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Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.


 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Experiencias de jóvenes excombatientes


en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

• Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.


• Programa Jóvenes sin Indiferencia
• Secretaría de Gobierno Distrital
• Subsecretaría para Asuntos de Convivencia y Seguridad Ciudadana
• Observatorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana - SUIVD
• Programa de Atención Complementaria a la Población Reincorporada
• Friedrich Ebert Stiftung en Colombia - FESCOL
• Federación nacional de consejos de juventud - FNCJ

Editores:
Mauricio Acosta
Julia Gabrysch
Maristella Góngora

Autores:
Mauricio Acosta
Héctor Díaz
Julia Gabrysch
Maristella Góngora
Bernardo Pérez

Asistentes de Investigación:
Luz Amparo Gutiérrez
Jenny Lindo
Martín Rangel

Diseño:
Nelson Mora Murcia

ISBN: 978-958-8101-33-0

Bogotá D.C., Diciembre 2007


Primera Edición 2007

Friedrich Ebert Stiftung en Colombia - FESCOL


Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 

Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.


Luis Eduardo Garzón
Programa Jóvenes sin Indiferencia
Carolina Triviño Lozano

Secretaría de Gobierno Distrital


Juan Manuel Ospina Restrepo
Subsecretaría para Asuntos de Convivencia y Seguridad Ciudadana
Andrés Restrepo Restrepo
Observatorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana - SUIVD
Rubén Darío Ramírez
Programa de Atención Complementaria a la Población Reincorporada
Darío Villamizar

Director
Hans R. Blumenthal

Directora General
Dolly Marcelo Carreño
 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Agradecimientos

Las entidades autoras de esta investigación quieren expresar


sus más sinceros agradecimientos por la disponibilidad
y el apoyo que facilitaron para la elaboración de la presente publicación:

Programa de Atención Complementaria a la Población Reincorporada:


Grupo de jóvenes excombatientes entrevistados, Camila Medina, Gestora localidades
del eje centro (Santafé, Candelaria y Mártires) y Rafael Uribe; Myriam Criado Rojas,
Gestora localidades de Ciudad Bolívar y Usme; Javier Forero Niño, Gestor localidades
de San Cristóbal, Kennedy y Engativá; Diana Alexandra Mendoza Duque, Asesora.

Jardín Botánico:
Leyla Díaz, por facilitar las instalaciones para el trabajo de campo.

Conversatorios:
Natalia Salamanca de Medios para la Paz; Hernando Vivieros del Programa Adam;
Ángela Rivas de la Fundación Ideas para la Paz; Sandra Gutiérrez e Iván Sierra de la
Agencia Pandi; Julián Aguirre del ICBF; Eduardo Gallardo de UNICEF; José Monsalve de
Revista Semana; Carlos Otálora de la Comisión Nacional de Reparación y Reconcilia-
ción; Luis Eduardo Celis de la Corporación Nuevo Arco Iris.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 

Contenido

Presentación 7
Introducción 9

Capítulo 1
El contexto reciente de la reintegración a la vida civil en Colombia 15
La consolidación de la política de reintegración 16
Antecedentes: La desmovilización y reincorporación entre 2002 - 2006 19
Caracterización de la desmovilización en Bogotá (2007) 24

Capítulo 2
Juventud, conflicto y reintegración 31
La construcción social del “sujeto juvenil” 32
Participación de los jóvenes en el conflicto 33
Jóvenes combatientes: Factores de riesgo 36
Reintegración de los jóvenes: Elementos desde el enfoque de derechos 40
Una lectura desde la perspectiva de género 43
Obstáculos al proceso de reintegración 48
Juventud y reintegración: retos específicos 50

Capítulo 3
Resultados y discusión 53
Algunos aspectos del método utilizado 54
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá: estado de su situación actual 55

Capítulo 4
Estudio de caso 69

Capítulo 5
Conclusiones y recomendaciones: Una política específica para
la reintegración de los jóvenes 79

Referencias Bibliográficas 84
 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Indice de Cuadros
Cuadro Nº 1
Desmovilizados en Colombia 2002-2006 20

Cuadro Nº 2
Proporción de jóvenes entre 18 y 24 años dentro de la población desmovilizada en Colombia 20

Cuadro Nº 3
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según edad - 2007 25

Cuadro Nº 4
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según género - 2007 25

Cuadro Nº 5
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según estado civil - 2007 26

Cuadro Nº 6
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según número de hijos - 2007 26

Cuadro Nº 7
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según grupo de procedencia - 2007 27

Cuadro Nº 8
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según tipo de desmovilización - 2007 27

Cuadro Nº 9
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según nivel educativo antes de
desmovilizarse - 2007 28

Cuadro Nº 10
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según sistema de salud - 2007 29

Cuadro Nº 11
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según productividad y empleabilidad- 2007 29

Cuadro Nº 12
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según productividad y empleabilidad- 2007
por género 30
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 

Presentación

Una de las mayores preocupaciones en el estudio de los conflictos armados en


el mundo es el continuo y creciente papel que en ellos desempeñan los niños, niñas,
adolescentes y jóvenes vinculados como combatientes a las estructuras militares legales
o ilegales. Los ejemplos son escalofriantes: En Uganda, el Ejército de Resistencia del
Señor -LRA, por su nombre en ingles-, bajo una extraña interpretación bíblica de los Diez
Mandamientos, reclutó, secuestró, torturó, violó, esclavizó y asesinó a miles de niños; de
la misma manera, en la otra orilla, el Ejército ugandés cometió crímenes contra civiles,
muchos de ellos niños y jóvenes, crímenes que aún hoy permanecen en la impunidad.
Se calcula que actualmente hay unos 300 mil niños soldados en el mundo.
Los procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración -DDR- que hoy se
adelantan en muchos países, contemplan de manera parcial programas especiales
para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que se desvinculan de los conflictos de
manera individual o colectiva. Entre el 8 y el 10% de los excombatientes de un grupo
que abandona las armas son menores de edad y cerca del 60% se encuentra en el
rango entre 18 y 24 años.
Un reciente estudio que analiza veinte casos sobre programas de DDR existentes
en el mundo durante 2005, publicado por la Escuela de Cultura de Paz de la
Universidad Autónoma de Barcelona, demuestra que durante el posconflicto poco o
nada se tiene en cuenta las necesidades e intereses de los niños, niñas, adolescentes
y jóvenes desvinculados.
En Colombia, diversos estudios nacionales (Defensoría del Pueblo, ICBF) e
internacionales (Human Rights Watch, Naciones Unidas), realizados en años pasados,
situaban en más de 12 mil la cifra de menores en las filas de grupos guerrilleros o
de autodefensa. Como “Una realidad que se esconde” la ha llamado el Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo -PNUD- a través de su publicación Hechos del
Callejón. A 30 de junio de 2007 el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF-
informaba de 3.265 adolescentes desvinculados de grupos armados ilegales entre
1999 y esa fecha.
La Alcaldía Mayor de Bogotá D.C., atendiendo lo dispuesto en el Plan de Desarrollo
2004-2007, puso en marcha el Programa de Atención Complementaria a la población
reincorporada en Bogotá, que apoya de manera sistemática a los desmovilizados
individuales y colectivos que hoy viven en la capital, a sus núcleos familiares y también
 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

a las llamadas poblaciones de acogida. Bogotá presenta a los colombianos un modelo


de reintegración civilista y ciudadano que ha recibido reconocimientos como la
reciente Mención Especial del Premio Nacional de Paz 2007 por su aporte a la paz y al
reencuentro entre los colombianos.
Igualmente, atendiendo los lineamientos trazados en el Plan de Desarrollo
“Bogotá Sin Indiferencia: Un compromiso Social Contra la Pobreza y la Exclusión”, la
administración de Luis Eduardo Garzón impulsó la Política Pública de Juventud 2006-
2016, mediante el decreto 482 de 2006.
El presente trabajo analiza las experiencias de los jóvenes excombatientes
que en Bogotá adelantan su proceso de reintegración a la vida civil. Es un esfuerzo
conjunto entre oficinas y programas de la Secretaría de Gobierno, el Programa
Jóvenes sin Indiferencia, la Fundación Nacional de Consejos de Juventud -FNCJ- y la
Friedrich Ebert Stiftung en Colombia –FESCOL-. El texto presenta un estudio de los
procesos que hoy adelantan el Gobierno Nacional y el Distrito Capital, particulariza
en la situación de los jóvenes excombatientes, su participación en el conflicto, las
razones para su desvinculación, los obstáculos que se presentan en la vida civil y
ejemplifica con el estudio de caso de una joven que se desmovilizó voluntariamente
luego de permanecer tres años en un grupo guerrillero. Aleccionadoras sus palabras:
“Es importante rescatar muchas cosas que perdimos; los que venimos de allá hemos
pasado casi toda la vida en ese contexto, se nos ha olvidado jugar, reír y otras cosas
que tiene la vida; sería importante poder recuperar esto, como si volviéramos a nacer,
como niños que no se pueden olvidar de reír y de jugar”.

Bogotá, diciembre de 2007

Dario Villamizar H.
Coordinador
Programa de Atención Complementaria a la Población Reincorporada
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 

Introducción

El conflicto armado interno afecta gravemente el ejercicio de los derechos


humanos por parte de los jóvenes en Colombia. Constituye un factor de riesgo principal
para ellos, particularmente para quienes se encuentran en situación socioeconómica
precaria y se exponen a ser víctimas de amenazas, masacres, homicidios, desapariciones,
torturas, ataques indiscriminados, enfrentamientos armados, restricciones de
circulación de bienes e insumos indispensables para la supervivencia, reclutamiento
forzado, entre otras acciones calificadas como infracciones al Derecho Internacional
Humanitario (DIH).
En la literatura predomina la tendencia a estudiar esta crítica problemática
humanitaria principalmente en relación con los niños, niñas y adolescentes (menores
de 18 años), sin profundizar en los efectos negativos que padece aquella población
juvenil de 18 a 26 años, involucrada de alguna manera con el devenir del conflicto
armado. Algo similar sucede con respecto a los retos que trae consigo el proceso de
reintegración a la vida civil: usualmente no se consideran las necesidades particulares
de los excombatientes de 18 a 26 años en el diseño de los programas de educación,
incorporación a la vida laboral dentro de la legalidad, atención psicosocial y ayuda
humanitaria. El reconocimiento de esta deficiencia destaca la utilidad de abordar las
consecuencias del conflicto armado y de los programas de reintegración a la vida civil
desde la perspectiva específica de los jóvenes excombatientes menores de 27 años.

. Defensoría del Pueblo – UNICEF. Informe Defensorial. Caracterización de las niñas, niños y adolescentes
desvinculados de los grupos armados ilegales: Inserción social y productiva desde un enfoque de derechos
humanos. Bogotá, noviembre de 2006.
. Los niños, niñas y jóvenes de estos países (América Latina) han sufrido extrema violencia como muerte,
heridas, discapacidad, abuso, tortura, trauma psicológico, reclutamiento en las fuerzas armadas y grupos
insurgentes, desaparición forzada, exilio y separación de sus familias. También han soportado un alto costo,
porque los recursos que se gastan en la guerra violan su derecho al desarrollo e impiden el acceso a oportu-
nidades de salud, educación, bienestar social básico, empleo e ingresos. Han quedado millares de huérfanos
y miles de mujeres jóvenes viudas que tienen que responder solas por sus pequeños, sin preparación y sin
apoyo del Estado y de la sociedad (Declaración de la Quinta Consulta Regional sobre las Repercusiones de
los conflictos armados en los niños en la región de América Latina y el Caribe. Bogotá, 2006, p. 51-52). Esta
población cuenta con un programa específico de atención liderado por el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar (ICBF) que tiene el objetivo de reconstruir la vida de la niñez y la adolescencia por fuera de la
guerra, en el marco de la garantía de sus derechos y desde el punto de vista de la prevención, la atención
y la inserción social. El componente de atención desarrolla dos modelos de protección: protección en medio
institucional (hogares transitorios, centros de atención especializada y casas juveniles) y protección en medio
sociofamiliar (hogar tutor y reintegro sociofamiliar).Ver: Programa de atención a jóvenes desvinculados y
amenazados por el conflicto armado. En: www.icbf.gov.co/espanol/accionesint16.asp
10 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

La participación de los jóvenes en el conflicto armado es un tema que permanece


invisible en la agenda de solución del conflicto. Sin embargo, el reclutamiento ilícito
de menores se usa de manera recurrente por los actores armados ilegales como
estrategia de guerra para el desempeño de tareas de inteligencia, logística, transporte
de armas, combate y procesamiento de estupefacientes.
Es necesario que el Estado dirija su atención a esta problemática y desarrolle
los compromisos adquiridos para la protección, promoción y restitución, efectiva,
progresiva y sostenible de los derechos de los jóvenes. Esto implica asumir un enfoque
de intervención específicamente diseñado para atender las necesidades no sólo de
los menores de 18 años sino también de los jóvenes entre 18 y 26 años.
No se puede perder de vista que los jóvenes excombatientes son, en primera
instancia, víctimas de la violencia: son incorporados a los grupos armados ilegales a
temprana edad y permanecen en ellos buena parte de su etapa de desarrollo personal.
La condición de “voluntariedad” que frecuentemente se asocia con esta decisión debe
ser considerada a la luz de su situación de vulnerabilidad y precarias condiciones para
el ejercicio de sus derechos, tanto en el momento de su “reclutamiento” como durante
su permanencia dentro del grupo armado.
El reto presente es adecuar los Programas de Desarme, Desmovilización y
Reintegración (DDR) a las necesidades específicas de los jóvenes, identificando los
principales motivos que llevaron a que se vincularan a los grupos armados ilegales,
al igual que aquellas condiciones que inicialmente propiciaron que optaran por las
armas. El logro de un proceso exitoso de reintegración depende en gran medida de
que tales condiciones se remedien o se superen.
Igualmente, es necesario indagar, contando con la participación y opinión de
estos jóvenes, para así obtener una visión más cercana y honesta de las razones por
las cuales ellos se sienten satisfechos o insatisfechos con su proceso de reintegración
a la vida civil.
Reconstruir los proyectos de vida de la juventud afectada por el conflicto armado
es una tarea que necesita el compromiso de toda la sociedad. Bogotá ha asumido
su corresponsabilidad en este tema al incorporar en la Política Pública de Juventud
(2006-2016) un lineamiento en el cual se plantea la meta de “crear planes, programas
y proyectos orientados a la restitución de los derechos de los y las jóvenes (…)

.
En una investigación adelantada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) se sos-
tiene que el reclutamiento ilícito es más grave hoy en día que antes de la desmovilización de los grupos
paramilitares. En la actualidad los grupos emergentes son los principales responsables de este fenómeno
y las regiones más afectadas son: Antioquia, Cauca, Bajo Cauca, Urabá, Arauca, Sucre y Bolívar. Ver: “10
Departamentos están afectados por reclutamiento forzado de guerrilla, ‘paras’ y grupos emergentes”. En:
El Tiempo, Bogotá, 8 de octubre de 2007.
.
En su investigación sobre este tema Wessells encontró que, en muchos casos, no es pertinente aceptar el
llamado reclutamiento “voluntario” como un asunto de escogencia libre y racional. Wessells, Michael “Recruit-
ment of children as soldiers in SubSahara Africa: An Ecological Analysis”. En: The Comparative Study of Con-
scription in the Armed Forces. Comparative Social Research Series. Greenwich, vol. 20, 2002, p. 237-254.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 11

desvinculados y reincorporados, (…) a través de la educación, la capacitación para


el trabajo, la orientación psicológica, la ampliación de oportunidades productivas y
de generación de ingresos” y al implementar desde 2005 un Programa de Atención
Complementaria a la Población Reincorporada.
El propósito de este documento es realizar una revisión de la situación de los
jóvenes excombatientes que viven su proceso de reintegración a la vida civil en la
ciudad de Bogotá, haciendo énfasis especial en lo que se refiere al ejercicio de sus
derechos y la posibilidad de reconstrucción de sus proyectos de vida. El proceso
se desarrolló utilizando técnicas cualitativas de investigación para la compilación y
sistematización de las percepciones expresadas por jóvenes excombatientes sobre
las diversas dimensiones de su experiencia de reintegración a la vida civil en el ámbito
urbano de Bogotá, particularmente en relación con sus vivencias personales con el
posconflicto, la democracia, la ciudadanía y la responsabilidad del Estado con ellos
como miembros de la comunidad política.
Las entrevistas se llevaron a cabo en contextos grupales, estructurados para
lograr un clima de confianza y apertura en los participantes, quienes aportaron
al proceso de manera voluntaria. A través de una guía de preguntas se animaron
diálogos a partir de relatos sobre aspectos puntuales de sus vidas desde su
vinculación al Programa de Atención Complementaria a la Población Reincorporada
en Bogotá. Al final de esta experiencia muchos de ellos expresaron su satisfacción
por el reconocimiento social que significó para ellos la oportunidad de expresar
y compartir estos aspectos de sus vivencias recientes, y encontrar en el proceso
un canal de expresión de sus expectativas futuras con respecto al programa de
reintegración, así como ante la sociedad y el sistema político colombiano.
Los hallazgos obtenidos mediante este proceso son el aporte principal contenido
en esta publicación. Para posibilitar una apreciación contextualizada los resultados de
este ejercicio están precedidos por un capítulo que reseña los antecedentes recientes
del proceso de Desarme, Desmovilización y Reintegración a la vida civil en Colombia.
En relación con los jóvenes que adelantan dicho proceso en Bogotá específicamente,
se presenta una caracterización actualizada de su situación en cuanto a sexo, estado
civil, número de hijos, acceso a salud y nivel educativo, entre otros.
El siguiente capítulo ofrece una visión general de los diversos marcos conceptuales
desde los cuales se ha abordado la problemática de juventud y guerra, así como
juventud y reintegración. Se otorga especial atención a los efectos propios de los
enfoques de derechos y de género, que alimentaron de manera principal el diseño
del proceso. Ese capítulo finaliza con una síntesis de los principales retos que enfrenta
una política de reintegración a la vida civil, específicamente diseñada para atender las
necesidades concretas de los jóvenes.

