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La exposición oral y la conferencia*

*En Expresión oral. Wesley Longman, A., México. Alhambra.

La exposición es una forma de expresión oral que está presente en nuestra


vida diaria, directa o indirectamente, bien a través de discursos que escuchamos en
la radio y en la televisión, bien a través de las exposiciones que, sobre un tema de
clase, realiza un profesor o algún compañero.
En definitiva, tanto el discurso como la conferencia o exposición consisten en
desarrollar las ideas sobre determinado, delante de un público, con el fin de
informarlo y/o convencerlo.
Dominar esta forma de expresión es importante para dotamos de instrumentos
que nos permitan exponer, de forma clara y convincente, nuestros conocimientos
sobre un tema concreto, o nuestras opiniones o experiencias, en aquellas
situaciones en que sea necesario.

El título
Si alguna vez tenemos que escoger un título para una conferencia debemos
procurar que sea breve y, al mismo tiempo, sugiera que el tema se expondrá de
forma atractiva. El título de la conferencia podría ser el resumen principal) que
pretendemos destacar, para que quede retenida por todos.

El tema
Si el tema es muy general, conviene delimitarlo, teniendo en cuenta los
conocimientos del auditorio y de que disponemos, a fin de que aquél reciba una
buena información.
Podemos seguir los siguientes puntos:
Se anotan las ideas principales que se expondrán. Para hacer la selección, se
formulan las siguientes preguntas:
• ¿Son ideas directamente relacionadas con el tema?
• ¿Pueden ser tratadas en el tiempo previsto?
• ¿Disponemos de suficiente información y/o documentación para cada idea
seleccionada?
• ¿Son las ideas que más pueden interesar al auditorio?
La introducción

Para motivar al auditorio es importante empezar exponiendo brevemente el


interés que puede suscitar el tema por sí mismo o en el momento actual, atando, si
es necesario, documentación que lo avale.

El desarrollo
• Se ordenan las ideas principales y las secundarías.
• Una vez ordenadas, se comprueba que las ideas secundarías se encadenen
correctamente con las principales.
• Se calcula el tiempo necesario para desarrollar cada idea.
• Durante la exposición, no sólo enunciaremos la idea o las ideas principales,
sino que procuraremos recordarlas con frecuencia, a fin de que queden bien
establecidas.
• Se justifica y argumenta cada una de las ideas expuestas.
• Se ha de distinguir entre los hechos (controlables, medibles) y opiniones. Se
exponen las opiniones desde los diversos puntos de vista, de manera que el
oyente pueda obtener una visión lo más honesta de los hechos.
• Si consideramos obvia una idea principal o secundaría por el conocimiento
del público, haremos una breve referencia o reflexión y esperaremos al
coloquio, para que sea el mismo público quien, si le interesa, la remarque.

La documentación
Si se recoge y ordena la documentación necesaria, daremos rigurosidad y
amenidad a la exposición (referencias concretas sobre artículos de prensa o revistas,
capítulos de libros, estadísticas, gráficos...)
• La selección de la documentación deberá ajustarse al tema y comprobarse su
exactitud.
• Se debe disponer de las fuentes necesarias para poder ampliar la
documentación que aportemos, por si el público lo solicita
• Conviene tener presente las ilustraciones y apoyos audiovisuales para ayudar
a fijar cuestiones memorísticas y/o relajar el ritmo de la exposición.

La conclusión
Conviene calcular el tiempo necesario para exponer las conclusiones. Este
apartado debe resumir las principales ideas u opiniones expuestas y debe proponer
alternativas, siempre que lo admita el tema. Las conclusiones deben ser darás y
concisas para que el oyente pueda recordarlas con facilidad.
Al acabar la exposición se suele invitar al público al coloquio. Si la conferencia
ha sido sugerente, el público estará sensibilizado para intervenir en el coloquio, ya
sea para aportar nuevas ideas, aclarar puntos expuestos, ya para pedir la ampliación
de algún aspecto concreto o bien las fuentes de documentación, replicar, etcétera.
Se ha de procurar que las intervenciones sean breves y concisas. Se invitará a
participar a todos los interesados, procurando que no se establezca polarización en
las intervenciones.
En definitiva, el conferenciante se hará cargo de todas las cuestiones que
puedan surgir a partir del coloquio: Turnos de palabras, respeto hacia todas las
opiniones expuestas, concluir la discusión en el tiempo previsto, etcétera, y,
evidentemente, dar la agilidad y amenidad que el coloquio requiera.

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