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LOS EFECTOS EN LOS ECOSISTEMAS AGRÍCOLAS

ALIMENTICIOS; OFERTAS Y EN LA CADENA DE PAGOS

Es impepinable el impacto de las variaciones de los precios internos sobre la capacidad


adquisitiva de los hogares, más aún si una importante proporción del gasto de las
familias descansa en el consumo de alimento.

En el Perú según el instituto nacional de estadística e informática (INEI), el grupo de


alimento y bebidas representan alrededor del 40% de la canasta de bienes y servicios,
de esta proporción el 70% corresponde a alimentos y bebidas consumidas dentro del
hogar. De este último grupo solo 12 alimentos y sus derivados (pollo, huevos, leche
derivados, pan y fideos, azúcar y bebidas no alcohólicas, arroz, papa, aceite vegetal,
cebolla, tomate, plátano, papaya y limón) explican casi el 60% de la canasta
mencionada.

Precisamente la actividad agropecuaria es la responsable de garantizar el


abastecimiento de los alimentos que consume a diario en nuestros hogares, en
consecuencia, el buen desempeño de este sector productivo traducido en un manejo y
mejor oferta de alimentos.

Un ejemplo antes de la pandemia fue el caso del limón, sutil producto de consumo
popular en la gastronomía peruana cuyo precio registro inusitados saltos durante el
fenómeno, EL NIÑO COSTERO del 2017 llegando a costar hasta 25 soles el kilogramo en
mercados minoristas, los cuales se explican porque durante el periodo se registró
regularmente baja producción en el norte del país, según lo establecido en el
calendario de cosecha de este fruto, previéndose que los precios del limón se reduzcan
durante el periodo de temperatura, alta producción que inicia en el mes de diciembre.

Este comportamiento estacional explicada en el limón también se replica en otros


cultivos de mayor rotación en los mercados de abastos como son los casos de la papa
cuya temperatura alta inicia con las cosechas de la sierra en el mes de marzo o el
tomate donde las cosechas de Lima e Ica empiezan con mayor fuerza en el mes de
noviembre.
El ministerio de agricultura y riego (Minagri) aprobó el “plan nacional de cultivos
campaña agrícola 2019-2020) que tiene como objetivo implementar una estrategia
nacional de intervención destinada a generar información y orientación a los
productores, sobre la oferta agrícola, que facilite y contribuye el empleo y mejore los
ingresos y capacidades de los productores, además de evitar o minimizar una
sobreoferta estacional o desabastecimiento

Tras la llegada del COVID-19, aun no se avizora una salida en el corto plazo para
proteger la vida y la salud de los ciudadanos.

Como ya se sabe los países han aplicado medidas de aislamiento, distanciamiento


social y cierres generalizados de negocios o lugares de presencia masiva de personas,
con la excepción de negocios que ofrecen servicios esenciales. No obstante, aunque
justificadas, dichas medidas repercuten de manera severa en toda actividad
económica, incluido el sector agropecuario pese que a este aborda productos de
primera necesidad.

Centrándonos en el sector agropecuario se han presentado estimaciones diversas,


decrece otros dicen que crecerá por encima del 0%, pero nos queda claro que será
mucho menor que años anteriores. Esto sin duda impactara a toda la cadena
agroalimentaria

Aunque son diversos los retos que este periodo de cuarentena ha puesto para el sector
agropecuario resaltan dos importantes:

-Por el lado de la demanda, las medidas de cuarentena han generado una


contradicción brusca por el cierre del turismo, restaurantes, hoteles, pollerías, etc.

-Por el lado de la oferta, se han presentado dificultades para el traslado de insumos y


productos del campo a los mercados.

Ambos efectos generan una disminución de la cantidad requerida en el mercado y


probablemente una menor generación de ingresos para los productores

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