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Mindfulness,
aceptación y psicología positiva
Las siete bases del bienestar
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Colección Psicología
Mindfulness, Aceptación y psicología positiva
Todd B. Kashdan y Joseph Ciarrochi
Título original:
Mindfulness, acceptance, and positive psycology
ISBN: 978-84-15968-55-9
Depósito Legal: B-8.780-2014
Printed in Spain
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta,
puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea
electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por
escrito del editor. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)
si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Índice
Todd B. Kashdan
Universidad George Mason, EE.UU.
Russ Harris
Práctica privada, Melbourne, Australia
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sitiva y la terapia de aceptación y compromiso (ACT)1 comparten una
respuesta en común: sí. Ambas perspectivas se centran en los puntos fuer-
tes y tienen como objetivo promover la prosperidad humana. A menudo
se superponen tecnologías, en particular en el ámbito de la fijación de
metas, fortalezas psicológicas, la atención y la clarificación de lo que más
importa (los valores y el significado en la vida). Ambas tratan de hacer un
cambio positivo en varios niveles, desde los individuos a las relaciones o
a organizaciones y culturas. Ambas han experimentado una explosión de
investigación en los últimos quince años. Y ambas atraen a una amplia
gama de personas, incluidas las que trabajan en disciplinas clínicas, socia-
les, educativas y empresariales.
Sin embargo, a pesar de estas similitudes, la ACT y la psicología posi-
tiva apenas se hacen referencia entre sí. En este libro, se propone que estas
dos áreas están relacionadas y su unificación conducirá a mejoras más rápi-
das, profundas y duraderas en la condición humana. Los capítulos de este
libro ilustran cómo esta integración puede tener lugar, con un enfoque en
formas concretas para potenciar y cambiar lo que hacen los profesionales.
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hace esto mediante la enseñanza de habilidades de mindfulness para hacer
frente a nuestros pensamientos y sentimientos dolorosos con eficacia, de tal
manera que tengan mucho menos impacto e influencia sobre nosotros, y
ayudándonos a clarificar nuestros valores fundamentales y utilizar ese co-
nocimiento para guiar, inspirar y motivar las acciones comprometidas.
El mindfulness es un «tema candente» en la psicología occidental en
estos momentos, cada vez más reconocido como una potente intervención
para todo, ya sea el estrés laboral, la depresión, el aumento de la inteligencia
emocional o para mejorar el rendimiento. Mindfulness básicamente sig-
nifica prestar atención de manera receptiva, con curiosidad y flexibilidad.
En un estado de mindfulness, los pensamientos y los sentimientos difíciles
tienen mucho menos impacto e influencia sobre el comportamiento, por
lo que es probable que el mindfulness sea útil para todo, tanto para una
enfermedad psiquiátrica en toda regla como para mejorar el rendimiento
deportivo o de los negocios.
La ACT divide las habilidades del mindfulness en tres categorías:
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dad psicológica», una habilidad que la ACT considera el fundamento de
una vida rica, plena y significativa.
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cultivar experiencias positivas, fortalezas y virtudes, y los requisitos para
las relaciones e instituciones positivas.
En esta descripción la psicología positiva parece empujar demasiado
hacia el otro extremo, centrándose sólo en lo positivo con una advertencia
de que, por supuesto, el dolor y el sufrimiento son también importantes.
Ha sido en los últimos años cuando los investigadores han abogado por
la necesidad de ir más allá de la conexión superficial entre las dimensio-
nes «positivas» y «negativas» de la psique humana (Sheldon, Kashdan y
Steger, 2011b). Por ejemplo, si estamos tratando de enseñar a los niños a
ser compasivos, no podemos ignorar lo negativo, porque se basa en la fir-
meza de la empatía y de la toma de perspectiva. Los psicólogos positivos
prominentes a menudo evitan un enfoque en las debilidades (porque es
menos eficiente y beneficioso), (Buckingham y Clifton, 2001) y refuer-
zan la idea de que cuando se trata de experiencias positivas, fortalezas o
virtudes, «más es mejor» (Peterson y Seligman, 2004). Esta idea ha sido
recientemente revocada como extremista porque siguen apareciendo evi-
dencias de que, en función del contexto, hay puntos de inflexión y con-
diciones limitativas para el uso eficaz de los puntos fuertes (por ejemplo,
Biswas-Diener, Kashdan y Minhas, 2011; Linley, 2008). Por lo tanto, las
hipótesis de trabajo de la psicología positiva continúan evolucionando, lo
que nos parece una señal de progreso saludable.