.
Política Pública de Juventud 2006-2016, decreto 482 de 2006, Bogotá D.C, p. 50.
12 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

A continuación se presenta el capítulo con los resultados del proceso. Se inicia


con algunas consideraciones acerca del método utilizado y luego se plantea una
discusión de los resultados obtenidos. El texto finaliza con el capítulo de conclusiones
y recomendaciones, orientadas hacia una política específica para la reintegración
de jóvenes. Se resaltan las insatisfacciones y frustraciones expresadas con respecto
a algunos aspectos puntuales de la experiencia de reintegración a la vida civil en
Bogotá, en áreas como educación, capacitación e inserción laboral, acompañamiento
psicosocial, acceso a espacios de participación ciudadana y la restitución de las redes
de soporte social. De especial relevancia resulta el consenso espontáneo que emergió
en torno a la preocupación generalizada debido a que las capacidades y aspiraciones
de los jóvenes en relación con sus actividades productivas no coinciden con las
oportunidades laborales a las cuales tienen acceso. La carencia de oportunidades
limita las posibilidades para desarrollar su nuevo proyecto de vida, que buscaban
cuando optaron por abandonar los grupos armados a los cuales pertenecieron, por lo
cual perciben que su situación actual no se diferencia mucho de la anterior.
Cuando en el texto se mencionan “los jóvenes” se refiere tanto a “los” como a “las”
jóvenes y a situaciones y/o percepciones en las cuales no sé notaron ni se destacaron
diferencias entre hombres y mujeres. Cuando sea necesario distinguir entre la
percepción masculina y la femenina, o cuando las situaciones de hombres y mujeres
jóvenes son diferentes, se señala esto usando los términos “los jóvenes” y “las jóvenes”.
Por otro lado, vale la pena dar a conocer algunos detalles relevantes del equipo
que se conformó para adelantar esta investigación, y que sin duda facilitó el logro
de los objetivos: dicho equipo está conformado en su mayoría por jóvenes, con
representación de la población objeto a través de un joven desmovilizado, quien
brindó orientación al resto de investigadores en el contacto y abordaje de los jóvenes
participantes en la investigación. También hacen parte de este grupo de trabajo dos
mujeres jóvenes pertenecientes a la Federación Nacional de Consejos de Juventud,
representando la participación de jóvenes en la búsqueda de soluciones de sus
propias problemáticas. La federación aportó primordialmente la iniciativa del estudio
y el desarrollo del trabajo de campo, promoviendo la integración y dinamización de
los grupos focales y recolectando la información.
La presencia y participación en el equipo del Programa Jóvenes sin Indiferencia
de la Alcaldía Mayor, rector de la política pública de juventud en el Distrito, contribuyó
con el liderazgo de la discusión en torno al enfoque de derechos.
El Observatorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana de la Secretaría de
Gobierno, instrumento con que cuenta el Distrito para hacer el análisis del fenómeno
de las conflictividades urbanas, las violencias y los delitos en la ciudad, aportó al diseño
de la metodología de la investigación y al análisis de la información recolectada en el
trabajo de campo, primordialmente.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 13

También hizo parte de este estudio el Programa de Atención Complementaria,


creado por el Distrito para brindar una atención que complemente al Programa
Nacional de la población desmovilizada a través de tres ejes fundamentales: la
construcción de un sujeto político, social y económico, con su aporte a la integración
de los excombatientes como ciudadanos de bien, capaces de autosostenerse y
rehacer su vida en condiciones dignas. Su contribución fundamental la hizo a través
de la orientación para seleccionar la población objeto, el suministro de información
sobre sus características y antecedentes, el funcionamiento del Programa y el marco
normativo del mismo, así como la coordinación del trabajo de campo.
Dentro del equipo también tuvo participación la Friedrich Ebert Stiftung en
Colombia (FESCOL), fundación alemana que cuenta con una línea de acción que
apoya la formación política y el fortalecimiento de las organizaciones de los jóvenes.
Ésta fundación ha aportado a la investigación en su proceso de dinamización de una
discusión académica sobre el tema, permitiendo una retroalimentación de la misma;
igualmente en la publicación de este documento.
Dichas entidades tienen un objetivo en común: la sensibilidad frente al tema de
los jóvenes y específicamente hacia los jóvenes en el marco del conflicto armado, por
lo cual cumplen con el compromiso del Distrito de responder a esta problemática.
14 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 15

Capítulo 1

El contexto reciente de la reintegración


a la vida civil en Colombia
16 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

1.1. La consolidación de la política de reintegración


Al inicio de la primera administración del Presidente Uribe, la política nacional de
desarme, desmovilización y reintegración se centró fundamentalmente en promover la
desmovilización individual de los grupos armados ilegales, con el propósito explícito de
debilitar militar y moralmente estas estructuras. Un componente central de la doctrina
que orientó el proceso inicialmente fue la obtención de información y colaboración
de los desmovilizados y reintegrados, con el fin de realizar operativos militares para
el desmantelamiento de unidades ilegales, así como para incautar caletas con dinero,
armamento, municiones, provisiones y toda clase de infraestructura. Algunas fuentes
mencionan que cerca de 700 excombatientes han servido voluntariamente como
guías de este tipo de operaciones militares.
Al inicio de la segunda administración Uribe, luego de haberse cumplido el
grueso de las desmovilizaciones colectivas pactadas con las AUC, el Gobierno Nacional
reformuló varios elementos de su estrategia de reintegración y creó la Alta Consejería
para la Reintegración Social y Económica de Personas y Grupos Alzados en Armas
dentro del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República. Asignó
a ésta las funciones de diseñar, ejecutar y evaluar la política de Estado dirigida a la
reintegración social y económica de las personas o grupos armados al margen de la
ley, que se desmovilicen voluntariamente de manera individual o colectiva, antes en
cabeza de una dirección del Ministerio del Interior y de Justicia.
La fase de desmovilización, empieza en el momento en que la persona al margen
de la ley decide presentarse o entregarse ante jueces, fiscales, autoridades militares
o policía, representantes del Procurador, representantes del Defensor del Pueblo o
autoridades territoriales.
Posteriormente, el desmovilizado individual es remitido a una guarnición militar
y el trámite y apoyo corresponde al Programa de Atención Humanitaria del Ministerio
de Defensa Nacional. Ellos son ubicados de manera temporal en los “hogares de paz”
mientras que son certificados por el Comité Operativo para la Dejación de Armas
(CODA). Allí, el desmovilizado y su núcleo familiar reciben atención humanitaria
inmediata, alojamiento en albergue, manutención, seguridad social, vestuario,


Ver Pax Christi. Un nuevo comienzo, un final abierto. La reinserción de los combatientes desmovilizados
individualmente en Colombia. Utrecht: Pax Christi, 2006, p. 16.
.
En el actual modelo, en la fase de desmovilización, se concentran dos momentos: uno primero de desarme
y el segundo propiamente de desmovilización.

“Una vez recibido el desmovilizado por parte del Ministerio de Defensa Nacional, deberá dar aviso de
tal circunstancia al Ministerio del Interior en el término de tres (3) días hábiles, y procederá a entregárselo
en un término no mayor a quince (15) días calendario adicionales”, decreto 128 de 2003, artículo 4.

El Comité está integrado por delegados de los Ministros del Interior y de Justicia, de Defensa, del Fiscal
General de la Nación, del Director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, del Defensor del Pueblo
y un funcionario del Programa de Reincorporación del Ministerio del Interior. Una de las funciones de dicho
Comité es la de constatar y certificar la pertenencia del desmovilizado a una organización armada al mar-
gen de la ley y su voluntad de abandonarla.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 17

transporte y valoración psicológica. Se encarga de verificar, organizar, procesar y


gestionar los documentos e información necesaria para identificar plenamente
al desmovilizado y tramitar su certificación, solicitud del historial jurídico o los
pendientes judiciales que tenga el desmovilizado. Si éste es menor de edad queda
bajo protección10 del Programa de Atención a Niños, Niñas y Jóvenes Desvinculados
del Conflicto Armado (PANJD) del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
Una vez el desmovilizado individual obtiene la certificación, el excombatiente inicia la
fase de reinserción y pasa a ser atendido por la Alta Consejería para la Reintegración
Social y Económica de Personas y Grupos Alzados en Armas11.
Por su parte, en el caso de las desmovilizaciones colectivas, fruto de acuerdos
de los grupos armados al margen de la ley con el Gobierno Nacional, la primera
fase o de desmovilización, a cargo de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz,
se realizó mediante la concentración en una Zona de Ubicación Temporal (ZUT).
Allí, paralelamente a las labores de registro, los desmovilizados recibieron talleres
informativos sobre los beneficios que se les han otorgado y los procedimientos para
reclamarlos, talleres psicoeducativos y ayuda humanitaria. Durante su estancia en la
ZUT, fiscales especialmente dispuestos tomaron la versión libre a los desmovilizados.
Análogamente a los individuales, los desmovilizados colectivos en la fase de
reincorporación ingresan al Programa de la Alta Consejería.
En la fase de reintegración la población recibe una serie de beneficios
socioeconómicos, entre los cuales se incluyen programas de inserción económica,
formación y empleabilidad, apoyo psicosocial, valoración integral, alfabetización,
educación básica y media, formación ciudadana y proyecto de vida. Se iniciaba bajo la
modalidad de “Granjas para la reincorporación y promoción del retorno al campo”, en
donde se brindaba atención humanitaria básica de alojamiento, manutención, kit de
aseo, ayuda económica de transporte, atención psicosocial, y se realizaba el módulo
inicial o módulo cero. Luego de aproximadamente dos meses, la población en proceso
de reincorporación pasaba a ser atendida en la modalidad de hogares independientes.
La consolidación de la política de reintegración contempla además los siguientes
elementos, incluidos en los documentos preliminares preparados por el Gobierno
Nacional en el marco del Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010: (i) diseño y aplicación

10
“Se entiende por víctima de la violencia política toda persona menor de edad que participe en las hos-
tilidades”, artículo 6, Ley 782 de 2002. “Por medio de la cual se prorroga la vigencia de la Ley 418 de
1997, prorrogada y modificada por la Ley 548 de 1999 y se modifican algunas de sus disposiciones” ver:
http://www.secretariasenado.gov.co/leyes/L0782002.HTM
11
Por medio del Decreto 3.043 de septiembre de 2006 se creó la Alta Consejería para la Reintegración
social y económica de personas y grupos alzados en armas, adscrita al Departamento Administrativo de
la Presidencia de la República; la cual asumió la política de Estado dirigida a la reintegración social y
económica de las personas o grupos armados al margen de la ley, para llevar a cabo las funciones que
cumplía, hasta ese momento, el Programa para la Reincorporación a la vida civil del Ministerio del Interior
y de Justicia.
18 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

de una política eficiente de prevención del reclutamiento forzoso de niños y jóvenes


por los grupos armados ilegales, (ii) atención psicosocial y educación como elementos
prioritarios de inclusión, (iii) estabilización socioeconómica en regiones con estructuras
económicas e institucionales débiles y con niveles altos de violencia e ilegalidad en
el pasado, (iiii) claridad en el desarrollo de competencias y el compromiso que tienen
las autoridades locales y regionales frente al proceso de reintegración, (v) inclusión
del sector privado local, regional y nacional dentro de la dinámica del proceso de
reintegración, (vi) inclusión de las comunidades receptoras en el proceso, dentro de
un marco de reconciliación y convivencia ciudadana, (vii) seguimiento, monitoreo y
evaluación individual, familiar, comunitaria y territorial del proceso de reintegración
en todo el país.
Se presentaron dificultades en la aplicación de los programas nacionales,
relacionadas entre otros aspectos con el tiempo de duración del proceso que,
anteriormente, para los desmovilizados individuales era de dos años contados a partir
de la expedición del CODA, y en el caso de los colectivos, era de 18 meses. Con el
decreto 395 del 14 de febrero de 2007, para mejorar el proceso, se individualiza la
“reintegración”, pues se cumplirá de acuerdo con el ritmo de cada persona y terminará
cuando, según los criterios fijados por la Alta Consejería, culmine el proceso de
reintegración social y económica de cada uno de los individuos.
Posteriormente se hicieron cambios que no estaban a favor de los excombatientes
en proceso de reintegración. Otras modificaciones tienen que ver con la ayuda
económica a la reintegración, particularmente, con la reducción del monto recibido
mensualmente y el cambio de apoyo económico no reembolsable para proyectos
productivos, por créditos financieros.
De acuerdo con las observaciones del Séptimo Informe Trimestral del Secretario
General al Consejo Permanente sobre la Misión de apoyo al Proceso de Paz en
Colombia 12, el ritmo de las desmovilizaciones durante este período crítico desbordó
la capacidad de respuesta del Programa de Reintegración a la Vida Civil (PRVC). Según
dicho informe, al finalizar el primer semestre de 2006 el PRVC había logrado una
cobertura del 65% de la población, con beneficios vigentes en conformidad con lo
establecido hasta entonces por el decreto 128 de 2003. El nivel de cobertura más bajo
se dio con respecto a los desmovilizados que participaron en los actos de desarme
realizados durante los primeros meses de 2006, debido a la insuficiente capacidad
operativa de los Centros de Referencia y Oportunidad -CRO- establecidos por el
Gobierno Nacional como puntos de contacto y enlace para que los reincorporados
accedan a la oferta local de servicios y beneficios prevista para ellos.

12
Organización de Estados Americanos. Séptimo Informe Trimestral del Secretario General al Consejo
Permanente sobre la Misión de apoyo al Proceso de Paz en Colombia (MAPP-OEA), 28 de septiembre.
2006.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 19

A partir de la expedición del ya referido decreto 395 de 2007, el Gobierno Nacional


inició la realización de convocatorias regionalizadas de todos los excombatientes en
proceso de reintegración que hubiesen iniciado su proceso a partir de la vigencia
del decreto 128 de 2003, con el fin de suscribir un acta de compromiso entre el
PRVC y cada individuo, en las condiciones fijadas para ser beneficiario del programa,
de acuerdo con los nuevos parámetros de permanencia en el mismo, definidos en
relación con “el progreso de cada persona” en el proceso de reintegración.
Los problemas surgidos con la modalidad de albergues en el año 2005 en Bogotá13,
hizo evidente la falta de consulta y coordinación por parte del Gobierno Nacional
con las administraciones y las comunidades locales. Las actividades del Programa
de Atención Complementaria a la Población Reincorporada a cargo de la Secretaría
de Gobierno de la Alcaldía Mayor, se estructuran sobre la base de la construcción
de un sujeto en los ámbitos social, político y económico. Desde esa perspectiva se
busca garantizar el pleno ejercicio de los derechos políticos, económicos, sociales
y culturales, lograr la asunción y cumplimiento de deberes ciudadanos, y promover
el desarrollo de programas que permitan la autonomía económica de la población
reincorporada, así como brindar atención, acompañamiento y asesoramiento no
sólo a los desmovilizados y reintegrados que se encuentren dentro de los programas
nacionales (Ministerio de Defensa y Alta Consejería), sino también a sus núcleos
familiares y a comunidades receptoras e instituciones locales y distritales.

1.2. Antecedentes: La desmovilización y reincorporación


entre 2002 - 200614
Según el Gobierno Nacional, como resultado de los procesos de desmovilización
registrados entre agosto de 2002 y diciembre de 2006, se desmovilizaron 12.834
excombatientes, voluntaria e individualmente, y de manera colectiva otros 31.671.

13
En la fase de reinserción, inicialmente la atención se prestaba en los hogares de paz o albergues del
Ministerio del Interior y de Justicia. Se trataba de casas arrendadas por operadores/administradores del
Programa de Reincorporación a la Vida Civil, en donde eran ubicadas las personas, junto con sus núcleos fa-
miliares. Ese esquema finalizó como consecuencia de los problemas de convivencia y seguridad, tanto inter-
nos como externos, generados en la ciudad. Actualmente sólo se mantienen los hogares de paz del Ministerio
de Defensa, en donde se encuentra la población desmovilizada en espera de la certificación del CODA.
14
Basado en: Departamento Nacional de Planeación (DNP). Diagnóstico de la política de desmovilización y
reincorporación de exmiembros de los grupos armados al margen de la ley, 2002-2006: oportunidades y
retos para el futuro (Documento para la discusión, de circulación restringida). Bogotá: Dirección de Justicia
y Seguridad - Grupo de Estudios de Gobierno y Asuntos Internos, abril 2006.
20 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Cuadro Nº 1
Desmovilizados en Colombia 2002

35,000
31,647
30,000

25,000

20,000

15,000 12,834
10,000

5,000

0
Desmovilizados voluntarios individuales Desmovilizados colectivos

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá - Secretaria


de Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica de
Personas o Grupos Alzados en Armas - marzo 2007.

