Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
La psicología del ciclo vital intenta comprender sobre el desarrollo del ser humano. Ver las
diferencias relacionadas con la edad en la asignación general de recursos (de crecimiento a
mantenimiento y la regulación de las perdidas), así como los mecanismos generales de selección,
optimización y compensación, forman un desarrollo adaptativo y un envejecimiento dentro de los
limites de la arquitectura biocultural. Esto converge en la idea del co-constructivismo biocultural
del desarrollo, donde el desarrollo humano puede expresarse.
La orientación del ciclo vital fue diseñada no solo para desarrollo continua luego de la juventud y la
adolescencia, sino también para agregar contenido adicional y principios de determinación.
Se considera al desarrollo como un fenómeno que dura toda la vida, y no al desarrollo considerado
en un periodo de edad, ya que así se puede hablar de la sabiduría, dinámicas intergeneracionales,
y la influencia de contextos históricos cambiantes en el desarrollo personal.
Los psicólogos del ciclo vital enfatizan en la naturaleza dinámica, transaccional y pluralista de las
influencias contextuales en el cambio individual. Ya que el desarrollo individual es un fenómeno
cambiante. Se hace distinción de 3 influencias contextuales:
3. Influencias no normativas:
Los eventos únicos biológicos y ambientales individuales que no están claramente
relacionados con un tiempo ontogénico o histórico.
Típicamente, pero no necesariamente, son estadísticamente infrecuentes en una
población y no tienen una secuencia temporal o espacial universal, y aun así pueden tener
influencias en el desarrollo de un individuo.
Algunos ejemplos incluyen ganar la lotería, encuentros personales al azar, cambios de
trabajo, reubicación, accidentes o enfermedades serias, desempleo extendido, divorcio,
muerte inesperada de una persona cercana, migración, y ser víctima de un crimen serio o
de condiciones similares a una guerra.
El impacto de los eventos no normativos es especialmente poderoso, ya que irrumpen en
la secuencia y el ritmo del ciclo de vida esperado y generan condiciones de incertidumbre.
Algunas, aunque no todas estas condiciones pueden ser mínimamente sometidas a un
control personal o social y a modificaciones a largo plazo, por lo tanto, representan
situaciones de desafío extremas, pueden ser percibidos como “puntos de quiebre” críticos.
El punto hasta el que un evento no normativo tendrá implicancias duraderas en cambios
de la vida depende de en qué momento ocurre a lo largo de la vida y del tipo de cambio
que significó el evento en cuanto a roles sociales, estatus funcional, y sentido de
identidad.
Ninguna de estas influencias biológicas como ambientales opera de manera independiente.
Por lo tanto, dificulta la previsibilidad del desarrollo humano.
El perfil combinado de los efectos de varios tipos de influencias puede también diferir según
etapa etárea (o histórica). La prominencia relativa de las influencias no normativas y las
medidas según edad e historia en distintos puntos del ciclo vital.
Las influencias medidas según edad son primariamente importantes durante el desarrollo
infantil y en menor grado en la transición hacia la vejez.
Las influencias no normativas y las medidas según la historia se convierten en una fuerza cada
vez más dominante desde la adultez joven en adelante.
La idea de que las influencias según edad pueden debilitarse con el tiempo, especialmente
más allá de la edad cronológica del promedio de esperanza de vida, es consistente con las
teorías biológicas del envejecimiento basadas en la evolución.
El efecto del momento en que los eventos históricos toman lugar en las vidas de los individuos
probablemente depende en el tipo de evento, el punto hasta el cual representa una situación
de ganancia o pérdida para la persona en diferentes edades a corto y largo plazo, y la
capacidad de los individuos de cambiar a distintas edades.
Los eventos no normativos tienen un rol sobresaliente en la determinación del desarrollo
luego de la adultez temprana, el rol organizacional de los factores biológicos y ambientales
determinados por la edad disminuye a lo largo de los años.
