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Primera edición en francés, 1947

Primera edición en español, 1965


PRIMERA PARTE

REFLEXIONES LIMINARES

10 /. \1
SO ENTRE
I. PLANTEAMIENTO DEL TEMA

una estatua v un cuadro, cntre un soneto v


18 \ un ánfora, entrc uná catedral y una sinfonía: ¿hasta
dónde habrán dc llegar las semej<lnzas, las afinidades,
las leyes comunes? Y ¿cuáles son también las diferen-
cias que podrían clecirse congénitas? He aqüí nuestro
problema.

11. ALCANCE Y DIFICULTADES


DE LA CUESTION

NADA más evidente que la exis tencia de una especie dc


parentesco entre las artes. Pintores, escultores, músi-
cos, poetas, son levitas en el mismo templo. Si no
sirven a las mismas divinidades, sirven desde luego a
divinidades análogas . Hermandad de las musas; com-
La edición original de est~ obra fue registrada por pañerismo dc los artistas, así m ;ll1cjen ellos el cincel
FlammariOll, París, con ti título La correspondance
o la estilográfica, el pincel o el arco; unidad del genio
des arrs. Elements d'esthétique comparéc.
cn todas sus modalidades: son otros tantos temas de
Derechos reservados conforme a la ley fácil desarrollo.
© 1965 Fondo de Cultura Económica
A". de la Universidad, 975 - México 12, D. F. Naus sammes freres; la fleur
Par deux arts peut etre faite.
Impreso y hecho tn México Le paCte est C'Íseleur,
Printed and maJe in Mexico Le ciseleur est paCte.
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8 REFLEXIONES LIMINARES ... ALCANCE Y DIFICULTADES 9
[Somos hermanos la flor / por dos partes puede ser he·
chao / El poeta es cincelador, / el cincelador es poeta.] hum ,Il1é1, si se quierc, que ha apartado de lo real y trans-
portado a las cuevas de la ficción gran parte de la acti-
Así le escribía Víctor Hugo a Froment-Meurice. Y vidad ele los hombres, desde aquellos que se iban a las
¿cuántos aciertos de estilo, cuántas graciosas metáforas vercladeras cuevas para trnar en ellas imáaenes alum-
no se logran utilizando en un arte el vocabulario de brá ndose con lámparas de piedra, hasta los bque se con-
otro? No a:'er~onzarse de decir frente a la pintura de un gregan en las salas de los cines para presenciar desfiles
paisaje de 111 VI ern o, que es en verdad una sinfonía en de fantasmas, o en las salas de concierto para escuchar,
blanco mayor; definir los pies de una danzarina por formándose y desvaneciéndose como asociaciones o
medio de escalas y arpegios animados; alabar, con tono como definiciones, acordes musicales. Locura divina,
de enterado en la materia, el arabesco de un soneto· tal vez, bicn sea si (cual muchos lo han creído) algo
la arquitectura de una sonata, el ritmo de un edificio; dlvlT1o, por poco que fuere, obra en ello con inspiración;
¡cuanta elegancia! ¿No es, acaso, el colmo el el refina- o si (cual otros dicen) un Dios ha creado todo este
miento? Y, a manera de telón de fondo, ese universo universo como una obra de arte (y con esta locura le
baudelaíriano, en que los perfumes, los colores v los so- ha despertado de su sueño); o bien si, en abstracción
nidos respóndense unos a otros . . . ' más rigurosa, el Espíritu, en la construcción de la Re-
Aho.ra bien, si salimos de la atmósfera de las frases, presentación, antes de cualquier otra dialéctica, y más
la cuestión se ha ce difícil. Difícil, pero de gran alcance. originalmente que aquella cuyas novelas nos fueron na-
rradas por IIegel, O por Hamelin, ejerce necesariamentc
~a amplitud de este alcance, para cualquier mente
habituada, por poco que fuere, a la disquisición filosó- la elel Arte.
fica , preséntase de inmediato. Un filósofo que tal nom- A tal punto que este filósofo habría de sentir cuál
bre ~erezca, a fuerza ha de atribuirle enorme impor- es el inmenso valor que para él tiene un conocimiento
tancia al arte. Mayor, no podría tenerla la misma de lo que hay de céntrico, de único, de constante y de
ciencia. esencial, en una palabra, de común, en todas estas ac-
Entre los poderes espirituales del hombre, el arte tividades, que prácticamente se diversifican en música,
es. el que ha edificado un universo entero, poblado de pintura, poesía, coreografía, gw bada, cerámica, etc.,
cnaturas, algunas de ellas inmateriales -sinfonías, pre- etc ... sin contar el Arte demiúrgico y el arte de vivir. Y
ludIOs, nocturnos, sonetos, baladas, epopeyas- y otras cste problema de la correspondencia de las artes le sería
visib~es ba jo el solo bajo la luna, templos, catedrales,
la c];:¡vc d e una de las más importantes cuestiones que le
obelIscos, esfinges, estatuas, acueductos (¡ cuánta piedra fllerJ dado plan.tearse; y el único medio de acceso posi-
bvo al conocimiento de la promoción instaurativa, fun-
conmovida, animada por esta fuerza espiritual!); par-
d c1 dor;:¡ del ser.
ques en los que pasan Beatriz u Ofelia, Genoveva o la
Muchacha d e los Cabellos de Lino; fábricas cuyos traba- MJS el tema no habrá de ofrecer un interés menor
al simple aficion:ldo al arte, quien, en el terreno de
jadores pueden lo mismo ser el "Segador del estío
llna curiosidad infinitamente menos altiva, infinita-
eterno", con su hoz, en "Booz dormido" o "El Día"
mente más concreta, se interesa en la comparación (en
con su martillo, en la Capilla de los Médicis. Locur~
cierto modo at1atómica) entre el ritmo de una frase y
10 REFLEXIONES LI~'[INARES ALCANCE Y DIFICULTADES 11
el tra zado de un arabesco ; la armonía del colorido de Empero, es preciso dars e cuenta exacta d e la difi-
un cuadro, o de un bordado, y los acordes que es posi- cultad de esta cuestión.
ble sacar de un piano ; sin contar las modificaciones que Poesía, arquitectura, danza, música, escultura, pin-
es necesa rio aportar a un dibujo, para sacar de él la idea tura : son otras tantas actividades que sin duda, profun-
de un cuadro, de una esta tui ta, de una decoración en da y misteriosamente, comunican o com ulgan entre sÍ.
cerámica, o de las actitudes para un ba ll et. M as tambi én ¡cuántas diferencias entre ella s! Unas pre-
Por lo que a los mismos artistas atai'íe, el problema , tenden hablarl e a la vista, otras al oído. Unas erigen
desde un ángulo más prác tico, dista mucho de carecer monumentos sólidos, pesados, estables, material es y pal-
de atracción . Para probarlo basta con fij arse en cl inte- pables; otras suscitan el fluir d e una sus tancia punto
rés que le demucstran c uan do, por casualidad, se halla n menos que inmaterial, notas o inflexio nes de la voz, ac-
reunidos (verbigracia en una E scuela de Roma, o en tos, sentimientos, imágenes mentales . Un as utilizan tal
una Socieda d de Estética, o por simple aza r ) , pintores o cual trozo de piedra o de tela, definitivamente des-
con músicos , poetas con escultores, e tc . .. A menudo tinado a determinada obra ; a otras, el cuerpo, o la voz
se preguntan entonces unos a otros por sus respecti vas humana, préstanse por un momento , para en seguida
técn icas, y no sólo para enterarsc de unas actividades liberarse y dedica rse a la presen tació n de una obra dis-
que no dejan de sorprenderles, no obstante se ntirlas tinta , y dc otra, y de otras má s.
hermanas de las suyas, si no movid us por el ansia, b ien Establezcamos, por ej emplo, una comparación ent re
para encon trar de esta suerte motivos de in spiración, o el músico y el pintor entregados a su labor.
con objeto .de lograr nu evas consecuciones, mercecl a El músico es tá sentado junto a su mesa, en un a ha-
unas trasposiciones tod avía no inten tada s (y que con bitación silenciosa -casi siempre de noche, cuando los
frecu encia habrán de perman ecer h erméticas), o bien ruidos del exterior se han acallado. Se halla visible-
fuere, incluso, con ob jeto de hacerse con algún secreto mente embargado po r cosas interiores. Nos brinda in-
técnico importante, al aplicar a su arte unas reglas por equívocamente los signos de la labor intelectual. D e
ellos ignoradas, pero aplicadas con éxito por otros. Mu- cua ndo en c uando, va hasta su piano, comprueba unos
chos son los poetas que han encon trado motivos de acordes, tras lo cual vuelve a su mesa y sigue escribiendo.
inspiraci ón, bi en fuer e en la s exposiciones de pintura, Con frecuencia, nos lo encontramos fuera de su casa,
bien fu ere en los museos; muchos son los pintores que absorto en sus pensamientos, con un libro de apuntes
se han preocupado intensamente de la posibilidad de para fijar alg una idea que le asalta.
aplicar fórmulas musicales a la armon ía de los colores; y también, cosa en verdad extraña, nos le encon-
muchos so n los coreógrafos que as iduamente han ho jea- tra mos en las sa las que se ll enan de ruido -pues de
do colecciones de grabados. Y si se duda de la potencia todo ese silencio brotan unos sonidos que lleva n en su
de sem ejantes confrontaciones, para adentrarse, cada alma-; salas en las que se congregan much edumbrcs,
uno, en el conocimiento profundo de su propia actividad, unos para oír y gozar, otros para entregarse a trabajos
basta rá, para percatarse de ello, con releer la inolvicl able manuales. Entre es tos últim os, los hay que rascan tripas
conversa ción entre Ch opin y Eugene D elacroix, en el de carnero, haciéndola s b ra mar como motores de fábri-
"Diario" d e este último ( 17 de abril de 1849 ) . ca, o susurrar como alas de m osquito; otros hacen ge-
12 REFLEXIONES L1MINARES
ALCANCE Y DIFICULTADES 13
mir, O suspirar, unos tubos. Él misn:o, esgrimiendo. ~na
las manos; se quita la blusa. Ya el lienzo permanecerá
batuta, dirige el equipo de sus trabaJadores, cuya n:lslón
tal cual es. Será para los demás un espectáculo incam-
consiste en dar una especie de corporeidad transltona,
biable. E nmarcado, aparecerá en exposiciones, en m u-
una presencia sensible y lábil a las ideas de sus desve-
scos, en galerías, en salones. ~e convertir.'! en. ,motivo
ladas. De esta suerte, unas veces su obra reside en su
de contemplación, de conversación, de transaCClOn.
alma Cllal si fucra un sueño, y otras se realiza en vibra-
Esta obra, basta con una mirada para abarcarla en
ciones ordenadas estremeciendo la atmósfera de una
su totalidad: todo cuanto es, puede decirlo en b intlli-
sala, para después desvanecerse, y dormitar en el grá-
ción de un instante. La obra del músico es una suce-
fico embalsamamiento de las partituras, y de nuevo resu-
sión : sólo se entrega en su desarrollo, como quien dice
citar en habitaciones en donde canta un piano, en salas a lo largo del tiempo, U na era para la vista; la otra,
de concierto en los estudios desde donde se emiten para el oído. Una, como en un universo aparte, orde-
ondas, coufo'rme a una suerte de ceremonia teofánica,
naba sin modelo los elementos de un ser al que nada
de la que él se contentó con escribir el ritual.
en la naturaleza se le asemeja; un ser cuyo rostro, cuyas
Veamos ahora lo que sucede con el pintor. . evoluciones, cuya presencia son como la transparencia
En su taller, iluminado por amplia vidriera, tiene de liBas realidades de otro mundo, evocadas un momen-
ante si un espectáculo cuidadosamente compuesto : una to tan sólo para las almas. El otro les pide a las formas,
mnjer semidesnuda, unas flores, unas telas. Y . a la vez a los espectáculos cotidianos del mundo sensible, todas
qne silba, canturrca, ch:ula,. escucha la !adlO (pues sus apariencias, sus claridades y sus sombras, sus colo-
todos los rumores puede dccnse que, sm mterfenr .en ridos y sus contornos, . .
su obra, pasan por ella) le asesta al modelo unas mna-
Y, sin embargo, a pesar de tamañas dlfere~c~as,
das extrañas, tensas, posesivas. De pronto, con un ges- sentimos, sabemos -con un saber intuitivo y casI llTI-
to a veces febril a veces meditabundo, picotea en su posible de justificar detalladamente- que estas dos
p,;leta, ora con Ia's pinceles, ora con la espátula, a v.eces actividades son íntimamente hermanas (¿acaso no me-
incluso con el dedo, lU1,1S pastas oleaglllosas y p~]¡cro­
recen ambas por igual el marchamo de ~rte?) y qu~
mas, que extiende sobre el lienzo preparado y restlrado. sus obras tienen entre sí profundas y mlstenosas afi-
y de pronto sc lamenta: "¡Error, treme?do error!" Apre- nidades.
suradamente, con un trapo borra la pmcelada; elige la
Pero también se ve el esfuerzo que requiere alcan-
tonalidad que estaba al lado; mO,~ifica el color, . y ele
zar esa;-'áfinidades, hacerlas aflorar. Contentarse con
lluevo se le ilumina cl rostro . .. : ¡ Enmienda milagro-
afirmar globalmente ese parentesco, esa corresponden-
sa!" Y mientras prosigue su labor, esas pastas poco ,1
cia, es quedarse 'en el umbral el el problema. SI uno
poco van constitllyendo un simulacro policromo, en
quiere penetrar hasta el corazón de cada una de la.s
modo alguno idéntico, pcro sí paralelo, al espectáculo
artes, caphn las correspondencias capitales, las cons~­
que se había prepmado. . . . ', . . deraciones cuyos principios son idénticos en las técn~­
Simulacro estable, deflllltIVo. FJ pll1tor ha concllll-
cas más diversas, o incluso -¿quién sabe?-, descubnr
do su tarea. Se aleja con los ojos entornados; expresa
unas leyes de proporción, o esquemas de estructura, ~á­
su satisfacciém con un chiste; limpia su paleta; sc 1<1\'3
lidos por igw¡J para la poesía y la arq1\Jtectura, la Pll1-
14 REfLEXIONES Ll~'IINARES ESTÉTICA Y LITERATURA COMPARADAS 15
tura O la danza, será menester instituir una disciplina pintura, el dibujo, la escultura, la arq uitectura, la poesía,
completa, forjar n Llevas conceptos, organizar un voca- la danza, la música, etc.).
bulario común, y hasta, tal vez, inventar medios de
exploración realmente paradójicos. Pues, al cabo, entre
una catedral, un cuadro, una sonata, un ballet, ¿cómo
establecer una comparación, si se desea llegar hasta el IV. ESTÉTICA COMPARADA y LITERATURA
fondo de las cosas? ¿Qué compás habrá de aplicarse a COMPARADA
la sonata, para establecer sus proporciones en relación
a la ca tedral? ¿Qué regla podrá darse que sirva por E STA definición que acabamos de leer es conforme a
igual al que talla la piedra y al que toca la flauta? un uso ya establecido. Por ejemplo, es el subtítulo co-
La arquitectura, decía Plotino, es lo que queda del mún de una serie de obras sobradamente conocida:;, es-
edificio una vez despojado de la piedra. No hay defi- critas por G. L. Raymond,l obras a las cuales práctica-
nición más cabal. Ahora bien, ¿cuáles serán las expe- mente no tendremos oportunidad de referirnos en las
riencias que permitan quitar la piedra y todo cuanto presentes investigaciones, pero que son conocidas de to-
a la picdra pertenece, respetando a la vez y haciendo dos los que se ocupan de estética, y que bastan, por
aflorar todo lo demás? El único método posible con- prioridad, para precisar el sentido de la expresión a que
siste en hacer que el sonido presente su testimonio se hace referencia.
contra la piedra, el cuerpo animado contra la pasta acei- Empero, el lector, a la vista de nuestro subtítulo,
tosa, el barro cOntra las sílabas; situarlas a todas, unas habrá pensado sin duda de inmediato en algo muy dis-
por medio de las otras, entre paréntesis; darles a las tinto, por analogía con la expresión de literatura com-
artes lo que las hace distintas entre sí y al arte lo parada. Como todos saben, se conoce por este nombre
permanente. Lo permanente: no un factor burdamente una disciplina que consiste esencialmente en confron-
invaria ble, sino el acto, h ley de las correspondencias. tar obras literarias escritas en distintas lenguas ( verbi-
Evocamos por tanto aquí una disciplina completa, una gracia, el francés, inglés, español, alemán ... ) y por
disciplina realmente científica (si es que cualquier in- consiguiente dependientes de grupos nacionales, étnicos
vestigación paciente, desinteresada y metódica del hecho o sociaJcs distintos, de diferentes civilizaciones, e inclu-
puede ser llamada cien tífica); lIamémosla estética com- so de diferentes épocas.
parada. Por analogía, podría entenderse, bajo el epígrafe de
es tética comparada, una confrontación de los gustos,
Jos estilos, las funciones artísticas en diversos pueblos,
III. DEFINICION DE LA ESTÉTICA o en distitas épocas históricas, o en diferentes grupos
COMPARADA sociales. Por ejemplo, podría establecerse una compa-
1 Por ejemplo, el séptimo y último tomo de la serie: George
LLAMAREMOS aquí estética comparada a esta disciplina Lansing Raymond, Propartion and Harmony af Line and Ca/our in
que se basa en la confrontación de las obras entre sí, Painting. Scu/pture, and Architecture, an essay in Camparative Aes-
así como en el proceder de las distintas artes (como la thetics; Nueva York 1899 (Segunda edición en 19 09) .
lG l~EJ7LEXIOI\'ES Ll;\I1N,\RES ESTf:TICA y LITERATURA COMPARADAS 17
ración entre el arte de los primitivos y el de los civiJi~;a­ cscrita en latín: 10 cual comprende por igual a Catón
dos, entre el arte oriental y el occidental, entre el arte el romano, que a Virgilio el mantuano, que al paduano
antiguo y el moderno, entre el arte francés y el inglés, Tito Livio, al galo Ausonio, o al francés Santeui1. y
etc. .. Estudios de indiscutible interés, susceptibles uno puede seguramen te subdividir, o comparar los vcr-
de hacer penetrar en la estética general por vía de in- sos latinos de lengua muerta con los de lengua viva.
ducción, a partir de la variedad de los principios histó- l':ntre éstos, los de la época clásica, o los de la deca-
ricos agrupados por nacionalidades, por épocas, por ni- dencia. Ahora que siempre teniendo en cuellta que se
"eles sociales. La base de la comparación (va que de tr~lta del uso de una misma lengua. Y si comparamos
método comparativo se trata) consi stiría, antes que en entre sí a Byron, Goethe y Vigny; a Poe y Bauclebire,
una división del arte en artes, en la diversidad de un a Virgilio y Victor Hugo, no habremos de olvidar que,
reparto de sus realizaciones entre sus localizaciones con- por ejemplo, la transferencia, o el préstamo, de uno a
crctas. He aquí dos conceptos, dos géneros de trabajos otro son imposibles; la imitación es únicamente lícita
totalmente distintos. merced a esa primera e importante transposición de
Sería absurdo y desorbitado querer discernir cual formas, que es la traducciÓn. 2 He aquí por qué en cada
de los dos vale más, o cWl1 de los dos merece más autén- una de estas literaturas, que cobra, pudiérase decir, vida
ticamente ser llamado estética comparada. Por igual propia de por sí, formando un conjunto punto menos
ambos géneros de estudio ofrecen interés y son valiosos. que hermético (excepción hecha de las lentas endós-
Por igual el uno y el otro ocupan su lugar en el COI1- mosis de las influencias globales, o de los corto-circuitos
junto d e los trabajos que constituycn el amplísimo locales de la traducción, que implica una metamorfosis
campo, tan mal explorado toda vía , lo decimos con ple- formal de la idea), las diferencias étnicas, o nacionales,
no conocimiento, de la estética. quedan profundamente señaladas.
Pero puede ser útil mostrar cómo, de estas dos dis- ¿Qué pudiéramos hallar de semejante en las demús
ciplinas, aquella en la cual ahora pensamos tiene cn artes? Tal vez sean en elbs igual de profundas, desde
cierto modo prioridad sobre la segunda; y que la ana- el punto de vista del estilo, o, en lo referen te a los gru-
logía con la literatura comparada es sólo aparente. pos de ideas, de creencias expresadas, o en lo que a los
Cierto es que la litcratura comparada confronta en- modelos atañe, las diferencias étnicas o nacionales. Pero
tre sí imperativos de estilo, modos de pensamiento,
agrupaciones de ideas o modelos naturales (paisajes y 2 Remy de Gourmont, antaño, ha insistido cnérgicamente Cn
personajes) pertenecientes a unos grupos nacionales la importancia y la originalidad literaria de la tradu cci6n. "Si -dice
y culturales sumamente diversos . Pero la significación y con mucho acierto (aunque parad6jicamente, en apariencia)-, tra-
dllZCO literalmente al francés una expresi6n de un poeta inglés, está
la solidez, la propia esencia de la comparación fúndase, claro que nadie antes que yo había agrupado de tal suerte esos
cn ellos, menos en la diversidad local y social de las vocablos franceses. " También insiste acerca de "la importan cia del
bases confrontadas que en el hecho, enorme, dominan- papel hist6rico de los traductores. Alguien como Le Tourneur
te, de su diversidad lingüística. Ella es la que sirve (apenas mencionado dos veces, de paso, en la "Literatura france-
sa", de G. Lanson), como traductor (o adaptador) de Shakespeare
realmente de base. Ella es la que caracteriza los gru- y de Ossian ha ejercido una acci6n de gran alcJlIce en las letras
pos. Quien dice literatura latina qui ere decir literatura francesas del último tercio del siglo xvnr."
18 REFLEXIONES L1í'vlINARES EST ÉTIC A Y LITERAT URA COMPARADAS 19
se circun sc riben a este único terreno; y aqucllas obras da rse cuenta, hahrá proclamado eri una iglesia cristiana
en que son vertidas habl an , pudiéramos decir, un mismo qu e sólo Alá es Dios. Nuestro ceramista i~nora qu e en
idi oma. La s es tatuas de " La Tierra NIaclre", de Sinding, China el murciélago es emblema de la fe]¡Cldad, el pato
que es noru ego, las de "Ella y f~l", de Lindeman, que mandarín ele elicha matrimonial, y la seta ly-ch e sÍm-
es alemán, o las "Jugadoras de pelota", de Zadkin e, bolo de longevidad . Y así puede también, verbigracia,
que es ruso, son todas estatuas. Hablan el mismo idio- cvocar la melancolía del crepúsculo, o el p ri ncipio sa-
ma: la esc ultura . Y en realidad las diferencias étnicas tá nico con el murciélago. Nuestro aficionado al arte
entre es tas tres obra s so n mucho menos importantes que negro' viola los más graves :' tabús" , y con;ierte 10 sa-
las difcrencias de época , a causa de los pocos lustros grado en profano. Pcro, aSl ~omo el soclOlogo pu ede
que las separan. Traducen todas la evolución de un asombrarse ante tamañas here)las, el arttsta puro pued e
solo arte . F<Ícil scrÍa compararlas can las diferencias argüir su derech o a aprovechar~ e de 10 qu c le pa rece ad e-
existentcs entre la "Colina in spirada" , "Susana y el Pa- cuado, y afirmar qu e, al despOja r el tema que se ha apro-
cífico" y la "Muchacha verde". Asimi smo, " Sigfredo", piado de cuanto convencionalmente lo envolvía, lo con-
"Olaf Trygvason " o " Boris Codunov" no es tán escritos sidera únicamente desd e el ángulo del arte, y se lo
cn alemán, cn noru ego o en ruso, sino en un mismo apropia en su pureza plás tica .. Ba sta a veces con e;
lenguaj e, el dc la música. En es te lenguaje, los remedos decurso del tiem po, y en un mismo luga r, para que aSI
textuales son fáciles, lícitos, y las imitaciones pu eden ser sea. El vals de " Don Juan" ha perdido, para un mo-
cli rectas. lIaycln toma un tema dc la canción francesa; derno, el carácter social que, para los contemporáneos
Beethoven otro el e la música popular rusa; Chopin imita de Mozart, lo hacía campesino, en contraste con el
a Field tan fácilmcnte como Lamartin e se apropia un aristocrá tico con el cual luch a en contrapunto. Y este
hemistiquio ele Thomas, o Valéry imita a Mallarmé. De despojamie~to no hace s.ino reduci r la música a su
este m acla, el tcma de un quatuor de Beethoven, lo en- esencia musical. Lo esenetal es que, en todos los casos,
contramos icléntico en un coro de Mussorgsky . la copia textual, o la imitación ar tística, si empre son
Convi ene no pasar por alto el hecho de que tales posibles. ,
remedos, en particular cuando tienen lugar a t ravés de Si se quisiera dar con la verdadera a nalogla entre
grandes distancias espaciales o temporales, pueden dejar las imitaciones de una litera tura a otra, sería men es ter
a un lado importantes elemen tos sociales o religiosos, fijars e mejor en lo que un arte le pued e pedir a otro.
por cierto, a mClludo, purame nte convencional es . Un Cuando Victor Hugo desea imitar (y lo ha busca do
escultor francés medieval le pu ede pedir directamente expresamente) , el efecto del versa espondeo de V~rg¡]~o,
un tema ornam ental al arte árabe; un ceramista de
Ruán, del siglo XVIII, le puede pedi r un m oti vo al arte
le es preciso inventar en francés una comblllaclOn :tt-
mica totalm ente diferente y totalm ente nueva, que solo
chino; un decorador parisino de 1925, una es tilización oua rda con el original latino una relación ele correspon-
al arte negro : existe la probabilidad de que, en la ope- dencia artística. Exactamente igual que un músico
ración , se vol atilicen determinados valores. Nuestro cuando busca el equivalente artístico de un h ech o poé-
escultor medieval habrá visto como un simple arabesco tico que le ha inspirado.
una inscripción oriental que no ha sabido leer, y, sin Algunas artes se imitan mutuamente más fácilm en -
20 RErLEXIONES LlMINARES ESTf:TICA y LITERATURt\ CO¡I'!PARADAS 21
te que otras, cual si fueren lenguas de una misma fami- el número de las sílabas, las armonías de las sonorida-
Jla -tal com,o es posible verter palabra por palabra, en des. Aquí es en donde, tal vez, el corte es más rotundo.
Ima traducclon alemana, un texto escandinavo mas no La conclusión que de esto se desprende es nítida: la
así un texto fancés, Igualmente, la música, con' frecuen- verdadera, o al menos la más profunda y curiosa ana-
CIa, puede traducir muy directamente un poema, sim- logía entre la estética comparada y la literatura compa-
pl~mente exagerando la declamación (tal como lo hizo rada , no reside allí en donde, a 10 primero, uno creía
Nledermey~r pa~a "El lago", de Lamartine), Otras percibirla, basá ndose en una deducción excesivamente
vcces, y mas sutilmente, buscará el equivalente de una rápida. Las diferentes artes son como distintas lenguas,
atmósfera estética, tal como lo hizo Duparc al realizar entre las cuales la imitación exige la traducción, un
una tr~nsposición musi cal de Baudelaire, Pero, cuando nuevo pensar en un material expresivo totalmente dis-
Luc~eclO (en los versos 31 al 40 del Primer libro) se tinto, una invención de efectos artísticos, antes parale-
msplra en una ~statua; o cuando David, en muchos de los que literalmente análogos. y las diferencias étnicas,
sus c,uadros, se inspira en bajorrelieves antiguos; o De- culturales, o temporales, en las artes plásticas, o en la
lacrolx en poemas; o Víctor Hugo, Gautier y Heredia música, son, con relación a ello, cOSa de muy poca
en cuad,ros; o Schumann (Kreisleriana) en arabescos y monta, equiparables a la diferencia que puede adver-
personales recortados como Siluetas, la inventiva de la tirse en las literaturas de lenglla francesa, entre un nor-
correspondencia puede perfectamente equipararse a una mando como Flaubert o un escritor del Mediodía como
traducción, Daudet; todo lo más, entre un francés que 10 es por na-
Divirtámonos con una curiosa genealogía, cionalidad, y un suizo como Cherbuliez; o entre dos
Debussy ha escrito la "Muchacha de los cabellos de belgas como Verhaeren o Maeterlinck,3
lino" , inspirándose en un poema del mismo título, de Pero hay más.
Incluso la confrontación (en pintura o en música, v
Lecontc I de LIsIe; pero Leconte de Lisle' en este poem~
UJ
hasta en literatura) de los estilos según los países o la~
tra d lICl:1, .o ad~ptaba, a Robert Burns, y el propio
Burns se msplTO para su poema en una tonada popular, épocas, y la investigación de las características naciona-
en un reel escocés, He aquÍ todas las relaciones que les, no es rcalmente sólida, no puede tenerse por com-
pletamente lícita, si no recurre a la confrontación dc
hemos enumerado antes, Ahora bien la música de
las artes. Si no implica una previa resolución de algu-
Debussy sólo guarda con el poema de L~conte de Lisle
nos de los problemas determinantes de la estética com-
y m,erced a, una ;v~cación mUy amplia, harto difusa, un~
parada, en el sentido que ya hemos adoptado ¿cómo
eqUIvalencIa arhstIca global; En cambio, el poema de
dudar de ello? Si, por ejemplo, podemos decir que
~urns se ajusta a la melad la como un vestido de tela
lIVIana se ajusta a un cuerpo de mujcr cuando sopla el ~ Incluso aqu,í pueden m:ís las diferencias de época y de escue-
viento. L~s formas se transparentan. El ritl1lo, el nú- b que las de naclOllalIdad. e, Rodenbach resulta infinitamente más
" fin de siglo" (del siglo XIX, se entiende), que belga , Y es tas dile·
mcro de SIlabas y de notas, el arabesco verb81 o m eló- I "!lelaS, po ~ el,emplo, en pintura. (compárense entre sí Watteau,
d.ico, son idénticos . Pero nada semejante podría adver- BOl! ch er, NatOlre, DavId) se relaCIOnan much o más con la Historia
tIrse entre el poema francés y el poema escocés del cual del .\rte que con la cstética, Por igual, podrían com pararse un
es remedo , Todo es absolutamente diferente', el n"mo," Clau dlO d~ L<Jrclw, un Cuyp, un Le Nain, o un 'Pieter de Hooch.
ACERCA DEL i'df:TODO 23
22 REFLEXIONES LI1VIlNARES
existe una estética alemana, un gusto alemán, un estilo como confrontación de las obras específicamente dife-
alemán, distintos del estilo, o del gusto francés, es por- rentes en las artes más diversas.
que tenemos en cuenta la posibilidad de comparar la Además conviene insistir en ello: ni pretendemos
"Venus" de Lucas Cranach, las casas antiguas de Augs- imponer UI~ método, ni atribuir ninguna prerrogativa
burgo o de Hildesheim, el "Zwinger" de Dresde, la a un concepto teórico. Nos guardmemos mucho, por
"Mesiada" de Klopstock, las estatuas de Klinger y otra parte, dc afirmar que la estética compm8~a es el
el "Réquiem" de Brahms, etc ... Tratamos aquí de una único método que puede precol1lzarse en marena de
variación difcrencial que caracteriza estas cosas, en re- estética. ¡Cuántos métodos,. cuántos puntos de vIsta apa-
lación con sus equivalentes franceses, italümos o ingleses. recen legítimos en los apaslünantes estuchas que auton-
Afirmamos que todas esblS variaciones convergen y se zan la colaboración, tanto de la psicología como ele la
fundcn en una esencia estilística común, que puede sociología, de la ciencia positiva de las formas como de
oponerse a la que caracteriza un estilo general francés, la meditación metafísica acerca del arte!
o italiano, y así sucesivamente. Es decir, que valiéndo- Simplemente queremos decir cual es el método que
nos de un medio proporcionado por observaciones re- se requiere para tratar con todo deten1l11l~nto el proble-
gionales, nos entregamos a la cstética comparada en el ma que constituye el tema de este ,estudIO. Éste es el
sentido de una confrontación de obras pertenecientes único privilegio que eXIgImos para el. .
a géneros artísticos distintos. Pues ¿cómo confrontar Y creemos que es útil enteramos cUl11phdamente
el "Zwingler", la "j\¡Iesiada" o el "Réquiem", si no S~I­ de sus exigenci<ls.
bemos cómo es posible confrontar un monumento, un
poema, una obra musical?
Y, asimismo, el hablar, al tratar del arte francés, de
cierta característica normanda (por oposición, por ejem- V. ALGUNAS PALABRAS ACERCA
plo, a una caractcrística angevina, o borgoñona, o del DEL MÉTODO
Languedoc) harlía prcsumir que existe algo común entre
la catedral de Coutanccs, el teatro de Comeille, las n:)- YA LO hemos dicho antes: este problema de la corres-
velas de Flaubert, la música ele Bo"ieldieu o de Auber, la pondencia de las artes se pl.antea de inmediato, a la
pintura de Géricault, e incluso, quizá, los horizontes sensibilidad estética, por el SImple sentImIento ele una
de la landa de Lcssay, o la luz que se filtra entre los fraternidad que liga entre sí los distintos grupos de
árboles de las orillas del Ome. Lo cual asevera que la artistas. Pero, también hemos dicho que, SI queremos
estética comparada de los estilos regionales es sólo una estudiar a fondo este problema, y no contentarnos con
provincia de la estética compar8da definid8 por la con- permanecer en su umbral, ello nos exige la construcci6n
frontación de las obras más diversas, y no puede ser de un sistema completo de investigación, destinado a lB-
llevada cabalmente a buen término sin su auxilio, y sin cer aflorar analogías ocultas, actos que dentro del arte
la realización de las investigaciones más delicadas que son de una interioridad, de una intimidad, que los hace
ésta pueda emprender. Por tanto, lo primero y lo fun- inasequibles sin el empleo, pudiérase decir, ele reactivos
damental es aquí la definición de la estética comparada que tienen por objeto ponerlos de mal1lhesto (cual
ACERCA DEL METODO 25
24 REFLEXIONES LIMINAR ES
gías y todas sus profundidades), paso a paso, con ayuda
habremos de ver, por ejemplo, en un caso típico, más de un método riguroso y exigente, que agranda la esté-
a~elante, en el capítulo xxx, a propósito de la melo-
tica con todas las suntuosidades del espíritu puro, con
dla y el arabesco). Ello requiere, incluso, cual ya apun-
todos los fulgores sombríos de ese pensamiento abierto
t~m~s, un vocabularIo y unos conceptos especiales y
e inquieto, que no teme llegar hasta lo más recóndito,
tecmcos.
dándole vueltas y más vue1t8s 81 hecho, hasta lograr
Di~ám~s10 pues sin amb8ges: se trata de una verda-
que éste le revele su verdadera identidad. Agridulces
dera CienCia .. O, ~i el término de ciencia, aplicado 81
goces, los reservados a los verdaderos am8n tes del arte,
arte, resulta msóhto, pongamos que se trata de una
a los que le creen digno de estudiosas veladas ...
verdadera disciplina, un mundo de esforzadas investi-
Los poetas, ha dicho Bauc1elaire (o más bien la Be-
gaciones, que implican la necesidad de nociones técni-
lleza cuya voz escuchaba) :
~as, d~ u~ lenguaje preciso, de experiencias exactas; de
mvestIgaclOnes que adapten pacientemente su labor al Les poetes devant mes grandes attitudes
método, y el método a su labor, conforme a las facet;¡s Que i' ai l' air d' emprunter au plus fiers monuments
suministradas al intelecto por el hecho. Consumeront leurs ;ours en d' austeres études.
Habrá quienes, cual quedó dicho, hallen esto insóli-
to por frívolo prejuicio, por pereza, por afán de buscar ["Los poetas, ante mis enfáticas actitudes / que parezco sacar
e~ el arte motivación para frases bonitas, sin esfuerzo, de altivos monumentos / consumirán sus días en austeros
sm hacer uso del entendimiento. Así hay quien supone estudios."]
(y no deja de ser motivo de mofa), que es falta de
respeto al arte, hablar de él en términos austeros so- y M8llarmé:
brios, enjundioso~. Aseg~ran (porque se preocupa~ de Car ¡'instal/e, par la science,
adaptar el lenguaje a} obJeto) que del arte conviene ha- L' h),mne des coeurs spirituels,
~lar ~n for.ma artística. (Cual si, decía antailo un esté- En l'oeuvre de ma patience
tico mgen~oso y agudo, fuese menester que el físico Atlas, herbiers et rituels.
hablara rUidosamente del sonido, y calurosamente del
calor. ) ['''Pues instalo, por la ciencia / himno de corazones espiritua-
. Quienes así piensan, desde el punto de vista artís- les, / en la obra de mi paciencia, / atlas, herbarios y ritua-
tico se engañan . Tiencn mal gusto . Decir frases bonitas les."]
acerca del artc, es una redundancia, es insistencia ocio-
sa. Sweat on sweat, es lícito ante la tumba de Ofelia v ¿Cómo alcanzar tamaño rigor?
con eso se pasa de largo. El arte en verdad se mer~ce Ante todo, y sobre todo, evitando la metáfora, plaga
algo mejor. " de la estética comparada. Si al hablar de un cuadro
.M'
,as ,mbmamente
. par.lieipan de él, v se percatan (por ejemplo del Blue boy, de Gainsborough), decís:
"Es una sinfonía en azul mayor", hilvanáis complaci-
mejor de sus encantos, qUIenes s8bore:m el intenso goce
damente términos vacíos de sentido. ¿Qué relación
ele adentr:.me en el hecho (hecho que es el propio arte,
con todos sus encantos, pero t~llnbiéll con todas sus ellcr- puede existir entre la composición de este cuadro y lo
26 REFLEXIONES LIMfNARES ACERCA DEL MQTODO 27
que caracteriza una sinfonía? Me refiero al empleo de tista, en el cual la sugestividad se logra por medio de
una orquesta completa v a la observación de ciertos una simulación de la lín ea, qllc aparecc, por UJl m o-
artificios morfológicos de composición, i cuvo esquema mento, no descansar en el eje quc le corresponde, y cuyo
original ha sido esbblccido por Felipe Emmanuel Bach l tr;¡zo sc quiebra por una especie de e~ pricho, para no
¿Qué relación hay cntre el aco rde de SIlS tonalidades alcanzar su punto termlllal Sll10 uespues dc una sucrte
y las proporciones armónicas que carac terizan el modo de titubeo (casi pudiera decirse que d~ una nota f~lsa )
mayor COH respecto al menor? Y no es que no pu edan en un eje muy próximo; si, como deC1mo~, ~I propos~to
existir esbls re13ciones: quienquiera que tenga nociones de tal arabesco se habla de apoyatura plastlca, se dICe
suficientes de música , de pintura, vislumbra la posibili- una cosa justa y aguda. ,La apoyatur,a, en música, es un
dad de un conjunto de colores Sllsceptibles ele e\'oear el hecho, a un tiempo melodlCo \. armOIl1CO, por el cUdl la
acorde lIIa\Or, tomando como tónic,l el color 8ZUI. Nada voz cant;Jnte, ell lugar de dar de por sí la nota esperada
impide qu'e, en el manto azul , la tÍlnica roja, la cabe- conforme a la lógica dc la forma , y requcncla por la
llera rubia de un cuadro de h E~clleb ele Rafael, se annonía, aparece primero, como dlsonancJa, en el grado
pueda encontrar el equivalente ele un acento tónico, de inmediato, y no alcanza el grado n ecesano al descanso
una dominante, de una mediante, Pero un cuadro, se- sino después de habérnoslo hecho anhelar, a m~nera de
ñalado, por el contrario, por un predominio exclusivo resolución acer tada de un breve titubeo, a medias como
de los tonos azules, en diversos matices delicada y há- coquetería, y a medias doloroso.
bilmente yuxtapuestos para dar un conjunto homogé- Cual decía Valéry:
neo, armonioso, para constituir un acorcle por entero
confinado en una estrecha región del espectro; para dar- o courhe méandre,
les todo su valor <l cada IIn a de las tonalidades próximas Secret du' menteur,
Je veux faire attendre
unas a otras (lo bastante próximas como para ser uni- Le mot le pl1ls tenclre . ..
versalmente designadas por este único término, desde
luego un si es no es burdamente sintético: el azul); se- [¡Oh curva, meandro, / secreto de lo falaz; / quiero hacer
mejante hecho estético será precisamente todo 10 con- aguardar / el vocablo m<Ís tierno ... "]
trario de lo que pudiera evocar nuestra idea de un
acorde mayor basada en csa dominante del color azul. Relaciónanse aquí dos hechos de análoga esencia
(Y el término de acorde menor no resultaría más lógi- artísti ca; empléase con acierto el término, mllsi,c~l para
co, ya que habría de evocar, en ese Dreiklang cuya tó- designarlos, ya quc la música (cuya teona estetlca, ;n
nica y cuya dominante están constituid,ls por el azul general, está mucho más adelantad ~ q~e la de .111l1gun
y por el rojo, la elección de una mediante más próxima otro arte) dispone de un térmmo teCl11CO espeCial pa ra
del azul que del rojo; supongamos un rubio ceniza más este hecho . Nada, por tanto, de metáfora, sino trans-
bien que un oro veneciano.) Por lo tanto, quien así se posición rigurosa, y legítima y metódica ampliación d,e
exprese, manifiesta únicamcnte sus escasos conocimien- perentoria terminología. Ello resulta preClso, agudo, so-
tos musicales. ' lido. La otra expresión era imprecisa, inadecuada , y .se
En cambio, si a propósito de un urabesco renacen- prestaba a provoca r risas en los enterados en la matena .
Acr,RC¡\ DEL l\lf:TODO 29
28 REFLEXIONES LIMIN¡\RES
En segundo lugar: no c:ontentarse · fácilmente con y por fin, y en tercer lugar (y para .resumir), sea-
un primer hecho vislumbrado, sin valorar exactamente mos tenaces, laboriosos y eXlgentes. Fraguemos paclen-
su extensión, su alcance, su lugar arquitectónico. temente los instrumentos - vOC8bulario, métodos, ex-
¡Cuántas. observaciones justas, en estética comp::na- periencias- que nos son necesarios y han de permitir
da, no han sldo desvlrtuadas por el afán, o la ilusión, de la fecunda progresión, la acumulaCl.ón del s8ber, s,u
columbrar de golpe la ley única, la clave definitiva de la organización sistemá tica, su penetraCl6n cada vez mas
belleza.o del a:te! Reconocéis la presencia múltiple de íntima en el interior de las cosas. No creamos (para
determmad,a formula morfológica -proporción sesqui- seguir con reglas negativas) que con po~o desgaste in-
altera; seClOn dorada y número "phi", o también pro- telectual sea posible lograr un conoClmlento ampllO e
porclOn llamada armónica: íntimo de una realidad tan opulenta, tan diversa, tan
profund8, tan cálidamente co.ncreta en sus prese~cias
a a b a-6 sensibles, tan ocultamente espmtual en sus operaclOncs
--15,
6 - ., - --=a constitutiv8s, como la del mundo total del arte.
b a + b' b-c
Pues, en fin ¿de qué se trata?
Al arte, esa fuerza instaurativa, prácticamente ha
y creéis disponer de la clave universal. Pero sería me- removido, arrastrado, en sus corrientes y en sus decur-
nester precisar primero la clase de hechos a los cuales sos, organizado y ordenado enormes cantidades de ma-
se aplica dicha fórmula, y cuáles son aquellos para los teria henchida dc significación psíquica y, por tanto,
cuales , no resulta adecu~d~ (por ejemplo, la impotencia susceptible de inmensas perspectiv8s espirituales., Ese
del, numero plu en .muslca); después, hallar su lugar mundo, hagámosle comparecer en su reahdad posltlva ,
)erarql1lco entre las dlversas leyes morfológicas que rigen indiscutible, ante nuestro pensamiento. No olvldemos
la obra en que aparece; por último, dar exactamente que se trata de todos los cuadros, de todas las catedra-
(por medio de variaciones concomitantes) con los efec- les y de todos los palacios, de todas las melodías, de
tos ~stétlcos que le son solidarios, y, en particular, por todas las sinfonías, de todos los dramas, de todas las
medlO de una contra-prueba, averiguar si no está pre- novelas, dc todos los poemas. Es "La Virgen de las Ro-
sente, en un gran número de obras mediocres, de efigies cas" o "Los Peregrinos de Emmaús"; "La muerte de
vulgares o carentes de belleza, de seres malogrados. Se
Sardamípalo" o el último Picasso; son el Partenón, ~a
nos mues~r,a un lmdo rosb'?, conforme a. las proporciones
de la seCClOn dorada: yo pldo se les eqUIparen los rostros ca tedral de Amiens, el templo de Angkor, o el PalaClO
de Chaillot; el ánfora de Canosa o los jarrones de la
feos, ayunos de armonía, o simplementc desprovistos
Alhambra' la Victoria de Samotracia, los sepulcros ele
de belleza, que respondcn por igual (cual es fácil ad-
ve:brlo) a esta proporción. De otra suerte, el razona- los . Médicis, "El hombre que camina", o las esculturas
"aut6i10mas" de Lipschitz; la "Iliada", la "Odisea", la
mlento puede comparar~e al dc quien dijera: mis amores
son rublOS, por conslgUlente, el rubio es el color de la "Divina Comedia", la "Leyenda de los siglos"; el "Pro-
belleza, y toda mujer .rubia es bella. Ahora bien, com- ll1eteo encadenado", o "Hamlet"; las obras de los Ca-
paremos vuestros amores a los míos, y tal vez se nos nacas "David an te el Arca", los "Placeres de la isla
revelen bellezas más herméticas. enca~tada", O las "Danzas del príncipe 19or"; la "Me-
30 REFLEXIONES LIMINARES
ACERCA DEL Mf:TODO 31
ull1cholia", O la "Moneda de cien florines"; la "Princesa
de Cleves", una obra de Balzac, o la "Muchacha ver- nuciosas, para lograr una descripción arquitectónica y
de"; el "Dies irae", o "La ci darem la mano"; el "Arte de funcional del mundo que acabamos de evocar: de ese
la Fuga"', la "Novena Sinfonía", el "Estudio en las te- universo del arte pohlado por esos millares de seres
clas negras", cI "Oro del Rin", o el "Festín de la Ara- singulares? , '
fía";:! ma~1to l.la~ado de Carlomagno, o los tapices
. i\1as este mundo fue instaurado por un UJ1)CO de-
miurgo; por una única fuerza enteramente entregada
de la Chmse-D!eu; los vItraJes de Chartres o las có-
a su lahor en cada uno de estos seres, y que se llama el '
modas ele Boulle y de Riesener; las ilumina~iones del
arte. Y este arte es el que podremos sin duda. abarcar,
"Libr?, de Kells", del "Libro de Annagh", o de "Shah-
merced a un último procedimiento metódiCO, que
Namé ; los brocados o los tercIOpelos del Museo Textil,
consiste en situarnos frente a las ohras, más bien que
de Lyon, los esmaltes de Léonard Limosin o los "cloi-
frente a los hombres, artistas, creadores, o quienes las
sonnés" chinos; las fuentes de Versalles 'l<ls reías de
contemplan. Porque el art~ no es únicamente el 1:'en-
Jean L~mour en Nancy; la película "Met;ópolis": o las samiento en cierto modo prIvado y personal. del artIsta,
decoracIones de Bakst para "Scherezada"; las actitudes
sino también un conjunto de neceSIdades ImperatIvas,
del mismo BathylIe, de Adrienne Lecouvreur, o de T31-
que se imponen al artist:r; que le sirven de norma, a la
ma, de Sarah Bernhardt en "Fedra", o de la Pavlov<I
vez que de apoyo; Y: qu:, en el curso de ~u labor, le pro-
en "La muerte del cisne"; y, ,tengámosJo muy presente,
todo lo que estos dIstrntos generos comprenden. y el! porcionan su expenencIa, . sm que esta ultIma aparezca
después sino en la obra mIsma. ,
que cada uno de ellos, nos ofrece millares y millares
ele aspectos . En efecto conviene no olVIdar esto, que es esen-
cial: fueren ~uales fueren las analogías que podamos
, ,Se comprende, pues, que se trata de una realidad
hallar, por ejemplo entre una n;e~odía y un arabesco
sohda, la cual,. en su unidad c?smica, constituye un
decorativo entre un acorde cromatIco y un acorde mu-
gIgantesco conjunto el e seres dIversos. Lo decíamos
sical (salv'o muy , ~ontad~s exc.ep~iones, fáciles de dis-
antes: es un munelo . y de lo que se trat<l es de estJble-
cernir), ni el mustco, DI el dibuJante o el pllltor, las
c,er e.l orden, !J jerarquía, la morfología, la nOrmas COl15-
han deseado expresamente, ni tampoco. buscad~ .. El
tI,tutrvas de este mundo. Diría, incluso, que la fisiolo-
gIa y la anatomía comparadas del mismo . músico ha pensado musicalmente, el prntor plas~I~a­
mente. Y en los principios peculiares al arte especifIco
. . y pensemos, por Un momento, en el cúmulo de si-
de cada uno, y en la experiencia activa y concr~ta, es
glos de paciente observación, de saaacidad de esfuer-
en clonde, en su labor propia, hallan los ImperatIvoS, o
zos, de experien,cias, de construcci6n de 'una lengua
las selecciones de esta labor, y es donde se encuen tran
razonada y técn~ca; yde tomos escritos pura brindar- secretamente implicadas las razones de esa analogía.
nos, eI! J:.¡ actualrdad, un cuadro casi exacto del mundo
y son precisamente estos principios, y esta expe-
vegetal o aIlim~l, .de las principales leyes que rigen su
estructura, crecrrmento y evolución. riencia, los que podemos obtener merced ~t la confron-
tación de unas obras con otras. Darnos cuenta de Sil
¿Acaso .cabe Suponer se requiera menos esfuerzo,
significado, es, ' por lo tanto, comu,lg~r con el artista,
una aplrcilcIón de menor monta, bi'tsquedas menos mi-
quien sicIlte lo que son tales pnnCIpros , lo que es tal
32 REFLEXIONES LlivllNARES
experiencia , en la misma operación de su arte. Ello
supone el darse cabal cuen ta, por vías distintas, de los VI. ADVERTENCIA
motivos de los actos del artista. i Alegría de descubrir
análoga cadencia, que congrega anfiónicamente piedras No SE trata naturalmente aquÍ, como es lógico, de re-
y notas, sílabas y perfiles, una forma igualmente vale-
correr por entero (por muy. brev~me~te que .fuera). el
dera para el soneto o para el pináculo, para el bajorre- campo inmenso de estas I11vestIgacIOnes, 111 siqUIera
lieve o para el scherzo! i Pero también la emoción de de ocuparnos de todas las cuestiones principales que
haber decuhierto, de esta suerte, qué ritmo ji qué forma entrañan. Una anatomía y una fisiología general de
palpitaron, dominaron y guiaron la acción, cuando, cada todos los seres que pueblan este mundo del arte que
uno por su lado, fueron escritos el soneto, o el scherzo! hemos evocado, implica, evidentemente, el programa
Pero esta experiencia -para decir de una vez lo que de una ciencia, y no el tema de un libro. y estas mate-
mús adelante se nos aparecerá de continuo y habrá de rias no se hallan aún lo bastante adelantadas (en el
orien tarnos- fue la de una marcha hacia la existencia; estado actual de los apasionantes cstudios de que se
110 para el propio artista, no obstante haberse conso-
trata, y en los que una infinidad de investigaciones
lidado v cimentado en ella en su calidad de artista, sino quedan todavía por llevar a ca?~) como para que sea
para la' propia obra. Pues ésta és, cual vamos a mos- lícito esperar dar un resumen efICiente de ellas, en unas
trarlo, la emocionante ruta del arte. Arranca del már- trescientas páginas. Nos ocuparemos, pues, únicamente
mol, inocuo e inexplicable por el hecho de ser única- de algunos de estos problemas; de aquellos que, por
mente mármol, y lo convierte en la Victoria de Samo- una razón o por otra, se imponen como más o menos
tracia, término existencial, absoluto, cima intensiva actuales, o prerrogativas, o son susceptibles de se~ e~­
en un pun to del ser. Arranca de la brisa que traspasa tudiados provechosamente. y nuestro, esfuerzo pnn.cl-
los juncos, cual si le embargara la desesperación de su pal consistirá en establecer, de esta suerte, unos pnn-
inutilidad, y la convierte en la canción rezagada que cipios sólidos (aun cuando sean elementales); ~nos
habrá de infundirle, por fin, al crepúsculo, su alma y principios que puedan orientarnos en este estudIO y
su realización plena. Y las leyes de este caminar me- permitan a distintos investigadores llegar a un acuerdo
recen ser estudiadas y conocidas por otros medios indi- en sus esfuerzos, ajustar mutuamente sus resultados, y
rectos, incluso por quien carece del don y de la dicha contribuir al mismo monumento, anhelado para el fu-
de poder experimentarlas directamente, al menos su turo. Tal vez advirtamos, además, que el estudio de
forma más pura e intensa. Pues también él quizá la las distin tas artes por separado es susceptible de alcan-
necesite para otras empresas, menos sublimes, pero tal zar mayor profundidad, o mayor precisión, merced al
vez más vitales. hecho de esta confrontación de cada una con todas
las demás.

33
¿QUÉ ES EL ARTE? 35
Por esto puede decirse del arte, con precisión aun-
que en términos algo herméticos, que es " la dialéctica
SEGUNDA PARTE
de la promoción anafórica". 0, para expresarnos en
EL ARTE Y LAS ARTES un lenguaje menos esotérico, que el arte es "la sabidu-
ría insta~rativa". Dejando bien sentado que es ta pala-
bra, sab~ ~urÍa, que Im~lica la adquisición intuitiva, y
la poseslOn, el uso activo v concreto de una ciencia
rectora, que divisa en lonta~anza las consecuencias fu-
tura ~ y las armonías de conj unto, no excl uye, ni la po-
VII. ¿QUÉ ES EL ARTE?
tencia, m el amor. ¡Sabiduría! Este término sólo podrá
chocar a aquellos que en el arte ven una locura una
PARA comparar entre sí las d.istintas .artes, es preciso
desorbi tación, una inconsciencia, por ignorar todo lo
establecer su catalogación, su mventano. Y, para esto,
que en sus exaltaciones más febriles encierra de cono-
es preciso buscar primero hasta qué límites se ex tiende
cimiento y control de equilibrio, de normas de medida
el arte. y de exactitud. Y también chocará, a la inversa, a los
'Qué cs el arte? Si hemos de dar un concepto gene-
ral ¿"el arte es la activid ad instauradora". E s el con- que no refl eXIO nan, en todo cuanto se supon e que exis-
te de ar te en un mundo, cuando se cree ver en este
ju~to de las búsquedas, orient~das y motiva?as, que
mundo la sabiduría de un creador.
tienden expresamente a conducIr un ser (¿sera menes-
In sis tiremos en un punto tan esencial.
ter precisar que un ser ficticio? Más adelante. lo dis-
. Consideremos, por ejemplo, al pintor cuando tra-
cu tiremos), dcsdela nada, o d esde un caos Imclal, has-
baJa.
ta la existencia completa, singular, concreta, de la que
Cada pincelada que aplica tiene su razón de ser
rápida y ardien~emente calcu~ada, au?que sin palabras:
da fe su presencia indiscutible.
Ahora bien, en tendámonos con toda claridad: en
com~ en un relampago. 1 ¡Que repentmo sopesar de mil
esas búsquedas se trata nada menos de su aspecto eje-
r~l,aC1ones de formas, de claridad, de color, de evoca-
cutivo y práctico, que del espíritu que las anima: es
c~on de los relieves, o de la vida! ¡Qué apreciación tan
decir, exactamente, de los motivos de todos los actos
~aplda y. sutil de la modificación del conjunto que una
gracias a los cuales se opera esa anaforia, ese progresi-
u?lca gmc~lada ~s susceptible de producir! ¡ Qué mo-
vo desarrollo de un ser, desde la nada ha sta su plena
vllizaclOn mstantanea de toda una ciencia! ¡Qué pre-
realización. El arte es lo que decide de los efec tos que
conviene producir, y de las causas que habrán de pro- . 1 Se trata, por supuesto, de juicios implícitos y prácticos. Una
ducirlos; de la justa disposición de las calidades que pIncelada cualqUIera es u~a opinión, ya que el pintor la aplica
habrán de brotar progresivamente en la obra. Del ca- porque pIensa que determInado color, en determinado lugar, apli·
cado de tal modo, es conveniente para lograr la perfecta consecu·
minar del ser, objeto de sus preocupaciones, h acia ese clón del cuadro. y ello, motivado por cuanto sabe de su arte. P ero,
término definitivo y culminante, umbral de su existen- huelga subrayar que el pIntor puede ser completamente incapaz
cia plena: su realización. El ar te no es únicamente lo de e~phcarlo verb~ll1lente, lo cual nada importa. (De ahí que un
que produce la obra; es lo que la guía y orienta. magn IfI CO pIntor pueda ser un pési mo maestro,)
34
36 EL ARTE Y LAS AH.TES
vlsIon de los efectos que habrán de producirse, de los
riesgos que hay que salvar! Y, a través de todo esto, VIII. f.L ARTE Y LAS ACTIVIDADES
i ese hilo conductor en la extraña condición, que· de HUMANAS
continuo vuelve a aparecer en cada manifes tación ; ese
hilo conductor que, pincelada tras pincelada, redondea, POR CIERTOS aspectos, el arte de tal suerte definido per-
camina paso a paso, en dirección a la realización, hacia tenece al género de la finalidad. Pero esto no dice nada
la presencia definitiva y plena de un ser! Un tono de- si no se precisa que se trata de una finalidad de un tipo
masiado vivo, O mal armonizado; una pincelada torpe, completamente especial: aquella cuyo término es una
carente de energía y de brillo, o demasiado enérgica, existencia, y, más exactamente, la existencia de un ser.
demasiado acentuada: todo el camino recorrido se pierde De un ser singular, con todo cuan to este vocablo en-
de pronto. El ser a medias extraído del limbo retroce- traña , a un tiempo, ele riqueza, ele originalidad, de fa-
d e, torna a la nada de la cual iba afloran do . O modi- cultad única para manifes tarse, para ser insustituible
fica su destino y se convierte en otro. " Ya ves, hijo y estar presente.
mío -le dice a su discípulo el pintor de 'La obra Finalidad, decimos, por completo original. La ma-
maestra desconocida' de Balzac-, sólo cuenta la últi- yoría de las acciones humanas se orientan, no hacia la
ma pincelada". Es decir, que cada pincelada anterior producción de los seres, sino hacia la de los hechos. Un
sólo ha sido un inicio del camino, una salida unánime cazador apunta a una liebre; un pescador le echa · el
en caravana de todos esos actos conscientes y minucio- anzuelo a un lucio; un jefe de ejército, o un jugador
samente meditados, hacia esa pincelada postrera, obje- de ajedrez, idea n una maniobra; un financiero compra
tivo de la cooperación de todos ellos. Y conviene por o vende valores: su finalidad no estriba en la existencia
último, pensar que el acto fin al, por negativo y de de la liebre, ni en la del lucio, ni en la del tablero de
abstención que sea el negarse a una pincelada más, el ajedrez, sino en los hechos de la Glptura, la victoria o
juicio de que la obra está acabada representa, por si el enriquecimiento.
solo, apreciación del conjunto, apreciación del éxito, Esto distingue en primer lugar el arte de la técnica.
confrontación de la presencia con el sueño y del ideal A pesar de que se emplea a veces la palabra arte para
con la realidad. designa r el conjunto de los procedimientos que llevan
Todo esto, todo estc encaminarse, esta decisión fi- a tales hechos -se dice el arte del tiro; el arte mili-
nal, este conjunto de actos motivados, es lo que cons- tar; el ar te de la pesca- la palabra exacta es la de téc-
tituye la dialéctica del arte, la clave de la promoción nica. Y este criterio de finalidad "óntica", al definir
anafórica de 18 obra. Y todos los motivos que dictan la actividad instauradora, es suficiente para diferenciar
estos actos, que foun·an, en su sistema global, una los dos géneros de su actividad. Cierto es que ambos
suerte d e ciencia rectora; una suerte de ciencia propul- cooperan: se confunden. Pero, justamente por ello nos
sora, o de sabieluría instauradora, constituyen el arte es posible analizarlos, separarlos uno de otro, medir sus
popiamente dicho, en lo que entraña ele m8s funch- dosis. Pues, si todo arte tiene sus técnicas, casi todas
mental y de m;ís csenci81. las técnicas pueden elevarse hacia el arte. La meta
del ingeniero puede ser, no el cruce ele un río (que evi-
37
38 EL ARTE Y LAS ARTES EL ARTE Y LAS ACTIVIDADES HUMANAS 39

dentemente es acción), sino el puente que lo ha de genio del ejecutante impr~me e} toque final) de un ser
facilitar: esa realidad que, en adelante, perdura y se verdadero: el drama, la S1l1foma. Pues, sea cual fuere
afirma, con sus contornos, su gesto o su impulso, sus la forma en que se quiera concebir su modo de eXIsten-
perspectivas de arcos reflejados en el agua, en juegos cia la "Sinfonía Fantástica", o la "Doceava noche", son
de luces y sombras; su presencia, su duración: el cons- un~s seres: tan reales e individuales, si no más, como
tructor es entonces artista, arquitecto. Incluso el finan- tantos de los que se rozan con nosotros en el conju~to
ciero al que antes nos referíamos, lo es también en humano. Quien no entienda esto, es en absoluto 111-
cierto modo, cuando se esfuerza, con sus ganancias asi- capaz de entender el arte. .
mismo en construir una especie de organismo econó- U no de mis amigos está sentado al plano. Yo
mico y financiero, una suerte de monumento cuy;] aguardo. Suenan los tres primeros compases de la "Pa-
arquitectura le preocupa. tética". Pese a que no se ha abIerto la puerta, algUlen
y también tenemos -dicho sea de pas(}- la nece- ha entrado. Ya somos tres: mi amigo, yo y la "Pa-
sidad de distinguir el arte del juego, con el que a ve- tética" .
ces se le quiere frívolamente confundir, aduciendo por De esta suerte, caracterizando en esta forma el arte,
igual un desinterés común (el cual no siempre existe podríamos decir, sin duda empíricamente, ~ hasta en
en el arte), que análoga intervención de la ficción (y, apariencia, con una expresión a ras de tIerra , pero
¿qué ficción pu cde reconocerse en la construcción de una en realidad suficiente y susceptIble de ser ahondada: las
casa, de una iglesia, en la elaboración de un ánfora?). artes -entre las actividades humanas, son aquellas que
El juego se agota en hechos que no crean ninguna enti- expr~san e intencionadamente crean cosas, o,. dicho
dad establecida y planteada, a manera de realidad sub- con mayor amplitud, seres singulares, cuya eXl.stenc.w
sistente. Por lo tanto, nada más opuesto al arte. Si el constituye su finalidad. El alfarero rústico desea la eXIS-
arte es un juego, será el de Demogorgón: quien creaba tencia de una docena de jarros corrientes; el ceramista
un mundo para librarse de su hastío. griego, la del ánfora de Canosa; Dante, la de la "Divina
Se nos objetará que se dice juego * de la interpreta- Comedia" y \Vagner la de la "Tetralogía". Su labor
ción de una pieza musical, de una obra de teatro; y, en se explica y se define enteramente con estas palabras.
efecto, ello es arte, no obstante ser acción no creado- Preséntanse a menudo las cosas en forma distinta.
ra, y que se agota en un hecho transitorio, inherente Se cree indispensable hacer intervenir la idea de lo bello
a la Índole del acontecimiento. en la definición del arte. Lo cual desna turaliza el hecho
Respuesta: sería únicamente una técnica, tenden- capital, sumándole una circunstancia secundaria, por
te a efectuar, conforme a una regla determinada, un3S cierto imprecisa y dudosa.
operaciones reglamentadas por un argumento teatral, si La palabra arte, reza el "Vocabulario T écnico y
estas operaciones no tuvieran por objeto la presenta- Crítico de la Filosofía" (tomo II), designa ~en el
ción teo fánica, la realización actual (a la cual el propio sentido en que se opone a la técnica- "toda produc-
ción de belleza por medio de las obras de un ser cons-
* El autor no emplea la palabra interpretar, sino la de jugar,
ya que, en francés, se dice jugar el violín, jugar una obra teatral.
cien te". Sea. Esto es referirse a ideas corrientes. Y no
La tradu cción literal es imposible en castellano. (T.) por ello menos desastrosas. Dejaremos por tanto de
40 EL ARTE Y LAS ARTES EL ARTE Y LAS ACTIVIDADES HUMANAS 41

