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El P. Fray FRÉDÉRIC MANNS, pertenece a la Provincia Franco-Belga, de Los Tres
Compañeros. Obtuvo el diploma en literatura clásica en la Universidad de Lyon. Luego,
en 1973, la Laurea en teología con especialización bíblica en el Estudio Bíblico
Franciscano y, finalmente, en 1988, la Laurea en Sagrada Escritura en la Pontificia
Comisión Bíblica. Fue Director del Estudio Bíblico Franciscano de Jerusalén y
actualmente es profesor de exégesis del Nuevo Testamento y de literatura judía antigua.
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material para estudiar la liturgia hebrea en su rama Palestina. Los textos que
teníamos antes eran de origen babilónico. Nuestra aproximación judía
depende mucho de las fuentes que tenemos.
Me complace mucho subrayar la contribución española sobre la
aproximación judía a los Evangelios. Los exégetas españoles han dado gran
importancia a los textos orales que comentaban las Escrituras en la Sinagoga:
el Targum. Con el descubrimiento del Targum Neophyti por el Prof. Díez
Macho, empieza una nueva era en la exégesis católica.
En la celebración sinagogal el texto hebreo hubiera permanecido
ininteligible para el pueblo, si el oficiante no lo hubiera traducido al arameo,
que es la lengua del pueblo, acompañando la traducción con comentarios y
explicaciones al estilo semítico, adornándolas con parábolas conforme a la
mentalidad popular. Esto es parte de una larga tradición que se desarrolló en
el judaísmo durante los siglos que van desde el retorno del exilio de
Babilonia hasta la época del nacimiento del cristianismo. Aquí encontramos
el bagaje teológico de los judíos a quienes Jesús predicó y que los
evangelistas describieron, y que condicionan en buena medida las categorías
mentales de los escritores del Nuevo Testamento y su manera de expresar el
mensaje evangélico. Jesús, los primeros cristianos y los evangelistas
conocían esas interpretaciones litúrgicas. Muchos pasajes del Nuevo
Testamento que nos resultan oscuros, lo son porque desconocemos aquellas
adaptaciones populares que correspondían a la cultura, a la mentalidad y a
las necesidades espirituales del auditorio que encontró Jesús en las
sinagogas. El Targum Neophyti estudiado por el Prof. Díez Macho nos
proporciona el sentido que daban al Pentateuco los contemporáneos de Jesús.
Se ha dicho que el descubrimiento de este documento es tan importante
como el de los rollos de Qumrán.
El método que voy a seguir es el método dialéctico de los
escolásticos. Primero daré los argumentos contrarios: Videtur quod non, y
luego daremos los argumentos positivos: Videtur quod sic.
Primero: Videtur quod non. Sabemos que no todos los Padres de la
Iglesia eran simpatizantes de los judíos. La Carta de Bernabé, los escritos de
san Juan Crisóstomo y otros Padres lo prueban. Cristo nos ha dado la
libertad. La Ley no tiene ya valor. Es por su fe en Cristo por lo que el
creyente recibe la salvación. Muchos textos de san Pablo van en este sentido.
Yo les daré también un ejemplo en este sentido. Cada mañana los
hebreos dicen muchas bendiciones. Entre ellas está la siguiente: “Bendito
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seas Señor, porque me has creado judío y no pagano; por que me has creado
hombre libre y no esclavo; porque me has creado hombre y no mujer”. San
Pablo en sus cartas repite: “Ya no hay judíos ni paganos, ni hombres libres
ni esclavos, ni hombres ni mujeres; somos todos uno en Cristo” (cf. Gal
3,28; Rom 10,12; 1Cor 12,13; Col 3,11). Es decir, que para Pablo esta
bendición no tiene ya sentido después de la resurrección de Jesús. Podría dar
más ejemplos de este tipo, pero me gusta más subrayar lo positivo.
1. EL “SHEMÁ ISRAEL”
los evangelistas que, hasta su último día, Jesús jamás dejó de practicar los
ritos del judaísmo: pronunció las bendiciones judías, celebró la Pascua
según el rito de la liturgia familiar y rezó los Salmos en la cruz hasta el final.
