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Universidad Autónoma de Santo Domingo

Recinto Santiago-Edificio Ercilia Pepín

Facultad de Ciencias de la Salud

Trabajo presentado como requisito de la asignatura Nutrición (FAR-3510)


Sección:
01

Semestre en curso:
2020-10

Nombre:
Altagracia Toribio Rosario

Matricula:
100300632

Asignación:
Nutrición en lactancia materna

Facilitadora:
Dra. Iris Zapata

Fecha límite de entrega:


19 de mayo del 2020

Santiago De Los Caballeros


República Dominicana
Introducción

Durante la mayor parte de la historia del hombre, los bebés se han desarrollado con un
solo alimento: la leche materna. Durante la primera mitad del siglo XX, la leche
materna en polvo preparada para su comercialización empezó a sustituir lentamente a la
leche materna como el alimento preferido de las madres para sus bebés. Las agresivas
campañas publicitarias que promovieron la leche como un alimento más nutritivo que la
leche materna convencieron del cambio a muchas familias, incluso en los países en
desarrollo. Pronto la alimentación mediante leche materna en polvo se convirtió en un
símbolo de elevado estatus, una prueba de la riqueza familiar y de pensamiento
moderno.

En la década de los setenta, esta tendencia comenzó a invertirse a medida que el


movimiento de “vuelta a la naturaleza” trajo una renovada apreciación de la simplicidad
natural de amamantar a los bebés y una aversión hacia la intromisión corporativa en la
alimentación de los bebés. Al mismo tiempo, varias organizaciones internacionales,
incluidas la Organización Mundial de la Salud, UNICEF y La Leche League,
empezaron a promover las ventajas nutricionales, inmunológicas, financieras y
emocionales de amamantar a los bebés, así como los programas desarrollados para
fomentar y apoyar la lactancia a escala mundial.

Estos esfuerzos han merecido la pena. En 2002, los índices de lactancia en EE.UU.
alcanzaron un pico histórico con el 70% de nuevas madres que ahora empezaban a
amamantar a sus bebés en el hospital y más del 33% de las madres que seguían
amamantando a sus bebés de seis meses de edad. En todo el mundo, algo más de la
mitad de las mujeres amamantan exclusivamente a sus bebés hasta los seis meses como
mínimo; sin embargo, este valor es significativamente menor en EE.UU., donde sólo el
10% de los niños maman exclusivamente a los seis meses de edad. La Healthy People
2010 pretende aumentar la lactancia posparto temprana hasta alcanzar el 75% entre las
madres de EE.UU., de las que un 50% sean madres que aún amamanten a sus bebés a
los seis meses de edad, y un 25%, hasta los doce meses después del parto.
Lactancia:

La lactancia (producción de leche materna) es un proceso que se pone en marcha


durante el embarazo en respuesta a varias hormonas. Una vez establecida, la lactancia
puede mantenerse siempre que las glándulas mamarias continúen recibiendo los
estímulos adecuados.

Durante el embarazo, la placenta produce estrógenos y progesterona. Además de


realizar varias funciones para mantener el embarazo, estas hormonas preparan las
mamas físicamente para la lactancia. Las mamas aumentan de tamaño y se forman las
glándulas que producen leche (alvéolos) y los conductos galactóforos. Hacia el final del
embarazo, aumenta la hormona prolactina. La prolactina se libera mediante la glándula
pituitaria anterior y es responsable de la síntesis de leche. Sin embargo, el estrógeno y la
progesterona suprimen los efectos de la prolactina durante el embarazo.

Para cuando el embarazo llega a su fin, el nivel de prolactina es unas 10 veces mayor
que al principio del embarazo. En el nacimiento, termina el efecto supresor del
estrógeno y la progesterona, y la prolactina puede estimular libremente la producción de
leche. La primera sustancia que se libera de las mamas y que se ingiere mediante la
succión del bebé es el calostro, que a veces se denomina primera leche. Es espesa, de
color amarillento, rica en proteínas e incluye anticuerpos que ayudan a proteger al
recién nacido de infecciones. También es relativamente rico en vitaminas y minerales en
comparación con la leche madura que viene después. El calostro también contiene un
factor que promueve el crecimiento de una especie determinada de bacteria “amistosa”
en el tracto GI del bebé. Estas bacterias, por su parte, evitan el crecimiento de otras
bacterias que podrían resultar potencialmente perjudiciales. Finalmente, el calostro tiene
un efecto laxante en los bebés, lo que ayuda al bebé a expulsar meconio, la “primera
deposición” pegajosa.

