de edad, los simples principios aquí descritos ayudarán a su fami-
lia a comenzar el proceso de curación y restauración.
BREAKING FREE (series de audio o DVD)
Una serie de enseñanza que identificará por qué haces las cosas
que no quieres hacer. "El bien que deseamos hacer no lo hacemos,
pero terminamos practicando el mismo mal que no desea-
mos" (Rom. 7). Esta enseñanza ayuda a identificar la raíz de los
conflictos en las relaciones y enseña a crucificar los viejos hábitos
que han producido problemas continuos. Esta es una de las ense-
ñanzas más populares de Jack.
DE LA ESCLAVITUD A LA FILIACIÓN (serie de audio)
Cada uno de nosotros es creado con la capacidad de recibir amor
de una madre y un padre. Sin embargo, muchos de nosotros no po-
demos decir que nos hemos comportado como verdaderos hijos o
hijas de nuestros padres o de nuestros padres espirituales. Cuando
rechazamos el "espíritu de la filiación" (un espíritu de humildad y
entrega) en la adolescencia, asumimos una actitud de independen-
cia o autosuficiencia, tomando el control de nuestras vidas.
Esto puede fácilmente desbordarse más tarde en nuestra relación
con la autoridad y el Padre Dios. Esta serie aborda los temas de
sentirnos como huérfanos espirituales (como si nunca hubiéramos
tenido un hogar seguro), recibir nuestra herencia en Cristo y entrar
en una verdadera intimidad con Dios, la autoridad espiritual y los
demás.
156
DE ESCLAVITUD ESPIRITUAL A
HIJO ESPIRITUAL
Jack Frost
DEDICACIÓN
Con gran admiración yo dedico este libro al Capitán Al Kline. Él
fue el primer hombre en creer en mi cuando yo no creía en mi mis-
mo. Cuando era joven, inseguro, y buscaba encontrarme, el Capi-
tán Kline no solo me tomó en su corazón y me enseñó las formas
del mar, sino también se convirtió en una figura paternal cálida y
sencilla quien me impartió confianza, auto valor, y creyó que es
posible vencer cualquier adversidad encontrada en el mar. Estas
cualidades me han ayudado a permanecer en curso y seguir flotan-
do a través de las varias tormentas en mi vida.
RECONOCIMIENTOS
A finales de los 90s, dos maestros, quienes después llegaron a ser mis ami-
gos, fueron tal vez los que más me han ayudado a traer revelación de vida
viva como un hijo más que un esclavo o un huérfano. James Jordan fue el
primero que escuché enseñar sobre el corazón huérfano. Puedes aprender
más de él en www.fatherheart.net. El otro fue Mark Stibbe, de quien cuyo
libro, Huérfanos a Herederos, también recibí esta revelación. Mi enseñanza
sobre ser hijos no hubiera sido posible sin la contribución que estos hom-
bres han jugado en mi vida en años recientes.
En suma, tres parejas han contribuido en el crecimiento general y
desarrollo de mi carácter además del de mi esposa (Trisha), al per-
manecer con nosotros mientras trabajamos nuestros asuntos pater-
nales y maternales no resueltos con ellos. En ese proceso, ellos vie-
ron el potencial en nuestras vidas y pacientemente esperaron para
que creciéramos en hijos maduros y tomáramos responsabilidad de
la misión por la que Jesús murió -vivir para experimentar el amor
de Dios y darlo a la siguiente persona con la que nos encontremos.
Agradezco al Obispo Houston y Evelyn Miles quienes han sido mis
padres espirituales. Ellos continuaron amándome y valorándome du-
rante mis años de inmadurez espiritual cuando yo valoraba a las au-
toridades espirituales de mi vida por lo que podían hacer o no por mi
y no por la relación.
Ha sido la gentil guía de nuestros amigos y mentores, Roger y Pat
Gosnell, quienes me han ayudado a mantener mi vasija en aguas pro-
1

fundas cuando vientos fuertes me tiraron al piso. Lo hicieron a través
de enseñarme el camino de la humidad y la disposición de ir de un
lugar alto a uno bajo de manera que pudiera experimentar las dimen-
siones profundas de la naturaleza de Dios en mi vida. Roger me en-
seño a nunca pensar de mi mismo como demasiado importante como
para detenerme de valorar limpiar los baños. El ministerio de cómo-
da es el lugar donde nosotros verdaderamente nos damos cuenta de
que estamos llenos.
No les diré en cual playa estaríamos perdidos Trisha y yo si no
hubiera sido por el Mayor Richard y Christine Jones. Estos ofi-
ciales del ejercito de salvación, como padres amorosos, nos guia-
ron durante nuestros primeros años de cristianos y nos motivaron
a cumplir el llamado de Dios. Ellos me animaron a dejar el mar y
descubrir nuevas aventuras, ministrando a los quebrantados y sin
esperanza.
 Si tus actitudes o acciones han ofendido o contaminado a toda
la familia, el lugar de trabajo o la iglesia, entonces después de ir
a ellos individualmente, puedes reunir al grupo y pedirles cor-
porativamente que te perdonen y te den gracia mientras intentas
hacer algunos cambios en la vida.
 Pídele a la persona espiritualmente madura, ante la que eres res-
ponsable, que se reúna contigo semanal o mensualmente.
 Asegúrate de que esta persona sea madura y no tenga miedo de decirte
la verdad con amor y que no se ponga de acuerdo (profanación) con
los problemas que tengas con los demás, sino que sepa cómo ayudarte
a juzgarte en cada asunto (ver 1 Co. 11:31).
 Discuta cualquier otro punto ciego que esté siendo expuesto y
haga que oren con usted sobre los asuntos.

TABLA DE CONTENIDOS  Pregúntales cómo puedes crecer y madurar en las relaciones.

Introducción
Capítulo 1 Sin temor (Una comprensión mucho más profunda de la importancia de re-
solver conflictos está disponible en mi serie de audio de CD,
Capítulo 2 Un corazón huérfano "¿Prefieres tener razón o tener una relación?" La información so-
Capítulo 3 ¿En qué misión estás? bre este tema se encuentra en la parte posterior del libro).
Capítulo 4 Sin ser hijo, no hay herencia
Capítulo 5 Recibiendo tu herencia EXPERIMENTANDO EL ABRAZO DEL PADRE
Capítulo 6 Huérfano o hijo Experimentar el Abrazo del Padre es un excelente recurso para
Capítulo 7 Encontrando tu camino a casa cualquiera interesado en crecer o ministrar en el mensaje de amor
Capítulo 8 ¿De quiénes son hijos? del Padre. El estilo de escritura del autor hace que este libro sea
Capítulo 9 Cerrando puertas abiertas fácil de leer, sin embargo es uno de los libros más completos y de
mayor impacto disponibles sobre el conocimiento de Dios como
Capítulo 10 El banco de Jack Padre.
Conclusión
Preguntas para discusión SANANDO EL CORAZÓN DE LA FAMILIA (serie de audio)
¿Quién es tu papi?
Como padre y esposo cristiano, goberné a mi familia con control e
Apéndice A Tabla de contraste Huérfano/hijo intimidación. Trisha luchó con el miedo y los límites permeables,
Apéndice B El ministerio de Restitución e impartió la inseguridad y la ira a nuestros hijos. En esta serie
compartimos el plan que Dios nos reveló para traer la curación en
nuestra familia. Hablamos abiertamente de cómo esto trajo amor,
unidad y reconciliación. Ya sea que sus hijos tengan 5 o 50 años
2 155
 Agradezca esta oportunidad de crecimiento. Dios está usando
esta situación para ayudar a exponer los patrones de hábitos
destructivos ocultos y llevarlos a la muerte.
 Llame por teléfono para programar una reunión con la persona
ofendida. Una carta no es la mejor manera porque no les da la
oportunidad de responder, además de que documenta en lugar de
eliminar la ofensa. Acérquese a ellos con humildad y respeto.
 Programe la reunión en el mejor momento del día para ellos.
Deje tiempo suficiente para discutir los temas.
 Comience la reunión diciéndole a la persona que Dios le ha estado re-
velando cómo su actitud y sus acciones han tergiversado el amor de
Dios hacia ellos. Ejemplo: "Dios me ha llamado la atención sobre lo
equivocado que estaba (dígales la ofensa básica sin entrar en detalles).
Significaría mucho para mí si me perdonara. ¿Me perdonarás?"
 No entres en demasiados detalles, dando así al enemigo algo
con lo que trabajar y una oportunidad para despertar la amargu-
ra, el resentimiento o la deshonra en la otra persona.
 No esperes que te perdonen. Pueden hacerlo, pero no lo requie-
ren, ya que no siempre sucede.
 En este momento, no mencione sus faltas. Sólo toma posesión
de las tuyas. (Más tarde, si tu autoridad espiritual lo considera
prudente, y se restablece la confianza con la persona, puedes
acudir a ellos por las heridas que has recibido de ellos).
 No intentes disminuir tu ofensa cambiando la culpa, justifican-
do tu comportamiento por las heridas pasadas, o intentando po-
ner una excusa porque tuviste un mal día. Eso sólo sirve para
disminuir el arrepentimiento piadoso. Asume la plena responsabili-
dad de tu deshonra y tergiversación del amor de Dios.
 Pregúntele a la persona si hay otras áreas que haya visto perso-
nalmente que le hayan ofendido a él o a otros. Pida perdón y
disculpe cada área que mencione.
 Puede que quiera hacer esto individualmente con cada miembro
de la familia que pueda haber ofendido o deshonrado. 154
INTRODUCCIÓN
Dependiendo de a quién le preguntes, he sido descrito como un
hombre de gran integridad, compasión, fidelidad, y carácter sóli-
do. Pero no muchos años atrás, si le hubieran preguntado a mi fa-
milia, ellos probablemente hubieran usado palabras como intenso,
agitado, distante, impulsivo u obsesionado. Si tu le hubieras pre-
guntado a alguien con autoridad espiritual sobre mi vida y ellos
respondieran dolorosamente honestos, ellos hubieran dicho, “Jack
es ego céntrico, autodestructivo, auto referente, o busca vivir para
su propia venta al valorar a la gente por que ellos pueden hacer
por él y no por una relación genuina.
Exteriormente, yo era persona de servicio, sacrificio, auto disciplina,
y aparente lealtad. Pero interiormente, estaba lleno de ambición es-
piritual -el deseo profundo de algún logro o distinción y la voluntad
de luchar para alcanzarlo. Tenía un deseo insaciable de ser visto y
contado entre los maduros y exitosos. Esto resultó en una profunda
lucha interna con la competición, rivalidad, y celos, y me dejaba
siempre permeando sensación de intranquilidad -el sentimiento de
que hay algo más que hacer o poner de manera de que me pueda
sentir valorado, afirmado o sentir que pertenezco.
Fue a finales de los 90’s cuando comencé a darme cuenta de que,
aunque había sido un cristiano dedicado desde 1980 y había tenido
encuentros profundos con el Espíritu Santo, mi lucha era atribuida
a lo que ahora conozco como un corazón huérfano. Fue educado
con padres atléticos hiper competitivos cuyo amor no me cubría o
me daba la sensación de seguridad o aceptación.
Para ellos yo era no un “ganador”, así que no había lugar para afir-
mación, confort, pertenencia, o afecto. Por lo tanto, comencé a lu-
char y a buscar cualquier reconocimiento que pudiera obtener, lo
que me llevó a una vida de aparente éxito, pero también a una vida
de tratar de esconder el sentimiento de frustración, agitación e in-
certidumbre.
Un corazón huérfano no era algo que yo pudiera sacar. ¡Oh, cuán-
to mi esposa lo trató hacer! Estructuras de hábitos de pensamiento
y creencias impías se habían desarrollado durante mi vida y ha-
bían llegado a ser un pensamiento de huérfano. Esto tenía que ser
reemplazado por una revelación experiencial del amor paternal de
Dios y reposicionar mi corazón a ser hijo. Un corazón de hijo es
un corazón que se siente en paz y seguro del amor de Dios; cree
que pertenece, es libre de culpa y auto condenación, camina en
3
honor hacia todas las personas, y está dispuesto a ser humilde de-
lante del hombre y de Dios. Está sujeto a la misión de Dios de ex-
perimentar su amor y darlo.
Conforme el movimiento de mentalidad huérfana a de hijo comenza-
ba en mi vida, algunas transformaciones remarcables comenzaron a
ocurrir. El corazón de mis hijos rebeldes comenzó a ser restaurado al
corazón de Dios y al mío. Mis relaciones con aquellos en autoridad
se convirtieron de sentir que tenía poco favor a recibir el gran honor
dado sobre mi esposa y yo.
También experimentamos un aumento en el área de finanzas y la
habilidad de influenciar la vida de las personas a través del mundo
para el Reino de Dios.
Este libro está diseñado para hacer mi camino de esclavitud a ser
hijo, tu camino también. Te guiaré a través de numerosas expe-
riencias de la vida real en el mar, dentro de mi familia, y dentro de
la iglesia. Cada historia contada, en algún grado u otro, te llevará a
decir “¡Ese soy yo! ¡Yo respondo a la gente y a las circunstancias
de la misma manera!” No solo revelaré problemas de raíz, sino
que daré verdades prácticas que te ayudarán a comenzar el movi-
miento de vivir la vida sintiéndote más como un siervo o esclavo,
a vivir una vida sintiendo que eres un hijo o hija favorecido y ate-
sorado. Tu serás retado o lleno de convicción, y también animado
y confortado conforme la esperanza por la transformación y res-
tauración te ayuda a encontrar un lugar seguro en medio de la tor-
menta.
Experimentando el Abrazo del Padre,
-Jack Frost
4 153
 Se preocupa más por las necesidades de los demás que por
nuestro propio orgullo y los muros de autoprotección.
 Está dispuesto a dejar de lado la necesidad de tener razón para
ver la curación en aquellos a los que hemos herido u ofendido.
 Elige caminar con apertura y transparencia, y voluntariamente
se presenta y reconoce nuestro pecado contra el amor y cómo
hemos herido u ofendido a otros.
 Nos quita el enfoque de nosotros mismos (autocompasión) y comienza
a enfocar nuestra energía en la humildad, la confesión, el perdón, el
arrepentimiento y la curación del dolor que hemos causado a otros.
Practicando el Ministerio de Restitución
1. Pídele a Dios que te revele cada una de las formas en que has
causado daño u ofensa a otra persona (ver Salmo 139:23-24).
 ¿Cuál es la ofensa básica? ¿Cómo degradaste, devaluaste, des-
honraste o lastimaste a esa persona?
 Pídele al Espíritu Santo que traiga convicción y arrepentimiento
a cada asunto individual (ver Rom. 2:4).
2. Pídele a los líderes espirituales maduros que te conocen perso-
nalmente que te amonesten en tus puntos ciegos.
 Repase con ellos las ofensas que ha notado (vea Stgo. 5:16; Ef. 4:15).
 Dales permiso para que te digan la verdad en amor, sobre lo que han
visto en ti y que podría ser percibido como ofensivo o corrupto.
 Pídele que te diga cómo puedes acercarte a la persona ofendida
y restaurar la relación.
3. Pide perdón por cómo tu inmadurez, actitudes, acciones o ne-
gligencia han causado daño u ofensa.
 Coloca la culpa principal sobre los demás en los conflictos relaciona-
les porque sentimos que hemos sido tratados injustamente. Si no me
hubieran hecho eso... o... si sólo me hubieran hecho esto, entonces la
vida sería mejor y no me vería obligado a actuar de esa manera.
 Intenta persuadir a los demás a sentir lástima por nosotros y a reco-
nocer que hemos sido tratados injustamente (profanación), fortale-
ciendo así la fortaleza de la autocompasión interior.
 Puede tratar de compensar nuestros fracasos relacionales con
un aumento de la actividad hiperreligiosa, esforzándose agresi-
vamente por ganar autoestima o aceptación, o podemos asumir
un falso sentido de responsabilidad y echarnos toda la culpa de
los conflictos relacionales, negando así a los demás la oportuni-
dad de ocuparse de sus propios problemas.
 A menudo lleva a que los demás se sientan manipulados o degra-
dados cerrando nuestro corazón a aquellos que no están de acuerdo
con nuestra autocompasión, dejando así a los demás la sensación
de que tienen poco valor o honor en nuestra presencia.
 Nos deja insatisfechos en el trabajo, la iglesia y en casa, y que-
remos escapar a un lugar donde podamos encontrar descanso.
Por otro lado, el arrepentimiento piadoso siempre implica acción.
No son sólo emociones y lágrimas.
 Es estar tan afligido por las heridas y el estrés que nuestras acciones y
actitudes han traído a los demás que ahora estamos dispuestos a humi-
llarnos y hacer lo que sea necesario para restaurar relaciones sanas.
 Llega a odiar los patrones de hábitos destructivos que han tergi-
versado el amor y la gracia de Dios para los demás.
152
CAPITULO 1
¡SIN TEMOR!
Los marineros lo llaman “El Mar del Miedo.” El Paso Drake, las
500 millas de océano sureño entre Cape Horn y la península An-
tártica, es hogar de algunas de las más peligrosas aguas en la tie-
rra.
Las temperaturas del agua ahí son tan heladas que si caes al agua
quedas inconsciente de la hipotermia en menos de 5 minutos -con
una muerte rápida a continuación. También es el cuerpo de agua
más confuso en el mundo para navegar. Sin un continente que lo
bloquee, el agua en el Paso Drake gira continuamente en un movi-
miento circulatorio constante de oeste a este. Súmale
vientos que soplan en exceso de 35 nudos por más de 200 días al
año, y tienes un paso de océano que es peligrosamente impredeci-
ble. Las condiciones pueden cambiar de calma a tormenta en un
suspiro, y nunca sabes a qué ángulo las olas llegaran. El Mar del
Miedo ha sido el cementerio de más de 400 botes y barcos que
han caído en sus manos.
Como capitán licenciado de barco de pesa y más que un aventure-
ro, tengo mis impulsos de viajar a las regiones más remotas de la
tierra. Así es como terminé como parte de una expedición desde la
parte sur de Chile, pasando Cape Horn, hasta el Mar del Miedo.
¡Créanme, fue todo un viaje, guiar un barco de 74 pies en un viaje
de 3 días a través de vientos de 40 a 50 nudos y olas de más de 30
pies! Después pasamos un par de semanas en Antártica. Era la
época del año en el continente sureño cuando el sol nunca baja
por el horizonte. Por dos semanas no vimos oscurecer.
Conforme comenzábamos nuestro viaje de regreso a través del
Paso Drake, el capitán de la expedición, quien tenía años de expe-
riencia viajando en esta parte del mundo, dijo, “Este es lo más cal-
mado que he visto el Mar del Miedo.” Y, de verdad, a penas y ha-
bía viento -tan poco viento, de hecho, que estábamos operando
con poder del motor. Al mismo tiempo, habíamos puesto cada pie
cuadrado de tela posible para poder tratar de atrapar cualquier
viento que pudiéramos.
Estábamos a 150 millas al sur de Cape Horn en una región del
mar donde muchos botes se han hundido por los 10000 pies de
agua constantemente en movimiento con la corriente que viene de
la placa continental y más o menos explota en el aire. Esto fue tal
vez la parte mas traicionera del viaje. 5
Era la 1:30 en la mañana y estábamos experimentando la primera os-
curidad después de dos semanas, pero solo por una hora. Luego el sol
brillaba de nuevo.
De los 8 de nosotros en la expedición, cinco estaban en sus literas
abajo, mientras que el capitán, un artista exitoso cristiano amigo
mío llamado David Costello (www.davidcostello.com) y yo esta-
ban a cargo de la timonera. La noche había estado tranquila sin
viento y relativamente mar calmado; y estábamos ahí meramente
solo para trabajar las velas y realizar otras tareas rutinarias necesa-
rias. El calor en la timonera era tibio y acogedor. A fuera, sin em-
bargo, la temperatura estaba en los 30s, lo que de hecho es algo
tibio para esa época del año.
Sosteniéndonos
De repente, sin advertencia, el viento aumentó considerablemente.
Aguanieve helada sopló de lado conforme el viento rápidamente
alcanzó fuerza y velocidad, y en asunto de minutos la temperatura
bajó a temperaturas bajo cero. Con cada pie cuadrado de vela, in-
mediatamente estábamos enfrentando una situación peligrosa. El
repentino inicio del vendaval la fuerza de los vientos golpeando
toda esa vela amenazaba con destruir el mástil y voltear nuestro
bote. El medidor de lista, que dice que tan lejos está el barco inclinán-
dose de babor o estribor, el cual estaba clavado en los 45 grados, esta-
ba trabado conforme el viento en nuestras velas nos arrastraba tan le-
jos de estribor que el agua estaba subiéndose a la cubierta.
El capitán nos gritó, “¡Todos a cubierta! ¡Tenemos que quitar algo de
velas para que no perdamos el mástil!” En este punto fue que experi-
mentamos el primer momento real de pánico durante todo el viaje.
Aquí estaba un hombre quien conocía el viaje Antártico y navegar en
el mar del sur, y quién ha viajado en vela alrededor del mundo varias
veces, y él estaba ansioso gritándole a dos hombres que no conocían
nada del océano del sur o este tipo de mar. Así que naturalmente, es-
tábamos atemorizados... ¡Aterrorizados es una mejor palabra!
No había tiempo para ponernos nuestro equipo de ártico
(máscaras, trajes, guantes) porque cada segundo aumentaría nues-
tra probabilidad de desastre. Pero conforme corrimos a la puerta,
el capitán gritó, “¡Póngase sus arneses!” Estos arneses tenían una
longitud de 10 pies de cuerda o línea de vida que se ajustaba a otra
cuerda que corría a la popa del barco a la proa. Usar un arnés ase-
guraba que permaneciéramos en barco en caso de que fuéramos
lavados por la borda, haciendo posible que seamos jalados de nue-
6 151
APÉNDICE B
EL MINISTERIO DE RESTITUCIÓN
Si nuestras acciones o actitudes han causado daño a otra persona,
puede ser necesario ir a esa persona y corregir cualquier error para
romper los patrones destructivos de nuestras relaciones. Aunque
Dios nos perdona cada error específico la primera vez que lo pedi-
mos, podemos seguir cosechando lo que hemos sembrado; por lo
tanto, para romper ese ciclo y empezar a restablecer la confianza,
a menudo es necesario hacer todo lo posible para llevar la cura-
ción a los demás y tratar de restaurar la relación fracturada. Inclu-
so si sentimos que la otra persona está equivocada en un 98 por
ciento y nosotros sólo estamos equivocados en un 2 por ciento,
somos 100 por ciento responsables de caminar en el perdón y el
arrepentimiento de nuestro 2 por ciento (véase Mateo 5:22-26).
Puede que no sea suficiente que otra persona te perdone. Puede que aún
cargue con la culpa inconsciente o la vergüenza por la ofensa y tenga la
necesidad de pedir perdón para ser libre. También puede haber un blo-
queo en la relación hasta que reconozcas que les has hecho daño. La otra
persona puede haberte perdonado, pero la confianza ha sido violada. Has-
ta que no reconozcas tu ofensa, es difícil que vuelvan a confiar en ti por-
que el perdón y la confianza son dos cosas diferentes. Entonces responde-
rás con autocompasión (sentimientos de pena por nuestro sufrimiento) o
con un arrepentimiento en acción que comienza a reconstruir la confianza
con aquellos que fueron ofendidos (ver 2 Co. 7:9-11).
La autocompasión rara vez conduce a un comportamiento trans-
formado o a relaciones restauradas.
 Disminuye, a nuestros ojos, la gravedad de cada pecado que co-
metemos contra el amor y el honor hacia los demás.
 Impide el arrepentimiento piadoso cuando sentimos que la vida
no ha sido justa con nosotros y creemos que los demás son la
causa de nuestras frustraciones. Por lo tanto, no miramos a Dios
sino a las personas para satisfacer nuestra necesidad.
 Contrastando el corazón huérfano con el corazón de la filiación
Continuación
Corazón huérfano Corazón de la filiación
Competencia, rivalidad y celos RELACIONES DE Humildad y unidad al valorar
por el éxito y la posición de los PAREJAS a los demás y poder regocijar-
se en sus bendiciones y éxitos.
demás.
Acusación y exposición para MANEJANDO LAS El amor cubre mientras buscas
hacerte quedar bien haciendo FALTAS DE LOS restaurar a los demás en un
quedar mal a los demás. DEMÁS espíritu de amor y gentileza.
Ver la autoridad como una VISIÓN DE LA AU- Respetuoso, honrando: los ves
fuente de dolor; desconfianza TORIDAD como ministros de Dios para
hacia ellos y falta de una acti- el bien en tu vida.
tud de sumisión en el corazón.
Dificultad para recibir amones- VER LA ADMONI- Ver la amonestación como
taciones; debe tener razón para CIÓN una bendición y una necesidad
en vuestra vida para que vues-
que fácilmente se hieran sus
tras faltas y debilidades sean
sentimientos y cierre su espíri- expuestas y mueran.
tu a la disciplina.
Guardado y condicionado; EXPRESIÓN DE Abierto, paciente y afectuoso
basado en el desempeño de AMOR mientras usted pone su vida y
otros mientras buscas satisfa- sus agendas en orden para
satisfacer las necesidades de
cer tus propias necesidades. los demás.
Condicional y distante SENTIDO DE LA Cercano e íntimo
PRESENCIA DE
DIOS
Esclavitud CONDICION Libertad
Sentirse como un Siervo/ POSICIÓN Sentirse como un Hijo/Hija
Esclavo
Ambición espiritual; el de- VISIÓN Para experimentar diaria-
seo sincero de algún logro y mente el amor incondicio-
distinción espiritual y la nal y la aceptación del Pa-
voluntad de esforzarse por dre y luego ser enviado co-
ello; un deseo de ser visto y mo representante de su
contado entre los maduros. amor a la familia y a los
demás.
¡Lucha por lo que puedes FUTURO La filiación futura libera tu
herencia!
150
vo (¡Considerando, claro, que no nos haya dado un ataque cardía-
co por la tormenta o que la hipotermia no nos reclama primero!)
Con nuestros arneses puestos, volamos la puerta de la timonera
hacia cubierta. Instantáneamente, la aguanieve soplada por el viento
se sintió como cientos de agujas en nuestra piel desprotegida.
El capitán se acomodó a medio del barco para tomar la vela prin-
cipal y me asignó el lado a estribor donde una de las otras velas
estaba asegurada. Porque estábamos pesados, el agua estaba a nivel
de mi rodilla en mi ubicación, y la única cosa que me mantenía en
cubierta eran dos cables de acero corriendo por todo el barco.
Excepto por este viaje, David nunca había estado en océano
abierto por mucho tiempo. Así que, según me dijo después, esta-
ba paralizado de miedo conforme se acercaba a proa donde el ca-
pitán le había ordenado ir. Si alguna vez has estado en la proa
cuando las mareas están altas, ¡Tú tendrás el paseo de tu vida!
Aunque no haya viento en el Mar del Temor, aun puedes experi-
mentar levantamientos de diez pies por el movimiento del agua
en esta área. Y cuando el viento llega, inmediatamente se con-
vierten en mares de 20 y 30 pies. Pero conforme el bote toma el
pico de las olas y caen en la parte baja de ellas, la proa cae deba-
jo de ti, suspendiéndote 1 o 2 pies sobre la cubierta hasta que re-
gresa de nuevo a encontrarte al inicio de la siguiente ola. Y todo
el tiempo estás agarrándote de todo lo que puedas para no ser la-
vado fuera por la borda.
Mientras tanto, yo estaba de manos y rodillas, gateando a estribor
para tomar suficiente vela para evitar que el mástil fuera arranca-
do. Los vientos aullaban, las velas estaban tronando, y el rocío
congelado y el hielo que soplaba estaba me entumeciendo hasta
hueso. Finalmente, terminé el trabajo conforme el capitán com-
pletaba el suyo, y él gritaba “¡Regresen a la timonera!”
Conforme el capitán y yo gateamos de regreso al lujoso calor de
la timonera, yo dije, “¡Hombre, qué aventura! ¡Eso fue increíble!
¡Este es el tipo de cosas por las que vine a este viaje!” ¡Entonces
miramos por la ventana y descubrimos que David todavía estaba
en la proa! Él había metido su línea de vela, pero al hacerlo había
apilado cuerda extra encima de la cuerda de vida que estaba pe-
gada a su arnés, a la cuerda que llevaba de proa a popa. Aunque
él parecía estar enredado, él aún era capas de moverse, aunque
David estaba congelado en la proa. Él seguía de rodillas, aferrado
al cable con todo lo que tenía, y cada vez que la proa caía, depen-
diendo del tamaño de la ola. El aguanieve estaba soplando de la-
7
do, y él estaba sin su equipo ártico, sus manos estaban congeladas APÉNDICE A
y entumidas, y parecía paralizado.
El capitán y yo estábamos en el calor de la timonera preguntándo- Corazón huérfano Corazón de la filiación
nos, ¿Qué está haciendo? No podíamos adivinar porqué David no
se metía. Finalmente decidimos, “Tal vez solo está disfrutando el
Ver a Dios como Maestro IMAGEN DE DIOS Ver a Dios como un Padre
paseo de su vida.” Unos pocos minutos después, David finalmente Amoroso
gateo de regreso a la timonera. “Dave, ¿Qué estabas haciendo allá
afuera?” Él no dijo ni una palabra. Él solo fue hacia abajo en la Independiente/ DEPENDENCIA Interdependiente/ Recono-
cabeza (el baño), y no salió hasta después de 15 minutos. Autodependiente cer la necesidad
Vive por el amor de la ley TEOLOGÍA Vive por la ley del amor
Soltando Inseguridad/ falta de paz SEGURIDAD Descanso y paz
Por los siguientes varios días David no nos dirigió ni una palabra
a ninguno de nosotros acerca de su experiencia en la proa. Cuando Esfuérzate por el elogio, la NECESIDAD DE Totalmente aceptada en el
aprobación y la aceptación APROBACIÓN amor de Dios y justificada
alguien sacaba el tema, él solo decía, “No puedo hablar de eso.” por la gracia.
Finalmente, cuando todos estábamos en el aeropuerto por 6 horas, de la gente.
esperando por nuestro vuelo a casa, David comenzó a abrirse. Necesidad de logro perso- MOTIVO PARA Servicio motivado por una
“David,” yo dije. “dime que te pasó.” nal mientras buscas impre- SERVIR profunda gratitud por ser
sionar a Dios y a los demás, amado incondicionalmente
Él dijo, “ Tuve mi momento de sacudida ‘Shackleton’. El momento o no hay motivación para y aceptado por Dios.
por el que vine con ustedes a este loco viaje a la Antártica.” Sir Er- servir en absoluto.
nest Shackleton fue el líder de una expedición a la Antártica en 1915-
El deber y ganarse el favor MOTIVO DETRÁS Placer y alegría
17, quién junto con su personal completo de 27 hombres, sobrevivie-
de Dios o no tener ninguna DE LAS DISCIPLI-
ron por dos años en el continente del sur después de que el casco de
motivación. NAS CRISTIANAS
su barco, El Aguantador, fue destrozado por hielo compacto.
David ahora tenía 58 años. Él había crecido en una situación de "Debe" ser santo para tener el MOTIVACIÓN PA- "Quiero" ser santo; no quie-
casa extremadamente dura; y hasta sus treintas él había sido al- favor de Dios, aumentando así RA LA PUREZA ro que nada impida relación
el sentido de vergüenza y cul- íntima con Dios.
cohólico. En el camino había lastimado también las vidas de su
esposa e hijas, y su propia se había separado de las costuras. pa
Luego David tuvo un profundo encuentro con Jesucristo y con el El rechazo de compararse AUTOIMAGEN Positivo y afirmado porque
Espíritu Santo. Después de que él llegó a ser cristiano él comenzó con los demás. sabes que tienes tal valor
a seguir el mensaje del “corazón del padre” que yo enseñé a través para Dios.
de Shiloh Place Ministries. Así es como llegué a conocerlo. Él Busca consuelo en los afectos FUENTE DE CON- Busca momentos de quie-
asistió a muchos de nuestros eventos, y porque él amaba el mar, falsos: adicciones, compulsio- SUELO tud y soledad para descan-
rápidamente nos hicimos buenos amigos. nes, escapismo, ocupaciones, sar en la presencia y el
amor del Padre.
Mientras tanto, David desarrolló un apasionado deseo de ver a su actividad hiper-religiosa.
familia sanada y restaurada pero se frustró mucho consigo mismo.
“Parece que no puedo entender,” él me confesó una vez.
“Recibo todas estas enseñanzas, pero el amor de Dios no se mue-
ve de mi cabeza a mi corazón. Mi familia tiene mucho que sanar.
Y yo sé que necesito tener un rompimiento en mi temor a la inti-
midad para poder facilitar la sanidad con ellos. Es como que vivo
en mi ‘pueblo entumido’. Yo conozco todos los principios de la
8 149
¿Qué cambios pueden empezar a hacer esta semana que empie-
cen a sembrar lealtad e integridad hacia la autoridad?
¿Creen que necesitan ir a una de sus autoridades y practicar el
ministerio de restitución con ellas?
Octava parte
Discuta el área de su vida de pensamiento que tiende a arrastrarle
más. ¿Qué áreas de tus pensamientos están más a menudo de
acuerdo con el pensamiento huérfano? ¿Qué le impide desplazar
esos pensamientos con pensamientos del amor de Dios hacia us-
ted?
¿Quién te soportó durante tus años de "pensamiento adolescen-
te", cuando valorabas a los demás por lo que podían hacer por ti
y no por la relación? Habla sobre tu relación con ellos y lo que
han significado para tu vida a través de los años.
¿Quién te ayudó a madurar y a crecer espiritualmente? ¿Qué han
significado estas personas para tu vida? ¿Saben cuánto has valo-
rado su aportación? ¿Necesitas disculparte con ellos por algo?
¿Crees que deberías escribirles una carta de agradecimiento y
aprecio por todo lo que han sembrado en tu vida?
¿De qué tres maneras puedes expresarles tu gratitud y honor en
los próximos tres meses por lo que han sembrado en ti? ¿Cómo
puedes hacer que lo que es importante para ellos sea importante
para ti?
148
Biblia. Conozco los principios del amor de Dios, pero nunca ha
sido verdaderamente real para mi.”
Aquel día en el aeropuerto, David dijo, “Cuando estaba en la
proa, no podía desenredar mi línea de vida. Sabía que estaba ato-
rado. Mi única posibilidad de librarme era desamarrar la línea de
vida de la cuerda de seguridad y hacerme camino al calor de la
cabina sin ayuda de ella. Pero el temor de ser lanzado por la bor-
da me evitaba soltar. Y me senté ahí pensando, Esta no es una
manera tan mala de morir.” (La hipotermia te da una sensación
como de cocaína justo antes de caer.)
“Estaba justo en la parte de la sensación entumida,” David dijo,
“qué no había tenido en más de diez años, y estaba aun empezan-
do a disfrutarlo. Es cuando escuché una voz dentro de mi decir
‘¡Vive!’ Entonces escuché de nuevo: ‘¡Vive!’ y luego una tercera
vez ‘¡Vive!’ Y luego yo dije, ‘¿Padre eres Tú?’ y Él dijo, ‘Es tiem-
po de que sueltes el dolor de tu pasado y empieces a vivir para la
restauración de tu familia. Solo suéltate.’ Yo pensé, No puedo ter-
minar aquí sin que los corazones de mi familia sean restaurados.
Entonces fue cuando me desamarré de mi línea de vida.”
David enfrentó sus temores y escogió la vida. Él arriesgó soltarse de
manera que trajera sanidad y restauración a aquellos a quienes había
infringido el mayor dolor en los años antes de encontrar al Señor.
Como David me dijo después, cuando él soltó su línea de vida, él
se sentó y esperó hasta que cayera en una parte baja entre dos olas.
Justo cuando la proa comenzaba a levantarse, cuando la inercia lo
mantuviera en la cubierta, él brincó hacía la popa, y comenzó a
gatear de su enredo.
Afortunadamente, su línea de vida se liberó de la pila de cuerda
que estaba encima de ella. Él comenzó a gatear de regreso por la
cubierta que no estaba inclinada hasta el estribor como antes por-
que ahora las velas ya no estaban. Ya libre de la cuerda enredada,
David se volvió a unir a la línea de vida más atrás. Finalmente él ga-
teó hacia la timonera, empapado y temblando, y desapareció en el
baño. Asumí que iba a cambiar sus pantalones. Estaba equivocado.
“Jack,” él me dijo después, “cuando estaba ahí en la cabecera,
me hice bolita como un niño chiquito. Por 15 minutos estaba he-
cho bolita en posición fetal. ¡Finalmente sucedió! ¡Todo lo que
has predicado y he escuchado por ocho años finalmente sucedió!
¡Yo era un niño pequeñito en los brazos de un gran, gran Papá!
Mientras estaba tirado ahí llorando en los brazos del Padre Dios, la
‘entumecilandia’ de mis emociones comenzó a desaparecer, y su-
pe que regresaría a casa como un hombre diferente!” 9
Recientemente yo hablé con Dave y le pregunté, “Dave, ¿Todavía
lo tienes?” “No me siento diferente,” él respondió, “pero la gente
me dice que yo soy diferente. Todos me preguntan, ‘¿Qué te pa-
só?’ Aún mi esposa e hijos están diciendo, ‘No eres la misma per-
sona que eras.’ No me siento diferente, pero ellos dicen que vida
fluye de mi ahora.”
Después de años de estar atemorizado a confiar, con miedo de
abrirme aun con aquellos que amaba, y atemorizado de ser recha-
zado, David experimentó el momento definitivo de su vida en la
proa de un barco en medio de una tormenta a media noche. David
enfrentó sus miedos en el Mar del Temor... y escogió vida.
¿Temor... o Abrazo del Padre?
¿Cómo sería tu vida si no tuvieras temor? ¿Sin temor de lo que otros
piensen acerca de ti porque estás seguro en el amor de tu Padre celes-
tial y en sus amables pensamientos hacia ti?¿Sin temor de abrir tu co-
razón a verdaderamente experimentar la profundidad del amor de
Dios para que puedas vivir y dar ese amor a la siguiente persona que
encuentres? ¿Cómo sería tu vida si no tuvieras temor?
¿Cómo sería tu matrimonio? ¿Cómo sería tu vida? ¿Tus otras rela-
ciones? ¿Qué si no tuvieras miedo de confiar, de ser vulnerable,
de alcanzar y tocar a otros, y dejarlos tocarte? El miedo nos parali-
za. Como David, congelado en la proa del barco, a unas cuantas yar-
das de la seguridad de la timonera, el miedo puede detenernos de
tomar decisiones que nos traerán calor, seguridad, y vida abundante
llena de amor, paz y ternura.
¿Cómo sería tu iglesia si no tuvieras temor? ¿Qué si todos en tu
cuerpo local de creyentes fueran libres del temor de confiar, del
temor del rechazo o abandono, y del temor de abrir sus corazones
al amor e intimidad? El temor nos desarma. Podemos saber todo
acerca de las cosas de Dios y aun nuestro temor de confiar y de la
intimidad puede detenernos de recibir los beneficios de para lo
que Jesús murió -para traer restauración y sanidad en nuestras fa-
milias y relaciones. Muchos de nosotros cristianos hacemos todas
las “cosas cristianas”, sin embargo el temor continua deteniéndo-
nos de soltarnos totalmente hacia al abrazo amoroso del Padre.
¿Te despiertas cada mañana sintiéndote como un hijo o hija segu-
ro y confiando en el amor del Padre, y viviendo para dar ese amor
a otros? ¿O te levantas cada día como un esclavo, luchando cons-
tantemente con temores de fracaso o rechazo, incapaz de confiar,
y preguntándote qué tienes que hacer para aplacar al Jefe hoy?
10
¿Estarías dispuesto a permitir que alguien comience a ser tu men-
tor en tu caminar y relaciones cristianas? Si es así, ¿quién crees
que es lo suficientemente maduro para que te respete y reciba una
amonestación?
Quinta parte
¿Te sientes como un sirviente o un esclavo que se levanta cada
mañana preguntándose qué tienes que hacer para complacer al
amo hoy? ¿O te sientes como un hijo o hija que se levanta cada
mañana sintiéndose totalmente amado y aceptado en el Padre y
que no puede esperar a entregar su amor a la próxima persona que
conozcas? Describe por qué te sientes así.
¿Eres capaz de honrar a un "pez grande" (aquellos que tienen po-
der para beneficiarte) pero tienes grandes dificultades para honrar
a un "pez pequeño" (aquellos que no pueden beneficiarte)?
En la última semana, ¿de qué manera has concedido los dones de
honor a un pequeño pez? ¿Cuál fue su respuesta?
Sexta parte
Efesios 6:2-3 nos dice que cuando honramos a nuestros padres en
un área específica de sus vidas, esa área de la vida también nos irá
bien. Por el contrario, cuando no honramos un área específica de sus
vidas, no nos irá bien en esa área. ¿Qué patrones destructivos has vis-
to en tus padres que ahora ves en tu vida o en tus relaciones?
¿Te has dicho a ti mismo: "Nunca criaré a mis hijos como mis pa-
dres me criaron a mí"? En su crianza o como cónyuge, ¿reproduce
esas áreas en su propia vida, a pesar de cualquier declaración que
haya hecho? Si es así, ¿de qué manera?
¿Ves áreas en tu vida en las que has causado daño, decepción o
heridas a uno de tus padres? ¿Les ha pedido perdón (ha practicado
el ministerio de la restitución) sin tratar de culparlos por sus accio-
nes debido a su comportamiento negativo?
¿Está tu corazón abierto a tu madre o padre? ¿O ha permanecido
cerrado, rechazándolos antes de que ellos puedan rechazarte, bus-
cando así protegerte de más daño o decepción?
Séptima Parte
Hebreos 13:17 nos dice que si nuestros líderes no pueden pensar
en nosotros con alegría, no es rentable para nosotros. Cuando su
nombre viene a la mente de su empleador, ¿piensa en pensamien-
tos positivos de usted debido a la integridad, lealtad y servicio que
ha dado a la empresa? Si no, ¿por qué cree que es así?
¿Sus líderes pastorales pensarán en usted con alegría por el cora-
zón de servicio y compromiso que tiene en su iglesia local? Si no,
¿por qué creen que es así? 147
¿Qué porcentaje del tiempo siente que está sujeto a la misión de
Dios y qué porcentaje del tiempo está sujeto a la suya propia?
¿Qué le impide hacer de la misión de Dios - recibir su amor y en-
tregarlo - la prioridad principal de su vida?
¿Has dado el primer paso de aceptar a Jesucristo como tu Salva-
dor, o sientes que necesitas tomar esa decisión hoy?
Segunda parte
¿De qué manera siente que ha puesto su trabajo, ministerio o pasatiempos
por encima de la intimidad con su cónyuge, hijos, padres u otros?
Describa una forma en que el temor a la confianza, el miedo al
rechazo o el temor a someterse al amor de Dios ha obstaculizado
la intimidad (en mi mente) en la última semana con uno o más de
sus familiares?
¿Qué puede comenzar a entregarse a Dios esta semana para permi-
tir que su amor comience a desplazar su independencia o el miedo
a la intimidad? ¿Qué medidas puede tomar para hacerlo? ¿Querría
que una de las personas de su pequeño grupo le ayudara a rendir
cuentas en un área esta semana?
Tercera parte
¿Qué recuerdos vienen a la mente durante el tiempo en que empe-
zaste a cerrar tu corazón a una madre o un padre? ¿Qué emociones
estabas experimentando? ¿Cómo te sentiste en ese momento?
¿Rezarías una oración ahora mismo para perdonar a una madre o
un padre por su incapacidad de nutrirte, consolarte, afirmarte o
protegerte?
¿Cierras tu corazón hoy a la gente que sientes que no te honra o
no está de acuerdo contigo? Si es así, describe lo que sientes por
dentro y cómo respondes a ellos.
¿Con qué afectos falsos (posesiones, pasiones, posición, personas,
lugares o poder) ha luchado en su búsqueda de comodidad, acep-
tación, afirmación y valor?
Cuarta parte
Habla de una época en la que Dios puso a alguien en tu vida para
que te sirviera de mentor o confidente, pero tu pensamiento huér-
fano no pudo recibirlo. ¿Qué crees que te ha costado a ti o a tu fa-
milia el haber rechazado esa relación?
¿De quién eres hijo o hija hoy en día? No a tus padres naturales,
pero ¿a quién buscas para que hable de amonestación y corrección
en tu vida y en tus relaciones?
Si no puedes pensar en nadie, ¿cuál crees que es la razón funda-
mental dentro de ti para que no haya nadie en tu vida que te ayude
personalmente (uno-a-uno) a crecer y madurar? 146
Avanzar de esclavitud a ser hijo o hija es un asunto de alcanzar el
lugar donde te levantas por la mañana sintiéndote amado y acep-
tado en el corazón de tu Padre y que todo el propósito de tu exis-
tencia llega a ser buscar formas de dar ese amor a la siguiente
persona que encuentres.
¿Cómo sería tu vida si no tuvieras temor?
Nosotros vivimos nuestra vida como si tuviéramos un hogar o co-
mo si no lo tuviéramos. Vivimos nuestra vida ya sea sintiéndonos
seguros, seguros y en paz en el corazón del Padre, experimentan-
do Su amor y dándolo, o vivimos nuestra vida con aprehensión e
incertidumbre, luchando constantemente con el temor de confiar,
temor del rechazo, temor de abrir el corazón al amor -los tres te-
mores más comunes que la gente tiene.
Tantos de nosotros hemos enganchado nuestra línea de vida
(nuestra sensación de seguridad) a “afectos falsificados,” que tar-
de o temprano nos enredarán en esperanzas sin realizar y sueños
no obtenidos. En vez de obtener nuestra energía de nuestra fuente de
vida y paz del amor de Dios, tratamos de encontrarla en estos afectos
falsificados del desempeño, las pasiones de la carne, el poder, asun-
tos de control, posesiones, posición, gente, o lugares. De alguna for-
ma pensamos que a menos que tengamos estas fuentes de confort en
nuestras vidas, simplemente no podemos seguir.
Seamos honestos -todos tenemos nuestras fuentes falsificadas de
confort, ¿No? Cada uno de nosotros tiene personas o posesiones a
las que acudimos o actitudes o conductas en las que caemos cuan-
do la vida no va de la forma en qué queremos. Los afectos falsifi-
cados ejercen una atracción fuerte, aun cuando nos damos cuenta
que son falsos. Algunas veces es más fácil aferrarnos a lo fami-
liar, y hacer eso nuestra línea de vida aun si no nos satisface, que
tomar el riesgo de soltar para poder aferrarnos a algo más que si
nos llene. Cuando estés afuera en la proa, siendo lanzado por olas
de 20 pies y con aguanieve azotando tu rostro, es fácil solo aga-
rrarse de cualquier cosa que encuentres y decir, “Simplemente
mejor me quedo aquí afuera.” Pero a menos que te sueltes – a me-
nos de que sueltes tu aferre a tu falsa sensación de seguridad y
confort – tal vez nunca puedas tener el verdadero calor y seguri-
dad de la timonera – El Abrazo del Padre.
Por aquellos 21 días que estuvimos en la Antártica y pasando por
el pasaje de Drake, esa cabina atiborrada era el hogar. Cada que
estábamos ahí, estábamos calentitos, seguros y cubiertos del vien-
11
to y las olas. El problema con nosotros hoy es que muchos cristia-
nos nunca han hecho su camino más allá del mar del temor al lugar
seguro. ¿No es acaso el rompimiento de matrimonios, familias y
otras relaciones evidencia de eso?
Vivir la vida como si fuéramos a casa significa experimentar el
amor de Dios de forma continua y constante haciendo ese amor
conocido a otros. Como cristianos, somos hijos e hijas de Dios, y
aun asi muchos de nosotros vivimos como que no tenemos hogar.
Vivimos, pensamos y actuamos como huérfanos sin padre porque
nunca hemos realmente abrazado el amor del Padre Dios en un
nivel personal. Las tormentas, los retrocesos, y las desilusiones de
la vida nos han causado medio a confiar, miedo a soltar, miedo a
arriesgarnos a ser vulnerables al creerle a Dios cuando dice, “Te
amo.” Porque no os amamos a nosotros mismos, nos sentimos no
amables y encontramos difícil, si no imposible, que alguien más
pueda amarnos, incluyendo a Dios. El pensamiento de que Él nos
ama personalmente parecer demasiado bueno para ser verdad... y
mucho más de lo que merecemos.
