosophie, 1962; A. PHILONENKO, ob. cit., pág. 97.
(38) M. GUEROULT, ob. cit., t. 1, pág. 333.
(39) FicHTE: CZuvres choisies de philosophie premiere (en ade-
lante citado OCPP.), págs. 45-48,
(41) X. TiLLIETTE, loc. cit., pág. 119.
:

(40) HrEcEL: SW. (Glockner), t. XIX, pág. 566.


a

(42) Gesamtausgabe Nachlassband, 1, págs. 289-290. Más adelante


de vista sobre lo real, etc.
.

distinguirá Fichte cinco épocas en la historia humana, cinco puntos


(43) A M. Gueroult le corresponde el mérito de haber empren-
dido ese camino.
o
ficas» (44).
De acuerdo
en sus menores
con ese
J. G. FICHTE

componen consigo mismas, las obras de Fichte parecen lite-


ralmente calenladas, y el sentido de un pasaje sólo se aclara
verdaderamente colocándolo en la serie de las síntesis a las
que pertenece. «Fichte —escribe X. Tilliette— se inscribe
así en la tradición lógico-matemática de Spinoza y de Leib-
niz, y puede establecerse una fructuosa comparación con los
Elementos de Euclides, con la geometría analítica de Descar-
tes y con la axiomática de Hilbert. La W.-L. procede de un
método de análisis bastante poco usual en las obras filosó-

esquema es como se

en su forma como en su contenido (45), es el yo absoluto; lo


obtengo desde el momento en que observo que la proposi-
ción A = A, que como proposición lógica es un hecho de con-
ciencia (46), no es más que la estructura lógica obtenida
mediante la abstracción operada sobre el primer principio:
yo = yo. Se pasa así de la lógica formal a la lógica trascen-
dental; la norma superior de la lógica formal conduce a la
fundamentación universal de todo saber, el yo absoluto, que
es toda realidad. De ese primer principio dependen los demás
principios: por una parte, el no-yo, que es absoluto en su
forma (— no es = A) (47), pero que, en cambio, está con-
dicionado en su contenido (se trata siempre de A), y por otra
parte, el yo divisible, que resulta de la síntesis de los dos
primeros principios (48). La fórmula de conjunto es, por lo
tanto: «yo opongo en el yo un no-yo divisible al yo divisi-
ble» (49). Ella misma da origen a dos proposiciones: 1.*, el

(44)
(45)
(46)
(47)
(48)
(49)
X. TiLLIETTE, loc. cit., pág. 119.
OCPP., págs. 17 y sigs.
Ibíd., págs. 17-18.
Ibíd., págs. 24 y sigs.
Ibíd., pág. 29.
Ibíd., pág. 30.
Ti

construye, hasta
detalles, la primera exposición de la Doctrina
de la Ciencia. Se trata de justificar el saber y, al mismo
tiempo, de determinar la condición del hombre. En lugar de
partir, como Kant, de un análisis regresivo que asciende de
las estructuras del objeto a las estructuras del entendimien-
to, Fichte partirá de la conciencia y desarrollará genética-
mente su verdad. En la primera parte de los Principios,
Fichte elabora los principios. El primer principio, absoluto
Dl pd uu xr dl Y

Nu) ;
7
7) "y:
y> uy

72 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA J. G. FICHTE 713

22, principio que haga posible la diferencia de la unidad y de la


yo pone el no-yo como
a
limitado por el yo; el yo se pone
sí mismo como limitado por el no-yo. La primera proposi- A diversidad...» (55). Mas al hacerlo así, se da uno precisamen-
ción corresponde a la filosofía práctica (50); es que está
en la base del desarrollo, la que constituye los cimientos para
la teoría de la moral y del derecho. La segunda proposición
la
AN te lo que está en tela de juicio: la
diferencia, la diversidad.
No podemos evocar todas las soluciones (o
sentadas para resolver esa aporía. En primer
no-soluciones) pre-
lugar, puede
sirve de fundamento a la filosofía teórica. a rechazarse abiertamente el problema del paso al
segundo
Mas difícilmente puede irse más lejos en
la Doctrina de la Ciencia sin plantear la cuestión de
de
saber
el desarrollo principio, se puede declarar que, establecido «sin recurrir
la experiencia facticia», «está pura a
y simplemente —abso-
lutamente— postulado, y ello en virtud de la
cómo se puede pasar del yo al no-yo. Pues el yo absoluto es del yo» (56). Las tres primeras proposiciones deautoposición
el tormento de los intérpretes de Fichte 6D.
Fichte declara:
«Todo lo que es, sólo es en tanto que está en el yo, y fuera son entonces deducibles; son tres
la W.-L. no
principios «originarios, inen-
del yo no es nada» (52). ¿Por qué no se la
de la Ciencia en el párrafo 1? Hegel dará unas proporcio-
termina Doctrina gendrados, absolutos» (57); «ninguna filosofía sobrepasa esas
proposiciones a priori, pero toda la filosofía, es decir, el pro-
nes máximas a esa aporía. M. Gueroult, en sus célebres tesis cedimiento entero del espíritu humano, se desarrolla
a partir
sobre Fichte, admitirá que la dificultad es ga- insuperable, de ellas» (58). Si esa interpretación es
exacta, se ve uno si-
rantizando al mismo tiempo la interpretación doctrina de la tuado ante una nueva dificultad: se explica el comienzo
de la
de Fichte como si se tratara de un idealismo subjetivo: «Pero filosofía de Fichte, pero se condena uno a hacer
ininteligible
—cescribe M. Gueroult— lo mismo que Maimón no podía de- su fin; en efecto, partiendo de tales
principios, ¿cómo desem-
ducir del principio de identidad el dato a matemático po bocar, como pretende Fichte, en la filosofía práctica sobre
todo, en la primacía del pensamiento práctico (para ely,cual el
o el dato empírico a posteriori, Fichte no podrá deducir :
la
principio real del yo las determinaciones de conciencia real. yo absoluto no es sino un ideal al que tiende el
yo finito) (59),
El ser sólo puede poseer el ser, la afirmación, a laafirma- dominando el pensamiento especulativo teórico? Recurrien-
ción; falta el medio para ir a no-idéntico» (53).
lo X. Tilliette do a los textos de Fichte se observa: 1.?,
que los dos primeros
principios están construidos por el filósofo; en este sentido
declara que parece que «el proceso dialéctico entorpece
se
no son inengendrados; 2.”, que ambos
incluso antes de desarrollarse. En efecto, si el yo incondi- principios están ela-
cionado es absolutamente todo, no se ve de dónde puede sur- borados a partir de fórmulas que pertenecen a la
lógica
gir el no-yo; y si éste está sacado de la experiencia, o ese (A =A,—A no es =A); y 3.”, que su construcción se operó
rodeo es ilegítimo o la ambición especulativa queda
a
mente destruida» (54). A veces se intenta eludir la dificulta
voluntariamente según las reglas de la lógica general, la cual,
utilizada como órganon, es, según Kant,: siempre «dialéc-
del modo siguiente: El principio supremo del sistema tica» (60) como lo sabía Fichte. Desde ese
«... momento se ve que
—dice B. Bourgeois— sólo es fundamento en tanto que se la transición se efectúa a nivel de
presuposiciones lógicas y
opone a lo fundamentado: esa diferencia entre la unidad que, por una parte, es posible porque es el Filósofo quien va
enunciada el fundamento la diversidad característica de A=Aa—Anoes=A (y no el
por y yo absoluto quien va
del todo a lo que sería otro que no fuese el
del sistema fundamentado debe, a su vez, ser fundamentada,
un segundo
todo), y por otra
parte, que es a priori, ya que precisamente la ley de
es decir, que al primer principio ha de añadirse la iden-

60 CApágs.
Francfort, 1936,
NoLL,
íd., 41-42.
Kants und Fichtes Frage nach dem Ding, .
(55)
(56)
(57)
L.
X.
BourcgoIs, ob, cit., pág. 42.
TiLLierTE, loc. cit., pág. 604.
Ibíd., pág. 603.
(52) OCPP., pág. 22. (58) Ibíd.
(53) M, GUEROULT, ob. cit., t. 1, .
>
pág. 124. (59) OCPP., págs. 24-127.
(54) X. TiLLIETTE, loc. cit., pág. 602. (60) Kant: Kritik der reinen Vernunft (A), pág. 61.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—6
UI
G VOY YD090.U:¿_
74

tidad y

necesidad—,
su

contradicción.
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

contraria

a
priori analíticos. La contra-
son unos a
partida de esta segunda concepción es que se ve uno obligado
a considerar el yo absoluto, con el que se inicia

la idea de un
la Doctrina
de la Ciencia, como una posición imperfecta, incluso como
una ilusión trascendental. Sólo por atenerse
ral, el filósofo se
un yo que es
ve
e

Mas es esa contradicción (que se expresa en el tercer

están llamados a ser sometidos a un análisis que los


a

principio) la que abre el caminode la Doctrina de la Ciencia:


es una contradicción que ha de ser resuelta; ya se ve que
puede uno atenerse a la idea de un yo absoluto, que sería

nosismo, realismo absoluto). Sería necesario combinar los


principios, coordinarlos, para obtener una unidad que
a la vez ideal y real, de tal modo que la
sea un realismo idealista o un
por qué Fichte considera que
idealismo
los tres
verdadera
realista
primeros
(61).
no

realidad (idealismo subjetivo), o de un no-yo absoluto (espi-

de los aspectos dogmáticos que les confiere el uso de la lógica


general. He aquí también por qué Fichte afirma
en el párrafo 5 de la Grundlage de 1794 que el

se presentan, siguiendo

y realismo

na
ea
61)

144.
cuantitativo

Las
(Kant)

OCPP., pág. 146.


Ibíd., pág.
(63) Ibíd., pág. 48,
—en

que,
la

por
el

de objeto y una conciencia de sí, determinando


la segunda—. filosofías el
la
conducido, por una parte, a la idea de
absoluta totalidad, y por otra —con la misma
no-yo que lo

aquí
principios

sentido del yo
absoluto está por fin claro (62). Puesto que en todo error se
halla una parte de verdad, no puede decirse que los tres pri-
meros principios sean absolutamente falsos; pero
lógica general, constituyen una
ilusión trascendental que hay que descomponer. A esa tarea
se aplica Fichte en la segunda parte de los Principios de
1794 ($ 4). Las filosofías que dan al no-yo la preeminencia
se llaman realistas; y Fichte, que las vincula a
de causalidad (63), las llama realismo
mejor de los
realismo reconoce, con el nombre de no-yo, una conciencia

la preeminencia sobre el no-yo se llaman idealistas, y tam-


como

la categoría
cualitativo (Spinoza)
casos,
la
primera a
contrario,
dan al yo
lógica
niega. De ahí

He
gene-

una

toda
fuera
filosofía
purifique
solamente

tales

127: texto decisivo. Cfr. también la nota de pági-


o
o
el
IGOPO
y
E, J. G. FICHTE

bién en ellas hay que distinguir el idealismo cualitativo (Leib-


niz) del idealismo cuantitativo (Maimón) (64) —el idealismo
que se vincula a la categoría de la sustancialidad (65), no es
más válido que el realismo—. Actuando así, la descomposi-
ción de la contradicción contenida en la proposición que re-
sulta del conflicto entre el yo y el no-yo nos lleva a realizar
una dialéctica en la que están descritas todas las posiciones
filosóficas posibles. Así se constituye un verdadero tratado
de los sistemas. Su resultado fundamental es el descubrimien-
to de la posición sintética, que, uniendo a la vez el idealismo
y el realismo, caracteriza al verdadero yo como unidad de la
conciencia de sí y de la conciencia de universo. Y ese yo efec-
tivo es la conciencia temporal. Solamente bajo la forma del
tiempo es como el yo piensa para descubrirse como una cap-
tación del objeto. La verdad del yo y la forma absoluta de la
intencionalidad es la temporalidad. En el movimiento me-
diante el cual el yo opera un cambio recíproco consigo mismo,
uniendo conciencia de sí y conciencia de objeto, se despliega
el horizonte del tiempo. Ese cambio recíproco del yo consigo
mismo quiere reunir lo que no puede ser reunido, y por lo
tanto, estando en conflicto consigo mismo, se reproduce sin
cesar, revelándose así la temporalidad originaria» (66). En-
tonces, al mismo tiempo que aparecía el verdadero yo, por
una parte, el mundo de la metafísica clásica (ya quebrantado
por la dialéctica de los sistemas) se derrumba, y por otra
parte, como intencionalidad, el sujeto se une necesariamente
al objeto, afirmándose por último la verdad de la concien-
cia común.
A partir de ahí, declara Fichte, puede comenzar la ver-
dadera Doctrina de la Ciencia (67). Y primeramente, estan-
do el no-yo comprendido en su posibilidad, se admitirá que
ejerce un choque sobre la actividad del yo (68). La deducción

(64) Véase la descripción fundamental de la oposición de los


temas, OCPP., págs. 61-62,
(65) OCPP., págs. 49 y sigs.
(66) A.- PHILONENKO: La liberté humaine, págs. 283-284, 289 y
sigs.; BOURGEOIS, ob. cit., pág. 85.
(67) OCPP., págs, 104-105: «La Doctrina de la Ciencia debe ser
75

sis-

una historia pragmática del espíritu humano. Hasta ahora sólo hemos
trabajado para poder llegar a ésta; únicamente para poder indicar un
hecho indudable.»
(68) OCPP., pág. 108.
.
E
p
N
/
y
? o]
76 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA Y. G. FICHTE TU
dialéctica autoriza esta suposición (69). La Doctrina de la un mundo en el que finalmente alcanza la suprema realidad,
Ciencia. (segunda parte del párrafo 4 de los Principios) va es la conciencia del prójimo, no ya en
a mostrarnos cómo a partir de ese choque, el yo viviente que
que no-yo, sino en
no-yo convertido, en su realidad, en otro-yo—, es porque ori-
el filósofo observa va a elevarse a la concepción del mundo y ginariamente es deber ser para sí, ideal, yo debo, por lo tan-
de sí. Es la deducción de la representación, o la historia prag- to, razón práctica. Así, la razón teórica se fundamenta en
mática del espíritu humano, la que se descompone en cinco la razón práctica, que recibe una primacía, que es ontológica
momentos: sensación, imaginación, entendimiento (momen- y que, como observaba Kroner, el en sí del saber es así liber-
tos objetivos que corresponden a la construcción del mundo), tad. El verdadero fundamento no está «detrás» del conoci-
y luego juicio y razón (momentos de la construcción de sí). miento, sino «delante» de él (73). Además, no hay que pensar
En esa historia pragmática del espíritu humano hay que en un absoluto, que abre el futuro, en el interior del cual
yo
prestar atención a la estructura del desarrollo: éste es el que se puede constituir el tiempo (74). Lo primero es el proyecto
tomará después Hegel en la Fenomenología del espíritu, y humano. En la Doctrina de la Ciencia se hallan afirmados a
que consiste en la diferencia entre el yo comprometido en la la vez realismo e idealismo; realismo: «Según la Doctrina de
experiencia y el sujeto que observa filosofando (70). La his- la Ciencia, el fundamento último de toda realidad para el yo
toria de la conciencia se acaba cuando, habiendo alcanzado
la razón, se halla al mismo nivel que el filósofo mismo. Al
mismo tiempo se acaba la filosofía teórica, habiéndose con- AIN es una relación originaria de acción recíproca entre el
yO y
algo exterior a él» (75); idealismo: sólo el proyecto del yo lo
abre al choque exterior, y «nada es real para el yo, sin ser
vertido el yo en razón. Pero cuando, para ese yo que, como AS igualmente ideal» (76). Por consiguiente, Fichte describe así
el filósofo, se sabe finito, se plantea la cuestión de su destino
y del significado de su existencia, la filosofía teórica desem-
boca en la filosofía práctica.
LASER la situación de la filosofía: «Que el espíritu finito ha de poseer
algo absoluto fuera de sí mismo (algo en sí) y que, sin em-
bargo, por otro lado, ha de reconocer sólo
que ese ser es para
Ésta está expuesta en la tercera parte de los Principios él (que es un noúmeno necesario); ése es el círculo que el
y comprende dos momentos (por una parte, el $ 5, y por espíritu finito puede extender hasta el infinito, pero sin poder
otra, los $$ 6-11). En el párrafo 5, el yo se comprende en su librarse de él» (P7). Queda por mostrar cómo se revela al
verdad como apertura al ser, al que se propone superar para propio yo el imperativo categórico. Ello constituye el objeto
establecer su identidad consigo (71). El yo debe ser absoluto. de los párrafos 6-11 de los Principios, que, partiendo del sen-
Y el yo absoluto es al fin definido en su autenticidad: es el timiento, explican de qué modo se eleva el yo hasta la ten-
ideal de la conciencia, el deber-ser (72). Lejos de ser una
totalidad acabada y absoluta, el yo es un esfuerzo infinito meras
cr
dencia absoluta, que se expresa mediante el «tú debes incon-
dicionalmente» (78). Es importante observar, por una parte,
(Streben) por realizarse a sí mismo. Y entonces es cuando la continuidad que Fichte establece en el hombre: no hay un
Fichte realiza el descubrimiento verdaderamente revolucio- dualismo radical entre la sensibilidad y la razón, sino que
nario que caracteriza a su pensamiento: si el yo se abre al es la totalidad del hombre la que se expresa como deber; y
ser como temporalidad originaria —construyendo a partir por otra parte, está la significación ontológica del impera-
del choque del no-yo, gracias a la imaginación productora, tivo: es un «yo debo ser». El objeto del deber es la existencia

(69) A, PHILONENKO: Lu liberté humaine, pág. 310. En cambio, (73) Sobre el tiempo y el deber, cfr, A. PHILONENKO: La liberté
no están justificados la presentación de la rosa a la estatua de Con- humaine, págs. 69 y sigs., 337 y sigs.
dillac ni el comienzo de la Fenomenología del espíritu, de Hegel. (74) Ficurte: Nachgelassene Schriften, Berlín, 1938, t. II, pág. 312.
(70) J. VUILLEMIN: L'héritage kantien et la révolution coperni-
.

(75) OCPP., pág. 145,


cienne, París, 1954, págs. 84 y sigs. (76) Ibíd., pág. 146.
(711) OCPP., pág. 143. (77) Tbíd.
(72) Tbíd., pág. 144. (78) OCPP., pág. 176.
78 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
E J. G. FICHTE 79

absoluta. Y las conciencias que componen el orden moral del tarse como una cosa, y Fichte afirma: «Lo que se elige como
mundo (79), uniéndose unas a otras constituyen la construc- filosofía depende así del hombre que se es; un sistema filo-
ción de lo divino. sófico no es, en efecto, un instrumento muerto, que se puede
Muy pronto se vio obligado Fichte a defender su sistema.
,
tomar o dejar según agrade; sino que está animado por el
En 1797, ante la incomprensión que encuentra después de los espíritu del hombre que lo posee» (85). Esta sentencia, una
desaprobado por de las más célebres de la obra de Fichte, ha sido unas veces
tempranos aplausos, sabiendo que va a ser
alabada y otras condenada severamente, como lo fue por
Kant (80), en las dos Introducciones a la Doctrina de la Cien-
cía se propone esclarecer muchos puntos de su sistema. En H. Cohen, quien juzgaba que aquí se sumergía la filosofía en
la biografía (86). En todo eso, una nueva orientación se
primer lugar, Fichte rechaza la idea de «cosa en sí» que los afirmaba en la Doctrina de la Ciencia. La intuición intelec-
kantianos habían entendido como la idea de una realidad que
estuviera totalmente «fuera» de la conciencia. Era una posi- tual no es solamente el saber que el yo tiene de sí en el impe-
ción que Fichte había defendido desde el escrito dedicado a rativo categórico, sino también el saber filosófico del yo, y
Enesidemo. Luego explicita Fichte la naturaleza misma del Fichte había de aplicarse cada vez más al problema del saber
yo y —después de Schelling— desarrolla la idea de intuición (del saber absoluto), que constituye el problema finalmente
intelectual (81). «En la terminología kantiana, toda intui- fundamental de la Doctrina de la Ciencia.
ción —declara Fichte— se aplica a un ser... La intuición
sería así la conciencia inmediata de la cosa en sí...» (82). Fichte había desarrollado las aplicaciones de la Doctrina
Pero la intuición intelectual es algo muy diferente; «la in- de la Ciencia en dos obras: la Fundamentación del derecho
tuición intelectual en el sentido kantiano es una monstruo- natural (1796) y el Sistema de la ética (1798). Ambas obras
sidad» (83); la verdadera intuición intelectual es el saber del componen la filosofía práctica de la Doctrina de la Ciencia
fundada en los Principios, obra de «filosofía primera» (87).
yo en su actividad, la conciencia de sí como deber. «Según
En cambio, no había juzgado bueno desarrollar la filosofía
Kant, ¿no somos conscientes del imperativo categórico?
teórica, estimando que Kant ya había realizado esa tarea en
...

Mas esa conciencia es indudablemente una conciencia inme-


la Crítica de la razón pura y en la Crítica de la facultad de
diata, pero no es sensible. Es exactamente lo que yo llamo
intuición intelectual...» (84). Con ello vemos que la idea de Juzgar, en las cuales trataba de la filosofía física y de la fina-
intuición intelectual en Fichte está muy alejada de la que lidad orgánica.
La primera contribución que Fichte aporta a la filosofía
presentan Kant o Schelling: jamás es la intuición de una
cosa o de un ser (como el yo absoluto de Schelling), sino de
práctica es la separación clara del derecho y la moral. Mien-
una operación viviente y pura en la que el yo se sabe él mismo
tras que la escuela kantiana (y el propio Fichte en 1793) (88)
al mismo tiempo que descubre su destino y su libertad. Es deducía el derecho de la moral, Fichte considera que esos dos
lo que proporciona a Fichte la ocasión de desarrollar un ter- ámbitos deben quedar enteramente separados. El derecho es
el ámbito en el que se enfrentan las voluntades unidas, legíti-
cer punto importante: el hombre no está condenadoa la liber-
tad; puede exigirse como ser libre o, por el contrario, cap- mamente, a las necesidades y a las tendencias sensibles, mien-
tras que la moral se propone la unidad espiritual de las con-
ciencias (89). En su teoría del derecho comienza Fichte por
(79) SW., t. V, págs. 185 y sigs. Cfr. FEUERBACH: SW. (Jodl- deducir la individualidad, mostrando en ella un concepto re-
Bolin), t. IV, pág. 136,
(80) KANT: Gesammelte Schriften (publicada por la Kóniglich
, : a

Preussischen Akademie der Wissenschaften, Berlín, 1922), t. XII,


págs. 370-371. (85) Ibíd., pág. 253.
(81) OCPP., págs. 272 y sigs. Nótese bien: después de Schelling.
. , .
(86) H. COHEN: Kant Begrindung der Ethik, pág. 291.
(82) Ibíd., pág. 278. (87) A, PHILONENKO: La liberté humaine, págs. 98 sigs.
(83) Ibíd. (88) A. PHILONENKO: Théorie et praxis, pág. 117. y
(84) Ibíd., pág. 279. (89) SW., IV, págs. 252-253.
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80 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA J. G. FICHTE 81

cíproco (90), pues el hombre sólo es hombre entre los hom- ponde a la propiedad. En lugar de hacer de la propiedad
bres (91). Sobre el fundamento de la intersubjetividad (dedu- la condición de la ciudadanía, como quería Kant (en Kant,
cible desde que los Principios mostraron la posibilidad de un únicamente el propietario tiene finalmente derecho a ser con-
mundo) se establece la idea de una comunidad en la que a siderado como un ciudadano activo) (95), Fichte hace de la
cada individuo se le asigna la esfera que le permite desarro- ciudadanía la condición de la propiedad, y así se orienta
llarse. De ese modo se orienta Fichte hacia una deducción de claramente hacia una concepción socialista del Estado, con-
la existencia social como expresión primera de la razón. Res- forme a los ideales más avanzados de la Revolución francesa.
pecto a ello se encuentra uno de los pasajes, que es a la vez el Así supera Fichte las tesis individualistas que son propias
más rico y el más discutible de la obra de Fichte. El filósofo de la filosofía kantiana (96). Y por ello, su descripción del
se propone deducir a priori las condiciones de la existencia Estado resulta especialmente impresionafite: Fichte desa-
social del individuo, y, en particular, el cuerpo humano,cuyas rrolla. extensamente la idea según la cual el Estado es una
funciones todas llevan la señal de su destino. La articulación totalidad organizada y que se organiza a.sí misma, una uni-
hace posible la causalidad de la voluntad, la modificación de dad viviente (97). En el ámbito de la política interior, Fichte,
los objetos según un concepto; los órganos de los sentidos, inspirado en el ejemplo del Comité de salud pública, no- duda
en insistir sobre la necesidad de la policía, y el romántico
que condicionan la inhibición del movimiento, y gracias a los
cuales la reacción es, en cierta medida, independiente de la Hegel no dejará de criticar el Estado policiaco inventado
actividad de los demás órganos, expresan la restricción de por Fichte. En cambio, en política internacional se declara
la acción posible que exige la relación de las libertades. En Fichte en favor de un federalismo, conservando a cada Es-
esa deducción justificó Fichte a priori el aire y la luz, lo tado con su soberanía propia, aunque preconiza un ejército
cual iba a causar la risa de sus contemporáneos (92). Mas federal (eine Executionsarmee), lo cual rechazaba Kant (98),
también insistió, cosa menos señalada, en la relación que Sin embargo, la doctrina de Fichte parece carecer aquí de
me permite descubrir la libertad en el prójimo, y debemos
firmeza.
a Fichte una notable página sobre la mirada que me per-
En el Sistema de la ética, Fichte realiza una nueva de-
mite reconocer al hombre como hombre (93). En la mirada ducción del yo, vinculada directamente a la intuición inte-
capto la libertad del prójimo, pues el ojo muestra la libertad lectual. Su objetivo final es la realización de la razón en una
como una nada (94). Mas el cuerpo sólo es la condición pri-
comunidad de seres libres, y la categoría final y decisiva de
mera del derecho; es lo que define al prójimo como un ser
la ética es la idea de un progreso hasta el infinito (99), que
al cual se le debe respeto. Mas esa condición no es suficiente; conduce a las conciencias a unirse en una unidad pura. A la
hace falta otra: es decir, un poder que impone a las dife- idea luterana de unidad de las conciencias, al Ut unum,
rentes voluntades una coacción que las obliga a quedarse Fichte asocia la dinámica de la razón. En ese Sistemade la
en sus propios límites. Sólo puede ser el Estado, fundado por
ética, en el que, después de la deducción general, los deberes
Fichte sobre la idea de voluntad general, que interpreta se distinguen en deberes generales y deberes particulares,

en el mismo sentido que quería Rousseau. Pero Fichte se


observamos, con relación a Kant, un doble progreso. Por una
preocupa también de analizar el pacto social, en el que se
parte, Fichte supera el dualismo de la sensibilidad y la razón,
distingue un triple contrato, cuyo momento esencial corres-
(95) A. PHILONENKO: Théorie et praxis, págs. 59 y sigs,
(90) SW., Il, pág. 47. (96) Cfr, N. WALLNER: Fichte als politischer Denker, Halle, 1926. -

(91) SW., III, pág. 39, (97) SW., IM, págs. 203-204; cfr. VAUGHAM: History of political
(92) SW., IL, pág. 473; cfr. A. PHILONENKO: La liberté humaine,
: . ,
philosophy.
p¿ginas, 54 y sigs. (98) Cfr. A. PHILONENKO: Kant et le probleme de la paix, en
Revue Guerres et Paiz, 1968/1.
(93) SW., III, págs. 83-84. (99) X, LÉon, ob. cit., t. I, pág. 512.
(94) J. VUJLLEMIN, ob. cit., pág. 103.
82 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA J. G. FICHTE 83

o mejor aún, más exactamente comprendido, y de un modo en efecto, con energía, la existencia de Dios fuera de la
un

más vulgar, del alma y del cuerpo. Como ya lo había demos- conciencia y comparable a una verdadera cosa ensí. El Dios
trado la Doctrina de la Ciencia (100), el hombre constituye del propio Kant conservaba, para Fichte, un último vestigio
una unidad indisoluble. La naturaleza y el cuerpo no son de «cosismo»: ¿no era un ser exterior a la conciencia y pos-
obstáculos que encuentra el alma, sino, por el contrario, tulado por ésta? Por el contrario, para Fichte, Dios no era

instrumentos de la moralidad. Así, toda la moral relativa una cosa, ni tampoco un postulado del deber o una hipótesis
al cuerpo consiste en tratar a éste como a un instrumento de que se le relaciona, sino la prescripción de
realización del
la razón, es decir, ya que la razón, comprendida como uni- deber, de la moralidad en el universo, en la cadena infinita
dad de las conciencias, es Dios, como un instrumento de lo de las conciencias (104). Y Fichte volvía contra sus adversa-
absoluto. También le debemos a Fichte esta magnífica fór- rios la acusación de ateísmo. «Su objetivo... —decía— es
mula: «Comed y bebed para gloria de Dios; si esta moral siempre el goce..., no pueden disimular que el éxito de su
os parece demasiado dura y demasiado austera, tanto peor persecución de ese goce depende de algo desconocido que
para vosotros; no hay otra.» Pero, por otra parte, Fichte llaman azar. Ese azar lo personifican y hacen de él su Dios.
supera el formalismo kantiano insistiendo, como lo hará con Su Dios es el dispensador de toda la dicha y de toda la des-
mucha energía en la V conferencia de la Iniciación a la vida dicha entre las criaturas; éste es su carácter esencial» (105).
bienaventurada, sobre el hecho de que cada conciencia está Y añadía: «Un Dios que ha de ser el servidor de los deseos
situada ante «su» deber, deber que sólo a ella pertenece y es un ser despreciable» (106). «Sus adoradores son
los ver-
que le indica su lugar en la historia de las conciencias (101). daderos ateos; carecen absolutamente de Dios, se han forjado
En estas condiciones se comprenderá la interpretación que un ídolo impío» (107). Pero Fichte iba a ser finalmente ven-

Fichte da del mal radical, punto esencial de la doctrina cido. Su filosofía fue deformada por interpretaciones absur-
kantiana. El mal radical sólo puede ser lo contrario del pro- das, reduciéndola a un solipsismo trascendental (además, los
greso, que es la única categoría que puede definir al hombre estudiantes, para demostrarle a Fichte la realidad del mun-
en su totalidad. Así el hombre no será llamado malo en la do, le lanzaban piedras a sus ventanas gritando: «¡ Aquí está
medida en que es un ser sensible, sino en la medida en que el no-yo!»), y no se olvidaba que Fichte había sido el ardien-
es un ser inmóvil, inerte: la pereza, dice Fichte, es el ver- te defensor de la Revolución francesa. El drama de Sócrates
dadero mal radical, innato al hombre, que lo empuja por el se repetía, como se ve leyendo a un tal Schaumann,
el cual
camino de los hábitos, donde se estanca la libertad (102). le reprochaba a Fichte: 1.”, una filosofía nueva, pero que
Contra la pereza sólo existe una única defensa: la educación. conducía al ateísmo; 2.?, una filosofía que constituía un pe-
Y la idea educativa (que animaba ya la Deducción de la re- ligero para el Estado; 3.”, una enseñanza perniciosa para la
presentación en los Principios) se convierte en el motor de juventud. Como ha dicho L. Brunschvicg: «Una vez más
toda la construcción fichteana, que vuelve a hallar entonces Eutifrón habrá vencido a Sócrates.»
la definición del filósofo tal y como lo entendía Lessing: es
el educador del género humano, el sacerdote de la ver- A partir de la acusación de ateísmo (1799), Fichte se pro-
pone justificar su filosofía ante el público, y abandonando
dad (103). el
Entonces, en el momento en que estaba en la cima de lenguaje hermético de los Principios, intenta exponer su pen-
su gloria, es cuando Fichte fue acusado de ateísmo. Negaba, samiento con la mayor claridad. De ahí el escrito de filosofía
popular titulado Sonnenklarer Bericht úber das Wesen der
t100) OCPP., págs. 153 y sigs. (104) SW., t. V, pág. 215.
aun
102)
SW., t. V, pág. 188,
SW., t. IV, págs. 198 y sigs.
(105) Ibíd., pág. 218.
(106) Fbíd., pág. 219.
(103) SW., t. VI, pág. 331. (107) Ibíd., pág. 221.
J. G. FICHTE 85
84 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
situaba en su justo nivel (111), es difícil suponer que haya
neuesten Philosophie (Informe evidente sobre la esencia de entre ellas una ruptura fundamental. Si el mundo de los fe-
la más reciente filosofía) (1801), de ahí el célebre Bestim- nómenos fuese negado, podría hablarse de cambio; pero no
mung des Menschen (Destino del hombre) (1800), que Hegel es negado —solamente se sitúa, como el yo se sitúa ahora
critica en su escrito Fe y saber. En 1801 se propone Fichte con relación a una voluntad que lo supera y de la cual emana,
una nueva construcción de los Principios: la Wissenschaft-
y que es lo absoluto, del cual es imagen, como el mundo, en
slehre de 1801. Y hasta el final de su vida trabajará para su construcción, es imagen del yo—. Sin embargo, sobre un
exponer el fundamento del saber. punto es flagrante el cambio: lo es a propósito del tiempo.
El Destino del hombre ya deja entrever una considerable En la Wissenschaftslehre nova methodo de 1798, Fichte defi-
transformación del pensamiento de Fichte. Verdad es que el ne el tiempo como el «vidrio coloreado» a través del cual
método dialéctico se conserva como se ve en el desarrollo del percibimos las cosas. Del tiempo originario y trascendental
primer libro, titulado Duda. Igualmente, la teoría de la re- se pasa brutalmente a una concepción psicológica que anun-
presentación permanece casi idéntica, y el segundo libro, ti- cia la interpretación que Schopenhauer da de la Estética
tuladó Saber, reanuda los temas de la deducción de la re- transcendental kantiana. Al mismo tiempo emprende Fichte
presentación de los Principios. Finalmente, el último libro, el camino de un idealismo platonizante, si cabe llamarlo así.
Creencia, muestra que el mundo existe para nosotros en Ahí se sitúa verdaderamente la transformación de su sistema.
virtud de un acto de fe que tiene sus raíces en la razón prác- La Wissenschaftslehre de 1801 está en parte dirigida
tica. Por lo tanto, podría pensarse que la filosofía de los contra Schelling y Bardili, quienes pretendían limitar la filo-
Principios se ha mantenido, y en un sentido es exacto. Mas sofía de los Principios a un idealismo subjetivo. Fichte mues-
ha sido superada: más allá del mundo de los fenómenos, de tra que el punto de partida de la Wissenschaftslehre no es
la «vida empírica en el tiempo», la única que reconocía el saber entendido en sentido psicológico, sino el saber puro.
la W.-L. de 1794, se alza un mundo inteligible, en el que se Mas la determinación formal del saber, como tal, es «saber
sitúan las voluntades, mundo espiritual, del que el mundo absoluto». Es decir: «el saber no es lo absoluto, sino que él
sensible sólo es su fenómeno (108). Desde entonces escribe mismo es absoluto como saber» (112). Pues lo absoluto mis-
Fichte: «El mundo suprasensible no es un mundo futuro, mo no es saber, ni tampoco está dado como contenido en
está presente» (109), renunciando así en parte al énfasis del nuestro saber; se presenta «en nuestra conciencia sólo como
futuro que animaba a su primera filosofía (110). Asimismo, forma del saber, y en modo alguno en sí y para sí» (113). El
el vínculo que asegura la cohesión del mundo de los espíritus saber mismo se constituye mediante «una penetración abso-
es una voluntad infinita, que supera a la razón humana,
fini-
del el espí- luta de sí en sí y un ser para sí absoluto» (114). Mas si el
ta, y, por consiguiente, constituye un infinito que
saber consiste en penetrarse, presupone dos elementos que
ritu humano no es más que su emanación. Vemos así que se unifican. Esos dos elementos son el ser y la libertad (115).
Fichte se aparta claramente del humanismo que dominaba No es sólo en el acto libre, que consiste en pensar y en saber,
la primera forma de la Doctrina de la Ciencia, y se encamina en captarse y en penetrarse, donde se realiza el ser-para-sí
hacia una teología cuyo problema fundamental, en 1801 como
que es la esencia del saber. Vuelve a hallarse aquí la primera
en 1804, será el de saber cómola conciencia finita puede ser concepción de Fichte, de una conciencia que es actividad y
conciencia (o saber) de lo absoluto. Teniendo presente Fichte
que se pone libremente. Mas esa concepción va unida ahora
el desarrollo de su filosofía como una superación de sus pri-
meras concepciones, de modo que, sin renegar
de ellas, las
(111) Ibíd.
(112) SW., t. II, pág. 22,
(113) Ibíd., pág. 13.
(108) SW., Il, pág. 307. (114) Ibíd., pág. 19.
(109) Ibíd., pág. 289. 30 y sigs. (115) Ibíd., págs. 23, 32,
(110) A. PHILONENKO: La liberté humamne, págs.
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LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA J. G. FICHTE 87


86

a otra enteramente nueva: el acto libre del saber absoluto Desde ese momento se comprende que la filosofíade Fichte
desarrolle en el sentido de una filosofía de la experiencia
presupone el ser absoluto: «Todo saber presupone además se

de su no-ser —y por la misma razón— su propio ser... y éste religiosa, en la que el filósofo intenta captar la unión íntima
es justamente el objeto de la reflexión. El saber no puede entre la conciencia y lo absoluto del cual ésta emana, y pro-
cura escapar a la idea panteísta que conduce a Spinoza a
producirse sin poseerse ya; y no puede poseerse para sí y
encerrar toda la realidad en Dios. En la Wissenschaftslehre
como saber sin producirse. Su propio ser y su libertad son
inseparables.» «Por lo cual está claro que la reflexión se basa de 1804 (que Fichte considera como su obra final) se intenta
en un ser; es un pensamiento formal libre, pero vinculado un esfuerzo por conciliar el dualismo, necesario para la dis-

con relación al contenido, y he aquí el resultado: si tiene


tinción entre Dios y el mundo, con el monismo que exige la
lugar la libertad formal, que seguramente siempre permane- inteligibilidad absoluta. Fichte se da cuenta de las dificulta-
des de Schelling, y en una carta a Jacobi, fechada el 31 de
ce, y lo mismo no puede ser y realizarse, está absoluta y
marzo de 1804, declara: «Si Schelling cae en lo absoluto,
completamente determinada esa libertad por el ser absoluto,
y en esa vinculación es libertad material» (116). Como se ve,
pierde entonces lo relativo; si cae en la naturaleza, entonces
Fichte vincula ahora el saber al ser y a lo absoluto. Ya no su absoluto desciende propiamente hasta la categoría de las

es el saber la condición del ser, sino que el ser es la condición


setas que crecen en el estercolero de su imaginación...» Con
del saber. Y sin duda que el ser de que se trata en 1801 no eso quedaba dicho todo. Fichte estima que no se debe partir
coincide con el no-yo de 1794, que continúa determinando a de lo absoluto como de un en sí, que es como intenta com-
la conciencia, como se ve en la exposición de 1801, cuya se- prenderlo Schelling en la filosofía de la identidad; pues como
gunda parte intenta mostrar de qué modo, de la unión entre tal nos es inaccesible. Hay que partir del saber que nos es
la reflexión (principio de la divisibilidad,de lo múltiple) y la dado humanamente, y desde ahí realizar una exposición ge-
unidad, salen, por vía de composición, todas las determina- nética de lo absoluto. Esa exposición comprende tres ejes de
ciones que constituyen nuestro mundo en su contenido y su demostración. Por una parte, hay que mostrar el vicio origi-
forma: el espacio, el tiempo, la materia, el sentimiento, la nal del saber humano inmediatamente dado y que consiste
conciencia donde el saber se realiza, la individualidad orgá- en la exteriorización del ser con relación al pensamiento, la

nica, el esfuerzo, principio del movimiento que, en su ser separación irracional de lo real y lo ideal, lo que Fichte llama
reflejo, se convierte en principio de la voluntad, constituyen- la projectio per hiatum irrationalem (119). Por otra parte
do la verdadera sustancia del yo y expresando nuestra rela- —más allá de una dialéctica que opone realismo e idealismo
ción con el universo (117). En ese sentido no se contradice entre sí (120) —, se trata de mostrar genéticamente la uni-
Fichte. Pero la conciencia, las conciencias, no son ya sino el dad de lo ideal y lo real en un absoluto. Ese absoluto lo de-
punto en el que se realiza lo absoluto transubjetivo, de ma- termina Fichte, no ya como «ser absoluto», sino como «inte-
nera que él saber absoluto es el saber de lo absoluto mismo ligencia absoluta». Lo absoluto es lo primero, la condición
(estado de luz). «Pero sólo se llega a ese saber absoluto bajo que precede a toda pluralidad y multiplicidad. Pero lo abso-
la condición del ser absoluto —incluso en el saber mismo; y luto no puede ser, como en Schelling, la indiferencia frente
a la dualidad del pensamiento y el ser, del sujeto y el objeto.
así, seguraménte ese saber es, en sí mismo, el ser absoluto—.
Y así el ser absoluto y el saber están unidos; aquél entra en El sentido de lo absoluto es el de ser saber, y esa «pura inte-
éste y aparece en la forma de saber, haciendo precisamente ligencia es el único punto central y el único principio tanto
a éste absoluto» (118).
del ser como del concepto» (121). Por último, hay que mos-

(116) Ibíd., pág. 68. (119) NW., t. IL, págs. 200-203,


(117) Ibíd., págs. 78 y sigs. (120) Ibíd., págs. 175, 180, 185.
(118) Ibíd., pág. 153. (121) Ibíd., pág. 118.
y y Dd ou ww Dd y uy y wy,
88 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA J. G. FICHTE 39

trar de qué modo se realiza para nosotros el paso de la forma aparente, mezcla de vida y de muerte. El hombre se define
de la conciencia, que es algo cuantitativo, a la forma de lo como la existencia del ser; es el Dasein, como conciencia del
absoluto, que es la unidad cualitativa. Ese paso no es un salto ser, saber del ser que no es él, simple imagen de lo absolu-
directo a lo absoluto, sino que es un movimiento que se rea- to (126). Fichte distingue entonces cinco puntos de vista en
liza progresivamente, por mediación. En efecto, lo absoluto los que el hombre puede estar situado con respecto al ser:
está puesto por oposición. Su antecedente lógico (para noso- 1.?, el que consiste en situar la realidad en el mundo sensible
tros) es el saber real, en el que ser y pensamiento se oponen, o naturaleza; 2.”, el que sitúa la verdadera realidad en una
y es la negación de ese saber, la negación del concepto. De ley que se impone a la libertad: es el punto de vista de la
ahí la idea paradójica que ve en en la unidad pura la des- legalidad objetiva, desarrollado en la primera forma de la
trucción del saber relativo, que en su existencia es su condi- Doctrina de la Ciencia (127); 3.*, el que crea un mundo nuevo
ción de realización, de manera que lo relativo está unido a en el seno del mundo actual: punto de vista de la morali-
la génesis de lo Absoluto: «Lo inconcebible (lo absoluto), en dad; 4.*, el que pone la realidad en Dios y en su manifesta-
cuanto se basa sólo en sí, para llegar a la inteligencia, a la ción: punto de vista de la religión; y 5.*, el punto de vista
conciencia de sí, necesita la previa destrucción del concepto, supremo, que es el de la ciencia, que ve la diversidad salir
y, para que sea posible esa destrucción, es necesario que el de la unidad y reflejarse en ella (128). En este nivel se revela
concepto se haya dado ya... En esa destrucción del concepto la auténtica bienaventuranza, que es el amor de Dios (129).
a la luz de la pura evidencia interior, en la producción de la Puede así juzgarse cuánto ha evolucionado la filosofía de
calidad de inconcebible, consiste la construcción viviente de Fichte. Evolución dialéctica, dirán algunos; transformación
la cualidad pura del saber, de su unidad absoluta» (122). En completa, dirán otros; continuidad, por último —la cuestión
ese punto, la Doctrina de la Ciencia, que hace que la concien- queda sin decidir—. Mas es cierto que en el plano político la
cia finita surja como imagen de Dios, como razón, como ver- filosofía de Fichte también ha evolucionado mucho.
bo de Dios, se aproxima a una doctrina del Logos (123) y, a En 1793 y 1796, Fichte defendía con vigor los ideales de
la vez, con relación a lo absoluto, que supera todas las dis- la Revolución francesa. Después de la abdicación de dicha
yunciones, a una teología negativa (124) que limita el saber Revolución, Fichte se volverá con violencia contra Napoleón
y conserva un sentido crítico. (el hombre sin nombre), que ha traicionado las esperanzas
El sentido religioso de la Wissenschaftlehre de 1804 está de 1789 y que sueña con una monarquía europea. De ahí los
bien manifiesto, aunque Fichte le conceda al saber filosófico célebres Discursos a la nación alemana, de 1807. Esos textos
una primacía sobre la religión propiamente dicha. Falta aún hicieron de Fichte uno de los profetas de la Alemania (que
que su doctrina se convierta en doctrina del amor: «El amor entonces no existía aún como nación propiamente dicha).
de lo absoluto, o de Dios, es el verdadero elemento del espí- Fichte insistía en la misión de Alemania, que debía salvar la
ritu racional, que únicamente en él halla el reposo y la feli- paz europea. Insistía con vigor en el carácter original del
cidad; pero la expresión más pura de lo absoluto es la ciencia, pueblo alemán, que se halla depositado en su lengua (130).
que, como lo absoluto, sólo puede estar animada por sí mis- En los discursos IV, V, VI y VIII, daba Fichte una demos-
ma» (125). El la Iniciación a la vida bienaventurada, de tración de la superioridad del pueblo alemán, el único que es
1806, la filosofía fichteana pretende concordar con el cristia- todo él puro e idealista. Fichte rompía decididamente con el
nismo. La doctrina opone ahora la vida verdadera, que se intelectualismo cosmopolítico de 1793. Y, para afirmar esa
basa en el ser verdadero, al cual nos une el amor, y la vida
(126) J. DRESCHLER, ob, cit., págs. 329-366.
(122) Ibíd., pág. 117. (127) SW., t. V, pág. 467.
(123) G. GURVITCH, ob. cit., págs. 49 y sigs. (128) Ibíd., págs. 498 y sigs.
(124) Ibíd., nota 2. (129) Ibíd., pág. 550.
(125) NW., t. Il, pág. 127. (130) SW., t. VII, págs. 328 y sigs.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, T. 111.—7
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90 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
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J. G. FICHTE
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91

superioridad, el pueblo alemán había de seguir las normas de individual, en un orden ético superior, cuyo contenido está
una nueva pedagogía, inspirada en Rousseau y en Pestaloz- comprendido en estas palabras: salus et decus populi supre-
zi (131). Ante las armas de Napoleón, Fichte declaraba, no ma lex esto» (136). En realidad, Fichte sentenciaba al mismo
sin grandeza: «Lo hemos perdido todo, pero nos queda la edu- tiempo el fracaso del humanismo revolucionario, la futura
cación» (132). apoteosis de Alemania, concebida como nación salvadora
X. Léon quiso mostrar que los Discursos a la nación ale- (idea por demás peligrosa), y la carta de nacimiento de la
mana, lejos de indicar, «como con demasiada frecuencia se Realpolitik. Esas ideas vivían aún, cuando ya hacía mucho
ha creído, una especie de conversión de Fichte al nacionalis- tiempo que se había derrumbado el imperio napoleónico, y el
mo... no son... sino la continuación... de la lucha que no ha- historiador ha de resaltar con tristeza lo poderosas y mortí-
bía dejado de proseguir en pro del reinado de la libertad y feras que fueron, y también de qué modo el nombre de Fichte
del triunfo de la democracia» (133). Quizá pueda defenderse está quizá aún más vinculado a ellas, en el comúnsentir, que
esta tesis sin atribuir, en suma, más que una importancia a los conceptos filosóficos que inventó.
mínima a la exaltación del carácter germánico (según Fichte,
el único capaz de elevarse, por su cultura y su lengua, y por
su reforma religiosa, a la verdadera filosofía); pero hay que BIBLIOGRAFÍA
añadir que, sin embargo, Fichte unió esas opiniones a algu- Obras
nos aspectos amenazadores, a una estrategia política total-
mente opuesta a las teorías del internacionalismo pacifista. Sámmtliche Werke, publicada por J. H. Fichte, Berlín, 1845;
En su escrito sobre Maquiavelo como escritor, Fichte definía Nachgelassene Werke, publicada por J. H. Fichte, Bonn, 1834; Nachge-
lassene Schriften, publicada por H. Jakob, Berlín, 1938. R. Lauth y
así el principio de su política interior: «El principio de la H. Jakob han emprendido la tarea de una gran edición crítica.
política de Maquiavelo, que es también el nuestro, como nos
permitimos añadir sin rubor, lo mismo que el principio de Traducciones francesas
toda teoría coherente del Estado, está contenido en el siguien-
te texto de Maquiavelo: “Quien quiera fundar un Estado y La destination de homme, París, 1942 (trad. Molitor); Initiation
a la vie bienheureuse, París, 1944 (trad. M. Roucher); Wuvres chotsies
darle unas leyes ha de suponer de antemano malos a los hom- de philosophie premiere, que comprenden: Principes de la Doctrine de
bres”...» (134). Ese mismo principio de desconfianza dictaba la Science (1794), Précis de ce qui appartient en propre a la Doc-
también la política internacional que Fichte resumía en dos trine de la Science (1795), Premiere et seconde introductions a la Doctri-
ne de la Science (1797), París, 1964 (trad, A. Philonenko), La théorie de
reglas: «De ahí dos reglas fundamentales. La primera... apro- la Science de 1804, París, 1967 (trad. D. Julia).
vechar, sin pérdida de tiempo, toda ocasión de fortificarse
en la esfera de sus influencias... La segunda: no fiarse jamás
Comentarios
de la palabra de otro Estado» (135). Y Fichte especificaba:
«En las relaciones con los demás Estados, no hay ni ley ni B. BOURGEOIS: L'idéalisme de Fichte, París, 1968.
V. DELBOS: De Kant aux postkantiens, Paris, 1940.
derecho, a no ser el derecho del más fuerte; esto es lo que J. DRESCHLER: Fichtes Lehre vom Bild, Stuttgart, 1955.
justifica el entregar en las manos responsables del príncipe M. GUÉROULT: L'évolution et la structure de la Doctrine de la Science
los derechos de divina soberanía del destino del Gobierno chez Fichte, París, 1930; Introduction a la tradyeción de La Des-
tination de "homme, París, 1942; Introduction a la traducción de
mundial, elevándolo por encima de los preceptos de la moral L'Initiation a la vie bienheurcuse, París, 1944.
G. GURVITCH: Fichtes System der konkreten Ethik, Tubinga, 1924.
D. JULIA: La question de U' homme et le fondement de la philosophie,
(131) Ibíd., págs. 396 y sigs. París, 1964.
(132) Cfr. también pág. 428. R. KRONER: Von Kant bis Hegel, 1, Tubinga, 1921.
(133) X. Lon, ob. cit., t. II, 2, pág. 119.
(134) NW., t. III, pág. 420.
(135) Ibíd., pág. 424. (136) Ibíd., pág. 427.
Y
0900000000000
92 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA .

E. Lask: Fichtes Idealismus und die Geschichte, en Gesammelte

uy ¡pa
Schriften, t. 1, Tubinga, 1923.
"

Fichte 1; 11, 1; t, 11,2, París, cd


.

temps,et son t. t.
NoLL: Kants und Fichtes Frage nach dem Ding, Franefort, ey
"

> La liberté humaine dans la philosophie


PHILONENKO: Fichte, de ]

praxis dans iygames morale politique et


:

París, 1966; Théorie et

J A D'héritage kantien
de Fichte
t et 1793, París, 1968.
en
la révolution copernicienne, Pa-
a

: et
También consultará los Archives de Phalosophie
1964.
ís,

se (núm. e o

II centenario del nacimiento de Fichte; de 1967, Bulletin


núm.
Uidéalisme allemand, de X. TILLIETTE).
In

F. W. J. SCHELLING

Por Alexis PHILONENKO

Nacido el 27 de enero de 1775, Schelling, que moriría


el 20 de agosto de 1854, es, con Fichte, Hegel y Schopenhauer,
una de las grandes figuras del poskantismo (1). Lo
que lo
; distingue es, en primer lugar, su extremada precocidad. Ape-
nas tiene veinte años cuando publica su primera obra: De la
posibilidad de una reforma de la filosofía en general (1794).
¿ Luego, su extraordinaria fecundidad; a partir de 1794, y has-
t ta 1815, publica cada año, o casi cada año, importantes es-
critos, entre los que pueden citarse las célebres Cartas sobre
el dogmatismo y el criticismo (17 95), las Disertaciones dedi-
cadas a la explicación del idealismo de la Doctrina de la
Ciencia (1796-1797), la Introducción a las ideas para una
filosofía de la naturaleza (2) (1797), el Sistema del idealismo
trascendental (1800), la Exposición de mi sistema de filoso-
fía (1801), el artículo Filosofía y religión (1804) y las admi-
rables Investigaciones'sobre la naturaleza de la libertad. hu-
mana (1809). El texto sobre Las divinidades de Samotra-
cia (1815) marca un cambio en la carrera de Schelling;
constituye un apéndice a una gran obra, Las edades del

(1) Cfr, Schellings Werke, publicada Manfred Schróter, Mu-


nich, 1927 (en doce volúmenes, de los cuales por
hay seis tomos principales).
(2) Cfr, K. FISCHER: Schellings Leben, Werke und
Heidelberg, 1923, págs. 357-358, K. Fischer da una listaLehre, 4.* ed.,
los textos dedicados a la filosofía de la naturaleza. La obrametódica de
de Fischer
sigue siendo la exposición de conjunto más completa de la filosofía de
Sehelling. Cfr. también É. BrÉnier: Schelling, París, 1912.
y
94

mundo, de la
que, pesara de
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

que
sus promesas

numerosos, unas veces


de cartas, de proyectos

prete pueden conducirlo


forma
en
(especialmente

no sin amargura iba a ver el éxito

de
sistemáticos,

considerar

se pasó el tiempo cambiando de


a

problemas que se propone variaron por

2
Schelling da Téna,
et

TS v.110En
agil
sigs.
en
una

ensayos, otras

sos, de disertaciones, de críticas y, sobre todo,


A decir verdad, sólo el gusto y el punto
como
de

escrito (5). De ahí una primera dificultad en


central

opinión
acerca
parte
escribió la primeracarta
Schelling sólo
dey
1 de abril de 1826 (¡) a V. Cousin), no fue publicada durante
su vida, lo mismo que el conjunto de
la filosofía de la mitología y
La vida de Schelling iba a
las obras dedicadas a
la filosofía de la revelación.
a
acabar en un clima de decep-
ciones. Después de haber conocido la gloria
treinta años, y también el amor, con
la edad de
hasta
Schlegel
Carolina
(«Dama Lucifer» se la llamaba en el círculo de Schiller) (3),
de Hegel y a perder su
auditorio entre el público filosófico, sin hallar en su segundo
matrimonio todos los consuelos que

lín para combatir la filosofía nacida de la


del espíritu (4), no logró entusiasmar a su

orden sus primeros escritos y a concluir su


Si se examina su obra, se
de Kant, de Hegel o incluso de
muestra
Fichte.
muy
deseado. Cuando,
habría
después de la muerte de Hegel, fue Schelling llamado a
auditorio,
donando la Universidad, dedicó sus últimos años poner en

Como,
muy juiciosamente Jaspers, no hay ningún trabajo
mental; la obra de Schelling
último
a

diferente
en
Fenomenología
y, aban-

sistema.
de

sucesión de escritos muy


es una
las
efecto,funda-
dice

forma
de diálogos, de discur-
de lecciones.
vista del intér-
tal cual
exposición
la
de la filosofía de Schelling. Hay que añadir que «Schelling...
todas las
cosas; y no solamente sus ideas evolucionaron, sino que
los
completo;
ninguna
doctrina, incluso la de Platón aparece a primera vista más
dinámica y más incomprensible» (6). Abundan las contradic-
de
en

(3) K. JasPERS: Schellings Grósse und Verhiingnis, Munich, 1955,


K. FISCHER,ob. cit., págs. 265 sigs. Cfr. Xx. mu Hegel
38.
ágina

y
,

Revue de Méthaphysiqueet de Morale,


(5) K. JAsPERS, ob. cit., pág. 48. Cfr. también las reflexiones
Jaspers sobre la impotencia de Schelling para construir un
L'Odyssée de la
de Schelling, París, 1933, pág. 311.
philosophie
.

conscience
de
sistema,
Ber-

dans la derniére
6
Ml
ES

ces
F. W. J. SCHELLING

ciones, no sólo en la doctrina de las potencias, repetidas ve-


expuesta por Schelling (7), sino también en los juicios que
Schelling emitió acerca de sus propias obras. Tampoco es po-
sible, en una breve característica de su pensamiento, preten-
der hacer otra cosa sino dividir éste en diversos períodos,
esforzándose en mostrar, si no su unidad, al menos su enca-
denamiento (8).
En las Lecciones de Munich, dedicadas a la historia de la
filosofía (1827) —lecciones en las que Schelling medita sobre
su propio sistema antes de combatir el de Hegel (9)—, el
autor nos invita a distinguir en su obra un primer período,
durante el cual fue el comentador de Fichte: «Tenía yo tan
poca prisa —declara Schelling— por construir un sistema
personal, que me contenté, como convenía a la poca edad que
entonces tenía yo, con hacer inteligible el sistema de Fich-
te... Lo que yo buscaba no era un sistema que yo pudiera
invocar como mío, sino un sistema que me satisfaciera... Por
lo tanto, sólo quería yo entonces explicar el sistema de Fich-
te... Ese examen del sistema de Fichte está incluido en mi
Sistema del idealismo trascendental, publicado en 1800» (10).
En ese primer período deben agruparse todos los escritos que,
hasta 1800, se refieren a la Doctrina de la Ciencia de Fich-
te (11). Ha sido cuidadosamente analizado dicho período por
W. Metzger, el cual ha mostrado que no se podía ver en Schel-
ling al mero discípulo de Fichte, insistiendo en la originali-
95

(7) Sobre este punto, cfr, K. FISCHER, ob. cit., págs, 691 y sigs.;
V. JANKELEVITCH, Ob. cit., págs. 80-181; W. ScmuLz: Die Vollendung
des deutschen Idealismus in der Spáútphilosophie Schellings, Stuttgart,
1955, págs. 192
y sigs.,
(8) Se ha podido decir que Schelling había previsto desde los
comienzos todo su sistema en el texto titulado: El programa siste-
mático más antiguo del idealismo alemán (en HÓLDERLIN: (Zuvres,
París, Pléiade, 1967, pág. 1157). Cfr. X. TILLIETTE, ob. cit., pág. 158,
nota 7,
(9) SCHELLING: SW., t. V, págs. 196 y sigs.
(10) Ibíd., pág. 165.
(11) Esos escritos son los siguientes: Uber die Móglichkeit einer
Form der Philosophie úberhaupt, 1774; Vom Ich als Prinzip der
Phalosophie oder úber das Undebingte im menschlichen Wissen, 1775;
Philosophische Biefe úúber Dogmatismus und Kritizismus, 1775; Abhand-
lungen zur Erláuterung des Idealismus der Wissenschaftslehre, 1796-
1797; System des transzendentalen Idealismus, 1800. No citamos algu-
nos eseritos menores.
96 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 97

dad de Schelling desde sus primeros pasos (12). Por lo cual, Por lo tanto, primeramente Schelling «se contentó... con
dentro mismo de ese primer período, que aproximadamente hacer inteligible el sistema de Fichte». (El texto más intere-
va de 1795 a 1800, se desarrolla un segundo período, el de sante entre todos los escritos de Fichte es quizá la obra de
la filosofía de la naturaleza (Naturphilosophie),primeramen- 1795, titulada: Del yo como principio de la filosofía, o de lo
te presentado como un complemento de la Doctrina de la incondicionado en el saber humano.) Después de Kant (18),
Ciencia de Fichte, y luego, por último, como un sistema autó- Fichte había. declarado que sólo eran posibles dos sistemas
nomo, original, que supera al sistema de Fichte (13). La filo- filosóficos: el criticismo, que permanece en los límites del yo
sofía de la naturaleza, o física especulativa, felizmente expli- pienso, y el dogmatismo espinosista, que supera esos límites
cada por J. Schlanger (14), desemboca en la filosofía de la negando al sujeto en un objeto absoluto, la sustancia com-
identidad, comprendida en la Exposición de mi sistema de prendida como divinidad y totalidad (19). Así se oponían de-
filosofía (15), que Schelling, en una carta del 30 de julio, di- cisivamente la filosofía del mundo y la filosofía del yo (20).
rigida a Eschenmayer, caracteriza como el punto en que, Schelling, marchando por ese camino, se propone construir la
para él, se hizo la luz en filosofía (16). El artículo de 1804, «contrapartida» (21) de la ética de Spinoza: en el lugardel
Filosofía y religión, marca el comienzo de un tercer período objeto absoluto, colocará al sujeto absoluto; en el lugar de la
en la filosofía de Schelling; en adelante, no sólo los problemas sustancia, al yo absoluto. Schelling insiste en la idea fichtea-
morales y religiosos ocupan un lugar eminente en su pensa- na según la cual debe haber un primer principio del saber,

miento, sino que también se realiza una visible transforma- sobre el cual todo se basa y en el que el «principio del ser y
ción en su reflexión metafísica, que se desentiende de la rea- el principio del pensamiento coinciden» (22). Mas ese primer
lidad empírica (17). Esa orientación se acentúa aún más en principio no puede extraerse del mundo de las cosas, que es-
las Investigaciones sobre la naturaleza de la libertad humana, tán siempre condicionadas (23). Ni siquiera puede hallarse
que inauguran lo que se ha convenido en llamar la teosofía
en empírico, que está, a su modo, condicionado,
el sujeto
de Schelling. Es el último período de ese intento especulativo, puesto que nohay objeto sin sujeto (34). Y la cuestión está
entonces en hallar «algo que no pueda absolutamente ser pen-
y halla su apoteosis en la filosofía de la mitología y en la
filosofía de la revelación. sado como cosa» (25). Schelling piensa que el principio bus-
cado lo hallara en el yo absoluto, el cual, trascendiendo al
(12) W. METZGER: Die Epochen der Schellingschen Philosophie objeto y al sujeto finitos, posee todas las determinaciones de
von 1795 bis 1802, Heidelberg, 1911, pág. 128. Sobre las relaciones de lo absoluto: la identidad, la libertad, la unidad, la unicidad,
Fichte y de Schelling, cfr. R. KRONER: Von Kant bis Hegel, Tubinga, la realidad, la infinitud, la indivisibilidad, la inmutabilidad,
2." ed., 1961, t, l, págs. 535 y sigs.
(13) Los principales escritos son: Ideen zu emer Pháilosophie der
. : .

la sustancialidad, la causalidad, la potencia y la eternidad (26).


Natur, 1797-1803; Von der Weltseele, 1798; Erster Entwurf eines
Systems der Naturphilosophie, 1799; Allgemeine Deduktion des dyna-
mischen Prozesses, 1800; Uber den wahren Begriff der Naturphilo-
sophie, 1801; Uber das Verháltnis der Naturphilosophie zur Philoso- (18) Kant: Critique de la raison pratique, trad. Gibelin, París,
phie úberhaupt, 1802. 1965, pág. 115.
(14) 'J, E. SCHLANGER: Schelling et la réalité finie, París, 1966.
o
(19) FicHTE: Cíuvres choisies de philosophie premiere, París,
(15) Las principales exposiciones de la filosofía de la identidad 1964, pág. 24.
son: Darstellung meines Systems der Philosophie, 1801; Bruno oder
(20) Cfr, KRONER, ob, cit., t, I, págs. 42 y sigs., o, si se prefiere,
el System der reinen Natur y el System der reinen Vernunft.
úber das góttliche und natúrliche Prinzip der Dinge, 1802; Fernere
Darstellungen aus dem System der Philosophie, 1803; System der (21) SCHELLING: SW., t. I, pág. 83. :

gesammten Philosophie und der Naturphilosophie insbesondere, 1804. (22) Ibíd., págs. 87, 91-92,
Hay que referir a esta filosofía de la identidad los escritos sobre la (23) Ibíd., págs. 88-89.
filosofía del arte, comprendidos en el tomo 111 (Hauptband) de las (24) Ibíd., pág. 89.
obras de Schelling. (25) Ibíd., pág. 90,
(16) Cfr. K. FISCHER, pág. 34. (286) W, METZGER, ob. cit., pág. 25; cfr. A PHILONENKO: La liberté
humaine dans la philosophie de Fichte, París, 1966, $ 26; SCHELLING:
(17) Cfr. E. CASSIRER: Das Erkenninisproblem in der Philosophie
. .

und Wissenschaft der neueren Zeit, Berlín, 1923, t. II, pág. 263. SW., t. I, págs. 106, 115-118, ete.
SLOAN AAA?
98 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 99

Con relación a ese yo absoluto, que Schelling compara cón puede captado mediante un concepto, pues los conceptos
ser
el entendimiento arquetipo de Kant, y para el cual no existe sólo sonposibles en la esfera de los objetos finitos; si el yo
posibilidad ni realidad ni necesidad (27), todos los opuestos fuese un concepto, se necesitaría un concepto más elevado,
en el cual hallase su unidad (36). Asimismo, el yo absoluto
(sujeto-objeto) se desvanecen. Y sin embargo, puesto que hay
un saber, habrá un segundo principio, el no-yo. Éste es in- no podría ser objeto de una intuición sensible, por principio

dependiente en su contenido, está absolutamente puesto (28), pasiva e incondicionada. Además, el yo se conoce a sí mismo
aunque esté determinado desde el punto de vista de su for- mediante un acto inmediato (una intuición) y no sensible
ma (29). Considerado como simplemente opuesto al yo absolu- (intelectual), y en ese sentido «es» conocido. En la intuición
to, que es toda realidad, el no-yo es la nada absoluta, mas si intelectual descubre Schelling el camino que conduce a lo
se considera como condicionado, entonces puede concedérsele absoluto. Verdad es que no olvida las tesis de Kant con res-
cierta realidad, aunque no sea la de una cosa en sí, sino la pecto a la intuición intelectual (37); pero las cree mal fun-
de una realidad en el yo (30). De ahí el yo finito que debe, en dadas. En realidad, como lo declara en las Cartas sobre el
cierto modo, reconciliar al yo absoluto consigo mismo llevan- dogmatismo y el criticismo: «Poseemos un poder misterioso,
do de nuevo al no-yo al yo absoluto. Con eso mismo resulta maravilloso, que nos permite sustraernos al movimiento del
fundada la filosofía práctica (31). La libertad, rasgo funda- tiempo para entrar en nosotros mismos, despojar a nuestro
mental del yo absoluto, se descubre en la actividad del yo sí mismo de todo lo que le viene de fuera, intuyendo enton-
finito, el cual intenta restablecer lo absoluto en su identi- ces en nosotros lo eterno bajo la forma de lo inmutable» (38).
dad (32). La libertad no es cualitativamente diferente, sino ¿En qué medida están vinculadas esas concepciones a la
sólo cuantitativamente, cuando se va del yo absoluto al yo filosofía de Fichte? Ésa es la cuestión dominante en la inter-
finito (33). Sin embargo, hay que observar que el movimien- pretación del primer período de la obra de Schelling. La
to del yo finito, el cual realiza la síntesis del yo absoluto y terminología de Schelling es evidentemente fichteana, pero
del no-yo, se despliega en el tiempo, tanto y tan bien que su no se podría considerar, como Cassirer lo hace, que Schelling
operación, como ya lo comprendió Schiller, es la supresión, esté perfectamente de acuerdo con Fichte (39). En primer
la Aufhebung, del tiempo en el tiempo (34). lugar, el contenido de la noción de intuición intelectual es en-
Además, donde el yo absoluto puede ser conocido es en un teramente diferente en ambos filósofos. Mientras que Fichte
ns une la intuición intelectual a todos los actos de la conciencia
acto que rebasa la temporalidad. Dicho acto es la intuición
intelectual, la cual la define Schelling antes que Fichte (35) y, por consiguiente, a la intuición sensible y al tiempo (40),
—cosa que es esencial observar—. El yo, como absoluto, no Schelling separa con gran energía intuición intelectual e in-
tuición sensible. Fichte declara que la intuición intelectual
(precisamente porque debe incorporarse a todos los actos de
(27) Ibíd., pág. 156, la conciencia) no es jamás «un acto completo de la concien-
(28) Ibíd., págs. 111-112 (nota). Cfr, KRONER, ob.cit., t, l, pág. 553, cia» (41); por el contrario, Schelling ve en la intuición inte-
que muestra cómo Schelling (I, pág. 251) confunde estética y ana-
lítica, lo cual nos aleja de Fichte. lectual el único acto perfecto (perfectum) de la concien-
(29) Ibíd., págs. 111 y sigs. Es lo eontrario de lo que Fichte .

había dicho.
(30) Ibíd., págs. 112-113. (36) Ibíd.
(31) Ibíd., pág. 158; cfr. A. PHILONENKO,ob. cit., pág. 92. (37) Ibíd., págs. 105-106.
(32) Ibíd., pág. 162.
(33) Ibíd., pág. 161. (38) SW., t. L, pág. 242.
(34) SCHILLER: Werke (Cotta), t. IV, pág. 590; cfr, mi introduc-
,
(39) E. CASSIRER, ob. cit., pág. 222,
ción a la Doctrine de la vertu de Kant, París, 1968 (Méthaphysique (40) Sobre la noción de intuición intelectual en Fichte, cfr. la
des moeurs, 11), pág 34. Seconde Introduction á la Doctrine de la Science, en FBuvres choi-
(35) 'SCHELLING: SW., t. 1, pág. 105; cfr. A, PHILONENKO: La sies..., págs.
272 y sigs.
liberté humaine, pág. 86. (41) FICcHTE, ob. cit., págs. 273-274.
vdsuLuesaasaaa LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
aus. 6
r 46uLBLLOULED.|.a F. W. J. SCHELLING

cia (42). Esta primera diferencia lleva consigo otra: para sujeto (48). Y por ello, desde sus primeras reflexiones, Schel-
Schelling —y es ésta una idea que se repite en toda su filo- ling supera el principio fichteano de la subjetividad. El yo
sofía— no hay nada más difícil de explicar que lo finito; absoluto, lo absoluto más bien, no es subjetividad, sino que
¿por qué existe un mundo de objetos finitos y un sujeto fini- es tanto transubjetivo como transobjetivo (49). En las pri-
to, y no solamente un yo absoluto e infinito? ¿Por qué una meras obras de Schelling, la primacía de la subjetividad re-
intuición sensible sustituye a la intuición intelectual? ¿Por sulta prácticamente verbal, y se anuncia ya el tema de la
qué somos prisioneros del tiempo? Schelling afirma clara- última filosofía de Schelling, que es el de la primacía del ser
mente que no hay ningún camino de lo infinito (lo absoluto) sobre el pensamiento, lo mismo que la problemática de la
a lo finito (el mundo sensible): «Evidentemente, la filosofía filosofía de la identidad, que pone en el origen la indiferencia
no puede salvar el paso de lo infinito a lo finito, pero puede de sujeto y de objeto.
pasar de lo finito a lo infinito» (43). De ese modo se opone a
Las Cartas sobre el dogmatismo y el criticismo confirman
Fichte, el cual, al menos en su primera filosofía, la única que claramente esas opiniones. La extraordinaria influencia que
Schelling podía conocer entonces, veía en el tiempo el éter de el espinosismo ejerce sobre el pensamiento de Schelling, lo
la libertad y juzgaba que si «partiendo de lo finito, no hay conduce cada vez más lejos de una filosofía que reconociera
la verdad de la conciencia común. Sin duda, Schelling re-
ningún camino que lleve a lo infinito, existe, en cambio, chaza siempre la solución de Spinoza, la cual consiste en
...

uno que de la infinitud indeterminada e indeterminable...


va
a la finitud» (44). Si retenemos esas dos primeras diferen-
negar la conciencia humana en un objeto absoluto. Mas coin-
cide con Spinoza en buscar un absoluto que supere a la con-
cias, podremos ver con bastante exactitud lo que separa ya ciencia humana. Por lo cual, la dialéctica del criticismo y del
a Schelling de Fichte. Si Fichte, en su primera filosofía, va
a parar a lo que podría llamarse un positivismo del sentido
dogmatismo que Fichte expone en la Primera introducción
a la Doctrina de la Ciencia (50) emite un sonido muy dife-
común, y pretende justificarlo identificando el tiempo y la rente en Schelling. Como Fichte, Schelling admite que el cri-
conciencia (de tal modo que la Doctrina de la Ciencia es un ticismo y el dogmatismo constituyen dos caminos filosóficos
platonismo invertido) (45), o, si se prefiere, a un existencia- teóricamente tan válidos el uno como el otro; también como
lismo, Schelling, en cambio, sólo tiende a superar la esfera Fichte, admite Schelling que únicamente un acto de la liber-
de la conciencia común para elevarse hasta el ser (46). Y de tad (o un abandono de la libertad) puede permitirnos elegir
ese modo descubrimos la diferencia verdaderamente funda- entre dogmatismo y criticismo, y en ese sentido la filosofía
mental entre el pensamiento de Fichte y el de Schelling, que, práctica conserva una primacía sobre la filosofía teórica,
como lo hizo observar M. Gueroult (47), se traduce también como Fichte pretendía. Mas en dos puntos se aleja la dia-
en las concepciones de la intuición inteléctual que tenían uno léctica de Schelling de la del autor de la Doctrina de la Cien-
y otro. El yo absoluto al que llega Schelling es más bien lo cia: por una parte, sea cual fuere la orientación elegida, es
absoluto que sería un yo cuando es eternidad, identidad, rea- una orientación que rebasa la simple conciencia humana a
lidad, etc. El yo es el que ha de considerarse como predicado, la cual quería conducirnos el Fichte de los comienzos; por
si cabe expresarse así, y lo absoluto se ha de considerar como otra parte, esa orientación está determinada no sólo por el
-
factor de la libertad, sino también por una apreciación es-
tética; como lo subraya J. Schlanger, «el criticismo vence
(42)- SCHELLING: SW., t. I, pág. 105.
(43) SW., t. 1, pág. 238.
(44) FICHTE; SW.,, t. I, pág. 333, en Zuvres choisies..., pág. 184. (48) En efecto, las nociones discursivas de «sujeto» y de«predi-
AsoÉGnda
.

(45) A. PHILONENKO, ob. cit., pág. 73, nota 52, cado» no sirven a nivel de lo absoluto, Ésa es la razón de
(46) Cfr. J, E. SCHLANGER, ob. cit., págs. 26 y sigs. la oposición entre Feuerbach y Schelling.
(47) M. GUEROULT: L'Évolution et la structure de la Doctrine
de la Science chez Fichte, Estrasburgo, 1930, t. 1, pág. 17.
.

(49) 'SCHELLING: SW., t.


(50) En (Zuvres
í págs. 116-117.
choisies...,
págs. 250 y sigs.
102 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 103

porque un ideal de lucha es preferible a un ideal de pasivi- ciencia. Objeto y conciencia se condicionan recíprocamente,
dad. Y el criterio de preferencia es de orden estético: ha de y la conciencia que el espíritu tiene de sí nace de la conciencia
elegirse la solución que nos proporciona la cantera de actitu- del objeto. Mas puede considerarse que esa conciencia de sí
des estéticamente más satisfactoria» (51). Mas al obrar así, es el fin al que tiende el espíritu a través de la producción
se anuncia ya la filosofía de la identidad: dogmatismo y cri- de objetos y de ciertas estructuras. Es decir, que hay toda
ticismo caracterizan a dos situaciones estéticas que Schelling una serie de operaciones y de actos del espíritu que preceden
quisiera aunar; se da a la vez «la inclinación a la lucha y al a la conciencia de sí, y esa serie inconsciente, la cual tiende
poder, y la inclinación a la tranquila plenitud y a la paz». al saber de sí, es la naturaleza. En las Disertaciones dedica-
Verdad es que Schelling elige; pero no escapa «a la seduc- das a la explicación del idealismo de la Doctrina de la Cien-
ción de la unidad realizada» (52). Especifiquemos, por últi-
mo, que Schelling —y también en esto se opone a Fichte—
no juzga que la conciencia común pueda adherirse a esa
A cia, ya afirma Schelling que el mundo en su infinitud no es
otra cosa sino «nuestro mismo espíritu creador» (56) o, si se
prefiere, que el movimiento mediante el cual y en el cual se
filosofía. Aquí se descubre un aristocratismo «que es la con- constituye lo real como conciencia de sí es «la historia del
secuencia constante de una aprehensión estética de la mo- espíritu humano» (57). La naturaleza entera, desde la orga-
ralidad» (53). nización más simple hasta la que expresa una Gestalt (58),
Mas, en ese caso, ¿qué hay de fichteano en el joven Schel- que parece al fin liberada de las cadenas de la materia, está
ling, prescindiendo de la terminología? Es sin duda alguna dominada por una misma y única tendencia, la de la fuerza
la oposición entre la «realidad finita» y la «libertad abso- que quiere producir «la pura forma de nuestro espíritu» (59).
luta» (54), la cual determina la antítesis especulativa que El objeto de la filosofía de la naturaleza es precisamente
reina entre el yo absoluto y el mundo —de tal modo que, desarrollar esa historia del espíritu, trabajando hacia sí en
puesto que el yo es toda realidad, el problema viene a ser el seno mismo de lo real concreto.
ahora el de saber cómo puede el yo poner un mundo distinto Al realizar la génesis de la conciencia partiendo de la
de sí mismo, lo cual es la traducción del problema de los materia, la filosofía de la naturaleza aporta una respuesta a
juicios sintéticos a priori (55) —, antítesis especulativa que la cuestión de saber cómo es posible el conocimiento mismo,
desemboca en la antítesis práctica, y que une el mundo, el yo cómo puede el sujeto corresponder al objeto. La naturaleza
finito y, por último, el yo absoluto. Ése es el momento propia- debe, en efecto, ser el espíritu visible, como el espíritu debe
mente fichteano en el primer período de Schelling y, por una ser la naturaleza invisible (60). De ahí la coordinación entre
paradoja enteramente aparente, es también el que conducirá la filosofía de la naturaleza y el idealismo de la Doctrina de
a la constitución de la filosofía de la naturaleza, en la cual la Ciencia; esta última debe deducir «de la inteligencia una
se está de acuerdo en reconocer el segundo período de la filo- naturaleza», mientras que la primera debe deducir «de la
sofía de Schelling. naturaleza una inteligencia» (61). La filosofía de la natura-
leza aparece entonces como el movimiento inverso de la Doc-
efecto, una de las ideas fichteanas que se refieren a
En trina de la Ciencia. y por consiguiente, completa a ésta.
esaOposición es la de que el objeto finito no está dado, sino
que surge gracias a una acción necesaria del espíritu, y (56) Ibíd., pág. 284.
mientras el objeto aparece, aparece al mismo tiempo la con- (57) Ibíd., pág. 306.
(58) Ibíd., pág. 311. Sin embargo, la noción de Gestalt no tiene
tanto alcance en Schelling como en Hegel; cfr. 1. ILJIN: Die Philo-
(51) Ob. cit., pág. 35. sophie Hegels als kontemplative Gotteslehre, Berna, 1946, págs. 279
(52) Ibíd., pág. 36. y sigs.
(53) Ibíd., pág.
37. (59) Ibíd., pág. 311.
(54) E. CASSIRER, ob. cit., pág. 225. (60) Ibíd., pág. 706 (Idées pour une philosophie de la nature).
(55) SCHELLING: SW., t. 1, pág. 218. (61) SW., t. IL, pág. 342.
OD OOOO Uy...
104 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 105

Sin embargo, conviene detenerse ante la idea de natu- de las ciencias de la naturaleza. K. Fischer mostró que esa
raleza que presenta Schelling. Lo que resulta verdaderamente definición de la naturaleza como totalidad viviente (66) era
determinante es la oposición de Schelling a toda concepción la unificación de la idea kantiana de la vida y de la noción
mecanicista o cartesiana de la idea de naturaleza. La natu- fichteana de inteligencia inconsciente (67). Por otro lado,
raleza no sólo no está separada del espíritu, sino que tam- K. Fischer mostró todo el segundo plano científico de la
poco se reduce al movimiento puramente matemático. En Naturphilosophie: los trabajos de Galvani concernientes a
Ideas para una filosofía de la naturaleza, Schelling ataca al la electricidad animal (1791), corregidos y generalizados por
cartesianismo, el cual hace de la materia una cosa en sí, sepa- Volta (1800); las investigaciones de Lavoisier y de Priestley;
rada del espíritu, y cuya posibilidad de ser representada por los estudios de Brown sobre la irritabilidad muscular, y por
el sujeto es inexplicable, reduciendo la realidad a la foro- último,la teoría genética de Kielmeyer (68), presentes en el
nomía, de modo que ese dogmatismo físico es incapaz de proceso seguido por Schelling (69). Sin duda, también están
explicar la finalidad de los productos orgánicos (62). Tam- presentes algunos elementos paracientíficos, y, después de
bién se opone Schelling al vitalismo, que, al comprobar el Habermas (70), J. Schlanger subraya la importancia de la
fracaso del mecanicismo cuando se quiere explicar el orga- filosofía fenomenológica de la vida, de UEtinger (71). Sin
nismo, se refugia en la idea de una «fuerza vital», conten- embargo, considerándolo bien, el balance de la Naturphilo-
tándose con un nombre para designar una cosa desconocida, sophie no es negativo y, en algunos de sus aspectos, no me-
haciendo así de la vida una isla en un océano de muerte (63). rece la reprobación de que fue objeto la física de los román-
Contra él, Schelling hace resaltar que, si la naturaleza es un ticos (Goethe, Hegel, etc.). Por ejemplo, E. Cassirer puso de
producto del espíritu —¿cómo podría ser de otro modo desde relieve el valor de las críticas que Schelling dirigía a la con-
el momento en que la naturaleza es un objeto de conoci- cepción química entonces admitida (72). Citemos un pasaje
miento?—, hay que reconocer una finalidad inmanente a la de las Ideas para una filosofía de la naturaleza: «Tomáis del
totalidad de la naturaleza (64). Desde ese momento apare- mundo de los seres vivos expresiones figuradas, como afini-
cen tres nociones necesariamente ligadas en el concepto
de dad y paridad, por ejemplo. Pero os veríais muy apurados
la naturaleza: por una parte, la finalidad inmanente de la si se os pidiese que transformaseis esa imagen en una noción
naturaleza, u organización; por otra, la idea de un vida de teórica. Además, acumuláis sustancias fundamentales sobre
la naturaleza, o de un desarrollo que es la historia del es- sustancias fundamentales, las cuales no son sino otros tantos
píritu; y por último, la posibilidad de conocer la naturaleza refugios para vuestra ignorancia. Pues ¿qué es lo que en-
y de hacer de ella un objeto de conocimiento. La Naturphilo- tendéis por ello? No la materia misma, el carbono, por ejem-
sophie de Schelling desemboca, por lo tanto, en una especie plo, sino algo que estuviera, por así decir, encerrado, oculto,
de hilozoísmo, del que Kant, en sus Primeros principios me- en la materia y que le comunicara sus cualidades. Mas ¿dón-
tafísicos de la ciencia de la naturaleza, había dicho que era la de se oculta esa sustancia fundamental, en qué parte del
«muerte de toda filosofía de la naturaleza» (65).
Sin embargo, no habría que condenar de golpe la Natur-
(66) K. FISCHER. ob, cit., pág. 347.
philosophie de Schelling. En efecto, realiza, por una parte, (67) Ibíd., págs. 319 y sigs.
la síntesis de ideas filosóficas esenciales, y por otra, la sínte- (68) Ibíd., págs. 333-346.
sis de ideas científicas que fundamentaban una conversión (69) Cfr. también J. E. SCHLANGER, ob. cit., págs. 53 y sigs.
(70) HaBerMAas: Das Absolute und die Geschichte, Bonn, 1954,
páginas 122-138.
(62) SW., t. 1, págs. 671-675. (71) J. E. SCHLANGER, ob. cit., pág. 61. :

(63) Ibíd., pág. 568 (De 'áme du monde...). (72) E. CASSIRER, ob. cit., pág. 237. L. Brunsehvicg, en cambio,
(64) Ibíd., págs. 690-691 (Idées). condena severamente a Schelling. Cfr. Le progrés de la comscience
(65) KANT: Premiers principes métaphysiques de la science de la dans la philosophie occidentale, t. II, 2.* ed., París, 1953, págs. 356-
nature, trad. Gibelin, París, 1952, pág. 132. 357. Del mismo modo Feuerbach.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—8
106 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 107

cuerpo?» (73). Asimismo, subraya E. Cassirer que el lugar a y, por último, la conciencia. Mas como observa K. Fischer,
central que Schelling concedió a los fenómenos eléctricos pre- as en Schelling la polaridad «no significa únicamente una ley
paró el concepto electrodinámico de la materia (74). En rea- de la naturaleza; es una ley cósmica... y es la expresión
lidad, refiriéndose al principio de las anticipaciones de la física de un principio universal» (81). Además, según K. Fis-
percepción, momento fundamental de la Crítica de la razón cher, la Naturphilosophie se incorpora aquí a la Doctrina de
pura (15), la Naturphilosophie se ha mantenido cerca del la Ciencia en la medida en que la polaridad se une a la dia-
problema de la realidad y de la ciencia y en determinados léctica fichteana de los principios, el yo absoluto y luego el
puntos contiene anticipaciones sorprendentes (76). no-yo, y por último, en el interior del yo absoluto, el con-
El tema estructural fundamental de la Naturphilosophie flieto del yo y el no-yo divisibles. Ése es el momento, declara
es la idea de la polaridad. La naturaleza, según el esquema K. Fischer, en el que metafísica y física, Doctrina de la Cien-
kantiano (77), se constituye por la oposición de dos fuerzas cia y filosofía de la naturaleza, se unen, compartiendo además
fundamentales, por ejemplo, la fuerza de repulsión y la fuer- una misma conclusión, a saber, que la estructura considera-
za de atracción, la electricidad positiva y negativa. Pero da desemboca necesariamente en una génesis (82). Como lo
aunque Schelling toma el esquema kantiano, lo desarrolla; la subrayaron muchos intérpretes de Schelling, especialmente
filosofía de la naturaleza «continúa... una perpetua disputa Kroner, se plantea, sin embargo, la cuestión de saber si
con la dinámica kantiana» (78). En efecto, el gran defecto Schelling tenía derecho a emplear a nivel de la naturaleza
de la teoría kantiana es no haberse atrevido nunca a cons- una estructura específicamente propia del yo (83).
truir verdaderamente «la diversidad específica (cualitativa) Se la admitiría si la diferencia entre los sistemas de
de la materia partiendo de sus dos fuerzas fundamenta- Fichte y de Schelling, o más exactamente, la imposibilidad
les» (79). Por otro lado, Schelling hace intervenir un tercer de coordinarlos, quedase patente. Como se ha visto, es una
término, el cual, en cierto modo, explica la estabilizacióndel idea fichteana la que abre el camino a la filosofía de la natu-
conflicto de las fuerzas en un nivel determinado, permitiendo raleza. Pero Schelling la transforma de tal modo, que el
de ese modo el paso de la materia en general (tal y como es dualismo fichteano de la libertad y la realidad finita, del yo
presentada por ambas fuerzas) a la materia tal y como se y el no-yo, se borra en beneficiode un monismo genético que
manifiesta a la intuición bajo la determinación de la cohe- lleva de la naturaleza al espíritu (84). Esa génesis —que
sión. De ahí la idea completa de la polaridad: unos opuestos Schelling reivindicará como uno de los progresos fundamen-
«polares» surgen de la necesaria división de un término único tales realizados por su filosofía (85) que, desde el momento

y se reúnen en un nivel determinado. Y de ahí los diferentes en que es captada por el filósofo, lo eleva de la naturaleza
niveles, desde la más simple expresión sustancial de la pola- naturada (simple producto) a la naturaleza naturante (pro-
ridad de las fuerzas (el magnetismo) (80) hasta el organismo ductividad) (86), haciendo que ésta aparezca como el «pasa-
do trascendental del espíritu», como su prehistoria —histo-
(73) SW., t. I, págs. 677-678, ria que se basa en una «dualidad que no se presta a ninguna
(74) E. CASSIRER, ob. cit., pág. 237. deducción física... como condición de la naturaleza» (87)—,
(75) Ibíd.
(76) Schelling las reivindicará, cfr. SW., t. V, págs. 56 y sigs.
(Erste Vorlesung in Minchen).
(1D) Cfr. SW., t. 1 (B), págs. 75 y sigs.; K. FISCHER, ob. cit., (81) K. FISCHER, ob. cit., págs. 350 y sigs.
páginas 366 y sigs.; J, E. SCHLANGER,ob,cit., págs. 73 y sigs.; KRONER, (82) Así el filósofo se eleva desde la naturaleza como producto a
ob. cit., t. II, págs. 23 y sigs. la naturaleza como productividad, lo cual constituye un punto esencial.
(78) J. E. SCHLANGER,ob. cit., pág. 75. (83) R. KRONER, ob. cit., t. Il, pág. 30,
(79) SCHELLING: SW., t. II, pág. 25. (84) E. CASSIRER, ob. cit., pág. 225.
(80) Es el primer momento. Goethe dice: «Das Magnet ist ein (85) SCHELLING: SW.,, t. V, págs. 178 y sigs.
Urphánomen.» Da la imagen de la mayoría de los esquemas de Schel- (86) SW., t. IL, pág. 284.
ling. Cfr., por ejemplo, K. FISCHER, ob, cit., pág. 558. (87) Ibíd., pág. 288.
0000000909500 000 0090
SCHELLING 109
F. W, J.
108 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
que hay dos caminos para la comprensión del
esa génesis, decimos, se desarrolla en el primer nivel siguien-
do el magnetismo, la electricidad y el quimismo, y luego, en
ra, cábamos, es
mundo. En el Sistema del idealismo trascendental, Schelling
explica que, puesto que todo saber consta de dos polos (el
el nivel de lo orgánico, siguiendo la sensibilidad, la irritabi- sujeto y el objeto, la inteligencia y la naturaleza), «cada uno
lidad y la tendencia a la organización. «Podemos... decir de los cuales es la condición del otro» (93), «ha de haber,
—escribe Schelling— que la naturaleza produce toda la mul- necesariamente, dos ciencias fundamentales»; ha de ser im-
tiplicidad y la diversidad cualitativa de sus mezcla productos en el de los polos sin verse empujado hacia
del mag- posible «partir de uno
mundo inorgánico, únicamente mediante una el otro». Si se le da a lo objetivo la prioridad sobre lo subje-
diferentes
netismo, la electricidad y el proceso químico en tivo, se ve uno llevado hacia la filosofía de la naturaleza; si
aspectos. Mas, del mismo modo, en el mundo orgánico, la de qué
funciones de la se parte de lo subjetivo y se esfuerza uno en mostrar
naturaleza no hace más que repetir las tres modo puede el yo, por sí mismo, ser lo que es, se emprende
sensibilidad, de la irritabilidad y de la tendencia a la orga-
sólo proviene la dirección del idealismo trascendental, el cual, como Fichte
nización, y toda la diversidad de sus productos pretendía, explicita la constitución del yo dentro de una his-
de la variación de las relaciones de esas funciones» (88).
La
infinita» (89). Se toria de la conciencia, que, en el plano teórico, se desarrolla
naturaleza es, por lo tanto, «metamorfosis siguiendo las épocas caracterizadas por la sensación, la in-
ven las dos ideas metódicas que
determinan esa génesis: por
tuición productora y la reflexión (94), y luego, en el plano
idea de estructural, y por otra, la idea
una parte, la proceso
desa- práctico (que aparece cuando se acaba la serie teórica), por
de potencialización (Steigerung), llamada a un rico el desarrollo del yo práctico o de la voluntad en sus dife-
rrollo en la última filosofía de Schelling. Es evidente que no
filo- rentes formas o figuras (libertad moral y política) (95), que
podemos seguir aquí la totalidad del movimiento de la
culminan en la filosofía de la historia (96), unida a la reli-
sofía de la naturaleza, la cual, en sus momentos arbitra- gión (97), y, por último, en el plano estético, engendrado por
de-
rios (90) y mal determinados (91), en sus aventuradas la síntesis de la serie teórica y la serie práctica (98). No sólo
ducciones, acaba a menudo ocultando la idea metódica prin- el idea-
se comprende desde ese momento la relación entre
naturaleza en
cipal que la anima. Ésta es la integración de la lismo trascendental y la filosofía de la naturaleza, sometidos
el ámbito de la libertad; deja de pertenecer mundo o a la
al
a las mismas normas de génesis, de potencialización y
de
esfera de las cosas siempre condicionadas, para representar percibe íntima unidad. La actividad
autónoma (92). polaridad, sino que se su
una potencia de desarrollo estética que se manifiesta en la cima de la conciencia, como
el
¿Cómo concuerda esa filosotía de la naturaleza con en ya lo explicó Kant en su Crítica de la facultad de juzgar (99),
idealismo de la Doctrina de la Ciéncia? A esa cuestión está, es idéntica a la naturaleza creadora. El mundo ideal
del arte
suma, dedicado el Sistema del idealismo
trascendental (1800), productos de una sola y
y el mundo real de los objetos son
que es una obra fichteana, si cabe decirlo así, dentro mismo misma actividad, la cual, cuando crea inconscientemente, en-
la filosofía de la naturaleza. Lo que el
de la constitución de gendra el mundo real de la naturaleza, y cuando crea de un
indi-
Sistema del idealismo trascendental muestra, como ya modo consciente, engendra el mundo estético del arte. Por el
arte y en el arte, cima del idealismo trascendental y verdad
Deduktion des
(88) Ibíd., pág. 709 ($ 62 del escrito Allgemeine
dynamischen Prozesses). (93) SW., t. II, pág. 340.
(89) Ibíd., pág. 300. las potencias (naturaleza (94) SW., t. II, págs. 399 y sigs., 454 y sigs., 505 y sigs.
(90) Especialmente la distribución de cualificada, naturaleza or- (95) Ibíd., págs. 532 y sigs, Cfr. A. HOLLERBACH: Der Rechtsge-
infraempírica, naturaleza determinada y danke bei Schelling, Francfort, 1957, págs. 122 y sigs.
gánica). (96) Ibíd., págs. 587 y sigs.
(91) Como las nociones de pesantez y de luz. Cfr. K, FISCHER y (97) Ibíd., págs. 601 y sigs.
J. E. SCHLANGER. (98) Ibíd., págs. 612 y sigs.
la naturaleza conserva la intuición
o

(92) Por eso la filosofía deconstitución. (99) Kawr: Crítica de la facultad de juzgar, $ 45.
intelectual como órgano de su
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 111
110

de la naturaleza, se revela la identidad de lo real y lo ideal. constituye la razón absoluta. La identidad pura, lo verda-
Por lo tanto, escribirá Schelling: «Si la intuición estética no dero en sí, que es saber absoluto (precisamente porque no es
ni subjetivo ni objetivo), es la razón, y Schelling comienza la
es más que la intuición trascendental convertida en
objetiva,
está claro que el arte es el único órgano verdadero y eterno, Exposición de 1801 con una definición nominal de la razón:
al mismo tiempo que el único documento de la filosofía que «Llamo razón a la razón absoluta, o a la razón cuando se
constituye un testimonio permanente de lo que la filosofía sólo
en la
considera como total indiferencia de lo subjetivo y lo obje-
tivo» (103). Al mismo tiempo subraya Schelling cómo la filo-
puede expresar exteriormente, a saber, lo inconsciente
acción y la creación, su identidad original con lo consciente. sofía de la identidad, o el idealismo absoluto, supera el idea-
Por lo cual, el arte es, para el filósofo, lo más sublime, lo que lismo subjetivo y limitado de Fichte (104). En efecto, dice,
le descubre el santuario en el que arde en una llama única, en para pensar la razón como absoluta y situarse en el punto
una unión original y eterna, lo que hay en
pensamiento... Lo
la vida y en la
que llamamos
de vista de la filosofía de la identidad, hay que hacer abstrac-
ción del sujeto pensante (105). Schelling, en la elaboración
acción y, por lo tanto, en el
naturaleza es un poema cuya maravillosa y misteriosa escri- de la filosofía de la naturaleza, había hablado ya «de un idea-
tura permanece indescifrable para nosotros. Mas si se pu- lismo de la naturaleza y de un idealismo del yo» (106), siendo
diera resolver el enigma, en él se descubriría la Odisea del este último, a su entender, «derivado» del otro, al que con-
espíritu...» (100).
momento hemos llegado a la filosofía de la iden-
sidera «original». Ahora la doctrina de Fichte queda defini-
determinada como un idealismo subjetivo, que es
Desde
tidad, la
ese
cual se desprende necesariamente del paralelismo
tivamente
incapaz de elevarse a la identidad, ya que desconoce la na-
de la filosofía de la naturaleza y del idealismo trascendental turaleza (107). Mas ¿qué es esa razón absoluta? Es esen-
y se une íntimamente con la filosofía del arte desarrollada cialmente todo (108), y es una (109): es la totalidad-una,
por Schelling. La idea espinosista de la correspondencia y cuya ley es la identidad, que se expresa mediante la fórmu-
de la identidad entre los atributos del pensamiento y de la la A=A (110). Por último, un punto importante: «La
extensión, unidos en la sustancia una y absoluta, es sin duda identidad absoluta no es causa del universo; es el universo
alguna el marco fundamental de la filosofía de la identidad; mismo» (111). Sin embargo, hay cosas y hay una realidad
mas no hay que olvidar que la identidad de Schelling
con-
finita. Éstas se explican por la identidad de una simple di-
serva un carácter genético, o pretende conservar ese carácter ferencia cuantitativa entre lo subjetivo y lo objetivo: «La
que la diferencia netamente de la unidad espinosista (101). diferencia cuantitativa de lo subjetivo y lo objetivo es el
En la Exposición de mi sistema de filosofía emprende Schel- fundamento de toda finitud e, inversamente, la indiferencia
ling la construcción de la filosofía de la identidad, en la que cuantitativa de ambos es infinitud» (112). Por lo tanto, todo
el devenir comienza a constituir un problema amenazador,
sino
pues si, en efecto, el devenir, no sólo de la naturaleza,
también del yo, conduce a la identidad absoluta, en cambio, (103)SW., t. III, pág. 10.
(104)Ibíd., pág. 5.
no se ve en absoluto cómo de la identidad absoluta puede pa- (105)Ibíd., pág. 10: «muss vom Denkend nden abstrahirt werden».
0

sarse al devenir (102). Lo que surgiría al término del


idea- hu Sw 2 E vóe R
lismo trascendental, lo mismo que de la filosofía de la natu- (107) Cfr, la Darlegung des wahren Verhiáltnisses der Natur-
philosophie zur verbesserten Fichteschen Lehre, en SW., t. IL, pági-
raleza, sería la identidad de lo real y lo ideal, de lo objetivo na 626. Cfr. en K. FISCHER, ob. cit., págs. 481 y sigs., la exposición
el arte,
y lo subjetivo, que, explicitándose por el arte y en
!
de la polémica.
(108) SW., t, III, págs. 15-16.
(109) Ibíd., págs. 12 y 26.
(100) SCHELLING: SW., t. II, págs, 627-628. (110) Ibíd., págs. 13, 14, 17, etc.
(101) K. FISCHER,ob. cit., pág. 535; E. CASSIRER, ob. cit., pág. 243. (111) Ibíd., pág. 25.
(102) ScHELLING: SW., t. I, pág. 238. (112) Ibíd., pág. 27.
112 LA PILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 113

ser finito sólo será forma «determinada» (113) del ser,


una tendidas por Schelling en un sentido platónico, y están com-
la identidad absoluta, forma en la que o bien predominará prendidas en lo absoluto, que desde ese momento aparece
más exactos: lo que en lo absoluto
lo objetivo, o bien lo subjetivo. En un esquema resume Schel- diferenciado. O, para ser
En cuanto a las ideas,
ling todo su sistema: sea A = lo subjetivo, sea B = lo obje- es idea, es potencia en la naturaleza.
tivo, la estructura del ser es la siguiente: son, en realidad, las cosas en sí: «Las cosas en sí son ideas
realizándose o manifestándose en el acto eterno de conoci-
«+ + miento, y como, en lo absoluto, las ideas, a su vez, sólo for-
A=B A=B man una idea, todas las cosas sólo forman verdadera e inte-

riormente una esencia...» (119).


A=A
La cuestión clásica, desde Hegel (120), es la de saber
El esquema (114), como observa K. Fischer (115), reproduce cómo se llega a esa diferencia de sujeto y objeto, de lo sub-
la estructura de la polaridad, y, si la línea simboliza el uni- jetivo y lo objetivo, cómo se sale de la indiferencia para
verso, la serie real A — B* designa la filosofía de la natura- retornar a la identidad (121). Mas lo que aquí debe impor-
leza, mientras que la serie ideal +A = B designa la filosofía tarnos es, en primer lugar, la captación de esas ideas. Es
del espíritu (116). Con ello mismo se introduce la idea de esencialmente estética. Gracias a la intuición intelectual es-
potencia (Potenz). Si consideramos el mínimo de subjeti- tética pueden ser captadas las ideas (122). Y al hacerlo, el
vidad (A B*), obtenemos la materia; si consideramos el
= filósofo alcanza lo que es verdaderamente permanente en la
mínimo de objetividad (A+ = B), obtenemos la obra de arte, realidad misma. Lo mismo que la matemática no se preocupa
es decir, la verdad y la belleza. Fijémonos mejor en este de las realidades espacio-temporales empíricas, así también
punto: de la primera potencia (la materia) hasta la suprema la filosofía debe encerrarse en el mundode las ideas, a menos
potencia (el espíritu) transcurre el desarrollo del mundo, y que se pierda ella misma (123). Dentro de lo
absoluto mismo,
cada momento de ese desarrollo es una exposición (Darstel- en la pura unidad de su esencia, se descubre
también la pura
lung) del principio cósmico, una «totalidad relativa» (cuya multiplicidad de su forma (124). Y la estética, el arte que per-
expresión es A = B, por oposición a A = A, que expresa la mite captar las ideas, es la verdadera filosofía misma (125).
totalidad absoluta» (117). Las poteneias son los momentos. Así, mediante un desarrollo armonioso, elevándose desde la
mediante los cuales la relación sujeto-objeto se eleva al máxi- filosofía del yo a la de la naturaleza, y desde ésta a la filo-
mo de objetividad y, por lo tanto, al conocimiento de sí. Aun- sofía de la identidad, que halla su órgano en el arte, la es-
que en la identidad absoluta, el conocimiento de sí está ya tética nos enseña a construir el mundo, es decir, a captarlo
como una totalidad racional organizada (126).
siempre realizado, en el mundo progresa de potencia en po- Sólo que la
tencia. Cada potencia, expresando la totalidad absoluta de consecuencia es inevitable: el fenómeno, la Erscheiínung,
un modo relativo, mostrando cómo la noche de lo absoluto
se transforma en día para el conocimiento (118), objetivando (119) SW., t. L pág. 715,
la subjetividad, es una forma del conocimiento de sí absoluto (120) Véase HESEL: Phénoménologie de Esprit, trad. Hyppolite,
de la identidad. Las potencias son, por lo tanto, ideas, en- tomo I, pág. 45.
(121) J. E. SCHLANGER, ob. cit., pág. 122, y SW., t, III, pág. 401.
;

(122) Véase Philosophie der Kunst, en SW., t. HI, págs. 385 y


siguientes.
(113) Ibíd. (123) E. CAssIRER, ob. cit., pág. 262,
(114) Ibíd., pág. 33. (124) K. Fischer insiste mucho en la idea de que lo absoluto está
(115) Ob.cit., pág. 558. difererrciado en sí. Cfr. también E. CASSIRER, Ob. cit, pág. 250.
(116) Ibíd., pág. 559. (125) Volvemos a hallar aquí el tema que concluye el Sistema del
(117) SW., t. III, pág. 31. idealismo trascendental.
(118) Cfr. el comentario de E. CASSIRER, ob. cit., pág. 249, y (126) K. FISCHER, ob. cit., pág. 667, señala los límites de esa con-
KRONER, ob. cit., t. II, pág. 189. cepción en la totalidad de la obra de Schelling.
114 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 115

con sus determinaciones espacio-temporales, se disipa en la en sus primeros escritos afirmaba Schelling que la filosofía
nada (127). El problema lo resume K. Fischer del modo si- no puede dar «el paso de. lo infinito a lo finito»)
(132), al
guiente: «Lo particular está fuera de la totalidad absoluta; menos que podía pensarse una relación entre
lo absoluto y
la identidad absoluta no es la causa del universo, sino el la realidad aparente (Schein-Wirklichkeit). A ese proble-
universo mismo...; la identidad no puede salir de sí..., y sin ma está dedicado el artículo Filosofía y religión,
de 1804,
embargo, la identificación entre lo absoluto y el mundo no es al cual siguen las Investigaciones sobre la naturaleza de la
un juicio idéntico, que autorizara, sin más, una conversión: libertad humana, de 1809. Para algunos intérpretes (133),
aunque lo absoluto es idéntico al universo; el universo no es ambos escritos no constituyen un viraje decisivo en la filo-
igualmente idéntico a lo absoluto; es decir, el mundo está en sofía de Schelling, y sin embargo, veremos que de ellos se
lo absoluto sin ser idéntico a éste» (128). Cassirer plantea desprende una nueva comprensión del ser. En particular
de otro modo este problema de Schelling: ¿cómo explicar Schelling abandonará cada vez más la idea panteísta e in-
las cosas finitas en el espacio y en el tiempo? —¿son sólo manentista que le estaba impuesta por la fórmula de la
sombras?; mas, precisamente, ¿cómo explicar esas som- identidad absoluta que comprendía en sí todas las cosas,
bras? (129) En cuanto a Króner, subraya que Schelling,
—. para elevarse a Dios trascendente.
la idea de un
para explicar la conciencia, ha de explicar la «salida de lo El artículo Filosofía y religión surgió de una polémica
eterno» (Heraustreten aus dem Ewigen), lo cual es, dice, el entre Schelling y Eschenmayer, el cual ponía en duda la
problema más difícil, al cual Schelling, en el Bruno, diálogo diferenciación de lo absoluto, que en adelante Schelling lla-
en forma platónica, no aporta ninguna respuesta satisfac- mará Dios (134). Comienza Schelling por determinar el co-
toria. Desde ese momento, el problema crítico de la estruc- nocimiento de lo absoluto por sí mismo,fiel a la idea de que
tura del conocimiento y de sus facultades resulta extraño a «el conocimiento absoluto consiste en el conocimiento de lo
Schelling, que sólo se preocupa ya de captar al ser en su absoluto». Lo absoluto sólo puede ser conocido en tanto que
se conoce a sí mismo, y lo hace por la transformación
historia. Mas en este punto la situación de Schelling se vuel- de su
ve casi intolerable: por un lado está lo absoluto que, a pesar idealidad en realidad (135); es decir, que lo absoluto se capta
a sí mismo, se conoce (idealidad) en sus producciones
de la doctrina de las ideas, es la nada de las diferencias, no (rea-
siendo ni esto ni aquello (130); por otro lado está la nada lidad) que son las ideas, las cuales componen «otro abso-
de los fenómenos, y todo sucede como si, para el saber, no luto». El mundo de las ideas es el desarrollo de Dios, su
hubiese otra salida sino una elección entre la nada trascen- autoobjetivación, el proceso intemporal de su revelación, su
dente y la nada inmanente. De ahí surgirá la crítica hege- devenir en el sentido eterno, que Schelling caracteriza como
liana, que no se limita tan sólo a denunciar el formalismo, «la verdadera teogonía trascendental» (136). En ese nivel
en Schelling, de una identidad que se repite por todas par- aparece el mundo de las ideas, cuya realidad es idealidad:
tes (131), sino también su impotencia para transformar en «Por consiguiente, ese mundo no contiene nada que nosea
día la noche de lo absoluto. absoluto, ideal, alma pura, natura naturans» (137).
¿Cómo surge el mundo sensible y fenoménico? Schelling
Sin embargo, Schelling se ha esforzado por mostrar, si rechaza toda doctrina emanatista (138). En efecto, «el mun-
no cómo se podía ir de lo infinito a lo finito (sabemos ya que
(132) SCHELLING: SW., t. I, pág. 283.
(127) E, CASSIRER, ob, cit., págs. 262-263. (133) KRONER,ob. II, pág. 195.
cit., t.
(128) Ob. cit., pág. 563. (134) Cfr. K, FISCHER, ob. cit., pág. 615.
(129) E. CASSIRER, ob. cit., págs. 263 y sigs. (135) SCHELLING: SW., t. IV, pág. 24.
(130) SCHELLING: SW., t. II, pág. 246 (Bruno); cfr. KRONER, (136) Ibíd., pág. 25.
ob, cit., t. 11, pág. 180. (137) Ibíd.
(131) HrcrL: SW. (Glockner), t. XIX, pág. 671. (138) Ibíd., págs. 25-26.
TD

116 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA


4 F. W. J. SCHELLING 117

do absoluto no tiene en ninguna parte límite, y, como Dios lo finito, a contemplarse en es el alma. Aquello en
lo finito,
sólo puede producir lo absolutamente real, lo absoluto, re- lo que se objetiva ya no algo real, sino una simple apa-
es
sulta que toda emanación consiguiente es tan absoluta como riencia, algo que se produce siempre y necesariamente y que
la que le precede y, a su vez, sólo puede dar lugar a una no es real en sí, sino con relación al alma...» (143). Por otra
emanación tan absoluta como ella misma; por lo tanto, en parte, la caída es eterna (144), y aun cuando el universo
ninguna parte hay paso a lo opuesto, privación absoluta de sensible sólo sea un accidente, destinado a la nulidad, no
toda idealidad, y el fin no podría originarse de lo infinito, cesa de ser reproducido.
por disminución» (139). En la libertad descubrirá Schelling En esa teogonía trascendental, que desemboca en una Co3-
el paso a la finitud «el origen del mundo sensible sólo puede mogonía, se halla también determinada la situación del hom-
concebirse, en efecto, como el resultado de una ruptura total bre: «En su potencia más alta, el ser-para-sí de la imagen
con lo absoluto, como resultado de un salto», y no hay que se expresa, mediante la egoidad, en favor de la
finitud.»
hablar de «creación, como lo hace la religión popular, que Aquélla representa así el mayor alejamiento con respecto
a Jo absoluto; mas quien dice el mayor alejamiento,
veía en este mundo un producto positivo de lo absoluto, mas dice
de una caída...» (140). ¿Cómo explicar esa caída ?; mediante también el punto de retorno: «... el momento en que la «egoi-
la libertad, que debe pertenecer a la realidad en la que se dad está más alejada de Dios, es también el momento de su
transforma la idealidad de lo absoluto. Si esa realidad no retorno a lo absoluto, de su entrada en lo ideal» (145).
fuese libre e independiente de lo absoluto, del cual emerge, Así Schelling declara: «La razón y la egoidad en su verda-
éste no se conocería, ya que su transformación en realidad dero carácter absoluto son una y misma cosa, y si la egoidad
sería enteramente aparente. Además, esa realidad es libre; es el verdadero punto del ser en sí del mundo reproducido,
pero libre significa, desde ese momento, que es distinta de también es el punto en el que, en el mundo caído, se recons-
lo absoluto, que se desprende de él. Esa realidad en la que tituye el mundo original, en el cual las potencias supraterres-
se ha transformado la idealidad no puede ser sino el otro tres, convertidas en temporales, se expresan en la ciencia, en
absoluto, «mas no puede ser el otro absoluto sin separarse el arte y en las acciones morales de los hombres. El gran ob-
del verdadero, sin romper con él, sin desprenderse de jetivo del universo y de su historia no es otro sino el de la
él» (141). De ahí la caída. «La razón de esa caída y, por lo perfecta conciliación con lo absoluto, el de la perfecta fusión
tanto, de esa producción —alude Schelling a las cosas sen- con él» (146). Y al hacer esto, la idea de la historicidad se
sibles y reales— no reside en lo absoluto, sino en lo real introduce en el pensamiento de Schelling, que desde ese mo-
mismo, que debe ser considerado como enteramente inde- mento supera la Naturphilosophie: «La historia es un poema
pendiente y libre. La razón de la posibilidad de esa caída épico, salido de la mente de Dios. Sus dos partes principales
reside en la libertad...» (142). Así se explica el origen del son: la que representa la salida de la humanidad de su cen-
mundo sensible. Dos puntos han de observarse bien: por una tro, y su progresión hasta el punto más alejado de dicho
parte, la producción de las cosas sensibles, la cual resulta centro, y la que representa su retorno al centro, partiendo
de la caída; la idea, que continúa manifestando su potencia de aquel punto. Puede compararse la primera parte a la [lia-
cuando se ha desprendido de Dios, es producción de una da; la segunda, a la Odisea» (147). En lo sucesivo, el pensa-
nada, ya que sólo Dios es auténtica realidad: «Lo productivo miento de Schelling se concentrará sobre esa Iliada y esa
es siempre la idea que, por cuanto está destinada a producir Odisea, que constituyen la materia de su última filosofía. En-
(143) Ibíd., pág. 31. Así se sitúa la filosofía de Fichte.
(139) Ibíd., pág. 26. (144) Ibíd., págs. 31-32.
(140) Ibíd., pág. 29. (145) Ibíd., pág. 32.
(141) Ibíd. (146) Ibíd., pág. 33.
(142) Ibíd., pág. 30, (147) Ibíd., pág. 47.
118 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 119

tre la teogonía trascendental (el desdoblamiento de Dios, ex- prosigue Schelling —y, a nuestro parecer, es el pasaje esen-
presándonos como Lessing) y la historia propiamente dicha, cial de las Investigaciones—, «todas las filosofías hablan de
hallamos la relación, ya indicada, entre las ideas y las poten- esa razón como de un simple concepto, sin referirle ninguna
cias. En la mitología se repite el devenir divino al mismo realidad. Esa razón de su existencia, que Dios lleva en sí mis-
tiempo que se realiza el retorno a Dios. «Pues la historia debe mo, no es Dios considerado desde el punto de vista absoluto,
acabar por donde comienza: así, la teogonía desemboca en la es decir, en cuanto existente, sino que es la razón (Grund)
creación del hombre, en el cual se restaura la unidad origi- de su existencia, la naturaleza en Dios; un ser que es, eso sí,
nal, dispersada en la naturaleza» (148). Pero aun cuando co- inseparable de él, pero que difiere de él» (151). Ese Grund,
mienzan aquí los caminos de la postrera filosofía de Schelling, esa razón de existencia, es también la razón de la existencia
está claro que la oposición entre lo absoluto y el mundo sen- de las cosas finitas (152). Significa el deseo de ser, que es de
sible aparece inconciliable con el panteísmo (149), e incluso Dios sin ser Dios (153); y poniendo así el deseo en la raíz del
puede observarse, con Cassirer, cómo Schelling se aleja cada ser (y como posibilidad del mal) y de la existencia, Schelling
vez más de la realidad concreta que la Naturphilosophie que- admite una voluntad oscura que tiende al ser-para-sí y a la
“ría captar, alejamiento que, en cierto sentido, es la tragedia inteligencia, y, de ese modo, su filosofía evoca ya la de Scho-
de Schelling y que empezaba ya a hacerse visible al pasar a penhauer (154). El movimiento completamente entero de esta
una captación estética de las ideas (150). voluntad es la manifestación de Dios mediante la represen-
Las Investigaciones sobre la naturaleza de la libertad hu- tación o la imagen de sí mismo, que se continúa a través de
mana van a acentuar esa última orientación de Schelling, que la totalidad de los existentes, de modo que la teoría de Dios
intenta captar lo mejor posible la esencia de la libertad. En es la introducción a la filosofía de la naturaleza (155). Y de
esa época de su pensamiento, la influencia de los teósofos ese modo llegamos a las conclusiones de Filosofía y religión,
(Jakob Boehme, Baader y Saint-Martin) resulta patente y las cuales ponían de manifiesto un devenir que partía de Dios
es responsable de las numerosas oscuridades que han subra- y a Dios retornaba. En cuanto al mal en su efectividad, tiene
yado los comentadores de Schelling. Lo nuevo de ese texto su esencia en el hombre, quien, como principio independiente
con respecto al contenido de Filosofía y religión es la intro- de Dios, puesto que emerge de la naturaleza en Dios, que no
ducción de la problemática del mal. Pues la libertad no puede es Dios, puede oponer su voluntad individual a la voluntad
concebirse sin el poder del bien y del mal. Pero, puesto que universal, desplazando así el centro hacia sí (156). Mas el mal
el mal es inconcebible en Dios, y puesto que la libertad no mismo no es eterno, pues, separado del bien, sólo puede ser
puede existir sin el poder del mal, ninguna solución parece la mediación en la creación (157).
a primera vista posible. Para resolver el problema (que es En adelante, los centros de interés de Schelling los cons-
otra formulación del origen de lo finito), hay que admitir que tituirán la teogonía y la' historia religiosa del hombre. La
en Dios hay algo que no es Dios. Y ello no puede ser sino la última época de su pensamiento es la que está comprendida
razón de la existencia de Dios o la naturaleza en Dios. «Ha- in nucce en Las edades del mundo y en Las divinidades de
biendo admitido que no hay nada que sea anterior a Dios ni
que esté fuera de él, ha de estar en él mismo la razón de su
(151) SCHELLING: SW., t. IV, págs. 249-250, Cfr. FEUERBACH:
existencia. Eso es lo que afirman todas las filosofías.» Mas, SW., t. VI, págs. 104 y sigs.
(152) Ibíd., págs. 250-251.
(153) Ibíd.
(148) V. JANKELEVITCH, ob. cit., pág. 64. (154) Cfr. E. von HARTMANN: Schellings positive Philosophie als
(149) Por eso presenciamos en Schelling la afirmación del pri- Einheit von Hegel und Schopenhauer, Berlín, 1869, y del mismo autor,
mado del ser sobre el pensamiento y sobre todo sobre la razón. Schellings philosophisches System, Berlín, 1897.
Cfr. K. JASPERS, Ob, cit., págs. 108-129 y sigs. La identidad del pen- (155) SCHELLING: SW., t. IV, págs. 254-255.
samiento y el ser, principio del panteísmo, se rompe en provecho del ser. (156) Ibíd., págs. 257 y sigs.
(150) E. CASSIRER, ob. cit., pág. 282. (157) Ibíd., págs. 259 y sigs.
120 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA F. W. J. SCHELLING 121

Samotracia, y la explicitan las lecciones sobre filosofía de la los casos, había que contar hasta 4; que los números 1, 2 y 3
mitología y sobre filosofía de la revelación. Esta última época no representan nada por sí mismos.»
de la filosofía de Schelling es muy delicada de interpretar, y En la filosofía de la mitología, Schelling refiere la primera
aquí sólo podemos dar de ella un esquema extremadamente potencia (el poder ser, das Sein kónnen) a la causa materialis
burdo. de Aristóteles (al ¿£ 0% causa ex qua); la segunda potencia

En la teogonía describe Schelling el devenir intradivino, (lo existente que sólo es lo existente, das Sein miússen) (164),
que está constituido por el juego de las potencias, a las cua- a la causa efficiens (al dp 6% causa per quam); y la tercera

les corresponden los períodos de la autorrevelación de Dios, potencia (el deber ser, das Sein sollen), a la causa finalis (al
cuyo objetivo es la unidad real del mundo con Dios, no en el ela 8 causa in quam) (165); debiendo ser pensadas todas

Estado, como en Hegel, sino en la religión (158). Las poten- las potencias en una unidad, la cuarta potencia viene a ser
cias (Potenz) son tres y constituyen los «principios de todo el 76 tí Av elvas O el dóyos (166). Toda la teoría de las po-
ser». Schelling las presenta bajo diferentes formas. A veces, tencias así concebida, refiriéndose a lo que no puede no ser
y ésta es la presentación más simple, es la sucesión del su- pensado, constituye lo que Schelling llama la filosofía racio-
jeto, del objeto, y del sujeto-objeto en Dios. En las Edades nal o también la filosofía negativa, que describe las condicio-
del mundo, el juego de las potencias no es un juego activo que nes negativas según las cuales el ser puede ser. Mas no llega
engendre lo real, sino el juego de las fuerzas en Dios, en su hasta el ser mismo, el cual únicamente surge de la voluntad
sabiduría (159), antes de la creación del mundo. Son lo que divina, y cuyo desarrollo es, propiamente dicho, la filosofía
no puede no ser pensado si es que ha de haber algo existente, de la revelación, que comprende las religiones concretamente
y por esta razón, a ese nivel, las leyes de la razón y las leyes vividas en la historia humana y en las cuales se reflejan las
del ser son una y misma cosa (160). Siendo siempre el tema potencias del ser. Esa distinción entre filosofía positiva y
(como en la filosofía de la identidad), el de una dualidad en filosofía negativa, Schelling la extiende además a toda su
el seno de una unidad que se restaura, las tres potencias las doctrina, y considera ahora que la filosofía de la identidad
designa Schelling, a veces, A 1, A 2, A 3; a veces, A, B, A+B; sólo era, en realidad, una filosofía negativa que, por equivo-
y a veces también, —A, +A, +A. En el seno mismo del ser cación, se había dado como una filosofía positiva. Al mismo
divino, en el pasado trascendental del mundo, indican la po- tiempo, toda la doctrina de la razón (es decir, también el he-
tencialización de Dios, que se eleva desde la primera potencia gelianismo) (167) está determinada como filosofía negati-
hasta sí. La primera potencia (la potencia negativa) es la va (168). A la filosofía negativa le está reservada la pregunta
posibilidad de una naturaleza exterior y material (161), la por el Was (quid sit); a la filosofía positiva, la pregunta
segunda potencia es la posibilidad de un mundo espiri- por el Das (quod sit).
tual (162), y la tercera potencia, unidad del no y del sí, es
Dicha teoría de las potencias la aplica ahora Schelling a
el alma universal o el vínculo entre Dios y el mundo (163),
la comprensión de la religión y de los mitos. En su escrito
y, para dar más de la medida, Schelling añade una cuarta sobre Las divinidades de Samotracia, muestra Schelling que
potencia, si cabe decirlo así, que es la totalidad de las prece- los símbolos mitológicos corresponden a las tres potencias y
dentes: «Pitágoras seguramente debía saber que, en todos

(158) La filosofía de Schelling pretende incluso instaurar la ver- (164) V. JANKELEVITCH, ob. cit., pág. 122,
dadera religión. (165) K, FISCHER, ob. cit., pág. 727, que da todas las referencias.
(159) SCHELLING: SW., t. IV, pág. 652. (166) Schelling opera así una aproximación a la teoría de los
(160) SW., t. V, págs. 485-486; cfr. JASPERS, ob. cit., pág. 133. momentos del ser, en el Filebo de Platón; cfr. SW., t. V, págs. 574
(161) SW., t. IV, págs. 619 y sigs. y sigs.
(162) Ibíd., págs, 624 y sigs. (167) SW., t. V, pág. 227.
(163) Ibíd., págs. 628 y sigs. (168) K. JASPERS, ob, cit., págs, 96 y sigs.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—9
122 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA E
F. W. J. SCHELLING 123

hallan su unidad en un símbolo supremo que refleja a Dios prendería en su Philosophie der symbolischen Formen (173).
concebido como superior a las potencias y como Señor del Desde ese momento, Schelling no sólo aparece como una
Ser: «Así es como la doctrina cabírica era un sistema ascen- síntesis del hegelianismo (su filosofía racional) y de las doc-
dente que, desde divinidades subordinadas o naturales, se trinas de Schopenhauer (su doctrina de la voluntad ciega
elevaba hasta una divinidad que Jas dominaba a todas, hasta original, que impulsa a la existencia) (174), sino también
un Dios fuera del mundo y por encima de éste» (169). Schel- como uno de los puntos que enlazan el hegelianismo con la
ling aplicó ese esquema de las potencias al conjunto de la escuela de Marburgo.
historia de las religiones y dentro de cada religión, estudian-
do con minuciosidad el período pagano y el cristiano. En el
BIBLIOGRAFÍA
movimiento de las religiones, surgidas en el seno de los pue-
blos, estudia Schelling la historia, o mejor, la odisea de la Obras
conciencia, que se transforma hasta llegar a ser una verda-
dera conciencia de Dios (170). Todos esos estudios son muy Werke, publicada por Manfred Schróter, Munich, 1927 (en doce
volúmenes, de los cuales hay seis tomos principales).
desiguales, y a menudo se juzgan con severidad (171). Sin
embargo, deben destacarse dos puntos que concluirán este es- Traducciones francesas
tudio de la filosofía de Schelling.
En primer lugar, Schelling vuelve a recordar en la teoría Lettres sur le dogmatisme et le criticisme (trad. S. Jankelevitch,

de la mitología uno de sus problemas más constantes: el de


París,1946);
1950); Essais (traducidos y prologados por S. Jankelevitch, Pa-
Les Ages du monde, seguido de Les divinités de Samothrace
rís,
la relación de la conciencia humana con lo absoluto, y en ese (trad. S. Jankelevitch, París, 1949); Introduction ú la philosophie de
la mythologie,2 vols, (trad.
S. Jankelevitch, París, 1946).
sentido puede decirse que la filosofía de la religión concuerda
con el resultado de la filosofíade la identidad y de la filosofía
de la naturaleza, que condujeron a Schelling a situar el mun- Comentarios
do en su centro en lo absoluto. Además, no puede negarse la
tesis de la continuidad de la obra de Schelling, como lo de-
uE BRÉHIER:
. Schelling, París, 1912.
CASSIRER: Das Erkenntnisproblem in der Philosophie und Wis-
senschaft der neueren Zeit, Berlín, 1923, t. IL
muestra, por otro lado, la constitución de la filosofía racional K. FISCHER: Schellings Leben, Werke und Lehre, 4.* ed., Heidelberg,
como filosofía negativa, la cual vuelve a recorrer, situándo- 1923. (Esta obra sigue siendo el trabajo más importante sobre la
filosofía de Schelling.)
los, todos los procesos del idealismo alemán (172). En segun- .

HABERMAS: Das Absolute und die Geschichte, Bonn, 1954.


do lugar, al descubrir el horizonte de la mitología como hori- E. von HARTMANN: Schellings positive Philosophie als Einheit von
zonte de una conciencia concreta (y no solamente como un Hegel und Schopenhauer, Berlín, 1869; Schellings philosophisches
System, Berlín, 1897,
puro y simple ámbito de fábulas), abría Schelling el camino HOLLERBACH: Der Rechtsgedanke bei Schelling, Francfort, 1957.
V. JANKELEVITCH: L'Odyssée de la conscience dans la dernióre philo-
para un análisis de la conciencia mítica, análisis no tan me- sophte de Schelling, París, 1933.
tafísico, ciertamente, sino trascendental, que Cassirer em- K. JasPERS: Schellings Grósse und Verhángnis, Munich, 1955.
R. KRONER: Von Kant bis Hegel, 2.* ed., Tubinga, 1961.
W. METZGER: Die Epochen der Schellingschen Philosophie von 1795
(169) SW., t. IV, pág. 737. En ese texto utiliza Schelling la ex- big 1802, Heidelberg, 1911.
presión «Señor del Ser», que designa al Dios personal trascendente a J. E. SCHLANGER: Schelling et la réalité finie, París, 1966.
las potencias. W. SCHUuLz: Die Vollendung des deutschen Idealismus in der spátphi-
(170) Cfr. V. JANKELEVITCH, Ob. cit., págs. 214 y sigs.; K. Fis- losophie Schellings, Stuttgart, 1955.
CHER, ob. cit., págs. 745 y sigs.
(171) E. ZELLER: Geschichte der deutschen Philosophie seit Leib-
miz, 2.* ed., pág. 561. (173) E. CASSIRER: Philosophie der symbolischen Formen, Zweiter
(172) W. ScHuLz: Die Vollendung des deutschen Idealismus tn Teil, Das mythische Denken, 2.* ed., 1954, págs. 8-16.
der Spátphilosophie Schellings, págs. 21 y sigs. .

(174) K. FISCHER, ob. cit., págs. 831-832.


4000000000000 00000000"
124 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

X. TILLIETTE: Hegel et Sehelling ú Téna, en Revue de Métaphysique el


de Morale, 1968; Schelling contre Hegel, en Archives de Philoso-
phie, 1966.
Hasta el momento de la redacción de este texto no hemos podido
utilizar la obra fundamental de X. TILLIETTE: Schelling, une philo-
sophie en devenir (Vrin, 1970), Pedimos al lector que tenga a bien
exCysarnos.

AT
NAR
IV

LA ECONOMÍA POLfTICA Y EL SOCIALISMO UTó6PICO


Por Jean-Luc DALLEMAGNE Y Sami NAIR

I. EL NACIMIENTO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

En los comienzos del siglo XVII, la económía política


emerge de las utopías antiguas, del moralismo medieval y
de las recetas de presupuestos mercantilistas para consti-
tuirse de un modo científico.
En esa época alcanza su apogeo el capital mercantil y ma-
nufacturero, rompiendo definitivamente el orden económico
feudal, antes de que la revolución industrial represente el de-
sarrollo del modo de producción capitalista. Desde entonces,
el gran comercio y el pillaje, que constituye su fuente, no
pueden ya considerarse como factores del desarrollo econó-

A
¡ mico de las potencias europeas. Desde la segunda mitad del
j siglo XVII, Colbert comprendió la importancia de alimentar
ese comercio marítimo mediante el desarrollo de la industria.
El capital financiero puede entonces reforzarse y extenderse
sobre un fundamento sólido. J. Law tendrá experiencia de
ello cuando, en 1720, $e derrumbe su ingenioso sistema finan-
ciero, garantizado únicamente por las operaciones de la Com-
pañía de las Indias Occidentales.
Esa transformación que están experimentando las estruc-
turas económicas de los países de Europa occidental será la
causa de que sus respectivas monarquías se apoyen cada
vez más en la burguesía comercial y manufacturera, en de-
trimento de la clase feudal. Debido a las circunstancias, el

ne
126 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMIA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 127
poder político se desplaza en beneficio de quienes detentan ducción y la distribución de las riquezas. La economía se
a
el poder económico. Es una evolución que no se realiza de
constituye científicamente intentando deducir sus leyes. Para
un modo lineal, sin retrocesos. En particular, el desarrollo
captar la importancia de esa nueva problemática, basta re-
de las manufacturas transforma la agricultura. Primeramen- cordar que la célebre «teoría cuantitativa de la moneda»,
te en Inglaterra y después en Francia, el desarrollo comercial enunciada por J. Bodin (1) desde 1568, y según la cual la
e industrial proporciona una salida a la producción agrícola.
variación de la cantidad de dinero es causa de una elevación
De ahí la tendencia cada vez más acusada a suprimir los de los precios proporcional, no
es más que una amplia tauto-
bienes comunales, a cercar las tierras, lo cual provoca la logía, ya que el dinero se considera aquí como numerario
superpoblación y el éxodo rurales. Consecuencia de ello son cuyo valor es inversamente proporcional a la cantidad (2).
las crisis agrícolas que amenazan el aprovisionamiento y el Mas precisamente a causa del curso caótico que sigue el
desarrollo de las ciudades. desarrollo del capitalismo en formación, la economía política
Sin embargo, a pesar de esos riesgos conjeturales, la no se separa del mercantilismo sin dificultades. Ambigiieda-
transformación radical de las estructuras económicas y sus des y contradicciones señalan su surgimiento. Todavía en
efectos sobre la estructura del poder llevan consigo un cam- A. Smith (3) se hallarán al menos dos concepciones del capi-
bio radical de la teoría del conocimiento que permitirá a la talismo que coexisten en su obra entrelazándose y penetrán-
burguesía oponer victoriosamente su ideología a la de la no- dose sin cesar. En realidad, resulta bastante vano averiguar
bleza decadente. Para impugnarle a la nobleza su derecho la paternidad de la economía política. No puede aceptarse
«divino» al poder, la burguesía le opone el derecho natural. sin reparos que W. Petty sea «el fundador de la economía
La construcción de las ciencias de la naturaleza procede de política moderna», en opinión de Marx (4), ni que lo sean los
esa problemática y halla su justificación en la exterioridad
fisiócratas, como lo afirman Gide y Rist (5), ni tampoco que
de los fenómenos naturales con respecto al hombre. J. Locke, ese privilegio recaiga en A. Smith, como creen aún numero-
sobre todo, para justificar la monarquía parlamentaria, in- sos comentadores británicos. Parece mucho más probable que
siste en los derechos naturales del individuo, que son la inte- las tesis se entrecruzaran durante mucho tiempo en un largo
gridad de la persona y la propiedad. El postulado de la eco- processus de constitución de la economía política, hasta su
nomía burguesa viene dado al fundamentar el derecho de advenimiento en la obra de Ricardo.
propiedad en la obligación de trabajar y en la necesidad de
repartir la tierra con vistas a elevar al máximo la produc-
ción, sea cual fuere el reparto. Constitución de l» economía política
Aplicado a la sociedad, ese naturalismo halla tanto más
eco en economía política cuanto que el productor capitalista, Entre los fundadores de la economía política no hay solu-
en busca de su provecho individual, no puede captar la cohe- ción de continuidad. Incluso aunque a veces diverjan sus
sión del desarrollo de la producción social. La economía apa- análisis sobre problemas tan importantes como el del valor,
rece como un mundo exterior al hombre, regido
por leyes
naturales. Así, el economista burgués se sitúa con respecto (D J. Bobin: Réponses aux paradores de M. de Malestroit
a la economía política en una exterioridad comparable a la touchant Penrichissement de toutes choses, París, 1932.
del físico con respecto a la física. (2) J.-L. DALLEMAGNE: L'inflation capitaliste, Maspéro, 1972.
(3) A. SMITH: Recherches sur la nature et les causes de la riches-
Sobre esa nueva base les va a ser posible a los economis- se des Nations, trad. franc., París, 1843.
tas deducir las leyes naturales de funcionamiento de la so- (4) K. Marx: Histoire des doctrines économiques, París, Éd. Cos-
ciedad. Por primera vez aparece la idea de una economía tes, t. 1, 1950, pág. 1.
(5) C. GIDE y C. RisT: Histoire des doctrines économiques,
constituida en un sistema de leyes sobre las que es necesario Sirey, 1926, pág. 1. K, Marx parece, por lo demás, dudar, yaParís,
que
califica a los fisiócratas de «verdaderos creadores de la economía
apoyarse para emprender toda acción concerniente a la pro- derna», ibíd., pág. 42.
mo-
YU 0 .0.000)0)0000u0w0wv
128 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 129

comparten la misma problemática: deducir las leves naturales Para superar esa crítica negativa, los diferentes autores
que aseguran la coherencia de la sociedad y la conducen por se ven llevados a considerar
el problema de la fijación de los
libertad de pre-
el camino del progreso, y oponerlas al absolutismo real. Lo precios. La lógica les impone reivindicar la una ley natural
esencial es fundamentar científicamente el precepto de adén cios. Pero además necesitan mostrar que
dirige su formación. A Boisguillebert ¡e corresponde son
el re-
Jar hacer, dejar de la mano». En beneficio de qué clase social independientes
ha de actuar es, según los autores, cuestión de circunstancias conocer que los deseos de los individuos
realizados por una ley general que rige la producción y la
históricas. Lo esencial esque los fisiócratas se sitúan a nivel
del capitalismo agrario, y que Smith sólo los superará consi- circulación: la confrontación de la oferta y de la demanda
fija la cantidad intercambiada en un determinado precio
de
derando el capitalismo manufacturero.
equilibrio.
Mas desde esaépoca queda claro que el precio de equili-
Los fisiócratas, teóricos del capitalismo agrario de los bienes
brio, o precio natural, debe basarse en el valor economistas
intercambiados. Al plantear ese problema, los
La Los
fisiócratas presencian el proceso de sustitución
dan el paso decisivo que constituye a la
economía política
de la propiedad feudal por la propiedad privada en la me-
dida en que, cada vez más, la tierra asegura unas rentas como ciencia. A Petty (10) le toca responder
aún de un modo
todo bien está producido
como medio de producción y no como título de propiedad. ambiguo a ese problema. Afirma que constituyen
ello,
Se trata, para ellos, de acelerar esa transformación, luchando por la tierra y por el trabajo, y que, por conversión tan
éstos la fuente del valor. Al no ser semejante
contra los privilegios vinculados a la tierra. En ese sentido
«los fisiócratas constituyen un partido» (6). Se comprende evidente como él cree, ya que supone además un patrón
de
vacilando entre la tierra
entonces que sus predecesores inmediatos hayan centrado su valor, la teoría del valor continuará convertir en tierra la
intentará
y el trabajo. Así Cantillon
crítica sobre los impuestos y el comercio exterior.
cantidad de trabajo, para hacer de aquélla la única fuente
Así, Boisguillebert (7) lucha contra el sistema fiscal del
de todo valor, abriendo el camino a los fisiócratas.
feudalismo, Exige la supresión de las aduanas interiores y
Sin embargo, el progreso realizado por Petty es decisivo,
exteriores, la abolición de la exención de los ricos del impues-
pues «no se trata aquí de los
fenómenos mismos, sino de su
to directo y la de los impuestos indirectos. Propone un único
fundamento» (11). Y, sobre ese fundamento, comprende
Pet-
impuesto directo sobre la renta, al cual se sometan todos todas impli-
ty la necesidad de desarrollar el análisis en distintos del va-
sus
los bienes.
Conjuntamente, autores como R. Cantillon (3), D. Hume caciones. Estudia así los precios naturales,
la tierra
(9), ete., vuelven a poner en duda el análisis mercantilista lor, en lo que concierne a los productos, al trabajo, acomo con-
y al capital, augurando las
teorías de la plusvalía
del papel del comercio exterior en el desarrollo. Para ello dife-
denuncian la asimilación, corriente hasta entonces, de la ri- secuencia de la productividad del trabajo, de la renta
queza privada a la riqueza pública.
rencial y de la ganancia.
2. Una vez dadas las premisas, se imponía una
sistema-
tización de esos elementos dispersos. La escuela fisiócrata se

constituye en torno a Quesnay (12), que construye así la pri-


(6) des grandes doctrines économiques,
PU. E 1046, vás. e
D. ViLLeEY: Petite histoi y ó o

Paria BOISGUILLEBERT:
(1707) y Le testament politique du ordchal de auban
Le détail de la France (1697), L fact d (1662), en
W. PeErrY: Traité des taxes et contributions
e

a (10)
:

A A
Fuvres EÉconomiques de Sir William Petty, París, 1905.
(11) K. Marx, loc. cit., pág. 2.
crió. R. CANTILLON: Essai sur la nature du commerce en général
(12) F. QUESNAY: Le tableau économique, 1758 (la
la de Calmann-Lévy, 1970).
última edición
(9) D. HUME: Discours politiques(1752). es
A
7 E
130

mera
escuela

error
E A A
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
A

teoría del modo de producción capitalista


se le puede reprochar el haberse dejado
desarrollo del capitalismo agrario,
procede de la tierra. Mas
O

(13). A esta
cegar por el
considerando que el valor
eso no es lo esencial. En efecto, ese
remite a otro más fundamental en cuanto a la defini-
ción de la economía política, confundida con el análisis de
la producción y de la distribución de las riquezas

ceso de trabajo en general. Así pudieron


tos materiales, en los cuales se encarna el
materiales.
El mérito de los fisiócratas está en haber partido del ca-
pital, es decir, en haber considerado las condiciones materia-
les de la producción y de la circulación como formas del

consideran como único trabajo productivo el que se ejerce


en la agricultura, donde es patente

la agricultura. La ganancia y el interés

los salarios industriales y comerciales.


que el trabajador consu-
me menos riquezas de las que produce. Únicamente
del suelo es reconocida como forma de la plusvalía confun-
dida con ella. Tanto más cuanto que el
como un subterfugio de producción

la esfera de la producción, y no en la esfera de la


como hacen los mercantilistas. Por lo

Del mismo modo, los artesanos toman prestado


tanto, su
y
pro-
analizar los elemen-
capital, en el
proceso de producción; y las formas del capital, fijo circu-
lante, en el proceso de circulación, dándose los medios
articular ambos procesos.
y
para
Por razón de su error conceptual de origen, los fisiócratas

la renta

capital, analizado
que permite acrecentar
la productividad de los trabajadores, sólo es productivo
aparecen como bene-
ficios extraídos de la renta del suelo con el mismo título

A pesar del carácter limitado del análisis, los


y esto es lo esencial de su aportación, sitúan la
plusvalía

teórica es el intercambio entre el hombre y la perspectiva


no el intercambio entre los hombres.
naturaleza, y
Quesnay parte del capital para analizar el conjunto de la
actividad económica. Los granjeros disponen del
capital
(edificio, aperos, maquinaria, etc.) y toman prestado, de fijo
capitalistas, el capital circulante (destinado a pagar las ma-
terias primas y los salarios) en forma de «anticipos anuales».

circulante. La clase productiva de los granjeros produce


(13) K, Marx, loc. cit., pág. 41.
en

que

fisiócratas,
en
circulación,

los

su capital
cin-
Y UU YU UU "WY

mil millones entregados como ganancias de los

y los artesanos.
wYyowovww
LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO. 131

co mil millones de francos (según cálculos de Quesnay),

las materias primas que les son necesarias. Éstos disponen


de
los cuales retiene dos mil millones para sus propias necesida-
des y gasta tres mil millones. Este gasto se reparte en dos
propietarios
de las fincas, y un millar de millones para reconstituir, me-
diante compra a los artesanos, el capital fijo gastado.
La clase integrada por los propietarios de las fincas uti-
liza en el consumo sus dos mil millones, ya que es una
estéril, y reparte igualmente sus gastos entre los granjeros
clase
Estos últimos constituyen una clase estéril que no produ-
ce riqueza alguna, y por todo ingreso no tiene más que lo que
reciben de los granjeros yde los propietarios de las fincas a
cambio de los productos que han transformado. Los artesa-
nos utilizan sus dos mil millones en comprar a los granjeros

en total de los cinco mil millones del principio, y el ciclo vuel-


ve a comenzar.
El interés de ese «cuadro» consiste en que, bajo la forma
abstracta del sistema estacionario, muestra, por una parte,
el proceso de circulación de las riquezas; por otra parte, que
ese proceso está dominado por la reconstitución del capital
«anticipado» en la producción; y, por último, que el proceso
está determinado por el capital.
Desde ese momento, el ahorro acumulado en forma de
«anticipos» permite acrecentar el capital en circulación. De-
bido a la interdependencia de las clases y de sus gastos, seme-
jante acrecentamiento de capital aumenta la riqueza produ-
cida sin que aparezca ningún límite mientras se acumula el
ahorro.
Se comprende por qué los fisiócratas creen haber captado
las raíces del orden natural de la sociedad, en el que lo esen-
cial es no cambiar nada, practicando una política de absoluta
neutralidad. La norma del «dejar hacer, dejar de la mano»
se constituye en primer principio de toda política y de toda
moral. No parece que las leyes del capitalismo puedan poner-
se en duda; por ser naturales, carecen de límites y no pueden
dejar de ser eternas y universales, prometiendo un progreso
indefinido. Se puede concluir, con Marx, que los fisiócratas
elaboraron «un sistema que, en suma, se limitaba a edificar
w
132 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 133

el sistema burgués de la producción sobre las ruinas del sis- su carácter subjetivo. Es el valor de intercambio el que
tema feudal»(14), y lo confirmará la Revolución de 1789, cu- constituye el criterio para el mismo, y depende del trabajo
yas primeras medidas serán el triunfo de la política liberal. necesario para fabricar la mercancía. El intercambio de las
mercancías no es más que el intercambio de las cantidades
de trabajo socialmente necesarias para producirlas. Por lo
A. Smith, teórico del capitalismo manufacturero
tanto, el precio natural de una mercancía está determinado
Partiendo de los fisiócratas, A. Smith es su sucesor en lo por el tiempo de trabajo.
que concierne al análisis del capital. «Sólo tiene el mérito de Pero Smith, confundiendo el valor del trabajo, es decir,
haber fijado las categorías abstractas y de haber establecido los salarios, con el valor del producto del trabajo, emprende
una larga serie de confusiones y errores. En efecto,
reduce
unas denominaciones más claras en el lugar de las diferen-
cias analizadas por los fisiócratas» (15). En ese sentido sigue el precio natural al coste de producción, al mismo tiempo que
siendo más o menos fisiócrata (16) y no provoca ningún cam- identifica ese precio con suma
la de los salarios, los beneficios
y las rentas. Es evidente que esa doble determinación es
con-
bio en la economía política. Los progresos que realiza se de-
tradictoria, y que ni el beneficio ni la renta son costes de pro-
ben con mucho al hecho de que se sitúa en el capitalismo
manufacturero, y no en el agrario. Desde este punto de vista ducción. Smith ya ha definido el beneficio como trabajo no

supera a los fisiócratas en el problema del valor y del trabajo pagado por capital.
el Pero no puede distinguir las formas
productivo. de la plusvalía (que confunde con el beneficio), las cuales son
1. A. Smith parte de la idea de que la división del tra- el beneficio industrial y comercial, la renta de los bienes
bajo eonstituye la fuente de toda riqueza (17). En efecto, uti- raíces y el interés financiero (18).
lizando su mismo ejemplo, si un artesano tuviese él solo que Desde ese momento renuncia a la teoría del valor trabajo-
fabricar un alfiler, extrayendo él mismo las materias primas, incorporado, y afirma que el valor de un objeto proviene de
necesitaría aproximadamente un año. En cambio, si se le pro- la cantidad de trabajo que dicho objeto puede comprar. Ese
nuevo análisis no es más que una perogrullada, pues
si una
porciona el alambre de latón, podrá fabricar una veintena
de alfileres al día. Dividiendo el trabajo en una manufactura, hora de trabajo vale cinco francos, está claro que un objeto
diez horas de
es posible producir (en aquella época) dos mil alfileres por que valga cincuenta francos permite comprar
obrero y día. Ese aumento de la productividad se basa en la trabajo. Mas, en el plano analítico, esa perogrullada encierra
una contradicción, pues implica que se sea capaz
de medir
utilización de máquinas, en el aprendizaje y en la especiali-
zación de los trabajadores. Smith llega a la conclusión de que el valor de una hora de trabajo y el valor del objeto. Smith
el empleo del capital acrecienta la productividad del trabajo se ve obligado a buscar un patrón de medida
del valor, para
en cualquiera de sus ramas, y no solamente en la agricultura. poder definir el valor. Por último, aunque en época capita-
la
Rechaza así la idea de los fisiócratas sobre la esterilidad de lista tenía razón para plantearse el problema del valor, Smith
se extravió en un círculo vicioso al no comprender
la natura-
la industria. Es un descubrimiento que lo lleva a plantearse del valor
el problema del valor, y esto de un modo enteramente nuevo, leza de la plusvalía. Por lo que concluye que la ley
según el trabajo incorporado sólo válida en las sociedades
distinguiendo el valor de uso y el valor de intercambio. es

El valor de uso obedece a la utilidad de las mereancías, primitivas, en las que no existe ni beneficio ni renta, pero
pero no puede ser el criterio para el intercambio, a causa de que en la época capitalista desaparece esa ley.
2. Sin embargo, su investigación le permite a Smith
(14) K. Marx, loc. cit., pág. 56. plantear en términos nuevos y especificar el problema del.
(15) Ibíd., pág. 42.
(16) C. GIDE y C. Risr, ob. cit., pág. 73.
(17) A. SmITH: La richesse des Nations, loc. cit.; Lectures on (18) Especialmente confunde Smith la ley de plusvalía y la ley
Justice. Police, Revenue and Arms, Oxford, Ed. Cannan, 1836. de igualación de los tipos de beneficio.
134 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMIA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 135

trabajo productivo, como también abrir el campo a una ver- plusvalía, aquí también está condenado a fiarse tan sólo de
dadera teoría de las ganancias. las apariencias y a perderse en su diversidad.
Partiendo del valor trabajo-incorporado, deduce Smith A pesar de sus errores, el pensamiento de Smith es im-
muy exactamente que todo trabajador que participa en el portante, pues delata a una parte de la población que con-
proceso de extensión es productivo, y que los demás son im- sume la riqueza social sin contribuir a su producción. Por
productivos. Entre estos últimos puede incluirse a «los ecle- esto sus tesis suscitaron numerosas controversias entre los
siásticos, los letrados y los médicos». economistas, que «actúan así, en primer lugar para mos-
Mas, refiriéndose al valor trabajo-mandado, deduce Smith trarle al burgués, con un servilismo absoluto, que todo ha
otro criterio: es productivo todo trabajador de servir para producirle riqueza, y después, para demostrar
que reemplaza
el equivalente de su salario por su trabajo. Criterio que el mundo burgués es el mejor de los mundos posibles,
inope-
rante, pues a causa misma del valor de uso de la fuerza que todo es útil en él, y que el burgués mismo es lo bastante
del trabajo, todo trabajador cumple esa condición. culto para verlo. Con respecto a los obreros, ello significa
Cree entonces hallar la solución tomando como criterio que hace- falta que haya quienes no produzcan, pues éstos
la materialidad del objeto producido. Al hacer esto cae tam-
bién en el error de los fisiócratas y considera improductivos
contribuyen tanto como los obreros, aunque de otro modo, a
a «los letrados de toda clase, a los
la producción de la riqueza» (20). Y es que, en efecto, cierta
actores, a los cómicos, a teoría de las ganancias procede de la idea misma del trabajo
los cantantes, a los bailarines de ópera, etc.». Mas
un patente error, ya que todos esos individuos están
hay ahí improductivo, que pone en duda la armonía que se le ha atri-
emplea-
dos por un capitalista, entran en el proceso de producción
buido a la sociedad capitalista.
de la plusvalía. Crean efectivamente un producto
Aunque caracteriza mal el trabajo productivo, Smith
(libro o vuelve a la teoría según la cual el salario corresponde a lo
espectáculo) con vistas a ser vendido en el mercado, aunque que le es necesario al trabajador para subsistir. Admite que
dicho producto sea inmaterial. el salario pueda ser superior a ese mínimo vital,
Smith intentó hacer aquí la síntesis de los pero, según
fisiócratas, él, semejante mejora está finalmente contrarrestada por el
para quienes es productivo todo trabajador que produce más aumento de la natalidad y de la vitalidad de los obreros. Des-
objetos de los que consume, y los mercantilistas, para quie- contado de la producción el fondo de salario así determina-
nes es productivo todo trabajador
que, con su actividad, do, el resto se destina a ganancias y a rentas de los bienes
acrecienta las existencias de metales preciosos. Los primeros raíces. Ambos ingresos, deducidos del producto del trabajo,
sólo consideraban el valor de uso, y los segundos el
valor de se reparten entre sus beneficiarios, el
primero, por la ley de
intercambio. Pero los mercantilistas únicamente veían el ca- igualación de los índices de beneficio, y el segundo, por el
rácter de dinero en los metales preciosos, mientras
lo generaliza al conjunto de las mercancías. «Esa que
Smith poder de monopolio de los propietarios de tierras. No habien-
diferencia do determinado la plusvalía, Smith no puede indicar a cuánto
se funda en el carácter de la producción
burguesa: la riqueza ascienden cada una de sus formas, pero puede, en adelante,
.

no es igual al valor de uso; únicamente la


mercancía es rique- explicitar algunos antagonismos sociales.
za, y el valor de uso no es más que la representación del valor En efecto, Smith llega a la conclusión de
de intercambio en calidad de dinero» as). que el valor de
los productos industriales debe bajar como consecuencia del
Sin dejar de expresar el carácter de la producción bur-
progreso técnico y del aumento de valor de los productos
guesa, Smith no comprende que lo que hace productivo a un agrícolas a causa del aumento de la población. De ello deduce
trabajador es el intercambio de su trabajo con el capital y que el interés de los propietarios de bienes raíces y el de los
con las ganancias. No habiendo analizado la
esencia de la trabajadores está unido al de la sociedad, ya que sus ingre-
(19) K. Marx, loc. cit., t, 2, pág. 41. (20) Ibíd., pág. 170.
136 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 187

éste sólo puede proseguir detrimento del individuo. El


con
sos crecen con la riqueza nacional, mientras que los indus-
triales y los comerciantes, cuyo índice de beneficio baja cuan- deseo, formulado por Sismondi (23), de una producción para
el consumo es científicamente absurdo en esa época. Por eso
do la riqueza social crece, pueden más que oponerse al dispuesto criticarla
está Ricardo del lado de la burguesía,
no a
progreso de la sociedad.
si obstaculiza el desarrollo de las fuerzas productivas:
«Yo
desgracia, Smith, frente a esas contradicciones, se
Por consideración hacia una clase
tomar un partido e invoca la «mano invisible» que
lamentaría vivamente que, por
niega
particular, se retardase el progreso de la riqueza y de la
a
ha de armonizar, por último, el desarrollo social. Antes que
población de un país» (24).
poner en tela de juicio al liberalismo, cuenta con la Provi- Por esta razón, el objetivo de Ricardo es explicar la
distri-
denciaresumido
para asegurar el progreso de la humanidad. Queda
ese conjunto de contradicciones contenido en
bución del producto nacional entre los propietarios de bienes
aquí proporcionar
raíces, los capitalistas y los trabajadores. Para anteriores
la obra de Smith y que no hace más que reflejar ampliamente sistematiza las aportaciones y,
esta explicación,
su situación histórica. Las modalidades mediante las cuales valor trabajo-incorporado, investiga
partiendo de ley
la del
si en la sociedad capitalista hay algo que contradiga el prin-
Ricardo superará esas contradicciones, nos darán la mejor
prueba de ello. entre
cipio. Más que explicar las aparentes contradicciones
afirmar
el principio y sus manifestaciones, prefiere su con-
reales del modo de
cordancia. Frente a las contradicciones
El advenimiento de la economía política salvar la coherencia de
producción capitalista, Ricardo, para
su sistema, da soluciones que lo
llevan a un callejón sin sali-
da. El plan mismo de su exposición expresa ampliamente
D. Ricardo (21) llega a la economía política para resolver la
los problemas prácticos que se le plantean a la economía in- insuficiencia científica de su proceder.
glesa al terminar las guerras napoleónicas, es decir, esencial-
mente la revolución industrial y el alza de Jos que precios La coherencia del sistema de Ricardo
amenaza con comprometerla. Se enfrenta, por lo tanto, al
desarrollo del modo de producción capitalista en su forma El objetivo teórico que se propone Ricardo es demostrar
directamente industrial. Para Ricardo, el análisis de la so-
la coherencia del modo de producción capitalista respecto con
ciedad capitalista no es más que un rodeo necesario para
a la ley del valor. Para ello
necesita sustituir a la Providen-
definir la mejor política del gobierno; así es como influirá
decisivamente en la creación monetaria, en el sistema fiscal cia, que invocaba A. Smith, por unos mecanismos de equili-
de la
brio inmanentes. Por eso se sitúa de golpe en la esfera im-
y en la organización de las tarifas exteriores. A nivel prác- distribución, para deducir de ella su ley de equilibrio, ya
tico puede considerársele en justicia como fundador del libe- plícita en el método adoptado.
ralismo. Está claro que Ricardo defiende los intereses de los
1. Para analizar las condiciones del crecimiento, Ricar-
capitalistas, y no los de los propietarios de bienes raíces do aplica a las categorías de la distribución la ley del
valor
como lo
hace su contemporáneo R. Malthus (22). Desea la pro- y hace que la renta de bienes raíces desempeñe en el modelo
ducción por la producción, lo cual es históricamente correcto
productivas, el papel de variable de equilibrio.
pues, en ese grado de desarrollo de las fuerzas En lo concerniente al valor, Ricardo toma la ley del tra-
bajo incorporado, ya deducida por Smith, e ignora los pro-
deSUD
AA
(21) D. RICARDO: Réponse
O
se
(1811); Essai Pinfluencedu has
aux observations d e M. Bos
sur
t
(23) SISMONDI: Nouveaux 1951.principes d'économie politique (1819),
Calidb, A
: politique lU'impót
Principess de de UéPéconomie
¿ ¡ti

et de impó

edición, Ginebra-París,
nueva Price of
(24) D. RICARDO: An essay on the influence of a Low
La hs Y,ETS: Principes d'économie politique (1820), Calmann-
22 .
a,
7 . 0

Corn on the Profits of. Stock, 2.* ed., Londres, 1815, pág.
111.—10
45.

