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El pastoreo mi primera experiencia de trabajo

Dr. Adolfo Prado Cárdenas


No recuerdo en que momento mi familia, con más de diez años
de existencia empieza a tener problemas, a separarse, a
destruirse; hasta ese momento siempre estuvimos todos
juntos, solo mi padre por motivos de trabajo se ausentaba,
pero estábamos seguros que después del tiempo señalado
regresaba, siempre con algo en la mano, recuerdo en Cusco,
salió para Limatambo en una misión y nos trajo una gran caja
de frutas.
Bueno, de ello no quiero referirme, seguramente los motivos
son muchos, porque no creo que hayamos sido la primera
familia que entra en crisis, en realidad los hijos no tenemos
una verdadera dimensión del problema, mi padre, dejo su
trabajo, según él por diversos motivos, es el primer paso de la
crisis, sin trabajo, buscar otro le costaba y mientras tanto los
amigos lo ganaban o su tierra natal, a cual viajaba por
semanas, pero solo para maltratar su salud, regresaba, como
siempre con algo en la mano.
Mientras tanto con mi madre enfrentábamos las dificultades,
conocimos las pallapas en las chacras cercanas, empecé a
realizar algunos trabajos en el campo, pero eran muy duros
para mi edad, mi contextura; en verdad creo que me faltaba
“olla”, en alguna oportunidad casi me desmayo tuve que
abandonarlo, mi madre hacia unas ricas mermeladas, nosotros
proporcionábamos las frutas, me refiero a mi hermano mayor
y yo, conocíamos algunas huertas, les “encantaban” nuestras
visitas ,la parada también sabia de nosotros me agradaba en
extremo la mermelada de sauco
Llego las vacaciones , viajamos con mi padre y mi madre, mis
hermanos al fundo de mi abuelo, seis horas de viaje en bus,
llegamos a Capiza, el terminal, de allí en lomo de bestias como
tres horas llegamos a Tipan-Castilla alta; después de muchos
años regresamos a la casa de campo de mi madre, más
conocida como” El Molino”(existe efectivamente un molino
que según mi abuelo fue construido en las primeras décadas
del siglo XVIII, hoy está prácticamente abandonado), yo casi no
tenía recuerdos, por algún motivo borre de mi memoria,
nuestra estadía en el fundo a la edad de tres o cuatro años,
nadie me lo explico.
Pero no falta alguien, y que casualidad, vino a saludarnos por
nuestra llegada, portando una cesta de frutas: Don Zoilo
Manchego, un aviejo amigo de mi abuelo, de mi padre, me
dijo, don Adolfito como ha crecido Ud. lo conocí a la edad más
o menos de tres años, con su hermano Eloy, según el nos
encontraba siempre en las javas de los gallos de navaja, se
preocupaba que podían picarnos, muchos eran bravos, pero a
Uds. dijo: esos inmensos gallos de navaja no les hacían nada,
eran dóciles, con sus manitas les daban de comer el trigo.
Yo tenía como diez años, lo escuchaba atentamente, le
agradecí por el cesto de frutas, un gesto habitual en él, cada
que llegaba alguien al fundo, siempre traía su cesto, una bella
persona, de casi un metro ochenta, cobrizo, de buena
contextura, con muchas grietas, o arrugas en sus manos y en
su rostro que pese a su buen humor, sonrisas, había o reflejaba
preocupación, cansancio, trsiteza, al vernos junto a mi
hermano mayor nos recordó una pasaje muy triste de nuestra
estadía de niños; mi padre nos acompañaba:
Según dijo,” todos estaban en la banda”, las chacras que se
encontraban al frente de la Casa Hacienda, había que caminar
un buen trecho, llegar al rio, cruzarlo y subir por una pendiente
para llegar a ellas, eran dos chacras-. estas, estaban separadas
hasta la mitad por un cerco de piedras y después de allí por
unas inmensas higueras.- En la casa , solo se quedaron los dos
y el hijo de un empleado un poco mayor que su hermano, Eloy
tenía 5 años, Felipe tenía como 6 era el mayor-, con el
completábamos un equipo , que nos dedicábamos a caminar,
correr, jugar, nos quedamos bajo la vigilancia de la persona
que se encargaban de la cocina y que estaba muy ocupada ,
preparando el almuerzo para los trabajadores de la banda que
estaban cosechando trigo; el hecho es que siguió comentado;
,- en algún momento al sentirse solos optaron por ir a la chacra
donde estaba, el abuelo, la abuela, su madre, seguro que ese
era el objetivo de los tres o de uno de Uds. que tomo la
iniciativa-, en realidad no era eso, Eloy recuerda que el objetivo
era ir a las higueras a recoger higos, efectivamente así fue,- -
pero de seguro no era Ud., era el menor, en estas épocas del
años las lluvias son permanentes, después de las tres o cuatro
de la tarde a veces se desencadenan tempestades, el rio por
tanto esta crecido, sus aguas son turbias, del color del barro, y
como nunca suena todo el día que desde muy lejos se siente-,
a pesar de todo emprendimos el camino.