En la encarnación actual de la psicología positiva, el enfoque parece
ser menos centrado en objetivos que son «positivos» en lo superficial y
más en cualquier elemento que conduzca a una vida saludable o al bien-
estar. En algunos casos, las emociones positivas y fortalezas psicológicas
conducen a una vida subóptima, mientras que emociones tales como la
ansiedad o la culpa, y los comportamientos que reflejan narcisismo y un
carácter pendenciero, dan lugar a los mejores resultados posibles. Este
enfoque más dinámico y matizado de una vida bien vivida tiene mucho
en común con las hipótesis de trabajo de la ACT.
15
2000. Este número se ha disparado a más de cien por año desde 2008. La
ACT ha experimentado una expansión similar, apareciendo «Terapia de
Aceptación y Compromiso» como palabra clave menos de diez veces al
año antes de 2004, disparándose hasta más de cuarenta en 2009 y 2010
y hasta ochenta en 2011 (Scorpos búsqueda, abril 5, 2011). Desde 2008
se ha publicado casi la totalidad de los más de cincuenta y ocho ensayos
aleatorios controlados en la ACT. Buscando con las palabras clave «psi-
cología positiva» y «Terapia de Aceptación y Compromiso» es probable
que se subestime considerablemente la influencia de estos campos, ya que
ignora muchas palabras clave relevantes tales como «mindfulness», «acep-
tación», «fortalezas» y «espiral ascendente». Sin embargo, los números
indican claramente que la psicología positiva y la ACT están creciendo y
prosperando como disciplinas de investigación.
Por lo tanto, ha llegado el momento de unificar estos emocionantes
campos. Los dos tienen el mismo objetivo, promover la prosperidad hu-
mana, pero como han trabajado de forma independiente, han surgido
con grandes ideas y enfoques que no se superponen. Los dos han hecho
grandes progresos y, sin embargo, no podemos dejar de preguntarnos qué
pasaría si personas de los dos campos en realidad se sentaran y hablaran
entre sí. ¿No aceleraría el progreso? Este libro plantea esta pregunta en
cada capítulo, y en cada caso, nos da una respuesta clara: sí.
Si vamos a sentarnos a hablar, lo primero que tenemos que hacer es
desarrollar un lenguaje común. Sin ese lenguaje, nos confundiremos unos
a otros y crecerá nuestra frustración. De hecho, esta confusión se ha gene-
ralizado en la psicología. Cada especialidad parece crear su propia isla de
palabras y construcciones. La psicología positiva habla sobre la presencia
de una lista casi universal de veinticuatro fortalezas del carácter, la ACT se
centra en seis procesos básicos, los investigadores se centran en el carácter
de las cinco grandes dimensiones de la personalidad, y los investigado-
res de inteligencia emocional se centran en los cinco (+2) componentes.
Cada nuevo investigador que entra en escena parece dispuesto a crear
una nueva marca o, al menos, unos términos psicológicos nuevos que se
puedan asociar únicamente a él. Mientras tanto, las personas que están
en primera línea como terapeutas, entrenadores y asesores, se están aho-
gando en un mar de jerga.
Proponemos que hay una manera de sobrevivir a la inundación e inclu-
so navegar de forma efectiva. Nuestra solución es identificar un pequeño
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conjunto de factores básicos (o bases) a partir del que podamos establecer
una gran variedad de constructos psicológicos más grandes, casi de la mis-
ma manera que podemos desarrollar compuestos físicos complejos a partir
de elementos primarios simples (por ejemplo, podemos fabricar acero a
partir del hierro y del carbono). Pero, ¿cómo seleccionar estos fundamentos
psicológicos cuando hay tantas opciones para elegir?
