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Unidad 2

Dimensiones
del cuidado
Enfermería Fundamental

María Aurora García Pina


Autora

5 semestre
to

Licenciatura en Enfermería (IAPP)


Unidad 2
Dimensiones del cuidado

Introducción de la unidad
Las dimensiones del cuidado
En esta unidad se pretende que identifiques cómo el cuidado es la esencia de la enfermería, el cual
está constituido por acciones humanas y de comunicación, para proteger, mejorar y preservar a la
humanidad, ayudando a la persona a hallar un significado a la enfermedad, sufrimiento, dolor y
existencia, y a adquirir autocontrol, autoconocimiento y autocuración; sin embargo, en los ámbitos
extra e intrahospitalarios, se encuentra impregnado el modelo biomédico y curativo, que reduce lo
humano a lo biológico, alejando el trabajo de las(os) enfermeras(os) de su visión humanista y holística
del cuidado.

Por lo anterior, en la presente unidad se abordará el cuidado desde sus dimensiones culturales, éticas,
sociales, políticas y económicas, así como las implicaciones intersubjetivas para que se dé la
comunicación entre paciente-enfermera(o)-familia y equipo multidisciplinario, teniendo como base la
empatía en el proceso de comunicación interpersonal.

Objetivo de la unidad
• Identificar la importancia del cuidado como eje central de la enfermería a partir de sus
dimensiones, en el contexto de la enfermería como disciplina profesional.

Temas
1. La noción de cuidado
2. Dimensiones del cuidado
2.1. Cultura y cuidado de la salud
2.2. La ética en el cuidado
2.3. Perspectiva social, política y económica del cuidado

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Dimensiones del cuidado
3. Implicaciones del cuidado
3.1. La intersubjetividad y la comunicación en el cuidado
3.2. La empatía como esencia del cuidado

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Dimensiones del cuidado

Tema 1. La noción de cuidado

El tema “La noción del cuidado” describe qué es el cuidado desde la perspectiva de algunas teóricas
en enfermería; también retoma al cuidado como el objeto de estudio de la disciplina, ya que es nuestra
meta al brindarlo a la persona, familia o comunidad, sana o enferma, dentro de la comunidad u
hospital, debido a que se cuida durante la vida y la muerte, es decir, durante todas las etapas de vida
del ser humano.

¿Qué es el cuidado?
Cuidar se sitúa en el cruce de lo que hace vivir y morir, es permitir nacer y renacer
a la vida y de vivir la muerte…

Colliere (1996)

Cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra vida,


pasa por alguna de las grandes etapas: estar cuidando,
cuidarse, cuidar; esto se da en todas las sociedades, si bien la
forma de vivirlas y el momento en que empieza cada una no
sean lo mismo para todos; esto es lo que hay que descubrir, y es
que cuidar es desarrollar las capacidades de vivir, sin las cuales
no es posible existir (los cuidados son dados con el fin de
despertar la vida, desarrollarla) Colliere (1996). Acervo fotográfico SUAyED-ENEO.

Siguiendo la línea de la autora, en cuanto a la salud, representa todo aquello que hay en nosotros con
capacidad de vivir, lo que supone que cuidar es movilizar las capacidades existentes o que quedan de
la vida. Cuidar supone permitir que estas capacidades se sigan desarrollando en función de la edad y
que contribuyan a limitar la enfermedad y a compensar los efectos nocivos de la misma. Cuidar no es
tratar.

Cuanta mayor carencia de cuidados hay, más tratamiento se proporciona; sin embargo, en la
enfermedad hay una mayor necesidad de cuidados y éstos no pueden ser en ningún momento
reemplazados por los tratamientos. Al abordar la naturaleza de los cuidados, Colliere (1996) afirmó que
hay que volver a los que se dan en torno al nacimiento, pues marcan la pauta de los de la muerte (y no
se puede hablar del cuidado de la vida sin hablar del de la muerte). Estos cuidados se dan alrededor
de "las prácticas del cuerpo y las alimentarias", ya que tienen como finalidad despertar el cuerpo a la

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vida (el cuerpo es el templo del espíritu). Dichas prácticas permiten desarrollar los siguientes cuidados:
de estimulación, confrontación, mantenimiento, entretenimiento, de creencias, de apaciguamiento,
descanso y de compensación.

Es importante que comprendas la naturaleza de los cuidados a ejercer, es decir, los elementos sobre los
que habrá necesidad de contener, por ejemplo, en el caso de que no haya enfermedad, cómo se
manifiestan las preocupaciones en el otro, y esto sólo se puede hacer buscando juntos. Cuando hay
enfermedad habrá que ver cuáles son las dificultades que conlleva, así como saber a quién le está
ocurriendo, su edad y su relación con el medio.

Por todo lo anterior, el cuidado humano en enfermería surge desde siempre y enriquece el cuidado
actual; la (el) enfermera(o) puede realizar acciones de enfermería de manera conjunta con la persona,
considerando sus normas éticas. El cuidado a las personas se brinda tomando en cuenta el valor del
cuidado y del cuidar; éste implica un nivel más alto: el espíritu de la persona; es decir, que la persona
sea libre en la toma de decisiones, se conozca a sí misma, consciente de lo que hace para su cuidado,
se relacione con otros, pregunte, se informe; este tipo de actitud permite trascender ante la vida.

Por lo tanto, cuidar, por parte de las(os) enfermeras(os), llama al compromiso científico, con bases
filosóficas y éticas; estos son componentes esenciales de la disciplina, al explicar los conceptos de ser
humano, entorno, salud y enfermería (metaparadigma de enfermería); también fundamentar el
ejercicio profesional basado en principios éticos favorece la toma de decisiones y obliga a buscar lo
mejor para cada persona de manera individual y de esta manera dignificar al ser humano y conservar
la vida. En otras palabras, el cuidado desde una visión humanista, refiere Watson (1985), es para la
enfermería su razón moral; no es un procedimiento o una acción: cuidar es un proceso interconectado,
intersubjetivo, de sensaciones compartidas entre la (el) enfermera(o) y paciente; es decir, es ese
entendimiento, comprensión que se da con las personas cuando escuchas, atiendes, orientas, enseñas
etc., es algo humano, de sentirse vivo, ser empático, afectivo; por ejemplo, tomar de la mano al adulto
deprimido, cargar al recién nacido, escuchar a una persona, brindar una sonrisa cálida, un apretón de
manos.

