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TEMA 2: NATURALEZA, VERDAD Y CIENCIA

1. La naturaleza como orden: teleología y mecanicismo

- Diferencia entre caos y cosmos


- Teleología: movimiento y cambio determinados por una finalidad. Idea de plan.
Universo con sentido. Ejemplo: Anaxágoras.
- Mecanicismo: movimiento y cambio determinados por la relación de los elementos
del propio sistema. Universo sin sentido (idea de azar). Ejemplo: atomismo.

2. La cosmovisión aristotélico-ptolemaica: modelo teleológico.

- Aristóteles como modelo teleológico del universo.


- Universo finito y lugar natural.
- Movimiento natural y movimiento violento.
- Universo heterogéneo: mundo sublunar y mundo supralunar.
- El problema del movimiento de los planetas: la solución de los epiciclos (Hiparco)
- El problema de la distancia entre la tierra y el sol: la solución de la excéntrica.
- Compilador de la astronomía clásica: Claudio Ptolomeo

3. La cosmovisión newtoniana: modelo concepción mecánica.

- Aristarco como precedente del heliocentrismo.


- Copérnico: divulgador del heliocentrismo. Pero mantiene todavía muchas ideas
clásicas.
- Tycho Brahe: descubre que las órbitas son trayectorias y ve que algunos cometas
siguen órbitas ovaladas.
- Kepler: los planetas se mueven en órbitas elípticas y el sol ejerce una fuerza sobre
ellos que es inversamente proporcional a la distancia.
- Galileo: descubre los satélites de Júpiter, las manchas solares y los cráteres de la
luna (bancarrota del ideal de perfección del mundo sublunar). Desarrolla el
principio de relatividad del movimiento para explicar que la tierra se mueve.
- Nueva física: estudio de las propiedades cuantificables, uso de nuevos instrumentos,
aparición del principio de inercia y desarrollo del método hipotético deductivo.
- Newton formula tres leyes fundamentales: inercia, aceleración y acción-reacción.
- La ley de la gravitación universal unifica el universo y los descubrimientos de los
científicos anteriores.

4. ¿Qué es la verdad?

- Verdad como adecuación o correspondencia


- Verdad como coherencia
- Teoría pragmática de la verdad
- Teoría consesual o dialógica de la verdad

5. ¿Qué es la ciencia?

- Conocimiento racional, sistemático y demostrable.


- Clasificación: ciencias formales y ciencia empíricas.

6. Método hipotético deductivo.

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- Síntesis entre inducción (de lo particular a lo general) y deducción (de lo general a
lo particular)
- Observación y formulación del problema, formulación de hipótesis, deducción de
las consecuencias, contrastación de la hipótesis (refutación o confirmación).

7. Criterios de demarcación

a) Verificacionismo

- Desarrollado por el Círculo de Viena


- Criterio de sentido (solo las proposiciones científicas tienen sentido)
- Una proposición es científica cuando implica un estado de cosas que se puede
comprobar en la experiencia. Esto sirve para los enunciados particulares, pero es
muy difícil en los universales (problema de la inducción: imposibilidad de conocer
todos los casos posibles de una proposición universal)
- Nueva propuesta: confirmación gradualmente creciente.

b) Falsacionismo

- Desarrollado por Karl Popper


- No es un criterio de sentido (las proposiciones que no son científicas tienen sentido)
- Demostrar que un enunciado general es verdadero es imposible (problema de la
inducción), pero sí se puede demostrar que es falso con un contrajemplo.
- Una proposición es científica cuando implica un estado de cosas que podría hacerla
falsa (o sea, cuando es falsable).
- Distinción entre proposiciones falsables y falsadas. Las proposiciones científicas
son falsables: si superan su proceso de falsación son verdaderas provisionalmente, si
no lo superan se falsan.
- De lo que estamos seguros es del error: ciencia como conjeturas continuadas
(verdad como verosimilitud).
- La ciencia como búsqueda sin fin: la evolución de las teorías científicas.

8. Los paradigmas científicos y las revoluciones científicas.

- Teoría desarrolla por Thomas Kuhn.


- Paradigma como marco teórico de referencia para los científicos de una época. Un
paradigma está compuesto por: una cosmovisión, un conjunto de leyes y teorías, una
descripción general de los problemas y una enumeración y descripción de
instrumentos científicos.
- La ciencia normal es la que se desarrolla dentro de los paradigmas. No se plantean
cosas fundamentales, sino solo los problemas que resultan interesantes para el
paradigma (resolver rompecabezas). La ciencia normal desarrolla las posibilidades
explicativas de un paradigma.
- Pequeñas anomalías (ciencia normal) y anomalías insostenibles (revolución
científica).
- Una revolución científica provoca un cambio de paradigma: cambia la forma en la
que se ve el mundo. La idea de verdad dentro de la teoría de los paradigmas.

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1. La naturaleza como orden: teleología y mecanicismo

Los primeros filósofos que se dedicaron al estudio de la naturaleza fueron los


presocráticos. Para estos era fundamental aseverar que la naturaleza es un orden, o sea, una
realidad que tiene leyes que justifican su comportamiento. De esta manera los
presocráticos fueron los primeros que entendieron la naturaleza como un todo ordenado,
como un Cosmos. Anteriormente, desde la mentalidad mítica, la naturaleza tenía un
comportamiento arbitrario, que dependía en último término del designio de los dioses. La
naturaleza, por tanto, desde la mentalidad mítica era entendida como un caos, el cual era
imposible descifrar. Solamente cuando se entiende que la naturaleza funciona con un
orden, aparece la posibilidad de estudiarla de manera precisa, de buscar las leyes que rigen
su comportamiento. Así pues, en el momento en que la naturaleza se entiende como un
orden, es cuando surge la investigación científica.

Partimos de la idea de que la naturaleza tiene un orden, ahora bien, podemos


preguntarnos ¿a qué se debe ese orden? ¿qué causa lo origina? Como vamos a ver a lo
largo de esta parte del tema, el orden de la naturaleza puede ser de dos tipos: teleológico y
mecánico.