Decidimos seleccionar un conjunto de principios básicos que se pue-
den organizar y reorganizar en casi cualquier cadena de bienestar. Hemos
seleccionado nuestros fundamentos según dos criterios: 1) deben estar
guiados por la mejor ciencia disponible, y 2) deben ser de utilidad prácti-
ca directa para facilitar el cambio cognitivo y conductual a fin de mejorar
el bienestar. Por lo tanto, no hemos seleccionado las regiones del cerebro
o de las vías neuronales como bases ya que, aunque el conocimiento de
éstas es importante para el bienestar, no proporciona caminos directos
para instigar un cambio de comportamiento positivo. Del mismo modo,
no hemos seleccionado los elementos que se asocian con el bienestar si las
implicaciones para la intervención no estaban claras; un buen ejemplo es
la dimensión de la personalidad de la «extraversión».
En este punto, observemos que aunque algunos practicantes de psico-
logía positiva describen la felicidad como sinónimo de «bienestar», lo cierto
es que la «felicidad» es sólo una hebra de una matriz multidimensional
(Kashdan, Biswas-Diener y King, 2008). Más allá de la felicidad, también
podemos considerar el significado y el propósito de la vida, el amor y la
conexión, una sensación de autonomía, una sensación de competencia y un
funcionamiento cognitivo y físico óptimo. Este amplio punto de vista del
bienestar incluye también la ansiedad y la depresión y otros constructos que
son con frecuencia objetivo de las intervenciones cognitivo-conductuales.
Por lo tanto, nuestra lista de bases tenía que ser relevante para el funciona-
miento saludable, así como para la mejora de déficit o problemas.
Las bases se presentan en la Tabla 1. Se supone que median en la relación
entre las intervenciones específicas (por ejemplo, la práctica del mindfulness)
y los aspectos del bienestar (aumento del afecto y significado positivos).
Como si de bloques de construcción psicológicos se tratara, las siete bases
se pueden recomponer en dimensiones cada vez más complejas. Del mismo
modo, uno puede descomponer dimensiones más complejas en estas siete
bases, y esto puede dar una idea de los tipos de intervenciones que pueden
ser más útiles por separado o en combinaciones únicas.
17
Tabla 1: Las siete bases del bienestar
£®Ê
ÀiiV>ÃÊÊ ·
ÀiiÃʵÕiÊ«Õi`iÃÊ UÊiÃ>VÌÛ>V\
funcionales sobre superar las barreras socavar el poder de los
uno mismo, y alcanzar los pensamientos inútiles.
los demás y objetivos (esperanza)? (Por ejemplo,
el mundo experimentar
¿Ves los problemas pensamientos como
como un reto o una acontecimientos
amenaza (orientación pasajeros que no
para la resolución de tienen que dictar
problemas)? una acción).
Ê ·
ÀiiÃʵÕiÊÌiiÃÊÛ>ÀÊ UÊ,iÃÌÀÕVÌÕÀ>V
social (autoestima)? cognitiva de creencias.
Ê ·*Õi`iÃÊi̵ÕiÌ>ÀÊÞÊÊ UÊiÀ>ÀÊi
clarificar la mezcla reconocimiento de
exacta de las emociones emociones y la
que estás sintiendo discriminación.
en un momento dado en
el tiempo?
18
Bases Ejemplos Intervenciones ejemplo
Ê Ê UÊ*À>VÌV>ÀÊV>L>`Ê`i
perspectivas y ponerse
en el lugar de un
observador.
{®Ê6>ÀiÃÊ ·+ÕjÊiÃÊʵÕiÊÌiÊ UÊ
>ÀwV>VÊ`iÊvalores
importa (valores,
Ê iÃvÕiÀâÃÊ«iÀÃ>iî¶Ê UÊ`iÌwV>ÀÊÃ
esfuerzos personales
¿Los deseos de los demás y los motivos que hay
hacia ti dominan los detrás de ellos.
tuyos (motivos
Ê VÌÀ>`ÃÊvÀiÌiÊ>ÊÊ UÊ`iÌwV>ÀÊÃ
autónomos)? motivos implícitos.