En cuanto a la participación de mujeres en los grupos guerrilleros que hoy en


día siguen activos, tanto en el ELN como en las FARC, diferentes fuentes la estiman
entre el 30% y el 40%. En comparación, en los grupos paramilitares el porcentaje de
mujeres integrantes es mucho más bajo. Sin embargo, las fuentes difieren mucho: hay
estimaciones desde 5% a 10% y otras fuentes que calculan hasta un 13% de mujeres
integrantes15.
Por la relevancia de esta publicación es importante destacar la proporción de los
jóvenes dentro de la población desmovilizada en total en Colombia.

Cuadro Nº 2
Proporción de jóvenes entre 18 y 24 años de la población
desmovilizada en Colombia
Jóvenes entre 18 y
Tipo de Desmovilizados Total
24 años
Voluntarios individuales 12,834 60%

Colectivos 31,671 40%

Total 44,505 45%

Basado en DNP: Diagnóstico de la política de desmovilización y reincorporación de exmiembros de los grupos


armados al margen de la ley, 2002-2006: oportunidades y retos para el futuro.

15
Londoño F., Luz María; Nieto V., Roana Fernanda. Mujeres no contadas. Proceso de desmovilización y
retorno a la vida civil de mujeres excombatientes en Colombia 1990-2003. Medellín: Editorial La Carreta,
2006, p. 196-197. Otero Bahamón, Silvia. Las mujeres en la guerra y en la paz: lo femenino de las FARC
y de las AUC. Bogotá: Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), 2007, http://www.cinep.org.
co/editorial.htm?AA_SL_Session=c2045c2ce89b732df108d4f102c344b4&scrl=1&scr_scr_Go=5.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 21

Hasta la expedición del decreto 395 de 200716, los beneficios para los
excombatientes como servicios de ayuda humanitaria, apoyo psicosocial, salud,
educación y recursos económicos para proyectos productivos con cargo al Gobierno
Nacional, con el fin de contribuir así a su reintegración a la vida civil del país, no podían
exceder los 2 años17. El acompañamiento a los excombatientes, tanto los individuales
como los colectivos, a cargo del Gobierno Nacional durante este período, se realiza
desde finales de 2005 a través de los Centros de Referencia y Oportunidad (CRO). A
partir de 2007 se eliminaron estos CRO y se establecieron los Centros de Servicios, de
manejo directo de la ACR. Las ciudades más grandes como Bogotá y Medellín ofrecen
programas de acompañamiento complementario a cargo de sus presupuestos locales,
aun después del plazo de 2 años fijado para los beneficios del Gobierno.
La información disponible acerca de características personales, origen y lugar
de asentamiento de los excombatientes en proceso de reintegración, usualmente se
clasifica con base en tres categorías normativas previstas para su reintegración a la
vida civil y la legalidad:
i) Desmovilizados voluntarios individuales18: Al abandonar voluntariamente
las armas, la gran mayoría de los excombatientes eran hombres adultos y solteros.
El 11% pertenecía al género femenino. Del total de adultos (80% de cerca de 13.000
desmovilizados voluntarios), aproximadamente tres de cada cinco se encontraban en
ese momento dentro del rango entre 18 y 24 años, mientras el resto se encontraba
entre los 25 y 40 años. El 35% del total informó haberse vinculado siendo menor de
edad. Alrededor del 45% del total reportó que habían alcanzado un nivel de educación
primaria incompleta, mientras 20% manifestó haber completado 5 años de educación
formal. Otro 20% declaró haber cursado educación secundaria incompleta y cerca del
10% se clasificó como analfabeto.

16
A partir del mes de febrero de 2007 el decreto 395 de 2007 estableció que los beneficios que, en el
marco de la reintegración, reciban las personas desmovilizadas, a partir de la vigencia del decreto 128 de
2003, de grupos armados organizados al margen de la ley, en forma individual o colectiva, podrán conce-
derse a cada persona, de acuerdo con los criterios que previamente determine la Alta Consejería para la
Reintegración Social y Económica de las Personas y Grupos Alzados en Armas, y terminarán cuando culmine
el proceso de reintegración social y económica, el cual se fijará a partir del progreso de cada persona.
17
En diciembre de 2006 más de la mitad del total de los reincorporados individuales desmovilizados a
partir de agosto de 2002 había salido del programa de beneficios a cargo del Gobierno Nacional por
haber cumplido 2 años dentro del mismo.
18
Las condiciones para la desmovilización de excombatientes voluntarios e individuales se fijaron en el de-
creto 128 de 2003. A partir de su expedición se establece el proceso de desmovilización y reincorporación
individual que se inicia con la presentación voluntaria y entrega de armas del excombatiente ante jueces,
fiscales, autoridades militares o de policía, representantes del Procurador, representantes del Defensor del
Pueblo o autoridades territoriales. Posteriormente, su pertenencia a un grupo armado se establece median-
te un Comité Operativo de Dejación de Armas, integrado por representantes del Gobierno Nacional, la
Fiscalía General de la Nación, el Instituto Colombiano de Bienestar y la Defensoría del Pueblo. La ayuda
humanitaria y los demás beneficios jurídicos y económicos se dispensan a quienes no estén siendo procesados
o no hayan sido condenados por delitos que, de acuerdo con la Constitución Política, la ley o los tratados in-
ternacionales suscritos y ratificados por Colombia, están excluidos de beneficios como indultos, suspensiones
condicionales de la ejecución de penas, cesación de procedimientos o preclusiones.
22 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Cerca del 50% militó en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-
EP), una tercera parte en grupos paramilitares y el resto en el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) y disidencias de grupos armados ilegales. El 85% se desempeñó como
soldado raso o miliciano y en la mitad de los casos el tiempo de permanencia fue de
menos de 2 años. Entre quienes tenían algún mando (8%), el tiempo promedio de
vinculación fue de 8 años. Los motivos principales de deserción mencionados son el
maltrato, la crueldad y la severidad con que se penalizaban las infracciones menores y
la desmoralización causada por la guerra. Los departamentos donde, en su conjunto,
se registró la entrega de más del 50% de los desmovilizados individuales son, en su
orden: Antioquia, Cundinamarca, Casanare, Meta, Caquetá y Santander.
No hay información precisa sobre el origen ni los lugares de asentamiento
durante el proceso de reintegración de los excombatientes individuales. Sin embargo,
durante los primeros años de operación del Programa Nacional, el Gobierno dirigió el
establecimiento de los desmovilizados individuales hacia Bogotá y Medellín, por razones
de orden burocrático. Hasta diciembre de 2005, dos de cada tres estaban alojados
en albergues colectivos administrados por organizaciones y empresas particulares
contratadas por el Gobierno Nacional para tal fin. Posteriormente, la mayoría de esos
albergues fueron cerrados y sustituidos por alojamientos en hogares independientes
manejados de manera autónoma por los reincorporados y sus núcleos familiares. Es
probable que incentivos como el mayor acceso y calidad de vivienda, servicios públicos y
sociales, además del anonimato, mayor seguridad, oportunidades económicas y atención
complementaria que ofrecen Bogotá y Medellín, continúen atrayendo a la mayoría de
los desmovilizados individuales para establecerse aquí de manera definitiva.
ii) Desmovilizados colectivos19: Aproximadamente el 90% de los 32.000
desmovilizados colectivos entregaron sus armas entre enero de 2005 y septiembre
de 2006. En el momento de la entrega de armas por orden de sus respectivos
comandantes, cerca del 40% de ellos tenía entre 18 y 24 años de edad, mientras los
demás eran mayores de 25 años. Prácticamente la mitad de ellos había cursado algún
estudio de primaria, casi el 40% tenia algún estudio de educación secundaria, mientras
el analfabetismo se presentaba en uno de cada diez desmovilizados colectivos. Casi la
mitad de los reincorporados colectivos tenía un hogar con una pareja en el momento
de la desmovilización, mientras el resto eran solteros y, una pequeña proporción,
viudos, separados o divorciados.

19
Las condiciones para la desmovilización colectiva están reguladas por la ley 782 de 2002. Como meca-
nismo para la negociación de este proceso el Gobierno está facultado para establecer diálogos y suscribir
acuerdos con los grupos armados fuera de la ley. Para la desmovilización resultante de los grupos armados
ilegales se determina una zona de ubicación temporal. La calidad de miembro del grupo armado que se
va a desmovilizar la otorga una lista de desmovilizados suscrita formalmente por los representantes de los
grupos armados ilegales. La ayuda humanitaria y los demás beneficios jurídicos y económicos están pre-
vistos para quienes no estén siendo procesados o no hayan sido condenados por delitos que, de acuerdo
con la Constitución Política, la ley o los tratados internacionales suscritos y ratificados por Colombia, están
excluidos de beneficios como indultos, suspensiones condicionales de la ejecución de penas, cesación de
procedimientos o preclusiones.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 23

Los departamentos donde tuvieron lugar las concentraciones para la


desmovilización colectiva fueron, en su orden: Antioquia (9 actos de entrega de armas),
Cesar (3 actos de entrega), Bolívar (2 actos de entrega) y Meta (2 actos de entrega).
Más del 60% de los desmovilizados pertenecían a las unidades más grandes
de las AUC, entre ellas, el Bloque Norte bajo el mando de Rodrigo Tovar (Jorge 40),
el Bloque Mineros de Ramiro Vanoy (Cuco) y el Bloque Central Bolívar de Carlos
Mario Jiménez (Macaco). Un poco menos de la tercera parte nació en Antioquia,
principalmente en los municipios de Medellín, Turbo, San Pedro de Urabá, Caucasia
y Apartadó. Córdoba es el siguiente departamento de origen del mayor número de
desmovilizados colectivos, principalmente de los municipios de Montería, Tierralta,
Valencia, Planeta Rica y Montelíbano. Le sigue en orden el Departamento del Cesar,
principalmente de los municipios de Valledupar, Aguachica, El Copey, Agustín Codazzi
y Bosconia. Finalmente, entre los cinco principales departamentos de origen aparece
Magdalena, principalmente de los municipios de Santa Marta, Fundación, Ciénaga,
Plato y Ariguaní y el Departamento de Santander, principalmente de los municipios de
Barrancabermeja, Bucaramanga, Rionegro, San Vicente de Chucurí y Puerto Wilches.
En el momento de la desmovilización colectiva, cuatro de cada diez
excombatientes manifestaron su intención de regresar a su lugar o departamento
de origen. En la misma proporción, manifestaron disposición a dedicarse a aquellas
actividades que realizaban antes de irse a la guerra. Es posible que en su gran mayoría,
quienes hayan manifestado estas intenciones hayan sido quienes provenían de
las capitales de departamento como Medellín, Montería, Valledupar, Santa Marta,
Barranquilla y Cúcuta, así como centros comarcales de importancia comercial, como
Caucasia, Tierralta, Puerto Boyacá y Valencia, entre otros, en los cuales en la actualidad
se encuentra un poco más del 40% de los desmovilizados colectivos. Se estima que
el resto se encuentra en otros 500 municipios del país en los cuales hay entre 5 y 50
reincorporados colectivos.
iii) Niños y adolescentes desvinculados20. Entre agosto de 2002 y diciembre
de 2006, 2.815 niños y adolescentes desertaron de manera individual de los grupos
armados ilegales, lo cual representa cerca del 20% del total de excombatientes que
durante este período optó por dejar la guerra voluntariamente. Siete de cada diez de
ellos pertenece al género masculino. Un 1% tenía menos de 13 años en el momento
de la desvinculación, tres de cada cuatro eran adolescentes entre los 16 y 17 años
cuando dejaron las armas y el resto tenía entre 13 y 15 años.

20
El decreto 128 de 2003 establece lo relacionado con la entrega de menores de edad, disponiendo que
en todo caso deberán ser ubicados en el programa especializado que para el efecto debe poner en fun-
cionamiento el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. La responsabilidad de verificar la pertenencia de
los menores a grupos armados ilegales se halla en cabeza del Ministerio de Defensa Nacional. Al Ministerio
del Interior, por su parte, le corresponde garantizar el suministro de los beneficios socioeconómicos contem-
plados en el decreto 128, en tanto éste no establece diferenciación entre adultos y menores de edad. La
norma, además, prohíbe expresamente la utilización de los menores en cualquier forma de colaboración o
cooperación en actividades de inteligencia u operativos de la fuerza pública.
24 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Entre cinco y seis de cada diez desvinculados habían cursado estudios de


primaria incompletos y cerca de un 15% manifestó haber culminado la primaria.
Una proporción similar expresó haber cursado estudios de secundaria incompletos,
mientras 5% se declaró analfabeto.
Al igual que en el caso de los desmovilizados individuales, la mitad de los
niños y adolescentes desvinculados provenían de las FARC, una tercera parte de
grupos paramilitares y el resto del ELN y diversas disidencias. Cuatro de cada cinco
se desempeñaban como soldados rasos, y uno de cada diez como miliciano. Entre
las distintas funciones cumplidas dentro de los grupos armados ilegales, también se
mencionan labores de logística, comunicaciones, inteligencia, enfermería y manejo de
explosivos, entre otras. El 5% de los niños y adolescentes desvinculados manifestaron
haber permanecido dentro de filas de los grupos armados ilegales durante cuatro
años o más. Un poco más de la mitad del total manifestó haber permanecido durante
un año en los grupos armados ilegales que los reclutaron, mientras los demás lo
hicieron durante menos de un año.
Al igual que en el caso de los desmovilizados individuales voluntarios adultos,
los menores desvinculados refirieron el maltrato y el aburrimiento entre los motivos
principales para entregarse o dejarse capturar por las autoridades. En su orden,
los departamentos donde ocurrió el mayor número de entregas y capturas de
excombatientes niños y adolescentes son Antioquia, Casanare, Cundinamarca y
Tolima. En diciembre de 2006, por lo menos la mitad de los desvinculados registrados
desde agosto de 2003 se habían convertido en mayores de edad y habían ingresado
al Programa de Reincorporación Individual del Gobierno Nacional.

1.3. Caracterización de la desmovilización en Bogotá (2007)


Del número total de desmovilizados en Colombia, 44.505 –según cifras del
Gobierno Nacional21- se estima que en Bogotá hay alrededor de 4.500 excombatientes,
distribuidos así:
• En el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado, adscrito al Ministerio
de Defensa, 500 desmovilizados en promedio, teniendo en cuenta que allí son
atendidos durante tres meses.
• Bajo la atención de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica
de Personas y Grupos Alzados en Armas, según los datos en marzo de 2007, 2.467
reincorporados.
• Las personas que, según las normas, ya cumplieron con su proceso de
reintegración y se quedaron a vivir en el Distrito Capital son, aproximadamente, 1.500.

21
Para más información ver capítulo 2.1. Antecedentes: La desmovilización y reincorporación entre 2002-
2006.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 25

Según los datos de la Alta Consejería, de los 2.467 excombatientes que cursan
el proceso de reintegración bajo su atención, 1.104 corresponden a jóvenes entre los
18 y 26 años. Esta cifra equivale a una proporción de 45% de jóvenes de la población
en proceso de reintegración en Bogotá. Dicho porcentaje corrobora que la población
joven constituye un sector visiblemente afectado por el conflicto armado interno y
resalta el esfuerzo que se debería hacer para diseñar una política pública que esté
dirigida a satisfacer las necesidades específicas de esta población.
Cuadro Nº 3
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según edad
2007
60.0% 55.2%
50.0% 44.8%
40.0%

30.0%

20.0%

10.0%

0.0%

Jóvenes de 18 a 26 años Mayores de 27 años

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá


-Secretaria de Gobierno . Con b ase en datos de la Alta Consejería para la Reintegración
Social y Económica de Personas o Grupos Alzados en Armas - marzo 2007.

Del total de los jóvenes que se encuentran en el proceso de reintegración en


Bogotá, 262 son mujeres, lo que corresponde al 23.7%.

Cuadro Nº 4
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá
según género 2007
Mujeres
Hombres
23.7%
76.3%

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá


- Secretaria de Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración
Social y Económica de Personas o Grupos Alzados en Armas - marzo 2007.

Sobre el estado civil de los jóvenes excombatientes, las estadísticas indican que
el mayor porcentaje (56.70%) corresponde al grupo de quienes viven en unión libre,
seguido de los solteros con un 41.21%, los casados alcanzan apenas el 1.9% y los
divorciados el 0.18%. Esta composición muestra cómo un alto porcentaje de los
26 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

excombatientes reconstituyeron sus núcleos familiares de inmediato o conformaron


nuevas familias, dejando en claro que la familia es un elemento central en un proceso
de reintegración.

