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LA PIEDAD COMO UNA CONDICIÓN NECESARIA PARA UN ENTENDIMIENTO

DE LA EDUCACIÓN COMO ESPIRITUALIDAD O RESPUESTA A LA


PREGUNTA ¿QUÉ ES LA EDUCACIÓN?

WILL YESID LOPEZ ECHEVERRI

UNIVERSIDAD DE CALDAS

FACULTAD DE ARTES Y HUMANIDADES

DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS EDUCATIVOS

MANIZALES - CALDAS

2008
LA PIEDAD COMO UNA CONDICIÓN NECESARIA PARA UN ENTENDIMIENTO
DE LA EDUCACIÓN COMO ESPIRITUALIDAD O RESPUESTA A LA
PREGUNTA ¿QUÉ ES LA EDUCACIÓN?

Definir será siempre una necesidad del entendimiento ante una realidad
desbordante que pide establecer unos límites, límites que serán la guía de nuestro
entendimiento en la búsqueda de sentido que todo hombre anhela. De ahí que
toda definición solamente alcanzará a esbozar horizontes de comprensión que no
pretenden nunca establecerse como principios de verdad, más bien, será luz en el
horizonte que ilumina y desvela un camino digno de ser recorrido, con la libertad
de dejarlo, o quizás, de tomar algunas de sus sendas que no siempre nos llevan al
mismo destino.

El intentar responder a la pregunta ¿qué es la educación? nos llevará por esos


caminos y sendas que forman un solo entramado inconmensurable y cambiante,
que no se pretende recorrer y mucho menos comprender en su totalidad, sería
una actitud prepotente que no permitiría el goce de sentir y experimentar el camino
por lo que es, sin el afán de llegar a un fin preestablecido y con la alegría de quien
se admira, como un niño, de lo que ante sí se desvela.

El homo sapiens educare

Pensar en la educación necesariamente implica reflexionar sobre el sujeto que


educa y es educado, de ahí que las categorías educación y hombre estén
estrechamente relacionadas; es prácticamente inadmisible pensar al uno sin el
otro y por eso la necesidad de hablar del segundo para vislumbrar al primero.

En la observación que el mismo hombre ha hecho de las especies y el rastreo a


sus orígenes lo ha llevado a afirmar que solo el hombre como especie ha
desarrollado un sistema consciente y complejo educativo en donde busca llegar a
ser lo que es1, un ser esencialmente humano en relación con los otros. Lo
fastuoso de esta afirmación es que en el proceso de concienciación que el hombre
realiza y que finalmente lo lleva a la categoría de sapiens, ser racional, intervino
un proceso irracional (de fe), frente a la muerte, que lo ayudó a tomar conciencia
de lo que en esencia es.

“Lo irónico resulta en que, como consecuencia del proceso evolutivo que nos
convirtió en seres racionales, llegamos a ser sapiens, en el momento en que
irracionalmente (por fe), como especie, aceptamos la existencia de la vida
después de la muerte” (Diaz, 2004).

Lo anterior confirma lo expuesto por Andrés Ángel Sáenz del Castillo en Teoría
crítica y educación2 (SAENZ del Castillo), cuando citando a Savater propone la
ironía como posibilidad de conocimiento en la búsqueda de la verdad. Así, se da la
primera pauta para la construcción del concepto educación: la educación no
deberá tomarse desde referentes universales con anhelos de verdad; por el
contrario la definición de educación y por ende el entendimiento que de ella se
tenga, nacerá del contexto, época y necesidades que circundan su esencia y de la
interpretación que el hombre haga de estos referentes.

Es entonces el hombre en relación con lo trascendente, con sí mismo, con los


otros y con el mundo, quien dará sentido al concepto educación, que ya es, por sí
mismo, una necesidad que nace del afán de transmitir a la descendencia las
experiencias que sirvan para mejorar y conservar la especie, todo gracias al
desarrollo de la habilidad propia del homo sapiens y sin la cual no existiría sentido,
realidad, ni educación alguna: el lenguaje, y sobre todo, un lenguaje simbólico, un
lenguaje escrito.