È®Ê
ÌÀÊ`iÊÊ ·
ÀiÃÊV>«>âÊ`iÊ UÊ6VÕ>ÀÊÃ
comportamiento controlar comportamientos
lo que dices y lo que a los valores.
haces de un modo
Ê µÕiÊ«ÀÕiÛ>ÊÌÕÃÊÊ UÊ
ÃÌ>LiViÀÊLiÌÛÃ]Ê
objetivos y valores prevenir y la planificar
(autorregulación, las barreras, anticiparse
fuerza de voluntad)? a los beneficios de la
consecución de
los objetivos.
19
Bases Ejemplos Intervenciones ejemplo
Ê ·*iÀÃÃÌiÃÊÊ UÊÖÃV>]Êbiofeedback,
(determinación) distracción y otras
y te recuperas tras un estrategias que cambian
fracaso (resiliencia)? las emociones y
ayudan a regular
¿Eres capaz de la conducta.
modificar tus
sentimientos de un
modo adaptativo?
Ç®Ê>L`>`Ê ·
ÊÃiÊÌiÊ`>Ê UÊiÀ>ÀÊi
cognitiva resolver problemas funcionamiento
y razonar (IQ)? intelectual.
Ê ·
Ê`iÃÛ>ÃÊÌÕÊÊ UÊ
ÌÀi>iÌÊ`iÊ>
atención e inhibes atención (por ejemplo,
estímulos irrelevantes practicar controlando
(mentalidad flexible)? o alterando la atención).
Creencias funcionales
20
gía positiva no busca socavar las creencias inútiles, sino más bien promover
las creencias positivas y funcionales como la esperanza, la autoestima y la
orientación positiva para resolver problemas (Ciarrochi, Heaven y Davies,
2007; Sheldon, Kashdan y Steger, 2011a). Sin embargo, muchos de los
modelos de la psicología positiva sí defienden el desafío activo y la disputa
de creencias disfuncionales. Los capítulos 3 y 4 analizan las creencias rela-
cionadas con el amor y la autocompasión, y los capítulos 7, 8 y 10 discuten
la cuestión de cómo modificar mejor las creencias.
Mindfulness
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uno mismo, el mundo y el futuro. En la ACT, el mindfulness también se
utiliza para facilitar otras habilidades para una vida saludable y aumentar
la eficacia de éstas. Sin embargo, en la ACT, el mindfulness no se utilizaría
para tratar de alterar directamente el estado de ánimo. Más bien se em-
plea para facilitar la acción de acuerdo con los valores fundamentales, para
mejorar el rendimiento, aumentar la participación en la tarea a realizar
y apreciar este momento de la vida, ya sea un momento de alegría o de
dolor. (Las razones por las que la ACT evita centrarse directamente en
el estado de ánimo positivo se aclararán más abajo en la discusión de la
aceptación experiencial). El capítulo 2 cubre esta área en detalle.
Toma de perspectiva
Valores
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tratamos de respetar y defender. Reconocer y respaldar estos preciados
ideales es muy diferente a comportarse de una manera que sea congruente
con ellos (por ejemplo, véase la sección sobre el control de la conducta).
Muchos investigadores consideran los valores como un elemento central de
la sensación que tiene una persona de sí mismo, funcionan como las nor-
mas que guían el pensamiento y las acciones (Feather, 2002; Hitlin, 2003;
Kristiansen y Zanna, 1994; Rohan, 2000, Schwartz y Bilsky, 1987). Los
psicólogos positivos discuten los valores en forma de esfuerzos personales,
establecimiento de metas o filosofías personales de qué es más importante
en la vida (Emmons, 1996, Schwartz y Bilsky, 1990). La distancia entre
las preferencias de valor y el comportamiento real puede ser inmensa, lo
que puede ser un punto de intervención fundamental.