Y ese es precisamente el punto: Si es mucho más de lo que mere-
cemos. Pero es también verdad. Dios mismo dijo, “Te he amado
con amor eterno; te he atraído con bondad amorosa” (Jer. 31:3b).
Toma este verso personalmente porque Dios lo quiere decir per-
sonalmente. Dios nunca te creó para ser huérfano sin hogar. Él te
creó para ser un hijo o hija amado que ha encontrado casa en Su
abrazo.
Tenemos un Hogar
De hecho, toda la creación se trata de que Dios quiere hacer Su
hogar en ti y, de verdad, en todos nosotros. Y Él no descansará
hasta que lo logre. Isaías 66:1 dice, “Esto es lo que el Señor dice:
‘El cielo es Mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde
esta la casa que me construirás?¿Dónde será mi lugar de descan-
so?” No es en un tempo o lugar que es construido por la mano del
hombre.
Apocalipsis 21:3 provee la respuesta: “Y escuché una fuerte voz del
trono diciendo, ‘Ahora el lugar de morada de Dios es con el hombre, y
Él vivirá con ellos. Ellos serán su pueblo y el mismo Dios estará con
ellos y será su Dios.”
Dios está diciendo, “No te dejaré como huérfano. Tu tienes un
hogar conmigo.” Hogar es un lugar de seguridad y confianza. Es
un lugar de calidez y amor. Si tú estás teniendo un mal día y todo
12
Tu herencia, la palabra que Dios te ha dado, se retrasa hasta que
aprendas la obediencia de las cosas que sufres al convertirte en
hijo o hija. Entonces empiezas a convertirte en un representante
del amor transformador de Dios para tu familia y otros. Todo está
envuelto en los principios de honor y sumisión, de humillarse a sí
mismo para llegar a ser fiel a lo que es de otro, de meterse debajo
y empujar hacia arriba, de servir desinteresadamente y de todo co-
razón para construir otro sin agenda personal o motivos ulteriores.
Como siempre, Cristo es nuestro ejemplo, quien dijo que "no vino
a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por mu-
chos" (Mateo 20:28). Dios se opone a los orgullosos. No se opone
a ti, pero se opone a cualquier cosa del corazón huérfano que hay
en ti y que trata de exaltarse o promoverse.
Es hora de que los hijos e hijas entren en nuestra herencia, pero no
vendrá sin un corazón arrepentido que se mueva a la acción. Esto
es lo que Dios está liberando en la tierra en nuestra generación. El
amor transformador del Padre y el corazón de la filiación, este es
el mensaje que la iglesia y el mundo necesitan escuchar antes de
que llegue el final.
No sigas viviendo como un huérfano en constante frustración, agi-
tación y miedo, sin amor, sin confianza, sin hogar y sin influencia.
¿Cómo sería tu vida si no tuvieras miedo? Sería como la vida de
Jesús, de quien el Padre dijo, "Este es mi Hijo amado, en quien me
complazco". Entrega tu corazón de huérfano por un corazón de
hijo. Entra en el abrazo de un Padre que te ama más de lo que pue-
das imaginar. Mantén cerca tu identidad como hijo o hija del Pa-
dre de la Creación y explórala hasta que tu corazón esté satisfe-
cho. Tu herencia te está esperando. No dejes que el pensamiento
huérfano te niegue lo que es legítimamente tuyo como compañero
heredero de Cristo. Sométase a la misión del Padre y experimente
la vida y la paz, permitiéndole que le lleve a la fecundidad. ¡Tu
familia y las naciones están esperando que entres en tu herencia!
PREGUNTAS PARA EL DEBATE
¿QUIÉN ES TU PAPÁ?
Primera parte
¿Sientes que has cruzado el listón, de vivir de una tormenta a otra
y raramente encontrar un momento de paz, a estar totalmente se-
guro y en reposo en el amor de Dios? Explique dónde está en su
viaje para encontrar su hogar.
145
ción llegó a nosotros, la promoción comenzó a ocurrir en ellos, y
ahora tenemos más de 70 miembros del equipo del ministerio que
están viajando por el mundo con el mensaje del amor transforma-
dor de Dios e impactando profundamente a las familias, iglesias y
ministros.
En décimo lugar, en ocho años pasamos de un ministerio un poco
empobrecido y sin corazón, a un ministerio internacional que está
tocando el mundo a través de nuestras escuelas, encuentros y ma-
teriales de recursos. Mucha gente está llegando a conocer a Cristo,
y muchos más están teniendo familias transformadas y corazones
sanados.
Todas estas diez cosas han ocurrido sin afirmación propia y sin un
esfuerzo agresivo para intentar que ocurran. Nos establecimos en
el descanso de Dios, enfocamos nuestra vida en ser un hijo y una
hija, y su amor ha producido la herencia. La intimidad precedió a
la fecundidad. La filiación precedió a la herencia y al cumplimien-
to de la palabra que Dios dio en 1980: "Deja tu identidad en el
mar y llevarás la curación y la restauración a las naciones".
CONCLUSIÓN
Mientras intentaba construir mi identidad y ministerio a través del
pensamiento huérfano, me sentía como el hermano mayor enojado
que trabaja como esclavo en los campos y pensaba que el padre
nunca me había dado nada para ser feliz (ver Lucas 15:25-30). Vi
pocos frutos duraderos y me quedé en un estado de agitada resis-
tencia contra la autoridad y en la decepción y la frustración. Pero a
medida que empecé a sembrar en mi herencia, me metí debajo y
bendije a los demás y busqué con ahínco ser fiel a lo que era de
otro, empecé a recibir las promesas de Dios para mi vida, mi fami-
lia y mi ministerio.
¿Te has preguntado por qué no has visto un fruto más duradero en
tu vida? ¿Te preguntas por qué no tienes más influencia en tu lu-
gar de trabajo? ¿Te preguntas por qué no has llegado al lugar al
que Dios te ha llamado en tu iglesia local y que sabes que Él quie-
re que te mudes? ¿Estás sembrando en tu herencia? ¿O tienes una
actitud cuando es tiempo de tomar una ofrenda o de bendecir a tu
pastor o jefe en Navidad?
El que es fiel en lo muy poco, también es fiel en lo mucho; y el que es in-
justo en lo muy poco, también es injusto en lo mucho... Y si no has sido
fiel en el uso de lo ajeno, ¿quién te dará lo tuyo? (Lucas 16:10, 12 NVI).
144
va en contra tuya en la escuela o en el trabajo y nadie está hablan-
do nada bueno de ti, hogar es el lugar donde puedes ir y escuchar
la voz de tu Padre decir, “No importa lo que alguien más diga, tú
eres el hijo a quien amo y en quien mi favor descansa.” Hogar es
donde constantemente escuchas la voz de Dios hablando Su afir-
mación sobre ti, Su amor sobre ti, y Su perdón, compasión y gra-
cia sobre ti.
Sin este conocimiento profundo y entendimiento del amor del Pa-
dre y de que tienes un hogar en Él, llega a ser fácil vivir tu vida
como si no tuvieras un hogar, lo que es una vida de temor. Y el
temor produce “pueblo entumido.” Te hace incapaz de conexiones
saludables emocionalmente con Dios o cualquier persona con
quien tengas una relación. Vivir como un huérfano significa lu-
char constantemente con el temor de confiar. Es una vida de inde-
pendencia donde tu crees que estás completamente por ti mismo.
Significa vivir en un estado de agitada resistencia en contra de la
gente que no piensa como tú. Cuando vives tu vida como si no
tienes un hogar, ver a todas las personas - aun las amadas – como
una amenaza potencial o enemigo a tu independencia.
Ya sea que vivas tu vida como si tuvieras un hogar o vivas tu vida
como si no lo tuvieras depende de como piensas que Dios se sien-
te acerca de ti. Si creer que Dios te ama como eres, vivirás una
vida como un hijo o hija del Rey. Si, sin embargo, crees que Dios
está enojado contigo y que siempre tienes que tratar de encontrar
como apaciguarlo, vivirás como huérfano. Esta es una distinción
importante porque sea que pienses que Dios se siente hacia ti es la
manera en que trataras a otros en las relaciones de cada día.
Toda la creación comienza y termina con el deseo del Padre de
tener una relación contigo como su hijo amado. Él te ha creado
para vivir tu vida como si tienes un hogar. ¿Te despertaste esta
mañana y escuchaste la voz de tu amado Padre decir, “No te preo-
cupes, no tienes todo en su lugar; y está bien. No espero que lo
tengas a la perfección. Te amo tanto así como eres. Eres el hijo/
hija que amo y en quien tengo complacencia”?
O te levantaste pensando, Nadie me ama. A nadie le importo.
Tengo que hacer mi devocional hoy y orar suficiente, y tener mis
tres capítulos de la Biblia, y hacer todas las cosas cristianas que
tengo que hacer bien, para poder tener una migaja de la mesa del
Jefe hoy? Te tratarás a ti y a otros de acuerdo a la forma en que
piensas que Dios siente por ti. Si crees que eres amado incondi-
cionalmente, te amarás a ti mismo y a otros con el mismo tipo de
13
amor. Pero si sientes que tienes que desempeñarte bien de manera
que puedas ser algo de valor para Dios, entonces transmitirás el
pensamiento a otros que lo que necesitan es desempeño para ser
de valor para ti.
Vives tu vida como si tienes un hogar, o la vives como que no. El
temor... ¡O el abrazo del Padre!
Ven a Casa
Estoy convencido de que en esta temporada de la historia de la
iglesia más que en cualquier otra desde los días de los apóstoles,
Dios nos está llamando a experimentar un regreso a casa. Él nos
está llamando a salir del mar del temor a puerto calmado de refu-
gio y seguridad. Es duro vencer el sentimiento de regocijo que se
obtiene cuando te mueves de un lugar de no saber ya sea si vivirás
o no a la calidez de la timonera. Durante la noche de tormenta en
el pasaje de Drake, algo se avivó dentro de David y de mi. Él dijo,
“No sé ni siquiera que fue, pero sé que encontré a Dios en una for-
ma más profunda que nunca antes.”
Eso es lo que pasa cuando te encuentras paralizado en la proa en
el mar del temor. Nunca sabes que pasará después. Pero cuando
escoges enfrentar el mar del temor y te arrojas en fe a los brazos
del Padre amoroso, empiezas a descubrir el propósito y significa-
do de la vida. Como Él lo hizo con David en la proa del barco,
Dios te está diciendo “¡Vive, vive, vive!”
Dios nos está diciendo a todos nosotros: “Ven a casa.” ¿Y dónde
es casa? Donde quiera que Él esté. Escuchamos mucho sobre el
Reino de Dios en nuestras iglesias estos días; para mi el Reino de
Dios significa ver la voluntad de Dios y su propósito realizarse en
la tierra como en el cielo. Cuando yo pienso en el Reino de Dios,
siempre me refiero a unos pocos versículos en el Evangelio de
Juan.
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria,
la gloria del Único, quien vino del Padre, lleno de gracia y ver-
dad” (Juan 1:14). Jesús vino del seno del Padre. La palabra original
en griego dice que Él vino “del corazón del Padre.” Y el corazón
del Padre es dónde nos invita a regresar. Este es nuestro hogar.
Jesús dice en Juan 8:14. “yo sé de donde vengo y a donde voy.” Él
regresará al lugar de donde vino, y Él quiere que estemos con Él:
“ En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, les
hubiera avisado. Yo voy a prepararles un lugar para ustedes, y regresaré
para llevarlos conmigo para que puedan estar donde Yo estoy” (Juan
14
Hemos visto el yugo de la independencia roto y abrazado amista-
des interdependientes.
Cuarto, ayudé a mi madre y a mi padre a recibir al Señor, y expe-
rimenté un cierre cuando fallecieron. Mi padre murió hace unos
años, y mi madre el año pasado. Hay mucho que decir de verlos
pasar a estar con el Señor, y tu corazón sintiéndose inocente de los
pecados que cometieron contra ti y la deshonra que tú cometiste
contra ellos. El perdón y la restitución evitan que el acusador de
los hermanos te ate con una mentalidad de culpa o de víctima.
Quinto, los corazones de mis hijos han sido restaurados a mi cora-
zón. Cuando mi corazón estaba lleno de pensamientos huérfanos
hacia mis padres y autoridades espirituales, coseché de mis hijos
las mismas actitudes y relación. Mis tres hijos ahora buscan cami-
nar en un espíritu de filiación conmigo. ¿Puedes imaginar la ale-
gría y la satisfacción que yo, como padre, siento en eso?
Sexto, mis tres hijos y los cónyuges de los dos casados están ca-
minando con Dios y buscando dar a conocer su amor al mundo.
En mis años de huérfano, mis hijos pasaron por sus años de rebe-
lión y siendo seducidos por el mundo. Todos ellos han vuelto a
casa con el amor de Dios, motivados por la transformación que
han visto en su madre y su padre.
Séptimo, en los últimos ocho años hemos visto un gran favor, ho-
nor y promoción en nuestras vidas y ministerio. Después del acto
de confesión y restitución con el Obispo Miles, hemos madurado
constantemente hasta convertirnos en los principales influenciado-
res de Evangel Fellowship International. Nos han hecho mayores
en el barco compañero y somos oradores regulares en las reunio-
nes de sus ministros. Fuera de EFI, se nos considera como respeta-
dos líderes apostólicos en las naciones para la revelación de Dios
como un Padre amoroso, afectuoso y afirmador.
En octavo lugar, la provisión y el aumento financiero han sido so-
brenaturales en los últimos ocho años tanto en nuestro ministerio
como en nuestras vidas personales. Después de 15 años de pobre-
za, el corazón de la filiación ha hecho una forma de dar hilarante-
mente y ser una bendición financiera para el futuro de nuestros
hijos y nietos.
Noveno, cuando empezamos a enfocar nuestra vida en ser un hijo
y una hija para aquellos en autoridad en nuestras vidas, muchos de
nuestros empleados y miembros del equipo empezaron a hacer lo
mismo con nosotros y con Shiloh Place. A medida que la promo-
143
Durante un período de unos tres años, de 1997 a 1999, las siete
verdades anteriores trabajaron a través de mi mente y mis emo-
ciones hasta que comenzaron a convertirse en revelación en mi
espíritu. Durante este tiempo, Trisha y yo vimos que la transfor-
mación sobrenatural comenzaba a tener lugar en muchos ámbitos
de la vida. Ahora, en 2006, está muy claro ver la herencia y la
fecundidad duradera en la que nos metimos en nuestra búsqueda
del descanso. A continuación se enumeran algunos de los frutos
duraderos que han surgido de la filiación que se trabaja en nues-
tro corazón.
Primero, empecé a descubrir el descanso de Dios. Durante la ma-
yor parte de mi vida, luché con la incapacidad de descansar y dis-
frutar de la vida. Algo siempre pareció agarrarme y empujarme a
la inquietud. Algunas palabras para describir cómo me sentía por
dentro eran tensión, agitación, esfuerzo o estrés. Intentemos dar
una definición a esta inquietud: la sensación de que hay algo más
que tengo que hacer o poner para sentirme valorado, afirmado,
aceptado o amado.
Nuestra cultura competitiva tiende a definir el descanso como un
lugar de ociosidad o improductividad. Pero el descanso bíblico
que se encuentra en el hijo no es un lugar sin actividad o sin pro-
ductividad. El descanso es una postura del corazón de la filiación
que se siente tan protegido en el amor del Padre que no se deja
arrastrar a un lugar donde nos esforzamos por sentirnos valora-
dos, afirmados o seguros.
Permanecer en el descanso es el lugar donde toda la gente se sen-
tirá atraída por nosotros porque todos buscan el descanso.
Segundo, sentirme más seguro y en reposo en el amor de mi Pa-
dre des- colocó mucho de mi miedo - miedo a la autoridad, mie-
do a la confianza, miedo al rechazo, y miedo a la intimidad.
Cuando estoy cerca de los que tienen autoridad o incluso en un
grupo de personas, ya no me siento como si estuviera en el exte-
rior mirando hacia dentro y preguntándome qué tengo que hacer
para entrar en el interior. El amor perfecto ha desplazado gran
parte de la inseguridad y el miedo a ser herido de nuevo.
Tercero, con el miedo desplazado, nuestras relaciones se han
vuelto mucho más abiertas, reales y significativas, y se están
convirtiendo en la comunidad de amor que Cristo pretendía que
fueran. Estamos rodeados de verdaderos amigos que están ahí
para nosotros, sin importar qué, y buscamos estar ahí para ellos.
142
14:2-3). Jesús te está diciendo, “Yo estoy preparando un lugar es-
pecial para ti en la casa de la familia. La casa de mi Padre no será
una casa vacía. Es tu hogar en Su Abrazo.”
Cristo, quien creó todas las cosas, llegó del seno del Padre, un lu-
gar de calidez, seguridad, y confianza. Él vino a hacer posible que
Su hogar se hiciera nuestro hogar para que nosotros supiéramos
que no somos huérfanos. Subsecuentemente, cuando la crisis lle-
ga, podemos estar confiados que no tenemos que enfrentarlo solos
porque el Padre siempre está con nosotros.
Nadie va por la vida sin experimentar algún grado de vergüenza,
desilusión, o traición. Cuando estas y otras crisis vienen, ¿Dónde
enganchas tu línea de vida? De eso se trata la creación – Dios ha-
ciendo su hogar entre los humanos. Se trata de conocer que tene-
mos un Padre y un hogar. ¿Y no es eso lo que todos estamos bus-
cando? Dios creó a cada ser humano para ser hijo o hija de al-
guien. Toda la creación comenzó con el Padre deseando una rela-
ción con sus hijos e hijas.
Congelados en “entumecilandia”
Hasta hace 10 años, yo era un esposo y padre intenso, autoritario,
y orientado al desempeño. Yo nací de nuevo radicalmente en 1980
pero por los siguientes 15 años todavía pensaba y vivía como
huérfano porque nunca realmente entendí la profundidad del amor
del Padre por mi. Pensé que tenía que tener un buen desempeño y
ganármelo. Consecuentemente, mi corazón huérfano negativamen-
te afectaba todas las relaciones en las que estaba, particularmente
con mi familia.
Finalmente Dios transformó mi corazón y aprendí a ceder mi or-
fandad y abrazar ser hijo. Mi transformación fue repentina y dra-
mática. Mi esposa dice que Dios me cambió más en 45 minutos
que en todos los 15 años previos de caminar con Él. Escribí acerca
de esto en mi primer libro, Experimentando el Abrazo del Padre.
Mi hija tenía 14 años en ese momento. De repente, pasé de ser un
padre agitado a un padre compasivo – un cambio que literalmente
derritió su corazón. Había sido alguien con quien era tan difícil
vivir que ella había alcanzado el punto de desear que cada que sa-
lía de la casa para ir a un viaje misionero, simplemente no regresa-
ra. Ella dijo que antes de que yo recibiera la revelación del amor
del Padre, cada que estaba en casa no había gozo; solo había temor
– temor de confiar, temor de rechazo, temor de abrir su corazón al
amor. El abrazo del Amor del Padre hizo toda la diferencia. En
15
asunto de meses, mi relación con Sara cambió de casi total ausen-
cia de ternura, afecto y calidez, al lugar donde ella llegó a ser la
“hija de Papi.”
Del tiempo en el que ella tenía 14 años hasta que tuvo 17, Sarah y
yo disfrutamos el tipo de relación que cualquier padre e hija hu-
bieran podido desear. Ella correría a la casa y gritaría, “¿Papá,
dónde estás?” Y entonces brincaba a mis piernas, me daba un be-
so y me contaba que gran y maravilloso día había tenido.
Un día cuando ella tenía 17, estaba llevándola a la escuela y dije,
con lágrimas en los ojos, “Sarah, ¡Solo te amo tanto!” “Papi,” ella
contestaba, “podrías detenerte antes de que mi maquillaje se
arruine?”
Fue un momento muy tierno entre nosotros. Después ese día estaba
mirando las noticias y mi esposa, Trisha, estaba preparando la cena,
Sarah llegó a casa de la escuela. Ella llegó por la puerta trasera, la
azotó, pasó volando al lado de su mamá sin decir nada, voló al lado
mío sin una palabra, y fue derecho a su cuarto. Y luego escuché la
puerta de su cuarto azotarse detrás de ella. Trisha me miró y dijo,
“¿Qué le hiciste en la mañana?”
“No le hice nada,” Repliqué, “¡Todo era maravilloso!”
“Bueno, más te vale averiguar que anda mal.”
Toqué la puerta de Sarah. “¿Está todo bien Sarah?”
“¡Si!”
“¿Hice algo mal?”
“¡No!”
“Bueno, entonces, ¿Por qué no sales y vienes a contarnos como te
fue en tu día?”
“¡No quiero!”
(¡Todo padre de adolescente reconoce este tono y diálogo!)
Un poco de tiempo después, llamé a Sarah para cenar.
“¿Tengo que ir?”
“Si, si tienes que venir.”
Ella vino a la mesa, se sentó en la silla con sus brazos cruzados, y
solo echaba por reojo miradas todo el tiempo. Después de la cena
ella regresó a su habitación y lo aseguró. Este aislamiento conti-
nuó por semanas.
Lo que dolía más es que si yo hubiera sabido que había hecho mal,
hubiera intentado corregirlo, pero no podía pensar en cualquier cosa
que haya hecho, y tampoco Trisha. Conforme los días pasaban, co-
menzamos a ver a Sarah cada vez más consumida con temor. Sus
manos comenzaron a temblar. Ella no nos podía mirar a los ojos. Y
16
proveas semilla para el sembrador, pan para el alimento, para que
puedas multiplicar una cosecha. Trae el incremento de que sere-
mos prósperos en todo por la liberalidad." Empezamos a reclamar
esto diariamente, y el aumento financiero comenzó a ocurrir.
Empezó lentamente y creció a partir de ahí. Si recibíamos 20 dólares
de alguna fuente inesperada, le dábamos 10 dólares a nuestro pastor;
50 dólares, le dábamos 20 dólares. A veces tomaba la ofrenda de mi-
siones recolectada en uno de nuestros Encuentros y enviaba una por-
ción al Obispo Miles para su próximo viaje misionero.
Decidimos no hacer de la siembra en nuestra herencia sólo una
cuestión de finanzas. También se trata de nuestro tiempo, concen-
tración y lealtad. Buscamos otras formas de bendecir al Obispo
Miles y al Pastor Phillip. Lo que fuera importante para ellos, lo
íbamos a hacer importante para nosotros y todo nuestro equipo en
los Ministerios Shiloh Place. Buscamos todas las formas posibles
de honrar, bendecir, apoyar y promover sus familias, trabajo y mi-
nisterio.
Cuando Trisha y yo recibimos esta revelación sobre la siembra en
nuestra herencia, nuestros ingresos en el Ministerio Shiloh Place
subieron un 78 por ciento en el primer año. El segundo año subió
un 76 por ciento. En 1999 y 2000, subieron otro 74 por ciento.
Después del 9-11, las finanzas de muchos ministerios comenzaron
a disminuir en todo el mundo, pero las nuestras siguieron subien-
do. Dondequiera que vayamos, nos sorprende el honor y las finan-
zas que la gente nos confía.
Nuestro diezmo pertenece a nuestra iglesia local, pero más allá de
eso, seguimos sembrando materialmente en la gente que nos ha
ministrado. Es un principio bíblico. Tenemos una deuda, y es un
honor des-cargarla bendiciendo materialmente y con nuestra leal-
tad y apoyo emocional, a cada uno de los que nos han soportado
cuando teníamos corazones huérfanos. Eso es sembrar en nuestra
herencia, y está ayudando a desplazar el pensamiento huérfano
con un corazón de filiación!
Verdad #8. Entrando en tu herencia.
En nuestra búsqueda del movimiento de la esclavitud a la filia-
ción, la verdad final que tengo que impartirte es la transformación
que he visto en mi vida, familia, relaciones y ministerio. Esa es la
evidencia que hace que todo lo escrito en este libro sea real y algo
que valga la pena perseguir más profundamente. ¡Nada motiva
más que los resultados!
141
ser valorado por ti por lo que podían hacer por ti en lugar de por la
relación? ¿Has sembrado materialmente en sus vidas y ministe-
rios? ¿Estás haciendo que lo que es importante para ellos sea im-
portante para ti?
Cuando el pensamiento huérfano dominaba mi vida mental, cada
vez que se trataba de bendecir al obispo Miles o a otras autorida-
des de alguna manera, me tomaba una actitud. Cuando Dios me
abrió los ojos para ver esto, me di cuenta de que nunca había pa-
gado mi deuda. "No os engañéis, no se burlan de Dios; porque to-
do lo que un hombre siembra [en sus autoridades espirituales ma-
terialmente], esto también lo cosechará". Cuando se recibe una
ofrenda especial para alguien con autoridad en tu vida y te afliges
por ello y envías lo menos que puedas, este versículo implica que
no cosecharás nada más que corrupción. Puede revelar un proble-
ma de deshonra. No hay herencia para los huérfanos. Pero si siem-
bras para el Espíritu, cosecharás la vida eterna. La herencia es pa-
ra los hijos.
Sembrando el honor
Empecé a darme cuenta de que recibir una ofrenda por el Obispo
Miles y sembrar en su vida y ministerio no era para satisfacer su
necesidad, sino para revelar mis propios problemas del corazón y
lo que quería cosechar en el futuro de aquellos que supervisan y
dan cuenta de mi vida. Dios realmente se apoderó de mi corazón
con esto. Me senté con mi esposa y le mostré todo. "Trisha, nunca
hemos bendecido con alegría a aquellos con autoridad que nos so-
portan en nuestros años de inmadurez. Y mira cuánto hemos lu-
chado." Dimos a los pobres, dimos a las misiones, damos aquí y
allá; pero porque sentimos que nuestra autoridad no lo necesitaba
ni lo merecía, no los honramos. Pero no se trataba de su necesi-
dad; se trataba de si éramos huérfanos o hijos, de si estábamos dis-
puestos a meternos debajo y empujar hacia arriba. Se trataba de
nuestra necesidad de sembrar honor para que, más tarde en la vi-
da, pudiéramos cosechar honor y convertirnos en un influyente
para el Reino de Dios en las vidas de los demás.
Le dije a Trisha, "Quiero que empecemos a dar a la gente que nos
ha soportado a través de los años y nos ha ayudado a madurar".
Juntos hicimos una lista de unas cinco personas y empezamos a
rezar por una semilla para sembrar: "Padre, no tenemos dinero. No
tenemos ninguna manera de bendecir a esta gente. Así que, Padre,
de acuerdo con Ro. 15:27, 1 Co. 9:11, y Ga. 6:6-8, te pedimos que
140
cuando era tiempo de ir a la iglesia, ella hacía una rabieta y decía:
“¡No quiero ir!”. Por alguna razón que no podíamos concebir, Sarah
había abandonado la calidez y la seguridad de la timonera y estaba
ahora “en la proa,” congelada en la “entumecilandia”.
Finalmente, después de varias semanas, Sarah comenzó a abrirse
a su madre. Ella había empezado a tratar de ser firme por la justi-
cia en la escuela a cerca de algunas de las cosas que estaban pa-
sando con otras chicas cristianas. Desafortunadamente, ellos res-
pondieron maltratándola. Lo mismo pasó en la iglesia. Ahora todos
sus amigos la habían echo a un lado, y ella no sabía como poder re-
gresar al grupo. La llevaba a la escuela, y ella desesperadamente tra-
taba de aguantar las lágrimas, no queriendo ir por la manera en que la
gente la trataba diariamente.
Trisha trató de animarla. “Vé y habla con tu papá. La gente viene
de todo el mundo para escucharlo. Tú tienes acceso libre a él todo
el tiempo. Habla con él.”
“¡No quiero hablar con él! No quiero hablar con nadie. ¡Sólo
quiero que todos me dejen en paz!
Aprendiendo del corazón del Padre
Un día me quedé toda la noche orando porque mi corazón estaba
tan cargado por ella. Yo sabía que si ella, como cualquier otra per-
sona, seguía cerrando su corazón al amor, ella encontraría consue-
lo en algún otro lado. El enemigo es muy bueno en mandar la gen-
te incorrecta justo en el momento de nuestra mayor crisis. Cuando
te alejas de otras personas que te aman y se preocupan por ti, pre-
párate para que el enemigo de atraiga con un afecto falso para que
pienses que es la respuesta que necesitabas en tu vida.
Yo oré por Sarah toda la noche: “por favor Dios, ayúdale a encon-
trar el camino a casa. Ella está viviendo su vida como si no tuvie-
ra hogar. Ayúdale a encontrar su camino de regreso a Ti.”
La siguiente mañana estaba llevándola a la escuela, y ella notó
que mis ojos estaban hinchados.
“¡Papá, te ves terrible!”
“Bueno, he estado despierto toda la noche.”
“¿Están teniendo problemas tú y mamá ahora?”
“No. He estado despierto toda la noche porque mi corazón está
roto por ti. Han pasado semanas desde que llegaste a casa la últi-
ma vez y te sentaste en mi regazo y me diste un abrazo.”
Sarah me lanzó la mirada que decía, “¡Ni se te ocurra ir ahí!” Pero
todavía tenía cinco minutos más que manejar antes de llegar a la
17
escuela. Ella era audiencia cautiva. “Sarah,” le dije, “mi corazón
está quebrantado porque todo en mi experimenta tan grande gozo
cuando yo sé que la vida va bien contigo. Y veo que tu mundo se
está colapsando, y yo sé que necesitas más que cualquier otra cosa
en escucharme decir, ‘no importa lo que está pasando Sarah, te
amo así como eres. Eres hermosa a mis ojos.’ Todo lo que quiero
es un abrazo.”
Yo creo que en aquellas horas durante la noche, aprendí lo que sig-
nifica contristar al Espíritu Santo. Tiene que ver con el Padre amo-
roso atestiguando el dolor que nosotros, sus hijos, estamos pasando –
ver cómo otros nos han lastimado, decepcionado, y traicionado. Y en
vez de clamar a Él y echar nuestras cargas sobre Él y recibir su amo-
roso abrazo, permanecemos “en la proa,” congelados en el mar del
temor y enredados con afectos falsificados, consolándonos a noso-
tros mismos con ira, control y aislamiento. Todo el tiempo el Padre
nos está llamando: “¡Vive, vive, vive!”
Mientras dejaba a Sarah en la escuela, le dije cuánto solo quería
sostenerla mientras todos los demás la desechaban. “Yo no estoy
avergonzado de ti, Sarah – no importa de quien sea la culpa.
Todo lo que importa es que tu eres mi pequeña niña a la que amo. Y
no estoy avergonzada de ser tu papi. Dios no está avergonzado de ti
(Heb. 11:16), y Jesús no está avergonzado de ser llamado tu her-
mano” (Heb. 2:11).
Después ese día, Sarah vino a casa y dijo, “Papá, necesito hablar
contigo y con mamá. No sé que me pasa, pero necesito hablar. Y
papá, ¡No necesito un consejero! Necesito un padre. No quiero
sermones papá. Necesito un abrazo.”
Mientras Trisha y yo nos sentamos con Sarah en mi estudio, Sarah
dijo, “Papá, es que no sé.
Mientras ella estaba compartiendo sus pensamientos y sentimientos,
estaba pensando, ¡Ese soy yo! Cuando Dios está respondiendo mis
oraciones y hace todo lo que quiero, ¡Cuán rápido acudo a Él! Pero
cuando siento que Él no está haciendo lo que quiero que Él haga a mi
18
nal (EFI), la comunidad de iglesias de la que formaba parte, que
nos invitaba a participar en la recepción de una ofrenda de Navi-
dad para el obispo Miles. Sabía cuál era su salario, y con qué fre-
cuencia hablaba en otras iglesias, que recogían bonitas ofrendas para
él. Y aquí estaba yo intentando criar una familia de cinco miembros
con menos de 30.000 dólares. "¿Por qué no aceptaron una ofrenda
para mí?" Definitivamente es un pensamiento huérfano.
En aquellos días, no tuve la revelación de dar honor a quien lo me-
rece, por lo que me faltaba un corazón de hijo. Dios comenzó a
revelarme cómo deshonraba a la autoridad con el pensamiento
huérfano cada vez que sentía que la autoridad no necesitaba una
bendición que ellos recibían tanto como yo. Reveló que no tenía
honor hacia la autoridad, por lo tanto no era un hijo.
Los hijos reconocen el poder de sembrar en su herencia buscando
bendecir a aquellos que los han bendecido así como bendecir a
otros como ellos han sido bendecidos. Como Pablo dijo a los ro-
manos, "Si los gentiles han participado en sus cosas espirituales, están en
deuda con ellos para ministrarles también en las cosas materiales" (Rom.
15:27b NAS). Al encontrar este versículo en mi nueva mentalidad
de hijo, me di cuenta de que tenía una deuda con todas las perso-
nas que me habían soportado en mis años de "adolescencia", mis
años de inmadurez espiritual, cuando hacía más cosas tomando de
la gente que dando. ¿Cuánta pena y dolor había causado al Obispo
Miles y a algunas otras personas de mi vida por mi inmadurez al
valorarlas por lo que podían hacer por mí y al tratar de manipular-
las para promover mi vida y mi ministerio?
¿Con quién está en deuda?
El Señor unió otros versos al anterior: "Si sembramos cosas espiritua-
les en ti, ¿es demasiado si cosechamos cosas materiales de ti?" (1 Co.
9:11 NAS). El sexto capítulo de Gálatas contiene un versículo que a
menudo se saca de contexto en las Escrituras:
El que es enseñado la palabra debe compartir todas las cosas buenas
con el que le enseña. No os engañéis, Dios no es burlado; porque todo lo
que el hombre sembrare, esto también segará. Porque el que siembra
para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gálatas 6:6-8).
Piensa en toda la gente a la que le debes una deuda espiritual.
¿Quién te alimentó en la fe? ¿Quién te enseñó? ¿Quién te hizo ma-
durar en las cosas de Dios? ¿Quién modeló el amor del Padre por
ti con sinceridad, sin importar cuán imperfecto sea? ¿Quién toleró
139
hay cientos, y durante los últimos 12 años, he hecho todo lo posi-
tiempo, algo me apaga y me encuentro “en la proa” del barco en el
ble para promocionarme y manipularlos para promover mi minis-
enredo del mar del temor.
terio. He venido a las reuniones con un calendario en la mano, con
Le pregunté a Sarah, “¿Dónde comenzó todo esto? ¿Qué viene a tu
la esperanza de conseguir una reunión de usted. Me he relaciona-
mente primero cuando piensas acerca de cerrar tu corazón al amor?
do con esta hermandad basándome en lo que usted podría hacer
Ella replicó, “Papá, ¿Recuerdas cuando renunciaste de ser oficial
por mí en vez de en cómo podría llegar abajo y ser una bendición
del Ejército de Salvación y regresaste a ser capitán de barco de
para el Obispo Miles y para la Hermandad del Evangelio. En mi
pesca?”
inmadurez, intenté utilizarte. Por favor, perdóname". No hace falta
“Si.”
decir que todo el mundo se sorprendió porque normalmente no se
“¿Cuántos años tenía entonces?”
oyen cosas así en una reunión de ministros.
“Tenías 5”
Entonces compartí mi testimonio de recibir una revelación expe-
En ese tiempo estaba capitaneando el yate de pesca deportiva de
riencial del amor del Padre. Cuando comenzó el ministerio del al-
un hombre de negocios. Era como pescar en una mansión, con
tar, muchos de los mismos ancianos que antes no confiaban en mi
una maravillosa sala llena de sillas y sofás.
vida o ministerio fueron los primeros en llorar en el altar. De he-
“¿Recuerdas el día que mamá me trajo al barco para verte?”
cho, algunos terminaron en mis brazos mientras llorábamos juntos
“Oh, sí, lo recuerdo.”
y pidieron perdón por juzgarme duramente. Más tarde, varios pas-
Trisha había traído a Sarah para verme, la bajó por la popa del
tores de grandes iglesias preguntaron, "¿Qué tan pronto puedes
barco. Cuando Sarah me miró sentado en una silla cómoda en la
venir a mi iglesia y enseñar sobre el amor del Padre?"
sala del yate, mi preciosa hija de 5 años vino corriendo por un
Si no hubiera desechado las creencias impías e invitado al obispo Mi-
abrazo. Ella brincó a mi regazo, con su rodilla de frente... ¡Y de
les a venir a Polonia conmigo, la reconciliación de las relaciones, el
repente estuve en contacto con el dolor más fuerte de mi vida!
restablecimiento de la confianza y el ascenso a áreas de mayor in-
Mi respuesta fue una reacción instintiva de autoprotección. No tenía
fluencia podrían no haber ocurrido nunca. Derribar el pensamiento
intención de lastimar a mi hija de ninguna manera, pero caí al suelo
huérfano es una batalla diaria. Reconocer y renunciar a las creencias
en extrema agonía, y lancé a Sarah 8 o 10 pies al aire al sofá en el
impías y a las mentiras ocultas es tan importante para desplazar un
otro lado de la habitación. Aunque estaba rodando en el piso casi
corazón huérfano con la verdad del amor transformador de Dios.
vomitando del dolor, mi joven hija, aunque no tuvo dolor físico, ex-
Para ayudarle a ser más sensible a la voz de quién está escuchan-
perimentando un dolor mucho más profundo del que yo tenía. Ella
do, revise varias veces a la semana la tabla de Contraste Huérfano/
había llegado corriendo a disfrutar el abrazo del padre solo para ser
Hijo en el Apéndice A. La voz del Padre de la Creación te lleva a
lanzada a lo lejos porque ella había fallado en actuar o hacer las co-
casa en un lugar de perdón, afirmación, amor y descanso. La voz
sas en la forma correcta. Ella se había arriesgado a abrir su corazón
del padre de las mentiras te lleva fuera del hogar a los miedos, a la
a mi... solo para ser cerrado de golpe.
autoestima, a la autoafirmación, al autojuicio, a la autocondena-
¿Cuántas veces has llegado y te has arriesgado a abrir tu corazón
ción, al consumo de sí mismo, a la autopromoción, al cambio de la
por un momento de ternura, un momento tierno, cálido, solo para
culpa, a la búsqueda de faltas, a la justificación y al esfuerzo por
recibir nada de regreso?
demostrar tu inocencia en un asunto.
Conforme Sarah gritaba y lloraba, yo continué abrazándola y be-
Verdad #7. Comienza a sembrar en tu herencia. sándola e hice todo lo que pude para compensarlo. Después de 10
A medida que esta revelación de los huérfanos e hijos se hizo minutos ella finalmente se calmó. ¿Lastimé a mi hija intencional-
mente? Claro que no. Pero ese fue el momento que Sarah dejó de
realidad para mí, des- cubrí otra importante verdad al desplazar el
pensamiento de los huérfanos cuando me di cuenta de que era ho- abrir su corazón y de recibirme como padre, y ella había luchado
ra de empezar a sembrar en mi herencia. Antes de esto, cada di- con ese sentimiento de rechazo desde entonces. Esa noche, mien-
ciembre recibíamos una carta de la Evangel Fellowship Internatio- tras oramos con Sarah, no oramos sobre la joven de 17 años, ora-
mos por la niña de 5.
138 19
Algo dentro de ella se rompió llorando, con gemidos agonizan-
tes, y ella lloró y lloró. Por cerca de 30 minutos ella se acurrucó
en mis brazos mientras derramábamos todo el amor y consuelo
sobre ella. Ese fue un momento definitivo para la vida de Sarah
– el comienzo de darse cuenta, “Si mi padre, tan roto como un
hombre puede ser, pudo consolarme a mi una chica de 17 años,
cuánto más Dios Padre quiere que corra hacia Él en cada mo-
mento de crisis?”
Nosotros vivimos nuestra vida como si tuviéramos un hogar y
los brazos de un padre amoroso para correr cuando el mundo es-
tá tratando de darnos lo que ellos piensan que merecemos, o vi-
vimos nuestra vida como si no tuviéramos un hogar. Queremos
vivir en la casa de Papá y disfrutar la provisión de Papá, pero co-
mo Sarah, quién se encerró en su recámara y salía sólo para lo
que su Papá le podía dar – comida, tarjeta de crédito, llaves del
carro – tememos una relación íntima.
Así que, ¿Qué será? ¿Vivirás tu vida como un huérfano que no
tiene hogar, congelado en entumecilandia en la proa en medio
del mar del temor? ¿O vivirás tu vida en el calor del amoroso
abrazo del Padre, un amor perfecto que saca todo el temor? (Ver
1 Juan 4:18)
¿Qué sería de tu vida si no tuvieras temor? La decisión es tuya:
¿Temor... o el Abrazo del Padre?
¡Espero que el recordatorio de este libro te ayude a escoger vivir
sin temor!
20
"Cuando quieras".
"Tan pronto como lleguemos a casa, voy a llamar a todos los an-
cianos de la comunidad de ministros y decirles que necesitan obte-
ner esta revelación en su iglesia."
El obispo Miles fue fiel a su palabra. Cuando regresó, empezó a
llamar a pastores que conocía, y casi de la noche a la mañana
nuestro pequeño y empobrecido ministerio que estaba acostum-
brado a apenas salir adelante empezó a recibir todo tipo de invita-
ciones de grandes iglesias.
Cuando vine a la iglesia del Obispo Miles para el Encuentro y me
subí al púlpito ese domingo por la mañana, supe que no podría ha-
blar hasta que limpiara la profanación que había soltado sobre la
iglesia de la que hablé en el capítulo anterior. De pie ante esas
1.500 personas dije, "Antes de que pueda hablar en este púlpito,
tengo que pedirle a esta iglesia que me perdone porque incons-
cientemente profané el alma de esta iglesia cuando estuve en el
personal de esta iglesia durante tres años a finales de los 80". No
estaba aquí para servir a este pastor; estaba aquí para servirme a
mí mismo, y usé a muchos de ustedes para tratar de satisfacer mi
necesidad de ser necesitado. Pido a todos los presentes que me
perdonen por tratar de usarlos a ustedes y al Obispo Miles para
promover mi vida y mi ministerio. Por favor, perdónenme".
Por todo el edificio la gente se rompió llorando. ¡Habla de una
conferencia poderosa!
No mucho tiempo después de esto, fui a la reunión de la comuni-
dad de ministros. El obispo Miles me pidió que hablara la primera
noche, que siempre era una noche de honor en la comunidad. Me
presentó a los 275 pastores que estaban allí y les dijo que lo que
tenía que decir era una de las revelaciones más necesarias de nues-
tros días, una palabra vital para el fin de los tiempos. ¡Este fue el
mismo lugar donde durante años apenas pude conseguir un puesto
de orador o un ascenso para salvar mi vida! Pero en ese entonces,
era un huérfano de poca confianza, y ahora estaba avanzando ha-
cia la filiación. Había empezado a caminar por el camino de la hu-
mildad, quitando los ojos de las faltas y debilidades de los demás,
y reconociendo y enfrentando el pensamiento huérfano y las
creencias impías dentro de mí que alimentaban un corazón huér-
fano. Cuando estamos dispuestos a humillarnos ante Dios y el
hombre, Dios nos honra y nos exalta a su debido tiempo.
Me paré frente a esos 275 ministros y confesé: "Me uní a esta her-
mandad en 1986 en su segundo año cuando sólo éramos 18. Ahora
137
El obispo Miles se puso al teléfono. "Hola, Jack. ¿Cómo estás?"
"Las cosas van bastante bien", dije. "De hecho, van muy bien".
"Así que, cuéntame lo que Dios está haciendo."
"Bueno, tenemos una conferencia de pastores en Polonia en mayo, y me
preguntaba si vendrías conmigo y serías uno de los oradores principales."
"No puedo creer que me llames", respondió con emoción en su
voz. "Hace dos años, sentí que Dios me dijo que fuera a Polonia.
No conozco a nadie allí, y he estado rezando desde entonces por
una puerta abierta a Polonia. Ajustaré mi agenda e iré contigo".
Y así como así, el obispo Miles se fue a Polonia conmigo. Voló a
Varsovia en una aerolínea, y yo en otra. Se reunió conmigo en la
puerta de embarque, habiendo llegado una hora antes que yo.
Cuando salimos a recoger el equipaje, este hombre que había sido
fiel al ministerio durante más de 40 años, y al que yo había servido
durante tres, me puso la mano en el hombro y me dijo: "Ahora,
Jack, estoy aquí para servirte".
"Pero el obispo Miles", protesté, "es el apóstol". Tú eres el que..."
"Esta es tu conferencia, Jack. Tú eres el anfitrión y me invitaste.
Ni siquiera necesito hablar. Sólo quiero estar aquí para ayudarte
con lo que necesites".
Y pienso, ¿Y mi corazón de huérfano tuvo problemas para recibir
el corazón de sirviente de este humilde hombre todos estos años?
Avance
Así que fuimos a la conferencia, y abrí la enseñanza sobre el amor
transformador del Padre. Los pastores centroeuropeos lloraban de
dolor mientras el obispo Miles estaba sentado mirando asombrado.
Al cuarto día, la mayoría de los 90 pastores presentes estaban de
cara en el suelo en arrepentimiento. Muchos fueron a sus esposas y
les pidieron perdón por haber pecado contra el amor. Habiendo obser-
vado y absorbido esto toda la semana, el obispo Miles preguntó:
"¿Qué tan pronto puedes volver a la Catedral del Evangelio y llevar a
cabo un Encuentro del Abrazo del Padre? ¿Cuando puedes venir a la
comunidad de ministros y enseñar esto a todos los ministros?"
Desde que dejé la iglesia del obispo Miles en 1991, nunca me ha-
bía invitado a hablar. Su iglesia era enorme, y yo estaba acostum-
brado a ministrar en iglesias de 50 a 100 personas donde las ofren-
das a menudo apenas alcanzaban para cubrir mis gastos de viaje.
Le respondí: "Mi calendario es bastante claro. Puedo venir cuando
quieras".
"¿Cuando puedes ir a Rusia conmigo y enseñar a nuestros 300 pas-
tores de allí el amor del Padre?" 136
CAPÍTULO 2
UN CORAZÓN HUÉRFANO
Antes de que podamos vivir una vida sin temor, tenemos que li-
diar con el asunto del corazón huérfano. Todos nacemos con un
corazón huérfano que rechaza la autoridad paternal y busca inde-
pendizarse de todo y hacerlo a nuestra propia manera. Los únicos
humanos que no nacieron con un corazón huérfano fueron Adán
y Eva. En vez de eso, ellos poseían un espíritu de hijos desde el
inicio pero eventualmente lo intercambiaron por un corazón de
huérfano cuando ellos escogieron seguir su propio camino aparte
de Dios. Como resultado de la caída, su corazón huérfano fue pa-
sado a cada generación siguiente, llegando a ser la herencia co-
mún para toda la humanidad.
Así que, nuestra búsqueda no es volver a ganar nuestro papel de
hijos con el Padre; no podemos volver a ganar algo que nunca
tuvimos. En vez de eso, nuestra búsqueda es entrar al abrazo del
amor incondicional de Dios Padre y recibir un corazón de hijo
que desplazara nuestro corazón huérfano. Me tomó muchos años
aprender esta verdad. Yo fui radicalmente salvo en 1980, radical-
mente lleno con el Espíritu Santo en 1984, y por muchos años
después continúe viviendo con un corazón de huérfano. Al crecer
en un ambiente de casa con alcohol y abuso emocional con pa-
dres que, por sus propios corazones huérfanos, no sabían cómo
expresar amor, nunca aprendió como ser hijo, porque no sabía
cómo ser hijo, no sabía tampoco cómo ser un buen padre tampo-
co. Consecuentemente mi familia sufrió por años.
Cuando posees un corazón huérfano, nunca te sientes en casa
realmente en ningún lado. Tienes miedo de confiar, miedo al re-
chazo, y miedo de abrir tu corazón para recibir amor. A menos
que seas capaz de recibir amor, no puedes expresar amor incondi-
cionalmente, aún a tu propia familia.
Puedes nacer de nuevo, ir a la iglesia cada semana, diezmar, estu-
diar la Biblia ávidamente, y hacer todas las “cosas” cristianas, y
aún así tener un corazón huérfano. Ser salvo no significa que au-
tomáticamente nos sentiremos seguros, amados y aceptados co-
mo un hijo o hija de Dios; esas son dos cosas distintas. El nuevo
nacimiento en Cristo te hace un hijo o hija de Dios, pero eso no
quiere decir que automáticamente te mete en la experiencia plena
personal de esa relación de amor con Él como Padre.