lado esta idea de conciencia, destinada a eliminar la se esforzó por realizar enteramente, sin p.erder ni. de-
obra de la naturaleza. (Y ¿por qué prejuzgar que la na- bilitar nada, de esa originalidad constitutiva. E Igual
turaleza no puede, en modo alguno ser artista? Por sucede con todas las criaturas de este género. Su crea-
otra parte, ¿acaso no se observa con frecuencia algo dor las adivina en 10 que tienen de único, de personal:
de inconsciencia en la operación del genio? ¿Acaso en lo que las hace tales cuales son; en 10 que las hace
conviene dejar a un lado el genio en el hombre que ser de este modo y no de otro. La ha juzgado digna
crea la obra de arte?) Lo que más aventurado se nos de ser, por y por ella misma; digna ~e merecer su es-
hace, no obstante ser casi universalmente admitido, es fuerzo de realización, y todos los CUIdados, todos los
la definición del arte por una finalidad tendente ha- trabajos necesarios para hacerla r~al en el mundo. de
cia lo bello. las realizaciones musicales. ¿Qué Importa que sea tier-
¿Cuál fue la intención del autor de la vigesimoquin- na o cruel, extraña o sublime, molesta o divertida? Se-
ta "Mazurka"? ¿Anhelaba la belleza en general, esta gún los casos, se hará querer por esa ternura o esa cru_el-
calidad genérica e imprecisa, común a mil seres, a mi- dad, por su aspecto sublime, o por su aspecto extrano.
les de obras? ¿Anhelaba, más especialmente, lo bello, 'Acaso no sucede lo mismo con todas las otras clases
en el 3specto en que lo bello se opone a lo sublime, a de amor, que tienen por objeto todas las criaturas de
lo bonito, a lo trágico, a lo gracioso, a lo poético? Esto este mundo? Mas, para ser como son! her~osas o su-
es un despropósito. ¿Acaso no anheló, expresamente, blimes, graciosas o poéticas, es precIso pnmero que
exactamente, el encanto único y peculiar de la vigesi- sean. Y ahí está el verdadero problema.
moquinta "Mazurka"? ¿Acaso no ha dcseado estas Observemos, en efecto, la operación del arte en tod~
delicadezas, estas morbideces, estas seducciones, estas su extensión, y, se podría decir, en toda su magnam-
emotividad es, o, si se prefiere, estas facultades de ener- midad.
var, que hacen de esta "Mazurka" un ser aparte (pese Las artes son, decíamos, constructoras de cosas. ~or
a su aparente parentesco) no ya sólo entre todos los ellas se construyen las catedrales, las estatuas, las Sil1-
seres musicales, no ya sólo en la obra de Chopin, sino fonías, los vasos, los cuadros, las epop~yas, los dramas.
entre las cincuenta y una "Mazurkas"? Por ellas las vibraciones sonoras del alfe, los gestos de
Ahora bien, esta facultad especial de conmover es los cuerpos en movimiento, adquieren valor de ~on~­
menos la razón de ser que el testimonio más poderoso mentas . Por ellas los sueños, o lo que un alma Ilumi-
de existencia ele aquel ser único, que se halla ahí, ante nada o ferviente puede vagamente vislumbrar, ca~il~an
nosotros, y que por esta presencia puede engendrar hacia una realización concreta, y acaban por dehmrse
emoción o amor, atestiguado como más real que otras en realidades exterior y permanentem ente presentes
muchas criaturas imprecisas de este mundo de fantas- ante los hombres. Pero conviene medir bien la gran-
mas llamado más especialmente el mundo real. deza de estas realidades. Cierto es que la labor de un
Y ésta es la existencia, en primer lugar, que el mú- Vinci de un Miguel Ángel, o de un Wagner, no pue-
sico convirtió en su objetivo directo; existencia vislum- de equipararse, ni en inmensidad, ni en riqueza , a la
brada entre brumas, o sugerida por un motivo fragmen- de un Jehovah en sus seis jornadas. Pero, en su esen-
tario, por unos cuantos acordes típicos; existencia que cia, es de índole idéntica. "La Virgen de las Rocas", o
42 EL ARTE y LAS ARTES EL ARTE y LAS ACTIVIDADES HUMANAS 43
"Los peregrinos de Emmaús", la catedral de Reims o los fecto del arte en sus obras. Definir el arte por esta
sepulcros de los Médicis, la " Novena Sinfonía", o " Los impresión final, es girar dentro de u~ círculo. Digamos
encantos del Viernes Santo", no son únicamente aso- mejor que el arte tiene por m.eta dlf~cta, constitutiva,
ciaciones de colores en un panel, o enjambres de notas la existencia, por lo menos satlsfactona, y a ser posIble
que hacen vibrar el aire, o piedras acumuladas y escul- absoluta, triunfal, ardiente, del ser singular; su obra. Y
pidas. Cada una de estas obras es también un mundo entonces desaparece el círculo.
completo, con sus dimensiones espaciales, temporales, N uestra definición basta, por tanto, para caracteri-
y también con sus dimensiones espirituales, con sus ocu- zar entre las actividades humanas, las nueve (por lo
pantes reales o virtuales, inanimados o animados, hu- m~nos; probablemente doce) bellas artes, e incluso p~r.a
manos o sobrehumanos; con el universo de los pensa- recoger también lo que subsiste de a!te en las actrv~­
mientos que despierta y mantiene deslumbrantes ante dades análogas. ¿Es esto un mal? SI queremos declf
las mentes. Y es un universo que vino al ser, a la pre- lo que, de por sí, significa el arte, ¿a~aso no es menes-
sencia, en su unidad. ter, precisamente, definirlo con amplrtud bastante para
y el hecho es que este universo existe, sea cual permi tir la aparición de estas afinidades, de esa prese~­
fuere su modo de existir. Más aún, por ser obra maes- cia del arte todavía reconocible, al margen de los límI-
tra, dispone de una existencia particularmente inten- tes de sus presencias en cierta manera pro.fesional,e~ y
sa, deslumbradora. Ha sido menester que satisfaga (o típicas? Puede existir el arte en un trabajo frlosofICO
que se satisfagan para él) todas las condiciones, gene- o científico; en la instauración de un monumento de
rales o particulares, de esta existencia. Y en esto estriba ideas; en la de una hipótesis grandiosa. Se le ha de
la misión profunda y casi milagrosa del arte. Dar fe reconocer, evidente y necesario, en una obr~ educacIO-
únicamente, en esas condiciones, de la belleza, es decir nal, en la más hermosa acepción de este térmmo. Forjar
muy poco frente a un problema de un sentido tan com- un carácter, templar un alma, llevar un ser humano al
plejo, tan preciso, tan variado, y a la vez tan profunda- completo florecimiento de su existencia personal: .¿quién
mente enraizado en el corazón del ser. La belleza es podría tener éxito en tamaña .empresa~ sm sentlf t~d?
tan sólo una manifestación global de todas las armo- cuanto implica de arte, es deCIr de CUIdados, de adiVI-
nías, de todas las floraciones , de todas las inventivas, nación del futuro, de anhelo de realizarse, con una
de todos los hechizos, de todas las sonrisas y de todas solicitud estética en nada inferior a la labor del ar-
las apoteosis, de todas las interpretaciones justas y de tista?
todas las realizaciones necesarias a esta consecución. Y Así, pues, los perfiles del arte son, en la actividad
si designa solamente la impresión afectiva que para humana, harto imprecisos, ya que el arte penetra en
nosotros, contempladores, se desprende de la plenitud ésta y la movilidad por doquier. Las mismas bellas
de es ta consecución, es únicamente una de sus mani- artes no se hallan claramente delimitadas. Las artes
festaciones generales, en la etapa de una actitud de menores escapan, por gradaciones indefinidas de esta
apreciación reflexiva de la obra ya conclusa. ¿Qué es atmósfera, que parece caracterizar este campo peculiar.
la belleza? Es la impresión que nos causa, en lo que al No cabe duda de que ha y algo de arte en la fabricación
sentimiento se refiere, y en conjunto, el acierto per- de un cuchillo de mesa, de una muñeca, de un vestido
44 EL ARTE Y LAS ARTES EL ARTE E LA NATURALEZA 45
o de un sombrero, y también en el diseño de una má- esto consiste su valor y su importancia particular, como
quina. Y las artes mayores tienen a su vez tales rami- sólida base de nuestro estudio.
ficaciones, y arrastran tras sí sombras impuras y men-
guadas de ellas mismas. El arquitecto no edifica
únicamente iglesias o palacios, sino también casas de
apartamen tos, puen tes de ferrocarril, alean tarillas, m u- IX. EL PROBLEMA DEL ARTE EN LA
ros que encierran jardines. No todas las esculturas se NATURALEZA
encuentran en las exposiciones, ni en los museos, ni
están talladas en mármol blanco. A veces la escultura ¿SE EXTIENDE el arte aún más allá? Aquí las cosas
se ha entretenido, y después se ha extraviado, en la se tornan más oscuras, y empezamos a percibir cier-
talla del hueso, del cuerno, de una castaña de Indias, to sabor de hipótesis. La ampliación de la cuestión se
en la decoración de pipas, o de puños para bastones. efectuará, por ejemplo, de esta suerte: su definición
Después de la pintura de caballete, he aquí la de brocha del arte -me dirá algún objetante- es muy flexible.
gorda, sin olvidarnos del arte "de pintar y embellecer ¿Acaso hemos de clasificar como arte todo proceso
el rostro". Después de la música de los grandes con- susceptible de promover una existencia? ¿Acaso -obje-
ciertos sinfónicos, tenemos la música de danza , la mú- tará sarcásticamente Menipo- me bastará con hacer un
sica militar, carillones y señales. Después de la danza niño para ser un artista?
espectacular, la danza de salón, el "dancing", el ca ba- Broma de mal gusto. Desde luego -le contesta-
ret de baja estofa. ¿Dónde está el límite que buscá- remos en el mismo tono a Menipo-- si en aquel mo-
bamos? Desinit in piscem . .. mento pensáis en hacer al niño rubio O moreno, si sabéis
Así, todo 10 que se puede decir, es que nuestras cómo darle ojos azules o negros, aficiones científicas
nueve, o nuestras doce bellas artes, constituyen única- O literarias, entonces, tenedlo por cierto: sois nn artis-
mente actividades representativas. Y que su única ca- ta, y hasta un gran artista.
racterística consiste en hallarse más concentradas, más Por 10 general, la naturaleza es la que determina
puras, más inmediatamente orientadas hacia produc- todo esto. Ella es la que, conforme a sus normas, edi-
ciones autónomas, en cierto modo gratuitas, y con cierta fica, misteriosamente, sabiamente, delicadamente, el
pureza existencial. En su derredor, se extiende un nim- nuevo scr. El artista, es ella.
bo completo de actividades menos puras, comprometi- Ahí está el único alcance verdadero de la objeción;
das en exigencias complejas, creadoras de obras cuya en esto radica la única dificultad. ¿Acaso es posible
utilización no las limita a esta sola razón de haber sido calificar realmente a la naturaleza de artista, en sus ope-
creadas por el arte, y de tencr el privilegio de ates- raciones instaurativas, y en particular en las que pro-
tiguarlo. ducen un ser vivo?
Reconozcamos a todas estas bellas artes la trascen- Cuestión en verdad clelicada, que ha suscit2c1o con-
dencia y la peculiaridad de constituir una especie de troversias filosóficas, y sobre tocio científicas, y nos cui-
centro estelar, perfectamente organizado, de actividades daremos mucho de trcltarla a fondo. Limitémonos, por
artísticas muy puras, y que se bastan a sí mismas. En tanto, a decir esto: nuestra definición es de tal modo
46 EL ARTE Y LAS ARTES EL ARTE EN LA NATURALEZA 47
sólida, que permite esclarecer mejor, dar forma o con- tiene en cuenta este aspecto de su perpetua transfor-
vertir en ecuación, problema tan arduo. mación.
En efecto, de dos cosas una. Y lo que sigue plantea O que la naturaleza no tiene tal indiferencia con
un dilema. relación a la existencia. Esto no quiere decir que hay
O la naturaleza, en estas sucesiones de hechos que que suponerla consciente, ni tan sólo capaz de desear,
conducen al nacimiento, al crecimiento, a la afirmación de querer, aun inconscientemente. Basta con admitir
cabal de un ser, para nada tiene en cuenta la propia que la existencia o .la nada, y las cualidades intrínsecas
existencia de dicho ser; operan, pues, únicamente por del ser, resultado del proceso de formación, in tervie-
leyes mecánicas, ciegas, faltas de orientación, cuyo re- nen de algún modo, en calidad de coeficiente, en la
sultado fatal, pero indiferente, habrá de ser, según las ley del fenómeno. Basta con suponer que, en la serie
circunstancias, unas veces e! nacimiento viable, otras de hechos cuyo resultado es la presencia, por ejem-
el aborto, otras la creación de una especie, y otras su plo de tal cristal, o del lirio, o del león, o del hombre
desaparición, y ello merced a unas leyes de los hechos, las cualida~es p.ropias de estos seres, y más generalmen~
que causan uno u otro de los hechos sin preferencia, sin te su propia eXistenCia, su presencia en el mundo y no
aceptación alguna de! resultado de su operación, así sea su ausencia y su nada, tienen un peso cualquiera (in-
este resultado la existencia o la nada, un monstruo o cluso ínfimo, a manera de causa infinitesimal, pero
una criatura perfecta. operante, en particular, a favor de la ley de los grandes
En tal hipótesis, no existen en la naturaleza verda- números, corno un golpecito débil, pero positivamente
deros procesos instaurativos, orientación alguna de nin- reconocible) en la balanza de los acontecimientos que
guno de sus procesos encaminados a la existencia de han dado por resultado el mundo tal cual es. En este
tal o cual ser, y, por consiguiente, ningún arte. Y así caso, uno tiene e! derecho e incluso el deber (de ser
nuestra definición del arte, lejos de Ser demasiado am- ello cierto) de hablar a un tiempo de proceso realmen-
plia, y de englobar indebidamente unos procesos natu- te instaurador y, en consecuencia, de arte en la natu-
rales de instauración, sirve por e! contrario para demos- raleza. Un arte, por supuesto, hermético, inconscien-
trar cumplidamente que el arte, entendido de esta te,. que. actúa únicamente para favorecer un poco la
guisa, no existe en la naturaleza. Criterio eficiente, que ex~stencla contra la nada; para, a través de mil fracasos,
permite denunciar una ilusión, y mostrar exactamente mil derrotas, mil obstáculos, dirigir de tal suerte la
sobre qué descansa. Sí; de ser así, la apariencia instau- evolución de los seres y de las cosas, que a la fuerza
rativa de los procesos naturales sería pura ilusión. Sólo resulten, mejor o peor, todas las presencias de que da
existe .una coi~cidencia parcial y engañosa entre lo que fe el estudio de la naturaleza, de manera que las for-
un arbsta pudiera hacer, teniendo por mira a los seres, mas del cristal, del lirio y del león, no constituyan de
y lo que hace la naturaleza. La ilusión del arte pro- modo absoluto una casualidad, sino que sean e! efecto
cede del hecho de que nosotros estarnos alertas, ante de un coeficiente de arte realmente presente y que ac-
este. hacer y deshacer, ante esta floración y este agos- túa, débil o enérgicamente, lo mismo da, en la natu-
tamiento de los seres, que sólo es falaz reflejo de la raleza.
indiferente actividad de la naturaleza, la cual para nada y en este caso, nuestra definición es igualmen-
48 EL ARTE Y LAS ARTES EL ARTE EN LA NATURALEZA 49
te válida, puesto que permite precisamente descubrir ineludible, selecciona ra la s que se organizan en siste-
(si hay lugar a ello) este coeficiente de arte, su pre- mas arquitectónicos duraderos, equilibrados; como si
sencia, los medios de su actividad, y su lugar exacto. quisiera, de esta suerte, destacar y demostrar ( y demos-
En síntesis, o existe arte en la naturaleza, y enton- trarse a sí misma ) las cualidades estéticas que respon-
ces nuestra definición debe englobarlo, o no existe en den a estas necesidades arquitectónicas; como si, por
absoluto, y nuestra definición deberá permitir que se último, impusiera (y podríamos evocar aquí fenómenos
desvanezca esta ilusión: y es lo que hace. De todos análogos al hábito) una inherencia necesaria, para al-
modos, la definición es buena. gunos de sus elementos, de las disposiciones arquitectó-
Por otra parte, no vacilamos en decir que, en nues- nicas de este modo objeto de plusvalía. Tal es esta
tra opinión, la hipótesis afirmativa (o sea, la de la peregrina finalidad estética, que parece regir ciertos
existencia de un débil, pero activo coeficiente de arte procesos de génesis cristalográfica, y que se traduce
en la naturaleza) es la que vale. Creemos (y es el único por la necesidad científica de hacer intervenir, en el
sentido realmente aceptable por la ciencia que se pueda estado actual de la ciencia, un factor estrictamente
poner en el concepto de fin alidad) que hay ciertos coe- morfológico, .en el decurso de los hechos que los rea-
ficientes existenciales en el orden biológico, es decir, lizan. 1
que la existencia, la presencia positiva de algunos seres, Por lo que toca al arte en las instauraciones orgá-
y, en consecuencia, también de algunas de sus cualidades nicas, o biológicas, tiene características muy notables .
(morfológicas u otras ) -lo que los hace aparecer tal Lo primero, que todo ocurre cual si distara mucho
como son- intervienen en forma positiva (y hasta es-
tadísticamente mensurable) en el decurso de los acon- 1 La estética registra aquí una observación tan importante como
tecimientos de que somos testigos. Ahora bien, en este curiosa: la de qu e (como resu ltado de la ley de Haüy, que cx-
caso, este arte cósmico, natural, realmente presente en cluye la introducciÓn en morfología cristalográfica de núm eros
irracionales, tales como vl5), ninguno de los tipos de redes crista-
la evolución del mundo, difiere enorm emente, por unas linas (defi nidos en particular por Bravais) admite las forma s pen-
características fácilmente reconocibles, del arte huma- tamétricas. Dicho de otro modo, el famo so número phi, a que tan
no. y no carece de interés para la estética comparada, aficionados se muestran ciertos maestros de la estética, no podría
el trazar a grandes rasgos el cuadro de estas diferen- intervenir Cn esta cstética natural de lo inanimado, ni en ninguna
de las formas, empcro tan in teresantes desde el punto de vista
cias, por muy problemática, o discutible, que sea su decorativo, que da como modelo en las artes. La estética del nú-
hipótesis básica. mero phi sólo pued e existir en el m undo orgánico. Conviene decir
Este arte natural tiene, en primer lugar, la caracte- que M . C. Ghyka (u no de los mantenedores actuales más renom-
rística de actuar en forma muy distinta, en el mundó brados del número de oro) con gran probidad así lo reconoce, tn
su obra La estética de laó proporciones en la naturaleza y en el artc.
de la vida y en la naturaleza inanimada. En esta últi- Mas, saca de ello la conclu sión de una estética por entero ")vita-
ma, puede decirse que sus obras (con el rico tesoro de li sta". Sería menester reconocer, pura y llanamente, que el nú mcro
formas decorativas que nos brindan) tienen por ley phi es únicam ente el índice matemático de determinadas estruc-
principal las condiciones de la estabilidad. Todo suce- turas formales, asaz escasas, cuyo valor artístico, por otra parte, de-
pende aún de otras con diciones, no siendo por tanto este índice, Su
de cual si, al intentar todas las combinaciones posibles, razón necesaria, ni siempre suf icie nte, hecho sob:e el cllal insis·
la naturaleza, movida por una experiencia ciega e tiremos más adelante.
50 EL ARTE Y LAS ARTES EL ARTE EN LA NATURALEZA 51
de haber alcanzado (cosa muy comprensible) la misma a veces en el ser real a un ser ideal, al que ya empezó a
perfección, la misma estabilidad, el mismo rigor defi- hacer imposible, a aniquilar, desde el momento mismo
nitivo, que el arte inorgánico. Se encuentra en periodo en que le daba esta vida que, tarde o temprano, ha de
de experimentación, ele prueba; y sólo sobrepasa con declinar. Un ser ideal, que con frecuencia el arte pro-
rapidez y rectitud (por obra ele la "taquigénesis") sino cura adivinar en las transparencias de lo real, para fi-
los periodos en que empieza de nuevo, como quien jarlo en su esplendor, en su certidumb!e., .
dice de recapitulación de los procesos logrados ante- Conviene añadir que las formas bIOloglcas ofrecen
riormente, por los cuales el ser vivo, en su evolución un carácter bastante peculiar. En su conjunto, s.on fun-
ontogenética, reCOrre la evolución filogenética. y aún cionales. Someten la estructura, en lo que tiene de
en estas recapacitaciones simplificadas, abreviadas, con- característico, a determinado género de vida, de ac-
densadas, conserva muchos aspectos inútiles, muchos tividad.
rodeos, que únicamente la historia contingente de la A estas materias diversas: el reptil, el pájaro, el
vida puede explicar. ¿Por qué la naturaleza, al tener mamífero, les ofrecen como tipo ejemplar el animal
que crear un mamífero, le provee primero de órganos apto para correr, o volar, o nad~r; el anü:na.l de pre~a, o
branquiales, que en seguida hace desaparecer? Porque el que pace, apacible y perseguido; por ultimo, el mge-
su arte no es puro, no carece de obstáculos, y compren- niero, el ser industrioso, sin contar el solitario, o el ser
de todavía muchos titubeos históricos. Tal vez, den- social. Todo sucede cual si estas obras de la naturaleza
tro de miles de años, y quizás en otras realizaciones tuvieran el doble principio de ser y de representar algo.
cósmicas, las génesis biológicas posean las certid um- y así se podría intentar una comparación entre estos
bres, las abreviaciones, la posibilidad ele recorrer el ca- dos mundos de la materia inorgánica y de la vida, y
mino más corto, que caracterizan el arte de la naturaleza estas dos categorías del arte decorativo y del arte repre-
en lo inorgánico (cuyas leyes parecen datar de un pe- sentativo, de las que hablaremos más adelante.
riodo más remoto, y como ya experimentado en ante- Pero hay que cuidarse, en las simplificaciones y las
riores cosmogonías, cuyo recuerdo perdurara en este estilizaciones esencializantes, de esta suerte iniciadas, de
mundo, conforme a la hipótesis de L. Hearn). Pudiera reforzar la complejidad y la diversidad, incluso la falta
ser que entonces las génesis de la vida se hallaran en tre de claridad, de los hechos reales. No nos olvidemos de
las operaciones rápidas y directas de la naturaleza, la que ese arte de la naturaleza es siempre i~lp~ro; de. qu.e
cual en ese caso avanzaría vacilante por unas instaura- depende siempre del imperio de aconteCimientos mdl-
ciones de otros géneros, por un plano superior. La ferentes, por el cual la finalidad óntica sólo ejerce una
naturaleza sólo hace rápidamente y bien lo que ha vuel- influencia muy limitada, muy débil. Se trata ~an sólo
to a empezar indefinidamente, en el curso de unos pro- de un principio de orientación, lo bastante débil en .su
cesos cada vez más reiterados, cada vez más estereoti- acción como para percibirse únicamente por medIOS
pados. estadísticos, válidos sólo para grandes números, y que
En este campo de la vida, en el cual titubea, no no adquiere su rigor y su valor restr.ictivo .en. ~os casos
hay nada que esté realmente concluso. Tan sólo una individuales, sino cuando hace también deJaclOn de su
culminación provisional, un acmé, que permite adivinar carácter de finalidad: cuando se inmoviliza en procesos
52 EL ARTE Y LAS ARTES LAS ESPECULACIONES ONTOLóGICAS 53
convertidos en hábitos y ya mecánicos, verdaderas téc- enorme y principal diferencia entre el arte humano y
nicas, ayunas de arte, de esta labor natura1. 2 el arte natural: el arte humano se halla casi por com-
En efecto, conviene no olvidar que la comparación pleto emancipado de esta terrible condición del arte
con el artc más puro (si bien más limi tado en s us re- natural, que es la inmanencia de l~ forma en .una ~la­
cursos) del artista es siempre la clave de tales investi- teria determinada . y no es que deJe de resentir su Im-
gaciones. Ella es la que permite, al aislar la dialéctica pacto, cual lo veremos cuando nos enfrentemos al pro-
ele las realizaciones de un proceso anafórico imperfecto blema del papel desempeñado por .la matena ~n. el
y oscuro, discernir, en la amalgama del proceso natu- arte, y la importancia de las sugestiOnes morfologiCas
ral, este factor estético velado, implexo e imperfecto, de esta materia; pero, siquiera en principio, el arte hu-
combinado siempre con la acción de leyes indiferentes mano conserva el derecho, y se deja tentar por la aven-
o perturbadoras, en relación con la orientación general tura de doblegar la forma a sus propios designios, y de
que define su modalidad artística. invocar la materia tan sólo subsidiariamente, en la me-
El arte humano, por otra parte, se apoya por do- dida en que se presta a dichos designios.
quier en este arte natural. Depura sus acciones; des-
prende ciertos ideales, y los expresa por separado; para
otros fines, toma de él ese tesoro de formas de las que
no le es posible desprenderse por completo. Y,sin em- X. EL ARTE Y LAS ESPECULACIONES
bargo, al actuar de esta suerte, se libera de él y lo sobre- ONTOLOGICAS
pasa por su libertad. Estas formas, las impone a otras
materias. A la decoración de un tejido, le brinda una
¿·ACASO hemos alcanzado los límites de toda presencia .
decoración tomada de la fructificación de un musgo posible del arte? Ouizá en el orden de las observaciOnes
O del diagrama de una flor. Da al mármol la forma de concretas; pero desde luego na en todas las di~ensiones
un cuerpo vivo: esa forma que, en la naturaleza, es de la inquietud filosófica. ¿Será precIso ~eCl~ que la
producto de la química ele los compuestos de carbono, idea de un tránsito orientado por una sablduna, o un
oxígeno, hidrógeno y nitrógeno. Aquí radica la grande, la espíritu dialéctico, hacia la exist.e~cia, .despierta. milla-
res de ecos metafísicos? Arte dlvl110; lI1stauraclón ab-
2 Por esto no valen los argumentos, tan a menudo presentados
por los adversarios de la idea de finalidad biológica (E. Rabaud, soluta del ser; organización total de la Representación
H. Matisse, etc ... . ) y sacados de las excepciones, de los fraca sos, de por el Espíritu: he aquí otras tantas cuestiOnes qu.e el
los casos en que un proceso natural actúa en contra de su hipoté- lector de esta obra sin duda no desea ver profundizar.
tica finalidad: monstruosidades, errores de la naturaleza o del ins- Pero no sobrará recordar que conciernen directamente
tinto, producción, por obra mccánica de las mismas leyes que, por
lo general, son favorables a la vida, de órganos inútiles, o de estruc- al concepto del arte. Problemas insolubles, o valerosos
turas morfológicas vitalmente indiferentes, "cualesquiera". En rea- intentos de iluminación de lo incógnito, las especula-
lidad, estos hechos sc hallan estadísticamente en minoría. Es ciones metafísicas referentes a estas materias se nos
menester comprobar, tal vez como hecho extraordinario, pero posi- aparecen como fulgores ten~brosos .. Y al mismo ,j¡1Ves-
tivo, que estas Ieycs mecánicas, en la mayoría de los casos, actúan
en sentido favorable a la existencia, y conforme a los arquetipos tigador de cuestiones es téticas, le Imp~rta comprobar
constructiv'os que dominan estas instauraciones naturales_ lo siguiente: primero, que el arte, aqUl, es en efecto
54 EL ARTE y LAS ARTES LAS ESPECULACIONES ONTOLOGICAS 55
objeto de la especulación, es decir que la idea funda- monumento el problema de la realización, de la con-
mental que hemos de tener del arte, ha de ser suscepti- clusión, del resultado de la acción? ¿Por qué razón, a
ble de abarcar, si fuere menester, estas grandiosas hipó- Hamelin, le perturba la idea de categorías puramente
tesis, cuando encierran algo que corresponde a una estéticas, que pu eden poner en peligro sus categorías
realidad, y que puede ser provechosamente examinado intelectuales? El motivo es el siguiente: que tanto uno
por la mente humana; y segundo, que la luz que ilu- como el otro han concebido el arte (por haberse hecho
mina va del arte humano a estas especulaciones inquie- del arte una idea demasiado mezquina, por ejemplo re-
tas e inciertas, y no en sentido contrario. lacionándolo únicamente con la atmósfera de la belle-
Lo cual entraña al menos una superioridad para za) como una provincia parcial, como fragmento limi-
los teólogos: éstos no vacilan en evocar la idea del Dios tado, como un solo capítulo de su gran epopeya. Sin
artista, del Dios cuyas categorías estéticas pueden im- darse cuenta de que penetraba en toda la trama ; de
pregnar la acción, Deus artifex. La analogía entre Mi- que, en puridad, constituía el motor y la clave dialéc-
guel Angel cincel en mano y Jehovah en el esplendor tica y profunda.
de sus seis días, no sólo es enseñanza para el esteta, No nos arriesgamos a ocuparnos de este capítulo
sino para el metafísico. Al abrir un capítulo de esté- de estética comparada. No vamos a hablar ni del arte
tica comparada -relacionar el arte humano con la idea divino, ni del originado en la mente humana. Nos con-
de arte divino; confrontar la instauración parcial de un tentaremos con mostrar cómo se pl antea su problem'! .
microcosmos can la instauración total posible del ma- Lo que importa, es recordar a los que se arriesgan por
crocosmos- le descubre tan sólo, al analista de las esas regiones, que en ellas no tendrán más hilo con-
bellas artes, el panorama de una hipótesis que penetra ductor que el estudio de la dial éctica del arte. Y a los
hasta lo más hondo, que le proporciona unas cuantas que se interesan por el arte, que sus resonancias meta-
imágen es y a la vez el sentimiento de la . importancia físicas son reales y profundas. La experiencia que pro-
de lo que se plantea. A la inquietud de la metafísica, al porcionan tiene un alcance ontológi~o -~ás ~xacta:
desesperado esfuerzo de la teodicea, le sugiere un mé- men te: antagónico- que no es posIble nI omItIr nI
todo, al recordarles que, si bien es imposible "penetrar dejar en silencio .
los designios de Dios", al menos siquiera la única ima- y esto nos dice el alcance de la estética comparada,
gen que tenemos a nuestro alcance de las actividades a la vez que nos recuerda el prin cipio de su método .
de la instauración cósmica, reside en la actividad del El arte, esta promoción heroica de la existencia,
artista. Y esto no es únicamente una imagen, es una unas veces visionaria, y otras concretamente manipula-
experiencia . dora, en ocasiones difícil, vacilante, con cortapisa, se-
y esto es lo que no debería olvidar (pero olvida cular y lenta, y, en otras, a ratos enigmática y lejana,
con demasiada frecuen cia) el metafísico puro. Pues la posee innúmeras presencias. Los campos que le son
misma analogía, no sólo puede referirse a Jehovah en privativos son inmensos; los surca con idéntico impul-
sus seis días, sino al espíritu hegeliano, o hamelinian o, so. Pero, en su centro, y para que podamos más có-
en sus tríaclas de categorías. Ahora bien, ¿en qué con- modamente acercarnos a él y estudiarlo en forma di-
sIste que H egel se haya olvidado de incluir en su recta y positiva, ofrece una constelación de nueve haces
56 EL ARTE y LAS ARTES
sencillos, de nueve actividades organizadas, que parten
de la labor concreta y la experiencia del hombre. Y TERCEnA PARTE
aquí es en donde se puede, por medio de la compara-
ción de estas actividades, destacar 10 esencial, cuya ANALISIS EXISTENCIAL DE LA OBRA
esencia ontológica tiene inmenso alcance. Pues re- DE ARTE
sulta indiscutible que el escultor, cincel en mano, el
pintor con sus pinceles, el poeta y el músico con su
estilográfica, realizan un trabajo de creación divina. Al
crear la "Venus de Milo", o "la Primavera", la "In-
vitación al viaje", o la "Patética", crean lo que, ni Dios, XI. PLURALIDAD DE LOS MODOS DE
ni la naturaleza,habían hecho. y lo que de esta suerte EXISTENCIA
nos enseñan, en cuanto a los caminos que llevan seme-
jantes realidades hacia la existencia, es la única expe- YA HEMOS visto que, por 10 menos, nueve artes, carac-
riencia auténtica que poseemos; el único modo directa- terísticas, forman, en el centro de su región humana, el
mente al alcance de nu estra observación, de la actividad núcleo de la nebulosa del arte. Tradicionalmente, se
instauradora pura. clasifican de esta suerte: arquitectura, escultura, dibu-
He aquí por qué, si añadimos a nuestras anteriores jo, pintura, danza, poesía, música, y, además, ese grupo
definiciones del arte esta otra: el arte, es 10 que existe complejo a menudo llamado artes menores (también
de común entre una sinfonía y una catedral, una esta- se dice artes decorativas, artes industriales, y cada uno
tua y un ánfora; es lo que hace equiParables entre sí de estos términos tiene sus fallas). Y es menester su-
la pintura y la poesía, la arquitectura o la danza,l no maries este recién llegado, que ya nadie discute : el
sólo señalamos un noble y hermoso tema para el estu- arte cinematográfico.
dio, sino que, además, demostramos que este estudio ¿En qué consiste que existan varias. artes! E~ta pre-
tiene un alcance que sobrepasa el simple interés por gunta, inevitable, esencial en nuestra iOvestlgaclón, no
las cosas de la belleza, o del genio; que discierne, en puede ser contestada antes del estudio de la .morfolo-
actividades de por sí nobl es y sobresalientes para la gía general común a toda obra de arte. ÚOlcan:ente
condición humana, un principio susceptible de sobre- después de haber reconocido los distint,os pl~nos ~xlsten­
pasa r, en importancia, en valor o en esencia, el plano ciales, sobre los cuales se establece, sera po SI ble dlscermr
humano. exactamente las razones de esta pluralidad .
Una obra de arte, es un ser único, tan único cual
puede serlo, en su singularidad, una person~ humana.
Ahora bien, por muy completa, por muy es~nclal que sea
la unidad de un ser humano, éste no cIeJa de estable-
1 Con es to llegamos a nuestra quinta definición del arte. La
cerse sobre varios planos, o modos, de existencia. En-
sex ta se encontrará en el capítulo XV. Sobra decir que todas con· contramos al hombre en la esfera de la existencia física,
cuerdan y represen tan la misma realidad bajo distintos ángulos. psíquica, de la espiritualidad; en lo actual y en lo vir-
57
58 ANALlSIS EXISTENCIAL EXISTENCIA FISICA 59
tu~l. U na persona es por igual el centro hipotético, el de las veleidades de los impotentes y los fracasados.
pnnclplO onglpal de mil acciones diversas, y la reali- Entre 10 que, para existir, exige el esfuerzo vigoroso
zación ide~l, y como quien dice situada en el infinito, del genio, y 10 que nunca se realizará, marcado can
de una uTIldad q~e se ~usca a sí misma. Por cierto que sello letal de lo imposible, de lo absurdo, del borrador
a mitad de camilla, siempre entre la existencia plena destinado forzosamente a permanecer amorfo, no puede
y el esbozo a medias salido de la nada . divisarse aún la divergencia en esta etapa. Mientras la
La obra de arte existe, quizá más intensamente, en primera pincelada, el primer. golpe del cincelo del buril,
forma más esplendorosa, más completa, mejor termi- aún no se ha dado; mientras la primera línea no ha
nada. Lo cual no le impide, con sus presencias induda- sido escrita, es discreto no decir todavía: la obra existe,
bles, hallarse establecida en una pluralidad de planos ahí está.
eXistenciales, indispensables todos. Enumerémoslos. Ca- Interés, empero, de esta etapa pre-natal para la es-
libremos este espesor o esta profundidad perspectiva de tética comparada: el objeto artístico se encuentra con
su ser.
frecuencia en ella aún mal definido, en lo que atañe
al género de arte al cual corresponde. Momento hubo,
en que el Cristo del "Juicio Final" o los "Ygnudi" de
XII. EXISTENCIA FíSICA la Sixtina, no eran en el alma de Miguel Ángel, en puri-
dad, ni pinturas, ni estatuas, y, a la vez eran ya algo de lo
VEAMOS un ejemplo. El más corriente. La "Giocon- uno y de lo otro. Y tal idea literaria, en esta etapa que
da". Vista desde cierto ángulo, es un objeto material. pudiéramos decir fetal, permanecía indecisa: ¿drama,
Bastidor, lienzo, pigmentos de color: éste es el cuerpo poema o novela? y hasta ¿quien sabe?, tal vez ballet
físico de la obra. Su modo de existencia es el de las o pantomima. Pero, cuando se toma el pincel, la espá-
cosas físicas. tula o la estilográfica, el trozo de barro O la cuartilla, es
No puede existir obra de arte sin este cuerpo. U na menester decidirse.
catedral, una estatua, son ante todo piedra. Una sin- Con esta corporeidad física es con 10 que la obra
fonía, es aire estremecido y vibrante. Una obra litera- (tal como subsiste) empieza a existir, a tener su exis-
ria, es papel impreso o manuscrito. Y así sucesivamen- tencia positiva y real.
te. Todas las obras de arte tienen un cuerpo. y también podríamos hablar de una especie de ser
y sin embargo ¿puede existir una obra de arte antes a un tiempo absoluto y virtual de la obra, independien-
de tener un cuerpo? El poema, la sinfonía ¿se hallaban temente, no s610 de toda realización material, sino, in-
encerrados en un alma antes de existir en el papel, en cluso, de todo concepto. Considerados bajo determi-
caracteres negros sobre blanco? nado ángulo, los dramas futuros y los monumentos
Sea, pese al riesgo de conceder demasiada existencia que todavía no han sido erigidos ya están ahí, en uno
a. tan imprecisas i~ágenes, casi únicamente premonito- como cielo plat6nico de los inteligibles, si se considera
nas. f:sta es por Igual la regi6n de lo que será, como tan s6lo el conjunto de las correlaciones armónicas,
la de lo que no ser.á. jamás. En ella, lªs posibles obras la l6gica interior que las condiciona y constituye su
maestras en nada difieren aún de las imprecisas visiones trama virtual. Incluso, cual en una contra-prueba, se
60 ANALlSIS EXISTENCIAL EXIsn:NCIA FfS1CA 61

hallan en la sociedad que los guarda. El poema de anécdota histórica de los acontecimientos con que fí-
mañana -el que habrá de colmar una espera, de saciar sicamente tropieza cl cuerpo de la. ,obra pi,erde s.u "im-
una necesidad, de justificar una gloria-, este poema, portancia. La primera representaclOn?~ El Cid, o
aún no nacido, y<l está ahí, igual que la estatua en bron- la composición exacta de la orquesta dIrIgida por Haydn
ce ya se encuentra en el molde aún vacío. ¿Quien de en cl palacio del Príncipe Esterhazy, o incluso, la forma
nosotros habrá de escribirlo? en que el propio Beethoven empuñaba su batuta tal
Pero no es de la obra :Qor hacer de lo que vamos o cual día, en la dirección de "la Quinta", no pueden
a tratar, sino de la obra ya hecha, de la obra presente. ser ejemplos para las representaciones 'Ü interpretacio-
y ésta, sólo es indubitable merced a la indiscutible nes futuns. Si es cierto que, en "La Lanzada", o en
región de la presencia física. "Sardanápalo", subsiste inscrita y emocionante, la coreo-
Al respecto, observamos una distinción importante: grafía histórica del pincel de Rube.ns, o .de Delacr~~x,
hay artes que dan a sus obras un cuerpo único y defi- en los días de su génesis, en cambIO, la mterpretaclOn
nitivo. Verbigracia, la estatua, el cuadro, el monu- de Mademoiselle Georges, o la de Rachel, la interpre-
mento. tación de Habenesk, o de Charles Lamoureux, sólo
Otras son a un tiempo múltiples y provisionales. por cierto tiempo podrán i~1pregnar el papel ,o la par-
Por ejemplo, el cuerpo de la obra musical, o de la obra titura, y después se esfumaran. y la obra podra renacer,
literaria. "La infortunada música -decía Vinci- mue- siempre joven, en tanto que los colores se oscurecen y
re de seguida"; no, no muere, pues de continuo rena- se agrietan, en tanto que los colosos l.l~~n mar~ado
ce. Pero requierc cada "ez una especie de palingenesia en el rostro "el pie brutal de Cambios. El libro
ceremonial, de teofanía cjecutiva, de rcsurrección por impreso, múltiple, omnipresente, sa~vaguar~a ~ ~ obra
metempsícosis, con un cuerpo cada vcz: la ejecución que la mancha de tinta de Paul LoUls Couner siempre
de una pieza de música, al igual que, en 10 que ataña amenaza en su original, por muy emotivo que éste sea.
a la literatura, la lectura del poema, o la representación Son juegos extraños y complejos del ~ien y del mal,
teatral. ¿Debilidad de estas artes? Tal vez. El término de lo esencial y de 10 concreto, de lo VIVO y de lo eter-
postrero de su presencia sólo puede alcanzarse provi- no. ¿Será menester entretenerse en observar, en e~ cuer-
sionalmente en una resurrección siempre algo distinta, po concreto, único y material de la obra d~l ~rqUltecto,
en la cual la personalidad, la voluntad, incluso quizá las mutaciones que aporta el tiempo; la pagma dorada
el capricho de los ejecutan tcs descmpeña un papel. y el desplomarse de las columnas, la h~ella de los en-
Su autor nunca puede considerar estas obras como cuentros singulares, de las confrontacIOnes del alma
totalmente conclusas: requieren siempre un comple- -la firma de Loti en el muro de Baalbek, o la con-
mento de creación, el cual depende del instrumentis- moción del terremoto? ¿O es menester preferir ese
ta, del actor, del declamador. Pero también poten- desprendimiento espiritllalizante; por el cual, aquí, mi
cia y espiritualización del scr, gracias a este posible Baudelaire encuadernado en piel, magullado, o m:m·
menosprecio de un cuerpo únicamente prestado, ca- ehac.lo en ~lgunas hojas, es únicamente mi propio ejem-
duco y siempre sustituible. En música, en dramaturgia, plar, que quizú guarda el tes tim?nio de aventmas del
la obra posee cuerpos que cambian. En estas artes, la alma, que sólo a mí me conCiernen? ¿Es menester
62 ANALlSIS EXISTENCIAL EXISTENCIA FfSICA 63
alabar esta ubicuidad de la música, por la cual se halla de esa superstición, o de esa aberración, de pr~ferir la
presente a un tiempo en mil lugares, en mil momentos obra manuscrita a la obra sanara y realmente Vibrante;
diversos; que la entroniza en la vida humana can una o también, por un corto-circuito que va directamente
intimidad infinitamente más honda que la que puede del oyente al intérprete (y haciendo caso omiso del autor,
tener el cuadro en su museo? Cuestión de gusto. Ouien o de la propia obra) considerar la in terpretación fu-
prefiere determinado arte, habrá siempre de preferir gitiva, y el intérprete ocasional, más importantes, más
su condición física pa rticular. emocionantes, que la existencia espiritual duradera y
Ob.servemos únicamente tres puntos: primero, la la creación genial y original de la obra en el papel.
P?slb¡Jldad, ~ara la obra plástica, de adquirir una espe- Este desdoblamiento en autores y ejecutantes in-
Cie de ubiCUidad, tal vez interior, pero que, con todo, térpretes, por otra parte, no se presenta únicamente
con~lene no meno~preciar así como así, por la multi- en las obras de cuerpo provisional. Conviene no ol-
P]¡cI?~d de las COpiaS, o reproducciones grabadas, o fo- vidarse de que, ni Rafael, ni Rubens, pintaron siempre
tograflcas; reproducciones análogas, si se quiere, a enteramente con sus propias manos los cuadros, de los
10 que, para la obra musical significa una ejecución cuales a veces sólo dieron la idea y las directrices prin-
imperfecta, una interpretación de aficionado. Y, em- cipales de ejecución a sus discípulos.
pero, ello implica un modo de aportar a la obra, de la Y una última palabra, pero importante.
cu.al ~lgo subsiste en ~stos cuerpos secundarios y dis- Este cuerpo físico se halla destinado ante todo a
mll1Uidos, una presencia y una resonancia amplificada. sostener, apresen tar al espectador, al oyente, un cú-
Observemos también la importancia de todo ese con- mulo de cualidades sensibles, de fenómenos puros,
junto instrumental -pinceles o cinceles, flautas o de los cuales trataremos pronto.
cornos, vestuario y escenografía- que sólo atañen a esta ¿Puede decirse, entonces, que se trata sólo de un
reali7.ación física, y desempeña un papel técnico cuya sostén exigido por estos fenómenos, pero que, en rea-
importancia varía enormcmente, según las diferentes ar- lidad, permanece al margen de la obra de arte? ¿Como
tes. Allí donde aparece especialmente importante, el si fuera e! reverso de la decoración, algo así como un
arte ~orre el riesgo de convertirse en simple mensaje andamio, como una estructura de apoyo que no debe
de virtuosismo técnico. Por último, observemos que de retener nuestra atención?
a:¡ uellos que, en la apreciación estética, insisten dema- No lo creamos. A pesar de que, con toda seguridad,
Siado exclusivamente en las improntas de la vida, en desempeña este papel, no deja de intervenir con to?a
los recuerdos biográficos impresos en ciertas obras y su naturaleza, la cual sobrepasa, y a veces contrana,
referentes a su génesis física original, se concentran en este pape! de simple puntal. El edificio, pese a 10
un pun to de vista sólo válido para determinadas artes, afirmado por Ruskin, no tiene únicamente, como est~­
aquellas en que la creación espiritual se confunde con tuto artístico, la misión de satisfacer el alma, de delei-
la ej;cución material, exigiendo, al igual una que otra, tarla, o de elevada. Su cuerpo físico nos resguarda
un \lnICO agente. Ahora bien, ¿dónde se encuentra, realmente del frío, del sol, de la lluvia. Este búcaro,
por ejemplo en la obra musical, esta evocación física de por más que le disguste a Kant, no es únicamente or-
la mano creadora? A no ser que uno se deje llevar nato espectacular de una consola: también tiene una
64 ANALISIS EXISTENCIAL EXISTENCIA "REICA" a "caSAL" 73
utilidad práctica, y en una forma que le impide ser un la mente: es del fen.ómeno puro de lo que aquí se trata.
fantasma. Está destinado a contener y conservar ma- Insisto: lo sensible en su existencia puramente feno-
terialmente el agua en que habrán de bañarse unas menológica.
flores . El cuerpo forma por entero parte del todo de la y constituye uno de los hechos más notables d el
obra. La obra tiene el derecho de prevalerse de su pre- arte, afinar, y a la vez intensificar, destacar existencial-
sencia física . mente, en toda su pureza, este plano fenomenológico.
En realidad, es sólo y precisamente en el arte, y por el
ar te, donde es posible d espojar este fenómeno puro de
cuanto lo envuelve, y aislarlo por medio de una esencia-
XIII. EXISTENCIA FENOMENOLOGICA lización funcional.
Los psicólogos han discutido larga mente acerca del
LA "GroCONDA" no es únicamente un conjunto mate- problema (o del mito ) d e la sensación pura. PSI,:oló-
ri al de películas oleaginosas sobre un lienzo. Estos gicamente, no tiene existencia particular, ya que se
pigmentos forman, para nuestra retina, unas manchas halla comprendida en los complejos de percepción. Pero
claras u oscuras, rosadas, ocres, o verdes. Existe en puede adquirir suerte de presencia, o de evidencia, tan
ello una combinación de apariencias sensibles, cuya sólo por medio de una vía estética, y al término de
presencIa, en su calidad de simples apariencias, de sim- la misma. Aguel que se ejercite en agudizar su ~ensi­
ples cualidades sensibles, es capital. Y tambén es ca- bilidad ante la pintura, por el solo espejear artístico
pital, para la "Sonata a Kreutzer", o para el " Preludio de los colores, ante la música, por el sólo sabor sonoro
a la slest~ de un fauno", dirigirse a nuestro pensa miento del acorde, o de la nota melódic8, logrará encontrarse en
por .me~laclón ?e nuestro, oído, y ser un espejear de presencia de este elemento cualitativo puro de la sen-
a~anencws senSIbles, especlficamente auditivas; es ca- sación. Y el arte, de esta suer te, le da realidad, por
pItal, para las danzas de "Gisela", o ele "El Príncipe el hecho de apuntalar en él su obra, y exigir de noso tros
Igor", hacernos percibir el movimiento; como para el la ag udización de la conciencia.
"Lorenzo de Médicis", o para el "Hombre qu e camina",
revestIr la hbrea fenom enológica del relieve, de la pro-
fundIdad, de la forma en la tercera dimensión.
En una palabra, a toda obra de arte le corresponde XIV. EXISTENCIA " REICA" O "COSAL"
un e~tatutoexistencial, el cual es el del fenómeno, y
espeCIalmente de la apariencia percibida por los senti- NUESTRA "Gioconda" no es únicamente un enjambre
dos. No existen, ni pintura invisible, ni estatuas im- cantarina de man chas' cromáticas, de qualia dentro de
palpables, ni ~úsicas inaudibles, ni poemas inefables. una gama, y que constituye un acorde de colores.
Mas, convIene no exagerar. La poesía, puede desde Estas manchas evocan un ser, una o varias cosas.
luego, encerrar lo inefable: quiero decir que el poema Distingo un busto de mujer, un paisaje.
soblepasa, y mucho, este solo plano del canto fonético He aquÍ lIn' nuevo orden de hechos. A primera vis-
de las sílabas. Y la música encierra algo que es mucho ta, parece muy sencillo, no ofrece dificultad ninguna.
EXISTENCIA "REICA" O "COSAL" 75
74 ANALlSIS EXISTENCIAL
La organización de los fenómenos dentro de los cuadros nosotros estc cuadro, es la aceptación de esta ficción,
"reicos", de modo a representar para la mente unas o de esta presencia conve~ida: una mujer jov:n son-
cosas, constituye una operación m ental asaz conocida, riente, dentro de un espaCIO poblado por un no, una
y que, desde luego, no es privativa del arte. Nuestra llanura, unas colinas, un cielo, unas nubes. El.caso del
percepción opera de continuo de este modo. La noción retrató es tan sólo un caso particular. ConSIderemos
de cosa , de objeto organizado, dentro de un sistema que el caso general. . '
forma parte del universo; objeto persistente en su identi- Por medio del cuadro se nos bnnda un UnIverSO
dad a través de las apariencias fenomenológicas cam- entero; un universo que puede ser reproducción del
bIantes y dIversas, ha sido estudiada de tenidamente por mundo real, o sustituir a este mundo real, y competIr
cien filósofos (entre los cuales Hume desempeña un con él, ¡igual da! De inmediato, y en 10 que se refiere
papel especialmente importante). únicamente a la obra, el dato brindado en ' un nuevo
plano existencial: el de la cosa, o de las cosas repre-
Lo que aquí parece ser peculiar, es únicamente el
hecho de que las cosas presentadas son ilusorias: los sentadas, o tan sólo presentes merce.d al ?r.te. ~l con-
fenómenos del color, de la luminosidad, de los disposi- junto de estas cosas forma un todo slstemahco, CIrcun~­
ti v~s formales, evocan un." cosa ausente, pero de la cual
crito en sí bastándose a sí mIsmo como hecho orga l11 -
oblIgan a formarse una Idea, a medio camino entre la zado e n c~smos. Para cmplear el lenguaje de la lógica,
imaginación pura y la presencia concreta. Es una fic- constituye "el universo del discu rso". l .
Este universo es evidentemente muy reducIdo, y se
ción en. la cual penetr~~los; una ilusión soliciblda y
consentIda; una alucmaclOn dulce y colectiva. limita a todo cuanto exige positivamente la interpreta-
ción realista de los fenómenos del cuadro. Lo cual no
De momento, ocupémonos tan s610 de las artes en
le impide ser sobradamente amplio. Una mujer. De
las c~ales esta ficción resulta evidentemente importante.
A prImera VIsta, en efecto, existen artes (las llamadas 1 E sta referencia, desde el punto de vista d e la lógica, no es
artes representativas), en las cuales desempeña un papel Ílnicamente formal. Trátase, d esde lucgo, de hechos de igual ín-
trascendental; y otras artes ( música, arquitectura, arte dole. Mas, como el lector puede no es tar familiarizado eon cstc
punto de vista, record aremos que por universo del discurso se en-
decoratIvo puro, etc ... ), en las cuales parece estar tiende "el conjunto de las ideas ... consideradas conforme a una
ausente. Nuestra "Gioconda", pertenece a esas artes opinión, o a un razonamiento. Así es como, por ejemplo, la afama-
representativas. De momento, permaneceremos en este ción: ningún perro puede hablar, es cierta en el Ul1lv erso del diS-
terreno . cu rso de la zool ogía, pero no en el dc la Fábula." (Vocab. tech o et
crit. de la phi/os.) Entrc lógicos, se discute (eL luid) si "el uni-
Nuestro ejemplo nos brinda esta peculiarid ad : que verso del discurso" implicado en una proposición cual la de : "la ira
d cuadro representa, según nos dicen, cierta Monna de los dioses del Olimpo es terrible", es (como lo afirma Keynes)
LIsa, quien le sirvió de modelo al pintor. Ahora bien, el conj unto de las cree~ cia s de los griegos con relación a esos seres,
este hecho no se encuentra inscrito en la obra. Podría- cual generalmente lo af innnn los lógicos . y es, en efecto, conform e
a es to último como hemos de co nsidera rl o aqllÍ con respecto a la
mos ignorarlo, y sin embargo seguiríamos teniendo ante analogía. El "un iverso del discurso" de lo "Cioc-onda" na son las
nosotros a una mujer joven: el retrato de una descono- id eas de Leonardo ,13 Vin ci acerca de :\,(onI1J L isa, o acerca de su
cida,. ,tal vez una fanta sía, una ficción, una pura in- cuadro; es el conjunto tI c los seres pres~n tados por este cuadro, y
venClOn. ¡No le h ace' Lo que exige esencialmente de aceptad os por todos lo s que los perciben en su valor representativo.
76 ANALlSIS EXISTENCIAL EXISTENCIA "RElCA" O "COSAL" 77
ella, sólo veo el busto, pero ocioso es decir que hay que trirremo en que navega y el viento que la asalta, y la
suponerla entera. Existe un suelo sobre el cual se carrera del barco, y la bruma y el correr de las olas.
posa, y cuyas verosimilitudes definen más o menos la De esta suerte, el conjunto de apariencias sensibles
situación. que constituyen, en el plano fenomenológico, el ser de
Este paisaje aleanza, en profundidad, por lo me- la obra, puede considerarse abstracción hecha de las
nos un kilómetro y medio; y en sus márgenes requiere armonías cualitativas y de los encantos sensuales, o
ciertos desarrollos igualmente necesarios, una topografía los intereses de estructura que atai'íen al plano fenomc-
completa; un sentido del correr de las aguas, una oro- nológico -simplemente como un sistema de signos dcs-
grafía. Podríamos levantar un pequeño mapa. Todo tinados a evocar y proponer este universo de seres y
esto, sobra decirlo, aparece burdamcnte concrcto; pcro de cosas.
justamente lo es lo bastante como para bien caracteri- Hasta cierto punto mundo análogo al mundo real
zar el valor patente de los hechos. y este universo tam- -lo bastan te para que nos sea posible penetrar con el
poco carece de extensión temporal. En él transcurre el pensamiento en la obra- reconstruir cO,n el pens~mient~
tiempo, puesto que nos es dado percibir la serenidad del los seres de quienes nos habla; ver aqm una mUJer, alla
reposo, algo de espera, parece; y también el ritmo de una montaña, acullá un río. Pero mundo que no se impo-
la hora y de una estación del año. ne en forma alguna la obligación de respetar todas las le-
Cuadros hay en que este "univerSD del discurso" yes del universo tenido por real. ¿Quién puede impedirle
podría ser aún más limitado, aún más tenue; otros en al pin tor proponernos rosas azules, cuerpos humanos
que se extiende con mayor amplitud. Contemplemos planeando libremente en el aire, !uces fan.tasmagóncas,
los "Pastores de Arcadia", de Nicolás Poussin. El es- nimbos? Si así le place, puede, Sll1 cortapisa, trasladar-
pacio topográfico (el mapa de esta Arcadia ficticia, cuyo nos de universo, presentarnos una naturaleza en absolu-
modelo es sin duda italiano) se ofrece aún más amplio. to distinta de la verdadera. ¿Dónde se encuentran, no
En particular la duración aparece más netamente es- sólo las sirenas de Watts, o de Gustave Moreau, los
tructurada, y se engrana como quien dice, con las acti- hipogrifos de Ingres, de Barye, de G. Doré ¿no ya sólo
tudes, los movimientos de los personajes, la agrupación los ángeles de Fra Angélico, los Céfiros de Botticclli
de los mismos; su edad; la presencia de un sepulcro o las figuras aéreas de las alegorías, sino simplemcnte
que narra el Pasado y extiende sobre el porvenir la los paisajes de Claudia Lorena, o las arquitecturas de
sombra de la muerte. "La Escuela de Atenas", o de "La comida en casa
Igualmente, y con no menor exigencia, se podría de Levy"? Sin contar miles de visiones entrevistas, y
comentar una estatua; tan poco necesaria es una dcco- más imprecisas, autorizadas por la poesía y la músi-
ración efectivamente representada para sostener y dila- ca ... El único límite al respecto es de orden práctico:
tar el universo de la obra. La Victoria de Samotracia, consiste en no enfrentarnos con seres a tal punto ex-
este mármol sin cabeza y sin brazos, no sólo presenta trai'íos a toda nuestra experiencia, que no nos sea posible
mi cuerpo vivo y robusto -y entero-, por el cual circu- comprenderlos en ninguna forma.
la sangre vigorosa bajo una piel lozana, y también bajo Incl uso en el caso particular en que sc tra ta de re-
el ropaje que a él se ciñe, sino que a la vez nos brinda el tratos, de escenas históricas, de paisajes que nos mues-
78 A ALlSIS EXISTENCIAL EXISTENCIA "REICA" a "caSAL" 79
tran lugares geográficamente identificables, de Umbría na, o como Venus, a "la Mazzafirra enteramente des-
o de Bretaña, de Auvernia o de Holanda, es privativo nuda", Lorenzo sabe muy bien qué magnificación le
del artista imponerse a sí mismo la rigurosidad de una pide a esta transposición. Y quizó, en lugar de reco-
exactitud definidora, o simplificar, componer, rehacer, nocer en la Diana a la Mazzafirra, será en esta última
O reinventar. Lo más que se puede decir, en tales casos en la cual se complacerá en reconocer, como en trans-
particulares, es que el universo de la obra manifiesta parencia, a la Diana.
una relación concreta con el mundo tenido por real; El artista, al crear el universo de la obra, es como
relación que pucde variar desde el retrato ingenuo y un demiurgo algo sonriente, algo fatigado, que al crear
aplicado, hasta la inspiración globalmente común y la este mundo se en tretiene en recordar, o se deja llevar
fraternid;:¡d de atmósfera, o de alma, pasando por el por el recuerdo de otros mundos que antaño le fue dado
comentario interpretativo completamente libre. y cuan- conocer; mundos que incluso, quizá, al igual que De-
do se trata de inspiración globalmente común, o de mogorgón, antaño creó y dejó perecer.
fraternidad de atmósfera, o de alma, con frecuencia El Dios de Leibniz seleccionaba su mundo entre
resulta difícil discernir si la obra se refiere expresamen- miles de mundos posibles, de los cuales muchos segu-
te, en su discurso, al universo real, O si presenta un ramente se parecían bastante al que ha elegido.
universo autónomo, que únicamente sigue en armonía De esta suerte, el mundo creado por el artista puede
con talo cual región, conocida O querida, del mundo aproximarse má s o menos a la real idad. Mas, no nos
terrestre. Al historiador le compete explicar, para re- olvidemos que mientras la obra se halla en proceso
constituir la génesis del cuadro, que Poussi n se acordaba creativo, o contemplativo, es ella la que, por hipótesis,
de Italia en sus "Pastores", o que Rubens evocaba a y provisionalmente, constituye el mundo real; mientras
las mujeres flamcncas en sus "Hijas de Leucipo", lo que lo real se esfuma entre los posibles, o entre las
cual no impide que sea una Arcadia la que prcsenta fantasías caducadas de Demogorgón.
Poussin -una Arcadia completamente italiana en su Añadamos a esto -yen ello hemos de insistir más
fondo; y que unas griegas -unas griegas linfáticas y adelan te- que el artista, aun cuando quiera expresa-
rubias para una Grecia de mitología y no de historia- mente evocar lo real, puede evocarlo por m,edios sen-
sean las que nos brinda el cuadro de Rubens. Y no nos sibles muy distintos entre sí en sus apariencias concre-
olvidemos del caso en que el anacronismo, la transpo- tas. Al pintor le incumbe -y cuando sabe su oficio,
sición local, son intencionados y forman parte de la así lo hace- eVOCar una tonalidad azul por medio de
esencia estética de la obra. El Pinturichio sabe muy una verde, o el negro por el rojo, y hasta unos aromas,
bien, imposible ponerlo en duda, que sus Pretendien- o unos sonidos, por medio del rojo y del azul. En una
tes, can sus calzas bicolores, su Penélope vestida de palabra, aquÍ no hay ninguna ley d e imitaCión. El mun-
seda, pertenecen al siglo xv italiano, y no a la antigüedad do presentado en el plano cxistencial de la representa-
griega. Pero le place edificar un universo en que épocas ción artística, no tiene en forma alguna obligación de
y países se confunden, en que la Odisea se comenta por corresponder, rojo por rojo, azul por azul, a lo que
medio de una peregrina y sabrosa transposición rena- constituye la obra en el plano existencial de su fenome-
centista. Por igual, cuando Tebaldeo pinta como Dia- nología cualitativa directa . Sin contar que mientras la
80 ANALlS IS EX ISTENCIAL EXISTENCIA '"RElCA" O "CaSAL" 81
obra en es te plano fenomenológico se especializa en Escuch emos esta fuga de Bach. No constituye, y
la gama de lo realmente sensible, el mundo en el plano nadie lo discutiría, en nada una representación de acon-
de 10 represen tado, adquiere de nuevo toda su com ple- tecim ientos, o de cosas del mundo real. Empero, al
jidad, toda su variedad sensible. Y pudiera ser la ob- oírla, no se nos ofrece como pura acción de combina-
sesión d e la pintura figurar, por medio de colores en ciones cualitativas. La sometemos a una serie de inter-
un lienzo, atmósferas, temperaturas, estremecimientos, pretaciones más o menos fantas iosas, de las que surgen
contactos; así como la de la escultura hacernos sentir formas nacidas en nuestro sistema ordinario de percep-
por medio de las formas del mármol, la tibieza o l~ ción d e los objetos reales. La entrada del primer motivo,
dulzura de un cuerpo vivo; o (como en la Victoria de del "tema", y un poco después la del "contra tema", su
Samotracia) el vien to que pasa, o el sol que baña alternar (pues se diría que juega n al escondite); sus
la form a. carreras, uno tras otro; su persecución desenfrenada en
Tod o es to será desarrollado de nuevo a su ti empo. la "streta"; su detención y su reconciliación final en la
De m omen to, fij émonos tan sólo en la importancia y la co ncl usión: todo este pequeño drama, que los transfor-
especificación de es te uni verso presentado, cuya rique- ma en cosas, o en personajes, pertenece desde luego a
za es quizá indefinida, pero qu e en todo caso difiere una como fabulaci ón representativa, cuyas claves se en-
en absoluto, por su es ta tuto exis tencial, de esta acción c uentran notoriamente en una suerte de correspond en-
de las qualia sensibl es, en que está como suspendido, y cia interpretativa del hecho musical con la es tructura
que lo actualiza. del mundo d e la representación práctica ordinaria . Asi-
y queda el caso, sumam en te delicado, de las artes mismo, cuando decimos (y la expresión, desde luego,
que no son ni "representativas" ni "imitativas", tales corresponde a una in terpretación posi ti va y necesa ria
como la música, o el ar te puramente decorativo, por del hecho) que un mism o motivo se halla transpor-
ejemplo el arabesco. tado d e un tono a otro; que se h alla presentado unas
¿Convendrá decir que en es tas artes el plano exis- veces en tono mayor y otras en tono menor, considera-
tencial no existe, y que no ocupan esta dimensión po- mos es te motivo como una cosa, como un objeto "reico",
sible de su ser? suscep tible de desplazarse en un a espec ie de espacio; sus-
Sería un error. Y la diferencia entre las artes lIa- ceptible de ser modelado plás ticamente, y deformado,
madas representativas y las otras, no estriba ahí. Este aunque permaneciendo idéntico a· sí mismo en estos
es un punto, insistamos en ello, sumamente delicado. avatares, al igual que una cera, o un barro, que pueden
Muy pronto hab remos de tratarlo más detalladamente. se r m anipulados, al igual que un ob jeto que se meta-
Por ahora, co nten témonos con las indicaciones indis- morfosea, como una flor que se ab re (pensemos en la
pen sables, y pedimos al lector nos disculpe de requerir idea del "desarrollo" musical), o como un rostro que,
de él un poco de a tención acerca de un punto difícil. al modificarse por la alegría o la tristeza, O simplemente
La intervención de la operación de la mente, cuan- por la luz o la sombra , permanece sin emba rgo esen-
do interpreta , en organizacion es " reicas", en cosas, los cialm ente idéntico en su personalidad .
datos fenom enológicos puros, es necesa ria también en Consideremos tambien es te m onum ento, esta ca-
estas artes . tedral. La percibimos como una cosa; y es ta cosa no
82 ANALISIS EXISTENCIAL EXISTENCIA "REICA" O "COSAL" 83
se halla representada ilusorünnente. Está presente, es que contribuyen. a su ~structura, Mientras que en. las
realidad. Pero es posible, es necesario, discernir en artes representativas, eXiste una suerte de ~esdoblamlen­
ella, en su calidad de obra de arte, por una parte el pla- to ontológico, una pluralidad de estos objetos de mhe-
no del puro conjunto de los fenómenos, por otra, esta rencia. Las organizaciones formales rueden por Igual
organización en cosa, en objeto. De una parte, es un concernir a la propia obra (reconocida como retrato
juego estético de luces y sombras, sabiamente combina- o dibujo de imaginación, como estatua o ~one~o, dra-
dds y manejadas; una sinfonía de formas en el espacio ma o pantomima), que a los seres, ,rcales o flctlCiOs,.pre-
en profundidad; que, a medida que cambiamos de sentados y sugeridos por la obra. Ese gesto, esa pa.]¡dez,
lugar, nos brindan arpegios de columnatas en perspec- no han de ser atribuidos a Shakespeare o a Garnck, o
tiva cambiante, o de opulentos acordes de bóvedas, o al drama completo, sino a ese ser que es. el propiO Otelo.
de arcadas, de losas o de altares. Todo ello constituye Esa altura y esa profundidad no c~nClcrnen al. cuadro
una fenomenología armónica, en absoluto distinta de de "La comida en casa de Levy", smo el palaciO en él
la percepción realista que por otra parte nos da, que representado. Y en una de las obras de Correggio,. es~
organiza el conjunto en un objeto sólido y permanen- gracia y esa elegancia de las formas han de ser atnbUl-
te, tema y puntal constan te de todos estos fenómenos: das, con toda equidad, por una part~ a~ cuadro del Co-
la iglesia cuyos planos y elevdción trazó un arquitecto, y rreggio, por otra a la ninfa q~e en. el figura. Esta dua-
que ahora abriga la piedad de los fieles, las ceremonias lidad de los objetos ontológicos ~nherentes -por un
del culto, la presencia teológica de un Dios, el conjun- lado a la obra, por otro a los objetos rep,resentados-
to monumental de las piedras. es la que caracteriza las artes rerresentatlvas. En las
En una palabra, incluso las obras de estas artes di- artes presentativas, la obra y el objeto se con~unden ..
rectas, sin ficción, de estas artes presentativas y no re- Se podría decir que la obra representativa' suscita,
presentativas; ocupan en forma harto distinta los dos junto a ella y fuera de ella (al menos fuera de ~~ cuer-
planos del fenómeno puro y de la organización "casal". po y más allá de sus fenómenos, no obstante ongmados
La única y gran diferencia, entre estos dos grupos de en' ella y por ella sostenidos), ~n mundo de seres'y de
arte, es la siguiente: en las artes representativas, esta cosas que no pueden confund.lfSe con l.a .obra nl1sma.
organización casal sólo comprende parte, o determina- Si la varita mágica de un hech.lcero convlft~era de pron-
das partes, del "contenido", cual se dice, de la obra; y to estas ficciones en sustancJas, y matenalizara estos
atañe distintamente a la obra en su calidad de cosa, o fantasmas, ya jamás podrían ~ornar a la. c~jita m~gica
a los seres que la obra ficticiamente evoca. Mientras de la cual salieron. Monna Lisa, y el paiSaje umbno, y
que, en las artes presentativas, decorativas, o musicales, el río, y las nubes, no podrían caber, n! dentro del mar-
esta organización casal abarca totalmente, y concierne co ni dentro de su lienzo. En cambiO, el tema, y el
directamente, a la propia obra, catedral u obelisco, so- co~tra-tema, de la fuga, d~ esta s~erte ~v?cados, solidi-
nata o quatuor, pavana o chacona. Para hablar como ficados, congelados por dicha van t,a. maglca, pe:mane-
un lógico, o también como un metafísico, es al ser so- cerían incluidos en los contornos flslcos y artlsbcos de
nata, o al ser catedral a los que les son inherentes, igual la fuga. La cajita encantada y su contenido maravilloso
que a su objeto, todos los atributos, morfológicos o no, se hallan modelados el uno sobre el otro, y se poseen
84 ANALISIS EXISTENCIAL EXISTENCIA TRASCENDENTE 85
mutua yestrictamen,te. Por último, para la catedral, cernir en toda obra de arte semejante irradiación, algo
esta solidIfIcacIón magica y mítica es real, y ya hecha que la sobrepasa. La "Gioconda" no es sólo una mujer
del t.odo; y la obra, baJo su aspecto realista y casal, y sus ante un paisaje. Lo haya querido o no así Vinci, existe
apanenClas fenomenológIcas y su puntal físico se abar- un mundo de ideas y de sentimientos, dcsde luego más
can en un solo gesto, envolviéndose mutuamente en o menos imprecisos, que profundizan -si así puede
coincidencia. ' decirse- en elevación, este cuadro. Algo hay que va
Cierto es que la propia catedral sobrepasa los límites más allá de la simple presencia de los seres quc se
de su cuerpo y de su cosa, por un nimbo confuso de brindan a nuestra representación. Pudiérase decir que
sentimientos místicos, de irradiaciones espirituales se trata del sentimiento de vago misterio, de un secreto
de ecos trasce~dentes. Pero esto es ya un nuevo pla~ que se nos ofrece enigmático. Ocioso es subrayar que
no de eXIstencIa, que examll1aremos en el próximo ca- no me refiero a la famosa sonrisa. Hablo aquí de algo
pítulo. que lo mismo aparece en el "Desembarco de Cleopa-
. Fijémonos, p~es, en que, cuando una gran diferen~ tra", o en "Los Peregrinos de Emmaús", cn las estatuas
Cla de orgamzaclOn, en este plano de la existencia "rei- de "El Día" y "La Noche", y en el Séptimo Preludio
c('. o casal, contribuye a dividir las artes en dos grupos del "ClaveCÍn bien templado", o en el "Duomo" de
dIstintos (e insistiremo.s de nuevo en ello) -el grupo Florencia: trascendencia confusa, cuya presencia certe-
de artes. e~ que el umverso presenta seres ontológica- ra se sien te en toda obra de arte merecedora de ser
mente ~Isbntos de la obra misma; y el de las artes en tenido por tal; y que esboza, o indica, un nuevo plano
que la. Il1terpretaclón casal de los datos interpreta la con relación a los que ya hemos reconocido, y más es-
obra SIl1 ver en ella otra Cosa que la obra misma- en pecialmente con relación a ese universo de seres con-
todo caso este plano se encuentra sólidamente ocupado cretos (reales o ficticios) de que acabamos de tratar.
por todas. las artes, y forma parte igualmente de su Hay veces en que será posible comentar este con-
espesor eXIstencial, a pesar de no extenderse con idén- tenido indecible, e incluso, quizá, reducirlo, aminorar-
tica amphtud.
lo, al reconocer en él ciertos simbolismos. Verbigra-
cia, las dos manos del célebre grupo de Rodin ("La
Catedral") prescntan, en universo concreto, dos perso-
najes implícitos, un hombre y una mujer, uniendo sus
XV. EXISTENCIA TRASCENDENTE dedos en forma de determinada figura que se nos mues-
tra; y, por otra parte, en otro plano, evocan una teoría
I?EcÍAMOS hace un momento que una catedral no es completa del amor, considerado como arquitectura de
solo un soporte ~~ terial, una estructura fenomenológi- las almas. Asimismo, el soneto "Surgí de la croupe et
ca, una orgamzaclOn en un, objeto arquitecturado: que du bond - d'une verreríe éPhémere", de Mallarmé, nos
posee tambIén un cuerpo mlstlco, una especie de nimbo habla de un jarrón de vidrio dímero, pero haciéndonos
trascendente, dcsde luego evidentemente desarrollado vislumbrar que se trata más bien de un sueño imposi-
en una ,atmósfera c.;cncialmente religiosa. Pero, en ble de realizar. Ahora bien, en est \ .: '\05 ejemplos, puede
una atmosfera más puramente estética, es posible dis- decirse que es más bien el univ~tso 'clel discurso concreto
86 ANALISIS EXISTENCIAL EXISTENCIA TRASCENDENTE 87

el que se desdobla, estableciéndose en dos planos, uno les de pensadores, o de cr~ticos (y nue.stra "Gioconda"
de los cuales apuntala al otro, sin que se pueda decir sirve admirablemente de eJemplo) por mtentar deSCIfrar
que se penetra en un terreno completamente distinto. este mensaje, punto menos que hermético.
La cosa ya no es enteramente igual si se trata de esa Ahora bien, pudiera ser -y conviene concede.rle
catedral de nimbo místico, de que hablamos con ante- toda su elocuencia a la objeción- que el acto y el éXito
rioridad. Pero aquí, pero en este caso, son ideas reli- del arte consistieran únicamente, aquí, en hacernos
giosas las implicadas en esta trascendencia. Cuando columbrar, o esperar, algo que el arte no pudiera, ni
más, podría decirse que existe una armonía, y hasta definir, ni siquiera justificar. Podría ser que el poema,
casi una connivencia, entre el valor propiamente esté- al sugestionamos, al hacernos creer que en él ~emos. de
tico del monumento (penumbra, vitrales, misterio, des- encontrar la experiencia confusa de una transfiguraCIón
lizamiento de los rayos del sol, impulso de las colum- sublime de nosotros mismos, o de la realidad, de una
nas, espiritualización de la forma) y esta trascendencia interpretación en cierto modo metafísica de sus pal~­
religiosa. Por igual en un cuadro de Fra Angélico se bras, infundiéndoles "un sentido más puro a los térmi-
confunden, se ~Imalgaman, la pureza, el fresco candor nos de la tribu . . . , que la sinfonía, al hacernos a ~n
de los medios puramen te artísticos, y el ideal cristiano tiempo sufrir y gozar, en espera, ~e una ~evelaclón mis-
que tan notoriamente inspira al pintor de la "Anuncia- teriosa, inminente y nunca expliCita, realicen un fraude
ción", o de la "Alegría de los Elegidos", del "Juicio gigantesco, haciendo de esa presencia. pres~ntlda algo
Final". Encontraremos con mayor pureza lo que bus- así como el signo algebraico de una X ImpOSible de. d~­
camos en "La Virgen de las Rocas" de Vinci, o en. la terminar. Y sin embargo, incluso en tan desolada lupo-
"Exhortación del Amor", del Ticiano, en las cuales se- tesis, sería menester aún incluir en la cuenta existencial
ría imposible determinar en qué consiste exactamente ele la obra y como parte integrante ele su ser, esa x en
esta profundidad, este sobrepasar los datos evidentes, este trascendenCia. Se dirá que este nuevo plano sólo en-
más allá, cuya sugestión es, empero, tan esencial a tales cierra algo de niebla. Mas convendría inscribir también
obras, y les infunde un contenido inefable, pero de muy esta región nebulosa como una nueva dimenSión de la
cxtraña instancia de presencia. Sin esforzarnos por decir obra.
lo que precisamente sólo puede ser dicho por "La Vir- Por otra parte, esto no es propio únicamente. del
gen de las Rocas", o por "La Exhortación del Amor", o arte. No existen realidades en el mundo (paisaje o
por "El Día", o por el Séptimo Preludio, hemos de hecho, rostro o aventura del alma), que, en determi-
reconocer la importancia de tener en cuenta, en los nados momentos, no pueda ahondarse ante nosotros
datos existenciales de la obra de arte, ese algo indefini- infinitamente más allá de la pres encia sensible y con-
ble, cuya consecución es el esfuerzo supremo, y la re- creta; que no pueda abrirse por comunicación con a!go
compensa suprema, del artista. Importancia de que que se encuentra más allá del horizonte, o por la ilUSión
dan fe, por cierto,. por igual la emoción supersticiosa de sobrepasarlo de esta suerte. Es posible (cual diría
del salvaje ante la Imagen, que todo el nimbo reveren- un metafísico sin ilusiones) que la ilusión sea la última
cial, incluso místil~6,.2ue envuelve ciertas obras (hasta pa la bra, sie111Rre, de esta i~'Pffs:..Ót\. Mas ya q~e en el
para el clvlhzado), to~.0 el esfuerzo realizado por mi- a rte esta llUSlOn (SI es l-\lle i¡usiór" ha y) es m tenclOna-
88 ANALISIS EXISTENCIAL
da, buscada, deliberadamente conseguida por medios
verdadera y esencialmente estéticos, organizados y en- XVIII. ALGUNAS DIVISIONES TRADICIONALES
caminados hacia ella, ello basta para que el contenido DEL CONJUNTO DE LAS ARTES
existencial de esta ilusión deba ser tenido como perte-
neciente al dominio del arte, como formando parte de SlTUÉ¡'vlONOS en otros planos. O, mejor, averigüemos ha-
la esencia de la obra. cia que planos nos lleva la consideración del cuadro de
Bien sea fata morgana, o presencia real de un tipo las bellas artes, tan pronto se procura introducir en él
de existencia sublime, descifrable en renovados mensa- determinado orden.
jes, vivificadores y perpetuos, esta culminación de la Es tradicional evocar en el grupo, ya de por sí tra-
obra en un plano trascendente, este sobrepasar los pla- dicional de las bellas artes, dos campos definidos: el de
nos de existencia ya aquilatados, es lo que da el toque las artes llamadas plásticas, y el de las demás artes (con
final a la obra, al extenderla hasta una incontestable frecuencia llamadas fonéticas). A veces, se dice tam-
y postrera región del ser. bién: artes de! espacio y artes del tiempo.
Se reconoce, en efecto, de inmediato, gran diferen-
cia entre aquellas artes -por ejemplo la arquitectura,
la pintura, la escultura- en que la obra, que se ofrece
XVI. RECAPITULACI()N completa de golpe, parece ocupar en el espacio un lugar
preciso y de dimensiones precisas, y aquellas -música,
HEMOS reconocido en la obra de :lfte cuatro modalida- poesía- que no ocupan ningún lugar muy preciso, ni
des de existencia, simultáneamente utilizadas por ella, tienen dimensiones susceptibles de ser calibradas, ex-
y que, en el vaca bulario técnico de la filosofía, son: la cepto en el tiempo en qUe se hallan obligadas a desarro-
existencia física; la existencia fenomenológica; la exis- llar sucesivamente su ser, y a hacer desfilar, una tras
tencia "reica" (es decir, por interpretación perceptiva otra, las partes que las integran.
directa, o por ilusión figurativa); y la existencia tras- Ahora bien, eri cuanto se piensa debidamente sobre
cendente. Digamos, en lenguaje menos austero, que la e! particular, esa distinción, en apariericia al pronto bur-
ob[;] de arte es a un tiempo: una cosa material; una damente evidente, se esfuma, desaparece, ante un aná-
disposición concertada, y concertante, de cualidades lisis más detenido.
sensibles, susceptibles de ser referidas a un sistema or- ¿Espacio o tiempo? El caso es que el tiempo des-
denado, formando una especie de gama; un conjunto empeña un papel en todas las artes, inclusive en las artes
coherente, cósmico, de seres y de cosas más o menos plásticas. Tiempo de la arquitectura: ¿acaso existen
análogos a los de la representación humana ordinaria; monumentos instantáneos? ¿Monumentos cuyas diver-
bien sea que estos objetos estén en correspondencia sas elevaciones, cuyo aspecto exterior e interior, cUya
(como en e! retrato) con objetos del mundo real extra- perspectiva, cuyas sucesiones de apariencias, son sus-
ño a la obra, o bien que sean puramente ficticios (como ceptibles de ser abarcadas de seguida, y no por itinera-
en un dibujo imaginativo), y no tengan más ser que rios lentamente recorridos? ¿Acaso existen edificios
el que les confiere la ilusión artística; o bien sea, que se cuyo aspecto visual no varía según las horas y las esta-
97
98 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES M.CUNAS DIVIS10NES TRADICIO)iALES 99
ciones ? ¿Acaso el alba y el anochecer, la primavera y el zación en el espacio. Todo lo qu e se pretendía decir, a
invierno, el solo las nubes, no aportan mutaciones a lo primero, es que el cuerpo físico de la obra, en ciertas
una catedral, igual qu e a una es tatua en un. parque, y artes, es inmóvil y, ya realizado, in variable en su tota-
hasta al propio parque, convirtiéndoles en espectáculos Iid8d; mientra s que en otras artes sólo queda estable-
sucesivos? Tal iglesia de pueblo, ve su ábside bañada cid o, en cada una el e es tas par tes, provisionalmente, en
por la luz cuando d esp un ta el sol; se ve envuelta en cl ma men to en que su prcsencia es requeriej;¡ en esa
luz; en forma oblicua, por el lado de la Epístola, al parte. Lo cu81 prueba la eSC8sa import8ncia teórica de
mediodía; y encendidd su portada en bs tardes, cuando 18 distinción que sólo tiene cierta utilidad práctica.
el sol poniente se mira en el vitral del frente. El estío Pma cxplicar Id dUdlidad d el conjunto, convicne es-
blanquea su piedra, que parece gris bajo las lluvias in- tablecer una distinción infinitamente más válida.
vernales. Pin tura, escultura, arquitectura, requieren en nos-
i El espacio en la música! No me refiero únicamen- otros, ante todo y esencialmente, Id vist:¡; música y poe-
te a los efectos de perspectiva aérea ( tonalidades lejanas sía, el oído. E incluso se intent~Jrá (lo cual es t;-1!nbién
o cerca nas), al relieve o a la profundidad ( motivos qu e tradicional: reléa se a V. Cousin o él Hegel)1 justificar
destacan de un acompañamiento, urdimbre de los acor- este dualismo al sos ten er que sólo dos sentidos, la vista
des), a la dimensión en altura (so nidos altos o bajos, y el oído, pueden tener carácter estético.
voces q lIe se elevan o desciend en) ; me refiero, incluso Nos encontramos aquí frente a una mezcla mucho
física mente, a la presencia del cuerpo de la obra - la más sutil de lo verdadero y lo f8l so.
m asa aérea en vibración- en una sala cuyo volumen Ocioso es disputar acerCa del hecho de quc la pin-
ocupa y colma, en la cual los instrumentos se encuen- tura requiere la vist8 y lá música el oído. Ahora bien ,
tran colocados según un dispositivo espacial preciso; los ¿acaso estos sentidos so n los únicos que dan vida al
violines aquÍ, a .la derecha, los .violonchelos y los con- conjunto de las artes? Noquedará en él ningún lugar,
trabajos a la izquierda; aquÍ los cornos y acá la flaut;J , por ejemplo para el sentido muscular; o cinético, tan
cuyos sones percibo más o menos transformados, o de- trascendental en la danz a~ en la escultura e incluso en
bilitados por la distan cia. la arquitectura (en donde desempeña importantísimo
Y, por último, el recién llegado, el cinematógrafo : papel, en lo que atañe <1 la percepción del espacio en
¿h are mos de él un arte del espacio, o un arte del tiem - profundidad)? Y ¿por qué no también en poesía, en la
p o, ya que los utiliza a ambos en síntesis? cual lo introduce la emisión de la voz articulada? Por
Se comprueba entonces cuán decepcionante resulta otra parte, va que la literatura. en puridad, está desti-
la distinción sobre la cual se pretendía, al principio, nada antes a ser leída que oída, ¿acaso debe consid e-
establecer esta clasificación. Arquitectura, escultura, rársela como ar te plá stico, pu es to que taIilbién de es ta
mús ica y poesía (las prim as plásticas v las otras no ) son suerte exige la vista? Nadie ignora la importanCia de
por igual artes en las cuales la percepción de la obra los artifi cios tipográficos, de 101 \ selección de los car;IC-
se impone en "forma de sucesión. Pintura, teatro y de
1 Victor COl1sin : Cours d'f{i.l toire de la Philosophie, primerJ
nuevo música, son por igual artes en que la obra cor- p~rte, t. ll, p:ígs. l z.f y ) 89; I1 egcl, l'rillcil';" de la tercer;] p<lrte de
pórea tiene su "lugar, tiene una dimensión, un8 organi- Su "Estétic;]".
100 EL SISTElvlA DE LAS BELLAS ARTES ALGUNAS DIVISIONES TRADICIONALES 101
teres de imprenta, de la distribución de las palabras en dentro el el arte pictórico, por el color, o, dentro de la
cada hoja: i basta con pensar en el COUIJ de dés, de Ma- pintura en imitación de bajorrelieve, por sus valores
lIarmé! Dejando a un lado las discusiones a que podrían luminosos, no depende de un a acción pura, sino de un
prestarse los caracteres, bien sea visuales, bien motores predominio artístico de una u otra de la s dos acciones
o auditivos, del lenguaje interior. de las qualia. En una palabra, lo que caracteriza y es-
Pero todos estos problemas se han esclarecido desd e pecifica de esta suerte un género artístico, no es la sim-
que sa bemos que no se trata , en el plano fenomenoló- ple utilización cualquiera de un orden de indicios sen-
gico del arte, de sensaciones (en la acepción psico-fisio- soriales: cs el papel funcional de hegemonía de una
lógica del término), sino de qualia sensi bl es. Si, por gama d e qua/ia, sobre la cual la obra se edifica y esta-
ejemplo, el elemento específico de la danza es el movi- blece, en uno de los planos es téticamente característicos
miento, ¿qué importa que éste sea sentido directamente de su ser.
por la bailarina, en sensaciones ci nestésicas, o que se y una vez entendido esto, resulta fácil comprender
apodere d el espectador por el órgano de la vista, des- que, en la pintura , el color; en la "aguada", el claroscu-
pertando, perceptiblem en te, esta esencia cualitativa de ro; en la escultura, el relieve; en la danza, el movimien-
la movilidad en el espacio, únicam ente por medio de la to; en la literatura, los elementos fonéticos esenciales
imaginación, o por los órdenes generales y complejos de la voz articulada; en la música, el son ido puro, etc ... ,
de la percepción? consti tuyen otros tan tos da tos cualita tivamen te especí-
Si la pintura se establece en el plano específico de ficos, que diversifican el arte en el plano de la existen-
las qualia del color, y el grabado, el dibujo acuarelado, cia fenomenológica.
la fotografía , la pintura en imitación de bajorrelieves, No vamos a tardar en ver cómo este principio de
en él plano de las qualia en luminosidad, ¿qué importa diferenciación no es el único que interviene: hay otro
que un mismo órgano, la retina, que un mismo nervio, que interfiere en él, y ambos son necesarios para hacer
el nervio óptico, nos sirvan para su percepción, ya que comprender en toda Sll complejidad el conjunto com-
podemos aislarlos en su presencia sensorial, impleja y pleto y sistemático de las bellas artes. Ahora que el
sincrética, de man era que nos es dado reconocer dos principio de las qualia ha de ser tomado en considera-
acciones en absoluto distintas de cualidades sensibles ción indispensablemente. Constituye uno de los dos
y d e medios estéticos? ¿Acaso no sabemos que, en rea- puntos de vista capitales que rigen el sistema .
lidad, las percepciones concreta s de las obras siempre Quienes le disputan su importancia (principalmen-
son confusas e impuras? Un cuadro de Vinci, del Co- te en nombre de las correspondencias interartísticas)2
rreggio, de Prudhon, aun siendo obra coiorística, deben plantean mal su problema, y no entienden de lo que
mucho al claroscuro. Una decoración mural de cerá- se trata. No se trata de saber si la especificación de las
mica portuguesa del siglo XVIII, en imitación de bajorre- ar~es es absoluta e irremediable: ya sabemos que no es
lieve, es obra de claroscuro y, sin embargo, el color, la s as!. De lo que se trata es de saber qué obstáculos ten-
modulaciones del azul, ·c1aro u oscuro, sobre el fondo 2 Por ejemplo, A. Paren te, en La Musica e le Arti, Bari, 19:36
blanco azulas o, o incluso , a veces, blanco cremoso des- (en que se proclama absu rda "una clasificación de las artes, confor-
empeñan en ella su papel. La cla sificación de la obra, me a los sentidos").
102 EL SISTElvlA DE LAS nr':LLAS ARTES PLURALIDAD DE LAS ARTES 10 3
drán que salvar esta s correspondencias; y en qué plano lidad sensible, existen sistemas de datos -los gustos,
h abrá de establecerse una di visió n que, en planos dis- los olores, los contactos, los pesos musc ularmente apre-
tintos, podría desa parecer. Y el hecho es que se com- ciados, etc ... , -que nos proporcionan artes específicas
prueba que se establ ece una diversificación muy impor- y que, sin embargo, parecen constituir bases tan legí-
tante en el plano fenomenológico, y por el imperativo tima s como el color o · la apreciación de los volúme-
de las cosas. Tan pronto cierto género de "sensibles nes. ¿Acaso será menester. tornar a la exclusión "cou-
propios" queda seleccionado para ser instrum ento por si n iana " de todos los sentidos, excepción hecha de la
cxcelencia de la obra, en el plano fenomenológico, las vista y el oído?
consecuencias de esta elección son considerables, y ad- La respuesta es fácil. En puridad , no existe obstácu-
quicren un valor en adelante constitutivo. Por otra lo ninguno para que cada registro, cada grupo de qualia,
parte, será posible elevarse más allá de esta elección, v tales como los que h emos citado, constituya la base dc
restablecer el arte en la integridad de sus bienes com¡;- nn arte específico, con tal, únicam en te, de que este
nes. Pero existe un nivel, un plano existencial perfec- grupo se distinga perfectamente de los demás y sea
tam ente definido - el segundo plano, a la altura del susceptible de proporcionar una ga ma completamente
fenómeno puro- en que la obra es música o literatura, variada, que sea posible ordenar, organjzar, escal onar.
escultura o pintura, por efecto de una elección sobre Este "con tal de que" b as ta para eliminar de las qualia
la cual ya no es posible insistir, y qne afecta, por d e- propuestas, por ejemplo, los contactos, ya que toda su
finición , todo su destino . gama -lo liso y lo rugoso más o menos áspero o sua-
vemente granuloso, incluso sumándole los complejos
en que interviene la temperatura (liso y frío; lis o y
tibio; rugoso y caluroso; áspero y metálico; acero o
XIX. PLURALIDAD DE LAS ARTES Y madera encerada, cuero o epidermis viva; cordobán
ENUMERACI6N DE LAS QUALTA o Iima) - no bastará para proporcionar una gama ':luy
ARTISTICAS interesante y ampliamente variada. Pero no es poSible
dudar de. que una humanidad ciega y sorda sólo hu-
PODRAN existir por lo menos tantas artes como qualia biera podido llega r (siempre que la impulsara un anhe-
sensibles en sus gamas sistemáticas (y digo por lo me- lo de arte) a fund ar una especie de música de lo ~ con-
nos, porque, cual se verá más adelante, cada una de tactos, de la que fuere lícito entreten erse en imaginar
estas gamas puede originar dos artes) . las líneas prin cipales. Sus obras serían unas superfici es
¿Será posible enumerar las qualia artísticamente que podrían recorrerse con el dedo; unos discos curio-
utilizables, y establecer una lista detenida de ellas con- sa mente labrados, y que p od rían girar, entre muchos
forme a consideraciones necesa rias? espectadores atentos a esa melodía de las cualidades tác-
Y, primero: si todo sistema de qualia defin e un tiles. Y si por igual los pesos (que pueden ser apre-
arte o dos, ¿cuál es la razón de la existencia, en total, ciados por la sensibilidad muscular ) no proporcionan
de tan cor to número de artes? un ar te específico, ello obedece, por una parte, a la in-
Sin apartarnos del plano más inmediato de la cua- digencia cualitativa de SI] gama (de ordinario apelamos
104 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES PLURALIDAD DE LAS ARTES 105
a este sentido. c.on vistas a lo cuantitativo); por otra, todo esto basta para mantener en un nivel inferior, es-
porque el ejerCICIO de este sentido se confunde demasia- trecho y mezquino, ese artc que aparece, empero, esbo·
do estrechamente con el del movimiento en general, para zado. La cocina , con relación a la música, es lo que, en
no amalgamarse can la mímica, o la danza, próximas el terreno de la música, es una sala de café cantante,
al , depor~e ( pensemos, por ejemplo, en lo que aquí ca- en que la consumición es obligatoria, can relación a la
bna decIr respecto a la danza acrobática, y a todo lo Sala Gaveau.
que hay de arte en esta clase de exhibiciones atléticas). Asimismo, si el arte de los perfumes tiene tan escasa
En cuan to a da tos tales como el del gusto, o el del importancia, ello obedece al hecho de que las condi-
olfato~ plantean, desde luego, problemas sobradamente ciones materiales de la producción del cuerpo de la
conocIdos. ¿Forma parte de las bellas artes la cocina? obra (en particular las dificultades prácticas para eva-
¿Puede darse una música de los perfumes? cuar una atmósfera inicial, con objeto de sustituirla por
Para estos problemas (que sería ocioso debatir ex- otra, sin confusión y sin mescolanzas) se oponen, de
tensamente) las respu estas son harto fáciles. por sí, a su desarrollo. ¿Qué habríamos de pensar de una
No cabe duda de que hay bastante arte en la coci- música que se limitara a hacer sonar muy lentamente
na, como para que ésta quede muy cerca de las bellas unos cuantos acordes, imposibles de distinguir (como
artes. Hay gustos, incluso, lo bastante evocadores (y si el pianista se olvidara de levantar el pie del pedal)
baJo es~e ángulo Guyau, antaño, planteaba el problema, de los que los han precedido o de los que los siguen?
rehabIlItando el valor estético de las sensáciones del Con todo, esto ya sería algo de música.
gusto ) Cama para que sea posible ver en ellas un arte En una palabra, son únicamente razones empíricas
representativo, afirmativo de un "universo de la obra". y prácticas las que impiden, limitan o estorban, un
Es evidente que, con el sabor de las frambuesas y de las sinnúmero de artes completamente posibles en teoría.
fresas sIlvestres, sumándole, si se quiere, el amargo y Ellas son las que limitan nuestro conjunto de las bellas
re:Inoso sabor de una rama de abeto mordisqueada, po- artes al grupo de aquellas que las técnicas ya probadas,
dnamos evocar todo el bosque de los Vosgos; así como bien sean útiles, o c6modas, o bien sean susceptibles
con el churrasco y }a feijoada nos sería posible revivir de desarrollos intelectuales amplios y variados, nos han
el encanto del sertao braszlezro; y con pollo y cangre;os constituido efectivamente.
Y un •poco d e gasa l'Ina, B ourg-en-Bresse; o el MonJ te, Sin contar que el problema de las qualia artística-
SaIn t-Mlchel con la tortilla de huevos de la casa Poulard. mente utilizables no se limita, en modo alguno, a la
Pero, SIn contar que con esto no habríamos de ir muy gama de da tos sensoriales. Y ¿por qué no las esencias
lejos (tan sólo hasta unos cuantos lugares, unos Cuan- cualitativas de la vida afectiva? La idea de una sinfo-
tos mOnU?1en tos, ,un.os cUantos paisajes), en particular nía de sentimientos, de una música de impresiones afec-
las condIciOnes practicas del gusto de los sabores, la des- tivas, concertantes y armónicas, mel6dicamente dispues-
trucción de la obra por la forma en que es utilizada y, tas, es una idea enteramente lícita, desde el punto de
en fIn, la cooperación de todo este saborear con la vista estético. La única cortapisa artística que en ella
satisfacción ?e necesidades fisiológicas muy exigentes, aparece estriba en la dificultad técnica de producir, con
y harto dIstIntas de las de la contemplaci6n estética, absoluta certidumbre, casi instantáneamente, con du-
106 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES PLURALIDAD DE LAS ARTES 107

