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Desde los primeros años del cristianismo surgieron los elementos que forman el
escenario y los personajes del belén. Muchos de ellos fueron tomados de los
primeros escritos cristianos, algunos de los cuales no forman parte del grupo de
libros que se incluyen dentro de la Biblia. La costumbre de colocar a la Sagrada
Familia en una cueva surgió de un "Diálogo" de Justino (quien citó una profecía
bíblica: "Vivirá de cueva en cueva, de piedra dura") y de una descripción de San
Jerónimo que en el año 404 habló de la cueva del Salvador. El buey y la mula
surgieron del "Protoevangelio de Santiago", confirmando una visión de Isaías de
Habacuc. San Paulino de Nola escribió que eran símbolo de la liberación de la
esclavitud. En el siglo V, un decreto papal citado en una homilía de San León
Magno estableció el número de los reyes magos, que hasta entonces se
acostumbraba entre 2 y 12.
Algunos historiadores consideran que el inicio del belén como tal tiene lugar con el
acta notarial que se registró en Nápoles en el 1025 en una Iglesia de Santa María,
llamada "la Redonda". Sin embargo, en este caso, como en el de Santa María la
Mayor parece que se trata más bien de capillas destinadas a guardar fragmentos
más o menos verdaderos, recogidos en Tierra Santa.
Dieciséis años después, Francisco de Asís, llegó a Greccio con su hermano León
para evangelizar a los habitantes de aquella tierra. Se le ocurrió pedir una dispensa
al Papa Honorio III para retomar la costumbre de representar aquella famosa
noche en Belén. San Francisco había descubierto una gruta en los bosques
montañosos, a pocos pasos de su modesta cabaña, y pensó que era el lugar ideal
para el "nacimiento" del Redentor.
Con la ayuda de Giovanni Vellita, el hombre rico del pueblo, consiguió el pesebre,
la paja y los animales. La noche de la vigilia, San Francisco tocó las campanas y así
convocó en la gruta a todos los pobladores de Greccio. Llegaron caminando
algunos, otros en burro o caballo, sin darse cuenta, igual como los pastores llegaron
al pesebre, tras el anuncio de los ángeles. La historia narra que durante la misa
Francisco habló a los fieles, y los ojos rojos y enfermos del santo lloraron por los
sufrimientos del redentor. Como por milagro, por un momento, vio materializarse
al Niño entre sus brazos. Francisco de Asís murió dos años después.
Por cierto, Belén significa "casa del pan". Espero que en cada familia, durante esta
Navidad, haya pan para todos. Es un deseo que no puede hacerse realidad
fácilmente, porque son muchas las familias incluso aquí en Monterrey que comen
una vez al día cuando mucho. Basta darse una vuelta por las pedreras abandonadas
del Topochico que ahora funcionan como asentamientos humanos de personas
muy necesitadas para constatar sus carencias. Las chozas son de 3 metros de ancho
por 4 de largo y lo único que abunda es la tierra, las piedras y el frío. Al contemplar
el belén familiar acuérdate de compartir, así llevarás la Navidad en tu corazón
durante todo el año.