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4. ¿Qué es la verdad?
5. ¿Qué es la ciencia?
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- Síntesis entre inducción (de lo particular a lo general) y deducción (de lo general a
lo particular)
- Observación y formulación del problema, formulación de hipótesis, deducción de
las consecuencias, contrastación de la hipótesis (refutación o confirmación).
7. Criterios de demarcación
a) Verificacionismo
b) Falsacionismo
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1. La naturaleza como orden: teleología y mecanicismo
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cosmos. Pero lo importante es entender que este orden surge de la casualidad, o sea, podría
haber sido otro. Así pues, mientras que el orden propio de la concepción teleológica de la
naturaleza, está más allá de los elementos naturales, es decir, está en la planificación de
una inteligencia (personal o no); el orden propio de la concepción mecanicista es interno a
los elementos naturales, o sea, surge de la relación entre éstos. Por eso parte, las
concepciones mecánicas de la naturaleza han tenido una relación íntima con el ateísmo,
pues no se plantean la posibilidad de la existencia de un plan previo que organiza la
naturaleza. De ahí también, que la ciencia haya avanzado al abrigo de una concepción
mecánica de la naturaleza
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b) Los problemas de la astronomía clásica: la constitución de la geometría de
Ptolomeo
Los griegos imaginaban que las estrellas, el Sol, la Luna y los planetas rotaban
alrededor de la Tierra con un movimiento circular perfecto. Además, se pensaba que
existía una esfera encargada de conducir las llamadas estrellas fijas y una esfera para cada
planeta, todas ellas concéntricas con respecto a la Tierra.
Sin embargo, se dieron cuenta que el movimiento de los planetas era irregular en
comparación con el de las estrellas. De hecho, la palabra “planeta”, que procede de
planomai que quiere decir “voy errante”, significa “estrella errante”, es decir, estrella que
presenta movimientos complejos y aparentemente no regulares. Ya Platón había
comprendido que para explicar el movimiento de los planetas, no alcanzaba con una sola
esfera para cada uno. Sin embargo, las soluciones que plantearon a este problema Eudoxo,
Calipo o Aristóteles no fueron satisfactorias.
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Hiparco también soluciona otro problema de la astronomía de la época con la hipótesis
del excéntrico. Se había comprobado que el Sol, en su movimiento anual aparente, aparece
de mayor tamaño y, por tanto, parece estar más cerca de la Tierra en invierno que en
verano. Si se hace que la Tierra no esté exactamente en el centro de la órbita, que
supuestamente recorre el Sol alrededor de ella con un movimiento circular uniforme, éste
se movería según una trayectoria excéntrica a la Tierra y la distancia entre ellos variaría
según el tiempo. La distancia variable entre el Sol y la Tierra según la estación, se explica
si se supone que el Sol gira de acuerdo con una órbita excéntrica respecto a la Tierra. De
este modo quedó a salvo el geocentrismo y todos los fenómenos celestes parecieron recibir
una explicación.
a) El modelo heliocéntrico
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proponga el heliocentrismo en su obra Sobre el movimiento de los orbes celestes (De
revolutione orbitum celestium) con el fin de superar las dificultades del sistema
geocéntrico, ya complejo e ineficiente. Así pues, el fin último del heliocentrismo era
proporcionar un sistema del Universo más sencillo, aunque Copérnico defiende una
epistemología realista y no piensa que su sistema sea útil únicamente para realizar
cálculos1. Los puntos principales del heliocentrismo de Copérnico son: hacer de la Tierra
un planeta más que gira alrededor del Sol y colocar al Sol inmóvil en el centro del
Universo. No obstante, Copérnico se muestra fiel a algunos postulados y métodos de la
astronomía tradicional como la existencia de las esferas fijas, la circularidad del
movimiento de los astros o la aceptación de la mayor parte de la cosmología aristotélica.