21
Esto es porqué una y otra vez personas vienen a mi en las confe-
rencias que enseño y confiesan, “Simplemente no lo entiendo. He
ido a docenas de conferencias; he oído la enseñanza del amor del
Padre; he tomado incontables horas de consejería y oraciones de
sanidad y liberación; y aún no puedo ser libre del temor y la inse-
guridad en mis relaciones.” Por un largo tiempo yo no sabía que
decirles porque yo sufría el mismo problema – todavía tenía un co-
razón huérfano.
Atadura de Opresión
Si no se revisa, un corazón huérfano puede crecer y convertirse en
una atadura de opresión – una estructura de hábito de pensamiento
o fortaleza que está tan profundamente arraigada que solo una re-
velación de experiencia profunda del amor de Dios Padre puede
desplazarla.
Mi hija Sarah, estaba aprendiendo a confiar en mi amor hasta los 5
años. El corazón huérfano con el que ella nació estaba en proceso
de ser desplazado. Como dije, tu no puedes sacar el corazón huér-
fano. Es un corazón que siente que no tiene hogar. Debe ser des-
plazado, y la única forma de hacerlo es presentar al huérfano a un
padre amoroso. Luego el huérfano debe escoger someter su cora-
zón a ese amor. Idealmente, esto debiera pasar para todos nosotros
como hijos a través de ejemplos de madres y padres amorosos. Pe-
ro no hay padres y madres perfectos. ¿Entonces qué?
¿Qué pasa si corres por amor y consuelo y afirmación, como Sarah
hizo conmigo en el yate cuando tenía 5, solo para sentirte herido y
rechazado? La percepción de rechazo puede ser tan dañina para un
niño (o un adulto) como un rechazo intencional. Dejarla sin sanar o
sin resolver, esa herida puede poner en movimiento un corazón
huérfano en un progreso de 12 pasos que eventualmente se mani-
fiesta como una fortaleza de opresión suficientemente poderosa pa-
ra incapacitar a una persona por años emocionalmente y puede im-
pedirle de cultivar relaciones sanas.
1.
Yo no lastimé a Sarah intencionalmente; mi respuesta hacia
ella fue un mecanismo instintivo de defensa. Su corazón de 5 años
lo percibió como rechazo, sin embargo, y desde ese día en adelan-
te, yo ya no era el padre maravilloso que no podía hacer nada mal
a sus ojos. Ella había abierto su corazón a mi en inocencia infantil
pero se sintió lastimada y echada a un lado. Como resultado, Sarah
cerró su corazón a mi ese día. Sin importar que hiciera después de
22
cendente de 12 pasos que toma el pensamiento huérfano que cul-
mina en una fortaleza de opresión. Sólo caminando diariamente en
la verdad de Cristo puede desplazarse tal fortaleza. Uno de los ma-
yores peligros de todo esto es el hecho de que tan a menudo las
mentiras y las creencias impías se arrastran en nuestros pensa-
mientos tan sutilmente que no las reconocemos como pensamiento
huérfano.
En enero de 1998, un par de meses después de mi acto de confe-
sión y restitución (véase el capítulo nueve) con el obispo Miles,
Trisha me dijo: "Anoche soñé con tu próximo viaje a Polonia".
Estaba previsto que asistiera a una conferencia de pastores en el
norte de Polonia en mayo de ese año. Trisha continuó: "Soñé que
el obispo Miles estaba contigo. ¿Por qué no lo llamas y lo invitas a
ir contigo?"
"No tiene tiempo para mí", le respondí. ¿Lo has entendido? ¿Ves
cómo el pensamiento huérfano tuerce nuestra vida de pensamien-
to? Cierto, el obispo Miles era un hombre muy ocupado que viaja-
ba regularmente al extranjero. Su tiempo era precioso, e inmedia-
tamente asumí que no tenía valor para él y que no podía dedicar-
me nada de su tiempo. Así que lo dejé en paz.
Al día siguiente Trisha dijo: "Tuve ese sueño otra vez. Tienes que
llamar al obispo Miles".
"Ha reservado con años de anticipación", protesté, "No va a to-
marse tiempo para mí". Otra vez estaba pensando como si fuera un
poco nada, un huérfano que nadie valora o promocionaría. Nadie
me iba a favorecer, nadie se preocupaba por mí. ¿Ves lo rápido y
fácil que podemos llegar a un acuerdo con el acusador de los her-
manos, el primer huérfano espiritual?
Durante las siguientes noches, Trisha tuvo el mismo sueño de que
el obispo Miles estuviera conmigo en Polonia. Se arriesgó a ser
una regañona y siguió insistiendo en que le llamara.
Finalmente, cogí el teléfono y llamé a su oficina, creyendo que no
me pondría en contacto con él. Hablé con su secretaria: "Me gus-
taría concertar una cita telefónica con el obispo Miles para cuando
esté disponible".
Puso la mano sobre el teléfono y le oí decir: "Obispo Miles, este
es Jack Frost; le gustaría estar con usted".
"Me encantaría hablar con él ahora mismo", respondió.
¡Una creencia impía se fue volando por la puerta! No podía creer
que estuviera allí y disponible y que sonara genuinamente intere-
sado en hablar conmigo.
135
nosotros. Sea lo que sea, mucha gente no recibe su herencia debido a
dos importantes verdades que me robaron durante años de provisión y
fecundidad en mi vida y en mi familia. Veamos cuánto pueden estar
impidiéndote estar sujeto a la misión del Padre.
El corazón de un huérfano está atado y empapado de mentiras y
creencias impías que tienen su origen en el padre de las mentiras.
Por consiguiente, un huérfano no recibe legítimamente una heren-
cia. Los huérfanos viven en el reino de la mentira y la oscuridad
mientras que la herencia pertenece al reino de la verdad y la luz.
Este contraste entre la verdad y la mentira nos lleva a la sexta ver-
dad en nuestra búsqueda de pasar de la esclavitud a la filiación.
La verdad número 6. Renunciar diariamente a las creencias
impías y a las mentiras ocultas del pensamiento huérfano.
Proverbios 23:7 dice que nos convertimos según lo que pensamos
en nuestros corazones. Si piensas como un huérfano, vivirás como
un huérfano. Si piensas que no tienes un hogar, vivirás la vida co-
mo si no tuvieras un hogar. Si piensas como un hijo, vivirás como
un hijo. Si crees que tienes un hogar, vivirás la vida como si tuvie-
ras un hogar. Una verdad clave para desplazar el pensamiento
huérfano es exponer las mentiras y creencias impías que están en
su núcleo y dejar que la luz disipe la oscuridad. Es una batalla dia-
ria que todos luchamos. De hecho, Pablo la describe en términos
abiertamente bélicos:- Porque las armas de nuestra guerra no son de
la carne, sino divinamente poderosas para la destrucción de fortalezas.
Estamos destruyendo las especulaciones y toda cosa elevada que se le-
vanta contra el conocimiento de Dios, y estamos llevando todo pensa-
miento cautivo a la obediencia de Cristo (2 Co. 10:4-5 NAS).
La palabra "especulaciones" en griego significa "razonamientos,
pensamientos e imaginaciones que preceden y determinan nuestra
conducta". Las "Fortalezas" o fortalezas en sí mismas no son de-
moníacas; esta Escritura se refiere a una fortaleza de pensamiento
que incluye mentiras contra lo que Dios ha revelado sobre sí mis-
mo. Es una estructura de hábito de pensamiento que se exalta a sí
misma por encima del conocimiento del amor de Dios. La fortale-
za de pensamiento le da al enemigo terreno para traficar en su vi-
da. Si expulsa la influencia demoníaca pero deja que la fortaleza
de pensamiento permanezca, entonces la influencia demoníaca
tiene el derecho legal de regresar y reocupar la fortaleza.
Nuestras mentes están influenciadas por el Padre de la Creación o
el padre de las mentiras. Vimos en el capítulo dos la espiral des-
134
eso o cómo Sarah y yo nos relacionáramos, una parte de su cora-
zón se cerró hacia mi por la desilusión dentro de ella, que ella al-
guna vez se había acercado a mi con brazos abiertos y yo la había
rechazado. El corazón cerrado de Sarah fue su mecanismo de auto
protección en contra de ser herida de nuevo.
Nuestra verdadera personalidad se revela en nuestras relaciones
familiares. Podemos usar máscaras ante el mundo, pero en casa es
donde se quitan las máscaras. Aún como niños notamos las fallas
de nuestros padres. Vemos como ellos mal representan el amor del
corazón Paternal hacia nosotros y reconocemos las desilusiones,
las promesas rotas, y la inconsistencia en conducta. Y estas fallas
pueden verse grandes ante nuestros ojos, llevándonos a nuestro si-
guiente paso.
2. Recibimos las fallas paternales como desilusiones, desánimo, pe-
na, o rechazo. Sarah interpretó mi respuesta instintiva de defensa
como mi rechazo personal hacia ella. ¿Cuán frecuentemente, ya
sea con nuestros hijos, nuestros esposos, nuestros colegas de traba-
jo, o nuestros amigos creyentes en la iglesia, hacemos a alguien
más hacia un lado como una reacción de nuestro mecanismo perso-
nal de defensa, dejando a esa persona sintiéndose herida o rechaza-
da? Nosotros no queremos hacerlo, pero sucede. Ninguno de noso-
tros como padres intencionalmente herimos a nuestros hijos. No
mal representamos el amor de Dios a propósito. Pero solo le pode-
mos dar a otros lo que se nos ha dado a nosotros. ¿Cómo puedo ser
un padre si nunca me he sentido como un hijo?
Como hijo, aunque yo tuve un padre, siempre me sentí más como
un esclavo en su casa más que como un hijo. No había una relación
nutrida, ternura, calidez, afecto, consuelo o protección. Y porque
crecí sintiéndome como un siervo, así es como yo traté a mis hijos.
Yo solo podía darles lo que se me había dado a mi. ¿Es a caso una sor-
presa que ellos también lo recibieran como herida y rechazo? Ellos no
se sentían seguros confiándome algo, lo que lleva al punto tres.
3. Perdemos confianza básica en la autoridad paternal. Una vez
desilusionados, rechazados o heridos de otra forma por un padre,
cerramos una parte de nuestro corazón para evitar ser heridos de
nuevo. Todas las murallas se levantan. Un cierto grado de confian-
za básica se pierde.
Confianza y la confianza básica son dos cosas diferentes. Si yo ca-
mino a tu lado y accidentalmente te piso con mi calzado del 15 y
digo, “Oh, lo siento, por favor perdóname,” tal vez todavía confíes
en mí como persona. Pero la siguiente vez que camine cerca de ti,
23
te asegurarás de quitar tu pie para que no quede de nuevo bajo mi
pie. Confías en mí como persona, pero por tu experiencia pasada
de dolor infligido por mi, tu temes que el mismo dolor pueda pa-
sar de nuevo. Así que retiras una parte de ti – la parte que fue he-
rida antes porque una parte de tu confianza básica se ha perdido.
Esto fue lo que pasó con Sarah. Ella todavía confiaba en mí como
su padre para amarla, cuidarla, y proveer para sus necesidades.
Ella confiaba en mí en la relación superficial, conversaciones
“seguras” , y cosas similares, pero ella ya no confiaba en mí cuan-
do se trataba de asuntos de intimidad y comunicación personal
profunda. Porque la había lastimado profundamente en esta área,
ella no me confiaba su corazón o sus sentimientos profundos.
Cuando discutimos la confianza básica, no estamos hablando de la
habilidad de creer o confiar en otra persona, sino la capacidad de
mantener tu corazón abierto a otra persona, especialmente si tu crees
que sus motivos o intenciones son cuestionables. La confianza básica
es la habilidad de arriesgarse a ser real y vulnerable, mantener tu co-
razón abierto aun cuando duele en vez de cerrar tu espíritu.
En su centro, la verdad básica es un asunto entre tú y Dios. La ver-
dad básica es cuando eres capaz de avanzar más allá de la debilidad
en otros y recibir el toque sanador de Dios, un momento a la vez, y
no corres o te alejas; para descansar en su abrazo amoroso y entrar
en una posición de hijo, aun cuando alguien cercano puede mal re-
presentar el amor del Padre hacia ti. Es tomar el Espíritu de Cristo,
un corazón manso y amable, y entrar en el descanso del Padre,
mientras arrojas todas tus cargas sobre él. La pérdida de la confian-
za básica lleva al cuarto paso hacia la opresión.
4. Avanzamos en el temor de recibir amor, consuelo, amonesta-
ción de otros. Una vez que la confianza básica se ha perdido,
llega a ser difícil recibir de otros porque tenemos miedo de ser
vulnerables. Así que cuando la crisis inevitable viene, nuestra res-
puesta es solo aguantarnos exteriormente y encargarnos de todo
nosotros solos porque no confiamos en nadie más o creemos que
no habrá alguien que nos consuele. Con un corazón huérfano, fre-
cuentemente te sientes solo, especialmente en una multitud o du-
rante tiempos de crisis.
5. Desarrollamos un espíritu cerrado. Una vez que cerramos
nuestros corazones a recibir amor, cerramos nuestros corazones a
la intimidad (ver dentro de mi). Nos retiramos a un espíritu cerra-
do, apartando nuestro corazón de la influencia externa y de todo,
menos de lo más superficial o de ataduras emocionales insanas.
La intimidad se pierde. 24
origen a esta hora) al día siguiente, veían que mi barco se había
ido y no tenían ni idea de la dirección que había tomado. Para
cuando el clima fuera lo suficientemente bueno para que otros sa-
lieran, me habría abierto camino a través de mares de 8 a 12 pies y
estaría listo para pescar tan pronto como el mar se extinguiera. En-
tonces, en 24 horas, tendría mi barco cargado con meros nevados
y estaría en camino a casa mientras el resto de la flota salía. Debo
decir que no sólo me impulsó el llamado de Dios en mi vida, sino
también un bote lleno de orgullo y ego por haber sido astutamente
más listo que la flota. Incluso ahora, 25 años después, mis emocio-
nes pueden sentir la gloria de esas semanas.
Finalmente, el capitán de un barco llamado Agua Azul se dio
cuenta. Él también tenía su barco equipado y listo para salir, y co-
menzó a dormir en el barco, esperando escuchar mi motor diesel
de Detroit encenderse en medio de la noche. Con la ayuda de la
oscuridad, el mar embravecido y el radar (yo no tenía radar), me
siguió al noreste desde una distancia segura en medio de la noche
y durante todo el día siguiente. Cuando los vientos se calmaron,
anclé en la orilla de Jack y comencé a tirar de los meros de dos en
dos, cuando el Agua Azul se escabulló de mi proa y me atrapó con
los peces. El problema era que no tenía ni idea de que Jack's Bank
estaba a 840 pies de agua, y no tenía suficiente línea de anclaje
para pescar a esta profundidad. Atrapó algunos peces a la deriva,
pero la corriente era demasiado fuerte para pescar a la deriva. Le
superé en peso a sus 600 libras durante esos pocos días en el mar
antes de que una fuerte tormenta de invierno nos llevara a casa.
Si estaba celoso, o avergonzado de que lo hubiera pescado mejor que
él, o si sólo quería vengarse por "ponérselo" tan mal, no estoy seguro,
pero el Agua Azul reveló la ubicación del naufragio al resto de la flo-
ta, y ellos a su vez salieron y quemaron (capturaron todos los peces)
el Banco de Jack. Bajo el amparo de la oscuridad, pudieron robar el
resto de mi herencia que creo que Dios había guardado para mí. Los
25.000 dólares que gané en el Jack's Bank nos ayudaron a Trisha y a
mí durante los dos años siguientes de la escuela bíblica, pero podría
haber habido miles más si hubiera sido un poco más sabio en los pla-
nes de otros que buscaban saquear mi herencia.
Muchos cristianos han recibido a Cristo y tienen derecho a ser
coherederos con él. Todo lo que vemos en Cristo también somos
herederos, pero a veces los celos, la vergüenza o el sentimiento de
que otros son más bendecidos parece que nos frenan. Otras veces,
parece que el ladrón roba las bendiciones de Dios de debajo de
133
Mientras anclábamos en este naufragio previamente no descubier-
to y sin explorar, capturamos 9.000 libras de meros nevados en las
siguientes 30 horas. Cada pez pesaba entre 50 y 60 libras. Nos lle-
vó un día volver al muelle y otro día descargar y vender esos pe-
ces. Dimos la vuelta al barco y volvimos a pescar otras 9.000 li-
bras en menos de otras 30 horas. Gané 7.400 dólares de la parte
del capitán en sólo seis días.
Era mi herencia. Estaba dispuesto (aunque escéptico) a renunciar a
todo lo que me había hecho seguro en la vida -mi identidad en el
mar- y a ser obediente a la palabra que sentía que Dios me había
dado para dejar el mar y seguirle. Estaba tan agradecido de que
Dios me hubiera liberado de la adicción a las drogas y al porno
que sólo quería estar sujeto a la misión de Dios en la vida y no a la
mía propia. Pero se necesitaría una intervención sobrenatural para
construir mi fe y dejar a mi amante, el mar.
Durante el invierno, es muy difícil encontrar dos o tres días conse-
cutivos de clima lo suficientemente tranquilo para pescar en aguas
profundas de los Bancos Exteriores. Estas aguas traicioneras son
conocidas como el Cementerio del Atlántico por los muchos bar-
cos que han bajado allí. Por lo tanto, durante los dos meses si-
guientes, hubo muy pocos días en los que pude pescar en el Banco
de Jack, y para complicar las cosas, todos los barcos de pesca de
la flota querían atraparme en esta "bonanza" en la que el capitán
Jack, en su barco, La vida de un rey, pescaba más peces en un día
que la mayoría de los barcos capturados en un mes.
Es difícil poner en palabras la pasión y la fe que encontré en Dios
durante esta temporada de cosecha que Él había preparado para
mí. Sabía más allá de toda duda que el descubrimiento del Banco
de Jack era una cosa sobrenatural de Dios y que Él estaba propor-
cionando todo lo que necesitaba para la transición de mi vida de
estar tan enredado en el sistema mundial a una vida dedicada a
buscar el Reino de Dios y darlo a conocer al mundo.
Durante dos meses, la flota trató de atraparme en el Banco de Jack
para robar mi herencia. Cuando estaba en el puerto, mantenía mi
barco totalmente equipado con combustible, cebo, hielo, aparejos
de pesca y comida, y esperaba hasta que pasara una tormenta de
invierno. Luego, el último día de un vendaval congelante, a las 2
de la mañana, sacaría a escondidas La vida de un rey (un Thom-
pson de 44 pies) del muelle mientras todos los demás estaban en
sus cálidas y acogedoras camas. Cuando los otros capitanes llega-
ban al muelle de Morehead City, Carolina del Norte (mi puerto de
132
6. Tomamos una actitud independiente, auto confiada. Un cora-
zón cerrado y aislado se manifiesta a si mismo con una actitud que
dice, “Si algo se va a hacer aquí, lo tengo que hacer yo.” Nuestras
inseguridades y temores han cerrado nuestro corazón de cualquier
relación significativa con otros.
La independencia y autoconfianza son frecuentemente cualidades
valoradas en nuestra cultura.
Mientras parece que son importantes y útiles en ámbitos políticos
y de negocios, son fatales en las relaciones, familia y comunidad y
puede resultar en inquietud y enfermedad porque no son capaces
de echar todas sus cargas sobre Él. En vez de eso, llevamos las
cargas sobre nosotros, lo que lleva al siguiente paso.
7. Empezamos a controlar nuestras relaciones. Con un corazón
de huérfano, nuestra independencia y aislamiento son nada más
que un asunto de control. Tal vez puedan manifestarse como agi-
tación o apatía. Limitamos nuestras relaciones y conversaciones a
temas “seguros” como noticias, deportes, clima, etc. El temor de
confiar, temor del rechazo, y temor de la intimidad nos evita ata-
car temas más profundos y de permitirle a alguien de tener una
relación más personal con nosotros.
8. Nuestras relaciones llegan a ser superficiales. Con un cora-
zón cerrado, las relaciones saludables son muy difíciles. Los tres
temores enlistados arriba inconscientemente nos influencian para
mantener a otros a distancia emocionalmente. Y difícilmente nos
damos cuenta que estamos haciéndoles lo mismo a ellos que teme-
mos que nos hagan a nosotros: rechazamos.
9. Desarrollamos una creencia impía que dice que nadie estará
ahí para suplir nuestra necesidad. Este es el peligro de un cora-
zón autosuficiente e independiente. No solo tenemos miedo de de-
pender de alguien más, sino que también sentimos que nadie nos
valora lo suficiente como para cuidarnos.
Yo cerré mi corazón a recibir el amor de mi padre y de mi madre
cuando yo tenía 12 años. Como resultado, tomé una actitud inde-
pendiente, desafiante, controladora, y rebelde que me lastimaba a
mi tanto como a ellos. No había sentido de ser hijo (honor, respe-
to, e interdependencia), lo que llega al número 10.
10. Comenzamos a vivir la vida como huérfanos espirituales. Un
corazón de huérfano siente que no tiene un lugar seguro en el co-
razón del padre donde se sientan amados, valorados y afirmados.
No tenemos un puerto seguro, sin refugio, sin lugar de descanso.
Fuera de que nuestra identidad sea lo que hacemos, realmente no
25
tenemos donde llamar nuestro hogar. Creemos que tenemos que
discutir, luchar, y pelear por cualquier cosa que queramos lograr
en la vida. Sin un lugar que podamos llamar hogar, comenzamos a
buscar el amor en los lugares equivocados.
11. Comenzamos a perseguir afectos falsificados. Habiéndonos
cerrado de los afectos genuinos de familia y amigos, comenzamos
a buscar afectos falsificados – substitutos de los afectos que deja-
mos atrás en casa o que nunca tuvimos. Fuimos creados para amar
y ser familia; consecuentemente, sin ellos, encontraremos algo con
qué unirnos como reemplazo, aún si es insano o destructivo.
Yo clasifico los afectos falsificados bajo las “siete p’s”: pasión,
posesión, posición, performance (rendimiento), personas, puesto
(lugar) y poder. Las pasiones de la carne normalmente toman la
forma de varias adicciones: comida, alcohol, drogas, sexo, porno-
grafía, escapismo – cualquiera que sea nuestra fuente de confort a
nuestro corazón solitario e inseguro. Algunas personas acuden a
las posesiones, pensando que de alguna forma encontrarán des-
canso a su corazón a través de ganancias en el mundo. Otros bus-
can posición – la alabanza del hombre, buscar aceptación, buscan-
do ser vistos o atándose en un esfuerzo de ganar la aprobación de
otros, especialmente de aquellos que pueden ayudarnos a avanzar
en nuestra suerte por la vida. Performance se siente como que hay
algo más que debes hacer o poner en orden delante de ti para po-
der encontrar descanso y sentirte bien acerca de ti mismo. Las per-
sonas es una creencia que una persona o pareja es la respuesta a
todas tus necesidades en vez de hacer el amor de Dios fuerte prin-
cipal. Puestos o lugares es una creencia impía de que, “si solo tu-
viera un mejor trabajo, sería feliz... Si solo viviera en algún otro
lugar... si solo pudiera correr y escapar...” Finalmente, los busca-
dores de poder desean controlar sus propias vidas y destino, con el
poco deseo de abrirse o ser reales y con muy poco sentido de nece-
sitar nada o a nadie. El control de las emociones, de las personas,
o circunstancias es su manera de asegurarse que ellos nunca serán
desilusionados o heridos de nuevo. Esto es, por supuesto, total-
mente irreal. Los afectos falsificados no traen verdadera llenura y
fácilmente nos llevan al doceavo y último paso.
12. Comenzamos a luchar diario una atadura de opresión. Ha-
biéndonos aislado a nosotros mismos de cultivar relaciones sanas, lle-
gamos a estar atrapados en un ciclo de buscar plenitud en cosas que
nunca pueden satisfacernos. Incapaces de recibir amor, aceptación y
amonestación de Dios o de otros, la vida se convierte en una mezcla
26
CAPÍTULO DIEZ
BANCO DE JACK
Jack's Bank fue el nombre que unos pocos pescadores dieron a
uno de los lugares de pesca de meros más calientes jamás encon-
trados en los bancos exteriores de Carolina del Norte. Lo llamaron
así porque cada vez que llegaba a este lugar súper secreto, me diri-
gía al banco cuando llegaba a casa. En el invierno de 1982, pesqué
75.000 libras de mero nevado con anzuelo y sedal en un naufragio
en un período de dos meses. La venta de pescado superó los
80.000 dólares y la paga de mi capitán, después de todos los gas-
tos, superó los 25.000 dólares. No está mal para dos meses de la
pesca más aventurera que he conocido.
Era enero de 1982, y había recibido a Cristo como mi salvador só-
lo dos años antes. Sentí que Dios me hablaba para que dejara mi
vida como capitán de pesca comercial y fuera a la escuela bíblica
para sentar las bases para dar el resto de mi vida para llevar un
mensaje de sanidad y restauración a las naciones. Me sentía muy
inseguro con esa idea porque toda mi identidad había sido envuel-
ta en ser Top Hook, uno de los mejores pescadores de pargos y
meros de la costa sureste. La escuela bíblica y el ministerio tenían
demasiadas incertidumbres intimidantes. Así que negocié con
Dios, "Si en los próximos meses, pagas todas mis deudas y pro-
vees el dinero que mi esposa y yo necesitamos para que ambos
asistamos a dos años de escuela bíblica, lo recibiré como confir-
mación de que necesito salir de mi zona de confort y entrar en la
fe". Estaba dispuesto, pero creía haber encontrado una forma de
dejar el mar y obedecer a Dios.
En el siguiente viaje de pesca comercial después de ese trato, me
encontré a 28 millas de Ocracoke, Carolina del Norte, pescando
pargo rojo en 240 pies de agua en la plataforma continental. Pes-
camos toda la noche y pesqué unas mil libras, y luego nos dirigi-
mos al este a la curva de 100 brazas (600 pies de profundidad) pa-
ra pescar meros nevados de aguas profundas durante las horas del
día. Mientras nos dirigíamos al este, puse el barco en piloto auto-
mático mientras mis dos tripulantes dormían en sus literas. Debe-
ría haber sido sólo una hora de carrera, pero me quedé dormido al
timón y fui varias millas más al este que donde había estado antes.
Cuando me desperté y miré mi visor de pesca, vi el mayor cardu-
men de meros que jamás había visto sentado encima de un naufra-
gio en 840 pies de agua. 131
y creo en ti. Dios está a punto de hacer algo grande a través de tu
vida!"
Dios me dijo en 1980 que llevaría la curación y la restauración a
las naciones de la tierra. Más tarde, Bill Hamon y otros cinco o
seis profetas lo confirmaron proféticamente. Durante 17 años,
había trabajado como un esclavo para que esa palabra se cum-
pliera, pero nunca se cumplió. Trabajé, trabajé, hice todo para
construir el ministerio, y sin embargo, pocas personas con autori-
dad me apoyaron. Pocos me ascenderían, aunque ayudé a miles
de personas. Luché, no tenía dinero y poco apoyo. No fue hasta
que confesé y renuncié a mi corazón de huérfano, hice la restitu-
ción a las autoridades que había desafiado y profanado, y abracé
el espíritu de filiación que la profecía comenzó a cumplirse. Sin
filiación, sin influencia. Sin filiación, no hay herencia.
Puede que sea necesario que vayas a las autoridades pastorales o
de otro tipo y les restituyas por ser huérfano hacia ellas en lugar
de un hijo. No lo hagas porque yo lo haya hecho; hazlo porque el
Espíritu Santo te convence de hacerlo. Tómese unos minutos pa-
ra sentarse tranquilamente y pedirle a Dios que le muestre las
personas con autoridad a las que debe acudir y hacer las cosas
bien. Puede ser un jefe pasado o presente, un pastor o un maes-
tro. Escriba sus nombres. Luego lea el "Ministerio de Restitu-
ción" en el Apéndice B al final de este libro. Explicará cómo co-
menzar a avanzar hacia el cierre de sus relaciones. A medida que
lo hagan, también progresarán en su viaje de la esclavitud a la
filiación.
130
opresiva de tensión, agitación, ira, amargura, incertidumbre, y frustra-
ción que puede eventualmente llevar a la depresión.
Restaurando el corazón del Padre
Una vida de opresión, impulsada por un corazón huérfano, es la
experiencia común de casi cada persona. Aún entre cristianos,
quién conoce la verdad del perdón de pecados y de la vida eterna a
través de la fe en Cristo, solo un poco porcentaje han realmente
experimentado el abrazo completo del amor del Padre. Sus proble-
mas matrimoniales, familias y relaciones son evidencia de este he-
cho. Demasiados cristianos están aún atrapados en los enredos del
corazón huérfano.
Consecuentemente, pocos han aprendido a desplazar su corazón
huérfano con un corazón de hijo.
Ese número está creciendo, sin embargo, un corazón de huérfano
es algo común en un mundo competitivo, caído, lleno de pecado,
pero nunca fue este el deseo o plan de Dios para nosotros. Y Él
está activamente trabajando en nosotros para cambiar la situación.
En nuestra propia generación, somos testigos de los inicios de la
restauración del corazón del Padre a los corazones de Sus hijos,
como fue dicho en la Escritura. El libro de Malaquías, el último
libro del Antiguo Testamento, cierra con una maravillosa y pode-
rosa promesa:
“Miren, les envío al profeta Elías antes de que llegue el gran y terrible
día del Señor. Sus predicaciones harán volver el corazón de los padres
hacia sus hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres. De lo contrario,
vendré y haré caer una maldición sobre la tierra.” (Malaquías 4:5-6)
La promesa de Dios es que “el profeta Elías” vendrá “antes de
aquel gran y terrible día” cuando Cristo venga. Sabemos de las
propias palabras de Jesús en los Evangelios que esta promesa fue
cumplida en la persona de Juan el Bautista, quien vino a preparar
el camino para el Señor. Sin embargo, esta profecía también con-
tiene una dimensión más profunda de significado que se relaciona
con el final de los tiempos. Antes de que Cristo regrese, Elías ven-
drá, esta vez en forma de una función o movimiento en vez de una
persona. ¿Por qué Elías? Fue Elías quien fue instrumental en qui-
tar la autoridad abusiva y controladora cuando él venció a los pro-
fetas de Jezabel. Después, cuando Elías fue tomado al cielo en una
carroza de fuego, Eliseo , su hijo espiritual quien presenció su as-
censión, clamó, “Mi padre, mi padre...” (2 Re. 2:12). Entonces en
Malaquías, “Elías” representa una unción paternal que será libera-
27
da sobre la tierra en los tiempos finales. Malaquías 4:6 trae esto
con su descripción del efecto que tendrá esta liberación de esta un-
ción sobre el mundo - “volver el corazón de los padres a sus hijos,
y el corazón de los hijos a sus padres.” Así que, la maldición del
corazón huérfano será desplazado.
Hasta que Elías venga, la tierra permanece bajo maldición. ¿Y cuál
es esta maldición? Una sensación de orfandad. Más que cualquier
otro tiempo en la historia de la humanidad, la orfandad es la maldi-
ción de nuestra generación. Hoy más niños que nunca han crecido
en hogares sin padres, y muchos más están creciendo sin un padre
emocionalmente, aunque sus padres biológicos estén físicamente
en casa.
Uno de mis más grandes retos personales en la vida hoy es ser un
padre. Como dije antes, ¿Cómo puedo ser un padre si nunca me he
sentido como un hijo? Mi mamá y papá siempre estuvieron emo-
cionalmente despegados y distantes, y muchos de ustedes, estoy
seguro, pueden compartir historias similares. Ha sido solo dentro
de los últimos 10 años, después de recibir la revelación del amor
del Padre y de ser hijo, que mis padres y yo comenzamos a tener la
conexión emocional que había estado ausente por muchos años.
Millones de niños hoy están creciendo sintiéndose como si no tu-
vieran un hogar. Cuando digo “hogar”, estoy hablando de un lugar
de calidez, protección, consuelo, seguridad e identidad – un lugar
donde reciben un sentido de propósito y destino y una razón para
levantarse en la mañana.
Hogar es el lugar donde podemos correr cuando las cosas van mal, el
lugar donde podemos recibir afirmación y ánimo, no tanto por lo que
hayamos hecho sino por los hijos e hijas que somos. Hogar es el lugar
al que pertenecemos, dejamos de luchar y entramos en reposo.
Desafortunadamente, para muchos de nosotros, esto no es la vida de
hogar de nuestra experiencia o nuestra memoria. Un estudio ha revela-
do que, para la mayoría de cristianos, 80 por ciento de nuestro pensa-
miento es negativo y está de acuerdo con el enemigo, el acusador de
los hermanos, quien nos dice que no tenemos valor o no somos dignos
de amar, y quién alimenta nuestro corazón huérfano y creencias im-
pías acerca de la naturaleza amorosa de Dios de tal forma que vivimos
como si no tuviéramos un hogar aunque somos hijos del Rey.
Un espíritu huérfano puede existir sobre una persona individual,
sobre un iglesia, sobre una ciudad, sobre una región o aún sobre
una nación. Y donde sea que un corazón huérfano domina, ya sea
individualmente o corporativamente, la gente se levanta cada día
28
Hacer la restitución
Me aterrorizaba la idea de acercarme al obispo Miles porque mi
corazón de huérfano estaba intimidado por la autoridad. Tenía tan-
to miedo al hombre. Era puro pensamiento de huérfano. Así que,
como Roger vivía cerca, le pedí que me acompañara. Me dijo:
"Me reuniré contigo allí y te acompañaré en esto".
Envié una copia de mi confesión de nueve páginas al obispo Miles
por adelantado para que la leyera antes de conocernos. Mientras
almorzábamos juntos, charlamos, y fue todo lo amable que pudo
ser. Eso me ayudó a estar más tranquilo. Le dije al obispo Miles:
"¿Recibió la carta que le envié?"
"Sí, lo hice".
"¿Lo has leído?"
"Cada palabra".
"Obispo Miles", le dije, "quiero pedirle perdón por todos estos
años en los que le he valorado por lo que ha podido hacer por mí".
También le confesé que había puesto una exigencia a nuestra rela-
ción, quería que él fuera mi fuente de afirmación y promoción, y
no Dios. El resultado fue que operé en control y manipulación,
tratando de satisfacer mi necesidad no curada. Además, confesé la
profanación que había traído a su iglesia y a toda la gente que
atraía hacia mí y que se había metido debajo de mí en vez de des-
viar las alabanzas hacia él.
Me dijo: "Jack, te perdoné en 1989. Intenté hablarte de ello, pero
cada vez que lo intenté, insististe en que todo estaba bien. Perdí la
confianza en ti porque no fuiste honesto conmigo".
Y nos preguntamos por qué el ascenso no parece llegar a nuestro lugar de
trabajo o a nuestra iglesia. La promoción se retrasa a menudo para los
huérfanos; o se toma ilegítimamente a un alto precio para nuestra relación
- barcos, carácter e integridad. Los huérfanos sienten la necesidad de lu-
char y pelear por todo lo que quieren. Esa es probablemente una de las
razones por las que hay tantas luchas y divisiones en nuestras iglesias.
Los huérfanos espirituales compiten entre sí por la posición, cualquier
bocado de afirmación, o la alabanza del hombre.
Nos preguntamos por qué gran parte de la iglesia es impotente en
nuestras naciones y nuestras ciudades, y por qué muchos acuden a
otras religiones o cultos. ¿Podría ser por tantos corazones huérfa-
nos que tergiversan el amor del Padre a sus familias y al mundo?
El obispo Miles me perdonó, me bendijo y me envió con estas pa-
labras: "Jack, has madurado de verdad. No conozco a muchos
hombres que se hubieran humillado como tú. Estoy orgulloso de ti
129
"Porque no creí que fueras lo suficientemente maduro para ma-
nejarlo, y tu actitud enojada está revelando que aparentemente no
lo eres".
Estaba tan enojado que estaba listo para dejar el ministerio otra
vez. Estaba listo para dejar la comunidad de ministros. Estaba
listo para dejar las relaciones que había tenido durante años y
volver a la pesca en alta mar. "¡Los vendavales y los mares de 20
pies son más fáciles de tratar que las personas!"
Ver la luz
Honestamente no podía ver lo que había estado haciendo mal.
Así que hice lo que había aprendido a hacer en tiempos de crisis,
me fui a la soledad durante varios días para rezar y ayunar. Alre-
dedor del cuarto día, sentí que el Espíritu Santo me impulsaba a
escribir cada forma en que había valorado a la gente y a la iglesia
por lo que podían hacer por mí. Escribí las emociones y actitudes
con las que había luchado durante diez años. Una cosa sobre el
ayuno, tres o cuatro días después, y te darás cuenta de lo que es-
tás lleno. Yo lo vi. ¡Y fue una de las cosas más feas que he visto!
Había escrito nueve páginas a espacio simple de comportamiento
egocéntrico, autoconsumido y autorreferencial. Me di cuenta de
que mis relaciones se construían sobre lo que otros podían hacer
por mí y que había estado sujeto a mi propia misión todos estos
años. Profané la iglesia y la EFI porque no estaba allí para meter-
me debajo y empujar la visión de Bishop Mile, sólo la mía.
Cuando rezas dos horas al día, lees diez capítulos de la Biblia al
día, ayunas 50-60 días al año, vas a retiros de soledad regulares
de cinco días a solas con Dios; cuando nunca has vuelto a la por-
nografía, cuando nunca has tenido un fallo de integridad, cuando
estás haciendo todo lo correcto y la gente todavía no confía en ti
ni te promociona, entonces obviamente debe ser culpa de ellos,
porque mira lo justo que eres. Me enfermó ver todo el orgullo y
la autojustificación que llenó mi corazón. Yo era el jefe de todos
los huérfanos espirituales.
Cuando finalmente vi la fealdad de mi corazón de huérfano, in-
mediatamente fui a mi mentor y le dije, "Phillip, por favor perdó-
name; ahora veo lo que estás diciendo". Entonces llamé a Roger,
le expliqué mi revelación y le pregunté: "¿Qué tengo que hacer?"
Me di cuenta de que no bastaba con perdonar y ser perdonado,
sino que tenía que ir a aquellos a los que había tergiversado el
amor de Dios y hacer una restitución.
128
sintiendo como que no pertenecen. Ellos no se sienten aceptados.
Ellos tienen poco sentido de ser valorados, honrados, o amados.
Sus vidas son definidas por su necesidad percibida de desempeñar-
se para ser aprobados o afirmados.
Aquellos que están seguros en el corazón del Padre, por otro lado, saben
que son amados y aceptados por quienes son como creación de Dios, no
por lo que hacen. Ellos saben que no tienen que tener un buen desempe-
ño; ellos no tienen que luchar fuerte para cumplir todas las rígidas deman-
das de lo que un “buen cristiano” debe ser. Ellos saben que son amados
así como son.
En estos tiempos finales, antes que una más grande reforma golpeé
la tierra, debe haber primero una más profunda revelación del co-
razón del Padre que rompa el espíritu huérfano de la tierra hoy.
Esto no es un producto automático de la salvación. A menos que
nuestro corazón huérfano sea desplazado por la revelación del
amor del Padre, aun como cristianos podemos terminar luchando
con opresión cada día de nuestras vidas. Tal fue la experiencia del
difunto Derrick Prince.
Ocho Años Encontrando un Hogar
Derrick Prince fue posiblemente uno de los líderes cristianos y
evangelistas más grandes del siglo 20. Sus cruzadas evangelistas
comúnmente atraía a miles de personas en cada reunión. A través
de más de 50 años de ministerio, él vio millones de personas ser
salvas, llenas del Espíritu Santo, sanadas de enfermedades y libe-
radas de opresión demoníaca. Pocos líderes cristianos del último
siglo establecieron ministerios con tanta credibilidad y unción del
Señor como el suyo. Aún así, admitiéndolo él mismo, Derrick
Prince mismo luchó opresión demoníaca cada día de su vida hasta
que llegó a los 80 años. Millones fueron liberados bajo su ministe-
rio, aún así él no podía encontrar libertad de la opresión que lo
acosaba diariamente. Tomó nada menos que una poderosa revolu-
ción experimental del amor de Dios Padre para librarlo de una vez
por todas. Aquí está la historia en sus propias palabras, como apa-
reció en la carta de noticias de febrero de 1998:
Mi entendimiento de Dios fue revolucionado por una experiencia
personal en 1996. Ruth y yo estábamos sentados en cama una ma-
ñana orando juntos como normalmente lo hacemos, y fui cons-
ciente de una poderosa fuerza obrando en mis pies y en la parte
baja de las piernas, y se movía hacia arriba hasta que todo mi cuer-
po fue sacudido con fuerza por ella. Ruth me dijo después que la piel
29
en mi cara cambió a un rojo profundo, y al mismo tiempo estaba cons-
ciente de un brazo estirado hacia mi cabeza, buscando presionar algo co-
mo un gorro de calavera negro sobre mi.
Por unos cuantos momentos había un conflicto entre estas dos fuerzas,
entonces el poder obrando en mi cuerpo prevaleció, y el brazo con la go-
rra de calavera fue quitado a la fuerza y se desvaneció. Inmediatamente,
sin ningún proceso mental de razonamiento, supe que podía llamar ahora
a Dios mi Padre.
Había usado la frase “nuestro Padre” por más de 50 años. Doctri-
nalmente yo tenía clara esta verdad; aún había predicada una serie
de tres mensajes sobre conocer a Dios como Padre, pero lo que yo
recibí en ese momento es una revelación personal directa.
Déjame compartirte mi interpretación de esta experiencia. Yo nací en In-
dia, y pasé los primeros cinco años de mi vida ahí. Veinte años después,
después de ser salvo y bautizado en el Espíritu Santo, llegué a ser cons-
ciente de una sombra oscura de India que siempre colgaba sobre mi. En-
tendí que era uno de los dioses indios que me habían seguido por la vida,
buscando oprimirme. Había una forma particular que este dios me opri-
mía. Cada mañana yo me levantaba con un sentimiento oscuro de que al-
go malo me estaba esperando.
Nunca era algo preciso, solo una oscuridad amorfa. Este mal descono-
cido nunca realmente pasaba, pero cada día la sensación estaba ahí.
Después de que fui bautizado en el Espíritu Santo esa sensación dis-
minuyó en intensidad, pero no desapareció nunca. Sin embargo descu-
brí que si ponía mi mente a alabar y adorar, la sensación se levantaba
de mi, sin embargo siempre regresaba a la mañana siguiente.
¿Puedes identificarte con la experiencia de Derrick? ¿Cuántas veces te
has levantado por la mañana sintiendo como que no tienes un hogar,
que hay tan poco amor expresado, poco consuelo, aceptación condi-
cional y una esperanza disminuida de experimentar paz y descanso
que dure? Tu sientes una sensación de opresión, una sensación de que
algo malo siempre pasa, una sensación de desastre inminente. La ma-
yoría de las mañanas enfrentas otro día de dolor, otro día de temor,
otro día de personas diciendo todas las cosas equivocadas acerca de ti,
otro día de no llegar a la talla de los ojos de las personas que te impor-
tan más, otro día de preguntarte si si o no sobrevivirás.
¿Cuánto seguirás viviendo así? ¿Cómo sigues adelante, sabiendo
que mañana tendrás que levantarte y batallar con todo de nuevo?
¿No es la cruz de Cristo más poderosa que la oscuridad que hemos
peleado cada día? Esto no tiene que ver nada con la salvación, sino
todo con experimentar y entender el Amor Paternal de Dios.
Continuando su historia, Derrick dice: 30
mente. Aún así, nunca había hablado de los asuntos con el Pastor
Miles en relación al tiempo que estuve en el personal con él.
Dejé pasar siete años sin cerrar, siete años en los que el enemigo
tenía una llave de mi puerta. Luego, en octubre de 1997, fui a una
iglesia pastoreada por un amigo mío llamado Roger para llevar a
cabo un Encuentro de Abrazo del Padre Experimentado. Roger era
uno de los ancianos gobernantes y amigo íntimo del pastor Miles
y había sido mi mentor desde mediados de los 80. Después de lle-
varnos a mí y a mi equipo al motel y de dejar a los demás para que
entraran, Roger me pidió que me quedara. Cuando estábamos solos
en el coche, me dijo: "Jack, ¿te das cuenta de que los ancianos de EFI
y el Pastor Miles no tienen fe y confianza en tu ministerio?"
Lo había sospechado durante mucho tiempo pero nunca tuve nin-
gún hecho, sólo una corriente subterránea de sentimientos. Me fui
por las nubes con rabia y frustración ante la situación de no poder
comprar a veces ropa para los niños o mantener suficiente comida
en la mesa cuando todo el tiempo estaba dentro del poder de los
demás para promocionarme y bendecirme.
Y todo este tiempo estaba tan seguro de que era su culpa cuando
en realidad era la mía. Yo me lo había buscado todo. Recuerden
Hebreos 13:17: "Obedezcan a sus líderes y sométanse a ellos, por-
que ellos vigilan sus almas como los que dan cuenta. Que lo hagan
con alegría y no con pena, porque esto no les sería provechoso".
¿Podría el obispo Miles mirarme con alegría, o me miró con pena?
Como mi corazón huérfano me impedía ser abierto, honesto y real,
sólo podía mirarme con pena, lo cual no era rentable para mí. Co-
mo advierte Romanos 13:2, me había condenado a mí mismo, una
maldición auto-impuesta que se convirtió en una puerta abierta
para que el enemigo la atravesara.
Pero sentado en el coche con Roger ese día, no podía ver que yo
era el culpable. En cambio, quería justificar, culpar y hacerme pa-
recer inocente. Roger dijo, "Ellos sienten que tú sólo te relacionas
con EFI y los pastores por lo que pueden hacer por ti. Nunca has
buscado ser honesto con el Pastor Miles y resolver tus problemas
con él desde que eras parte del personal".
Fui a casa después de esas reuniones enojado y llamé a mi amigo y
hermano, el pastor Phillip. Le pregunté: "Phillip, ¿eres consciente de
que tu padre y los ancianos de EFI no confían en mi ministerio?"
"Sí, lo soy, Jack."
"Tú y yo estamos juntos en un pacto. ¿Por qué no me lo has dicho
antes?"
127
una ofrenda por ti". A pesar de mi corazón de huérfano, hizo todo lo
que pudo para bendecirme. El pastor Miles es conocido por ser un
hombre de carácter impecable, generoso y lleno de gracia. Nunca ha
tenido un compromiso moral o ético en su vida o ministerio.
Mudándose
Así que empezamos los Ministerios Shiloh Place en enero de 1991
y vivimos en la pobreza durante los siguientes siete años. Tenía-
mos una unción particular para el ministerio de consejería de ora-
ción, así que fui a las iglesias y conduje seminarios de consejería
de oración. El pastor Miles era ahora el obispo Miles, y supervisor
de una creciente comunidad de ministros -Evangel Fellowship In-
ternational (EFI), de la que yo formaba parte. Dos veces al año
asistí a la reunión de pastores con el Obispo Miles, pero en todos
esos momentos en que estuvimos juntos nunca promovió mi mi-
nisterio como lo hizo con otros. Nunca me invitó a hablar en una
de sus conferencias.
Estaba sentado allí con muy pocos compromisos de reuniones,
muy poco dinero, apenas podía alimentar a mi familia, y dentro de
mí bullía porque él promovía a otros y no a mí. Mi pensamiento
de huérfano fue algo así: Tengo más integridad que ellos. No he
tenido un fracaso moral como algunos. Y además, ¡soy el tipo que
ha estado ayudando a muchos de los matrimonios de esta gente!
Estaba en mi propia misión y estaba enojado porque sentía que
nadie me empujaba hacia arriba.
Tenía un ministerio efectivo. Dios nos había usado a mi esposa y a
mí para salvar muchos matrimonios, pero el obispo Miles no me pro-
mocionó. Todo lo que tenía que hacer era subirme a esa plataforma
una vez frente a la comunidad de ministros y decir, "Jack Frost tiene
un ministerio increíble; tienes que meterlo en tu iglesia", y la prospe-
ridad financiera nos habría llegado prácticamente de la noche a la ma-
ñana. Pero nunca lo hizo. Lo hizo con aquellos, que a mis ojos, tenían
menos integridad que yo, pero no lo haría conmigo. Sin hijos, no hay
herencia. ¡Sin filiación, sin influencia!