Entonces, el cuidado humano se basa en la reciprocidad, calidad única y auténtica; la (el)


enfermera(o) es llamada(o) a ayudar, escuchar y conversar con la persona para que se dé la empatía;
desde este punto de vista, el cuidado no sólo requiere que la (el) enfermera(o) sea científica(o),
académica(o) y clínica(o), sino también un agente humanístico y moral. Desde el punto de vista de
Leininger (2007), refiere que el cuidado es el dominio central del cuerpo de conocimiento y las prácticas.
Afirma que el constructo cuidado se ha manifestado durante millones de años como fundamental en el

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crecimiento y supervivencia de los seres humanos. El cuidado permitió a la especie humana vivir y
sobrevivir bajo las más adversas condiciones ambientales, sociales, económicas y políticas. Los
antecedentes del cuidado ya se remontaban a la mitología romana, en donde el cuidado es quien
crea al hombre y lo protege. De esto se deriva que la acción de cuidar es, entonces, algo propio del ser
humano y revela su íntima constitución (Torralba, 2000).

Se considera que el cuidado es de carácter universal, puesto que se puede cuidar con los mismos
procesos, métodos y técnicas específicas de enfermería; lo que varía es la cultura; es así que en la
cultura anglosajona se distingue entre los términos care y cure1, donde care es la acción de cuidar y se
relaciona con la conservación y continuidad de la vida; por ejemplo, cuidados a la fertilidad,
nacimiento, parto, etc., y cure son los cuidados que están relacionados con las necesidades biológicas;
por ejemplo, el hambre.

Este tipo de cuidados tiene por objeto limitar la enfermedad, luchar contra ella y atacar sus causas. Otro
aspecto a considerar es establecer la diferencia que existe entre curación y cuidados. Los procesos de
curar y cuidar presentan diferencias en su esencia y en sus características principales; no puede existir
curación sin cuidados pero pueden existir cuidados sin curación. Las diferencias ontológicas entre las
actividades de curar y las de cuidar, de acuerdo con Medina (1999), se basan en la discrepancia de la
perspectiva epistemológica y filosófica de la que ambas parten. Los aspectos biomédicos y curativos se
basan en una perspectiva analítica, empírica y experimental, reduciendo lo humano a lo biológico; es
decir, el ser humano es una enfermedad o un objeto de estudio. Los aspectos biomédicos y curativos
han tenido una influencia por siglos en los servicios de salud. Curar, asumido por la medicina moderna,
se funda en una perspectiva analítica, empírica y experimental,
adecuada para el estudio de los procesos biológicos y
fisiopatológicos, que como fenómenos naturales, presentan
estabilidad, regularidad, constancia y cierta independencia de
contexto, pero se ha reducido lo humano a lo biológico, situación
que viene desde el siglo XVIII, en donde el cuerpo humano pasa a
ser objeto específico de la aplicación de la medicina, y el enfermo
pasa a ser una enfermedad.

El cuidado holístico en los servicios hospitalarios se ha dificultado por esta visión biomédica de la salud,

1 Vocabulario inglés, To cure: cuidar de, ocuparse de. Tocare: curar, tratar, curar.

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Dimensiones del cuidado
determinando que enfermería concibe la realidad dentro de los parámetros de la biomedicina, en
donde el cuidado es concebido a partir de normas, expedientes, rutinas y patrones de conductas
desde que las familias entran a los centros de salud (Monticelli, 2004).

Colliere (1996) establece que este saber ancestral de enfermería ha estado oculto por la hegemonía de
la racionalidad técnica, encarnada en el saber médico, que ha prevalecido en los sistemas de salud.
De acuerdo con esta autora, enfermería viene desarrollando tres tipos de actividades diferentes dentro
de estas instituciones: las actividades que dependen directamente de la decisión e iniciativa de la (el)
enfermera(o), las que dependen de la decisión médica, y las que dependen de iniciativas compartidas
con el equipo de salud; estas últimas son conocidas como rol interdependiente.

La visión humanista del cuidado de Watson (1985) es importante por cuanto cambia la visión de los
cuidados de enfermería en los sistemas hospitalarios; el cuidado debe adquirir una dimensión profunda
que va más allá de una simple técnica de planificar una atención, de recibir un turno o la de una
educación rutinaria día a día; es estar ahí con el otro, es compartir sus sentimientos y emociones.

A manera de conclusión:

Cuidar implica conocer a cada persona, interesarse por ella, darse cuenta de sus actitudes, aptitudes,
intereses, motivaciones, generar confianza, seguridad, apoyo, etc., por lo tanto, exige un sobreesfuerzo
físico, mental e intelectual por parte de la (el) enfermera(o) y consiste en ir descubriendo poco a poco,
considerando si la enfermera(o) es creativa(o), dedicada(o), ya que se reflejará en el trabajo y es
específicamente en éste donde las personas valoran más los aspectos del cuidado que tienen relación
con la comunicación, el afecto y la atención que se les presta; es decir, un cuidado humanizado e
individualizado.

Tema 2. Dimensiones del cuidado

En este tema se mencionan las dimensiones culturales, sociales y económicas que permiten vislumbrar el
hacer de la (el) enfermera(o) en dichas esferas. Por ejemplo, desde estas dimensiones, podrás
responder cómo se brinda cuidado desde la imagen social, si la (el) enfermera(o) es la (el) que inyecta
y viste de blanco. También se describen los cuidados, tomando en cuenta los costos de la salud, y por
último se indica cómo ofrecer el cuidado conociendo costumbres y creencias de nuestra población
mexicana.

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Dimensiones del cuidado
¿Cuáles son las dimensiones del cuidado y en qué consisten?
Hablar de las dimensiones del cuidado es un término acuñado por enfermeras estadounidenses, ya que
actualmente es correlación de la práctica de enfermería, pues el cuidado, a través de sus dimensiones
sociales, económicas, políticas, culturales y éticas, significa ver al ser humano desde sus necesidades, su
realidad de vida, es decir, es ver al otro.

2.1. Cultura y cuidado de la salud

¿Qué papel tiene la cultura en el cuidado de la salud de las personas?

Este tema parte de la visión de los cuidados en relación con el componente cultural, clarificando
aspectos como el concepto de cultura, la importancia de la cultura en el cuidado de enfermería, las
posibles explicaciones sobre el proceso de salud-enfermedad en las comunidades.

Cultura viene del latín que significa cultivar; hace referencia a los valores internos de la sociedad;
también puede hacer reseña a los medios, instrumentos, costumbres de los grupos sociales. Según
Feibleman (1994), hace referencia al arte, ciencia, religión; es decir, a las organizaciones sociales.

Como parte de la cultura general, la cultura de la salud permite al hombre obtener certezas de
supervivencia, vivir la necesidad, transformarla o satisfacerla, imaginar el futuro y proyectar cambios,
reelaborar el sentido social, manejar la conciencia de la aparición de la muerte, orientar sus relaciones
consigo mismo, con los demás y con el entorno, determinar sus modos de desarrollo y prolongar sus
expectativas de vida y disfrutarla.