Sin embargo, no fue Copérnico el único cuyas investigaciones ponían en tela de juicio
la concepción aristotélico-ptolemaica del universo. También Tycho Brahe (1546-1601) a
través de sus observaciones descubre que un cometa gira alrededor del Sol con una
trayectoria que interseca las órbitas planetarias. Con este descubrimiento acaba con las
esferas fijas y las sustituye por órbitas en el sentido de trayectorias. Los instrumentos de
medida y las mediciones de Brahe son mucho más precisas que las de Copérnico, y debido
a esto se da cuenta de que algunos cometas siguen órbitas ovaladas, por lo que acaba
también con la circularidad de los movimientos celestes.
Por otra parte, cabe descartar la aportación de Johannes Kepler (1571- 1630), que
contará con los datos obtenidos por las observaciones de Brahe para desarrollar sus teorías.
Para solucionar la aplicación de los datos a la nueva teoría se le ocurre su primera ley en la
que se admite que la elipse era la trayectoria natural de un planeta: todos los planetas se
mueven en órbitas elípticas alrededor del Sol. De esta forma, Kepler acaba con el llamado
“hechizo de la circularidad”, que desde Aristóteles establecía que la forma perfecta era el
círculo y, por tanto, los cuerpos celestes, al ser perfectos, debían tener movimientos
circulares. Además, a través de su segunda ley consigue formular cómo los planetas
siguen sus órbitas por la acción de una fuerza motriz procedente del Sol, cuya
intensidad es inversamente proporcional a la distancia comprendida entre el planeta
y el Sol. La velocidad de un planeta, por tanto, es proporcional a la fuerza con que lo
empuja el Sol e inversamente proporcional a la distancia. Cuanta más fuerza más
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Esto tiene una cierta importancia en la medida en que Andreas Osiander, editor del libro, introduce una
carta prólogo favoreciendo una interpretación instrumentalista o fenomenalista del heliocentrismo,
recordando el conocido dicho “salvar las apariencias”. Aunque esto podría ser una medida disuasoria ante la
condena de la Iglesia por contradecir las escrituras.
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velocidad, cuanta más distancia menos fuerza y menos velocidad. Así pues, el tiempo que
tarda un planeta en recorrer una pequeña distancia a lo largo de su trayectoria sería
proporcional a su distancia con el Sol. De ahí formula su segunda ley: durante un
determinado intervalo de tiempo, una línea trazada del planeta al Sol barre áreas iguales
en tiempos iguales. Gracias a sus leyes del movimiento, Kepler construye un sistema que
describe las trayectorias reales de los cuerpos en el espacio.
Por otro lado, uno de los descubrimientos fundamentales de Galileo para acabar con la
física clásica fue su exposición del principio de relatividad del movimiento. Las críticas
que se hacían al copernicanismo eran la caída perpendicular de los cuerpos y que –en el
caso de que la Tierra se moviera- dos proyectiles iguales disparados hacia oriente y
occidente tendrían que tener recorridos diferentes. Pero el principio de relatividad pone
en claro que la Tierra puede estar en movimiento sin que nosotros percibamos su
movimiento. Pues no es lo misma hacer la observación desde dentro que desde fuera de lo
que se mueve. De hecho, basándose en observaciones desde dentro de un cuerpo en
movimiento determinado es imposible distinguir si esta en movimiento uniforme o en
reposo. En cuanto participantes del movimiento terrestre, no somos conscientes de él. Esto
explica la posibilidad de que la tierra rote sobre sí misma sin que nos demos cuenta.
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- Toma en consideración solamente las propiedades que pueden tratarse
matemáticamente, es decir, las propiedades que son cuantificables. Entre éstas
están por ejemplo la longitud, la temperatura o la masa.
- Empieza a diseñar y utilizar instrumentos nuevos, como el telescopio.
