No recuerdo en que momento mi familia, con más de diez años de existencia empieza a tener problemas, a separarse, a destruirse; hasta ese momento siempre estuvimos todos juntos, solo mi padre por motivos de trabajo se ausentaba, pero estábamos seguros que después del tiempo señalado regresaba, siempre con algo en la mano, recuerdo en Cusco, salió para Limatambo en una misión y nos trajo una gran caja de frutas. Bueno, de ello no quiero referirme, seguramente los motivos son muchos, porque no creo que hayamos sido la primera familia que entra en crisis, en realidad los hijos no tenemos una verdadera dimensión del problema, mi padre, dejo su trabajo, según él por diversos motivos, es el primer paso de la crisis, sin trabajo, buscar otro le costaba y mientras tanto los amigos lo ganaban o su tierra natal, a cual viajaba por semanas, pero solo para maltratar su salud, regresaba, como siempre con algo en la mano. Mientras tanto con mi madre enfrentábamos las dificultades, conocimos las pallapas en las chacras cercanas, empecé a realizar algunos trabajos en el campo, pero eran muy duros para mi edad, mi contextura; en verdad creo que me faltaba “olla”, en alguna oportunidad casi me desmayo tuve que abandonarlo, mi madre hacia unas ricas mermeladas, nosotros proporcionábamos las frutas, me refiero a mi hermano mayor y yo, conocíamos algunas huertas, les “encantaban” nuestras visitas ,la parada también sabia de nosotros me agradaba en extremo la mermelada de sauco Llego las vacaciones , viajamos con mi padre y mi madre, mis hermanos al fundo de mi abuelo, seis horas de viaje en bus, llegamos a Capiza, el terminal, de allí en lomo de bestias como tres horas llegamos a Tipan-Castilla alta; después de muchos años regresamos a la casa de campo de mi madre, más conocida como” El Molino”(existe efectivamente un molino que según mi abuelo fue construido en las primeras décadas del siglo XVIII, hoy está prácticamente abandonado), yo casi no tenía recuerdos, por algún motivo borre de mi memoria, nuestra estadía en el fundo a la edad de tres o cuatro años, nadie me lo explico. Pero no falta alguien, y que casualidad, vino a saludarnos por nuestra llegada, portando una cesta de frutas: Don Zoilo Manchego, un aviejo amigo de mi abuelo, de mi padre, me dijo, don Adolfito como ha crecido Ud. lo conocí a la edad más o menos de tres años, con su hermano Eloy, según el nos encontraba siempre en las javas de los gallos de navaja, se preocupaba que podían picarnos, muchos eran bravos, pero a Uds. dijo: esos inmensos gallos de navaja no les hacían nada, eran dóciles, con sus manitas les daban de comer el trigo. Yo tenía como diez años, lo escuchaba atentamente, le agradecí por el cesto de frutas, un gesto habitual en él, cada que llegaba alguien al fundo, siempre traía su cesto, una bella persona, de casi un metro ochenta, cobrizo, de buena contextura, con muchas grietas, o arrugas en sus manos y en su rostro que pese a su buen humor, sonrisas, había o reflejaba preocupación, cansancio, trsiteza, al vernos junto a mi hermano mayor nos recordó una pasaje muy triste de nuestra estadía de niños; mi padre nos acompañaba: Según dijo,” todos estaban en la banda”, las chacras que se encontraban al frente de la Casa Hacienda, había que caminar un buen trecho, llegar al rio, cruzarlo y subir por una pendiente para llegar a ellas, eran dos chacras-. estas, estaban separadas hasta la mitad por un cerco de piedras y después de allí por unas inmensas higueras.- En la casa , solo se quedaron los dos y el hijo de un empleado un poco mayor que su hermano, Eloy tenía 5 años, Felipe tenía como 6 era el mayor-, con el completábamos un equipo , que nos dedicábamos a caminar, correr, jugar, nos quedamos bajo la vigilancia de la persona que se encargaban de la cocina y que estaba muy ocupada , preparando el almuerzo para los trabajadores de la banda que estaban cosechando trigo; el hecho es que siguió comentado; ,- en algún momento al sentirse solos optaron por ir a la chacra donde estaba, el abuelo, la abuela, su madre, seguro que ese era el objetivo de los tres o de uno de Uds. que tomo la iniciativa-, en realidad no era eso, Eloy recuerda que