1
A propósito de esta expresión, fue el poeta de la antigua Grecia Píndaro, quien en su
poema Phytia II v. 70 dedica la expresión “llega a ser quien eres” a los deportistas
griegos de las olimpiadas, quienes logran triunfar sobre sí mismos y se superan día a
día alcanzando su mayor potencial.
2
Documento sugerido como lectura preliminar al seminario de Teoría Educativa,
llevado a cabo en la Universidad del Quindío. Armenia. 2008
“Los animales tienen un cierto potencial de “educabilidad”, pero como entre ellos
no existe una acumulación cultural semejante a la humana, lo que pueden
transmitir a sus descendientes es sólo lo que adquiere un individuo, y el resto se
pierde. La falta de un lenguaje, y sobre todo un lenguaje escrito, limita mucho la
conservación de lo adquirido. Son, entonces los hombres los que pueden realizar
la “educación” de los animales, pero no los propios animales”. (Delval, 1996,8).

Ver en el lenguaje el detonador de toda transmisión de conocimientos y por lo


tanto de toda educación es un acto de admiración profunda al don más preciado
que posee el hombre; con razón bellamente Martin Heidegger se refiere a éste
como “la casa del ser” (HEIDEGGER, 1960,40) y nos hace remembranza en su
libro “DE CAMINO AL HABLA”, del poema de Stefan George que culmina en su
séptima estrofa con estas palabras: “Ninguna cosa sea donde falte la palabra”
(Heidegger M. , 1987,146)

De estos enunciados es que nace, para efectos de este ensayo, la concepción de


educación como espiritualidad, pues, es de admirar, que una especie entre las
especies sea capaz de desarrollar estructuras ontológicas como la del lenguaje, la
vida después de la muerte y la conciencia de sí mismo, para crear una estructura
conciente y compleja de transmición, que lleva al hombre a la supremacía de su
género y a la autoconciencia, pues, “uno de los rasgos sin duda más
característicos del ser humano es la posibilidad y necesidad que tiene de hacerse
tema de sí mismo”. (BARRIO, 1996, 13).

Surge entonces la necesidad de analizar la educación como espiritualidad, como


acción trascendental que impulsa al hombre al desarrollo de facultades que son
propias de su especie y que lo hacen único y sobre – natural.
La educación como espiritualidad.

El referente de educación como espiritualidad, estará fundamentado desde lo


asumido en la antigua Grecia, con respecto a este concepto3.

Volver sobre los orígenes siempre será una forma de recobrar la esencia primera,
de deconstruir el pasado que nunca deja de hacerse presente “pues el pasado nos
condiciona, nos está encima, nos chantajea. Hay que revisitar el pasado pero con
ironía, no inocentemente, hacerlo resonar hoy; por eso (la Werwindung4) no es un
recurso para escapar del presente” (Soto Posada, 1998, 207).

Para los griegos del siglo V – IV a.C. la educación estaba estrechamente


5
relacionada con la areté (α ρ ε τ η ) y comprendía todas las exigencias ideales,
corporales y espirituales que constituyen la kalokagathia
(κ α λ ο κ α γ α θ ι α ) en el sentido de una formación espiritual plenamente
consciente.

“El término kalokagathia designa el ideal de virtud de la aristocracia griega. Según


Aristóteles, “se dice kalokagathia de lo que es perfectamente bueno y bello; de
hecho, puede presumir de esta cualidad el que es completamente hábil, valiente,
no corrupto por otros bienes como la riqueza y la potencia”. A partir de esta
concepción muy elitista y antidemocrática, el hombre perfecto debe poseer tanto
las cualidades del buen ciudadano (valor, lealtad, etc., todas comprendidas en el
término “bondad”) como las cualidades de la belleza física. Por tanto, la prestancia