Entre los dos y cuatro días en la mayoría de las mujeres, el calostro es sustituido por
leche madura. La leche madura de las mamas contiene proteínas, grasas e hidratos de
carbono (en forma de la lactosa del azúcar). Gran parte de las grasas y proteínas que se
sintetizan en las mamas, así como el resto de los componentes llegan a la leche desde el
flujo sanguíneo de la madre.

La producción de leche materna continuada y sostenida depende totalmente de la


succión del bebé (o de un estímulo similar, como una bomba mecánica). Los bebés que
succionan estimulan la producción continuada de prolactina que, a su vez, estimula aún
más la producción de leche. Cuanto más larga y vigorosa sea la alimentación, más leche
se producirá. Así, incluso gemelos y trillizos pueden alimentarse con leche materna.
La prolactina permite la producción de leche, pero esa leche debe moverse por los
conductos galactóforos hasta el pezón para llegar a la boca del bebé. La hormona
responsable de esta “bajada” de leche se denomina oxitocina. Al igual que la prolactina,
la oxitocina se produce mediante la glándula pituitaria y su producción depende del
estímulo de succión al principio de la alimentación. Esta respuesta suele producirse a
los 10-30 segundos, pero puede inhibirse significativamente debido al estrés, lo que
produciría frustración tanto para la madre como para el bebé. Por tanto, es importante
encontrar un entorno relajante en el que amamantar al bebé. Por otra parte, muchas
mujeres sufren decepciones por otras indicaciones: mamas totalmente llenas, oír llorar
al bebé o incluso pensar en él.

Necesidades nutricionales de las mujeres que amamantan:

Puede que se sorprenda al saber que la lactancia requiere incluso más energía y
nutrientes que el embarazo. Esto se debe a que la leche materna debe suministrar una
cantidad adecuada de nutrientes que necesita el bebé para crecer y desarrollarse.

Se estima que la producción de leche requiere en torno a unas 700-800 kcal/día. En


general, se recomienda que las mujeres que amamantan a sus bebés a partir de los 19
años consuman 330 kcal/día más por encima de sus necesidades energéticas antes del
embarazo, durante el primer semestre de lactancia y 400 kcal/día adicionales durante el
segundo semestre10. Esta energía adicional es suficiente para mantener una producción
adecuada de leche y al mismo tiempo ayudará a perder gradualmente el exceso de grasa
y peso corporal que se ha ganado en el embarazo. Es fundamental que se eviten las
intensas restricciones de energía, ya que esta práctica puede hacer que se produzca
menos leche.

La pérdida de peso que se produce durante la lactancia debe ser gradual (de 0,5 a 1,8 kg
al mes aprox.). Participar en una actividad física con regularidad puede ayudar a perder
peso; la 2005 Dietary Guidelines for Americans confirma que ni el ejercicio ocasional
ni regular afectan negativamente a la capacidad de lactancia de la mujer. Sin embargo,
hay algunas mujeres activas que pueden perder demasiado peso durante la lactancia y
deben aumentar su aporte energético o reducir su nivel de actividad para mantener la
salud y la producción de leche.

MACRONUTRIENTES:

En cuanto a los macronutrientes, las necesidades de hidratos de carbono y de proteínas


son diferentes de las del embarazo. Durante la lactancia, se recomienda un aumento de
entre 15 y 20 g/día de proteínas y de 80 g/día de hidratos de carbono por encima de los
requisitos previos al embarazo.

MICRONUTRIENTES:

En el caso de los micronutrientes, las necesidades de varias vitaminas y minerales


aumentan en cuanto a los requisitos del embarazo. Éstas incluyen vitaminas A, C, E,
riboflavina, vitamina B12, biotina y colina, y minerales como el cobre, cromo,
manganeso, yodo, selenio y cinc. Las necesidades de folato durante la lactancia son de
500 µg/día, que están por debajo de los 600 µg/día necesarios durante el embarazo, pero
superan las necesidades antes del embarazo (400 µg/día).