En mi hora más débil, cuando el pensamiento huérfano amenazó
con hundir mi barco, el amor de Dios me encontró. En noviembre
de 1995, recibí una profunda revelación personal del amor del Pa-
dre que transformó mi vida tanto como cuando recibí a Cristo.
Trisha dijo, "Jack se transformó más en 45 minutos en el abrazo
del Padre que en los 15 años anteriores combinados como cris-
tiano". La unción de mi vida y mi ministerio aumentó enorme-
126
El día que el gorro de calavera negro fue quitado, la sensación fatalista se
desvaneció, para nunca regresar, y desde esa mañana llegó a ser comple-
tamente natural para mi aproximarme a Dios como Padre, o mi Padre.
Ahora tengo una relación personal, no solo una posición teológica.
He disfrutado de esta nueva relación por cerca de dos años.
Desde que fui salvo yo creí que si continuaba siendo fiel al Señor, yo
iría al cielo cuando muriera, pero nunca realmente pensé en el cielo
como mi casa. Después de que ese brazo con el gorro de calavera ne-
gro fuera quitado, ahora esa es mi visión natural del cielo, como mi
hogar. Poco después de que le dije a Ruth, “Cuando muera, si quieres
darme una lápida, solo pon estas dos palabras: Se fue a Casa.”
La experiencia de Derrick ilustra la verdad de que es una cosa saber
que Dios es Padre, pero otra totalmente experimentarlo como Padre
en una manera profundamente personal. Aunque Derrick Prince había
nacido de nuevo, lleno del Espíritu Santo, y poderosamente ungido y
efectivo en el ministerio por más de 50 años, todavía a los 80 todavía
tenía un corazón huérfano y batallaba con opresión cada día.
El apóstol Juan, en la primera de sus tres cartas, claramente separa el
saber del creer: “Hemos llegado a conocer y hemos creído el amor
que Dios tiene por nosotros...” (1 Juan 4:16a) Es fácil creer en nues-
tras mentes que Dios nos ama, pero como Derrick Prince podemos
vivir nuestras vidas enteras nunca conociendo ese amor en nuestros
corazones experimentándolo de una forma profundamente personal.
No esperes ‘Hasta llegar a “casa” para ir a Casa
Aun como cristianos podemos vivir – y morir – con un corazón huérfano.
Muchos, desafortunadamente, no solo hacen esto. Casi le sucede a De-
rrick Prince. De no haber sido por su profunda experiencia del amor del
Padre en 1996 cuando tenía 80 años, que hubiera terminado sus días en la
tierra sin nunca verdaderamente sentirse como hijo en la casa de su Padre.
No tienes que esperar ‘hasta llegar a “casa” para experimentar un re-
cibimiento; puedes entrar el el lugar de reposo, refugio y seguridad
ahora mismo. Jesús dijo, “Viene para que tengan vida, y la tengan en
abundancia” (Juan 10:10b). Vida abundante significa plena, una vida
satisfactoria como en la vida eterna en el cielo, y una vida plena signi-
fica desplazar el corazón huérfano con un corazón de hijo.
Jesucristo vino del Padre y después de su resurrección, regreso al Pa-
dre para que nosotros también podamos habitar en el abrazo del Pa-
dre. Juan, de hecho, dice que Él “está en el regazo del Padre” (Juan
1:18b). Esta frase habla de una intimidad profunda, unidad, ser uno.
Y donde Jesús está, quiere que nosotros también estemos:
31
En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, no se
los hubiera dicho. Voy a prepararles un lugar para ustedes. Y si
voy y les preparo un lugar, regresaré a llevarlos a estar conmigo
para que donde yo estoy ustedes también estén.” (Juan 12:2-3).
Todos podemos experimentar esta intimidad, unión, y sentido de ser hijos
con el Padre en esta vida por la presencia del Espíritu Santo en nuestras
vidas. Jesús está diciendo, “Hay un lugar para ti en la casa de Papá. Es
donde yo estoy, y estoy preparando un lugar para ti. No los dejaré huérfa-
nos pero vendré a ustedes, y el Padre y yo haremos Nuestro hogar en
ti.” (Jn. 14:18-23).
Dios es amor. Y sentirse seguros como hijos e hijas en Su Paternal Abra-
zo es lo que todo en la creación se trata. El Reino de los Cielos se trata de
amor, gozo, y paz, y ser libre del temor, inseguridad y ansiedad. El per-
fecto amor es lo que caracteriza el Cielo, y el amor perfecto incondicional
de Dios está disponible para ti cada día – sin temor, ansiedad, ira, amar-
gura, sentimientos heridos, o resentimiento.
Hay un lugar para ti en el corazón del Padre justo ahora, donde pue-
des vivir tu vida escuchando Su voz y diciéndote cada día, “Tú eres
el hijo a quien amo y en quién estoy complacido.” El centro de toda
la creación es estar en casa en el corazón del Padre. Su corazón es el
lugar de descanso de nuestra lucha, pero pocos han entrado a ese lu-
gar de reposo. ¿Por qué?
No depende necesariamente del ambiente de tu casa donde crecis-
te – ya sea que hayas tenido un hogar bueno o malo, o cuan amo-
rosos fueron tus padres. Pudiste ser educado en un hogar cristiano
muy bueno y amoroso, y aún así pasar tu vida entera como De-
rrick Prince, luchando con opresiones cada día. Solo porque cre-
ciste en un buen hogar no significa automáticamente que no lucha-
rás con un corazón huérfano – vivir tu vida como si no tuvieras un
hogar versus vivir la vida como si si lo tienes. No se trata si vinis-
te de un hogar nutrido, cálido, tierno, y amable, o un hogar en
donde no se expresaba amor. Aún más importante, se trata de des-
plazar el corazón huérfano y abrazar el ser hijos; y hasta que lo
hagas, encontrarás difícil habitar en el abrazo del Padre. Antes de
que esto pueda pasar, sin embargo, una de las primeras cosas que
debes hacer es decidir en la misión de quién estás – la misión de
Dios, tu misión, o la misión de alguien más.
32
de nuevo en un lugar de alto perfil ante la gente. Era mi corazón
huérfano, siempre esforzándose pero nunca logrando, siempre an-
helando pero nunca satisfecho.
La gente se me acercaba y me decía: "Eres mi orador favorito del
personal; ¿por qué ya no hablas mucho?" Era como recibir una
patada en las tripas para tener que decir, "Bueno, el Pastor Miles
sólo quiere dar una oportunidad a los demás", mientras que por
dentro estaba hirviendo de dolor y decepción. Y por supuesto, sen-
tía que no tenía ningún problema; ¡todo era culpa del Pastor Mi-
les! Pensé que era injusto e injusto, porque como huérfano no po-
día reconocer mi propio espíritu cerrado. Cada vez que el Pastor
Miles venía, corría a él con mi "sistema IV", diciéndole todas las
cosas maravillosas que estaba haciendo, esperando que me diera
una palmadita en la espalda y me dijera lo maravilloso que era.
¿Ves a qué clase de locura te llevará un espíritu huérfano?
Empecé a entregar informes de todo el ministerio que estaba reali-
zando para que él supiera lo duro que estaba trabajando para él en
la iglesia. Después de todo, un huérfano es un esclavo, no un hijo.
Durante este tiempo, sentí que era un hombre de absoluta integri-
dad, verdad y carácter, y trabajé como esclavo 70 horas a la sema-
na. Era una de las personas favoritas del personal de atención pas-
toral, pero había perdido la confianza en los ojos del pastor Miles
porque no tenía el corazón abierto y no era honesto con él, y él
podía sentirlo. Cada vez que me preguntaba cómo estaba, yo con-
tinuaba asegurándole que todo estaba bien. Sin problemas. Pero
yo no era real, y no sabía que él podía ver a través de mi máscara
religiosa tan fácilmente como lo hizo.
Las cosas en la iglesia para mí se nivelaron lentamente, pero nunca
hablamos de este tema. Quise renunciar muchas veces, pero mi men-
tor, el pastor Phillip, no aceptó que me fuera. Me dijo, "No te vas
cuando sientes que las fichas están abajo, o repetirás el patrón en el
próximo lugar que vayas. Sólo te vas cuando te envían bendecido".
Finalmente, las cosas se equilibraron. El otro miembro del perso-
nal que alimentaba la disensión fue expuesto. Recibí algo de reco-
nocimiento y autoridad, y luego me sentí liberado para irme. Fui
con el Pastor Miles y le dije, "Sabes, estoy tan atrapado en el mi-
nisterio de la oración a los líderes y pastores que realmente siento
que esto es lo que debo hacer con mi vida."
Dijo: "Estoy de acuerdo; ahí es donde está tu unción, y eso es lo
que tienes que hacer. Te bendeciré y te enviaré fuera. Te daré tres
meses de paga para que el ministerio despegue, e incluso aceptaré
125
La alabanza desviada habría respondido: "Cuando la iglesia empezó
a crecer, el pastor Miles empezó a pagarme un sueldo para poder visi-
tarle. Estoy aquí sólo porque él me ha enviado a usted. Lo represento
personalmente y sé que está rezando por ustedes. La próxima vez que
lo vea, agradézcale por enviarme a visitarlo".
¿Puedes ver lo fácil que es para los corazones huérfanos ser enga-
ñados por lo que les parece correcto y justo? Tenemos que ser in-
dependientes de la necesidad de algo de alguien antes de que po-
damos guiarlos efectivamente o atender sus necesidades. De lo
contrario, inconscientemente nos volvemos manipuladores en
nuestra búsqueda de afirmación, aceptación y logro. A menudo
nos quedamos con una sensación de pesadez o culpa y nos senti-
mos inseguros en nuestras relaciones. Esto ata a los demás a noso-
tros en una relación malsana y codependiente, porque queremos
que nos necesiten y admiren y que piensen que somos más madu-
ros y más sabios de lo que realmente somos.
Estas dos áreas (engaño marginal y elogios desviados) en las que
luché revelaron cuán profundamente me había engañado el cora-
zón huérfano. Estaba sujeto a mi propia misión y estaba ganando
corazones ilegítimamente, y nunca lo vi. Aunque tenía integridad
y pensaba que estaba siendo totalmente leal, era algo tan fácil
atraer sin saberlo los corazones de la gente hacia mí. Esto me fre-
nó de la madurez, la promoción y el favor de Dios y los hombres.
En la iglesia, inconscientemente causé tensión y división en el ám-
bito espiritual por mi falta de madurez y mi necesidad de sentirme
aceptado y querido.
Nivelación
Durante el siguiente año y medio, experimenté uno de los peores
dolores emocionales y confusión que había conocido desde mi in-
fancia, cuando sentí que no tenía un lugar en el corazón de mi pa-
dre. Durante esta misma temporada, me entrenaron en todo tipo de
ministerio de liberación y consejería de oración. Dirigía sesiones de
consejería de oración con hombres y comencé a ministrar a los pasto-
res y sus familias. Podía liberar a otros, pero me estaba volviendo más
y más personalmente atado por el pensamiento huérfano.
Durante ese año y medio, hubo mucha traición y daño por parte de
otro miembro del personal que trajo la división al personal mien-
tras trataba de ganarse el corazón del Pastor Miles haciendo que
los motivos de otros miembros del personal parecieran cuestiona-
bles. Algo dentro de mí necesitaba que el Pastor Miles me pusiera
124
CAPÍTULO 3
¿EN CUÁL MISIÓN ESTÁS TÚ?
Durante mis años como capitán de barco comercial pesquero de
pargos, generalmente pesco con una tripulación de cuatro perso-
nas. Sin necesidad de decirlo, esos cuatro hombres viviendo en
un espacio tan pequeño, juntos en el mar en un bote de 44 pies
por siete días frecuentemente resulta en una dinámica relacional
muy interesante. Durante un viaje, yo contraté como marinero
uno de los principales capitanes en la flota quien en ese momento
no tenía un barco. Pronto aprendí que dos capitanes emocional-
mente inmaduros trabajando en el mismo barco pesquero es co-
mo aceite y agua.
Steve pensaba que él sabía más que yo -en qué pila de rocas pes-
car a continuación, cuando mover el barco, que carnada usar, y
así. Podrías decir que el no era muy amable conmigo como capi-
tán ni con mi estilo de pesca. Como la mayoría de capitanes (yo
incluido) él no estaba sujeto a ningún hombre y a ninguna misión
más que la suya propia. Fue una semana de agitación, argumen-
tos, competencia, y una pelea a golpes. De hecho, tanta energía
fue dada a nuestra rivalidad que peleamos contra la fatiga toda la
semana, lo que hizo que disminuyera nuestra cosecha de peces.
Lección aprendida -solo puedes tener un capitán en el bote, y sin
importar cuán bueno crees que eres, si quieres tener una cosecha
exitosa, la tripulación tiene que estar dispuesta a sujetarse a la
misión del capitán, o terminarás perdiendo tu tiempo tratando de
solucionar todos las diferencias.
Ya sea que estés consciente o no, cada uno de nosotros está en
una misión que determina nuestra cosecha futura en la vida y en
las relaciones. Para algunos de nosotros, nuestra misión de vida
está más claramente definida que para otros. Y la fuente de nues-
tra misión de vida -su punto de origen- determinará si vivimos la
vida sintiéndonos como huérfanos espirituales o como hijos e
hijas espirituales. Así que, la pregunta básica para cada uno de
nosotros tiene que responder: ¿En cuál misión me encuentro?
Tenemos una de dos opciones. Seremos sujetos ya sea de la mi-
sión del Padre de la Creación o de la misión del padre de menti-
ras, el acusador de los hermanos. Estas son las únicas dos posibi-
lidades. Aun si pensamos que somos sujetos a nuestra propia mi-
sión, estamos realmente sirviendo a la misión de nuestro enemi-
go, porque cualquier cosa que nos distraiga de seguir la misión
33
del Padre, debilita nuestra vida y nuestras relaciones y avanza los
propósitos de Satanás en la tierra.
Se Sujeto de la Misión del Padre
Nuestro problema es que frecuentemente no nos vemos a nosotros
mismos como hijos e hijas favorecidos por el Padre; en vez de eso,
nos sentimos más como huérfanos espirituales. El escritor de He-
breos lo establece así:
Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata co-
mo a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que
nunca fue disciplinado por su padre? Si Dios no los disciplina a
ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes
no son verdaderamente sus hijos, sino ilegítimos. (Heb. 12:7-8).
Dios trata con nosotros como hijos, lo que en este contexto debe ser
considerada como una palabra genérica que incluye hijas también. El
enfoque de estos versículos no es el género, sino la relación. Dios se
relaciona con nosotros no en términos casuales de siervos o aún ami-
gos, pero más íntimamente como hijos amados. Toda la creación se
trata del Dios Padre anhelando una relación íntima con nosotros co-
mo Sus hijos e hijas.
Una parte inevitable de esta relación Padre/hijo es la disciplina. La
disciplina de Dios Padre es, de hecho, la evidencia de que somos
Sus hijos e hijas. La ausencia de disciplina quiere decir ausencia
de relación. Esto es el porqué el escritor dice, “si Dios no los disci-
plina a ustedes... quiere decir que no son verdaderamente sus hijos,
sino ilegítimos.”
¿Cómo te sientes de recibir disciplina? ¿Qué haces cuando alguien
cercano a ti -tu esposo o esposa, tu compañero de oración, un líder
de tu grupo pequeño, tu jefe, por ejemplo- te llama a un lado y te
dice, “Sabes, he estado mirando la manera en que te relaciones con
otros y he observado un patrón en tu vida que realmente me preo-
cupa. ¿Podemos hablar sobre eso?” No te da un sentimiento cálido
que alguien se preocupa lo suficiente por ti como para arriesgarse
a confrontarte? ¿No te hace decir, “¡Oh sí, dime más!”? ¿O te hace
arder de manera distinta?
Si alguien está tratando de traer verdad o amonestación a tu vida y
tu lo resistes, entonces tu eres como un hijo ilegítimo y no como
hijo o hija, por lo menos en la actitud del corazón. La incapacidad
de recibir disciplina puede ser una señal de un corazón huérfano.
El corazón huérfano tiene un espíritu independiente y se resiste a
la disciplina y la corrección; mientras que los hijos e hijas dan
34
yo. A menudo decía las cosas de tal manera que me ponía en me-
jor posición ante los ojos de la congregación que otros miembros
del personal. La gente con la que me relacionaba empezó a creer
que me importaban más que el pastor Miles. Empezaron a creer
que mi enfoque en el ministerio debería ser la visión de cada igle-
sia. Me dio "calidez" que la gente a la que ministraba estuviera de
acuerdo conmigo y pensara que era ungido y sabio. Pero también
demostró mi inmadurez y mi necesidad de la alabanza y el acuer-
do del hombre.
Totalmente inconsciente de ello en ese momento, me metí en un
engaño marginal. No se trata de una mentira directa, sino de com-
partir información o hablar de tal manera que influya en una per-
sona para formar conclusiones que me beneficien. El engaño mar-
ginal se produce cuando doy sólo una información parcial o rela-
ciono las circunstancias de manera que influye en las personas pa-
ra que se pongan de acuerdo con mi punto de vista.
Debido a mi necesidad no curada de amor y afirmación que se ma-
nifestó como un corazón huérfano, sin saberlo estaba influencian-
do a otros para que se formaran conclusiones erróneas sobre el
pastor principal a las que nunca busqué traer corrección o claridad
adecuada. Esto también se hizo por la ausencia de alabanzas des-
viadas. La alabanza desviada ocurre cuando alguien me dice pala-
bras de honor o afirmación y yo, a su vez, comparto la gloria con
otros que son parte del equipo. Cuando no desvié los elogios, re-
sultó en que me llevara elogios ilegítimos a mí mismo. Me hizo
quedar bien, pero también atrajo los corazones de la gente hacia
mí y lejos del Pastor Miles y otros pastores asociados. Reveló que
mi corazón estaba inseguro con el amor afectuoso de Dios y que
todavía luchaba con el rechazo y la necesidad de ser necesitado y
afirmado por el hombre.
Uno de mis deberes era visitar los hospitales y las casas de la gente
cada semana. A menudo las personas que visitaba decían algo como,
"¡Oh, tienes un corazón tan cariñoso y pastoral! El pastor Miles solía
visitarme, pero ya no tiene tiempo para mí. Pero se toma tiempo de su
apretada agenda cada semana. ¡Que Dios te bendiga!"
A menudo respondía: "Está muy ocupado, pero me aseguraré de
visitarlo y rezar con usted, y si necesita algo, llámeme". Me elo-
giaría a mí mismo de forma ilegítima si no lo desviara al pastor
Miles. Creía que le era leal al cien por cien, cuando en realidad
estaba disfrutando inconscientemente de atraer los corazones de la
gente hacia mí.
123
Venía a trabajar todos los días haciendo todo bien por fuera, pero por
dentro me movía en una villa adormecida en el mar del miedo, atrapa-
do por mis enredos. Comencé a pensar que todos los demás extraña-
ban a Dios, y yo era el único que escuchaba claramente de Él.
El pastor Miles volvió a preguntar: "¿Jack está bien?"
"Sí, todo está bien". Pasaron meses, y siguió interrogándome.
Nuestra relación pasó de ser muy abierta y transparente a ser ce-
rrada, porque yo había cerrado la puerta de mi lado.
El pastor Miles llevaba más de 40 años en el ministerio. Era un
hombre de honor, integridad, consistencia y gran sabiduría. Sabía
que yo ya no era honesto y real, pero yo no sabía que él lo sabía;
así que seguí usando mi máscara religiosa y luchando agresiva-
mente para lograr reconocimiento y favor.
Al sentir que los demás estaban siendo más favorecidos que yo,
también empecé a sentir que no estaba siendo justo conmigo, así
que practiqué perdonándole todos los días, pero a menudo el per-
dón no es suficiente. Es necesario que haya una comunicación
abierta y honesta y posiblemente incluso la salida del ministerio
de restitución. Con la pérdida de confianza en mí, el pastor Miles
me sacó de la junta directiva, lo que recibí como un rechazo.
Cuanto más cerraba mi corazón, más trabajaba, porque ahora sen-
tía que tenía que ganarme mi camino de vuelta a sus gracias a tra-
vés de la actividad hiper-religiosa. Pero cuanto más me esforzaba,
más profundamente me hundía en el pensamiento huérfano. Co-
menzó a consumirme cada momento de mi vida. Ya no valoraba
los aspectos no anunciados del ministerio, sino que tenía hambre
de ser visto y oído y de tener mayor autoridad.
Todos los domingos enseñaba la Clase de Equipamiento sobre
Autoridad Espiritual del libro de Watchman Nee del mismo título.
Mi vida estaba llena de lealtad externa, integridad, pureza, servi-
cio y fidelidad. Nunca hablé intencionadamente en contra del Pas-
tor Miles. No lo critiqué o degradé conscientemente en público.
Nunca busqué socavarlo. Pero mi corazón estaba cerrado a él y él
podía sentirlo, así que se perdió la confianza.
¡Se ve bien!
Sintiéndome como si estuviera afuera mirando hacia adentro, el
padre de las mentiras me llevó inconscientemente al autoengaño.
Debido a que mi corazón huérfano tenía una necesidad tan profun-
da de la aprobación del hombre, mis palabras se dirigían a menudo
a influir en la gente para ver cuán cuidadoso, sabio y correcto era
122
bienvenida a estas cosas, aun cuando parezcan ser desagradables.
Ellos saben que estas partes de disciplina son una parte crucial en
el proceso de nutrir y crecer en madurez. De forma más importan-
te, ellos abrazan la disciplina como prueba de que ellos son hijos
favorecidos de un Padre al que le importan.
Recientemente, algunos de mis amigos más cercanos y miembros
de la mesa directiva de los Ministerios Shiloh Place se sentaron
conmigo y me dijeron, “Jack, hay un patrón relacional en tu vida
que realmente nos preocupa.”
Reluctantemente, y un poco aprensivo, yo contesté, “Probable-
mente necesito escuchar más.” Esto fue muy significativo porque
por 50 años yo no quería escucharlo. Mi mentalidad huérfana no
estaba abierta a crítica y corrección constructiva. Recibí la revela-
ción de hijo, sin embargo, y comencé a recibir la amonestación
correctiva porque sabía que me ayudaría a aprender a pensar y ac-
tuar como hijo.
La “preocupación” de mis amigos y colegas que compartieron
conmigo era una fuerte, y mi primer pensamiento fue defensivo,
¡Esperen un minuto! ¡Ustedes hacen lo mismo! ¿Y se están unien-
do contra mi? Pero luego recordé esta escritura de Hebreos que
dice que si no puedo recibir disciplina -si lucho en contra de reci-
bir amonestación y corrección en mi vida- entonces yo soy como
un hijo ilegítimo y no como un hijo.
La palabra Griega para ilegítimo literalmente significa “bastardo”.
Cuando nos negamos a recibir disciplina, amonestación o correc-
ción, aislamos una parte de nuestro corazón de otras personas, in-
cluyendo a Dios. En efecto, nos convertimos en huérfanos. O vivi-
mos nuestra vida como si tuviéramos un hogar o la vivimos como
si no lo tuviéramos. Vivimos nuestra vida valorando la amonesta-
ción, o la rechazamos y tomamos el corazón de huérfano.
Más amable que la palabra bastardo es la frase “huérfano espiri-
tual.” Un huérfano espiritual es una persona que siente que él o
ella no tienen un hogar o un lugar seguro en el corazón del padre
donde él o ella se sientan amados, aceptados, protegidos, afirma-
dos, nutridos y disciplinados.
Hebreos 12:9 trae este asunto de nuestra misión: “Ya que respetá-
bamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, enton-
ces, ¿Acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del
Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre?” Cuando so-
mos sujetos al “Padre de espíritus,” la vida fluye. La palabra grie-
ga para someternos literalmente significa “depender” y “debajo
35
de.” Más aún, las palabras sujetarse, sujeción, y sumisión son in-
tercambiables en el griego. Me gusta parafrasear la última parte de
este verso diciendo, “Sujétate a la misión del Padre y vive.” So-
métete, ponte debajo, y depende de la misión del Padre... y la vida
comienza a fluir en nuestras emociones y relaciones.
¿Pero qué es lo opuesto? Sujetarte a tu propia misión -auto protec-
ción, independencia, apoyarse en sí mismo, no abrir tu corazón al
amor o la posibilidad de ser herido de nuevo -y la muerte viene.
Las palabras de Pablo en Romanos expresan esto:
Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa les controle la mente
lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente lleva
a la vida y a la paz. Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios
siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los
que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca
pueden agradar a Dios. (Ro. 8:6-8).
Ser sujetos a nuestra propia misión es ser guiados por nuestra car-
ne, lo que lleva a la muerte, pero sujetarnos a la misión del Padre
lleva a la vida y paz. ¿Está tu vida y relaciones en paz? ¿O la
muerte lentamente obra alrededor tuyo? Tu respuesta a estas pre-
guntas puede determinar como tu vida y tus relaciones -como la
de tus hijos y nietos- pueden ser en el futuro. Sujétate a tu propia
misión, y esterilidad obrará su camino en tus emociones y relacio-
nes. Sujétate a la misión del Padre, y vida y paz comenzarán a
fluir a través de ti -espíritu, alma, y cuerpo.
¿Cuál es la misión del Padre?
Si buscar nuestra propia misión lleva a falta de fruto duradero,
mientras que la misión del Padre lleva a vida y paz, entonces es
importante cual es la misión del Padre. Poniéndolo en términos
simples, la misión del Padre es que tú experimentes su amor y lo
compartas a la siguiente persona que encuentres. La ejecución exi-
tosa de la misión del Padre es un asunto de combinar dos elemen-
tos en el orden y balance correcto -el mandato escritural que mu-
chos cristianos conocen como “El Gran Mandamiento” y “La
Gran Comisión.”
Muchos creyentes consideran la Gran Comisión el alma del cris-
tianismo evangélico. Esto es, por supuesto, el encargo bien cono-
cido de Jesús a sus seguidores justo antes de ascender al cielo 40
días después de su resurrección:
Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bau-
tizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
36
mo un hijo mientras alguien tomara decisiones que me beneficia-
ran. Exteriormente, parecía humilde y honrado, pero interiormente
valoraba inconscientemente la autoridad por lo que podían hacer
por mí.
Durante todo un año, nunca dejé de hacer que lo que era importan-
te para el Pastor Miles fuera importante para mí, y empezó a con-
fiarme que llenara el púlpito cada vez más los domingos cuando
estaba fuera de la ciudad. Me convertí en uno de los oradores y
miembros del personal favoritos de la congregación. En seis me-
ses, debido a mi lealtad apasionada y agresiva, el pastor Miles
también me puso en la junta ejecutiva de la iglesia. Decisión tras
decisión fue tomada por el Pastor Miles que me benefició y ayudó
a cumplir mis sueños. Estaba ascendiendo, y mi alma se deleitaba
con la atención y la afirmación.
El corazón de un huérfano expuesto
Yo era uno de los nueve pastores asociados del personal, y al prin-
cipio de mi mandato había entrado en rivalidad entre hermanos y
competencia con otros miembros del personal por la atención del
Pastor Miles y las oportunidades de hablar. Era un hombre de inte-
gridad, pureza y del Espíritu, pero aún así seguí clásicamente el
pensamiento huérfano que se encuentra en el capítulo seis y en el
cuadro del apéndice A. No hay nada más fácil que el autoengaño,
que nunca vi venir.
No sabes de qué estás lleno hasta que tu jefe, pastor o autoridad en
tu vida toma una decisión con la que no estás de acuerdo o una
que beneficia a otros más que a ti. Un nuevo miembro del perso-
nal llegó al equipo que estaba luchando con problemas de huérfa-
nos él mismo. Era obvio que buscaba llegar a la cima y convertir-
se en el hijo predilecto del pastor Miles y el miembro favorito del
personal de la iglesia. Me pareció que cada vez se tomaban más
decisiones que lo beneficiaban, y comencé a recibirlo como una
ofensa personal. Por consiguiente, cerré mi corazón al Pastor Mi-
les y comencé la espiral descendente a lo largo de los 12 pasos del
huérfano espiritual que vimos en el capítulo dos. Empecé a notar
las faltas y debilidades del Pastor Miles y no pude quitarles el foco
de atención.
El pastor Miles comenzó a preguntar: "Jack, ¿va todo bien?" Y
respondería como si las cosas estuvieran bien. Los corazones
huérfanos suelen ser bastante disfuncionales. No confían lo sufi-
ciente en la gente como para hablar de sus sentimientos.
121
Para tantearme antes de comprometerme, el pastor Miles me pi-
dió que fuera a Japón y China con él y Phillip durante tres sema-
nas. Él y el Pastor Phillip incluso ayudaron a hacer un camino
para que ocurriera financieramente, programándome para hablar
en reuniones para que la gente tuviera la oportunidad de sembrar
en mi viaje.
Mientras nos preparábamos para regresar a casa desde China, no
podía dejar de llorar mientras mi corazón se movía con compa-
sión por tantas personas rotas y empobrecidas que no conocían a
Cristo. Sentí que era hora de dejar el mar una vez más y volver al
ministerio. El pastor Miles se me acercó diciendo: "Jack, quiero
que te mudes a Spartanburg, Carolina del Sur, donde vivo y ayu-
do en la iglesia". Reconocí que estaba abierto a ello. Quería saber
qué sentía que tenía que ofrecer a la iglesia y qué posición debía
tomar. Mi respuesta fue: "Creo que necesito empezar con el man-
tenimiento. Serviré en la iglesia, pero mi corazón no es lo sufi-
cientemente maduro para un puesto de personal". Dijo que lo
consultaría con la almohada.
A la mañana siguiente en el desayuno, el pastor Miles dijo:
"Jack, porque estás dispuesto a empezar en un lugar bajo, creo
que tu carácter es lo suficientemente maduro para empezar como
pastor asociado. Quiero que te pases al evangelismo y a las mi-
siones. También necesito que ayudes a restaurar la confianza en los
hombres de la iglesia y que centres tu tiempo en ministrarles". Así
que decidimos que en enero de 1988, sería parte del personal de la
iglesia más grande llena del Espíritu en Carolina del Sur.
Debido al corazón de la filiación que tenía hacia el Pastor Phillip
y porque buscaba hacer que lo que era importante para él fuera
importante para mí, se me ofreció un puesto de personal en la
Catedral del Evangelio en lugar de otros más educados y experi-
mentados. Era mi herencia. No fui elegido por mi habilidad para
hablar; fui elegido por mi voluntad de fregar retretes y un deseo
en mí de hacer que lo que era importante para mi autoridad fuera
importante para mí.
Cuando mi familia y yo finalmente llegamos a Spartanburg,
¡estaba tan emocionado! Había tenido un gran espíritu de hijo
con el Pastor Phillip que era como un hermano, y ahora estaba
tratando con su padre 24 años mayor que yo. Tratar con una figu-
ra de hermano y relacionarse con una figura paterna eran dos co-
sas diferentes para este huérfano espiritual, y estaba a punto de
descubrir de qué estaba lleno mi corazón. Recuerda, actuaría co-
120
Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos
que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes
siempre, hasta el fin de los tiempos (Mateo 28:19-20)
¿Quién puede negar que ganar almas es visto como la prioridad
principal en el Reino de Dios? Después de todo, la Biblia dice que
Jesús vino a la tierra y murió en la cruz para que toda la gente
pueda ser reconciliada con Dios y que aquellos que son reconcilia-
dos han sido encargados con el ministerio de reconciliar a otros (2
Co. 5:18,19). Cuando yo estaba en la escuela bíblica, la Gran Co-
misión era el énfasis que se levantaba sobre todo. Se hizo hincapié
hasta el punto de implicar que a menos que estuvieras dispuesto a
dejar a tu familia y a todo mundo para poder “ir”, entonces la sin-
ceridad de tu compromiso estaba en duda.
Tan importante como es la Gran Comisión, es frecuentemente sobre en-
fatizada al punto de negligencia, y de algunas veces olvidar, otra misión
que es aún más importante -El Gran Mandamiento. Un día un líder reli-
gioso le preguntó a Jesús cuál era el más grande y más importante man-
damiento en la ley.
Jesús contestó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda
tu alma y con toda tu mente”. Este es el primer mandamiento y el más
importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importan-
te: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Toda la ley y las exigencias de
los profetas se basan en estos dos mandamientos. (Mateo 22:37-40).
En efecto, Jesús estaba diciendo, “cuando buscas conocer el amor
de Dios y hacerlo conocer, eres libre para cualquier otra obliga-
ción en la Palabra de Dios.” Romanos 13:8-10 dice que el amor es
el cumplimiento de la ley. El amor es ser la inspiración, la fuerza
conductora detrás de todo lo que hace la Iglesia, incluyendo cum-
plir la Gran Comisión. Jesús no dejó duda acerca de la prioridad el
amor:— Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos
a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a
otros. El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mun-
do de que son mis discípulos. (Juan 13:34-35)
Juan señaló el mismo punto:
Queridos amigos, sigamos amándonos unos a otros, porque el amor vie-
ne de Dios. Todo el que ama es un hijo de Dios y conoce a Dios... En esto
consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para
quitar nuestros pecados. Queridos amigos, ya que Dios nos amó tanto,
sin duda nosotros también debemos amarnos unos a otros. (1 Juan
4:7,10-11).
37
Pablo también llegó tan lejos al decir que sin amor, nada más im-
porta:— Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles
pero no amara a los demás, yo solo sería un metal ruidoso o un címbalo
que resuena. Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes
secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe
que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no
sería nada. Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi
cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amara a los demás, no habría
logrado nada. (1 Corintios 13:1-3).
Es en este Gran Mandamiento de amar a Dios y amar a otros donde
encontramos la misión del Padre. Su deseo para nosotros es que reci-
bamos su amor y darlo a otros, así se logra el cumplimiento de la
Gran Comisión.
El Gran Mandamiento de amar a Dios y amar a otros es un llama-
do a la intimidad; la Gran Comisión es ir y hacer discípulos es un
llamado a fructificar. La intimidad es lo que precede al fruto.
El Gran Mandamiento debe preceder la Gran Comisión y es una
parte inseparable de ello. Cuando la intimidad no precede el fruto,
fácilmente caemos sujetos a nuestra propia misión y llegamos a
enfocarnos en la labor religiosa, actividades híper religiosas, e in-
tentos agresivos que dejan una sensación de ira en nuestra vida y
relaciones.
¿Cómo reconoces a una persona que verdaderamente conoce y
ama a Dios? ¿Por qué tan bien puede predicar? ¿Por ver cuántas
personas caen en el Espíritu cuando ellos oran? ¿Porque tienen la
fe para mover montañas? ¿Por cómo se relaciones con otros los
domingos en la iglesia? ¿Por su conocimiento de la Biblia? No.
Tu reconoces a una persona que conoce a Dios por la vida de
amor, compasión, y ternura que él o ella muestra detrás de puertas
cerradas con familia y compañeros cuando nadie más está miran-
do. Una persona que ama a Dios es una que busca el amor de Dios
para ser maduro y completo en sus relaciones diarias. Yo amo la
forma en que la versión de la Biblia “El Mensaje” lo parafrasea:
“Dios es amor. Cuando tomamos residencia permanente en una vida de
amor, vivimos en Dios y Dios en nosotros. De esta forma, el amor es el
que dirige la casa, se siente en casa y nos hace madurar.” (1 Juan
4:17.18).
¿Cuál es la clave para que el mundo llegue a conocer el amor de
Dios? Agape, un amor que busca el lugar bajo de la humildad,
servicio, honor y valor. Y ahí es donde encontramos la misión de
Dios. El Gran Mandamiento debe ser cumplido antes de la Gran
38
Cuando dejé el Ejército de Salvación, la iglesia que había pasto-
reado era la de mayor crecimiento en nuestra división. Ayudába-
mos a los pobres y a los desvalidos, y mucha gente se salvó. Aho-
ra, estando alineado con el Pastor Phillip, fui a él durante mi pri-
mera semana allí y le pregunté, "Phillip, ¿hay algo que pueda ha-
cer? Sólo quiero llegar abajo; sólo quiero servirte".
"Sí, lo hay", respondió. "En el tablón de anuncios, hay una hoja de
inscripción para los que se comprometan a limpiar la iglesia y los
baños cada semana. ¿Por qué no te inscribes?"
Pensé: "¿No sabes que fui el primero de mi clase en la escuela bí-
blica y fui elegido presidente vitalicio? Pastoreé la iglesia de ma-
yor crecimiento en mi distrito, ¿y quieres que limpie baños? He
crecido más allá de eso. Pero lo que en realidad dije fue, "Bueno,
lo pensaré". Así que me subí a mi coche y me fui, y pensé en ello.
El Espíritu Santo me dijo: "Ajá, mira de lo que estás lleno". Me di
la vuelta, volví a la iglesia y puse el nombre de mi esposa en la
lista. Más tarde, se aseguró de que yo estuviera siempre a su lado
mientras limpiábamos la iglesia juntos.
Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que el Pastor Phillip nece-
sitara. Si el acomodador no aparecía, yo lo acompañaba. Si el tra-
bajador de la guardería para el domingo por la mañana no apare-
cía, me ofrecía como voluntaria. Cargaba a los bebés y me vomi-
taban encima. Hice todo lo que pude para ponerme debajo del Pas-
tor Phillip y empujar. Y es curioso lo rápido que te das cuenta de
lo que estás lleno cuando haces el ministerio de la cómoda. ¡El
ministerio del inodoro te ofrece algunas de tus mayores oportuni-
dades de crecimiento!
Ascendiendo
Después de 18 meses sirviendo en la iglesia del pastor Phillip, me
enteré de que su padre, también pastor, estaba buscando un nuevo
miembro del personal. La iglesia del pastor Miles había crecido a
un par de miles de personas que se mudaban a un nuevo santuario.
Unos meses antes, el líder del culto se había descontento y se fue
con más de 100 personas. La ruptura había herido el alma de la
iglesia, y el pastor Miles necesitaba a alguien nuevo, alguien que
no hubiera estado cerca durante la separación, para que viniera y
ayudara a restaurar la confianza.
El pastor Phillip le dijo repetidamente a su padre, "Jack tiene el
corazón para ello. Tiene un corazón de honor, humildad y servi-
cio. Incluso está dispuesto a limpiar baños. Su ejemplo ayudará a
sanar el alma de la iglesia". 119
a aprender a respetar la autoridad legítima a pesar de sus puntos
ciegos personales. Cada persona con autoridad en nuestras vidas
tiene defectos de carácter, y es fácil para nosotros usar esos defec-
tos de carácter como justificación para rechazar su autoridad. Ne-
cesitamos aprender a honrar a todas las personas, y con nuestro
amor cumplir con toda la ley. Someterse a toda autoridad también
ayuda a descubrir el pensamiento huérfano que puede permanecer
en nosotros para que podamos llevarlo a la Cruz.
¿Has perdonado a las personas que han tergiversado el amor del
Padre hacia ti? ¿Por qué no hacer una lista de las autoridades que
te han hecho daño en el trabajo, en la escuela o en la iglesia? Aho-
ra, en voz alta, elige perdonar a cada uno y di los detalles del daño
o la decepción. Perdonándolos y dejando ir la ofensa, comenzarás
a cerrar la puerta que ha estado abierta a la condena y que ha dado
al enemigo la llave del tráfico en tu vida.
En la quinta verdad para pasar de la esclavitud a la filiación, comparto
mis propios errores de la vida real y maldiciones autoimpuestas du-
rante mi búsqueda personal para descubrir la filiación.
Verdad #5. Puede que necesites buscar el perdón de aquellos
con autoridad
Al igual que con la autoridad paterna, el simple hecho de perdonar
la autoridad terrenal o espiritual para herirte puede no ser suficien-
te para romper los patrones destructivos de tu vida. Si te das cuen-
ta de que has causado dolor a otros con armas de deshonor o has
traído la profanación con actitudes o comportamientos impíos,
puedes encontrar necesario acudir a ellos para el perdón y, tal vez,
la restitución. (Véase el Apéndice B para más información sobre
el ministerio de restitución).
Cuando renuncié como oficial del Ejército de Salvación en 1986,
me fui con un buen espíritu. Había tenido un mal espíritu durante
dos años, pero Phillip, un pastor de la zona que había empezado a
ser mi mentor, me dijo: "No puedes irte con un mal espíritu". Así
que antes de renunciar, llamé al cuartel general y les pedí perdón
por mi agitada resistencia contra sus políticas.
Después de irme, volví al mar, capitaneando un barco de pesca de-
portiva en Murrell's Inlet, Carolina del Sur, y empecé a asistir a la
iglesia del pastor Phillip, una pequeña iglesia llena del Espíritu de
unos 75 (en ese momento). Me alineé con el Pastor Phillip, que era
como un hermano para mí y un año mayor. Además, nuestros hijos
tenían la misma edad. Me posicioné debajo del Pastor Phillip, apo-
yándolo y ayudándolo en todo lo que pude. 118
Comisión. Pero aquellos con pensamiento huérfano son fácilmen-
te engañados, como yo lo fui por muchos años, en poner la Gran
Comisión a delante del Gran Mandamiento. Llegan a ser más
comprometidos con la justicia, la obligación, o el ministerio que la
intimidad. La intimidad debe preceder al fruto. Cuando no lo hace,
usualmente terminamos siendo sujetos a nuestra propia misión,
frecuentemente dejando un rastro de relaciones fracturadas donde
hemos mal representado el amor de Dios a nuestras familias, com-
pañeros y al mundo.
Cualquier vez que pongas la Gran Comisión (tu ministerio) antes
del Gran Mandamiento (tu relación), te haces a un lado de sujetar-
te a la misión del Padre, y la muerte empieza a obrar en tus rela-
ciones. Yo no estoy necesariamente hablando de muerte física,
pero la gran “entumecilandia” en la proa del mar del temor (ver
Capítulo 1), congelado sin tener capacidad de moverse o ser libre
del enredo en que nos metemos en nuestra propia misión. Inter-
cambias tu seguridad del hogar y de ser hijo por el temor y la in-
certidumbre de la falta de hogar y un corazón huérfano.
Cada uno de nosotros tiene que lidiar en algún punto con las ma-
nifestaciones de un corazón huérfano. No importa si eres educado
en un hogar disfuncional o un hogar bien establecido. Aún crecer
en un buen hogar lleno del amor incondicional de Dios y acepta-
ción no necesariamente significa que no lucharás con un pensa-
miento huérfano y sujetarse a la misión propia.
Considera los ejemplos del hijo pródigo y su hermano mayor en
Lucas 15. Aunque ellos estaban rodeados por el amor profundo y
compasivo de su padre, cada uno de ellos tenía un corazón huér-
fano que le impedía disfrutar de la intimidad con su padre. El hijo
mayor estaba enojado y veía a su padre como alguien a quien obe-
decer, mientras que el menor veía a su padre como alguien que le
podía dar cosas. Ninguno de los dos se relacionaba con su padre
en un nivel de intimidad. Le tomó al hijo mejor dejar su casa y
llegar a ser destituido antes de que entrara en sus cabales, regresa-
ra a su padre, y abrazara la posición de hijo que siempre había si-
do suya. Mientras tanto, sobre el hijo mayor, la Escritura no da
indicación de que alguna vez llegó a ese punto.
Porque todos nacimos con un corazón huérfano, todos somos suje-
tos a nuestra misión desde nacimiento. Piénsalo -¿Acaso un niño
de 2 años se sujeta a la misión de su padre, o la suya propia? ¿Qué
acerca de un adolescente de 12 años o un joven de 18? Nuestro
problema de corazón huérfano surge desde el Jardín del Edén, donde
39
nuestros primeros padres humanos fueron engañados por lucifer, el
huérfano espiritual original.
Lucifer no empezó como un huérfano. Él comenzó en belleza y
esplendor, rodeado de la gloria y el amor del Dios Padre:
Estabas en el Edén, el jardín de Dios. Tenías la ropa adornada con toda
clase de piedras preciosas [a] —cornalina rojiza, peridoto verde pálido,
adularia blanca, berilo azul y verde, ónice, jaspe verde, lapislázuli, tur-
quesa y esmeralda—, todas talladas especialmente para ti e incrustadas
en el oro más puro. Te las dieron el día en que fuiste creado. Yo te ordené
y te ungí como poderoso ángel guardián. [b] Tenías acceso al monte san-
to de Dios y caminabas entre las piedras de fuego. ”Eras intachable en
todo lo que hacías, desde el día en que fuiste creado hasta el día en que
se encontró maldad en ti. (Ez. 28:13-15).
No solo lucifer estaba continuamente en la presencia de Dios, pero
también era el líder de adoración del cielo. Pero eso no era sufi-
ciente; él quería más. Y en su codicioso intento de obtener más,
lucifer perdió todo. Isaías vívidamente describe el desastre:
¡Cómo has caído del cielo, oh estrella luciente, hijo de la mañana! Has
sido arrojado a la tierra, tú que destruías a las naciones del mundo. Pues
te decías a ti mismo: “Subiré al cielo para poner mi trono por encima de
las estrellas de Dios. Voy a presidir en el monte de los dioses, muy lejos
en el norte. Escalaré hasta los cielos más altos y seré como el Altísimo”.
En cambio, serás bajado al lugar de los muertos, a las profundidades
más hondas. (Isaías 14:12-15)
Esta poderosa imagen profética de lucifer, o satanás, también re-
vela su “descripción laboral”: ser derrocar o debilitar las naciones.
¿Cómo lo hace? Usando el corazón huérfano para lograr que noso-
tros tengamos un pensamiento de huérfano.
Dios es amor. El reino de los cielos se trata del perfecto amor, go-
zo y paz, sin temor, inseguridad y ansiedad. Lucifer habitaba ahí
en el principio y se deleitaba continuamente en el amor perfecto
de Dios. En algún punto, sin embargo, algo en lucifer deseaba ya
no estar sujeto a la misión de Dios, sino dedicarse a la propia.
Siempre que nos sujetamos a nuestra propia misión, entrará la se-
paración. Lucifer perdió subsecuentemente su privilegio de habitar
en la casa del Padre de amor y aceptación incondicional. Él estaba
separado de su creador y de su hogar. Como Isaías dice, “Tus
iniquidades te han separado de tu Dios; tus pecados han hecho que oculte
Su rostro de ti, para que Él no escuche” (Is. 59:2)
Lucifer llegó a ser el más grande huérfano espiritual. Separado de su
hogar original, él llegó a estar resentido hacia cualquiera que disfrute
40
nistrador es!" Cuando no tenemos una actitud de corazón de honor
hacia los que están en la autoridad, estamos deshonrando a Dios.
Podemos pensar que nos ha dado un trato injusto, sin darse cuenta
de que Dios pone autoridad en nuestras vidas como un ministro
del bien.
En consecuencia, aquellos que se oponen a Dios "recibirán la con-
denación sobre ellos mismos". ¿Dios nos condena? No, el Padre
no juzga a nadie (ver Juan 5:22). Él no tiene que juzgarnos; nos
ocupamos muy bien de abrir la puerta a las maldiciones autoim-
puestas; porque cuando nos oponemos a la autoridad, nos pone-
mos de acuerdo con el primer huérfano espiritual, el padre de las
mentiras que es un legalista. Cuando nos oponemos a la autoridad,
nos ponemos de acuerdo con la ley, y nos condenamos a nosotros
mismos. Dios no nos maldice, sino que el enemigo ha estado bus-
cando todas las puertas abiertas para entrar y robar, matar y des-
truir. Si puede alinearnos con el pensamiento huérfano por nuestra
agitada resistencia contra la autoridad, le dará una llave de nuestra
puerta principal, y entonces el enemigo tendrá terreno legal para
entrar y salir de nuestra casa como le plazca.
El principio de filiación de la humildad, el honor y la sumisión se aplica
incluso a la autoridad irrazonable; en el caso de Roma, era una autoridad
asesina, inmoral y corrupta. Cuando nos sometemos a una autoridad irra-
zonable, nos posicionamos para ver a Dios bendecir, honrar y elevarnos
en medio y a pesar de esa autoridad irrazonable. La herencia es para los
hijos, y Dios puede liberar la herencia bajo cualquier circunstancia a los
hijos que están sujetos a la misión del Padre.
Pablo continúa en los siguientes versos:
Porque los gobernantes no son causa de temor por el buen comporta-
miento, sino por el mal. ¿No quieres tener miedo de la autoridad? Haz lo
que es bueno y tendrás alabanza de la misma, porque es un ministro de
Dios para ti para el bien. Pero si haces lo malo, teme, porque no lleva la
espada en vano, pues es un ministro de Dios, un vengador que trae la ira
al que practica el mal. Por lo tanto, es necesario estar en sujeción, no
sólo por la ira, sino también por la conciencia. Por eso también pagáis
impuestos, porque los gobernantes son siervos de Dios y se dedican a
esto mismo. Dad a todos lo que se les debe: impuesto a quien se debe im-
puesto; costumbre a quien costumbre; temor a quien temor; honor a
quien honor. No debáis a nadie nada, sino amaros unos a otros; porque
el que ama al prójimo ha cumplido la ley (Romanos 13:3-8).