ración precisa e intensidades calculadas y cuidadosa- arte, a igual escala de magnitud con relación al tiempo,
mente establecidas, estos sentimientos. De hecho, des- a igual liviandad de morder en la vida. Serr:ejant~ arte
empeñan un gran papel en todas las artes, en que la cuesta demasiado caro, desde el punto de vista vital, y
ciencia de producir, O de evocar, con delicada precisión, sus consecuencias son demasiado duraderas. Penetra
al lector, al contemplador, tal o cual Stimung, tal o demasiado en el alma. Se requieren dos minutos y
cual cualidad afectiva, tiene extraordinaria importan- medio para interpretar u,n momento, musical; me~ia
cia. Todo cuanto cumple decir, es que estas cualidades hora para una gran sinfoma . En cambIO, esc arte eXige
afectivas no pueden ser empleadas como medio feno- por lo menos varios meses para su realización, .Y deja
menológico elemen tal para establcer obras realizadas tras sí un alma por largo tiempo deshecha. ¡SI fuese
únicamente con ellas, y que se sirvan de ellas como dato posible ejecutarlo en media hora y después IrSe a
inmediato. Un genio ignoto, insensato, podría entre- cenar. .. !
tenerse (y ¿por qué no?) en componer, con un sistema , Conclusión: un conjunto de condiciones empmcas,
adecuado de signos, grandes sinfonías afectivas. Mas no ele hábitos, de posibilidades agógicas y rítmicas, de ne-
podría representarlas , hacerlas interpretar, a no ser que cesidades o conveniencias, bien sea técnicas, o SOCIales,
encontrara víctimas complacientes, que se prestaran a en una palabra: la historia y las condiciones. habitu~les
servir de conejillos de Indias, y que pudiera sentir por y prácticas de la actividad ~1l,lmana , han Il1tervemdo
ellas, para ejecutar semejante sinfonía efectivamente y para formar el conjunto tradl;lOnal de la~ bellas ?rtes,
no por representación, sino vitalmente, y de modo exis- y limitar b lista de los fenomenos utilizados solo a
tencial directo, toda la gama de los sentimientos de estos elementos: la línea, el color, el relieve, el claros-
terror, angustia, apaciguamiento, ternura, alegría, triste- curo, el movimiento muscular, la voz articulada, el so-
za, cólera, concupiscencia, goce, compasión, estreme- nido puro. Siete rayos, siete notas. No procuremo.s
cimiento, deseo, hastío, desasosiego, exaltación, ardor, (pues todo cuanto ha sido arriba expuesto nos 1.0 prohi-
dureza, serenidad, recogimiento, inquietud, aridez, he- be) justificar esta cifra, orgal1lzar estos sensibles. en
chizo, pudor, orgullo, nostalgia, languidez, encanto, pléyade necesaria, dependiente de alguna superstición
postración, sufrimiento, que constituirían la paleta de del número siete. Aquí es empírico y, hasta Cierto pun-
dicho arte. Y acaso, confesémoslo, ¿no sabemos de cier- to, provisionaP
tos artist<ls, un sí es no es inquietantes, o quizá su- 1 Un acontecimiento tal como el nacimiento del cine, de-
blimes, que se han complacido en ejecutar, en su propio muestra suficientcmente la imprudencia que implicaba el alegar
COrazón o en el de otra persona que a ello se prestara, (cual lo hicieron Hegel, o Cousin) razones a priori Y, perentoria·
mcnte sempiternas, para justificar y limitar a estas actll'ldad~, tra-
esa clase ele sinfonías? Todo cuanto podemos decir al dicionales el cuadro de las bellas artes. Sin contar que d,sttntos
respecto, es que un arte de esta índole -que, para signos permiten creer en el inminente enriquecimiento de los
bien o para mal, puede traspasar las lindes del campo diversos medios artísticos, Aparte de la cuest,ón de los pcrfumes,
de las bellas artes- no pertenece al grupo que aquí que no ha dicho aún su última palabra, es lícito suponer que .los
procedimientos modernos de grabación, de reprodUCCIón Y de dIfu-
hemos querido estudiar. Y esto sencillamente, porque sión mecánica, pondrán más fácilment e a disposición. dc las artes
es prácticamente imposible reducirle a las mismas con- linos medios cuva utilización reglamentada, Slstematlca, actual-
diciones espectaculares que las demás realizaciones del mente reHllt~ dificil. Al respecto, es lícito pcnsar cn la utilización
ARTES DEL PRIMERO Y DEL SEGUNDO G RADOS 109
to d e vista completamente distinto y compl etamente
XX . ARTES DEL PRIMERO y DEL SEGUNDO nuevo, para tener en cuenta esta dualidad.
GRADOS . FORMA PRIMARIA y FORMA De cuan to antecede, resultaría que la división d e
SECUNDARIA las artes en artes del espacio y del tiempo, o artes de la
vista y del oído, era insuficiente. Pero otras n:uchas
SIETE haces, hemos contado, d esde el punto de vista dicotomías han sido propues tas: artes re.a1es o Ide.a1es
fenomenol ógico. El hecho es que existe un núm ero (Sch elling); artes solitarias o artes SOCiales (A1alI1).
mucho mayor de artes, por 10 m enos nueve, si nos ate- Reconocemos no entender muy bien cual es el empleo
nemos a una enumeración tradicional, desde luego de- práctico de ,tal criterio. ¿Acaso no pue~e uno tocar el
masiado estrecha. Probablemente, serán una decena, e piano para sí mismo, o leer un poema. In angello. cum
incluso veremos que conviene contar hasta catorce. ¡ibelIo? ¿Es que no se pueden dar conCiertos, o reCital es
¿Será, pues, necesario procurar subdividir aún más públicos? La calidad de la mú s ica ~ o de la poesía, ¿acaso
es tos sistemas en quaJia? Por ejemplo, el relieve, la apre- varían por ello? ¿E s que es pOSible sosten er que uno
ciació n de los contornos en el espacio conforme tres solo de estos dos géneros de presentación es legítimo, o
dimensiones, diríase que conviene igualm ente, en cali- típico? Georges Sorel clas ificaba las ar.tes. en tres gru-
dad d e 10 sensible que le es propio, a la esc ultura y a la pos, "según se propusieran el entretemmlento, la edu-
arquitectura . ¿Será entonces n ecesa rio (cual lo hace cación, o tIna afirmación de poder'',! y en vano procu-
M ax Dessoir) distingui r el espacio lleno del espacio ró dar con un arte que no corresponda a estas tres
vacío, asignándolos, el uno a la primera , ~1 otro a la definiciones.
segunda de estas dos artes? Distinción inquietante, Ocupémonos, de una vez, de la única división ba-
pues, al cabo, la cualidad sen sible de que se trata sigue sada en un principio importante. Es la que comprende
siendo la misma , bien sea que uno se contente con pal- las artes can frecuencia llamadas "imitativas", o tam-
par exteriormente, o que la m ano pueda penetrar (o la bién "representativa s" (o sea,.la escultura, el. ~~bujo, la
mirada, o todo el cuerpo ) y palpar también desde el pintura, como ejemplares típICOS) por OpOSlclOn a las
interior. Aparte de que, en la práctica, el criterio re- artes menos fáciles de catalogar ( tales como la danza,
sulta por com pleto insufi ciente. ¿Acaso la arqui tectura la música, la arquitectura ) que sucesivamente han sido
no tiene derech o de traba jar en el relieve? ¿Acaso un llamadas abstractas, m us icales, subj etivas o presentah-
obelisco no es obra arquitectónica? ¿Acaso la escultura vas. La significación de esta división es tra scendent~l,
debe prohibir la profundidad en hueco? pero harto difícil de comprender. Por suerte, su pnn-
En realidad, conviene hacer intervenir aquí un pun- cipio ya nos es conocido (véase antes, cap. XIII).
directa de las vibracioncs luminosas, sin limitarse (como hace ac· Ante todo, recordemos que, en puridad , no existen
tualmente la pintura) a la reflex ión de la luz blanca difusa en artes imitativa s, ya que la imitación sólo es uno de los
superficies mates pigm entadas. Por otra parte, es pa tente (c ual procedimientos más sencillos, e incluso más pu eril es, de
lo vamos a ver) que el cuadro sistcmático que h a de resultar d e la representación artística . Si el pintor logra evocar, re-
todas estas consideraciones (véase más adelante, final del capí tu·
lo siguiente), deja Jugares vírgenes, o al menos cuyas posibilidades
todavía no se encuen tran lo bastante explotadas. 1 Illusiones du p rogres, P ed ic. 1921, p. 319.
108
110 EL SlSTEMA DE LAS BELLAS ARTES ARTES DEL PlUMERO y DEL SEGUNDO GRADOS 111
presentar, el espíritu del rojo por el amarillo, y el del nizados se confunden enteramente con la obra misma.
negro por el azul, ¿acaso comete una infracción de la Un solo ser -si se prefiere, un solo universo- es el
ley del arte? En cuanto a alegar lo subjetivo v lo obje- que se halla presente.
tivo, es simplemente absurdo, pues ¿qué puede haber y en las artes llamadas representativas, la organi-
en una casa que sea más subjetivo que un cuadro? Sería zación en seres, o en cosas, en universo, actúa, no direc-
fácil sostener que las artes representativas son las más tamente sobre los fenómenos, sino sobre entidades úni-
subjetivas, puesto que evocan algo que se hace realidad camente sostenidas, sugeridas, propuestas en calid<ld de
únicamente para y por el pensamiento del cspectador. discurso, por estas apariencias: toda esta esencia de la
En cuanto a calificar de "abstractas" (cual lo hace, em- obra posee su organización ontológica propia, distinta
p ero, un estético tan importante como Lipps, y la expre- de la organización directa de los fenómenos, y, más
sión ha sido reiteradamente empleada) artes tales como allá de los fenómenos, del cuerpo mismo de la obra.
el arabesco, la música pura, la danza de estilo o la ar- De este hecho surge una distinción cuya importan-
quitectura, en verdad resulta una incongruencia. Incon- cia estética vamos a poder abarcar, y que es la clave
gruencia disculpable en espectadores poco cultivados, misma de todo cuanto se refiere a las relacion es de estos
desorientados al presenciar un espectáculo que no les dos grupos de artes.
ofrece esa clase de imágenes de las cosas por las que se En las artcs no representativas, que podríamos lla-
hallan acostumbrados a interesarse; con lo" cual, esta mar artes del primer grado (pronto vamos a ver 10 que
imposibilidad para ellos de interesarse directamente por justifica esta calificación), la oganización formal de
lo que se les muestra, por la música considerada única- todo el conjunto de los datos que constituyen el uni-
mente como música, por el arabesco considerado úni- verso de la obra aparece sencilla, y por completo inhe-
camente como arabesco, les produce una desorientación rente a la obra misma, como su verdadero y único
en cierto modo comparable a la que causan las abstrac- motivo de atribución. Podemos llamar ,a esta organi-
ciones a los que no están acostumbrados a ellas. Ahora zación forma primaria.
bien, ¿en qué una sinfonía, un minueto, una iglesia, En las artes representativas, o artes del segundo gra-
o bien unos entrelazados y unos follajes en la decora- do, la dualidad ontológica de la obra, de una parte, y dc
ción, serían menos concretos que una pin tura alegóri- otra la de los seres originados por su discurso, acarrean
ca, o una estatua conmemorativa? Más justo fuera pen- una dualidad formal. Parte de la forma concierne a la
sar lo contrario. obra misma, la cual, desde este punto de vista, posee
El verdadero principio de esta distinción, ya 10 co- (igual que las artes del primer grado) una forma pri-
nocemos. En las artes que no son representativas -ex- maria. Pero hay un conjunto totalmente distinto de
presión, ésta, enteramente negativa, que convendría organizaciones morfológicas, quc conciernen a sercs
sustituir por un carácter positivo-Ios datos fenomenoló- suscitados y presentados por su discurso. Estos seres
gicos se organizan directamen te en cosas, en sercs, más son sus verdaderos motivos de inherencia. Por ejemplo,
o menos opulentos en 10 que toca a su contenido, en sea un dibujo muy sencillo, que representa, con sus solos
afabulaciones constructivas, en irradiación de trascen- trazos, un cubo en perspectiva. En su forma primaria ,
dencias, i es lo mismo! Los seres de esta suerte orga- constituye un conjunto de líneas rectas en un plano,
112 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES ARTES DEL PR1MERO y DEL SEGUNDO GRADO S 113
que dibujan un cuadrado y dos trapecios . Mas nos cio de dos dimension es; la otra en el espacio tridimen-
sugiere la idea de un cubo, y lo percibimos bajo esta sional. Ambas, por otra parte, son muy sencillas, de
forma. La forma cúbica, en el espacio de tres dimen- una simplicidad punto menos que idéntica, y uno pue-
siones, no depende del dibujo, el cual es un plano, sino de (por especulaciones interpretativas sobradamente
del cubo sugerido. A él corresponde; él es el dato. Po- conocidas, que han sido minuciosamente estudiadas en
demos llamarlo forma del segundo grado. En todas las psicología, en particular en la Gestalttheorie) en trete-
artes representativas, esta dualidad de la forma (o de nerse en pasar alternativamente de una a otra, en inter-
un conjunto complemento de formas) es la que impo- pretar alternativamente, en plano y en relieve, la misma
ne la ley. Es una distinción sumamente sencilla en su figura. Cuando el dibujo representa un rostro humano
principio, incluso elemental; y su criterio no puede ser -por ejemplo una cabeza de joven vista de medio per-
más claro: si la forma de que se trata concierne e in- fil- la interpretación figurativa se impone a tal punto,
forma directamente los fenómenos de la obra, y le pued e que ya es menester cierto esfuerzo para destruir!a y
ser atribuida a ésta, en su calidad de ser concreto y considerar el trazo como simple arabesco, y apreciarlo
actualmente presente por su cuerpo físico, al igual que estéticamente como tal. En cambio, cuando el dibujo
por las apariencias que éste sostiene y presenta, se tra- representa una superficie plana (por ejemplo, en una
ta de forma primaria. Si concierne e informa un ser escena oriental, un muro d e fondo, sobre el cual se halla
originado por el discurso de la obra, en su calidad de trazada una decoración en arabescos), la difercncia de
hipótesis, o de lexis presentada por este discurso, pero estwctma entre ambas formas (el arabesco representado
ontológicamente distinta en absoluto de la obra misma, y el arabesco que la representa) no existe. 3 Toda la
se trata de forma secundaria. Esto se expresa con gran distinción procede del hecho, mucho más sutil, de un
rigor en el lenguaje platónico, al decir, que, ontológi- carácter curiosamente ontológico, y sin embargo muy
camente, y con relación a la obra, la forma primaria claro y definido. El hecho de que en un caso nuestra
participa del Mismo, )' la forma secundaria del Otro atención es requerida por el propio arabesco, indepen-
(así este otro sea real y objetivo, como sucede en los dientemente de la afabulación de conjunto sugerida
retratos, o ficticio e ideal, y existente únicamente por por la escena; mientras que, en el otro caso concebimos
la obra, cosa que no importa, cual ya tuvimos oportu- y percibimos este arabesco (empero realmente presente
nidad de decir).2 para nosotros ) como elemento de la ficción construida
Ahora bien, cuando en su principio esta distinción ante nosotros y propuesta a nuestro pensami ento, como
es por demás patente, notoria, en la práctica del arte universo del discurso: es un arabesco representado, al
reviste una flexibilidad, incluso a veces equívocos, su- que, por ejemplo, le atribuimos dimensiones distintas
tileza, cuya diversidad resulta peregrina. de sus dimensiones reales, y relativas a la ficción, o a
En el ejemplo del dibujo del cubo, la distinción re- la fábula, en la cual penetramos. En particular, tene-
sultaba tanto más extraordinaria, cuanto que una de
·3 Por supuesto, si el muro es visto de frente. De otra suerte,
las dos formas (la forma primaria) se halla en el espa- existe una deformación de perspectiva. Pueden verse, al respecto,
algunos efectos hastante curiosos en las ilustraciones de Gustave
2 Véase a este respecto el cap. XIII. Doré para el Ariosto.
114 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES ARTES DEl. PRI MERO Y DEL SEGUNDO GRADOS 115
mas en cuenta la distancia ficticia del muro con reld- combinación de curvas cn dobles volutas, de clave li-
Clan al espectador supuesto por esta escena, etc ... geramente descentrada hacia la izqui erda, y compensada
E igual sucede cuando se trata de una estatua, que por salientes más pronunciados por más ancha; etc ...
represent~, verbi~racia, lIna mujer, o una diosa: Supon- Todo esto, cual se ve, se refiere únicamente a la
gamos DIana . SI la estatua es de tamaño natural cllal forma del primer grado, la forma intrínseca del már-
suele decirse, !a forma del mármol, y 1<1 mujer rep~esen­ mol sometido a una elaboración artística directa y, en
tada, son de Idéntica estructura, en un espacio que se cierta manera, musical.
diría de tres dimensiones :4 Mas difieren empero, mu- Pero la estatua también dice, por otra parte: soy
cho, si se las considera, la una como forma del mármol una mujer, más aún, una diosa, esgrimiendo un arco.
la otra como forma de mujer. No sólo su signific8ci61~ Estoy recostada en un ciervo domestic8do; soy Diana
ontol6gica, nacida de esta loable y distinta inherencia, la Cazadora, ele largas piernas, senos menudos, rostro
sino incluso sus propiedades estéticas son distintas fino y noble iluminado por un resplandor lunar; blanca
en ambas representaciones. ¿Qué es lo que nos dice, en aparición en la espésura de los bosques; y también pa-
efecto, la estatua? Por una parte: soy la piedra tallada trona epónima dc una amante real, cuya belleza evoco
por Jean Coujon, obra destinada a aparecer en un re- y estilizo, etc .. .
mate arquitectónico en un frontispicio, a asegurar un y todo este segundo discurso se refiere a scres total-
valor decorativo a un grupo en relieve, visto desde aba- mente distintos, a los que son transferidas, para perte-
jo; de doble ancho que su altura, según la proporción necerles y caracterizarlos, todas aquellas proporciones o
sexquilátera tomada en eje horizontal; con una hermosa armonías del mármol, que pueden convenirles y series
atibuidas.
" Por otra parte, no hay que suponer que el arte escultórico Vemos, por tanto, y esto es también sumamente
(cual muchos erróneamente se figur8n) se encuen tre sujeto a esta importante, cómo las artes representativas, que por esta
identidad de las dos formas, primaria y se cunda ria . La imitación misma razón llamamos artes del segundo grado, poseen
puede quedar sustituida por la evocación. Por ejemplo, es clásico
representar la pupila del ojo por un hueco profundo, que produce
a un tiempo forma primaria y forma secundaria, como lo
una sombra en la cual un pequeño relieve, que retiene la luz, prueba el doble discurso Que acabamos de leer.
procura el reflejo del " punto visual", según la expresión corricnte. Mientras la sinfonía, el palacio y la catedral, el ara-
En este caso, la configuración real de la forma de tres dimensiones besco o la obra coreográfica, sólo presentan una forma
de la estatura ya no es identificable con la del objeto representa-
uo. Es un detalle ínfimo; pero hay escultores contenlporáneos que primaria, las obras del segundo grado, el cuadro, la es.ta-
hacen uso, muy ampliamente, de esta facultad. Cuando, por ejem- tua, el dibujo imitativo (y, como podremos ta~1blén
plo, un Zadkine (en su grupo de las "Tres Gracias") nos probar, el poema o la novela) ofrecen a un tIempo
mucstra una mujer cuyo muslo aparece en hueco, y produ ce, por ambas formas, primaria y secundaria, entre las c~ales
CIerto, con una iluminación adecuada, igual acción de luces y
sombras que un muslo en relieve, el espectador ingenuo da alari- se establecen relaciones peculiares, unas veces de Iden-
dos, porque está acostumbrado a creer que la config uración en tidad de estructura, otras de parecido, o de afinidad
relieve de la estatua debe "imitar", es decir reproducir más O menos evocadora; otras, harto más sutiles, de armonía, de con-
exactamente, la configuración en relieve del modelo. Esto es sim- veniencia, de acorde estético, e incluso, en ocasiones, de
plemente un prejuicio: desconocimiento de las verdaderas condi-
ciones del arte. lucha y oposición.
116 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES ARTES DEL PRIMERO Y DEL SEGUNDO GRADOS 117

. El. espectador poco enterado podrá no advertirlo, y líneas, a su equilibrio, o a su oposición; al interés propio
atnbUlr Ingenuamente todo el encanto de la obra a la de las yuxtaposiciones de colores, sin cuidarse de las
escena que puede evocar al penetrar él en la ficc ió n, morfologías al li SO. Una mano izquierda aparece de
al enfrentarsecbn el discurso representativo . Contem- esta suerte prolongand o un brazo derecho; dos ojos ,
pla, por ejemplo, la "Odalisca", de Ingress, o " El Oto- verticalmente su perpues tos en un rostro; la mitad del
ño", de Puvis de Chavannes, si n darse cuenta de que ros tro será blanco, y la otra amarilla; por razones esté-
se halla bajo el imperio de un h echizo que, en parte, ticamente justificables, y que algunos pintores (más
procede del canto particular, v en cierto modo meló- especialmente los "musicalistas"), explican por una evo-
dico de las líneas; o, cuando sé trata de una Venus del cació n legítima de las libertades o de las autonomías
Ticiano, O de una Infanta de Velázquez, de la sabia aná logas de la música, pero que no necesitan apelar a
armonía de los acordes cromáticos. O también, cuando este pretexto para ser aceptadas. 5
lee un hermoso poema que 10 sume en un éxtasis im- Mas si es cierto que es te modo de crear es inheren-
preciso, igno ra, o incl uso no quiere reconocer, que un te a su época, y constituye un estilo fácilmente recono-
arabesco hábil de consonantes y vocales, de sílabas ató- cible (al que podría reprochársele, sobre todo, el querer
nIcas o acentuadas, 10 ha hechizado con su música, para
hacerle confiar más en el sentido de las palabras y ma- 5 No me refiero al caso particular en que, como en algunos
surrealistas, y sobre tod o fu turistas, la transgresión de las leyes co-
ravillarse de las imágenes que se le presentan . rrientes d~ la morfología externa y natural (el encabezado de un
. Aquí la forma primaria, discreta y secreta, pasa casi diario doblado terminando en caracteres completos, por fu erza de
madvertlda, pues se armoniza sutilmente con la forma su contorno; la "sob reimpresión" de un paisaje, <> de una casa sobre
sec undaria, y se guarda de chocar con ella. A veces el una testa humana, y demás tru cos que con excesiva fa cilid ad y la-
mentablemente han degenerado, en esas Escuelas, ha cia la fórmula
pintor, o el poeta, insisten más, por la evidencia de académica) aparece con pretensiones de intenci6n y significación
u?-a aliteración, o de una armonía imitati va; por la ar- especiales: por ejemplo, la de representar simultáneamente el pre-
bl~ranedad de una combinación de colores, apenas jus- sente y el futuro de una acción, la de evocar a un tiempo cosa.'
tifIcada por un pretexto dem asiado visible. percibidas y cosas evoca das, po r asociación. Trátase de otro orden
de id eas, que se relaciona mucho más con el contenido intelec-
Por último, hay estilos que, por el contrario, tien- tual de la obra y con su forma del segundo grado, que con su ara-
den a insistir resueltamente, incluso brutalmente, en besco primario, a pesar de que este último subsiste, y ha de seguir
es tos factores primarios. El arte contemporáneo lejos subsistiendo, con sus propias exigencias es téticas, punto en el cual
de disimular este primer grado, y de fundirlo discre- algu nos pintores de dichas Escuelas no siempre son lo bastante es-
crupulosos, en su afán, a veces por demás ingenuo en su ~~ tu c ia ,
tamente en el conjunto (cual se hacía antaño), a me- para sorprend er a cierto público a su vez algo desorientado. Es
nudo procura, por el con trario, hacerlo resaltar, con realm en te de lam entar el hecho de que los que se han dado a tan cu-
mayor O menor violencia. Tal cuadro de H. Matisse, O riosas búsquedas, no siempre las ha ya n tomado en serio; no hayan
de R. ~e la Fresnaye, de Picasso o de Joan Miró, sacri- senti do todo su valor, no las hayan profundizado lo bastante, ni b s
hayan some tido suficientemente a las normas del arte eterno l con
f¡c~ dehberadamente, y hasta con una especie de osten-
las cuales no están en nada en contradicción). D e na ser así su
taCIón, cuando nade jactancia, la forma humana, o la huella sería más firme. Es de suponer que el porvenir insistirá en
perspectiva de los muebles o de los accesorios a motiva- algunas de estas búsquedas, con mayor respec to Iw cia las cond icio-
ciones estéticas puramente referentes al arab~sco de las nes insoslayables para la realizaciÓn de una obra grandc.
118 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES ARTES DEL PRIMERO y DEL SEGUNDO GRADOS 119
impresionar demasiado, abrir espectacularmente, a ve- rejuvenecen, benéficamente, aunque siempre sin utili-
ces COn cierto frenesí, puertas que podrían abrirse con zar bastante todos sus recursos .
toda calma ) preciso es reconocer que, más que lo que Y éste es el tercer hecho importante que nos cum-
suele creerse, guar~a relación con las condiciones eter- plía señalar.
nas del arte. Existen menos diferencias de las que po- Si se ha entendido bien todo lo quc antecede, se
dría suponerse entre un cuadro de Picasso, o de Gleizes, comprenderá que toda obra de arte del segundo grado
y, por ejemplo, el "Nacimiento de Venus", de Bot- (y esto justifica este término de segundo grado, que no
ticelli, en el cual la estilización, algo ingenua, de las implica ninguna superioridad jerárquica, sino una rela-
olas angulares, tratadas en "sobreimpresión" sobre el ción entre inclusión y complicación), encierra en sí
fondo; las franjas en abanico, alternando las claras con misma una obra del primer grado, cuyo aislamiento es
las sombreadas, de la gran concha que sostiene la figura susceptible de ligarla al arte que le corresponde en ese
femenina, un sí cs no es como al descuido; las verti- sólo primer grado. De esta suerte, un dibujo de simples
cales, en tintes planos, de los ropajes en los grupos trazos, un grabado a buril, nos representa personajes, o
aéreos, responden a las exigencias estéticas más moder- lugares, Procuremos anular mentalmente este paráme-
nas, en toda su esencia estilística. La gran diferencia tro representativo; es decir, pongamos entrc paréntesis
(independientemente del contenido intelectual de las el universo del discurso, y toda la combinación de for-
obras, desde luego más rico en Botticelli que en los ar- mas que no se refieren m{¡s que a estos seres: nos que-
tistas contemporáneos ) con sis te en el hecho único de dará un si mple arabesco, equiparable a los trazos ágiles,
que, no obstante su fuerte estilización, el Florentino brillantes o curiosamente complicados, libremente per-
en parte alguna ha sacrificado, eVldentemcnte, o expre- geñados en el papel por una mano ociosa, ° en busca
samente, la corrección anatómica, o la plausibilidad de una decoración, por el solo deleite de su gracia o de
cósmica de los seres y de las cosas (en un universo des- su impulso, de sus curvas elegantes o extrañas, de su
de luego muy convencional) a esta música formal del sabrosa confusión, o de su lógica nitidez, incluso geo-
primer grado, que fue, sin cmb,ago, su notoria preocu- métrica. Evidentemente, estos trazos de la pluma, o
pación. del buril (si observamos, por ejemplo, el grabado,
Y, en fin , en el límite extremo, y ya esfumándose o el dibujo, en posición invertida ), han de perder gran
paulatinamente la forma secundaria en favor de la for- parte de su razón de ser, y a menudo resultarán arbitra-
ma primaria, después de haber traspasado una región rios. No obedecen a la misma lógica de composición, a
de estilizaciones extremadas, en que la alusión repre- la misma unidad de pensamiento, a la misma estilís-
sen ta tiva , cada vez más ten ue, acaba por ser sólo el tica de conjunto, que las decoraciones que son H:rda-
pretexto impreciso de un arabesco, dc una arquitectura, deros arabescos, Pero, sin embargo , no carecen de
o de una danza, nos encon tramos con esta "pintura algún interés estético, Será posible apreciar el equilibrIO,
pura", con esta "escultura pura", en las que el arte °
o la buena distribución de las zonas claras sombrías,
contemporáneo también ha intcntado experimentos a el capricho o la habilidad, el atrevimiento o el inge-
\'eces curiosos, pero que desaparecen en realidad cn las nio, lo grato o la \'igorosa im'entiva de la mallO, en esta
artes primarias correspondientes, cuyo estilo, pOr cierto, coreografía en negro sobre blanco, en este recortar el
120 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES ARTES DEL PRIMERO y DEL SEGUNDO GRADOS 121
espacio y ocuparlo por medio del trazo. Incluso podrán rior podría darnos el motivo básico. Algo burdamente,
reconocerse aquí ciertas originalidades de! gesto; unos se puede decir : de no eXIStir" fuera de la ,estatua, mu-
caracteres en cierto modo grafológicos, que en el ara- jeres de carne y hueso, este marmol ofrecen a una forma
besco así constituido revelan incluso todo un carácter, extrañamente arbitraria, que no podrían expbcar coI?-
o todo un: ideal estético. pletamente las necesidades de equilibrio, de euritmia,
Así es como e! arte del dibujo corresponde ai ara- de melodía de las líneas y de los volúmenes. G
besco, como un arte del segundo grado al arte del pri- Mas si hago abstracción de esta forma; si con el
mer grado que utiliza idéntico medio primario. Y al pensamiento despojo la estatua de su parámetro repre-
igual podrá verse que el arte de la pantomima encierra sentativo, es decir,de su voluntad de figurar un ser en
en su complejidad total una pura coreografía de los principio distinto de ella, la estatua, en el terreno artís-
gestos, de los movimientos, de las actitud es; coreogra- tico, ya sólo es una combinación estética de volúmenes,
fía lograda al anular mentalmente toda la voluntad del de formas tridimensionales, de disposiciones argui tec-
mimo de explicar un:.:¡ acción, de evocar unos obJetos, tónicas, cuya esencia es análoga, considerada bajo este
de brindarnos, con el discurso de sus gestos, un uni- ángulo, a las de las obras del arte arquitectónico. Y,
verso hipotéticamente presente. Visto bajo este ángu- en efecto en toda estatua ronsiderada de esta suerte
lo, se identifica con el arte coreográfico puro, con el bajo su f~rma primaria, existen los mismos elementos
arte de la danza (en la más amplia 8cepción del tér- estéticos: justeza y perfección de las formas, de los
mino, es decir sin reducirlo a la sola técnica acrobática, contornos, equilibrio de las masas, acorde de los contras-
sino comprendiendo en él toda arquitectura directa y tes de sombra y de luz, interés, gracia, pintoresquismo,
autónoma de actitudes o de movimientos). La danza elegancia aman umen talidad de la organización c?~f;­
es, por consiguiente, el arte del primer grado que le rida al espacio nena; lo cual, en una columna, perml~ma
corresponde. asimismo ser ponderada como obra de arte. ArqLlltec-
Consideremos ahora estos dos objetos: una columna tura y escultura forman así, pues, un par semejante al
y una esta tua . que forman la danza v la pantomima, e! arabesco y el
Pueden ser de id én tica materia, del mismo mármol. dibujo imitativo. Ambas, con relación a su~ propios
Por igual atraen la mirada, la mano, para la apreciación sensibles instauran, la primera, un arte del pnmer gra-
de los volúmenes, de la forma en e! espacio de tres o Digo que esto es un tanto burdo, ya que -insistamos en
dimensiones; se prestan de igual modo a las com bina- elIo- no es necesario que existan realmente en el mundo seres
ciones de la sombra y de la luz . Su condición es lo análogos a los que nos repre.sentan las estatuas, o d~,"?ás obras repre-
bastante análoga como para que sea posible pasar gra- sen tativas. En determinados casos, éstas pueden antIcIparse a la reah-
dad, o servi r de modelo no realizado, y tal vez imposible de realizar
dualmente de una a otra: a medio camino, será la caría- si es de veras ideal (y hablábamos de una diosa) ; de modelo de seres
tide, o el telamón. de los que la estatua sola será el arquetipo. Pero. estos seres puede.n
Mas, veamos lo que las separa. presumirse hechos de carne y de sangre, o tambIén de una mat ena
Será únicamente, para la estatua (siempre suponien- sutil que no fuera el mármol; animados en lugar de IOm6vlles, etc .. :
En ningún caso, y esto es lo esencial, habrán de confundirse ontológl-
do que se trate de una estatua de n-:ujer, o de diosa), la camente con el ser estatua. Su forma no es la de una estatua; es la
participación en una forma de la que e! mundo exte- de otro ser. Y esta evocaci ón del otro es funcional en la estatua.
122 EL SISTEi\'(A DE LAS BELLAS ARTES
clo; la segunda, un arte del segundo grado: el arte del
segundo grado que encierra, in petto, el primero, y se
iclentifica con él, si se considera únicamente su forma XXI. ESOUEMA DEL SISTE¡'"jA DE LAS
primaria. - BELLAS ARTES
Esta afinidad, por pares, de las distintas artes pri-
TODO "sensible propio", toda gama de qualia artÍs.tica-
II?ClnaS, una por una, Con las distintas artes reprcsellta-
tlvas, o de segundo grado, nos perfila al máximo toda mente utilizable, da origen a elos artes: UllO del pnmcr
la estructura del sistema de las artes, del que sólo nos grado, el otro del seg~ndo. , .
queda presentar visualmente en su arquitectónica de Basta con inscnblf dentro ele un Circulo todas .las
conjunto. artes del primer grado, correspondielltes a los slcte
gupos de cualidades sensibles va enumeradas; y en un
segundo círculo concéntnco, y hmItadas por los, Ill~S­
mas radios, las artes del segundo grado .que les corres-
Música
Oromafico o ponden, para lograr un. esquema ?c conjunto de todas
Descripllva Dibujo las relaciones que constituyen orgamcame.nte el ~Istema
ele las bellas artes. (Véase la figma amba I11dIC;\CL!.)

XXII. OBSERVACIONES GENERALES ACERCA


DEL ESQUEMA ANTERIOR

PUEDEN hacerse varias observaciones acerca de estc es-


quema que resume y presenta visualmente multItud. de
relaciones importantes. Puchérase deca que constItu-
ye el centro y e~ corazón de toda nuestra labor.
Echemos pnmero un vIstazo. sobre la naturaleza
de los pares que agrupa: arte pnmarlO v arte secun-
clario correspondientes, ocupan, en dos 'círculos con-
céntricos idéntico sector.
El p~r arabesco-dibujo no presenta ningun~ difi-
cultad, salvo el asombro que puede causar a qUIen no
estuviere lo suficientemente enterado de estas cuestIO-
nes, ver al arabesco figurar aquÍ con la dignidad de
una especie autónoma. .
1. Líneas; 2, Volúmenes; 3, Colores; 4, Luminosidades; 5, Movi. Ahora bien, sabemos hasta qué punto result.a. on-
mientos ; 6, Sonidos articulados; 7, Sonidos musicales. ginal e importante su principio. A tal punto ong1J1al,
123
124 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES OBSERVACIONES GENERALES 125
que ya nos ha servido varias veces de tipo para carac- cuenta su principio verdadero y primario: la estética
terizar combinaciones directas autónomas de qualia en autónoma de los sólidos, de las formas en el espacio
cualquier arte que fuere; ya que tan cómodo resulta til- tridimeusional. Tridimensional, pues en esto estriba ,
dar de arabescos las composiciones artísticas (musica- esencial y generosamente, la arquitectura. Quicn se
les, pictóricas u otras) cuyo principio es éste. Mas no dé cabal cuenta de ello, no abriga ya duda ninguna
sólo es importante este principio, sino que ese mismo acerCa de la naturaleza exacta de las interesantes bús-
arte del arabesco, en su sentido especialmente plástico, quedas emprendidas, en particular desde unos cinco
se encuentra ampliamente representado, en la historia lustros, precisamente bajo estos nombres de "cscultma
rea 1 de las artes, por composiciones tan ricas como va- pura", y también de "escultura autónoma", que ya he-
riadas (algunas de las cuales, no lo olvidemos, ostentan mos evocado como perfecto exponente del arte, por
la firma de Rafael). Evoquemos, sin defmirlos particu- ejemplo, de un Lipschitz, entre los contemporáneos.
larmente, los entrelazados y las volutas decorativas, tan Ahí se combinan libremente, sin alusiones representa-
hábiles, de la ornamentación polinesia; los pernios, las tivas, las formas como una especie de música de las
llamas, los zunchos de las grand es obras de hierro for- disposiciones tridimensionales . Crean, por tanto, pe-
jado firmadas por maestros, desde Biscornette hasta queñas arquitecturas librcs (libres, es decir indepen-
Jean Lamour; los entrelazados de los manuscritos irlan- dientes de toda utilidad práctica y, por ejemplo, de ser-
deses; los follajes lam breq uines y candelieri de las cerá- vicios especiales, sociales, a los que se halla sujeta la
micas de Urbino; las decoraciones de las mezquitas labor ordinaria del arquitecto). Su principio, empero,
del Cairo, etc. Parte de las discusiones suscitadas no deja de ser arquitectónico. Prueba de ello es que
por la tesis de Hansrick acerca del parentesco de la una arquitectura realmente moderna podría, sin difi-
melodía con los arabescos, se basa ( en particular en ocultad, y hasta con provecho, si deseara innovar en ma-
Com barieu) en el desconocimiento, no sólo del prin- teria de pináculos, de consolas, etc ... , incorporarse
cipio estético, sino también de las realizaciones histó- algunas de estas ingeniosas combinaciones .1
ricas que tanta importancia confieren a este tipo de El par cuyo segundo grado es la pintura represen ta-
arte. Como estudiamos aparte (capítulos XXIX y
1 Por cierto, que aquí conviene desconfiar de la pseudoausencia
XXXI) esta importante cuestión de las relaciones entre
de valor representativo, que puede obedece r al hecho. de que e!
el arabesco y la música, nos contentamos ahora con público, no familiarizado con fuertes estIlizaCIOnes, no sIempre esta
advertir al lector. en condiciones de entender una alusión real, que restablece la
El par arquitectura-escultura ha sido ya lo suficien- pseudoescuitura pura en el orden de la escultura ordinaria, pero
tratada por medio de líneas simplificadoras y musicalizadas. Así
temen te estudiado. El único reparo que podría surgir, es como J. Lipschitz es autor de un grupo, en partIcular reprodu·
sería a propósito de la reducci6n de la "escultura pura" ci do como ejemplo de "escultura autónoma", por M. y A. BolJ
al mismo sentido que la arquitectura. Y esto sólo ha- (I'Art Gontemporain, 1931, p. 127): un extraño ammal, que es
bría de extrañar a quienes tuvieran de la arquitectura sencillamente aquel de que nos habla Yago en la primera escena
una idea mezquina, adscribiéndola a las únicas organi- de Otelo (Acto 1, esc. 1, v. lID). Si , por casualidad, el esculto!
negara esta intención, habríamos de decir que fue víctima de una
zaciones "reicas" de la casa , del templo o la iglesia, obsesión sexual inconsciente. Mas no creemos, en modo alguno,
del edificio militar O utilitario. etc., sin tener en en su inocencia.
126 !'J, SISTEMA DE LAS BELLAS f\RTES OBSERVACIONES GE?\'ER.\LES 127
tiva, utiliza el color como sensible propio. ¿Cuál es el exposiciones universales de nuestro siglo). Adcmás, in-
arte del primer grado que le corresponde? También terviene, como síntesis, en su cooperación con otras ar-
aquí podríamos evocar la "pintura pura" de ciertos con- tes, por ejemplo, con la arquitectura, y también en la
temporáneos -por ejemplo, un Joan Miró. No lleva síntesis teatral. En el segundo grado, este elemento da
ningún nombre especial en la lista tradicional de las orioen a todas aquellas artes cuyo mcdio primario es el
bellas artes, tal vez porque el arte de combinar artísti- cla~oscuro. Así, la aguadd, que imita cl bajorrelieve, e
camen te manchas, espacios, o formas coloreadas, sin incluso el grabado, en cierto modo.2 Sumémosles la fo-
intención reprcscntotiva, sólo desde hace poco tiempo tografía, en la medida exacta (sobradamente importan-
existe en la forma de cuadro de caballete. Ahora bien, te) en que merece ser calificada realmente como arte
siempre ha existido, bien sea como momento transito- y, en fin , en este cuadro hemos dejado aparte el cine-
rio en los estudios preparatorios de los pintores (pcn- matógrafo, para indicar la importancia de su estatuto,
semos en los bosquejos de colorido establecidos de ya que, por un lado, utiliza (si observamos únicam.ente
antemano, para sus cuadros, por un Delacroix), o bien cada una de sus imágenes) el claroscuro del lummlsmo
en las artes decorativas. En ciertas cerámicas, o en el fotográfico como medio primario (el cual se extiende
arte tan interesante, no obstante tenido en poco, de las incluso, desd e hace unos años, cada día más en direc-
hojas de papel que constituyen las guardas de los li- ción al colorido); y, por otra parte, también utiliza el
bros, y también en los tejidos, en los esmaltes, combi- movimiento, ioual que las artes del sector que le si-
naciones poHcromas que evidentemente se relacionan gue. Se trata,O pues, realmente, de una síntesis (igual
con la esencia de esta pintura pura, de este arte de los que el teatro, del cual hablaremos más ~delante ) ; pero
colores en su primer grado. Cualquier esfuerzo por es- convenía situarlo aparte, a causa de su mterés; que po-
tablecer combinaciones cromáticas emancip'adas de toda dríamos decir topográfi co dentro del esquema, en donde
ley dictada por objetos exteriores, y únicamente para señala el eje que divide las regiones de la inmovilidad
deleite, en interés de una espccie de música brindada y del movimiento. Se sabe que esta diferencia, desde
a la \isión, pertcnece a este género artístico. Relacio- el punto de vista teórico, no tiene gran importancia.
narlo con la pintura, cuando utiliza colores al óleo co- Prácticamente, es lo bastante importante como para
locados en un lienzo por Illedio de un pincel; o con las tener derecho a figurar netamente en un esquema que,
aües menores, cuando se sirven del tejido, del esmalte,
de los colorcs "a la goma", amalgamados en una cube- '2 El término de grabado, en puridad, se refiere a una técnica
ta, es puramente tecnológico. antes que a un arte . Pero, en su empleo representativo, el graba.
do, unas veccs se aproxima más bien al dibujo, otras (especial-
Dcspués, mencionaremos el de artes que utilizai1 di- mente en el grabado llamado d e interpreta ción, en particular el
ferencias de luminosidad como medio específico. En el grabado en madera, según las técnicas, por ejemplo, de un Pisano,
primer grado, es el arte mismo de disponer y emplear, y otros g rabadores de mediados del siglo XIX . quc in tcrpretaban la
concretamente, .tales luminosidades. Este "luminismo", pintura al agua ) s~ af irma netamente como arte. de cl a ro scur~,
como tambi én aguafue rte, en partIcular en las fultgll10sas combI-
esta utilización estética de la iluminación constituve nacion es del estilo rembranesco . Pero; el! la m edida en que la
desde luego, un arte decorativo conocido ' (algun :~ s 'd~ pünta SCL'a d eja aparecer lletalJlellte b line:), reserva cierto lllgar
cUyJS obras se han destacado, verbigracia, el! ~¡]gunas " un elemento dc arabesco.
128 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES OBSERVACIONES GENERALES 129

hasta el punto en que le es factible, tiene en cuenta m~sical. Este arte ocupa sobre todo, esencialmente, el
la totalidad de los caracteres de sus objetos. pnmer grado del se~t?r.. La música representativa no
El par danza-pantomima, no nos ofrece nada de eXiste como arte dlstll1hvo y separado. Sólo existen
particular. Ya hemos apuntado que conviene entender transiciones parciales y fugitivas de la música a este
con gran amplitud la idea de arte orquestal, o coreo- grado. Nada parecido a lo que ocurre, por ejemplo, can
gráfico, incorporándole toda la ciencia de los gestos, la pantonllma, en su relación con la danza. La música,
de las actitudes, de las evoluciones en grupo. Todo esto en cierto ?lodo, es algo así como una danza que, a ra-
se transforma en mímica, tan pronto interviene la alu- tos, espora~lcamente (~~1a1 a veces sucede en el ballet)
sión representativa. Ello, en e! arte de! actor, con fre- se permltma lina aluslOn representativa, pero que en
cuencia sc realiza por síntesis, por medio del lenguaje, o segUIda ha de tornar a la coreografía pura, la cual sería
sea con la literatura. Mas, se puede aislar en su prin- siempre en ella urdimbre esencial de su organización
cipio la pantomima, como el arte puro del segundo gra- estética.
do correspondiente a esta clasificación. Cierto es que Situación, cual decíamos antes, bastante peculiar.
este arte, hoy en día, no tiene ya toda la importancia ¿Es, acaso, una falla de nucstro esquema? ¿Podría in-
que tuvo en el mundo antiguo, ni tampoco los medios tentarse remediarla, por ejemplo, agrupando ambas ar-
convencionales de expresarlo todo, de ser el verdadero tes en un mismo sector, cuyo primer grado estada ocu-
lenguaje por gestos que constituía, en ese mundo, la pado por la música, y el segundo por la poesía y en
chironomia. Esto no impide que siga siendo lo bastan- general, por la literatura? Es, éste, problema que m¿rece
te importante, lo mismo aisladamente que en su sínte- ser examinado. Mas, su respuesta, es forzosamente ne-
sis, como para ocupar un puesto sólido en el sector de gativa. Música y literatura no pueden aparecer en el
referencia. mlsm~ sector (tal como, por ejemplo, hemos hecho apa-
Y nos quedan los dos sectores de la literatura y de rece~ Juntas I.a escultura y la arquitectura), porque lo
la música. senSible propiO de cada una no es idéntico, pese a ser
Requieren una observación importante: la de que, análogamente acústico. Por un lado, tenemos sonidos
en lo tocante a la literatura, ocupa sólida, y casi única- PIH?S, po.r el otro, sonidos, o mejor rumores, del len-
mente, el segundo grado; mientras que la división pri- guaJe . art~~ulado. Y ya veremos .más adelante que la
maria (en la cual, en principio, habría de figurar un orgamzaclOn de estas quaha en Sistemas, en gamas, es
arte de la conjunción, en cierto modo musical, de las total,ment; distint.a. Las relaciones de la m úsica y la
sílabas, sin ninguna intención de significación, ni por poesla seran examInadas por separado, en la quinta par-
tanto de evocación representativa) queda prácticamente te de esta obra. Le pedimos, pues, al lector, acepte por
vacía. Excepción hecha de una "prosodia pura", que antiCipado los resultados que, al respecto, indica nues-
no existe como arte autónomo, sino que se halla única- tro esquema. Creemos que habrán de parecerle abso-
mente implicada en la poesía, en calidad de forma pri- lutamente justificados cn esta quinta parte del libro
maria de un arte realmente del segundo grado. Esto (en particular en el capítulo XXVI); parte en la cual
ofrece una situación asaz peculiar. Y nos encontramos se darán al. mismo tiempo las razones -a la vez empí-
con la situación contraria, o complementaria, en el arte ncas y raclOnales- de esta situación peculiar en los
EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES OBSER VACIONES GENERALES 131
130
dos últimos sectores, o division es, de nuestro esqu ema hegemonía, de .las qualía sensibles . Se podría decir que
son los rayos sImples de la luz artística. Pero ocioso es
o esbozo.
Pasemos a otro tipo de obseIvaci~nes. . subrayar el hecho de que varias síntesis pueden des-
En primero recordemos que el ~ume~o sIete ,de los pués, con la cooperación de varios de estos rayos, re-
sens ibles básicos responde a una sltuaclOn empmca e constituir tonos blancos, o irisados.
histórica, susceptible de enriquecerse en el futuro. N ue- Está claro, en efecto, que obras complejas pueden
vas di visiones pueden venir a intercalarse, sm quebrar agrupar, en tantas combinaciones como se quiera , varias
la arquitectura general, en cualqUler lugar .de este es- de estas artes específicas. Ocioso es contarlas matemá-
quema (cosa que, de por sí, bastaría para Justificar su ticamente. ¿Qué interés ofrecería saber que teórica-
mente existen 9l? Tan sólo observaremos 't[ue algunas
figura cíclica). . ., ,
En cuanto al orden seguido en la dlSposlclOn de .l,as de estas combinaciones son punto menos que ineludi-
qualia que le sirven de base, responde a la p;eocupaclOn bles: por ejemplo, la de la pintura, del dibujo, del cla-
de yuxtaponer las artes 9ue guardan entre SI mayor afi- roscuro. Aquí, un "arte puro" (igual que un son ido
nidad . Como estas aflllldades son muchas, y su Impor- puro) es sólo aquel en que uno ele estos elementos ad-
tancia puede variar según el ángulo desde el cual se l~s quiere importancia predominante, y sirve de base fun-
considera, resulta que el detalle de este orden podna damental estética al acorde global. Otras, especialmen-
discutirse. Por ejemplo, puede causar asombro el hecho te tradicionales y fáciles, tales como la de la poesía y la
de que el dibujo diste dos sectores de la pmtura, con la música en el canto con palabras, se funden , pudiera de-
cual tiene tantas afinidades. Mas no tien e menos afi- cme, y trenzan entre sí en un mismo perfil (c omo la
nidades con la arquitectura, lo cual basta para a~t~[l­ madreselva en una rama de olmo) dos arabescos con-
zar el orden que hemos adoptado. Orden cuyo obJe~lv? cordantes. Subrayemos únicamente en esta síntesis las
es yuxtaponer a la música, en el lado de las artes plastl- dos más amplias: las que, en un momento único, apelan
cas el arte del arabesco que es el arte que le es mas cer- a cuatro o cinco rayos del arte. Una es la del teatro, la
ca;o (como lo demostr~remos en el capítulo XXIX). De cual en?l.oba, en su, complejidad más opulenta (la del
esta suerte, nuestro esquema, que ofrece un panorama teatro lmco,. de ~a opera, p.er eJe~plo), toda la región
orgánico de conjunto. ~el ~,niverso del arte, ha ?e ~er SItuada a la IzquIerda del eje verbcal de nuestro esque-
presentado en la claslflcaclOn Junto a esas claslflcaclO- ma: música , poesía, mímica y danza; y se extiende in-
nes llamadas "naturales", que tienen en cuenta la mayor cluso más allá; hasta la pintura y la arquitectura (con
importancia relativa de los diversos c~;acteres d~, las la decoración y la escenografía). Mas si se quita la
cosas así ordenadas. y es, en efecto, la naturaleza de m úsica, resulta un prcdominio del arte literario como
este mundo, o universo, de las obras de arte -y, por característica. De ahí que sea factible reducirla en su
"naturaleza", entiendo el sistema orgánico de las le- cuerpo físico, al libro, dejando a la imaginación el cui-
yes- de lo que da una idea este esquema. ,. dado de reconstruir la sí ntesis y las decoraciones, la mí-
Por último, reparemos en que este esquema solo mica; en una palabra, todo cuanto para la teofanía
comprende artes simples. o puras; es decir, artes dedI- material tot81, exigiría la ejecución escénica.
cadas a una combinación única , o por 10 menos de clara La otra, a la que corresponde la imprecisa y clesdi-
132 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES
chada designación de artes menores, agrupa en sí c,~si
todas las artes de la parte derecha del esquema. El ter- XXIII. INVENTARIO DE LAS PRINCIPALES
mino de cerámica, por ejemplo, se aplica ún!cam~nte CORRESPONDENCIAS ARTOCSTICAS
a determinada técnica: el empleo, como mateua puma,
del barro, en figuras, o de caolín modelado y cocido en MULTITUD de afinidades estéticas entre las artes más
horno. Pero sus rcalizaciones, analIzadas cabalmente, diversas se ponen de manifiesto en el esquema que aca-
constitúyense por la síntesis de una forma realmente bamos de ver. Podemos distinguir seis géneros princi-
arquitectónica, la del "vaso" O jarrón, a la cu.al pueden pales.
sumarse todos los rccursos del dibUJO, de la pll1tura, lll- Hay, primero, esta relación por pares, de que ya he-
c1uso de lao,escultura. Por 10 general, estas artes meno- mos hablado, y que sirve de base a la correspondencia
res son una síntesis en que predomina (igual que la de las artes del primero y del segundo grados. Impera
forma literaria en el teatro) una forma estructural "fu~­ entre todos los pares de artes situados en nuestro es-
cional" (cofre, mesa o consola, collar o brazalete, tapia quema, en un mismo sector. Si se quiere, es el tipo de
o panel decorativo ... ). .. ., . afinidad que puede darse entre un arabesco a punta
y aquÍ también existe una jushhcaclOn del orden seca de Alberto Durero, y un aguafuerte de Rembrandt¡
adoptado. la dc las relaciones entre las artes que coope- entre el papel de Fedra interpretado por Sarah Bern-
ran mut~amente, por las síntesis más frecu~ntemen~e hardt y la danza de Anna Pavlova en la "Cleopatra" de
practicadas. Este esquema, por tant?, nos bn~da \b~Jo Fokine¡ entre el colorido ele un cuadro elel Veronés y
una forma muy simple, cuya mhdez .arquI~ectomca los de las guardas de un libro impresas a mano, o de
es una garantía 'ele que 10 csencial ha Sido bien .com- ciertos tejidos orientalcs. Es la correspondencia entre
prendido) 3 la expresión co~creta de todo el conjunto un arte representativo y el arte puro que le corresponde.
orgánico que forma este umver.so de las obras de arte, Otro tipo de afinidad es el que guardan entre sí
cuya enorme riqueza y complepdadya fueron ,rec?rda- todas las artes del mismo grado, es decir todas las que
das más arriba. · Y basta con mlIarlo, para advertlI en figuran en nuestra esquema dentro de un mismo círculo.
él (en lo que atañe a nuestro problema. general) ~o~os Por ejemplo, el círculo interior liga artes que entre
los modos principales de correspondenCia de las dIstin- sí tienen esa analogía profunda de congregar idéi1tica-
tas artes entre sí. Valllos a enumerarlas. mente (aunque cada arte a base de un "sensible pro-
pio", que le es peculiar) unas qualia organizadas como
una especie de música autónoma, libre de toda sujeción
3 Para comprender toda la eficacia de estos principios de N-
denación, podemos comparar este esquema con el cuadro, detem- a representaciones de cosas, a la morfología de los seres
damente estúdiado, rico en relaciones y muy exacto -de hecho, que pueblan los mundos de la realidad o de la ficción.
uno de los ·mejorcs que . han sido propucstos- ideado p·?r l'vlax Son, éstos, acordes, o formas, que sólo obedecen a la
Dessoir (Aesthetik, 2~ ed. 1923, p. 262); Y veremo: cuanto se exigencia de la construcción estética de los mismos se-
gana, en sencillez y en claridad, por medlO del orden CICltCO, desde
luepo evidente, de las artes correspondientes a los dos grados. Ahora
res por ellos constituidos. Sinfonías o catedrales, ara-
hie~ . el cuadro de Dessoir, no obstante ser extremadamente como bescos o danzas, tienen entre sí el Íntimo parentesco
plicado, sólo encierra los mismos elementos. de recrear, cada uno en el dominio que le asigna su
133
134 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES PRINCIPALES CORRESPONDENCIAS 135
opclOn original, idéntico esfuerzo, directamente instau- literatura por Michelet, en música por Clément Jane-
rador, en cosmogonías cuyos mundos se bastan cada quin, o en escultura por Pi erre Bontemps. No hable-
uno a sí mismo, sin alusión ninguna a realidades que mos aquí de una identidad de "contenido" (término
les sean extrañas. Es el género de afinidad cuyo voca- falaz, que origina tremendas confusiones, pavorosos
bulario tan a menudo se ofrece a nosotros, cuando nos errores, cual podrá verse, en particular, a propósito del
incita a hablar del carácter puramente musical de un arte literario ), sino de una identidad de intención cós-
acorde cromático; del carácter de arabesco de una dan- mica (tomando aquí este término de intención en su
za; del carácter coreográfico de un trazo de la pluma o sentido fenomenológico). El mismo punto de impac-
del buril, que proyecta en el espacio sus volutas, o sus to, podría decirse, en el mundo real, impone idénticas
zigzagueas. Y tamhién , si se quiere, la afinidad de una formas secundarias, pese a todas las diferencias que
fuga de Bach con las combinaciones lineales dc lambra- implican artes, e incluso técnicas, tan disparejas, a las
quines decorativos en la redondez de una cerámica de obras que de esta suerte se comunican por medio de
Urbino. lo que representan.
Yen cuanto a las artes del segundo grado, que cons- Y, en cuarto lugar, hablemos de este género de co-
tituyen el anillo exterior de nuestro esquema, todas rrespondencia que resulta de la mediatización por la
tienen entre sí esa conformidad de una organización unidad de una obra de síntesis. No se trata ya única-
sobre la doble trama de una música interior primaria, mente de una cooperación, que acarreara una armoni-
y de esta plétora ontológica (pudiérase decir) que las zación más o menos global de los estilos, sino de una
enriquece con un mundo de seres y de cosas, brindados verdadera correspondencia, ya que cada dato estético
por su tética imaginativa. Conformidad que puede pre- simple ha de doblegarse a las exigencias de los demás,
cisarse, a veces, en verdadera identidad de las formas y tiene a su vez facultad de suministrarles unos marcos
secundarias, cuando estas diversas fáculas suscitan seres sobre los cuales han de apuntalar sus principales articu-
idénticos, o por lo menos pertenecientes a la misma laciones. Pensemos en la mutua adaptación del texto
especie; lo que permite precisar las alusiones a la natu- y de la música, en el canto. La síntesis teatral, en sus
raleza, o a las realidades cósmicas externas. De esta formas más ricas, o la de la arquitectura con la pintura
suerte, cuanto más precisa aparecer la alusión a seres o la escultura, nos brindan de ello incontables ejem-
idénticos a los del mundo tenido por real -el mundo plos. De esta suerte se corresponden entre sí los ballets
de la. vida concreta- y mejor puede transformarse esta de Beauchamp y las escenas de Moliere para "Les F a-
afinidad en una verdadera comunicación por medio de cheux" (sin contar, a tres siglos de distancia, la música
las cosas representadas. Es el tipo de respuestas que de Georges Auric). y así se corresponden entre sí,
pueden darse la de "La Mañana", de Grieg, en música, mejor o peor, la arquitectura de Pintelli y las pinturas
"La Mañana" de Epstein, en escultura, "La Mañana", de Signorelli, del Perugino o de Miguel Angel en la
de Leconte de LisIe, en poesía, o "La Mañana" ( una de Capilla Sixtina (s in olvidarnos de las composiciones
las innumerables "Mañanas" ), de Corot en pintura; o musicales de Palestrina, o de Allegri, que en ésta se in-
también (para llegar hasta la identificación en la pecu- terpretan en las solemnidades de Todos Santos, Advien-
liaridad histórica) la batalla de Mariñán, descrita en to, o Pascuas, cuando el propio Papa es quien oficia).
136 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES ÚLTIMA VISIÓN PANORAMICA 137

Y nos quedan, por último, dos tipos de correspon- bién oberturas, . tales como la de "Coriolano", o la de
d~ncla, que no fIguran en este esquema, ya que és te "Egmont", o ilustraciones como las de Durero para el
solo tIen.e en cu.cn ta los dos plan os existenciales (feno- Apocalipsis, las de Doré, para Coleridge, las de Styka
me~ológICo y relco) , sobre los cuales se vcrifica la sepa- para Edgar Poe, e incluso ciertas evocaciones byronia-
racIón. de las bellas artes; los otros dos planos, el de la nas de Delacroix; obras en que, con distin to acierto, la
matena y ~l d e la transce~denci~, no tienen por qué analogía de las composiciones que se responden mutua-
fIgurar aqu~, ya que no ImplIcan mng una especialización mente, musicales o plásticas y literarias, da la impresión
de este genero.. Ahora bien, precisamente por este de rematarse en un esfuerzo por expresar idénticamen-
~10tIVO, les permItan, a todas las artes, comunicarse entre te la misma sensación inexpresable, por evocar, por me-
SI en estos planos, es decir, por arriba y por debajo de dio de fórmulas mágicas distintas, el mismo más allá, a
esta reglón en que se separan . medias sugerido. No sería imposible que, tal vez, todas
,En la re?iól1 del cuerpo físico, hay todas las ana- las obras señeras dd arte, en ciertos aspectos, se comu-
logIas tecnologlcas, que proceden de esta indiferencia o nicaran entre sí en este nivel y que el más allá de todas
mejor de esta distribución indefinidamente desme~u­ fuera un a sola y la misma realidad o supervivencia .
zada de las mismas materias en todas las artes . Así es
como una estatuilla de vidrio azul opaco, egipcia; un
aguaman.ll ?e Murano; un mosaico bizantino, que em-
plea el vId no, coloreado o dorado, para figurar empera- XXIV. úLTIMA VISION PANORÁMICA
tnces y pnncesas; un vitral gótico, que lo emplea en DEL SISTEMA DE LAS ARTES
transparencIa para imágen~s de santos, o para los sím-
bolos de los bestIarIos, al Igual que para la difusión de No ES nuestro propósi to examinar detalladamente to-
una clarIdad pomposa y sombría en la nave del mOnu- dos estos tipos de correspondencia. Ello requeriría una
mento, fusionan la escultura, las artes menores, la pin- obra por demás voluminosa. Nos contentaremos con
tura O la arqUItectura, en una misma materia : el vidrio estudiar algunos de los problemas más serios, los más
lo que origina análogas tecnologías . ' importantes o más exigentes desde el punto de vista
y en lo más alto, en la cima de la pirámide, nos técnico, planteados por estas correspondencias a la es-
encontramos con ?tra forma de correspondencia, que tética comparada. Pero, antes de alejarnos del sistcma
agrupa e.n una mIsma trascendencia obras evocadoras de las artes, tal vez convenga añadir alguna considera-
de un mISmo más allá. Esta es la parte más misteriosa ción para . tener una visión panorámica de lo que nues-
y la que abunda en más trampas para el analista de est~ tro tema nos ha llevado a pormenorizar por medio del
clase de correspondencias interartísticas. Con frecuen- análisis.
c.ia, resulta di,fíCil distinguirla bien de una simple iden- Ya hemos reconocido una división necesaria del arte,
t:dad de atmosfera sentImental, o de una afinidad esti- en planos u opciones in eludibles, que al arte se le brin-
hstIca, en partIcular cuando se trata de concordancias dan: opción entre las diversas qualia sensibles, en el
que coronan una cooperación de síntesis. Podrán adu- terreno del fenómeno; opción entre la inherencia de las
cirse determinadas músicas de fondos escénicos, y tam- formas a la obra misma o a su dictum, en el terreno
138 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES
ÚLTIMA VISIÓN PANORAMICA 139
reico . Pero conviene no olvidar que, a través de estos
se distinguen unos campos, una iglesia, un rostro hu-
planos, e~ que queda difractado, al igual que a travé3
mano que alza los párpados y nos mira, con mirada a
de un pnsma, el arte conserva el mismo impulso, la
la vez extraviada y tierna. Después, es un caballo qu e
misma aCCión, la misma esencia , el mismo espíritu.
pasa a galope, seguido de una mano que ofrece una
Vamos a recurrir a una :¡nalogía .
flor. Y, ya conscien tes, ya no vemos otra cosa que el
Cerremos los ojos. Bajo los párpados cerrados, algo
rosetón decorativo, móvil del caleidoscopio, cuyas líneas
apretados, pasan desordenadamente fuga ces fulgores Je
y cuyos colores diseñaban esa mano, esa flor. Y así
los fosfenos . Poco a poco, en esta imprecisa confusión
durante unos segundos de ensueño, el espectáculo tran s-
que centellea sobre un fondo de sombra, a veces " for-
formado nos ha dade lo que podían habernos dado un
mada por fo1laies , o briznas de musgo delicadamente
poema, Ull cuadro, una obra de teatro. Nos hemos en-
recortadas e innumerables" , otras "constituida por cua-
co ntrado en el segundo grado del arte, en el que, sin
drado s de todo género, de un amarillo siena cIara, entre-
embargo, el despertar nos ha permitido discernir la in-
m ezc~ados con ~recas oscuras"?, acaba por abrirse una
tervención, como ley musical y por completo formal,
especie. de ~oseton , de flor lummosa. Se dibuja, insis-
el dato caleidoscop io puro, interp retado por un mo-
tente, mqUletante, a veces más cerrada a veces más
mento como dato de presencias ónticas .
a?ierta. El centro es de un violeta oscu;o, que se con-
vierte en malva claro, el cual, a su vez vira a amarillo Y durante ese momento, el ensueño, al llevarnos ha-
y después a verde; mien tras que el cír~ulo que le sirv~ cia lo alto, nos daba la impresión imprecisa de un a
llamada extraña hacia otra cosa, hacia algo misterioso,
de contorno se orla de llamaradas anaranjadas y des-
desconocido, revelación inmine nte de un secreto que,
pués purpúreas. En el caleidoscopio de la retina, ve-
empero, no ha sido dicho, y que hemos presentido cml
mos cómo se suceden, se interfieren, sc recreaR rítmi-
si permaneciéramos en sus umbrales .
camente, sobre el mismo tema casi floral cálices
Por otra parte, después de haber leído a Helmholtz,
luminosos formados por mil colores oscuros, o' de clari-
y de conocer las obras de, Purkinje, sabemos que tod a
dad. ,temblorosa: pero que sólo representan una combi-
es ta fantasm agoría nos fue brindada (si bien lo h abía-
naClO n decorativa . De esta suerte, la música el ara-
mos olvidado en la contemplación, habíamos dejado de
besco, la danza, brindan a la contemplación' estética
pensa r en ello) por la sola acción de la presión de los
millares de fo rmas, equiparables a las de estos fosfenos
párpados, transmitida a la retina, en la que se disociaba
a unq~le infin~tamente más ricas, más organizadas, má~ y se reconstruía la púrpura retiniana, o incluso por el
emotivas. ASI se nos ofrece el primer grado en el ctrte.
tronco y las raíces del nervio óptico.
Por un momento, nos hemos adormilado. Y, de
Lo cual quiere decir que esto viene a ser coma un
pr~nto (pue,s el rapto es brusco, y en seguida toelo el
Ulllverso vana de estructura) , ya no vemos una especie modelo reducido, fortuito, y punto menos que natural
de rosetón de catedral movedizo, sino una hendidura (sm emb.argo, ,no completamente, pues el espíritu artís-
m uy ancha, entre nubes que pasa n, a través de la cual tico ya mt~rvlene en él para contemplar, interpretar,
mcluso explicar, y también porque, en cierto modo ha
1 Helmholtz, Optique Ph)'siologique, traducción francesa de Ja- esculpido, mo?elad,o, todo 71 aparato fisiológico y psí-
val, p. 268 , qUIco que aquI ac tua) los diversos grados y planos exis-
140 EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES ÚLTIMA VISIóN PANORAMICA 141
tericialcsdel arte. · El arte reanudará, . pero en forma Todo sucede -para emplear un lenguaje mitológi-
infinitamente más amplia, más variada, más estable, ca-- cual si un dios, en lugar de querer crear un mundo
más definitiva; en cierto modo, la misma combinación. único entre los mundos posibles, les hubiera dicho: "He
Y, sobre todo -y ésta es la enorme diferencia en- aquÍ, que os abro todas las barreras. Encaminaos cada
tre esta combinación y el arte- dispondrá expresa- uno hacia vuestra propia afim1ación, hacia vuestro flo-
mente sus materias primas, sus causas físicas, con vistas recimiento, hacia vuestra realizaci6n esplendorosa y cer-
a una fantasmagoría, ya no fortuita, sino intencionada tera. Os guiaré a todos y a cada uno de vosotros, hacia
en todos sus pormenores; la cual se le brindará por la existencia, sin sacrificar a ninguno : Abro en el ser
igual; a nuestra vista y a nuestro. oído, a nuestro sen- una dimensión lo bastante amplia para · conteneros a
tido táctil o a nuestro sentido muscular. Ya se con- todos." Figurémonos esta graru competencia de la exis-
tente con edificar, con los rayos y truenos de estas tor- tencia, esta superposición de mil mundos distintos,
mentas de fenómenos, puras combinaciones decorativas idén ticamen te dotados de posibilidades, guiados en la
de luces y de colores, de sonoridades o de movimientos, vía que conduce al ser por idéntica sabiduría. Tendre-
o quiera, pasado al segundo grado, concederse la aluci- mos así una imagen de la totalidad del mundo del arte.
nación voluntaria, perseguida, organizada, de una in ter- Mas supongamos ahora que ese dios, haya dicho
pretac:i6n realista. Sea como fuere, suscita de esta guisa también a estos mundos en potencia: "¡Cuidado! Os
mundos y, cual un demiurgo, crea una obra cosmo- doy al hombre por testigo. Os impongo, como ley com-
g6nica. plementaria, que os manifestéis ante él; que, para dar
Mas, cual puede verse -yen esto estriba el sen- fe de vuestro ser, empleéis únicamente esencias sensi-
tido de esta analogía-, estas epopeyas cosmogónicas bles, o medios psicológicos, que puedan revelarnos a él;
traspasan la sensibilidad humana. Respetan y utilizan que os introduzcan en su vida, al igual que ese mundo
los elementos cualitativos, o las estructuras perceptibles. que él cree privilegiado, y que prefiere llamar real. De
El arte, ya lo hemos visto, es en sí una inmensidad. entre vosotros, me ocuparé tan sólo de aquellos que tras-
Se desborda enormemente de las bellas artes. Existe, pasen su alma, haciendo sonar del mismo modo sus
como potencia cosmogónica u antagónica, mucho más teclas." Y entonces el cuadro de los mundos vence-
allá de estas puras regiones de la sensibilidad y de la dores, en esta competencia restringida que tiene al
actividad "cosalmente" organizadora. Es decir, "per- hombre por testigo, sería precisamente el sistema reve-
ceptiva" del hombre. lado por el universo de las obras de las bellas artes.
Pero esta parte suya que pasa, pudiérase decir, al El sistema de las bellas artes, decimos, es la expre-
in terior del círculo de esta sensibilidad y de esta per- sión del orden establecido en la sensibilidad perceptiva
ccptividad, es precisamente lo que constituye las bellas humana, surcado por las líneas de fuerza de la acción
artes. El cociente entre arte universal y sensibilidad instauradora. La instauración universal de la Represen-
humana y actividad de percepción, es lo que constituye tación, hace sonar, un poco al azar, todas las teclas, con
estas bellas artes. El sistema de las bellas artes, es la un estruendo tremendo . Las artes más castas, más suti-
expresión de la ordenación de esta sensibilidad, SlHCa(h! les, más angélicas, tal vez más endebles, y tal vez com-
por las líneas de fuerza de la acción instauradora. pensando esta debilidad por la afinación elel sonido, sólo
142 EL SISTEiv!A DE LAS nELLAS ARTES
alcanzan lo que es menester alcanzar, y se deleitan, por
ejemplo, con creaciones de poca monta, que, en las
QUINTA PARTE
solas teclas auriculares, y únicamente en las más puras
de entre ellas, bastan para que pase el microcosmos MúSICA y LITERATURA
delicado y desgarrador de un momento musIcal, o, en
las teclas del colorido y de la luz, el mundo tal como
nos lo muestran un Ticiano, o un Veronés; o en las
teclas del verbo articulado, el universo de una "Ilíada",
de Aquiles y Patroc1o a Zeus y Afrodita, o una "Tem- XXV LAS SEUDO-CORRESPONDENCIAS
pestad", de Próspero a Ariel, o a Calibán .. Los hay, por ·INTERSENSORIAT .ES DIRECTAS
último, que procuran hacer sonar armOnIosamente va-
rias teclas a la vez; quizá sean los más difícilmente vic- No SE trata, aquÍ, por supuesto, de estudiar, una por
toriosos, ya que, en comparación al gran complejo de una, todas las correspondencias existen tes entre las di-
la representación, resultan siempre algo débiles, algo po· versas artes. (Un matemático nos diría de plano que
bres, mientras que, por ser más puros, pueden vencer, entre doce artes existen ¡sesenta y seis combinaciones
merced a esa misma pureza, y a la magia de esta "esen- para confrontarlas de dos en dos!) Examinaremos sólo
cialidad"; 10 que nos brindan, en cada una de sus obras, unos cuantos ejemplos, seleccionados entre los más im-
es quizá únicamente una maQueta para un mundo; pero portantes.
cada una de estas maquetas no deja de ser, quizá, en
El primer problema que hemos de tratar, es el (ya
miniatura, un universo.
indicado) de estas dos partes, la música y la literatura,
las cuales, en el esquema de conjunto de las artes, pre-
sentan una situación bastante peculiar, por el hecho de
su casi complemen tariedad.
Pero antes de adentrarnos en el tema, hemos de
tratar s~cintamente una cuestión que tal vez parezca
extraño no hayamos tratado todavía; la de las corres-
pondencias que -independientemente del arte- po-
drían existir psicológicamente, y cósmicamente, entre
los distintos órdenes sensoriales. ¿Acaso sería posible
que unas correspondencias inte~artÍsticas se ba.s,aran
únicamente en estas respuestas dIrectas de sensaClOn a
sensación? Todos conocemos los versos de Baudelairc;
Los perfumes, los colores y los sonidos se responden. Y
hay también los colores de las "Voyelles" de Rim ba ud,
así como ciertos dogmas del "simbolismo", en las pos-
trimerías del siglo pasado.
143
144 MúSICA y LITERATURA SEUDO-CORRESPONDENCIAS 145
Hemos retrasado este examen, primeramente por- "s impatías" y de las "firmas", de las correspondencias
que en sí es decepcionante: Jleva a conclusiones nega- del microcosmos y del macrocosmos, que, pasando por
tivas. No tenemos en él un punto de apoyo en el cual Paracelso, o por Van Helmont, se remon ta hasta el
apuntalar correspondencias interartísticas reales y fun- neoplatonismo y el platonismo, el~ !.as búsc¡u eda~ sll'p'ers-
damen tales. Además, que para explicarlo, necesi taría- ticiosas de los filósofos de la Antlguedad, para JustifIcar
mas establecer previamente ciertos puntos que ahorá las profecía s, el augurio del Porvenir en el hígado de bs
han de permitirnos dar a estos hechos su verdadero víctimas, o en el vuelo d e las aves.
valor. Si nos colocamos en el orden de ideas de la psico-
Es ta afirmación de las "correspondencias", sumada logía, únicamen te pueden evocarse aquí útilmente dos
a la de las sugeren cias de la vida anterior, es la detcrmi- ca tegorías dc hechos: Las sinestesias, de las cuales hl
nante central en la estética ba udelairiana . Lo cual no más conocida es la famosa "audición coloreada"; y, más
es completamente exacto; más bien form a parte, en sencillamente, las asociaciones adquiridas.
algunos aspectos, de la "mística" de Baudelaire (véase, Acerca de las primeras, el gran público ha sido so-
sobra decirlo, la obra de Jean Pommi er ) y no de su bre todo sugestionado por el célebre soneto de Rim-
estética, cs decir es originada por esta estética mucho baud. Pero la historia del conocimiento de las mismas
más que la cstética por ella. data de mucho má s atrás.1 Es claro que estos hechos
Esta mística, naturalmente, tien e sus fuentes . En no pueden servir de base a un a correspondencia interar-
especial Baud elaire se ha familiarizado con los anglo- tística fundam en tal. Bajo la forma no de una verda-
sa jones. Conoce a Shelley y el Epipsychidion: dera alucinación, sino de una evocación ha rto imprecisa
(la o "parece" azul o "hace pensar" en el color azul),
And every mO lion, odour, beam and tone es tos fenómen os son frecuentes, pero varían enorme-
Wi(h that deep music is in un iso n rnente de un individuo a otro. Excepto un ligero pre-
Wich is soul within the· soul- they seem dominio estadístico de la "a 'negra", no existe ningún
Like echoes oi an antenatal dream acuerdo en cstos colores de las vocales . El escritor que
[Y todo movimiento, olor, brillo y so nido / con tal profunda 1 Acerca dc esto, se puede consultar: Mahling, "Das Problems
música al unísono van / -alma encerrada dentro del alma-, des 'Audition Colorée' " Arch, f . ges. Psych. LVIT, 1-2, 1926,
que parecen / los ecos desprendidos de un sueño prenatal.] pp. 165-30L La primera observación de carácter científico (G. T.
L. Sachs) data de 1912. El primer inform e glob al acerca de la
Ahora bien, uno de los más antiguos manten edores audición coloreada vocálica, cs sin duda el del Dr. Perroud, de
Lyon (Memoires de la Société des Sciences Médicales de Lyon,
de esta idea de las correspondencias directas entre las 1864.) El tema interesó al público en general hacia 1884 (véase
sensaciones, es Goethe. Sabido es que ha escrito, acerca "Intermédiaire des Cherche urs", del 25 de junio y 25 de septiem-
del sabor de los colores, del sabor alcalino del azul, el bre de 1884. y también: A. de Rochas, en La. Nature, del 18
ácido del amarillo. Esto relacionado, por cierto, con de abril de 1885 .). Pero la primera utilización literaria expresa es
sin duda la del poeta de Zurich, Godefroy Keller (muerto en 1860) .
una teoría . general ' y cósmica, de las correspondencias Cabe. pensar qu e Rimbaudhab!.a oído hablar (a unqu e muy super-
--'-'-de los antwortende Gegenbilder- extraída 'de fuen- ficialmente) de estas investigaciones. No hay que creer nunca en
tes más antiguas y no muy claras, en esta teoría de las principio en la ignorancia ni en la ingenuidad de los poetas.
146 MúSICA y LITERATURA SEUDO-CORRESPONDENCIAS 147
in ten tara utilizarlas artísticamente, no sólo resultaría infantil) puede introducir en el arte personal de VIVI[
hermético para aquellos que desconocen estos fenóme- algunos toques bastante peculiares, de vez en cuando;
nos, sino que estaría en contradicción, en disonancia, mas, ni concierne, ni interesa en realidad sino a mí
con los que. los resienten intensamente, aunque en otra mismo,
concordancla;2 de hecho, estos "cromatismos", consti- Muy poderosas, desde el punto de vista artístico
tuyen más bien, ~n aquellos en que aparecen muy seña- (en particular cuando aparecen lejanas, infantiles, en-
lados, una cortapisa al goce normal de la música de los vueltas en el hechizo misterioso de un manantial per-
versos. ¿O es que yo que, como Rimbaud veo la o dido en la noche de los tiempos, y en el eco de origi-
azul, precisaría, cuando los poetas me habla~ de rosas nales asombros) tales asociaciones pueden desempeñar
imaginarme siempre rosas azules? 3 ' un papel importante en la inventiva artística, Pero no
Igual sucede con las asociaciones de ideas (las cua- olvidemos que el poeta no puede, ni debe, contar con
les, por cierto, tal vez sean fuen te de las sinestesias más ellas para comunicarnos ese encanto que a él le em-
corrientes). Si tengo el sentimiento de un nexo Ínti- barga, y con el que desea profundizar su poema, Y esto,
mo, de un parentesco evocador entre el aroma exaspe- en primer lugar, porque no existen neccsariamente idén-
rado de ciertas flores al caer de la tarde, en el jardín, y ticas asociaciones en los demás, Después, porque su
el rUido de una gota que cae de un grifo mal cerrado, objetivo consiste precisamente, no en explotarlas (con-
todo ello envuelto en el prestigio de una especie de tando con ellas en el lector), sino en nacer sentir su
espera a~go atemorizada de no sé qué aventura, esto equivalencia, sin recurrir a c1las, sino más bien, por el
(cuyo ongen se halla sin duda esfumado por la amnesia contrario, creando los medios necesarios.
Hugo, en el Rhin, nos cuenta (sin duda novelán-
~ Véase Quercy, Les Ha.JJu cinations, T. Il, pp. 95 ss. dala un poco) la génesis del breve poema en decasíla-
. ~l se le permlle a un autor citarse a sí mismo, quien escribe bos qlle así comienza:
estas .l,meas puede confesar una obsesión estética peculiar (que fue
tamblen la de BaIzac), de este tema de la rosa azul. Y no me L' amour forgeait. Au bruit de son ene/ume
cabe duda de que esa especie de satisfacción, de goce completo, Tous les oíseaux, surprís, rouvraient les yeux
que experImento al realIzar netamente la imagen, depende en gran
parte de la resolUCIón de esta disonancia entre la flor y su nombre, [El amor fraguaba . Al rumor de su yunque / todas las aves,
la cual, por la audICIón coloreada, es para mí azul a causa de la pasmadas, abrían de nuevo los ojos. , .]
o. Pero tambIén sé que, en mi calidad de lector, estético o crítico,
necesIto hacer desaparecer este efecto de audición coloreada , para
realzar como cumplen unos efectos Meranos de colorido, verbigra.
y que termina de esta suerte:
cla el de esta frase de Chateaubnand: "Serpientes verdes, garzas
azules, flamencos rosas, Jóvenes cocodrilos, se embarcan pasajeros
.. .que forge-t-il done la?
en estos buques de flores", etc... (MAtala"). Efecto tan to más C'est un regard qu'íl a prís a SteUa.
destacado, que, lOmedlatamente antes se habla de nenúfares "cuyas
rOSas am~[Jllas se proyectan como banderines". Esto im plica casi [ ... ¿Qué fragua ahí? / Una mirada que le tomó a Stella.]
un descllldo (en uno . de los textos literariamente más elaborados
que .exlsten). A no ser, que el gran artista expresamente hubiera Obra, ésta, que Victor Hugo, por otra parte, se
quendo, con la relte raClon en la separación de los dos sentidos de guardó de incluir en ninguna de sus compilaciones poé-
la palabra rosa, deSIgnar una forma, o lln color. ticas, por lo distinta que aparece su factura de su estilo
148 MúSICA y LITERATURA
SEUDO-CORRESPONDENCIAS 149
ordinario. Tal poema, lo podría haber firmado un "pe-
queño maestro" del siglo XVI1r. longs échos qui de loin se confondent
_ Ahora bien, nos cuenta cuál es el papel desempe- Dans une ténébreuse et profonde unité,
llCldo Cll e;ta .géneSlS por la asociación de ideas que,
para él tema sIngular encanto, un encanto a un tiempo [prolongados ecos, a distancia confundidos I en una tenebrosa
crepuscular, campestre y sentimental, como de ensueño y profunda unidad,]
provocado por el lejano tintineo del martillo de una
fragua, en la noche. y que crear la magia por medio de la cual los perfumes,
~er? ¿acaso descontó, en el lector, el efecto de tal los colores y los sonidos, en cierta forma se respoilden
asocIacIón. para originar el raptus poético, con la sim- mutuamente.
ple evoca~16n del amar en la fragua? i Idea pueril! Por y el preguntar: mas ¿acaso el hecho es cierto? ¿aca-
el contrarto, lo que él quería, era construir enteramen- so no es positiva la existencia de tales corresponden-
te, para el lector el complejo armonioso que a él le cias? ¿acaso el poeta no se apoya ' en este hecho posi-
em.octOnaba~ Suponer otra cosa,. sería suponer, en un tivo?, . es como si, al leer Femmes damnées ("Mujeres
artIsta, dueno de sus recl~rsos, la. mgenuidad de los que condenadas"), nos preguntáramos si realroente la lla-
crecn hacer obra de poesta, suscItar el éxtasis, tan s610 mada "Delfina" y la llamada "Hipólita'; se han expre-
can nombrar la aurora, los pájaros, las rosas o el amor: sado en esa forma; y como si, al leer 1 Cenci, nos pre-
conftando en el nimbo sentimental de estos vocablos. guntamos si realmente Beatriz mandó asesinar a su
Por el .contrarto, la ley del poeta estriba en construir, padre, y si la realidad del hecho hist6rico es el motivo
en realtzar, en apuntalar, por el arte, las esencias (senti- estético de la obra de Shelley. ¡Gran desprop6sito!
mentales u otras) cuya concordancia inédita y refinada Dejemos, pues, de lado tan ingenuas ideas.
desea presentar. Si necesita una poesía lunar, ha de sa- De existir correspondencias directas entre las sensa-
ber ser un co~structor de lunas. Si, para emocionar al ciones, correspondencias extrañas o inherentes al arte,
lector, s; inspIra .en la realidad ya COnstruida del mun- no s610 no podrían constituir la base de un sistema
do comun y comente, y le envía a la luna real comete amplio y sólido de correspondencias interartísticas, sino
un fraude Con esta emoci6n. El ([Tte sólo es responsable que serían únicamente un corto circuito fortuito, que el
de lo que ~l mismo hace. Puede ser responsable de atte no puede tener en cuenta. Las únicascorrespon-
todo ~n umverso, con tal de que sea su creador. dencias, en este campo, que el arte: ha de tener presen-
. As! es cama Baudelaire, o Shelley, cuando quieren tes, son aquellas que él construye e instaura dentro de
brtndamos un mundo su universo. Y, lejos de apuntar su magia, anteriores a
ella, forman parte, por el contrario de esta magia, y
Ott des vivants piliers
en ella se apoyan. Tal es el caso de las verdaderas co-
Laissent parfois sortir de confuses paroles, rrespondencias baudelairianas: se encuentran en el inte-
rior del universo poético. Y sería incongruente identi-
[en que vivos pilares I a veces dejan brotar confusas palabras],
ficarlas can estos cortos circuitos psicológicos de que
tienen a la fmna que edificar ellos misnlOs estos acabamos de habbr.
Y, así, la única manera de cOllsiderar el tema en
MORFOLOGfA DE LA OBRA 151
ISO MúSICA y LITERATURA
segundo grado; las que, a"veces, y de:de ,!uego arbitra-
toda su amplitud, es averiguar si las sonoridades de las riamente, se llaman artes representativas. Indudable-
sílabas en poesía y de las notas en la música; si las lí- mente no "representa" nada, puesto que no .uhl~za los
neas y los colores en el cuadro; si los movimientos en sonidos del lenguaje para figurar las apar}encléls de
la danza; si los volúmenes en la arquitectura, o en la las cosas evocadas con objeto de imItar las rormas, tal
escultura, pueden constituir los elementos (de por sí dis- como el cuadro figura los contornos, o los colores, de
parejos) de una misma acción sublime, que tiene lugar los objetos representados. Pero ya sabcmos que .la pre-
en condiciones diversas, aunque paralelas; si, en una ocupación imitativa no es en modo alguno el Impera-
palabra, existen correspondencias funcionales, basadas tivo de las artes del segundo grado. .
en la profunda e íntima unidad de una acción siempre Lo que las caracteriza, es el ofrecerno.s, por el medIO
idéntica él sí misma (pese a las diversidades originadas que fuere (así sea purame.nte). un umverso de cosas
por sus distintos aspectos, en mundos sensorialmente cuya modalidad de presencIa, sllnplef!1ente ev~cada, se
variadus), llámese ésta pintura o poesía, arquitectura distingue en absoluto de la presencia conc~e(a ele . la
o música. obra. Y éste es el caso de la literatura. Del hbro abIer-
y en esta dirección hemos de encaminarnos. De to. como de un cofrecillo, salen los personajcs, los pa~­
este modo hallaremos el más rico y más positivo botín. saies los hechos en absoluto distintos del hbro en SI.
cierto es que la 'literatura más que ~ingún otro arte (y
ésta es una origina1i<lad que convIene destacar), .d~
fuerza al sistema de evocar únicamen te por SIgnos artlh-
XXVI. ACERCA DE LA MORFOLOGlA DE LA cir.1E:s, o convenidos, las cosas por ella ideada~. Pero
OBRA LITERARIA esto en nada empaña (muy al con trano) su caracter ?e
arte del segundo grado . Por otra par~e, l~s a~t~s plas-
LAS RELACIONES tan peculiares entrc la música y la lite- ticas tampoco dejan de emplear medIOS slmb?h~os de
ratura, y el interés estético general de sus correspon- evocación (emblemas, alegorías, etc ... ) . La umca dI-
dencias, al igual que de sus síntesis, así como la opor- ferencia estriba en que la literatura, no sólo hac~ uso
tunidad de estudiar, a propósito de ellas, unos hechos totalmente de este medio, sino que toma el conjunto
artísticos tan importantes como el ritmo o la armonía, de sus signos de un sistema ya constituido fuera de ella:
hacen su confrontación merecedora ele un lugar desta- el lenguaje.1 . .
cado en un ensayo sobre estética comparada. Además, De este modo, la situación del arte hterano resulta
ya hemos señalado sobre el particular (cap. XXI) un idéntica a las de las demás artes del segundo grado. y
punto importante, referente a la estructura general del he aquí por qué encontramos en él esta dualidad dc
esquema de las artes, punto sobre el cual hemos prome- 1 y aun esto no deja de tener analogías en las artes plásticas.
tido insistir. Ahora bien, antes de tratar estos puntos, Sabemos que éstas, a menudo utilizan simbolismos ya creados (reh-
no dejará ele ser útil precisar algunas nociones referen- giosos, por ejemplo), algunos d e los cuales tambIén se hallan tan
tes a la estructura de la obra li termia. en el terreno del estrechamente ligados a un sistema SOCIal y local cual pnedc estarlo
método comparativo . el lenguaje. Ya h e mos citado, al ,especto, (cap. IV), la sllllb6h ca
decorativa china. Más adelante daremos analogos eJemplos mUSIcales.
Hemos clasificado la literatura entre las artes del
152 , MúSICA y LITERATURA
MORFOLOGIA DE LA OBRA 153
la forma primaria y de la forma secundaria, ' la ley
de estas artes. . canelo, en este terreno literario, exactamente el mismo
voc~bulario que se aplica a todas las demás artes, para
¿Qué ,~s, literiamente, esta forma primaria? Es una
combmaclOn formal de los sonidos del lenguaje: el ara- deSIgnar por los mismos términos aquellas cosas que se
besco de las consonantes y las vocales, su "melodía" responden entre sí en todas las artes. Y tal vez llegue-
mos de esta suerte a esclareccr un poco algunos he-
(pues se ~rata realmente de uri principio melódico, de
chos, que podrían permanecer poco elaros para quienes
una sucesIón ]¡neal de qualía), su ritmo y, más amplia-
sólo consideran la casa literaria en sus apariencias direc-
ment~: el gesto general de la frase, del periodo, de la
suceSlOn de penados, etc.... Una oración fúnebre de tas y c0ViaS.
Ve~mos en seguida un ejemplo.
Bossu,e~, . un po~ma de Shelley, ofrecen evidentemente,
La palabra forma se empica a menudo cllando se
al analtsls estético, ~erdaderos arabescos fonéticos, que
t~ata de literatura. Pero se presta a torcidas interpreta-
pueden atraer especialmente la atención, y cuyo aisla-
cIOnes; puede disimular hechos importantes, si uno se
mIento, por medio de este análisis, coloca aparte esta
con ten ta, cual suele suceder, con oponer la forma al
forma primaria.
fondo (o al contenido). La distinción entre la fo rma
Ahora bien, al mismo tiempo, estas páginas de Bos-
primaria y la forma secundaria, que ya hemos observado
suet, o de Shelley, suscitan y presentan un cOlijunto de
en l.as otras artes, en p2rticular en las plásticas, y reco-
r~aliclades - "el universo del discurso", igual que en
nocld? que es idéntica en el arte literario, es esencial,
p'm tu~a y en es,cultura-, conjunto perfectamente dis-
mas tiende a desaparecer en csta oposición entre la for-
tmgUlble, ontologlcamcnte, de esta combinación de sí-
ma y el fondo, tan peligrosa del modo en que suele
labas, y de formas estéticas de frases . La "forma secun-
emplearse en literatura.
daria", es, en el sentido concreto de estas páainas todo
Parlo general, la palabra forma aplícase a 10 que ya
cuanto, en calidad de vocabulario, construcción de fra-
hemos llamado forma del primer grado. En cuanto a
ses, etc ... , es requerido por las exigencias del sentido
los términos de fondo, o de contenido, por lo general
-por la necesidad de instaurar este universo de cosas--
se ap]¡can a un tiempo, y confusamente, por una parte
y no por consideraciones de eufonía, de ritmo, y armo-
al, "universo del discurso", y, por otra, a este elemento,
nía vocal, etcétera ...
tan Importante, y tan precisamente formal, que acaba-
Los .que se ocupan de estética literaria, quizá no
mos de llamar forma del segundo grado. Pues es me-
profundIzan lo l?astante las distinciones de quc habh-
nester tener en cuenta en literatura, lo que, en este len-
mas, o no conSIderan siempre suficientemente su im-
guaje demasiado impreciso, sería necesario llamar, a la
portancia, pues no les impele a ello, como a nosotros,
postre, paradójicamen te, la "forma del fondo".
la corr.e,spondencia c?n los demás artes, en la que la
Con~ideremo~ una no~el;¡: por ejemplo "Salambó".
dlshnclOn de los nllSmos hechos adquiere nitidez, a
Las realtdades, bIen sea hIstóricas, o ficticias, que cons-
la vez que, valor ele primerísimo rango. Para nosotros,
tituyen el universo de la obra, poseen su arabesco propio,
nu es tro metodo habr{¡ de exigir (pese al inconveniente
sus con tornos, su estilo, su perfil, su discurso, y hasta sus
de hablar un lenguaje técnico ele~a costumbrado para los
colores y su vocabulario propios. Al evocar la estilística
plOfeslOnales de estuellOs ltter;:¡f!os) que sigamos apli-
propia del mundo cartaginés, Flaubert se ha impuesto,
154 MÚSICA Y LITERATURA MORFOLOGíA 'DE LA ODRA 155