3
Para tal fin se estudiaron los conceptos expuestos por Werner Jaeger en su libro:
Paideia: los ideales de la cultura griega. Especialmente confróntese el capítulo sobre
Los Sofistas. p.263. en la edición de 1992 del Fondo de Cultura Económica Ltda.
Santafé de Bogotá, D.C.
4
Werwindung es un concepto alemán, Heideggeriano, que traduce convalecencia del
pasado en el presente se puede encontrar en: HEIDEGGER, Martín. Saggi e Discorsi,
Milán: Mursia, 1976. p. 45
5
Resulta difícil precisar con exactitud el sentido y significado de la palabra griega
α ρ ε τ η . En su forma más elemental, la areté es la excelencia o perfección, también
se asocia con valor, habilidad, eficacia; pero su relación más común se encuentra en el
sentido de “virtud humana”.
atlética, la salud, el cuidado de su cuerpo y el rechazo de cualquier trabajo manual
(con la excepción del uso de las armas en la batalla) eran componentes
fundamentales de esta ética aristocrática, coherente con una sociedad en que el
trabajo productivo se consideraba embilecedor y era realizado preferiblemete por
los esclavos” (GRUPO OCEANO, 2004, 28)

Esta concepción del hombre como conjunto espiritual y corporal, desarrolló en la


antigua grecia, ese grado de conciencia en la perfección del hombre, que llevó
incluso, a desarrollar los espacios propicios para su potenciación, tal es el caso del
gimnasio para el perfeccionamiento corporal y el ágora que fue el lugar de
reuniones públicas que implicó a los ciudadanos libres en la toma de decisiones
comunes. Es así como la naciente democracia y la vinculación política de la masa,
sumado a la necesidad de establecer líderes que crearan las leyes del estado,
genera una educación espiritual que lleve a la intelección universal sobre la
esencia de las cosas humanas para que a la hora de tomar decisiones o generar
leyes se haga de la manera más virtuosa posible en bien de toda la polis (Ciudad-
Estado).

La concepción de espíritu para los griegos se entiende desde dos perspectivas, la


primera es el espíritu como el órgano mediante el cual el hombre aprehende el
mundo de las cosas y se refiere a él y la segunda es el espíritu libre de todo
contenido objetivo, un espíritu en relación con sus condiciones sociales.

De ahí se entiende el hecho de que al lado de la gramática, de la retórica, de la


dialéctica, y de las ciencias de la naturaleza se consideraba ante todo a la poesía
y a la música como fuerzas formadoras del alma.

Fortalecer el espíritu, es engrandecer a la persona que a su vez fortalece a la


sociedad y engrandece a la polis (Ciudad-Estado). Por eso en la antigua grecia
educación, ética y política hacen parte de una misma esencia. No es suficiente,
entonces, con transmitir contenidos, la educación debe extenderse a las fibras
trascendentes de la persona; no basta con el conocimiento objetual de la realidad
hay que entrar a humanizar, pues “el hombre es un animal cultural: humaniza todo
lo que hace, e incluso lo que conoce. Se puede afirmar, entonces, que nada ante
el hombre queda en puro “estado de naturaleza”, como diría Rouseeau” (BARRIO,
1996,13).

Pero humanizar exige una actitud sensible de la realidad, actitud que debe volver
a nacer de la experiencia primera del hombre con la muerte, acto consciente
irracional que lo hizo racional y que ahora debe llevarlo a un modo de relación con
el mundo, con los otros y con sí mismo, relación que debe germinar desde la
piedad (pietas).

La educación desde la piedad.

La categoría piedad será trabajada desde los referentes conceptuales, que sobre
el término latino: “pietas”, realiza el filósofo italiano Gianni Vattimo6 y que fue
analizado y sintetizado por el filósofo colombiano Jhon Mauricio Taborda Alzate en
su trabajo de tesis: Pensamiento débil y complejo un horizonte para la educación
ética (Taborda, 2002).