Sánchez (1998) define la cultura de la salud como aquello que el hombre ha hecho y hace para cultivar
la vida humana en sus potencialidades físicas, mentales y sociales. La cultura es el eje vital de la
cotidianeidad individual y colectiva; no sólo a nivel de la supervivencia material, sino por la
construcción de imaginarios y significantes que impulsan los deseos de la vida de los hombres; así se
construye la identidad como persona, como pueblo, de tal manera que se crea un modo de concebir,
parir, alimentar, cuidar y cuidarse, trabajar, morir, festejar, pérdidas, amar, criar, aprender, conocer,
envejecer, divertirse, aburrirse, comunicarse, expresarse, etc., es decir, todos los modos de hacer y sentir
que un grupo cultural asume como propios en el diario vivir y que están dotados de representaciones,
símbolos y sentidos que son comunes a cada grupo humano que los hace diferentes de otros grupos.

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La cultura de la salud por lo tanto produce y reproduce sus modos de
manera espontánea en la vida cotidiana de las gentes y sus
costumbres, y de manera específica a través del arte, la ciencia, la
tecnología, la ideología, la política, la cosmogonía, la educación, la
comunicación, la publicidad y evolución a la par de la cultura general,
con sus conocimientos, sus instituciones e ideas.

Por lo tanto, es necesario aclarar cuáles son las creencias de la persona sobre el estado de salud, sobre
todo las que determinan la forma en que percibe el control de su propio estado de atención médica.
La valoración de las creencias de salud proporciona una indicación de hasta qué punto cree el
paciente que puede influir o controlar su salud a través de su conducta personal.

La creencia en el destino es muy fuerte en varias culturas, “Lo que haya de ser, será”, refieren. Si una
persona sostiene esta creencia, no siente que puede hacer nada para cambiar la evolución de su
enfermedad. Un ejemplo es la instrucción a los diabéticos, que a menudo requiere muchos cambios en
el estilo de vida referidos a la dieta, ejercicio y estrecho control de la glucemia para prevenir las
complicaciones.

Si la persona cree que no tiene ningún control sobre el resultado, es difícil motivarla para que haga
cambios necesarios. Ser consciente de estas diferencias puede proporcionar una mejor indicación de la
necesidad de información o de recursos adicionales necesarios para los adultos mayores.

En países hispanoamericanos, en su contexto se habla de <calor, frío>; en este sistema se considera que
la salud es un equilibrio entre el frio y el calor en el interior de la persona. Los cítricos y algunas aves de
corral son alimentos fríos, y las carnes y el pan son alimentos calientes. En este contexto, calor y frío no se
refieren a la temperatura o la condimentación, sino a las cualidades innatas a los alimentos. Por ejemplo,
se dice que la causa de una fiebre es un exceso de alimentos calientes.

Otro ejemplo de las creencias relacionado con la salud es que existe una relación entre la salud y
enfermedad, así como en la cantidad y calidad de la sangre en el cuerpo. Por ejemplo, algunos
meridionales dicen que la “sangre alta”, es decir, demasiada sangre en el cuerpo, produce cefalea y
mareos.

El “mal de ojo” o “empacho” se llega a relacionar en algunas localidades de nuestro país a la


hechicería, así como las formas de protegerse, que son propias de esa cultura, al colocar cadenas de
hilo rojo alrededor de las muñecas, utilización de ojo de venado, la “sobada” para el empacho o tomas
de aceite de ricino combinado con otras sustancias; es así la diversidad cultural existente en nuestro
país.

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Por todo lo anterior es necesario conceptualizar a la salud: se refiere al estado de una persona en un
momento dado. Un informe sobre el estado de salud puede incluir la ansiedad, depresión o
enfermedades agudas, por lo que describe el problema de la persona en general. El estado de salud
también puede describir aspectos tan específicos como la frecuencia del pulso y la temperatura
corporal (Kozier, 2003).

Así, el profesional de enfermería tiene la responsabilidad sanitaria cultural, y la comparten las personas,
las asociaciones profesionales, los organismos reguladores, las organizaciones de prestación y
acreditación de los sistemas de salud, instituciones educativas y los gobiernos.

La atención de enfermería profesional es culturalmente sensible, culturalmente apropiada y


culturalmente compleja. Este tipo de atención es esencial para cubrir las complejas necesidades de
una persona, una familia o una comunidad; consiste en la provisión de atención, atravesando las
fronteras culturales y teniendo en cuenta el contexto en el que vive la persona, así como de las
situaciones en las que se producen sus problemas de salud. Es decir, las personas sienten, perciben lo
que les ocurre; se atienden conforme sus creencias y costumbres, o bien acuden al servicio médico de
acuerdo con sus posibilidades económicas.

Cuando se habla de cultura sensible se habla de que la persona posee ciertos conocimientos básicos y
una actitud constructiva hacia las tradiciones sanitarias de los distintos grupos étnicos que existen en el
ambiente en el que desarrolla su trabajo.

Respecto a cultura apropiada, significa que la (el) enfermera(o) aplica el conocimiento básico que
debe poseer para proporcionar a cada persona la mejor atención sanitaria posible.

El ser culturalmente competente supone que en la atención proporcionada, la (el) enfermera(o) conoce
y atiende al contexto total de la situación de la persona y utiliza una compleja combinación de
conocimientos, actitudes y habilidades.

En otras palabras, debe valorar a la persona acerca de sus


preferencias, ritos, creencias, costumbres, con el fin de indagar,
respetando, o si fuese necesario utilizar traductores; por ejemplo:
recuerdo atender al Sr. PHP, originario de Oaxaca, que me refería:
“Quiero ir a las aguas”. Mi desconocimiento me llevó a indagar con
la familia y con él mismo para comprender a qué se refería en su
costumbre lo relacionado con su comentario. Para el Sr. PHP
representa científicamente miccionar.

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Esto significa que a través del lenguaje las personas expresan su cultura, sus valores, sus creencias y le
dan sentido y significado personal a todo su mundo; es ahí donde la enfermería tiene que vincular todo
su conocimiento para la comprensión de esas culturas y microculturas que existen en nuestro país y en
el mundo, para otorgar cuidados culturalmente congruentes.

El fenómeno de la cultura para la profesión de enfermería es la visión del universo; es una guía de lo que
la gente percibe en el mundo y cómo debe comportarse ante ellos. La cultura cambia continuamente
de manera rápida, como la migración, o lenta, como el transcurso de una década a otra en una
sociedad, donde se transmiten los conocimientos de una generación a otra; así, la visión del mundo,
según Lipson (2000), es el significado del universo entero experimentado por un grupo cultural; es decir,
“la visión sobre la vida”, utilizando el lenguaje como su forma de expresar, de dar a conocer la cultura,
ya que refleja las relaciones sociales y cómo las personas se comportan de manera similar en cualquier
sociedad, y esto permite identidad de cada individuo; por ejemplo, un niño toma sus creencia y valores
desde sus padres, de toda la familia y después en la escuela; conforme pasan los años de estudio se
puede llegar a comparar con otras personas su propia cultura y darse cuenta de que no es compatible
con los pensamientos, formas de ver las cosas, la alimentación, etc.

