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Introducción
Bases antropológicas
La vida de los seres humanos tiene un grado de complejidad que supera la de cualquier ser vivo.
La vida humana no es sólo biología (anima) y genética naturaleza (natura), es también biografía,
es decir, cultura, en el doble sentido de nurritura (alimentación) y cultivo, es decir, cuidado y
responsabilidad sobre la vida.
Laín Entralgo explica el doble componente biológico y biográfico de la vida humana de la siguiente
manera: Provisto del material genético que me transmitieron mis padres y por él
calladamente condicionado, yo, criado y educado en otra parte, hubiera podido ser
hombre de mil modos distintos: el modo del francés o el del esquimal, el del profesor o el
del arquitecto, el del impune o el del opulento. Entre tantas posibilidades, el destino me
hizo nacer en una determinada situación histórica de mi país.
Habría que añadir que la vida del ser humano no se agota en lo que dan la biología y la biografía.
Una de las originalidades del ser humano es adoptar una postura activa ante la vida y hacerse
cargo de no sólo de su biología sino1 Laín Entralgo, P. (1991): Cuerpo y alma. Edit Espasa Calpe.
La vida humana no se reduce a la aceptación de la vida dada por la genética o por la cultura,
incluye además la responsabilidad ética individual y colectiva de orientarla y transformarla,
cultivarla. Sólo el ser humano se mueve en la paradoja de recibir la vida y al mismo tiempo de
reconstruirla. La vida humana es algo recibido y al mismo tiempo cultivado, pasivo y activo, es
memoria y es proyección. Sólo las personas tienen la capacidad ética no sólo de dejarse vivir sino
de responsabilizarse de su vida.
Las posibilidades crecientes que la tecnología actual da al ser humano para orientar su
responsabilidad sobre la vida biológica están siendo estudiadas por la bioética. La orientación
sobre las posibilidades de actuar y de modificar la vida biográfica pertenece al ámbito de las
ciencias sociales y particularmente al de la educación y la animación sociocultural. Maalouf, un
autor al que aludiremos probablemente en más ocasiones, nos interroga sobre el uso desatinado
Que hacemos de nuestra propia biografía.
Muchas veces, dice este autor, no permitimos cultivar nuestra vida con determinados elementos
culturales nuevos que nos llegan de los otros o de otras culturas, otras veces ocultamos
determinadas pertenencias culturales por el hecho de ser marginales en un determinado contexto
social.
De tal forma es así que tener vida específicamente humana equivale a tener autobiografía y tener
autobiografía equivale a dejarse crecer en un humus cultural, a saber aprovechar las enseñanzas
del entorno, a poder disfrutar y «digerir» el patrimonio de la humanidad.
Esta es una de las dimensiones de la animación cultural: la extensión cultural. Siendo esta
dimensión receptiva una dimensión básica de la vida y del desarrollo humano, no sería sin
embargo suficientemente cultural y humana si la animación sociocultural descuidara la dimensión
de animar a los seres humanos a hacerse cargo de la necesaria transformación de la biografía
Individual y colectiva.
En definitiva cargar con la responsabilidad de la propia biografía implica una vertiente activa en la
que compartimos con nuestros contemporáneos lo que somos biográficamente y, al compartirlo,
cultivamos, reconstruimos y engrandecemos la vida específicamente humana.
Ejes
La animación
Animar es una palabra que tiene relación con los estudios antropológicos sobre el alma (anima)
humana y se refiere al aspecto vital y a la dimensión psicológica, mental y espiritual del ser
humano.
El diccionario de la lengua española identifica el verbo animar con infundir el alma, infundir valor,
infundir fuerza, comunicar alegría, cobrar ánimo, atreverse.
Animar no solamente tiene relación con el origen de la vida sino con su mantenimiento y su
fortalecimiento, es decir con la salud, el equilibrio y la armonía de la vida. En este sentido, es
curioso que la palabra salud, en la etimología indoeuropea, esté relacionada con la palabra saludo
y salvación.
El saludo es el símbolo de las buenas relaciones sociales; es el cordón umbilical que une biología y
biografía, genética e historia, individuo y colectividad. Una vida humana saludable dependería en
este sentido de unas buenas relaciones con el entorno. Desde esta perspectiva la animación no
hace sólo alusión al principio de vida sino a su mantenimiento y no hace solamente alusión a la
Vida física y genética sino a la vida social
Animar no solamente tiene relación con el origen de la vida sino con su mantenimiento y su
fortalecimiento. Fuente: Banco de imágenes del ITE Algunos autores, al hablar de animación
sociocultural, prefieren utilizar el término de dinamización antes que el de animación y mucho
más aún que el de reanimación.
Estos dos últimos términos podrían dar por supuesto procesos en los que se parte de cero o de
una situación de vida muy precaria o defectuosa. Efectivamente, la animación hace referencia a
dar vida a cosas inanimadas y la reanimación se utiliza, en medicina, para asistir a organismos
vitales muy deteriorados.
El término dinamización, en cambio, implica que no se parte de cero, no tiene ningún sentido de
reparación de algo defectuoso y supone insertar más fuerza o más ánimos en una vida ya
existente o en un proceso vital que tiene su propio dinamismo normalizado.