Junto con el valor cambiante de las influencias contextuales a lo largo del ciclo vital, la
propuesta que obtienen las influencias no normativas es acorde a descubrimientos de que los
cambios en la adultez tardía están relacionados con pérdidas de control, falta de potencial
para recuperarse, y más restricciones para adoptar caminos de vida alternativos o medidas
compensatorias.
La estructura arquitectónica general de la ontogenia y las dinámicas entre los factores culturales y
biológicos
Las dinámicas “casuales” del desarrollo del ciclo vital y el mecanismo de co-construcción
biocultural.
La arquitectura de la ontogenia, el paisaje del desarrollo humano. Este marco general
vincula principios básicos de la biología del desarrollo con propuestas sobre mecanismos y
contextos del desarrollo psicológico y el envejecimiento, y especifica las formas generales
y el resultado de esta vinculación a lo largo del tiempo.
Estos principios deben ser considerados si intentamos comprender el sistema interactivo
de las influencias medidas según edad, historia y no normativas.
En primer lugar, se propone que la plasticidad biológica y la fidelidad genética disminuyen a
medida que los individuos llegan a mayores edades del ciclo vital. Esta trayectoria del ciclo vital
refleja el hecho de que la evolución biológica no fue orientada hacia la optimización de la vejez,
sino a la optimización de la aptitud reproductiva en la adultez temprana. Como consecuencia, el
genoma humano en grupos etáreos mayores tiene más probabilidades de ser caracterizado por
expresiones genéticas perjudiciales y fidelidad genética reducida. El resultado: La plasticidad
biogenética disminuye con la edad, aunque continúe funcionando.
El segundo lugar, el desarrollo humano se extienda a edades mayores, es esencial que haya
nuevos pasos en el nivel y el tipo de evolución y recursos culturales. Para extender la esperanza de
vida promedio, por ejemplo, se necesita cada vez más práctica y recursos culturales para
aprovechar el potencial biogenético inherente del genoma humano. Por ende, los aspectos
materiales, tecnológicos, psicológicos y sociales de la evolución social, no genética, son la fuerza
que ha dirigido recientes expansiones cuantitativas y cualitativas del ciclo vital.
El dilema de los tiempos modernos se encuentra en la función del ciclo vital. La eficacia de la
cultura para aprovechar el genoma y compensar las pérdidas biológicas asociadas a la edad, si es
necesario, disminuye hacia el final del ciclo vital. Mientras mayor sea el individuo, menos mejoras
o arreglos se observarán considerando la misma intervención cultural. En la vejez, por ejemplo,
alcanzar el mismo resultado cognitivo requiere mucho más tiempo y práctica.
Estos cambios relacionados con la edad en la arquitectura biocultural del ciclo vital deben ser
tomado en cuenta cuando se trata de especulaciones sobre el futuro del desarrollo adulto y el
envejecimiento en una población donde cada vez más individuos alcanzarán una edad avanzada.
La asignación diferencial de recursos a lo largo del ciclo vital, desde un énfasis principal en el
crecimiento hacia la mantención y regulación de perdida.
Los cambios a lo largo del ciclo vital en la configuración sistémica de tres funciones generales del
desarrollo: (a) crecimiento; (b) mantención, incluyendo arreglos y recuperación; y (c) regulación de
pérdida. Esto sugiere que, con la edad, los individuos necesitan invertir cada vez más recursos
internos y externos en mantención y manejo de pérdidas en vez de en crecimiento, para poder
asegurar una adaptación eficaz y exitosa. Este cambio sistémico genera condiciones límite para la
operación y los resultados de los contextos del desarrollo.