Durante la lactancia, las necesidades de hierro disminuyen significativamente a tan sólo


9 mg/día. Esto se debe a que el hierro no es un componente significativo de la leche
materna y, además, la lactancia suele suprimir la menstruación al menos unos cuantos
meses, lo que minimiza las pérdidas de hierro.

El calcio es un componente importante de la leche materna; pero, al igual que sucede en


el embarazo, la absorción mejora durante la lactancia, y las pérdidas de calcio a través
de la orina disminuyen. Asimismo, parece que una determinada cantidad de calcio
procede de la desmineralización de los huesos de la madre, y un aumento del calcio
dietético no evita esto. Así, el aporte de calcio recomendado para las mujeres durante la
lactancia es el mismo que durante el embarazo, es decir, 1.000 mg/día. En cambio,
debido a su continuo crecimiento, las madres adolescentes que amamantan a sus bebés
deberían seguir consumiendo 1.300 mg/día. Normalmente, si el aporte de calcio es el
adecuado, la densidad ósea de una mujer vuelve a la normalidad poco después del
periodo de lactancia.

Necesidad de complementos:

Si las mujeres que amamantan a sus bebés aumentan adecuadamente su aporte


energético, y lo hacen con alimentos muy nutritivos, normalmente cubrirán sus
necesidades nutricionales sin complementos. Sin embargo, no hay nada malo en tomar
multivitaminas elementales para mayor seguridad, siempre que no sustituyan a una
nutrición adecuada. Las mujeres que amamantan a sus bebés deben consumir ácidos
grasos omega-3, ya sea mediante el pescado o con complementos, para aumentar sus
niveles de este ácido graso en su leche materna; de este modo, se fomenta el desarrollo
del sistema nervioso del bebé. Las mujeres que no consumen productos lácteos deben
controlar atentamente su aporte de calcio.

LÍQUIDOS:

Puesto que se gasta líquido adicional cada vez que el bebé mama, las mujeres en
periodo de lactancia necesitan consumir en torno a una cuarta parte adicional de
líquidos al día (1 litro aprox.). El nuevo AI de agua total es de 3,8 l/día para las mujeres
que amamantan a sus bebés, incluidos unos 13 vasos de bebida18. Esta cantidad
adicional facilita la producción de leche y evita la deshidratación. Muchas mujeres
refieren que, al minuto o a los dos minutos de empezar a amamantar a sus bebés, sienten
mucha sed. Para evitar esta sed y conseguir el aporte de líquidos recomendado, se anima
a que tomen bebidas nutritivas (agua, zumo, leche, etc.) cada vez que amamanten a sus
bebés. No obstante, no es bueno tomar bebidas calientes mientras el bebé mama, porque
si éstas se derraman por accidente, pueden quemar al bebé.
Calidad nutricional de la leche materna:

Como se ha indicado anteriormente, el calostro en un líquido rico en proteínas que se


secreta entre los primeros dos y cuatro días tras el nacimiento; es algo bajo en cuanto a
energía total, grasas y lactosa si se compara con la leche madura y es más rico en
vitaminas A y E.

La cantidad y los tipos de proteínas de la leche materna se ajustan perfectamente a los


bebés humanos. El contenido de la leche materna es de un 70% de suero (muy soluble)
y un 30% de caseína (solubilidad baja en los ácidos gástricos). La principal proteína de
la leche materna (lactoalbúmina) forma parte de la fracción de suero y los tractos GI
inmaduros del bebé pueden digerirla con facilidad; continúa siendo soluble incluso en el
entorno ácido del estómago, lo que reduce el riesgo de dolores gástricos. Otras proteínas
del suero fijan el hierro y evitan el crecimiento de bacterias perjudiciales que requieren
hierro. Los anticuerpos de la madre son proteínas adicionales de la leche que ayudan a
evitar infecciones mientras que el sistema inmunológico del bebé siga sin estar
totalmente desarrollado. Determinadas proteínas de la leche humana mejoran también la
absorción de hierro, una característica importante porque la leche materna es baja en
hierro. La leche de la vaca contiene demasiadas proteínas para el bebé, y su contenido
en caseína hace que al bebé le resulte mucho más difícil digerirlas y absorberlas.