La respuesta teleológica concibe el orden natural como fruto de un proyecto diseñado


previamente en el que cada elemento desempeña una función determinada para lograr un
objetivo final preestablecido. Un ejemplo de modelo teleológico es, el filósofo
presocrático, Anaxágoras (500-428 a. C). Este considera que el universo está compuesto
de unas pequeñas partículas llamadas homeomerías. Las homeomerías, que forman todas
las cosas, se unen y se separan por la acción de una fuerza llamada Nous. El Nous no es
concebido únicamente como una fuerza que provoca el movimiento, la unión y la
separación de las homeomerías, sino que es también una inteligencia. Así pues, el
movimiento que provoca el Nous es un movimiento que viene predispuesto por un plan que
conduce a las cosas a alcanzar su finalidad. El concepto finalidad es fundamental para
entender una concepción teleológica del orden, pues thelos en griego quiere decir finalidad.
Así pues, el movimiento de las homeomerias es un movimiento guiado por una finalidad,
por un plan. El orden es el resultado de una planificación previa. De ahí la relación que han
solido tener las concepciones teleológicas de la naturaleza con un Universo en que aparece
la figura de Dios, es decir, con una concepción deísta de la naturaleza. Pues el plan siempre
implica, de alguna forma, la existencia previa de un planificador.

Frente a la respuesta teleológica, aparece la respuesta mecanicista, que sostiene que la


naturaleza es como una máquina, y los cambios que se producen en ésta tienen su razón de
ser en los cambios en las relaciones que se establecen entre los elementos de ese
mecanismo. Para entender esto vamos a usar un ejemplo, en este caso el ejemplo clásico de
modelo mecánico: el atomismo de Demócrito.

Para el atomismo el universo está compuesto de infinitos átomos que se mueven en el


vacío. El movimiento de estos átomos no es necesario, es decir, es en cierta medida
arbitrario o casual. Sin embargo, en un momento determinado los átomos entran en una
relación tal que se configura un orden, el cual sí que es necesario una vez que se ha
configurado. Así pues, el orden de la naturaleza, desde la concepción mecanicista, surge de
un desorden previo, o sea, una vez configurado es necesario, pero podría haberse sido
cualquier otro orden. El orden natural, por tanto, surge del azaroso movimiento de los
átomos que, en un momento dado, provoca un encaje que convierte el caos previo en un

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cosmos. Pero lo importante es entender que este orden surge de la casualidad, o sea, podría
haber sido otro. Así pues, mientras que el orden propio de la concepción teleológica de la
naturaleza, está más allá de los elementos naturales, es decir, está en la planificación de
una inteligencia (personal o no); el orden propio de la concepción mecanicista es interno a
los elementos naturales, o sea, surge de la relación entre éstos. Por eso parte, las
concepciones mecánicas de la naturaleza han tenido una relación íntima con el ateísmo,
pues no se plantean la posibilidad de la existencia de un plan previo que organiza la
naturaleza. De ahí también, que la ciencia haya avanzado al abrigo de una concepción
mecánica de la naturaleza

2. La cosmovisión aristotélico-ptolemaico: modelo de concepción teleológica.

a) La física de Aristóteles (384-322 a. C).

Ya vimos en el primer tema la distinción aristótelica entre acto y potencia, a través de la


cual Aristóteles conseguía explicar el cambio en la realidad. Lo que hace, en cierto sentido
Aristóteles, es convertir el cambio de algo negativo, en algo positivo. El cambio es la
forma a través de la cual una cosa alcanza su perfección, pues la semilla tiende
naturalmente a ser árbol, así como el gusano a ser mariposa. Esto es lo que caracteriza a
una concepción del universo teleológica, en la que el cambio de todas las cosas busca una
finalidad: el cambio de la semilla busca la finalidad de convertirse en árbol; el cambio del
gusano la finalidad de convertirse en mariposa.

Pero la teleología no es propia únicamente del cambio, sino que también el


movimiento está motivado por una finalidad. El concepto clave para entender la teoría
del movimiento de Aristóteles, es el concepto de lugar natural. Para Aristóteles el
universo es finito. Esto hace que entre un lugar en el universo y otro no haya indiferencia.
Si el universo fuera infinito, todos los lugares estarían igual de lejos del centro y, por tanto,
daría lo mismo encontrarse en un lugar u otro. Pero Aristóteles cree que el universo es
finito y por eso hay un número limitado de lugares y cada cosa tiene el suyo propio. Así el
movimiento de los cuerpos –en el mundo sublunar- siempre será de dos tipos: a)
movimiento natural: que es el aquel que un cuerpo realiza por sí mismo para alcanzar su
lugar natural; o b) movimiento violento: que es aquel que un cuerpo le impone a otro
desviándolo de su lugar natural. Así pues, si yo dejo caer una piedra está cae naturalmente
para abajo, pues su lugar natural es el centro de la tierra. En cambio, si yo impulso la
piedra hacia arriba y ésta asciende, entonces la piedra va a en contra de su lugar natural,
pues el movimiento lo ha motivado mi mano al lanzar la piedra hacia arriba.

Por último, en cuanto al modelo cosmológico aristotélico, está constituido por un


conjunto de esferas concéntricas en las que se mueven los diferentes planetas, quedando la
tierra en el centro y siendo la última de estas esferas, la esfera de las estrellas fijas. Este
conjunto de esferas se encuentra con dos zonas claramente diferenciadas: mundo sublunar
y mundo supralunar. El mundo sublunar –desde el centro del cosmos, donde está la
Tierra, hasta la esfera de la Luna- está formado por cuerpos compuestos de los cuatro
elementos: fuego, aire, agua y tierra. Estos elementos son imperfectos y hacen que los
cuerpos de los que están compuestos se corrompan, es decir, sean finitos. El mundo
supralunar –desde la esfera de la Luna hasta la esfera de las estrellas fijas- está compuesto
de un solo elemento: éter. Los cuerpos compuestos de este elemento son perfectos y
eternos. Al ser perfectos no buscan nada en su movimiento y por eso su único movimiento
es circular, ya que el movimiento circular solo gira sobre sí mismo.

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b) Los problemas de la astronomía clásica: la constitución de la geometría de
Ptolomeo

Los griegos imaginaban que las estrellas, el Sol, la Luna y los planetas rotaban
alrededor de la Tierra con un movimiento circular perfecto. Además, se pensaba que
existía una esfera encargada de conducir las llamadas estrellas fijas y una esfera para cada
planeta, todas ellas concéntricas con respecto a la Tierra.

Sin embargo, se dieron cuenta que el movimiento de los planetas era irregular en
comparación con el de las estrellas. De hecho, la palabra “planeta”, que procede de
planomai que quiere decir “voy errante”, significa “estrella errante”, es decir, estrella que
presenta movimientos complejos y aparentemente no regulares. Ya Platón había
comprendido que para explicar el movimiento de los planetas, no alcanzaba con una sola
esfera para cada uno. Sin embargo, las soluciones que plantearon a este problema Eudoxo,
Calipo o Aristóteles no fueron satisfactorias.