Animar, desde la perspectiva de la dinamización, implicaría más que dar ánima (alma) a cosas sin
vida o reparar la capacidad de determinados colectivos deteriorados, dar ánimos a personas que
están vivas e impulsar a personas que ya están participando en procesos normalizados de
desarrollo personal, de convivencia ciudadana y de transformación social.
En definitiva, lo que nos interesa destacar con este juego de palabras es que la animación no está
exclusivamente ligada a un paradigma de acción compensatoria ni a la rehabilitación de públicos
deteriorados o marginales.
Sin olvidar a los sectores sociales más empobrecidos, la animación se extiende a todos los
públicos y no presupone necesariamente personas que tengan deficiencias o incapacidades para
participar en procesos sociales.
Existen, sin embargo, como veremos, algunas definiciones de la animación sociocultural que
parecen identificar esta práctica educativa más con el concepto de animación que con el concepto
de dinamización.
Es verdad que la animación sociocultural como tal tuvo sus orígenes en los entornos de las
depresiones psicológica y social generadas por las guerras, mundiales o locales; también lo es que
en el mundo actual siguen existiendo personas muy castigadas psicológicamente por unas
condiciones económicas y políticas, que exigen modelos de intervención terapéutica como ayuda
para rehacer la vida en sus distintas dimensiones; pero del mismo modo es verdad que existen
otros colectivos en las sociedades desarrolladas y del bienestar que también necesitan ánimos y
fuerza moral para atreverse a participar con dignidad en procesos de desarrollo personal y
comunitario.
Otros autores, siguiendo con el juego de palabras, prefieren hablar de animación con el fin de dar
realce a la dimensión activa de los agentes implicados en cualquier proceso de participación
social. Animar, en este sentido, implicaría la ayuda prestada para que las personas auto dirijan y
Protagonicen su vida.
La animación haría referencia a la generación en las personas de dinámicas de acción de todo
tipo, con el fin de romper conductas pasivas, rutinarias y mecánicas que, impidiendo el desarrollo
de la creatividad, están asumiendo posturas despreocupadas de consumo, de obediencia y de
recepción acrítica de la cultura patrimonial y de la memoria tradicional.
La animaction cultural implicaría no solamente la acción que capacita para aceptar y recibir las
ideas de los otros sino también, como decía Ortega y Gasset, la acción que potencia la capacidad
de idear para los otros.
Animar implica prestar ayuda para que las personas auto dirijan y protagonicen su vida Suele
ocurrir que, en las sociedades marcadas por el estado del bienestar, los ciudadanos descargan sus
posibles iniciativas y responsabilidades en el papá estado, a quien consideran responsable de
pensar para todos y por todos, así como de solucionar todos los problemas de toda la gente.
Parece cuestionable el débil tejido social de redes colectivas y de movimientos ciudadanos al que
ha conducido este modelo caracterizado por un máximo de estado y un mínimo de sociedad civil.
“Tan dañina para la creatividad y la autonomía es una intervención excesiva desde fuera como un
aislamiento radical”
Por otra parte, la animación sociocultural realza la intervención prioritariamente cultural, antes que
mercantil o política, o mejor, una acción que cuando incide en el desarrollo personal y comunitario
no lo hace desde las instancias e instituciones políticas y económicas sino desde las culturales.
Lo cual implica, de entrada, una toma de postura a favor de la creencia en que la cultura no es
Un mero reflejo o consecuencia de las condiciones económicas de la vida, ni tampoco un mero
adorno de la vida para hacerla más agradable, sino un factor de transformación social y una
forma de ser y de vivir constitutiva y necesaria a todo ser humano
Lo que habría que ver es cómo son estas interrelaciones entre cultura, economía y política y cómo
la cultura interactúa de una forma autónoma, o relativamente autónoma, en medio de una relación
de fuerzas locales s y globales, económicas y políticas, simbólicas y productivas.
La cultura
Si el tiempo de ocio es la madre del saber habría que pensar, continua diciendo, que la teoría de
que la ociosidad es la madre de todos los vicios no es más que una estrategia que los grupos
sociales más poderosos han ido utilizando a lo largo de la historia para legitimar la imposición a los
esclavos de continuar trabajando incluso después de haber producido lo suficiente para su propia
supervivencia.
Ese excedente de trabajo, que los trabajadores realizan sin necesitarlo para ellos, es lo que
produce clases sociales ociosas. Para que esto fuera posible, se necesitaba una construcción
ideológica que permitiera a los esclavos encontrar sentido a vivir más por el interés de sus amos
que por el suyo propio. Ahí es donde tendría su origen, a juicio de Bertand Russell, la falsa teoría
de que la ociosidad es la madre de todos los vicios.
En realidad, el tiempo de ocio es como todo, depende del uso que se haga de él. Ha habido gente
ociosa que se ha degenerado en su tiempo libre. Pero esto no impide el reconocer que la
ociosidad, el tiempo lento, la experiencia rítmica de la vida, ha sido y sigue siendo la madriguera y
la cuna de la ciencia, de la cultura y de la civilización.