Al parecer, la gran dificultad para llegar a las higueras, era el
rio, para pasar había que cruzar el puente construido con un
palo de sauce largo que cruzaban el rio de una orilla a otra , así
como una especie de baranda de palo de sauce para poder
agarrarse al momento de pasar, por el aumento de las aguas,
estas pasaban justamente debajo del palo, de vez en cuando
estas lo golpeaban , motivo por el cual se encontraba húmedo,
mojado, por tanto resbaladizo, -alguno de Uds. tuvo la osadía
de pasar primero-, mi hermano si está claro, lo recuerda, me
lo comento una vez, fue el, quien fue el que primero empezó
a pasar, detrás yo continuaba , Felipe nos seguía.
El “puente” de palos se encontraba completamente húmedo
por las aguas que lo golpeaban, y la desgracia, la muerte
acechaba, a uno de los tres, dos o los tres podíamos haber
caído, lo cierto es que fue Felipe que empezó a cruzar y
llegando casi a la mitad, se resbalo, cayó, Eloy que estaba
cerca lo recuerda aún, vio que “cayó sobre las aguas turbias y
violentas del rio, estas lo envolvieron y desapareció
rápidamente”, la reacción de nosotros fue el de correr a dar
aviso y así llegamos , donde hubo un alboroto, todos corrieron
a las riveras del rio buscando un milagro, buscando encontrar
a Felipe recorrieron varios kilómetros hacia abajo, no lo
encontraron, se hizo tarde, regresaron a la Casa, se hizo de
noche, no encontraron a Felipe, seguro que mi abuelo
carajeaba, todos se encontraron muy conmovidos, asustados
; ahora me doy cuenta porque no quiero acordarme nada de
mi niñez en la casa del abuelo, mi madre nunca nos contó esta
horrible tragedia, seguro para no hacernos sentir mal, porque
alguien por allí habría dicho , estos chinitos son unos traviesos,
y por ello buscaron ir a la chacra y cayo Felipe, quien sabe, no
hubo testigos, éramos solo los tres niños, no nos dimos cuenta
del peligro ; esto lo conozco por don Zoilo. A Felipe lo
encontraron al día siguiente, una patrulla de hombres salió a
buscar, unos 5km rio-abajo lo encontraron varado en una orilla
del rio cuyas aguas estaban calmadas.
Se hacia tarde, don Zoilo se fue, fui hasta cierto trecho del
camino a acompañarlo, le agradecí por las frutas, ya
comenzaba a llover, la abuela llamaba para tomar algo caliente
e ir a dormir. Mi padre nos acompañó unos cuantos días
después partió fue el peor momento de mi vida, no quería que
nos deje, no sé cuánto grite, llore, partió cuando me quede
dormido, según mi madre también ella tenía una profunda
tristeza.
El amanecer en el campo es extraordinario, son los cantos de
los pajaritos, de las cucules, de los gallos ,de uno u otro animal
quienes nos despiertan, normalmente muy temprano, yo me
sentía ajeno a todo, me iba a caminar las chacras, los cerros,
me perdía todo el día, si tenía hambre subía a las higueras,
después a tomar agua al rio, al atardecer regresaba, la
reprimenda de mi abuelo, la defensa de mi abuela que me
tenía un cariño muy especial, varios días estuve rebelde, me
fui calmando y retorné a la vida cotidiana del fundo.
Todas las mañanas, mi abuelo ya estaba despachando al
lechero, ya estaba programando sus s actividades del día,
nosotros realizábamos algunas tareas, limpiar el patio,
después de ello soltar las aves del gallinero, eran como cien
entre gallinas, pollos, pollitos, patos, gansos, les arrojamos
trigo o cebada previamente remojada y limpiarla de
deshechos, después dar de comer a los gallos, había como dos
a tres docenas, mi abuelo a veces me acompañaba para
indicarme o comentarme algo sobre sus gallos, como que
había que observar y cuidar un giro, había sufrido una herida
en su última pelea, había que revisarlo, ver si evolucionaba
bien la curación realizada, le dieron como diez puntos.
