Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental
la distorsión de los cuales significa al punto la pérdida de una
importante fuente, y posiblemente de una importante ayuda, ante las encrucijadas reales a las que seguimos enfrentándonos, cada vez con una mayor urgencia. Pero más grave que todo ello es el hecho de que Marx, a diferencia de las verdaderas y no las imaginarias fuentes de la ideología nazi del racismo, sí pertenece claramente a la tradición del pensamiento político occidental. Como ideología, el marxismo es sin duda el único vínculo que liga la forma totalita- ria de gobierno directamente a esa tradición; fuera de él, cualquier intento de deducir el totalitarismo de manera directa de un ramal del pensamiento occidental carecería incluso de toda apariencia de plausibilidad. Por tanto, un examen serio de Marx, en oposición al rechazo sumario de su nombre y a la conservación con frecuencia incons- ciente de los resultados de su enseñanza, es peligroso, de algún modo, en dos aspectos: el examen no puede sino cuestionar ciertas tendencias de las ciencias sociales, que son marxistas en todo menos en el nombre, y cuestionar la hondura del propio pensa- miento de Marx; y debe necesariamente examinar las verdaderas cuestiones y perplejidades de nuestra tradición, que ocuparon al propio Marx y con las que él mismo se debatió. El examen de Marx no puede ser, en otras palabras, sino un examen del pensamiento tradicional en la medida en que es aplicable al mundo contemporá- neo; un mundo cuya presencia puede retrotraerse a la Revolución industrial, por una parte, y a las revoluciones políticas del siglo die- ciocho, por otra. La edad contemporánea planteó al hombre con- temporáneo dos problemas principales, que son independientes de todos los acontecimientos políticos en el sentido estrecho de la palabra: los problemas de la labor y de la Historia. El significado del pensamiento de Marx no reside ni en sus teorías económicas ni en su contenido revolucionario, sino en la testarudez con que se aferró a estas dos nuevas perplejidades fundamentales.