“Vattimo siendo consecuente con su interpretación y cercanía al pensamiento


nietzscheano y heideggeriano, no pretende un retorno al pasado para recuperar
un ideal perdido al modo de Habermas, ni tampoco niega la influencia de los
metarrelatos que han legitimado la marcha histórica de la humanidad en la
interpretación actual del mundo, como si lo hace Lyotard. Vattimo, propone una
6
Gianni Vattimo (Turín, 1936) está profundamente ligado al llamado pensamiento
débil, una corriente intelectual que surgió en Italia a principios de los ochenta. El afán
de interpretar el mundo sin los maximalismos de las ideologías y, al mismo tiempo, la
voluntad de construir una sociedad libre de la violencia y de los autoritarismos han
caracterizado la trayectoria de Gianni Vattimo. Su postura crítica frente a todo tipo de
dogmatismos, y frente a los viejos fanatismos políticos e ideológicos (fueran del signo
que fueran), condujo a que muchas voces se alzaran contra sus propuestas por
entender que invitaban a practicar la idea de que 'todo vale'. El filósofo italiano, que ha
participado activamente en política como diputado en las filas de la izquierda, se ha
rebelado abiertamente contra la ligereza de lo que considera una mala interpretación
de sus ideas. Su obra, que tiene una gran deuda con Nietzsche y Heidegger, muestra la
riqueza de una filosofía que ha buscado respuestas y que ha planteado interrogantes a
un mundo cambiante y sacudido por una profunda crisis.
relación con el pasado que esté soportada sobre una actitud que él ha llamado
Pietas: “Pietas es un vocablo que evoca, antes que nada, la mortalidad, la finitud y
la caducidad” (Vattimo & Rovatti, 1990,33); Pietas es para Vattimo “la atención
devota que merecen cabalmente todas las huellas de vida de los similares a
nosotros. Tal Pietas no se rige por ningún principio, no se rige por ningún
imperativo categórico metafísicamente fundado y necesario (Vattimo, Ética de la
interpretación, 1991,11). “Piedad es el amor que se profesa a lo viviente y a sus
huellas, aquellas que va dejando y aquellas otras que lleva consigo en cuanto
recibidas del pasado” (Vattimo, Ética de la interpretación, 1991, 26).

La comprensión de la pietas nos lleva a un segundo concepto abordado por


Vattimo, el del nihilismo. Al nihilismo, Vattimo lo rastrea y lo asume desde su
lectura de Heidegger y Nietsche. Sin embargo para Vattimo el nihilismo no tiene
una connotación peyorativa, por el contrario, es una valiosa oportunidad para
enfrentar el ocaso de la época de la imagen del mundo.

El nihilismo como ontología, es nombrado por Vattimo como ontología del declinar
(Vattimo, Más allá del sujeto, 1992,47). El nihilismo hace alusión en Vattimo al
carácter mortal y finito del ser. Darse cuenta de este carácter epocal del ser es lo
que genera la Pietas con modo de relación con el mismo.

Pietas es entonces una actitud que se genera a partir del darse cuenta del
carácter mortal y finito que reviste todo aquello que ante mí se presenta.
Pietas no es un fundamento metafísico estable, Pietas, es la disposición de ánimo
para aforntar la incertidumbre en tiempos de posmetafísica” (Taborda, 2002, 22-
26).

Esta actitud que nace de la conciencia de la muerte, de la conciencia de la


ausencia es “la disposición de animo” que la educación debería formar en el
hombre; quizás, sólo cuando el ser humano vuelva a adquirir esa sensibilidad ante
lo finito y entienda que la vida es un juego pendular entre el ser y el no ser, volverá
a valorar lo fundamental de su existencia y que, en últimas, es aquello que le
permite seguir siendo lo que es.
Solo cuando, en la relación del hombre consigo mismo, con el otro y con su
entorno y por lo tanto con el mundo, llegue a nacer la piedad, quizás se adquiera
una nueva cosmovisión que permita continuar con la tarea de humanizar la
realidad, y el espíritu del hombre se fortalezca en su misión de llegar a ser, cada
vez más, lo que es, en comunión con el hábitat sagrado en donde con-vive.

¿Qué es la educación?

La educación, entonces, es trance7 espiritual descendiente, que inculca8 la piedad


en bellos e inútiles intentos, para sensibilizar, en los campos menos firmes pero
más elásticos de la debilidad, lo humano de los hombres, en el afán de enraizar la
comunión sacra de éste con sí mismo y con lo otro.

Trance hace referencia a ese estado transitorio entre la vida y la muerte en el que
las dos son inversamente proporcionales en sentido y existencia: muero de vida y
vivo de muerte. Estado que proporciona a los seres humanos la conciencia de
finitud y que en la escuela debería llenar a los estudiantes de sentido: sentido de
vida y sentido de muerte, sentido de ausencia y sentido de presencia que les
permita valorar la realidad por su finitud.