- Desarrolla el principio de inercia que es fundamental para acabar con la teoría
de los movimientos aristotélica. El principio de inercia se formula de la siguiente
forma: todo cuerpo persevera en un estado de reposo o de movimiento uniforme
en que se encuentra, a menos que una fuerzo lo obligue a cambiar de estado.
Esto acaba el movimiento natural aristotélico y, por tanto, nos introduce en una
concepción de la física donde el único movimiento posible es el que un cuerpo
ejerce sobre otro.
- Considera la pregunta por las causas finales como una pregunta que no es
científica. La investigación se centra en el estudio de lo que llamaríamos causas
eficientes.
- Desarrolla el método hipotético deductivo.
4. ¿Qué es la verdad?
Una de las preguntas que más se han hecho lo filósofos tiene que ver con la naturaleza
de la verdad. Ya vimos que en su origen a la verdad se le llamaba aletheia, y es que la
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verdad consistía en el desvelamiento de la esencia de la realidad, de una realidad que,
como sabemos, por lo general se mantenía oculta. Sin embargo, ésta no es la única
concepción de la verdad que ha habido en la historia de la filosofía. Podemos, de hecho,
distinguir cuatro grandes teorías sobre la verdad:
- La verdad como coherencia dice que todo conocimiento nuevo entra a formar parte de
un conjunto previo y estructurado, es decir, de un sistema de conocimientos establecido.
La verdad de un enunciado cualquiera depende de la cohesión entre ese enunciado y el
resto de conocimientos que poseemos. Así pues, un conocimiento nuevo es verdadero
cuando es coherente con el sistema de conocimientos en que se integra y es falso si
entra en contradicción con dicho sistema. De esta forma, lo que hace que un enunciado
sea verdadero o falso es el contexto de enunciados o conocimientos en el que lo
introducimos. Esta concepción de la verdad ha tenido un enorme desarrollo en las
ciencias formales, como la lógica y las matemáticas. El primer filósofo que la propone
es Wilhem Friedrich Hegel (1770-1831), pero en un ámbito más científico es
desarrolla por Carl Hempel (1905-1997) o Otto Neurath (1882-1945)
- La teoría pragmática de la verdad sostiene es verdad aquello que creemos que es útil
para nuestra vida, introduciendo una dimensión práctica en la comprensión de la verdad.
El criterio para distinguir lo verdadero y lo falso es la utilidad. En esta concepción no
existen verdaderas fijas, sino que las verdades se van cambiando dependiendo de la
eficacia que demuestren en diferentes contextos. Los pragmatistas americanos como
Charles Sanders Peirce (1839-1914) o William James (1842-1910) son los que
desarrollan esta teoría.
5. ¿Qué es la ciencia?
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Genéricamente, se pueden definir las ciencias como sistemas de conocimientos
racionales y coherentes en los que se infieren conclusiones a partir de datos o
premisas y se explican hechos a través de demostraciones lógicas o empíricas. Esta
breve noción que pretende abarcar todas las ciencias resalta tres aspectos:
Por tanto, la ciencia adquiere validez a través de la razón lógica o empírica y no a través
de otras fuentes como pueden ser el sentido común o la fe. En sus inicios, la diferencia que
hacemos hoy entre Filosofía y Ciencias no estaba establecida tan nítidamente. El punto
culminante de separación entre ciencia y filosofía tiene lugar con las ciencias modernas.
Pero, como hemos indicado, no todas las ciencias son iguales. Así pues, en lo que se
refiere a su clasificación, normalmente se suele distinguir dos tipos de ciencias:
Las ciencias empíricas, por su parte, se ocupan de hechos y procesos reales, de hechos
de la naturaleza y del hombre que pueden ser explicados. De esta forma, intentar formular
leyes generales que expliquen los hechos pertenecientes a un determinado campo de la
realidad y permitan predecir fenómenos si se cumplen determinadas condiciones. De ahí la
capacidad predictiva de las ciencias empíricas, capaces de anunciarnos cómo y cuándo
ocurrirán hechos futuros si se cumplen determinadas circunstancias.
