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Introducción:

Estamos profundizando en el auténtico ministerio del Espíritu Santo. A través de


seis aspectos de la obra del Espíritu en la salvación, desde su obra de
convicción al llamar a los pecadores para ser salvos hasta su obra de sellado al
asegurar a los creyentes para la gloria eterna.

Los discípulos deben haberse preguntado:

«¿Cómo podría haber algo mejor que tener al encarnado Hijo de Dios
físicamente presente en medio de nosotros?». Sin embargo, Jesús insistió en
que sería para el bien de ellos que él ascendiera al cielo y viniera el Espíritu
Santo.

 La obra principal del Espíritu Santo es guiar a las personas a Jesucristo


(Juan 15.26; Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
-16.14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. )

 Por lo tanto, el enfoque de su ministerio es el Señor Jesús, y los que son


guiados por el Espíritu y llenos de él se centrarán igualmente en Cristo.

 Él crea vida espiritual al regenerar a los pecadores mediante el evangelio de


Jesucristo y los transforma en hijos de Dios. Él los santifica, los prepara para
el servicio, produce fruto en sus vidas y les da poder para agradar a su
Salvador. Les asegura la gloria eterna y los prepara para la vida en el cielo.

 El Señor lo explicó de esta manera: «Y cuando él venga, convencerá al


mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen
en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio,
por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado» (Juan 16.8–11).

 Primero, él convence a los no redimidos de sus pecados, exponiéndolos a


la realidad de su miserable condición delante de Dios. En particular,
persuade a los pecadores de su falta de fe en el evangelio, ya que, como
Jesús explicó: «No creen en mí» (Juan 16.9). La respuesta natural de los
hombres y mujeres caídos es rechazar a la persona y la obra del Señor
Jesucristo. No obstante, el Espíritu enfrenta la incredulidad del corazón
duro del mundo.

 En segundo lugar, el Espíritu Santo convence a los incrédulos de la justicia,


confrontándolos con la verdad de la norma sagrada de Dios y la perfecta
justicia de Jesucristo En palabras de un comentarista: «El mundo se
disfraza como justo y suprime cualquier prueba de lo contrario, y tal
comportamiento requiere que el Espíritu exponga su culpa» Al derribar la
fachada de justicia propia, el Espíritu expone la verdadera condición de los
que no han estado a la altura de los requisitos perfectos de Dios. Luego
los lleva a considerar la justicia infalible de Jesucristo, el Cordero de Dios
sin mancha.

 En tercer lugar, el Espíritu Santo convence a los pecadores de que las


consecuencias del juicio divino son justas y necesarias, es decir, que los
pecadores un día serán juzgados como «el príncipe de este mundo ha sido
juzgado» (Juan 16. 11). Así como Satanás está condenado a la ruina
eterna después de haber sido derrotado en la cruz, del mismo modo
también todos los que forman parte del dominio de Satanás están bajo el
juicio de Dios, el cual no solo es moralmente justificable, sino que constituye
el único recurso de una deidad justa.

1.EL ESPÍRITU SANTO CONVENCE DE PECADO A LOS NO CREYENTES


2. EL ESPÍRITU SANTO REGENERA LOS CORAZONES PECAMINOSOS
3. EL ESPÍRITU SANTO LLEVA A LOS PECADORES AL ARREPENTIMIENTO
4. EL ESPÍRITU SANTO PERMITE LA COMUNIÓN CON DIOS
5. EL ESPÍRITU SANTO MORA EN EL CREYENTE
6.EL ESPÍRITU SANTO SELLA LA SALVACIÓN PARA SIEMPRE
Spurgeon, expresando su propia pasión por el honor del Espíritu, animó a su
congregación con estas palabras:

Para el creyente: amado hermano, honre al Espíritu de Dios como


honraría a Jesucristo si estuviera presente. Si Jesucristo morara en su
casa, usted no lo ignoraría, no se iría a hacer lo suyo como si no
estuviera allí. No pase por alto la presencia del Espíritu Santo en su
alma. Le ruego, no viva como si no hubiera oído que hay algún Espíritu
Santo. Déle su constante adoración. Reverencie al augusto huésped
que ha tenido a bien hacer del cuerpo del creyente su morada sagrada.
Ámelo, obedézcalo, adórelo.

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