Todo proyecto nace en un tiempo de ocio y es necesario un tiempo lento, distanciado de las
preocupaciones más perentorias y de las urgencias más inmediatas, para poder dar y recrear
constantemente el sentido de la vida.
Sólo los que han dispuesto de un tiempo de calma en su trabajo, saben guardar distancia de las
prisas inmediatas o poseen tiempo libre, han generado ciencia y sabiduría.
En este sentido se puede decir que el tiempo de ocio es una madriguera de sabiduría. La escuela,
que significa espacio de ocio, ha sido el contexto más privilegiado en el que las distintas
sociedades vienen posibilitando y transmitiendo la cultura de generación en generación.
Las iglesias y los monasterios, otro gran espacio cultural, promovieron desde sus inicios una
organización del tiempo que favorecía la creación de cultura. Los benedictinos hicieron famosa la
distribución de las horas del día entre el trabajo, la oración, la cultura y el descanso.
Las fiestas populares, las noches tranquilas del invierno en torno al hogar y los largos días de
fiesta o inactivos, debido en muchas ocasiones a las inclemencias del tiempo, fueron un lugar
privilegiado en el origen de la cultura medieval popular.
(Bertrand Russell) se quejaba, cuando escribió el ensayo al que nos hemos referido, entre 1928
y 1935, de que con las nuevas tecnologías de trabajo y de producción no se hubiera generado un
brote de tiempo libre para todos y que todavía se insistiera en la necesidad de jugar a la mala
distribución del tiempo de ocio entre las clases populares.
Las nuevas herramientas de producción permiten que se puedan reducir enormemente los horarios
laborales y que todo el mundo pueda disponer del ocio necesario. Sin embargo, tanto las
posibilidades reales de ocio como su empleo están siendo tratados con tantas precauciones e
intereses que imposibilitan convertir el ocio en generador de cultura.
A pesar de las posibilidades de ocio que existen en el mundo moderno, se sigue, sin embargo,
viviendo en una cultura del máximo agotamiento en el trabajo. De tal manera es así que gran
parte del tiempo libre que la tecnología genera se está reconvirtiendo, para los parados, en tiempo
de miseria, de angustia y destrucción psíquica, una vivencia del tiempo antagónica con la creación
de ideas y con la participación activa en proyectos transformadores desde la cultura.
Para los trabajadores en activo, es tal el grado de competitividad y agotamiento que les supone el
tiempo de trabajo que a lo más que pueden aspirar la gran mayoría de ellos en su tiempo de ocio
es, en el mejor de los casos, a disfrutar pasivamente del patrimonio cultural y a obtener una serie
De placeres culturales servidos sin otra contrapartida que la de pagar y consumir.
Es posible que el trabajo siga produciendo tanto agotamiento que en el tiempo de ocio lo único que
apetezca sea mantener unas actitudes culturales pasivas y de consumo que conduzcan más a la
distracción que a la acción.
Todavía el trabajador está demasiado tiempo ocupado y activo en el trabajo productivo como para
salir de él con ganas de dedicar su tiempo de ocio a producir cultura, a generar proyectos, a crear
arte, a escribir, etc. Aunque el trabajador actual no se canse tanto físicamente como en épocas
Anteriores, sigue haciendo un esfuerzo cerebral tan grande que el estrés le inhabilita para, al salir
del trabajo, poder trabajar con la mente.
Por esto mismo, el ocio de las clases trabajadoras está ligado y reducido, en el mejor de los casos,
a un tiempo de pasividad mental y cultural, a recibir acríticamente los productos culturales de los
otros, a consumir, en definitiva, el patrimonio de cultura dominante que le llega del exterior.
Se puede constatar que el consumo de productos culturales en las sociedades actuales más
Desarrolladas es un fenómeno en alza. No podemos decir que asistir a espectáculos, ver cine y
televisión, escuchar lecciones y conferencias, hacer turismo cultural, comprar libros, contemplar
museos, etc. no sean pasos hacia adelante en la mejora de la ocupación del tiempo, pero hay que
reconocer que la actitud pasiva y receptora que preside la mayoría de estas actividades impide
alcanzar el grado de felicidad humana y de desarrollo social que implica la necesaria participación
creativa de todos los ciudadanos en la cultura y desde la cultura.
En la actualidad, el tiempo de ocio supone disfrutar pasivamente del patrimonio cultural sin tiempo
para acciones creativas
Esta situación hay que tenerla en cuenta para constatar que lo que predomina y lo que mejor
arraiga en el ámbito de las acciones de la animación cultural es la dinámica de extensión cultural
frente a la de creación cultural, la metodología de animación jerarquizada y descendente frente a la
animación horizontal y dialógica, los movimientos de integración frente a los movimientos
De transformación y, en definitiva, las actitudes receptivas y obedientes frente a las actitudes
creativas, responsables y libres.
Otra circunstancia que está afectando al empleo del tiempo de ocio en su relación con la cultura en
la sociedad actual es la velocidad a la que se ha sometido el ritmo de vida. Un signo de prestigio
social en la sociedad actual es tener todo el tiempo superocupado.