A manera de conclusión:

Debido a la migración de la población a países con mayor calidad de vida u oferta de empleo, la
dimensión cultural del cuidado se ve trasgredida y por ello el profesional de enfermería se enfrenta a
situaciones cada vez más complejas en las que tendrá que utilizar, entre otros aspectos, la teoría de
Madeleine Leininger, con la finalidad de brindar el cuidado de manera congruente.

2.2. La ética en el cuidado

La práctica de enfermería a través de su devenir histórico muestra la existencia del componente moral,
el cual se deriva de los valores y principios éticos que aplica la (el) enfermera(o) en el momento de
brindar el cuidado al individuo, familia o colectivos en donde el sujeto del cuidado es la persona; por lo
tanto, el respeto de su dignidad, el valor de su vida, los derechos que tiene como ser humano a la salud,
al bienestar, la seguridad, la paz, la educación, el trabajo, la recreación, orientan la dimensión ética del
cuidado. Lo anterior exige que quienes practican la enfermería, conozcan su esencia, su razón de ser,
por lo que primero deben definir filosóficamente, para explicar la naturaleza <<del ideal y del propósito
de la relación enfermera(o)-persona>>, en la cual tiene lugar el cuidado.

Cuando se hace referencia al cuidado de enfermería, se entiende el cuidado que se brinda a una

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persona, de forma integral, a través de la interacción enfermera(o)-persona para ayudarla a
mantenerse saludable o para ayudarle a enfrentar riesgos o manifestaciones de un problema de salud o
adaptarse a vivir con limitaciones.

Por lo tanto, el cuidado de enfermería, como actividad humana, tiene una dimensión ética y moral y
permite analizar las situaciones para decidir qué es lo que está bien, correcto, lo que es justo, lo equitativo,
lo que está en concordancia con la libertad, autonomía, bienestar de la persona que se cuida o que es
cuidada por sí misma; este proceso se da dentro de una relación dialógica, simétrica entre la (el)
enfermera(o)-persona y se construye a partir de la confianza, y progresa con respeto, afecto, valores.

Los valores, según Savater (2000), son todo lo que enriquece al ser humano; dentro del cuidado de
enfermería, por ejemplo, en el momento de mantener contacto con la persona, se ejercen valores
como el respeto, dignidad, empatía, honestidad, escucha, diálogo, seguridad, participación, claridad,
afecto, confiabilidad, independencia, calidad y compromiso.

La ética de virtudes también puede considerarse como un fundamento para sustentar la ética del
cuidado de enfermería. La persona virtuosa, y en nuestro caso la (el) enfermera(o), es la que posee un
alto grado de excelencia, demuestra los rasgos y características que la hacen una buena persona, en
quien se puede confiar porque actúa bien. Esta (este) enfermera(o) tiene conocimientos suficientes y
actualizados, con el fin de ponerlos al servicio de la persona al brindarle cuidados.

La ética de los profesionales consiste en un ordenamiento racional y


sistemático de principios y normas, deberes, responsabilidades y
virtudes intrínsecas, para lograr fines propios de la profesión. En otras
palabras, es la moralidad interna de las profesiones.

Beauchamp (1991)

La fuerza moral de la enfermería se reconoce como la actuación de la (el) enfermera(o) basada en sus
propios conocimientos, para facilitar resultados percibidos y positivos en la persona, familia y grupos que
reciben los cuidados. Por ello, la (el) enfermera(o) tiene responsabilidad ética y legal de sus acciones en
el desempeño de los roles que le competen; dentro de la práctica clínica, además se responde de la
calidad técnica y humana de los cuidados que brinde directamente. Los atributos morales de estas
acciones son: una relación interpersonal, el deber profesional, el conocimiento, la firmeza, la valentía
para actuar en beneficio de la persona que cuida.

Al hablar de principios éticos, Alvarado (2004) se refiere a la autonomía, beneficencia, integralidad,

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veracidad, fidelidad, confiabilidad, abogacía, solicitud, privacidad, veracidad, cooperación entre el
equipo multidisciplinario, tolerancia, no maleficencia y justicia.

El cuidado ético involucra la interacción y el contacto moral entre dos personas, en el que media una
solicitud, en el que hay la unión entre las personas, como parte de las relaciones humanas (Fry, 1994).

Por lo tanto, la ética del cuidado es la disciplina que se ocupa de las acciones responsables y de las
relaciones morales entre las personas, motivadas a una solicitud, y que tienen como fin último lograr el
cuidado de sus semejantes o el autocuidado de sí mismas (Alvarado, 2004).

En el contexto de la ética del cuidado, la educación moral se entiende como el proceso por el cual se
desarrollan las capacidades necesarias para nutrir relaciones humanas de cuidado. Esta ética se entiende
como una tendencia a responder a las necesidades legítimas de los demás, una actitud que centra al
"otro" en el foco de nuestras motivaciones. Preocuparse por el otro es una experiencia que pertenece a
todo ser humano, especialmente a aquellos que están en la posición de cuidar y educar a otros.

Se reitera que la ética del cuidado se basa en la comprensión del mundo como una red de relaciones
en las que estamos inmersos y de donde surge un reconocimiento de la responsabilidad hacia los otros.
Para ella, el compromiso hacia los demás se entiende como una acción en forma de ayuda. Una
persona tiene el deber de ayudar a los demás, si se observa una necesidad; nos sentimos obligados a
procurar que se resuelva la necesidad. También tiene que ver con situaciones reales o evitar daños, ser
responsable de otro, como cuando se cuida de un menor o se protege a un anciano o minusválido
(personas con capacidades diferentes), o atender a alguien de manera temporal ante una persona
que presenta una fractura de miembro superior o por un accidente automovilístico. Cabe aclarar que la
moralidad como compromiso emerge de la certeza de la solicitud o supervivencia de lo que el otro
requiere; sin embargo, no hay que olvidarse de ejercer autonomía y justicia: el reconocimiento y
cumplimiento de derechos y deberes.

Según Garzón (1998), es necesario fundamentar: a) las consideraciones éticas en el cuidado desde la
perspectiva moral; en un estudio realizado en hombres y mujeres respecto a la toma de decisiones
morales, se concluye que las mujeres son decisivas en éstas y las realizan con base en el cuidado de
otros; b) las virtudes en el ejercicio profesional como fundamento para sustentar la ética del cuidado; y
c) la enfermería como agencia, fuerza y arte moral, se refiere a la actuación del profesional de
enfermería ante la solicitud; se cuenta así con la relación enfermera(o)-paciente, la cual es privilegiada,
y el actuar con firmeza y valentía ante situaciones de sufrimiento, dolor, angustia, etc.

