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Imagen 1:
Obra: Carlos I de Inglaterra
Autor: Anton Van Dyck
Cronología: 1635
Técnica: Óleo sobre lienzo
Dimensiones: 2,66 x 2,07 (m)
Localización: Museo del Louvre (París, Francia)
Estilo: Barroco
En este lienzo el pintor flamenco nos muestra al rey Carlos I de Inglaterra (1600-
1649). Carlos I nació en 1600 y heredó las coronas de Inglaterra, Escocia e Irlanda en
1625, tras morir su padre Jacobo I. Su gobierno despótico y cuestiones religiosas
provocan el levantamiento de los escoceses y la guerra civil, desastrosa para sus
intereses. Su enfrentamiento con el Parlamento culmina con la toma del poder por parte
de Cromwell y sus partidarios, que le condenan a muerte.
Van Dyck realizó esta obra en Londres, donde tres años antes se había
convertido en el pintor principal de Carlos I y caballero. Hizo numerosos retratos del
rey, la reina Enriqueta María de Francia, así como de sus hijos. Van Dyck trasladará sus
especiales características a la pintura británica, cuya retratística se verá influida por el
maestro flamenco hasta el siglo XIX.
En el cuadro aparece el rey Carlos I de Inglaterra descansando durante una
jornada de caza, mientras dos pajes se hacen cargo del caballo. No aparece con los
atributos típicos del monarca (corona, cetro o grandes vestiduras), sino como un
campesino, pero elegante y distinguido. La imagen entraña doble mérito artístico, pues
el rey era extremadamente corto de estatura. No obstante, mira con arrogancia al
espectador. Hay una armonía entre las figuras humanas, el animal y el paisaje.
La estancia de Van Dyck en Italia -recorriendo Génova, Roma, Florencia,
Venecia y Sicilia- le servirá especialmente para cambiar su concepto del retrato.
Partiendo de su maestro, Rubens, incorpora influencias de Tiziano, Sofonisba
Anguissola -de quien comentó que una charla con ella le sirvió más que las lecciones de
su maestro- y Guido Reni.
Los retratos de Van Dyck realizados en Inglaterra pueden considerarse la esencia
de la aristocracia. Su rica paleta y su pincelada suelta conseguían animar el retrato a
pesar de la pose estática. Otorgaba a las personas una dignidad natural, irradiaban
orgullo y elegancia, y afirmaban con un aire de melancolía y de forma impresionante la
elección de su posición. Para ello, Van Dyck no utilizaba atributos significativos, sino
que era capaz de conseguir un aura adecuada solo mediante la mirada y la postura.
2
Imagen 2
Obra: Retrato de Luís XIV de Francia
Autor: Hyacinthe Rigaud
Cronología: 1701
Técnica: Óleo sobre lienzo
Dimensiones: 2,77 x 1,84 (m)
Localización: Museo del Louvre (París, Francia)
Estilo: Barroco
Aquí se nos presenta a Luís XIV de Francia (1638-1715). El rey Luis XIV era
uno de los más importantes monarcas de la época; era hijo del rey Luis XIII y de
la infanta española Ana de Austria, y se casó igualmente con una infanta
española, María Teresa de Austria. Su nieto, Felipe, pasó a ser rey de España con el
título de Felipe V de España.
Rigaud se inició en el retrato de la burguesía y partir de 1688 llegó a ser el pintor
predilecto de la corte, ante todo de Luis XIV, consolidándose en un puesto de privilegio
que no abandonaría. Rigaud pintó a la familia real y a los cortesanos más influyentes.
En el momento del retrato, Luis XIV tenía 63 años. Se le muestra con sus ropas
de coronación, con la espada real a su lado y sosteniendo el cetro real. La corona está en
un taburete junto a él. La pintura de las túnicas es particularmente detallada y refinada,
aunque algo exagerada, recordando al espectador la grandeza del rey. Otros artistas del
estudio de Rigaud debieron haber trabajado en algunas partes de la pintura, pero la cara
del rey, pintada en un papel montado en el lienzo terminado, fue obra del propio
Rigaud, quien produjo un retrato real pero noble.
