Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
salud en el trabajo
Curso: Lectura Crítica
Docente: Claudia Beatriz Vizcaíno Avendaño
Taller 1
Puntos: 25
El mono que quiso ser escritor satírico
En la selva vivía una vez un Mono que quiso ser escritor satírico.
Estudió mucho, pero pronto se dio cuenta de que para ser escritor satírico
le faltaba conocer a la gente y se aplicó a visitar a todos y a ir a los cocteles
y a observarlos por el rabo del ojo mientras estaban distraídos con la copa
en la mano.
Como era de veras gracioso y sus ágiles piruetas entretenían a los otros
animales, en cualquier parte era bien recibido y él perfeccionó el arte de
ser mejor recibido aún.
Así llegó el momento en que entre los animales era el más experto
conocedor de la naturaleza humana, sin que se le escapara nada.
ANÁLISIS PREVIO
Monterroso es descriptivo, aunque para lograr la brevedad se sirve de
generalizaciones y conceptos que casi son lugares comunes al imaginario
latinoamericano, como la selva, la vida animal y el paso indefinido, casi
estático del tiempo, elemento casi desesperante para la generación del
autor, muy crítica con el conservadurismo social y político de su época. El
autor es irónico al retratar los formalismos sociales en personajes
animales.
Monterroso fue un observador de la vida más que un participante de
procesos de cambio. Escribe pues en tercera persona, pero relatando con
la familiaridad de quien presenció los hechos, de quien lleva años
observándolos constantemente, incluso, y sólo ahora ha caído en la cuenta
de lo absurdas e inútiles que son las motivaciones de sus personajes.
Tanto así que estas motivaciones se anulan a sí mismas al final
consiguiendo lo que sería una simplicidad ideal, pero que los confundidos
personajes perciben como un conato de tragedia.
El cuento, a pesar de ser una sátira por la intención caricaturizadora de la
sociedad humana del autor, tiene todos los elementos de una fábula como
lo es el que los personajes sean animales y el que el relato tenga una
moraleja o conclusión, en este caso sumamente irónica, aunque igual de
resolutiva de los conflictos que cualquier moraleja de fábula clásica.
Monterroso suele preferir jugar con el significado que con el significante.