La solución del problema quedará en manos de Hiparco de Nicea (190-120 a. C) que


utilizará una nueva hipótesis que, aunque mantienen el enfoque geocéntrico, puede
perfectamente explicar los fenómenos celestes y el movimiento de los planetas en el cielo.
Hiparco explicó el movimiento aparente de los planetas mediante un elaborado sistema de
epiciclos. La hipótesis de los epiciclos consistía en admitir que el movimiento irregular de
los planetas se explica porque se mueven desde dos órbitas circulares: un círculo menor
propio de cada planeta que es el epiciclo –cuyo centro está situado en la circunferencia de
la órbita del planeta alrededor del Sol- y otro mayor, el que recorren alrededor de la Tierra,
que es llamado deferente.

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Hiparco también soluciona otro problema de la astronomía de la época con la hipótesis
del excéntrico. Se había comprobado que el Sol, en su movimiento anual aparente, aparece
de mayor tamaño y, por tanto, parece estar más cerca de la Tierra en invierno que en
verano. Si se hace que la Tierra no esté exactamente en el centro de la órbita, que
supuestamente recorre el Sol alrededor de ella con un movimiento circular uniforme, éste
se movería según una trayectoria excéntrica a la Tierra y la distancia entre ellos variaría
según el tiempo. La distancia variable entre el Sol y la Tierra según la estación, se explica
si se supone que el Sol gira de acuerdo con una órbita excéntrica respecto a la Tierra. De
este modo quedó a salvo el geocentrismo y todos los fenómenos celestes parecieron recibir
una explicación.

Sería Claudio Ptolomeo (100-170) en el S. II d.C el que perfeccionaría el sistema de


Hiparco, haciendo mediciones más precisas en su conocida obra Almagesto. El sistema
ptolemaico se supuso un importante avance científico ya que podía explicar las posiciones
de los planetas en el pasado y era capaz de predecir sus movimientos futuros. La revisión
que Ptolomeo hizo del sistema de Hiparco, constituye la más grande obra de astronomía de
la Antigüedad y sus conclusiones fueron aceptadas y constituyeron la base de las
investigaciones astronómicas hasta la aparición del heliocentrismo.

3. La cosmovisión newtoniana: modelo de concepción mecánica.

El abandono de la física teleológica de Aristóteles tomó su tiempo. En el S.XVI,


Nicolás Copérnico propuso la sustitución del modelo geocéntrico por el heliocéntrico.
Posteriormente Galileo Galilei desarrolló argumentos para apoyar las tesis de Copérnico.
Para ello tuvo que desarrollar una nueva física y emplear un nuevo instrumental de
observación (es importante, sobre todo, la creación del telescopio). Mientras Galileo
llevaba a cabo su trabajo, Johannes Kepler mejoró la propuesta de Copérnico y completó el
diseño del Sistema Solar tal como lo conocemos hoy. Finalmente, Isaac Newton elaboró
una teoría física que sustituyó definitivamente a la física aristotélica, sistematizando los
hallazgos de los demás científicos de la época.

a) El modelo heliocéntrico

Ya en el S. III a. C Aristarco de Samos (310-230 a. C) elaboró un modelo


heliocéntrico, pero este no se impuso como modelo del universo, ya que no era capaz de
explicar el problema fundamental de la astronomía antigua: el movimiento errante de los
planetas. Pero, como ya hemos indicado, será Nicolás Copérnico (1473-1573) quien

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proponga el heliocentrismo en su obra Sobre el movimiento de los orbes celestes (De
revolutione orbitum celestium) con el fin de superar las dificultades del sistema
geocéntrico, ya complejo e ineficiente. Así pues, el fin último del heliocentrismo era
proporcionar un sistema del Universo más sencillo, aunque Copérnico defiende una
epistemología realista y no piensa que su sistema sea útil únicamente para realizar
cálculos1. Los puntos principales del heliocentrismo de Copérnico son: hacer de la Tierra
un planeta más que gira alrededor del Sol y colocar al Sol inmóvil en el centro del
Universo. No obstante, Copérnico se muestra fiel a algunos postulados y métodos de la
astronomía tradicional como la existencia de las esferas fijas, la circularidad del
movimiento de los astros o la aceptación de la mayor parte de la cosmología aristotélica.

Sin embargo, no fue Copérnico el único cuyas investigaciones ponían en tela de juicio
la concepción aristotélico-ptolemaica del universo. También Tycho Brahe (1546-1601) a
través de sus observaciones descubre que un cometa gira alrededor del Sol con una
trayectoria que interseca las órbitas planetarias. Con este descubrimiento acaba con las
esferas fijas y las sustituye por órbitas en el sentido de trayectorias. Los instrumentos de
medida y las mediciones de Brahe son mucho más precisas que las de Copérnico, y debido
a esto se da cuenta de que algunos cometas siguen órbitas ovaladas, por lo que acaba
también con la circularidad de los movimientos celestes.

Por otra parte, cabe descartar la aportación de Johannes Kepler (1571- 1630), que
contará con los datos obtenidos por las observaciones de Brahe para desarrollar sus teorías.
Para solucionar la aplicación de los datos a la nueva teoría se le ocurre su primera ley en la
que se admite que la elipse era la trayectoria natural de un planeta: todos los planetas se
mueven en órbitas elípticas alrededor del Sol. De esta forma, Kepler acaba con el llamado
“hechizo de la circularidad”, que desde Aristóteles establecía que la forma perfecta era el
círculo y, por tanto, los cuerpos celestes, al ser perfectos, debían tener movimientos
circulares. Además, a través de su segunda ley consigue formular cómo los planetas
siguen sus órbitas por la acción de una fuerza motriz procedente del Sol, cuya
intensidad es inversamente proporcional a la distancia comprendida entre el planeta
y el Sol. La velocidad de un planeta, por tanto, es proporcional a la fuerza con que lo
empuja el Sol e inversamente proporcional a la distancia. Cuanta más fuerza más

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Esto tiene una cierta importancia en la medida en que Andreas Osiander, editor del libro, introduce una
carta prólogo favoreciendo una interpretación instrumentalista o fenomenalista del heliocentrismo,
recordando el conocido dicho “salvar las apariencias”. Aunque esto podría ser una medida disuasoria ante la
condena de la Iglesia por contradecir las escrituras.

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velocidad, cuanta más distancia menos fuerza y menos velocidad. Así pues, el tiempo que
tarda un planeta en recorrer una pequeña distancia a lo largo de su trayectoria sería
proporcional a su distancia con el Sol. De ahí formula su segunda ley: durante un
determinado intervalo de tiempo, una línea trazada del planeta al Sol barre áreas iguales
en tiempos iguales. Gracias a sus leyes del movimiento, Kepler construye un sistema que
describe las trayectorias reales de los cuerpos en el espacio.

