Sie sind auf Seite 1von 2

INSTRUCCIONES PARA TOMAR LAS ARMAS

INTERNATIONALE SITUATIONNISTE

Publicado en Internationale Situationiste # 6 (1961). Traducción de José Domínguez Tenreiro publicada


en Panfletos y escritos de la I.S., Madrid, Fundamentos, 1976
------------------------------------------------------------------------------------------------

Si hay algo que hace reir al hablar de revolución, evidentemente es porque el movimiento revolucionario
organizado desapareció desde hace tiempo de los países modernos, donde precisamente se concentraron
las posibilidades de una transformación decisiva de la sociedad. Pero todo el resto es todavía mucho más
irrisorio, puesto que se trata de lo existente, y de las diversas formas de su aceptación. El término
"revolucionario" está desprestigiado hasta el punto de designar, como publicidad, los más mínimos
cambios en los detalles de la producción modificada sin cesar de las mercancías, dado que en ninguna
parte están todavía expresadas las posibilidades de un cambio central deseable. El proyecto revolucionario
de nuestros días, comparece como acusado ante la historia: se le acusa de haber fracasado, de haber
aportado una nueva alienación. Esto nos vuelve a constatar que la sociedad dominante supo defenderse, en
todos los niveles de la realidad, mucho mejor de lo que preveían los revolucionarios. No es que la
sociedad dominante se haya vuelto más aceptable. Lo que pasa es que hay que volver a inventar la
revolución, eso es todo.

Esto plantea un conjunto de problemas que deberán ser dominados teórica y prácticamente en los
próximos años. Se puede señalar sumariamente algunos puntos sobre los cuales es urgente el llegar a un
acuerdo.

De la tendencia a un reagrupamiento que se manifiesta en esta época en diversas minorías del movimiento
obrero en Europa, no podemos quedarnos más que con la corriente más radical, que actualmente se agrupa
ante todo alrededor de la consigna de Consejos de Trabajadores. Y no hay que perder de vista que
elementos simplemente confusionistas buscan el colocarse en esta confrontación (ver el acuerdo
recientemente conseguido entre revistas filosófico-sociológicas "de izquierda", de diferentes países).

Los grupos que buscan el crear una organización revolucionaria de un nuevo tipo, encuentran su mayor
dificultad en la tarea de establecer relaciones humanas nuevas en el interior de semejante organización. Es
cierto que la presión omnipresente de la sociedad se ejerce contra este ensayo. Pero, en defecto de
alcanzar esto por métodos que aún hay que experimentar, no pueden salir de la política especializada. La
reivindicación de la participación de todos se desprende de la necesidad sine qua non de la gestión de la
organización, y posteriormente de la sociedad, realmente nuevas, en lugar de un deseo abstracto y
moralizador. Los militantes, si ya no son los simples ejecutores de las decisiones de los amos del aparato,
tienen el peligro de ser reducidos todavía al papel de espectadores de los que entre ellos están más
calificados en la política concebida como especialización; y por ahí, reconstruyen la relación de pasividad
del viejo mundo.

La participación y la creatividad de las gentes dependen de un proyecto colectivo que concierne


