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Ese maldito sueño de nuevo… No es un sueño, no, es solo un triste recuerdo. El último
que tengo de mi vida anterior. Un recuerdo de cómo intenté advertir de algo que ni
siquiera yo comprendía. Al principio me consolaba diciendo que fueron necios por no
escucharme, por desoír las advertencias que se me revelaron en sueños y que yo traté de
transmitir. Pero lo cierto es que yo fui tan culpable, o quizá mar. Yo había sido el
elegido por la tribu, en quien confiaban para el devenir, y solo supe decirles “debemos
huir” cuando el mayor peligro a la vista era que la lluvia nos arruinase las pieles que
teníamos secando al sol.
CAPÍTULO 1 – LA TRIBU
Nací en (ZONA SUR DEL MAPA, ÁFRICA), cerca de nacimiento del río (ES TÚ
MAPA, INSERTE NOMBRE), una zona cálida, vibrante de vida, de naturaleza. No
sabría decir si eso estaba en algún país o Estado; no hacemos caso de esos conceptos allí
de donde soy. Quizá algún tirano en algún momento dijo que eso era suyo, pero ni
vimos nunca a ese tirano ni sus órdenes, si las hubiere, tuvimos que obedecer.
Crecí como un niño más, corriendo entre los árboles, nadando, aprendiendo la manera
de vivir de mi pueblo. También, claro está, formándome, aprendiendo la historia de mi
pueblo y lo que vosotros llamaríais Derecho Consuetudinario, a la vez que descubría el
conocimiento profundo de las plantas y los animales. Ya desde pequeño una profunda
espiritualidad me invadía cada vez que estudiaba todos los aspectos de la naturaleza.
Indagaba con verdadera reverencia y creo que la naturaleza podía sentir ese respeto,
pues es quizá precisamente por eso por lo que me concedió la capacidad de convertirme
en el chamán.
CAPÍTULO 2 – EL CHAMÁN
Si tu piel empieza a clarear, lo que es muy respetable, quizá no sepas de qué estoy
hablando si digo que soy un chamán. Según he podido aprender en mis recientes viajes,
vosotros llamáis druidas a aquellos que aunamos nuestro espíritu con la naturaleza. Es
un nombre curioso y cuyo origen no he logrado adivinar. Por desgracia, en mi viaje no
he tenido todavía la suerte de encontrarme con uno de vuestros druidas; no es el fin de
este viaje, como ya contaré más adelante, pero sería un gran privilegio poder conversar
con uno.
En cualquier caso, un chamán es aquel que es uno con la naturaleza, que al menos puede
serlo cuando lo desea y la naturaleza se lo concede. Esto le inviste de un gran poder que
no debe usar para servirse así mismo, sino para servir a la propia naturaleza, aunque los
fines muchas veces pueden ser compartidos o pueden ser ponderados por las fuerzas. No
explicaré aquí mis poderes, pues el buen lector los conoce. Solo diré que ese gran poder
deberá ser usado para restaurar un orden natural que el hombre blanco rompió a fuego y
sangre.
Con todo, para mi pueblo yo era algo así como un guía espiritual, parecido a vuestros
sacerdotes, pero de un modo más… místico. Confiaban en mí para pedir consejo, para
hablar sobre su futuro, para guiar su conducta. Confiaban incluso en algunos de mis
sueños premonitorios, pues siempre se cumplían y de esa manera conseguíamos
adelantarnos a los acontecimientos. Restar la importancia de un chamán en la tribu sería
una falsa modestia que no tiene cabida en esta breve historia: gracias a mi labor el
pueblo prosperó y pudo vivir muchos años en armonía. Hasta que decidieron que no
debían hacerme caso, hasta que yo no supe explicar mis sueños.
CAPÍTULO 3 – LA PESADILLA
Me duele recordar esa pesadilla… Son las primeras palabras que de este relato he
escrito. Basta con volver los ojos para encontrar lo que vi. ¿Qué significaba? Muerte,
esclavitud, violencia… Mi pueblo, como muchos otros pueblos de la zona, fue
salvajemente atacado por hombres de piel blanca. No sabíamos qué pasaba, no
estábamos preparados, la guerra no era algo propio de nuestra tierra. A la mayoría los
llenaron de cadenas, los esclavizaron; a quienes se resistieron los mataron sin
contemplaciones; unos pocos logramos escapar hacia la nada.
Aunque no fue hasta que me marché que terminé de comprender el sentido de aquella
invasión, pude ver cómo comenzó la explotación de la naturaleza. Mis hermanos,
subyugados por el hombre blanco, se vieron obligados a violentar las entrañas de la
tierra en busca de un mineral muy valioso para el malnacido rey de (REINO/PAÍS).
Cavar, picar, extraer; cavar, picar, extraer. Día y noche mis hermanos eran… son, son
obligados a realizar tan horroroso acto.
Al segundo mes intenté liberarlos. Como el lector agudo habrá advertido, también en
eso fracasé. Cambiando de forma, logré internarme en las cárceles en las que dormían
para explicarles mi plan de huida. Quizá podría haber funcionado, pero me descubrieron
antes de que pudiera poner el verdadero plan en marcha. Debieron verme con algún tipo
de magia, pues nadie salió ni entró en las celdas mientras yo estuve allí, hasta que, en un
instante, varios soldados irrumpieron armados hasta los dientes.
CAPÍTULO 4 – EL VIAJE
Comienza así el viaje que en estas páginas relato a modo de diario, en parte por no
volverme loco en la soledad de los caminos, en parte por quien pudiera leerlo, en parte
porque será la historia de mi pueblo. Mi objetivo no es otro que la venganza, pero eso
solamente no bastaría. Por los caminos he escuchado una suerte de dicho: “a rey muerto,
rey puesto”. Yo no me limitaré a acabar con la vida de ese tirano: destruiré a toda su
élite, su sistema si es necesario, con el fin de conseguir liberar a mi pueblo.