por ejemplo, una terminología completa -Salambó tiem po más co ncre tas y más esenciales, estéticamen te,
Matho, Zaimph, etc., etc. - cuya fonética tendrá qu~ en el arte de la novela.
mtroducH en el arabesco propio de sus frases, lo mismo Una novela es el desfile de un cortcjo que abarca
qJe al escribir "San Julián el Hospitalario", emplea cier- todo un universo. Es una esfera cnsartada en un hilo;
tos términos de monterhl, o d e h"lconería, que influyen cs una flor melódicamen.te abierta. Organizar este des-
en la estilística formal (en el primer grado) de su obra . fil e, este desarrollo, sin maltratar, ni agostar esta flor,
.Nos referimos antes al decurso de los hechos. El orden o este mundo, he aquí el principio y la mcta de este
histórico de éstos, o la evolución psicológica de los sen- arte.
timIentos de los personajes, son perfiles propios a la Por lo tanto, nada tan importantc como estableccr
realidad del hecho pl~lnteado, y no al arabesco autóno- una distinción, en literatura , entre estos dos géneros de
mo de h obra. Cosa difícil será el dilucidar de qué forma s, que coinciden perfecta~lente con lo q~e ya he-
manera In sertarlos en es te arabesco, en la forma in trín- mOS llamado, en las obras pictoncas o escultÓricas, for-
seca de la n ovela, en la sucesión lineal de los capítulos, mas del primero y del segundo grados. Dc este modo, .las
de los párrafos, de las frases. Nada tan corriente, en el cuestiones de arte li terario aquí evocadas son precisa -
arte literario, cual por ejemplo estas regresiones, estos mente las mismas que se imponen, verbigracia, en el
relatos sucesivos y acontecimientos simultáneos y para- arte decorativo, a propósito d e la estilización (o sca,
lelos, n ecesarios para acomodar mutuamente la forma la sumisión de la forma secundaria a las cxigencias au-
propia, más o mcnos frondosa , bífida, pululan te, de los tónomas de la forma primaria), o, en escultura, en el
acontecimIentos, y la forma ineludiblemente lineal del ejemplo arriba menciomido a p:opósito de una estatua
rela too . d e Diana, con respecto a la relación (e 1I1cluso a los con-
Este "recortar" (empleo el término en el sentido de flictos) entre las formas en arabesco de la obra (acción
los cinc~st~s), esta necesidad de recortar la riqueza de los de los contornos, de los distintos perfiles, de la luz y de
aconteClml~ntos en aspectos distintos, que se reajustan la sombra, equilibrio de las masas, etc ... ), y las formas
fragm entanamen te unos a otros, para constituir un de esta manera dadas por el escultor al cuerpo feme-
nuevo y continuado arabesco (el del relato, el de la nino representado. Introducir en el arabesco propio
fr ase, el de las frases enjaretadas); y de adentrar en tan del cuadro, o del grupo escultórico, los personajes o los
angosta vereda, en su totalidad , acontecimientos de gran accesorios representados, de manera que se den, a la vez,
envergadura, compuestos por mil detalles con.juntos: la expresión más intensa, o la más profunda de su ser
una batalla, una evolución compleja de sentimientos co- y de su condición esencial; establecer una arm onía sig-
rrefativos en una muchedumbre de personajes, etc., et- nificativa y henchida de voces entre esta doble acción
cétera ... : todo esto, es decir el mutuo acomodamiento de las formas; en escultura como en pintura es proble-
del arabesco propio y lineal del relato (la forma intrín· ma absolutamente idéntico al que, en literatura, con-
seca de la obra literaria) y del arabesco propio inhe- siste en introducir en el arabesco general de un relato,
rente a los acontecimientos y a la transformación pau- el conjunto de hechos que es menester hacer compren-
latina del universo de la obra (o sea, la "forma del der, sentir, "poseer" por el lector, en su esencia má s
fondo "): he aquí una de las acciones artísticas a un aguda, más pintoresca, o más profunda.
156 MúSICA y LITER ATURA MORFOLOCfA DE LA OBRA 157
~sto , por cierto, nos dice cuán mezquino sería evo- ticas. La poesía, es el verbo estilizado, es decir, en for-
car Ul1lCamente la "armonía imitativa" cuando se trata ma de arabesco absoluto (aunque siempre en armonía, y
del valor dlrectamente expresivo del ara besco verbal: es en síntesis, con el universo del discurso). Y, al decir
me nester t~mbién tener presentes las mil relaciones de absoluto, qu eremos decir: en alguna forma preexisten-
con\'el1lenc~a, con las cuales un escritor procura modelar te, bastándose a sí mismo lo suficientemcnte para que,
la forma dlfccta y pnmana sobre la misma forma del aun considerándolo independientemente de todo sentido
becho, por ejerhp~o por medio d el ritmo agógico, la de las palabras, quede estéticamente orgánico, y artísti-
brevedad o duracIOn de los periodos, o incluso de las camente justificado . Una prosa cnteramentc ancstétic3
2
pala,bras. Por último, conviene observar, en es tJ re- (la del Código Civil, o la de Auguste Comte, tal vez la
lacIOn entre las formas del pri.mer grado y del segundo menos armoniosa de toda la literatura fr<ll1cesa) cons-
grad?, que en ella estnba la dderencia esencial entre la tituye, por el con'trario, un verbo enteramente regido por
po~s.Ja y.}a pros.a; dlfere~cia inherente a esta noción de el sentido ele las pala bnls, por la exigencias del universo
estJ]¡zacIOn, ya mtroduCIda, por cierto, en las artes plás- del discurso, de tal suerte que, ya suprimida la forma
secundaria, nada queda en ella en el terreno dcl arte.
_ 2 Más adelante (a propósito, en particular, de las teorías del se-
Y fijémonos que aún puede existir arte, y m U cJlO , en
nor Crammont) veremos qué nitidez introducen estas nociones en una obra literaria escrita en esta forma. El monumento
!?S problel:,las que resulta n confusos a causa de la idea imprecisa de de las ideas, la arquitectura del mundo, tal vez comple-
. expresIón . En el caso del verso llamado "expresivo" (o a veces tamente inventado, caprichosamente combinado, que se
m'ltatIvo) , se trata en realidad de acomodar la forma pri~a ria a
secundarIa. En un verso como este:
1; nos brinda con tan escaso esmero CI1 la disposición de
las palabras, todavía puede convertir un ensayo filosó-
UElle batit un nid, pond, couve et fait eelore " fico, una compilación de ensayos, e incluso, digámoslo
("Construye un nido, pone; empolla)' hace salir: ::) de una vez, una novela, en verdadera obra de arte. Para
se trata de establecer una correspondencia, una concordancia, entre
probarlo, bastaría con recurrir al testimonio de "Rojo
la, forma propIa del vcrso (forma de primer grado) y la forma in- y Negro", o ele "La Cartuja de Parma".3
trmseca del hecho narrado (foma de segundo grado): es decir s
arab esco de suceslón precipitada de lo s actos evoca dos N' ' . u 3 No exageramos, no somos d e los quc le niegan todo asomo de
relaCIón con 1 " ., "d I . mguna
. a expreslOn e os sentimientos, por ejemplo (como estilo a Stendhal. y su célebre broma acerca del Código Civil, no
en la expreslón fIsonómica) por medio de los síntomas o d e I nos puede engañar. Su prosa tiene arte, un arte muy discre to, que
efectos: desorden, exclamaciones, desmayo de la voz ctc S os tiende sobre todo a evitar todo amaneramiento, todo efectismo "de
problemas absolutamente distintos. Aunque el acord e 'de a~ba's f~~ escritura" , toda exigencia de atención del lector sob re la forma
mas es r.eal, e~ arabesco prImarIo, sin embargo, no es ni un efecto verbal. Por otra parte, también en Stendhal es arte (y es "arabes-
causal, nt un smtoma psicológico de la sucesión de hechos de segun- ca") . el modo de desarrollar una escena, de equilibrar sus partes, de
do grad~ en la ?bra (nl de la emoción del narrador ante estos he. destacar talo cual elemento, talo cual aspecto (su famosa dcscrip·
chos). Trátase, unt~amente, de un paralelismo, de una corresponden- ción de · la batalla devVaterloo es · ejemplo señero de estos efectos
CIa, de T una ~rmonta, de una conveniencia estética, cosa muy di s. de "perspectiva" en lite ratum , a los que . dedicaremos el capítu-
tmt? No olvldemos que, en particular, la obra de arte se realiza en lo xxx','!). Con todo, su determinación de no hacer resaltar el
dlstmtos p!anos existenciales,. y que entre estos distintos planos exis- est ilo, tiende visiblem ente a impedir que la atención sea atraída por
ten ar~onlas, correspondenclas, conveniencias. Esto se refiere a la el modo en que son dichas las cosas, en pcrjuicio d e la cosa "en
armOnIa formal entre el plano fenom enológico y el plano óntico. sí", que se trata de hacer creer qu e se halla dircctamente ante noS-
158 MOS1CA y LITERATURA l'v!ORFOLOCIA DE LA OBRA 159
Por lo que respec ta a una prosa estética, mucho más artes, los ' imperativos de la materia empleada. La gra-
próxima a la poesía, sería, por ejemplo, la de Bossuet, má tica y la sintaxis francesas, en la fra se de Bossuet, o
o la de Chateaubriand, con su arabesco de las frases casi en la de Chateaubriand, desempeñan cxactamente el
d.e .c ontinuo ~n deleite (pero en particular en los 'prin- mismo papel que en una obra de arquitectura las leyes
CipIOS y tenmnaclOnes de frases, o en las fórmulas muv de la resistencia de materiales, del equilibrio físico, de
especialmente elaboradas) que nunca -o casi nunca---'::" la propagación óptica de la iluminación , ctc... Ocu-
aparece lo bastante necesario, lo suficientemente autó- rre, como se sabe, que unas veces esta morfologí a inhe-
nomo y preexistente, como para sobrepasar el texto, im- rente a los materiales entra en conflicto con las exigen-
primiéndole por anticipado su perfil merced a las únicas cias estéticas formales, y otras, por el contrario, se
exigencias del ritmo, o de la melodía, consideradas armoniza con ellas. Incluso puede sugerir la forma ar-
aparte, sin tener en cuenta nada de lo referente al sen- tística , y hasta casi imponerla. Pero siempre distin-
tido de las palabras. guiéndola de ella. Un edificio "lógico" (cual se dice
Entre estas dos formas - arabesco fonético (ritmo a menudo ) es un edificio en que la armonía de ambos
y melodía pura de las sílabas) y estructura propia al principios morfológicos aparece de tal suerte, que cada
mundo de los seres , de los conceptos, de las imágen es, lino de ellos r>:sponde a la exigencia del otro, y en que
de los sentimientos evocados- quizá uno se pregunte ambos coinciden integralm ente en sus resul tados. T al
(p:egunta en verdad necesaria) qué papel conviene atri- ocurre en literatura con algunos versos de extremada
bUir a un elemento morfológico, ya de por sí muy im- simplicidad ("Et les fruíts passeront la promesse des
portante. en el arte litcrario y de género muy distinto; fleurs" ), (Y los frutos sobrepasaron la prom esa de las
del que mcluso cabría suponer que no tiene equivalente flores ), o can ciertas frases perfectas (por ejemplo: "Ou
en las demás artes: la forma gramatical y la sintaxis. eut dit que l' dme de la solítude soupíraít dans toute
¿Acaso no en trafía también sus limitacion es, a la vez l'etendue du désert" (Se hubiera dicho que el alma de
por motivos de eufonía, o d e ritmo, o de melodía de la soledad suspiraba en toda la extensión del desier-
una parte y, de otra, por consideraciones inherentes to) , en que la armonía admirable de las palabras coin-
a la cosa en sí (cual vemos, por ejemplo, en el arte de cide tan perfectamente con las leyes comunes del ma-
la traducción , en que la cosa permanece idéntica a terial filológico utilizado, que no parece pudiérase decir
t~avés de los dos textos, y en que todo el perfil filoló- lo que dicen en forma distinta, incluso, haciendo caso
gICo es dlstmto? ... omiso de toda intención artística. 4
La respu~sta , bastante curiosa, es la siguiente: la
forma gramatical, en la obra literaria, se sitúa en el mis- 4 E" cambio, hay fra ses en qu e, con relación a la prosa espon-
mo plan o, y tiene el mismo alcance que, en las demás tán ea, anestética, existe un retoque evidente, una inversión (como:
" A mesure qu e le bruit des hommes diminue, celui du désert
otros, si n interposición. Lo gue ca racteriza el arte de la prosa, en au gmente; et au tUl11l11te des va ix succede la plainte du vent dans
Stendhal, es, desde luego la hegemonía que le da a la fama secun- la fOret" [A medida que el ruido de los hombres di sminuye aumen -
da na y el hac~r pasa r, punto menos Cju e inadvertida, la forma pri- ta el del desierto; y al tumulto de las voces sigu e el lamento del
mana (algo aSI como, en el CódIgo brumehano, deben pasar inad- viento e n el bosque]) anulando su armonía. (Y digo armonía, para
vertIdos los tral.es del dandy). En ci ertos aspectos es, pues, el prosis- emplear el lenguaje acostumbrado, y por cierto eguivocado, pues,
ta-tipo, el proSISta puro. en pnridad, debería decirse melodía.) Para decirlo y explicarlo
160 Mú SICA y LITERATURA MÚSI CA Y LITERATURA 161
Acabamos de hablar del "material" fil ológico utili- en literatura; que so n única mente, no 10 olvidemos,
zado. Ya se comprenderá que estos datos, referentes, al forma, d el primer y del segundo grado.) N o adquieren
fin v al cabo, al "c uerpo de la obra" (en el sentido en importancia ar tística sino cuando la materia indispen-
que ' hemos empleado cstos téra:inos e~ el capítulo an- sable para es tablecer el cuerpo d e la obra, limita las
terior) convicrtcn todas las dlspomb.¡lIdades del len- posibilidades o impon e estructuras que reaccionan so-
guaje usadas efectivamente, cn un conjunto d ~ .matena - bre las formas ar tísticas p ro piamente dich as. Más ade-
les quc el escritor ha de emplear, ha .de utilIza r con lante nos encontraremos d e nuevo con cstos proble-
todos los recursos que le ofrecen. Por eJ1emplo, en fran- mas, a propósito de la música y del papel que en ella
cés el uso del acento tónico obliga, en todos los efectos desempeña n las leyes físicas es tudiadas en la acústica,
en 'que se quiere quc el verso empiece co n ~n. ti empo con relación a la organización artística del hecho mu-
fuerte, a recurrir, bien sca a un morfemo tOntCO Cor, sical.
done' tan frecuentes cn Leconte de lisIe), a un vocatIvo Ocupém onos ahora del primer problema, el re:ativo
o a ;n imperativo, a un efecto de rctroceso, que destaca a la situa ción particular de la música y de la litera tura
un monosílabo ("truco" frccu en tc en Paul Val éry) . Y (más especialmente de la poesía) en el sistema de las
la escasez de monosílabos en francés es . un hecho que bcllas artes situación q ue, en cierto mod o, las hace
se refiere a la materia prima que el artista tiene qu e com plementarias.
utilizar; al material verbal de que dispone. Hecho que
tendrá una influencia artística totalmente comparable
a la que, en la arquitectura y ~scultura egipcias, tienen,
por ejemplo, la dureza de las pIedras empleadas, 1a esca-
XXVII. LA MúSICA Y LA LITERATURA
sez de la madera , etc., etcétera ...
N o es preciso insistir más en este .P?nto . Reco rde- C OMO ARTES COMPLEMENTARIAS
mos únicamente que todas estas condICIOnes referentes
a la materia son, de por sÍ, independientes del arte. DEcíAMOS, pues, que la música ' es un arte del primer
(Por lo cual la "forma gra~atical" no c~enta ent.re las gra do, la literatura, un arte del segundo grado; y que
"formas" propiamente estéticas que conVlene conSIderar el arte complementario de c;a da un a de ellas ( una mú-
sica esencialmente representativa, una literatura carente
todo, aiíadamos que, con relación al sistema gen eral de las noc io nes de significaciones evocadoras) casi no existen .
empleadas por este escritor, el perfil de sus frases no se o~ ,g m a
únicam ente en las exi"encias de la form a prImarIa (la melod,a de
¿Acaso será lícito, en esta s condi ciones, intentar sim-
las sílabas) sino que también depende de la forma secundaria (el plificar el esqu ema de las ar tes, asignándoles, a estas
arabesco d~l hecho evocado ) . y es que la ventaja de la inversión dos, el mismo sector, haciendo d e la música el arte del
en determinado lugar estriba en hacer surgir el tumulto de las va · primer grado, y de la literatura el que le corresponde
ces; desp ués el lamento del viento, en el orden de su sucesión real,
ta l como conviene construi rla en la imaginación del lector. La can·
en el segundo grado? Esta idea no deja de ser tenta-
cordancia de ambos arabescos tiene gran papel en el valor suges tivo dora. Mas examinánd ola detenidamente, resulta im-
de la frase. Y ju, t'fica, desd e luego, la libertad toma da con la practicable. El sistema de qualia elementales empleadas
sintaxis corriente; libertad que no hace sino avivar el efecto artístico por ambas partes - ruidos de la voz articulada para
por lo qu e tien e de excepcional fil ológi ca men te.
!lna, notas de la voz modulada, humana o instrumen-
MÚSICA Y LITERATURA ~'lúSICA y LITERATURA 163
162
tal, para la otra- ~ifiere demasiado para permitir e.sta mitiva, los medios sensibles de la música V de la lite-
relación. Si ya pudiera parecer excesivamente atrevld? ratura permanecen completamente distinto~.
correlacionar de esta manera el par escultura y arqUi- Empero, vamos a ver cómo, hasta cierto punto, la
tectura siquiera la identidad de lo sensible propio a e~tas literatura hace las veces de ese arte del segundo grado
dos art'es -el volumen, la forma tridimensional- JUs- que le falta a la música; y cómo, de esta suerte, por su
tificarí" este artevimiento. Pero no aquí. Cierto es que, presencia, es, en cierto modo, responsable de esta falla
física y sensorialmente, existen grandes relacion.es entre musical. Y, por el contrario, cómo la música sustituye
ambos géneros de "sensibl,~"; que an:bos se dmgen al al arte verbal del primer grado, a la vez que lo des-
oído, y que sus puntales hSlcos ~.on vlbraciO~es que di- alienta, al tornarlo inútil.
fieren únicamente por la compleJidad. del penado. P~ro,
si tenemos en cuenta (lo cual es esenCial) la organización En primer lugar: veamos la música.
de las qualia en gamas, la diferencia es enorm~. La No cabe duda de que es un arte del primer grado .
gama de los ruidos, vocales y consonantes, or~anlzados Infinidad de obras musicales (por ejemplo, una fuga
en sílabas, y la de los sonidos puros de los muslco: no de J. S. Bach, un "Arabesco" de Schumann) son puras
tienen ninguna relación, ni en sus elementos cualitati- curvas melódicas, o puras combinaciones de colores
vos ni en su estructura. y es ley fundamental, en estas armónicos; sin que sea menester buscar otras razones
reldciones por pares, que el arte del segundo grado tiene él su existencia estética, fuera de 13s que dependen de
que ofrecer, por simple anul~ción del pa.rámetro repre- su 3rquitectura sonora, del meandro de las melodías,
sentativo, el arte correspondiente del pn~er .grado, el de la ondul3ción de los ritmos, del estremecimiento
cual se halla implicado en sus formas pumanas. A lo o del florecimiento de los acordes. Los que no con-
sumo podría decirse que una música completamente sienten en admirar la músic3, sino cuando les hace pen-
bárbara, de algunos primitivos, o de algun~s cIvIlizados S3r en otra cosa -huidas vagas, ensoñadoras, o visiones
que se divierten en e~ula:los, como Dauus Milhaud de flores, de pais3jes, de cuerpos danzantes, de rastras-
hizo, a veces, en la utlhzaclón de las percuSIOnes, o de en verdad no son amantes de la música, o no saben
los instrumentos "de ruido" (o, mejor aún, Bela .Bar- amarla o la desconocen.
tok), se contenta con sucesiones rítmicas y, hasta Cierto Ahora bien, esta música pura, sin ninguna alusión
punto, melódicas, de ruidos, mas no de sonidos pur.os; a las cosas de este mundo, tampoco es toda la música.
con instrumentos tales como el tam-tam, aparatos xIlo- Y, sin que este arte se establezca nunC3 en forma sis-
fónicos sin afinar; tambores, castañuelas o crótalos, sis- temática en el segundo grado, llega, sin embargo, lo
tras, etc ... Entre tal género de arte y la silabación b3stante lejos -más de lo que suele crecrse- por el C3-
prosódica pura, existen ciertas relaciones evidentes. Pero mino de la representación .
. este arte tan primitivo, origen de la música, es sólo No pensemos únicamente en las "armonías imitati-
. música en germen. La verdadera música sólo aparece vas" -trin3r de pájaros, rumor de olas (o silbato de
c~a~do sus estructuras toman como medio básico el so- locomotoras). La imitación, ya lo sabemos, es uno de los
nido puro. medios más elementales del arte del segundo grado. Su
Así eS que, no obstante esta región de afinidad pn- medio normal es la evocación -incluso, exactamente,
164 ¡'vlOSl CA y LITERATURA II fn SICA y LITERATURA )65
es la modificación del arabesco puro por motivos de nos sea tan fácil situar aquí los versos
evocación. Y esto es lo que la música nos brinda a
menudo. A menudo suced e que la sucesión de los aCOr- Le calm e clair de lune triste et beau
des o el perfil de las melodías, no puedan explicarse Qui fait rever les oiseaux dans les arbres
cabalmente por las solas exigencias de la com posición
musical autónoma. En cierto momento de "La P asión [El sereno claro de luna triste y bello / que hace soñar a los
segú n San Mateo", un trazo rápido de acompañam ien- pá jaros en los ,í rboles.]
to recorre de pronto toda la tonalidad, d e arriba abajo,
en form a algo extraña, algo inesperad a musicalmente, y allá
aunque, por otra parte, perfectam cntc integrada al
conjunto. Pero, con todo, si no supi éramos que en ese Les grands iets el' ealL sveltes parmi [es marbres?
mamen to, conforme al texto, el velo del templo se des-
garra de arriba abajo, no tendríamos la clave completa [Los gra ndes surtidores de agua; esbeltos entre los mármoles?]
del hecho musical. ¿Imi tación ? N o. Tanto menos,
cuan to qu e la misma noción de arriba y de abajo, para Y, si observamos con qué cuidado el músico, h as ta
designar - las notas correspondientes a vibraciones de el último compás, evita darnos la nota decisiva, que
mayo r o menor frecuencia, es convencional. Pero el habrá de precisar su elección entre d os tonalidades, la
convencionalismo nos es tan familiar, que no vacila- una ma yo r, la otra menor, mantenidas en perpetua im-
mos en asignar un valor evoca tivo e incluso, hasta cierto precisi ón, ¿acaso todo esto no puede ser comentado
punto, descriptivo, a ese trazo. por otros versos del poema
y así ¡cuántas inflexiones musicales se presentarán
con idéntico valor! Sonoridades graves y amplias, o agu- Tout en chantant sur le mode mineur
das y vivaces, actuando sobre las m ismas oposiciones L ' amour vainqueur et la ¡oie opportlm e
que las de la sombra v de la luz; lentitudes o vivacida- lis n 'ont pas l' air de cro ire a leur bonheur?
d es; murmullos o repentinos es truendos; vacilaciones
ton ales, cadencias "q uebradas", "in terrumpidas" ; m ar- [¿Cantando· en el modo menor I el amor triun fant e y la ale-
chas armónicas . de in exorable progresión , modelad as gría oportuna I no parecen creer en su dicha?]
sobre sucesiones de hechos . .. ¿Acaso no tiene sign ifi-
cación el que, en el "Pasacalle" de la "Suite Ber- Ni digamos únicamente que los dos mundos, d
gama~g ue", de Debussy, cuando ya. tenemos en la mente musical y el poético, copian sus formas el uno del otro;
el poema de las "Fiestas G ala ntes", o que la música se in spira en el poeta: digamos mejor
Volre ,ime est un paysage choisi
qu e su inten ción expresa consiste en brindarnos hechos
Que vont charmartt masques et bergalllasq ues. .. musicales que se bastan para susci tar un mundo ente-
ro, análogo al del poema, aunque, d esde luego, mucho
[Vuestra al ma es un paisaje escogido / que van lIenanclo de más impreciso (la música y el poema se corresponden
e n c~nt<l
m3scaras y bcrgamascas.] aquí, no copiándose el lino al otro, sino como respon-
166 MúSICA y LITERATURA MúSICA y LITERATURA 167
diendo con el mismo eco a un mismo universo ofrecido como un rostro "expresivo" y animado revela perpetua-
por ambos). mente, por sus modificaciones físicas, los hechos psíqui-
E incluso no podría afirmarse con seg uridad que cos concomitantes); tercero, la trasmisión, del autor al
de un modo más impreciso. Pues, al fin y al cabo, Ver- oyente, de ciertos estados del alma que se suponen fi-
laine sugiere estas imágenes únicamente con objeto nalmente idénticos en ambos o, al menos, entendidos
de describirnos un alma; con 10 cual, quien tomara por por el oyente como los del autor con el cual simpatiza;
presencia s concretas y definidas estos árboles, estas más- por último, cuarto, la traducción artística de los hechos
caras o estos pájaros, cometería un error; y tal vez el del universo del discurso, por medios evocadores o
músico representa más directamente los "hechos del descriptivos. Si se toma este concepto de expresión
alma", si se puede decir así, que el poeta, quien sólo únicamente en la última acepción, como significan-
los evOca valiéndose de un rodeo. do solamente la evocación, el hecho de presentar sen ti-
Y, en fin, no nos olvidemos (y esto ya nos señala mien tos como realidades del universo del discurso, sea:
el problema, o los errores, del concepto de expresión, ello es válido para toda música representativa (entre
sobre el cual habremos de insistir más adelante) que otras cosas) y nos habla de las pasion es del alma. Pero,
esta alma no es la del músico : Vuestra alma es un pai- en este caso, conviene cuidarse de una confusión en
saje elegido... Sin duda alguna un alma de mujer. las otras acepciones del término. Y evitar la palabra
Se trata de un alma representada, y no de un alma que que mantiene esta confusión. Digamos, pues, tan
desea expresarse, exteriorizar sus goces o sus aflicciones. sólo, que la música evoca representativamente sentimien-
Y hemos de dar el mismo valor descriptivo a todas tos; que ofrece una realidad artística por hip6tesis, al
las composiciones de la música dramática, a todas las igual que podría evocar un amanecer, o un mar desen-
obras en que visiblemente el h echo musical copia for- cadenado. Y digamos también que la reducción de lo
malmen te hechos dentro de los cuales se dan sucesiones que de esta suerte se expresa (sea cual fuere el sentido
de distintas pasiones ... Aquí es precisamente en donde de la palabra) a los sentimientos solos, constituye una
conviene andarse con mucho cuidado -una vez más: restricción absurda. i Como si la música no expresara
y habremos de insistir nuevamente en ello al tratar de también ideas, imágenes, seres o cosas de todas clases!
la po esía-, para eludir los riesgos que entraña la idea Recordemos también que, en la medida en que un
de expresión. ¡Es una idea a un tiempo tan errónea y arte, y en particular la música, evoca sentimientos, no
tan corriente, axioma de una estética tan rudimenta- es forzoso que estos sentimientos sean los del propio
ria, la de que "la música expresa los sentimi en tos ... 1" autor: igual que en poesía, estos sentimientos pueden
No sobrará el mostrar aquí, de paso, su monstruosa in- ser, unas veces los que el autor finge tener, real o ima·
suficiencia. ginativamente, y otras los de un personaje, en el drama
Recordemos, ante todo, hasta qué extremo resulta lírico, o también los del oyente, cuya voz se pretende
confusa e imprecisa la misma noción de expresión, la hacer oír y, en fin, también, los de un ser mítico, de
cual se refiere confusamente a conceptos completa- un "yo" que, en puridad, no es, ni el autor, ni el
mente distintos: Prim ero, la exteriorización de cosas oyente, ni un personaje cualquiera de un drama. Y
interiores; segundo, el discernir éstas por síntomas (tal aun cuando es tos sentimientos fueren efectivamente los
1GB l\WSICA y LITERATURA MÚSICA Y LITERATURA 169
del autor, ello constituiría un hecho anecdótico, o bio- presencias de todo orden, entre las cuales los imperati-
gráfico, cuyo interés histórico puede ser considerable, vos sentimentales pueden ocupar un lugar, pero no más
pero en absoluto distinto del interés estético. Con importante que los de la percepción de la ideación, de
frecuencia, es menester negar que estos sentimientos la volición incluso, y así sucesivamente.
sean la causa de la obra, como tampoco su materia, in- No me cabe duda, cuando oigo "En las estepas del
dependientemente de toda intención de creación artís- Asia Central", de que Borodine no haya querido evocar
tica, siendo todo 10 más causa ocasional, 0, a veces, ÚW una inmensa llanura , un campamento de nómadas asiá-
documentación , o atmósfera general favorable, y nada ticos, una tropa de soldados rusos que desfilan, etc ...
más.! Tampoco me cabe duda de que la melodía que, antes
La tesis de la música limitada a expresar esencial- y después del paso de esta columna, se me impone,
mente sentimientos, es una restricción absurda, a la vez depend e menos de la intenció~ de ser atribuida a t~l o
que un corto circuito antiestético, que establece entre cual personaje, que de la de slrr:bohzar, evocar Y,. SI se
el autor (o incluso el intérprete) y el oyente una rela- prefiere, expresar (no 10 discutiremos) el espacIO, el
ción para la cual la obra de arte resultaría inútil, o, en encanto propio de la inmensa llanura, del viento, de
todo caso, sería únicamente un pretexto. Desde luego, la estación, del vagar a la ventura . .. Sucede con ella
el hombre que pretende enamorar a una mujer puede (igual que con todos los demás hechos musicales, tan
procurar emocionarla recitándole unos versos, o apare- pronto se les puede relacionar con precisión a la marcha
ciendo ante ella como un gran cantante. Aceptemos de un caballo, a la de un camello de Bactriana, a la
como hecho consumado tales astucias, pero reconozca- calma Y a la soledad quebrantadas, O restablecidas ... )
mos que no consiste en ellas la función metafísica del 10 mismo que con esta música de los versos que debe
arte, ni siquiera en su relación de autor a auditorio. a la vez simbolizar con el universo creado, exaltar su
¡No! La única tesis valedera, es decir: adem ás de las encanto, profundizar Y definir su alma, multiplicar
obras que nada expresan, porque se bastan de por sí su potencialidad de presencia y d e afirmación. En todo
-porque su ser directo es el que de por sí merece el esto, desd e luego, existen muchos elementos sentimen-
interés y la existencia artística- existen obras musicales tales. Pero, sería reducir por demás la magia del arte, si
que qui eren evocar un mundo entero, más o menos se dijera que sólo eso existe en ésta o que es la única
análogo al de la realidad cósmica. Y entre los seres casa que aquí nos puede interesar.
del mundo de esta suerte evocado, pueden darse mil Más justo sería decir -y aquí es en donde real-
mente comienzan las dificultades- : todo esto está muy
1 Sabemos, por ejemplo, que la pasión (si así pued e decirse) de
Wagner por Matilde Wcsendonck, está estrechamente ligada a 'la bien, pero si no hubiéramos leído el título de la obra,
composición de "Tristán e Isolda"; pero sabemos qu e \Vagner se si no nos hubieran dicho muy exactamente, con pala-
comprometió en esta aventura muy conscientemente, en interés de bras (por tanto, en forma literaria) y no sólo con la
su creación artística, para poder tener un estado de alma favorable
a ésta; y que sería absurdo decir que escribió el ''Tristán'' para ex-
música, el tema , ' cósmico preciso, ¿acaso hubiéramos
presar esta pasión, ya ,qu e, por el contrario, suscitó esta pasión para descubierto tantas bellezas sola mente por medio de la
mejor sumergirse en unos sentimientos que la obra exigía y había 111 úsic,,?
de eVOCAIT. Es evidente que aquí sur¡!e una dificultad. Por
170 MÚSICA Y LITERATURA MúSICA y LITERATURA 171
suerte, nos han anunciado previamente: " La Mañana ", nos; una escena egipcia por medio de colosos, o de
o "Noche en Gr.a nada." y así podemos saludar y re- pirámides en el horizonte.
conocer con facilIdad los rayos del sol naciente, el cas- Todo esto es lo bastante preciso para que, en el
cabeleo de las mulas, etc ... Pero el tema nos fue previa- caso de la "Pastoral", el paisaje aparezca todo lo claro
mente exphcado, y por medIOS extraños a la música. De que pudiera ser, no en tal poema del eXilio de Hugo, el
no ser así, quizá no nos mostráramos más duchos que cu11 podría dibujarse, sino, por ejemplo, en un poema
aquel famoso escritor que, según nos cuentan, oyendo de Lamartine, que nos habla de "espesos bosques",
un día la "Pastoral", y creyendo que se trataba de la del "murmullo de las aguas", del " frescor" y de "la
"Pasión", situaba el último suspiro de Cristo agonizan- sombra"; 10 cual, a la postre, resulta harto más impre-
te donde el músico había querido introducir el canto ciso que la "Pastoral" .
de la codorniz. Cierto es que con frecuencia no se encuentran en
.. Y así es. ~mpero,. subrayemos que semejan tes COn- la música indicaciones tan precisas. Y ¿por qué habría el
dIcIones en mUSlca, 111 son constantes, ni peculiares a músico de esforzarse en dárnoslas, cuando basta con
este arte. el título de su composición? f2ste es como un letrero
En primer lugar, la música, de por sí, tiene recur- en un poste al principio del itinerario. (Y ¿acaso el pin-
sos a .menudo su~icientes para or.ientarnos, para ofrecer tor no obra lo mismo cuando precisa: "Vista de Con-
el Ul1lverso del dISCurso por medIOs estrictamente sono- carneau", o "Retrato de la señorita ... "? Más aún: si
ros. En algunas escenas de la "Pastoral" ciertas imi- uno pasa en automóvil por una ciudad, o cruza un río,
taciones ----:trinar. de pájaros (el cuco, la ~odorniz, son ¿acaso no le agrada ver un letrero en un poste? Y, sin
realmente mdubrtables), rumor del viento, truenos- embargo, los lugares del paisaje se bastan a sí mismos,
aparecen lo suficientemente precisas como para servir sin necesidad de letreros.)
de decoración, can propósito de evocar cosa s naturales . Verdad es que cierto grado de precisión geográ-
y poco a poco evoca también con precisión el rumor fica -Granada o el Asia Central- , no puede ser al-
del a~ua, e incluso el fulgor del rayo. Otras evocacio- canzado sin ayuda de la palabra. Pero, ya dicha ésta,
nes henen un carácter social: por ejemplo, las de las uno comprueba que la descripción del universo de este
danzas campesinas. modo suscitado es precisa y tópica. Que es incluso re-
Esta clase de simbolizaciones sociales son frecuentes veladora. Y que la música nos revela infinidad de cosas
en música: ya hemos hablado del vals y del minueto de en lo que nos describe. Yo sé tanto (naturalmente no
"Don Juan". Cuando Schuman, en la obertura de "Her- la s mismas cosas, pero sí cosas muy verídicas y muy
man y Dorotea", introduce fragmentos de "La Marsell e- precisa s) acerca de las estepas de que hablábamos, cuan-
sa" (que también utilizó, con distintas intenciones, en el do oigo a Borodine que cuando leo a Prjevalsky. Y si el
" Carnaval de Viena", y en los "Dos Granaderos"), hace músico nos revela tan pronto, de inmediato, la solución
aparecer, en lontananza, la proximidad de los ejércitos del enigma, tiene sus motivos para hacerlo, motivos ar-
franceses, tan claramente cual si enarbolara una bandera tísticos: precisamente evitarnos el despropósito estético
tricolor.. Actúa igual que un pintor que definiera una de considerar su música como enigma que fuere nece-
escena Japonesa por medio de kimonos, de árboles ena- sario adivinar. Parece decirnos: no os atormentéis, como
172 MúSICA y LITERATURA MúSICA y LlTERA'l'lJJ~ A 173
esos oyentes sin programa que, por miedo a decir ne- mente a la música se le oponga un purismo al que no
cedades, se esfuerzan por pescar algún detalle que les se apela cuando se trata de .Ias demás artcs. Y ya co~­
dé la seguridad de que están escuchando "La Muerte del cedido el breve recurso mlclal a la palabra, por medIO
Cisne", o "El Festín de la Araña", "Antar", o "Schere- del título o, en caso necesario, por medio del texto de
zada", adivinanza que carece de valor. He aquí el una frase cantada, se comprende que ésta, a menudo, se
programa: tranquilizaos, y ahora prestad atención a adentra enormemente en el segundo grado. La música
la música. puede ser ampliamente representativa.. .
y esto sucede también con otras artes. Claro está Empero -y éste es el hecho esenClal- no hay nlll-
que, por poca cultura que uno tenga, no titubea en re- guna división, en este sector del arte (el que apela,
conocer en el cuadro de Delacroix, la barca de Dante, como medio específico, a los sonidos puros) en dos
o, en el de Rossetti, las almas volando de Paolo y de artes distintas, separadas: un arte autónomo, el otro re-
Francesca. Pero ¿acaso podría yo saber, por mí mismo, presentativo. Ha y contin uidad; y la música más repre-
que un retrato es el Retrato de la señorita de Lambesc, sentativa --excepción hecha de ciertas fantasías sin al-
o que un barco representa el de Cleopatra, si antes no cance ni duración , golpe en la tapa del piano cuando
me lo hubieran dicho? Ya una vez enterado, podré pen- se cierra la "ca jita de música", deslizar con tin uo del
sar únicamente en la pintura. Sin contar que también dedo en la cuerda del violín , para que rebuzne el asno,
se recurre a la literatura (en el sentido más lato del etc., etc ... -sigue siempre estructurada como música
término) en los "Pastores de Arcadia": pues, puedo pura. Ésta es la que forma el cuerpo y el corazón, la
leer en el cuadro una inscripción. Pero el literato, en armazón o la espina dorsal de la música, incluso de
sentido inverso, ¿acaso se negará siempre a recurrir al la representativa. Ella es única y esencialmente la mú-
dibujo, aunque s610 sea a un esquema topográfico? Tal sica. Y los estilos más imitativos no traspasan las lin-
hacen Edgar Poe en una página de "Arthur Cardan des de una estilización muv abreviada. El cuco o el
Pym", o Sterne, cuando renuncia a expresar con pala- ruiseñor, la gota de lluvia a( caer, o el viento que sopla,
bras el gesto del caporal Trym, y nos da simplemente cantan en notas de la escala y en acordes armónicamen-
su arabesco. Y ¿acaso no sabemos que los poetas recu- te regulares. La cosa sonora, aun cuando se haya
rren de continuo a un medio visual -a la línea; al tomado de la naturaleza, es de nuevo pensada, de nue-
blanco- para precisar el ritmo de los versos y de las vo creada, conforme a la exigencia estructural propia
estrofas? Por supuesto, esto no es siempre necesario, y de la música, arte del primer grado. Todo lo más, se
pueden leerse versos de Paul Fort escritos todo seguido, podrán comparar sus representaciones a las estilizacio-
como si fueran prosa, y restablecer su cadencia sin difi- nes extremadas de animales o de flores con tonalidades
cultad, por poco oído que se tenga; pero, en ciertos convencionales e inscritas en arabescos precisos, tales
poemas contemporáneos, desafío a cualquiera a que res- como los que se ven en los "cloisonnés" chinos, en las
tablezca exactamente el ritmo deseado por el poeta, si cerámicas persas, y también en los "testes de hojn s", de
se suprime la indicación del encuadre tipográfico (yen Villard de Honnecourt; incluso quizás únicamente en
tipográfico, hay gráfico ) . esas decoraciones de follajes, en esos lambrequines,
Por lo tanto, no hay razón ninguna para que única- en esos "grotescos" que toman, libre y parcialmente, de
174 MÚSICA Y LITERATURA MÚSICA Y LITERATURA 175
la naturaleza, fragmentos de animales y aparencias fan- Incluso se ha dicho que sería menester romper toda
tasmagóricas de monstruos O de flores insólitas, de in- esta estereotipia; dejar la música en completa liber tad;
mediato reducidas a la decoración. Si el arte plástico emanciparla de esa estilización, de estos retornos regla-
nunca hubiera llegado más le jos en la imitación de la mentados, de estas "charlatanerías" (cual dice al res-
realidad, no se pensaría en abrir, en la clasificación de pecto Bea umarchais ), para dejar libre el sen timien to, la
las artes, un sector separado, distinto del de las artes aventura, la vida, la búsqued a de las luces o de las som-
decorativas, para la pintura, o el dibujo imitativos. bras; las voces del viento o del mar, o los acentos natu-
y ello ¿por qué? Porque las exigencias de la estruc- rales de la pasión. Mas, cuidado: no sería libertar la
tura realm ente musical son de tal índole que, tan pron- mú sica (cuyas evocaciones más vocales, de un Debllssy
to la imitación pretend e ir demasiado lejos, emanciparse por ejemplo, ya que lo hemos mencionado, o de un
de esa extremada estilización, es forzoso renunciar a la Honegger, jamás desconocen la estilización esencial):
misma música, saltarse sus leyes primarias. ¡A tal punto por el contrario, sería esclavizarla, obligarla a renegar
aparecen los hechos naturales tan poco conformes a de sus leyes autónomas, para someterse a esa función
estas leyes! Entonces, la imitación deja de ser canto, representativa que no es su vocación esencial. Y una
para convertirse en habla , en grito, en rebuzno incluso vez traspasado el punto preciso de equilibrio, que jus-
(pienso en el "hi-han", d e la "Misa del Asno", y tam- tamen te defin e la es tilización, se incurre, o en entreteni-
bién en algunos glisados continuos del violín). Enton- mientos de "ruidos" o en el patetismo vulgar de esos
ces se quebrantan los cuadros estructural es básicos. 2 malos cantantes de ópera, que buscan el éxito, en un
y el hecho es que, en música, hasta la descriptiva público musicalmente ignorante, por medio de "reci-
sentimental se sale de estos cuadros tan pronto se apega tados", de "gritos", de "hondos suspiros".
dema siado a los movimientos reales del alma, al curso y además ¿para qué sobrepasar ese punto de equi-
natural de los hechos psíquicos, que no comprenden, ni librio, arriesgar sus escollos, subvertir la musicalidad
estos retrocesos orden ados, ni este ondular, ni estas en intenciones evocadoras, cuando le es tan fácil a la
transiciones arquitectónicas de una tonalidad a otra, ni música ayudar al segundo grado del arte por medio de
estas cadencias regulares y estas cláusulas punto menos la sín tesis con la literatura, la cual ocupa fundam ental-
que estereotipadas, exigidas por la forma musical. . mente es te grado? El arte lírico, al fu sionar en el canto
la voz articulada y la voz modulada, no sólo se procura
2 Incluso de este modo, puede uno salirse enteramente de los de esta guisa, para presentar el universo d e la obra, to-
cuad ros es téticos. ¿Será preciso decir que sería perfectamente po· dos los recursos de la poesía colaboradora, sino que tam-
sible crear un sistema convencional de símbolos musicales (enten· bién se emancipa de las necesidades realmente descrip-
diendo por ello: del orden de los sonidos puros) perfectamente en
condiciones de decir cosas precisas, )' de cOnstitui r un verdadero tivas, para aportar a la obra com ún, lo que sólo ella
lenguaje? Pensemos en el "lenguaje universal", del lionés Sudre, puede darle: esa variedad, esa sinceridad,o esa flexi-
en el siglo XIX . Pero este lenguaje en seguida perdería toda su bilidad del ritmo, esa magnificencia , esa fantasía, ese
potencialidad propiamente mu sical, o artística, por el hecho de acento o esa ternura de las melodías, esa opulencia de
someterse a unas ex igen cias de sintaxis, a unas fraseologías regla.
mentadas por el sentido, que inmediatamente se opondrían a la armonías, en las cuales nunca la poesía, con los únicos
sintaxis y al fraseo musical autónomo. recursos de los sonidos del lenguaje, podrá competir


176 MOSICA y LITERAT URA MúSICA y LITERATURA In
realm ente con ella. Mientras que, por otra parte, 1:: con toda la significación semántica de las palabras, con-
existencia d e un enorme sistema de simbolizaciones fo- forme a sistematizaciones enteramente constituidas, q ue
néticas, con el lenguaj e, y la inmensa comodidad de dan las diversas lenguas.
recurrir a él, por una síntesis tan fácilmente practicabl e E, igual que en todas las artes del segundo grado,
cuando se trata de plantear la decoración, de presenta r, se pueden distinguir, en las obras de este arte, una forma
o de caracterizar los seres, o de explicar las ideas, siempre primaria (el arabesco fon ético de los sonidos de la len-
desalentará a la música en el intento de rivalizar, en gua) y una forma secundaria (el conjunto de todos los
este terreno, con la literatura: Y en el de transportarse, sistemas animados por esta significación semántica).
Con toda su significación, y todas sus armas al segundo ¿Acaso puede existir un arte verbal del primer gra-
grado del arte. 3 do? ¿Acaso puede quedar aislada la forma primaria
Examinemos ahora la literatura, y la situación si- del hecho literario y constituir, como arte especial, obras
métrica que en ella se observa. autónomas? ¿Acaso pueden existir, existen ya, obras que
utilizan los sonidos del lenguaje, sin acepción ninguna
La literatura, cual decíamos, es un arte del segundo gra- de los seres y las cosas evocados, según las convenciones
do, que emplea esencialmen te, en una función general habituales de la significación de las palabras?
de represen tación, el mOl terial fonético increm entado Ya hemos dicho que grosso modo, este primer grado
de literatura no existía en calidad de arte autónomo.
3 Hace cien años, los litera tos no eran aficionados al arte muo
sical. Pensemos que Victor de Laprade se tomó el trabajo de Empero, no podría decirse que fuere imposible hallar
escribir un libro "Contra la Música" (tal es su título). En par. ningún rasgo de él. Sin contar algunos intentos limi-
tIcular, demuestra en él la fri volidad de este arte, can el siguiente tados y discutibles, susceptibles de ser más o menos
argumento: " Difícil es imaginarse - dice--, a un magistrado, a relacionados (conforme a su estado civil histórico) con
un profesor, de Facultad, poniéndose al piano y tocand o." Igual.
mente podnan encontrarse en otros poetas, como, por ejemplo, en el difunto futurismo,4 está representado por todas las
BanviUe, rasgos no menos violentos contra el arte musical. Mas el vocalizaciones y silabaciones arbitrarias de los estribi-
argumento, gro tesco por excelencia, nos 10 suministra E mile Auoier
(en "Ceinture dorée"). Aqu í nos muestra a un músico l1am~do que pueblan el mundo de la experiencia cósmica' concreta, o a las
Lambara (por alusión al Gambara de Balzac); y pone e~ su boca abstracciones que pued en sacarse de este mundo.
frases inspi rad as en Sudre : "E n la infancia de los idiomas, ¿cuál 4 Podríamos pensar en determinada "poesía de pájaros", del
es el mstrumento del pensamiento? La arquitectu ra. Cuando la poeta belga de lengua francesa (si así se puede decir) Jean·Jacques
lengua ya está fo ;mada, el pensamiento se apodera de ella, y d eja Gaillard : ''TinkSIVot i ti ti ti orki dudiuru d ui d; ka rraik dior 'du
a un lado la arquItectura, ya en decadencia. Hoy, nos encontramos zwerr. .. " etc., etc .... (Esto es bastante largo.) Pretende ser poesía
en la ?ecadencla de la lengua, pero la música ya está lista . Estos " internacional" (y en efecto lo es) . ¿Puede esperarse mucho de
propÓSItos, en la obra teatral, son ridi culizados por tod os, y brillan. ell o? Tal vez baste con un solo ejemplo. Emp ero, digam os que
temente refutados de esta suerte: Póngase al piano, y tóquenos es to no es aú n "poesía pura" (en tal sentido), ya que se nos pide
es to. -¿El qué?- Lo que acaba de decirnos." -Pese a chis- no olvidem os pensar en pájaros. Por otra parte, de este .modo
tes tan fáciles, la música se afirma como un arte perfectamente considerada, tal poesía no es completamente nueva: "Tio, tia,. tia,
apto para expresa r pensamien tos. Pero, normalmente, no son los tinx ... , trioto, trioto, trioto, totobrix ... Ep opoi, poi, popoi, toro·
m Ismos q~e puede expresar la literatura; esto es todo. Son aquellos torotorotorotix, kikkaba ll , kikkabau torotorotorotorolililix"; estos ver·
que por SI mIsmos form an un mundo ' arquitectónico, sin tener que .sos son versos de Aristófanes ("Los Pájaros", acto primcro, escena
pasar por el rodeo de una referencia p recisa a las cosas y a los seres tercera ) .
178 MúSICA y LITERATURA MúSICA y LITERATURA
lIos, de ciertas canciones infantiles, de las palabras má- alturas del sonido, introducidas por el acento tónico (el
gicas: todos esos "traideridera, mironton mirontaine, ca- cual aporta a ciertas lenguas unas diferencias que pue-
rabi titi, caraba tato, lireli, lullaby, hal mal ha! luli"; sin den alcanzar la cuarta); y porque, al adentrarnos por
olvidarnos de un "am stram gram, pic et pic et cale- esta vía, conseguimos tal progreso con la sustitución de
gram"; o del "hat sanat haut, ista pista, sista, domiabo la voz modulada a la voz hablada, que simplemente lle-
damnaustra" del viejo Catón, ni de "Abracadabra," ni gamos a la música propiamente dicha . f:sta brinda i~­
de "Abraxas". Y también convendría pensar en ese "glo- mediatamente tamaña opulencia de mediOS; tan eVI-
sarismo" del cristianismo primitivo, contra el cual San dente, tan indiscutible, tan aplastante superioridad esté-
Pablo, que lo odiaba, sólo con mucha prudencia se atre- tica de los resultados, que inmediatamente desaparece
vía a manifestarse .5 por fuerza la torpe, bárbara, pueril o agresiva batología,
¿Por qué razón, en resumidas cuentas, esto no puede o queda relegada al lugar que le es dado ocupar, des-
realmente constituir un arte, y continúa en el terrena menuzada en fragmentos gratos dentro de la composi-
de lo divertido, de las fan tasías esporádicas, o del dadaís- ción literaria. Lo cual no impide (quizá al contrario ) ,
mo? Sin duda a causa, por una parte, de la turbación que esta misma música bárbara, o casi primitiva, inca-
que produce, como abuso del verbo, este parloteo, esta paz de sostenerse como arte autóno~~, adquiera una
parodia del lenguaje real , balbuceo infantil, charla de potencia, una grandiosidad, un prestigiO, un v~lor de
orates, o quizá, incluso, evocación atávica del "canto extraordinario encanto, o embrujo, cuando se remtegra,
pasional" sin palabras distinguibles, en que algunos au- para convertirse en el alma mágica,. dentro de la c.o~a
tores ven los orígenes del lenguaje. Y en especial por- literaria normal y completa, es deCir en este edifiCiO
que, desde el punto y hora en que uno se adentra por inmenso, cuya envergadura tiene la amplitud de todo un
esta vía realmente con la idea de lograr algún resultado mundo de seres y de cosas, de presencias espirituales
estético, es evidente que la forma del arabesco de segui- (sensibles o "nocionales", imaginativas o s~nti~~nta­
da se perfecciona, merced a la atención prestada a las les ) ; universo en cuyo centra el arabesco poétiCO Sltua el
5 A estas silabaciones libres, podríase sumar el empleo de sí- canto de una voz.
labas que forman palabras de la lengua corriente, pero que son ¿Oué hay de extraño en esto? Todos sabe.mos -y
utilizadas, por ejemplo, a manera de estribillo, al margen de toda ·
significación (lo cual, por tanto, antes se refiere al psitacismo que
es
éste el escollo más corriente, el más conOCido, pero
también el más insoslayable- qué género de embrujo
a la batología) . Sin contar aquí tal o cual estribillo grotesco en
que se usan palabras innecesarias como champiñón, tabaquera. (" i Y puede resultar de semejantes coincidencias -la del can-
si no hubiera más que tabaquera! suspiraba en alejandrismos el to corso elevándose en el torpor de la siesta- cuando
poeta Franc-Nohain. Véase también la intervención de la palabra Calvi duerme al sol, entre sus rampas de áloes inútil-
mirlitoll en unos versos mencionados en "Los miserables" como
corespondientes al siglo XVII (ignoro las fuentes): "'Mirlababosur-
mente exóticos y sus murallas inútilmente leales; o del
lababi, . mirliton ribon ribette; mirlababi surlababo, mírliton ribon grave rumor producido por la ola que rítmicamente se
ribo". Victor Hugo veía en esto algo que tenía mucho del fuego desploma en la sombra de la playa tropical, mientras
fatuo. y ¿ por qué no? Así considerado, esto responde a cierto mo- uno se asombra de que realmente existan noches tan cá-
tivo musical de la Condenación. Recordemos que, en la literatura
infantil, existe una broma en sentido inverso, que consiste en dar a lidas, terrazas iluminadas bajo las palmeras, y mujeres
las palabras, realmente provistas de sentido, apariencia de batología. vestidas de muselina blanca que no saben pronunCiar
180 lvIúSICA y LITERATURA MúSICA y LITERATURA 181
la "r", y que bailan danzas insólitas. Es la flauta del de lo trivial de la trampa, si su principio es estética-
ára be, en el umbral del desierto, en el crepúsculo: siem- mente tan honorable? Es, sin más, la mutua multipli-
pre se apodera de uno. Es el parloteo de las cotorras cación, la amplificación lo uno por lo otro, cama un
que vuelan en pequeñas ráfagas azules y verdes, bajo eco, del amor y su decoración; de la música y la ficción
los escarpados del Soberbo, en Terezópolis; el gemir teatral; del rito y la piedad; y, en general, de toda com-
de las aves marinas que, en bandadas, recorren el Bós- binación que yuxtapone, de una parte un universo, de la
foro, como ~i quisieran justificar a Loti y ciertas roman- otra un hechizo; un acto ceremonial, un sortilegio, pero
z~s; o el gnto de los sagrados gavilanes que giran en tam bién cierta forma del corazón de conmoverse, o sim-
c¡rcu!o sobre los hoteles del Cairo, al despuntar el alba. plemente un aroma, un acorde cromático; de manera
Sencillamente, es la inmemorial colusión del ruiseñor y que uno de ellos parezca, y llegue a ser en efecto, el
el claro de luna. Es el rumor del surtidor en la noche alma del otro. Y entonces el encanto -canción, gesto
cuando: ' ritual, latido del corazón o aroma- amplifica con
La gerbe éPanouie toda la arquitectura de las presencias, mien tras que éstas
En mille fleurs
sin él, mudas y privadas del derecho de revelar un se-
OU Phoebé reiouie
Met ses couleurs creto, merced a este pequeño arabesco, o a estas cuantas
Tombe comme une Pluie notas, logran una perfección suprema, ~encia~mente
De larges pleu rs innecesaria, de forma que aparece cama lfrad¡ac¡ón de
su ser, y se diría provenir de su profundidad, cual si no
. [El haz abieto I en mil flores, I en que Febo gozoso I fuere el ruiseñor el que cantara, sino los árboles, la nO-
pone sus colores, I cae como lluvia / de lágrimas], che, la luna. 6
y no podemos evitar;
ti Pudiera ser divertido, si bien dem asiado extenso, dar aquí la
d' écouter la Plainte éternelle abundante bibliografía de las relaciones entre la luna y el ruiseñor
Qui murmme dan s les bassins. en literatura y en estética, para mostrar lo ineludible del tema tri-
vial. Sabido es que Kant se dignó escribir una página acerca de
[escuchar el eterno lamento I que musita en las fuentes.] este tema (en la "Critica del Juicio"). Acerca del ruiseñor solo,
contentémonos con recordar la increpación de E. Delacroix contra
Lune, eau sonore, nuit bénie, los poetas, a quienes suplica nos hagan creer que jamás hemos .o~do
Arbres qui frissonnez autour, aún hablar del ruiseñor. Acerca de la luna, he aquí una opInión
dc Mallarmé: trasladado a París, le escribe a Fran,ois Coppée que
Votre pure mélancolie va no le queda más que una preocupación, "pero que me devora: la
Est le miroir de mon a111011r. que me causa, por doquier, la Luna, cuyo valor exacto no logro
concebir". Y así le sigue confesando, a Coppée, su esperanza en
[Luna, agua sonora, noche bendita, / árboles en derredor una era de sabiduría, en que, por fin, será posible "disolver quí.mi-
estremecidos, / vuestra pura melancolía, / es el espejo de mi camente" la Luna, a la que desprecia. Y, sin embargo, había escnto:
amor] .
La Lune s'attristait. Des séraphins en pleurs .. .
[La Luna se entristecía. Serafines llorando . .. ]
Desde luego, aquí hay un fraude, una ilusión. Mas
etcétera. Ma s, tal vez pensara que una vez estos versos escritos, la
¿por qué extrañarse o escandalizarse de la simplicidad, llloa real carecía de utilidad .
182 MÚSICA Y LITERATURA MúSICA y LITERATURA 183

Sí, el claro de luna multiplicado por el canto del la profundidad, el brillo, ésa como divina liviandad, de
ruiseñor, equivale al resplandor del misterio nocturno . E vuelo aéreo, al crear un encanto, una magia,7 añadién-
igual sucede, mutatis mutandís, en poesía . dole una música. Por ella -por el efecto del encanto
Mentira, si se quiere, pero mentira creadora y tética, de esta suerte logrado- murmura el agua, reina el
cuando se trata de arte. Pues lo que éste pretende lo claro de luna se profundiza melancólicamente el amor,
realiza. Es una de las operaciones instaurativas más po- y una bendición se esparce sobre. todo ello. Podrá des-
tentes, más asombrosas del arte, precisamente el que pués venir un Beo~io que nos ~Iga: vea? este alter?ar
esta síntesis de un canto, de un arabesco, de un gesto o de los versos de seis y cuatro sIlabas; pIDta la palpita-
de una forma con un mundo de cosas, baste para engen- ción del agua qu e se eleva y que desciende; su brevedad,
drar, con una dimensión más, una nueva vida del con- opuesta a los versOS de ocho sílabas de las demás estro-
junto de este modo edificado. fas , corresponde, descriptivamente, a la esbeltez del sur-
y quien comprenda bien todo esto, mejor podrá tidor.
comprender el despropósito que encierra esa idea, ya y la aliteración de las letras n, y la frecuencia de
apuntada más arriba al tratar de la música, y que nos las m , y toda esta música algo sorda, rÍtmicame~te acla-
encontramos de nuevo al tratar de poesía, buscar entre rada por la abundancia, por o.tra parte, de las 1, es e~­
el universo planteado y la forma del arabesco, una rela- presión de la tristeza melancólica, y, SID embargo, lumi-
ción de expresión que, al entrar en síntesis con él, engen- nosa, de las cosas y del alma del poeta. Igual que las
dre estos efectos. Ello equivale a confundir el efecto letras r y n, de la palabra frisson (estremecimiento). se
con la causa; a suprimir, o desconocer, a ciegas, la m is- moldean sobre la misma realidad, sentida a flor de piel,
ma función del arte en este terreno, la cual consiste jus- del estremecimiento de los árboles. ¿Que esta forma,
tamente en crear, por medio del conjunto de este modo si mplemente viste esta materia? i Qué absurdo! Este
constituido, unas relaciones generadoras y dinámicas, y alterar de los metros, y esta melodía en acorde en las
en realizar con ello una especie de ovulación fecunda , letras n, m , i no expresan esta melancolía, sino que la
de la que brote una nueva realidad. Tan absurdo sería crean; igual que la encantación poé~ca de l~ pala?ra
explicar la generación biológica diciend o que el gameto frísson nos obliga a sentir a flor de piel una Impresión
macho es la expresión del gameto hembra, como decir que después se les trasfiere al n~ovimiento y al rumo~ de
que la melodía, o el arabesco de referencia, es expresión las hojas, creando así esta magia por la cual esta oc~osa
del mundo de las cosas, al cual se une, dándole nueva agitación, botánica y meteorológica , se halla transflg~­
vida o, mejor, procreando con él un nuevo mundo, más rada, y se convierte en una de las voces de la armoma
profundo, transfigurado, rejuvenecido, iluminado. nocturna. E incluso sería pueril pretender una corres-
¿Qué hace el poeta (y aquí no hace sino lo que to- 7 Hay tanto mayor raz6n en decir esto a prop6sito de un poema
dos los artistas de la misma Índole, todos los que prac- de Baudelaire, cuanto que Baudelaire, varias veces, ha empleado las
tican bs ar tes llamadas representativas)? Nos ofrece, por palabras: uHechiceda evo cadora", para hechos de este género. Véase
ejemplo, el agua, la fuente, la luna, el amante y la ama- Journam intimes (Diarios íntimos), Ed. Jacques Crepet, p. 28:
"Acerc~ de la lengua y de la escritura, consideradas como opera-
da: Todo esto, en cierto modo pesado, sin alma, sin ciones mágicas, hechicería evocadora." Véase también Paradis Arti-
profundidad, sin brillo. y después les confiere el alma, ficiels (Paraísos artificiales), p. 52.
184 MúSICA y LITERATURA MúSICA y LlTERATUR,\ 18)
pondencia entre tales y cuales letras, ya que es el COIl- en punto a evocación, puede atribuirse, conferirse, a la
Junto, el perftl total de la melodía, el que actíla sobre COS;¡ de esta suerte evocada, suscitada (un palpitar del
toda la naturaleza del nuevo universo instaurado por corazón, una emoción repentina). Ahora bien, el error
esta trasfiguración. y el absurdo consisten en suponer, pudiérase decir, este
Desd,e l.uego, hay que reconocer que, en el detalle, mundo poético, con sus espectáculos, sus emociones, sus
quedan Inhmamente fundidos; que las evocaciones se impulsos, sus vibr;¡ciones, previa y totalmente creado,
pefSl~uen paralel.a mente; que incluso, a veces, un hecho completamen te realizado, dejándole ya tan sólo a la
. métnco - por ejemplo la sustitución de un octosílabo operación poética el cuidado de conformarse a él, de
ternario por un .oc~osíla bo de doble acento-, adquiere aplic;¡rse convenientemente a él, o incluso de extraer ·
un ,:,alor desc~lphvo local; que tal cambio agógico de él l;¡ esencia, afinándola por la expresión. Olvidando
(le~ Mud. ~ r~pldez de la expresión) evoca lentitud, o que este mundo sólo existe gracias a la operación poé-
rapl~ez Idenhcas en el ritmo de los hechos o de los tica. En un;¡ palabra, esto equivaldría a creer, como lo
senhmlen tos represen tados. Mas sería absurdo suponer hacen el niño o el lector de folletines, que "el hecho
q~e es por la influencia de estos hechos o de estos sen ti- ocurrió"; }' no ver que "esto ocurre" por obra y gracia
mle.ntos por que se produce ese hecho métrico, ya que del poeta, o, mejor dicho, de la creación poética, de la
el ntmo .del hecho produce el del metro. Absurdo, por- que estas modulaciones, estos cambios de metros, ~stas
que preCisamente e.s n:erced al hecho métrico por lo que eufonías, esta prestigiosa silabación, forman parte Inte-
~l h.echo, o el Sen?mlento, pueden adquirir ese ritmo e grante, y constituyen uno de los medios operativos }'
II11CI~r su eXistenCia, tal como a ello les obliga la magia creativos más poderosos.
poéhca. El error de suponer implícitamente que "aquello
A 18 sumo se podrá conceder que Charles Baudelaire ocurrió" se presenta, por cierto, bajo dos aspectos. El
al cambiar, aquf o acullá, y tan a propósito, el ritmo, h; uno, evidentemente aparatoso, se refiere a las cosas del
creado una mag13 conforme a la norma natural del des- universo del discurso. Podrán decirnos: aquÍ, un caba-
arr?llo espontáneo, objetivo, de los sentimientos. Aquí llo va galopando; }' entonces, el po~ta expresa es.te ga-
reSide el valor "expresivo" del verso. Lo cual significa lope por mcdio de un ritmo preCipitado. Es eVidente
exactamente que tales hechos métricos tienen un valor que lo correcto sería decir: el poeta crea. un hec~o pura-
evocativo (es decir, y conviene no olvidarlo, de crea- mente formal de precipitación, por medIO del ntmo del
clón); el cual permite relacionar su significación al mis- verso. y como, a la vez, nos impone semánticamente la
mo objeto que se propone, o se Supone. Pertenecen idea de un caballo que va galopando, de esta manera
(para, una vez más, recurrir a este vocabulario) a la puede modelar, lograr, por medio del arte, el ritmo de
forma del segundo grado. Mas esto debe interpretarse este galope, al imponer, al bruto que galopa, el mis-
exactamente de esta manera: en la forma primaria (en mo ritmo}' el impulso de su verso, trasferido a la carrera
el arabesco puro) de la métrica, existe un hecho dife- del animal.
ren~ial (por ejemplo la sustitución repentina de un ter- El error es más delicado, y más falaz, cuando se re-
llano por el binario esperado) -hecho, de por sÍ, ente- fiere a los propios sentimientos que uno le supone al
ramente formal, cual puede verse- cuya signific;¡ción, poeta. Se dirá, por ejemplo: está emocionado, y esta
MúSICA y LITERATURA 187
186 MúSICA y LITERATURA
emociún se expresa por una reiteración de las palabras . Unas palabras finales acerca del carácter comple-
Incluso se dará a entender que esta reiteración es efecto mentario expues to en este capítulo, de la poesía y la
direct.o de esta emoción, la cual actúa como causa psi- música.
cológIca. y el hecho es que incluso la psicología del 'Por supuesto, es necesario no imaginarse q~e, al elis-
poeta aquí ya aparece singularmente simplificada, si nos tingui r, tan enérgicamente cual lo hlCI~OS, cn hteratura,
olvIdamos de la presencia de su intención artística de la sianificación ele la palabra y su mUSlca, se reduce el
expresarse. Pero, en realidad, lo que el poeta desea univ~rs o del poeta, privado ele esta música, a 1~ misma
(aunqu~ sólo ~uere para expresarse, suponiendo que ésta lóaica a la misma estructura burdamente poslhva, a la
sea su mtenClón) es ofrecernos un estado emotivo, en
b
misma '
simplicidad semántica que la que compone,1a tra-
el universo de su poema, el "Yo" de este universo. ¿En ma práctica y racional del mundo oblebvo, cuyo I,nven-
qué consiste este "Yo"? Es cosa compleja (como vi- tario y descripción (por ejemplo en las obras Clenhhcas)
mos a propósito de la música, pero aquí el empleo con- proporciona la prosa ayuna de arte. En pnmer lugar,
creto? verbal, de la oración , aviva el problema). Es a la magia musical de la poesía, al. amphar este mundo, y
~n tIempo un poeta esencial, absoluto, y también la darle mayor flexibilidad, le conhere, o le reconoce real-
Im.agen poetizada de sí mismo, lo que el autor quiere mente, profundidades, vibraciones, luces y sombras, q~e
b~mdar a su lector. Incluso es el propio lector, introdu- no aparecerían sin estos recursos del arte, Y despues,
CIdo en el poema, en el lugar que se le ha res ervado que esta intcrpretación , o esta trashguraClón d.el mun~o,
para participar en los sentimientos que se le sugieren .. : también aparecen de estemodo en el contel1l?o slgI1l.h-
Desde luego, el poeta, en sí, y realmente, puede estar cativo del poema. El UI1lverso poéhco, o, mas amp]¡a-
emo~ionad~. Y es un interesante problema psicológico, mente, literario, quizá no tenga exactamente la mIsma
avenguar como se funden, y reaccionan mutuamente el estructura, la misma arquitectura, la misma escala de
hombre y el poeta; hasta qué punto la emoción personal valores que este universo prosaico. Ya veremos esto
y sincera (actual o rememorada), puede ayudar, o es- cuando corresponda, cuando estudiemos (en la última
torbar al esfuerzo artístico. Pero la cuestión artística es- parte) lo que torpemente se llama el contenido de la
triba en saber por qué medios, bajo la acción de esta obra de arte; y más especialmente (en el cap, xxxv)
emoción, o fuera de ella, da igual, este "Yo" del poema el universo poético. En particular, no cabe duda de
será suscitado, u obligado a ser él, en estado de emo- que el poeta procura alternar, con frecuenc.ia, y c~n .ra-
ción, la misma emoción que la del autor, u otra más zó n , un sentido demasiado preciso y demaSIado obJ.ehvo
estilizada, más elaborada, o incluso más intensa, más de las palabras del idioma o quebrantarlo, por med10 de
profunda: ya sea más universalm ente humana o quizá interferencias como las del símbolo o la metáfora, o
más única y peculiar. En todo caso, probablemente más simplemente por medio de desorientaciones que ,impi-
digna ele existir, y más adecuada a la absoluta justifica- den al lector ingenuo formarse mentalmente ~n u!1lver.so
ción de su existencia. Como quiera que sea, dudemos demasiado simple, demasiado claro, demaSiado Ob:1O.
de que el encanto que actúa, antes que expresivo, es ins- Es decir que, incluso desde el simp~e punto de vIsta
taurador. Lo que existe en el poema existe por la poesía, de las significaciones, existe en la poesla alg~na presen-
y no de otra manera. cia , más o menos hábilmente creada, de lTIlsteno. Por
188 ¡'dOSICA y UTERATUR¡\
LA MÚSICA DEL VEJ\SO 189
otra parte, toda belleza encierra algún miskriu, y tal
vez podamos ir entendiendo paulatinam ente las razones Acerca de la música del verso, y en particular ~cerca
de este hecho. Empero, por muy desorientado y que- de la dcl verso francés, existen muchos trabajOS lflt:r~­
brantado que pueda aseverarse este sentido de las pala- san tes, o excelentes. 1 Para ser breves, y.no repetir lflUtJ -
bras cn poesía, subsiste como medio artístico constitu- mente lo que ya se ha dicho, ~o.s gUiaremos por u~a
tivo. La mejor prueba, la vemos en el hecho de que obra, ~. ólida y en cierto modo clas.lc,a,: Le ':'ers franga/s,
estas mismas desorientaciones (cual lo establecen los he- de Maurice Grammont (cuarta edlciOn, revisada y corr?-
chos que acabamos de examinar) tienen un límite pre- gida, 1937). Se ,refiere únicamente al verso francés cla-
ciso, que el poeta no puede, ni debe, traspasar, sin riesgo sico. t d
ele caer en un arte inferior, de existcncia imposible. Este Ahora bien este verso, por cuanto prescn a c
límite cs aquel a partir del cual este sentido atenuado monotonía en s~ arte, ele estrechez en sus formas, y ~am­
de las palabras deja dc actuar artísticamentc. E, inver- bién ue explotado a fondo en sus recursos, for artistas
samente, existe un límite preciso que cl músico no pue- dc primer rango, es, sin duda, uno de lo~ mejores temas
de traspasar: aquel en que la arquitectura autónoma de para estudiar y destacar lo que persegUlm~s, Nos con-
los sonidos deja de actuar en la obra cama trama v tentaremos con seguir la obra de referenc~a, buscando
puntal de ésta. ' tan sólo los puntos acerCa de los cuales q~len se ocupe
El capítulo siguiente nos elemostrará quc esta mú- de la estética comparada tiene algo que deCir, y acerca de
sica del vcrso, incapaz de sostenerse por sí sola, está sin los cuales su disciplina podrá aportar algunos hechos
embargo, tal Como aparece en el conjunto poético, mu- peculiares, algunos come.n~ari~s, incluso tal vez alg.unas
cho más próxima, en calidad y en estructura , del hecho enmiendas, algunas modificaciOnes. La obra ~enciOn~­
musical de lo que suele crecrse. Dicho de otro modo, ni da se presta a ello tanto más cuanto. ,que se at~ene a evi-
la poesía puede ser únicamente música, ni la música úni. tar en absoluto cualquier o?servaclo~~ no sol~ por lo
camente poesía. Lo cual no les impide poder llegar muy que respec t a a la estética , SIflO tambIen a la literatura
lejos, la música en el camino poético, y la poesía en el comparada. ... .
musical.
Para quien desee estudiar la literatura, y en partJ~u­
lar la poesía, negarse a compararla, con otras artes, y pnn-
cipalmente con la música, constituye, desde l~ego, ~n
principio metódico, pero siempre q~e no se q,Ulera ,afIr-
XXVIII. DE LA MÚSICA DEL VERSO mar que la comparación ~s metódI,camente ImpOSible,
pues, no sólo la comparacion es pOSIble (empleando un
Nos QUEDAN por decir unas palabras acerca de esta mú-
sica del verso, o sea, acerca del arabesco que encierra 1 Conviene Jl1encionar aparte "La Musique des Vers", de A, L.
est~ .virtud m~giea, cuya acción creadora y cuyo valor Tf'lnno ' ero también merecerían ser mencIOnados, otros autor~s en
poebcam~nte lflst.aurativo, ya hemos comprobado. ¿Cuá- " ?
p"rtIcu ar
PGh k al que tan frecuentemente podríamos refenrnos
y~. . T S . L a o bra ya mu\,
en la s páginas slgUlentes. y . erVlen, . ', antigua. dee
les son, SI se prefiere, los ritos, los gestos, los sortilegios Combarieu: Les R~pports de 13 nJlIsique et de la poesle, no tlcn
o las clavículas de esta magia? .
. . 'nterés en 10 que se refi ere al arte del verso, pe~o sIgue
~i~~~(~~n ú~ il
de cnnsllltJr en 10 que ~t~ií e
;] la bibliogafÍ:J antIgua del
190 MOSICA y LITERATURA LA MOSICA DEL VERSO 191
método adecua~o), si~o que, con. frecuencia, puede ayu- poesía (y a la poesía francesa); por tanto, conviene de-
dar ,a desentran~r meJor la propia poesía. Permitidme cir cuáles son los hechos que corresponden, en la otras
aqUi una analogl3:
artes, a los hechos alegados. Conviene averiguar por me-
Supongam.os un naturalista que estudia una única dio de qué notaciones comunes es posible confrontarlos
especI;, por eJemplo la especie "caballo"; y que se obli- provechosam en te.
ga a solo tener e.n cu~nta lo. que ve, sin ninguna relación Por último, nos parece lícito, e incluso necesa-
con otras especies, sm utilizar otro vocabulario que el rio, procurar que esta investigación se beneficie de los
qu~ suele emplearse pa-ra el "caballo". Será un estudio conocimientos, con frecuencia muy útiles, adquiridos en
legitimo, mteresante precisamente a causa de su carácter otros terrenos, en que la teoría de los hechos de que se
absolut~mente . ~onográfico. Pero, sobra decir que la trata aparece más adelantada, porque los hechos apare-
anatomla y la fisIOlogía comparadas habrán de intervenir cen más claros, los medios de investigación más eficien-
después, y que tendrá que llegar hasta una revisión in- tes, o l ~: documentación más completa. En particular, en
cluso de los datos monográficos. El "comparador", al lo que ;:¡tañe a la cuestión del ritmo (una de las que han
decir metatarsos en vez de "cañas" del caballo incisivos sido más estudiadas por la estética general, y que
en vez de "pinzas" y caninos en vez de "corcl~etes" no ésta conoce mejor), se nos hace imposible el no tener
se contenta con cambiar los apelativos. Este vocabula- en cuenta los resultados de los innúmeros trabajos (bien
no .\ que necesita justificar), resume y señala, por obser- sea realmente estéticos, psicológicos, en particular en la
vaclOn, unas correspondencias positivas entre los órga- Gestalttheorie, incluso fisiológicos, o musicográficos),
nos del caballo y los d e los demás mamíferos.
que tan fructuosam ente la han desentrañado. ¿Acaso
y c1.estudio de estas correspondencias, a su vez, pue- no resulta paradójico el limitarse a una ll1strumentaclón
de modificar la ll1terpre tación de los hechos monogr ' - téorica la cual conviene tener el valor de reconocerlo,
hcos. . a
le pare~e rudi~entaria al que se ocupa de la estética? Si
Al mostrar metatarsos en las cañas, se muestran, ello obedece al hecho de que, en efecto, la música del
en los estiletes, los vestigios de un segundo y de un cuar- verso (del verso francés) es rudimeilta ria, desde el pu~ to
to dedos atrofiados; se columbra la adaptación a la ca- de vista musical , eso mismo es un hecho comparativo
H.era de esta pata monodáctila. Igual sucede Con los que no puede ser considerado como indiscutible sino
dientes : al mostrar que se trata de una dentadura incom- cuando queda demostrado que no depende de los me-
pleta, de,carácter reg~esivo, pueden columbrarse los efec- dios empleados por la investigación; sino cuando queda
t?S del reg1l11en herblvoro. Tales revisiones san tan J·us- demostrado sin lugar a dudas que hechos más delica-
bhcadas cama fructíferas. dos, más complicados, más artísticos, en caso de que
Igual sucede aquí. La obra que tomamos Como texto tales hechos existan, podrían ser discernidos por el algo-
para comentarla, limita por completo su perspectiva a la ritmo utilizado.
De esta suerte es C0l110 conviene leer las páginas si-
tema, y ofre ce, en lo tocante al problema de poner en música los guientes. Deben verse en ellas -insistamos en ello-:-,
versos, ·algunas observaCiones interesa ntes que no se encuentran en no una crítica de esta obra (de la cual, por el contrano,
nInguna otra parte.
de nuevo subrayamos el interés, la importancia, la soli-
192 MOSICA y LITERATURA
dez,2 sino pura y simplemente las anotaciones, las "mar-
ginalia" de las comparaciones. 3
l LA MÚSICA DEL VERSO
¿Cuáles son los principales medios musicales?
193