explícitamente a todos los aspectos de lo vivido. Es también el único camino para "cabrear al pueblo"
haciendo aparecer el terrible contraste entre las posibles construcciones de la vida y su miseria actual. Sin
la crítica de la vida cotidiana, la organización revolucionaria es un medio separado, así como
convencional, y finalmente pasivo, como esas ciudades de vacaciones que son el terreno especializado de
los ocios modernos. Algunos sociólogos, como Henri Raymond estudiando a Palinuro, han puesto en
evidencia el mecanismo del espectáculo que recrea, bajo la modalidad del juego, las relaciones de la
sociedad global. Pero se han felicitado ingenuamente de la "multiplicidad de los contactos humanos", por
ejemplo, sin reconocer que el aumento simplemente cuantitativo de estos contactos los dejaba tan triviales
e inauténticos como en todas las otras partes. Incluso en el grupo revolucionario más anti-jerárquico y
libertario, la comunicación entre las gentes no está de ningún modo asegurada por su programa político
común. Los sociólogos son normalmente partidarios de un reformismo de la vida cotidiana, de organizar
la compensación en el tiempo de las vacaciones. Pero el proyecto revolucionario no puede aceptar la
clásica idea del juego limitado en el espacio, en el tiempo, y en la profundidad cualitativa. El juego
revolucionario, la creación de la vida, se opone a todos los recuerdos de juegos pasados. Las ciudades de
vacaciones de "Club Mediterranée", para tomar el contrapie
del tipo de vida llevado durante cuarenta y nueve semanas de trabajo, se apoyan en una ideología
polinésica de pacotilla, un poco como la Revolución francesa se produjo bajo el disfraz de la Roma
republicana, o como los revolucionarios de hoy se ven a ellos mismos ante todo, se definen, en cuanto a lo
que tienen del papel del militante, de estilo bolchevique u otro cualquiera. La revolución de la vida
cotidiana no sabría extraer su poesía del pasado, sino sólo del futuro.

Precisamente, en la crítica de la idea marxista de la extensión del tiempo del ocio, hay naturalmente una
justa corrección aportada por la experiencia de los ocios vacíos del capitalismo moderno: es cierto que la
plena libertad del tiempo necesita ante todo la transformación del trabajo y la apropiación de este trabajo
con fines y condiciones totalmente diferentes del trabajo forzado que existió hasta hoy (la acción de los
grupos que publican en Francia Socialisme ou Barbarie, en Inglaterra Solidarity for the Workers Power,
en Bélgica Alternative). Pero, a partir de esto, los que ponen todo el acento en la necesidad de cambiar el
trabajo en sí mismo, de racionalizarlo, de interesar a la gente, tienen el peligro, descuidando la idea del
contenido libre de la vida (digamos, de un poder creativo equipado materialmente que se trata de
desarrollar más allá del tiempo de trabajo clásico -él mismo también modificado- así como más allá del
tiempo de reposo y distracción) de cubrir de hecho una armonización de la producción actual, un mayor
rendimiento; sin que sea planteado críticamente lo vivido mismo de la producción, la necesidad de esta
vida, a nivel de contestación más elemental. La construcción libre de todo el espacio-tiempo de la vida
individual es una reivindicación que habrá que defender contra todas las especies de suefíos de armonía
de los candidatos a managers del próximo orden social. Los diferentes momentos de la actividad
situacionista hasta hoy no pueden ser comprendidos más que en la perspectiva de una nueva aparición de
la revolución, no sólo cultural, sino social, Y cuyo campo de aplicación deberá ser inmediatamente más
vasto que en cualquiera de sus tentativas anteriores.

La Internacional Situacionista no tiene pues que reclutar discípulos o partidarios, sino reunir gentes
capaces de emplearse en esta tarea en los años que van a venir, por todos los medios y sin que importen
las etiquetas. Lo que quiere decir, de paso, que debemos rechazar, tanto como las supervivencias de las
conductas artísticas especializadas, las supervivencias de la política especializada; y particularmente el
masoquismo postcristiano común a tantos intelectuales en este terreno. No pretendemos desarrollar solos
un nuevo programa revolucionario. Decimos que este programa en formación contestará un día, en la
práctica, la realidad dominante, y que nosotros participaremos en esta contestación. Sea lo que sea lo que
podamos llegar a ser individualmente, el nuevo movimiento revolucionario no se hará sin tener en cuenta
lo que hemos buscado juntos; y que puede expresarse como el paso de la vieja teoría de la revolución
permanente restringida a una teoría de la revolución permanente generalizada.

[Image][Image] archivo situacionista

autores textos revista cine galería novedades tablón e-mail

[Image] [Image]

Das könnte Ihnen auch gefallen