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T.
Y WU "WU UU Y Y y 4 Y
138 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMIA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO! 139
blemas que éste se había planteado y que lo habían conducido cienta el fondo de los salarios. En una población obrera de-
a la ley del trabajo mandado; se contenta con especificar, por
parte,
terminada, ello provoca un aumento de los salarios, más o
una que el trabajo considerado es un trabajo medio, menos rápidamente contrarrestado por un aumento propor-
en un determinado estado de las técnicas que engloban la cional de la población obrera. Este último acrecienta la de-
usura de los bienes y medios de equipo; por otra parte, que
manda de los productos alimenticios, lo cual hace que los
el paso del valor al precio de una mercancía cualquiera se
hace mediante el valor de la moneda en la que se expresa granjeros extiendan e intensifiquen sus cultivos. La renta
diferencial aumenta entonces, reduciendo la parte de los be-
el precio, neficios en la producción. Los capitalistas disponen así de
Desde ese momento puede considerar la distribución de

A
menos recursos para acumular, hasta que su parte sea insu-
la producción nacional, pues posee medios teóricos de deter- : ficiente. La sociedad entra en estado estacionario. Lo impor-
minar el salario y la renta de bienes raíces, siendo residual
tante en este proceso es que en él no puede haber subempleo.
el beneficio. Ricardo especifica que el salario es el precio de
Ni del capital, pues toda acumulación crea los ingresos que
la mercancía-trabajo, cuyo valor iguala a lo que es necesario ' permiten comprar la producción correspondiente. Ni del tra-
a los trabajadores para subsistir y para perpetuar su es-
pecie, Reconoce bajo, cuya oferta está regularizada por la ley de la población.
que el salario tiende a aumentar con el de-
;

Por lo tanto, el crecimiento no conoce «crisis ni desempleos.


sarrollo de la riqueza, pero que esa tendencia está contrarres-
Las únicas crisis que pueden producirse son parciales y se
tada por el aumento de población obrera, producido por toda E deben al hecho de que, en algunas ramas, modificaciones en
mejora del nivel de vida. Por lo tanto, en conjunto, el salario las técnicas de producción o en las estructuras de consumo
:

real es constante. En cuanto a la renta, Ricardo opone su


llevan consigo desajustes temporales. Mas tales incidentes
teoría de la renta diferencial, ya contenida en los primeros :

no pueden generalizarse a causa de los ajustes de precios,


textos de Malthus, a la teoría de la renta absoluta, defendida que los corrigen automáticamente.
por Smith, y que Malthus tomará ulteriormente. Puesto que, Desde ese momento, y desde un punto de vista interna-
según Ricardo, tierras de fertilidad diferente producen géne- -

ros a un coste diferente, mientras que su precio de venta es


cional, las salidas exteriores no son una condición del creci-
el mismo, los propietarios cuyas tierras son más fértilesaca- miento. Son simplemente ventajosas por cuanto permiten 4
cada uno de los países especializarse en la producción que le
paran la diferencia entre el precio de venta, establecido sobre
es relativamente más provechosa. Mientras que,
los costes más elevados, y el coste efectivo de los productos para Smith,
cada país importa las mercancías cuyo coste exterior es in-
en su propia tierra. Por lo tanto, la renta no depende del poder
de monopolio que los propietarios de bienes raíces tienen so- ferior al coste nacional, para Ricardo un país importa incluso
bre la tierra, sino de la diferente fertilidad de los suelos. Con- productos cuyo coste exterior es superior al coste interior,
con tal de que ello le permita especializarse en una produc-
siderando que los granjeros exploten tierras cada vez menos
ción en la que su ventaja relativa sea aún más elevada. Esa
fértiles, Ricardo deduce que la renta sobre bienes raíces debe
ley de los costes relativos corresponde al concepto que tiene
aumentar,
Siendo constante la Ricardo de las salidas, pero es un concepto que está a punto
parte de los trabajadores en la pro- .de hacer cuestionable la teoría del equilibrio en el caso en
ducción nacional, y aumentando la de los propietarios de que dos países de cada tres confiscasen todas las ventajas
bienes raíces, la parte de los capitalistas sólo puede dismi-
relativas. Para evitar semejante contradicción, Ricardo hace
nuir. Desde ese momento queda limitado el desarrollo eco- E

que el nivel general de los precios dependa de la aportación


nómico, lo cual ya había demostrado Smith, pero, además, el exterior en oro y divisas. Así, en nuestra hipótesis, la ven-
«camino» del crecimiento queda equilibrado.
2. Si se considera el crecimiento desde un puntode vista
taja relativa de los dos países quedaría anulada por el alza
de los precios que experimentarían a causa de su excedente
estrictamente nacional, toda acumulación de capital acre-
comercial.
z ; QQ Y Mr y dl hol e

3:
LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 141
140 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
teoría
Por lo tanto, con respecto al equilibrio, desempeña la mo- cierne a las categorías de la distribución como a su
neda el mismo papel que la renta con respecto al crecimiento. del equilibrio.
medio teóri-
Mas sólo puede hacerlo en la medida en que Ricardo intro- 1. Como Smith, Ricardo carece también de
co para distinguir el beneficio
de la plusvalía. Por lo tanto,
duce la famosa «teoría» cuantitativa de la moneda, que, por contradicción entre la ley
no puede comprender la aparente
otro lado, utiliza para establecer el valor de la moneda no de beneficio,
del valor y la ley de igualación de los índices
convertible. Mas, al hacer esto, Ricardo deterraina el valor
considerada por Smith. Se contenta con afirmar su corres-
de la moneda comoel inverso del nivel general de los precios, a la ley del valor el
lo cual resulta contradictorio con respecto a la ley del valor.
pondencia «en promedio» e incorpora valor con
índice supuesto de beneficio medio, confundiendo el
Consciente de la dificultad, intenta suprimirla introduciendo el precio natural. Confusión que lo conduce a
considerar el
el patrón oro, es decir, el pago en oro de los intercambios efecto que las variaciones de los salarios tienen
sobre el va-
exteriores. Pero esto no es más que un artificio desde un lor de intercambio de las mercancías, según
la composición
del
doble punto de vista. Por una parte, sustituye el estudio capital fijo-capitalcirculante, llegando a contradecir la ley
sistema de la economía capitalista por un sistema jurídico, del valor.
lo cual sólo puede hacerlo desde un punto de vista normativo, Dicho error remite al que comete Ricardo con respecto
incluso aunque la moneda Al des-
y no científico. Y por otra parte, al capital, del cual tiene una comprensión extraviada.
sea metálica, sin embargo, el nivel de los precios depende la plusvalía, Ricardo
conocer la capacidad de trabajo y
no

de su cantidad en circulación, y no de la relación de su valor


comprende el capital como una relación social de producción.
con el de las mercancías. Como toda la economía burguesa Sólo lo considera como una colección de cosas que permiten
el modo de produc- acrecentar la productividad del trabajo. En lugar
de distin-
que le sucede, Ricardo sólo puede explicar
coherente, haciendo de acrecienta en valor
ción capitalista, mediante un sistema
determinada. ero guir, dentro del capital, la parte que se
valor (capital
la moneda una variable de equilibrio no (capital variable) y la parte que transmite ese

constante), toma la distinción técnica de Smith (capital fijo


sólo comprende el capital
Las insuficiencias del sistema de Ricardo y capital circulante). Por lo tanto,
como trabajo cristalizado, y lo
reduce a trabajo. Por eso en
Ateniéndose, como lo hace, a la teoría del valor trabajo- la ecuación del valor de las mercancías ignora la parte trans-
relación Smith (25). mitida por el capital constante, la cual se añade a la parte
incorporado, Ricardo no progresa con a
ella, Ese le oculta también la
Ignora, en efecto, que Smith, aun cuando responda cambian variable.
mal a creada por el capital error

plantea una cuestión importante: ¿por qué del valor? Ri-


no se formación del precio natural, distinto del valor, y acentúa
su confusión de la plusvalía con
el beneficio. Mas, sobre todo,
las mercancías por trabajo vivo según la ley
formal, es un error que implica que
todo el producto se transforme
cardo ignora el problema, el cual, desde ese aspecto
Marx distinga entre en renta, lo cual es fuente
de graves errores en cuanto al
es insoluble. Habrá que esperar a que
cla-
trabajo y capacidad de trabajo, para que Se demuestre crecimiento.
distinguir,
ramente que las mercancías se intercambian con la capacidad Ricardo se ve, sin embargo, obligado a y a
Para ello
de trabajo según la ley del valor. Al ignorar el problema, articular, el precio corriente y el precio natural.
con la demanda, que
sólo in- recurre a la confrontación de la oferta
Ricardo no puede analizar la esencia del valor, sino Toda corriente fiuctúe torno al precio natu-
vestigar la medida del valor, o valor de intercambio. su hace que el precio en
lo del bien. Así las
ral, sin que se especifique la naturaleza sólo
obra está limitada por esa debilidad, tanto en que con-
puede articu-
cosas, siendo monetario el precio corriente,
larse al precio natural si éste tiene expresión monetaria. Ri-
Histoire de la pensée éco- natural,
(25) Diga lo diga H. DENIS
que
U. F., París, pág. 306.
en su
cardo se ve obligado a diferenciar del valor precio
el
nomique, P.
1

142 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 143

haciendo de éste la expresión monetaria de aquél. Por lo crece la población. Queda indeterminada la verdadera clave
tanto, sin que resulte modificado el valor, el precio natural del modelo de crecimiento según Ricardo.
varía en razón al depósito de metales preciosos. El lugar de 2. La ausencia de crisis generales de superproducción
la teoría cuantitativa y el papel del comercio exterior quedan se debe, para Ricardo, a dos razones. Por una parte, el ca-
determinados en el modelo por las confusiones a propósito pital acumulado es totalmente transformado en renta. Por
del valor. otra parte, toda la renta se gasta.
Dicho conjunto contradictorio pesa sobre la determiná- El primer punto supone la ignorancia de que el capital
ción del valor del trabajo. Ricardo se halla aquí en un callejón constante transmite progresivamente su valor a las mercan-
sin salida, pues el salario de subsistencia se confunde con el cías. Es exacto si se piensa en una duración indeterminada,
valor de las subsistencias necesarias al trabajador. Pero sólo ya que, siendo el capital un trabajo cristalizado, su reconsti-
puede afirmar semejante determinación, sin poder demos- |
tución implica un gasto en salarios. Mas es falso si se piensa
trarla. La única razón que puede proporcionar es que la ley ] en un período de circulación del capital, en el que siempre
de la oferta y de la demanda reduce el precio medio del tra- ¡
existe, conjuntamente y según una relación orgánica, capital
bajo a las subsistencias necesarias. Por lo tanto, sustituye i
¡ constante y capital variable. Por esto, existen distorsiones
la ley del valor por la ley de la oferta y de la demanda, ca- entre el ritmo de usura efectivo del capital constante y el
yendo así en la teoría del valor trabajo-mandado. ritmo al que se constituye, lo mismo que entre este último y
Además, no considerando el beneficio más que como lo la amortización del capital constante en el valor de las mer-
que resta después del pago del salario y de la renta, Ricardo cancías. Por lo tanto, existe una diferencia entre el valor y
sólo puede analizar el papel del progreso técnico en la for- t la masa acumulados, de modo que la acumulación, para ser
mación del beneficio, perdiendo de vista las demás modali- equilibrada, supone un superproducto, es decir, un valor de
dades de extorsión de la plusvalía. Al hacerlo así, confunde uso en el que se realiza la plusvalía, a fin de que se satisfaga
la ley de la plusvalía con la ley del índice de beneficio, y se la demanda de capital constante (26).
le escapa la articulación antagónica entre el salario y el be- El problema se supone resuelto con la segunda hipótesis,
neficio. Por último, la teoría de la renta está viciada por el según la cual los productos se intercambian por productos.
conjunto de confusiones. Por confundir valor y precio natu- Negando que la mercancía haya de ser convertida en dinero,
ral, niega Ricardo la renta absoluta, que es la diferencia se niega la crisis, haciendo del dinero un simple medio de
entre ambos valores. Observa, en efecto, que, en esas condi- circulación. Pero la separación, en el espacio y en el tiempo,
ciones, la renta absoluta significaría que el capital invertido entre la compra y la venta, hace que el vendedor pueda con-
en la agricultura produciría más que el que se invierte en servar su dinero en caja, sin volver a comprar mercancías
la industria, lo cual contradice la ley del valor; mientras equivalentes, las cuales quedan, en exceso, en el mercado. Esa
que la renta diferencial, que depende de la productividad del separación, aunque no explica la realidad de la crisis, de-
trabajo, está de acuerdo con la ley del valor. Mas está claro muestra su posibilidad,su forma abstracta. Dicha posibilidad
e
que, según la estructura orgánica del capital en la agricul- de las crisis se reproduce en el capital, pues toda circulación
tura, diferente de la que prevalece en la industria, el precio de mercancías y de dinero, en el modo de producción capi-
natural está más o menos alejado del valor. Esa diferencia, talista, se realiza sobre la base del capital, lo mismo que el
que constituye la renta absoluta, se la apropia el propietario capital circula en forma de mercancías y de dinero. La su-
de los bienes raíces. Ello no excluye, por lo demás, la renta perproducción de mercancías va unida a la del capital. Se
diferencial, igual a la diferencia entre el exceso del precio ve que en la naturaleza de las mercancías nada impide que
del mercado sobre el precio de producción y el exceso del haya una superabundancia general, pues puede existir tal
valor individual sobre el precio de producción. Mas ello im-
pide determinar en qué sentido evoluciona la renta cuando (26) A este problema responde el libro 2 de El capital, de K. Marx.
¡Y y y y xo um»; dd Y e; PP”

POLÍTICA Y EL SOCIALISMO
UTÓPICO 145
E:
LA ECONOMÍA
144 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA la
no consiste en conocer
el modo de producción capitalista sino que consiste en Co-
dinero que la oferta de las mercancías
demanda dedemanda. supe- sea
causa de una eventual
desarmonía,
Verdad es que semejante superproduc- medio permite compensar las desarmonías que
rior a su nocer el que
ción no es absoluta, es decir, que no implica la satisfacción lo constituyen.
determi-
de todas las necesidades. No es más que relativa a
nados precios, a determinada demanda solvente que depende
Ricardo se equi-
de la acumulación del capital. Por lo tanto, Conclusión
voca al afirmar la neutralidad del
comercio exterior con res-
clásica queda in-
pecto a las crisis y al crecimiento, tanto en lo que concierne comienzos mismos, la economía las
En reconocer y explicar
sus
a los movimientos de mercancías como a los movimientos de validada por su incapacidad para cual no se debe a carencia in-
capitales. crisis de superproducción. Lo
ni tampoco 2 una insufi-
separación compra-venta, que constituye
Desde luego, la telectual de aquellos economistas,de vista en que Se sitúan para
la metamorfosis del valor, sólo implica la posibilidad
de las ciencia científica, sino al punto capitalista. El método mismo
crisis, y no su causa. Para comprender
las crisis no basta captar el modo de producción en explicar la
coherencia de la S0-
el aumento de la producción es superior a la expan- de Ricardo, que consiste contiene
decir quemercado; hay que explicar esa diferencia cuyos dos ciedad capitalista con respecto a la ley del valor,
nos dice que la
sión del
términos están determinados por la acumulación
del capital. esa limitación.
En efecto, «cuando Ricardo que la
del capital mercancía €sindiferente para el producto,
sólo difiere del intercambio por
La necesidad de las crisis se debe a las formas forma
valoración del valor, y reside en su existencia como circulación de las mercancías es aquí una forma
el valor de intercambio sólo
como no
de la posibi-
y como dinero. Mas la comprensión
la forma, que es, por lo tanto,
mercancía
lidad de las crisis va unida a la comprensión de su necesidad. pasajera de la transformación, que el dinero
circulación formal, todoelello se
consumidores idénti- simplemente un medio de burgués modo
debe a que en el modo de producción
Poruna parte, para afirmar que los son ve

cos a los productores, Ricardo


ha de hacer abstracción del
específica que la determi-
medio de circulación, lo absoluto, sin otra determinaciónlo tanto, no podría admitir
dinero, considerarlo como un simple nación puramente formal. Por del libre
cual lo conduce a hablar del intercambio de productos, y no
una limitación cualquiera
que ese modo implica
desarrollo de las fuerzas productivas, limitación
la circulación de las mercancías. Por
otra parte, seme- que se ma-
de Ricardo sólo ve una de lasuperproducción,
jante abstracción proviene de que naturaleza de nifestaría en las crisis y, entre otras, en
las funciones del dinero, sin comprender
la
fenómeno fundamental de las crisis» (28).
forma de su valor. Ese doble error está inscrito en la pers- política pierde toda uti-
Desde ese momento, la economíaconsistía
medir el valor de inter- en mostrar que
pectiva que Ricardo se impone deesencia del valor (27). La lidad para la burguesía. Su papel en un sistema en el que
cambio, en lugar de investigar la la cohesión social está asegurada necesidades, realizar
solución consiste en distinguir el trabajo de la capacidad
de
cada cual intenta satisfacer sus propias utilitarista antes
era un filósofo
trabajo; lo cual le habría obligado a Ricardo a sino reconocer que
propia utilidad. A. Smith
el capital no es solamente trabajo acumulado, que €s su
de dedicarse a la economía política
(29); D. Hume renunciaba
la expresión independiente de las condiciones
mate- investigaciones económicas después de haber
también
riales de trabajo, separadas y opuestas a los
trabajadores; a sus propias
leído los Ricardo (30). Pero la invalidación
Principios de
del
relación social determinada. Entonces
que el capital es una
habría comprendido Ricardo que el problema planteado por des doctrines économiques,
t. 5, pág. 89.
(28) K. Marx: Histoire
Théorie des sentiments morauz, París, 1830.
(29) A. SMITH: cit.
(27) K. Marx: «Notes marginales pour le «“Traité d'économie 242.
po-
(30) Según D. ViLLEY, ob,
Le capital, £d. Sociales, t. 3, pág.
litique» d'Adolphe Wagner», en
o ;

ma
E E A A A A A A AA A |

146 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 147


análisis, mediante las crisis, hace que el esfuerzo resulte ideo- latente o sólo se manifieste por fenómenos aislados» (36).
lógicamente caduco. La economía vulgar se desarrolla con- Mas, desde el momento en que burguesía
la no tiene ya que
juntamente con la economía política, y se desarrolla sobre luchar contra la feudalidad decadente, sino que se opone cada
sus ruinas, para justificar el equilibrio inmanente del modo
de producción capitalista sobre un fundamento directamente
vez más violentamente al proletariado, el conocimiento
capitalista
de
vuel-
las leyes que rigen el modo de producción se
utilitarista. Nació la teoría del valor-utilidad, que reduce el
valor al valor de uso, y confunde el valor, el precio natural
ve contra ella. «El período en el que aún no se ha desarrollado
esa lucha, es también el período clásico de la economía po-
y el precio de mercado. Esas lucubraciones, ya enunciadas Ñítica. Ricardo, su último gran representante, es el primer
por Condillac (31) y Bentham (32), no habían hallado ningún economista que, deliberadamente, hace del antagonismo de
eco en el período de constitución de la economía política.
Pero, reanudadas por J. B. Say (33), van a constituir el fun-
los intereses de clase, de la oposición entre salario beneficio,
y

damento de toda la economía vulgar, e incluso de la economía y beneficio y renta, el punto de partida de sus investigacio-
nes. Ese antagonismo, en efecto, inseparable de la existencia
pragmática de Keynes, es decir, de la economía burguesa misma de las clases de que la sociedad burguesa se compone,
posterior a Ricardo. Tanto más cuanto que, considerando que lo formula ingenuamente como la ley natural, inmutable, de
todo lo que es útil tiene un valor, ese movimiento permitía
definir como factor de producción todo lo que concurre a
la sociedad burguesa. Era alcanzar el límite que la ciencia
producir utilidad. Así, el capital, la tierra y el trabajo se
burguesa no atravesará. La crítica se alzó ante ella, incluso
en vida de Ricardo, en la persona de Sismondi» (37).
consideran como productores, y sus detentadores perciben
una remuneración según su contribución al producto total. J.-L. D.
El beneficio y la renta quedan ideológicamente justificados.
La economía política y la economía vulgar no pueden si-
tuarse en un mismo plano, como quería Althusser (34). Muy II. EL SOCIALISMO UTÓPICO O EL PENSAMIENTO
al contrario, «en la misma medida en que la economía se DE LA SEPARACIÓN ABSOLUTA
profundiza, no expresa solamente sus contrastes, sino que
su contraste se concreta frente a ella, al mismo
tiempo que
los contrastes reales se desarrollan en la vida económica de
Hay dos maneras de definir el socialismo utópico;
puede
definirse con relación al socialismo científico, o bien con rela-
la sociedad. Y, en la misma medida, la economía vulgar se ción a la utopía misma. La primera definición parece haber
hace deliberadamente más apologética y se esfuerza de todas sido obligada desde el siglo pasado, en que Engels
y Marx
formas por hacer que se desvanezcan las ideas en las
que se
expresan esos contrastes» (35). Es decir, los peligros de toda
delimitaron cuidadosamente su propio objeto socialista de
los de Saint-Simon, Fourier y Owen. La segunda definición
crítica sociológica de la economía política. No es por ser bur- es rara; en efecto, falta aún tener una noción exacta de la
guesa por lo que no sería científica. Ambos caracteres son utopía. La etimología puede sernos aquí de gran ayuda. La
compatibles «a condición de que la lucha de clases quede significación de la palabra griega formada por u («no»)
y
topos («lugar»), es decir, ningún lugar» o también «en
«en
(31) CONDILLAC: «Le commerce et le gouvernement considérés re-
ninguna parte», reviste un aspecto importante de la signifi-
lativement lun á lPautre» (1776), en Mélanges d'économie politique, cación general del concepto de utopía. No puede negarse que
París, 1847,
(32) 3. BENTHAM: Principios de moral y de legislación la utopía es un pensamiento de ninguna parte, en el sentido
SAY: Traité d'économie politique (1803), 6.*(1789).
rís, EAN
,
J.-B. ed., Pa-
.

(34) L. ALTHUSSER: Lire le Capital, París, Maspéro, 1971. (36) K. MARx: «Postface á la deuxiéme édition du Capital», en
(35) K. Marx; Histoire des doctrines économiques, loc. cit., t, VIII, Le capital, Ed. Garnier, pág. 579.
página 186. (37) Ibíd., pág. 580.
>.
148 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLITICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 149

de que ningún lugar se ha realizado ni se realiza el pro-


en zos, de su voluntad y de sus realizaciones» (Ernst CASSIRER:
yecto que dicho pensamiento profiere. Pero ese concepto tiene La philosophie des Lumiéres, pág. 41). Así, el siglo de las
también una determinación histórica: la utopía de Cirano de luces no solamente fue el anverso de las tinieblas, sino tam-
Bergerac es radicalmente diferente de la de Fourier, aunque bién el fundador de la razón. La crítica contenida en la
el proceso sea el mismo, como es el de definir la sociedad obra de un Diderot, de un Rousseau o de un Helvecio contra
ideal que aún no ha visto la luz de ningún día. la religión, la sociedad, el Estado y la filosofía tradicional,
Para Platón, para Rabelais e incluso para Tomás Moro, siempre se despliega partiendo de la razón: instancia su-
la utopía es más bien un modelo ideal de vida en común, de- prema ante la cual, como subraya Engels, «todo tuvo que
seable, aunque ¿rrealizable de inmediato. Para los socialistas justificar su existencia» (4Anti-Dúhring, pág. 49).
utópicos del siglo XIX, esencialmente para Saint-Simon, Fou- La Enciclopedia testimonia no sólo el deseo de acusación,
rier y Owen, la sociedad ideal, es decir, la ciudad armónica, sino también de las promesas del futuro reino de la ratio.
el falansterio o la comuna, es un modo de existencia realiza- El obscurantismo religioso, los prejuicios, las ideas precon-
ble en el acto, porque lo ha hecho posible la sociedad con- cebidas, la injusticia y la desigualdad, todo, en una palabra,
temporánea. Hasta tal punto es realizable, que la sociedad fue declarado herencia de la noche y de sus titubeos. Al fin
presente, en vista del ejemplo del primer falansterio, se con- llegaba el alba; una luz nueva, cruda y límpida iluminaba
vertirá por entero y por sí misma. el mundo. Tomando la expresión de Hegel, era «una magní-
En otras palabras, si etimológicamente la utopía se re- fica salida de sol», que iba acompañada por la proclamación
duce a lo que no es (en ninguna parte), históricamente se del advenimiento de la justicia eterna, de la igualdad natu-
extiende también a lo que debería ser «aquí y ahora». Esta ral, de la virtud pura. Los pensadores de la Ilustración ha-
síntesis del no-ser-en-absoluto y del deber=ser-de-inmediato blaban y escribían en nombre de la eternidad y del hombre
puede envolver la significación original de la utopía y la sig- en general. La Revolución de 1789 vino a consagrar ese
nificación histórica de la utopía socialista. orden de cosas. ¿No tenía que instituir el reinado de la li-
En el marco del presente trabajo nos limitaremos a ana- bertad, de la igualdad y de la fraternidad? ¿Y acaso no lo
lizar sucintemente la obra de los tres pensadores utopistas hizo? Formalmente, pero lo hizo.
más importantes del siglo xIX: Saint-Simon, Fourier y Owen, Pero ¿por qué formalmente? ¿Acaso hubo traición, O
excluyendo a sus discípulos y a las múltiples sectas que crea- engaño? Ñada de eso; sólo que las promesas de la Ilustración
ron. Sin embargo, es necesario un esbozo de las condiciones no eran las delhombre, sino las del hombre del siglo XVII, que
históricas e ideológicas que hicieron posibles sus diferentes conquistaba el poder; eran las promesas del burgués. Ya es
sistemas. sabido que la ideología del siglo de las luces es la ideología
de la burguesía ascendente, revolucionaria y consciente, en
lo sucesivo, de su victoria y de sus posibilidades; dicho con
Del reinado de la Hlustración al imperio del Sol otras palabras, resuelta a aplicar con rigor sangrante las
posibilidades de su racionalismo, de su propia razón, formal
«Todas las energías del espíritu permanecen unidas en y legisladora, tanto contra el pasado y sus vestigios feudales
un centro motor común. La diversidad, la variedad de las como contra el futuro y sus amenazas obreras. La razón
formas, sólo es el desarrollo, el despliegue de una fuerza formal era necesaria, tanto para continuar demoliendo el
creadora única, de naturaleza homogénea. Cuando el si- orden feudal como para contener el ascendente murmullo de
glo XVIItquiere designar esa fuerza, encerrar en una pa- las primeras revueltas. Así, la oposición que, en el siglo XVII,
labra sunaturaleza, recurre al nombre de “razón”. La “ra- separa a la burguesía de la nobleza feudal, en el siglo XIX
zón” es el punto de encuentro y el centro de expansión del se esfuma relativamente para dejar sitio a una nueva e

siglo, la expresión de todos sus deseos, de todos sus esfuer- inevitable contradicción: la del que posee y el que no posee,
150 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMIA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 151
del explotador y el explotado. En el siglo XVIII, la burguesía rigueza y el lujo; por el otro, el trabajo y el hambre. La
puede combatir legítimamente la reacción feudal en nombre distancia estan grande, el espacio, tan infranqueable, y los
del conjunto de la sociedad, incluidos los pobres
que traba-
jan. El poder político no le pertenece aún, a pesar de que
intereses, tan opuestos, que la sociedad se construye
dos mundos. El mundo de la opulencia y el de la miseria.
sobre
ya maneja el terreno económico. En el siglo XIX, la situación «Había motivos para soñar», escribe Michelet.
es diferente. Aun cuando acepte, por algún
con la aristocracia y con los restos de la
tiempo, gobernar La explotación y la miseria que de todo ello resulta para
nobleza, sin em- las clases desheredadas, a comienzos del siglo XIX, corres-
bargo, la burguesía es la que detenta lo esencial del poder ponden en realidad al desarrollo inevitable del capitalismo
económico y político. Y ese poder sólo puede asumirlo, con- agrario y manufacturero y a su cambio en capitalismo in-
solidarlo y desarrollarlo a expensas de los que nada dustrial. Los reinados de Napoleón y de Luis Felipe testi-
poseen,
de los asalariados. Su ascensión y su consolidación política monian ese cambio.
y económica van inevitablemente acompañadas de la miseria
y del empobrecimiento de los asalariados. Así, la triunfante
La masa rural continúa encerrada en su secular indigen-
cia; el aumento de los impuestos azota a los pequeños propie-
razón de la burguesía deja ya traslucir su doble, que es el tarios; la ausencia de vías de comunicación adaptadas a las
avasallamiento de los unos en beneficio de los otros. Mas al- nuevas necesidades crea crisis de superproducción, si no ya
gunos pensadores, herederos conscientes o inconscientes de de escasez; la población campesina que había salido de la no-
las ideas de la Ilustración, ya no che del vasallaje se sumerge así en la angustia de la pobreza.
reconocen, en esa razón
triunfante, a la razón ascendente del pasado siglo. Saint- En las ciudades la situación es igualmente crítica. La
Simon, Fourier y Owen están entre ellos. El racionalismo naciente clase obrera, dividida, sin conciencia aún, sin orga-
de la Ilustración debía al fin abolir la desigualdad, la in- nizar, soporta la imposición del comercio. Mientras tanto el
justicia y la opresión, mas he aquí que hoy, en nombre de artesano vive bien, aunque detrás de él se perfila ya su sepul-
la razón legisladora, dominan la injusticia, la-opresión la turero: el negocio, y luego la industria. La regla la constituye
y
desigualdad. ¿A qué se debe ese contrasentido, esa contra- el paro; la instrucción es casi la excepción.
dicción, ese escándalo? ¿Acaso a que el racionalismo de la
Ilustración llevaba en sí la sangre de los futuros oprimidos ?
Si bien ese segundo plano general florecía ya antes
Imperio, éste no puede limitar su auge. La anarquía econó-
del
¿O se debe más bien a que se extravió, a que debía servir mica, el fraude, el tráfico e incluso el robo constituyen ei
al mundo y no sirve ya más que a unos, a que se «desvió» ? terreno arenoso en el que se asientan los especuladores, los
La respuesta de los grandes utopistas es unánime: la ra- estafadores y los parásitos de todas clases. Pero la industria,
zón se ha extraviado. Extraña paradoja; ellos, lentamente y con seguridad, va haciéndose un lugar. La tex-
que durante
su vida serán tenidos por simples, por hijos de la
sinrazón, til sufre el efecto del nuevo maquinismo, el hierro reemplaza
son los que sostienen que el siglo ha comenzado
mal, que ha a la madera, la ciencia y la técnica se aplican en común a los
perdido su alma y que hay que volver a descubrir la razón. problemas modernos. La burguesía industrial, trabajadora y
Porque a comienzos del siglo XIx, la tierra entera resuena combatiente, se afirma así frente al capitalismo mercantil
con el clamor de las batallas, lienzos enteros
se derrumban en y frente a los grandes terratenientes. Sin embargo, la nueva
la sociedad francesa y europea, y no es,
verdaderamente,
hora de teorías (de finales del siglo XVIII a mediados del
burguesía industrial, muy pronto unida a los bancos, no tiene
xx, aún conciencia de sí misma, de su fuerza, de su peso. Su bal-
¿hay siquiera un solo gran pensador francés que sostenga buciente conciencia, como la del proletariado, se forja con los
la comparación con Hegel, con los economistas ingleses
y riesgos de las crisis, de la escasez y del desorden económico,
con Marx?). político y social.
En suma, es «el mundo al revés», según la excelente Aun cuando el modo de producción capitalista esté aún
expresión de Fourier. ¡El mundo al revés! Por un lado, la más desarrollado en Inglaterra, la miseria es allí grande, qui-
Y
152 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMU UTÓPICO 153


más que en Francia. Trabajar en las minas a la edad de derot, que Rousseau o que Helvecio, no se asignan como tarea
la liberación de una clase social específica, sino de
la huma-
ocho añoses normal, y los barrios obreros le disputan a la
nidad entera. Del mismo modo, sostienen que el advenimiento
imaginación su miseria. El capitalismo inglés, hasta entonces de la nueva sociedad no será fruto de la espada ni
de la vio-
vigoroso y tranquilo, sufre la repercusión de las crisis euro- idea de
peas. La Revolución francesa y las revueltas que la sucedie- lencia, sino del conocimiento y de la educación. La
se ha
ron, sin tregua y de un modo brutal, propagan, de todas razón, equivocada y extraviada por los especuladores, esencial.
partes, un olor
azufre.
a perdido para el siglo en su significación originaria y
han de ponerla de
ideología la Ilustración, pura y cristalina, llegaba
La de Hay que redescubrirla; nuevos pensadores
de ahí, elaborar la socie-
a contradecirse a sí misma. Para sus pocos ropresentantes nuevo en movimiento y, partiendo
dad de la perfecta felicidad. Precisamente esos pensadores
tardíos, es verdaderamente, en suma, «el mundo al revés». no falta más que apli-
son ellos, y el sistema está dispuesto;
Aunque el espíritu de la época está sustentado aún por
carlo. Por encima de las diferencias que los separan, Saint-
el debilitadosoplo de la Ilustración, la realidad práctica, coti-
diana y sin alma,late al ritmo del beneficio. En la demateria Simon, Fourier y Owen articulan sus razonamientos partien-
do de una trama común, que puede definirse como sigue:
esa contradicción brotó el socialismo utópico. Y vivirá de esos
sobresaltos. a) Una crítica radical de la organización económica y
de la decadencia ideológica de la sociedad capitalista mercan-
Todos los períodos de crisis social, política o ideológica
til comienzos del siglo XIX.
llevan consigo el surgimiento de sistemas más o menos utó- a
b) Dentro de esa crítica, una enérgica y despiadada
de-
picos que proponen siempre la sociedad ideal, purificada de llaman
nuncia de la situación social y moral de lo que ellos
la angustia de la época. En los siglos XVI y XVII, pinturas
utópicas de la sociedad habían sido ya intentadas por algunos «las clases pobres», es decir, del proletariado
naciente y de
el desa-
pensadores, entre ellos Tomás Moro (La utopía) y Cirano de las capas sociales económicamente desplazadas por
Bergerac (El otro mundo). En el siglo xvI1, Morelly (Códi- rrollo del modo de producción capitalista.
c) Con respecto a este orden de cosas, que es«Nueva para ellos
go de la naturaleza) y Mably (Dudas sobre el orden natural) la Je-
elaboran teorías no solamente utópicas, sino también fran- el desorden de la razón, la necesidad de crear
rusalén», la sociedad armónica del falansterio.
camente comunistas, es decir, que despliegan, en más de un
esquema de la sociedad ideal, una crítica acerba de la socie- d) Por último,la afirmación según la cual, la realización
revolución
de esa sociedad ideal no será el resultado de la
dad presente, de la separación en clases e incluso de la pro-
social y política, sino de la persuasión de las clases dominan-
piedad
siglo
privada (sobre todo Mably). Con el advenimiento del
tes, mediante la propaganda, la educación y, sobre todo, por
XIX, Saint-Simon, Fourier y Owen marcan el paso, aun- vida armoniosa,
sin ir tan lejos, en su crítica social, como un Mably, por
el ejemplo de las primeras experiencias de
que organizada según sus principios.
ejemplo. constituyen el denominador común del
Una problemática común vincula el conjunto de esas co» Esos cuatro temas
matices
rrientes:tratándose de Moro, Mably o Fourier, es la racio- pensamiento socialista utópico. A pesar de algunos
limitada en
nalidad por nacer (Moro), naciente (Mably) o dominante diferenciales (así, la crítica del capitalismo es
Saint-Simon, porque desarrolla simultáneamente verda-
una
(Fourier) lo que constituye su punto de unión.
: Y o

de partida. dera apología de la industria), forman un cuerpo teórico que


vuelve a hallarse en casi todos los utopistas del siglo XIX.
Saint-Simon como Fourier Si los ideales de la Ilustración fueron extraviados por los
De hecho, tanto
diferentes sociedades
o como Owen
«ricos», los socialistas utópicos proponen que Se vuelvan a
imaginan-sus ideales partiendo de la
actualizar instaurando una sociedad verdaderamente armo-
experiencia filosófica del siglo de las luces. Lo mismo que Di-
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 11.—11
y
AT y
y
; y
po ,
[

154 LA FILOSOFIA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 155


niosa y equilibrada, libre de toda fricción e inaudita para la
el ideal de una sociedad armoniosa, que es el proyecto fun-
imaginación común, que hará del fracasado reino de la Ilus- damental del comunismo. En ese sentido son los precursores
tración el imperio armonioso del Sol.
del ideal por el que se bate el proletariado, y su aportación
debe ser integraday superada...
Como sabe, la problemática del socialismo utópico fue
,

se
sometida a una severa crítica por Marx y Engels; incluso
fueron ellos quienes crearon la categoría de socialismo utópi- Henri de Saint-Simon
co en el lenguaje del pensamiento político.
Según Marx y Engels, el socialismo utópico se basa en lo Saint-Simon parece ser de los más
uno grandes,si no el
deseable y lo imaginario, no en el análisis dialéctico del pro-
ceso objetivo de la sociedad (en las condiciones sociales
más grande representante, en los comienzos del
obra
siglo
mide
XIx, de
y la aplicación crítica al siglo de las luces. Su exac-
políticas). «La actividad social la sustituyen (los socialistas tamente el espacio que separa a los teóricos de la perfectibi- E

utópicos) por su propia ingeniosidad; las condiciones histó-


ricas de la emancipación, por condiciones caprichosas; la or-
lidad humana, del siglo XVIIL, de los teóricos del socialismo
científico del siglo xIX. Postenciclopedista y presocialista, ésa
ganización gradual y espontánea del proletariado como clase, es la excelente definición que Jean Dautry da de la obra de
por una organización de la sociedad hecha completamente por Saint-Simon (39).
ellos mismos. Para ellos, el futuro del mundo se resuelve con En 1803, a la edad de cuarenta y tres años, después de
.

la propaganda y la puesta en práctica de sus planes sobre haber «observado y reflexionado», escribe Saint-Simon su
la sociedad» (38).
A ese socialismo, fundado en la imaginación y la fantasía,
primera obra, Carta de un habitante de
breve estancia
Ginebra a 8us con-
Suiza. Dios, en
temporáneos, durante una en
y que corresponde a la infancia del movimiento obrero, Marx el que Saint-Simon había declarado no creer, se le aparece
y Engels oponen el rigor dialéctico de su proceder, que cir- en un sueño. Y le dicta en su sueño el plan de una nueva
cunscribe lo posible de la realidad y delimita los puntos neu- religión, la de Newton. Ése será el constante punto de refe-
rálgicos del sistema. Mientras que la racionalidad del socia- rencia de Saint-Simon. Aunque Newton es el punto de parti-
lismo científico procede y es resultado del análisis objetivo da de la reflexión de Saint-Simon, la ciencia se eleva en ella
de lo real, de las fuerzas sociales presentes y de sus virtuali- a la categoría de panacea. Según Saint-Simon, la ciencia es
dades, la racionalidad del socialismo utópico es más bien el la solución de todos los grandes problemas humanos. La ley
resultado de la imaginación más o menos genial del pensador de la gravitación universal debe ser la del universo y la
de
utopista y, por esta razón, bordea a menudo la fantasía. El la sociedad. Pues la sociedad y el universo funcionan guiados
razonamiento marxista está dirigido objetivamente por la por el mismo modelo: el universo es un «reloj grande», den-
historia; el razonamiento utópico es el producto de las an- tro del cual la sociedad constituye un «reloj pequeño». La
gustias de la historia. religión de esta sociedad será; por lo tanto, newtoniana, y
Sin embargo, por encima de esa diferencia fundamental, sus sacerdotes serán los científicos, pues la ciencia «ofrece
Marx y Engels recuerdan constantemente la importancia de el medio de predecir y
...
los científicos son superiores a to-
...

la crítica ideológica anticapitalista contenida en la obra de dos los demás hombres». En 1808, en la Introducción los
a
Saint-Simon, de Fourier y de Owen, y aun cuando éstos igno- trabajos científicos del siglo XIX, postula que, a su juicio,
debería constituir la tareacientífica del siglo XIx. Consiste
ren el movimiento objetivo de la historia, tienen todos ellos

(38) Manifeste du Parti Communiste, en (Zuvres choisies, Éd. Mos-


(39) Introduction aux textes choisis de Saint-Simon, Ed. Sociales,
cou, t. 1, pág. 52. 1951, pág. 7. Salvo indicaciones, las citas de la obra de Saint-Simon
se han hecho de los textos elegidos, reunidos por J. Dautry.
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O
157
?
7

LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO


Ñ
:
E

156 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

poner al alcance de los diferentes


miembros de la socie-
esencialmente en la elaboración de una Nueva Enciclopedia. o en
necesi-
Locke y Newton son los ejemplos que hay que dad uno o varios medios materiales de satisfacer sus
Descartes, dades o sus gustos físicos» (40). El cultivador, aperador,el el
seguir. Pero sobre todo Descartes. Saint-Simon sostiene aho- el
ra que «hay dos clases de trabajos científicos: buscar hechos
cerrajero, el carpintero o el fabricante de zapatos, nego-
ciante o el carretero son así industriales. Todos juntos
for-
y razonar sobre los hechos». Pero «la escuela», es decir, los sociedad: los cultiva-
man tres clases fundamentales en
la
científicos contemporáneos de Saint-Simon, ha abandonado En la problemática
el camino de la teoría (del razonamiento sobre los hechos), dores, los fabricantes y los negociantes.
forman en realidad
que es el camino que sigue Descartes, para hacerse new-
de Saint-Simon, esas tres clases sólo
una: la clase industrial. Esta
clase debe «ocupar el primer
lockista (búsqueda de los hechos). todas». Y, como «la
«Para el progreso de la ciencia, para la dicha de la huma- puesto, porque es la más importante de
universal: los
industria es una», esa clase tiene una vocación
nidad, para la gloria de la nación francesa...», Saint-Simon sólo solidaridad
suplica a los científicos que «vuelvan a emprender la direc- industriales están unidos entre sí, no por
también la vocación internacional de la
ción de Descartes». Quien debe retornar a esa enseñanza es nacional, sino por
escala internacio-
industria. Sus enemigos son los mismos a
el conjunto de la sociedad, incluido el poder político: «El de desa-
Emperador es el jefe científico de la humanidad, como es su nal, y por eso, a pesar de la desigualdad del ritmo interesa
rrollo industrial, en cada país, a los industriales les
jefe político. En una mano sostiene el infalible compás; en el objetivo de
la otra, la espada exterminadora de aquellos que se opongan «compaginarse provechosamente para alcanzar
«avi-
la utilidad común». Así, en 1824, Saint-Simon dirige un
al progreso de la Ilustración.» En cuanto al propio Saint- industriales», en el que les
Simon, será, en cierto modo, el nuevo Aristóteles de ese nue- so a los señores jefes de casas
se «procuren»el Cate-
vo Alejandro que es Napoleón. Sin embargo, en Memoria so- participa su teoría. Les aconseja queel mismo año, para poner
cismo de los industriales, escrito en
bre la ciencia del hombre, se declara decepcionado por Napo- mismo contiene. Y en primer
león y porlos científicos que lo rodean: en efecto, no tienen en práctica los principios que el
lugar, para constituirse rápidamente en partido político dis-
más objetivo que las armas de guerra. Despechado, exclama:
«Abandonad la dirección del taller científico; dejadnos que tito de clase. Dejemos que Saint-Simon defienda su causa:
«Señores, os invitamos a todos a que 0s procuréis
nuestra
reanimemos su corazón, que se ha helado bajo vuestra presi- lo comuniquéis a vues-
dencia, que dirijamos toda su atención a los trabajos que obra lo más pronto posible, y que
a se

tros subordinados... Os haremos ver, señores, que el produc-


pueden procurar la paz general, reorganizando la sociedad.
Abandonad la presidencia; nosotros la ocuparemos en vues- to de vuestros trabajos será la presa que se disputarán y que
tro lugar.» La ciencia no debe servir para matar a los hom- devorarán todos los partidos políticos que existan, mientras
bres, sino para aproximarlos, para unirlos. Su fuerza real no forméis un partido político para defender ese producto
El
reside en otra parte, en su penetración entre el pueblo. Éste contra la rapacidad de los consumidores no productores.» co-
tanto más importante cuanto que, aplicado
no tiene fe en ella, más bien le presta su confianza. programa es

Su insistencia sobre la importancia de la ciencia hace de rrectamente, permitirá, y ésta es una de las mayores preocu-
paciones de Saint-Simon, «decuplicar el consumo pocos años
Saint-Simon el lejano precursor de lo que hoy se llama la
«tecnocracia». La apología de la ciencia está, en efecto, co- después de su adopción, por el desahogo que proporcionará
a la clase trabajadora».
Sobre todo, el programa puede po-
rroborada en la obra de Saint-Simon por la apología no me- de la naturaleza del po-
nos entusiasta de la industria. nerse en práctica sin transformación
der político. A la cabeza del poder, Carlos X (después
de
El análisis que Saint-Simon formula de la sociedad de su determinado
época es relativamente simple. Por un lado se hallan los pro- Napoleón), el cual deberá previamente estar «a

ductores, y por el otro, los ociosos. El productor es un indus- Guvres choisies, págs. 67-68.
trial: «Un industrial es un hombre que trabaja en producir (40) Catéchisme des Industriels, en
HISTORIA
A

158 LA FILOSOFÍA Y LA
LA ECONOMIA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 159
confiar a los principales productores la administración del
caudal público». Así, poco. importa la naturaleza del algunos otros errores que diariamente cometen y que les son,
poder como a vosotros, extremadamente perjudiciales...» En 1824,
político; lo esencial está en la subordinación de lo político a
lo económico. De ese modo, Saint-Simon llega a en Opiniones literarias, filosóficas e industriales, va mucho

la necesidad de reemplazar la monarquía feudal


proclamar más lejos. En efecto, sostiene claramente que los trabajado-
por una res (el pueblo) deben estar asociados a la política, como lo
monarquía científica. Precursor de Marx, es el primero en
:
sugerir que la administración de las cosas reemplace al fin están a la producción. Los proletarios son capaces de admi-
el poder sobre los hombres. Pero el hombre debe obedecer nistrar propiedades ellos mismos, y hay que permitírseles.
a
los administradores, a los poseedores de la «Se trata así de demostrar que la clase más numerosa, en
ciencia, como al
«médico». La nueva sotiedad no tendrá ya necesidad de fuer- una palabra, que el pueblo se compone hoy de hombres que
zas represivas, porque la común convicción ya no tienen necesidad de estar sometidos a una vigilancia
y el trabajo de
todos y para todos servirán de garantía al orden social.
Así, especial, de hombres cuya inteligencia está lo suficientemente
ya no habrá ejército, policía ni cuerpos represivos especiales, desarrollada y su capacidad de previsión lo bastante despe-
sino que la mayoría del pueblo será como una
gran fuerza
jada para que, sin inconveniente alguno, pueda establecerse
pasiva que, con su existencia, neutralizará o eliminará a las un sistema de organización social que los admite como socie-
minorías antisociales. Saint-Simon no sólo aparece aquí como tarios.» Hay que situar esa tesis en su contexto histórico (co-
el precursor de Marx, sino también de Lenin, el mienzos del siglo XIX) para medir su carácter revolucionario.
cual, en El
Estado y la Revolución..., desarrollará una tesis casi idéntica. Para mejorar la suerte de la clase «más pobre y más
Después del descubrimiento de la ciencia, y con el de la
industria, Saint-Simon descubre también la existencia del
proletariado, o más bien, de lo que él llama «las clases po-
A numerosa», Saint-Simon propone la anulación de los privile-
gios, el desarrollo de la producción material y, sobre todo, la
instrucción pública para todos.
bres». La Restauración comienza con una crisis económica Vemos que al insistir sobre las inhumanas condiciones de
(1816-1817) de la que el proletariado es el primero en sufrir existencia del proletariado, Saint-Simon no pone fundamen-
las consecuencias. Saint-Simon, que había denunciado los talmente en duda el sistema capitalista mismo, aunque recha-
a
ociosos, es decir, a los parásitos sociales, a los que no produ- za la abolición de la propiedad privada, fuente real de la ex-
cen directamente y viven del producto de los
demás, se mues- plotación social y de todos los males de la sociedad. En ese
tra muy sensible a la situación de los productores de «la sentido no va tan lejos como un pensador utopista del estilo
clase pobre». En 1821, y en su obra Sobre el sistema indus- de Mably.
trial, proclama: «El objetivo de mi empresa es mejorar lo Al final de su vida, Saint-Simon, para evitar los «odios»
más posible la suerte de la clase que no tiene más medios de sociales y la lucha violenta, ve, como único remedio, la nece-
existencia que el trabajo de sus brazos», y en el mismo año, sidad de crear una nueva religión social, fundada en lo que
cansado de dirigirse en vano a los jefes de las
industrias, se podría llamar la enseñanza del cristianismo renovada. por
Saint-Simon llama a la acción
.eclase obrera para obligar
al rey a otorgar el poder a los in ustriales, los cuales
rarán inevitablementela situación. Y concluye así su llama-
mejo-
Saint-Simon; será el nuevo cristianismo. Éste ha de ser una
nueva moral social, garantizada por los científicos; se trata-

da: «Señores obreros, el único obstáculo de cierta rá de instaurar en la tierra el reinado del principio que afir-
cia que hoy se opone a la mejora de vuestra suerte
importan- ma que todos los hombres deben conducirse como hermanos
proviene
de la falta de confianza de los jefes de las casas industriales entre sí.
en su capacidad para administrar los asuntos
En la perspectiva de Saint-Simon,la finalidad de ese nue-
públicos. No vo cristianismo debe ser el mejoramiento de la situación de
cesaré- de dirigirles un escrito para disipar sus inquietudes
a ese respecto y para que rectifiquen sus ideas
los pobres. Dos tareas religiosas incumben así a los discípu-
con relación a
los de este último sistema: persuadir a los ricos para que se
LA ECONOMIA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 161
160 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
vivía su sueño... in-
los pobres sificaba minuciosamente los caracteres, Sólo que, cuando
conviertan en filántropos, y persuadir a a no su-
tensamente... Fourier preformaba el futuro.infantil
blevarse con violencia. y fantás-
Ambas tareas resumen en realidad la esencia misma de
confesaba ese sueño generoso y grandioso, hallaba desprecio, bur-
cual vio de dónde provienen la tico, genial y descabellado, únicamente
la obra de Saint-Simon, el
felicidad de los otros, pero no pudo las y pullas» (41). Esa larga
cita resume mejor que mil co-
desdicha de los unos y la Fourier. Sin embargo,
consecuencias. Por eso mentarios la personalidad y la obra de soñador. Su obra no
resolverse a sacar de ello
su huida al misticismo, en los
todas las
últimos años de su vida, sólo encierra un error: Fourier no es un

imposibilidad
real recuerdos y sus incoherencias; pro-
procede del sueño, de susconcebida
aparece como la confesión objetiva de la
como un modo de pensa-
y pobres. cede de la imaginación
de la unión entre ricos modo nuevo de aprehen-
miento consciente. Es realmente un
de construír el futuro;
der las cosas, de describir el mundo, La obra de Fourier
Charles Fourier el relámpago de una manzana es, en suma, una manera nueva de pensar.
concebirla como sistemática de lo imaginario,
o y No
hay que los especia-
«Fourier, ¿sigues ahí?...» como fantasía. Sin duda,
llegará el tiempo que
en
la ciencia de la imaginación
Fourier. hu-
André BRETON: Oda a ciencia,
listas de una nueva honores
través de los siglos, rindan homenaje y
a
mana a
El sistema de Fourier es sin duda uno de los mayores Fourier y a su labor genial.
el
esfuerzos del pensamiento del siglo XIX y, en todo caso,cul- fue alterada por la
mayor movimiento de despliegue de la imaginación
en la La historia de la humanidad siempre
occidental. La obra entera de Fourier está inscritaen existencia de la manzana. Así lo demuestran
Adán y Eva,
tura
la siguiente declaración de fe: «Hice los siete años el jura-
a Paris y Elena, Newton y su ley
de la gravitación universal,
mento que Aníbal hizo a los nueve contra Roma: juré odio último, Fourier; toda doctrina procede, según él,
su
de
y, por
eterno al comercio.» La tragedia es que durante toda su vida un descubrimiento
fundamental. De regreso de Rouen, y en
tuvo que trabajar en el negocio para ganarse la vida. Sin futuro autor de Psicología
compañía de Brillant-Savarin, elrestaurante parisiense. A los
embargo, al filo de su obra, construirá, detalle sobre detalle del gusto, comía Fourier en un
ladrillo a ladrillo, la sociedad opuesta a la del negocio.
En les cobró, por la man-
postres, el dueño del establecimiento
catorce monedas de cinco céntimos.
batalla, imaginación (su fantástica imaginación) le ser-
esa de baza.la Dejemos zana que habían pedido,
virá que Félix Armand especifique la traza Ahora bien, escribe Fourier:
«Venía yo entonces de una co-
del personaje: «Llevaba, en efecto, una vida en parte doble: marca en la que manzanas
iguales, y aun superiores en cali-
la de tenedor de libros sólo era el medio de ganarse el pan medio ochavo, es decir, más
dad y en tamaño, se vendían a
prodigioso soñador. Una vez realizada la tarea fasti- cinco céntimos. Quedé tan
aquel
diosa, asegurado lo “material”, el empleado de Curtis y
de cien por catorce monedas de entre comarcas del
impresionado por esa diferencia de precio
Lambs se convertía en el revelador genial, solitario e incom- existía un desor-
mismo clima, que comencé a sospechar que
prendido, de los destinos de la humanidad; en el hombre di- industrial, y de ahí nacie-
Mun- den fundamental en el mecanismo años, me hi-
vino,el guía providencial, el Cristóbal Colón del Nuevociencia ron las investigaciones que,
al cabo de cuatro
do social; en el profeta del falansterio. Creía, a series de grupos industriales
cieron descubrir la teoría de las
cierta, que el futuro de la humanidad estaba vinculado a sus consecuencia, las leyes del movimiento universal que
especulaciones. Trazaba, en sus menores detalles, el plano de y, como
la ciudad futura, la poblaba con habitantes a los que seguía Fourier, Éd. Sociales, pá-
Textes choisis de
paso a paso, hora tras hora, en sus trabajos, en sus intrigas, (41) Introduction aux

en sus amores. Daba un último toque a las instituciones,


do- gina 8.
D y
2
/
¿
h
. A

162 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 163

omitió Newton» (42). De ahí la extraordinaria crítica


el universo y Dios son idénticos, y que el tipo de esa trinidad
Fourier formula acerca de la naciente sociedad
Dicha crítica puede resumirse rápidamente. En
que
capitalista esDios» (43). Por lo tanto, el conocimiento de Dios es el co-
primer
gar, se pone de relieve la anarquía económica del capitalismo
lu- nocimiento del universo y del hombre: el mundo es cognos-
cible, pues la razón humana concuerda con el universo. Las
Porlo demás, hay una clase comerciante
que se aprovecha matemáticas, expresión de la sabiduría divina y ley funda-
impunemente del producto de las verdaderas clases
tivas (los propietarios, los cultivadores los produc- mental del universo, determinan el orden de la realidad, que
y manufacture- se compone de «cuatro movimientos»: material, orgánico,
ros); esa clase es un «parásito», una cadena que la humani-
dad arrastra en sus pies. La «civilización» consiste en el pasional y social. El principio central de ese orden de los mo-
vimientos es la atracción. Después de Newton, que sólo había
dominio de
esa clase ávida y que carece de
vergiienza. La
concentración de la riqueza en manos de los comerciantes
descubierto la atracción material, Fourier descubre ese prin-
en-
gendra la miseria social; el espíritu de la sociedad está ente- cipio en los “movimientos orgánicos, pasionales y sociales de
ramente dominado por el agiotaje, la realidad. «La atracción es el motor del hombre; es el agen-
por el acaparamiento por te que Dios emplea para mover el universo y para mover al
la bancarrotay los escándalos. La industria
comercio agrava la miseria del pueblo
del procedente hombre; por lo tanto, sólo se podía estudiar al hombre, al
(aquí toma Fourier
exactamente lo contrario de Saint-Simon). En cuanto al universo y a Dios estudiando la atracción por entero, tanto
apa- en lo pasional como en lo material» (N. M. I. S., pág. 26). De
rato estatal (el ejército, la Justicia, la
to por una mayor parte de agentes depolicía),
está compues- la necesaria armonía del universo deduce Fourier toda una
los comerciantes y de teoría de las pasiones; éstas, tendencias naturales del hom-
las nuevas «feudalidades» financieras.
En suma,«el estado civilizado es el bre, no desviadas, sino liberadas, deben ser utilizadas. La
antípoda del destino organización social debe permitir el florecimiento de las pa-
el mundo al revés, el infierno
de catarata filosófica para no
social; hay que estar atacado siones; y, en primer lugar, el trabajo, que es una carga, debe
reconocer ese extravío de la convertirse en atractivo y adecuado a las tendencias natura-
razón» (N. M., pág. 252). Conclusión:
hay que destruir el les de cada uno.
comercio. Frente a ese «desorden fundamental»,
Fourier pro- Los supuestos vicios no son así sino pasiones extraviadas,
pone el orden del falansterio y la paz de su armonía. desnaturalizadas. Por ejemplo, la pasión de la inconstancia
hoy diríamos inestabilidad) no debe ser desviada. Si existe
En la de obra Fourier, la sociedad está subtendida por en los hombres es porque resulta significativa de su natura-
una concepción filosófica a menudo contradictoria, incoheren- leza real, que es la voluntad de cambio, la necesidad de varie-
te, pero
rápidamente.
cuyas principales líneas de fuerza pueden deducirse dad: «La manía de variedad o de andar mariposeando puede
muy bien ser un vicio en el orden civilizado, que es inconci-
Por una Parte, un deísmo casi espinosista afirma la “liable con la naturaleza; pero esa pasión no deja de ser una
unidad de Dios, de la naturaleza y del hombre, que
y del cual
sulta e e
eoria
virulento;
ciencia universal, de las
de la
y por otra parte, : una
? asiones y deda evolt
re- necesidad evidente para todos los reinos: las razas necesi-
tan alternación, variedad, trecimiento; a falta de ellos, de-
generan...» (44).
ción social.
Para Pero sin duda es en el nivel de su concepción de la evo-
Fourier, Dios se confunde con la naturaleza y lución social donde Fourier, según expresión de Engels, «se
el hombre: «Estando el universo hecho
imagen de Dios, y
a
con
muestra el más grande». La idea de Fourier es que las socie-
siendo el hombre espejo del universo, resulta que el hombre,
porF.

o 42) Citado Citado

porF. Armand,
Aj
en Textes choisis, págs. 10-11,
co

Ed. So-
(43) Nouveau Monde Industriel
Anthropos, pág. 445.
et Sociétaire (N. M. I. S,), Éd.
(44) Traité de Passociation domestique et agricole, pág. 436.
-
Y uy ES uy WY . wy y .
uy) a!

ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO


UTÓPICO 165
164 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA
No hay más que
dades, como el hombre, tienen dos edades: edad de está madura para un cambio de régimen. con la teoría
centamiento o «vibración ascendente», la
una
compuesta de ins
acre
comparar esa concepción de la evolución social
afinidades.
fancia y laadolescencia y que conduce al apogeo; y una edad marxista de la historia, para percibir sus el
com Pero Fourier no sustituyó gratuitamente pensamiento
de decadencia o «vibración descendente», que Ae
la virilidad y de la caducidad. Cada
one d
período
tiene sus gérme- por la imaginación, y no dejará que la historia le imponga
una nueva sociedad. Por
el contrario, va a crearla por entero
nes (caracteresnuevos que señalan su aparición), sus ele-
(carácter fundamental), sus contrapesos y a proponerla a la
historia. Eso será el falansterio, o el
mentos principales reino de la armonía. Fourier ofrece un
modelo exacto y de-
(instituciones contrarias a los gérmenes, que se desarrollan desgra-
tallado de falansterio, sobre el cual no podemos, por genera-
espontáneamente para mantener el equilibrio) y sus t a
cia, insistir. Demos, no obstante, sus
características
(ideologías de cada fase). colonia agrícola de mil seiscientas
les: el falansterio es
o de ejemplo, veamosel cuadro de la tercera fase,
ada viril, del período de «vibración descendente»; según personas, ni una
una
más ni una menos, en la que la educación
las comidas (cinco
de los niños será colectiva, lo mismo que cuarenta platos);
Fourier, corresponde la situación
terra comienzos del
a
siglo
de Francia y de Ingla-
comidas al día, compuestas cada una de
cada dos horas,
los trabajadores cambiarán de ocupación
a XIX:
el cambio continuo; el trabajo
Virilidad o tercera fase para satisfacer la pasión por bailes cantos, y los
será, además, una fiesta con música, y
multicolores, etc.
pe
Germen
Pi
o A:
si

o
Espíritu mercantil y fiscal.
ír

Compañías accionistas. vestidos de trabajo serán necesariamente será obligatoria,


La igualdad entre los hombres y las mujeresni abolición de la
e Monopolio marítimo, habrá
A Comercio anárquico, lo mismo que el amor libre. Mas no
porque habrá un
e e

económica,
7

ón a a
Ilusiones económicas.
propiedad privada ni igualdadel cual corresponde al trabajo,
cuarta fase
La del mismo período es un rebasamiento en desigual reparto de las rentas,
«caducidad», y el germen simple, por ejemplo, que en la Lage al capital y al talento de cada uno.
será el resultado de
espíritu transforma Esa sociedad nueva, armoniosa, no
viril «el
es
«montes de
mercantil fiscal»,
y se
piedad urbanos». Así, la vibración
n
ascendente la Revolución. Fourier detesta a
todas las revoluciones en
el resultado de la
correspondedescendente, general y a la de 1789 en particular. Será
al período revolucionario de una sociedad
vibración la decadencia no es más
a la decadencia. Mas la historia
la
tiene la humanidad. Ésta no tardará así en
reconocer
de ejemplo a
realización del primer falansterio, que servirá la rectitud
un sentido, y que el presagio gri-
de las opiniones de Fourier, y en
transformarse en otros
de
sáceo Ésta
Una aurora nueva y luminosa. Testigo, la «civili- del primer falansterio
representa el sistema capitalista de la época de tantos falansterios. Mas la realización
zación», Por lo tanto, todos los
Fourier (que él critica enérgicamente), la cual encierra las precisa dinero, y Fourier no lo tiene. al mecenas que habría
premisas de la sociedad nueva. «En la escala del movimiento días, a mediodía, espera en su casa acudirá jamás...
la civilización ocupa un papel importante, es lapues ella que de financiarle el proyecto. Pero nadie
crea los resortes necesarios para encaminarse a la asociación;
ella crea la gran industria, las ciencias elevadas y las bellas
artes. Se deberían utilizar esos medios para elevarse más Robert Owen
en la escala
social; no estancarse para siempre en ese abismo
En la historia de las ideas nuevas, Owen parece
ser uno
de miserias y de
ridículos llamado civilización, que, con sus
industriales y sus torrentes de falsas luces, no puede de los eslabones entre el socialismo utópico y el socialismo
proozas
garantizarle al pueblo trabajo y pan» (N. M., pág. 9). En científico. Owen estuvo más cerca de la realidad que Saint-
Simon y que Fourier, y varias veces pudo poner
en práctica
otras palabras, y Fourier lo dice expresamente, la sociedad
166 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 167

ideas. Uno de los fundadores del movimiento obrero in-


sus deduce que, para darle al hombre un carácter diferente, bas-
glés, dirigió sus primeras batallas sindicales; tuvo una gran ta con cambiarle las condiciones objetivas. Mas esa mutación
influencia sobre numerosos sindicalistas y, malquistado con no debe operarse de cualquier modo, sino que debe ser obra
ellos en el ocaso de la vida, creó numerosas pequeñas sectas de la razón. Para que el hombre viva al fin en la verdad,
que le eran adictas. necesita llevar una existencia racional; por eso la sociedad,
No podemos insistir aquí sobre la primera experiencia como el gobierno, deben ser «racionales». Si los intereses
de aplicación de las ideas de Owen, la de «New Lamark», fundamentales del individuo coinciden virtualmente con los
que tuvo un gran éxito aunque acabó por fracasar,ni sobre de la sociedad, sólo el reinado de la razón transformará esa
la que intentó en los Estados Unidos creando «New Harmo- virtualidad en evidencia. Mas el advenimiento de la razón al
nie» (tiudad en la que debía realizarse plenamente su plan poder no se hará por la violencia, que es un error. Lo mismo
social) y que terminó en una catástrofe algunos años des- que Saint-Simon y que Fourier, rechaza Owen la violencia,
pués. Por lo que se refiere a la vida y a las realizaciones la cual se ha de sustituir por la educación y por el ejemplo.
prácticas, remitimos a la excelente Introducción dedicada Lo mismoque ellos, insiste mucho más en el poder económico
por A. L. Morton a los Textos escogidos (45) de Owen. Care- que en el político. Así, en 1849, cuando publica La revolución
ciendo de espacio, sólo trazaremos aquí las grandes líneas en los espíritus y en la política de la raza humana, Owen de-
del pensamiento de Owen. dica esa obra simultáneamente a «Su Majestad Victoria,
La obra de Owen se sitúa bajo el signo del materialismo reina del Imperio británico, y a sus consejeros responsables»,
mecanicista y utilitario procedente del siglo de las luces. y «a los republicanos rojos, a los comunistas y a los socia-
Helvetio y Bentham son, sin duda, quienes más influyeron
en él, aun cuando no haga referencia explícita a ello. Durante
listas de Europa». ¿Ingenuidad? ¿Inconsciencia? Ni lo uno
ni lo otro; más bien son los fundamentos filosóficos del pen-
su vida, defendió Owen la tesis, central en su pensamiento, samiento de Owen los que producen tales paradojas.
y que proviene directamente del siglo de las luces, según la Dirigiéndose a los trabajadores de Europa, les dice: «De-
cual el hombre es esencial y exclusivamente producto de las seáis instaurar un sistema mejor, mas no veis otro medio
circunstancias en las que se desenvuelve. De ahí una serie de de conseguirlo sino la violencia. Yo también deseo ver instau-
consecuencias filosóficas e individuales (Owen era un gran rarse un sistema mejor, pero me parece imposible instaurar
filántropo...). por la violencia un cambio benévoloy duradero...» Excluida
Todo lo que la sociedad rechaza no es más que su propio la violencia, ¿qué recurso queda? El conocimiento y la edu-
producto. Los asociales, los criminales, los ladrones y los pa- cación: éstos son los medios con los que podrá organizarse
rásitos seson,podrá
en cierto modo, la verdad negativa de la sociedad, «un sistema mejor» (cfr. La revolución, págs. XVII-XXIM).
y sólo El hombreremediar ese azote transformando el medio Ese sistema «mejor» no someterá a discusión el poder políti-
social,
preexistentes
se desarrolla en condiciones que le son
forman
co, «ya que los ricos y los poderosos, por la naturaleza de las
y que su carácter: es una idea errónea cosas, siempre gobernarán el mundo», sino únicamente la
creer que puede carácter libre de la influencia de
haber un organización social. De todos modos, «los ricos y los podero-
las recibe objetivas:
condiciones «El hombre, sin ninguna excep- sos», en una sociedad regida por la razón, también «gober-
ción, siempre su carácter ya formado... Por lo tanto, narán de acuerdo con las ideas de las que se les ha enseñado
el hombre nunca formó él mismo su carácter, y no es posible a creer que contribuirán del mejór modo a su interés y a su
que pueda jamás formárselo» (46). De donde lógicamente se felicidad» (Diálogo, en tres partes, entre el fundador de la
«asociación de todas las clases y de todas las naciones» y un
4 ofqa Sociales. visitador, 1838, Cole, págs. 18-20). Por eso los trabajadores
mation
Citaremos
human
en
Viewe Society,
ew or Essais on the principle of
character, 1813, Cole, págs. 44-45, citado
adelante refiriéndonos a los Textes chotsis,
Dd Morton.
the for- deben renunciar al odio de clase, hallar el sentido original
de la caridad humana y comprender:la situación de las de-
0000980 QQ 10.10
168 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPIGO 169

más clases de la sociedad. Aquí, el principio de determinación


de los caracteres por las condiciones objetivas actúa al revés, La separación absoluta
pues así como «un infinito número de circunstancias total-
mente independientes de vuestra voluntad (la de los traba- En la historia del pensamiento social y político, los socia-
Jadores) os han situado donde os halláis y os han hecho como listas utópicos ocupan un lugar aparte. La huella de sus ra-
sois, así también otros hombres de entre vuestros semejantes zonamientos, los fulgores de su imaginación, sólo aparecen
han sido formados por circunstancias tan independientes de y desaparecen en determinados períodos. Siempre hay perío-
su voluntad, las cuales han hecho de ellos vuestros enemigos dos de crisis social e ideológica que ven renacer Sus ense-
y vuestros crueles opresores» (4 la clase trabajadora, 1819). ñanzas, y siempre hay períodos de estabilizaciónmoral y eco-
En otras palabras, la emancipación del hombre será obra nómica que sepultan su recuerdo en el olvido. Y es que, en
de la razón y de la comprensión mutua; la lucha de clases el fondo, incluso aunque no esté sostenido por el movimiento
debe evitarse. En cuanto al sistema actual, no es que sea objetivo de la historia, el pensamiento utópico propone el
fundamentalmente malo, pero está viciado por la religión ideal de una sociedad a una distancia absoluta de lo que exis- .

(Owen sostiene que ésta, trasladada «al propio paraíso, aca- te. Sin duda por eso el proceso de la historia no le aporta su
baría con el paraíso»), como también por el matrimonio, que aliento. Pensamiento de lo absolutamente distante, tal "podría
es una institución que favorece el adulterio hipócrita, y por ser la definición de la obra de Saint-Simon, de
Fourier y de
la prostitución, que es la verdad del matrimonio; en suma, Owen. Pensamiento de lo absolutamente distante, que se con-
por la decrepitud moral que resulta de la ignorancia general. sidera disparatado porque, a la seudorazón establecida, opone
Contra ese estado de cosas propone Owen el plan de una la existencia de una misma razón, pero en otra parte. Pen-
sociedad ideal, compuesta por ciudades de mil doscientas per- samiento de lo absolutamente distante, porque al orden mo-
sonas, en la que la educación, el alojamiento, las comidas y ral, a su cárcel y a sus tinieblas, opone otro orden moral, que
las relaciones humanas estarán racionalmente organizadas. será el de la liberación de las pasiones y de los deseos. Pen-
Al final de su vida, decepcionado quizá por los sucesivos samiento de lo absolutamente distante, porque es una tajante
fracasos de sus experiencias, y relativamente, aislado, se ruptura con el campo tradicional de la imaginación, y pro-
sumerge Owen en el misticismo religioso y anuncia el ad- pone otro concepto de las cosas que, por sus extravagancias,
venimiento del segundo Mesías, que incita al mundo a or- estaría más próximo a la naturaleza humana y a su lenguaje.
ganizarse de un modo armonioso. «Al final de ese período Quizá es ahí, en sus distancias constitutivas, y en otras
—prosigue Owen— la población se aplicará a engrandecer la muchas más, donde, a pesar de todo, ese pensamiento es des-
ciudad de enla Nueva Jerusalén, la cual se extenderá por toda la cubierto otra vez por la historia, y por ello puede aún volver
tierra, y ella no habrá ya calles ni callejones, ni paseos, a actualizarse precisamente en el momento en que
el deseo
ni callejuelas, ya que semejante medio es inferior y nefas- de lo distante se hace más saludable que nunca.
to...» (La Gaceta milenaria de Robert Owen, núm. 11, 1857).
Pero ése no es más que un aspecto tardío y poco interesante S. N.
de la obra de Owen... Lo esencial en él, como en Saint-Simon
y en Fourier, está en la crítica radical de la sociedad capi-
talista y de los males que ésta engendra para el naciente
proletariado.

e HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. Y. 11.—12


170 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO 171

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4609000000000 Bl

G. W. F. HEGEL

va. Sin duda no se ha de hablar, como

la filosofía. La muerte de la filosofía


gos platónicos, especialmente con
—que además es, en cierto modo,
pone en duda la pretensión de

se prefiere, un cierre. Ha quedado

integran tal o cual aspecto de las


es
as E

Por FRANCOIS CHATELET

Cuando en 1812-1816 aparecen en Berlín los dos tomos


la Ciencia de la lógica, de G. W. F. Hegel, se
página en la historia de la cultura
tecimiento se acaba un período: el de la
occidental.
ha
Con
filosofía
pasado

frecuentemente se ha
hecho, y de manera excesivamente apresurada, de los diálo-
comienza con
muerte de

el Gorgías, cuando Calicles


el portavoz de Platón—
Sócrates de construir el razo-
namiento universal como instancia suprema de todo pensa-
miento y de toda acción. Es muy posible que la
acabe de morir. Lo que Hegel propone
supone y lo que su lógica impone—,
—Con
una
todo
de
una
ese acon-
especulati-

filosofía no
lo que ello
terminación.
determinado un campo,
balizado por las preguntas platónicas (y por las aristotélicas,
siempre que se las pueda entender); en el orden
se han dado diversas respuestas, geniales
costumbres
o
de
O, si

especulativo
mediocres,
las
des humanas (religiosas, artísticas, guerreras, políticas y
científicas). Ninguna de esas respuestas ha sido exhaustiva,
y todas ellas acarreaban numerosos
soluciones que aportaban.
*

que
socieda-

problemas junto con las


Mas juzga Hegel que ha llegado la hora de responder defi-
nitivamente, de terminar con la filosofía; es decir,
de llegar
Ñ

.-
Y
0000080
—y/
G. W. F. HEGEL

al fin

eos
y los
>
Gx LR
113
7

cuatro siglos; y que es

y de los grupos). Con

dispuesto a poner
a
e

él

entre
a

el
quien

rrollada por Aristóteles, Descartes,


Kant y
que
sus sucesores, y

y de los artistas, por los

como suma y compendio de todo

pos de su evolución (y que,

no es ya un ideal con el que se


le
tarea. No es que, como persona empírica, se crea
7

la exposición sistemática de la ciencia, de ese


a
hacía

cotidianos afanes
saber
veinti-
absoluto, al que la humanidad aspiraba desdereservada esa
está
dotado de
un buen mo-
capacidades especiales. G. W. F. Hegel llega enPlatón
mento para acabar con una tarea definida por y desa-
Spinoza, Leibniz, Hume,
alimentada por los duros combates
sostuvieron las naciones, por los inventos de los
de los
científi-
pueblos
grandes hechos de los héroes y de los capitanes. lugar
De ese modo, el hegelianismo se presenta en primer
el pasado histórico y cultural
de la humanidad. Constituye la última etapa
de pensamiento —la filosofía especulativa— que

el libro que responde, directa O


al
indirectamente,
mismo

sistema
tiempo,
hegeliano,
de una forma

el

la
tuvo como
texto
objetivo construir el razonamiento unificante, a las interro-
único,

los contratiem-
gaciones que se imponen a las sociedades en propone solu-
los individuos
ciones «lógicas» a los problemas prácticos de racionalidad
sueña; un modelo que se aplica,
paréntesis molestas escorias; unasino
vestigación infinita, con la que haydelque conformarse;
que es el tejido mismo de lo
real y
que establecer su validez; hay que

quede nada de la actividad humana, Y, El


impone como norma un rigor absoluto.
dioso, por no decir delirante (había
en algunos diálogos de Platón, en
las ironías teóricas de Hume, en
las
las
pensamiento. No hay
exponerla. Para ello con-
viene reanudar pacientemente de modo discursivo,
ferentes niveles y en una perspectiva sintética,
rrido de los hombres y del pensamiento.
Esta vez, la síntesis a la que siempre tendió
miento especulativo es total: no quiere que
el

fuera
al mismo tiempo, se

cartas
proyecto es gran-
«humanidad»,
de
concertadas
modestia,
Descartes, en
pesadeces
de Kant). Pero antes de juzgar (y de medir) su éxito,
es im-

portante formular cuatro preguntas:función de qué causas y


1. ¿Scbre qué fundamentos, en
de qué razones pudo formarse y consolidarse semejante pro-
yecto?
in-

en sus di-
duro reco-

el razona-
de ella
SU GOGGOGOYY Y ;
e E
174 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 175
2. ¿De qué modo, por qué
q caminos «pedagógicos» gi

los antiguos y los modernos -—cuya significación se retrasó


nm se
3. ¿A qué texto condujo? tanto en Alemania—, Hegel se pone dé parte de los moder-
4. ¿De qué modo fue explotado nos, más resueltamente que el excesivamente prudente Goethe.
por su propio autor? No es que los juzgue superiores, sino que los considera de
inmediato más interesantes.
1. LA FORMACIÓN DEL SISTEMA Hay un segundo aspecto, decisivo y concreto. La vida,
entonces —estarros en el último decenio del siglo XVIlII—, es
la Revolución francesa, con sus entusiasmos y sus contradic-
Laformación del sistema hegeliano —el llamado
de Juyentud— va de 1790 a 1806. En período ciones, el «terror» y el imperialismo que se ve obligada a
pañeros de universidad, Schelling
1790, Hegel y sus com- ejercer, los compromisos que ha de pasar por alto o que ha
y Holderlin, se dice que de contraer y, muy pronto, el poder de Napoleón Bonaparte.
plantan en Tubinga un árbol de la libertad, para celebrar el Sometida desde siglos al gobierno a la vez autocrático y anár-
primer aniversario de la toma de la Bastilla. En 1806, el quico de los príncipes, la intelligentsia alemana acoge prime-
Joven filósofo —que es privat-docent en la
Jena desde hacía cinco años— Universidad de ramente con reconocimiento la empresa de libertad que viene
redacta,
el contenido de sus tres últimos años aunque no lo publica de Francia. La considera, de grado, como la realización de las
fechas, el estudiante de teología,
de cursos. Entre ambas ideas de la Aufklirung. Mas esa admiración sólo dura unos
la profesión de pastor y se hizo que muy pronto renunció a años; el jacobinismoy las victorias militares de los ejércitos
profesor, participó activa- revolucionarios ocasionan en muchos intelectuales un viraje
mente en la vida intelectual de su época. Publicó, entre otros completo. Entre los que siguieron hasta el fin fieles a la Re-
importantes
bición teórica es ya desmesurada; se filosofía, pm.
artículos en el Diario crítico de La volución se encuentra Kant, y también Hegel, aunque en otra
propone nada menos que perspectiva. En todo caso, el estudiante de Tubinga, el joven
englobar en un razonamiento unificado la diversidad de las
experiencias profesor de Francfort y de Jena, se apasiona por los aconte-
que se ofrecen al hombre culto: cimientos que conmueven a Europa y que asustan a la ma-
) yoría de sus contemporáneos alemanes; sabe que un teórico
«Pensar la vida...» digno de tal nombre no puede ignorar ese cambio capital, que
no ha de omitirlo como un hecho contingente, ni criticarlo
He aquí la tarea.» Esa fórmula
<«...
desde un punto de vista empírico, sino que ha de integrarlo
Hegel perentoria del joven en el saber, por la misma razón que ha de comprender la
—con su provocadora ingenuidad— permite compren- ciudad griega, el Imperio romano, la Revelación cristiana o
der en su raíz el proyecto del
que llegará a la Reforma.
ministrador del pensamiento especulativo. ser supremo ad-
Especifica, en pri- La conmoción política y social que sacude a Europa a
mer lugar, el hecho de que, para Hegel, el sentido
de la Investigación filosófica es el presente, que hayprimordial
que hacer
partir de 1789 hizo que el viento de la historia entrara en el
seno mismo de la especulación. De Burke a Goethe, de Cha-
inteligible. La referencia al pasado,
sea, sólo tiene un valor explicativo: lo
por indispensable que teaubriand a Fichte, la reflexión fue conmovida profunda-
mar el pensamiento de tal
que se proponees for- mente. Hegel es quizá el primero en comprenderla signifi-
modo que sea capaz, actualmente cación teórica de esa nueva toma de responsabilidad. Pues,
de responder a su objetivos
contemporáneos. La «vida» para él, no se trataba únicamente de contar con ese aconte-
—del individuo, de la cultura, de la humanidad—
es el fe- cimiento; éste suministra la prueba de que la filosofía —si
nómeno que dura, que se repite renovándose y que, en todo quiere salir de la abstracción— ha de cambiar a la vez de
Caso, se impone por su constante presencia. Esto
la filosofía ha de explicar con prioridad. es lo que contenido y de método. La vida que hay que pensar no es la
En la disputa entre totalidad indiferenciada del sentimiento ni la multiplicidad
Y] Y
<Q % = 6w
-
5
= A Es A
Ea da 3 S ss ES
176 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 177

comprobada de los hechos orgánicos, sino el conjunto de las ta, como Chateaubriand, cómo pudo suceder tan extraña em-
| acciones de los hombres en su realidad dolorosa e inventiva... presa. Y por ello intenta otra «síntesis», que esta vez no
Por esto, el filósofo debe esforzarse en forjar el instru- tendrá por objeto especies culturales, sino procedimientos
mento que le permita realizar correctamente ese trabajo. Por reales de la humanidad enfrentada con su destino. Pero los
una especie de reactivación, la Revolución francesa y el Im- puntos que le parecen importantes son, por una parte, la ciu-
perio napoleónico le obligan a reflexionar de otro modo a dad griega, y por otra, el cristianismo con sus tres momentos
como seha hecho hasta entonces en momentos decisivos para constitutivos: su preparación, el judaísmo; su advenimiento,
eldevenir de la humanidad. Así, el volverse a ocupar siste- religión romana; y su realización, la Reforma.
Cristo y la
máticamente del sentido de la ciudad griega, del destino del Los primeros te*tos del joven Hegel (publicados por Hoff-
pueblo Judío y del cristianismo primitivo proporcionará la meister como Documentos sobre la evolución de Hegel) se
ocasión para construir esa nueva herramienta. preguntan por el pensamiento griego y romano; a años los vein-
ticinco años escribe Hegel una Vida de Jesús; tres des-
cristianismo su destino (pu-
(
pués estudia El espíritu del y
Helenismo y cristianismo blicado por H. Nohl con el título de Escritos teológicos del
joven Hegel).
La empresa de realizar «síntesis» no es nueva. El pen- Ya están actuando los temas que constituirán el material
samiento especulativo moderno ya lo había logrado de un de la Fenomenología del espíritu. Y en la misma época se
La nueva situa-
modo ejemplar.
Descartes admirablemente tomar
supo para preocupa Hegel por el presente, analizando
el proyecto metafísico los descubrimientos de Copérnico y de ción de Wurtemberg, que está dotándose de una constitución,
Galileo, pues la física «renaciente» le había dado ocasión para y comentando los escritos económicos de Steuart. Se inicia
la línea generaldel sistema. «Pensar la vida» es conocer el
una separación esencial —permitiéndole romper con el con- devenir efectivo de las sociedades; sonsiderar el presente como
tenido, ya que noreducir
con la forma, de la llamada filosofía esco-
resultado de un largo y dramático proceso que lo ha produ-
lástica—, para luego esa separación y reintegrar el
cido; comprender el pasado como etapa de formación de la
procedimiento teórico de los físicos a la idea de una cieneia
situación contemporánea. La filosofía de la historia —que
universal, fundadora y portadora de la verdad por entero.
De un modo análogo, y con diferencias decisivas, la Crítica define el progreso, no como acumulación, sino como progre-
de la razón pura realizó la misma operación a propósito de sión dolorosa— ya está ahí, al menos en su esquema. Sin em-
la física de Newton; entonces —en la ambigiedad de la pro- bargo, es preciso que el filósofo ponga de relieve esa frente
nueva

fundización crítica— se trataba de reconocer la objetividad, l perspectiva que implica sorprendentes


a las doctrinas filosóficas dominantes. Hegel
integraciones
no podrá pro-
es decir, la universalidad y la necesidad, de los enunciados
de las disciplinas experimentales, y, al mismo tiempo, en el i seguir no responde
si a Kant, a Fichte, a Jacobi, a Schelling...

movimiento lógico, de poner en su lugar, esencial e inferior |


la producción de las ciencias experimentales.
Con Hegel, sin embargo, se introduce otra separación. El Filosofía crítica y exigeneia metafísica
modelo no lo constituyen ya Galileo, Newton o Lavoisier; es
la tomade la Bastilla, la fiesta de la Federación y, muy pron- Lo esencial de las investigaciones que, en esa época, se re-
to, el Comité de Salvación Pública y el entusiasmo triunfante fieren a diversas expresiones del devenir y de la cultura está
de las tropas de Valmy. Algo se impone a la especulación organizado en el Sistema de la moralidad social, escrito en
—algo que ésta no podrá eludir—, y que se llamará «el vien- 1802. Pero en la misma época —en una perspectiva cuya sig-
to de la historia». El joven Hegel (como sus contemporáneos nificación polémica es evidente— ha de imponerse Hegel
como legislador de la nueva filosofía. A tal
efecto utiliza el
alemanes, pero con más rigor y más moderación) se pregun-
JU UGUOUSOaOSy9y99899414y13u20
G. W. F. HEGEL 179
178 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

Diario crítico de filosofía, del cual es responsable, con Schel- la ciencia, la cual, si bien enuncia principios, prueba su va-

ling. Los cinco artículos que ahí publica, en los años 1802- lidez en el desarrollo riguroso del sistema.
1803, prefiguran los textos determinantes integrados en el En suma, en el momento en que emprende la redacción
Prefacio a la Fenomenología del espíritu; el principio fun- de la Fenomenología del espíritu, que termina cuando true-
damental que, en adelante, guiará la crítica teórica de Hegel, nan los cañones de Jena, se propuso Hegel tres objetivos:
está precisamente definido ahí, tanto en su forma como en reconciliar especulación y realidad; comprender la vida con-
su contenido. Se trata de tener en cuenta los resultados de temporánea, en sus contradicciones mismas, como producto
la crítica kantiana. La antigua metafísica no puede ya aspi- de un pasado dramático; y reconocer y superar las conse-
rar al título de ciencia; la Crítica de la rltzón pura puso de cuencias de la crítica kantiana, para poner en su lugar em-
presas que, en adelante, se separan, y que son la religión,
la
manifiesto la incertidumbre y la insuficiencia de los sistemas
tradicionales; por otra parte, mostró la pretensión de los co- política, la historia, la especulación, las ciencias experimen-
nocimientos experimentales de sustituir a la metafísica, ca- tales y las actividades artísticas; refutar concretamente, me-
duca e irrisoria, en la medida en que esos conocimientos no diante la construcción de un razonamento mayor, las solu-
podrían constituirse en saber de lo que es en sí, en saber del ciones filosóficas que consisten, bien sea en un hiperkantismo
ser. Por lo tanto, hay que reconocer, con el criticismo, que de carácter metafísico —así es como Hegel entiende la obra
no hay saber de lo absoluto; que lo absoluto no es del orden de Fichte—, o bien en la filosofía romántica que se instituye
del saber; que su realización está en otra parte: en el acto en las obras de Schelling. ¿Por qué omite Hegel otras pro-

moral; que el buen uso de la razón está únicamente en el ducciones que le son contemporáneas y que conoce, como la
ámbito práctico... de Hólderlin, la del Athaeneum y la de Novalis? ¿Por qué
La saludable lección es, sin embargo, demasiado pobre, se conforma tan fácilmente con el paso de
la tumultuosa
sobre todo si se tiene en cuenta el hecho de que el análisis Convención al orden de termidor y a la organización bona-
moral de Kant queda singularmente abstracto. Es muy le- partista? Dejemos, de momento, sin respuesta esas cuestio-
gítimo, desde ese momento, que, oponiéndose al «desierto és- nes, a fin de vivificar lo que sigue.
peculativo» del pensamiento crítico, se construyan doctrinas
que aspiren a lo obsoluto, en el orden teórico mismo. Kant ESPÍRITU
lí. (CÓMO LA CONCIENCIA SE HACE
demostró que la exigencia metafísica es irreprimible; y desde
luego lo es. He aquí que, en formas diversas, la especulación
se reorganiza. Sin embargo, sean cuales fueren la legitimidad
Hegel fue uninvestigador incansable; hasta el final de
su vida solicitó informaciones sobre cualquier dominio,
filo-
histórica y la sutilidad teórica movilizadas por esa renovada
empresa, ésta no logra convencer. La crítica no le permite
sófico, artístico, político y científico (0 paracientífico); y cons-
tantemente se mantuvo sensible a la urgencia política. Pero,
ya desarrollar tranquilamente las demostraciones que, de ra- Ilustra-
ciocinio en raciocinio, conducen a lo absoluto. Por esto, la para él —heredero consciente de esa «época de la
crítica debe administrar ese absoluto de un modo arbitrario; ción» cuyo optimismo sabe bien que es irrisorio—, no se trata
de construir un nuevo enciclopedismo en el que se ordenasen,
establecerlo como principio y como fin. Muy pronto se separa
la línea unificada del progreso, las conquistas acumula-
Hegel de su amigo Schelling, que se convertirá en su adver- en

sario declarado. Le reprochará lanzar lo absoluto como un das de las ciencias, de las técnicas y de la moralidad. Sin
«pistoletazo al corazón»; discutirá el romanticismo, porque, duda es importante, para él, «recuperar» las fuerzas de an-
demasiado ávido de plenitud, se lanza con tal entusiasmo que teayer, de ayer y de hoy. Péro esa operación de integración
olvida la necesidad de una legitimación discursiva. Contra sólo puede realizarla justificándola frente a una tradición en
esa comprensible avidez, pondrá de relieve la exigencia de
lo sucesivo muy compleja.
180 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 181

tura de los momentos reales (y, al mismo tiempo, rememora-


Los tres niveles de la «Fenomenología dos o proyectados) por los cuales atraviesan los hombres en
del espíritu» sus prácticas sociales. de la concien-
Mas un tercer nivel: esas «posiciones»
hay
refractadas de un modo ejem-
El texto que publica en 1806-1807, lo presenta Hegel cia, esas «actitudes» han sido
la la
como introducción y a la vez como primera parte de su sis- plar o simbólico en obras. El hombre griego es, a vez, nivel);
tema.Esa doble condición la debe la obra a la profunda con- conciencia que se abre a la reflexión científica (primer
cepción de Hegel. El saber absoluto es el saber verdadero también el guerrero ciudadano, sometido a los dioses y ple-
y
Pero la verdad no es un hecho, sino un resultado: su entun- namente dueño de su destino como ser sensible-profano (se-
ciado sólo vale como productor de los momentos su desa-de gundo nivel); pero también es Heráclito, Anaxágoras, Fidias,
nivel,
rrollo;
el ser-verdadero sólo tiene sentido si exhibe el proceso Esquilo, Sófocles, Platón, Aristóteles... Hay un tercer
mediante el cual se ha hecho verdadero. Desde ese momento el de la historia de la cultura (como hoy se dice), que se ex-

no hay que hablar propiamente de introducción a la Mosofía: presa en los ritos y en religiosos, en los cuentos
los himnos
a lectores que se supone que ignoran la filosofía, no se puede
explicar qué
de los explicaciones los «físicos», en las in-
poetas, en las de
venciones de los dramaturgos, en los relatos de los
historia-
es la filosofía. No hay retórica que permita
razonamientos de los
pasar mágicamente del no saber al saber; no se habitúa uno dores y, sobre todo, en los organizados
la filosofía y filósofos. Desde ese momento, la introducción/primera parte
a a su terminación, la ciencia especulativa com- sistemático de las produccio-
pleta. Desde ese momento, toda introducción es una primera del saber deberá ser un análisis
nes «culturales» y, en especial,
de las filosóficas, que son como
parte;ensula tarea consiste en tomar al «ignorante» allí donde ]

esté, «inmediatez» de sus certidumbres, a fin de cons- su síntesis.


truir paraél y con él el caminoque lo conducirá precisamente Digámoslo en otras palabras: la Fenomenología del es-
sentido de
al saber.
o

píritu es una obra pedagógica en el más riguroso


¿«Ignorancia», «certeza»? La metafísica tradicional ha la palabra. Se propone conducir al que está en la ignorancia,
comprendido esas categorías de un modo demasiado simple en la in-ciencia, hasta esto que es
el desarrollo del saber. Por
—la del
En el fondo, en cada cual (capaz de leer la Fenomenología del lo tanto, su tarea consiste en recoger la conciencia
espiritu) hay tres niveles de ignorancia/certidumbre. El individuo o la de la colectividad— allí donde esté. Ahora bien,
registros:
hombre común continúa creyendo la veracidad del testi-
en esa conciencia se sitúa, para empezar,
Como conciencia (en sí),
en tres
sensación, como per-
monio sensible, como cuando era niño; sea el que
Es importante hablar en primer lugar de
éste sea, -—
como
un ob-
será su
criterio. cepción, como entendimiento (como reconocimiento decomo
esa Creencia, analizarla y determinar quérconduce, con tal
a jeto) y, después, cuando surjan otras mediaciones, co-

de que se la explique, se la «despliegue». Pero simultánea- nocimiento del mundo y de sus leyes, como tarea moral, como

mente —y ése el segundo nivel que hay que evocar—, cada


es conducta política.
uno de esos hombres comunes está implicado una Givili-
en — Como conciencia de sí (como para sí), como deseo,
zación que, al mismo tiempo, le impone unos marcos y le como exigencia de reconocimiento, como
esfuerzo por hacer
ofrece elecciones; que también le indica nostalgias... Se abra- inteligibles las modalidades de la existencia, en su condición
za la causa del «discreto», pero se sueña con el arrojo
feudal; y en su devenir, desde el súbdito de
los despotismos orientales
hasta el ciudadano de los modernos Estados, pasando por el
se lucha en defensa del jacobinismo, pero es en el ciudadano
de la república romana en el que se está pensando Doa guerrero griego, por el señor feudal, por
el «burgués con-
sistemática enn
re-
quistador» y por el patriota revolucionario.
copilación exacta ha de llevar la cuenta de
E Como conciencia en sí y para sí (como conocimiento).
diversas actitudes «existenciales» impuestas/elegidas. La
troducción al sistema deberá establecer la exacta Nomanelá-

Las sociedades producen obras y géneros culturales, en los


JUDO
-

182 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 183

cuales se hallan a sí mismas y se expresan. Las religiones y va a construir una «cosa» estable: la silla, la mesa,el cielo...
las artes construyen «objetos» que, en los rituales, en mon- Se constituirá en actividad perceptiva. La multiplicidad de
tajes espectaculares, concretizan esos procesos de realizacio- los canales sensibles se reagrupará en torno a una entidad
nes sociales. Sin embargo, el razonamiento filosófico posee que, siendo esta vez «exterior», tiene fuerza para establecer,
una virtud suplementaria: reflexiona sobre esa reflexión; en la unidad de una relación simple, aquello que percibe —la
su función consiste en desarrollar, en el ideal de la adhesión conciencia— y aquello que es percibido —la cosa—. Ese es-
universál, de la transparencia integral, la idea de esas prác- tablecimiento es provisional, pues desde el momento en que
ticas religiosas, éticas o artísticas. Y es ejemplar en la me- se ha instituido la cosa —como regulación de los múltiples
dida en consigue.
que lo «sentires»—, se da la eventualidad de un sistema de las cosas
tanto, es toda la historia de la humanidad lo que
Por lo —como regulación de los múltiples «percibidos»—. Por esta
la Fenomenología del espíritu nos tendrá que presentar. Todo razón, la conciencia se hace entendimiento, o sea que se vuel-
debería figurar en ella, al menos en calidad de indicación. ve hacia sí y comprende lo dado como orden de la percepción,
Esa «historia» será ingenua: intentará, en todo momento,
como ese orden que remite a una conciencia que, en adelante,
tomar al lector, al estudiante, allí donde esté, con su «cultura ha de comprenderse como el lugar de una relación que cons-
clásica», con sus motivaciones, para conducirlo, paciente y tituye la segunda mediación, y, en esas figuras aún elemen-
dolorosamente, hacia la ciencia. Y resulta que esa empresa, tales, conduce al espíritu a tomar conciencia de esa verdad
tan loca, se ha logrado. El único capítulo decepcionante de
la primera parte/introducción del sistema es el último. Pero que suministraba la Tercera meditación metafísica de Des-
es una decepción que Hegel ha querido. Ya volveremos a
cartes, a saber, que percibir «cosas» es hacerse uno mismo,
tratar de ella. implícitamente, sujeto pensante; es poner al sujeto como
pensamiento; es pensar el pensamiento como sujeto.

La conciencia
La conciencia de sí
Puesto que se trata de describir el devenir mediante el cual
Ahora bien, el sujeto —después de haberse experimenta-
se construye el espíritu —o, si se prefiere, la cultura—, con-
viene tomar como primer momento la forma aparentemente do en sus «ingentidades», volviendo a hallar su ley consti-
más humilde y más simple de conocimiento: lo que la tradi- tutiva— se aprehende al mismo tiempo como relación di-
ción designa como conciencia. La conciencia es, en primer recta consigo mismo. Se ha perdido en el en sí de las múltiples
lugar, la presencia de lo que está aquí y ahora; es la sensa- sensaciones; ha descansado en la falsa tranquilidad de la
ción. En ésta la conciencia se esparce por entero; la con- «cosa»; se ha construido como sujeto del sistema de las cosas
ciencia se reconoce y se pierde en la sensación. Es ese azul, (el entendimiento). Debe volver hacia sí: ser para sí y de-
esa extensión o ese frescor que se le muestran. Mas cuando signar la fuerza que lo anima. Esa fuerza es el deseo, ex-
ha de basarse en eso que ha sentido, cuando ha de especificar presión de la vida misma. La tradición hegeliana concedió
aquello en lo que ha reconocido plenamente, no halla ya la en Francia un lugar exorbitante a esa parte de la Fenome-
misma «cosa», pues el azul se ha vuelto verde, la tranquila nología del espíritu; la consideró como lo esencial; dio un
extensión se agita, el frescor es frío... Lo que la conciencia, alcance ejemplar al proceso de reconocimiento, a la dialéctica
absorbiéndose en su puro sentir, puede enunciar es que ha del amo y del esclavo, al descubrimiento del sentido del tra-
habido, que hay esto aquí y ahora. bajo (y, al mismo tiempo, esa tradición predeterminó una in-
Desde ese momento se introduce una primera mediación: terpretación muy discutible de Marx, discípulo heterodoxo,
la conciencia, al no reconocerse en esa diversidad indefinida, materialista, de Hegel).
O 800009000009) 090094 DO OU UOUo0GuUorAawv w
184 G. W. F. HEGEL 185
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

En cuanto al esclavo, ni
El—alepisodiosí«fenomenológico» dedicado a la conciencia esya sino violencia natural, cólera.
estado de trabajador des-
de sí para de la conciencia— es importante. No podría que decir tiene que no saldrá de su
considerarse como la sustancia del hegelianismo; éste tiene poseído inmediatamente del producto de su trabajo. La lucha
otros desarrollos más ricos y más vigorosos. Sin embargo por el reconocimiento conduce aquí a
la relación falsa por ex-
es una
etapa, de sí tal,el conviene explicarla. La verdad
y, como celencia; son dos esclavos: el dueño, que, al no trabajar,
sólo
y el es-
de la conciencia es deseo. Mas precisamente lo que ejerce un dominio abstracto, se convierte en esclavo; esclavo.
siendo
distingue el deseo humano del deseo animal es que el deseo clavo, el cual, privado de toda posesión, sigue
Ese mismo callejón sin salida es la verdad de la
humano no se dirige solamente a «su objeto», gracias a lo conciencia
cual podrá saciarse, sino que precisamente se a otro dirige de sí, la cual se expresa teóricamente. En ese estado,
la con-
deseo. Amar es tender el cuerpo hacia otro cuerpo; pero
Cuerpo es ciencia de sí será estoica y luego escéptica. Como estoica,
de-
también, más fundamentalmente, exigir que ese
tienda también, que desee; es desear el deseo del otro...
se sarrollará —en sí— la idea de que más allá de esa contradic-doble
ción abstracta, que ineluctablemente desemboca en una
Desde ese momento, la conciencia de sí, egoísta/altruista Tanto si
esclavitud, está la retirada al yo concreto que piensa. esclavo,
se
instituyeriñen
en una relación decisiva, la que las fuerzas
en
es amo, que ejerce un poder
irrisorio, como si es
amorosas con las agresivas. Esa disputa es la del re-
incapaz de recuperar el producto de su actividad laboriosa,
conocimiento. La conciencia de sí sólo está segura
está puesta por otro distinto de sí que, al mismo tiempo
de sí si la conciencia de sí, cuando reflexiona, se refugia en
ella mis-
—de un
Su estado es el de una libertad abstracta que
otro sí. Debe imponer ese reconocimiento; por él lneharó ma.
la muerte, el despo-
modo abstracto— puede pensarlo todo:
es
hasta la muerte. La primera relación, en el orden del deseo regla suya, la
la de la guerra. Ahora bien, para ese conflicto radical seimiento, la esclavitud, y que supone, como
sumisión a un destino exterior. A éste hay que adherirse,
es
dialéctico, obsérvese bien, pues las conciencias en pugna ha de fabri-
dondequiera que se esté situado empíricamente;
—no

no hablan—, sólo hay tres soluciones: 1) los adversarios es- carse una sabiduría, triste y
consecuente, hecha de acepta-
tán equilibrados y la cuestión se reitera indefinidamente:
2) uno de ellos, el más débil, vencido, acepta morir; 3) ése el ción y de nobleza. El yo es libre, pero su libertad no es real;

y él nada puede.
más débil,
pide perdón y acepta ser esclavo.
El yo escéptico es la inversión, al mismo tiempo que
la
_En apariencia, la relación dueño-esclavo está clara. El estoica. La conciencia de sí
primero, tras arriesgar su vida, ha ganado; su poder: demos.
no
profundización, de la actitud
trado, le impone no comprometerse en tareas materiales que- salía de sí cuando se definía como libertad del pensamiento;
precisamente de ahora en adelante se vuelve hacia sí e intenta aprehender-
rer
ser constantemente guerrero valeroso, ser del pensar. No hace nada más,
el dueño de la vida y de la muerte. El segundo
es relegado a se en su proceder; es libertad
modo abstracto— la capa-
la otra parte del mundo; queda en dependencia absoluta; de- pero se concede —también de un
de cidad de destruir; para asegurar ese derecho, se aplica
a
pende del señor, el cual decide acerca de su existencia;
de de la naturaleza,
sobre la cual ha de actuar para
a su subsistencia y, más aún, a la supervivencia material de
en-
rover coherencia
miento, las pretensiones de la ética y el
del
suprimir la realidad del mundo, la orden de las institu- razona-

de lo
aquel que lo venció. La experiencia —la fenomenología— ciones políticas. Lo hace para sí. El orden/desorden
existente subsiste; mas ha de declararse tal, producto
prueba que, en el fondo, es ésa la relación más inestable, la
de de un reconocimiento que, permaneciendo a nivel
como
de la con-
más explosiva, la cual indica el movimiento elemental la
conciencia hacia el espíritu. ciencia, sólo podía fracasar... divi-
El amo, en efecto, tiene derecho a matar al esclavo; mas Por desgracia, es esa conciencia de sí la que se halla
si lo mata, si fabrica un cadáver, una «cosa» el destruye dida entre la verdadera renunciación del estoico y
la falsa
reconocimiento que tiene de su conciencia de sí.
Su deseo no autoridad del escéptico; comprende la infinita capacidad de
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.— 13
te id Es, Ú a”

186 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 187


su libertad en el momento mismo en que experimenta su teología y hasta la Reforma, han asegurado concretamente
impotencia real. Se instala en esa contradicción y se mantie- el dinamismo de los pueblos en lucha por la supervivencia y
ne en ella. Su desdicha es precisamente el irreductible des- el reconocimiento; y también en esos ritualeg sociales, en esos
fase que seinstituye entre las posibilidades a las que aspira objetos sensibles que son las obras estéticas...
y la actividad que puede ejercer...
Desde ese momento, la conciencia de sí ha de salir desí.
Se hará razón; comprenderá que tiene que superar su inme- El espíritu
diatez y las falsas mediaciones que ésta implica. El orden de
su razonamiento subjetivo lo sustituirá por otro «objeto». La razón se hace arte, religión, Estado. ¿Dónde está, en-
Ese objeto de su actividad, de su producción, será una reali- tonces, esa acabada filosofía que la Fenomenología del es-
dad (una inteligibilidad) que, a la vez, la funda en su propia píritu presentaba como su coronamiento? Precisamente está
ley y le asegura el importante «fiador» al cual se enfrenta y ausente; tan sólo figura como expresión circunstancial de los
con el chal se confronta. momentos de la cultura, como no acabada. ¿Dónde se halla,
entonces, la prometida ciencia? ¿Qué saber nos entrega? En
suma, ¿qué es el espíritu (la cultura) ? Es algo que está ausen-
La razón te/presente. El saber absoluto, el que nadie puede poner en
duda, no es sino el camino dialéctico de la ontología tradicio-
En esta esquemática exposición, no podría tratarse de nal, tal y como se ha desarrollado a partir de la lectura ale-
seguir los diversos momentos de la constitución de la con- jandrina, y luego cristiana, de la obra platónica y de la aris-
ciencia (del «sujeto») en espíritu (la «cultura»). El análisis totélica. Mas, para Hegel, no se trata de recorrer la historia
que precede debería permitir captar el «método» que se apli- del pensamiento filosófico (ulteriores lecciones están dedica-
ca en la Fenomenología del espíritu, En realidad, no hay das a ello). La ciencia parte aquí de esa idea, establecida en
ningún método, sino, como el título indica, una descripción la Fenomenología del espíritu, de que la filosofía es la expre-
sistemática de los diferentes aspectos que la humanidad ha sión más elevada —por ser la más clara—, la más sistemá-
tomado durante su desarrollo intelectual. Así, la razón será tica, del espíritu (o cultura); y acepta, como comienzo, ese
primeramente en sí; en un primer momento, se reconocerá primer supuesto de la metafísica, a saber, que el ser es, o
en la naturaleza (del físico, del lógico, del psicólogo), en la más exactamente, que lo que es, es el ser. Desde entonces,el
operación que fundamenta la individualidad (estética, moral primer momento consistirá en preguntarse lo que quiere decir
calculadora), y en las actitudes críticas (del escritor, del mo- esa afirmación.
ralista, del filosofador). El lector que, insatisfecho, se vuelve ¿Y qué se dice? ¿Qué se supone o qué se impone cuando
hacia sí mismo, será capaz de construir entonces conceptos se procede así? Lo siguiente: al decir que el ser es, no se dice
que le permitan comprender cómo se instituyeron esas co- nada; más exactamente, se dice la nada, pues el ser es una
munidades, esos «sujetos» de la historia que son la ciudad categoría tan general, tan amplia, que sólo designa, a fin de
griega, a comienzos del devenir, hasta la visión romántico- cuentas, el vacío. Pensar o decir el ser es, al mismo tiempo,
estatal que domina cuando escribe Hegel. Queda lo que ce- pensar la nada. Y, por esto, es pensar el paso de un término
menta, lo que da a la razón su eficacia. La razón se manifiesta al otro; es pensar el movimiento —que puede ser indefinido—
como arte y como religión; todo aquello en lo que la concien-
que lleva de un contrario al otro. Ahora bien, ese movimiento
cia, la conciencia de sí, la razón en sí y la razón para sí ha- es la verdad de este pensamiento: cuando se piensa firme-
bían creído, halla su expresión en las diversas religiones que, mente la copresencia necesaria y antagónica del ser y la nada,
desde el culto de 'Zoroastro hasta los razonamientos de la lo que se piensa es el devenir,
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188 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 189

El análisis de esta primera tríada es decisivo. Manifiesta términos esenciales que permiten determinar aquello cuyo
claramente el mecanismo que determina el desarrollo del ra- aparecer es apariencia...
zonamiento de la ciencia. La dialéctica que aquí acaba de ser La teoría de la esencia estudia así las categorías gracias
definida como posición/oposición/superación—es ése un mo- a las cuales el espíritu, después de perderse fructuosamente
delo lógico que tendrá un gran éxito, quizá excesivo—, no es en la exterioridad del ser, descubre la mediación, la relación
en modo alguno un método. Como en la Fenomenología del y, por ello, vuelve a hallarse en su propio trabajo reflexivo.
espíritu, el texto no hace más que analizar el movimiento Entonces se examinan las diversas nociones que subrayan las
del pensamiento cuando éste piensa seriamente lo que piensa; teorías del conocimiento desde Platón a Kant: fundamento,
no impone, en modo alguno, un encasillado que viniera, desde existencia, fenómeno, absoluto y realidad, entre otras.
el exterior, a aplicarse a un material indiferenciado. La Cien-
cia de la lógica proseguirá esa operación; en virtud de ese
mismo criterio de «pensabilidad», estudiará las diversas Ca- El concepto
tegorías por las que ha de pasar sistemáticamente el pensa-
miento cuando quiere pensar el ser como referenciz absoluta. Sin embargo, se trata de ir más allá de una doble abstrac-
Así es como definirá —dialécticamente— las categorías de ción, la de un ser que se supone puro (y de sus articulaciones)
cualidad, cantidad y medida... y la de una mediación que se abisma en su propia autosufi-
Mas no es posible resumir aquí páginas cuyo contenido ciencia. La reconciliación —o, si se prefiere, la síntesis supe-
constituye la recopilación de la filosofía occidental entera. Es radora— es el pensamiento conociéndose, primeramente de
más importante subrayar el hecho de que la teoría del ser un modo implícito, y luego cada vez con más claridad, como
es únicamente el momento inicial de la ciencia; al salir de orden mismo de la realidad (y reconociendo en la realidad
esa primera parte, se manifiesta que la categoría de ser no aquello en lo cual se ordena). El ámbito del concepto es aquel
permite desarrollar la rica diversidad dialéctica del pensa- en el que se mantienen, y al mismo tiempo se anulan, las opo-
miento (= del razonamiento = de la realidad); que no po- siciones de lo inmediato y lo mediato, del objeto y el sujeto,
dría considerarse como el término absoluto. de lo finito y lo infinito, lo en sí y lo para sí. La tercera parte
de la Ciencia de la lógica estudia de un modo sistemático las
categorías del razonamiento lógico; del razonamiento sobre
La esencia su propia constitución. No dice nada más que lo que se ha
dicho, se ha expresado y constituido a lo largo de esas pági-
En el fondo, la categoría del ser queda unida a la común nas introductorias y fundamentales. El libro titulado Feno-
noción de presencia, de inmediatez. Remite a lo que, en la menología del espíritu, simplemente instalando al lector en
exterioridad, se da a la vez como objeto y como obstáculo. la necesidad del texto, cumple la función de demostrar que,
Pero ¿cuál es la naturaleza de eso «dado»?, ¿quién lo da? tómese por donde se tome el problema del saber —por el
¿A quién —o a qué— se da? La posición del ser como cate- aspecto «psicológico» (la conciencia), «moral» (la conciencia
goría fundamental remite a aquello que pone. El ser se re- de sí), «intelectual» (el entendimiento), «político», «ético»,
fleja como esencia. La esencia es la categoría que, por último, «artístico», «religioso», «histórico» (la razón)—, en resumi-
establece la relación entre lo que es y aquello por lo que (o das cuentas, si se toma con toda seriedad, se ve uno reducido
por quien) es. Así, por ejemplo, el primer momento del desa- a un orden único y sistemático que es el de lo ocurrido...
rrollo sistemático de la esencia será el aparecer: el ser se da Es verdad lo que ha ocurrido y lo que se ha impuesto
como lo que aparece, mas estando así atestiguado su carácter históricamente. Conocer las diferentes etapas de ese parto
inesencial, quedando demostrado que la «macicez» del ser ha doloroso, de esa demostración práctica, dramáticamente de-
de desarticularse desde dentro, entonces deben definirse los sarrollada, es saber. Lo que es, es el resultado de lo que ha
Y OSA U<I¡<¿gq€<x£uí|£< on
190 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 191

sido, de lo que se ha hecho, de todas esas acciones realizadas


por los pueblos y por sus héroes y sus portavoces (jefes mi- La idea de la ciencia
litares, profetas, artistas, dirigentes, escritores, filósofos, poe-
tas). Saber, hacerse realmente espíritu, es tomar para sí ese Sobre este tema se ha de ser breve, so pena de traicionar
devenir y comprender lo que implica en cuanto a renuncia- a Hegel. La ciencia no existe, en efecto, sino en tanto que es
mientos y a acciones. realizada; y definir abstractamente, exteriormente, su «idea»,
De la Fenomenología del espíritu (1806), que desarrolla es ya desconocerla y, por lo tanto, traicionarla. Si se está de
ese programa y su resultado, a los Principios de la.
filosofía acuerdo en que el saber, como lo hizo constar la Fenomeno-
del derecho (1821), que define lo que el hombre moderno ha logía del espíritu, es contenido, forma; demostración, y
y no
de conocer del Estado y, por ello, cómo ha de comportarse, no modalidades en el suministrar la demostración, solamente
hay un vínculo consecuente y directo. Pero queda aún que hay que desarrollar el orden necesario de ése razonamiento
demostrar a los demás filósofos, pasados, presentes y futuros, que, haga lo que haga, enuncia al hombre, a las sociedades
a todos los que circunstancialmente se inscriben en el ámbito humanas, las costumbres militares, estéticas, políticas, reli-
de la filosofía —artistas, religiosos o políticos—, que todo giosas, institucionales, existenciales... Y aquello en lo que esa
está dicho desde ahora; que no hay que desear indefinidamen- posición se expresa es, según Hegel, el juicio predicativo, el
saber; que el saberestá ahí, con tal de que se sepa com-
te el que dice «es esto, es aquello», «Sócrates es hombre, Sócrates
prender por qué y cómo ha ocurrido, según sus sucesivas es mortal». Preguntado por Platón, el filósofo de Berlín res-
modalidades. La fenomenología —que muestra— ha de ha- ponde como Aristóteles. «El ser se dice de muchas maneras»;
cerse lógica —que demuestra. hay para orientarse en esa cuestión: la ciencia absoluta se
establece a partir de esas bases «triviales». Veamos su de-
sarrollo.
III. EL RAZONAMIENTO DE LA CIENCIA

El texto publicado en 1812-1816, en dos volúmenes, titu- Teoría del ser

lado Ciencia de la lógica, define, sin que quede ninguna ambi-


La primera parte de la Ciencia de la lógica estudia la ca-
gúedad, la significación de la obra hegeliana. No se equivo-
caba Lenin cuando recomendaba a todo teórico marxista que tegoría fundamental científica, elaborada, del razonamiento
filosófico acabado (por Kant, por ejemplo), para llegar a la
lo estudiase con todo rigor; es cierto que Marx, cuando es-
idea absoluta, que es la realización última.
cribía El capital, tenía constantemente presente en su mente
Mas también ahí sería un error creer que el texto dedi-
la ejemplar técnica explicativa que acusa ese tratado general
cado a la idea absoluta proporciona un saber específico que
—de pretensión y realización exhaustivas—. Mas ¿de qué es
fuera expresión decisiva del contenido de la ciencia. La cien-
tratado general ese libro? De todas las efectividades y de cía nunca es sino la representación lógica de los conceptos
todas las posibilidades discursivas. Hegel, que en la Fenome-
que actúan en los diversos conocimientos producidos por las
nología del espíritu volvió a discutir el conjunto de las «exte- sociedades humanas. Así se halla instituido el código del sa-
riorizaciones» en las que las colectividades humanas han ereí- ber, de todo saber, gracias al cual, desde ahora, todo conoci-
do reconocerse, que situó el conocimiento absoluto como saber miento pasado o presente podrá clasificarse e identificarse,
de lo que ha ocurrido, de lo que se ha convertido en saber, se deberá beber necesariamente todo conocimiento
y en el cual
pregunta ahora cuáles son las categorías, los conceptos fun- futuro.
damentales en torno a los cuales se organiza esa fundamental
puesta en orden,
0 80 80 80. 0. U0.9092'.00UUuUU0_4
192 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 193

mejor su y su ámbito (empírico), y ello en


objeto (teórico)
La enciclopedia de los conocimientos los diversos niveles de su desarrollo. En suma, la identifica-
ción ser = pensamiento debe tomarse en serio, incluso en la
En realidad, la ulterior obra de Hegel viene a ser como la forma naturaleza = física.
admiración de los resultados obtenidos y como la prueba de
su eficacia. Así, el Compendio de la Enciclopedia de las cien- El espíritu subjetivo y el espíritu objetivo
cias filosóficas, publicado en 1817, traza el marco general de
las aplicaciones del saber (de la filosofía convertida en cien- Sin embargo, hay una dialéctica más profunda (que co-
cia) a las múltiples actividades humanas. A fin de que todo rresponde al momento del concepto en la Ciencia de la lógi-
quede bien claro, la obra recuerda en primer lugar el orden ca). Lo que esa dialéctica examina es el sistema de las cate-
discursivo establecido por la Ciencia de la lógica. La segunda gorías construidas por el pensamiento para intentar hacer
parte está dedicada a la filosofía de la naturaleza, y analiza inteligible el devenir del hombre y de las sociedades huma-
las leyes y los conceptos de la matemática, de la mecánica de nas. Fiel a su prejuicio «exterior», Hegel explica en primer
la física, de la química, de la geografía y de la biología. lugar las ideas que fueron forjadas para fundamentar y com-
prender el espíritu entendido como individualidad libre; pero
ése no es más que el elemento en sí de la cultura. La libertad
La naturaleza
sólo tiene sentido en la relación interindividual; esa relación
Si se lee rápidamente esa filosofía de la naturaleza, y si decisiva es la que el Compendio designa con el término de
no se presta atención a las páginas que la introducen y a las espíritu objetivo. La primera forma de la Jibertad real —del
en las obras precedentes, se corre espíritu que sí y para sí— es el derecho, el
se reconoce en
especificaciones que se dan
la «persona» (con y contra las demás «perso-
el riesgo de cometer un contrasentido. Éste tiene graves con- cual asegura a

secuencias, y, en verdad, ha hipotecado gravemente la com- nas») en su propiedad; la segunda forma es la moralidad, tal
prensión general del hegelianismo. Especialmente ha contri- y como la definió Kant, como instauración de un orden en el
buido a presentar este último como una ontología idealista que toda subjetividad —por el solo hecho de su relación ne-
(o espiritualista) —a la que Marx y Engels opusieran una cesaria con la otra subjetividad— ha de asumir la función
ontología materialista—. Es, en efecto, tentador proceder a de sujeto universal (o absoluto). Mas precisamente lo abso-
esas simplificaciones y considerar las categorías físicas ana-
luto está en otra parte; está en la colectividad que actúa, en
lizadas por Hegel como constitutivas de la naturaleza, to- el consenso de las individualidades que procrean hijos, que
mando este término en su acepción trivial. Habría así una producen bienes, que se organizan, en el seno del Estado, con-
dialéctica de la naturaleza, hallándose los temas de la posi- tra los enemigos. La teoría del Estado constituye la actuali-
ción, de la oposición y de la superación en las «cosas mismas». zación de la ciencia hegeliana; habremos de insistir en ella,
No es, por cierto, así. Hegel define estrictamente su pers- pues quizá sea ella su acabamiento y su norma.
pectiva; lo que estudia son los conceptos que los físicos ela-
boran en sus trabajos de investigación empírica y en sus El arte
construcciones teóricas. La dialéctica que entonces se desa-
rrolla se refiere a los progresos, a los retrocesos, a las ruptu- Sin embargo, sólo al término de un largo devenir —que
ras y a los obstáculos que jalonan la producción de la ciencia
será el objeto de las Lecciones sobre la filosofía de la histo-
de la naturaleza. Los diversos conceptos, dialécticamente sis- ria— puede comprenderse el Estado como la realización del
tematizados, constituyen reflejos de lo que existe «natural- espíritu. Éste se manifiesta primeramente como actividad es-
mente», pero son también la expresión dramática de los es- tética. De todas las obras de Hegel, la Estética es sin duda
fuerzos realizados por el pensamiento físico para delimitar la que fue mejor recibida por la amable cultura; los filósofos
G. W. F. HEGEL 195
194 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

rrantes especulaciones sobreel devenir de la «cultura artís-


del arte que hoy abundan son los retoños, a menudo insufi-
tica» y sobre la historia de la belleza. Lo que hay
de cierto
cientes y casi siempre repetitivos, de esa construcción fácil pasado» (lo que
y sin embargo grandiosa, que, unas veces con desenpoltura
arte es cosa del
es que Hegel escribió que «el
no quiere decir que sea
realidad muerta).
y otras meticulosamente, examina la norma real de las pro-
ducciones artísticas.
En lo que le concierne, importa comprender su originali- La religión
dad. Contra la tentativa de racionalización kantiana, se es-
La religión también pertenece al orden del pasado.
Sin
fuerza en definir el concepto (ambiguo) de belleza $
contra
presente
la exaltación romántica que, insatisfecha con esa ordenación duda alguna, muchas subjetividades la tienen por y

se instala, para empezar, en lo absoluto de la obra de SrtE, se reconocen y se sumen en ella; y


las que la rechazan abs-

sitúa Hegel la actividad artística. Ésta es un momento del tractamente —en el ateísmo teórico—, lo único que
la
hacen es
naturaleza de la
espíritu; aparece cuando la cultura se libera de la finitud, de alimentar la corriente. Mas es propio de
si-
la sujeción a la naturaleza, y se vuelve capaz de desarrollar subjetividad satisfacerse (o sentirse descontenta)
religiosa viene
ante esa

su libre expansión, dentro de la colectividad. La categoría de tuación poco fundada. La actividad a ser pa-
en el objeto;
belleza sólo aparece mucho más tarde, cuando precisamente reja de la actividad artística. Ésta se exterioriza
subsiste la ambigúedad
aquélla, en el sujeto. Entre una y otra
la producción de obras de arte se convierte en cuestión indi-
vidual, durante mucho tiempo. Así, por ejemplo, entre los griegos,
Así, el arte, en su esencia, expresa al espíritu que se des- manifestaciones religiosas y manifestaciones estéticas else con-
funden; unen confusamente, en costumbres colectivas,
amor
cubre a sí mismo en su expresión sensible, natural, en la in-
a los objetos ricos y bellos y
la participación ritual en los
tuición, Espontáneamente, los pueblos depositan en las obras
artísticas sus ideas más elevadas, que, por otro lado, se ex- cultos cívicos.
La religión halla esencia desde el momento en que se
presan en las religiones o en los textos filosóficos. El arte
tiene como función presentar al ser como «bello», es decir
su
entiende como religión revelada: «La religión manifiesta
es

entre pe la religión revelada.» En ese nivel del análisis,


la riqueza
establecer puntualmente en la obra la adecuación el
píritu y la realidad sensible. Definida de ese modo, la belleza de información recogida por el joven Hegel, apasionado por
no podría ser natural (o imitación de la naturaleza);es siem- los problemas teológicos, se halla continuada y organizada.
«filosofía
pre cultural. Desde ese momento, es muy comprensible que la
religiosa» de Hegel —como la Estética— haya producido múl-
Esa actividadse encarna diversamente, en las «bellas ar-
tes», poniendo el acento, según las civilizaciones, sobre tal o tiples vástagos, desde la escuela hegeliana «de derechas»,
de
contemporáneas sobre la
cual arte. Por ejemplo, en la época moderna, la pintura, la los años 1840, hasta las variaciones
escultura, la música y la poesía; normalmente pasa por tres relación hermenéutica entre la tríada tesis /antítesis/síntesis
y el dinamismo exaltante de
la Santísima Trinidad.
etapas: simbolismo, clasicismo y romanticismo. Hegel elabo- enseñadas
ra así una Fenomenología del espiritu que se.conoce como Las Lecciones sobre la filosofía de la religión,
de modo sistemático la cons-
productor de belleza y que a una sorprendente cultura —he- entre 1821 y 1831, estudian un
trucción teórica del razonamiento religioso; podrían tener
redera de las adquisiciones de la Aufklirung— une los pre-
como primer subtítulo el siguiente: de cómo el espíritu, limi-
Juicios de la filosofía deLala historia. De todos modos, queda
no tado a la religión, se ha esforzado, mediante múltiples me-
abierta
ría
una nueva era.
poderse
ya concebir ni
estética, como disciplina
como especulación sole
debe-
el juicio diaciones, siempre provisionales, por elaborar el sistema de
las subjetivi-
de gusto sobre la belleza, ni como ciencia del arte. El éxito
o los principios y de las acciones que permiten a
dades ser agentes o pacientes aquí abajo; de cómola religión
de Hegel,por el texto de las Lecciones sobre estética, leídas
más manejó lo imaginario y lo simbólico para asegurar, para tran-
superficialmente, fue tal que éstas aHmentaron las abe-
A E A AA
196 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 197

quilizar al espíritu instala para sí; para definir esa


que se No intentemos aquí seguir el análisis que Hegel desarro-
exterioridad mayor y grandiosa en la que, a través de la lla a propósito de la religión, desde los cultos «primitivos»,
multiplicidad de los rituales, puede volver a hallarse la inte-
rioridad de los individuos y de los pueblos.
perdidos en la inmediatez natural, hasta los razonamientos
más elaborados de los protestantismos. Resulta que el cris-
Numerosos comentaristas —que no estaban tan mal ins- tianismo, verdad de la actitud cultural religiosa en tanto que
pirados— insistieron en la formación teológica de Hegel y se sitúa a ésta en su entidad efectiva (reconociéndose el espíritu
esforzaron por seguir en las obras de su madurez las conse- inmediatamente para sí), halla en la Reforma su auténtica
cuencias de esa formación. Algunos incluso llegaron a consi- realización. La Reforma realiza al cristianismo; da a cada
derar esenciales ciertas analogías formales; por ejemplo, la cual la posibilidad de vivir según Cristo, con sus medios y
que señalábamos, hace un momento, entre la Santísima Tri- en la civilizacióna que pertenece; indica una conducta; no la
nidad y la tríada tesis/antítesis/síntesis. Otros, igualmente prescribe. Hace que el amor de Dios exista, no como ritual,
bien informados, señalaron las relaciones que Hegel mante- sino como posibilidadpráctica que ha de realizarse en el com-
níacon el ateísmo y que tenían lugar a través de las diversas E

portamiento cotidiano. Lutero hace realidad la libertad sub-
sociedades jetiva, prometida por el mensaje cristiano. Pero —responde-
Me
surgidas de la Aufklirung. El problema no está NE
=

ahí; se desplaza desde que se da el paso que constituye la ds


ría la institución religiosa— abandona esa subjetividad a sus
Fenomenología del espíritu. No tiene mucha importancia co- meras fuerzas, que son mediocres...
nocer la relación empírica que Hegel mantuvo con las La verdad de la crítica luterana es la Revolución fran-
religio-
nes
(o las antirreligiones) de su época; como también carece
de interés —a no ser el anecdótico— medir el peso de las
cesa. Por ello, la religión revelada (= manifiesta) prueba su
radical insuficiencia. Lo que entonces se impone es su calidad
«Obras de juventud». de incompleta; haga lo que haga y piense lo que piense, exige
Lo que resulta ejemplar es que Hegel, en una síntesis a la dimensión política. Lo «revolucionario» es la réplica con-
la vez desenvuelta y perentoria, ofrece una «historia» de las creta (seria, esforzada, empeñada) del «protestante». El arte
religiones que muy pronto proporcionará sus materiales a la significaba en hueco —con una inferior determinación que
inversión introducida por Feuerbach y a la subversión mar- dejaba a los individuos el manejo de sus invenciones y de sus
xista, Y lo mismo que en lo concerniente a la actividad esté- caprichos—; la religión, en cambio, se inscribe en relieve; e
tica, ese devenir, que ciertamente pudo tomarse como
proceso incluso en excesivo relieve; quiere desarrollar infinitamente
autónomo de desarrollo, sólo se reconoce en su plena signifi- sus principios; pero se hunde en lo indefinido, en la reitera-
cación en el seno de la producción misma del espíritu por sí ción de sus plegarias, de sus invocaciones al ánimo subjetivo.
mismo, Tampoco hay que esperar de esas Lecciones sobre la En suma,el arte y la religión revelan respectivamente en
religión una demostración ni una refutación de las «verda- sí y para sí lo que es el espíritu. Mas el espíritu efectiva-
des» de la religión; y, desde ese momento, tampoco una
supe- mente concreto es la comunidad de los individuos, de las fa-
ración de la institución religiosa (hacia una asunción filosó- milias, de las profesiones; es el Estado, unidad significativa
fica de pretensión universalista) ni una regresión (hacia cual- de ese sistema de contradicciones.
quier «religión natural» o hacia un ateísmo militante). Se
trata =y sólo puede tratarse— de una exposición; de la
exposición de la religión como una manifestación del espíri- IV. EL ESTADO
tu, de la cultura comprendiéndose a sí misma (y únicamente
así) hasta el momento en que la religión manifiesta se con- Respetando una estricta nomenclatura, este epígrafe de-
manifestada y en que su esencia, como producto y
vierte en bería constituir la simple conclusión del presente capítulo. El
momento parciales de la cultura, se impone tan claramente Estado no es sino la «síntesis» lógico-ontológica de la activi-
como tal, que se disuelve —comotal. dad estética y de la actitud religiosa. Y, sin embargo, ¡cui-
y WU
198

dado!
no lo

es
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decisiva;
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

El Compendio de la Enciclopedia de
sóficas ofrece
constituye
la filosofía,
= ser), como el Estado
las ciencias fibos
otra «trilogía»; el tercer término, la superación,
el Estado, sino la filosofía. La advertencia
cuando se ha convertido en el saber
mismo, es la terminación del razonamiento (del pensamiento
es el término del proceso dramático
que ha realizado la humanidad para hallarse en su ser
su ser pensamiento). La filosofía, conociéndose al fin como
=
(en
Y

| como
G. W. F. HEGEL

derecho romano y de su actualizaciónmoderna, que es el códi-


go civil instituido por el régimen napoleónico. Estudia de un
modo sistemático las modalidades de existencia del individuo
padre (y, dialécticamente, esposo, hijo, hija) y
tario (o, dialécticamente, propiedad de otro), y, como buen
199

propie-
liberal que es, fija las normas que implica el orden familiar
racionalmente concebido, y que son algo diferentes de las que
se imponen en el reino de Prusia (del que, sin embargo, es,
ciencia, no sólo define la posibilidad de una historia verídica en aquella época, el filósofo oficial) y en los Estados some-
de la cultura en sus diversgs formas, sino también de
comprensión de lo que ha llegado a ser la sociedad de los
una tidos a la reacción institucional organizada por la Santa
Alianza.
hombres. Cuando la filosofía (= ciencia) se efectúa en su
totalidad, el Estado se da a conocer tal cual es.
El análisis hegeliano de la libertad se reduce también a
ese liberalismo, a ese despotismo de la razón práctica que,
Con toda evidencia, hay un eírculo. No es un círculo vi-
cioso. Simplemente expresa esto:
en adelante, sabe lo que puede inscribir en el orden de su
que en un doble cuadro voluntad. Pues importa que la libertad se conozca primera-
correspondiéndose adecuadamente, aparecen la fusión del mente como libertad abstracta, subjetiva. Si el individuo que
ser-devenir y del pensamiento y la realización de la humana va a convertirse en ciudadano no se sabe primeramente res-
historia en él Estado moderno. El filósofo (=
científico) Hegel
escribe en los libros lo que Napoleón Bonaparte hizo —sin
ponsable, dueño de sus decisiones y, desde ese momento, jus-
ticiable de las instancias que le pidan cuentas, no puede par-
comprenderlo— y lo que prometen —aunque nada de ello se- ticipar de un modo efectivo en la comunidad. La política
pan— los gobernantes de Prusia, de Francia y de Inglaterra hegeliana rechaza la moral de Kant. No es que la rechace
después de 1815. en la exterioridad del error, sino precisamente que la supera.
¿Qué es, entonces, el Estado?, ¿qué es la realización de Sólo es verdadero ciudadano el que se conoce como «legisla-
la filosofía o, si se prefiere, el espíritu en acto? dor y sujeto y dentro del reino de los fines deseados por la
Conviene
tomarlo primeramente en su «materia». Y esa materia es la autonomía de la voluntad». Eso lo establece la «práctica»
familia. En el contundente Prefacio de las Lecciones sobre kantiana, pero no llega a determinar en qué condiciones se
la fuosofía del derecho —que, sean cuales sean los límites realiza esa «realidad». La intención moral, fundamento del
históricos, sería bueno ponerlo constantemente ante la mi- orden político, sólo llega a ser concreta en el seno de la acti-
rada de todos los charlatanes políticos, pasados, presentes vidad social misma.
futuros—, Hegel especifica que la teoría política no tieney Ahora bien, ésta se manifiesta primeramente como socie-
nada que prescribir, que no tiene que decir lo dad. civil. Por esta expresión entiende Hegel el sistema de la
que debe ser,
y que solamente tiene que anunciar cómo ha de ser conocido producción, del reparto y del consumo de bienes. Nosotros
lo que es. «La lechuza de Minerva sólo levanta el lo llamaríamos economía; de todos modos, a ese objeto mal
vuelo cuan-
do llega la noche.» O también, la función de los húsares, definido se dedicaron investigadores como Steuart, Quesnay,
con
la espada desenvainada, es hacer la
historia, sincomprender Adam Smith y David Ricardo. El filósofo de Berlín leyó
nada de ella, como la función de la ciencia es entender
En ese primer tercio del siglo xIx, el hecho es
su muchos de sus textos (conoce a Steuart desde 1800, y sabe-
acción... que mos que lo estudió detenidamente). La sociedad civil es un
lafamilia, la propiedad privada (en su doble forma de
trimonio y de los hijos), según una fórmula equívocamente pa- sistema; cada actividad profesional remite a todas las demás,
y ninguna puede pensarse sin referencia a la totalidad de
consagrada, constituye «la célula social». Fiel a su tarea de las profesiones. Sin embargo, ese sistema es, por esencia,
recopilación, Hegel se hace cargo de la administración del contradictorio; las contradicciones que lo atraviesan consti-
3
'D OOO Y.IGO.>2SUPSQGpMp
200 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA G. W. F. HEGEL 201

tuyen su vida misma, y sería ingenuo querer ignorarlas o, píritu en su actualidad (y eso es verdad tanto de los Estados
lo que es peor, pretender reducirlas efectivamente. Es normal modernos como de la ciudad griega o del Imperio romano).
que dentro de cada «profesión» los individuos rivalicen entre Es lo absoluto en su realidad/racionalidad; sea el que sea,
sí; que cada profesión se oponga a todas las demás en un con- encarna la soberanía existente. ¿Cuál es, por esto, su consti-
cierto disarmónico; que se introduzca así un antagonismo tución? En el pasado, se intentó definir la condición de los
cada vez más acentuado entre poseedores y no poseedores, gobernantes. La fuerza, el nacimiento y la fortuna son cri-
entre la «riqueza» y la «plebe». terios tan contingentes que no podrían sostenerse. El reclu-
Esas contradicciones son necesarias. A ese respecto es tamiento democrático no es de mejor calidad, a juzgar por
Hegel más discípulo de Ricardo (y precursor de Marx) que la experiencia histórica. Hegel vuelve a la lección platónica:
de Adam Smith, y considera que esas diversas oposiciones el régimen correcto es el que pone en el poder a la aristo-
que se refuerzan unas a otras son el principio del devenir cracia. Ahora bien, los aristoi, los mejores —como ya lo pen-
material de las sociedades; que su desaparición significaría saba el autor de La República— son aquellos que poseen
el estancamiento y, muy pronto, la muerte. Sin embargo, por el saber.
indispensables que sean, comprometen, por la agitación que Para reclutar a los funcionarios que tendrán a su cargo
introducen, la unidad del cuerpo político. Por eso la sociedad decidir sobre el interés general, hay que sustituir los azares
civdl tiende por sí misma a segregar remedios, anticuerpos, de la historia (oligarquías nobiliariaso plutocráticas), los ca-
como diríamos hoy; así, en la época moderna, la guerra y prichos de las elecciones y el tirar a suertes (democracias),
la colonización. La primera tiene el mérito de reconstituir
y las fuerzas carismáticas (teocracias y monarquías absolu-
—frente a una amenaza venida del exterior— la homoge- tas) por la elección en función de la competencia. Hegel
neidad nacional; la segunda permite a los Estados ricos de- determina así las normas de funcionamiento del Estado tec-
sembarazarse de los indeseables, dándoles a éstos un patri- noburocrático moderno; sueña —o finge soñar— con un po-
monio..., claro está que a costa de los pueblos colonizados. der puro y enérgico, preocupado únicamente por la univer-
Sin embargo, esos remedios son insuficientes. Las socie- salidad, el cual, en función de sus conocimientos y de sus
dades, en el curso de su evolución, lo comprendieron muy cálculos, organice el dinamismo de la sociedad civil. El filóso-
pronto y reconocieron la necesidad del Estado. Así como la fo, convertido en científico, trabaja, como especialista de lo
sociedad civil ordena las actividades individuales y familia- universal, por el triunfo real de la racionalidad.
res, el Estado, como racionalidad en acto, organiza la socte- Sin duda, Hegel, por optimista que sea, sabe que la em-
dad civil. Su función es su esencia misma. No hay que pre-
presa no es fácil. Así, en los Principios de la filosofía. del
guntarse lo que debe ser; no hay que interrogarse por su derecho, se contenta con militar en pro de una monarquía
fundamento —como hicieron los teóricos del derecho natu- constitucional. En resumidas cuentas, ¿quién ha de tener la
ral—; tampoco hay que investigar acerca de sus orígenes decisión? Será, no importa cómo, un personaje empírico que
—como hacen los historiadores partidarios del «derecho his-
exprese el consenso de las gentes eualificadas. ¿Por qué no
tórico»—. Por definición, es, en su forma y en su contenido, uno de esos soberanos que los rodeos de la historia han
la instancia suprema. El Estado es la verdad de la sociedad.
designado? (¿estamos en mejor caso con nuestros presiden-
Hoy, en ese primer tercio del siglo XIX, gobernantes y gober- tes elegidos democráticamente?). En cuanto a la necesidad
nados permanecen en una casi inconsciencia; sus actividades de asegurar una mediación correcta entre el Estado y la
corresponden a la naturaleza del Estado, pero torpemente, sociedad civil, entre la exigencia de universalidad y los inte-
porque no saben lo que es el Estado. reses particulares, está prevista por Hegel: unos organismos
El objetivo de los Principios de la filosofía del derecho consultivos reunirán periódicamente a los representantes del
es exponer lo que es el Estado. Es,
y sólo puede ser, la razón Estado y a los de las familias y las profesiones. Esas «cáma-
realizada. Producto de la historia, presenta el orden del es- ras» tendrán que dar a conocer a los primeros lo que hubie-

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. M1.—14


4600900000 G. W. F. HEGEL 20
202 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

segundos, lo que ignoran. Ni que respuestas (que hoy continúan aún activas, por ejemplo, las
ran podido omitir, y a los concernientes al Estado) y plantear cuestiones (cuya nove-
decir tiene que la decisión, por último, recae siempre en los dad no hemos acabado de comprender aún).
funcionarios, los cuales son el Estado. El peso de la teoría —aun cuando sea abstracto— pasa
El texto publicado de Hegel data de 1821. Siglo y medio
Hegel.
después, se pregunta uno si pertenece al orden de la profecía, por
pues el único error de Hegel es creer que
semejante situa-
ción, al realizarse, aportaría a cada quisque la satisfacción
describe Hegel se ha conver-
BIBLIOGRAFÍA
mínima. El Estado racional que
tido en realidad; pero la desdicha política subsiste...
Ediciones alemanas
Sin duda, el hegelianismo preveía dramáticos futuros. No
es por cláusula de estilo por lo que
los Principios de la filo- Simtliche Werke, publicada por Georg Lasson, 21 vols,, Leipzig,
sofía del derecho terminan en un resumen de la Filosofía de 1911-1938 (Félix Meiner, «Philosophische Bibliotek»); Sámtliche Werke,
abordar Neue kritische Ausgabe, publicada por Johannes Hoffmeister, 32 vols.
la historia. La humanidad sólo está comenzando a previstos, en curso de publicación, Hamburgo, a partir de 1952 (Félix
su presente; largas y dolorosas guerras
serán neeesarias para Meiner, «Philosophische Bibliotek»).
del cual, cada uno
que se realice el Estado mundial, en el seno
con su singularidad y, si le place, con sus dramas personales,
reconocido tal. A Hegel Traducciones francesas
se reconocerá ciudadano y será como
no se le ocurrió la idea —de la Marx fue heraldo en su
que Vie de Jésus, trad. D.-D. Rosca, París, Gamber, 1928; D'Esprit du
juventud— de que quizá sea por la realidad del Estado por christianisme et son destin, trad. D. Martin, pref. de J. Hyppolite, Pa-
la que hay que preguntar. rís, Vrin, 1948; Premiéres publications (Difference des systemesParís,
de
Vrin,
Fichte et de Schelling, Foi et Savoir...), trad. M. Méry,
En suma, Hegel es un liberal profundo, así como en
1952; Phénoménologie de Esprit, trad. J. Hyppolite, 2 vols., París,
la misma época, en Francia, fue Tocqueville un liberal su- Aubier, 1944; Propédeutique philosophique, trad. edeintrod. de M. Gan-
dillac, París, Éditions de Minuit, 1963; Science la Logique, trad.
perficial. por S. Jankelevitch, 2 vols., París, Aubier, 1949; Compendio
de la
Encyclopédie des Sciences phalosophiques, trad. J. Gibelin, París, Vrin,

V. FILOSOFÍA, SABER Y CONOCIMIENTOS n 1952; Introduction a las Legons sur Uhistoiredude la philosophie,
rís, N. R. F., 1954; Principes de la Philosophie Droit,
prefacio de J. Hyppolite, París, N. R. F., 1940 (reed. 1965); LegonsVrin,
la Philosophie de la Religion, trad. J. Gibelin, 4 vols., París,
1954-1959; trad. de la Introduction con el título de Laartículo
Pa-
trad. A, Kaan,
sur

Raison dans
modos, él hegelianismo, con mucha más fuerza
De todos PHistoire, por K. Papaioannou, París, «10-18», 1965; sobre
fin a la ilusión me-
que el pensamiento crítico de Kant, pone las Méditations bibliques de Hamann, trad. P. Klossowski, París,
tafísica; más allá de lo que puede afirmarse no hay nada (ni Éditiens de Minuit, 1948; Correspondance, trad. J. Carrére, 3 vols.,
realismo de Hegel barre N. R. F., 1962-1965.
siquiera ensueños o balbuceos). El de los
de su razonamiento el aspecto idealista. El conjunto
textos hegelianos constituye, perentoriamente, una suma Principales estudios en francés
crítica de lá civilización occidental, de sus triunfos, de sus
astucias de P. ChamLeY: Économie politique et philosophie chez Steuart et
lagunas, de sus contradicciones, de sus y sus
Hegel, París; 1963; V. D'HoNDT: Hegel, philosophe de Uhistoire vivante,
mentiras... París, 1966; E. FLEISCHMANN: La Philosophie politique de Hegel, Pa-
Lenin no equivocaba cuando invitaba a leer la Ciencia
se
ni
rís, 1964; La Science universelle ou la Logique de Hegel, París, 1968;
M. HEIDEGGER: «Hegel et les Grecs», trad. J. Beaufret y P.-P. Savage,
de la lógica. Verdad es que no se encuentra en esa obra en Cahiers du Sud, núm. 349, enero 1959; L. HERR:
artículo para la
saber decisivo ni método que se imponga —según costum- Grande Eneyclopédie, en Choix d'Écrits, t, IL, págs. 109-146, París,
bre—. Lo que se halla en ella es al pensador que, predis- 1932; J, HYPPOLITE: Introduction ú la philosophie de UHistoire de
Hegel, París, 1948; Genése et structure de la Phénoménologie de
puesto por la «lentitud alemana», como decía Marx, supo dar
a
SUCIA
204 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

UBsprit, París, 1946; Logique et Existence, Essai sur la


de Hegel, París, 1953; Íítudes sur Marx et Hegel, París, 1955; Logique

1950; Hegel et UEtat, París, 1950. e


A. Ko-
JÉVE: Introduction a la lecture de Hegel, París, 1947 (2.* ed. aumenta-
da, 1962); A. KOYRÉ: «Note sur la langue et la terminologie hégélien-
nes», en Revue philosophique, nov.-dic, 1931; K. LÓwITH: «L'Achéve-
ment de la philosophie classique...», en Recherches philosophiques,
1934-1935; J. WAHL: Le malheur de la conscience dans la philosophie
de Hegel, París, 1929; E. WeiL: Logique de la Philosophie, París,
q

|
i

|
AAA

SCHOPENHAUER
VI

Por Wanba BANNOUR

Con el aparato y la amplitud de una obra enrollada en


volutas alrededor de un «pensamiento único», desplegado a
partir de la conmoción provocada por la lectura de los
Upanisads, la obra fundamental de Schopenhauer, El mundo
como voluntad y como representación, arranca al lector filó-
sofo de sus hábitos cartesianos instalándolo de lleno en una
meditación sobre la existencia. Pese a la frecuencia con que
el autor recurre a Platón y a Kant —un Platón y un Kant
sometidos a las necesidades de su propia obra—, no cabe en-
gaño acerca de la originalidad de una obra que rompe con la
disposición arquitectónica del platonismo y del kantismo. El
centro activo del ser es un principio dinámico de expansión,
la voluntad, que primeramente existe de un modo ciego, se
representa luego y, por último, renuncia sí.
El trayecto que:va del ser al anonadamiento es el itine-
rario que el pensador enseña, su sensatez, enunciada contra
el espacio y sus multiplicidades ilusorias, contra el tiempo y
lo que él estima ser la necesidad historizante de sus contem-
poráneos. El espíritu historiador de Hegel sólo le inspira un
sarcástico desdén al pensador aislado y solitario que conoce
las vanidades fenoménicas y la carencia de sentido de los
fines últimos.

en
mismo
¿Qué es la voluntad que entiende Schopenhauer? Loque,
primer lugar, no es la voluntad cartesiana, fuente de opti-
en la medida en que es, en el hombre, la imagen del
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SCHOPENHAUER 207
206 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
tonel de las Danaides; inextinguible, insaciable, heautonti-
querer divino, creador de las esencias y de las existencias, meroúmenos, dominado por la ilusión de la individuación que
que sólo saca de sí mismo su excelencia intrínseca.
En su devorar al
unidad de la ac- empuja a los seres a autodevorarse cuando creensin fin, con la
forma más elevada, verdad eterna en acto, prójimo, la voluntad, condenada a existir
ción y la contemplación. En su forma inferior, libertad de
intrepidez: ausencia de fin hace de nuestra vida un «terrible dolor».
indiferencia, que ofrece un aspecto de juvenil Nuestros actos voluntarios, o más bien seudovoluntarios
hasta en las tinieblas de la ignorancia, a tientas en dirección (Schopenhauer precede a Sartre en el análisis del lacarácter
a lo verdadero y al bien, el libre albedrío. se experimenta
como fuerza y como algo positivo.
insignificante de los motivos que surgen al aplicar a volun-
tad elprincipio de razón), son las imágenes atenuadas y de-
La voluntad que concibe Schopenhauer tampoco se parece Sólo la percibimos difundida (y
interna abre una formadas de esa voluntad.
a la voluntad kantiana. De ésta, la rectitud la inteligencia, través del
en cierto modo moderada) por
a
brecha hacia el infinito; por otro lado, Kant autoriza la hipó- efectos, que
encadenamiento fenoménico de las causas y los
tesis de un progreso histórico gracias a la capitalización, por
precio de elaboración
la especie humana, de los actos de buena voluntad. sólo la revela al conocimiento al una

La voluntad de Schopenhauer desborda el marco del hom- que la desvirtúa.


bre y de su obrar. Está en todas partes, en lo vivido y en el está
La mirada del pensador ha atravesado el espejo;
pensamiento, lo mismo que en las voliciones. Su cuerpo, y detrás de las cosas y de los seres; es las cosas y los seres, con
más exactamente, sus órganos genitales, son sus emblemas
esa posibilidad de representarse lo que son.
carnales. El arte de Schopenhauer —que es grande— con-
siste en revelarnos las singulares metamorfosis. Así, hasta Así, con la fe de una intuición, un pensador ha decidido
serlo del mundo. Esa voluntad que se le ha revelado en
su
en el renunciamiento aparentemente definitivo
del suicida, es
cuerpo en particular, y en todo lo que
existe en general; esa
la voluntad la que mueve y quiere, engañándose con la ilu-
sión de una suspensión definitiva. voluntad que se entrega en la representación —el universo
Fuera del hombre está la voluntad en todas partes; lo es kantiano de lo que aparece—, se ha identificado con el mun-
lado
todo, lo mismo pesantez y afinidad química que instinto ani- do. Reverso de lo representado, la voluntad es «el otro
mal; todo tiende a algo, todo quiere. Solamente esono tiende del mundo».
a nada; la voluntad nada quiere sino a sí
misma. Carente de Sustancia única, desdoblada por la posibilidad que tiene
ni el
sentido y carente de fin, sería insensato enunciarla en el len- de conocerse; sustancia que no es ya la idea platónica,
hacer deplorar Dios cartesiano ni el noúmeno kantiano; sustancia
incalifi-
guaje de los valores. Todo lo que podemos es

amargamente esa ciega potencia que impulsa, que se entre- cable, porque siendo el todo, es incognoscible por el concepto;
devora y se autodevora, ese ardor peligroso y destructor, y, sustancia que fuerza, vida y mundo: «...dondequiera que
es
al no poderla destruir, hemos de esforzarnos en adormecerla hay voluntad, hay vida, un mundo, en suma» (M. V. R.).
al máximo.
¿Conato? Quizá, pero al revés que el conato espinosista, No mediatizada por la reflexión analítica, recurriendo a

produciendo sólo a título de ilusión esa certeza de perfección una vivencia transfenoménica, la frase de Schopenhauer sus-
que habita en la alegría espinosista. Disipada la ilusión,
la cita respuesta: sí, si es algo que experimento en su den-
una
desesperación se despierta, tan aguda que no es bastante una
sidad ontológica y óntica; si hay algo que es, es precisamente
vida para intentar acabar con ella. Para describir la lace- se dilata en el júbilo
esa fuerza que se experimenta y que
rante mordedura del deseo, dominado por lo que falta, ma- del cuerpo. La afirmación metafísica del pensador se confir-
nifestándose como dolor, Schopenhauer recobra los acentos ma existencialmente: la voluntad es
«esa fuerza interior que
de Sócrates en el Gorgias, frente a Calicles, el hombre que constituye su ser, su acción, sus movimientos».
representa el deseo. Quizá toma del Gorgias la imagen del

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208 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA SCHOPENHAUER 209
En presencia del mundo, esa fuerza se irradia, se mani- Yo —el yo metafísico, no el yo psicológico, individual, em-
fiesta como unidad del todo en la abolición de las categorías pírico— se experimenta en su fondo como empuje, irresis-
espaciales, de lo exterior y de lo interior, de sí mismo y del tible y ciego, de la voluntad de vivir. Eso tiende con todas sus
prójimo. Sí, es ese querer el que anima a la naturaleza en- fuerzas, sin tender, sin embargo, a nada, y eso sufre en la
tera, y los antiguos panteísmos son eternamente jóvenes, y medida en que ningún objeto puede colmar ese ardor que de-
los arcaicos animismos hallan su eco en el homo sapiens. vora. Eso se conoce inmediatamente, fuera de todo tiempo y
Y, añade Schopenhauer, soy yo la víctima que sufre bajo la fuera de todo espacio. Eso no tiene ni comienzo ni fin; eso es

TIS
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mano del verdugo que me castiga ferozmente, y soy yo tam- enfermedad hasta la imposible muerte.
bién el apiadado digno de piedad que, llorando sobre su vícti- Sobre eso palpita la gris espuma de los días, que ha en-
ma, llora por él mismo. gañado a los filósofos hasta el punto de hacerles tomar la
Mas aquí la intuición se pervierte en un sentido que no
ratifico. El advenimiento histórico del verdugo ¿es ontológi- ISE apariencia por el ser, y de inspirarles esta carencia de sen-
tido: la filosofía de la historia.
camente necesario? ¿Y por esto lo es también el sufrimiento, m0. El espacio y el tiempo sólo tienen validez en el universo
los llantos, la piedad ? del conocimiento, dentro del cual legisla el principio de razón.
Para Schopenhauer es ése el recorrido necesario que rea- Eso ignora el espacio, ignora el tiempo. Eso es absolutamen-
liza el ser viviente: <Necesidad, miserias, quejas, dolor, te, «uno», «sin razón», «sin forma», «ciego», «libre».
muerte.» Ante eso el filósofo Schopenhauer se siente sobrecogido,
Bruscamente, el pensamiento de Schopenhauer ha vuelto maravillado y, enseguida, aterrorizado. Demasiado pequeño
la voluntad contra sí misma y, mediante una vertiginosa re- para eso, sin fuerzas para afrontarlo, Schopenhauer sólo re-
ducción, se ha aplicado a anonadar esa omnipotente fuerza conoce al eso-voluntad para huirle enseguida, para negarlo
expansiva. Surgen entonces la estética y la ética, instancias y reprimirlo. El intento de aniquilación de esa prodigiosa
de inhibición de la voluntad de vivir, que permiten contem- fuerza asertiva tiene por nombre El mundo como voluntad. y
plarla sin vivirla, convirtiendo en bebida el veneno existen- como representación.
cial. De grado en grado, desde el apaciguamiento provisional
hasta la abolición definitiva, llegamos a la revelación final Y sin embargo, ese gigantesco matricida encierra un
germen prodigioso, destinado a participar en el derrumba-
que nos hace ese religioso ateo: la del nihil donde va a sepul-
tarse la voluntad de vivir, «buena nueva» que viene a con-
tradecir las esperanzas escatológicas y en la cual se concluye
PSACART miento de la metafísica occidental.
Schopenhauer ha experimentado en su carne la fuerza
irresistible y transindividual de la voluntad de vivir, a la
el cuadro cósmico de El mundo como voluntad y como repre-
sentación. cual, a falta de poderla afrontar, y sin duda agobiado por
arcaicas culpabilidades, ha vuelto contra sí, alimentando ahí
Pesimismo, se ha dicho, y aún se dice a veces. ese «pesimismo»filosófico, tanto más intenso cuanto que está
Juicio sumario, e incluso ausencia de juicio. El pesimismo
dominado por el resentimiento. Léanse esas páginas en las
no es una actitud filosófica, sino un empirismo sumario, un
que, aterrorizado por la amplitud apocalíptica de la voluntad,
psicologismo perezoso. Hay que atravesar la corteza de las el pensador exige el aniquilamiento del cosmos en su totali-
máximas desencantadas, ir hasta las profundidades abisma-
lés de la voluntad, hacer el descubrimiento de eso que se al-
dad, mediante el hombre con poder para suscitar delibera-
damente esa desaparición. Avatar del gran amor, ese odio
bergó en el hombre paradójico, a la vez remolque de las re- cósmico es el último espasmo de un yo minado por prodigio-
ligiones quejumbrosas y proa de una de las más audaces sas fuerzas reactivas. Si hubiese tenido fuerza para afirmar
subversiones metafísicas de su tiempo. Escuchemos en su lo que se empeñó en negar, Schopenhauer no habría sido
simplicidad ese alegato ahistórico: Schopenhauer, sino Nietzsche o Freud. Demasiado pequeño

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210 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA SCHOPENHAUER 211

para vivir, Schopenhauer fue, sin embargo, lo suficientemen- mundo de un modo muy superior a como lo hace el intelecto,
te grande para ser, no un Maine de Biran, precursor de las cuya laboriosa elaboración en cadenas deductivas condena a
decadencias analíticas, sino el educador de otros más grandes algunos filósofos (es a Hegel a quien alude constantemente)
que él. Nietzsche atravesó el puente, Freud descendió al antro a no ser sino pedantes groseros, calibanes intelectuales que,
dé las madres; ambos confiesan su deuda, y lo hacen en térmi- por no haber sentido nunca nada, jamás han comprendi-
nos desmesurados. do nada.
La experiencia del Schopenhauer pensador era demasiado Para Schopenhauer, la música es la imagen del alma libe-
fuerte para Schopenhauer como individuo en quien intensas rada del padecer y de los espejismos del tiempo, es la per-
fuerzas reactivas, impulsos sádico-masoquistas, crisparon la cepción casi divina de lo que sería el fin de la lucha, el fin
amplitud del pensamiento en una individualidad limitada, de la voluntad, el fin del sufrimiento. Las puras esencias
negativista, incluso mezquina (las pocas líneas biográficas afectivas se modulan en el lenguaje musical, exentas del do-
que Bertrand Russell le dedica en su Historia de la. filosofía lor que las acompaña en la existencia efectiva. El adagio
occidental corroborarían nuestro punto de vista). Su obra llora, el alegro exulta; los escuchamos encantados, sin expe-
puede —entre otras posibilidades— leerse a través de la ca- rimentar, sin embargo, el sufrimiento del amor herido ni la
tegoría de la sublimación. Así lo testimonian las páginas sen- efímera turbación de la alegría. Espejo de la vida, la música
sibles, frecuentemente bellas, sobre el arte, en el que se secu- suprime de ella las vicisitudes, para entregarnos al sosiego,
lariza una religiosidad romántica nihilizante, arte que le ase- a la satisfacción de una comprensión desapasionada. Lo que
gura a la voluntad de vivir ese despego, esa tregua, preludio la música expresa, no es la vivencia subjetiva del artista; es
de la extinción definitiva de la voluntad. la esencia del mundo como voluntad que, a la vez, se descu-
El hecho de que Schopenhauer le confiriera a la música bre como tal y se libera por la contemplación: «La música...
un papel privilegiado, así como la manera que tuvo de pen- expresa... mediante los sonidos... el ser, la esencia del
sarlo, confirmaría nuestra hipótesis acerca del carácter alta- mundo.»
mente sublimatorio de su obra. Partiendo de la reflexión sobre el papel que Schopenhauer
Para él, la música está situada en la cumbre de la jerar- le destina a la música, creemos posible hacer patente el re-
quía de las Bellas Artes, jerarquía en la que se asciende por torcimiento que Schopenhauer le impone al movimiento de la
grados, en dirección hacia una extenuación de la voluntad de vida. Al transformar la respiración del ser en bebida que
vivir. En el arte, la voluntad se contempla de un modo de- suaviza las miserias de la vida, desnaturaliza la esencia de
sinteresado, ya no padece por ella misma, es pura mirada: la música y cae en el énfasis romántico que desembocará en
el arte es «clara mirada del mundo». el leteo wagneriano.
Mientras que, para Hegel, la poesía era el último grado Exhalación de la vida, el arte en general (y la música en
del arte, en ella se acaba el mundo del arte y a ella ha de particular) no es adormecimiento del deseo, sino pura expre-
suceder el advenimiento de la idea absoluta, para Schopen- sión de éste: «El poema es el amor realizado del deseo que
hauer, la música es insuperable e incomparable como expre- sigue siendo deseo» (René Char).
sión del mundo. Para Hegel, la poesía podríamos decir que Así, en todos los niveles, el pensamiento de Schopenhauer
era la última exhalación del espíritu mezclado aún a lo sen- comete una agresión contra la vida, activando el nihilismo
sible, el polvo ultratransparente que aún recubre a lo ab- masoquista que habita en las profundidades del pensamiento
soluto. europeo. Mortificando la voluntad, el pensador se sitúa en la
Para Schopenhauer, el concepto carece de una posición tradición fedoniana del cuerpo-tumba. También hay mucho
privilegiada con respecto al lenguaje artístico. Una música de Malebranche en ese falso hindú cuyos hijos, desde Dos-
que pudiera traducirse en conceptos expresaría el ser del toyevski a Bernanos y a Simone Weil, aún siguen prolife-
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212 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA SCHOPENHAUER 21 3

rando. El mundo como voluntad y como representación de que continúa latiendo por debajo de esa gigantesca obstruc-
ción que es la filosofía de Schopenhauer.
una lenta agonía
voluntaria, la agonía del último hombre, el
cual, por miedoa la vida, ha decidido morir, en lugar de vivir. El pensador se equivocó acerca de sus fuentes; era mucho
menos clásico y mucho más moderno de lo que suponía. Así,
En cuanto a nosotros, nos es imposible contemplar con la tesis de la inexistencia del espacio y del tiempo con rela-
miradaimpasible el efecto causado por ese pensamiento du-
.
ción a la voluntad, es mucho más prenietzscheana y prefreu-
rante todo un siglo en el que abundan las conmociones y que diana que poskantiana; va en el sentido de lo sobrehumano
y de lo inconsciente, ambos fuera de la duración y de
la
las meditaciones de Heidegger nos permiten descifrar como
revelador del destino del ser. Prolongando el cansancio del historia.
Sócrates fedoniano, y la neurosis de Pascal, el gran nihil de La separación entre los que mueren y los que viven, se-
Schopenhauer, que intenta «suicidar» la voluntad de vivir, paración efectuada a partir del eterno retorno, existe ya en
se prolonga en el thánatos freudiano. Algo de la terrible Schopenhauer (M. V. R., ed. Burdeau, P. U. F., 1942, pá-
agresividad de Schopenhauer resuena aún en las obras más gina 297) y, al parecer, sin saberlo él, rompe la trama nihi-
científicas de los modernos analistas. Soportamos la pesada lizante de su pensamiento. Por desgracia, una vez más le
herencia del pensador «pesimista», el cual, al no poder vivir faltó aliento al pensador para sostener y llevar a su término
con alegría, la llamó privación y carencia (todo un aspecto tan prodigiosa intuición. La toxina nihilista de Schopenhauer
de la filosofía de Sartre se halla ya contenido en ese a priori contaminó la vitalidad espinosista de Freud, haciéndole ad-
afectivo), desesperó del anhelo y calumnió a la vida, a fin de mitir como instinto universal de muerte lo que era ya es-
poder asfixiar el deseo y asesinar la vida; erigió por encima pasmo agónico del hombre europeo. La actitud dolorida del
de la humanidad la imagen del faquir petrificado y de Cristo cristiano oscureeió la alegría judaica; el nihil, al dialectizar
en la cruz, dando así una garantía seudofilosófica a los san- los impulsos, resquebrajó la plenitud de la sabiduría espi-
grientos fantasmas del inconsciente masoquista; en nombre nosista. De otro modo, ¡hacia qué júbilo—y quizá hacia qué
eternidad— nos habría arrastrado el Edipo de nuestro
del hombre viviente y en nombre del ser, 0só decidir que la
existencia es un «terrible dolor», y, con el nombre de buena tiempo!
nueva, aportó una invitación a embarcarse en dirección a las La mezquindad de Schopenhauer atascó su pensamiento
riberas de la nada. en divagaciones psicológicas, éticas y religiosas. Resignación,
Y sin embargo, se dan esa voluntad de vivir, ese eterno
piedad, consuelo y ascetismo son los temas destinados a
sublimar vivencias inquietantes para ese cristiano que ignora
retorno, ese mediodía (no olvidemos que esos términos
gran
tal.
nietzscheanos fueron primeramente de Schopenhauer, aun- ser
que con un sentido y en un contexto esencialmente diferen- La penetrante visión de lo que será la inocencia nietzs-
cheana del devenir, la ausencia de fin de la voluntad de vivir,
tes) que se imponen con fuerza por encima de la pluralidad lejos de inspirarle la verdadera liberación, la de los venenos
impresionista de los análisis psicológicos y éticos. Éstos, a
pesar de lo que haya dicho el autor, no son las eflorescencias segregados por los despreciadores de la vida, le hace em-
de un pensamiento único, sino flores enfermizas que brotaron prender los antiguos caminos de la renunciación a la vida. Su
en el
terreno individual de una subjetividad que se niega a desesperación ante el carácter no finalista de la voluntad re-
la vida y que la mutila, pero bajo la cual ruge el tumulto del vela la importancia de las hipotecas cristianas de su pensa-
eso transchopenhaueriano. Eso, la voluntad de miento.
vivir, no es
de ningún modo,la cosa en sí (aunque Schopenhauer uti- Fuera de esas hipotecas, es fácil llegar a una visión exal-
ya,
lice esa expresión, en él no tiene ya el mismo sentido tadora de esa ausencia de fin de la voluntad. En efecto,
que en cuando la prescripción de fines a la voluntad —prescripción
Kant), sino la sangre que late violentamente en las arterias
del cosmos, sangre cuyo fluir intenta vencer el autor,
pero
propia de todos los trascendentalismos—- revela unaherida
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214 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
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215

ontológica, la ausencia de esos fines, al devolverle al hombre vaciones (seudo) filosóficas. Mas si queremos vivir, hemos de
la inocencia, lo libera el conocimiento y para la alegría.
para aceptar el entregar al olvido el
veneno schopenhaueriano; hay
que ir hacia Spinoza, hacia Rilke, hacia Nietzsche; hay que
Sólo un loco amor a la vida pudo inspirar a Schopen- desaprender el 20, expulsar las ponzoñas de las fuerzas reac-
hauer esa blasfemia permanente, esa agresión sistemática tivas, proclamar, con Valéry:
con respecto a la voluntad. Únicamente ese amor pudo dic- Sí, gran mar dotado de desvarío.
páginas
tarle. ese apocalipsis en el nihil, que en las últimas
de El mundo como voluntad y como representación se ali- Si queremos, sin embargo, comprender cómo semejante
menta de todo-lo que cae en su mano en materia de ascetismo agresión contra la vida pudo conmover a los pensadores de
mortificador, para alimentar la hoguera de la destrucción la vida, hemos de atravesar pacientemente ese largo solilo-
universal, incitada por el oleaje del resentimiento. Gavillas quio del hombre del resentimiento, esos mal digeridos frag-
místicas, cristianas e hindúes alimentan un gran odio, in- mentos de culturas heterogéneas, esas despechadas alusiones
schopenhaueriano,
versión del gran amor, y le ofrecen el nihil a contemporáneos ilustres, ese romanticismo patético y pas-
para que el filósofo lo asalte a martillazos. Fuente única toso que al fin descubre gérmenes suficientemente poderosos
de la inspiración de ambos pensadores alemanes, la voluntad para iluminar las tinieblas del nihilismo pasivo con los re-
de poder nietzcheana se entrega a la impotencia en Scho- lámpagos del nihilismo activo, ese mismo que morará en la
penhauer, el cual osa proclamar que «el sufrimiento cons- palabra de La genealogía de la moral y en la de Tótem y tabú.
tituye el fondo de toda vida», que toda vida es «una agonía Schopenhauer reconoció —con temor y con estremeci-
sin cesar detenida, una muerte diferida en cada instante». miento, pero la reconoció al fin— esa fuerza telúrica que ha-
Desde ese momento se confirma y se proclama la tarea del bita en el hombre y en el cosmos, y que se llama voluntad
pensador: la filosofía debe liberarnos de la dolorosa morde- de poder. Liberó a la voluntad del moralismo kantiano y del
dura del deseo; debe indicarnos «el camino que conduce fuera psicologismo de De Biran, que había roto con las finalidades
de la vida». éticas. Mostró que, bajo eso que llamamos voluntad —y que
Desde ahora sabemos lo que es ese pensamiento que nos no es, en realidad, sino una trabajosa anécdota, forjada por
lleva a aceptar la extinción de la voluntad de vivir. So capa nuestras impotencia para experimentar la voluntad directa-
de filosofía, enseña una religión sin trascendencia y sin ho- mente—, existe algo absoluto que se ríe de la moral y de la
rizonte escatológico,
una religión de la nada y de la muerte;
psicología.
una religión atea. No nos extrañemos de esta expresión pa-
Poseído por la certeza de ese omnipotente eso y de la eter-
radójica. A. Kojéve nos habla de una religión atea (Ensayo nidad del eso, Schopenhauer se negó a quitarle su fuerza y
de una historia razonada de la filosofía pagana) (1), que es
su omnipotencia; rechazó el profetismo cristiano y la forma
precisamente el budismo. El razonamiento de Schopenhauer secularizada de éste, la filosofía de la historia. Rechazando
no es un razonamiento filosófico, y su único pensamiento es
el lenguaje fantástico del pasado y del futuro, Schopenhauer
de esencia religiosa. Lo que nos inspira lo hallamos no sólo
en los Vedanta, sino en todos los tratados de apologética: la proclamó la única certidumbre, que es la del presente, sin
la vida como agonía (Pascal), la exigencia de ser, sin embargo, capaz de irradiarla en la presencia. Por
imagen de re-

nunciamiento, las virtudes tradicionales, como virtud y sa- impotencia, Schopenhauer arruinó instituciones prestigiosas.
crificio,y
la glorificación
del más cruel ascetismo. Y sin embargo, bajo el terreno aparentemente transparente
de los conceptos, descubrió insondables abismos rugientes, a
Es cierto que, si queremos morir, la lectura de Schopen-
hauer puede ayudarnos, fundando nuestro thánatos en moti- partir de los cuales comienza a resquebrajarse el edificio de
la metafísica occidental y se dispone a nacer algo diferente,
(1) Gallimard, pág. 164. para lo cual carecemos (y sin duda careceremos) de palabras.
¡IC A A A o D
216 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

BIBLIOGRAFÍA
Obras
Le monde comme volonté et comme représentation, trad. Burdeau, Pa-
rís, P. U, F., 1942.
De la quadruple racine du principe de raison suffisante, trad. Gibelin,
París, Vrin, 1941.
Pensées et fragments, trad. Burdeau, París, Alcan, 1908,

Estudios vi
C. RossET: Schopenhauer philosophe de Vabsurde, París, P. U. F., 1967.