A manera de conclusión:
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La (el) enfermera(o), como cualquier otro profesional, es ante todo una persona; es un ser moral que
debe estar continuamente en una reflexión ética, la cual le permita revaluar sus compromisos con el
cuidado de la vida en sus diferentes etapas. El primer compromiso es el de defender la vida en sí misma,
reconociendo a cada persona su dignidad, su individualidad, intimidad, autonomía, capacidad de
autorregularse, entre otros factores, siempre aplicando los principios y valores morales en el momento
de brindar el cuidado a las personas y colectivos.

Es así que no sólo la (el) enfermera(o), sino todo el equipo multidisciplinario, busca siempre el bienestar
de la persona, aboga por sus derechos, para asegurar que sus necesidades sean atendidas de forma
eficiente y humanizada. Cabe señalar entonces que en todos los procesos relacionados con la salud
deben estar concebidos e implícitos los principios y valores éticos, porque en ellos el objetivo es la salud
y el bienestar humano.

2.3. Perspectiva social, política y económica del cuidado

Es imposible hablar de cuidado de enfermería en el vacío contextual. Como profesión de la salud,


enfermería tiene la obligación de proponer una respuesta a las exigencias sociales de pertinencia. La
experiencia y el comportamiento de las(os) enfermeras(os) han demostrado que es la acción reactiva,
que responde a las exigencias de las instituciones prestadoras de servicio de salud, la que ha delineado
el comportamiento laboral de enfermería.

Esta práctica definida como el ejercicio libre de una profesión, arte, disciplina, siendo sinónimo de
experiencia; se entiende por práctica el uso continuado o costumbre (hábito); es decir, una categoría
colectiva que identifica actividades humanas con un objetivo social, (Castrillón, 1997).

La función social de enfermería se construye bajo el estereotipo


femenino, basado en demandas como estar siempre a disposición
de los demás, definir la vida en función de un hombre y que en
dicha relación se busque la identidad y se aprenda a anticiparse a
las necesidades de otro, para cuidar y apoyar a expresar sus
necesidades; todo esto ha sido construido culturalmente.

Según Colliere (1996), desde siempre los cuidados han tenido una
función social. A medida que la historia de las diferentes
sociedades humanas ha ido evolucionando, esta función no sólo se ha modificado en cuanto a su
finalidad, sino que la propia percepción de esta función social ha podido perfilarse hasta llegar a ser
ignorada o incluso borrada en algunas sociedades.
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En la sociedad occidental, la separación de la institución hospitalaria de la comunidad y la exclusión
social de los que están en ella, la clausura de las mujeres consagradas, seguido de la formación de
las(os) enfermeras(os) en el hospital-escuela, luego a finales del siglo XIX, las teorías de asepsia,
contribuyeron a hacer de la acción curativa una acción arrinconada y separada de la acción social en
su concepción y su organización. Existe una ruptura entre lo sanitario y lo social, cuyo impacto es
considerable, ya que permite que todo aquél que tiene vocación sanitaria, es decir, cada vez más
médica, ignore lo social.

En Francia, desde que la formación de enfermería es únicamente hospitalaria y las(os) enfermeras(os)


visitadoras(es) han dejado la enfermería para unirse a las asistentes sociales, aquellos han ignorado la
dimensión social de los cuidados de enfermería, rechazando incluso considerar a la enfermería como
una profesión social; es decir, que tiene una contribución social, incluyendo a las que trabajan en el
sector extrahospitalario. La marca paramédica había eliminado efectivamente toda connotación social
de la práctica curativa de la enfermería.

Por lo tanto, los cuidados de enfermería sólo tienen sentido si se tiene conciencia de que se insertan en
un contexto social que ellos imprimen y que les condiciona. Bien sea por las tecnologías utilizadas, por el
tipo de jerarquía social que crean, por las formas institucionales que instauran, por la organización del
trabajo resultante, o bien por el alcance social, del acto de cuidar en sí.

Los cuidados de enfermería contribuyen recíprocamente a confortar, consolidar o a poner en tela de


juicio ciertas corrientes sociales; los elementos fundamentales que constituyen la práctica, así como la
forma de utilizarlos, participan en la influencia social ejercida por los cuidados de enfermería, tanto con
respecto a los que reciben cuidados como a la profesión en sí misma que elabora su propia imagen
social a partir de lo que hace.

Es decir, estas experiencias tienen influencia directa en la orientación con los cuidados que se ofrecen,
pero consecuentemente con la imagen social a la profesión, ya que le da configuración, haciéndola
contribuir a orientar las elecciones de la sociedad; es decir, se le transmite la imagen al público desde el
cómodo hasta la jeringa hasta llegar a la monitorización. Así también se determina la configuración de los
espacios dentro de las instituciones de salud y el tipo de relaciones entre ellas, las formas de organizar el
trabajo, las jerarquías profesionales, las bases de la valoración económica del trabajo, etc.

La utilización repetida de estas situaciones condiciona orientaciones sociales; por ejemplo, el uso
frecuente y abusivo de tecnologías medicamentosas o el empleo de leches artificiales y biberones para
suplir la lactancia materna; la selección de las tecnologías en el cuidado y el conocimiento o
desconocimiento de sus efectos, contribuyen directamente en la orientación de los comportamientos y
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en la confirmación o el refuerzo de algunas corrientes sociales. Las tecnologías de la información
condicionan un tipo de relación social y determinan las de poder entre las personas cuidadas-
cuidadores, pero también entre los cuidadores.

Otro punto son los conocimientos empleados en los cuidados de enfermería; tienen también
consecuencias sociales y determinan orientaciones sociales; es decir, según la naturaleza de los
conocimientos, su exclusividad o diversidad, dogmatismo o flexibilidad, su rigurosa certeza o apertura a
lo incierto, hacia lo nuevo, los conocimientos dan lugar a comportamientos y a conductas sociales, y a
veces incitan a la inhibición o la liberación de la capacidad de existir; por ejemplo, el dogma de la
teoría de la higiene corporal y de la educación física para contrarrestar las enfermedades venéreas ha
influido en todo tipo de conductas sexuales. Por el contrario, los conocimientos diversificados tienen una
influencia favorable sobre el desarrollo de las personas y los grupos, ya que permiten la reflexión, un
intercambio de impresiones y participan en la modificación de las relaciones sociales entre los
interlocutores de la aplicación de cuidados.

Las costumbres y creencias de los cuidados de enfermería las reafirman o las ponen en tela de juicio, ya
que toda práctica conlleva ideologías y por ende existe un misticismo que forma parte de la existencia
social, al igual que nuestras existencias individuales. El problema reside en reconocer y dilucidar la
realidad de lo imaginario y del mito, ser consciente de la ideología que sustenta esta o aquella
orientación de los cuidados.