Como al tercer día, el ovejero pide permiso y mi abuelo se
preocupa, no quería darle, pero tenía justificación para
hacerlo, hacía tiempo que no veía su familia, ante ello mi
abuelo me dijo: Adolfo, mañana te encargas con Hernán de
cuidar las ovejas, no dije nada, teníamos como cincuenta
ovejas, como 15 chivos a veces acompañaban la recua de
burros y de caballos esta vez estos se encontraban en una
chacras lejanas, solamente estaban los borregos y chivos, no le
di mucha importancia, más o menos sabía lo que había que
hacer, a veces acompañábamos al ovejero, a conversar con él
y sabía lo que hacía, o como cuidar, controlar el pequeño
rebaño.
Al día, siguiente muy temprano, con mi abuelo ya estábamos
contando el número de ovejas, machos, hembras, crías, así
como registramos quince chivos liderado por un padrillo, las
ovejas también tenían su líder un mocho cara negra de más
100 kilos. Abrir la tranca y comenzar la tarea, felizmente
teníamos una perrita Collie-Lassie pastora de origen inglés, la
engreída de la casa, mi compañera, cuando me vio ya con el
rebaño ella caminaba a mi lado, esperando alguna señal,
alguna orden, en cuanto una oveja se salía de la manada allí
estaba Lassie, con un chiflo; corría y la ponía al orden. Esa era
su especialidad, agruparlas para que estén mejor protegidas.

Todo me distraía, sin embargo, cuando llegamos a la chacra, la


conocíamos como Chamcupe se encontraba al pie del cerro
Tipancillo, entre la chacra y el cerro, pasaba una acequia que
recorría todo a lo largo de la chacra, precisamente por ello aquí
crecieron en fila unas higueras grandes , con una producción
extraordinaria de higos, era nuestra despensa cuando
teníamos hambre; estaba aún fresco el palote que dejaron las
vacas, que ya rotaron a otra chacra, así es como funcionaba el
fundo, todos los animales se concentran en comer, todo se
mantiene con una calma y un silencio agradable, quizá la
alegría que la expresaba alguna cría que saltaba, brincaba ,
corría me distraía, expresaban su alegría de estar al lado de los
suyos en un nuevo día, pleno de sol por las mañanas, en la
tarde las nubes cargaban el cielo y a partir de las tres de la
tarde o un poco mas se desataban lluvia torrenciales propias
del verano. Había que regresar rápidamente
Yo caminaba por aquí; por allá, en mi bolsillo siempre llevaba
una historieta de cowboys , me ponía a leer, y después , sentía
la soledad, de pronto me invadía las penas y una tristeza cada
vez más fuerte, mis ojos empezaban a humedecerse, las
imágenes de mi hogar, de mi casa en Arequipa, de mis
hermanos, y cuando aparecía la imagen de mi padre ya no
podía soportar más y lloraba y lloraba, me hacía mucha falta,
recién sentía realmente, verdaderamente la ausencia de quien
era no solo mi padre, mi amigo, mi ejemplo, mi líder, mi héroe,
me invadía más la pena, el llanto porque sabía también que
mi padre sufría, lo mismo pasaba con mis hermanos, con mi
madre también quien esta ese momento solo se dedicaba a
nosotros, ella cuidaba de nosotros , ella nunca se separó de
alguno de nosotros, si nos separábamos era por un tiempo
después nos reuníamos, aunque sea por unas semanas pero
así comenzó muestra “nueva vida”., entre Castilla -Alta, Tipan
y Arequipa.