Schopenhauer, selección de textos traducidos por C. Rosset, París, LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE
P. U. F., 1968.

L'esthétique de Schopenhauer, París, P. U. F., 1969. Por RENÉ VERDENAL

Ambigiiedades sobre el positivismo


A Comte no lo estudian los historiadores de la filosofía.
El acercamiento a su pensamiento se ve dificultado por las
ambigiiedades en torno a la idea de «positividad». Un Littré
corre un púdico velo sobre los desbordamientos erótico-mís-
ticos de la síntesis subjetiva; los fieles de la iglesia positi-
vista eliminan la parte de racionalismodel Curso de filosofía
positiva. A menudo se sale del paso yuxtaponiendo en Comte
dos filosofías sin más lazo de unión que una sucesión crono-
lógica; nos parece que la segunda filosofía formula lo impen-
sado que determinaba la primera filosofía. Comúnmente, el
término «positivismo» designa la negación de todo filosofar,
y se alega la postura antimetafísica de Comte. Unos creen
que el positivismo se limita a confiar a la ciencia positiva la
tarea de filosofar. Pero el término «positividad» ofrece una
temible polisemia; toda una nube lo envuelve: relativo, orgá-
nico, determinado, cierto, útil, real, social, práctico.
Esta situación obliga a considerar la obra en su integri-
dad, para captar su unidad constitutiva.
Lo cierto.es que hay un «caso» Comte. En primer lugar,
el estilo de la obra: ¿Qué lector no se habrá extrañado al ver
surgir las invocaciones al amadísimo ángel, Clotilde de Vaux,
exaltada como la aparición de la mujer-vírgen, a la vez «ma-
dre subjetiva» e «hija objetiva»? Imperturbablemente, mez-
cla Comte la exposición de los principios y las disputas
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—15
218 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 219
personales, como su misma vida mezcla los asuntos privados ción» en las palingenesias de Ballanche, y se sabe que Pierre
y las preocupaciones públicas. De todo ello se desprende una Leroux se jacta de recrear el cristianismo. Los contempo-
impresión de malestar, como ante los comportamientos pato- ráneos de Comte exigen también que se refuerce el Estado,
lógicos, con los tics, los accesos de desvarío y las alucinacio- desean una policía que ejerza una vigilancia sobre las agl-
nes persecutorias. Biografía excepcional. Comte estuvo do- taciones peligrosas, con la esperanza de detener el curso de
minado por su vocación de pensador y de reformador hasta la historia. Un buen tanto para Comte es que percibe clara-
el punto de que el hombre debía entronizarse como «papa» de mente la vanidad de esas restauracionesde pacotilla, y no
la humanidad. No tuvo que esforzarse para ello: con toda confude reacción con conservadurismo. Quizá hay también
naturalidad consagra su vida a un culto y, por una especie un deseo de «usar de ardides» para con la historia;
ello ex-
de mimetismo, halla todas las conductas sacralizantes, inclu- plicaría las fluctuaciones entre el campo «republicano» y el
so las más fetichistas. campo «conservador», hasta dar la impresión de palinodias.
El fenómeno Comte sólo podría comprenderse sobre el La filosofía de Comte se sitúa conscientemente en la línea
fondo de una sociedad sacudida y traumatizada por la Revo- contrarrevolucionaria que sigue a 1789; él mismo se sitúa en
lución francesa. La conmoción revolucionaria introdujo una los albores de una fase «orgánica» que pone fin a la fase de
especie de terror ante la historia, monstruo temible y cruel, «negativismo». Pretende ser artesano de una reconstrucción
que prepara catástrofes para los tiempos futuros (1). A su general, en el momento en que los acontecimientos revolucio-
manera, vivió Comte el mal del siglo, y propone una psico- narios han agotado su fuerza destructora. De ahí proviene
terapia. Arrancado a su provincia del Languedoc, donde vive esa imperiosa vocación de reformador universal que está en-
su familia, católica y monárquica; expulsado de la escuela cargado de instituir el orden de un modo soberano. Esa idea
politécnica, como consecuencia de una solicitud; continuamen- de orden impera no sólo en el trabajo de sistematización teó-
te inquieto por la seguridad material, se inflige Comte sesio- rica de la filosofía, sino también en el trabajo de regeneración
nes de trabajo tan intensas y prolongadas que lo arrastran espiritual de la religión y en el programa de la política posi-
varias veces al agotamiento nervioso y hasta la depresión. tiva, de modo que la historia quede encerrada en un marco
Se inventa una «higiene cerebral» que le prohíbe toda nueva fijo de una vez por todas. Es curioso que, para disponer esa
lectura a partir de la edad de treinta años. Mas, como esas regeneración del género humano, Comte piensa al revés. Par-
soluciones de psicoterapia no le bastan, se construirá un am- te de un diagnóstico sociológico: la Revolución francesa es
biente social que lo ponga definitivamente al abrigo de las la resultante de fenómenos centrífugos que disociaron las
convulsiones históricas: la religión de la humanidad, que ab- leyes y las costumbres, las costumbres y las creencias, las
sorbe a la sociedad de los vivos en la comunidad de los muer- creencias y las ideas. Todas las instituciones temporales se
tos, en esa trinidad del gran ser, del gran fetiche y del gran emanciparon de la tutela espiritual que encarnabael catoli-
medio... cismo medieval. ¿Cuál es el remedio? Restablecer la prima-
Ese pánico lo sintieron todos los contemporáneos de Com- cía del poder espiritual, suprimir la confusión de lo espiritual
te; es el motor de ese sobresalto ultraconservador que se alza y lo temporal. La «lógica» de ese análisis hace que Comte
contra la Revolución francesa. Comte quedó fascinado por la pase de la síntesis objetiva del sistema de las ciencias, a la
lectura de El Papa, de Joseph de Maistre, fue el secretario síntesis subjetiva de la religión. El paso queda asegurado
de un «Mesías», y puede confirmar sus sueños de «regenera- por la sociología, a la vez clave de arco de las ciencias posi-
tivas y fundamento de la religión sociolátrica.
(1) Un Littré expresa también ese sentimiento del vacío histórico:
«Clero, nobleza, monarquía, todo se desquicia, todo se menoscaba, todo
se viene abajo en Francia y fuera de Francia» (Application de la
phailosophie positive au gouvernement des sociétés et en particulier á
la crise actuelle, 1849, pág. 18).
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220 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 221

fases están incorporadas en un equilibrio estable. Asimismo,


La idea de orden el interés de Comte por la frenología de Gall procede de esa
misma pasión por el orden: todo individuo puede ser clasi-
Todo el pensamiento de Comte gira en torno a esa idea ficado en una serie de facultades cerebrales, y el Comte de
de orden que es la matriz de todos los temas filosóficos: así los últimos añosestará cada vez más apegado a esa clasifica-
lo había visto bien Gastón Milhaud en otro tiempo. Uno ad- ción psicológica. La clasificación de las ciencias según una
vierte que esa idea de orden se ha interpretado según una escala «enciclopédica», de modo que constituya el esqueleto
visión conservadora en la que el orden es un marco estereo- del Curso de filosofíapositiva, responde a las mismas exigen-
tipado, a la vez estructura mental y tipo de organización, que cias de orden. Lo que le interesa a Comte es que da la vuelta
oscila entre categoría intelectual y ley de las cosas. En la por todas las ciencias, pues decretó que las ciencias formaban
política positiva, pone los puntos sobre las íes: «Basta com- un todo cerrado, y ello nos recuerda el ¿vayxYy oriva de
parar las dos acepciones de la palabra orden, que siempre Aristóteles para concluir todo proceso ilimitado. Luego, pro-
significa, a la vez, mandato y ordenación.» El orden se con- cede a una segunda reducción que rechaza las ciencias con-
cibe de un modo rígido y cosificado, como el ajuste de las cretas a segundo plano en beneficio de las ciencias abstractas
piezas en un mecanismo. Estamos lejos del orden cartesiano únicamente. Las motivaciones de Comte están explícitamente
como ley de actividad intelectual, resultado de la operación formuladas'en las obras tardías: las investigaciones, dema-
de análisis y de síntesis. La idea de orden va unida a la idea siado detalladas, de las ciencias concretas harían perder de
de jerarquía, como sistema de ordenación rígida de la parte vista la unidad general del edificio. «Las ciencias verdade-
al todo, de lo inferior a lo superior, del proceso al resultado, ramente concretas estarán siempre prohibidas a nuestra dé-
y ello da la clave de la famosa frase: por el progreso, al or- bil inteligencia y resultarán inútiles para nuestra cuerda ac-
den (2). Poco a poco, de la idea del orden «natural», tan tividad.» Las ciencias abstractas quedarán, además, reduci-
querida en el siglo XVIII, deriva Comte hacia la idea del orden das, y, de simples teorías que son, pasarán al estado de
como tipo abstracto del pensamiento especulativo, o, aún formularios, y, de ahí, a sólo algunas generalidades. Opera-
peor, como modelo cosista impuesto desde fuera. ción normal para Comte: «Todos los teóricos puros serán
Esa idea de orden inspira realmente todos los pasos de verdaderos filósofos, o más bien sacerdotes, dedicados a cons-
Comte. Así se manifiesta en los cuadros que se convierten en truir y a aplicar la síntesis fundamental» (3). Es curioso
catecismo, en calendario, en ritos culturales, de modo que que, al cabo de los siglos, resucite Comte la antinomia aris-
imbriquen al individuo en un organismo religioso en el que totélica entre la ciencia de lo general y la realidad individual.
su lugar está dogmáticamente destinado por el gran sacer- Lo sublunar es subsumido por lo sideral. La clasificación de
dote. La meticulosidad del ceremonial religioso da idea de lo las ciencias, desde el Curso de filosofía positiva, funciona
violenta que es la angustia que siente Comte ante la historia. ya como un criterio «sociocrático», en el que el filósofo de la
La manía clasificatoria ilustra continuamente esa obsesión positividad asigna a cada científico su tarea específica, prohi-
por el orden. Conocer la sociedad es descomponerla en «cla- biéndole transgredir las fronteras que separan a una disci-
ses» según unas relaciones jerárquicas: clase proletaria, cla- plina de otra. El orden mismo de las ciencias, según los gra-
se industrial, clase femenina, clase sacerdotal. La sociología dos de generalidad decreciente y de complejidad creciente, no
le presta el servicio de exponer la historia, ese lugar de in- sirve para preparar las transiciones, sino más bien para con-
quietud y de movimiento, en un cuadro en el que todas las
(3) «Cuando la ciencia abstracta haya, al fin, construido suficien-
(2) «Ningún progreso podría
efectivamente realizarse si no tiende temente el fondo general de la sabiduría humana, los únicos ejercicios
finalmente a la evidente consolidación del orden.» Politique positive, teóricos que prevalecerán serán estéticos y no científicos.» Politique
tomo IV, pág. 17.
positive,pág. 432.
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222 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 223

finar a cada ciencia en casilla, debidamente etiquetada. Se


su Advirtamos también que el grado de abstracción de una cien-
comprende que Comte, para preservar esa seguridad, haya cia está definitivamente fijado. Así, en mecánica analítica no
tenido que recurrir a la famosa «higiene cerebral» que lo ve ningún interés en las investigaciones teóricas que se pro-
mantiene alejado de la ciencia inestable, como lo es cuando pusieran formular un principio más general que el principio
se está haciendo y rehaciendo sin cesar. de las velocidades virtuales de Lagrange. Cuando aborda la
Vale la pena detenerse un instante en esos intentos por biología, se comprueba la misma pasión por la nomenclatura,
encerrar a las ciencias en una clasificación. La Enciclopedia, la taxonomía, la lógica clasificatoria. Hagamos, en biología,
en el discurso preliminar de D'Alembert, había tomado ese una curiosa observación. Puesto que la clasificaciónestá «des-
dato tradicional de la enseñanza filosófica: la clasificación de tinada al perfeccionamiento lógico de las altas especulaciones
las ciencias. Para la filosofía antigua o medieval, sólo a la vitales», Comte recomienda intercalar «especies ficticias»
filosofía le competía clasificar correctamente las ciencias, in- para asegurar mejor las transiciones en las series. La biolo-
dicar su jerarquía y justificar el sistema de clasificación. gía se convierte entonces en un pretexto para ejercicios de
Sabemos que Aristóteles subordina el hacer al obrar, y éste «lógica comparativa».
a la «contemplación». La situación es enteramente diferente
Así, la idea de orden forma el esqueleto de un dogmatismo
a principios del siglo XIX, y hay que preguntarse por la nece-
general que precave contra las «variaciones» de la historia
sidad intelectual que esa investigación de una clasificación
satisface. Comte no es el único que se ocupa de ello. Ampeéere
y del pensamiento. La historia se presenta como un todo ce-
rrado, cuyas fases son solidarias de una manera rígida (4).
publica un voluminoso tratado dedicado a la clasificación de No cabe duda de que el hombre dispone de una leve facultad
las ciencias, También se ve que la filosofía alemana, un Kant de intervención sobre los hechos sociales, pero el orden de
o un Hegel, tiende a la concepción jerárquica de las ciencias,
la sociedad es permanente, a imagen de la invariabilidaddel
de acuerdo con una jerarquía que subordina lo inorgánico a
orden natural. Esa convicción llevaba a Comte a enseñar un
lo orgánico. El problema parece diferente para Comte; quie-
curso de astronomía popular, destinado a difundir entre sus
re partir de sus conocimientos científicos para descubrir'un
sistema de clasificación. Lo importante no está tanto en la oyentes la idea de orden, de jerarquía y de inmutabilidad,
con la esperanza de que la transferirían a la sociedad misma.
elección y en el sentido de esa clasificación como en la satis-
facción que se concede a una necesidad clasificatoria. Todo 7 El hombre está unido a la historia como a un bloque ma-
sucede como si Comte aprehendiese el poder que la ciencia cizo cuyas épocas todas se determinan invariablemente, de
tiene para producir una conmoción intelectual, e instalase una vez por todas. También es posible recuperar el pasado;

una especie de barrera contra los desbordamientos ilegítimos. es incluso inevitable. Así, el fetichismo queda restituido por
Añadamos tambiénque la clasificación de las ciencias se re- la religión positiva, como término correlativo a un régimen
fiere a preocupaciones didácticas y pedagógicas, lo cual 2s afectivo de la naturaleza humana. Comte, en efecto, proyecta
evidente: ¿no existe la manía de enseñar y fijar las ideas sobre su visión de la historia las facultades de la naturaleza
valiéndose de cuadros ? humana, que se supone como algo invariable y fundamental.
Así, Comte se empeña en separar aritmética y álgebra: Podría recordarse la definición del historiador sugerida por
si ésta es una teoría de las funciones, ¿qué vienen a hacer Lucien Febvre: conservador del pasado. Comte da un ca-
unos «irracionales escrúpulos» de orden aritmético, si no es rácter sagrado a ese papel, como un deber religioso ante la
destruir la simplicidad y la armonía de la teoría de las series
de Lagrange? Es conocida la animosidad de Comte contra
Cauchy, que inició esa aritmetización del análisis. Asimismo, (4) Littré ha experimentado bien esto: «Toda teoría incapaz de
explicar el pasado histórico es impotente, pues el futuro social sólo
Comte está satisfecho de poder encerrar las funciones ele- puede ser la prolongación del pasado» y dice bien que el positivismo
mentales en un catálogo bien establecido como repertorio. vuelve a hallar la «tradición histórica» (Application..., pág. 34).
( 4
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224 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 225

muerte. La filosofía positiva parece. exorcizar la conciencia Sin embargo, si se observa desde más cerca el pensamien-
histórica mediante «ejercicios espirituales» de contempla- to de Comte, se percibe que su filosofía utiliza tesis filosófi-
ción, a fin de paralizar la historia en un cuadro. cas del siglo XVII: Locke, Hume, Condillac, y los ideólogos
(Cabanis, Destutt de Tracy). Tales tesis son la idea de feno-
menismo, el exorcismo contra la sustancia por miedo a la
Una contraepistemología teología, la prudente moderación de una prudencia reducida
a valores morales, y la división de la ciencia en comparti-
Se presencian una serie de deslizamientos: de la metodo- mientos, lejos de la religión, con riesgo de escindir la razón
logía de las ciencias positivas se pasa a una reforma lógica humana. Más tarde, las corrientes del empiriocriticismo y
de las ciencias, y de aquí, a una interrupción de las ciencias del neopositivismo desplegarán esos supuestos de la filosofía
por la filosofía del positivismo. El siglo xvi (D'Alembert, de Comte: cierta combinaciónde empirismo e idealismo, cuya
Lagrange...) se esforzaba por descubrir la filosofía inmanen- superación parece asegurada por la ciencia; pero la ciencia
te a la investigación científica, atento a la teoría del conoci- yuxtapone el hecho observable y la relación lógica, sin con-
miento elaborada por la ciencia. Se vuelve la espalda a esa seguir fundir ambas series de operaciones. ¿No son recaídas
epistemología. El propio Kant había introducido ya unos en el dualismo cartesiano o en el ocasionalismo? Sea lo que
tabúes metafísicos con su teoría de lo a priori de la concien- fuere, lo importante es que Comte interpreta la idea de cien-
cia trascendental. Comte, por su parte, introduce un sistema cia en el sentido malebranchista de un saber acabado, en
de prohibiciones metafísicas no menos arbitrarias. forma de resultados y de recetas. Y puede hacerse evidente
Aparentemente, el Curso de filosofía positiva dirige una esa contraepistemología examinando el tratamiento que se
investigación metodológica sobre las ciencias positivas; en inflige a las matemáticas. Se está en presencia de una degra-
realidad, Comte forja una idea de la ciencia que viene a sus- dación de la mathesis universalis de origen cartesiano, y se
tituir al trabajo efectivo de la ciencia. Introduce subrepti- va hacia la idea de una especie de canon lógico que finalmente
ciamente una serie de postulados a los cuales somete la idea se reduce a una fórmula de cultura general. Este último pun-
de ciencia. Parte del papel que la ciencia debe desempeñar to resulta claro en la síntesis subjetiva, que expone la filoso-
para asegurar la marcha normal y regular de la sociedad fía matemática de 1856.
industrial. Así, la teoría filosófica del conocimiento es reem- En primer lugar queda uno impresionado por lo sucinto
plazada por unaideología. Comte introduce muchos crite- de esa matemática, en estado de caquexia teórica a la que
rios: un criterio sociológico, en el que la positividad es una Comte impone un régimen de abstinencia, por temor a sobre-
estructura mental de la sociedad moderna; un criterio ideoló- alimentarla de ideas. El siglo xvi había establecido la ma-
gico, que es la conformidad de la ciencia con una suma de thesis universalis con una maravillosa agilidad de inspira-
opiniones recibidas en la sociedad moderna; un criterio me- ción: la mecánica, la teoría de los gases, la aritmética política
todológico, de tipo casi «comparativo», en el que la ciencia —<como se decía—, la cosmogonía, la teoría de los números
se caracteriza por la especificidad de los métodos y de los y el álgebra de los números complejos, toda una profusión
procedimientos particulares. de descubrimientos matemáticos. El método «analítico» se
Esa confusión filosófica se decanta en las obras últimas. convirtió, en todos los ámbitos, en ars inveniendi, teniendo
La ciencia se convierte en «positiva» por la gran vigilancia A el matemático a su cargo enriquecer y afirmar sus herra-
de los sacerdotes que hacen que el «espíritu de conjunto» PA mientas. Los matemáticos del siglo XVIII trazan el cañamazo
prevalezca sobre el «espíritu de detalle». Cada ciéncia está de un pensamiento matemático con sus leyes internas. Ahora
sometida a la autoridad del poder espiritual, que vela porque bien, lo que a Comte le faita por completo es la noción de
el científico no fomente la «moderna insurrección del espíritu «hecho matemático», a saber, la idea de que las técnicas de
contra el corazón», pecado mayor de la sociedad moderna. cálculo suponen la existencia de leyes generales de orden

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226 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 227

matemático, lo que llamaríamos «estructuras» matemáticas. ral de las ecuaciones algebraicas de cualquier grado n. Comte
Tanto que los recursos de las matemáticas se presentan de decide que hay que concluir toda investigación en ese ámbito.
modo disperso, como un conjunto de recetas heteróclitas, sin Lo curioso es que las investigaciones de Galois tienen lugar
ninguna arquitectura teórica. Lo más frecuente es que ofrez- en 1831... Lo que Comte retiene de Lagrange es un determi-
ca catálogos. Por consiguiente, insistirá en los «artificios» nado número de recetas, y también una lista de fracasos
del matemático. definitivos. Admira bastante, en ese profesional del trabajo
Ello se refleja en el empeño que Comte muestra en sepa- matemático, su falta de antenas frente a las nuevas direc-
rar y jerarquizar matemática abstracta y matemática con- ciones de la creación matemática.
creta, aritmética y álgebra, álgebra ordinaria y análisis tras- Parece no adivinar nada de los nuevos caminos de las
cendente, análisis y geometría, geometría y mecánica. El matemáticas. Ni a Gauss, con la teoría de las congruencias;
espíritu general de esa filosofía matemática proviene de La- ni a Cauchy, con la teoría de las funciones de variable com-
grange, por el predominio del álgebra sobre todas las disci- pleja; ni la idea de geometría general, que se abrirá paso
plinas matemáticas. Pero si se mira desde más cerca, puede en torno a las geometrías no euclidianas, hasta Riemann.
verse que Comte se halla en vilo frente a Lagrange. Cuando se abre la síntesis subjetiva, Comte no cesa de vitu-
Observemos de pasada que las notas históricas de Lagran- perar la «utopía algebraica», las «pretensiones del álgebra
ge proporcionan la mayoría de los materiales que llenan el a la presidencia enciclopédica», la pretensión de las matemá-
primer tomo del Curso de filosofía positiva. En su Discurso ticas a extenderse a todos los dominios, y hablará del peligro
sobre el objeto de la teoría de las funciones analíticas (Diario de ese «materialismo teórico». La regeneración de las mate-
de la Escuela politécnica, año VI), Lagrange dice que quiere máticas ha de vaciarlas de su contenido propio y reducirlas
unir «inmediatamente» el cálculo diferencial al álgebra, pues a ejercicios de la ciencia sacerdotal que es la lógica (5). Mas
el análisis «no debe tener otra metafísica que la que consiste hemos de decir que, desde el Curso de filosofía positiva,
en los primeros principios y en las operaciones fundamenta- Comte parece continuamente preocupado por limitar la in-
les del cálculo». Eso evita emplear el «circuito metafísico» de tervención de las matemáticas en las diversas ciencias. La
los infinitamente pequeños o de los límites. Sabe que está bus- idea misma de mathesis universalis le repugna como un
cando un «algoritmo» (la palabra es de Lagrange) que reduz- factor que liberaría indefinidamente el trabajo teórico y pro-
ca el cálculo diferencial a un origen puramente algebraico. vocaría así una «anarquía» en las mentes.
Cuando quiso reducir el análisis al álgebra, Lagrange cree En lo que concierne a las demás ciencias, sería fastidioso
explicar los hechos matemáticos de la teoría de las funciones enumerar los contrasentidos de Comte cuando rechaza tal o
mediante métodos «analíticos» de cálculo. Eliminando toda cual tipo de investigaciones, considerándolas capaces de des-
especie de «metafísica» (cfr. el ensayo de Carnot sobre la componer los esquemas de la filosofía positiva. A ló sumo
metafísica del cálculo infinitesimal), Lagrange muestra que sería divertido confrontar las ataduras afectivas de Comte
las derivadas y las integrales se interpretan en términos de que se traducen por una lista de doctrinas sobreestimadas y
operaciones del cálculo algebraico. Lagrange no separa esa de omisiones (apología de Fourier, en física; teoría de las pro-
reforma lógica del cálculo infinitesimal de su extensión me- porciones definidas, en química; taxonomía, en biología; teo-
diante descubrimientos como el cálculo de las variaciones.
Sin cesar expone Comte sus temores: duda de que pueda uno
lanzarse a una teoría general de la integración. Considera (5) El lector de Comte se inquieta ante esas páginas en que la
ciencia sacerdotal resucita el «cálculo fetichista» o el «cálculo teórico»,
siempre la obra de Lagrange como un resultado definitivo. y, un poco más adelante, lee: «Limitada al gran-medio, la ciencia
AMí donde Lagrange levanta acta de sus resultados efectivos, fundamental aspira al gran fetiche, por mediación del cielo y de la
promulga Comte breves dogmáticos. Por ejemplo, Lagrange doble envoltura terrestre, para desembocar en el gran-ser, cuando la .

vegetalidad, seguida de la animalidad, la haga teóricamente accesible»


participa su fracaso ante el problema de la resolución gene- (Synthese subjetive, 1856, pág. 769).
228 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 229

ría de Gall y teoría de Broussais, en psiquiatría...). Incan- La lectura del Curso de filosofíapositiva no nos satisface,
ésa es la verdad, y Huxley ya lo expresó con bastante cru-
sablemente, Comte establece fronteras con puntos de paso deza. ¿Por qué es tan sucinto? Parece que el proceso mismo
obligado, de forma que se puedan controlar los intercambios del análisis llamado «epistemológico» sea la causa. Se halla
entre una y otra ciencia.
Tomemos aún un ejemplo, a propósito de la física. Comte uno, en efecto, ante dos tipos de análisis: el uno por generali-
insiste mucho en la radical insuficiencia de los métodos ma- zación, por empobrecimiento lógico; el otro por abstracción,
temáticos en el ámbito de la física, y sobreestima el papel de por composición de las ideas, que se var enriqueciendo. Com-
te maneja un análisis que sueña con concluir, con reducir,
la física experimental. Mas también en eso traiciona el espí-
con resumir en fórmulas generales, y. eso no resulta muy
ritu de Fourier. En su discurso preliminar, Fourier se expli-
apasionante. Un error secular pesa sobre esa epistemología
ca con toda claridad: los fenómenos del calor «se resuelven de Comte: la confusión entre generalización y abstracción.
en un número muy pequeño de hechos generales y simples»,
Además, eso le viene bien al reformador religioso: «Desde
lo cual es cosa de la observación; entonces comienza el tra- esta altura ahora santifico la ciencia propiamente dicha, dis-
bajo matemático, pues «toda cuestión física de ese género ciplinándola como una simple introducción fundamental a la
se reduce a un simple ejercicio de análisis matemático», es religión» (carta a Laffite, 18 de octubre de 1849).
decir, de cáltulo diferencial e integral. Fourier no olvida,
sin embargo, confrontar el resultado del cálculo con la expe-
riencia física. De la sociología a la religión,
Una vez más se observa la tendencia de Comte a pensar por la política positiva
la historia no precisamente como un inestable devenir, sino
como una serie petrificada de estados definitivos. El paso de Vengamos a la «sociología», al tomo VI del Curso de filo-
la mentalidad metafísica a la mentalidad positiva sé registra sofía positiva. Bautiza a esta ciencia con el nuevo nombre
en un momento preciso, de modo que las leyes de una ciencia de sociología: la sociología es considerada por Comte como
positiva están definitivamente determinadas. En matemáti- una «física social». Comte intenta explicar íntegramente la
cas, la positividad es de la época de Lagrange; en astronomía, historia; y explicarla es exponer sus fases en un cuadro in-
de la de Kepler; en física, de la de Galileo; en química, de móvil que se nos ofrece como a vista de pájaro. El proble-
la de Lavoisier, y en biología, de la de Bichat y Cuvier. Todo matismo de la historia, al menos el único real, la inquietud
desplazamiento de la investigación hacia nuevos objetivos del presente, queda eliminado. Esa sociología abarca con una
teóricos rompe con la positividad. Laplace se equivoca for- sola mirada a todos los hombres de todos los tiempos, a los
jando una ficción como el cálculo de probabilidades, que in- del pasado, a los del presente y a los del porvenir. Semejante
troduciría la indecisión en las cuestiones prácticas, y se equi- visión continuista de la historia suprime la discontinuidad
voca también persiguiendo la quimera de una teoría unitaria del presente. Se elude la angustiosa pregunta que resuena
de la física en torno a la mecánica de las fuerzas de atrac- en el pensamiento europeo: ¿qué hacer? Pues nada hay que
ción. Un Poisson o un Lamé se equivocan al investigar otras hacer que exija decisión o riesgo. Teórico de la predestina-
hipótesis en la teoría del calor, desviándose peligrosamente ción sociológica, Comte enseña el amor fati como deber mo-
del punto de vista adoptado por Fourier. Los químicos se ral de integración en la sociedad tal y como ésta sigue siendo
equivocan queriendo escrutar las estructuras atómicas de la bajo los cambios aparentes de la historia. No llegó Comte
materia o construir una teoría de la afinidad química, y los a formular la teoría del eterno retorno, mas ¿cómo no sen-

biólogos se engañan con ilusiones metafísicas si pretenden tirse impresionado ante esa historia que encierra la evolu-
estudiar la vida en una etapa inferior a los órganos y a los ción por repetición de lo primitivo? La historia es círculo,
tejidos. esfera, ámbito cerrado; condición para que la sociología pue-
A
MC
230

la
E E

su
E O A
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

da darle la vuelta mediante una teoría definitiva. E. Bréhier


lo había observado: «El pensamiento de Comte tiende final-
mente a una forma menos lineal que circular.»

go,
sociología es definida como «física social»; sin embar-
La
división en estática y dinámica no es de origen físico,
sino que está tomada de la biología. Un profundo corte se-
para, en efecto, las ciencias de lo inorgánico —astronomía
física y química— de las ciencias de lo orgánico —biología
y sociología—. Estática y dinámica prolongan en sociología
el plano de crucero anatomía-fisiología que Comte debe sobre
todo a Bichat. Así como Bichat concibió una ciencia abstrac-
ta, la anatomía general, la estática estudia de modo abstracto
la sociedad, mientras que la dinámica estudia el funciona-
miento de la sociedad, extendiendo el concepto de medio, to-
mado de Lamarck. La sociología estudia el funcionamiento
de la sociedad partiendo de las condiciones de existencia de
sociedad, y ello por
analogía con la biología. Mas, por otra
parte, los conceptos biológicos hallan su explicación a nivel
de la sociología como teoría del organismo colectivo. Podría
aplicarse al conjunto de la sociología lo que Comte enunciaba
de la teoría del alma: «la inspiración sociológica controlada
por la apreciación zoológica» (Pol. pos., pág. 673).
Intentemos caracterizar esa sociología por sus omisiones,
en primer lugar. La tachadura
mayor es la de la economía
política. Los reproches son varios: dogmatismo; discusiones
escolásticas sobre nociones elementales de valor, de moneda
y de capital; amoralismo; concepción metafísica del interés
económico. Pero lo que mejor expresa el sentido de esas críti-
cas es la simpatía que Comte siente por Dunoyer, teórico de
las «armonías económicas». H. Marcuse mostró la importan-
cia de esa tachadura de la economía política: «Comte rompe
el vínculo que une la teoría social a la filosofía negativa, y la
hace entrar en el campo del positivismo. Al mismo tiempo,
la economía política deja de estar en la raíz de la teoría so-
cial, y la sociedad se convierte en objeto de una ciencia in-
dependiente, la sociología»
(Razón y revolución, pág. 288).
Comparando la filosofía positiva del Estado, de Stahl, y la
filosofía positiva de Schelling con la filosofía de Comte, ob-
serva precisamente: «La filosofía positiva constituye una
reacción consciente, especialmente áspera en Alemania, con-
ME
E
LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE

tra las tendencias críticas y destructoras del racionalismo


de la Ilustración en Francia y en Alemania.»
Otra laguna: la ausencia de una teoría del Estado como
aparato político. Comte elogia
prendió nada de ese
a Montesquieu, pero no
análisis de la estructura jurídica del
Estado ni de esa filosofía del derecho. Parece que en él, la
idea de gobierno está sustituyendo el concepto de Estado. En
cuanto al derecho, lo considera como un artificio de los legis-
tas de espíritu metafísico.
La sociedad estudiada por Comte no está provista de un
aparato de Estado ni dotada de una base económica. Los pun-
tos destacados de la sociedad son los núcleos permanentes:
la propiedad, la familia, el trabajo, la patria, y, sobre todo,
la religión. El título mismo del sistema de política positiva
es instructivo: Sistema de política positiva o tratado de so-
ciología que instituye la religión de la humanidad.
Forzoso es observar la ambigiiedad en la constitución de
esa sociología, doctrina programática para el futuro, de tipo
mesiánico, o interpretación teórica de la sociedad tal y como
en realidad funeiona. El pensamiento de Comte parece muy
inestable; continuamente se va de la sociología —ciencia—
a la sociocracia —técnica política— o a la sociolatría —reli-
gión— girando sin cesar. Lo cual parece deberse a que Comte
no duda ni por un instante que la sociedad se asienta sobre
una base ideológica, sobre un sistema de creencias. En Comte
está ausente la idea hegeliana de la sociedad civil con su
organización económica. Por lo tanto, se pasa casi instan-
táneamente de la teoría a la práctica; toda reforma de las
creencias modifica enseguida las costumbres y las conductas,
y Comte recorre sin cesar el camino que va de la regenera-
ción espiritual a la reforma social. Sin duda, el sacerdocio
debe hacer la guerra santa contra los errores, las «divaga-
ciones» y las «aberraciones» que pueblan los cerebros huma-
nos. Las dificultades vendrían más bien del individuo, y se
comprende que Comte, en sus últimos años, haya erigido la
moral como ciencia suprema, pues su objeto es llevar al indi-
viduo a fundir su «personalidad» en la «socialidad», y eso
supone un sacrificio.
¿Dónde está la «positividad» de esa sociología? La pre-
gunta no tendría sentido si positividad se entendiese como
objetividad. Hay tal confusión entre el objetivo teórico y la
231

com-
232 :
LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 233

utilización práctica, entre el hecho y la norma, entre la com- tud inspira lógicamente el recurso a los conservadores y a
probación y el programatismo, que tenemos que habérnoslas su visión anacrónica del despotismo ilustrado. El problema
con una ideología en la que es imposible separar los elemen- social, por su parte, no se puede resolver mediante la refor-
tos: moral, religión, creencias políticas, etc. Quizá podría ma económica, sino únicamente mediante una reforma moral
decirse que esa sociología es una utopía conservadora que la
ingenuidad política de Comte confundía con una «política».
que cambie las costumbres y las creencias. Nos vemos
reforma moral
remi-
tidos a la solución religiosa, pues la no es
Las posiciones políticas de Comte son instructivas. Sería más que un subproducto de una regeneración espiritual que
cruel insistir sobre esa apelación al zar de todas las Rusias, incumbe a una nueva religión. Comte se ve obligado a crear
o sobre las gestiones que hizo dirigiéndose a los «ignacianos», una nueva religión,
como organismo capaz de suscitar nuevas
nombre que da a los miembros de la Compañía de Jesús. creencias y de ritualizar los comportamientos cotidianos bajo
Un punto esencial de la sociología de Comte es la deter- la dirección de un sacerdote ilustrado y filantrópico. Natu-
minación de las necesidades afectivas de la naturaleza huma- ralmente que la elección de ese clero se hará entre los pueblos
na. Como Fourier, Comte explora la gama de los sentimien- del Occidente, especialmente de Francia, en virtud de un
tos y de las pasiones, porque ha adquirido la convicción de trivial etnocentrismo occidental.
que la afectividad desempeña un papel motor en la acción.
Así es inducido a conceder cierto privilegio al sexo «afec-
tivo», a la clase femenina, y a la clase proletaria, clase activa. De la sociología a la sociolatría :
La mujer y el proletario se convierten en los más valiosos La religión de la humanidad
aliados del sacerdocio para restaurar el orden social. La
mujer es sacerdotisa del hogar doméstico; muerta o viva, El Sistema de política positiva expone cómo la sociología
está ligada a la unión monogámica. Además, la moral explica emprende la constitución de una nueva religión: la religión
a los hombres su deber de alimentar a las mujeres. Curiosa- de la humanidad como gran ser. El examen de la religión
mente sueña Comte con una reproducción virginal en la que positiva nos pone nuevamente ante las ambigiiedades de
la mujer no tendría ya necesidad de la cooperación mascu- Comte. ¿Se trata de una racionalización de lo sagrado, o de
lina. Digamos, sin embargo, que Comte le coneede a la mujer una sacralización de lo racional?; ¿es una restitución del ar-
un papel más importante; sin hablar de su culto privado a caísmo, o fosilización de lo moderno? Esta vez, el acento se
Clotilde, recordemos la estimación que siente por Sophie pone definitivamente en la restauración de la tradición católi-
Germain y el culto que le rinde a Juana de Arco. Los pro- ca, en la recuperación de los cultos fetichistas, en la preemi-
letarios son invitados a celebrar un «armisticio» con los nencia de la comunidad religiosa bajo su forma institucional.
ricos; reciben una promoción social en calidad de «funcio- Hayque situar la religión positiva en la evolución de las
narios» al servicio de la comunidad. La adhesión de los pro- ideas religiosas a finales del siglo XVII. La problemática de
letarios y de los industriales a la religión positiva crea el la religión en esa primera mitad del siglo XIX es sintomática
consenso moral que permite arbitrar de un modo armonioso del cambio de actitud frente a la filosofía de la Ilustración.
los conflictos sociales. Tanto si se evoca a un Hegel, a un Feuerbach, o a los socia-
Comte se ve impulsado a disociar el problema social del listas utópicos, o incluso a Kierkegaard, se da uno cuenta de
problema político, vaciando a la política de todo contenido que la crítica de la religión se hace de una manera ambigua;
la crítica de la religión da lugar a un repligue hacia la crítica
propio. Hay en ello una especie de nihilismo político. Comte
combate el sufragio universal, la organización constitucional de la teología, y ello con vistas a eliminar el ateísmo y a
del Estado y la democracia parlamentaria. Posición clara- exaltar la religiosidad. Esa crítica se propone destruir la
mente reaccionaria en él; quiérase o no, el parlamentarismo teología por considerarla una formulación inadecuada de la
es la forma histórica de la política en el siglo xIx. Esa acti- religión. La operación destructora de la teología suscita reli-
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. M1.—16
TENEN XTE
234 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFIA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 235

giones antiteológicas en las que la religiosidad se desarrolla ¿Cómo se presenta esa religión de la humanidad? Comte
como sentimiento religioso. Todo ello ya había sido dicho y ha planteado el problema de un modo muy exacto: ¿cómo
repetido por Feuerbach y por hegelianos como Strauss 0 reactivar emocionalmente las creencias, de modo que condi-
Bruno Bauer. Mas lo que da un especial matiz al pensamien- cionen un nuevo sistema de conductas prácticas? Comte con-
to de Comte, es que se propone salvaguardar la religión como cibe la organización meticulosa del «culto sistemático de la
institución social, como «cuerpo místico», podría decir si es- humanidad» (un Delvolvé señala «las minucias del ceremo-
“pecificase sus referencias teológicas. Si es necesario, se sus- nial del culto») y decide crear «signos físicos de nuestros
cita el fetichismo con el fin de dar vida a esa comunidad; con diversos progresos espirituales». En abril de 1849, instituye
justa razón, Delvolvé habla de «neofetichismo». Según Com- Comte un nuevo calendario. El fundador de una religión debe
introducir una nueva dimensión del tiempo. Cada día, cada
te, la idea de religión se reduce a la representación del
semana y cada mes están dedicados a príncipes O a perso-
vínculo social; representación mistificada en condiciones má-
gicas, en las que la representación posee la eficacia del víncu- najes, combinando lo que él llama el culto abstracto y el
culto concreto de la humanidad. Cada semana tiene siete
lo social, al mismo tiempo que la relación social reside en la
representación misma de la sociedad. Se distingue claramen- días; cada mes se compone de cuatro semanas, y el año cons-
ta de trece meses. Los días de la semana, de lunes a domingo,
te el mecanismo de mistificación del vínculo social que
se dedican sucesivamente, al matrimonio, a la paternidad,
una a
se transmuta en vínculo afectivo. Mientras que un Fourier domesticidad, la mujer
la filiación, a la fraternidad, a la a o
imagina métodos de asociación para unir a los hombres, al amor, y a la humanidad. Los meses recapitulan los mo-
Comte espera integrar a los hombres en una Iglesia, especie mentos de la historia; así, enero está dedicado a la teocracia
de comunidad mística en la que los vivos se ponen bajo el inicial, personaje mensual, Moisés, y con personajes
con un
báculo de los muertos. Encarnando al gran ser, «el conjunto semanales: Numa, Buda, Confucio, Mahoma. Hay que obser-
de los seres pasados, futuros y presentes que concurren libre- var que Comte excluye de sus conmemoraciones a los
hom-
mente a perfeccionar el orden universal», la nueva Iglesia bres «negativos»: Lutero, Calvino, Juan Jacobo Rousseau.
asegura la subordinación del presente a lo eterno, de los vivos En 1852 se publica el catecismo en forma dialogada entre
a los muertos, de la historia al universo inmóvil.
La Sintesis el sacerdote y la mujer. Contiene la lista de los sacramentos,
subjetiva define el sentido de esa religión: «Apartando todos que son: presentación, iniciación, admisión, destino,
matri-
los prejuicios teóricos, tanto científicos como teológicos o me- monio, madurez, retiro, transformación, incorporación. La
tafísicos, propios de la iniciativa humana,la sabiduría última incorporación, por ejemplo, consiste en que el sacerdote, des-
instituye la sinergia según una síntesis basada en la simpa- pués de una investigación que dura tres años, admite o re-
tía, concibiendo toda actividad dirigida por el amor hacia la chaza definitivamente al difunto para el cuerpo de la huma-
armonía universal» (pág. 234). nidad. Comte especifica minuciosamente la organización del
Se comprende que Comte dirija contra el ateísmo las más sacerdocio. El gran sacerdote dirige dos mil colegios sacer-
virulentas críticas; ¿no tiene relaciones con el partido revo- dotales en Occidente. Calcula que necesita un sacerdote por
lucionario y con la fermentación anárquica? —mientras que cada seis mil habitantes, y da la cifra de cien mil para el
juzgará con menos severidad a la teología, en la que sola- efectivo sacerdotal de toda la tierra. Mas el catecismo prevé
mente descubre una interpretación errónea de la religión—. también que el gobierno temporal se ejercerá por los tres
Innumerables textos confiesan la admiración de Comte por principales banqueros, bajo la suprema vigilancia del poder
el catolicismo medieval, por sus papas y por sus príncipes; espiritual.
recupera una visión integrista del catolicismo. Y no cabe
Se ve que Comte se propone reactivar las «fórmulas» de
duda de que Comte habría podido subscribir el texto ponti- lareligión mediante una sobrecarga emocional, lo cual indica
ficio del Syllabus. que Comte se forma una idea bastante exacta de la religión,
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236 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 237

ya que la religión expresa, sin duda, el carácter apremiante,


obsesivo, de determinados actos de la vida cotidiana. Comte
llega a imaginar el traslado de ese potencial de tensión emo-
cional a todas las categorías de actos que le parece que han
comen estado de esbozo histórico. Con un rigor obsesionante, llena
Comte la sociedad industrial de jalones familiares, de puntos
de referencia concretos, de genios tutelares y
todo un sistema de gestos concretos —plegarias, ceremonias,
maternales;
de regenerar la vida de la sociedad. La religión se le pre- conmemoraciones, ritos— organiza los lugares de anclaje
senta como un haz de complejos afectivos que aseguran la
ritualización de la vida cotidiana según unas estructuras
afectivo, tales como la propiedad privada, la familia,el ta-
ller, etc. Se puede veryen ellos un episodio clásico de la crisis
mentales de tipo infantil. Los fieles de la religión positivista provocada por la civilización industrial. Las representacio-
no tienen acceso a las «verdades» de la ciencia, sino que se nes «familiares» quedan perturbadas, los contactos «concre-
contentan con adherirse a unas creencias cuyo contenido ha tos» con los grupos tradicionales quedan impedidos, y de ello
sido fijado autoritariamente por el sacerdocio, lo cual supone resulta una infraalimentación afectiva. La mujer es sepa-
que los fieles hayan sido sometidos a los formularios del mito rada de la familia, el obrero queda frustrado en su piedad
y del gesto mediante la ritualización afectiva. Mucho ilus- filial para con el patrón, y el ciudadano no reconoce ya el
traría comparar el ceremonial de la religión positiva con las principio paternal en el hombre de Estado. Los gestos ritua-
manifestaciones de la piedad religiosa del catolicismo francés les de la religión usual han perdido toda eficacia y no sirven
del siglo XIX. En él se ve también una especie de condicio-
ya para organizar la morada terrestre de la humanidad. La
namiento «visceral» de la religiosidad, de modo que lo sacro sociedad industrial, para asegurar su supervivencia, recurre
resulte «sensible»; basta con que pensemos en el culto ma- cada vez más al pensamiento matemático, a la técnica políti-
riano y en el que se les dispensa a los santos.
.

ca, a la abstracción jurídica y a la organización económica.


Si uno se sitúa en el movimiento de las ideas del siglo XIX, Frente a ese «malestar», Comte quiere recuperar el fetichis-
es forzoso conceder un valor de síntoma a la religión posi-
mo, como psicoterapia, para satisfacer la necesidad de «se-
tiva, y en él hay que hacer notar sobre todo el propósito de guridad» corporal y de tranquilidad emocicnal. Semejante
Comte de reactivar el fetichismo. Si se leen los textos de psicoterapia intenta poner en equilibrio ciencia y religión:
Comte, se observa la supervivencia de la sacralización en un la ciencia responde a la necesidad de especulación, mientras
inconsciente arcaico, del cual la religión del gran sacerdote
que la religión colma la actividad emocional. El proceso de
da una expresión en un mundo delirante y confuso. Pero aún abstracción va emparejado con un proceso de concretización
va más lejos su supervivencia; puede verse en ella la irrup-
afectiva; el peligro de abstracción se conjura mediante la
ción de lo irracional arcaico en la psicología de un hombre reinstitución de signos corporales. Y ello llega a invertir la
moderno en lucha contra la sociedad industrial. El desarrollo
de la sociedad industrial parece alimentar ese brote de ar-
experiencia del tiempo: la inquieta prospectiva del futuro
se reabsorbe en la oscura repetición de lo arcaico.
caísmo sacralizador, como en una reacción equilibrada en la
que un proceso de modernización se ve frenado por un pro-
ceso compensador de tipo regresivo. La lectura de Comte Las corrientes del positivismo
introduce en una estructura imaginaria y afectiva que la en los siglos XIX y XX
civilización industrial induce en el hombre moderno. Esta-
mos en presencia de un fenómeno de contramodernidad, que
consiste en pensar la modernidad al revés, de tal modo que
El positivismo, tal y como fue formulado por la «fraseo-
el desarrollo de la modernidad se transforma en una invo-
logía» de Comte, según la palabra de Stuart Mill, no se pro-
lución hacia el arcaísmo. paga en su acepción literal; por el contrario, el tema difuso
del positivismo se impondrá a un amplio sector de la opinión
Comte parece frenado por una actitud que le hace recha-
en la segunda mitad del siglo XIX. El «filósofo solitario» (Lit-
zar el futuro, por ese miedo de pensar lo que sólo existe en
tré) da el tono a la forma de pensar de una sociedad.
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4
me.

:LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 239


238 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

Citemos algunos testimonios a este respecto. Un obser- proporcionan las ciencias experimentales; que el espíritu hu-
el verba-
vador de finales del siglo XIX, Th. Ruyssen, diagnostica esa mano, en la filosofía como en la ciencia, sólo evita
«difusa» influencia de Augusto Comte como sigue: «Descon- lismo o el error si se mantiene continuamente en contacto
con la experiencia y si renuncia a todo a priori; por
último,
fianza respecto a toda metafísica, culto de la experiencia, las “cosas sí” inaccesible, y que el
creencia en la eficacia moral de la ciencia, jerarquía de las que el ámbito de en es
Tales
pensamiento sólo puede alcanzar relaciones y leyes. las doc- son,
ciencias, nociones de progreso y de evolución, subordinación más del positivismo primitivo,
natural del individuoa la sociedad, teoría de los medios, esta- apartándose cada vez

blecimiento de la moral sobre la solidaridad humana, reco- trinas de J. S. Mill, de Littré, de Spencer, de Renan e incluso
nocimiento de la grandeza social del catolicismo y de la Edad de Taine.»
La transformación de la filosofía en religión escindirá
Media, y, por último, creación de una ciencia nueva, la socio- ese grupo. Así, Littré jamás seguirá al maestro por
los ca-
logía; ésas son las grandes ideas que Augusto Comte puso en minos de la síntesis subjetiva; siente estimación por él, pero
circulación o volvió a ponerlas.
se niega a adherirse a la religión del culto positivista.
La
»Así es como, muchas veces sin saberlo, y por mediación Francia. Pero la
de Stuart Mill o de Littré, se relacionan con él filósofos pro-
-
secta religiosa no llega a propagarse en
amalgama político-ideológica de la religión positiva echará
piamente dichos, como Taine, Ribot y De Roberty en Fran- raíces en la América latina: en Brasil, en Chile y en Méjico.
cia; Spencer, Bain y Lewes en Inglaterra; Dihring, Laas, La revolución brasileña de 1881 será obra de las sectas posi-
Riehl y Lange en Alemania; fisiólogos, como Claude Bernard,
tivistas. Desde entonces, la bandera brasileña lleva como
Maudsley, Huxley y Hoeckel; filólogos, como Renan; eri- divisa: Orden y progreso. Constant, ministro de Instrucción
minologistas, como Lombroso, Garofalo y E. Ferri, y, por Pública de esa época, reforma la enseñanza de acuerdo con
último las ciencias verdaderamente modernas: antropología,
los puntos de vista de Comte.
ciencia de las religiones y sociología» (Gram. Enciclopedia).
Lo más importante, sin duda alguna, es que la filosofía
Más adelante, en 1930, D. Parodi comprueba igualmente
del positivismo reforzará y especificará una especie de acti-
que «el positivismo había dominado durante la segunda mitad tud positivista, un estado de espíritu filosófico. Esa actitud
del siglo XIX» (Del positivismo al idealismo). En su estudio
reúne muchos temas difusos: la crítica de la metafísica, de
sobre La filosofía contemporánea en Francia, publicado en
acuerdo con un kantismo superficial; la negación de la filo-
1919, D. Parodi caracteriza ese «estado mental» positivista sofía general independientemente de las ciencias exactas, y
como sigue: «Desdén hacia la metafísica; culto del hecho, de la consideración de la ciencia como un catálogo de hechos.
la experiencia y de la prueba; confianza, sin reservas, en la
Littré ayuda a comprenderla difusión del positivismo en
ciencia; exaltación de sus beneficios; esfuerzo por dar forma determinados medios de eruditos o de científicos, y también
de ciencia al estudio de los hechos morales y sociales..., ése
es el estado de espíritu que define dogmáticamente Littré,
en algunos medios «radicales» cuya influencia se ejercerá
dentro de la III República (Clemenceau tradujo el estudio de
que anima los primeros escritos de Renan y de Taine, y que Stuart Mill sobre Augusto Comte). En general, lo que escribe
caracteriza el período en el que Claude Bernard, Pasteur y
Littré no tiene la misma resonancia que los textos de Comte;
Berthelot realizan su obra.» modo más
su tono es menos profético y argumenta de un
Una formulación semejante se halla en el Vocabulario de
Lalande: riguroso. Incluso hay un desplazamiento del centro de interés
en materia política; las posiciones de Littré frente al socia-
«Se da, por extensión, el nombre de positivismo a unas
lismo son más abiertas que las de Comte. Considera el pro-
doctrinas que tienen conexión con la de Augusto Comte o que
blema social del proletariado de forma más precisa que Com-
se le parecen, a veces incluso de un modo muy remoto, y que
admiten como tesis comunes que únicamente el conocimiento te; exige a la vez la instrucción y el trabajo regular para
de los hechos es fecundo; que el prototipo de la certeza lo poder «incorporar» a los proletarios a la sociedad moderna.

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240 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

El positivismo le parece un camino medio y razonable entre


la conservación y la revolución, según el título de su obra
de 1852. Algunas fórmulas suenan de un modo extraño; así,
cuando recurre a constituir un «partido del orden» del
estarían eliminados los conservadores. Está aún de acuerdo
con Comte en el carácter religioso del hombre; en su
esa naturaleza religiosa del hombre hace saltar la

enrolar en las sectas de la religión positiva.


que

Opinión,
capa exte-
rior teológica, inaugurando así el régimen de la religión ver-
dadera. Sin embargo, se niega obstinadamente a dejarse

Con respecto a la ciencia, Littré estima que su carácter


positivo suprime la especulación filosófica. De una vez por
todas, la ciencia se ha separado de la teología y de la meta-
física. Y sin duda, ese género de positivismo engendrará
fácilmente lo que se ha llamado «cientificismo». En Francia,
ese tema difuso del positivismo se elucida en Taine, en Renan
(no solamente en El futuro de la ciencia, sino también en sus
concepciones «tecnocráticas» de un gobierno de científicos),
en fisiólogos como Claude Bernard, Magendie

las ciencias. Y eso en el siglo XIX.


y Paul Bert,
y en un químico como Berthelot. Abel Rey prolongará esa
visión positivista de la ciencia en sus estudios de filosofía de

El contenido de ese tema positivista se combina con de-


terminado tipo de idealismo, de matiz vagamente criticista.
Así, Louis Weber escribe su obra en 1903 con el siguiente
título: Hacia el positivismo por el idealismo absoluto. El
idealismo se encargaba de compensar las deficiencias filosóf-
cas de la epistemología positivista.
Hacia 1900 se observa una crítica del positivismo en
nombre de un estudio filosófico de las ciencias positivas. Esa
corriente crítica se refuerza continuamente durante los años
siguientes. Los estudios críticos de G. Milhaud, de Édouard
Le Roy, de E. Meyerson y de L. Brunschvicg prosiguen esa
investigación crítica sobre el positivismo. Meyerson ataca de
frente el legalismo de Comte, y Brunschvicg acentúa esa
demostración en La experiencia humana y la causalidad
física (1922). En el Progreso de la conciencia en la filosofía
occidental (1927), Brunschvicg la emprende sobre todo con
lo equívoco de la sociología positivista, cogida entre el análi-
sis positivo del progreso y la síntesis dogmática del orden.
El evolucionismo de Spencer añade otra matiz a la actitud

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LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE

positivista. En efecto,
5
Es

su teoría de la evolución proporciona


formulación más exacta del «progreso» en Comte (con-

Es interesante examinar el caso de Alemania. Una histo-

gel. También es verdad que con un desplazamiento del centro


de interés, más próximo a Kant, para el «empiriocriticismo»,
que a Avenarius o a E. Mach.
El tema del positivismo resurge después de la primera
guerra mundial en el movimiento del neopositivismo, invo-
cado por el Círculo de Viena. Ese tipo de positivismo es más
241

fróntese el libro de Roberty, Criticismo, positivismo y evolu-


cionismo, 1891).
ria usual de la filosofía, la de J. Hirschberger, estudia el po-
sitivismo en un capítulo titulado «El fenomenismo y sus
variedades», al lado del empirismo inglés, del neokantismo
y del pragmatismo. Desde 1869, E. Diihring, en su Historia
crítica de la filosofía, pone en primer plano a Feuerbach y a
Comte. El tema positivista, amalgamado con un residuo neo-
criticista, inspira la polémica contra el materialismo meca-
nicista de un Vogt, de un Moleschott o de un Haeckel; pero,
por otro lado, positivistas como E. Laas o como Lange o
W. Schuppe batallan contra el idealismo especulativo de He-

radical que el de Comte. Se está lejos de la perspectiva his-


tórica de la ley de los tres estados. Lo positivo es lo compro-
bable y lo susceptible de ser enunciado de forma coherente
por el lenguaje. Para M. Schlick, la metafísica es una enfer-
medad del lenguaje, que crea seudoproblemas. La única tarea
de la filosofía es la de unificar las ciencias. La Encyclopedia
for united sciences deriva de esa inspiración. Esa posición
se radicaliza aún más en un Wittgenstein; partiendo de una
teoría del lenguaje, llega a una especie de afasia en la que
el filosofar no tiene otro sentido sino el de ofrecer una psico-
terapia. Vemos, pues, que el concepto de positividad funciona
como un concepto autoradicalizador,en los parajes del nomi-
nalismo y del pragmatismo.

La significación del positivismo


El historiador de la filosofía elige una determinada pers-
pectiva para descifrar un sistema filosófico, y toda perspec-
tiva crea alineaciones, proporciones, zonas de sombra y de
3
242 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 243

luz. Es lícito interpretar la filosofía de Comte desde puntos si esos valores se impusieran desde fuera, como datos, sin
de vista diferentes. Tales son la perspectiva de la ciencia necesitar una elaboración filosófica. En cambio, lo «relativo»
positiva, la de la política positiva o la de la religión positiva. remite a un juicio de orden filosófico. Esa noción de relativo,
¿Pertenecen esos tres puntos de vista al pensamiento mismo en el sentido de un legalismo anticausalista, que excluye el
de Comte?, ¿o sólo hay dos puntos de vista, como sugiere proyecto de descubrir la esencia de las cosas, implica una
Comte cuando escribe: «Desde 1845, había yo apreciado ple- crítica del conocimiento en la que la positividad asume la
namente, bajo su santa influencia (la de Clotilde de Vaux), significación de un pensamiento antimetafísico, y ello bajo
el conjunto de mi carrera, cuya segunda mitad debía trans- la influencia de los temas del empirismo y del sensualismo
formar la filosofía en religión, así como la primera había del siglo XVIII. Ahora bien, el empirismo del siglo XVIII impo-
cambiado la ciencia en filosofía»? O, si es que hay. dos puntos ne unas prohibiciones a la especulación metafísica para ne-
de vista diferentes, Augusto Comte pasa de un punto de vista garle el acceso a la «cosa en sí», no tanto para proteger la
al otro por una serie de desplazamientos cuyo principio está obra positiva de la ciencia como para preservar el privilegio
contenido en el punto de partida. ¿No es indicativo que los de la teología cristiana. De Locke a Kant, el agnosticismo
opúsculos del comienzo traten la cuestión de la «política po- metafísico sirve ante todo para prohibirle al filósofo que exa-
sitiva»? Continuamente se ve uno remitido de un punto de mine de un.modo erítico los conceptos de Dios, de alma y-de
vista al otro; el punto de vista de la ciencia positiva se pro- sustancia, de modo que el conocimiento de las cosas sigue
pone eliminar. el sujeto pensante, pero Comte lo reintegrará siendo privilegio de la teología. Es decir, que el aspecto epis-
como sujeto afectivo. El punto de vista de la política positiva temológico de esas tesis es insignificante comparado con la
tiende a eliminar la anarquía del individuo, pero Comte reins- importancia del factor ideológico. Esas filosofías, en virtud
tituye al individuo como polo activo de la historia, en su cali- de una concepción ideológica de la sociedad y de la religión,
dad de «sacerdote» de la humanidad. El punto de vista de la encierran la ciencia en el mundo de las apariencias sensibles,
religión elimina la especulación metafísica, pero esta última sin atreverse a zanjar la disputa entre teología y ciencia,
reaparece bajo las especies de la imaginación fetichista. La positividad de la ciencia se halla, por lo tanto, subor-
Hemos de proseguir nuestra reflexión, pues la significa- dinada a la concepción filosófica de una ideología positivista:
ción de una filosofía no está tanto en el sentido que expresa la ciencia está fundada en la ideología. Desde los comienzos
la articulación de los diversos temas dentro del sistema filo- de la reflexión de Comte, se discierne el germen que va a
sófico como en la reexpedición hacia el significado de la his- desarrollarse en la «síntesis subjetiva».
toria con sus estructuras socioculturales. La significación de Mas ciñamos desde más cerca esa ideología del positivis-
la filosofía de Comte sólo puede comprenderse volviendo a mo. Para Comte, la filosofía no pretende nada más que hacer
situar esa filosofía en la coyuntura histórica de la primera el balance de la ciencia positiva. Pero desde que la filosofía es-
mitad del siglo XIX. tableció el cuadro de las «generalidades científicas», formula
Aparentemente, el proceso sonido por Comte consiste en la teoría de la mentalidad positiva, y, por ello, se asigna como
«comprobar» la «positividad» de la <iencia como un estado misión la tarea de propagar las concepciones positivistas en
de hecho que se impone a la observación histórica. Mas esa todos los medios de la sociedad. Rápidamente se da uno cuen-
«comprobación» se prolonga mediante un «análisis» socio- ta de que el espíritu positivo, entendido en el sentido de una
lógico que interpreta la ciencia como un producto histórico ideología de la vida social, no se define ya en términos epis-
de una estructura mental: la mentalidad positiva que sucede temológicos que serían inaccesibles a nuestros científicos, sino
a la mentalidad metafísica y a la mentalidad teológica. Sin que se impone desde arriba, como una creencia, a una deter-
embargo, cuando se examinan de cerca los criterios del es-. minada idea de la ciencia, sin que los hombres corrientes
píritu positivo, sólo una parte de ellos procede de la inves- puedan juzgar con conocimiento de causa. Por un lado están
tigación sociológica. Lo positivo es útil, social, práctico, como los científicos, los que saben, y por otro lado están los igno-
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LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 245

rantes, los que nada saben. Para uso de estos últimos, ofrece Ésos son los valores y las instituciones de la sociedad esta-
Comte un sucedáneo, en forma de una exposición «popular»
de la astronomía. Comte establece entre los científicos y las
blecida que deciden las normas epistemológicas de la positi-
vidad. Desde que Comte se sitúa en ese terreno, se ve obli-
multitudes una relación pedagógica de maestro a alumno, que gado a garantizar las representaciones colectivas de la ideo-
desempeña el papel de un sustitutivo de la relación de domi- logía política y religiosa de la Restauración como fase de la
nación política entre el dueño y el esclavo. En definitiva, la contrarrevolución. La religiosidad no es sino la identificación
ciencia se rehabilita como instancia dogmática, fuente de cer- confusa y oscura del individuo con las instituciones y las re-
teza absoluta, y da origen a una sociedad de «doctos» y de presentaciones colectivas que Comte presenta como fetiches
«fieles» que detentan la verdad definitiva. El positivismo vie- a la conciencia individual. Reinstaura un nuevo fetichismo
ne entonces a ser cosa del estado, el cual impone autorita- social y político como comportamiento ritual del hombre mo-
riamente esa ideología. Mas esa tarea política sólo alcanza derno; la religiosidad de Comte no tiene otro contenido más
su fin sometiéndose a la autoridad supremade la nueva reli- que los fetiches de las instituciones conservadoras y atrasa-
gión. La ciencia proporciona los cimientos de una institución das de la humanidad. Es el intento de sacralizar el pasado
religiosa: la religión de la humanidad. No basta con que la mediante una ritualización emocional.
filosofía positiva decrete el acta de la positividad como sis- Así como la ciencia aporta sobre todo una fórmula de
tema de la ciencia del siglo XIX, sino que es necesario que la dogmatismo para imponer una disciplina intelectual contra
historia misma sea canonizada y sacralizada; es función de las «divagaciones», de modo que se impida la aventura del
la nueva religión, religión de lo positivo, hipostasiada en la conocimiento, así también la religión tiende a imponer un
humanidad. Comte consigue una reedición de lo que G. Gur- orden moral mediante las virtudes conservadoras de la ins-
vitch ha llamado una «teocracia carismática», «al frente de la titución. La religión refuerza la armadura de la sociedad
cual se hallan los nuevos reyes-sacerdotes-dioses» en una so- comprimiendo las conciencias que se vieran tentadas por la
ciedad que vive «según un tiempo cíclico de carácter*místico- búsqueda de la libertad. Comte prefigura asombrosamente la
teológico». evolución del catolicismo hacia una sociedad jerarquizada
La filosofía positiva le hace a Comte descubrir que la sub- que concede al papa la infalibilidaddoctrinal. La interpreta-
jetividad pensante puede ser eliminada en beneficio de lo que ción que Comte da de la religión se conjuga con la visión
piensa la sociedad de los científicos y, detrás de ellos, el con- reaccionaria de un De Bonald o de un De Maistre, y esa con-
junto de la sociedad. Y también se identificará con el órgano junción volverá a hallarse más tarde en Maurras. A los me-
de la razón colectiva que emanade la tradición histórica. dios conservadores les gustaría retener de la religión tan
Esas observaciones dan la clave de la aparente contradic- sólo la armadura que una técnica política utiliza como corsé
ción entre la filosofía positiva y la síntesis subjetiva. El indi- ideológico. Se comprende que Comte meditase en la alianza
viduo, privado de su subjetividad por la presión de la con- del positivismo y el catolicismo para eliminar los «tres gra-
ciencia colectiva, recobra su capacidad como sujeto afectivo dos de la enfermedad moderna: el protestantismo, el deísmo
y activo de tipo religioso. ¿No es precisamente la conciencia y el escepticismo». Semejante concepción de la religión revela
religiosa esa envoltura colectiva que cubre la subjetividad un reflejo ultraconservador, expresión *de una insuperable
del individuo hasta el punto de enmascarar y de inhibir el angustia ante el movimiento revolucionario que evoca con-
libre ejercicio del pensamiento crítico? La «religiosidad» ex- mociones, desórdenes y destrucciones. Angustia que hace a
presa de un modo oscuro la confusa conciencia del vínculo Comte sensible sobre todo al aspecto de atesorámiento, de
histórico que une al:individuo a la sociedad; es el ejercicio transmisión hereditaria y de permanencia inerte en el fun-
mágico y afectivo de la conciencia social en el individuo que cionamiento de la sociedad.
ha transferido su subjetividad a la «personalidad» mítica del El fenómeno central del positivismo, allí donde se sitúa
gran ser de la humanidad. el punto de cristalización del sistema positivo, es la proble-
246 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 247

mática desinola más


ciencia; no tanto el fundamento filosófico de la Comte aportauna respuesta a un problema más grave: ¿se
ciencia, bien el de
papel la ciencia en la sociedad. puede reglamentar la ciencia?, ¿se puede crear una asocia-
Comte se empeña en escrutar las incidencias de la ciencia en ción entre la ciencia y el conservadurismo social? La res-
la sociedad y el lugar de la ciencia en la cultura. Es una puesta de Comte enuncia la reintegración de la ciencia a la
problemática común a Comte y a Kant. El filósofo hace bien religión, con riesgo de secar el pensamiento científico. Hay
en meditar en esa aventura intelectual de Comte. Todo está, en ello una especie de lógica del sistema positivista que revela
en efecto, condicionado por la apreciación de la ciencia como una problemática fundamental de la sociedad moderna. La
forma de pensamiento «positivo». El encadenamiento es rigu- supervivencia de la religión como institución, incluso aunque
roso a partir del siguiente punto: la ciencia es la suma de' los espíritus se vuelvan aparentemente hacia el ateísmo, man-
las ideas definitivas que permiten organizar para las multi- tiene un conjunto de estructuras mentales, de estereotipos
tudes un sistema estable de creencias. En lugar del pensa- intelectuales, de conductas psíquicas. El espíritu religioso
miento teórico, la sociología proporciona un criterio de apre- subsiste como mentalidad de la religiosidad, sin que las tesis
ciación del conocimiento según la forma en que las ciencias antiteológicas hagan mella en esa situación. Así Comte, mu-
funcionan en la práctica social, reducida ésta a lo que en ella
percibe una interpretación conservadora de la historia. Note-
cho antes de la invención de la religión positiva, considera
la ciencia desde el punto de vista de una mentalidad reli-
mos, de pasada, la paradójica inversión de la situación que giosa: ve en ella un rito del pensamiento, una autoridad
de ello resulta para la filosofía. La ley de los tres estados puso dogmática, un consenso social, y, para preservar esa imagen
fin a la función especulativa del pensamiento metafísico; pero de la ciencia, rechaza la interrogación teórica, que es puesta
todo sucede como si, por haber eliminado la especulación en entredicho. La forma en que Comte promulga su lista de
metafísica, la filosofía estuviese condenada a multiplicar sus prohibiciones —prohibición de la teoría, prohibición de la
tareas y sus funciones. Vemos al filósofo encargado de una democracia, prohibición de la realidad económica, etc.— per-
tarea «especial»: la tarea de estudiar las generalidades del tenece a la mentalidad religiosa: sus prohibiciones tienen
pensamiento científico, de definir una metodología y de orga- un carácter impulsivo y obsesivo, para proteger contra las
nizar una epistemología. Pero esa función deriva de un poder fobias frente a regiones demoniacas. Comte se decide a de-
espiritual que hace del filósofo el magistrado, el político, el fender la religión en el momento en que el desarrollo de las
educador y el sacerdote. En el momento en que Comte pro- ciencias pone en duda la representación que concede a la reli-
clama el fracaso del esfuerzo especulativo, el filósofo avanza gión un poder de «conocimiento» capaz de proporcionar in-
como un personaje misterioso y omnipotente. formaciones sobre la realidad. El camino seguido por el pen-
Mas por encima de la aventura personal del filósofo, la samiento de Comte revela la disyunción que separa a la
problemática de Comte aclara el comportamiento ambiguo ciencia de la religión; el trabajo teórico de la ciencia sólo
del siglo XIX ante la ciencia. La epistemología del positivismo podría «reducir» los ritos afectivos de la religión. Las «de-
sirve de estimulante para la restauración del pensamiento mostraciones» de Comte se vuelven contra su empresa que
místico-mágico. Los límites o las servidumbres impuestas a tiende a reabsorber la ciencia en la religión.
la ciencia se reflejan fatalmente en la proliferación de ideo- Añadamos que esa empresa de Comte se inscribe en una
logías extraordinariamente mistificadas. Comte había insta- visión conservadora de la cultura y de la sociedad; modifica
lado la ciencia en un ámbito de irracionalidad social que pre- Comte las piezas que componen la cultura de su época, pero
tende mantener el orden antiguo; inevitablemente queda la
ciencia sojuzgada por las ideologías más retrógradas. Diga-
no se decide a cambiar la fórmula general de esa cultura, no
queriendo cambiar la fórmula general de la sociedad que la
mos que a la ciencia no se le concede su lugar; no se la puede cultura expresa. Maneja el rompecabezas tradicional de la
confinar en los tratados o en los laboratorios, sino que ella cultura: religión, política, ciencia, filosofía, moral; lo cual
hace que oscile el conjunto de la cultura. La filosofía de supone que esos elementos subsisten de forma estable. Si la
248 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE
P

249
religión ingrediente permanente de la
es un
cuestión de suprimirla, sino únicamente decultura, no será orden. El positivismo proyecta una cruda luz sobre toda la
modo en que Comte combina la religión mejorarla. El historia de las relaciones entre la filosofía y la política. De
y la ciencia dentro Platón a Hegel, todo sucede como si la filosofía se tuviese por
de la filosofía positiva aclara la
profunda significación de la ciencia del gobierno, cuando la especulación filosófica se las
metafísica,
plosivo.
Se trata de una combinación
inestable, de un ex- ingenta en desfigurar la práctica política. Las chozas de la
La crítica de la mentalidad metafísica
suspende la realidad no han dejado de ofrecer un triste aspecto al lado
especulación metafísica, pero deja libre el desbordamiento de los maravillosos palacios de ideas. La lectura de Comte
imaginativo de la religión. El texto de Comte revela hasta obliga a una interrogación radical: ¿acepta el filósofo, de
qué punto el razonamiento metafísico se
samente de la especulación
alimenta, no preci- una vez por todas, un papel de extra, dejándose apuntar ese
metafísica, sino de los temas de papel prestado en el que remeda al hombre de Estado? En
la moral, de la política y de la religión. Enese
sentido, el cuanto a Comte, en un período dominado por la revolución,
positivismo, como un detector, pone al desnudo las
presupo- quería fundar el nuevo pacto entre la filosofía y el orden
siciones subterráneas de la metafísica tradicional. Comte ex- social. La contrarrevolución se extiende a todo el pensamien-
presa con claridad lo que los metafísicos dicen
de un modo to del siglo XIX. La razón del siglo XVIII se había impuesto la
oculto. El positivismo afila la navaja
contra el razonamiento tarea de explorar vigorosamente el mundo,y los filósofos de
de la ontología y de la teología,
pero, por ello mismo. me- esa época querían forjar instrumentos para acometer más
diante una especie de operación de
cubierto la práctica social, con susdescortezado, pone al
des- enérgicamente la empresa del conocimiento: «hallar la ver-
encasillados religiosos y dad en las ciencias». La razón del siglo XVIII sonríe compa-
morales. Si los metafísicos traducían de forma
práctica social hasta relegar la práctica social abstracta una rando, inventando, cambiando, con ese gusto de la diferencia
a la oscuridad que se complace en la movilidad de la historia. En el siglo XIX,
de algo impensado, el filósofo Comte
texto oculto de la práctica religiosa expresa con claridad el los hombres parecen llenos de estupor ante el abismo que
y moral. han abierto los acontecimientos de la Revolución. Llenos de
Hay otro punto sobre el que conviene insistir:
el destino temor, añoran la razón en su sentido doméstico, la moral y
político que Comte le asigna a la filosofía. La filosofía
tiva nos concede una especie de demostración posi- la religión, fortificadas por la política con su prohibición de
por el absurdo, franquear los límites, tanto si es para «divagar» sobre la
mostrando a qué aberraciones se condena el
pretende forzar a la filosofía a que de a luz pensador cuando sustancia de las cosas, como si es para inventar experiencias
una política. sociales. Comte es un sorprendente ejemplo de esa crispación
Recordemos el proceso del pensamiento de Comte:
la refor- conservadora, del replegamiento sobre la afectividad, con los
ma política sólo es viable si se basa en la reforma de las
creencias y de las costumbres; la filosofía complejos afectivos del fetichismo, la repulsión ante la aven-
debe asumir ese tura intelectual y la necesidad neurótica del «orden». Expe-
papel de reformaespiritual y moral,
restauración de la religión. Cosa curiosa,tenga que llegar
aunque rimenta frenéticamente la necesidad, la obsesión, de borrar
ala
ni por un instante de
Comte no duda la historia, y la recoge en un tiempo en el que el presente
que un pensador sea de inventar
capaz coincide con el pasado y con el futuro, con la esperanza de
una filosofía cuya
política.
finalidad sea inspirar a corto plazo una escapar a la ley del devenir que altera y corrompe la «natu-
Desconoce así la historicidad, tanto de la filosofía raleza» de todas las cosas. Comte desea borrar la alteridad,
como de la política, No es cierto que una filosofía pueda la diferencia, la alienación, para volver a hallar la identidad
suscitar arbitrariamentesuna política; primeramente, haría general de las cosas, la repetición de lo mismo, en virtud de
falta, además, que fuera posible elaborar una filosofía en una operación mágica del pensamiento que quiere exorcizar
una determinada coyuntura política. Ni
Comte en duda que la filosofía pueda por un instante pone el cambio. Mas si había diferencia, al menos la diferencia
de gendarmería espiritual al servicio desempeñar un papel sólo tendría sentido mediante el cuadro general de todas las
de una política del diferencias, fijas e inmóviles. A lo sumo, el cambio se reduce
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.— 17
250 LA FILOSOFIA Y LA HISTORIA LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE 251

a una combinación que resulta de la reorganización de los 1854: Cuarto tomo del Systéme de politique positive.
mismos elementos según un número fijo de determinaciones. 1855: Appel aux conservateurs.
Synthése subjective ou systeme universel des conceptions propres
:

1856:
Después de todo, el positivismo es la fórmula filosófica á Uétat normal de U'humanité.
que permite cambiar la ciencia en religión; la ciencia, desem-
barazada de todo más allá teórico de la especulación, se con- Estudios
vierte en religión privada de perspectiva teológica y reducida
a los «hechos» de la práctica religiosa: los ritos sociales. El
fenómeno del positivismo manifiesta la desaparición de la
=p LITTRÉ:
.

STUART
Auguste Comte la philosophie positive, 1863.
Auguste Comte
MILL:
et
le positivisme, 1885 (trad. por
et
Clemenceau).
filosofía bajo la apariencia de una transformación ideológica
en la que la idea de ciencia se inclina hacia la religión. A su
onr LévY-BRUHBL: Étude
.
La philosophie d' Auguste Comte, 1900.
BACHELARD: Uévolution d'un probleme de physique,
sur ca-
Comte».
pítulo IV: «Fourier et
manera, liquida Comte la filosofía, a la vez como instancia m3 ARBOUSSE-BASTIDE: La doctrine de Véducation universelle dams la
de síntesis teórica y como centro de crítica cultural. Y res- philosophie d'Auguste Comte, 1957.
taura la religión como la clave de arco de un inmovilismo
histórico para uso de la sociedad occidental del siglo XIX. El
positivismo se ofrece así como un camino de disolución de la
filosofía en no-filosofía; en su canto de cisne, el filósofo imita
PEm=s
.

.
.
DeLvoLvé: Réflexions sur la pensée comtienne, 1932
GOUHIER: La jeunesse d'Auguste Comte, 1935,
Ducassk: Méthode et intuition chez Auguste Comte, 1939.
BRUNSCHVICG: L'expérience humaine et la causalité physique, 1922;
Le progres de la conscience dans la philosophie occidentale, 1927.

una actitud política que apenas disimula el resurgimiento


de la religión bajo las trazas de una fantasmagoría neofeti-
Dra .

"
ARON: Les étapes de la pensée sociologique, 1960.
PRENANT: «Comte et Marx», en A la lumiére du marxisme.
MILHAUD: «L'idée d'ordre chez Auguste Comte», en Revue de méta-
physique et de morale, 1901.
chista. Raymond Aron se había preguntado por la actualidad
de Comte en la actual época de la sociedad industrial; deje-
mos que le responda un benévolo observador de Comte, Del-
volvé: «Llegado al término de su obra, y cuando su nombre
es ya glorioso, aparece en su verdadera figura espiritual,
solitario como un Lear en sus brezales, pontífice de la verda-
dera religión humana, escuchado con ingenua devoción por
un puñado de fieles, pero que ignora o desconoce a la sociedad
que pretende regentar.»

BIBLIOGRAFÍA

Obras

.1819: Artículo: «Séparation générale entre les opinions et les désirs».


1820: Sommaire appréciation de U'ensemble de la pensée moderne.
1822: Plan des travaux scientifiques nécessaires pour réorganiser la
société. :

1824: Systeme de politique positive.


1826: Considérations sur le pouvoir spirituel,
1830: Primer tomo del Cours de philosophie positive (la publicación
del Cours se acabó en 1842).
1844: Discours sur UPesprit positif.
1848: Discours sur Uensemble du positivisme.
1851: Systéme de politique positive, tomo 1.
1852: Catéchisme positiviste,
MAX STIRNER 253

plenamente ego, queriéndose en la positividad de su fuerza.


Toda referencia ética está ausente de esa afirmación.
El yo siempre ha sido expoliado, negado, mutilado; tanto
por los filósofos y los políticos como por los sacerdotes, los
pensadores y los doctores. La historia de la coalición de las
ideas religiosas y filosóficas es la historia de una locura colec-
tiva, de una idea fija, de una manía.
Dios, el espíritu, la moral, el hombre, el Estado, el pueblo
y la libertad, otras tantas empresas de destrucción del yo;
otras tantas imposturas, mentiras que consagran la aliena-
VIII ción de los hombres, su esclavitud en poder de fantasmas.
El yo ha sido expropiado; su propiedad ha sido consti-
MAX STIRNER
tuida en alteridad, cubierta con la etiqueta de sagrado, a fin
Por WANDA BANNOUR
de impedir toda recuperación por su legítimo propietario.
Así, la tiranía de las ideas y de las palabras ha quebrantado
«Ya la fuerza del yo.
no soy un mendigo, pero lo fui. Sin fe ni ley.»
Engañosos mitos de transmundos, de otros mundos, del
Ni fillosofía ni obra, ni incluso pensamiento, la palabra de hombre esencial, nuevo avatar del Dios bíblico. Mitos del
Stirner es insurreccional; insurrección contra las esencias, los bien, del derecho, consagrados porel Estado, mito él mismo.
ideales, los valores, en una palabra, contra la metafísica Mito de la propiedad, hábilmente explotado por los poseedo-
y
sus retoños éticos. Simultáneamente se subleva contra las res y que se apodera de los mendigos. Mito del trabajo, en
palabras en las que se consagra y se congela el fantasma. los comunistas, difundido entre los proletarios, supervivencia
Esa insurrección no se basa ni en una teoría ni en una teológica que viene a sustituir a los temas del rescate y de
la redención por el trabajo expiatorio. Mitos del mérito y de
praxis, No se basa en nada. Está dirigida en nombre de la
única realidad que existe: el yo, lo único. la suerte, que justifican la explotación del proletario y la ra-
El yo no se demuestra, no se formula, no se describe; es pacidad de los poseedores que valorizan, en su propio in-
lo impensable, lo indecible, lo que no tiene nombre. terés, el principio de la competencia. Mitos de las virtudes
Nada existe sino él: «Sólo yo tengo de abnegación y de desinterés, hábilmente manipuladas, en
un cuerpo y soy
alguien.» nombre de la ética, por los beneficiarios del sistema social.
Única realidad existente, que no se basa en nada. el yo Metafísicos, moralistas y. políticos se han coligado para
lo reivindica todo: es el único propietario. Todo le pertenece, esclavizar a los hombres; manipulan ideas y valores, con
vistas a instalar la tiranía y el despotismo.
todo es propiedad suya, no de derecho —lo cual abriría el
camino a las paciencias históricas que Stirner rechaza—, La historia de los hombres es la historia de los explota-
sino de hecho. La frase de Stirner factualiza las potenciali- dos; la historia de una larga miseria impuesta y sufrida.
dades y, por ello, suprime el estado de derecho. Pero he aquí que ha llegado la hora de la gran repulsa:
.

Las relaciones entre los yo son relaciones de interés. de «No soy ya. un mendigo, pero lo fui.»
captura y de fuerza. Para mí todo es objeto, incluidoel próji- Tan fuerte como la esclavitud material de los hombres,
mo; todo es asignable a mi interés.
El yo es egoísta, no por desviación o por accidente, sino en poder de las potencias temporales, es la esclavitud del
por naturaleza. Sólo es plenamente en la medida en que es yo en poder de ideas-fantasmas, la esclavitud interior. Del
Y VU OS .¿2ELEE) 3.9 UÉUNQ4qz0%
254 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA MAX STIRNER 255

modo que los dueños del mundo le roban al hombre nes, y no dudamos decir que, sin él, Nietzsche no habría
en
mismo forjado en un acero tan puro el martillo de su filosofía.
su vida,
así
también los ideales le roban al yo su fuerza.
Mas si el yo sacude sus cadenas, si se afirma como único Los filósofos lo han evitado como a una granada con ful-
entonces: minante. Y es que Stirner les había tomado la delantera a
todo
los regateos intelectuales y había cerrado las puertas a
«Contra mí, el innombrable, se hace añicos el reino de los
intento de transacción. Quizá aún más que los idealistas y
pensamientos, del pensar y del espíritu.»
los espiritualistas, sus contemporáneos socialistas se sintie-
Asimismo, contra el arrecife del yo se estrella el edificio visión incisiva y penetrante
von amenazados. En efecto, la
de la moral, de los derechos, de las virtudes. De Calicles a
de Stirner discernía en las declaraciones de principio lo que
Nietzsche, el camino de la protesta pasa por Stirner:
lo Desligado de toda obli-
a tienes fuerza para ser algo, tienes también derecho
, serlo.»
a
era revolucionario y lo que no
gación que lo hubiera llevado
las. más
a
era.
respetar
recientes
o a tolerar
rebeliones
la am-
contra
«Para obrar de modo personal, hay que obrar de modo bigiiedad, vio que «...
inmoral.» Dios... son insurrecciones teológicas».
Stirner, próximo en esto a Fourier, no duda en reali-
Lo que llamamos bien es el mal. Así, condenamos el robo
intenta clasificarlo
pero ¿existiría éste sin la propiedad privada? Los hombres zar separación. En vano se
al máximo la
han tardado demasiado en servirse; ya que se les niega lo bajo vagos epígrafes, como individualismo, solipsismo, anar-
quismo; Stirner no se deja encerrar en esas categorías
fan-
que les es debido, ¡que lo tomen!
tasmales.
_Predicamos el desinterés; pero el yo se asfixiaría, mo-
riría si renunciase a su interés. ¿No es precisamente para Ahistórico, no deja incluir en una historia de la filo-
se
sofía o de las ideas. Además, su perspectiva excluye
esa
extenuar al yo, para lo que se predica el desinterés? Única- de historia de las ideas.
mente el extenuado es desinteresado: denominación ideológica y fantasmal
«Unos débiles; eso son los desinteresados, y lo sabemos Para él, la historia es la historia de los hombres explotados
desde hace mucho tiempo.» por los tiranos y por la tiranía
del pensamiento, historia
la
la historia de la
de los venenos inoculados a los vivientes,
El contenido y el estilo de ese (no-) pensamiento —pues
agresión permanente de los fracasados de la vida contra una
Stirner se niega a pensar y sólo quiere ser un brotar, un
grito— son de tal violencia y de tal originalidad, que se ¿Om- prodigiosa fuerza jubiladora: la del yo. convencional a las
:

él Stirner da un sentido profundo y no


prende la resistencia experimentada frente a por los his-
toriadores de la filosofía, los cuales se desembarazan de él nociones de egoísmo y de interés, que Nietzsche, en la
direc-
ción de Stirner, revelará como fuerzas incandescentes y ge-
de un modo furtivo, prontamente, dedicándole unas pocas
líneas: fundador de la anarquía, que influyó en tal o en cual
de sus epígonos; así se escamotea una subversión tan radical
nerosas.
Último de los mendigos y primero de los hombres, Stirner
hace que aun los teóricos más revolucionarios se sientan descubre el bandidismo de los teólogos y de los filósofos; ban-
que
incómodos. didismo al que no parece poner fin el advenimiento del socia-
de
lismo, nuevo agresor del yo. Anuncia ya al salteadorhos-
Por esto,
el papel desempeñado por Stirner sólo raramen-
te es estimado en todo su alcance, que es considerable. Es el valores; él es ese salteador; acepta el crimen y se come la
tia. Por él comprendemos que la humanidad no ha salido
aún
primernihilista activo de la historia, el primero que se atre- todo el hable el lenguaje
de su larga prehistoria y que que
ve
a poner mano sacrílega sobre el edificio de la metafísica desnudo del yo, tachado en seguida de loco o de criminal,
occidental, sobre el ámbito de lo sagrado, sobre la ética.
merece la reclusión y el encarcelamiento.
Stirner denuncia sistemáticamente todas las alienaciones
mutilan la realidad humana: alienaciones políticas, Ni pensador ni filósofo, Stirner, ese hombre intempestivo,
que so-
revelació- le asesta el primer martillazo al edificio de la metafísica
occi-
ciales y psicológicas. Freud está en germen en sus
- o A DS :
Do .
S A NS eS Do
256 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA MAX STIRNER 257

dental. Pone fin


a la hegemonía de las esencias platónicas, de En realidad, el yo no debe ser considerado como un con-
la cogitans, la ley moral dentro de nuestros Corazones,
res de cepto, ni debe ser objeto de la ingestión filosófica que consiste
gritando ya —grito de alegría sin pensamiento— «¡basta!, en someter lo real a las leyes del pensamiento.
“¡basta !» y «¡aire!, ¡aire!» (Nietzsche). Pero es seguir pensando el yo, decir que sólo es un con-
Nos hace comprender que esa metafísica fue un oscuro cepto arbitrariamente utilizado por Stirner o, como se ha
laboratorio que destilaba los venenos de los ideales, fuerzas dicho con tanta frecuencia, que es el individuo.
reactivas, negadoras de la vida. No, Max Stirner no predica un nuevo evangelio seudofi-
La filosofía muere con el grito no filosófico de Stirner; losófico y no es san Max, o entonces Karl es san Karl, más
grito que nos salva del pensamiento: «Sólo el no pensar salva aún quizá que ese sobre el cual ironiza.
de los pensamientos.» Max Stirner no es un individualista; su yo no es el yo de
Stirner es quizá el único que proclamó de un modo radi- Stirner sino en la medida en que se ha vuelto a apropiar de
cal la necesidad de librar a la vida, para salvarla, del pensa- lo real, en que se ha hecho su único propietario; es el todo,
miento de los pensadores. todo revelado, conocido, poseído por la fuerza que pasa a
Quedan algunos puntos difíciles, añadiremos que difíciles través de mi cuerpo.
para los filósofos y para los jefes de Estado. La intuición de Stirner es idéntica a la de Schopenhauer:
Para el jefe de Estado, el enfrentamiento de los yo es el es la intuición de una prodigiosa energía, de una voluntad
estado de guerra permanente. Stirner no rechazaría la obje- irreductible a ninguna de las servidumbres a las que se la
ción, pero argiliría que, de todos modos, las naciones más quiere someter. Mas allí donde Schopenhauer, traicionado
democráticas no han puesto fin al estado de guerra, que no por la metafísica o más bien por la religiosidad, se vuelve
han hecho más que ocultarlo. Un Stirner contemporáneo diría contra esa fuerza para negarla, Stirner la afirma. Stirner es
un Schopenhauer que ha triunfado. En él, la voluntad de
que en nuestra época se continúa luchando —guerra caliente
o fría— con las armas del verbalismo hipócrita. Cada campo
vivir es recibida con alegría; acepta la lucha y la finitud, +l
político se entrega a agresiones contra los mendigos de la goce y la consumación.
La violencia de Stirner es la violencia impulsiva, el conato
tierra, en nombre de la democracia, del Estado, del socialis- triunfante y gozoso. Su irracionalidad es la del eso que es
mo, de la sociedad, de los derechos del hombre. La emulación
sin tener que justificarse; que no se basa en nada; que es un
verbal cubre las maniobras de la emulación balística. Se dato primitivo, intempestivo, inalienable.
lucha por el hombre, por la humanidad, por fantasmas. Fren-
Cuando Stirner nos habla de digerir la hostia para librar-
te a esa violencia que se legitima, la violencia desnuda e
se de ella, lo dice sin ninguna hipoteca a lo Huysmans,sin
ingenua del yo conserva la frescura del razonamiento de ninguna intencionalidad tortuosa de profanación, sin doblez
Calicles, hombre de vida impulsiva y pasional, frente a Sócra- sadomasoquista.
tes, hombre de los ideales y de las virtudes racionales. Res- Para Stirner, el mundo está presente; es sol, pastel, fiesta
pecto a Sócrates, tiene Stirner una actitud original y subver- en la que todo se consume y se consuma.
siva: condena su negativa de evasión; hace de Sócrates un
ser débil y fracasado; se niega violentamente a considerarlo
Stirner tuvo la audacia de destruir todo lo que retrasa,
ejemplar. lo que extenúa y aniquila la fuerza inocente y gozosa. Su ata-
Para el filósofo, dejando de momento a un lado sus reti- no respeta ni preserva nada; ni los ideales religiosos, ni
que
cencias «morales», la cuestión es saber si ese yo, ese único, los vínculos «morales» (la promesa), ni las exigencias psico-
no es la infiltración, en la palabra de Stirner, de un nuevo 4
lógicas (los compromisos amorosos). Se niega a padecer por
PE
$

fantasma. ¿Qué oculta esa afirmación de Stirner que a pri- nada ni por nadie, a «sacrificar» al individuo a la idea, lo
mera vista puede causar el efecto de un solipsismo delirante ? A
” concreto a lo abstracto, lo presente a lo futuro.
Y

x
4
$
S
yu UUU8u984a44. VyY9980808000
259
58 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA MAX STIRNER

Stirner es ya la inversión dellasplatonismo,el fin de la es- insidiosas cadenas de lo sagrado; y de esa liberación se jacta
clavización de los existentes por esencias. Sostiene Stirner el siglo de los socialismos y de los positivismos. El fiel muere
un combate encarnizado contra la idea: para renacer como sujeto racional, como ciudadano.
Filóso-
«Atacando a los pensamientos, defiendo el pellejo con- fos y políticos reaniman a los fantasmas exangúes, hacen
de contrabando a las nuevas
tra ellos.» que los antiguos valores pasen
«Sólo mediante la carne puedo sacudir la tiranía del es- ideologías. Es una verdadera óperade los mendigos (beggar's
píritu; sólo cuando un hombre comprende así su carne se opera) la que canta en las contundentes frases de Stirner.
comprende por entero, y sólo cuando se comprende por en- Sólo que, al: mismo tiempo que se revela la miserable y des-
tero es inteligente o racional.» nuda fraternidad de los mendigos de la tierra, se anuncia
Stirner precede a Sartre en la crítica del existencialismo; también su radical supresión.
su desconfianza del concepto lo lleva a superara un Feuer- La perspicacia de Stirner lo lleva a prever las inminen-
bach, incisivo en su denuncia de la alienación y, sin embar- tes mistificaciones que encierran los sistemas socialistas: sa-
go, prisionero del humanitarismo abstracto. Hay acentos de eralización del trabajo, expulsión del holgazanear, aproba-
Kierkegaard en esta frase de Stirner: ción de la escala burguesa de los valores. Prevé igualmente
«No me supongo, porque en cada instante me pongo y el nuevo Moloc, el de la productividad, y un nuevo culto, el
me creo.» de la sociedad:
Más radical que Sartre, Stirner nos pone en guardia con- «El comunismo obliga a la producción y sólo admite a los
tra la noción de libertad que, para él, forma parte de esos productores, a los artesanos.»
supremacía de socie-
fantasmas que intenta exorcizar. Vio en ella «la doctrina del «El trabajador se somete
trabajadores.»
a la una

cristianismo», una añagaza metafísica; no tengo que hacerme dad de


libre; sencillamente, tengo que ser. El trabajador, en otros tiempos esclavo de una clase, ha
Stirner rechaza «la paciencia de lo negativo», que aprue- heredado de ella unas manías, y resulta ser ahora esclavo
ba las resignaciones seculares. La dialéctica sirve los pro- de un fantasma, la sociedad, tan opresivo como sus anti-
nósitos
sacciones
de los políticos del aplazamiento y autoriza las tran-
metafísicas.
guos amos.

El impulso que anima la palabra de Stirner no es dialéc- A Stirnerle faltó poco para ver el advenimiento del socio-
tico ni dialectizable. Su violencia hace que estalle el universo logismo de Durkheim, que tan claramente ilustra sus análi-
de los simulacros, de los conceptos y de las palabras; denun- sis, en la medida en que en él se reencarnan los fantamas no
cia la represión en todas sus formas: represión interna, me- exorcizados por el positivismo de Comte. El misticismo de
diante los tabúes teológico-éticos; represión externa, por la Durkheim no habría dejado de llamar su atención, y hubiera
autoridad estatal que moviliza contra los mendigos el apa- visto en el sociólogo Durkheim al heredero del metafísico,
rato policial. Y la policía es mucho más de lo que habitual- vehículo inconsciente, él mismo, de la instancia sacerdotal.
mente se entiendetodos
por esa palabra; la policía es la autoridad En la ley de Comte de los tres estados, no habría visto un
progreso y una desalienación, sino una persistencia
ejerciéndose en los niveles: «A la policía pertenecen de las
los soldados, los funcionarios de toda índole, jueces, pedago- servidumbres y de los servilismos arcaicos bajo máscaras que
no por ser diferentes dejan de ocultar las mismas obedien-
gos, etc., en suma, toda la máquina del Estado.»
Stirner es quien con Feuerbach y Marx —y precediendo cias. Ahora, a ese linaje sacerdotal, podría añadirse además
en ese camino a Nietzsche—, denunció con la máxima ener- el personaje del tecnócrata defensor de los valores tradicio-
gía la colusión de sacerdotes, filósofos y políticos. Todos opri- nales ocultos bajo un disfraz tecnológico.
men al individuo apoyándose en fantasmales transmundos. Así, a través de la historia tal y como nos: la descubre
Es ilusoria la liberación de los que están esclavizados por las Stirner, podemos seguir el hilo rojo de las alienaciones:
260 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA -MAX STIRNER 261

alienación en la ciudadanía, efectuada ennombrede la políti- individuo, y penetrar en los profundos abismos que Freud
ca; alienación en el humanitarismo, efectuada en nombre de explorará; lo es en la medida en que fue uno de los raros
un nuevo ídolo, la humanidad; y alienación en la sociedad, fho-) pensadores que rechazan la primacía y la tiranía del
efectuada en nombre del socialismo. pensamiento, que afirman lo que se niega a ser mediatizado
por el pensamiento: el cuerpo, como única realidad; el cuer-
Habiendo expulsado todas esas servidumbres, la historia po, frente al cual todo pensamiento aparece como fantasmal.
se abre a la suprema libertad, la de un gozar sin restricción Stirner es ya el fin de la metafísica y la aurora de un eso
ni medida: que carece de forma y de nombre, que es, enla luminosa sim-
«Yo soy el punto de partida y la materia de una historia plicidad de su presencia.
nueva; de una historia del goce, después de la historia del *

sacrificio; de una historia no ya del hombre ni de la huma-


nidad, sino del yo.» BIBLIOGRAFÍA
En realidad, la impudencia de Stirner habría debido lle- Obras
varlo hacia ese punto en que la subversión radical exige la
repulsa de la historia y de sus infinitas paciencias; hacia ese Lo único y su propiedad, trad. del doctor Reclaire, París, Pauvert,
1960.
punto último que, por serel fin de los tiempos, no es, por eso
mismoel del fin del tiempo. El goce no se incluye en la tem- Estudio
poralidad histórica; hay una historia del sacrificio, pero no V. BascH: El individualismo anarquista: M. Stirner, 1904.
hay historia del goce. Falta saber si esa explosión puede aún
ser la del yo; ¿no exige, por el contrario, la explosión simul-
tánea de toda egoidad ?
Esa manía de Stirner, el yo, ¿no revela también unos mo-
dos tradicionales de pensarel individuo en las sociedades del
haber? El apego apasionado y maniaco de Stirneral yo sería
el último espasmo del principio de la propiedad privada, la
desesperada defensa del último enclave. Por otra parte, quizá
habría también una contaminación por la exaltación román-
tica del sujeto como pasión absoluta.
Los anarquistas han invocado mucho a Stirner, pero no
han retenido más que el aspecto crítico y reactivo de su pen-
samiento, que han cortaminado con gérmenes románticos
decadentes.
Pero Stirner no puede situarse al lado de Marx o de
Bakunin, ni puede insertarse en el linaje de los anarquistas.
Stirner es un pensador; es del linaje de los Pascal, de los
Dostoyevski, de los Nietzsche. Es el hombre de las fulgura-
ciones, como lo fueron Sade (aunque Stirner es un Sade ino-
cente) Artaud.
y
Sinduda, Stirner —¡él, el único! se habría guardado

de ser ejemplar. Lo es, sin embargo, en la medida en que


supo ir derecho al corazón de las fuentes de alienación del
y
UU UU

27

hombres,
pasión

emE
A Ss.
' o que
UU

Indiferente

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que le falta

Kierkegaard se
el pensador de la

poe ca que
A O, sino
isa oa vez el con
netade Kant. Rechaza Z «y
gaard

a
no
OO

a
GYGuOYyY

KIERKEGAARD
IX

nuestra época

subjetividad apasionada.
«un

el
Por Wanpa BANNOUR

proyecto mismo de la filosofía.


Qué
puedo saber?» y el «¿Qué debo
incluso
el «¿Qué puedo esperar ?».
pa fe no es un problema filosóficamente situable. El devenir
cristiano es lo única que le interesa a Kierkegaard,A? lo sitú
'

en el centro de su vida y de su obra.


Rechaza por sí mismoel calificativo de filósofo:
sente autor no tiene nada de filósofo».

aDR Ki la
e Pe
|

verdad,
me

Kierkegaard extrae su gozo de las ideas.pq.


voluptuosa del pensamiento y de la escritura.
.
no es

propone ser, en el siglo de los sistem >

gran saber no es un bien absoluto»,


sólo con Hegel, no sólo con el sis-

sino un

historia, a la comunidad política a 1


la

el problema central de Kierkegaard, pién-


nse, no es el de Kierkegaard: el individuo,
menos, si lo es,
podemos esperar de un razonamiento, es
lo que Kierkegaard nos niega: z una certeza,
imposible.
ni
no vemos que
reflexión,

centro de gra-

nos
d la
y

ataña. Pues
precisamente
que él juzga
sq e
sino

-
El
KIERKEGAARD
problema de Kierkegaard capaz de interesar en noso-
tros, no al individuo, sino al filósofo, es el del pensamiento
y el del lenguaje en quien, en nombre
niega ambos.

yecto, el de escribir, en ese admirador

como el que en Nymphenburg,


Luis de Baviera, refleja hasta el
de la verdad subjetiva,

En efecto, siendo individuo, ¿cómo escribir con palabras,


con ideas, que pertenecen a todos? ¿Cómo

sobre quien impugnó la escritura, pensar

gaard su propio eco y su propio


hacer que el pró-
jimo entienda la modulación única de la secreta subjetividad,
sin condenarse de antemano a quedar incomprendido? ¿Cómo
descubrir la verdad, que sólo puede ser subjetiva, con los
medios de la objetividad engañosa y embustera? ¿Arriesgar-
se el individuo a ser capturado por ese
que es la multitud ?

de los
tes —Sócrates y Cristo—, y que comienza por proclamar
imposibilidad de la escritura!
Doblemente curiosos y paradójicos somos nosotros, desde
el momento en que nos proponemos, como ahora,

sosia),
residencia
infinito lo

mo, la flor del corazón. Generalidad segunda,


la primera
kegaard.
marchitez de la generalidad del
en
el pensamiento. Eco del eco, sosia del sosia (siendo
del
quien
juego de
príncipe
reflejado.
caparazón de hielo, helando el primero, en Kierkegaard
que
lenguaje

Deterioro de la intimidad subjetiva de Kierkegaard, des-


floración de su secreto, volatilización del aroma de la idea,
redundancia y esterilidad, escandalosa y vana provocación.
Así es, necesariamente, toda palabra sobre el individuo
Kierkegaard.
Nuestra reflexión sobre Kierkegaard es una reflexión ver-
gonzosa y necesariamente errónea. Como
con teda honradez.
tal la presentamos,
263

monstruo sin rostro

Sin embargo, a esa tarea imposible se consagra Kierke-


gaard con una devoradora pasión.
¡ Enigmática pasión en quien, como
Kierkegaard, estima
que la vida, desde el momento en que se piensa y
está acechada por lo marchito y lo petrificado!
silenciosos
se habla,
¡Curioso pro-
vivien-
la

escribir
impugnó
Kierke-
espejos
loco,
Segundo
mis-
marchita
de Kier-
Y 0,0
264 9,9,A
FILOSOFÍA
0 0 UV
Y LA
HISTORIA
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KIERKEGAARD 265
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Le ahorraremos
al lector el énfasis que habitualmente
acompaña toda referencia biográfica sobre
a
Es un ejercicio peligroso y anhelante, un trabajo sin malla,
No hablaremos aquí ni de los Kierkegaard. en el que el abismo acecha en cada instante al cristiano,lo
problemas vinculados al padre arrastra al vertiginoso prestissimo de la segunda
-

de Sóren, el cual, sobre las heladas


estepas de Jutlandia, se sol menor de Schumann. No se le puede reprochar a Kier-
en sonata
dejó llevar a maldecir a Dios, hundiendo así en
la
espina del pecado. Confiamos suficientemente ensula carne cultura
kegaard que se haya instalado en una religiosidad beata y
analítica del lector para evitar hasta la alusión a «la espiritosa o que, al modo de Kant, haya formalizado hábil.
del padre». No lloraremos por los muerte mente el pietismo.
esponsales rotos con Regi-
na Olsen. Pasaremos en silencio
la incalificable fealdad Kierkegaard no ha eludido ni la mordedura del pecado, ni
autor, su sospechoso apego a su paraguas, su amor por del su
el abismo entrevisto de la eterna condenación, ni la terrífica
colección de tazas de té. Todo ello se ha visión del rostro coronado de espinas. Ha vivido las mil
repetido hasta el
punto de que se siente la tentación de muertes del creyente que ve a su Dios, que muere y renace.
de repetirlo inútilmente. remedarlo, más que Estuvo en Moria con Abraham; con él conoció la angustia del
Y puesto que hemos de hablar del desamparo absoluto, la soledad hasta la locura; pero tam-
kegaard, procuraremos no imitarlo y nopensamiento de Kier-
caeren la prolijidad bién con él, en el instante fulgurante, tuvo la vivencia de
que él deploraba en sus contemporáneos Dios. Más allá de lo trágico de la ética, Kierkegaard será el
y que él mismo no
supo evitar. caballero de la fe. !

Romanticismo y religión, en la noche de los profundos


abismos, se mezclan a impulsos a los que no intentaremos
Romanticismo, religión y neurosis llegar. No está dentro de nuestras posibilidades, y, además,
no es eso lo que nos proponemos. Contentémonos con señalar
Aunque
sumamente indiferente a la historia, a la ciudad que el caso de Kierkegaard ilumina con luz singular la etio-
y los hombres que la habitan,
a
Kierkegaard es hijo de su logía de esas dos neurosis sublimes, la romántica y la religio-
tiempo. Tiene todas las características del romántico, si no sa. Por inquietante que sea la colusión de una sensualidad
todos sus estigmas: la insondable
ción que se exhala en la canción, el melancolía, la desespera- enferma con el sentido del pecado y el fervor poético, salu-
Y todas esas nevermore, la nostalgia. demos de pasada al prodigio de la locura superada en y por
vivencias se expresan en un
mente dúctil y lenguaje singular- la escritura. /
poético. Antihegeliano feroz, Kierkegaard
sin embargo, hegeliano en su es,
gusto por la elucidación en
categorías, y por la extremada acuidad de la filosofía, acusada: la distracción filosófica
mismo. La atracción que experimenta haciaconciencia de sí La
lo demoniaco,
atracción fundamentalmente estética,
es la reactivación me- Kierkegaard ha recorrido el sistema —y el más acabado
diante la inteligencia (y la de Kierkegaard
está bien probada) de todos, el sistema hegeliano— y no se ha hallado en él como
de las figuras mefistofélicas esbozadas
por Goethe, Byron existente. Después de Heráclito, ha visto a todo lo viviente
y Lermontov. Su fascinación por Don Juan
ducido que seductor— es el aspecto —£fue más se- disolverse en el concepto:
su intelectualidad voluptuosa.
musical, mozartiano, de «Como el movimiento, la existencia es un comercio muy
Su sentido de lo secreto pro- difícil. Si la pienso, la suprimo y, así, no la pienso. Podría
cede tanto de Ushery de Melmoth
como del interior interiore
meo del Eclesiastés. parecer exacto decir que hay algo que se niega al pensamien-
Su religión es tan hostil a la to: la existencia. Pero la dificultad reaparece: la existencia
deducción
Dios-idea, como a la institución estereotipadaracional de un
embustera.
vuelve a establecer la conexión, por el hecho de que el sujeto
y pensante existe.» (Post-scriptum).
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—18
266 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA KIERKEGAARD 267

«Quien dice sistema, dice mundo cerrado, pero la existen- vierte la ingenuidad de lo viviente. Todo se marchita y se
cia es precisamente lo contrario.» petrifica bajo los efectos del pensamiento.
La totalidad del sistema es una totalidad pensada, abs- Aporía: el pensamiento de la vida es el agotamiento de
tracta, cerrada; es la inmanencia completa. Pero la existen- la vida.
cia es vivencia, es abertura, cualidad, salto, trascendencia. La existencia: síntesis de eterno y temporal, de infinito y
Todo pensamiento pertenece al pasado; un Hegel es tau- de finito, es radicalmente rebelde al concepto y al sistema. El
tologista y sólo habla del pasado, «... mas si la inteligencia pensamiento «... lo confunde todo al volatilizarla existencia,
del pasado debe ser la tarea suprema de un hombre que aún sin la cual está, en realidad, destinado al fracaso».
vive, ese positivismo es un escepticismo» (Post-scriptum,). Aporía: tengo que pensar la existencia impensable, sin
El pensamiento cerca a la vida, la marchita y la petrifica. la cual no hay pensamiento alguno.
El sistema introduce todas las cosas en un continuo abstrac- El individuo: grano de arena en el sistema, desde el mo-
to; pero la existencia es discontinua, induce al salto. mento en que se habla, se roba a sí mismo. Su palabra es eco
El sistema es diplomático: concilia y reconcilia. La exis- doloroso: ¡y todas esas gentes que os dicen que son como
tencia es elección, alternativa; es el «o esto... o lo otro...». vosotros!
El sistema es pacificador, confiere seguridad; la existencia De ahí la preocupación, en el individuo, por seguir siendo
A

es angustia. Sabe de las crisis agudas, de las irradiaciones, el ser oculto, lo secreto.
del instante puntual y decisivo, de los desfiladeros de la an- Esa preocupación por preservar la individualidad es in-
gustia y de los oscuros abismos de la desesperación. negablemente de inspiración cristiana: Kierkegaard toma la
La verdadera dialéctica no es la dialéctica objetiva de parábola de la oveja descarriada y recuerda que Cristo dis-
Hegel, la racionalidad del concepto que actúa en la historia, tinguía a Juan de los demás apóstoles. Desde ese momento
sino la dialéctica apasionada, cualitativa de la subjetividad. comprendemos que Kierkegaard se asfixia en el sistema he-
La historia no es el elemento del espíritu que aparece en el
geliano.
tiempo, sino algo abstracto e inexistente que ignora al pen- Ser solitario pertenece al destino del individuo; de ahí la
sador solitario que, en cada instante, puede hacerse contem- atracción que siente Kierkegaard hacia los irregulares. El
poráneo de eso que se llama pasado. ladrón, el bandido (personaje romántico que fascinará igual-
Dios no es la idea absoluta, sino una persona, Cristo, con mente a Bakunin, el cual hará de Pugatchev el modelo del
el cual vive y dialoga el individuo. La creencia no ocupa un
lugar en el sistema como momento del devenir del espíritu,
anarquista), Don Quijote, el bufón. El solitario absoluto es
el loco. Observemos que al bufón se le llama el loco del rey,
sino que es el acto del pensador solitario. Es el riesgo abso-
que Don Quijote representa el papel de loco y que la patolo-
luto, el escándalo, la imposibilidad de la certeza. En ella se gía mental tiende a hacer del criminal un alienado.
efectúa la peligrosa conjunción de la interioridad y la tras-
Es el temor a la locura lo que hace que nos lancemos al
cendencia.
sistema y que nos dejemos absorber por la fascinación del
total. Nadie quiere ser un existente individual,
El individuo, consciente de las categorías existenciales,
Lo impensable y lo indecible. La vida, las inventaría lúdicamente valiéndose de seudónimos:
la existencia, el individuo, Dios
«He hecho hablar y escuchar a la individualidad real en
La vida: «La filosofía es el ama seca de la vida» (Diario). su ficción que produce ella misma su propia concepción de la
La envuelve y la traba con pieles viejas. El filósofo es un vida representada» (Post-scriptum).
hombre en estado de desecación. El pensamiento agota las Aporía: el individuo que habla se volatiliza y volatiliza
aguas vivas, hiela las flores del corazón, contamina y per-
la verdad, la cual sólo existe en lo subjetivo.
268 LA FILOSOFIA Y LA HISTORIA
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Verdad: la verdad indica ya el carácter no verdadero de


no
ésta, SóloNola subjetividad es verdad; su elemento es la inte-
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existencial que prepara y supone a la vez la ética, pues, para
rioridad. se expresa en términos de certidumbre; «la es
ME
el ironista, la ética tiene una importancia absoluta.
«La ironía es la cultura del espíritu; sucede a la inmedia-
Incertidumbremásobjetiva, mantenida en la apropiación de la tez; luego viene lo ético, después lo humorista, y por último,
interioridad apasionada, [que] es la verdad; la más alta el espíritu religioso» (Post-seriptum).
verdad que exista para existente»
un
Aporía: el hombre de la verdad es el hombre de la igno-
(Post-scriptum). La ética es el descanso del pensamiento. Es el tiempo que
rancia (Sócrates). se ha vuelto continuo, consistente; el hombre que se ha vuelto
Dios: es el Individuo por excelencia. Así lo serio, razonable: buen esposo, buen padre, buen ciudadano.
Pascal, y así lo experimentan los filósofos de laexperimentó
existencia
Adecuación de la interioridad y la exterioridad. Seguri-
(Dostoyevski, Chestov, Berdiaev). dad de la generalidad en la que el individuo se apoya y en
La fe es una relación privada, del individuo la que es reconocido. La ética es la cuna de lo trágico. El
con Cristo.
La subjetividad apasionada del cristiano héroe trágico está en buena compañía: a sus lágrimas hacen
es el lugar único
de la verdad; verdad paradójica, cristianización eco las de las almas nobles. El individuo puede escapar a la
del existente
y encarnación de Dios; contemporaneidad del pensador reli- angustia de la interioridad solitaria expresándola en algo ex-
gioso con Cristo. o
terior.
Dios no se revela en la fulgurante extática del Mas entonces, ¿para qué va a salir el individuo de la se-
la fe es el supremo peligro, pero instante: guridad de lo general? Hay aquí un salto de lo finito a lo
infinito, una irrupción de la eternidad en la temporalidad,
allí donde crece el peligro, el surgimiento de una interioridad que se descubre, en lo re-
crece también lo que salva. pentino, que es inconmensurable con la exterioridad. Es el
(HÓLDERLIN) movimiento hacia lo absoluto, el riesgo absoluto de Abraham
Aporía:el instante de acceso a Dios es desprendimiento
del existente que, por el hecho de
sacrificando a su hijo.
El caballero de la fe debe él solo decidir si está simple-
existir, sólo halla a Dios mente en crisis o si es el caballero de la fe. Temor y temblor,
para cogerlo.
vertiginosa angustia de la libertad...
Tiempo y eternidad. Finito e infinito
Kierkegaard y la filosofía
La primera tentación es el donjuanismo, la fascinación
por el instante que se desvanece. La estética Kierkegaard provocó el rompimiento del concepto y del
demoniaco, la música. La maldición de Don Juanlo eserótico, lo
es

chado y capturado por la inteligencia. Lo ser ade. lenguaje mediante un yo existencial; de la ciénaga de la psi-
cología despejó la subjetividad; en la historia de la filosofía
erótico se refleja;
Don Juan, pensándose, no goza ya. Mas, de un modo es un acontecimiento ahistórico, un grito solitario y sin pre-

hegeliano, Kierkegaard-Don Juan comprende en la reflexión


la significación de la estética.
muy cedentes.
Mas ese grito sólo supo ser un grito. Quiso Kierkegaard
Si, como partidario de
. penhauer, aceptase la narcosis de la música, entonces, Scho-
como
hacer posible lo imposible, es decir, transmitir una vivencia
eldemonio
momento
de Lenau, tomaría su violín tendría
y en jaque al
subjetiva e intransmisible según las modalidades del pensa-
miento y del lenguaje, instrumentos por excelencia de la
reflexivo.
Pero Kierkegaard es.un Don Juan meditabundo y locuaz.
Así pierde lo inmediato del goce
transmisibilidad.
De ahí surgieron callejones sin salida y aporías en las que
y llega a la ironía, categoría chapoteó voluptuosamente, deseoso de experimentar hasta el
DUDO GVOODOA.
A
O

KIERKEGAARD 271
270 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

vértigo de la imposibilidady la fragmentación del pen-


fin el BIBLIOGRAFÍA
samiento sobre lo indecible. Para ser fieles a Kierkegaard,
habría que decir que sólo nos ha transmitido un error, pues Obras
toda palabra que tiende a la objetividad es traición de la Else-Marie Jacquet-
(Euvres complétes, trad. por Pierre-Henri Tisseau y
verdad, que es subjetividad. Tisseau, París, Éditions de POrante, 1966.
Como ya hemos indicado, ese antihegeliano es un hegelia-
no en su preocupación por distribuir en categorías las acti- Estudios
tudes de lo existente, por promover unos universales exis-
París, Albin Michel, 1958. 1948.
tenciales. Hombre todo deseo, según su propia confesión, J. HOHLENBURG: Soren Kierkegaard, d, París, Beauchesne,
pero de un deseo negado, pervertido, sublimado, que subsiste
P. MESNARD: Le vrai visage de KierkegaarYís, Editions du Seuil, 1962,
M. GRIMAULT: Kierkegaard par lui-méme, Pa
París, Vrin, 1949.
en el frenesí del lenguaje en el que la inmersión en lo absoluto J. WAHL: Études kierkegaardiennes,
es alcanzada al vuelo por la palabra.
Palabra musical, poética, toda ella de matices fugitivos;
voluptuosidad de la inteligencia, en la que la tentación de la
carne se transmite al espíritu, transmutando en retórica a
saltos la aceleración y la desaceleración vertiginosas del or-
gasmo.
Incomprendido por la multitud, desgarrado por la con-
tradicción, confundiendo el oficio de vivir con el oficio de
escribir, prolijo hasta la plétora —él, que deplora la refle-
xiva prolijidad de los modernos—, la pasión de la escritura
quemó a Kierkegaard más, quizá, que la pasión del existente
obsesionado por el devenir cristiano.
Esa desconfianza de Kierkegaard hacia el concepto y la
palabranos deja libertad para mostrarnos desconfiados res-
pecto a él; para introducir una desconfianza frente a esa des-
confianza. Y lo mismo que Abraham podía decidir libremente
si era un loco o si era un elegido, también nosotros tenemos
libertad para decidir entre un Kierkegaard caballerode la
fe o un Kierkegaard loco.
A menos que, mediante un descenso a los abismos, llegue-
mos a ese grado de incandescencia en el que ambas opcio-
nes dejan de ser alternativa para reabsorberse en el punto
de fusión en el que, junto con la posibilidad de juzgar, se
aniquila la posibilidad de la filosofía.
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BAKUNIN 218

Como Herzen, Bakunin pertenece a esa aristocracia de la


Intelligentsia que percibe el trabajo del topo en las profun-
didades del chernoziom ruso. Para él, del pensamiento al acto
no hay más que un paso, que se da tan pronto como es con-
cebido. El pensamiento no es nunca ejercicio teórico o esté-
tico, reserva y prudencia; es la antorcha que inflama, tanto
en el sentido propio como en el figurado.
Miguel Bakunin, cuyo pensamiento y cuyo destino van
unidos a la causa de la anarquía, con relación a Marx y a
XxX
Engels aparéce en una perspectiva de retirada y de desuso.
La anarquía ha envejecido; es abstracta. La distancia del
bakuninismo al marxismo se considera igual a la que separa
BAKUNIN al mito de la realidad efectiva, a la utopía, de la praxis.
Y sin embargo, en la época de la civilización de las ma-
Por Wanna BANNOUR
sas, Bakunin se acerca a Fourier por cierto tono vivo, poé-
tico y apasionado, en el que se deja oír el individuo.
morir;
Hay
pensami entose ej
pensamientos
S
ivi

e ]

SYos
acia las cimas, y otros
Filosóficamente, la reivindicación del individuo tiene mala
reputación: reúne todas las nostalgias, místicas y afectivas;
que nos empujan al abismo.
el abismo; Bakunin nos eleva. El
Schopenhauer nos en precipita es el lenguaje de lo inmediato y de la irracionalidad. Política-
uno predica la disolución mente és sospechosa: bajo una capa de humanismo, alimenta,
del ego en la gran nada; el otro
quiere salvarlo de ser aniqui-
o en el ala derecha, los liberalismos burgueses que sublevan
lado por la nada. .

la conciencia del mundo llamado «libre» contra la crueldad


Filósofo mediocre, como la mayoría de compatriotas opresiva del comunismo. Pero en el ala izquierda es vigilan-
nihilistas, Bakunin, sin embargo, alimentasus
su pensamiento cia, y recuerda la existencia del hombre amenazado tanto por
en fuentes lo bastante vivas
para sobrevivirse, aunque es el capitalismo belicista como por la burocracia de los totali-
cierto que en otros lugares distintos d el E ] 1
tarismos.
las bibliotecas.
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Precisamente en el ala izquierda se sitúa el bakuninismo,


Ese hombre fuerte, ese polemista al que la petulancia de los pequeños grupos revolucionarios
tente fondo de la rebelión; es el hombrevigoroso, apela al po-
de y la práctica de la agitación pueden ayudarnos a compren-
palabra va de la universidad a los lugares las situaciones. Su
de la rebelión, der. El bakuniínismo es mucho más que una teoría, es una
vulgada a lo largo del Don en las alforjas de los di-

de
—alumnos segunda enseñanza y estudiantes campesinos práctica; la de los revolucionarios rusos de los años sesenta
que se esfuer- y setenta, que entonces se llamaban —como se decía en mayo
zan por reanimarla llama del
pugatchevismo— y es procla- del 68, «rabiosos»>— nihilistas. Nihilistas, bakuninistas y net-
mada con orgullo por los revolucionarios
el proceso de los netchayevistas.
terroristas
cuando|
chayevistas, ésos son los términos que jalonan el proceso de
los revolucionarios de la época (Netchaiev, agitador y teó-
Lector voraz e infatigable, lo ha leído rico de la conspiración, considerado, según los puntos de vis-
todo: a los ideólo-
gos de la Revolución francesa, a los ta, como un megalómano, como un asesino o como un terro-
utopistas, a los filósofos
alemanes, a los anarquistas italianos. Tantos rista sublime).
ingeridos, tantas llamaradas de entusiasmo, de pensamientosenfermedades Antes de ser marxista, la juventud revolucionaria, en
infantiles, de erupciones violentas y
lan un temperamento de
provisionales
que reve- Rusia, fue bakuninista. El catecismo revolucionario (atribui-
agitador, a la vez lúcido y místico. do a la colaboración de Netchaiev y Bakunin) pone en mar-
274 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA BAKUNIN 275

¿podemos considerarlo pensador político, un


cha las primerasla células terroristas. La repugnancia y el odio no lo fue,
ideólogo de la revolución?
un

que inspiraba autocracia zarista eran tales que, cuanto


Digamos, primer lugar, que no hay una filosofía baku-
más violento subversivo
y era pensamiento que se propo-
el en
En
nía
provocar el derrumbamiento del régimen zarista, más ninista; que no se puede hablar de un Bakunin filósofo.
entusiasta era la acogida que se le dispensaba. efecto, su pensamiento carece de coherencia; no es un pensa-
En efecto, Marx y Engels hablan a la razón, exigen el miento deductivo, sino que, enteramente impulsivo y explo-
sivo, está, a menudo, motivado por la oportunidad élde las
si-
trabajo Bakunin comunica
y la seriedad del análisis, incitan a la paciencia his-
tuaciones cuya movilidad adopta. Pensamiento todo chispas
tórica, a sus escritos su énfasis román-
vienen a injertarse retazos
tico, su petulancia, su impaciencia. Habla al corazón de la y golpes teatrales, sobre el que
Intelligentsia,la impulsa a actos sublimes, despierta la tra- teóricos que provienen de horizontes diversos.
dición del pugatchevismo, para lanzar por los caminos, ha- Como buen hegeliano, Bakunin piensa que el espíritu es
historiador; que el hombre adviene para sí el proceso dia-
cia
los campos, unos nuevos cruzados. Bakunin era el ideólo-
léctico mediante el cual se crea
en
la humanidad racional. Como
go soñado por los amigos del pueblo; alimentaba la sed de
romántico y como moralista cristiano, piensa que el hombre
expiación y la voluntad de redención de los nihilistas.
no será lo que es, es decir, lo que debe ser,
sino en una huma-
Filosóficamente hablando, Bakunin es una marmita que nidad cariñosa, libre y educada. Piensa que debe acabar la
pone en ebullición ideas que brotan de él como una lava y alienación en todas sus formas, filosófica, religiosa, política
Marx, la alienación económica
que, en su biografía intelectual, se depositan en aluviones y económica (a diferencia de
de las demás alienaciones, mientras
estratificados.Existe el período de Schelling, el período de ocupa un lugar al lado
fundamenta las determina); que los
Fichte, el período (casi maniaco) de Hegel, y el momento que para Marx las y
de Feuerbach. Si quiere componer una obra de filosofía, es hombres, sin más dilación, deben liberarse de todas las deben opre-
naturalmente, a Comte a quien plagia. Hay en él una inge- siones y represiones que les impiden existir y ser. Que
matar a Dios, así como a su sustitutivo secular, el Estado, y
nuidad conmovedora, un «al modo de Hegel» que se manifiesta
cósmicamente incluso en las cariñosas misivas que dirige a «al hombre viejo» (esa antigualla que denuncia también
el
al fin.
sus hermanas. publicista Pisarev, un nihilista), para poder nacer irreemplazable.
Para ello es necesaria la violencia; ésta es
Bakunin, como casi todos los escritores de la época —in-
Es el bunt (la agitación) de Pugatchev, que corre pareja
con
cluso los más «demoniacos» de los nihilistas— vive religio-
samente la filosofía. Por eso afirma, exige y predica, más que el despertar de la inteligencia mediante la sensibilidad su-

blevada por las incalificables condiciones de la existencia


razona o enseña.
humana, pisoteada, escarnecida en su dignidad (Bakunin
ha
De temperamento bulímico, elimina tan pronto como in- está dentro
leído también a Kant). Al hablar así, Bakunin
giere. Sus propias contradicciones no le chocan nada. Cuando críticas
pretende ser filósofo, es plagiario, aburrido y algo rídiculo. del estilo del nihilismo de la época. En efecto, las
nihilistas recomiendan un nihilismo activo, destructor de los
Pero cuando se indigna y se subleva, su palabra toca a reba- ello
valores trasnochados y alienantes de la sociedad zarista,
to, las horcas se alzan y se blande el hacha. Hay algo de espiri-
Bakunin en los nerviosismos y en las bombas preparadas en dentro del espíritu de Fourier, algo suavizado por un

las células
revolucionarias, en los levantamientos de los cam- tualismo, del cual le es difícil desprenderse al ruso (hay una
Fou-
gran diferencia entre el Nuevo
mundo enamorado, de
pesinos durante los años setenta y ochenta, y quizá también
en la fullería en «pro de la causa», de Netchaiev, aboliendo rier y su tímida copia, ¿Qué hacer?, de Tchernychevski).
la incierta frontera que separa el sueño de la realidad. Dobroliubov, Pisarev y Tchernychevski denuncian siste-
Aquí hemos de decidir si es legítimo incluir a Bakunin máticamente la asfixia por la ideología; Bakunin da a esa
en una historia de la filosofía. ¿Fue filósofo Bakunin? Y, si denuncia un alcance práctico, y no retrocede ante la violen-
o... LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
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BAKUNIN 217
cia. Los nihilistas socavan los carcomidos valores
con rencia total frente a la ética y frente al personalismo cris-
regodea el Moloc zarista; Bakunin pone las minas que se
esta- tianos. En Bakunin se suaviza el único de Stirner; Tolstoi no
llarán en el momento que se quiera. Hay que
que decir que, en está lejos ya, y la recuperación por Berdiaev se hace posible
parte, le ayuda la suerte: tiene un nombre, dinero, relaciones, debido a una insuficiencia reflexiva y crítica.
iniciativa y audacia, así como sentido de la oportunidad. Éste Como Stirner, Bakunin se nutre del difícil pensamiento
puede llevarlo, como en su Confesión, a un desbordamiento de Feuerbach, pero en él pasan de contrabando opciones me-
servilmente masoquista que confina con la traición a los su- siánicas y eslavófilas que se alían a un romanticismo al modo
yos. Puede ser contradictoriamente patriotero, antisemita de Schiller. El Karl Moor de los Bandidos se combina con
socialista, indicando así su carencia de sentido de lo univer-y Pugatchev para inspirar un culto romántico del noble ban-
sal hegeliano. didismo, concesióna la ética que no hace Stirner, que autori-
Bakunin siente impaciencia por pasar a los
los análisis rápidos y escamoteados, un prurito actos;
de ahí za al único a servirse y a tomar, sin ninguna justificación
por la acción moral, en nombre de las meras relaciones de fuerza. Y una
que hace de él el hombrede la «gran tarde» (éste está siem- vez más, la deplorable falta de rigor de Bakunin permite a
pre dispuesto para hoy, a diferencia de los caracteres velei- éste emplear ingenuamente expresiones tan ambiguas y dis-
dosos de la novela de Turguenev, En vísperas
de...). Le re- cutibles como la de instinto (a menudo unida a la de revolu-
pugna la idea de generación sacrificada. Ese gran vividor no
puede limitarse a concebir y a preparar la revolución; la cionario) o la de natural; como los eslavófilos, Bakunin habla
del socialismo natural de las masas campesinas.
quiere en seguida; quiere ver con sus ojos y vivir esa comu- Bajo la influencia de los científicos alemanes (especial-
nidad de hombres libres y felices, la que Fourier y Feuer-
a mente de Haeckel), y como los nihilistas, Bakunin es orga-
bach lo han aficionado.
nicista. Entusiasmado por las perspectivas de futuro que se
Enemigoirreducible de todas las encarnaciones de la re- abren ante la ciencia biológica, enteramente nueva, Bakunin,
presión —Dios, el Estado, el zar,la policía—, Bakunin tiene abriendo e! camino a sociólogos del tipo de Espinas, traslada
un frenético sentido de la libertad. El
gran desorden cruel el vitalismo del ámbito biológico al ámbito social. En lo que
y gozoso, el apocalipsis del bunt campesino, el fuego y la ma-
tanza son preferibles al orden infame, defendido respecta a la sociología, Bakunin es ingenuamente positivis-
por los laca- ta. Plagiando el modelo biológico, concibe la sociedad verda-
yos del poder zarista, y a la cohorte de servidumbres inter- dera o natural como un gran organismo único, compuesto de
nas que envilecen.
A una infinita multiplicidad de células que gozan de
Dos nociones dominan la ideología de Bakunin: la
.

gran auto-
noción nomía y se asocian para asegurar al cuerpo social una vida
de individuo y la de libertad. Constituyen los
dos polos pasio- exuberante y libre. El organicismo y el culto del individuo
nales en nombre de los cuales Bakunin libra
un incesante inspiran la idea federalista y hacen que Bakunin desconfíe
combate con las instancias de la represión. mucho de toda autoridad centralizadora, sostenida por el apa-
La defensa que Bakunin hace del individuo
y de su liber- rato burocrático. Acusa a Marx de autoritarismo, y profé-
tad se debe a una repulsión casi instintiva hacia
todas las ticamente entrevé la sustitución de la burocracia zarista por
formas de esclavitud, y a un espiritualismo
religioso que fre- una burocracia roja. Discute el papel de primer plano
cuentemente aflora en los escritos de Bakunin. Ese espiritua- Marx le asigna al proletariado y defiende la espontaneidad
que
lismo compromete la repulsión; hipoteca la violencia subver- revolucionaria de las masas campesinas. Con esto altera, ade-
siva con un contenido místico
que destinó al fracaso las acti- más, el pensamiento de Marx y sobre todo el de Engels que,
vidades de los terroristas que mezclaban los
salvación personal con los de la Internacional
problemas de la en La cuestión campesina en Francia y en Alemania,
asigna
kunin le falta lo que constituye la fuerza de la
obrera. A Ba- un papel-de primer plano a los campesinos en la revolución.

Max Stirner, ese sentido de la posición del biosafirmación de Además, llevado de su mesianismo campesinófilo, Baku-
en la indife- nin sobreestima el supuesto instinto revolucionario de las ma-
278 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA BAKUNIN 279

sas campesinas. Sabido es cómo acogieron frecuentemente todos los marcos, todos los límites. «Los individuos son ina-
(con horcas y policía) a los cruzados bakuninistas. De esa prehensibles para el pensamiento, para la reflexión y para
acogida nos da alguna idea la novela de Turguenev, Tierras la palabra humana, que sólo es capaz de expresar abstrac-
vírgenes. ciones.»
El principio mismo del sufragio universal, que somete
En Bakunin, los afectos tienden continuamente a obnubi-
lar la agudeza de la reflexión; sin embargo, hay una categoría de individuos a una mayoría, es una violencia
que recono- que hay que denunciar. La tiranía no deja de ser tiranía
cerle un olfato de revolucionario
que lo hace apto para dés- cuando se ejerce en nombre de la cantidad, como cuando se
cubrir todas las fuentes de mistificación y de explotacióndel
individuo. Como Marx, descubre el carácter amañado de las
ejerce en nombre del saber. Bakunin, que también en esto
tiene una percepción muy justa de los avatares políticos del
declaraciones de derechos del hombre; execra a Rousseau positivismo, nos pone en guardia contra la tiranía de los
lo que él considera un idealismo por
abstracto, como también científicos, y presiente la futura hegemonía de los tecnócratas.
execra al jacobinismoque protege los intereses de la burgue- Aplicándole su propia expresión, pudemos decir que Ba-
sia y perpetúa el reinado de la metafísica
y del idealismo. kunin posee un instinto muy certero que le permite descubrir
Como Proudhon, cuyos puntos de vista comparte a me- todos los escamoteos de la libertad que amenazan a los hom-
nudo, advierte el carácter seudodemocrático del sufragio uni- bres. Creemos que ésta es una de las razones que le hacen
versal en el seno de las naciones, donde los intereses «de la conceder una importancia de primer rango a la agitación. La
clase dominante se cubren con el manto de la llamada demo- agitación —el buntarismo, como se decía en la época de Ba-
cracia parlamentaria: «La producción capitalista y la especu- kunin— mantiene a los hombres en estado de alerta; impide
lación de los bancos corren parejas con eso que se llama de- el adormecimiento de las mentes en los conceptos que, por
mocracia parlamentaria.» su inercia, son peligrosos para los destinos de la libertad.
Bakunin es hostil a toda empresa de planificación del Mantiene la agilidad y la movilidad de los pequeños grupos,
futuro. Muy sensible al vigor y a la espontaneidad del acon- evitando el enquistamiento de éstos mediante empresas auto-
tecimiento histórico, rechaza toda reducción de la historia a ritarias y centralizadoras. La persona del agitador es en sus
lalógica, Opta por el instante y por el riesgo, en nombre de la
pasión más intensa que existe, la de la libertad. A menudo
orígenes bakuninista. El propio Bakunin dio ejemplo de esa
movilidad del revolucionario, desplazándose por toda Europa
la confunde con la pasión de la destrucción, gracias a la cual
para atizar los gérmenes de la anarquía.
sederrumban todas las tiranías y todos los despotismos. Ba- En nombre de la filosofía, hemos de reprocharle a Baku-
kunin vive: románticamente la historia; siente la nostalgia
de los comienzos y el vértigo del crepúsculo de los dioses.
nin una gran insuficiencia teórica. Así se explica el carácter
impulsivo e incoherente de sus escritos. Sus carencias filo-
Como sus contemporáneos nihilistas, tiene fe en el adveni-
miento de un hombre nuevo, despojado de los viejos hábitos
sóficas no son imputables a lagunas de su inteligencia, sino
a defectos de carácter, Versátil e impaciente, sus elecciones
del pasado esclavista de la humanidad; de un hombre intac-
son otros tantos entusiasmos, a menudo seguidos de una
to, generoso, sin limitaciones. Ese hombre puede nacer des- brusca descompensación. Sujeto a la dostoyevstchina —una
de el momento en que se supriman las instancias
diferido su advenimiento, principalmente Dios y el que
han voluptuosa afición a la autoacusación—, es bastante certero
Estado, en sus juicios; con frecuencia presa del patrioterismo eslavo,
el Estado que, para él, es a la vez fuente de maquinaria (el
rígido aparato de la burocracia estatal) y de maquinación.
toma ojeriza y acusa por turno a los alemanes, a los fran-
ceses y a los judíos (de ahí su hosquedad frente a Marx, judío
Lo ve bajo la forma de un «inmenso cementerio»
en el y alemán), pero también a los rusos mismos.
desaparecen los individuos, o de un corruptor que acaba que por En momentos lúcido, hace muy bien su propio diagnós-
vencer a los mejores. El individuo es una fuerza
que rompe tico, deplorando y adorando a la vez su «amor a lo fantástico,
608000880929 00000 00009 Ié2QQRÉ€E€¿P
BAKUNIN 2 81
280 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA .

a las aventuras extraordinarias e inauditas, a las empresas Matériaux pour une biographie de Michel Bakounine, por Michel
et sociales,
Alexandrovitch Bakounine, Éditions nationales économiques
que abren horizontes ilimitados y cuyo resultado nadie pue- Moscú, 1923-1933,
de prever». Cartas a Herzen y a Ogarev, en ruso, Ed. Dragomanov, San Peters-
Y es muy cierto que un destino fantástico aguarda a quie- burgo, 1906.

nes arden en la loca pasión de la libertad. De Fourier y Stir- Estudios


ner a Artaud y a Reich, la gran repulsa pasa por Bakunin. Su seleccionados y presentados por F. Mung,
BAKUNIN: La liberté, textos
espíritu subversivo nos preserva del abotagamiento y del en-
tumecimiento y mantiene en nosotros la ironía y la vigilancia ora LaBakounine
París, Pauvert, 1968.
familia de los Bakunin, Moscú, 1915-1925.
en ruso,
la vie contre la science, París, Seghers, 1966.
.

H. Arvon: ou
frente a la ignominia y la gran necedad. M. NETTLAU: The life of Michael Bakounin, Londres, 1896-1900.
F. BRUPBACHmER: M. Bakounine ou le démon de la révolte (traducido
,

¿Ha envejecido realmente la anarquía? Es posible que la


falta de vigencia de Bakunin sólo sea aparente; quizá lo me- del alemán por Jean Barrué).
monde russe
M. CONFINO: Bakounine et Netchaiev, en «Les cahiers du
jor de Bakunin supo atravesar la historia conservando intac- et soviétique», 19 6, 4.” cuaderno, vol. 7.
Éditions
:

F. Rue: Michel Bakounine. De la guerre á la Commune,


UN

tas su lozanía y su virulencia. Menos sujeto que el marxismo


Anthropos, París, 1972.
a degradarse en catecismo (esa degradación que presentía
Marx cuando decía que él no era marxista), el pensamiento
de Bakunin habla a lo que en el hombre rechaza el tiempo y
la mediación; habla a la llama de la eterna juventud. Baku-
nin nos recuerda que poco importa que las ideas vivan si
mueren los hombres; nos recuerda la monstruosidad del sa-
crificio del hombre ante el concepto, la cobardía que consiste
en dejar para el futuro lo que podría dársenos en el presente,
con la condición de estar lo suficientemente vivos y de ser lo
suficientemente fuertes, lo “Buficientemente revolucionarios.
En la época de los tanques y de los lanzallamas, el baku-
ninismo es el individuo expuesto él solo, al descubierto, sobre
las barricadas; es el grito que intranquiliza a los prudentes,
a los tiranos, a los cansados; el grito que anima a las largas
marchas. Nos dice que, querámoslo o no, todos tendremos
que llegar un día a ese lugar único, que no será una tierra
prometida, sino la tierra, que no ha de prometérsenos, por-
que ya es desde ahora nuestro espacio y nuestro elemento.