Pueden distinguirse:
Y, ante todo, conviene observar que la clasificación Primero, el ritmo; segundo, lo espacial, lo agó-
y la nomenclatura general de los hecMS podían haber gico ("movimientos" diversos, presto o andante, ritar-
sido infinitamente más precisadas, esclarecidas, por la dando o accelerando, etc ... ); tercero, los ma tices (o
confrontación con la música, en que los mismos hechos variaciones de intensidad relativa al conjunto del "fra-
aparecen n:~s precisos, más claros, y han sido perfecta- seo"); cuarto, la melodía; quin to, la armonía; sexto, la
mente claSIficados, hace ya tiempo, por los teóricos. instrumentación y la orquestación (o, más generalmen-
te, la utilización artística de la variedad de timbres).
2 Se trata cn particular, en lo que a esta solidez se refiere, de Ahora bien, todos estos medios se emplean igualmen-
hechos. Naturalmentc, junto a estos hechos, la obra también ofrece te en poesía, aunque en forma algo más rudimentaria,
opiniones, teorías estéticas, algunas de las cuales pueden dar lugar algo más tosca.
a controversia. En partIcular, la idea de expresi6n ocupa en ella Vamos a examinarlos. Empezando por los que des-
demasiado lugar, y en parte puede ser objeto de las críticas hechas
en el capítulo anterior. Incluso aparece paradójica (especialmente empeñan un papel menos claro y también menos uni-
en lo que se refiere al estudio de los ritmos). Si realmente el valor versal. Son los que, por este mismo motivo, han sido
a.rtís~~co de un verso dependiera únicamente de los efectos "expre. menos advertidos, menos destacados por nuestro autor.
SIV?S , de las modifIcaCiones diferenciales de la melodía pura, resul-
a) Primero, la instrumentación, la orquestación, o,
tana que un poema que se contentara con ser de musicalidad per-
fecta, no tendría ningún interés artístico; ya que éste empieza a más generalmente, el timbre.
partIr del momento en que es posible asignar, a determinadas infle. Este medio puede parecer no tener ninguna analo-
xiones de ]a música del verso, un valor descriptivo, o una significa- gía en poesía. Sería g.rave error creerlo: interviene cla-
cl6n emocl,onal local. FelIzmente, en la última parte, la más perso- ramente en la poesía dramática, y, en general, dialo-
nal y la mas sólIda, el autor ha dejado a un lado las oonsideraciones gada. La Oaristys, de Chénier, por ejemplo: ¿qué sería
d~ expresión para tratar de las condiciones generales de la armo.
ma del verso francés. Se puede lamentar que no hiciera lo mismo sin la oposición de las dos voces, masculina y femeni-
para el .ntmo, procurando discernir sus condiciones generales de eu. na? Lo mismo nos puede ofrecer, monódicarnente, la
ntmla, mdependlentemente de toda intenci6n'expresiva. La euritmia dicción de un recitador ducho en la utilización de los
pura le parece, en resumidas cuentas, monótona y demasiado ca. distintos registros de la voz. y el autor que comentamos
mente. Pero esto, cual lo veremos más adelante, obedece al hecho
de que analiza el ritmo del verso francés en una forma que nos lo ha considerado únicamente bajo este ángulo. En este
parece efectivamente redUCIrlo a algo muy monótono y artística. caso, el hecho (al igual que los matices) queda consti-
mente muy comente (por no decir demasiado bárbaro). A tal ex. tuido por las variaciones diferenciales que sólo aparecen
tremo, que entonces sólo le quedarían al poeta, como recursos artís. en la ejecución. Aquí, la diferencia entre la poesía y la
ticos, variaci?nes diferenciales de expresión, susceptibles de quebrar
esa monotoma. Esto se nos hace demasiado injusto.
música estriba en que la música, cuando lo precisa, dis-
, 3 A~adiré, lamentál~dolo, que el Sr. lVlaurice Grammont, que
pone (en partircular para los ma tices), de indicaciones
aun vlvla cuando escnbla yo este capítulo, ya ha desaparecido. Me escritas, imperativas, muy claras (torte, Piano Tinfor-
costaba menos discutIr acerca de los principios de su método cuando zando, etc ... ), que la poesía no posee. Pero una parti-
este autor, enérgico polemista, podía defenderlo. Ello, empero, no
puede ImpedIrnos reconocer que estos principios nos parecen nefan- rada. Reconocerlo no deja de ser a la p~r un reconocimiento de la
dos y e,tcnh7adores, dcsde el pllnto de vista de la estética compa. importancia de una obra cuya autoridad implica esta necesidad.
194 MúSICA y LITERATURA LA :\!OSICA DEL VERSO 195
tura musica~ puede dejar implícitos todos estos hechos, Sire, vous reviendrez dans votre capitale,
y entonces la situación de ambas partes resulta más o Sans tocsin, sans combat, S<lns lutte et sans {ureur,
menos idéntica. 4 Traíné par huit cheveaux sou l' arche triomphale,
b) Lo agórico, es lo que Maurice Grammont re- En habit d'empereur ...
conoce y designa, bien sea como "cambio de velocidad"
[Señor, volveréis a vuestra capital, / sin alarn~a, sin comb~te,
(p. 103), lo cual no es absolutamente correcto, pero lo
ili lucha ni furor / en carroza de caballos, DaJo el arco tnun-
mismo da, bien sea como "acelcrando, o retardando fal / en traje de emperador. .. ]
la interpretación" (lo cual es definición algo exten~a),
bien sea como "movimiento", lo cual es correcto, SI sc está claro que nos encontramos ante un ,:,crdadero an-
toma este vocablo exclusivamente en el sentido que dante, que viene después de un presto agltato, que ca-
tiene en música. racteriza agorágicamcllte una disposición completa de
Estos fenómenos no conciernen únicamente a las la composición de conjunto.
pequeñas variacioncs en el detalle dc la dicción, ni a Cierto es que M. Grammont evoca (p. 184) pro-
los poemas en "versos libres" (en el sentido que puede blemas de composición de esta índole, mas, dejando a
aplicarse a La Fontaine, o a Moliere). Son importantes un lado la analogía musical, y dcspués de habcr restrin-
en la composición general, sobre todo en poesía lírica. gido estos temas de agógica a las variaciones del d~­
Tomemos un ejemplo muy llamativo: en el "Regreso ta]]e de la ejecución, evocando en esta forma unas enti-
del Emperador", de Victor Hugo (compuesto casi como dades tales como el "tono épico" o el de un "himno
una sonata), cuando, después del primer movimiento, anim3do", etc ... Y, en realidad, se trata de nociones
muy rápido, que termina: distintas, referentes al ethos, de esos géneros literarios.
Existen sin duda relaciones de conveniencia, de hábito,
.. .Chassant l' étranger, vil troupeau
que preferentemente ligan un movimiento a un género
Pale, la main de sang trempée
Avec le tron"on d'une épée, (un movimiento lento a una marcha fúnebre, etc .. _).
¡~ vec le haillon d' un drapeau Pero estas relaciones no son forzosas, y el poeta, igual
que el músico, puede, por el contrario, sacar poderosos
[... Arrojando al extranjero, vil manada / pálido, las manos efectos del contraste (y no de la conveniencia) del mo-
de sangre manchadas / rotas las espadas / la bandera desga- vimiento con el tono ético. U na marcha fúnebre con
rrada] movimiento rápido puede tener carácter dramático, un
carácter fatídico y pavoroso (Berlioz ha utilizado fre-
surge otro, no sólo con metro distinto, sino también cuentemente esta clase de contraste). Por tanto, COI1-
lento y solemne: viene distinguir uno de! otro ambos géneros de hec~os.
e) Y llegamos a la cuestión del l'itmo, que reqll1ere
1 En lo que a las voces se refiere, pensemos, verbigracia, en el
observaciones mucho más importantes.
"Duetto" de las Romanzas sin palabras, de Mendelssohn, equipara-
ble a la "Oaristys" de Chénier. La \'oz del hombre y la voz de la En primer lugar: ¿qué es el ritruo?
mujer se distinguen únicamente en la contextura del propio texto Es la form~ 'conferida a Ilna progresión por e! re-
musical (y por cierto en forma muy clara). ~mno, ;1 intervalos iguale" de elementos ele una organi-
LA MÚSICA DEL VERSO 197
196 MÚSICA Y LITERATURA
zac~ón cíclica precedida por un esquema, lo más simple armonía (variaciones del bajo fundamental, retardos o
pOSible, que reproduce indefinidamente y continuamen- anticipaciones, ctc ... ). El simple alternar tónico -do-
te sus efectos. 5 minante; o también de "notas buenas" y "notas de
Uno de los esquemas rítmicos más simples es la al- transición", basta para apuntalar un esquema rítmico
ternancia (ritmo binario: "ababab" ... ), o la disposi- en soportes armónicos. En todos estos casos, por cier-
ción ternaria ("abbabbabb" ... ) de dos "qualia" in- to, es posible emplear idéntico lenguaje, reconociendo
tensivas: tiempo fuerte y tiempo débil. Pero todo ritmo el retorno deliberado de un:¡ thesis (especie de punto de
no es necesariamente intensivo. El ritmo puede esta- apoyo estático) y una arsis (cuyos elementos son atraí-
blecerse sobre dos "qualia" de duración (larga y breve); dos a la siguiente thesis, en la que desemboca su movi-
e mcluso sobre sistemas de duración mucho más ela- miento). Ya veremos más adelante la importancia que
borados que el binario o el ternario, y en que intervienen todo esto tiene en poesía.
apreciaciones cuantitativas precisas (la redonda, la ne- Decimos, pues, que el esquema preside la organiza-
gra, la corchea, etc ... ). El ritmo característico de una ción cíclica de la progresión. Esto significa que los datos
"habanera", de un vals sincopado, de una "siciliana", concretos, bajo este dominio pueden disponerse en for-
etc . .. , es lo bastante orgánico, en el único diseño plan- ma de figura s variadas, a veces muy complejas. El mis-
teado. por las diversas duraciones de los elementos, como mo esquema binario presidirá, por ejemplo, todas las
para Imponerse por este mismo diseño, independiente.. figuras de la siguiente sucesión, evidentemente en dos
m~nte de todo acento de intensidad; lo que incluso, per- tiempos:
mite a veces efectos.de contraste (contratiempo) entre
este ytmo de duraCión y un ritmo de intensidad pro-
.J.J .J J. J'J .1')) .1 1))J ,¡. J d
porciOnado por un acompañamiento. Y no olvidemos
tampoco que, en nuestra música clásica, el ritmo tiene
investiduras armónicas; por lo general suficientes para
J)
--3
que en un eje.r~icio escolar a cuatro voces, en que no La reiteración pura y simple de una disposición única
figuren las diVISiOnes de los compases, sea posible resta- (cuyo resultado es la transformación del esquema orga-
blecer éstas por la sola inspecci6n de los hechos de nizador en una figura concreta invariable L por lo ge-
neral corresponde a un arte de carácter primitivo y
5. Rogamos al lector (en particular al estudiante de estética), rudimentario (y ya veremos más adelante la importan-
~onsldere que esta forma se examina aquí muy detenidamente, por cia de esta observación).
Igual en lo que no expresa, que en lo gue expresa. Por ejemplo, La duración propia del esquema rítmico constituye
obs:rvemos gue. por igual. le conviene al ritmo en el espacio, gue un "compás". Por lo general, y desde hace varios siglos,
al ntmo en el tIempo. S.I se trata de p~esía o de música, se podría
decIr : es la forma confenda al tIempo por .el . retorno, etc... En el se le señala, por medio de la "división del compás".
ntn;o temporal, l~ identidad, o isocronismo de los intervalos (es Conviene no olvidarnos de que ésta no supone en modo
decI~ de la duraclOn :ntre un tiempo cualguiera tomado al azar y alguno un corte: tan sólo es el signo convencional del
el h~mpo correspondIente del SIgUIente comp<Ís) sólo puede ser lugar a partir del cual, en un movimiento continuo y
aproxImada, pero, en principio, es rigurosa; sus variaciones, en
cuanto son c1ar~mente percep tibles,. revisten un carActer agógico. cíclico, se en1piezan a contar los elementos del ciclo,
LA MúSICA DEL VERSO 199
J98 MúSICA y LITERATURA
hasta el retorno del primer elemento que constituirá hecho poco frecuen te), o tor~a. ,a confundir la (cual te-
una repetición, al empczar a manifestar de nuevo el nía que ser, y pese a la ddll11ClOIl que nos da) con un
mismo esquema. corte gramatical, y no rítmico. . .
Para que en el verso francés exista ritmo, scrá por El simple hecho de emplear la 111lSma palabra de
tanto nccesa rio poder cncontrar <;: llél tales esquemas corte para el corte métrico y el corte gramatical impli-
formales de repetición. E s menester (si el ritmo es un ca que se asimilan ambos hechos; que se con\'lerte el
hecho) descubrir el esquema que lo engendra; y hallar corte métrico, si no en una pausa o en un descanso, al
la notación susccptiblc de destacarlo. Mas el método menos en lIna separación, un verdadero corte, una diS-
empleado al respecto, cn la obra que comcntamos re- continuidad.
sulta inquietante para el " comp:1rador". ' y al desconocer de este modo el h echo señahdo
En ~lla se empica el término "corte" (de por sí ya dc q~c, en la teoría gencral de los ritmos, el lugar ocu-
muy ar~iesgado; pero, . en efecto, a veces empleado en pado por la división del compás carece dc imp?rtanci~ ;
tal sentido en prosodia) para designar la división dcl que es lícito discutir acerca de la convemenCia de Si-
compás .. Se dice, sí (y esto cs correcto), que "un corte tuarla después de la arsis, o después de la thesís; y q.ue
no es, ~i .~l11a pausa, ni u~ descanso, sino simplemente csta elección debe obedecer a las ventajas, o a los iD-
la tranSiClOn de un campas al siguiente" (p. la); pero cOnVC 11!entes algorítmicos de cada sistema, M. G~am -
se supone que cl lugar de csta transición queda objeti- 111ont, para que la división coincida con el c~rte, tiene
vamente señalado en el verso. Y, ante todo, se le busca que situarla (ya que, en francés~ el acento ,siempr~ va
en un corte gramatical (aunque se reCOnoce que "no acompañado de un corte gramatical) despues del tIem-
siempre" existe coincidencia), 10 cual lleva a escribir po fuerte, después de la "thesis"; contrariamente a la
(p. 10) : "Los tres primeros acentos (en el verso que costumbre musical. Podrá parecer esto cosa nimia; ya
sirve de ejemplo.": Bajo ti, Hierusalem mortífera, su- veremos que sus consecuencias son . " ¡pavorosas!
blevada) van seguidos de un corte, y así el verso se en- Cosa curiosa, nuestro autor no parece haberse pre-
cuentra dividido en cuatro elementos, o compases. guntado si esto era correcto, y qué principios implica-
Aquí, el "comparador" no sólo se siente inquieto ba. Incluso nos brinda este "convencionalismo" cual
sino indignado. ' si constituyera, o comprobara, un hecho positivo y oh-
La cesura sola (entre los hechos prosódicos) es un jetivo (como se desprende de la ,lectura de la ~rase amba
corte,~ y un corte gramatical, que fundamentalmente mencionada, y de otros varios parrafos de su libro ). Esta
se refiere a la separación de las palabras y en francés falla, o mejor este error inicial de principio, acarrea con-
más exactamente a la separación de los gr~pos de pala: secuencias muy notables. Digo bien: un error. Y es
bras. Es un corte obJetivo, que puede reconocerse for- que, ante tod'o, es un error presentar como un hecho
malmente en un texto . 1',,1. Grammont, que convierte lo que sólo es una fórmula de notación. Después, por-
la cesura en una "pa usa", la mayoría de las veces la · que la costumbre musical se funda en la ló~i,ca: ~n el
volatiliza (pues la pausa que habría de señalarla es reconocimiento de hechos inh erentes a la nOClOn misma
del ritmo. Y así, M. Grammont abre, entre el ritmo
G Crestlra, en latrn, quiere decir corte en todos lds sentidos.
Caesura S)' lvac: un corte de madera .
musical y 10 que él presenta como ritmo poético, un
LA MúSICA DEL VERSO 201
200 MúSICA y LITERATURA
abismo que sólo obedece a la diferencia de las nota- cíclica, el módulo de duración del compás permanece
ciones. Y, cosa aún más grave: llega hasta presentar idéntico, cualquiera que sea el vocablo que 10 propor-
19u~l.mente como, P?sitivos cierto número de hechos pa-
ciona (mais y et o tout y l' ar). Mas en un verso que
radopcos, fruto umcamente de esa deplorable fórmula empieza con una sílaba larga como este, que es típico:
que ha adoptado.
Digo que la costumbre musical se funda en la ló- Vaglles, dormez, dormez, souffrances maternelles
( Millevoye )
gic~. Un~ de su; ~otivos principales 7 se basa en que
el lsocromsmo ntmlco, el cual admite mucha latitud [Onda" dormid, dormid, dolores maternales]
(con compensaciones) entre la duració n de los elemen-
tos en el interior de un compás, pero muy poca cuan- conviene destacar que la señal del isocronismo, caerá
do. se trata de la duración del compás entero, busca su siemprell en el comienzo de las sílabas va, mez, mez, ran,
pnnclpal punto de apoyo en el principio, y no en el nel. Por tanto, la investidura local de esta exigencia de
fin al del tiempo fuerte. isocronismo es la que puede sitl!larSe escribiendo:
Y exactamente igual sucede en poesía. Fácil es ad- / Vagues dar / mez, dar / mez, souf / frances mater /
vertirlo, lo mismo en las grabaciones fonéticas experi- nelles l.
mentales, que, simplemente, pidiéndole al declamador Los grupos de sílabas existentes entre las divisiones
que marque el compás. O también, haciéndole oír, de los compases, son de duración casi idéntica. En
mientras declama, el sonido de un metrónomo; 8 pro- música:
ce?imie.ntos ~uyo objetivo y cuyo efecto, son crear la
exigenCIa del Isocronismo. Y así puede observarse, siem-
pre (y era de esperar) que, en efecto, la señal isocró· Id J~ I J
mca cae en el principio de las sílabas acentuadas (o
largas, 10 cual es 10 mismo en francés). En un verso
Ahora bien, según los principios, o mejor los con·
como éste:
vencionalismos, adoptados por M. Grammont (y por
algunos teóricos más, pero la autoridad de Grammont
Mais tout dort, et l' armée, et les vents, et Neptune
ha reforzado el número de éstos) las divisiones de los
[Mas todo duerme, y la tropa, y los vientos y Neptuno ... compases, colocadas después del tiempo fuerte, resul-
(Racine) ] tan que en música scría: Va I gues dormez I dormez I
souffran I ces materneIles.
en que la fi~ura rítmica es regular, y no acarrea ninguna
9 En el laboratorio, hemos grabado este verso recitado por
compensaclOn, el lugar de la señal no tiene consecuen- unas veinte personas distintas, y varias veces, unas con sugestiones
cias importantes, porque, a causa de esta regularidad metronómicas de isocronía, otras, incluso, con señales visuales (por
medio de un aparato de Koffka) ; y nunca se nos ha presentado una
7 Existe otro, que indicaremos más adelante.
excepción . Empero, con las señales visuales, se da cierto retraso
S A lOS centisegundos, duración media del compás rítmico cn la acomodación, lo cual hace que los hechos, en la gráfica, resul-
verdadero en esta declamación isocronizada. tcn menos seguros.
202 MÚSICA Y l;lTERATURA LA MúSICA DEL VERSO 203
a igualarse a las seis sílabas del último compás. No sólo
1/ O I J J d I J' el I \ .l d IJJ J J ) I '----...-/
es concretamente impracticable, sino que en modo al-
guno responde a la realidad del objetivo tlel isocronis-
3 mo, el cual, de hecho, como lo acabamos de comprobar
(e, insistamos en ello, ha quedado experimentalmente
Lo cual es absurdo, e impracticable. 10
establecido) tiende únicamente a igualar las tres síla-
Podríamos decir: esto no importa, ya que el prin-
bas 1 Vagues, dar 1 (mez) a las cuatro sílabas (souff) 1
cipio de la colocación de la división del compás carece
rances mater 1 (nelles), lo cual exige sólo una aComo-
de importancia. Mas, observemos que en el último dispo-
dacióll agógica m uy débil. Y la compensación de los
sitivo, resulta que (cual, en efecto, dice M. Grammont,
tiempos (en particular en la duración de las dos sílabas
y habremos de insistir en estos pretendidos "compases
breves, en un compás, de tres en el otro, sobre el con-
monosilábicos") se darían sílabas que, por sí solas, junto que comprende la sílaba larga) se efectúa en el
form~dan un compás, "Va (gues)", y -para el isocro-
interior de un mismo compás. y éste cs el único crite-
nismo- tenderían a alargarse lo bastante como para
rio objetivo verdaderamente rítmico del compás, el cual
equipararse en duración (siquiera en principio) a com- es: el conjunto, en el interior del cual pueden producirse
pases distintos. "(Va) gues dormez 1 o (souffran) 1 ces compensaciones de tiem{Jo. La división del compás cae
maternelles 1". y como esto no puede scr y, en efecto, entonces objetivamente en el punto en que la 'exigencia
nunca ocurre, M. Grammont se ve obligado a escribir: de isocronismo se hace imperativa. Punto que, digá-
"No es imposible que un compás sea de doble duración moslo una vez más, es cl princiPio de la duración de la
que otro. Mas el oído ... se preocupa muy poco de sílaba acentuada.
estas disparidades ... Con tal de que encuentre regula- Así vemos cómo el autor (por no haber sabido, o
ridad en la variedad, queda satisfecho" (p. l4) . De querido, tomar en consideración un punto esencial y
ser así, el oído poético sería ¡asombrosamente toleran- perfectamente establecido de la teoría general de los
te! ... pero no es así. Estos compases, que duran el ritmos) se ha visto obligado a alegar un hecho imagina-
doble que ros demás, sólo son fruto de ]a forma que les rio: la supuesta condescendencia del oído poético para
imprime M. Grammont, cuando coloca arbitraria y au- con tremendas desigualdades en el isocronismo, tan sólo
tomá ticamen te una división después de todos los tiem- para justificar la distancia entre lo que es y lo que debe-
pos fuertes . Ello da origen a esa necesidad peculiar de ría ser conforme a Sll teoría. Pero, digámoslo de nuevo,
considerar la sílaba Va de nuestro verso de Millevoye es únicamente la teoría, o más exactamente la fórmula
cual si por sí sola constituyera un compás, y tendiera inicial irracional, elaborada sin discusión, la que crea
esta distancia, justificada después por la afirmación de
10 Repárese en la imposibilidad de obtener, en los. artificios paradójica tolerancia.
experimentales que acabamos de indicar, que el ejecutante haga y veamos ahora las consecuencias propiamente es-
coincidir la señal isocr6nica con las divisiones del compás de esta
guisa dispuestas, es decir, con la terminación de las sílabas fuertes téticas de tan malhadado convencionalismo.
(o con el comienzo de la primera de las sí labas débiles de I1n Su resultado, es que ciertos versos, en la Escuela
grupo) . de Maurice Grammont, se citan como objetivamente
204 MúSICA y LITERATURA LA MÚSICA DEL VERSO 205
divididos en cuatro compases. Así, en el anterior cita- esto se desprende una interpretación métrica del verso
do, de Racine, se llegaría al resultado siguien te: de tal índole, que los elem·entos en que se inscribe eí
esq uema rítmico, a parecen repetidos en cua tro figuras
Mais tout dort, et l'armée, et les vents, et Neptune
idén ticas (dos débiles y una fuerte ); lo cual, como he-
Mais tout dort /, et l'armée, / / et ies vents /, et Neptune mos visto, es una de las formas métricas más prillli-
tivas.12
(en que la barra doble indica a la vez la cesura y el llamado Mas, todos estos inconvenientes -o más exactamen-
corte métrico. )
te todas estas inferioridades estéticas- son únicamente
¿Es correcto este res ultado? Desde lu ego, no. Pues solidarias del modo de escansión adoptado, y desapare-
(sin contar la desaparición de las señales isocrónicas): cen tan pronto -insistamos en ello- uno se conforma
primero, ello implica la asimilación, o la coincidencia inicialmente a la costumbre musical (la cual se basa en
estadísticamente predominante (salvo en caso de letra razones muy serias, referentes a la condición del ritmo
muda final no eludida, única excepción admitida por en general; razones que son, íntegramente válidas en poe-
M. Grammont: véase p . 12 ) de la división del compás sía), y se coloca la división de los compases antes de la
con un corte; lo cual, estéticamente, es, por lo menos, thesis. Esto, en todos los casos está justificado aun
penoso y, en todo caso, totalmente irracional, ya que el cuando no se busque expresamente la analogía con la
esquema ríbnico sólo es el principio cíclico de un pro- música . Y entonces (empezando con un compás que no
ceso continuo. La colocación de la división del com- comprende la arsís, cual tan a menudo sucede en las me-
pás antes de la thesís, entre otras razones (aparte de la lodías) tendremos : Mais tout / dort, et l' ar / mée / / et
del isocronismo) tiene la de señalar esta continuidad les / vent et Nep / tune, donde hay una cesura, en la
(por la atracción de la arsís hacia la thesis siguiente, a acepción general del término, y en que únicamente son
través de la división) que en la notación contraria está idénticos dos compases (el segundo y el cuarto), y los
sustituida por una discontinuidad; segundo, que de otro tres varían el esquema común, el primero por el
esta escansión resulta también qu e la cesura cae entre silencio sobre la thesis, el tercero por la presencia de
dos compases, lo cual carece de sentido, con relación la cesura, y el último por el suspiro en el segundo ele-
a la definición más general de la cesura, que implica mento de la thesís.1 3
un corte verbal que cae en el in terior de un compás (en 12 Se dirá que son cuatro anapestos ( u u - ). Pero, más
latín cesura designa incluso la sílaba que precede el adelante demostramos que, o no son efectivamente anapestos (yen
corte, y entonces se define como la última sílaba de consecuencia el verso de que se trata no es un tetrámetro ); O los
una palabra, que queda al final de un pie para comen- versos franceses más hermosos son cosa bárbara, y se comprenderá
lo admitamos únicamente si no hay más remedio. A prop6sito de
zar el siguiente), lo cual, en fin, al hacer coincidir el estas diversas posibilidades de escansi6n a discutir, recordemos que
corte métrico con la cesura, hace de ésta última tan el pentámetro griego pasaba por t ener dos anapestos, antes de que
sólo un agravante del molesto hiato entre los com- Hefesti6n propusiera la escansi6n por espondeos catalécticos (lo
pases, ya discontinuados; 11 y, en fin, en tercer lugar, de que había de transformarlo en hexámetro , si bien conservando su
primitivo nombre ).
11 Esto sería tan absurdo como que un músico quisi era poner 13 A veces, al exponer las razones que determinan esta escan-
U11 cald er6n en la división entre dos compases, si6n, se nos ha objetado el susodicho inconveniente de cortar las
206 MúSICA y LITERATURA LA MúSICA DEL VERSO 207
Esta escansión (ya justificada por la simple coloca- del uno son los acentos, y del otro las sílabas largas y
ción de las divisiones en las señales del isocronismo) es las breves. Ahora bien, queda fonéticamente demostra-
a la vez estéticamente benéfica: revela, en el verso en do que, en el verso francés, los tiempos fuertes son las
cuestión, una estructura artistica interesante, variada, sílabas largas: en proporción, duran mucho más que
orgánica. y además tiene la ventaja (que no es de poca los débiles; lo bastante para que sea posible, experi-
monta) de permitir comparar este ritmo a un ritmo mentalmente, destacar los acentos por la simple graba-
musical, lo mismo que al de un verso griego, latino, in- ción de los tiempos (véase, no sólo la obra de Maurice
glés o alemán. Grammont, sino también "L'Alexandrin fran~ais d'apres
En efecto, de esta escansión resulta que el alejan- l;¡ phonétique expérimentale" de Georges Lote, 1913) .
drino cs un pentámetro, exactamente igual, y conforme y además, aun cuando esto no fuera así, el argumento
a los mismos principios que es un hexámetro el verso vendría a ser la negación del derecho de utilizar el pro-
siguiente: pio término de ritmo para el uno y para el otro, bajo
el pretexto de que el ritmo inviste en ellos en porta-
Danec e / ris fe / lix / / mul / tos riume / rabis a / micos dores distintos, lo cual -como hemos visto- en nada
impide, por ejemplo, en música, hablar siempre de rit-
Efectivamente, o hemos de decir que no empleamos mo. Precisamente, gracias a la notación expuesta más
las palabras en su acepción universal (yen este caso ¿a arriba, el ritmo se convierte en "unívoco" -o más exac-
qué llamar tetrámetro, pentámetro a hexámetro a un tamente, el hecho estético del ritmo resulta idéntico-
verso francés clásico, si ello en nada responde a lb que en un verso francés, o en un verso latino, inglés o ale-
se llama así en otras partes?); o, se realiza de veras una mán. Y entonces se advierte que el verso francés no es
asimilación entre e1 verso tenido por tetrámetro, o por menos musical que estos otros. Y siendo así ¿por qué
hexámetro, y los tetrámetros o hexámetros de las demás perjudicar al verso francés, adoptando sólo para él (con-
versificaciones. Y entonces, habríamos de basar .esta traviniendo sólo para él el hábito general y racional) un
asimilación en los mismos convencionalismos que, en sistema de escansión que precisamente impide compro-
otras partes, originan estos tetrámetros, o estos hexá- bar su musicalidad? Y que acaba por cortar, igual que
metros. se cortaría en rajas el salchichón (discúlpesenos este
Tal vez se nas arguya:. el verso francés y el verso la- ejemplo, pero el hecho emociona) en cuatro anapestos
tino no pueden compararsc, ya que el principio rítmico iguales, el segundo de estos versos de "Fedra", ejemplo
nobilísimo de la música raciniana:
palabras can la división del compás. Nacla malo hay en esto; y así Et Phedre, au labyrínthe avec vous descendue
lo hace la escansión normal de un verso latino, al igual que la es·
critura normal de un canto can palabras. Mas, de constituir un
Se serait I avec vous 11 retrouvée I ou perdue?
inconveniente (o un disparate Con relación a la lengua francesa) tal
[y Fedra al laberinto con vos descendida / ¿Sería con vos en-
inconveniente nos lo encontraríamos exactamente igual en el otro
sistema, en clonde aparece en cuanto la e muda se presenta no eli· contrada o perdida?] .14
dida (como se recordó antes). Ejemplo (escansión Gramrnont):
14 Cosas buenas, junto a otras que no lo son tanto, pero que
\'ous mouru / es aux bords / / al! vous fiI / tes laissée. siempre son interesantes, se encuentran en las cuatro páginas dedi-
208 MúSICA y LITERATURA LA ~,,!ÚSICA DEL VERSO 20<)
Pues, el verso de esta suerte formado ----<:uatro ana- haciendo de esta suerte dos pies con un espondeo; o
pestos, sin cesura, y un corte verbal entre cada pie-, se como si, en una melodía, un copista ignorante pusiera
haría acreedor a todo el desprecio que muy justificada- automáticamente una división de compás después de
mente un latino, un anglo-sajón o un germano, tendrían cada blanca .. " logrando en esta forma, en un grupo
por un tetrámetro constituido de este modo . ¿Será que de alejandrinos, una mescolanza harto peregrina de trí-
realmente conviene asignar esta estructura prosódica (y, metros, tetrámetros, pentámetros y hexámetros; cual si
repitámoslo, únicamente a causa de una notación de no existiera entre ellos ninguna unidad prosódica.
por sí paradójica) al ritmo de algunos de los versos más Maurice Grammont, cuando analiza los versos del
hermosos de la lengua francesa? Pues, entonces, que principio de la "Ifigenia" de Racine (Heureux qui, satis-
se nos diga siquiera (y esto es cierto, y sería para nos- fait de son humble fortune, etc.; Feliz quien, satisfecho
otros un alivio), que no es posible anotar en esta forma de su humilde fortuna), nos dice: "La variedad de es-
un ritmo en el sentido general de la palabra; que será tos versos, desde el punto de vista rítmico, procede úni-
preferible no adoptar una notación susceptible de brin- camente de que sus compases, unas veces están cons-
dar una musicalidad, en ciertos casos, en cl sentido de tituidos por tres sílabas, otras por dos, otra por cuatro,
una afinidad artística real con los medios de la música, y que uno de ellos, incluso, presenta asociados un compás
o en el sentido en que se pondera esta calidad en un de una sílaba y uno de cinco" (p. 87). Se comprende
verso de Goethe, o de Shelley; y, por último, que la apa- que también habríamos de protestar contra cualquier
rente carencia estética del verso francés, de este modo exégeta de estética que creyera poder decirnos algo aná-
presentado, se debe únicamente a las convenciones de logo para explicarnos el interés rítmico del lied "El
notación, deliberadamentc elaboradas al margen de toda Tilo", de Schubert: "este lied es interesante a causa de
intención y de toda posibiliclad de perseguir y presentar la variedad del ritmo: en efecto, el primer compás con-
analogías reales, si es que las hay, entre estos versos y tiene una nota, el segundo' cua tro, el tercero tres, el
lo que se aprecia estéticamente en otras partes. cuarto cinco, y el sexto dos". Esta enumeración resul-
Digamos también que el principio por el cual se taría exacta . ¿Será menester decir que a un músico le
coloca automáticamente la división del compás después parecería cómica? Resulta más justificada en poesía,
del acento, acarrea aún este último resultado, extraño, porque en ella los hechos rítmicos son realmente más
estéticamente paradójico, ofrecer el mismo número de toscos que en música. Pero ello no es motivo para sim-
compases que de acen tos, cual si, por ejemplo, al escan- plificarlos aún más, y en especial para hacer desaparecer,
dir versos la tinos, se pusiera un corte an tes de cada larga, por medio de una simple enumeraeión de los acentos
(o por la enumeración correlativa de los atónicos que
cadas al análisis estético de este solo verso de Racine en una tesis
reciente de J. P. Krafft (La forme et /'idée en poési~, 1944, pági-
se les unen en arsis), las figuras que se desprenden de
nas 84 ss.). Mas ¿cómo puede él que es poeta, ver en ello, efecti- las varias combinaciones de los diversos arabescos traza-
varnente~ cuatro anapestos, lo cual le lleva no s610 a no poder seña- dos por estos sistemas.1 5
lar estétIcamente, desd~ el plinto de vista del ritmo sino el hecho
de u,na. "insistente reiteración"? que lo escanda ~sí: un pírrico, 15 Con riesgo de ser cxcesivamente extensos, nos aplicaremos,
un dactIJo, un pIe con cesura y dos anfibracos, y ya nos dirá lo que a propósito de lo antedicho, acerca del procedimiento empleado
ocurre.
para la notación de los ritmos por P. Servien (pues es cuestión
LA MúSICA DEL VERSO 211
210 MúSICA y LITERATURA
En el conocido verso de Lamartine: ticular muy numerosos en Leconte de Lisle. Su solo
poema "El Corazón de HJ'almar" contiene hasta tres:
La vie apparaissait, TOse, achaque fenétre ...
Dans Upsal, ou les Jarls boivent l? ?onne biere . ..
[La vida aparecía, rosa, en cada ventana .. .) Jeune, brave, riant, libre et sanS fletnssure . ..

el verso, desde el punto de vista rítmico, resulta "efec· [En Upsala, do'n de los príncipes beben buena cerveza . .. / jo-
tista", cual 10 son siempre los alejandrinos con acento ven, noble, risueñO, libre y Sin tacha ... 1
inmediatamente después de la cesura. Aparecen en par-
y:
demasiado importante en estética comparada para qu e sea lícito Tu la venas debout, blanche au longs cheveux noirs
prescindir de ella).
El sistema consiste cn anotar el ritmo de un verso como el de
Racine, que se acaba de citar: Heureux qui, satisfait, etc., en la [Tú la verás en pie, blanca con sus largos cabellos negros 1
forma siguiente: 2 1 3 3 3.
Por ciertos aspectos, parecc mcrecer las críticas que acabamos de el último absolutamente idéntico al esquema lamarti-
leer. Mas esto no sería co mpletam ente justo . Este procedimiento,
muy abreviado (lo cual es ventaja consider~ble), es absolutamente niano. ,
justo, si se comprende que no representa directamente el ritmo, Abundan todavía más en Mal1arme :
sino una estructura de la cual es función el ritmo, y de la cual se
saca un dato matemático, al anotar simplementc el número de síla· Calme bloc ici-bas chu d'un désastre obscuro . .
bas, de nna larga a la larga anterior (o al silencio previo); y guaT- Voit des galeres d'or beUes com me . ~es cygnes ...
dándose de pensar que los intervalos de este modo medidos puedan Sortírait le frisson blanc de ma nudlte . . .
ser segmentos divididos por cortes, y menos aún pies métricos. Pero Le visible et sereín souffle artificíel. ..
esto nos permitirá indirectaméntc rcstablecer estos últimos. Por
ejelnplo, el hexámetro Donec eris feIix, etc., habrá de anotarse, según [Bloque en calma aquí abajo ~aído por oscuro desastre . .. / ve
estos principios: 1 3 1 1 1 1 33 1. Lo cual permite evidentemcnte galeras de oro bellas como CISnes .. . / e~nergerá el estreme.cI-
reconstituir el sistema de las breves y de las largas, el cual, a su
miento blanco de mi desnudez ... / el VISible y sereno hábito
vez permitid la escansión, y, por tanto, logra restablecer por fin
los verdaderos pies métricos; pero sin ofrecer de éstos, en modo artificial. .. ]
alguno, UDa imagen directa. Cual puede verse, este procedimiento,
legítimo y cómodo, sólo presenta el inconveniente de ser muy arries- y tn fin Panl Valéry en su versificación, les asigna
gado si se pierde de vista su verdadera índole; y d e aplicarse cómo- un p~pel ver'daderamcnté' orgánico. ~,res en el solo so-
damente tan sólo a los ritmos en que las largas, o los acentos, aparecen
casi constantemente separados por breves, o por átonas bastante neto de la "Dormeuse (en Charmes) :
numerosas, cual, en francés, se da muy especialmente en la prosa .
y cuando se trata de música, este procedim iento (desde luego verá en esta obse rvación, primero un hon1enaj e a la habilidad con
sólo aplicable a las formas rítmicas más toscas, más rústicas) muy que abrevia las notaciones rítmicas en francés (merced a un Sistema
pronto seria deplorable. Podemos, desde luego, anotar el ritmo de cuya legitimidad subrayamos, pese a sus riesgos, y que sólo habrá de
l0s primeros compases de: I1 pleut bergere; 2 2 2 1 1 3 2 si n esta- acarrear resultados err6neos en caso de una torCIda Interpretac,6n
blecer ninguna diferericia entre las negras y las corcheas; pero en del algoritmo); y también habrá de ver una almst~sa d,sc~s,ón ~cer.ca
la tonada Au c1air de la lune, csta notaciÓn ya apenas es posible ... de las dificultades y exigencias metódicas com ple)as de mvestlgaclO-
P. Servien, cuyos interesantes trabajos apreciamos en cuanto valen, nes que a ambos nos interesa .
212 l"rosItA y LITERATURA LA MOSICA DEL VERSO 213

Quels secTets dans son coeUT brille ma jeune amíe . .. de la cesura, de las dos largas: en una palabra, la presen-
Dormeuse, amas doré d'ombTes et d'abandons . . . cia de un espondeo en el pie sobrc el cual cae la cesura.
De un espondeo en lugar del troqueo ordinario. Y estos
[Qué secr~tos en mi corazón quema mi joven amiga ... / dur- son, en efecto, los verdaderos "espondaicos franceses",
mIente, cumulo dorado de sombras y abandonos ... ] aquellos cuyo efecto artístico puede equipararse al del
espondaico latino (caracterizado por la presencia excep-
y:
cional de un espondeo en el penúltimo pie del hexá-
o bíche avec langueur longue aupres d'une gTappe. metro) .16
En una palabra, lo esencial en el metro poético, es
[oh corza con languidez larga junto a un racimo ... ) el arabesco del dibujo trazado por la onda rítmica. Si
hemos insistido tanto en cuestiones de pura notación,
. Nos ~allamos, pues, realmente en presencia de un no es porque nos intercsen por sí mismas; es porque la
tI~o conSIderable y notable, desde el punto de vista 't notación, sea la que fuere, que se adopta, sólo sirve cuan-
mIco. n - do hace resaltar el perfil de este arabesco, que es lo
¿hora bien ¿qué es lo que caracteriza estéticamente único que importa.
su e ecto? .No es en modo alguno, la presencia de cua- y no cabe duda de que, en ciertos aspectos (lo cual
tr?, o de CInCO acentos rítmicos (cuatro: en Sortirait le bastaría para justificar nuestra enérgica oposición a las
fnsson\ Dormeuse; o biche; cinco en Teune, brave; Voit escansiones del Sr. Grammont), no cabe duda de que
des gaferes; seIS en Calme b!?c). Tampoco la presencia, este arabesco es tanto más impresionante, tanto más au-
despues de la cesura de un seudopié monosilábico". El tónomo, cuanto que, lejos de señalarse burdamente por
recurso a un térmmo monosilábico es s610 el medio cortes gramaticales, interfiere en éstos; alza y deja caer
v~rbal. nece~ario, teniendo en cuenta el material filoló- de nuevo, con flexibilidad, la materia verbal, sin recor-
gl~o dlsp?n.lble en francés, para lograr este sistema rít- tarse en discontinuidades sobre su apariencia material.
mIco ..~I ~Iqulera es el próposito de destacar el término Para tener la prueba de ello, basta con invocar la enorme
mo~osrla blco rose o libre, blanche o belles o longues diferencia artística entre el siguiente verso del mismo
etcetera. El que est~ t~rmino resalte, obedece (y ello; poema de Leconte de LisIe "El corazón de Hjalmar",
por. supuesto,. es sem~ntIca y estéticamente justo. sobra que abunda en curiosos refinamientos rítmicos:
~ec![lo) al sIstema ntmico adoptado. Lo esen~ial en
este es seg~rame~te el arabesco, tan peculiar en el se- La lune froíde verse au loín sa pale flamme.
gundo hemlstIqu.lo, el cual, después, de la elevación del
acento, en el pnmer hemistiquio, sobre la sílaba de la [La fría luna vierte a lo lejos su pálida llama.]
ce~ura, vuel;e a tomar el segundo sobre un acento ¡gua'l
°ó;ncluso .mas fuerte, para rebajarlo en seguida, y elevarlo 16 Sainte-Beuve ha hablado del efecto artístico y del encanto
s o, al fmal, sobre la palabra de la rima. y el resul- particular de los espondaicos de Virgilio. Victor Hugo, que también
t~do, y esto es lo esencial. ~n .este efecto, es la yuxtapo- gustaba de ellos, dice haber querido producir expresamente análogo
efecto en fancés. Es de lamentar que no nos haya dicho a cuáles
SICIón dIrecta, la consecucIOn mmediata, en ambos lados d~ sus versos atribuía esta calidad.
214 I'v!OSICA y LITERATURA
LA M OSICA DEL VERSO 215
Nadie podría negar el interés de un arabesco que un acento inmediatamente antes del terminal; que, por
consigue, en forma absolutamente regular, alternar una tanto, el grupo anfib raco (u - u) se impone como
brev~ ~ una lar&a~ sistema difícil de lograr en francés en termin ación constante. 1B Y entonces los dos pies que
condicIOnes estetlcas sa tisfactorias.l7
aún siguen sin indentificar y completan el pentámetro,
Compáresele al verso de Hugo (en "El Año Terri- son forzosamen te, en este vc rso, un an~ibraco (u ;-, 0 )
ble"), mencionado Como hexámetro por Grammont, y
y una anfimacro (- LJ -); la presenCia de este ul,tlmo
del que lo m enos que pueda decirse es que no se tra ta
de una obra de arte: tipo dc pie en el cuarto compás es ~I hecho excep~lOnal
que constituye la originalidad rítmica del verso Citado,
en el cual todos los demás pies son normales. 19 .
Ni beau ni laid, ní haut ní bas, ni cl;aud ni froíd.
No decimos esto por el gusto de atacar con todo el
[Ni herm oso ni feo, ni alto ni bajo, ni cálido ni frío .] arsenal técn ico de la métrica , sino porque es un hecho
notorio la posibilidad de expresar en pocas palabras, con
~o creo pueda discutirse que, estéticamente, la dife- es te vocabulario, todas las reglas, de estructura y todas
rencia es enorme. las leyes de euritmia del alejandrmo fr<lncés regular, tal
El verso de Leconte de LisIe, por cierto, puede ayu- como se ha empleado, desde Malherbe hasta Mallarmé.
clamas a lograr precisiones rigurosas acerca de la escan- De todo lo que antecede, se desprende, en .e ~ecto,
Sión del . v~r~o ' francés. Recordemos en efecto: primero, que este verso puede describirse exactamente diCiendo
que se ~mcJa. con un yambo; segundo, que al no ser que es:
espondaico, tiene en la cesura un pie troqueo; y tercero,
que el verso francés nunca admite, cuando es eurítmico, 18 H emos de tener aquí en cuenta la sílaba final femenina, ya
que: prim cro, cucn ta en efecto como un tiempo real (aproximada·
mente 24 centiscou ndos por ténllIno medio); segun do, qu e Intentras
17 En el soneto, yo mencionado , de P. Valéry hallamos el verso : la regla de altern~ r femeninos y masc ulinos imperó en francés, esta
sílaba fue tom ada en consideraciÓn en la estructura del verso, En
Ta (orme au ,'en/re pur qu'un bras (Inide drape J, H ytier: Les technique modernes du vers fra"r;ais (1923 ), se ,!e,:
que es imposible contar como femen tna la IIIna sola en qu e la e
[Tl! forma, de vientre pl!ro, que un ' brazo ligero arropa]
muda ha de ser pronunciada ( tal como lo pwponen J. Romatns y
G. C henncviere, en su Petit traité de VerS¡{¡catlOn, ya que enton-
ql! e tiene exactamente idéntica escansión que el verso de Leco nte ces "'el alejandrino dejaría de tener doce sílabas". Yel hecho es que
d e Lisie, con el corte verbal d espués del yambo inicial (au nque amor- aquí tiene trece. Además, si no se contaran las letras "e" ,m U?3S
tiguado por la supresión de la letra ml!da) ,
El verso de M allarmé : qu e se suprimen en la pron un ciación, con frec.uencla s610 eXlstman
diez u once sílabas . No nos olvidemos, en la mveshgaclón estética,
el e que, de hecho, las "ees" mudas son "ees" psíquicas exactamente
RiCI/f, j'éJ¡~ve au ciel d'été la gra ppe vide como , en música, existen cua rtas que se sobrenttenden, armónicos
[Risueño, alzo al cielo de estío el racimo vacío] inferiores, etc .. . El arte prcscnta inn umerables fenÓmenos de este
orden.
igualm ente yámbico difiere de los ante~iores por un matiz: el d ebili-
10 En pocas palab ras, es preciso escandir, obligatorial\1ente, aSÍ:

tamiento de la larga de la ces ura, bastante selíalado para indicar muy


discretamente el perfil ternario. . i.J - 1 U - u 1 - 11 U 1 - 0 - 1 0 - U
La lune froide verse au loin sa pille flamm e.
216 MÚSICA Y LITERATURA LA MÚSICA DEL VERSO 217

Un pentámetro con cesura pentemímera, cuyo pri- dos blancas)' el seaundo, una blanca y después dos ne-
mer pie es unas veces pírrico, otras un yambo un tro- ° gras, o una ~egra, ~una blanca y una negra, o, por últi-
queo, otras, muy raras, un espondeo, y entonces excluye mo, un tresillo de tres negras (compás de tres, que
un anfibraco, o un tribraquio. El tercero, que comprende equivale, en el tiempo, al compás de cuatro por cuatro)
el dáctilo en el segundo pie. 20 El segundo es un dáctilo, el tercero, una blanca, un suspiro y una negra (o, excep-
la cesura, un troqu eo (raras veces un espondeo, y en- cionalmente, una negra puntuada, un medio suspiro, y
tonces siempre con fuerte efecto estético). El cuarto una blanca); el cuarto, igual que el segundo (y, adema s,
comprende los mismos pies que el segundo (a veces tam- dos negras y una blanca o, excepcionalmente, una negra,
bién un anapesto, o, excepcionalmente, un anfimacro). una corchea y una blanca); y el quin to dos frases, una
Por último, el quinto siempre es un anfibraco, que pue- negra, una blanca y un suspiro, o una negra, una blanca,
de ser completo (con dos versos, y rima femenina), o una corchea y un medio suspiro. 22

,
cataléctico (rima masculina) .21 Se t3irá quizá (y no nos cansamos de prever, de resol-
Todos estos términos, desde luego, tienen exacta-
mente el sentido que se les daría en métrica griega, por 2 3 4 5
ejemplo. Para quienes no estuvieran muy familiarizados
con este vocabulario, y para recordar que la analogía
musical no es aquí menos positiva, se pueden expresar
los mismos hechos diciendo que el verso de referencia es:
---rí Frí f} i if i IrfV7
Una frase de cinco compases de cuatro por cuatro; e! ~ Ir ~r~ i"7 f i7i ill
primero de los cuales (que constantemente carece de!
primer tiempo, cosa corriente en música, en que tan
frecuente es empezar con la arsis) comprende, bien sea
} r, ¡Ti Fr'r
dos negras puntuadas, bien una blanca y una .negra, bien
una negra y después una blanca (y excepcionalmente ( 11) riP
20 Para cada compás métri'Co, clasificamos los pies por orden de (~. v~
frecuencia: el pírrico es el más frecuente en el primer comp~s;
el yambo algo menos; el troqueo es mucho más raro, el "verso tro-
caico" de (del que ya dimos un ejemplo en Nillevoye y del que 22 Aquí se trata de que se logra cuando. se atjen~ ur..:. prin~i­
daremos varios ejemplos en Baudelaire, pero que ya utilizó a menudo palmente al "'ritmo de tiempo", tal cual lo ,~mphca el vocab~lafl~
Racine) es siempre un "verso efectista". En fin, el espcndeo es muy prosódico. Si se atIende prinCipalmente al fltmo de mtensldad
raro. Iguales observaciones valen para los pies siguientes. (lo cual es la analogía musical más directa), vale más, en este
21 Digo anfibraquio cataléctico, y no yambo, porque, en princi- cuadro, correr hacia la derecha la división del compás entre el cuarto
pio, existe una pausa (un suspiro), al final del verso. Puede no ser y quinto pie, y colocarla justo antes de la división terminal, o penúl-
así cuando los versos consecutivos quedan "ligados" en la dicción; tima. Reaparece entonces la escansión directamente mUSical que
pero subsiste casi siempre una "pausa psíquica" y ciertamente un hemos visto anteriormente (p. 20). Lo mismo entre 3 y 4, en
corte. En los casos del verso masculino, la pausa es netamente má s las columnas 1 y 4. Se trata de hacer resaltar los sistemas cons-
larga (sobre todo si el verso siguiente comienza pcr un troqueo) y tantes y los sistemas intercambiables, en la sucesión de largas y
el corte más marcado. breves.
218 N¡(]SICA y LITERATURA LA MúSICA DEL VERSO 219

ver la s dificultades, las objeciones del lecto r): pero ¡si los hechos que caracterizan ambas métricas rcsul~an cada
estas reglas no han sido jamás las del verso fran cés ! ¡Si vez más susceptibles de ser eqUiparados entre SI.
no fueron, ni conocidas, ni reconocidas, por ning¡ mo de Por lo tanto, estas leyes son las que aparecen, cuan-
los poetas a quicnes se las atribuye! do se integran unos a otros este marco. estructural antl·
E sto sería comprender muy mal lo que aquí se trata. gua (el único formula?o en rcglas precls?s) y a las .1,eyes
El alejandrino francés obedeció primero a unas regbs eurítmicas que paulat~namente se h~n Ido .1lI1pOl11en~o
artísticas más sencillas, cuya única característica impor- a una conciencia estética cada vez mas sensible, a la \,ez
tante era mantener constantc el número de doce síla- que a un arte Il}ás evolucionado. . ..
bas,23 pero poco a poco, en este clladro, han florecido Puedo decir, por ejemplo, que ~n espondeo Imc¡a~
hechos artísticos más delicados, más arquitectónicos, y excluye un dáctilo en el se"lllldo pie; mcluso que,. casI
a la vez más exigentes, los cuales, aun respctando el siempre, hace surgir en este segundo pie?4 un tn~~a­
marco inicial, han acabado estructurúndolo estéticamen- quio, como en este verso de Lcconte de LisIe (tamblcn
te en la forma cuyas leyes implicitas hemos proc urado de "El corazón de Hjalmar"):
exponer. y si hemos creído poder emplear la termino-
logía ya dispuesta por la métrica greco-latina, fue porque "Vo, sombre messoger, dis·lui bien que je l' CIÍme:"

23 En efecto, resulta fácil comprobar que las reglas precedentes [Vé, sombrío mensajero, dile bien que la amo]
necesariamente manticnen este número de doce sílabas (o de trece
para los versos femeninos ), pero esto es un solo factor (y al menos O en este dc Rimbaud (en Voy elles )
art ístico de su organización. J. P. Krafft , en Su interesante obra ya
mencionada, escribe (p. 20): " Ello origina, en la poesía francesa, U, cycles vibrements divins des mers virides;
determinado número de pies, según la acepción que éstos tenían
en la métrica latina, O griega, anapestos, dáctilos, espondeos. Estos
metros por sí mismos no cuentan para la estructura del verso. Un
[U, ciclos, vibraciones divinas de verdinosos mares;]
alejandrino regular puede tcner cuatro pies, o metros de tres sílabas,
dos de seis, o tres de cuatr<l: sigue siendo una unidad poética fraD- o también , en este, de Albert Sama in
cesa, por el hecho de las doce sílabas. E n Roma, o en Atenas, no
se preocupaban de este total silábico, y sí sólo de los seis pies, por o Nuit mogicienne, ,6 douce, 6 solitoire.
ejemplo, en el h exám etro." Esto no es absolutamente exacto. Pri·
mero, porque un alejandrino "regular" no puede tener tres pies de [Oh! mágica noche, oh! dulce, oh! solitaria .]
cuatro sílabas, y no podría ser una unidad poética francesa si fuera
tan lato respecto a su ritmo (pero Krafft DOS habla aquí según los
conceptos de Grammont). En' segundo lugar, no es cierto que la mé· Esto significa que el arabesco ritmico, difícilmente
trica grecolatina se haya despreocupado siempre del total silábico. podría aguantar la pre~encia inic~al de tres largas con-
Un yámbico puro (Phaselus i/le quem videtis hospites) , o un ascle- sccu tivas (a no ser, OCIOSO es deculo), en casos en que
piadeo (Nympharum qu e leves cum satyris chori) tienen necesari a·
mente doce sílabas, sobre un arabesco rítmico por cierto bastante
distinto del alejandrino francés. Repárese quc el asclepiadeo ha 24 En otros términos (y teniendo en cuenta el hecho de que el
sido interpretado históricamente de dos modos, un modo de escan- tercer pie, troqueo o espondeo, siempre cómien~a por una larga).
sión que hace de él un tetrámet ro, mientras que el otro, que ha esto quiere decir que, cuando el pnmer hemlstlqUlo empleza aSL
predominado, hace de él un pentámetro. _ _ ; prosigue casi siempre así: v 0 V
220 MúSICA y LITERATURA LA MÚSICA DEL VERSO 221
convicne sacrificar la euritmia del verso a otro interés Un último ejemplo, que congrega todas estas c1a~es
estético eviden te). E incluso que, por lo general, las de hechos, nos parece demostrar perfcct~m~nte la I~­
leyes estructurales de este arabesco (y de cualquier ara- suficiencia, incluso desde el ángulo eXpreSIOnIsta del SIS-
besco del mismo tipo, aun en el orden plástico) exigen, tema de análisis de los ritmos quc ofrece la obra de
tras el efecto del espondeo, es decir tras el arranque Grammont.
inicial en línea recta, una caída que, por una especie de Es el ele unos versos de Musset (en "Rolla"):
compensación de los perfiles, de un solo impulso va ha-
cia la obligada subida de la cesura, para después pro- E t le pále désert roule sur son enfant
seguir la ondulación rítmica por ondas más cortas, má~ Les flots silencieux de son linceul mouvant.
apretadas en la scgunda parte elc la curva. Al menos,
esto es lo que nos enseñan la mayoría ele los ejemplos [Y el pálido desierto extiende sobre su hijita / las ondas silen-
destacados de esta acción rítmica.~;¡ ciosas de su sábana móvil.]

Es uno deesos espondaicos, cuya importancia ya hemos


2.¡¡Baudelaire, muy sabio en el ritmo, parece haber evitado en
visto. Según nuestros principios, la escansión obliga-
general el espondeo inicial. Cuando lo utiliza, sigue la ley formal
que se acaba de exponer. Ejemplo: ela es:
- - ,v v v I- 11 U , - v U 1 v - u u 1 - v u 1- 11 - u u v 1 u -
Grands yeux de mOn enfant, a.rcanes adorés
Et le píile désert roule sur son enfant . . .
[Grandes ojos de mi niña, adorados arcanos)

De todos modos, no, sé c6mo habría que pronunciar el siguien-


Aquí el espondeo mediano, cuyo efecto ya conoce-
te, que comIenza tamblen con un espondeo, pero desfigurado en el mos, va acompañado de un tribraquio. ¿Será mene~ter
segundo pie, por una cacofonía: decir que el segundo hemistiquio, por lo mismo, reviste
la forma de una gran ondulación, tal como la hemos
Fruits purs de tout outrage et vierges de morsures.
señalado a propósito de Baudelaire, en que se produc.e
[Frutos puros de todo ultraje y vírgenes de mordeduras.) idéntico hecho en el primer hemistiquio, y cuyo perfil
. Probablemente hay que acentuar tuot (aunque ni el sentido ni el
general reviste esta forma: U -?
ntmo mVltan a ello) porque es el único medio de escamotear un Si algo expresivo existe aquí, conviene relacionarlo
poco el desdichado toutOI/. Seguramente que a todo buen recita- con la coincidencia de este movimiento de amplia ondu-
dor le scrá embarazoso siempre este verso.
En general, la necesidad de esta compensaci6n de los perfiles Valse mélancolique et langoureux vertige .. .
es tan señalada en Baudelaire que el solo ataque sobre una larga Reine victorieuse et féconde en rachats . . .
(con Un troqueo) lleva consigo un neto predominio estadístico del Entre en sacie té de l'ideal rongeur ...
tribraquio en el segundo pie; lo que, no obstante, no es muy fácil
de conseguir después del yambo y que a menudo exige una pala- [Vals melancólico y languideciente vértigo... I Reina victoriosa J'
bra de cuatro sílabas al final del primer hemistiquio: fecunda en rescates ... I Entra en sociedad del ideal devorador ... ]
Uno de sus esquemas rítmicos más característicos es el de estos
- U 1 v U U 1- 11 u· 1 u u- 10 - 0 versos trocaicos en que el troqueo inicial va seguido de un tribraqllio.
222 MúSICA y LITERATURA LA ¡V¡úSICA DEL VERSO 223
lación, y el de las ondas de arena que recubren a la creer que así sc expresa la lentitud de la alondra que
yegua muerta. Ahora bien, en el género de escansión pone e incuba en una "acción lenta, que se realiza sua-
adoptado en la obra de Grammont, ¿qué queda de ello? vemente"? ¿O que La Fontaine ha hecho un burdo
Tm sólo la existencia del seudopié monosilábico. Y contrasentido de expresión? La verdad es que no hay
a este solo pie monosilábico ti ene el autor .que ligar ninguna relación artística en tre los dos vcrsos de Musset
todo el valor expresivo del verso. Y así escribe (p. 16): v de La Fontaine, entrc los cuales sólo la teoría de la
"Compases de menos de tres sílabas expresan la lenti- ;'mcc1ida monosiláhica" puede estableccr una estrecha
tud, describen una acción lenta, que se realiza suave- relación. Uno y otro son espondaicos; pero éstc:
mente":
u U fu - U 1-11-1- U u 1u - u
Alors elle se couche et ses grands )'eux s' eteignent
Elle bdtit un niel, pond, couve et fait éclore,
Et le pale désert I rou / le sur son enfant
Le\ flots silencieux de son linceul mouvant. pírrico, anfibraco, espondeo, dáctilo, anfíbraco, está
caracterizado por la prescncia del dác tilo después del es-
[Entonces se tiende y sus ojazos se apagan / y el pálido de-
pondeo. Rechazar el trib raquio eurítmicamente nor-
sierto extiende sobre su hijita / las ondas silenciosas de su sá-
bana móvi1.) mal, es desde luego, uno dc estos hechos en que es lícito
procurar un efecto pintoresco y d escriptivo. y él es, es
El compás lento, constituido por la sílaba rou, des- decir, esta consecución del espond eo y del dáctilo, lo
cribe el lento y sordo movimiento de la arena que len- que distingue el verso de La Fon tai ne del de Musset
tamente recubre a la yegua; la lentitud sola se expresa (en que el espondeo va seguido de un tribraquio). En
por el tiempo de la sílaba ... " luga r de la larga vaga que termina el verso de Musset,
De ser así, cualquier presencia de estos en aparien- La Fontaine, al prolongar la base rítmica por tres largas
cia compases . monosilábicos, produciría este efecto, y consecutivas -cosa que, como hemos dicho, .sólo so-
ello con una intensidad tanto mayor cuanto más abun- porta la sensibilidad estética cuando la euritmia queda
daran es tos compases. sacrificada a otro interés es tético evidente- mantiene
Entonces, al leer el primero de estos versos d e La en línea recta b·es acciones que se suceden directamen-
Fontaine: te, sin interrupción. Y es el toe, toe, toe, de los tres ti em-
pos análogos, lo que expresa, pues hay expresión, la prisa
Elle bátit un nid, pond, couve et fait éclore d e la alondra del fabulista. Oe esta suerte, inclusive en
A la hilte. Le tout alla du mieux qu'il put. dos casos expresionistas, por tanto eminentemente fa-
vorables a la tesis aducida, el verdadero hecho artístico
(Hizo un nido, pone, empolla y hace salir las crías I De prisa. escapa de un procedimiento de análisis que, en lugar
Todo fue lo mejo r posible.) . de e;.;a minar el ritmo, lo mata, o prescinde de 10 que
en él es esencial: es decir, del perfil del arabesco que de
¿Qué tendríamos que pensar? él reslllta.~G
Tenemos, en fil a, varios de estos "pies monosilábi-
cos", en el co nceptO de ¡VI. Grarnmont. ¿Hemos · el e 21\ U n l,ccho irnpre\:on,mte ClJrrobor~ esta insuficiencia del al-
LA MÚSICA DEL VERSO 22,
224 MÚSICA Y LITERATURA
Mas, insistamos en ello (y csto es lo que toda nues-
Para aquellos que no hubieran podido percatarse tra demostración tiende a probar): son los perfiles de
de estos pormenores, por no interesarse por la música, estos arabescos los que -desde el punto de vista rítmi-
o por falta de hábito suficicnte del vocabulario métrico, co-, constituyen el hecho estético esencial.
vamos a sintetizar la significación estética exacta de 1m y para que nada quede por decir, una última obser-
principios de escansión que hemos expuesto.. . vación:
Consisten simplemente en mostrar que, SI bien e¡~ El único sistema rítmico importante y conocido que
un alejandrino francés clásico, la división de compás se no se ajusta a las reglas morfológicas arriba menciona-
coloca después de la segunda, la quinta, la séptima y das, es el del ternario absoluto, es decir, que no se con-
la décima sílaba,27 y que si después, en cada uno de forma a las reglas elel verso clásico. Verso caracterizado
estos compases, se respeta la disposición de' las brevcs por la ausencia, a la vez de la cesura (es decir, de corte
y de las largas, se advierte que cada uno de estos com- verbal fuerte) después de la sexta sílaba, y del acento
pases drece sólo un número muy corto de sistemas (tres en esta última; como en este verso romántico de Ed-
o cuatro apenas para cada uno), utilizando, en total, mond Rostand:
únicamente ocho pies métricos conocidos. Y estos sis-
temas, por medio de todas sus combinaciones (un EmfJanaché d'indépendance et de franchise
matemático podrá decir que son exactamente 240) pro-
porcionan, cual se ve, más de doscientos arabescos dis- [Empenachado de independencia y franqueza 1
tintos, todos perfectamente caracterizados, todos eu-
rítmicos. 28 o en este otro, de André Cide, con menos plumas de
avestruz y menos toques de clarín, pero con más arte:
goritmo adoptado por M. Grammont. En las cuatro pagmas que
siguen a la que hemos transcrito, el autor (a propósito de esta ex- Fixe un regard OU s' évapore tout espoir
presión de la lentitud, o del tiempo, o inclu,so de la inmensidad)
cita doce versos, que comprenden ese monosílabo que se quiere [Fija una mirada en que se evapora toda esperanza 1
presentar como "si constituyera, por sí solo, un compás". Y no pa-
rece haber advertido, o por lo menos no ha subrayado, que, todos, La única "licencia" en relación a las reglas clásicas,
sin excepción, tienen el monosílabo j en la primera sílaba de un
hemistiquiol (del primero o del segundo). En todos, sin excepción, es la de ponerle un pirriquio al pie central. Lo cual, con
el pie característico (troqueo o espondeo) va seguido de un tribra- un anfibraco antes, y un dáctilo después constituye lo
quio. Es pues, evidentemente, el lugar del monosílabo de que se esencial de este esquema que se puede sumar legítima-
trata en el hemistiquio, así como el perfil de la totalidad de éste, el
hecho rítmico esencial. Mas según el sistema analítico del autor,
precisamente este lugar, tan importante, no es, ni puede ser espe- con referencia a la notación musical de la p. 217, eliminar los siste-
cificado. El hecho rítmico queda entonces ligado al monosílabo mas que yuxtaponen una blanca a ambos lados de la división del
solo y no a la estructura de todo el hemistiquio. compás; segundo, hacer seguir, lo más posible, un espondeo, por
27 ¿Y por qué exactamente en estos lugares? Esto no es arbi- compensación, de un tribraquio; tercero, si se recarga de largas un
trario, sino que obedece a la coincidencia con las investiduras me- hemistiquio, llevarlas más bien .hacia el principio que hacia el fi-
dias de la exigencia de isocronismo. nal de éste. Mas, incluso l~s combinaciones menos eurítmicas SOIl
28 L.as reglas generales de la mayor euritmia son fáciles de aceptables. · · ·
formular. Primero, y ante todo, evit3r seudoespondeos, es d~cir,
226 MúSICA y LITERATURA LA MúSICA DEL VERSO 227
m en te a las combinaciones anteriores. Además, hay ¿Nos será permitido añadir que el gran, el inmcnso
que decir que el verso de Cide obtiene más interés rít- interés de todo esto, si se mira hacia el futuro, consiste
mico, por el troqueo inicial que comienza el verso sobre en que el verso en sílabas contadas, en estos csquemas
una larga, 10 que es una complicación muy artística del métricos, es sólo el caso particular de una prosodia euyo
esquema banal. Ahora bien, por lo que atañe a los ter- principio ofrece combinaciones mucho más amplias, tan
narios normales de la versificación regular (los cuales pronto se deja a un lado el lecho de Procusto de las
hay que cuidarse mucho de llamar trímetros), compren- síla bas contadas, sin sacrificar por ello la ex igencia
didos en las combinaciones que ya hemos vi sto (y qu e eurítmica? Y seguros estamos dc que por aquí d espunta
pueden articularse uniformementc: pírrico, anfibraco, el porvenir, tan pronto la poesía francesa, algo cansa-
troqueo dáctilo, anfibraco), son más complejos, por da, y se comprende, de la regularidad, pese a todo algo
ejempl o, que en Rostand. Nos negamos, en efecto, ro- m onótona, del antiguo sistema , tornc a pedir a una
tundamente, a admitir que el célebre ternario del "Can- verdadera prosodia orgá nica y estructural, los medios
tique de Bethphagé" : cstéticos de un arte ::¡ la vez fle xible y más evoluciona-
do, cuyas lín eas principales ya se columbran. La poesía
M on bien-aimé, mon bien-aimé, mon bien-aimé
franc esa del porvenir scrá métrica , o no será. y sí será,
[1\1i bien al1lJdo, mi bien amJdo, mi bien am ad o] si sabe prcscntir, adivinar, utilizar las verdaderas leyes
del ritmo francés, aquellas que h acen qu e resulten artís-
"Tres peones cuartas", he!o aquí; el ritmo de las ticos los versos más hcrmosos de nuestro acervo litera-
"tres suma s" se componga de tres trozos idénticos, pues- rio tradicional, pero que pueden utilizarse en forma
tos en fila. Todo el sentimien to es tético, todas las exi- distinta, que pueden enriquecer y enaltecer, ampliar y
gencias del bu en gusto, al igual que el examen más no sólo aligerar, siempre que se respeten los verd aderos
riguroso, exigen una pronunciación distinta y, por lo principios es téticos.
mismo, emotiva, de los tres grupos verbal es, con eleva-
ción esporádica, muy discreta, ele la acentuación del
Algo nos queda aú n por decir, muy brevemente, para
bien, del grupo del medio. Pues lo característico en es-
no fa tigar al lector, acerca de las dos últimas categorías
tos versos, es el sobreponer dos ondas rítmicas, la una,
es téticas: la melodía y la armonía.
origen del perfil ternario por medio de los acentos del
segundo y de! cuarto pi e, y la otra, que mantien e, por
d) Por lo que atai1e a la melodía , sólo h emos d e
ponderar la obra de Maurice Crammont, la cual, en su
la elevación central, el gesto germinado de la dob le
última parte, presenta un número considerable ele hc-
onda. TrMase de dos ondas que montan la una sobre
la otra, igual que en tan tos otros hechos artísticos de la chos muy bien observados, y lllUy metódicamente clasi-
misma ínuol e, en que la sensibilidad es tética, por el aná- ficados, referentes a las sucesion cs vocálicas, o conso-
lisis armónico, distingue dos periodos diferentes, a tra- nán ticas en los versos, a sus ag rupaciones y a sus
vés de una ondulación compleja . Digá moslo una vez co rrespondencias por dínclns, tríada s, héxadas y, en fill ,
más: lo esencial en el metro poético, es el arabesco del las eufonías qlle se derivan. y conviene subrayar qu e
dibujo que tra;;a la ancla rítmica. Plleden aplicarse a todo sistema prosócl íco que orga niza
228 MúSICA y LITERATURA
un verso en un periodo bien estructurado, incluso con
LA MÚSICA DEL VERSO 229
otras formas que las del alejandrino regular.
Sin embargo, he aquí algunas observaciones comple- sonidos vocálicos, constituye este elemento melódico
mentarias referentes a la estética comparada. del verso. En conjunto, forman la gama de que dispone
Lo primero, fijémonos en que los hechos de esta este arte poético desde el punto de vista melódico. El
suerte congregados se refieren, no ya, más O menos va- empleo, aquí, por el autor de referencia, del término
gamente, a "la armonía", sino, muy precisamente, a la armonía se relaciona únicamente con el sentido harto
melodía del verso. 29 Son equiparables a los hechos que, impreciso (demasiado extendido para elevarse en su con-
en música, hacen la melodía. Accionan las qualia de tra), que le lleva a darle la significación de "combina-
los sonidos del lenguaje; los treinta sonidos -catorce ción feliz de elementos diversos" ("Vocab. techo et crit.
vocálicas, dieciséis consonantes- del francés. 30 Su modo de la philosoPhie" s. v., sens A); y no al sentido más
de sucesión lineal, en que principalmente importan los preciso de "carácter estético de la sensación producida
por la audición simultánea de varios sonidos" (ibid.,
29 "Es menester -escribe Maurice Grammont (p. 381) que sens T).
las vocales se sigan en determinado orden; he aquí todo el secreto
Para decir verdad, esta última definición (según la
de la armonía del verso francés." La sucesión de notas en deter-
minado orden, es la propia definición del hecho melódico. Acerca cual no existirían realmente hechos de armonía en
de esto tenemos una frase excelente de Sénancour: "La melodía, la poesía, siempre monódica) resulta por demás limita-
tomandJ esta expresión en toda la extensión que es susceptible de da. En música, existen hechos de armonía incluso sin
tener, puede resultar igualmente de una sucesión de colores o simultaneidad polifónica, sólo en la succsión melódica
de una sucesión de olores. Es el resultado de una sucesión bien
ordenada de ciertas sensaciones, de cualquier serie adecuada de estos de los sonidos. .. De ello se desprende que una melo-
dectos, cu ya propiedad consiste en excitar en nosotros lo que lla- día pueda tener, y tenga, de por sí, una significación
mamos exclusivamente un sentimiento" ("Oberma'n", Carta LXI). armónica (aquella de la que debe inspirarse el acompa-
(A propósito del último término, observemos que "sentimiento" no ñante cuando no adopta un estilo de puro contrapunto).
tiene el sentido actual, debido a los eclécticos, y designa simple-
mente toda modificación intuitiva del alma. Pero esto ya es tem¡l
Los intervalos más significa tivos del movimiento me-
distinto.) lódico; el conjunto de las "buenas" notas, una vez
30 Por nuestra parte, contamos treinta y cuatro, con las cuatro eliminadas las notas de transición, a menudo bastan
semi:vQcales. No somos lo bastante competentes en fonética, para para sugerir, para imponer, esta armonía, implícitamen-
mamfestar asombro al ver que M. Grammont no los contó aparte,
te existente en la melodía. Sin contar que la estructura
pero, sí podemos afirmar su importancia estética. Ofrecen el gran
mteres de comportarse en el metro como consonantes y, sin embar- de la escala (hecho en apariencia únicamente melódi-
go, de introducir en él matizaciones vocálicas. Por ejemplo la U ca) se refiere, con gran amplitud, fundamentalmente, a
de cIertas palabras, como bruine, bruit, nuit, p/uie (que los análisis hechos de armonía. Convendría, pues, hablar menos
de Grammont omiten, pues este autor sólo señala los hechos de
este tipo a propósito ele diéresis y sinéresis), posee un interés estético
de "audición simultánea" que de relaciones "indepen-
perfectamente definido. Y hemos hecho suficientes estadísticas dien tes de la sucesión".
acerca de la paleta de Chateaubriand, por ejemplo, para saber que Tomándolo así, convendría saber si la poesía en su
la enorme frecuencia. de las semi-vocales (1.87 por ciento son so- utilización del material fonético, se ocupa de 'hechos
mdos cn las primeras páginas de "AtaJa", lo cual es enorme en en verdad armónicos.
francés) contribuye mucho a la soltura y el colorido del estilo.
Maurice Grammont no se ha planteado este prob1e-
ma, cosa mL1y natural: es imposible planteárselo sin dar
230 ~WSICA y LITERATURA LA MÚSICA DEL VERSO 231
un rodeo por la música, pero no por eso deja de ser diera serlo tan sólo en partc, o no serlo en absoluto. El
lam en lable. problema es exactamente idéntico al de saber si la es-
La cuestión habría de co nsis tir en averiguar si los cala m lIsical puede basarse únicamen te en razoncs de
conjuntos vocálicos, por ejemplo en los grupos de voca- física acústica. Y actualm ente sabcmos (H elm holtz 10
les quc caracterizan determinado miem bro melód ico del había ya parcial men te ase\'erado, Stumf lo ha demos-
verso -tríada o tétrada- y que son susceptibles de trado co n mayor amplitud, y trabajos recientes lo han
oponerse a las de un grupo distinto, tiend en, o no, a afirmado aún más) qu e, en determinados puntos,cxis-
re unirse; si es tas vocales man tien en entre sí relaciones, te una distancia considerable entre los subestratos físi-
y forman una especie de acorde, al que fue re lí cito cos de la armon ía y los da tos artísticos. Distancia que,
oponer otros acordes (los cua les, sobra decirlo, se pre- por varios motivos, podría ser aquí aú n más señalada.
sentarían siempre bajo el aspecto "quebrado" de los Digámoslo de una vez: únicamente el es tudio concrcto
arpegIOs). Todo ello nos llevaría a disti nguir, en la es- de las armonías fonéticas en la literatura, de los distin-
cala mel6d ica, relacion es análogas a las que, por ejem- tos acordes y de sus relaciones; el estudio minucioso de
plo, ofreccn la tón ica o la dominan te o la sensible la paleta silábica de un Bossuet y de un Racine, de un
etcétera. " Chateaubriand o de un Hugo, de un Flaubert o de
Habría que rea lizar investigaciones interesantes, pero un Baudelairc, puede permitirnos, quizá, hallar la s afi-
difíciles. Sin adentrarnos por esta vía, señalemos úni- nidad es, las oposiciones, las relaciones armónicas de las
camente que convendría cuida rse de suponer que se qualia del arte verbal, así como comprobar después si,
pucde obtcner "a priori" semejante escala (la cual ha- efectivamente, estas relaciones pueden explicarse, siquie-
bría de buscarse por mcdio del examen de las obras de ra en sus rasgos principales, por medio de las relaciones
los grandes estilistas, además dc los poetas), basá ndose foné ticas.
en agrupaciones, en afinid ades o en oposiciones sacadas Inves tigaci6n asaz difícil, pero emocion ante. Di-
de la fonéti ca.:31 Pudiera ser cierto. Pero también pu- gamos tan s610 que la única melodía efici ente para
brindarnos es tos acordes, es el método estadístico.
31 M . Gra mmont, en la medida en que se ha adentrado en T odos los iniciados en la ciencia criptográfica sa-
estos tem as, parece suponer que el análisis fonético proporciona hen hasta qué punto es en ella instrum ento penetrante
necesanamen te los marcos de las relaciones. N o diremos que esto
es erróneo; pero sí que habría de jus tificarse. Exis ten puntos en los v eficiente de análisis la búsq ueda de la s frec uen cias.
cuales el acord e entre 12s relaciones fonéticas y las relaciones esté. Pero las frecuencias criptográ ficas s610 se refieren a las
~fcas e~ indiscutible. Tiene razón M . G rammon t cuando dice que, letras del alfabeto . Y tod avía es tán por construir bue-
fonolog ,camen te, 'la e llamada muda es una vocal destacada" nas tablas de "frecuencias fon éticas" de las diversas
(p. 215 ); pero, desde el pu n to de vista estético, si esta letra pu ede
destaca rse cuando es acentuada, por ejemplo, cuando se escribe
lenguas (semejantes a bs que utilizan, en sus trahaj os,
en y le sigue una consonan te, como en va /eur, pierde su valor por los criptógrafos) .32
en tero en su papel prosódico de letra mud a, no omitida. Tal vez
los " hechos de escritura" desempeñen también aquí un gran papel. ti pográfico (distinción que desempciía un pa pel importante en los
No nos olvidemos de que la poesía norm almente se presenta escrita, h echos erróneam ente calificados de audición coloreada, los cuales,
se ofrece a la vista; ni de que los poetas, psicológicamente hablan- a menudo, son hechos de "lectura coloreada").
do, con frecuencia tienen un lenguaj e interior visual, e incl uso 32 Al respccto, ya tenemos algunos documentos serios, en ro
LA MúSICA DEL VERSO 233
232 MÚSICA Y LITERATURA
tras que adquieren una importan cia estética muy desta-
Si se emprenden investigaciones de este tipo acerca
cada. Ahora bien, examinemos la "Canción de los
de los escritores, de los poetas franceses, los resultados
aventureros del mar". Por P. Berret sabemos qu e esta-
serán interesantes para destacar las diversas armonías
ba compuesta hacía ya mucho cuando Hugo la insertó
sobre las cuales se basan los efectos estilísticos.s 3
en la "Leyenda", añadiéndole únicamente una estrofa.
El método estadístico es tanto más indispensable
¿Cuál? Supongamos que no lo sabemos, y estudiemos
a estas in ves tigaciones, cuanto que sin él siempre se
las frecuencias. Éstas, efectivamente, aparecen todas
corre el riesgo de insistir subjetivamente en un valor
acordes con su paleta (con su gama, si se prefi ere) ante-
expresivo arbitrariamente imputado a ciertos sonidos, o
rior al exilio. Paleta clara y m8te:
que insisten especialmente en ellos por una elección que
no responde a un predominio real. Pero el método On fít ducs et grands de Castille
estadístico es muy eficiente en estas búsquedas. Para Mes neuf compagnons de bonheur
terminar, bastará can un solo ejemplo. Qui s' en allerent a Séville
Sabido es que Victor Hugo descubrió, en sus años r::pollser des dames d'honneur .
de exilio, el interés ar tístico de los diptongos nasa- Le roi me dít: veux-tu ma filie?
les, d e ciertas vocales graves, y de ciertas consonantes, Et je luí dis: merci, Seigneur . ..
tal como la b (oclusiva), pero no la t (que lo es igual- [Hicieron duques y grandes de Castilla / de mis nueve com-
m ente). En un a palabra, que compuso una paleta en pañeros de dich a / que se fueron a Sevilla / a esposar dam as
que los on, los an, la ti larga, la b, la m (y también la de honor. / El rey me dijo : ¿quieres mi hija? / y le respon ·
T, pero esta última, casi siempre la consonante más fre- dí : gracias, Señor. .. ]
cuente, predomina siempre en la gama hugolesca) , le-
Una sola estrofa nos da, estadísticamente, las fre-
que al arte taquigráfico se refiere. Es la única base que hasta hoy cuencias d e la paleta de Guernesey; hela aquí:
se nos ofrece. Y no concuerda en teramen te con los anhelos de los
preocupados en la fonética y en la estética.
303 El examen armónico de las primeras páginas de "Atala"
l' ai
la-bas, ou les flots sans nombre
-aunque estudiadas, desde el punto de vista rítmico por P. Sn- Mugissent dans les nuits d' híver
vieD, proporciona con el método estadístico, resultados muy curiosos Ma belle farouche a l'oeil sombre
en lo tocante a la pal eta fon éti ca de Chateaubriand. Se comprue- Au souríre charmant et fier
ba, por ejemplo, una frecuencia de 7.5 por ciento para el sonido r, Qui chaque soir chantant dans l'ombre
el cual tiene una fre cuencia de II en un texto algo semejante de Vient m'attendre all bord de la mer ...
Hugo (enorme diferencia es tadística); una frecuencia muy elevada
de la e y de la a abiertas, así como de la i (6.9 para la e abierta, [Tengo allá, donde olas sin número / mugen en las noches
que viene en primer lugar entre las vocales; y únicamente 4.8 en
el texto correspo ndi en te de Hugo después de la a, la i, de eu y de
de in vierno / mi bella altiva, de mirada sombría, de sonrisa
an). Un número muy bajo de consecuciones directas de consonan- llena de encanto y orgullo / que todas las tardes, cantando en
tes. La paleta de Chateaubria nd es a la vez admirablemente bri- la sombra / viene a esperarme al borde de la mar ... ]
llante y admirablemente nítida y luminosa. Se la puede comparar,
en pintura, a la de los pintores (por ejemplo, Monet) que se han y es, en efecto, la que data del exilio. Y por cierto,
atrevido a asociar directamente tonalidades a un tiempo vivas y y desde luego en forma bastante impresionante, quiebra
claras.
234 MúSICA y LITERATURA LA MúSICA DEL VERSO 235
hasta cierto punto todo el poema, con su colorido poé- mercial de las materias primas. Se hallaban obligados
tico y es tilístico mu y diferente. Un poco a la manera a trabajar con el barro, la tierra y las arenas de su te-
de un Rembrandt colocado entre unos Rubens. rruño, con los únicos colores que es te terruño les pro-
¿Será men es ter decir que no obedece al h echo de porcionaba: verde cobrizo, azul cobalto, rojo hierro; y
que Faenzette, de Fiésole, tenía realmente los ojos nc- que, con los acordes empíricos de esta guisa puestos a su
gros, ni a que, en verdad, el mar, en invierno, es duro disposición, con las formas que les permitían el pincel
en el golfo de Calabria (ni a que Hugo pensara en Id grueso, o incluso el cuerno agujereado qu e utilizaban ,
Mancha y en las mujeres de los marinos de Guernesey) sabían dar a su obra un hechi zo peculiar, insertando las
la existencia, en esa estrofa de las palabras altiva, som- flores, los animales, en amplias y sencillas estilizacio-
bría, encan to y orgullo? ¿ni tampoco la de esas r, esos nes, decorándolas con esmaltes refulgentes o sombríos,
on, esos an, sino que esa música es la causa de que en policromía de hábil e ingenuo artificio, y compon ían
Faenzette tenga ese tipo de belleza e n el crepúsculo de esta suerte, también ellos, una música .
marino? y de desea r es también que aquellos que estudian
a nuestros poetas, reconozcan que la paleta del terruño
-una de las más ricas, una de las más variada s, y a la
Esperamos que estas observaciones no hayan fatigado
excesivamente al lector; estudio que hemos deseado vez de las má s sinceras que darse puedan- permite, si
mantener 10 más cerca posible del hecho artístico posi- se la sabe emplear, un arte cuyos recursos en nada son
inferiores a los de aquellos de que se vanagloria cual e
tivo y concreto. Uno de sus encantos, así logrados, con-
siste justa mente en dejar transparentar, a tra vés del as- quier otra música verbal.
pecto peculiar de los hech0s, este hecho artístico más
profundo, más íntimo, que sólo puede ser destacado
por la comparación, y que permite ad vertir, en la poe-
sía, una música. Y digo una música, no a manera de
me táfora, sino porque así me lo imponen la correspon-
dencia, el empleo exactamente d e los mismos medios,
conforme a reglas funcionalm ente idénticas. M úsica en
verdad mucho más tosca, mucho má s simple que la del
músico; y, sin embargo, no menos acreedora a la admi-
ración , por el modo en que, con medios y material es en
efecto muv elementales, mu v rebeld es l1111V poco fl exi-
bles, y qu'e es preciso utiliz~r tal con~o n ~s los ofrece
el lenguaje, logra realizar ritmos, melodías y armonías
en verdad mágicas .
Sucede con el poeta, en cierta man era , lo que con
los ceramistas d e anta ño, de tiempos no muy remotos:
antes del desar rollo de la química, y de la mezcla co-
ESPACIALIZACION DE MELODfAS 237
nores, a unas artes tan distintas entre sí, una de las
SEXTA PARTE cuales se dirige a la vista, en lo simultáneo, por unos
rasgos susceptibles de ser trazados en negro sobre blan-
MÚSICA Y ARTES PLASTICAS co, con pluma sobre papel; la otra al oído, en la suce-
sión, por estremecimientos esporádicos del aire, por la
vigración de una cuerda de chelo, o de una garganta?
El problema sólo es interesante cuando se penetra
completamente en él, con todo el aparato de conoci-
XXIX. ARABESCO Y MELODíA mientos científicos, filosóficos y artísticos necesarios
INTRODUCCIóN para establecer una convicción sólida y unas conclusio-
nes que tengan el rigor del hecho objetivo. Si sólo se
~A HEMOS hablado del arabesco, a propósito de la curva tratara de sostener una metáfora y de justificar una ana-
n.tmica , del verso, de esta curva que es uno de los me- logía sentimental, ya habríamos dicho bastante.
dIOS mas potentes de su magia. Es el propio gesto del . Así es qu~ pedimos al lector tenga suficiente pacien-
IT.Ia~o; el acto al ~ual va unida, por el solo perfil del mo- CIa para segUIr una demostración de filosofía cien tífica,
VImIento, una vntud, una eficiencia una acción de dentro de la atmósfera de la estética seria. Si prefiere
taumaturgo: hechizo, embrujo, benefi¿io encanto o sor- la estética fácil, podrá contentarse con echar un vistazo
tilegio. Más tard~ .habremos de averigua'r qué es lo que a las figuras de los tres capítulos siguientes: xxx,
XXXI y XXXII. Y, a lo que quede en su mente del
surge de e.ste sortIlIg,o: rostros o paisajes, plantas fantas-
males o cIudades mltIcas. Por ahora prosiaamos nues- expediente de la cuestión, podrá añadir que todo el des-
t~a investigación tal como la llevam~s. Pre~untémonos arr?llo que ilustran se encuentra escrito en forma que
SI e~tJ palabra arabes~o no es. una comparación, una es Igualmente valedera, desde el punto de vista del fí-
metafora. ¿Acaso, aplIcada al ntmo de un verso o al sico, del psicólogo, del decorador y del músico. Se trata
perfil de una melodía, indica sólo la comunid~d de justamente de hablar a la vez por Helmholtz, por Berg-
principio artísti~?, la. proximidad del lugar en el esque- son, por el Perugino y por J. S. Bach, y de resultar
m~ de una claSIfIcacIón? ¿A.caso no es posible ahondar
convincente en nombre de cada uno de ellos, según las
mas en ~sta.s correspondencIas? f:ste es el problema a exigencias más estrictas de su disciplina. Discúlpese
la ve~ mas Importante, más imperativo, más central v por tanto cierta tecnicidad, y el requerir en cierto
modo, la atención del lector.
tam blén más exige?te; el más difícil que se nos plant~;.
~ en la comparacIón entre la música y las artes plás-
tIcas, es en donde (to;nan~o el toro por los cuernos)
este problema aparecera mejor centrado, más directo. XXX. EL PROBLEMA DE LA ESPACIALIZACION
. Lo pla.ntearemos primeramente de este modo: ¿acaso DE LAS MELODlAS
eXIsten af¡nIdade~ morfológica mente precisas entre cier-
tos arabescos y CIertas melodías? ¿Acaso pueden impo- LA TESIS de un parentesco estético entre el arabesco y
nerse leyes estructurales análogas, hasta en sus porme- la música, aparece en una obrita más a menudo citada
236
238 MúSICA y ARTES PLASTICAS ESPACIALlZACl6N DE MELODfAS 239