Colliere (1996) define <<cuidar como un acto social que se consigue sólo si se tiene en cuenta todo un
conjunto de dimensiones sociales>>, ya que el proceso de cuidados no se puede separar del análisis de
lo que obstaculiza la vida, sin correr el riesgo, en muchos casos, de enmascarar y mantener las raíces
del problema; por ejemplo, cuidar de drogadictos, de viviendas insalubres, desnutrición, desadaptación
social, depresión, etc., si enfermería limita su acción al cuidado individual sin preocuparse de las razones
sociales y económicas que han generado las problemáticas; en otras palabras, cuidar no sólo se refiere
a atender signos y síntomas físicos y puede retomarse a través del cuidado de atención primaria a partir
de sus condiciones y estilos de vida, así como la participación directa de la persona y la población
solamente; así existirá una transformación social donde se establezcan los papeles entre el receptor de
los cuidados y el personal sanitario.

Durán de Villalobos (1998) refiere que como profesión de la salud, enfermería tiene la obligación de
proponer una respuesta a las necesidades sociales de pertinencia, es decir, responder de manera
activa ante las reformas del sistema nacional de salud, constituye un área fundamental para la
producción del conocimiento, actualización de legislaciones, definición de funciones entre el equipo de
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Dimensiones del cuidado
salud y enfermeras(os), así como su remuneración económica, reconocimiento de los diversos
escenarios de práctica, la incorporación de tecnología y políticas generales del sector salud.

A manera de conclusión:

Se requiere de un profesional de enfermería que sea líder, se involucre en los movimientos políticos y
tecnológicos sin perder de vista que cuida a las personas con su método de trabajo, el proceso de
enfermería, que cuente con una identidad profesional que le permita ser crítico, tome decisiones, etc.,
de tal manera que muestre a la sociedad su hacer para con los humanos.

Dimensión política de los cuidados de enfermería

Durante los últimos cinco años la oferta de empleo en enfermería y la calidad del mismo ha mejorado
sustancialmente a partir de dos acontecimientos relevantes: el primero con el acuerdo del gobierno
federal para retirar la categoría de enfermería profesional de la lista de salarios mínimos,
reconociéndose así su carácter de actividad profesional de alto nivel, con la responsabilidad del
cuidado a la salud, a las personas enfermas y la necesidad de una preparación académica de
licenciatura. El segundo acontecimiento se refiere a la revaluación y retabulación del salario y
prestaciones; en principio en la red federal de servicios de salud que llevó a constituir el nivel de
enfermera(o) profesional a y b para la (el) egresada(o) de nivel técnico, y el nivel c y d para la (el)
enfermera(o) profesional con preparación de nivel superior y de posgrado en alguna rama de
especialidad.

Se puede involucrar políticamente cuando se trabaje en la imagen pública de la enfermería teniendo


como política substantiva: fortalecer la imagen pública de la profesión, a través de acciones visibles
que permitan identificar y valorar a la enfermería como importante fuerza social, con relación a su
esencial contribución a la salud de la población.

También en la investigación de enfermería en la producción, diseminación y transferencia de


conocimientos de enfermería, mediante la promoción de investigaciones y el desarrollo de sistemas de
información, documentación y comunicación científico-técnica, con el fin de proveer a la constitución
y actualización de su base científica y a la calificación de la atención de salud.

Dentro de la educación en promover, potenciar y calificar la formación de recursos humanos de


enfermería, mediante la ampliación, fortalecimiento y modernización de los sistemas educacionales,
para contribuir a generar respuestas pertinentes a los problemas de salud, cooperar en la
transformación de los servicios de enfermería y participar en la promoción del desarrollo humano.

En la participación de organizaciones profesionales de enfermería para promover y consolidar la unidad


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Dimensiones del cuidado
de las(os) enfermeras(os) para fortalecer la identidad y representatividad profesional, alcanzar la
posición de liderazgo en salud y el reconocimiento social pleno, mediante el desarrollo de las
organizaciones profesionales.

Dentro de los marcos legales y éticos de la enfermería para fortalecer el sistema de valores de la
enfermería, orientándolo a la preservación de los principios éticos y el cumplimiento de las
responsabilidades legales para la defensa y respeto de la dignidad y los derechos humanos, la garantía
de la equidad, la libertad de decisión y el derecho a la salud.

Por ejemplo, la OMS (mayo de 2010), bajo un esquema político, convocó a las(os) enfermeras(os) para
trabajar en zonas rurales debido a la escasez de personal en los países de Sudáfrica, Kenia y Tailandia;
el resultado mostró la participación de sólo 30 estudiantes de enfermería.

Situaciones políticas como las mencionadas anteriormente se requieren urgentemente y que sus
propuestas sean sólidas, firmes, con afinidad disciplinar, etc., con la finalidad de ser competentes,
líderes y profesionales.

Dimensión económica de los cuidados de enfermería

Los cuidados de enfermería, proporcionados tanto en el hospital como en comunidad, tienen un costo
económico que no podría ser la única referencia económica de un servicio que no puede disociarse de
sus incidencias socioeconómicas.

El costo económico de un servicio se refiere a conocer el valor monetario, el cual no es un indicador


económico suficiente en una sociedad de consumo que estima el valor de un producto según el valor
del mercado; como ejemplo se describen las situaciones comunes dentro de un hospital.

Los cuidados a los que se les atribuye un alto valor de mercado, es decir, los que requieren de alto nivel
de especialización, de alta tecnología, para la investigación o la curación de la enfermedad, el valor
monetario se aprecia no sólo por la utilización de aparatos, la investigación, los médicos o a veces todo
el equipo de salud; para tal caso las(os) enfermeras(os) se benefician poco de ello.

Los cuidados que consumen poco tiempo y no requieren demasiada competencia ni por los
conocimientos, ni por las técnicas utilizadas y que se pueden realizar con facilidad, como las
inyecciones, vendajes y algunos procedimientos de higiene básicos. Su valor monetario es con base en
la frecuencia de estos actos y hacen de los cuidados un bien de consumo, mientras que el cuerpo se
Unidad 2
Dimensiones del cuidado
convierte en objeto de reproducción de cuidados.

Los cuidados que tienen en cuenta las necesidades vitales más fundamentales: todos estos cuidados
habituales contribuyen a mantener y desarrollar las capacidades de la vida, cuidados que uno no
puede realizar por su cuenta cuando se tiene autonomía o se ha perdido de manera temporal o
definitiva. Estos cuidados son los menos valorados en la escala económica, cuando no están totalmente
excluidos. Dentro de los servicios extrahospitalarios son los peor pagados, cuando lo son.

En cuanto a los servicios hospitalarios, donde el tratamiento prevalece sobre cualquier otro tipo de
cuidado que movilice las capacidades de la vida, su valor económico es ignorado o se dispersa entre
servicios anexos, como días estancia o material de consumo. Todos estos son los que consumen mayor
cantidad de energía y trabajo, pero como están relacionados directamente con la mujer, no forman
parte de ninguna remuneración económica y por supuesto de valor social; son considerados como
cuidados menores y no requieren de formación profesional; son menospreciados; si se pensara en una
agencia de cuidados, el costo-servicio de una cuidadora a domicilio tiene como remuneración el
salario mínimo, por lo que da de ganancia a ésta.