Por último, Galileo Galilei (1564-1642) llega a unos descubrimientos también


importantes para socavar la ciencia clásica en sus observaciones con el telescopio, las
cuales están expuestas en su obra Sidereus nuncius. Aquí, por ejemplo, describe las
imperfecciones de la Luna y anuncia el descubrimiento de los satélites de Júpiter. El
primer descubrimiento sirve para cuestionar la idea del cielo eterno e inmutable 2 de
Aristóteles, la última para defender la idea de que por el hecho de que la Luna gira
alrededor de la Tierra, no se deduce que lo tengan que hacer los planetas, pues existen
otros planetas con satélites.

Por otro lado, uno de los descubrimientos fundamentales de Galileo para acabar con la
física clásica fue su exposición del principio de relatividad del movimiento. Las críticas
que se hacían al copernicanismo eran la caída perpendicular de los cuerpos y que –en el
caso de que la Tierra se moviera- dos proyectiles iguales disparados hacia oriente y
occidente tendrían que tener recorridos diferentes. Pero el principio de relatividad pone
en claro que la Tierra puede estar en movimiento sin que nosotros percibamos su
movimiento. Pues no es lo misma hacer la observación desde dentro que desde fuera de lo
que se mueve. De hecho, basándose en observaciones desde dentro de un cuerpo en
movimiento determinado es imposible distinguir si esta en movimiento uniforme o en
reposo. En cuanto participantes del movimiento terrestre, no somos conscientes de él. Esto
explica la posibilidad de que la tierra rote sobre sí misma sin que nos demos cuenta.

b) La construcción de la nueva física

En la construcción de la nueva física moderna (S.XVI-XVII) tendrán un papel


fundamental tanto Galileo como Isaac Newton (1643-1727). El programa que comienza
desarrollando Galileo se apoya en los siguientes puntos:

- Limita la investigación solo a las preguntas que son comprobables.


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Poco después descubría las manchas solares que vendrían a volver a cuestionar la inmutabilidad y
justificar la uniformidad entre la Tierra y los cielos.

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- Toma en consideración solamente las propiedades que pueden tratarse
matemáticamente, es decir, las propiedades que son cuantificables. Entre éstas
están por ejemplo la longitud, la temperatura o la masa.
- Empieza a diseñar y utilizar instrumentos nuevos, como el telescopio.
- Desarrolla el principio de inercia que es fundamental para acabar con la teoría
de los movimientos aristotélica. El principio de inercia se formula de la siguiente
forma: todo cuerpo persevera en un estado de reposo o de movimiento uniforme
en que se encuentra, a menos que una fuerzo lo obligue a cambiar de estado.
Esto acaba el movimiento natural aristotélico y, por tanto, nos introduce en una
concepción de la física donde el único movimiento posible es el que un cuerpo
ejerce sobre otro.
- Considera la pregunta por las causas finales como una pregunta que no es
científica. La investigación se centra en el estudio de lo que llamaríamos causas
eficientes.
- Desarrolla el método hipotético deductivo.

Sin embargo, la nueva ciencia no se consolida hasta la publicación en 1687 de


Philosphiae naturalis principia mathematica. Aquí expone Newton las bases de la
mecánica clásica, formulando las tres leyes que llevan su nombre:

- La ley de la inercia (que ya fue antes formulada por Galileo o Descartes)


- La ley de la fuerza o aceleración
- La ley de la acción-reacción.

Estas servirán de base para el establecimiento de la ley de la gravitación universal.


Esta ley formula que todos los cuerpos se atraen con una fuerza que es directamente
proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de sus distancias.
El origen de dicha ley está en Hooke que había visto que un cuerpo que gira tiene dos
componentes: uno inercial y otro centrípeto. La importancia de ese componente
centrípeto está en que se llega apreciar el papel fundamental que desempeña el cuerpo
central, hacia el que es atraído el cuerpo que gira. Newton relaciona este descubrimiento
con las leyes de Kepler, considerado que esa fuerza centrípeta mueve al cuerpo en una
órbita elíptica. Así pues, la ley de la gravitación universal explica por qué los planetas
obedecen a las leyes de Kepler. Esta formulación es capaz de hacer una síntesis tanto de la
nueva noción del Universo, como de los descubrimientos propios de la época
protagonizados por científicos como Galileo o Kepler.

Así pues, el descubrimiento de la ley de gravitación universal supuso la unificación


definitiva de la mecánica terrestre y la celeste. Newton, de esta forma, se da cuenta de
que una única ley gobierna el movimiento de todos los cuerpos. De manera que se puede
hablar por primera vez de un universo, pues como hemos visto antes para Aristóteles el
orbe sublunar y el supralunar seguían leyes diferentes. El universo que esboza Newton es
un ejemplo perfecto, de concepción de la naturaleza mecanicista, pues en este los
estados de reposo y movimiento de los cuerpos solo pueden explicarse por la relación que
éstos tienen con otros cuerpos que están, igualmente, en reposo o movimiento.

4. ¿Qué es la verdad?

Una de las preguntas que más se han hecho lo filósofos tiene que ver con la naturaleza
de la verdad. Ya vimos que en su origen a la verdad se le llamaba aletheia, y es que la

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verdad consistía en el desvelamiento de la esencia de la realidad, de una realidad que,
como sabemos, por lo general se mantenía oculta. Sin embargo, ésta no es la única
concepción de la verdad que ha habido en la historia de la filosofía. Podemos, de hecho,
distinguir cuatro grandes teorías sobre la verdad:

- La verdad como correspondencia o adecuación, es la primera que teoría sobre la


verdad que aparece y es la que más tiene que ver con el sentido común. Afirma que la
verdad consiste en la correspondencia entre lo que decimos o pensamos y la realidad. Si
decimos “ahora está lloviendo” y miramos por la ventana y de verdad llueve, entonces
se produce una adecuación o correspondencia entre lo que decimos y lo que ocurre de
hecho, por tanto, lo que decimos es verdadero; si, por el contrario, no lloviera, no se
produciría dicha adecuación y lo que decimos sería falso. Según esta teoría, la verdad es
una propiedad de ciertos enunciados que se corresponden con lo que hay en el mundo.
Uno de los primeros es desarrollar esta teoría es Aristóteles.