el objetivo era ir a las higueras a recoger higos, efectivamente así fue,- - pero de seguro no era Ud., era el menor, en estas épocas del años las lluvias son permanentes, después de las tres o cuatro de la tarde a veces se desencadenan tempestades, el rio por tanto esta crecido, sus aguas son turbias, del color del barro, y como nunca suena todo el día que desde muy lejos se siente-, a pesar de todo emprendimos el camino. Al parecer, la gran dificultad para llegar a las higueras, era el rio, para pasar había que cruzar el puente construido con un palo de sauce largo que cruzaban el rio de una orilla a otra , así como una especie de baranda de palo de sauce para poder agarrarse al momento de pasar, por el aumento de las aguas, estas pasaban justamente debajo del palo, de vez en cuando estas lo golpeaban , motivo por el cual se encontraba húmedo, mojado, por tanto resbaladizo, -alguno de Uds. tuvo la osadía de pasar primero-, mi hermano si está claro, lo recuerda, me lo comento una vez, fue el, quien fue el que primero empezó a pasar, detrás yo continuaba , Felipe nos seguía. El “puente” de palos se encontraba completamente húmedo por las aguas que lo golpeaban, y la desgracia, la muerte acechaba, a uno de los tres, dos o los tres podíamos haber caído, lo cierto es que fue Felipe que empezó a cruzar y llegando casi a la mitad, se resbalo, cayó, Eloy que estaba cerca lo recuerda aún, vio que “cayó sobre las aguas turbias y violentas del rio, estas lo envolvieron y desapareció rápidamente”, la reacción de nosotros fue el de correr a dar aviso y así llegamos , donde hubo un alboroto, todos corrieron a las riveras del rio buscando un milagro, buscando encontrar a Felipe recorrieron varios kilómetros hacia abajo, no lo encontraron, se hizo tarde, regresaron a la Casa, se hizo de noche, no encontraron a Felipe, seguro que mi abuelo carajeaba, todos se encontraron muy conmovidos, asustados ; ahora me doy cuenta porque no quiero acordarme nada de mi niñez en la casa del abuelo, mi madre nunca nos contó esta horrible tragedia, seguro para no hacernos sentir mal, porque alguien por allí habría dicho , estos chinitos son unos traviesos, y por ello buscaron ir a la chacra y cayo Felipe, quien sabe, no hubo testigos, éramos solo los tres niños, no nos dimos cuenta del peligro ; esto lo conozco por don Zoilo. A Felipe lo encontraron al día siguiente, una patrulla de hombres salió a buscar, unos 5km rio-abajo lo encontraron varado en una orilla del rio cuyas aguas estaban calmadas. Se hacia tarde, don Zoilo se fue, fui hasta cierto trecho del camino a acompañarlo, le agradecí por las frutas, ya comenzaba a llover, la abuela llamaba para tomar algo caliente e ir a dormir. Mi padre nos acompañó unos cuantos días después partió fue el peor momento de mi vida, no quería que nos deje, no sé cuánto grite, llore, partió cuando me quede dormido, según mi madre también ella tenía una profunda tristeza. El amanecer en el campo es extraordinario, son los cantos de los pajaritos, de las cucules, de los gallos ,de uno u otro animal quienes nos despiertan, normalmente muy temprano, yo me sentía ajeno a todo, me iba a caminar las chacras, los cerros, me perdía todo el día, si tenía hambre subía a las higueras, después a tomar agua al rio, al atardecer regresaba, la reprimenda de mi abuelo, la defensa de mi abuela que me tenía un cariño muy especial, varios días estuve rebelde, me fui calmando y retorné a la vida cotidiana del fundo. Todas las mañanas, mi abuelo ya estaba despachando al lechero, ya estaba programando sus s actividades del día, nosotros realizábamos algunas tareas, limpiar el patio, después de ello soltar las aves del gallinero, eran como cien entre gallinas, pollos, pollitos, patos, gansos, les arrojamos trigo o cebada previamente remojada y limpiarla de deshechos, después dar de comer a los gallos, había como dos a tres docenas, mi abuelo a veces me acompañaba para indicarme o comentarme algo sobre sus gallos, como que había que observar y cuidar un giro, había sufrido una herida en su última pelea, había que revisarlo, ver si evolucionaba bien la curación realizada, le dieron como diez puntos. Como al tercer