A manera de conclusión:

Se brindan más cuidados hacia la curación y no hacia los de evitar sufrimiento o prevenir una
intervención quirúrgica o disminuir una hospitalización, es decir, hacia la salud y bienestar, lo cual resulta
poco económico para las instituciones de segundo y tercer nivel.

Si requieres mayor información se te recomienda ver el video Dimensiones del cuidado enfermero, en
http://mediacampus.cuaed.unam.mx/node/382

Tema 3. Implicaciones del cuidado

En este último tema revisarás aspectos éticos del cuidado, así como las implicaciones humanas, como
la intersubjetividad, es decir, ponerse en lugar del otro; y la comunicación, para que el cuidado sea la
(el) enfermera(o) y la persona cuidada; finalmente, la forma de desarrollar la empatía con las personas
que cuidamos.

¿La empatía, intersubjetividad y la comunicación son indispensables en la relación


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Dimensiones del cuidado
enfermera(o)-paciente?
A finales del siglo XX, enfermería se perfiló en el marco de las ciencias humanas, procurando entender el
significando de la salud-enfermedad y el cuidado como experiencia humana. Este significado ha sido
construido a través del compromiso activo con otros, por consiguiente, el concepto de intersubjetividad
se vuelve superior, porque la interacción humana es comunicación, es un compromiso en el proceso de
escuchar activo y el diálogo como estrategia para facilitar la coparticipación de las personas en su
cuidado (Piertson, 1999).

3.1. La intersubjetividad y la comunicación en el cuidado

El ser humano no sólo existe en el mundo, como si fuese una isla solitaria, sino que se relaciona con el
mundo y de manera especial con los otros seres humanos. Así, la existencia se interpreta como un
convivir en esencia, y esta forma de existir, en y desde la convivencia, es la misma esencia que
pertenece a lo más íntimo del yo personal; no se trata, por lo tanto, de una condición humana
secundaria, sino de una dimensión constitutiva del ser humano.

De tal manera que existir es un convivir, un vivir con y entre los otros. Esta convivencia se evidencia en la
transformación del mundo, en las decisiones culturales, políticas, en el trabajo como condición
fundamental de la existencia, en el lenguaje como comunicación (Rodríguez, 1987). Dicho de otro
modo, el ser humano no existe ni puede desarrollarse sino en la intercomunicación. En efecto, el yo
íntimo de la persona sólo es tal en la medida en que se trasciende a sí mismo en la intersubjetividad.

Desde la objetividad teórica, Roger (1961) plantea ¿cómo puede interpretarse ponerse en lugar del
paciente? Propone en una relación de ayuda y la condición enfermera(o)-paciente penetrar en los
sentimientos y significados personales del otro, con el objetivo de favorecer la comprensión empática.

Sin duda, que la presencia dialogal del tú al yo es esencial en el proceso del ser humano, desde la
misma concepción biológica, hasta el fin de la existencia; es en sí mismo efecto de la relación
intersubjetiva; dicha relación puede darse de la siguiente manera:

1. La relación de dominio es la relación en donde se establece una lucha de destrucción entre el


yo y el tú, el crecimiento personal es hacia la muerte, el yo sobrevive en la medida en que
destruye y domina al otro. De hecho, es la relación que se establece desde la perspectiva del
pragmatismo radical, en donde el otro se convierte en lo manipulable, en lo que me produce
utilidad, provecho, placer; en definitiva, la relación de dominio es donde el otro se convierte en
objeto y se le niega su ser como persona.
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Dimensiones del cuidado
De allí pues que en este tipo de relación, el paciente es el que depende de la enfermera(o), el
que no puede, el que tiene que ser ayudado, educado y orientado a decidir y actuar según
criterios ajenos a su propia persona; es decir, el paciente no tendría libertad de ser. Por ende, se
entiende al paciente como un cliente a quien se puede explotar económicamente; este mismo
se convierte en una carga, o bien, al extremo de no tocarle por temor a contagiarse.

2. La relación de indiferencia es el tipo de relación en donde el otro puede ser cualquiera, donde
se vuelve número de cama, padecimiento, código, “el del aislado”, la histerectomizada, el
viejito, el panadero, el enojón, etc., todo esto vuelve indiferente a la persona; en una palabra,
no existe como ser humano.

3. La relación desde el entenderse es una relación intersubjetiva, donde se establece un


acercamiento entre dos o más personas que están dispuestas a compartir ideas, criterios, formas
de vida; cuando esto se da en plenitud, el otro tiene un rostro definido, posee un nombre y se
puede expresar como “mi paciente”, “mi hospital”, “mi enfermería”, etc.

4. La relación desde el amarse es una relación personal se vive desde la intimidad; va mas allá del
entenderse, tiene que ver con otras dimensiones de existencia y trasciende lo profesional, lo
familiar, lo vecinal.

Dentro del marco de evaluación y desempeño de la (el) enfermera(o), la relación de amor no


puede ser evaluada; sin embargo, una manifestación de relación de amor en el desempeño se
puede dar cuando se ama la profesión; muchas veces se expresa “me siento feliz cuando estoy
con mis pacientes”, “el hospital/escuela es mi segunda casa”; es la entrega, la pasión por
desempeñar profesionalmente lo que se ama.

5. La relación desde el confiar es la relación de nivel más profundo que puede experimentar la
persona, es decir, lo que guardamos para nosotros; de eso que no compartimos, de nuestros
secretos; exige de una capacidad de entrega de una persona ajena a nosotros que sea capaz
de nunca fallar. Es una relación basada en la confianza y es lo que da sentido a la dimensión
humana. Dentro de la profesión, ¿cuántos secretos médicos, confidencias personales, íntimas?, si
nosotras(os) somos esa persona en quien se confía. Pero ¿por qué confiar un humano en otro
humano? Se confía cuando se cree que el otro es alguien que en sí mismo es valioso y admirable
y puede esperar de él la bondad. La confianza es una emoción que se manifiesta por
tranquilidad, calma, aproximación y franqueza; contrariamente la desconfianza es temor, huida
y ocultación. Por tanto, la confianza es la emoción que humaniza, pues hace posible acercarse
a la persona; implica proximidad y roce humano.
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Dimensiones del cuidado
Todo lo anterior no sería posible si no se entablara el proceso de comunicación, la cual requiere de un
número de elementos indispensables para que se dé; por ejemplo, la autenticidad de los interlocutores,
el respeto a la originalidad ajena y propia, el deseo de compartir, la preocupación de hacerse
comprender, la actitud de escucha y de atención permanente (Pinto, 1998).

Siguiendo en esta línea, la comunicación tiene una puerta de entrada en donde se reconoce al otro en
ese intercambio de confianza que ya fue señalado, en donde tiene importancia la mirada, la cual es
capaz de bloquear o activar la comunicación entre dos o más personas y esto puede ser indicador del
cuidado.