- La verdad como coherencia dice que todo conocimiento nuevo entra a formar parte de
un conjunto previo y estructurado, es decir, de un sistema de conocimientos establecido.
La verdad de un enunciado cualquiera depende de la cohesión entre ese enunciado y el
resto de conocimientos que poseemos. Así pues, un conocimiento nuevo es verdadero
cuando es coherente con el sistema de conocimientos en que se integra y es falso si
entra en contradicción con dicho sistema. De esta forma, lo que hace que un enunciado
sea verdadero o falso es el contexto de enunciados o conocimientos en el que lo
introducimos. Esta concepción de la verdad ha tenido un enorme desarrollo en las
ciencias formales, como la lógica y las matemáticas. El primer filósofo que la propone
es Wilhem Friedrich Hegel (1770-1831), pero en un ámbito más científico es
desarrolla por Carl Hempel (1905-1997) o Otto Neurath (1882-1945)

- La teoría pragmática de la verdad sostiene es verdad aquello que creemos que es útil
para nuestra vida, introduciendo una dimensión práctica en la comprensión de la verdad.
El criterio para distinguir lo verdadero y lo falso es la utilidad. En esta concepción no
existen verdaderas fijas, sino que las verdades se van cambiando dependiendo de la
eficacia que demuestren en diferentes contextos. Los pragmatistas americanos como
Charles Sanders Peirce (1839-1914) o William James (1842-1910) son los que
desarrollan esta teoría.

- La teoría consensual o dialógica de la verdad considera que la búsqueda de la verdad


supone una tarea cooperativa, siendo ésta el resultado de un acuerdo que se alcanza
cuando se ha llevado a cabo un proceso dialógico argumentativo auténtico. Los
principales autores que defienden esta teoría son Jurgen Habermas (1929) y Karl
Otto Apel (1922-2017)

5. ¿Qué es la ciencia?

Los griegos llamaban episteme al conocimiento basado en razones sólidas y poderosas


que garantizaban su verdad. Esta palabra fue traducida al latín por scientia y del latín se
tradujo al castellano por ciencia. Pero no hay una sola ciencia sino muchas, diferenciadas
entre sí por el objeto o asunto del que tratan, por el método que utilizan y por el tipo de
verdad que alcanzan.

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Genéricamente, se pueden definir las ciencias como sistemas de conocimientos
racionales y coherentes en los que se infieren conclusiones a partir de datos o
premisas y se explican hechos a través de demostraciones lógicas o empíricas. Esta
breve noción que pretende abarcar todas las ciencias resalta tres aspectos:

- Que el conocimiento científico es conocimiento racional.


- Que las ciencias son conjuntos sistemáticos de conocimientos.
- Que la demostración lógica o empírica es lo que da validez a la ciencia.

Por tanto, la ciencia adquiere validez a través de la razón lógica o empírica y no a través
de otras fuentes como pueden ser el sentido común o la fe. En sus inicios, la diferencia que
hacemos hoy entre Filosofía y Ciencias no estaba establecida tan nítidamente. El punto
culminante de separación entre ciencia y filosofía tiene lugar con las ciencias modernas.

Pero, como hemos indicado, no todas las ciencias son iguales. Así pues, en lo que se
refiere a su clasificación, normalmente se suele distinguir dos tipos de ciencias:

Las ciencias formales son sistemas de conocimientos racionales, exactos y coherentes


que se ocupan de procesos lógicos y matemáticos. No dan información directa sobre la
realidad, pero se pueden utilizar como instrumentos para interpretarla y explicarla. Sus
objetos (aquello de lo que tratan) son formas vacías de contenido que se pueden rellenar
con diversos elementos, por ejemplo, 2 + 3 = 5, que son símbolos que no se refieren a
ningún hecho, pero que podemos usar para sumar coches, manzanas, etc.

Las ciencias empíricas, por su parte, se ocupan de hechos y procesos reales, de hechos
de la naturaleza y del hombre que pueden ser explicados. De esta forma, intentar formular
leyes generales que expliquen los hechos pertenecientes a un determinado campo de la
realidad y permitan predecir fenómenos si se cumplen determinadas condiciones. De ahí la
capacidad predictiva de las ciencias empíricas, capaces de anunciarnos cómo y cuándo
ocurrirán hechos futuros si se cumplen determinadas circunstancias.

Las ciencias formales, por tanto, investigan “objetos ideales” y sus relaciones y utilizan
como principios de razonamiento las reglas de la lógica y las matemáticas. Por su parte, las
ciencias empíricas analizan los hechos, la relación entre los fenómenos que se observan,
tratan de explicar la realidad y predecir los acontecimientos. Para ello se valen de métodos
como la observación y la experimentación.

6. El método hipotético-deductivo.

El término método proviene del griego meta-odós, que significa “camino para llegar a
un fin”. El método científico es el camino a seguir para alcanzar la verdad científica. De
hecho, la ciencia propiamente no se constituye hasta que no encuentra un método
científico: este será el método hipotético deductivo. Para entender bien en qué consiste, es
necesario hacer previamente una definición de qué es la inducción y qué es la deducción:

- La inducción es el método que partiendo de los casos particulares extrae


conclusiones generales: por ejemplo, de la muerte de los diversos seres
humanos, extraemos la conclusión de que el ser humano es mortal.
- La deducción en cambio parte de un principio general y lo aplica a los casos
particulares. Este lo aplicamos en la vida común cuando, por ejemplo, a ver un

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al saber al saber que los pájaros tienen plumas y ver un animal con plumas,
deducimos que tiene que ser un pájaro. Pero más allá de eso también se usa en
las ciencias formales como las matemáticas y la lógica.

Por su parte, el método hipotético-deductivo, creado por Galileo, procede de la síntesis


del método deductivo y el método inductivo. Dicho método podemos decir que tiene los
siguientes pasos.

1. Observación y formulación del problema. La investigación se inicia ante un hecho que


resulta problemáticos observando y recogiendo datos sobre dicho problema que se
intenta explicar.

2. Formulación de hipótesis. A partir de las observaciones realizadas, se elaboran hipótesis


o conjeturas explicativas, neutras y contrastables, sobre el fenómeno observado.

3. Deducción de las consecuencias. A partir de la hipótesis, utilizando el método


deductivo, se extraen las consecuencias de la misma que puedan ser verificadas o
falsadas en experimentos especialmente diseñados para ello o mediante la observación
experimental.

4. Contrastación de la hipótesis. Se comprueba si se cumplen o no las consecuencias


previstas. Para ello es necesario recurrir a la observación de la realidad o la
experimentación.

5. Refutación de la hipótesis o confirmación. Cuando no se cumplen las consecuencias


previstas, se rechaza la hipótesis, procediendo a formular una nueva, pero si se
cumplen las consecuencias, la hipótesis queda validada.