BIBLIOGRAFÍA

Obras

Obras completas, en ruso, Ed. Balachov, 3 tomos, San Petersbur-


go, 1907.
Edición francesa en 6 volúmenes, París, Stock; tomo 1 (1895), con
introducción de Max Nettlau; tomos II a VI (1908 y 1913), textos
fijados y comentados por James Guillaume. :

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.--19


MM A A A
233
K. MARK Y F. ENGELS
revolución socia-
de la lucha de clases, tendiendo, mediante la
"lista y la dictadura del proletariado, a lanombre: abolición de las
materia-
clases. Esa ciencia de la historia recibió un
lismo histórico.
Verdad es que el marxismo ocupa igualmente un
lugar
de su época y, Por ello mismo, en
en la constelación teórica
historia de la filosofía,
la historia del pensamiento. En la
viene después de Hegel, el cual había ofrecido una acabada
y des-
filosofía de la historia dentro de la corriente idealista;radical-
intentado
pués de Feuerbach, quien había enderezar «cambiar
volviéndolo al hacer, de una
XI mente» a Hegel, a
«filosofía del espíritu», una «filosofía del hombre concreto».
viene Marx des-
K. MARX Y F. ENGELS En la historia del pensamiento económico, habían des-
pués de los fisiócratas, Ricardo y Smith, el
que ya
trabajo, habían
Por Nicos POULANTZAS cubierto la relación entre el valor y y ya
hablado de clases sociales.
Pero Marx no es, claro está, un simple
continuador de
Una ciencia de la historia economistas; el marxismo no es
Hegel o de los pensadores de pensamientos.
una simple transformación o
evolución esos
El marxismo nació de una conjunción que no fue for-
En lo que concierne especialmente a Hegel,
el marxismo no
tuita, Fue on
la conjunción entre el lugar de Marx y de Engels
es, como a veces se lo presenta,
una réplica de las categorías

e > Ce historia del pensamiento, y un momento histórico la


de la dialéctica hegeliana, extraídas del idealismo y trasplan-
da clases, el momento de ascensión del movimiento
tadas al materialismo. Como
sistema, constituye
toda nueva ciencia, el marxis-
una ruptura efectiva con
los
Elsegundo elemento es el determinante. En efecto, no mo, como
ordenamientos de nociones ideológicas que el le precedieron,
sólo explica también
.

cómo y por qué apareció y constituyó el mar- marxismo se


Por este mismo hecho, aunque es cierto que
se

xismo,es ofrece respuesta


la pregunta Po constelaciones teóricas

ta
sino que una
forja históricamente a partir de las
a
¿qué el marxismo? 7

cierto que cambia de terreno,


que le preceden, no es menos
El marxismo es, primer lugar, una nueva ciencia: una
en
construyéndose un objeto nuevo; lo cual implica el descubri-
de
ciencia de la historia. Como tal, el marxismo consiste en un mismo. Además,
miento de conceptos, originales en su detalle
sistema nuevos conceptos científicos que permiten tratar
esa ruptura atraviesa la obra
misma de'Marx. Existe un
un
objeto
ámbito
nuevo:
sólo
la historia,
existía
mientras que, hasta Marx,
combinación de nociones ideo-
en
corte radical entre la obra del joven Marx,
aún muy influido
madurez,
ese una
por Hegel y Feuerbach, y la
obra de Marx en su en

lógicas, unas «filosofías de la historia». El punto esencial del


tratamiento que el. marxismo da a la historia como objeto la queel marxismo se constituye como ciencia. Corte que se

destaca la Ideología alemana.


en
nuevo de eluna ciencia particular, sela expresa, de modo lapi-
historia ¿En qué consiste, en términos generales, esa ruptura?
dario, en Manifiesto comunista: de la humani-
Para la problemática teórica que precede a Marx,
especial-
dad es la historia de la lucha de clases. Así se comprende por
qué Marx y Engels, dirigentes políticos del movimiento obre-
mente la dominada por la filosofía de la historia de Hegel,
de la economía, del
los diversos ámbitos de la realidad social,
ro y fundadoresde la Primera Internacional de los Trabaja-
Estado, de la religión, del arte, etc., sus relaciones y Sus
dores, se vieron inducidos a fundaresa ciencia de la historia inteligibilidad, se fundamentan en su origen
El movimiento obrero es él mismo la expresión más Fadical principios de
898 Oo. GIA LñLAQW 285
284 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA K. MARK Y F. ENGELS

genético,a partir de un sujeto creador de la sociedad, y prin- economista. Para éste, lo económico es lo que desempeña ese

unilineal
evo totalidad circular, pensándoseautodesarrollo.
de la historia, en su Se trata papel de esencia-sujeto; el motor principal realidades so-
de la historia
e una que todas esas reali- sería el «desarrollo tecnológico», y las demás
dades están engendradas O también
por un centro, y que constituyen ciales sólo serían la expresión de ese desarrollo.
así expresiones de ese sujeto central. Envuelven la obra del joven Marx,
un sentido el marxismo humanista, vinculado a
histórico en la medida que constituyen fenómenos de una
en
es decir, a Feuerbach, y para
el cual son los individuos quie-
de la historia sería la
que se desarrolla históricamente mediante nes desempeñan ese papel;
esencia, esencia el motor
esencia humana, realizada en los individuos en busca
de proyección hacia fuera de ella misma (obje- de su
un proceso inter-
tivación, alienación) y de recuperación permanente. Ese plena realización. Lo que finalmente Cc aracteriza esas
sujeto-esencia es, para Hegel, el espíritu absoluto e para pretaciones de Marx es el historicismo: la historia'se
reduce
Feuerbach, que se contenta con «cambiar radiealmentesa a un simpleprincipio de autodesarrollo, y la lucha clases de
Hegel, el «individuo concreto». pasa a un segundo plano.
Nada de eso hallamos en Marx. En efecto, Marx rompe
con la problemática del sujeto y de la esencia bien
sea en Su
forma especulativa (Hegel), o bien en su ema empírica práctica de la filosofía
oestructura
Bci] es decir, que, finalmente, rompe con toda
pro-
Una nueva

qua OOIADRSRn.Pesdolerniandos audi da


niveles obje-
ados
Se ve, pues, que Marx, al crear la ciencia de la historia,
el materailismo histórico, desarrolló una problemática
nueva.

tivos
!
(muy sumariamente, el económico, el político y el ideo-
(

Así, proporciona en sus textos una serie de


elementos que
lógico), dentro de cuya estructura, uno de los niveles tiene conciernen a la epistemología, a las leyes dialécticas, etc., aun-

siempre un papel preponderante, un papel de determinación una exposición siste-


que sin sistematizarlos. No ha: dejado
en
última instancia, del todo. Y ese nivel preponderante es mática de la «lógica» de El capital ni de sus otras obras.
Y se
el económico. Mas lo económico no desempeña aquí el papel hecho de haber
llega así a una segunda pregunta: además del
de una
esencia-sujeto. Lo político y lo ideológico no son la creado una ciencia nueva, ¿creó Marx, también, una
nueva
simple expresión de lo económico; poseen una eficacia propia filosofía? Así se creyó durante mucho tiempo, estableciendo
la tradicional distinción entre materialismo histórico,
y una autonomía relativa. La organización obigtiva de esos la cien-
niveles determina la distribución de los «hombres» en as dialéctico, la filosofía marxista.
sociales, No hay en Marx traza de una antropología huma. cia marxista, y materialismo
De hecho, bien considerado, lo que se entiende por
materia-
nista de los «hombres» y de los «individuos»; los hombres no lismo dialéctico, generalmente y hasta aquí, en el mejor de
constituyen una esencia, sino que sólo son, históricamente
los casos ho es sino una exposición, que pretende ser siste-
el conjunto de sus determinaciones sociales. En las socieda- mática, de los principios epistemológicos y metodológicos que
desdivididas en clases, sólo existen como miembros de clases rigen el materialismo histórico. Mas, como tales, esos princi-
sociales. La historia misma no es el desarrollo unilineal de pios forman parte integrante, bien sea del materialismo la
his-
una esencia; constituye un proceso fundamentado en la lucha
tórico, o bien de otra ciencia que está constituyéndose,
de clases. Esa lucha de clases es la que, a partir de las con-
lógica. ¿Quedaría entonces la concepción materialista
del
diciones objetivas históricamente determinadas, transforma
sistem mundo? Mas ésta no es cosa del marxismo. Desde su cons-
los sistemas sociales y provoca el paso de un a social titución, el continente filosófico está atravesado por la lucha
]

e entre dos corrientes, a través de sus diferentes variantes;


Pero Marx no siempre fue comprendido así por el idealismo.
los «mar- esas corrientes son el materialismo y
xistas». Ha existido, y aún existe, toda una serie de inter- Tampoco quiere esto decir que haya que tomar al pie de
pretaciones esencialistas de Marx. Por ejemplo, el marxismo la letra la declaración de Marx, en la Ideología alemana,
K. MARK Y F. ENGELS 287
286 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
el materialismo histórico, corresponden al capitalismo
com-
Lenin ha demostrado, movimiento obrero, cuya
sobre «la muerte de la filosofía». Como petitivo y a la primera ascensión del
había que transformar revolucionaria fue la Comuna de
lo que Marx entendía por eso es que
filosofía, contraria- primera gran experiencia la
la práctica de la filosofía. En efecto, la *

París. Lenin corresponde al estadio imperialista, a orga-


función
mente a la ciencia, carece de objeto propio.
Su
nización política del proletariado a escala mundial; liberán-
con-
entre la ciencia
siste en trazar una línea de demarcación
y a la
rodean la constitución dose de la influencia «socialdemócrata» burguesa, y
las diversas nociones ideológicas que octubre. Mao
haciendo crítica de esas nociones experiencia histórica de la Revolución de
mundial del
co-
imperialis-
de una nueva ciencia, una
rresponde a la nueva fase de crisis
Por ello es que, además, las de liberación nacional y a la
que es, en último lugar, política. mo, al auge de los movimientos
grandes concepciones filosóficas (cosa distinta de las misti- bajo la dicta-
nombre) «siguieron» experiencia de la construcción del socialismo
ficaciones ideológicas que ostentan ese
matemáticas y la dura del proletariado en la Revolución china.
a la creación de las
nuevas ciencias: las
marxista consis-
física. Por lo tanto, el papel de la filosofía continuación» de
tiría en asumir ese papel de la filosofía, «a Lo económico
esa nueva ciencia que es
el materialismo histórico.
Mas el marxismo, como nueva práctica
de la filosofía, es-
de clases del prole- Para el materialismo histórico, toda sociedad está com-
pecialmente como portadora de la lucha está retrasado con rela- puesta por un conjunto de niveles específicos
con relativa
tariado con respecto a las ciencias, sólo pue- autonomía, que son, sumariamente, el económico, el político
ción al materialismo histórico. A la vez, porque histórico, y
eso
es el nivel determinante en
materialismo y el ideológico. El nivel económico
de «seguir» a la constitución del última instancia.
de orden político. Aunque esa
por toda una serie de razones Hemos de detenernos ya aquí. Ello no quiere
decir que
nueva práctica de la
filosofía existe, de manera alusiva, en lo económico que siem-
lo
dentro del estado actual en todas las formas de sociedad sea
Marx, en Engels, en Lenin y en Mao, exponer de un modo pre tenga el papel predominante,
como lo interpretaron mu-
de las cosas, difícilmente se la puede chos autores ya en vida de Marx. Marx en persona
les res-
sistemático. lo político lo que
pondió. En las sociedades esclavistas es las sociedades feu-
tiene el papel dominante, mientras que en
dales el papel dominante corresponde a lo ideológico
en su
Una teoría de la revolución
forma religiosa. Sólo en el modo de producción capitalistade-
y
donde lo económico
atendremos aquí a determinados aspec- en una formación social capitalista
es
Por lo tanto, determina-
sempeña el papel dominante, además del papel.de
nos
como ciencia de la lucha
de
tos del materialismo histórico todos modos; ción en última instancia. : ve
clases y como teoría de la revolución. Mas,
de
las sociedades
hará aquí por razón Mas entonces, ¿cómo se puede hablar, para
atenerse a Marx y a Engels, como se determinación última ins-
es ya relativa- esclavistas y feudales, de una en
de los límites y del objeto de este capítulo, histórico no Se el fun-
mente arbitrario. En efecto, el materialismo tancia de lo económico? Es, responde Marx, porque
hace
hablarse de tres grandes esclavista feudal
detuvo en Marx. En realidad, puede cionamiento mismo de la economía y
decir, de lo que se de- lo que ejerza el papel do-
etapas del materialismo histórico,Cada una de ellas está de-
es que sean lo político y lo ideológico
minante. Así, es lo económico mismo lo que exige que sea
signa como marzxismo-leninismo. Lo económico es
terminada por los nuevos elementos que haseaportado,
por la otro nivel el que tenga el papel dominante.
lo que determina el papel dominante de lo político
sitúa, y por la en las
relación con el período histórico en el que
movimiento de masas sociedades esclavistas, el de lo ideológico (de la religión)
en
relación a la experiencia histórica del
Marx y Engels, que constituyen
y de la revolución proletaria.

ad
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SR == ne
Ed

288 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA :

K. MARK Y F. ENGELS 289


las sociedades feudales y, por último, su propio papel domi- ción entre el feudalismo y el capitalismo, poseía aún sus
nante en las sociedades capitalistas.
medios de trabajo, en la gran industriacapitalista sólo posee
Mas ¿qué es, entonces, lo económico, y cómo determina
su fuerza de trabajo. La explotación tiene lugar por la simple
esos desplazamientos de la predominancia? La región eco- introducción del trabajador en el proceso de producción me-
nómica está constituida por ciertas relaciones que engloban diante el contrato de trabajo. Esa explotación se hace por la
en general las correlaciones entre los hombres y la natura- extracción indirecta del sobretrabajo, en su forma puramen-
leza la producción material. Se trata de relaciones de
en pro- te mercantil de acaparamiento de la plusvalía. Así, lo eco-
ducción, pues, en efecto, lo que aquí resulta determinante no nómico es lo que detenta aquí, además del papel de deter-
es el consumo, sino la producción misma. Son
relaciones de minación en última instancia, el papel dominante.
los agentes de producción, de los hombres, con el
objeto y Por otra parte, ese funcionamiento de lo económico, de
con los medios de trabajo (las fuerzas productivas), y así,
mediante ese rodeo, son relaciones de los hombres entre sí,
las relaciones y del proceso de producción, en el modo de
es decir, son relaciones de clase.
producción capitalista determina igualmente otra caracterís-
“tica que, según Marx y Engels, especifica ese modo de pro-
En las sociedades divididas en clases, las relaciones de ducción con relación a los modos de producción «precapita-
producción siempre están constituidas por una doble rela-
ción: a) la relación de los que
listas»: la autonomía relativa, característica de las instancias
poseen la «propiedad» real (o niveles) de ese modo de producción, especialmente de lo
—que hay que distinguir de sus formas jurídicas— con los económico (de las relaciones de producción) y de lo político
medios de producción y que, por ese mismo hecho, los con-
(del Estado). Mientras que los modos de producción «preca-
trolan, y explotan a los trabajadores —los productores direc- pitalistas», donde era necesaria la intervención directa «le
tos— arrebatándoles el sobretrabajo en diversas
formas; «razones extraeconómicas» para que el trabajador produjese
b) la relación de los no propietarios, los productores directos, $En
con los medios y con el objeto del trabajo. Epd para el explotador, están caracterizadas por un intimo entre-
Las relaciones de producción incluyen así una relación ha lazamiento de lo económico, de lo político y de lo ideológico,
el modo de producción capitalista está especificado por su
de explotación, que es una relación de clase. Mas esas rela- S
ciones no tienen la misma forma en todos los modos de
ducción. pro- i característica autonomía relativa.
Por lo tanto, en ese primernivel de las relaciones de pro-
Como ejemplo, vamos a considerar el modo de $ ducción, se ven ya aparecer las clases sociales. Lo que aquí
feudal o de servidumbre, en la que vemos
producción las determina es el lugar de los agentes sociales en el proceso
que los trabajado- de producción, que dan lugar a una relación de clase, fundada
res, aunque no tienen la propiedad real, tienen, sin embargo,
en la explotación de los trabajadores no-propietarios de los
su posesión; sus «derechos» a su
parcela y a los medios de medios de producción, por quienes controlan realmente esos
su trabajo están garantizados por todo un sistema consuetu- medios. En ese nivel, las relaciones de clase no están, pues,
dinario. En esas condiciones, nos dice
Marx, se necesitan
«razones extraeconómicas» para obligar al siervo
basadas en la cuantía de los ingresos, como creía la economía
a trabajar premarxista y como aún lo cree una gran parte de los so-
para el señor feudal, que es, sin embargo, el propietario real
ciólogos contemporáneos después de M. Weber. No se trata
de la tierra; el sobretrabajo es arrebatado de un modo directo
de una simple distinción entre «ricos» y «pobres». Las dife-
(prestación personal, contribuciones en especie), y la inter-
vención de la religión, que justifica esos «deberes» de
rencias de los ingresos sólo son un efecto del lugar de los
los tra- agentes en las relaciones de producción. Se ve ya la impor-
bajadores, es aquí decisiva. tancia del problema. No es por medio de las medidas de «re-
En cambio, en el modo de
bajador directo, el Obrero,
producción capitalista, el tra- distribución» de los ingresos, por ejemplo, mediante una «po-
está totalmente desposeído. Mien- lítica fiscal» de cualquier «Estado-Providencia», como se
tras que en el estadio de la manufactura, que es una transi- puede abolir la división de clases, sino por medio de la revo-
4

290 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA K. MARK Y F. ENGELS 291

lución socialista, que transforma las relaciones mismas de «económico» de definición de las clases sociales, sostienen que
producción, transfiriéndoles a los trabajadores mismos, entre eso sólo es cierto para el capitalismo, en el que la determi-
otras cosas, el control y la propiedad real de los medios de nación económica es la dominante, pero que es falso para los
producción. modos de producción «precapitalistas», como el feudalismo,
¿Hay que decir que, para el marxismo, sólo el criterio por ejemplo.
«económico» del lugar en las relaciones de producción basta
para determinar las clases sociales? En realidad, es un re-
proche que a menudo se le hace al marxismo, pero no es nada. Las fornraciones sociales
Para Marx y Engels, hay que hacer intervenir, en la deter-
minación de las clases sociales, a los demás niveles de la Se llega así a un problema conexo. Cada modo de pro-
realidad social, los niveles político e ideológico. Las clases ducción comprende, en las relaciones económicas, políticas e
sociales son el resultado de la división social del trabajo,
tomada en su totalidad. Fundada en la división dentro mismo
ideológicas que lo constituyen, dos clases: la explotadora,
política e ideológicamente dominante, y la explotada, domi-
de las relaciones de producción, esa división social del trabajo nada e ideológicamente sometida: amos — esclavos (modo de
repercute en el conjunto del edificio social. En ese ámbito de
las relaciones sociales, lo económico sólo tiene el papel de
producción servil), señores siervos (feudal),

capitalistas —

obreros (capitalismo). Mas un modo de producción «puro»


determinación en última instancia. La relación de explota- sólo es un esquema de análisis, que no existe como tal en la
ción de clase en el nivel económico, repercute en el nivel po-
lítico, en una relación de dominación política entre la clase
realidad. Lo que existe en la realidad histórica son socieda-
que dirige el aparato estatal que sirve a sus intereses, y la
des concretas, formaciones sociales en un momento determi-
nado: Francia, Inglaterra, Alemania, etc. Y en la compleja
clase que queda políticamente dominada y oprimida. En el realidad de una formación social concreta coexisten muchos
nivel ideológico, presenciamos una relación de sometimiento modos de producción (feudal, capitalista) y muchas formas
ideológico de la clase dominada por la clase cuya ideología, de producción (forma mercantil simple, transición entre el
cuya «cultura», cuyo «modo de vida», etc., constituyen la feudalismo y el capitalismo, capitalismo de competencia y
ideología dominante de una sociedad. capitalismo de monopolios), entendiéndose que un modo (o
Mas, en la misma medida en que, para la determinación forma) de producción domina en general sobre los demás.
de las clases sociales de un modo de producción, hay que En ese sentido es como se puede hablar de formación social
hacer intervenir a lo económico, a lo político y a lo ideo- feudal, capitalista,o capitalista monopolista. Eso es lo que
lógico, se ve ya que las clases sociales no adoptan la misma hace que, en una formación social concreta, existan más de
forma en todos los modos de producción. Esa misma forma dos clases, que proceden de los diversos modos y formas de
concreta.de su determinación depende de las relaciones de producción de esa formación. Por ejemplo, en Francia, en
predominancia que se habían señalado, entre los diversos la época de Luis Bonaparte, examinada por Marx, la bur-
niveles, en cada modo de producción. Por ejemplo, en el modo guesía, los grandes propietarios terratenientes (feudalismo),
de producción feudal, en el que lo ideológico, en su forma la clase obrera, la pequeña burguesía (forma de producción
religiosa, adopta el papel predominante, las clases sociales mercantil simple de las ciudades), los campesinos parcela:
adoptan la forma de «castas» y de «estados» de institución rios (forma de producción mercantil simple en el campo), etc.
religiosa y sagrada. En cambio, en el modo de producción Mas la referencia a lo político y a lo ideológico es igual-
capitalista, las relaciones mismas de producción adoptan el mente importante para poder identificar ahora las clases
papel predominante en la determinación de las clases socia- sociales en una formación social.: En efecto, si es cierto que,
les. Había que indicarlo, pues muchos sociólogos e historia- en una formación social, coexisten muchos modos y formas
dores, pensando que el marxismo sólo admite un criterio de producción, eso no quiere decir que en ella vuelvan'a
o - 5 e e
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292 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA P K. MARK Y F. ENGELS 293

hallarse forzosamente, tal y como son, las clases que perte- portancia estratégica es grande, pues, en circunstancias de-
necen a esos modos y formas «puros». Es que, en la lucha con- terminadas, puede ser una aliada de las masas populares en
creta de clase de una formación social, se está la lucha antiimperialista. Desde-el punto de vista económico,
en presencia
de un fenómeno de reagrupación de se distingue de la burguesía compradora, en que constituye
y polarización de las di-
versas clases en torno a las dos clases fundamentales, un capital autóctono, con intereses propios en el desarrollo
las del
modo de producción dominante. Por ejemplo, en
ción social capitalista, donde aún existe el
forma- una. industrial autónomo de un país, mientras que la burguesía
modo de producción compradora está directamente vinculada y subordinada al
feudal, se puede ver una asimilación de los grandes propieta- gran capital imperialista extranjero. Mas este criterio eco-
rios de bienes raíces del tipo feudal a la clase nómico no basta; la burguesía nacional sólo existe como frac-
capitalista.
Para poder determinar las clases distintas autónomas
y
en una formación social, hay que referirse concretamente al
nivel político e ideológico. Una clase existe así de modo dis-
¡ ción autónoma de la burguesía si posee una ideología de inde-
pendencia nacional y una organización política propia, dentro
de una posición de clase que la compromete prácticamente
tinto en una formación social si tiene efectos
importantes en en formas de lucha antiimperialista.
sa nivel político e ideológico. Por ejemplo, en Alemania,
los comienzos del siglo Xx, los grandes señores feudales
en -
El caso es análogo para las capas de clase que, sin em-
de bargo, se distinguen de las fracciones de clase, pues las capas
Prusia, los Junkers, tenían una existencia autónoma de clase, de clase no tienen, en general, el papel político autónomo que
y HO formaban simplemente parte de la burguesía, como una
fracción de ésta, entre otras, en la medida en
desempeñan las fracciones de clase. Tomemos el casode la
que mandaban aristocracia obrera, que, según Lenin, es una capa de la clase
por completo en esa pieza esencial del
aparato estatal de obrera, basé social del fenómeno socialdemócrata. Aunque la
Alemania, que era el ejército: la Reichswehr.,
También puede tomarse el famoso ejemplo de los
aristocracia obrera tiene una base económica, pues puede
campe- estar constituida por los obreros mejor pagados, mediante
sinos parcelarios en Francia, en
tiempo de Luis Bonaparte, “los elevados salarios que la burguesía imperialista puede per-
del cual trata Marx en El 18 de brumario.. mitirse distribuir a una parte de la clase obrera de los países
Los campesinos
parcelarios elconstituían, esa época de Bonaparte, una clase
en imperialistas, debido a los beneficios que saca de las colonias,
distinta en campo, en la medida en que su éRistencia eco- ; ese criterio económico no basta para diferenciar a la aristo-
nómica que,
por lo demás, bastaría para diluirlos en la clase - cracia obrera. Para eso es necesario que tenga, en su con-
de campesinos pobres, se traducía concretamente, en el
los
junto, una ideología de colaboración de clase, y que sostenga
sipe
gel apolítico, forma particular de Estado
por esa
que el
E
enteramente partidos que son «agentes» de la burguesía en
E ohapartisaocampesinos
era
del que Marx demuestra su la clase obrera,
como son los partidos socialdemócratas. Ello.
s
parcelarios. puede ocurrir, pero no forzosamente. En
muchos países im-
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Ideol ógi c o perialistas, ese calificados
.

mente ya igual- es
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as fracciones las y con gran frecuencia,
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de la lucha de clase
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en del proletariado,
En ese caso, ese conjuntono puede consi-

capas. Á veces,los
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eriterdos a pS en
bastan para discernir
ómicos
y derarse una aristocracia obrera,
de la clase obrera.
es decir, uma distinta
capa

fracciones de clase. Ése es especialmente el caso de las


:

esas
fracciones de la burguesía, capital industrial, capital comer-
cial, gran capital, capital mediano. Mas no siempre así. es
Tomemos el delcaso de la burguesía nacional, en el estadio
imperialista, que han hablado Lenin y Mao, y cuya im-

ES Y
la
no
294 LA

La lucha de clases
FILOSOFÍA

Vengamos ahora a
efecto, la originalidad de
Y LA HISTORIA

la cuestión de la lucha de clase. En


Marx y de Engels no está en haber
descubierto la existencia de las clases. Como el propio Marx
confiesa claramente, otros autores ya habían hablado, antes
que él, de clases sociales. La originalidad de Marx consiste
en haber descubierto el campo de la lucha de clase.

ser
Ello quiere decir que las clases no existen, y no pueden
captadas en su mutuo aislamiento. Las clases sociales no
están dadas; sólo existen en sus oposiciones, lo cual deter-
mina el campo de la lucha de clase, constituida por intereses
y por prácticas antagonistas. Se trata de las contradicciones
de clase, en el sentido más simple de la palabra.
Primeramente en el nivel económico. Se trata de las con-
tradicciones y antagonismos de clase fundados en la relación
económica de explotación. Lo cual se traduce por la lucha
económica de clase, por prácticas económicas antagónicas,
que, en la lucha de la clase obrera, adoptan esencialmente la
forma de la lucha sindical.

y
Luego en el nivel político. Se trata de las contradicciones
antagonismos de clase con respecto al poder de Estado y
al aparato de Estado, que derivan de la relación de domina-
ción política, en la medida en que el Estado consagra y de-
fiende los intereses de la clase o. de las clases dominantes. Se
trata de la lucha política de clase. La clase obrera, mediante
una organización política autónoma, lucha por conquistar el
poder de Estado y por destruir el aparato de Estado burgués,
mediante la revolución socialista.
Por último, en el nivel ideológico. La lucha ideológica que
deriva de la relación de hegemonía y de inculcación ideológica
en que la clase dominante mantiene a las clases populares,
mediante el sesgo de la ideología dominante en una sociedad;
ideología que es, por regla general, la de la clase dominante.
Claro que, en el campo unificado de la lucha de clases,
constituido por el conjunto de las contradicciones de clase, la
lucha económica, la lucha política y la lucha ideológica,
aunque relativamente distintas, están siempre íntimamente
vinculadas. Mas lo que no está decidido de una vez por todas
es bajo la primacía de cuál de esas diferentes luchas se ar-
que sea la lucha

reses más
en
radicales...»

El poder

guesa, >
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En efecto,
clases, y

A
económico-sindical
en la lucha de la clase obrera,
sindicatos que pretenden ser
sólo dirigen la lucha eco nómica;
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unionismo. En ese caso, la


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prende asimismo una serie de


estado «práctico» en sus
K. MARK Y F. ENGELS

ticulan. Aquí es donde Lenin, profundizando el


de Marx, ha especificado las cosas. Puede ser,
la que

articulada sobre la lucha política, pero

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ostente

E a ra:e
olítica burguesa es, la que p:revalece; limitarse
lucha económica (trade-unionismo
íti
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lítica del adversario. Mas Lenin,


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de la clase obrera,
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dad la necesidad fundamental de la Cp RO A

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general, satisfacerse mediante transformaciones política

Mas la herramienta teórica de Marx y de

primeramente en
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en una

fracciones de clase, el terren o

de clase dominantes, constituidas en


con respecto al Estado: el bloque
pietarios terratenientes, burguesía
.

desarrolla
conceptos,
políticas, qu EA
y
delimitar con más precisión el campo de la lue a po a
entre las diversas clases y fracciones de paid a
posición política,
aparato
: del Estado.
su
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clase. En efecto, pueden hacerse distinciones import es

a E a, según
está ocupado por una so0 la clase o fracción. En ella,
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los estadios y las fases, se llan muchas clases o


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53

obras

práctica política
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el ámbito de la dominación
formación social compuesta por morsa
formación capitalista, en la que la c
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comerciante, burguesía
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2968 FILOSOFIA Y LA HISTORIA K. MARK Y F. ENGELS 297

dustrial, burguesía financiera, gran capital” monopolista, ca- capitalismo de monopolio, en el imperialismo, a menudo se
pital medio, burguesía compradora, burguesía nacional. Pero comprueba que el gran capital monopolista es el que cons-
ello no quiere decir que el poder de Estado esté «repartido» tituye la fracción económicamente dominante, mientras que
de un modo «equilibrado» entre esas clases y fracciones. Lo no ha logrado aún desalojar al capital medio de su lugar
que, en general, se comprueba es que una clase o fracción, de fracción hegemónica.
de entre esas clases y fracciones políticamente dominantes, En una formación capitalista, esos desfases se deben final-
logra imponer su dirección al bloque en el poder, controlando mente a la relativa autonomía entre lo económico y lo polí-
realmente los aparatos decisivos del Estado, y unificando el tico, que la especifica con respecto a las sociedades «preca-
bloque en el poder bajo su égida. Ésa es la clase o fracción pitalistas», y a las formas concretas que adopta la lucha de
hegemónica, que cambia según los estadios y las fases, según clases y de fracciones de clase que la componen.
la coyuntura y según las formas de Estado. Por lo tanto, hay
que distinguir entre clases o fracciones políticamente domi-
nantes y clase o fracción hegemónica. La lucha política
Aún es más; hay que distinguir entre clase o fracción
hegemónica y clase o fracción reinante. La clase o fracción Ahora habría que insistir en los problemas de la lucha
reinante es la que ocupa Fous primeros puestos en la escena de clases dentro de una coyuntura determinada. En efecto,
política, en ella se reclutan las «cimas» del personal político. en una formación social, la lucha de clase se condensa en
La clase o fracción reinante puede no identificarse con la he- unas coyunturas políticas determinadas, siempre originales,
gemónica. Marx mostró especialmente que, durante determi- que circunscriben el «momento actual» de una sociedad en
nado período, en Inglaterra es la burguesía industrial la que la que se desarrolla la lucha política de clase. A ese respecto,
constituye la fracción hegemónica, mientras que la aristo- el problema esencial es que todas las clases o fracciones so-
cracia terrateniente es la que constituye la clase reinante; ciales distintas que existen en una formación social, no par-
y mientras la burguesía industrial dominaba realmente el ticipan forzosamente ni, lo que es más, con el mismo título,
Parlamento, que entonces constituía la pieza esencial del en la coyuntura política del momento. No constituyen todas,
aparato del Estade, el alto personal político, las «cimas» del forzosamente, fuerzas sociales. Las fuerzas sociales son, en
ejército, de la diplomacia, etc., se reclutaban en el seno de efecto, esencialmente las clases y fracciones de clase que, en
la aristocracia terrateniente. Incluso puede decirse que, ex- determinado momento, desempeñan un papel político deci-
cepcionalmente, el lugar de la clase reinante -puede no estar sivo, determinando así una coyuntura. Sobre todo, puede su-
ocupado simplemente por una clase políticamente dominante, ceder que determinadas clases y fracciones de una formación
sino incluso por una clase que no forme parte del bloque en el social estén, por diversas razones, relativamente ausentes en
-poder; ése es especialmente el caso de la: pequeña burguesía una coyuntura política.
en el breve primer período del fascismo en el poder. Ahora bien, ¿qué es lo que distingue a las clases o frac-
Por último, lo que a veces también puede comprobarse ciones de clase, de las fuerzas sociales efectivas en un mo-
es un desfase entre la clase o fracción económicamente do- mento determinado? o, en otros términos, ¿cuáles son las
minante, y la.clase o fracción hegemónica. Por ejemplo, en condiciones que deben cumplir esas clases y fracciones para
Francia, antes de la Revolución francesa, era la burguesía constituir fuerzas sociales efectivas? Para Marx y Engels,
la que dominaba económicamente, pues era la clase econó-
y luego para Lenin, esa pregunta procede del ámbito de
micamente dominante, mientras que la aristocracia terra- la organización política, y por lo tanto, del de la estrategía.
teniente era la que constituía la clase hegemónica. O también, En efecto, para poder hablar de clases y fracciones de clases
durante el período de transición, dentro de -una formación
distintas, no basta ya limitarse a lo económico, sino que hay
capitalista, del estadio del capitalismo «de competencia» al que referirse a los efectos de esas clases en los niveles po-
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—20

treo
K. MARN Y F. ENGELS 299
298 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
queña burguesía durante el segundo período del fascismo en
lítico e ideológico. Mas esos efectos conciernen al umbral de el poder), pueden, sin embargo, desempeñar a veces un papel
existencia de una clase o fracción. Para que ésta se erija en especial, el de clases de apoyo de una forma de Estado o de
fuerza social efectiva, se necesita «algo más» que esos sim- régimen. Ello significa que, incluso aunque esas clases no
ples efectos, algo como una organización política autónoma son, en ese caso, efectivas fuerzas sociales, pueden
aportar
de poder.
que le permita intervenir en las relaciones un «apoyo» masivo a unos aparatos estatales y a unas orga-
Lo cual concierne principalmente a las clases sociales dis- representan in-
en formación nizaciones políticas que, sin embargo, no sus
tintas de las dos clases fundamentales una ca-
tereses reales. Aunque no intervengan de un modo autónomo
pitalista, la burguesía y el proletariado, y que presentan, en
en la coyuntura, y aunque no sean fuerzas sociales, porque,
general, semejante organización; especialmente a la pequeña ello no impide
en ese caso, van a remolque de la burguesía,
burguesía y a las diversas clases del campo. que, el apoyo que, por razones esencialmente ideológicas,
Tomemos el caso de antes, de los campesinos parcelarios elemento im-
efectiva clase aportan al aparato de Estado, siga siendo un
en la época del bonapartismo. Constituian una bona-
social distinta, en la medida existencia económica portante. Ése es el caso del campesino parcelario en el
partismo, y el de la pequeña burguesía durante el segundo
en que su
se expresaba mediante el fenómeno político particular del
bonapartismo. Pero Luis Bonaparte no constituía en modo período del fascismo en el poder. Y la situación conjetural
de esas clases, como clases de apoyo, es importante, pues,
alguno un auténtico «representante» del campesinado par- en ese caso, aliadas objetivas de la clase dominante,
no ofrece
celario, pues no defendía ninguno de sus intereses propios. alianza clara y declarada; ofrece el cariz de un apoyo a
El bonapartismo constituía la organización política efectiva una
dominante no la re-
unos aparatos cuya relación con la clase
de la burguesía industrial. No puede así decirse que los alianza lleva consigo con-
el velan esas clases. Y también, esa
campesinos parcelarios constituyeron, al menos durante en tradicciones muy notorias.
bonapartismo, una efectiva fuerza social que se tradujese
poder político propio, en la coyuntura bonapartista. ¿Hay que decir que la organización política de que se
trata, en cuanto a las fuerzas sociales, debe adoptar necesa-
un
El caso se presenta igualmente con la pequeña burguesía.
Constituyendouna clase social en las formaciones capitalis- riamente la forma de un partido político propio? Sólo sucede
tas, experimenta grandes dificultades para ser organizada así para la clase obrera, la cual, y ése fue el objetivo de la
políticamente de un modo autónomo, pues constituye: una cla- lucha política de la vida de Marx y de Engels, sólo puede
política propia largo ser erigida como fuerza social mediante
el cauce de su orga-
se «intermedia», que no tiene posición
a

inclina» del lado de la burguesía nización en un partido revolucionario. Mas no es ése forzosa-
plazo, y que «se unas veces
está fracciones sociales; su
obrera. En esos casos no mente el caso de las demás clases
y otras del lado de la clase
y
constituida como fuerza social. Pero se encuentran a menudo organización política, condición de su emergencia como fuer-
la coyuntura, alcance esa zas sociales, puede igualmente
el de otros
casos en los que, por razón de pasar por cauce

organización, constituyéndose como fuerza social. Véase, aparatos de Estado, distintos de los partidos políticos. Ése
como ejemplo, la pequeña burguesía progresista en Francia, fue especialmente, por un tiempo, el caso de la pequeña bur-
por el cauce deljacobinismo y del partido radical en el si- guesía francesa, incluso después que el partido radical toma-
glo xIx, o la pequeña burguesía reaccionaria, de Alemania ra su matiz de representación de los intereses
del capital me-
y de Italia, durante el primer período'del
fascismo, por el dio. Dominaba en el aparato escolar francés, que funcionó
partido no había to- político de la
eauce del partido fascista, cuando este durante un tiempo como efectivo organizador
mado aún el matiz decisivo de representación de los intereses
pequeña burguesía francesa. Otro ejemplo: los grandes pro-
del gran capital. pietarios terratenientes de Prusia oriental antes del fascismo,
fuer-
Mas, incluso cuando esas clases no se han erigido en én adelante fracción de la burguesía, pero que funcionaba
zas sociales (campesinos parcelarios en el bonapartismo, pe-
0640 0.0(.QN!.(_.$. QM. PRP.¿pQL.44
300 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA
K. MARK Y F. ENGELS 301
como efectiva fuerza social, aunque no poseía partido propio,
porque dominaba al ejército, el cual representaba política- Estado es así un Estado de clase. Sus diversas funciones
mente los intereses reales de esa fracción, y funcionaba como siempre están determinadas por los intereses de la clase o de
su «organización» política. las clases en el poder, las que detentan el poder de Estado.
Mas, por ello mismo, se ve que la relación entre el Estado
y esas clases es una relación objetiva y compleja. El Estado
El Estado y la conquista del poder no es, como lo ha considerado una larga tradición marxista,
un simple «instrumento» en manos de las clases dominantes,
Habría ahora que llegar al problema del Estado, cuestión completamente creado, y manipulable a voluntad, por éstas.
central para el materialismo histórico. Esa concepción «instrumentalista» del Estado descuida, en
En efecto, ¿cuál es, según el marxismo, el papel del Es- efecto, lo cual no hicieron Marx, Engels ni Lenin, las fun-
tado en una formación social? ciones objetivas del Estado con respecto a la formación social
El Estado tiene como papel fundamental el de mantener en su conjunto: El Estado es la expresión de la lucha de cla-
la cohesión de una formación social dividida en clases. De- ses, cuya complejidad se ha comprobado. Está en relación
tenta también funciones a la vez económicas, políticas e ideo- con el conjunto de las clases en lucha: clases hegemónicas,
lógicas. Para ser más exactos, el Estado asegura la reproduc- dominantes, reinantes, clases de apoyo y clases dominadas.
ción de las «condiciones» de la producción, y de ese modo, la Aunque, en primero y último lugar, consagre la dominación
reproducción de las relaciones sociales. El Estado desempeña, de clase, sin embargo, especialmente en el caso de las forma-
por lo tanto, un papel enteramente decisivo y especial. De ciones capitalistas, posee una autonomíarelativa con respec-
modo que no es por casualidad que Marx y Engels conside- to a las clases y fracciones dominantes. Obligado por la lucha
ran al Estado como el objetivo específico de la lucha política de las masas populares, puede tomar medidas de compromiso
y de la lucha revolucionaria. Y ello en contra del anarcosin- que, a corto plazo, vayan contra los intereses de las clases
dicalismo y del sindicalismo revolucionario, que considera- dominantes, y contra la voluntad de éstas, a fin de servir me-
rían la conquista del poder en las fábricas como el objetivo jor su interés político a largo plazo. Por otra parte, frente
primordial de la lucha revolucionaria. Esos análisis de Marx a un bloque en el poder, atravesado por contradicciones in-
y de Engels los reanudará Lenin; la cuestión fundamental ternas, puede tomar medidas que, a cortó plazo, vayan contra
de toda revolución, proclamará, es la del Estado. los intereses de tal o cual clase o fracción en el poder, a fin
Sin embargo, habría que precisar en seguida una cues- de realizar su interés político general. l

tión importante. Que el Estado desempeñe funciones econó- Marx y Engels incluso catalogaron algunas coyunturas
micas —que fiscalice, que intervenga en la industrialización, precisas en las que el Estado adopta una relativa autonomía,
etcétera—, funciones políticas y funciones ideológicas: que especialmente importante y característica con respecto a las
derivan de su papel de cohesión de una formación social, no clases y fracciones dominantes. Es el caso en que las fuerzas
quiere decir, ni mucho menos, que esas funciones sean «neu- sociales fundamentales de una formación están en una rela-
trales». En efecto, el Estado aparece como aparato especí- ción de «equilibrio» o «próximas a equilibrarse». Ése es espe-
fico, en las sociedades divididas en clases; es decir, en las cialmente el caso del Estado absolutista antes de la revolu-
sociedades caracterizadas por la dominación política de clase. ción burguesa, donde la burguesía y la nobleza terrateniente
El Estado mantiene la cohesión del sistema caracterizado por están en situación de «equilibrio» de fuerzas —caso de Fran-
esa dominación; por lo tanto, mantiene, en último análisis, cia y de Gran Bretaña—,; el caso del Estado de Bismark, que
la dominación de clase. El Estado está así, y por ello mismo, dirige la «revolución desde arriba» de la burguesía alemana
en relación objetiva con los intereses políticos de la clase o en una situación de equilibrio de las fuerzas entre la bur-
de las clases dominantes. No existe Estado «neutral»; todo guesía y los Junkers; y es también el caso del bonapartismo,
localizado en una situación de «equilibrio», aunque esta vez
K. MARK Y F. ENGELS -

303
302 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA 9

que incluso, como lo mostróLenin, médiante el cauce del


entre la burguesía y la clase obrera. Todo ello no quiere de-
4
Y

Estado, y en determinadas coyunturas, puede constituirse en


cir que, en casos de especial autonomía relativa —pues
el efectiva fuerza social.
del poder
Estado posee siempre un margen de autonomía—, Corres- Mas la cuestión del Estado no se limita a la
pondiente a un equilibrio de las fuerzas, el Estado sea neu-
de Estado; ahora habría que inclinarse sobre la cuestión pro-
tral y esté por encima de las clases; sigue siendo un Estado
pia del aparato de Estado. En efecto, Marx y Engels lo su-

de clase. Lo cual quiere decir que, en esos Casos, el Estado escritos


brayaron constantemente, especialmente en sus so-

dirige un «juego» de compromiso particular frente a las fuer- bre la Comuna de París, una revolución socialista no implica
zas equilibradas, a fin de consagrar mejor la
dominación de solamente que el proletariado tome el poder de Estado;
im-
la clase. plica también que el proletariado,al hacerlo, «rompe» el apa-
Por otra parte, esas consideraciones nos permiten exami- rato de Estado burgués, transformándolo radicalmente,
en

nar a plena luz el problema planteado por los


miembros y estructura si-
burocracia la medida en que unos aparatos, que en su
por el personal de los aparatos de Estado: la encarnar un poder político
guen siendo burgueses, no pueden
por
el
administrativa, por cuerpo profesional del ejército, etc. En
obrero.
relación el aparato de Estado las clases do- el apa-
efecto, la entre y
El Estado está compuesto, en primer lugar, por
minantes es una relación objetiva: no se debe directa ni rato represivo de Estado, que es el que desempeña
las fun-
indirectamente al origen social, ni incluso a la pertenen- ciones del Estado en el principal aspecto de la represión físi-
cia a una clase, de los miembros del aparato de Estado. En núcleo central del Estado, está
ca organizada. Ese aparato,
otros términos, en el caso de un Estado capitalista, no es policía, la
necesario probar que el personal político, las «cimas» y el
compuesto por ramas especializadas: el ejército, la
del Estado,
magistratura, la administración. Núcleo central
personal intermedio del aparato de Estado son de origen Es- so-
ese aparato represivo presenta una
unidad centralizada, muy
cial burgués, para probar la relación objetiva entre el subsis-
fuerte, lo cual permite considerarlo como un efectivo
tado capitalista y la burguesía. En efecto, puede darse el
caso, pero también puede que no se de; se han
sibles desfases entre tlase dominante y clase
cambio, el hecho de que, a menudo, los miembros
visto los po-
reinante.
del
En
aparato
Oz tema dentro del sistema de los aparatos
Pero el Estado comprende
signarse como aparatos ideológicos
igualmente
estatales.
lo que puede de-
de Estado. Es un aspecto
problema que sólo ha sido tratado de pasada por Marx
de Estado no sean de origen social burgués, no es una prueba del
Gramsci para que se tratara
de que el Estado capitalista no sirve los intereses de la bur- y Engels; hubo que esperar a
esa cuestión a fondo. En efecto,
la dominación política no
guesía. la represión;
Pero los límites y las posibilidades de la relativa autono- puede efectuarse únicamente por el cauce de decisiva de la
la dominación estatal implica la intervención
mía del Estado cirecunscriben igualmente los límites y las
.

la ideo-
posibilidades de relativa autonomía del personal estatal con ideología que legitima esa represión. Por otra parte, únicamen-
dominante, existen
respecto a las clases dominantes; ése es el problema esencial logía de clase, y la ideología no
encarna en las
de la «burocracia». Incluso puede decirse que, precisamente, te en las «ideas»; la ideología se realiza y se
ideológicos de Es-
el pertenecer al aparato de Estado confiere al personal de instituciones o aparatos. Son los aparatos
uni- tado, a saber, unos aparatos que desempeñan ideológica:
el papel del
ese aparato una relativa autonomía de acción, y una
dad interna a pesar del origen social y de la pertenencia de Estado en el aspecto principal de la inculcación
reli-
clase, en general muy diversas, de ese personal. Dicho per- el aparato escolar (universidades y escuelas), el aparato
(los diversos
sonal constituye entonces lo que se puede designar como cd- gioso (las diversas Iglesias), el aparato político de infor-
tegoría social; una categoría social que es, así, distinta de las partidos políticos), el aparato sindical, el aparato
clases, fracciones y capas de clase, en cuanto está principal- mación (radio, televisión, prensa), etc.
mente delimitada por su pertenencia al aparato estatal, y
89U888uuyaa 808699g9g9g93g99we
304 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA K. MARK Y F. ENGELS 305

Hay que observar que esos aparatos constituyen unos de poder del capital mediano; es, además, una de las razones
aparatos de Estado (a excepción, claro está, de las organi- de la decadencia del Parlamento bajo el capitalismo mono-
zaciones revolucionarias y de lucha de clase), independiente-
mente del hecho de que, desde el punto de vista
formal, tie- e: aún; especialmente en lo que concierne a los aparatos
nen un carácter «público» o «privado». El carácter
«público»
—nacionalizado— o «privado» de un aparato ideológico, es
ideológicos que, por
mía, más amplia que
su función, poseen una relativa
la del aparato represivo, se comprueba
mono
un carácter jurídico, es decir, formal,
que no cambia nada
de su apariencia estructural al aparato de Estado.
que a veces pueden constituir sedes de poder de clases que
incluso no forman parte de las clases dominantes. Ése es a
Las relaciones concretas entre los diversos aparatos
ramas del Estado dependen de las modalidades
precisas de
y veces el caso de la
zas y de los compromisos
pequeña burguesía,
concertados
por razón de las
aan
entre ella y el bloque
la lucha de clases. Se había comprobado especialmente
que dominante. Especialmente en Francia, donde, por razones
el terreno de la dominación política no está
ocupado única- históricas, esos compromisos tuvieron mucha inpartancia, el
mente por la clase o fracción hegemónica, sino por un con- sistema escolar constituyó durante mucho tiempo ato
un apar
junto de clases o fracciones dominantes, por ello mismo, las
relaciones contradictorias entre esas clases y fracciones se
de Estado «cedido», en cierto modo, a la pequeña burguesía.
expresan, como relaciones de poder, dentro de los aparatos
Pequeña burguesía que ha estado
del
así, durante mucho tiempo,
sistema.
erigida en clase de apoyo
y de sus ramas. Ello quiere decir que esos aparatos y ramas Mas, sin embargo, no quiere eso decir que el Estado
no cristalizan todos el poder de la clase o fracción
capi
hegemó-
nica, pero pueden expresar el poder y los intereses de otras
talista constituya un conjunto de piezas sueltas, que expre-

clases o fracciones dominantes. En este sentido es como


san un «reparto» del poder político entre diversas clases y
pue- fracciones. Muy al contrario, el Estado capitalista
expresa
de hablarse de una relativa autonomía de los diversos
ratos y ramas entre sí, dentro del sistema estatal, de
y
relativa autonomía del conjunto del Estado con respecto a
apa-
una
siempre, más allá de las contradicciones
aparatos, una unidad interna propia, que es una unidas
DAe
de dentro

la clase o fracción hegemónica.


poder de clase: el de la clase o fracción hegemónica. Mas ello

Tomemos unos ejemplos. En el caso de una alianza o de


se realiza de un modo complejo. El funcionamiento del sis-
tema estatal está, en efecto, asegurado por el predominio de
un compromiso burguesía-aristocracia
terrateniente, en los algunos aparatos o ramas sobre los demás. Y la rama h apa-
comienzos del capitalismo, la administración burocrática cen- rato que predomina es, por regla general, la que constituye
tral constituyó la sede del poder de la burguesía, mientras
que la Iglesia —la Iglesia católica especialmente— continuó
la sede del poderde la clase o fracción hegemónica. hace Eso
constituyendo la sede del poder de la aristocracia terrate- que, en caso de una modificación dehegemonía,
la se esté en
niente. Otros desfases semejantes pueden aparecer también
presencia de las modificaciones y de desplazamientos
los de
entre las ramas mismas del aparato represivo;
predominio de ciertos aparatos y ramas los
hacia demás. Esos
en Alemania, entre las dos
por ejemplo,
guerras y antes del advenimiento
desplazamientos determinan, además,
de formas de
los cambios de las for-
mas de Estado y las régimen.
del nazismo,el ejército era la sede del poder de los Se ve bien que todo análisis concreto de una situación
grandes
o

propietarios de bienes raíces, y la magistratura lo era del debe tomar a la vez en consideración las relaciones de lucha
poder del gran capital, mientras que la administración se
repartía entre el capital grande y el mediano. En los casos
de clase y las relaciones reales de poder dentro de los apara-
de transición hacia la hegemonía del gran capital, frecuente-
tos estatales, relaciones reales que, en general, están ocultas
mente fueron la administración y el ejército
bajo las apariencias constitucionales formales. Además, el
quienes consti- análisis preciso de las relaciones de poder, dentro de los apa-
tuyeron su sede de poder (el «complejo militar-industrial»),
mientras que el Parlamento continuaba constituyendo la sede ratos, puede ayudarnos a localizar, de un modo exacto, la
fracción hegemónica. Por ejemplo, comprobando el predomi-
E ES > Sd S >

306 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

nio de un aparato o de sobre los demás, y compro-


una rama
bando igualmente específicos a los que sirve de
los intereses
modo predominante, se pueden sacar conclusiones acerca de
la fracción hegemónica. Mas siempre se trata aquí de un mé-
todo dialéctico. En efecto, por otro lado, localizando, en el
conjunto de las relaciones de una sociedad, la fracción hege-
mónica y sus relaciones privilegiadas con un aparato o con
una rama, se puede responder a la pregunta: ¿cuál es el apa-
rato que domina en el Estado?, es decir, el aparato a través
del cual la fracción hegemónica maneja las palancas de man-
do reales del Estado. CONCLUSIÓN
Mas es igualmente claro que, en la compleja relación lu-
cha de clases/aparatos, es la lucha de clase la que desempeña ha transformado. Desde ahora
el papel principal. No son las modificaciones «instituciona-
La práctica filosófica se estudios
se imponen otras tareas.
Como lo mostrarán los que
les» las que tienen como consecuencia los «movimientos so- contemporáneas del éxito de la con-
analizan las doctrinas
ciales», como creen toda una serie de sociólogos «institucio- cepción científica e industrial del mundo —objeto de la se-
nalistas»; es la lucha de clases la que determina las modifi- gunda parte del presente volumen de esta se apoya en
HISTORIA -PE LA
caciones de los aparatos.
FILOSOFÍA—, la tradición (que, en adelante,
una

historia de la filosofía basada en garantías eruditas) se re-

BIBLIOGRAFÍA siste a esa renovación. Recibe ahora, sin que haya en ello
universita-
la
menor ambigiiedad, la garantía
de la institución
Obras ria, especialmente en Francia y en Alemania. Los descen-
dientes de Víctor Cousin ya no tienen que luchar ni que usar
Edición completa, en lengua alemana: K. Marx-F, ENGELS: Werke,
Berlín oriental, a partir de 1948, de ardides; en el tercer tercio del siglo XIX, la enseñanza de
En lengua francesa, la edición más completa es la de las U/uvres la filosofía ha ocupado «el lugar» de la
educación religiosa,
complétes, Ediciones Costes, traducidas en su mayoría por J. Molitor, cierto que con algún «arrojo» (hasta tal punto es cierto que
publicadas entre las dos guerras. incluido el de Agustín y el de To-
La mayor parte de las obras de Marx y de Engels se pueden hallar el razonamiento filosófico,
:

las Ediciones sociales. el orden es-


en francés, en varios editores, especialmente en más de Aquino, nunca dice enteramente lo que
no pueden ya
pera de él). Sin embargo, hay problemasque basta
Estudios eludirse. La amabilidad espiritualista no ya para re-
ducirlos. Intentemos clasificarlos esquemáticamente.

Or
.

.
ALTHUSSER: Pour Marx, Maspéro, 1966.
ALTHUSSER-E. BALIBAR: Lire le Capital, Maspéro, 1970.
AXELOS: Marx —
penseur de la technique, Editions de Minuit, 1961.
BETTELHEIM: Calcul économique et formes de propriété, Maspéro,
.

1970,
Está la cuestión de la ciencia física en su
relación con la
filosofía. Sin duda no es cuestión de mantener la perspectiva
fundamen-
cartesiana, según la cual, la filosofía es radical y
> CHATELET: Logos et praxis, SEDES, 1962. :

-CorNU; Karl Marx et Friedrich Engels, P. U. F., 4 vols. publicados.


.

tante. El enfoque positivista es aún menos aclaratorio:


el de-
J.-Y. CALvVez: La pensée de Karl Marx, Seuil, 1956, en la segunda
H. LEFEBVRE:; Le matérialisme dialectique, P. U. F., 1945. sarrollo de las ciencias formales y naturales, extremada
La sociologie de K. Marx, P. U. F., 1970. mitad del siglo pasado, pone de manifiesto la po-
N. POULANTZAS: Pouvoir politique et classes sociales, Maspéro, 1968. Comte; las crisis que

breza de la interpretación de Augusto


las nue-
pronto surgirán, las transformaciones que imponen
vas disciplinas, la microquímica,
firman su certificado de de-
wear Y >

CONCLUSIÓN 309
308 LA FILOSOFÍA Y LA HISTORIA

función. Desde ese momento se impone la «vuelta a Kant».


sófico se deshace y se disocia. Incansablemente, la institución
universitaria se dedica a volver a unir los fragmentos y a
¿En qué condiciones es practicable esa recuperación de los reconstruir una historia tranquilizadora. La cuestión está
principios críticos, habiéndose renovado el estatuto de las definitivamente perdida. Hay que esperar; la segunda parte
prácticas científicas? Ésta es la primera cuestión. del tomo evoca empresas valerosas e interesantes, pero es
severo...
La segunda concierne a la posición de lo existente, de la
individualidad, del querer, del deseo, de la pasión. La reduc- Severo, excepto el sol nietzscheano que comienza a bri-
ción hegeliana ha sido excesiva y, por ello, insultante. Puso llar, deshaciendo todos los entumecimientos y todos los can-
a la subjetividad en su lugar, que es menor. Desconoció la
sancios, que quema con sus rayos a los ídolos marchitos, la
fuerza de afirmación que ella desencadena. El satisfecit se verdad y el bien, invocados por el orden establecido.
le otorgaría a Hegel si el Estado moderno, en su generalidad,
aportase la satisfacción mínima al individuo convertido en FRANCOIS CHATELET
ciudadano. Pero ¿quién alcanza realmente la satisfacción,
quién mide la parte del deseo y la de la voluntad, el registro
de la miseria y el de la plenitud? ¿Quién puede decirse ale-
gremente yo? El poder tecnocrático de la razón demostrativa
tropieza con algo irreductible: el descontento. Sade y Fou-
rier vuelven al ataque

En el seno de esa problemática realista se define el mate-


rialismo histórico. Sus orígenes son fundamentalmente idea-
listas. K. Marx y F. Engels son unos intelectuales serios, que
reflexionan sobre las lecciones del idealismo alemán, sobre
los estudios de la economía inglesa y sobre los ensueños y
las acciones atrevidas del socialismo francés. Esperan una
revolución teórica decisiva. Abren una interrogación capital:
la interrogación sobre el régimen de lo teórico, la de la natu-
raleza de la filosofía; establecen que en el seno de la lucha
de clases, del combate ideológico que es su expresión, el ra-
zonamiento filosófico y el trabajo científico, por objetivos que
pretendan ser uno y otro, son manifestaciones históricas que
no podrían abstraerse del combate político. El capital es
una crítica de la economía política.El término crítica no
debe entenderse en el sentido kantiano nien el sentido vol-
teriano. La crítica se refiere menos al texto y a sus argumen-
tos que a la realidad histórica que la produce como verdad,
es decir, como máscara y como coartada.
Tanto si se trata del régimen de las ciencias naturales,
de las reivindicaciones de la doliente subjetividad, como si
se trata de la constitución de una historia científica que im-
plique una teoría de la revolución, en adelante el orden filo-
SEXTA PARTE

LA FILOSOFÍA DEL MUNDO CIENTÍFICO


E INDUSTRIAL
68Uu806388440

PREFACIO

La sociedad dominante —la de Europa occidental— se


organiza desde ahora alrededor de los principios de la cien-
cia y del progreso industrial. Al mismo tiempo se perfeccio-
nan las doctrinas que van a tomar el relevo del orden espiri-
tual. Los poderes, en efecto, no pueden ya contar con las
religiones, que resultan caducas cuando son tradicionalistas,
y peligrosas cuando son innovadoras. Desde ese momento,la
filosofía ——determinada filosofía— tiene una nueva tarea;
una tarea de alineación, de revisión, de integración y de re-
ducción. Inteligencia y erudición no le faltan. Ahora se halla
en la institución. El omnipotente Víctor Cousin se instala
en el puesto de mando ideológico cuando en Francia se im-
pone el reinado de la burguesía. Los ingleses y los america-
nos, valiéndose de sus tradiciones y de su «progresismo»
¡ científico y político, definen un nuevo empirismo, gracias a
J. S. Mill, a H. Spencer y, después, a W. James; un empi-
rismo más científico que aquel con el que, en el siglo anterior,
E operaba David Hume. En cuanto a los alemanes, después
del desencadenamiento hegeliano —que fracasó (excepto en
su negación marxista) —, vuelven a hallar su punto fijo,
Kant, aunque para interpretarlo en seguida y ahogar su
doctrina enideas aún más doctrinales.
El trayecto intelectual (y universitario) del espiritualis-
mo, en Francia; del evolucionismo, en Inglaterra, y del neo-
kantismo, en Alemania, es lógico y tranquilo. El estado filo-
sófico se ha institucionalizado: hay cátedras y maestros que
las ocupan, polémicas corteses, diálogos de sordos, irrtercam-
bios de puntos de vista. ¿Quiere ello decir que nada tiene
valor en esas publicaciones pulidas y corteses? Pensarlo se-
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.— 21
0 UOoOo909o00 01.33.01
314 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL PREFACIO 315

ría absurdo. Esos hombres, funcionarios del nuevo Estado, entonces, ese nuevo estatuto de la filosofía que permite que
transmiten una tradición rica en ideas; son, según termino- un profesor, comúnmente admirado, ofrezca la apariencia de
logía de Hegel, «animales de la cultura», suelen poner de pensar y, en realidad, de no comprender nada ?
relieve puntos esenciales; los neokantianos, cuando plantean La obra de Husserl, los millares de páginas
acumuladas,
la cuestión del sistema de las ciencias sociales; Bergson, científicas y exactas, aún hoy en curso de publicación, cons-
cuando vincula el problema del conocimiento al de la memo- tituyen un testimonio: la filosofía occidental, anclada en su
ria; James, cuando se pregunta por la naturaleza corpórea pasado, corre tras su verdad. Y sólo consigue definir su na-
de la subjetividad. De todos modos, la filosofía, en su ejer- turaleza en la inquietud de una investigación indefinida. El
cicio oficial, comienza a confundirse con su pasado; no te- admirable escrito La crisis de la conciencia europea es un
niendo ya ninguna actualidad, se refugia en su historia: acta de fracaso. Como si la estatua del comendador se reti-
«aroma espiritual» de una sociedad privada de todo perfu- rase de pronto, dejándole a Don Juan la palabra y las manos
me, excepto el del algodón pólvora que trona contra las mu-
libres; o como si Sócrates le dijese a Calicles que, finalmente,
tiene razón.
chedumbres, que huye hacia sus orígenes. ¿En quién podía Eso es precisamente lo que analiza el capítulo central de
apoyarse el exquisito Félix Ravaisson, sino en un Aristóteles
psicólogo? ¿O dónde detener su meditación, a no ser en el esta 2." parte del presente volumen, el capítulo dedicado a
brazo de la Venus descubierta en Milo? N letzsche. Precisamente con el autor de El origen de la tra-
Sin embargo, surgen otros acontecimientos —en el orden gedia, puede uno dejarse llevar del lirismo y de la falsa locura
de la cultura— que vienen a revolver las cartas y a pertur- de los poetas laureados. El estudio preciso anula esa ilusión
bar el juego de una partida demasiado bien organizada. Así, y denuncia las múltiples malversaciones a que ha dado lugar
Augustin Cournot, porque sabe matemáticas y porque es sen- el nietzscheísmo, Porque indican la irrupción de un pensa-
miento nuevo, los textos de Nietzsche son difíciles; con ellos
sible a la realidad historiadora, introduce una confusión de-
se aprendela alegría de la dificultad, contra la
cisiva. La ciencia misma, ídolo de esa ya «nueva sociedad», insipidez de la
dicha uniforme...
halla, dentro de su trabajo, contradicciones que sólo domina
al precio de desgarradoras renovaciones. La matemática des- Decididamente se anuncia que hay dos campos: el de los
provistos de cultura, los que hurgan en el saber, los fabri-
cubre que no es —como creía Kant (y también Hegel) el
cantes de doctrinas, los idealistas, los adeptos de todo

tranquilo lugar en el que se desarrolla la racionalidad pura; poder


está «fracturada»; por abstracta que sea, tiene un objeto (tan pronto como éste se afirma); y el de los hijos de la tie-
deja hacer, que hay que puntualizar y definir, con rra, los enamorados del cuerpo, los partidarios de la letra
que no se
contra el espíritu, del texto contra la interpretación.
sus sorprendentes desórdenes y sus implicaciones propias. En el fondo, la pregunta: ¿Hegel o Marx? se refuerza
Hay un advenimiento, que desde el siglo XVII venía inquie-
tando a las mentes despiertas: el conocimiento de los seres y se desplaza: ¿Spencer o Nietzsche?

A
vivos —la biología—; para empezar, se instala ésta como
parte no sólo de la físico-química, sino también de la historia FRANCOIS CHATELET
natural, y, al mismo tiempo, reivindica su autonomía. E
Desde ese momento se hace necesaria otra filosofía. Cour-
not y James lo presintieron; no lo quisieron (porque acepta-
ron inseribirse en la tradición —¿con razón, o equivocada-
mente?—). Es interesante comprobar que Bergson se sublevó
contra toda novedad. Resulta excesivo que el autor de Mate-
ria y memoria sea ciego, a la vez, a las diversas «insubordi- EAN
naciones» de 1917 y a la teoría de la relatividad. ¿Cuál es,
O UU Y Y Y Y Y 5 vv Y

A. A. COURNOT

Por RENÉ VERDENAL

La filosofía, entre las matemáticas


y la historia

Un artesano del trabajo matemático, muy ocupado en ela-


borar métodos para tratar sus problemas, se pone a contem-
plar con mirada lúcida la historia de la sociedad en que vive.
Convertida también en «ciencia o teoría», la historia indica
«los progresos del espíritu humano en las ciencias, las artes
y la industria, y revela las profundas transformaciones de
la cultura». «La historia misma se encarga de manifestar, a
la larga, la subordinación teórica de lo particular a lo gene-
ral.» Por ella se consagra la «preeminencia» de los científicos
y de los filósofos sobre los guerreros, los políticos, los con-
troversistas y los oradores. El matemático surge, en la auro-
ra de la historia, como el teórico ejemplar, y Cournot re-
presenta, con cierta subversión, a ese personaje; ¿acaso no
recuerda él mismo que los matemáticos estaban mal vistos
en Roma?: «La policía imperial los tenía vigilados, la Iglesia
los marcó con el sello de su reprobación, eran locos, en opi-
nión de las gentes bien educadas.»
Antoine Augustin Cournot tuvo clara conciencia de la
originalidad de su modo de filosofar, de acuerdo con la origi-
nalidad del momento histórico en que interviene su reflexión
filosófica. Los «filósofos ajenos a la geometría», entre los cua-
les se distinguen los eclécticos seguidores de Cousin, desati-
nan, y exploran los placeres de la retórica redundante; sin
318 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL A. A. COURNOT 319

duda ignoran que todo el mundo está «harto de eso que cons- constitución interna de la sociedad, sus condiciones económi-
tituye el fondo de las discusiones filosóficas». Los científicos, cas, su estructura en capas o en clases, influyen en las insti-
los «geómetras filósofos», no se interesan por esa metafísica, tuciones escolares.» Está persuadido de que «a nadie le es
dado formar o reformar la sociedad, ni dictando reglamentos
y se encierran en la positividad de su disciplina. Así quedan
los matemáticos subyugados por los ejercicios del espíritu de instrucción pública ni promulgando constituciones políti-
cas». Cournot sabe muy bien que «cada siglo tiene sus ten-
analítico. Entre los unos y los otros, Cournot se decide a
filosofar y a escribir libros de «filosofía pura». Mas su filo- dencias irresistibles», y no ignora que actúan «las leyes del
sofar es de naturaleza inédita: «Hay lugar para otros estu- mecanismo social» y que el pensamiento filosófico mismo tam-
dios cuyo fin es determinar las formas en las que necesaria- bién es agitado por «el demonio de las revoluciones», atento
como está al «espíritu de innovaciones filosóficas, del que
mente concuerdan las especulaciones de los filósofos, y las
conexiones que esas formas tiene entre sí.» Algo así como proceden todos los acontecimientos que presenciamos desde
una teoría de las redes de ideas subyacentes a los sistemas
hace casi un siglo».
filosóficos. Pero esa investigación sobre el pensamiento filo- Cuando, como filósofo, examina el conocimiento, es tam-
sófico sólo podría llegar a un resultado si la reflexión se sitúa bién de aquellos «que creen que el pasado no puede revivir».
La ciencia, con su irrupción en la sociedad moderna, modifica
en las ciencias en su punto de evolución más actual. «No sólo
no estamos ya en los tiempos de Aristóteles ni de Santo
irresistiblemente la historia y trastoca radicalmente el pen-
samiento filosófico. «... Las crisis renovadoras de las ciencias
Tomás, sino que también la época de los Leibniz, e incluso han sido las únicas verdaderas crisis útilmente renovadoras
de los Ampére y de los Humboldt, pasó para no volver.» Tan
sólo escrutando el movimiento reciente de las ciencias, es de la filosofía.» El hecho de la ciencia obliga a los filósofos a
modificar sus «ideas sistemáticas» y a eliminar la metafísica
como la reflexión crítica tiene probabilidades de descubrir
con «el abuso de la abstracción y de las generalidades». Toda
la perspectiva que asegura su vitalidad; para la filosofía, no
la obra de Cournot participa en esa empresa que se propone
cabe otra tarea sino la de organizar «el empleo de los datos
de la ciencia». : explicar el hecho de la ciencia. Mas, en ese papel de la histo-
Observemos en primer lugar el vivo sentimiento de la his- ricidad, hay, sin duda, una razón más profunda: Cournot
toricidad que se impone a Cournot: desde el comienzo de su
considera el encadenamiento de las ideas fundamentales bajo
el doble aspecto de las ciencias y de los hechos históricos. El
reflexión, considera «la marcha de las ideas y de los aconte- encadenamiento que tejen los acontecimientos históricos pone
cimientos». Cournot percibe intensamente lo impetuoso, lo
tanto más de manifiesto el tipo de encadenamiento de las
ineluctable y lo apremiante de la marcha de la historia. El
ideas en el pensamiento teórico. La marcha del pensamiento
tiempo de la historia, moderno Cronos, trabaja sin descanso teórico se entrelaza con el proceso histórico en un contra-
hasta conseguir «aniquilar los últimos restos de lo que no
podía ya vivir». La Bevolución de 1789 lo lleva a discernir punto que manifiesta ya la estructura contrastada de la razón,
tanto en el conocimiento como en los hechos de la práctica
la profunda conmoción de la antigua sociedad. En su opinión,
social. Al filósofo incumbe captar la ley profunda de «armo-
la Revolución no ha terminado: «Atravesamos una serie de
nía» que explica la «arquitectónica de las ciencias». ¡Con qué
revoluciones, a la que nada permite asignar su término.» «No placer cita Cournot a Nicolás Oresme, «ese buen obispo y
es una cuestión vana, ni una cuestión de palabras, el pregun-
tarse si la fase revolucionaria que se atraviesa y que causa
preceptor del rey, que no solamente conocía la filosofía de su
nuestras congojas pertenece a una revolución que se continúa época, sino que era, ante todo, algebrista y economista», para
informar de su filosofía que «ordena en absoluto»!
o a una nueva revolución que comienza.» ¡ Y esto fue escrito
en 1868! Cuando Cournot quiera analizar los «puntos vul-
Semejante proyecto obliga al pensamiento filosófico a es-
forzarse por llegar a «la inteligencia de las generalidades
nerables» de la Universidad, la situará en la sociedad que
«tiene su vida propia». Formula así la cuestión: «Cómo la
abstractas». La ciencia no ocupa el lugar de la filosofía, sino
YU USA
320 EL MUNDO CIENTÍFICO E
AsAUAUAOsAYAsA
INDUSTRIAL
AA 9S0o0o0S00S0S0s0
A. A. COURNOT 321
que ella misma combina pensamiento positivo y especulación sablemente el proceso de la lógica en nombre de la razón.
filosófica, No se
la ciencia sin
podrían formular los filosofemas implícitos Todo pensamiento maneja sin duda abstracciones, pero la
en entregarse a un difícil trabajo de teoriza-
abstracción posee una significación diferente según se trate
ción que necesita un retroceso muy remoto. Cournot es sin
duda el único filósofo francés de una abstracción «lógica» o de una abstracción «racional».
que aceptó semejante esfuerzo El filósofo corre el riesgo de caer en esa trampa cuando con-
para acrecentar la capacidad teórica de la
crítica filosófica. sidera una idea «no meramente en la escala de las abs-
La existencia de la ciencia significa la preponderancia
de la tracciones lógicas», sino más bien en la de las concepciones
idea sobreel «hecho empírico y positivo»,
«... por lo que racionales. Las abstracciones lógicas representan ideas me-
toda ciencia se compone de hechos y de teorías; porque el
espíritu humano necesita una idea que enlace diante signos, entidades artificiales que sólo son signos ló-
y explique los gicos; son creaciones artificiales de la mente humana que
hechos; y luego porque el hecho particular necesita, a me- traducen los mecanismos psicológicos del idioma y de la clasi-
nudo, ser interpretado y especificado por la teoría».
Por lo
tanto, hay que considerar las ciencias «en su parte filosófica ficación. En cambio, las abstracciones racionales son «enti-
dades fundadas en la naturaleza y en la razón de las cosas».
y especulativa», en su elemento de
mento se comprende el papel
teoría, y desde ese mo- En realidad, hay un gran riesgo de confusión: «De ahí una
privilegiado que asume la más
abstracta de las ciencias, la matemática. Experimentamos inevitable mezcla de abstracciones racionales, que tienen su
sin tipo e su fundamento en la naturaleza de las cosas, y de unas
cesar «la unión íntimay, sin embargo, la mutua independen- abstracciones artificiales o puramente lógicas, que se utilizan
cia del elemento filosófico
y del elemento científico en el sis- como instrumentos...» «Mi crítica filosófica está, por lo tanto,
tema del conocimiento humano». Por su
sófica apela a una forma de pensamientoparte,
la crítica filo- confrontada con ese trabajo de análisis que debe separar el
en la que la razón orden lógico del racional.» «Los trabajos de los más eminen-
no Opera «por deducción y por demostraciones categóricas» tes naturalistas tienden a distinguir las abstracciones artifi-
pues «es propio
inducciones
de la especulación filosófica proceder
y por juicios de probabilidades». La crítica filo-
por ciales, introducidas en las ciencias naturales para comodidad
del estudio, de las abstracciones racionales, mediante las
sófica procede de una especie de sutil
«En filosofía, el sentimiento de lo verdaderoespíritu pascaliano: cuales nuestra mente capta los rasgos dominantes del plan
facultad superior del espíritu que capta el orden pertenece a esa de la naturaleza; en esa crítica consiste principalmente la
de las cosas, y la razón filosofía de las ciencias naturales.» En todos sus estudios
que procede por analogía y por inducción, más
que por un juicio deductivo, de modo
sobre las ciencias, Cournot hace distinción entre la facultad
que no puede some- de expresar semejanzas entre las cosas, mediante clasifica-
terse a esa comprobación del cálculo
o de la deducción silo- ciones en el lenguaje, y «la facultad de captar las relaciones
gística, que opera sobre ideas o sobre relaciones
inteligibles, y que, desde ese momento, no puedepuramente que hacen que las cosas dependan unas de otras». No cesa
tampoco de poner en guardia contra «las formas y los marbetes de
someterse a la comprobación de la
experiencia sensible.» La la lógica, con unos términos generales y con clasificaciones
crítica filosófica emana de $sa «facultad
ta en las Cosas, O que persigue en superior» «quecap- artificiales». Todo esto es, en realidad, lo que obstaculiza el
ley, la unidad, la armonía». En últimaellas, la razón, el orden, la trabajo del pensamiento como «facultad de captar la razón
instancia, las ciencias de las cosas o el orden según el cual se encadenan y proceden
se someten a esa comprobación
se pregunta «por las condiciones
filosófica de una razón que unos de otros los hechos, las leyes y las relaciones, objeto de
de simplicidad, de unidad nuestro conocimiento».
y de armonía» que normalizan el conocimiento.
Cuando estudia las matemáticas, muestra incansablemen-
Mas, llegado Cournot a este punto, le es forzoso disipar E
? te cómo «los procedimientos lógicos de definición, de división
el error de una filosofía
que persiguiese el sueño quimérico 4 y de clasificación» impiden comprender la idea. En efecto,
de una deducción more l
geometrico: Cournot instruye incan- + la idea no se reduce a su definición: «Un concepto existe en
q!
? a
322 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL A. A. COURNOT 323
el entendimiento, independientemente de la definición que razón que se refiere a la idea de orden como instancia supre-
se da de él; y, a menudo, la idea más simple del entendi- ma del pensamiento. La idea de orden traduce la decisión
miento sólo encierra una definición complicada, cuando no humana de «ordenar» las cosas y las ideas según una exi-
escapa a la definición.» En las demostraciones, «el encadena- gencia de unidad históricamente fechada. Puede suceder que
miento lógico de las propiedades», si satisface todas las exi- esa exigencia de unidad no pueda satisfacerse enteramente,
gencias de un rigor lógico, no está seguro «de iluminar a la pero la ley de armonía, revelada en la idea de orden, reserva
mente acerca de las relaciones esenciales de las ideas y de unos progresos futuros. Dicha exigencia de unidad, de armo-
las teorías a las que se aplica...». Una cosa es la explicación nía y de orden lleva la impronta del siglo xIX; es tanto más
didáctica, y otra la ciencia. «Como, en esas investigaciones, apremiante cuanto que el saber especializado de las ciencias
siempre se procede por una reducción al absurdo, ha de espe- tiene tendencia a dividir la realidad según una ley de disper-
rarse hallar en ella las dificultades y las complicaciones de sión cada vez mayor. Cournot hace que intervengan las cien-
un modo de demostración que alcanza el rigor lógico, pero cias exactas para especificar esa noción de orden; a decir
que no ilumina a la mente acerca de la generación de las verdad, toda la matemática es la que elabora esa idea de
verdades demostradas.» Ya estamos, pues, advertidos: la crí- orden, desde la idea de serie aritmética hasta las secuencias,
tica filosófica ha de crear «abstracciones racionales», para aleatorias. No es que la matemática dicte a la filosofía esa
captar mejor «las leyes de solidaridad, de similitud, de armo- concepción de orden; hay un. indefinido vaivén entre la ma-
nía y de unidad» que rigen el campo del conocimiento. temática y la filosofía, para constituir la teoría del conoci-
miento mediante correlaciones sucesivas, mediante una serie
de arbitrajes en los que el pensamiento matemático corrige
Razón filosófica y teoría del conocimiento la especulación filosófica. Para que la reflexión teórica del
filósofo pueda analizar el proceso del conocimiento tal y como
Lo que primeramente llama la atención es el modo en que es realidad mediante las ciencias, lo que se requiere es un
Cournot aborda la teoría del conocimiento. Ninguna tenta- retroceso enteramente masivo. Es necesario pensar más abs-
tiva de una especulación que se remonte a una génesis «tras- tractamente el conocimiento si se pretende.ejercer un juicio
cendental» o que quiera construir el sistema de las represen- crítico sobre sus resultados. Ese retroceso teórico responde al
taciones; el conocimiento está ya metido en un proceso his- objetivo estratégico de analizar la situación histórica del co-
tórico en el cual trabaja de un modo efectivo en domeñar la nocimiento y asegurar así el futuro progreso de éste. En
naturaleza de las cosas en las diversas ciencias. La reflexión lugar de concebir metafísicamente el conocimiento, para in-
filosófica sobre el conocimiento se sitúa en el desfase his- terpretarlo como tesis del sujeto pensante o como tesis
tórico entre la crítica teórica del conocimiento y la práctica del objeto-cosa, Cournot considera el estado de hecho de un
efectiva de las ciencias. Por lo tanto, no es cuestión de inte- conocimiento que implica subjetividad y objetividad, ley y ex-
rrogar abstractamente al pensamiento sobre su facultad de periencia, teoría y hecho, según unos convenios variables. En
conocimiento; Cournot quiere analizar teóricamente el pro- lugar de oponer los términos inertes de sujeto y objeto, Cour-
ceso del conocimiento científico en una perspectiva estratégi- not considera la relación sujeto-objeto tal y como está deter-
ca en la que la especulación filosófica se propone influir en el minada por una infinidad de parámetros, no solamente si-
movimiento del conocimiento. El trabajo del conocimiento multáneos, sino diacrónicos. El problema que aborda es de
aparece como una prueba de la práctica humana en la que naturaleza estratégica: ¿cómo influir sobre el estado his-
se trata de enunciar un razonamiento sobre las cosas dentro tórico del conocimiento para modificarlo mediante un pro-
del marco histórico de una acción sobre las cosas. greso del pensamiento teórico?
Esa aproximación «estratégica» al problema del conoei- La realidad le parece articulada de un modo muy com-
miento se manifiesta especialmente en la concepción de la plejo, mediante una red variable de diferencias móviles: his-
Xx 5
:
:
TA G Y SS»
324 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL A. A. COURNOT 325

tórico y racional, regularidad e irregularidad, necesidad y aplicación limitada de ella, ya que se contenta con «expresar
el número de las combinacionesde una especie dada». La sin-
azar... El pensamiento sólo ejerce su actividad teórica gra- táctica, «ciencia abstracta y racional», abarca el conjunto
clas a contrastes, a disimetrías, a desfases, como si la teoría
tuviese por objeto inventar síntesis en un trabajo que se de las ciencias: «El mecánico, el geómetra, el táctico y el
opone a una ley de dispersión ilimitada. ¿Puede determinarse jugador de ajedrez no se distinguen, cada cual en una espe-
el punto de equilibrio actual, en el que esas diferencias ope- cialidad diferente, por su aptitud para formar y clasificar
ran tensiones crecientes que determinan el trabajo difícil del combinaciones...»
conocimiento? El trabajo del pensamiento teórico opera in- Comprender es ordenar las cosas, o las ideas, en series.
definidamente de un modo diferencial: racionalidad históri- Cournot toma de las matemáticas ese otro modelo de orden
ca y racionalidad teórica, especulación filosófica y razón cien- que es la serie en la que cada término es eslabón de una ca-
tífica, lo lógico y lo racional, lo abstracto y lo concreto, la dena. Más exactamente, parece que la idea de orden, en su
totalidad y el elemento, la génesis y el sistema, lo continuo aspecto de una combinatoria, sirve para representar las co-
y lo discontinuo, lo aritmético y lo geométrico, lo matemático nexiones del tipo de «cadenas» cada vez más complejas. Ello
y lo físico, etc. Cada diferencia se disocia en una serie de resulta sobre todo visible en la teoría de las probabilidades.
diferencias, al mismo tiempo que el pensamiento supera la Los juegos de azar, en los que la estadística de los casos se
heterogeneidad mediante la composición de las diferencias. basa en operaciones de combinaciones, sugieren modelos de
Cada vez que el pensamiento analiza una diferencia en sus acontecimientos dispuestos según unas secuencias, tanto si
diferencias elementales, o cada vez que logra la síntesis son independientes como si van «unidos» a acontecimientos
de diferencias complejas, el conocimiento puede ganar cier- anteriores. Mejor aún, la idea de azar sólo es concebible me-
ta ventaja de información mediante esa transformación de diante esa idea de encadenamiento que dispone los aconte-
la clave teórica. Mediante la repetición de las diferencias que cimientos en secuencias que comprenden relaciones de orden
se dividen y se entrecruzan, el pensamiento maneja el juego cada vez más complicadas. Cournot introduce aquí una ma-
del conocimiento de modo que acumule ventajas de informa- quinaria conceptual de gran eficacia. Pone primeramente la
ción. En el curso de su desarrollo histórico, el conocimiento idea de «cadena» causal, «esa indefinida cadena de causas y
es llevado a interrogar a la realidad con un «cuestionario» efectos que se suceden...»; luego introduce la noción de va-
cada vez más eficaz. rias series causales en una totalidad simiNtánea. «Esas múlti-
En esos parajes es donde se sitúa la visión central de ples series causales pueden cruzarse, de nfodo que un mismo
Cournot, cuando, más allá de los modelos de pensamiento (ca- acontecimiento, a cuya producción han concurrido varios
tegorías, números, figuras, etc.), descubre la idea soberana acontecimientos, subsista en calidad de efecto (te varias y dis-
de orden. Idea de orden que no es otra cosa sino la tarea de tintas series de causas generadoras, o que, a su vez, engendre
«ordenar», de manera que la idea de orden hace fracasartodo varias series de efectos que continúan distintos o perfecta-
intento contemplativo del pensamiento. La idea de orden su- mente separados a partir del término inicial que les es co-
pera la ilustración que el álgebra proporciona en la operación mún.» Por lo tanto, se da a la vez aislamiento de cadenas
de combinación. Se advierte que toda combinación implica y entrecruzamiento de cadenas; según que se dé independen-
cia o solidaridad de las series causales, el pensamiento recu-
un doble
proceso: el análisis, para aislar elementos, y su 0r-
denación sintética. La idea de orden, que toda operación de rrirá, bien sea a un modelo «determinista», o bien a un mo-
combinación explota, abre un campo ilimitado, variando las delo aleatorio. En eso reside el interés filosófico de la noción
leyes de combinación. Cournot, por encima del edificio cien- de probabilidad; se trata realmente de una probabilidad filo-
tífico, sitúa también una teoría muy general, la «sintáctica», sófica que «se debe al ejercicio de esa facultad superior, me-
como teoría general de la idea de orden considerada diante la cual explicamos el orden y la razón de las cosas».
en su
aspecto más simple. El álgebra combinatoria sólo Cournot habla incluso de «sentimiento», al modo de Pascal:
es una
vu
326 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
A. A. COURNOT 327
«El sentimiento confuso de probabilidades
semejantes» ins- sentar «las relaciones tan multiplicadas, o incluso infinita-
pira «la investigación de relaciones ocultas que unen el sis- mente multiplicadas, que tienen entre sí las diversas partes
tema de las verdades abstractas y puramente
inteligibles».
Dicho sentimiento de probabilidad se dirige a «esa propiedad de un sistema, objeto de la intuición intelectual; y esto se
de forma que constituye su grado de simplicidad observa especialmente en el sistema de las matemáticas». La
y que, en
diversos grados, da a la concepción teórica de log fenómenos matemática se aplica a elucidar «el entrecruzamiento de las
la unidad, la simetría, la elegancia la belleza». La teoría relaciones» entre las ideas; necesita esas facultades superio-
y res mediante las cuales la mente humana capta «las analo-
de las probabilidades manifiesta, en esa posición
clave, la
profunda analogía entre las leyes de combinación que actúan gías, las conexiones de las cosas, y los motivos de prefe-
en los diversos capítulos de las
rencia entre tales o cuales explicaciones o coordinaciones
matemáticas, y las estructu-
ras racionales de la naturaleza de la sociedad.
racionales».
Si se quiere situar ese razonamiento epistemológico en
el momento en que Dirichlet, amigo de Cournot, exige ideas
El razonamiento epistemológico en lugar de cálculo, puede decirse que Cournot se esfuerza
acerca
de las matemáticas por interrogar al cálculo acerca de las ideas que él tiene, y
por someter el cálculo a las ideas que lo dirigen. También ahí
se comprueba que el razonamiento epistemológico de Cournot
El hecho de que la idea de azar, tal y como formulada
es se sitúa cronológicamente con toda exactitud, precisamente
porla teoría de las probabilidades,
proporcione la reflexión
a en una época posterior a Lagrange, en la que la supremacía
filosófica el instrumento decisivo de la crítica filosófica, indica
del cálculo algebraico resulta sospechosa al pensamiento teó-
hasta qué punto la especulación filosófica de Cournot elabora
rico. Quizá habría que examinar más de cerca la Teoría ele-
sus temas a través de las matemáticas.
Así, las nociones de mental de las funciones y del cálculo infinitesimal, que Cour-
combinación y de probabilidad, de causa y de azar, son «su-
not publicó, en dos ediciones, en 1841 y en 1857. Dicha obra
periores, en el orden de las abstracciones, a la geometría a reproduce el curso de análisis matemático que Cournot dio
la mecánica, y se aplican a los hechos de la naturaleza yvi-
en Lyón. Se ve enseguida el deseo de Cournot de considerar
viente, a los del mundo intelectual y a los del mundo moral, el análisis matemático desde el punto de vista de la filosofía
como a los fenómenos producidos por los movimientos de la
de las ciencias; quiere «especificar la metafísica» del análisis.
materia».
La idea de orden, las de combinación, de serie causal La preocupación didáctica del profesor, preocupado por en-
de azar, no habrían podido concebirse sin su elaboración y cadenar lógicamente las proposiciones, cede ante la preocu-
técnica mediante la teoría matemática. El razonamiento pación por percibir «la razón de un teorema y sus conexiones
epis- con las demás verdades matemáticas». Arriesgándose a pasar
temológico de Cournot ofrece la originalidad de enunciarse más rápidamente sobre las demostraciones cuyo exceso de
en el centro mismo de la matemática, en su
papel de instru- rigor le desagrada, insistirá en las generalidades. En efecto,
mento teórico del conocimiento. Cournot recorre minuciosa-
mente el conjunto de las disciplinas matemáticas para llegar quiere desembarazar de los artificios del cálculo la idea de
a concebir «el sistema de las
función. Muy consciente también de la novedad de ese pro-
matemáticas», con las conexio- ceso, designa esa investigación como «teoría de las funcio-
nes que unen de manera múltiple las ideas de
número, de nes». El progreso de la abstracción matemática conduce a
figura geométrica, de cálculo algebraico, de función, etc. Como concebir «la existencia de una teoría que tiene por objeto
se deben, por una parte, a «la manera de las
Cosas», y por las propiedades generales de las funciones continuas...», in-
otra, a «la organización de la mente humana», las matemáti-
cas no pueden descornponerse en elementos
dependientemente de la representación mediante tal o cual
últimos, ni de las símbolo. Está convencido de que las funciones gozan «de pro-
cosas ni de la mente humana. Incluso es
«imposible» repre- piedades muy generales, de gran importancia, tanto para la
E D0ODOOGOOSSSYO 329
328 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL A. A. COURNOT

teoría abstracta del cálculo como para la interpretación de era el siglo XVIII, sobre la «metafísica» del cálculo infinite-
Leibniz y método de
los fenómenos naturales». Pero para generaliza: la idea abs- simal. Cálculo infinitesimal al modo de ambos puntos
tracta de función, Cournot se refiere continuaraente a razo- las fluxiones al modo de Newton. Interpreta del análisis: pre-
namientos de teoría física que conciernen a la continuidad de vista practicando la historia recurrente
del cálculo infinitesimal, con-
de los fenómenos, al papel del tiempo físico, y presenta, ade- coniza la notación y el método
La razón invocada
más, Su obraAsícomo «una introducción general a la física ma- ciliándolos con una teoría de los límites.
temática». generaliza la idea de función mediante una en favor del método
de los infinitamente pequeños vale la
noción más abstracta, con vistas a aumentar el campo delas los infinitamente pequeños exis-
pena de ser mencionada: «... leibniziano es «la expresión
aplicaciones de la idea de función. Por un lado, intenta diso- ten en la naturaleza», el cálculo físicas
ciar delo las operaciones del cálculo algebraico la idea de fun- natural del modo de generación de las magnitudestoda magnitud
ción, cual rompe con la tradición anterior, y por otro lado más pequeños que
introduce la idea de función empírica, que sirve para Fepre- que crecen por elementos
finita...». El método infinitesimal es
directo des-
«el método
sentar cualquier fenómeno. Todo ello conduce a «logísticas» «desde el punto
de el punto de vista objetivo», mientras que
superiores al análisis. Cournot «hace continuo uso de las
de vista lógico y subjetivo, la
exactitud pertenece directa-
curvas» para representar funciones «que pueden ser cuales- mente al método de los límites, €,
indirectamente, al método
quiera» e de carecer desirve
«incluso expresión matemática». Separa ciertas defini-
infinitesimal, en tanto que éste, con ayuda de traducción
bien la idea
el
gráfica, que
estudio de las
para representar las fun-
curvas geométricas mediante la
ciones de palabras, se convierte en una Pura
del
ciones, y del cálculo infinitesimal. Le atribuye a Descartes primero».
aplicación Observemos también que Cournot no
está del todo afec-
el mérito de ese papel de la gráfica: Descartes proporcionó sentía por aritmetizar
«un signo adecuado... a la idea madre de esa teoría», pues
tado por la preocupación que Cauchy
el análisis en la definición de la
continuidad o de la integral
la geometría analítica contiene el germen de una «abstrac-
ción más elevada» que el álgebra y la geometría: la teoría o de los criterios de convergencia
de las series. En lo que
Cournot insiste es en disociar del cálculo
infinitesimal la teo-
de las funciones. formular críticas
En el plano técnico del trabajo matemático, no hay nin- ría de las funciones, y ello lo conduce a
de Lagrange. Las técnicas
con el manual usual de la época, el de La- muy claras contra la inspiración
guna diferenciasin de cálculo le parecen «andamiajes inútiles» que
impiden pen-
croix, excepto, duda, en algunos nuevos desarrollos con- idea pura de función. La idea precon-
cernientes al cálculo dé las variaciones y, sobre todo, a la sar abstractamente la
Conx- cebida de Lagrange, de «reducir el cálculo diferencial al
teoría de las funciones de variable compleja, de Cauchy. introduce consi-
not no es sin duda demasiado sensible al rápido cambio de las análisis algebraico» es rechazada, porque rodeo al que
matemáticas. El progreso actual de las matemáticas «no exl- deraciones extrañas a la idea de función. El la noción
ge, como el de algunas ramas de la física, una continua refun- Lagrange recurre para introducir algebraicamente de:las funciones
dición de los elementos». ¡Qué lejos estamos de la crisis de de derivada, mediante el desarrollo en serie
en serie
los fundamentos, de finales del siglo! Su objetivo no es «la llamadas «analíticas», carece de valor: «el desarrollo
de cálculo». «... Se ha reconocido
extensión de la ciencia positiva», sino «el perfeccionamiento no es más que un artificio
la imposibilidad basar el cálculo diferencial en simples
filosófico
«ideas
de la teoría». Intenta analizar filosóficamente- las
fundamentales» del análisis, para pensar más abstrace-
de
identidades algebraicas.» En contra de Lagrange,
entiende
tamente la noción general de función; pero no modifica la que la teoría de las
funciones «debe esencialmente compren-
organización lógica de la noción de función; se contenta con der funciones continuas cualesquiera, y formar un cuerpo
ampliar la lista de las llamadas «funciones especiales». Llega de doctrina que subsista independientemente de las aplica-
a poner punto final a las controversias, a que tan aficionado ciones al álgebra».
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—22
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A. A. COURNOT 831
330 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

En1847, Cournot publica su obra Del origen y de los temática mediante lala experiencia, por el «criterio .de la ex-
separación entre la teoría matemática
periencia», asegura
úúmites de la correspondencia entre el álgebra y la geometría. y la especulación filosófica. Porque ese criterio de la expe-
Cournot parece también ahí permanecer extraño al potente riencia nointerviene en la teoría de los números negativos, ni
movimiento de las investigaciones geométricas, bien sea en imaginarios, ni infinitesimales, es por lo que la introducción
el ámbito de las geometrías no euclidianas, o bien en
el de la
de esos conceptos se basa en «razones» de orden filosófico.
geometría proyectiva. Se dedica a investigar una «explica- La Exposición de la teoría de las posibilidades y de las
ción regular y sistemática de todas las particularidades
de
álgebra». probabilidades (1843) especifica con más claridad la fusión
acuerdo o de desacuerdo entre la geometría y el
entre la matemática y la experiencia, dando al término expe-
También ahí la investigación tiene sobre todo un objetivo riencia una acepción más amplia, ya que la experiencia se
filosófico; se propone mostrar que la correspondencia fun-
entre
refiere tanto a la física como a los hechos económicos y socia-
el álgebra y la geometría no es inteligible y sólo puede les en estadística. La teoría de las probabilidades funciona
de
damentarse recurriendo a abstracciones superiores a las como clave de arco que reúne el pensamiento matemático y
las funciones. Por
esas dos disciplinas, a saber, la teoría
de la especulación filosófica. Quizá habría que recordar las acti-
lo tanto, se descubre que la aritmética, el álgebra,
la geo-
variada tudes tan diversas que toman los diferentes espíritus con
metría y la geometría analítica tematizan en forma
«lo- respecto al cálculo de probabilidades. Comte lo rechaza some-
la idea abstracta de función, cuya teoría requiere una
gística trascendente». Es interesante seguir detalladamente ramente como una contradictio in adjecto, mientras que ma-
temáticos como Poisson (Investigaciones sobre la probabili-
los análisis de Cournot. Demuestra de un modo excelente que dad del juicio en materia criminal y en materia civil, 1837)
la correspondencia entre álgebra y la geometría tropieza
el y el propio Laplace (Teoría analítica de las probabilidades
con dificultades debidas a que el álgebra
tiene
no es solamente un
constitución propia», 1813) no dudan en aplicarlo a la decisión política o judicial.
lenguaje, sino «una ciencia que su
Stuart Mill expresaba la tan conocida protesta de que «la
de modo que la «traducción» de la geometría al álgebra en-
aplicación del cálculo a las decisiones judiciales es el escán-
cierra toda clase de contrasentidos, o de carencia de sentido.
univer- dalo de las matemáticas».
Semejante análisis somete a seria crítica la mathesis ¿Cuál es la posición de Cournot? Se propone una elucida-
salis del álgebra cartesiana, cuando muestra que el grado de
una cuestión en sentido lógico no se
confunde con el grado ción
o

teórica de la idea de probabilidad. El efecto de esa

de la ecuación. En efecto, el álgebra «opera asociaciones y elucidación es el de salvaguardar la idea de probabilidad filo-

disociaciones diversas, según unas circunstancias algebraicas sófica, disociándola de la idea de probabilidad matemática.
El término probabilidad cubre una insuperable dualidad:
cuestiones». El profundo pa-
que no alcanzan al fondo de las por un lado, un sentido subjetivo; es la medida de nuestros
rentesco de las cuestiones de álgebra y de geometría sólo conocimientos; y por otro, un sentido objetivo; es la medida
puede captarse mediante el rodeo dehiatos la teoría de las funcio- de la posibilidad de las cosas. No podría transferirse uno
nes. En el fondo se percibe que
los entre el álgebra y
manifiestan, sin duda, irreductible dualidad
de esossentidos al ámbito de validez del otro. La probabili-
la geometría una
de las matemáticas en torno a la idea de orden y a
la idea dad subjetiva sólo es comprobable mediante una crítica filo-
de magnitud. Cuando Cournot, al final de la obra, expresa
sófica; mas ésta es el resultado «de la idea que tenemos del de
el «sistema de las matemáti-
lasimplicidad de las leyes de la naturaleza, del orden y
sus opiniones generales sobre encadenamiento racional de los fenómenos...» Por lo tanto, la
de las matemáticas:
cas», pone de relieve la dualidad lógica idea. de probabilidad sólo puede elucidarse a ese respecto
por un lado, la verdad
matemática se demuestra racional- mediante una epistemología. En cambio, la idea de probabili-
mente mediante una prueba a priori, formulable lógicamen- dad tal y como interviene en el tratamiento matemático del
en las
te, y por otro lado, se comprueba por la experiencia, cálculo de probabilidades,es la de una probabilidadque «exis-
ciencias de la naturaleza. Esa comprobación de la
idea ma-
A. A. COURNOT 333
332 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
que la punta de un compás coincida con el centro de un
te objetivamente», independientemente del espíritu humano. círculo...
La teoría de la probabilidadmatemática adquiere, para Cour- «La coincidencia de la punta del instrumento con el ver-
de probabi-
not, «un valor objetivo y fenoménico». El cálculodos ámbitos dadero centro es un acontecimiento enteramente asimilable
lidades se sitúa, en efecto, la articulación de
a la extracción de una bola blanca por un agente ciego, cuan-
en
heterogéneos, aunque solidarios: la sintáctica, como teoría
experiencia do la urna contiene una única bola blanca y una infinidad
racional de las combinaciones y del orden, y la
de bolas negras.» Puede decirse que «el acontecimiento fí-
física, tal y como es pensada por la física matemática. El sicamente imposible es aquél cuya probabilidad matemática
sentido exacto de la idea de probabilidad resulta del entre- es infinitamente pequeña». «Lo que físicamente es imposible,
cruzamiento de una noción límite de matemática, y de una es matemáticamente posible; pero en realidad, semejante
propiedad abstracta de los hechos físicos. La sintáctica per- eventualidad es irrealizable.» Así explica Cournot la impo-
mite primero concebir teóricamente la idea de azar, luego, sibilidad física, «mediante esa noción general y abstracta
conjugándose con la teoría física, la noción de probabilidad de la independencia de las causas y de la infinita multitud
toma un sentido físico unido a la abstracción matemática. de los posibles».
Se comprende que el cálculo de probabilidades debía Esa unión entre la posibilidad física y la probabilidad
atraer especialmente la atención crítica de Cournot. Es un matemática asegura la extensión del cálculo de probabilida-
caso límite en el que los procesos analíticos
del cálculo
des al análisis estadístico en cualquier ámbito «La probabi-
pueden fácilmente oscurecer la significación de las ideas lidad matemática no es ya una simple relación abstracta,
fundamentales y su encadenamiento fundamental. Cournot debida al punto de vista de nuestra mente, sino la expresión
aborda la noción matemática de probabilidad partiendo de de una relación que la naturaleza misma de las cosas man-
consideraciones sobre la frecuencia de los acontecimientos. In- tiene, y que la observación manifiesta cuando, bajo la in-
siste en lo que él llama su «doctrina de las probabilidades a fluencia de las causas independientes que se combinan for-
posteriori». El acontecimiento fortuito no se define por la tuitamente, las pruebas de las mismas casualidades se
rareza, sino que resulta del encuentro de
fenómenos que per-
multiplican indefinidamente, como continuamente sucede en
tenecen a series independientes. El azar no es relativo a nues- el orden de los fenómenos naturales y de los hechos socia-
tra ignorancia, pues el azar sigue siendo azar incluso para les.» El cálculo de probabilidades sirve:así para explorar las
Dios. Vemos cómo el hombre, al organizar, mediante la ac- repeticiones en gran número; bajo el signo del teorema de
ción, el encuentro entre series independientes, escapa a la Bernouilli, el análisis estadístico de las irregularidades en
omnisciencia de un pensamiento divino. Sólo se puede pensar
gran número revela las regularidades estables que se pue-
la idea de azar mediante «la idea de la combinación entre den interpretar mediante los modelos probabilistas, construi-
varios sistemas de causas o de hechos que se desarrollan, dos abstractamente mediante el cálculo de probabilidades. La
cada uno en su propia serie, independientemente unos de
introducción del infinito y de la continuidad en las razones
otros». La rareza de los hechos fortuitos traduce el pequeño
número de probabilistas es lo que permite cifrar las regularidades de
número de eventualidades entre un gran com-
los fenómenos indefinidamente repetidos; y, al contrario, las
binaciones. Esa relación abstracta de probabilidad entre com-
leyes de distribución continua aclaran las leyes de probabi-
binaciones adquiere significación física como «ley eficaz en
Cournot, lidad discontinua, incluso para pequeñas muestras de pobla-
el orden de las realidades de los fenómenos». en
ciones. Cournot no insiste en las dificultades téfnicas del
efecto, refiere improbabilidad a
la la «medida de la posibi-
cálculo de probabilidades,y tampoco aborda la axiomatización
lidad física». Incluso sin pasar por la experiencia, «la mente de la teoría. También ahí, Cournot invoca analogías físicas
concibe a priori la razón por la cual el acontecimiento no
para determinar más exactamente la noción de probabilidad.
tiene lugar», cuando se evocan acontecimientos como lograr Como lector de Fourier, compara la regularidad estadística
un cono se mantenga en equilibrio sobre su vértice,
hacer
que
dd S ;
,

A. A. COURNOT 335
334 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
1864: Des institutions d'instruction publique en France.
la noción de estado final de un cuerpo en termodinámica,
con 1872: Considérations sur la marche des idées et des événements dans
estado final que es independiente de la serie de acontecimien- les temps modernes:
1875: Matérialisme, vitalisme, rationalisme.
tos físicos que separan ese estado final del estado inicial del 1877: Revue sommaire des doctrines économiques.
calor. En cambio, queda Cournot impresionado por la visión A ello hay que añadir un volumen de Souvenirs, traducciones de
de las ilimitadas aplicaciones del razonamiento probabilista las cartas de Euler a una princesa alemana, y diversas obras de me-
cánica y de astronomía.
en todos los ámbitos.
Probabilidad matemática, posibilidad física y probabili- Estudios
dad filosófica están unidas mediante la crítica filosófica, que
eseruta metódicamente las conexiones del pensamiento y del
mundo, desde la realidad económica (de la que Cournot for-
H BOTINELLI: Cournot métaphysicien de la conmaissance, 1913.
CALLOT: La philosophie biologique de Cournot, 1960.
.

DE La HARPE: De Pordre et du hasard. Le réalisme critique de


.

Cournot, 1936.
mula la primera teoría matemática), pasando por la física, > DARBON; Le concept de hasard dans la philosophie de Cournot, 1911.
hasta la historia, que entrelaza las ideas y los acontecimien- Número especial de la Revue de Métaphysique et de Morale, 1905.
.

tos. La razón arma más eficazmente su capacidad de ataque


teórico en la escabrosa región donde la idea de azar implica
03MENTRÉ: Pour qu'on lise Cournot, 1927,
.

MILHAUD: Études sur Cournot, 1927.


.

un desafío radical a la idea de orden, desafío


tanto más sen-
sible en las zonas de la acción humana amenazada de estan-
carse en las contingencias aristotélicas.
La meditación de
Cournot habría podido dispensar a los filósofos franceses,
desde Renouvier hasta Bergson, de empeñarse en el vano
duelo con los fantasmas del cientismo y del determinismo. En
el siglo XIX no hay reflexión filosófica que haya sometido al
conocimiento a una crítica tan radical. Pero ese radicalismo
crítico de la filosofía está orientado por el movimiento de un
pensamiento teórico que se profundiza siguiendo el ritmo
mismo del conocimiento científico. Ahí está, sin duda, la ac-
tualidad de Cournot; su filosofía traduce eso que hay que
llamar el efecto de la ciencia como retorno dialéctico e his-
tórico sobre el conocimiento, y se refleja también en dicho
efecto.

BIBLIOGRAFÍA RESUMIDA
Obras
des
1838: Recherches sur les principes mathématiques des richesses
nations.
1841: Traité élémentaire de la théorie des fonctions (2.* ed. en 1857).
1843: Exposition de la théorie des chances,
1847: De Vorigine et des limites de la correspondance entre Palgébre
et la géométrie.
1851: Essai sur le fondement de mos connaissances et les caracteres
de la critique philosophique.
1861: Exposition de la théorie des richesses.
1861: Traité de Uenchainement des idées fondamentales dans
les scien-
ces et dans U' histoire.
EL ESPIRITUALISMO FRANCES 337

lismo; al comienzo está Maine de Biran, ese «reformador de


la filosofía», según expresión de Ravaisson, al que Lavelle
hace eco en el siglo XX cuando dice que Maine de Biran «ex-
presa del mejor modo el carácter esencial de la filosofía fran-
cesa; a saber, la necesidad de hallar en el acto primitivo de
la conciencia un camino de acceso hacia lo absoluto, de poner
al espíritu a nivel con la realidad, y de obtener un conoci-
miento metafísico del universo mediante el mero profundizar
en la experiencia cotidiana que tenemos de nosotros mis-
11 mos». Vacherot decía que Maine de Biran había organizado
la «reacción espiritualista», «contra el espíritu de Condillac,
EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS DE MAINE de Helvecio y de Voltaire». Así comenzó «el nuevo espiritua-
DE BIRAN A HAMELIN lismo, del que Maine de Biran, Laromiguiére y Royer-Col-
lard pueden ser considerados, con diversos títulos, sus pro-
Por RENÉ VERDENAL motores...» (Vacherot). Después viene el que fue «el alma
del más grande movimiento filosófico», Víctor Cousin, el «hie-
Desde el siglo XIX, la filosofía universitaria sostiene, en rofante», decía Paul Janet, el creador del eclecticismo, que
Francia, con orgullo, una «bandera», la del espiritualismo. extenderá su «dominio... sobre una clase de profesores reclu-
A la vez profesión de fe y algo de doctrina filosófica, y, más tada, instruida y disciplinada con los fondos y con el poder
a menudo, slogan político, el espiritualismo proclama la lucha del Estado», como indica Renouvier. Más próximo a nosotros,
contra el «materialismo» y alaba el reinado del espíritu. Has- Nabert expone una genealogía que comienza con Maine de
ta en el siglo Xx se hallarán paladines que exalten la «filoso- Biran y que, a través de Lachelier y de Lagneau, va hasta
fía del espíritu» (Manifiesto del 1 de marzo de 1934, de L. La- Brunschvicg: ¡el progreso de la conciencia, en la filosofía
velle y R: Le Senne). Para comenzar, el término espiritua- occidental, pasa por el eclecticismo! Brunschvicg proclama
lismo asocia a una doctrina filosófica una preocupación por «el acontecimiento decisivo del período contemporáneo»: «la
la alta política. En 1851 anota Vacherot: «Desde hace treinta constitución de una filosofía de la conciencia pura». El esla-
años, la nueva filosofía levanta, por encima de las viejas es- bón que une al eclecticismo con Brunschvicg pasa por Ravais-
cuelas, la bandera de la concordia y de la paz.» «Desde co- son, del cual dice Lagneau: «A mi parecer, es Ravaisson
mienzos del siglo, la filosofía francesa comprendió la impo- quien nos ha enseñado a todos a concebir el ser, no bajo las
tencia de las doctrinas exclusivas, y la necesidad de buscar formas objetivas de las sustancias o de fenómenos, sino bajo
en adelante la verdad en una alianza de la experiencia y la
la forma subjetiva de acción espiritual, bien sea esta acción,
razón. El eclecticismo ha sido su primera palabra, porque por lo demás, en último análisis, pensamiento o voluntad.
la civilizaciónha sido su primera necesidad.» Más crudamen- Creo que hallaréis también esta idea en Bergson, e incluso
te observa Boutroux: «Víctor Cousin había compuesto esa en Bibot, lo mismo que en Boutroux y que en mí mismo. Es
filosofía definitiva con algunas fórmulas tomadas en présta- quizá la única que nos es común a todos y que constituye la
mo o atribuidas, con un espíritu de conservadurismo político
unidad del movimiento filosófico de estos últimos veinte años.»
Considerando esa mítica historia del espiritualismo, se ve
y social, a Reid, a Royer-Collard, a Descartes, a Maine de
uno Obligado a releer la «filosofía» del espiritualismo desci-
Biran, a Leibniz y a Platón.» «El espiritualismo universita- frando el trasfondo político en el que se sitúan los temas
rio se manifestaba, sobre todo, prudente, sensato, propio para
tranquilizar a los amigos del orden y de la tradición.» Se ideológicos íntimamente unidos a la coyuntura histórica del
escribió, además, una especie de historia oficial del espiritua- siglo XIX.
Vd UUGOSSsASSsASASAOSAsAOoOw 1 A
,
dá 4

338 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 339

gran parte, del triunfo del materialismo del siglo XVII.»


La filosofía en la era de la sospecha Y es que, en realidad, se sueña con una policía de las men-
En el comienzo fue la Revolución, la de 1789... La sacu-
tes; no se trata de refutar tal o cual doctrina, sino que se
le ataca a la filosofía misma, en su función pensante y erítica.
dida sísmica que aniquiló al Antiguo régimen se propaga a Si a la filosofía del siglo precedente se la acusa de un modo
lo largo de todo el siglo XIX. Inspira terror. La sociedad se
ha puesto en movimiento de una manera impetuosa, y los
especial, es porque manifiesta un pensamiento exigente, el
cual dirigió la crítica sobre el conjunto de la sociedad y sobre
regímenes de la burguesía victoriosa están obsesionados por todas las manifestaciones de la cultura. Ninguno de los acon-
un sentimiento de inseguridad pánico. La tradición, el privi-
tecimientos políticos de la Revolución francesa hubiera po-
legio de la aristocracia, el falso brillo cristiano, el prestigio dido producirse si los hombres del 89 no hubiesen dispuesto
del orden inmóvil, todo queda en ruinas. La hidra jacobina de esa filosofía, con su sistema de referencia teórica. Las
se extiende por el mundo entero, y en él provoca huelgas,
mentes del siglo XVI volvieron las ideas contra la realidad,
golpes de Estado, desórdenes sociales y guerras nacionales.
Se advierte también un fenómeno de fiujo ideológico que do- en lugar de dormitar en la armonía preestablecida entre las
mina a la cultura burguesa. La burguesía, dueña del poder, ideas y la realidad. La idea de Dios se vuelve contra la reli-
gión; la idea de derecho se vuelve contra la práctica social;
sólo tiene una obsesión: ¿cómo volver a crear una mentalidad la idea del hombre ciudadano, contra el Estado. Porque esta-
de Antiguo régimen y forjar una fórmula de ideología con- ban decididos a cambiar la realidad con sus ideas. La parte
servadora? La obsesión de Saint-Simon y de Comte, de reem-
que en la Revolución toma la filosofía de la Ilustración va a
plazar el período crítico por un período «orgánico», se halla crear un reflejo de hostilidad contra la filosofía. Lo que se
en todos los hombres de la burguesía, aunque con matices le niega al filósofo es su derecho a desarrollar las ideas de
distintos: Tocqueville, Thiers, Guizot, etc. Sólo se distinguen acuerdo con la lógica interna de una teoría y a aplicarlas a
de los ultras, impacientes por volver al Antiguo régimen, por la «política» sin tener en cuenta unos «hechos», sin aceptar,
una pequeña lucidez histórica: habría que empezar por re-
por ello mismo, el compromiso con el orden establecido.
construir una mentalidad conservadora, antes de volver a Franck evoca el «partido filosófico» y el tono «agresivo» que
poner en su lugar a las instituciones del Antiguo régimen. había dado a la literatura filosófica, pues «criticaba severa-
Antes de «restaurar» una sociedad en ruinas, conviene ope- mente, en todas sus formas, las viejas creencias, las viejas
rar una retrogradación ideológica para compensar la conmo-
instituciones, las viejas costumbres». «La nueva filosofía que-
ción espiritual de 1789. Los medios contrarrevolucionarios ría rehacerlo todo, las opiniones, las costumbres, las creen-
de la burguesía consideran, por lo tanto, un programa de cias, las leyes y las instituciones.» Más tarde, Jules Simon
«restauración» de la filosofía. descubre al verdadero adversario: el «nihilismo» de los es-
¿De qué se trata? En el origen mismo de los aconteci- píritus que sueñan con «hacer tabla rasa en política, en so-
mientos revolucionarios se incrimina a la filosofía de la llus- cialismo y en religión», que desean «la total refundición» de
tración, al enciclopedismo en sus diversas corrientes. Se le un pueblo. La Revolución francesa hizo que se desplomaran
echa la culpa al panteísmo, al materialismo, al ateísmo; no los «cuatro lienzos de muralla» que protegían al hombre: «la
contentos con sentar en el banquillo del acusado a la filosofía religión, la tradición, el rango, la propiedad». Las «frívolas
del siglo XVIII, se emprende el proceso de toda la filosofía. Se maneras» de los pensadores del siglo XVIII destruyeron lo que
incrimina a Berkeley, a Locke, hasta a Descartes. Lachelier Ollé-Laprune llamará después «los puntos fijos». «En la alta
estará de acuerdo con esa condena de Descartes: «Nunca metafísica, en el orden moral y religioso, puede haber y debe
se hablará con bastante severidad del daño que Descartes le haber, los hay, unos puntos firmes, unas ideas sólidas, unas
hizo a la filosofía ai sustituir con su doctrina la de Aristóte- afirmaciones ciertas de esos grandes objetos que son la ley
les.» «... Descartes. puede ser considerado responsable, en moral, el alma, Dios.» Resume muy bien lo que será el espí-
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340 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 341

ritu dogmático de ese conservadurismo: «Lo que los filósofos «Formadme hombres que sepan lógica, que conozcan el aná-
descubren en el orden de las verdades morales y religiosas, lisis, y que, fieles súbditos del emperador, sólo se ocupen de
son las razones para admitirlas y su conformidad con la política y de religión para respetar y mantener lo que hay.»
razón.» Pero la táctica más eficaz para destruir el enciclopedismo
No se comprendería esa situación si no se viese el com- consistió en encerrar la filosofía en la Facultad de letras,
portamiento político de la burguesía; tiene 'ésta prisa por separada de la Facultad de ciencias, de medicina y de de-
rechazar las tesis y las actitudes de pensamiento que le per- recho. Los poderes de los regímenes ulteriores manejaron
mitieron acaparar el poder, y está resuelta a no reparar en continuamente la violencia; con el episodio de los ultras, con
medios para levantar una muralla contra la subversión so- Frayssinous, se decidió restablecer la enseñanza escolástica
cial. Optó por el conservadurismo social, y garantiza las ex- en latín, se cerró varias veces la Escuela Normal Superior,
periencias de Restauración, de Imperio y de República con- se suprimió la agregación de filosofía; se lanzaron persecu-
servadora. Se aterroriza ante el «populacho»; reacciona de ciones contra los profesores de filosofía y se destituyó, entre
un modo histérico ante los tumultos de las revoluciones abor- ellos, a los recalcitrantes. La filosofía planteaba un problema
tadas, continuamente obsesionada por la necesidad de re- de gobierno: la forma y el fondo de la filosofía están deter-
forzar las capacidades represivas del Estado. minados por la autoridad del Estado. El Estado burgués, en
La filosofía se hace sospechosa; no sólo abriga los gérme- sus diversas formas, hará la experiencia de administrar la
nes de herejía contra la religión cristiana, sino también los filosofía como materia de enseñanza, como disciplina escolar
ensueños y los planes de los reformadores sociales y políticos. y universitaria; los programas, el cuadro pedagógico de la
Por lo tanto, debe ser tratada como los sospechosos: ha de clase, el reclutamiento de los profesores, así como el manual,
recluírsela en su residencia, ha de ser secuestrada, encarce- son otros tantos medios de imposición de las directrices gu-
lada, si es que no se la puede eliminar. Los regímenes que bernamentales. No corresponde a los filósofos e! elaborar las
en Francia se suceden desde Napoleón hasta la 111 Repú- «ideas» mediante un trabajo teórico, pues las «ideas» se afir-
blica perfeccionan una táctica de contención frente a la filo- man dogmáticamente como imperativos políticos e incluso
sofía, en torno a una idea principal: la de administrar la policiales. Esa táctica consiguió esterilizar la filosofía uni-
filosofía como enseñanza en la Universidad. versitaria del siglo XIX; todo lo original que hay en filosofía
Napoleón puso la clave del arco restaurando la religión será obra de solitarios o de cenáculos en lucha con la Univer-
católica mediante un concordato; el político le impone a la sidad oficial. También, pensadores como Comte, Renouvier o
sociedad francesa:-la antigua alianza del trono y el altar. Con los socialistas serán filósofos de la anti-Universidad. La Uni-
ello tiene el Estado vara alta en todo lo que se enseña y se versidad conservará a los eruditos, ya que los pensadores de
publica. Napoleón crea la armazón política y jurídica para la oposición son perseguidos o víctimas del ostracismo oficial.
obligar a la filosofía a someterse al orden: inaugura una La doctrina de Víctor Cousin entra en este contexto: el
administración de la filosofía, en la cual el gobierno inter-
viene directamente para regentar la índole de la «alta filo- eclecticismo espiritualista, o el eclecticismo, se pone al ser-
sofía». Napoleón no duda en servirse de mano dura; su fobia vicio del «espiritualismo». En la hora del oportunismo, en
contra la filosofía y contra sus «ideas huecas» se refuerza que el Estado impone el compromiso entre la filosofía y la
sin cesar con la rabia contra los ideólogos, culpables de cons- religión («las dos hermanas inmortales», dice Cousin), era
necesario un personaje que pudiera concebir «una doctrina
pirar en pro de un régimen parlamentario. Para arreglarle
las cuentas a la filosofía del siglo XVII, recurre a la violen- militante y armada» (P. Janet) y administrar la filosofía al
cia: suprime la Academia de Ciencias Morales y funda una modo de un efecto placebo. La formación del espiritualismo
Universidad sometida a.su autoridad. Pierre Leroux recuer- tiene lugar en una situación política que impone la degrada-
da las consignas que el amo imperial da a De Fontanes: ción de la filosofía en ideología conservadora. El eclecticismo
342 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 343

se ocupó de realizar esa degradación de la filosofía en ideo-


logía neutra, para inmunizar a los espíritus contra la tenta- El espiritualismo de la escuela ecléctica:
ción de los extremos. Víctor Cousin no se preocupó por las de Maine de Biran a Víctor Cousin
hipótesis especulativas de la filosofía; lo esencial era fabri-
car, día a día, una doctrina oficial, a base de fragmentos, Dos eruditos, E. Joyau y Ferraz, han estudiado la filoso-
extraídos de cursos, de esbozos y de prefacios, sin hablar de fía en Francia durante la Revolución, y su influencia sobre
los retoques y de las correcciones que se necesitaban, dadas las instituciones políticas. El balance es más bien flojo: la
las circunstancias del momento. Era un administrador de la reflexión filosófica está visiblemente en desacuerdo con los
filosofía que sabía orientar la enseñanza hacia la concordia acontecimientos. Fuera de esa especie de «positivismo» usa-
espiritual: «Dad vuestras lecciones sobre la atención, sobre do entre los científicos herederos del enciclopedismo,la filo-
la memoria, sobre la imaginación, sobre la asociación de las sofía del siglo XVIII sólo está presente por la corriente de la
ideas, sobre el silogismo, sobre el análisis y la síntesis, y no ideología procedente de Condillac, y que Ferraz, por lo de-
tendremos complicaciones con los señores obispos» (citado más, sitúa entre los «filósofos de gabinete». El dominio epis-
por Vacherot). Así llega «el filósofo de la inmovilidad y de temológico de la Enciclopedia se reduce en Condillac a un
la apatía, el filósofo de lo hecho y del statu quo» (Pierre Le- análisis lógico de la ciencia, interpretada como un «idioma
roux). ¿Se trata"acaso de filosofar? No, la filosofía no hay bien hecho». En el plano ideológico, Condillac defiende el «es-
que hacerla; está hecha (1). Cousin fue el primero de los piritualismo», o sea las verdades morales y religiosas de
«filósofos tácticos» que van a instituirse como «espiritualis- un cristianismo integrado en la sociedad del Antiguo régi-
tas», como lo observa Saphary, descendiente de los ideólogos. men (2). En el momento de la Revolución, los continuadores
El «filósofo táctico» sabe que lo importante es desempeñar de Condillac forman el grupo de los «ideólogos», sirviendo
el papel «de mediador entre los extremos» (título de una obra el término «ideología» para definir la filosofía como ciencia
de J. P. F. Ancillon). Ingenuamente, Adam (que publicó el de las ideas, de su génesis y de su desarrollo lógico. Ciertos
Diccionario de las Ciencias filosóficas) escribe: «Los princi- matices separan entre sí a los principales ideólogos. Un Des-
pios del eclecticismo contienen las consecuencias más libera- tutt de Tracy aproxima la psicología a la gramática y la
les, y ha actuado de acuerdo con esos principios, tanto en el lógica, mientras que Cabanis la considera más bien una rama
pasado, luchando con el partido liberal contra las malas ten- de la historia natural en la que se estudian las relaciones de
dencias de la Restauración, como en el presente, resistién- lo físico y lo moral. Políticamente, los ideólogos deseaban
dose enérgicamente a los hombres de negocios y a los teólo- un régimen parlamentario de tipo girondino, sin ser muy
gos, que quieren suprimir o mutilar una filosofía de la ense- clarividentes, pues su aversión al jacobinismohará de ellos los
ñanza pública.» auxiliares de Bonaparte en Brumario. Las concepciones de
Queda por examinar cómo se efectuó el paso del siglo XVIII los ideólogos se introducirán en la enseñanza por Laromi-
al XIx el ámbito de las ideas filosóficas. Por más que el
en guiére, Thurot y Saphary, que se revelan preocupados por
poder muestre una voluntad de ruptura, las ideas caminan corregir los errores «metafísicos» de Condillac, para poner-
por vías subterráneas, con transiciones y metamorfosis que se así al compás de los tiempos. Se tomará a Condillac como
las filosofías reflejan con retraso y de una manera deforma- blanco de la ofensiva contrarrevolucionaria; su metafísica
da. ¿Cómo nació el espiritualismo de Cousin y su numerosa del «sensualismo», en la que la idea es sensación transfor-
descendencia ? mada, es declarada culpable de haber destruido la creencia
en el alma, en el mundo exterior y en Dios. Por lo tanto, es
(1) «La filosofía no se ha de buscar; está hecha» (V. Cousin).
(2) V. Delbos le concede «una profesión de fe espiritualista y
cristiana».
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344 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 345

el padre de las sectas del siglo XVIII, como el fenomenismo, serva su tono de fiscal contra los «hacedores de sistemas».
el idealismo, el materialismo, el panteísmo, el ateísmo y otros Vacherot saluda el advenimiento de esa «filosofía del espíritu
errores filosóficos. humano con Reid, Dugald Stewart, Royer-Collard y Jouf-
A finales del Imperio, Royer-Collard dirige ruidosamente froy». Reid hace resaltar «la existencia de hechos primitivos
el proceso de Condillac. Sin embargo, los ideólogos ya habían indemostrables», según la ingenua expresión de Charles de
«corregido» a Condillac. En lugar de reducir el análisis de Rémusat, de modo que la filosofía pende ahora de «la mera
las ideas a la historia natural, como Cabanis o Bonnet, La- creencia del género humano». Según Ravaisson, Reid dese-
romiguiére había reintegrado «unos elementos esencialmente cha «la doctrina de la disolución universal» de un Hume, y
activos y racionales de la constitución del espíritu» (Bou- restablece la creencia «en las existencias superiores a las co-
troux). Royer-Collard, futuro líder de los «doctrinarios», sas físicas y sensibles». Este nuevo acto de fe regenera a «la
agrada al emperador, el cual «se preocupaba por reducir los alta filosofía». Ravaisson reconoce a Royér-Collard el mérito
espíritus a unas ideas conservadoras del orden social» (Bou- de haber restablecido «las creencias que parece garantizar
troux). Condillac le parece salir de Hume, de Berkeley y de el sentido común de la humanidad», frente al «escepticismo»,
Locke: ese «idealismo» que reduce las cosas percibidas a al cual conduce el empirismo exclusivo. No cabe duda de que
representaciones del pensamiento es producido por la manía las ideas de Royer-Collard son bastante limitadas, y Ravais-
especulativa de los filósofos. Hay que desterrar las preguntas son llama a su filosofía «semiespiritualismo»: ese realismo
y los problemas dela filosofía especulativa, y volver a hallar fideísta de la percepción no está armado contra las sutilezas
las certidumbres del sentido común, unidas a la fe religiosa.
de la especulación filosófica. Jouffroy apenas reconoce en él
Como se sabe, Taine refiere el encuentro de Royer-Collard
unos «esbozos de filosofía», y todo el mundo no comparte la
con la filosofía escocesa, con motivo de un recorrido por los
libreros de lance de la orilla del Sena, donde descubre las ingenua convicción de Charles de Rémusat, el cual afirma
obras de Reid. Jouffroy, traductor de Reid, observa bien lo que «ciertamente hay hechos primitivos: hay unas creencias
sin título y unos principios sin antecedentes». Sin duda, esas
que constituye el interés de éste: «El gran mérito de los
ideas le parecen suficientes a Royer-Collard, presidente de la
escoceses es haber arrancado a la filosofía de la servidumbre comisión de Instrucción Pública, y luego ministro de Educa-
de las cuestiones y de haberla devuelto a sí mismo, es decir,
a la libre observación de los fenómenos del espíritu.» De
ción Nacional, para regentar la enseñanza: «No es cosa de
escasas consecuencias, en un Estado, el género de estudios
pronto, Napoleón halló un aliado en la filosofía escocesa, de
la que Royer-Collard expone las ideas en su curso de 1811- filosóficos que se dé; la religión, las costumbres y el gobierno
1812. Boutroux observa que las doctrinas escocesas «fueron civil de un país siempre toman cierto barniz de la filosofía
impuestas por la autoridad y presentadas como una especie reinante.»
de filosofía estatal destinada a servir unos fines políticos y A Maine de Biran correspondió elaborar una versión me-
sociales». Vacherot aproxima esa reacción espiritualista a tafísica del espiritualismo en unos tiempos en los que, según
las ideas de Chateaubriand, de Mme. de Staél y de Benjamín la frase de Renan, se iban a celebrar «los funerales por la
Constant. Charles de Rémusat escribe: «Cuando (Royer-Col- metafísica». Su reflexión, más bien oculta, es la de un medi-
lard) fue llamado a ocupar la cátedra de historia de la filo- tativo, más que la doctrina de un jefe de escuela. Su princi-
sofía moderna, toma de Reid los principios de la crítica a la pal preocupación es más reMigiosa que política.
que sometió a algunos de los más célebres jefes de escuela, Es difícil precisar el papel de Maine de Biran; los espi-
Locke y Condillac, Descartes y Malebranche. Consigue incul- ritualistas le hacen asumir un papel que no corresponde a
parlos a todos de escepticismo acerca de la existencia del la significación filosófica de su pensamiento. Es quizá la me-
mundo exterior, haciendo de ese delito capital el fundamento jor ilustracióndel guid pro quo utilizado por el espiritualis-
de su acta de acusación contra la filosofía moderna.» Se ob- mo: el esfuerzo verdaderamente filosófico de un pensamiento

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—23


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original da lugar a un estereotipo de regresión cultural. El se aplicaría a penetrar las relaciones íntimas que sostiene
drama del pensador se convierte en dogmatismo inerte. consigo misma en el libre ejercicio de sus actos intelectua-
Maine de Biranse ocupa más de abrir caminos para una les». En lugar de la mirada teórica del cogito cartesiano,
problemática nueva, de comenzar un itinerario espiritual Biran percibe un pensamiento cuyo acto es fusión inmediata
para ir de la psicología de Condillac a una mística agusti- con la existencia sentida: «... Sentirse no es en realidad otra
niana pasando por «los laberintos de la metafísica» de ins- cosa sino conocerse sintiéndose.» A condición de abandonar
piración leibniziana. ¿Qué doctrinas podía pregonar ese alma las representaciones artificiales del pensamiento abstracto,
inquieta por aclarar el misterio de la existencia personal ? el pensamiento se recupera en su dinamismo íntimo. «La
Su recorrido filosófico se sitúa primeramente en territo- existencia del sujeto que se conoce y se dice yo, es el dato
rio de Condillac. Comienza rechazando el análisis reductor, primitivo, el punto fijo de la ciencia y aquel de donde parte
de Condillac, del cual dice que «no se trata de una descom- el análisis para conocer todas las cosas.» Su reflexión filosó-
posición de ideas o de modos, fundada en una observación fica lo conduce continuamente a esa revelación inicial: «El
real cualquiera, sino más bien de un análisis lógico o artifi- yo percibe inmediatamente su poder causal como su existen-
cial, que parte únicamente de las hipotéticas clasificaciones cia; y, a partir de la primera experiencia interior, que le
del lenguaje». La descomposición del pensamiento descubre, revela su poder revelándola a sí mismo, tiene, con el senti-
tras las representaciones, el «hecho primitivo», el acto pen- miento actual de la energía permanente de la causa yo, el
sante. Este último arraiga en la experiencia espiritual del presentimiento del esfuerzo o de la moción que se operará
esfuerzo hiperorgánico en el que la tensión muscular lucha sucesiva e infaliblementedesde el momento en que tenga lu-
con el obstáculo corporal y físico. Para un Condillac, la so-
gar una voluntad expresa.»
lución de todos los problemas dependía de una reflexión so- Maine de Biran orienta así el pensamiento filosófico hacia
bre «la vinculación de las ideas, bien sea con los signos o bien una especie de psicagogía de la vida interior. Así rompe tam-
de las ideas entre sí», uniéndose las ideas entre sí al unirse bién con el trabajo teórico del conocimiento en lucha con el
a los signos. El uso de los signos, dice, «es lo que contituye
universo. Su nota sobre las relaciones entre la ideología y
el principio de todas las ideas». Para Biran, el acto volunta- las matemáticas es explícita. La matemática se confina en
rio de una conciencia es el que instituye libremente la vincu-
«el mecanismo de las operaciones y de las relaciones abstrac-
lación entre el signo y la idea; detrás de la idea está «el yo
tas de los signos convencionales», mientras que la ideología
actual», «fuerza», «causa libre que comienza el movimiento tiene como función la de «profundizar hasta el origen de las
o la acción, que hace un esfuerzo», la persona como «fuerza
activa y reflexiva». Descartes no vio «ese yo que se repliega ideas», en busca de las «formas generadoras». La tarea per-
así para afirmar su existencia y deducir su realidad absoluta, manente de la filosofía consistirá en dirigir la reflexión so-
bre el pensamiento al contrario de la física y de la matemá-
que ejerce por ello mismo una acción, hace un esfuerzo...».
Semejante problemática tiende a prolongar el análisis refle- tica. Pues hay que distinguir esencialmente «las ideas gene-
xivo de la conciencia hacia el esfuerzo moral y, sobre todo, rales o abstracciones lógicas, obra del entendimiento», y las
hacia la experiencia mística y religiosa de la existencia. «nociones universales y necesarias o abstracciones reflexivas
Biran se separa así de lo que él llama «ideología objeti- que hallamos en nosotros como identificadas con el yo o como
va», «basada principalmente en las relaciones que unen al
derivadas de él, pero que no las hacemos nosotros...». Y aña-
ser sensible con las cosas exteriores, con respecto a las cua- de esta observación aclaratoria: «pues no hacemos nada de
lesse halla constituido en dependencia esencial, en cuanto a lo que es, y lo que hacemos no es». La realidad queda, por
las impresiones afectivas que de ellas recibe o a las imágenes lo tanto, relegada al ámbito pasivo y exterior del ser, mien-
que de ellas se forma». Se adhiere a la «ideología subjetiva», tras que la conciencia no posee ninguna especie de ser fuera
«la cual, encerrándose en la sensación del sujeto pensante, de su actividad creadora. ¿Cómo expresar mejor la idea pre-
348 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 349

concebida de desolidarizarse de toda acción mediante la cual satz de religión para las necesidades de la burguesía conver-
los hombres transformenla historia ? tida en rey.
Así, Biran cree haber descubierto «el hecho primitivo» Lo importante estaba en otra parte. Frente al «materia-
lismo» médico y fisiológico de Cabanis y de Broussais, la
que fundamenta la existencia temporal suspendiéndola en un
noción de Biran de cuerpo subjetivo desprende la conciencia
origen absoluto: el sentimiento pasivo de la existencia ma-
nifiesta una creación espiritual en la que el yo se reabsorbe del organismo y la transfigura como acto místico del espíritu.
en una inmanencia que lo pone fuera del alcance de los acon-
Un poco después, Ravaisson contribuyó a poner en su lugar
un dogmatismo al modo de Biran aunque de un estilo más
tecimientos históricos. Del mismo modo que se ha sustraído
noble. Paul Janet reconoce que «el dinamismo leibniziano y
a la tormenta revolucionaria encerrándose en su casa de
biraniano constituyó toda la filosofía universitaria» a partir
campo de Grateloup, el pensador escapa a la historia sumer- de 1840. Maine de Biran realiza la «regeneración filosófica»,
giéndose en el soliloquio de su conciencia. El descubrimiento dice Ravaisson; es el «reformador de la filosofía», al menos
del «sujeto organizado, viviente y pensante» no tiene más de la «alta filosofía», la que percibe que la «materia» nece-
finalidad que la de preparar para la experiencia mística de sita una «forma» como «modo de existir»; queda desechada
la pasividad de la existencia, especie de transfiguración com- «la plebeya filosofía» del materialismo. Biran condujo hacia
pensadora de la experiencia biográfica de la pasividad his- esa metafísica que Ravaisson define como «ciencia de lo so-
tórica. Su contemporáneo Beggessen .lo califica de «filósofo brenatural». Esa llamada a la metafísica biraniana se lanza
pasivo». La filosofía iba a arrancarlo de los torbellinos de la en un clima intelectual cada vez más afectado por la influencia
historia revolucionaria, cuya obsesión no lo abandona nunca del positivismo a partir de 1840. Frente a los científicos que
cuando, por ejemplo, aconseja moderación en la segunda Res- apelan al positivismo, el espiritualismo sólo puede subsistir
tauración: «Se trata de evitar una nueva revolución que si logra encaramarse en una plaza fuerte en la que se pro-
comprometería la existencia misma de la sociedad y destrui- teja contra la ciencia. El vocabulario de«Ravaisson se resien-
ría toda esperanza de una regeneración de cualquier orden.» te de ello cuando crea la designación de «positivismo espiri-
A falta de un imposible regreso al pasado, la filosofía per- tualista». En su Informe, escribe: «Por muchos signos, está
mite el acceso a una fuente de eternidad. permitido considerar de antemano poco alejada una época
¿Mediante qué distorsiones se ha podido formar esa vi- filosófica cuyo carácter general fuese el predominio de lo que
sión filosóficahasta dar una doctrina armada de un espiritua- podría llamarse realismo o positivismo espiritualista, tenien-
lismo polémico? ¿Cómo mezclar a Maine de Biran en una do como principio generador la conciencia de que el espíritu
confusa riña con el «materialismo»? ¿Cómo dar a esa filoso- toma en sí mismo una existencia de la cual reconoce que de-
fía una estampilla ideológica para uso del liberalismo con- riva y depende toda otra existencia y que no es sino él mis-
servador de la segunda Restauración? El personaje, que pre- mo.» Lachelier comparte la apreciación de Ravaisson: «So-
fería quedar secreto, no se entregaba fácilmente, y la mayo- bre Maine de Biran, pienso que estoy de acuerdo con todo el
ría de sus obras permanecieron inéditas hasta la primera mundo considerándolo como uno de los más fervientes apo-
edición de Cousin. En efecto, fue Cousin quien dirigió la yos del espiritualismo...» Y además: «Maine de Biran es
operación Biran para extraer de sus textos algunas fórmulas nuestro Kant.» V. Delbos observa la conjunción siguiente:
de dogmatismo metafísico: el hecho primitivo .de la percep- «... Ravaisson se incorpora a Aristóteles, empuja a Maine
ción íntima, la libertad de la espontaneidad espiritual, la crí- de Biran hacia Schelling, une la idea religiosa y la metafísica
tica de Condillac y de los ideólogos, son otras tantas piezas y, haciendo de la reflexión sobre sí el medio de alcanzar el
desprendidas y tergiversadas. Si Maine de Biran comenzaba ser, se adhiere a un profundo realismo espiritualista.» La
una investigación espiritual hacia la autenticidad interior, problemática de Biran se transforma en dialéctica fácil que
Cousin se contentaba con fabricar apresuradamente un er- permite a la conciencia pasar del yo al mundo y a Dios.
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350 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL “* EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 351

Ocupémonos del capataz del espiritualismo universitario, Biran, concordancia que establecía Malebranche entre el
Víctor Cousin, guía del eclecticismo y portaestandarte del deísmo y la teología cristiana; lo que constituyen otras tan-
«espiritualismo oratorio» (Taine). Cuando Cousin comienza tas habilidades de polemista. Por un lado, Cousin tiende a
su enseñanza, hacia 1815, hace uso de la filosofía preservar la enseñanza pública de la filosofía de toda intro-
escocesa.
Su exégesis de Reid no llegaría muy lejos, ya que Jouffroy misión de los teólogos ultramontanos; por otro lado, quiere
reconoce que «toda la filosofía estaba en una ratonera» (quie- prevenir al pensamiento contra la tentación de la herejía
re decir que estaba encerrada en el oscuro problema del ori- filosófica que se rebelaría contra el sentido común. De ahí
gen de las ideas). Pero ¿es aventurado el acto de filosofar? ese rodeo fluctuante y artificial del pensamiento de Cousin.
El pensamiento corre peligro de extraviarse hacia uno de La rama de Orleans necesitaba polemizar contra el clan legi-
esos sistemas que alimentan al sectarismo;
pero, sobre todo,
timista y defender el laicismo del Estado contra los príncipes
filosofar es inútil. Pues el ciclo de la filosofía está cerrado: de la Iglesia. La burguesía del segundo Imperio no se inte-
pasa fatalmente por las doctrinas alternantes del sensualis- resará ya por esa polémica; cultivará decididamente el apo-
mo, del idealismo, del escepticismo y del misticismo. En lugar liticismo y apelará a un afilosofismo de acuerdo con el ideal
de errar según unos sistemas superados, se trata más bien positivista. El eclecticismo defiende incondicionalmente la
de reunir las verdades medias, enteramente independientes de propiedad burguesa, la monarquía constitucional y la teología
la polémica especulativa. La tarea de la filosofía consiste cristiana, todo en bloque. La nueva filosofía radica en las
en comprender lo que el género humano sabe de
tierras de Francia, «mezcla de unidad y de variedad, que re-
manera no
reflexiva. De ahí el eclecticismo, de ahí la doctrina del sen- presenta la idea de la relación de lo infinito con lo finito». La
tido común, y de ahí la interpretación de la razón como «re- monarquía de julio concilia así el orden y la libertad entre
los excesos del despotismo y del anarquismo. Llegado el caso,
velación misteriosa» (Ravaisson) que se confunde con la con-
cuando sus disputas con los obispos, Cousin no duda en de-
ciencia. De ahí también una amalgama de filosofía escocesa,
mostrar el dogma de la Trinidad, para dejar bien probado el
de Maine de Biran y de idealismo poskantiano, sin hablar de
carácter cristiano de su filosofía.
las repeticiones de Malebranche y de Platón. La filosofía está El profundo sentido del eclecticismo reside en la nega-
acabada, y el filósofo no podría volver a poner en duda la ción de la empresa filosófica. El individuo se ve conminado
política que ha llegado a su punto de acabamiento. «Hoy, las a renunciar a un filosofar teórico, y a someterse a la opinión
revoluciones que llenaron los tres últimos siglos y que, en media del géneró humano. Es la negación de la discusión
sus fecundas tormentas, crearon las ciencias, las costumbres,
las leyes, la filosofía y la civilización de la Europa moderna,
crítica, la obsesión del autoritarismo dogmático, la asfixia de
la invención filosófica bajo el fárrago de la erudición. Va-
esas revoluciones están concluidas: su obra está consumada.» cherot comprueba que el gusto por la erudición hizo perder
El amable P. Janet lleva su devoción por Cousin hasta «el gusto por la meditación personal», lo cual engendra la
distinguir tres períodos en su pensamiento: primeramente, «anarquía», «produce una indiferencia y una debilidad del
la investigación de una filosofía original; luego, la crítica de espíritu filosófico». El pensador no tiene que filosofar, ya
los sistemas de filosofía, y por último, la fase polémica. La que no tiene que comprometerse políticamente; lo propio del
filosofía original sería «un idealismo absoluto, a la manera eclecticismo es desarraigar al pensador del suelo de actua-
de Platón y de Schelling». Antes de Janet, Vacherot creía lidad histórica. Se comprende que el eclecticismo partiera de
también que los cursos de 1828, cuya materia se halla en una tentativa de especulación metafísica para llegar a esta-
De lo verdadero, de lo bello y del bien, iniciaban una blecer el espiritualismo mediante un «método puramente his-
especu-
lación original. Cabe dudar de la unidad del pensamiento de tórico» (Egger).
Cousin, amalgama de facetas polémicas. Filosofía del sen- El núcleo de esa filosofía se reduce a una especie de afir-
tido común con Reid, ontología psicológica con Maine de mación absolutamente dogmática: «El género humano cree

352

en
EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

la razón, y no puede dejar de creer en esa razón que apa-


rece, para la conciencia, en relación momentánea con el yo,
reflejo puro también, aunque debilitado, de esa luz primitiva
que procede del seno mismo de la sustancia eterna, la cual es
a la vez sustancia, causa e inteligencia.» Se explica la atrac-
ción ejercida por el sincretismo neoplatónico, tema predilecto
de los eclécticos, en perjuicio de la historia de la filosofía.
Esa inmediatez del pensamiento confiere a la razón una auto-
ridad absoluta que coincide con la autoridad del sentido co-
mún: la psicología, la ontología, la moral y la política son
definitivamente arrebatadas al escepticismo. Franck repite
la lección del maestro: «El yo no tiene solamente conciencia
de sus actos y de sus facultades, tiene conciencia del fondo
mismo de su ser..., la simplicidad, la causalidad, la persona-
lidad, la libertad.»
El personalismo de la conciencia se une al teísmo espi-
ritualista: «la idea de un ser perfecto, que produce el mundo
mediante un acto de amor y de libertad», y amkos temas se
entrelazan con el liberalismo de la ideología burguesa. La
propiedad también es «sagrada», y su trascendencia se enun-
cia en la siguiente tesis: «0 no es, o es absoluta.» Por otra
parte, la propiedad privada de los bienes deriva también del
yo como fuente trascendente. Lo mismo habría que decir de
la monarquía constitucional, «a la vez la mejor de las mo-
narquías y la mejor de las repúblicas».
¿Cómo vieron los contemporáneos el eclecticismo de Cou-
sin? Citemos un primer testimonio, el de Jouffroy. Vincu-
lado a la escuela, defiende un pequeño derecho decrítica. La
enseñanza de Cousin encierra «la ausencia de todo marco,
de todo plan, de toda idea sobre el conjunto de la filosofía».
Y también escribió: «¿Hay algo más ridículo que achacar a
los filósofos del siglo XVIII que pensaran lo que no pensaron ?»
Saphary concluye su estudio titulado La escuelo. ecléctica y
la escuela francesa (1844), con la frase siguiente: «El eclec-
tieismo no tiene doctrina propia ni doctrina prestada, ni
método para buscar una, ni criterio para reconocer la ver-
dadera.» Como heredero de los ideólogos, con su método de
análisis razonado, no le es difícil diagnosticar la logomaquia
de Cousin. J.-F. Thurot, traductor del Hermes de Harris,
apuntaba directamente a Cousin: «La gramática general y
la metafísica casi no son más que dos puntos de vista de la
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EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS
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consideración de las palabras.» Así, «la metafísica se halla


reducida a la explicación de algunos términos», y cita las

sófica de la humanidad», que formula la ley del progreso


histórico, Leroux combate la doctrina del inmovilismo «de
uso entre los políticos que se habían enredado entre el An-
tiguo régimen y la Revolución».
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palabras espacio, duración, espíritu, sustancia, esencia, iden-

servaciones de Condillac,en El idioma de los cálculos: «Quizá


se convendrá en que las ideas generales de la metafísica no
son ideas; que sólo son signos y que, por consiguiente, los
razonamientos de un metafísico son operaciones mecánicas,
como los cálculos de un matemático...» (3). A las mentes
preocupadas por el socialismo no les es difícil desenmascarar
el oportunismo burgués del eclecticismo, como a Ferrari en
su animado libelo Los filósofos asalariados, mucho más con-
tundente que Los filósofos clásicos de Teine. La crítica de un
Pierre Leroux es de una notable elevación de miras; en su
Refutación del eclecticismo, en nombre de la «tradición filo-

Todas esas críticas disciernen perfectamente, a la vez, el


vacío teórico y el aislamiento estéril, lejos de la cultura vi-
viente de la época.

Las variaciones paraeclécticas del espiritualismo


Una doctrina tan íntimamente moldeada sobre las cir-
cunstancias debía estar sometida a una rápida erosión. Un
trabajo subterráneo provoca profundos cambios. El equili-
brio inmóvil de la monarquía de julio cede ante el empuje
social y deja lugar para una fórmula más brutalmente auto-
ritaria. Después de las convulsiones de 1848, la cuestión so-
cial se debate más francamente y se convierte en el centro
ob-

de la lucha política; la carrera hacia la industrialización hace


que aparezcan unas doctrinas de la utilidad y de la positivi-
353

tidad, persona, infinito, absoluto, causa, efecto, etc. Los ideólo-


gos habrían podido aplicar al eclecticismo las siguientes

(3) Los textos de Cousin parecen estar fabricados por un torni-


quete retórico que sustituye uno por otro los términos del vocabulario
espiritualista «espíritu, alma, libertad, conciencia, ley moral, perso-
nalidad, providencia divina, inmortalidad, vida futura» (Vacherot).
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Y pe y Y ES y y E y
354 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 355

dad, al mismo tiempo que una nueva concepción de la ciencia nerado y semipolítico, en activo desde Cousin. Ravaisson y
unida a la técnica. P. Janet lo observó. La revolución de 1848 Lachelier supieron beber en las grandes fuentes de la tradi:
y los acontecimientos de 1852 «tuvieron alguna acción sobre ción, tomando de ella, especialmente de Aristóteles y de Kant,
la nueva dirección filosófica», orientada hacia una «filosofía unos elementos capaces de servir para la indefinida reno-
realista», hija del espíritu positivo y crítico, tal y como se vación de la verdad» (Reflexiones sobre el pensamiento de
forma sobre todo en los científicos (Cl. Bernard, Berthelot, Comte, 1932).
Vulpian...). Janet invita a trabajar en la «aproximación y Ravaisson ya no se apoya en Cousin. Se remonta a Leib-
la unión de las ciencias y la filosofía». Vacherot habla de niz, partiendo
«Crisis filosófica»; el diálogo entre la metafísica espiritualista
de Schelling, para volver a Aristóteles, un
Aristóteles más próximo a los alejandrinos que a Platón.
y la ciencia positiva se ha roto: «Una doctrina que teme a Vacherot le reprochará, además, ser el «verdadero alejandri-
la ciencia, y una ciencia que no cree en la doctrina.» Se siente
no del espiritualismo moderno», que sumerge el pensamiento
obligado a refutar el materialismo demostrando, según un «en los misterios de la teología oriental», en las fuentes de
esquema leibniziano, que la ciencia es espiritualista. Vache- la teosofía india y judía. La visión filosófica de Ravaisson
rot choca con el régimen del príncipe-presidente y predica
culmina en una especie de éxtasis místico y estético: «Todo
en pro de la democracia. Vacherot se encuentra entre «los dis-
es gracia, amor y armonía.» Innegablemente, Ravaisson qui-
cípulos libres» de Cousin; a su pesar, «la escuela espiritua- so escapar a la ortodoxia de Cousin para intentar pensar
lista tomó el cariz de un partido...» que «buscó aliados en el
filosóficamente el espiritualismo. Pero su meditación mezcla
campo de la teología». Sin embargo, Vacherot no deserta de
unas reminiscencias neoplatónicas con jirones de ocultismo.
la «bandera» del espiritualismo; simplemente querría llevar-
la hacia el librepensamiento. Su juicio sobre Cousin es severo: su doctrina «se reducía
Pero hay una disidencia a la vez más clara y más insi- visiblemente, o tendía a reducirse, a generalidades, forman-
do una especie de introducción a esa parte de la psicología
diosa, la de Ravaisson. Comenzó en su artículo de 1840 y se
afirmó plenamente en su famoso Informe sobre la filosofía que trata del origen de las ideas, generalidades que siempre
se resumían en esos asertos». Por lo demás, Cousin continúa
francesa en el siglo XIX (1867). Las formulaciones de Ra-
vaisson serán repetidas por la descendencia espiritualista de prisionero del siglo XVII; el eclecticismo engendró un «idea-
Lachelier hasta el siglo XX. Ravaisson observa con cierta agu- lismo mitigado» que, «concediendo realidad a los fenómenos
deza el cambio de ambiente hacia mediados del siglo, y ad- que la experiencia da a conocer, sólo atribuye a lo que difiere
vierte que la metafísica deberá flirtear con la ciencia. Prevé de esos fenómenos y que le sirve, además, para explicarlos,
«una época filosófica cuyo carácter general sería el predomi- esa especie de existencia que pertenece a meras ideas». Pero

nio de lo que podría llamarse un realismo o un positivismo Ravaisson no tendrá gusto ni valor para desarrollar esa doc-
espiritualista, teniendo como principio generador la concien- trina. ¡Sin duda se lo impidió la contemplación de la Venus *

cia de que el espíritu empieza en sí mismo en una existencia de Milo! La preocupación por desarrollar esa «filosofía real
de la que reconoce que deriva y depende toda otra existencia y aristocrática» se le atribuye a Jules Lachelier...
y que no es sino su acción». Ese momento ha sido bien ana- En Lachelier hay primeramente una constante: la obse-
lizado por un historiador de las ideas más reciente, Delvolvé, sión del espiritualismo. Confió a Lalande su definición: «Toda
a propósito de la génesis del pensamiento de Boutroux: «En doctrina que reconocía la independencia y la primacía del
la época en que se formaba su pensamiento, en la filosofía espíritu; es decir, del pensamiento consciente.» Provisto de
francesa se oponían, sin verdadero contacto, por una parte, ese dogma, Lachelier regentará la enseñanza de la filosofía
el positivismo, reducido por Littré y Taine al rigor del pre- desde 1879 hasta 1910; primero como inspector general de
juicio cientificista, y por otra parte, un brote de pensamiento filosofía, y luego como presidente del tribunal de oposiciones
metafísico que surgía de las cenizas del espiritualismo dege- a Cátedras. Tiene la convicción de haber superado la doctrina
356 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 357

de Cousin. El espíritu no se proclama ya superior a la natu- 1820-1830? También escribe que el yo humano es «la refle-
raleza, sino que la naturaleza misma está «preñada de es- xión del pensamiento absoluto en sí mismo», o que el pensa-
píritu». Lachelier se asigna la misión de fundamentar meta- miento es «una idea que se produce ella misma». Por otra
físicamente el espiritualismo, de un modo más serio que parte, Kant sirve para corregir un poco a Biran, más que
Cousin. Éste le causa el efecto de un prestidigitador en una para introducir una problemática nueva. Dice Lachelier:
arlequinada filosófica: «Dándonos inmediatamente el alma, «Sería mejor ignorar a Kant que a Leibniz.» V. Delbos lo
el mundo y a Dios como tres realidades distintas, esa pre- ha observado bien, y escribe: Lachelier «transustantiva 2
ciosa teoría nos libra a la vez del materialismo, del panteís- Kant poniéndolo en relación con los grandes racionalistas de
mo y del escepticismo.» Cousin es víctima de su habilidad: la Antigiiedad y reconstruyendo la unidad, rota, de la especu-
«Por un momento creyó haber demostrado, mediante el méto- lación y la vida moral y religiosa».
do de Condillac, la filosofía de Schelling.» Pero «el método Esa confusión en torno a la idea de espíritu da lugar al
que Cousin toma de la filosofía del siglo XVIII tenía que con- equívoco de una doctrina en la que el espiritualismo tiende
ducirnos, de un modo bastante lógico quizá, a la filosofía del hacia el idealismo, y a la inversa. Es sin duda el equívoco
siglo XVIII». Pues la pregunta expresa una inquietud: «¿Cómo central de ese espiritualismo universitario desde Lachelier.
demostrar que el espíritu, la razón y la libertad no son Brunschvicg cae en ese confusionismo cuando escribe que
quimeras ?» «Lachelier tuvo el privilegio de mantener la autonomía de
La reflexión de Lachelier se basa en la confusión del la conciencia». Pero Brunschvicg interpreta el espíritu en el
término «espíritu». El espíritu no es lo intelectual; al modo sentido de capacidad teórica; para él, el espíritu «es un prin-
de Biran, el espíritu es el sujeto pensante, con su actividad cipio de conocimiento adeeuado, en principio, al universo en-
opuesta a las representaciones. En realidad, el espíritu se tero y que, espontáneamente, mediante la mera expansión de
identifica confusamente con la espiritualidad religiosa del los vínculos intelectuales, se hace presente en todos los lu-
cristianismo romano, en esa región en la que «el alma se gares, contemporáneo de todos los tiempos». Sin embargo,
busca y se encuentra fuera de su grupo social, lejos de él y, Brunschvicg escribe: «Elucidado y profundizado porla crí-
a menudo, contra él». Después de la Comuna, escribió La- tica kantiana, el análisis reflexivo resulta capaz de resolver
chelier: «Para todos los que son capaces de pensar, ha llega- las dificultades con las que habían tropezado Descartes y
do el momento de salir de esa confusión y de penetrar más Maine de Biran.» Basta considerar la definición que Lache-
íntimamente que nunca en el doble recinto de la vida privada lier da del idealismo, para que volvamos a hallar esas fluc-
y de la filosofía.» Por otra parte, Lachelier, vinculado a la tuaciones: «Así, el idealismo, que primeramente se presen-
inspiración del «positivismo espiritualista», pretende unir taba bajo una forma psicológica, se convierte en una doctrina
ciencia y filosofía, a condición, sin embargo, de que la ciencia metafísica: mi mundo llega a ser el mundo, en la medida en
esté sometida a la filosofía. La ciencia «roe penosamente la que mi pensamiento llega a ser la verdad y, como tal, la
corteza de los hechos cuyo jugo viviente le está reservado a sustancia única universal...» Estamos lejos de las facilidades
la filosofía exprimir y gustar su divino sabor». ¿Cómo reha- de Cousin, en las que el yo descubre en sí mismo al mundo
cer el camino recorrido por Biran desde la filosofía hasta la y a Dios. La afinidad entre Brunschvicg y Lachelier está más
metafísica? Camino tanto más escarpado cuanto que fue bien en un espiritualismo en sentido bastante tradicional, y
hollado por Kant, el cual obliga a una reflexión epistemo- bien podría aplicársele lo que dice Boutroux: «Quienquiera
lógica que Biran había descuidado. Sin embargo, Lachelier que se aplique a sostener la originalidad de la filosofía res-
no se separa verdaderamente de Cousin. Por ejemplo, escri- tableciendo y afianzando sus relaciones con las ciencias y con
be: la psicología es casi lo mismo que la filosofía «por cuanto la religión, es, en cierta medida, discípulo de Lachelier.» El
comprueba, como un hecho, la existencia en nosotros de la equívoco de un espiritualismo teñido de idealismo se traduce
razón». ¿No es lo que decía Cousin en sus cursos de los años en esa combinación de una ontología espiritualista y una
358 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 359
dialéctica idealista, y esta última procede más bien de un estudio del espíritu considerado en sí mismo y en sus rela-
ejercicio escolar para argumentar en favor del espiritualis- ciones con todos los objetos.» Esa filosofía es experiencia
mo. Lachelier vuelve a utilizar el arsenal deductivo para des- moral más que trabajo teórico del pensamiento. «La libertad,
cribir las metamorfosis del pensamiento a través del espa- o la razón reflexiva, o la filosofía son el pensamiento en tanto
cio, del tiempo, de la causalidad y de la libertad, según el que, comprendiendo, mediante la reflexión, el sentido de las
misterio demasiado divulgado de una «demiurgia filosófica» formas, es decir, de la naturaleza que el pensamiento se ha
(L. Dauriac). dado, se libera éste de sus objetos y de sí mismo como obje-
En dicha «dialéctica» de Lachelier hallamos el estereo- to; es decir, es la inmanencia del ser y del pensamiento, y el
tipo de un pensamiento petrificado, al cual se vio forzada la sentimiento de esa inmanencia.» La conciencia se pone como
filosofía universitaria desde el siglo XIX. No es la dialéctica acto espiritual, eso es lo que se ventila en esa filosofía, y no
kantiana como instrumento de una aporética filosófica, ni la que e] pensamiento domine al mundo mediante el conocimien-
dialéctica negativa de Hegel, sino una dialéctica completiva to. La reflexión es «acto», «acto esencialmente libre». «El
que encaja los contrarios en una síntesis inmóvil. En 1907, hombre que ha reflexionado una vez, ha transformado su
los Principales elementos de la representación, de Hamelin, vida; es imposible que ese acto de reflexión no penetre hasta
constituyen la obra maestra de esa «dialéctica». La dialéctica el fondo de su vida.» Por lo tanto, la especulación filosófica
de Lachelier se volvía ya de espaldas a la ciencia; a partir es una especie de comentario de esa experiencia espiritual
de Lagneau, las relaciones se rompen en beneficio de una de la libertad: «La libertad se manifiesta perfectamente en el
especulación filosófica que maneja una técnica de síntesis acto mediante el cual comprendemos que la verdad entera
oscura. La hagiografía laica se apoderó de Jules Lagneau,el es un producto del pensamiento.» El pensamiento descubre
cual ejerció el profesorado en filosofía a la manera de un en sí mismo el principio de su autosuperación: el acto de
«pastorado». Cuando, con Desjardins, quiso fundar la Unión reflexión «mediante el cual el pensamiento comprende que es
moral para la acción, escribía: «Queremos crear una orden superior a su naturaleza misma, a toda necesidad, que es
religiosa laica, una caballería del deber privado y social.» espíritu». El yo pensante está, por eso mismo, en Dios:
Ese «elevado espiritualismo» duda entre la moral y la reli- «... A Dios mismo se lo alcanza en el acto mismo mediante
gión: «la palanca de la acción moral es la santidad», y define el cual pensamos un pensamiento cualquiera como verdade-
la santidad como «egoísmo domeñado y pacificado». El pro- ro...» Por lo tanto, seguimos en la línea de un malebranchis-
grama de esa línea moral es más bien quietista: sin duda mo relevado por Kant. El verbo divino es reemplazado por
«constituimos un partido, una iglesia de combatientes; el el acto moral: «La gloria de Kant está en haber arrancado
partido, la iglesia, del espíritu», pero esos combatientes pro- esa cuestión de la existencia de Dios a la especulación pura,
fesan curiosamente «la apatía política y religiosa, el despego *

y en haber demostrado que la mera práctica puede responder


de toda fórmula, de toda servidumbre al destino». Con Lag- a ella. Es mediante un acto absoluto de la libertad como se
neau, el espiritualismo se tiñe de espinosismo. Se está ante pone la realidad de lo absoluto.» Ése es el sentido del kan-
un concepto huidizo del espíritu, en el que éste es pensamien- tismo, del que Lagneau dice: «... En Francia, la herencia de
to, acción, libertad, amor. Así inicia Spinoza «a la vida del la filosofía universitaria está en manos de una joven genera-
pensamiento único y divino que, en el fondo, es libertad y ción, formada en la crítica kantiana, y que no piensa des-
amor, es decir, espíritu, acción pura y perfecta». Por lo prenderse de ella.» Dios es la materia misma de la actividad
derrás, tranquilicémonos: «El espíritu es el espíritu, y no mora «Dios es ese absoluto poder del bien, que hace que,
podríamos definirlo.» Subsiste la huella de Cousin: «La psi- en cada instante, el acto moral sea posible para el ser que
cología, en su fuente y en su fondo, es la metafísica misma.» comprende su valor; que posible aceptar la vida, sea la
es
La conciencia capta el mundo mediante un análisis reflexi- que sea, y hallarla aún dichosa.» Tampoco podría haber ateís-
vo: «La filosofía es la búsqueda de la realidad mediante el mo teórico, sino solamente práctico: «Sólo hay ateos prácti-
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360 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL


EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS 361
Cos, cuyo ateísmo no consiste en negar la verdad de la exis- de Hamelin anuncia como un moralismo decididamente
se
tencia de Dios, sino en no realizar a Dios en los actos.» Mas
si la moral es «la puerta abierta hacia el
moralizador, del que la «filosofía del espíritu», de Le Senne,
mundo divino», aún constituye una perfecta muestra. El espíritu no sopla en esa
hace falta algo así como una «gracia»: «No podríamos
co- escolástica moralizadora.
nocer a Dios si no lo hubiésemos realizado
antes, pero, para
que podamos realizarlo, es necesario que el espíritu nos lleve Cuando se recorre con la mirada toda esa curva del espi-
a ello; el espíritu en sentido
teológico, del cual se dice que ritualismo francés del siglo XIX, es forzoso comprobarel
sopla donde quiere...» Se ve la dificultad: «El mundoes real- carácter de alarde que lo distingue. El espiritualismo está
mente, para nosotros, en cada instante, lo que el espíritu, caracterizado por un proceso de regresión, frente al pensa-
soplando donde quiere, quiere en nosotros en ese momento miento del siglo precedente, como si la explosión de 1789 libe-
cualquiera.» Lagneau, como Cousin, no teme exponer su pe- rase una involución del pensamiento. La perspectiva de la
queña gnosis sobre la Trinidad. La filosofía es «esencialmente
esotérica»: «filosofar es explicar, en sentido vulgar de las Nustración, en la que la ciencia, la técnica y el racionalismo
palabras, lo claro mediante lo oscuro...». El filósofo se nos político se conjugaban para cambiar la sociedad, es aban-
presenta aún como un hierofante. donada; se percibe una reacción defensiva, casi neurótica,
Hamelin viene a ser una especie de fin de serie de ese que intenta ocultar la realidad humana tras una gnosis me-
tafísica que los «pensadores» espiritualistas fabrican ente-
espiritualismo. Su pensamiento le debe mucho a Renouvier. ramente. Sin duda, ese espiritualismo ecléctico parecía poder
Pero allí donde Renouvier ostenta una especie de permanente proporcionar un exorcismo contra los demonios subversivos
impugnación de las ideas recibidas en el siglo XIX, Hamelin de la historia durante la era de Luis Felipe, cuando Víctor
recupera un pensamiento tranquilo. Es sabido que la refle- Cousin unía valientemente la defensa del espíritu y la apo-
xión de Renouvier está provocada por la meditación de Le-
quier en torno al acto libre. Renouvier se decide por la liber- logía de la propiedad privada bajo la inspiración del cristia-
nismo. Pero después de 1870, el espiritualismo pierde toda
tad, y se esfuerza en apartar las antinomias especulativas del influencia política y se reduce a un perfume ideológico para
kantismo; también se debate Renouvier enérgicamente con- la casta de los filósofos universitarios. Producto de sustitu-
tra las creencias, los determinismos, los sistemas
deductivos ción de la religión cristiana, ese espiritualismo se muestra
y las teologías, en donde el individuo es absorbido
por el me- como un alarde irrisorio, incapaz de diferenciarse del «sórdi-
canismo. Desde el Esbozo de una clasificación de los sistemas
do materialismo» de la sociedad industrial.
Filosóficos hasta el Personalismo, Renouvier sostiene un duro
combate contra el dogmatismo moral, intelectual o
En Hamelin, ese pensamiento discutidor
político. RESUMEN BIBLIOGRÁFICO
y protestante se
agota en los juegos de una dialéctica conceptual cuya única Obras principales
preocupación es situar correctamente la conciencia en el nivel
conveniente. Frecuentemente se ha hablado del «atrevimiento MAINE DE BIRAN: (Zuvres, ed. Tisserand, París, a partir de 1922,
V. COUSIN: Cours dUPhistoire moderne (8 vols., París, 1815-1880); Du
especulativo» (Dauriac) de que da pruebas Hamelin en sus vrat, du beau, du bien (1837); Études sur Pascal (París, 1842).
Elementos; Brunschvicg, en su artículo sobre la Orientación Ch. RENOUVIER: Essais de critique générale (4 vols., París, 1851-1864).
del racionalismo, demostró sin dificultad el carácter F, Ravaisson: De Uhabitude (1838; ed. Baruzi, París, 1927), Essal
facticio sur la métaphysique d'Aristote (París, 1837-1846). Rapport sur la
y verbal de esa dialéctica de la síntesis. Todo sucede philosophie en France (París, 1867).
como si
la dialéctica de Hamelin nos condujese de la deducción J. LACHELIER: Le fondement de UInduction (París, 1871); Psychologie
kan- et Métaphysique (París, 1885).
tiana de las categorías hacia la tabla aristotélica de las
cate- É. BOUTROUX: De la contingence des lois de la nature (París, 1874);
gorías. Se rompen todos los vínculos entre la ciencia la D'idée de loi naturelle (1895).
y
filosofía, convertida de nuevo en metafísica. La posteridad O. HAMELIN: Essai sur les éléments principaue de la représentation
(París, 1907).
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—24
tuvo.
362 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
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Estudios

Ch. AbaM: La Philosophie en France, 1894,


H. TAINE: Les philosophes classiques francais du XIXe siecle, 1857,
o

P. JANET: Victor Cousin et (Buvre, 1885,


J. SIMON: Víctor Cousin, 1877.
E. BERSOT: Victor Cousin et la Philosophie de notre temps, 1880.
,

F. RAVAISSON: Rapport sur la Philosophie en France au XIXe siecle,


1869.
G. SÉAILLES: La philosophie de J. Lachelier, 1920.
D. ParobI: La Philosophie contemporaine en France.
L. BRUNSCHVICG: Le progres de la conscience dams la philosophie occi-
, ,

Ta
dentale,
Berits, t. II: estudio sobre Hamelin: L'orientation du rationalisme,
. .

1951. QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX


O. HAMELIN: Le Systeme de Renouvier, 1927.
POR Jean BERNHARDT

En los ámbitos conjuntos de la química y de la biología,


no es imposible reconocer sin artificio cierta unidad en el
siglo XIX, mediante un desfase que lo hiciera comenzar en
los últimos años del Antiguo régimen y acabarse hacia 1885-
1890. En efecto, es poco antes de la Revolución cuando La-
voisier sienta las bases de la química y también de la fisiolo-
gía clásicas; unos cien años después, dificultades enteramente
nuevas comienzan a especificarse, cuando las grandes sínte-
sis causan en más de un investigador la melancólica ilusión
de que la ciencia está, en lo esencial, definitivamente acabada.
Entre esos dos topes aproximados se desarrolla un raciona-
lismo experimental cuyos rasgos más característicos son ya
visibles en Lavoisier.