En general el rebaño era tranquilo, solo había que mantenerlas
agrupadas, trasladarlas de un lugar a otro para que el consumo
de palote sea “parejo”, evitar que se acerquen a los barrancos
que dan al rio, una caída y “adiós”, basta que una encuentre
un “camino” de un momento a otro todas las siguen y
desaparecen, pero estaba Lassie, Estos animalitos pasados
muchos años los recordé sobremanera y desde la distancia les
di las gracias; años mas tarde mi abuela me llama y me dice
que la acompañe; había trasquilado las ovejas, lana de buena
fibra (eran ovejas de procedencia de un hacendado de Puno,
los cara negra), la acompañe visitando dos o tres lavaderos de
lana donde compraban la fibra, hicimos una buena elección,
buen precio, mi abuela estuvo contenta , y me dice, Adolfo
quiero comprarte algo, que quieres? unos libros para la
Universidad Mama y le di las gracias, le dije , hay una librería
en la UNSA que ha traído buenos libros de economía de Chile
y de Argentina, llegamos, los empleados al ver a mi abuela,
como que se sorprendieron, ella muy simpática, alta, su
presencia siempre resaltaba donde iba, me dice, cuáles son los
libros!!!, hay un libro que mi profesor de economía política
siempre nos habla, El Capital de Carlos Marx, -me dijo esos
autores están prohibidos!!! (el padre de mi abuela llego a ser
Alcalde de Yanahuara, hasta hoy lo recuerdan, porque
construyo la Recova de la Antiquilla), cierto Mama, pero ya son
otros tiempos, hoy se venden, y allí estaban en el estante los
III Tomos de El Capital, editorial Cartago de Buenos Aires que
había llegado como promoción a un buen precio, me lo llevo
les dijo!!!, nos miraban extrañados, una abuela comprando el
Capital para su nieto!!! Mama le dije de esta obra yo ya se algo,
todo lo que estudia se refiere a la forma como en el Molino
producimos la mantequilla, una pequeña empresa que yo
conocía de memoria: insumos, maquinaria, instrumentos de
uso, distintos procesos para llegar al producto final, etc., sin
embargo le dije Marx estudia como un empresario puede
aumentar la producción explotando la mano de obra de los
trabajadores!!!, ella me dijo, alguna vez escuche hablar a mi
padre del tal Carlos Marx y otro Lenin; me sorprendí!! de esto
nos hablaba bastante el profe de economía política que llego
de Lima de apellido Lecca, de filiación trotskista, un excelente
docente. Salimos, mi abuela orgullosa de haberme obsequiado
una obra y yo saltando de alegría, mi primera obra de
Economía, que siempre me acompañaron los III Tomos, hasta
que preste un Tomo, ¡¡¡dice aquel que presta un libro es un
tonto!!!, creo que es cierto, ¡pero dice también que más tonto
es el que devuelve!!!Los humildes animalitos me enviaron un
regalo!!!!!
Uno de esos días, lo primero que hacíamos con Hernán es ir a
ver el rebaño, ver si la manada de chivos se encontraba, estos
tenían la costumbre de escapar del corral y trepar los cerros
aledaños, buscar en estos las zonas más pendientes,
prácticamente verticales y por tanto las más peligrosas, donde
uno no puede llegar, para comer algunos arbustos y lamer
unas rocas al parecer de origen volcánico, hay que recordar a
quienes leyeron mi libro Vacaciones*,que en este cerro existen
piedras de color negro, enormes de forma rectangular de
diversas dimensiones , pareciera que las hubiesen tallado, se
levantan por ello muchas historias: como que todas estas
piedras eran parte de un templo construido por los gentiles y
que por algún temblor se derrumbaron, otro que
efectivamente existía este templo pero que era imposible que
los gentiles lo hubiesen hecho, por la dimensiones de las
piedras, y de seguro fueron seres superiores o extraterrestres
que hicieron estas construcciones , donde las habitaban , todo
era posible y sorprendente, lo cierto es que creo no existe en
ninguna parte del mundo tanta piedra de color negro, lisas;
completamente llanas, , rectangulares que parecen féretros,
amontonadas una sobre otra, casi en la cumbre de un cerro,
no existe siquiera una cantera para poder decir, de allí las
sacaron y las trabajaron, nada, estaban sobrepuestas una
sobre otra, en medio de ellas nos habríamos camino para
observarlos, admirarlas.