7. Los criterios de demarcación

Un criterio de demarcación es un método que nos sirve para distinguir cuándo una
proposición es científica y cuándo no lo es.

a) El verificacionismo del empirismo lógico y el Círculo de Viena

El Círculo de Viena fue un organismo científico y filosófico formado por Moritz


Schlick (1882-1936) en Viena, Austria, en el año 1922 y disuelto definitivamente en 1936.
Este movimiento, se ocupa principalmente de la lógica de la ciencia, considerando la
filosofía como una disciplina encargada de distinguir entre lo que es ciencia y lo que no, y
de la elaboración de un lenguaje común a todas las ciencias.

El criterio de demarcación que propone el Círculo de Viena para diferenciar si una


proposición es científica o no es el verificacionismo. No obstante, en la fundamentación
del verificacionismo tendrá mucha importancia la obra de un autor llamado Ludwig
Wittgenstein (1889-1951). Este autor, en su primera época, escribió un libro llamado
Tractatus Logico-Philosophicus, que servirá como modelo para la exposición del
verificacionismo. En esta obra Wittgenstein afirmaba que las proposiciones que no
tuvieran respaldo en el mundo real, es decir, que no representaran un estado de cosas en el
mundo, no tenían sentido. Este principio fue aceptado de forma inmediata por los

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miembros del Círculo de Viena, considerando que las proposiciones de la metafísica eran
proposiciones sin sentido.
El verificacionismo considera que una proposición es científica solamente si representa
o se corresponde con un estado de cosas que es real en el mundo. Así pues, solo las
proposiciones que pueden verificarse empíricamente pueden considerarse científicas. Esto,
que es muy evidentemente para los enunciados particulares 3, resulta más complejo en los
enunciados universales, que son fundamentalmente los que tiene que hacer la ciencia. Por
ejemplo, si yo digo “todos los hombres son mortales”, tengo que tener en cuenta que para
que esta afirmación sea verdadera tengo que haber observado que todos los hombres son
mortales, pero no solo los hombres del presente, sino también los del pasado y los del
futuro. Este es el principal problema del verificacionismo, que se conoce como problema
de la inducción y fue expuesto ya por David Hume en el S. XVIII.

El problema de la inducción nace del hecho de que no se puede afirmar algo universal a
partir de los datos particulares que ofrece la experiencia. Por muchos millones de cuervos
negros que se vean, no será posible afirmar que «todos los cuervos son negros». Este
problema hizo que las exigencias del verificacionismo fueran poco a poco atemperándose,
considerando que la verificación es un proceso que se va haciendo poco a poco y
proponiendo una confirmación gradualmente creciente. Con este criterio Rudolf
Carnap (1891-1970) quiere decir que, aunque sea imposible demostrar una proposición de
manera absoluta, es posible ir poco a poco confirmándola y aceptándola como científica.
Sin embargo, esto también conlleva un problema. El valor de verdad de una proposición
surge de la división entre los casos confirmados y los casos posibles. Ahora bien, los casos
confirmados siempre serán un número finito, por muy grande que éste sea, pero los casos
posibles de una proposición universal siempre son infinitos. De ahí que el valor de verdad
de la proposición gradualmente confirmada siempre sea 0, ya que cuando dividimos un
número finito por infinito siempre da 0.

b) El falsacionismo de Popper.

Karl Popper (1902-1994) fue un importante filósofo austriaco del S.XX que se educó
intelectualmente dentro del Círculo de Viena. Ahora bien, desde su primera obra (La
lógica de la investigación científica), se mantuvo lejos de las teorías del Circulo de Viena.
Así pues, Popper formulará el falsacionismo como alternativa al fracasado criterio
verificacionista. En primer lugar, hay que entender que el falsacionismo no es un criterio
de sentido. Para el Círculo de Viena una proposición que no representará un estado de
cosas real, era una proposición sin sentido. Pero Popper no va a aceptar esto, y va a decir
que el su criterio de demarcación quiere diferenciar las proposiciones científicas de las que
no lo son. Una proposición, por tanto, puede tener sentido aunque no sea científica.

Para Popper el problema de la inducción es imposible de resolver y de esta forma no se


puede en ningún caso aceptar a ésta como procedimiento más fiable para demostrar que
una proposición es científica. Demostrar que un enunciado general es verdadero es una
tarea imposible, porque nunca se pueden observar los infinitos casos posibles que una
proposición universal implica. Así pues, la ciencia no tiene que demostrar que una
proposición es verdadera, sino descubrir aquellas que sean falsas. Esto se debe a que
con un solo caso en que se demuestre que una proposición universal es falsa, ésta queda
refutada. Necesitamos infinitos hombres mortales para demostrar que la proposición “todos
3
Por ejemplo, si yo anuncio la proposición el teléfono blanco está encima de la mesa, esta sólo será
verdadera cuando, de hecho, el teléfono blanco esté encima de la mesa. Si no es así será falsa.

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los hombres son mortales” es verdadera, pero sin embargo con un solo hombre inmortal, se
puede demostrar que dicha proposición es falsa. Por eso, el criterio de falsación va a
afirmar que una proposición es científica cuando implica un estado de cosas que
podrían hacerla falsa. Ahora bien, y esto es necesario entenderlo, Popper indica dice que
podría hacerla falsa, no que la haga de hecho. Hay que distinguir en Popper entre
proposiciones falsables, es decir, aquellas que puede demostrarse que son falsas, y
proposiciones falsadas, es decir, aquellas que ya se ha demostrado que son falsas.

Una proposición que no implique un estado de cosas que la haga falsa no puede ser
científica. Por ejemplo, la proposición “Dios existe”, no puede decirse que sea verdadera,
pero tampoco puede decirse que sea falsa, porque no implica un estado de cosas, o sea, una
posible experiencia que nos haga considerarla como falsa. Se entiende, por tanto, que no es
lo mismo una proposición falsable, es decir, una proposición que es posible llevarla a la
experiencia para comprobar si es falsa, y una proposición falsada, es decir, aquella
proposición que ya se ha demostrado que es falsa. Una proposición científica tiene, por
tanto, que implicar un estado de cosas, o sea, que implicar un contenido observacional que
pudiera hacerla falsa. En eso consiste el proceso de falsación de una proposición. Si la
proposición, finalmente, supera su proceso de falsación, es decir, no llega a demostrarse
que es falsa, entonces se acepta provisionalmente como verdadera. Y es que por muchas
contrastaciones que tengamos no podremos establecer la verdad incontrovertible de un
enunciado, mientras que una contrastación negativa sería suficiente para refutarlo. De lo
que estamos seguros es del error, la verdad nunca está completa y siempre puede
ampliarse.