La ACT hace uso de la bibliografía de la psicología positiva pero ha-
bla de los valores de una manera específica, como las cualidades de una
acción intencionada que no se pueden obtener como un objeto, pero
pueden crearse en instancias de un momento a otro (Hayes, Strosahl y
Wilson, 2011). Por lo tanto, la ACT considera los valores como cuali-
dades globales deseadas de la acción en curso (o, en términos sencillos,
«los deseos más profundos de tu corazón para cómo quieres comportarte
como ser humano»). Esta definición es coherente con el enfoque del com-
portamiento de la ACT.
También hay una amplia bibliografía sobre el significado y el pro-
pósito de la vida que parece estar estrechamente vinculado a los valores.
Algunos investigadores han definido el propósito como «un objetivo en
la vida central y autorganizado» (McKnight y Kashdan, 2009; Steger,
2009). Otros han materializado esta definición unificando principios de
la psicología positiva y de la ACT (Kashdan y McKnight, 2009).
El propósito es central. El propósito es un tema predominante de la
identidad de una persona. Si nos imaginamos una persona posicionando
descriptores de su personalidad en una diana, el propósito estaría cerca
del círculo de la diana.
El propósito es de autorganizado. Proporciona un marco para los
patrones de comportamiento sistemático en la vida cotidiana. La autorga-
nización debería ser evidente en los objetivos que las personas crean, en el
esfuerzo dedicado a estos objetivos, y en la toma de decisiones ante opcio-
nes contrapuestas sobre cómo distribuir recursos finitos como el tiempo
y la energía. Un propósito motiva a una persona a dedicar recursos en
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direcciones particulares y hacia metas concretas y no otras. Es decir, los
objetivos y proyectos terminales son consecuencia de un propósito.
El propósito no se puede lograr. Es una meta en la vida, que regu-
larmente está dirigida hacia nuevos objetivos. Un propósito proporciona
una base que permite que una persona sea más resistente a los obstáculos,
el estrés y la tensión. Ser persistente es más fácil si tenemos una meta en
la vida que resuene a través del tiempo y el contexto. Es más fácil hacer
frente a retos difíciles de larga duración si sabemos que en el fondo existe
una misión más grande. Moverse en la dirección de un objetivo en la
vida puede facilitar otros elementos del bienestar como la satisfacción
con la vida, la serenidad y el midfulness (Wilson y Murrell, 2004; Wong
y Fry, 1998). En los capítulos 6 y 11 se discuten detalladamente estas
cuestiones.
Aceptación experiencial
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(Brown y Ryan, 2003) o de la regulación emocional efectiva (John y
Gross, 2004).
La ACT pone un mayor énfasis en la aceptación experiencial, pero no
la ve como una forma de regulación de las emociones. De hecho, la ACT
busca minimizar cualquier intento de modificar directamente la experiencia
privada por temor a que estos intentos puedan reforzar la evitación expe-
riencial (Ciarrochi y Robb, 2005). Por lo tanto, los profesionales de la ACT
rara vez tratan de aumentar directamente la frecuencia o la intensidad de
los pensamientos o sentimientos agradables. Más bien, el profesional de la
ACT se centra en ayudar a las personas a estar con todos sus pensamientos
y sentimientos, tanto los agradables como los dolorosos, mientras hace lo
que es importante (es decir, actuar según sus valores). Los capítulos 2, 3, 4
y 10 se ocupan de las cuestiones de la prevención y la aceptación.
25
Habilidad cognitiva
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combinación de aceptación experiencial (reconocer que a veces te rendirás),
mindfulness (ser conscientes de esta autocrítica), toma de perspectiva (re-
conocer la similitud del propio sufrimiento con el de los demás) y valores
(poner en juego la autobondad en nuestra vida).