día, el ovejero pide permiso y mi abuelo se preocupa, no quería darle, pero tenía justificación para hacerlo, hacía tiempo que no veía su familia, ante ello mi abuelo me dijo: Adolfo, mañana te encargas con Hernán de cuidar las ovejas, no dije nada, teníamos como cincuenta ovejas, como 15 chivos a veces acompañaban la recua de burros y de caballos esta vez estos se encontraban en una chacras lejanas, solamente estaban los borregos y chivos, no le di mucha importancia, más o menos sabía lo que había que hacer, a veces acompañábamos al ovejero, a conversar con él y sabía lo que hacía, o como cuidar, controlar el pequeño rebaño. Al día, siguiente muy temprano, con mi abuelo ya estábamos contando el número de ovejas, machos, hembras, crías, así como registramos quince chivos liderado por un padrillo, las ovejas también tenían su líder un mocho cara negra de más 100 kilos. Abrir la tranca y comenzar la tarea, felizmente teníamos una perrita Collie-Lassie pastora de origen inglés, la engreída de la casa, mi compañera, cuando me vio ya con el rebaño ella caminaba a mi lado, esperando alguna señal, alguna orden, en cuanto una oveja se salía de la manada allí estaba Lassie, con un chiflo; corría y la ponía al orden. Esa era su especialidad, agruparlas para que estén mejor protegidas.
Todo me distraía, sin embargo, cuando llegamos a la chacra, la
conocíamos como Chamcupe se encontraba al pie del cerro Tipancillo, entre la chacra y el cerro, pasaba una acequia que recorría todo a lo largo de la chacra, precisamente por ello aquí crecieron en fila unas higueras grandes , con una producción extraordinaria de higos, era nuestra despensa cuando teníamos hambre; estaba aún fresco el palote que dejaron las vacas, que ya rotaron a otra chacra, así es como funcionaba el fundo, todos los animales se concentran en comer, todo se mantiene con una calma y un silencio agradable, quizá la alegría que la expresaba alguna cría que saltaba, brincaba , corría me distraía, expresaban su alegría de estar al lado de los suyos en un nuevo día, pleno de sol por las mañanas, en la tarde las nubes cargaban el cielo y a partir de las tres de la tarde o un poco mas se desataban lluvia torrenciales propias del verano. Había que regresar rápidamente Yo caminaba por aquí; por allá, en mi bolsillo siempre llevaba una historieta de cowboys , me ponía a leer, y después , sentía la soledad, de pronto me invadía las penas y una tristeza cada vez más fuerte, mis ojos empezaban a humedecerse, las imágenes de mi hogar, de mi casa en Arequipa, de mis hermanos, y cuando aparecía la imagen de mi padre ya no podía soportar más y lloraba y lloraba, me hacía mucha falta, recién sentía realmente, verdaderamente la ausencia de quien era no solo mi padre, mi amigo, mi ejemplo, mi líder, mi héroe, me invadía más la pena, el llanto porque sabía también que mi padre sufría, lo mismo pasaba con mis hermanos, con mi madre también quien esta ese momento solo se dedicaba a nosotros, ella cuidaba de nosotros , ella nunca se separó de alguno de nosotros, si nos separábamos era por un tiempo después nos reuníamos, aunque sea por unas semanas pero así comenzó muestra “nueva vida”., entre Castilla -Alta, Tipan y Arequipa. En general el rebaño era tranquilo, solo había que mantenerlas agrupadas, trasladarlas de un lugar a otro para que el consumo de palote sea “parejo”, evitar que se acerquen a los barrancos que dan al rio, una caída y “adiós”, basta que una encuentre un “camino” de un momento a otro todas las siguen y desaparecen, pero estaba Lassie, Estos animalitos pasados muchos años los recordé sobremanera y desde la distancia les di las gracias; años mas tarde mi abuela me llama y me dice que la acompañe; había trasquilado las ovejas, lana de buena fibra (eran ovejas de procedencia de un hacendado de Puno, los cara negra), la acompañe visitando dos o tres lavaderos de lana donde compraban la fibra, hicimos una buena elección, buen precio, mi abuela estuvo contenta , y me dice, Adolfo quiero comprarte algo, que quieres? unos libros para la Universidad Mama y le di las gracias, le dije , hay una librería en la UNSA que ha traído buenos libros de economía de Chile y de