Por eso, para Popper el conocer humano es conjetural de modo que el conocimiento
científico tiene que llevarse a cabo por medio de conjeturas continuadas. De esta forma
un sistema científico no puede ser jamás definitivo, sino como una conjetura provisional
que se acerca al ideal de la verdad que es inalcanzable. Desde las restricciones
epistemológicas indicadas, va a extraer Popper su idea de verdad como verosimilitud
(truthlikeness). No podemos estar nunca seguros de una teoría científica, pero en la medida
que esta ha superado diferentes procesos de falsación, podemos considerarse
provisionalmente como verdadera. Así pues, la verdad aparece con una función
meramente regulativa, o sea, como un ideal al que hay que intentar acercarse, pero al cual
no puede llegarse nunca. Por eso, el proceso de conocimiento consiste en una búsqueda
sin fin (unended quest). Y una teoría es más valiosa cuanto más falsable es, ya que eso
supone que la teoría está más delimitada y que posee mayor contenido empírico. Las
teorías sumamente falsables se deben preferir a las menos falsables, siempre que no hayan
sido falsadas. Esto hace que para Popper la ciencia vaya, poco a poco, aprendiendo de sus
errores, y que las teorías sucesivas mejoren a sus predecesoras porque superan las
deficiencias de éstas, produciéndose, es esta forma, una especie de evolución de las
teorías científicas.

8. La nueva filosofía de la ciencia

a) Los paradigmas científicos y las revoluciones científicas.

El término paradigma científico fue acuñado por Thomas S. Kuhn (1922-1996) en


1964, en su obra La estructura de las revoluciones científicas (The structure of scientific
revolutions). Ahí se define a un paradigma científico como el marco teórico general que
los científicos utilizan como referencia en su trabajo de investigación, es decir, un

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paradigma científico es el espacio teórico donde se desarrolla la ciencia. Antes de la
aparición de un paradigma científico la ciencia es imposible, pues los científicos no
comparten los presupuestos básicos para el estudio conjunto de la ciencia. Así pues,
sus discusiones no son fructíferas pues se mueven en terreros diferentes haciendo
imposible la conversación. De esta forma, un paradigma puede entenderse también, usando
una metáfora, como el lenguaje que comparten un grupo de científicos de un momento
determinado. Kuhn señala que los elementos fundamentales de un paradigma son los
siguientes:

- Una cosmovisión, es decir, una concepción de la realidad, una forma de


entender el mundo.
- Un conjunto de leyes y teorías científicas que explican la realidad.
- Una descripción general de los problemas científicos, o sea, una delimitación
entre lo que puede entenderse como un problema científico y lo que no.
- Una enumeración y descripción de los instrumentos que los científicos
puede usar en sus investigaciónes, es decir, una delimitación entre lo que es un
instrumento válido para la investigación científica y lo que no.

Los dos primeros elementos nos responden a la pregunta de qué es la naturaleza (la
cosmovisión) y cómo se comporta (las leyes y teorías), mientras que los otros dos
elementos nos indican qué hay que estudiar de la naturaleza (la descripción de lo que es
y lo que no es problema científico) y cómo hay que estudiarlo (la enumeración de los
instrumentos válidos).

En su desarrollo natural la ciencia pasa por diferentes etapas, una vez que se ha
consolidado un paradigma dentro de la comunidad científica. La primera de estas etapas es
la etapa de ciencia normal. En esta etapa los científicos no hacen más que desarrollar
las posibilidades explicativas de un paradigma, pues no se hacen cuestión de las
preguntas fundamentales sobre la naturaleza. Al encontrarse insertados dentro de un
paradigma determinado, los científicos dan por supuestos qué es la naturaleza, cómo se
comporta, qué estudiar de ella y cómo estudiarlo. Así pues, simplemente desarrollan las
posibilidades que tiene el paradigma de explicar la naturaleza hasta sus límites, sin hacerse
preguntas demasiado profundas. Las operaciones de la ciencia normal parecen ya, en su
mayoría, determinadas por el paradigma, pues solo resultan interesantes los fenómenos
que el paradigma considera interesantes. De ahí que, en su mayoría, las operaciones de
la ciencia normal procuren articular los fenómenos y teorías suministrados por el
paradigma. Pero es justo esta tarea que puede parecer minúscula lo que propicia que la
ciencia avance tanto cuando un paradigma se constituye, pues la investigación se centra y
se especializa. La ciencia normal, por tanto, no tiene por objetivo la búsqueda de nuevas
teorías, sino simplemente desarrollar las posibilidades explicativas de un paradigma.

La función del científico en el periodo de la ciencia normal, por tanto, no es buscar


nuevas teorías, sino revolver los problemas a los que el paradigma le predispone. Por eso,
señala Kuhn que, en el periodo de la ciencia normal, el científico se dedica básicamente a
resolver los rompecabezas que el paradigma le propone, no se complica buscando nuevas
explicaciones de los fenómenos –pues el paradigma por el momento funciona-, sino que
simplemente aplica a los problemas las soluciones usuales. Y justamente, como señala
Kuhn, que se ocupe de estos problemas es lo que hace que la ciencia normal avance de esa
manera, pues se centra en un tipo de problemas determinado y que tienen solución.

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Sin embargo, todo periodo científico engloba una serie de anomalías, las cuales
aparecen también en el momento de la ciencia normal. Ahora bien, en ese momento la
capacidad explicativa del paradigma es lo suficientemente potente como para que las
anomalías que surjan sean escasas. De esta forma, las anomalías no se sienten como
responsabilidad del paradigma científico, sino que la comunidad científica culpa al
científico de turno por ellas. Así, por ejemplo, se dice que esas anomalías que contradicen
al paradigma tienen su origen en errores de medición de los científicos, en un uso
inadecuado de los instrumentos para estudiar la naturaleza, en un planteamiento
equivocado de los problemas, o incluso se dice que el problema planteado simplemente no
puede ser resuelto por ahora y que hay que esperar a que el paradigma científico en unos
años –cuando la ciencia haya evolucionado lo suficiente- le dé una explicación. Así pues,
esas anomalías no se consideran como significativas y no se ve que ponga en peligro al
paradigma. Sin embargo, cuando la acumulación de anomalías empieza a ser
insostenible4 entonces un paradigma entra en crisis y se ensayan nuevas respuestas
para explicar los fenómenos, respuestas que no parten de los presupuestos que
partían las del paradigma anterior: es entonces cuando entramos en un periodo de
ciencia revolucionaria. La crisis de un paradigma, implica, por tanto, la configuración de
diferentes respuestas nuevas para explicar los problemas científicos. Es entonces cuando
una concepción de la naturaleza diferente se impone y se produce una revolución
científica con su consecuente cambio de paradigma.