que leída, y ya antigua: el famoso opúsculo de Hanslick, Pero este no es el problema. No se tra ta de formar
Van Musikalischen Schonen, 1854. 1 teorías acerca de la esencia de la belleza musical, o dcl
Uno podrá asombrarse de que una idea tan notoria- v810r más o menos sentimental del arabesco. Se tr8t8
mente justa y fundamentada haya provocado gran resis- de saber (y es, ésta , una de las cuestiones en que sólo
tencia. Las objeciones que se le hicieron, en la mayoría puede intervenir el estudio positivo de los hechos), si
de las veces, obedecen, bien sea a un desconocimiento de existen analogías morfológicas positivas entre las obras
la verdadera naturaleza, e incluso de la importancia his- musicales y las obras del arte ornamental; si, por ejem-
tórica del arte del arabesco (al que conviene sumar, en plo, una transposicióJi _spacial de la línea de una melo-
la época moderna, la "pintura pura": e insistiremos una día proporciona una curva con valor decorativo y perfil
vez m~s en ~ste punto); bien sea a la confusión que s8tisfactorio, desde el punto de vista de la s exigencias
con frecuenCla s.e est~blece (y de la que el propio Hans- esenciales de la estética del arabesco. En caso afirma-
]¡ck es, hasta cierto pun to, responsable) entre la idea tivo, la experiencia resulta crucial; y a nuestras teorías,
tan justa de esta afinidad, y las tesis más sujetas a con- a nuestras opiniones estéticas, es a las que corresponde
troversia de una estética "formalista", e incluso "inte- tener en cuenta este hecho y explicarlo, si es posible;
lectualista" . no hay opinión que pueda nada contra un hecho.
Consecuencia de tal confusión es que a menudo
aquellos que quieren combatir la tesis de H~nslick (cual: dulce sereni dad" ; l' los impares: "una vaga melancolía, inquietud,
por ejemplo, antaño, J. Combarieu) ,2 emplean (por incertidumbre". Muestra en qué forma los en trelazados pueden exal-
una extraña desorientación del tema) gran parte de sus tar todo esto: "La imagen derivada de la asociaciÓn del cuadrado
esfuerzos en reivindicar en su contra los derechos del y el octágono da idea de la eterna inmutabilidad, la que tiene por
base el heptágono, la de un impreciso e inquietante misterio", etc ...
sentimiento en. el arte. Cual si un arabesco, o una pin- Tal vez sea Balzac algo responsable de la tesis contraria: "Con el
tura pura, hubieren de hablar tan s610 a la inteli a enci8 instinto que da la paternidad, el anciano siempre elegía sus obse-
y no implicaran un interés sentimental, ni una f~cu1t8d quios entre las obras cuya ornamentaciÓn pertenece a este género
de emociÓn. 3 caprichoso llamado arabesco, y que, al no hablar, ni a los sentidos,
ni al alma, hablan únicamente al espíritu por medio de las creacio-
nes de la fantasía pura" (L'EnEant maudit, ed. Bouteron, p. 140) .
1 E st~ tesis, por otra p~rte, también ha sido defendida en otras
Mas un contemporáneo de Balzac, Edgar Po e, al titular Tales oE
o~r~. En L'Es tlJétique, de Cb. Véron, páginas 369 ss., se citan
the Grotesque and the Arabesque una compilaciÓn de sus cuentos,
paginas lugo s~s de Ch. Be~uquier (Philosophie de la Musique, en modo alguno quería decir que la especie de la rareza que buscaba
pp . 193 ss.), que siguen siendo interes~ntes: " La impresión general no pudiera causar, ni terror ni risa , ni nostalgia poética, ni otras mil
de la músic~ en el oído es l~ del caleidoscop io en la retina", etc. emociones más sutiles. En las "Memo rias" de Cellini (t. 1, capítu-
2 La Music¡ue, ses ¡ois, SOn évolution, 1913 (pp. 37-42 ).
lo VI) existe una página curiosa, que alaba "estas hermosas)' capri-
g Hemos de lamentar ~dem:ís el encontrarnos en un maestro
cllosas ()rnamen taciones que los ignoran tes llaman grotescos". Por
de la estética tan notable COmO Lion el L~ndry (La' Sensíbilité Musí- 10 general, con viene consultar, acerca de la significación estética de
cale, primera ed., 1931, pp. 167 ss.; 171 ss., 171, y sobre todo este arte, a aquellos que gustan de él, y no a aquellos para cuya
183) hue1l2s de este prejuicio. H~c e ya mucho que Cavet (L'Art alma, es te arte es hermético. Resulta basta nte divertido comprobar
arabe, pp. 96-98) escribió cosas excelentes acerca de íos valores que Ad. Franck, en el prólogo de su "Diccionario de las Ciencias
sentimentales de, los entrelazados y las combinaciones poligonales de Filosóficas", al hacer la crítica del Enc)'c/opiidisch-Philosophisches
la decoraCión Isla mica. Observa cómo los polígonos yuxtapu estos en Lexikon, de Krug, y al reprocharle el "no responder a la seriedad
números pares despiertan "sentimientos graves, impregnados de
240 MÚSICA Y ARTES PLASTICAS ESPAClALlZACIÓN DE MELODfAS 241
Pero la experiencia es delicada, es una de las más complejo sincrético en el cual la audición discierne (por
difíciles y de las más importantes de la estética com- análisis armónico) voces polifónicas distintas: pero son
parada. las curvas de cada una de estas voces polifónicas las
¿Acaso es posible aducir fenómenos físicos, que me- que se trata de conseguir., ~o disponemos ~e. ~paratos
cánicamente originan figuras decorativas por medio de susceptibles de hacer mecamcamente este ana]¡SlS arm6-
vibraciones musicales? Uno piensa, bien sea en los re- nico. Los aparatos de análisis armónico, cuyo tipo pre-
motos experimen tos de Chladni (figuras conseguidas senta el mareógrafo de Kelvin, no nos pueden servir d.e
por vibración de una placa enarenada), o en la prosecu- nada en este casO. Por lo tanto, es menester constnm
ción de estos experimentos por Savart (quien procuró las curvas de que hablamos a partir del documento
clasificar las figuras), o en el "eidófono" de Mrs. Watts musical (en el cual este análisis ya ha sido hecho).
H ughes (Voice figures, 1891); o, por último, en los he- Ahora bien, 'según qué principios? todo el valor del
chos, mucho más recientes. referentes a los arabescos experimento ;striba en la elecci6n racional de las COOr-
originados por los medios óPticos utilizados en la téc- denadas. 5
nica de la película sonora. 4
Algunas de estas figuras tienen notorios caracteres 5 Repetimos que tales discusiones no pueden tratarse frívola·
mente. (Por ejemplo, lamentamos ver figurar en obra tan impor-
estéticos, pero, con frecuencia, tales caracteres son for- tante como La Musique et la vie intérieure, 1921, de Bourgues et
tuitos; obedecen a determinadas condiciones del experi- Déneréaz, "curvas dinamogénicas" de la música, conseguidas "por
mento (simetría en las figuras de Chladni, por ejem- el procedimiento simplificador de la intuición"). En general, el
plo), independientes del hecho musical básico. No es lector debe estar alerta contra esta clase de apreciación estética,
basada en confusas equivalencias impresionistas, en un problema en
el hecho musical, sino el artificio físico empleado, el que sólo tiene interés el experimento realizado conforme a métodos
que introduce estos caracteres morfológicamente satis- rigurosos. Y en fin, recordaremos, para un público de otro tipo (es·
factorios, sin que correspondan a nada inherente a la pecialmente para los físicos) 'lile el hecho artístico adeCuadamente
música. Nos hallamos en presencia únicamente de una analizado tiene su carácter positivo propio; y que en donde ex~ste
divergencia entre las prácticas del arte musical y el punto de VIsta
"estética de la vibración". E igual observación cabe ha- de! músico, conviene no pensar que es el músico quien se equivoca
cer respecto de las curvas de la grabación en película. (o que aprecia sentimentalmente, y en forma confusa, hechos que
Parte de sus caracteres estéticos se deben a la máquina sólo el físico puede abarcar con el debido rigor), aunque esta diver-
grabadora (por ejemplo, las inflexiones sobre segmentos gencia es, en sí misma, un hecho positivo, que obedece a sus razo-
de círculo, debidas al aparato galvanométrico). El ma- nes. Unas son psico-fisiológicas; otros propiamente estéticos; mas no
hay que olvidarse que e! hecho estético (o, si se prefiere, refc:ente
yor defecto de estas curvas es, primero, que descompo- al estudio positivo del arte) es un hecho completamente objetiVO y
nen en ondas distintas lo que para la sensibilidad aparece real. Muchos hombres de ciencia ignoran hasta qué punto la esté-
como algo continuo; segundo, que estas ondas dan el tica puede constituir una disciplina rigurosa, que estudia, conforme
a métodos adecuados, hechos específicos, harto distintos de los he-
chos físicos referentes a la estructura de los materiales: guardan rela-
del tema", atestigua la presencia de un artículo sobre los ~ Arabes- ción can e! "empleo" artístico de estos materiales, según reglas, que
cos", como " ! inadecuada digresión" en una obra de esta lndole! se trata, justamente, de destacar, y en que la desviación eventual
4 Puede consultarse un artículo interesante en Nature, del 15 con respecto a la sugestión del físico es sintomática. Esta última
de noviembre de 1932. Véase también la presentación de la "pista observación es, por cierto, especialmente importante para el capí-
sonora" en 4'Fantasía".
tulo lO,:XIlI, que tratará en particular de esta desviación.
242 MúSICA y ARTES PLASTICr\S ESPACIALIZACI6N DE MELODli\S 243
J. Combarieu, a quien acabamos de m encionar, nos anotada a la vez por un sistema de signos convencio-
proporciona a la vez la indicación del lado hacia el cual nales (blancas, negras, corcheas, etc.) y, hasta cierto
es preciso dirigir n ues tra investigación , y de lo que con- punto, por espacios proporcionales.. ,
viene evitar muy en particular, cuando nos dice (op. cit., En segundo lugar : hechos dlspare¡ys es.tan represen-
p. 40 ): "He considerado una pieza de mú sica, el Ada- tados del mismo modo . Entre la qumta Justa (do-sol)
gio d e la Sonata Patética, y en papel de copia, he tra- y la quinta disminuida, o tritón (si-fa) no existe. nin-
zado el arabesco logrado al seguir las líneas melódicas guna diferencia gráfica. Parte de los estudlOs mUSIcales
(textual). El resultado es de lo más desagradable, in- elementales responde a la necesidad de resta blecer m~n­
coherente y absurdo. Es un experimento qu e creo inte- talmente la diferencia de los hechos que la notaClón
resante, pues, por má s qu e Hanslick h able de sus " líneas represen ta idénticam en~e. ~or igual , los intervalos de
sonoras", sólo las podemos captar como líneas en el es- tono o de semi-tono dlatómco, de la tercera mayor o
pacio. Y estas lín eas son un garabato carente de valor". menor anótanse del mismo modo. (El intervalo gráfico
Combarieu no se explica acerca de ninguno de los entre ~1Da nota escrita en una línea del pentagrama y
convencionalimos de coordenadas qu e ha podido hacer la nota escrita inmed iatamente arriba de esta línea, co-
(¡yen ello estriba todo! ) para lograr estas líneas meló- rresponde a un tono entre do y re; a un semi-tono entre
dicas . Incluso la intervención del papel de copia para mi v fa.)
"seguir" estas líneas, parece indicar qu e calcó estas cur- En tercer lugar: hechos id énticos se represen~an en
vas sobre las notas d e la partitura escrita, agrupándolas forma distinta. No me refiero únicamente a la dIferen-
¡como si se tratara de la gráfica de una temperatura! cia de posición (en las líneas o entre las líneas ) de las
Mirándolo bien, el intento no es enteramente absur- mismas nota s de octava a octava, de modo que se da
do. En efecto, nuestro sistema de notación musical es, una "no-ciclicidad" gráfica para h echos esencialmente
hasta cierto punto, un intento por trad ucir en relaciones cíclicos . Pienso en la multiplicidad de las claves: la de
en el espacio hechos musicales. Pero importa mucho fa, la de sol, la de do en tres posiciones, más las ?e .los
averiguar por qué razones esta tradución resulta imper- instrumentos de transposición. Con 10 cual en seIs ms-
fecta e insúficiente. trumentos -por ejemplo el órgano en clave de fa, el
Primeramente : la notación musical tradicional es alto en clave de do tercera, el violonchelo en clave de
heterogénea. La altura absoluta del sonido se designa do cuarta, el corno inglés, q ue se escribe una quinta
en ella, unas veces por el lugar que las notas ocupan en más arriba de la nota real, el corno de armonía, que s.e
el pentagrama, otras, por un sistema totalmente dife- escribe una octava m ás arriba de la nota real, y el clan-
rente: el empleo de signos convencionales, tales como nete en si bemol, que se escribe en clave de sol y se lee
sostenidos, bemoles, becuadro, doble sostenidos, doble en clave de do cuarta -que dan al unísono el mismo
bemoles. Reparemos en que la noción de tonalidades do , éste tendrá , en la partitura orquestal ¡seis represen-
"simples" (do mayor, la menor ) o complicadas (la sos- taciones distintas!
tenido menor, do bemol mayor) sólo se refiere a estos En cuarto lugar: un sonido que no pertcnec.e a
hechos de escritura. Acústicamente, no corresponde a nuestro sistema musical occidental y moderno, no tiene
nad a. Añadamos que la duración de los sonidos queda representación en esta escritura . Ésta resulta inutiliza-
244 MúSICA y ARTES PLASTICAS ESPACIALIZACI6N DE MELODtAS 245
ble, no sólo cuando trata de escribir ciertas mUSlcas Otra solución, muy natural y en todo cas.o instruc-
exóticas (lo cual la hace impracticable para el sociólogo) tiva, es la siguiente: tomar en abscisas los tJem~os, y
sino incluso para anotar un sonido físicamente presente en ordenadas las frecuencias físicas de las VIbraCIOnes;
en nuestra práctica orquestal , si bien extraño a la escala y reunir (prolongando en línea recta la curva d~rante
de Zarlin. G Por tanto, tampoco el físico la puede uti- toda la duración del sonido) las notas perteneCIentes
lizar. a la misma voz melódica. . ,
Todas estas razones hacen que la escritura musical Apliquemos esto~ principi?s al AdagIO de I~ Pate-
actual, no sólo no proporcione, en modo .alguno, una tica (ya que es la pIeza que SIrVIó para el expen~ento
transposición del hecho musical, sino que deba ser con- de Combarieu). Obtendremos, para los ocho pnmeros
siderada como muy primitiva y enteramente irracional. compases, las curvas siguientes:
No se trata, por supuesto, de sustituirla práctica-
mente por otra (la escritura tradicional ya está demasia-
do incorporada a nuestra cultura, y representada por una 900
edición demasiado abundante), pero la estética general 800
desearía disponer, para investigaciones teóricas, lo mis- 700
mo que para estudios prácticos acerca de las músicas 600
primitivas o exóticas, y asimismo de los hechos acústi- 500
cos, de una escritura racional, susceptible de ser utilizada
400
en todos aquellos casos en que la usual es insuficiente.
300
Más adelante, propondremos una solución a este pro-
blema. 200
Tornemos ahora a nuestro problema gráfico. 100
O .L.,~~~~--,----,-,--,---,"""-T'l...--.-.~-·I j • i .... ¡ , i , .

6 Por ejemplo, en los debates de los físicos acerca de la génesis


de la escala, se omite can frecuencia el decirnos qué sonido como El experimento ya resulta concluyente. Las curvas
Jos armónicos n Q 7, y sobre todo 11, surgen a un tiempo de nuestras
tonalidades y de nuestra escritura, y entran en ellas únicamente así hal1adas no son "incoherentes" ni "absurdas". Por
merced a los convencionalismos que, por ejemplo, anotan como fa el contrario: aparecen notablenlente equilib.radas. El ba-
sostenido el onceavo sonido del corno en do, a p esar de que todos lanceo regular del dibujo de acompañamIento, por el
saben que se encuentra a medio camino entre el fa becuadro y el cual el tenor ocupa, pudiérase decir que constantement;,
fa sostenido. Prá cticamente, el físico posee su propia escritura: em-
plea nombres de notas escritas con todas su letras (nombres que, con una sola voz, dos planos armónicos (la armoma
cntonces, cumple interpretar en el sistema pitagórico), realzadas aparece como de tres voces, ~ en realidad ti~n~ cuatro)
por sostenidos y bemoles, con indicación del lugar de las octavas, y rcsulta curiosamente proporcIOnado al movImIento co-
(según el procedimiento introducido por I-Ielmholtz), subrayadas, o rrelativo de las otras dos voces. También de éstas se
encapuchadas con una o dos líneas, para anotar los sonidos pitagó-
ricos, rebajados o elevados con una o dos comas. En calidad de
ordena el gesto en una forma enteramente satisfactoria.
"escritura", el procedimiento es rudimentario y primitivo, Permite La línea del bajo, una S veces siguiendo, otras compen-
anotar "sonidos aislados", pero no es una verdadera escritura musical. sando, la de la contralto, en un movimiento mucho más
ESPACIALlZACI6:-J DE MELODíAS
247
246 MúSICA y ARTES PLASTICAS
estilizado, tiene con la de encima una relación en reali-
dad equiparable a aquella en que se encuentran, por
ejemplo, las bases más austeras de un edificio con las
partes superiores, tanto más labradas, cuanto que apun-
talan sin actuar. Pero, lo que aquí atrae especialmente
la atención, por interés estético es la línea melódica. Su
analogía con las que combina el arte del arabescD no
puede discutirse. Para facilitar esta aseveración, recurri-
remos a ci ertas obras decorativas positivas, iconográfica-
mente comprobadas, situadas. Un poco más adelante
(s uprimiendo la parte del fondo , las palmas y escudos,
sobre el cual destaca el arabesco propiamente dicho)
ofrecemos una decoración mudéjar.
U no puede, desde luego, no gustar de este género
de arte, igual que uno puede ser refractario al estilo de
Scarlatti, o ele pórpora. Pero no cabe duda de que ha y
mentes que gustan de su encanto (u . .. Una jecoración indicar las significaciones peculiares de ciertos ejes holri-
a la vez maravillosamente opulenta y de una nitidez im- zontales de estas curvas, ejes que corresponden a as
presionante", dice H. Mayeux, en La Composition dé- "buenas notas" (cual dice~ los m~slcos) de la tonah j
corative, p. 141, de quien tomamos este documento ... ).7 dad elegida. ¿En qué mdlcan, plastJcamente, q,u e. e
Y esas mismas mentes hallarán una satisfacción de igual )rincipio descansa en el acorde perfe~to de tomca,
Índole en las combinaciones lin eales del diagrama :)11 - ~1 cuarto compás en el de domll1ante, aSI como las ?IS-
terior. tintas propiedades de estos acordes? Y aSimismo, /cuales
Con todo, con viene no equivocarse acerca del al- son aquí, las relaciones consonantes y dlsonante~. Pode-
cance de esta analogía. Las cualidades plásticas de este mo~, desde luego, advertir, en la segunda mitad del
diagrama no son las mism as que las del fragmento mu- quinto compás cuán juntas aparecen las curvas; y ~sta
sical que lo determina. Sería imposible pretender que asociación, así 'como la posición del compás, permJt?n
nadie pueda, al verlo, sentir exactamente las mismas im- reconocer el intervalo disonante de segunda. Pero, plas-
presiones que al oír el Adagio de la Patética. ticamente esta {elación no ofrece nada comparable a la
En primer lugar, porque estas gráficas no pueden im res ión' que resulta de la audición simultánea elel re
be;wI, y del mi bemol; y, en f~rma gener~l, hay qu e
reconocer que tales diagramas solo trasponen efe~bva­
7 Lo hemos tomado expresamente de la más clásica de las obras
acerca del artc decorativo, para que no se nos pueda aCusar de ha-
ber querido presentar un documento favorable, o de haber aprovc- mente, en el orden visual , el elemento contrapunbstlco
chado una coincidencia excepcional. . Como se ve, confrontamos el de la música. ., bl
famoso texto musical que sirvió a Combariel1 para su experimento, Uno podría dejarse llevar de la tentaclOn de es ta e-
con el ejemplo típico de arabesco suministrado por la obra más clá-
sica, y la concordancia es asombrosa.
cer una analogía "expresiva" en csta clase de delme:J-
248 MÚSICA Y ARTES PLASTICAS ESPACJALIZACIÓN DE MELODIAS 249
ciones: Los mov~mientos de la melodía ¿acaso no tienen amor (dejaría de ser un drama) si no fuera cierto que
la~ mismas cualtdades. de significación sentimental, los existe!l rostros tiernos o desgarradores, severas o adora-
mismos valores de actitud, que los movimientos corres- bles, independientemente del alma que está más allá?
pondlente~ del arabesco? Sigamos con la vista la melodía y no cabe duda de que estos rostros son tiernos o des-
b~ethoveDlana. Primero, titubea en torno de su eje me- garradores, simplemente a causa del arco de una ceja
d,w~o; claramente se eleva; torna a bajar dos grados; en ésta u otra forma, de una boca más alta que ancha,
rapldamente t?rna a. elevarse, como en un vuelo de tres de una nariz como la que pudo haber cambiado la
aleteos.' para mmedwtamente descender, y, unas veces faz del mundo. Es todo el secreto del drama de ciertos
paulatm~mente, otras con movimientos amplios, subien- amores, esta esencia peculiar de la forma visible. y tam-
do y baJan?o, para, poco a poco, con un movimiento bién es todo el secreto, o al menos uno de los secretos,
cada vez mas regular, má.s sereno, más grave, y en cierto de la música (y, generalizando, del arte), esta esencia
modo monumental, venn a descansar al nivel de uno peculiar de la melodía (y también de la línea, del acorde
de estos ejes característicos de la figura' mientras las de los colores, y así sucesivamente). No cabe duda de
o!ras dos curva.s participan igualmente en 'esta serenidad que una melodía resulta indolente o irónica, soñadora
dlrect~mente hgurada por las oscilaciones gradualmente o risueña, ingenua o perversa, cruel o burlona (y que
amort:gu~d~s de la curva mediana. ¿No se dan acaso no sea posible realmente amarla) a causa de una apoya-
mentes, r~pldas para la transposición visual que creerían tura de la mediante (lo cual implica una interrogación),
ver una figura fe.menina envuelta en velos' negros, desli- de una disonancia inferior de retorno de un tono entero
zarse po.r el pretil de una terraza; elevarse primero; des- (lo cual tiene un encanto arcaico), de un movimiento
pU,és bajar por una gran escalera hacia unas aguas som- melódico que recorre la octava sin sus semitonos (lo
bnas, cUJo 1.ento ondu~ar se expresa por el balanceo del cual tiene un sabor extraño y exótico) y así sucesiva-
a.com~anamlento, y baJO las cuales su reflejo evoluciona mente. Y esto nos da la clave de la significación exacta
slrr:étncamente en los movimientos simplificados del de estas transposiciones lineales de la música. No nos
baJO? explican enteramente el hechizo, pero hacen resaltar los
. Pero esto, des~e luego, es literatura. Es lo que en- hechos formales que lo originan.
tlend~n. del embrujO de la música, los que no entienden Hay una frase muy bonita de Chateaubriand. Habla
de mUSlca. de una mujer, de una mujer música: "Parecía -dice-,
~a delineaci.ón melódica actúa en nosotros por sus cual si fuere ella misma melodía visible, y que diera
cualidades propias (y no por ninguna evocación del se- vida a sus propias leyes." 8 Es el ideal mismo de ciertas
gundo ?rad~). Para todo músico existe, en ciertas series transposiciones coreográficas.
d~ sODldo (Igual que para el decorador en ciertas infle- E igual sucede con el arabesco conseguido de este
x.lOnes de ~as líneas) algo triste, tierno, animado, o apa- modo: en cierta manera (con ciertas reservas que no
sIOnado, sm que. ~110 pueda explicarse con medias pala- dejaremos de hacer) se trata, en efecto, de la melodía
bras, una, evoca~lOn externa, una asociación de ideas. Es visible y que da vida a sus propias leyes.
la melodza en SI, la cual es tierna o triste desgarradora
severa, adorable , igual que un rostro 'O é sena
. . ¿_u ' d el' 8 Fragmentos publicados por V. Giraud, Chateaubriand (p. 20).
ESPACIALlZACI6N DE MELODtAS 251
250 MÚSICA Y ARTES PLASTICAS
De es~a manera, las curvas que registran gráficamen- p10 13 octava fuga del "ClavecÍn bien templado". Es
te la música por este procedimiento, compartcn con las un~ de los entrelazados de líneas melódicas más nobles,
curvas que forman el artc Jel arabesco, al menos su in- y más sabios que existen. El principio, conforme a las
teligibilidad estructural. No impresionan la sensibilidad reglas, es de una simplicidJd extremada: las. tr~s voce.s
emocional de una manera positivamente idéntica, pero, aparecen una tras otra, sobre el mismo motivO. En L1
desde un punto de vista negativo, tampoco causan ese transposición gráfica, según el método que precede, rc-
senh~lllento penoso de algo absurdo, inadmisible, dc sulta el siguiente arabesco:
una Incoherencia perceptiva que no dejaría de producir-
se si las delineaciones originadas, prácticamente consi-
deradas, carecieran de forma. Si es cierto que no se 1700
pllede dccu que la estructura plástica del arabesco musi- 1600
cal le confiere un valor estético relacionado con su fi- 1500
gura sonora, al menos sí se puede afirmar que posee una 1400
estructura, y que esto no puede obedecer simplemente 1300
a la casualidad. Las combinaciones imaginativas de los
1200
melodistas tienden a dibujar formas en lo que se puede 1100
llamar el espacio sonoro, ya que, aun gráficamente in- 100
terpretadas,
. ,.
estas combinaciones sonoras si"llen
b
siendo
900
arqUltectomcas.
BOa
Mas aquí se impone una observación importante.
700
Para que estas formas ya visibles "cobren vida según
sus propias leyes", es menester, cual es sabido, lograr, 600
por medio de un ajuste preciso de las coordenadas, ob- 500
400
tener el arabesco más adecuado para destacar las propie-
300
dades artísticamente fundamentales de la obra de este l..,-,,.........rr,...,.-.,-~III" I ¡lj"II' '¡,'II
modo examinada.
. Ahora bien, aquí hay algo que no deja de ser impre- Ahora bien, está claro que la identidad de las curvas
SiOnante. melódicas de las distintas voces (y éste es el fundamento
La elección, vertical, en las ordcnadas, de los núme-
ros de vibraciones por segundo, disimula una facultad 9 Aparte de este cambio, que caracteriza la "fuga tonal" (~or
esencial de la melodía: la de permanecer formalmente oposición a la "fuga real"): la "mutación" recíproca de la tómca
idéntica, sean cuales sean la altura y la voz en que se y de la dominante, cuando el "tema" toma" en la qU,',nta supcr:or,
o cn la cuarta inferior (lo cual constituye la respuesta). ~n nues-
presenta. tra gráfica, hcmos indicado en línea de puntos lo que podna dar la
Para compreriderlo debidamente, examinemos una reiteración textual del tema, para que el lector profano en la téc-
obra en el estilo del contrapunto (el cual, como se sabe nica dé la fuga pueda mejor darse cuenta de la identidad de las
es el más próximo al arte del arabesco típico). Por ejem~ curvas.
252 MÚSICA y ARTES PLASTICAS
artístico de esta ~orma de arte) no se respeta aquí en XXXI. ACERCA DE LA ESCRITURA MUSICAL
modo alguno. Plastrcamente, la aparición del tema con RACIONAL
la voz de tena: (a la izquierda de la figura) queda más
o menos eqUIlibrada estéticamente, a pesar de estirarse ¿A QUÉ condiciones ha de responder una escritura mu-
d.emaslado en sentIdo vertical. Esto último ya es exce- sical racional?
SIVO ~n la respuesta del alto. y cuando, en el octavo Primero: tiene que manifestar, por medio de rela-
campas,. los. altos se apartan con idéntico movimiento, ciones aritméticas, los intervalos reales de los sonidos
para dejar lIbre la entrada del bajo que torna a tomar en la melodía.
el tema, éste, en cambio, resulta de tal modo aplastado Segundo: tiene que cxpresar, por medio de notacio-
q~e. apenas si es posible reconocer en él la forma te: nes cíclicas, los fenómenos cíclicos en los cuales sc basa
matIca. la organización musical por octavas (identificación no-
l To?o homb:e. de ciencia, acostumbrado a manejar minal de los sonidos de relación 2/1 de frecuencia, base
os metodos graflcos, podrá darse cuenta inmediata- del apoyo de las quintas en la octava y, por consiguiente,
mente ,d~ lo que se trata: para restablecer la identidad de la estructura de nucstras tonalidades).
morfologlca, es menester utilizar coordenadas logarítmi- Tercero: debe presentar la altura absoluta de los
~as; por ~anto, toma: en ordenadas los logaritmos de las sonidos.
recuenCIaS. ~s deCIr, los intervalos melÓdicos.1 0 Cuarto: ha de poder anotar un sonido puro cualquie-
.
Mas convIene hablar Con precisión . ¿'Q' . .
ue pnncI- ra, incluso extraño a nuestro sistema musical occiden-
plOS es menester ~doptar para establecer racionalmente tal moderno.
los valor,es antmétIcos ?e estas ordenadas logarítmicas? Fácil es demostrar 1 que la siguiente solución del
.~qUl e~ en donde mterviene provechosamente la so- problema es la única matemática posible.
luclOn a dIScutIr del problema antes planteado d l En primer lugar, se puede demostrar que, al llamar
escntura musical racional. En 'efecto, ésta nos pro~o:­ x el número que es preciso hallar para designar una
ClOna a, ~n tIempo un instrumento de trabajo amplia- nota, y n el número de vibraciones por segundo corres-
mente utIl, y una solución cómoda y precisa del proble- pondientes, la fórmula siguiente:
ma an te el cual nos encontramos.
Pero esto requiere capítulo aparte. 16
x = 12 lag, n x --
435
1 Véase nuestro artículo "L'algorithme musical", ("Revue
Philosophique", 1927, 9-10, pp. 204 ss.) que ofrece, en forma más
detallada, las discusiones de las que sólo reproducimos aquí los re-
sultados esenciales, con algunas ligeras modificaciones, que tienen
por objeto aprovechar los progresos ele esta cuestión dcsde aquel
entonces, o bien aportar algunos perfeccionamientos prácticos de
detalle a los procedimientos ya propuestos. También se encontrarán
allí algunas de las figuras que aquí reproducirnos;
2~3
254 MúSICA y ARTES PLASTICAS ESCRITURA MUSICAL 255
( fórmula cuyo principio consiste en sustituir los loaa- bres, en cifras, de las siete notas d e la escala. D ~, re,
ri tmos de ba se diez por los logaritmos d e base d~s ) mi fa sol la si do se llaman de este modo, tres, cmco,
proporcIOna, para todos los sonidos mu sicales val orcs siete, ~ch~, die;, d;ce, dos , tres, y se escribcn 3, 5, 7, 8,
ari tméticos q ue res ponden a todas las condici~nes d el 6, O, 2, 3 ( respecto al O, conviene no olvidar que, en la
problema, cuando el resultado está escrito en numera- numcración du odecimal, ellO es el doce) ; por elemplo ,
ción duodecimal. 60 significará ella de la sex ta octava. a Es el la del dia-
En e.fecto, cada nota dc la escala temperad a, en es- pasó n .4 Basta rá, en fin , con saber que un sostel1ldo
tas CO!1 c]¡clOnes, queda exp resada por un número d e dos temperado, o UIl bemol, se cxpresan por la CIfra, supe-
cIfra s, de la s cu ales la primera d esigna con stantemcnte rior o inferior en una unid ncL a la d e la nota na turaL
el lugar de la octava, a partir d el origen indicado por la Co~o el fa es 8, el fa sostenido será 9.
fó r~ula ( tomándola un poco más abajo d el umbral in- Para tran sform:Jr es tas cifras en medio prác tico dc es-
ferIor d e la au?ición musical) , y la segunda d esigna, en critura, bastará con adoptar bs convcnci ones siguientes:
cada octava, sIempre la misma nota de modo que co.
rrcsponda. al la, com o ~ifra de unidad es O (al do: 3; al 3 Corresponde a la tercera octava ele la notación llSual, cuyo
do sostemdo : 4; al re : ), etc.). Como se sabe, es m enes- origen (según lo propuesto por Sauveur ) está en el do de 32 .3 vi-
braciones; con vencionalismo tan poco accrtado quc obliga a anotar
ter, en la numeració n du odecimal, contar Con d os ci- con índi ces negativos sonidos Illusícales corricntes (el la dc la parte
fr as má s qu e en la decimal: p onaamos que 1) signific a baja del piano, es la" 1) . R epárese Cn que el número 60, e n nu"
die:.:, y <tl significa Once. b meración duodecimal, se encuentra e n la m isma posición m ediana
. ~n efecto, se p od ría demostrar que las condicion es que el 50 de la numeración decilnal, con rel ación a 100 .
4 Se trata del la del congrcso de 1859 (de 870 vibrClciones). En
e::lgldas no 'p~ed en cumplirse si se emplea una nota- 1945, una comisión "internacional" (?) , teniendo en cuenta la
cIÓn matematIca basada cn el sistema d ecimaJ.2 malh adada tendencia imperante a elevar el acordc ( tend enCIa fa-
La fó.rmula qu c acabam os de dar es la iustificación vorable a ciertos efectos orquestales, en particular para los solistas,
matemátIca d e la nota ció n, Con relación a los datos de pero m uy lame ntabl e para el ar te del ca nto ) ha autorizado un la
la físi~a. Pero quien qui era utilizar prác ticamente esta de 880, que e~ el qu c actualmente sc distribu ye radiof ónica m~nte.
Sin embargo, en todo esto h emos mantellld o el valor tradIcIOnal
notación, para nada necesita conocer su fórmul a fí sico- (por otra parte, siem p re lcgal cn Francia) d el la , pues toda la Irte-
matemá tica . L e basta rá, to talm ente, con saber los 110m- ratura sobre este tema, al igual para los físicos que para lo s muslcó-
am fos, es tá escrita conforme a estc co nvencionalismo, por lo que
~areció ocioso complicar la cucs tión con b interv ención dc un l~
2 Esto es lo que ha hecho que fallaran los principales teóricos recie ntemente elevado, por deferenCIa al hlgh pltch amerIcano . SI
qu e se ha n ocupado de es te problema. Ellis v H orn bos tel intenta- este la acabara por ser adoptado por los fís icos y los musicógrafos,
ran, cierto, decimalizar la med ida de los intervalos mu sical es to - bastaría, en la fórmula matemáti ca general que hemos dado más
ma ndo .como unidad la cen tés im a parte de! semitono tempe:ado; arriba, con sustituir po r 440 el divisor 435. Basta, desde lu ego, con
pero ~xlsten 1 200 unIdad es de es ta elase en la escala; v no existe rccordar que la cifra duodecimal 60 responde al la del diapasón y
la perIodICIdad en la octava. En cuanto a la unidad de"los físicos que, e n la fórmula dada an tes, la últi ma cifra debe fijarse confor.me
el savart o intervalo Cll\'? logaritm o vulgar es 0.00 1, que respond~ a la altu ra d el d iapasón adoptado. Pero, desde el punto d e vls~a
enteramente a la necesIdad de decimalidad, renuncia total mente científico y artíst ico, es lamentable h acerle el Juego a la mallla
~ adaptarse a la organización musical de los son id os. La misma octava de irse hac ia lo alto . ¿En dónde quedará el la en el año 2000 (es
se llev3 en sí un número irracional , o sea 301.03. . . El semitono decir, dent.ro de 53 años» Y entonces ¿quién po,lrá ca ntar a
tem p er~ c1 o vale algo más dt 25.
1\1'Oz3rt'
256 MÚSICA y ARTES PLASTICAS
Cada cifra habrá de represen tar una unidad de du- ESC RITURA MU SICAL 257
ración que habrá de ser inicialm en te designada (casi Y, para demostrar qu e todo h echo de nuestra músi-
siempre, la semicorchea; pero a veces basta con la ne- ca necesariamente tiene su expresión; rigurosa y muy
gra, O incluso con la blanca). El guión habrá de indi- sencilla, en este sistema, he aquí otro ejemplo de un
car la prolongación de esta nota durante la unidad d e estilo totalmente distinto. Es uno d e esos movimientos
la duración; y el signo = una pausa de igual duración. pianísticos que recorren el teclado, haciéndolo vibrar con
Una raya horizontal encima de varias cifras sucesivas, gran amplitud. Es el "Preludio" de la "Suite BergoJTU1So
indica que en conjunto valen la unidad de duración. qu~" . de Dchussy, y se escribe:
Conviene añadir también que, para simplificar al
máximo, desde un punto de vista práctico, la escritura,
y evitar la continua repetición de las cifras de la octa- )
va, se puede escribir únicam ente, como índice, antes de
la. cifra de las unidades, la de la octava; y no repetirla
mIentras perman ece sin variación.
Una vez es tablecido todo esto (lo cual, seguramen-
te, se apre~de antes que la escritura musical usual), ya
nos es posIble leer y escribir las músicas más complejas.
Pero algunos ejemplos serán más elocuentes que todas
la s explicaciones. He aquí ( texto elegido por ser aloa
complicado rítmicamente) el principio de una "Inve~ ­
ción a dos voces", de J. S. Bach. Se escribe en notació n y en cifras ( con la corchea como la unidad):
tradicional.
- = 61) - - - -7020 68 72 6(0 3 etc.
it ----------===== 5
2 -
- -
-
-
-
-....: '- ::. 1-
- - -
151)
,7 5- - -
V-:-... 11 r-~_ rr---- 2 - - -
------
...... - -....,¡ ¡¡",,¡
41) - - -
28 38 43 3 - - -

y .su escritu~a en cifras es la siguiente (en donde la Y se puede simplificar todavía más, en particular
umdad del tIempo es la semicorchea): tratándose de música vocal, contentándose con indicar
= 67 - 6 - 5
47 - 9 - (O -
I - 4 - 22- - 4O I -
50 -
5 (O -9 - (O 60 .
6 - 7642
la octava en la primera nota (índice que, de este modo,
asume el papel de una clave) .5
{ 5(1)620 25 (09(076 I 7 - 9 - (O - I 60_ 5 Este Índice es para la escritura práctica, y por motivos de ca·
7- 4 7 - = _ =47-6-5 -4 etc. . modidad, pero conviene no olvidar que, en realidad, es la cifra, de
docenas, de un número cardinal : "63, por ejemplo, en realidad es
258 MúSICA y ARTES PLASTICAS ESCRITURA M.USICAL 259
El Índice no habrá de repetirse. Y se pondrán pun- Pero la diferen cia enorme, fundamental, estriba es-
tos encima de las notas de la octava superior, y debajo pecialmente en que, en estas' notaciones seudomate-
de las de la octava inferior. Aquí tenemos un último má ticas, las cifras tienen un valor puramente ordinal; el
ejemplo de este tratamiento. Expresamente hemos es- 1 es aquí la primera nota de la escala; el 2, la segun-
cogido un aire de Clück, que todos conocen:' da, etc. El cero, no existe. y las expresiones aritméticas
0- -o 0--3 I 3 2 2. = - -. 3 o l,O - - °0- 8- i 8 7 =
no tienen ningún significado cuantitativo real , cn par-
r I perdu
57 8
al mon Eu-ryd¡-ce, R¡en n ega-le mon malheur;
ticular en lo referen te a la dimensión de los intervalos.
De esta suerte, en Calin, entre el 1 Y el 2, hay un tono;
[Yo he perdido a mi Eu-rí-di-ce, nada iguala a mi dolor;] pero sólo un semi tono en tre el 3 y el 4.
En cambio, hay que entender que, en la notación
-570313-2etc- racional aquí presen tada, estas cifras corresponden a nú-
Sort cruel. .• etc.
meros cardinales, que miden y expre.san dimensiones.
[Suerte cruel.. _ etcétera] De una nota a otra nota cualquiera, la diferencia aritmé-
A primera vista, esto sc asemeja. a las notacion es de tica (y no nos olvidemos d e que se trata de numeración
aspecto matemático (es decn escntas con cifras), ya duodecimal, sobra decirlo) 8 da la medida del intervalo.
muy frecuentemente propuestas desde la de J. J. Rous- (Véase *.)
seau. 7 Pero la diferencia es muy grande.
8 Lo cual eq uivale a decir, por ejemplo, que, de 58 a 63, la
En primer lugar, porque aquí las cifras de las notas diferencia no es de 5, sino de 7, es decir de siete semi tonos tempe-
son absolutas: doce, 0, siempre es la; mientras que en la rados, o una quinta justa. En numeración duodecimal, 63-58 = 7.
escritura Calin, Paris y Chevé, igual que en Rousseau, Pero esto se advierte fácilmente sin conOcer esta numcración: entrc
el 1 indicaba la tónica, el 2 la supertónica, el 3 la me- dos cifras de la misma octava, no existe ninguna dificultad: O (dic7)
menos 3 es igual a 7, lo mismo que en la numeración ordinaria. Y
diante, fuera cual fuese la tonalidad; lo cual presentaba si el intervalo salta la octava, basta con restar de doce el "alor más
muchos inconvenientes para el poseedor de "oído abso- bajo, añadiéndole el valor de la segunda nota. AqUÍ arriba, de 58 a
luto"; y se complicaba excesivamente en cuanto inter- 63: de ocho a doce, cuatro; más tres igual a 7. En otros términos,
venia un cambio transitorio de tono. un niño .al que se enseña música con este sistema, no tiene sino
aprender los hechos musicales (como, en todo caso, habrá de ha-
63, valor numérico de una nota situada, cual se advierte enseguida, cer, y para lo cual, el sistema aquÍ propuesto, lo facilita enorme-
tres unidades, es decir tres semitonos temperados, o una tercera mente); y así se encontrará con que, al mismo tielllpo, y sin saber-
menor, por encima del la 60 del diapasón. Por consiguiente, un do,. lo, habrá aprendido la numeración duodecimal.
o En este ejemplo, para solfear, se telldrá, por supuesto, que * He aauÍ la tabla de las dimensiones dc los intervalos musica-
leer; siete, ocho diez, diez diez tres tres dos dos, tres diez doce, doce les hasta la -octava:
dieciocho ocho, siete. El cero (la) se lee doce y el o (sol): diez. Al J : segunda menor.
lector que quiera hacer la experiencia, le bastará repetir tres o cuatro 2: segunda mayor.
veces esta frase para tener el sentimiento intuitivo de los valores 3: tercera menor.
numéricos de los intervalos, anotados así exactamente. 4: tercera mayor.
7 Sin olvidar la de Galin, Paris y Chevé, bastante práctica, v 5: cuarta justa.
que incluso fue empleada durante cierto tiempo para J.¡¡ enseñanz:l 6: cuarta aumentada, o quinta disminuida.
en las escuelas J11uniciples de París. De ella hemos tomado alelln~ : ; 7: quinta jllsta.
de bs fórmula s pdcticas (l¡; escritura ya e·nmneraclas. S: quinta aumentad;l, O sexta menar.
260 MúSICA y ARTES PLASTICAS EL ARABESCO MELóDICO 261
. De este modo, tres ~otas, sean las que sean, cuyas te en que todos sus elementos están representados por
dIferencIas forman la serie aritmética 0, 4, 7, constitu- números enteros. Y así el signo convencional 6* (re sos-
yen sIempre el acorde perfecto milyor. Se obtiene auto- tenido) será simplemente abreviatura del número racional
máticamente sumando a cada término de la serie el 6.1 0, que es su villor exacto; mientras que el mi bemol,
v.alor de la tónica . Por ejemplo, para sí, que es 2, la sc- expresado por 6* será abreviatura de: 5.8 0). Por igual,
ne 0, .4, 7, ~ará 2, 6, 9, que son si, re sostenido, y fa
sostemdo. Fac¡] es advertir cuán sencillo resulta.!) la altura exacta de cualquier sonido de una cscala cXóti-
El único reproche musical que se puede hacer a ca, puede ser anotada con este sistema.1°
c~ta~ notaciones, en su calidad de escritura, es que no
dIsh~guen el sostenido y el bemol temperados (cual es,
efectIvamente, la realidad acústica: la diferencia es sólo
de concepto). Fácil es salvar este inconveniente, si uno XXXII. DE NUEVO EL ARABESCO MELÓDICO
así lo. desea, conviniendo en que un asterisco superior,
por eJemplo, señala el sostenido y lo diferencia del bemol HEl'dOS creído necesario, en el capítulo precedente, pre-
de idén tica altura (~~ñal~do con un asterisco inferior): sentar de modo completo un sistema que constituye por
por eJ~mplo, 6 sIgmhcara a la vez el mi bemol y el re Igual una escritura práctica de la música y un algoritmo
sostemdo temperados; 6 con asterisco arriba 6* el apto a la expresión racional de todos los hechos que
re sostenido, y con asterisco abajó, 6*, el mi be:nol. interesan al análisis musical. Poseer tal sistema nos pare-
Hablando científicamente, esta manera de utilizar la·; ce, en efecto, de gran interés para la estética . Pero, ade-
cifr.a,s tendrá en~onces que cOnsiderarse como represen· más, volviendo al problema del arabesco musical, pode-
tacIOn de expreSIOnes convencionales abreviadas del nÍl- mos utilizar este sistema para que nos proporcione (bajo
mero fraccionario, que expresa el verdadero sostenido y ciertas garantías racionales en cierto modo superabun-
el verdadero b.emol en la escala no temperada. . dantes) una solución indiscutiblemente válida del pro-
. .Pues, conv.Iene recordarlo (y ésta es la última pecu- blema de las coordenadas de las curvas; puesto que la
handad que dIferencia este sistema de aquellos que sólo propiedad fundamental del sistema estriba en que los
henen un aspecto matemático) todo sonido musical sea símbolos matemáticos empleados reproducen exactamen-
el que fu~re, tiene aquí su expresión. El privilegio de la te las propiedades estructurales (a la vez físicas y estéti-
escala occIdental moderna temperada consiste únicamen- cas) de los conjuntos musicales correspondientes.
Por consiguiente, si trazamos como ordenadas (eje
de las y) de las curvas m usicales los valores numéricos
9: sexta mayor.
~: sexta aumentada, o séptima menor.
conseguidos para las· notas conforme a este sistema (ya
ú): séptima mayor.
10: octava. . 10 Entonces, evidentemente, será menester tener en cuenta la
fórmula matemática general presentada más arriba, la cual permite
. 9 En este sistema, cualquier transposición se logra sumando
este cálculo. También se pu ede, por medio de una aproximación
unIformemente a todas las CIfras de la pieza que hay que transponer, sin importancia, utilizar la tabla de ccrrespondencia fácil de esta-
la CIfra correspondIente al Intervalo de transposición (es decir 3 la blecer de una vez par siempre, según el valor del savart, el cual es
diferenCIa nUlIIérica de la antigua y de la nueva tónica). de 0.0589 en este sistema.
262 MOSTeA y ARTES PLASTTCAS EL ARABESCO MELODlCO 263

que los ti empos aparecen en ilbscisas) nos encontramos Por consiguiente, nos hallamos aquí. desde luego,
con una garantía perfecta para reproducir en nuestra cur- en presencia de un arabesco en el espacio, que ofrece
va siquiera todas las propiedades melódicas de una ohra exactamente las mismas propiedades estructurales que
musical,l los temas de la fuga de Bach. y no es menester insistir
Intentemos inmediatamente la prueba, con la fuga acerca de su inteligibilidad estética, simplemente a títu-
de Bach que ya hemos utilizado como tema de nuestra Jo de arabesco plástico. Cambiando un poco de estilo
investigación. Con estas nuevas coordenadas, nos da: (para que no parezca que queremos buscar en cl arte
de la fuga una modalidad especialmente fa vorable a
estas correspondencias) he aquí un arabesco de Cho-
pin: los compases 61 a164 del "Nocturno", op. 9, NQ 1:

Bastará con solo vistazo para mostrar que la identi-


dad formal de los tres dibujos de arabescos, correspon- Aquí también, la inteligibilidad estéti..::a -desde lu e-
dien tes a la entrada del tema en las tres voces, ha sido go, desde el solo punto d e vista de 18s técnicas decora-
completamente restablecida salvando la "mutación" del tivas- es perfecta. ¿Quién no habria de sen tir que, con
encabezado de la respuesta que, por cierto, de por sí, los colores adecuados o simplemente en imitación de
constituye un h echo musica],2 bajorrelieve (que puede imaginarse en tres tonos de sie-
1 Las propiedades armónicas también se encontrarán aquí; pero
na, ocre oscuro y ocre claro) semejante motivo podría
no están escritas en las curvas mismas: resid en en las proporcion es quedar integrado textualmente, por un decorador, por
modulares de los espacios que las separan, y sólo son intuitivamente ejemplo a la franja de un t apiz?
sensibles para una sensibilidad estética especialmente preparada. No nevamos esta tesis demasiado lejos. Los arabes-
Para que fueran visibles en seguida, sería menester emplear un sis-
tema complem entario de simbolización; por ejemplo, por medio de.
cos que extraemos de las obras musicales, no tendrán
combinaciones de colores. P ero (para que la simbolización sea oh-
jetiva y rigurosa) el problema es muy delicado ( véase el capítulo 51, 61) . Entonces se advertiría que en los dos arabescos, cuyo perfil
siguiente) . diter~ría algo, a causa de las leyes de la fuga tonal, los puntos de
2 Este hecho podría explicarse fácilmente si, por ejemplo, se int ersección del rojo y el verde con las dos curvas que se corres-
dibujaran en la figura, horizontalmente, en verde los ejes de la ponde n, está n rigurosamente invertidos; y q\1e el perfil ha sido
tónica (46, 56, 66 y 76) y en rojo los ejes de la dominante (4 1, modificac1o, para mantener entera esta in versiÓn .
264 MÚSICA Y ARTES PLASTICAS EL ARABESCO MELÓDI C O 265

en absoluto ni el mismo encan to que las melodía s oriai- de esta suerte encontramos, son la proyección en el es-
na1es, ni los mismos recursos decorativos que los dibuj~s pacio de una id ea estética originalmen te destinada a
expresamente co~puesto s para ser utilizad.os en el espa- aparecer de forma específica en el tiempo .4 Y, aSÍ, 10
c~o. ¿Cómo podna ser. de otro modo? Pnmero, porque que nos es dado captar, a través de estas dos especializa-
CIertos ~lementos estétIcos quedan inutilizados (encan- ciones di vergentes, es una esencia común, situada más
to propIO de las sonoridad es, evidencia d e las armonías allá de la diferencia entre tiempo y espacio.
matices de inten sidad ) elemen tos a los cuales se aso~ Sin contar que se podría, sobre estas transposicio-
cia ban en la música . D espués, las disponibilidades del nes plásticas, incluso abarcar mejor que en los indicios
decorador en el espacio son mucho más amplias que las music;Jles originales, las condiciones estéticas que a ellos
del músico en el tiempo, y así los arabescos musicales presiden, precisamente porque, así despojadas, simplifi-
s i empr~ han de resultar algo monótonos, como datos
cadas, hasta empobrecidas por la evidencia de su es tili-
decoratIvos, pues será difícil entender por qué no utili- zación en relación a las libres inventivas del decorador,
zan todas las posibilidades. destacan más la simple búsqueda de los perfiles, el
recurso a las fu entes emotivas del movimiento, unas ve-
, ~or ejem~l o, ,no pueden ofrecer ningún retorno sobre
SI mIsmos, nmgun CIclo cerrado, ya que el tiempo no ces al ado, otras tímido, la búsqueda, en este espacio
puede volverse at rás. Por esa razó n, un tema como el inmen so y vacío, del apun talamiento de los ejes en las
del Anillo, en Wagner, tan notoriamente plástico, só lo significaciones estructurales de la tónica, o de la domi-
resulta "anular" si, por un momento, uno se libera
4 Asimismo, se nos ha preguntado, a veces (especialmente Lione1
mentalmente del curso del tiempo, para imaginarse el Landry), cuando por prim era vez publicamos documentos de este
anillo cerrado sobre sí mi smo: en realidad, esta sinusoi- tip o, lo que, en música, daría la melodía engendrada por transpo-
de es la que proporciona el desarrollo de un círculo 3 y siciÓn del perfil de una estatua, o de un arabesco decorativo cono-
es to ¿por qué? Porque en música, el punto "Yo" (este ci do, pero la experien cia no resul ta siempre "inversible". ¿Por qué
razón? P ues simplemente porque las leyes de la música, al ser mu-
punto "Yo" cuya importancia, en poesía, en literatu- cho mos estrechas, mucho más estrictas, que las del arabesco (espe-
ra, en pintura, ya hemos recordado, y que aún hemos cialmente a causa de esta prohibición del retomo sobre sí) harían
de demostrar; y del que ya Schmarsow ha demostrado qu e muchas lín eas en for ma de arabesco, que de este modo ha-
suficientem ente la importancia en arquitectura) conti- brían de transpo nerse, tropeza ran con im posibilidades musicales que
no ex isten en el espacio. Además, como la música es escalar, todas
~uamente se desliza de un extremo al otro de la obra, y
las líneas curvas del arabesco deben ser estil izadas "en forma de
UDlcamente es contemporáneo de una sola consecución cuadro", semejan te al del ta piz. Ya teniendo esto en cuenta, el ex-
de notas o de acordes . perimento puede a veces realizarse sobre estas bases. H e aquí, para
Por tanto, conviene no olvidar que los arabescos que el investigador curioso, la curva de la cadera de Antiope, rigurosa-
mente melodizada:

3 Uno pu ede entretenerse en buscar analogías explica tivas. Así,


son pocos los que saben que la luna, al girar en torno de la tierra,
nunca descrIbe un círculo, sino que su movimiento, combinado con
el desplazamIento de la tierra, en realidad es sólo una sinllsoide. En
c~anto al análisis visual del tema wagnerian o del anillo, véase, por
ejem plo, "Udlto e sensí generali" , de C . D oniselli, pp. '312-313.
MúSICA y ARTES PLASTICAS EL ARABESCO MELÓDICO 267
nante, en el equilibrio provisional e inestable de lo sen- mero por el contrapunto : cual lo sería, en la vida de
sible, en las fricciones de la disonancia, y así sucesiva- una de esos seres abisales, el encuentro, asaz ex-
mente. traño de otro ser errante del abismo; como serían los
¿Quiere el lector aceptar una comparación que tal jllego~ y evoluciones de dos o tres de estos se~es, persi-
vez le parezca excesivamente imaginativa? guiéndose, apartándose, re~res~ndo ~ confundIendo ca-
Figurémonos la vida de los habitantes de las inmen- prichosamente en el eSp'aclo. ImprecIso y oscuro de la
sas profundidades del mar: los peces acorazados para armonía; por estas combmaClones de las tonalIdades ar-
resistir las formidables presiones del abismo, que van y mónicas, de los acordes que inc1us~ pued,en. hacer pre-
vienen en un espacio nocturno en el que nada de lo que dominar sobre toda esta coreografIa la umca y gravc
es incidente en la vida de los seres de la superficie pue- arquitectura de las sonoridades simultáneas y de sus ca-
de proporcionar una trama pintoresca, ni un contacto leidoscópicas sücesiones. .' .
firme y anecdótico con el incidente exterior, el hecho Pero esto -que evoca la smllhtud de los acor~es de
local, la textura variada de la decoración y de la situa- los colores y de los acordes sonoros- merece examl11arse
ción. Su vida, su actividad, que se bastan por entero a aparte. En todo caso, de lo que antecede, recordemos
sí mismas, han de ser integladas por impulsos, búsque- que el parentesc~ del ,arabesc? y d~ la ~elo~ía ~s indis-
das confusas, emperez:l1nientos o bruscas carreras en la cutible, y que mas alla, o meJor mas aca, ma~ bIen. que
inmensidad; por ascensos, descensos, levitaciones o caí- las diferencias entre el espacio visual y la dlme.ns!On~­
das progresivas, cuyo arabesco es por completo inma- Jidad sonora de los intervalos, demuestra la eXIstenCIa
nente, compuesto con su propia esencia, y no por nada de una especie de medio artístico común: fu~d~do por
que del exterior pueda acosarlo y modificarlo. Sus di- el espíritu creador, al instaurar una arqUltectOlllca sen-
versidades son como las de una vida interior (dentro del sible.
alma Ilumana) que no debiera nada en absoluto a las Ahora bien, ¿acaso es menester -cual dirán Jos que
intrusiones, al cincelado V al centellear de la realidad interpreten mal estos conceptos-, amin,o~ar el enea~to,
y qu~, por lo tanto, estada obligada, para ser vida y n~ tan sugestivo y tan impreCIso, de las musleas, reducIén-
etermdad, a reconocerse a sí misma un perfil, un di- dolo a estas plan tillas, ta~l secas como riguro~a~, a estos
bujo sucesivo, un discurso modulado y cambiante. E diagramas, euyas magl11tudes son matematIcamentc
igual sucede con la música, al menos en lo que tiene mensurables, a estas severas arquitecturas, tan pobres en
de más melódico. Abarca en sí su propia esencia y se su solidez?
construye con sus impulsos y sus recaídas, su deslizarse Esta sequedad, cste rigor, fueron la condición nece-
en torno a ciertos ejes, sus combinaciones en torno de saria de una fría demostración. Pero, por lo que atañ e
posiciones que constituyen su descanso, sus astucias, pri- al fondo de las cosas, convicnc no olvidar Jo quc ya
mero para evitar, y después para alcanzar sólo paulati- reiteradamente dijimos, y seguiremos repitiendo. Decir:
namente, Cl con Iln brinco preciso, los niveles que l:t una línea, un perfil, tilla inflexión, el perfil deuna curva
alI3en ... son el alma de l1n ~l bdleza, de un encanto, l11cluso de
Por supuesto, todo esto (e insisto en que ello es una faculh1d ~ entimcntal , es simplemente recordar lino
esenci81men te la melodía ) puede ser m odi ficado, pri- de los misterios más grandiosos y más h~rnlOsos del
268 MÚSICA Y ARTES PLASTICAS I~ L ARABESCO ~vIEL()D1CO 269
arte, e incluso de la contemplación estética de las cosas confiere, a esta alma, una inmensidad por completo in-
de la naturaleza y de la vida: a saber, que el más agudo, material, por completo espiritual, en nada niega la pro-
el más tierno, o el más angustioso de los sortilegios pue- fundidad de un alma. Ni tampoco es negar la inmen-
de hallar su razón suprema, y su más extremada viva- sidad de! universo poético, el decir: un arabesco rítmico
cidad, en lo incomprensible de la nariz de Cleopatra, o puede bastar para engendrarlo; ni tampoco la de la más
del arco desigual de las cejas de Ofelia, o, en el crepúscu- desgarradora melodía, el mostrar en ella el poder de
lo, en el extraño festón, recortado, en la linde de un una línea sonora. Por e! contrario, ello destaca su sus-
bosque, por el vuelo a contratiempo de los blandos mur- tancia, enteramente inmaterial y espiritual. Y ya vere-
ciélagos. 5 Mas, quien quisiera explicar el encanto de mos cómo ello sólo habrá de enriquecerla, a la vez que
este arco, o de este festón, por el alma de Ofelia, o por de infundirle mayor pureza, precisamente porque des-
el abismo mental del crepúsculo, erraría burdamente, cansa en este poder mágico y, hasta cierto punto, ilu-
pues el alma de Ofelia es la que susci~a como tram~a el sorio. El "contenido" de la ilusión puede ser tan impor-
color de sus ojos, o el arco de sus cejas, o este abismo tante como noble y sublime, en particular, si no existe
crepuscular que el toque postrero y desgarrador del fes- otro medio ele edificar el palacio mágico, que esta mis-
tón de este vuelo profundiza y hace definitivo, y no ma magia . Únicamente un tosco materialismo podría
lo contrario. lamentar que el palacio fuere edificado COn nubes, en
Aquí, conviene un paréntesis, para los espíritus sen- la gloria de! crepúsculo, en el horizonte, y no tuviera
timentales . Tal vez se diga: pues entonces, esta estética otra substancia que la nube. Ouien me dijera: "de esta
result:l extrañamente pesimista. Es una acusación con- suerte, si yo entrara en este ¡;álacio, no hallaría en él,
tra unas ilusiones. Niega todo asomo de verdadera pro- ni mármoles firmes, ni bóvedas pesadas, ni personajes
fundidad al alma de Ofelia; toda inmensidad real al de carne y hueso"; tan sólo demostraría que concede
universo poético, denunciando en ellos el efecto enga- un valor excesivo y vulgar a lo sólido, a lo denso, a la
ñoso de un encanto, de una magia, cuya clave (en el carne y al hueso; y que olvida que hay otros macias
fondo entristecedora) nos muestra en la sola modulación de existencia no menos poéticos.
de una frase, en la sola apariencia de un rostro, o en la En cuanto a la tristeza que pueda entrañar el hecho
sola música de algunos pensamientos pobres, pero ar- de conocer e! "truco" del malabarista, y el del poeta; de
moniosos. .. Nos muestra e! reverso de la decoración; estudiar la clase de nubes que pueden sostener el pala-
y de este modo nos quita todas nuestras ilusiones. cio mágico; de conocer la fórmula del encantamiento
Interpretación errónea. Decir que el alma es una que hace subir a Helena de los infiernos, hay que reco-
armonía, y que la sola realización de esta armonía le nOCer que es la indispensable de toela verdadera estética:
;:; Si se comprenden mejor estas cosas, podrá recordarse esta frase la que penetra en e! laboratorio el el nigromante, para
de Baudelaire, que figura, aislada, en "Cohetes" (Journaux intimes, observar sus gestos y sus palabras, sorprender los movi-
ed. J. Crepet, p. 31); "A veces le pedía permiso para besarle la
pierna, y él aprovechaba la ocasión para besar esta hermosa pierna
mien tos de su varita mágica, y enterarse de cuáles son
en una posición que dibujaba netamenente su contorno en la puesta eficientes y cuáles carecen de importancia. En nada se
del sol." También puede pensarse en la cadera de "El M~nanti(ll" falta al respeto al arte, al entregarse a estos conocimien-
o en el hombro de la "Odalisca". tos, tan reales como preciosos. Lo demás, también
270 MúSICA y ARTES PLASTICAS MúSICA DE LOS COLORES 271
conveodrú averiguarlo, pero a su debido tiempo. Por lllO motivo representativo, presentado con distinta gama
otra parte, muy pronto insistiremos el1 todo esto. 6 cromática. Podemos, por ejemplo, imaginarnos una rosa
estilizada, en que tallo, hojas, flor, van apareciendo su-
cesivamente en el acorde verde claro, verde oscuro, rosa,
sobre fondo azul turquesa, y después con estos colores
XXXIII. ALGUNAS PALABRAS ACERCA DE LA arbitrarios: la rosa azul, las hojas color tabaco; el tallo
:M OSICA DE LOS COLORES negro, y el fondo amarillo. Y después, la rosa dorada,
las hojas rojas, el tallo ocre, y el fondo verde ácido. Ten-
EN LO que antecede, hemos comprobado reiterada- dremos de esta guisa una variación bastan te análoga a
mente el papel desempeñado en música por los datos la de un mismo tema musical presentado sucesivamente
armónicos con el que desempeñan los colores en el arte en mi bemol mayor, en do menor, en sol mayor, en
decorativo. Esta comparación se impone únicamente re mayor. Alegamos estas distintas tonalidades sin
desde el punto de vista funcional. Es evidente que es pensar que sea lícito justificar exactamente, por ejem-
posible comparar la transposición, en diversas tonalida- plo, la correspondencia precisa entre un azul y un do,
des, de un motivo musical melódicamente idéntico, con entre un color tabaco y un mi bemol; entre un amarillo
estas variaciones, tan frecuentes en el arte decorativo, y un sol. Empero, tales relaciones no son absurdas, y,
de un mismo motivo de arabesco, o incluso de un mis- de hecho, nos fueron sugeridas por cierto sentimien-
to del paralelismo de los hechos.
6 Todavía unas palabras, para no equivocarnos acerca del signi-
ficado exacto del paso por las matemáticas, que ha caracterizado lo
¿Acaso podrían lograrse, en este punto, precIsIones
que acabamos de leer. Esto atañe aún al tema de las proporciones, absolutas, una teoría de la armonía de los colores ínte-
ya reiteradamente tratado aquí (por ejemplo, a prop6sito del número gramente válidos para la armonía de los sonidos musi-
phi). Recordaremos que los índices matemáticos de las formas (pues, cales, y recíprocamente?
de esto es de lo que se trata en "estética pitagórica"), sólo tienen El problema ha sido muchas veces planteado, desde
interés, e inclusive significación, en relación can la forma que con·
tribuyen a señalar, a abarcar, a conocer con precisión. Fuera de la el famoso "teclado de los colores", del P. Castel (el
forma en que son investidos, carecen de valor. En especial, la pre- cual, por cierto, no es el primer ensayo de este tipo)
sencia dc la misma índole matemática en distintas formas, sólo es hasta otros in ten tos m ucho más rccien tes .1
una coincidencia desprovista de alcance, cuando esta analogía no se
refiere a un elemento morfológico común. Por último, en lo que 1 Acerca de este pormenor, convendrá consultar obras especia-