Con la frase función adaptativa del crecimiento nos referimos a los comportamientos involucrados
en alcanzar niveles más altos de funcionamiento o capacidad adaptativa, en niveles de
funcionamiento al enfrentarse con nuevos desafíos contextuales o una potencial pérdida. Y, en
cuanto a la regulación o manejo de pérdida, nos referimos a comportamientos que organizan el
funcionamiento en niveles más bajos cuando la mantención o la recuperación ya no es una
posibilidad. Durante la adultez, la asignación principal está en la mantención. En la vejez, más y
más recursos se dirigen a la regulación de pérdida. Tales características del ciclo vital son, por
supuesto, una manera simplificada ya que las diferencias individuales, funcionales (dominio),
contextuales e históricas deben ser tomadas en cuenta.
Las trayectorias del ciclo vital en cuanto a recursos invertidos en crecimiento, mantención y
regulación de pérdida tienen implicancias en las dinámicas involucradas en la coordinación
sistémica e integrativa de estas tres funciones.
Con relación a esto, no es una sorpresa que los investigadores del desarrollo en adultos tengan
altos intereses en temas tales como metas y selección de metas, además de la compensación por
pérdidas y la aparentemente ilógica idea de que las condiciones de déficit pueden traer avances
mediante esfuerzos innovadores. Perspectivas como ésta nos han llevado a trabajar en una teoría
general de desarrollo adaptativo y manejo de ganancias y pérdidas, que serán descritas a
continuación.
En general, los procesos de componentes de la OSC son considerados universales. Sin embargo,
tienen un alto nivel de especificidad “fenotípico” individual. A que, cuando son expresados en el
sentido fenotípico, presentan variabilidades intra e interindividuales. Por lo tanto, la plasticidad y
expresión variable de los limites bioculturales es una piedra angular de la teoría de la OSC
(crecimiento, mantención y pérdida).
Los procesos de la OSC pueden variar a lo largo de las dimensiones activas-pasivas, conscientes-
inconscientes, e internas-externas. Con relación a esto, el modelo de OSC puede ser aplicado a una
variedad de dominios de funcionamiento (ej., social, cognitivo, físico) y a diferentes niveles de
análisis. Por ejemplo, el foco puede estar en un dominio de comportamiento específico (ej.,
memoria de trabajo) o en el funcionamiento personal en un sentido más general (ej., bienestar
subjetivo o estilo de vida). El foco también puede involucrar cómo una institución, tal como una
escuela o un asilo de ancianos, asigna sus recursos y comportamientos del personal para apuntar a
aspectos de crecimiento, mantención, o regulación de pérdida.
Como una idea del desarrollo, esperamos que la OSC sea un sistema en evolución, para que el
repertorio de comportamiento asociado con OSC llegue a un alza en algún punto de la mediana
edad.
El OSC es un sistema teórico, que permite lidiar con temas de co-construcción biocultural y
contextualismo del desarrollo, por lo que ofrece una ventana para lidiar con múltiples contextos y
múltiples demandas de comportamiento.
La asignación diferencial de recursos puede tener muchas formas. Considerando una combinación
diferente de nombres, dígase, hablar mientras se camina, demostraron que los adultos jóvenes y
mayores difieren en sus estrategias de compensación cuando las tareas exceden sus recursos.
Mientras que los adultos jóvenes redujeron la extensión y la complejidad gramática de sus
oraciones habladas, los adultos mayores redujeron la frecuencia de habla cuando tenían que
caminar al mismo tiempo. Al hablar más lento, los adultos mayores fueron capaces de preservar su
habla incluso bajo condiciones complejas de tareas dobles.
El patrón emulado de resultados sugiere que los individuos son más capaces de manejar las tareas
de la vida cuando se involucran en selección, optimización y compensación. Por lo tanto, la OSC
funciona como un mecanismo que impulsa el desarrollo y previene las pérdidas. Como una teoría
general de desarrollo adaptativo, caracteriza a un sistema de estrategias que permiten a los
individuos dominar las tareas generales de la vida, incluyendo aquellas que son resultado de los
textos generales del ciclo vital mencionados previamente.