Es sumamente importante escuchar qué significa dejar hablar, dar el tiempo al interlocutor para
exponer en su medida y modo lo que considere oportuno en su pensamiento y sentimiento. Saber
escuchar es muy difícil, pero es muy valioso, sobre todo en momentos difíciles de la vida; tal como lo
diría Savater: “favorece a tus semejantes como quieras ser favorecido; no les dañes como no quieras ser
dañado”.

A manera de conclusión:

La intersubjetividad es la comunicación entre dos personas (enfermera[o]-paciente); debe contar con


la actitud del profesional, estar en todo momento con la finalidad de atender al llamado del cuidado
en donde se dé y reciba, se facilite el encuentro; ser flexible, cálida, neutral y centrada en la situación
de salud de las personas.

3.2. La empatía como esencia del cuidado

La “empatía” vista desde el punto filosófico se describe como una vivencia para la cual quien la
experimenta se introduce en una situación ajena, objetiva o subjetiva, real o imaginaria, de tal suerte
que aparece como dentro de ella.

Desde lo teórico, “Ponerse en lugar del paciente”, no es un paso en la relación interpersonal; es un


cuidado trascendental, que protege la vida ante el dolor, el miedo, la ira, tristeza, etc., da sentido de
existencia y expresa la visión antropológica de enfermería de intersubjetividad de confianza, mediada
por la empatía como respuesta humana compleja cognitiva, emocional, trascendental. Sin embargo,
en la matriz epistémico de la complejidad, esta es una visión que ha de integrarse a la perspectiva de la
enfermera(o) como sujeto, por lo que su significado ha de ser contemplado en el modelo de
pensamiento del discurso y la práctica de enfermería.
Unidad 2
Dimensiones del cuidado
Desde el punto de vista psicológico y principalmente desde la psicología clínica, es donde se ha
profundizado por el hecho de ser una herramienta en la psicoterapia. Carl Rogers fue el primer autor
que enfatizó la comprensión empática junto a la congruencia y aceptación incondicional como
requisitos imprescindibles para poder establecer el clima psicológico adecuado en una relación
terapéutica. Este autor entendía por comprensión empática: "La
captación precisa de los sentimientos experimentados por el
paciente y de los significados que estos tienen para él y, una vez
captados, comunicárselos" (Albornoz, 1980).

Pero la empatía se traduce “como ponerse en lugar del otro”; no


puede entenderse solamente desde la psicología, puesto que va
más allá de entender y comprender; es un acto de deseo de la
voluntad por reconocerlo como sentimiento moral bueno. Al respecto, Smith (1759) plantea la empatía
como base de la virtud de todo lo apropiado; por lo tanto, decisiva de todo lo ético. La empatía
trasciende como sentimiento moral en consonancia afectiva con otros, la empatía es compasión, es
decir, participación en el sufrimiento de otros.

La empatía tiene que ver con una condición refinada y sutil que otorga al ser humano la capacidad
para penetrar en la intimidad del prójimo, una facultad de espíritu que germina en todos los seres
humanos, pero que en grado mayor constituye un talento específico y cultivado sólo por algunos. La
existencia de esta sabiduría radica en un saber de nosotros mismos y de nuestro prójimo, un saber sobre
la vida humana que tiene como base el individualismo; ese saber se construye día a día (Delgado, 1998).

En esta misma línea, la empatía está determinada por convicciones, valores y necesidades arraigadas
en la organización personal, es decir, tiene que ver con lo que pensamos, sentimos y hacemos; en una
palabra, lo que somos, y se requiere de otros seres humanos (padres) capaces de proporcionar una
respuesta empática, la cual la hará suya al momento de crecer y desarrollarse, ligado con la
generosidad y atención activa e interesada como una totalidad viviente del amor creativo.

La empatía es definida operacionalmente como un elemento fundamental del cuidado de enfermería;


es la capacidad de la enfermera(o) en situación de atención, para establecer en una relación con el
paciente, la toma de perspectiva en relación con lo que el paciente dice y siente, y lo atienda con
compasión y se ponga en su lugar (Colliere, 1996). Esta concepción teórica comprende tres
dimensiones:

1) La toma de perspectiva está caracterizada por la comprensión de los sentimientos del


paciente como medio terapéutico, comprensión de los sentimientos de los familiares del
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Dimensiones del cuidado
paciente como medio para establecer buenas relaciones con él, atender al paciente desde
su perspectiva, tratar de pensar como su paciente, mantener un buen sentido del humor con
el paciente, valorar el lenguaje verbal y no verbal del paciente, considerar la empatía como
una habilidad médica y como una estrategia terapéutica en sí misma.

2) La compasión está relacionada con poner atención a las experiencias personales de los
pacientes como elementos importantes en la efectividad del tratamiento, conocer lo que
pasa en la vida de su paciente como medio para conocer su relación con dolencias físicas,
comprender que el establecimiento de lazos afectivos con sus pacientes puede coadyuvar al
tratamiento médico, entender que su formación como enfermera(o) debe ser integral y poner
atención a los sentimientos de los pacientes durante la entrevista e historia clínica.

3) La capacidad de ponerse en lugar del paciente se relaciona con comprender que las
interrelaciones sentimentales del paciente con sus familiares son importantes en la clínica
médica; ver las cosas desde la perspectiva del paciente y comprender que aunque sus
pacientes sean distintos, cada vez deben ser comprendidos, aun cuando sean distintos a él.

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Lo que debes recordar


En esta unidad se conceptualizó el cuidado como objeto de estudio de la enfermería, mediante un
reconocimiento social, una remuneración económica por parte de las instituciones gubernamentales o
privadas y un marco legal para desempeñar sus actividades.

La comunicación por medio de la empatía y la intersubjetividad son elementos centrales para favorecer
las relaciones interpersonales entre el equipo de salud, quien es el responsable de brindar un cuidado
humanizado a la persona y colectivos.

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Dimensiones del cuidado

Fuentes de información
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Colliere, M. (1996). Promover la vida. De la práctica de las mujeres cuidadoras a los cuidados de
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Grupo de Cuidado. (2006). Cuidado y práctica de enfermería. Colombia: Universidad Nacional de


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Kérouac, S., Pepin, J., Ducharme, F., Duquette, A. y Major, F. (1996). El pensamiento enfermero. España:
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Kozier, B. (1997). Enfermería fundamental. Concepto, procesos y práctica (3.ª ed.). Barcelona: McGraw-Hill
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Lyer, P. W. (1997). Proceso y diagnóstico de enfermería (3.ª ed.). México: McGraw-Hill Interamericana.

Marriner-Tomey, A. y Alligood, M. R. (2007). Modelos y teorías en enfermería (6.ª ed.). España: Elsevier.

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Meleis, A. (2007). Toward the development of the discipline of nursing: epistemological issues. En
Theoretical nursing development and progress (pp. 70-90). Philadelphia: Lippincott.

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