Cuadro Nº 5
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá
según estado civil 2007

Casado/a Divorciado/a
1.90% 0.18%

Unión Libre Soltero/a


56.70% 41.21%

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá -


Secretaria de Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración
Social y Económica de Personas o Grupos Alzados en Armas - marzo 2007.

De la mayoría de los jóvenes excombatientes que se encuentran en el proceso


de reintegración, el 50.9% no tiene hijos, mientras que el 30% tiene un hijo. Solamente
una parte pequeña cuenta con un número de hijos entre dos y seis.

Cuadro Nº 6
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá
según número de hijos 2007

Sin hijos 50.9%

Seis 0.2%

Cuatro 1.3%

Tres 3.7%

Dos 13.7%

Un 30.3%

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá - Secretaria de Gobierno. Con
base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica de Personas o Grupos Alzados en Armas
- marzo 2007.

El actual proceso de desmovilización y reintegración en Bogotá se ha venido


dando con determinadas particularidades, entre otras: que el 59.69% (659) de los
jóvenes excombatientes integraban las filas de grupos guerrilleros y el 40.31% (445)
de las autodefensas. Dentro de las guerrillas, el más alto porcentaje corresponde a las
FARC con el 46.83%. Al analizar el grupo de procedencia por género, específicamente
en cuanto a las jóvenes mujeres, las tendencias se mantienen, es decir, que la mayoría
perteneció a la guerrilla de las FARC.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 27

Cuadro Nº 7
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá
según grupo de procedencia 2007

50.00% 46.83%
45.00%
40.31%
40.00%
35.00%
30.00%
25.00%
20.00%
15.00% 11.32%
10.00%
5.00% 0.72% 0.27%
0.54%
0.00%

ELN ELP ERG ERP FARC AUC

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá -


Secretaria de Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración Social y
Económica de Personas o Grupos Alzados en Armas - marzo 2007.

En el actual proceso no se han presentado acuerdos de negociación para


desmovilizaciones con los grupos guerrilleros. Por lo tanto, las desmovilizaciones
de quienes integraban las filas de estos grupos se han dado de manera individual,
salvo casos como la desmovilización de la Cacica Gaitana. Otra excepción son los
excombatientes de las autodefensas o paramilitares que de manera individual se
desmovilizaron por fuera y previamente a las negociaciones de Ralito. Las estadísticas
señalan que en Bogotá, de los jóvenes excombatientes, 84.78% (936) se desmovilizaron
de manera individual y 15.22% (168) colectiva.
Cuadro Nº 8
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá
según tipo de desmovilización 2007

90.00% 84.78%
80.00%
70.00%
60.00%
50.00%
40.00%
30.00%
20.00% 15.22%
10.00%
0.00%

Colectiva Individual

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá -


Secretaria de Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración Social y
Económica de Personas o Grupos Alzados en Armas- marzo 2007.
28 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

En términos generales, la desmovilización individual conlleva una ruptura con


la estructura militar a la cual se perteneció y la decisión de marginarse del conflicto
armado es totalmente personal e implica la búsqueda y el interés por un nuevo futuro
desde la civilidad. Por su parte, muchos de los jóvenes que se desmovilizaron de
manera colectiva, refieren que lo hicieron por la orden recibida de sus mandos como
parte de un proceso de negociación; sin embargo, algunos de estos jóvenes, ya en el
proceso de desmovilización y reinserción, han mostrado su compromiso en forjarse
un nuevo futuro en el marco de la legalidad.
La mayoría de los jóvenes desmovilizados y reincorporados no son de Bogotá
(89.58%), sólo el 10.42% (115) son oriundos de esta ciudad. El 63.68% de estos jóvenes,
antes de desmovilizarse, apenas había cursado algún grado de primaria; 26.18%
lograron realizar su quinto de primaria; quienes alcanzaron a tener algún grado de
bachillerato equivalen al 35.87%; sólo el 4.53% terminó la educación secundaria.
Según los datos, actualmente, el 52% se encuentra estudiando, la mayoría de ellos en
instituciones educativas del Distrito en la jornada nocturna, y el 48% no ha continuado
sus estudios de educación formal.

Cuadro Nº 9
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá
según nivel educativo antes de desmovilizarse 2007

Sin Datos 0.45%

Universitaria 0.27%

Tecnología 0.54%

Grado 11 4.53%

Grado 10 2.72%

Grado 9 6.16%

Grado 8 5.62%

Grado 7 8.79%

Grado 6 7.25%

Grado 5 26.18%

Grado 4 9.87%

Grado 3 10.05%

Grado 2 6.16%

Grado 1 2.99%

Grado 0 8.42%

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá - Secretaría de


Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica de
Personas o Grupos Alzados en Armas - marzo 2007.

Actualmente, el 24.18% de los jóvenes en proceso de reintegración no cuentan


con afiliación al sistema de salud.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 29

Cuadro Nº 10
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá
según sistema de salud 2007

Sin datos 0.54%

Subsidiario ARS 44.11%

Sisben 1.81%

Ninguna 24.18%

Contributivo EPS 9.87%

Carta de Salud 19.47%

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá - Secretaria de


Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica de
Personas o Grupos Alzados en Armas. - marzo 2007.

Solamente un tercio de los jóvenes en proceso de reintegración a la vida civil


cuenta con un trabajo, mientras que dos tercios de ellos no trabajan, lo que es uno de
los principales obstáculos para el logro de una integración efectiva.

Cuadro Nº 11
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según
productividad y empleabilidad 2007

70.00%
61.23%
60.00%

50.00%
38.32%
40.00%

30.00%

20.00%

10.00%
0.45%
0.00%
No trabaja Si trabaja Sin datos

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá - Secretaria de


Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica de Personas
o Grupos Alzados en Armas - marzo 2007.
30 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Entre las mujeres en proceso de reintegración a la vida civil, el desempleo es más


alto que entre los hombres.

Cuadro Nº 12
Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá según
productividad y empleabilidad por género 2007

45.00% 42.75%

40.00%

35.00% 33.24%

30.00%

25.00%
18.50%
20.00%

15.00%

10.00%
5.10%
5.00%
0.20% 0.27%
0.00%
Mujeres Hombres

No trabaja Si trabaja Sin datos

Fuente: Programa de Atención Complementaria a Población Reincorporada en Bogotá - Sec.retaria de


Gobierno. Con base en datos de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica de Personas o
Grupos Alzados en Armas - marzo 2007.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 31

Capítulo 2

Juventud, conflicto y reintegración:


retos específicos
32 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

2.1. La construcción social del “sujeto juvenil”22


Al igual que la noción de “género”, la categoría de “joven” es una construcción
social reciente en la cultura occidental. En la era preindustrial, el ciclo vital de los
integrantes de la unidad familiar trascurría marcado por roles tradicionales referidos
a parámetros de edad y género que no eran objeto de estudio o debate general.
La visibilidad en la esfera pública de la condición social, problemas, necesidades y
aspiraciones particulares de los niños y jóvenes, surge como consecuencia del efecto
desarticulador que surtió la revolución industrial sobre la familia como unidad de
producción23. A partir de ese momento surgen demandas sociales que deben ser
atendidas por instituciones creadas específicamente para ello, como sucedió con los
orfanatos, establecimientos de educación y reformatorios.
Talcott Parson24 aseguró hacia finales de 1940 que la escuela era un escenario
cerrado que marginaba al joven del sistema productivo y de las relaciones de clase.
Pero también permitía la formación de una “cultura juvenil” con valores y preceptos
autónomos, en contraposición a las generaciones de ese entonces. Esta concepción
fraccionada fue un primer intento de acercamiento al estudio de la juventud y logró
prevalecer hasta finales de los 60s. Esto condujo a la comprensión de la juventud sólo
desde el punto de vista culturalista, dejando de lado la relación que se establecía con
el concepto de clase. Otra limitante de este enfoque fue que se realizó sobre la base
de un solo prototipo de juventud: la del estudiante.
El panorama de transformaciones de la década de los 70s, producto de los cambios
sufridos por la juventud en rechazo a la guerra, el desarrollo tecnológico que dio nuevas
características a la sociedad y la participación en la industria que permitió hablar de un
mercado de trabajo juvenil, impactó lo que hasta ese entonces se entendía por jóvenes.
A partir de esta época, el término juventud estuvo asociado al de subcultura, lo que
significaba que los jóvenes eran un sector que lograba mantener cierta convergencia
ideológica con sus padres, pero lo que buscaban era la formación de una nueva cultura
que les diera la posibilidad de construir su propio proceso de identidad.
Posteriormente, la juventud fue entendida como producto social que comenzó
a manifestar una serie de necesidades: en lo social, de participación, identidad y no
exclusión; en lo económico, de inserción en el sistema productivo. Por su parte, los
gobiernos empezaron a observar las realidades particulares de esta población que, de
no ser atendida, se constituiría en fuerza de desequilibrio social.
Actualmente, los jóvenes son vistos como un sector potencialmente estratégico
para el desarrollo social, reconociéndolos como sujetos sociales y de derechos, cuyos

22
Basado en: Alcaldía Mayor de Bogotá, 2006. Derechos de los jóvenes. Bogotá: Secretaría de Gobierno
Distrital – Cátedra de Derechos Humanos, Deberes y Garantías Nº 3; y en Specht. Juventud y reinserción.
En:Working Papers Nº 1, Bogotá: Fundación Ideas para la Paz (FIP), 2006.
23
Chillan, Yuri. Voces y Miradas. Madrid: Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ), 2004, p.
32-34.
24
Parson, Talcott. The Structure of Social Action. McGraw Hill, 1937.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 33

intereses no coinciden necesariamente con los tradicionales de la escuela, la familia


o el Estado. En consecuencia, la experiencia juvenil se ha diversificado de tal manera
que ya no es posible referirla exclusivamente a través del parámetro de edad. De
allí que ya no sea posible hablar de lo “joven”, como si se tratara de un fenómeno
homogéneo; por consiguiente, resulta más apropiado reconocer “sujetos juveniles”
diversos, diferenciados por género, origen social, barrio o entorno vital de socialización,
naturaleza de su inserción familiar y experiencia educativa25.
Por tanto, hoy los jóvenes son comprendidos como sujetos que no están
aislados, que son producto y productores de la sociedad, y poseen saberes sociales
que construyen diariamente en la sociedad en su conjunto; que se encuentran en
desarrollo biológico, sujetos a cambios continuos durante su proceso de desarrollo,
propensos a ser víctimas, pero que a su vez son actores importantes en la construcción
del presente y el futuro de la sociedad.
Los jóvenes también han sido definidos a la luz de categorías jurídicas que
determinan el rango de edad en el que se encuentra esta población. No obstante,
en muchos casos se ven absorbidos por las categorías de niños y adultos, lo que
posteriormente se ve reflejado en la ausencia de planes, programas y proyectos
específicos para esta población. La ONU define a los jóvenes como aquellas personas
entre los 15 y 24 años de edad. En Colombia, según la Ley Nacional de Juventud (Ley
375 de 1997), los jóvenes son aquellos que se encuentran entre los 14 y los 26 años.

2.2. Participación de los jóvenes en el conflicto


Las juventudes son blanco, perpetradores, sobrevivientes de la violencia.
(ONU 2005)

El World Youth Report identifica que los jóvenes son uno de los sectores más
afectados en los conflictos armados, lo que trae consigo serias implicaciones para
el desarrollo de su vida y de la sociedad26. En la medida en que se desestructura
la familia, se debilita la posibilidad de emancipamiento, la nutrición adecuada,
se pone en riesgo la salud, se suspende el proceso de formación y se generan
enfermedades psicológicas (ansiedad, depresión, tensión extrema), que
posteriormente van a dificultar el desarrollo de las vidas de los jóvenes afectados.
En consecuencia, los jóvenes constituyen uno de los grupos más importantes
dentro de los programas de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR).

25
Margulis y Uresti. La condición de Juventud. Dimensiones y características. En: Viviendo a toda. Bogotá:
Universidad Central, 1998.
26
Este Informe establece que entre 1989 y el año 2000, en los 111 conflictos armados que se registraron
en el mundo, muchos jóvenes corrieron el riesgo de sucumbir a la violencia. Para el año 2003 se calcula que
300.000 niños y jóvenes soldados combaten en 49 países. No existe conflicto en que no participen los jóvenes,
pues, de hecho, ellos constituyen el elemento más numeroso de la mayoría de las fuerzas armadas. Se calcula
que en el pasado decenio 2 millones de niños fueron muertos o perecieron en conflictos armados y 5 millones
quedaron discapacitados. En: Organización de las Naciones Unidas. World Youth Report 2003, p. 391.
34 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Los enfoques tradicionales de los programas de DDR han desconocido de


manera permanente esta realidad. Normalmente éstos intervienen sobre dos tipos de
población. Por un lado, los “niños combatientes” que son jóvenes menores de 18 años,
los cuales son tratados como niños, sin tener en cuenta los compromisos que muchos
de ellos tienen con el sustento de sus familias. Y por otro, los mayores de 18 años, que
son considerados de manera tajante como adultos y son incluidos en programas que
se enfocan en asegurar su subsistencia inmediata, desconociendo su necesidad de
seguir educándose y desarrollando un nuevo proyecto de vida.
Durante el pasado decenio se elaboró un marco jurídico general para la protección
de la juventud. Sin embargo, dicho marco sólo se aplica a los jóvenes menores de
18 años27. La experiencia de algunos países en conflicto no da motivos para confiar
en que los logros en los ámbitos político, jurídico y normativo a nivel internacional
se hayan traducido en hechos sobre el terreno, especialmente en lo que se refiere
al reclutamiento forzoso. No obstante, pese a los inconvenientes identificados, se
debe partir de esta experiencia con el fin de extender dichos logros a los jóvenes
vinculados en conflictos armados, de tal manera que se comprenda su condición de
vulnerabilidad, al ser autores y víctimas del conflicto, a la vez28.
Ser joven en un país inmerso en el conflicto armado significa tener que crecer
rápidamente y asumir roles adultos, tales como el sustento de la familia o el de luchar
en el conflicto. Éste trae consigo el cierre de escuelas y la limitación de oportunidades
para que los jóvenes puedan continuar con sus proyectos de vida, perdiendo su
lugar en la comunidad y su esperanza de vida. Igualmente, muchos de estos jóvenes,
además de ser víctimas de la violencia propia del conflicto, son vulnerables a sufrir
violencia sexual durante dicho conflicto, lo que en algunos casos los lleva a contraer
VIH. La vinculación de algunos jóvenes está motivada por sentimientos de venganza
y desesperación, otros por la necesidad de manutención de sus familias o por la
necesidad de protección.
La importancia de que los procesos de DDR se enfoquen de manera
adecuada sobre esta población tiene su fundamento en que: los jóvenes pueden
hacer contribuciones importantes al proceso de reconstrucción, reconciliación y
recuperación de un país. A su vez, presentan una gran vulnerabilidad económica y

27
La Convención sobre los Derechos del Niño sienta la base jurídica para garantizar los derechos de los
niños. La Declaración Mundial sobre la supervivencia, la protección y el desarrollo del niño, aprobada en
1990, tiene como objetivo “proteger a los niños del flagelo de la guerra y adoptar medidas para impedir
la aparición de nuevos conflictos armados, a fin de dar a los niños de todo el mundo un futuro pacífico y
seguro”. La comunidad internacional ha fijado un nuevo programa de acción para proteger a los niños en
situaciones de conflicto armado. Se han elaborado varios instrumentos internacionales nuevos como el Con-
venio Nº 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Protocolo Facultativo de la Convención
sobre los Derechos del Niño. En ambos documentos se prohíbe el reclutamiento forzoso y obligatorio de niños
y jóvenes menores de 18 años en situaciones de conflicto.
28
Naciones Unidas. Asamblea General del Consejo Económico y Social. Informe sobre la Juventud Mundial,
diciembre 2005, p. 35.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 35

social, que se ve incrementada en contextos de conflicto y posconflicto, en donde


los sentimientos de frustración y marginalización pueden llevar a comportamientos
violentos, a la vinculación a bandas delincuenciales o al retorno a grupos armados
ilegales29. De allí la importancia de considerar en los programas de DDR las
particularidades de esta población, incorporando la perspectiva de género. El caso
de Centroamérica resulta muy significativo, en la medida en que la continuidad de
las causas y las condiciones sociales que generaron el conflicto se mantiene en los
mismos términos, lo que conllevó a la participación de los jóvenes excombatientes
en organizaciones delictivas30.
Las políticas de DDR deben considerar las complejidades de esta población
al tratarlos como víctimas y -en los casos en que no se logra un proceso efectivo
de reintegración- como potenciales desestabilizadores de la paz. En cualquier caso,
deben ser comprendidos como actores económicos y sociales en potencia. Su energía
y capacidad de movilizarse a sí mismos y a otros sectores de la sociedad, pueden ser
canalizadas hacia la recuperación y la construcción de la paz31.
El espíritu que debe animar a las sociedades que estén dispuestas a construir una
paz duradera requiere trascender el fin de la violencia y el alivio de sus efectos más
urgentes, e implica un cambio cualitativo de la sociedad. En tal sentido, no se trata
únicamente de un proceso de rehabilitación por medio del cual los excombatientes
interioricen reglas y destrezas que les permitan vivir en sociedad como “reinsertados”.
Hay que concebirlo como un proceso de transformación simultánea de las víctimas y
excombatientes y del contexto social, para así posibilitar una eventual “reintegración”
de la sociedad como tal.
Por consiguiente, la reintegración social y económica de personas y grupos
ilegales alzados en armas se define como la totalidad de los procesos asociados con
la reincorporación y estabilización social y económica de menores desvinculados y
de adultos desmovilizados voluntariamente de manera individual y colectiva. Estos
procesos contemplan de manera particular la vinculación y aceptación de estas