Argentina, llegamos, los empleados al ver a mi abuela, como que se sorprendieron, ella muy simpática, alta, su presencia siempre resaltaba donde iba, me dice, cuáles son los libros!!!, hay un libro que mi profesor de economía política siempre nos habla, El Capital de Carlos Marx, -me dijo esos autores están prohibidos!!! (el padre de mi abuela llego a ser Alcalde de Yanahuara, hasta hoy lo recuerdan, porque construyo la Recova de la Antiquilla), cierto Mama, pero ya son otros tiempos, hoy se venden, y allí estaban en el estante los III Tomos de El Capital, editorial Cartago de Buenos Aires que había llegado como promoción a un buen precio, me lo llevo les dijo!!!, nos miraban extrañados, una abuela comprando el Capital para su nieto!!! Mama le dije de esta obra yo ya se algo, todo lo que estudia se refiere a la forma como en el Molino producimos la mantequilla, una pequeña empresa que yo conocía de memoria: insumos, maquinaria, instrumentos de uso, distintos procesos para llegar al producto final, etc., sin embargo le dije Marx estudia como un empresario puede aumentar la producción explotando la mano de obra de los trabajadores!!!, ella me dijo, alguna vez escuche hablar a mi padre del tal Carlos Marx y otro Lenin; me sorprendí!! de esto nos hablaba bastante el profe de economía política que llego de Lima de apellido Lecca, de filiación trotskista, un excelente docente. Salimos, mi abuela orgullosa de haberme obsequiado una obra y yo saltando de alegría, mi primera obra de Economía, que siempre me acompañaron los III Tomos, hasta que preste un Tomo, ¡¡¡dice aquel que presta un libro es un tonto!!!, creo que es cierto, ¡pero dice también que más tonto es el que devuelve!!!Los humildes animalitos me enviaron un regalo!!!!! Uno de esos días, lo primero que hacíamos con Hernán es ir a ver el rebaño, ver si la manada de chivos se encontraba, estos tenían la costumbre de escapar del corral y trepar los cerros aledaños, buscar en estos las zonas más pendientes, prácticamente verticales y por tanto las más peligrosas, donde uno no puede llegar, para comer algunos arbustos y lamer unas rocas al parecer de origen volcánico, hay que recordar a quienes leyeron mi libro Vacaciones*,que en este cerro existen piedras de color negro, enormes de forma rectangular de diversas dimensiones , pareciera que las hubiesen tallado, se levantan por ello muchas historias: como que todas estas piedras eran parte de un templo construido por los gentiles y que por algún temblor se derrumbaron, otro que efectivamente existía este templo pero que era imposible que los gentiles lo hubiesen hecho, por la dimensiones de las piedras, y de seguro fueron seres superiores o extraterrestres que hicieron estas construcciones , donde las habitaban , todo era posible y sorprendente, lo cierto es que creo no existe en ninguna parte del mundo tanta piedra de color negro, lisas; completamente llanas, , rectangulares que parecen féretros, amontonadas una sobre otra, casi en la cumbre de un cerro, no existe siquiera una cantera para poder decir, de allí las sacaron y las trabajaron, nada, estaban sobrepuestas una sobre otra, en medio de ellas nos habríamos camino para observarlos, admirarlas. La manada de Chivos, disfrutan estar allí en las montañas, en el precipicio, en el peligro, es la forma que tienen de desestresarse, nos tomaba casi medio día ir a recuperarlos, llegar a la cumbre del cerro denominado Tipancillo, desde allí podíamos divisar la extraordinaria belleza de nuestra Cordillera, que se levantaban desde el valle de Majes, empezaban en Andamayo, dos o tres brazos de montañas una al lado de la otra y así avanzando, ganando cada vez mayores alturas , para llegar a la zona de Orcopampa, con más de 3,779 metros, divisar con claridad la inmensidad del Coropuna, con más de 6,425 m. la montaña de Mamas de más 3 mil metros, el cerro de al frente, Cruz-pata, a cuyo pies se encuentra Tipan, divisar al otro lado la quebrada de Jollpa, se levanta una extraordinaria y enigmática montaña con pendientes perpendiculares, imposibles de pretender escalar, llegando a la cumbre del Tipancillo, descubrimos las casas de los gentiles, pequeñas, creo que