¿Por qué Dios quiere que nos sometamos a una autoridad irrazo-
nable? Seguir el principio de someterse a toda autoridad nos ayuda
117
cristianos se negaron, reconociendo sólo un Señor-Jesucristo.
Como resultado, muchos creyentes fueron perseguidos severamente,
y algunos fueron asesinados en la arena o ejecutados. Lo que Roma
nunca entendió fue que los cristianos que entendían la filiación, a
pesar de su negativa a inclinarse ante el César, eran los súbditos más
fieles, respetuosos de la ley y productivos del imperio.
Darle al enemigo la llave de tu puerta principal
Con nosotros, como con ellos, el desplazamiento del corazón
huérfano comienza en lo natural adoptando la actitud del corazón
de un hijo, no sólo hacia nuestros padres, sino también hacia toda
la autoridad terrenal legítima, tanto gubernamental como espiri-
tual. Si no tenemos el corazón de hijo hacia las autoridades del
reino natural, ¿cómo lo tendremos hacia Dios? Como dice Pablo
en estos versículos, toda autoridad existente ha sido establecida
por Dios; por lo tanto, aquellos que se resisten se oponen a Dios
e invitan a la condenación sobre ellos mismos. ¿Cómo podemos
ser hijos de Dios si nos oponemos a Él?
Esto va junto con la instrucción de Pedro de "honrar a todas las per-
sonas" que vimos en el capítulo anterior. "Todas las personas" cier-
tamente incluye a aquellos en autoridad. Pedro continúa en el si-
guiente versículo: "Siervos, estad sumisos a vuestros amos con todo
respeto, no sólo a los buenos y amables, sino también a los irrazona-
bles" (1 Pe. 2:18). ¿Increíble? Es fácil estar sometido a alguien como
el Capitán Kline, que siempre estuvo ahí para mí, que nunca me cri-
ticó, nunca me degradó, nunca me devaluó, y derramó su vida en mí
para hacerme capitán de un barco pesquero. ¿Pero qué hay de las
irrazonables figuras de autoridad en mi vida - el jefe sobreexigente,
el pastor controlador, el profesor autoritario y degradante - los que
sólo quieren usarme o quitarme? Incluso entonces, el principio esta-
blecido por Dios se aplica para honrarlos y hacer que lo que es im-
portante para ellos sea importante para mí.
Esto no significa que debamos someternos hasta el punto de ir en
contra de la Palabra de Dios. Los cristianos del Imperio Romano
se negaron a ir en contra de la Palabra de Dios, y muchos de ellos
fueron martirizados por ello. Pero hay un principio que dice que
si nos resistimos a la autoridad, hay un asunto en nuestro corazón
que se opone a la ordenanza de Dios y abre la puerta al miedo y
al juicio en nuestra vida.
Cuando deshonramos a la autoridad, es como si dijéramos, "¡Si
Dios puso esta autoridad en mi vida, entonces qué pobre admi-
116
intimidad con Dios Padre, particularmente aquellos seres humanos
que Dios ha creado a Su propia imagen y semejanza. Porque él ya no
caminaba en la misión del Padre de amor, lucifer comenzó a competir
por un lugar de reconocimiento, posición y poder.
El celo llevó a lucifer a engañar a Adán y Eva. La herramienta que él
usó para invalidar a la raza humana y debilitar las naciones fue el pen-
samiento huérfano. Su estrategia fue convencer al hombre de pensar
como él lo hacía -sin hogar y alejado del amor de Dios- por lo tanto
debilitar al hombre al punto donde cedería a la tentación y permitiría
que la vergüenza y el temor reemplace la intimidad.
El pensamiento de Satanás fue, lo haré a mi manera. Iré tras las
cosas que me hacen sentir bien y me dan una sensación de valor y
significado! Y porque Adán y Eva compraron este pensamiento de
huérfano, ellos también recibieron el corazón de huérfano como
parte del “paquete”.
Problemas en el Paraíso
Habiendo fallado en su apuesta para gobernar el cielo, lucifer per-
dió su derecho a tener un hogar en el cielo. Entonces él de inme-
diato puso sus ojos sobre Adán y Eva, quienes vivían en inocen-
cia, gozo y en una relación amorosa, abierta, con el Padre. Esa es
la forma en que frecuentemente pasa con los huérfanos espiritua-
les -ellos hacen todo lo posible para asegurarse de que todos alre-
dedor de ellos sean tan infelices como ellos lo son.
Mientras tanto, Adán y Eva estaban en casa en el Jardín del Edén,
cada fibra de su ser estaba cubierto por el amor incondicional ex-
presado por el Dios Padre. Ellos tenían comunión con su Padre
cara a cara, continuamente probando y bebiendo profundamente
de su afectuoso amor.
Ellos caminaron abiertamente e inocentemente ante Él y entre
ellos mismos sin temor, vergüenza, o pena. No había nubes de du-
da o incertidumbre que opacara la luz de su paz y gozo.
Por otro lado, satanás miraba esta escena con amargura y odio,
envidioso del amor e intimidad con Dios que ellos disfrutaban y
que alguna vez él había tenido también. Las personas con un cora-
zón huérfano tienen envidia de cualquiera que disfruta verdadero
amor e intimidad. Lucifer estaba determinado a destruirlo.
La forma más rápida de cerrar la intimidad y la confianza es sem-
brando semillas de duda en la relación. Apareciendo en forma de
serpiente, lucifer se acercó a Eva y la llevó a cuestionarse del ca-
rácter de Dios y Su integridad.
41

—¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de
los árboles del huerto? —Claro que podemos comer del fruto de los ár-
boles del huerto —contestó la mujer—. Es solo del fruto del árbol que
está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No
deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”. —¡No mori-
rán! —respondió la serpiente a la mujer—. Dios sabe que, en cuanto co-
man del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conoci-
miento del bien y del mal. La mujer quedó convencida. Vio que el árbol
era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le da-
ría. Así que tomó del fruto y lo comió. Después le dio un poco a su espo-
so que estaba con ella, y él también comió. En ese momento, se les abrie-
ron los ojos, y de pronto sintieron vergüenza por su desnudez. Entonces
cosieron hojas de higuera para cubrirse. (Gn. 3:1b-7)
Adán y Eva deseaban ser como su Padre, olvidando tal vez que, al
ser ellos hechos a la imagen de Dios, ellos ya eran como Él. Pero
satanás insinuaba que Dios estaba reteniendo algo de ellos. Él tra-
tó de robarles su entendimiento de cómo Dios pensaba de ellos.
Ahí es donde el pensamiento de huérfano comienza -comienzas a
dudar del amor del Padre, su amabilidad, su generosidad hacia ti.
Desde ahí, es solo un paso corto para dudar del amor de otros al-
rededor de ti, incluyendo tu familia.
La duda acerca del amor de Dios por ellos llevó a Adán y Eva a
dudar de Su misión. En su deseo de llegar a ser “como Dios,”
ellos escogieron abandonar la misión del Padre y persiguieron su
propia misión. En otras palabras, ellos trataron de llegar a ser co-
mo Dios a través de su pensamiento de huérfanos -lo cual nunca
funciona.. Es imposible ser libre mientras nuestros pensamientos
y actitudes están de acuerdo con el padre de mentiras.
Tomando atajos
Eva fue engañada, mientras que Adán pecó deliberadamente. Pa-
blo hace esta distinción cuando él escribe: “Y no fue Adán quien
fue engañado, sino la mujer fue engañada, cayendo en transgre-
sión” (1 Timoteo 2:14); y “...el pecado entró al mundo a través de
un hombre, y la muerte a través del pecado, y de esta manera la
muerte llegó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron... La
muerte reinó desde el tiempo de Adán al tiempo de Moisés, aun
sobre quienes no pecaron rompiendo un mandamiento, como
Adán lo hizo.” (Rom. 5:12,14) Así que Adán, entonces, pecó deli-
beradamente, mientras que Eva fue engañada al pensar como
huérfana.
42
do por un jefe, un compañero de trabajo o un amigo? Desafortuna-
damente, así es la vida en un mundo en caída. Realmente nunca ha
habido una revelación universal del amor del Padre en la tierra.
Hemos tenido una revelación de Jesús, una revelación del Espíritu
Santo, y una revelación de poder; y muchos ministerios han sido
construidos sobre la unción de Dios, pero pocos han sido construi-
dos sobre una revelación del amor incondicional, afirmativo y
compasivo de Dios Padre. Por eso, al avanzar hacia la filiación,
debemos perdonar a las autoridades gubernamentales, perdonar a
nuestros compañeros de trabajo, y perdonar a aquellos dentro de la
iglesia que nos han herido, decepcionado, o tergiversado el amor
del Padre hacia nosotros en el pasado.
Malaquías 4:5-6 profetiza que en el tiempo final un espíritu de pa-
dre será liberado en la tierra; pero antes de que pueda haber pa-
dres, debe haber hijos, y antes de que pueda haber madres, debe
haber hijas. Los que abrazan la filiación hoy y "sufren" durante el
tiempo de entrenamiento y preparación para la madurez, son los
que encarnarán el espíritu paternal en la tierra mañana. Mientras
tanto, es importante estar dispuesto a caminar en una actitud de
corazón de honor y sumisión a toda autoridad terrenal legítima.
Pablo lo deja muy claro en el capítulo 13 de Romanos:
Toda persona debe estar en sujeción a las autoridades gobernantes. Por-
que no hay autoridad sino la de Dios, y las que existen son establecidas
por Dios. Por lo tanto, quien se oponga a la autoridad se ha opuesto a la
ordenanza de Dios; y los que se han opuesto recibirán la condenación
sobre sí mismos (Romanos 13:1-2 NVI).
Está esa palabra "sujeción" de nuevo, que significa debajo y de-
pendencia. ¿A quién le escribía Pablo? A los cristianos de Roma.
Les dijo a los creyentes romanos que se sometieran a la autoridad
del gobierno romano, un gobierno plagado de corrupción, asesina-
to, inmoralidad, idolatría, brutalidad, destrucción y muerte.
¿Cómo podía Pablo llamar a los seguidores de Cristo a someterse
a un sistema tan impío? No empiezo a entenderlo, pero sé que Pa-
blo tuvo una revelación de filiación. Entendió la importancia de
que los creyentes tuvieran una actitud de humildad, honor, servi-
cio y sumisión.
¿Se sometieron los cristianos a todo lo que el gobierno decretó?
No. Roma requería que una vez al año cada ciudadano y residente
del imperio se arrodillara ante una estatua de César y declarara,
"César es el señor". Era una prueba de lealtad política, y los que se
negaban eran considerados traidores al imperio. La mayoría de los
115
 CAPÍTULO 9
CERRANDO LAS PUERTAS ABIERTAS
Cada persona sobre la faz de la tierra es un miembro de los
"heridos caminantes". No hay uno solo de nosotros que no haya
sido herido en algún momento por las palabras, acciones o indi-
ferencia de otra persona. Y todos somos culpables de infligir he-
ridas a otros, más a menudo a los más cercanos a nosotros. He-
mos criticado, degradado, menospreciado, ridiculizado, humilla-
do, intimidado, manipulado, controlado, explotado, o de otra ma-
nera abusado o maltratado a otros; y otros nos han hecho lo mis-
mo. Es triste decir que los cristianos pueden ser tan culpables de
esto como cualquier otro. Los líderes de la iglesia pueden contro-
lar o abusar de sus miembros, y los miembros de la iglesia atacan
verbalmente a sus líderes. Muchas de estas heridas pueden durar
toda la vida, como llagas abiertas que tercamente se niegan a sa-
nar. Por eso los principios de perdón y restitución son tan impor-
tantes en el proceso de pasar de la esclavitud a la filiación.
Como vimos en el capítulo siete, el perdón y la restitución em-
piezan en casa perdonando a nuestros padres por tergiversar el
amor de nuestro padre y buscando su perdón por nuestra rebelión
y el fracaso en honrarlos como hijos e hijas. Aprender a honrar la
autoridad paterna nos lleva al siguiente paso lógico, que discuti-
mos en el último capítulo: reconocer nuestra necesidad de humi-
llarnos y centrar nuestra vida en ser un hijo o una hija para al-
guien que será un mentor o un padre o madre espiritual para no-
sotros. Si nuestro hijo es genuino puede ser medido por el honor
o el des-honor que le damos al pequeño pez en la vida diaria.
Pasar a esta etapa del proceso a menudo despierta en nosotros la
conciencia de otras áreas problemáticas con las que podemos te-
ner que lidiar si no queremos quedarnos estancados por los tres
miedos básicos: el miedo a la confianza, el miedo al rechazo y al
abandono, y el miedo a abrir nuestro corazón al amor. Muchos
de nosotros tenemos problemas no resueltos con figuras de auto-
ridad más allá de nuestros padres - en casa, en la iglesia, en el
trabajo y en el mundo. Esta conciencia nos lleva a la cuarta ver-
dad en nuestro viaje de la esclavitud a la filiación.
¿Hay algún cristiano que nunca haya sido lastimado por la auto-
ridad de la iglesia? ¿Hay alguien que nunca haya sido aprovecha-
114
El mandamiento del Padre fue, “No coman del fruto del árbol que
está en medio del jardín.” El deseo de Adán y Eva era, “Si hace-
mos esto a nuestra manera, entonces maduraremos más rápido y
llegaremos a ser como Dios, y Él nos apreciará y valorará más.”
¿Ves como el pensamiento de huérfano confunde el punto? Puede
sonar perfectamente lógico y razonable en la superficie, pero nun-
ca lleva a donde piensas que te llevará. En vez de llevarnos más
cerca de Dios, el pensamiento de huérfano nos aleja de Él -y nos
evita acercarnos. Llamo a la mentalidad huérfana el “espíritu de
atajo” porque pensamos que nuestro camino nos llevará a donde
queremos más rápido que sujetándonos a la misión del Padre.
Adán y Eva querían agradar a Dios; ellos querían un lugar en Su
corazón, y pensaban que a través de su esfuerzo humano ellos po-
drían llegar más rápido. Sin embargo, al buscar hacerlo a su mane-
ra los alejó de Él.
Ya no había camino de regreso para Adán y Eva. Al haber desobe-
decido a Dios, ellos no podían tener esa sensación de comunión y
familiaridad que tenían antes. Ellos ahora estaban pensando y ac-
tuando como huérfanos sin hogar, lo cual es el porqué se escondie-
ron cuando escucharon el sonido de Dios caminando en el Jardín.
Mira cuán rápido se deteriora la relación debajo de un espíritu huér-
fano. A penas había Dios confrontado a Adán acerca de su pecado
y ya Adán estaba en contra de su esposa:
¿Acaso has comido del fruto del árbol que te ordené que no comieras? El
hombre contestó: —La mujer que tú me diste fue quien me dio del fruto, y
yo lo comí. (Génesis 3:11b-12)
En vez de proteger a su esposa de la mentalidad huérfana, Adán la
culpó; y la confianza e intimidad entre ellos se perdió. Aún hoy, al ser
el corazón de huérfano tan fuerte, la confianza genuina e intimidad
son dos de las cualidades más difíciles de desarrollar y mantener en
una relación.
La pérdida de la confianza e intimidad luego abrió la puerta para
la culpa y vergüenza. Sin embargo, Dios amaba a Adán y a Eva
tanto, que Él no permitiría que se fueran descubiertos y vivieran
en vergüenza. Él derramó sangre de un animal y usó su piel para
vestirlos. Esta es una ilustración perfecta que muestra que no im-
porta cuan lejos estemos de la casa del Padre, el Padre todavía
quiere cubrirnos. Como Pedro escribió, “Ámense unos a otros
profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados.” (1 Pe.
4:8) Dios no está avergonzado de ser llamado nuestro Dios (ver
Heb. 11:16), y Jesús no está avergonzado de llamarnos hermanos
43
(ver Heb. 2:11). Como cristianos cubiertos por el sacrificio de Je-
sús, Dios no nos juzga, condena o acusa (ver Juan 3:16-18; 5:22-
24; 12:47-48). Él nos ama y quiere cubrirnos. Así, Adán culpó a
Eva por su pecado y por sus dificultades, y ella negó tomar su
responsabilidad en el engaño, optando pasar la bolita al que la ha-
bía engañado. De esta forma, Adán y Eva escogieron la mentali-
dad de huérfanos sobre ser restaurados en el amor del Padre.
Por consecuencia, Dios padre no tuvo opción más que sacarlos de
vivir en su hogar. Cuánto debió haber roto Su corazón paternal
cuando tuvo que expulsar a Adán y a Eva el Jardín. Pero ellos no
podían quedarse mientras ellos estaban influenciados por la men-
talidad de huérfanos. Esta mentalidad los había separado de su
Padre, entonces se tenían que ir. Dios los sacó por otra razón tam-
bién -misericordia. Mientras Adán y Eva permanecieran en el
huerto, ellos estaban en peligro de comer del árbol de la vida y
vivir por siempre en su estado de corazón alienado y huérfano
(ver Génesis 3:22-23).
El pecado de Adán y Eva y su salida del huerto del Edén (hogar)
fue la raíz de toda la desesperación subsecuente en la tierra entre
los hombres. El temor, la ansiedad, el tormento -todos ellos co-
menzaron en este punto. Cada humano que nació en generaciones
subsecuentes nacía ahora con un corazón de huérfano y llegaba a
ser sujeto a su propia misión; entonces la muerte, que siempre in-
volucra separación, entró. La muerte obrando en el corazón de
huérfano es separación de Dios, separación de cualquier sentido
de tener un hogar, y separación de los amigo su familia por su
confianza quebrantada.
Toda esta falta de hogar, desesperación, confianza rota, separa-
ción y alienación son el porqué de que estas palabras de Jesús
sean centrales al Evangelio: “No los dejaré como huérfanos; re-
gresaré por ustedes” (Juan 14:18). Tenemos un hogar siempre que
queramos, cuando estemos listos para ceder la vida de mentalidad
de huérfano y regresemos al cálido abrazo del amor del Padre.
Espíritus en Conflicto
Hoy, como en todas las épocas de la historia de la humanidad, dos
espíritus están en constante conflicto en la tierra por nuestros cora-
zones. El primero de estos espíritus es el de ser hijo, lo que hemos
llamado también el espíritu de Isaac, el heredero de Abraham y el
hijo de la promesa. La gente que posee este espíritu vive su vida
como si ellos tuvieran un hogar. Su destino está seguro.
44
¿Honras a los "pececitos" que se cruzan en tu camino día a día?
¿O sólo honra al "pez grande"? Nunca quise que me tomaran una
foto con un pececito. No tenían ningún valor. No había suficiente
carne en ellos que valiera la pena comer, y su foto no me daba dere-
cho a presumir. Pero cuando atrapaba un pez grande, me aseguraba de
tener una foto para mostrársela al mundo. Había mucha carne para
comer en el pez gordo, y se podía ganar dinero vendiéndolos.
Si damos un regalo de honor a los "peces grandes" que tienen el
poder de promocionarnos o darnos algo que queremos, pero no
damos regalos de honor a los "peces pequeños", aquellos que sen-
timos que no tienen valor para nosotros, entonces el honor que da-
mos a los peces grandes es en realidad manipulación y control,
mientras intentamos conseguir algo que queremos de ellos. En
otras palabras, si somos amables con la persona que nos invita a co-
mer pero no con la que nos sirve el almuerzo, entonces no somos un
buen hijo, y nos falta un corazón de honor, humildad y filiación.
La filiación no es algo que se mide sólo por la forma en que se
responde a los peces gordos de la autoridad. La filiación también
se demuestra por la actitud que mostramos hacia el pequeño pez,
el empleado de Wal-mart en Navidad, la persona que nos corta el
paso en las horas punta, la familia en casa. En la iglesia, ¿dan re-
galos de honor a la guardería o al trabajador de mantenimiento
tanto como al pastor?
El llamado a la filiación es un llamado a honrar a todas las perso-
nas. Pero tal llamado es imposible de cumplir por nuestra cuenta.
La única manera de hacerlo es estar sujeto a la misión del Padre:
someterse a su amor, y buscar maneras de cometer "actos sin sen-
tido de humildad y honor", dando dones del amor de Dios que no
están destinados a beneficiarnos. "Amamos porque Él nos amó
primero" (1 Juan 4:19).
113
valores personales, aunque nuestro juicio sea acertado. No es ren-
Por otra parte, en conflicto con este espíritu de hijo, es el espíritu
table, y nuestra herencia en el Reino de Dios se retrasa.
huérfano, que causa que la gente viva su vida como si no tuvieran
Probablemente mi mayor escollo al caminar en el honor es que a
un hogar. Llamamos a esto el espíritu de Ismael, quien fue el hijo
menudo tengo razón en mi evaluación de las actitudes, el compor-
natural de Abraham con Agar, la sierva de su esposa Sara, pero
tamiento y las debilidades de los demás y la forma en que me han
que no fue incluido en la herencia prometida a Isaac. Mientras
defraudado o decepcionado. Pero, ¿mi lenguaje corporal los cubre
Isaac crecía bendecido y vivía en anticipación de su herencia, Is-
o los descubre? ¿Mi conversación está trayendo exposición, o está
mael y su madre fueron corridos. Se dijo de Ismael, “Este hijo tu-
conduciendo a la restauración? Cuando el nombre de alguien que
yo será un hombre indomable, ¡tan indomable como un burro sal-
me ha decepcionado aparece en una conversación, ¿mis palabras,
vaje! Levantará su puño contra todos, y todos estarán en su contra.
tono o lenguaje corporal traen honor o saco un arma de deshonra?
Así es, vivirá en franca oposición con todos sus familiares.” (Gén.
¿Está la redención de esa persona en la raíz de mis palabras, o bus-
16:12). La historia refleja esto. Los descendientes de Ismael (las
co hacerme parecer inocente descubriendo la falta? El honor es la
naciones árabes) se establecieron cerca de Egipto, lejos de la tierra
prueba de fuego para un corazón de hijo.
de Canaán, y han vivido ahí casi en continuo conflicto con la des-
Algunos cristianos tienen problemas para centrar su vida en ser un
cendencia de Isaac, la nación de Israel.
hijo o una hija porque sus experiencias pasadas con la autoridad
Esto describe el espíritu huérfano - independiente; hostil; contencio-
han sido negativas. Pero la filiación de la que hablamos aquí tiene
so; sin sentido de hogar, de pertenencia o de ser hijo. Frecuentemente,
poco que ver con la autoridad en nuestra vida. Es una cuestión de
lo natural es una sombra de lo espiritual. En otras palabras, los even-
honor. La filiación no es para el beneficio de la autoridad. Meterse
tos terrenales frecuentemente reflejan las realidades celestiales, reve-
debajo y empujar hacia arriba y estar sujeto a la misión de otra
lando lo que está pasando en el ámbito espiritual (Ver 1 Co. 15:46).
persona no tiene nada que ver con esa persona. Se trata del honor y
Hoy, en el conflicto Árabe-Israelí, el corazón huérfano continúa
de si eliges o no estar sujeto a la misión del Padre.
peleando por el control y dominación de aquellos que poseen el
Sométanse por el Señor a toda institución humana, ya sea a un rey
espíritu de hijo. Aunque los árabes, quienes son descendientes de
como el que tiene autoridad, o a los gobernantes como enviados
Ismael, poseen 50 veces tanta más tierra que lo judíos, quienes son
por Él para el castigo de los malhechores y la alabanza de los que
los descendientes de Isaac, ellos continúan peleando para quitarles
hacen el bien. Porque tal es la voluntad de Dios que haciendo el
lo poco que Israel tiene.
bien se pueda silenciar la ignorancia de los hombres necios. Ac-
En las naciones de la tierra, el corazón huérfano está en guerra con
tuad como hombres libres, y no uséis vuestra libertad como una
el de hijo. La mentalidad de huérfano de Satanás ha debilitado a
cubierta para el mal, sino que la uséis como esclavos de Dios.
las naciones en su entendimiento de Dios como un padre amoroso,
Honrad a todos los pueblos, amad la hermandad, temed a Dios,
compasivo y afectuoso. Esta guerra también está dentro de la Igle-
honrad al rey (1 Pedro 2:13-17).
sia, dentro del ámbito de los negocios, dentro de nuestras familias,
Siento que uno de los temas centrales de toda esta discusión se en-
y dentro de los corazones y mentes de individuos. El corazón de
cuentra en el versículo 17 en la frase, "Honra a todas las perso-
huérfano ha ganado control sobre el sistema del mundo conforme
nas". Un corazón de sub-misión es un corazón que honra a todas
la humanidad ha llegado a ser sujeta a su propia misión en vez de
las personas. El honor comienza en casa. ¿Honras a tu cónyuge?
a la misión del Dios Padre.
¿Honras a tus hijos? ¿O les infliges dolor emocional con armas de
El espíritu huérfano es una actitud del corazón y una fortaleza
deshonor?
mental que es tentación para todos nosotros. Pero también puede
¿Honras a la camarera del restaurante y al cajero de la tienda de
llegar a ser una fortaleza demoníaca sobre una persona, una igle-
comestibles? ¿Honra a la gente que entrega su correo, recoge su
sia, sobre un lugar de trabajo, una ciudad o aún una nación.
basura o cuida a sus hijos? ¿Honra a sus compañeros de trabajo,
Si tú (o una iglesia) tienen un corazón huérfano, como yo hace
incluyendo a los que están bajo su autoridad?
mucho tiempo, te sientes como si no perteneces. El amor, valor,
honor y aceptación son conceptos ajenos para ti. Crees que tienes
112 45
que actuar correctamente, vestir correctamente, hablar correcta-
mente, y hacer todo bien para poder ser amado y aceptado; y aun
entonces, todavía no sucede eso. Te sientes como si hay algo más
que tienes que hacer o dejar de forma que encuentres descanso y
te sientas valorado o valorada. Con un espíritu de hijo, sin embar-
go, te sientes amado, valorado, honrado y aceptado por quien eres
en la creación de Dios. No tienes necesidad de “probarte” a ti mis-
mo ante cualquiera. Como hijo o hija, tienes un sentido de total
amor y aceptación. Contrariamente, como un huérfano, te sientes
como alguien afuera viendo a través de la ventana, tratando tanto
como puedes de actuar correctamente y ser suficientemente bueno
para ganar en el corazón de alguien.
Cuando se quiere sacar un corazón de huérfano, recuerda que solo
se puede desplazar introduciendo al amoroso corazón del Padre. Y
aun entonces, un corazón huérfano debe escoger abrazar el espíri-
tu de hijo a través de voluntariamente llegar a ser interdependiente
en las relaciones y abrazando la comunidad de amor de Dios. Esta
no es una decisión única y para siempre. Uno escoge ser hijo una
y otra vez porque la mentalidad de huérfano no se rinde fácilmen-
te, y frecuentemente regresa y trata de afirmar su influencia una
vez más. El espíritu huérfano trata constantemente de debilitar
nuestras familias, relaciones, y las naciones al engañarnos a suje-
tarnos a nuestra propia misión en vez de vivir la vida para experi-
mentar el amor de Dios y darlo a los demás.
Escoge la Misión del Padre
El hogar siempre está ahí para nosotros. Por “hogar,” yo quiero
decir el lugar donde encontramos descanso de nuestra lucha en el
amor incondicional de Dios y su aceptación. En Cristo, somos
perdonados y amados, y aún así podemos escoger nuestro propio
camino. Recuerda que la intimidad precede al fruto. No podemos
tener una vida realmente productiva con propósito y significado y
relaciones sanas hasta que abrazamos un corazón de hijo con
nuestro Padre -hasta que escogemos ser sujetos a Su misión y en-
contramos en Él la calidez, la profunda intimidad que siempre he-
mos anhelado. Es siendo sujetos a Su misión que encontramos Su
fortaleza y vida fluyendo a través de nosotros y nos hace humildes
para que el amor e intimidad lleguen a ser los factores motivantes
de nuestra vida y ministerio.
Fue este tipo de relación de amor e intimidad con Dios que Pablo
tenía en mente cuando oró:
46
La prueba del ácido
¡El corazón de la filiación es un corazón que ha aprendido a hon-
rar a todas las personas! Se prometen bendiciones en la vida si
honramos a nuestra madre y padre (ver Ef. 6:1-3). Se promete a
los maridos que honran a sus esposas la respuesta a sus oraciones
y la intimidad con Dios (ver 1 Pedro 3:7). El favor con Dios se
encuentra al honrar a los que están en autoridad, así como al hon-
rar a cada persona con la que te encuentras (ver 1 Pe. 2:17-20). La
filiación, la humildad, la sumisión, el estar sujeto a la misión del
Padre - estas cualidades de carácter son a menudo intercambiables
y son una manifestación natural de un corazón que ha tenido una
revelación personal de honor.
El honor implica una decisión que se toma para poner el amor en
acción, para dar a una persona una posición de alto valor y valor.
Incluso cuando hemos sido decepcionados, heridos o lastimados
por una persona, el honor elige tomar una decisión de no respon-
der en especie. No importa lo que se sienta viniendo de otra persona,
el honor elige no exponer sino decir palabras que den gracia al oyen-
te. El honor ve a cada persona como un precioso regalo de la creación
de Dios y le otorga una posición que es digna de gran respeto. El ho-
nor elige no responder con una palabra o tono insano.
No dar honor es asignar deshonor. Juicio, resentimiento, ira, expo-
sición, sarcasmo, crítica, comparaciones, favoritismo, celos, egoís-
mo, envidia y racismo son armas de deshonra que se usan contra
aquellos que son considerados de poco valor o valor.
Cada vez que tenemos un punto de contacto o interacción con otra
persona, tenemos que tomar una decisión. Nos armaremos con un
arma de deshonor, o daremos un inmerecido regalo de honor. ¿Se
ha dado cuenta de que no hay término medio? Podemos estar
100% en lo cierto en nuestra evaluación de los defectos o debili-
dades de una persona o cómo nos han decepcionado o cómo no
han cumplido con nuestras expectativas, pero el amor cubre y no
expone las debilidades de los demás o se queja de ellas.
¿Qué estamos comunicando cuando hablamos con otras personas?
¿Sienten las personas que valen y merecen que les hablemos de
aquellos que los demás pueden sentir que tienen poco valor? La
filiación genuina da honor, mientras que un corazón huérfano to-
ma el honor y dispensa la deshonra. No honrar puede convertirse
en una maldición autoimpuesta y puede resultar en una nube o
sombra de juicio que pende sobre nuestro hogar, lugar de trabajo,
iglesia o relaciones. La deshonra no sirve a nuestros intereses y
111
Nadie puede ser un padre que no haya sido primero un hijo. Nadie
puede ser una madre que no haya sido primero una hija. La filia-
ción comienza en lo natural antes de pasar a lo espiritual porque lo
natural precede a lo espiritual según Pablo en Primera Corintios
15:46. Antes de que puedas ser un hijo o una hija en lo espiritual,
debes ser uno en lo natural.
Usted no entra en su herencia o se convierte en un influyente efec-
tivo en la vida de otros al enfocarse en ser un líder o incluso al en-
focarse en ser un padre espiritual. Llegas a la maternidad enfocán-
dote en ser un hijo. Eso es lo que hizo Jesús. Vimos en el capítulo
cinco cómo Jesús se centró en ser un hijo todo el tiempo que estu-
vo en la tierra, primero como hijo de sus padres terrenales, y luego
como hijo de su Padre celestial. Todo lo que Jesús hizo y dijo fue
desde la perspectiva y la mentalidad de un hijo. Jesús era el hom-
bre que era, por el Padre que tenía. ¿De quién eres hijo?
El apoyo bíblico para toda esta idea se encuentra en Hebreos
13:17: "Obedeced a vuestros jefes y someteos a ellos, porque ellos velan
por vuestras almas como quienes han de dar cuenta". Que lo hagan
con alegría y no con pena, porque esto no sería provechoso para
ustedes". Debemos reconocer nuestra necesidad de ser un hijo o
una hija para alguien más, o no será rentable para nosotros. Si Ba-
rry hubiera escogido el camino del cambio de culpa, la búsqueda
de fallos y la justificación (pensamiento huérfano) en medio de
nuestra crisis en el mar, ¿qué habría ganado con eso? ¿Tener la
razón? ¡Seguro, tener toda la razón!
¿Qué pensamientos cree que surgen en la mente de su pastor cuan-
do se menciona su nombre? ¿Sería, Oh, sí! Su corazón es dado a
traer honor y bendición a otros! o ¡Oh, no! ¿Con qué están agita-
dos y descontentos ahora? ¿Qué hay de su jefe? ¿Tu jefe te ve
como alguien que elige agacharse y empujar hacia arriba, hacien-
do todo lo posible para honrarlo y hacer que el negocio tenga éxi-
to, o busca evitarte? Es tu futuro el que está en juego. Lo que co-
seches en la vida el próximo año a menudo está determinado por
cómo te ven las figuras de autoridad en tu vida en este momento.
¿Eres un huérfano con tu propia misión, o eres un hijo o hija com-
prometido con su misión? Tu futura herencia depende de si tienes
un corazón de hijo o un corazón de huérfano. No hay herencia pa-
ra los huérfanos. "Y si no has sido fiel en el uso de lo que es de otro,
¿quién te dará lo que es tuyo?" (Lucas 16:12 NAS).
110
Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que
confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas
los mantendrán fuertes. Espero que puedan comprender, como co-
rresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán
alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el
amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para compren-
derlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la
vida y el poder que proviene de Dios. (Efesios 3:17-19)
Cuando comenzamos a desplazar nuestro espíritu huérfano al reci-
bir y abrazar el espíritu de hijo, poniendo el Gran Mandamiento
antes de la Gran Comisión llegará a ser perfectamente natural.
Mucho de lo que pasa hoy para el ministerio de Gran Comisión y
evangelismo ha sido influenciado por la mentalidad de huérfano,
resultando en poner la Gran Comisión antes del Gran Mandamien-
to. El quebrantamiento de tantas familias de líderes cristianos evi-
dencia este hecho.
Nuestra tendencia es a vivir por el amor de la ley en vez de por la
ley del amor. ¿Es de extrañarse que la iglesia hoy, a pesar de tener
más recursos disponibles que nunca antes en la historia, no ha vol-
teado de pies a cabeza este mundo de la forma en que los apósto-
les y otros primeros cristianos lo hicieron en el libro de Hechos?
Si estamos más preocupados con el ministerio que con las necesi-
dades de nuestra familia, entonces, ¿A qué misión estamos suje-
tos? El plan de satanás es debilitar a las naciones, y lo hace debili-
tando a las familias primero. Si satanás no puede detenernos de
hacer cosas buenas, él nos mantendrá tan ocupados haciendo co-
sas por otros de tal forma que seamos negligentes con nuestros
hijos quienes al final terminarán sintiéndose como que no tienen
un lugar en nuestro corazón, y ellos también llegarán a ser huérfa-
nos espirituales.
Es hora de desplazar este ciclo. Es tiempo de desatarse de la línea
de vida y abandonar la proa sacudida por el viento en el mar del
temor por la calidez y seguridad de la timonera. Es tiempo de de-
tenerse y despertar de “entumecilandia” o “la ciudad entumecida”
de ser sujeto a la misión de muerte del enemigo y tomar el manto
de vida como hijos e hijas amadas cuyos corazones están enfoca-
dos en la misión del Padre.
Ser como Jesús
En el capítulo 8 de Romanos, Pablo habla acerca de esta idea de
hijo:
47
Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En
cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus
propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre». Pues su Espíritu se
une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. Así que
como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos
herederos junto con Cristo de la gloria de Dios... (Romanos 8:14-17a).
Aquí encontramos el mismo corazón de ser hijo. Pero de manera
que lleguemos a este lugar de ser hijos, tenemos que ser guiados por
el espíritu de Dios, quién es un Espíritu paternal. Él no es un Espíri-
tu de esclavitud llevándonos a una vida de temor de nuevo, sino un
Espíritu de hijo. Este Espíritu de hijo es un Espíritu de intimidad e
inocencia. Abba es un término hebreo de cariño que esencialmente
significa lo mismo que “papi.” Es un término de intimidad, hablado
por los niños que están en presencia de un amoroso Padre que ellos
aman y confían. En la presencia de Papá no hay temor, no hay ata-
dura, no hay opresión y no hay ansiedad.
El Espíritu Santo nos da una certeza interior de que somos hijos
de Dios. Y porque somos hijos de Dios, también somos herederos
de Dios y coherederos con Cristo. Ser guiados por el Espíritu de
Dios significa ser sujetos a la misión del Padre, y nuestro ejemplo
perfecto para esto es la vida de Jesús, nuestro Hermano Mayor.
¿Cómo veía Jesús Su misión? Él solo tenía una misión -la misión
dada por Su Padre: “Entonces Jesús explicó: «Les digo la verdad, el
Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta; solo hace lo que ve que
el Padre hace. Todo lo que hace el Padre, también lo hace el Hi-
jo” (Juan 5:19). Y Jesús fue completamente fiel a la misión del Padre.
La noche antes de que Él fuera crucificado, Él oró: “He traído Tu gloria
a la tierra al completar la obra que me diste a hacer” (Juan 17:4).
Como cristianos somos herederos de todo lo que vemos en Cristo.
La meta de nuestra vida cristiana es llegar a ser como Jesús. Pero
no llegamos a ser como Jesús enfocando nuestras vidas en Jesús;
llegamos a ser como Jesús enfocando nuestras vidas en lo que Je-
sús enfocó la suya. Y Jesús enfocó su vida en ser un Hijo y reve-
lar el Padre y Su amor para que un mundo de huérfanos espiritua-
les pueda llegar a ser hijos e hijas. Jesús no tuvo pecado porque
Él era Dios; no fue Su divinidad lo que lo hizo el hombre que Él
fue. Jesús fue el hombre que fue porque por el Padre que tuvo. La
persona que cada uno de nosotros llega ser será determinado por
en quién enfocamos nuestras vidas.
48
Verdad #3. Enfoca tu vida en ser un hijo o una hija.
Ahora, el único tema del que Barry podía hablar después de nues-
tro regreso era cómo le había salvado la vida en el mar en el esta-
do sangriento y herido en el que estaba. Pero fue el hecho de que
él se metiera debajo de mí lo que salvó mi vida y la suya. El cora-
zón de la filiación reconoce su necesidad de interdependencia. A
menudo, vemos la sangría de nuestro pastor o nuestro jefe y usa-
mos sus faltas y debilidades para justificar nuestra inacción en lu-
gar de meternos debajo, apoyar y salvar sus vidas y las nuestras.
La filiación es una actitud de sumisión del corazón que trae la auto
redención. Cuando Barry y yo estábamos en ese barco que se hun-
día, uno de nosotros tenía que someterse al otro que tenía más co-
nocimientos y experiencia para que ambos sobreviviéramos y su-
peráramos.
Alguien tenía que ser un hijo. Alguien tenía que meterse debajo y
empujar hacia arriba. Alguien tenía que ensuciarse las manos, in-
cluso si esas manos estaban rotas. Alguien tenía que levantarse en
apoyo para asegurar el éxito de nuestra misión, para encontrar el
camino a casa. Y con el éxito, ambos sobrevivimos, cambiamos
de opinión, prosperamos y terminamos con una historia de aventu-
ras que contar.
En una reunión de ministros de ideas afines, la mayoría de los
cuales habían sido asesorados por Jack Winter, una conversación
de 20 minutos giró en torno a Jack y su vida como padre espiritual
para muchos de nosotros. Durante este tiempo, permaneció muy
callado y aparentemente desinteresado, y finalmente habló y dijo,
"No quiero ser el padre de nadie. Quiero enfocar mi vida en lo que
Jesús enfocó su vida. Jesús enfocó su vida en ser un hijo. Hasta
que esté más seguro de ser un hijo, creo que me gustaría centrar
mi vida en eso."
Continuó diciendo: "Cuando enfocas tu vida en ser un líder, se ha-
ce muy fácil llegar a ser controlador o autoritario. Eso es caracte-
rístico de un corazón huérfano. Entonces produces niños de tu es-
pecie. En cambio, ¿por qué no empezamos a centrarnos en ser un
hijo o una hija que busca hacer sólo lo que el Padre hace, y vive
para servir, honrar y bendecir a los demás? Cuando hagas esto, la
gente a tu alrededor empezará a vivir y a actuar como hijos e hijas
también."
Algo en mi corazón cantó de acuerdo. "¡Eso es lo que quiero! ¿A
quién busco para honrar y llegar abajo y empujar hacia arriba, hacien-
do de su vida y ministerio una bendición? ¿De quién soy hijo?"
109
quiera valía la pena rescatarlo, sino que estaba desguazado. Fue
un verdadero milagro que Barry y yo sobreviviéramos.
De Esclavo a Hijo
Tan pronto como atracamos, Barry se arrastró hasta la orilla, se
puso de rodillas y besó el suelo. Mientras yo iba al hospital a que
me cosieran, Barry condujo hasta la casa de nuestro pastor.
"Perdóname", le dijo a nuestro pastor. "Perdonadme por rebelar-
me contra vosotros y por despertar el descontento." Luego el do-
mingo, se paró ante toda la iglesia y les pidió que lo perdonaran.
Mientras yacía en la cubierta durante esa larga y aterradora no-
che, vio con claridad cristalina cómo toda su vida había sido de
independencia, rebelión y descontento. Pero esa noche en la cu-
bierta de un barco lisiado llamado el Bronco, aprendió la obe-
diencia por las cosas que sufrió.
Barry nunca había sido capaz de mantener un trabajo decente, y
siempre había vivido en la pobreza. Sin embargo, después de
nuestra visita al mar, volvió a trabajar con un nuevo espíritu de
hijo. Se disculpó con su jefe por no hacer que lo que era impor-
tante para él lo fuera para Barry. En esa primera semana, guio a
tres personas a Cristo contándoles nuestra terrible experiencia.
En un año, fue ascendido a gerente de seguridad de la planta por-
que, en lugar de quejarse y quejarse de todo lo que no le gustaba
en el trabajo, se metió debajo y apoyó a su empresa y a su jefe,
como había hecho conmigo esa noche en el mar embravecido. Y
Barry ha crecido y prosperado financiera y espiritualmente desde
entonces. Se convirtió en un hombre que vive para dispensar re-
galos de honor y bendición a los demás. Pasó de la esclavitud a
la filiación.
La moraleja de la historia desde mi punto de vista: no te lleves a
Jonás al mar contigo. La moraleja desde el punto de vista de Ba-
rry: no vayas a pescar con alguien que está más preocupado por
atrapar al gigante de Varsovia que por mantener relaciones sanas.
¿Qué crisis te llevará a comenzar el movimiento de la esclavitud
a la filiación? ¿Por qué esperar más tiempo? Tal vez hoy sea un
buen día para hablar con tu pastor o compañero de oración sobre
tu necesidad de un hogar, viniendo en el amor del Padre.
Eso nos lleva a la verdad #3 en nuestra búsqueda de estar sujetos
a la misión del Padre.
108
Un poco después en Su oración, Jesús oró por todos sus seguido-
res:
Les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como noso-
tros somos uno. 23 Yo estoy en ellos, y tú estás en mí. Que gocen de una
unidad tan perfecta que el mundo sepa que tú me enviaste y que los
amas tanto como me amas a mí. (Juan 17:22-23)
Toda la misión de la creación se trata de recibir amor y llevarnos
a la unidad. Esto es por lo que Jesús nos mandó que nos amara-
mos unos a otros como testimonio al mundo (Juan 13:34-35). La
misión del Padre es que el mundo entero experimente Su amor
por el amor que fluye en y a través de nosotros que hemos recibi-
do Su amor y lo damos a la siguiente persona con la que nos en-
contramos. Esa es nuestra misión en la vida. Es para lo que fui-
mos creados. Cada fibra de nuestro ser fue creado para recibir
amor y darlo. Nada en la vida es más natural que caminar en el
amor de nuestro Padre y pasar ese amor incondicional a otros. Al
contrario, el espíritu huérfano no es natural, y causa que vivamos
de una forma antinatural mientras permitamos que nos influen-
cie.
Seremos sujetos a alguna de estas dos misiones -la misión del
Padre o de satanás- dependiendo de las decisiones que hagamos.
Así que, escoge la misión del Padre. Sigue el ejemplo de Jesús y
enfoca tu vida en ser un hijo, encontrando vida y paz. Sé un re-
galo de amor a la siguiente persona que encuentres.
49

CAPÍTULO 4
SIN SER HIJO, NO HAY HERENCIA
Para una persona buscando escapar de una tormenta inminente,
nada es más reconfortante que alcanzar un puerto seguro.
En Antártica, el puerto seguro para un velero puede ser difícil de
encontrar porque casi en todos lados a donde vas en la Península
Antártica no encuentras más que riscos montañosos escarpados,
icebergs, y glaciares que nacen en las orillas del agua. Además del
hielo, las condiciones del clima pueden cambiar sin advertencia,
en un instante el escenario más hermoso en la tierra puede cam-
biar en el más traicionero y amenazante de vida o muerte. Un ba-
jón repentino de temperatura o un cambio en la dirección del vien-
to puede voltear un anclaje seguro a una trampa mortal mientras el
invasivo hielo compactado y los icebergs amenazan destruir el
casco de cualquier bote pequeño suficientemente desafortunado en
quedar atrapado ahí.
Un punto de anclaje seguro que tiene una ensenada recubierta y pe-
queña es el Puerto Charcot. Nombrado por un explorador francés,
Puerto Charcot fue un puerto seguro muy bienvenido durante nuestra
expedición de ocho hombres a la Antártida donde bajamos justo antes
de que una tormenta de nieve golpeara. Todo alrededor de nosotros
témpanos de hielo se congelaban haciendo que nos quedáramos dos
días ahí entre las colonias de pingüinos.
Finalmente, cuando el hielo comenzó a limpiarse mientras los vien-
tos cambiaban empujándolos hacia afuera de la orilla costera, el ca-
pitán nos dijo que teníamos una ventana de 14 a 16 horas de buen
clima para avanzar otras 30 millas más al sur a una estación de in-
vestigación ucraniana, donde podíamos pasar uno o dos días. Aquí
nos encontrábamos en un puerto seguro en el Puerto Charcot, sa-
biendo que una tormenta severa estaba en el horizonte, sin embargo
algo nos llamó a salir. Estábamos dispuestos a dejar nuestro refugio
por “pastos más verdes,” por decirlo de alguna forma, a navegar a
aguas desconocidas por nuestra búsqueda de aventura.
Así que, en la mañana, nos encaminamos con fuerza de motor, y
por un par de horas hicimos un buen progreso. Nuestro velero de
74 pies rugió constante a través de las junturas del hielo compac-
tado que tenía un pie de grueso. Sin embargo, mientras continuá-
bamos, el hielo hizo que bajara nuestra velocidad dos o tres nudos,
y unas cuantas millas del puerto seguro en la estación de investi-
gación ucraniana, el hielo comprimido comenzó a engrosarse al
50
Me lesioné más seriamente que Barry, y fue todo lo que pude ha-
cer con un buen brazo para mantener la proa del barco apuntando
al mar. Con todo el exceso de agua en el barco amenazando con
volcarnos en cualquier momento y con las bombas de achique
obstruidas, Barry se enfrentó a una elección: someterse a la misión
del capitán o morir.
Podría haber justificado el no hacer nada culpándome por el pro-
blema en el que estábamos y por mi mal juicio por mantener el
barco en el mar demasiado tiempo con mal tiempo. Pero algo fi-
nalmente hizo clic en el cerebro de Barry. Comprendió el peligro
en el que estábamos y fue más allá de su ruptura y la mía y empe-
zó a escucharme. Saltó allí para ayudar, como si una vocecita le
hubiera dicho: "Es hora de que tomes una actitud de hijo". Aunque
con gran dolor por sus propias heridas, Barry siguió cada orden
exactamente como le dije. Él tenía su parte para hacer, y yo la mía
si queríamos cumplir nuestra misión: encontrar el camino a casa.
De alguna manera, Barry logró abrir la escotilla de la sala de má-
quinas y bajó, y con sus manos y dedos rotos cavó cristales de se-
guridad rotos y otros escombros lejos de las bombas de achique.