29
Specht, op. cit.
30
En un estudio realizado por la CEPAL sobre la violencia durante el posconflicto se logró identificar que
ha asumido como característica la constitución de grupos portadores de violencia, los cuales tienen como
factor común pertenecer a estratos de la población en edad adolescente y juvenil, organizados en forma de
pandillas. Los espacios en donde se desarrollan estas pandillas son los lugares que sufren de carencia social
e infraestructura, promovida aún más por la migración y el desarraigo constante, y una alta percepción de
la violencia, especialmente ligada al narcotráfico, lo que dice relación con la vivencia de abandono, exclu-
sión e inexistencia de interacción social, que impide la organización comunitaria y la estabilidad de lazos
comunitarios. En: CEPAL. Hacia la Construcción de lecciones posconflicto en América Latina y el Caribe. Una
mirada a la violencia juvenil. Serie Políticas Sociales, 2005.
31
Specht, op. cit., p. 13. De la misma forma el World Youth Report 2005 plantea que cada vez es mayor
la comprensión de los jóvenes reincorporados como agentes de paz dinámicos, que en lugar de ser parte
del “problema”, deberían convertirse en parte de la solución. Esta perspectiva hace hincapié en el papel
de los jóvenes como forjadores de la paz y la importancia de su contribución para mantenerla, en vez de
responder de manera violenta e intensificar el conflicto. En: Naciones Unidas. Informe sobre la Juventud
Mundial 2005, op. cit.
36 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

personas en la comunidad que los recibe, además de la participación activa de la


sociedad en general en su proceso de inclusión en la vida civil y legal del país32.
Las comunidades de acogida están constituidas por la trama de lazos y relaciones
vitales entre unidades familiares, económicas e institucionales, que interactúan de
manera sistémica, conforme a un cuerpo de pautas que regulan su reproducción
diferenciada en el marco de un ámbito territorial sobre el cual ejerce en mayor o
menor grado su influencia33.
El propósito es que los programas de DDR asuman una serie de aspectos que
respondan a las particularidades propias de esta población; entre éstos se señalan34:
• Los programas deben permitir que los jóvenes desmovilizados encuentren un
rol significativo durante su período posconflicto, similar al adelantado en el grupo
armado, en términos de su responsabilidad y estatus.
• Se debe considerar que durante el tiempo que estos jóvenes estuvieron
vinculados a los actores armados debieron cumplir una serie de reglamentaciones
y restricciones, así como adoptar su sistema de valores. Estas condiciones deben ser
consideradas, de acuerdo con su alcance, como un valioso capital social que puede
ser usado a favor de la paz.
• Los programas de DDR deben indagar sobre los factores que llevaron al joven
a unirse al grupo armado. Esto ayudará a determinar sobre qué elementos se debe
realizar la intervención, así como en el diseño de planes de prevención, dirigidos a
jóvenes que puedan estar en la misma condición.
Un proceso de DDR debe proponer alternativas audaces que se ocupen
efectivamente de las raíces del conflicto y no únicamente de menguar sus efectos.
Por tanto, no sólo debe avanzar en la restitución integral de los derechos de los y
las jóvenes (sujetos de derechos), sino en su comprensión como sujetos políticos,
en donde se materialicen los principios de reconciliación e inclusión, los derechos
humanos y la responsabilidad compartida en cuanto a la paulatina construcción de
un proceso de paz.

2.3. Jóvenes combatientes: Factores de riesgo


La participación de los jóvenes como combatientes en la mayoría de los conflictos
armados es una realidad corroborada. Los estudios realizados sobre la materia han
prestado atención principalmente a aquellos que han sido forzados a enrolarse. Sin
embargo, dichos estudios han dejado por fuera una realidad: la de los jóvenes que se

32
Ver parágrafo del artículo 2 del decreto 3.043 de 2006 por el cual se creó la Alta Consejería para la
Reintegración social y económica de personas y grupos alzados en armas, adscrita al Departamento Admi-
nistrativo de la Presidencia de la República
33
Ver Hawley, A. Ecología humana, Madrid: Editorial Tecnos, 1962.
34
Specht, op. cit., p. 7.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 37

unen a un grupo armado ilegal, aparentemente por “voluntad” propia35. Es por esto
que en los últimos años se ha empezado a indagar sobre el fondo de esta realidad de
los jóvenes “voluntarios”, con el fin de poder identificar los factores o motivos que los
llevan a participar en el conflicto armado36.
El libro Jóvenes Soldados y Combatientes ¿Por qué van a luchar?37 investiga
desde sus mismas voces la realidad de estos jóvenes “voluntarios”. Plantea que
buena parte de la explicación del por qué los jóvenes son inducidos a participar en
los conflictos armados se puede encontrar en las características compartidas de su
medio ambiente (contexto, entorno) y se puede establecer un paralelo a través de
la diferencias entre los países, las culturas y los tipos de conflicto. Esto corrobora los
hallazgos de algunas investigaciones que sobre dicha problemática han logrado
identificar un número de factores claves para su participación, así como han señalado
que los jóvenes que intervienen en algún conflicto pertenecen en su gran mayoría
a sectores en condiciones más desventajosas y pobres de la sociedad, a las propias
zonas del conflicto, y provienen de familias fracturadas o inexistentes38. De igual
forma, plantean la necesidad de analizar otros factores que interactúan entre sí y que
permiten comprender la complejidad del fenómeno.
Se han identificado tres tipos de factores que inciden en la decisión de los jóvenes
de involucrarse en el conflicto. En primer lugar, los factores ambientales marcan el
contexto fuera del cual es poco probable que suceda dicha intervención. En segundo
lugar, los factores que están relacionados con la historia personal de cada individuo,
los cuales predisponen a ciertos jóvenes a unirse al conflicto, lo que puede explicar por
qué otros que comparten sus mismas condiciones no se involucran con los actores
armados ilegales. De hecho, la combinación de factores que llevan a cada individuo
a esta decisión es única. Finalmente, los factores que se relacionan con el detonante
que conduce a la decisión específica de enrolarse.
Los factores de riesgo más significativos para la eventual participación de los
jóvenes en grupos armados ilegales, que son las condiciones necesarias pero no
suficientes, sin las cuales el joven tiene probabilidades altas de no enrolarse, pueden
dividirse en las siguientes áreas: la guerra, la pobreza, la educación y el empleo, la
familia y los amigos, la política y la ideología, los rasgos específicos de la adolescencia,
la cultura y la tradición39.

35
Un estudio realizado en el 2003 por la OIT encontró que dos tercios de los jóvenes entrevistados en Burun-
di, Congo-Brazzaville, República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda afirmaron que se enrolaron de
manera “voluntaria” al grupo armado. En: Dumas y De Cock. Wounded Childhood: The use of Child Soldiers
in Armed Conflict in Central Africa. Ginebra: OIT, 2003.
36
El conflicto colombiano no es ajeno a esta realidad: en el estudio realizado por la UNICEF se comprueba
que el 83.7% de los jóvenes afirmaron que se unieron de manera voluntaria a los actores armados ilegales.
En:Defensoría del Pueblo – UNICEF, Informe Defensorial, op. cit.
37
Brett y Specht. Young Soldiers, Why they Choose to Fight. Ginebra: OIT, 2005.
38
Ver: Machel, Graca. Informe: Las repercusiones de los conflictos armados sobre los niños. Naciones Unidas, 1996.
39
Brett y Specht, op. cit. p. 25-55.
38 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Para el caso de Colombia, algunos estudios han identificado las causas de


vinculación de los jóvenes a los actores armados ilegales. Éstas se pueden agrupar en:
identidad, entre las que se encuentran el gusto por las armas, la vida militar, la guerra,
sentimiento de venganza y la búsqueda de reconocimiento y protección. Económicas,
que se dividen en la falta de oportunidades de educación, salud y trabajo, la situación
económica, la pobreza y las promesas de dinero fácil o las ofrecidas por los grupos.
Afectivas, en las que la familia juega un papel central, se identifican factores como la
violencia intrafamiliar y sexual, los problemas relacionales en la familia, la presencia de
un familiar en el grupo armado y la relación de pares40. A continuación se destacan los
factores más importantes.
La guerra: es uno de lo aspectos más relevantes y que menos consideración
ha tenido como un factor causal de incorporación al conflicto. La existencia de una
situación de guerra o de conflicto crea el ambiente para que los jóvenes se vinculen
de diferentes formas. “Pocos jóvenes buscan una guerra para unirse a ella; para la
mayoría, la guerra llega a ellos y se convierte en parte de su ambiente natural”41. Ésta
trae consigo una serie de situaciones: cierre de escuelas, tensiones sociales, rupturas
familiares, aumento de la pobreza, desplazamiento, destrucción de la infraestructura
social y económica, limitación de alternativas de empleo. La existencia de la guerra por
períodos prolongados significa que para un gran número de niños, niñas y adolescentes
ésta se convierte en la norma más que en la excepción. “Los adultos pueden tener un
concepto distinto de cuando la vida era pacífica y ‘normal’ y, en consecuencia, la guerra
es una aberración. Muchos niños nacen en medio de la guerra y nunca han conocido
algo diferente o, si lo hacen, la paz sería algo tan normal para ellos como la guerra”42.
Así mismo, la existencia de la guerra crea una serie de modelos a seguir y símbolos de
estatus militares, y valida el uso de la violencia como medida de protección. También se
presenta como una oportunidad para escapar de sus hogares por abuso, explotación o
como acto de rebelión. Por tanto, la terminación del conflicto armado es el medio más
eficaz para impedir que los jóvenes participen en la guerra.
La pobreza o la necesidad de supervivencia: es una de las características más
comunes de los jóvenes combatientes y uno de los principales factores ambientales
que los llevan a vincularse a los grupos armados ilegales. Esto no significa que
la pobreza por sí misma logre explicar por qué los jóvenes se integran al conflicto
armado ilegal, pero sí es un factor de peso que contribuye. La pobreza también afecta
otros temas críticos como el acceso a la educación, al empleo y a la alimentación.

40
Ver Defensoría del Pueblo – Unicef, Informe Defensorial, op. cit.; Medios para la Paz. Las huellas de
la guerra en los colombianos, 2007, en http://www.mediosparalapaz.org/index.php?idcategoria=2830;
Alcaldía Mayor de Bogotá. Programa de Atención Complementaria a la población reincorporada con pre-
sencia en Bogotá. Ciudadanos excombatientes: un desafío de reconciliación e inclusión para Bogotá, 2006;
Dowdney, Luke. Ni guerra, ni paz. Comparaciones internacionales de niños y jóvenes en violencia armada
organizada, Río de Janeiro, 2006.
41
Brett y Specht, op. cit., p. 26.
42
Ibíd., p. 27.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 39

Educación y empleo: éste es un factor de vital importancia para el desarrollo de


la vida y toma de decisiones de los jóvenes, en la medida en que la escuela cumple
un papel socializador, generador de valores, comportamientos y actitudes, y permite
la transición hacia un empleo productivo u otras formas de ganarse la vida. El acceso
a la educación, así como los contenidos (currículo, pénsum y planes de estudio) y el
trato que reciben en la escuela son un factor crítico que puede mantener latente la
posibilidad del joven de entrar a un grupo armado ilegal43. El reto es lograr ofrecerles
a los jóvenes una educación a la que puedan acceder, en donde se les inculquen
actitudes, valores y modelos a seguir no violentos y no militares, y se promueva
la resolución pacífica de los conflictos. Pero también el sistema educativo debe
ofrecerles la formación adecuada que les garantice su inserción laboral y contrarreste
las oportunidades que en este sentido ofrecen los grupos armados ilegales.
Familia: la situación familiar es tal vez uno de los factores más significativos para la
intervención de los jóvenes en los grupos armados al margen de la ley. Se ha logrado
identificar que la ausencia de ésta o su disfuncionalidad es un elemento decisivo para
predecir el reclutamiento y la participación en el conflicto armado. Los jóvenes sin
familia, o que son separados de ésta, son más vulnerables tanto al reclutamiento forzoso
como al voluntario44. En un estudio comparativo sobre 11 países se identificó que la
mayoría de los jóvenes involucrados en grupos delincuenciales proceden de familias
víctimas de la guerra45. La familia, o la ausencia de ella, tienen un impacto particular
en los adolescentes en la medida en que ésta es el principal factor de influencia en
la etapa de desarrollo y en su opción profesional u ocupación. Una situación familiar
de maltrato o violencia puede ser un factor esencial a la hora de tomar la decisión.
Igualmente, cuando la familia tiene algún tipo de relación con el conflicto, bien sea
porque miembros de ella participen directamente, por la existencia de una tradición
militar, o porque la vinculación es aceptable en la familia.
Los grupos de pares: es otra influencia fundamental en los jóvenes la búsqueda
de patrones a seguir o modelos, lo que hace parte de otro conjunto de factores que
pueden influenciar la determinación de involucrarse. Esto resulta cierto en relación
con “su percepción de identidad en general y la presión particular para unirse a un
grupo armado”46. En aquellos lugares donde los miembros de un grupo ya están
involucrados o están considerando involucrarse, la presión por unirse al grupo es
más grande.

43
La educación puede ser utilizada en forma deliberada o accidental para exacerbar y politizar las dife-
rencias existentes en una sociedad, con el fin de que sirva de base o ayude a perpetuar el conflicto violento.
Ver Brett y Specht, op. cit., p. 34.
44
McConnan, Isabel y Uppard, Sarah. Children-Not Soldiers. Save the Children. Londres, 2001, p. 54.
45
Entre los países estudiados se encuentran cinco latinoamericanos: Colombia, Ecuador, El Salvador, Hondu-
ras y Brasil. Ver Dowdney, Luke, op. cit., p. 66-73.
46
Brett y Specht, op. cit., p. 44.
40 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

La cultura y la tradición: juegan un papel fundamental en el joven al proveerlo


de un marco por medio del cual interpreta lo que está pasando, lo cual influye en la
forma en que ve y asume las cosas. A través de la cultura se tiene la posibilidad de
establecer los niveles de violencia y qué tipos de ésta son permitidos. Los medios
de comunicación también tienen un papel relevante en este tema, ya que pueden
ayudar a crear o perpetuar algunos valores culturales, y a menudo son la fuente de
información e interpretación del conflicto47. Así mismo, pueden cumplir un papel
importante las motivaciones políticas o ideológicas y el contexto político en el cual
crecen los jóvenes, los cuales influyen en su percepción del conflicto.
La presencia de algunos de los factores aquí enunciados no es suficiente para
comprender la complejidad de lo que lleva a un joven a vincularse como actor
armado ilegal. Según se mencionó al principio, la combinación de éstos con algunas
características particulares del individuo y la existencia de un factor detonante, es lo que
permite entender la dinámica de la vinculación y el nivel de vulnerabilidad del joven.
No obstante, podemos afirmar que el conflicto armado en sí mismo es el factor
más crucial; mientras ésta siga, los jóvenes se seguirán involucrando. El impacto del
conflicto armado se extiende a la familia, la economía, el sistema educativo y el empleo,
tanto de los jóvenes como de sus padres, y crea la necesidad de protección para ellos
mismos y los miembros de su familia. En las sociedades en donde lo militar (legal e
ilegal) ofrece un estatus, un modelo de vida a seguir o una posibilidad de subsistencia,
se necesitan unos factores protectores que contrapesen los motivos de los jóvenes
para su incorporación a grupos armados ilegales. Esto significa que, aunque no se
haya llegado por completo a la abolición de la guerra, se pueden adelantar tareas
encaminadas a la prevención de la vinculación, observando con sumo cuidado el
papel que en ésta juegan la familia, la educación, las oportunidades de empleo y los
demás factores analizados.

