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HABILIDADES EMOCIONALES

Las emociones juegan un papel importante en la vida de todo ser humano. La


habilidad emocional es la capacidad aprendida para conocer y controlar lo que sentimos
ante las circunstancias de la vida y la manera en que reaccionamos ante ellas.

Adquirir estas habilidades como un estilo de vida y ponerlas en práctica, previene


que se desborden las emociones en desequilibrios mentales o enfermedades físicas. Es
contar con un gran privilegio que es tener propia salud mental.

En PILARES se imparten talleres de habilidades emocionales para adquirirlas y


ponerlas en práctica.

Algunos de los temas que se ven en los talleres es la muerte. Ya que es un tema en
que el ser humano nunca está preparado para la pérdida en general.

Los talleres de tanatología tanto para adultos como niños están diseñados para
conocer los procesos de duelo, sanar y retomar con más fuerza su vida.

La pérdida de un ser querido genera dolor a cualquier edad, también para los niños. La
mayoría de los adultos desconocen qué hacer para ayudar a sus hijos y en ocasiones tienden
a no hablar sobre la situación ni mostrar sus sentimientos.

Sin embargo, el proceso de duelo es algo normal, necesario y adaptativo y cumple diversas
funciones, como: aceptar la pérdida, adaptarse al ambiente en el cual la persona ya no está
presente, reflexionar sobre momentos de la vida compartidos y preparar a los familiares
para continuar.

Entre los cuatro y los seis años, tienen una comprensión limitada de la muerte. Ya que a
esta edad se presenta el pensamiento mágico, se piensa que la persona que murió puede
regresar a la vida. Será necesario explicarles una y otra vez lo ocurrido y lo que significa la
muerte.

Para que el niño entienda qué es la muerte, suele ser útil hacer referencia a los muchos
momentos de la vida cotidiana donde la muerte está presente: en la naturaleza, muerte de
animales de compañía…y evitar expresiones como “se ha ido” aisladas de la explicación de
lo que ello significa, pues podemos alimentar la idea de que va a volver.

Entre los seis y los nueve años, los niños necesitan conceptualizar el hecho de la muerte; ya
distinguen la fantasía de la realidad y pueden comprender la muerte y sus consecuencias.
No obstante, amanece también el sentimiento de culpa, que puede aparecer viéndose el
pequeño como responsable de alguna causa del fallecimiento.
Aunque resulte muy doloroso y difícil, es mejor hablar con el infante lo más pronto posible.
Pasadas las primeras horas ha de buscarse un momento y un lugar adecuado y explicarles lo
ocurrido con palabras sencillas y sinceras. Señalar que todos los seres tienen que morir
algún día y que le ocurre a todo el mundo, que no es culpa de nadie, sino que es algo
natural, triste, pero natural.

Dejar que se exprese, que cuente lo que siente, recordar cosas bonitas que se han vivido y
sobre todo mantenerse física y emocionalmente cerca del niño. Permitirle estar cerca,
abrazarlo, escucharle, llorar con él…

Se pueden contar cuentos, fábulas, si el infante es muy pequeño, que ayuden para comparar
lo que está pasando acorde con creencias y filosofías de la familia. También pueden hacer
juegos con respecto a la muerte de tal manera que se adapte a este tema y lo vea como algo
natural.

Por ejemplo: la lotería de la muerte.

Para mayor información acerca de lo anterior, puedes consultar:

Guillen, E. 2013. International Journal oh Developmental and Educational Psychology.


Crecer con la perdida: El duelo en la infancia y en la adolescencia: España

https://www.redalyc.org/pdf/3498/349852173033.pdf

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