Carl Honoré, uno de los autores que más está cuestionando el culto a la velocidad, en su libro
sobre el elogio a la lentitud, convertido en un bestseller internacional, analiza una serie de
movimientos que ofrecen resistencia al uso de la velocidad por sistema.
La razón de esta resistencia la explica muy bien Javier Marías al considerar que la adición e
incontinencia a la velocidad diaria impide sistemáticamente que la gente pueda dedicarse a lo que
se dedica. Efectivamente, la velocidad nos impide protagonizar nuestra vida desde nosotros
mismos y desde nuestros proyectos culturales.
Desde el punto de vista cultural, la velocidad también nos envuelve. De la misma manera que se
nos vende envasada la comida rápida (hamburguesas, pizzas) o la salud rápida (pastillas contra la
glucemia, la hipertensión o el colesterol), se nos venden también envasada la cultura rápida
(paquetes de turismo cultural, aprendizaje de inglés en veinte días, etc.).
Vivimos en contextos en los que se está volviendo cada vez más problemático poder encontrar el
sosiego, el silencio, el reposo y el ocio necesarios para poder intervenir activamente en el ámbito
de la cultura. Se está volviendo cada vez más difícil encontrar ocio para poder hacer, silencio para
poder hablar y capacidad de escucha para poder dialogar.
Por eso, en lugar de hacer actuamos, en lugar de hablar repetimos y en lugar de dialogar nos
retiramos. Vivimos en contextos en los que es difícil encontrar el sosiego, el silencio, el reposo y el
ocio necesarios para poder intervenir activamente en el ámbito de la cultura
El problema de la gran tradición cultural es que sus productos culturales, ni siempre ni todos han
podido ser universalizables. Sólo puede extenderse a todos aquella cultura que surge de las
raíces, de los problemas y de las preguntas «radicales», comunes a todo ser humano.
Las respuestas a estas preguntas «raíces» o radicales han surgido, tanto en los productos
culturales de la gran tradición como en los de la pequeña tradición, tanto en los de la cultura
dominante como en los de la cultura silenciada.
La relación, aunque desigual, entre la gran tradición y la pequeña tradición, ha sido una constante
de la historia. Sin embargo, no ha sido el movimiento de extensión cultural unidireccional de arriba
hacia abajo, sino la relación de mestizaje entre culturas y el intercambio de respuestas posibles a
las preguntas comunes lo que ha engrandecido la cultura
Tan es así que muchos elementos de la cultura identificada como cultura de elite y asociada
actualmente a la gran tradición (ópera, cine, novela etc.) provienen de la denominada cultura
subalterna.
La animación sociocultural es una estrategia que invita al recuerdo del pequeño patrimonio popular
silenciado y a la participación en su mantenimiento y construcción
Progresivamente, la cultura del pueblo, la denominada pequeña tradición, fue conquistando cada
vez más espacios en los que desarrollarse y más tiempo para crearse y recrearse. Todo este
proceso de aliento, de animación, de conquista de espacios y tiempos para que el pueblo bajo
pudiera crear cultura desde sus propias preguntas y problemas, se ha considerado como la
prehistoria de lo que es hoy la animación sociocultural.
La animación sociocultural pretende mantener vivas las diferentes fuentes de creación cultural y
particularmente las fuentes más silenciadas. Desde esta perspectiva es desde la que afirmamos
que la animación sociocultural no es solamente una estrategia que invita al consumo del gran
patrimonio cultural y facilita su extensión, sino también una estrategia que invita al recuerdo del
pequeño patrimonio popular silenciado y a la participación en su mantenimiento y construcción.
En este sentido estaríamos de acuerdo con Trilla para quien, aunque la animación sociocultural
supone una revalorización de la cultura popular frente a la cultura de elite, aunque se polarice
hacia la democracia cultural y no tanto hacia la democratización de la cultura, aunque se presente
como una alternativa de participación real y creativa a la mera difusión, no creemos que sea
conveniente establecer oposiciones tajantes y a veces simplistas entre unas y otras (Trilla 1997. 17).
Tomamos la idea de Amín Maalouf, el autor del libro titulado Identidades asesinas, que concibe la
cultura y la identidad cultural no como un estado adquirido de una vez por todas sino como un
proceso dinámico que se construye a lo largo de toda la vida y con todas las experiencias, no
solamente con las experiencias adquiridas en los primeros años de la vida
.Amin Maalouf piensa que son muchas, distintas, distantes y plurales las pertenencias culturales
que vamos adquiriendo a lo largo del tiempo. Desde su experiencia de libanés afincado en París,
que habla dos lenguas, una heredada (el árabe) y otra elegida (el francés), que además es un
agnóstico pero con raíces religiosas en el cristianismo y alimentadas en el suelo del Islam, se
resiste a identificarse por una sola de sus múltiples pertenencias, heredadas o elegidas.
La prisa, la no integración del tiempo sereno en nuestras vidas se convierten en enemigas de una
construcción intercultural integradora de muchas pertenencias invisibles. Todo este tipo de
reflexiones, de la mano de Maalouf, pueden servirnos para asomarnos a la ventana de la
dimensión intercultural de la cultura y a una concepción dinámica y móvil de las identidades y de
las culturas.