Otras áreas de estudio de la psicología positiva también se pueden en-
tender desde el punto de vista de las siete bases. La espiritualidad es una
fuerza potente aunque poco estudiada (Heaven, Ciarrochi y Leeson, 2010;
Heaven y Ciarrochi, 2007). La espiritualidad generalmente incluye valores
(conectar con Dios o el universo), creencias que podrían ser funcionales o
disfuncionales («Dios me da fuerza» frente a «Dios está tratando de casti-
garme por ser tan vergonzoso»), la perspectiva del observador (la sensación
de un ser constante e inalterable) y, con frecuencia, el mindfulness (apreciar
y participar del momento presente y lo que contiene). Las emociones morales
como la vergüenza se pueden ver, en algunos contextos, como la participa-
ción de las creencias disfuncionales sobre el yo (soy completamente inútil),
así como los intentos inútiles para escapar de uno mismo (baja aceptación
experiencial). En lugar de bombardear al lector con más ejemplos, le in-
vitamos a tomarse unos minutos antes de seguir leyendo para pensar en
algunos otros constructos psicológicos populares y ver hasta qué punto se
pueden «descomponer» desde el punto de vista de nuestras siete bases.
27
«El bienestar es un constructo, y la felicidad es una cosa.
Una “cosa real” es una entidad directamente mensurable... Los ele-
mentos del bienestar son a su vez diferentes tipos de cosas». (p. 24)
28
«elementos» (por ejemplo, antecedentes y consecuencias), pero lo hace
exclusivamente con fines pragmáticos (es decir, ¿nos ayuda la división a
alcanzar nuestros objetivos?). El contextualista funcional no haría ningún
supuesto acerca de si esta «división» descubre o revela algo de la «verda-
dera naturaleza» de la realidad; no es ni más ni menos que una estrategia
útil para lograr un objetivo específico.
El objetivo del análisis funcional es encontrar formas de predecir e
influir en el comportamiento. La predicción en sí misma no es suficiente.
Las investigaciones típicas en esta tradición se centran en la manipulación
de los antecedentes y las consecuencias y en observar cómo, por ende,
cambia el comportamiento. Una actividad en particular es «un éxito» si
ayuda a lograr los objetivos establecidos. El Análisis de Conducta Apli-
cado (ABA)2 y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) son dos
ejemplos de modelos basados en el contextualismo funcional.
Los científicos y los profesionales de la psicología positiva pueden
adoptar tanto el punto de vista del realismo elemental como el punto de
vista del contextualismo funcional, mientras que las personas dedicadas a la
ACT sólo adoptan el punto de vista del contextualismo funcional. Por lo
tanto, para que se produzca la colaboración, los psicólogos positivos tienen
que ponerse su sombrero de contextualista funcional. Siempre se lo pueden
quitar más adelante y asumir la perfectamente válida perspectiva realista
elemental.
Si todos estamos de acuerdo en usar el sombrero contextualista fun-
cional, podemos empezar nuestra conversación. Podríamos empezar con
la pregunta: «¿cuál es el propósito de nuestros constructos?». La respuesta
es que nos ayudan a clasificar y a orientar las intervenciones. Nos ayudan
a centrar la intervención (por ejemplo, la aceptación experiencial) y a
adoptar las medidas más adecuadas que capturan lo bien que funciona
una intervención (por ejemplo, ¿mejora la aceptación experiencial y eso
nos lleva a un mayor bienestar?).
Esta respuesta engendra otra pregunta más general: «¿cuál es el pro-
pósito de nuestras intervenciones?». Hay al menos dos respuestas posibles
a esta pregunta, y la respuesta que elijamos determinará la apariencia y la
función de la intervención:
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1. El propósito es promover los estados psicológicos con predominio de
pensamientos y sentimientos agradables.
30
día difícil. Por otra parte, el propósito específico y los objetivos finales
limitan las aplicaciones de cualquier intervención determinada. Por ejem-
plo, si el mindfulness se utiliza principalmente para facilitar la aceptación
de sensaciones desagradables, entonces puede ser empleado en cualquier
tipo de situación que provoque miedo, desde hablar en público a cargar
contra el enemigo en un campo de batalla, mientras que si el mindfulness
se usa como una técnica de relajación, entonces sólo puede ser de utilidad
en situaciones donde no hay una amenaza real. (No hay una técnica de
relajación conocida por la humanidad que invierta una respuesta de lucha
o huida frente a una situación estresante desafiante).