2.4. Reintegración de los jóvenes: Elementos desde el enfoque


de derechos
Desde finales de los años 90s se ha hecho énfasis en la necesidad de aplicar
un “enfoque de derechos humanos” a las políticas públicas, y considerarlo como
fundamento del desarrollo. Esto implica un cambio en la manera como dimensionamos
los derechos, los sujetos, las prioridades, para el diseño de políticas públicas y el
desarrollo en sí mismo. Paralelamente, este proceso ha estado acompañado por el
cambio en la percepción que se tiene sobre los sectores poblacionales. En el caso de

47
Es emblemático el papel que cumplió “La Radio de las Mil Colinas” en el genocidio de Rwanda, ya que a
través de ésta se difundió una ideología que proclamaba a los tutsi como una “raza extraña”; los mensajes
que transmitía llamaban permanentemente a la muerte: “llenar las tumbas que todavía estaban medio
vacías” y asegurarse de que “los niños también debían ser asesinados”. Ver: http://www.escolapau.org/
img/programas/rehabilitacion/paises/06rwan.pdf
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 41

los jóvenes, como ya lo hemos mencionado, se ha pasado de comprenderlos como


sujetos de riesgos a sujetos de derechos.
Esta perspectiva plantea un reto importante en la realización de una política
para la atención de los jóvenes en proceso de reintegración, en la medida en que no
sólo se deben garantizar los derechos de esta población para la reconstrucción de su
proyecto de vida, sino que es una condición necesaria para la consolidación de un
proceso de paz y reconciliación.
Sin embargo, a pesar de la popularidad que el discurso de los derechos ha venido
adquiriendo, trae consigo dos efectos opuestos. Por un lado, evidencia un consenso
sobre la importancia de reconocer los derechos humanos como elementos que
trascienden las diferencias culturales, sociales, económicas o políticas48. Y por otro, ha
reflejado imprecisiones conceptuales, en la medida en que se utilizan significados que
se superponen49, ya que la facilidad con que el tema se adapta a todos los discursos
puede hacer que, al servir para justificar todo, termine no justificando nada. Es decir,
la sobreutilización de la noción de derechos puede hacer que pierda su efecto como
instrumento para las decisiones de políticas públicas50.
Por tanto, para que el discurso de los derechos se transforme en un elemento
efectivo, es necesario ir más allá de la retórica, lo que significa que se debe determinar
el contenido del derecho, justificar el motivo de su satisfacción, identificar al sujeto
portador de ese derecho, el agente que debe satisfacer esa exigencia y el reconocimiento
legal de este derecho. Esto resulta importante en el trabajo de políticas poblacionales
(jóvenes) y de desarrollo con enfoque de derechos, porque permite organizar el trabajo
en dos frentes: exigir aquellos derechos reconocidos por la ley y demandar que se
reconozcan legalmente otros derechos que aún no han sido contemplados.
El enfoque de derechos se puede definir como “un marco conceptual para el
proceso de desarrollo humano que desde el punto de vista normativo está basado en
las normas internacionales de derechos humanos y desde el punto de vista operacional
está orientado a la promoción y la protección de los derechos humanos. Su propósito

48
La expresión “derechos humanos” alude a un conjunto de derechos universales que cada individuo puede
reclamar por el solo hecho de formar parte de la especie humana o, como establece la Declaración Uni-
versal de 1948, de la familia humana. En principio, priman sobre toda otra regla, ley, disposición o práctica
establecidas por cualquier poder. Ver Hottois, G. Bioética y derechos humanos. En: Escobar, J. y otros. Bioé-
tica y derechos humanos. Colección Bíos y Ethos. Bogotá: Ediciones El Bosque, 2000.
49
Algunos emplean el concepto como un conjunto de obligaciones de la legislación internacional; otros lo
hacen para señalar ciertos estándares éticos que acentúan la importancia de los intereses individuales; y
otros aún utilizan el lenguaje de los derechos humanos por sus cualidades aspiracionales o retóricas. Ver
Gostin, L. Public health, ethics and human rights: A tribute to the late Jonathan Man. En: The Journal of Law,
Medicine & Ethics, vol. 29, 2001.
50
Utilizar el discurso de los derechos humanos para hacer exigencias en todos los ámbitos de la esfera
pública podría resultar en que los derechos no serían ya tomados seriamente como medio para resolver
alguno de estos asuntos, como afirma Sumner, citado en Ferrer, M. La población y el desarrollo desde un enfo-
que de derechos humanos: intersecciones, perspectivas y orientaciones para una agenda regional. CEPAL. Serie
Población y desarrollo, Nº 60, 2001, p. 12.
42 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

es analizar las desigualdades que se encuentran en el centro de los problemas de


desarrollo y corregir las prácticas discriminatorias y el injusto reparto del poder que
obstaculizan el progreso en materia de desarrollo”51.
En líneas generales, el enfoque basado en derechos considera que el primer paso
para otorgar poder a los sectores excluidos es reconocer que ellos son titulares de
derechos que obligan al Estado. Al introducir este concepto se procura cambiar la
lógica de los procesos de elaboración de políticas, para que el punto de partida no
sea la existencia de personas con necesidades que deben ser asistidas, sino sujetos
con derecho, y por ello que tienen derecho a exigir sus derechos. No obstante, las
necesidades y los derechos no son incompatibles, en la medida en que las primeras
se expresan como derechos sociales, económicos, culturales y políticos. El cambio
fundamental está en el cumplimiento de los derechos, a diferencia de la satisfacción
de las necesidades básicas. Los derechos son exigibles, las necesidades no lo son52.
Construir una política pública de juventud, que aborde la situación de los
jóvenes en proceso de reintegración desde esta perspectiva, significa poner al ser
humano en el centro de la política, como sujeto de derechos indivisibles, universales,
inalienables e imprescriptibles. Exige que también se generen las condiciones para el
ejercicio efectivo, progresivo y sostenible de los derechos fundamentales, en el caso
de Colombia los enunciados en la Constitución Política de 199153 y en los tratados
reconocidos en el país54, así como la adopción del principio de interdependencia de
los derechos civiles y políticos, y de los derechos económicos, sociales y culturales.
El cambio de perspectiva también significa que los jóvenes se consideran como
personas que poseen la capacidad para participar en los procesos que les conciernen

51
Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Preguntas frecuentes sobre el enfoque de
derechos humanos en la cooperación para el desarrollo en: http://www.ohchr.org/spanish/about/publica-
tions/docs/FAQ_sp.pdf
52
Segone, M. Evaluación Democrática. Documentos de trabajo Nº 3. UNICEF, Oficina Regional para América
Latina y el Caribe, 1998.
53
En el ámbito interno, la Constitución de 1991 reconoce de manera indirecta a los jóvenes como sujetos de
derechos, cuando en el artículo 45 establece los derechos de los adolescentes a la protección y a la forma-
ción integral, y plantea como obligación al Estado y la comunidad garantizar la participación de éstos en
los espacios públicos encargados. En consecuencia se promovieron 2 documentos CONPES específicos sobre
esta población y en 1997 se expidió la ley 375 “Ley de Juventud”. En esta norma se establece por primera
vez un catálogo, aunque restrictivo, de derechos de los jóvenes. En la actualidad se cuenta con la Ley de
Infancia y Adolescencia (Ley 1098 de 2006), pese a que esta ley no incluye la totalidad del grupo pobla-
cional, logra establecer los principales lineamientos, objetivos y acciones para la protección y garantía de
los derechos de los jóvenes en un marco de mayor amplitud que la Ley de Juventud.
54
Política Pública de Juventud. Decreto 482 de 2006, p. 31. De la misma manera la Convención Iberoameri-
cana de Derechos de los Jóvenes 2005, no ratificada por el Estado colombiano, plantea que “la normativa,
políticas y acciones administrativas a favor de los jóvenes deben desarrollarse bajo la perspectiva de supe-
rar prejuicios y concepciones despectivas, paternalistas o meramente utilitarias de los jóvenes, transcendien-
do hacia un proceso y escenarios en los cuales se reivindique su condición de personas, ciudadanos plenos,
sujetos reales y efectivos de derechos, se garantice la igualdad de género, su participación social y política,
la aprobación de políticas orientadas al ejercicio pleno de sus derechos, la satisfacción de sus necesidades y
el reconocimiento como actores estratégicos del desarrollo”. Ver Organización Iberoamericana de Juventud.
Acta Final de la Convención de Derechos de los Jóvenes 2005.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 43

y afectan sus vidas, potenciando su autonomía personal en los ámbitos de su vida


social, privada y familiar. De ahí la importancia de que los programas de reintegración
dirigidos a los jóvenes cuenten con su opinión, de tal manera que se puedan identificar
las particularidades que afectan el ejercicio de sus derechos y sean agentes de las
decisiones públicas. Su acercamiento como “beneficiarios” de una política específica
lo deben hacer en función de sus derechos, no de sus necesidades.
Las diferentes situaciones de privación a las que son sometidos los jóvenes
constituyen los principales motivantes para su vinculación a grupos armados ilegales,
lo que evidencia la ausencia de una política efectiva de garantía de los derechos de
estos jóvenes como factor que evite su vinculación o reclutamiento. Se plantean así
dos retos fundamentales: por un lado que el Estado y la sociedad, bajo el principio de
corresponsabilidad, garanticen o restituyan los derechos vulnerados de estos jóvenes,
rompiendo el ciclo de riesgos; y por el otro, que los programas de DDR estén dirigidos
de manera simultánea a jóvenes combatientes y a jóvenes de la sociedad civil, de tal
manera que se prevenga su vinculación al conflicto armado.

2.5. Una lectura desde la perspectiva de género


En cuanto a las mujeres en el conflicto armado, tanto sobre su pertenencia
a los grupos armados ilegales como en su proceso de reintegración a la vida civil,
hay escasa literatura e investigación. Los conflictos armados implican desventajas
específicas para el sexo femenino que, en la mayoría de los estudios sobre conflicto
y construcción de posconflicto y paz, no son tomadas en cuenta. Sin embargo, es
importante incluir un análisis desde la perspectiva de género para conocer la realidad
de las mujeres y distinguir entre las situaciones específicas de hombres y mujeres que
pueden resultar en necesidades particulares durante el proceso de reintegración de
las excombatientes a la vida civil.
La perspectiva de género se refiere a la división del hombre y de la mujer en la
sociedad según el sistema sexo-género. El término género tiene una larga trayectoria
como sinónimo del término sexo. Sin embargo, su actual concepto solamente se
establece desde los años 70 del siglo pasado, cuando se hace la primera distinción
entre sexo y género. Es cuando por primera vez se pone énfasis en la diferencia entre
la naturaleza y la cultura.
Como constata Rigat-Pflaum: “El género es una construcción cultural, hecho social
que necesariamente va más allá de lo individual y representa una cierta fuerza externa
que se impone, y que de alguna manera genera estereotipos, conductas y actitudes
que responden lentamente a los cambios más allá de las intenciones individuales de
las personas”55. El concepto de género se refiere a la construcción social del hecho de

55
Rigat-Pflaum, María. Pros y Contras del Gendermainstreaming. Buenos Aires: Friedrich Ebert Stiftung,
2004, p.8.
44 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

ser hombre o mujer y el rol designado a cada uno de los sexos en la sociedad, dentro
de su cultura y creencias. Stiegler ilustra que el enfoque de género sensibiliza para
no tomar como natural la diferencia entre hombre y mujer sino también considerar
aspectos estructurales -poder/subordinación- que crean y reproducen diferencias en
función de las expectativas sociales56.
Con el tiempo se dio una transferencia lingüística no solamente de sexo a género
sino también de mujer a género; en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer
en Beijing, 1995, organizada por Naciones Unidas se equipararon los derechos de la
mujer con el término género.
En el pasado se desarrollaron una serie de instrumentos internacionales
dentro del Sistema de Naciones Unidas y del Sistema Interamericano con el fin de
garantizar el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres y protegerlas
de la violencia.
La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de la ONU
establece en el artículo 1 que “por ‘violencia contra la mujer’ se entiende todo acto de
violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como
resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se
producen en la vida pública como en la vida privada”57. El Comité para la Eliminación
de la Discriminación contra la Mujer define que la violencia de género es “(...) dirigida
contra la mujer porque es mujer o que la afecta en forma desproporcionada”58.
Por haber firmado los acuerdos internacionales sobre la protección de los
derechos de la mujer, el Estado colombiano tiene la obligación de desarrollar iniciativas
legislativas y normativas, diseñar e implementar políticas, planes y programas sociales,
así como disponer recursos suficientes con el fin de prevenir la violencia contra las
mujeres y proteger sus derechos.
Tradicionalmente, las investigaciones sobre conflictos armados favorecen una
percepción estereotipada, tanto del hombre como de la mujer59. Mientras que a la
mujer se le atribuye el estereotipo de ser intuitiva, emocional e inclinada hacia el

56
Stiegler, Barbara. Gender Mainstreaming – Postmoderner Schmusekurs oder geschlechterpolitische Chance?,
Abteilung Arbeit und Sozial politik, Expertisen zur Frauenforschung. Friedrich Ebert Stiftung, 2003, p. 6.
57
Naciones Unidas. Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Distr. GENERAL, A/
RES/48/104, 23 de febrero de 1994.
58
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Recomendación general 19, La violencia
contra la mujer (11º período de sesiones, 1992). Documento de la ONU, HRI\GEN\1\Rev.1, párrafo 6.
59
Por estereotipo entendemos “ el mecanismo cultural a través del cual unos atributos y características son
imputados a una categoría de población particular” y que “congela en el tiempo unos atributos y los asocia a
unas categorías específicas de población hasta que estas construcciones mentales, históricamente arraigadas,
adquieren la consistencia de una esencia trascendente”. En: Wills Obregón, María Emma. 2005, Mujeres en
armas ¿avance ciudadano o subyugación femenina? Análisis Político, mayo/agosto 2005, Nº 54. Bogotá. Ins-
tituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), Universidad Nacional de Colombia, p. 66-67.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 45

cuidado de los otros, al hombre se le atribuye ser racional, individualista y calculador.


Según Wills, estos estereotipos no son neutrales en un sentido político y de poder,
sino que establecen jerarquías, inclusión y exclusión60.
Amnistía Internacional hace una observación interesante al respecto: “La retórica,
las instituciones y los procesos de la guerra y la militarización se definen como
elementos intrínsecamente centrados en el varón y basados en valores que priman la
agresión del varón y devalúan características asociadas a las mujeres”61.
Este punto de partida limita el análisis, al definir al hombre como victimario
per se, por considerarlo el protagonista clave y el principal actor del conflicto. En
comparación, a la mujer se la considera más bien como víctima ocasional y colateral
de la violencia, y no como actora de la misma62. Sin embargo, tanto hombres como
mujeres son víctimas y/o victimarios/as en los conflictos armados.
Esta ampliación del punto de partida no niega que el ser víctima o victimario/a
difiere entre hombres y mujeres. A pesar de que las mujeres también combaten, mueren
más hombres en el conflicto. Y si bien los hombres sufren violencia sexual durante un
conflicto armado, son especialmente las mujeres quienes se ven enfrentadas a este
tipo de violencia63.
Como destacan Blair y Londoño, cuando a las mujeres se las considera como
victimarias, se ha limitado esta visión al papel que pueden desempeñar al interior del
espacio doméstico, desde la casa, donde ejercen violencia contra los hijos. En general, se
descarta un análisis de la mujer como combatiente en el campo de enfrentamiento64.
Dicha mirada sobre las mujeres se halla influenciada por un estereotipo de
género que presenta a la mujer como no violenta “por naturaleza”65. La participación
de las mujeres como combatientes en los conflictos contemporáneos “abre nuevos
interrogantes sobre este supuesto de las mujeres como ‘almas bellas’ y obliga a buscar
respuestas menos simples que, a partir de la aceptación de la violencia como posibilidad
femenina, permitan leer desde otra postura su ejercicio por parte de las mujeres”66.
Según Amnistía Internacional, a nivel mundial el número de mujeres combatientes
es cada vez más alto, sea por voluntad o por reclutamiento forzoso67. Esta realidad
implica retos específicos para las mujeres durante su proceso de reintegración a la vida

60
Ibíd.
61
Amnistía Internacional. Vidas Rotas. Crímenes contra mujeres en situaciones de conflicto. No más violencia
contra las mujeres, 2004, p. 4.
62
El Jack, Amani. Gender and Armed Conflict, Overview Report, Bridge Development – Gender, Institute of
Development Studies, University of Sussex, 2003.
63
Amnistía Internacional, op. cit., p. 12.
64
Blair, Elsa y Londoño, Luz Marina. Mujeres en tiempos de guerra. Informe de Investigación. Bogotá: Col-
ciencias, 2003.
65
Ibíd., p. 2.
66
Ibíd., p. 17.
67
Amnistía Internacional, op. cit., p. 14.
46 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

civil, considerando la vulnerabilidad específica de sus derechos al haber pertenecido


a un grupo armado ilegal.
El análisis se debe centrar en los desafíos que se dan desde: (i) el ángulo de ser
victimaria, que se refiere de manera general a la pertenencia de la misma a un grupo
armado; (ii) el ángulo de ser víctima. Esta diferenciación no quiere decir que los dos
ángulos deben ser tomados por separado. Más bien el ángulo de ser víctima debe ser
considerado como función del ángulo de ser victimaria.
El primer reto para la mujer durante su proceso de reintegración, desde el ángulo
de ser victimaria, es el efecto de la violencia inherente al conflicto y de la violencia
cometida por las mismas mujeres. La violencia inherente al conflicto crea una cultura
de la violencia, cambiando los patrones de manejo de conflictos interpersonales y
en la comunidad. El cambio de patrones puede dificultar la reintegración a la vida
civil de las excombatientes en cuanto al grado en que logran relacionarse con su
entorno social. Igualmente, el hecho de haber cometido crímenes atroces durante la
pertenencia a un grupo armado ilegal puede llevar consigo traumas psicológicos.
Otro reto desde el ángulo de ser victimaria es el papel socializador de los grupos
armados. La organización jerárquica a través de controles, intervención en conflictos
familiares y comunitarios, sanciones y reglamentos, y su cosmovisión e ideología, influye
tanto en el comportamiento como en los valores de los integrantes del mismo68. Los
grupos armados ilegales suelen imponer a la sociedad, y en sus estructuras internas,
normas dominadas por el sexismo, a partir de los estereotipos de género69.
De la mujer se espera que asuma un rol masculino dentro del grupo, negando su
propia identidad femenina70. Sin embargo, hay que destacar que “en el campo feminista
no hay consenso al respecto. Mientras algunas corrientes interpretan la presencia
femenina en las filas de los actores armados como un triunfo de la lógica patriarcal,
otras miradas lo ven como un signo de empoderamiento femenino y una conquista
más en el camino hacia la igualdad entre los sexos”71. Por ejemplo Wills argumenta que
el problema se puede ver, no tanto como la masculinización de la mujer, sino la mujer
trascendiendo los roles tradicionales asociados con hombre y mujer72.