Jesús dijo: No he venido a abolir el judaísmo, sino a llenarlo, fecundarlo,
llevarlo a su plenitud (plerosai en griego).
De este modo, cuando Jesús habla de los odres viejos y del vestido
usado, hay que situar estas comparaciones en su contexto evangélico. Jesús
no habla de la Ley, sino de los ayunos prescritos por Juan Bautista y los
fariseos, prácticas que no figuraban en la Ley. Muchos años después de la
resurrección de Jesús, los discípulos y los miles de primeros cristianos
siguieron practicando la Ley. Una prueba de ello es el libro de los Hechos
de los Apóstoles: Santiago y los ancianos dijeron a Pablo “ya ves, hermano,
cuantos miles y miles de judíos han abrazado la fe y todos están llenos de
celo por la ley” (Hech 21,20). El Concilio de Jerusalén, al permitir que no se
impusiera a los paganos convertidos algunas prescripciones semíticas
difíciles de aceptar a causa de su mentalidad, no hace ninguna alusión a
palabra alguna de Jesús en un sentido o en otro.
5. LAS BIENAVENTURANZAS
6. LA ORACIÓN DE JESÚS
exégetas: ¿tenía Jesús afinidades con los esenios, como el desprecio de las
riquezas y la comunidad de bienes? Esto significaría que el cristianismo
habría surgido de una rama heterodoxa del judaísmo, lo que en manera
alguna está demostrado.
Jesús estaba muy cercano al judaísmo ortodoxo. Encontramos
muchas actitudes fariseas en los Evangelios, como la creencia en la
resurrección y el paralelismo con el dicho de Hillel: “No hagas a tu prójimo
lo que no quisieras que te hagan a ti” (cf. Mt 7,12). Cuenta también el
evangelio que un escriba dijo un día a Jesús: “Bien has dicho, Maestro” (Mc
12,32). Y la respuesta de Jesús al escriba fue: “No estás lejos del Reino”
(12,34).
¿Cómo no reconocer en los Evangelios, aunque elevados a un plano
superior, la palabra evocadora de los profetas, las figuras literarias de los
salmistas y los métodos de enseñanza familiares a los rabinos judíos
contemporáneos de Jesús? El Evangelio que Jesús predicó en Palestina tiene
fuertes raíces judías, del judaísmo más ortodoxo, aunque esté escrito en
Griego, la lengua más común de la época y que garantizaba una difusión
más rápida.
Recientemente los exégetas han rehabilitado a los Fariseos. El
Evangelio de Mateo nos da frecuentemente una caricatura de los Fariseos a
causa de la lucha que existía entre las comunidades judías y cristianas. Esta
rehabilitación moderna puede provocar asombro y escandalizar a algunos
espíritus apegados al “cliché” de la tradicional hipocresía de los fariseos,
generalización que nadie puede sostener seriamente hoy en día. El
Evangelio de Lucas dice claramente que Jesús tenía amigos entre los
Fariseos y que aceptaba su invitación a comer con ellos (cf. 7,36; 11,37; 14,
l).
El Evangelio y la tradición evangélica se relacionan estrechamente
con la tradición judía a través de todas sus raíces.
de ser “el Hijo” amado del Padre colorea todo su mensaje y le da una
originalidad única, que no se encuentra en ninguno de los Profetas de Israel.
En conclusión, con el descubrimiento de los textos de Qumrán y con
el descubrimiento del Targum Neophyti la interpretación de las Escrituras
no puede repetir los “dogmas alemanes”. El tiempo de Bultmann pertenece
al pasado. No se plantea el dilema: Jerusalén o Atenas. Los primeros
cristianos dieron al Evangelio una expresión universal, tomando la lengua
griega. Pero no fue el genio de Apolo el que inspiró los Evangelios, sino el
genio judío. Además, el judío Jesús formado en la Sinagoga, se sabía Hijo
de Dios. Puede decirse que los Evangelios son la obra judía más conocida
en el mundo, la más leída y la más sublime que un pueblo haya dado a la
humanidad. No son sólo palabras simplemente humanas, sino palabras de
Dios en lenguaje humano.