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SOCIEDAD VENEZOLANA
También podemos agregar la organización del espiritismo venezolano, llevada a cabo por
“Las Cortes”.
Maria Lionza acompañada del Negro Felipe y del Cacique Guaicaipuro conforma las “Tres
Potencias”. Ellos son la base fundamental de un cielo de deidades y espíritus divididos
jerárquicamente en “Cortes”. Le rinden culto a través de la santería, así como La Corte
Malandra (delincuente) o Corte Calé, una leyenda local que versiona la historia de Robín
Hood y sus arqueros y los sube a los altares con revólveres y navajas, es el escaño más bajo
del séquito de la reina María Lionza, un culto espiritista popular en este país. El más
popular de la Corte es Ismael Sánchez quien, según su historia más popular, fue un ladrón
que vivió en una zona populosa de Caracas y dedicó su vida a robar a los ricos para ayudar
a los pobres, y por ello al morir fue llamado al reino de la diosa indígena para hacer el bien.
FAMILIA VENEZOLANA.
Desde la década de los setenta, el investigador José Luis Vethencourt ha venido advirtiendo
que la familia venezolana entre las clases populares no está conformada por el modelo
nuclear tradicional del padre, la madre y los hijos. Por el contrario, lo que prevalece en la
familia venezolana es una estructura familiar atípica, donde la pareja como institución
familiar es muy débil. El lazo entre hombres y mujeres nunca ha sido lo suficientemente
fuerte como para sostener la estructura de la familia nuclear. El resultado ha sido una
estructura familiar inestable, donde luego de la procreación, la pareja se disuelve.
La madre, constituye el eje de los mundos emocionales de los venezolanos, siglos de
tradición familiar han propiciado que la pareja como institución, nunca consiga suficiente
fortaleza y estabilidad entre los venezolanos. Así, el eje de la estructura familiar es, y muy
seguramente, seguirá siendo la madre.
La virtual ausencia del padre no permite que sea de otra manera. El nexo que el hombre
venezolano mantiene a lo largo de su vida es con su madre. El hombre venezolano siempre
será hijo, mucho más que esposo o padre.
Este fuerte nexo madre-hijo, propicia que el hombre venezolano nunca se entregue de lleno
a relaciones con otras mujeres; por ello, sus relaciones conyugales siempre son inestables.
La madre, por su parte, alimenta en el hijo esta virtual ausencia en la vida familiar, pues de
ese modo logrará que el hijo mantenga toda la vida una íntima conexión con ella. El mundo
del venezolano es el mundo de la madre. El venezolano siente un vínculo especial no sólo
con la madre, sino con todos los otros elementos que se acercan a ella: sus hermanos
uterinos, sus parientes matrilaterales, la casa de la madre, etc. La mujer, por su parte, se
emancipará de la madre a temprana edad, pues ella misma aspira ser madre, reproduciendo
así la estructura familiar prevaleciente.
La familia matricentrada en Venezuela es una realidad difícilmente discutible. No dejan de
tener razón los autores anteriormente mencionados cuando señalan el hecho notorio de que
la familia popular venezolana no es como la del resto de las sociedades occidentales
modernas.
En efecto, predomina en Venezuela una estructura familiar donde el padre está virtualmente
ausente del núcleo familiar. Esta ausencia no es necesariamente física. Bien puede tratarse
también de una ausencia emocional: en la mayor parte de las familias venezolanas, el padre
es apenas una figura distante, desentendida de los asuntos de los hijos. Su rol puede
limitarse a ser el proveedor de ingresos económicos, pero con frecuencia no pasa de eso.
Por lo tanto, es la madre la figura verdaderamente central en los mundos de vida de los
venezolanos.
CRISIS EN VENEZUELA.
Esto fue fracturando sus costumbres y su cultura aborigen en esa época, teniendo como
consecuencia un resentimiento que ha afectado nuestro desarrollo como sociedad hasta
nuestros días. Si nos dejamos llevar por la línea del tiempo, notaremos que esta adaptación
forzada despertó un sentimiento de rebelión ante estas situaciones, ya que ellos no
respetaban las divisiones sociales que existían en nuestro territorio y además se imponían
como la figura de autoridad al mismo tiempo.
El despertar social que ocurrió en el siglo XIX en nuestro continente, sacudió nuestros
sueños de libertad y de crecimiento independentista y a su vez nos conllevó a una
transformación social que nos permitió observar nuestras deficiencias, derechos y
necesidades. Recordemos que crisis en su concepto es el cambio brusco en el curso de algo,
ya sea para mejorarse, ya para agravarse pero en si su esencia es el cambio.
Cuando nos sentimos obligados a hacer cualquier cosa en detrimento de nuestra voluntad
esto genera crisis ya sea para bien o para mal y es ahí donde está el dilema moral. Para
nuestros intereses en el siglo XIX, era más que necesario que ocurriera un revuelo
independentista porque de otra forma en aquellos tiempos no existía otra solución, si
hacemos memoria después del grito de independencia el cambio fue tal en la actitud ante
las situaciones por parte de nuestros antepasados que su autoestima cambio , se sintieron
capaces de hacer en aquel momento un proyecto de republica aún no teniendo la
experiencia previa, pero cabe acotar que lo que más nos lleva a estados de crisis es la
ambición y la falta de ética ante la solución de situaciones.