Llenó cubos de basura, salió de la sala de máquinas, la tiró por la
borda y volvió a entrar, repitiendo el proceso una y otra vez. Du-
rante las siguientes dos horas, Barry superó sus miedos y dolores
para que las bombas de achique funcionaran de nuevo. Luego,
usando los mismos cubos, sacó agua hasta que el barco se vació y
se restauró la estabilidad.
Una vez superada la crisis inmediata, determiné que sería difícil
avanzar en mar gruesa sin un parabrisas que bloqueara el agua que
a menudo rompía sobre la proa de las olas, así que anclamos du-
rante las pocas horas de oscuridad que quedaban. Barry se acostó
en la parte trasera del barco desgarrado por el dolor y paralizado
por el miedo. Pasé la noche adorando y cantando en el Espíritu
para evitar que el miedo me consumiera. En todos mis años en el
mar, esto fue quizás lo más cercano a la muerte que he estado.
A la mañana siguiente, el viento y el mar se calmaron, y entramos
cojeando en el puerto. Barry seguía en la villa de los entumecidos,
congelado en la cubierta trasera por el miedo. Cuando empezamos
a entrar en el puerto, los pescadores vieron el increíble daño que
había sufrido el Bronco y vinieron corriendo desde todas las direc-
ciones para ayudar a asegurar las líneas del muelle. Nadie había
visto nunca un barco tan destrozado como el nuestro entrar bajo su
propio poder. Una inspección posterior reveló que el barco ni si-
107
hasta un 50 por ciento y duplicando su poder destructivo. Las olas
pícaras son mortales y pueden llevar un barco al fondo del océano
en segundos.
El terror amenazó con abrumarme cuando se elevó a 18 o 20 pies y
rompió a través de la proa justo en la cara de la timonera. No pude
hacer nada más que gritar: "¡Ola gigante!" Se estrelló contra nosotros
con una fuerza tan tremenda que rompió el cristal de seguridad de las
tres ventanas de proa, arrancando el marco de la ventana de la fibra de
vidrio y arrancando la pared de estribor y las ventanas del puente de
mando. Los fragmentos de vidrio explotaron en mí de cuello para
abajo, arrancándome la camisa. La sangre brotaba de docenas de pe-
queñas laceraciones, y un fragmento de la estructura de la ventana se
incrustó en mi garganta y brazo derecho. El impacto de la ola lanzó a
Barry con fuerza sobre la cubierta, rompiendo o magullando varias
costillas y dedos. La ola había arrastrado las antenas del techo, ahoga-
do nuestra radio y arrastrado miles de fragmentos de vidrio de seguri-
dad y escombros a la sala de máquinas, obstruyendo las bombas de
sentina que normalmente bombean automáticamente cualquier exceso
de agua por la borda. Todavía estábamos a 22 millas de la tierra y con
la radio desactivada, nadie sabía dónde estábamos o que estábamos
luchando por nuestras vidas.
Barry estaba en agonía! ¡Yo estaba en agonía! Y el barco estaba lleno
de agua. La estabilidad se había perdido, y estábamos luchando por
nuestras vidas! Sabía que si dejábamos de avanzar y girábamos de
lado en estos mares pesados nos volcaríamos y volcaríamos. En el
agua, la hipotermia nos dejaría inconscientes en unos minutos y la
muerte no tardaría en llegar, es decir, si los tiburones, atraídos por
tanta sangre mía en el agua, no nos atrapaban primero.
Sangrando, atormentado por el dolor y luchando con cada gramo de
fuerza para mantener el barco lisiado en su rumbo, le grité a Barry en
pleno "modo Capitán Bligh", "Barry, baja a la sala de máquinas y
desatasca las bombas". Tenemos que sacar el agua del barco!"
Barry, recuerda, es el tipo al que nunca le gustó que nadie le dijera
qué hacer; todo tenía que ser idea suya. "No puedo hacerlo, Jack",
gimió mientras rodaba por la cubierta con dolor. "Estoy demasia-
do destrozado".
"¡Barry!" Grité más fuerte: "¡No puedo dejar la rueda o nos vol-
tearemos de lado hacia las olas y volcaremos! ¡Tienes que hacer
todo lo que te diga o nos hundiremos en cuestión de minutos!"
"¡No puedo hacerlo! ¡Duele demasiado para moverse! Oh, me
duele..." "¡BARRY, BAJA Y DESATASCA ESAS BOMBAS
AHORA MISMO, O MORIREMOS!" 106
punto que no podíamos ver agua en la bahía. Eventualmente, nos
encontramos completamente rodeados por hielo. No podíamos re-
troceder porque poner el motor en reversa hubiera succionado el
hielo al hélice y lo hubiera destruido. Nuestro extraordinario y
emocionante viaje ahora amenazaba con convertirse en la pelea
por nuestras vidas.
El capitán nos aseguró que estábamos perfectamente seguros mien-
tras no hubiera viento. Bajo condiciones calmadas, podíamos mane-
jar el hielo compacto. Sin embargo, si el viento se levantaba, la pre-
sión del hielo comprimido mezclado con los icebergs podía mover-
nos y aplastar nuestro bote. Aquí estábamos, a 600 millas de la civi-
lización más cercana, con el hielo presionándonos todo alrededor
nuestro, así que tuvimos que escalar 50 pies sobre el aparejo del
mástil y tratamos de ubicar alguna pequeña juntura o rompimientos
en el hielo compacto a través de lo cual podríamos forzar nuestro
camino. Con cada minuto que pasaba, el tono de la voz del capitán
se hacía más urgente, reforzando nuestra necesidad de alcanzar la
estación de investigación ucraniana antes de que se la tormenta que
se acercaba nos golpeara, alrededor de las 10 en punto de esa noche.
Tan Cerca, y Tan Lejos
Finalmente, como alrededor de las 6 en punto, cuando sólo nos falta-
ba una milla para alcanzar la estación de investigación, descubrimos
que éramos incapaces de seguir avanzando. Sabíamos que el puerto
seguro estaba justo enfrente, pero por el crecimiento del hielo y su
grosor, ¡El capitán dijo que deberíamos girar e ir de regreso antes de
que el viento arreciara!
¿Ir de regreso? Pero estábamos tan cerca -de hecho, ¡Casi tan cer-
ca que podíamos ver la estación al otro lado de la isla! Solo a me-
dia milla delante de nosotros, otro barco estaba dando la vuelta a
estribor lo que lo traería alrededor del lado sotavento de la peque-
ña isla, donde la pequeña estación estaba localizada -el lado que
estaría libre del hielo. Con nuestros propios ojos, veíamos que el
otro barco estaba llegando a puerto seguro, sin embargo ¡Nosotros
no podíamos llegar!
Porque no podíamos ir de reversa, aprovechamos pequeñas junturas
en el hielo compacto para girar. Fue un proceso lento tan descorazo-
nador y agonizante, pero gradualmente logramos ir en la dirección
contraria y comenzamos a ir con el motor al norte de nuevo a través
del hielo compacto, lentamente empujando los pequeños icebergs que
estaban a cinco y diez pies de profundidad a cada lado.
51
A las 10 de la noche, todavía con luz de día porque el sol nunca
se pone durante el verano en la Antártica, el viento sopló más
fuerte y más fuerte, eventualmente alcanzando una velocidad de
50 nudos en el medidor de viento. El hielo, aguanieve, y la nieve
estaban soplando de lado a lado, y la visibilidad cayó por debajo
de 100 yardas. Aunque finalmente habíamos roto el hielo com-
pacto, ahora estábamos rodeados de grandes icebergs peleando
simplemente por encontrar simplemente el camino de regreso a
casa, al puerto seguro una vez más.
Estábamos en medio del vendaval tratando de seguir norte en un
esfuerzo de estar seguros, con solo dos lugares dentro de 40 mi-
llas donde podríamos si quiera considerar amarrar nuestro barco.
Finalmente, nos detuvimos una vez más en la ensenada del Puerto
Charcot. No podíamos simplemente tirar la ancla porque el viento
y el hielo podrían cambiar sin advertencia y el bote giraría salva-
jemente y posiblemente encallaría. En vez de eso, tuvimos que
atarlo lanzando una balsa de goma marca Zodiac de 12 pies y lue-
go poner 4 líneas a la orilla de la proa a la popa, babor y estribor
también- todo en medio de una tormenta de nieve congelante.
Cerca del tiempo que logramos tener el bote atado, el viento cam-
bió y los icebergs de 10 a 20 pies de alto comenzaron a meterse a
la pequeña ensenada, amenazando destruir nuestro bote. Un ice-
berg finalmente se instaló en contra de nuestro casco, y tuvimos
que usar el Zodiac motorizado para arrastrar nuestro barco fuera
de zona de peligro, porque una vez más, no podíamos usar la re-
versa por el hielo. En un momento de cambio de circunstancias,
lo que se veía como un puerto seguro llegó a ser una trampa mor-
tal que amenazaba destruirnos. Pero el puerto había parecido ser
tan seguro - ¡tan bienvenido! Y además, antes ya habíamos acam-
pado ahí por dos días, y fue seguro entonces. Pero todo dependía
de la forma en que el viento estaba soplando y como ese viento
podía causar que el hielo compacto se apilara en la ensenada.
Peleamos por dos horas para salir de esa trampa de hielo, final-
mente logrando regresar a la bahía abierta. Los icebergs estaban
por todos lados, el vendaval estaba soplando a 50 nudos más, y
nos preguntábamos dónde iríamos ahora en medio de la tormenta
de nieve. El capitán dijo que nuestra única opción era dirigirnos al
Puerto Lockroy a 20 millas al norte -si podíamos llegar sin chocar
contra algún iceberg. Nuestro bote estaba equipado con radar, pe-
ro la tormenta con su fuerte viento y nieve soplando seriamente
degradó su precisión. Cada hombre enfrentó sus temores mientras
52
Al día siguiente, un área de baja presión imprevista comenzó a
construirse frente a la costa. A medida que los mares crecían len-
tamente, Barry comenzó a ponerse un poco verde alrededor de las
branquias (mareado), y al anochecer, la velocidad del viento en la
torre de luz de Frying Pan Shoals era de 39 nudos. El resto de la
flota pesquera había regresado a puerto seguro, pero yo me obsti-
né en tratar de capturar un Varsovia. Estábamos a 62 millas de la
costa; y al atardecer, el mar empezó a correr a unos 12 pies, y aquí
estábamos en esta vieja barcaza de 35 pies que parecía lista para
desarmarse.
Esta fue la primera vez que Barry estuvo fuera de la vista de la tie-
rra. No era un hombre de mar y terminó tirado en la cubierta trase-
ra, vomitando sus tripas por el mareo. Estaba tan enfermo como
nunca antes en su vida, así que finalmente cedí a llevarlo a casa.
Nuestro curso hacia el puerto seguro nos llevó casi directamente a
los mares de 12 pies, así que realmente estábamos recibiendo una
paliza. Estaba en mi elemento, encerrado en el modo "capitán" y
pasándolo bien. ¡Esta era la clase de aventura por la que vivía!
Mientras tanto, Barry estaba en la cubierta trasera renunciando a
todo lo que tenía en su estómago. Estaba definitivamente verde,
aterrorizado, y deseando no haber venido nunca al mar conmigo.
Finalmente dejé que Barry entrara en la timonera una vez que estuve
seguro de que no tenía nada más que tirar. Mientras él descansaba en
la litera a estribor (derecha) del puente de mando, lleno de pesadez,
yo me dirigí y mantuve el foco de luz de la proa sobre las olas, para
poder ver cuando tenía que retroceder para soportar el peso de las olas
más grandes que no tenían fondo. Corría a unos cinco nudos, tratando
de acercarnos lo más posible a tierra firme donde las olas no eran tan
brutales, pero durante 40 millas fuimos martillados con olas de 12
pies que golpeaban continuamente en nuestra proa.
"¡Vamos a morir!"
Con más de 2.000 días capitaneando barcos en el mar, conocía
bien el océano. He vivido allí y he resistido muchas tormentas,
incluyendo vientos de 69 millas por hora con mares de 20 a 30
pies en un barco de 44 pies. Soy un superviviente. Así que sabía
qué olas eran las más peligrosas.
En la oscuridad de la mañana, el foco iluminaba una ola peligrosa
que se formaba en mi proa. La pesadilla de todo marinero es la
"ola pícara", que a menudo se forma cuando dos olas se juntan
desde un ángulo y convergen en una sola, aumentando su altura
105
Costa Este y era ilegal pescarlo. Así que cualquier Varsovia que
capturáramos tendría que ser liberada, lo que rara vez hacía mu-
cho bien. Estos peces salen de aguas profundas y cuando se los
trae desde 300-400 pies de profundidad, a menudo mueren por el
cambio de presión. Así que ya estaba violando la autoridad gu-
bernamental, que estaba a punto de resultar muy poco rentable
tanto para Barry como para mí.
Barry era y es un gran tipo, amigo y joven que realmente ama al
Señor. Pero en ese momento y toda su vida hasta ese momento,
había tenido un problema con el abandono y los resultados del
mismo. Su padre había muerto repentinamente cuando tenía 8
años, y nunca había superado el rechazo y la vergüenza en la que
creció. Barry era un verdadero huérfano con la mayoría de las
características de huérfano que se enumeran en el capítulo seis.
El tema del abandono dejó a Barry con un miedo a la confianza y
una aversión a la autoridad y a cualquiera que le dijera lo que te-
nía que hacer. Era independiente y autosuficiente y nunca había
recibido la revelación de la verdad de la sumisión a la autoridad
espiritual o a la autoridad en el trabajo. Barry estaba familiariza-
do con salirse con la suya y no permitir que nadie le dijera lo que
tenía que hacer. Con las características de huérfano operando en
su vida, Barry estaba a menudo justo en el centro de cualquier
descontento que ocurriera en la iglesia o en su lugar de trabajo.
El único barco que encontré que cualquiera de mis antiguos com-
pañeros de pesca nos dejaba usar era una bañera de 25 años, mal
mantenida y de 35 pies de largo llamada el Bronco. Supuesta-
mente, el Bronco era un barco maldito; cada persona que había
capitaneado ese barco había terminado divorciado, en bancarrota
o herido. Sólo se sentaba en el muelle; nadie se acercaba a él.
Los pescadores en general son muy supersticiosos, y pensaron
que estaba loco por sacarlo. Pero para mí, una maldición sin cau-
sa no puede llegar a tierra. Después de todo, estaba caminando en
Cristo. Sabía que estaríamos bien.
Así que Barry y yo cargamos suficiente equipo para un viaje de
tres días y nos dirigimos al Agujero del Diablo en la Bronco. El
pronóstico del tiempo indicaba vientos suaves y mares en calma,
y nuestro viaje de ida fue bien. El primer día llegamos al Agujero
del Diablo y capturamos varios cientos de libras de pargo rojo y
mero, y esa noche nos enganchamos pero nos separamos de un
gigante de Varsovia.
104
batallamos a través de 20 millas de vientos recios y aguanieve
soplando lateralmente.
Nunca podría describir el gozo y libertad que sentí, después de
pelear nuestro camino desde la mañana hasta después de la media
noche a través de hielo compacto, vientos de vendaval y tormen-
ta, pasar a poca distancia de icebergs y hacernos camino a través
del angosto canal de Neumayer, para finalmente entrar al Puerto
Lockroy, ¡Seguramente uno de los más hermosos lugares en la
tierra! Al doblar una curva en la cabecera del canal, de repente el
sol resplandeció todo alrededor nuestro, 360 grados, donde las
montañas eran de 5000 pies de altura, ¡Cubiertas con nieve y gla-
ciares en cada valle! Dentro de la pequeña bahía del Puerto Lo-
ckroy, estaba tan calmo como podía estar por las montañas que
estaban bloqueando la mayor parte de los vientos.
Afuera estaba la furia y el peligro de la tormenta mientras dentro
estaba todo en paz y en calma en nuestro pequeño refugio seguro
que por más de 100 años ha salvado vidas de muchos balleneros
y otros marineros.
Nuestra Búsqueda por Puerto Seguro
Un puerto seguro de las tormentas de la vida es lo que cada uno
de nosotros está buscando, pero aún muchos parecen no poder
encontrar su camino a casa. Ya sea que estemos buscando un
puerto seguro que nunca hemos conocido o busquemos regresar
al puerto seguro que alguna vez fue nuestro, pero hemos perdido
nuestro camino. Hemos probado el perdón de Cristo, su salvación
y paz. Pero a través de las circunstancias de la vida, los pecados
de otros en contra nuestra, o nuestros pecados en contra de otros,
nos hemos encontrado batallando una tormenta, en medio de la
invisibilidad total. Con nuestra visión borrosa, llega a ser difícil
escuchar la voz confortadora y afirmante de Dios. Luchamos con
las consecuencias de las decisiones que hacemos, pensando que
estábamos buscando algo “mejor” en la vida, solo para haber caí-
do en la bien puesta trampa del enemigo que nos amenaza con
congelarnos en “entumecilandia” o la “villa entumecida”.
Hay un puerto seguro listo y esperando por nosotros. Estamos en
una búsqueda por estar en casa de nuevo. El amor de Dios está
alcanzándonos para guiarnos a ese lugar seguro. Pero el lugar se-
guro está reservado para hijos e hijas, no para aquellos con cora-
zón de huérfano. Una vida de paz, descanso y fructífera en el
abrazo del Padre es nuestra herencia, pero solo aquellos que están
53
dedicados a la misión del Padre la encontrarán. Los huérfanos su-
jetos a su propia misión permanecen fuera del puerto seguro, gol-
peados y soplados por los vientos y las olas, limitados en visión y
esperanza.
En Antártica, aún con todos mis años en el mar como capitán de
barco pesquero con licencia, no sabía el camino a anclajes seguros
o cómo vencer tan violentas tormentas. Por lo tanto, yo decido
confiar en el capitán de la expedición quien había estado ahí tantas
veces antes. Rendí mi independencia y mi orgullo como un capi-
tán experimentado del mar y me convertí en “hijo” sujeto a otro
capitán y su misión, la cual era guiarnos a los ocho de nosotros a
un lugar cómodo y cálido.
Nuestra búsqueda por un puerto seguro comienza cuando recono-
cemos nuestra necesidad de ceder nuestra independencia y auto-
confianza de corazón huérfano y nos humillamos voluntariamente
a ser guiado por la paternidad y maternidad de otros hombres y
mujeres que han estado ahí antes, quienes saben cómo encontrar
su camino en la tormenta y en los vendavales de la vida y quienes
saben dónde está el puerto seguro. El puerto seguro - el corazón y
el amor del Padre, junto con todas las riquezas y recursos de Su
Reino - es nuestra herencia cuando entramos con un corazón de
hijos e hijas. ¿De quién eres hijo? ¿De quién eres hija? Recuerda -
sin ser hijos, no hay herencia.
En el capítulo previo, vimos brevemente a lo que Pablo tenía que
decir acerca de ser hijos en Romanos 8. Examinemos este pasaje
aquí con un poco más de detalle:
14 Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de
Dios. 15 Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo.
En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus
propios hijos. [a] Ahora lo llamamos «Abba, Padre». 16 Pues su Espíritu
se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. 17 Así
que como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, so-
mos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios; pero si vamos a par-
ticipar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento. 18 Sin
embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que
él nos revelará más adelante (Romanos 8:14-18 NTV)
“Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos
de Dios.” En el verso 5, Pablo dice que o andamos por la carne, o
andamos en el Espíritu. Caminar por la carne lleva a la muerte
mientras que andar por el Espíritu lleva a vida y paz. Si somos
guiados por el Espíritu, nos sujetamos a la misión del Padre y la
54
CAPÍTULO 8
¿DE QUIÉN ERES HIJO?
Tratar con el tema del perdón cubre las dos primeras verdades en
nuestra búsqueda de pasar de la esclavitud a la filiación. Extender
el perdón (Verdad #1) involucra la humildad de dejar de lado
nuestro dolor y nuestro "derecho" percibido de hacer responsable
a otra persona por su ofensa contra nosotros. Buscar el perdón
(Verdad #2) también implica humildad, requiriendo que dejemos
de lado nuestro orgullo, reconozcamos nuestros pecados y errores,
y abramos nuestros corazones a quien hemos ofendido sin garantía
de ser aceptados. La humildad nos hace vulnerables y a veces pue-
de ser la diferencia entre la vida y la muerte.
El agujero del diablo
Barry era un amigo mío que conocí en nuestra iglesia a mediados
de los 80. Sabía que yo era un capitán de barco de pesca con licen-
cia y le encantaba que contara historias de pesca en alta mar. Uno
de los sueños de Barry era atrapar un mero gigante de Varsovia.
En mis años de pescador comercial, había pescado más meros gi-
gantes con anzuelo y sedal que ningún otro pescador de la costa
este. De hecho, en los años 70 y 80, capturé más de 100 de estos
monstruosos peces, que pesaban un promedio de 175 libras; diez
pesaban más de 300 libras y uno pesaba 450 libras. Para capturar
ese, usé un mahi-mahi vivo de 15 libras como carnada, en un ca-
ble de prueba de 300 libras.
A principios de los 90, Barry empezó a acosarme: "Jack, ¿me lle-
varás a pescar uno de esos meros de Varsovia?"
Hay varios buenos lugares para Varsovia justo en Myrtle Beach, cer-
ca de donde vivimos; uno de ellos, Georgetown Hole, está a 62 millas
de la costa. Como pescadores comerciales en el decenio de 1970, lla-
mamos a ese lugar el Agujero del Diablo por el número de barcos y
pescadores que habían desaparecido sin dejar rastro mientras pesca-
ban allí, incluidos algunos amigos míos. Barry sabía que una vez ha-
bía pescado 28 meros que sumaban 5.000 libras en una noche en el
Agujero del Diablo. En otra noche atrapé 14, y en otra más 9.
Barry finalmente me convenció de ir en el otoño de 1991, unos
años después de que dejara el mar y ya no trabajara a tiempo com-
pleto como capitán de barco. Para entonces, el mero gigante de
Varsovia había sido clasificado como en peligro de extinción en la
103
su ira contra su marido desquitándose con sus hijos. Más de una
vez, la encontré cubierta de su propia sangre por caídas o heridas
autoinfligidas.
"Mamá", dije, "dime un recuerdo que tengas de un fin de semana
desde que tenía 8 años hasta que tuve 18 y me fui de casa".
No pudo. No recordaba esos fines de semana. Me preguntó qué
había pasado, y cuando le conté de noches en las que se desperta-
ba y se golpeaba sin razón, dijo, "No lo creo".
"Espíritu Santo", recé en silencio, "por favor muéstrale". Tomé el
teléfono, se lo entregué y le dije: "Llama a tu otro hijo".
Ella no lo haría. Entonces me miró y me preguntó: "¿Esas cosas
pasaron realmente?" En ese momento el Espíritu Santo dejó caer
en su mente los recuerdos de su golpiza a mi hermano y a mí.
De repente, empezó a llorar mientras los recuerdos fluían. Y por
primera vez dijo entre lágrimas: "Bueno, tuve un problema con el
alcohol". Luego dijo las palabras que nunca pensé que la escu-
charía decirme: "¿Me perdonarías?" Al igual que con mi padre,
este avance con mamá no llegó hasta que me sometí a ella como
hijo. Una vez que le abrí mi corazón y me atreví a arriesgarme a
amar de nuevo, la liberación llegó tanto para ella como para mí.
Ese día de diciembre de 1999 me convertí en el héroe de mi ma-
dre. Sus críticas se convirtieron en elogios. Era una mujer que,
hasta ese momento, nunca se había disculpado conmigo, nunca
había aceptado la culpa de nada, y nunca había reconocido su
problema con la bebida. Ahora, por primera vez en 36 años, tuve
una madre de nuevo. Ese es el poder del perdón. Ese es el poder
del amor de mi padre. Ese es el poder de un corazón de hijo. El
año pasado, mamá también fue a estar con el Señor, y estoy en
paz al saber que tuvimos un cierre antes de que fuera promovida
a la gloria.
El perdón es el primer paso para pasar de la esclavitud a la filia-
ción. Sin él, es difícil dar el siguiente. ¿A quién necesitas perdo-
nar? ¿A quién necesitas pedir perdón? ¿A quién necesitas some-
terte para que te cure, te libere y te libere en tu familia y en tus
relaciones? ¿Crees que ayudaría a tu relación si fueras con tu ma-
dre o tu padre y les pidieras que te perdonaran por las formas en
que les has hecho daño o les has destituido?
(Véase el Apéndice B para una explicación más detallada sobre
el ministerio de restitución y cómo acercarse a alguien y pedirle
perdón).
102
vida fluirá. Habrá crecimiento y fruto. Una sensación de unidad y
un sentido de fruto del Espíritu comenzará a crecer en nosotros.
Comenzaremos a madurar en nuestras emociones y relaciones. Si,
por la otra parte, nos sujetamos a nuestra propia misión, la muerte
fluirá, y nos encontraremos llegando a ser más independientes y
aislados en nuestras relaciones.
Movernos hacia la misión del Padre y lejos de vivir en la oscuri-
dad llega a través de enfocar nuestra vida sobre en lo que Jesús
enfocó la suya. No llegamos a ser como Jesús al enfocar nuestra
vida en Jesús; llegamos a ser como Jesús al enfocar nuestra vida
en lo que Jesús enfocó la suya. Jesús dijo, “Cuando oren, digan,
Padre Nuestro...” Una y otra vez -150 veces en el Evangelio de
Juan solamente- Jesús hace referencia a enfocar nuestra vida sobre
el Padre. Y no hay otra forma de llegar al Padre que no sea a tra-
vés del Hijo.
¿Cómo empiezas a moverte de regreso a la bienvenida al abrazo del
Padre? Al enfocar tu vida en ser un hijo o hija. Pero si te sujetas a tu
propia misión, hay poco crecimiento espiritual. Te encontrarás en
“entumecilandia”, rodeado de hielo compacto, incapaz de moverte
hacia adelante en tu caminar cristiano. Puedes ver alrededor de ti
que otros avanzan a través del hielo, pero tú continúas congelado; te
encierras en un mar de excusas, buscar culpables, y justificaciones.
Tu inseguridad con los barcos del amor y las relaciones ha estancado
tu crecimiento y madurez.
Así que miremos como el movimiento comienza en el verso 14:
“Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios”- todos los
que se sujetan a la misión del Padre- “son hijos de Dios”. Esta pa-
labra, “hijos” significa “hijos maduros.” Otra palabra usada para
“hijos de Dios” es teknon, que se refiere a un hijo inmaduro que
vive por lo que otros pueden hacer por él o ella. ¿Quién es el que
va a avanzar en el Reino de Dios? Aquellos que tienen un espíritu
de hijo o espíritu de adopción. El verso 15 dice, “Y ustedes no han
recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, reci-
bieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios
hijos. [a] Ahora lo llamamos «Abba, Padre»” Este espíritu de hijo
o espíritu de adopción no es el Espíritu Santo sino una actitud del
corazón de estar descansando en el abrazo del Padre. Es como de-
cir, “Esa persona tiene un espíritu manso o amable.” Tenemos un
espíritu de hijo o de huérfano; no hay un punto medio. Y cualquie-
ra que sea el espíritu que tengamos determina si si o no entraremos
en nuestra herencia -experimentar la vida del Reino en la tierra.
55
Déjame tratar de hacer esta revelación viva con lenguaje cotidiano
del día al día.
Un Sueño Frustrado
El sueño de toda mi niñez era ser un capitán de barco de pesca, Al
crecer en Daytona Beach, Florida, a unas cuantas cuadras de la
playa, yo no quería jugar tenis de la manera en que mi papá quería
que lo hiciera; yo quería ser capitán de un barco de pesca. Yo pes-
qué cada día del año desde el muelle de la calle principal o desde
el puente. La casa en la que crecí, y donde mi madre vivió por 53
años, estaba a una cuadra del Salón Boot hill, a cuatro cuadras del
océano, y a tres cuadras de los criaderos de ostras en el canal in-
tracostero. Yo viví cada día pescando, atrapando truchas, róbalo,
lubina, pescado blanco, tambor, y pescado platija. Todo mi sueño
era llegar a ser el mejor capitán de barco pesquero que hubiera.
Pero lo interesante acerca del negocio de pesca es que es una de
las profesiones más difíciles de meterse. Cualquiera puede pescar,
pero ser un profesional es usualmente heredado de padre a hijo o
hija. Ciertos negocios y comercios son mantenidos en secreto y
pasados como herencia generacional de mamá y papá a la siguien-
te generación, y la siguiente generación, y la siguiente. Si un capi-
tán de barco de pesca enseña a su amigo o a cualquier otro miem-
bro de su tripulación sus secretos, esa persona puede llegar a ser
capitán de su propio barco y robar de su jefe anterior todos sus lu-
gares de pesca. Es un negocio altamente secreto, competitivo, y
donde cada quién ve por sí mismo. Pocos capitanes de barcos le
enseñarán a alguien cualquier cosa, excepto a sus hijos. Es la he-
rencia de ellos.
Cuando tenía 13 comencé a trabajar como empleado en un bote en Ponce
Inlet que le pertenecía a uno de los mejores amigos de mi papá. Él tenía
tres hijos y capitaneaba un parco deportivo de pesca para 6 pasajeros, pes-
ca de pescado caballa, atún, mahi-mahi, y peces picudos.
Frecuentemente sus hijos estaban en el barco. Y era de lo más en-
fadoso para mi como empleado del barco estar en ese bote con el
padre y sus hijos. Yo quería decir, “Capitán, por favor lléveme a
la timonera. Enséñeme cómo dirigir el barco. Enséñeme a encon-
trar pescados. Enséñeme navegación.” Pero no decía nada, y me
dejaba en la cubierta cortando carnada. ¡Los hijos difícilmente ha-
cían algo! Ellos solo se sentaban ahí con su padre mientras él les
enseñaba todo acerca de ser capitán. Después, dos de ellos llega-
ron a ser unos de los mejores.
56
cer mi necesidad cuando fui atacada. Tuve que justificarme, cam-
biar la culpa, y quitarme el foco de atención. Mi corazón estaba
cerrado. No hubo ninguna revelación del amor de Padre. Vivía la
vida como un huérfano espiritual.
Esta vez era diferente. Conocía el amor de mi padre y estaba em-
pezando a abrazar un corazón de hijo. Sabía que tenía que some-
terme a la misión de mi madre como hijo y reconocer lo mucho
que mi corazón cerrado la había herido.
Cuando tenía unos ocho o diez años, mi madre y mi padre dejaron
de vivir juntos, aunque se quedaron en la misma casa. Papá se mu-
dó al cuarto de la caldera y dejó de hablar con mi madre, y cual-
quier comunicación entre ellos pasaba por mi hermano o por mí.
Papá dirigió su atención a otras cosas y personas, y eso destruyó a
mi madre. Ella se volvió amargada y medicó su dolor con alcohol.
Mientras papá invertía todo su tiempo en su hijo mayor, que era
un verdadero campeón y uno de los mejores tenistas de la liga ju-
venil de la nación en esos años, yo pasaba todo el tiempo con mi
madre. Me convertí en su única fuente de cordura y amor. Pero
cuando tenía 12 años, ya había tenido suficiente y le cerré mi co-
razón. Esto la hirió aún más porque ahora todo lo que sabía era el
rechazo y el dolor de cada miembro de la familia. Desde entonces,
las críticas y la amargura aumentaron hasta que cada conversación
de los siguientes 36 años fue un combate verbal. Y durante 36
años, justifiqué mantenerla fuera por su negativismo y sus críticas.
Me faltaba el corazón de la filiación. Estaba sujeto a mi propia mi-
sión, más que a su misión o a la misión de Dios.
Sentado con ella esa noche de 1999, escuchando la familiar rabia
de bar y la amarga diatriba, sabía que mi padre satisfaría mi nece-
sidad incluso cuando mi madre me atacaba. En lugar de cerrar,
sentí algo así como olas de amor líquido compasivo derramándose
sobre mí, asegurándome en Su amor. Suave y gentilmente dije,
"Mamá, esto no es sobre ti; es sobre mí. Te pido que me perdones".
"No te perdonaré hasta que me digas qué he hecho mal."
"¿No lo sabes, mamá? ¿No lo sabes?"
"Yo era la madre perfecta. Nunca he hecho nada más que amarte".
Fue entonces cuando me di cuenta de que realmente no tenía nin-
gún recuerdo del abuso que sufrí. De lunes a viernes era una
maestra y buscaba ser una buena madre. Aunque no era una edu-
cadora, al menos estaba allí. Venía a casa los viernes y todo el fin
de semana intentaba beber el dolor de ser rechazada por su marido
e hijos. Y cuando bebía, se ponía violenta, a menudo descargaba
101
nos hizo la pregunta: "¿Cuándo dejaste de ser el hijo de tu padre y
tu madre?" Continuó añadiendo: "Cuando rechazaste a tu madre y
a tu padre, rechazaste un espíritu de filiación, y Dios te tratará sólo
como a un hijo".
Tan pronto como dijo eso, supe que había encontrado una llave
perdida. Me di cuenta de que tenía que ir con mi madre y pedirle
una vez más que me perdonara. Para asegurarme de que no me
acobardaba, le dije a mi esposa mis intenciones. Mamá vendría de
visita en unas semanas para Navidad, y yo hablaría con ella enton-
ces. Necesitaba practicar el ministerio de restitución con mamá
porque empezaba a darme cuenta de cuánto la habían herido mis
actitudes. La amaba, la había perdonado en la mayor medida que
sabía, y practicaba honrándola lo mejor que podía. Pero todavía
faltaba algo porque mi amor estaba guardado a su alrededor.
Planeé hablar con mamá la primera noche que estuvo allí, pero no pu-
de hacerlo. O la noche siguiente, o la siguiente. Finalmente, en la
quinta y última noche de su visita, me estaba preparando para ir a la
cama cuando Trisha me enfrentó. "¿Vas a hablar con tu madre o no?"
Respirando profundamente me acerqué a ella y le dije: "Mamá,
necesito hablar contigo un minuto". Aquí estaba yo, un hombre de
supuesta fe y poder, seguro del amor de mi padre, temblando en
presencia de mi madre. Estaba muerto de miedo.
Nos sentamos en mi estudio y dije, "Mamá, este verano cuando
estaba en casa, y papá vino y pasamos un tiempo tan maravilloso
juntos, te vi llorando por el rabillo del ojo porque papá y yo com-
partimos una profunda relación que tú y yo no hemos poseído.
Mamá, necesito pedirte que me perdones por el dolor que he traí-
do a tu vida a través de los años."
Inmediatamente comenzaron los golpes de espada. "¿Sabes cuánto
me has herido?"
"Sí, mamá, lo sé".
"Me has hecho esto desde que tenías 12 años, y nunca he hecho
nada para lastimarte. ¿Cómo pudiste tratarme así?"
"Mamá, te pido que me perdones."
"No te perdonaré hasta que me digas qué he hecho mal. He sido la
madre perfecta para ti".
No podía creer lo que acababa de oír. Continuó diciendo que había
sido la madre perfecta, sin fallar nunca en satisfacer todas las ne-
cesidades de mi vida.
Me senté allí en shock. Diez años antes me había cerrado porque
me faltaba la confianza básica en el amor de mi padre para satisfa-
100
Se suponía que yo debía estar en el barco una hora antes cada vez
que saliera a navegar, y siempre estaba ahí antes porque estaba
determinado a tener el barco más limpio y organizado. Trabajé
más duro que cualquiera porque tenía que probarle al capitán que
yo valía. “¡Enséñeme, entréneme, ayúdeme a crecer en la profe-
sión! ¡Ese es mi sueño!” Pero yo no era un hijo. Aquellos que eran
los hijos vendrían con su padre en el último minuto, y él derrama-
ría su vida sobre ellos.
¡Me parecía que yo hacía todo el trabajo y los hijos recibían todos
los beneficios!
Esto es donde muchos cristianos viven. Ellos ven un grupo selecto
sobre quienes Dios derrama sus más grandes bendiciones. “¡Mira
lo que Dios ha hecho en la vida de Jack! Él derrama y bendice a
Jack. Él debe ser uno de Sus favoritos. Dios lo hace con otros, pe-
ro nunca lo hará para mi.” Esa es una actitud de huérfano.
Mi situación laboral sin salida como empleado del barco me agitó
y enojó hasta que un día finalmente dije, “¡Suficiente!” y renun-
cié. Sentí que nadie me iba a enseñar nada, así que rendí mi sueño.
Me perdí un tiempo en toda la cultura hippie y de drogas de Day-
tona Beach. Después de unos descalabros con la ley, y después de
cansarme de que la gente me usara y me tirara cuando ya no les
servía, decidí regresar a la pesca y fui a visitar al amigo de la fa-
milia en el negocio de pesca.
“Capitán Johnny,” Yo pregunté, “¿Conoce a alguien que necesite
un buen empleado?”
“Si, si lo conozco a alguien.” “El Capitán Kline. Él tiene tres bar-
cos ahora -uno nuevecito de 70 pies, uno de 55 y otro de 45. Nadie
quiere trabajar en el viejo de 45 pies. Él no puede mantener a al-
guien empleado con ese barco. Empieza ahí. Tan duro como traba-
jas, no tendrás problema en ir ascendiendo.”
Así que fui a ver al Capitán Kline, quien me contrató para el barco
de 45 pies, Blanca Nieves I.
Mientras todos querían trabajar en los otros barcos porque eran
más nuevos y finos, yo me propuse probarme con el Capitán.
Realmente me esclavicé en ese barco y derramé mi vida en él; y
cualquier día que no estábamos en el mar, estaba ahí ocho o diez
hora tratando de ganar mi ascenso hasta la cima.
Como esclavo o siervo, sientes que debes trabajar más duro para
tener éxito. Tienes que esforzarte, superarte y ganarle a todos solo
para probar que tienes el derecho a estar. ¿Pero los hijos e hijas?
En su día libre, ellos usualmente no trabajan duro tratando de pro-
57
bar su punto. Ellos no tienen que llegar temprano o quedarse hasta
tarde. ¿Por qué lo deberían de hacer? Ellos ya son dueños del bar-
co de cualquier forma porque Papá algún día les dará todo a ellos.
Ellos solo se sientan en la timonera y aprenden todas las partes fá-
ciles y divertidas de pescar -pilotear el barco, la navegación, en-
contrar los peces. Aquellos con un corazón huérfano hacen todo el
trabajo sucio.
Muchos cristianos se sienten como mano de obra sin herencia. Un
huérfano no tiene expectativa de confort, provisión o promoción por-
que él sabe que el hijo recibirá la herencia. Y así, aún si el huérfano
trabaja más duro y más duro, tratando de ganárselo, él usualmente ter-
mina enojado o apático.
Mira de nuevo el pasaje en Romanos 8 Y ustedes no han recibido
un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el
Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. [a]
Ahora lo llamamos «Abba, Padre». Pues su Espíritu se une a nues-
tro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. (Romanos
8:15-16 NTV). La herencia es para hijos e hijas maduros. ¿Quién
le dará una herencia de 1 millón a un niño de 10 años y lo suelta?
No hay herencia para los niños hasta que crecen y están dispuestos
a tomar la responsabilidad de la misión de su padre.
Un sueño hecho realidad
El Capitán Kline había pasado más de 40 años en el mar, incluyen-
do servicio en barcos de guerra en la Segunda Guerra Mundial.
Después de la guerra, él se mudó a Ponce Inlet, Florida y se metió
al negocio de pesca, siendo dueño y operando la flota del Blanca
Nieves, que eventualmente incluyó tres barcos. Y antes de que pa-
sara mucho tiempo, él había ganado una reputación como uno de
los capitanes de barcos pesqueros más respetados y prósperos en
la industria.
Ahora, después de 40 años en el mar, el Capitán Kline quería des-
hacerse del negocio, pero había un problema -él no tenía hijo o al-
guien a quien pudiera confiar pasarle el negocio, su legado, su
nombre. El Capitán Kline y su esposa siempre soñaron en tener
hijos, pero nunca sucedió; y considerando a otras personas en la
comunidad profesional de pesca no era realmente una opción, por-
que generalmente ellos tienen más de su porción de personajes
disfuncionales y alcohólicos. Muchos son inestables y rutinaria-
mente cambian de un barco a otro después de unos cuantos meses.
Tomar y pelearse son algo común, y cuando fui a trabajar por pri-
58
En ese momento, mi padre entró y me rescató, diciendo inmedia-
tamente todas esas cosas maravillosas sobre lo orgulloso que esta-
ba de mí. Durante muchos años, este hombre siempre había seña-
lado todo lo que yo había hecho mal, y ahora... no podía hacer
ningún mal a sus ojos. Por mi parte, tan pronto como papá entró
en la habitación, me iluminé y cobré vida.
Me había invitado a jugar al golf con él, y mientras nos preparába-
mos para salir, miré a mamá por el rabillo del ojo. Aunque noté
que lloraba y se secaba las lágrimas, todavía tenía un corazón
huérfano hasta cierto punto, y no me di cuenta emocionalmente de
que yo era la razón por la que lloraba. Sólo quería escapar. Así
que papá y yo nos fuimos.
Un poco más tarde, después de que mi esposa se levantara, mamá
le preguntó: "¿Por qué Jack tiene una relación tan maravillosa con
su padre, pero cuando trato de tener una conversación con él, es
como sacarle los dientes?"
Trisha, en su impecable sabiduría, dijo: "Eso es entre tú y tu hijo.
No me voy a meter en medio de esto." Sin embargo, más tarde,
cuando íbamos en coche a casa, Trisha me lo contó. Lo dejé pasar.
Estaba honrando a mi madre lo mejor que podía; ¿qué más quería?
Conocía el amor del Padre pero aún no había hecho la transición
completa de huérfano a hijo.
Unos meses después, en noviembre, hablé en una gran conferencia
internacional sobre el amor del Padre. Fue la reunión más grande a
la que había sido invitado, con más de 3.000 personas y algunos
oradores de "alto nivel" que asistieron. El tamaño de la conferen-
cia combinado con los líderes mundiales ungidos de tan alto cali-
bre me hizo estar tan sobrecargado de inseguridad que temía no
poder ministrar eficazmente. Por su gracia, Dios me bendijo pode-
rosamente de todos modos.
Esta circunstancia me hizo tomar conciencia y me di cuenta de
que aunque había estado caminando en una revelación del amor de
mi Padre durante cuatro años, mi comprensión era aún muy super-
ficial. Me preocupaba más lo que la gente pensaba que lo que
Dios pensaba, y la clave para un avance más profundo y la liber-
tad se me seguía escapando.
La llave que faltaba
Unas dos semanas después, durante nuestra "reunión familiar" (la
reunión anual de nuestro equipo, intercesores y partidarios), el
orador, James Jordan, abordó el tema del espíritu de la filiación y
99
Reconciliarse con mi madre
Habiendo experimentado un éxito tan inesperado y completo en la
reconciliación con papá, me sentí más optimista al hablar con ma-
má. Así que no mucho después de ese día en el campo de golf, fui
a ella y le dije, "Mamá, quiero pedirte que me perdones por todo
el dolor que te hice pasar en mi adolescencia".
"Ya era hora de que vinieras a mí", dijo ella. "¿Sabes cuánto me
has herido?" Ella realmente se encendió en mí.
Su respuesta enojada y amarga me dejó boquiabierto. No, no sabía
cuánto la había herido. En ese momento, aún no había recibido la
revelación del amor de mi padre ni había entrado en el espíritu de
la filiación. Todavía caminaba como un huérfano, y los huérfanos
necesitan que todos digan las cosas correctas, o ponen muros de
protección para mantener a la gente fuera. Cuando mamá me atacó
así, simplemente corté la conversación. Durante los siguientes
diez años, tuve mucho cuidado de honrar siempre a mi madre de
acuerdo con las instrucciones de Pablo en Efesios: "Honra a tu pa-
dre y a tu madre (que es el primer mandamiento con una promesa), para
que te vaya bien y vivas mucho tiempo en la tierra" (Ef. 6:2-3). Siem-
pre fui educado y cordial. La honré, pero al mismo tiempo la man-
tuve a distancia emocionalmente. Mi interacción con ella fue en
un nivel superficial mientras continuaba protegiéndome de su cri-
ticidad y de volver a hacerme daño.
Luego, en 1995, recibí la revelación del amor del Padre y comen-
cé a aprender a caminar en esa verdad. Las oportunidades para el
ministerio comenzaron a abrirse, y me moví también a enseñar y
dirigir conferencias sobre el amor del Padre.
En el verano de 1999, visité a mamá de nuevo, como lo hice cada
año. Ella y papá se divorciaron cuando yo era un adolescente y
ahora vivían a cinco millas de distancia. Cada Navidad y cada ve-
rano conducía las 400 millas hasta su casa para verlos, normal-
mente en casa de mamá. Una mañana me levanté temprano como
siempre, y al oír que estaba levantado, mamá salió para el peque-
ño juego verbal de espadas que hacíamos cada mañana. Ella trata-
ba de meterse dentro de mí, y yo trataba de mantenerla fuera: em-
pujar, parar, empujar, parar. La amaba, la honraba, la bendecía,
buscaba pensar bien de ella. Incluso la llevé al Señor en 1991. Pe-
ro no podía confiar en abrir mi corazón a ella. Así que cada vez
que intentaba encontrar una apertura a través de mi caparazón, la
desviaba y mantenía las cosas en un nivel superficial "seguro".
98
mera vez con el Capitán Kline, mi trasfondo no era muy diferen-
te... excepto por una cosa -yo estaba motivado a tener éxito, a ha-
cer todo lo que pudiera para probar que merecía un lugar en la
cima.
Aunque era el más nuevo y más bajo de los 8 empleados en la
flota, yo siempre llegué más temprano que los demás y usual-
mente me quedaba más tarde. Mi determinación fue retribuida
pronto. Dentro de un par de meses comencé a trabajar en el Blan-
ca Nieves I, el Capitán Kline me dijo, “¡Este viejo barco se ve
mejor de lo que se había visto en sus diez años!” Él continuó ob-
servándome y algún tiempo después me dijo, “Jack, parece que
eres uno de los mejores empleados que haya visto. Yo nunca ha-
bía tenido un hombre tan consciente como tú.” Siempre mantuve
el barco más limpio y organizado y siempre fui el primero en lle-
gar y el último en irme.
Cuando el Capitán Kline despidió a su primer oficial en el nuevo
bote de 70 pies, el Blanca Nieves III, él me ascendió a esa posi-
ción delante de los demás. Los otros oficiales -huérfanos espiri-
tuales como yo - estaban enojados, por supuesto, porque ellos
querían ese puesto. Los huérfanos siempre están buscando el lu-
gar más alto, el lugar donde son reconocidos y afirmados. Y por-
que no tienen herencia, ellos sienten la necesidad de raspar, re-
volver y pelear por cada cosa que quieren.
Entonces un día el Capitán Kline me dijo, “Jack, tú sabes que yo
no tengo un hijo que pueda tomar el negocio, y después de 40
años en el mar, ya tuve suficiente. Quédate conmigo Jack, y te
enseñaré todo lo que sé. Te entrenaré a ser el capitán y cuando
estés listo, te dejaré todo el negocio a ti. Sólo quédate conmigo y
todo esto será tuyo.”
A penas y podía creer lo que me estaba diciendo. ¡Mi sueño se
estaba haciendo realidad! ¡Iba a convertirme en un capitán de
barco de pesca! Todo lo que tenía que hacer era quedarme cerca
al Capitán Kline por un par de años hasta que hubiera aprendido
todo lo que él pudiera enseñarme, y entonces él me daría todo a
mi. Yo sería el hijo que él nunca tuvo y esta sería mi herencia.
“No se preocupe Capitán Kline,” le dije. “Yo me quedaré con us-
ted.” Él entonces comenzó a enseñarme todo acerca del barco. En
las mañanas, el me llevaba al cuarto de motores y me enseñaba a
escuchar cada sonido que esos motores hacía, cómo notar cada
falla, cómo determinar si un sello necesitaba ser reemplazado,
simplemente al escuchar un cierto goteo en alguna área particular
59

del motor. Él me enseñaba cómo saber cuando una parte se iba a
romper.
De hecho, llegué a conocer esos dos grandes motores Detroit V12
turbo cargados tan bien que podría haberlos mantenido mientras
dormía. Y dentro de seis meses, el Capitán Kline ya no sentía que
tuviera la necesidad de ir personalmente al cuarto de motores. Él
simplemente subía abordo y me preguntaba, “¿Revisaste los moto-
res?” porque él confiaba en mi. Esta era parte de mi herencia.