toca a la materia en el arte musical, es preciso recordar que las lizadas y sus bibliografías. Recomendamos, Colour-Music, de A. B.
exigencias propias del arte informativo son por completo distintas Klein, 1926. Por otra parte, es inútil insistir acerca de la actua-
de las sugestiones estructurales que puede brindar la organización lidad del problema. Si el arte contemporáneo, en sus rasgos princi-
natural de esta materia inclusive cuando el arte se relacione estre- pales, se caracteriza (aproximadamente entre 1920 y 1930, para fijar
cbamente con los medios de tales sngestiones. He aquí por qué los un poco más los hechos), por cierto "constructivismo", especial-
retoques matemáticos, por débiles que sean, que el arte impone a mcnte alerta a la música dc las formas, en cambio, es carácter evi-
las proporciones numéricas de los fenómenos naturales estudiados dente en el arte completamente actual, fijarse mucho más detenida-
por el físico, son extraordinariamente importantes para hacer resal- mente, más esencialmente, en la música de los colores, en la
tar la significación de la intervención del arte. Todo esto se va a importancia del acorde de los tonos en la organización básica de
comprobar en otro terreno, en donde se tendrán que recordar, al un cuadro. Aquellos que contemplan, desorientados, la evolución
respecto, ciertos hechos importantes en música. del arte, sin entenderla bien, se limitan a observar la intensidad, la
272 MOSIC¡\ y ARTE S PLASTICAS MúSICA DE LOS CO LORES 273
Como los colores guardan con los sonidos musicales M ás tarde, han tenido lugar intentos má s racionales
es ta relación de corresponder a frecuencias vibratorias y más elaborados. U tilizan dos métodos. El uno con-
físicas conocidas, muchas veces se han querido aplicar siste en busca r directamente relaciones matemáticamen-
a los colores, bIen sea dIrectamente, o por mediación de te idénticas en los dos campos fí sicos que se trata de
un coeficien te por determinar, las relaciones ma temá ti- comparar. Pero, a causa de la escasa extensión del es-
cas de l~s acordes. m.usicales, en la creencia de que así pectro visible (inferior, en su mayo r intervalo, a la rela-
se lograna n, a pnon unas leyes de armonía para los ción de octava, y que responde aproximadamente a una
colores. sexta mayo r, según Young) uno se ve entonces obligado
Este tipo de inves tigación, en su form á má s arbitra- a introducir, en las notas de esta armon ía, bajos, o ar-
ria y más torpe, fue inaugurado por el propio Newton. mónicos superiores, vibraciones que el sentido de la vista
Como es sabido Newton dividió el espectro solar en no puede percibir, lo cual resulta muy molesto. Por otra
siete entidades cromáticas (violeta añil azul verde parte, los resultados de esta suerte conseguidos cuadran
amarillo, anaranjado, rojo, para pres~ntarl~s en ~l orde~ indud2blemen te m al con las sugestiones de la sensibili-
que, en francés, permite recordarlas en forma s de verso dad es tética.
alejandrino;" y que esta divisió n sigue siendo a tal pun- He aquí por qué, en general, se prefi ere el segundo
to tradICIOnal, que muchos se imaginan responde a un método, cuyo iniciador fue Drobisch, hacia 1852: mé-
hecho positivo y objeti vo. En realidad, N ewton ha pro- todo que consiste en introducir un coeficiente arbitrario
cedIdo de este modo: ha dividido espacialmente el es- de proporcionalidad, para alcanzar res ultados aceptables,
pectro de los prismas de vidrio en siete bandas, cuya especialmente para lograr una coincidencia aproximada
anchura es proporcional a los siete intervalos de la gama de la extensión del espectro visible con una octava, y
frigia. Todos los factores de la operación que damos utilizar este coeficiente (cerrándolo circularmente sobre
en cursiva son arbitrarios, y algunos constituyen punto sí mismo) cual si implicara un tipo de ciclo análogo al
menos que un absurdo, en lo que se refiere al valor de tipo cíclico musical .3 por es te método, es posible llegar
analogía de la operación .2 a obtener resultados peculiares (como lo hicieron Unger,
De Lescluzc, etc .. . ), algunos de los cuales pu eden in-
vivacid ad, el bri llo del colorido, sin. darse cuenta de que guarda cluso ligarse, en forma interesante, con los hechos del
relaCIón con las investIgacIOnes arqUItectónicas ( bastante recientes) arte. Pero, no olvidemos que entonces no son los hechos
en, lo q ue toca a la gama empleada, y a las relaciones armÓnicas que físicos reales los que nos dan estas proporciones musica-
utiliza .
les, sino los valores convencionales que lcs fueron atri-
• En espaliol también se dan los colores del espectro en form a
de salmodIa mnemotécnIca: rojo, anaranjado amarillo verde azul
añil y violado. [E.) " , ,
ciones de! mundo de los colores, es preciso utilizar si mbólicamen te
2 Su crítica fu e hecha, en forma excelente, ya en el siglo xvnr un sólido de tres dimensiones.
por e! genial filósofo alsaciano J. H. Lambert (e! precursor, y a veces 3 El procedimiento de Drobisch consistía en elevar las relaciones
mcluso el Inlclado:,- de Kant). V éase su obra Beschreibung einer reales, suministradas po r la óptica, a una pote ncia cuyo exponente
Farbenpyranllde, 1172. A él se le debe esta observación, tan im- es: 6/ 7 , Lo ha utilizado en particular para corregir racionalmente la
portante, y desde entonces ,a m enudo citada (especialmente por "gama" de Newton, y estableccrla sobre el modelo de la escala ma-
Ebbmghaus): para representar espacialmente el co njunto de las rela- yor; 10 cual no ofrece ningún interés es tético.
MúSICA y ARTES PLASTICAS i'vll)SICA DE LOS COLOltES 275
271
huidos por la introducción del coeficiente calculado p;][a música radiográfica, igual que, COl~ el mismo I)[Occd~
lograr esta coincidencia. 4 ¡niento no se ha realizado una muslca .de los colores ..
Todo esto sólo tiene interés en la medida en que se . Digámoslo una vez más: todo con~lste en saber SI
logra, efectivamente, alcanzar los hechos del arte. De los acordes ql1C sc construycn a pr;oT! dc esta suerte,
inmediato se advierte que siempre se puede, con proce- existen en el arte; si fueron espontaneamente. halla~os
dimientos de este tipo, designar, de los colores del y II tilizados de preferencia por los. grandes I!1vcshga-
espectro (en número infinito, ya que su variación cua- dores de armonías cromá ticas, los pll1 tares como Ver~­
lilativa es continua); siete, o doce, o treinta y cinco nés, Rubens, Delacroix, los decoradores pers~s o chI-
entidades,~ cuyas frecuencias, merced a este coeficiente, nos, que combinan las tonalidades de un t~pIZ, ~ec u~
tengan relaciones que correspondan a las de siete, doce bordado, de un esmalte, de una porcelana, oca o S\ldVC-
o treinta y cinco notas de la escala; y en esta forma mente policromados. .
construir, como a uno le plazca, con estos colores, acor- Ahora bien, aquí el hecho Impor~ante, el he.cho ~o-
des semejantes a los acordes perfectos mayores, meno- minan te, es el siguientc: aparte de cIertas comcl~len~tas
res, a los acordes de séptima o de novena, y así sucesiva- limitadas que no nos pueden engañar, la orga~lzaClón
mente: Todo esto a priori, y con entera libertad. ¿Qué artística ~eal de las "qualia" polícromas, en pmtura o
in terés podría tener esto, si, en pin tura o en el arte en las artes decorativas, no es, ni puede ser, ~onf?~me
decorativo, no se advirtiera ningún hecho espontáneo a estas organizaciones basadas en las frecuenCIas ftslcas
(independientemente del conocimiento de estas teorías) de las radiaciones luminosas . Las gamas reales de la.s
que mostrara estos mismos acordes artísticamente vis- artes polícromas se sirven de unas "qualia" ~uyas ent~­
lumbrados, anhelados, realizados, por razones estricta- dades elementales no son ésas; y cuyas ~elaClOl~e.s este-
mente estéticas, y objetivamente presentes en las obras ticas no pueden coincidir con estas relaCIOnes f¡Slcas.
de arte?
Sería igualmente lícito entretenerse en combinar ra- G Para lograrlo existen procedilnientos mecánicos. Si sobre un
diaciones caloríficas, o rayos X en frecuencias de idén- cristal de silv ina (expcrimento de Bragg) se hace mCld" un. haz de
ticas proporciones que el acorde perfecto. Al hacer esto, ra os X duros paralelos, entonces, en un mIsmo plano de mc,de~­
no se habría instaurado una música calorífica, ni una ci; se encue;tran difractadas todas las radiaciones cuya fr ecuenCIa
cs ;núltiplo de una determinada frecuencia. El fenómeno, por tanto:
4 Como estos intentos pretenden a veces basarse en el espíritu tiene igual morfología que la sucesión de sonidos ar?,ómcos. Esta
helmholtziano, con la pretensión de tratar la teoría de los colores fuera del alcancc de nuestros sentidos. y nadIe podna deCIr SI U~'
cn la misma perspectiva co n que Helmholtz trató la teoría musical, ser dotado de sensibilidad organoléptica para los. rayos X, al r~c,b"
no será ocioso reco rdar que el propio Helmholtz se ha pronunciado estos rayos, sentiría, o dejaría de. sentir~, una canCla, o. una sabsfac:
claramente contra todo intento de este género. (Véase: Optique ci6n dinámica, semejantes a !J ImpreslOn que. nOS dan las canso
ph )'siologique, trad. francesa por Javal, en particular p. 356.) nancias mu sicales; ni si cstc dato sería suscepttble dc parttc'll~r. en
5 Se requieren treinta y cinco para poder practicar todas las combinacioncs artísticas de la mislna índole que las de la lllUSIC~.
tonalidades, según las relaciones de la escala llamada natmal. Y en Ya nos hcmos encontrado con el problema de la obra de ",rte ml-
este caso, existirá, además, en la llamada música de los colores, una tica v solitaria. Conviene no olvidar qu e nO. eXIste mngun arte
enorme inferioridad respecto de la verdadera música, pues se trata independiente del aspecto del fenó:n eno acceSIble al hombre: por
sólo de una música practicada en la extensión de lIna sola octava; medio del sensible que le es pecuhar, motivo de la prcsenua del
)' no existe música "armón ica" dc este tipo. soporte físico.
276 MÚSICA Y ARTES PLASTICAS MúSICA DE LOS COLORES 277
y esto, por varias razones, cada una de las cuales, En segundo lugar, el sentido de la vista no analiza
por sí sola, fuere suficien te. en modo alguno estos complejos de radiaciones. Mien-
Primero: lo~ c?lores realmente empleados en el arte, tras que en música un periodo vibratorio, más o mcnos
no son las radiacIOnes espectrales puras. Siempre son complicado, pero armónicamente analizable en tres o
extremadamente complejos, sin que sus elementos ten- cuatro periodos que tienen entre sí relaciones simples,
gan en tre sí relaciones sencillas. Para encon trar la ana- de inmediato se interpreta como audición de varios so-
logía acústic~ exacta, sería menester decir que estos co- nidos simultáneos, que no es posible discernir clara-
lores son TUldos, y no, cama los sonidos puros, notas. mente a través de la impresión de conjunto sui generis,
Su caso. es mucho más semejante al de las treinta y cua- nada semejante ocurre en la percepción de las mezclas
tro enttdad~s fonéticas que constituyen la escala del perfectamente homogéneas de los colores. El blanco es
poet.a frances, que al de las treinta y cinco entidades una entidad perfectamente simple; igual el rosa, que no
mUSicales que con.stituyen. la de la armonía europea puede, de ninguna manera, interpretarse como complejo
moderna. En particular, SI se procede al análisis utili- de rojo y de blanco, y así sucesivamente. Ahora bien,
zando ~I ~étodo de los discos giratorios, hay que colo- entidades como el rosa, el verde, el amarillo y el gris,
car casI siempre un sector blanco y un sector negro se encuentran todas exactamente en un mismo plano,
entre los elementos ,de ,la. mezcla óptica, para hallar de merced a la sensibilidad artística, y pueden todas por
nuevo los colores mas tlplCOS empleados en las distintas igual -por yuxtaposición, y no por mezcla- proporcio-
artes. 7 nar los elementos de lo que constituye un acorde, una
armonía.
7. Al respecto, recordemos, en particular para el estudiante de
estétlc?,. que hay que guardarse de confundir los seis procedimientos Por consiguiente, de una parte:
de ana!Jm. y de síntesis siguientes, cuyos resultados son completa- En tercer lugar, se trata en estos acordes, de yuxta-
mente dlstmtos: pnmeramente, el análisis, o la síntesis física de las posición espacial de manchas en playas coloreadas, que
radIacIOnes. eSl'ectrales puras, separadas por el prisma, reconstituidas
por los artIfIcIOS de refracción, reflexión, etc., y directamente reci-
b;d~ por la retma; e~ segund~ lugar, la mezcla óptica, por SucesiÓn (filtr<ls). Esto interviene a veces en pintura (barnices de color, vela-
raPlda (dISCOS glratonos). AqUl se practica el análisis de determinado duras, colores superpuestos en acuarela), y, con frecuencia, en las
color, buscando por tanteo la proporciÓn de las componentes que artes decorativas (artes del vidrio, en particular vitrales, camafeos,
por rotacIÓn, da una sensaciÓn idéntica a la muestra que se analiza: barnices, revcstim ientos de cerámica, etc.); en quinto lugar, la mez-
Estos dos procedImIentos nunca intervienen en el arte. El primero cla óptica pOr yuxtaposición de manchas de color, cuya dimensiÓn
puede prodUCIrse en la naturaleza (arco iris, gotas de agua irisadas) y angular, a cierta distancia, resulta demasiado pequeña para la agu-
brmdar un tema de reproducción que al arte le es difícil (difícil deza visual (por término mcdio, ángulo de un minuto). Esto inter-
porque, peclsamente, el arte neCesita hallar un equivalente por viene en pintura (especialmente en el "puntil1ismo"), y también
~tros procedImIentos: efectos estéticos por él propuestos); en tercer en la reproducción fototípica polícroma; en sexto lugar, la mezcla
.ugar, l?s empobrecImIentos, las modificaciones y reconstituciones material de los pigmentos de color (mezclas realizadas por el pintor
cptlco·flslcas logradas por proyeccIón de una, O de varias ilumina- en la paleta). Conviene recordar en particular que este último pro-
cIOnes de color, en un objeto ya de por sí coloreado. Esto inter- cedimiento da resultados muy distintos de los de la mezcla óptica
vIene en el teatro yen coreografía (fue invento de Loie Fuller) y conseguida con discos de color con los mismos pigmentos (véanse
e~ pIntura, pero no en las técnicas del pintor, sino en la prep;ra- especialmente, los trabajos de Rosenstiel). Por tanto, conviene no
clÓn del modelo (reflejos, etc .... ); en cuarto lugar, el paso de la hablar nunca de mezcla o COll lposición de los colores, sin precisar
luz (blanca o no) a través de lIna o de varias pantallas de color de qué proced imiento se trata.
278 MúSICA y ARTES PLASTICAS MúSICA DE LOS COLORES 279
tiencn una forma, una superficie, unas rclJciones de es- En qllinto lugar, hay que decir. también que la pin-
tructura completamente perceptibles (y nada igual existe tura modub los tonos en conttnl1ldad, por constantes
en música, salvo en la medida en que en ésta inter- "depradados" transiciones insensibles, variacioncs cn
vienen, para la imaginaci6n, localiza'c iones instmmen- der~dor de I~s tonos cardinales de sus obras; mientras
tales : teclas del piano, etc. ) . que la música se halla, real e inexorablemente sujeta a
En cuarto lugar, la sensibilidad estética destaca, la escala° .
como "qualia" simples (unidades de la escala de sensi- Y, sin embargo ¿acaso podría decirse que no eXIste
bles propios) datos que físicamente son extremadamen- ninguna relaci6n entre Io-s. acor~es ~uslcales y los acor-
te complejos. Al establecer los acordes del color sobre des cromáticos? Nuestra 1l1vesttgaclOn acerca de la co-
la base de las relaciones matemáticas de las vibraciones, rrespoDdencia de las artes ¿acaso ha de desembocar, en
en resumidas cuentas s610 se tienen cn cuenta los que en este punto, en un resultado negativo? Sería excesivo.
el campo pict6rico constituirían colores "saturados"; Cumple únicamente decir que, esta respuesta, que es
mientras que los colores "frescos" (es decir mezclados menester buscar por el lado del paralelismo funcional,
con mucho blanco) tales como el rosa, el crema, el azul se funda en bases muy distintas de las de las relaCIones
celeste; o "rebajados" (es decir los que cn el análisis físicas de los sustra tos la relación de un efecto con su
por medio de los discos, precisan un amplio sector ne- causa eficiente.
gro) tales como el verde oliva (a marillo y negro ), el Para comprobarlo, analizaremos una composición ar-
grana (rojo, carmín y negro ), el gris ( blanco y negro, tística evidentemente fundada en la búsqueda de un
y con .frecuencia un pequeño sector azul, verde, o rojo), acorde cromático. Y esto, quizá nos proporcione de re-
mtervlenen en los acorcles del pintor, ex::tctamente lo bote preciosos informes acerca de l::ts verdaderas bases
mismo que los colores saturados, e incluso preferente- estéticas de la propia armonía musical. Contemplemos
mente a éstos. 8 ¡Recordemos la importancia del gris "El festín en casa de Leví", del Veronés.
en la paleta de Veronés, o ele Velázquez! Toda la composici6n descansa, en forma notoria, en
cuatro colores principales, quc son las "notas reales"
8 Veamos algunos ejemplos que nos proporciono el arte de hov,
en que tun notoria es la búsqucda de acordes "musicales" de lós
colorcs. Hemos podido obscrvar, p.or ejemplo, en uno de los últimos s610 empica pastas con pigmentos naturales, .que relle~an incisiones .
"Salon es", un cuadro de R . M. Limouse, en tonal idad es casi lisas El verde, el violeta, el azul, son alH desconOCIdos. La pmtura romana
establecido en un acorde enccndido de tres colores: roso, amorill~ utiliza ~obrc todo tierras, ocres, un verde grisáceo, y el posch (véase
y rojo, dc mancro que la oposición del rosa y del rojo ero en él un la Schedula, de Teófilo), esta tonalidad formada por una mezela
actOr arquitectónico escncial. Ninguna posibilidad dc interpretar material de verde oscuro, ocre rojo, y algo de cinabrio. El azul .y el
el rosa como dehilitación, O dcgradación , del rojo. El rosa)' el rojo hlanco aparecen muy parcamcnte. Las franja s d e los fondo s pohcro-
"tra~ajabon" allí como, por ejemplo, en un acorde de séptima d c
mados de las miniaturas españolas de estilo proto-mudé)ar, utlhzan
cl OIl 11llanI"e, un fa y un sol (natas vecinas, pero disonantcs). Igu;11 únicamente púrpura, vcrcle, amarillo y gris. Ciertas ccrámicas quc
obServaCIón cahe hacer respecto a un acorde de anaunjado, alnarillo dan la impresión de ulla pulkromÍJ bastante Tlca (por e)emplo, la s
v de ocre, en una «Naturalez:l muerta anaranjada", de P . de Labotl - del " Rouen" antiguo) en reahdad sólo utlhzan un anlanllo. bastante
!a"e, . etcéte r~, etcétem . sucio, un azul, un verde, con m\1cho gris, y un clena roJIzo sobre
. ' Aiia,bmos que, por rnunes téctlicas, en b p:llet>l d c los Primi - fondo blanco verdoso ( huevo de pata ). ..
\J En camhio, el arte decorativo a men\1do \1I,), ,-a \1na gama
tIvos las gamas comprenden casi excl\1sivamente estos colores muv
reb,lj~c1()s, o m\1y complejos. La policromía de In eer,ímjca m"olític;, ("tonalidades li sas").
280 MúSICA y ARTES PLASTICAS MúSICA DE LOS COLORES 281

(cual se dice en música) de su armonía: 19) un gris Así pues, gris plata, rojo esc;~rlata, amarill~, oro viejo
plateado, modulado unas veces hacia el blanco amari- y verdinegro son las cuatro buenas notas dc este
llento, en las partes más luminosas de la arquitectura, v acorde .
hacia el azulado en las sombras que casi se confunden .Será posible distribuirles funciones artísticas que
con el ¡<ris lino del cielo; 29) un rojo encendido, que recu¿erden Jas que, en música, expresan los términos de
es, si n discusión posible, el tono más brillan te y m:-í~ tónica, dominante, mediante, etc.? Desde luego, no P?r
llamativo del cuadro: no sólo ocupa casi el centro de el análisis de las radiaciones. Úmcamente el color roJo
éste, con el amplio traje eclesiástico del primer plano, se aproxima bastante a un color "saturado", para po-
sino que tiene en diversos puntos evidentes relaciones, der prestarse más o menos a. ell.o; el re~to es absoluta-
desde el rojo algo más bemlellón de la túnica de San mente irreductible a una penodiCldad Simple. Pero en
Tuan, hasta el escarlata del palio que se pierde en la modo alguno se trata de esto: nos referimos únicamente
bóveda de la izquierda; 39) un amarillo oro viejo, que a las relaciones arquitectónicas que en la composICión
ocupa toda la parte superior de la composición y reapa- de la obra se establecen entre estos elementos, merced
rece intencionadamente en distintos puntos. en los tra- a la forma en que estéticamente "trabajan".
jes de los personajes congregados. el del sirviente del y no cabe duda de que ese gris plata no pueda con-
primer plano en la escalera, en el cobre de un jarrón siderarse como una tónica (base inicial y decisiva de
en el pasamanos de esta escalera. etc.; por fin, 4°) un toda la armonía), ni el escarlata como una ~ominante,
valor muy sombrío, que se acerca lo más posible al negro es decir como la nota que realiza, en relaCión a esta
(v, efectivamente, utilizado como representación del ne- tónica, la separación y el contraste cualitativos de mayor
gro, y únicamente en los trajes), modulado en general enverg~dura y mayor sinceridad. Así lo demuestra el
hacia el verde oscuro, en otras partes hacia el azul de hecho de que, entre el gris plata claro, que tanto lu~ar
noche. Todas las demás tonalidades -el rosa vieio ocupa en la composición, y el rojo escarlata que aVIVa
de la túnica de Cristo, el azul enteramente apagado ele su tono, el amarillo oro viejo desempeña, evidentemen-
su manto y del de San Pedro, los tonos ocres, tirando te, un papel de mediador. No sólo constitu~e una tran-
unas veces a anaranjado muy apagado, otras a violáceo, sición, un término medio, entre ambos, smo que, al
que rematan la composición- están tratados a la ma- interponerse entre ellos, más o menos a mitad de ca-
nera de "notas de transición", de modo a que cada uno mino, los concilia, los modera y, a la vez, los avalo-
permanezca lo más discreto, lo menos notorio como sea ra. Para darse cuenta de ello, basta con tapar por un
posible, y no intervenga en el acorde generapo momento el amarillo de las figuras ornamentales dora-
das, que pueblan la parte superior de la composición.
10 Uno puede preguntarse si no habría ~ue hacer una excepción
De seguida, la relación entre el gris claro y el escarlata
para el verde musgo de las vueltas del abrigo del intendente del
primer plano (retrato del propio Veronés). Pero, si se observa ~ue se hace dura y hueca. Tan pronto aparece nuevamente
no tiene resonancia en ningún otro punto; que de por sí es una el amarillo, todo se suaviza y a la vez cobra más valor;
tonalidad muy poco intensa, que sólo llama la atención por estar
junto al verde oscuro, casi n egro, del resto del traje (el cual, por su principal estriba en modular hacia el verde la nota sombría de este
parte, es una nota muy intensa, por el fuerte contraste que forma traje. Que puede ser considerado como una verdadera apogglatura
con el gris claro ele la columnata), se comprende que su función de esta nota.
MúSICA DE LOS COLORES 233
282 lvlÚSICA y ARTES PLASl'ICAS
u~a como nítida opulencia. Esto es lo que nos permite nica es ahsolutamente decisiva. El V eronés el ige el gr is
aS Ignar, en esta .composición, sin dificultad, el papel ele plateado, porque le agrada n, no este tono, sino los efec·
domInan te al raja, a pesar d e que ciertos prcjuicios acer- tos armónicos que se pueden hasar en él; 'efectos que
ca de su dinamogenia puedan sugerir primero la id ea él qui zá no haya descllhi ert~, pero que, ha explo~ado en
de h allar algo de este brillo disonante, que da su valor una fo rma que le es peculIar. Ademas, n~da Importa
al acorde, en los acordes de séptima, pero esto sería un la razón biográfica de esta elecci?n. Podna ser t radI-
crror. El papel del amarillo en la formación del Dreik- cional, o impuesta por circunstanCIaS fortUIta s. En todo
lang plateado, amarillo, escarlata, decide la cuestión . Y caso, estéticamente, esta eleccIón es lIbre, pero le es
si algún to!~o del a.corde desempeña este papel de vibra- preciso apelar a otra tonalidad, .que se .oponga a ella
dor y de dIsona ncIa en séptima ( un si bemol, junto 3 de man era a un tiempo cla ra, VIva, d eCISIva. ~al \'~z
un do, un mi y Ull sol ) ello ohedece más hien al hecho sean varias las que puedan rcsponder a esta eXlgcnc\3.
de gue este verdc oscuro, cuya función , evidentemente, Pues, efectivalll en tc, scría posihle in t~n tar otra armo-
eS,tnba en aVIvar Jos grises, y hacerlos brillar, acá y acu- nía, por ejemplo tomando como domlllante un negro
lla, encendIendo su valor; en una palabra, en proporcio- azulado, o un verdc brillante, Empero, ésta aparece
nar ~na. ~ota de fuerza que, sin embargo, en nada cambia privilegiad., para elevar al máximo la oposición sohre
el slgmhcado del acorde básico, si bien, como quien la cual se estructura el resto del cuadro.
dlce, abnéndose hacia una torsión dinámica.!l Ahora bicn, suponiendo que el pintor hubiera el,e-
En una palahra, en este cuadro se encuentran con uido un roj o menos fn crte - por ejemplo un ca nmn
evidente elocuencia, todas las relaciones artísti~a; que ~ioláceo- ¿cuál serí,l el res ultado? Simplemente que
sedan por otra parte, en música, en un acorde de b "envergadura cualitativa" de su c~lor!do tendría m.e-
séptima. nor alcance; que las relaciones subslgUlen~es -:-la dIS-
T al vez se diga: pero ¿a qué obedece que estos colo· tancia entre la tónica y la m ediante, verblgraCla- se-
res, y no otros, puedan desempeñar este papel? ¿Cuá· rían más restringidas; que el motivo qu~ avivara el
les son .las relaciones, físicas o de otra índole, que los colorido en disonanCÍ"a podría ser menos mtenso: por
predestinan a ello? ejemplo, un azul añil junto a un carmín, en lugar del
Respu esta: la pregun ta está mal planteada. Existe ve rde oscuro que h ace intenso contraste con el escarla-
u.~ encad~namiento dialéctico, que crea, sin predestina - ta. El acorde sería diferente en sus elementos y en su
clan prevIa de las tonalidades, las relaciones de esta tesitura, sin por ello, sin embargo, deja r de llevar a los
suerte originadas. Lo primero, que la elección de la tó- mismos tipos de relacion es. Después , y ya ocupados es-
tos dos puestos de la tónica y de la dominante,. quedaría
, 11 Este papel asignado a una tonalidad de por sí ya muy somo aún por inventar la mediante, pero la eleCCIón ya. es
bna, m~\y rebajada: no ha de ex trañar a quienes examinen el valor muv limitada, aunque todavía no aparece como obhga-
que sena I kl t~ atnbulrle al color cuando aparece aislado (un fa be·
cuadro, en mUSlca, no es una nota má s dinámica, ni más brillante, toda. El Veronés ha elegido un tono oro viejo, que,
que otra, pero adquiere ex traordinaria fuerza junto a un sol, en el entre este gris y este rojo, divide en dos, en forma. des-
acorde ele séptim a en do); y aquellos q ue desco nocen hasta que pun- igual, el espacio cualitativo. Se extiende algo haCl~ el
to una pm ceJad lta mtensam ente neg ra, por ejemplo, pu ede avivar la
tonalidad general en un acorde cromá tico algo frío .
rojo, hacia la dominante; algo más de 10 que pudIera
2H1 MúSICA y ARTES PLASTICAS MúSICA DE LOS COLORES 285
hacerlo, por ejemplo, un amarillo verdoso, algo alimo- obstante la apariencia arbitraria, imaginativa y gratuita,
nado. Por esto, nos encontramos aquí, arquitectónica- por ejemplo, de la franja verde manzana de la túnica
ment.e, CO? el equivalente de un acorde mayor. El del "Sueño del Caballero" de Rafael.
ama.nllo alimonado hubiera sido posible, y entonces nos Por otra parte, sin duda es pos.ible habl~r~ siquiera
hubIéramos encontrado COn un acorde menor. parcialmente, para explicar determmadas af¡l11,d~des, o
. Lo que aquí actúa, por tanto, son efectivamente fun- determinados contrastes, de las · estructuras flSlcas de
ClOnes estétIcas, con las que se quiere investir aquellos las radiaciones a las cuales corresponden las tonalidades.
datos sensibles, artísticamente disponibles, más aptos Por ejemplo, si el amarillo oro viejo del. "Festín en casa
para ello, según las circunstancias globales del problema de Levi" señala una intención de aproxImarse más bIen
por .~e501ver. Y cada decisión es una etapa de la pro- al rojo, su capacidad para desempeñar e~te pa~el se ex-
greslOn eXIstenCIal de la obra. Soluciona a la vez Ull plica porque, en efecto, físicamente enCIerra cIerta pro-
problema, estable~e ~na arquitectura cualitativa, y plan- porción de rayos rojo~. Pero en modo alguno ~ esta
tea el problema SIgUIente, cada vez más estricto en lo proporción la que actua. Y, en particular, esta circuns-
que atañe a la continuación de esta arquitectura hasta tancia explica simplemente por qué, ;mtes de elegIr (por
e! momento en que la decisión final será, pudiér~se de- motivos estéticos) un amarillo que divide en gama ma-
c,Jr~ absoluta y totalmen~~ necesaria. Por otra parte, es yor la relación gris-rojo, el Veronés prefirió elegir aquél,
lIcIto pensar que la prevIsIón más o menos lúcida de las encontrándole adecuado a este papel. Pero, como se
co~secuencias futuras ya es palanca de las primeras de- ve, no se trata jamás sino de u~a relación de con~~níen­
CISIOnes.
cía entre los matenales seleCCIonados y la funClon ar-
En el ~aso de la ~in~u~a, se advierte claramente que tística que es menester proveer. _La estructura física
estas eleCCIOnes son m.f¡n¡tame.nte flexibles, ya que se del material explica su conveniencia para el papel qu~
hallan b~sadas en motIvos ~stnctamen.te cualitativos, y ha de desempeñar; pero no explica, ni desde luego on-
que ~l pmtor, con frecuenc~a, puede mvestir con gran gina, este papel. No es su raz6n de ser_
amphtud estos puestos funCIOnales, para estrechar o di- Permítaseme presentar el hecho de esta manera:
latar los intervalos. Puede, por otra parte, cuando así cuando el coronel Anacharsis Coucou organiza su re-
lo desea, enmen?ar armonías dudosas, por medio de gimiento, elige entre sus negros al de mayor estatura
recursos tan am~IIOS como .la extensión, mayor o menor, para tambor mayor; y a1 más gordo para cocinero. Esto
o el luga:, o la Importancia representativa de las diver- no quiere decir que la estatura engendre, constituya o
Sas ton~}¡d.ad~s: Una misma tonalidad, conferida a un determine el grado de tambor mayor; ni la gordura las
detalle mSlgn¡f¡cante, a un reflejo, a un matiz del fon- funciones culinarias. Trá tase simplemente de conve-
do, o a un objeto que se destaca en la anécdota del niencia.
cuadro, adquiere distintos valores. Son éstos, recursos Mas esto tiene consecuencias muy importantes cuan-
de que carece por completo la música. Mas, a menudo do se trata del problema, tan discutido, de las relaciones
sucede que la solución que uno elige es absolutamente del hecho musical con la física. Pues, por "rebote", 10
necesaria~ que. ti~e e~a nece~ídad. de perfección que que acabamos de decir acerca de la música de los colo-
aparece msustltlllble, Imperativa, mcontrovertibJe, no res sirve también para expl icar la música.
286 ¡\lC!SICA y ARTE S PLASTICA5 MúS'lCA DE LOS COLORES 287
Quienes, en particular a partir de Helmholtz, hall chos Lechos llamados valederos para el físico sólo sc
observado una "concordancia" más o menos estrecha justifican por operaciones mentales absolutamente ex-
entre las funcion es artísticas de los sonidos puros, y cier- trañas a su ciencia, e incluso en conflicto con ésta. Por
tas relaciones matemáticas de las frecuencias vibratorias ejemplo, todos los razonamientos que hacen intervenir
que las producen, suelen tener tendencia a sacar la con- "el retorno en la octava" de las notas engendrac1as por
cl usión de que la física podría explicar, justificar, en- la sucesión de armónicos,13
gendrar la música -engendrar, por ejemplo, la estruc-
tura de la escala- y que las relaciones de frecuencia si bemol que modula de do a fa mayor). Ambas notas, la y si bc-
serían las causas de la s relaciones musicales . Y cuando, cuadro (u n si becuadro dc valor 15/8) sustituyen este si bemol 7/4
pormenorizando, esta "concordancia" no aparece, se por motivos melódicos, en particular para la im itaeión form al, en
contentan con decir que la sensibilidad estética, o cier- este segundo tetra corde, del arabesco melódico del prim er tetra-
carde.
tas exigencias artísticas, han llevado a los músicos a mo- 13 Para co mprenderlo, basta con leer una obra, por cierto mUI'
dificar algo las prescripciones de la física, a apartarse buena e interesante: "L'Art musical dans ses rapport avec la physi-
algo de éstas. Incluso, a veces, se llega hasta culpar al que", de Jean Becquercl, 1926, en que se sostien e la tesis de la
músico, suponiendo que la experiencia positiva del fí- "concordancia". Se advertirá que sólo puede justificarse por una
serie de "argl'cias" que se trata de hacer resaltarlo menos posi-
sico es más valedera, más rigurosa, más verdadera, que ble. Por ejemplo, acerca de este retorno a la octava, el autor escribe:
el juicio aproximado de la sensibilidad, única guía del " Esta casi equivalen cia entre sonidos de octava, lleva a hacer pasar
músico. l\IIas todo esto es absolutamente erróneo. un sonido a una, o incluso a varias octavas más arriba, o má s
En primer lugar, aun cuando la física explicara la aba jo. Por ejemplo, en un acord e de dos notas, con esta operación,
sería posible sustit uir los son idos por otros dos comprendidos entre
cstructura del sistema de las qualia utilizadas en músi- determinados límites, cu yo intervalo fuera una octava." Sea así, pero
ca, sería impotente para explicar la utilización artística el físico, si bien mantiene Su punto de vista, no tiene derech o a
de estas qualia, es d ecir la mú sica en sí (pues la escala hablar de este modo, pl1es : en primer lugar, la "casi equival encia"
y el centenar de acordes empleados por los armónicos, de refercncia na es un hecho fí sico; y, segu ndo, la expresión " hacer
pasar un sonido a una octava más abajo" carece de sentido para el
sólo constituyen los materiales de la música). fisico. Sólo sc justifica desde el punto de vista de esta metafísica
E'1 segundo lugar, esta "concordancia", resulta mu- musical (cuyo estudio serí" ml1y interesante), una de cuyas propo-
cho menos estricta de lo que suele suponersc. Conviene sic iones constitutivas estriba en considerar el so nido, la nota, como
recordarlo (pues estos hechos no siempre se conocen, l/O ser (detengámonos aquí en este curioso problema: ¿cuál es el

en su estado actual, ni incl uso en tre los especialistas) . modo de existencia de la nota do? ); ser susceptible de permanecer
idén tico, sin modificación, en diversas posiciones, y a diversas altl1-
Cierto número de hechos musicales b,ísicos son distintos
ras; ca n lo cual la sucesión de dos sonidos distintos puede ser in-
desde el punto de vista físico que desde el punto de terpretada como un movimiento de este ser en el espacio sonoro.
vista musical (por ejemplo, en la tonalidad en do ma- E igual observación vale para la idea de la nota "subida", o ·'bajada"
\'o r, las dos notas la y si son muy distintas de las que por el sostenido, o el bemol. Físicamente, no se trata de un "so-
habría de exigir la teoría física).l !· Y, tn par ticular, mu- nido bajado" (lo cual no tiene ningún sentido fí sico): se trata de
otro sonido (de una relación 24125 can el primero); interpretado ar-
12 La teoría exigiría que, después de pon er do, so l, mi, fa, y re, tístic;¡mcnte co mo si constit uyera el mismo ser, que hubiere su frido
se pusiera un si bemol, de valor 7/4, ext,,"io a la tonalidad, e in - \lna modificaciÓn equiparable a un desplazami ent·o en el e;pacio,
cluso a nu estro sistema musical (q ueda siete savarts por encima de Jcomp:niado de nna modif icació n cualita tiva,
288 MúSICA y ARTES PLASTICAS MúSICA DE LOS COLORES 289
Ahora bien, estos razonamientos se encuentran en la te indicado elegir sol, la quinta, para desempeñar esta
base de organización de la escala. . función con relación a la tónica da. Pero ya se advierte
Por último incluso en donde eXiste la concordan- que ello obedece tan sólo a la conveniencia existente
cia (por ejemplo, para el preik1ang d?, mi,' 80'1),. el ~~­ entre esta función y esta rclación física. Y todo el des-
cho físico en nada constJ tuye la exp}¡caclOn, la J usbh- arrollo tecnológico de la instrumentación confiere a esta
cación, ni la causa genética elel hecho musi~~¡}. solución tales ventajas pragmáticas, que ya casi no in-
Por ejemplo, en la relación tónica -dolllmal;,te? cla- teresa siquiera intentar otra. :f:sta se impone como la
ve de la música. Estéticamente, responde a la didléc- mejor, la más satisfactoria, aquella cuyas consecuencias
tica de la oposición". Tomando una tónica cualql1le- habrán de ser, además, las más cómodas para toda la
ra encontrar una segunda nota, arquitectónicam~nte ejecución musical. Y no es menos decisiva. Su principio
es~ncial, o investir de oposición la función. Conviene (pensemos aún en Anacharsis Coucou), consiste en po-
tomarla en una relación muy clara, que haga contras- ner the right note in the right place; empero, sigue
te sin reservas (pues no nos olvidemos de que ~e trata habiendo una distinción fundamental entre el papel
de oposición, y no de contradicció~" ni de consldera:la (la función) artístico, y el dato concreto al que este
ajena) a la primera, sin aproxlll1aclOn, vIOlenCia l1i 111- papel queda confiado. Incluso si pudiera aquí bastar
certidumbre, netamente, y que suene con ella .e~ un~ un único dato concreto, ocupando este lugar con esta
relación cuyos términos sean perfectamente dlstJnglll- exigencia de perfección y esta necesidad de lo único
bIes, J la vez que conservan su plenitud" su .riqueza, su posible:, de que hablábamos antes a propósito de los
consonancia.14 En estas condiciones, esta eVldentemen· colores, seguiríamos encontrándonos en absoluto al mar-
gen de la necesidad de causalidad eficiente. Pero no
Añadamos, en fin, que si se les quiere atri~u!r a los sonidos existe una verdadera necesidad; tan sólo una extremada
logrados por estas transferencias de octava, las afmldades de los so- conveniencia. La prueba está en que, musicalmente
nidos iniciales con tal, o tal otra nota tonal, se incurre, .desde el (en especial en ]a música griega y, muy especialmen-
punto de vista físico, en. error .manifiesto, pues,. ni los sOnIdo~ par-
ciales ni los sonidos dIferencIales, tIenen ya IdéntIcas relaCIOnes.
te, en todo el sistema gregoriano) estas funciones de
Un flsico estricto habría de declarar metafísicas todas estas especu- tónica, o de dominante, con frecuencia han sido inves-
laciones. tidas de manera distinta. Y, melódicamente, no cabe
. 14 Y que no se diga: es la consonancia lo esencial. Los con-
duda de que la cuarta muy a menudo desempeña este
cordistas que nos presentan el acorde do, mi, sol (presentado e~
papeJ.15
"posición restringida"), corno el más consonante, se CUIdan de dI-
simulamos que esto es erróneo; que el acorde más consonante es el
que se presenta fuera de la octava, en posición dispersa (do, sol, cioso netamente caracterizado) y por esta operación de inversión, tan
mi); que, en la misma octava, el a.corde r~almen~e más consonante absolutamente extraña al punto de vista físico,
es el de cuarta y sexta (sol, do, mI); o, Sl se qUIere partIr del do: 15 En el sistema gregoriano, no olvidemos que en los modos
do, fa, la. Por tanto, él es el que debería servir de base a la armo' "plagales", la dominante está en la sexta (o en la tercera de la
nía si lo que más importara fuere la consonancia. Sólo es posible tónica si se interpreta así la "mica"). En cuanto al papel de la cuarta
lle:arle al acorde de quinta (del que es la "segunda inversión") en co:no dominante, se le quiere jnstific3r por la noción de "inversión
virtud cie la construcción armónica que se desprende de la prerroga- de los inlcl\·alos". derivarla de la de transferencia de los sonidos a
tiva concedida al acorde de quinta (por tanto, hay un círculo vi· lo oct.va. L. cuarto es la "inversión" del intervalo de q"inla; y
290 MÚSICA Y ARTES PLASTlCAS l'vlÚSICA DE LOS COLORES 29 1
Iguales observaciones cumple hacer respecto a la ya que Dfrece afinidades a un tiempo can ambas . Dis-
función de la mediante. Su explicación dialéctica es tancia cualitativa, pero no oposición.
la siguiente: El mí, po r el conjun to de sus cualidades física s, se
El demiurgo artístico empezó a crear su universo propor,e evidentemente para sa tisfacer esta función. M as
musical, dándole como primera relación arquitectónica, conviene no olvidar que no es el único que puede ha-
la estructura de oposición, que establecíó vigorosamente cerlo y la prueba está en que el mi bemol puede ser
sobre es tos dos pilares: el do y el sol, tónica y dominante. igualm ente utilizad o. y entonces tenemos el acorde
E sta es la dimensión cualitativa fundamental que sirve menor, el cual divide el intervalo en un basamento bajo
de eje, pudiéras e decir, a este universo. Con el gesto atlé- que sostiene una columna: igual que el acorde mayor
tico del "Dios" de Miguel Ángel, la luz queda separada lo dividía en un basa mento alto que sostenía una co-
de la s tinieblas. Y esta oposición es, en efecto, dimen- lumn;¡ más corta .1 1
sional : señala los dos extremos cualitativos.1 6
11 No deja de ser interesante recorda r que el famoso núm ero
Pero este intervalo aparece hueco y vacío. Un abis- phi n o tiene ninguna utili dad directa en estos problemas de división
mo, que de pronto se presenta . Hay que poblarlo; ha y n;uslca l modular, nI. puede propone r para ello ningu na solución
que colmarlo arquitectóni~amente . Para esto, es pre- valIda, ya qu e, en pnmer luga r, los números irracionales no caben
ciso h acer surgir, en esta distanCIa cuahtattva , una nue- en armonía; y, en segundo lugar, que, m ientras phi se obtiene por la
a b
va realidad -una isla entre las dos orillas- que forma
el elemento de una nueva arquitectura, de tres té rmi-
fórmula: -
b
= - --,
+ a b
la división de la octava en tercera y quin-

nos, cuya nueva función es la d e mediación: El nuevo ta se logra, por el contrario, COn la últim a de las tres "mediatas"
pit~góricas (véase, por ejemplo, en Brun schvicg, Le r6le du pytha-
elemento que suscita, que exige, que reqUiere, ha de
gOClSme dans J'évolution des idées, 193i7); es la "proporción arm ó-
servir de puente, de clave a esta bóveda, de lugar en a- b a
que afianzar es ta transición; y, a la vez, de lazo de unión, nica" de los griegos: - - - = -. Este es uno de los argum entos
b - 'c c
entonces se postula el derecho de transferi rle las principales propie- prin cipales (con el que ofrecen las fonna s cristalográficas en la
dades(es, por cierto, la única justificación de .la presencia del fa en naturaleza) q ue pueden esgrimirse contra la tendencia de cierto s
nuestra escala de do, de la que es, si n embargo, el principal agente). maestros de la estética (Zeisi ng, M . Ghyka , De. Franck-Hell et, etc. ) ,
Pero esta in versión (que sólo cobra sentido cuan do pasa de la fre- de valonza r estéticallI entc: en forma extremada, ese número, que
cuencia vibratoria a su loga ritmo ), constituye para el físico UDa ~ssól o una de las propo rCIones (entre otras varias) que puede hacer
identificación absurda de dos relaciones cuyas propi edades físicas son uttl m\'es~Ir l as funCIones artís ticas básicas en ciertas formas pecu-
distintas, y que (sie mpre para el físico) no tienen más relación ha res. Prac tIca mente,. la apa rente importancia del núm ero phi pro-
que la de ser "complementa rias", respecto a la octava, bajo esta cede de la COIncIdencIa de su aparición en el pentágono regular en
forma: el dodecaedro y en la serie de Fibonacei. Pero el número dos' so-
3 4 brc phi. (0 .63 ~ . .- . ), va rios autores así lo han observado, podela ten er
log- + log - = log Z. presencIas estetlcas en mucho mayor número (por ej emplo, es la
Z 3 relacIón entre longI tud y anchura para media espira l de sin uso id e).
16 POr supuesto, en el interior de la ton alidad. No olvidemos y o tras muchas proporc ion es ( fuera de éstas) han podido ser em-
que, si el intervalo .de quinta no es el intervalo máximo, más allá pleadas en las artes: por ejemplo, la proporción sesquialtera de
de es te intervalo la oposición mengua. El la se encuentra armó- Nlfo. En la .esté tlca del plli, hay superst ición y falta de método; m e
nicamente más próximo al do que al sol (ésta es incluso la única refIero a la IInport:l!lcia primordial atribuida a es ta proporción entre
just ificación de su presencia en esta escala ). las demás.
292 l'dOS1CA y ARTE S PLASTICAS ¡vl OSICA DE LOS COLORES
Y, en particular, no nos olvidemos del hecho impor- tónica, la cual, por el contrario, cierra sobre sí la arqui-
tantísimo de que el acorde perfecto menor (es te acor- t~c tura sonora (a la manera de estos "toques" de tona-
de, tan importante musicalmente como el acorde ma- lidad . q~e, .en la arqui~ectura de los colores, desempeña-
yo r) no ti ene ninguna justificación física . Para la teoría ban ¡dentIco papel clchco). Pero tal vez sea ocioso
física, es simplemente una herejía, una construcción ar- proseguir. Se imponen conclusiones suficientes. .
bitra ria.1 8 E l erro r el el primer ensayo, físico-matemático, indi-
Lo cual demuestra, pura y l1anamen te, la insufi- ca do más arriba pa ra la teoría musical de los colores
cicncia y lo inadecuado de esta teoría. Y pru eba tam- -quiero decir : el intento de lograr leyes de la armonía
bién que las verdaderas razones musicales del aco rd e por transferencia, al orden de las luces de color, de las
mayor son perfectamente distintas de esta estructura proporciones qu e son satisfactorias en lo tocante al m a-
física, con la cual coinciden, pero cuya ausencia, en otro terial sonoro-; el error, decimos, consistía en confun -
caso, no le impide, al arte, seguir sus propios caminos, dir con las verdaderas razones del arte es tas infraestruc-
imponer sus exigencias, a las que la materia se conforma turas mat eriales, las cuales, únicamente en la medida en
menos espontán ea mente. Dich o de otra suerte, la feliz que coinciden Con la exigencia del arte, pueden explicar
respuesta el e ciertos datos físicos al llam amiento dialéc- la conveniencia de estos materiales para d esem peñar las
tico del arte, nunca permite considerarlos como causas funcion es estéticas determinadas por el arte. Es natural
d e este ll amamiento, y ni siqui era son siempre motivo que las infraestructuras materiales de la cosa musical
suficiente de su elección para responder a es te llama- dejen de ser valederas, en la casa pictórica, como subs-
miento. t~a.tos de una . armonía estética: los dos mundos psico-
Podríamos proseguir este análisis; mostra r, en la di- fIslcos del SOnIdo y del color, como hemos visto, tienen
sona ncia del acorde de séptima, un a nueva función es- arquitecturas muy distintas. J9
tética . la de una suerte de "evasión dinámica", en con- Lo cual en nada impide quc las razones artísticas
traste con el otro camino, el de la reiteración de la sobre las cuales se basa la armonía musical sean inte-
gralm ente valederas - lo acabamos de ve r- para los
18 Por otra part e, ésta es la razón de que los armonizado res acord es de los colores. La correspondencia desapa rece
post-hel!nholtzianos prefieran, por lo general, el acorde mayor, e? el plano del sustra to físico. Pero, como ya hemos
como único realmente «a rmón ico", en el sen tido condescend iente VIStO, es muy real, muy positiva, mu y sólida; si uno, cual
con el punto de vista del físico. Y, en efecto, las tonalidades ma-
yores ofrecen, instrumentalmente, mayores recu rsos q ue las del modo cumple hacer, se sitúa en el plano de estas funciones
Illenor, que, sin embargo, artís ticam ente, resisten muy bien a este artísticas, a las que responde la organización arquitec-
" handicap" fí sico e instrumental. Algun os autores (en particular mú- tónica de las qualia. Nos hemos contentado con presen-
sicos, por ejemplo Lavignac) hacen Ilotar el h echo de qu e el aco rde
menor, en la ton alidad de do, desca nsa en el sex to grado . Pero ,
primero, corno aco rd e físicamcllk engendrado por la se rie de armó- 19 Aquí es en do nde cabe especialmene la obsen'ación de Lam-
nicos, exigiría prim ero el do sostellido. El respeto del do tOIl"1 bert, acerca de la estructura tridimensional del m undo del color
es, por tanto, un hecho musical que se opone al hecho físico. Y, en oposiciÓn ~ la estru ctura bidimensional del mundo de la audi:
ad emás, es te sex to g rado tampoco figura en la tonalidad sino por ciÓn musical. D ecimos: los dos m undos psico-fí sicos, pues queda
rnones que no son fis ic ls. La Icciente " música atonal" brinda entendIdo que el funCIonamiento, muy diferente, de los sistemas
Ilechos en este sentido. sensoriales, visual y au ditivo, explica en gran parte esta diferencia .
LAS FORMAS PlUMARIAS 295
294 MúSICA y ARTES PLASTICAS
tar su justificación por medio de un solo ejemplo, espe- tegorías más íntimas del pensamiento instaurativo, que
cialmente claro. Estudios más extensos de esta cuestión a un mismo tiempo erige estas arquitecturas y se apo-
(estudios que el espacio disponible en esta obra nos ya en ellas.
impide presentar) permitirían dar mucha mayor preci- Aún tenemos que seguir estas categorías; que volver
ción a estas relaciones musicales de los colores, cuyo a encontrarlas en un nuevo campo: el de la organización
esquema hemos esbozado. Su método fundamental con- cósmica de los universos que presentan estas obras. Pero,
sistiría en establecer unas tablas que, convenientemente tal vez no sobren algunas palabras acerca del significado
clasificadas en forma escalonada,20 ofrecerían los acordes más general de los hechos que acabamos de examinar.
reales más típicos en el arte de la pintura y de la deco-
ración. Únicamente en estas tablas es posible basar un
conocimiento positivo de la verdadera arquitectónica
artística de la gama de los colores. Podrían presentarse XXXIV. SIGNIFICACIóN GENERAL
al respecto, en el estado actual de la cuestión, un nú- DE LAS FORMAS PRIMARIAS
mero bastante grande de hechos seguros y positivos,
cuya exposición sería extensa y bastante técnica. Con- FORMALISMO: ya hemos visto escrita esta palabra, en
tentémonos con haber recordado que 10 esencial, desde páginas anteriores, a propósito de la tesis que, en música,
el punto de vista metódico, consiste en no confundir se relaciona más frecuentemente con el nombre de Hans-
aquí los planos tan distintos del análisis físico, del aná- lick. y tal vez este término que, en ocasiones, se emplea
lisis psico-fisiológico y del análisis estético; los tres igual- en sentido peyorativo, haya acudido a la mente de algún
mente positivos, tanto más cuanto que abarcan hechos lector, hastiado o extrañado del tecnicismo de los estu-
de índole completamente distinta. dios que abarcan, en poesía, los ritmos, las melodías y
Pero, en este estudio, nuestro mayor beneficio con- las armonías de las sílabas en pintura o en el arte deco-
siste en haber entrado en contacto con los procesos más rativo, las combinaciones de los colores y sus acordes
íntimos, más fundamentales de la dialéctica artística. armónicos. Y tal vez se haya dicho: ¿Es que en el arte
Mediante las diferencias y las correspondencias de la sólo hay esto? ¿Acaso no se nos deja en los umbrales de
armonía musical y de la armonía de los colores, nos ha su edificio, muy lejos todavía del corazón, del tabernácu-
sido dado columbrar en profundidad estas funciones lo, del lugar en que resuenan sus más preciados, su más
puramente artísticas, que son las verdaderas razones es- importantes mensajes?
tructurales de la doble arquitectónica, análoga en los Desde luego, en el arte hay otra cosa, y ya lo hemos
dos campos. y también en trar en con tacto con las ca- dicho así. y tendremos que volver a decirlo. Empero,
zo Este problema de la clasificación artística práctica de los
erraría quien supusiera que estas investigaciones, que he-
colores es muy importante en estos estudios. El mejor método si- mos presentado en sus rasgos principales (y a las que
gue siendo el de Ostwald. Lecoq ele Boisbaudran (cuya enseñanza deseábamos aportar, en particular, la contribución de
ha tenido un efecto histórico importantísimo) había establecido, métodos eficientes y rigurosos, que era indispensable co-
con objetivos mnemónicos, un método dc designación y de notación
nocer), tienen sólo un carácter de presentación simplista .
práctica muy simplificada, cuyo interés, en lo que toca al análisis
del "pensamiento pictórico", sigue siendo muy grande. Por el contrario, se encuentran en el centro del estudio
2% ~'lúSICA y ARTES PLASTICAS LAS FORMAS PRL\·lARIAS 297