El principal hidrato de carbono de la leche materna es la lactosa, un disacárido formado


por glucosa y galactosa. La galactosa es importante para el desarrollo del sistema
nervioso. La lactosa proporciona energía y evita la ketosis en el bebé, al igual que
promueve el crecimiento de bacterias beneficiosas. También ayuda en la absorción de
calcio. La leche materna contiene más lactosa que la leche de vaca, lo que refuerza las
ventajas del proceso de la lactancia.

Al igual que sucede con las proteínas, la cantidad y los tipos de grasas de la leche
materna se ajustan perfectamente a los bebés humanos. Las grasas de la leche materna,
especialmente el DHA y el ácido araquidónico (ARA), han revelado ser esenciales para
el crecimiento y desarrollo del sistema nervioso del bebé y para el desarrollo de la retina
ocular. Hasta 2002, se omitieron estos ácidos grasos de la leche comercial para bebés en
EE.UU., aunque sí se incluyeron en la leche para bebés en otros países durante casi toda
una década. Curiosamente, la concentración de DHA en la leche materna varía
considerablemente, pues depende de la dieta de la madre y es más elevada en mujeres
que comen mucho pescado48. Aunque se comercializan complementos de DHA, se
recomienda que las embarazadas y las mujeres que amamantan a sus bebés obtengan
dicho DHA de alimentos saludables.

En cuanto a los micronutrientes, la leche materna es una buena fuente de calcio y


magnesio que puede absorberse fácilmente. Es baja en hierro, pero lo poco que contiene
de este mineral puede absorberse fácilmente (recuerde que los bebés almacenan hierro
como preparación para sus primeros meses de vida).
Conclusión

La lactancia es el resultado del esfuerzo coordinado de varias hormonas, incluidas el


estrógeno, la progesterona, la prolactina y la oxitocina. Las mamas están preparadas
para la lactancia durante el embarazo, y la succión del bebé proporciona el estímulo que
mantiene la producción de prolactina y oxitocina necesaria para mantener el suministro
de leche. Se recomienda que las mujeres que amamantan a sus bebés consuman 500
kcal/día adicionales al aporte energético necesario antes del embarazo, entre las que se
incluyen más proteínas, determinadas vitaminas y minerales, y líquidos. Los requisitos
de folato y hierro disminuyen en comparación con los niveles durante el embarazo,
mientras que las necesidades de calcio permanecen invariables. Si el aporte de
nutrientes es inadecuado, la producción de leche disminuirá y la mujer producirá un
menor volumen de leche materna.

Los factores inmunológicos de la madre, incluidos los anticuerpos y las células


inmunológicas, pasan directamente de la madre al recién nacido a través de la leche
materna. Estos factores proporcionan a los bebés una importante protección frente a las
enfermedades mientras aún no se haya desarrollado por completo su sistema
inmunológico. Se ha demostrado que los bebés que se alimentan de leche materna
tienen una menor incidencia de infecciones del tracto respiratorio, del tracto GI y del
tracto urinario que los bebés alimentados con leche para lactantes, así como un menor
índice de diarrea, infecciones auditivas y enterocolitis necrotizante, una grave
descomposición de la mucosa intestinal. También se ha demostrado que los bebés que
se alimentan de leche materna presentan una mejor respuesta inmunológica al polio, al
tétano y a la difteria. Incluso unas cuantas semanas de lactancia son beneficiosas, pero
cuanto más se alimente el bebé de leche materna, mayor nivel de inmunidad pasiva de la
madre adquirirá. En EE.UU., los índices de mortalidad infantil se han reducido un 21%
en los bebés alimentados con leche materna. Un informe de UNICEF estima que, en
parte debido a esta protección inmunológica, si cada bebé se alimentase exclusivamente
de leche materna durante su primer semestre de vida, se salvarían 1,3 millones de vidas.
Se ha estimado que la lactancia tiene el potencial de reducir los costes en salud de
EE.UU. hasta en 3.600 millones de dólares al día gracias a estos efectos protectores.
Bibliografía

NUTRICIÓN Janice L. Thompson, Melinda M. Manore y Linda A. Vaughan. Capitulo


17.

file:///C:/Users/Altagracia/Desktop/Medicina-
UASD/Nutricion/Nutricion_Thompson_Manore_Vaughan.pdf

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