Las ciencias formales, por tanto, investigan “objetos ideales” y sus relaciones y utilizan
como principios de razonamiento las reglas de la lógica y las matemáticas. Por su parte, las
ciencias empíricas analizan los hechos, la relación entre los fenómenos que se observan,
tratan de explicar la realidad y predecir los acontecimientos. Para ello se valen de métodos
como la observación y la experimentación.
6. El método hipotético-deductivo.
El término método proviene del griego meta-odós, que significa “camino para llegar a
un fin”. El método científico es el camino a seguir para alcanzar la verdad científica. De
hecho, la ciencia propiamente no se constituye hasta que no encuentra un método
científico: este será el método hipotético deductivo. Para entender bien en qué consiste, es
necesario hacer previamente una definición de qué es la inducción y qué es la deducción:
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al saber al saber que los pájaros tienen plumas y ver un animal con plumas,
deducimos que tiene que ser un pájaro. Pero más allá de eso también se usa en
las ciencias formales como las matemáticas y la lógica.
Un criterio de demarcación es un método que nos sirve para distinguir cuándo una
proposición es científica y cuándo no lo es.
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miembros del Círculo de Viena, considerando que las proposiciones de la metafísica eran
proposiciones sin sentido.
El verificacionismo considera que una proposición es científica solamente si representa
o se corresponde con un estado de cosas que es real en el mundo. Así pues, solo las
proposiciones que pueden verificarse empíricamente pueden considerarse científicas. Esto,
que es muy evidentemente para los enunciados particulares 3, resulta más complejo en los
enunciados universales, que son fundamentalmente los que tiene que hacer la ciencia. Por
ejemplo, si yo digo “todos los hombres son mortales”, tengo que tener en cuenta que para
que esta afirmación sea verdadera tengo que haber observado que todos los hombres son
mortales, pero no solo los hombres del presente, sino también los del pasado y los del
futuro. Este es el principal problema del verificacionismo, que se conoce como problema
de la inducción y fue expuesto ya por David Hume en el S. XVIII.
El problema de la inducción nace del hecho de que no se puede afirmar algo universal a
partir de los datos particulares que ofrece la experiencia. Por muchos millones de cuervos
negros que se vean, no será posible afirmar que «todos los cuervos son negros». Este
problema hizo que las exigencias del verificacionismo fueran poco a poco atemperándose,
considerando que la verificación es un proceso que se va haciendo poco a poco y
proponiendo una confirmación gradualmente creciente. Con este criterio Rudolf
Carnap (1891-1970) quiere decir que, aunque sea imposible demostrar una proposición de
manera absoluta, es posible ir poco a poco confirmándola y aceptándola como científica.
Sin embargo, esto también conlleva un problema. El valor de verdad de una proposición
surge de la división entre los casos confirmados y los casos posibles. Ahora bien, los casos
confirmados siempre serán un número finito, por muy grande que éste sea, pero los casos
posibles de una proposición universal siempre son infinitos. De ahí que el valor de verdad
de la proposición gradualmente confirmada siempre sea 0, ya que cuando dividimos un
número finito por infinito siempre da 0.
b) El falsacionismo de Popper.
Karl Popper (1902-1994) fue un importante filósofo austriaco del S.XX que se educó
intelectualmente dentro del Círculo de Viena. Ahora bien, desde su primera obra (La
lógica de la investigación científica), se mantuvo lejos de las teorías del Circulo de Viena.
Así pues, Popper formulará el falsacionismo como alternativa al fracasado criterio
verificacionista. En primer lugar, hay que entender que el falsacionismo no es un criterio
de sentido. Para el Círculo de Viena una proposición que no representará un estado de
cosas real, era una proposición sin sentido. Pero Popper no va a aceptar esto, y va a decir
que el su criterio de demarcación quiere diferenciar las proposiciones científicas de las que
no lo son. Una proposición, por tanto, puede tener sentido aunque no sea científica.