68
Amnistía Internacional. Colombia. Cuerpos marcados, crímenes silenciados. Violencia sexual contra las
mujeres en el marco del conflicto armado, 2004, p. 44.
69
En el caso de Colombia, los roles difieren de un grupo a otro. Mientras que en las FARC se hace frente
a los estereotipos de género (roles de combate, labores de inteligencia, entre otros), es decir a los roles
asignados tradicionalmente por la sociedad a cada uno de los sexos, en los paramilitares estos estereotipos
se mantienen (tareas de cocina y similares).
70
Valji, Nahla. Gender Justice and Reconciliation, Dialogue on Globalization, Ocasional Papers, Nº 35, novem-
ber 2007, Friedrich Ebert Stiftung, p. 6. También “(…) para muchas mujeres ese hecho de ‘asumir las mismas
tareas que los hombres` -leído por ellas como un referente de igualdad-, tuvo un alto costo, en la medida en
que, para hacerlo, debieron competir permanentemente con ellos y negar aspectos muy importantes de su
propia identidad como mujeres”. En: Londoño F., Luz María y Nieto V., Roana Fernanda. Op. Cit., p. 202.
71
Wills Obregón, María Emma, op. cit., p. 64.
72
Ibíd., p. 64-65.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 47

En todo caso, al interior de los grupos armados ilegales los referentes de género
son modificados, en la medida en que se equiparan los roles de mujeres y hombres.
Se habla de un proceso de aculturación de los géneros al modelo promovido dentro
del grupo. Las mujeres se adaptan en su identidad de género a estas situaciones.
Para algunas, la vinculación a un grupo armado ha tenido efectos positivos tales
como oportunidad laboral, ganancia de libertad, nueva posición en la jerarquía social.
Sin embargo, durante el posconflicto, las mujeres no suelen poder conservar estos
logros, por el retorno a las estructuras de género tradicionales y se ven enfrentadas
con la reconfiguración de sus identidades de género, proceso que a menudo está
acompañado por un aumento de la violencia doméstica73.
El segundo reto para la mujer durante su proceso de reintegración, desde el
ángulo de ser víctima, es la violencia y la discriminación genérica, que en muchos
casos sirve como instrumento para oprimir lo femenino. A pesar de que tanto la
violencia como la discriminación hacen parte de los conflictos, no son inherentes a
los mismos. Las desigualdades de género previas al conflicto, reflejo de la inequidad
estructural de una sociedad en cuanto al acceso y/o la distribución de poder y
subordinación relacionados con los roles atribuidos a los respectivos sexos, con
frecuencia se suelen intensificar durante el mismo74. En el conflicto se refuerzan los
estereotipos sexistas y la rigidez entre los roles de los dos sexos75. “Los patrones de la
violencia contra las mujeres en situaciones de conflicto no surgen de forma ‘natural’,
sino que son ordenados, aprobados o tolerados como resultado del cálculo político”76,
como instrumento y estrategia de guerra.
En la retórica del conflicto, las mujeres son las “depositarias del honor de la
comunidad” por su cuerpo, su sexualidad y su capacidad reproductiva. La violencia
contra la mujer, en particular la violencia sexual, se vuelve un instrumento de
degradación77. La imposibilidad de tener hijos, la planificación obligatoria y el aborto
por la fuerza, son algunos instrumentos que suelen ser aplicados.
De lo anterior se deriva, pues, una serie de desafíos para la mujer durante su proceso
de reintegración a la vida civil. En general, las mujeres al ser violadas se enfrentan con
la estigmatización y marginalización en su comunidad que las culpabiliza a ellas de los
hechos. Por otro lado, la violencia contra la mujer permanece oculta por “(...) la separación
tradicional entre las esferas ‘pública y privada’ de la vida (…)”78 donde la violencia sexual
es considerada parte del espacio privado que no es adecuado visibilizarlo en el espacio
público. En muchos casos, las mujeres prefieren no contar sus experiencias, siendo la
conversación y el apoyo familiar un pilar para poder superar lo ocurrido.

73
Londoño F., Luz María y Nieto V., Roana Fernanda, op. cit., p. 170-212.
74
Ver El Jack, Amani, op. cit.
75
Amnistía Internacional, Vidas Rotas. Crímenes contra mujeres en situaciones de conflicto. No más violencia
contra las mujeres, op. cit., p. 11.
76
Ibíd., p. 4.
77
Ibíd., p. 12.
78
Ibíd., p. 4.
48 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

La violencia sexual trae consigo no solamente el riesgo de contagio de


enfermedades de transmisión sexual o el embarazo, sino también efectos a largo
plazo como dolor crónico, discapacidad física y depresión. Estos traumas acompañan
a las mujeres por largos períodos y pueden dificultar el proceso de reintegración a la
vida civil, si no son atendidos79.
La pertenencia a los grupos armados de los cuales se desmovilizan las
mujeres implica que no se puede hablar de una mujer desmovilizada como sujeto
generalizado. Por venir de contextos distintos, con factores socializadores de diverso
alcance en cuanto al rol y a la identidad femenina, las mujeres enfrentan el proceso de
reintegración a la vida civil de manera diferente.

2.6. Obstáculos al proceso de reintegración


Los hechos de violencia y los agentes de la misma, usualmente tienen el efecto
de estrechar el foco de atención de la sociedad en un propósito exclusivo: lograr que
cese la violencia y depongan sus armas quienes la inflingen por fuera del marco de
la ley. Aparte de las dificultades propias de restaurar relaciones rotas con violencia,
en el contexto de un conflicto armado interno como el colombiano hay factores
particulares que obstaculizan la acogida de los excombatientes por parte de las
comunidades locales donde éstos reinician su vida social, económica y política como
ciudadanos legales.
Entre estos factores se destacan los siguientes:
• El estigma del narcotráfico y la “parapolítica”: los nexos que entretejieron los
grupos a los cuales pertenecieron los excombatientes, con el negocio del tráfico de
drogas ilícitas, resta legitimidad al proceso de desarme, desmovilización y reintegración
por parte de la comunidad en general. Además, dado que muchos agentes políticos
en zonas de influencia de las antiguas estructuras desmovilizadas recibieron apoyo,
tanto económico como de actividades de proselitismo electoral armado por parte de
dichas estructuras, cualquier vínculo con sus exintegrantes suscita no sólo prevención
a nivel de la comunidad internacional, sino también de parte de las élites y dirigencias
empresariales, políticas y sociales, en el ámbito local. El temor radica en que quienes
lo hacen abiertamente serán percibidos como simpatizantes del narcotráfico o
promotores de la “parapolítica”.
• La permanencia de los factores críticos para el funcionamiento del
narcotráfico y la formación de nuevos “ejércitos privados”: tanto la insurgencia
como el paramilitarismo se extendieron a lo largo y ancho de la geografía colombiana
al amparo de economías ilegales, principalmente la del narcotráfico. Ello significa

79
Amnistía Internacional, Colombia. Cuerpos marcados, crímenes silenciados. Violencia sexual contra las
mujeres en el marco del conflicto armado, op. cit., p. 61.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 49

que cualquier intento de desarticular estas estructuras pasa por desactivar las bases
económicas que soportan su accionar. De no hacerlo, la desarticulación de las
antiguas estructuras armadas ilegales simplemente abre espacios para que nuevos
actores entren en pugna por el control de las zonas abandonadas por aquéllas. Si
bien corresponde al Estado copar esas zonas, en la práctica ello no ha sucedido en
muchos lugares donde han vuelto a emerger poderes armados de carácter privado.
Como lo señaló el Sexto Informe de la Misión de Acompañamiento al Proceso de Paz
de la OEA, entre los fenómenos más preocupantes posteriores a las desmovilizaciones
colectivas que culminaron en 2006, se destacan los siguientes 1) el reagrupamiento de
desmovilizados en bandas delincuenciales que ejercen control sobre comunidades y
economías ilícitas específicas; 2) reductos que no se han desmovilizado; 3) la aparición
de nuevos actores armados y/o fortalecimiento de algunos ya existentes en zonas
dejadas por grupos desmovilizados”80. El surgimiento de nuevas organizaciones
armadas al margen de la ley ofrece a aquellos reincorporados que no han encontrado
alternativas legales, oportunidades atractivas para que regresen a la ilegalidad.
• Los riesgos penales representados por la vinculación de víctimas a los
procesos de la Ley de Justicia y Paz: por tratarse de un conflicto no convencional,
en el que la doctrina predominante se basa en el irrespeto a la vida y bienes de la
población civil por parte de los integrantes de los grupos armados al margen de la
ley, aun bajo el régimen de alternatividad penal consignado en la Ley de Justicia y Paz,
es de esperar que autoridades judiciales apenas conozcan una muestra pequeña del
cúmulo de violaciones realizadas por quienes hoy son excombatientes en proceso de
reintegración. Confiados en que la responsabilidad de muchos de esos hechos caería
sobre sus jefes militares, muchos excombatientes omitieron declarar su responsabilidad
por violaciones graves en el momento de su desmovilización. Sin embargo, a medida
que avanzan los procesos judiciales en contra de los exparamilitares responsables de
crímenes de lesa humanidad, se han hecho presentes las víctimas de crímenes de
guerra cuya autoría no ha sido reconocida hasta el presente por ninguno de quienes
se han acogido a la Ley de Justicia y Paz. Esta situación, que se prolongará por varios
años más, representa una amenaza seria para los reintegrados que son responsables
de dichos crímenes, pues al no haberlos declarado oportunamente corren el riesgo
de perder los beneficios de una pena alternativa a la contemplada en la legislación
penal ordinaria. Como es natural, éste es un factor de tensión permanente entre los
reintegrados y aquellas víctimas empeñadas en obtener justicia y reparación8 1 .
• El aislamiento inicial desde el cual el Gobierno Nacional dirigió el proceso de
DDR: la legitimidad que debe revestir tanto el proceso de justicia y reparación como la

80
Organización de Estados Americanos. Sexto Informe Trimestral del Secretario General al Consejo Perma-
nente sobre la Misión de apoyo al Proceso de Paz en Colombia (MAPP-OEA), 16 de febrero, 2006.
81
Según informes de la Fiscalía, a diario se reciben 400 denuncias de víctimas de los paramilitares en las
distintas sedes del país, por lo que a enero de 2007 se estiman en más de 100.000 los procesos iniciados.
Ver AA.VV. 2007, op. cit.
50 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

reintegración de los excombatientes a la vida social, económica y política dentro de la


legalidad, es una condición imprescindible para que la sociedad en su conjunto haga
suyo el proceso y realice los aportes que le corresponden. Ello implica el desarrollo
armónico y coordinado de políticas locales, regionales y nacionales explícitamente
dirigidas a atender las demandas y requerimientos específicos de dicho proceso en
cada contexto particular. Sin embargo, debido a que los procesos de alternatividad
penal, reparación y reintegración actualmente en curso se negociaron en condiciones
de confidencialidad y aislamiento por parte del Gobierno Nacional, hay en el ámbito
de muchas de las administraciones locales de entidades territoriales un clima de
indiferencia y falta de compromiso frente a las necesidades del proceso. Esto se ha
traducido en problemas de coordinación entre el Gobierno Nacional y autoridades y
entidades locales, las cuales, perciben que se les están imponiendo responsabilidades
administrativas, financieras y políticas de manera vertical e inconsulta.
• La debilidad fiscal y la baja capacidad institucional de las entidades territoriales
más pequeñas: La reintegración a la vida social, económica y política dentro de la
legalidad de la población de excombatientes requiere de recursos humanos, jurídicos,
políticos, institucionales y económicos considerables para llevar a cabo una oferta
institucional pública y privada, con capacidad de responder adecuadamente a las
demandas particulares de este proceso. En las ciudades capitales más grandes y prósperas,
donde se concentra alrededor de la mitad la población en proceso de reincorporación y
reintegración, hay los medios para hacerlo. Sin embargo, no sucede lo mismo en el casi
medio millar de municipios pequeños que acogieron un bajo número de reincorporados,
quienes en su conjunto pueden llegar a sumar hasta 20.000 beneficiarios. Muchos de
esos municipios han tenido que acogerse a regímenes legales y financieros fuertemente
restrictivos debido a su insolvencia financiera (Ley 550 de 1999), lo cual a su vez se ha
traducido en una reducción significativa de la capacidad operativa de estas entidades
territoriales para responder a las demandas de servicios sociales básicos a su cargo, con
el fin de atender tanto a la población en proceso de reincorporación y reintegración
como a las víctimas del desplazamiento forzado dentro de su jurisdicción.
Los obstáculos mencionados, entre otros, crean un clima poco propicio para
la acogida de la población en proceso de reincorporación y reintegración por parte
de las comunidades locales. Sumado al temor y la desconfianza que se derivan de la
estigmatización generalmente asociada a los excombatientes, está el escepticismo con
el cual estas comunidades observan la desocupación, el desempleo y la desmotivación
de los mismos frente a su situación actual. Estas barreras son percibidas a su vez por parte
de muchos reincorporados como un motivo adicional para regresar a la ilegalidad.

2.7. Juventud y reintegración: retos específicos


Una de las principales lecciones que ha arrojado la experiencia internacional en
los procesos de reintegración a la vida civil, pero que con excesiva frecuencia se olvida,
es que los programas deben centrarse explícitamente en problemas, condiciones y
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 51

circunstancias específicas de los jóvenes, que no son susceptibles de ser manejados


de manera general82. Entre ellos se destacan los siguientes:
• La vinculación a grupos armados probablemente haya tenido efectos
perturbadores sobre el proceso de socialización del sujeto juvenil. Entre quienes se
vincularon durante la adolescencia, es común que en su desarrollo psicoafectivo se
hayan visto obligados a asumir roles adultos, sin haber resuelto debidamente procesos
anteriores. En consecuencia, al reintegrarse a la vida civil exhiben comportamientos
que exteriorizan rasgos de inmadurez, como incapacidad para sortear frustraciones,
dificultades en el manejo de la ira y en el análisis y trámite no violento de problemas
cotidianos. Por consiguiente, están en riesgo de incurrir en conductas suicidas o
pueden convertirse en elementos destructivos en una situación de paz frágil. Su
comportamiento violento alimenta los estereotipos negativos ya existentes.
• Aparte de la exposición a la violencia propia de situaciones de combate, con
frecuencia, muchos habrán sufrido abusos sexuales que pueden haber derivado en
adicciones a psicoactivos, infecciones como el VIH o embarazos no deseados. La
oferta de beneficios contemplada por los programas de reintegración usualmente
presta insuficiente atención a la desintoxicación, rehabilitación y reintegración de los
jóvenes drogadictos.
• A la vez, el conflicto armado también puede haber debilitado sus redes familiares
y comunitarias. Por consiguiente, el excombatiente en proceso de reintegración
frecuentemente se enfrenta a situaciones difíciles, sin disponer de un entorno
protector ni de modelos positivos para seguir.
• En el proceso de reintegración en contextos urbanos, la baja empleabilidad de
los excombatientes -en particular los hombres de origen rural- dificulta el acceso a

