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Charla acerca del “Job” bíblico y la novela

Octavio Romero

Me gustaría hacer tres comentarios iniciales de la novela. En primer lugar, cómo


se inicia la novela, no en una visión cronológica de cómo ha evolucionado, sino
más bien en transparencias cronológicas; cómo se originó y qué estamos
haciendo hoy; qué se proponía la novela inicialmente como el objetivo principal,
y qué se propone ahora, y, finalmente, qué debe hacer el escritor como novelista,
qué preparación o qué habilidad debe tener para expresar la época
contemporánea, si es el caso.
Como ustedes saben, la novela es un género al que llamo híbrido, porque no
es originalmente un género depurado. Nosotros tenemos el origen, así lo han
acordado varios estudiosos de la poesía lírica. Cuando nos referimos al libro
“Job”, estamos hablando de siglos antes de Cristo. El libro “Job”, que pertenece
a los libros sapienciales de La Biblia, nos habla de un problema humano. Desde
ahí, aunque se considere un libro religioso y de sabiduría, trata acerca de “un
problema humano”, de la superación o la respuesta a un conflicto. Nace de la
vida, no del arte por el arte, y cumple una función vicaria; sin embargo, la
composición del libro tiene altos vuelos líricos, en donde el narrador, además de
hacer un retrato de quienes lo rodean, aborda ¿qué pasó en su vida antes?, ¿qué
pensaba que iba a pasar después? y ¿cuál es la realidad con la que se confronta?
Cuáles son los problemas que él ha vivido personalmente, las desilusiones, los
cambios de perspectiva, la toma de conciencia; todo lo que va a retomar la
novela posteriormente está en el libro “Job”, pero vamos a entender este libro
como un precipitado: es una síntesis tanto de lírica como de estrategia narrativa.
Si ustedes recuerdan, en pocas palabras, el libro “Job” se trata de un hombre que
tiene la bendición de Dios en todo lo que consideramos material, sentimental,
espiritual, es decir, es un hombre que vive en gracia; en un momento dado
pierde esa gracia. La pierde por la estrategia, en primer lugar, del narrador. No
podemos referirnos aquí al libro “Job”, en este caso, como algo estrictamente
teológico, porque tenemos dos influencias fundamentales que son Homero y La
Biblia, es decir, los hebreos, la cultura en parte oriental, y por otro lado la
cultura occidental. “Job” no es una respuesta teologal, así que vamos a deslindar
un poco las creencias del legado cultural; no se pueden desligar en la práctica,
pero la literatura siempre es algo de arte; formalmente vamos a desligar, vamos
a suponer que no sólo es la confesión de un creyente, sino la composición de un
libro. El narrador sigue la estrategia narrativa de iluminar holísticamente la
existencia del todo, es decir, desde el círculo más cercano, las noticias que llegan
a la conciencia del personaje Job, como de quienes lo rodean y del ambiente
histórico que vive. Uno se dice “Bueno, a ver, aquí está haciendo un uso muy
hábil de la literatura, porque tiene muchísimas ovejas”. El lector diría “Es que es
exagerado lo que tiene”. Y si revisamos el libro “Job”, todo es una exageración
extraordinaria. Job es feliz, pero es muy feliz, extraordinariamente feliz, y
cuando viene la desgracia, no solamente es desgraciado, sino que es el más
desgraciado del mundo. Es la desdicha en su estado puro. Estos contrastes no
son gratuitos. Para conocer que la desdicha era muy grande, fue necesaria la
estrategia: darle una felicidad casi imposible terrenalmente. Así, el libro “Job”
empieza dibujando tierras paradisíacas.
En donde vive, Job tiene todo, no hace falta nada, incluso vive una utopía
humana: los parientes trabajan para él y no hay discusión; sin duda, si el lector
ve que los parientes trabajan con nuestro personaje y le rinden informes
honestos, sabe que existe Dios; nuestra mente es muy feliz con ese hecho,
porque goza de seguridad. Cuando viene la desgracia, también viene el retrato
del hombre, el retrato de un desconocido, que después lo vemos en la novela
francesa a partir de 1960, la indagación de la conciencia de cada uno de los
personajes narrados. Desde cinco siglos antes de Cristo y, posteriormente, 20
siglos después, el aporte de la novela canónica ya viene incluido en “Job”, el
retrato de uno mismo; a esto, a la autoficción, me referí la charla anterior.
Si tenemos en cuenta el origen de la poesía lírica y las estrategias narrativas en
“Job”, vemos que es una obra pensada para darnos noticias de cómo un hombre
llega a conocer su interior, y es lo que ha hecho oriente, el conocimiento del
interior, la conquista del interior, la conquista de los deseos eliminándolos, o
bien, de cómo eliminar los sufrimientos. En cuanto al tema, nada más actual que
la búsqueda de la felicidad.

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