y de la comprensión de cuanto el arte encierra de más ñar por esta torpc metáfora de una vestimenta y de un
rec6ndito y fundamental. cuerpo. Amantcs seducidos por cl cuerpo .modelado por
Formalismo: rechazamos tanto más esta etiqueta (y este velo, ¡alzad el velol y,. de este cuerpo, I~~luso desnu-
por muchas razones), cuanto que la forma toma precisa- do, s610 os quedará la vestimenta (5110 pensals bien). aun
mente, en todo esto, aparece como la manifestaci6n (ob- de apariencias. Y, cual 10 dice amargamentc LucreCIo:
jetiva y positiva, lo cual hace que su estudio sea aún
más interesante) de algo más íntimo y más creativo. N il datur in corpus praeter simulacra fruer:dum
Es un grave error creer ,ier, como algunos, en estas Tenuia; quae uento spes raptast saepe 1!lIsella.
relaciones de sonidos, de colores, de intensidades, de per- U t bibeTe in somnis sitien s quom quaent . ..
files rítmicos o de gestos en el espacio, una especie de [ ... nada ofrecen al cuerpo, sino imágenes impalpables: mi-
atuendo que revistiera con sus pliegues y modelara, como serable ilusión que pronto arrebata el Viento. Porque, así como
ropaje liviano un hermoso cuerpo, una realidad más dig- en sueños el sediento quiere beber. .. ]
na de éimor; que esas ropas velarían a la vez que dejarían
traslucir, y que habría que alzar ese velo para verla. El arte tiene al menos el mérito de hacer de este si-
Lo primero, que el mismo velo es algo valioso y digno mulacro, una cOsa de por sí preciosa, a tal punto q~e.le
de amor. Pues no nOS olvidemos de que estas combina- será posible conferir, y co.n perfecto derecho, a la tU~lca
ciones del color, en pintura o en el arte decorativo; de que el viento amolda y pliega sobre el cucrpo de la NI~e,
que estos encantos de los timbres, de los coloridos armó- tanto valor como al hermoso seno amoldado y sugendo
nicos, del desgranar melódico de las notas, en la música: por este fruto de la imaginación. ,. .
estas delicadas evoluciones del trazo, en lo negro sobre Pero 'hav más. El seno de la Nike solo eXiste en vH-
blanco del grabado o del dibujo; y así sucesivamente, son, tud de hab~r sido suscitado, inventado e instaurado por
en el arte, lo más lozanamente concreto, sensible, incluso los pliegues del velo, es decir, por nuest~a . visión de la
a veces sensual; y que todo verdadero artista se dejará ondulación del mármol. Y los que qUISIeran apartar
seducir -más ine!uso que por cualquier otra realidad el velo no sabcn que, al hacerlo, aniquilarían 10 que d
subyacente- por esta vestimenta de fenómenos, encan- velo cubre .
tadores, magníficos, prestigiosos, delicados o esplendoro- Y a quien nOS dijera (en lenguaje beocio) :. "Cuando
sos, deliciosos o espléndidos, seductores o desgarradores, la madrina de la Ccnicienta golpca con su vanta la cala-
siempre brindados -como el mismo brillo del ser- a un baza para convertirla en carroza; cuando Fausto, en su
contaclo inmediato para nuestra alma, en una presencia celda nocturna, pronuncia palabras mágicas para quc
directa para los sentidos. Y esto es lo que habrá de dis- aparezca Helena; lo que i~teres~ ~o es .el ara?esco des-
tinguir al arte, tal como resplandece en sus obras más crito en el aire por la vanta maglca, i1I las SIlabas que
evidentes de belleza de otras muchas actividades, para brotan de los labios de! nigromante: es la carrera veloz
las cuales esta presencia nunca llegará hasta el encanto de la carroza que partió a galope; es la propia figur~, de
directo de la evidencia sensible. "lo eterno femenino, ,Y la conversaci6n can Hel~na , a
Ahora bien, se comprendería mallo que significa el esto con testaremos: "Dejac1nos a nosotros, hechIceros y
arte en su labor más fundamental, si uno se dejara enga- nigromantes, estudiar ávidamente estc arabesco y estas
LAS FORMAS PRIMARIAS 299
298 MúSICA y ARTES PLÁSTICAS
sí labas, pues sabemos que en ello estriba todo. Dejadnos nes del perfil, aproximaciones o distanciamientos .cuali-
a nosotros, artistas, indaga r por qué relaciones secretas la tativos, consonancias o disonancias del color, del tImbre
redondez y el fulgo r amarillo de la calabaza se h abrán sonOro o de las sombras y las luces... y todo lo que
convertido en la posibilidad de esta carrera , en la que puebla estos pal,acios fa~tas.ma gó ri.cos nace de esta mis-
unas ratas hacen de esforzados corceles; por qué sabia s ma fanta smago n a. AqUl el ImprecIso ondular de un cor-
armonías las sílabas, puestas en determinado orden ha- tinón esboza - como espía, o tímido amante- una per-
cen subir de los infiernos y modelan el ros tro v el cu'erpo sona oculta; acullá, una oscura profundidad sobre la cu~l
de la hija del Cisne, e incluso ponen en su bo~a palabras deslízanse de pronto unos reflejos arremol ~nad os - otana
de resonancias eternas. A vosotros, beocios, os toca subir u ondina- revela un habitante en la cisterna de una
(sin ll evar tacones escarla tas) en nuestras carrozas: os lle- cripta. Más allá, la modulación in ter~ogati va, ansiosa,
varemos adond e nos plazca; y nos divertiremos al ver de una llam ada en las lindes del labennto evoca extra-
cómo os agitáis, gritando: ¡Más rápido! ¡Más rápido! viados en cuya bú squeda se lanzan gritos. Así e~ ~omo
sen tados en el suelo, en la huerta; o cómo, alucina dos, aparecen los h ués pedes más misteriosos de! e.dIÍlclo; y:
haréis el gasto de un semi-diálogo unilateral, hablándole junto a esto, cuyos medios, em~ero , son tan simples, 111
a una sombra sobre e! muro de la celda en la que nos el misterio de dos ojos, una nanz y una boca en un rOS-
servís de conejillo de Indias, para extraños experimentos . tro o el secreto de una muchedumbre de mil cabezas
Pues, nosotros, sa bemos donde recide el acto de toda esta gritando, dejan de ser más o m enos. ext~años. C~erto es
magia ." que convien e interesarse por estos mlstenosos habitantes,
y en esta idea de acto pondremos aquí punto fin al. o por esos demasiado notorios secretos, mas n o h ay que
E n efecto, conviene no olvidar que categorías como las olvidar tampoco que todo esto aparece modelado, esbo-
que se han destacado antes -oposición, mediación, rei- 'loado, animado o sostenido por la magia del fes tón del
teraci.ón, evasión dinám ica, antes que nada son acciones, ca nto de una flau ta , o de la abertura coloreada de un
y accIOnes mstauradoras. E stabl ecen y erigen unas arqui- espacio a terciopelado. Si la fla u ta calla, o el color se
tecturas estéticas, ? e, las que son e! acto constitutivo, y apaga, la archivolta di sminuye su alt~l;a, o la abe!tura
en cierto modo canabdlco: pues ellas lo sos tienen. de la cripta se cierra . Si la ondulaClon. del. refleJo se
Una obra d e arte tiene a la vez todas sus partes uni- esfum a, o el llamamiento se acalla, los mlstenosos hués-
das en tre sí y dimensionalm ente separadas unas de otras, pedes de la cisterna, o del laberinto, desapa rece~. y
por esta monumentalidad constructiva, por estos gestos cuande ya no quedan, ni tónica, ni dominante, 111 con-
mm atenales y senSibles, para estos arcos de oposición, es- sonan tes, ni vocales, ni azul, ni verde, ni rosa, ya no
tas bóvedas de mediación, estas columnatas de "toques" queda nada, ni del edificio, ni de! poblado, ni del de-
y de reiteraciones, en que resuenan millares de ecos bajo sierto.
las bóvedas, esos obeliscos de impulsos, o de evasiones Puede quedar un recuerdo, un alma inm aterial, y
dinámicas, esos peris tilos y esas cscaleras, esos pórticos O como una realidad ideal, situada más allá de las presen-
esas balaustradas, esas fuentes o esas criptas, esos vitrales cias concretas. Y a todos es tos seres, convertidos enton-
o esos rosetones, cuyos elementos son proporciones, aCOr- ces en un a idea, los podemos situar aparte, examinarlos
des, con trastes, infl exiones, titubeos o repentinas decisio- aparte, tal como 10 haremos en los capítulos siguientes.
300 MúSICA y ARTES PLASTICAS
Pero, no olvidemos que fueron suscitados, animados,
traídos a la existencia, por una magia de la que unas SÉPTIMA PARTE
cuantas notas en una caña cantarina, o unos cuantos
toques polícromos en un panel del lienzo, o en una pla- CRONOLOGíA ARTíSTICA
ca esmaltada, fueron los únicos y eficientes hechiceros.
Cuando las campanas tienen un sonido justo, dice el fi-
lósofo chino, los funcionarios públicos están de acuerdo
entre sí (Chou-King, V, 10); y, más en general, cuando
la lira de Anfión está bien afinada, la ciudad que sus XXXV. ARTE Y VERDAD
acentos levantan tiene muros rectos y habitantes sanos
y discretos. Pero, tan pronto una cuerda se afloja un SABIDO es que el concepto de verdad fue ideado por los
ápice, las murallas comienzan a ondular en el aire cálido, filósofos en el decurso de los tiempos, de modos muy dis-
el número de jorobados y de cojos aumenta en la ciudad, tintos. Unas veces se trata de una semejanza formal, cual
y el rostro de Helena aparece menos bello en la penum- en un espejo, de la idea con su objeto; otras, de una co-
bra del palacio. herencia interna del pensamiento, en un acorde cons-
tante consigo mismo; otras, es esta evidencia que no per-
mite la duda, y que rcaliza el acorde final de las mentes;
¿qué sé yo? Pero en todo caso, la idea que un filósofo
abriga acerca de la verdad es tal vez el corazón y como
el resumen denso de toda su filosofÍ3 .
¿y en qué nos in teresa esto?
En que varias de estas acepciones de la idea de ver-
dad se manifiestan curiosamente, cuando se reflexiona
acerca de la promoción e instauración , en su totalidad,
del universo artístico que representa cada obra.
Decimos en su totalidad ... tal vez los capítulos an-
teriores han podido dar la idea de interesarse especial-
mente por lo que se llama, en ocasiones, y algo apresura-
damente, la forma de la obra, por oposición a su fondo,
a su contenido. Y, en estos últiinos capítulos, nos gus-
taría tratar este factor -muy real, muy importante- del
universo de la obra designado (en una terminología so-
bradamente arriesgada) por estos términos : fondo, o
contenido.
Ya hemos dicho por qué esta manera de expresarse
resulta arriesgada. No es únicamente (como se ha dicho
301
302 CRONOLOGIA ARTíSTICA AR TE y VERDAD 303
con frecuencia, en particular por los parnasianos y los d e estos motivos- les pertenecen como la curva de la
neoparnasianos) porque en arte, a menudo, el fondo lo nariz de Cleopatra pertenece a Cleopatra. Su armonía,
constituye la forma: o porque forma y fondo, en arte, se o su belleza, le corresponden a la obra y al universo de
hallan a tal punto fusionados, íntimamente ligados, que la obra, sin que deba preocupar la neces idad de estable-
resultan indiscernibles . Es porque en toda obra de arte, cer ninguna distinción entre la obra y este universo. Si
y especialmente en las artes representativas, existen for- el motivo es hermoso, la sonata será tanto más hermo-
mas y tondos, como quien dice, escalonados en pisos . sa; y si el motivo es patético, la propia sana ta resultará
. Examinemos nuevamente esto desde el ángulo de la patética. Esto no ofrece ninguna dificultad .
cosmicidad general de la obra de arte, el cual será el La cosa varía cuando se trata de una novela, de un
nuestro en todo lo que diremos a partir de ahora. c~adro, de una obra representativa. AqUÍ las aparien-
Toda obra de arte ofrece un universo. Este universo cias de la obra y de los seres representados san distintas.
de la obra, por comodidad, lo llamaremos el mundo A Todo el mundo sabe que la belleza de los seres represen-
(artístico). Es el conjunto - forma y fondo, continente tados y la de la obra no son un,1 sola y misma cosa.
y contenido, ritmo, ideas, personajes, decoración, senti- AqUÍ, la nariz de Cleopatra le pertenece a la propia
mientos, hechos- de todo lo que la obra aporta y plan- Cleopatra (a la que se nos brinda dentro del universo de
tea; de todo lo que constituye esta obra y de todo lo que la obra); la belleza, o el conjunto armónico de esta reina,
esta obra constituye. El artista, demiurgo, crea, consti- pueden considerarse como correspondiéndole al reino de
tuye, fulgura en cosmogonía, este universo. Y en este Egipto (del hipotético Egipto del drama o del cuadro,
universo es en donde el espectador, el oyente o el lector, sobra decido) ; pero no necesa riamente, ni en la misma
durante su contemplación o su lectura, vive, se establece forma, al drama, o al cuadro, que no serán por fuerza
y se sitúa. Este universo es, en esta magia del arte, provi- tanto más hermosos cuanto más hermosa sea Cleopatra.
sionalmente y por hipótesis (sería mejor decir por tesis) Y, desde el ángulo opuesto, la fealdad del bufón, del al-
toda la realidad. deano, del payaso, que trae el áspid a Cleopatra, en nada
Este universo A, nos brinda a la vez apariencias y mengua la belleza de la escena.
seres . Por lo tanto, no tengamos la ingenuidad de supo-
Cuando se trata de artes no representativas (música, ner que el cuadro, el drama, serán tanto más hermo-
arabesco, coreografía pura, etc.) no existe dificultad nin- sos, cuanto más hermosa sea Cleopatra y cuanto ma-
guna, o, mejor, ninguna complejidad. La obra · es el yor sea la belleza del cuadro o de los paisajes en él
mismo universo. Las partes de este universo (sus modos, representados. Ahora bien, no incurramos tampoco,
cual se diría en lenguaje espinoziano) son a un tiempo por una ingenuidad de tipo distinto, en el error COn-
los seres que pueblan este mundo, y parte integrante de trario. No le restemos al demiurgo artístico todo mé-
la obra. Las apariencias pertenecen en común a estos rito en lo que respecta a las armonías, o la s gracias, lo
seres y a la obra. pintoresco, o a la hondura del universo que nos brin-
Una sonata es un mundo completo. Sus diversos mo- da, pues, al caqo, él es el responsable de este univer-
tivos son algunos de los seres que pueblan este mundo. so; él es quien lo ha hecho. Por entero, continente v
Sus cualidades -por ejemplo la línea melódica de uno contenido, forma y fondo, este universo es un efect~
304 CllONOLOC[A AKr!STICA ARTE Y VERDAD 305
del arte . El arte ha dirigido su crecimiento, su fl o- Coriolano, no es enteramente dueño de su materia. Se
ración; ha guiado su arquitectura. Tal como es, obe- le imponen ciertos hechos históricos.
dece a imperativos del arte. E, igual que el creyente, En el caso más típico de este género -por ejemplo
ante 13. belleza <;1e una puesta de sol, o el encanto de una en el arte del retrato-- lejosde constituir libremente, el
flor, :1gradece al creador por este beneficio, al leer " La artista toma a su cargo, positivamente, una realidad obje-
Tempestad" o la "Armonía del atardecer", agradecemos, tiva, a la que su obra se reficre expresamente. El mundo
lo mismo a Shakespeare, que a Baudelaire (y al arte que A sólo existe en su relación necesaria, constitutiva, con
los guió en su cosmogonía) por igual la gracia de Ariel, el mundo "real", cual se dice; el mundo de los datos ob-
la discreción de Próspero, la belleza del crepúsculo en jetivos (históricos, geográficos, concretos), que llamamos
que, vibrando en su tallo, cada flor se evapora como un el mundo O.
incensario, la euritmia del verso, o el desarrollo dramáti- Ergido en su armadura, montado en su poderoso cor-
co de las escenas por representar. Todo el universo de cel con sus remos envueltos en anillos, he aquÍ, en Vene-
la obra, en efecto, el universo A -así sea muy espeso, cia, "Colcone", dc Verrocchio . El ros tro, de arrugas obs-
poblado, diverso, distinto, y cargado con aventuras tan tinada s, mirada hostil, ventanas de la nariz fruncida s en
grandes como la que congrega a Próspero, Sebastián, un hálito despreciativo y enérgico, "es real", real, ante
Alonso, Fcrnando, Gonzalvo, Miranda, Ariel, Calibán, todo, esencialmente, en el sentido en que este término
Trínclllo, y el patrón de la nave, y su contramaestre, y
los marineros y los genios, y el barco y la isla desierta; o
tan impreciso, apenas esbozado en sus contornos, como
el objeto imitado. En el mundo °
define la similitud, en el espejo, de la cosa imitativa con
ha existido un ser
semejante. Nos lo encontramos en el mundo A, esterili-
el que se contenta con poner un corazón melancólico y zado, cierto; tal vez simplificado, y engrandecido; tal vez,
tierno en presencia del atardecer y del recuerdo--, todo convertido en el propio tipo del condottíere, más bien
este universo, decimos, fue tejido enteramente conforme que en un individuo vivo. Pero, en todo caso, ligado a
al arte, por una idea dirigida por el arte. El arte es su este individuo por una respuesta fundamental de la efigie
demiurgo y es responsable de él, al igual en su trama que al hombre. Aquí existe una correspondencia (en el sen-
en su desarrollo . tido matemático de la palabra ) entre el mundo A y el
Exploremos, pues, lo mejor posible, desde este punto mundo 0, en este punto preciso.
de vista, este aspecto de la actividad del arte. Quedan- He aquí, igualmente, el Monte Fuji, visto desde
do bien sentado que esta exploración se refiere principal- Umezawa, por Hokusa i. Las siete grullas (cinco en el
mente a las artes representativas, únicamente porque a suelo y dos volando) , las nubes, pueden ser imaginadas.
propósito de ellas aparecen más claras estas cuestiones. No tengo por qué creer que, en aquel lugar preciso, ha-
Conviene distinguir varios casos. Veamos primero el bía realmente siete aves, cuando el Ancíano-enloqueci-
más confusivo y en cierto aspecto, el más inquietante. do-por-el-díbuio pasó por allí. Ha podido muy bien
Pudiera ser l!Ue el demiurgo no hubiera inventado inventarlas, en interés de la composición. Pero no pue-
nada. Shakespeare es e único responsable de la isla de do por menos creer que, en trazos generales, el perfil dc
Próspero, y del propi Próspero, pero cuando nos mues- la montaña, más alargado hacia la izquierda, la disposi-
tra a Antonio y a Cleopatra, o a César y ;:¡ Pompeya o a ción dc los bosques, de los contrafuertes, el límite de las
CRONOLOG1A ARTiSTICA ARTE Y VERDAD 307
306
nieves en la montaña, son reales, ya que, en la provincia Y además, ¿acaso no existían ya en la obra estas con-
de Sagami (me refiero a la que forma parte del mundo veniencias en el caso anterior, el del retrato, no obstante
O), existe realmente un lugar desde el cual se divisa ser una re;puesta precisa de! arte a la realidad? Ya lo he-
efectivamente un volcán como ése, con ese aspecto, y mOs visto, las grullas que el pintor japonés introduce, en
que el artista sometió su obra a este tipo de realidad, su paisaje son tal vez inventadas, resp{)n?e~ tal vez um-
basándose siempre en la respuesta dada por el mundo A camente a una necesidad de la composlClOn. Pensemos
al mundo O. también en nuestro candottíere ecuestre: ¿y su caballo?
Pero, en otros casos -y vamos a encontrarnos con .Acaso es un retrato? Tal vez; pero no' es seguro. Antes,
uno muy distinto-- e! mundo artístico se emancipará de ~emos reparado en este curioso detalle hipiátrico: los re-
esta sujeción, de esta respuesta dada como un eco. mos enfermos, las extremidades dentro de amllos. ?Es
He aquí un cuadro de Poussin (ya lo tomamos como que hemos de creer que el bruto favorito del qondottle:e
ejemplo, cuando rozamos estas cuestiones), los "Pasto- era así? ¿O tan sólo e! caballo que, por casualIdad, ~e su-
res de Arcadia". Se trata, con segurid,ad, de una Arcadia vió de modelo al escultor? Sea lo que fuere, él tambIén es
enteramente inventada. Arcadia teórica, pudiéramos real, pe:ro en realidad es convencional; responde, en, ese
decir (aquella en que la presencia del sepulcro es símbolo detalle a una expresión estética. Estos férreos amllos
y lección filosófica). Ninguna respuesta objetiva, histó- dicen ~I bruto vigoroso y sin embargo exhau.sto, con f~e­
rica y geográfica. cuencia agobiado por el peso del jinete cublert~ de hIe-
Y, sin embargo, este mundo imaginado es un mundo rro. La ley fisiológica que produce esa d.olenCla de las
plausible. Las formas de estas montañas, de estos árboles, patas, aquí sólo existe merced a la autoflzac~ón d~1 ar-
en ese ambiente; estas vestimentas más o menos de tipo tista, quien se nos aparece desde luego mas V~fl~ICO
antiguo, son aceptables, son posibles. Cierto es que la (aunque obedeciendo siempre a una v:rd~d artIstIca)
Arcadia del pintor (la Arcadia A), queda liberada de las que todos esos pintores y escultores romantIcos que nos
leyes geológicas, meteorológicas y sociales, cuyas exigen- brindan jinetes revestidos de una armadura completa,
cias eran muy fuertes en la Arcadia O . De haberlo que- montando fino s caballos árabes, de esbeltos remos, que
rido el pintor, estas montañas podrían mantenerse en milagrosamente quedan sanos, y giran con ligereza baio
punta; sus habitantes podrían, igual que la "Penélope y un peso de ciento veinte kilos. . .
los Pretendientes" del Pinturicchio, vagar por la Hélade Por último, si talle place, el artIsta puede emanCIpar
en traj es florentinos del Renacimiento. Si nuestro de- deliberadamente su mundo A de algunas de la~ ley,es
miurgo ha respetado esta realidad, que aquí ya es sólo fundamentales del mundo O; inclusive, de la gravJtaclOn
verosimilitud, lo ha hecho libremente, por su propia vo- unversal. .. Si el hombre que cae, en pintura -e~ com-
luntad. Verosimilitud: analogía formal, pero entera- batiente herido, el 1caro, el ciego guiado por el clego-
mente convencional, no obligatoria, con las leyes mor- ha de conformarse, formulariamente, a las l~yes de la
fogenéticas del mundo O. Por otra parte, conveniencia caída de los cuerpos, el arte, a veces, se emancIpará com-
facultativa, subordinada a otras más fundamentales, que pletamente de estas leyes, y, en miles de ejemplos, no
pasan por delante de ella en el mundo A: Conveniencias brinda cuerpos humanos que planean, .que flotan, que
artísticas. se elevan, en ascenciones o en apoteOSIS, a veces basa-
ARTE Y VERDAD 309
30S CRONOLOGíA ARTISTICA
das en un relato legendario o místico, y a veces tan sólo todos los tiempos. La literatura del siglo XIV está llena
por el gusto de la gracia de sus equilibrios, o de las sus- de sueños y de visiones, tan sólo en el realista Chaucer
pensiones alegóricas. Incluso, instituirá al respecto una hay cinco o seis. Pero, lo mismo se podría decir que
especie de peculiar y ficticia verosimilitud; una lógica las sugerencias y formas del mundo O~tan sól? acepta-
convencional y peregrina de las actitudes en esta sus- das con muchas reservas, sujetas a posibles enmiendas, y
pensión atmosférica. Verosimilitud ya tan reiterada, por sometidas, ante todo, al dominio y a la reelaboración
el hábito y la tradición, que acabará por hacernos olvidar conforme a las leyes esenciales del mundo A- de nuevo
sus convencionalismos estéticos, y hasta morales. El arte pensadas y retocadas, con arr~glo a las .exigencias de}
religioso de los siglos XVII y XVIIl, nos muestra con harta arte, obedecen a las leyes propias de su dialéctica. ¿Sera
frecuencia unos santos, ya vetustos, girando en e! aire, menester decir, en particular, que los anacolutos absur-
o raptados por ángeles; y de tal suerte, que los brincos dos, las simultaneidad es disparatadas, las apariciones y
aéreos de estos venerables ancianos resultan punto menas desapariciones arbi trarias, y todas las indigencias so brees-
que cómicos. timadas del sueño, o de la droga, en la mayor parte de!
Se podrá decir: aquí, lo que opera,-es una experiencia tiempo, y por los más grandes artistas, fueron domeña-
completamen te imaginativa. El sueño, y el ensueño, das para quedar sometidas a elecciones razonadas, a
nos proporcionan ese volar y ese flotar, a manera de he- organizacioncs fabulatorias más o menos regularmente
chos que tienen sus leyes, las cuales son psicológicas y discursivas, a preparaciones que acarrean, y salvan de.li-
subjetivas. cadamente, los despropósitos; inclusive, con frecuencia,
Sea. Pero cuidémonos de incurrir en un grave error, a hábiles equívocos, que tienden a disimular el origen y
en el cual ~an incurrido a veces aquellos (m uy n umero- el estatuto onírico, situando cuidadosamente el mundo A
sos dcsde Freud; pero la tesis es mucho más antigua) a mitad del camino entre el sueño y la realidad, como
que han . observado que el arte puede deber mucho a para dejarnos en la incertidumbre, y en la imposibilidad
estos datos del sueño, o del ensucño. de tomar burdamente partido sobre el particular?; en este
caso, el ideal consiste en salvar, en mantener, en agu-
arte, la.s leyes naturales objetivas dcl mundo °
El error consiste en sustituir, para dar presencia al
por las
leyes (Igualmente naturales) que originan las estructuras
dizar, incluso depurándola y ahondándola, únicamente
determinada sensación, un nimbo extraño, maravilloso,
del mundo interior, psíquico, subjetivo -llamémosle el de intimidad sensible con lo improbable y lo extraordi-
mundo S- quc procede de la acción espontánea de la nario, empero aceptables y practicables, merced a un
imaginación. Y el arte, entonces, se nos ofrece eman- contacto de índole ya conocida y aprobada (en el con-
cipado de la limitación en el espejo del mundo 0, única- fidencial misterio de una reminiscencia.) Pensemos, en
mente para volver a caer en la imitación, en el espejo, los escritores que visible e intencionadamente integran
en la copia del mundo S. en sueño propiamente dicho al cuento, o a la novela,
. Cierto es que las fabulaciones perceptivas, o imagina- en todo lo que un Kafka, por ejemplo, añade de urdim-
tivas, en vigilia u oníricas, han podido prestar sus marcos bre estéticamente fabulo sa, y de imperativos artísticos
al arte, especialmente al literario; y esto, no ya sólo des- diversos e importantes, a la sugestión onírica uti~izada ,
de hace un siglo, cual erróneamente se ha dicho, sino en bien sea como esquema de conjunto, o para episodIOS
3JO CRONOLOGfA ARTfSTICA ARTE Y VERDAD 311
particulares. Aquí, se advierte por doquier la acción del en los comienzos del siglo xx, una exploración curiosa
arte; inclusive allí en donde más evidentes aparecen las de una región de la realidad aún poco explotada; y han
aportaciones estilísticas de los datos del mundo S. ¿Qué suministrado al arte algunos recursos nuevos, un poco
ley, qué necesidad podrían impedírselo al novelista, al a la manera en que la fotografía instantánea ha obrado
poeta o al pintor? ¿En nombre de qué principio podría- sobre el dibujo y la pintura, en el siglo XIX. De ahí este
mos prohibírselo? Por una especie de rigorismo extraño, realismo subjetivista, cuyas mejores páginas, o las más
y de extraño purismo, se ha podido protestar contra toda tópicas (precisamente algunas de Joyce y de Kafka),
idea de semejante forzamiento del arte: por ejemplo dentro de unos cincuenta años aparecerán tan trasno-
(cual lo han hecho algunos, especialmente en nombre chadas como ho y, en pintura, aparecen trasnochados
del surrealismo) exigir cortapisas como la de la escritura los caballos de Aimé Morot.
automática, a manera de salvaguarda contra todo arre- En realidad, la literatura, la poesía, las artes plásti-
glo artístico del mundo S, igual que la fotografía es una cas, no se h allan más sometidas a la copia, a la imita-
garantía contra todo arreglo pictórico del mundo O. ción exacta de la realidad subjetiva, que a la de la rea-
Ahora bi en ¿será menester creer realmente que una lidad objetiva. Y cuando se trata, no ya de efectuar
copia literal de la forma de este mundo 5, un someti- una tra sposición mecánica, sino de dar una impresión
miento, voluntario o forzado, a sus leyes espontáneas, justa, de hacer surgir, en el alma del lector, una evoca-
sea más válido en arte que el sometimiento a las leyes ción, animada o suges tiva, perturbadora, insinuante o
de la naturaleza física? Pero, entonces, de lo que se tra- sorprend ente )', en particular, deslumbrante por su ve-
ta es precisamente de aniquilar el propio arte en pro- racidad (bien sea pintoresca o íntima), el arte será más
vecho de un documental ayuno de artificio. Lo cual que nunca necesa rio, con sus meditaciones, o con sus
constituye una confesión, O una afirmación vigorosa cálculos.
precisamente de que el arte, en esta forma , quedaría Dije : deslumbrante de veracidad . f~s ta es, cuando
sobrepasado. No incurramos en el error de considerar se trata del ar te, la acepción última, más profunda, más
el "Ulises", de Joyce, como un documen tal cien tífico esencial, del término .
acerca del monólogo interior. .. Basta con saber todo Aquí, en efecto, ningún sometimiento a ningún
el ar te que encierra esta obra (y de qué labor ha sur- mundo (O o S, ¡da igual! ) : s610 tiene importancia
gido, de qué manuscritos polícromos y continuamente en principio el mundo A, es te mundo instaurado por
retocados) para quedar vacunados contra tamaña inge- la obré\ de arte. Él es; cierto es que, con frecuencia ,
nuidad. se ap roxima enormemente a esos mundos que le son
La verdad es que la observación del mundo de las ex traños, los mundos llamados, y comúnmente supues-
cosas interiores, tal como son, de las realidades psíqui- tos, "reales". Pero, de momento, él es el único real, y
cas vivientes (y no como una psicología teórica, inútil tal vez 10 sea aún má s, si por realidad se entiende una
y errónea, nos las brindaba); h atención prestada a los calidad intrín seca de las cosas y de los seres, y no el
decursos reales de los sueños, de la imaginación fabu- hecho de permanecer justamente al margen de éstos. En
latoria, del lenguaje interior, han permitido, a ciertas es te punto real, que rechaza en lo impreciso de una
Escuelas, en particular literarias, y muy en particular sem i-existencia a estos seres que están allí fuera y los
312 CRO TOLOGIA ART1STICA FACIES CóSM ICA 313
sustituye o, mejor, los explica al recrearlos, pero mejor, Makart), habré de tener en cuenta (como su .razón más
más patéticos, o más significativos. Mas, conviene dejar importante) el interés dramático en la relacIón teatral
bien sentado que es una cosa muy distinta fabricar pa- de estos personajes: Antonio y César, y Enobardo y
tetismo y significación, O hacer que los seres sean real- Agripa, y no ya únicamente Cleopatra, sino también
mente patéticos, o significativos. Se trata de fabricar Iras y Charmion, y el Adivino, y el Bufón; y por qué
un universo fundamentalmente patético y significativo. es importante, para la intensidad y la pasión de este
y ésta es, en efecto, la índole postrera, la índole mundo, que "when she f¡rst met Mark Antony, she
final de la verdad de quc se trata: una verdad intrínse- pursed On his heart, upon the river of Cydnus", y que:
ca, una verdad de existencia. Y ésta es efectivamente
la razón por la cual el arte se ve obligado, aun en lo "The barge she sat in, like a burnish' el throne
que se apropia textualmente, por alusión directa, a re- Burn' d on the water; etc., etcétera"
construir por entero, mejor incluso que lo hicieron los
dioses; ya que por lo menos hay algo más de lo que pues, al cabo, en este universo, lo que impera es en
los dioses han hecho: algo que revela más acerca del verdad esta motivación dramática. y si el dato pictóri-
secreto de su existencia; que mejor dice lo que es, y co encaja en ella, es porque, por esta razón, Shakespeare
porque lo es más intensamente. Pues en ello reside esta ha aceptado este dato. De otra suerte, habría rechaza-
verdad de existencia, esta "veri tas in essendo". do este universo, ya que no tenía ra zón ninguna para
Así, en su calidad de demiurgo, el artista, al crear tomarse el trabajo · de recrearlo, para mostrar a los dio-
este mundo, se ve obligado a dejarlo menos disperso, a ses, cómo era posible hacer algo mejor, que lo hecho
hacer más rigurosa su arquitectura (consciente o incons- por ellos, algo aún más patético, con una significación
cientemente, ¡da igual! ) la red de sus relaciones y, lo mayor más dramática, más deslumbradora.
que es aquí esencial, a estructurar artísticamente esta
arquitectura y esta red de relaciones. La arquitectura
interior de un universo, su construcción por medio de
relaciones téticas constitutivas; y las raZOnes artísticas XXXVI. FORMA y FACIES COSMICA
de estas últimas: he aquí lo que aún nos queda por
explorar. He aquí lo que todavía hemos de compren- ¿EN QUÉ forma puede intervenir, en el arte, una espe-
der, si pretendemos haber explorado, más o menos en- cie de música interior del ser, con armonías concertantes
teramente, esta misión del arte. y secretas, con oposiciones cuidadosamente estableci-
Si estudio la historia antigua, y deseo saber por qué das, transposiciones curiosas, numerosos ecos, profun-
Antonio se encontró a Cleopatra, necesitaré saber la didades latentes, planos múltiples, en una palabra: una
genealogía de los Ptolomeos, conocer la situación social arquitectónica puram ente estética, armazón espiritual
y económica de Egipto, y la evolución de la República de un mundo representado, brindado de modo que se
Romana, así como todas las causas cuya convergencia basta a sí mismo? He aquÍ lo que ahora hemos de decir
provocó accidentalmente este encuentro. Pero si leo en unas palabras.
"Antony and Cleopatra" (o si contemplo el cLladra de Tomemos un ejemplo que no sea demasia do amplio:
314 CRONOLOCIA ARTISTICA FACIES C6SMICA 315
uno de estos mundos limitados, aunque imprecisos y tes que de dimensiones espaciales y temporales, o de
poco duraderos, que un momento poético establece multiplicidad de los scres. Una habitación nocturna.
como impresión fugitiva. Un ejemplo de todos cono- El misterio de un apartamento abandonado,. habItado
cido. O sea, el famoso soneto de Mallarmé que copia- únicamente por recuerdos, y por el poeta (SI es clert~.
mos completo por si el lector no lo tuviera a mano en que pueda suponérsele vivienclo en ellas: tal vez sea ahl
este instante:
únicamente un testigo absoluto de la sol edad ). Mundo,
empero, cerrado sobre sí mismo. Doblem ente: 'por los
Ses purs ongles tres haut dédíant leur onyx
límites de lo visible, del presente, de lo que sena dado
L'Angoisse, ce mínuit, soutient, lampadophore
Maint re ve 1 espéral brt1lé par le Phéníx inventariar; y también por la estricta limitación del re-
Que ne recueille point de cinéraire (/l1lphore curso verbal, prosódico . Mas no hem~s. de ocuparnos
de éste; pcsc a que seguramente su mUSlca, tan estr~c­
Sur les crédences, al! salon vide: nul ptyx ta, tan rigurosa, tan armoniosa, contnbl1ye a la atmos-
Abolí bibelot d'ínanité sonore fera de la presentación.!
(Cal' le Maítre est allé puiser des pleurs au Styx.
1 Como siempre en MalIarmé (cuya posición histórica, cual
Avec ce seul objet dont le Néant s'honore).
es sabido, consiste en haber encerrado un fondo "decadente" en
una forma pamasiana), un sabor especial -su verdadera marca
fvIaís proche la croisée au 1tord vacante, un 01'
de fábrica, su marchamo personal- reSIde en los contrastes de lo
Agoníse selOIl peut-etre le décor impreciso de la sugerencia cósmica (de la forma en el segundo
Des lícornes ruant du feu contre une níxe, grado) con el rigor prcciosista de la forma pros ódica (forma del
primer grado). Versificación a un tiempo fleXible y. muy sabIa, oon
Elle, défunte nue en le miroir, encor un ritmo admirable. Impresió n de un encadenamIento nguroso y
Que, dans l' oublí fermé par le cadre, se fíxe estricto de necesidad absoluta en la textura verbal, por medIO de
De scíntillations sitot le septuor. la exas~eración de las cortapisas del soneto llevadas casi al límite
posible cn la peregrina disposición de las rllnas, en q~e los tercetos
redoblan (al transponer la rima masculina en femenma, e m versa-
[Sus uñas puras muy alto dedicando su ónix. / La angustia, mente) las de las cuartetas. En todo _esto, una sola ma.ncha: el
esta noche, sostiene, lampadófora / más de un sueño vesper- empleo del término raro, y puramente gnego, de ptyx, ex tra~o al vo-
tInO quemado por el Fénix / que no recoge cineraria ánfora_ cabulario realmente norJ1lal en francés, y vlS1blemente eXIgIdo para
/ Sohre las credencias, en la sala vacía: ningún Ptyx / (pues responder a la cuádruple rima yx. Todas las otras. palabras "raras"
el Maestro fue a sacar llantos al Styx / (con este solo objeto ya forman parte, desd e hace tiempo, del vocabulano francés, y, ~o
de que l~ Nada se honra). / Mas junto a la ventana, en el sólo figuran en el Littré (yen el Bescherelle, que el poeta sO~la
norte vacIO, un oro / agonIza, tal vez decora ción / de unicor- utilizar), sino que han sido frecuentem ente empleadas en poesta.
nios arrojando fuego sobre una ondina. / Ella, muerta desnu- Que yo sepa, ptyx, es un hapax, como dicen los filólogos (o sea una
palabra de la que se tiene un solo ejemplo, al r;tenos en verso).
da en el espejo, aún / en donde, en el olvido encerrado por el
Mas el mismo sentido de la palabra gnega no esta claro. S~gnlhca
marco, se graha / en centelleos fugaces el Septentrión.] literalmente repliegue, y puede utilizarse para designar el mten~r
hueco de un recipiente; pero también significa tablillas para escn-
Es, el suyo, un mundo bastante impreciso, de una bir; y, por último (en Píndaro), las inflexiones o meandros del
opulencia bastante limitada; antes vacío que colmado_ pensamiento del poeta .. Es evidente que !"lallarmé combma l~s tres
sentidos, con una astu cIa filológICa sólo va[¡da en gnego. El lector
Una grandeza de arcano, de imprecisa profundidad, an- francés" (en el sent ido que le da Boileau) no ha de entenderlo.
3J G CIWNÓL()CrA ARTISTICA l/AClE S C0S .\1I( ;;\ 317
Ahora bien, en ese mundo, ¿cuál es su arquitectu- y ¿acaso no recordamos haher vi~to, otrora , exac-
ra? Pucs, al fin y al cabo, las habitaciones nocturnas, tamente las mismas grandes funcion es constructivas, los
vacías, abandonadas, son únicamente su dato burdo, su mismos tcma s arquitectónicos puros, las mismas relacio-
tema local concreto y práctico. Si buscamos la estruc- nes téticas fundamentales, al examinar el nacimiento
tura fundamental, de inmediato distinguimos fácilmen- de un microcosmos como el de la tonalidad musical?
te por los m enos dos ejes cruzados de relaciones de ¿Acaso no nos los hemos encontrado de nuevo en otros
oposición significativa, que nos dan la dimensión, y en campos, a propósito, por ejemplo, de la música de los
cierto modo la envergadura existencial, del poema . Uno colores? ¿Qué significa esto, sino simplemente que, en
de los ejes es espectacular y visual. La distensión se esta "música cósmica", csta "música del ser", por la
establece en el par tinieblas-claridad: de una parte, el cual se congregan y ordenan mundos estéticamente ins-
ambiente sombrío, casi universal, de la habitación va- taurados nos encontramos de nuevo con la acción de
cía; de otra, los siete puntos luminosos de la Osa ~vIa­ las misn;as grandes determinaciones del espíritu ~uro,
yor que no se ve directamente por la ventana, sino de los mismos procesos fundamentales y, en CIerto
reflejada en el espejo. Esto, en cuanto a la visión. Pero modo de los mismos gestos espirituales principales que
mucho más fundamentalmente, la sólida estructura ma- sostienen y arman cualquier clase de cosmos? Son for-
terial se halla establecida sobre el par ausencia-presen- mas' estos elementos inmateriales, sostenes profundos
cia, sobre el contraste entre el abandono actual y la de ~n ser. No la forma que encierra, que deslinda , sino
habitaciÓ!l fantasm al por los ausentes cuyos fanta sma s la que edifica, la que es promoción, la que abre paso
visitan secretamente la casa vacía. Pero estos ejes en a la realidad. Formas primordiales (simplemente las
los cuales se separan y distienden los polos alejados, es- más elementales, y también las más potentes, las más
tán poblados, en el vacío del intervalo puro, por un creativas). Son, efectivam ente, las "categorías arqui-
cúmulo de mediaciones : las visuales -vagas: formas de tectónicas" fundamentales, que presiden la armonía
muebles (de las credencias) en la penumbra o sombra creadora y constituyen el Arte puro. 3 El mundo tan
del cuadro, realidades y reflejos-; las existenciales: el tenue, tan láhil , pero tan completo, tan entero, tan pre-
ensueño surgido de la angustia, la imaginación y, antes
que nada, del recu erdo, mediador 'esencial y a la vez una fría fOil tOlla, en un marco de áspides desdorados; ¡ quién se h a
mirado' Ah. estoy seguro de que más de una mujer ha bañado en
su símbolo: la aparición, misteriosamente guardada en esta agua el pecado de su b elleza; y que tal vez yo verÍa un fantas-
imagen en el espejo y que resurge vagamente, de la ma desnudo si mirara largo tiempo.]
ausente que pudo otrora "bañar el pecado de su belle- 3 Conviene recordar y precisar lo siguiente: Los diverso s ara-
za", fantasma goría que a menudo asedia al poeta y que bescos, esquemas rítmi cos, organiza'CÍones morfológicas de que se
comenta en prosa en otro lugar. 2 trata cn toda esta parte, así como Cn la anterior, son formas . Y
la s categorías arquitectónicas fund amentales de que acabamos d~
hahIar, no son sino las formas más simples, y también la más pn -
2 En '"Prison d' hil'er" : "Et ta glace de Venise, pro[onde comme mitivas ; las que constituyen más específicamente puntos dt oTl?cn .
une [mide [antaine, en un rivage de guivres dédorées, qui s'y est SOl! "categorías", pll es son fuodamentales e irreductibles: SI se
miré! Ah, je suis sur que plus d'une femme a baign é dans cette guie re, so n las dd c nllin ~c iones primeras que puede conferIr la .or-
eau le péché de sa beauté; et pcut-ctre verrais-je un fantóme DU si g:~tliZ~tC'i{: [1 rno rfo~I/; lIéti ('a. Las fUPY,:1 S subsigu,icntr,s ~; l}n compll Gt-
je regardais long temps." [y tu hma de Venecia, profunda como (:iolles, derivacioJlts, especificaciones, elt: las rTllsmas.
. FACIES CÓSMICA 3J 9
318 CRONOLOCfA ARTISTICA
sente, tan definitivamente creado y mantenido como características estilísticas. Corresponden a una a precia-
un obje~o de arte; el mundo que nos propone el poeta, ción global, algo confusa (~l término . exacto ~s el de
es efectivamente un mundo, precisamente porque toda sincrética); a una estlmaClon d~ conJUl1to mas sen~l­
una m úsica cósmica está encerrada en él, le da su gran- mental que intelectual; que valonza refleXivamente,. sm
deza y su intensidad de existencia, a la vez que su va- pormenorizar, el efecto total resultante de los artlficlOS
riedad y su armonía. En un acorde que ha resonado, artísticos profundos. "Facies totíus universi", pudiéra-
que se basta a sí mismo y se mantiene por la virtud de mos decir, empleando el lenguaje de Espinoza. Todos
una perfección. estos términos ponderan un acierto artístico, sin que
No quisié~amos fatigar al lector, ni arriesgar caer sea posible designar claram ente la meta que conviene
en una especie de dogmatismo de la síntesis, al tratar alcanzar: ya que todos estos trazos de la rosa de los
de. gran número de universos poéticos , unos más am- vientos estética son igualmente lícitos, y pueden igual-
phos, otros más imprecisos, o más fugitivos; al disecar mente guiar una navegación. Pero, cuando se trata de
demasiado minuciosamente su arquitectura . . . Por tan- averiguar los motivos de sus diferencias, los pnnclpales
t? (desde el punto de vista de la estética comparada), encontraránse fácilmente en la diversidad de la labor,
solo examll1aremos detalladamente una de estas cate- en la proporción variable de las grandes funciones ar-
gorías cósmicas, tomándola como ejemplo. Sin contar quitectónicas que acabamos de recordar. .
que y~ las hemos estudiado con más pormenores, y más Por ejemplo, ¿quién no ve que el valor trágiCO ca-
detemdamente de 10 que convendría hacer aquí en otra racteriza un mundo en que, fundamentalmente, la ca-
obra. 4 Mas un examen ligero ayudará al lect~r a en- tegoría de oposición, exaltada al máximo, es la relación
tender su importancia, debida a su relación con ciertos hegemónica? En primer lugar, porque es el alma de este
términos, sobradamente conocidos, de apreciación es- universo; el eje esencial sobre el cual se ha de estable-
tética. cer su dimensión artística fundamental. Así, por ejem-
E stas categorías. arquitectónicas, actos puros del plo, la tónica y la dominante del mundo divino y del
8rte en lo que éste bene de creativo y de instaurativo, se mundo humano (a pesar de que el hombre esté pre-
hallan, todas, n:ás o menos presentes en cualquier cons- sente aquí sólo por representación), exaltando su opo-
trucclOn. artlsbca. Mas no tienen siempre igual ím- sición hasta una antinomia fundamental e imborrable
portancta proporcional. No siempre traba;an con igual de intereses (pues es el interés por el hombre 10 que
intensidad. expía el Titán), constituyen el eje fundam ental del
y el h~cho es, que res~lta fácil advertir que los epí- mundü esquiliano en el "Prometeo encadenado". y
tc~o~ estétiCOS mas conoCldos (bello, sublime, gracioso, así también, la coexistencia, en el mismo hombre, del
t~~gICO, etc.) depen?en e:encialmen te de esta propor- crimen de hecho, perpetrado desde fuera, y de la ino-
ClOn, de este trabaJO, mas o menOS intenso de las cencia interior mantenida por la ignorancia, constituye,
diversas categorías arquitectónicas. ' en cierta forma, la espina dorsal estética del mundo de
Estos términos designan a un tiempo "valores" y "Edipo Rey". Pero, mu y en particular, el valor trágico,
obedece al hecho de que esta oposición permanece
. 4 Véase nuestra "Instauratíon Philosophique", cap. IV: Estu·
olas arquitectónicos.
entera, imborrable, imposible de suavizar ni de disimu-
320 CRONOLOCfA AI~rrSTIC¡\ FACIES COSMICA 321
lar; y al de que ninguna mediación es en ella realmente En cuanto a lo idílico propiamente dicho, tal vez
posible; que ninguna otra relación de estructura podría obedece menos a la subordinación estética de la opo-
8tenuarla, o equilibrarla. sición a otras categorías más activas, ' más poderosas
Ocioso serÍ8 mostr<1r más extensamente cómo el va- dentro de ese mundo, que a la debilidad inicial de la
lor de "gracia", por el contrario, procede enteramente oposición, y de la m enguada dimensión concedida a
de un predominio de la mediación, la cual, gracias la obra en este eje, cuyos dos polos se hallan muy pró-
a sus nexos universales y a su perpetua transición, lo- ximos, separados por un pequeño intervalo, por una
gra casi hacer olvidar la oposición fundamental que, distensión poco acentuada (en suma, carácter negativo,
sin embargo, ella misma implica. En lo que destaca, por o privativo) . Mañanas brumosas y claras a orillas de un
supuesto, menos el amor feliz, el amor victorioso (i esta río, en que la sombra es luminosa y la luz umbría; dra-
fuerza! ) que la esperanza, o la idílica "promesa de la ma s morales, en que la inocencia aparece algo turbia y
felicidad", en todos los universos "de gracia" caracte- el pecado poco grave; como en las "novelas azules" .7
rizados por esta atmósfera, es decir en que impera esta Inútil también exponer detalladamente el papel, tan
categoría arquitectónica de la medi.aciÓn. evidente, de un predominio de la "torsión" arquitectó-
Examinemos más a fondo es te matiz . Decíamos, nica, de la "evasión dinámica" a lo sublime; y, por el
idílica: sin embargo ¿en qué difiere este valor del de contrario, en esta acepción algo especial de la belleza,
la gracia? En que, en la gracia, oposiciones bastante que es sobre todo equilibrio y simetría, el predominio
fuertes, siempre mantenidas, se encuentran domadas, y de la "reiteración" (do mi sol do cerrando el acorde,
como absueltas, por la potenci o' más enérgica, por el tra- abierto por do mi sol si bemol).8 Pero: en un sentido
bajo artístico predominante de la mediación. y esto es
lo que, en realidad, constituye esa fuerza, esta "poten- reflexiv'o y apreciativo, de los resultados de conj unto logrados por
cialidad de la gracia", que pudo señalarse acertadamen- este trabajo 'del arte. Preferiríamos categorías instaurativas' 'y cate-
goríasreflexivas (insistiendo en el carácter si ncrético ' y global de
te en un hermoso libro,5 que lo dice todo, excepto quizá estas últimas) . Forma constnlctiva y , apreciación afectiva son sin
esta primacía de lo estructural, cuyo valor "gracia" sólo duda suficientes.
es el fenómeno de conjunto, el aspecto sincrético y 7 ¿Un ejemplo de esta clase de novelas? Sin llegar hasta las
afeetivo, que, en el fondo , es fruto de esta combina- puerilidades del tipo de "Lectu ras para mi hija", y las enormes
ción, intensiva y proporcional de las verdaderas catego- tira das de las novelas del tipo de "novela rosa", podríamos recordar
el género idílico de "El Amigo Fritz", o también "Dosia", que tanto
rías artísticas iniciales. 6 enterneció a nu estras madres, o a nuestras abuelas. Mientras que
la oposición del pecado y de la ignorancia desem peñ;a, en el d rama
5 R. B~ycr, "Esthétique de la grJcc", T. n, pp. 253 ss. ele Edipo, un papel que va hasta el incesto y el parricidio, el pe-
6 Si se quisiera fijar un vocabulario preciso, tópico, se poddan cado de la' protagonista de H. Gréville (pecado enteramente de
llamar "ca tegorías estéticas" estos aspectos de apreciación reflexiva época) ,resideeri una ' pueril simulación di: rapto, media hora de via-
sincrética, 'l"e antes conciernen al espectador que al creador, y "ca- "je 'én 'coche con un joven.':' . Ptiede'n apreciarse' comparativamente
tegorias artb tic~$" los grandes actos fundamentales, esos hechos las dimensiones de la intensidád. . . '
dinámicos iniciales de la demiurgia inslaurativa. Pero este vocabu- , 8' Para evitar cualquier error en esta analogía musical, conviene
lario tendría sus riesgos. D e todos modos, es importante establecer precisar que el acorde perfecto musical y ' el' acorde de séptima son
ulla diferen ci, entre este ca!npo primero, acti,io e inst3urativo, y aqUí 'tan s610 mencionados como los ejemplos artísticos más s!m.
del Jrk en sus procesos constit"tivos, y es te otro segundo carilpo, pIes, y en ve rdad los 'más nimios de ulla estructura arquitectómca,
322 CRONOLOCIA ART1STICA FACIES CÓSMICA 323
más genérico, y más denso, podría decirse de la ca t~g?­ pues, los pétalos de esta otra rosa que aparece algo
ría estética, que está caracterizada, no por el predominiO oblicuamente, en un ángulo de algunos grados con re-
artístico de ninguna fuerza arquitectónica, sino, por el lación a la primera: grandioso, pa tético, heroico, cari-
contrario, por su identidad y su equilibrio; por su ar- caturesco, pintoresco, poético... Cada uno de ellos
moniosa sistematización. c1ifiere poco de cualquiera de los que le preceden. Con-
Sin contar que una explicació~ de las dive:sas cate- frontemos bello y grandioso; sublime y patético; trágico
gorías estéticas reflexivas por medIO del notarla predo- y heroico; cómico y caricaturesco; bonito y pintoresco;
minio arquitectónico de una de las categorías estructu- gracioso y poético: estos nuevos perfiles, tal vez resulten
rales del arte puro, resultaría en cierto modo brutal, ya menos claros, menos simples, menos clásicos, pero, des-
que se refiere justament~ ~, estos ;~Iores tan claro~, ~an de luego, más curiosos, incluso más sabrosos, conce-
notorios, que una tradlclon estebca relacIOna Ul1lca- diéndole algo más a lo "extraño" caro a Baudelaire, o
mente con los rombos más nítidos, más simples, de esta a lo dinámico, o con un acento más acusado, mayor
rosa de los vientos que, por lo general, se ent~meran impulso. y así, otros mil matices hasta el infinito
como siguen, en su orden cíclico: lo bello, lo sublIme, lo ~o,drían aparec~r en ot:os in~ervalos;' matices que reque:
trágico, lo cómico, lo gracioso, lo bonito, desde do.nde r.man dOSIfIcaCIOnes mas CUriosas, proporciones más de-
se torna nuevam ente a lo bello. Sea. Pero convIene lIcadas en la arq ui tectura in terior.
recordar que éstas son, precisamente, las esen.cias más Detengámonos en uno solo de estos matices. Ya
notorias, más claras, de un ciclo que, en realIdad, po- hemos pronunciado la palabra: poético. Esta palabra
dría variar hasta el infinito. Entre cada uno de estos requiere nuestra atención.
rombos pueden presentarse muchos matices interme- Designa un matiz en la apreciación estética global,
dios con frecuencia infinitamente más delicados, más en el etho~ de una arquitectónica espiritual y cósmica.
curi~sos, más sugestivos, que caracterizan proporciones Pero tambIén parece referirse a un convencionalismo,
más sabias,o . más sutiles, en la arquitectónica existen- referente a determinado arte.
cial, cuya expresión global constituyen. Deshojemos, Analizábamos, antes, el universo de un poema, y su
interés artístico se nos aparecía en su arquitectura se-
cuyos monumentos, tan amplios como, por ejemplo, el Partenón
por una parte, la catedral de Reims por otra, y, en fin, el mundo creta, en la red de relaciones espirituales sobre la cual
entero tal como nos 10 brinda Descartes, o nos lo presenta Pascal , se sitúan, para unas funciones casi musicales, las diver-
serían representaciones cada vez más importantes. Record~mos, por sas realidades que se nos brindan. Mas, quizá diga al-
último, que si se trata de mundos del arte tales como, por ejemplo, el
guien: lo que a mí me interesa, es el saber si, por este
de "Ifigenia en Táuridc", opuesto al de "Fausto", pnmer~ parte
(en que la oposición ele la búsqueda de lo bello y de la busqueda medio (o por otro cualquiera) el universo de que se
ele lo sublime aparece muy clara, y las causas de estos efectos de trata es "poético", y por qué razones.
conjunto harto notorias) sólo por medio de una abstracción podre· La pregunta es capciosa, o está mal planteada, si,
mas separar la estructura propia del mundo representado, y el con·
junto fenomenológico (más o menos musical en sus apanenClas
cual tan a menudo les ocurre a quienes se interesan en
sensibles) que. nos lo manifiesta concretamente. La forma en el este problema, se refiere, a la vez, a los dos sentidos
primer grado y la forma en el segundo grado, en el arte, son corre· de la pabbra, contaminándolos y confunc1iéndolos mu -
lativas y cooperan a la atmósfera cósmica del todo. tuamente.
f.' ACIES CóSMICA
321 CR ONOLOCIA ARTlSTICA
. ¿Se toma la palabra "poético" en el sentido de un lagos, de lindos rostros femeninos, de tiernos o melan-
matiz, punto menos que afectivo, del ethos global d el cólicos claros de luna, o brumas matutinas, de rosas o
mundo de referencia? Entonces, queda al marge n de ruiseñores, de mitología griega o leyendas bretonas;
del ar te específico del poeta : en un cuadro, en una no- sobre todo, nada de aviones, ni de automóviles, ni de
vela, en una escultura, será posible encontrarnos dc clllmeneas d e fábricas; ni eloc uencia, ni abstraccio nes
nu evo con esa atmósfera de lo poético, exactamente ni vulgaridad es. '
igual que será posible encontrarnos con una atmósfera Conviene no exagerar. Yerran , desde 1uego, aque-
de novela fu era de la novela, con un sentido monumen- ll?s que creen poder clasificar las cosas, una por una,
tal fuera del monumen to, y así sucesi vamente. Son bIen sea ~or el lado de lo poético, o lejos d e éste. Lo
matices que podrían situarse, en nuestra rosa de los va- que constItuye un universo poético, es men os cada una
lores, lo poético junto a lo idílico, pero imagi nativamen- de estas cosas que el conjunt.o de relacion es que es po-
te más abierto, más soñador, más nostálgico quizá, y SIble hallar en el. Y t090 Ul11 verso (en este sentido) es
menos suav~; lo ~ovelesco cerca de lo pintoresco, pero p.oétIco cuand~ su conjunto comprende todas las rela-
m;nos precISO vlsual~ente, menos an ecdótico, quizá CIones necesanas para estructurar cósmicam erite un
mas emOCIOnante, m as susceptibl e de comunicar con mundo, tal vez con muy ligero predominio de las cate-
lo patético, pero, sin embargo, can menor violencia; lo gorías "suaves" (mediación, ecos en reiteración . .. )
monumental junto a lo grandioso, pero con un a arqui- sobre las categorías, "duras" (tal como la oposición); y
te~tura má~ equilibrada, también más plástica, tal vez ~,egTur~m;,nte tamblen un trabajO muy acentuado de es ta
mas armomosa. Y entonces, no hay ninguna necesidad C\aslón , de es ta hUIda, d e es ta orientación dinámica
de que lo poético sea forzosamente la atmósfera de la que descentra el universo por un movimiento hacia un
poesía. "No ha y rombo de esta rosa que le sea negado más allá, ha~i a un término lejano, algo fugitivo, y re-
a! genio", decía Victor Hugo. Lo grandioso, lo paté- chaza tocio sIstema claramen te encerrado en sí mismo
tICO, lo extraño, lo heroico o lo gracioso, le son igual. para animar todo el conjunto con una llamada un im~
m ente pennit.idos. Muy ingenuos son aquellos que a pulso i~preciso. (con la con9ición de que también es ta
toda costa qUIeren encerrar la poesía en lo poético, con- ca tegor~a tr~baJ~ con suaVIdad, por presentimientos,
cediéndole únicamente una existencia dentro de un uni- nost~lgl~,. mas bI en que por atrevidos impulsos, en tran-
verso poético considerado en esta forma ; y que, no sólo ce dlOn lSIaco, ·10 cual nos orientaría más bien hacia lo
condenan "La Carroña", de Baudelaire o "La Despio- lírico) .
jadora";, de ~j¡~ba~d, Con el pretexto d~ que el "tema" , Aho~a ~ien, si así e~ ¿po~ qué, digá moslo una vez
no es poétIco, SInO Incluso epopeyas, sá tiras, arran- mas, a~n.bu,Ir esta armOnIa UnIcam en te a la poesía? ¿Por
ques líricos, inspirados en temas políticos o sociales: el qué eXIgIr UnIcamente de la poes ía esta armonía?
" Infiei no~' de Dante igual que las "Ciudades T entacu- La verdad es que todo universo merece ·serlo en
lares", de Verhaeren; los "Cas tigos", de Hugo, igual poesía, con tal, únicamente, de que, en la forma que
que los versos latinos de Bernoulli sobre temas d egeo- sea , lo merezca así simplemente. y es te es en realidad
el ún.ico, el verdadero, problema artístico. ' ,
metrÍ3, .o de cálculo de probabilid ades. Y todo esto por
eX Igf.ncla d e un Ul11verso de jardines, ele bosques, de SI un mundo posibl e se le ofrece al artista, como
326 CRONOLOGfA ARTfSTICA FACIES C6SMICA 327
reivindicando altivamente la existencia, como exigiendo y que no se nos diga : la cosa es muy sencilla. Si
insistentemente su ayuda para lograr esta existencia (y la obra, si el mundo que conviene instaurar, se revela
¿qué es la verdadera inspiración sino este sentimiento novelesco, pues que sea una novela; si poético, que sea
de que un mundo ha de ser, que lo merece, que exige un poema; si dramático, un drama; si pictórico, una
que un hombre se entregue por entero a él, para lle- pintura; si monumental, una arquitectura. Estos pro-
varle hasta esa existencia?), lo esencial es que este mun- blemas son infinitamente más complejos. En ciertos
do, en efecto, posea esa originalidad propia, esa facul- casos, puede ofrecer un deleite especial tratar pictóri-
tad de imponerse a las almas, ese interés, ese poder camente una sugerencia dramática (cual lo ha hecho
virtual de existir intensamente, con esplendor, vibran- con tanta frecuencia Delacroix); escultóricamente, una
temente, con una inmensidad dimensional, o cualitati- sugerencia monumental; en un poema, un universo pin-
va; lugar anhelado para el pléroma de los seres (que sin toresco. .. En una palabra, contrariar el ethos del tema
él quedaría incompleto y localmente vacío) ; vocacio- por el tratamiento concreto de la realización, contrastes
nes, aptitudes, que, en conjunto, constituyen el derecho que a veces avivan la esencia misma de la realidad pre-
a la existencia, derecho que se mide por su grado de sentada, más que lo pudiera hacer la atribución, en
perfección. cierto modo mecánica, directa, corriente, del terna poé-
Mas pudiera ser que este mundo posible, exigido tico a la poesía, del tema dramático al drama, y así
por un demiurgo, fuera patético o gracioso, novelesco sucesivamente. En el fondo, el "Prometeo encadena-
o dramático, elegíaco o lírico, i igual da! Al demiurgo do", tan trágico en su esencia, es (al menos para el lec-
por él elegido es a quien corresponde convertirse en tor moderno) más bien un poema que una tragedia, y
poeta lírico, o en poeta elegíaco, en autor de novelas con ello sale ganando. Tal vez porque la situación, en
o en dramaturgo; o, si es pintor, en pintor dramático o lo qUé: ~e esta suerte tiene de estático (¿y qué le aña--
romántico, según lo que esta creación exija. de el desenlace?) se aprecia todavía mejor. ¿Acaso le
Por supuesto, no diré que no pueda consultar su ta- reprocharíamos a "Jocelyn" ser esencialmente noveles-
len to, sus fuerzas, sus inclinaciones, o la oportunidad . La co? Éste es su encanto y su originalidad. ¿Acaso les
idea acude. Al artista es a quien le corresponde ana- reprocharíamos, a los frescos de la Sixtina, el ser tan
lizarla, buscarle su destino artístico es decir las con- extremadamente ideas escultóricas? Por lo tanto, la
diciones de su más alta perfección', de su brillo más vocac'Íón artística de un universo no se rige por su fiso-
intenso. ¿Es una idea de novela? ¿Una idea de drama? nomía afectiva: pueden intervenir cáleulos más sabios
¿La de un poema? La respuesta a la pregunta es un o una libertad mayor. Pues semejantes destinos se de-
caso específico, una respuesta a la medida, tan indivi- ciden por incubación en un alma. Latet in utero genius.
dual (en relación con la individualidad de la obra que En cuanto a estas relaciones, bien sea de acorde o
es menester realizar) cual pudiera serlo la orientación de contraste, entre el valor afectivo y el género artísti-
de un niño por un pedagogo. Hay aquÍ una suerte de co, hay que reconocer que, con frecuencia, en ellas in-
orientación profesional de la obra, que es preciso dedu- tervienen cuestiones de moda y de época. Un periodo
cir del examen detenido de sus propias aptitudes. Ap- del arte acepta mejor la pintura "de género", de un
titudes individuales, insistamos en ello. pintoresquismo lindante en lo humorístico; otro, la pin-
328 CRONOLOCfA ARTfSTICA
FACIES CóSMICA 329
tura de temas novelescos; igual que, en poesía, otro
exigirá antes que nada lirismo, y no gustará de lo épico. más intenso y más certero, quizá, cuando se trata de la
¿Por qué extrañarse? Esto no concierne a las condicio- "llíada", o del "Prometeo", de "la Tempestad", o del
nes universales y necesarias del arte (que permiten todas "Amor sagrado y Amor profano", o de la "Armonía
estas combinaciones), sino a las condiciones de la inser- del atardecer", que cuando se trata de la tempestad que
ci6n de la obra en un medio histórico determinado. Son anteayer reinaba en el Atlántico norte, de la luz del
causas ocasionales, cual diría un ma lebranchiano. poniente, mañana, en los campos de Gennevilliers, o
y exactamente igual sucede en lo que atañe a la de talo cual persona que conocemos ... y tal vez del
actitud personal del artista frente a la obra que ha de mundo que los encierra.
realizar, frente a la obra que exige su derecho a existir. ¿Quién podría asegurar que el "Prometeo", o la "Ar-
Se puede, desde luego, hablar de una especie de obli- monía del atardecer", no justifican, en ciertos aspectos,
gación metafísica, y casi moral del artista; obligación la existencia del hombre mejor que el hombre se justi-
que obedece enteramente a su papel de demiurgo. Pues- fica por su presencia física en este universo físico?
to que el artista tiene el deber de llevar hasta el ser este Conclusión : también resultan cósmicas, desde cierto
mundo en el cual es patente el derecho a la existencia. punto de vista, las categorías de la apreciación estética
Ahora bien ¿acaso supone esto que no tenga derecho global, como bello, sublime, gracioso, dramático, etc ....
a clasificar las cuestiones, a considerar la urgencia, o in- Calific2.ciones cósmicas, que caracterizan, algo confusa-
cluso la oportunidad de las mismas? El arte es largo, y mente, y en particular en lo que atañe al sentimiento,
la vido es breve. ¿Qué artista, qué creador, no sabe de la facies total de un universo . Y todas son válidas en el
estos dramas interiores (que justifican la nobleza del arte; todo arte puede, en sus aciertos, apelar a cada una
arte y su valor moral): la elección entre las p9sibles, de ellas. Pero lo que globalmente expresan, es la con-
entre las diversas obras que le son sugeridas, que se pre- dición de una armonía cuya naturaleza profunda es tan
sentan, ofrecen en el umbral del ser, ese umbral que el estructural, tan delicadamente proporcionada, tan com-
creador puede hacerles traspasar o no, según su volun- pleja, cual pudiera serlo un acorde musical. Y sus notas
tad? ¿Y la angustia, la nostalgia ante la obra grande y verdaderas -los factores existenciales íntimos y opera-
hermosa, que merecería todo su esfuerzo, que le agran- tivos- son las categorías constructivas, cuyo trabajo
daría, que le reconciliaría consigo mismo, en su calidad interior en este universo es la verdadera acción, la acción
de creador, y para la cual le falta el tiempo (el tiempo, directa e instaurativa del arte. Y, en su acción, estas
o quizá las fuerzas) mientras lo devoran empresas me- categorías tienen por ley, que el arte, al ponerlas en
nores, que sin embargo no quiere abandonar, antes de obra, tienden antes que nada a instaurar un mundo que
que sea realidad completa lo que todavía se encuentra
se alza más alto, más adelante, más intensamente en la
a medio camino del ser? Y así es como puede el artista
existencia. Un mundo cuya existencia es más soberana,
sentirse culpable con respecto a un ser que merece-
más esplendorosa, más .soberbia, más elevada que la de
ría existir, que sólo él podría hacer existir, y de cuya "no
ninguno de los universos a los que fueron negados esta
existencia" él solo es responsable, al restarle ese derecho
eficiencia, este poder, este realizarse por medio del arte.
a la existencia, el mayor de todos los derechos. Derecho
Es un modo eminente, un modo supremo de existencia,
330 CRONOLOGíA ARTíSTICA EL PUNTO DE VISTA 331
incluso para un universo tenue, ínfimo, instantáneo, o dan todo un pueblo de personajes, no habremos de ser
borroso e impreciso, pues siempre, fundamentalmente el demasiado exigentes rcspecto a las fechas, a las genealo-
arte busca y alcanza en esta hazaña, este triunfo, este gías, a los encuentros. Las prcsencias concretas son las
supremo hecho existencial: la obra maestra. únicas que trabajan, o que más especialmente trabajan.
y por esto es por lo que el arte merece que se le Mas, si se nos dan tan sólo, algunos puntos de apoyo
llame creador. ¿Qué es crear, sino dar vida? (por ejemplo, Stendhal no nos dice expresamente que
Pero ¡cuidémonos de lo contrario: pues las condi- Fabricio es hijo del teniente Roberto) a nosotros nos
ciones que rigen el arte son condiciones sine qua 110n toca calcular las fechas, las posibilidades; y es necesaria
para toda verdadera posesión de existencia. No creáis la justeza del cálculo, para que no abriguemos duda nin-
poder existir sin el arte, sin realizar en cierto modo (por guna al respecto. Igual sucede con la decoración. Si, en
la armonía, la arquitectura, la opulenta profundidad y la primera decoración del "Cid", se nos muestran con-
los imprecisos hacia una trascendencia); una obra maes- juntamente la plaza, la cal1ejuela, el umbral del palacio,
tra de vosotros mismos. el cuarto de Jimena, el jardín de la infanta, no hemos
de discutir acerca de la completa verosimilitud de la dis-
posición. Pero si, en "la Princesa de Cleves", se preci-
san apenas, acá y acullá, el pabellón de Coulommiers, el
XXXVII. EJEMPLO DE UNA ESTRUCTURA
jardín florido y la avenida de los sauces, lo largo del ria-
COSMOLOGICA: EL PUNTO DE VISTA
chuelo, la topografía precisa, verosímil, sobrentendida,
que liga todo esto en una realidad virtual, resulta en-
TODA obra de arte representativa, dijimos, presenta un
tonces infinitamente más exigible, más necesaria.
mundo; mundo sucinto, en verdad. En su mayor parte,
es virtual. Poca cosa se nos dice de ello textualmente, Con mayor razón, cuando se trata, no ya de organi-
con relación a lo que queda implícito, y tal vez sea esto, zación natural, todavía física, sino de esta arquitectura
este dato implícito, lo que le da al conjunto, a un tiem- moral y espiritual de que hablamos aquí. Lo que hace
po su sabor y su imprecisa profundidad. Mas, es porque que el alma de una cosmología sea verdaderamente artís-
este conjunto forma un todo orgánico y arquitecturado, tica en su esencia.
por lo que en los intervalos en que nada aparece, puede De las relaciones arquitectónicas, puntales de esta
suponerse algo. El doble punto de arranque de una bó- cosmología, una de las más interesantes -la única que
veda exige la clave que cierra y remata; el arbotante deseamos examinar detenidamente- es la que ya he-
iniciado exige el pilar y el suelo.en ~u~ se apuntala. Tan mos llamado el "punto de vista".
sólo la justeza, la pureza arqUItectomca del perf.¡], ex- Todo universo (los fenomenólogos nos lo han ex-
plica la realidad de toda esta insoslayable sugerencia. He plicado :J fondo, pero antes, ya lo sabía la estética) es
aquí por qué cuanto más sucinto aparece el mundo pro- morfológica mente solidario de un testigo con relación
puesto en sus presencias obvias, más enérgicamente de- al cual se plantea, y al que implica.
penden su grandeza real y su opulencia de 13 arquit~c­ La estética comparada permite aquí unas observa-
tura espiritual. Si un Balzac, un Julcs Romam, nos bnn- ciones harto significativas.
332 CRONOLOCfA ARTfSTICA EL l'Ui':TO DE VISTA 333
Cuando se trata de una estatua, ya sabemos qué las artes llamadas del tiempo, que la ley estructural esen-
cálculo ha sido menester para combinarla, según el lu- CIal es entonces el deslizamiento del punto "Yo", la im-
gar normal de un testigo. Bien sea que debe ser vis- pOSIbIlIdad de una contemporaneidad del testigo y de la
ta de abajo arriba, desde muy abajo, y desde todos sus obra completa .
ángulos, como el "San Jorge" de Frémiet, o un poco ~ero la. pintura, peregrinamente, sitúa al testigo a
oblicuamente hacia la altura, y únicamente de frente, medIO camInO entre una visión real física y una visión
como "El Día", de Miguel Ángel (con 10 cual la parte espiri tual. ' ,
inferior del rostro, la parte superior del brazo, ocultos Podrá decirse: el punto de vista del "Heliodoro ex-
a este ángulo visual, no necesitarán ser precisados); o, pulsado del templo" (de Rafael), es el lugar físico en
en fin, hábilmente dispuesta como la "Victoria de Sa- que el espectador ha de situarse para que la perspectiva
motracia", para ofrecer, en cualquier ángulo que sea, un del monume~to parezca justa. ¡Ingenuidad! No parece
renovado interés, una diversidad perpetua, siempre se SInO que el pIntor, realmente presente en la escena ha-
trata de un punto de vista físico; y el espectador, el tes- lIábase por casualidad en determinado punto desde el
tigo esencial, implícitamente presentado por la obra, cual vio las cosas de es.te ~odo; y que, a nosot;os, espec-
antes que nada se caracteriza como un ojo situado en tadores, nos es necesano SImplemente dar con ese punto,
determinado punto del espacio. 1 y.sltuarnos en él. Por el contrario, es indudable que el
E igual sucede en arquitectura. Con la diferencia de pIntor que ,h a creado. esta escena ficticia, ha procurado
quc los diversos lugares del testigo están ligados -igual ?ar con .el a~1gulo baJO el cual la escena lograría su me-
que en el arte de la jardinería- por la lógica o el valor Jor apanencla, su apariencia más significativa, más in-
estético de un itinerario. Y los diversos puntos de vista, tenSIVa, a la vez que más armoniosa en cuan to a las for-
necesa riamente sucesivos, en cierto modo organizan me- mas . Ha ?uscado el punto de vista absoluto, inherente
lódicamente los espectáculos. De ahí la emoción, el a este mIcrocosmos, para llevarlo hasta su pcrfección.
asombro, la calma, la atracción, la perseverancia, o la .Más aún, este punto de vista, en el cuadro, es por igual
pausa soñadora, prescritos a este testigo sucesivo, y orde- mtenor que exterior. Los que lo contemplamos, estamos
nados rítmicam ente. Aquí el testigo ya no es sólo un en el templo, bajo la bóveda (se puede demostrar por
ojo que ve, es un hombre que camina y un corazón que la iluminación, la cual no supone el muro del frente,
se conmueve. Su esencia psicológica es más rica y más por el lado de la entrada, realmente abierto sino simple-
completa. m,ente suprimido mentalmente). La pregunta: ¿desde
y ya hemos visto, tocante a la música, a la danza, a dond: e~ menester contemplar la escena? es una pregun-
ta artIstlca, a la que habrá que contestar con razon es ar-
1 Sabida es la ingenuidad de la estatuaria arcaica en este punto. ~ísticas, entre las ,cuales figuran algunas relativas por
Los toros alados de Khorsabad tienen dos patas, vistos de frente, cua- Igual a la pSlcologla del testIgo cósmico que al interés
tro, vistos de perfil; pero tienen cinco para quien los ve en el ángulo
que cumple infundir a las cosas. El espectador se aden-
intermedio, porque la estatuaria, torpe y poco hábil todavía, no supo
prever sino dos puntos de vista perfectamente distin tos, en ángulo tra en la a~e~ tura: se le obliga a tomar parte en la es-
recto, y renunció a calcular, a resolver, el problema de los puntos de cena, !l partIcIpar en ella en calidad de testigo, a penetrar
vista restilntes . en el cuadro, o, mejor dicho, en el mundo del cuadro.
334 CRONOLOG1,\ ¡\RT1STIC¡\ EL PUNTO DE VISTA 335
Tiene cn él un lugar reservado, y ese lugar es el que se . Se trata siempre: en este género de cálculos (cons-
trata, para el espectador concreto, de hallar: el artista Cientes o scmlcollSclentes, ¡da lo mismo!) de discernir
le obliga a identificarse, física y moralmente, con este en 9.ué forma, según el punto de vista, lo que se hace
testigo absoluto, inherente al mundo que se le brinda. deCIr tendrá mayor relieve, má s agudeza original. En
Más peculiar aún resulta esto, cuando se tra ta del qu~ forma ~esultará ,más y más enteramente personal, y
punto de vista en literatura. Aquí la visión es ente- se Impondra con mas esplendor a las mentes.
ramente interior, la presencia en el espectáculo, entera- .. Pero no hemos de insistir ya en todo esto, pues lo
mente espiritual. Lo cual le infiere mayor importancia. lUCimos en otro lugar, cual hemos recordado antes.3
¿Quien, por ejemplo, hizo notar el sabor, tan especial, Recordábamos antes un soneto de Mallanné. DeCÍa-
introducido en el siglo XVII, en la novela picaresca, por mos el lugar que en él ocupa cierta fantasía, de regusto
la tradición inaugurada con el "Guzmán de Alfarache"? desde luego sexual: la visión fu gi tiva de un desnudo en
¿Por la presen tación de es tos como cuen tos narrados cual el espejo, motivo reiteradamente utilizado por el poeta.
si el autor fu era el que hablara? y cualquier escritor ¿Sera menester conceder a este detalle (s'umamente im-
sa be, en efecto, la decisión esencial que implica el escri- portante en la estructura del conjunto, de la cual es una
bir una novela enteramente arquitecturada en esta deci- de las "buenas notas") un valor especial, a ca usa de los
sión de un punto "Yo" textual. Pero más sutil, aunque sentimientos pcculiares qu e puede revelar en su autor?
no menos importante, es esta decisión secreta por la ¿y ve~ aquí un indicio l sicológico revelador de la gé-
cual, sin que ninguno de los personajes se exprcse direc- nesIs Gel po.ema? . QUlza algunos lectores así lo hayan
tamente, un relato, una descripción, se realizan al pre- pensado de ll1medl~to. Se habrán dicho: esto es impor-
sen tar las cosas tal y como aparecen a uno de los perso- tan te, esto es esencIal. Estos lectores son sin duda más
najes presentados; con la prohibición que ello entraña psicólogos que metafísicos, y quizá haya~ creído v~r allí
de revelar al lector, lo que no puede ser conocido de
este personaje. No sólo la acuidad de las pre~encias, t? de vista es el de una nube que pasa e imprime su tonalidad suce.
sino toda la combinación de claros y sombras Intelec- slvamente a vanas escenas. Pero esto no se dice expresamente' se
tuales, de lo conocido y de lo ignoto, de la precisión y despre~de únicamen~e d~l desarroll? de las escenas, a la vez 'que
del misterio, en el universo de la obra, es fruto de esta se ongma una combmaclOn de apanclón y desaparición sucesivas las
cuales, se asemeJan vagamente a un sucesió n cinematográfica . Por
decisión inicial. Basta con analizar artísticamente, al supuesto, el lecto r puede no darse cuenta de las causas artísticas que
respecto, cualquier novela bien construida, para perca- producen tales efectos, se contenta con sentirlos con una mezcla de
tarse de todo lo que el arte sa be y debe calcular sobre placer y sorpresa. Pero al estudioso de estética le incumbe cono'cer
el particular; desde el prejuicio de las "Memorias imagi- las causas, captarlas. Ahora bien, 10 que la estética sabe, el artista lo
hace, y esto implica también una ciencia, aun cuando sea menos
narias", hasta estos cambios repentinos, e incluso un sí teÓrIca que práctica. Si así procede, es porque, en su calidad de
es no asombroso, de punto de vista, que logran un demiurgo, opina en su sab iduría al hacerlo que está bien; que así su
efecto insólito e innovador en ciertas obras contempo- obra es bu ena.
3 Véase Instauration phylosophique, pp. 246 ss. Insistimos allí
ráneas, desde " la muchacha verde" al "Ulises".2
en un, punto que no. tiene lugar aquí: la importancia moral, y hasta
metaflslca, de la calidad del testigo cn todo relato de significación
2 En "La muchacha verde", en determinado momento, el puno mística.
336 CRONOLOGiA ARTCSTICA TRASCENDENCIAS 337
la "célula generadora" (cual decía V. d'Indy) de todo el Todas estas hipótesis son igualmente lícitas, y, en el fon-
poema. Esta fantasía -ya que habitual- puede haber do, ociosas, ya que precisamente el poeta no quiso impo-
intervenido como causa psicológica -psicoanalítica si se ner ninguna de ellas y las dej6, ad libitum, simultánea-
prefiere) en esta génesis. Conformes, pero ¿como causa mente posibles.
artística? Pues aquÍ está todo el problema. Suponerlo, Negarse a precisar es algo inherente al propio arte,
sería grave error. Desde luego, un freudiano podría re- en este caso; al arte que voluntariamente priva al testigo
crearse en hacer sugir aquÍ el complejo de Edipo, en d e toda idea nítida en lo que se refiere a los motivos de
infundir carácter paternal al "Maestro" desaparecido, y su presencia, lo mismo que a su nexo concreto con los
ma ternal a "Ella, la desaparecida, des n uda en el espejo". seres humanos cuya imagen evoca, para dejarle a solas
f:sta es una hipótesis tan gratuita como, en cierto as- con una situación expresamente despojada y estilizada,
pecto, algo trasnochada psicológicamente. Pero, i no le en cierto modo equiparable a la que produciría la amne-
hace! No es esto lo que debe importarnos. sia de un despertar brusco, o de una ausencia de la con-
Pues si es posible -y nada nos permite afirmarlo- ciencia.
que semejante ideación haya intervenido biográfica y y así es como el testigo esencial, inheren te a la no-
psicológicamente, en las fuentes de la mentalidad de ci6n misma del universo que se presenta, no es aquÍ, ni
Mallarmé, sea como fuere, queda expresamente elimi- la persona psicológica y concreta del autor, ni la de tal
nada del universo poético, tal como aquí se nos presenta. o cual lector: es el que implica, de por sí, y presenta con-
En todo caso, en modo alguno exigida por el lector; ya sigo el universo del poema . Pues este testigo y este uni-
que el tema es exclusivamente éste: "el poeta, en una verso son solidarios; y esto sucede en todo verdadero
casa nocturna deshabitada, evoca, frente a la confusa poema, al igual que en toda obra de arte. Y noso tros
claridad de un espejo, la imagen de la que se miró en lectores, sólo pod emos identificarnos, lo mejor que po-
éste", a la vez, por cierto, que el recuerdo del maestro damos, con este testigo, y vivir, bajo la ley que se nos
desaparecido. Nada nos autoriza a precisar que se trata sugiere y se nos impone, este momento.
de algo familiar, o, si hemos de creer en una impresi6n
real (¿y porqué no?) de una casa hoy vacía, prestada
otrora al autor por una pareja amiga; o de un aparta-
mento amueblado, habitado por desconocidos anteceso- XXXVIII. TRASCENDENCIAS
res. Pero ¿por qué no suponer, también (y quizá sea
ésta la idea más pla usible) que "el Maestro" es el pro- y Así hemos casi cerrado el periplo por el que nos pro-
pio poeta, y que una angustia nocturna le hace imagi- poníamos guiar al lector. Quizá hayamos logrado, si-
narse la casa tal como sería si la muerte pasara por ella?l quiera a grandes rasgos, seguir el arte a través de las prin-
cipales acciones de su empresa mayor, la cual consiste
4 El ptyx interpretado como cuaderno de apuntes, y la id ea algo siempre en instaurar, con cada obra, un mundo. Un
irónica del poeta sepultado con este aditamento profesional, es evi- mundo podrá ser s610 un breve instante, o una am-
dentemente la explicación más sencilla, más completa, de las dos
cuartetas (teniendo en cuenta el juego de palabras con el otro sen- plia cosmología, la cual nos ofrecerá incontables rique~
tido: el hueco de un jarrón). zas en seres, aven turas, sen timientos, espacio, tiempo y
338 CRONOLOGfA ARTíSTICA TRASCENDENCIAS 339
presencias. Un mundo que, igual que una sinfonía, o incomparable, fruto de una atmósfera peculiar para rea-
una decoración arbitraria, podrá bastarse a sí mismo, lizar una empresa que, cada vez, se renueva por com-
brindando una nueva naturaleza, un ser de un tipo des- pleto. . .
conocido para la cosmología concreta y natural; o que Esta división de! Arte en artes dIversas, objeto y pun-
podrá, como el cuadro o el poema, recordar la natura- to de apoyo de todos estos estudios (y distamos mucho
leza y los seres del mundo usual, a la vez que rivalizará de suponer que hemos agotado e! tema) es sÓl6 la .d!ver-
con éste al transfigurar más o menos lo que de él evoca, sificación más sencilla y más evidente de una activIdad
quizá simplemente (como mínimo) al iluminarlo con que, en verdad, lejos de hallarse suficientemente dividida
un fulgo.r, con una como claridad u obligación interior, por la especie, llega hasta lo individual, lo cual consti-
que lo hace más plausible y más necesario. Que lo jus- tuye la peculiaridad de la obra. Y esta peculiarida~, .no
tifica más en su presencia, porque ésta aparece más legí- lo olvidemos, es, a su vez, una de las claves de la mISIón
tima, más digna de ser que de haber sido olvidada por del arte, para e! cual cada obra por realizar tiene un
los dioses cuando crearon.
derecho a la existencia,que le es propio y realmente
y tal vez hayamos logrado mostrar también cómo el
individual. Es un ser que se trata de promover, de rea-
arte, demiurgo de esta instauración, opera siempre, a
lizar en cuanto tiene de único, de insustituible.
pesar de la diversidad de sus criaturas, conforme a algu-
nas leyes instaurativas principales, cuya única clave, cla- Empero, esta división del arte en una docena de
ve espiritual, es siempre idéntica: un esfuerzo por llevar artes especializadas, caracterizadas por la especificación
el dato vislumbrado, esbozado, hacia su propio resplan- de la apariencia sensible y el doble grado formal, pene-
dor, hacia toda la realización de que es capaz, hacia su tra hondamente en toda la vida del arte. Cada combi-
presencia más completa, hacia su plenitud en las condi- nación de cualidades sensibles trae consigo recursos y
ciones prácticas y concretas en que e! arte opera . limitaciones, fuerzas y debilidades, que le son propias.
Este arte puede variar según sus dominios sensibles, Y, por el hábito, para los artistas que se entregan a cada
tan diversos; erigir piedras, ordenar movimientos, com- una de éstas modalidades del arte, este conjunto de con-
binar colores o arquitecturas de los sonidos: en todos diciones propias entraña una segunda naturaleza, al igual
estos campos, siempre responderá por sí mismo a sí mis- para los modos de pensar que para las acciones prácticas
mo. Pues con tal diversidad de datos persigue nna em- de la técnica. Por ello la adaptación a esta naturaleza
presa equiparable, siempre animado por idéntico impulso especial actúa muy profundamente sobre cada rama con-
en esta vía constante de la anáfora existencial. creta del arte.
¿Supone ello, acaso, que esta diversidad de las apa- El músico, que piensa con sonidos, el escultor y el
riencias queda aniquilada, en e! fondo por la profunda arquitecto, que piensan con volúmenes, el poeta, que
unidad del arte, de este Arte puro, cuyas claves (al me- piensa con palabras, se ven de esta suerte impelidos a
nos algunas, las más evidentes, también las más senci- innúmeras acciones para las cuales, psicológicamente, ya
llas) han podido discernirse en nuestros análisis compa- no existe casi ningún denominador común, a no ser
rativos? No . Labores siempre nuevas le exigen, a cada que, en el análisis, se llegue hasta un despojamien to qu~
esfuerzo del arte, siempre algo improvisado, algo único, torne a encontrar la trama, punto menos que metafI-
340 CRONOLOCfA ARTíSTICA TRASCENDENCIAS 341
sica -en todo caso, ontológica- de la acción instau- gada, grácil o en su plenitud) del desnudo femenino
rativa. impreciso en el espejo. Tal vez le sea necesario renunciar
Incluso en el campo que acabamos de explorar en al nítido septuor de estrellas que lucha con la fantasmal
último lugar -este contenido cósmico de las obras repre- aparición, y cuya ejecución resultará técnicamente casi
sentatiVas- campo en que la especialidad de las artes, imposible. " Así es que, a pesar suyo, y por mucho que
en principio, apenas si se .señala, aún permanece en la este ilustrador se preocupe en darnos exactamente el mis-
práctica, gracias a esta adaptación de toda la obra a mo universo que el poeta, cuanto más artista sea, más
la naturaleza de su arte especial, una especificación aún obligado se verá a pensar de nuevo este universo, según
sumamente sensible. El mundo del poeta y el del pin- los recursos propios de su arte. Y finalmente, habrá de
tor, por idénticos que puedan ser cuando manejan datos sujetarse a una equivalencia general, que permitirá gran-
comunes, se obligan a realizaciones divergcntes. Por des variantes en el detalle. Tal vez la misión del músico
ejemplo, un acuafortista (creo que, entre todas las artes sería aquí más fácil, ya que justamente la lucha de las
plásticas, el aguafuerte es aquí la más indicada) se de- precisiones de los pormenores, en campos plásticamente
dica a ilustrar el soneto de Mallarmé que tomamos como demasiado idénticos, podrá ser evitada. Pensemos en la
ejemplo; le será preciso inven tar ciertas cosas, olvidarse "Vid,) anterior", de Baudelaire, asombrosamente ilustra-
de otras y, por tanto, pensar de nuevo artísticamente, da por Duparc en música. Los dos universos, concuer-
conforme a sus normas propias, este universo. dan maravillosamente en su atmósfera artística de con-
Pienso en un aguafuerte, porque, en el universo del junto. Pero no conozco ninguna ilustración plástica
poeta apenas si existe el color (un poco de oro para el satisfactoria de esa obra. Creo, inclusive, que sería im-
marco del espejo, y el resto en ocre, o en sepia; quizá posible, a pesar de que el estilo de un Gauguin pudiera
un toque azulado con el ónix, y, desde luego, sólo la convenirle, hasta cierto punto; mas no sus hábitos, en
blancura, sin ninguna carnación, para la transparente lo que respecta a la elección de decoraciones y de acce-
desnudez); con el amalgama fuliginoso de los muebles sorios .
imprecisos en la penumbra, todo esto eVOCa especial- Si a esto añadimos que todo artista un poco hábil, un
mente el claroscuro de este tipo de grabado que, para poco virtuoso en sus procedimientos, siempre se dejará
evitar cualquier anacronismo, se puede imaginar tratado seducir, en lo quc a la elección de sus temas atañe, por
en el estilo de Meryon. Pero, por muy estrechamente la previsión o la visión de los efectos sensibles peculiares,
que se correspondan las cualidades sensibles de los dos de las curiosidades técnicas, o de los aciertos de ejecu-
universos, para hacer éstos tan semejantes .como fuera ción en que pudiera abundar el microcosmos elegido, se
posible, le será preciso, al grabador tomar nuevas deci- comprenderá que, incluso en este campo del universo
siones; por ejemplo, en cuanto a la forma y el estilo de representado, jamás la respuesta, el paralelismo funcio-
los muebles (Luis xv, o Luis-Felipe, la credencia que nal de las artes, podrá llegar hasta una concordancia
conserva un reflejo en su pulida cubierta y perfilará una perfecta, una verdadera identidad. Para alcanzar esta
curva de sus formas o la línea de un panel recto); y especie de comunión y de identificación, es menesterlle-
también en cuanto a la gracia (juvenil o ya algo fati- gar hasta el último plano, este plano de trascendencia
34Z CRONOLOCfA ARTfSTICA TRASCENDENCIAS 343
que remata y corona toda obra de arte djgna de ser te- dades precisas, de las que justamente se libera; y. es. evo-
nida por tal. car un mecanismo algo más complejo, un procedImIento
Se trata de una región evidentemente misteriosa, de menos directo de expresión, pero, con todo, siempre un
la que es difícil hablar con -¿cómo lo diremos?- una procedimiento, como causa de este efecto. Mientras que
especie de severidad científica; y que, sin embargo, no de lo que se trata es en primer lugar, y esencialmente, de
se halla situada más allá de todo análisis posible. la naturaleza de este sentido, sean los que fueren los
Ya lo sabemos, cosas como los "Peregrinos de Em- procedimien tos (por otra parte sumamen te diversos y
maús", de Rembrandt, o como "La exhortación al variados) por los cuales ha sido evocado. La cuestión del
amor", del Ticiano, {) como la Octava fuga del "Cla- procedimiento es secundaria. Pintores hay que se pre-
vecín bien temperado", de J. S. Bach (para sólo citar ocuparán sobre todo del tema; otros, del acorde de los
ejemplos de todos conocidos, e indiscutibles en este colores; otros, de la gracia de las formas; los más gran-
sabor del dato sobrepasado por la evocación) le brindan, des, del acorde global del tema, los colores y l~s formas,
a la mente, la certera impresión de la presencia de una de su convergencia hacia el efecto que, en dehmtIva, se
realidad situada, empero, mucho más allá de todo cuan- quiere producir. Lo esencial es el resultado, e~ decir, de
to podríamDs clasificar por medio de la observación posi- nuevo esta evocación de una presencia, cuya mIsma esen-
tiva, concreta y, no diré que a ras de tierra, pero sí ate- cia está en ser un más allá, con relación a todos estos
nida sólo a lo que expresamente queda dicho término datos, en vez de constituir uno de ellos, a lo que sería
por término. reducido por la idea de simbolismo. Ahora bien, para
Si nos atuviéramos a una descripción psicológica del poder describir este más allá ¿acaso -según los recursos
efecto producido -el cual es seguramente la prueba más de las místicas y de la "teología negativa"- no nos ve-
certera del éxito completo del arte en su empresa más ríamos reducidos a decir todo cuanto na hay?
elevada- la impresión sería la de una significación infi- Desde lucgo, en esta presencia misteriosa, hay algo
nitamente más importante que todo cuanto pudiera que se asemeja al desarrollo del pensamiento místico.
comprender un inventario objetivo de los datos positivos PelO quizá, si es cierto que esta obra siguió paso a
que se ofrecen, de las ideas presentadas, de los sentimien- paso, con bastante exactitud, los p~ocesos dialécticos d~1
tos evocados. Impresión de algo que va a ser dicho, que arte, podremos abrigar alguna certIdumbre con el sentI-
queda en suspenso al borde de la aparición de lo mani- miento de la naturaleza de ese más allá que se hace
fiesto, y que un esfuerzo algo mayor de penetración presente.
podría revelarnos; y que, sin embargo, tal vez no sea En efecto, no es posible liberarse de la idea de que
nunca enteramente manifestado, ni lo podría ser, en el verdadero contenido de la obra de arte (que sobre-
otra forma que en la dc esta espera que será colmada pasa infinitamente el aparente contenido que cree abar-
en unos instantes. Por ello, el hablar, por ejemplo, de car la imperfecta y superficial oposición de la forma y
simbolismo, para dar cuenta de este efecto, es descono- del fondo) es un contenido metafísico.
cerlo, degradarlo. Es reducir el misterioso sentido de esta Quienes no gustan de la metafísi.ca,. nada pueden ~n
presencia a un nivel de ideas, de sentimientos, de reali- su contra. Se dirá, acaso: por conSIgUIente, esto es !l1-
TRASC ENDENC IAS 345
344 CRONOLOCIA ARTISTICA
ci6n , la cima cs la virtud, el amar y la alegría. Para De-
cognoscible; y también: por tan to, nos desinteresamos lacroix, el abismo es lo que carece de dinamismo, la au-
de ello. Pero, con esto, no podrán abolir el hecho. Lo sencia de vibración, y la cima es la galvanización aguda,
metafísico, no dejará de ser una realidad (tal vez muy por una torsión suprema d e todos los impulsos, hasta
al contrario) tan importante como lo que no es meta- el resplandor de su estremecimi en to, en una tensión que
físico. casi amenaza qucbrarlo. y para Van Gogh , la parte
y el hecho -no lo olvidemos- es que toda la expe- inferior es "la angustia", la d esesperación (en "rojo y
riencia artística es, si no la de una creación absoluta, al negro"), y la parte superior lo que él llamaba el "repo-
menos la de una promoción del ser, de determinado ser so absoluto" (verde y blanco); de manera qu e el proble-
singular, hacia una existencia inte~sa,. indubitable, ma- ma de la vida es el de los tonos intermedios: malva, azul,
nifies ta al espÍritu.~ Y esta expenenc.la Imp)¡ca el que y, sobre todo, "el endemoniado problema del amarillo";
el arte se apodere de todo lo que constituye este ser; y le de manera que, para el pobre genio con sus manos cris-
impon e la prueb,a .de un esfue~z? real, eflc~z, q~e ha de padas al borde de la demencia, 2 la cuestión metafísica
lIevarl.:: de su mmlmo a su maxlmo de eXIstenCIa ( para final era la antinomia de " la exaltación" del amarill o
emplea r los términos de Giordano Bruno ). Anáfora de hasta el anaranjado, el cual, empero, tiende al rojo .
una base a una cima. ¿Qué significa esto, sino que caela una de estas expe-
Huelga d ecir que cada pintor, cada artista, sufre en riencia, representa un esfuerzo personal, una tentativa
forma distinta la prueba de esta base y de esta CIma. He hecha en uno u otro de los distintos caminos por los
aquí por qué cada uno tiene su propia metafísica. Para cuales es posible intentar esta galvanización, esta orienta-
Filias, la parte inferior es la falta de mesura y el desor- ción emocionante de un ser hacia su meta; pero que, en
den bárbaro; la superior, la absoluta justeza de las pro- toda s, el mismo intento metafísico aparece idéntico, un
porciones, y el esplendor majestuoso y divino que de ella intento cuya índole es la misma : la intensificación de
resulta. Para Fra Angélico, las tinieblas de la parte in- la existencia de un ser en su totalidad, determinada y
ferior son la naturaleza ayuna de gracia, y la . cima lum i- sentida en esta prueba?
nosa, la redención y la salvación. P ara Miguel Ángel, el Ahora bien, cuanto más acertado resulte el intento,
fondo opaco y original, es la rela jada amalgama de todos cuanto más la consecución sea consumación más intensa
los principios contrarios, formando un caos, es decir, en será también la presencia ele lo que se podría llamar un
su materia, y aún dormidos; y la meta suprema, es el residuo -de no parecer este término peyorativo-; un
arbotante de todos estos principios en la crispación que trasfondo que, en realidad, no .ha sido tomado del bathos
los enfrenta y, que a la postre, victoriosa y tiránica, los original, sino que, por el contrario, es esa inexplicable
detiene en su máximo de torsión, en el conflicto que consecución suprema, la manifestación de un último se-
hace y perfecciona la conciencia. Para Beethoven, la creto, el cual, por fin revelado, explícita y totalmente,
parte inferior es la inmoralidad, el odio y la desespera- diría I~ razón de ser de su presencia absoluta, integral.
1 Como es natural, esta man ifes tación existencial, esta presencia 2 Las expresiones entre comillas es tán sacadas de la última carta
indubi table, en nada excluyen el misterio. Por el contrario, el hacer que el pintor escribió. V éase su "Corresponden cia", publicada por
que el misterio, como tal, esté pr ese nt~, sea indubitable y manIfIesto, A. Vollard, 1911, pp . 141 ss. Hay ediciÓn en español.
es a menudo uno de los éxitos mayores del a rte.
346 CRONOLOC[A ARTrSTICA
TRASCENDENCIAS 347
y esto es, en efecto, lo que confusamente nos revela
En segundo lugar, el que una red profunda de necc-
esta impresión de espera de un secreto i~de~i,ble, ya por sidades rectoras -no solamente las formas, sino tam-
fin pronto a ser musItado, por una exp]¡caclOn total de bién su encadenamicn to, la fecunda sucesión en sus
la existencia en su misma razón ele ser.
actos- lo guía en esta emprcsa, ya que existe una di8-
Este nimbo de evocación de algo trascendente, ¿aca- léctica instaurativa, una serie orientada de poderosos
so podría decirse en otra forma que en la del arte? Lo
procesos, en que la prueba de un retroceso, o de un adc-
ianoro. En todo caso, en el arte es donde puede segura-
lanto, según el error o la justeza ele cad8 decisión, hacen
I~ente captarse, o, al menos, iniciarse, indicarse, y aun progresar al ser; de forma que los mayores éxitos del
buscarse. No lo dudemos, entre los misterios del arte,
arte son el término final de una especie de procesión
é,tc es uno elc los quc le hacen más digno de atención,
demiúrgica ordenada, cada momento de la cual debe ser,
no sólo por parte dd filósofo, sino simplemen.te por
una conquista y un avance del ser hacia su meta de pre-
parte del hombre preocupado po.r las cosas espI.ntuales,
sencia. Experiencia que constituve el fondo de la crea-
v en busca de elevadas signIficaCIOnes para su vIda.
- y esto nos lleva a estas conclusiones que, aunquc ción artística, en cualquier terre;lO que sea; y que, en
pertenecen a la estética comparada, rebasan, sin embar- una misma trama espiritual, guía por igual al arte, no
go el campo de estas artes que hemos confrontado entre obstante la diversidad de las formas sensibles que inte-
gr8n su variedad.
sí al encausar un arte más directo, más íntimo, más
i~mediato más humano -tal vez más valioso, si bien Y, por último, la coronación de todos los demás:
más difícií- y que sería simplemente el arte de vivir. que las obras maestras más importantes del arte, las
Éste -si quis ·deus hoc nobis lcrrgiatur- ya exigiría otra cumbres del ser (siquiera bajo estas formas que lo adhie-
investigación, pero de idéntica base. ¿Acaso no es tam- ren a las apariencias sensibles) entrañan un mensaje
bién, este arte de vivir, el arte y la empresa de lleVctr inherente a la misma existencia, a pesar de que en cier-
un ser apenas esbozado -nosotros mismos-:- hasta esa tos aspectos la sobrepasen, por ese nimbo, o "aura" su-
cima en que la existencia se JustIfIca ella m.Isma por su pra existencial que de ella se desprende, y que logran
consumación? Pero el arte -el de los arhstas- tam- ofrecernos, ya que no manifiesta, por lo menos, sensible.
bién habrá de consultarse siempre en tal caso. Incluso La existencia -aun la más humilde- no sería ple-
ap~rta un testimonio, o diversos testimonios al arte de na, no sería absoluta, si no entrañara en sí misma su
VIVIL justificación. Tal vez algo de gracia, de belleza, de pate-
Ante todo, esto: el que una empresa tan n?ble, ?e tismo o de armonía, basta para justificar a las más hu-
tan alta calidad como la consumación de la eXIstenCIa, mildes. Las más altas quizá sean las más difíciles de
sólo puede lograrse (cual hemos procurado d.em~strarlo) justificar, no porque su justificación sería menos brI-
con mucho esfuerzo e incluso con mucha CIenCIa. Esta llante (lo contrario es cierto). sino porque su misma
ciencia directa de la existencia, que el artista adquiere 8ltura, su sublimidad, imprime mayor significación, y
por igual en los éxitos improvisados y gratuitos que le una significación más grave, más abundánte en benefi-
otorgan los dioses, que en las largas y duras pr~ebas de cios, a ésta su ele\~ación postrera, pero a la vez más
13 labor paciente, meditada y críticamente dommada. inexpresable -salvo apelando a los recursos del genio--
348 CRONOLOGíA ARTíSTICA
TRASCENDENCIAS 349
a este estado supremo, totalmen te explíci to, consecución
Ahora bien, la respuesta justa es s610 la de las obras
de una realidad completa, susceptible de transformar el
maestras, de todo lo que supo lograr esta victoria, de
secreto vislumbrado en ardiente y luminosa afirmaci6n.
todo lo que habita auténticamente estas cumbres, a las
y este secreto es el que el arte, en sus obras más
cuales nadie podrá jamás acceder, sin el profético voto
grandes, permite adivinar: secreto de una forma de exis-
de lograrlo.
tir tal, que ya no habría que preguntar, ni por qué, ni
para qué.
El arte nos enseña siquiera a creer en aquellas dc
sus obras que perpetuamente merecen la atenci6n refle-
xiva de las almas más nobles, que existe determinado
secreto de la realidad, el cual reside precisamen te en su
cima, en la luz y en el aire de sus cumbres. Un secreto
tal que, si nosotros mismos pudiéramos alcanzar esta
atm6sfera y esta luz, nos sería otorgar algo más que el
perd6n a todas las fuerzas que nas obligan a ser.
y toda esta investigaci6n nos enseña aún por lo me-
nos una cosa, cuyo conocimiento puede ser práctica-
mente útil y precioso: que, si puede decirse así, no existe
arte sin arte, es decir, que no puede existirinstauraci6n
estética sin . una deferencia inspirada, inventiva y fer-
viente respecto de ciertas normas eternas, universales y
perpetuas de arquitect6nica y de armonía, de nobleza,
de grandiosidad y de plenitud significativa. En una pa-
labra, que no puede darse el acceso a la existencia su-
blime, en toda su autenticidad, sin una respuesta justa
a las preguntas que plantea a cada uno de los grados
que hasta ella conducen; sin una realizaci6n total de sus
condiciones; sin una progresi6n sistematizada hacia estas
cum bres cuyas claves son las propias claves del arte, con
todo cuanto esta palabra implica, no s610 de inspiraci6n
y de fervor, sino también de respeto para con las leyes
a las cuales los mismos dioses hubieron de subordinar
esta marcha eficiente hacia los lugares que habitan. Y
en cada uno de estos grados reside una esfinge que dice:
Responde lo justo, o serás devorado ...
íNDICE

Primera Parte
REFLEXIONES L1MINARES

1.Planteamiento del tema . 7


II.Alcance y dificultades de la cuestión 7
III.Definición de la estética comparada. 14
IV. Estética comparada y literatura COm-
parada . . . . . . ., 15
V. Algunas palabras acerca del método 23
VI. Ad vertenci8 . . . ., 33

Segunda Parte
EL ARTE Y LAS ARTES

VII. ¿Qué es el arte? . 34


VIII. El 8rte v las actividades humanas. . 37
IX. El problema del arte en la naturaleza 45
X. El arte y las especulaciones ontoló-
gicas. 53

Tercera Parte
AN."LISIS EXISTENCIAl. DE LA OBRA DE ARTE

XI. Pluralidad de los modos de existencÚl 57


XII. Existencia física . . . . . . 58
XIII. E xistencia fenomenológica . 64
XIV. Existencia "reica" o "casal" Tl
Xv. Existencid trascendente. 84
XVI. R eca pitulación R8
35 1
íNDICE
352 JNDlCE le 1-1 espaci81ización (le 237
Cuarta Parte rvX. E1 ploblem~ ( , ..... . . 53
XA 13s melodlas . . . . usical racIonal 2
d la escntura m , . 261
EL SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES XXXI. Acerca e besco melodl co . , ' ..
L rVIl De nuevO el ara de la musl ca 7.70
XVII. Artes y materia s . . . . 9 XX~ . Al nas palabras acerca . . . - liento
XVIII. Algunas divisiones tradicionales del X vXIll gu 1 .. ' .
< L "). • d e los ca ores . . . 1 formas pn- 295
conjunto de las artes . . . 9 .' ., general de as
XXIV. Signlh~aClon . ' .... . .
XIX . Pluralidad de las artes y enum eración X manas' .
de las qualia artísticas . . 10 <

XX. Artes del primero y del segundo gra- Séptim([ Parte


dos. Forma primaria y forma secun-
, ''R'f'ÍSTI C.-\
daria . . . . . . . . . . . . . 10 Ct1.0NOLOC1A" .
XXI. Esquema del sistema de las bellas artes 123 ... 301
XXII. Observaciones generales acerca del es- r A t verdad.··.··· 313
quema an terior. . . . . . . . . 123\ XXXV. \ e y facies CÓSIDlca . .
XXIII. Inventario de las principales correspon- vvXVl.
AA
forma y 1
. 10 ce u na estructura 330
dencias artísticas . . . . . . . . 133 XXhrvIl . EJemp 1 nto de vista . 337
L gica: e p~ . . ...
XXIV. última visión panorámica del sistema
137 XXXVll1. Trascendencias .
de las artes . . . . .....

Quinta Parte
MÚSICA y LITERAT URA

XXV. Las seudo-correspondencias intersenso-


riales directas. 143
XXVI. Acerca de la morfología de la obra li-
teraria. 150
XXVII. La música y la literatura como artes
complementarias. 161
XXVIII. De la música del verso. 188

. Sexta Parte
MÚSICA y ARTES PLÁSTICAS

XXIX. Arabesco y melodía: Introducción 236


BREVIARIOS PUBLICADOS
ARTE

6. A. Salazar, La danza y el ballet


9. Juan de la Encina, La pintura italiana del Renacimiento
17. H. Velarde, Historia de la arquitectura
26. A. Salazar, La música
E ste libro se terminó de imprimir el día 29. G. Sadoul, Las maravilIas del cine
31. J. N. Forkel, Juan Sebastián Bach
15 d e marzo de 1965 en los talleres de 37. A. H. Brodrick, La pintura prehistórica
Gráfica Panamericana, S. de R. L., Pa- 45. G . Baty y R. Chavance, El arte teatral
rroquia 911, México 12, D. F. En su 48. Juan de la Encina, La pintura española
composición se utilizaron tipOS Electra de 54. W. H. Hadow, Ricardo Wagner
9: 10,8: 9 y 7:8 puntos y se tiraron la 000 59. E . Male, El arte religioso
e jemplares. La edición estuvo al CUidado de 65. 'J . Romero Brest, La pintura europea contemporánea
68. J. C. Paz, La músio en los Estados Unidos
José C. Vázquez. 72. M. Steinitzer, Beethoven
78. J. y F. Gall, La pintura galante
80. W . Worringer, Abstracción y naturaleza
87. G. Barthel, El arte alem~n
95. P. Westheim, El grabado en madera
99. A. H. Brodrick, La pintura china
101. A. Copland, Cómo escuchar la música
109. G. Sadoul, Vida de Chaplin
115. B. Berenson, Estética e historia en las artes visuales
117. A. Salazar, La música orquest~l en el siglo ;u:
03658 127.
133.
H. Read, Imagen e idea
L. Réau, El arte ruso
148. J. Bal y Gay, Chopin
165. D. Paulme, Las esculturas del Africa negr~
170. G. Dorfles, El devenir de las artes

LITERATURA

1. C. M. Bowra, Historia de la literatura griega


4.R. G. Escarpit, HistlJria de la literatura francesa
7.G. Murray, Eurípides y su época
24.L. L. Schücking, El gusto literario
33.A. Millares Carlo, Historia de la literatura latina
41. J. Pfeiffer, La poesfa
46. J. Míddleton Murry, El estilo literario
~3. J. L. Borges y D. Ingenieros, Antiguas literaturas germánica!
56. J. Torrí, La literatura española
73. H. Peyre, ¿Qué es el clasicismo?
79. H. Straumann, La literatura norteamericana en el siglo Xl
89. E. Anderson Imbert, Historia de la literatura hispanoamericana:
l. La Colonia. Cien alIos de república
96. E. Sapir, El lenguaje. Introducción al estudio del bJ1bla

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