Este retrato fue encargado como regalo para Felipe V de España. Sin embargo,
fue un éxito tan grande en la corte que nunca fue enviado a España. Cada detalle de la
obra tiene como objetivo producir la imagen por excelencia del poder absoluto: la
nobleza del ambiente antiguo, la cortina carmesí y la solemnidad del Rey Sol vistiendo
sus túnicas de coronación bordadas con la flor de lis real.
Partiendo de las experiencias de Philippe de Champaigne y de Antonio van
Dyck y de un interés destacado por el color, Rigaud supo dotar a la figura de una
elocuente majestad y de una grandilocuencia casi equiparable a la desmedida pretensión
del propio rey. Cabe destacar el magnífico escenario teatral de arquitectura fingida y
amplios cortinajes, los ropajes suntuosos y la exquisita trascripción de las lujosas telas
que caen inundando el cuadro, pero sobre todo la elegancia de la pose y el noble gesto y
soberbia expresión que se sobreponen a tan aparatoso despliegue.
Imagen 3:
Obra: Felipe IV, a caballo
Autor: Diego Velázquez
Cronología: 1635-1636
Técnica: Óleo sobre lienzo
Dimensiones: 3,01 x 3,14 (m)
Localización: Museo del Prado (Madrid, España)
Estilo: Barroco
de mensajes. En muchos casos había una doble interpretación, apariencia física por un
lado y autoridad moral por el otro.
Junto a la presencia de signos iconográficos reconocibles, el retrato cortesano
fue configurando un nuevo paradigma que, sin prescindir del símbolo, centraba la
caracterización en medios predominantemente formales, como por ejemplo el busto de
Luis XIV realizado por Bernini.
En este punto, Tiziano tuvo un papel fundamental, elaborando un modelo re
retrato cortesano que se convirtió como referente en la segunda mitad del siglo XVI y
durante el siglo XVI. La intensificación de la majestuosidad compositiva de sus retratos
suponía un salto cualitativo en la presentación más allá de símbolos iconográficos. Todo
ello lo veremos al comentar el retrato de Carlos V realizado por Tiziano.
En el caso que nos ocupa, la imagen del gobernante es uno de los aspectos
claves del arte durante la Historia y durante la Edad Moderna. A finales del siglo XVI,
el tratadista político francés David du Rivault du Florance escribió que “la
magnificencia de los reyes debe ser tan discreta hacia los grandes como amplia y
suntuosa en todas las cosas; y debe también extenderse a la edificación de grandes
construcciones que contribuyan al ornamento del imperio”.
En estos comentarios se ha podido ver las diversas representaciones de
soberanos que existieron en la Edad Moderna que daban una clara referencia a la figura
del emperador romano, tomando como base la estatua ecuestre de Marco Aurelio que se
encontraba en Roma. Con ello, se quería transmitir al público una sensación de
legitimación del poder, de exaltación del monarca y de una magnificencia acorde a su
título.
Durante el Quattrocento, se empezaron a construir estatuas ecuestres basadas en
la del emperador romano que pretendían dar legitimidad a los condottieri que habían
conseguido el poder por la fuerza. Estas se encontraron sobre todo en la península
itálica, cuna del Renacimiento y del estudio de la antigüedad clásica. Ya en el siglo
XVI, Tiziano realizó la primera pintura en la que se transmitía esta ideología de
monarca imperial y católico retratando a Carlos V tras la batalla de Mühlberg.
Este modelo de pintura sirvió de modelo a los soberanos de años posteriores
debido a que España era la potencia hegemónica de Europa y Carlos V un modelo de
emperador católico. Finalmente, Luis XIV irá más allá de esta concepción y usará este
modelo de representación realizando una política de imagen y propaganda construyendo
multitud de estatuas, pinturas y estampas dando una imagen de monarca absolutista,
dando a conocer que el estado era él mismo. El retrato ecuestre en la edad moderna era,
por tanto, una representación del poder del monarca.
BIBLIOGRAFÍA
Cámara Muñoz, A.; García Melero, J.A.; Urquízar Herrera, A.: Arte y Poder en
la Edad Moderna, Editorial Universitaria Ramón Areces, Madrid, 2015.
El Barroco, Editorial Ullmann, Barcelona, 2007
Jesús Palomero Páramo: Historia del Arte, Algaida editorial, 2006
www.artehistoria.com
www.museodelprado.es
www.wikipedia.org