El Capitán Kline aún me tomó a la timonera, ¡Donde solo los hijos
entraban! Él me enseñó cómo operar un barco, como pilotear y
dirigir. Él me enseñó navegación. Él me enseñó como usar el bus-
cador de peces, no sólo cómo localizar los peces, sino también có-
mo identificarlos por las formas de sus escuelas. “Esta es una es-
cuela de pez ámbar; esta es una escuela de pez de carnada; así es
como se ve una escuela de pargo; este es un mero; aquí hay una
escuela de pescado caballa.
Aquí hay una repisa de rocas; nota donde están los peces. Tú tendrás
que anclar el bote y permitir el viento y la corriente; no querrás lanzar
las líneas hasta que el barco está colocado correctamente en este pe-
queño espacio.” Dentro de un año, yo estaba dirigiendo el barco. La
única cosa que el Capitán Kline tenía que hacer era sentarse en su lite-
ra mientras yo -su hijo- tomaba el barco hacia el mar a encontrar los
peces. Y al final del día, lo llevaba de vuelta.
Este fue el legado del Capitán Kline... y mi herencia. Por dos
años, yo me comprometí completamente a estar disponible al Ca-
pitán Kline. Cualquier cosa que necesitara, yo estaba ahí.
Era fácil; cualquier que tuvieran un espíritu de hijo con alguien tan
tierno y amable como el Capitán Kline era como un padre para mi.
No me malentiendan; El Capitán Kline era difícil, un hombre du-
ro. Tenía un problema de bebida que salía desde su servicio en la
guerra, donde presenció mucho combate, sangre y muerte. Una
transferencia cinco días antes es la única cosa que lo libró de mo-
rir con el resto de su compañía cuando un golpe directo destruyó
el buque. Como la mayoría de los demás en la industria pesquera,
el Capitán Kline pasaba mucho tiempo en los bares frente al mar.
Él era alguien peleonero y nunca se retiraba de una pelea. De he-
cho, frecuentemente él los provocaba. Cuando empecé mi entrena-
miento bajo él, seguido me llevaba a los bares con él donde él bus-
caba al hombre más rudo y grande en el lugar, lo tocaba en el
hombro y le decía, “Mi nombre es Al Kline, mido 5 pies 9, y pue-
do ponerte una tunda en cualquier momento.” 60
Ahora, en ese campo de golf, 19 años después, mi padre me exten-
dió la mano, me rodeó con sus brazos y con lágrimas en los ojos
me dijo: "Hijo, te quiero". Gracias por perdonarme". Y lloramos
juntos mientras ambos pedíamos perdón específicamente y en de-
talle por las cosas que nos habíamos hecho el uno al otro. Hubo
mucho llanto, pero ¡oh, la alegría! ¡Experimenté un regreso a casa
y un padre con un corazón abierto a mí!
Pasó un año, y un domingo sonó el teléfono. Era papá. "Jack", di-
jo, "Quiero que sepas que ayer fui a la iglesia".
"¿Qué? ¿Fuiste a la iglesia?" No podía creerlo. Papá apenas había
ido a la iglesia desde su juventud.
"Era un desayuno de hombres", continuó. "Uno de mis viejos
compañeros de fiesta vino a la casa el viernes por la noche y dijo,
'Te llevaré a la iglesia mañana'. Le dije: "No voy a ir a la iglesia
mañana". Dijo: "Oye, te di clases de golf gratis, te entrené, te en-
señé todo lo que sabes. Me debes y estoy cobrando la deuda. Ma-
ñana, irás a la iglesia conmigo". Dije: "Pero no hay iglesia el sába-
do". Dijo: "Es un desayuno de hombres y yo soy el orador".
"¿Hablas en la iglesia? Yo pregunté. "¡Eras uno de los mayores
fiesteros de la ciudad!" Él dijo, "Esa era mi otra vida.
"Así que me fui con él. Al final del desayuno, compartió su testi-
monio de haber aceptado recientemente a Cristo en el lecho de
muerte de su esposa. Luego el pastor rezó por aquellos que no co-
nocían a Jesús para que lo aceptaran. Jack, quiero que sepas que
ayer acepté a Jesús como mi salvador, pero no fue por nada de lo
que dijo mi amigo en el desayuno. Fue porque hace un año vino y
me perdonó, y me di cuenta ese día que debe haber un Dios. Y
cuando miré tu vida, supe que sólo Dios podía hacer en ti lo que
sucedió ese día. Ese mismo día empecé a leer la vieja Biblia de mi
madre y la he leído todos los días desde entonces. Desde ese día,
he estado esperando el momento adecuado para aceptarlo. Fue su
perdón lo que transformó mi vida".
Incluso después de ser salvado, mi padre nunca fue muy entusiasta
de la iglesia por todo el dolor personal que asoció con ella, pero
durante los siguientes diez años fue muy entusiasta del amor de
Dios. Leía la Biblia de su madre todos los días. Cada llamada te-
lefónica que teníamos, me decía que me amaba y que yo era su
héroe. Papá está con el Señor ahora, pero antes de morir, los dos
nos reconciliamos completamente. Todo se resolvió. Hubo un cie-
rre total. Qué paz que trae a mi corazón. Es realmente asombroso
lo que puede suceder cuando te sometes a la misión del Padre.
97
Papá se quedó sin palabras. Después de unos diez segundos, mi
padre dijo: "No, hijo, no te perdonaré".
"¿Por qué, papá? Necesito que me mires a los ojos y me digas
que me perdonas".
Mi papá que no podía decir las palabras "Te amo", mi papá que
no podía abrazarme, mi papá que no quería tener nada que ver
con Dios o con ninguna de estas "cosas religiosas", mi papá que
nunca se disculpó por el abuso físico o emocional, mi papá que
nunca reconoció la culpa personal, mi papá que ahora tiene más
de 70 años, dijo: "No te perdonaré, hijo, hasta que me perdones".
Estaba en shock. Mi padre empezó a llorar. Era un hombre duro
que nunca había derramado una lágrima, pero ahora estaba llo-
rando. Continuó: "Me pides que te perdone cuando yo soy el que
fue tan duro y despiadado. Soy el que te hizo pasar un infierno en
las canchas de tenis. Te convertiste en lo que te convertiste sólo
por lo mucho que te degradé, la forma en que te grité y los nom-
bres que te puse. Jack, nunca supe ser tierno contigo; nunca supe
ser amable. Mi padre me dejó cuando tenía siete años, y fui criada
bajo la dureza y la ira y la vergüenza de la comunidad. Necesito pe-
dirte perdón porque estaba enojada porque no jugaste al tenis como
yo quería, y saqué todas mis agitaciones contigo. Te avergoncé, te
degradé y te devalué. Por favor, Jack, ¿me perdonarás?"
Durante 38 años, nunca había oído lo que quería y necesitaba oír
a mi padre. Nunca se había disculpado ni reconocido de ninguna
manera el dolor que había infligido en mi vida. Y ahora, por pri-
mera vez, escuché una disculpa de él: "¿Me perdonarías?"
Pensé, ¡Wow! Y dije, "Por supuesto, te perdono, papá!"
Mientras estuve sujeto a mi propia misión - autoprotección, cam-
bio de culpa, cuidado de mi dolor - nada pasó entre papá y yo;
nada cambió. Pero cuando me acerqué a él y le pedí perdón, me
sometí a la misión de Dios Padre: el ministerio de la reconcilia-
ción. Y cuando me sometí a la misión de Dios Padre, también me
sometí a mi propio padre terrenal. Cada padre terrenal, no impor-
ta cuánto haya herido a sus hijos, anhela que se corrija. Pero mu-
chos de ellos no tienen idea de cómo disculparse. No saben por
dónde empezar.
Mi padre nunca se humilló ante mí hasta que yo llegué abajo y
me sometí a su misión. Luego me miró a los ojos y me dijo:
"Jack, te quiero". Fue la primera vez que le oí decir eso desde
que tenía 19 años y estaba en el hospital por una sobredosis de
drogas, cuando vino y me abrazó y me dijo que me amaba.
96
¡Luego me empujaba delante de él! ¡Aprendí rápidamente como
pensar y hablar en mis pies!
Dolores de aprendizaje
Aun a pesar de su dura apariencia, el Capitán Kline siempre fue
gentil y amable conmigo. Yo fui el hijo que nunca tuvo. Ni una
sola vez me degradó, me criticó o me derribó.
Recuerdo la primera vez que me dijo que atracara el barco. “Jack,” él
dijo, “tienes que levantarlo, girarlo 180 grados, alinearlo entre esos
dos pilotes, y poner el acelerador en reversa antes de que te muevas de
la alineación.”
Operar un barco en el mar es una cosa; atracarlo en un deslizamiento
estrecho en contra de una corriente de tres nudos con el viento soplan-
do es otra. Súmale a eso la proximidad de docenas de otros barcos y
una audiencia de 60 turistas en la cubierta, y puedes entender que ate-
rrorizado estaba. “No lo puedo hacer Capitán Kline. ¡No lo puedo ha-
cer!” Estaba muerto de miedo.
El Capitán Kline caminó, puso su mano en mi hombro, me miró
directo a los ojos y me dijo, “No te preocupes Jack. Estoy justo
detrás de ti. Tú puedes hacerlo. Creo en ti Jack.”
Cuando un padre cree en ti, uno intenta cualquier cosa. Hice exacta-
mente lo que él me dijo. Entré, giré 180 grados, me alineé, aceleré
en reversa... y tumbé los pilotes. No fui suficientemente rápido y me
moví de la posición antes de meter reversa. En cuanto sucedió me
agaché, esperando el bombardeo de palabras abusivas y la ira por mi
falla, tal como hubiera pasado en casa. Pero nunca sucedió. Nunca
llegaron. El Capitán Kline sólo permaneció ahí con sus manos en mi
hombre y dijo suavemente, “Está bien Jack. Yo me encargo de los
pilotes. Sácalo e intentémoslo otra vez.”
“No puedo hacerlo Capitán Kline. No puedo.” Casi estaba lloran-
do. En la cubierta abajo algunos de los turistas estaban maldicien-
do y gritando, “¿Qué pasa con ese muchacho idiota allá arriba en
la timonera?”
“Tu puedes hacerlo Jack,” El Capitán Kline me lo aseguró. “En los
40 años en el mar nunca he visto a alguien tan consciente como tú.
Nunca he visto a alguien que aprenda tan rápido como tú. Tú pue-
des hacerlo. Vas a ser el mejor. Sácalo. Yo creo en ti.”
Así que saqué el barco. El Capitán Kline se rehusó a tocar el timón
o el acelerador. Me moví contracorriente un poco y luego regresé.
Alineé el bote justo como antes y metí reversa. Esta vez el barco
retrocedió limpiamente en el espacio. Me arriesgué a fracasar pero
61
tuve éxito porque tuve un “padre” que creyó en mí. Empecé a
creer en mí mismo. Desde ese día hasta los 2000 días de capitán
de barco pesquero que le siguieron, nunca tuve otro accidente al
atracar. Eso no quiere decir que nunca cometí más errores. El Ca-
pitán Kline fue uno de los más grandes hombres que jamás he
conocido y hubiera hecho cualquier cosa para agradarlo.
Un día, cuando ya no teníamos fletes, el Capitán Kline estaba dos
cubiertas abajo en el cuarto de motores cambiando los filtros de
combustible mientras yo estaba en la timonera puliendo el latón
cuando decidí empujar las palancas del acelerador hacia adelante
fuera de su posición neutral a totalmente abiertas para poder pulir
el cromo y alrededor del acelerador más fácilmente. Eso estuvo
todo bien, excepto que cuando terminé de pulir los controles, ol-
vidé regresar las palancas a neutral.
Habiendo terminado la timonera, me reuní con el Capitán Kline
en la cubierta de abajo en el cuarto de motores donde el había ter-
minado de reemplazar los filtros de combustible y estaba listo
para arrancar los motores para probar que no hubiera goteras. Ha-
bía un botón de inicio cerca de los motores y el Capitán lo presio-
nó. A diferencia de los carros modernos, no que no comienzan si
la transmisión está en marcha, los motores de los barcos no tie-
nen esa sistema de seguridad.
Tan pronto como el Capitán Kline presionó el botón de inicio,
¡Ese motor turbo cargado V12 rugió a la vida totalmente abierto!
El barco brincó hacia adelante, y comenzó a romper parte del
muelle.
El Capitán Kline gritó, “¿Quién puso el bote en marcha? ¿Quién
puso el bote en marcha?”
Salí disparado del cuarto de motores y subí las dos cubiertas a la
timonera. Para entonces, solo una línea de muelle todavía perma-
necía, y si se rompía, el bote chocaría con una docena o más de
yates privados más allá. Frenéticamente, jalé las palancas a neu-
tral, y mientras se establecía el barco, el Capitán Kline entró a la
timonera justo detrás de mí, todavía gritando “¿Quién puso el bo-
te en marcha, quién puso el bote en marcha?”
En ese momento mi corazón huérfano podría haber culpado a al-
guien más, podría haberlo hecho, pero él y yo éramos los únicos
en el barco. El bote estaba a la deriva, solo detenido por una línea
del muelle, el muelle había sufrido un daño severo, y yo casi ha-
bía destruido miles de dólares en valor de los yates. Colgué mi
cabeza en vergüenza y humillación ante mi fracaso.
62
consideré el dolor que había traído al corazón del Capitán Kline,
dejándolo en la estacada cuando la situación ya no me beneficia-
ba. Todo lo que vi fue mi propia decepción, y eso (al menos en mi
propia mente) justificó mi traición y mi comportamiento negativo.
Una de las mayores decepciones de mi padre llegó el día que le
dije que dejaba el mar y me iba a la escuela bíblica. ¡Deberías ha-
ber visto la mirada que me echó! "Con todo el dinero que estás
haciendo en la cima de tu negocio, lo estás dejando para ir a la es-
cuela bíblica!?" Era un hombre que no quería tener nada que ver
con la iglesia o con los cristianos. Había asistido a la iglesia de
niño, pero sólo hasta los siete años porque tenía que hacerlo. Des-
pués de que su padre lo abandonara, todos en la iglesia lo rechaza-
ron porque era el único chico del pueblo sin padre. A papá no le
servía el Dios que yo conocía y representaba, y durante ocho años
después de que me salvara, no me dejó hablarle del Señor.
Reconciliarse con mi padre
A pesar de todo este bagaje y antecedentes, cuando decidí acercar-
me a mis padres para que me perdonaran, pensé que sería más fá-
cil tratar con papá que con mamá, así que acudí a él primero. Te-
nía 38 años. En ese momento, él vivía a 400 millas de distancia, y
nos veíamos sólo un par de veces al año. A ambos nos gustaba el
golf, así que un día, cuando estábamos juntos en el campo de golf,
me zambullí.
"Papá, quiero pedirte que me perdones por el dolor que te hice pa-
sar en mi adolescencia."
Detuvo el carrito de golf, me miró y dijo: "¿Qué? ¿De dónde has
sacado esta mierda?"
Le dije: "Papá, a los 12 años, te cerré mi corazón y empecé a tra-
tarte con todo este resentimiento y rabia. Papá, quiero pedirte que
me perdones." Se sentó allí estupefacto. "Perdóname por el dolor
que te hice pasar y por las veces que viniste y me sacaste de la
cárcel, por las veces que viniste al hospital cuando tuve una sobre-
dosis de drogas. Papá, no sabes ni la mitad de las cosas en las que
estuve involucrado. Yo era un adicto a la pornografía y un droga-
dicto. No sabes todas las veces que fui detenido por la policía y
todas las demás cosas que he hecho mal, pero Jesucristo me ha
perdonado completamente. Me doy cuenta de cuánto dolor te he
causado a través de los años, y te pido que me perdones, porque
Jesús me perdonó. Papá, por favor perdóname."
95
El ministerio de restitución establece que si nuestras acciones o
actitudes han causado daño a otra persona, puede haber una nece-
sidad de ir a esa persona y corregir cualquier error para romper los
patrones destructivos en nuestras relaciones. Aunque Dios nos
perdona cada error específico la primera vez que lo pedimos, po-
demos seguir cosechando lo que hemos sembrado; por lo tanto,
para romper ese ciclo y empezar a restablecer la confianza, a me-
nudo es necesario hacer todo lo posible para llevar la curación a
los demás y tratar de restaurar la relación fracturada. Incluso si
sentimos que la otra persona está equivocada en un 98 por ciento y
nosotros sólo estamos equivocados en un 2 por ciento, somos 100
por ciento responsables de caminar en el perdón y el arrepenti-
miento por nuestro 2 por ciento (ver Mateo 5:22-26).
Puede que no sea suficiente que otra persona te perdone. Puede
que todavía tengas una culpa inconsciente o vergüenza por la
ofensa y tengas la necesidad de pedir perdón para ser libre. Tam-
bién puede haber un bloqueo en la relación hasta que reconozcas
que les has hecho daño. La otra persona puede haberte perdonado,
pero su confianza en ti ha sido violada. Hasta que no reconozcas
tu ofensa, es difícil que confíen en ti de nuevo porque el perdón y
la confianza son dos cosas diferentes.
Cuando empecé a tratar el tema del perdón hacia mis padres en
1986, sabía que tenía muchos asuntos que resolver. A medida que
los consejeros de oración comenzaron a ayudarme a superar esos
problemas, Dios comenzó a restaurar un grado de integridad en mi
vida. Pero todavía tenía un largo camino por recorrer.
Finalmente llegó el día en 1989 en que me di cuenta, con la ayuda
de uno de mis consejeros, que necesitaba pedirle a mis padres que
me perdonaran por todo lo que les había hecho pasar. Al principio
me resistí. Después de todo, con el dolor que había experimentado
en sus manos, ¿por qué tenía que ir a pedirles perdón? ¡Deberían
venir a mí! En mi ira por el dolor que me habían causado, estaba
cegado por el dolor que les había causado.
Desde que tenía 12 años, cuando dejé de ser su hijo al cerrarles mi
corazón, los traté como basura. Porque mi vida era miserable, que-
ría que sus vidas también lo fueran. Hice todo lo que pude para
vengarme, para herirlos, para herirlos y para traicionarlos.
Y durante todos esos años hasta 1989, nunca había considerado el
dolor que esto les causaba. Los huérfanos sólo conocen su propio
dolor; no ven el dolor que infligen a los demás, o si se dan cuenta,
no les importa porque sienten que ese dolor está justificado. No
94
Entonces, en mi más grande momento de fracaso y pena, el Ca-
pitán Kline comenzó a reírse, una carcajada profunda.
Miré hacia arriba sorprendido. Con una gran sonrisa en su cara,
el Capitán Kline dijo, “¡Estoy seguro que no volverás a hacer
eso de nuevo! En vez de eso él me mostró que estaba bien fallar
de vez en cuando en el proceso de aprender. También me asegu-
ró que él pagaría por la reparación del muelle. Aún en mi mo-
mento de más grande falla, el Capitán Kline me dio el regalo de
la honra. Eso es lo que hace un padre.
La prueba de hijo
El Capitán Kline me amaba como a un hijo, y yo lo amaba como
a un padre. Pero eso no era suficiente porque yo aún así tenía un
corazón huérfano. Aunque no me di cuenta en ese tiempo, mi
relación con el Capitán Kline estaba construida alrededor de lo
que él hacía por mí - él estaba cumpliendo mi sueño de ser un
capitán de barco de pesca.
Por dos años, él derramó en mí sus 40 años de conocimiento y expe-
riencia con el mar y con capitanear barcos de pesca. Él me prome-
tió, “Jack, una vez que tengas 730 días en el mar, pases el examen
de Guarda Costa, y obtengas tu licencia de Capitán, te haré capitán
del barco. Entonces después, haremos un contrato, y tú serás el due-
ño de la flota un día. Yo viviré de los pagos, y la flota será tuya.”
¿Quién no sería fiel y leal con un trato así? Por dos años nunca
fallé a cualquier cosa que el Capitán Kline me decía que hiciera.
Obedecía cada mandato y seguía cada instrucción. Era como un
hijo, y él como un padre. Pero no puedes medir el ser hijo -no
puedes medir la verdadera lealtad y fidelidad -simplemente por
obediencia externa, porque la obediencia externa puede enmas-
carar un corazón huérfano.
En la historia del hijo pródigo en Lucas 15, el hermano mayor
enojado nunca dejó su casa, nunca demandó su herencia ante-
riormente, y nunca desobedeció a su padre; pero la historia reve-
la que él era obediente por todas las razones equivocadas. Él
nunca conectó con el corazón de su padre, y se sentía como un
esclavo o un huérfano aún en la casa de su padre.
Inconscientemente, mi relación con el Capitán Kline estaba ba-
sada en lo que Él podía hacer por mi y no por la relación en sí
misma. Externamente, se veía como que yo estaba sujeto a la mi-
sión del Capitán Kline, pero en realidad estaba sujeto a la mía
propia. El Capitán Kline quería levantar a un hijo a quien le pu-
63
diera dejar su legado. Mi corazón huérfano estaba más interesado
en cumplir mi sueño. Nosotros realmente no sabemos qué espíritu
está en nosotros hasta que nuestro padre, jefe, o pastor toma una
decisión que no nos beneficia -y entonces nuestro verdadero cora-
zón se revela. No sabemos de lo que estamos llenos hasta que so-
mos golpeados -y nuestro verdadero ser se derrama.
Un día, creyendo que ya era el tiempo correcto para que yo fuera
capitán, me acerqué al Capitán Kline. Su respuesta no fue la que
esperaba. “Lo siento Jack,” él dijo. “Yo sé que te lo prometí, pero
todavía no lo puedo hacer. Mi esposa tiene cáncer, y su tratamien-
to y cuidado está drenando cada dólar que tenemos. No puedo
costearlo en este momento. Quédate conmigo a través de esta cri-
sis Jack, y todo esto será tuyo, justo como lo prometí.”
Estas palabras no eran exactamente lo que quería oír. Yo pensé
que ya estaba listo para ser capitán de barco pesquero. El Capitán
Kline me lo había prometido, y ahora me sentía como que estaba
rompiendo su promesa. En ese momento, cerré mi espíritu a él y
fui a través de la progresión de los 12 pasos de corazón huérfano a
espíritu de opresión que discutimos en el capítulo 2. Mi corazón
huérfano me influenció a tomar decisiones que estaban sujetas a la
misión del padre de las mentiras. Yo consideré la respuesta de Ca-
pitán Kline como rechazo personal y ofensa. Él me había prometi-
do hacerme capitán pero no lo había hecho. Mientras esto era téc-
nicamente verdad, esa realidad también estaba coloreada por mi
actitud huérfana de lo que es “correcto” y lo que es “justo” para
mí. No había lugar en mi corazón para decisiones o acciones que
fueran correctas y justa para el Capitán Kline.
Mientras mi corazón se cerraba hacia él, compré otras mentiras:
“A él no le importas. Todo lo que quería era tu servicio. Él solo te
ha estado encadenando este tiempo.” El Capitán Kline sí quería
mi servicio; eso si era verdad. Pero él siempre había considerado
recompensar mi servicio con una herencia. Desde la perspectiva
de mi corazón cerrado, sin embargo, yo ya no lo podía ver de esa
forma. Este hombre que había derramado su vida y su corazón en
mi por dos años; este hombre que había pagado el doble de lo que
la mayoría de otros oficiales recibían porque me amaba y quería
asegurarse que estaba siendo cuidado; este hombre que me puso
en un año completo asalariado en vez de paga temporal; este hom-
bre que había sido mi mejor amigo y el primer hombre que real-
mente dejé entrara mi vida -y lo único que podía pensar era en có-
mo me había engañado. Sentí que me estaba sacando engañosa-
mente de lo que por derecho era mío. 64
turales, también rechazaste la actitud del corazón de un hijo o una
hija y te convertiste en un huérfano espiritual. Ahora, para despla-
zar ese pensamiento huérfano, debes ser presentado (o reintroduci-
do) a un Padre amoroso. No estoy hablando de volver a unirte con
tu madre y tu padre terrenales necesariamente; en muchos casos
eso puede no ser posible debido a la muerte u otras circunstancias.
De lo que estoy hablando es de dejar ir el dolor residual de la vida
en la casa de tus padres terrenales para que puedas alcanzar y reci-
bir a Dios como tu amoroso Padre celestial y confiar en Él para
satisfacer las necesidades más profundas de tu vida.
El perdón no garantiza la curación. El perdón abre la puerta a la
curación, pero el perdón y la curación no son la misma cosa. ¿Por
qué? Porque el perdón y la confianza son dos cosas diferentes. Co-
mo adulto puedes haber rezado con el corazón, pasado por cientos
de horas de asesoramiento, y haber hecho todo lo que sabes hacer
para perdonar, incluso llegar a un lugar de paz al saber que los has
perdonado; sin embargo, cada vez que alguien o algo te recuerda
al padre ofensor, te agitas o te retiras. Puede que los hayas perdo-
nado, pero todavía no confías plenamente en ellos porque no has
sido completamente curado. Lo importante aquí es comenzar el
movimiento hacia la filiación perdonando.
En 1986, empecé a practicar el perdón hacia mis padres después
de haber completado un montón de consejería de oración. Había
sido salvado por seis años y me había graduado de la escuela bí-
blica. Y a pesar de que le di a mamá y a papá todos esos años de
tormento, todavía tenía mucha ira, confianza y problemas de inti-
midad. Todavía estaba herido y con dolor. El perdón no garantiza
la curación. La curación a menudo requiere un paso más radical y
más difícil pero igualmente importante. En 1989, comencé a dar
ese paso.
Verdad #2. Pídele a tus padres que te perdonen por la forma en
que los lastimaste o decepcionaste.
Perdonar a tus padres es el primer paso hacia la filiación. Pero a
veces perdonarlos no es suficiente para liberarte. Dependiendo de
tus circunstancias particulares, puede ser necesario que busques el
perdón de tu madre y/o padre. Es fácil recordar y repetir todas las
cosas malas que hicieron y la forma en que te maltrataron, pero es
mucho más difícil reconocer todas las formas en que los lastimaste
o decepcionaste. Muchas veces el proceso de perdón requiere el
ministerio de la restitución, ofreciendo la restitución de tus actitu-
des, comportamiento y acciones que han herido a otros. 93
mi corazón a mis padres. Me convertí en un adolescente rebelde
y deshonroso que también se hizo adicto a las drogas, el alcohol
y la pornografía. Cuando se trataba de perdonar a mis padres, te-
nía muchos problemas.
El salmista dice: "Olvídate de tu pueblo y de la casa de tu padre; en-
tonces el rey deseará tu belleza. Porque él es tu Señor, inclínate ante
él" (Salmo 45:10b-11 NAS). Perdonar no significa olvidar lo que
hicieron tus padres, ni tampoco significa divorciarte de ellos en
tu corazón. Significa dejar ir tu identidad de ruptura y disfunción
que trajiste de la casa de tus padres, una identidad que es incó-
moda con el amor y que mantiene a la gente a distancia. Significa
tomar una nueva identidad, la identidad de un hijo o hija en el
Reino del amor de tu padre. Y esta es una elección deliberada
que puedes hacer ahora mismo. No tienes que esperar.
El Reino de Dios se caracteriza por el amor, la alegría, la paz, la
paciencia, la bondad, la bondad, la fidelidad, la gentileza y el au-
tocontrol (ver Gálatas 5:22-23); esta es nuestra herencia en Cris-
to. Simplemente empezamos centrando nuestra vida en lo que
Jesús enfocó su vida en hacer la voluntad de su Padre. Dios Pa-
dre nos ha ordenado perdonar, y el perdón comienza en casa.
Había algo dentro de mí que quería que mis padres vinieran a mí
y me dijeran, "Jack, perdóname por ser un pobre padre", y que
ellos se apropiaran específicamente de las formas individuales en
que me lastimaron. Pero para que yo perdonara a mis padres, sig-
nificaba dejar de lado cualquier expectativa de que ellos arregla-
ran las cosas conmigo. De otra manera, era como si estuviera
buscando el amor de mi padre con una mano pero manteniendo
mi otra mano agarrada fuertemente alrededor de las gargantas de
mis padres hasta que arreglaran las cosas conmigo. Entonces
quedé atrapado en el medio, congelado en una villa de entumeci-
miento, e incapaz de moverme en cualquier dirección. En lugar
de eso, decidí dejar de culpar a mis padres. Decidí dejarlos libres
de culpa y darles un regalo que no se merecían: el regalo del ho-
nor, entendiendo que ellos, como la mayoría de los padres, pro-
bablemente también eran huérfanos espirituales que poseían la
mayoría de las características de los huérfanos. No podían darme
lo que nunca se les había dado. (Se dice mucho más sobre esto en
mi libro, Experimentando el abrazo del padre, que se encuentra
en los capítulos de "Temas del padre" y "Temas de la madre".)
Perdonar a tus padres terrenales es fundamental para convertirse
en un hijo o una hija; porque cuando rechazaste a tus padres na-
92
El Capitán Kline trató de razonar conmigo numerosas veces, pero
mi corazón huérfano estaba cerrado a él y no podía recibir lo que él
estaba tratando de decir. Aún trabajaba cada día en el barco, pero
rehusaba ir a la timonera. Él me aseguraba que la capitanía era to-
davía mía algún día si sólo estaba ahí con él un poco más de tiem-
po, pero yo no lo podía escuchar. Ves, los huérfanos raramente ven
el futuro. Su visión se extiende no más allá de lo que los hace sen-
tir bien inmediatamente y consuela su dolor ahora. Me sentí como
si se me hubiera negado lo que era mío, y hasta ahí. Y en mi men-
te, mis sentimientos de estar en lo “correcto” justificaba mi actitud
negativa. Subsecuentemente, mi corazón estaba preparado para ser
engañado por un “ángel de luz.”
Herencia Abandonada
El acusador de los hermanos frecuentemente viene a nosotros co-
mo ángel de luz en nuestro momento de crisis. Usualmente, este
ángel de luz toma la forma de otra persona u oportunidad que apa-
renta prometer bendición y cumplimiento en nuestra vida. En mi
caso, era otro dueño de barco cuyo capitán no estaba sacando mu-
cho dinero trabajando en su barco. Él conocía que el Capitán Kline
había derramado todo su conocimiento y experiencia en mi, inclu-
yendo su conocimiento de todos los lugares principales para pes-
car. Cada capitán posee su propia lista minuciosamente obtenida
de los lugares de pesca que mantiene secreto de todos los demás
porque le dan una ventaja competitiva. Cualquier oficial que haya
adquirido (robado) una locación de pesca de su capitán puede ca-
minar en cualquier bar del mar y venderla ahí mismo por hasta mil
dólares. Así es como son de importantes.
Este dueño de barco vino conmigo y dijo, “Veo que el Capitán Kli-
ne no te ha hecho capitán todavía. Sabes, tal vez pasen años antes
de que eso suceda... si es que sucede. Yo pienso que solo se está
aprovechando de ti. Te digo algo -si vienes a trabajar como capitán
conmigo, probablemente doblarás tu salario en el primer año.”
Aún después de considerar estas palabras tentadoras, yo estaba re-
luctante a dejar al Capitán Kline después de todo lo que había he-
cho por mi, así que traté de persuadirlo a que cumpliera su prome-
sa. Estaba cansado de esperar. Pero él todavía tuvo que decir, “Lo
siento Jack, pero no lo puedo hacer ahora. Por favor aguántame.
Quédate un poco más, y serás capitán pronto.”
Cuando me di cuenta que el Capitán no iba a ceder, dije, “En este
caso, te estoy dando mi aviso de dos semanas,” Hasta el día de hoy,
65
todavía puedo ver su rostro, con lágrimas llenando los ojos de este
hombre que había dejado de llorar en la batalla en los barcos durante
la guerra 35 años antes. Recuerdo como él acomodó sus hombros y
se puso en la posición de pelea que había adoptado en los bares
cuando estaba listo para empezar una pelea. Luchando con contener
las lágrimas, el Capitán Kline dijo, “No Jack. O te quedas conmigo o
bájate de mi barco ahora mismo.”
“¿Qué harás sin un primer oficial? Hoy vienen 60 personas abordo.
Ninguno de tus otros oficiales saben siquiera lo que están haciendo.”
“Prefiero tenerlos a ellos que a ti. Bájate de mi barco.” Su corazón
se estaba rompiendo.
Mi pérdida era su problema porque él no hizo lo que había dicho.
Ven, los huérfanos cambian la culpa de lugar y justifican sus ac-
ciones, sin importar cuanto hieran. De una sensación egoísta y dis-
torsionada de estar en lo “correcto”, ellos racionalizan todo el do-
lor y la herida que ellos traen a otros al degradarlos y criticarlos y
cuestionar sus motivos.
Como un nuevo capitán designado fui directo al mar, y esa misma pri-
mera semana, de una docena de barcos comerciales operando en ese
puerto, yo llegué a casa como “gancho superior”, lo que significa que
le había ganado la pesca a todos los demás. Esto era algo grande por-
que quien era el “gancho superior” en cualquier semana dada, era “el
hombre.” Sin embargo, vino con un precio -tenía que comprar toda la
cerveza en el bar, pero lo valía. Ser el “gancho superior” significaba
que ahora era el mejor que había. Mi sueño de ser el mejor capitán de
barco pesquero estaba cumpliéndose.
Semana tras semana llegaba como el gancho superior. Nadie tan
joven y tan inexperimentado como yo había sido tan exitoso tan
rápidamente. Alguien podría decir, “bueno Jack, suena como que
si recibiste tu herencia.” ¿La recibí? ¿Pero a qué costo de mi carác-
ter y mis relaciones?
¿Dónde crees que encontré todos esos peces? En los lugares que
había aprendido con el Capitán Kline. Como el hijo pródigo que
valoraba a su padre solo por lo que su padre podía hacer por él, yo
valoré al Capitán Kline por lo que él podía hacer por mi.
Ahora puedo caminar a cualquier bar y disfrutar de la adulación por ser
uno de los mejores en el negocio. Había usurpado el lugar del Capitán
66
18:3-4). El Reino de los Cielos es un reino de humildad, inocen-
cia y amor; y sólo los niños -como los que están dispuestos a hu-
millarse para convertirse en hijos e hijas- entrarán en él. La pro-
fundidad de la humildad que abrazamos determina la profundi-
dad de la vida del Reino que experimentaremos. Estas verdades
te llevarán por el camino de la humildad, la voluntad de ser co-
nocido por lo que realmente eres.
Verdad #1 Perdona a tus padres por tergiversar el amor de tu
padre hacia ti.
El proceso de pasar de la esclavitud a la filiación comienza con
el perdón. Específicamente, comienza perdonando a tus padres
por la forma en que han tergiversado el amor de tu padre hacia ti.
Sin el perdón, no puede haber progreso. Ninguno de nosotros es
un padre perfecto, y ninguno de nosotros ha tenido padres per-
fectos. Sin embargo, tal vez tus padres fueron geniales, y tal vez
no eres consciente de ningún problema de falta de perdón con
ellos. Si ese es el caso, es maravilloso; estás encontrando nuestro
camino a casa verdaderamente bendecido. Permítanme animar-
les, sin embargo, a examinar su corazón en este asunto. Simple-
mente pídanle al Espíritu Santo que les revele cualquier pústula
de ira, dolor, amargura, decepción o desilusión que pueda estar
escondida allí por algo que sus padres le dijeron o le hicieron,
cualquier lugar donde pueda haber cerrado su corazón a ellos.
No tiene que ser algo "grande". El rechazo que percibí en Sarah
cuando tenía 5 años fue todo lo que necesitó para cerrarme su
corazón durante 12 años.
Sin embargo, si las experiencias de su infancia con sus padres
fueron como las mías, puede que tenga varios problemas persis-
tentes. Mi mamá y mi papá eran pilares de la comunidad y muy
respetados en sus campos. Papá era muy querido y honrado co-
mo profesional del tenis en un club local, y mamá era una de las
profesoras más respetadas del estado de Florida, con una pared
de placas y otros premios como testimonio de su éxito en la pro-
fesión. Eran grandes personas; simplemente no sabían cómo ser
una mamá y un papá o cómo expresar amor, afecto y afirmación
en su vida hogareña.
Soporté el abuso verbal, emocional y físico de mis padres, pro-
vocado principalmente por el alcohol. Sentía que nada de lo que
hacía era lo suficientemente bueno; todo lo que hacía era decep-
cionarlos. Como mencioné antes, a los 12 años, ya había cerrado
91
 CAPÍTULO 7
¿Cómo empezamos a movernos hacia el amor perfecto de Dios
para poder desplazar el corazón huérfano? Recuerden que un
corazón huérfano no puede ser expulsado; debe ser desplazado.
Es un corazón que no se siente como si tuviera un hogar en el
abrazo de un padre o una madre. Por lo tanto, es inseguro con el
amor y lucha con los miedos de la confianza, el rechazo y la inti-
midad. Aunque fuimos creados por el Amor Perfecto para que
pudiéramos recibir su amor y regalarlo, nos volvimos inseguros
con este amor incondicional cuando éramos niños. Las inseguri-
dades y los miedos llenaron entonces las áreas incómodas de
nuestro corazón. Primero Juan 4:18-19 infiere que no se puede
echar fuera estos miedos pero los desplaza introduciendo al huér-
fano en el Amor Perfecto. Entonces el huérfano debe hacer una
elección; o se arriesga a abrir su corazón y se somete al amor, o
continúa levantando muros de autoprotección y rechaza el amor
una vez más. "No hay temor en el amor; pero el amor perfecto echa
fuera el temor, porque el temor implica un castigo, y el que teme no está
perfeccionado en el amor. Nosotros amamos, porque Él nos amó pri-
mero" (1 Juan 4:18-19).
¿Cómo empezamos el movimiento de vivir la vida como si no
tuviéramos un hogar a vivir la vida como si lo tuviéramos? En
los últimos cuatro capítulos de este libro, presentaré ocho verda-
des definitorias de mi propio viaje que me ayudaron a empezar a
desplazar mi corazón de huérfano. Estos ocho principios son la
revelación personal que necesitaba para dejar de sentirme huér-
fano y empezar a sentirme seguro y en reposo como un hijo favo-
recido. No cometas el error de usar estos ocho pasos de manera
legalista o como una "fórmula". Cada persona es diferente, y el
enfoque de cada persona para la transformación será único para
su situación particular.
Lo importante aquí es no marcar puntos completados en una lista
de control, sino posicionar tu corazón para que se alinee con el
corazón del Padre y se aleje del padre de las mentiras. Esto re-
querirá de humildad y voluntad para abordar todo el proceso con
la simple fe de un niño. Como dijo Jesús: "Si no os convertís y os
hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". El que se hu-
mille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos" (Mateo
90
Kline en esa posición, y él ahora estaba solo en la esquina del bar, con
su cabeza agachada sobre su cerveza, mientras que su hijo “bastardo”
se levantaba a la gloria. Oh sí, llegué a ser conocido como uno de los
principales pescadores de pargo y mero en la costa sudeste de los Esta-
dos Unidos, pero qué precio tan alto pagué.
Mi corazón huérfano no era capaz de valorar las relaciones sobre la
herencia. No era capaz de sentir compasión o empatía. Mi vida estaba
completamente auto centrada, auto consumida, auto referenciada.
Quemé muchos de los lugares de pesca del Capitán Kline, y mientras
estaba disfrutando de mi rápido ascenso al éxito, él estaba en declive
por un corazón roto. Mi deserción le costó profundamente.
Reconciliación
Ahora el Capitán Kline ni siquiera me hablaba en los bares o en
ningún otro lugar. Sólo me miraba desde sobre su pinta, y en su
rostro estaba grabado el dolor de mi traición y de su corazón roto.
Pero en mi corazón huérfano, yo no podía pensar que lo que yo
había hecho era traición. El Capitán Kline había sido útil a mis
necesidades, y yo tenía que seguir adelante. Aun así, siempre me
sentí agradecido con él, y lo recordaba lo que una vez le dije, “Tú
eres el primer hombre que jamás haya creído en mí. Tú me has
dado algo que nadie más ha estado dispuesto a darme, y si alguna
vez tuviera un hijo, Capitán Kline, lo nombraría como usted.”
Así que, un año después que dejé al Capitán Kline, nombramos a
nuestro primogénito Micah Kline Frost. Sin hijos propios, el nom-
bre del Capitán Kline hubiera terminado con él, y yo quería hon-
rar al hombre que había hecho tanto por mi.
Unos cuantos días después le envié la copia del certificado de na-
cimiento al Capitán Kline y el teléfono sonó. Era el Capitán Kli-
ne, quien a penas me había hablado por un año. Jack, él dijo en
una voz ahogándose con lágrimas, “acabo de recibir el certificado
de nacimiento. ¿Irías a desayunar conmigo mañana?”
“Me encantaría Capitán Kline.”
La siguiente mañana nos encontramos en el lugar usual de reunión
donde todos los pescadores se juntan. “Jack,” el Capitán Kline di-
jo, con sus ojos brillosos con lágrimas, “gracias por hacer que el
nombre de mi familia se mantenga por otra generación.”
Yo le contesté, “Yo voy a hacer todo lo que pueda para mantener
tu nombre en la línea de la familia Frost porque no sé quién sería
o dónde estaría sin ti.”
Entonces él dijo, “Jack, ¿Me podrías perdonar por la forma en que te he
tratado este último año y por no alegrarme contigo en tu éxito?” 67
“Te perdono,” le dije. Pero tuvieron que pasar 20 años más antes
de que yo le pidiera a él que me perdonara. Me tomó todo este
tiempo entender como yo lo había lastimado. Los corazones huér-
fanos raramente sienten el dolor que ellos causan a otros. Ellos
son inconscientes de las lanzas que ellos sueltan a los corazones
de otras personas. Todo lo que conocen es cuán en lo “correcto”
ellos están, y si alguien más sale herido, eso es su problema; ellos
no deberían haber actuado de la forma en que lo hicieron.
Pensé que había recibido mi herencia cuando dejé al Capitán Kli-
ne y fui a trabajar para un hombre que nunca había invertido ni un
día de su vida, ni una onza de él, en mi. Lo que no me di cuenta
hasta unos años después, cuando nací de nuevo radicalmente, y
unos cuantos años después de eso, que dejaría el mar e iría a la
escuela bíblica. Fui de ganar 50000 dólares al año, a nada.
Después que dejé de ganarme la vida en el mar y fui a la escuela bí-
blica, el dueño del barco al que le hice ganar miles de dólares por un
año, nunca envió un dólar para apoyarme. Pero el Capitán Kline nun-
ca ha dejado de apoyar a nuestra familia. A través de nuestra amistad,
su esposa llegó al Señor antes de que muriera, además del mismo Ca-
pitán Kline. Hoy él aún vive en el área de Daytona Beach y ama ir a
los muelles y convivir con los otros pescadores. Él es una leyenda, y a
dónde él va, él disfruta hablar del oficial que alguna vez tuvo.
“¿Alguna vez has oído de Jack Frost?” él le preguntaría a un gru-
po de pescadores.
“Sí, ¿No es el joven que atrapó más pargo y mero que nadie más?
Él fue uno de los mejores que han habido.”
Entonces, radiante con orgullos, el Capitán Kline diría, “Yo le en-
señé todo lo que sabe.”
“¿Acaso no dejó el mar para ir a predicar?”
“Si,” El Capitán Kline contesta. “Déjame contarte una historia.”
Entonces él les cuenta del adicto a las drogas, adicto al alcohol y a
la pornografía (como muchos de ellos) que un día decidió ir al
mar solo por tres días. “Mientras estaba afuera, él clamó, ‘Jesús, si
eres real, pruébalo.’ Y desde ese día en adelante, el 16 de febrero
de 1980, Jack fue libre de las drogas, pornografía y el alcohol. Lo
que Jesús hizo en la vida de Jack, lo puede hacer por ti.”
Sin un corazón de hijo, no hay herencia legítima. El Capitán Kline
tenía una herencia preparada para mi, y él entregó todo lo que te-
nía en mi para prepararme para ello. ¡Y yo lo quería! Pero al final,
no lo recibí legalmente porque yo era huérfano de corazón, no un
hijo. Y sólo los hijos reciben la herencia. Por dos años, el Capitán
68
sidad de probarse a sí mismos. Ellos son libres de no solo recibir
amor, sino también darlo en abundancia sin que se acabe. Los hijos
son libres de llegar a ser todo lo que su Padre los ha llamado a ser.
18. Posición
Los huérfanos viven como si no tuvieran un hogar. Ellos se sien-
tan como siervos o esclavos. Su espíritu está intranquilo porque
están lejos del puerto seguro y no saben cómo regresar. Ellos están
congelados en entumecilandia en medio del mar del temor. Nada
los satisface, nada se siente permanente, nada se siente como casa.
Los hijos descansan y tienen paz en el puerto seguro del amor de Su
Padre. Fuera del puerto del mar puede estar tormentoso y el viento
puede soplar, pero por dentro todo está en paz en el abrazo del Padre.
19. Visión
Los huérfanos son impulsados por ambición espiritual. Ellos
desean profundamente algunos logros espirituales o distinción y
están dispuestos a luchar para lograrlo. Ellos desean ser vistos y
contados como entre los maduros.
Con los hijos, no hay que probar nada, no se pelea una posición,
poder, o prestigio. En vez de eso, ellos están simplemente conten-
tos de experimentar diariamente el amor incondicional del Padre y
Su aceptación y luego son enviados como representantes de Su
amor a la familia y a otros. La intimidad precede al fruto.
20. Futuro
Para los huérfanos, el futuro, como muchas otras cosas en la vida, es
siempre incierto. Su actitud es, “¡Pelea por todo lo que puedas obtener!”
Al no tener herencia, los huérfanos deben competir por lo que
quieren, dependiendo solamente de sus propios dones y talentos
para controlar y manipular las circunstancias a su favor. Y porque
su futuro es incierto, ellos están más interesados en lo que les be-
neficia ahora mismo.
Los hijos están dispuestos a esperar por su herencia porque ellos
saben que su futuro es tan brillante como cierto. Los hijos de un
Padre amoroso con recursos infinitos, saben que no pueden perder
y están dispuestos a sufrir ahora por la gloria que está por venir.
Los hijos saben que ser hijos les otorga herencia, ¡Y ellos pueden
descansar pacientemente en su posición como hijos!
89
relaciones. Aunque al principio la amonestación pueda hacer que
se erice su pelo, ellos reconocen que es una corrección valiosa y
una oportunidad para crecer. Sin crecimiento, no hay madurez; y
sin madurez, no hay herencia.
15. Expresión de Amor
Los huérfanos se guardan y son condicionales en su expresión de
amor. El amor expreso por un huérfano está basado en el desem-
peño o acuerdo del otro. Al haber cerrado sus corazones al amor,
los huérfanos ya no saben como dar amor incondicional ni tampo-
co saben cómo recibirlo.
Para los hijos, el amor es abierto, transparente y afectivo. Ellos ceden
sus propias agendas de manera que puedan suplir las necesidades de
otros. El amor para un huérfano está construido en la pregunta,
“¿Qué puede hacer por mi?” mientras que el amor por un hijo está
construido en la pregunta, “¿Qué puedo hacer por ti?” El amor para
un huérfano es amor propio; amor para un hijo es amor desinteresa-
do. Significa mostrar afecto o afirmación aun cuando no siente mos-
trarlo, simplemente porque sabe que la otra persona lo necesita.
16. Sentido de la Presencia de Dios
Para los huérfanos la presencia de Dios, si la sienten de alguna
forma, es condicional y distante. Si todo sale bien, si tienen un
buen día, si ellos han apaciguado a su Jefe, si creen que han pues-
to todo en su lugar, entonces ellos pueden sentir la presencia de
Dios. Pero aun entonces, parece ser lejano porque sus corazones
están cerrados a la intimidad.
Los hijos disfrutan la presencia cercana e íntima de Dios porque
ellos saben que Su presencia y cercanía no depende de su conduc-
ta. Ellos han descubierto que Él está con ellos todo el tiempo, sin
importar cuánto se mueven del centro de Su amor. Los hijos sa-
ben por experiencia personal la verdad de la Escritura que dice,
“Nunca te dejaré o abandonaré” (Heb. 13:5b). Los huérfanos cuestio-
nan si Dios les ama; los hijos saben que Dios está loco por ellos.
17. Condición
Los huérfanos están en cautiverio. Ellos son esclavos de sus mie-
dos, de su desconfianza, de su independencia y autoconfianza, de
su sentido de auto justicia y auto justificación, y más que todo, de
su soledad.