Pero, ¿qué conlleva un cambio de paradigma? Un cambio de paradigma implica una


forma diferente de ver la naturaleza. Lo cierto es que los nuevos paradigmas no
proporcionan solo nuevos instrumentos y nuevos fenómenos, sino que los científicos
“durante las revoluciones ven cosas nuevas y diferentes cuando miran con instrumentos
familiares en lugares en los que ya antes habían mirado”. Lo que un científico ve está
determinado por el paradigma en que se encuentra, de manera que al cambiarse un
paradigma se ve un mundo diferente del que se veía antes. Los paradigmas, por tanto,
enseñan a ver el mundo a los científicos. Esos nuevos puntos de vista son los que
provocan la transición de un paradigma al otro, hasta que ese otro paradigma no aparece,
no pueden empezar a verse nuevos fenómenos. Podemos decir que tras un cambio de
paradigma vemos la naturaleza de manera distinta. Por eso, señala Kuhn que un
cambio de paradigma es similar al cambio de percepción que se producen en las imágenes
que estudia la psicología de la Gestalt, en la cual una misma imagen puede verse de dos
maneras según se mira de una forma o de otra (como una vieja y una joven, como dos
rostros o un reloj, etc.).

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Tal y como ocurrió en la Revolución Científico de los S.XVI-SVII con el descubrimiento de fenómenos
que ponían en cuestión la concepción aristotélico-ptolemaica, como fueron el descubrimiento de que las
órbitas no eran esferas sino trayectorias por medio de Tycho Brahe, el descubrimiento de las órbitas elípticas
de Kepler o el descubrimiento de las manchas solares, los cráteres de la Luna y los satélites de Júpiter por
parte de Galileo.

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Por otro lado, como indica Kuhn, un cambio de paradigma no implica el mayor
grado de verdad de un paradigma frente a otro 5, o sea, un paradigma porque sustituya a
otro no significa que sea más verdadero. Por ejemplo, en el mundo griego el geocentrismo
se impuso frente al heliocentrismo (expuesto ya por Aristarco) y esto se debía simplemente
a que el geocentrismo era más útil para explicar los problemas que estudia la ciencia
griega. Un paradigma, por tanto, no tiene la pretensión de ser un modelo fidedigno de
la verdad, sino simplemente de servir como instrumento para explicarnos la
naturaleza. La pretensión de que una teoría científica explique toda la realidad es, por
todo lo demás, una pretensión que obsoleta.

b) ¿La verdad en las ciencias?

Posteriormente al desarrollo de las teorías de Popper, surgieron un conjunto de teóricos


de la ciencia que parten de unos supuestos totalmente diferentes. Alguno de estos autores
ya lo hemos visto a lo largo del tema, como es Thomas Kuhn. Este con su noción de
paradigma nos deja entrever que la evolución de la ciencia no tiene que ver con una
correspondencia con una realidad que sea verdadera, y ni siquiera desde la teoría de los
paradigmas podría defenderse el falsacionismo. No obstante, podemos destacar también a
Norwood Russell Hanson (1924-1967) que estudia el papel de la observación y las teorías
en la ciencia, a Imre Lakatos (1922-1974) que desarrolla una teoría sobre los programas
de investigación científica, o a Paul Feyerabend (1924-1994), que defiende una teoría que
se conoce como anarquismo científico.

Para Hanson, una observación científica pura es imposible debido a la cantidad de ideas
preconcebidas desde las que se mueve el observador. De esta forma, la observación está
teóricamente cargada, no es ingenua o neutra, ni puede serlo. Cuando observamos
buscamos algo, normalmente ya sabemos previamente qué es. Así pues, cuando
describimos lo que observamos lo hacemos siempre en términos de una teoría más o menos
compleja, de una interpretación de la realidad. De ahí que la imagen retinial de dos
observadores diferentes pueda ser prácticamente idéntica y sus informes observacionales
totalmente diferentes. Dos astrónomos, uno copernicano y otro ptolemaico, describirían el
mismo fenómeno como “el movimiento aparente del sol debido al movimiento real de la
tierra” o “el movimiento del sol”. Ambos astrónomos están viendo lo mismo, pero no
observan lo mismo. Hanson se apoya en la teoría de la psicológica de la Gestalt para
apoyar su tesis. Esta escuela psicológica usaba imágenes confusas -como las que
reproducimos a continuación- para estudiar como la mente deforma aquello que percibe
según sus expectativas. De esta forma, si aceptamos las conclusiones de Hanson, no
podemos de hablar de verdad como correspondencia, verificación o incluso de falsación.

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De hecho, como afirman otros autores tales como Feyerabend, para Kuhn los paradigmas diferentes son
inconmensurables, es decir, no pueden ni siquiera compararse entre sí porque parte de puntos de vista
diferentes y, por tanto, entiende la realidad de forma diferente.

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Por otro lado, Lakatos partiendo de los planteamientos popperianos, pero superándolos,
critica la postura de Kuhn, pues ésta lleva a la imposibilidad de establecer un criterio de
demarcación y objetividad científica. Según Lakatos, la ingenuidad del falsacionismo
popperiano consiste en el supuesto de que una teoría queda falsada por un enunciado
básico que entre en conflicto con ella. La historia de la ciencia nos enseña que ningún
experimento, por crucial que parezca, ningún enunciado básico y ninguna hipótesis
falsadora son suficientes para acabar con una teoría importante; para ello es indispensable
que haya surgido otra teoría alternativa que se considere mejor que la anterior. Para
Lakatos más que de una teoría aislada habría que hablar de una sucesión de teorías. Estas
series dinámicas de teorías, a las que Lakatos llama programas de investigación
científicos, se conforman por un centro firme de hipótesis que están fuera del alcance de
cualquier intento de falsación. Por otra parte, para Lakatos un programa de investigación
científico es progresivo cuando conduce al descubrimiento de nuevos hechos, y es
regresivo cuando no aporta nuevos descubrimientos y se limita a explicar de forma
diferente las cosas que ya había explicado.

Por último, Paul Feyerabend es, posiblemente, el más radical de estos autores,
exponiendo su teoría anarquista de la metodología científica. Feyerabend considera que
las teorías científicas no pueden compararse entre sí, afirmando que son incomensurables.
Esto quiere decir que como las observaciones de los científicos están determinadas por las
teorías que defienden, en realidad, no puede decirse que una observación sea más
verdadera que otra. De este modo, la elección entre teorías científicas es un asunto, en
último término, subjetivo: verdad será simplemente aquello que la comunidad
científica acepte como verdadero.

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