En la sociedad actual, la animación intercultural se hace cada vez más urgente. Fuente: elpais.com
Animar a esta interacción cultural es más necesario aún al constatar la facilidad que el miedo al
otro tiene para instalarse en nuestro proceso de construcción de identidad y al observar los muros
electrónicos o de hormigón que lo protegen.
Lo social
El tercer elemento a tener en cuenta en la animación sociocultural es el social, que hace referencia
habitualmente a acciones realizadas por colectivos que viven en sociedad, o mejor, en pequeñas
comunidades. Lo social en las prácticas de animación sociocultural hace referencia siempre a una
comunidad reducida. La animación sociocultural en este sentido no se identifica con la política
cultural de una gran región, de un país o de una gran ciudad.
La animación se asocia a tareas desarrolladas con los habitantes de un territorio pequeño, sea un
barrio, una ciudad, un municipio, una comunidad. Lo social en las prácticas de animación
sociocultural hace referencia siempre a una comunidad reducida
A veces esta dimensión social se utiliza como estrategia para el cambio individual y subjetivo.
Pero la particularidad que adquiere trabajar en el ámbito social o comunitario desde la animación
sociocultural es justamente un movimiento inverso: transformar la actividad social desde la cultura
de los sujetos.
La cultura se convierte así en un medio de transformación comunitaria y no sólo personal. Para ello
se suelen plantear dos modelos de animación social o dos tipos de mediaciones transformadoras
de la comunidad: la mediación de lo cultural y la mediación de la conciencia crítica y reflexiva de
los sujetos.
Otras en cambio, contando con la conciencia de las personas y con su participación responsable,
se desarrollan, sin embargo, no desde mediaciones prioritariamente culturales sino desde
instancias productivas, comerciales o políticas. Los sindicatos, las cooperativas o los partidos
políticos actúan prioritariamente desde estas instancias.
Uno de los problemas de fondo que se viene planteando en el estudio de las relaciones entre
cultura y transformación social es el de delimitar hasta qué punto la cultura es un reflejo y producto
de las circunstancias sociales de la vida o es un agente transformador de la realidad social.
La pregunta que nos solemos hacer más a menudo es si la cultura produce nueva realidad social o
sencillamente lo que hace es reproducir la realidad ya existente; si la cultura es una pura
consecuencia de las circunstancias sociales o si, por el contrario, es una agente transformador
de esas circunstancias.
El debate originado sobre este tipo de cuestiones ha conducido, por una parte, a distanciar el
ámbito de la cultura de otros ámbitos transformadores de la realidad y, por otra, a minusvalorar o
sobrevalorar, dependiendo del marco teórico y doctrinal en el que nos situemos, sus posibilidades
transformadoras.
Humanismo materialista
Las tradicionales teorías sobre el humanismo materialista e idealista nos han sido presentadas de
una forma tan antagónica que ha sido difícil comprender una fecunda interacción en ellas.
Algunos de los representantes del humanismo materialista se quejan de que por no comprender el
verdadero sentido de su teoría se ha caído muy frecuentemente en dos errores que son funestos
para el desarrollo humano.
Lo que hay de fondo en este debate no es si el ser humano como sujeto interviene o no interviene
en la historia, algo que al parecer ninguno de los dos humanismos ha pretendido poner en
cuestión.
Lo discutible es lo que se entiende por sujeto activo y, en definitiva, por ser humano. Mientras el
humanismo idealista entiende al ser humano como una esencia con naturaleza propia e
independiente de sus circunstancias materiales, el humanismo materialista lo entiende como un ser
histórico entretejido en un proceso de muchos elementos y relaciones, particularmente de
relaciones productivas.
Para Althuser, uno de los que más ha difundido el humanismo materialista, la historia es un
proceso sin sujetos esencialistas, naturalizados y separados del propio proceso histórico en el que
participan y al que quieren transformar.
Según él, lo que determina en última instancia una formación y transformación social no es el
fantasma de la esencia humana, no es el hombre entendido como un ser cosificado, naturalizado,
desconectado e independiente de su proceso histórico de hominización, sino un sujeto entendido
como un ser dependiente del nudo de relaciones productivas en el que se encuentre.
Los hombres, entendidos así, son sujetos activos en la historia pero no son sujetos que empujan a
la historia desde fuera. La historia no se transforma ni depende de su exclusiva voluntad sino de
otros muchos factores de tipo productivo. La historia no depende de sujetos sino de motores.
Los sujetos son considerados como una fuerza más que actuando en la historia influyen en que
ésta pueda tomar un rumbo u otro, pero la influencia de su acción es fruto en última instancia de
las relaciones de producción y en concreto del lugar que cada uno de los sujetos ocupa en esa red
de relaciones productivas.
Althuser quiso negar el concepto esencialista de sujeto como motor originario de la historia, pero
no la intervención real de los sujetos en la transformación de la realidad. Algo que explicó con el
tecnicismo de que las relaciones de producción determinan la transformación social de la historia,
pero sólo en última instancia
Esto ha degenerado en una gran confusión que favoreció la idea del determinismo cultural y su
dependencia de las relaciones de producción. «Soutenance d'Amiens», de junio de 1975, publicada
en La Pensée en octubre de ese año e incluida Positions recopilación de textos), Ediciones Sociales,
Paris, 1976, p. 179. Traducida al español como «Defensa de tesis de Amiens» en Posiciones, editorial
Grijalbo.