Hemos hablado de estrategias que buscan cambiar el valor del estado
emocional (por ejemplo, de negativo a positivo). Además de las estrategias
de cambio de valor, hay estrategias de cambio de valor neutro que son
utilizadas tanto por la ACT como por la psicología positiva. Por ejemplo, el
mindfulness se podría utilizar para aumentar un estado de «ecuanimidad»
o «concentración». Estos estados no son inherentemente positivos o ne-
gativos y ambos pueden ser utilizados para promover el mismo propósito,
a saber, un comportamiento flexible de valor constante.
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en una relación abusiva, dar a la persona que abusa una segunda, tercera
y cuarta oportunidad puede funcionar muy mal.
Efectivamente, investigaciones recientes apoyan este punto de vista.
McNulty y Fincham (2011) han demostrado que los procesos «positivos»
de perdón, las expectativas optimistas, los pensamientos positivos y la
bondad se pueden relacionar con mayor o menor bienestar, dependien-
do del contexto. En concreto, en un estudio longitudinal, estos procesos
predijeron una mejor relación de bienestar entre los cónyuges en ma-
trimonios saludables, pero peor relación de bienestar en relaciones más
difíciles. En otro estudio, Baker y McNulty (2011) mostraron que la
autocompasión a veces puede ser útil o perjudicial para las relaciones, al
menos entre los hombres. Los hombres con alto nivel de autocompasión
tienen mejores relaciones sólo si son concienzudos y están dispuestos a
corregir errores interpersonales y participar en la resolución constructiva
de problemas. Por el contrario, los hombres con un nivel alto de auto-
compasión tienen peores relaciones si no están motivados para corregir
sus errores (baja escrupulosidad).
Ha habido considerables debates sobre si las ilusiones optimistas son
buenas o malas. Algunos sostienen que son fundamentales para la salud
mental (Taylor y Brown, 1988), mientras que otros sugieren que esas ilu-
siones pueden ser perjudiciales para las relaciones (Norem, 2002), la eficacia
del trabajo, el rendimiento académico y para la salud física y la longevidad
(Dunning, Heath y Suls, 2004). Este debate puede ser resuelto suponiendo
que las ilusiones son útiles en algunos contextos pero no en otros, y pro-
cediendo a estudiar las ilusiones en contexto. Fredrickson y Losada (2005)
reconocen esta cuestión cuando hablan de la importancia de la «negativi-
dad apropiada» y la posibilidad de tener una proporción demasiado alta de
emociones positivas frente a emociones negativas.
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¿Cuándo es más probable que funcione el control experiencial?
¿Cuándo va a fracasar?
Sabemos que la evitación experiencial es a menudo una estrategia de con-
frontación destructiva. ¿Hay algún peligro de que algunas intervenciones
de la psicología positiva puedan promover involuntariamente una evita-
ción poco servicial? ¿Cuáles son los contextos donde el control emocional
podría funcionar para mejorar el bienestar (por ejemplo, ¿es lo mismo
buscar los estados emocionales agradables que evitar los desagradables?).
¿Cuándo falla?
Tengamos en cuenta que, por «control emocional», nos referimos al
control de los estados internos (pensamientos, sentimientos, sensaciones,
impulsos, imágenes, recuerdos), no al control de las acciones que ocurren
simultáneamente con estos estados. Los seres humanos podemos contro-
lar nuestras acciones sin tener que controlar nuestros estados internos;
podemos sentirnos furiosos, pero actuar con calma; podemos sentirnos
inquietos, peo actuar asertivamente.
33
¿Están todas las intervenciones de mindfulness creadas por igual?
34
en la construcción de una existencia rica y significativa, ¿es justo llamar-
las «negativas»? ¿Haríamos mejor hablando de emociones «agradables» y
«desagradables» en lugar de «positivas» y «negativas»?
35