I. EL DESARROLLO DE LA QUÍMICA

La obra de Lavoisier (1743-1794)


Sin embargo, la paternidad de esa «revolución en quími-
Ca», cuya necesidad y posibilidad presintió desde 1772 ó 1773,
leha sido a menudo negada. Excluidos por igual toda patrio-
tería y todo espíritu de hagiografía, guardémonos de ceder
a las fáciles sugestiones de una seudo-historia de las ciencias
que se contentase con registrar una acumulación de descu-
,

QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 365


364 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

brimientos en bruto. No seguro que Lavoisier hiciera


es
tades de las que los defensores de la química tradicional se
desembarazaban mediante aproximaciones e hipótesis gra-
jamás semejantes descubrimientos, pero supo reconocer y
poner en su lugar lo que otros, a menudo en manipulaciones
tuitas, como emprendió el establecer una nueva química ele-
ingeniosas, solamente habían encontrado y «descubierto» mental, una química experimental de los elementos o cuerpos
(como Colón descubrió América creyendo alcanzar las In- experimentalmente no descomponibles y provistos de propie-
llama- dades permanentes. Algunos lo precedieron o lo acompaña-
dias). Para Priestley, que descubrió lo que Lavoisier
ron en ese camino, pero la amplitud del proyecto, la perse-
ría hidrógeno, el aire seguía siendo un elemento, y lo mismo
el agua para Cavendish, que hizo su síntesis sin saberlo; verancia del esfuerzo, la claridad de la relación de la teoría
con la experiencia, constituyen en él un conjunto de cualida-
Scheele, admirable experimentador, el cual también aisló el des científicas sin otro ejemplo en la química de la época.
oxígeno casi al mismo tiempo que Priestley, por más que re- Procediendo a experiencias especialmente hábiles y limpias,
conoció la composición del aire y dio testimonio de una segu-
ridad increíble, como operador y como inteligente, en sus bien aisladas del aire ambiente, sistemáticamente variadas e
inversas (análisis y síntesis), pudo aplicar el principio de la
numerosos análisis cualitativos, no por eso dejó de insistir en
conservación de la masa en la determinación cualitativa de
la teoría del «flogisto» de Stahl, como sus dos colegas. Dicha
los cuerpos simples y a veces incluso en las relaciones ponde-
teoría, según la cual un «principio combustible» se escapaba rales de las combinaciones, contando ya, como ideal, con la
de las materias que arden o se calcinan, era generalmente
expresión en ecuación de los datos iniciales y finales y con
admitida en el siglo XVI, conformándose cor. el conocido
la clasificación de los cuerpos según una combinatoria que
hecho de que los metales calcinados aumenten de peso per-
había de expresar en una nueva nomenclatura, pedagógica
diendo flogisto. ¿Cómo pudo Lavoisier rechazar esa teoría?;
y también científicamente superior.
¿cómo consiguió hallar_en ella insostenibles contradicciones? Esa revolución química se prolongó en una revolución
Para comprenderlo hay que representarse la vocación y
el oficio tradicionales del químico, en vivo contraste con las fisiológica. El estudio del oxígeno, «aire vital», en las com-
exigencias y los procedimientos de Lavoisier. Muy a menudo, bustiones, invitaba a comprender la respiración como una
de ellas, y la medida exacta de los calores mediante el empleo
médicos (como Scheele) o farmacéuticos, incluso con una even-
del calorímetro de hielo (invento común de Laplace y Lavol-
tual formación de físicos (como Cavendish), enteramente se-
ducidos por las transformaciones químicas y por ese continuo sier) permitió derribar las antiguas doctrinas también a ese
demuestran, los respecto. La respiración ya no podía considerarse una fun-
paso de una cosa a otra que las experiencias ción de refrigeración. Lavoisier incluso llega a representarse
químicos estaban mal preparados para ejercitar un espíritu la «máquina animal», «gobernada por tres reguladores prin-
de precisión cuantitativa en el estudio de realidades aparen-
temente fluyentes e inconstantes. Lo que distingue a Lavoi- cipales»: la respiración, que procura la combustión vital; la
sier no es su situación de aficionado rico (que lo aproxima a transpiración, que elimina el exceso de calor eventual, y la
Cavendish y a algún otro científico del Antiguo régimen), digestión, que renueva los materiales de combustión. Dos
años antes de su ejecución, supo plantear el problema de la
sino, en primer lugar, su sólida formación en matemáticas «maravillosa circulación entre los tres reinos», mineral, ve-
y en lógica, así como en física
matemática y en mecánica
celeste. Intimamente unido a matemáticos como Laplace, con- gyetal y animal.
siguió, en suma, renovarla química porque no era «químico», Independientemente de las disputas de prioridad, es cier-
to que ese pionero retuvo mucho de la tradición del siglo XVII,
porque resistió mejor que nadie al placer químico y alquími- bastaría para demostrarlo su concepto aristotélico de
co de lo maravilloso de las transmutaciones, que no podía
como

cultivarse tampoco en las tareas financieras y técnicas del los tres reinos, que no permite definir por oposición a lo no
recaudador general de impuestos. Porlo tanto, fue en calidad viviente un ámbito de la vida unificado. En química, aunque
de físico prendado de la rigurosidad, partiendo de las dificul- contribuyó más que ningún otro a derribar la antigua teoría
V VU VO VO YUU yY YAA UA
QUÍMICA
ss
Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX
ss
367
366 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

de los cuatro elementos, conservó especialmente, dándole el La teoría atómica y la contracorriente


nombre de «calórico», una «materia del calor», mensurable, positivista
tendió
aunque imponderable, y presente en todo fluidoelástico;
también a asimilar toda reacción a una combustión, y a de Lavoisier no significa,
de acuerdo El trágico y prematuro final
conceder primacía al papel del oxígeno, con un
como pretende una frase hecha ulteriormente, que la Revo-
estilo muy antiguo. Sin embargo, hasta esas supervivencias, lución se propusiera prescindir de científicos; sencillamente,
nada hay en él que no atestigúe la modernidad de su obra, consciente de la
acuerdo con el tra- en ese trabajador omnipresente y poco
pues en ella aparecen como hipótesis de marcha de los acontecimientos políticos, el financiero del
bajo experimental efectuado, como especulaciones más vas-
antiguo régimen y el químico se habían hecho indiscerni-
o
tas, pero siempre propias para suscitar unos procedimientos
exactos de infirmación o de comprobación; por consiguiente, bles, para bien y para mal. En medio de gigantescas con-
unos progresos. De un modo más positivo,
Lavoisier inau- mociones, comienza una época que muy pronto, a veces a
pesar de sus dificultades, y, a veces, para
hacer frente a
eura el siglo XIX con unos rasgos Cuyo
brillo se esfuma a
los recursos de ellas, acrecienta la importancia social de las ciencias, y €s-
veces en sus propios sucesores. Utilizando
la física matemática, v siguiendo el ejemplo de ella, así pecialmente tiende a desarrollarlas mediante concesión de
la
como de las lecciones de Condillac, se le ve
asociar al ideal fondos públicos más o menos generosamente y más o menos
de una aprehensión sistemática, orgánica, la práctica de una juiciosamente distribuidos. Unas investigaciones Onerosas,
como las de la química, dependerán, en adelante,
menos de
investigación metódica y tenaz. Si denuncia la disparidad,
la incoherencia y la tosquedad de las apariencias naturales, la fortuna privada de los investigadores; ese progreso ayuda
más finura y estables, a comprender la suerte y la desgracia
indisociables con las
es para sustituirlas por apariencias de
desde antes
distinguidas y coordinadas mediante la actividad severamen- que Lavoisier inaugura la química del siglo XIX,
te controlada de las técnicas experimentales; lo principal es de la Revolución.
que, en ese sistema de operaciones, las composiciones y
des- Su obra encontró resistencias, pero obtuvo rápidamente
composiciones reales e inaparentes son imdirectamente Co- muchísimos lectores, especialmente en Inglaterra. Incluso en
nocidas y dominadas, identificadas y conquistadas. Lo demás Alemania, patria de la teoría del flogisto, y para citar como
deriva de ahí: vastos programas, espíritu interdisciplinario, ejemplo a un filósofo muy informado de las ciencias, obser-
constitución de equipos, organización de lugares de trabajo, vemos que Kant, ya anciano, adopta las concepciones
de
invención y fabricación de aparatos de precisión, e interac- Lavoisier a lo sumo en 1797. Considerando ahora lo esencial
ciones recíprocas de la ciencia y la técnica utilitaria. Todo de la aportación del siglo XIX en química, que es, sin duda
ello, principios y consecuencias, se manifiesta ya en Lavoi- alguna, la edificación de la teoría atómica, hay que pregun-
sier, además de esa observación única, aunque poco SOrpren- tarse si el atomismo constituye la prolongación de los traba-
dente en semejante maestro del conocimiento indirecto: «las jos de Lavoisier. Es cierto que, preocupado ante todo por
moléculas elementales de los cuerpos», dice, jamás podrán la estática y por la investigación acerca de los elementos,
distinguirse mediante los sentidos, ya que nuestro ojo está Lavoisier se había interesado relativamente poco por la es-
compuesto de elementos «del mismo orden de magnitud», pecificidad de las reacciones y por el estudio de las «afini-
las sus-
y los microscopios, «de moléculas más groseras» que dades», que fue lo que preparó la teoría atémica. Pero él
tancias a observar. había visto bien que el porvenir de tales investigaciones era
de orden cuantitativo, especialmente ponderal, y se había
propuesto trabajar en ellas en ese sentido. A nuestro pare-
cer, únicamente el espíritu de Lavoisier permite
situar y
DO» »d0).909).0.00.0.0.9)%».90.90-0m09 0» > —

QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 369


368 EL MUNDOCIENTÍFICO E INDUSTRIAL
fluidos, de Newton, por el progreso de los conocimientos acer-
caracterizar exactamente la obradel fundador del atomismo ca del aire atmosférico. El propio Dalton, apasionado por la
moderno, John Dalton (1766-1844). meteorología (como Lamarck), hizo análisis del
numerosos
Hablando en general, el atomismo no era cosa nueva a
aire en diversos puntos del territorio inglés. Quedando asi
comienzos del siglo XIX, y las concepciones discontinuistas,
través de toda la his- bien establecido que los gases del aire forman una mezcla
que persistieron en formas variadas a estable, lugar de superponerse
toria del pensamiento occidental, captan a la gran mayoría homogénea y en en capas se-

de los hombres de ciencia desde el triunfo del newtonismo. gún las respectivas densidades, como sugiere la analogía con
los líquidos, admite Dalton, hacia el comienzo del siglo, que
Lavoisier podría servir aquí de ilustración con el mismo
derecho que la mayoría de sus contemporáneos. Lo que
dis- las fuerzas newtonianas de repulsión (de donde resultan las
tingue a la teoría de Dalton es sencillamente su carácter presiones, proporcionales a las densidades) no se ejercen
científico si semejante carácter se define por la instauración entre las partículas de la misma especie; las densidades de
de una exacta relación de concordancia entre lo conocido y
lo los elementos de la mezcla gaseosa no guardan entre sí nin-
desconocido, entre la experiencia y la hipótesis. En efecto, guna relación física. Las investigaciones de Henry sobre la
incluso teniendo en cuenta los márgenes de aproximación solubilidad de los gases en el agua, no menos que la ley de
de las adición de las presiones parciales («ley de Dalton»), confit-
de toda experimentación y la imposibilidad, en rigor,
hasta Dalton, la teoría maron esa hipótesis. Fue quizá después de sus investigacio-
experiencias“eruciales, está claro que, las
de las estructuras no perceptibles había quedado entre nes de físico en la línea de Henry, y después de un primer
Newton,
hipótesis del tipo rechazado en principio pordiscriminante es intento para determinar físicamente las relaciones pondera-
decir, entre las interpretaciones sin vínculo les de las partículas, cuando Dalton se vio inducido a consi-
con las características experimentales
conocidas en la misma derar las combinaciones químicas. Es probable que los tra-
época. De ahí provienen el principio, a menudo invocado, bajos de Richter y la ley de las proporciones definidas, de-
de la pluralidad y de la «equipolencia» de las hipótesis y, bida, en 1801, a Joseph-Louis Proust, desempeñaron entonces
especialmente en química, la distinción entre una disciplina un papel decisivo en la elaboración de la teoría, hacia 1804,
práctica, en la que se atiene uno a los elementos, las y una dis- Donde Proust, que expresaba las relaciones ponderales re-
ciplina teórica, rama de la filosofía natural, en que se firiéndolas al peso de los compuestos, sabiendo perfectamente
arriesga uno a hacer suposiciones que rebasan la experiencia. que algunos elementos pueden combinarse de acuerdo con di-
Por el contrario, del mismo modo que Lavoisier había re- versas relaciones ponderales, sólo había podido señalar dis-
construido la química elemental gracias al rigor. de su método continuidades irregulares, Dalton supo evidenciar la disconti-
ponderal, Dalton transportó la teoría atómica de la filosofía nuidad regulada que se expresa en su ley de las proporciones
natural a la ciencia, mostrando que las relaciones ponderales múltiples, y oponerse enérgicamente, después de Proust, al
de las combinaciones químicas sólo se explican, en su exacta continuismo de Berthollet. Esa discontinuidad regulada de
discontinuidad, como la resultante perceptible de una íntima las diferentes combinaciones de un mismo elemento químico
discontinuidad de la materia, e incluso permiten definir al- requería una explicación, y prácticamente imponía una ex-
inusitada.
gunos de los caracteres de ésta con una seguridad plicación determinada, de acuerdo con un programa de in-
La génesis del sistema no se deja reconstruir fácilmente,
mas ése es el principal resultado a que llega Dalton,
sin se- vestigaciones.
tuido por partículas
Y es que cada elemento químico está consti-
últimas, o átomos, de masa invariable
pararlo quizá suficientemente de hipótesis más aventuradas
de la «filosofía quími- y específica, y
cada compuesto está constituido por «partícu-
y de una aparente fidelidad al espíritu las compuestas» cuya masa específica es igual a la suma de
ca», de la que, en realidad, se emancipaba incluso
cuando com-
de partida probable- las masas de los átomos componentes. Así se conseguía obte-
probaba sus conjeturas. El punto es
ner unas experiencias exactas de las inferencias sobre las
mente el problema planteado a la teoría corpuscular de los
Lo
CO
o

Vi
A

370 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 371


estructuras no perceptibles, y se podía pensar en establecer, raleza que disminuían, en el cálculo de las masas atómicas
mediante la confrontación sistemática de todas las experien- relativas, la parte de arbitrariedad mantenida por unas pro-
cias ponderales de química, las masas relativas de los átomos, porciones únicamente ponderales. La colaboración de ambos
así como la composición de las partículas formadas por su órdenes de datos fue posible mediante la distinción entre
asociación química. partículas de composición y partículas estables, llamadas des-
Dalton tomó como base 1 el átomo del elemento más lige- pués, respectivamente, átomos y moléculas, siendo únicamen-
ro, el hidrógeno, y se propuso determinar esas masas rela- te estas últimas en número constante por unidad de volumen.
tivas y esas fórmulas de composición, representando los re- Mas los trabajos de Avogadro y de Ampére fueron acogidos
sultados en un sistema de símbolos en el que los átomos como especulaciones gratuitas que por casualidad coincidían
figuran como pequeños círculos iguales. Recurriendo a un acá y allá con la experiencia. Por lo demás, es notable que
principio de simplicidad que, a pesar de lo que tenía de ar- el problema del átomo volviera a plantearse, esencialmente
bitrario, estaba en perfecto acuerdo con el fundamento expe- en los mismos términos, hacia 1825, a propósito de la molécu-
rimental de su teoría, admitió que, si dos elementos sólo dan la. Habiendo admitido Avogadro, de un modo arbitrario, que
un único compuesto, la asociación química es binaria (1 átomo la molécula es diatómica en los gases simples, Dumas (1800-
—y no 2— de hidrógeno se asocia a 1 átomo de oxígeno en 1884), que, en determinados casos, no lograba que el cálculo
la síntesis del agua) y que, en caso contrario, se obtiene, por de las masas moleculares, partiendo de las densidades, coin-
orden de complicación mínima, primero el compuesto bina- a cidiera con los resultados adquiridos por otro lado, renunció
rio, después, el ternario, etc. Las primeras publicaciones de 4
la teoría datan de los años 1805-1808, y le valieron muy A pura y simplemente al atomismo, negando muy explícitamen-

A
te que las moléculas de los gases simples tuvieran más o me-
pronto a su autor diversas especies de críticas, de donde se nos de dos átomos. En ese científico, por lo demás honorable
sacaron conclusiones abusivas. No costó mucho trabajo seña- (y también honrado hasta una dictadura administrativa so-
lar lo arbitrario de las fórmulas, la reducción de las combi- bre la orientación de la química en Francia), y a menudo
naciones a simples yuxtaposiciones de átomos y, en general, atraído, de buenas a primeras, por las consideraciones teó-
todo lo que en Dalton se dedujese aún de la filosofía química ricas, se ve de lleno la debilidad de un positivismo que noes
y de sus más antiguos postulados; pero lo más frecuente fue necesario reducir a la influencia de Comte y que, en muchos,
aprovechar esas críticas para desconocer la novedad del prin- sobre todo en Francia y en Inglaterra, tornó el temor al de-
cipio y el carácter científico de ese tipo de investigación ex- lirio imaginativo en menosprecio porla filosofía, para llegar
perimental. Si, especialmente, las leyes volumétricas de com- a una religión del hecho y de la experiencia adquirida. Lo
binación de los gases, debidas a Gay-Lussac (1778-1850) en que, porel contrario, e incluso de un modo incompleto, ense-
1808, constituyeron uno de los mayores obstáculos para la ñaba el ejemplo de Dalton, teórico en el alma, era que los
adopción de la teoría atómica (hasta el punto de que el pro-
-

hechos plantean problemas, y que los conceptos que respon-


pio Dalton, que las había entrevisto, las negó), no fue sola- den a esos problemas, organizandoesos hechos, suscitan nue-
mente porque sus discontinuidades parecían imposibles de vas experiencias y procuran a la ciencia sus más amplios
explicar en términos de átomos, sino porque algunas impli- desarrollos. Especialmente en química, ciencia en la que
caban, contra Dalton, el mismo número de átomos de igual los hechos bien determinados sólo se muestran a aquel que
volumen para todos los gases. Nadie se dio cuenta, excepto
supo provocar su aparición y en los que, por así decir, las
Avogadro en 1811, y Ampere un poco después, de que, com- combinaciones aspiran a una combinatoria muy sistemati-
plicando el problema del atomismo, las leyes de Gay-Lussac zada. En ese sentido, si hacia 1840 la teoría atómica era
reforzaban el sentido del mismo, y que, por una especie de casi unánimemente abandonada, de ahí en adelante y sin
entrecruzamiento de sus discontinuidades volumétricas con consideración a las consecuencias, los científicos positivistas
las discontinuidades ponderales de Dalton, eran de tal natu- se equivocaban... Después de eso, ¿qué decir de la obstina-
372 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 373

ción manifestada en Francia por el positivismo dominante y la fuerza del atomismo, más o menos manifiesta, pero siem-
hasta finales del siglo, especialmente con la gran influencia pre real, en ese primertercio del siglo, y tan admirada por
de Berfhelot? No es casualidad que la química, cada vez más
mr Wurtz. Y se reconocerá igualmente, sin disminuirlo por esto,

A
importante en Alemania y en Rusia, fuese desarrollada en ema que ese momentode la ciencia moderna viene a ser la conso-
esos países por hombres de una verdadera cultura, poco des- ;
cuencia auténtica de una tradición multisecular, fortalecida
pués de que un Laurent hubiese sido expulsado de la Univer- sin cesar en las fuentes más antiguas, es decir, en el viejo
sidad en Francia. ; naturalismo griego (1).
El fracaso temporal (y de hecho más que de derecho) del
atomismo está, sin embargo, muy lejos de representar toda
la historia de la química en la primera mitad del siglo. El La química orgánica y el triunfo del atomismo
acrecentamiento de los conocimientos y el perfeccionamiento
de su organización pueden mostrarse a través de la figura Aun cuandoel detalle técnico, que no es cuestión de evo-
del sueco J. J. Berzelius (1779-1818), experimentador rigu- car aquí, se haga cada vez más complejo, y crezca, en pro-
roso y teórico bien informado; con el espíritu de prudencia porción, la importancia de una experimentación hábil, pa-
o de timidez positivista de los «pesos equivalentes», de los ciente y rigurosa, es imposible comprender el papel de la
que Wollaston, después de había hecho el paladin
Richter, se química orgánica en la nueva valoración del atomismo a tra-
en 1814, Berzelius se esforzó en edificar una teoría «atómica» vés de esta observación general: la química orgánica es la
no realista, tomando como base 100 el oxígeno, para la deter- química más típica, por la primacía, en ella, de las combina-
minación de las masas relativas. Sin conseguir conciliar ver- ¿ ciones y de las funciones sobre la diversidad empírica de los
daderamente datos volumétricos y datos ponderales, logró elementos y de las reacciones.
excelentes aproximaciones, incluso su teoría «dualística», | Su desarrollo data del segundo tercio del siglo. Tras ha-
electroquímica, inspirada por Lavoisier y por las primeras ber perfeccionado J. Liebig (1803-1873), en 1830, un buen
electrólisis, tuvo aspectos positivos. En 1818 publicó una nue- método de análisis, la proliferación de nuevos compuestos
va notación simbólica de los elementos, mediante letras, con requirió y suscitó rápidamente unos esfuerzos de clasifica-
exponentes numéricos para establecer las fórmulas; es decir, ción y de interpretación. Pero ya antes se habían realizado
que creó el sistema todavía hoy en uso para las fórmulas no notables trabajos, algunos de ellos de gran alcance teórico.
desarrolladas. A decir verdad, su posición fue siempre ambi- Así fue como, al lado de los primeros análisis cuantitativos
gua con respecto al atomismo y a la doctrina ovuesta de los (Gay-Lussac y Thénard, 1811), y de los estudios de Chevreul
equivalentes ponderales. Cabe preguntarse si en su sistema, sobre la composición de las grasas (a partir de 1815), etc.,
incomprensible sin la influencia de Dalton y sin determina- Gay-Lussac, Berzelius y Dumas hicieron avanzar, no sin di-
dos descubrimientos atomistas, como el de Dulong y Petit ficultades, el análisis de los «radicales», es decir, de los gru-
sobre la relación entre masa atómica y calor específico (1819), pos de átomos que se suponía inmutables como tales grupos,
Berzelius no habría hallado por instinto el camino medio,
único que permitía al atomismo realista robustecerse en se-
(1) El atomismo de Leucipo y de Demócrito forma parte inte
ereto y preparar su futuro triunfo. Lo cierto es que el des-
» . .

grante de esa corriente naturalista, y no deriva esencialmente del


eubrimiento de lo que en 1830 llamó isomería (algunos cuer-
pos de propiedades diferentes
A
a
tienen la misma composición
a . nia
E . pies
riormente (cfr. tomo
xímenes (cfr. tomo I,
eso es Jo que
28-29)
fsmos ars
mplique
Jágs. 91-52),
va Specie
demostrar ante-
Puede que la concepción de Ana-
una de discon-
elemental) condujo a Berzelius a pensar en unas diferencias tinuismo. La legítima ambición de discernir los cambios y las rupturas
de estructura molecular en las que necesariamente se perdía históricas oculta hoy con demasiada frecuencia la antigiedad e in-
eluso, como aquí, lo antiguo de algunos problemas modernos (cfr. más
el carácter formal e hipotético que había querido dar a su
Los - á
> . .

adelante, por oposición, el problema del transformismo, que es un pro-


.

teoría atómica. Así se comprueba la importancia de Dalton blema reciente),


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374 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX

la de átomos, en una pluralidad de reacciones. Esa componentes. Pero, al mismo tiempo, retenido por la timidez
positivista y también por un invencible conformismo de per-
a manera
noción, heredada de Lavoisier, le sirvió especialmente a Ber- sonalidad oficial, se guardó de chocar con las convicciones de
zelius para afinar y generalizar su teoría dualística, pero, s0-
bre todo, condujo a unas investigaciones sistemáticas de ma- Berzelius y renegó abiertamente de un discípulo, investiga-
de comienzos dor maldecido, quizá el más grande químico de la época,
yor porvenir. Por otra parte, ese mismo período
del siglo vio tres descubrimientos de primer orden, mediante Auguste Laurent (1807-1853). intimamente relacionadodecon
los cuales se anunciaba la ciencia de las estructuras molecu- Gerhardt (1816-1856), Laurent es el principal artífice la
cristales de natura- renovación de la teoría que marcó la mitad del siglo y que
lares, a saber, el isomorfismo de algunos clásica. Las reacciones de sustitu-
leza diferente (Mitscherlich, 1819), las combinaciones por dio a la química su forma
ácidos polibásicos (Graham, ción corrían el riesgo de carecer de eficacia demostrativa
grupos de sustitución de los
1823) y, por último, la isomería, ya citada, (Liebig y Wóhler, contra el desorden gratuito de los radicales y de la composi-
1823), muy poco anterior a la polimerización (Faraday).
In- ción de las moléculas por parejas de agrupaciones eléctrica-
mente opuestas. La originalidad de Laurent consistió en
descubrimientos, hechos en in-
cluso los dos primeros de estos
el ámbito de la química mineral y, además, mal comprendi- terpretar las sustituciones en términos de isomorfismo, es
analógicas de estructu-
dos en su momento, desempeñaron ulteriormente un gran pa- decir, en generalizar las inferencias
pel en la ordenación del conjunto de la química, cuya unidad ras debidas a la cristalografía, para
determinar con preci-
se había manifestado con las primeras síntesis orgánicas sión la configuración de las moléculas. Así se hizo muy pron-
(Wóhler, 1824 y 1828). En cuanto a la isomería, ya antes to posible un realismo científico de las estructuras molecu-
de Berzelius, Chevreul, desde 1823, seguido por
Dumas en
lares que consideró nulo el dogmatismo dualístico y superó
1826, reconocía claramente la necesidad de una explicación la pluralidad gratuita de las hipótesis destinadas a salvarlo.

que se basara en «ordenaciones de átomos o de partículas». Del mismo modo que Dalton había hallado en las proporcio-
El estudio de los radicales, proseguido por Liebig y Wóh- nes múltiples la base científica de su
atomismo, Laurent supo
ler, tuvo especialmente la ventaja, hacia 1832, de retirarle orientar la química orgánica hacia las implicaciones estruc-
al oxígeno el papel privilegiado que le atribuía Lavoisier y turales del juego de las sustituciones. Su teoría de los «nú-
lo trabajos
que hacia 1815 ya había quedado malparado por cleos» (a la que Dumas debe sus «tipos») pugo en la
base
de Davy sobre los ácidos. Se produjo entonces una especie
de agrupaciones
ele- de la química orgánica, desde 1836-1837, unas
flexibilidad;con la abolición de algunas restricciones que fundamentales de átomos, comparables cada una de ellas al
vaban a la categoría de teorías unas limitaciones de coinci- plano de base del que pueden derivar un conjunto vario
de
dencia, la química, y sobre todo la química orgánica, liberóasus edificios más o menos complejos, del mismo modo, decía, que
facultades combinatorias y pudo extender sus conquistas
la
dualística de Berzelius, y la las catedrales góticas derivan todas de la cruz griega. Esos
vez que las ordenaba. La teoría
unida núcleos primitivos, compuestos de carbono y de hidrógeno,
hipótesis de radicales aislables que a ella iba y que se
anticipan los «esqueletos carbonados» de hoy, e incluso trazó
esforzaba por explicar las combinacionesde un modo simple-
la reanudación Laurent, mucho antes que Kekule, el hexágono del benceno.
mente aditivo, fueron batidas en brecha por y
A pesar de la hostilidad realmente destructora de los quí-
el desarrollo del estudio de las sustituciones, en las que se
habían interesado Davy, Mitscherlich, Gay-Lussac y, sobre micos pagados por el Estado (2), la nueva teoría muestra
el mérito de
todo, Liebig y Wóhler. A Dumas le corresponde hacia las sustitu-
haber desplazado la atención de los radicales (2) Fácilmente se habla del «asesinato jurídico»
de Lavoisier,
ciones, en 1834; también reconoció, algunos años después, que cometido por la Revolución francesa; convendría ser menos discreto
existen «tipos» de cuerpos cuyas propiedades dependen mucho de lo que se es con respecto al «asesinato académico» de Laurent, per-
más de las estructuras moleculares que de la naturaleza de los petrado por la Universidad francesa.
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1

QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 377


376 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

bien pronto valor, tanto en el plano del descubrimiento investigación y de previsión: en los lugares de su cuadrícula
aún vacíos, a unos compuestos desconocidos se les asignaba
su
como en el de la ordenación.
La clasificación fue lo que preocupaba sobre todo a Ge- de antemano su fórmula y sus propiedades. La primacía de
rhardát. Sensible a la fragilidad y a lo arbitrario de las hipó- la síntesis, más convincente que los análisis empíricos, unía
tesis dualísticas, con un espíritu positivista, decidió atenerse así, a pesar de su diferencia, la obra fundamental de Lau-
a las relaciones de composición sin consideración alguna a la rent con la no menos capital de Gerhardt.
estructura molecular ni al realismo atómico; pero, por una Como prolongación suya, los primeros años que siguie-
parte, tuvo la suerte de conocer a Laurent, el cual había es- ron al 1850 estuvieron caracterizados sobre todo por las in-
bozado una clasificación de los cuerpos orgánicos gracias a vestigaciones sobre la «atomicidad» y por el desarrollo de
sus núcleos primitivos y a sus posibilidades de transforma- las síntesis orgánicas. Las primeras consistían en distinguir,
ción, y por otra parte, el espíritu de organización racional como se había hecho para los radicales, los
valores de susti-
tución o de combinación específicos de los elementos. Kekule
que lo caracterizaba le exigía en cierto modo tener en cuenta
todas las especies de datos, para ampliar y rectificar la quí- y Couper, independientemente uno de otro, especificaron, en

mica de los equivalentes. Hacia 1843 consiguió unificar la 1858, lo que diez años después se llamaría la noción de va-

tabla de los pesos atómicos de la química general y de la quí- lencia, y descubrieron la «tetraatomicidad» (tetravalencia)
mica orgánica, mostrando, mediante el examen de las series del carbono, así como su capacidad para formar cadenas
ordenadas, de compuestos orgánicos, que en ella se habían du- (átomos de carbono unidos entre sí). De esa época proceden
plicado indebidamente los equivalentes ponderales. Ese resul- las fórmulas desarrolladas, como también la noción franca-
tado confirmaba las conclusiones que Avogadro había sacado mente admitida de la química orgánica como química de los
de las experiencias volumétricas y que en 1831-1833 habían compuestos de carbono, sin referencia particular a las reac-
sido repetidas por Gaudin sin más éxito; en 1846, Laurent ciones bioquímicas. En cuanto a las síntesis obtenidas a pat-
especificó la distinción entre átomo y molécula, particulari- tir de materiales de origen mineral, en la tradición de Wóh-
zando dichos términos del modo que hoy ha llegado a ser ler, los progresos teóricos yla extensión de los conocimientos
usual. Como vemos, sin preocuparse por las teorías realis- permitieron especialmente a Berthelot (1827-1907) realizar
tas, el espíritu de sistematización de Gerhardt, que tanto les sistemáticamente, desde 1854, consiguiéndola en 1863, la pri-
mera síntesis total (a partir de- los cuerpos simples),
debía, les prestaba grandes servicios. Esta observación se la sín-
aplica incluso a los problemas de estructuras moleculares, y tesis del acetileno. Sin embargo, ni las estructuras, ni los
sobre todo a ellos, de los cuales Gerhardt, para preservar átomos —en el sentido realista del término—, ni incluso los
la unidad de cada compuesto, se mantenía alejado lo mismo pesos atómicos de Gerhardt habían ganado aún la partida
que del dualismo de Berzelius. En efecto, el juego tan sutil hacia 1858, fecha en la que Cannizzaro le devolvió su valor
de diferencias, de parecidos y de progresiones que caracte- la línea de los
a la concepción de Avogadro suprimiendo, en
riza a las sustituciones orgánicas, en una clasificación fun- trabajos de Gaudin y de Cahours, las dificultades que a Du-
dada en ellas, no podía menos que reducir el margen de li- mas y a tantos otros les habían parecido dirimentes.
En 1860
bertad que separaba aún a las hipótesis de estructura mo- tuvo lugar, en Karlsruhe, el primer Congreso Internacional
lecular de las fórmulas articuladas de Gerhardt. Indiferente
de Química, y en él Cannizzaro desempeñó un papel de pri-
a las estructuras no perceptibles, la clasificación de éste es
mer plano, sin convencer ni a Dumas ni a Berthelot. La ne-
además muy resueltamente realista en el plano de la expe-
rimentación. Distribuyendo los compuestos orgánicos según gación de toda forma de atomismo y la adhesión al sistema
de los equivalentes estrictamente ponderales, sistema ya
la doble línea de las series homólogas (del mismo «tipo») y
de las series genéticas heterólogas (del mismo radical no ais- superado antes de 1850, experimentaban en Francia una re-
sistencia de principio: en los medios más influyentes se rehu-
lable), Gerhardt adoptaba explícitamente un instrumento de
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—25
3

378 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 379

saba abordar unas concepciones que se juzgaban inevitable- de los cristales (3), sancionó, con Le Bel y Van't Hoff (1874),
mente confusas, hasta tal punto que, por ejemplo, Sainte- la orientación fundamental de Laurent (el cual tuvo a Pas-
Claire Deville pudo descubrir (1857-1864) los fenómenos de teur como colaborador en 1846). Del mismo modo, otros
disociación sin darse cuenta de que con ellos les daba a los muchos ámbitos fueron estudiados con una precisión rápi-
atomistas el medio de explicar las últimas discordancias apa- damente creciente, a menudo uniéndose la física y la quími-
rentes entre las medidas de densidad de vapor y la ley de ca, como dinámica de las reacciones, termoquímica, catálisis,
Avogadro. A pesar de los esfuerzos de Wurtz y de Béhal, electrólisis y física de las soluciones en relación con la teoría
Berthelot se valió de sus cargos oficiales para prohibir el atómica. Pero el final del siglo XIX está dominado por un tra-
atomismo e imponerla supervivencia de los equivalentes pon- bajo de D. I. Mendeleiev, la clasificación periódica de los
derales hasta 1896 en la enseñanza superior, o sea, prácti- elementos, que data de 1869,
camente hasta la primera guerra mundial en niveles más Para comprender bien el sentido de esa capital aporta-
modestos y no menos importantes. La química orgánica se ción, no está mal que subrayemos la incomprensión que ha-
resintió considerablemente con ello y, como consecuencia, el lló hasta 1875 y aun después. Hasta 1875, Mendeleiev sólo
desarrollo de la industria química en Francia. fue un químico bastante conocido como profesor en Peters-
Sin embargo, el estudio de las valencias y el estableci- burgo; después se acumularon las comprobaciones del detalle
miento de fórmulas desarrolladas no superó inmediatamente, de su teoría, y todos se maravillaron. ¿Había tenido el autor
especialmente en Kekule, el formalismo de Gerhardt. Mas una suerte extraordinaria, o una ilusión adivinatoria? A me-
en muchos países, sobre todo en Alemania y en Rusia (But- nudo se pensaba que es fácil hallar coincidencias puramente
lerov, 1861), se aspiraba a una teoría de las estructuras para fortuitas y tomarlas por relaciones necesarias; en 1879, aún
superar los «tipos» y llegar a una única fórmula desarrollada decía Bunsen que el trabajo de Mendeleiev se podía recons-
por compuesto. Lo que determinó el éxito del realismo es- truir con éxito siguiendo como asignatura los cursos de la
tructural fue la fecundidad sistemática y exacta de las hipó- Bolsa... Mas ni la suerte ni la intuición constituyen explica-
tesis, sobre todo después de 1866, fecha en la que Kekule ciones, y la aparición de regularidades en una ordenación
propuso el hexágono del benceno. Como Laurent lo había
previsto y más que esbozado, se llegaba por fin a una verda- gratuita no alcanza nunca una estructuración tan rica como
la de la famosa tabla. Hubo también otra manifestación de
dera demiurgia química, sin la cual, a la inversa del proce-
dimiento analítico, las hipótesis se comprobaban dirigiendo incomprensión, unas discusiones de prioridad, especialmente
las producciones experimentales. Así es como, partiendo de la que suscitó L. Meyer, cuyas observaciones parciales e hi-
laboratorios bien equipados, la química orgánica desembocó potéticas nada tienen que ver con la ley de Mendeleiev. Pues
en Alemania, en el último tercio del siglo, en una potente
la tabla expresa una ley e incluso anticipa la formulación de
industria química, cuya importancia en la historia .de toda una teoría científica general de los elementos químicos, cuya

la Europa contemporánea es difícil de exagerar. primera prueba es la adecuación entre su estructura y los
datos empíricos, y cuya elaboración exigió años de investi-
gaciones y de información, la más vasta cultura y el sentido
Mendeleiev (1834-1907) y la ley periódica antipositivista del realismo de las teorías, cualidad tan a me-
de los elementos nudo ausente del espíritu de la época.
Mendeleiev conocía muy bien, con todo detalle, la obra
Otros aspectos merecerían también ser evocados. Así, la de Gerhardt, y conviene que comparemos con la tabla la cla-
estereoquímica, en la prolongación de los esquemas de dos sificación de doble entrada que Gerhardt hizo de los com-
dimensiones, de Kekule, y, sobre todo, de las hipótesis enun-
ciadas desde 1850 por Pasteur sobre la disimetría molecular (3) Cfr. más adelante, pág. 411.
po 380 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 381

puestos; la metáfora del juego de naipes, que puede ilustrar seguro de la verdad de conjunto de la ley periódica: «Es
ese tipo de clasificación, se halla sucesivamente en ambos imposible admitir que se trate de una casualidad.» Si cada
autores, así como lo incompleto de la cuadrícula y la preten- dato, o más bien, cada resultado recibido, puede hacerse cues-
sión realista de prever racionalmente los descubrimientos tionable cuando se toma aparte, las imprecisiones
y los erro-
complementarios. Además, Mendeleiev compara la importan- res se rectifican mutuamente en la unidad del
sistema; la
cia de los pesos moleculares en la determinación de las pro- clasificación no es retrospectiva, sino, corrigiendo lo adqui-
piedades de los compuestos con la importancia que le asigna rido, completamente retroactiva y, sobre todo, amplía los
a los pesos atómicos en la determinación de las propiedades conocimientos determinando el contenido virtual de los casos
de los elementos. Sin embargo, no se trata de una analogía que faltan. Y más profundamente, el conjunto mismo del
estricta, y la originalidad de Mendeleiev se manifiesta pri- sistema, que tiende a representar una ley natural, sin excep-
meramente en que las dos líneas de lectura, vertical y hori- ción, que hay que explicar después, probablemente, mediante
zontal, están constituidas por el desarrollo de una serie única, «los principios fundamentales de la mecánica interna de los
la de los pesos atómicos en orden creciente, cuyos segmentos átomos», ese conjuntoel resultado de una interacción, di-
es
sucesivos se recortan y se yuxtaponen de modo que alinien, rigida con tino
excepcional, entre el esquema general, que
perpendicularmente, los elementos homólogos: «Las propie- lo articula, y la diversidad empírica que en él se comprende.
dades de los cuerpos simples, como las formas y las propie- Pluralidad de criterios; ajustes que se buscan y que, al ha-
dades de las combinaciones, son una función periódica de llarse, se comprueban; estructuración que tiende por sí mis-
la magnitud del peso atómico.» El punto de partida es la ma a corregirse, a completarse, a complicarse y a extenderse;
convicción muy firme entre el único invariante entonces co- tan asombrosa estrategia evoca más bien la reconstrucción
nocido que pudiera caracterizar cuantitativamente un cuerpo de un manuscrito hallado en trozos, que el establecimiento
simple y las propiedades químicas de ese cuerpo. Para con- de una ley de la materia. Y, de hecho, es muy raro
que en
seguir organizar el sistema de los cuerpos simples fundán- las ciencias físicas se realicen unas sistematizaciones
par-
dose en datos exactos y estables, exentos de arbitrariedad, tiendo de todos los datos disponibles, por mucho
que éstos
era necesario hacer evidente la relación entre las propiedades se hubieran elaborado; lo más frecuente es
que lo universal,
químicas y los pesos atómicos. Parece ser que Mendeleiev la ley, comience por afirmarse de un modo claro
y absoluto
consiguió esa relación periódica cuando, como lo indican al- en la cuantificación de un caso simple
y depurado. Pero pre-
gunos borradores hallados después, se puso a comparar fa- cisamente la diversidad cualitativa de los elementos, que re-
milias de elementos dife:entes, halógenos y metales alcali- sultaba de los progresos de la química, exigía un modo de
nos; reconoció que los elementos de las dos familias se podían investigación próximo a la puesta en orden de un sentido, si
asociar por parejas de pesos atómicos próximos. La homo- es que es cierto que en una organización de elementos
cuali-
logía química se traducía así por grandes diferencias de tativamente diversos se anuncia siempre una intención sig-
peso atómico; la heterología (como decía Gerhardt), pordi- nificativa. Así es como, construida a partir de unos sesenta
ferencias de pesos atómicos muy pequeñas. Doble paradoja elementos conocidos, la tabla de Mendeleiev se ha mantenido
que no ocultaba la posibilidad de una doble elasificación si- y no ha dejado de perfeccionarse hasta hoy, interviniendo
guiendo los pesos atómicos. El sistema periódico es la gene- a menudoen los descubrimientos y profundizando su lectura
ralización de ese encasillado embrionario, y el repetido éxito gracias a la física atómica del siglo Xx.
del mismo tipo de intersección de líneas y columnas hizo que
la comprobación avanzara al menos casi tan rápidamente
como la construcción. Químico experimentado y prudente,
Mendeleiev reconoció dificultades y Oscuridades en su tabla
de 1869, pero desde el comienzo se mostró absolutamente
3882 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 383

originalidad y que a menudo la alimentan, como lo atestigua


el elocuente ejemplo de Bichat (1771-1802), creador de lo que
II. EL ADVENIMIENTO DE LA BIOLOGÍA
desde 1844 se llamó «histología», el cual admitió explícita-
mente la química como modelo, negándose, a la vez, a redu-
Física, química, biología cir los tejidos vivos, elementos de los órganos y objetos es-
pecíficos de la «anatomía general», a sus constitutivos quími-
No es únicamente cómodo, sino que es también instruc- cos. Sus investigaciones se inspiraron así en un espíritu de
tivo no intentar formarse una visión de conjunto de las cien- análisis y de composición trasladada analógicamente de la
cias biológicas y médicas durante el siglo XIX hasta haber química y tanto más apta para poner en acción un vivo sen-
esbozado la de la química a lo largo del mismo período. Si, timiento del dinamismo vital. Mas toda esa nueva concepción
por su extrema diversidad de objetos, de intenciones, de mé- y su surgimiento en todas las disciplinas biológicas no se
todos y de medios, pudo, durante todo el siglo, sustraer de comprenden a no ser como prolongación de las ciencias de lo
la empresa de las ciencias físico-químicas algunos de sus inorgánico. Desde antes de Lavoisier, el conocimiento indi-
ámbitos más importantes, el conocimiento de la vida y de recto, el dominio de las estructuras ocultas, había hecho avan-
los seres vivientes no por eso ha dejado de sufrir tan pro- zar a la química “por un camino abierto, con menos rigor, por
fundamente la influencia de esas ciencias-que sin ellas no las combinaciones corpusculares de la mecánica newtoniana
se comprendería su unidad. De esa unidad da testimonio, (y quizá también por las fuerzas internas de la de Leibniz).
desde 1802, la creación simultánea de la palabra biología Por lo demás, Leibniz y Newton habían actuado ambos si-
por el francés Lamarek y por el alemán Treviranus; pero guiendo la orientación de los naturalistas, en el siglo XVIII,
fue mucho antes cuando comenzó a afirmarse la unidad del sin pasar necesariamente a través de la química. En la se-
mundo viviente frente a la materia bruta (Pallas, 1766), y gunda mitad del siglo, la exterioridad bien manifiesta y bien
hacia finales del Antiguo régimen, muchos, frente a la di- visible de las forma a describir y clasificar cedía el paso a
visión de la naturaleza en tres reinos, que vimos que el pro- un interés más nuevo por las estructuras internas de las
pio Lavoisier volvía a hacer suya, distinguían claramente, organizaciones. Sin embargo, no se conseguía liberardel pres-
por una parte, los «seres inorgánicos o minerales», y por tigioso modelo de Newton unas interpretaciones poco contro-
otra, los «seres orgánicos», vegetales y animales, reunidos lables en las que las «moléculas orgánicas» no hallaban otro
bajo una «denominación general», únicos provistos de un límite a la infinita variabilidadde sus combinaciones sino la
«principio interno de desarrollo» (Lamarck, 1778). En el idea de un plan de composición única para todos los vivien-
mismo año 1778, ese principio interno recibía también, tanto tes. Quintaesencia de las más nuevas concepciones, el análisis
del naturalista Lamarck como del médico Barthez, un nom- general del organismo viviente presentado por Kant en la
bre tradicional y, por consiguiente, equívoco: lo llamaron Crítica del juicio (1790) habría podido también traducirse
«principio vital», pero el pensamiento de ambos hacía de él sin demasiado esfuerzo al hilemorfismo del viejo Aristóteles.
una característica trascendental, y nada metafísica, de la
El cabo no fue verdaderamente doblado, en los comienzos del
especificidad de lo viviente o (con una palabra que iba a de- siglo XIX, hasta que no se dejaron sentir en el ambiente de
jar de ser rara) del organismo. la época las consecuencias de las investigaciones de Lavoisier
Mas especificando los caracteres de ese gran cambio que sobre la energética de la «máquina animal». En sus últimos
se había preparado en la segunda mitad del siglo XVIII y que años, Lavoisier realizó sobre los seres vivientes unas inves-
se realizaba hacia finales de ese mismo siglo, quedará. uno tigaciones químicas independientes, por principio, de toda
impresionado por lo mucho que ese cambio debe a las cien- consideración de los órganos (como desde 1777 en el caso de
cias de la materia inerte. Las influencias se combinan de mil la respiración sola) y pudo responder al problema de la sis-
maneras. Unas influencias que no reducen necesariamente la tematización de las reacciones físico-químicas que observaba
384 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 385

mediante la concepción de una unidad funcional del ser vi- objetivo inmediato era únicamente el conocimiento. Sin em-
viente; hacia 1790 se determinó así un punto de paso, sin bargo, es posible dar una idea de las grandes tendencias y de
duda decisivo, entre la química de vanguardia y el programa las principales corrientes, a través de la obra de una decena
de la nueva biología: el organismo viviente iba a ser recono- de personalidades destacadas. Con esa simplificación inevi-
cido como esencialmente obligado a regular sus intercambios table, quizá incluso se consigue distinguir mejor el bosque,
con el exterior mediante una exacta coordinación de sus fun- oculto por sus propios árboles, o la línea divisoria, que jamás
ciones y como capaz de ello. De una vez para siempre la fisio- se descubre a corta distancia.
logía dejaba de resorberse en la animación mecánica dela En el primer tercio del siglo, pocas figuras de biólogos
anatomía (ideal de Haller), y la relación de las funciones y son tan representativas como Georges Cuvier. Para él, según
las tareas bajo la unidad del organismo llegaba a ser capaz una fórmula muy próxima a la de Bichat, y casi contempo-
de liberar de las hipótesis incontrolables el estudio de las ránea, la vida se define como «fuerza que resiste a las
una
estructuras íntimas y la relación de los órganos con las fun- leyes que gobiernan a los cuerpos brutos». Es fácil imagi-
ciones. En 1800, Bichat define la vida como «el conjunto de narse, por el aspecto «sensacional» de sus
descubrimientos,
las funciones que resisten a la muerte»; muy lejos de admitir que su obra fue esencialmente de reconstrucción en paleon-
así la fácil fórmula de la Enciclopedia que, de un modo ente- tología; es necesario ver que esa contribución morfológica
ramente estático y verbal, hacía de la vida «lo opuesto a la implica, ante todo, esa concepción funcional.
muerte», superaba la idea, que cautivaba con demasiada faci- Cuvier redujo a la medida de las posibilidades de la época
lidad, de un principio vital de desarrollo y unía firmemente el ambicioso y prematuro programa por el que, desde 1793,
la originalidad del dinamismo vital al permanente poder de pedía Lavoisier que se comparasen sistemáticamente, no sólo
agresión y de destrucción del mundo exterior, sin olvidar que, los mismos órganos a través de las diferentes especies, me-
para cada organismo, los demás seres vivientes forman par- diante la anatomía comparada, sino también los análisis
te de ese mundo perpetuamente amenazador. Daba un sentido químicos de esos Órganos y además los de las secreciones;
a la vida, pero un sentido tan neutro metafísicamente como Lavoisier quería descubrir unas funciones generales, esta-
metodológicamente fecundo: la vida se identificaba con la blecer su correlación en el organismo, determinar el equili-
militante negativa a perderse en el desorden. El quehacer brio de los intercambios entre «los tres reinos». Por su parte,
del biólogo consistiría en estudiar la vida a través de las anatomista y sistemático por formación, consciente al mismo
tareas por la supervivencia, delimitación admirablemente tiempo de la unidad dinámica del ser vivo, Cuvier rechazó la
adaptada a la creación de una biología científica. acción desagregadora del análisis químico y se aplicó a com-
prender los caracteres morfológicos de los órganos según las
exigencias de la complementariedad funcional. Armado del
La obra de Cuvier (1769-1832) principio limitativo de la «correlación de los Órganos», su
anatomía comparada renovó por completo las tentativas del
No intentaremos detallar los pormenores de cada una de siglo xvi: determinó las funciones generales y los grandes
las obras ni incluso de las disciplinas. El número de las espe- «planos de organización» del ser viviente de modo suficiente
cies vivas conocidas no fue el único que se acrecentó consi- para revelar y justificar con detalle cómo las variaciones
derablemente en el siglo XIX, y casi lo mismo se diría del morfológicas se ven forzadas a respetar unas estrictas rela-
número de científicos conocidos, zoólogos, botánicos, fisiólogos ciones de conveniencia y de solidaridad, de colaboración, me-
y anatomistas de los vegetales y de los animales, paleontólo- jor dicho, entre los órganos, en la totalidad de cada orga-
gos, embriólogos, microbiólogos, etc., y eso sin hablar de los nismo. La variedad no excluye la coordinación, hasta tal
representantes de las diversas técnicas médicas y terapéuti- punto que, por añadidura, aparece la especificación de las
cas, tan a menudo implicados en el trabajo de aquellos cuyo APRTE correlaciones interespecíficas y que, si viene al caso, como
dEl
7
E

386 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 387

en paleontología, en fósiles mutilados, se llega a deducir el menos entre algunos grandes tipos, o «planos de organización
todo considerando la parte. No importa que un diente no
principales» (es decir, fundamentales); más allá de esos pla-
coexista ni haya podido coexistir jamás con cualquier especie nos profundamente diferentes, la vida se define solamente
de pata ni con cualquier intestino. La desaparición de las
por la identidad de un pequeño número de exigencias funcio-
diferencias morfológicas pone de relieve las funciones idénti- nales, ineludibles para todos los seres vivientes sin excep-
cas, y éstas permiten comprender mediante qué necesidad se ción. En lugar de suponer, según una tradición derivada del
coordinan esas diferencias, esas particularidades de especie. aristotelismo e incapaz de liberar de la morfología a las fun-
La anatomía comparada fue creada por Cuvier en el sentido ciones, que hay un plan de composición único para todos,
de que está dominada por el punto de vista funcional y Cuvier pudo destacar, para el conjunto de los animales, cua-
fisiológico, tro estructuras irreducibles: vertebrados, moluscos, articu-
Es cierto que, más, vuelve a surgir el espectro
una vez lados y zoofitas. Su método lo conducía, en efecto, a señalar
de Aristóteles, el distinguía claramente (según la termi-
cual como más importantes funcionalmente los caracteres mortr-
nología actual, posterior a Cuvier) las analogías de función, fológicos menos variables, y a comprobar que a ellos se subor-
de las analogías de estructura. Pero Aristóteles sólo recurría dinan los demás; observaba también que los caracteres do-
a las analogías para distinguir los «géneros» (es decir, las minantes pertenecen más bien a las profundidades del orga-
clases) y, sobre todo, su concepción de la eternidad de las nismo, mientras que los caracteres subordinados están en la
formas muestra bien que no podía pensar en una lucha de periferia. De la superficie a la intimidad de los seres vivien-
las especies por su supervivencia en un mundo peligroso. tes es ir de las diferencias a lo idéntico; de las posibilidades
Cuvier, por el contrario, admite, basándose en datos paleon- múltiples de correlación, a la estructura de base en la que
tológicos, que algunas especies sufrieron en dicha lucha una nada podría ser modificado sin una conmoción que reempla-
derrota mortal. Y al mismo tiempo también sufría una de- zase un plano morfológico por otro enteramente diferente.

rrota la vieja idea aristotélica de la escala continuada de los Cuvier sostuvo duras polémicas con dos colegas cuyos
seres, con su corolario, especialmente desarrollado en el si-
nombres no han caído en el olvido: Étienne Geoffroy Saint-
glo XVI, de la indefinida variedad de las formas de posibles Hilaire y, sobre todo, el infortunado Lamarck, al que per-
vivientes. Para Cuvier, en virtud de la rigurosa correlación siguió con su hostilidad hasta después de la muerte, en un
entre los órganos y el cumplimiento de tareas imperiosas, la singular Panegírico. Muchos historiadores de la biología han
hallado a Cuvier tan riguroso en sus concepciones como bru-
serie descendente, desde el hombre hasta las especies más
tal en sus procedimientos. En realidad, no resulta simpático;
humildes, siguiendo una degradación vagamente insensible, como profesional, autoritario, especie de Napoleón de la bio-
sólo podía ser una ilusión; la individualidad funcional de
cada especie la separa necesariamente de las demás, y en la logía, pero bonapartista solamente durante el Imperio, y
realidad no se puede tratar de recorrer ni. siquiera un esbozo
legitimista luego, reuniría sobre su cabeza todas las equivo-
caciones si la historia de las ciencias se hiciera con buenos
de todas las transiciones que una combinatoria de las dife- '

sentimientos y se dedicara (no siempre ha renunciado a ello)


rencias morfológicas concebiría haciendo abstracción de las a seleccionar anticipaciones y resultados definitivos, distri-
«condiciones de existencia». Mejor aún, argiía Cuvier, la
buyendo algunos premios a la virtud. No olvidemos tampoco
unicidad de la serie se pulveriza en la multiplicidad de las
que el espíritu de rigor, el sentido de la síntesis vigilado por
direcciones según las cuales se puede recorrer la degradación el sentido del dato de observación, la capacidad de trabajo y
de los diversos órganos, de modo que «habría tantas series la perseverancia son cualidades eminentes, de las cuales nin-
que formar como órganos reguladores se hubieran tomado». guna le faltaba a Cuvier. Y sobre todo, su aportación no
Esa ruptura de la cadena de los seres no impedía reconocer puede reconocerse sin verse obligado a asociar a la novedad
semejanzas de estructura, si no entre todos, los vivientes, al de sus concepciones, mediante el vínculo que une el principio
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388 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 389


con su consecuencia, eso que se considera
como su rigurosi- pretensión que tuvo de demostrar su verdad mediante hechos
dad. É. Geoffroy Saint-Hilaire (1772-1844), introductor de
Cuvier en París, practicó, como él, la anatomía presentados demasiado sumariamente como decisivos podrían
comparada, hacer olvidar. Una lectura anacrónica de Lamarck pone de
aunque con un sentido más tradicional; rechazando la idea
de una escala jerarquizada de los seres vivientes, moda la evolución ascendente de la vida, relativiza la cons-
incompa-
tible con sus análisis sobre el «balanceo de los órganos» tancia de las especies y refiere las transformaciones de los
seres vivientes a las exigencias del medio. Mas, en realidad,
(equilibrio de las hipertrofias y de las atroñas en una misma
especie), dio un claro predominio al punto de vista morfo- Lamarck seguía apegado a un «orden general» de la natu-
lógico y quiso proseguir la investigación de las homologías raleza, lo mismo que el viejo Aristóteles. Se contentaba
a través de todo el reino animal, fundándose en un —cambio importante, aunque no capital— con situar la es-
plano de cala de los seres en una perspectiva temporal: la «gradación
organización de «conexiones» invariables. Cuvier poseía el
medio de mostrar los puntos exactos en los que esa hipótesis regular» de las especies manifiesta, segúnél, las transforma-
naufraga en la especulación gratuita, los puntos de ruptura ciones lentas y progresivas mediante las cuales la vida, en
entre los diferentes planos. Además, Geoffroy creía en la cada una de las escalas, la de los vegetales y la de los ani-
plasticidad de las especies bajo la influencia directa de los males, pasa de lo simple a lo compuesto y de lo menos per-
medios, sobre todo en estado embrionario. Para un científico fecto a lo más perfecto. Esa evolución es estable, permanente,
escrupuloso, de vanguardia, como Cuvier, no sin progreso ni pérdida si se considera el conjunto del movi-
era posible ver
miento que, en efecto, es eíelico; la generación espontánea
en ello un progreso, ya que, por una parte, las correlaciones
vitales y sus hiatos oponían un obstáculo casi insuperable a de los seres vivientes más simples reactiva constantemente,
todo devenir de las especies y porotra parte, los partidarios en la base, la marcha de la evolución, mientras que en la
del evolucionismo,lejos de aportar hechos exactos cima, cualitativa y cuantitativamente, el hombre representa
y conceptos
nuevos para atacar ese obstáculo, en lo esencial, heredaban un límite invariable. Ese «estado dinámico estable» (Jacob)
las especulaciones del siglo precedente. Los descubrimientos recuerda mucho el río de Heráclito, pero no tiene ninguna
paleontológicos mismos creaban cierta dificultad, mas no bas- relación con lo que, desde Darwin, entendemos por evolución.
taban en modo alguno para condenarel fijismo; como hemos En cuanto a la famosa ley funcional de modificación de los
visto, Cuvier los adaptaba a éste, gracias a su propia concep- órganos según las «circunstancias», no desempeñaba ningún
ción de la vida y de sus riesgos. Así se explica se justifica papel la regularidad de ese progreso, y servía, explícita-
y en
ampliamente (en el plano científico, no en el de las relacio- mente, para explicar unas diversificaciones y ramificaciones,
nes humanas) la actitud de Cuvier con
respecto a J.-B. de «anomalías» definibles tan sólo con relación a los «planos de
Lamarck (1744-1829). organización» correspondientes e incapaces de desviar el pro-
Gran sistemático y, como tal, desprovisto de afinidades greso de las funciones fundamentales. Se comprende que
con Cuvier, por otro lado, meteorólogo temerario y químico Lamarck se sintiera más incómodo que Cuvier con los des-
hostil por principio a toda la obra de Lavoisier, Lamarck es
cubrimientos paleontológicos. Ninguno de los dos se formó
conocido hoy sobre todo por sus especulaciones evolucionis-
una idea de adaptación, en el sentido en que esa idea implica
tas, que volvieron a gozar de consideración, por modo de
que la supervivencia tiene condiciones externas que están
compensación, gracias a la posterior gloria de Darwin. A fin rigurosamente determinadas
de cuentas, el protegido de Buffon, el botánico del y son apremiantes, aunque al
rey, siguió menos Cuvier reconocía, como consecuencia de las necesarias
siendo un hombre del siglo XVII, separado de la moderna bio-
logía, a la que supo dar nombre, por unas divergencias fun- correlaciones orgánicas, unas condiciones internas de exis-
damentales y, en primer lugar, por cierta facilidad para teo- tencia que bastaban para hacer problemática la superviven-
rizar, que ni la amplitud de sus concepciones ni la insistente ela de especies enteras en caso de un cambio profundo y ex-
tenso de las condiciones externas. Disponiendo así de un
390 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 391

prnlde restrictivo de orden funcional, preparó la idea mo- ¿debían estar reguladas en términos de continuidad o de dis-
continuidad? La cuestión llegó a hacerse apremiante en los
cena la la vida, considerada la única fuerza
adaptación al medio, lejos de la plasticidad sin
esgo con que como primeros decenios del siglo; en 1805, un naturalista que al
de síntesis, se unla a los medi Cc C e
mismo tiempo era filósofo panteísta y amigo de Schelling,
de Lamarck, Lorenz Oken (1779-1851), tuvo la idea de hacer de los seres
vivientes microscópicos, ya estudiados en el siglo XVIII, los
elementos constitutivos de los animales y vegetales percep-
La “doble vida” de las células tibles a simple vista. Si, como parece mostrar la experiencia,
animales y vegetales, después de su muerte, se descomponen
a la
en «infusorios» de la misma sustancia, puede pensarse,
Si seguimos pasando revista, en un orden al menos apro-
ximadamente cronológico, a los grandes momentos de la bio-
logía del siglo XIX, veremos que la diversidad de erisuinaió: inversa, que éstos forman los tejidos vivientes,
además.
a modo de
indivi-
«células», en profunda interpenetración La
nes
no causa daño a la fuerte unidad del conjunto. Por más dualidad de los elementos queda, por decirlo así, interrum-
que Cuvier desdeñara el microscopio y se desinteresara por pida en la de la totalidad; lo discontinuo la cede temporal-
la embriología, la teoría celular, inseparablemente unida a mente a lo continuo cuando la vida pasa de lo simple a lo
ese instrumento y que tuvo consecuencias capitales para esa complejo. Oken insistía así en la integración orgánica de un
disciplina, pone también primer plano la compleja orga-
en
había modo que recuerda al espíritu leibniziano, siempre activo en
nización de la individualidad viviente cuyas exigencias la Naturphilosophie de la época, y se inspira en el modelo
subrayado Cuvier. Por no haber comprendido hasta qué pun. de la síntesis química, pero, al mismo tiempo, consituye un
to la teoría celular se alejaba de todas las reducciones de lo intento original por distinguir en la vida, valiéndose de la
viviente a lo inerte y de todas las disoluciones de la totalidad observación, un nivel de individualidad mediato o de segun-
orgánica de las que el siglo precedente había dado más de un do orden.
ejemplo, continuaron siéndole hostil muchos biólogos, médi- Con mucho retraso respecto a los anteojos astronómi-
con
cos y, entre los aficionados muy enterados, A. Comte, cos, se comenzaba a construir microscopios
de objetivo acro-
Observaciones de espíritu puramente geométrico y des- mático; el: mejoramiento de las imágenes en los grandes
criptivo habían permitido a la micrografía del siglo XVII dis- aumentos permitió muy pronto reconocer una estructura ce-
tinguir alveolos en ciertos cortes vegetales, especialmente en lular en diversos tejidos. Los histólogos franceses desempe-
cortes de corcho, y utilizar a ese respecto el término «célula» ñaron un papel importante en esa investigación, pero parece
por su aspecto semejante a las construcciones de las Abejas. quepermanecieron demasiado sometidos al espíritu ana-
pala
ser
Mas la teoría celular sólo tomó de esas observaciones la lítico de la combinatoria tradicional para poder continuar la
bra con la que habían sido denominadas, y se ha de hallar reflexión de Oken. Por ejemplo, J. F. Turpin (1775-1840)
en
sus orígenes una problemática del propio siglo XIX. La sólo concibe el organismo pluricelular como una «federa-
unidad de la vida frente a la materia bruta, y la unidad
de ción» exenta de toda integración constriñente (1826). Hacia
cada organismo considerado aparte, mantenían repartos: 1830, aunque en diversos aspectos se registraban notables
mente fecundas relaciones, aunque muy difíciles, con la di- progresos el descubrimiento de fenómenos vitales en el
en
versidad de organismos en el mundo y con la diversidad
de plano de las estructuras sutiles, y aunque en todas partes
Organos en el organismo. Pase aún que, bajo los efectos de existía un interés por la cuestión de la unidad básica de los
un
prolongado hábito, no se pregunte uno por la
de las especies ni porla de los individuos, mas la relación de
pluralidad organismos, fue en Alemania donde se precisó la «teoría ce-
lular», con M. J. Schleiden (1804-1881) y Theodor Schwann
lo uno y lo múltiple, y la de la identidad y las diferencias, (1810-1882).
392 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 393
Tanto el uno, botánico, como
en
el sentido de
enel otro, zoólogo, se halla
Los progresos que registraron esas disciplinas hacia me-
la unidad dinámica de los
componentes y del com-
puesto que ya indicaba el pensamiento de
diados del siglo (habría que citar a los franceses Dujardin y
verdad, Schleiden, por su parfe, concebía la Oken. unidad
A decir
de con-
Dutrochet, al escocés Goodsir y a los alemanes J. Miller —del
Junto del organismo vegetal
como bastante débil; no poreso que fue discípulo Schwann—, a Remak y a Kólliker—, gra-
deja de corresponderle el mérito de haber
enunciado con cla-
cias, especialmente, a los progresos que realizaba la química,
vidad que «cada célula tiene una doble vida», la vida
totalidad autónoma, y la vida de un elemento de una
contribuyeron a ultimarla teoría de Schwann. Pocos grandes
descubrimientos dan hasta ese punto la impresión de haber
R. Brown (1773-1858), en integrado. sido elaborados en etapas, y el concepto biológico de célula
las vegetales un cuerpo
1831, había reconocido enlas célu-
sólo en Rudolf Virchow (1821-1902) comprende a la vez los
un punto de vista
característico, el núcleo; adoptando
genético, Schleiden puso de relieve la im- conceptos de componente exclusivo y de origen radical. En
portancia del núcleo en el desarrollo de dichas
células, tuvo sus conferencias del Instituto de Patología de Berlín (1858),
ocasión comunicar sus impresiones a Schwann. Éste,y que
de Virchow hizo una aclaración que tuvo gran influencia. Ex-
estudiaba el crecimiento de los tejidos
enseguida de la convergencia de sus animales, se dio cuenta
puso cómo todas las enfermedades le parecían reducibles a
propias observaciones perturbaciones activas o pasivas de la vida de las células, y
con lo que acababan de comunicarle. cómo las funciones vitales de las células dependían de pro-
las animales tenían también un núcleo
Reconoció que las célu-
cesos físico-químicos intracelulares. Combatía así la teoría
se desarrolla en
—núcleo sobre el que
capas sucesivas el cuerpo de la célula—, y de Schwann, según la cual las células se forman en una es-
se aplicó a descubrirla pecie de cristalización extracelular; para Schwann, toda vida
estructura celular en toda la variedad
de tejidos animales, hasta estar en era vida celular, mas, contra él, especifica Virchow que toda
condiciones de poder ex-
poner una teoría celular general de la vida célula procede de una célula, por división. La discontinuidad
(1839). Las plan-
tas, como se creía sin esfuerzo, eran
vivientes elementales, mas lo mismo sucedía
agregados de unidades estática de los organismos se resolvía esta vez claramente
en una continuidad genética. Pero casi al mismo tiempo, la
con los animales,
enteramente constituidos también por células y unidad de la vida iba a hallar una expresión aún más sor-
excretados por células; el organismo animal, por productos prendente.
ser viviente,
como la planta, con dos niveles de
individualidad, dominaba
sus elementos constitutivos sin fundirlos en una totalidad
indivisa. El principal propósito de Schwann Los fundadores del transformismo científico,
era dirigir la
larga lucha contra un vitalismo finalista y explicar la génesis Darwin y Wallace
de los seres vivientes mediante
Para sus contemporáneos y
fuerzas puramente físicas.
para él mismo, lo esencial de su Todo, hasta las actitudes y los aspectos en apariencia más
obra consistía en hacer trizas el vitalismo gratuitos, nos hace reconocer en una estatuilla del antiguo
te una teoría del origen molecular median-
exógeno de Jas células. Pero, en Egipto, o incluso en un dibujo de la prehistoria, la morfo-
realidad, su aportación consistía en
de la génesis yel punto de vista de la
unir el punto de vista logía y el comportamiento de los animales que nos son más
estructura, invirtiendo familiares. No es sorprendente que la nota dominante, du-
por así decir, la concepción de Oken,
descomposición de los organismos. Laquecélula se basaba en ls rante largos siglos de reflexión sobre la vida, haya sido el
fijismo. Aunque las doctrinas evolucionistas o más vagamen-
Schwann, germen y elemento, volvía a plantear viviente de
de
te movilistas tuvieron éxito en diferentes épocas, los hechos
problema de la unidad del organismo le nuevo el
y abría el
observables dan sobre todo testimonio contra sus especula-
campo de observación de la fisiología celular de vasto
y la embrio- ciones, y los últimos trabajos de clasificación del siglo XVI
logía fundamental. (Linneo, 1707-1778), así como, después, los análisis funcio-
nales de Cuvier, parecía que no podían dejar de fortalecer
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—26
VOY UVUVUVOVYyYyy
394 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 395

lo serio y venerable delfijismo tradicional (4). Pero un nuevo las poblaciones, y también del aislamiento (5) de las varian-
evolucionismo, esta vez unido a pruebas empíricas, iba a tes. Si un mismo tronco llega a ocupar (como es natural en
nacer del progreso mismo del conocimiento de las especies.
la expansión vital) medios cuyas condiciones de superviven-
Tracemos primeramente una especie de esbozo de la teo- cia sean cada vez más diferentes, en el espacio o en el tiempo,
ría que Charles Robert Darwin (1809-1882) y, luego, casi in- la creciente diversidad de las áreas (6) filtrará direcciones
de variación divergentes, permitiendo así comprender la di-
dependientemente, Alfred Russel Wallace (1823-1913) con- ferenciación de la evolución biológica y formar, en el límite,
cibieron para establecer y explicar un devenirde la vida, una
diferenciación de la vida en especies nunca fijadas de un el gran árbol de la vida.
Tal es, en sus grandes líneas, el darwinismo, el cual no
modo absoluto. El medio no actúa casi nunca de un modo
directo en la estructura de los seres vivos, sino que las dife- es más que el advenimiento de un evolucionismo de espíritu
científico. Algunas condiciones de conjunto de ese adveni-
rencias específicas corresponden a medios distintos no sólo
en el espacio de la geografía actual, sino también en el tiem-
miento se pueden descubrir fácilmente enla sociedad inglesa;
el crecimiento de la actividad minera y la expansión geo-
po de la geología; añadiéndose esos hechos a los que muestran gráfica del comercio favorecen el desarrollo de la geología y
la equivocación que supone creer en el caráctr perfecto, y no simultáneamente la exploración científica del planeta; por
relativo, de la adaptación al medio, imponen la evidencia de otra parte, aunque, como veremos, el papel de la cría de
una transformación de las especies en función de las áreas selección no sea indiscutible en la génesis de la teoría, hay
habitadas. El mecanismo es el siguiente: en todo medio, los que señalar la importancia de esa actividad en Inglaterra.
recursos son limitados con relación a las necesidades vitales, Mas lo que hace del darwinismo un objeto de elección para
y los índices de reproducción crean en ellos, regularmente, el historiador de las ciencias, haciendo, a la vez, más fáciles
situaciones de competencia vital, tanto más graves cuanto unos análisis de gran valor también para el historiador
de la
más se parezcan los vivientes en sus necesidades y en sus filosofía, no podría reducirse a esas generalidades. Darwin
aptitudes. Ahora bien, sucede de hecho que ningún individuo organizó su esquema explicativo desde octubre de 1638,
como
es idéntico a otro; ciertas pequeñas variaciones son así, por lo prueban sus cuadernos de notas, pero guardó públicamente
puro azar, factores de una mejor adaptación, de manera que silencio durante veinte años. Y habría continuado con esa
la balanza de la vida y de la muerte se inclina en favor de misma discreción, robusteciendo su documentación y sus ar-
los individuos portadores de dichas variaciones. En muchos gumentos, si no se hubiera llevado la sorpresa de recibir, en
casos, esas leves variaciones no confirmarán quizá su éxito, junio de 1858, un ensayo manuscrito de Wallace en el que
pero si los descendientes de los portadores de ellas que hayan descubría lo esencial de su propia concepción. Los amigos de
vivido lo bastante para reproducirse heredan esas variacio- Darwin decidieron que el texto de Wallace, fechado en fe-
nes, las características medias de un área estable, al dispen- brero de 1858, se leyera en una sesión de la Linnean Society
sar por término medio la misma especie de variación durante de Londres, al mismo tiempo que dos obras de Darwin, una
un larguísimo período, favorecerán la supervivencia de los de las cuales era un ensayo que databa de 1844. Todo lo cual
individuos en los que esa variación, en el curso de las suce- tuvo lugar en julio de 1858. Al año siguiente (noviembre
sivas generaciones, se haya acentuado en una dirección cons- de 1859) publicó Darwin un «resumen», a saber, El origen
tante. Las transformaciones acaban siendo muy profundas, de las especies; a partir de ahí, la teoría alcanzó gran difu-
en función de la frecuencia de las variaciones, de la talla de
sión y obtuvo rápidamente celebridad internacional. Así, la

(4) El cual admite siempre unos márgenes de variación más o (5) Topológico o solamente funcional.
(6) O a veces solamente de los modos de vida en una
: .

misma área.
!

menos amplios en tipos esenciales. Pero el transformismo


torno a unos
Cfr. el principio de divergencia, más adelante, pág. 403.
o es total (enteramente antiplatónico) o no existe,
396 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
QUÍMICA Y BIOLOGÍA ENEL SIGLO XIX 397
fundación del transformismo tuvo lugar dos veces
y con
cionados verdaderamente apasionados, que no se limitaba a
veintena de años de intervalo, pues veremos
una
que la in- la biología. Darwin estudió a A. von Humboldt, autor de
vestigación de Wallace fue estrictamente similar a la de su
paciente y escrupuloso predecesor. Eso de que los verdaderos las primeras descripciones biogeográficas, y a Charles Lyvell
gemelos del transformismo científico pertenezcan casi a dos (1797-1875), fundador de la geología moderna; con el mismo
generaciones diferentes constituye un hecho excepcional, poco cuidado y el mismointerés hizo otro tanto su sucesor, algo
comparable a los casos de descubrimiento propiamente simul- después. El paralelo es imperfecto en un punto: Wallace
táneo, y mucho más instructivo. A pesar de las informacio- partió de unas convicciones evolucionistas ya establecidas
en principio, pero también hay que contar entre sus lecturas
nes que Darwin había proporcionado muy pronto a un res- la del Diario de viaje publicado por Darwin a su regreso,
tringido círculo de colegas, nadie se lanzó con entusiasmo
por la pista indicada, y puesto que el redescubrimiento no en 1839 (texto en el que ho se trata de evolución). Lo esencial
se hizo de la noche a la está en que no solamente había que ser naturalista y siste-
mañana, hay que pensar que las con-
diciones de aparición del darwinismo sólo se reunieron mático, sino, además, buen gcólogo y buen geógrafo, para
por poder apreciar sobre el terreno grados diferentes de adapta-
completo, durante un período bastante largo, en dos cabezas
únicamente. Esa situación ofrece al historiador una oportu- ción. Únicos en su época, por lo que sabemos, los dos ilustres
nidad excepcional: tendrá la esperanza de captar con mucha aficionados llegaron a formar un nuevo concepto de la adap-
más claridad la génesis del darwinismo poniendo de mani- tación biológica; ahora bien, ese concepto relativo y dinámico
fiesto las diferencias comunes que arrancaron a la tradición era el único medio de vencer las objeciones del fijismo y de

y asociaron en la creación el destino de Darwin y el de establecer un transformismo de acuerdo con datos exactos
Wallace. de observación, Eso es lo que muestra la génesis de la teoría.
Ambos fueron naturalistas al margen, aficionados. Ni En Darwin, el punto de partida es la vuelta a la reflexión
Darwin, mal alumno, de vocación profesional (sin duda en el primer semestre de 1637) sobre las observa-
insegura, ni ciones biogeográficas del viaje. De norte a sur del continente
Wallace, autodidacta necesitado, se parecen alos naturalis- suramericano se operan, por variación de matices, unos cam-
tas de gabinete. Prendados ambos de la vida al aire
libre bios de especies; las islas, a veces alejadas, tienen una fauna
apasionados por los viajes, dirigieron personalmente sus in-y
vestigaciones, sobre el terreno, contrariamente a esa división y una flora emparentadas con las del continente. En ¿reas
del trabajo que la mayoría de las veces sólo más restringidas y de apariencia unifowme, las islas Galápa-
dejaba al natu- gos, las tortugas gigantes difieren en talla, en forma, en
ralista la tarea de describir y clasificar organismos
arranca- color, etc., de una isla a otra, y lo mismo sucede con deter-
dos a su medio por auxiliares poco calificados. El
progreso minadas aves. Por lo tanto, hay una relación, a veces muy
de los conocimientos se vio a menudo frenado
po» esa distin-

A
ción entre tareas «nobles» y tareas «subalternas» sutil, entre la morfología y el área habitada por la especie.
de que da Además, ese juego de parecidos y diferencias se observa
testimonio, en un pasado más remoto, el desdoblamiento de
la lección de anatomía en exposición también. en el tiempo; en la pampa viven actualmente peque-
magistral y en tarea de ños tatús, comparables a los grandes tatús fósiles que allí
disección, o también, en un pasado más reciente, el aleja-
miento de los etnólogos sedentarios que aplicaban el pueden desenterrarse. A unos cambios geológicos correspon-
método den, en un emplazamiento determinado, especies diferentes.
histórico a las memorias de misioneros y de
Darwin y Wallace no fueronlos únicos en hacer exploradores.
de estudio a través de vastos territorios largos viajes
(el primero, en un
uma, Todo ello inclina en favor del transformismo, como las co-
rrespondientes observaciones de Wallace (por ejemplo, sobre
erucero científico alrededor del mundo, de 1831 los peces de la cuenca amazónica, cuyas especies se distribu-
segundo, a partir de 1847, en viajes a Amazonia1836, y el
a
yen, en parte, según los afluentes). ¿No resulta tentador afir-
Ma-
lasia); pero ambos tenían una formación muy buena,y de afi- a
mar que las especies se forman bajo la acción de las áreas
donde habitan? En realidad se oponen a ello muy serias ob-
DU YY YY YA YA as yA.
398 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 399

jeciones. Antes hemos visto que Cuvier, por lo que respecta bitaban; distinguieron en esas correspondencias unos hechos
a esa cuestión, desempeñó, a fin de
cuentas, un papel útil de adaptación más o menos lograda e incluso pudieron tener
aplastando el evolucionismo especulativo de Lamarck, pero en cuenta modificaciones en medio físico estable. La intro-
su concepción bastante rígida de las condiciones de existen- ducción de cerdos y de cabras en Santa Elena tuvo como re-
cia, junto con la diversidad de los planos de organización, sultado la destrucción de ciertas especies de mariscos, mien-
impedían que las condiciones externas modelaran profunda- tras que si la noción de adaptación perfecta tuviese un sen-
mente a las especies y, por el contrario, les asignaba la des- tido biológico, ni se habría podido aclimatar a los unos ni
trucción de las variantes se habría podido ver desaparecer a los otros. Ese ejemplo,
o de los inadaptados. La obra de
Cuvier, degran influencia en Inglaterra, contribuyó en dicho que se halla con otros del mismo género en el Diario de viaje,
país al desarrollo de una teología de la naturaleza, basada aunque sin comentario, tan sólo para ilustrar la idea, bas-
en una primera noción de la adaptación, según la cual nin- tante extendida, de competencia vital, pudo llamar la aten-
guna especie puede sobrevivir sin estar muy íntimamente ción de Wallace. Este último toma explícitamente diversas
adaptada a su medio, perfectamente adaptada a él. Del mismo observaciones de Darwin; por ejemplo, en 1853, se manifiesta
modo que Cuvier desarticulaba toda observación morfológico- de acuerdo con su observación de que los grandes animales
paleontológica reduciéndola a una coincidencia aparente terrestres se adaptarían mejor en zona templada que en
en-
tre épocas separadas por bruscos y profundos cambios de los trópicos. Los hechos de convergencia, en suma, es decir,
las condiciones externas, la teología de la economía natu- las, particularidades morfológicas semejantes, en especies di-
ral, bien conocida sobre todo por Darwin, explicaba ob- ferentes, pueden confundir la clasificación e inducir a error
servaciones de orden morfológico-ecológico descubriendo en a los sistemáticos; después de Darwin, Wallace se ocupó
ellas una armonía instaurada en la naturaleza por la Pro- de ello muy extensamente, y su estancia en Malasia (1852-
videncia. Ese concepto estático y absolutista de la adaptación 1864) estuvo en parte motivada por preocupaciones de orni-
tenía el mérito de tolerar el concepto de riesgo vital, punto tólogo sistemático, deseoso de introducir orden en las clasi-
de ruptura de los evolucionismos especulativos de la tradi- ficaciones eliminando las convergencias. Semejantes hechos
ción, y respondía a lo que algunos espíritus de todas las manifiestan una disociación entre ia sistemática y la adapta-
épocas experimentaban como exigencia de una armonía ra- ción, coincidiendo conla distribución de funciones tal y como
dical y de una finalidad cósmica. Se podía argiiir que unas la concebía la teología de la economía natural: la adaptación
ordenaciones providenciales, separadas unas de otras por convergente también descalificaba el concepto de adaptación
conmociones, no parecen aptas para satisfacer una exigencia estática y perfecta, puesto que contradecía la supuesta uni-
idealista, y que los equilibrios naturales (especialmente el de dad de las adaptaciones muy diferenciadas. Así, la relativi-
la presa y el depredador) sólo tienen de paradisiaco sus zación y la movilización de la adaptación (no ya estar adap-
apariencias más superficiales. Ello no bastaba para hacer tado de una vez por todas, sino adaptarse más o menos bien
necesaria, ni incluso meramente posible, la afirmación de al filo de las generaciones) permitía la relativización y la
una fundamental plasticidad de la vida. movilización de las especies. Una evolución lenta, continua,
El uno después del otro, Darwin y Wallace se libraron sin detenciones bruscas, desde un principio, y gracias al jue-
de la adaptación perfecta, cuyo éxito instántaneo sólo podía go introducido en la adaptación, escapaba al bloqueo externo
fundarse en una finalidad trascendente; se libraron de esa de la teología natural, lo mismo que al bloqueo interno es-
opresión porque supieron observar sobre el terreno, con una tablecido por Cuvier:en las correlaciones orgánicas.
atención enteramente nueva, las distribuciones geográficas El nuevo concepto de adaptación, en el que el análisis
a las que se ha hecho alusión. No vieron en eso unas mara- muestra el punto de arranque del transformismo científico,
villosas correlaciones entre las especies y las áreas que ha- dependía, como se ve de condiciones de aparición complejas
400 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGIA EN EL SIGLO XIX 401
e incluso antinómicas: a una cultura rigurosa
tiempo amplia y moderna, había que asociar un y al mismo cario de las variaciones obtenidas en estado de
domesticidad:
espíritu de
observación realista y alejado de los usos académicos. únicamente porque en sí mismas son tan naturales como las
cual explica que, según toda Lo otras y más fáciles de estudiar, es por lo
que ofrecen un
sólo se hallaran reunidas dos verosimilitud, esas condiciones interés positivo. Lo importante es que el nuevo
de
veces en una sola ocasión (7).
veces o, mejor dicho, por dos
adaptación, concepto principalmente atrayente concepto
de los cua-
De qué modo se organizaron, partiendo dernos de notas, permite que prospere la idea de
una lucha
de ahí, los prin- de las especies entre sí (idea de A. P. de Candolle
cipales elementos de la teoría, se distingue mejor y que tam-
en el caso bién Lyell hace suya), concibiendoel resultado de
de Darwin que en el de Wallace. esa lucha
toda la documentación existente,
Conviene, además, estudiar como favorable,
no precisamente a las especies bien
pues los trabajos «redac- adap-
tados» y los antiguos recuerdos de tadas, sino las variantes que resulta que se adaptan mejor
en
Darwin jugaron más de que las demás. Llegado a ese punto, hacia finales de 1838,
una mala pasada a sus
historiadores, sobre todo introdu-
ciendo diferencias imaginarias entre Darwin parecía alcanzar su objetivo, a
ambos investigadores. pesar de las dificul-
tades relativas a las cuestiones del aislamiento, de
Retrospectivamente, Darwin estimó que la naturalización de graciones y de las relaciones numéricas especies/géneros
las mi-
la selección de los criadores mediante
ción de Th. R. Malthus
el «principio de pobla- variedades/especies (9), cuestiones sobre las cuales acumu-v
(1766-1834) le había permitido tras-
ladar un modelo técnico despojándolo laba informaciones y rellexiones; sin embargo, antes de
de su finalidad; pero
la
Wallace, por su parte, siempre mostró empeño lectura de Malthus (finales de septiembre), no
en oponerlas lacionar con la hipótesis transformista la idea de
consiguió re-
variaciones obtenidas en estado que las va-
doméstico,
y frágiles, a las variaciones que en la
como artificiales riaciones favorables se conservan en la lucha por la existen-
naturaleza salvaje par- cia. La lectura ocasional de Malthus
ticipan en la lucha por la existencia y no se aprovechan parece, por lo tanto,
ninguna protección sobreañadida (8). En realidad, de importante (y seis años después, Wallace leía a su vez el
es difícil excluir de la
aunque
Y Ensayo sobre el principio de población...) Se han dado di-
selección, de un modo absoluto, toda versas interpretaciones de la exacta naturaleza de
influencia heurística (lo mismo en Wallace esa apor-
que en Darwin), tación. Pero tanto si se persiste en creer en una transposición
resulta que los cuadernos de notas redactados por Darwin
desde julio de 1837 hasta julio de de la selección de los criadores, como si no se cree en
1839, documento capital ella,
que nos muestra la teoría en estado naciente,
hay que reconocer en primer lugar que la ley llamada de
no dicen nada Malthus (10), según la cual el índice natural de reproduc-
de ella hasta el final: no se habla de
«selección» hasta más
de dos meses después de situar
en su lugar los elementos
esenciales (respectivamente, en diciembre
y octubre de 1838). (9) Los géneros ricos en especies tienen
especies ricas en varje-
Por otra parte, como más tarde los dades; esta observación se explica mediante el transformismo
ensayos de Wallace, y de sentido en el fijismo (cfr. la explicación y carece
como los criadores, los cuadernos de Copérnico da de las
notas reconocen lo pre- posiciones de retrogradación de los planetas, que
dencias sin razón en el sistema geoestático). que no pasan de coinci-
(7) Augustin P. de Candolle (1778-1841), en (10) Advirtamos que la reputación de Malthus se basa
en un
fía botánica» su artículo de «geogra- error, Marx había visto que si, por ejemplo, Ricardo
(1820), sólo utilizaba se consideraba
diciones físicas de existencia más el concepto, muy diferente, de con-
o menos amplias según las
hombre de ciencia, Malthus sólo fue un ideólogo en sentido
peyorativo,
especies. es decir, un seudoteórico al servicio
(8) A veces, sin embargo,
la selección de los criadores tiene de unos intereses
ninguna consideración para la investigación de una purticulares, sin
objeto retener las variedades más resistentes como
verdad. Lo «que
seminatural; entonces ya no hay que proteger la en el medio natural o escribe no es lo que juzga verdadero, sino lo
que sabe que está de
constituye un elemento de protección. Pero ése no variedad, sino que ésta acuerdo con los intereses de jes medios de
negocios
particular en el que el arte del criador es más que un caso intereses comunes. Así, el «maltuzianismo», el controlcon los que tenía
la vía de la «selección natural» sigue, para mayor economía, la detención del crecimiento económico, todo de la natalidad,
zable o no, no tiene relación con el sentido deello, bueno o malo, reali-
la obra ni con los fines
Y Y VU VUUOyO YY
402 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL 403
QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX
ción rebasa constantemente las posibilidades de subsistencia,
especialistas una información biológica que transmitía por
no sepresenta en modo alguno como una ley de sociología oportunismo y que ilustraba en la confusión, aunque con es-
humana; es una ley biológica, una ley general de población, trépito.
es cierto que renovada por Franklin en sus reflexiones sobre
el poblamiento humano del territorio americano. Al menos
Después de situado en su lugar el esquema (cuyas pri-
meras exposiciones en forma datan, en Darwin, de 1842 (11)
en su forma más vaga, esa ley de «exceso de reproducción»
y 1844), quedaban difíciles problemas; se ve que subsistieron
no ofrecía nada nuevo, y Darwin no necesitaba a Malthus
dudas acerca de toda la empresa hasta octubre de 1833, fecha
para ver en ella un fundamentode la lucha por la existencia;
que señala paso decisivo: Darwin llegó a la certeza del
un
ya constituía uno en los equilibrios de la teología de la natu- transformismo y de lo esencial de su mecanismo, a pesar
raleza. Malthus tampoco podía aportar nada característico
de los escrúpulos acerca del método y de la comprobación,
a la construcción de un esquema de evolución. Lo que debió
que nunca escatimó, y a pesar también de cierto acomoda-
de impresionar a Darwin, además del hecho de que su autor
miento a lo largo de los años, especialmente en forma de
estudiase una sola especie y un proceso de eliminación in- concesiones hechas al «lamarckismo». El origen de las va-
traespecífico, fue sobre todo la fuerza y la incansable regu- riedades y, sobre todo, las transmisiones hereditarias eran
laridad concedidas a ese proceso. Discriminaciones inconexas
aún demasiado poco conocidas para evitarle a Darwin dudas
y poco duraderas podían resultar de una conservación de las
y, a veces, hipótesis de las que él mismo reconocía el aspecto
variaciones favorables en una competencia moderada y quizá
especulativo y aventurado. Por otra parte, no fue antes de
intermitente, pero la formación de especies nuevas a partir 1852 cuando concibió de un modo suficientemente claro los
de tales variaciones exigía una formidable presión de pobla- el
procesos de diferenciación simultánea, de donde resulta
ción, de lo cual Darwin sólo parece haber tenido plena con- aspecto arborescente de la evolución. Para ello no había que
ciencia a través de Malthus, a reserva de comprobarlo ulte- conceder demasiado a unos cambios de «lugar» o de terreno
riormente. No es imposible que Malthus sólo desempeñara
en el sentido puramente físico, y había que reconocer pri-
un papel de estímulo o de «cristalización» (Limoges) en las
meramentela diversidad de los modos de adaptación posibles
ideas de ambos naturalistas. Wallace, por su parte, recono- en un mismo lugar geográfico. Transponiendo la
«división
ció sin duda muy tarde el valor explicativo de la lucha por
RA (1851),
del trabajo fisiológico» de Milne-Edwards (12) Dar-
la existencia, lo cual explicaría el intervalo que en él media win formuló el «principio de divergencia»: el éxito de una
entre la lectura de Malthus (1844) y su aplicación (1858). variación no consiste necesariamente en una mejor adapta-
No es de extrañar que la intensidad de una ley puramente ción a las mismas condiciones de vida, puede también residir
biológica se revelara así a unos naturalistas en la obra mis- en un modo diferente de adaptación, por ejemplo, un
cambio
tificadora de un ideólogo; la obra, tan bien adaptada a la de alimento, o sea que residiría en la explotación de otro as-
inhumanidad de la revolución industrial y de sus complemen- pecto del medio, de tal modo que una mejor adaptación a esos
tos coloniales, tuvo un éxito enorme que repercutió en todos diversos aspectos es siempre una consecuencia de variantes
los medios de la «buena sociedad» británica; lezfue fácil co-
RA más diversificadas. En esas perspectivas, la hipótesis de cen-
municar más pronto y con más fuerza que la tradición de los
A tros de creación múltiples para una misma especie, hipótesis

Malthus, saber, los poseedores de toda especie


c
efectivos de
de «cargas sociales»,
a liberar a
para que puedan desarrollar sin trabas sus ne-
ai el de
natural» ensayo

tAo
gocios y sus beneficios. Darwin dio una verdad a la ley de Franklin-
a (11) La expresión «selección aparece en
Malthus, reduciéndola al plano de la naturaleza, de la vida vegetal y 1842; Wallace sólo la utiliza en homenaje a Darwin, después de la
animal, lejos de las diversas complicaciones de las sociedades (de ahí el P ublicación del Origen.
absurdo del «darwinismo social»). (12) Cuya metáfora vuelve a hallarse en Cl, Bernard, entre otros.
Cfr. más adelante, pág. 408.

A
404 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 405

corrientemente asociada en la primera mitad del siglo la a cadenarla cólera y suscitar el entusiasmo, o, sobre todo, para
de la evolución, no resiste ante la contingente complejidad indicar durante mucho tiempo, si no en la letra, al menos
de situaciones concretas: el árbol de la vida es una
las
mediante el espíritu, cómo hay que proseguir el estudio cien-
cie de «historia» de las especies, llena de casualidades,al espe-
tífico del árbol de la vida (15).
mismo tiempo que sometida un régimen general de dife-
a
renciación.
_Esta teoría ¿No rebasa gratuitamente los hechos? El
sitivismo vulgar, especialmente en Francia, la combatió de. po- De la clínica a la “medicina experimental”
rante mucho tiempo, incapaz de captar audacia raciona-
lista. Es cierto
su En esta exposición no se trata de hablar de medicina,
que el pasado
comprobado
no podría ser propiamente pero muchos de los autores citados eran médicos, especial-
y que, además, las variaciones son impercepti- mente Bichat. Incluso queriendo atenerse aquí al estudio del
bles a la escala de nuestra experiencia; sobre
Darwin en la extremada complejidad de las todo insiste saber teórico, no podríamos pasar en silencio la gran escuela
situaciones con- francesa del anatomoclínico, de la cual dependió en gran par-
cretas, lo cual tiene como inevitable consecuencia cierta im-
potencia para analizar casos determinados una te la constitución de la fisiología, bautizada por Magendie
y necesidad (1783-1855) con una antigua expresión renovada, la de «me-
de acumular indicios meramente probables. Mas si
ría transformista desborda
una teo- dicina experimental». Fue hacia finales del Imperio cuando
necesariamente los hechos obser- se afirmó la clínica, resultado, con claro predominio fran-
vados, es para relacionarlos de un modo racional natural;
cés, del humanismo revolucionario y de las aventuras gue-
el darwinismo
unidad,
y
traslada a la biología los principios de
continuidad y homogeneidad entre lo actual y las
Lpell, rreras en masa. Después de Bichat, el cual había comenzado
por ajustar la clínica tradicional a lo que ésta negaba, los
reconstrucciones. Si en el detalle no los alcanza con entera análisis y las comprobaciones de la anatomía cadavérica,
seguridad, domina, en cambio, innumerables acontecimientos F.-J. Broussais (1772-1838), a pesar de un dogmatismo abs-
y comienza a ordenar sus grandes masas aun cuando exceden tracto que fue la contrapartida de su decisiva originalidad,
a nuestra tepresentación tanto por su
complejidad como por sigue siendo el que, en 1816, destruyó el viejo sistema de las
lo ataca.
desmedido de su escala temporal. Algunos
biólogos esencias nosológicas. Según ese ideal, difícil de repensar hoy,
a penenciaq winiano puntos determinados, especial-
en

los caracteres adquiridos el principio


la descripción de los síntomas, sus comparaciones y sus com-
binaciones en un análisis al modo de Condillac, daban lugar
is de nin-
e

se escriminante; :

pudiéndose
de los caracteres
O la
(

herencia
no ya
adquiridos,
o

resul-
a la definición y a la clasificación (casi botánica, dijeron con
lucidez ciertos críticos) de enfermedades puras, de esencias
tando muerte másla claramente discriminante paraylas pe- o de entidades patológicas más o menos deformadas por las
qna
€pa de
cuando
variaciones
las poblaciones,
el
afina el
darwinismo adaptó ello.
se
la actual esquema
se
en
a
circunstancias contingentes, aunque siempre estadísticamen-
te reconocibles. El organismo enfermo era, en el fondo, el
prolongaciones,el darwinismo sigue sien-
INCIuso en sus
accidente, la materia al menos, mientras que la sustancia, o
O de COS acontecimientos
,
7
capitales de la historia de las siquiera la forma, la constituía la enfermedad misma. Brous-
e . laan situación,
del fijismo
e
platónico teológico, estudio
vida en su
especialmente en las
y sais denunció los artificios de esa tipología según la lección
de la anatomía patológica recibida de Bichat, y, superando
Ae
relaciones de oposición y de solidaridad entre
plejas com-

le tidad y enriquecimiento de la vida en su evolución,


los vi

intiaddeanarnad, Abundancia de formas (13) Advirtamos, de pasada, la admiración que Marx sentía por
la obra de Darwin. Apartando toda confusión entre vida espontánea

, a de
o
e conjunto n
|
y trabajo humano, nos parece que, comparando las dos acepciones, se
Tasgos asombrosamente modernos, es capaz de comprender mejor el marxismo; queremos decir el mar-
xismo de Marx.
406
VdyUUyU0490
EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
9
QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLÓ XIX 407

a este último, insistió en la localización inicial de los tras- escapó siempre, como la necesidad de preservar la
le
que se
tornos para llegar a la reivindicación fundamental de una
etiología de los fenómenos patológicos. A partir de esa toma positiva especificidad de la vida. Esas dos tesis DA
de las cuales Bichat quiere rectificar la segunda, noq0Ón
de posición propiamente revolucionaria, el
que en un prin-
cipio había sido anatomoclínico pudo desarrollar las correla- ignorarlas Bernard, cofundador, con positiisias
dos, de la Sociedad de Biología (1848). Además,
par Com
ciones signo-lesión, asociando, como consecuencia, el oído a
la vista e incluso interviniendo activamente
para provocar
formulado con claridad las dos
experimentación biológica: la perturbación que ca
Pt
dificultadesnn conexas
u
los signos (como en la percusión torácica, descrita desde 1763,
de la que sólo se sacó partido después de la revolución clí-
za las funciones, Cuvier otros (14) lo
como
prejuicio analítico que, perfectamente
y
adaptado Aos ON
E seña
a
nica). Mas, sobre todo, una «medicina experimental», mucho
hallaba aia a
menos físicos, resulta inoperante el «consenso
en
más intervencionista aún, iba a estar en condiciones de res-
del conjunto del organismo». Bernard punase
ponder al acuciante deseo de Broussais, de determinar las
funciones vitales y las causas de sus perturbaciones, con la
ciertas ideas importantes, gracias
el vínculo entre los fines los métodos ho
y
predecesores.
a Sus

pa pe
asta se
o

idea, igualmente familiar a Magendie y a Augusto Comte cido por sí solo; la oposición de estos últimosse pe ne
(cuya influencia fue considerable en los medios médicos), de sentar por los símbolos de Magendie, experimenta OY
que la salud tiene sus leyes y de que se las hallará actuando mente hostil los «sistemas»,
a de Comte, filósofo
y cuya
z
en la enfermedad. Así se explica de antemano la sinonimia ideas sobre fisiología basaban
se la observación
en
ad
de «medicina experimental» y «fisiología», en el sentido en
que estos dos términos designan indiferentemente la base
tiva, completada NINE
en raras ocasiones
dentemente periféricas. Mientras que muchos oros me . ,
por

teórica que, según esa concepción, es indispensable para una


atraídos primeramente por la fisiología, desistían TO
buena medicina de práctico facultativo: primeramente, ac-
falta de conciencia del objeto de investigación o a
una

fisiológica, al
tuar para saber; y luego, saber para actuar, e incluso, en
tante clara, y volvían a la anatomía, a
Bernard, ge
algunos casos, unir en una sola esas dos actitudes; así se
anunciaba la empresa de la que Claude Bernard (1813-1878)
las dificultades de la
la necesidad de un método
experimentación
específico,
es decir, que en fo '
qsu
no dudó en proclamarse él mismo fundador.
do no fuese ni físico ni químico ni anatemadedensa, DEN
instrumentales y por ON
En ese antiguo preparador de farmacia, tentado un mo- método, las condiciones generales
mento por la fortuna de las letras, pero pronto cautivado
consiguió ese en o

por el progreso de las técnicas


e
por la investigación científica, el espíritu de la clínica mo- rrollo de la química orgánica, porque personalmente, o o
derna halló efectivamente su punto de equilibrio con los nue-
formación, había escapado al culto del saber Hsicocma Po
vos medios de experimentación. La voluntad de
experimentar tico y porque al mismo tiempo se sentía demasiado po
desviados», Areo¡E
activamente se había manifestado ya en su maestro, Magen-
die, que en 1830 instaló, en el Colegio de Francia, el primer
para que le agradase el empirismo médico.
«Yo ne
co
al campo científico por caminos
laboratorio de fisiología experimental, si puede llamarse la- efecto, de la física matemática, de la fisiología y e la pa
boratorio un rincón casi desprovisto de todo y que así siguió
hasta el momento en que Bernard conoció la gloria se atra-
gía contemplativas, así como
incipios subsistía en Magendie.
de
lo que de empirism -
y
Desde compl
de ementa-
jo así la atención de Napoleón 111 (1865), es decir, una vein- el momento que la polivalencia
y la
tena de años después de sus primeros descubrimientos. Por
su parte, Magendie, empirista escéptico
y mecanicista, había
riedad de los órganos revelaban la insuficiencia una
ducción anatómica de las funciones, y la compleja interde-
de
permanecido lo menos consciente posible de la adquisición
teórica de la que dependían sus hallazgos; la necesidad de 1, La Phi-
hipótesis directrices y de teorías que experimentar parece (14) Empezando por Aristóteles, cfr., anteriormente, t.
losophie paienne, pág. 158.
0 6 8 88 € € d Y Y Y 4
408 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 409

ls
mota
endenci
las ocultaba
sobre
á

observación pasiva, a la la observación, de acceso o de modificación, o también a los


de la
Ct ota
E siología, Para Bernard, los obstáculos
el vivo constituía camino real
a
ser el
que
agentes químicos,
los venenos).
como esos «bisturíes fisiológicos» que son

delimitar ci insuperables» ayudan al investigador Ni Claude Bernard ni Magendie inventaron la experimen-


Pe ato
a
favorecen su
la exploración científica del y
tación sobre el ser viviente, pero Bernard le dio sus normas
ño cr er ependencia de las funciones al servicio de
posibilidades de desarrollo, gracias a la idea de regu-
significació Pia
y sus
obliga que determine siempre la a se lación que Lavoisier ya había concebido, y a esa otra, muy
E ón : cada
intervencione
relación
O,
conjunto. Desde
las
nes perturbadoras, enfermeda-
una con a ese
antigua, que Comte llamaba consenso y que la medicina em-
pírica había conceptualizado desde la época hipocrática como
'

e
;

des aticriaos interpretarán


se
]

ha-
no como rupturas del equilibrio equilibrio armonioso de los humores (17). Sin embargo,fisio-
e o lrán captar las leyes de éste al mismo
tiempo
drtmatees a génesis de las enfermedades sobrevenidas en
bía que extender la idea de regulación a toda función
lógica y, en lugar de negar una u otra, vincular la parte de
io a de totalidad orgánica
naturales. Mas ello condición: ne con una autonomía de las diversas funciones a la unidad profunda
visa pues me
es

contrario
absolutamente
caso
indi no sea , del organismo. En los dos grandes órdenes de investigación
podría no rí
que caracterizan su obra, la fisiología
de las secreciones di-
analítica. Pero las
,
pensarse
Pr aga
arse
ni

en práct pue ni ponerse


selectiva, A
acción )

en gestivas y la del sistema nervioso, Bernard especificó progre-


diferendí A menos a
estado naciente, los en su
sivamente la naturaleza del equilibrio que el organismo sus-
na E atestiguan sí solas la relativa antene- ya por
en seres mu
trae al medio exterior, y comprendió que esa independencia
mía de de » E la división
funciones especializadas y comple-
e 7

eran las
se aseguraba tanto mejor cuanto más diferenciadas
.

II
de To oga
ervenciones que proceden
La
proced
trabajo
de
las socieda
del a
en , funciones de que disponía el organismo para amortizar en
cierto modo los diversos efectos y los cambios del medio ex-
patogenia Se
.

modo clarame
a
determi
limitarán ello
Ea A SEStaÓ funció
poe más bien
no se
20

reveladora los
eS
que

por a
un
una terior. En 1857, el concepto de «medio interior» dio paradó-
'e
lOs cuales una
como de jicamente el de «medio» a secas (ultimado en su unidad po-
la variacióne
clón reacciona sitiva por A. Comte), lo mismo que la teoría celular dio
a normalm
j

las
a
eS delalemedio,
:
4

de modo que lugar a la individualidad viviente. La circulación sanguínea


AgentesMilan pr ami experimentales, utilizando
variad distinguirá imicos
mantiene a través de todo el organismo unas condiciones
constantes que, como efectos mediatos de las funciones espe-
desarregla ndo Os,
isti

las funei
irá

situará
a as el ES
¡

unas veces mutilando o


cializadas, aseguran a cambio su actividad normal. Mediante
Siena ño pe veces solamente provocándolo. El determi. esa teoría, que corona y fundamenta una obra impresionante
rel eia
de los fenómenos vitales permitirá
cuyas cualidades no se traslucen claramente en la académica
atenaciones de ese consenso Introducción a la medicina experimental, de 1865, se afirmó
Adará mlcario Jamás, dejar escapar nada Se
fica 4

sin coy, e
1,

A que o especi-
j

y, para no
una fisiología general, capaz de unir de un modo duradero
"11
CON perseverancia a
las técnicas experimen- los análisis experimentales dentro de la unidad orgánica.
las vivisecciones(16) a
ancia a
Seni

tales ma sutiles (principalmente


«

s ver
a
e

(17) Cfr. t. 1, La Philosophie paienne, pág. 34, Alemeón y la iso-


(15) Términ
(16) Sin
aquí que la o
rizado eventualidad sadismo,
0
Introduction de 1865
ha de record E
por Bernarden
de
su
nomía pitagórica, incluso antes de la medicina hipocrática.

implica toda una gan pe consiste torturar los da en


¿se
feriores crueldad EN SSSalvajada
en «isigualmente perturbadoras e que a anim

alcance cientes ee Eu naturalezas,


de la
.

últim
aptitud pArA mo de
y, por E
«bue
general, en su
POR
.

trastornar la organización
O ele E
vital?

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, T. 111.—27


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DIN

410 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BICLOGÍA EN EL SIGLO XIX 411

estaba creando la química de las estructuras moleculares (18).


La biología de un químico: Pasteur Interesado por la cristalografía ya antes de ponerse en rela-
ción con Laurent, Pasteur tuvo la ventaja de trabajar algún
Paralelamentea la fisiología macroscópica de los seres tiempo con él. Por otra parte, era discípulo de J.-B. Biot
muy diferenciados, en el siglo XIX se constituyó otra forma (1774-1862), el cual, además de una ayuda atenta y generosa,
de biología experimental, muy diferente por su espíritu, por le aportó su técnica fundamental, la polarimetría. Medio de-
su objeto, por sus métodos y por las inmediatas posibilida- licado y rápido de detectar la presencia, la pureza y la con-
des de consecuencias utilitarias y terapéuticas. El héroe de centración de un cuerpo en solución, el polarímetro comple-
esa biología experimental fue Louis Pasteur (1822-1895); taba, además, y renovaba la cristalografía: la desviación
autor de una obra íntimamente asociada a intereses econó- óptica, unida a la disimetría de los cristales, podía desaparecer
micos y a una revolución médica, ese hombre de ciencia es en las soluciones correspondientes. Especificando las diferen-
considerado a menudo, aun hoy día, como una especie de ha- cias y las relaciones de determinadas sales orgánicas (1848-
cedor de milagros a petición. Su leyenda sirve corrientemen- 1853), Pasteur pudo distinguir, dentro de una disimetría de
te para ilustrar y robustecer el desastroso mito según el cual los moles, macroscópica, una disimetría molecular, inferida
la ciencia puede y, por consiguiente, debe reducirse a eluci- de la precedente, por analogía, en los casos en que el polarí-
dar los problemas que le plantean las necesidades humanas, metro atestiguaba el mantenimiento de la desviación óptica.
sin dejarse extraviar por una curiosidad neutra o malinten- Ahora bien —y éste es el punto central de la doctrina de
cionada. Nunca se repetirá bastante que todo conocimiento Pasteur—, esa profunda disimetría y esa íntima actividad
os precisamente neutro en su descubrimiento, que es suscep-
óptica, que el paso al estado de disolución o al gaseoso no
hace desaparecer y que sólo pueden ser las de las estructu-
tible, a la vez, de aplicaciones benéficas y de aplicaciones
ras intramoleculares, caracterizan a la vida y a los productos
maléficas, y que esas aplicaciones son imprevisibles en la fase
específicos de la vida. Desde sus primeras investigaciones, en
de la investigación. A pesar de las apariencias, la obra de
Pasteur no es una excepción; él mismo protestó, con su vigor
principio exclusivamente químicas y armadas sobre todo de
medios físicos (la lupa para escoger los cristales, el gonió-
habitual, contra «la opinión de esas mentes estrechas que metro para medir sus ángulos, y, por último, el polarímetro),
desdeñan todo lo que en las ciencias no tenga una aplicación descubría Pasteur un criterio de la vida y levantaba entre
inmediata» y supo reconocer, al mismo tiempo que los vivía, lo orgánico y lo inorgánico una barrera que prudentemente
el fundamento teórico y la unidad sistemática de su carrera. se negaba a declarar infranqueable, pero de cuya solidez iba
Solicitado por gentes sagaces que sabían a quién se dirigían, a sacar partido hasta el final de sus trabajos. El punto de
no se dispersó nunca en investigaciones inconexas, y de la
partida domina así en todo lo demás, y no solamente en las
cristalografía de los comienzos, a la biología de las enfer- tesis; la marcha general de los métodos fue siempre la mis-
medades contagiosas, pasando por el estudio de las fermen- ma. En toda cuestión que emprendía, se esforzaba Pasteur
taciones, sus temas de investigación se eslabonan y se super- por especificar lo mejor posible su aspecto histórico, com-
ponen de acuerdo con una orientación que mantuvo durante probando lo adquirido por él mismo, variaba y repetía abun-
más de cuarenta años, contra vientos y mareas, una tenaci- dantemente pruebas y contrapruebas, introduciendo las ex-
dad muy de la región del Jura. periencias más discriminantes posibles. Instruido desde el
Se ha de subrayar también que ese hombre, que hizo más comienzo por las confusiones siempre amenazadoras entre
por el progreso de la medicina que cualquier médico, era, y ley y contingencia (se vio obligado a renunciar especialmente
siguió siéndolo, un químico. Quien dice química dice mani- a la analogía óptica universal del cristal y la molécula), aten-
pulación de lo invisible, sobre todo hacia 1845-1850, en que
la coincidencia del atomismo renaciente y la cristalografía (18) Cfr, anteriormente, págs. 278 y sigs.
9
412 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX 413

to a sospechar, bajo la apriencia de lo homogéneo, el oculto medio-probeta, tan diferente del medio abierto de la biología
contraste de las diferencias que se neutralizan, gracias al ri- macroscópica. Desde ese momento se comprende el mágico
gor y a la precisión perseverantes de sus técnicas de sepa- prestigio de los descubrimientos de Pasteur: la ingeniosidad
ración y de revelación pudo Pasteur asegurar la serie de sus refinada, cambiante y soberana con la que podían ser defi-
triunfos. Su genio no consistió en una gran paciencia, ya nidos los medios artificiales permitía realizar de un modo
que descubrió muy pronto sus principios; más bien consistió bastante directo las modificaciones de interés utilitario o te-
en cierta forma ágil y carente de obstinación. rapéutico, desde la asepsia hasta la atenuación, desde el aule-
La vida, esa fuerza desconocida que crea las disimetrías Jamiento de los gérmenes hasta su domesticación. La ciencia
moleculares y que el laboratorio, modificador y destructor de de Pasteur no se justifica por la simple previsión; se pro-
esas disimetrías, no es capaz de imitar, también sabe elegir. longa directamente en un poder de transformación útil, no
Los seres vivientes invisibles se alimentan de forma sutil- siendo en sí misma más que una organización de conceptos
mente discriminante, prefiriendo, por ejemplo, tal cuerpo, incansablemente comprobada y mejorada por manipulacio-
nes de químico que acaban por dominar las principales va-
que desvía a la derecha el plano de la luz polarizada, al isó-
mero, que la desvía a la izquierda. He aquí, pues, un delicado riables, no sin cometer, inevitablemente, errores y neglieen-
instrumento de análisis, en beneficio recíproco de la química, cias, como toda empresa humana. Pero Pasteur supo también
que halla, a contracorriente de toda la tradición, un acre- soñar con su demiurgia biológica mucho más allá de las po-
centamiento de precisión al recurrir a lo viviente, y de la sibilidades de la época: «¿Quién podría prever —escribía-
biología, que consigue descubrir, exaltar y amplificar, para la organización de los seres vivientes si la celulosa, de dex-
revelarlos, cultivar, en suma, organismos que sigue siendo trógira se convirtiera en levógira, y si la albúmina de la
incapaz de distinguir con seguridad en su morfología indi- sangre se volviese dextrógira? Hay ahí misterios que prepa-
vidual. Incluso robustecida por el conocimiento de las leyes ran inmensos trabajos al futuro...»

generales que regulan sus relaciones con las combinaciones


y descomposiciones químicas, la polarimetría no podría pres-
cindir de los refinamientos que, en un intercambio de servi- Un caso particular: el solitario Mendel
cios, le aporta la especificidad funcional de los gérmenes
vivos (19), leitmotiv y parapeto de todos los trabajos sobre Al menos una tercera forma de biología experimental
las fermentaciones, sobre las «generaciones espontáneas» y habría que poner en el activo del siglo XIX si al monje checo
sobre las enfermedades «ontagiosas. Pasteur se ingeniaba Gregor Mendel, nacido, como Pasteur, en 1822, se le hubiera
para provocar los fenómenos, prefiriendo la amplificación podido reconocer como fundador de la genética, cuando no
activamente procurada y realizada del cultivo in vitro, y a fue más que el más exacto de sus precursores, incomprendido
veces ín vivo, a la pasividad a menudo descaminada del mi-
hasta su muerte (1895) y redescubierto en 1900 por los fun-
eroscopio; su ideal fue siempre hacer que lo imperceptible dadores. Se ha llegado a decir que, por esas condiciones, la
franqueara el umbral de la percepción, suscitando, en condi- obra de Mendel] (1858-1865) no formaba parte de la historia
ciones rigurosamente comprobadas, el desarrollo masivo de de las ciencias. ¿No sería más adecuado ver más bien enella,
su ser y de los efectos de su actividad. La experimentación, aunque estéril, un producto de la época? Así se libra uno de
que no se limita forzosamente a modificar los gérmenes, los las simplificaciones abusivas que ilustran metáforas como
domina, sin embargo, manipulando a su modo e inspeccio- «el espíritu de una época» o su «segundo término». Si una
nando por completo, por decirlo así, el recinto cerrado del época no se reconoce en algunas de sus producciones y las
acoge con indiferencia, es sin duda porque no es homogénea
El término «microbio» fue creado en 1878 por un cirujano
y ho es capaz de asimilar todas sus conquistas; más o menos,
(19)
que seguía las doctrinas de Pasteur,y con la aprobación de Littré. ¿no hay ahí una desigualdad interna que vuelve a hallarse en
'
DBDUVODOoADOoVy“yygJyoy
414 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

cada corte sincrónico con tal de que se lo detalle suficiente-


mente? El casu de Mendel se distingue de muchos otros, pero
sólo en que su redescubrimiento fue inútil; el espíritu de la
época se había rehecho por otros caminos. En 1865, la ma-
tematización discontinuista y probabilitaria de la herencia,
establecida gracias a una experimentación clara, abundante
y prolongada, y a un sistema de símbolos muy manejable,
es el producto de un época. Biólogo informado, hijo de

ma entre la dinámica estadística de los


gran-
jero, Mendel se interesaba por la práctica de la horticultura,
de la que el desarrollo industrial exigía un perfeccionamiento
continuo. También se ha revelado una comunidad de esque-
gases, de Boltzman,
y la genética estadística de los caracteres de Mendel. Preci-
samente en el otro aspecto del problema, el de su acogida,
esa comparación sugiere ya la diferencia: la termodinámica
estadística tenía detrás de sí la teoría atómica, mientras que
ninguna investigación suficiente de la célula viviente venía
aún, en el último tercio del siglo, a ofrecer, ni siquiera a
hacer presentir, al discontinuismo de Mendel la garantía de
un realismo que le hubiera dado un sentido más accesible
más atrayente (20). Sin embargo, una vez más, el prodigioso
siglo XIX había fecundado una disciplina mediante otra, crean-
do, aunque sólo fuera para olvidarla enseguida, una biología
combinatoria, más rigurosa aún, a su manera, que la biolo-
gía química de Pasteur. Esa interdisciplinariedad no reduc-
tora (que no se degradaba tan fácilmente como hoy en pluri-
disciplinariedad) es sin duda una de las grandes lecciones
que puede ofrecer un estudio, incluso esquemático como éste,
de la química y de la biología del siglo XIX.

BREVE BIBLIOGRAFÍA
y

Se hallarán las indicaciones esenciales sobre los textos y los estu-


dios en Fr. Russo: Eléments de bibliographie de Uhistoire des sciences
et des techniques, Paris, Hermann, 2." ed., 1969. Para una información
detallada se consultará la Histoire

siécle, 2,

(20) Ese
générale des Sciences, dirigida por
KR. Taron, París, P. U. F., especialmente el tomo III,
ed, 1961, así como las exposiciones más
vol.
breves
1. Le XIXe
de la Histoire

género de garantía realista le había faltado a la teoría


atómica misma en la primera mitad del siglo; de ahí su eclipse y el
relativo fracaso de Ralton. Cfr. anteriormente, págs. -370-871.
QUÍMICA Y BIOLOGÍA EN EL SIGLO XIX

de la Science dirigida por M. Daumas, París, Gallimard, 1957 (Ency-


clopédie de la Pléiade).
La Introduction á UHistoire des Sciences de S. BACHELARD, G, CAN-
GUILHEM y colaboradores, París, Hachette, 2 vols., 1970 y 1971, pro-
porciona muchas indicaciones y trozos escogidos.

Química
Hay que señalar la obra del historiador de la química más auto-
rizado, A Short History of Chemistry, Londres, 1937, y reed., por
J. R. PARTINGTON. La de R. MASSAIN: Chimie et Chimistes, París,
Magnard (1952), textos y exposiciones, a veces anecdótica, es útil cn
un nivel elemental. Lavoisier, Laurent y Mendeleiev se estudian desde
el punto de vista de lo simbólico en el importante trabajo de Fr. Da-
GOGNET: Tableaux et Langages de la Chiímie, París, Le Seuil, 1969.
Es de desear la reedición de G, BACHELARD: Le Pluralisme cohérent
de la Chimie moderne, París, Vrin, 1932.

francesa:
Biología y medicina
Señalemos dos historias generales y algunas obras
RADL-HATFIELD: The History of Biological Theories, Londres,
SINGER: Histoire de la Biologie, trad. Gidon, París,
inglesa, Londres, Nueva York, 1959).
1934 (3."
Payot,
CANGUILHEM: Études d'Histoire et de Philosophie des Sciences, París,
Vrin, 1968,
(CANGUILHEM, LAPASSADE, PIQUEMAL y ULMANN: «Du développement á
Vévolution au XIXe siécle»), Thalés, año 1960 (publ., 1962), Pa-
rís, P. U. F,.
DAGOGNET: Méthodes et doctrine dams Uoeuvre de Pasteur, París,
P. U. F., 1967.
DAUDIN: Cuvier et Lamarck, Les classes zoologiques et Uidée de série
animale, París, Alcan, 1926, 2 vols.
FOUCAULT: Naissance de la Clnique, París, P. U. F., 1963,
en

HOOYKaas: Continuité et Discontinuité en géologie et en biologie, trad.


Pavans, París, Le Seuil, 1970 (2.* ed. inglesa, 1963).
JAcoB: La. Logique
KLEIN: Histoire des
manh, 1936.
du Vivant, París, Gallimard, 1970.
Origines de la Théorie cellulaire,
París, Her-
LIMOGES : La Sélection naturelle, París, P. U, F., 1970 (obra muy
importante para el darwinismo).
OLMSTED (J. M. D. y E. H.): Philosophie et méthodologie scientifique
de Cl. Bernard, París, 1967 (en inglés: C. B. and the Experimental
Method in Medicine, Nueva York, 1952).
Thalés, año 1969: jornadas de estudios Georges Cuvier (exposiciones
de COURTES, LIMOGES, DAGOGNET y FOUCAULT, con discusiones),
Revue d'Histoire des Sciences, núm. de enero-marzo de 1970, Pa-
rís, P. U. E.
Observación acerca de los textos
Tanto si se trata de adquirir cultura simplemente, como si se trata
de despertar vocaciones o de participar de un modo inmediato en el
movimiento científico, el estudio del último tratado aparecido y la
415

lengua

PEN
¿0 8 8 SS 84 a
416 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

práctica de laboratorio, a fortiori la simple consulta de


tados técnicos, no dispensan, sin perjuicio, de la lectura algunos resul-
los clásicos, Y ceso es algo de lo que generalmente el vivificante de
editores no se cuidan, mientras que los responsables de público y los
la educación
ni siquiera lo sospechan, prisioneros con demasiada
frecuencia de la
enseñanza de unas seudorrecetas ya hechas
que, por equívocas, ponen
d

en peligro las oportunidades de una


verdadera iniciación; en cuanto 7
a los hombres de ciencia, sólo
muy raras veces tienen tiempo de pensar
en el pasado y de reactivarlo en ellos
libremente (el profesor Fr. Jacob, premiopara progresar mejor y más
Nobel de
historiador de las disciplinas biológicas, es hoy día,Medicina y notable
en Francia, casi
una excepción). Sería de desear
que de un modo u otro
vir las grandes colecciones de textos como «Les Maítrespudieran revi-
scientifique» de Gauthier-Villars, y «Les Classiques de la deScience»
la Pensée
de
Colin; igualmente sería de desear que pudiera continuarse, desarro- IV
llarse y conocerse mejor el valeroso esfuerzo de un editor especializado, E

como A. Blanchard en París. La librería Masson


de «Clásicos de la Medicina» en la que se hallantiene una colección J LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA DE BENTHAM
Ñ
_ - >

importantes Principes de Médecine expérimentale, especialmente los


de Cl. Bernard (nú-
1

A WILLIAM JAMES
mero 5, 1963). Para el período
y disciplinas anteriormente estudiados,
las ediciones críticas no son
numerosas, ni siquiera en
Jiteratura an-
glosajona, Señalemos: PoR FRaNcors DUCHESNEAU
DARWIN: The Origin of Species. A variorum text, ed.
por Morse
:

Peckham, Filadelfia, 1959. |


;

Los cuadernos de notas de Darwin han sido editados por Gavin De Es difícil tratar la filosofía anglosajona del siglo XIX
Beer y colaboradores con eltítulo des
21
como una entidad perfectamente definible. El historiador de
.

«Darwin's Notebooks on Transmutation of


e
Re .

the British Museum (Natural History), Species», en Bulletin of


, las doctrinas filosóficas se halla, en efecto, frente a corrientes
vol, 2, núms. 2 a 5; 1961, vol. 2, núm. 6; 1967, vol. 3,Series,
Historical 1960,
núm. 5 y muy diversas que, lejos de seguir desarrollos paralelos, se

A
cortan y se vuelven a cortar en numerosos puntos.
Además, .

el pensamiento de los iniciadores de tendencias


es más rico
que las, corrientes que de ellos derivan. Desde un punto de
vista global, observemos no obstante las erandes líneas
de
la evolución filosófica que corresponde al período
que
es-
tudiamos.
ia
e

A
IR
Perspectiva de conjunto

En Inglaterra, desde finales del siglo XVII


se desarrolla
la corriente utilitarista. Jeremías Bentham
se atiene a la filosofía de Hume
(1748-1832), que
y a la psicología asociacio-
nista de Hartley, es su promotor. Su obra
es continuada por
James Mill (1773-1836), y luego es profundamente
| modifi-
cada por el hijo de éste último, John Stuart Mill
que se hizo célebre sobre todo por su System
(1806-1873),
utilitarismo es la expresión de una toma de
of Loyic. El
posición empi-
ristal o sea de una tendencia de espíritu positivo. Como con-
tinuación de éste, en efecto, y sin transición
marcada, el

a
DU '
: '
Y
4 $ dl
Ñ
a

Si
.:
RES

418 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 419

positivismo penetra en la filosofía inglesa con discípulos de la filosofía debe elaborar una nueva metodología y una nueva
Augusto Comte, como George Henry Lewes (1817-1878) y lógica, en relación con los elementos positivos de la realidad
Williammediados
Kingdon Clifford (1845-1879). Se produjo entonces
del siglo, una promoción de la idea de evolo-
cognoscible. Así nace el pragmatismo como filosofía, con
hacia Charles Sanders Peirce (1839-1914). Su obra genial perma-
ción, contemporánea de los trabajos de Darwin —el Origin necerá mucho tiempo desconocida del público, pero la influen-
of Species by Means of Natural Selection publica en se cia de Peirce se manifiesta en la obra de William James
1859—. ús la época en que Herbert Spencer (1820-1903)
sienta las bases de su sistema, clásicamente definido como
(1842-1909), el cual intenta definir de nuevo el objeto de la
psicología como ciencia. El pragmatismo triunfa en la inter-
un
evolucionismo. A finales del siglo, la tradición positivista
habrá engendrado diversas formas de materialismos y de pretación de James. Orienta los fecundos trabajos del psi-
agnosticismos. Señalemos la obra del discípulo de Darwin cólogo John Dewey (1859-1952), promotor del behaviorismo,
y del sociólogo George Herbert Mead (1862-1931).
Mas se
Thomas Henry Huxley (1825-1895). dirigidas hacia la episte-
necesitarán mentes esencialmente
Sin embargo,en Inglaterra, a lo largo del siglo XIX, sis-
mología y las investigaciones lógicas para valorizar algunas
temas idealistas coexisten con las corrientes empiristas y
ideas de Peirce. Ése es el caso de Clarence Irving Lewis
positivistas. La filosofía romántica alemana inspira así a
poetas y a historiadores: Coleridge (1772-1834) y Carlyle (1883-1964), e incluso de su maestro, el filósofo idealista
Josiah Royce (1855-1916). Royce proponía su idealismo teo-
(1795-1881), por su parte, descubren en ella una metafísica
lógico pragmatismo absoluto; Lewis, por su parte,
espiritualista de la cual se aprovecharán. Un sistema más
filosófico se desarrolla en la obra de Thomas Hil Green (1836-
como un
expone un pragmatismo «conceptual».
De entre ese tejido de corrientes y de escuelas, limitémo-
1882) , que
toma como punto de partida la relación episte-
nos a destacar el aspecto más fecundo de algunos pensamien-
mológica entre sujeto y objeto en el conocimiento. Progre-
tos filosóficos de excepcional importancia, como son los de
sivamente, la corriente de pensamiento más fértil pasa de
la influencia de Kant a la de Hegel, hasta elaborar, con Bentham, Stuart Mill, Spencer, Bradley, Peirce y James.
Francis Herbert Bradley (1846-1924) y Bernard Bosanquet
(1818-1923), metafísicas de lo absoluto originales. Entonces
el idealismo absoluto se disgrega poco a poco para dar diver- Jeremías Bentham: la moral utilitarista
sas formas de idealismos pluralistas y subjetivistas; los nom-
bres más conocidos son aquí los de McTaggart (1886-1925) Bentham hace suyos algunos temas del empirismo del
y James Ward (1843-1925). En el plano político, la corriente siglo XVII; sufre una profunda influencia de Hume: método
utilitarista correspondía a una doctrina de inspiración libe- de análisis reductivo y psicología asociacionista. Pero mien-
val, El idealismo, por su parte, inspira unas doctrinas de la tras que los filósofos del siglo XVIII estaban sobre todo inte-
especificidad del poder político y de la autoridad del Estado. resados en determinarla naturaleza del entendimiento huma-
no y en fijar sus límites, Bentham se propone
descubrir los
La filosofía americana criterios objetivos que permiten evaluar las ideas morales y
experimenta un desarrollo conexo,
pero muy diferente. El idealismo humanitario, uniéndose a las instituciones políticas; orienta muyclaramente espíritu
el
cierto misticismo religioso, había prevalecido en los comien- de experiencia hacia aplicaciones concretas en el ámbito de
zos del siglo XIX, bajo la inspiración de Emerson (1803-1882) la ética. No es por completo innovador, puesto que recoge el
y del grupo de los trascendentalistas. Pero el racionalismo principio de utilidad formulado ya de un modo global en
dogmático, en sus formas más metafísicas, se mostraba cada diversos pensadores, especialmente en el jurista italiano Ce-
vez más estéril. Los progresos de las ciencias y especialmente sare Beccaria (1738-1794). Mas le da a ese principio su plena
de las ciencias de la materia y de la vida hacen pensar que significación.
420 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 421

Bentham basa su teoría de la moral en el tema del hedo- diferencial de los placeres, el sujeto debe tener en cuenta

DiSMO. Enla Introducción a los Principios de la moral y de


la legislación (1789), cap. 1, art. 1, afirma que «la natura-
cuatro factores: la intensidad, la duración, lo cierto O lo in-

cierto, y la proximidad o alejamiento. Por otra parte, dos


leza ha colocado a la humanidad bajo la autoridad de dos se-
ñores soberanos, el dolor y el placer... Ellos nos gobiernan en
factores adicionales hay que tener también en cuenta para
la evaluación de las consecuencias hedonísticas de nuestros
todas nuestras acciones, en todas nuestras palabras y en to-
actos: la fecundidad y la pureza. Un acto es tanto más fecun-
dos nuestros pensamientos; todo intento que pudiéramos hacer
do cuantos más goces adicionales engendra como consecuen-
para librarnos de su yugo sólo serviría para demostrarlo cia suya; un acto es tanto más puro cuanto más libre
de
y confirmarlo». Por placer y dolor entiende Bentham todas trata
sinsabores esté el placer que de él deriva. Cuando se
las diversas significaciones que
corriente. Mas
esos términos cubren en su de la utilidad para la colectividad, Bentham añade a su cáleu-
uso no se contenta con hacer de la atracción lo de los placeres un último factor, la «extensión», pues es
del placer y de la repulsión del dolor las fuerzas profundas
la extensión del placer procurado al mayor número lo que
que determinan nuestra acción; establece una regla moral
acrecienta el valor del acto. Teoría del bien común que re-
basada en la búsqueda del placer como elemento esencial de
quiere una explicación. La comunidad es un cuerpo ficticio,
la felicidad. Entonces se plantea la cuestión de saber si la
formado por la reunión de los individuos que la componen. Si
búsqueda del bien sigue teniendo un sentido moral en una
éstos persiguiesen todos individualmente su interés más ra-
psicología puramente determinista. En realidad, Bentham
supone que, por una parte, cuando el hombre busca su placer
cional, la inserción de una regla social resultaría superflua.
se trata del mayor placer cuantitativamente posible,
Mas los conflictos de intereses obligan a reconocer una fun-
y que, ción específica de gobierno yde legislación, cuyo fin es armo-
por otra parte, puede suceder que la acción que realiza no lo
conduzca necesariamente a ese fin. De donde resulta que se nizar las tendencias particulares. Sin embargo, falta saber
cómo la investigación del bien común puede convertirse en
comprueba que es indispensable recurrir al principio de uti-
lidad. Éste enuncia que el bien propio y el fin deseable de un móvil para el ser humano, el cual, psicológicamente, pa-
rece orientado hacia la obtención de su mayor goce
como
toda acción humana es el mayor goce de todos los que están
interesados en ella. Cuando se trata del individuo, el fin mo- individuo. Bentham explica ese fenómeno partiendo del goce
ral es la satisfacción de sus deseos. Cuando se irata de la que experimenta siendo benevolente para con el prójimo.
se
colectividad de los individuos, está constituido por la mayor Porasociación de ideas, la felicidad del prójimo se convierte
suma de de placeres para el mayor número. En realidad, el en motivo de goce para el individuo, y la extensión de ese
principio utilidad le parece a Bentham el fundamento pri estado justificaría psicológicamente la búsqueda de la feli-
cidad colectiva.
mero de toda ética; a él pretende reducir los análisis de los
filósofos que afirman la especificidad del sentido moral y la En el plano político, Bentham estima que únicamente el
irreducibilidad del imperativo del deber. El fin último de régimen democrático puede permitir llegar a una suficiente
todo acto sólo puede residir en el máximo de goce que de él armonización de los intereses particulares. Su concepción de
se pueda obtener, y lo útil se manifiesta como el medio de la ley como correctivo de las divergencias individuales de!
alcanzar la mayor cantidad de esa dicha. interés, lo lleva a unas interesantes opiniones sobre la rcs-
Ahora bien, en las situaciones concretas en las que debe- ponsabilidad y la sanción. La culpabilidad se mide en el plano
mos determinar la línea de conducta de mayor utilidad, la social por la cantidad de felicidad comunitaria que un acto
acción
que nos proponemos realizar debe evaluarse de modo puede disminuir. De ahí que el interés general exija la pre-
que nos indique qué cantidad de goce es capaz de procurar- vención de tales atentados contra el goce de los miembros de
nos. La regla de lo útil nos impone, por lo tanto, un cálculo
hedonista de nuestros fines morales. En semejante cálculo
la comunidad. La sanción debe desempeñar esencialmente ese
papel preventivo, infligiendo una pena, que es en si un mal, a
ByUSUOsoAaSsSsaasaasaasyAU e
422 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 423

AO a que se cometan actos aún más nocivos. Pero

sanciones, E
sentham, reformador del derech ]

John Stuart Mill: la lógica empirista


cuantificación de las
tas por sus consecuencias,
y según la actitud de la comunidad John Stuart Mill, formado por su padre, James Mill, en
respecto al detrimento causado. Bajo ese aspecto, la le las concepciones morales utilitaristas, influido por una psico-
como garante de la entera satisfacción de los
con

se manifiesta logía empirista de tipo asociacionista, no deja, sindeembargo,


individuos miembros de la comunidad. de distinguirse de sus maestros por la originalidad su pen-

Emitir
sobre
un juicio sobre la obra de Bentham emitir
es un samiento.
Podríamos estudiar, por ejemplo, el modo en que tiende
vasta y sistemática empresa de reforma
o

juicio una
moral. Retengamos, sobre todo, su aspecto positivo que es Mill a modificar la moral utilitarista para hacerla, a su en-
la voluntad de basar la moral en la realidad psicológica
del tender, más adecuada para expresar la naturaleza humana Mill
en su dimensión espiritual. Observemos simplemente que
hombre, a fin de conducirlo a actuar de acuerdo con una
práctica científica. Bentham quería desterrar de las reglas rechaza la simple cuantificación de los placeres en el cálculo
de conducta de los hombres la metafísica y la religión Quería de lo útil, insistiendo en el aspecto cualitativo de los elemen-
le reprocha
sobre todo evitar la subjetivización de la conciencia moral tos constitutivos de la felicidad. Por otra parte,
naturaleza humana,
a Bentham su concepción mezquina
de la
v las trabas de los dogmas arbitrarios de una razón indife-
centro de los procesos de atracción y de repulsión
de
rente a los datos de la experiencia. como
nuestros deseos: el agente moral, átomo psíquico sometido a
Hay, sin embargo, fallos considerables en su hedonismo: Mill, el
la ley del interés individual, se convierte, en en ser
1)
|

una excesiva simplificación de los determinismos psico-


lógicos de la afectividad y de la volición; 2) una matemática consciente de sus posibilidades individuales y que se pro-
pone la realización de sí mismo,
condición esencial de la feli-
demasiado abstracta de los móviles en la búsqueda de la fe-
cidad. Mill concede un lugar mayor a los sentimientos mo-
licidad; 3) una interpretación insuficiente de la realidad so-
cial, debida a una exagerada reducción a lo individual. Sin rales, a la expresión de sí mismo por el individuo libre. El
liberalismo político de Mill adquiere así una forma específica,
embargo, es imposible negar la profunda influencia de Ben- diferente de la forma estrictamente de Bentham; el régimen
tham sobre el derecho y la jurisprudencia. No olvidemos
democrático se presenta, en efecto, como el necesario condi-
tampoco que la economía política liberal del siglo XIX, en sus
las cionamiento de la comunidad con vistas a establecer en ella
comienzos, debe mucho a Bentham en la persona y ideas relaciones morales entre los individuos, y no ya simplemente
de uno de sus discípulos, David Ricardo (1772-1823). Los como régimen de salvaguarda del
interés particular de los
Principles of Political Economy (1817) dieron a Conocer
el individuos, cuando ese interés se comprende según las nor-
espíritu de Bentham, cuando la ley de la libre competencia mas de lo útil.
se
describe en ellos como una ley que, en el caso de una cóm- En conjunto, Mill es un utilitarista poco consecuente, con-
petición libre, debía permitir el inevitable advenimiento de tinuamente arrastrado hacia un humanismo de inspiración
una armonización de los intereses afectados. La supresión de romántica. Así queda especialmente claro en las críticas que
toda clase de restricciones arbitrarias le parecía a Bentham dirige a la moral de Bentham en su obra Utilitarismo (1863).
la condición necesaria para el advenimiento de una comuni- Su importancia en la historia de la filosofía nos parece que
dad de seres racionales. se debe sobre todo a su obra de lógico y epistemólogo.
Después de Descartes y de Locke, la lógica, como ciencia
y arte de razonar bien, había perdido
todo papel positivo en
la búsquedade la verdad. Mill, en su System of Logic (1843),
da a esa parte de la filosofía nueva función en relación con el
=D mw SD wa <= DD > <a '.»A uu uu;
,

LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 425


424 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

desarrollo de los conocimientos científicos. Define la lógica tan constante los datos de la experiencia, que la
con negación
de esas proposiciones parece inadmisible. Dichas proposicio-
como «ciencia que trata de las operaciones de la mente huma- necesidad psicológica que,
nes serían necesarias, con una
na en la persecución de la verdad» (libro I, Introducción, ar-
tículo 4). Le asigna la función de generalizar «los procesos de según Mill, para nuestros entendimientos empíricamente de-
terminados, no se distinguiría sensiblemente de la necesidad
investigación de la verdad y de evaluación de la evidencia propiamente racional.
mediante los cuales tantas leyes importantes de la naturaleza
A partir de ahí se comprende la posición: aparentemente
o

que estaban ocultas se han añadido, en las diversas ciencias,


a la suma de los conocimientos humanos» (Prefacio de la pri-
ambigua de Stuart Mill con respecto a los fundamentos de
lasmatemáticas, la verdad del silogismo y el principio epis-
mera edición). temológico de la inducción.
Se trata, en resumidas cuentas, de definir el sistema de
Mill, las matemáticas se basan
o

Para en unas proposicio-


las reglas que permiten a la mente humana alcanzar el co-
nocimiento objetivo de los hechos positivos. La cuestión esen- nes iniciales, que no son proposiciones puramente verbales,
cial es la siguiente: ¿cómo capta la mente la racionalidad de
sino que se fundan en hipótesis formuladas en concordancia
con los datos de la experiencia:
«Esas premisas originales,
lo real, partiendo de la experiencia como fundamento? Sin
duda, no es inútil señalar que Stuart Mill fue el primero en
de las cuales se deducen todas las demás verdades
de esa

intentar definir comológica específica la lógica de la induc- ciencia, a pesar de todas las apariencias de lo contrario, están
basadas en la evidencia de los sentidos» (Utilitarianism, edi-
ción. Los análisis que sobre ese punto nos proporciona hay ción de 1864, pág. 46). Por esa ley de asociación
se llega a
que relacionarlos también con otras perspectivas de lógica. los
En primer lugar, insiste Mill
su
en el hecho de que toda
la apariencia de necesidad a priori de los axiomas y de
postulados. A propósito de los postulados de Euclides, obser-
inferencia, tanto si es deductiva como si es inductiva, se hace
vemos que Stuart Mill, como Hume,
afirma su falsedad con
con ayuda de palabras contenidas en proposiciones. En cuan- en la medida
relación a las verdades dadas en la experiencia,
to a las proposiciones, Mill distingue proposiciones reales y arbitrariamente mutilados (no
en que corresponden a datos
proposiciones verbales. En estas últimas el predicado puede cual impide la verdad de las de-
obtenerse simplemente por análisis de la connotación o sig- hay línea sin grosor); lo no

nificación del término que sirve de sujeto; por el contrario, ducciones que de ellos se extraen, en vista de la conexión
lógica entre premisas y conclusiones. Aparente inconsisten-
las proposiciones reales proporcionan mediante el predicado racionalidad atribuida la
nuevas informaciones factivas relativas al sujeto. Esa distin- cia, que se resorbe en la interna a

ción se corresponde bastante bien con la distinción de los experiencia psicológica.


La teoría del silogismo «instructivo» es generalmente una
juicios en analíticos y sintéticos, de Kant. Pero es indiscu-
tible que Mill, empirista, para justificar la ciencia no tiene ilustración de punto de vista. Si la conclusión del silogis-
ese
mo está incluida en las premisas, no podría darse en él infe-
intención de definir una clase particular de juicios sintéticos,
los juicios sintéticos a priori, que sirvan de fundamento a la rencia de lo conocido a lo desconocido, y el silogismo sólo es
entonces un procedimiento de exposición de verdades que ya
necesidad de las inferencias científicas. Mas por ello mismo
se halla frente al problema de saber en qué medida existirían
han sido halladas. Mas ése no puede ser el caso. "Tomemos
el siguiente silogismo:
proposiciones a la vez reales y necesarias. Mill rechaza la Todos los hombres son mortales,
solución metafísica de un saber a priori, incluso formal, de
la realidad. Y, en la tradición de Hume, está dispuesto a El duque de Wellington es un hombre,
reconocer que ningún juicio de ciencia alcanza nunca la abso-
Luego, el duque de Wellington es mortal.
luta certeza teórica. Pero su punto de vista más característico Señalemos que el duque de Wellington vivía aún cuando
sería, al parecer, que existen proposiciones reales que, a falta Stuart Mill lo hace mortal. Según la interpretación de Mill,
de poseer la necesidad teórica, se corresponden .de un modo la premisa mayor puede ser una proposición real si se supone
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. I11.— 28
UV VO UD DD yo yy UQE ya ya 44
426 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 427

que sintetiza los resultados de múltiples experiencias particu- consigue discernir el antecedente «incondicional» en el curso
lares, relativas a los hombres: el predicado completa la con- sucesivo de los fenómenos. A decir verdad, esa investigación
notación de los datos de experiencia acumulados, por el pa- supone la admisión de un principio racional de causalidad
sado, acerca de todos los seres que el término-sujeto permite originado por asociación de ideas y por generalización induc-
identificar. Refiriéndose a la experiencia, la premisa menor tiva del cotejo de los hechos de experiencia. La inducción
es igualmente una proposición real por la misma razón. Re- misma, como inferencia válida, deriva de las correlaciones
sulta que la conclusión no está ya necesariamente incluida implicadas en la experiencia sensible de los fenómenos, cuan-
en las premisas; para que la inferencia sea válida, hay que do esas correlaciones están comprendidas en proposiciones
suponer que la mayor constituye el fundamento de una ge- generales, formando el sistema de los conocimientos cien-
neralización inductiva que nos indica lo que debemos esperar tíficos. Mas ¿cómo llegar a formular esas proposiciones ge-
de la experiencia en lo que concierne al duque de Wellington. nerales, para que expresen las verdaderas leyes causales de
El silogismo, como procedimiento formal, es simplemente los fenómenos ?
una técnica que permite interpretar los datos de la expe- El problema es esencialmente el de buscar, por vía de
riencia según unas fórmulas generales, que han salido de la selección, la hipótesis explicativa apropiada, cuando los fe-
experiencia. Por el hecho mismo, la deducción silogística, nómenos se presentan a la observación en un orden complejo
cuando es instructiva, se aproximaría a la inducción propia- y cambiante. Para resolver dicho problema, John Stuart Mill
mente dicha, que es la verdadera operación que permite des- formula sus cuatro métodos de investigación experimental
cubrir la verdad en todos los ámbitos. y define su función: eliminar las hipótesis inadecuadas para
La inducción es «la operación de la mente mediante la explicar los fenómenos, confrontándolas con el antecedente
cual inferimos que lo que sabemos que es verdadero en uno incondicional, fundamento empírico de la relación causal;
o varios casos particulares, será verdadero en todos los casos correlativamente, la hipótesis adecuada debe hallarse vali-
que se parezcan a los primeros, desde puntos de vista que se dada. Los dos primeros métodos son el de la concordancia
pueden determinar» (System of Logic, libro 1.”, III, 2, art. 1). (agreement) y el de la diferencia (disagreement). El canon
No es una vana analogía lo que fundamenta la inducción, sino del primero especifica que si dos o más casos del fenómeno
la proposición, generalmente. implícita, de que el curso de la que se intenta explicar tienen solamente una circunstancia
naturaleza es uniforme y que todos los fenómenos se desen- en común, esa circunstancia única, mediante la cual todos los
vuelven según la ley general de la causalidad. Mas se plantea casos concuerdan, es causa o efecto del fenómeno en cuestión.
el problema de saber cuál es el fundamento de ese principio, El canon del segundo indica que si estamos en presencia de
dada la derivación empírica de todos nuestros conocimientos, un caso en el que el fenómeno se produce, y de otro caso en el
y cómo se justifica la necesidad de la explicación causal. que no se produce, si los dos casos tienen una única circuns-
La uniformidad de la naturaleza sólo se concibe, al co- tancia en la que difieren, esa circunstancia es necesariamente

mienzo, como el conjunto de las uniformidades parciales que parte integrante de la causa o del efecto del fenómeno. El
nuestros sentidos nos permiten conocer. Esas uniformidades canon del tercer método, el de los residuos, nos recomienda
nos llevan, por generalización inductiva, a formar la hipóte- sustraer de todo fenómeno la parte que, por inducciones pre-
sis de un determinado curso de la naturaleza, hipótesis sin cedentes, sabemos que es efecto de antecedentes determina-
la que la Investigación científica tropezaría con irreducibles dos, pues el residuo del fenómeno es el efecto de los antece-
objeciones. Del mismo modo, el punto de partida de la rela- dentes restantes. El cuarto método, el de las variaciones
ción causal es esa verdad, de simple experiencia, de que se concomitantes, responde al canon según el cual, cuando dos
observa un orden invariable de sucesión entre todo hecho fenómenos varían correlativamente, uno es causa y el otro
natural y cualquier otro hecho que le preceda. Mas la secuen- efecto, o bien están vinculados el uno al otro a través de
cia invariable sólo se convierte en relación causal cuando se alguna causa. Para interpretar estos métodos, insistamos en
428 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 429

el hecho de que Stuart Mill los concebía a la vez como méto- cepto de evolución, y ese tema es esencial en la doctrina de
dos de descubrimiento y de comprobación. Estaba convencido Spencer.
sobre todo de que, sin investigación experimental, racional- Para Spencer, sólo hay ciencia de los fenómenos; idea que
mente dirigida, ninguna hipótesis puede llegar plenamente nú le pertenece como propia, pero que él utiliza de un modo
al estado de ley causal ni adquirir por ello mismo un valor nuevo. La filosofía, por su parte, carece de objeto específico,
explicativo. En definitiva, para Mill, la racionalidad de la diferente del objeto de las ciencias particulares. Como Augus-
experiencia se reduce siempre a la posibilidad de generalizar to Comte, Spencer condena las investigaciones metafísicas
inductivamente las comprobaciones que nos sugiere, sin lle- como puramente ilusorias, ya que el ser, que sería su objeto,
gar nunca a contradecir los datos experimentales mismos. es trascendente a los fenómenos, pero detrás de la esfera de
Señalemos, en último lugar, que Mill, en apoyo de su los fenómenos objetivos deja lugar a lo incognoscible, como
lógica de la inducción, practica una metafísica «fenoménica», poder fundamental de la realidad; llega incluso a afirmar, en
que en el límite extremo de las perspectivas abiertas por
los los Primeros principios de su filosofía sintética (1862), que
análisis de Berkeley, llega incluso a explicar mediante la ley religión y ciencia no son inconciliables, ya que el ámbito de
de la asociación de las ideas la creencia en la realidad de los lo incognoscible es precisamente el de la creencia. En lo que
objetos de nuestra percepción: los objetos del mundo exterior concierne a la distinción entre filosofía y ciencias, Spencer
se constituyen para nosotros como posibilidades permanentes
considera a éstas como saberes incompletamente coordinados,
de sensaciones. Su percepción del espíritu se reduce a un fe- que deben ser integrados en el sistema filosófico. Sin embar-
nomenismo del mismo orden. En cuanto a la existencia de go, no hay que creer que conciba el saber filosófico como
un Dios con poderes limitados, la reduce a la
condición de efecto de una generalización inductiva a partir de los resul-
una simple hipótesis sin comprobación satisfactoria posible. tados de las ciencias particulares. Al filósofo le corresponde
Mill la tarea de evidenciar los postulados implícitos de todo cono-
Su posición es un «escepticismo racional». Pero cree en
ideal, cimiento que se refiere a datos particulares. La idea esencial
el progreso de la humanidad y ve en él una especie de
de acción moral, de semejante investigación es que algunas categorías del en-
capaz de proporcionar al hombre móviles tendimiento intervienen en toda interpretación de los datos
reemplazando unos antiguos ideales de inspiración religiosa. particulares de la experiencia; pero esas categorías no son
irreducibles, resultan de una génesis evolutiva del intelecto,
inscrita en la evolución general de la realidad. «La inteli-
Herbert Spencer: la filosofía de la evolución
eencia desarrollada se halla edificada a partir de ciertas
Herbert Spencer, filósofo, fue una celebridad de la época concepciones organizadas y que han llegado a ser estables,
de las cuales no se puede separar; tampoco puede actuar sin
victoriana. Su filosofía, centrada en la idea de evolución, se
consideró especialmente innovadora por muchos de sus con- utilizarlas, como el cuerpo no puede actuarsin ayuda de sus
miebros» (First Principles, edición de 1899, pág. 123).
temporáneos. Su moral, un «utilitarismo racional» caracte- Como todo conocimiento conduce a relaciones de coexis-
rizado por el optimismo, y su doctrina social, orientada hacia tencia y de sucesión, Spencer busca la razón de ser de los
una apología capitalismo liberal, régimen que permite la
del
conceptos fundamentales que caracterizan a esas relaciones.
libre satisfacción de las aspiraciones individuales, ejercieron Reduce así los conceptos cosmológicos de tiempo, espacio,
una influencia considerable. Por otra parte, Spencer es
el
materia y movimiento, al fenómeno fundamental de fuerza,
único filósofo anglosajón del siglo XIX que intentó una vasta
fenómeno que él interpreta según un postulado de conset-
síntesis dogmática del saber filosófico. A ese respecto, su vación constante de la energía, fundamento de todas las leyes
proyecto de un Sistema de filosofía sintética (1860) puede físicas en su uniformidad (sistema coordinado de las ciencias
retener la atención. El tema central del sistema es el con-
particulares). Falta fundar, a partir de ese postulado, la sin-
1BUUuU0uUyU Usa
430 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
aa y 44 4 4 4 qa 4 y q
LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 431

tesis filosófica de las categorías de lo real. Esa síntesis re- realidad-objeto y la realidad-sujeto, señalando que las cate-
quiere una ley de desarrollo, que permita construirla. Para gorías del pensamiento han salido ellas mismas de un desa-
el filósofo-ingeniero que es Spencer, esa ley es la ley de evo- rrollo de nuestro ser concreto dentro de un universo que se
lución, formulada como un principio de mecánica: «La evo- modifica sin cesar. Una verdadera filosofía evolucionista sólo
lución es un proceso de integración de materia con disipación puede en realidad corresponder a una interpretación proba-
concomitante de movimiento, proceso en el curso del cual la bilista de los fenómenos. Solamente la matemática, mediante
materia pasa de un estado de homogeneidad relativamente el cálculo de probabilidades, puede evidenciar su grado de
indefinido e incoherente, a un aspecto de heterogeneidad rela- verdad. Spencer peca por exceso de racionalismo dogmático;
tivamente definida y coherente, y en el curso de cuyo proceso cae por lo mismo en la trampa que caracteriza a toda filosofía
el movimiento conservado sufre una transformación paralela» de tipo positivista, cuando ésta intenta dar una doctrina de
(First Principles, pág. 367). Todos los fenómenos que estudia la racionalidad de los fenómenos.
la ciencia deben teóricamente entrar en el esquema general
de semejante ley de evolución, que Spencer considera como
una ley de «progreso», en la elaboración de un universo cada Francis Herbert Bradley: el idealismo absoluto
vez más multiforme y cada vez más dinámicamente
equili-
brado. Algunas partes esenciales del sistema, los Principios Bradley es el más notable representante del idealismo en
de Biología (1864-1867), los Principios de Psicología (1870- Inglaterra; su pensamiento ilustra a la vez una crítica sis-
1872) y los Principios de Sociología (1876-1896), intentan temática del conocimiento discursivo y la adhesión metafísi-
integrar los hechos orgánicos, mentales y sociales en el esque- ca a la existencia de un absoluto que constituye la verdadera
realidad en oposición a las apariencias y más allá de las
ma enteramente mecánico de un evolucionismo así definido.
En realidad, ese evolucionismo está desprovisto de ca- diversas relaciones, objeto del intelecto.
rácter científico a causa de la excesiva generalidad de su La dialéctica hegeliana, modelo de desarrollo interno de
principio básico. En el plano filosófico no carece de parecido la razón hasta la realización del espíritu absoluto como uni-
con las cosmogonías presocráticas. Quizá incluso habría
que versal concreto, llega a ser en Bradley el procedimiento me-
señalar el dualismo parcial del mecanismo de la evolución diante el cual el pensamiento discursivo hace progresiva-
que presenta, yendo acompañada la integración de la materia mente visibles sus contradicciones internas, hasta ilustrarla
de una pérdida de movimiento, y el hecho de que la evolución incapacidad del espíritu humano para alcanzar realidad
la
tienda a una extinción definitiva, ya que la homogeneidad última por medio de construcciones racionales. En realidad,
indeterminada da necesariamente lugar a una heterogenei- la mayor parte de los comentadores de Apariencia y realidad
dad coherente, y que todo tiende a un estado de equilibrio. (1893), obra principal de Bradley, han insistido en la pro-
Sin embargo, Spencer corrige su teoría cosmológica, dema- funda influencia del poskantiano Herbart que en dicha obra
siado sumaria, añadiendo una afirmación de relatividad: limi- se puede descubrir y que el propio Bradley reconocía, Esa
influencia herbartiana contrapesa muy claramente, en el idea-
ta la aplicación de la ley de evolución al sistema propio de
nuestro universo fenoménico, con riesgo de dejar en la inde- lismo de Bradley, la influencia de la metafísica hegeliana,
terminación la realidad metafísica del universo. Bradley, como Herbart, sólo pone de relieve las contradiccio-
¿Cuál es, en realidad, para nosotros, el interés de la teoría nes irreducibles, las antinomias de la razón, para mostrar
de Spencer? Tiene el interés de haber sugerido unas pers- la empresa necesariamente inadecuada del pensamiento del
pectivas nuevas en las ciencias filosóficas, de haber propor- hombre que se propone captar la verdadera realidad.
cionado el modelo, por sumario que sea, de un análisis genéti- Pero Bradley es lógico antes que metafísico. En los Prin-
co de los fenómenos sociales y psíquicos. Por último, tiene cipios de la Lógica (1883), se opone a la interpretación em-
el interés de haber señalado la profunda interrelación de la pirista que hace de todo juicio una combinación de ideas
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432 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 433

basada, en última instancia, en asociaciones contingentes. celado y fragmentado, sino en cierto modo como un todo»
Según él, no se trata ya, para el lógico, de investigar la géne- (Appearance and Reality, pág. 1). Mas se plantea el proble-
sis empírica de los conceptos, sino de estudiar su función ma de saber si la crítica de todo conocimiento discursivo no
simbólica en el juicio. Por consiguiente, la lógica se define excluye, por ello mismo, la posibilidad de conocer verdadera-
como una ciencia de las correlaciones significantes entre los mente lo absoluto en su realidad. Sobre este punto, la res-
términos, en los diferentes tipos de actividades proposiciona- puesta de Bradley se reduce a la afirmación de que en el gra-
les. Punto esencial es que Bradley critica las teorías que do ínfimo del conocimiento humano hay como una experiencia
consideran el juicio como afirmando o negando un hecho, pro- difusa de la totalidad, un sentimiento de unidad profunda,
viniendo su verdad o su falsedad de su correspondencia con subyacente a la relación sujeto-objeto misma. El sentido de
algo dado de hecho. Para él, toda proposición universal es el la metafísica es aproximar la plena inteligibilidad a ese uno
resultado de una inferencia y por eso sólo tiene un valor fundamental que constituye a la vez el presupuesto que da
hipotético. Incluso los juicios particulares no se modelan validez a toda metafísica. Pero todas las concepciones con
sobre el hecho concreto, y muestran un foso entre la con- ayuda de las cuales pensamos la realidad deben ser supe-
cepción ideacional de lo real y su existencia empírica. El vicio radas. Así, las relaciones sujeto-cualidad y cualidad-relación
inherente a toda interpretación psicológica consiste en ver están destinadas a contradicciones internas. De ahí que las
en el juicio una síntesis de ideas; desde ese punto de vista, categorías de espacio y de tiempo sean igualmente instru-
toda proposición es puramente hipotética. En realidad, para mentos metafísicos inadecuados. En cuanto a la realidad del
Bradley, «juzgar no es hacer una síntesis de ideas, sino re- sujeto cognoscente, Bradley muestra que no puede compren-
ferir a la realidad un contenido ideal» (The Principles of derse, ni según el fenomenismo radical, ni según el sustan-
Logic, L, pág. 56). Entendamos aquí por realidad, no cierta cialismo de la mónada; la identidad personal permanece inde-
apariencia fenoménica, sino el principio de inteligibilidad finible, aunque la experiencia que de ella tenemos sea una
fenoménico, que realiza en él la unificación absoluta de todas forma privilegiada de experiencia de una totalidad finita, sus-
las apariencias. Los datos de la experiencia no proporcionan ceptible de abrirnos el camino hacia lo absoluto, como tota-
ya el criterio de la objetividad de nuestros juicios, como lo lidad infinita.
postulaban los empiristas; lo cambiante de la sensibilidad es El resultado de la crítica de los conceptos con ayuda de
la apariencia de lo real más engañosa; en la unidad absoluta los cuales pensamos naturalmente la realidad, es la valora-
del ser es donde se halla el criterio adecuado de la verdad. ción de la doctrina de lo absoluto. En efecto, el parcelamiento
Desde ese punto de vista, de tipo parmenídico, sobre la lógica, de la realidad verdadera en realidades finitas, unidas median-
toda interpretación proposicional de lo real posee una fun- te relaciones, no es más que una visión ilusoria. La realidad
damental inadecuación con su objeto. Haciendo síntesis, cada verdadera es un absoluto que integra en sí la totalidad de
vez más generales, de las apariencias, la ciencia se propone sus apariencias, y resorbe las contradicciones internas
que
la unificación total de lo cambiante de la experiencia, pero las caracterizan cuando las pensamos valiéndonos de nues-
sus juicios son irremediablemente relativos. Bradley saca la tros conceptos fragmentarios. Mas ¿cómo concebir lo abso-
conclusión de que el conocimiento discursivo sólo procura luto mismo? Por vía de analogía, y como una especie de
saberes relacionales; esos saberes pueden bastar al entendi- experiencia (sentient experience) que englobaría en sí todas
miento finito en su actividad natural, pero no podrían, en las apariencias en un solo acto de inteligibilidad.La analogía
ningún caso, fundamentar la metafísica. toma aquí como base el acto primitivo de sensibilidad que
Para Bradley, la metafísica es «un intento por conocer la nos hace sentir, como una totalidad confusa, los términos,
realidad en oposición a su simple apariencia, o el estudio de luego desunidos, de la relación sujeto-objeto. Bradley concibe
los primeros principios o verdades últimas, o también un esa experiencia como la realización total de lo real, realiza-
esfuerzo por comprender el universo, no ya simplemente par- ción de tipo propiamente espiritual. «Todos los elementos del
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434 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 435

universo, sensación, sentimiento, pensamiento y voluntad, de- a Hegel, Bradley no hace de esa transformación la obra del
ben estar comprendidos dentro de un acto de sensibilidad espíritu que llega a ser consciente de sí mediante la dialéctica
global (within one comprehensive sentience)» (Appearance de la razón; para él es a la sensibilidad a la que le corres-
and Reality, pág. 159). ponde el privilegio de proporcionarnos la intuición del ideal.
Insistamos, finalmente, en un último punto de esa meta- Profundamente agnóstico con respecto a la religión, profun-
física, la doctrina de la verdad. Sólo lo absoluto es intrínseca- damente escéptico con respecto a toda forma de raciona-
mente verdadero. Ahora bien, lo absoluto es cada una de sus lismo filosófico, Bradley no deja de creer en una espiritua-
apariencias, pero en grados diversos de integración. De ahí lidad inmanente a la realidad, espiritualidad que la razón
grados progresivos de verdad en los diferentes sistemas con- sólo puede explicar negativamente, mostrando la insuficien-
ceptuales mediante los cuales el espíritu piensa el universo. cia de toda empresa del intelecto para alcanzar la realidad
Para juzgar de su validez, necesariamente ha de recurrirse a verdadera, la cual es totalización completa de todas las apa-
criterios de coherencia y de comprensión. Toda la actividad riencias.
conceptual del hombre consiste en operar la disyunción de El idealismo de Bradley se presenta en verdad como un
determinaciones abstractas (el what), de la realidad concreta intento de desmitificar totalmente la razón en su imperia-
(el that). En la proposición, eso corresponde a la distinción lismo hegeliano. Mas nos parece que es un intento destinado
de predicado y sujeto; de un modo más fundamental, todo desde el principio al fracaso, ya que nunca escapa al dominio
concepto es un «adjetivo» con relación a la existencia real de las apariencias. El pensamiento de Bradley sólo halla es-
de la realidad que él determina. Para compensar la irreduci- capatoria a sus propias contradicciones en cierta mística de
ble «idealidad» de toda apariencia, para colmar progresiva- lo absoluto; es un pensamiento «terminal», que tendería a
mente el foso entre el that y el what, hay que intentar unas mostrar que la reflexión filosófica halla unos límites: se puede
interpretaciones cada vez más comprensivas de la realidad. uno negar a dejarse encerrar en la dialéctica zenoniana de
Finalmente, es en un sentimiento de totalidad donde se mide Bradley, pero ésta siempre sigue siendo obsesionante para
el grado de progresión hacia la verdad. El criterio de la ver- la mente.
dad es la satisfacción de una carencia, de una necesidad de
nuestra naturaleza; tema que no está desprovisto de toda
referencia mística. Charles Sanders Peirce y William James:
La ética de Bradley está íntimamente unida a su meta- el pragmatismo
física. Según los Ethical Studies (1876), el fin moral del hom-
bre es la realización de sí mismo (self-realization). Mas no Peirce es ante todo un científico versado en las ciencias
se trata de la realización de las aspiraciones de un yo finito, de la naturaleza y que, profundamente formado en la refle-
pues el yo individual se inserta en la totalidad social, la cual xión filosófica, se propone utilizar los elementos más fecun-
le proporciona normas que le permiten integrarse en la «or- dos del empirismo tradicional, de la filosofía crítica de Kant
ganización colectiva» (Enthical Studies, ensayo V, pág. 173). y de la lógica de las ciencias, para formular un pensamiento
El ideal de integración social está bien indicado por la máxi- riguroso y técnicamente útil sobre el problema de la verdad.
ma: «mi estado y sus deberes» (my station and its duties). El resultado es una doctrina conocida a la vez con los nom-
Pero, según Bradley, hay que ir más lejos y reconocer que bres de problematismo y de pragmatismo.
la esfera de las determinaciones morales pertenece al ámbito El punto de partida del pragmatismo viene dado en una
de la apariencia y se halla envuelta en la aspiración a un serie de artículos de Peirce, publicados en 1877-1878 en el
todo infinito. Como en Hegel, la buena voluntad kantiana se Popular Science Monthly. En el artículo titulado «Cómo hacer
identifica, para Bradley, en lo que debe tener de concreto en nuestras ideas claras» (How to make our ideas clear, Collec-
la experiencia infinita de lo absoluto. Pero, contrariamente ted Papers of C. S. P., t. V, págs. 388-410; traducido al fran-
LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA A3ST7
436 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
hábitos de pensamiento son verdaderos en la medida en que
cés en la Revue Philosophique, enero de 1879), Peirce nos permiten acciones que tengan «generalmente» influencia $o-
propone el siguiente principio metodológico: «Consideremos bre lo real. Las consecuencias experimentales de nuestros
qué efectos, qué repercusiones prácticas podemos concebir conceptos nos proporcionan el criterio de su verdad.
que el objeto de nuestro pensamiento pueda tener. En esas En realidad, el pragmatismo de Peirce es la expresión de
condiciones, nuestra concepción de dichos efectos constituye una plena confianza en las capacidades del intelecto humano,
todo el contenido de nuestra idea del objeto.» Se trata de por poco que éste se someta a las comprobaciones de la expe-
extender a toda la actividad conceptual el método de la com- riencia. Ese punto de vista está bien ilustrado por la teoría
probación experimental, según la cual, el contenido inteli- de la significación (meaning), que Peirce considera como
gible de la hipótesis sólo consiste en los efectos que de ella parte integrante del pragmatismo. Según dicha teoría, la sig-
se obtienen, y que permiten poner al pensamiento
de acuerdo nificación racional, el contenido de los conceptos, es interpre-
con los datos de la experiencia. En 1905, Peirce vuelve a tada como ley establecida por el intelecto para constituir
hablar de la formulación de su printipio. El autor, explica, síntesis de los datos de la experiencia, cada vez más fecun-
«ha constituido la teoría según la cual una concepción, es das. En adelante, el postulado de la inteligibilidad de lo real
decir, el contenido racional (rational purport) de una pala- se vincula íntimamente a una concepción instrumental
de la
bra o de otra expresión, está exclusivamente en sus conse- razón (el psicólogo Dewey es el que desarrollará ese aspecto
cuencias concebibles para la conducta de la vida; en vista de del pragmatismo, en su instrumentalismo).
eso, como es evidente que nada puede tener consecuencia
di- Porotra parte, Peirce llega a emprender una reconstruc-
recta sobre la conducta, a menos que sea el resultado de una ción total de la lógica, partiendo de su pragmatismo. Para
experiencia, si se pueden definir con precisión todos los fe- él, en efecto, todo pensamiento presupone la comunicación
nómenos experimentales concebibles, que la afirmación o la y es símbolo por naturaleza. Ese simbolismo es esencialmen-
negación de un concepto puede implicar, se tendrá, por ello te el del lenguaje. El concepto, como signo, es concebido como
mismo, una definición completa del concepto, y noO hay abso- un hábito general para la acción; y la lógica, como semiótica,
lutamente nada más en el concepto» (What Pragmatism is, es la ilustración del sistema abstracto de los signos, que sirve
The Monist, 1905, Collected Papers of C. S. P., t. V, pági- de instrumento al intelecto para sintetizar la experiencia e
nas 411-434). La doctrina lleva el nombre de pragmatismo, instruirse mediante ella. «La lógica —afirma—, en su sentido
porque Peirce, formado en la filosofía kantiana, halla en
ella general, es solamente, como creo haber demostrado, otro nom-
el término pragmatisch como oposición al término praktisch, bre de la semiótica (onuerorixm), la doctrina casi necesaria 0
para designar una actividad relativa a unos fines humanos formal de los signos.... quiero decir que observamos los ca-
determinados. El rasgo dominante de la teoría es, en efecto, racteres de los signos que conocemos, y que, a partir de esa
el «reconocimiento de una conexión indisoluble entre cono- observación, mediante un proceso que no dudaré en llamar
cimiento racional y fin racional». La concordancia entre el abstracción, nos vemos llevados a consideraciones eminente-
pensamiento y lo real, que constituye la verdad, no tiene nada mente problemáticas (falibles) y, por consiguiente, en cierto
que ver, en esas condiciones, con las tesis del realismo clásico. sentido, nada necesarias, sobre lo que deben ser los caracteres
Verdad es que Peirce hace suya la teoría del sentido común de todos los signos utilizados por una inteligencia “científi-
de la escuela escocesa de Reid, pero sometiéndola a una críti- ca”, es decir, por una inteligencia capaz de instruirse me-
ca sistemática: nuestros conocimientos resultan irremedia- diante la experiencia» (manuscrito c. 1897, Collected Papers
blemente relativos a nuestra situación social y biológica (es of C. S. P., t. Il, pág. 227).
el problematismo), y, por otra parte, siendo la experiéncia Esa lógica de Peirce no se concibe independientemente
de tipo científico continuamente amoldable, resulta que los de su fenomenología o faneroscopia, que permite captar el
principios que nos parecen temporalmente «a priori», sólo correlato de cada tipo de signo en su simple presencia para
son, en realidad, unos «hábitos» de pensamiento. Pero esos
D DD y» y YGgxQqwy oo
438 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 439
la conciencia: se trata de la
«descripción del faneron, y en- se puede comprender todo, es la forma de la generalidad,
tiendo por faneron —afirma Peirce— la colección
de todo lo que de una manera o de completa que es lo mismo que la continuidad» (artículo Synechism, en
otra, en un sentido o en el Dictionary of Philosophy and Psychology de Baldwin,
otro, está presente al espíritu, sin considerar la cuestión de
saber si eso corresponde o no a algo real» 1902; Collected Papers of C. S. P., t. VI, págs. 169-173).
(manuscrito 1905, Añadamos, por último, que la contrapartida moral de ese
Collected Papers of C. S. P., t. l, pág. 284). Peirce
tres categorías de fanera: la primera
distingue problematismo dinámico, de ese sinequismo, es una doctrina
las posibilidades positivas de
corresponde al ser de agapística, según la cual la expansión de las ideas en la expe-
cualidades; la segunda, al ser
de los hechos actuales; la tercera, al ser de las riencia engendra una simpatía, factor de desarrollo del agen-
leyes
gobernarán los hechos en el futuro. Peirce, inspirado que te moral más allá de los límites de su individualidad. La
ley
Hegel, capta a través de su fenomenología una ley de con- en agapística es una ley de evolución, que tiene un sentido posi-
tinuidad de lo real, aunque se niega a concebirla como un tivo, opuesto por Peirce a las consecuencias éticas que algu-
nos han ercído hallar en la teoría darwiniana de la lucha
movimiento dialéctico de la razón inmanente a lo real. Su por
la vida.
doctrina de lo real es a la vez un tiquismo un
es decir, por una parte, rechaza el
y sinequismo; La filosofía de Peirce es, en definitiva, una profunda in-
determinismo mecánico vestigación para comprenderla relación entre el método cien-
del siglo XIX, y explica la conformidad de los hechos
con las tífico y lo real, investigación que sólo de un modo imperfecto
leyes concediendo un lugar a la posibilidad, incluyendo la halla su terminación sistemática en la obra del propio Peirce.
posibilidad matemática, y a la espontaneidad de los fenóme- El principal mérito del creador del pragmatismo está en
nos, aunque, por otra parte, considera las leyes de la natura-
leza como hábitos del universo objetivo, hábitos de haber vuelto a plantear, en términos nuevos y en función de
naturaleza los progresos de las ciencias de la naturaleza, los proble-
esencialmente psíquica. Peirce define esa ley de continuidad
mas fundamentales vinculados a la índole de la
física del siguiente modo: «El análisis del
lógico, aplicado a experiencia
los fenómenos mentales, muestra que sólo hay humana.
una ley del es- Es imposible terminar sin hacer referencia a la obra de
píritu, a saber, que las ideas tienden a esparcirse continua- William James, el cual, inspirándose en la teoría de la ver-
mente y a afectar a otras que se hallan con ellas
relación de “afectibilidad”.Con ese movimiento de
en una dad, de Peirce, y modificándola en el sentido de una filosofía
expansión antiintelectualista de la «voluntad de creer», obligó
pierden en intensidad, y especialmente pierden el poder de dor del pragmatismo a dar a su doctrina el
al crea-
afectar a otras, pero adquieren generalidad se fusionan nuevo nombre
otras ideas» (The Lawof Mind, The Monist,
y con de «pragmaticismo». En su obra principal, los Principios de
1892; Collected la Psicología (1890), James da una interpretación
Papers of C. $. P., t. VI, págs. 102 y sigs.). Ahora teleológi-
ley de continuidad, fundamento del sinequismo, tienebien, esa
aplica-
ca del espíritu e insiste en la naturaleza
instrumental del
ción en toda la extensión de la experiencia entendimiento, función de adaptación psicobiológica a las
y permite evitar incitaciones del medio vital. Se opone a la vez a la psicología
el recurso metafísico a lo incognoscible
para explicar la ra- asociacionista, que atomiza la sucesión de las ideas, y a la
cionalidad de los fenómenos y la inteligibilidad de lo
real;
Justifica, en suma, el punto de vista sintético de la inteligen- metafísica idealista, que hace del espíritu un yo espiritual
cia científica en busca de la explicación irreducible. James propone, por su parte, una psicología di-
general de los fe- namista de la corriente de conciencia (stream of
nómenos. «Resumiendo,el sinequismo se reduce al
principio conscience),
correlativa de una doctrina instrumental de las funciones
de que recurrir a lo inexplicable no debe considerarse
explicación posible, que todo lo que se supone último, se su-
una mentales. Mientras que Peirce busca, en el pragmatismo, un
modo de determinación de la significación general de los
pone inexplicable, que la continuidad es ausencia de partes
últimas en lo que es divisible, y que la única forma en la conceptos en función de sus consecuencias, y una filosofía
que
si de la interpretación de la experiencia, James se interesa

di
tin
LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA 441
440 EL MUNDOCIENTÍFICO E INDUSTRIAL

primordialmente
papel de las
psicología
por la
creencias en la
de la voluntad
: por
acciónde la individuo ma o
del
e IL. JOHN STUART MILL

Hace así una reducción psicológica


fijando la verdad de las creencias en su
noción daSo
posibilidad ee 1830-1831:
Obras
Essays on Some Unsettled Questions of Political Economy
facer las aspiraciones del hombre considerado las e
en (publicados en 1844).
1843: System of Logic.
tancias concretas de su existencia. Es interesante, : a es me
1848: Principles of Political Economy.
pecto, tomar en consideración un pasaje de la
Peirce, en el cual distingue su filosofía.
maaE ames.
de
ao e
1859: On Liberty.
1863:
1865:
Utilitarianism.
An Examination of Sir Williams Hamiltow's Pluilosophy.
«James —afirma—, al definir el pragmatismo, de erp
lo 1874: Publicación póstuma de los Essays on Religion, un año después
doctrina que refiere las ideas la ardnd la Autobiographia.
a da de
como una
tendiendo evidentemente por ello el aspecto
de la experiencia (the sensational side ) ,
de
mientras : sensi
que ol o a
Obras recientes dedicadas a Stuart Mill
sidero los conceptos
regla general que nos permite
de hábito, de
como cosa
reaccionar»
ea?
(carta a a a R. P. ANSCHUTZ: The Philosophy of J. S. Mill, Oxford, 19
K. BRITTON: John Stuart Mill, Londres, Penguin Books, 1953
Ladd-Franklin, citada
logy and Scientific
el Journal of
Methods,
en
t. XII, 1916,
pi pe Y
e
a po
M. COWLING: Mill and Liberalism, Cambridge, C. U, P., 1

el
bién citada por H. S. Tayer, Pragmatism,
tings, 1970, págs. 124-125). El pragmatismo
the
: ae e Ja aia
TIT... HERBERT SPENCER

basa en una psicología de la acción. El verdadero pragra E


1851: Social Statics.
Obras

mo, el de Peirce, basa


se lógica
en una de
indiscutiblemente más interesante desde el punto
la
a de
A
1855: Primera versión de los Principles of Psychology.
1860: Publicación del proyecto A System of Synthetic Philosophy.
1862: First Principles.
filosófico. 1864-1867: The Principles of Biology (2 vols.).
1870-1872: The Principles of Psychology (2.* versión, 2 vols.).
1876-1896: The Principles of Sociology (3 vols.).
1892-1893: The Principles of Ethics (2 vols.), formados a partir de
RESUMEN DE BIBLIOGRAFÍA dos obras precedentes: Data of Ethics (1879) y Justice (1891).