La manada de Chivos, disfrutan estar allí en las montañas, en
el precipicio, en el peligro, es la forma que tienen de
desestresarse, nos tomaba casi medio día ir a recuperarlos,
llegar a la cumbre del cerro denominado Tipancillo, desde allí
podíamos divisar la extraordinaria belleza de nuestra
Cordillera, que se levantaban desde el valle de Majes,
empezaban en Andamayo, dos o tres brazos de montañas una
al lado de la otra y así avanzando, ganando cada vez mayores
alturas , para llegar a la zona de Orcopampa, con más de 3,779
metros, divisar con claridad la inmensidad del Coropuna, con
más de 6,425 m. la montaña de Mamas de más 3 mil metros,
el cerro de al frente, Cruz-pata, a cuyo pies se encuentra Tipan,
divisar al otro lado la quebrada de Jollpa, se levanta una
extraordinaria y enigmática montaña con pendientes
perpendiculares, imposibles de pretender escalar, llegando a
la cumbre del Tipancillo, descubrimos las casas de los gentiles,
pequeñas, creo que no eran de más de dos metros cuadrados,
encontramos trozos de cerámicas de dos a tres colores, de
vajillas destruidas, seguro, por su abandono; eran muy
similares a las que conocí en las laderas de Sacsayhuamán en
el cusco, rápidamente uno saca la conclusión que esas tierras
fueron habitadas los hombre antiguos a la sociedad Inca hasta
la llegada de los españoles, en estas osas pernoctaban por el
peligro que existía en la quebrada, por algunos animales
salvajes, o peligros por el rio o llocllas que entraban; en la
cumbre se sentían muy seguros y dominaban con la vista los
cuatro puntos cardinales, allí también encontramos un
combate entre un alacrán y una araña de regular tamaño de
color negro oscuro, esta última le gana, el combate era tan
encarnizado que parece que nos ignoraron, seguían peleando,
su vida estaba en juego; la araña gana porque tuvo más
habilidad para inyectarle su veneno, el alacrán sucumbe frente
a una danza de la araña sobre su cuerpo, después este es
arrastrado hacia unos pequeños arbustos donde seguro la
araña tenia su madriguera.
En otra oportunidad en el corral apenas llegue para contar el
‘ganado’ y veo que los padrillos, el mocho de parte de las
ovejas, y el chivo padrillo, estaban uno al frente del otro ,
amenazantes, de pronto el mocho empieza a retroceder un
metro, dos metros, el chivo no le pierde vista, opta por juntar
su mentón al cuello, el mocho arranca para golpearlo, ya el
Chivo está parado sobre sus patas traseras, el cálculo es
extraordinariamente preciso, al momento mismo en que el
mocho está llegando para embestirlo, el chivo desciendo su
cabeza para enfrentarlo, produciéndose un choque de
“trenes”, un golpe de huesos, pero parecían rocas o piedras,
y de nuevo se producía el acto, casi ceremonial, religioso, con
una precisión y exactitud extraordinario que terminaba en el
golpe, ninguno mostraba un signo de temor, de debilidad, al
contrario al tercer golpe parecían que estaban más
encendidos, en esas circunstancia llega mi abuelo , Adolfo,
Hernán hay que sepáralos estos se matan , mi abuelo sintió el
ruido en los corrales, el choque y vino, se ganó el último
raund, nos explico que estos se matan, claro, los golpes son
tan fuertes que van fracturándose la cabeza y venia el
desastre, mientras ellos peleaban sus congéneres
arrinconados, observando, inmóviles, nadie se movía, unos
espectadores silenciosos, disciplinados, cuando paso la
tormenta, las hembras del chivo se le acercaban, lo frotaban
con el cuerpo, por el lado del mocho la ovejas guardaban
silencio, seguro era la forma de reconocer su valor.
Ya en la chacra, después de cierta tranquilidad, pronto Lassie
comenzó a ladrar las ovejas que se dispersaron; los chivos ya
comenzaron a buscar las higueras, los cerros, a correr, a correr
a juntarlos, y de nuevo cierta tranquilidad, yo recuperaba mi
estado de ánimo, no se cuento días esto se repetía y los
mismos recuerdos, penas fuertes, mi padre mis hermanos, no
sé cuántos días duro, que creo que las penas no tenían el valor
de parecer en mi mente y las lágrimas ya se agotaron como
alguna vez lo dije, me fui endureciendo, haciéndome fuerte
frente a mi nueva realidad, creo que no llore más, llore siempre
en mi soledad, allí me desahogaba de todo y volvía a la
realidad, el atardecer, ya pensar en regresar, como media hora
de camino por los caminos de arriero ya estaba llegando a la
casa, mi abuelo, preguntaba, todo bien Adolfo, si papa todo
bien.
Fue mi primer trabajo, lo hice con mucha responsabilidad,
trabajo del cual recuerdo la soledad, las penas que me
invadían, el llanto que me ahogaba, porque uno en las chacras,
se encuentra solo, la compañía los animales, las higueras, las
aves, los grillos, con esta soledad es que empecé a fortalecer
mi carácter, creo que pase a la juventud rápidamente, a ser un
hombre. Empecé a conocer lo que es responsabilidad, lo hice
bien casi tres a cuatro semanas, el abuelo contrato a un
ovejero, que llegaba de las alturas con su hijo menor, que fue
mi primer amigo en esas tierras.

* Mi libro titula Vacaciones en el fundo de mi abuelo, pueden


verlo en mi blog Dr. Adolfo prado cárdenas, o en el sitio de la
ONG Marca llacta, la Web.

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