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Democracia y corrupción

Por Roberto Martínez (15-Nov-1997).-

Creo que todos los que escribimos en estos espacios de opinión buscamos aportar a
través de nuestras palabras el alimento que sirva para engendrar el cambio. Un
cambio profundo de las estructuras políticas y sociales que garanticen el bien
común.

Cada uno dedicamos parte de nuestro tiempo a ordenar nuestras ideas y


compartirlas por este medio con la comunidad. Por eso leemos las noticias con una
especial atención, analizando y reflexionando para emitir posteriormente una
opinión lo más útil posible. Así estamos colaborando a la consolidación de nuestra
democracia mediante nuestras ideas.

Lo que nos proponemos no es fácil, pues en muchas ocasiones, la democracia es


más un fenómeno formal, en papel, pero no real. No es suficiente para cantar
victoria señalar que el voto se respeta más que antes, o que los ciudadanos de la
vida pública y privada expresan sus opiniones con mayor libertad.

La democracia exige que la participación de cada uno no se detenga tan sólo en


declaraciones o quejas, sino que todos actuemos constantemente, para que los
derechos que la democracia nos brinda, realmente puedan ser ejercidos por la
sociedad.

Optamos como mexicanos por la democracia porque en ella se valora la dignidad


de la persona, sus derechos y libertades, sus deberes y responsabilidades, que
forman las bases de una convivencia verdaderamente humana y de una estructura
social justa. Pero esto no se materializa tan sólo con el voto, implica mucho trabajo
y un gran esfuerzo educativo.

Suena muy bonito lo que la democracia propone, pero en la práctica se puede


quedar en los libros y nunca concretarse si no tomamos conciencia y actuamos.
Somos más sensibles a la caridad que a la justicia porque la primera nos mueve a
ser amables, mientras que la segunda nos exige compartir, y qué apegados estamos
a nuestras cosas.

La democracia debe ser, en esencia, un sistema donde todos entendamos la


importancia de compartir y nos demos a la tarea de hacerlo. Compartir tiempo y
recursos para dar vida a estructuras sociales que permitan también a los más
desposeídos disfrutar de los beneficios de este sistema.

En Nuevo León no podemos dormirnos en nuestros laureles, sólo perdió el PRI. La


democracia se puede perder tan pronto como la conseguimos, se nos escapa si no
estamos alerta.

La historia nos enseña cómo el hombre comete los mismos errores y cae en las
mismas desviaciones del pasado. Si no educamos a los jóvenes y les enseñamos a
valorar su dignidad, su libertad, sus derechos y responsabilidades, la siguiente
generación se alejará de la democracia y la sociedad nuevamente tendrá que
desgastarse por alcanzarla.

Sin concientización no puede haber justicia social y sin ella la corrupción entra por
todas partes y termina con la democracia, reduciéndola a un membrete vació de
significado.

Si no participamos de manera organizada en la promoción humana de las


comunidades del Estado no habrá democracia duradera.

Podemos comparar la corrupción con un cáncer que ataca al cuerpo que es la


Nación. El cáncer ataca por todas partes y comienza sutilmente a robarnos la salud.
Así la corrupción trabaja en contra del bien común y nos impide alcanzar los
objetivos legítimos de un sistema democrático.

Es necesario que como prioridad erradiquemos este cáncer con tratamientos


efectivos. Hay que enseñar a los jóvenes a vivir profundamente los valores de la
justicia, de la solidaridad y del respeto por los demás, para que sus acciones
contribuyan al bien común.

No hacer política, ni permitir pasivamente que se haga política fijándose


únicamente en los resultados de los sondeos de opinión. Es verdad que tiene
importancia la orientación de la mayoría en torno a un tema, pero en el ejercicio
democrático responsable no pueden considerarse como el criterio de acción
supremo.

En ocasiones se tiene que tomar en cuenta la ética y la Ley que no pueden ser
violadas sin traicionar a la misma democracia.

Cuánta corrupción se genera por decisiones unilaterales y prepotentes justificadas


con sondeos manipulados.

Cuidado también con los que en nombre del derecho a la libertad intentan reducir
la libertad de otros, en ocasiones porque las mayorías niegan los legítimos derechos
de las minorías, y a veces porque atentan a derechos de la persona, como el derecho
a la vida, los derechos de la familia, la justicia en las relaciones laborales y en las
actividades de la vida política, por mencionar algunos.

La corrupción no es sólo consecuencia de las drogas. Hay muchas otras


circunstancias más sutiles y cotidianas que son fuente de corrupción y que
podemos erradicar con voluntad y decisión firme.

Cuando la democracia tolera a la corrupción, cuando nuestros representantes


buscan el poder y no el servicio, cuando la mayoría olvidamos los derechos de la
minoría, entonces este sistema de gobierno puede convertirse en una auténtica
esclavitud, un sistema de castas o un conglomerado de feudos controlado por don
Corrupto y sus secuaces.

Ya votaste el pasado 6 de julio, ya se respetó tu voto. Pero esto no es la democracia,


es tan sólo el A, B, C de la misma. Nos falta todavía de la de A la Z. ¿Te apuntas?

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