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Sobre Contradanza de Blanca Lema

Por Romina Freschi

No leo novelas, porque no me atraen ya, o porque tengo mis propias contradanzas.
Sin embargo, cuando Blanca me regaló su primera novela Taper Ware, ocurrió algo
milagroso. Empecé a leerla como si nada, en el colectivo, un poco por compromiso y
mucho por afecto, otro poco por aburrimiento. Sin embargo, me ocurrió algo que
hacía tiempo no me habia sucedido: me pasé, me quedé leyendo ahí, transportada
dentro del propio medio de transporte, me pasé de mi parada y me fui, claro, a la
miércoles. No bajé donde tenía que bajar.

Semejante falla del hábito es cada vez menos frecuente y es necesario celebrarlo.
Por eso, cuando Blanca me dio a leer su segunda novela, y cuando me pidió
presentarla no pude ocultar la fiesta que tuvo lugar dentro de mí.

Contradanza es una novela inagotable, está hecha de lenguaje y de palabras pero


propone todo el tiempo escapes del lenguaje y la palabra. Es que se trata no de una
invitación, sino de una declinación al baile, a ese baile cotidiano, coercitivo, ese en el
que “hay que bailar”, y ofrece a contrapelo una contradanza que desteje la obligación,
desinstala la normalidad, incluso desinstala el género novela, devuelve la novela y la
literatura a su status de contratiempo, tiempo invertido en gasto, no en plusvalía.

Contradanza es el butoh, pero contradanza es también Artaud, y Michaux, y


Carrol, y Heráclito y Platón pero sobre todo Contradanza es entender que el lenguaje
es más que lo dicho, o lo decible, lenguaje es movimiento, respiración, elección y así,
cada cosa que respiramos, nos alimenta. Es necesario instalar la falla, en un doble
sentido, generar una falta o error, y generar un movimiento, un temblor, un sismo que
nos despierte de cada elección inconciente, de cada dicción que repetimos, acéfalos, y
que nos haga entrar en contradicción, que la contradicción reluzca en nosotros, y nos
renueve.

Pirina, la protagonista, instala primero agujeros, los ve, los hace, los remueve. La
segunda parte de la novela será un movimiento que implicará el uso de distintos
medios de locomoción, sin aceptar jamás que los zapatos determinen una identidad.
En medio, los diálogos y pensamientos de Pirina y sus acompañantes tendrán el
sentido de abrir agujeros o pasadizos a nuevos mundos. Jamás obtendremos
información.

Es que nada que podamos decir será jamás importante o inteligente, ladramos tan
solo imágenes grandilocuentes y figuras prefabricadas, lo único que podemos apreciar
como lenguaje portador de alguna clase de verdad es el lenguaje del movimiento, la
coreografía del afecto, esa que nos cría y nos junta, esa que nos impulsa a dar y recibir
un beso, y a enfrentar la necesaria soledad de cada uno, que impulsa el mismo viento
que nos impulsa.

Romina Freschi
1ro de Noviembre de 2016

Texto leido en la presentación de la novela Contradanza (Bs. As. Paradiso, 2016)

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