Por aquellos mismos años, otros autores más directamente relacionados con los estudios
sociológicos de la educación, entre los que podemos citar a Bordieu, Passeron, etc. abundaron
en la misma idea del determinismo y difundieron la tesis de la reproducción cultural según la cual ni
los sujetos ni la cultura tienen capacidad de transformación social.
En este sentido es en el que se decía y justificaba que las instituciones culturales, sobre todo las
instituciones educativas, reproducían en los alumnos las relaciones sociales preexistentes.
La actividad educativa se comenzó a interpretar como una institución legitimadora del statu quo
más que como una instancia transformadora de la realidad. Muchos educadores apoyados en este
tipo de doctrinas abandonaron la ilusión en la fuerza transformadora de la cultura.
Una de las razones de proclamar la muerte a la escuela estaba basada en la teoría de su función
reproductora más que transformadora. Otros educadores que optaron por un compromiso
transformador de la realidad, ante este tipo de teorías, no solamente dejaron de creer en la fuerza
transformadora de la institución educativa sino en la virtualidad de cualquier instancia cultural para
transformar la realidad Estos educadores optaron por encauzar su compromiso social hacia otros
ámbitos de transformación distintos al de la cultura como fueron la política o la acción sindical.
Althuser reconoció más tarde la poca seriedad de sus trabajos y sus seguidores se fueron
desmarcando de sus análisis. Bordieu también auto cuestionó su trabajo diciendo que su libro
sobre la reproducción fue escrito en el momento más estructuralista
.La doctrina de la animación sociocultural, que pretendía transformar la realidad desde la cultura,
tuvo que hacer frente a toda una difusión de teorías deterministas y reproductoras.
Estas no favorecieron en nada la relativa autonomía de la cultura y de los sujetos para actuar
desde su conciencia crítica en la transformación social.
Desde esta perspectiva era muy fácil convertir la animación cultural en una plataforma de
distracción o de diversión. Dos términos que hacen referencia a una fuerza centrífuga que sale del
sujeto hacia la búsqueda pasiva del espectáculo.
Diversión, distracción, espectáculo, pasar el tiempo eran dinámicas de animación a las que la
animación cultural, desde un proyecto de transformación social, tuvo que enfrentarse para hacer de
la cultura y de la conciencia subjetiva crítica dos mediaciones importantes del desarrollo social y
personal.
Humanismo idealista
Otras teorías que procedían del humanismo más idealista, promovieron el valor del sujeto, de los
símbolos e imaginarios colectivos y en general de la cultura por encima de todo Se pensaba
incluso, desde este sector, que los sujetos eran el único origen posible de cualquier cambio social.
Para el humanismo idealista más tradicional, las doctrinas más extendidas eran las de una teología
dualista que interpretaba al ser humano como un sujeto totalmente autónomo respecto a sus
condicionantes materiales.
La materia, el cuerpo, la carne, el mundo eran más bien un peligro y una amenaza de la que había
que liberarse que una condición de posibilidad de ser humano. Desde una perspectiva idealista
más antropológica se consideraba que eran los sujetos quienes, en nombre propio y bajo su
exclusiva responsabilidad, debían erigirse en libres protagonistas de la historia por encima de sus
circunstancias históricas.
En este contexto, tuvo lugar el nacimiento de la UNESCO: «Puesto que las guerras nacen en la
mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la
paz» se lee en el acta de constitución. Era la fuerza del alma, la voluntad, el ánimo, la mente, los
ideales lo que deberían mover la historia.Desde el humanismo idealista los sujetos son los únicos
responsables de su historia por encima de las circunstancias
En este contexto nace la animación, que en sus orígenes muchas veces se reducía
exclusivamente al ámbito cultural del ser humano, entendido como un ámbito independiente de las
interferencias con los otros ámbitos de la realidad (economía, política, etc.) La animación
educativa y cultural que se realizaba desde esta perspectiva no tenía mucho que ver con una
transformación real de las estructuras sociales y sí con el ámbito de las actitudes individuales o de
la cultura en su sentido más abstracto y desconectado de la vida de carne y hueso
.
El humanismo idealista fue potenciado en gran parte, y desde otra perspectiva laica, por las
doctrinas de una postmodernidad que exaltaba la expresión del “yo» y cuestionaba cualquier
modelo comunitario por considerarlo comunitarista y homogeneizador.
Para el postmodernismo, lo realmente valioso en cultura y en educación era la creatividad, la
originalidad, el aprendizaje desde cero por encima de una educación basada en la enseñanza, en
la transmisión de un patrimonio y en la herencia de saberes.
El culto a la espontaneidad era preferible a la receptividad y a la escucha atenta. En definitiva se
cuestionaba, por alienante, cualquier norma superior al individuo y se sospechaba de cualquier
proyecto colectivo por considerarlo a priori un freno para la expansión libre de cada individuo
.La animación sociocultural, como proyecto colectivo y social, tuvo que afrontar el desafío que
Cuarta vía
Se trata de paradigmas que permiten una nueva forma de acercarse a la realidad, de dejarse
cuestionar por ella, una nueva forma de formular las preguntas y de obtener respuestas, un nuevo
estilo de observar procesos y de desarrollarlos.