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los hombres son mortales” es verdadera, pero sin embargo con un solo hombre inmortal, se
puede demostrar que dicha proposición es falsa. Por eso, el criterio de falsación va a
afirmar que una proposición es científica cuando implica un estado de cosas que
podrían hacerla falsa. Ahora bien, y esto es necesario entenderlo, Popper indica dice que
podría hacerla falsa, no que la haga de hecho. Hay que distinguir en Popper entre
proposiciones falsables, es decir, aquellas que puede demostrarse que son falsas, y
proposiciones falsadas, es decir, aquellas que ya se ha demostrado que son falsas.
Una proposición que no implique un estado de cosas que la haga falsa no puede ser
científica. Por ejemplo, la proposición “Dios existe”, no puede decirse que sea verdadera,
pero tampoco puede decirse que sea falsa, porque no implica un estado de cosas, o sea, una
posible experiencia que nos haga considerarla como falsa. Se entiende, por tanto, que no es
lo mismo una proposición falsable, es decir, una proposición que es posible llevarla a la
experiencia para comprobar si es falsa, y una proposición falsada, es decir, aquella
proposición que ya se ha demostrado que es falsa. Una proposición científica tiene, por
tanto, que implicar un estado de cosas, o sea, que implicar un contenido observacional que
pudiera hacerla falsa. En eso consiste el proceso de falsación de una proposición. Si la
proposición, finalmente, supera su proceso de falsación, es decir, no llega a demostrarse
que es falsa, entonces se acepta provisionalmente como verdadera. Y es que por muchas
contrastaciones que tengamos no podremos establecer la verdad incontrovertible de un
enunciado, mientras que una contrastación negativa sería suficiente para refutarlo. De lo
que estamos seguros es del error, la verdad nunca está completa y siempre puede
ampliarse.
Por eso, para Popper el conocer humano es conjetural de modo que el conocimiento
científico tiene que llevarse a cabo por medio de conjeturas continuadas. De esta forma
un sistema científico no puede ser jamás definitivo, sino como una conjetura provisional
que se acerca al ideal de la verdad que es inalcanzable. Desde las restricciones
epistemológicas indicadas, va a extraer Popper su idea de verdad como verosimilitud
(truthlikeness). No podemos estar nunca seguros de una teoría científica, pero en la medida
que esta ha superado diferentes procesos de falsación, podemos considerarse
provisionalmente como verdadera. Así pues, la verdad aparece con una función
meramente regulativa, o sea, como un ideal al que hay que intentar acercarse, pero al cual
no puede llegarse nunca. Por eso, el proceso de conocimiento consiste en una búsqueda
sin fin (unended quest). Y una teoría es más valiosa cuanto más falsable es, ya que eso
supone que la teoría está más delimitada y que posee mayor contenido empírico. Las
teorías sumamente falsables se deben preferir a las menos falsables, siempre que no hayan
sido falsadas. Esto hace que para Popper la ciencia vaya, poco a poco, aprendiendo de sus
errores, y que las teorías sucesivas mejoren a sus predecesoras porque superan las
deficiencias de éstas, produciéndose, es esta forma, una especie de evolución de las
teorías científicas.
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paradigma científico es el espacio teórico donde se desarrolla la ciencia. Antes de la
aparición de un paradigma científico la ciencia es imposible, pues los científicos no
comparten los presupuestos básicos para el estudio conjunto de la ciencia. Así pues,
sus discusiones no son fructíferas pues se mueven en terreros diferentes haciendo
imposible la conversación. De esta forma, un paradigma puede entenderse también, usando
una metáfora, como el lenguaje que comparten un grupo de científicos de un momento
determinado. Kuhn señala que los elementos fundamentales de un paradigma son los
siguientes:
Los dos primeros elementos nos responden a la pregunta de qué es la naturaleza (la
cosmovisión) y cómo se comporta (las leyes y teorías), mientras que los otros dos
elementos nos indican qué hay que estudiar de la naturaleza (la descripción de lo que es
y lo que no es problema científico) y cómo hay que estudiarlo (la enumeración de los
instrumentos válidos).
