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La tradición del Belén

Por Roberto Martínez (20-Dic-1997).-

En esta época de posadas, ambiente de alegría y paz, me interesé por investigar el


origen de la tradición de representar el nacimiento del Niño Jesús con el escenario
de luces y estatuillas que comúnmente llamamos nacimientos o belenes, y que
encontramos al pie del pino de Navidad o en las azoteas de las casas.

La descripción de la escena del nacimiento de Jesús que hace el Evangelio se


reduce tan sólo a lo más indispensable: "Mientras ellos estaban allí, se le
cumplieron (a María) los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito,
le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el
alojamiento". Sin embargo, los nacimientos actuales incluyen frecuentemente a los
reyes magos y en ocasiones se representa a todo el pueblo con sus casitas y
habitantes de diferentes oficios.

Desde los primeros años del cristianismo surgieron los elementos que forman el
escenario y los personajes del belén. Muchos de ellos fueron tomados de los
primeros escritos cristianos, algunos de los cuales no forman parte del grupo de
libros que se incluyen dentro de la Biblia. La costumbre de colocar a la Sagrada
Familia en una cueva surgió de un "Diálogo" de Justino (quien citó una profecía
bíblica: "Vivirá de cueva en cueva, de piedra dura") y de una descripción de San
Jerónimo que en el año 404 habló de la cueva del Salvador. El buey y la mula
surgieron del "Protoevangelio de Santiago", confirmando una visión de Isaías de
Habacuc. San Paulino de Nola escribió que eran símbolo de la liberación de la
esclavitud. En el siglo V, un decreto papal citado en una homilía de San León
Magno estableció el número de los reyes magos, que hasta entonces se
acostumbraba entre 2 y 12.

El primer calendario litúrgico que incluye la celebración de Navidad tal cual la


tenemos ahora el 25 de diciembre fue el del año 320. El 25 de diciembre, se
celebraba la fiesta romana del solsticio de invierno, el día en el que el sol deja de
descender respecto al ecuador celeste, y los días se alargan. Los padres de la Iglesia
llamaban a Jesús "Sol de Justicia" y la liturgia ortodoxa lo representa como "Luz
del mundo".
Entre el año 432 y el 440 Sixto III llevó a Roma algunos fragmentos de la santa
cuna y los mandó guardar en una iglesia que en aquel tiempo fue llamada Santa
María en el Pesebre, y que después pasaría a recibir el nombre de Basílica de Santa
María la Mayor. En esta Iglesia italiana inició la tradición de celebrar la misa de
medianoche, tomada de una análoga tradición en Belén. La atribución del oficio de
carpintero a San José se difundió en el siglo VI a través de las representaciones del
nacimiento de Cristo en los marfiles bizantinos.

Algunos historiadores consideran que el inicio del belén como tal tiene lugar con el
acta notarial que se registró en Nápoles en el 1025 en una Iglesia de Santa María,
llamada "la Redonda". Sin embargo, en este caso, como en el de Santa María la
Mayor parece que se trata más bien de capillas destinadas a guardar fragmentos
más o menos verdaderos, recogidos en Tierra Santa.

A partir del siglo VIII el nacimiento y la resurrección de Cristo se convirtieron en el


tema de escenificaciones tomadas de los Evangelios y representadas en las plazas
como las pastorelas de hoy en día. Con el tiempo el sentido religioso de los recitales
se fue deteriorando, de modo que frailes y curas predicaron contra la vulgarización,
hasta el punto de que el mismo Inocencio III lo criticó y prohibió estas pastorelas
porque eran profanas y se daba mayor interés en montarlas como comedias que
como medios para reflexionar en tan importante acontecimiento. Esto sucedió en el
año 1207.

Dieciséis años después, Francisco de Asís, llegó a Greccio con su hermano León
para evangelizar a los habitantes de aquella tierra. Se le ocurrió pedir una dispensa
al Papa Honorio III para retomar la costumbre de representar aquella famosa
noche en Belén. San Francisco había descubierto una gruta en los bosques
montañosos, a pocos pasos de su modesta cabaña, y pensó que era el lugar ideal
para el "nacimiento" del Redentor.

Con la ayuda de Giovanni Vellita, el hombre rico del pueblo, consiguió el pesebre,
la paja y los animales. La noche de la vigilia, San Francisco tocó las campanas y así
convocó en la gruta a todos los pobladores de Greccio. Llegaron caminando
algunos, otros en burro o caballo, sin darse cuenta, igual como los pastores llegaron
al pesebre, tras el anuncio de los ángeles. La historia narra que durante la misa
Francisco habló a los fieles, y los ojos rojos y enfermos del santo lloraron por los
sufrimientos del redentor. Como por milagro, por un momento, vio materializarse
al Niño entre sus brazos. Francisco de Asís murió dos años después.

Aquella noche de Greccio fue el origen del nacimiento, el punto de partida de un


fenómeno de una difusión extraordinaria en todo el mundo. Los franciscanos, a
ejemplo de su fundador, se convirtieron en los pioneros del belén en las iglesias y
conventos que abrieron por toda Europa. Por ello, desde 1986, San Francisco es
considerado el patrón universal del belén.

Por cierto, Belén significa "casa del pan". Espero que en cada familia, durante esta
Navidad, haya pan para todos. Es un deseo que no puede hacerse realidad
fácilmente, porque son muchas las familias incluso aquí en Monterrey que comen
una vez al día cuando mucho. Basta darse una vuelta por las pedreras abandonadas
del Topochico que ahora funcionan como asentamientos humanos de personas
muy necesitadas para constatar sus carencias. Las chozas son de 3 metros de ancho
por 4 de largo y lo único que abunda es la tierra, las piedras y el frío. Al contemplar
el belén familiar acuérdate de compartir, así llevarás la Navidad en tu corazón
durante todo el año.

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