Definiciones
Las distintas combinaciones de los tres elementos anteriormente analizados y el distinto énfasis
que pueda obtener cada uno de ellos han dado lugar a un amplio número de definiciones de las
que solamente recogemos algunas. Para constatar la complejidad de matices que se dan en la
animación sociocultural ofrecemos un conjunto de definiciones clasificadas por el énfasis que se
da a cada uno de los tres elementos analizados anteriormente.
El elemento «animación»
La actividad cultural
Existen definiciones que insisten en la extensión democratizadora de la cultura pero otras lo hacen
en la dimensión democrática y la capacidad de todas las personas para crear cultura. La dimensión
democratizadora postula la extensión cultural, es decir la popularización de la cultura patrimonial
y el consumo de cultura. La dimensión democrática introduce la creación de cultura popular, la
cultura como actividad transformadora. El voluntariado, el planteamiento de lo lúdico y del tiempo
libre aparece muy ligado a esta dimensión cultural
Quintana Cabanas La animación sociocultural es una actuación intencional para transformar las
Actitudes individuales y colectivas mediante la práctica de actividades sociales, culturales y lúdicas,
hechas de un modelo participativo.
Huges de Varine (recogida por Ander Egg) Conjunto de esfuerzos que tienden a estimular la
participación activa en las actividades culturales y al movimiento general de innovación y de
expresión personal y colectiva.
J.P. Imhof: Es una función de adaptación a las nuevas formas de vida social con los aspectos
Complementarios de remedios a las inadaptaciones y de elemento de desarrollo individual y
colectivo.
UNESCO: 1982 La ASC es el conjunto de prácticas sociales que tienen como finalidad estimular la
iniciativa y la participación de las comunidades en el proceso de su propio desarrollo y en la
dinámica global de la vida sociopolítica en la que están integrados.
Xavier Úcar: 1992 La Animación sociocultural, como tecnología social, la podemos ubicar en el
campo de la intervención sociocultural y se definir como aquél proceso intencional y sistemático de
irrupción en una realidad sociocultural concreta que pretende transformarla en orden a una mejora
de la calidad de vida.
De una forma rápida vamos a ofrecer algunos cuadros de las distintas funciones, ámbitos, entornos
y estrategias de la animación sociocultural. Nuestra intención es ofrecer datos sobre los distintos
modelos de animación sociocultural con el fin de que el lector pueda conocer lo que realmente se
hace en este ámbito y además pueda juzgarlos desde el marco teórico que haya podido
construirse con las reflexiones de la primera parte.
Funciones
Los objetivos funcionales que suelen presentarse en los distintos procesos de animación
sociocultural son los siguientes:
Barrios
Centros cívicos
Espacios escolares
Centros culturales
Universidades Populares
Universidades de
Mayores
Bibliotecas
Teatros
Asociaciones
Grupos profesionales de
trabajo
Grupos de edad
En realidad no hay creatividad cultural sin patrimonio cultural, como no hay utopía sin memoria, ni
futuro sin historia. La creación cultural no surge de la nada, necesita el material de datos y de la
información.
El proceso de la creación cultural podría esquematizarse de la siguiente manera: tener datos,
tener información, tener memoria, para con la información y con la memoria adquirir conocimiento y
conseguir identidad, para con la interrelación de diferentes conocimientos y la relación de
diferentes identidades adquirir sabiduría y construir cultura y civilización.
Lo que queremos decir con todo esto es que la difusión de datos forma parte del proceso creativo
de información, la difusión de información forma parte del proceso creativo del conocimiento, la
difusión del conocimiento forma parte del proceso creativo de la cultura.
Este sencillo esquema podría sernos útil para comprender la complementariedad necesaria que
ha de existir entre difusión y creación cultural.
Sin embargo puede ocurrir -de hecho ocurre- que determinadas dinámicas de animación cultural
dan tanta importancia a la difusión y expansión del patrimonio cultural que minimizan su virtualidad
creadora.
Otras en cambio acentúan tanto la creación cultural que la hacen imposible por falta de
información y de conocimientos. Las dos dinámicas son complementarias aunque a veces se
presenten de una forma tan disociada como se presenta en la tabla siguiente:
Reducen al individuo a un rol pasivo El individuo asume un rol activo El objetivo es hacer buenos
productos El objetivo es crear buenos procesos
Desarrolla la democratización cultural
Establece la democracia cultural Privilegia el valor del patrimonio oficial Privilegia el
patrimonio popular
Privilegia la extensión cultural de las elites Privilegia la sabiduría popular
Privilegia el programa Privilegia el proyecto
Privilegia la socialización Privilegia la sociabilidad
Privilegia el espectáculo Privilegia la participación
Privilegia el consumo cultural Privilegia su valor de uso
Privilegia el bienestar Provoca al bien ser
Descendente - ascendente
Sin embargo estas posturas dualistas no suelen ser del todo correctas. Se dice que no hay una
mejor práctica que una buena teoría. Tampoco la experiencia y la enseñanza son dinámicas
irreconciliables en los procesos de aprendizaje
Es más, las dos se necesitan mutuamente, porque no dejaría de ser un tanto paradójico privar del
patrimonio cultural de la humanidad, es decir de las respuestas obtenidas a largos siglos de
preguntas, en nombre de la creatividad y de dar prioridad a las preguntas propias.