Espiritual en el sentido de formar más allá del intelecto, escuela que se preocupa
menos por la transmisión de datos y que busca humanizar más.

Descendiente porque, como desde el inicio, seguiremos formando a las nuevas


generaciones para que crezcan más que la nuestra y preparen el camino de las
próximas.

Inculcar entendido como repetir con empeño. Quizás en el insistir se encuentre el


verdadero y profundo enraizamiento, esta debería ser la tarea del maestro: insistir

7
Último estado o tiempo de la vida, próximo a la muerte, según el DRAE.

8
Repetir con empeño muchas veces algo a alguien, según el DRAE
con paciencia, con dulzura, con cariño, solo en lo insistente se ve lo importante,
insistir en lo esencial.

Piedad como disposición de ánimo, como actitud sensible frente a lo otro, frente al
sí mismo, piedad que es admiración de lo que fue, de lo que es y lo que será.
Piedad como respeto profundo al pasado que se hace presente para formar el
futuro. Piedad como amor a lo vivo.

En bellos e inútiles intentos por que el maestro debe ser consciente que su misión
es sembrar y que el germinar es tarea trascendental que quizás no le corresponda
presenciar.

Sensibilizar en la vida y para la vida, sensibilizar en el habitar no el simple estar,


sensibilizar para perdurar no para perecer, sensibilizar para proteger no para
destruir, sensibilizar para trascender.

En los campos menos firmes y más elásticos de la debilidad, debilidad que enseña
a interpretar desde un marco histórico de referencias, donde lo objetivo se
disuelve y toda forma fuerte de pensamiento como los nacionalismos, la
xenofobia, el terrorismo desaparece. Educación débil que no enseña desde
verdades absolutas, dogmáticas, irrefutables; educación que enseña desde
verdades, realidades, pensamientos, interpretaciones, dudas, posibles, ironías,
paradojas…

Comunión sacra como una forma de ver al otro, al si mismo, al mundo desde lo
sagrado, desde lo digno de respetar, cuidar, valorar y humanizar, en una palabra
eticar9 el mundo.

Estos fueron los caminos recorridos, no queda más que ahondar en ellos, quizás
devolvernos, tomar otras sendas, seguir adelante o a lo mejor detenernos, para

9
Eticar: concepto usado por el Dr. Jorge Oswaldo Sánchez en el seminario Teoría
Educativa que se llevo a cabo en la Universidad del Quindío. Armenia. Marzo 14 – 16. Y
que se debe entender como el hecho de no sólo saber que es la ética sino además
actuar éticamente.
observar, meditar, cuestionar, reflexionar o porque no para “danzar 10” en el
inabarcable y siempre cambiante concepto de educación.

Bibliografía

BARRIO, J. M. (1996). Elementos de Antropología Pedagógica. Madrid: Ediciones


RIAL. S.A.

Delval, J. (1996.). Los fines de la educación. Madrid., España: Siglo Veintiuno de


España Editores, S.A.

Diaz, R. (2004). Educación, cultura y supervivencia. Revista Iberoamericana de


Educación , 2.

GRUPO OCEANO. (2004). Atlas Universal de Filosofía. Barcelona, España:


Editorial Oceano.

Heidegger, M. (1960). Carta sobre el humanismo. Madrid: Taurus.

Heidegger, M. (1987). De camino al habla. Barcelona: Ediciones del Serbal.

SAENZ del Castillo, A. Á. (s.f.). Teoría Crítica y Educación. 1.

Soto Posada, G. (1998). Diez aproximaciones al medioevo. Medellín, Antioquia,


Colombia: Editorial Universidad Pontificia Bolivariana.

Taborda, J. M. (2002). Pensamiento débil y complejo un horizonte para la


educación ética. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana.

Vattimo, G. (1991). Ética de la interpretación. Barcelona, España: Paidós.

Vattimo, G. (1992). Más allá del sujeto. Barcelona: Paidós.

Vattimo, G., & Rovatti, P. A. (1990). El pensamiento débil. Barcelona, España:


Cátedra.

10
Expresión usada por Nietzsche y traída como referencia en el seminario de Teoría
educativa por uno de los estudiantes. s.m.d.

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