En su desarrollo natural la ciencia pasa por diferentes etapas, una vez que se ha
consolidado un paradigma dentro de la comunidad científica. La primera de estas etapas es
la etapa de ciencia normal. En esta etapa los científicos no hacen más que desarrollar
las posibilidades explicativas de un paradigma, pues no se hacen cuestión de las
preguntas fundamentales sobre la naturaleza. Al encontrarse insertados dentro de un
paradigma determinado, los científicos dan por supuestos qué es la naturaleza, cómo se
comporta, qué estudiar de ella y cómo estudiarlo. Así pues, simplemente desarrollan las
posibilidades que tiene el paradigma de explicar la naturaleza hasta sus límites, sin hacerse
preguntas demasiado profundas. Las operaciones de la ciencia normal parecen ya, en su
mayoría, determinadas por el paradigma, pues solo resultan interesantes los fenómenos
que el paradigma considera interesantes. De ahí que, en su mayoría, las operaciones de
la ciencia normal procuren articular los fenómenos y teorías suministrados por el
paradigma. Pero es justo esta tarea que puede parecer minúscula lo que propicia que la
ciencia avance tanto cuando un paradigma se constituye, pues la investigación se centra y
se especializa. La ciencia normal, por tanto, no tiene por objetivo la búsqueda de nuevas
teorías, sino simplemente desarrollar las posibilidades explicativas de un paradigma.
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Sin embargo, todo periodo científico engloba una serie de anomalías, las cuales
aparecen también en el momento de la ciencia normal. Ahora bien, en ese momento la
capacidad explicativa del paradigma es lo suficientemente potente como para que las
anomalías que surjan sean escasas. De esta forma, las anomalías no se sienten como
responsabilidad del paradigma científico, sino que la comunidad científica culpa al
científico de turno por ellas. Así, por ejemplo, se dice que esas anomalías que contradicen
al paradigma tienen su origen en errores de medición de los científicos, en un uso
inadecuado de los instrumentos para estudiar la naturaleza, en un planteamiento
equivocado de los problemas, o incluso se dice que el problema planteado simplemente no
puede ser resuelto por ahora y que hay que esperar a que el paradigma científico en unos
años –cuando la ciencia haya evolucionado lo suficiente- le dé una explicación. Así pues,
esas anomalías no se consideran como significativas y no se ve que ponga en peligro al
paradigma. Sin embargo, cuando la acumulación de anomalías empieza a ser
insostenible4 entonces un paradigma entra en crisis y se ensayan nuevas respuestas
para explicar los fenómenos, respuestas que no parten de los presupuestos que
partían las del paradigma anterior: es entonces cuando entramos en un periodo de
ciencia revolucionaria. La crisis de un paradigma, implica, por tanto, la configuración de
diferentes respuestas nuevas para explicar los problemas científicos. Es entonces cuando
una concepción de la naturaleza diferente se impone y se produce una revolución
científica con su consecuente cambio de paradigma.
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Tal y como ocurrió en la Revolución Científico de los S.XVI-SVII con el descubrimiento de fenómenos
que ponían en cuestión la concepción aristotélico-ptolemaica, como fueron el descubrimiento de que las
órbitas no eran esferas sino trayectorias por medio de Tycho Brahe, el descubrimiento de las órbitas elípticas
de Kepler o el descubrimiento de las manchas solares, los cráteres de la Luna y los satélites de Júpiter por
parte de Galileo.