Los hijos por otra parte, viven en la condición de libertad. El amor
los ha librado del temor, la culpa, la humillación, y la constante nece-
88
Kline vivió para suplir mis necesidades, y mientras él me daba lo
que quería, yo estuve ahí: “¿Cómo puedo ayudarle Capitán Kline?
¿Qué puedo hacer por usted?”
Pero en el momento que el Capitán Kline tuvo una necesidad, tan
pronto en cuanto dejó de suplir mis necesidades para suplir las su-
yas propias, yo fallé la prueba de ser hijo. Ahí es cuando el verdade-
ro espíritu que estaba en mi era revelado. Yo cerré mi corazón a él y lo
abandoné en medio de su desesperación por la enfermedad de su espo-
sa y los problemas financieros que eso estaba creando. Yo valoraba lo
que el Capitán Kline podría hacer por mí más de lo que valoraba la
relación porque yo no estaba sujeto a la misión del padre.
Aún así, alguien puede ser tentado a decir, “Bueno Jack, de todos
modos recibiste tu herencia.
Tomaste lo que el Capitán Kline te enseñó en inmediatamente te
hiciste un gancho superior.
Ganaste la reputación de ser el mejor. No suena como que perdiste.”
Pero si perdí. Si me hubiera quedado con el Capitán Kline y espe-
rado mi herencia, el ingreso que hubiera recibido como capitán y
eventual dueño de la flota hubiera pagado mi educación en la es-
cuela bíblica y sostenido a mi familia por los años por venir. En
vez de eso, cinco años después, yo no estaba ganando 50000 dóla-
res al año; yo estuve en la escuela bíblica sin ingreso por dos años
y una familia creciente. Porque no estaba sujeto a la misión de mi
padre, escogí un aumento a corto plazo sobre la gloria que hubiera lle-
gado si hubiera esperado mi herencia. Terminamos soportando 15
años de pobreza en la escuela bíblica y en el ministerio durante el cual
apenas podía alimentar a mi familia. Yo renuncié a un millón de dóla-
res de herencia por una satisfacción a corto plazo -y pasajera.
Pablo dice en Romanos, “Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es
nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante” (Ro.
8:18 NTV). La herencia viene solo después de soportar “lo que ahora
sufrimos”. Parte de ese sufrimiento es obediencia paciente -ser sujeto
a la misión del Padre en vez de a la nuestra. No importa cuán duro el
presente pueda ser, y sin importar cuán difícil parece ser esperar, nada
se compara con la gloria de la herencia que será nuestra si estamos
dispuestos a esperar para que llegue en el buen tiempo de nuestro Pa-
dre. Pero esa herencia es para los hijos e hijas. Sin ser hijo, no hay he-
rencia. Los huérfanos no poseen la madurez para ello; tampoco pue-
den ser confiados con ella. El sufrimiento de la obediencia construye
carácter. Los hijos e hijas reconocen el valor de sujetarse a la misión
del Padre... y de esperar por su herencia completa.
69

CAPÍTULO 5
RECIBIENDO TU HERENCIA
El padre de un amigo mío compró un barco de velocidades de 18
pies, viejo, antiguo, de madera, cuando Peter era adolescente. Su
papá era un hombre próspero, miembro del club de yates, y quería
mostrar el bote ante todos sus compañeros de navegación. Él pron-
to tomó el viejo barco de teca al astillero les pidió que no escati-
maran gastos en restaurarlo a su perfecto estado. Tomó meses de
laborioso trabajo para darle terminado a la madera; instalar nuevos
accesorios, el cromo, los asientos, los cojines; remover el viejo
motor interior de 100 caballos de fuerza.
Cuando estuvo listo, parecía ser una obra de arte, y el padre no po-
día esperar a mostrarlo a todos sus amigos en el club de yates.
Además él compró un nuevo tráiler para transportar el bote y un
nuevo Jeep para remolcar el tráiler. Entonces en un sábado durante
la hora del almuerzo cuando todos sus amigos estaban comiendo
en el restaurant del club de yates, padre e hijo manejaron a la ram-
pa de lanzamiento y bajaron la invaluable antigüedad en el agua en
frente de todos sus amigos.
Varios de sus compinches llegaron y con envidia pidieron que los
llevara en un viaje de prueba al río, pero el padre reservó ese honor
para él y su hijo. Él salió del club de yates a toda velocidad, hizo un
par de giros de ida y de regreso para que todos vieran mientras se
regodeaba sobre su preciada posesión. Luego regresó acelerando de
regreso al muelle enfrente del restaurante, y en el último segundo
lanzó la marcha atrás a altas revoluciones, luego haciendo que el
bote parara. Sin embargo, la fuerza de acelerar todos los motores
con tanto caballo de fuerza creó un fuerte ruido sordo y el agua co-
menzó a entrar por la popa (parte posterior) del barco.
Gritándole a su hijo y amigos para que lo ayudaran a sacar el agua,
él corrió a su nuevo Jeep y tráiler antes de que el bote se hundiera.
Al sacar el bote del agua e inspeccionar el fondo, ellos encontra-
ron un gran hoyo en la quilla de la popa. El exterior de la madera
de 50 años fue barnizada y se veía nueva, pero la madera en el in-
terior se había podrido durante muchos años, cediendo a la presión
del motor tan potente. Humillado delante de sus amigos, explotó la
ira del padre hacia los trabajadores en el astillero con maldiciones
verbales y acusaciones. Airado, él mandó a su hijo a subirse al
Jeep, se subió él, y aceleró hacia el astillero para decirles lo que
merecían.
70
Ellos buscan edificarse a ellos mismos al derribar a otros y destruir
relaciones con asuntos de control, crítica, posesividad, o falta de
respeto u honor.
Los hijos son orientados a la relación. En amor, ellos cubren (no
esconden) las fallas de otros mientras buscan restaurar a aquellos
individuos en un espíritu de amor y amabilidad. Cubrir una falta es
diferente de encubrir una falta. Cubrir protege a una persona de
una exposición humillante y destructiva hasta que el conflicto o la
falta pueda ser resuelta. Encubrir una falta es un esfuerzo de enga-
ñar, lo cual es una señal de una mentalidad de huérfano.
13. Visión de la Autoridad
Por el abuso y el maltrato ellos pueden haber sufrido en las manos
de las figuras de autoridad en sus vidas, huérfanos verán la autori-
dad como una fuente de dolor y por lo tanto sospechan de cual-
quier otra autoridad, excepto la suya propia. Ellos son desconfia-
dos de los motivos de aquellos en autoridad, ya sea en casa, en el
trabajo, en la iglesia, o dónde sea. Esto es en parte por su falta de
una actitud del corazón de humildad y sumisión. Los huérfanos re-
sienten y temen sugerencias que ellos deban someter a cualquiera te-
niendo que apoyarles y estar bajo ellos. Consideran que estar sujetos a
la misión de otro como nada más que ser usados por esa persona.
Los hijos, sin embargo, miran a la autoridad diferente. Los hijos
son respetuosos y honran la autoridad legítima, viendo las figuras
de autoridad como ministros de Dios para bien en sus vidas.
Otras formas de ilustrar este contraste es decir que los hijos son
enseñables, y los huérfanos no lo son.
14. Visión de la Amonestación
Los huérfanos tienen dificultad recibiendo amonestación, aún la
amonestación piadosa, porque ellos tienen dificultad en reconocer
cuando están equivocados. En sus propias mentes, ellos deben es-
tar en lo correcto, así que cuando la amonestación viene, ellos la
reciben como ofensa personal o rechazo. Para justificar su conclu-
sión, ellos se enfocan en las faltas de los demás, culpan a otras
personas y tratan de vindicar y justificarse a ellos mismos, se po-
nen negativos o acusatorios, o cierran sus espíritus al que está tra-
tando de hablar amonestación a su vida.
Los hijos reciben amonestación como una bendición y la necesitan
en sus vidas porque exponen las faltas y debilidades de las cuales
tal vez no sean conscientes. Ellos buscan acabar con estas debili-
dades antes de que se conviertan en problemas que amenacen las
87
No importa lo que ellos hagan o cuantas veces se equivoquen, ellos
saben que el Padre les ama de cualquier manera. Ellos pueden levan-
tarse y seguir adelante porque, al sentirse seguros en el amor del Pa-
dre, ellos saben que ellos pueden ser o hacer lo que sea.
10. Fuente de Confort
Al ellos cerrar una porción de su corazón del amor expresado, los
huérfanos buscan consuelo en sus afectos falsificados: adicciones,
compulsiones, escapismo, ocupaciones, actividad hiper religiosa, etc.,
creyendo que mientras más ocupados están, más felices ellos son y
más dignos del amor del Padre. Y al ellos tener un espíritu indepen-
diente y depender de ellos mismos, los huérfanos encuentran un sen-
tido falso de confort en sus propias obras.
Los hijos encuentran verdadero consuelo en las oportunidades de
quietud y solitud mientras ellos descansan en la presencia del Pa-
dre y Su amor. Ellos han descubierto que una vez habiendo proba-
do del lugar de descanso, todo lo que el mundo de religiosidad
tiene que ofrecer palidece en comparación. Nada se compara con
el confort y gozo de un hijo relajándose en el amor incondicional
de Su Padre.
11. Relaciones con otros
Los huérfanos frecuentemente se relacionan con otros a través de la
competencia, rivalidad, o celos hacia la posición y el éxito de otros.
Ellos creen que tienen que pelear o luchar por cada ventaja o deseo.
Los huérfanos no pueden genuinamente regocijarse por el éxito o
avance de otros. Ellos temen que si no están en la “cima”, entonces
no serán valorados o respetados.
Para los hijos, por otra parte, la relación con otros se trata de hu-
mildad y de unidad mientras ellos honran y valoran a los demás y
sinceramente se regocijan en sus bendiciones y sus éxitos. Los
hijos están seguros en su propia identidad y posición, por lo tanto
ellos no necesitan temer al éxito o avance de los demás.
12. Manejando las Fallas de Otros
Los conflictos son algo inevitable y para de la vida diaria donde
sea que la gente interactúa una con otra. Por lo tanto, la resolución
efectiva de conflictos es una parte vital de las relaciones interper-
sonales sanas. Los huérfanos, siendo auto enfocados, generalmen-
te recurren a la acusación y exposición de las fallas de los demás -
mientras que niegan o tratan de esconder lo suyo. En un esfuerzo
de hacerse ver bien, ellos intentan hacer que otros se vean mal.
86
Mientras tanto, cegado por su temperamento y vergüenza, él había
olvidado amarrar el bote al trailer, y mientras aceleraba por el ca-
mino, una persona en un carro delante de él de repente pisó sus
frenos. Cuando el padre pisó los suyos, el barco se deslizó hacia
delante del trailer nuevo, atravesó la ventana trasera del nuevo
Jeep y dejó la proa del barco sentada encima del asiento del con-
ductor. El barco estaba destruido, el nuevo trailer para el barco estaba
destrozado, y el nuevo Jeep había sufrido miles de dólares de pérdida
en daños. La moraleja de la historia y de este capítulo -si no has lidia-
do con lo podrido de tu vida, y Dios enciende el poder, ¡Estarás en
peligro de hacer volar en pedazos la parte posterior de tu barco!
Tomando tu barco
Hay mucha enseñanza en algunas áreas de la iglesia hoy acerca de
reclamar o tomar tu herencia -que tu herencia de parte de Dios es
tu derecho en Cristo, y que solo necesitas alcanzarla y tomarla.
Hay verdad en esta realidad, pero no es así de simple. “Tomar” tu
herencia y “recibirla” son dos cosas diferentes que puede producir
dos resultados muy distintos.
Enseñar sobre nuestra herencia en Cristo es importante. Muchos cris-
tianos no conocen realmente quienes son o lo que tienen en Cristo
porque nadie les ha enseñado a ellos. La enseñanza de la herencia si
habla de una necesidad seria y legítima dentro del Cuerpo de Cristo,
pero el énfasis en “toma tu herencia ahora” puede ser fácilmente ma-
lentendida o engañosa. Una herencia tomada por un corazón huérfano
está en peligro de hacer estallar la parte trasera del barco. Si no hemos
abrazado relaciones sanas para dar cuentas, la unción puede empode-
rarnos rápidamente y tomarnos a lugares donde nuestro carácter pue-
da no ser suficientemente capaz de mantenernos a flote.
¿Qué padres en su sano juicio le soltaría un millón de dólares de he-
rencia a un hijo de 21 años o hija, adicto a drogas o alcohol, o qué es
inmaduro e irresponsable en su conducta? En vez de eso, sería sabio
que ellos pusieran la herencia en un fideicomiso para que se libera
cuando el hijo demuestre la madurez que necesita para manejar su
herencia de forma responsable.
Una herencia prematura casi siempre termina en pérdida. Recuer-
den lo que le pasó al hijo pródigo. Él tomó su herencia prematura-
mente, y como Jesús dijo en Lucas 15:13, rápidamente “derrochó
todo su dinero en una vida desenfrenada.” ¿Por qué? Porque su
carácter no era lo suficientemente maduro para tomar la responsa-
bilidad de la misión de su padre. El hijo pródigo era un huérfano
71
de corazón, y su pensamiento huérfano no era todavía responsable
para ser un sabio administrador de la herencia.
En la misma manera, cuando insistimos en tomar nuestra herencia
ahora en vez de esperar hasta que crezcamos en madurez y permita-
mos a nuestro Padre a que nos la dé libremente, podemos terminar
consumiendo las bendiciones de Dios en nuestros propios placeres.
Eso es lo que me pasó cuando dejé al Capitán Kline para trabajar
con el hombre quien prometió hacerme capitán de inmediato. Por-
que yo valoré la herencia más que la relación, dejé atrás un rastro de
relaciones rotas. Mi corazón huérfano era muy inmaduro para apre-
ciar completamente el valor de las relaciones de pacto y de rendi-
ción de cuentas.
Aquí hay unas cuantas características de inmadurez. Noten como
cada una también refleja características de un corazón huérfano:
1. La inmadurez es esclava a las circunstancias y a las emociones.
Nuestras circunstancias determinan si tendremos o no un buen día.
2. La inmadurez es esclava de sí mismo, buscar cubrir necesida-
des personales a expensas de otros.
3. La inmadurez busca el lugar de comodidad, fácil, de menos re-
sistencia, y cualquier cosa que nos hace sentir valorados y afirmados.
4. La inmadurez obedece a nuestro temor de pérdida o castigo, no
porque no queremos lastimar a la persona que amamos.
5. La inmadurez valora a la gente por lo que puede hacer por no-
sotros, no por la relación. Así, inconscientemente usamos y mani-
pulamos a la gente para suplir nuestras necesidades.
6. La inmadurez demanda su propia manera o nada. “Si no juegas
a mi manera, me llevo mi pelota y me voy a casa.”
7. La inmadurez es sujeta a su propia misión. Nuestros pensa-
mientos continuamente gravitan hacia mi, mi mismo, y yo.
8. La inmadurez es “orientada a obtener”:
9. La inmadurez es auto centrada, auto consumida, y auto refe-
rencial. “Vamos a hablar de ti por un rato... ya leíste mi libro?”
Pablo dice que como cristianos “somos hijos de Dios, y si somos
hijos, herederos también, herederos de Dios y coherederos con Cris-
to” (Romanos 8:16b-17a). “Hijos” aquí es teknon en griego, la pala-
bra para un niño inmaduro. Aún como hijo inmaduro, entonces so-
mos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Esto significa que
la plenitud de Cristo -todo lo que vemos en Él- es nuestra herencia.
Todo nos pertenece a nosotros. Pero eso no quiere decir que se su-
pone que obtengamos todo ahora. En Gálatas 4:1-7, Pablo describe
72
afectuoso y la aceptación de Dios. Jesús regañó a los fariseos:
»Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les
dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí! Sin embargo, us-
tedes se niegan a venir a mí para recibir esa vida.” (Juan 5:39-40 NTV)
Al estar equivocada su motivación, los huérfanos que practican las
disciplinas cristianas fácilmente pierden el amor y la intimidad
con Dios.
Los hijos encuentran las disciplinas cristianas como un placer y se
deleitan en ellas en vez de sentirlas como obligación. Aquellos
que reciben una revelación profunda del amor del Padre descubren
pronto que muchas de las cosas que ellos solían hacer
“religiosamente” o pierden la importancia o toman un total nuevo
significado para ellos. Una motivación de amor reemplaza la vieja
motivación de la obligación, del deber y del temor. Para los hijos,
todas las cosas son del Espíritu, incluyendo las disciplinas cristia-
nas, se convierten en fuente de gozo y placer porque el amor le da
vida donde el deber y la letra de la ley trae muerte.
8. Motivación para la Pureza
Los huérfanos creen que ellos deben ser santos para ser aceptados
por Dios; ellos deben completamente ser puros de forma que pue-
dan ganar Su favor y evitar Su juicio e ira. La única forma que
ellos conocen para avanzar en estas áreas es trabajar y esforzarse
por ellas. Por lo tanto, ellos viven con un sentido creciente de cul-
pa y vergüenza por sus continuas fallas para lograr perfecta pureza
y santidad.
Los hijos quieren ser santos por amor a su Padre. Es natural como
hijos seguir a sus padres; ellos quieren ser “como su papá.” Los
hijos quienes son seguros en el amor del Padre no quieren que na-
da les estorbe en su relación íntima. Ellos no quieren entristecerle,
ellos solo quieren ser el lugar de descanso para el amor de Dios y
Su presencia. El amor incondicional es un gran motivador para la
pureza, en vez del temor y la intimidación.
9. Autoimagen
Los huérfanos generalmente poseen una baja autoimagen y una
actitud de auto rechazo, que resulta de compararse a ellos mismos
con otros y sentir que ellos siempre salen cortos.
Otros parecen ser más bendecidos, otros parecen ser más amados.
Otros parece que tienen todas las oportunidades.
Los hijos son positivos y afirmados porque ellos saben cuán valio-
sos y preciosos son para Su Padre.
85
un huérfano es frecuentemente llena con incertidumbre y temores
a confiar, al abandono y a la intimidad.
Los hijos, en contraste, están en paz y descansan en el abrazo del
Padre. Ellos saben que su seguridad en Dios no depende en su
conducta sino está basada en la gracia de Dios y en la obra salva-
dora que Jesús hizo en la cruz.
5. Necesidad de aprobación
La necesidad de aprobación es universal; todos deseamos acepta-
ción. Los huérfanos, sin embargo, son adictos y luchan por la ala-
banza, aprobación y aceptación del hombre. Pero estos afectos fal-
sificados no los satisfacerá y en vez de eso les llevará al temor al
fracaso y al rechazo, lo cual aleja el corazón huérfano aún más le-
jos de Dios.
Los hijos no son influenciados por esta confusión y temor porque
ellos saben que son totalmente aceptados en el amor de Dios y
justificados por Su gracia. Ellos no tienen que luchar por la apro-
bación porque en Cristo ya la tienen.
6. Motivación para Servir
Los huérfanos sirven por un sentido de necesidad de realización
personal al ellos buscar impresionar a Dios y a otros. Esto fre-
cuentemente toma la forma de actividad híper religiosa.
Algunos huérfanos entonces llegan a estar tan cansados o llegan al
cinismo con la lucha de perder motivación por servir y terminar en la
apatía.
Los hijos por otra parte, gozosamente sirven por la motivación de
un sentido profundo de gratitud por el amor incondicional de Dios
y su aceptación. Los huérfanos sirven esperando algo a cambio;
los hijos sirven por amor y son orientados a dar.
7. Motivos detrás de las disciplinas cristianas
Mientras que algunos huérfanos son apáticos y no poseen motiva-
ción para observar las disciplinas cristianas, están aquellos que si
persiguen estas disciplinas -oración, leer la Biblia, ayunar, etc.-
esto por sentido de obligación y esperanza de ganar el favor de
Dios. Ellos frecuentemente evalúan que tan espirituales son ellos
y los demás por que tanto tiempo ellos pasan al día orando y le-
yendo la Biblia y cuán frecuentemente ellos ayunan. muchos huér-
fanos pueden citar la Biblia extensivamente y orar por horas de
una vez, sin embargo nunca han conocido personalmente el amor
84
como un niño pequeño es un heredero a todo lo que todavía no
asume posesión actualmente hasta que el tiempo es puesto por el
padre. Y hasta ese tiempo, el niño puede sentirse frecuentemente
más como esclavo que como heredero.
En la cultura de los días de Pablo, un hijo estaba bajo el cuidado y la
autoridad de tutores hasta la edad de los 12, en cuyo momento llega-
ba a ser aprendiz de su padre. Por los siguientes 18 años hasta la edad
de 30, el hijo trabajaba como aprendiz de su padre, aprendiendo de su
padre todo acerca del negocio familiar o comercio. A diferencia de
los siervos contratados que recibían pagos regulares, el hijo frecuen-
temente no recibía paga durante su aprendizaje. ¿Por qué? Porque
todo era provisto para él por su padre. Él estaba todavía viviendo en
la casa de su padre, bajo su autoridad y cuidado. Su “paga” era apren-
der de su padre todas las habilidades y secretos de comercio de su
profesión. Las manos contratadas recibían paga, pero el hijo sería el
heredero del negocio. Él tenía que esperar, “sufrir” a través de este
tiempo de aprendizaje hasta que fuera responsable y maduro en su
conocimiento y entendimiento del negocio de su padre.
Normalmente a la edad de 30, el hijo completaba su aprendizaje y
estaba listo para recibir su herencia. En ese tiempo, si el hijo había
probado ser fiel y permanecer en paciente sujeción a la misión de
su padre, su padre le compraría o le construiría una casa y le esta-
blecería su propio negocio, donde él podría establecerse de por vi-
da. Como hijo, la herencia fue siempre suya, pero primero tuvo
que mostrarse fiel con lo que su padre había puesto en sus manos.
Jesús dijo que aquellos que eran fieles con lo poco serían puestos
en lo mucho (Mateo 25:21).
Recibir nuestra herencia significa primero “sufrir” al ser fieles en
lo poco mientras aprendemos a tomar la responsabilidad para lo
mucho y ser sujetos a la misión del Padre. Entonces nuestro carác-
ter está listo para manejar que Dios suba el poder.
Jesús Aprendió Obediencia a través de Sufrimiento
Antes de que recibamos nuestra herencia en Cristo como cohere-
deros con Él, debemos primero sufrir con Él. Pablo dijo que somos
hijos de Dios, herederos de Dios, y coherederos con Cristo.
Continuando el resto del versículo y el siguiente, él dice: “...Así que
como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos
herederos junto con Cristo de la gloria de Dios; pero si vamos a partici-
par de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento. Sin em-
73
bargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él
nos revelará más adelante.” (Ro. 8:17-18 NTV)
Entrar plenamente a nuestra herencia como herederos con Cristo
incluye sufrimiento con Él para la mayor gloria venidera. ¿Y có-
mo sufrió Jesús? La mayoría de nosotros pensamos inmediata-
mente en su sufrimiento en la cruz, y eso es ciertamente correcto.
Sin embargo, sólo Jesús podía morir en la cruz por nuestros peca-
dos. La única manera que podemos sufrir con Él en es manera es
en el sentido figurado de morir a nosotros mismos y tomar nues-
tra cruz diariamente y seguirlo (ver Lucas 9:23) -en otras pala-
bras, lidiar con lo podrido interior (los motivos) y no sólo tener
un exterior atractivo. Comenzamos a desplazar ser sujetos a nues-
tra propia misión y buscamos comprometernos a Su misión. Pa-
blo lo describe de esta manera: “Mi antiguo yo ha sido crucifica-
do con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que
vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien
me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20). Pablo ha
llegado a un momento definitivo en la vida donde él escoge suje-
tarse a la misión del Padre, y ya no más a la suya propia, aún si es
incómodo para él.
Jesús sufrió en la cruz, pero hay más involucrado en su sufri-
miento que sólo la cruz. A través de su sufrimiento, Jesús apren-
dió obediencia -disposición a sujetarse a la misión de otros, espe-
cialmente a la de Su Padre. La Cruz fue la demostración última
de Su obediencia sumisa. Un pasaje compañero a Romanos 8:17-
18 es Hebreos 5:7-9:
7 Mientras estuvo aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas
con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte. Y Dios
oyó sus oraciones por la gran reverencia que Jesús le tenía. 8 Aunque
era Hijo de Dios, Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió. 9
De ese modo, Dios lo hizo apto para ser el Sumo Sacerdote perfecto, y
Jesús llegó a ser la fuente de salvación eterna para todos los que le obe-
decen. (Hebreos 5:7-9 NTV)
Aún Jesús tuvo que pasar por los “sufrimientos de este tiempo
presente.” Él tuvo que aprender todo el caminar de ser hijo por-
que, una vez que su ministerio público comenzó, el enemigo iba a
hacer todo lo posible para hacerlo pensar como huérfano. Mucho
dependía de esto. Si Satanás podía tener éxito en engañar a Jesús
a pensar como huérfano, entonces Jesús nunca podría ser nuestro
salvador porque Él se sujetaría a la misión de satanás en vez de a
la de Su Padre. Ninguno de nosotros entonces podríamos ser sal-
74
esté complacido con ellos. Para un huérfano, Dios no solo es un Je-
fe, sino también un capataz.
Los hijos, por otro lado, ven a Dios como un Padre amoroso que les
acepta incondicionalmente.
Ellos saben que el amor incondicional nunca está basado en el
desempeño del que lo recibe sino sobre en la naturaleza del que lo
está dando. Por lo tanto, ellos no tienen que luchar o actuar en ninguna
forma particular para “ganarse” el amor del Padre; en Cristo Él los ama
de cualquier forma, completa y totalmente, así como son.
2. Dependencia
Los huérfanos son independientes y autosuficientes. Ellos se basan
en sus dones, talentos, intelecto y unción. Ellos están convencidos
de que no pueden confiar en nadie más. Si quieren cualquier cosa,
deben hacerlo ellos mismos. “¡Si algo tiene que hacerse bien, en-
tonces tendré que hacerlo yo mismo!”
Los hijos son interdependientes; ellos saben que necesitan la comu-
nidad de amor que Dios y el Cuerpo de Cristo ofrece. Esta interde-
pendencia les permite estar abiertos al amor del Padre para que flu-
ya a través de ellos a otros. Los hijos también saben que son com-
pletamente dependientes de su Padre celestial, como Jesús lo estu-
vo. “«Les digo la verdad, el Hijo no puede hacer nada por su propia
cuenta; solo hace lo que ve que el Padre hace. Todo lo que hace el Padre,
también lo hace el Hijo,” (Juan 5:!9b NTV)
3. Teología
Los huérfanos viven por el amor a la ley. Como los fariseos en los
días de Jesús, los huérfanos tratan de relacionarse con Dios en base
a su apego a las leyes, principios, reglas y regulaciones. Los huérfa-
nos valoran la obediencia más que la relación.
Los hijos, sin embargo, viven por la ley del amor. Ellos valoran la
verdad, sabiendo que la más grande verdad de todas es vivir para
recibir el amor del Padre y compartirlo con la siguiente persona con
la que nos topemos. Los hijos entienden la verdad bíblica que “el
cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13:10b).
4. Seguridad
Los huérfanos son inseguros pero usualmente llegan a ser muy bue-
nos en cubrir su inseguridad.
Ellos frecuentemente se esfuerzan por actuar correctamente y hacer
suficiente para agradar a Dios y ganar su bendición. Por lo tanto,
ellos raramente experimentan paz interior y descanso. La vida para
83
 CAPÍTULO 6
HUÉRFANO O HIJO
En capítulos anteriores, hemos visto un número de versículos de
Biblia que hablan de “hijos” o “ser hijos”, dónde “hijas” no está
enlistado en los tiempos bíblicos porque sólo los hijos recibían la
herencia. Ahora sabemos que en Cristo no hay favoritismos; no
hay hombre o mujer en el Espíritu (ver Gálatas 3:28). Si ser una
hija, o la falta de referencia a “hijas”, te ha dejado sintiéndote me-
nospreciada, está bien -tu día llegará. Por toda la eternidad, los
hombres en tu vida que conozcan a Cristo serán llamados La No-
via de Cristo. Así que a la larga, eso balancea las cosas.
Pero para ser breves, en este capítulo, usaremos el término “hijos”
en forma general incluyendo también a las hijas.
Hasta aquí hemos hablado mucho sobre el espíritu huérfano y el
espíritu de hijo y como cada uno de nosotros debemos movernos
de ser huérfanos los cuales hemos cerrado nuestros corazones a
amar, a ser hijos e hijas seguros en el amor de Dios Padre y capa-
ces de recibir y dar amor a otros.
Es solo a través de esta transición que podemos entrar en la he-
rencia que Dios Padre ha preparado para nosotros y que por dere-
cho es nuestra como coherederos con Cristo.
Alguien puede preguntar, “¿Pero cómo sé si tengo un corazón
huérfano o el corazón de hijo?¿Cómo puedo diferenciarlo?
¿Cuáles son las características que lo identifican?” Estas son pre-
guntas buenas y válidas porque el reconocer que tenemos un cora-
zón huérfano es lo primero que se necesita para abrazar el ser hi-
jo. En este breve capítulo, quiero señalar rápidamente 20 contras-
tes básicos entre el espíritu de huérfano y el espíritu de hijo. Estos
contrastes también son encontrados de forma más concisa en el
apéndice A. Conforme revises estas características contrastantes,
piensa acerca de ellas cuidadosamente con respecto a tu propia
vida y pregúntate, “¿Cuáles de estas aplican a mi?” Puedes encon-
trar que en algunas áreas de tu vida tienes un corazón de huérfano
y en otras de hijo.
1. Imagen de Dios
Los huérfanos ven a Dios como un Jefe al que debemos apaciguar
continuamente. Ellos sienten que deben orar más, leer más la Bi-
blia, o trabajar más duro para ganar la atención de Dios y su fa-
vor. Ellos frecuentemente se quedan con una sensación de que
hay algo más que deben hacer o poner en orden antes de que Dios
82
vos; ninguno podríamos experimentar la plenitud del amor del Pa-
dre o de Sus regalos en nuestras vidas. Antes de que Jesús llegara
a ser la fuente de la salvación eterna, Él tuvo que aprender la obe-
diencia de un hijo y caminar en un espíritu de hijo.
En la misma manera, nuestros dones y llamados están en peligro
de hacer explotar la parte trasera de nuestro barco hasta que
aprendamos obediencia a través de lo que sufrimos como hijos e
hijas espirituales con alguien. ¿De quién eres hijo? ¿De quién eres
hija? ¿Valoras a la gente por la relación que tienen o por lo que
pueden hacer por ti?
Jesús se Sujetó a sus Padres Terrenales
¿Cómo aprendió Jesús obediencia? Primero, al estar en sujeción a sus
padres terrenales y entonces a su Padre celestial. En sus años de ni-
ñez, Jesús aprendió a amar, obedecer, honrar y respetar a sus padres
terrenales. Un gran cambio comenzó a ocurrir cuando Jesús visitó el
templo en Jerusalén a la edad de 12 años y culminó con la inaugura-
ción de Su ministerio público 18 años después a la edad de 30. Este
período coincidía con el tiempo que Jesús hubiera tenido que ser
aprendiz de Su padre terrenal, José, en la carpintería. Su honra y su-
misión a Su padre terrenal fue parte del aprendizaje a Su Padre celes-
tial y parte de sujetarse a Su misión.
Lucas nos dice que cuando Jesús tenía 12, Él, María y José viajaron a
Jerusalén para la pascua como su costumbre. De regreso a casa des-
pués de una semana de festival, María y José asumieron que Jesús
estaba en algún lado en la caravana con amigos o parientes, y viaja-
ron por un día entero antes de darse cuenta que no estaba. Desconoci-
do para ellos, Jesús se había quedado atrás en Jerusalén. Después de
descubrir que no estaba con ellos, María y José regresaron a la ciudad
a buscarlo.
Tres días después, por fin lo encontraron en el templo, sentado entre los
maestros religiosos, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los
que lo oían quedaban asombrados de su entendimiento y de sus respues-
tas. Sus padres no sabían qué pensar. —Hijo, ¿por qué nos has hecho
esto? —le dijo su madre—. Tu padre y yo hemos estado desesperados
buscándote por todas partes. —¿Pero por qué tuvieron que buscarme?
—les preguntó—. ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Pa-
dre? [a] Pero ellos no entendieron lo que les quiso decir. Luego regresó
con sus padres a Nazaret, y vivió en obediencia a ellos. Y su madre guar-
dó todas esas cosas en el corazón. Jesús crecía en sabiduría y en estatu-
ra, y en el favor de Dios y de toda la gente. (Lucas 2:26-52)
75
Después de tres días de probablemente buscarlo frenéticamente y
preguntar, María y José encontraron a Jesús en el templo, sentado
con los maestros. ¡Sin duda aquellos maestros nunca habían tenido
un chico con tal entendimiento, sabiduría, y visión en su medio
antes! Aún en este escenario, Jesús estaba en sujeción como un
hijo. Él era el Hijo de Dios, sin embargo tomó el rol de aprendiz,
escuchando y haciendo preguntas.
La Escritura dice que María y José estaban sorprendidos cuando ellos
vieron a Jesús. Pero ellos no entendieron el significado de lo que esta-
ba pasando. En vez de eso, lo regañaron por preocuparlos por donde
estaba. La respuesta de Jesús fue la inocencia y la sencillez en sí mis-
ma: “¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” Algu-
nas versiones de la Biblia traducen este verso, “¿No sabían que tenía
que estar en el negocio de mi Padre?” Jesús estaba en entrenamiento
para la misión de Su Padre -la misión de anunciar y guiar en el Reino
de los Cielos e introducir a la gente al amor del Padre.
Aparentemente, los padres de Jesús no lo sabían; ellos no enten-
dieron lo que Él quiso decir. Ellos lo llevaron de regreso a casa a
Nazareth donde Él “continuó en sujeción a ellos.” Jesús aprendió
obediencia de las “cosas que Él sufrió.” Usualmente pensamos que
el sufrimiento es una experiencia dolorosa o incómoda, pero la pa-
labra también significa soportar, tolerar o aguantar algo. Al
“sufrir” la autoridad de Sus padres hasta que cumplió 30, Jesús
aprendió obediencia. Él fue un hijo obediente y fiel a sus padres te-
rrenales. Él sabía que para poder entrar a Su herencia con Su Padre
celestial, Él primero tenía que ser un hijo con sus padres terrenales.
Entonces a la edad de 30, Jesús estaba listo para ser liberado totalmen-
te a la obra para la cual Su Padre lo había enviado a la tierra.
Jesús Recibe Favor de Su Padre Celestial
Cuando acusamos o juzgamos a nuestros padres terrenales por
cualquier razón -abuso, indiferencia, falta de entendimiento y em-
patía, fracaso a modelar certeramente el amor del Dios Padre, o lo
que sea - rechazamos el espíritu de hijo y llegamos a sujetarnos a
nuestra propia misión en la vida. Después, esto puede llegar a ser lo
podrido que puede hundir nuestro barco. Jesús sabía que el primer paso
para sujetarse a Su Padre celestial era aprender a sujetarse a sus padres
terrenales. El resultado fue que Jesús creció “en sabiduría y estatura, y
en favor con Dios y toda la gente.”
El favor con Dios es precedido por la fidelidad y sumisión (estar
debajo y dependiente de) la autoridad terrenal de sus padres. Por
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5. A través del poder del Espíritu Santo, Jesús estaba equipado y en
libertad para empezar Su ministerio y llamado. Él comenzó a caminar
en la plenitud de la herencia de Su Padre celestial.
Noten que Jesús recibió la afirmación del amor y el favor de Su Pa-
dre antes de que Él venciera la tentación en el desierto. Ninguno de
nosotros puede consistentemente vencer la tentación en la vida o en
el ministerio sin la revelación de cuánto nos ama el Padre; tarde o
temprano el pensamiento de huérfano nos desgastará. Muchas per-
sonas en el ministerio sucumben a conductas sexuales inapropiadas
durante su tiempo de servicio. Algunas personas que entran al minis-
terio en sus veintes en los Estados Unidos se retirarán de él; ellos se
consumen y dejan el ministerio para nunca regresar. La mayoría de los
graduados del seminario que entran directo al ministerio lo dejan en
los siguientes cinco años para no regresar. ¿Cuál es la razón principal
para estas tres estadísticas? Demasiados de ellos ponen la Gran Comi-
sión antes del Gran Mandamiento.
Se les da libertad a ellos para comenzar en el ministerio (o se dan la
libertad ellos) antes de que sean afirmados en su identidad como
hijos. Lo podrido por dentro no ha sido removido, y cuando se les
otorga poder, amenaza con explotar la parte posterior del barco y hun-
dir su ministerio.
¿De quién eres hijo? ¿De quién eres hija? ¿A la misión de quién
estás sujeto? ¿Debajo de quién te has puesto y estás apoyando? No
estoy hablando de vivir bajo una autoridad abusiva; estoy hablando
de una actitud del corazón. ¿Eres un hijo? ¿O luchas con un cora-
zón huérfano?
No te apresures a tomar tu herencia ahora. Porque si la tomas antes
de que hayas aprendido a ser un hijo o hija, puede que simplemente
lo desperdicies, consumiéndose para tus propios placeres.
Sé paciente. Desplaza el corazón huérfano y abraza el espíritu de
hijo. Humíllate en sujeción a la autoridad paternal y espiritual,
aprendiendo obediencia a través de las cosas que “sufres”.
Permítele a tu Padre celestial afirmarte en Su amor y en tu rol de
hijo. En Su tiempo- en el momento adecuado- Él te dará la libertad
para entrar a tu destino y “los sufrimientos de este tiempo presente
no son nada comparados con la gloria que nos será revelada.” (Ro.
8:18b)
81
influencia sin tener que trabajar por ello. Todo lo que Jesús tenía
que hacer era sujetarse a la misión de satanás. Jesús se rehusó, dicien-
do que Dios solamente era el que debía ser adorado y servido.
Finalmente, satanás apeló al espíritu “busca atajos” de huérfano al ten-
tar a Jesús a tomar el camino fácil para ganar la aclamación del hom-
bre. Si saltaba del techo del templo, los ángeles lo salvarían de la
muerte y todos reconocerían que Él era el Hijo de Dios. Jesús se rehu-
só de nuevo, diciendo que estaba mal presumir sobre Dios.
Tres veces fue tentado Jesús, y las tres veces Él resistió el pensa-
miento de huérfano. A través de todo, Él mantuvo Su identidad
como hijo y permaneció fiel a la misión de Su Padre. Jesús pasó la
prueba de ser hijo y estaba listo para empezar Su ministerio. Él es-
taba listo para recibir su herencia.
A través del Sufrimiento de Obediencia, Jesús Recibió Su Herencia
Lucas 4:14 dice que Jesús regresó del desierto “en el poder del Es-
píritu” y comenzó a enseñar en las sinagogas. Su tiempo había lle-
gado; su ministerio había comenzado. Un sábado, hablando en la
sinagoga de Nazaret, su ciudad natal, Jesús describió Su ministerio
en las palabras del profeta Isaías:
Es importante para nosotros entender la progresión en la vida de
Jesús de esclavitud a ser hijo y a Su herencia,, porque nuestra pro-
gresión es la misma. El corazón de Jesús de hijo es el prototipo pa-
ra cada persona que ha nacido. Lo que vemos en Jesús es nuestro
también porque somos coherederos con Él. Él fue a la cruz para
hacer posible que cada uno de nosotros pudiéramos llevar nuestra
propia cruz y crucificar nuestro amor propio. Resumamos esta pro-
gresión en la vida de Jesús:
1. Jesús se sometió a la autoridad de Sus padres terrenales. Por
treinta años, Él voluntariamente se sujetó a su misión.
2. Jesús se sometió a la autoridad espiritual de uno que era me-
nor que Él -Juan el Bautista.
3. Dios el Padre afirmó a Jesús como Su Hijo después de bauti-
zarse.
4. Jesús soportó y pasó la prueba del desierto, lo que determinó si se
sujetaría o no a la misión de Su Padre. En el desierto, Jesús no se
enfocó en el enemigo o sobre Su propia autoridad; Él se enfocó en ser
un hijo fiel. 80
30 años, Jesús se sujetó a su madre y padre aunque ellos no tenían
ni cerca de la visión espiritual y sabiduría que Él tenía. Por 18
años, Él trabajó en la carpintería, aprendiendo el comercio y asis-
tiendo a su padre en varios proyectos de carpintería para ayudar a
sostener a la familia. Él sufrió pacientemente y esperó y trabajó en
la casa de Su padre a pesar de la unción, el don, y el llamado del
Dios Padre en Su vida. Por 18 años, Él pospuso Su propio ministerio
para sujetarse a su padre terrenal; porque si no se podía sujetar a la
misión de José, tampoco podía sujetarse a la misión de Dios Padre.
Morir a auto centrarse, al autoconsumo y a ser auto referente comien-
za a ocurrir cuando nos sujetamos a la misión de alguien más.
Ahora, a los 30 años, el tiempo señalado por el Padre ha llegado, y
Jesús está listo para avanzar de esclavitud a ser hijo. El favor de
Dios estaba sobre Él, un hecho demostrado por otro evento signi-
ficativo en la vida de Jesús.
Luego Jesús fue de Galilea al río Jordán para que Juan lo bautizara, pe-
ro Juan intentó convencerlo de que no lo hiciera. —Yo soy el que necesi-
ta que tú me bautices —dijo Juan—, entonces, ¿por qué vienes tú a mí?
Pero Jesús le dijo: —Así debe hacerse, porque tenemos que cumplir con
todo lo que Dios exige. [a] Entonces Juan aceptó bautizarlo. Después del
bautismo, mientras Jesús salía del agua, los cielos se abrieron [b] y vio
al Espíritu de Dios que descendía sobre él como una paloma. Y una voz
dijo desde el cielo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran go-
zo». (Mateo 3:13-17 NTV)
Juan sabía que él no era digno de bautizar a Jesús porque al hacer-
lo lo pondría en un lugar de autoridad espiritual sobre alguien más
grande que él. En otro lugar, Juan confesó que él no era digno de
desatar las sandalias de Jesús (ver Juan 1:27) -una tarea servil para
el esclavo más bajo de una casa. Aún así Jesús insistió que Juan lo
bautizara. Él continuó sujetándose a la autoridad espiritual de al-
guien inferior a Él. Él se sujetó a la autoridad espiritual de uno a
quien Dios estaba usando en ese momento para traer revelación y
arrepentimiento a Israel. La sumisión de Jesús era parte de Su es-
píritu de hijo. Él no permitiría que lo podrido entrara a su alma.
Una de las características de un hijo (o hija) es un espíritu enseña-
ble, disposición de recibir y aprender de otros aunque ellos sean
menos hábiles o conocedores. Virtualmente todos tienen algo que
enseñar a la persona que está dispuesta a aprender. Aprender es la
clave de continuar creciendo a través de la vida. Aquellos que se
detienen de aprender, y aquellos que dejan de crecer comienzan a
secarse y lo podrido se asienta.
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Las personas a veces me dicen, “Jack, tú tienes un ministerio in-
ternacional; has aconsejado y ayudado a traer sanidad y liberación
a miles alrededor del mundo. ¿Por qué continúas poniéndote para
ser ministrado? ¿Por qué sigues sentado bajo otros para recibir
ministración de oración profética y para recibir consejería matri-
monial y familiar?”
La respuesta es simple. ¿Cómo puedo ministrar a otros lo que yo
mismo no estoy dispuesto a recibir? He aprendido que no puedo
respirar vida efectivamente a otros de lo que yo no estoy dispues-
to a recibir en humildad y sumisión.
La sujeción humilde delante de Dios comienza con sujeción hu-
milde delante de la autoridad legítima humana. Juan dice que
“cualquiera que no ama a su hermano, que ve, no puede amar a
Dios que no ve” (1 Juan 4:20b) Una cosa chistosa del amor - no
lo puedes recibir sin humildemente sujetarte a él. El amor siempre
involucra humildad y sujeción. Para parafrasear a Juan entonces:
¿Cómo podemos tener un corazón de sumisión a Dios, a quién no
podemos ver, si no tenemos un corazón de sujeción al hombre, a
quien sí podemos ver?
Jesús entendió esta conexión. Él sabía que parte de Su sumisión a
Su Padre celestial estaba en la sujeción a Sus padres terrenales y,
en el caso de Su bautismo, a Su primo Juan. Es por eso que le dijo
a Juan, “Así debe hacerse, porque tenemos que cumplir con todo
lo que Dios exige.” Porque Jesús se sujetó y fue obediente como
un hijo a una autoridad legítima humana, Él recibió una afirma-
ción poderosa del favor de Su Padre celestial. Los cielos se abrie-
ron, el Espíritu Santo bajó como una paloma y una voz del cielo
dijo, “«Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo».
Jesús Soportó una “Temporada de Sequía” en el Desierto
El proceso de la vida de Jesús hacia entrar a su herencia y llegar a
ser la fuente de salvación eterna ilustra la secuencia del Gran
Mandamiento precediendo a la Gran Comisión. Primero, en Su
bautismo, Él experimentó el amor expreso y el favor de Su Padre,
y entonces Él fue liberado al ministerio. Frecuentemente hoy ha-
cemos el proceso inverso -buscamos empezar el ministerio espe-
rando encontrar el favor de Dios por lo que hacemos o logramos.
Este proceso caracteriza el pensamiento de huérfano y puede fá-
cilmente pudrirse.
Seguro por el favor de Su Padre en Su vida, Jesús tuvo una prue-
ba más, una tierra de entrenamiento más antes de entrar libremen-
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te a Su ministerio - Él tenía que pasar una “temporada de sequía”
en el desierto. Cuando nosotros recibimos por primera vez la ex-
periencia de la revelación del amor del Padre, parece que Su amor
es el único amor y afirmación que recibimos por una temporada,
mientras que muchas de las estructuras de soporte que habían es-
tado confortando y alimentando nuestra necesidad de atención e
identidad son arrancados de debajo nuestro. Las temporadas de
sequía nos ayudan a descubrir si realmente creemos que el amor
del Padre es todo lo que necesitamos, así que el Espíritu Santo
nos lleva a una temporada al desierto. Aquí el enemigo tratará lo
más posible de robarnos nuestro espíritu de hijo y engañándonos
con un pensamiento de huérfano y de afectos falsificados. Esta es
exactamente la táctica que usó con Jesús:
Entonces Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del río Jordán y fue
guiado por el Espíritu en el desierto, [a] 2 donde fue tentado por el dia-
blo durante cuarenta días. Jesús no comió nada en todo ese tiempo y co-
menzó a tener mucha hambre. 3 Entonces el diablo le dijo: —Si eres el
Hijo de Dios, dile a esta piedra que se transforme en pan. 4 Jesús le dijo:
—¡No! Las Escrituras dicen: “La gente no vive sólo de pan” [b]. 5 En-
tonces el diablo lo llevó a una parte alta y desplegó ante él todos los
reinos del mundo en un solo instante. 6 —Te daré la gloria de estos
reinos y autoridad sobre ellos —le dijo el diablo—, porque son míos pa-
ra dárselos a quien yo quiera. 7 Te daré todo esto si me adoras. 8 Jesús
le respondió: —Las Escrituras dicen: “Adora al Señor tu Dios y sírvele
únicamente a él” [c]. 9 Entonces el diablo lo llevó a Jerusalén, al punto
más alto del templo, y dijo: —Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate! 10 Pues las
Escrituras dicen: “Él ordenará a sus ángeles que te protejan y te guar-
den. 11 Y te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el
pie con una piedra” [d]. 12 Jesús le respondió: —Las Escrituras tam-
bién dicen: “No pondrás a prueba al Señor tu Dios” [e]. 13 Cuando el
diablo terminó de tentar a Jesús, lo dejó hasta la siguiente oportunidad.
(Lc. 4:1-13 NTV)
Así como lo había hecho con Adán y Eva, satanás trató de crear
duda en la mente de Jesús acerca de la integridad de Dios y Su
Palabra. Él comenzó apelando a las pasiones de la carne y a tentar
a Jesús con la idea de enfocarse en sus propias necesidades perso-
nales. Después de 40 días ayunando, Jesús tuvo hambre, así que
satanás sugirió que convirtiera una piedra en pan. Jesús respondió
que había más en la vida que la comida.
La siguiente táctica de Satanás fue el tratar de engatusar a Jesús a
abandonar la misión de Su Padre prometiéndole riquezas, poder e
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