Aunque una relación dialógica e interactiva entre estas dos tendencias sería la ideal, no es sin
embargo frecuente. Dependiendo de la insistencia que se da a un polo u otro se pueden reconocer
en la vida real dos tipos de metodologías alternativas caracterizadas de la siguiente manera:
Lineal - circular
Esta doble metodología no es nada nueva. Ya la literatura clásica nos la presentaba a través de la
mitología. Una metodología circular está representada en la mitología griega y otra lineal en la
mitología bíblica. Viajeros como Ulises salen de su tierra para volver de nuevo.
Representan una cultura basada en la añoranza del hogar abandonado y en la vuelta al inicio. Los
viajeros de la Biblia, como Abrahán hacen un recorrido lineal, dejan su tierra y avanzan sin mirar
para atrás, permanentemente hacia lo desconocido.
Presentar estas dos metodologías de una forma bipolar sería una simplificación. Pensamos más
bien que ambas son también susceptibles de complementación. Por ello volvemos a provocar al
lector proponiéndole un modelo de metodología en espiral, invitándole a que complemente en la
medida de sus posibilidades la virtualidades de la metodología lineal, que avanza sin cesar hacia lo
nuevo y desconocido, pero reconociendo al mismo tiempo, a una cierta distancia, determinadas
referencias por las que ya ha pasado, compaginando utopía y realismo, creencia y racionalidad,
riesgo y seguridad, etc.
Ofrecemos solamente una simple guía que desde un punto de vista operativo puede ayudar a
hacer una buena programación. Bastaría con responderse a las preguntas siguientes:
. Resumen
Dentro del marco de fundamentación que domina en todas las unidades didácticas de este
documento se realiza una reflexión antropológica sobre lo que es la animación sociocultural,
apoyándonos en el desarrollo de las tres palabras claves que la componen: animación, cultura y
sociedad.
Se parte del supuesto que la animación, en el ámbito de la animación sociocultural, es siempre
social y colectiva. Para ello nos servimos de las distintas palabras que utilizan los analistas de la
animación sociocultural: animación, dinamización, animaction.
Unas tienen connotaciones de recepción pasiva por parte de colectivos que se definen como
colectivos desanimados. Otras tienen connotaciones más participativas y no presuponen
destinatarios desanimados, marginales o deficitarios, sino colectivos que, teniendo energía,
quieren encauzarla bien y rentabilizarla al máximo.
Conviene relacionar el concepto de cultura al de tiempo libre y ocio, dado que la animación
sociocultural se desarrolla en estos periodos de tiempo.
Desde esta perspectiva se considera al tiempo libre como un gran potencial de asimilación y
creación de cultura.
El ocio no es, como se ha venido diciendo, la madre de todos los vicios, sino la cuna y madriguera
donde se genera la cultura.
Tiempo de ocio no equivale a tiempo de vicio. Lo cual no quiere decir que algunas personas no se
hayan degenerado con el ocio.
La animación sociocultural, en el sentido más educativo del término, lo que pretende es que el ocio
no se convierta en vicio ni en negocio, sino que sea una herramienta al servicio de la generación
de sentido y de cultura colectiva.
La dimensión social pretende abordar el aspecto de transformación social que contiene la cultura.
La animación sociocultural pretende transformar la sociedad desde la cultura.
. Actividades De aplicación
1. Explique por qué el tiempo de ocio es un tiempo adecuado para actividades de animación
sociocultural.
2. Elabore una definición propia de animación sociocultural y justifique los distintos elementos que
ha introducido en ella.
3. Compare la animación sociocultural con la educación en la escuela y señale algunas de las
diferencias más notables.
4. Si usted tuviera que coordinar una actividad de animación sociocultural con personas adultas
¿qué metodología utilizaría ascendente o descendente?
Justifique la respuesta
Propuestas didácticas
OPCIÓN A: Parta del supuesto de que usted es un animador sociocultural. Suponga que tiene que
organizar una actividad con la comunidad de la localidad donde reside el propósito es atender las
necesidades de los niños en edad escolar y el adulto mayor
De lo que se trata es de reunir durante media jornada a padres con hijos en edad escolar, y a
hijos cuyos padres sean ya de una edad mayor
Generar las estrategias y acciones para lograr una participación activa Lo que se le pide es que
haga una programación previendo todos los elementos necesarios para que al encuentro pueda
asistir el mayor número de padres posibles, así como de hijos y resulte positiva para ellos, para los
hijos y, en definitiva, para toda la comunidad.
OPCIÓN B: Diseñe una metodología de animación sociocultural para dinamizar a los vecinos del
barrio de la ciudad en la que vive, con objeto de que los grupos sociales del mismo funcionen de
una manera cada vez más autónoma.