L. JEREMÍAS BENTHAM IV. Francis HERBERT BRADLEY


Ediciones de conjunto Obras
John Bowring, 11 vols., Edim-
The Works of Jeremy Bentham, ed. por 1874: The Presuppositions of Critical History.
Ae 38-1843.
Jérámio Bentham, trad. por E. Dumont, 3 vols.,
Bruselas 1876:
1883:
Ethical Studies.
The Principles of Logic.
1829-1830. W. Stark, Lon- 1893: Appearance and Reality.
Economic Writings, ed. crítica, por
a

Jeremy Bentham's Essays on Truth and Reality.


,

1914:
dres, 1952-1954. 1930: Publicación póstuma de los Aphorisms.
1935: Publicación póstuma de los Collected Essays.
Obras recientes dedicadas a Bentham
Obras recientes sobre Bradley
D. BAUMGARDT: Bentham and the Ethics of
Today, Princeton (EE.UU.)

M e 1952,
Jere Bentham: An Odyssey of Ideas,
1748-1792, Lon -
-
J, MARNEFFE: La preuve de "'Asolu chez Bradley, Analyse et critique
DE
de la méthode, París, 1961.
J, PUCELLE: L'Idéalisme en Angleterre de Coleridge 4 Bradley, Neu-
dres, 1962. chátel y París, 1955.
R. WoLLHEImM: F. H. Bradley, Londres, Penguin Books, 1959.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—29
442 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

V. CHARLES SANDERS PEIRCE y WILLIAM JAMES


Obras sobre el pragmatismo
A. J. AYER: The Origins of Pragmatism; Studies in the Philosophy
of Charles Sanders Peirce and William James, San Francisco,
Freeman, Cooper and Co., 1968.
HH2. €, MOORE: American Pragmatism, Nueva York, Columbia Univ.
Press, 1961,
Pragmatism: The Classic Writings, ed. por H. S. Thayer, col. Mentor
Books, N. Y., The New American Library, 1970,

Obras de Charles Sanders PEIRCE


V
Collected Papers of Charles Sanders Peirce, ed. por C. Hartshorne, LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA
P. Weiss y A. W. Berks, Cambridge (Mass.), Harvard Univ. Press,
1931-1958,
Philosophical Writings of Peirce, selec, y ed. por J, Buchler, N. Y., POR JEAN-MICHEL REY
Dover, 1955.
Obras sobre Peirce
La filología y el texto

ie
W. B. GALLIE: Peirce and Pragmatism, Londres, Penguin Books, 1952. «Una visión que se ha ejercitado para saber leer clara-
M. G. MurpPuY: The Development of Peirce's Philosophy, Cambridge
(Mass.), Harvard Univ. Press, 1961. mente el pasado en la escritura en capas superpuestas de las
expresiones y de los gestos humanos.» Una misma afirmación
recorre el conjunto del texto nietzscheano: la filosofía está
Obras de William JAMES
en adelante sometida a la interpretación, en adelante
pro-
1890: Principles of Psychology. gramadaen el espacio de una práctica activa y reglamentada,
1897: Vil to Believe and other Essays in Popular Philosophy.
1901-1902: The varieties of Religious Experience. la filología. Ese inusitado gesto de desplazamiento radical,
1907: Pragmatism: A New Name for Some Old Ways of Thinking. que da a leer el conjunto del texto metafísico partiendo de
un «en otro lugar», de un juego de instancias de diverso
modo jerarquizadas y condensadas, permite igualmente des-
cifrar el sujeto como efecto segundo, superdeterminado, de
un sistema de ficciones y de «creencias», del cual hay
que ins-
cribir su proceso de formación, es decir, su genealogía: como
sujeto de un saber (de un «código» de conceptos establecido),
cuya articulación ideal y abstracta la han delimitado los
sistemas metafísicos. En el vacío espacio de esa retracción
es donde pueden aparecer los símbolos idénticos de un «de-
seo» (de un juego de fuerzas y[o] de impulsos) del cual el
sujeto del razonamiento metafísico sólo es su consecuencia,
el efecto desfasado, según una lógica simple de la
compen-
sación: sujeto cuya posición se descifra como inserción en
una red de síntomas y de signos, en el espacio plural de una
significación estratificada. Esa situación de desfase, que al
mismo tiempo realiza y transgrede el gesto de la crítica kan-
(0 000000000
444 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 445

tiana, implica una subversión global y una redistribución de Nietzsche, producir el razonamiento metafísico como «se-
todas las cuestiones metafísicas tradicionales para poner en miótica», con vistas a poner en claro la añagaza (religiosa
claro lo que perturba el cuerpo mismo de la definición y de en su principio) de una transparencia de los signos, de una
la esencia, así como la sintaxis que sostiene semejante deter- simbólica unívoca y lineal (como la simbólica cristiana); 0
minación. No hay que preguntar ¿qué es?, sino más bien ¿a también la añagaza de una economía de la identidad -—la
qué desplazamientos del deseo, a qué economía, corresponde creencia en «casos idénticos», en la cual se supone que se
esa voluntad de verdad idénticamente repetida (con algunas funda la lógica— y en casualidades imaginarias. Todos esos
variantes) en el idealismo? O también, ¿qué tipos de rerco elementos, esos procedimientos, tuvieron como función la de
hay al principio de la dominación histórica del idealismo? El mantener incólume el privilegio del sujeto, el colocarlo en
idealismo, tal y como lo ponen en acción los grandes sistemas una idealidad suficiente para sí, haciendo retroceder toda
metafísicos, siempre está marcado por el signo del olvido puesta en perspectiva. Se trata de realizar una ascensión
(«activo») o de la represión. «La omisión, medio principal genealógica cuyo propósito es desimplicar los estratos del
del idealismo. No hay que mirar desde tan cerca; se le obliga
al espectador a retroceder hasta una gran distancia, para que
imaginario cerco en que ha vivido la filosofía, la postura sig-
mire desde allá (como en la pintura decorativa)» (1). nificante instituida y mantenida en y por los conceptos me-
Son los procedimientos mayores del idealismo los que, en tafísicos; todo lo que ha hallado apoyo en una lógica de la
el texto nietzscheano, se ponen en perspectiva, se desarrollan identidad, en una gramática en la que la hipótesis del «ser»
ya estaba siempre dada como autoridad incondicionada. Esa
para ser desmontados; principalmente la equivalencia, repe-
tida a través de toda la metafísica, entre lo significado y el puesta en perspectiva histórica tiene como efecto el hacer
valor, El significado incondicionado como norma y medida fracasar el privilegio del nombre propio y, al mismo tiempo,
de todos los enunciados. En ese nuevo espacio de interpreta- toda lingúística simple de la palabra y del enunciado. Aunque
ción es donde la filología (como articulación exacta de escri- el idealismo sólo ha sido la repetición, programada desde zu
tura y lectura) puede apoyarse en lo que Nietzsche llama la comienzo platónico, de un juego limitado de conceptos, el
«fisiología», mientras que la filosofía sólo pudo tener lugar desplazamiento «mudo», pero insistente, de una serie de ins-
«como exégesis del cuerpo y como equivocación del cuer-
tancias que formaban como su trama, se ofrece a la lectura
como un texto superdeterminado cuyas diversas «variantes»
po» (2). Es decir también que la metafísica y la religión, en
sus esfuerzos conjugados, han puesto en entredicho toda cien- se han condensado, incluso instituido, como sistema. Lo que
cia del cuerpo al mismo tiempo que toda práctica filológica: Nietzsche quiere deshacer es esa alianza tácita de lo signi-
como si una misma represión, una instancia represiva idén- ficado y el valor, esa «confusión» mantenida, continuamente
tica, apoyándose en las mismas fuerzas, hubiese situado el prorrogada, aunque nunca se la nombre: la posición intan-
cuerpo y lo significante en posición de dominados (elementos gible de un sentido (o de una «verdad») siempre dada ya,
cuya eficacia es. tanto mayor cuanto más importante es la connotada éticamente o incluso religiosamente. Todo sucede
censura a que están sometidos). Inscribir la lógica de esa ca como si el idealismo, en sus grandes sistematizaciones (3),
represión viene a ser producir la genealogía de ese gesto en e
o
no fuese más que el reverso calculado de un «deseo», su fía-
sus efectos históricos: genealogía como lectura que, ascen- dor obligado: el deseo (o la «voluntad») de un sentido que se
diendo a través de la densidad sedimentada del código lin- bi da fuera de toda producción y de toda inscripción, de una
gtiístico, moral, religioso, señala sus síntomas mayores y los
descifra en su sobrecarga significante; según los términos de P separación tajante e irreversible entre el «bien» y el «mal»,
entre lo verdadero y lo falso. Deseo que hallaría su soporte

(1) Human, trop human, frag. post. 17-1. (3) Es precisamente la articulación de los grandes sistemas me-
(2) Easavotr, prefacio, $ 2. tafísicos la que desmonta Nietzsche.

ot
LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 447
446 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

en la posición estable de un sujeto pleno, presente a sí mismo, parece interceptado para otras determinadas posibilidades
es decir, dado fuera de toda referencia a lo inconsciente, al de interpretación del universo» (4).
Así la metafísica, en sus variantes, no es más que el con-
]

cuerpo, a lo significante: sujeto que se supone que tiene un


absoluto dominio sobre la cadena de significantes, que se tinuo retorno a la base de una gramática que requiere siem-
supone que regula mediante su querer-decir la totalidad del pre la posición incondicionada de un sentido, determina-
la
suficientes para Sl. Lo
razonamiento filosófico. En realidad, como lo muestra la ge- ción ideal de una serie de enunciados
el modelo de la ins-
nealogía, ese sujeto ideal está construido de un modo pers- que se desmonta con semejante lectura es
pectivista, decir, según el esquema de un cuerpo parcelado cripción originaria (bien sea racionalista, trascendental 0
historicista), el cual impone la presencia de una verdad siem-
es
(estando su «modelo» principal representado por el ojo); está de un origen
implicado en un reiterado desconocimiento de sus «propios» pre anterior a su formulación, y la asignación
siempre susceptible de ser reactivado (bien sea empiricamen-
impulsos. Lo que la genealogía produce en primer lugar es
te, o bien en una racionalidad circular, como en Hegel).
Es
la lógica de ese desconocimiento y de sus principales efectos: un «principio», de un «núcleo»
también la presuposición de
el fantasma de totalización que, para Nietzsche, es el más
que se diese como ley de desarrollo de una historia
del sen-
constante indicio del idealismo, el lugar en el que siempre señala deter-
se realizan una ocultación y una represión cuyos síntomas
tido linealizada. En ese sentido, Nietzsche unaéste
cuando de-
minada tarea ciega, en el sistema hegeliano,
históricos deben ser sometidos a una lectura rigurosa; es termina lo virtual como simple defecto que reclama su actua-
además lo que permite descifrar el «parentesco» de los con- lización, o lo négativo como simple reverso de algo positivo
ceptos esenciales utilizados por los diferentes sistemas meta- que hay que enunciar; lo «primero» para
Nietzsche no es la
físicos. «Los diversos conceptos filosóficos no son nada arbi- memoria, sino «la facultad activa de olvidar».
trario, no se desarrollan cada cual por su parte, sino relacio- Así la genealogía tiene como espacio privilegiadoel idio-
o

nados y emparentados entre sí. Por súbita y por fortuita ma, los diversos procesos de inscripción que el
actúan en tex-
que parezca su aparición en la historia del pensamiento, no to metafísico estando ocultos en él (por ejemplo, la metáfora,
dejan de formar parte de un mismo sistema... Eso es lo que como paso imperceptible de lo «concreto» a
lo «simbólico»,
se manifiesta en la seguridad con la que los filósofos más di- de lo sensible a lo inteligible: la verdad metafísica, idealista,
versos vienen, uno tras otro, a ocupar su lugar dentro de es un sistema de metáforas olvidadas como
tales). Decir
cierto esquema preestablecido de las posibles filosofías. Una idioma es decir un conjunto de signos que se halla sometido
invisible magia los obliga a recorrer sin cansancio un circuito a un imperativo de «verdad»
dada en abstractoy sin refe-
siempre idéntico; por independientes que se crean unos de rencia histórica; es decir, un sistema gramatical lógico
y en

otros en su voluntad de elaborar sistemas, algo los empuja el que el sujeto estaba siempre «necesariamente» implicado,
a sucederse en un orden definido que es precisamente el
E
en el cual, la forma misma delos
enunciados estaba prescrita
orden sistemático innato de los conceptos, y su parentesco de antemano; es decir también un código cuya procedencia
esencial, Su pensamiento consiste menos en descubrir que en jamás se ponía en duda, ya que el razonamiento idealista
reconocer, en recordar, en volver atrás, en reintegrar un an- sólo vivía de esa repetida denegación en formas análogas.
tiquísimo y muy remoto espacio vital del alma, de donde en ; Es decir, y Nietzsche insiste en ello, que ese idioma ha fun-
cionado 21 modo de una «fe», de un sistema de «creencias»
tiempos lejanos salieron esos ccnceptos... Desde el momento
eternas. Es decir también que el signo debe llegar ser el
A
a
en que hay parentesco lingúístico, es inevitable que, en vir-
tud de una común filosofía gramatical, ejerciendo unas mis-
de
espacio en el que se realiza el gesto ascensión genealógica,
como el lugar de
mas funciones gramaticales su imperio y su dirección, todo que debe ser descifrado como un síntoma,
se halla preparado para un desarrollo y un desenvolvimiento SE
(4) Par-dela le bien et le mal, $ 20.
análogo de los sistemas filosóficos, mientras que el camino
86u88uu uo ayyy
448 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 449
condensación de los diferentes procesos del idioma (en su uso que Freud habla de «construcciones en análisis»), un trabajo
idealista)
y de sus desplazamientos «lógicos». La «creencia» sobre los materiales mismos de la filosofía (una aproxima-
en la verdad de los conceptos y en la transparencia de los ción semiótica), sobre los procedimientos de evitación y de
signos es a fin de cuentas análoga al reconocimiento de «va- desvío que se indican en los «síntomas» de olvido, de supre-
lores» morales eternos; dicho de otro modo, la instancia mó- sión, de deformación, de añagaza, de denegación: como pro-
ral (aunque también religiosa) está inscrita como en filigra- cedimientos constitutivos del razonamiento metafísico como
na en el texto metafísico al cual proporciona su coherencia código intemporal del que se ha de producir su articulación, su
ideal, fantasmática. «La importancia del idioma está en que sintaxis; procedimientos descifrados en los blancos del texto,
el hombre ha situado en él, al lado del otro, un mundo que tienen siempre como referente inicial el cuerpo y(o) lo
pro-
pio, un lugar que estimaba lo bastante sólido para apoyarse sienificante.
en él y sacar de sus goznes el resto del mundo, a fin de adue- «El filósofo cree que el valor de su filosofía se debe al
ñarse de él. En la exacta medida en que el hombre ha creído conjunto, a la construcción; la posteridad halla ese valor en
en los conceptos y en los nombres de las cosas como en otras la piedra con la que se ha construido y con la cual, partiendo
tantas aeternae veritates, ha hecho verdaderamente suyo ese de ella, se sigue construyendo a menudo y mejor; en suma,
orgullo con el que se alzaba por encima del animal: se imagi- en el hecho de que la primera construcción puede ser des-
naba realmente tener en el idioma el conocimiento del mundo. truida y conservar, sin embargo, su valor de material de
El artista del verbo no era lo bastante modesto para creer construcción» (6). Es una operación de refundición la que ha
que no hacía más que atribuir denominaciones a las cosas; tenido lugar en el texto de Nietzsche, al mismo tiempo que
se figuraba expresar en sus palabrasel de subversión, que toma como objeto los significantes ocul-
supremo saber de las
cosas... Fue después, es precisamente ahora cuando los hom- tos del razonamiento filosófico: en el lugar mismo en que es
bres comienzan a darse cuenta del enorme error que han pro- h
mayor su condensación, es decir, en sus conceptos fundamen-
pagado con su creencia en el lenguaje» (5).
?
A
? tales y en sus articulaciones mayores. Lo que Nietzsche rea-
Se trata de producir una lectura sintomática y genealó- liza en su texto, mediante una escritura insistente y trabaja-
gica que vuelva a dar impulso, de un modo estratégico y
momentáneo, a los diferentes recursos de la metáfora (espe- A da, cuyo símbolo mayor es el aforismo, es la recuperación de
fuerza de esos elementos censurados, rechazados, su puesta

A
cialmente a la más determinante, a la metáfora del ser) con en perspectiva —verdadera puesta en escena reglamentada—
vistas a descifrar las instancias que, silenciosamente, adul-
A

en el espacio desplazado de lo filosófico. Con objeto de hacer


teran el texto metafísico; como si ese texto sólo fuese el resaltar la lógica «propia» del idealismo, una lógica siempre
efecto posterior, superdeterminado, de una represión global «plural» porque está superdeterminada; en otras palabras,
cuya lógica permite volver a trazarla la genealogía. El ejem- su inconsecuencia; más aún, su dependencia, su base en una
plo que más lo ilustra es, sin duda alguna, el concepto de sintaxis determinada y en una lógica convenida; su causa
«Castigo», «en el que se resume, de un modo semiótico, un
largo desarrollo», y del que Nietzsche halla de nuevo las di-
ferentes modalidades de significación (cfr. Genealogía de la
eArisa siempre ya «decidida». Indicar los «cambios de escena» de
los principales conceptos programados por el idealismo viene
a constituir su trabajo «inconsciente», a desplegar todos los
Moral, 11, $ 13, pasaje fundamental para captar la importan- recursos para descubrir su topología y el funcionamiento de
cia del texto de Nietzsche). Esa lectura implica que todo sig- sus símbolos. Se trata de resolver (como se resuelve un sín-
nificado sólo puede ser descifrado en posición de significante; a” toma) todas las posiciones de lo incondicionado supuesto
y, por lo demás, lo mismo de todo lo que se da como «valor». permanente, de hacer variar sus perspectivas, de obligaral
La genealogía es una construcción (en el exacto sentido en idealismo a exhibir sus títulos y sus supuestos derechos; 'no

(5) Humain, trop humain, IS 11, (6) Humaíin, trop humain, 11, $ 201.
A A A A A
450 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 451

en nombre de un empirismo del que Nietzsche señala conti- bajo el trazado de la metáfora: el «ser» no es más que el
nuamente los límites (incluso cuando, si llega el caso, utiliza correlato imaginario o la prolongación de la causalidad que
sus procedimientos de manera estratégica), sino mediante se supone constitutiva del sujeto; ambos son según expresión
un lento trabajo de desimplicación de la superficie de los sig- de Nietzsche, «juegos de palabras» o incluso «ficciones»,
nos: el signo es el lugar privilegiado de ese desmontado, «construcciones del pensamiento» (idealismo, hemos de en-
como «punto» que es en el que efectúa el movimiento mismo tender). Así como Nietzsche, en la posición en apariencia
de idealización; ante todo, en el espacio del proceso meta- simple del sujeto filosófico, descifra unas funciones diversi-
fórico. ficadas que sólo se interfieren parcialmente (sujeto «lingúís-
tico», sujeto de la «predicación», sujeto «lógico», sujeto «mo-
ral» y «religioso»); así también, en el nombre de «ser», en-
La metáfora y el síntoma tiende una red imbricada de metáforas, de «creencias», de
«postulados», un sistema coherente, aunque incontrolado, de
Lo que ofrece a la lectura la acumulación metafórica cuyo «interpretaciones» que se interfieren, una incesante coloca-
lugar es el texto filosófico, especialmente con el nombre de ción de «valores»; ese conjunto de elementos sólo puede des-
«ser», es un juego de intercambios y de transferencias, de cubrirse como significante en el espacio de una filología o de
sustituciones y de refundiciones, así como de una analogía una lingúística. «La lingúística contribuye a demostrar que
generalizada, de la que ese texto es como el resultado de un el hombre ha desconocido por completo y ha denominado
convenio, y cuyo relevo se pretende, sin que queden ni tra- equivocadamente a la naturaleza; mas nosotros somos los he-
zas. «De nuevo les hemos retirado a las cosas sus predicados, rederos de esas denominaciones de las cosas, el espíritu ha
o, al menos, nos hemos acordado de que sólo se los habíamos crecido en esos errores que lo han alimentado y han consti-
prestado: cuidemos de que esa convicción no nos haga perder tuido su fuerza» (9).
la facultad de prestar, y pongámonos en guardia para no Es la misma aproximación que se utiliza con vistas a
volvernos, a la vez, más ricos y más avaros» (7). Sólo en destacar lo no sabido, lo implícito del cogito cartesiano; ya
nombre de un origen que siempre se supone idéntico a sí que también ahí la «causa» se delimita en su trazado ficticio;
mismo, ha podido el concepto instituirse como verdad sin y la estructura sintáctica del verbo activo (en cuanto supone
condición, como significado eterno, o también como valor úl- un «sujeto» y un «complemento» bien delimitados, cireuns-
timo: presencia indefinidamente acompañada de nombres di- critos y aislables) es puesta en duda por Nietzsche: el cogito
ferentes («principio», «causa», «verdad», «fundamento», etc.), proporciona, en forma abreviada, el modelo general de los
presencia que hallaba su garantía última en el razonamiento, enunciados metafísicos, en tanto que éstos representan la
al menos en una forma de «creencia» que se supone validada «confusión» de lo activo y lo pasivo, de la gramática y el ra-
por el razonamiento metafísico. «Nada ha tenido hasta ahora zonamiento filosófico. El cogito representa, más allá de toda
una fuerza persuasiva más ingenua que el error del ser, metáfora, la hipóstasis del sujeto ficticio (es decir, su falsi-
como, por ejemplo, lo formularon los eleatas, pues está en ficación), así como la introducción de una causalidad imagi-
cada palabra, en cada frase que pronunciamos. Los adversa- naria; es lo que está al principio de las transposiciones, de
rios de los eleatas también sucumbieron a la seducción de su las inversiones, de los desplazamientos realizados silenciosa-
concepto de ser...» (8). Así, el concepto de ser, si se entiende mente por la metafísica; eso de lo que el cogito es, como sin
y se descifra en su sobrecarga significante, aparece como re- saberlo, el síntoma más relevante, Es una «confianza», una
sultado de una derivación o de una desviación que se realiza «fe», una «creencia» en el idioma que se halla puesta en mar-
cha en ese ejemplo privilegiado que es el cogito; creencia que
(7) Aurore, $ 210.
(8) Crépuscule des idoles, la «razón» en la filosofía, $ 5. (9) Humain, trop humain, 1, frag. post. 23-24.
452 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 453

acierta a apoyarse en el «postulado» de una causa activa re- nadie ya tan inocente para poner aún, al modo de Descartes,
presentada por el sujeto gramatical que se supone activo, es al sujeto “yo” como condición del “pensamiento”. Gracias a
decir, pensado y determinado como puraidealidad, fuera de la tendencia escéptica de la filosofía moderna, es más bien
la diferencia de los idiomas, fuera de la función lo inverso lo que estamos dispuestos a creer —a saber, el
significante.
La lectura del cogito es indicio, si no
ya síntoma, de la fuer- pensamiento como causa y condición tanto del “sujeto” como
za
y la de imposiciónde las ficciones en la discursividad me- del “complemento”, de la “sustancia”, de la “materia”—; lo
tafísica; si Nietzsche, al escribir, concede el privilegio bien cual quizá no es más que el pensamiento invertido del
sea al infinitivo («ser» convertido en sustantivo), o bien a la error» (11). Ése es el movimiento que hay que repetir, des-
primera persona del singular (cogito) como revelador de la
función del sujeto en el discurso, no es por casualidad; lo que plazándolo, acentuándolo de otro modo; el que hay que vol-
ver a inscribir mediante un nuevo recorrido del texto de la
la metafísica
ha practicado constantemente no es sino la con-
fusión de esas dos formas, su repetido entrecruzamiento. Esa filosofía; el que hay que poner en escena desimplicando el
juego de instancias que en él actúan. En la medida en que
actitud es la que tiene como efecto el disimulo de la articula-
el idealismo se define primeramente por un fin de no recep-
ción significante; la posición de dominio exclusivo («tiránico» ción con respecto a toda cuestión que se refiera a la «proce-
dice Nietzsche) de lo significado; la puesta en relieve de ese
significado en su función de «valor». dencia» de los conceptos; en la medida en que cree enla trans-
«Seamos más prudentes que Descartes, que quedó apre- parencia de los signos, emplea procedimientos idénticos al de
sado la religión: es el efecto de ocultación redoblada que se pro-
en la trampa de las palabras. Cogito, a decir verdad, no duce en el idealismo, ya que, de modo insistente, entre el
es más que una sola palabra, mas su sentido es algo comple-
idealismo y la religión existe un intercambio de poderes. Es
Jo. (No faltan cosas complejas que empuñamos brutalmente,
creyendo de buena fe que son simples.) En el célebre cogito decir, que la primera actitud de subversión, tanto con res-
hay: 1., eso piensa; 2.*, creo que soy yo quien piensa; 3.”, pecto al idealismo como a la religión, consiste en señalar
pero claramente la historicidad de los conceptos (... nosotros los
incluso admitiendo que este segundo punto sea incierto, como
alemanes somos hegelianos aunque no queramos serlo...).
cosa de creencia, el primer punto “eso piensa” encierra tam-
bién una creencia, a saber, que “pensar” es una actividad Nietzsche no se sitúa tanto en la perspectiva de una «trans-
para la cual hay que imaginar un sujeto, al menos un “eso”; posición», incluso aunque algunos textos estuviesen encami-
y el ergo sum no significa otra cosa. Mas es la creencia en nados a hacerlo ver así, como en la perspectiva de un cruce
lagramática; se suponen unas “cosas” y sus “actividades”... de las grandes articulaciones del texto filosófico, de un poner
Por lo tanto, hagamos abstracción de ese “eso” problemático
digamos cogitatur para reconocer un estado de hecho sin
de bulto sus principales procedimientos, de una subversión
y que desplaza el terreno mediante un trabajo de escritura.
mezclar en él artículos de fe» (10). Eso es lo que le permite a Nietzsche afirmar el carácter pro-
Así el cogito, si se lee en una perspectiva fundamente «negativo» y(0) «reactivo» de la filosofía como
genealógica, lo
mismo que el «escepticismo» de la filosofía moderna (el em- asunción repetitiva de una «nada», repetición improductiva
pirismo), son indicios seguros de un auto de demanda del de una identidad fuera de duda, parcialidad erigida en siste-
sujeto que hay que proseguir, realizar y llevar a su término ma: excrecencia «enfermiza». «... El idealista, como el sacer-
del modo más radical, és decir, descubriendo la dote, tiene todas las grandes nociones en su mano (¡y no
problemática
general del signo y de la relación filosofía-gramática. «Salvo solamente en la mano!), las maneja menospreciando hbenevo-
los gobernantes, que aún creen hoy en la gramática como en
una veritas aeterna y, por consiguiente, en el
lentemente el “intelecto”, los “sentidos”, los “honores”, el
sujeto, no hay “bienestar material”, la “ciencia”; considera todas esas cosas
,

(10) Volonté de puissance, t. L, págs. 65-66, $ 98. (11) Volonté de puissance, t. L, pág. 79, $ 141.
Y TOUTOS vv ososussJw uu uy94
454 EL MUNDO

debajo de él,
CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA
q
por como fuerzas perjudiciales y seductoras, y sin poder sensible, una moneda cuya efigie se ha borrado
por encima de las cuales “el espíritu” planea en la y que ya sólo interesa como metal» (13).
pura ip-
seidad... Mientras que al sacerdote, a ese Por lo tanto, es el problema del idioma, del cual se hace
negador, a ese ca-
lumniador, a ese envenenador
por profesión de la vida, se le aos: cargo la genealogía: el espacio discursivo de la metafísica se
siga considerando como una forma supertor de la halla sometido a un desciframiento intensivo, a fin de captar
no se obtendrá respuesta a la
humanidad,
pregunta ¿qué es la verdad? en él mediante qué rodeos pudo el idealismo convertirse en
Se ha puesto ya la verdad cabeza abajo cuando el el elemento dominante (acentuando Nietzsche la referencia
consciente
abogado de la nada y de la negación pasa por un represen- política de ese idealismo y de sus efectos «actuales»). Ese
tante de la “verdad”» (12). desciframiento consiste ante todo en poner de relieve los di-
Todosucede comosi el idealismo, estableciendo en su ra- ferentes procedimientos («negativos») mediante los cuales
zonamiento unas complejas redes metafóricas, hubiese ocul- se ha instituido ese razonamiento; procedimientos que son
tado enteramente sus trazas; como si sólo hubiese utilizado todos indicio de un desconocimiento de estructura. Por lo tan-
la metáfora en una dirección única, la orientación
ascendente to, no se trata de aplicar, en esa lectura, la oposición verdad/
que da una idealidad que no se alcanza con el sentido. Lo error; ni de constituir el error como el doblete negativo de
cual implica, en el trayecto de la «crítica» una verdad que ha de llegar; y menos aún de hacer de él el
nietzscheana, la
toma en consideración de la usura de la metáfora realizada momento incompleto de una totalidad que hay que (re-)cons-
por y en el idealismo filosófico; como si la metáfora sólo hu- tituir o reactualizar. Se trata más bien de construir esos pro-
biera podido tener lugar cedimientos del desconocimiento a partir de los principales
en un espacio discursivo en el que enunciados del razonamiento filosófico (por ejemplo, el cogito
los
les
signos eran ya autónomos por razón de una jerarquía que cartesiano), a partir de las lagunas mismas de ese texto, de
asignaba su lugar y su papel, de acuerdo con una estricta
economía de la identidad y de la presencia (economía sus «blancos» más insignificantes, de sus carencias consti-
cuya tutivas. En ese sentido, se trata de faltas de filología, de
garantía última habría sido la gramática). Eso es lo
que en defectos de «método» erigidos en sistema, de una repetida
el texto nietzscheano impulsa un doble movimiento:
por una negación a tomar en consideración el ordende lo significante,
parte, delimitar la usura de lo metafórico como efecto consi-
guiente de los procedimientos del idealismo y, por ello, que tiene como efecto una relación fantástica («una mitolo-
poner gía», dice Nietzsche) entre lo significante y lo significado,
fin a la complicidad de ese idealismo
con la moral y la reli- un aplastamiento del signo, un achatamiento de la dimensión
gión; y por otra parte, mediante un estilo indirecto y sub-
versivo, reactivar los ocultos poderes de la metáfora, la «ri- «lingúística» de la discursividad filosófica. Tanto si se trata
de «falsa acuñación de moneda» (Falschmúnzerei), de «se-
queza» de lo significante, aún sin emplear: reinscripción del ducción» (Verfúhrung) por lo significado, cuyo efecto es pro-
juego significante no dominado por un significado-valor, no ducir lo imaginario en el corazón mismode la conceptualidad -

sometido a una lógica convenida (lo


que Nietzsche denomina metafísica; de «mancha» (Beflecken) del texto que inscribe
una Zeichenkonvention). «¿Qué es la verdad? Una movediza el sentido en una esfera ideal que carece de procedencia, 0
nube de metáforas, de metonimias, de antropomorfismos; re- de su «alteración» (Verderbnis) con vistas a un predominio
sumiendo, una suma de relaciones humanas
que la poesía y de los valores que se suponen eternos; o también de su «de-
la retórica han realzado, trasladado, embellecido formación» (Entstellung), término cuya importancia es sa-
y que, des-
pués de un prolongado uso, le parecen a un pueblo estables, bida en la teoría freudiana. «La deformación de un texto se
canónicas y obligatorias; las verdades son ilusiones que se
ha olvidado que lo son, metáforas que han
asemeja a un asesinato. La dificultad no está en la perpetra-
quedado gastadas ción del crimen, sino en la supresión de sus huellas», escribe

(12) Antéchrist, $ 8. (13) Livre du philosophe, pág. 183.


86. 88-888uUSay“y “us ¿2
456 EL MUNDO CIENTIFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 457
Freud Moisés, mostrando
en su
la palabra Entstellung su doble que hay que volver a dar a construcción nietzscheana, constituyendo el signo sínto-
to de algo» y «colocar
sentido: «modificarel aspec- como
en otra parte,
desplazar»; como si se ma, es decir, produciendo sus implicaciones y reconstruyendo
trata de la «disimulación» historicidad (lo cual hace Nietzsche insistiendo en el mo-
(Verbergen, Verstellung), cuyo su
proceso consiste en ocultarla
producción de los conceptos y mento socrático-platónico comocomienzo de la determina-
-Su procedencia, ción metafísica; institución de un razonamiento en el
constituirlos como elementos autosuficientes: como
o
que se trate, en fin, de «denegación» (Verneínung) cuyo que el sentido tiene el privilegio con respecto a su producción,
objeto resulta ser el«cuerpo» tanto como lo significante: en el que lo activo y lo pasivo se hallan confundidos y donde
incluso de «defensa» (Abwehren),
por cuanto impone una
lógica de lo prohibido que mantiene al
O
lo sustantivo llega a ser el constitutivo esencial de la refle-
xión, en donde la relación sujeto-predicado se convierte en
dad», Todos esos procedimientos —sin sujeto «integri-
olvidar el del «enga-
en su
norma de toda «verdad»). Ese deslizamiento del signo hacia
no» (Táuschung), el de la «falsificación» (Fálschung), el el síntoma se efectúa mediante un doble movimiento: por
del «Subterfugio» (Schleichweg)— construyen el texto
se en
o
una parte, reactivar el signo en cuanto ha sido como «olvi-
mismo de la filosofía; permiten producir en él una lectura dado» (simple puntualidad en la que se operaba el paso de
rigurosa que descubre sus instancias,
paración que mantiene a distancia
poner en claro la se-
lo «sensible» a lo «inteligible»); por otra parte, delimitar los
al cuerpo y a lo signifi- diferentes procesos que lo constituían como simple puntua-
cante, es decir, que permite medir la eficacia de lidad (especialmente señalar el proceso de abreviación que lo
la lógica y
de la sintaxis sus operaciones de idealización. El objetivo
en informa). Por lo tanto, no se trata de revalorizar el «comien-
genealógico
histórica de
tendrá como consecuencia indicar
la «ruptura» z0»: semejante gesto sólo sería una reactivación de lo
que
la que esos procedimientos son Nietzsche llama «La necesidad metafísica»; en un aforismo
como la conse-
cuencia. «En vano todo el
trabajo del mundo antiguo... To- titulado «En el comienzo era», escribe: «Magnificar la géne-
las las
condiciones de una cultura científica, todos
los méto- sis, ése es el super-retoño metafísico que vuelve a brotar
dos científicos se hallaban ya allí, se había fijado ese arte cuando se considera la Historia, y que hace pensar verdade-
incomparable que consiste en leer bien —esa condición ramente que en el comienzo de todas las cosas se halla lo más
Via de una tradición de la pre-
cultura, de la unidad de la ciencia:
la ciencia natural aliada con precioso y lo más esencial» (15). Es decir, que la genealogía
la matemática y conla mecánica como lectura se halla siempre confrontada con un texto opa-
se hallaba igualmente en el
mejor camino— el sentido de los co, sobrecargado, cuyos constitutivos están siempre super-
hechos, el más precioso de todos los
las, su tradición con muchos siglossentidos, tenía sus escue- determinados: lo cual señalar la importancia del motivo
es
ya de antigiúedad. Lo jeroglífico (con todas diferencias, que son considerables,
las
esencial se había hallado, se podía empezar a trabajar -—108 como en Marx y como en Freud); enel prólogo de la Genea-
métodos, nunca lo repetiremos bastante, son lo esencial y lo
más difícil, y lo que las más de logía de la Moral, Nietzsche habla «del largo texto jeroglífi-
las veces tiene en contra co, difícil de descifrar, del pasado de la moral humana». En
los hábitos ylas perezas...» suya
(14). otro lugar escribe: «Nosotros, los filósofos del más allá —del
más allá del bien y del mal, si os place— que somos en reali-
Genealogía y discursividad dad intérpretes y augures llenos de astucia, nosotros, a quie-
nes se nos ha concedido situarnos, como espectadores de lo

Poner así
en claro ese espacio lagunar que es el texto de la
metafísica sólo puede tener
europeo, ante un texto misterioso y aún no descifrado, cuyo
sentido se nos revela cada vez más...» (16).
lugar, en la economía de la des-
(14) Antéchrist, S 59. (15) Voyageur et son ombre, $ 3.
(16) Volonté de puissance, t. Il, pág, 141, $ 457,
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—30
L uú uy UU Uuyyyy di Y YU Y Y YU a UU YU Y
458 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 459

Por razón de esa opacidad, de esa consistencia del texto la conciencia de la vida considerada como legítima... de modo
metafísico que es indicio de su carácter lagunal, la genealo- que se obtenga el perfecto automatismo del instinto» (17).
gía debe abrirse camino en el entrelazamiento de los códigos, El razonamiento metafísico se presenta como razonamien-
en el juego de las instancias que constituyen ese texto. Debe to de lo absoluto, de lo incondicionado, de la presencia sin
tomar como término, no un origen puntual que tuviera fun- temporalidad; utiliza, sin nombrarlas, las metáforas que con-
ción de comienzo (lo cual constituye el defecto, la perversión vierte en conceptos y en categorías. Es decir, que en su es-
propia de las religiones, así como también de los sistemas tructura misma y en su composición, implica la «creencia»
en el «otro mundo», la afirmación de un «mundo» de esen-
metafísicos), “sino más bien lo que Nietzsche llama Entste-
hungsherd, un «foco de desarrollo» (o de «génesis») que se cias marcadas con el signo de la eternidad: el idéalismo es
representa en una tipología (el sacerdote», el «sabio», el el efecto de una repetición, el «mundo» desdoblado y repeti-
«filósofo», etc.), en «representantes» (Vertreter), a través de do «otra vez» en términos de categorías (procedimiento que
Nietzsche resume con la expresión noch einmal: «otra vez»);
diversas «imágenes de dominación» (Herrschaftsgebilde). Lo
es en el lenguaje de lo «sensible» donde el otro mundo —el
que Nietzsche intenta mediante esa ascensión genealógica es
que se supone «verdadero»— se ha denominado y ha hallado
poner en relación esas imágenes de «representantes» con los
sus «instrumentos» de conocimiento. «En lugar de servirse
procedimientos esenciales del desconocimiento; con vistas a de las formás como de asideros para que el mundo resulte
delimitar el carácter histórico de esos representantes y, por
lo tanto, a mostrar que los diferentes códigos (religioso, mo-
manejable y previsible, la locura de los filósofos descubrió
que en esas categorías está dado el concepto del “otro mun-
ral, incluso estético) sólo pueden ser rigurosamente descifra- do”, al cual no corresponde éste en el que vivimos» (18). Así,
dos a partir de lo que rechazan, de lo que excluyen, a partir el «conocimiento» filosófico sólo puede descifrarse como una
de su pretensión» de intemporalidad (sean cuales sean los
repetición de interpretaciones desfasada, desplazada. Ha-
nombres con los que esa intemporalidad se ofrezca: «tradi- blando con propiedad, nunca es un descubrimiento, sino la
ción», «autoridad», «ley», etc.). Lo que así se pone en duda repetición modificada de un sistema de signos producido an-
es el privilegio de la eterna presencia del código, es decir, la teriormente; la «densidad» y la opacidad del texto metafí-
posición misma de la ley en su función de represión tel tér- sico sólo provienen de esa acumulación repetitiva, de esa im-
mino es de Nietzsche). «Un código nunca relata la utilidad, bricación y de esa condensación (Nietzsche habla de «abre-
los fundamentos, la casuística en la prehistoria de una ley; viación») de las diferentes interpretaciones. Por lo tanto, la
en ello se perdería el beneficio del tono imperativo, el “de- lectura genealógica atraviesa primeramente metúforas sedi-
bes”, lo cual permite hacerse obedecer... Lo que se trata de mentadas cuyas diferentes capas ha de desimbricar (cfr. el
evitar a toda costa es la prosecución de la experimentación, análisis —término que habría que tomar aquí en su acepción
la prolongación de ese estado fluctuante de los valores, el freudiana— del «concepto» de castigo en la Genealogía de la
examen, la selección, la crítica de los valores in infinitum. Se Moral, segunda disertación, $ 13: «... El otro elemento del
previene exigiendo un doble cercado: la revelación, es decir, castigo, el elemento móvil, el “sentido”... El concepto castigo
la aserción de que la sabiduría de esas leyes no es de origen no tiene ya un sentido único, sino que es una “síntesis de
humano..., sino que, por ser de origen divino, es total, per- sentidos”: todo el pasado histórico del castigo, la historia
fecta, sin historia, un presente, un prodigio... Y además, la de su utilización con fines diversos, cristaliza finalmente en
tradición, es decir, la aserción de que la ley existía ya desde una especie de unidad difícil de resolver, difícil de analizar

tiempo inmemorial... La autoridad de la ley se establece so- y absolutamente imposible de definir...; todos los conceptos
bre esas tesis: Dios la ha dado, y los antepasados la vivieron.
La superior razón de semejánte procedimiento va unida al (17) Antéchrist, $ 57.
propósito de reprimir (zurúckzudringen) progresivamente (18) Wille zur Macht, $ 584.
460 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 461

en los que se resume un largo desarrollo de un modo semió-


tico escapan a una definición»). La genealogía descubre el damente trasladada al ámbito metafísico más abstracto; ahí
es donde el hombre fuerte es también el hombre libre; ahí es
proceso real del conocimiento, es decir, su engaño de estruc-
donde los vigorosos sentimientos de alegría y de pena, la
tura. «¿Qué es el conocimiento? Una “interpretación” (Aus- elevación de la esperanza, el atrevimiento de los deseos y el
tegung), una colocación de sentido, pero nunca una “explica-
poder del odio son atributo de los dominadores y de los inde-
ción” (Erklárung); en la mayoría de los casos, es una nueva pendientes, mientras que el hombre sometido, el esclavo, lleva
interpretación de una interpretación antigua que se ha vuelto
una vida oprimida e insensible. La doctrina del libre al-
ininteligible y que no es ya más que signo» (19). Esa co-
un

bedrío es una invención de las clases dominantes.»


locación de sentido no es sino una inversión de valores; por
eso la presuposición platónica del otro mundo (que, para La genealogía consiste así en descubrir una serie (incluso
muchas series) de interpretaciones que se entrelazan y se
Nietzsche, se repite en todos los sistemas metafísicos con cortan una a otra, como movimiento indefinido de los signi-
Unas pocas variantes) es un proceso en el
que se «confunden» ficados mediante el cual y en el cual se constituyen a la vez
lo significado y el valor: «confusión» cuyo efecto esencial
consiste en que significado y valor intercambian sus poderes, el «sentido» y el «valor»; en otras palabras, un sistema de
se suplen uno a otro. Hay que descifrar, en su
procedimientos que, «históricamente», han hallado sus re-
continuidad y presentantes y que se han convertido en sedimentaciones sig-
en sus efectos aún presentes, la lógica de esa
presuposición: nificantes. Por eso el sentido sólo puede descifrarse en el
el modo en que requiere la figura dominante del
idealismo; espacio de una secundariedad que siempre adviene y en la
por lo tanto, una necesidad que actúa y cuyo razonamiento
metafísico no puede explicar por sí mismo (mediante sus que los signos sólo son indicios de abreviaciones que consti-
«propias» categorías), ya que esa necesidad es negada y des- tuyen la economía del razonamiento filosófico (esa economía
conocida aunque esté inscrita en filigrana, en incisión, en cuyo símbolo más evidente y más significativo es el libro,
ese texto: como una necesidad «ausente» cuyo modelo inicial es la Biblia). Economía que se halla
que fuera descifra- aplicada en los signos mismos (como condensación) y cuyo
da en sus efectos entendidos como síntomas. La genealogía
exceso se produce en la escritura nietzscheana —como acumu-
parte de esos efectos para remontarse hasta el procedimien-
to; construye el trazado que los separa, muestra la función lación y superdeterminación de los significantes, como trazado
«positiva» de las lagunas. de una escritura «teatral», como atravesada por el cuerpo
a partir de su «enfermedad»—. «La contradicción no está
«... El curso entero de los valores se orientó hacia
la de- entre lo “falso” y lo “verdadero”, sino entre las “abreviacio-
preciación de la vida; se creó un quid pro quo (Verwechs-
nes de signos” y los signos mismos. Lo esencial es la cons-
lung) entre el dogmatismo idealista y el conocimiento mis-
mo... El camino dela ciencia estaba así doblemente
trucción de formas que representan numerosos movimientos,
tado: por la creencia en el “mundo verdadero”,
intercep- la invención de signos que resumen variedades enteras de
y por los signos... El pensamiento es otro lenguaje cifrado que ex-
adversarios de esa creencia. Las ciencias naturales, la psico-
logía, eran: 1.%, condenadas en su objeto; 2.%, privadas de su presa un compromiso de poder entre los afectos» (21). El
inocencia» (20). signo se ofrece siempre a la lectura como una formación de
Otro ejemplo de la misma lectura, el aforismo $ 9 del compromiso cuyos estratos hay que desimplicar, como un
Viajero y su sombra, «donde se ha originado la doctrina del punto de intercambio entre el interior y el exterior, como
una simple transposición implicada por todas las formas idea-
libre
lizado
albedrío»: Una experiencia que el hombre ha rea-
«...
les del razonamiento. Pero, sobre todo, y Nietzsche insiste
el
en ámbito de la política y de la sociedad es así torei- en ello, es el soporte de lo prohibido, lo mismo que las pala-
bras que llevan «una especie de censura moral», dice Nietz-
(19) Wille zur Macht, $ 604.
(20) Willezur Macht, $ 584. (21) Volonté de puissance, t. l, pág. 287, $ 290.
MEE
462 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 463

sche; es la ilusión de una presencia indefinidamente redobla- Al término de su proceso, la genealogía no halla ya sino
da y prorrogada, y, como tal, se ofrece como representante series de desplazamientos y de recubrimientos que delimitan
por excelencia de la ley del razonamiento. Si «la historia del la articulación de los signos; series sin origen, que borran
lenguaje es la historia de un proceso de abreviación (Ablúr- toda posibilidad de presencia. Así, a propósito de los «con-
zungs-Prozess)», la ascensión genealógica debe descubrir ceptos» de bien y de mal, no puede tratarse de saber lo que
semejante proceso, mostrar la eficacia implícita de la ley en sor (toda cuestión sobre la esencia se revela como imposible),
el funcionamiento del signo; en esa perspectiva es donde sino solamente de descubrir los diversos desplazamientos, de
Nietzsche produce, en lugar de lo que se ha llamado «me- los cuales son el resultado ulterior, el efecto segundo, de in-
moria», una «facultad activa de olvido» (aktive Verges- dicar de qué relaciones de fuerza son consecuencia sublima-
da y desplazada, de indicar las diferentes representaciones
slichkeit) como «poderde inhibición» (Hemmungsvermóygen);
en que se han expresado. Por lo tanto, hay que distinguir
cla-
por ello mismo, todo problema de origen se halla enteramen-
te suprimido. Es siempre en el espacio de lo ulterior (Nach-
ramente dos elementos: «Por una parte, lo permanentemente
trúglich: sabida es la importancia de esa noción en la ciencia relativo, el uso, el acto, el “drama”, cierta serie de procedi-
mientos (Abfolge von Prozeduren) estrictamente determina-
freudiana), del efecto segundo (Nachawvtirkung), por lo tanto, dos; por otra parte, la fluidez, el sentido, el objetivo, la espera,
en un espacio en el que el origen está ausente por necesidad
cosas todas que se refieren a la ejecución (Ausfúhrung)
de
de estructura, donde el signo puede ser sometido a una lec- diferencia
esos procedimientos» (23). Sólq gracias a esa clara
tura; enteramente como el síntoma en Freud. Es decir tam- («serie de procedimientos», «ejécución de los procedimien-
bién que la genealogía desmonta la pretendida unidad del
tos»), la lectura puede efectuarse sin pasar por la determi-
sujeto (primeramente como sujeto del saber), lo resuelve en nación idealista de la esencia, evitando así toda posición me-
sus constitutivos materiales, así como también todo lo que
tafísica de los conceptos y de los valores; es decir, deshaciendo
se supone que procede de la conciencia. Si hay (hubo), en el
la confusión mantenida por el idealismo filosófico entre lo
razonamiento metafísico, una solidaridad interna entre el significado y el valor, entre lo activo y lo pasivo, entre el
signo, la memoria, la presencia, la conciencia (y la «repre- razonamiento y la gramática, entre el signo y lo prohibido.
sentación»), esa conexión se disuelve mediante la puesta en «El procedimiento es algo muy antiguo, anterior a su ut-
perspectiva que se efectúa como genealogía; ésta pone de lización, mediante la interpretación, el. castigo ha sido intro-
manifiesto la economía que unía esos términos y descubre así ducido en el procedimiento...» El sentido sólo puede leerse
los postulados teológicos que los hacían posibles; así se ofrece mediante una lógica de lo ulterior, como un efecto sobreaña-
a la lectura la contradicción que perturba al signo: de com- dido, como «síntesis» cuya unidad hay que desmontar para
promiso, pasa a ser síntoma de una contradicción, el lugar comprender su economía real. Siempre a propósito del «cas-
plural de un exceso significante. Lo que Nietzsche enuncia tigo», escribe Nietzsche: «En un estado más rudimentario,
a propósito de la producción del concepto, debe leerse dentro esa “síntesis de sentido” parece aún más soluble y más
móvil
de este enfoque: «El concepto se forma gracias al deliberado (verschiebbarer: Verschiebuny, “desplazamiento”); también
abandono de las diferencias individuales, gracias al olvido de puede uno darse cuenta de cómo, en cada caso particular, los
las características... La omisión de lo individual y de lo real elementos de la síntesis modifican su valor y su orden, de
nos da el concepto... Todo lo que distingue al hombre del modo que unas veces es un elemento y otras otro el que pre-
animal depende de esa capacidad de hacer que las metáforas domina a expensas de los demás, y que en determinadas cir-
intuitivas se volatilicen en un esquema, de hacer que una cunstancias un elemento parece eclipsar a todos los demás.
imagen se disuelva en un concepto» (22). Para que se pueda tener alguna idea de cuán incierto, ulterior

(22) Livre du philosophe, págs. 181-183. (23) Généalogie de la Morale, IL, $ 13.
A E A y

464 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 465

(nachtráglich) y accidental es el “sentido” del castigo, de tante de procesos de sometimiento, más o menos independien-
cómo un mismo procedimiento puede ser utilizado, inter- tes unos de otros, sin olvidar las resistencias que surgen sin
pretado, moldeado en perspectivas fundamentalmente dife- cesar, las tentativas de cambios de formas (Form-Verwand-
rentes...» (24). lungen) que se operan con vistas a una defensa y a una
El «foco de desarrollo» (de los conceptos y[o] de los £
reacción, por último, los felices resultados de las acciones
valores) es el lugar de crecimiento de la serie de procedi- contrarias. Si la forma es fluida, el “sentido” lo es mu-
mientos y de su ejecución. Es decir que, bajo el «sentido», cho más» (25).
es una relación de fuerzas la que tiene lugar, la cual siempre Por lo tanto, es mediante una serie de sometimientos y
ha sido negada y ocultada por el texto metafísico, recubierta de subyugaciones como el «sentido» se ha producido fuera
por la posición de significados que se supone intangible. Así de toda referencia a lo significante. Así, lo que la genealogía
la genealogía descubre los desplazamientos indefinidos de los produce en su rodeo es un proceso de cambios de forma cuyo
significantes, en cuanto esos recorridos son el indicio seguro indicio mayor es la trama metafórica, la cual adultera el
de un juego de fuerzas; en ese sentido, esos significantes no texto metafísico. Por ello todo significado descubre su per-
pueden inscribirse en el espacio de una presencia eternamen- tenencia tácita a cadenas de significantes entrecruzadas. El
te acompañada, ni en el de una conciencia enteramente trans-
primer efecto producido por el idealismo es haber ocultado
parente a sí misma, ni tampoco en el registro de un sujeto esas cadenas en nombre de significados que se consideran
determinado como plenitud y suficiencia. Es toda la economía
de la causalidad simple, del origen puntual y pleno, de la equivalentes del valor. La genealogía descubre las condicio-
nes formales de la producción de los conceptos, así como la
«memoria» sin defecto,
del signo pensado en una autonomía economía fundamental que la dirige y que le impone sus
total, es toda esa economía la que se encuentra subvertida, coordenadas. Se pueden distinguir tres momentos en el p:0-
desplazada, desmontada. Otro texto de la Genealogía de la ceso genealógico:
Moral lo indica con precisión. «... La causa original del desa-
Señalar en un texto, cuyo carácter lagunar se conoce
rrollo de una cosa y su utilidad final, su empleo efectivo, su —

clasificación en un sistema de fines, son dos puntos separa- de antemano, los elementos significantes en los que la con-
dos toto coelo... Toda subyugación, toda dominación equivale densación de significación es mayor. En otras palabras, los
a una interpretación nueva, a una acomodación (Zurecht-
términos encrucijada o los núcleos de sentido que ocupan el
machen), en la que necesariamente el “sentido” y el “fin”, lugar de significados originarios y que, por lo tanto, tienen
una función legisladora en el texto metafísico. En la Genea-
que subsistían hasta entonces, quedarán oscurecidos o inclu-
so borrados completamente... Mas el fin, la utilidad, sólo son logía de la Moral será la oposición del «bien» y el «mal» y la
el indicio (Anzeichen) de que una voluntad de poder ha do- serie de términos que semejante oposición requiere.
minado algo menos potente y le ha impreso, por su propia — Producir la «sintaxis» que da forma y sentido a esos
iniciativa, el sentido de una función; toda la historia de una elementos, para indicar a partir de qué lagunas esos elemen-
“cosa”, de un uso, puede ser una ininterrumpida cadena-de- tos han llegado a ser segmentos de significación. Lo cual equi-
signos (Zeichenkette), de interpretaciones y de acomodacio- vale a revelar el sistema formal de las «creencias», de los
nes nuevas, cuyas causas ni siquiera necesitan estar vincu- «postulados» o de las «hipótesis» que han sido los puntos de
ladas entre sí. El “desarrollo” de una cosa, de un uso, de un apoyo de una producción conceptual reglamentada como «ver-
Órgano, no es nada menos que una progresión hacia un fin, dad». Lo cual es también indicar el trabajo que se ha produ-
y menos aún una progresión lógica y directa, alcanzada con cido en la disposición de los signos, en la ordenación de las
un mínimo de fuerzas y de gastos, sino una sucesión cons- palabras, en la articulación mecánica de los significados.
(24) Ibíd, (25) Généalogie de la Morale, 11, $ 12.
466 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 467

— Descifrar el conjunto del texto, mostrando la función lectura la relación metafísica entre «sujeto» y «objeto»,
es
de sus lagunas, es decir, la de los: determinantes de la sign1fi- como punto nodal del sistema de las representaciones
meta-
cación. Lo cual permite, igualmente, desimplicar las instan- físicas. «Entre dos esferas absolutamente diferentes, como
cias sedimentadas en los signos mismos, inscribir el juego de el sujeto y el objeto, no hay causalidad, no hay exactitud ni
los desplazamientos y de los cambios de escena a los que han
expresión, sino a lo sumo una relación estética, es decir, una
estado sometidas; descubrir, en suma, el trabajo de borrado, traducción balbuciente
de obliteración, de erosión continua.
transposición insinuante, una a un
idioma enteramente extraño. Por lo cual serían necesarias
Ese gesto de exceso, representado por esa ascensión ge-
en todo caso una esfera y una fuerza intermediarias que
com-
nealógica, por ese proceso regresivo, tiene como efecto el pusieran libremente e imaginaran libremente» (27). Lo que
subvertir la economía clásica de la definición, de la relación, imposibilidad de
la genealogía muestra con insistencia es la
que se supone intangible —porque está apoyada en la gra- todo significado estable, aislado, la ausencia, por lo tanto, de
mática—, entre el sujeto y el predicado. De ahí la ficción de todo fundamento riguroso de la verdad metafísica. Es toda
origen que Nietzsche produce para pensar esa subversión. la problemática del nombre la que se halla así desorganizada,
«Ese derecho de amo, en virtud del cual se dan nombres, va carácter arbitrario en
tan lejos que se puede considerar el origen mismo (Ursprung)
deshecha por el descubrimiento de su
el sistema de los significados metafísicos. Lo que en esa ope-
del lenguaje como un acto de autoridad emanado de quienes idealismo filosófico
ración resulta patente-es lo extraño del
dominan. Ellos dijeron: “Esto es tal cosa”, vincularon a un de transforma-
objeto y a un hecho tal vocablo, y, de ese modo, se los han y de su persistencia; mediante el sesgo una

apropiado así» (26). ción textual, de un deslizamiento de los significados, unos


Lo que al mismo tiempo se ha descubierto es una jerarquía sobre otros, regulado por la escritura; mediante la práctica,
de significados que remite a una «voluntad» de verdad, la constante en Nietzsche, de una parodia o de una mímica
cual ha hallado su apoyo en un grupo de «representantes» del texto filosófico. Operación de neutralización que, en el te-
(es la nueva pregunta que dirige la genealogía: ¿quién habla jido conceptual, descubre lagunas y ausencias masivas; que
pone el nombre como lugar privilegiado (por la filosofía)
de
«detrás» de esas supuestas categorías del «bien» y del
una inversión insólita e incalculable en el límite.
«He aquí lo
«mal»?). Si el hombre puede definirse por la eficacia de un
Trieb zur Metapherbildung («impulso hacia la producción me- que me cuesta y no deja de costarme siempre los mayores
tafórica»), lo es en tanto que ese impulso ha quedado codif1- esfuerzos: comprender que importa más saber cómo se Ula-
cado en el espacio de una retórica que se ha dado con el man las cosas que saber lo que son. La reputación, el
nombre
nombre de filosofía, dentro de la cual la apariencia ha adqui- y la apariencia, el valor, el peso y la medida habitual de una
rido valor de esencia con el nombre mismo de «verdad». El cosa —que en el origen sólo son el error, lo arbitrario que
artificio del idioma, en su versión metafísica, su «mitología» se halla recubriendo a la cosa como una vestidura entera-
confirmada por la gramática y por la relación predicativa, mente extraña a su naturaleza y a su epidermis—, la creen-
es su pretensión al dominio de toda diferencia y de toda con- cia en todo eso, transmitido de una generación a otra, hace
tradicción. Pretensión mediante la cual el significado se halla de todo eso, poco a poco, como el cuerpo mismo de la cosa; lo
negado y(o) privado de todo derecho por haber prescrito, que al comienzo era apariencia acaba por convertirse en esen-
desconocido en sus desplazamientos y en su lógica específica. cia y actuar como esencia. ¡Qué locura no sería suponer que
Pretensión cuyo opuesto necesario es el predominio de moti- bastaría denunciar ese origen, ese velo nebuloso del delirio,
vos religiosos o éticos. Uno de los lugares estratégicos en los para aniquilar el mundo que se considera esencial, la supués-
que tal abuso de autoridad puede ofrecerse claramente a la ta realidad! Mas no olvidemos que basta crear nombres nue-

(26) Généalogie de la Morale, 1, $ 2. (27) Livre du philosophe, pág. 189.


468 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTR/AL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 469

(sin música). La voz en la tragedia clásica —como contem-


vos, apreciaciones, nuevas verosimilitudes, para crear, a la idealidad del sentido dado por Sócrates— se
larga, “cosas” nuevas» (28). poránea de la
Trabajo textual que pasa por el entrecomillado, cuya otra halla sometida al simple enunciado, al significado que está
vertiente es la de una escritura que cambia completamente destinada a manifestar; sólo sirve para transcribir un sen-
el orden de los nombres y de los significados, que alcanza en tido ya dado, ya codificado en otra parte, preexistente a ella
y que desempeña el oficio de ley. Nietzsche recalea la
identi-
su centro a la imaginaria metafísica, que produce nombres
nuevos para lo que se ha hallado prescrito del texto metafísi-
dad del «destino» de la tragedia y el de la filosofía, su sumi-
co. x¿Qué es la originalidad? Es ver algo que aún no tiene
sión a un espacio idealizado en el que la voz y la mirada
nombre, que no puede aún ser nombrado, aunque ese algo regulan toda forma de intercambio y tienen, por lo tanto,
está la vista de todos. De tal modo son los hombres habi-
a
función de norma intangible. Voz «blanca», neutralizada, que
se esfuma detrás del sentido que ha de transmitir, simple
tualmente, que necesitan primeramente un nombre para que
una cosa se les haga visible. Los originales han sido so- soporte sin consistencia del diálogo. El cuerpo, como sim-
bre todo los que han dado nombres (Namengeber) a las bólica plural, se halla así en una posición de reprimido, por
cosas» (29). el hecho mismo de su parcelamiento, de su fragmentación en
facultades separadas.
En el espacio de lo filosófico, Sócrates modela su teoría
La otra escena de la filosofía sobre la metáfora de la vista como representante por exce-
lencia del cuerpo, hipóstasis del sujeto, determinada en el
El primer libro de Nietzsche, El origen de la tragedia, registro metafórico de dimensión única. Para Nietzsche se
establece una práctica genealógica aunque, por otra parte, trata de construir, partiendo de esa red de efectos ulteriores,
no puede enunciar su teoría. Crítica de la Poética de Aris-
el modelo ficticio de la primera escena, la de la tragedia ori-
tóteles y de su concepción de la tragedia, ese texto tiene como ginaria; como espacio plural de una materialidad significan-
eje el problema del idioma en su relación con la música y con te, en donde la palabra no está separada de su ritmo, de su
la escena teatral. Se trata de una construcción que sólo tiene tonalidad o de su timbre; donde lo que predomina es «una
valor de ficción provisional o intermediaria y que inscribe el simbólica total del cuerpo» puesta en acción: música, grito,
lugar de un origen: el de la tragedia antes de su «decaden- danza, gestos, etc., lo cual no puede someterse a la re-presen-
cia» o de su «pérdida» en el espacio de la filosofía socrática- tación, a la repetición pura o a la imitación; lo que no puede
platónica; antes de toda separación (que es indicio de una entrar en el registro de la subjetividad idealista presupuesta
inhibición y de una exclusión) entre el actor y el espectador, porla filosofía presocrática. «En todo género y en todo nivel,
entre el actor y el director de teatro, entre el actor y el autor; lo que exigimos primeramente y sobre todo es que se triunfe
antes de todo «arranque» de la tragedia en el espacio temible de lo subjetivo, que uno se libere del yo, que se impongasilen-
e idealista de la re-presentación. Lo cual es contemporáneo cio a las veleidades y a los caprichos individuales» ($ 5).
del idealismo metafísico, de connotación ética, tal y como se Desmontar el espacio retórico de convención que es la tra-
instituye con Sócrates, la «verdad» que tiene textura de fic- gedia en su versión clásica (Sófocles, Eurípides) como juego
ción. Ese arranque se descifra como reconstitución del espacio determinado de antemano (al modo de una partida de aje-
simbólico escindido, como la reducción de toda representa- drez) y reglamentado únicamente por la palabra, es decir,
ción a la simple horizontalidad de lo visible: predominio del simple afrontamiento verbal y concatenación dialéctica prees-
parecer, cuyo mayor representante es la voz sin tonalidad tablecida; enteramente como el razonamiento metafísico pla-
tónico. Poner fin a la equivalencia, de procedencia metafísica,
entre la «conciencia», la «representación», la «apariencia»
(28) Gai Savoir, $ 58. verosímil del cuerpo fragmentado; ése sería el objetivo inicial
(29) Gai Savoir, $ 261.
D9U-O
470
VOY.
EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
LoS Ye. LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 471

de la ascensión genealógica realizada en El origen de la tra- tra vista los acontecimientos escénicos como un delicado lien-
yedía, recurriendo a la ficción de la oposición Apolo-Dioniso. zo, nuestra vista espiritual, que se vuelve hacia el interior,
«Me he esforzado en adivinar por qué el apolinismo griego extiende hasta el infinito el mundo de la escena y lo tlumina
tuvo que surgir de un subsuelo dionisiaco; por qué el griego desde dentro. ¿Cómo el poeta, rico tan sólo en palabras, lle-
dionisiaco tuvo necesariamente que convertirse en apolíneo, garía a un resultado análogo, él, que, con la. ayuda de un
es decir, domar su gusto por lo desmesurado, por lo complejo, mecanismo menos perfecto, por un camino indirecto que par-
por lo incierto, por lo horrible, ante una voluntad que le im- te de la palabra y de la idea, se esfuerza por realizar esa
ponía la medida, la simplicidad, la sumisión a la regla y al extensión y esa iluminación interior del mundo visible de la -

concepto.» La figuración trágica inicial es el trabajo del escena? Aunque la tragedia musical se apoya también en el
cuerpo que sale a escena sin ninguna separación entre la verbo, puede en cambio añadirle el segundo plano, del cual
palabra y el gesto; donde el coro trágico es al mismo tiempo se origina, e iluminar desde el interior el devenir del verbo
«sujeto» y «objeto» del espectáculo. Dioniso es la figura mismo» ($ 21).
ausente de la escena, pero eficaz, el fundamento de la musi- Esa escena primera se produce como fuerza afirmativa,
calidad de la voz y del gesto del cuerpo; es el motor mismo no siendo la palabra sino uno de los elementos constitutivos;
de lo trágico como espacio indiviso en el que la música es lo el espacio se organiza en ella por la recíproca activación de
«primero» y el idioma lo derivado. Son los elementos mate- la música y del texto, sin una dominación preestablecida, sin
riales de la escena, al mismo tiempo que los recursos simbóli- que intervenga una censura o una ley. La poesía del texto
cos del cuerpo, los que prescriben a la tragedia su desarrollo, trágico surge de la música misma; el devenir de ese proceso
«anteriormente» a toda reflexividad o a todo sesgo idealista, es la caída en un espacio de convención (es decir, retórico,
a toda intervención de una conciencia legisladora que ponga codificado de acuerdo con una ley), el espacio de la repetición
su norma en un absoluto, en una idea platónica. La música y de la limitación: la música no es ya más que un accesorio
es indicio de la «profundidad» del cuerpo, de su simbólica ne- del texto, una ilustración de un texto ya escrito. Como en el
cesariamente plural. En realidad, todo sucede como si la idealismo socrático o platónico, la significaciónse-halla bajo
música, en el espacio general de la simbolización, fuese el el dominio de un código fijado de antemano (Nietzsche habla
brincipio mismo de toda significancia; como si, en retracción a este respecto de una «retórica convencional que es de orden
de la palabra y de la idea (de procedencia platónica), pudiera mnemotécnico»); indicio de una repetición improductiva, de
desplegar una lógica y una sintaxis enteramente distintas. un movimiento profundamente negativo. «Imaginemos qué
La música realiza la subversión de la metáfora óptica, de la empresa ha debido ser ponerle música a un poema, es decir,
que ha hecho uso el razonamiento platónico, de la horizon- pretender ilustrar musicalmente un poema y prestarle a la
talidad de la idea y de la re-presentación, de la suficiencia música un lenguaje inteligible. Es el mundoal revés. Es como
de la conciencia. Se da como el exceso de todo «código» lin- si el hijo quisiera engendrar al padre. La música puede crear
gúístico, como matriz significante de la tragedia en su co- imágenes que nunca serán más que esquemas, ejemplos de
mienzo. Por eso hace fracasar lo que adviene con la tragedia su contenido auténtico y universal. Mas ¿cómo la imagen, la.
convertida en discursividad, la «complicidad» ético-metafísi- representación, puede producir la música? Mucho menos aún
va de la palabra y del espacio reducido a la vista. Así, no si es el concepto, la “idea poética” la que ha de producirla.»
puede someterse a la representación, a la imitación de una Nietzsche quiere arrancar la música al texto, reactivar
«realidad» ya estructurada; destruye toda lógica de la apa- sus potencialidades significantes antes de toda captura por
riencia mimética,lo mismo que la presuposición platónica del la palabra o porla idea, eso es lo que da origen a la ascensión
«transsmundo» o de la primacía exclusiva, o sea ética, de la genealógica que se realiza en El origen de la tragedia, cuyo
conciencia. «Mientras que la música nos obliga a ver más y efecto esencial es poner de relive la matriz significante de
con más profundidad que de ordinario, a desplegar ante nues- toda re-presentación y de toda figuración partiendo de sus
472 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 473

resultados contradictorios en el arranque clásico de la tra- ción, de transfiguración, de metamorfosis, toda especie de
gedia. Por lo tanto, hay que rehacer, de modo abreviado, el mímica y de teatralidad» (30).
trayecto de la «creación» misma de las lenguas, que ha que- La escena apolínea es el espacio de una transparencia
dado oculto; deshacer las convenciones de un teatro muerto, (cuyo equivalente es la idea platónica) enteramente fundada
simplemente codificado en el artificio de una dialéctica úni- en lo prohibido, en el desconocimiento del cuerpo como sig-
camente verbal (es la función del lenguaje en Sófocles, por nificante. Está dirigida y regulada por una teleología (por
ejemplo, que llega a ser el equivalente de un discurso de tri- ejemplo, bajo el símbolo del deus ex machina); se funda en
bunal). Así, la genealogía de la representación y de la imita- una tenaz ilusión: representar la vida, en su presencia mis-
ción menoscaba la cuestión del signo, de la conciencia y del ma, fuera de toda mediación y de todo símbolo. Su verdad
saber. El espacio de la escena clásica, sin saberlo, queda per- esencial consiste en separar la poesía de la música; la pala-
turbado por un movimiento de transgresión; movimiento que, bra, de su tonalidad; el cuerpo, de su simbólica; la teatrali-
más allá de las «apariencias», descubre un indefinido proceso dad, de la escena material; sólo vive al modo de una repetida
de producción-destrucción sobre el que nadie puede tener do- negación. En Sófocles el drama se ha convertido en simple
minio alguno. Espacio «abierto» de la otra concatenación dialéctica; el mito, uno de los motivos de lo
escena, en la cual
no actúa la prohibición ético-metafísica, descentramiento trágico, se halla reducido a la simple narración de un «acon-
mayor, cuyos desplazamientos no puede prever ningún su- tecimiento», sometido a una reevaluación dialéctica, inscrito
jeto. Ese movimiento, que se desdobla por sí mismo, es el que como simple peripecia de una «teodicea». La nueva escena,
Nietzsche descifra en el destino de la tragedia. «El poeta especialmente la de Eurípides, es una estructura como de
trágico destaca en la esfera del arte apolíneo por el placer espejo, ya que es el propio espectadorel que se escucha y se
que experimenta ante la apariencia y ante el espectáculo, mas ve en escena. El escenario es desde ahora un espectáculo
al mismo tiempo niega ese placer y halla una satisfacción neutro, en realidad, investido de valores éticos que se supo-
más elevada en destruir el mundo visible de la apariencia... nen eternos, y en el que el espectador puede escucharse sin
Es el mismo movimiento que observamosen la percepción de riesgo. «En el escenario de Eurípides, el espectador vive y
la disonancia musical, en la eual oímos y al mismo tiempo oye a su propio doble y se regocija al oírlo hablar tan bien.
aspiramos a oír más allá de los sonidos. Ese movimiento hacia No es eso todo; se aprende a hablar con Eurípides... Gracias
el infinito, ese vuelo del deseo... nos demuestran a él, el pueblo sabe ahora observar, recurrir a los más sutiles
que estamos
en presencia del fenómeno dionisiaeo...» sofismas y sacarde ellos sus consecuencias. Mediante esa con-
($ 24). Asimismo
la función que se supone central al sujeto se halla desfasada, versión del lenguajepúblico es como se hace posible la come-
desmontada; es la complicidad del sujeto y de su enunciado dia nueva» ($ 11). El enunciado filosófico (socrático) viene a
la que se halla subvertida en el momento en que la ser la norma y la ley de todo el teatro; lo que equivale a decir
represen-
tación es descifrada en sus efectos idealistas. La imitación y que Eurípides es a la vez «creador» y «juez» de su propio
la repetición son símbolos de la muerte, por cuanto producen texto; lo único que hace es poner en escena los enunciados de
el rechazo de toda significancia y de toda simbólica la filosofía idealista de Sócrates-Platón. Lo que, por ello mis-
corporal;
en un espacio lineal en el que la diferencia platónica entre mo, resulta predominante es la pintura de los caracteres, el
«idea» e «ídolo» es una diferencia de valor (cfr. $ 10), lugar «talento imitador del artista», es decir, la conformidad con
en el que lo apolíneo afirma su predominio sobre una norma (ética y [o] estética) dada como intangible. Esa es-
lo dioni-
siaco. «La embriaguez apolínea produce ante todo la excita- truetura teológica de la escena viene a ser el exacto correlato
ción de la vista que le da fuerza para ver... En el estado dio- de la desaparición de la voz detrás del texto, de la música
nisiaco, todo el sistema emotivo está excitado y amplificado; reducida a una expresión unificada. «Eurípides poeta es el
de modo que descarga de una sola vez todos sus medios de
expresión, expulsando su fuerza de imitación, de reproduc- (80) Crépuseule des idoles, consideraciones inactuales, $ 10.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—81
Dd) UOUUyyYy yaa vu uu Yy y Y Yu y yg y Y
474 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 475
eco de pensamiento consciente... Como Platón, Eurípides
su la separación acaecida entre la música y el texto, principal-
se propone presentar al mundo el antípoda del poeta “fuera mente bajo la forma de lo recitativo (el estilo rappresenta-
de sentido”. Su principio estético “todo debe ser consciente tivo) en que la música no es ya más que una simple retórica
para ser bello” viene a hacer pareja con la tesis socrática de acompañamiento, la duplicación accesoria de un texto. Lo
según la cual hay que ser consciente para ser virtuoso. Pode- recitativo mantiene la confusión entre la música y la palabra,
mos considerar a Eurípides como el poeta del socratismo aun cuando tome como eje el querer-decir, o sea la disposi-
estético» ($ 12). El querer-decir hace desde ahora las veces ción preestablecida de los significados. «El cantante satis-
de escena, borrando todos los símbolos «míticos» de la trans- face el deseo del oyente, cuyo afán es comprender las pala-
gresión (especialmente Edipo), reduciéndolos a la dimensión bras cantadas, y, para ello, habla, más que cantarlas... Esa
de una palabra clara, idealizada, sin relación con el volumen alternancia de palabras portadoras del efecto dramático, aun-
del teatro. «Naturalismo» de la representación, dialéctica que solamente medio cantadas, y de interjecciones en las que
«discursiva» de los personajes regulados por sus «caracte- se despliegan todos los recursos de la voz... es algo tan con-
res», concesión ética, afirmación de la conciencia como va- trario al espíritu apolíneo a la vez que al dionisiaco, que
lor. La muerte de la tragedia no es sino la introducción de hemos de asignarle a lo recitativo un origen extraño a todos
la «ecuación socrática» razón = virtud = felicidad; lo cual los instintos artísticos. Lo recitativo es una mezcla sin cohe-
acierta a realizarse en el diálogo, es decir, en un razonamien- rencia interna..., especie de conglomerado o de mosaico sin
to que ha invalidado todo elemento significante y que, por ejemplo ni en la naturaleza ni en la vida» ($ 19). La creencia
ello, puede construir de acuerdo con su lógica el conjunto de que existe al principio de la ópera, que constituye su motivo
la escena: Nietzsche descifra esa configuración como el in- más esencial, es el mito de un origen en el que el bien estaría
dicio seguro de la muerte. «Ha ocurrido la desgracia del ya separado del mal, el mito de una inocencia dada, es decir,
diálogo... Desde que hubo dos actores iguales, uno frente a de un estado primitivo «bueno» y de un arte «natural». La
otro, surgió entre ellos la rivalidad, una rivalidad de palabras Ópera vive así, mas esa «vida» sólo es indicio inadvertido de
y de argumentos... Esa rivalidad apelaba a un sentimiento la muerte, de la pretensión de imitar ese origen, de resti-
hasta entonces desterrado, la “malvada” Eris... El héroe del tuirlo en una creación artística que se supone pura y por
drama no podía sucumbir, por lo tanto, era necesario que completo centrada en lo significado, en el sentido de las pa-
fuese también héroe en la elocuencia... La dialéctica se hace labras; además, se codifica a partir de la oposición meta-
cada vez más invasora hasta el momento en que decide in- física de alma y cuerpo. En ese sentido la ópera es la reali-
cluso acerca de la estructura del drama entero... La tragedia zación más palpable de la metafísica socrático-platónica, cu-
ha muerto por su optimismo dialéctico y moral el drama yos postulados y cuyas «creencias» y «ficciones» todas pone
musical ha muerto por falta de música» (31). La figura de en acción. Es la reproducción de lo prohibido mismo en el
Sócrates, como símbolo de lo prohibido de procedencia ética, lugar del cuerpo y de lo significante. «La Ópera es el pro-
se perfila detrás de la escena clásica, está inscrita en su orde- ducto del hombre teórico... Únicamente unos oyentes propia-
nación misma: «Sócrates, con su muerte, se convierte en el
ideal nuevo, jamás hallado antes» ($ 13). La ecuación so-
mente sordos a la música pudieron exigir que, en la música
lírica, se comprendieran ante todo las palabras, y afirmar
crática es la posibilidad de una equivalencia que siempre que un renacimiento de esa música sólo era concebible a con-
se repite entre el «sentido» y el «valor», la «verdad» dición de inventar un tipo de canto en el que las palabras del
y la
«moral». texto dominaran al contrapunto como el amo al esclavo. Para
El término de ese proceso se halla representado, en la esas gentes, las palabras eran más nobles que su acompaña-
genealogía nietzscheana, por la forma de la ópera. Ésta es miento musical, del mismo modo que el alma superaba al
cuerpo en nobleza... El hombre se transporta en sueños a una
época en la que la pasión basta para producir cantos y poe-
A

476 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA 477

si la emoción hubiese sido alguna vez capaz de pluralizado, sometido a una operación de Darstellung con-
mas, como
crear algo artístico. La ópera presupone una concepción tinuada, mediante la cual se descubren las diferentes con-

errónea de la creación artística, la creencia idílica de que tradicciones implicadas. Lo que, en esa perspectiva genea-
todo hombre sensible es un artista... La ópera postula una lógica, se percibe de un modo aún impreciso y empírico es
época primitiva en la que el hombre vivía familiarizado eon una secuencia inusitada (que puede resumirse así: texto/in-
la naturaleza, realizando así el ideal de una humanidad a consciente/ /cuerpo/sujeto) que viene a perturbar la cohe-
la vez buena y artista» ($ 19). roncia idealista del razonamiento filosófico, la superficie de
No se trata tanto de una inversión de la metafísica so- sus significados y el principio de su articulación. Si el texto
crática como del efecto consiguiente a la misma. Así, al nietzscheano (suponiendo que esté unificado, lo cual no es
término del recorrido genealógico realizado en El origen de evidente) puede descifrarse primeramente como una gyenea

la tragedia, la fieción originaria que se daba al comienzo (la logía del razonamiento filosófico, lo es por razón de su es-
tragedia tomada en su comienzo absoluto) se halla entera- critura misma, que practica una refundición (global?) de
mente destruida por la aclaración de los postulados de la los materiales del texto idealista, una reinserción de las de-
ópera, los cuales están programados en el idealismo socrá- más cadenas de enunciados. Trabajo de intertextualidadfilo-
tico. Así se ofrece a la lectura la ilusión de un idioma «na- sófica que hoy día debe pasar por otras escenas.
tural», puro y sin metáfora, sin implantación de lo imagi- «Desde el punto de vista del materialismo dialéctico, el
nario (sin implantación imaginaria), sin trasfondo. Lo que idealismo filosófico es un desarrollo exclusivo, exagerado (una
hinchazón, uno de los rasgos, de uno
ampulosidad) de
actúa en el fondo de los idiomas son unas articulaciones una

sintácticas y unos trazados metafóricos complejos; es una de los aspectos, de uno de los límites del conocimiento, que
se convierte así en un absoluto, desprendido
de la ma-
«mitología», que continuamente se reactiva en términos neu- divinizado» (LENIN: Cahiers philoso-
tros en apariencia; es un entrecruzamiento de instancias que teria, de la naturaleza,
se borran unas a otras. La ópera tiene aquí solamente una phiques).
función ejemplar que permite leer con claridad unos procesos «El oscuro conocimiento de los factores y de los hechos
que vuelven a hallarse en el razonamiento metafísico. «... mez- psíquicos del inconsciente se refleja (es difícil decirlo de otro
cla de estilos del stilo rappresentativo en e! que la música modo, teniendo que recurrir al auxilio de la analogía con la
se ha considerado como sirvienta y el texto como amo, com- paranoia) en la construcción de una realidad suprasensible,
parada aquélla al cuerpo y el amo al alma; mezcla en la que, que la ciencia transforma en una psicología del inconsciente.
en el mejor de los casos, se tiene a la vista una música pu-
Se podría adoptar como tarea la de descomponer, situándose
ramente descriptiva como antiguamente en el ditirambo ático en ese punto de vista, los mitos relativos al paraíso y al

nuevo» ($ 19). pecado original, a Dios, al mal y al bien, a la inmortalidad,


etcétera, y transformar la metafísica en metapsicologit»
Ya trate del nombre del «ser» o de la «nada», del
se (FREUD: Psicopatología de la vida cotidiana).
eogito, de la sustancia o del sujeto, en todos los casos el
desciframiento genealógico pone al descubierto unas capas RESUMEN BIBLIOGRÁFICO
textuales imbrieadas. El dispositivo nietzscheano de lectura-
eseritura se propone deshacer todos los efectos de represen- Obras
tación repetidos por y en el idealismo filosófico. El carácter La naissance de la tragédie, trad. Cornélius Heim, ed. Gonthier-Médi-
radicalmente nuevo de la «posición» nietzscheana está en que tations (1964).
en el texto mismo de la metafísica descifra unos procedi- La naissance de la philosophie a Vépoque de la tragédie grecque, trad.
Genevieve Bianquis, París, Gallimard.
mientos que lo constituyen en torno a una «ausencia», la Le Livre du Philosophe, trad. e introducción de Angele Kremer-
ausencia de lo significante. Dicho texto se pone así en eseena Marietti, Aubier-Flammarion, 1969,
478 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

Considérations inactuelles, 1 y 11, III y IV, trad. G. Bianquis, Aubier.


Lecrépuscule des idoles, precedido de Le cas Wagner, Nietzsche contre
Wagner y seguido del Antéchrist, trad. Henri Albert, Mercure de
France, 1952.
D'Antéchrist, trad. y presentación de Dominique Tassel, U. G. E.,
10-18, 1967,
Ecce homo, trad. Alexandre Vialatte, Gallimard.
La volonté de puissance, 1 y Il, trad. G. Bianquis, Gallimard.
Poésies complétes, trad. G. Ribemont-Dessaignes, éd. du Seuil, 1948.
Lettres choisies, trad. A. Vialatte, Gallimard.
Lettres 4 Peter Gast, 1 y Il, trad. Louise Servicen, éd. du Rocher,
1957.
Ediciones Gallimard prepara una edición de las Obras completas
de Nietzsche, paralelamente a la ed. alemana (Walter de Gruyter) y
a la ed. italiana realizada por G. Colli y M, Montinari (Adelphi vI
Edizioni). Ya se han publicado seis volúmenes en traducción francesa:
Humain, trop humain, I, trad. Robert Rovini, 1968.
Human, trop humain, Il, trad. Robert Rovini, 1968. LAS MATEMÁTICAS: ORÍGENES
Aurore, trad, Julien Hervier, 1970. DE LA «MODERNIDAD» (1850-1900)
Le Gai Savoir, trad. Pierre Klossowski, 1967.
Zarathoustra, trad. Maurice de Gandillac, 1972.
Par-dela bien et mal; La généalogie de la morale, trad. de Cornélius POR JEAN-TOUSSAINT DESANTI
Heim, Isabelle Hildenbrand y Jean Gratien, 19s1.
De esta edición son responsables Gilles Deleuze y Maurice de
Gandillac. En estos últimos tiempos se habla mucho de las mate-
máticas «modernas». Mas esa «modernidad» no data de hoy,
Estudios
ni incluso de ayer. Hace ya más de un siglo que las mate-
G. BATAILLE: Sur Nietzsche, Gallimard, 1945. máticas se han vuelto «modernas». ¿En qué puntos y cómo?
E. FINK: La philosophie de Nietzsche (1960), trad. H. Hildenbrand y
A. Lindenberg, ed. de Minuit, col. Arguments, 1965,
Para saberlo tendremos que' retroceder hasta 1850.
M. HEIDEGGER: Nietzsche (1961), trad. Pierre Klossowski, ed. Gal-
limard, 1971.
G. DELEUZE: Nietzsche et la Philosophie, P. U, F., 1962. La falsa unidad
Cahiers de Royaumont, núm. VI (1964), ed. de Minuit, 1967.
P. KLossowsKI: Nietzsche et le cercle vicieux, Mercure de France, 1965.
J.-M. ReY: L'Enjeu des Signes — lecture de Nietzsche, éd. du Seuil, Hacia esa época, cierta forma de práctica matemática
col. L'Ordre philosophique, 1971.
B. PAUTRAT: Versions du Soleil —
figures et systeme de Nietzsche, está punto de caer en un pasado anticuado. Esa práctica
a
éd. du Seuil, col, L'Ordre philosophique, 1971. se había basado en la unidad (provisional) de las reglas del
S. KOFMAN: Nietzsche et la Métaphore, Payot, 1972, cálculo y las exigencias de la intuición. Un ejemplo muy
conocido nos lo proporcionaría la noción de curva, pensada,
de un modo que se juzgaba indisoluble, como expresión ana-
lítica y como trayectoria descrita por el movimiento de un
punto. Limitación a la que, a finales del siglo XVIII, el pro-
pio L. de Lagrange no siempre había escapado. La repre-
sentación de semejante unidad inducía a imaginar un campo
de evidencia en el que siempre se estaría en condiciones de
comprobar la concordancia entre las concatenaciones Opera-
torias, propias de un cálculo, y las leyes inmanentes que
permiten captar en la intuición las modalidades de construc-
ción de los objetos que las operaciones componen. Atenién-
Y» »
480
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EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
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LAS MATEMÁTICAS
9. 3) 0»

481

donos aquí al ejemplo de las curvas continuas planas, la resultados? No anulaban en modo alguno la «geometría eucli-
ecuación f (x, y) = 0 determinaba una región del plano tal
diana». Las veintiocho primeras proposiciones del libro 1 de
que el dato de la arquitectura formal «f» siempre estaría los Elementos de Euclides siguen siendo verdaderas, ya que
remitido a un correlato intuitivo cuyo modo ordenado de en-
no utilizan el quinto postulado. A partir de la proposición 28,
gendrarse podría ser captado progresivamente en las proxi- tres caminos quedaban abiertos (hoy ya, más de tres): el del
midades de cada punto. Esa presuposición parecía adaptarse
propio Euclides, el de Bolyai-Lobatchevski y el de Riemann.
muy bien a la concepción kantiana de las matemáticas, de Se comprobaba así la posibilidad de negar un enunciado con-
las que E. Kant había dicho que proceden «por construcción siderado como «evidente» y de obtener, reemplazándolo por
de conceptos». A nivel de la práctica de las matemáticas,
otros (que chocan con nuestra representación usual del espa-
estaba encaminada a autorizar ciertas especies de razona-
mientos (llamados «geométricos») basados precisamente en cio), un edificio teórico coherente, un ámbito en el que se
podían engendrar enunciados con validez de teoremas. Me-
esa exigencia de constructividad; ejemplo: el modo en
que diante un choque de rechazo, ello significaba que la geome-
se creía poder «demostrar» el falso enunciado
que afirma tría de Euclides no debía su «verdad» a la «evidencia» de
que toda función £ontinua es'diferenciable; únicamente la sus principios, sino a la coherencia de los sistemas de
imprecisión del lenguaje permitía aquí alcanzar la conclusión pro-
posiciones producidos en su seno. Sobre ese punto, era la re-
deseada. vancha póstuma de G. W. Leibniz sobre E. Kant, el derrum-
bamiento de una región esencial, del criterio de la evidencia.
Las tres fracturas Con ello aparecía una técnica que un día estaría llamada a
un gran desarrollo, la técnica que permite mostrar la inde-
pendencia de un axioma construyendo un modelo coherente
Ahora bien, hacia 1850, ese ámbito de evidencia se viene en el que el axioma no se satisface. Así comenzaba a com-
abajo por tres líneas de fractura principales. probarse la propiedad de las teorías matemáticas según la
cual la «verdad» es en ellas relativa al sistema de axiomas
Las geometrías generales inicialmente adoptados.
La primera fractura se abre a causa del desarrollo de las
geometrías generales («no euclidianas»). En 1826, N. Lobat- La teoría de las funciones
chevski construyó un modelo (que hoy llamamos hiperbólico)
La segunda línea de fractura aparece en el corazón del
en el que se negaba el quinto postulado de Euclides
(que equi- análisis matemático, en la teoría de las funciones, en el pun-
vale al siguiente enunciado: por un punto del plano se
puede to mismo en que, desde Newton y Leibniz, se había instau-
trazar una paralela, y solamente una, a una rectadel plano).
rado el vínculo entre la «filosofía natural» (la física) y el
En el mismoaño, F. Bolyai había acabado de redactar
un tra- cálculo infinitesimal. En 1822, en su Teoría analítica del ca-
bajo, publicado algunos años después, y que, casi en semejante lor, J. Fourier, estudiando la ecuación de propagación del
lenguaje, exponía los mismos resultados que el trabajo de calor en un sólido (ecuación diferencial con derivadas
N. Lobatchevski. En 1854, B. Riemann, en una célebre me- par-
ciales de la misma forma que la ecuación de las cuerdas vi-
moria (Sobre las hipótesis que sirven de fundamento a la
geo- brantes), llega a plantearse el problema de averiguar en qué
metría), construyó otro medelo no euclidiano (que hoy deno- condiciones una función arbitraria puede representarse por
minamos elíptico) y que iba a estar llamado a desempeñar un un desarrollo en serie trigonométrica convergente
papel fundamental en la física matemática. En el modelo de (1. e., por
una suma indefinida de senos y cosenos cuyo
Lobatchevski, por un punto del plano pueden trazarse dos límite, para
un valor de la variable en un
paralelas a una recta del plano. ¿Cuál era el alcance de esos punto, sea igual al valor que
toma [en ese punto] la función, que se supone definida en
Uú UUU4USsysa asas asa yuyu aaa a aaaasa
482 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LAS MATEMÁTICAS 483
el intervalo [— rx, + 7]). El problema planteado era insó- tes para definir el concepto de integral. Importaba entonqes
lito, por cuanto la función arbitraria f(x) figuraba (en las emplear técnicas completamente nuevas y, empleando la ex-
fórmulas que permiten calcular los coeficientes de la serie presión de G. Lejeune-Dirichlet, «sustituir el cálculo por
trigonométrica en cuestión) bajo el signo de integración. Por ideas». La exigencia de exactitud se desplaza del campode
ejemplo, el coeficiente del enésimo término de la serie de los los cálculos (los métodos algebraicos procedentes de Lagran-
cosenos se escribe ad, = ¿f/f? f(x) cos an de. Entonces ge) hacia el del añálisis de los ámbitos de definición de las
se planteaba el problema de averiguar el sentido
que había funciones más «generales. A finales del siglo, esa exigencia
que dar a la expresión 3 fx) de, si f(x) es una función
iba a desembocar en la constitución de la teoría de los tón-
arbitraria. Reflexionemos un momento en la naturaleza del
problema así planteado. En el origen del cálculo infinitesi- juntos de puntos. Por lo pronto, llevaba consigo la medifica-
ción del campo del análisis, lo que se llamaría su «aritmeti-
mal, ya había. surgido la pregunta de cuál era la denotación
de la expresión dx. Esa cuestión había sido momentánea- zación»: la construcción con un material mínimo que se juzga
mente resuelta a finales del siglo XVIII por Lagrange, median- suficientemente seguro, la aritmética de los números ente-
te una algebrización del cálculo que concedía el privilegio a ros, los ámbitos más ricos y más generales (sistema de los
la operación de desarrollo en serie y eliminaba (al menos números racionales, sistema de los números reales, sistema
Lagrange así lo afirmaba) toda consideración de infinitamen- de los números complejos) suficientes para que se puedan
te pequeños, o de cantidades fluyentes. Por desgracia, sólo concatenar en ellos las propiedades de las funciones más ge-
determinadas especies de funciones especialmente dóciles se nerales. En ese “movimiento, el concepto usual del espacio,
prestan a ser tratadas como recomienda Lagrange. De modo como forma del sentido externo, se hallaba enteramente des-
que la introducción de la exactitud (de la cual proporcionaba naturalizado: un punto no es sino un número n de números
el canon la seguridad de los métodos del álgebra) exigía que (21, Zn). Los conceptos tradicionales, elaborados al co-
...

se pagase un precio: la restricción del ámbito del análisis mienzo en los campos intuitivos, como el concepto de curva,
a unas clases de funciones manejables (las el de ámbito continuo, el de función continua, el de serie con-
que Lagrange ha-
bía llamado «analíticas», y para las cuales se podía disponer vergente, etc., exigen entonces ser reelaborados de un modo
de un desarrollo en serie de Taylor convergente). La elimi- compatible con las definiciones y los axiomas propios de los
nación de las «cantidades evanescentes» mediante el método ámbitos así propuestos. Sobre éste punto también hacia 1850
de Lagrange no exigía así ninguna «revolución técnica» en se da el indicio de una ruptura. Riemann, en 1854, renueva
el campo matemático. Muy al contrario, había que afinar
y y generaliza el concepto de espacio abstracto sobre el que,
explotar sistemáticamente unos métodos que ya habían sido en lo esencial, aún vivimos. En 1851, en su disertación inau-
probados. Ya no era lo mismo ahora que se había aclaradola gural, había introducido en el análisis unos métodos de natu-
idea de función arbitraria. Importaba definir, con toda la ge- raleza topológica.
neralidad posible, la operación representada por $3 fa) de
—<que determina la «integral definida» de la función arbi- La liberación del álgebra
traria f(x)— o, dicho de otro modo, definir el concepto de
integral de tal modo que se puedan enunciar las condiciones Una tercera línea de fractura se presenta con el hecho de
en las que una función que posee, por ejemplo, una infinidad la «liberación» del álgebra. A decir verdad, ya hacía casi dos
de puntos de discontinuidad, es susceptible de integración. siglos que Leibniz la había liberado, cuando propuso el con-
Hallándose así generalizado el concepto de función (no era cepto de cálculo generalizado. Para Leibniz, un «cálculo» es
seguro a priori que, en la expresión F(x), F' se presente un sistema formado por un conjunto de objetos cualesquiera
como una arquitectura de símbolos usuales del álgebra), no
y por un conjunto de leyes de composición definidas sobre él.
se hallaban ya en el campo del cálculo los recursos suficien- En modo alguno se requiere aquí que los «objetos» sean nú-
484 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LAS MATEMÁTICAS 485

meros ni que las leyes de composición tengan precisamente bía extendido al «espacio de 1 dimensiones» la operación
las propiedades de las operaciones usuales del álgebra (por usual de adición de vectores. En 1847, G. Boole (The Ma-
ejemplo, la conmutatividad de la multiplicación). La única
condición que debe satisfacer
thematical analysis of Logic) define en términos (conceptos,
cálculo es que el uso de las
un clases, proposiciones) unas leyes de composición que satis-
leyes de elcomposición no engendre él contradicción (por
en facían las leyes formales de las operaciones clásicas del álge-
ejemplo, cálculo que constituye la aritmética se derrumba- bra (conmutación, asociación), pero que, además, poseían
ría si en ella pudiera producirse al mismo tiempo 1 = 0 unas propiedades específicas (idempotencia de la «adición»
y
2 = 0; entonces podría producirse en ella
cualquier fórmu- y de la «multiplicación», por ejemplo; doble distributividad
la). Sabido es que la obra de Leibniz sobre ese punto iba a de la «adición» [disyunción de los términos] y de la «multi-
quedar durante mucho tiempoal margen de la actividad pro- plicación» [conjunción de los términos]). Empalmaba así
ductora de los matemáticos. La introducción del cálculo infi-
nitesimal en el campo de la mecánica, en el de la física (la
con la tradición que partía de Leibniz, y firmaba el acta de
nacimiento del álgebra de la lógica. Por último (para limi-
«filosofía natural») y en el de la geometría algebraica fue la tarnos a lo esencial), en 1853, W. R. Hamilton, con la publi-
gran obra del siglo XVII y, en lo esencial bastó para absorber cación de las Lectures on Quaternious, construye un álgebra
las energías de los matemáticos, desde Newton a Lagrange. en la que las operaciones definidas no son conmutativas. Ese
El álgebra general que Leibniz había considerado quedó fue- movimiento de extensión del campo del álgebra, durante el
ra de examen. Pero he aquí que en esos años, y en el cual se desprende poco a poco la moción de ley abstracta de
campo
tradicional del álgebra, aparecen problemas que abren el ca- composición, iba a desembocar en 1867 en la exposición sis-
mino hacia el «álgebra abstracta». En sus trabajos sobre la temática de H. Hankel, Theorie der complexen Zahlensyste-
resolución de las ecuaciones algebraicas, Lagrange y Gauss me, en la que la idea de ley formal desarrolla explícita-
se
ya se habían visto inducidos a definir leyes de composición mente. Así, a la vez que se despeja el concepto general de
sobre unos entes matemáticos que no eran números: las álgebra (sistema formado al darse un conjunto de términos
per-
mutaciones. Manejaban así (sin definir ni dencminar explí- y un conjunto de leyes de composición definidas sobre él), co-
citamente el concepto al que se refería su práctica) las pro- mienza a iniciarse y a especificarse la tarea matemática de
piedades del «objeto» matemático que llamamos «grupo fini- construir álgebras diferenciadas.
to». Évariste Galois, cuyos trabajos comienzan a ser conocidos Cada una de esas líneas de fractura, por las que se quie-
después de 1846, estudiando sistemáticamente las propieda- bra la figura de equilibrio de la Mathesis heredada del si-
des de los grupos de permutaciones asociadas a las ecuacio- glo XVII, abre un campo matemático nuevo. La actividad
nes algebraicas, deduce algunas de las propiedades generales matemática que trabaja en esos diferentes campos producirá,
de los grupos, y maneja el concepto de grupo abstracto, en el espacio de cincuenta años, una nueva configuración de
ya
que utiliza la noción de isomorfía entre estructuras de grupos la matemática, otro modo de distribución de sus objetos. No
(lo que da a entender que concibió la estructura de grupo in- podría tratarse, en nuestro caso, de describir ese movimiento,
dependientemente de los modelos en los que esa estructura ni siquiera en sus grandes líneas. Limitémonos a indicaral-
se realiza). Mas el camino hacia el álgebra abstracta. iba a gunos ejemplos que nos permitirán percibir la naturaleza
trazarse partiendo de otras regiones del campo matemático. de los problemas epistemológicos planteados por la introduc-
Entre 1844 y 1867, tanto en Inglaterra como en el continen- ción de las nuevas formaciones matemáticas, cuyo origen
te, ven la luz unos trabajos que generalizan la noción de ope- acabamos de señalar hacia 1850.
ración, extendiendo su campo a objetos de especie distinta a la
de los habituales objetos del álgebra. Desde 1844, H. Grass-
man había formulado los principios del álgebra lineal: ha-
BOBs YU Y 0.10 YU Y Y UU YY 94
486 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LAS MATEMÁTICAS 487

recurso a la intuición «geométrica», era posible definir sin


Los orígenes de la matemática moderna contradicción (ai menos ésa era la convicción de los matemá-
ticos) las operaciones y los objetos del análisis. Ese sistema
Tomemoscomo centro de perspectiva el año 1884,
en el estaba construido de un modo enteramente axiomático. En
que G. Frege publica los Fundamentos de la aritmética. En particular, su naturaleza arquimédica (1) excluye del campo
dicha obra, su autor se propone definir, con ayuda de los del análisis toda consideración de infinitamente pequeños.
meros recursos de la lógica, el
concepto de número natural. A la vez se alcanza el fin que se había propuesto Lagrange
semejante proyecto sólo se comprende referido a su contex- cuando, en la Introducción de la Teoría de las funciones ana-
to matemático; considerado en sí
mismo, nada tenía de nue- líticas (1797), había declarado que quería eliminarde la teo-
vo. Antes de Frege, B. Bolzano, nacido en 1781
y fallecido ría de las funciones las nociones extrañas (en particular, las
en 1818, en su Wissenschaftslehre
había concebido la tarea nociones procedentes de la mecánica: la «variación» de una
de reproducir todo el edificio de las matemáticas
partiendo «magnitud» considerada como vinculada al «movimiento» de
do la base de una lógica purificada y enteramente modificada
un punto sobre un eje). Esa eliminación exigía ahora una
con ese fin. Muchas distinciones
que hoy nos son familiares reelaboración del concepto de «variable». Pero mucho más
tla distinción entre semántica y sintaxis), muchos aún exigía una atención al conjunto de los conceptos defini-
conceptos
que han llegado a ser usuales (por ejemplo, el de sistema de- dos en el punto de partida la construcción debida a Weier-
ductivo), fueron elaborados por Bolzano, para las exigencias strass. En una teoría axiomatizada, desarrollada como sis-
de su empresa teórica. Antes que Frege, despidió de las
ma- tema deductivo, los enunciados sólo deben su verdad a los
temáticas al psicologismo y, al mismo tiempo, a la filosofía axiomas y a las reglas de deducción. El constante respeto a
kantiana. Si se piensa que él mismo fue un matemático erea- las reglas de una lógica inmanente es el único recurso del
dor y que en su obra póstuma (Las paradojas del infini- matemático. Mas el sistema de los números reales se había
to, 1851) enuncia, treinta años antes que G. Cantor, algunas obtenido partiendo del sistema de los enteros naturales, por
de las propiedades de los conjuntos infinitos, se medirá hasta extensión y completando, de acuerdo con un esquema hoy
qué punto su proyecto de una «gran lógica» se ajustaba a muy conocido:
las exigencias de la matemática más avanzada de
su época,
y daba testimonio del descubrimiento de las nuevas configu-
enteros naturales
raciones. Mas, durante la vida de Bolzano, su obra tuvo ,

poco
impacto entre los matemáticos. La misma observación po- enteros relativos
dria formularse acerca de la obra de G. Frege, ;

que iba a
quedar desconocida hasta el momento en que, en 1903, B. Rus- números racionales
sell, en un apéndice de sus Principles of Mathematies, le ren- 1

día un brillante homenaje. Y de hecho, en aquel año de 1884


números reales
se ajustaba firmemente a la base de todo
¡
el edificio mate-
mático, Es decir, que desde el punto de vista lógico, la seguridad
del sistema depende de la seguridad del punto de partida: la
GF. Prege de la aritmética de los enteros naturales. Eliminar de la arit-

Por una parte, el movimiento de aritmetización del aná-


lisis se hallaba terminado. La enseñanza de K. Weierstrass (1). El axioma llamado de Arquímedes se debe, como es sabido, a
había sido decisiva sobre ese punto. El sistema de los núme- Eudoxio; caracteriza las magnitudes que manejaban los matemáticos
ros reales constituía
griegos: dada una magnitud m, exíste un entero K tal, que el pro-
así el ámbito en el cual, fuera de todo ducto m.K sea superior a toda magnitud dada 7, superior a m,
488 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
LAS MATEMÁTICAS 489
mética las cuestiones extrañas a la pura lógica se convertía
entonces en un problema matemático fundamental. Para
abordar ese problema, Frege, en 1879, en su Begriffsschrift G. Cantor
había rehecho ab ovo los conceptos fundamentales de la lógi-
Mas en el mismoaño, los Mathematische Annalen publi-
ca, creando para ello un simbolismo adecuado y enteramente
caban la última de una serie de seis memorias (la publicación
explícito. El Begriffsschrift no es, como las construcciones había comenzado en 1879, el mismo año del Begriffsschrift)
de G. Boole y de A. de Morgan, una simple extensión del
álgebra. Es fundamentalmente la producción de un idioma cuyo título era: Uber unendliche lineare Punktmannigfaltig-
keiten (Sobre los conjuntos lineares infinitos de puntos). El
formal enteramente transparente, cuyas leyes sean visibles
en el sistema de las escrituras que
autor, Georg Cantor, trabajaba en un campo enteramente
constituyen sus expresio- distinto del de Frege. Había comenzado su actividad mate-
nes; un idioma en el que se puedan definir con entera preci-
sión las nociones utilizadas desde hacía mucho tiempo mática en 1872, con unas investigaciones dedicadas al pro-
por
los matemáticos, y las que éstos se veían espontáneamente blema, que antes hemos evocado, de la representación de una
función arbitraria por medio de una serie trigonométrica.
inducidos a admitir sin más examen; no solamente el concep-
to de número natural, el de función y el de relación, sino Exigencias técnicas (el estudio de las singularidades de las
funciones más generales) lo habían conducido a intentar aña-
también conceptos más arraigados aún en su práctica, como
lizar sistemáticamente las propiedades de los conjuntos de
el de fórmula, el de enunciado, el de proposición y el de en-
cadenamiento demostrativo. El proyecto del Begriffsschrift puntos (que él llamaba «multiplicidades») (Mannigfaltigkel-
ten), antes de utilizar la palabra que iba a conservarse:
es, en suma, producir el idioma carente de ambigiiedad en
el que deben escribirse los textos matemáticos, de modo
«cojuntos» (Mengen, en inglés Sets). Entendiendo bien que
«punto» debe considerarse aquí de un modo puramente arit-
que el sistema de esas escrituras sea enteramente adecua- mético, como un número a de números. En el caso lineal, »n
do a los entes matemáticos cuyas propiedades enuncian y
se tomaba igual a 1. Cantor no tenía en absoluto las mismas
concatenan los textos. Era el acta de nacimiento de la lógi-
ca moderna. Sobre la base de esa reelaboración de la lógica
preocupaciones que Frege; no estaba orientado hacia los pro-
blemas de fundamentación, y las preocupaciones lógicas pre-
es donde, en 1884, se propone Frege, en un idioma informal,
vias no le concernían. Sin embargo, en el ámbito que explo-
echar los cimientos de la aritmética y, a la vez, sentar la
raba iba a enunciar unos teoremas y a engendrar unos obje-
base del edificio del análisis aritmetizado. A partir de 1893,
tos cuyo alcance iba a plantear cuestones de fundamento y
en las Grundgesetze der Arithmetik, iba a producir el sis-
a ajustarse, al menos en eso, al campo de los problemas abier-
tema enteramente formalizado, derivando, en la lógica que
había expuesto, los teoremas fundamentales de la aritmética
to por Frege.
Y en primer lugar (a pesar de las diferencias esenciales
y del análisis.
en el tratamiento del material matemático), no puede uno
He aquí uno de los problemas que plantea la introducción
de la nueva configuración matemática: la producción de una dejar de quedar impresionado por el paralelismo de las ope-
raciones mediante las cuales define Frege el concepto de nú-
lógica suficientemente firme para que se puedan (sin contra- mero (como clase de equivalencia definida sobre los conceptos
dicciones) derivar de ella al menos las proposiciones funda- por la relación de correspondencia biunívoca) y de aquellas
mentales de la aritmética. El ámbito teórico abierto en ese
mediante las cuales define Cantor el concepto de potencia
momento, con otras técnicas y en otros campos, está aún de un conjunto. Para Frege, se dice que dos conceptos son
vivo hoy.
equinuméricos si puede establecerse una correspondencia biu-
nívoca entre los objetos que caen bajo uno y los objetos que
caen bajo el otro. Para Cantor, dos conjuntos (en 1884, con-
juntos de puntos) son equipotentes si entre los elementos de
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, T. JIL.— 82
490 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LAS MATEMÁTICAS 491

uno y los elementos del otro


se puede definir una función que Ahora bien, el conjunto de los números pares es una verda-
establezca correspondencia biunívoca. La noción de apli-
una dera parte del conjunto de los enteros. Dispondremos así de
cación (que Frege se había esforzado por definir en términos una primera clase de conjuntos infinitos: los conjuntos
que
puramente lógicos) aparecía en ambos como designando la posean la potencia de lo enumerable, i. e., los que puedan
operación fundamental, capaz de engendrar entes matemá- aplicarse de una manera biunívoca al conjunto de los ente-
ticos. La diferencia esencial se debía a que, en Cantor, el eon- ros. El uso de la aplicación destruye así un prejuicio intui-
cepto de elemento de un conjunto seguía siendo intuitivo y tivo hasta tal punto arraigado que durante mucho tiempo ha
bastante vago. En cambio, Frege se había esforzado por es- sido considerado como un axioma, el de que el todo es mayor
pecificar en su formalismo lo que acordaba que se entendiera que la parte. Dicho axioma, válido para las «magnitudes fini-
por la expresión: «el objeto » cae bajo el concepto F». Ade- tas» desde el momento en que se dispone para ellas de una
más es posible traducir al lenguaje de Frege la definición métrica, por ejemplo, un segmento de recta de longitud dada,
:“antoriana de potencia de un conjunto, y, recíprocamente no tiene ya ningún valor cuando se trata del conjunto de los
(por poco que se disponga de un formalismo adecuado, como puntos situados en ese mismo segmento. En ese ámbito, las
es el caso actualmente), traducir al lenguaje de los conjuntos expresiones «mayor que», «menor que» son distintas de las
la definición que da Frege del concepto de entero natural (ex- expresiones «contener» y «estar contenido en». Así es como
puestos a desnaturalizar el punto de vista original de uno y Cantor demostró que el conjunto de los números racionales,
de otro; aunque ello no altera en nada la equivalencia in re que contiene el conjunto de los enteros, le es equipotente. El
de las operaciones utilizadas). Así, desde el punto de partida, uso repetido de la aplicación lo conduce más lejos. Muestra
dos investigaciones emprendidas desde distintos puntos del que es contradictorio suponer la existencia de una función
campo matemático, con fines diferentes y con horizontes teóri- que aplique de un modo biunívoco el conjunto de los puntos
cos diferentes, resulta que manifiestan el carácter fundamen- de abscisa racional de un segmento de recta sobre el conjun-
tal de un mismo concepto: el de aplicación. Otro matemático, to de los puntos pertenecientes a ese segmento. Lo cual le
R. Dedekind, había reconocido a su vez esa importancia. Ya indujo a enunciar que el conjunto de los números reales posee
no se podría repetir en adelante con L. Kronecker: «Dios una potencia superior a la de lo enumerable. Denomina a
ha creado los enteros; nosotros, los matemáticos, hemos cons- esa potencia, «potencia del continuo». De un modo más gene-
truido el resto.» El concepto de aplicación es más antiguo ral, demuestra que el conjunto de las partes de un conjunto
(lógicamente) que el concepto de entero. Ahora bien, designa posee una potencia superior al conjunto mismo. Y como su-
una operación. pone (sin enunciarlo explícitamente como axioma) que siem-
Y aún hay más. El uso de la aplicación condujo a Cantor pre se puede formar el conjunto de las partes de un conjunto
a engendrar (en sentido restringido, 1. e., sin que frecuente- cualquiera, disponía así de un medio (no constructivo) de
mente sea posible mostrar un procedimiento que permita engendrar una escala infinita de potencias crecientes.
construir los objetos engendrados) una escala de conjuntos
infinitos de potencia creciente. Para Cantor, como para su El paraiso cantoriano
contemporáneo Dedekind, un conjunto infinito (es su defini-
ción) es un conjunto tal que puede establecerse una corres- Diez años después, en 1895 y 1897, Cantor generalizaría
pondencia biunívoca entre sus elementos y los de una de sus a conjuntos cualesquiera los resultados obtenidos con los con-
verdaderas partes. Por ejemplo, reconoceremos que el con- juntos de puntos y crearía la teoría de los números cardina-
junto de los enteros es infinito en que podemos hacer que a les y ordinales transfinitos, dando así origen a lo que D. Hil-
todo número entero (par o impar) le corresponda un número bert llamó «el paraíso que Cantor nos ha proporcionado».
par y uno sólo, y, recíprocamente, a todo número par, pode- Mas en ese paraíso, al menos un fruto contenía un gusa-
mos hacer que corresponda un número entero y sólo uno. no. Un solo ejemplo bastará para mostrarlo. El razonamiento
SS — A. O

LAS MATEMÁTICAS 493


492 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

mediante el cual demuestra Cantor que el conjunto de los tos de edificio después de terminada su obra.» Y añadía:
su
«Solatium miseris, socios habuisse dolorun!..., quienquiera
subconjuntos de un conjunto tiene una potencia superior al
conjunto mismo utiliza, en el caso general, el tercero exclui- que en sus demostraciones haga uso de las extensiones de
do. Es un razonamiento porel absurdo. Supone que el objeto conceptos, de las clases y de los conjuntos, está en la misma
denominado «conjunto cualquiera» está bastante bien defi- situación que yo. Lo que está en tela de juicio no es solamente
nido para que, dado un objeto, se pueda siempre decidir si el modo en que yo mismo he fundamentado la aritmética,
sino la posibilidad de dar a la aritmética un fundamento
pertenece o no a ese conjunto, o si, dada una propiedad P, la
posee o no la posee. Mientras se piense, enel análisis clásico,
lógico, cual fuere.»
sea

en conjuntos de puntos para los cuales se dispone general-


Así, siglo termina con una interrogación. El movimien-
el
to de emergencia de las estructuras abstractas, en el cual se
mente de correspondencias funcionales bien definidas, seme-
traza de nuevo la configuración de la Mathesis, propone el
jante cuestión puede ser aplazada. No sucede lo mismo en las
memorias de 1895-1897, en las que se trabaja con conjuntos concepto de un material mínimo. No es ya el concepto de
número natural, sino el de conjunto abstracto. La actividad
cualesquiera. Importa entonces que la expresión «conjunto» matemática debía producir los instrumentos técnicos para
denote siempre un objeto bien definido, cuyo uso no engen-
dre contradicción, sea cual sea el conjunto que se considere.
dominarlo y para hacer más próximo y más manejable el
En particular debe ser posible considerar conjuntos cuyos «paraíso cantoriano», a su vez relativizado. Mas aquí comien-
za otra historia.
elementos sean a su vez conjuntos. Al parecer (ya que tene-
mos libertad para formar conjuntos cualesquiera), nada nos
impide entonces considerar el conjunto E, denominado «con- RESUMEN BIBLIOGRÁFICO
junto de todos los conjuntos». Por definición, ese conjunto E. T. BELL: The development of mathematics, Nueva York-Londres,
no es un conjunto vacío. Tenemos entonces (según patede) 1945.
derecho a considerar como bien definido el conjunto de sus N. BOURBAKI: Éléments d'Histoire des Mathématiques, París, 1960.
J. CAVAILLES: Remarques sur la formation de la théorie abstraite des
partes, P,g). ¿Qué sucede con la potencia de P,g,? En 1899 ensembles, París, 1937.
descubre Cantor la paradoja. La potencia de Pg, debe ser — Méthode axiomatique et formalisme, París, 1937.
superior a la potencia de E. Mas E es «el conjunto de todos J.-T. DESANTI: Les idéalités mathématiques, París, 1968.
G. FREGE: Fondements de U'Arithmétique, París, 1970,
los conjuntos»; por lo tanto, Py, que es un conjunto, es Écrits logiques et philosophiques, París, 1971 (trad. Cl. Humbert).
una parte de E, y debe entonces tener una potencia a lo

B. RUSSELL: The principles of Mathematics, Londres, 19053.


sumo igual a la de E. Contradicción. Y entonces, 0 bien es
HADAMARD-BOREL-LEBESGUE: «Cinq lettres sur la théorie des ensem-
bles», en E, BOREL, Lecons sur le theme des fonctions, París, 1914.
falso el teorema fundamental que permite «engendrar» las J. VUILLEMIN: Philosophie de U'Algébre, París.
potencias —y én tal caso se acabó el «paraíso de Cantor»—;
o bien importa reelaborar por completo el concepto
de con-
junto —de modo que se elimine desde el punto de partida
esa insoportable contradicción—. Se podría incriminar aquí
la «ingenuidad» de Cantor, es decir, la ausencia de un forma-
lismo suficientemente explícito y esmerado, así como el hecho
de que haya dejado sin aclarar las nociones de conjunto y de
elemento. Se cometería una equivocación. En 1902, el propio
Frege, que había tomado tantas precauciones, alertado por
B. Russell, escribe con desesperación en un post scriptum al
segundo tomo de sus Grundgesetze: «Nada peor puede suce-
derle a un autorcientífico que ver derrumbarse los cimien-
LA ESCUELA DE MARBURGO 495

En una visión general, la historia de la Escuela de Mar-


burgo se muestra bastante simple. El primer momento lo
constituye la «vuelta a Kant» realizada por H. Cohen, el
cual, en su Kants Theorie der Erfahrung (a la que seguirán
dos obras, una dedicada a la ética y la otra a la estética kan-
tianas) (3), intenta mostrar el estrecho vínculo entre las
ciencias y la filosofía trascendental, insistiendo especialmen-
te en la significación del cálculo infinitesimal. «Vuelta a
Kant»: vuelta a la historia de la filosofía en general, enten-
VII dida no como construcción, como pretendía Hegel, sino como
investigación (4). A la obra de Cohen se unirán también,
LA ESCUELA DE MARBURGO: naturalmente, los primeros trabajos de Natorp y de Cas-
H. COHEN, P. NATORP, E. CASSIRER sirer: Natorp estudiará la teoría cartesiana del conocimien-
to (5) y sobre todo a Platón (6), mientras que Cassirer se
POR ALExIs PHILONENKO dedicará en primer lugar a Leibniz (7) antes de emprender
la redacción de una monumental historia de la filosofía de
Tres grandes nombres resumen la historia de la Escuela la época moderna (8). Dos ideas dominan ese primer mo-
de Marburgo: Hermann Cohen (1842-1918), Paul Natorp mento: en primer lugar, se dedica un interés muy especial
(1854-1924) y Ernst Cassirer (1874-1945). La influencia de a la teoría del conocimiento (como lo muestran los títulos de
la Escuela de Marburgo ha sido considerable, como el núme- las primeras obras), y una filosofía sólo se valora en la me-
ro de los trabajos que ha producido, pues una bibliografía dida en que se vincula a las ciencias, lo cual explica el re-
relativamente completa ocuparía por lo menos una decena proche de positivismo que se le dirige a la Escuela de Mar-
de páginas. La vida activa de la Escuela de Marburgo duró burgo (9); en segundo lugar, como muy bien se ve en Natorp
unos sesenta años. Su nacimiento puede situarse en 1871 y en Cassirer, se insiste menos en los contenidos científicos
(fecha de publicación de la obra de Cohen, Kants Theorie der que en el método, quedando claro que la verdadera teoría del
Erfahrung) y su dislocación definitiva en 1933 (al marchar- método científico fue definitivamente establecida por Kant
se de Alemania Ernst Cassirer, después del acceso de Hitler
al cargo de canciller). Entre 1890 y 1920 la Escuela de Mar- (3) Cfr, H. COHEN: Kamts Begriúndung der Ethik (1877) y Kants
Begrúndung der Aesthetik (1889).
burgo iba a brillar con su más viva luz. Por numerosas razo- (4) Fue Natorp el que expresó primero esa oposición.
nes, el movimiento de la Escuela de Marburgo no fue, sin (5) P. NATORP: Descartes” Erkenntrmistheorie, Eine Studie zur
embargo, conocido en Francia. Como observaba H. Dussort, Vorgeschichte des Kriticismus, Marburgo, 1882,
(6) P. NatorpP: Platos Ideenlehre, Eine Einfúhrung in den Idealis-
«de las obras de Cohen y de Natorp, tan ricas y diversas, no mus, 2." ed., Leipzig, 1921.
ha sido traducido nada, absolutamente nada» (1). Única- (7) E, CASSIRER: Leibniz System in seinen wissenschaftlichen
mente algunos textos de Ernst Cassirer se tradujeron (2), Girundlagen, Marburgo, 1902. Indiquemos que la primera parte de la
obra está dedicada a Descartes.
pero sus trabajos más importantes no fueron traducidos o (8) E. CASSIRER: Das Erkenntnisproblem in der Philosophie und
Wissenschaft der neueren Zeit, 3.* ed., Berlín, 1922. El primer volumen
lo fueron al idioma inglés.
abarca desde Nicolás de Cusa hasta P. Bayle; el segundo, desde
FP, Bacon a Kant; el tercero está dedicado a los sistemas poskantianos.
Cassirer concedía una gran importancia a Nicolás de Cusa, como
(0 H. Dussort: L'École de Marbourg, París, 1963, pág. 131.
(2) Ibíd, Dussort indica los pocos textos de Cassirer traducidos. puede verse en su libro clásico Individuum und Kosmos in der Philo-
A ellos hay que añadir, desde 1967, la traducción de la Philosophie sophie der Renaissance, Leipzig, 1927,
der
Aufklirung (Philosophie des Lumitres, Fayard). La Filosofía de (9) Cfr. J VUILLEMIN: L'Héritage kantien et la Révolution coper-
las formas simbólicas acaba de aparecer, hace muy poco, en francés. nicienne, París, 1954, págs. 204 y sigs.
O
»

496 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA ESCUELA DE MARBURGO 497

y que unestudio de la filosofía cartesiana, por ejemplo, per- la teoría de la relatividad, planteando la cuestión de si Cas-
tenece ala «prehistoria del criticismo» (10). sirer como neokantianó, tenía derecho a expresarlas. En
Esa idea de método que va a dominar es lo que se podría 1936, en su obra dedicada esta vez a la teoría de los cuan-
llamar el segundo momento de la Escuela de Marburgo. La tos y titulada Determinismo e indeterminismo en la física
obra personal de Cohen se titula Sistema de la filosofía, cuya moderna, intentaba Cassirer efectuar una importante rec-
primera parte está constituida por la Lógica del conocimiento tificación. Reconocía en primer lugar que el conjunto de los
puro (1902). Sistema significa siempre y esencialmente «mé- trabajos de la Escuela de Marburgo, y especialmente 3u obra
todo», y no que la filosofía deba constituirse como totalidad El concepto de sustancia y el concepto de función, se basa-
cerrada. Además, en el Prefacio de la Lógica del conocimien- ban en una concepción científica del mundo desde entonces
to puro afirma Cohen que proseguirá la edificación del sis- superada, pero afirmaba que era posible una adaptación.
tema de Kant y que en filosofía ha de esperarse el mismo Discutía después el sentido de la expresión «neokantismo»
progreso que se espera en las ciencias. El proyecto de Cohen y declaraba en especial lo siguiente: «Natorp, en un artícu-
se percibe con gran claridad: se trata de analizar, agrupar lo titulado “Kant y la Escuela de Marburgo” (Kant-Stu-
y elucidar los conceptos y los principios de las ciencias exac- dien, XVII, 1910), explicó con claridad que la “Escuela de
tas. Natorp y Cassirer adoptan el mismo procedimiento. Marburgo” nunca tuvo la intención de querer atenerse In-
En 1910, Natorp publica una obra titulada Los fundamentos condicionalmente a las tesis kantianas» (12). Crisis moral
lógicos de las ciencias exactas, y ese mismo año, Cassirer, en e intelectual y crisis científica; la Escuela de Marburgo iba
su libro El concepto de sustancia y el concepto de función,
a perder su unidad. Natorp y Cassirer se orientaron en sen-
intenta demostrar que el origen de la ciencia, así como el tidos enteramente diferentes. Natorp critica sus propias te-
del saber filosófico, va unido al triunfo de la idea de función sis sobre el platonismo, y fuera de la idea de método se en-
sobre la idea de sustancia, que resume en sí la herencia de
caminó hacia una filosofía del ser y del logos cuya influen-
la metafísica, por cuanto se apoya en la idea de una cosa
cia en Heidegger sin duda no careció de importancia (13).
dotada de cualidades, lo cual corresponde a la división de la
En cambio, Cassirer emprendería el camino de un humanis-
lógica tradicional del sujeto y el predicado, que es superada mo cada vez más decidido, que inspira fundamentalmente su
por el pensamiento científico.
El tercer momento de la Escuela de Marburgo es más de- Filosofía de las formas simbólicas. Después de la desapari-
ción de Cohen y de la renuncia de Natorp, la Escuela de Mar
licado de exponer y de definir. Estuvo primeramente domi-
nado por la crisis moral e intelectual, como puede verse en burgo hallaría a la vez su apoteosis y su destino en los colo-
el texto de Natorp de 1924: Kant, úber Krieg und Friede. quios de Davos, en 1929, en los que Heidegger y Cassirer, a
Después estuvo determinado por la crisis científica: en 1920 través de sus interpretaciones de Kant, opusieron dos visio-
nes del mundo, en el pleno sentido de la expresión. Quedó
se halla Cassirer frente a los problemas suscitados por la
teoría de la relatividad de Einstein, y, en un trabajo que entonces claro, según una justa frase de H. Dussort, que
había expuesto al gran físico, intenta conciliar el idealismo «interpretar a Kant es ya declararse sobre la naturaleza de
kantiano con los nuevos principios científicos (11). Muchos la filosofía» (14). Heidegger prestó juramento al nuevo régl-
eríticos aprobaron las tesis de Cassirer sobre el sentido de men; Cassirer eligió el exilio.

(12) Zur modernen Physik, pág. 132.


(10) Cfr. NaToRP: Descartes” Erkenntnistheorie, págs. IV-V. (13) Cfr, H. GADAMER: Die philosophische Bedeutung Paul Na-
(11) E. CassIrRER: Zur Einsteinschen Relativitátstheorie, Berlín, torps, en P. NATORP: Philosophische ¡Systematik, Hamburgo, 1958,
1921. Se reeditó al mismo tiempo que Determinismus und Indetermi- página XVI.
nismus in der modernen Physik, Góteborg, 1937, en una colección ti- (14) H. DUSSORT: Ob. cit., pág. 148. Cfr. ERNST CASSIRER, MARTIN
tulada Zur modernen Physik, Oxford, 1957. Citaremos la colección. HEIDEGGER: Débat sur le kantisme et la philosophie. Davos, marzo de
Cfr., por lo tanto, Zur modernen Physik, pág. 2. 1929. Presentación por PIERRE AUBENQUE (Beauchesne. París).
VUuVuyzDzoaoyowe
498 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
LA ESCUELA DE MARBURGO 499
distinción entre a priori metafísico y a priori trascendental
Volvamos sobre cada uno de esos diferentes momentos. elaborada
La nueva interpretación de la Crítica de la razón pura, por Kant en la segunda edición de la Crítica de la
razón pura. El desarrollo del a priori metafísico consiste en
propuesta por Cohen en su Kants Theorie der Erfahrung, se mostrar que un concepto no está dado por la experiencia;
originó en el terreno de la polémica emprendida por Tren- ello significa únicamente la comprobación de la autonomía
y
delenburg y K. Fischer con motivo de la noción de a priorl. del pensamiento «con respecto a la inconsistencia al desor-
Ahora bien, lo que esa polémica revela es, por una parte, el y
den de la representación» (20). Mas ese concepto a priori, en
hecho de que el a priori es constantemente interpretado
en
cuanto se ha hecho evidente, debe hallar un sentido real seña-
términos de subjetividad e incluso de subjetividad psicológica, lándose como método y principio de la construcción de la
lo cual preludia la desviación del kantismo hacia un relati-
vismo escéptico (15), y, por otra parte, que se desconoce
experiencia: del a priori metafísico hay que elevarse al a
priori trascendental (21). La objetividad es, en efecto, la
radicalmente el sentido de los conceptos correlativos en Kant, is verdad del concepto. Lo que Cohen reprocha a sus predece-
comoel de la cosa en sí. Así se ve uno implicado en oposicio-
sores en la interpretación de la doctrina kantiana
nes clásicas que el kantismo pretendía superar, como de las y especial-
mente a Fichte, es haber omitido el paso del a priori me-
«real —
posible; objeto concepto; cosa

idea;
— objetivo—

tafísico al a priori trascendental, de modo que el a priori


subjetivo» (16). Así se ve, según Cohen, en Vaihinger, el cual metafísico se desvanece en «elementos de la conciencia» (22),
escribe que «el método trascendental nada tiene que ver con
dejando en presencia al realismo y al idealismo. Quedarse,
los objetos, sino con el sujeto» (17). Error fundamental, como Fichte, en el a priori metafísico (degradado en «ele-
protesta Cohen, pues el análisis trascendental no se aplica mentos de la conciencia»), es obligarse a querer reducir la
al «sujeto», sino a «nuestra manera de conocer los objetos experiencia a la conciencia y caer en la psicología. Y por el
en tanto que ese modo de conocimiento debe ser posible a
contrario, si uno se eleva del a priori metafísico al a priori
priori» (18). Por ejemplo, no se trata verdaderamente
de
trascendental, captando los conceptos como funciones de ob-
saber si el espacio está en el objeto o, porel contrario, en el
jetivación, se verá que «el idealismo crítico reúne idealismo
sujeto, sino de comprenderlo en su necesidad como el método y realismo en el concepto de experiencia» (23). De ahí el títu-
que precisamente permite la constitución de los objetos. lo de la obra de Cohen; de ahí tambiéncierta convergencia,
Cohen invita al lector a pensar cuidadosamente la expresión así como cierta divergencia con la fenomenología de Husserl.
«modo de conocimiento» (Erkenntnisart) que Kant
emplea: El punto de convergencia esencial se sitúa en la negación del
«En efecto, la investigación trascendental no se dirige sobre psicologismo. Mas también divergencia: lo que Cohen entien-
el contenido objetivo del conocimiento..., sino que se dirige de por experiencia no es en modo alguno la vida trascenden-
sobre el método» (19). Por lo tanto, para desarrollar su tesis tal de la conciencia (24), sino solamente la matemática la
sobre la noción de a priori, recurrirá Cohen a la importante y
ciencia de la naturaleza, y, en una perspectiva moral, el de-
recho (25); además, la teoría de la experiencia sólo es posible
da chopenhaer
15) Cohen insistió mucho en la interpretación psicológica
como tachándola de error grave. H. COHEN:
Cfr.
que
Kants Theorie der Erfahrung, 3.* ed., Berlín, 1918,
págs. 447 y sigs.
Observemos que Husserl, que estima que el propio Kant e
en la psicología, acusa de escepticismo al autor de la Crítica de
pnl
la
(20) J. VUILLEMIN: Ob, cit., pág. 136.
(21) Cfr. Kants Theorie der Erfahrung, pág. 738: «El concepto
del método trascendental se cumple en la distinción entre a
razón pura; cfr. E. HUSSERL: Gesammelte Werke, vol. VII (Erste priori
trascendental y a priori metafísico.»
Philosophic), La Haya, 1956, págs. 345-355, (22) Ibíd., pág. 742. Sobre Fichte en especial, cfr. págs. 397, 738-
(16). COHEN: Kants Theorie der Erfahruny, pág. 180.
.