no eran de más de dos metros cuadrados, encontramos trozos de cerámicas de dos a tres colores, de vajillas destruidas, seguro, por su abandono; eran muy similares a las que conocí en las laderas de Sacsayhuamán en el cusco, rápidamente uno saca la conclusión que esas tierras fueron habitadas los hombre antiguos a la sociedad Inca hasta la llegada de los españoles, en estas osas pernoctaban por el peligro que existía en la quebrada, por algunos animales salvajes, o peligros por el rio o llocllas que entraban; en la cumbre se sentían muy seguros y dominaban con la vista los cuatro puntos cardinales, allí también encontramos un combate entre un alacrán y una araña de regular tamaño de color negro oscuro, esta última le gana, el combate era tan encarnizado que parece que nos ignoraron, seguían peleando, su vida estaba en juego; la araña gana porque tuvo más habilidad para inyectarle su veneno, el alacrán sucumbe frente a una danza de la araña sobre su cuerpo, después este es arrastrado hacia unos pequeños arbustos donde seguro la araña tenia su madriguera. En otra oportunidad en el corral apenas llegue para contar el ‘ganado’ y veo que los padrillos, el mocho de parte de las ovejas, y el chivo padrillo, estaban uno al frente del otro , amenazantes, de pronto el mocho empieza a retroceder un metro, dos metros, el chivo no le pierde vista, opta por juntar su mentón al cuello, el mocho arranca para golpearlo, ya el Chivo está parado sobre sus patas traseras, el cálculo es extraordinariamente preciso, al momento mismo en que el mocho está llegando para embestirlo, el chivo desciendo su cabeza para enfrentarlo, produciéndose un choque de “trenes”, un golpe de huesos, pero parecían rocas o piedras, y de nuevo se producía el acto, casi ceremonial, religioso, con una precisión y exactitud extraordinario que terminaba en el golpe, ninguno mostraba un signo de temor, de debilidad, al contrario al tercer golpe parecían que estaban más encendidos, en esas circunstancia llega mi abuelo , Adolfo, Hernán hay que sepáralos estos se matan , mi abuelo sintió el ruido en los corrales, el choque y vino, se ganó el último raund, nos explico que estos se matan, claro, los golpes son tan fuertes que van fracturándose la cabeza y venia el desastre, mientras ellos peleaban sus congéneres arrinconados, observando, inmóviles, nadie se movía, unos espectadores silenciosos, disciplinados, cuando paso la tormenta, las hembras del chivo se le acercaban, lo frotaban con el cuerpo, por el lado del mocho la ovejas guardaban silencio, seguro era la forma de reconocer su valor. Ya en la chacra, después de cierta tranquilidad, pronto Lassie comenzó a ladrar las ovejas que se dispersaron; los chivos ya comenzaron a buscar las higueras, los cerros, a correr, a correr a juntarlos, y de nuevo cierta tranquilidad, yo recuperaba mi estado de ánimo, no se cuento días esto se repetía y los mismos recuerdos, penas fuertes, mi padre mis hermanos, no sé cuántos días duro, que creo que las penas no tenían el valor de parecer en mi mente y las lágrimas ya se agotaron como alguna vez lo dije, me fui endureciendo, haciéndome fuerte frente a mi nueva realidad, creo que no llore más, llore siempre en mi soledad, allí me desahogaba de todo y volvía a la realidad, el atardecer, ya pensar en regresar, como media hora de camino por los caminos de arriero ya estaba llegando a la casa, mi abuelo, preguntaba, todo bien Adolfo, si papa todo bien. Fue mi primer trabajo, lo hice con mucha responsabilidad, trabajo del cual recuerdo la soledad, las penas que me invadían, el llanto que me ahogaba, porque uno en las chacras, se encuentra solo, la compañía los animales, las higueras, las aves, los grillos, con esta soledad es que empecé a fortalecer mi carácter, creo que pase a la juventud rápidamente, a ser un hombre. Empecé a conocer lo que es responsabilidad, lo hice bien casi tres a cuatro semanas, el abuelo contrato a un ovejero, que llegaba de las alturas con su hijo menor, que fue mi primer amigo en esas tierras.
* Mi libro titula Vacaciones en el fundo de mi abuelo, pueden
verlo en mi blog Dr. Adolfo prado cárdenas, o en el sitio de la ONG Marca llacta, la Web.