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Por otro lado, como indica Kuhn, un cambio de paradigma no implica el mayor
grado de verdad de un paradigma frente a otro 5, o sea, un paradigma porque sustituya a
otro no significa que sea más verdadero. Por ejemplo, en el mundo griego el geocentrismo
se impuso frente al heliocentrismo (expuesto ya por Aristarco) y esto se debía simplemente
a que el geocentrismo era más útil para explicar los problemas que estudia la ciencia
griega. Un paradigma, por tanto, no tiene la pretensión de ser un modelo fidedigno de
la verdad, sino simplemente de servir como instrumento para explicarnos la
naturaleza. La pretensión de que una teoría científica explique toda la realidad es, por
todo lo demás, una pretensión que obsoleta.
Para Hanson, una observación científica pura es imposible debido a la cantidad de ideas
preconcebidas desde las que se mueve el observador. De esta forma, la observación está
teóricamente cargada, no es ingenua o neutra, ni puede serlo. Cuando observamos
buscamos algo, normalmente ya sabemos previamente qué es. Así pues, cuando
describimos lo que observamos lo hacemos siempre en términos de una teoría más o menos
compleja, de una interpretación de la realidad. De ahí que la imagen retinial de dos
observadores diferentes pueda ser prácticamente idéntica y sus informes observacionales
totalmente diferentes. Dos astrónomos, uno copernicano y otro ptolemaico, describirían el
mismo fenómeno como “el movimiento aparente del sol debido al movimiento real de la
tierra” o “el movimiento del sol”. Ambos astrónomos están viendo lo mismo, pero no
observan lo mismo. Hanson se apoya en la teoría de la psicológica de la Gestalt para
apoyar su tesis. Esta escuela psicológica usaba imágenes confusas -como las que
reproducimos a continuación- para estudiar como la mente deforma aquello que percibe
según sus expectativas. De esta forma, si aceptamos las conclusiones de Hanson, no
podemos de hablar de verdad como correspondencia, verificación o incluso de falsación.
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De hecho, como afirman otros autores tales como Feyerabend, para Kuhn los paradigmas diferentes son
inconmensurables, es decir, no pueden ni siquiera compararse entre sí porque parte de puntos de vista
diferentes y, por tanto, entiende la realidad de forma diferente.
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Por otro lado, Lakatos partiendo de los planteamientos popperianos, pero superándolos,
critica la postura de Kuhn, pues ésta lleva a la imposibilidad de establecer un criterio de
demarcación y objetividad científica. Según Lakatos, la ingenuidad del falsacionismo
popperiano consiste en el supuesto de que una teoría queda falsada por un enunciado
básico que entre en conflicto con ella. La historia de la ciencia nos enseña que ningún
experimento, por crucial que parezca, ningún enunciado básico y ninguna hipótesis
falsadora son suficientes para acabar con una teoría importante; para ello es indispensable
que haya surgido otra teoría alternativa que se considere mejor que la anterior. Para
Lakatos más que de una teoría aislada habría que hablar de una sucesión de teorías. Estas
series dinámicas de teorías, a las que Lakatos llama programas de investigación
científicos, se conforman por un centro firme de hipótesis que están fuera del alcance de
cualquier intento de falsación. Por otra parte, para Lakatos un programa de investigación
científico es progresivo cuando conduce al descubrimiento de nuevos hechos, y es
regresivo cuando no aporta nuevos descubrimientos y se limita a explicar de forma
diferente las cosas que ya había explicado.
Por último, Paul Feyerabend es, posiblemente, el más radical de estos autores,
exponiendo su teoría anarquista de la metodología científica. Feyerabend considera que
las teorías científicas no pueden compararse entre sí, afirmando que son incomensurables.
Esto quiere decir que como las observaciones de los científicos están determinadas por las
teorías que defienden, en realidad, no puede decirse que una observación sea más
verdadera que otra. De este modo, la elección entre teorías científicas es un asunto, en
último término, subjetivo: verdad será simplemente aquello que la comunidad
científica acepte como verdadero.
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