739 y 750-751.
(17) VAIHINGER: Commentar zur Kants Kritik der reimen voVer- (23) Ibíd., pág. 735,
nunft, 1881, pág. 471. (24) Cfr. H, Dussorr, Ob. cit., pág. 97.
(18) COHEN: Ob. cit., pág. 180, nota. (25) Cfr. Die Ethik des reinen Willens, 4.* ed., Berlín, 1923, ca-
(19) Ibíd., pág. 179. pítulos 1-7.
Ar MT” sm

500 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL


LA ESCUELA DE MARBURGO 501
como una teoría de la ciencia, y el «sujeto» propiamente
sentido de la experiencia, o, como dice Cohen: «La experien-
dicho sólo tiene sentido considerado como conciencia cien- cia debe ser dirigida desde su realidad ingenua hasta su
tífica, o incluso como ciencia, entendiendo bien que la ciencia posibilidad» (29). El análisis trascendental va de la realidad
como sujeto de la experiencia está comprendida como ciencia a la posibilidad, y por ello Cohen dará una respuesta muy
newtoniana. Así se ve aparecer inmediatamente la dificultad
del neokantismo de la Escuela de Marburgo: si la noción de
significativa a una pregunta que él mismo introduce: «¿Qué
es lo que hace que sea posible el principio supremo?» (30).
a priori fundamenta la autonomía de la filosofía, no es menos
cierto que el concepto de objetividad propuesto tiende a hacer «Nada, nada, a no ser él mismo. Y no existe ninguna ins-
tancia superior al principio supremo: no hay ninguna nece-
de ella la sirvienta de las ciencias y la inclina hacia el posi-
sidad que domine al pensamiento...» (31). Aquí se afirma el
tivismo (26).
En la teoría del a priori de Kant, Cohen insistirá en un
humanismo, así como el positivismo, de la Escuela de Mar-
burgo. Es bien evidente que esa afirmación va unida a la
segundo punto. Los diversos momentos del a priori (las in- exigencia de la integración del a priori: en la medida en que
tuiciones, las categorías) destacados por Kant no deben ser es totalizante, el a priori supremo adquiere su autonomía ab-
separados unos de otros, a merced de las orientaciones me- soluta. En tercer lugar, partiendo de ahí puede apreciarse
tafísicas. El espacio sólo es un momento en la totalidad del
a priori, que es el que determina la posibilidad metódica del
mejor el movimiento de la interpretación que Cohen propone
de la Crítica de la razón pura. Por una parte, en el momento
saber, y «puesto que el ámbito del conocimiento, que está con- en que la intuición va a revelarse susceptible de ser cons-
dicionado por los modos (durch die Arten) del a priori —que
truida a partir del concepto es cuando el a priori trascen-
son los que lo hacen posible—, está definido como ámbito de
dental hallará su apoteosis. Ese momento es el determinado
los juicios sintéticos, se ve que la condición universal trascen-
dental es la de los juicios sintéticos» (27). Todos los momen- por el principio de las anticipaciones de la percepción, en
tos del a priori deben totalizarse y unificarse en el «principio que Kant, apoyándose en el cálculo infinitesimal, muestra la
posibilidad de un paso de la conciencia pura a la conciencia
supremo de todos los juicios sintéticos» (28). Aquí se reve-
lan los temas más decisivos de la interpretación de Cohen. empírica, y a la inversa (32). Entonces es cuando se realiza
lo que Cassirer, en su estudio sobre Leibniz, llama, después
En primer lugar, y se debe insistir especialmente en esta idea,
de Cohen, el triunfo del pensamiento (33), capaz de construir
está la necesidad de una integración progresiva de todos los
lo real y de determinarlo. Mientras que la Estética trascen-
momentos del conocimiento, que se efectuará en el principio
dental se realiza en la Lógica trascendental, la sensación
de la magnitud intensiva. La separación de intuición y con-
cepto es una disyunción simplemente metódica que debe re-
pierde su significación de algo «dado», para No ser ya sino
un «índice» (34), un problema resuelto y determinado en la
sorberse en la unidad final del principio del conocimiento. Así
doble génesis del objeto y del sentido interno (35). Verdad
se explicitará la idea kantiana de la unidad trascendental de
es que puede pensarse que semejante solución arrastra al kan-
la percepción, que más que la unidad de los métodos
no es
tismo por el camino de un idealismo escéptico: no se
fundamentales del saber. En segundo lugar, en ese movi- ve, en
miento de integración se efectúa la toma de conciencia de sí efecto, lo que aquí separa claramente la tesis de Cohen de la
de S. Maimón, quien precisamente veía en la constitución
de la experiencia. El análisis trascendental no intenta des-
cubrir nuevas leyes ni tampoco nuevos principios, sino sola-
(29) Ibíd., pág. 186. Comparar HusseRL: Gesammelte Werke, vol. L,
mente tematizar, mediante el movimiento de unificación, el página 77.
(30) Tbíd., pág. 185.
(31) Ibíd.
(26) Cfr., sin embargo, H. DussorT: Ob. cit, pág. 125. (32) Ibíd., págs. 555 y sigs.
(27) Kants Theorie der Erfahrung, pág. 184. (33) Tbíd., pág, 547.
(28) Ibíd., págs, 184 y 749. (34) Ibíd., pág. 756.
(35) Sobre este punto, cfr, J, VUILLEMIN: Ob. cit., pág. 199.
502 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA ESCUELA DE MARBURGO 503
del mundo mediante el acto de la conciencia, comprendido titución de los principios y de los métodos es en realidad
según las nociones de infinitamente pequeño y de diferen- donde se sitúa la verdadera génesis de la teoría trascenden-
cial (36), el principio de un idealismo que reducía el mundo tal, y el desarrollo, comúnmente llamado deducción metafísi-
a mi representación, En la tercera edición de la Kants Theorie
ca, que lleva de las funciones de la unidad del juicio a las
der Erfahrung, Cohen, que ya había insistido en su relativa categorías, no pone, en realidad, en juego el sistema de la
concordancia con Maimón (37), se limitó a indicar que Kunt- experiencia: «El sistema kantiano no se derrumbaría si se
ze, intérprete célebre
de Maimón (38), había concedido de- rechazase esa deducción. No se sitúa en el plano de la deduc-
masiada importancia la coincidencia de ambas tesis (39).
a ción metafísica de las categorías, sino en el de su deducción
Mas, por otra parte, la interpretación de Cohen impone un trascendental.» Así, la primacía del análisis trascendental
sentido a la lectura de la Crítica de la razón pura. Lo pri- se revela de nuevo: lo que dirige
mero en la Crítica de la razón pura es el punto en el que se
y determina la posibilidad
de la experiencia no es la lógica formal aristotélica, sino la
totalizan concretamente los momentos del a priori, es decir,
los principios entre los cuales el de la magnitud intensiva
lógica trascendental misma, y esto hasta tal punto que lo que
decide acerca de la validez de la lógica formal, de lo que en
ocupa un lugar eminente. Con relación al principio cuyo ca- ella puede colaborar a la edificación del sistema de la ciencia,
rácter concreto se explicita en su vinculación con la intuición,
la categoría es una abstracción, como las formas del pensa- sigue siendo la lógica trascendental.
Poreso la lógica trascendental, desde ahora soberana, va
miento o del juicio. No es la forma del pensamiento o la
a apartar todos los conceptos trascendentes, purificando la
función de la unidad en los juicios lo que nos permite afirmar
la categoría, sino al contrario, y asimismo no se va «de las idea de cosa en sí. Ante todo hay que dejar de oponerla cosa
en sí, real e inaccesible, y el fenómeno, real
categorías a los principios..., sino de los principios a las ca- y accesible, como
tegorías» (40). Además, el verdadero fundamento de la doc- si hubiese dos mundos. La lucha que Fichte dirige contra la
trina del entendimiento, la analítica real de sus principios cosa en sí, captada o más bien entendida como una realidad

concretos, de la que, por abstracción, se desprenden los mo- absoluta, independiente de las funciones trascendentales, es
mentos del a priori, es el desarrollo efectivo de las ciencias enteramente legítima. Lo que no es legítimo es la negación
y de la experiencia, que proporciona los principios que la
de la cosa en sí como idea. La función de la cosa en sí no es
teoría trascendental debe conducir hasta la conciencia de ciertamente ser la fuente de la inclinación a partir de la cual
su posibilidad. Está claro que Cohen intenta aquí extraer de se elabora la sensación; es ésa una concepción realista contra
la lógica general formal, la lógica trascendental kantiana. la que Fichte ha protestado con razón. Su función original
Desde Fichte, constituyó un continuo reproche dirigido al en el sistema del conocimiento consiste en prescribirle al

kantismo, la deducción de las categorías a partir de las for- pensamiento una tarea siempre nueva con relación a sus
mas del juicio, determinadas por la lógica de Port-Royal (41). adquisiciones, y, por consiguiente, en dirigir la autolimita-
Pero es ésa una deducción más aparente que real; en la cons- ción del conocimiento comprendido trascendentalmente. La
oposición de sujeto y objeto hay que sustituirla por la oposi-
ción de cosa en sí y fenómeno, indicando la primera el térmi-
(36) Cfr. la interpretación de estas nociones en Maimón, por
LL. CASSIRER en Das Erkenntrisproblem, t. TI, págs. 97 y sigs. no, la idea del saber, mientras que el fenómeno caracteriza
37) Cfr. la segunda edición de Kants Theorie der Erfahrung, la actualidad, es decir, el constante progreso del conocimien-
Berlín, 1885, pág. 424, nota. to. En una palabra, la cosa en sí es la idea de la relatividad
(38) Cfr, F. KUNTZE: Die Philosophie Salomon Maimons, Heidel-
berg, 1912, pág. 369. presente de nuestro saber considerado hasta su fundamento
(39) Kunts Theorie der Erfahrung, 3. ed., pág. 540, nota. más profundo. En el kantismo, la cosa en sí no es, por así
(40) TIbíd., pág. 521; cfr. J, VUILLEMIN: Ob. cit., pág. 146.
(41) Cfr., por ejemplo, J, CAVAILLES: Sur la logique et la théorie decir, el residuo trascendente, sino el principio, la idea, lo
de la science, París, 1947, pág. 10, que define al conocimiento en su movimiento. Es el problema
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LA ESCUELA DE MARBURGO 505


A

504 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL


punto de partida no ya la intuición pura, sino el pen-
infinito del saber, y, como tal, supera toda identificación de
como
samiento puro. La filosofía debe constituirse originariamente
la cosa en sí con cualquier realidad (42).
como lógica trascendental, y no apoyarse en la estética tras-
leórico cendental. A la vez se sitúa Cohen con relación al pensamien-
Sobre la base de esa interpretación del kantismo to kantiano: mientras Fichte concedía el privilegio a la idea
van a manifestarse, por parte, los desarrollos morales
una
de dialéctica, Cohen se lo concedía a la analítica trascenden-
y estéticos del pensamiento kantiano, y por otra parte, los
desarrollos científicos y especulativos de la Escuela de Mar-
tal, y, oponiéndose con ello a Hegel, rechazaba de antemano
el desarrollo de la fenomenología existencialista de Heideg-
burgo. Partiendo de su interpretación de Kant, desarrolla ger (45). Y así, mientras que, en la perspectiva de Heidegger,
Cohen su System der Philosophie. La Lógica del conocimien-
en la Crítica de la razón pura la crítica se refiere a la razón
tc puro posee un sentido a la vez muy restringido y muy
por cuanto ésta debe considerarse basada en la intuición
amplio, entendiendo Cohen porlógica, por una parte, la lógi- pura (46), en Cohenla Crítica de la razón pura significa la
ca de las matemáticas y, a través de ésta, la lógica
de la
del saber. Siempre fiel al necesidad que la razón tiene de criticarse a sí misma en su
física, y por otra parte, la teoría
relación con la intuición, a fin de superarla en la instauración
principio de la magnitud intensiva, Cohen define la lógica de la lógica pura. Es decir, que, para Cohen, el pensamiento
como una lógica del origen. Intenta mostrar (lo cual
estaba
no debe tener su origen y su punto de partida en otra cosa
de acuerdo con las investigaciones de la Escuela de Mar- sino en sí mismo. La lógica trascendental sólo puede, pues,
burgo) que esa idea del origen, entendida según lo infinita- ser radical constituyéndose como ontología, y Cohen afirma
mente pequeño y la producción que a ello va unida, se halla
como principio suyo «la identidad del pensamiento y el
presente en todo pensamiento auténtico, e invoca especial- ser» (47). Aunque esa identidad no debe ser una identidad
mente a Nicolás de Cusa: «Nihil certi habemus in nostra
scientia nisi nostram mathematicam» (43). Cohen evoca la quieta y muerta; por el contrario, debe ser una identidad
moviente, constructiva, por lo cual se explicita en la idea
segunda antinomia de la Crítica de la razón purainsistiendo de problema: lo que no puede ser un problema para el pen-
en el conflicto histórico entre atomística y análisis
infinitesi-
mal. Sin desconocer los éxitos que ha experimentado la ato- samiento, no puede ser un problema en el ser. De ahí dos con-
secuencias: por una parte, el idealismo es esencialmente un
mística, Cohen afirma: «Sin embargo, la física ha empren- idealismo metódico; no hay que decir que el ser está en el
dido el camino de la matemática que conducía a la hipótesis
pensamiento o fuera del pensamiento, sino simplemente que
del infinito. A partir del movimiento es como lo existente,
el ser, lo revela el análisis infinitesimal, es accesible al
la masa y la fuerza habían de alcanzarla determinación. Así,
como

al concepto de infinito le incumbía la tarea de descubrir lo pensamiento, o, si se prefiere la tesis del idealismo, es la
afirmación de la comprehensibilidad de lo existente; y por
existente. Ese descubrimiento es la auténtica producción, la
otra parte, la constitución de la ontología será la teoría del
producción científica. El análisis infinitesimal es el instru- juicio; en efecto, «la categoría del origen remite al juicio y
mento legítimo de la física matemática. Sobre él se basan
se convierte con ello en ley del pensamiento» (18). Insistamos
todos sus métodos... Esa producción matemática del movi-
sobre este punto: si la lógica trascendental, como ontología,
miento y, a través de éste, de la naturaleza, es el triunfo del
se explicita como teoría del juicio, y no como teoría del con-
pensamiento puro» (44). Vemos que Cohen se separa aquí cepto, es porque únicamente el juicio es una operación sinté-
finalmente de Kant, confiriéndole a la filosofía trascendental
(45) Ibíd., págs. 55-56, :

661 y sigs. (46) M. HEIDEGGER: Die Frage nach dem Ding, zu Kants Lehre
(42) Kants Theorie der Erfahrung, págs. von den transzendentalen-Grundsatzen, Tubinga, 1962, pág. 115.
(43) H. COHEN: Logik der reinen Erkenntnis, 3." ed., Berlín, 1922,
(47) Logil: der rcinen Erkenntnis, pág. 588.
página 32. (48) Ibíd., pág. 596.
(44) Ibíd., pág. 33.
HISTORIA DE La FILOSOFÍA. T. 111.—-33
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506 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA ESCUELA DE MARBURGO 507
tica y constructiva: «La forma fundamental del ser —escribe Por el contrario, dirigiremos nuestra atención sobre la obra
Cohen—, es decir, la forma fundamental del pensamiento, no de Natorp de 1912, Allgemeine Psychologie nach kritischer
es la forma fundamental del concepto, sino la forma funda- Methode. La multiplicidad de las orientaciones en la deter-
mental del juicio» (49). Podría pensarse aquí que Cohen se minación del objeto envolvía necesariamente la cuestión de
aproxima a la fenomenología; nada de eso: la ontología (la su unidad. Por lo tanto, hay que comprender
que a la direc-
palabra no es muy propia) sólo adquiere su sentido auténtico ción de la determinación del objeto responde la determina-
en el plano de la elaboración científica del mundo: «Única- ción de la integración en la unidad de la conciencia. El objeto
mente en el plano de los problemas del conocimiento científi- de la psicología no es un objeto específico, lo «subjetivo»,
co es donde el pensamiento del conocimiento puede descri- opuesto a lo «objetivo» de las demás ciencas. Sino que es un
birse y determinarse» (50). Lo que Cohen le reprocha más mismo fenómeno el que se capta, por un lado, según su cCa-
especialmente a la fenomenología de Husserl es que anula rácter de objetividad, y por otro lado, como momento de la
la autonomía de la lógica al pretender imponerle unos con- vivencia de un sujeto determinado. H. Gadamer comenta en
tenidos prerreflexivos y prelógicos, de tal modo que la lógica estos términos la empresa de Natorp: «Natorp seguía cami-
perdería su primacía. Y por consiguiente, la fenomenología, nos que convergían tanto con la psicología científica de Dil-

a pesar de sus pretensiones de superar el psicologismo, según they como con la fenomenología de Husserl. Sin embargo, su
Cohen (que la llama una «nueva escolástica»), podría muy interrogación relativa a la psicología no tenía importancia
bien constituir para la lógica un peligro aún mayor que la para una nueva fundamentación de las ciencias del espíritu
ni para una reorientación metódica de la investigación filo-
psicología» (51).
Sin embargo, en ese momento mismo, la Escuela de Mar- sófica, sino para la unidad intelectual sistemática de la filo-
sofía en general, unidad que, para él, se explicitaba en la
burgo va a comenzar su tercer momento. No nos detendremos correlación de objetivación y subjetivación (Subjektivierung),
en los escritos de Natorp y de Cassirer de 1910, que siguen
es decir, en la soberanía total de la idea de método.
siendo ortodoxos (52). Tampoco insistiremos en la ética Natorp
..

se mostraba así como el más riguroso fanático del método


desarrollada por Cohen, que, como ética de la voluntad pura, (als der strengste Methodenfanatiker)... de la Escuela de
se basa en la ciencia del derecho, como la lógica del conoci-
miento puro se basa en la matemática, y que desemboca en
Marburgo» (54). Y sin embargo, según H. Gadamer, es en
ese momento cuando debía producirse la ruptura entre Cohen
una teoría del Estado, entendido en un sentido socialista (53).
y Natorp. En efecto, la «generalización del problema tras-
cendental, así considerada, no lo limitaba ya al factum de
(49) Ibíd., pág. 47. las ciencias y de sus fundamentos aprióricos». Natorp reba-
(50) Ibíd., pág. 57. saba el marco del método fijado por Cohen; era necesario
(51) Tbíd., pág. 56 «... la nouvelle scolastique ,

qui se nomme phé- dejar un lugar a la vida creadora en la acción ética, como
noménologie.» asimismo en la producción estética, en la praxis y en la
(52) Cfr. H. DussorT: Ob. cit., pág. 139.
(53) No podemos abordar aquí el problema de la ética en la filo- o
poiesis. Pero de un modo más decisivo aún superaba Natorp
sofía de la Escuela de Marburgo, Subrayemos que la última gran obra los conceptos de Cohen, sustituyendo la correlación de la
de E. Cassirer, The Myth of the State, Yale, 1946, es un estudio his-
tórico de las concepciones políticas, que se propone denunciar todo objetividad y la subjetividad, como se ve en la Philosophische
totalitarismo. Un importante capítulo está dedicado a Hegel, y Cassirer Systematik, la duplicidad del ser y del sentido (Sein Sinn);
observaba que, si «se estudia la influencia de la filosofía de Hegel en

el pensamiento político, se hallará una completa inversión de uno de


sus puntos de vista fundamentales. En ese punto de vista, el hegelia- que la historia del mundo se nos manifiesta como un proceso racional.
nismo es uno de los fenómenos más paradójicos de la vida cultural Mas fue el destino trágico de Hegel el haber desencadenado incons-
moderna... El principio defendido por Hegel fue súbitamente
formado en su contrario. La lógica y la filosofía de Hegel parecían
trans- cientemente las fuerzas más irracionales que jamás aparecieran en la
vida social y política del hombre» (pág. 343).
ser el triunfo de lo racional. La única idea que la filosofía ofrece €s... (54) Ob. cit., loc. cit., págs. XI1-XIIL.
O O. —ñ > > e Did > a —=

508 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA ESCUELA DE MARBURGO 509

el ser hacía posible el sentido, el único que le confiere su Cassirer sigue más fiel a la enseñanza de Cohen que Natorp.
verdad (55). Y en la Philosophische Systematik se puede Mas la idea de método debe ampliarse, en lugar de restrin-
seguir un desarrollo que inclina cada vez más a Natorp a girse al estrecho marco determinado por Cohen. Cassirer se
orientarse hacia el logos, como origen a la vez transobjetivo expresó eon especial claridad a este respecto: la crítica de
la cultura intenta «comprender y probar cómo todo conte-
y transubjetivo, como punto de indiferencia (Indifferenz-
punkt) en el que arraigan todo razonamiento y todo exis- nido de la cultura, desde el momento en que rebasa un simple
tente (56). El tema filosófico aparece entonces: «No es “yo contenido singular, desde el momento en que se fundamenta
principio formal universal, acto original
pienso, luego existo”, ni como lo expresó Lichtenberg: “Yo en un presupone un

pienso, luego algo existe”, sino simplemente: “hay” (Es del espíritu. En esto es en lo que la tesis fundamental del
ist)» (57). Desde ese momento, Natorp se aproxima no sólo idealismo descubre su confirmación original y completa. Mien-
tras que la reflexión filosófica se refiera al mero análisis de
a Schelling, sino también a Hegel y sobre todo a' Plotino (58).
Para Kant, estima Natorp, «la subjetividad sólo surge con la forma del conocimiento puro, y se limite a esa tarea, el
la objetividad, en una estricta relación recíproca con ésta, es poder de comprensión ingenua y realista del mundo no podrá
ser totalmente destruido» (63). Por lo tanto, no sólo será
decir, necesariamente a partir de un fundamento que no de-
bería llamarse ni objetivo ni subjetivo, sino que se sitúa del necesario atenerse al factum de las ciencias, sino que será
lado de allá (o del lado de acá) de esa diferencia» (59). necesario también considerar «las diferentes producciones
Así se rompen los marcos que fija Cohen. Natorp no se de la cultura espiritual, el idioma, el conocimiento científico,
el mito y la religión, las cuales, reconocidas todas sus dife-
priva de criticar la fundamentación del eriticismo según
Cohen. Fundamentarla teoría trascendental únicamente con rencias, se convierten en miembros de un solo conjunto pro-
relación al factum de las ciencias, se revela demasiado mez- blemático...» (64). Mientras que Natorp se orientaba hacia
el problema de la relación del ser y el sentido, Cassirer se
quino, demasiado unilateral. Por ejemplo, en lo concerniente
al pensamiento moral, «Cohen exige la confirmación de la dirige hacia el de la experiencia y el sentido; y esa divet-
teoría trascendental en su vinculación con una ciencia, y gencia se acentúa cuando se considera cómo se sitúan Natorp
cree hallar esa confirmación en la ciencia jurídica. Esto es y Cassirer con respecto a Hegel: si Natorp, en la Philoso-
difícilmente sostenible; la práctica utiliza una base mucho phische Systematik, se refiere a la Ciencia de la lógica de
más amplia que la del derecho. Y por lo que respecta al ter- Hegel, Cassirer, en cambio, se inclina hacia la Fenomenología
cer miembro del sistema, la estética, Cohen renuncia a apli-
del espiritu (65).
En efecto, en la Fenomenología del espíritu es donde Cas-
car su principio» (60). Cassirer se acercará a esos puntos de
vista de Natorp, pero orientándose no ya hacia una filosofía sirer descubre el modelo de una crítica de la cultura. Hegel,
del logos, sino del hombre, en Filosofía de las formas sim- declara Cassirer, ha comprendido con inigualada profundi-
bólicas (61). Una frase resume la empresa de Cassirer: quie- dad la necesidad de captar «todo el espíritu como totalidad
re que la «crítica de la razón se convierta en crítica de la
concreta», siguiéndolo en el conjunto de sus manifestacio-
cultura» (62). Lo primero es siempre el método, y en esto nes (66). Pero consciente del riesgo que entrañaba una fe-

(55) P. NaToRP: Philosophische Systematik, págs. 76-77. (63) Ibíd.


(56) Ibíd., págs. 31, 50, 63. (64) Ibíd., pág. 12.
(57) Ibíd., pág. 30. (65) Cfr. el Prefacio del tomo III de Philosophie der symbolischen
(58) Ibíd. Para Hegel, cfr. págs. 55-64, y Plotino, págs. 32, 66.
(59) Ibid., por ejemplo, pág. 337. Formen, pág. vI. Dice Cassirer: «Cuando hablo de una “Fenomenología
del conocimiento”, no me adhiero al moderno uso de ese término, sino
(60) Philosophische Systematik, pág. 291. a la significación fundamental de la “Fenomenología”, tal como la es-
(61) Cfr. H. DussorT: Ob. cit., pág. 144.
tableció Hegel, sistemáticamente fundamentada y justificada.»
(62) Philosophie der symbolischen Formen, 2.* ed., Oxford, 1954, (66) Ibíd., t. Il, pág. 15.
tomo I, pág. 11.
Bb UU UU Guy
510 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA ESCUELA DE MARBURGO 511

nomenología que, como había subrayado Cohen, podría ser toda experiencia, pues, como Cassirer lo reconoce, «la verdad
el peligro mortal para la lógica, Cassirer quiere evitar que de la vida sólo parece darse en su pura inmediatez», inmedia-
«la correlación de la experiencia y el sentido zozobre en un tez amenazada por toda comprensión, incluso simbólica (72).
empirismo desprovisto de unidad (67). En una palabra, hay La posibilidad de una fenomenología sistemática como sim-
que desarrollar la idea de una fenomenología sistemática, es bólica parece negada desde el momento en que se le escapa
decir, de una reflexión global, pero también ordenada. No es el fondo de la vida sobre el cual se desarrollan los símbolos:
en la lógica donde Cassirer buscará el principio de esa feno- desde las formas míticas simbólicas hasta los símbolos ma-
menología sistemática. Su obra El concepto de sustancia y el temáticos. De un modo genial, muestra Cassirer que ese pro-
concepto de función anunciaba ya una superación del pen- blema no es sino el problema del sujeto y el objeto, y del ser
samiento de Cohen. Verdad es que la obra no se salía del y el pensamiento, siendo la vida ein prinzipiell Anderes, un
marco del factum de las ciencias fijado por Cohen. Mas Cas- otro fundamentado sobre principios (73). ¿Hay que elegir
sirer no seguía ya el orden de las categorías, a las que Cohen entre una vida inmediata y muda y el espectáculo de la danza
y Natorp no dejaban de apelar, hechas todas las reservas de los símbolos?, ¿entre el Urgrund der reinen Intuition (el
necesarias (68). En una obra de 1918, sobre Kant, Cassirer fundamento originario de la pura intuición) y la orientación
alababa a Cohen por haber indicado el sentido de las catego- hacia lo simbólico? Cassirer aporta una respuesta que indica
rías en el sistema de los principios, es decir, en su verdad un matiz en el pensamiento de la Escuela de
Marburgo al
de acto científico (69), sin insistir, sin embargo, en la siste- introducir el concepto hegeliano de mediación. A través del
mática categorial. E. Cassirer recurriría a la noción de símbolo y de la reflexión sobre el símbolo, la vida se media-
símbolo. La noción de símbolo y sus derivados, como el signo, tiza consigo misma como conciencia. «La negación de las for-
procuran, en efecto, al pensamiento el medio de realizarse y, mas simbólicas, en lugar de hacer posible una captación del
por lo tanto, también de superarse ordenándose. Así Cassirer contenido de la vida, sería en realidad el aniquilamiento de
subraya cómo la comprensión de la mecánica de Galileo sólo la forma espiritual a la que ese contenido se nos revela nece-
se hizo efectiva con el descubrimiento del algoritmo del cálculo sariamente unida» (74). A] mismo tiempo quedan descarta-
diferencial, unido a una sistemática simbólica. En la Philoso- das la mística y la tentación de la pura intuición a la que
phie der symbolischen Formen, afirma Cassirer: «El signo no Natorp cedía por último (75); por lo demás, no es en la pura
es un velo contingente del pensamiento, es su órgano necesa- inmediatez pasiva, sino en su acto, donde el espíritu se des-
rio y esencial» (70). La relación entre el pensamiento y los cubre a sí mismo, al mismo tiempo que descubre la realidad:
signos es una relación principal y expresa la autoconstrucción «... en efecto, la suprema verdad objetiva
que el espíritu des-
del saber: «El acto que consiste en determinar intelectual- cubre es finalmente la forma de su propio acto. En la totali-
mente un contenido va íntimamente unido al acto que lo fija dad de sus operaciones y en el conocimiento de las reglas
en tal o cual signo característico» (71). Mas aquí se le aparece específicas mediante las cuales cada una se halla determina-
a Cassirer una serie de problemas. da, como enla conciencia de la coherencia que reduce de
La primera cuestión es la de la relación de una filosofía nuevo todas esas reglas particulares a la unidad de una tarea
de las formas con la pura vida que constituye el fondo de y de una solución: en todo ello el espíritu posee desde ese
momento la intuición de sí mismo y la de la realidad. En
cuanto a la cuestión de saber lo que podría ser lo real abso-
(67) Ibíd., págs. 16 y sigs.
(68) Toda la Philosophische Systematik de Natorp sigue estando
, ,

dominada por el esquema de las categorías.


(69) E. CASSIRER: Kants Leben und Lehre, Berlín, 1918, pág. 187;,
(72) Ibíd., págs. 48-49.
cfr. también pág. 184. (73) Ibíd., pág. 49.
(70) .Philosophie der symbolischen Formen, t. I, pág. 18,
.
,
(74) Ibíd., pág. 51.
(71) Ibíd. (75) De ahí, en Natorp, la renuncia a sus tesis sobre Platón.
E O II
512 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA ESCUELA DE MARBURGO 513

luto fuera de la totalidad de las funciones espirituales, qué nos lo han hecho, de una «lógica de la imaginación» (80). En
podría ser la “cosa en sí” en ese sentido, a esa pregunta el cierto sentido ésa será la respuesta de Cassirer, con la nota-
espíritu no obtiene ya respuesta, a no ser que la comprende ble diferencia de que, para él, nunca se tratará de «logicisar»
cada vez más como un problema mal planteado...» (76). Ese los terrenos extraños a la lógica de las ciencias, sino, por
texto y las precedentes consideraciones nos permiten asegu- el contrario, de descubrir su estructura original. Con esa
rar que Cassirer se revela siempre más fiel que Natorp a
la empresa, Cassirer (que sobre este punto estaba muy próximo
doctrina de la Escuela de Marburgo: una vez más mantiene a Husserl) se proponía poner de relieve la posibilidad de una

la primacía del método, y su «extensión» no significa nunca elucidación de la lógica. «Las categorías de lo lógico —escri-
su desbordamiento.
be— sólo son plenamente transparentes en su especificidad si
Pero Cassirer halla un segundo problema, el del sentido no nos contentamos con analizarlas y considerarlas en su pro-

de la lógica. En un texto de 1922 (La forma del concepto en pio ámbito, sino que les oponemos otras categorías de otros
el pensamientomítico) es donde Cassirer aborda con mayor ámbitos intelectuales y de otras modalidades de pensamiento,
claridad el problema, que volverá a considerar decisivamente en particular las categorías del pensamiento mítico» (81).

en 1938, en un artículo publicado en Suecia (De lalógica


del Sobre esos fundamentos puede desarrollarse la filosofía
concepto de símbolo). Cassirer, citando a su vez la tesis enun- de las formas simbólicas, que es quizá la obra más rica de
ciada por Nicolás de Cusa (no tenemos nada cierto en nues- la Escuela de Marburgo. Su tema principal, como se ha di-
tra ciencia a no ser nuestra matemática) (717), acogía la obra cho, es la correlación de la experiencia y el sentido: en todo
de Cohen: este último ha mostrado que «la lógica, como lógi- momento habrá que reducir a su propia expresión la expe-
ca del conocimiento puro, no puede ser otra cosa sino la
ló- riencia muda, aunque existente en las producciones del es-
gica de las ciencias físico-matemáticas. Para él, esa conclu- píritu. La unidad de la experiencia y el sentido se realiza
sión constituye el núcleo y el sentido del nuevo método de la en el paso de lo producido a la función, que en su misma

filosofía...» Y Cassirer añade lo que, por lo demás, es bas- efectividad confirma a la vez la necesidad de la mediación
tante curioso: «Esa unidad no parece únicamente confirmada y la posibilidad de una elucidación de la lógica. Ese movi-
han miento revela al mismo tiempo la ley de la conciencia. «Se-
por el desarrollo que la matemática y la física teórica
conocido desde Kant, sino también por otro lado asegura- gún Cassirer —escribe justamente H. Dussort—, la “ley”
da» (78). Sin embargo, Cassirer reconocía que el problema fundamental de la conciencia es que ésta recorre tres esta-
se planteaba de un modo delicado desde el momento en que
dios sucesivos: el de la “expresión”, que domina el mundo
se trataba de las ciencias humanas que la Philosophie
der mítico (y que impregna aún los del lenguaje y del arte), en
constitu- el que lo sensible está en sí mismo impregnado de un sentido
symbolischen Formen se proponía integrar en su
ción. Pues el proyecto de la filosofía de las formas simbólicas inmediato y posee su mímica propia; el de la “representa-
obliga a una ampliación de la lógica. «¿No pierde acaso la ción”, en el que tiene lugar el desarrollo del lenguaje, que es
lógica su situación histórica y sistemática, no existe la ame- al mismo tiempo constitución y articulación del mundo per-
naza de que su tarea claramente definida y su sentido se cibido, en el que la relación entre sentido y sensible no es
desvanezcan si desborda los límites que le fija su correlación, ya sino “analógica”; y, por último, el del conocimiento, en el
no sólo con la física matemática, sino también con la ciencia que el símbolo adquiere su elaborado ordenamiento de esque-
en general?» (79). Seguramente se podría hablar, como algu- matismo del concepto» (82). El movimiento del simbolismo
es la autopenetración del pensamiento en general, captada

(76) Ibíd., pág. 48.


esos artículos en la colección
(77) Se hallará el texto de
o

titulada (80) Ibíd., pág. 9.


Wesen und Wirkung des Symbolsbegriffs, Oxford, 1956;cfr. pág. 4.
(81) Ibíd., pág, 11.
(78) Wesen und Wirlung des Symbolsbegriffs, págs. 4-5. (82) Ob. cit., págs. 144-145,
(79) Ibíd., pág. 7.
514 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
LA ESCUELA DE MARBURGO 515
en su historia, la revelación de las capas que fundamentan para Stadler (86), que estaba «a medio camino entre la de-
el saber, que los asume. En 1938 define Cassirer en estos
ducción fichteana y el balance positivista». Una doble
términos la filosofía de las formas simbólicas: En primer cia dirigía el pensamiento de Cohen:
exigen-
lugar, «la filosofía de las formas simbólicas no quiere ser una por una parte, la exi-
gencia del a priori; por otra parte, la exigencia del «hecho»
metafísica, sino una fenomenología del conocimiento. Por lo científico. De ahí una confusión entre lo «trascendental
tanto, es en su sentido más amplio y más comprensivo como y
lo histórico» (87) que Vuillemin ha subrayado
entiende la palabra “conocimiento”. Con ella no entiende so- justamente.
Mientras los marcos intelectuales, científicos y morales si-
lamente el acto de la comprensión científica y de la definición guieron estables, se podía hablar de equilibrio, y no de con-
teórica, sino toda actividad espiritual, en la que construimos fusión. Mas la ruptura ha transformado el equilibrio en con-
un “mundo” con su estructura original, con su orden, con su
fusión, y mientras que la preocupación del a priori arrastraba
“ser-tal” (So-sein)» (83). Desde ese punto de vista, la oposi- a Natorp hacia una doctrina del logos, la del «hecho»
ción del mundo y el sujeto, ya enunciada por Cohen, vuelve guiaba
a Cassirer hacia la antropología. Es
a convertirse en problema; hay que efectuar su génesis (84).
decir, que la Escuela de
En segundo lugar, Cassirer define la filosofía de las formas
Marburgo estaba destinada a dividirse ella misma. Pero tén-
gase mucho cuidado con esto: tal división no implica en modo
simbólicas como una fenomenología abierta, tomando de nue- alguno un juicio negativo sobre la obra de la Escuela de
vo aquí la idea de sistema adelantada por Cohen, y oponién-
dose decisivamente a Hegel, el cual sólo desarrolla la feno-
Marburgo. En efecto, esa división, esa dislocación, era ne-
cesaria; toda la filosofía moderna vuelve a hallarla: log ca-
menología en la perspectiva de una lógica, es decir, de un minos del estructuralismo, de la ontología de
saber sobre sí mismo absoluto y firme. «La Philosophie der Heidegger, se
han trazado proféticamente en la historia de la Escuela de
symbolischen Formen —escribe Cassirer— no puede ni quie- Marburgo, que ahora se convierte en la nuestra.
re ser un “sistema” filosófico en el sentido tradicional del
término. Lo que únicamente quería proponer esa filosofía
eran los “Prolegómenos a una futura filosofía de la cul-
tura» (85). RESUMEN BIBLIOGRÁFICO

Principales escritos de H. COHEN


En este punto conviene expresar un juicio sobre la Es-
cuela de Marburgo. El logicismo de Cohen ha dado dos fru- Kants Theorie der Erfahrung (1.* ed., Berlín, 1871; 2.* ed.,
1885; 3.* ed., Berlín, 1918), Marburgo,
tos: la ontología de Natorp y la fenomenología de Cassirer. Kants Begriindung der Ethil: (1877, 1910).
Pero él los rechazó. Pues si la ontología de Natorp supera Kants Begrúndung der Aesthetik (1889).
el método y le quita su primacía, la fenomenología de Cas- System der Philosophic, Erster Teil, Logik der reinen Erkenntnis,
Zweiter Teil, Ethik des reinen Willens, Dritter
sirer conduce fatalmente al psicologismo. Sin duda, la evolu- reimen Gefiúnls, Berlín, 1922. Teil, Aesthetik des
ción de las ciencias por una parte, y las crisis políticas y
morales por otra, han hecho mucho por precipitar la dislo-
cación de la Escuela de Marburgo. Mas puede uno pregun- Principales escritos de P. NATORP
tarse si el destino de la Escuela de Marburgo no estaba ya Descartes” Erkenntnistheorie, Eine Studie zur Vorgeschichte des Kriti-
inscrito en el intento de Cohen, del que puede decirse, como cismus, Marburgo, 1882.
Platos Ideenlehre, Eine Emfihrung in den Idealismus,
Zweite, durchge-
sehene und um einen metaloritischen Anhang vermehrte
Hamburgo, 1961, Leipzig, 1921.
Ausgabe,
(85) Wesen und Wirkung des Symbolsbegriffs, pág. 208. Einleitung in die Psychologie nach lvitischer Methode, Friburgo, 1888.
(84) Cfr. Philosophie der symbolischen Formen, t. 11 (Das my-
thische Denken), págs. 238 ysigs.
(85) Wesen und Wirlung des Symbolsbegriffs, pág. 229. (86) H. DussorT: Ob. cit., pág. 99.
(87) J. VUILLEMIN: Ob. cit., págs. 204-206.
516 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

De ín,ng Grundlagen der exakten Wissenschaften, Leipzig, Ber-


Allgemeine Psychologie
h

nach kritischer Methode, Tubinga, 1912.


Philosophische Systematik, Hamburgo, 1958.

Principales escritos de E, CASSIRER

Ln System in seinen wissenschaftlichen Grundlagen, Marburgo,


Substanzbegriff und Funktionsbegriff, Berlín, 1923.
Philosophie der symbolischen Formen (vol. 1, Die Sprache; vol. 11, Der
a vols, II-IV, Phaenomenologie der Erkenntnis), Berlín,
VIII
Zur modernen Physik, Oxford, 1957.
Wesen und Wirkung des Symbolsbegriffs, Oxford, 1956.
Das Erkenntnisproblem in der Philosophie und Wissenschaft der LA FILOSOFÍA DE BERGSON
neueren Zeit, vols, I, 11, TI, Berlín, 1922-1923.
The Problem of knowledge, Philosophy, Science, and History since Por RENÉ VERDENAL
Hegel, New Haven, 1950.
Individuum und Kosmos in der Philosophie der Renaissance, Leipzig,
1927 (The Individual and the Cosmos in Renaissance Philosophy, Henri Bergson y el bergsonismo
Oxford, 1963).
The Myth of the State, Nueva York, 1946.
Cuando, hacia 1920, A. Thibaudet compuso el cuadro
Treinta años de pensamiento francés, le reservó a Bergson
Trabajos sobre la Escuela de Marburgo una hoja de su tríptico, al lado de Barrés y
de Maurras.
H. DussorT: L'École de Marbourg, París, 1963, E. Bréhier le había colocado a su filosofía la etiqueta de «es-
Se
: D'Héritage kantien et la Révolution copernicienne, Pa-
piritualismo», y M. Pradines incluso especificaba: «espiritua-
rís, 4.
lismo místico». Unamuno percibía en ella una «restauración
espiritualista, en su fondo mística, medieval, quijotesca...»
Esa «filosofía nueva» provocó un efecto de fascinación que
tomó la forma de «conversiones» de todas clases: J. Mari-
tain, Péguy, E. Le Roy, G. Sorel, K. Barth, etc., ilustran esos
«virajes» que fueron de la teología a la política del socialis-
mo. La filosofía universitaria entró también en una era berg-
sonizante; gastó mucha palabrería sobre la intuición, que se
halla recubierta por paráfrasis de un razonamiento ciego: lo
«visto» del filósofo se degradó en un «dicho» sin que se hu-
biera visto nada de nada. Añadamos la utilización más tri-
vial del bergsonismo como complemento del alma, del cual
hace uso una sociedad esclerosa en su conservadurismo, para
conjurar los daños del materialismo social mediante el en-
cantamiento verbal de las palabras mágicas: duración, 1m-
pulso, energía espiritual... Tantos homenajes académicos ex-
plican sin duda el tono estridente de quienes diagnostican, en
la «filosofía del movilismo», «un alarde filosófico». La irra-
diación del bergsonismo es ambigua. Aparentemente elabo-
Dv... Os»
518 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA DE BERGSON 519
rada por un profesor de filosofía con los «doctos» recursos lidad». Las verdaderas cuestiones, como el origen el des-
de una técnica filosófica, dicha doctrina es acogida como una tino del hombre, son rechazadas por la y
nueva fórmula de sabiduría y de moral, a la vez psicoterapia
especulación
tafísica. Las contradicciones entre los sistemas revelan la
me-

y gnosis mística. Mas esa ambigiúedad no es obra del azar; arbitrariedad con que el filósofo se decide a dar la primacía
Bergson quiere trasladar la filosofía del ámbito especulativo a tal o cual aspecto de la
hacia el terreno de la experiencia espiritual; esa filosofía percepción, adoptando tal o cual
concepto. «Y surgen muchas filosofías diferentes, armadas
«nos da así más fortaleza para actuar y para vivir. Pues, de conceptos diferentes. Luchan indefinidamente
con ella, no nos sentimos ya aislados en la humanidad, ni
entre sí.»
El lado negativo de la especulación filosófica
la humanidad nos parece ya aislada en la naturaleza a la expresa la rup-
tura del pensamiento raciocinante con la realidad
que domina».
percibida
por la conciencia: conviene percibir lo que la negación «tiene
de subjetivo, de artificialmente truncado, de relativo al
es-
píritu humano y, sobre todo, a la vida social». Entre el pen-
Otro filosofar... samiento y lo real se interpone la idea de la nada, seudoidea
que engendra seudoproblemas. Pero ese «fantasma de la
Bergson busca en la filosofía el secreto de una conversión nada» es producido regularmente por el
trabajo conceptual
espiritual que inicie a los hombres en un nuevo arte de vivir; que se empeña en desrealizar la realidad en su «positividad».
mas ello es a condición de que la filosofía misma se «trans- El nuevo filosofar exige una vigilancia continuamente
mute». Se trata de poner fin a la tradición histórica de la filo-
alerta
contra las proliferaciones conceptuales suscitadas
sofía y de imaginar un nuevo filosofar. En efecto, la filoso- por el en-
tendimiento humano. De ahí esa crítica obstinada del con-
fía se ha vuelto demasiado sospechosa por sus relaciones con cepto. Esa crítica del concepto se conjuga con una especie
esa verdad que se halla depositada «en los cartapacios admi- de conversión espiritual, a saber, el descubrimiento de
la in-
nistrativos de la sociedad». Hija del lenguaje, se ha prestado tuición filosófica a través de la experiencia espiritual de la
sobre todo a las combinacionesde la «pura dialéctica» que se duración psicológica. Sin recurrir a esa «experiencia meta-
mezclan en las disputas de la sociedad. Bergson se niega «a física», hu se vería cómo podría Bergson «invertir la direc-
alimentar indefinidamente las discusiones entre escuelas en
el campo cerrado de la pura dialéctica». Sueña con un filoso-
far ingenuo, «sin pasar por los sistemas». Al comienzo de
Pr
oras ción habitual del trabajo del pensamiento». A medida
que
Bergson se va acercando a su visión filosófica, crítica del con-
cepto e intuición de la duración se entremezclan como dos
Materia y memoria, escribía lo siguiente: «Nos situamos en temas solidarios; pues la crítica del concepto apela a los «da-
el punto de vista de un espíritu que ¿ignorase las discusiones tos inmediatos de la conciencia», mas, a la inversa, la intui-
entre los filósofos.» «Cuando recomendamos un estado de es- ción de la duración necesita recurrir a un comentario anties-
píritu en el que los problemas se desvanecen, entendamos peculativo. Tampoco llega Bergson a convencer a su lector
hien que sólo lo hacemos para los problemas que nos dan de que haya escapado a los prejuicios
y a los laberintos de
vértigo por cuanto nos ponen en presencia del vacío.» Sólo la metafísica clásica.
podremos volver a dar al espíritu esa inocencia si logramos Ese nuevo filosofar debería poner fin a la era de las con-
poner entre paréntesis la historia de la filosofía. Y ello tiene troversias dogmáticas: «A la multiplicidad de los sistemas
lugar mediante una crítica radical de la especulación filosó- que luchan entre sí, armados con conceptos diferentes, suce-
fica que se fundamenta en el manejo del concepto. En efecto, dería la unidad de una doctrina capaz de reconciliar a todos
las discusiones doctrinales tratan de ideas generales, en el los pensadores en una misma percepción.» Sin
límite del vacío intelectual: la metafísica especula «sobre embargo, el
propio Bergson se ve comprometido en una lucha que tiene
la existencia en general, sobre la posibilidad de lo real, sobre todo el aspecto de una disputa ideológica. El pensamiento
el tiempo y el espacio, sobre la espiritualidad y la materia- está en peligro de permanecer sordo a la concienca
bajo el
dl y dl a y hb

520 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA DE BERGSON 521

efecto de innumerables solicitaciones, bien sea del lado del diato con la realidad, un conocimiento impuro, mediato y
sentido común, del de la conciencia o del de la metafísica. En simbólico, condenado a alejarse indefinidamente de la reali-
efecto, desde esos tres lados se pone en duda la idea de un dad. En ese caso, conocer depende «del punto de vista en
conocimiento que escape a la relatividad, al artificio de los que uno se sitúe y de los símbolos mediante los cuales se ex-
símbolos, a la fijación de los conceptos abstractos. Esas ame- presa uno». Ello hace necesario un proceso analítico que es
nazas incluso tienen un nombre: Kant. «Asestó a nuestra traducción, proyección abstracta, construcción artificial. Ése
ciencia y a nuestra metafísica golpes tan rudos que éstas es el trabajo del entendimiento, ya sea en la ciencia, en la
aún no se han repuesto por completo de su aturdimiento. De que el simbolismo se refiere a los conceptos de relaciones, es-
buena gana se resigenaría nuestro espíritu a ver en la cien- pecie de marcos sin contenido, o en la metafísica, cuyo sim-
cia un conocimiento enteramente relativo, y en la metafísica bolismo se refiere a los conceptos de cosas, especie de fantas-
una especulación vacía.» El criticismo kantianc es relevado mas que corren detrás de fantasmas. La evolución creadora
porel «cientificismo»: «Durante más de medio siglo, el “cien- especifica la función natural del entendimiento: «función
tificismo” se había atravesado a la metafísica... Todo esfuer- esencialmente .práctica, hecha para representar cosas y esta-
zo de intuición se veía desanimado de antemano; se estrellaba dos, más que cambios y actos». La estructura de la inteligencia
contra las negaciones que se creían científicas.» humana «está hecha para actuar desde fuera sobre la mate-
ria». Ahora bien, «sólo lo consigue practicando cortes instan-
táneos en el flujo de la realidad...». Así se expresa el meca-
El poder de lo inmediato nismo cinematográfico del pensamiento, unido «ul carácter ca-
leidoscópico de la adaptación a la vida, surgiendo la ilusión de
La intuición de la duración desempeña el papel de un la lógica retrospectiva. Semejante inteligencia sobresale en la
polo de inversión
que permite a Bergson volver a orientar, fabricación de conceptos en la práctica social. El concepto,
mediante una «media vuelta», la significación del conocimien- cristalizado en la palabra, reemplaza las cosas por símbolos,
to: es ese lugar en el que Bergson intenta invertir el trabajo los cuales quedan disponibles para operaciones lógicas. Pro-
del pensamiento. Según Bergson, «intuición significa, en pri- ducto de la generalización que escamotea las diferencias en
merlugar, conciencia, pero conciencia inmediata, visión que beneficio de los parecidos, el concepto está fijado por el sím-
apenas se distingue del objeto visto, conocimiento que es con- bolo. Pero el símbolo es ficción construida por la inteligencia
tacto, coincidencia incluso». Lejos de ser un «método» que abstracta para representar las cosas tal y como se manejan
pudiera ser manejado por el pensamiento raciocinante y dis- técnicamente por los instrumentos de la sociedad. Bergson
cursivo, la intuición de la duración expresa cierta «experien- interpreta mediante esa noción de símbolo tanto la palabra
cia metafísica» en la que lo real se da a la conciencia en el del lenguaje como el signo matemático; concede la misma ca-
acto mismo mediante el cual «siente» ésta la presencia de tegoría a las estructuras lógico-matemáticas del lenguaje y
la realidad. Para eso se necesita una conciencia que sea «aten- a las estructuras operatorias del algoritmo matemático. Esos
ción a la vida», que no quiere ya ver para obrar, sino «ver temas desempeñan un papel rector en el pensamiento de
para ver». Desde ese momento se comprende la insistencia Bergson: la intuición de la duración, la evolución creadora,
de Bergson en preservar la originalidad de esa intuición con- la concepción del hombre en la realidad, todo ello es continua-
tra las intromisiones del pensamiento conceptual. De ahí ese mente tributario de esta tesis: el conocimiento sólo capta la
incansable proceso del concepto, del entendimiento analítico realidad como absoluto a condición de renunciar a esta doble
y discursivo. Se discierne en él un tema esencial: una especie refracción: el lenguaje y el espacio. En torno a esa tesis se
de complejo del artificio que impulsa a Bergson a su concep- anudan muchos temas muy poco «críticos», por ejemplo, se
ción del conocimiento. Bergson opone a un conocimiento sin da un dualismo de la materia y el espíritu, también se da una
símbolo, en el que el pensamiento coincide de un modo inme- representación especulativa de la materia como espacio, de
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—34
DD Y a E 3 a a UO0u800
522 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA DE BERGSON 523
acuerdo con el modelo cartesiano, y también hay una inter-
pretación de la matemática como pensamiento espacializante La crítica del pensamiento especulativo
y mecanicista. La conjunción de esos temas determina de un
modo lógico la estructura del conocimiento, asimilado a la Bergson va a realizar una serie de «reducciones», usando
conciencia. Conocer es el acto de una conciencia que «siente» la expresión de Husserl, a fin de suspender el régimen natu-
la presencia como existencia vivida, expulsando toda repre- ral de un pensamiento sometido a las instancias
sentación que impediría la coincidencia de una conciencia que prácticas de
la sociedad: hay que suspender el sentido común,
se funde con la realidad. La intuición inmediata tiene lugar que es so-
lidario de la técnica y del lenguaje, y hay
allí donde «el acto de conocimiento coincide con el acto gene- que suspender la
ciencia y la metafísica tradicional. Se trata de renunciar a
rador de la realidad». La inmediatez se obtiene por el acto la conciencia refleja, con sus «distinciones
de una conciencia que logra desprenderse de toda represen- tajantes», en la
que «las cosas de contornos bien definidos, con las que se per-
tación. Ese conocimiento capta perfectamente lo absoluto ciben en el espacio», se consignan en palabras con vistas a
«sin tener que pasar por el razonamiento, la abstracción y ser combinadas por las operaciones lógicas del
la generalización». Dicho conocimiento escapa a la rutina razonamiento
conceptual. Mas no bastaría proclamar la resolución de un
conceptual que pesa sobre el conocer en el sentido habitual Nicht-Mitmachen, al modo de Husserl, el cual exige la no
del término, en el cual se pretende conocer si uno se contenta
participación en la acción, pues, si la metafísica se segrega
con «tomar conceptos ya hecho, [con] dosificarlos y [con] naturalmente como el razonamiento de la sociedad, el sentido
combinarlos juntos hasta que se obtenga un equivalente prác-
común está inextricablemente enmarañado con las ficciones
tico de lo real».
y los fantasmas de la metafísica.
Así, Bergson no consigue destruir la vacilación entre la Cuando considera, por ejemplo, la percepción del cambio,
afirmación de un «poder de lo inmediato» y un análisis teó-
rico de los conceptos. Por un lado, «digo que lo inmediato se Bergson plantea así el problema: «Para pensar el cambio, y
justifica y vale por sí mismo, independientemente de toda para verlo, hay que apartar todo un velo de prejuicios, los
unos artificiales, creados por la especulación
teoría del concepto». O también: «Ese poder de lo inmediato,
demás naturales al sentido común.»
filosófica, y los
quiero decir, su capacidad de resolver las oposiciones supri-
miendo los problemas, es, a mi entender, el signo exterior Así, constantemente vuelve Bergson a la carga. Para li-
berar al pensamiento de sus amarras conceptuales, ha de
por el que se reconoce la verdadera intuición de lo inmedia- pro-
to.» Pero, además, Bergson expone incansablemente un ra- ceder a una especie de repetida anamnesis de la historia de
zonamiento filosófico que somete a una revisión crítica las la filosofía, como si de ella esperase una difícil catarsis. Sin
categorías de la ciencia y de la especulación metafísica, de duda, importa defenderse contra las «anteojeras» impuestas
modo que se descubra la intuición como el reverso de una por la vida: «Auxiliar de la acción, [la vida] aísla, en el con-
especulación que se continúa hasta que se desvanezcan los junto de la realidad, lo que nos interesa.» Pero eso no basta:
conceptos. Por lo demás, se sospecha que el proyecto de «elu- la metafísica, por cuanto ha formulado los postulados
tos en el sentido común y en la ciencia, mantiene unas ilu-
implíci-
dir» no sólo el sentido común, sino también la ciencia y la
metafísica, no puede limitarse a describir ingenuamente una siones trascendentales, diría un kantiano, esos «espejismos de
intuición espontánea. ideas», como los seudoconceptos del desorden, de lo posible,
del determinismo, otros tantos bordados sobre el cañamazo
de la nada. Desde su Ensayo, Bergson se remonta Zenón
a
de Elea, y comienza esa genealogía de la metafísica clásica
para eliminar sus quimeras del campo de la conciencia. «La
metafísica data del día en que Zenón de Elea señaló las con-
'
o
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LA FILOSOFÍA DE BERGSON 525


524 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

tradicciones inherentes al movimiento y al cambio tal como peculación metafísica. Bergson maneja el entendimiento com-
La metafísica grie- binando una operación de disociación con una operación de
se los representa nuestra inteligencia...»
el pensamiento quedó conversión. En un primer tiempo disocia los mixtos para
ga fijó el marco conceptual en el que
antinomias y las aporías; pero el poder de esa separar la cualidad de la cantidad; la duración, de la exten-
preso de las
especulación provenía de que se apoyaba en el lenguaje,
ins- sión; la sucesión, de la simultaneidad; la libertad, del deter-
minismo. En un segundo tiempo, hace que aparezca lo ho-
titución regida por la sociedad. Incluso antes de la reflexión
del antiguo filósofo, la sociedad ha depositado enel lenguaje mogéneo a partir de lo heterogéneo; la yuxtaposición, a par-
tir de la fusión; la unidad, a partir de la multiplicidad. Ese
«la subdivisión y la distribución de lo real en conceptos»,
describe han sido recortadas trabajo «discursivo» del entendimiento analítico se combina
pues «las cosas que el lenguaje al trabajo con un uso metafórico del concepto que Bergson reduce
al
de lo real por la percepción humana con vistas modo la filosofía
estado de imagen naciente, de parece
humano». El lenguaje también encierra «pensamientos
ya que
listos y frases ya hechas» que la especulación
filosófica SO- ocuparse sobre todo de transcribir en imaginería simbólica
abstracción. el sistema conceptual del pensamiento abstracto.
mete a un procedimiento de generalización y de
«El metafísico tra- El «método» de Bergson se muestra así como una especie
A propósito de Platón, observa Bergson:
el de clave que compone entendimiento e imaginación de un
baja a priori sobre conceptos depositados de antemano en
revelasen al espíritu modo disyuntivo. Podría ilustrarse ese proceso del pensa-
lenguaje, como si, descendidos del cielo, miento bergsoniano a través de todos los temas de su pensa-
una realidad suprasensible.»
En virtud de ese platonismo, los
miento. Elijamos, por ejemplo, en La evolución creadora, «la
antiguos se figuraban que «el ser estaba dado de una vez por
sistema de las génesis ideal de la materia». Leamos primeramente el pre-
todas, completo y perfecto, en el inmutable nuestros ludio: «Cuando ponemos nuestro ser en nuestro querer, y
ideas». Aristóteles formula «la lógica inmanente a
del subs- nuestro propio querer en el impulso que él prolonga, com-
idiomas» y canoniza así la obsesión de lo estático,
trato inmóvil, del cosismo sustancialista. A través de la co- prendemos, y sentimos, que la realidad es un crecimiento con-
percibe la tinuo, una creación que prosigue sin fin. Nuestra voluntad
rriente que va de Descartes a Kant, Bergson hace ya ese milagro.» Después de ese exorcismo, Bergson
bien
permanencia de la mentalidad platonizante, sea que
matemá- introduce los deslizamientos metafísicos y las fulguraciones
el cartesianismo identifique la idea con el concepto de imágenes que deben dar cuenta de las «distinciones tajan-
tico, o bien que el kantismo se refiera a ella humano. para rechazar
Si no tes» de un entendimiento rígido y estático. «¿Se considera
el conocimiento absoluto en el pensamiento in abstracto la extensión en general? La extensión aparece
se procede a una crítica destructora
de la ilusión especulativa
imposible llegar a ese filo- tan sólo con una tensión que se interrumpe.» Y luego: «¿Qué
mantenida por la metafísica, es
deducir de ahí, sino que el proceso mediante el cual esa cosa
sofar de la intuición como «acto simple». «En resumen, para
simplemente el hilo de la se hace está dirigido en sentido contrario de los procesos
un espíritu que siguiera pura y
experiencia, no existiría el vacío, no existiría la nada,
inclu- físicos, y que, desde ese momento, es, por definición, inmate-
habría negación posible.» rial?» Los ardides escolásticos se refuerzan con los juegos
so la relativa o parcial, ni tampoco
de «esen- de palabras y los fuegos de artificio imaginativos. Así, la
Pues «filosofar es un acto simple» se sabe lo que
si
cialmente espontáneo» hay en el pensamiento filosófico, en imagen de un recipiente de vapor permite evocar «el surti-
intención originaria». Está claro que dor original» que cae deshecho en gotitas, el gesto creador
«la simplicidad de su
«el espíritu de simplicidad» que, para Bergson, designa
la que se deshace, de «un centro del cual brotarían los mundos
más meta-filosofía una como los cohetes de un inmenso ramo». Y termina así: «La
esencia de la filosofía, designa una que
creación así concebida no es un misterio, la experimentamos
no-filosofía. En realidad, Bergson usa de ardides con el en- sin cesar en cuanto actuamos libremente.» El lector adivina,
tendimiento y procura volver el entendimiento contra la es-
526 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL A LA FILOSOFÍA DE BERGSON 527
con mucha razón, que la intuición filosófica se manifiesta so-
bre todo como una animación imaginativa de un sistema
conceptual que el filósofo teme destruir con «el severo tra-
bajo del concepto».
PERA se ha alojado en la idea del tiempo mensurable:
del tiempo nunca se refiere a la duración
«La medida
como tal duración.»
Enefecto, medir es contar simultaneidades, mientras
que el
tiempo real se escapa entre las simultaneidades medidas.
Bergson hace intervenir constantemente una paradoja
imagina la aceleración del tiempo entre simultaneidades que
se-
La intuición de la duración ñaladas, sin que el pensamiento matemático pueda discernir
una diferencia. «Entre las simultaneidades sucederá todo lo
Al modode los oficiales de Estado Mayor que se entrenan que se quiera. El tiempo se acelerará enormemente, e incluso
en la guerra mediante Kriegsspiele, Bergson procede a una infinitamente: nada se habría cambiado para el matemático,

E
especie de ejercicio táctico en el Ensayo sobre los datos in- para el físico, para el astrónomo.» Desde el Ensayo, escri-
mediatos de la conciencia, donde introduce la intuición de la bía: «Lo que prueba que el propio intervalo de duración
no
duración. Es ahí donde Bergson se esfuerza en transportar cuenta desde el punto de vista de la ciencia es
la metafísica «al terreno de la experiencia». El caso de la que, si todos
los movimientos del universo se produjesen con una
duración le parece decisivo para poner en marcha un nuevo dos
rapidez
o tres veces mayor, no habría nada
filosofar. Ahí se pilla al entendimiento en flagrante delito de que modificar en
nuestras fórmulas ni en los números que hacemos intervenir
intelectualización del tiempo en espacio, ocupado en «traba- en ellas.» En cambio, no sucedería lo mismo
para la concien-
jar con el fantasma de la duración». «El acto habitual, nor- cia que vive psicológicamete la duración: «Profunda
mal, trivial del entendimiento» es «la eliminación del tiem- sin embargo, la diferencia con respecto a la conciencia
sería,
po». La función de la ciencia positiva consiste en «enmasca- ro decir, naturalmente, con respecto a una
(quie-
conciencia que no
rar la duración» y en «escamotear los efectos del fuese solidaria de los movimientos
tiempo» intracerebrales), pues,
«para comodidad de la acción». Mas se trata de volver a para ella, no supondría ya la misma fatiga esperar de un día
hallar «la duración interior, enteramente pura» volviendo a al siguiente o de una hora a la siguiente...»
su «pureza original». En el Ensayo, Bergson se pregunta uno si el famoso terrón de
Evidentemente,
parece recurrir azúcar vive la espera
a un proceso de aproximación reflexiva: «Vamos
a pedirle
de deshacerse... A diferencia de la
a la conciencia que se aísle del mundo exterior
ciencia, la conciencia per-
cibe la duración como una «visión directa del
y, mediante espíritu el
un potente esfuerzo de abstracción,
que vuelva a ser ella espíritu», después de haber eliminado todo lo que se por inter-
misma.» Sin embargo, en La evolución creadora, Bergson pone: «nada de refracción a través del prisma del
que una
evoca más bien una especie de abuso de autoridad metafí- cara es espacio y la otra es lenguaje». Mas
convendría vigi-
sico: «Mas ¿pensamos alguna vez la verdadera duración? lar de cerca los «artificios» dialécticos mediante los
cuales '

También aquí será necesaria una toma de posesión directa. Bergson interpreta la duración como movimiento puro, como
No se alcanzará la duración mediante un rodeo; hay multiplicidad heterogénea y cualitativa, hasta hacer surgir
que ins-
talarse en ella de golpe.» Bergson va a disociarel concepto en ella la procesión teológica de la
sustancia espiritual. «La
de tiempo, «concepto bastardo, debido a la intrusión de la intuición es lo que alcanza el espíritu, la duración, el cambio
idea de espacio en el ámbito de la pura conciencia». También puro. Siendo su ámbito propio el espíritu, quisiera
se siente Bergson obligado a destruir la barrera en las cosas, incluso en las
captar
«cientificis- materiales, la participación en la
ta» que pone obstáculos a la pura duración. El físico es víc- espiritualidad, diríamos que en la divinidad, si no supiéra-
tima de las obsesiones matemáticas: el tiempo, «concebido mos todo lo que de humano se mezcla aún
a nuestra concien-
bajo la forma de un medio indefinido y homogéneo», sólo es cia, incluso depurada y espiritualizada.»
«el fantasma del espacio que obsesiona a la conciencia En realidad, laintuición de la duración funciona como el
re-
flexiva». Por lo tanto, hay que exorcizar a ese fantasma que ideologema central de la filosofía bergsoniana. La
significa-
AR
A — > wéñk > dl nd e y dl Ad ad y sy
— — —

A
528 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA DE BERGSON 529
ción primera de ese ideologema es tácita: destruir el trabajo tamente un acto de la conciencia. La crítica del concepto lo
conceptual del pensamiento científico explotando bajo la for- reduce también a la imagen, acto de una conciencia
que ve
ma de una construcción «metafísica» la diferencia entre el las cosas sintiéndolas en forma de una mezcla entre el es-
espacio y el tiempo: «... lo que es duración pura excluye toda píritu y la realidad. «En la página que ha elegido del gran
idea de yuxtaposición, de exterioridad recíproca y de exten- libro del mundo,la intuición quisiera hallar de nuevo el movi-
sión.» Luego, cual Proteo, la duración se metamorfosea en miento y el ritmo de la composición, volver a vivir la evolu-
yo profundo y creador, en esencia del movimiento en el que ción creadora insertándose en ella por simpatía.» Si se exa-
participa el cambio de las cosas, en prototipo del acto libre, mina bien la crítica bergsoniana de las matemáticas, se ve
en memoria espiritual, en impulso vital dentro de una evolu- que la filosofía de Bergson se aloja en la separación entre
ción creadora, y, por último, en impulso místico que ilumina el símbolo-imageny el signo-algoritmo. Mientras
que el sím-
el destino del universo como máquina de fabricar dioses. El bolo representa la imagen asociada a las palabras, el signo
ideologema de la duración remite así al mitema de la con- algorítmico designa una regla operatoria de tipo abstracto.
ciencia, pálido sustituto del sujeto trascendente, él mismo Bergson se niega a registrar esa ruptura en el régimen mo-
imagen degradada del modelo divino. Lo que Bergson llama derno de los signos provocado por el advenimiento de las
conciencia es el refugio del sujeto constituyente que ha esca- matemáticas modernas. Con obstinación, condena a las ma-
pado milagrosamente a la antitética de la razón especulativa. temáticas a sujetarse al «empleo de signos artificiales», como
El mundo exterior, alias la materia, ha sido vencido defini- si el símbolo matemático estuviese sometido a la
tivamente: «La materia es inercia, geometría, necesidad.» primacía
representativa de la imagen. Los análisis mediante los cuales
Las metáforas del despertar y del adormecimiento, de la ten-
sión y del relajamiento, de la contracción y de la dilatación,
Bergson intenta encerrar las matemáticas en las represen-
taciones del espacio, son esclarecedores: ¿no está claro
que
dotan a la conciencia de la elasticidad que la vuelve capaz
de hacerse «coextensiva» con la realidad, según el viejo es-
laidea de espacio proporciona al matemático modelos de re-
laciones e ideogramas algorítmicos de los que se sirve
para
quema aristotélico de un alma que se convierte en todas las expresar las estructuras lógicas del pensamiento abstracto?
cosas por «simpatía». El mismo término de conciencia viene Desde la geometría griega, figurativa de la aritmética, la
a ser el soporte de todo un abanico de sentidos: la conciencia geo-
metría analítica asociada a la idea de función, la geometría
es sobre todo el acto de percepción, mas también apercepción de Riemanny la topología, se está en presencia del esfuerzo
en el acto de reflexión, ya que el pensamiento es percepción; del matemático por construir modelos de
«espacios abstrac-
pero la conciencia es voluntad, y por lo tanto, espíritu, pero tos»; mas el espacio abstracto, según el término creado por
espíritu en el sentido de una espiritualidad creadora, para Fréchet, es el lugar de variaciones analíticas de
un pensa-
convertirse incluso en «supraconciencia» en la que se anula miento teórico en busca de estructuras lógicas y matemáti-
la distinción de espíritu y materia. Y Bergson sueña con una
conciencia que tuviera un «alcance ilimitado», pregunta cómo cas. Se ve que la idea de espacio conserva su sentido meta-
físico en Bergson, el cual no ha disociado la representación
la facultad de percibir sería «indefinida» en la doble direc- del espacio y la «cosa» de un espacio físico.
ción de la materia y del espíritu...
En realidad, esas tesis bergsonianas están incluidas en Pe
su intento por interpretar el conocimiento como un acto de 0 Metafísica de la duración y teoría relativista
la conciencia; la filosofía bergsoniana ofrece una variación AE del tiempo
sobre el tematismo de una filosofía de la conciencia en la que
conocer es el acto de «leer» inmediatamente el significado en ba El menosprecio de Bergson hacia la significación episte-

MA
el signo mismo. El concepto no podría valer como represen-
tación de las cosas, sino que, al contrario, expresa inmedia-
A mológica de las matemáticas
discurso filosófico
se manifiesta en el error de su
a propósito de las teorías de la relatividad,
VVODDUIDO.CNy.,¿qQQQoue 1 000808uJguaoaw
530 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA DE BERGSON 531
donde Bergson ha estudiado más detenidamente la primera corporada a la física común, y que, mucho más que a Eins-
teoría, la teoría de la relatividad restringida, la cual surge tein, ha proporcionado a los teóricos de la física cuántica,
con la memoria de Einstein de 1905. Se comprueba en pri- como Luis de Broglie y Dirac, poderosos instrumentos de
mer lugar que Bergson quedó vivamente
de la
impresionado por el investigación de los fenómenos del átomo.
acontecimiento de esa nueva teoría mecánica;la pro-
se
Bergson, en cambio, sólo quiere ver en la teoría de la re-
pone defender sus tesis filosóficas sobre el tiempo y
Eins-
dura- latividad restringida un simbolismo matemático, «puramente
ción, con riesgo de hallarse en desacuerdo con el mismo de matemático», dice curiosamente. Quiere decir una escritura
tein, Creemos también que esa controversiaesclarece un de signos artificiales que sólo tienen valor sobreel papel. En
modo extraño la naturaleza del filosofar bergsoniano. Sin suma, el físico se sirve del papel para hacer sus cálculos, ¡y
poder entrar en los detalles de esa discusión, observa que
se los cálculos no tienen otro valor que el de garabatos sobre
el menosprecio de Bergson gira torno
en la dedistinción
a en-
una hoja de papel! Mientras que la teoría física
tiende, y eso
tre la matemática y la física. Einstein dejó
no especificar, desde Galileo, a «fusionarse» de un modo cada vez más ínti-
y en Francia mismo Langevin lo mostró luminosamentedesde
la década de 1910, que la teoría de la relatividad restringida
mo con el
pensamiento algorítmico del matemático para lo-
grarla interpretación teórica de la experiencia técnica, Berg-
es una teoría física, íntimamente vinculada la interpreta-
a son supone que puede separar matemática
y física. Einstein
ción de las ecuaciones de Maxwell sobre el electromagnetis- había mostrado que la idea de espacio y de tiempo no podía
mo. Cuando Einstein estudia el problema de apariencia cine- aislarse de“las medidas físicas de la observación física, y
mática, de cómo dos observadores, uno de
el otro en movimiento uniforme y rectilíneo con
ellos en reposo,

relación a
, obligaba a preguntarse por la noción misma de geometría y
a descubrir sus relaciones con la experiencia física
según
primero, intercambian sus observaciones de espacio y de Unas preocupaciones que se especificarán en la teoría de la
tiempo, no se trata de un problema de cinemáticaen el sen- relatividad generalizada, en Einstein, Weyl o Eddington. La
tido de la mecánica tradicional, sino de una cuestión de cine- argumentación de Bergson tiende a reducir la experiencia
mática física en un universo en el que los observadores se física a la experiencia psicológica, a vaciar el pensamiento
enfrentan con los fenómenos materiales. En
deben
efecto,
ambos físico de la teorización matemática, y a reducir la experien-
observadores se preguntan según qué regla intercam- cia técnica del físico a unos estados de conciencia del físico.
biar sus medidas de espacio y de tiempo para que las ecua- Bergson pasa sin transición de la experiencia física a la
ciones de Maxwell sigan siendo invariantes. Ese aspecto pro- metafísica de la duración: «El sentido común cree en un
piamente físico del problema ha quedado enmascarado por tiempo único, el mismo para todos los seres y para todas las
el hecho de que el propio Einstein mostró que podían
partir
sulver cosas. ¿De dónde proviene esa creencia? Cada uno de noso-
a hallarse deductivamente las relacionesde Lorentz a tros se siente durar; esa duración es el propio transcurso,
de un postulado que enunciara axiomáticamente constancia
la continuo e indiviso, de nuestra vida interior.» La objetividad
de la velocidad de la luz. En cuanto a la introducción de un de la experiencia física se interpreta inmediatamente
por
espacio de cuatro dimensiones en el que a la variable lla- una visión metafísica: «... Más allá de lo
que podría llamarse
mada t se le asigna un coeficiente imaginario, se ve que la el horizonte de nuestra percepción exterior, nos
representa-
elección de la geometría de Minkovski
rístico de dicha teoría; gracias a ese
se debe
modelo de
alvalor
espacio
heu-
abs- it mos una conciencia cuyo campo de percepción invadiría
nuestra; luego, más allá de esa conciencia y de su campo de
a la

tracto pudo Einstein descubrir nuevas estructuras físicas percepción, otra conciencia, situada de un modo análogo con
(noción de masa variable con la velocidaddel cuerpo, equi- respecto a ella, y así sucesivamente, hasta el infinito.» Afirma
valencia de la energía y de la materia, tiempo propio de un la necesidad de un «punto de vista intuitivo»
para discutir
sistema físico, etc.). Además, recordemos de pasada
definitivamente
que esa la relatividad; así, de la simultaneidad escribe
que está «dada
teoría de la relatividad restringida está in-
intuitivamente. Es absoluta, en el sentido de que una cosa
y532

no
operación

la primacía

espacio y
como un
el
de
A

EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

física como una

lo

tiempo en
convención
depende de ninguna

la
corrección

geometría
matemática,
de

obedece a una lógica


inmediato
cepto psicológico frente a la
frente
relojes:e
en apelar a «una conciencia sobrehumana, coextensiva

lo
a teórica.
abstracción
son rechaza de la teoría relativista es que la
de una idea no se saque del sentido ingenuo
conciencia intuitiva, sino que exija la elaboración
la idea mediante un sistema algorítmico

intuición ingenua la estructura de grupo de las


ciones de Lorentz? Lo que Bergson llama
Minkovski,
de

te, la «realidad» del espacio y del tiempo. Por lo a


de

geometría de Minkovski constituye una innovación bru a


en

su
no
a
No
A

A0
o
la totalidad de las cosas», para comprender la idea de sinmul-
taneidad absoluta. ¿Qué especie de diálogo es posible entre
a insistencia
|

in Bergson?

funciona
complejo algorítmico para pensar teóricamente los
fenómenos físicos sin disociar la representación del espacio
y del tiempo; ¿cómo se habría podido descubrir de otro modo
el carácter tensorial de la representación del fenómeno elec-
tromagnético? Bergson presentía en esa amalgama un medio
de representar simbólicamente, podría decirse alegór
amen
la física; el formalismo matemático de Minkovski se sitúa
en la prolongación de la mecánica analítica de Lagrange,
intento de generalizar las coordenadas, sin ocuparse se
distinguir variables de posición, de tiempo o de vencidas:
La conexión de la nueva física con la mecánica analítica
Lagrange se especificará en la teoría de la relatividad pa
ralizada, la cual explotará la geometría de las variedades
Riemann para formular el fenómeno de gravitación como
una
una
ley geodésica
diferencia,

Bergson por razón de


parece dirigir
restringida. En
las
modelo de
en un
y es que

«paradojas»
efecto,
Lagrange
erialSentido general de la física moderna
paradoja casi
una
Sin
espacio.
no

de la teoría de la sal
relaciona
».

obsesionante:

de
la de
simbólico, o
de
Lo
que Berg-
O.

significación
accesible
a una
operaciones la
sus estructuras matemáticas. ¿Cómo habría descubierto
teórica
de
con

transformar
«la amalgama» de

embargo, pay
disponía del cálculo
se

las «paradojas» de la rela-


tividad (contracción de las longitudes, dilatación de los tiem-
con

le escapa e
metatisica ca :
0
e

e
— 848088468939 4qY4u

pos,
de
LA FILOSOFÍA DE BERGSON

radoja de la realidad
o
está inmediatamente dado
es
y la ficción.
perceptible, añadiendo además
a

por una conciencia de físico «viviente», «de carne y hueso»,


no pasa de ser una ficción. Así, Bergson queda

Bergson
es un
que se
cogido en la
trampa de sus criterios de realidad, que oscilan entre un
percibido que señala un acontecimiento físico y un inme-
diato que

ciencias y el resto de la naturaleza». Se siente abogado de


las ideas de todo el mundo para defender «la creencia natu-
nupA
tiempos propios de los observadores en la bala de cañón
Langevin, la dislocación de la simultaneidad) con una pa-
Es real lo que es percibido
que la realidad es «lo que
nuestra percepción»;
observable como tiemporeal, es decir, «percibido y vivido»
lo que

dato de la conciencia. Además se le escapa a


está refiriendo a una. ficción de conciencia
para representar una virtualidad de percepción. El tiempo
de las cosas remite a la idea de una duración del
es decir, «de una conciencia impersonal
universo;
que sería el vínculo
entre todas las conciencias individuales, como entre esas con-

ral de los hombres en un tiempo único y universal», e intenta


hacer que la teoría relativista se defienda ella misma, desem-
barazada de las malas metafísicas de los físicos, en beneficio
de la filosofía de la duración. El proceder de

de vista psicológico y el punto de vista

de su sentido físico: sería «la posibilidad

tantánea». O mejor aún: «Llamo “simultáneas” a dos


Bergson se pro-
pone reintroducir la psicología intuitiva en la teoría física:
«Queremos aprovechar todas las transiciones entre el punto
físico, entre el tiempo
del sentido común y el de Einstein. Para ello debemos situar-
nos en el estado de alma en que nos hallábamos
cuando se creía en el éter inmóvil, en el reposo
sin embargo, había que explicar la experiencia
al principio,
absoluto, y
Michelson-
Morley.» Sin «la duración inmediatamente percibida, no ten-
dríamos ninguna idea de tiempo»: no hay realidad
«sin introducir una conciencia». La simultaneidad que
dure
es privada
que dos o más
tecimientos tienen de entrar en una percepción única eacon-
ciones instantáneas que se captan en un solo mismo percep-
y
espíritu, pudiendo la atención constituir también aquí uno o
dos, a voluntad.» Estima que la geometría de Minkovski. de
cuatro dimensiones, deriva de nuestro inveterado
convertir el tiempo en espacio: «Inmanente a nuestro
del tiempo está la tendencia a vaciar de contenido
ins-

actodel

hábito de
sentido
un espacio
533

no
yv »ooDoosoosySso lr
+

534 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA DE BERGSON 535


de cuatro dimensiones en el que pasado, presente y futuro rido reintegrar la teoría física en la experiencia espiritual
estarían yuxtapuestos o superpuestos desde la eternidad.»
ciencia «confiere virtualmente al espacio una dimensión adi-
La de la duración vivida porla conciencia; el concepto de tiempo
físico se reduce a un razonamiento metafísico del físico acer-
cional», porque se refiere a un tiempo «cuya rapidez de desa- ca del fantasma del tiempo matemático. Uno de los
rrollo podemos suponerinfinita». argumen-
tos bergsonianos es revelador: el universo sólo es aceptable
El quid pro quo es constante; traduce sobre todo la con-
porel pensamiento si tiene una «representación», una forma.
fusión entre la representación matemática del tiempo y el Mas si sólo se retiene la expresión matemática, «no hay ya
tiempo físico. Sin embargo, Bergson llega a escribir: «Quizá tiempo ni cualquier cosa». Mas «restaurad el tiempo y res-
se han usado artificios matemáticos en el intervalo, pero esos
tableceréis las cosas». Argumentación curiosa en la que la
artificios deben tener alguna conexión con las cosas.» No obs-
filosofía de lo moviente se aferra a la imagen clásica del mun-
tante, se obstina en privar a la teoría relativista de su conte- do a fin de no perturbar las representaciones familiares a la
nido propiamente físico y en reducirla a un
a interpretar
simbolismo
experiencia
ma-
la conciencia de acuerdo con el sentido común.
temático, dispuesto la física con
La controversia entre Bergson y Einstein sobrepasa el
metafísica de la conciencia. El principio de relatividad de
alcance de una confusión entre la intuición de la duración y
los sistemas de inercia de Galileo, que se basa en la constan-
cia de la velocidad de la luz, le parece evidente: «¿Por qué
la teoría relativista del tiempo. La teoría de la relatividad
iba a tener en cuenta cierto modo enteramente humano de restringida ha puesto en tela de juicio toda la interpretación
percibir y de concebir las cosas?» El triedro de referencia bergsoniana del conocimiento. Si la física moderna capta
unas estructuras profundas de la realidad,
está caracterizado por la propiedad de inmovilidad que «es, es, para Bergson,
por definición, el estado del observatorio en el que uno ¡e
gracias a las intuiciones de una conciencia cuyas percepcio-
nes son independientes de los procedimientos simbólicos de
sitúa con el pensamiento». Los falsos problemas surgen en
virtud de una confusión entre la imagen propia de Una per- la física matemática. Así, Bergson intenta delimitar una in-
cepción y la abstracción propia de un cálculo. Y el principio tuición de la diferencial que sea independiente de los con-
de relatividad es insostenible. «Pues si S está en reposo ab- ceptos aplicados por el cálculo diferencial. El principio de
soluto, la teoría de la relatividad implicará efectivamente la Carnot le parece un auténtico sondeo de la realidad: «Es la
existencia de tiempos múltiples, todos sobre el mismo plano, más metafísica de las leyes de la física, por cuanto señala
con el dedo, sin símbolos interpuestos, sin artificios de
y todos reales. Y si, por el contrario, se sitúa uno en la me-
hipótesis de Einstein, los tiempos múltiples subsistirán, pero dida, la dirección en que marcha el mundo.» Mas ¿cómo elu-
nunca habrá más que uno sólo real...; los demás serán ficcio- dir la formulación matemática, cuando toda la teoría de la
termodinámica quedaría malparada si no dispusiera de los
nes matemáticas.» Elegir un sistema de referencia es in-
movilizarlo y hacer de él un punto de referencia absoluto, conceptos matemáticos para definir operatoriamente la fun-
sucedáneo del éter inmóvil. «En suma, el reposo absoluto,
desterrado por el entendimiento, es restablecido por la ima-
ción de entropía? Con esto alcanzamos un punto vivo del
bergsonismo: el símbolo es radicalmente inapto para dar a
ginación.» El matemático no se siente molesto por esas conocer las propiedades de las cosas, pues el símbolo es un
jugarretas; en cambio, el filósofo no podría aceptarlas. Si artificio cuyo papel se limita a expresar la representación
elegís una representación concreta del universo, «erigís un del pensamiento, sin llevar jamás a una coincidencia entre
físico viviente y consciente, realmente percibiente: el físico el pensamiento y la realidad. Bergson, influido sin duda
por
vinculado al sistema de referencia del que el universo toma las interpretaciones convencionalistas de la teoría física en
esa forma o representación». Entonces los demás físicos se Duhem, H. Poincaré, y Milhaud, le atribuye a la física una
convierten en físicos virtuales, «simplemente concebidos como obsesión mecanicista. A fin de destruir la ilusión mecani-
físicos por el físico real». La «metafísica positiva» ha que- cista, Bergson quiere reducir la teoría matemática a una

ei
cl
536 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
|i
LA FILOSOFÍA DE BERGSON 537

fórmula nominalista que artificialmente trasplantada a las 0 abre entre la duración vivida y el tiempo del universo, Sin-
MR
es
percepciones. gularmente, esa duración jamás encamina hacia la muerte,
Recordemos que la refiexión de Bergson se había originado
en la insatisfacción provocada por la filosofía evolucionista
de Spencer; mas en lugar de insertar su reflexión filosófica
ci sino que se estremece de gozo ante los fuegos de artificio del
ímpetu vital y de la creación divina. Todo lo trágico queda
borrado; la duración es envolvimiento del tiempo en torno
en la crítica teórica de la mecánica, como Hertz, Mach y
al presente, que se enrolla y se desenrolla indiferentemente
Einstein, decide tirar por.la borda al pensamiento matemáti- hacia el pasado o hacia el futuro. ¡Qué mejor imagen de ese
co por considerarlo enteramente incapaz de captar el movi-
cierre de la conciencia sobre ella misma, ya que las cosas, los
miento como cambio, irremediablemente impotente para re- seres, el universo, la historia y Dios se dibujan como repre-
solver las paradojas de Zenón, sean cuales fueren los signos sentaciones de la conciencia que unas veces se «dilata» y
inventados por el matemático. Mas quizá la obstinación berg- otras se «contrae»! Lo moviente flota como un velo místico
soniana en engañarse respecto a la teoría relativista esté sobre el ser que no podría ser sino el mismo. El desafío del
suscitada por un reflejo más imperativo, por cualquier tic devenir está conjurado; él creó la detención de la producción
de pensamiento conservador, que se niegue a admitir que conceptual y el desconcierto del pensamiento teórico. De ahí
el pensamiento invierte su curso, mediante un «doloroso es-
gracias al trabajo teórico pueda la ciencia modificar pro-
fundamente las representaciones del sentido común. Cuando fuerzo» de torsión, se descubre acto de la conciencia, alma
Bergson critica la espacialización del tiempo, se dirige a la que despliega la energía creadora en la prueba mística de la
intuición de la duración, en la que el tiempo se desprende experiencia espiritual. El pensador del siglo XX recobra la
de la medida física, de modo que la teoría matemática maneja «audacia» de Plotino y puede aplicársele lo que Bréhier decía
vanamente símbolos vacíos, apartada de la experiencia física. del neoplatonismo: «La filosofía de esa época es un modo de
Es forzoso darse cuenta de que la persistencia de los esque- descripción de los paisajes metafísicos a los que el alma se
mas especulativos de la metafísica griega se alberga sobre
transporta mediante una especie de incitación espiritual.»
todo en el pensamiento de Bergson y que éste la proyecta
sobre la imagen de la ciencia moderna. Que la ciencia mo-
derna modifique los conceptos del sentido común; entonces Para un balance muy crítico
el espíritu humano se libera de las antinomias metafísicas
sin necesidad de pasar por el nuevo avatar de la metafísica La confusión de la filosofía de la duración con la teoría
de la duración. Hemos intentado mostrar que la intuición de relativista del tiempo tiene valor de test; expresa el divorcio
la duración había funcionado sobre todo como una paradoja entre la simbólica metafísica de la conciencia y el trabajo
proponía precisamente teórico de la ciencia moderna. Según un fenómeno que se
seudoepistemológica: Bergson no se
resolver las contradicciones de la ciencia, sino hacerlas «desa repite en la historia del pensamiento científico, semejante
confusión es la consecuencia de un viraje acentuado en el
parecer» en una visión de lo moviente en la cual la realidad
escapa definitivamente a toda determinación conceptual de que la abstracción teórica acrecienta el poder algorítmico
de la matemática. El acontecimiento es especialmente duro
un pensamiento teórico. Mientras que la ciencia moderna ha
querido captar las movientes articulaciones del pensamiento para el filósofo que sueña con alcanzar absolutamente la
realidad sin distancia ni mediación, sin relación abstracta
con las estructuras objetivas del universo, la filosofía de la
ni construcción lógica. Para Bergson, la reflexión filosófica
duración ha diluido el pensamiento en el fluir inefable de
lo puro moviente, de modo que la duración de la conciencia debe instalarse en el centro intuitivo de una conciencia que
coincide con la duración; desde ese momento está condenada
se pone a cubierto del devenir de las cosas. Bergson produce
a interpretar la realidad mediante una especie de lectura
pactos de seguridad que deben oponer un obstáculo al de-
rrumbamiento de la conciencia y ocultar el abismo que se semiológica que actúa al revés que la ciencia. Así cree Berg-
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.35
O U 0 0 y Y Y VU Y Uy
538 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL LA FILOSOFÍA DE BERGSON 539
son escapar a la teoría del conocimiento, con sus desconcier- tructuras históricas de la práctica social. La reflexión filosó-
tos y tus aporías. La filosofía de la conciencia se encarga de fica no puede sustraerse a la tarea de «pensar» el lenguaje
provocar el desvanecimiento de la teoría del conocimiento. y la técnica; le incumbe analizar las implicaciones sociales
No por eso deja dle subsistir el rompecabezas de laciencia y culturales del lenguaje y de la técnica y pensar las estruc-
moderna, que se obstina en hacer que el conocimiento pro- turas sociales de un modo riguroso, con vistas a transformar
grese mediante un trabajo de abstracción teórica cada vez la sociedad. Para ello es necesario cambiar la técnica, el len-
más sutil y riguroso. Por otra parte, se dibuja una carencia: guaje, los conceptos, la ciencia y la especulación filosófica si
la filosofía de la duración realiza el fracaso de una filosofía los hombres han de apropiarse las formas alienadas de la
de la historia. No parece muy fuera de lugar dirigir la
filosofía bergsoniana de la duración interrogaciones preci-
a praxis social. Sin duda, la ruptura del pensamiento francés
con respecto al de Hegel impidió a los filósofos franceses
sas, como ¿qué tiempo vivimos?, ¿en qué momento
historia situar nuestra experiencia contemporánea?, ¿cómo
de
la percibir que la especulación filosófica traduce abstractamen-
te la historia de la sociedad e interviene en la praxis histó-
pensar las estructuras del tiempo histórico? Pues la
ción de la duración propone un tiempo invertebrado, imper-
intui- rica como sistema teórico de notación abstracta del
proceso
histórico. ¡Semejante modo de filosofar iba a contribuir a
sonalizado, ahistórico. Es trivial observar que Bergson borra cambiar el mundo! Mas la expulsión de la negatividad en
la estructura dialéctica del tiempo, esfumando las diferen- Bergson ilustra el conservadurismo fijo del pensamiento
cias entre pasado, presente y futuro. Mas, sobre todo,
intuición de la duración como tiempo interior de la concien-
la bergsoniano. Poniendo una firma negativa en la historia y
en la sociedad, la especulación filosófica asume «el
trabajo de
cia pura escamotea la tarea fundamental de una tomade con- lo negativo» que marca el cambio de la naturaleza de la
y
ciencia histórica: la localización histórica de la sociedad
con- historia hasta el punto en que la especulación teórica se
temporánea en el movimiento histórico de la civilización.
No cambia dialécticamente en transformación práctica de la so-
hay ninguna reflexión, ninguna acción que pueda dispensarse ciedad. Bergson retrocede ante esa crítica radical del con-
de señalar la duración social en un «calendario» histórico. cepto, crítica que está obligada a teorizar rigurosamente el
Una íntima conexión articula la suspensión del pensa- fundamento social e histórico de la práctica colectiva, in-
miento teórico y el fracaso de la filosofía de la historia. Y es cluida la cultura. A los rigores de la teoría y a las tensiones
el carácter irrisorio de la crítica bérgsoniana del pensamien- de la historia, Bergson ha preferido el éxtasis de una con-
to metafísico. Bergson creyó escapar a los conceptos, a las ciencia que contempla su esencia de pura fluidez y se refugia
antinomias y los sistemas del pensamiento especulativo
a en la fantasmagoría mística. Más también ahí le
aguarda
mediante una especie de pirueta filosófica; en lugar de em- el fracaso a Bergson; en lugar de crear una nueva
espiri-
prender unadetenida crítica de la especulación metafísica, tualidad, se ahoga al querer expresar la espiritualidad en
creyó en las virtudes de una evasión mediante el milagro de una formulación metafísica que la encierra en la retórica del
una intuición metafísica. Por eso sufilosofía se muestra «espiritualismo» familiar a esos patinazos místicos y a esas
como un razonamiento marginal que hace la exégesis de la moralizaciones conservadoras.
especulación metafísica. Bergson vio bien que el concepto
ha salido de la práctica técnica y social del trabajo en la
sociedad; vio también que el lenguaje es el relevo ideológico RESUMEN BIBLIOGRÁFICO
que traslada el instrumentoal concepto con ayuda de la pa-
labra. Sin embargo, su conclusión es sorprendente: hay que Estudios
poner aparte la especulación filosófica como producto abs- H. HÓFFDING: La philosophie de Bergson, 2.*
Ed. Le RoY: Une philosophie nouvelle, 1912. ed.,
1910.
tracto y artificial de la sociedad. No obstante, la abstracción A, THIBAUDET: Trente ans de vie frangaise, t. 1: Le
y el artificio son funciones sociales que arraigan en las es- 2 vols., bergsonisme,
4.* ed., 1923.
DU DDosaoaosaousosus.AO Ss ses ua ss. u us.
540 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

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G. DELEUZE: Le bergsonisme, 1966.

Obras

H. BErGsOoN: Oíuvres complétes, 1 vol., París, P. U., E.


ix

HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA
Y SUS DESARROLLOS

Por RENÉ SCHÉRER

Husserl es el fundador de la «fenomenología». Pocas fi-


losofías han tenido, como la fenomenología, la suerte de ha-
cerse independientes de una palabra para caracterizar una
actitud de reflexión y un método. Del mismo modo que el
materialismo dialéctico es obra de Marx, y el psicoanálisis
lo es de Freud, aunque lleven una vida propia, la fenomeno-
logía es obra de Husserl. Verdad es que el materialismo
dialéctico y el psicoanálisis toman su .independencia y su
validez de la estricta delimitación de su objeto. Han abierto
en nuestro tiempo nuevos campos del saber, llevados
por las
exigencias de una práctica definida. Mas ¿Qué es fundar una
filosofía? Una filosofía no puede pretender delimitar un ob-
jeto definido, pues concierne a lo que es en su totalidad. Sin
embargo, una filosofía, y
sobre todo la que «hace época» en
la historia de las ideas, inventa. Responde a determinadas
no
o exigencias, satisface una determinada necesidad. Por supues-
to que la necesidad filosófica no tiene nada de
natural; de-
pende de una tradición cultural definida, la cual marca el
lugar de cada filosofía en la historia. Mientras persista esa
necesidad, mientras ese lugar permanezca vacío, es posible
una nueva filosofía. Comprender la
fenomenología no sin
duda, deducir su aparición partiendo de determinadases,con-
diciones históricas, sino captar las motivaciones que han de-
limitado en la época contemporánea el campo de una activi-
542 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 543
dad filosófica como tal, y que han impuesto a esa actividad las múltiples alienaciones o cosificaciones
que privan al hom-
su forma particular. bre de la posesión de sí mismo y a la vida de
su sentido.
Es posible llegar hasta la fenomenología de Husserl de Filosofía de la vivencia, la fenomenología abre el
campo a la
diversas Maneras. reflexión de un modo indefinido. La tarea del
fenomenólogo
Se la puede organizar alrededor de la expresióno

clave
vuelta a las cosas mismas». En ese caso se será sensible a
«la jamás puede encerrarse en la edificación de un sistema, sino
que, por principio, se renueva en el curso de la vida misma
la intención que la anima de parte a parte de desembarazar y en cada metamorfosis de la cosificación.
al conocimiento de las «vestiduras de ideas» y de
las inter- Por último —recensión que, por otra
parte, no es limita-
pretaciones que disimulan el objeto del pensamiento, aquello tiva—, la fenomenología de Husserl] puede comprenderse par-
de lo que se trata. Mediante la idea de una vuelta
a la cosa,
Husserl le imprimió a la investigación filosófica, en Oposi-
tiendo del papel central y funcional que concede a la
tividad. En ese sentido se interpretará como una variante
subje-
ción al espíritu de sistema, un nuevo impulso que constituye contemporánea del idealismo, correspondiente a la audaz em-
una adquisición irreemplazable de su método. presa de fundar, frente a la multiplicidad de disciplinas cien-
En la fenomenología puede concedérsele el privilegio a la
o

tíficas, una comprensión racional del mundo, de referencial


concepción de la intencionalidad de la conciencia, cual
lo es, único. Al menos en Husserl, en su forma de «fenomenología
por lo demás, el corolario de la primera actitud. La concien- trascendental» o idealismo del sujeto constituyente,
es, en
cia está orientada hacia las cosas; está toda en esa orienta- efecto, la expresión de una necesidad teórica de unificación,
ción, es «conciencia de». Esta definición, aparentementesim- y la satisfacción ideal concedida a esa necesidad.
ple, encierra en sí misma toda la fenomenología,
Elimina el Esos diferentes puntos de vista sobre la
fenomenología
prejuicio idealista según el cual la conciencia esta encerrada pueden sin duda ser adoptados. Incluso deben serlo necesa-
en sus propias representaciones, el prejuicio psicológico se- riamente en una exposición, ya sea histórica del desarrollo
gún el cual la conciencia noes más que un reflejo en la su- de la obra de Husserl —desde las Investigaciones
lógicas
perficie del mundo real. La fenomenología se caracterizará de 1900 hasta la presentación sistemática del idealismo
tras-
en ese sentido como una rehabilitacióndel derecho de la con- cendental en las Meditaciones cartesianas de 1930—, o bien
ciencia al conocimiento de ella misma y del mundo. metódica. Mas lo que en primer lugar importa
para la com-
También se puede intentar definir la fenomenología par- prensión del sentido de la fenomenología es su articulación
tiendo de su atención a la «vivencia». En efecto,
un
proceder
a
análisis fenomenológico es, en primer lugar, sustituir las
íntima y, sobre todo, el descubrimiento de la
a partir de la cual pueden
problemática
aparecer como expresiones de un
construcciones explicativas por la descripción de «lo que su- mismo proyecto.
cede» efectivamente desde el punto de vista de aquel que La vuelta a las cosas, a la vivencia, a lo concreto, a la
vive tal o cual situación concreta. Lo propio de la filosofía unidad del sentido en el sujeto, no bastaría
para constituir
es haber eliminado tradicionalmente esa vivencia en benefi- la fenomenología como filosofía si no hubiese
satisfecho, o
cio de abstracciones y de conceptos. Mas el mayor interés al menos hubiese querido satisfacer, una
exigencia que es
que se le concede a la fenomenología —-y, sl cabe
decirlo, su la única que podía indicar el lugar en
que se inscribe. Esa
fama— parece haber estado esencialmente motivado
por esa
orientación hacia lo concreto. En ese plano es quizá donde
exigencia es la de la cientificidad —no solamente el carácter
científico del método, sino también el satisfacer la idea de
responde, para nuestra época, a la satisfacción
de una nece-
sidad fundamental, aunque vaga. La importancia excepcional
la ciencia:
«Desde sus primeros comienzos —escribe Husserl al prin-
que se atribuye a una filosofía cuyo método
y cuyo programa cipio del artículo La Filosofía como ciencia rigurosa (1911)—,
la filosofía siempre ha pretendido ser una ciencia
ponen en primer plano los derechos de la vivencia, y, en cier- rigurosa,
to modo, la hacen surgir de la sombra, halla su origen en e incluso la ciencia que satisface las necesidades teóricas más
BOU -.»).y,q-voDOOo os. uy ww y

HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 545


544 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
de desarrollo ha po- tintos de los de la sensibilidad, cuyo «objeto» es «la apari-
profundas...»; mas «en ninguna época su
La fenomenolo- ción» como tal. El título de «fenomenología» lo reserva Kant
dido la filosofía satisfacer esa pretensión...» la filoso- para un ámbito doblemente limitado: limitado en lo que tiene
gía marca para Husserl el punto de ruptura en que de intuición sensible en la objetividad; y limitado igualmente
fía pasa del estado precientífico al estado científico.
La certeza con relación a lo que no aparece, sino que es puramente pen-
de que ese paso es posible, de que es efectivamente realizado sado: lo en sí.
porella, le permite presentarse,
no ya como una «concepción
ideología, sino como ¿a Lo que aparece puede ser la experiencia completa de la
del mundo» entre otras, como una
ciencia. conciencia, que desea, conoce, piensa, etc. La Fenomenología
primera realización de la filosofía como lu- de Hegel adopta ese sentido amplio. Mas la fenomenologíasi-
Comprenderlo que es la fenomenología, es en primer gue siendo una parte simplemente preparatoria de la ciencia
gar examinar esa ambición y hacerla revivir constantemente.
El caráctercientífico de la fenomenología
de Husserl pue- filosófica, pues el fenómeno es siempre comprendido como
función que en el cono- limitación con respecto a una realidad extrafenoménica. La
de ya situarse partiendo de la nueva
conciencia el «fenómeno del espíritu». Su ámbito es el de
cimiento se le concede al fenómeno. es
la certeza, y el del saber, del que la fenomenología del
no
espíritu sólo presenta la formación progresiva o el devenir.
la palabra “fenomenología” Esos tres ejemplos muestran que, tradicionalmente, la
Historia de idea de una fenomenología sigue siendo tributaria de la di-
Pertenece al vocabulario filosófico clásico.
Desde el si- ferencia metafísica entre el aparecer y el ser. Las parejas
glo XVI designa la palabra una «fenómenos».
rama especial de la filosofía apariencia/realidad, representación intuitiva/objeto, cosafe-
que se refiere al estudio
de los Los equívocos noménica/cosa en sí, conciencia/espíritu, determinan un con-
diversas acepciones texto de presuposición especulativa.
del concepto de fenómeno determinan las
de una fenomenología. La «fenomenología» de finales del siglo XIX obedece, por
El fenómeno (lo que aparece) puede ser identificado el contrario, a una intención claramente antiespeculativa;
con
ilusión. Para Lambert (Veues Or-
una apariencia o con una es el igual del positivismo en las ciencias de la naturaleza.
ganon, 1764) hay una fenomenología que
trata de las apa- Su origen está en la orientación que Franz Brentano (1838-
riencias, del tiempo y del espacio sensibles, por oposición a 1917) da a la psicología. Un punto de vista radicalmente
una «doctrina de la verdad», que
trata de los conceptos ob- empírico opone a la investigación «genética» de las relacio-
jetivos de la naturaleza. nes causales la «descripción» de los fenómenos psíquicos. Esa
dato de
Lo que aparece puede ser considerado como un descripción que se desarrolla separada de la experimentación
la sensibilidad, no ilusorio, y por lo tanto, distinto
de la sim- psico-psíquica, permite definir el fenómeno psíquico «inter-
el pleno sentido
ple apariencia, aunque no sea objetivo en no» por su inmanencia o su indubitabilidad,y por la relación
de la palabra. El uso que Kant hace de la palabra
fenome-
intencional que contiene, o referencia a un objeto. La psi-
nología en Los principios metafísicos de la naturaleza (1876)
el cología empírica de Brentano abre el camino a investiga-
se vincula a ese segundo sentido:
el movimiento y reposo
ciones concernientes a la descripción del campo fenoménico.
relativos los sentidos externos, no son abso-
son fenómenos a
Una «fenomenología» designará la exploración de ese cam-
La.
lutos, y en esa medida proceden de una Fenomenología. de la po. Carl Stumpf (1848-1936) utiliza la palabra fenomenología
doctrina del tiempo y del espacio como «formas puras para el análisis y la descripción del contenido inmediatamen-
sensibilidad» puede igualmente considerada como una
ser
te dado en las orientaciones intencionales. Los sonidos y los
«fenomenología» general. Mas, aunque ocupándose también colores son tratados como «fenómenos», independientemente
de los «fenómenos», entendidos como objetos que aparecen, de las causas físicas y fisiológicas. Ese estudio es considerado
la experiencia objetiva hace intervenir otros principios
dis-
Y vÚU UM .»DYDDOw49 OD 3 Y YU Y UDO»0wsw
546 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 547
por él como «neutro», anterior toda otra ciencia especia-
a
lizada. La fenomenología forma, pues, una «preciencia»
problemas de las relaciones entre la conciencia y el sólo
po-
sitiva cuyos límites los constituye la función de investigación puede entonces tener ante sí al ser como correlato deser,
la con-
ciencia, como algo a lo que se tiende según el modo de la
preliminar no explicativa. conciencia» (Filosofía como ciencia rigurosa, pág.
67).

La intencionalidad El fenómeno
Esta última posibilidad, de una fenomenología no especu- Para la terminología fenomenológica, como en adelante
lativa y neutra con respecto a toda teoría explicativa, es la la fija Husserl, convendrá especificar que la conciencia o el
que reanuda y desarrolla Husserl desde sus primeras inves- ser psíquico es todo el
tigaciones (Investigaciones lógicas para la fenomenología y fenómeno, que habrá que distinguir
de la cosa fenoménica que aparece. El fenómeno
la teoría del conocimiento). En efecto, la fenomenología está no es la
aparición de algo, es el ser mismo del aparecer; en él «no
en ellas caracterizada como «psicología descriptiva de la ex- hay distinción alguna entre parecer y ser» (ibíd., pág. 83).
periencia interna». Sin embargo, el sentido de esta expresión Para caracterizar el fenómeno, Husserl utilizará la
limitativa se halla profundamente modificado. No se tratará sión de «vivencia», expresión que no remite expre-
a un concepto
va de limitar la descripción al examen de un campo feno- biológico de la vida, sino que significa que la conciencia no
ménico en el que, en cierto modo, se hallase encerrada la se experimenta como «apareciendo
a sí misma», sino
conciencia. La prudencia del empirismo psicológico, que le absolutamente inherente a ella misma. En cuanto a la que es
«cosa
prohíbe constituirse en ciencia y enunciar cualquier cosa fenoménica», se la puede considerar como aparece o, mejor,
válida para una teoría del conocimiento en general, se basa como aparición, a condición de
que por ello se entienda que
en una inexacta comprensión de lo que son el fenómeno no es «vivencia», sino que se tiende a ella como
y cosa. No for-
la conciencia. El objeto no está contenido en la conciencia ma parte del fenómeno, el cual no es más
que «unidad sus-
como fenómeno, sólo es una parte inmanente a ella. Si la tancial», una cosa, pero que, sin embargo, está dada en el
conciencia es, como la define Brentano, una intención dirigi- fenómeno con su sentido y su ser, ya que el fenómenono
es,
da hacia el objeto, es el ser mismo, y no la apariencia del con respecto a la
cosa, una pantalla que se interpone entre
objeto lo que se da para la conciencia. La conciencia puede la cosa y la conciencia, sino que no es más
que esa intención.
pronunciarse sobre ese ser según el modo en que se presente, Por lo cual, erigiéndose en ciencia de la
conciencia, interro-
gándose acerca de lo que la conciencia «es» en sus diversas
elucidando el modo según el cual tiende a él. Para ello no
necesita salir de sí misma, tarea contradictoria contra la que formas, la fenomenología de Husserl no trata simplemente
tropezaba toda teoría del conocimiento y que lo entregaba del ser de la conciencia, sino que descubre
en la conciencia
el único acceso al ser, su única
tanto al idealismo como al escepticismo; sólo tiene que pro- razón, y, en la analítica in-
ceder al examen de esos modos de intención. El principio de tencional, el único conocimiento científico de «lo que es».
la filosofía como ciencia rigurosa, es decir, el que permite Una ciencia se constituye cuando ha descubierto
su obje-
to y definido con respecto a éste su a
dar una respuesta científica clara, definitiva y unívoca al priori y su modo de
certeza. ¿Cómo responde la fenomenología a
«entgma del conocimiento», se halla contenido en esa nueva esas condiciones?
concepción de la conciencia, que abre un campo de investi-
gaciones no percibidas por los psicólogos, simplemente dedi-
cados a describir una propiedad particular de los fenómenos
psíquicos. «Si la teoría del conocimiento quiere estudiar los
|

548 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 549

las categorías de objetos que corresponden a priori a modos


La correlación
de conciencia definidos según esos objetos, abre a la ciencia
El apriórica «un mundo nuevo», el de la multiplicidad de las
a priori fenomenológico es la vivencia misma, ya que diferencias «internas».
es «en» ella donde se tiende a todo y se conoce todo. Mas ese
a priori no es el de una conciencia, y menos aún el de una
naturaleza humana que le impusiera al mundo de la La evidencia
riencia su propia estructura. En la historia de expe-
la filosofía
moderna, ese a priori ha sido establecido por Kant, o al me- Mas ¿cuál es privilegio de esa «interioridad», noción
el
nos ha sido conservado en la versión vulgarizada del desacreditada
kan- vaga y en su acepción psicológica? Para con-
tismo. Mas si la conciencia es toda orientación hacia quistar su a priori, la fenomenología debe a la vez definir
la cosa,
no «posee» ningún a priori que poder imponer. Las su modo de certeza. A decir verdad, se trata incluso ahí del
Investigaciones de Husserl sobre la lógica pura y laprimerasciencia principio metódico preliminar que Husserl caracteriza como
muestran, por el contrario, que el a priori formal es en cierto evidencia o intuición. Para comprender qué es la evidencia
modo hallado porla conciencia y no contenido
bién que «la norma de lo matemático está en ella, o tam- fenomenológica, hay que despejarla de los equívocos con que
en las matemáticas, la tacha su proximidad a la «percepción interna». Si la con-
y la de la lógica, en lo lógico». Sin ciencia no tiene interior, sino que está toda en el aparecer
de ese a priori no resulta inútil; al
embargo, el reconocimiento
propio Husserl le sirve de la vivencia, no hay dentro ni fuera.
de motivo determinante para La percepción interna no designa una especie de mirada
comprender
el a priori de la vivencia. En este y situar lo que es
último, al menos en primer dirigida sobre sí mismo, sino una diferencia en el modo de
lugar, cuando se sigue el método fenomenológico su desa- acceso a la cosa, en la «conciencia de». A este respecto se
rrollo a lo largo de la obra de Husserl, no y
se trata de la an-
pueden distinguir dos formas fundamentales de conciencia:
terioridad
vivencia»
de la vida con respecto a la ciencia.
Porque «la
la una simplemente presunta, es decir, que siempre es una
intención, pero una intención en cierto modo vacía, que no
no forma una masa fluyente e indistinta
con rela-
ción la fijación de los conceptos. Ese a
a encuentra su objeto. Ejemplo de ella sería la aplicación pu-
el del comienzo del saber en la certeza priori no es tampoco
ramente mecánica de las fórmulas simbólicas, o el empleo
de la intencionalidad de la subjetiva. En virtud habitual de las palabras. Por el contrario, la evidencia halla
conciencia, se trata, en sí, de un su objeto, exactamente tal y como se lo propone. La eviden-
a priori estructural de otro
orden, que puede caracterizarse cia se caracterizará como «la presencia de la cosa misma» o
por la correlación existente entre las vivencias
a que en ellas se tiende: «Mas
y los objetos también como «la experiencia vivida de la verdad».
si se dirige el interés hacia En su concepción de la evidencia —que siempre hay que
la multiplicidad del hacer
subjetivo, hacia toda la concatena-
ción de la vida subjetiva, en la cual la entender fenomenológicamente en el sentido de acto de con-
el matemático (ejemplo que puede matemática surge en ciencia—, Husserl elimina toda consideración de orden afec-
trasladarse a todo objeto), tivo. La evidencia no es un sentimiento de acompañamiento,
se define una orientación
correlativa»
Ese a priori de la correlación definirá (Husserliana, t. ). sino que está definida por una estructura de la conciencia,
una tarea enteramente que «se cumple» en la representación actual de la cosa que
concreta y nueva, la de mostrar rasgo a
rasgo, en la refle- ella se propone. La evidencia es, pues, el comienzo del método
xión, las vivencias que hacen que algo
pueda intervenir y tanto como su fin. No conocemos mientras estemos empeña-
presentarse como objeto. Por lo tanto,
de la fenomenología en ciencia, para la constitución dos en intenciones presuntas, las que, por ejemplo, incitan
hay ahí la indicación de un al pensamiento común o científico a «naturalizar» la concien-
método universal y riguroso. La
interrogación radical sobre cia, o a buscar en las leyes la causa «real» de los hechos.

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550 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 551


Comenzar por la evidencia es desembarazarse de los prejui- «Eso de que se trata» son las «cosas mismas»; y las eta-
cios inherentes a una actitud que Husserl llamará «natural» pas sucesivas que la fenomenología recorre a la vez en el
o «ingenua», para hacerse presente la «cosa misma» a la que método y, ejemplarmente, en la historia de la obra de Hus-
se tiende: real o ideal, individual o general, etc. Mas, por otra serl, están marcadas por la presentación de «cosas mismas»
parte, la evidencia es referida a una ley fundamental de la in- siempre nuevas en evidencias que se encaminan hacia gra-
tencionalidad; ella es la que anima la investigación fenomeno- dos de originariedad cada vez más radicales. Lo cual no sig-
lógica por entero, que puede definirse como una orientación nifica la refutación de las evidencias primeras, sino su inte-
sistemática hacia la evidencia o también la producción en la gración en estructuras más complejas y que explican mejor
evidencia de todos los modos posibles de conciencia y, correla- el todo concreto (la vivencia) que ellas organizan.
tivamente, de tipos de objetos. «Así, la evidencia es un modo Según ese punto de vista, la fenomenología como ciencia
de la intencionalidad universal, referida a la vida entera de puede ahora ser abordada por la circunscripción de su obje-
la conciencia; gracias a ella la vida de la conciencia tiene una to, operada sobre la base de su método propio.
estructura teleológica universal, tiene una disposición para
la “razón” e incluso una tendencia constante hacia ella» (Lo-
gyique formelle et logique transcendentale, pág. 218). Las esencias
La desconfianza tradicional del pensamiento científico con
respecto a la evidencia, surgida de sustituir las instituciones En primer lugar, la fenomenología toma como objeto, no
del principio de la indeterminación (sistemas formales, axio- hechos o conjuntos de hechos, sino esencias. Trata de la esen-
máticos), no puede prevalecer, según Husserl, contra esa cia de la percepción, de la esencia del juicio, de la de la volun-
nueva función de la evidencia fenomenológica. Por el contra- tad, de la de la cosa, visible o ideal, ete. No se trata de genera-
rio, la presupone. En efecto, sólo en una correcta interpre- lidades empíricas que agrupen hechos en diferentes clases. Por
tación, en la evidencia, de su ámbito propio, es donde la cien- el contrario, sólo la esencia proporciona un derecho a la gene-
cia puede constituirse como tal. Sólo hay negación evidente ralización. Se puede comprender históricamente la introduc-
en los objetos de la ciencia si se confrontan con evidencias ción de la esencia como objeto fenomenológico propio a par-
de otro tipo; como si, por ejemplo, se quisiera tratar un tir de las primeras reflexiones de Husserl sobre las ciencias
axioma o una ley como hechos psíquicos. aprióricas deductivas cuyas leyes tienen el carácter de idea-
La evidencia es «originaria», es decir, que sólo en ella son lidad y son leyes de esencia. La comprensión de la idealidad
dadas las cosas (es «donadora») y no puede recibir su legi- de esas leyes exige que formemos en una evidencia la esencia
timación de otro principio sino de ella misma. Husserl la de las unidades ideales de la teoría como tal, de sus
concep-
define también como el Principio de los principios: «La intui- tos, objeto, unidad, pluralidad, etc. Mas precisamente, aun-
ción (palabra que sustituye a “evidencia” cada vez que quiere que la ciencia opere con esencias, no lo sabe. Se contenta con
insistir en su propiedad de ser un “ver”), donadora origina- definiciones, con fórmulas. La esencia misma no es su objeto.
ría, es uña fuente de derecho para el conocimiento; todo lo Si se convierte en objeto de la fenomenología, es porque ésta
que se nos ofrece en “la intuición” de modo originario (en procede a una conversión del «ver», dejándose guiar por el
su realidad corporal, por así decir) debe ser simplemente sentido de la ciencia. La esencia será «vista» como la «Com-
recibido por lo que se da, pero sin sobrepasar los límites en pleción» de ese sentido, como la cosa misma a la que se ten-
los cuales se da entonces» (Idées directrices pour une phé- día. Mas el hilo conductor de la ciencia
pura, que permite
noménologie, pág. 78). O también: «Únicamente viendo es formar esencias exactas, no es el único modo de acceso a la
como puedo hacer evidente eso de que se trata verdadera- esencia. Es un rasgo universal de la vida precientífica
que
mente en un ver; la explicitación de la esencia propia de se- toda cosa puede ser designada y denominada; constituye un
mejante ver debo efectuarla viendo» (Logique, pág. 216). polo de identidad a pesar de los cambios que pueda sufrir.

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952 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 353
Ese sentido idéntico implica la posible compleción por una
único de una ciencia pura orientada sobre las
esencia. La cosa tiene su «sentido de cosa», el color rojo su «ontologías
«sentido de rojo», la percepción su «sentido de percepción», regionales». Por el contrario, para Husserl, y ello en todas
etcétera. La esencia no es otra cosa sino la explicitación de las etapas de su reflexión, el interés teórico se refiere siem-
la compleción de esos sentidos en una evidencia propia pre a la cosa existente en su individualidad y en el modo
que irreducible de su aparición. A esa cosa se refieren, en último
Husserl llama eidética o visión de esencia.
La esencia desempeña en la fenomenología un doble pa- análisis, las Investigaciones lógicas de 1900, como también
la Lógica de 1928. El privilegio de la intención
pel. En el plano estructural corresponde a unas «condiciones perceptiva
de posibilidades» de la conciencia (correlativamente a su ob- consiste en que ésta presenta el objeto mismo (Investiga-
ción VI); «Las verdades y las evidencias primeras en sí de-
jeto) y, por ello, es inseparable del hecho mismo, pues el ben ser las verdades y evidencias individuales... Los indi-
hecho tiene su «esencia de hecho», su contingencia es una
«necesidad de esencia». Mas es también «un objeto de un
viduos están dados porla experiencia, por la experiencia en
el sentido primario, en el sentido más propio
nuevo tipo» (Idées, pág. 21). Como tal le corresponde una que se define
«intuición originaria» y asume otra función: la de propor- precisamente como referencia directa a lo individual» (Lo-
cionar a la evidencia su punto de apoyo más seguro, gique, pág. 278).
por La cosa percibida, el individuo, en su irreducibilidad de
cuanto le permite tener presente ante su mirada el objeto
ser dados en la experiencia, son el
al que se tiende tal y como a él se tiende. La «compleción» objeto originario de la
por la esencia es una forma eminente de la compleción de
fenomenología. Mas se comprenderá que la vuelta a la vi-
vencia de la evidencia después del rodeo
intención cognitiva. A partir de las esencias y de las cone- por la esencia, sólo
es la explicitación de lo que ya está
xiones de esencias (por ejemplo, las que existen entre el implicado en la esencia
sonido yla intensidad, entre la extensión y el color, de la evidencia, es decir, de la compleción. La
y, más presencia
generalmente, las concernientes a las leyes formales analíti- «corporal» o «en persona» de la cosa procede de las propie-
cas y a las leyes materiales sintéticas), la
dades eidéticas de la cosa con su sentido de cosa. La actividad
fenomenología vuel- inicial de la experiencia es originaria por necesidad de esen-
ve a dar valor a la antigua palabra ontología, estableciendo
una manera rigurosa de caracterizar unas
cia (Logique, pág. 370).
«regiones» de ser,
partiendo de sus propiedades «eidéticas».
Cosa trascendente
Esencia e individuo
Verdad es que la evidencia de la cosa revela un carácter
Sin embargo, el privilegio metódico de la intuición de particular que la distingue de toda otra formación imagina-
esencia no significa en modo alguno para Husserl la elimina- ria o ideal y que acompaña a su modo propio de
presentación
ción de la evidencia de la cosa individual como tal. Y ello en (mediante esbozos): su trascendencia. La cosa individual
dos planos: primeramente, porque la esencia sólo puede ser cibida está ahí y se impone; no pertenece a la vivenciaper-
en
la que su sentido de ser está, sin
«adquirida» sobre la base de una percepción, de una intui- embargo, dado. Y esa tras-
ción que se refiera al individuo. La esencia «roja» exige la cendencia, por cuanto las ideas están, en última instancia,
aparición del «momento» rojo de la cosa; la esencia «cinco», «fundadas» en la percepción, repercute en esas idealidades
la de una colección, etc. La esencia está mismas, constituyendo la última remisión de su «trascen-
«fundada», no flota dencia ideal».
por encima de las cosas «reales». Por otra parte, como la
intuición de esencia no es una «experiencia», no puede susti- Entre las «cosas mismas» dadas en la
la cosa percibida considerada entonces como el
evidencia, ¿será
tuir a la experiencia como si se convirtiera en el interés objeto propio
de la fenomenología? Semejante interpretación sería posible,
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 11.—36
VU 000 D D DUIDI.wD." gg 8 y Y Y Y 9 y
554 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 555

ya que la «región cosa» objetos que


define el conjunto de los Mas la evidencia no pierde suestructura. En la reflexión
tienen un sentido de trascendencia y que idea direc-
es una que es el análisis fenomenológico, éste se transfiere al fenó-
triz, un hilo conductor de la analítica intencional (Idées, pá- meno, vivencia, o, en un lenguaje que indica mejor la inten-
gina 503). cionalidad, acto. Ésos son «Objetos nuevos» (Investigaciones
Mas una nueva atención dirigida a la evidencia y al obje- lógicas, Il, introducción), pero que gozan del privilegio de
ser los únicos objetos de una evidencia
to de la fenomenología conducirá más bien a rechazar
la de- adecuada, o también
los únicos que aparecen integramente y que son tales como
sigenación de una «región» designable como tal a título
de
aparecen. Sólo ellos pueden proporcionarla evidencia de la
objeto. En ese punto es, por lo demás, donde la filosofía
como evidencia. La fenomenología halla en el fenómeno el origen
ciencia no puede ya, en su estructura, ser, término por tér- y la presencia viva de la verdad.
mino, confrontada con unaciencia; esencialmente
en función
del radicalismo -—o preocupación de autolegitimación— que
Sin embargo, parece que el hecho de tomar «como
obje-
to» la vivencia o los actos, en lo cual reside la
la anima. El fin sistemático de la ciencia tiende la fenomeno- reflexión, se
opondría a la noción misma de inmanencia. Entonces es
logía a sustituirlo por otro fin que es el de su propia refle- cuando aparecería una distancia de sí a sí
xividad. que la noción
de vivencia quiere eliminar. Habría contradicción entre los
principios de inmanencia y de intencionalidad. Pero la solu-
ción de esa dificultad teórica se halla precisamente
Inmanencia de la vivencia en «el
hecho» de que la conciencia sólo se refiere a sí misma
en
cuanto es también vivencia intencional. Ese «hecho»
El interés manifestado por la evidencia perceptiva es el es una
esencia y define la esencia misma de la reflexión. La reflexi-
hilo conductor del análisis fenomenológico; no es su
de partida ni su acabamiento. El problema fenomenológico
punto vidad de la conciencia no la deduce Husserl de
propiedades
extrañas a la evidencia y, por lo tanto,
central de la evidencia concierne a la posibilidad un de saber presuntas,
es tampoco del orden del hecho; la evidencia
pero no
eidética en su
más originario en el que se funden las diversas intenciones esencia misma, es decir, en la posibilidad que ella indica que
la
objetivantes. La comprensión del derecho de evidencia re-
mite siempre a ese fundamento, es decir, según la expresión
la conciencia tiene de referirse a ella misma
por su forma,
garantiza la legitimidad de la reflexión sobre la vivencia.
de E. Fink, a una evidencia de la evidencia. ¿En qué halla Para traducir el desplazamiento radical del interés teó-
la intención del saber una compleción «sin resto», esto
es,? rico implicado en la reflexión fenomenológica,
nuevos con-
una referencia que posea en sí misma su propia justificación ceptos han sido formados por Husserl e incluso actúan en
El «sentido de trascendencia» saca su evidencia de la
indu- su,obra antes de que los haya manifestado
explícitamente,
bitabilidad primera del fenómeno, es decir, de
su ¿inmManen- como son los conceptos de pureza y de
reducción, que prepa-
cia vivida; ésa es la fuente del saber, como igualmente su ran el camino a la «fenomenología
trascendental».
fin. Ahora bien, esa inmanencia es constantemente dada, pero
su evidencia es constantemente desconocida pervertida,
O
porque estamos naturalmente orientados hacia los
objetos y
el fenómeno no se presenta nunca con la evidencia de la com-
Fenómeno puro

pleción. La fenomenología asume tarea de la de nue-


pensar Pureza: la «capa» o estrato fenomenológico de las viven-
cias no es una propiedad particular del
vo (retrocuestión, en alemán Rúckfrage), mediante la refle- psiquismo de un ser
xión, en la inmanencia olvidada, a partir de la cual y en la de la naturaleza que se llamara «hombre».
Comprender lo
cual las trascendencias objetivas tienen su evidencia. Y lo que es una naturaleza, lo que es el ser, exige, en
vuelta a la evidencia originaria de la vivencia efecto,
la
mismo las trascendencias eidéticas. en la cual
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556 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 557
se dan. La no-factualidad de la vivencia sólo parece paradó- ción) del mundo y de sus objetivaciones; y la otra, que es la
Jica si se admite la concepción corriente del ser del psiquis-
propia de la conversión o reducción fenomenológica, que «re-
mo como un medio existente en el mundo, como un aconteci- duce» el mundo a su dato puramente inmanente, incluyéndolo
miento. El descubrimiento o aclaración del sentido completo como puro correlato intencional. Husserl lo llamará el «noema
de la relación intencional (conciencia de) implica, por el con- mundo» del acto puro (noesis) que tiende a él. La primera
trario, la indiferencia del principo de la vivencia fenomeno- reducción fenomenológica tiene como fin despejar esa esfera
lógica con respecto a todo acontecimiento del mundo. Bien o ser absoluto de la conciencia pura (Ideas, $ 49) perfecta-
entendido que esa indiferencia remite a una anterioridad mente «cerrada» en sí misma.
teórica y no temporal: afirmar la no-factualidad de la viven-
cia en su esencia es afirmar simplemente que se da como Mas no hay que entender esa primera reducción como
una supresión del mundo. Lo que se aniquila (ibíd.) es nues-
hecho psíquico y no como forma universalmente presupues-
tra ingenua creencia en el seno del mundo predado en la
ta; en ello consiste su pureza. Dicha propiedad parecerá me-
nos extraña si se observa que ya únicamente en virtud de
experiencia. La epoché fenomenológica no es, como la duda
en Descartes, una duda con respecto a la realidad del mundo.
su forma pura, o de su ¿dealidad, la vivencia se refiere a sí
misma en la conciencia. No se propone, por ejemplo, separar la conciencia como
Mas la transformación de esa pureza universalmente im- «alma» del cuerpo. Pues suprime igualmente toda «posición»
plicada en tema, lleva en sí la posibilidad de una reflexibilidad con respecto a un «existente» que sería «el alma». Se trata
aún más radical. Una reflexión de un primer tipo, la que en ella de un plano de crucero muy particular, que no
separa
emplea la abstracción eidética, permite sin duda llegar a la dos «cosas» entre sí, sino que, por el contrario, mediante la
pureza de las esencias, incluida la de la conciencia. No hace intencionalidad revela su indisociable relación. La reducción
aún que surja su unidad. La evidencia de las esencias indica suprime el «valor de ser» concedido al mundo en la actitud
diversos sistemas cerrados de las «regiones» del ser. Mas no natural, pero revela su sentido, es decir, desempeña un papel
da aún el método propio para llegar a una reflexión radical de revelador de las intencionalidades ocultas por la creencia
sobre el ser y sobre «el enigma» del conocimiento. ingenua en el mundo: «nuestra mirada, liberada por esa
epoché, se abre entonces al fenómeno universal: el universo
de la conciencia puramente como tal...», y, correlativamente,
La reducción se abre al «fenómeno universal del mundo que existe para
mí» (nota final a las Ideas).
Semejante reflexión exigirá en Husserl una nueva forma
de sistematización que toma como punto de partida la situa-
ción del sujeto (yo, ego) que reflexiona sobre la naturaleza Lo trascendental
orgánica y psíquica, sobre el mundo en general como totali-
dad. La diferencia de actitud con respecto a esa totalidad del La reducción, al liberar el sentido del mundo, indica tam-
mundo es lo que caracteriza el paso a una reflexión de un bién su origen; un origen en el yo, pero no enel yo real, hom-
nuevo tipo. Esta reflexión toma el nombre de «reducción». bre, sino en el yo como «sujeto para el mundo». Ese sujeto
En un primer sentido, la reducción corresponde en Husserl aparece en la reducción como «espectador de sí mismo y del
a lo que él llama «puesta entre paréntesis», epoché, 0 «Ssus- mundo», pero también como fuente u origen del sentido.
pensión de la tesis del mundo». Husserl llama a esa subjetividad, «donadora de sentido» y
En presencia del «mundo» son posibles dos actitudes, la de «sentido de ser», subjetividad trascendental. En su aca-
una natural o psicológica, dirigida por «la fe en el ser del bamiento, la reducción es, pues, una «reducción fenomeno-
mundo de la experiencia», es decir, perdida en la tesis (posi- lógica trascendental», y, reorganizada a partir de ella, la
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HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 559


558 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
tencionalidad misma es hacer comprensible el sentido mismo
fenomenología de Husserl se presenta como un idealismo
partiendo del carácter original de la efectuación que cons-
trascendental. tituye el sentido» (Logique, pág. 315).
Observemos que esa referencia al sujeto estaba primera- Una de las consecuencias más notables del principio de
mente excluida del desarrollo científico y positivo del método la constitución —que no es nunca construcción o producción
fenomenológico (Investigaciones lógicas, V) por cuanto pa- reales, sino «producción» en la evidencia— es la nueva di-
recía recurso a una trascendencia. Sólo después
implicar el
de un largo recorrido reconoce Husserl su necesidad como
mensión que la fenomenología trascendental confiere al análi-
sis intencional.
acabamiento de la intención científica de la fenomenología,
es decir, como radicalización decisiva del método. La eviden-
cia, que ya actuaba en la inmanencia la vivencia, se refiere
de Génesis
a una subjetividad que «no tiene el sentido de un producto
de construcción especulativa... que... constituye con sus ex- En su primera fase, el método se define en parte por la
periencias vividas, sus facultades y sus operaciones trascen- eliminación de toda preocupación genética (crítica de una
dentales, un ámbito absolutamente autónomo de experiencia psicología explicativa de los fenómenos mediante la historia
directa» (nota final). Todos los problemas planteados a la empírica del sujeto). Por ejemplo, no es el acto de numera-
simple descripción fenomenológica hallarán su solución, al ción lo que engendra el número; los conceptos no surgen de
menos de derecho, en la explicación de la esencia de esa sub- las imágenes acumuladas; la aprehensión directa de la cosa
jetividad. La fenomenología como ciencia podrá resumirse no se comprende partiendo de las asociaciones sensoriales.

en la tarea de «descubrir la estructura del eidos universal


Verdad es que ya en ese primer momento del análisis, la in-
del ego trascendental que abarca todas las variantes posibles tencionalidad no puede ser tratada enteramente como un solo
de mi ego empírico, por lo tanto, de ese ego mismo como pura acto no diversificado. Toda aprehensión del objeto complejo
posibilidad» (Meditaciones cartesianas, $ 34). requiere una red de intencionalidades convergentes cuya sín-
tesis es la intencionalidad «masiva» (expresión de E. Fink).
El objeto de la experiencia está dado en síntesis. Mas, toman-
Constitución do como tema su explicación completa, el análisis intencional
de «la vida trascendental» va a descubrir que la síntesis
La reducción trascendental, la cual no infringe el prin- activa, la que se acaba en la intencionalidad actual, para una
cipio de la evidencia, no abandona tampoco el plano de la subjetividad ya desarrollada, remite siempre a una primera
esencia en beneficio de la existencia. Siempre se tratará de síntesis que, en relación a la primera, convendrá llamar pa-
La actividad de la intencionalidad actual se refiere a la
una ciencia «esencial», que permite desarrollar sistemática-
siva.

cosa de la cual hace el sujeto de


una enunciación (predica-
mente todas las estructuras a priori de la vivencia, dado que
la exploración del eidos del sujeto tiene como corolario la del tiva); se completa en la
cosa. Una elucidación más profunda
hace que, paralelamente a las «constituciones», se descubran
mundo. Esa exploración, considerando que la intencionalidad
es un acto, Husserl la llamará también «constitución». La unas «preconstituciones» que en el plano del cuerpo, por
fenomenología trascendental es constitución trascendental de ejemplo, son las actitudes, los habitus. un comercio con las
cosas «antes» de que haya para nosotros cosas enunciables.
todos los sentidos de ser de los objetos existentes: «Cual- Hace que se descubra una intencionalidad virtual a la cual
quier cosa que se me oponga como objeto existente ha reci-
bido para mí... todo su sentido de ser de mi intencionalidad corresponde
de
un dato o verdad «antepredicativa». La explo-

efectuante, y no habrá ni el menor aspecto de ese sentido ración ese campo, cuyas fronteras aleja siempre la refle-
xión trascendental, es la tarea de un análisis genético
que quede sustraído a mi intencionalidad. Explicitar esa in-
que
vv 84..L$.Q29050U8aaas.
560 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
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HUSSERL, LA FENOMENOLOGIA 561
se distinguirá del primero, definido como estático,
sólo tiene en cuenta la evidencia actual porque
y no la elaboración Síntesis pasiva
oculta (Lógica, apéndices).

Desde el punto de vista de la


fenomenología
El tiempo constitutiva, los primeros análisis relativos a trascenden-
tal
los objetos
«no temporales»
(idealidades) deberán ser reconsiderados.
Ya en el plano de una primera La temporalidad de esos objetos
reducción, la estructura es, hablando propiamente,
de la subjetividad deja
aparecer otra correlación además de
«omnitemporalidad» que Corresponde a la posibilidad de re-
la que existe entre noesis y noema: la efectuar actos intencionales con el mismo
relación entre forma el plano de la conciencia individual
sentido. Tanto en
(morphé) y materia (hylé). Si la forma es la puesta como en el plano del desa-
ción de la en ac- rrollo histórico, no escapa al
intencionalidad, la materia corresponde a ese «mo-
tiempo. Una «síntesis pasiva»
Opera en el «mundo de la vida» de las
mento real» de lavivencia, en que reside su efecto; material preconstituciones que
lo la se traducen para la conciencia
es conciencia, como receptividad, ésa es una de sus actual por la aprehensión di-
recta de una significación enunciable.
estructuras aprióricas: es propio de la esencia de La profundización de
la con- la constitución tempora] conduce
ciencia ser afectada, comole es propio estar a Husserl (Experiencia
abierta hacia Juicio, el Origen de la geometría) a poner de relieve y
el objeto.
Mas la forma universal de (sedimentaciones» de sentido y unos soportes específicosunas
esa afección es autoafección,
y ofrece la posibilidad apriórica de toda génesis: rrespondientes: lenguaje y escritura, sobre la base de co-
la posibi- cuales las idealidades han podido los
lidad del tiempo o, más exactamente, construirse y perpetuarse.
pues no se trata del Al temporalizarse, la subjetividad
tiempo objetivo, sino de un tiempo originario, de la concien- trascendental es a la vez
cia pura del tiempo, o de la temporalidad activa y pasiva con respecto a ella misma al
de la conciencia. y mundo.
El poner aparte el tiempo en los
primeros procesos fenome-
nológicos era una abstracción metódica; no una reducción.
Por el contrario, la reducción hace ver Intersubjetividad
siempre actual en la evidencia, es inseparable intencionalidad,
que la
de una concien- Y lo es igualmente en la «constitución»
cia inmanente o íntima (del tiempo). La de los demás, en
conciencia (reducida) su realización en «intersubjetividad». Es ésa
no es, en modo
alguno, una instancia atemporal flotase, una última y
digámoslo así, por encima de las vivencias. Peroque esencial «posibilidad» de la reflexión Husserl
no es tampoco un medio al cual fuera
el tiempo pecialmente en la Logique (págs. 317 que expone es-
y sigs.) y en la quinta
arrastrada la concien- Meditación cartesiana.
cia. Lo que, del tiempo, pertenece a la
trascendencia objetiva, Problema irritante y paradójico, que
el tiempo concebido como
transcurso, se constituye sobre la al parece contradecir
principio de la reducción egológica, u omitir su objeto
base del tiempo inmanente que
es, en sentido propio, todo el («Uno encuentra al otro;
tiempo, despliegue no lo constituye»,
en tres intencionalidades vincu-
En Husserl, sin embargo, la constitución escribirá Sartre).
con su
ladas, que corresponden
la constitución del pasado (reten-
a del otro, de una
ción), del futuro (protensión) y del presente (presentifica- subjetividad extraña como tal, sólo es la aplicación de un
ción) en el que se fundaen la conciencia actual. La método que en ningún momento se niega. El
conciencia otro está cons-
es ella misma tiempo
tituido: ello significa que, necesario
Originario, porque No es otra cosa sino la objetividad del mundo, de un mundo para la comprensión de
ese «presente vivo», punto «para todos nosotros»
origen de las intencionalidades. (Logique, pág. 317), no es ni una simple
El tiempo no es otra cosa sino el modo factualidad contin-
de presencia a sí gente ni una exigencia puramente teórica. Esa
misma de la subjetividad constituyente. constitución,
que apela a una «reducción en la reducción»
(Meditación, V),
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562 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL A
HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 563
libera en la evidencia una intencionalidad cuyaespecífica sefundamentan además el uno en el otro, de tal modo que el
actualidad se enraíza en la preconstitución
de una síntesis acabamiento de la comprensión teórica de sí mismo implique
pasiva, de asociaciones primeras que son siempre, para 108 necesariamente la de todas las idealidades constituidas inter-
primeros pasos de la reflexión fenomenológica, más
las pro subjetivamente en el mundo de la cultura. Una comprensión
fundamente disimuladas, por ser las más esenciales.
El otro de sí (no sólo en el sentido empírico, sino en el sentido tras-
está constituido por un acoplamiento analógico
que se desa- cendental) .es una comprensión histórica de sí (La crisis de
rrolla coetáneamente a la constitución de mi propio yo psico- las ciencias europeas, primera parte).
físico, de mi corporeidad. Aparece en mi entorno inmediato, Este último tema, que sólo aparece de manera explícita
con su propio, con sus rasgos, con una «naturaleza
cuerpo bastante tardíamente en la obra de Husserl —pero que, como
primordial» no objetivada aún. Su presencia
espacio, está ya «ahí» cuando yo estoy «aquí»,
mn estro
A
la mayoría de los temas husserlianos, se puede descubrir como
tarea antes de que sea hallada la técnica de su exposición—,
ticular depresentación de la «cosa misma», que Husserl
«apresentación» para diferenciar la trascendencia que ella
pr da todo su alcance a la constitución genética. El conjunto
concreto de la vida, en el que se entremezclan todos los ele-
indica de la de la cosa psíquica. A ese cuerpo del prójimo es mentos estáticamente constituidos, es el todo de la historia
al que
pírico y
se le atribuye «el alter ego»
trascendental. Y ese
como en
en su

trata
caso se
doble
Asperoea
o con su finalidad inmanente. El análisis genético
explorará
el trasfondo de los elementos sedimentados en lo inconsciente
experiencia originaria cuya garantía es la reducción, sólo le
de la vida individual y en lo inconsciente histórico. Para-
constitución puede fundamentar la indubitabilidad de esa dójicamente, la filosofía de la conciencia que es la fenome-
presencia. La comunidad espiritual y sus formaciones idea- nología halla como horizonte último de su investigación la
les, culturales, científicas, etc., hay que constituirlas siempre idea de un inconsciente, o, como escribirá Merleau-Ponty, la
sobre base de la apresentación
esa directa
que
sujetos.
«da»
a la vez
La
reflexión «siempre suscitará de nuevo lo irreflexivo» (EL filó-
la alteridad de los otros y su existencia como
sofo y su sombra, en Signes). Es cierto que lo inconsciente,
constitución del otro «en yo» ilumina lo que ya el ego aprehen- comprendido fenomenológicamente, es «un modo límite de
de en él reflexionando, incluso en el momento en que profun- la conciencia» (Logique, pág. 412). No es lo otro absoluto, no
diza bastante en el descubrimiento de
lo que es esa
vidad que no es ya el ser psicológico, «por lo tanto, en e
pue obedece a otra lógica sino a la de la conciencia misma que
puede captarlo en el presente vivo de la reflexión.
momento en que se le revela que “subjetividad
trascenden- La apertura hacia la historia, sobre las transmisiones in-
tal”... no significa solamente “yo como yo mismo trascen- conscientes de las comunidades históricas en el curso de su-
dental” tomado concretamente en mi propia vida de con- cesivas sedimentaciones, se hará en la clausura del ego me-
ciencia trascendental, sino que significa ademas los
comunidad tras-
cosujetos ditante que puede, de derecho, constituir, es decir, poseer en
que, como trascendentales, se revelan en la la evidencia actual todos los sentidos: «Nos mantenemos en
cendental del nosotros» (nota final). el horizonte de la mera humanidad en la que nosotros mismos
vivimos ahora. De ese horizonte tenemos una conciencia viva
y permanente, y ése como horizonte de tiempo implicado en
Historia y subjetividad nuestro presente de cada instante» (P'origine de la Géomé-
trie, pág. 199). La desimplicación de ese horizonte hará que
Apartir de esa extensión, del mismo modo que 3
de un a priori universal de la constitución, que abarca to
ANa aparezca, no una masa de hechos, sino un a priori universal
de estructura, el de la historicidad que penetra toda la vida
las intencionalidades, se podrá hablar de un a priori de a constitutiva de la subjetividad trascendental y forma en cier-
intencionalidad intersubjetiva, que corresponde a la consti- to modo «la arqueología» del sujeto. La vuelta permanente
tución del mundo objetivo y a su historia. Esos dos a priorl al mundo de la vida, que siempre suscita nuevas reducciones
564 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 565
y amplía el campo de las posibilidades aprióricas, acaba
la
idea de la ciencia en la explicitación de una génesis inten-
por perfeccionadas
filosóficas.»
que estén, para sacar de ellas premisas

MS
cional total.
volvemos a tomar la cuestión del objeto de la fenome-
Los equívocos así enumerados con notable
aún vivos en la hora actual. La historia del
lucidez están
«movimiento feno-
nología como ciencia, veremos que ese objeto que se amplía menológico» permite encarnarlos en cada discípulo que, casi
hasta comprender la totalidad del mundo y de su horizonte siempre, fue un disidente.
no es otra cosa sino «el ser-sujeto». Y precisamente
por el Husserl ambicionaba dar a la fenomenología el
carácter
descubrimiento del ser-sujeto fundamenta su pretensión a de una obra colectiva. Hubo «circulos»
la ciencia, a una ciencia «de los orígenes» que, en cada ins- lo fenomenológicos, por
demás, rápidamente disueltos, habiéndose consumado
tante de su proceso, puede proceder a su legitimación, La neralmente la ruptura antes de 1916; el motivo ge-
interna unidad de la obra de Husserl, a través de las modi- esa ruptura fue, en la
ideológico de
mayorparte de los casos, la negación
ficaciones de denominación, el descubrimiento de nuevas téc- de la transformación de la
fenomenología en idealismo tras-
nicas de análisis, y de los desplazamientos de interés hacia cendental. Más tarde, el pensamiento
nuevos problemas, se explica así por la continuidad de su su propio curso y conoció
fenomenológico siguió
interpretaciones libres. Un cuadro
proyecto. histórico, por lo demás, demasiado simple e incompleto
algunos contemporáneos (pensamos en E. Levinas, para
sin hablar
de comentadores que han dado a los
estudios husserlianos un
Desarrollos de la fenomenología nuevo estilo, $. Bachelard, J. Derrida,
etc.) ha sido estable-
cido por Herbert Spiegelberg en The
¿Ha sido comprendido y seguido ese proyecto? El estudio vement (1960). Nos contentaremos aquí con
Phenomenological Mo-
indicar las orien-
de los desarrollos de la fenomenología de Husserl, algunos de taciones esenciales y los puntos de ruptura o de
inflexión.
cuyos aspectos, como hemos dicho, han tenido una extraor- La aplicación del método
descriptivo en ámbitos de la
dinaria irradiación, pone, porel contrario, manifiesto
de
incomprensión casi general de la idea directriz del filósofo.
una intencionalidad únicamente indicados pero no explorados
Husserl, ha cimentado momentáneamente por
la unidad de los
Él mismo tuvo clara conciencia de ello y lo expresaba, entre círculos fenomenológicos de Gotinga de Munich:
otros, en un texto de 1930 (nota final a las Ideas): «El que
y
nología de la voluntad, de los sentimientos fenome-
(Alexander Pfin-
se me acuse de intelectualismo, que se hable
del estancamien- der, 1870-1941), del derecho y de los actos sociales
Reinach, 1883-1917), de la estética (Moritz Geiger, (Adolf
to de mi procedimiento metódico en abstracciones unilate- 1880-
rales, o el que se me reproche de no
de
alcanzar de ningún modo
principio subjetividad originariamente
la
1937). La atención concedida a algunos actos
a algunas esencias y a
intencionales,
y por razones leyes de esencia sitúa claramente a
concreta, la que es práctica y activa, como tampoco los pro- esas «fenomenologías» en la
prolongación directa de las In-
blemas llamados “existenciales” ni las cuestiones metafísicas, vestigaciones lógicas o de la primera parte de las Ideas direc-
son objeciones basadas todas en equívocos o
incomprensiones trices. En esa «fenomenología de las
esencias» tratada como
y, en último análisis, en el hecho de que mi fenomenología
es reducida a un nivel cuya superación constituye precisa-
parte independiente del conjuntodel
proyecto filosófico de
Husserl, conviene conceder un lugar espécial a Max Scheler
mente toda su significación.» Y al final del mismo texto de- (1874-1928). Su Fenomenología de la simpatia, del amor Y
nuncia todos los arreglos que se le quieren dar a la fenome- del odio (1913) es citada
por el propio Husserl como un
ejemplo de análisis intencional en el ámbito de la
nología como ciencia: «El que cree poder invocar patético
lo
psicología
y fecundo de la experiencia en el sentido ordinario térmi-
del
cli
de los sentimientos y del valor
el método
(intenciones axiológicas). Pero
no, o los “seguros resultados” de las ciencias exactas, la psico- se incorpora Scheler
logía experimental o fisiología, o la lógica y las matemáticas, lativas, metafísicas
en preocupaciones especu-
a
y religiosas, que dan a su filosofía el
n
+

3
566 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 567
carácter de una visión ética del mundo y la hacen totalmente la certeza apodíctica de la adecuada
compleción a la mani-
extraña al espíritu de radicalismo teórico de lafenomenolo- festación siempre equívoca del ser en el
lenguaje.
gía trascendental. Toda una estirpe de fenomenólogos (entre
los cuales se retendrá el nombre de Edith Stein, 1891-1942, Mas, abandonandoel terreno de la certeza, esa ontología
vuelve hallar necesariamente nociones especulativas
a
a la cual se debe un ensayo de incorporación de la
fenome-
nología al tomismo) ha destacado así de la fenomenología
Husserl creía eliminar. Lo esencial de una confrontación que
en-
tre Husserl y Heidegger puede resumirse
algunos rasgos del método eidético para apoyar, dándole un
en la siguiente pre-
gunta: ¿puede una filosofía eliminar de su construcción todos
otras fuentes.
carácter cientificista, una ideología heredada de los elementos especulativos y no Se
engaña a sí misma cuan-
De un alcance muy diferente, para la comprensión incluso do piensa haberlo podido hacer a la luz de la
conciencia ab-
posibili-
de la filosofía de Husserl, es decir, de algunas de sus soluta?; si intenta elucidar todos los conceptos con los que
dades y de las que excluye, es la interpretación
Ser y tiempo (1927), obra dedicada a Husserl,
de Heidegger. opera, ¿no vuelve la especulación a albergarse otra vez en
inaugura un el seno mismo de las evidencias?
nuevo período en la historia de la
fenomenología. ade-
En Esas preguntas, las más pertinentes
que se le hayan for-
lante, los fenomenólogos definirán su actitud propia refirién- mulado al idealismo trascendental como ciencia
dola a Husserl o a Heidegger, o intentando una síntesis de sido suscitadas por Eugen Fink a propósito delrigurosa, han
análisis in-
sus pensamientos, incluso en una confusión entre ambos. tencional y de la oscuridad que, para el comentador, encierran
La crítica heideggeriana se dirige, en primer lugar, sobre
la pretensión a la universalidad del método del análisis inten-
los conceptos husserlianos de epoché, de
constitución, de pro-
ducción de una subjetividad absoluta e histórica.
cional constitutivo; por lo tanto, plantea el problema del sen- intencional en Problemas actuales de la
(El análisis
tido de la fenomenología desde el punto de vista de su funda- Fenomenología,
Los conceptos operatorios en la Fenomenología de y
mentación. Partiendo de la comprensión del ser del fenómeno, Husserl
en Husserl, «Les cahiers de
Royaumont».)
Heidegger hace surgir como cuestión filosófica central
«cuestión del ser» que Husserl refiere siempre a la «donaciónla Para un nuevo examen, liberado de prejuicios
y que re-
sista a la lógica interna del método
del sentido de ser» por la subjetividad constituyente. Mas la husserliano, es, a su vez,
ese método el que parece
apoyarse en múltiples
manifestación del fenómeno no se aclara por una estructura ciones. Sus conceptos más indubitables vacilan, no presuposi-
para ceder
de la conciencia, sino que remite a una estructura de ser de
lo existente. Las nociones clave de ser-en-el-mundo, de ser-ahí
su lugar a otros del mismo
tipo, sino para indicar el lugar
en que la reflexión filosófica se abre
necesariamente a una
(Daseín) y, consiguientemente, de análisis de las estructuras especulación sin la cual no podría incluso comenzar. El
aprióricas no de la conciencia, sino de lo existente (Daseins- haya especulación, y no
que
simplemente observación imparcial
analyse), vienen a ocupar el lugar de los conceptos hus-
serlianos considerados por Heidegger como no originarios. en los conceptos husserlianos de vida
trascendental, de inten-
cionalidad, de constitución, en la evidencia de la cosa misma,
Heidegger, al rechazar el idealismo trascendental, no niega, hace a su vez especulativa, y no científicamente legitimada,
como Jos demás fenomenólogos, el sentido de su problemá- la fe en el método(L'Analyse intentionnelle, pág. 83). El
tica; cambia sus puntos de aplicación y sus «operadores». límite de la cientificidad husserliana, ese «casi nada»
Y en ese sentido es como su disidencia podrá
considerarse
como la más auténtica fidelidad. La cuestión del ser, la
para la ciencia «en el mundo» de la ciencia
que se-
filosófica, que
cuestión filosófica para Heidegger, renueva la problemática
única hace que aquélla esté siempre buscando su
autolegitimación,
y que sólo se efectuará en una reanudación
perpetua de su
del origen, por lo tanto, el sentido de un radicalismo que no comienzo, puede resumirse también en una desposesión del
hallará ya su legitimación en la evidencia de la vivencia.
«ontología» Una sujeto puro, y traducirse por la necesidad filosófica de ir
la
más allá de toda ontología «regional» despoja
conciencia de su privilegio de presencia a sí y subordina
constantemente de lo pensado a «lo impensado», sin poder
a hacer otra cosa, en nombre del rigor
mismo,
de lo serio de
¡| 228.
568 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL
BODae./. 4858838434244]
HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA 569
la tareafilosófica, sino aceptar éste en su ser bruto (Merleau- J.-T. DESANTI: Phénoménologie et Praxis,
Ponty: Elfilósofo y su sombra). 19683.
París, Editions Sociales,
A la fenomenología de Husserl le corresponde el curioso A. L. KELKEL y R. SCHÉRER: Husserl,
París, P. U. F., 1964.
J. F, LYOTARD: La Phénoménologie,
destino de haber sido mejor comprendida y París, P. U,
R. SCHÉRER: La Phénoménologie des Recherches F., 1954.
respetada según logiques de Husserl,
su proyecto filosófico total
por quienes más radicalmente han París, P. U. F., 1967.
aplicado pensamiento al mundo, TRAN-DUC-THAO: Phénoménologie et Matérialisme dialectique, París,
su o planteado la cuestión Min-Thán, 1951.
del ser del que Porque le falta la claridad del sujeto, la
es.
filosofía contemporánea, en el horizonte de la fenomenología, Obras colectivas
vuelve a dirigir su atención hacia «la sombra» (E.
Fink) Husserl. Les Cahiers de Royaumont, ed. de Minuit, 1957.
transforma de nuevo (después de la elucidación husserliana)y Problemes actuels de la Phénoménologie, Bruselas,
el sujeto en enigma. 1955.
Desclée de Brouwer,
Husserl et la Pensée moderne, La Haya, M.
Edmund Husserl, La Haya, M. Nijhoff, 1959.Nijhoff, 1959.
RESUMEN BIBLIOGRÁFICO
Para la historia del movimiento fenomenológico
La edición de las Obras completas de Husserl ha sido
después de 1950 por el editor M. Nijhoff, La Haya, emprendida
con el título H. SPIEGELBERG: The Phenomenological Movement, 2 vols.,
Husserliana. Edmund Husserl. Gesammelte Werke. Comprende
en la M. Nijhoff, 1960. La Haya,
actualidad 12 volúmenes, reedición de las obras publicadas
en vida
del filósofo, y publicación de los manuscritos conservados
en los «Archi-
vos Husserl» de Lovaina.

Traducciones al francés
(según el orden cronológico de los escritos en alemán)
Philosophie de UArithmétique, trad. J.
Recherches logiques, trad. H. Elie, A. English, París, P. U. F., 1972.
L. Kelkel, R. Schérer, 4 vols.,
París, P. U. F., 1959-1963.
L'Idée de la Phénoménologie, trad. A. Lówith, París, P. U. F., 1970.
La Philosophie comme science rigoureuse, trad. Q. Lauer, París,
P, U. F., 1955,
Idées directrices pour une Phénoménologie, trad. P.
Gallimard, 1950. Ricoeur, París,
Legons pour une Phénoménologie de la conscience intime du
trad. H. Dussort, París, P. U. F., 1964. temps,
Logique formelle et logique transcendentale, trad. S. Bachelard, París,
P. U, F., 1957.
Nota a Mes Idées directrices, trad. A. L. Kelkel, Revue de
sique et de Morale, 1957. Métaphy-
Méditations cartésiennes, trad. G. Peiffer y E. Levinas,
1931. París, Vrin,
Philosophie premiére, trad. A. L. Kelkel, 2 vols., París, P. U. F., 1970-
1972.
L'Origine de la Géométrie, trad. J. Derrida, París, P. U. F., 1962,
Expérience et Jugement, trad. D. Souche, París, P. U. F., 1970.

Obras sobre Husserl y la fenomenología


S. BACHELARD: La logique
de Husserl, París, P. U. F., 1957.
D. CrisTOFF: Husserl ou le retour aux
J. DERRIDA: La Voix et le Phénomene, choses,P. París, Seghers, 1965.
París, U. F., 1967.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.=37
CONCLUSIÓN 571
podría parecer desmesurado. Es cierto
que «filosóficamente»
no hay mucho que decir de los Alimentos terrestres de
Gide, ni de los ballets André
rusos de Sergio Diaghilev. Sin embar-
g0, ¿quién podría pretender que los textos de Gide
mera» de Petruchka no han influido y la «pri-
llos mismos que, tanto como el profundamente en aque-
poder, han hecho los días
felices y los días aciagos de la producción
to al trabajo científico, se impone filosófica? En cuan-
como decisivo. Hace mucho
tiempo que planteaba problemasal filósofo
CONCLUSIÓN cionaba soluciones, incluso modelos. Ahora y que le propor-
las experimentales como las las ciencias, tanto
propio registro, que constituyen
formales, saben que tienen su
Para concretar y captar bien la naturaleza de ese «perío- lucha por la racionalidad, que nomomentos específicos en la
tienen que rendir cuentas
do» que nos domina aún ampliamente y cuyos momentos y a ninguna
instancia, ni incluso al
contradicciones acabamos de seguir, basta volver algunas lante, son ellas las que suscitan lasfilósofo laico; que, en ade-
cuestiones graves. Por lo
páginas más y referirse al Cuadro sinóptico. Como los dos
en que respecta a la columna central,
volúmenes precedentes, la «línea» obedece al añadamos una última ob-
mismo principio,
el de la localización cronológica. Lo que cambia
servación, edificante a su Manera: en 1864, Nobel ultima los
nido de las «columnas». La de la derecha, es el conte- procedimientos de fabricación de la dinamita. ¿Se trata de
dedicada a los ciencia, de cultura, de política, de filosofía? Nuestras
colum-
«acontecimientos políticos», se llena de
referencias inespe- nas vacilan,
radas: el campo de la industria y del
adelante mundial; acontecimientos que una
imperialismo es en Ése es también el caso de la columna
de la izquierda, de-
Historia de
Filosofía, en su abstracción fundamental, debería omitir, se
la signada hasta ahora como «crónica de los
filosóficos». Se desorganiza por completo al acontecimientos
imponen ineluctablemente: por ejemplo, etapas de la coloni- junto a los filósofos reconocidos, figurar en ella,
zación, sobresaltos de los pueblos sometidos hasta la funda- Lenin, Weber, Trotsky,
Simmel, Freud, Reich, Bloomfield, Kóhler,
ción de asociaciones obreras.
stein y muchos más. Ello no Keynes, Wittgen-
Desde ahora, el mundo entero está presente en el orden significa en modo alguno que la
filosofía, cuando consigue desprenderse de coacción
de la cultura. Hegel presentía ese futuro; sin embargo, su
sistemática histórica le permitía minimizar, relegar pasado instituciones, ha de hacerse cargo de todola objeto de las
lo «bárbaro», lo «pagano», lo que no
al momento en que la sociedad desde el
que lo ha producido lo deja a
tural privilegiada; sólo concebía los
al
pertenece área cul- la deriva, en el desorden de las
contradicciones lógicas y
acontecimientos
pueblos de Asia, de América y de África como
y los de las desdichas reales. Que
en el momento mismo en
momentos el Estado la instituye como que
razonamiento oficial, escapa a la
en diverso modo preparatorios para la eclosión del
Espíritu,
que sólo podía tener lugar, bajo los auspicios de las religiones
influencia...
El volumen cuarto —La
Filosofía las ciencias sociales—
reveladas, en la cuenca Mediterránea y, muy pronto, en
espacio europeo... Tales simplificacionesya no son posibles; e de
estudiará técnicamente las consecuencias de
ese renacimiento.
la geografía comienza a tomar su desquite sobre la historia. Lo que hay que observar desde ahora
es que otra idea de la
Torturado, explotado, reducido a voluntad, lo que no es Euro- verdad comienza a imponerse. La noción
de
pa entra en liza...
ba (Cournot lo sospechaba, Nietzsche lo saber se derrum-
La columna central —la que anota los «acontecimientos
o dad); la noción de ciencia es ambigua yafirmacubre
con autori-
los peores
culturales»— se enriquece de otro modo y ocupa un lugar que fraudes. A pesar de la institución
que la sostiene, la filosofía
D DDD DOGO GOO O» o

572 EL MUNDO CIENTÍFICO E INDUSTRIAL

no es ya centro fundamentante, sino como falta de cen-


como
tro y ausencia de fundamento, como irrupción de un falso
bárbaro en el seno de una supuesta civilización, como indis-
creción y como provocación.
fracaso hegeliano, su lugar está definitiva-
Después del
mente desordenado; su ámbito es el de la transición.

FRANCOIS CHATELET

NOTICIAS BIOGRÁFICAS DE LOS PRINCIPALES


AUTORES ANALIZADOS

BAKUNIN, Mikhail Alexandrovitch (Tver, 1814-Berna, 1876).