En el final de la vida del Libertador Simón Bolívar esta ambición llamo a la división
nuevamente por parte de los interesados en acabar con su legado de unidad, con tal de
satisfacer sus egos e intereses particulares. En esos momentos la falta de liderazgo por parte
de los que creían en una sola nación suramericana unida, aunado a la enfermedad de
Bolívar permitió que se destruyera este sueño.
Siguiendo en este orden de ideas tenemos que el gobierno (años más tarde) de Antonio
Guzmán Blanco fue decretada la educación gratuita para todos, y esto no fue más que una
buena intención; ya que se conoce hoy en día que fue una utopía en su momento pero
hagamos un alto, hagámonos de nuevo la pregunta ¿Por qué? Y la respuesta será en su
mayoría que es por los intereses creados. ¿A quién en aquel momento le convenía una
sociedad culta? ¿Quiénes se iban a beneficiar de esto? Y por último ¿Que ganaban o
perdían los que poseían las luces del conocimiento en esa época? Estas respuestas nos
llevaron a años de ignorancia gracias a la manipulación del conocimiento por parte de las
personas que lo tenían.
A principios del siglo XX fueron descubiertos ciertos usos para riquezas que teníamos en
nuestro territorio como los minerales, el agua dulce y el petróleo. Esto vino a crear nuevas
maneras de oprimir mediante el ámbito económico a nuestro ya maltratado país,
comenzaron a hipotecar nuestro futuro dando el poder (a cambio de dinero) sobre nuestras
riquezas naturales, a países extranjeros que sabían cómo explotar tanto las riquezas
materiales como humanas.
Esto genera un conflicto de intereses y al morir el dictador Juan Vicente Gómez, un vacío
de poder sucedido por el general Eleazar López Contreras, que no fue más que una
transición, hasta que por primera vez (aunque en poca escala) fue escogido por el voto el
General Isaías Medina Angarita, y como siempre este cambio generó en nuestra sociedad
de aquella época una crisis pero en este caso política. A muchos no les convenía que una
persona tan “liberal” para su gusto tomara las riendas del país, por el contrario buscaban
mantener el control de la situación y por eso le propinaron un golpe de estado.
Todo este paseo por la historia de nuestro país está hecho con la finalidad de hacer notar
que venimos arrastrando desde la época de la colonia hasta nuestros días una crisis social,
económica, cultural, ideológica, política moral y sobre todo una crisis ética.
En la actualidad el país vive una crisis ética que por cierto no sólo sucede en Venezuela
sino también en otros países. Esta crisis en Venezuela no es nueva, ni original, ni tampoco
sucede por primera vez en nuestra historia, ni en el devenir del hombre sobre la tierra. Si
algún concepto caracteriza y tipifica en forma clara el momento y el problema, es lo que
pudiéramos denominar “la crisis axiológica”, crisis de valores. Venezuela, que no es
excepción en esta situación, vive una profunda crisis espiritual, causa y raíz de los otros
males que a diario se mencionan y que no son sino secuelas y síntomas de la verdadera
enfermedad: La ausencia de éticas. Es en síntesis, esta crisis de la ética, de la moral y de los
valores la que genera inevitablemente “productos sociales” como: La droga, la corrupción,
la proliferación del juego, el culto al dinero, el desborde a la propaganda del sexo y la
violencia, el facilismo, el hedonismo y la irresponsabilidad que como nuevas plagas,
corroen el tejido social impidiendo el sano desarrollo que el cuerpo colectivo del país tiene
derecho a realizar.
Sin duda que el origen real de estos males debe encontrarse en el deterioro de la institución
familiar; igualmente en el deterioro paulatino del sistema educativo donde el éxito fácil de
la cantidad dejo a un lado la auténtica formación y donde la excelencia, con las excepciones
del caso, es, apenas, palabras huecas.
La promoción de la cultura, la ciencia y el arte deben marcar el mejoramiento humano por
los senderos de la excelencia. Uno de los síntomas de mayor gravedad del desequilibrio
social que nos afecta es el aumento acelerado de la delincuencia.
La abundancia mal administrada y la deformación de los valores que ello trae consigo han
sido delincuencia. El efecto demostrativo del enriquecimiento fácil y galopante (mediante
la especulación, la corrupción, el azar, el robo de los dineros públicos), y la exaltación del
consumo desenfrenado de bienes y servicios superfluos por parte de la propaganda,
perturban la mentalidad de nosotros como jóvenes y los estimulan para buscar por la vía del
asalto, el atraco y el robo lo que no pueden encontrar por vías normales y de esfuerzo
propio.
“Los principios de la economía sana se han equivocado en los últimos años. Esta crisis
económica es, ante todo, un desastre ético". Michel Camdessus (Baiona, 1993), director
gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) durante trece años, hizo esta reflexión.
Debemos estar claros que no debe importar nuestra tendencia religiosa, política o
ideológica para cumplir con nuestra función en la sociedad, que es formar personas capaces
de poder desempeñarse en el área que hayan escogido, para cumplir de esta manera su rol
en el entorno en el que se encuentran.
Lo importante es que tenemos que sincerarnos que la única manera de lograr un cambio
radical en nuestra sociedad es mediante la educación en valores.
Esto hará que se desencadene una nueva crisis pero esta vez va a ser en función de un
cambio social que sacuda todos lo malo que se encriptado en nuestro entorno, pero para
lograr ese cambio necesitamos tener la voluntad de cambiar nuestros intereses personales y
enfocarnos en lo colectivo como un gigantesco equipo, no es una tarea fácil, pero tampoco
es imposible como lo expresé anteriormente.