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Lo singular en la novela familiar

Mónica Sevilla

En presentaciones anteriores Liliana Goya, Alicia Alonso y Emilio Vaschetto han hablado sobre
cuestiones que se destacaron en las presentaciones realizadas, como el diagnóstico, las entrevistas
preliminares y la construcción de casos. Voy a referirme hoy a otro tema que consideramos de
interés para el psicoanálisis, la novela familiar. El modo en que ellas aparecen en la presentación de
casos suele ser motivo de reflexión, de análisis y de enseñanza en este espacio.

Entre las sugerencias que la coordinación de enseñanzas de la clínica da a sus miembros para
elaborar la presentación, se puntualiza el tema de la Novela Familiar. En tanto se trata, cito:

“de una praxis que conlleva necesariamente a la disyunción entre el modelo y la excepción ya que el
psicoanálisis de orientación lacaniana está advertido de que las nominaciones (clases y tipos clínicos)
son semblantes y en consecuencia una cura se conduce con la tensión que introduce lo que del caso
no se agota en la clase representable”.

Es en ese sentido que se hace necesario

“ubicar qué predica el sujeto con respecto a la constelación edípica ya que nos brinda una matriz de
lo que está poniendo en acto. La novela familiar es una estructura inalterable, congelada en el
tiempo que tiene peso y resonancias actuales que implica la respuesta del sujeto”.

La relevancia de la novela familiar para el psicoanálisis radica en que el lenguaje del inconciente es el
de los años de la infancia, habla el adulto que fue niño. Es más, estrictamente hablando, no hay
recuerdos de la infancia sino recuerdos referidos a la infancia, lugares a los que se recurre para
organizar la vida. En tal sentido, la historia es el pasado historizado en el presente. Se trata menos de
recordar que de reescribir la historia, dice Lacan.

El camino de la restitución de la historia que el sujeto realiza adquiere la forma de una búsqueda de
restitución del pasado y es el blanco hacia el que apuntar. Que el sujeto reviva, rememore -en el
sentido intuitivo de la palabra- los acontecimientos formadores de su existencia, carece en sí de
importancia. Lo que cuenta es lo que reconstruye de ellos, la forma en que opera y las nuevas
conexiones y desplazamientos que van ocurriendo a lo largo de un análisis.

El analista debe tener en cuenta los conceptos fundamentales que orientan su práctica y es por esta
razón que resulta importante considerar ciertas cuestiones que esclarecen el tema de la novela
familiar, en tanto no se trata de una historia de vida sino un elemento con el que operamos en el
análisis. Freud descubrió, conceptualizó e hizo uso de ellos.

En “Recuerdo repetición y elaboración” Freud plantea que en el transcurso del tratamiento el sujeto
no se libera de su compulsión de repetir, poniéndonos en evidencia que la repetición constituye una
manera especial de recordar, no sólo sobre la figura del analista, vía la transferencia, sino “sobre
todos los sectores de la situación presente”. Se trata de una repetición inamovible, donde el sujeto
decodifica las cosas en los mismos términos.

Sabemos, por otra parte, que en los recuerdos infantiles no se conserva únicamente parte de la vida
infantil, sino todo lo que en ella tuvo importancia y diferentes elementos nos evidencian que los
primeros recuerdos infantiles no poseen la verdadera huella mnémica, sino la ulterior elaboración de
las mismas que han sufrido las influencias de diversas fuerzas psíquicas. De ese modo, los recuerdos
infantiles van tomando la significación de recuerdos encubridores.

En la novela familiar opera, con distintos signos y formas, un enaltecimiento de los padres de la
infancia y la nostalgia por tiempos más felices, sobre el cual se monta la novela. No habrá forma ya
de decir cómo fue la realidad y hacerlo tampoco sería operativo en el análisis. No hay más realidad
que la realidad psíquica.

Pero no sólo se trata de repetición significante. Construcciones del análisis orientan la cuestión a
localizar qué de la trama familiar se articula en el fantasma, cómo es la respuesta del sujeto, para
poder desde allí encontrar el núcleo irreductible, lo más singular del sujeto, su respuesta en esa
trama.

Freud quien ha abordado cada historial clínico como un caso singular sitúa la historia familiar como
un punto de gran relevancia para descifrar en un análisis. Dora, Isabel de R y el Hombre de las ratas
además de mostrar la tipología de ciertas neurosis, recorren el camino de lo familiar a lo singular.
Desentrañando en cada caso la novela familiar en tanto ficción y función.

Vemos por ejemplo en el hombre de las ratas, cómo la constelación familiar construida por este
sujeto aparece en un campo de resonancia de su neurosis. Lo particular de la unión de sus padres, el
casamiento por conveniencia, los problemas que el padre tuvo en el ejército, el prestigio del lado de
la madre y el desprestigio del lado del padre; junto al intercambio de los términos en las relaciones
funcionales entre la mujer rica y la mujer pobre, reproducidos en la vida adulta, acarrearán en este
sujeto el desencadenamiento clínico de la neurosis

La familia como ficción, en principio, implica pensar a la familia como un discurso, el relato que un
sujeto hace de la familia, no como una estructura de relaciones interpersonales, sino más bien de
una estructura donde no hay elementos sustanciales, sino relaciones complementarias,
suplementarias, paralelas, inversas, entre los personajes citados. La construcción de personajes y del
relato derivan del fantasma que sostiene esa novela. Esto nos conduce a ubicar las funciones de los
distintos "personajes" de una familia en tanto construcción del Otro.

Dijimos la familia como discurso, puesto que incluye al sujeto situado en relación al deseo del Otro y
a los significantes privilegiados que provienen de su historia familiar. Se ve reducida así a una serie de
rasgos, de identificaciones y de condiciones, que señalan su elección del objeto. De alguna manera, la
familia como ficción –cuyo mayor exponente podría ser la novela familiar – constituye un entramado
simbólico-imaginario que le permite sostener al sujeto el apego a un goce que esa trama de
significantes familiares cifra. El psicoanálisis analiza una trama cuya determinación encontrará sus
alcances en el marco de un análisis.
En función de la lectura suscitada en la comisión de enseñanzas y del debate posterior en la
presentación de los casos, hemos podido situar cómo un análisis se orienta por lo que el discurso
familiar transmite como significantes del deseo y marcas de goce. Es decir, ese movimiento que va de
la novela a la familiar al fantasma, para poder, desde allí, cernir lo más inamovible de un sujeto.

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