De origen noble, oficial de artillería, dimite y tiene que exiliarse
en 1842. Se entrevista con Proudhon. Marx y Herzen. Alienta todas
las actividades revolucionarias; de regreso a Rusia, es detenido
en 1849, y luego, en 1857, es exiliado a Siberia. Se evade en 1861;
se incorpora a la Primera Internacional Obrera y anima, en Nápo-
les, su sección italiana. En 1868 crea la Alianza de la Democracia
Social. En 1872, en el Congreso de La Haya, rompe definitivamente
con Marx.
Obra principal: El Estado y la Anarquía (1873).
BELINSKI, Vissarion Grigorievitch (Sveaborg, 1811-San Petersburgo,
1848).
Crítica literaria en los Annales de la Patrie, luego en el Con-
temporaín; en nombre del realismo, polemiza contra la estética
romántica.
BENTHAM, Jeremías (Londres, 1748-1832).
En 1772 recibió, de la Asamblea legislativa, el título de «ciuda-
dano francés»,
Obras principales: Introducción a los principios de la moral y
de la legislación (1789); Tratado de las penas y de las recompen-
sas (1811); Deontología (1834).
BERGSON, Henri (París, 1859-1941).
Agregado de filosofía en 1881, doctor en letras en 1889, maestro
de conferencias la Escuela Normal Superior (1897), profesor
en
del Colegio de Francia en 1900, miembro de la Academia de Cien-
cias Morales y Políticas en 1901, elegido para la Academia Fran-
cesa en 1914, premio Nobel en 1927, cosechó muchos triunfos en su
vida profesional,
Obras principales: Ensayo sobre los datos inmediatos de la con-
ciencia (1889); Materia y memoria (1896); La evolución creadora
(1907); Las dos fuentes de la moral y de la religión (1932).
BOUTROUX, Émile (Montrouge, 1845-París, 1921).
Doctor en letras en 1874, enseña en las Facultades de Mont-
pellier y de Nancy, y luego en la Escuela Normal Superior y en
la Sorbona. En 1902 es director de la Fundación Thiers,
Obras principales: De la contingencia de las leyes de la natu-
raleza (1874) ; De laidea de ley natural (1895); Estudios de historia
de la filosofía (1897).
574 NOTICIAS BIOGRÁFICAS NOTICIAS BIOGRÁFICAS 575
BRADLEY, Francis Herbert (Glasbury, 1846-Oxford, 1924). de las ideas fundamentales en las ciencias y en la historia (1861) ;
Estudió en Oxford, donde llegó a ser profesor. Principio de la teoría de las riquezas (1863); Consideraciones
sobre
Obras principales: Los principios de la lógica (1883); Aparien- la marcha de las ideas y de los acontecimientos
en los tiempos mo-
:

cia y realidad (1893); Verdad y realidad (1914). dernos (1872) ; Materialismo, vitalismo, racionalismo
BRENTANO, Franz (Marienberg, 1838-Zurich, 1917). Cousin, Víctor (París, 1792-Cannes, 1867). (1875).
Primeramente dominico, teólogo católico, llega a ser profesor Discípulo de Maine de Biran de Royer-Collard, enseña en la
de filosofía sucesivamente en Wurzburgo, en Viena, en Florencia Escuela Normal Superior, y luegoy en la Sorbona.
pondencia con Schelling y Hegel, a quien visita (loSostiene
y corres-
luego en Zurich. cual es causa
Obras principales: Psicología desde un punto de vista empírico de que lo detenga la policía alemana). Con la
interviene en la vida oficial: par de Francia, monarquía de julio
:
o

(1874-1911); La clasificación de los fenómenos psíquicos (1911). elegido miembro de


CaBErT, Etienne (Dijon, 1788-San Luis, EE.UU., 1856). la Academia Francesa, ministro de Instrucción Pública (1840).
Abogado, afiliado al carbonarismo, combate en Después del golpe de Estado de 1851, abandona todo
al régimen de Luis Felipe, y en 1831 llega a ser 1830.
Se adhiere cargo uni-
versitario,
Cóte-d'Or, En la tribuna de la Asamblea diputado por la Obras principales: Curso de Historia de la
en pro
y en LePopulaire milita
de la democracia y del colectivismo. Tiene que exiliarse a a 1846); Filosofía de Kant
filosofía (de 1826
(1842); De lo verdadero, de lo bello y
Inglaterra —donde se entrevista con Robert Owen—, y luego a los del bien (1853); Historia general de la filosofía (1863).
Estados Unidos. DARWIN, Charles (Shrewbury, 1809-Down, 1882).
Obra principal: Viaje a Icaria. Después de los estudios de ciencias
CARLYLE, Thomas (Eeclefechan, 1795-Londres, 1881). naturalista en la expedición del Beagle anaturales, participa como
América del Sur y a las
Muy influido por el pensamiento alemán, tradujo el Wilhelm islas del Pacífico (1831-1836). Luego se dedica
a elaborar y a pro-
. :

Meister de Goethe. Se instala en Londres, donde se hace conferen- fundizar su experiencia.


ciante y apologista para la aristocracia. Obras principales: Del origen de las especies
lección natural (1859); La descendencia del hombre por medio de se-
Obras principales: Sartor resartus (1833-1834); Los héroes y el ,

y la selección
culto a los héroes (textos publicados a partir de 1841). sexual (1871); La expresión de las emociones en el
animales (1873). hombre y en los
CASSIRER, Ernst (Breslau, 1874-Princeton, 1945).
Profesor en Hamburgo en 1919, se marcha de Alemania en 1933 :
ENGELs, Friedrich (Barmen, 1820-Londres, 1895).
y va a Suecia, más tarde a los EE.UU. Desde 1842 pertenece al círculo de los
Como tal es redactor de la Gaceta Renana, «jóvenesa hegelianos».
Obras principales: La filosofía de la Ilustración
o
(1932, traduc-
ción fr. de 1966); Lafilosofía de las formas simbólicas (1923-1929).
Regresa Inglaterra,
donde trabaja en la empresa de su padre, industrial
en Manchester.
COHEN, Hermann (Coswig, 1842-Berlín, 1918). En 1848 llega a ser secretario de la Federación de los
Fundador de la escuela llamada de Marburgo —donde enseña vuelve a Alemania y toma parte activa en la sublevaciónComunistas;
de 1873 a 1912—, se esfuerza en profundizar en el kantismo a la En 1870 vuelve a Inglaterra, donde trabaja con Marx de Barmen.
en la fun-
luz de los descubrimientos de las ciencias humanas y de la nueva dación teórica y práctica de la 1 Asociación Internacional de los
lógica.
A Trabajadores.
Obras principales: La teoría kantiuna de la experiencia pura Obras principales: en primer lugar, se ha de notar
que la rela-
,

(1871); Sistema de filosofía: Lógica del conocimiento puro (1902); ción intelectual y política entre F. Engels
y K, Marx fue tal que
tica de la voluntad pura (1904); Estética del sentimiento puro es justo atribuir a ambos las
publicaciones de y otro. Sin em-
(1912). bargo, se pueden aislar, como pertenecientes auno la producción per-
ComMTE, Auguste (Montpellier, 1798-París, sonal de F. Engels: Schelling y la revelación
1857).
Sale de la Escuela politécnica y enseña matemáticas. Discípulo de las clases laboriosas en Inglaterra (1842); La situación
a o

Dialéctica de la naturaleza (1873-1883);(1845) ; Anti-Dúhring (1878) ;


de Saint-Simon, se enemista con él en 1824. En 1826 comienza sus Los orígenes de la familia,
de la propiedad privada y del Estado
el fin de la filosofía alemana (1888). (1884); Ludwig Feuerbach y
cursos de filosofía positiva. Da lecciones gratuitas de astronomía.
De carácter cada vez más difícil, se separa de su mujer y rompe
con sus amigos. En 1844 se enamora de Clotilde de
Vaux, que FEUERBACH, Ludwig (Landshut, 1844-Nuremberg, 1872).
muere en 1846. Al final de su vida elabora
una nueva religión. Primeramente discípulo de Hegel, su lectura de Spinoza de
los materialistas lo inclina a una crítica radical de la y
Obras principales: Curso de filosofía positiva (1830-1842); Dis- ,

muy pronto le religión,


obliga a renunciar a todo cargo universitario. que
curso sobre el espíritu positivo (1844); Sistema
de política posi-
tiva (1851-1854); Catecismo positivista (1852); Síntesis subjetiva Obras principales: Crítica de la Filosofía
esencia del cristianismo (1841); Principios dehegeliana (1839); La
CouaNoZ,
(1856).
Antoine Augustin (Gray, 1801-París, 1877).
Primeramente secretario del mariscal Gouvion-Saint-Cyr, enseña
, _
turo (1843); Teogonía (1857),
FICHTE, Johann Gottlieb (Rammenau, 1762-Berlín, 1814).
filosofía
la fu-
del

matemáticas en Lyón (1834-1835), y luego en Grenoble (1835-1838). Estudiante de teología en la Universidad de Jena, ejerce como
Inspector general desde 1836 hasta 1848, es rector de la Academia preceptor en Suiza y en Polonia. Se entrevista con Kant
de Dijon (1846-1862). Se casa con la sobrina de Klopstock en 1793. Es llamado en 1792.
como pro-
Obras principales: Investigaciones sobre los principios matemáti- fesor a Jena. Enseña sucesivamente en
Berlín, en Erlangen y en
o e

cos de la teoría de las riquezas (1838); Tratado del encadenamiento Kónigsberg. En 1806 tiene que huir de la policía napoleónica. El
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discurso de 1807 (A la nación alemana) le vale ser nombrado rector la conciencia íntima del tiempo (1928); Lógica formal y trascen-
de la Universidad de Berlín. dental (1929); Meditaciones cartesianas (1932); Experiencia y jui
Obras principales: Doctrina de la Ciencia (1794); Las dos Intro- cio (1939).
ducciones (1797); Los fundamentos del derecho natural según los HuxLeY, Thomas Henry (Ealing, 1825-Londres, 1895).
principios de la teoría de la ciencia (1796); La doctrina de las cos- Toma parte en una expedición científica al Pacífico y al océano
tumbres (1798); El destino del hombre (1800); El Estado comercial
cerrado (1800); Introducción a la vida bienaventurada (1806); Dis- Índico, de 1846 a 1850. Enseña zoología en Londres, y defiende las
teorías de su amigo Darwin.
curso a la nación alemana (1807-1808),
FOURIER, Charles (Besancon, 1772-París, 1837). Obras principales: Historia de los hidrozoarios del Océano
Administra la fortuna paterna y la pierde, desde 1793, en es- (1858); Lugar del hombre en la naturaleza (1891).
peculaciones desafortunadas. Desde entonces, como empleado de co- JACOBI, Friedrich Heinrich (Dusseldorf, 1743-Munich, 1819).
mercio, se aplica a oponer a la «civilización de los comerciantes» Alto funcionario, reúne a su alrededor a las mejores mentes de
los méritos de una sociedad que admitiera todas las pasiones. la época, desde Tamann a Goethe.
Obras principales: Teoría de los cuatro movimientos y de los Obras principales: Sobre la filosofía de Spinoza (1785); David
destinos generales (1808); Tratado de la asociación doméstica Hume... (1787); Sobre la empresa del criticismo para introducir la
agrícola (1822); El nuevo mundo industrial y societario (1829); El razón en la inteligencia (1801).
nuevo mundo enamorado (publicado en 1967,
por S. Debout).
JAMES, William (Nueva York, 1842-New Hampshire, 1910).
HAMELIN, Octave (Le Lion-d'Angers, 1856-Hucket, 1907). Viaja a la Amazonia y luego se instala como médico en Har-
Fue profesor en la Escuela Normal Superior y en la Sorbona. vard, en 1869. En 1885, después de la publicación de su memoria
Obras principales: Ensayo sobre los principales elementos de la sobre el sentimiento del esfuerzo, es nombrado profesor de xilosofía
representación (1907); publicaciones póstumas: El sistema de Des- en la Universidad de Harvard.
cartes (1911); El sistema de Aristóteles (1920). Obras principales: Principios de psicología (1891); La voluntad
HEGEL, Georg Wilhelm Friedrich (Stuttgart, 1770-Berlín, 1831). de creer, y otros ensayos (1897); Las variedades de la experiencia
A partir de 1788 estudia en Tubinga, y el 14 de julio de 1790 religiosa (1902); El pragmatismo (1907); La Filosofía de la ex-
planta, según se dice, un «árbol de la libertad» con sus amigos periencia (1910).
Holderlin y Schelling. De 1793 a 1800 es preceptor en Berna, luego KANT, Emmanuel (Kónigsberg, 1724-1804).
en Francfort. Desde 1805 enseña en Jena como «profesor extraor- En 1755 obtiene el grado de doctor en la Universidad; pero no
dinario». En 1807 dirige la Gaceta de Bamberg; enseña en Nurem- es profesor de metafísica y de lógica hasta 1770, en
Konigsberg, de
berg. En 1818 es nombrado profesor en la Universidad de Berlín. donde nunca saldrá.
Obras principales: Fenomenología del espíritu (1806); Ciencia Obras principales: Sobre la forma y los principios del mundo sen-
de la lógica (1812-1816); Filosofía del derecho (1821) ; Enciclopedia sible y del inteligible (1770); Crítica de la razón pura (1781); Fun-
de las ciencias filosóficas (1817). Los alumnos y el hijo de Hegel damentos de la metafísica de las costumbres (1785); Crítica de la
publicaron, después de 1831, las Lecciones sobre la filosofía de la razón práctica (1788); Crítica de la facultad de juzgar (1790); Pro-
religión; sobre la historia de la filosofía, y la Estética. pecto de paz perpetua (1795); Metafísica de las costumbres (1797) ;
HERZEN, Alexandre Ivanovitch (Moscú, 1812-París, 1870). Antropología (1798).
Desde 1834, y hasta 1847, sus actividades críticas le valen ser KIERKEGAARD, Sóren Aabye (Copenhague, 1813-1855).
encarcelado, exiliado y perdonado varias veces. Fija su residencia No se preocupó por casarse ni por enseñar filosofía teología,
en París, de donde es expulsado en 1851. Huye a Londres,
o
y después sino que se dedicó a escribir.
a Ginebra, donde funda una imprenta. Obras principales: El concepto de ironía (1841); El diario del
Obras principales: El diletantismo en la ciencia (1843) ; ¿Quién seductor (1843); El concepto de angustia (1844); Etapas en el cu-
tiene la culpa? (1845); La estrella polar (1855-1862, 1869); El pue- mino de la vida (1845); O bien, o bien... (1843); Laenfermedad
blo ruso y el socialismo (1855). mortal (1849).
Hume, David (Edimburgo, 1711-1776). LacHELIER, Jules (Fontainebleau, 1832-1912).
Fracasa en la carrera comercial, Sus ensayos filosóficos:le valen Agregado de letras (1854), y luego de filosofía (1863), defiende
ser nombrado bibliotecario en Edimburgo. La publicación de su su tesis doctoral en 1871. Enseña en la Escuela Normal
Historia de Inglaterra le conquista la gloria. En 1763 es secretario Superior
y en la Sorbona.
de la Embajada de Inglaterra en París, donde traba amistad con Obras principales: Del fundamento de la inducción (1871)
J.-J. Rousseau. ;
Obras principales: Tratado de la naturaleza humana (1739 ;
Psicología y metafísica (1885).
Ensayos morales y políticos (1741-1742); Investigación sobre el en- LAGRANGE, conde Luis de (Turín, 1736-París, 1813).
En Turín, donde enseña, funda en 1758 una academia de
tendimiento humano (1748); y la obra póstuma Diálogos sobre la temáticas. Las Miscellanea taurinensia incitan a Euler a presentar
ma
religión natural. a Lagrange, como miembro asociado, en la Academia de Berlín.
HusseRL, Edmund (Prossnitz, 1859-Friburgo de Brisgovia, 1938). Muy pronto sucede a Euler como profesor en la Universidad de
Enseña filosofía en Halle, en Gotinga y en Friburgo.
Obras principales: Filosofía de la aritmética (1891); Investiga- Berlín, y hasta 1788 no reside en París. La Revolución retribuye
sus trabajos; en 1795 es nombrado profesor de la Escuela Normal
ciones lógicas (1901-1913); Lecciones sobre una fenomenología de
Superior, y en 1797 lo es de la Escuela Politécnica.
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Obras principales: Mecánica analítica (1788); Ensayo de arit- MAINE DE BIRAN, Marie-Francois-Pierre Gontier de Biran, llamado
mética política (1796); Teoría de las funciones analíticas (1797); (Bergerac, 1766-París, 1824).
Lecciones sobre el cálculo de las funciones (1799). En 1795 es administrador del departamento de Dordoña; per-
LAssALLE, Ferdinand (Breslau, 1825-Ginebra, 1864). tenece al Consejo de los Quinientos (1797); su mala salud lo aleja
Discípulo de Hegel, se une muy pronto al movimiento revolu- de los asuntos públicos; sin embargo, en 1816 es nombrado con-
cionario, Es encarcelado en 1848-1849; intenta crear un movimiento sejero de Estado.
alemán democrático y revolucionario; el apoyo que presta a Bis- Obras principales: Influencia del hábito sobre la facultad de
marck es causa de su ruptura con Marx; vacila constantemente pensar (1802); La descomposición del pensamiento (1805); Diario
entre el maximalismo político y el compromiso. íntimo (póstumo).
Obras principales: La filosofía de Heráclito el oscuro (1858) ; MAISTRE, Joseph de (Chambéry, 1753-Turín, 1821).
De la intima unión existente entre la historia contemporánea y la Muy pronto se declara en contra de la Revolución francesa.
idea de clase obrera (1862) ; Respuesta al Comité central (1863). Llega a ser familiar de la corte de Alejandro 1, en San Petersburgo.
LEIBNIZ, Gottfried Wilhelm (Leipzig, 1646-Hannover, 1716). Obras principales: Consideraciones sobre Francia (1795); Sobre
En 1663 defiende una tesis de filosofía. en 1666, una tesis de el Papa (1819); Las veladas de San Petersburgo... (1821); Examen
derecho. Se afilia a los rosacrucianos. Trabaja en política, en de la filosofía de Bacon (1826).
química y en matemáticas. De 1672 a 1676 reside en París. En MARx, Karl Heinrich (Tréveris, 1818-Londres, 1883).
Hannover es bibliotecario desde 1676. Se entrevista con Pedro el Colegial en Tréveris, estudiante en Bonn y en Berlín, se incor-
Grande, pora al campo de los «hegelianos de izquierda». Después de haber
Obras principales: Tratado sobre la elección de los reyes «le defendido una tesis de filosofía dedicada a Demócrito y a Epicuro,
Polonia (1669); Teoría del movimiento... (1670); Nuevo método en 1842 se hace redactor jefe de la Gaceta Renana. En 1844 comien-
para la determinación de los máximos y los mínimos (1684); Medi- za su colaboración con F. Engels, Sus actividades revolucionarias
taciones sobre el conocimiento, la verdad y las ideas (1684); Nuevo dan lugar a que sea expulsado de Francia en 1845. Se instala en
sistema de la naturaleza (1694); Nuevos ensayos sobre el entendi- Bruselas, donde organiza la Liga de los Comunistas, oficina de in-
miento humano (1704); Ensayos de teodicea (1710); Monadología formaciones obreras. Después del Congreso de 1847, redacta, con
(1714), Engels, el Manifiesto del partido comunista, que se publica en 1848.
LENIN, Vladimir Ilitch Oulianov, llamado (Simbirsk, 1870-Gorki, 1924). Perseguido, se refugia en París (1848) y en Alemania (1849), y fija
Expulsado de la Universidad de Kazán por sus actividades re- su residencia definitivamente en Londres, donde en 1864 funda la
volucionarias, prosigue sus estudios en San Petersburgo. De 1897 Primera Internacional Obrera,
a 1900 permanece desterrado en Siberia. Se refugia en Suiza; en Obras principales (cfr. la nota dedicada a F. Engels): La Sagra-
el Congreso de 1903 (Bruselas y Londres), hace que triunfen las da Familia (1845); Ideología alemana (1845-1846); Miseria de la
tesis bolcheviques dentro del partido socialdemócrata. Regresa a filosofía (1847); El 18 de brumario (1852); Contribución a la crítica
Rusia. Después del fracaso de la revolución de 1905, tiene que exi- de la economía política (1859); Precios, salarios y ganancias (1865) ;
liarse de nuevo, En 1912 funda Pravda. Denuncia enérgicamente El capital (a partir de 1867, inacabado); La guerra civil en Fran-
el pacifismo y los nacionalismos surgidos del desencadenamiento cia (1871); Crítica del programa de Gotha (1875).
de la primera guerra mundial; milita en pro de la transformación MENDEL, Johann (Heinzendorf, 1822-Brinn, 1884).
revolucionaria de la guerra internacional. Después de la revolución Hijo de campesinos pobres, conoció desde su infancia las técni-
rusa de febrero, regresa clandestinamente a su país, en abril. cas agrícolas; cursa estudios en Troppau; ordenado sacerdote en
El 7 de noviembre de 1917 derriba al Gobierno de Kerenski y en- 1843, enseña en Briúnn en 1853 y prosigue sus investigaciones expe-
trega el poder a los «soviets». Implanta «el comunismo de guerra» rimentales,
y llega a ser el dirigente indiscutible del movimiento revolucionario Obra principal: Ensayo sobre la hibridación de las plantas
mundial. Muere el 21 de enero de 1924, (1866).
Obras principales: Qué son los amigos del pueblo (1894); El MENDELEIEV, Dimitri Ivanovitch (Tobolsk, 1834-San Peterscurgo, 1907).
desarrollo del capitalismo en Rusia (1899); ¿Qué hacer? (1902); Un Termina sus estudios en París y se dedica a cuestiones petro-
paso hacia adelante, dos pasos hacia atrás (1904); Materialismo y leras en el Cáucaso y en Pensilvania. Pronto obtiene un puesto de
empiriocriticismo (1909); El imperialismo, grado supremo del capi- profesor de química en la Universidad de San Petersburgo. En 1879
talismo (1917); El Estado y la Revolución (1917). presenta su famoso informe —entonces muy controvertido— sobre
LrrTrÉ, Émile (París, 1801-1881). la clasificación periódica de los elementos químicos.
Interno de hospitales, renuncia a ejercer la medicina para dedi- MiLL, James (Forfarshire, 1773-Kensington, 1836).
carse a la erudición. Obras principales: Principios de economía política (1822);
Obras principales: traducción de las Obras de Hipócrates (1839- Análisis de los fenómenos del espíritu humano (1829).
1861); Los orígenes orgánicos de la moral (1870); Diccionario de MiLL, John Stuart (Londres, 1806-Aviñón, 1873).
la lengua francesa (1863-1873); Historia de la lengua francesa Reside en Francia, junto a J.-B, Say, y comienza su carrera
(1862). de publicista. En 1865 es elegido miembro de la Cámara de los
MaImón, Salomón Ben Josuah, llamado (Nieswicz, 1754-Niedersiegers- Comunes.
dorf, 1800). Obras principales: Lógica inductiva y deductiva (1843); Prin-
Obras principales: Ensayo sobre filosofía trascendental (1790) ; cipios de economía política (1848); El utilitarismo (1861); Auto-
Ensayo de una nuevalógica (1794). biografía (1869).
580 NOTICIAS BIOGRÁFICAS NOTICIAS BIOGRÁFICAS 581

NATORP, Paul (Dusseldorf, 1854-Marburgo, 1924). gusano de seda, contra las enfermedades de la cerveza, contra el
Enseña en Marburgo de 1885 a 1922. carbunco del carnero y contra la peste aviar, Descubre el principio
Obras principales: La religión en los límites de la humanidad de la vacunación preventiva (1879). Pone a punto una vacuna
(1894); Introducción al idealismo crítico (1911); Psicología general antirrábica (1895). En 1888 llega a ser director del Instituto Pas-
según el método crítico (1912). teur, fundado por suscripción pública.
NETCHAIEV, Serghei Gennadievitch (1847-1882). PEIRCE, Charles Sanders (Cambridge, Massachusetts, 1839-Milford,
De familia obrera, se hace maestro. En 1869 funda la organi- Pensilvania, 1914).
zación revolucionaria «La Justicia del Pueblo»; dicho movimiento Estudia química y mecánica, y a partir de 1903 enseña en
se entrega al terrorismo y es desaprobado por los socialistas. Harvard, y luego en el Lowell Institute.
Habiendo huido a Suiza, se le aplica la extradición (en 1872) y Obras principales: Cómo hacer nuestras ideas claras (1878);
muere en Rusia, encarcelado. la mayoría de sus trabajos han sido publicados después de su
Obra principal: Catecismo revolucionario (en colaboración con muerte, especialmente los Philosophical Writings (1990).
Bakunin, 1868). PertY, Sir William (Romsey, 1623-Londres, 1687).
NEWTON, Sir Isaac (Woolsthorpe, 1642-Kensington, 1727). Médico, profesor de anatomía, es el consejero político de
Es profesor en Cambridge en 1669. En 1672 es elegido miembro Cromwell, y luego, de Carlos II. Establece un proyecto de redis-
de la Royal Society. tribución de las tierras. Antimercantilista, defiende el principio de
Obras principales: Principios matemáticos de la filosofía na- la libertad del comercio.
tural (1687); Aritmética universal (1707); Tratado de la cuadratura PROUDHON, Pierre-Joseph (Besancon, 1809-París, 1865).
de las curvas. Corrector de imprenta, y luego impresor, se interesa por la doc-
NIETZSCHE, Friedrich (Liútzen, 1844-Weimar, 1900). trina de Fourier. Instalado en París en 1838, se hace periodista, Se
Estudia en las Universidades de Bonn y de Leipzig, traba amis- enemista con Marx. En junio de 1848 es elegido para las Cortes
tad con Ricardo Wagner. Enseña filología en la Universidad de Constituyentes y crea el Banco del Pueblo, que fracasa. Á causa
Basilea (1869-1878). Su mala salud lo obliga a interrumpir sus de dos artículos, es condenado a tres años de prisión. Una nueva
cursos. Desde entonces viaja y reside, siempre provisionalmente,
donde cree que puede continuar eficazmente su empresa de destruc- condena lo obliga a huir a Bruselas. Regresa a París en 1862.
ción de los valores. Obras principales: ¿Qué es la propiedad? (1840); Idea general
Obras principales: El origen de la tragedia (1872); Conside- de la Revolución en el siglo NIX (1851); De la justicia en la Revo-
raciones extemporáneas (1873-1876); Humano, demasiado humano lución y en la Iglesia (1858) ; Del principio federativo (1863); Teoría
(1878); El viajero y su sombra (1879), Aurora (1881); La Gaya de la propiedad (1865); De la capacidad política de las clases obre-
Ciencia (1881-1887); Así hablaba Zaratustra (1883-1891); Más allá ras (1865).
del bien y del mal (1886); Genealogía de la moral (1887); El cre- QUESNAY, Francois (Méré, 1694-Versalles, 1774).
púsculo de los fdolos (1888); El Anticristo (1888); Los Fragmentos, Cirujano jefe del hospital, adquiere una gran fama, Llega a ser
que siguen a esas obras, fueron parcialmente publicados con el médico de madame de Pompadour, y luego, del rey. Paralelamente,
título de La voluntad de poder (1901). colabora en la Enciclopedia y se apasiona por la economía política.
OWEN, Robert (Newtown, 1771-1858). Es el alma de la escuela fisiocrática.
De familia campesina, llega a ser director de una hilandería en Obra principal: Cuadro económico,
la que utiliza procedimientos modernos. Se aplica a mejorar la con- RAVAIssoN, Félix (Namur, 1813-París, 1900).
dición obrera, Lucha por reagrupar a los industriales liberales y Agregado de filosofía en 1836, doctor en 1838, profesor de la
presiona al Gobierno para que reforme la legislación del trabajo. Facultad de Rennes, inspector general de enseñanza superior a
En 1851 funda, en los Estados Unidos, una colonia en la que se partir de 1859, dedica el fin de su vida a la defensa de los monu-
suprime la oposición industria-agricultura. La empresa fracasa. mentos y a la organización de los museos.
En 1832, regresado a Inglaterra, instituye un banco del trabajo; Obras principales: El hábito (1839); Ensayo sobre la metafísica
al año siguiente organiza la Grand National Consolidated Trade de Aristóteles (1846); La Venus de Milo (1871); Moral y meta-
Union, que agrupa a cincuenta mil obreros. La oposición patronal física (1893). »

compromete el desarrollo del movimiento. Después se ocupa de socie- RICARDO, David (Londres, 1772-Gatscomb Park, 1823).
dades cooperativas (1844).
Obras principales: Una nueva visión de la sociedad (1813); Hijo de un financiero, se establece como agente corredor. Es ele-
Diálogo en tres partes... (1838). gido en los Comunes en 1813.
PASTEUR, Louis (Dole, 1822-Marnes-la-Coquette, 1895). Obra principal: De los principios de la ceonomía política y del
Ingresa en la Escuela Normal Superior en 1843; doctor en impuesto,
ciencias en 1847, publica una memoria sobre cristalografía que le ROUussEaAu, Jean-Jacques (Ginebra, 1712-Ermenonville, 1778).
vale ser nombrado profesor titular en 1848. En 1854 es decano de Autodidacta, hijo de un relojero, viaja, hasta que fija su resi-
la Facultad de Ciencias de Lille. Sus publicaciones provocan vivas dencia en París (1741). Se introduce en la diplomacia. El Discurso
reacciones (por ejemplo, la polémica con Pouchet sobre la «gene- sobre las ciencias y las artes, que publica en 1750, le atrae la sim-
ración espontánea»). Es nombrado director de estudios científicos patía de los intelectuales. Desde ese momento va de protector en
de la Escuela Normal Superior, Se consagra a las aplicaciones protector, vigilado por la policía, obligado a huir. Muere en casa de
prácticas de sus investigaciones: lucha contra la enfermedad del madame Girardin.
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582 NOTICIAS BIOGRÁFICAS
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NOTICIAS BIOGRÁFICAS 583
)
Obras principales: Discurso sobre las ciencias y las artes (1750)
Discurso sobre la desigualdad (1754); Del contrato social (1762);; Crítico literario del Contemporáneo, toma
política parte en la lucha
Emilio (1762). a los
criticando las reformas de Alejandro II. Lanza una llamada
SAINT-SIMON, Claude-Henri de Rouvroy, conde de (París, 1760-1825). campesinos rusos; es detenido y deportado luego
desde 1862 hasta 1883, fecha en a Siberia
se le perdona.
Toma parte en la guerra de Independencia americana. Arruina- Obras principales: Relaciones que
estéticas entre el arte y la rea-
do, especula con los bienes nacionales y es encarcelado en Sainte- lidad (1855); ¿Qué hacer?
.

Pélagie. Arruinado de nuevo, vive en la penuria. Acusado ante los (1863).


tribunales por la publicación de la famosa Parábola en 1819, es
Turcor, Anne-Robert-Jacques (París, 1727-1781).
absuelto. Es
consejero en el Parlamento de París, y luego relator del
Obras principales: Introducción a los trabajos científicos del si- Consejo de Estado
(1753). Intendente en Limoges (1761-1774), tra-
glo XIX (1807); Esbozo de una nueva Enciclopedia (1811); La in- baja enla transformación del país. Secretario de
Marina, y luego
dustria... (1817); Del sistema industrial (1820-1823); Nuevo ceris- inspector general de Finanzas
Siéndole hostil la nobleza, se ve (1774), publica su carta al rey.
tianismo (1825). obligado a retirarse en 1776.
WOLFF, Christian von (Breslau, 1670-Halle,
_

SOHELLING, Friedrich Wilhelm Joseph von (Leonberg, 1775-Bad-Ragaz,


1854).
Profesor la Universidad de Halle, 1754),
de normaliza la filosofía de
Leibniz.
Estudia, con Hegel, en Tubinga; es llamado por la Universidad Obras principales: Philosophia rationalis sive logica (1728); Phi-
de Jena en 1898. Enseña luego en Wurtzburg (1801-1806). De 1806 losophia prima sive ontología (1729); Cosmología generalis (1721);
a 1820 es secretario de la Academia de Bellas Artes de
Munich. Psychologia empiica (1732); Psychologia naturalis (1734); Theo-
Vuelve a participar en la enseñanza, en Erlanger (1820-1826), y logia rationalis (1736-1737); Jus naturae (1740-1748);
luego es llamado por Luis de Baviera para enseñar en la Univer- (1750); Philosophia moralis (1750-1753); (Eeonomica Jus gentium
sidad de Munich, lin 1841, Federico Guullermo 1V lo nombra
pro-
(1750).
fesor de la Universidad de Berlín.
Obras principales: Sistema del idealismo trascendental (1800)
Filosofía y Religión (1802) ; Investigaciones filosóficas sobre la esen-;
cia de la libertad humana (1809); Filosofía de la
mitología (1842);
Filosofía de la Revelación (1854).
SCHOPENHAUER, Arthur (Dantzig, 1788-Francfort del Main, 1860).
Privat-docent en 1820, enseña en la Universidad de Berlín. Se
retira en 1831 y vive en Francfort del Main.
Obras principales: Sobre la cuádruple vaíz del principio de
razón suficiente (1813); El mundo como voluntad
y como represen-
tución (1818); Ensayo sobre el libre albedrío (1839); Parerga
y
Paralipomena (1851).
SMITH, Adam (Kirkcaldy, 1723-Edimburgo, 1790).
Profesor de filosofía moral en Edimburgo desde 1746 hasta 1751,
traba amistad con Hutcheson y con Hume, y viaja
por Europa, don-
de se entrevista con los fisiócratas. Nombrado profesor en Glasgow,
enseña allí hasta 1764. En 1778 llega a ser comisario de las aduanas
de Edimburgo.
Obras principales: Teoría de los sentimientos morales (1759) ;
Investigaciones sobre la naturaleza y las cuusas de la riqueza de
las naciones (1776).
SPENCER, Herbert (Derby, 1820-Brighton, 1903).
No ejerció ninguna función pública ni universitaria, consagra-
do por entero a la elaboración de su doctrina.
Obras principales: Principios de psicología (1855); Primeros
principios (1862); Principios de biología (1864); Principios de so-
ciología (1877-1890).
STEUART, Sir James Denham (Edimburgo, 1712-1780).
Obra principal: Investigación sobre los principios de la economía
política,
STIRNER, Kaspar Schmidt, llamado Max (Bayreuth, 1806-Berlín, 1856).
Después de los estudios de teología y de filología, enseña en
Berlín. Luego se hace periodista y muere en la miseria.
Obra principal: Lo único y su propiedad (1845).
TCHERNYCHEVSKI, Nicolai Gavriloviteh (Saratov, 1828-1889).
CUADRO SINÓPTICO

Nos ha parecido indispensable situar la actividad filosófica en un


contexto histórico, a fin de que el lector pueda ver a un tiempo la posi-
ción que en él ocupa la filosofía y el modo que ésta tiene de reaccionar.
La primera columna corresponde a los acontecimientos filosóficos en el
sentido estricto de la palabra. En ella hemos consignado los datos de
nacimiento y muerte de los filósofos, no mencionando sus obras sino
excepcionalmente, y éstas se precisan, cuando es posible, en las noticias
biográficas de los autores analizados. La segunda columna comprende
los acontecimientos culturales no específicamente filosóficos. La tercera
remite a los acontecimientos políticos de un modo general. Ni que decir
tiene que los cuadros son simplemente un índice y sólo se refieren a la
filosofía occidental.

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 111.—38


a A
á
É % b h h ; (

3
Loto) Sd Sd peo] S Sd e] pl
5 86 CUADRO SINÓPTICO
CUADRO SINÓPTICO 587

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS
1772, Helvecio: Del hombre. 1772. Segundo viaje de Cook. 1772. Reparto de Polonia. 1785. Reid: Ensayo sobre las fa- 1785. Coulomb: electrodinámica.
Herder: Origen del lenguaje. Romé de l'lsle: Ensayo de cultades del intelecto hu-
Rousseau: El Gobierno de cristalografía. mano,
Polonia. Jacobi: La filosofía de Spi-
1773, D'Holbach: Sistema social. 1773. Goethe: Goetz de Berlichin- 1773. Sublevación de Pugatchev noza.
Mendelssohn: Horas mati-
gen. en Rusia.
nales.
1774, Lavater: Fragmentos fi- 1774, Gluck: Orfeo. 1774. Luis XIV, rey de Francia. Kant: Fundamentación de la
siognómicos. Goethe: Werther. metafísica de las costumbres.
1775. Watt, aplicación industrial 1786. Mozart: Las bodas de Fl- 1786. Muerte de Federico Il.
del vapor. garo.
A. Smith: Ensayo sobre la Burns: Poesías.
riqueza de las naciones. J. de Miller: Historia de la
Gibbon: La decadencia y la confederación suiza.
caída del Imperio romano.
Alfieri: Tragedias. 1787. Mozart: Don Juan, Cos] fan
tutte,
1776. D'Holbach: La moral uni- 1776. Proclamación de la inde- Bernardin de Saint-Pierre:
versal. Pablo y Virginia.
pendencia de América.
Goethe: Egmont. Ifigenia en
1777. Klinger: Sturm und Drang. Táurida.
1778. Buffon: Las épocas de la 1778. Beaumarchais: Las bodas 1778. Comienzo de la guerra de Schiller: Don Carlos.
naturaleza. de Fígaro. la independencia de Amé- 1788. Kant: Crítica de la razón 1788. Mozart: Sinfonía
rica. práctica.
Júpiter. 1788. Conflicto entre el Parla-
Lagrange: Mecánica anall- mento de París y el rey.
tica,
1779. Invención de la mule-jenny,
por Crompton. 1789. Bentham: Introducción a los
1789. La Revolución francesa:
Gluck: Ifigenia. principios de la moral y de la toma de la Bastilla; decla-
legislación. ración de los derechos del
1780. Lessing: Educación del gé- 1780. Wieland: Oberón. 1780. Abolición de la esclavitud
nero humano. Laplace y Lavoisier: la ca- en Austria.
hombre y del ciudadano.
lorimetría. 1790. Kant: Crítica de la facultad 1790. E. Burke: Reflexiones sobre
de juzgar.
1790. En Austria, muerte de
1781. Kant: Crítica de la razón 1781. Herschel descubre Urano. 1781. Capitulación la Revolución francesa. José Il y advenimiento de
inglesa en Maimón: Ensayo sobre la W. Blake: Los libros «pro-
pura. Primeras ascensiones de Yorktown. filosofía trascendental. Leopoldo Il; en Francia,
féticos». fiesta de la Federación:
Montgolfier. Th. Paine: Los derechos del
Schiller: Los bandidos. constitución civil del clero.
hombre.
1783. Kant: Prolegómenos a toda 1783. Lavoisier separa el hidró- 1783. Tratado de Versalles que Goethe: El primer Fausto.
metafísica futura... geno del oxígeno. sanciona la independencia
Carnot: Ensayo sobre las má- de América.
1791. El telégrafo óptico. 1791. Ley Le Chapelier; reunión
quinas. de la Asamblealegislativa.
1792. Fichte: Crítica de toda 1792(-1796). Goya:
1784. Herder: Ideas sobre la filo- 1784, Representación de Las bo- lación.
reve- Las majas. 1792, Muerte de Leopoldo Il, ad-
soffa de la historia de la hu- das de Fígaro. venimiento de Francisco ll;
manidad. en Francia, «la patria está
Hamann: Metacrítica del pu- en peligro»; manifiesto de
rismo de la razón. Brunswick; la comuna in-
Bernardin de Saint-Pierre: surreccional de París; caf-
Estudios de la naturaleza. da de la monarquía; la
República francesa triunfa
588 CUADRO SINÓPTICO CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS

en Valmy; la Convención; Beethoven: Sonata patética. Zurich; establecimiento del


Jemmapes. Medida de un arco de me- Consulado; institución del
1793. Fichte: Contribuciones... so- 1793. Traducción de la lliada, por 1793. Ejecución de Luis XVI; el ridiano.
bre la Revolución francesa. Voss. Comité de Salvación Pú- Consejo de Estado.
Schiller: La guerra de los blica; el «Terror», el «má- 1800. Schelling: Sistema del idea- 1800. Schiller: Wallenstein. 1800. Marengo; Hohenlinden;
Treinta Años. ximum». lismo trascendental. Jean-Paul: Titán. creación del Banco de
Jean-Paul: La logia invi- Mme. de Staél: Literatura. Francia.
sible. Volta construye la pila
invención de la máquina de eléctrica.
desgranar algodón. 1801. Fichte: El Estado comercial 1801. Chateaubriand: Atala. 1801. En Rusia, advenimiento de
1794, Kant: La religión en los If- 1794. Insurrección de Kosciuszko; cerrado. Dalton: ley de la mezcla
Jacobi: Sobre la empresa Alejandro |; el Concordato.
mites de la simple razón. fiesta del Ser supremo; de gases.
Condorcet: Cuadro de los caída de Robespierre; cie- del criticismo. Young: interferencias lu-
progresos del espíritu huma- rre del Club de los Jacobi- Hegel: Diferencia entre los minosas.
no. nos. sistemas de Fichte y de
1795. Sade: La filosofía en el ga- Schelling.
binete de señoras. 1795. En Francia, Constitución
Kant: Proyecto de paz per- del año IIl; el Directorio. 1802. Cabanis:Tratado de lo físi- 1802. Novalis: Poesías;
co y lo moral del hombre.
Enrique de 1802. Paz de Amiens; Constitu-
petua. Ofterdingen. ción del año X.
Fichte: La doctrina de la Schelling funda el Diario Chateaubriand: El genio del
ciencia, crítico de filosofía. cristianismo.
Schelling: De la posibilidad Hegel: Fe y saber. Gay-Lussac: ley de las
de la filosofía en general. combinaciones gaseosas.
1796. Fichte: Los fundamentos del 1796. De Bonald: Teoría del poder 1796. En Francia, detención de 1803-1806. Curso de Hegel en 1803. Hebbel: Poesías alemánicos. 1803. Ruptura de la
derecho natural. político. Babeuf; en Rusia, muerte Jena. paz de
J.-B. Say: Tratado de eco- Amiens; institución de la
Schelling: Cartas sobre la Laplace: Exposición del sis- de Catalina !l, advenimien- nomía política. cartilla obrera.
crítica y el dogmatismo. tema del mundo. to de Pablo |; Arcole. Beethoven: Sinfonía heroi-
Jener descubre la vacu- ca.
nación.
oye 1804. Fourier: Armonía universal.
1797. Kant: La metafísica de las 1797. Chateaubriand: Ensayo so- 1797. Batalla de Rívoli; golpe Schelling: Filosofía y Reli-
1804. Napoleón |, emperador de
costumbres. bre la Revolución. de Estado de Fructidor; gión.
losfranceses; el Código
Hólderling: Hyperion. muerte de Federico Gui-
civil; Constitución del
año XII.
llermo ll y advenimiento
de Federico Guillermo !ll; 1805. Chateaubriand: Renato. 1805. ll Coalición; Trafalgar;
paz de Campo Formio.
aus Schiller: Guillermo Tell.
Invención del telar para
Ulm; Austerlitz; paz de
Presburgo; Mohamed Alí,
1798. Fichte: La doctrina de las 1798. Goethe y Schiller: Baladas. 1798. Expedición a Egipto; Il coa- tejer seda. bajá del Cairo.
costumbres. Wordsworth, Coleridge: lición.
Baladas líricas. 1806. Fichte: Introducción a la 1806. Leyes químicas de Proust. 1806. Fin del Sacro Imperio Ro-
A. W. y F. Schlegel: El Ate- vida bienaventurada.
neo. 1806-1807. La fenomenología del mano Germánico; la Con-
Malthus: Ensayo sobre el federación del Rin; IV Coa-
espíritu. lición; Jena; Napoleón en-
principio de población. tra en Berlín; el Bloqueo
Cavendish determina la
masa de la Tierra.
continental.
1807. Kleist: Anfitrión. 1807. Eylau; Friedland; tratado
1799. Fichte: El destino del hom- 1799. Schleiermacher: Discursos 1799. Golpe de Estado de Pra- Jean-Paul: Levana.
bre. sobre la religión. de Tilsitt; reformas admi-
dial; victoria francesa en
nistrativas en Prusia; sua-
590 CUADRO SINÓPTICO CUADRO SINÓPTICO 591

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS

vizamiento de la esclavitud 1815-1822. Lamarck: Historia na-


en Rusia. tural de los animales inver-
tebrados.
1808. Fichte: Discurso a la nación 1808. Goethe: Fausto. 1808. Sublevación en España;
alemana. Kleist: Pentesilea. Bolívar toma el poder en 1816. Manzoni: Poesías. 1816. Sublevaciones agrarias en
Fourier: Teoría de los cua- F. Schlegel: La lengua y la Caracas; entrevista de Er- Leopardi: Poesías. Inglaterra.
tro movimientos y de los des- filosofía de los indios. furt. Schlosser: Historia univer-
tinos generales. A. W. Schlegel: Literatura sal.
dramática. Berzelius: Química mineral.
Cuvier: El reino animal dis-
1809. Schelling: Investigaciones... 1809. Goethe: Las afinidades elec- 1809. Victorias francesas en tribuido según su organiza-
sobre la esencia de la liber- tivas. Eckmúhl, Essling, Wagram; ción.
tad humana. Lamarck: Filosofía zoológica. detención del papa. Bopp: Sistema de la con-
jugación del sánscrito.
1810. Kleist: Catalina de Heil- 1810. Sublevación de las colo- Magendie: trabajos neuro-
bronn. nias españolas; Rusia rom- lógicos.
Mme. de Staél: De Alema- pe el Bloqueo continental; Rossini: El barbero de Se-
nia. en Francia, el Código pe- villa.
Beethoven: Egmont. nal; creación de la Univer- 1817. Hegel: Compendio de la En- 1817. Ricardo: Principios de eco- 1817,
Goya: Los desastres de la sidad de Berlín; crisis eco- ciclopedia de las ciencias Represión de la policía
nómica en Inglaterra. nomía política. después de la manifes-
guerra. filosóficas. Saint-Simon: La industria. tación estudiantil del cas-
1811-1832. Niebuhr: Historia ro-
Keats: Poemas. tillo de Wartburg.
mana.
Byron: Manfredo.
1811-1833. Goethe: Poesía y ver- 1818. Schopenhauer: El mundo 1818. Clausewitz: comienzo de 1818.
dad. como voluntad y representa-
Huelgas en las fábricas de
la redacción de La guerra. hilados de Inglaterra; cons-
1811-1833. Davy, arco eléctrico; ción. tituciones para Baviera y
leyes de Avogadro. Baden.
1812-1816. Hegel: Ciencia de la 1812. Byron: Childe Harold. 1812. VI Coalición; campaña de 1819-1828. Hegel: Lecciones so- 1819. Goethe: El Diván. 1819. Se agrava la agitación
lógica. Los hermanos Grimm: Cuen- Rusia; el Moscova; el Be- bre la historia de la filosofía J. Grimm: Gramática ale- obrera en Inglaterra; re-
Schopenhauer: Sobre la tos. resina. (publicadas en 1833-1836). mana. presión del gobierno; cons-
cuádrupte raíz del principio Tieck: Phantasus. Keats: Obras. titución para Wurtemberg;
de razón suficiente. F. Schubert: Quinteto para asesinato de Kotzebue,
dos violoncelos. agente del zar; decisiones
1813-1826. Shelley: Poesías. 1813, Vil coalición; batalla de Géricault: La balsa de «La de Carlsbad para controlar
Leipzig. Medusa». las universidades alema-
El primer buque de vapor nas.
1814. Maine de Biran: Relacio- 1814. Chateaubriand: De Bona- 1814. Campaña de Francia; ca- atraviesa el Atlántico.
nes de lo físico y lo moral. parte y de los Borbones. pitulación de París; abdi- Teoría de la luz, de Fres-
Hoffmann: Cuadros de fan- cación de Napoleón; Con- nel.
tasía. greso de Viena.
1814-1832. W. Scott: Novelas. 1820-1829. Hegel: Lecciones so- 1820. Lamartine: Meditaciones 1820. Asesinato del
La locomotora de Stephen- bre estética (publicadas en duque de Be-
poéticas. rry; revolución en Madrid,
son. 1837-1842). Turner: Roma vista desde en Nápoles y en Lisboa;
lluminación mediante gas el Vaticano.
Londres.
agitación en Alemania y
en Electromagnetismo de ejecución de Sand; los go-
Ersted; electrodinamismo biernos de la Santa Alianza
1815. F. Schlegel: Historia de la 1815. Los «Cien Días»; Wa- de Ampere. se ponen de acuerdo en los
literatura antigua y moderna. terloo; la Santa Alianza. Puchkin: Rousslan y Ludmila. congresos de Laibach y de
|
A

1821.
592

ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS

Hegel: Principios de filoso-


fía del derecho; Lecciones
sobre filosofía de la religión
(publicadas en 1832).

ciación doméstica y agrícola.

1825. Saint-Simon: El
tianismo.
nuevo
CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS
CULTURALES

1820-1823. Últimas sonatas para


piano de Beethoven.
La quinina.

Trabajos de Faraday.
K. M. von Weber: El caza-
dor furtivo.
Paleontología de Cuvier.

Delacroix: Escenas de ma-


tanza en Qufo.
1824-1831. B. Constant: De la
religión.
1824-1826. Últimos cuartetos de
Beethoven.

cris- 1825. A. Thierry: Historia de


conquista de Inglaterra.
1825-1840. Elaboración del mapa
geológico de Francia.
1825-1827. Manzoni: Los novios.

Libro de canciones.
Guizot comienza la Historia
de la revolución de Inglate-
rra.
Michelet: Compendio de his-
toria moderna.
Víctor Hugo: Cromwell.
Trabajos de Ohm.
ACONTECIMIENTOS
POLÍTICOS

Troppau; represión
triaca en Italia.

1821. J. de Maistre: Las veladas 1821. Insurrección


de San Petesburgo.
Stuart Mill: Elementos de
economía política.
griega.

1822-1831. Hegel: Lecciones so- 1822. Grote: Influencia de la re-| 1822. Toma del Trocadero; re-
bre filosofía de la historia
(publicadas en 1837).
Fourier: Tratado de la aso-
ligión natural sobre la dicha
de la humanidad.
Champollion descifra la
piedra de Rosetta.
Poncelet, geometría pro-
yectiva.
presión en España y en
Portugal; matanzas de
Qufo.

1823. Beethoven: Missa solem-| 1823. Buonaroti expulsado de Gi-


nis; Novena Sinfonía. nebra; declaración de Mon-
roe en los Estados Unidos.

1824, S. Carnot, termodinámica. 1824. Endurecimiento del Gobier-


Ingres: El voto de Luis XIII. no prusiano; victoria de
Sucre en Ayacucho; reco-
nocimiento de las Repú-
blicas de Méjico, de Co-
lombia y de la Argentina
por Gran Bretaña; muerte
aus-

de Luis XVIII, Carlos X, rey


de Francia.

la| 1825. Muerte de Alejandro |; in-


tento de golpe de Estado
de los «decembristas» en
Rusia; reconocimiento del
derecho de huelga en In-
glaterra.
1826. H. Heine: Cuadros de viaje, 1826. Autonomía de Serbia; ane-
xiones rusas en Persia.
RNINIUTTA
das
i

ai
a

Nrien
Mia
ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS

blicación póstuma).
CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS

F.
cano.
CULTURALES

Cooper: El último

Manchester.
Delacroix: La libertad...
Berlioz: Sinfonta fantástica.

Faraday, corrientes indu-


cidas.
Victor Hugo: Nuestra Seño-
ra de París.
mohi-

Stendhal: Lo rojo y lo negro.


1832. S. Pellico: Mis prisiones.
Lenau: Poesías.
Rossini: Stabat Mater.

Carlyle: Sartor resartus.


1834. J. Bentham: Deontología o 1834. Heine: De Alemania.
ciencia de la moralidad (pu- Teatro de Musset.
Lamennais: Palabras de
creyente.
un
»
ACONTECIMIENTOS
POLÍTICOS
593

1827. A. Thierry: Cartas sobre la 1827. Gobierno de Peel en Gran


historia de Francia.

1828-1830. Guizot: Curso de his-


toria moderna.
Bretaña; batalla de Na-
varino.

1829. Fourier: El nuevo mundo in- 1829. Correspondencia de Goethe 1829. Liberalización del régimen
dustrial y societario.

Curso de filosofía positiva


(hasta 1836)
y Schiller.
Víctor Hugo: Las orientales.
Musset: Poesías.
Balzac: Los chuanes.
1830. A. Comte: comienzo del 1830. Víctor Hugo: Hernani.
Debate sobre el transfor-
mismo, entre Cuvier y
Geoffroy Saint-Hilaire.
Invención de la máquina
de coser.
Ferrocarril de Liverpool a
en Irlanda; emancipación
de los católicos en Ingla-
terra.

1830. Caída de Carlos X, Luis


Felipe, rey de los france-
ses; advenimiento de Gui-
llermo IV en Inglaterra; bill
de reforma; revolución bel-
ga; gobierno provisional
autónomo de Polonia;
constituciones para Hanno-
ver y Sajonia; independen-
cia de Grecia; toma de Ar-
gel por los franceses.
1831. Michelet: Historia romana. 1831. Represión rusa en Polonia;
Galois, teoría de los gru-
pos.
neutralidad de Bélgica; en
Francia, sublevación de los
tejedores de seda lioneses.

1832. Reformas electorales


Inglaterra.

1833. Goethe: Fausto (2.2 parte). 1833. Comienzo de la guerra ci-


Balzac: Eugenia Grandet.
Faraday, la electrólisis.
1833-1843. Michelet: Historia de
Francia (la Edad Media).
vil en España.

1834. Revoluciones obreras


París y en Lyón.
en

en
Y Y

594 CUADRO SINÓPTICO CUADRO SINÓPTICO 595


AM

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS

Balzac: Papá Goriot. Gogol: El capote; Las almas


Daumier: La calle Transno- muertas.
nain.
1843. Feuerbach: Principios de la 1843. Considérant: programa de 1843. Polémicas de los patriotas
1835. L. Strauss: Vida de Jesús. 1835. Vigny: Chatterton. 1835. Restricción de la libertad filosofía del futuro. la Democracia pacífica. italianos entre las tesis
Musset: Las noches. de prensa en Francia. Herzen: El diletantismo en Chassériau: Las dos her- de Gioberti (la «reunión»
1835-1838. Gervinus: Historia de la ciencia. manas. en torno al papa) y las de
la poesía alemana. y. S. Mill: Sistema de lógi- Wagner: El buque fantasma. Mazzini («Italia unitaria»).
Búchner: Woyzeck. ca.

1836-1839. Tocqueville: De la de- Kierkegaard: Diario de un

mocracia en América. seductor; O bien... o bien.


Manx Crítica de la filosofía
1836-1843. Droysen: Historia del del derecho de Hegel.
helenismo.
Mendelssohn: oratorio San 1844. Comte: Discurso sobre el 1844. Chateaubriand: Memorias 1844. Reinado de Isabel ll en
Pablo. espíritu positivo. de ultratumba. España.
Marc: Manuscritos... Turner: Lluvia, vapor, velo-
1837. Carlyle: Historia de la Re- 1837. Victoria, reina de Gran cidad.
volución francesa. Bretaña.
Poisson, la ley de los gran- 1845. Engels: La situación de las 1845. Herzen: ¿De quién es la
des números. clases trabajadoras en Ingla- culpa?
1837-1867. Curtius: Historia de terra. 1845-1862. Thiers: Historia del
Grecia. Marx: La Sagrada Familia. Consulado y del Imperio.
1838. Ravaisson: El hábito. 1838. Víctor Hugo: Ruy Blas. Kierkegaard: Las etapas en Wagner: Tanháuser.
el camino de la vida.
1839. Feuerbach: Crítica de la fi- 1839. Stendhal: La Cartuja de Par- i Stirner: El único y su pro-
losofía hegeliana. ma. EY piedad.
Schopenhauer: Ensayo so- E. A. Poe: Narraciones ex-
1846. Marx: La ideología alemana. 1846. Le Verrier descubre Nep- 1846. Mastai Feretti, «progresis-
bre el libre albedrío. traordinarias.
q3 V. Cousin: De la verdad, la tuno. ta», es elegido papa
1839-1847. Ranke: Alemania en
la época de la Reforma.
3
q
belleza y el bien. Balzac: La prima Bette. (Pio IX); el Gobierno in-
Littré: Traducción de las : Berlioz: La condenación de glés se encamina hacia
E Fausto. una política de libre cam-
Obras de Hipócrates.
bio (abolición progresiva
1840. Cabet: Viaje a Icaria. 1840. Mérimée: Colomba. 1840. Crisis europea con motivo de las «leyes sobre los
Proudhon: ¿Qué es la pro- A. Thierry: Relatos de los de Egipto; Guizot, primer trigos»).
piedad? tiempos merovingios. ministro en Francia; Fede-
B. Bauer: Crítica de la his- Sainte-Beuve: Port-Royal. rico Guillermo IV, rey de 1847. Morgan: Lógica formal. 1847. Lamartine: Historia de los 1847. Comienzo de una crisis
toria del Evangelio de San Herschel: el infrarrojo. Prusia. girondinos. económica generalizada;
Juan... Delacroix: Toma de Cons- 1840-1843. «Regencia» de Espar- D. G. Rossetti: La señori- Carlos Alberto de Piamon-
tantinopla. ta elegida. te encabeza la lucha por
tero en España.
Thackeray: La feria de las la unidad de Italia.
1841. Feuerbach: La esencia del 1841-1843. Emerson: Ensayos es- vanidades.
cristianismo. cogidos. Belinski: Carta a Gogol.
Kierkegaard: El concepto de Schumann: Sinfonías.
ironía. 1848. Marx y Engels: Manifiesto 1848. Macaulay: Historia de In- 1848-1850. Revoluciones, agita-
M. Hess: La Triarquía eu- del partido comunista. glaterra. ciones en la mayoría de los
ropea. paises de Europa; en Fran-
cia, caida de Luis Felipe;
1842. Schelling: Filosofía de la 1842. Tennyson: Enoch Arden. la 11 República; vuelta del
mitología. Joule, el equivalente me- «partido del Orden»; po-
cánico de la caloría. der de Kossuth en Hungría;

Uca
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596 CUADRO SINÓPTICO 4
CUADRO SINÓPTICO 597

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS

en Alemania se agrava el
conflicto entre Prusia y a los ingleses, franceses y
Austria; intervención rusa turcos; los franceses en el
en Hungría y en Moldavia; Senegal y en Cochinchina.
derrota de los patriotas 1855. Herzen: El pueblo ruso y el 1855. Tchernychevski: Relaciones 1855.
italianos; intervención de socialismo.
Alejandro ll, zar de Rusia.
estéticas entre el arte y la
Francia en Roma. Vogt: La fe del carbonero y realidad. :

1849. Kierkegaard: La enferme- 1849. Fizeau mide la velocidad la ciencia. 1855-1859. Humboldt: Cosmos.
dad mortal. de la luz. 1855-1867. Michelet: Historia de
G. Courbet: El entierro en Francia (Renacimiento y Épo-
Drnans. ca Moderna).
Meyerbeer: El profeta. W. Whitman: Hojas de hier-
ba.
1850. Dickens: David Copperfield.
1856. Comte: Síntesis subjetiva. 1856. H. Melville: Benito Cereno.
Tocqueville: El Antiguo ré-
gimeny la revolución. 1856-1864. Lotze: Microcosmo.
Schumann: Sinfonía renana. 1856-1866. Helmoltz: Óptica fl-
Barye: El lapita y el cen- sica.
tauro. 1857. Feuerbach: Teogonía. 1857. Flaubert: Madame Bovary.
1851. Proudhon: Idea de la 1851. Geometría de Riemann. Marx: Introducción a la crí- Baudelaire: Las flores dei
revo- 1851. En Francia, golpe de Esta- tica de la economía política
lución del siglo XIX. C. Bernard, función gluco- do de Luis Napoleón Bo- mal.
Schopenhauer: Parerga y génica del hígado. (dos títulos distintos). 1857-1861. G. Eliot: Silas Mar-
naparte. Renouvier: La Ucromía.
Paralipomena. N. Hawthorne: El libro de ner.
Cournot: Ensayo sobre el las maravillas. 1858. Lassalle: La filosofía de He-
fundamento de los conoci- H. Melville: Moby Dick. 1858-1861. Abolición de la es-
ráclito el oscuro. clavitud en Rusia.
mientos.
Proudhon: De la justicia en
1851-1854. Renouvier: Ensayo de la revolución.
crítica general.
1852. Marx: El 18 de brumario.
1859. V. Hugo: La leyenda de los 1859. Napoleón |ll interviene en
1852. Th. Gautier: Esmaltes y ca- 1852. Napoleón !!l, emperador de siglos (1.2 parte). favor de la unidad italiana.
mafeos. los franceses; Victor Ma- E. Renan: Ensayos de moral
Leconte de Lisle: Poemas nuel ll recurre a Cavour, y de crítica.
antiguos. 1852-1857. Dominio de los fran- Darwin: El origen de las -es-
ceses sobre el Senegal. pecies.
1853. V. Hugo: Los castigos. 1853. Los franceses se anexio- Kirchhoff, análisis espec-
A. Thierry: Historia del Es- tral,
nan Nueva Caledonia.
tado llano. Gounod: Fausto.
G. Sand: Los maestros cam- 1860. Turguenev: Padres e hijos. 1860. Garibaldi, «expedición de
paneros. Fechner: Elementos de psi- los Mil»; en Francia, el
1853-1854. Gobineau: Ensayo so- cofisiología. «Imperio liberal».
bre la desigualdad de las
1861. Proudhon: La guerra y la 1861. Broca, estudios sobre la 1861. Proclamación del reino
razas. de
1853-1885. Mommsen: Historia de paz. afasia, Italia.
Roma. Cournot: Tratado del enca- Pasteur, microbios anaero- 1861-1865. En América del Nor-
da denamiento de las ideas fun- bios. te, guerra de secesión.
1854. Schelling: Filosofía de la 1854. Penetración europea en el damentales de la ciencia. Bachofen: El derecho ma-
Revelación. Japón. ternal.
Boole: Análisis de las leyes 1854-1856. Guerra de Crimea: 1862. Lassalle: ...Idea de clase 1862. Littré: Historia de la lengua 1862. Bismarck,
del pensamiento. primer ministro

e
derrota de los rusos frente obrera. francesa. de Prusia.

a
Yy VOU OY Y DD Y Y yoo 049
598 CUADRO SINÓPTICO CUADRO SINÓPTICO 599

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS CULTURALES
ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS
POLÍTICOS FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS
Spencer: Primeros princi- Hugo: Los miserables. 1862-1867. Expedición francesa a
pios. Flaubert: Salambo. Méjico.
1868-1869. Dostoyevski:El idiota. 1868. En España, Prim destituye
Millet: El hombre de la aza-
a Isabel Il (regencia de Se-
da. rrano): en los Estados Uni-
dos, derecho de voto a los
1863. J. S. Mill: El utilitarismo. negros.
1863. Tchernychevski: ¿Qué ha-
cer? 1869. Renouvier: Ciencia de la 1869. Hittorf, rayos catódicos. 1869. El canal de Suez.
Taine: Historia de la litera- moral. Mendeleyev, clasificación
tura inglesa. Hartmann: Filosofía del in- periódica de los elementos
E. Manet: Olimpia. consciente. químicos.
1863-1873. Littré: Diccionario de
la lengua francesa. 1870. Taine: De la inteligencia. 1870. Flaubert: La educación sen- 1870-1871. Guerra franco-prusia-
1863-1881. Renan: Los orígenes 1870-1873. Spencer: Principio de timental. na; victorias alemanas; ca-
del cristianismo. psicología. pitulación francesa y ab-
dicación de Napoleón ll:
1864-1867. Spencer: Principios de 1864. Fustel de Coulanges: La 1864. Fundación de la Primera sitio de París; gobierno de
biología. ciudad antigua. Internacional de los Traba- Thiers; la Comuna de Pa-
jadores; en Francia, reco- rís es aplastada; procla-
nocimiento del derecho de mación, en Alemania, del
huelga. Il Reich.
1870-1873. En España, efímera
1865. Proudhon: La capacidad po- 1865. Los Goncourt: Germinia La- 1865. En los Estados Unidos, ase- regencia de Amadeo de
lítica de las clases obreras. Certeux. sinato de Lincoln; creación Saboya; proclamación de
Marx: Precios, salarios y ga- L. Carroll: Alicia en el país del Klu-Klux-Klan. la República.
nancias. de las maravillas. 1871. Marx: La guerra civil en 1871. Darwin: El origen del hom-
C. Bernard: Introducción al Wagner: Tristán e Isolda. Francia... bre.
estudio de la medicina expe- Liszt: La leyenda de Santa Lachelier: El fundamento de
rimental. Isabel. Hugo: El año terrible.
la inducción... Gramme, la dinamo.
1865-1869, Taine: Filosofía del Maxwell, teoría electro- H. Cohen: La teoría kantia- L. Carroll: Alicia a través
arte. magnética de
la luz. na de la experiencia. del espejo.
Monet: Almuerzo sobre la
hierba. 1872. Nietzsche: El origen de la 1872. Darwin: La expresión de las 1872. El
congreso de la Primera
1865-1869. Tolstoi: Guerra y paz. tragedia. emociones... Internacional excluye a los
Cournot: Consideraciones Crookes, radiactividad. anarquistas en La Haya.
1866. Lange: Historia del mate- 1866. Verlaine: Poemas saturna- 1866. El ejército prusiano aplas- sobre el curso de las ideas... Daudet: Tartarín de Taras-
rlalismo. les. ta a Austria en Sadowa; cón.
Dostoyevski: Crimen y cas- confederación de Alemania Butler: Erewhon.
tigo. septentrional bajo la égida 1873. Nietzsche: Consideraciones 1873. Hermite, «trascendencia» 1873. En Francia, dimisión de
Mendel, teoría de la he- de Prusia.
rencia. inactuales. de e. Thiers; presidencia
Brúckner: Primera Sinfonía. Bakunin: El Estado y la Tolstoi: Ana Karenina. de Mac-Mahon; conquista
Anarquía. de Tonquín por los fran-
1867. Marx emprende la redac- 1867. Brahms: Un réquiem ale- 1867. En Inglaterra, reformas li- 1873-1883. Engels: Dialéctica de ceses.
ción de El capital. mán. la naturaleza.
berales del Ministerio
Verdi: Don Carlos. Gladstone; el Canadá pasa 1874. Wundt: Fundamentos de la 1874. Flaubert: La tentación de 1874. Restauración de los Bor-
Ibsen: Peer Gynt. a ser dominio; lucha del
M. Muller: Cronología de la
formación de las lenguas in-
movimiento feniano en Ir-
landa. a psicología fisiológica.
P. Janet: Moral.
San Antonio.
Fustel de Coulanges: Ins-
bones en España: Alfon-
so XII, rey.

AR
Boutroux: De la contingen- tituciones de la antigua Fran- 1874-1881. Disraeli consolida y
doeuropeas. cia de las leyes de la natu-
1867-1868. E. Reclus: La Tierra. raleza.
cia. organiza el imperio colo-
Mussorgsky: Boris Godunov. nial británico.
dl
>
> —»=S

600

animales.
>

ACONTCEIMIENTOS
FILOSÓFICOS

Haeckel: Antropogonía.
vw

Brentano: La psicología des-


de un punto de vista empí-
rico.
1875. Marx: Crítica del programa
de Gotha.
Cournot: Materialismo, vita-
lismo, racionalismo.

1876-1896. Spencer: Principios de


sociología.

L. Morgan: La sociedad pri-


mitiva.

1878. Engels: Anti-Dúhring.


Nietzsche: Humano, dema-
siado humano,
Peirce: Cómo hacer nues-
tras ideas claras.

1879. Brochard: Del error.


1879-1882. Spencer: Principios de
moral.

1880. Nietzsche: El viajero y


sombra.
1880-1883. Wundt: Lógica.

1881. Nietzsche: Aurora.


Ribot: Las enfermedades de
la voluntad.

Hoffding: Esbozo de una


psicología.
su
eb x=»

CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS
CULTURALES

Renoir: La logia.
5

Monet: Impresión, Sol


liente.
Verdi: Réquiem.

Flaubert: Tres cuentos.


Zola: La trampa.
Edison, el fonógrafo.
sa-
>» =>

ACONTECIMIENTOS
POLÍTICOS

1878-1883. Carducci: Odas bár- 1878. Humberto |, rey de Italia;


baras.

1879. Ibsen: Dramas.


Pasteur, vacunas preven-
tivas.

Karamazov.
Maupassant: Los cuentos.
V. de Indy: Wallenstein.

1881. H. James: Retrato de


dama.

soro.
represión en Alemania.
ue

1875. En Francia, la 11! Repúbli-


ca; en Alemania, unifica-
ción y progreso del parti-
do socialista a pesar de
las «medidas sociales» de
Bismarck.
1876. M. Twain: Las aventuras de 1876. Desaparición de la
Tom Sawyer.
Degas: El ajenjo.
Bell, el teléfono.
1876-1894. Taine: Los orígenes de
la Francia contemporánea.
Internacional.

1877. Espinas: De las sociedades 1877. Hugo: Leyenda de los siglos 1877-1878. Guerra victoriosa de
(2.2 parte).

1879. En Francia, elección de Ju-

una

Koch, el bacilo de la tuber-


culosis.
lio Grévy para la presiden-
Primera

los rusos contra los turcos.

cia; victoria de la repúbli-


ca «moderada»; la Dúplice:
alianza ítalo-alemana.
1880. Dostoyevski: Los hermanos 1880. Los franceses se estable-


cen en el Congo.
y. Guesde funda el partido
obrero francés.

1881. Protectorado francés en


Túnez; prosigue la expan-
sión rusa en Asia; asesi-
nato de Alejandro ll; Ale-
jandro HI, zar.
1882. Nietzsche: La gaya ciencia. 1882. Stevenson: La isla del te- 1882. La Triple Alianza: Alema-
nia, Austria e Italia; difi-
cultades económicas en
Europa.
Y7

ns
1884.

1888.
>

ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS

Engels:

tafísica.
Los
uy

ciencias del espíritu...


1883-1891. Nietzsche: Así habla-
ba Zaratustra.

orígenes
familia, de la propiedad pri-
vada y del Estado.

Guyau: Moral sin obligación


ni sanción.
1885-1886. Renouvier: clasifi-
...

caciones... de los sistemas


filosóficos.
1886. Wundt: Ética.
Nietzsche: Más allá del
bien y del mal.

moral.
Tónnies: Comunidad y so-
ciedad.
bd uy

CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS

(3.2 parte).
CULTURALES

Maupassant: Una vida.


Bjoernson: Más allá de
nuestras fuerzas.
Mach: Mecánica...

1886. Franck: Sinfonía en re me-

1887. Nietzsche: Genealogía de la


nor.
Gauguin en Pont-Aven.
dl

Brahms: Tercera Sinfonía.


de la 1884, Daudet: Safo.
Huysmans: Al revés.

El fusil sin pólvora ni humo.


Rimbaud: Iluminaciones.
Fauré: Réquiem.

Engels: Ludwig Feuerbach y 1888. Zola: La Tierra.


el fin de la filosofía clásica
alemana.
Nietzsche: comienzo de los
Fragmentos publicados
el título de La volumad de
poder.
1888-1890. Avenarius: Crítica de
la experiencia pura.
con
Barrés: Bajo la mirada de
los bárbaros.

1889. Wundt: Sistema de filosofía. 1889. Verlaine: Paralelamente.


Nietzsche: El crepúsculo de
los dioses.
Bergson: Los datos inmedia-
tos de la conciencia.

HISTORIA DE LA
P. Bourget: El discípulo.
A. France: Thais.
D'Annunzio: El placer.
Suderman: El honor.

FILOSOFÍA. T. 111.— 39
dl

Puvis de Chavannes: El bos-


que sagrado.
Frege: Fundamentos de la
aritmética.
1885. Lachelier: Psicología y me- 1885. Zola: Germinal.
Maupassant: Bel Ami.
Meredith: Diana en la en-
crucijada.
Internamiento de Van
Gogh.

*
<< ea

ACONTECIMIENTOS
POLÍTICOS

socialdemócrata ruso.
v61

1883. Dilthey: Introducción a las 1883. Hugo: Leyenda de los siglos 1883. Los franceses en Tonquín:;
guerra franco-china; los
belgas en el Congo; Ple-
khanov funda el partido

1884. Expansión rusa en el Tur-


questán; en Inglaterra,
fundación de la sociedad
«fabiana».

1885. En España, regencia de


María Cristina.

1887. Dimisión de J. Grévy; Sadi


Carnot, presidente de la
República francesa.
1887-1889. Tentativas desdicha-
das del general Boulanger
en Francia.

1888. Guutermo Il, emperador de


Alemania; en Gran Breta-
ña, federación sindical de
los mineros.

1889. En Paris, fundación de la


Segunda Internacional
Obrera; república en el
Brasil; constitución en el
Japón.
dl S 3. 9. 4rÁ SV
a

USOS SV
3
U

UU
a UV wMyY
602 CUADRO SINÓPTICO
CUADRO SINÓPTICO 603

ACONSECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS FILOSÓFICOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS
CULTURALES POLÍTICOS
1890. W. James: Principios de 1890. Ader, primer vuelo mecá- 1890. En Alemania, dimisión de 1895. Boutroux: La idea de leyes 1895. Th.
psicología. nico. Bismarck; sufragio univer- naturales.
Hardy: Jude el oscuro. 1895. En Francia, F. Faure, pre-
Renan: El futuro de la Axiomática de Peano. sal en España. Tolstoi: Amo y criado, sidente; los conservado-
cien- Durkheim: Las normas del Verhaeren: Las ciudades
cia. Branly perfecciona la apli- método sociológico. res en el poder, en Gran
Frazer: La rama dorada. cación de las ondas tentaculares. Bretaña; colonización de
Freud: Estudios sobre la his- Valéry: El método de Leo-
Tarde: Las leyes de la imi- hertzianas. teria; Esbozo de una psicolo- Madagascar por los fran-
tación. Cézanne: Jugadores de car- nardo de Vinci.
gía... ceses; fracaso italiano en
tas; El hombre de la pipa. Róntgen, los rayos X. Abisinia; en Francia, fun-
E. Chausson: Sinfonía en si Cinematógrafo de los her- dación de la C. G. 7.
bemol. manos Lumiére,
R. Strauss: Till Eulenspie-
1891. Husserl: Filosofía de la arit- 1891. Encíclica Rerum novarum. gel.
mética. Th. Hardy: Tess d'Uberville,
1895-1897. Trabajos de Cantor
sobre los conjuntos transfi-
A. Rimbaud: El relicario.
S. Lagerloff: Saga de Gosta
nitos,
Berling. 1896. Bergson: Materia y memo- 1896. Primeros juegos olímpicos. 1896. Visita de
Nicolás Il
0. Wilde: El retrato de Do- ria.
Th. Herzel: El Estado judío, a Pa-
rís.
rian Gray. Chejov: La gaviota.
Dubois descubre el pite- Valéry: Velada con mon-
cántropo. sieur Teste.
Massenet: Werther. Cézanne: El lago de Annecy.
Becquerel, descubrimiento
1892. Peirce: La ley del pensa- 1892. Ibsen: Solness el construc- 1892. Colonización francesa del de la radiactividad.
miento. tor. Dahomey; alianza franco- Primeros filmes de Meliés.
Simmel: Introducción a la Hauptmann: Los tejedores. rusa; atentados anarquis- 1897. Paul Janet:
ciencia moral. Maeterlinck: Pelleas y Me- tas en París; escándalo de Psicología y 1897. Wells: El hombre invisible. 1897. F. Faure en Rusia: en Fran-
metafísica. Strindberg: Inferno.
lisenda. Panamá; en Gran Bretaña, Durkheim: El suicidio. cia, comienzo del caso
Weismann: Ensayo sobre la el liberal Gladstone en el Gide: Los alimentos terres- Dreyfus; primer congreso
herencia y la selección na- poder. tres. sionista en Basilea; los ru-
tural. Detección del electrón sos en Port-Arthur; los ale-
Motor Diesel. (4. J, Thomson). manes en Kiao-Cheu; gue-
Descubrimiento de las cau- rra greco-turca con motivo
1893, M. Blondel: La acción. 1893. Gide: El viaje de Urien. 1893. En Gran Bretaña, fracaso sas de la malaria. de Creta.
Bradley: Apariencia y reall- Mallarmé: Verso y prosa. del proyecto liberal del 1898. Publicación de los Frag- 1898. Wilde:
Verdi: Falstaff.
Balada de la cárcel 1898. Los ingleses en Wei-Hai-
dad. Home rule. mentos de J, Lagneau. de Reading.
Fouillée: Psicología de las 1893-1903. Frege: Fundamentos de Tarde: Las Leyes sociales. Wei; Kitchener conquista
Conrad: El negro del Nar- el Sudán para los ingleses;
ideas-fuerza. la Aritmética. 1898-1899. Freud: La ciencia de cissus.
Tarde: Lógica social. los sueños. guerra hispano-americana.
H. James: El giro de la
Durkheim: De la división Rosa Luxemburgo: Refor- tuerca.
del trabajo social. ma social o revolución.
Descubrimiento del radio
(P. y M. Curie).
1894, Aparición del tomo lll de 1894. Kipling: El libro de la selva. 1894. En Francia, asesinato de 1899. Rickert: Ciencia cultural
El capital. Shaw: El héroe y el soldado. Sadi Carnot; en Gran Bre- y 1899. Chejov: Tío Vania. 1899. En Francia, E. Loubet, pre-
ciencia natural. Gorki: Tomás Gordeiev.
Brunschvicg: La modalidad Hamsun: Pan. taña, retirada de Gladsto- Lalande: Las ilusiones evo- sidente; comienzo de la
del juicio.
Lenin: Lo que los
D'Annunzio: El triunfo de la ne; muerte de Alejandro lll,
Nicolás Il, zar; guerra chi- lucionistas.
Mallarmé: Obras completas. guerra anglo-boer,
son ami- muerte.
gos del pueblo. J. Renard: Pelirrojo. no-japonesa. 1900. G. Le Bon: Psicología de las 1900. Conrad: Lord Jim.
Suero contra la difteria; multitudes. 1900. En Alemania, Von Bilow,
detección del microbio de Sorel: Reflexiones sobre la
Planck, teoría de los cuan- canciller; victoria de los
tos. conservadores en Gran
la peste. violencia.
DD =D.
605
CUADRO SINÓPTICO
604
CUADRO SINÓPTICO
ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS
ACONTECIMIENTOS CULTURALES POLÍTICOS
ACON¡yTECHENTOS ACONTECIMIENTOS FILOSOFICOS
ACONTECIMIENTOS CULTURALES POLÍTICOS
FILOSÓFICOS de la teoría de 1905. En Rusia, fracaso
de la su-
1905. W. James: Qué es el prag- 1905. Exposición Einstein. blevación revolucionaria;
Bretaña; comienzo de la matismo. la relatividad, por
Descubrimiento de las cau- Primer filme de Max Lin- derrota de los rusos en
1900-1902. J. Royce: El mundo y de la fiebre amarilla.
rivalidad colonial anglo- Publicación de las Conside- Mukden y en Tsushima; en
el individuo. sas
alemana: instalación de la raciones sobre la historia uni- der.
De Vries, Teoría de las mu- Francia, creación del par-
1900-1913-1921. Husserl: Investi- taciones.
Internacional en Bruselas; versal, de J. Burkhardt. tido socialista unificado;
gaciones lógicas. revolución anticolonialista separación de la Iglesia y
Bechterev, trabajos sobre Pekín: asesinato de
los reflejos.
en el Estado.
Humberto, Víctor Ma-
nuel 111, rey de Italia. Los extravios del 1906. En Francia,
Falliére, pre-
1906. P. Duhem: La teoría física... 1906. Musil: sidente; en Gran Bretaña,
Cassirer: El problema del alumno Tórless.
Muerte de la reina Victo- victoria de los liberales:
Th. Mann: Los Budden- 1901. U. Sinclair: La jungla.
1901. Publicación de Fragmen- 1901. brooks. ria; en Francia, leyes sobre conocimiento.
El aduanero Rousseau: La en Rusia, reunión de la
tos de Nietzsche con el tÍ- las asociaciones. Poincaré: El valor de la los primera Duma.
T. S. H. transoceánica. ciencia. Libertad invitando a ar-
tulo de La voluntad de po- tistas a tomar parte en la
der. R. Luxemburgo: Huelga en
masa, partido y sindicatos.
XIl exposición de los Inde-
M. Weber: La ética protes- pendientes.
tante y el espíritu del capi- 1906-1921. Galsworthy: La saga
talismo. de los Forsyte.
1901-1902. W. James: Las varie- segunda y terce-
dades de la experiencia re- 1907. Bergson: La evolución 1907. Yeats: Deirdre de los dolo- 1907. En Rusia, consolidación
crea- de
ra Duma;
:

ligiosa. dora. res.


la Triple Entente (Rusia,
Gorki: Los bajos fondos. 1902. En los Estados Unidos, ase- Hamelin: Ensayo sobre los Synge: El Baladino del mun-

1902. H. Cohen: Lógica del cono- 1902. Malher: Kindertotenlieder. sinato de MacKinley. do occidental. Inglaterra y Francia); de-
elementos principales de la sarrollo de la acción de las
miento puro. Meli- Th. Roosevelt, presiden- representación. Dukas: Ariana y Barba azul.
Lenin: ¿Qué hacer? Debussy: Pelleas y te; fin de la guerra anglo- «sufragistas» en Gran Bre-

AE
senda. Freud: Gradiva. taña.
Poincaré: La ciencia y la boer; en Francia, unifica-
hipótesis. Trabajos de Rutherford ción de la C. G. T. y de
sobre la radiactividad. las Bolsas de Trabajo; 1908. En Francia, motines en el
1902-1903. Mauss: ...teoría ge- CÓS- 1908. Nietzsche: publicación de 1908. Gorki: La madre.
neral de la magia. Hipótesis de los rayos
creación de Surco, movi- Ecce Homo. A. France: La isla de los agro (revolución del 17 de
micos (Ch. Wilson). miento cristianodemócrata. infantería de línea); crisis
Boutroux: Ciencia y reli- pinguinos. Turquía; Austria se ane-
A. Roussel: Sonata para en

SA
franco-inglesa; en gión. xiona Bosnia-Herzegovina;
Publicación de Así va toda 1903. Alianza E. Meyerson: Identidad y piano y violín. Creta se une a Grecia; los
1903. Bergson: Introducción a la 1903. los congresos de Londres realidad. Primero de los ballets rusos
liberales asumen el poder
metafísica. carne, de S. Butler. de Bruselas, ruptura de Diaghilev (Boris Godu-
Vidal de la Blache: Cuadro y Simmel: Sociología. en Gran Bretaña, y los re-
Rauh: La experiencia moral. Francia. entre «mencheviques» y Bouglé: Ensayo sobre el ré- nov).
Lévy-Bruhl: Moral teórica geográfico de
«bolcheviques». publicanos, en los Estados
Vuelo de los hermanos gimen de las castas. Unidos.
y ciencia de las costumbres. Mac Dougall: Introducción
Binet: Estudios sobre la in- Wright.
a la psicología social.
teligencia. 1903-1912. R. Rolland: Juan Cris- Lenin: Materialismo y em-

O
Comunicación de Pavlov, tóbal.
piriocriticismo.
en Madrid, sobre los refle-
jos condicionados. vidas. 1909. En Francia, disturbios so-
1909, Croce: Filosofía de la prác- 1909. G. Stein: Tres
Loeb sobre los ciales; Bethman-Hollweg,
1904. Comienzo de la guerra tica. Trabajos de
James: La copa de oro. canciller de Alemania;
1904. H. Cohen: Ética de la volun- 1904. H. El jardín de los Ce- ruso-japonesa; el Congre- Pavlov: Las ciencias natu- tropismos. creación de la C. N. T.
tad pura. Chejov: so de la Internacional,
€n
rales y el cerebro. Blériot atraviesa el canal
Freud: Psicopatología de la 1ez0S.
Bruselas, excluye toda Co-
Poincaré: Ciencia y método. de la Mancha. (anarquista) en Barcelona.
vida cotidiana. 1904-1910. Claudel: Cinco gran- laboración con la burgue- Peary alcanza el Polo sur.
Lenin: Las dos tácticas... des odas.

HEAS
sía.
de las 1910. En Francia, fracaso de la
Trotsky: Nuestras tareas pO- 1910. Lukács: El alma y las for- 1910. E. Pound: El espíritu huelga de los ferrocarriles;
líticas. mas.
letras romanas.
1904-1906. Freud: Tres ensayos...
La palabra espíritu... Dora.
606 CUADRO SINÓPTICO CUADRO SINÓPTICO 607

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSOFICOS CULTURALES POLÍTICOS FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS

Natorp: Fundamentos lógi- Stravinski: El pájaro de fue- ruptura entre socialistas y M. Scheler: Del formalismo
cos de las ciencias exactas. go. radicales; el Japón se ane- en ética...
Cassirer: El concepto de sus- Producción del radio. xiona Corea.
tancia y el concepto de fun- Descubrimiento de las vi- 1914. Lenin: Cuadernos sobre la 1914. Definición de los isótopos. 1914, En Francia, victoria de la
ción taminas. dialéctica de Hegel. «Unión de Izquierdas»; en
Lévy-Bruhl: Las funciones 1910-1912. Comprobación de la Stalin: El marxismo y la el Reino Unido, agrava-
mentales en las socizdades hipótesis de los rayos cós- cuestión nacional. ción de la situación en Ir-
inferiores. micos. 3
landa; asesinato de Sara-
Freud: Leonardo de Vin- jevo; primera
.

guerra mun-
Gil... dial: fracaso de las ofensi-
1910-1913. Russell y Whitehead: vas alemanas en el Oeste
Principia mathematica, y de las ofensivas rusas
en el Este; estabilización
1911. Boas: El espíritu del hombre 1911. Hofmannstahl: Jedermann. 1911. Los franceses sitian Fez; de los frentes en Europa.
primitivo. F. Jammes: Geórgicas cris- abuso de autoridad en
tianas. Agadir; guerra ¡talo-turca. 1915, H. Cohen: El concepto de 1915. Th. Dreiser: El héroe del 1915. Fracaso de la
contraofen-
Poincaré: Las grandes hipó- religión. genio. siva franco-inglesa en el
tesis cosmogónicas. Freud: Metapsicología. M. de Falla: La vida breve. Deste; éxito de la con-
Febvre: Felipe ll y el Franco Saussure: Curso de lingúís- Cantor: Contribución a la traofensiva austro-alema-
Condado. tica. teoría del fundamento de los na en el Este; Italia entra
R. Strauss: El caballero de conjuntos transfinitos. en guerra al lado de Fran-
la. rosa. Griffith: Nacimiento de una cia y de Gran Bretaña.
Debussy: El martirio de San nación.
Sebastián. C. B. de Mille: Prevarica-
Stravinski: Petruchka. ción.
Rutherford: teoría «plane-
taria» del átomo. 1916. Gentile: El acto puro. 1916. Griffith: Intolerancia. 1916. En el Oeste, batallas de
Amundsen alcanza el Polo Pareto: Tratado de sociolo- Matisse: El pintor y su mo- Verdún y del Somme; ofen-
sur, gía general. delo. siva rusa en el Este; con-
Lenin: El imperialismo, meta 1916-1918. Klee: Ideogramas.
1912. H. Cohen: Estética del sen- 1912. Schónberg: Pierrot lunar. 1912. El Home rule, votado al fin; quista de Rumania por los
suprema del capitalismo. austriacos; victoria naval
timiento puro Ravel: Dafnis y Cloe. en los Estados Unidos
de los ingleses en Jutlan-
Russell: Los problemas de Cultivo artificial de los te- elección de Wilson, demo-
dia; muerte de Francisco
la filosofía. jidos (A. Carrel). crata; en China, caída de
José; Carlos IV, empera-
Durkheim: Las formas ele- la dinastía manchú, pro- dor de Austria.
mentales de la vida religiosa. clamación de la República;
A. Adler: El temperamento ruptura definitiva entre 1917, Lenin: El Estado y la revo- 1917. Lagerkvist: El último hom- 1917. En el Oeste, ofensiva fran-
nervioso. «mencheviques» y «bo Iche- lución. bre. co-británica en Artois y en
Jung: Las metamorfosis del viques» en el Congreso de Chaplin: El emigrante. Champagne; sublevaciones
alma y los símbolos. Praga. Sjostróm: Los proscritos. en el ejército francés; gue-
Satie, Cocteau, Picasso, rra submarina de extermi-
1913. Freud: Tótem y tabú. 1913. E. Psichari: El llamamiento 1913. En Francia, Poincaré, pre- Diaghilev: Parade.
sidente; independencia de nio; en abril, declaración
Brunschvicg: Las etapas de a las armas Mondrian funda el «neo- de guerra de los Estados
la filosofía matemática. Gorki: Mi infancia. Álbania; segunda guerra plasticismo». Unidos a Alemania; derro-
Husserl: Ideas para una fe- Apollinaire: Alcoholes. balcánica; creación, en Zu- ta italiana en Caporetto;
nomenología pura. Stravinski: La consagración rich, de la Federación Sin-
Watson: La psicología tal y de la primavera. dical Internacional. desintegración del ejército
ruso en el Este; revolucio-
como la concibe el behavio- Bohr, trabajos sobre la es- nes rusas de febrero y de
rismo tructura del átomo.
1913-1917. Duhem: Sistema del
octubre; los bolcheviques
en el poder; armisticio de
mundo...
Brest-Litovsk.
| 608

ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS

1918. Goblot: Tratado de lógica.


Lenin: La Revolución prole-
taria y el renegado Kautsky.
1918-1919. Frege: Investigaciones
lógicas.

NuOvO,
CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS
CULTURALES

jóvenes en flor.
Apollinaire: Caligramas.
Tzara: Siete manifiestos
Dada.
Stravinski: Historia del sol-
dado.

1919. Keyserling: Diario de via- |1919. Barbusse: Claridad.


je...
M. Scheler: De la subver-
sión de los valores.
Freud redacta Más allá del
principio.
Gramsci funda el Ordine
Gide: La sinfonía pastoral.
Mayakovski: 150.000.000.
S. Anderson: Las noticias
de Winesburg-on-Ohio.
Falla y Diaghilev: El som-
brero de tres picos.
Matisse: Odaliscas.
Wiene: El gabinete del doc-
tor Caligari.
Griffith: La azucena tron-
chada.
Desintegración del átomo
(Rutherford).
Teoría cromosómica de la
herencia (H. Morgan).
ACONTECIMIENTOS
POLÍTICOS

|1918. Proust: A la sombra de las 1918. En el este, fracaso de la


ofensiva general alemana;
ataques «aliados» en los
Balcanes y en Oriente Me-
dio; victoria italiana en
Vittorio-Véneto;subleva-
ciones de los marinos ale-
manes en Kiel; los austro-
alemanes firman el armis-
ticio; revolución en Berlín;
el socialista Ebert, canci-
ller; ofensiva franco-ingle-
sa contra la Rusia bolche-
vique.
1919. Comienzo de la conferen-
cia de la paz en París:
desarrollo de las acciones
contrarrevolucionarias en
Rusia; asesinato de R. Lu-
xemburgo y de K. Lieb-
knecht en Berlín; funda-
ción de la 11! Internacional
Obrera en Moscú, comien-
zo de la guerra civil en
Irlanda; república soviéti-
ca en Hungría; república
«de los Consejos» en Ba-
viera; disturbios en la In-
dia: en China, fundación
del Kuomintang: derrota de
Bela Kun en Hungría; huel-
gas en Inglaterra; primer
discurso de Hitler en Mu-
nich; primer congreso del
partido fascista en Italia.
1920. Bergson: La energía espiri- 1920. Gide: Si el grano no muere. 1920. Primera reunión de la
tual.
Alain: Propos.
Whitehead: El concepto de
naturaleza.
Freud: Psicología colectiva
y análisis del yo
Publicación de las Cartas
de la prisión de R. Luxem-
burgo.
M. Proust: El lado de Guer-
mantes.
S. Lewis: Calle Mayor.
Mayakovski: La pulga.
Marc Bloch: Los reyes tau-
maturgos.
Sjóstróm: La carreta fantas-
ma.
Ravel: El vals.
1920- 1922. Spengler: La decaden- 1920-1922. S. Undset: Christine
cia de Occidente. Lavransdatter.
S. D. N.; huelga general
en Alemania; golpe militar
de Estado en Berlín; vic-
toria de las tropas bolche-
viques sobre los contrarre-
volucionarios; intento frus-
trado de huelga general en
Francia; Mustafá Kemal
asume el poder en Turquía;
el caso Sacco-Vanzetti, en
los Estados Unidos; huel-
gas en Italia; comienzo de
la acción de Gandhi en la
-
A

nar
NE
PGE

ERAT
1922.
ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS

ción en las ciencias.


Brunschvicg: La experien-
cia humana y la causalidad
física.
Russell: Análisis de la men-
te.
Wittgenstein: Tractatus lo-
gico-philosophicus.
E. Sapir: El lenguaje.

Bergson: Duración
taneidad.
Lévy-Bruhl:
primitiva.
y simul-

La mentalidad

Malinovski: Los argonautas


del Pacífico occidental.

1923. Freud: El yo y el sí.


Scheler: Naturaleza y forma
de la simpatía.
CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS

Pacífico.
CULTURALES

Pirandello: Seis personajes


en busca de autor.
Dos Passos: Tres soldados.
Mac Orlan: Elsa, la amazo-
na.
Schonberg: Método de com-
posición...
F. Lang: Tres luces.
Chistensen: La brujería a
través de los tiempos.
M. de Broglie, efecto fo-
toeléctrico nuclear.

1922. Valéry: Charmes.


Barrés: Un jardín en el
1eS.
Giraudoux:
mosín.

mujeres.
Sigfrido

Pasternak: Mi hermana la
vida.
Joyce: Ulises.
Pilniak: El año desnudo.

Primeros filmes de Mizo-


guchi.
Investigaciones
cas de Cartan.

el electrón.
y el le-

Mauriac: El beso al leproso.


Pirandello: Enrique IV.

L. Febvre y M. Bataillon:
La Tierra y la evolución hu-
mana.
Berg: Wozzeck.
F. Lang: El doctor
Flaherty: Nanouk.
Von Stroheim: Locuras de
Mabuse.

matemáti-

Trabajos de J. Perrin sobre


1922-1940. Roger-Martin du
Gard: Los Thibault.
ACONTECIMIENTOS
POLÍTICOS

lista de Tours.

1921. E. Meyerson: De la explica- 1921. J. Giraudoux: Susana y el 1921. Fundación del partido co-
munista italiano; insu-
rrección y represión en
Cronstadt; adopción de la
N. E. P. en Rusia; huelgas
en Gran Bretaña; creación
del Estado libre de Irlanda;
creación del partido comu-
nista chino; sublevación
de Abd el-Krim en Marrue-
cos.

Oron-
1922. En Italia,
fascista;
609

India; fundación de la S. F.
1. 0. (HI Internacional)
en el Congreso socia-

golpe de Estado
plenos poderes
a Mussolini; fin del pro-
tectorado inglés sobre
Egipto; victoria de los tur-
cos sobre los griegos;
creación de la U.R.S. $.

1923. Kipling: Cuentos de la tie- 1923. Stalin, primer secretario


rra y del mar.
Conrad: El pirata.
del partido comunista de
la U. R. S. S.; golpe de
| 610

ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS

Lukács: Historia y concien-


cra de clase,
Trotsky: Curso nuevo.
Korsch: Marxismo y filoso-
fla.
1923-1929. Cassirer: Filosofía de
las formas simbólicas.

morales.
Desarrollo de la escuela de
psicología genética de
J. Piaget.
Stalin: Los principios del
leninismo.

ciales de la memoria.
Freud: Inhibición, síntoma,
angustia; Mi vida y el psi-
coanálisis.
N. Hartmann: Principios de
una metafísica del conoci-
miento.

leninismo.
Fundación del círculo lin-
guístico de Praga (traba-
jos de Jakobson y de Tru-
betzkoi).
Reich: La función del orgas-
mo
CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENCOS

gica.
CULTURALES

Valéry: Eupalinos.
Rilke: Sonetos a Orfeo.
Shaw: Santa Juana.
Gorki: Mis universidades.
Magritte: Mujer, anciano y
flor.
Filmes de Buster Keaton.
1924, Westermarck: El origen y 1924, Montherlant: Los
el desarrollo de las ideas

A. Breton: Manifiestos del


surrealismo.
G. Lefebvre: Los campesi-
nos del Norte durante la Re-
volución.

1925. Halbwachs: Los marcos so- 1925. Gide: Los monederos

y de la muerte.
Unamuno: La agonía del
cristianismo.
Publicación del Proceso de
Kafka.
Eliot: Asesinato en la cate-
dral.
Dreiser: La tragedia ameri-
cana.
Aragon: movimiento per-
petuo.
El

Ravel: El niño y los sonile-


gios.
Eisenstein: El acorazado Po-
temkin.
Chaplin: La quimera del oro.
1926. Stalin: Las cuestiones del 1926. Bernanos:
Satán.
Mauriac: Teresa Des-
queyroux.
Fitzgerald: El gran Gatsby.
|. Babel: Caballería roja.
B. Cendrars: Moravagine.
Ramuz: Cumbres de espanto.
Bartok: Concierto para pia-
no.
Trabajos de Schródinger
sobre mecánica cuántica.
Trabajos de Jansen sobre
las vitaminas.
ACONTECIMIENTOS
POLÍTICOS

Estado de Primo de Rivera


en España; exilio de Jor-
ge ll en Grecia; conferen-
cia panamericana en San-
tiago de Chile.

olímpicos. 1924, Muerte de Lenin; recono-


Th. Mann: La montaña má- cimiento de la U. R. S. S.
por los Estados europeos;
asesinato del socialista
italiano Mateotti; pacto
chino-soviético; los comu-
nistas entran en el Kuomin-
tang; insurrección de Can-
tón; laicización de Turquía.
falsos. 1925. Trotsky, apartado del po-
R. Rolland: Juego del amor der en la U. R. S. S.; par-
tido único en Italia; en
Alemania, Hindenburg,
presidemte de la Repúbli-
ca; en China, muerte de
Sun-Yat-Sen; sublevacio-
nes nacionalistas en Shan-
gai; la rebelión de Abd el-
Krim se extiende al Ma-
rruecos francés; en la
U. R. S. S., ruptura entre
Zinoviev-Kamenevy Stalin;
guerra greco-búlgara; ex-
tensión del poder de Ibn-
Saud en Arabia; guerra
greco-búlgara,

Bajo el sol de 1926. Entrada de Alemania en la


S. D. N.; marcha de Pil-
sudski sobre Varsovia; agi-
tación en Portugal, dicta-
dura de Carmona; subleva-
ción popular en Cataluña;
gobierno comunista en
Han-Keu, aplastado por
Chiang-Kai-Chek; Hiro-
Hito, emperador del Japón.

ias
ss
S
de
1927.

1928.
ACONTECIMIENTOS
FILOSÓFICOS

de la conciencia...
Heidegger: El ser y el tiem-
po.
Lévy-Bruhl: El alma primi-
tiva.
Freud: El futuro de una ¡lu-
sión.
Kautsky: La concepción ma-
terialista de la historia.
1927-1929. Trotsky: La Revolu-
ción desfigurada.

Carnap: La estructura
del mundo.
M. Mead, trabajos sobre
la educación en las islas
Samoa
Politzer: Crítica de los fun-
damentos de la psicología.
1928-1 931. Trotsky: La Revolu-
ción permanente.
CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS

dente.

kievicz.
Dreyer:
de Arco.
CULTURALES

Lang: Metropolis.
A. Gance: Napoleón.
Murnau: Fausto.
Pudovkine: La madre.

Mayakovski: Octubre.
Brecht: El hombre es el hom-
bre.
Pirenne: Las ciudades de la
Edad Media.
Stravinski: Apolo musageta;
Edipo, rey.
Max Ernst: Visión provoca-
da por un cordelillo que hallé
sobre mi mesa.
Bourdelle: Estatua de Mic-

Sternberg:
Chicago.

física.
La pasión de Juana
Las noches de
Murnau: Amanecer.
Heisenberg, relaciones de
indeterminación en micro-
Max Born, teoría probabi-
lista del electrón.
Teoría de la expansión del
universo (Lemaítre).
Primer vuelo transatlánti-
co (Lindbergh).
lógica 1928. A. Breton: Nadja.
Malraux: Los conquistadores.
Lorca: Romancero gitano.
D. H. Lawrence: El amante
de lady Chatterley.
y. Guillén: Cántico.
Brecht: La ópera de perra
gorda.
L. Febvre: Un destino: Mar-
tín Lutero.
Falla: Concierto
cordio.
para clavi-

Miró: Interior holandés.


Buñuel: El perro andaluz.
ACONTECIMIENTOS

Brunschvicg: Los progresos 1927. Publicación de El castillo, 1927, Ofensiva


de Kafka.
Proust: El tiempo hallado.
Massis: Defensa de Occi-
POLÍTICOS
611

general de los na-


cionalistas chinos contra
los comunistas; Trotsky y
Kamenevexcluidos del par-
tido comunista soviético;
reconocimientode la Arabia
Saudita; aplastamiento de
la sublevacióncomunista en
Cantón; ruptura chino-so-
viética; ejecución de Sacco
y de Vanzetti en los Esta-
dos Unidos.

1928. EnlaU.R.S.S., deporta-


ción de Trotsky, primer
plan quinquenal; fracaso
de Pilsudski en Polonia:
Venizelos, presidente de
la República griega; victo-
ría electoral de la izquier-
da en Alemania: fundación
de la Agencia judía; Fuad |
en el poder, en Egipto.
CUADRO SINÓPTICO 613
612 CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS
ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS POLÍTICOS
POLÍTICOS FILOSÓFICOS CULTURALES
FILOSÓFICOS CULTURALES

V. Woolf: Las olas. ses; ocupación de Manchu-


Pudovkine: Tempestad sobre Faulkner: Mientras ag0n:20. ria por los japoneses; en
Asia. M. Bloch: Caracteres Or!gl- Alemania, frente común de
Eisenstein: Octubre. nales de la historia rural los nacionalistas y los na-
Einstein: Teoría del campo francesa. is.
unitario.
El ciclotrón (E. Lawrence).
1923. Lalande: Las teorías de la 1929. Claudel: El zapato de raso. 1929. Creación del Estado vati- La electroencefalografla
inducción y de la experimen- Cocteau: Los niños terribles. cano; exilio de Trotsky, (Berger).
tación. Segundo manifiesto del eliminación de Tomski y El neutrino (Pauli).
Whitehead: La ciencia y el surrealismo. de Bujarin; agitación po- Enunciado del teorema de
mundo moderno. Hemingway: Adiós a las pular en Alemania; con- Godel.
Husserl: Lógica formal y ló- armas. flicto chino-japonés en Pabst: La ópera de cuatro
gica trascendental. Remarque: Sin novedad en Manchuria; crac financiero cuartos.
Heidegger: De la esencia el frente. en Wall Street; ultimátum Buñuel: La Edad de Oro.
del fundamento. Faulkner: El ruido y la furia. de Gandhi a los ingleses. René Clair: El millón.
Freud: Malestar en la cul- Mayakovski: El baño. Chaplin: Lucesde la ciudad.
tura. Eluard: Capital del dolor. F. Lang: «Mp el maldito,
Mannheim: Ideología y uto- Giono: Uno de Baumugnes. Murnau y Flaherty: Tabú.
pía. Fundación de los Anales de Hawks: Scarface.
Carnap: Compendio de lo- historia económica y social Blasetti: Resurrección.
gística. (M. Bloch y L. Febvre).
1929-1930. Husserl: Meditacio- King Vidor: Aleluya. 1932. Bergson: Las dos fuentes 1932. Mauriac: Nudo de víboras. 1932. En Alemania, Hindenburg,
nes cartesianas. Eisenstein: La línea general. de la moral y de la religión. Céline: Viaje al fin de la reelegido presidente;
Pabst: Lulú. Freud: Nuevas conferencias noche. Dollfuss, canciller de Aus-
Descubrimiento de la peni- sobre el psicoanálisis. Caldwell: El camino del ta- tria; Salazar, presidente de
cilina (Flemming). Bachelard: El pluralismo baco. Portugal; en la U. R.S.S.,
exclusión de Zinoviev y Ka-
1930. Kohler: La inteligencia de 1930. Duhamel: Escenas de la vida 1930. En la U. R.S. S., «dekula-
los simios superiores. futura.
Malraux: El camino real.
kización»; en España, fin
de la dictadura de Primo
ET coherente de la química mo-
derna.
Cassirer: La filosofía de la
Dos Passos: 1919.
J. Romains: Los hombres
de buena voluntad (hasta
menev; en Francia, asesi-
nato del presidente Dou-
mer; elección de F. D. Roo-
M. Adler: Democracia so- 1947).
cial y democracia política. Von Salomon: Los réprobos.
Dos Passos: El paralelo 42.
de Rivera; victoria de
Pilsudski en Polonia; vic-
E lustración.
Duhamel: Crónica de los
Pasquier (hasta 1947).
sevelt en los Estados Uni-
dos; normalización de la
G. Lefebvre: Mil setecien- toria electoral de los na- IN Cholojov: Tierras roturadas. relación entre Gran Bre-
tos ochenta y nueve: Revolu-
ción francesa.
Buñuel: La Edad de Oro.
zis en Alemania; revueltas
en la India; Vargas, presi-
dente del Brasil.
CT Salomón: Los cadetes.
G. Lefebvre: El gran temor.
Faulkner: Luz de agosto.
taña y los dominions; crea-
ción del Estado del Man-
chukuo, protegido por el
Hermanos Marx: Moneda Breton: Los vasos comuni- Japón.
de simio. cantes.
J. von Sternberg: El ángel Vigo: Cero en conducta,
azul. El neutrón (Chadwick).
Pabst: Cuatro de infantería. El microscopio electrónico.
Dovgenko: La Tierra.
Ravel: Concierto para la 1933. Bloomfield: El lenguaje. 1933. García Lorca: Bodas de san- 1933. Hitler, canciller del Reich
alemán; proclamación del

MANE
mano izquierda. Reich: El análisis caracte- gre.
Ill Reich; Dachau, primer
Stravinski: Sinfonía de sal- rial; Psicología colectiva del Caldwell: El pequeño cam-
mos. fascismo. po del buen Dios. «campo de concentración»;
1933-1935. Wittgenstein escribe Malraux: La condición hu- en Francia, el escándalo
1931. E. Meyerson: La marcha 1931. Valéry: Ojeadas al mundo 1931. Proclamación de la Repú- Cuaderno marrón y Cuaderno mana. Stavisky; en Portugal, el
blica española; crisis eco- Kodaly: Danzas de Galanta. Estado nuovo; oposición del
del pensamiento.
Frobenius: El destino de las
actual.
P. Buck: Viento del Éste, nómica mundial; acuerdo
de Gandhi con los ingle-
oa azul.
F. Lang: Liliom. Gobierno austriaco al na-
zismo; guerra del Cha-
civilizaciones. viento del Oeste. sv Pabst: Don Quijote.

ns
AR
614 CUADRO SINÓPTICO CUADRO SINÓPTICO 615

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTPS ACONTECIMIENTOS
CULTURALES POLÍTICOS FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS
Joliot-Curie, la radiactivi- co entre Bolivia y Para- Trotsky: La Revolución trai- García Lorca: La Casa de
dad artificial, «Eje» Roma-Berlín; pacto
guay. cionada. Bernarda Alba. antikomintern germano-ja-
1934, R. Benedict: Muestras de 1934, H. Miller: Husserl: La crisis de las Bernanos: Diario de un cura ponés; Metaxas, director
civilización.
Trópico de Cán- 1934, En Austria, agitación so- ciencias europeas.
cer. rural. en Grecia; en la U.R.S.S.,
Moreno: Fundamentos de so- cialista y represión: entre-
P. Buck: La madre. vista Mussolini-Hitler; en Huxley: La paz de las pro- ejecución de Zinoviev y de
ciometría. Fitzgerald: Suave es la no- Túnez, fundación del par- fundidades. Kamenev; los procesos de
M. Leenhardt: Gentes de la che. Faulkner: Absalom! Absa- Moscú; en Francia, victo-
tido nacionalista del Neo-
gran Tierra, Ostrovsky: Y el acero fue
lom! ría del frente popular; Jor-
Bache!ard: El nuevo espí- Destur; en París, revueltas Steinbeck: En incierto com-
templado. de febrero, huelga general: ge VI, rey del Reino Unido;
ritu científico. Makarenko: Poema pedagó- bate. tratos diplomáticos en
1934-1938. Freud: Moisés y el unidad de acción S. F.1. 0.
gico. y P. C.; en Alemania, la
Aragon: Los barrios altos. Oriente Medio prometien-
monoteÍsmo. Cocteau: La máquina infer- Bartok: Música para instru- do la independencia del Lí-
«noche de los largos cu-
nal. mentos de cuerda... bano y deSiria.
chillos»; muerte de Hin- El primer radiotelescopio.
Aragon: Las campanas de denburg; asesinato del
Basilea. canciller Dollfuss; revuel- Chaplin: Tiempos modernos.
Giono: El canto del mundo. L. Riefensthal: Los dioses
tas populares en España;
Yukawa, hipótesis del me- del estadio.
asesinato de Alejandro |
són. de Yugoslavia; asesinato Renoir: Partida de campo;
Hilbert de Bernays: Los de Kirov, represión policial Los bajos fondos.
fundamentos de las matemá- en la U, R.S. S.; comienzo 1937. Mao Tse-tung: A propósito 1937, Steinbeck: Ratones y hom- 1937. En la U. R. S. S., condena
ticas. de la «gran marcha» de de la costumbre; A propósito bres. de Radek y de Tucatchevs-
Renoir: Toni. las fuerzas populares, en de la contradicción. :

J. Ford: La patrulla perdida. Breton: El amor loco. ki; en España, apoyo Ítalo-
China. T. Parsons: La estructura Dufy: El hada electricidad. alemán al Alzamiento Na-
Flagerty: El hombre de Arán. de la acción social. En París, el Palacio Chai- cional: destrucción de
1.935, K. Lewin: Teoría de la per- 1935. Eliot: Asesinato Stalin: Materialismo dialéc- lot. Guernica; adhesión de lta-
en la cate- 1935. Muerte de Pilsudski; en la tico y materialismo histórico.
sonalidad. dral. Picasso: Guernica. lía al pacto antikomintern;
U. R. S. S. se aplica por 1937-1941. P. Sorokin: Cómo se
Carnap: El problema lógico Giraudoux: No habrá guerra primera vez el concepto
Duvivier: Pepe el Moko. represión francesa en Ar-
de la ciencia. transforma la civilización. Carné: Drama singular. gelia; en Francia, fracaso
en Troya.
stajanovista; restauración Renoir: La gran ilusión. del Frente Popular; dimi-
Th. Wolfe: Al hilo del tiem- monárquica en Grecia; en J. lvens: Tierra de España. sión de Blum; los japoneses
po. Francia, potente manifes- Primeros aviones de tur-
A. Berg: Concierto a la me- tación del «grupo popu-
invaden China (en noviem-
moria de un ángel. bina. bre, toma de Shangai);
lar»; Gran Bretaña conce- Invención del nilón.
Ernst: Jardín Gobe-avión. de a la India el estatuto revueltas anticolonialistas
F. Léger: Composición con Primera calculadora elec- en Marruecos; huelga ge--
de cuasi-dominion; comien-
tres papagayos. trónica. neral en Túnez.
zo de la invasión italiana
Renoir: El crimen de M. Lan- en Etiopía; los japoneses 1938, R. Aron: Introducción a la 1938. Malraux: La esperanza. 1938, El Anschluss, ocupación de
ge. penetran en China. filosofía de la historia. Sartre: La náusea. Austria por los nazis; cons-
Feyder: La kermesse heroica. Sartre: La trascendencia del Cocteau: La voz humana. titución del partido nazi
J. Ford: Toda la ciudad lo ego. Éluard: Curso natural.
comenta.
de los Sudetes en Checos-
Bachelard: La formación del Brecht: Galileo Galilei. lovaquia; en la U. R.S.S.,
Hitchcock: El hombre que espíritu científico. Kandinski: Serenidad.
sabía demasiado. ejecuciones de Bujarin, de
Fusión del núcleo de ura- Rykov y de Lagoda; fraca-
Mizoguchi: La Virgen de nio (Hahn y Strassman). so de los fascistas en el
Oyuki. Preparación de la cortiso- Brasil; victorias militares
1936. Sombart: La sociología, lo 1936. Dos na. de Franco en España; de-
passos: La gran galleta. 1936. Los alemanes ocupan Re-
que es y lo que debe ser M. Mitchell: Lo que el vien- Confirmación de la hipóte- sarrollo de las medidas
Keynes: Teoría general del nania; victoria italiana en sis del mesón (Anderson). antijudías en Alemania;
to se llevó,
empleo... Etiopía; comienzo de la Eisenstein: Alejandro victoria militar de los ja-
Gide: Regreso de la U.R.S.S. guerra civil española; el Nevski. poneses en China; com-
616 CUADRO SINÓPTICO

ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS ACONTECIMIENTOS


FILOSÓFICOS CULTURALES POLÍTICOS

Carné: El muelle de las bru- promiso de Munich: Che-


mas; Hotel del Norte. coslovaquia ha de some-
Donskoi: La infancia de Gor- terse a lasórdenes de la
ki. Alemania de Hitler; muer-
Disney: Blanca Nieves. te de Mustafá Kemal Ata-
Hitchcock: Desaparece una turk.
mujer. ÍNDICE ONOMÁSTICO
1939. Husserl: Experiencia y jui-
1939. Gide: Diario. 1939. Los alemanes ocupan Che-
coslovaquia; independen-
cio.
Edición de los Principios
de fonología de Trubetzkoi.
Giraudoux: Ondina.
Steinbeck: Las uvas de la ira.
Césaire: Retorno al país na-
cia de Eslovaquia; «pro-
tectorado» de Bohemia-
i Los números en bastardilla indican las referencias
más importantes
Kardiner: El individuo en la
sociedad.
tal.
M. Bloch: La sociedad feu-
Moravia; ocupación de
Memel por los alemanes,y o Arvon, H.: 281.
Sartre: Bosquejo de una teo-
ría de las emociones.
dal.
Primeras publicaciones ma-
de Albania por los italia-
nos; pacto de «acero» Íta-
A Abd-el-Krim: 609, 610.
Adam, Ch.: 342, 362.
Aubenque, P. 497.
Avenarius: 241, 601.
temáticas de N. Bourbaki. lo-alemán; pacto germano- Adler, A.: 606. Avogadro: 370, 371, 376-378, 590.
Partenogénesis artificial soviético de no agresión: Adler, M.: 612. Axelos, K.: 306.
(Pincus). victoria de los franquistas Agustín, San: 307. Ayer, A. J.: 442.
Reacciones atómicas en en España; invasión de Alain: 608,
cadena. Polonia por los alemanes; Albert, H.: 478. Baader: 118.
Bellmer: Mil niñas. declaración de guerra de Alemeón: 409. Babeuf: 588.
Vidrieras de Rouault. Francia y del Reino Unido Alejandro 1 de Rusia: 579, 589, Bacon, F.: 495.
Carné: Amanece. a Alemania; reparto de Po- 592. Bachelard, G.: 951, 415, 313-615.
Renoir: La regla del juego. lonia entre Alemania y la Alejandro 11 de Rusia: 583, 597, Bachelard, S:: 415, 565, 568.
J. Ford: Cabalgada fantás- U. R.S. S.; disolución de 600. Bachofen: 596.
tica. las organizaciones comu- Alejandro IT de Rusia: 600, 602. Bain: 238.
nistas en Francia. Alejandro 1 de Yugoslavia: 614. Bakunin: 15, 260, 267, 272-281,
Alfieri: 586.
da Alfonso XII de España: 599, 573, 580, 599.

A
Althusser, L.: 146, 306.
Balibar, E.: 306.
Balzac: 593-595.
Amadeo de Saboya: 599. Ballanche: 219,
Ampére: 222, 318, 370, 371, 591. Bannour, W.: 205, 252,
Amundsen: 606. Barbusse: 608.
Anaxágoras: 181. Bardili: 85.
Anaxímenes: 373. Barrés: 517, 601, 609.
Ancillon, J. P. F.: 342, Barth, K.: 517.
Anderson, C. D.: 615. Barthélemy-Madaule, M.: 540.
Anderson, S.: 608. Barthez: 382.
Aníbal: 160. Bartok: 615.
Anschutz, R, P.: 441.
Apollinaire: 606, 608. Barye: 596.
Aragon: 614, 615.
Basch, V.: 261.
Arbousse-Bastide, P.: 251. Bataille, G.: 478.
Aristóteles: 121, 156, 172, 181, Bataillon, M.: 609.
Baudelaire: 597.
191, 221, 222, 314, 318, 338, 349,
524. Bauer, B.: 234, 594.
355, 384, 386, 389, 407, 468,
Armand, F.: 160, 171. Baumgardt: 440.
Aron, R.: 250, 251, 615. Bayle, P.: 495.
Beaumarchais: 586.
Arquímedes: 58, 487. Beccaria, C.: 419.
Artaud: 260, 280.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. T. 11.40
618 ÍNDICE ONOMÁSTICO
ÍNDICE ONOMASTICO
619
Becquerel: 603. Boisguillebert: 128, 129, 170. Buonaroti: 592,
Bechterev: 604. Bolívar: 590. Burdeau: 213, 216. Cocteau: 607, 612, 614, 615.
Beethoven: 589, 590, 592. Boltzmann: 414, Burke, E.: 175, 587, Cohen, H.: 6 69, 79, 494-516,
Bolyai, F.: 480, 481. 574, 599, 604, 606, 607.
,
Beggessen: 348, Burkhard, J.: 605.
Béhal: 378. Bolzano, B.: 486. Burns: 587. Colbert: 125.
Bela Kun: 608, Bonnet: 344, Butler: 599, 604. Cole, H.: 166, 167, 170,
Belinski, V. G.: 573, 595. Boole, G.: 485, 488, 596. Butlerov: 378. Coleridge: 418, 588,
Bell, A. G.: 600. Bopp: 591. Byron: 264, 590, 591. Colin: 416,
Bell, E. T.: 493, Borel, E.: 493, Colón: 161.
Bellmer: 616. Born, M.: 611. Cabanis: 225, 343, 344, 349, 589. Colli, G.: 478.
Benedict, R.: 614. Bosanquet, B.: 418. Cabet, É.: 574, 594. omte, A.: 15, 217-252, 274, 307,
Bentham, J.: 146, 166, 170, 417, Botinelli, E.: 335, Cahours: 377. 338, 341, 390, 406, 407,
419-422, 423, 440, 573, 587, 593. Bouglé: 605. Caldwell: 613. 429, 574, 593, 595, 597. 409, 418,
Berdiaev: 268, 277. Boulanger: 601. Calicles: 172, 206, 254, 256, 315. Condillac: 146, 170, 225, 337, 343,
Berg, A.: 609, 614, Bourbaki, N.: 493, 616. Calvez, J.-Y.: 306. 346, 348, 353, 356, 366, 405.
Berger: 613. Bourdelle: 611. Calvino: 235. Condorcet: 588,
Bergerac, C. de: 148, 152, Bourgeois, B.: 68, 72, 74, 75, 91. Callot, E.: 335. Confino, M.: 281.
Bergson, H.: 314, 334, 337, 517- Bourget, P.: 601, Candolle, A. P. de: 400, 401. Confucio: 235.
540, 573, 601, 603-605, 608, 609, Boutroux, É.: 336, 337, 344, 354, Conrad: 603, 609,
613. 357, 361, 573, 599, 603, 605, Canguilhem, G.: 415, Constant, B.: 239, 344, 592.
Berkeley: 7, 338, 344, 426. Bowring, J.: 440,
Cannan, E.: 132, 170. Cook: 586.
Cannizzaro: 377.
Berks, A. W.: 442, Bradley, F.: 418, 419, 431-435, Cantillon, R.: 128, 129, 170. Cooper, F.: 593.
Berlioz: 593, 595. 441, 574, 602, Cantor, G.: 486, 489-493, 603, 607. Copérnico: 36, 176, 401.
Bernanos: 211. Brahms: 598, 601. Carducci: 600. Cornu, A.: 306. :

Bernard, C.: 238, 240, 354, 403, Branly: 602. Carlos II de Inglaterra: 581. Coulomb: 587.
Couper: 377.
406-409, 416, 596, 598.
Bernays, H. de: 614,
Bernhardt, J.: 363.
Bravo, G.: 171.
Brecht: 611, 615.
Bréhier, É.: 93, 123, 230, 517, 537.
A IV, emperador de Austria: Cournot: 314, 317-335, 571, 574,
596, 597, 599, 600.
Carlos X de Francia: 156,
Bersot, E.: 362, Brentano, F.: 545, 546, 574, 600. 598. 592, Courtés: 415,
Bert, P.: 240. Breton, A.: 160, 171, 610, 611, Carlos Alberto de Piamonte: 595, Cousin, V.: 94, 307, 313, 317, 336,
Berthelot: 238, 240, 354, 372, 377, 613, 615. Carlyle, Th.: 418, 574. 387, 341-343, 348, 350-358, 360,
378.
Berthollet: 369.
Brillant-Savarin: 161.
Britton, K.: 441.
Carnap: 611, 612, 614. 593, 594. 361, 575, 595.
Cowling, M.: 441.
Carné: 615, 616,
Berzelius, J. J.: 372-376, 591. Broca: 597. Carnot, N.-L.-S.: 226, 535, Cristoff, D.: 568.
Bethman-Hollweg, T. von: 605. Brochard: 600. 592, 586, Croce: 605.
Bettelheim, C.: 306. Broglie,Le o Carnot, S.: 601, 602. Crompton:
Cromwell: 581.
586.
Bianquis, G.: 477, 478.
Bichat: 228, 230, 383-385, 405, Esouaañla, F.-J.:
Broglie, M.: ;

228, 349, 405,


Carrel, A.: 606.
Carrere, J.: 203. Crookes: 599,
407. 406, Carroll, L.: 598, 599. Curie, M.: 6083.
Binet: 604. Brown: 105, 392. Cartan: 609. Curie, P.: 6083.
Biot, J.-B.: 411. Brickner: 598. Cassirer, E.: 62, 65, 96, 99, Curtius: 594.
Bismarck: 578, 597, 600, 602,
Bjoernson: 601,
Bruch,
Bruno, G.:Ls 62.
105-107, 110, 112-114,
123, 149, 494-516, 574, 118,
605,
102,
122,
Cuvier, G.: 228, 384-390, 393, 398,
399, 407, 415, 591-593,
606,
7.

Blake, W.: 587. Brunschvicg, L.: 83, 105, 240, 251, 610, 613.
Blanchard, A.: 416. 337, 357, 360, 362, 602, 606, 609, Catalina II de Rusia: 588. Chadwick: 613.
Blang, M.: 170. 611. Cauchy: 222, 227, 328, 329. Chamley, P.: 2083.
Blasetti: 613, Brunswick: 587. Cavaillés, J.: 493, 502. Champollion: 592.
Blériot: 605. Brupbacher, F.: 281, Cavendish: 364, 588. Chaplin: 607, 613, 615.
Bloch, M.: 608, 612, 613, 616. Buck, P.: 612, 614. Cavour: 596. Char, R.: 211,
Blondel, M.: 602. Buchler, J.: 442. Céline: 613. Chassériau: 595,
Bloomfield: 571, 613. Bichner: 594. Césaire: 616. Chateaubriand: 175, 177, 344, 588-
Blum: 615. Buda: 235, Cézanne: 602, 603, 590, 595.
Boas: 606, Buffon: 388, 586. Clair, R.: 613. Chátelet, F.: 172, 306, 309, 315,
Bodin, J.: 127. Bujarin: 612, 615. Claudel: 604, 612. 572.
Boehme, J.: 118. Búlow: 603. Clausewitz: 591. Chausson, E.: 602.
Bohatec, J.: 62. Bunsen: 379, Clemenceau: 239. Chejov: 603, 604.
Bohr: 606, Buñuel: 611-618. Clifford, W. Chestov: 268.
K.: 418.
Chevalier,J.: 540.
LBR,eSS”?S ÍNDICE ONOMASTICO ÍNDICE ONOMÁSTICO 621

Chevreul: 373, 374. Dollfuss: 613, 614. Eurípides: 469, 473, 474. Frege, G.: 486-488, 489, 490, 492,
Chiang-Kai-Chek: 610. Donskoi: 616. Eutifrón: 883. 493, 601, 602, 608.
Dos Passos: 609, 612-614. Fresnel: 591.
Chistensen: 609,
Cholojov: 613. Dostoyevski: 211, 260, 268, 598- Falla, M. de: 607, 608, 611. Freud: 209, 210, 213, 254, 261,
600. Falliére: 605. 449, 456, 457, 477, 541, 571, 603-
Doumer: 613. Faraday: 374, 592, 598. 614.
Dagognet, Fr.: 415. Faulkner: 612, 613, 615. Frobenius: 612.
D'Alembert: 222, 224. Dovgenko: 612. Fuad 1: 611.
Dalton, J.: 368-372, 375, 414, 589. Dreiser, Th.: 607. Faure, G.: 601.
Dreschler, J.: 66, 89, 91. Fauré, F.: 6083. Fustel de Coulanges, N.-D.: 598,
Dallemagne, J.-L.: 125, 127. Febvre, L.: 223, 606, 609, 611, 612. 599.
D'Annunzio: 601, 602. Dreyer: 611.
Dreyfus: 603. Fechner: 597.
Darbon, A.: 335. Gadamer, H.: 497, 507.
Darwin, Ch. R.: 388, 389, 393-405, Droysen: 594, Federico 11: 587.
416, 418, 575, 577, 597, 599. Dubois: 602. Federico Guillermo II: 588. Galileo: 176, 228, 510, 531, 584.
Daudet, A: 599, 601. Ducassé, L.: 251. Federico Guillermo III: 588.
Federico Guillermo IV: 582, 594.
Galois, É.: 227, 484, 593.
Galsworthy: 605,
Daudin: 415. Duchesneau, F.: 417. Galvani: 105.
Daumas, M.: 415, Dufy: 615. Feyder: 614.
Duhamel: 612, 613. Ferrari: 353. Gall: 221, 228,
Daumier: 594.
Dauriac, L.: 358, 360. Duhem, P.: 535, 605, 606. Ferraz: 243. Gallie, W. B.: 442,
Dautry, J.: 155, 171. Dihring: 238, 241. Ferri, E.: 238, Gance, A.: 611.
Dujardin: 3983. Festugiére: 21. Gandhi: 608, 612,
Davy: 374, 590, Feuerbach: 78, 101, 105, 119, 233, Gandillac, M. de: 203, 478.
De Beer, G.: 416, Dukas: 605.
Dulong: 372. 234, 241, 258, 274, 276, 277, 283- García Lorca: 611, 613, 615.
De Biran: 215.
De Bonald: 245, 588, Dumas: 371, 373-375, 377. 285, 575, 594, 595, 597. Gard, R.-M. du: 609,
Dumont, E.: 440. Fichte: 14, 19, 683-92, 93-102, 107, Garibaldi: 597,
Debout, S.: 576.
Dunoyer: 230. 109, 111, 117, 175, 177, 179, 274, Garofalo: 238.
Debussy: 604, 606.
Dedekind, R.: 490, Durkheim: 259, 602, 603, 606. 499, 502, 503, 505, 575, 587-590. Garve: 42.
De Fontanes, L.: 340. Dussort, H.: 494, 497, 499, 500, Fichte J. H.: 63, 91. Gaudin: 376, 377.
Degas: 600. 506, 508, 513, 515, 516, 568. Fidias: 181. Gauguin: 601,
Delacroix: 592-594. Dutrochet: 393. Fink, E.: 478, 554, 559, 567, 568. Gauss: 227, 484.
Delbos, V.: 22, 62, 91, 343, 349, Duveau, G.: 171. Fischer, K.: 93-96, 105-118, 110- Gauthier, Th.: 596.
Duvivier: 615. 115, 121-123, 498. Gauthier-Villars: 416.
357.
Deleuze, G.: 62, 478, 540. Fitzgerald: 614. Gay-Lussac: 370, 373, 374, 589.
Delvolvé: 234, 235, 251, 354, Ebert: 608, Fizeau: 596. Geiger, M.: 565.
Demócrito: 373, 579, Eddington: 531. Flagerty: 614. Gentile: 607,
Denis, H.: 140, 170. Edison: 600. Flaherty: 609, 613. Gerhardt: 375-380.
De Roberty: 238, 241, Egger: 351. Flaubert: 597-600. Géricault: 591.
Derrida, J.: 565, 568. Einstein: 496, 530-536, 605, 612. Fleischmann, E.: 208, Germain, S.: 232,
Desanti, J.-T.: 479, 493, 569, Eisenstein: 612,615. Flemming: 612.
Fontanes, L. de: 340.
Gervinus: 594.
Gibbon: 586.
Descartes: 9, 34, 40, 48, 49, 54, Elie, H.: 568. Ford, J.: 614, 616. Gibelin, J.: 33, 46, 51, 62, 104,
71, 156, 172, 176, 183, 328, 336, Eliot, G.: 597. Foucault: 26, 415.
338, 344, 346, 423, 452, 453, 495, Eliot, Th.-S.: 614. 203, 216.
£luard: 612, 615, Fouillé: 602. Gide, A.: 571, 602, 603, 608, 614,
524, Emerson: 418, 594. Fourier, F.-M. Ch.: 15, 147, 148, 616.
Desjardins: 358. 150, 152-154, 160-165, 167-169, Gide, C.: 127, 132, 170.
Destutt de Tracy: 225, 343, Enesidemo: 67, 78.
Engels, F.: 7, 15, 147, 154, 163, 171, 227, 228, 232, 234, 255, 273, Gidon: 415.
De Vries: 604.
Dewey, J.: 419, 437. 273,
171, 192, 277, 282-
274, 306, 275, 276, 280, 308, 333, 576, 581, Gioberti: 595,
D'Hont, V.: 203. 308, 579, 595, 599-
575, 601. 589, 590, 592, 593. Giono: 612, 614.
Diaghilev, S.: 571, 605, 607, 608. English, 568,
Je Fourier, J.-B.-J.: 481.
France, A.: 601, 605.
Girardin, Mme.: 581.
Giraudoux, J.: 609, 614, 616,
Dickens: 596. Epicuro: 579. Francisco 11: 587, Gladstone: 598, 602.
Diderot: 149, 153, 154, Ernst, M.: 611, 614. Francisco José: 607.
Diesel: 602. Eschenmayer: 96, 115. Glass, D. V.: 170.
Espartero: 594. Franco: 615. Gluck: 586.
Dilthey: 507, 601, Franck, A.: 339, 352, Gobineau: 596.
Dirac: 531. Espinas: 277, 600. Franck, C.: 601. Gódel: 6183,
Dirichlet: 327, 483. Esquilo: 181. Franklin: 402, Goethe: 105, 106, 175, 264, 577,
Disney: 616. Euclides: 61, 71, 480, 481.
Disraeli: 599, Eudoxio: 487. Frayssinous: 341.
Fréchet: 529.
586-588, 590, 591, 593.
Dobroliubov: 275. Euler: 335, 577. Gogh, V. van: 601.
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622 ÍNDICE ONOMÁSTICO ÍNDICE ONOMÁSTICO 623


Gogol: 595. 114, 120, 149, 150, 172-204, 205, Hutchinson, T. W.: 170.
Goncourt: 598, 210, 211, 222, 233, 241, 249, 262, Huxley, A.: 615. Kiautsky: 611.
Goodsir: 393. 266, 274, 283, 284, 308, 314, 315, Huxley, Th. H.: 229, 238, 418, 577. Keaton, B.: 610.
Gorki: 603-606, 610, 358, 418, 434, 435, 447, 495, 505- Keats: 591.
Huysmans: 257, 601. Kekule: 375, 377, 378.
Gouhier, H.: 251. 509, 514, 539, 545, 570, 575, 576, Hyppolite, J.: 113, 203.
Gounod: 597. 578, 582, 589-592. Kelkel, A. L.: 568, 569.
Gouvion-Saint-Cyr: 574, Heidegger, M.: 62, 203, 212, 478, Kemal Ataturk, M.: 608, 616.
Ibn-Saud: 610. Kempf: 21, 38, 43,
Goya: 587, 590. 497, 505, 515, 566, 567, 611, 612. Ibsen: 598, 600, 602.
Graham: 374. Heim, C.: 477, 478. Indy, V. de: 600. Kepler: 228.
Gramme: 599, Heine, H.: 592, 593. Kerenski: 578.
Ingres: 592, Keynes: 146, 571, 614,
Gramsci: 303, 608. Heisenberg: 611. Isabel 11 de España: 595, 599.
Grassmann, H.: 484, Helmoltz: 597. Ivens, J.: 615. Keyserling: 608,
Green, Th. H.: 418, Helvecio: 149, 153, 166, 337, 586. Kielmeyer: 105.
Grévy, J.: 600, 601. Hemingway: 612, Jacob: 389, 415, 416. Kierkegaard: 15, 233, 258, 262-
Griffith: 607, 608. Henry: 369, Jacobi: 63, 87, 177, 577, 587, 589. 271, 577, 594-596.
Grimault, M.: 271. Heráclito: 181, 265, 389. Jacquet-Tisseau, E.-M.: 271. Kipling: 602, 609,
Grimm: 590, 591. Herbart: 431. Jachmann: 50. Kirchhoff: 597.
Grote: 592. Kirov: 614,
Herder: 53, 586. Jakob, H.: 63, 91. Kitchener: 603.
Guéricault: 591, Hermite: 599. James, H.: 600, 603, 604.
Gueroult, M.: 64, 66, 69, 70, 72, Klee: 607.
Herr, L.: 203, James, W.: 313, 314, 417, 419 , Klein: 415.
91, 100. Herschel: 586, 594. 455-440, 442, 577, 602, 604, 605 Kleist: 589, 590.
Guesde, J.: 600. Hertz: 536. Jammes, F.: 606.
Guillaume, J.: 280. Hervier, J.: 478. Janet, P.: 337, 341, 349, 350, 354, Klinger: 586.
Guillén, J.: 611. Herz: 18, 43. 362, 599, 603. Klopstock: 575,
Guillermit, L.: 22, 28, 48, 58, Klossowski: 203, 478.
Guikermo II, emperador de Ale-
Herzel, Th.: 603. Jankelevitch, S.: 123, 203, 540. Koch: 600.
mania: 601,
Herzen, A.: 273, 573, 576, 595, 597. Jankelevitch, V.: 94, 95, 118, 120- Kodaly: 613.
Guillermo IV de Inglaterra: 593.
Hess, M.: 594. 123, 540. Kofman, S.: 478.
Hilbert, D.: 71, 491. Jaspers, K.: 94, 118, 121, 123. Kóhler: 571, 612.
Guizot: 338, 592-594, Hildenbrand, H.: 478. Jean-Paul: 588, 589.
Gurvitch, G.: 66, 88, 91, 244. Hindenburg: 610, 613, 614. Jener: 588, Kojéve, A.: 204, 214,
Guyau: 601, Kólliker: 393,
Hiro-Hito: 610, Joliot-Curie: 614. Kornilov: 281.
Hirschberger, J.: 241, Jorge II de Grecia: 610. Korsch: 610,
Habermas: 105, 123. Hitchcock: 614, 616. Jorge VI de Inglaterra: 615.
Hadamard: 4983. Hitler: 494, 608, 613, José 1I de Austria: 587: Kosciuszko: 588.
Haeckel: 241, 277, 600.
614, 616. Kossuth: 595,
Hahn: 615,
Hittorf: 599. Jouffroy: 344, 345, 350, 352. Kotzebue: 591.
Hoeckel: 238. Joule: 594,
Halbwachs: 610, Hoffding, H.: 539, 600. Joyau, E.: 343, Koyré, A.: 204.
Halévy, E.: 170. Hoffmann: 590. Joyce: 609. Kremer-Marietti, A.: 477.
Haller: 384. Hoffmeister: 177, 203. Juana de Arco: 232, Kronecker, L.: 490.
Hamann: 203, 577, 586. Hofmannsthal: 606. Julia, D.: 66, 91. Kroner, R.: 64, 91, 96-98, 106,
Hamelin, O.: 358, 360-362, 576. Hohlenburg, J.: 271. Jung: 606. 107, 112, 114, 115, 123.
Hamilton, W. R.: 485. Holbach: 586. Krueger, G.: 62,
Hamsun: 602, Kuntze: 502.
Hoólderling: 95, 174, 179, 268, 576, Kaan, A.: 203.
Hankel, H.: 485. 588. Kafka: 611. Laas: 238, 241.
Hardy, Th.: 602, 603. Hollerbach, A.: 109, 123. Kamenev: 610, 611, 613, 615. La Blache, V. de: 604.
Harris: 352. Hooykaas: 415, Kandinski: 615.
Hartley: 417. Kant: 14, 17-62, 63, 64, 67, 69, Lacroix: 328.
Hugo, V.: 592-594, 596-601. Lachelier: 337, 338, 349, 354-358,
Hartmann, C, 71, 73, 74, 78, 79, 81, 83, 94,

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R, E. von: 119, 123, Humbert, Cl.: 493.
599. Humberto 1: 600. 97-99, 104, 109, 173, 175, 177, 361, 577, 599, 601.
Hartmann, N.: 610. Humboldt, A. von: 318, 397, 597. 178, 189, 191, 193, 199, 202, 205, Ladd-Franklin, Ch.: 440,
Laffite: 229.
Hartshorne, C.: 442. Hume, D.: 13, 42-47. 128, 145, 206, 212, 222, 224, 241, 243, 246, Lagerkvist: 607.
Hauptmann: 602. 170, 173, 225, 313, 344, 345, 417, 262, 265, 275, 308, 313, 314, 349, Lagerloff, S.: 602.
Hawks: 613. 419, 424, 425, 576, 582. 355-357, 359, 367, 383, 418,
Hawthorne, N.: 596, Husserl, E.: 33, 315, 498, 499, 501, 435, 480, 481, 495-501, 504, 424,
508,
Lagneau, J.: 337, 358-360, 603.
Lagoda: 615.
Hebbel: 589. 506, 513, 523, 541-569, 576, 602, 510, 512, 520, 524, 544, 545, 548, Lagrange: 222-224, 226-228, 327,
Hegel: 14, 15. 19, 63, 64, 66, 70, 604, 606, 612, 615, 616. 575, 577, 586-588. 329, 479, 482-484, 487, 532, 577,
76, 81, 84, 93-95, 103, 105, 113, Hutcheson, F.: 582. Kardiner: 616. 587.

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A
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ÍNDICE ONOMÁSTICO 625
624 ÍNDICE ONOMÁSTICO
Leucipo: 373. Magritte: 610. Melville, H.: 596, 597.
La Harpe, J. de: 335, Le Verrier: 595. Mahoma: 235, Mendel, J. G.: 413, 414, 579, 598.
Lalande: 238, 355, 603, 612. Levinas, E.: 565, 568, Maimón: 67, 72, 75, 501, 502, 578, Mendeleyev, D. I.: 378-381, 415,
Lamarck, J.-B. de: 230, 369, 382, Lévy-Bruhl, L.: 251, 604, 606,
!

587. 579, 599,


387-390, 398, 590, 591. 609, 611. Maine de Biran: 210, 336, 337, Mendelssohn: 587, 594.
Lamartine: 591, 595. Lewes, G. H.: 238, 418. 343, 345-351, 356, 357, 361, 575, Mentré,F.: 335.
Lambert: 18, 544. Lewin, K.: 614. 579, 590. Meredith: 601.
Lamé: 228. Maistre, J. de: 218, 245, 579, 592. Mérimée: 594,
Lamennais: 593. Lewis, C. L: 419. Merleau-Ponty: 563, 568.
Lewis, S.: 608. Maitron, J.: 171.
Lang, F.: 609, 611, 613. Lichtenberg: 508, Makarenko: 614. Méry, M.: 208.
Lange: 238, 241, 598. Lichtenstein, G.: 171. Malebranche: 211, 344, 350, 351. Mesnard, P.: 271.
Langevin: 530, 533. Liebig, J.: 373, 374. Malher: 604. Metaxas: 613.
Lapassade: 415. 586, 588. Liebknecht: 608, Malinovski: 609. Metternich: 14.
Laplace: 228, 331, 365, 344. Limoges: 402, 415. Malraux: 611-613, 615. Metz, A.: 540.
Laromiguiére: 337, 343, Lincoln: 598. Malthus: 136, 138, 170, 400-402, Metzger, W.: 95-97, 99, 123.
Lask, E.: 66, 92. Lindbergh: 611. 588. Meyer, L.: 379,
Lassalle, F.: 578, 597. Lindenberg, A.: 478. Mallarmé: 602, 603. Meyerbeer: 596,
Lasson, G.: 208. Linder, M.: 605. Manet, E.: 598, Meyerson, E.: 240, 605, 609, 612.
_Lauer, Q.; 568.
Mann, Th.: 604, 610. Michelet: 151, 592, 593, 597.
Linneo: 393.
Laurent, A.: 372, 375-379, 411, Liszt: 598. Mannheim: 612, Michelson: 583.
415.
Littré, E.: 217, 218, 223, 237-240, Manzoni: 591, 592, Milhaud, G.: 220, 240, 251, 335,
Lauth, R.: 63, 66. 251, 354, 412, 578, 594, 597, 598. Mao Tse-tung: 286, 287, 292, 615. 535.
Lavater: 586. Lobatchevski, N.: 480, 481. Maquiavelo: 90. Milne-Edwards, H.: 403.
Lavelle, L.: 336, 387. Locke: 41, 126, 156, 225, 243, 338, Marc: 595. Mill, J.: 417, 423, 579.
Lavoisier: 13, 105, 176, 228, 363- 344, 423. Marcuse: 230. Mill, J. S.: 237-239, 251, 313, 3 31,
366, 367, 368, 372, 374, 375, 382, Loeb: 605. María Cristina: 601. 417, 419, 423-428, 441, 579, 5 92,
383, 385, 388, 409, 415, 586. Lombroso: 238. Maritain, J.: 517, 540. 595, 593.
Law, J.: 125, Lorentz: 530, 532. Marneffe, J. de: 441. Mille, C. B. de: 607.
Lawrence, D. H.: 611. Lotze: 597. Martin, D.: 203. Miller, H.: 614.
Lawrence, E.: 613. Loubet: 603. Marx, K.: 7, 15, 127, 129-132, 134, Millet: 598,
Le Bel: 379. Lówith, A.: 568. 140, 143-147, 150, 154, 158, 170, Minkovski: 530, 532, 533,
Lebesgue: 493. Lówith, K.: 204. 183, 190, 192, 200, 202, 258, 260, Miró, J.: 611,
Le Bon, G.: 603. Lukács: 605, 610. 273-275, 277-280, 282-306, 308, Mitchel: 614.
Leconte de Lisle: 596. 575, Mitscherlich: 374,
Le Chapelier: 587.
Luis XIV: 586. 315, 401, 405, 457, 541, 573, Mizoguchi: 609, 614.
Leenhardt, M.: 614. Luis XVI: 588. 578, 579, 581, 595-600, 602. Mohamed Alí: 589,
Luis XVIII: 592. Marx, Hermanos: 612,
Lefebvre, G.: 610, 612. Luis de Baviera: 263, 582. Massain, R.: 415. Moisés: 285.
Lefebvre, 'H.: 306. Luis Bonaparte: 291, 292, 298.593, Massenet: 602, Moleschott: 241.
Léger, F.: 614. Luis Felipe: 151, 361, 574, Massis: 611. Molitor, J.: 66, 91, 306.
Leibniz: 7, 17, 41, 44, 55, 71, 75, 595. Mastai Feretti: 595, Moloc: 259, 276.
173, 318, 329, 336, 355, 383, 481, Luis Napoleón Bonaparte: 596. Mateotti: 610. Mommsen: 596.
483-485, 495, 501, 578, 583. Lumiére: 6083. Matisse: 607, 608. Mondrian: 607.
Lejeune G.: 483. Lutero: 197, 235. Maudsley: 238. Monet: 598, 600.
Lemaítre: 611.
Lenau: 268, 593, Luxemburgo, R.: 603, 605, 608. Maupassant: 600, 601. Monroe: 592.
Lyell, Ch.: 397, 401, 404, Mauriac: 609, 613. Montesquieu: 231.
Lenin: 158, 190, 286, 287, 292, Lyotard, J. F.: 569. Maurras: 245, 517. Montgolfier: 586,
293, 295, 297, 300, 301, 303, 477, Montherlant: 610.
Mauss: 604.
571, 578, 602, 604, 605, 607, 608, Mably: 152, 159. Maxwell: 530, 598. Montinari, M.: 478.
610. Moore, E. C.: 442,
Léon, X.: 63-66, 81, 90, 92. Macaulay: 595. Mayakovski: 608, 611, 612.
Mac 605.
Dougall: Mazzini: 595. Morelly: 152, 171.
Leopardi: 591. Mack, M. P.: 440. McTaggart: 418. Moreno: 614,
Leopoldo 11 de Austria: 587. MacKinley: 604. Mead, G. H.: 419. Morgan, A. de: 488, 595.
Lermontov: 264. Mac-Mahon: 599. Morgan, H.: 608.
Leroux, P.: 219, 340, 342, 353.
Mead, M.: 611.
Mac Orlan: 609. Meck, R. L.: 170, Morgan, L.: 600.
Le Roy, £.: 240, 517, 539. Morley: 533.
Le Senne, R.: 336, 361. Mach, E.: 241, 536, 601. Medicus, F.: 66.
Maeterlinck: 602. Melies: 603. Moro, T.: 148, 152, 171.
Lessing: 82, 118, 586. Magendie: 240, 405-407, 409, 591. Melmoth: 264. Morton, A. L.: 166, 171.
Letwin, W.: 171.
*
Ud VU VUOOAAAAAOAOSAOAUAUAAOAAAAAAAAAAAAAsAA
626 ÍNDICE ONOMÁSTICO ÍNDICE ONOMÁSTICO 627

Mossé-Bastide, R. M.: 540, Pareto: 607. Poulantzas, N.: 282, 306. Rilke: 215, 610.
Mozart: 587. Pareyson, L.: 66. Pound: 605. Rimbaud, A.: 601, 602.
Miller, J.: 393, Parodi, D.: 238, 362. Pradines, M.: 517. Rist, C.: 127, 132, 170.
Miller, J, de: 587. Parsons, T.: 615. Prenant, L.: 251. Robespierre: 588.
Miller, M.: 598. Partington, J. R.: 415, Priestley: 105, 364. Rolland, R.: 604.
Mintzer, T.: 7. Pascal: 212, 214, 260, 268, 325. Prim: 599. Romains, J.: 613,
Murnau: 611, 613. Pasternak: 609. Primo de Rivera: 610, 612, Romé de Vlsle: 586.
Murphy, M. G.: 442, Pasteur, L.: 238, 378, 379, /10- Proudhon, P.-J.: 278, 573, 581, 594, Róntgen: 6083,
Musil: 605. 413, 580, 597, 600. 596-598. Roosevelt, F. D.: 613.
Musset: 593, 594. Pauli: 613. Proust, J.-L.: 369, 589, Roosevelt, Th.: 604.
Mussolini: 609, 614, Pautrat, B.: 478. Proust, M.: 608, 611. Rosca, D.-D.: 203.
Mussorgsky: 599, Pavans: 415. Psichari, E.: 606. Rosset, C.: 216,
Pavlov: 604, 605. Ptolomeo: 36. Rossetti, D. G.: 595.
Nabert: 387. Peano: 602. Pucelle, J.: 441. Rossini: 591, 5983.
Nair, S.: 125, Peary: 605. Puchkin: 591. Rouault, G.: 616.
Napoleón Bonaparte: 89, 90, 151, Pedro el Grande: 578. Pudovkine: 611, 612. Roucher, M.: 91.
156, 157, 175, 198, 340, 343, 344, Peel: 593. Pugatchev: 267, 275, 586. Rousseau, J. J.: 7, 20, 21, 54, 67,
387, 589, 590. Péguy: 517. Puvis deChavannes, P.: 601. 80, 90, 149, 153, 235, 278, 576,
Napoleón III: 406, 596, 597, 599. Peiffer, G.: 568. 581, 586.
Natorp, P.: 494-5165, 580, 606. Peirce, Ch, S.: 419, 435-440, 442, Quesnay, F.: 129, 131, 170, 199, Rousseau, el aduanero: 605.
Netchaiev: 273, 274, 580. 581, 600, 602. 581. Roussel, A.: 605,
Nettlau: 280, 281. Pellico, S.: 593. Rovini, R.: 478.
Newton: 13, 20, 21, 23, 61, 155, Perrin, J.: 609, Rabelais: 148. Royce, J.: 419, 604,
156, 161-163, 176, 329, 368, 369, Pestalozzi: 90. Radek: 615, Royer-Collard: 336, 337, 344, 345,
383, 481, 484, 580. Petit: 372. Radl-Hatfield: 415. 575.
Nicolás II: 602, 6083. Petty, W.: 127, 129, 170, 581. Ranke: 594. Rude, F.: 281.
Nicolás de Cusa: 495, 504, 512. Pfánder, A.: 565. Rauh: 604, Russell, B.: 210, 486, 492, 606,
Niebuhr: 590. Philonenko, A.: 14, 18, 27, 62-65, Ravaisson, F.: 314, 337, 345, 349, 609.
Nietzsche: 7, 209, 210, 215, 254- 68-70, 75-77, 79-81, 84, 91, 92, 350, 354, 355, 361, 362, 581, 594. Russo, Fr.: 414.
256, 258, 260, 315, 443-478, 571, 97, 98, 100, 494. Ravel: 606, 608, 612. Rutherford: 604, 606, 608.
580, 599-601, 604, 605. Piaget, J.: 610. Reclaire: 261, Ruyer, R.: 171.
Nijhoff, M.: 568, 569. Picasso: 607, 615. Reclus, E.: 598. Ruyssen, Th.: 238.
Nobel: 571. Picavet: 18, 62, Reich: 280, 571. Rykov: 615.
Nohl, H.: 177, Pilniak: 609. Reid: 336, 344, 345, 350, 436, 587.
Noll, B.: 72, 92, Pilsudski: 610-612, 614. Reinach, A.: 565 Sacco: 608, 611.
Novalis: 179, 589. Pincus: 616. Reinhold: 65. Sade: 260, 308, 588.
Numa: 235, Pío IX: 595, Remak: 398. Saint-Hilaire, £. G.: 387, 388, 593.
Piobetta: 25, 28, 31, 53. Remarque: 612, Saint-Martin: 118.
Occam, G. de: 7, Piquemal: 415, Rémusat, Ch. de: 344, 345, Saint-Pierre, B. de: 586, 587.
(Ersted: 591. Pirandello: 609. Renan, E.: 238-240, 345, 597, 598. Saint-Simon: 147, 148, 150, 152-
GEtinger: 105. Pirenne: 611, Renard, J.: 602. 154, 155-160, 162, 165, 167-169,
Ohm: 592. Pisarev: 275. Renoir: 600, 614-616. 171, 338, 574, 582, 591, 592.
Oken, L.: 391, 392. Pitágoras: 120. Renouvier: 334, 337, 341, 360, 361, Sainte-Beuve: 594,
Olmsted: 415. Planck: 603. 596, 597, 599, 601. Sainte-Claire Deville: 378.
Olsen, R.: 264. Platón: 9, 48, 94, 121, 148, 172, Rey, A.: 240, Salazar: 613.
ONé-Laprune: 339. 173, 181, 189, 191, 205, 249, 336, Rey, J.-M.: 443, 478. Salomon, E. von: 612, 613.
Oresme: 319. 350, 355, 473, 474, 495, 511, 524. Ribemont-Dessaignes, G.: 478. Sand, G.: 596.
Ostrovsky: 614. Plekhanov: 601. Ribot: 238, 337, 600. Sand, L.: 591.
Owen, R.: 147, 148, 150, 152-154, Plotino: 7, 508, 537. Ricardo, D.: 14, 127, 136-147, 170, Saphary: 342, 343, 352.
165-168, 169, 171, 574, 580. Plutarco: 9. 199, 200, 283, 401, 422, 581, 591. Sapir, E.: 609,
Poe, E. A.: 594, Rickert: 608, Sartre: 206, 212, 258, 561.
Pablo 1 de Rusia: 588. Poincaré: 535, 604-606. Ricoeur, P.: 568. Satie: 607.
Pabst: 612, 613. Poisson: 228, 331, 594. Richter: 369, 372, Say, J. B.: 146, 170, 579, 589.
Pacaud: 18, 62, Politzer, G.: 540, 611. Riefensthal: 615, Scott, W.: 590.
Paine, Th.: 587, Pompadour, Mme. de: 581. Riehl: 238, Schatz, J. A.: 171.
Pallas: 382. Poncelet: 592, Riemann, B.: 227, 480, 481, 483, Schaumann: 83.
Papaioannou, K.: 203. Pouchet: 580. 529, 532, 596. Scheele: 364.
i

ÍNDICE ONOMÁSTICO 629


5
628 ÍNDICE ONOMÁSTICO
Tomski: 612, Vuillemin, J.:62, 76, 92, 493, 495,
Scheler, M.: 565, 607, 609, Staél, Mme. de: 344, 589, 590. Tónnies: 601. 499, 501, 502, 515, 516.
Schelling: 14, 63, 66, 68, 78, 85, Stahl: 230, 364. Tran-Duc-Thao: 569. Vulpian: 354.
87, 93-124, 174, 177-179, 230, Stalin: 607-610, 615, Tremesaygues: 18, 62,
274, 349, 350, 355, 356, 391, 508, Stark, W.: 440. Trendelenburg: 498. Wagner, R.: 580, 595, 598.
575, 576, 582, 588-590, 594, 596. Stavisky: 613. Treviranus: 382. Wahl, J.: 204, 271.
Schérer, R.: 171, 541, 568, 569. Stein, E.: 566. Trotsky: 571, 604, 610-612, 615. Wallace, A. R.: 393-405.
Schiller: 94, 98, 277, 586-589, 593. Stein, G.: 605. Trubetzkoi: 610, 616. Wallner, N.: 81,
Schlanger, J. E.: 96, 100, 101, Steinbeck: 615, 615. Tucatchevski: 615. Ward, J.: 418.
105, 106, 108, 113, 123, Stendhal: 593, 594. Turgot, A.-R.: 170, 5853. Watson: 506.
Schlegel, A. W.: 588, 590. Stephenson: 590. Turguenev: 276, 278, 597. Watt: 586.
Schlegel, C.: 94. Sternberg: 611. Turner: 591, 595. Weber, K. M. von: 592.
Schlegel, F.: 588, 590. Steuart, Sir J. D.: 14, 170, 177, Turpin, J. F.: 391, Weber, L.: 240, 571.
Schleiden, M. J.: 391, 392, 199, 582. Twain, M.: 600. Weber, M.: 289, 604.
Schleiermacher: 588, Stevenson: 600. Tzara: 608. Weierstrass, K.: 486, 487.
Schlick, M.: 241. Stewart, D.: 345. Weil, E.: 62, 204.
Schlosser: 591, Stirner, M. (Kaspar Schmidt): Ulmann: 415, Weil, S.: 211.
Schónberg: 606, 609. 15, 252-261, 276, 277, 280, 582, Unamuno: 517. Weismann: 602.
Schopenhauer: 15, 85, 93, 119, 205- 595. Undret, S.: 608. Weiss, P.: 442.
216, 257, 268, 272, 498, 582, 590, Strassman: 615. Usher: 264. Wellington: 425, 426.
591, 594, 596. Strauss, L.: 234, 594. Wells: 603,
Schróter, M.: 93, 123. Strauss, R.: 603, 606. Vacherot: 336, 337, 342, 344, 345, Westermarck: 610.
Schubert, F.: 591. Stravinski: 606, 608, 611, 612. 350, 351, 353-355. Weyl: 531.
Schulz, W.: 95, 122,123. Strindberg: 603. Vaihinger: 498. Whitehead: 606, 608, 612,
Schumann: 265, 594, 596. Stumpf: 545, Valéry: 215, 603, 609, 610, 612. Whitman, W.: 597.
Schumpeter, J. A.: 171. Sucre: 592, Van't Hoff: 379. Widmann, J.: 70.
Schuppe, W.: 241. Suderman: 601. Vanzetti: 608, 611. Wieland: 586.
Schwan, Th.: 391-393, Sun-Yat-Sen: 610. Vargas: 612. Wiene: 608.
Séailles, G.: 362. Synge: 605. Vaugham: 81. Wilde, O.: 602, 603.
Servicen, L.: 478, Vaux, C. de: 217, 242, 574. Wiison, Ch.: 604.
Shaw: 602, 610, Taine, H.: 238-240, 344, 350, 353, Venizelos: 611. Wilson, Th. W.: 606.
Shelley: 590, 354, 362, 598-600. Verdenal, R.: 217, 317, 336, 517. Wittgenstein: 241, 571, 609, 613.
Simmel: 571, 602, 605, Tales de Mileto: 7. Verdi: 598, 600, 602. Wóhler: 374, 377.
Simon, J.: 339, 362. Talmon, J. L.: 171. Verhaeren: 603, Wolfe, Th.: 614.
Simonde de Sismondi, L.: 137, Tarde: 602, 603. Verlaine: 598, 601. Wolff, Ch. von: 17, 41, 583.
147, 170. Tassel: 478. Vialatte, A.: 478. Wollaston: 372.
Sinclair, U.: 605. Taton, R.: 414, Víctor Manuel II: 596. Wollheim, R.: 441.
Singer: 415, Tayer, H. S.: 440. Víctor Manuel TIT: 604. Woolf, V.: 613.
Sjóstróm: 607, 608. Taylor: 482, Victoria, reina del Imperio bri- Wordsworth: 588.
Smith, A.: 14, 127, 128, 132-136, Tchernychevski: 275, 582, 597, tánico: 167, 594, 604. Wright: 613.
137-141, 145, 170, 199, 200, 283, 598. Vidor, K.: 612. Wundt: 599-601.
582, 586. Tennyson: 594, Vigny: 594. Wurtz: 373, 378.
Sócrates: 83, 172, 191, 206, 212, Thackeray: 595. Vigo: 613.
256, 263, 268, 315, 468, 469, 473, Thayer, H. S.: 442. Villey, D.: 145, 171. Yeats: 605.
474, Thénard: 3783. Virchow, R.: 393. Young, Th.: 589.
Sófocles: 181, 469, 472, 473. Thibaudet, A.: 517, 539. Vlachos, G.: 62. Yukawa: 614.
Sombart: 614. Thierry, A.: 592-594, 596, Vleeschauwer, H. J. de: 62,
Sorel, G.: 517, 608. Thiers, A.: 338, 595, 599, Vogt: 241, 597. Zeller, E.: 122.
Sorokin, P.: 615. Thompson, J. J.: 603. Volta: 105, 589. Zenón de Elea: 523, 536.
Souche, D.: 568. Thurot, J.-F.: 343, 352. Voltaire: 337, Zinoviev: 610, 613, 615.
Spencer, H.: 238-240, 313, 315, Tieck: 590. Von Stroheim: 609, Zola: 600, 601.
419, 428-431, 441, 536, 582, 598- Tilliette, X.: 66, 70-73, 92, 94, 95, Voss: 588. Zoroastro: 186.
600. 124.
Spengler: 608. Tisseau, P.-H.: 271.
Spiegelberg, H.: 565, 569. Tocqueville: 202, 338, 594, 596.
Spinoza: 48, 71, 74, 87, 97, 101, Tolstoi: 277, 598, 599.
173, 215, 358, 575.
Stadler: 515. era 18.
de Aquino, Santo: 7, 307,
'
INTRODUCCIÓN

I.—EMMANUEL KANT
lem
ÍNDICE GENERAL
GENERAL. .0oooooooooooooooo

QUINTA PARTE
LA FILOSOFIA Y LA HISTORIA
PREFACIO, por Frangois Chátelet ooo.
Y LA FILOSOFÍA CRÍTICA,
ccoo rro
ooo
ooo

tica.—Conclusión: el racionalismo crítico.


ooo

1L.—J. G. FICHTE, por Alexis Philonenko...................


I1.—F. W. J. SCHELLING, por Alexis
roer

por Louis Guíi-

La idea del sistema.—La filosofía como doctrina de


duría.—La filosofía como crítica.—La unidad desabi-
tres Críticas.—La revolución copernicana.—La las
síntesis,
objeto propio de toda la crítica.—La objetividad prác-

Philonenko.............
IV.—LA ECONOMÍA POLÍTICA Y EL SOCIALISMO UTÓPICO,
Luc Dallemagne y Sami Narro. por Jean

I.—EL NACIMIENTO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA: Constitu-


ción de la economía política (los fisiócratas, teóri-
cos del capitalismo agrario; A. Smith, teórico del
capitalismo manufacturero).—El advenimiento de
la economía política fla coherencia del sistema de
Ricardo; las insuficiencias del sistema de Ricar-
do).—Conclusión.
II.—EL SOCIALISMO UTÓPICO O EL PENSAMIENTO DE LA SE-
PARACIÓN ABSOLUTA: Del reinado de la Ilustración
al imperio del Sol.—Henri de Saint-Simon.—Char-
les Fourier o el relámpago de una manzana.—
Robert Owen.—La separación absoluta.
V.—G. W. F. HEGEL, por, Francois Chátelet...oooo. 172
I—LA FORMACIÓN DEL SISTEMA: «Pensar la vida...».—
Helenismo y cristianismo.—Filosofíacrítica y exi-
gencia metafísica.
nooo

125
Página

63

93
7

13

17
> > add ma a > > —

632 ÍNDICE GENERAL ÍNDICE GENERAL 633

Página Página
y
,

II.—CómMO LA CONCIENCIA SE HACE ESPÍRITU: Los tres ni- IL—EL ESPIRITUALISMO FRANCÉS DE MAINE DE BIRAN A HAME-
veles de la Fenomenología del espíritu.—La con-! LIN, por René Verdemdl..ooocooooncocconcornococoo.. 336
ciencia.—La conciencia de sí.—La razón.—El es- La filosofía en la era de la sospecha.—El espiritualismo
píritu—La esencia.—El concepto. de la escuela ecléctica: de Maine de Biran a Víctor
III.—EL RAZONAMIENTO DE LA CIENCIA: La idea de la cien- Cousin.—Las variaciones paraeclécticas del espiritua-
cia.—Teoría del ser.—La enciclopedia de los cono- lismo.
cimientos (la naturaleza; el espíritu subjetivo y
el espíritu objetivo; el arte; la religión). TII.-—QUÍMICA BIOLOGÍA
Y EN EL SIGLO XIX, por Jean Bernhardt. 363
IV.—EL ESTADO.
I.—EL DESARROLLO DE LA QUÍMICA: La obra de Lavoi-
V.—PFILOSOFÍA, SABER Y CONOCIMIENTOS. sier.—La teoría atómica y la contracorriente po-
sitivista.—La química orgánica y el triunfo del
VI.—SCHOPENHAUER, por Wanda Bannour.....oooccoommcoom... atomismo.—Mendeleiev y la ley periódica de los
elementos.
VII.—LA FILOSOFÍA POSITIVA DE AUGUSTO COMTE, por René Ver-
AA A
IL.—EL ADVENIMIENTO DE LA BIOLOGÍA: Física, química,
Ambigiedades sobre el positivismo.—La idea de orden.— biología.—La obra de Cuvier.—La «doble vida» de
Una contraepistemología.—De la sociología a la reli- las células.—Los fundadores del transformismo
gión, por la política positiva.—De la sociología a la científico, Darwin y Wallace.—De la clínica a la
sociolatría: La religión de la humanidad.—Las corrien- «medicina experimental».—La biología de un quí-
mico: Pasteur.—Un caso particular: el solitario
tes del positivismo en los siglos XIX y XX.—La signifi-
Mendel.
cación del positivismo.
VIM.—MAx STIRNER, por Wanda Bannour...oooooccccoomoo.o.o. IV.—LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA DE BENTHAM A WILLIAM JAMES,
por Frangois Duchesneats:. mis brasero

TIX.—KIERKEGAARD, por Wanda BannoWr...oooooccooccoomoo... Perspectiva de conjunto.—Jeremías Bentham: la moral


Romanticismo, religión y neurosis.—La filosofía, acusada : utilitarista.—John Stuart Mill: la lógica empirista.—
la distracción filosófica.—Lo impensable y lo indecible. Herbert Spencer: la filosofía de la evolución.—Francis
La vida, la existencia, el individuo, Dios.—Tiempo y Herbert Bradley: el idealismo absoluto.—Charles San-
eternidad. Finito e infinito.—Kierkegaard y la filosofía. ders Peirce y William James: el pragmatismo.
X.—BAKUNIN, por Wanda Bannour ...oocoococoncmomomooo...
V.—LA GENEALOGÍA NIETZSCHEANA, por Jean-Michel Rey...... 443
XI.—K. MaArx Y F. ENGELS, por Nicos Poulantzas........... La filología y el texto.—La metáfora y el síntoma.—Ge-
Una ciencia de la historia.—Una nueva práctica de la filo- nealogía y discursividad.—La otra escena de la filosofía.
sofía.—Una teoría de la revolución.—Lo económico.—
Las formaciones sociales.—La lucha de clases.—El po- VI.—LAS MATEMÁTICAS: ORÍGENES DE LA «MODERNIDAD» (1850-
der.—La lucha política.—El Estado y la conquista del 1900), por Jean-Toussaint Desadtl...ooooooooom.... 479
poder. La falsa unidad.—Las tres fracturas (las geometrías ge-
CONCLUSIÓN, por Framgois Chátelet......ooooocoooccccor nerales; la teoría de las funciones; la liberación del
álgebra).—Los orígenes de la matemática moderna
(G. Frege; G. Cantor; el paraíso cantoriano).
SEXTA PARTE
VII.—LA ESCUELA DEMARBURGO: H. COMEN, P. NATORP, E. CAs-
LA FILOSOFíA DEL MUNDO CIENTÍFICO
E INDUSTRIAL SIRER, por Alexis Philomenko.......oooo.oo.ooo.m.o.. 494

PREFACIO, por Francois Chátelet..o.coononossnssmócrian caras


VIII.—La FILOSOFÍA BERGSON, por René Verdenal
DE 517
Henri Bergson y el bergsonismo.—Otro filosofar...—El
I.—A. A. COURNOT, por René Verdenal............ooooo.o.. poder de lo inmediato.—La crítica del pensamiento es-
La filosofía, entre las matemáticas y la historia.—Razón peculativo.—La intuición de la duración.—Metafísica de
filosófica y teoría del conocimiento.—El razonamiento la duración y teoría relativista del tiempo.—Para un
epistemológico acerca de las matemáticas, balance muy crítico.
634 ÍNDICE GENERAL

Página
IX.—.HUSSERL, LA FENOMENOLOGÍA Y SUS DESARROLLOS, por René
OCMÉTOO: camareramr o e
.
541
Historia de la palabra «fenomenología».—La intenciona-
lidad.—El fenómeno.—La correlación.—La evidencia.—
Las esencias.—Esencia e individuo.—Cosa trascenden-
te. —Inmanencia de la vivencia.—Fenómeno puro.—
La reducción.—Lo trascendental.—Constitución.—Géne-
sis.—El tiempo.—Síntesis pasiva.—Intersubjetividad.—
Historia y subjetividad.—Desarrollos de la fenomeno-
logía.
CONCLUSIÓN, por Francois Chátelet...o.o.ooooooooooooo nooo ....o.
570
NOTICIAS BIOGRÁFICAS DE LOS PRINCIPALES AUTORES ANALIZADOS... 573
CUADRO SINÓPTICO.....o.ooo.oooooooooorrr nr
585

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