82
Un trabajo de diagnóstico sobre el Programa de Reincorporación a la Vida Civil del Ministerio del Interior
y de Justicia, realizado recientemente por la Fundación Ideas para la Paz, propone la siguiente reflexión:
“Cuando se revisan los decretos (específicamente el decreto 128 y el borrador del nuevo decreto en dis-
cusión) y se conversa con los funcionarios del PR [Programa de Reincorporación], se concibe el proceso de
DDR [Desmovilización, Desarme y Reincorporación] como una concatenación lineal de procedimientos que
podría asemejarse a una banda transportadora. El símil podría caricaturizarse de la siguiente manera: Hay
una entrada relativamente indiferenciada de materias primas (los desmovilizados) sobre las que hay que
implementar una serie de procedimientos, uno tras otro, para lograr que luego de dos años de ensamble se
obtenga una salida similar y constante (reincorporados a la vida civil con un proyecto productivo a cuestas).
Consecuentemente, sobre la banda debe haber una serie de operarios que deben responsabilizarse en de-
terminados momentos por el producto, para entregarlo a la siguiente etapa. Se quiere invitar a abandonar
esta concepción de los procesos de DDR, para reconocerlos como trasformaciones altamente no lineales. En
primer lugar, las entradas al proceso son dispares y altamente inestables, la materia prima no es uniforme.
Cada desmovilizado tiene una historia individual con sus propias capacidades, deficiencias cognitivas y difi-
cultades psicoafectivas. Por tal motivo es muy factible que los desmovilizados no requieran de una secuencia
igual de actividades para lograr su proceso de reincorporación… Para lograr el manejo de la variedad,
al reconocer los procesos de DDR como no lineales, se requiere la capacidad tecnológica e institucional que
soporte la segmentación, la acción y el seguimiento de la reintegración a la vida civil”.En Puentes, A. Diag-
nóstico organizacional del Programa de Reincorporación a la Vida Civil. Bogotá: Fundación Ideas para la
Paz, mimeo, 2004.
52 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

oportunidades económicas. Éste es un factor que con frecuencia los lleva a considerar
que no tienen las mismas oportunidades que el ciudadano común, a sentirse
discriminados, lo que alimenta un círculo vicioso de aislamiento y autoexclusión.
• A menudo los beneficios ofrecidos por los programas de reintegración son
dispensados en un marco asistencialista que crea dependencia y pasividad entre los
beneficiarios. Por consiguiente, éstos se sienten titulares de derechos, sin configurarse
en “sujetos de derechos”, en tanto no asumen con responsabilidad el compromiso de
lograr progresivamente su autonomía social, económica y política: “…se someten a las
condiciones del Programa, es cierto, pero al costo de no sentirse responsables por el
éxito del proceso”83.
Atendiendo estas condiciones específicas de los jóvenes en proceso de
reintegración, la literatura internacional acerca del diseño de programas de
reintegración para esta población en particular señala, entre otras, las siguientes
pautas claves:
• En el diseño y ejecución de los procesos de reintegración conviene analizar y
considerar las razones por las cuales los jóvenes se vincularon a grupos armados. Esto
sirve de base para determinar el tipo de ayuda que requieren. Es igualmente crucial
ofrecer acceso a oportunidades equivalentes a quienes, enfrentados a circunstancias
similares, optaron por no unirse a grupos armados.
• Es preciso procurar condiciones propicias para que los jóvenes en proceso de
reintegración encuentren un rol significativo que represente una responsabilidad
y un estatus semejante al rol que desempeñaron dentro de los grupos armados a
los cuales pertenecieron. Al respecto, conviene tener en cuenta que los sistemas de
valores de esos grupos no son todos negativos, como tampoco caóticos o anárquicos.
En lugar de tratar de romper estos legados durante el proceso de desmovilización, los
procesos de reintegración deberían considerarlos como una base de capital social
que puede ser utilizado positivamente en el proceso de construcción de paz en las
circunstancias y entornos adecuados.
• Los jóvenes excombatientes pueden convertirse en constructores de paz cuando
se les da la oportunidad de contribuir en los procesos de reconstrucción y reconciliación.
Deben ser considerados como un activo en la construcción de una nueva sociedad.

83
Alcaldía Mayor de Bogotá. Ciudadanos excombatientes: un desafío de reconciliación e inclusión para
Bogotá, op. cit., p.53.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 53

Capítulo 3

Resultados y discusión
54 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

3.1. Algunos aspectos del método utilizado


El desenlace y las experiencias vividas por los jóvenes en proceso de reintegración
en Bogotá , requieren ser explorados desde la perspectiva de sus protagonistas. Tal
indagación ofrece puntos de vista reveladores acerca de la apreciación que como
“población objetivo”tienen ellos sobre la política nacional y distrital de reintegración a la
vida civil, y su incidencia sobre su calidad de vida y acceso a nuevas oportunidades.
La sistematización de experiencias es el registro ordenado y documentado sobre
el desarrollo de un proceso de intervención dentro de un ámbito previamente definido
y delimitado, mediante el cual se busca identificar y caracterizar la lógica interna de
su dinámica y resultados, con base en un marco de interpretación, a fin de obtener
aprendizajes sobre dicho proceso y empoderar a todos los actores involucrados84.
En este contexto, el primer objetivo consistió en analizar las características,
dinámicas y condiciones de riesgo de los jóvenes en proceso de reintegración a la
vida civil en Bogotá, así como identificar su actitud y participación frente a lo público.
El segundo objetivo pretendió explorar las experiencias de estos jóvenes frente al
proceso de reintegración, identificando sus principales vacíos y dificultades. Y el
tercer objetivo buscó dar algunas recomendaciones para la intervención específica
con esta población.
Para lograr esto se llevaron a cabo tres jornadas de trabajo de campo, cada una
con un grupo focal distinto, por medio de entrevistas que recogieron los testimonios
de vida de los jóvenes en proceso de reintegración: (i) jóvenes desvinculados
individualmente, en su mayoría exmiembros de los grupos guerrilleros; (ii) jóvenes
desmovilizados colectivos, en su mayoría exmiembros de los grupos paramilitares, (iii)
jóvenes de la llamada población “731”; los que ya terminaron su período de dos años
dentro del Programa (es decir, que ya cumplieron dos años -730 días- de haber iniciado
su proceso de reintegración a la vida civil), y por lo tanto ya no reciben beneficios del
Programa nacional.
Cada uno de los grupos focales estuvo compuesto por 10 personas entre 18 y 26
años que estén desarrollando su proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá. Se
mantuvo la composición representativa por sexo de la población de excombatientes,
es decir, 80% masculina y 20% femenina.
El trabajo de campo se desarrolló bajo la estructura de un cuestionario-
entrevista donde se trabajaron los siguientes bloques de preguntas: la calidad de
vida, el acceso a servicios y derechos durante el proceso de reintegración; la relación
con el Estado, lo público y frente a la sociedad y sus entornos; el ser joven y la propia

84
Ver AA.VV. La sistematización, una nueva mirada a nuestras prácticas. Guía para la siste-
matización de experiencias de transformación social. Bilbao: ALBOAN/HEGOA/ Instituto de
Derechos Humanos Pedro Arrupe, 2004. Ver también Gubner, R. La etnografía. Método, campo
y reflexividad. Bogotá: Editorial Norma, 2001.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 55

identidad de los entrevistados; imaginarios del proceso de reintegración a la vida


civil. Se fomentó el intercambio espontáneo en torno a la valoración personal de
cada cual sobre sus condiciones de vida en ese momento, al igual que su apreciación
acerca de las posibilidades actuales para lograr una plena integración a la vida dentro
de la legalidad.
Además de los grupos focales, se llevó a cabo un estudio de caso método de
investigación empírica que explora un fenómeno contemporáneo dentro de su
contexto de la vida real, permitiendo indagar detalladamente y en profundidad sobre
los factores relacionados con el tema analizado, en este caso la situación de los jóvenes
excombatientes en su proceso de reintegración en Bogotá.
La mayor fortaleza de la metodología de estudio de caso es que mide y registra
la conducta y apreciaciones que el sujeto joven tiene en particular sobre el fenómeno
estudiado85. También posibilita un análisis detallado de las relaciones entre el entorno
y la realidad de los jóvenes y; permite indagar sobre las relaciones predominantes
entre las variables analizadas.
Para el estudio de caso de esta investigación se diseñó como instrumento una
entrevista semiestructurada compuesta por tres partes: (i) antes: indaga sobre la
situación del joven previo a su incorporación a la organización armada ilegal; (ii)
durante: corresponde a la vida del joven dentro de la organización armada ilegal;
(iii) después: examina la experiencia particular del joven excombatiente después de
su desvinculación.
En éste se entrevistó a una mujer joven de 24 años que ingresó a la guerrilla
a los 17 años. Se desmovilizó voluntariamente a los 20 años e inició su proceso de
reincorporación en Bogotá en el año 2004, cuando llegó a vivir a uno de los albergues
del Programa del Gobierno Nacional.

3.2. Jóvenes en proceso de reintegración en Bogotá: Estado de su


situación actual
Para poder entender la situación actual de los jóvenes en proceso de
reintegración entrevistados, es importante contextualizar esta información a la luz de
sus antecedentes.
La mayoría de los participantes manifestó provenir de un origen rural, de áreas con
economías predominantemente dependientes de actividades extractivas o cultivos
de uso ilícito, algunas de ellas afectadas por el desplazamiento forzado generado por
grupos al margen de la ley o por las fumigaciones. Las descripciones de sus familias y
veredas refieren condiciones típicas de áreas rurales expulsoras de población, donde

85
Martínez, P. Carazo. El Método de estudio de Caso. Estrategia Metodológica de la investigación científica.
En: Revista Pensamiento y Gestión. Universidad del Norte, 2006, p. 165-193.
56 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

la pirámide demográfica es de base amplia por el predominio de población infantil,


pero se estrecha rápidamente a partir de los quintiles que ingresan a la población en
edad de trabajar (generalmente a partir de los 15 años), cuando muchos eligen migrar
en búsqueda de fuentes de empleo, mientras que otros deciden tomar las armas.
Otro elemento común en las descripciones de las zonas de origen de los
participantes es la referencia a la presencia generalizada de infraestructuras como
viviendas y escuelas subutilizadas o en estado de abandono. Paradójicamente,
muchas familias que permanecen en estas zonas, con frecuencia viven en condiciones
de hacinamiento crítico, muestran una alta dependencia económica de los pocos
miembros que generan algún ingreso, registran un bajo nivel de escolaridad y carecen
de vivienda y servicios públicos adecuados.
Por otra parte, son comunes las referencias a procesos electorales dominados
por redes clientelistas a través de las cuales se dispensan “favores” a cambio de votos.
No es de extrañar que sea generalizada la percepción de que las estructuras de
poder económico y político son dominadas por quienes controlan el presupuesto
de las entidades públicas y que éstas se asocien universalmente con la arbitrariedad
y la corrupción. En un contexto en el cual “lo público” está privatizado en la práctica,
resulta comprensible que los mecanismos de participación y veeduría ciudadana sean
considerados como irrelevantes en la realidad.
La mayoría de los jóvenes entrevistados ingresó al respectivo grupo armado
ilegal durante la adolescencia. Dentro de las principales motivaciones para vincularse
a la organización se destacan las económicas, las convicciones, el gusto por las armas
y la falta de oportunidades. En general, las experiencias relatadas por algunas mujeres
jóvenes permiten apreciar la existencia de una relación estrecha entre la decisión de
ingresar a formar parte del grupo armado ilegal y el deseo de aportar medios de vida
a sus familias. En contraste, los hombres por lo general expresan como móvil principal
de ingreso la falta de oportunidades laborales, junto con la necesidad de obtener
reconocimiento y respeto dentro de sus comunidades de origen. En el caso de ellos
es visible la influencia del imaginario que relaciona el éxito personal con el modelo de
“hombre de guerra”. La convicción, cuando es referida como motivación, se relaciona
con el hecho de que hay familiares cercanos que con anterioridad ya habían tomado
las armas en el mismo grupo.
En el caso de los participantes que aportaron dentro de la investigación, el
tiempo de permanencia en los grupos armados ilegales se prolongó hasta cuando
ya eran jóvenes mayores de edad. Dentro del grupo armado ilegal, las mujeres
jóvenes entrevistadas poseían funciones meramente operativas o médicas, y ninguna
presentó rasgos de participar en la construcción ideológica del grupo armado ilegal, a
diferencia de los hombres entrevistados, quienes evidencian la participación de ellos
en el componente político e ideológico.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 57

Dentro de la dinámica interna del grupo armado, las mujeres jóvenes constituían
además de mano de obra operativa, oferta de servicios sexuales a sus comandantes,
con el fin de recibir una serie de privilegios y beneficios que las demás no podían
tener, lo cual responde a las dinámicas de poder y de estructura dentro del grupo, y
a tener un estatus en él. Durante la pertenencia al grupo armado ilegal las mujeres
sufrían maltratos psicológicos y físicos, la degradación de su condición de mujer, el
sometimiento a tener relaciones sexuales sin los cuidados necesarios de prevención
natal y de contagio de enfermedades de transmisión sexual. Las mujeres que quedaban
embarazadas tenían que empezar a vivir su vía crucis. El jefe del grupo armado y su
equipo de apoyo más cercano decidían si la mataban o le daban la “oportunidad de
vivir”, pero siempre y cuando abortara. Por lo general, las mujeres entrevistadas habían
sufrido esa experiencia, y aunque actualmente tienen familia, recuerdan el sufrimiento
y el dolor de esos momentos.
En cuanto a las causas de abandono de la vida en los grupos armados ilegales,
las mujeres jóvenes mencionaron dos principales: la primera debido a la decisión
de compañeros con quienes tenían relaciones afectivas de retirarse del grupo. La
segunda, porque confiaron en la oferta del Programa de Reincorporación a la Vida
Civil según la cual quienes se desmovilizaran tendrían un ingreso mensual para
sostener a sus familias. Entre los hombres los motivos principales mencionados
para abandonar las armas fueron el maltrato, la crueldad y la severidad con que se
penalizaban las infracciones menores, y la desmoralización causada por la guerra. Entre
los desmovilizados colectivos se mencionó así mismo que la desmovilización no había
sido una decisión personal, sino del comandante de la unidad a la cual pertenecían.
A continuación se mencionan los resultados de los ejercicios, utilizando
las siguientes categorías para su organización temática: referentes de auto-
reconocimiento, relación con lo público, papel de las redes sociales, necesidades
de vida, oportunidades para el desarrollo personal e imaginarios del proceso de
reincorporación a la vida civil.
Referentes de auto-reconocimiento
En la experiencia de los participantes el estatus de “miliciano”, adquirido a través
del proceso de socialización dentro del grupo armado ilegal durante la adolescencia,
permanece como referente primario de identidad durante un tiempo después del
desarme y la desmovilización. Durante su vinculación a esos grupos, la venganza,
el gusto por las armas, la violencia como recurso se mencionan entre los referentes
predominantes de su identidad, al igual que el poder y el reconocimiento social
asociado con el rol del “miliciano”.
En general, los participantes expresaron que los módulos didácticos que
cursaron, tanto dentro del Programa nacional de reintegración como del distrital de
apoyo complementario, fueron útiles para comenzar a desprenderse de la identidad
“miliciana”. Para algunos, sin embargo, la construcción de identidades afines a la
58 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

civilidad y la legalidad resulta un proceso lento y difícil, particularmente en el caso


de quienes no han superado experiencias traumáticas vividas en la guerra. Las
ofertas para participar en operativos con la fuerza pública en zonas donde operaron
con los grupos armados a los cuales pertenecieron, a cambio del ofrecimiento de
recompensas, son consideradas dañinas además de muy peligrosas, pues ponen en
riesgo sus vidas. La mayoría afirmó que no participaría en estos operativos y albergaban
recelo y desconfianza en relación con las verdaderas intenciones de una política que
simultáneamente busca restarle efectivos a la guerra y, a la vez, incentiva el regresar a
participar en operativos militares.
Entre los participantes hay coincidencias en cuanto a la relevancia del
componente de atención psicosocial de los programas, aun cuando éste no siempre
logra controlar la aparición recurrente de la ansiedad y el estrés asociados con las
dificultades en el ambiente de transición. Muchos de los participantes admitieron
haber reaccionado con respuestas conflictivas y violentas como producto de la
frustración. Entre los casos en que ello sucede se encuentran aquellas situaciones
en las que son objeto de trato irrespetuoso por parte de quien los atiende o cuando
sienten que son discriminados y reciben servicios de manera inoportuna o con baja
calidad. La experiencia de ser objeto de la estigmatización social y, en particular el
sentimiento de rechazo por parte de la institucionalidad pública, comúnmente se
erige en una barrera para avanzar en la construcción de una identidad dentro de la
civilidad y la legalidad. Por consiguiente, en su gran mayoría los jóvenes participantes
manifestaron que usualmente optan por no revelar su condición de excombatientes
en los diversos contextos en los que interactúan.
En relación con su identidad como jóvenes, hubo consenso en que esta
condición no sólo está relacionada con parámetros como la edad sino también con
la buena salud y la participación en ambientes festivos normalmente asociados con
la actividad de los jóvenes como el deporte, la rumba y la recreación. El estudio, el
gusto por la música y la ropa de moda, el habla, la mente abierta a nuevas cosas, la
capacidad de disfrutar la vida, las ganas de aprender y una actitud inquieta, también
se mencionan como atributos propios de la juventud. Pero quizás el factor que
determina la autoidentificación de los participantes como jóvenes tiene que ver con
la disposición a salir adelante y tener metas en la vida, como por ejemplo, capacitarse y
conseguir oportunidades que abran el camino a la movilidad social. Aun cuando no se
mencionó explícitamente, en la mente de los participantes la juventud aparentemente
se desvanece cuando se cierran las oportunidades de mejorar su situación actual y se
impone la resignación, como lo sugiere una participante al manifestar que ya no se
considera joven debido a su físico y a las responsabilidades del hogar.
En cuanto a la identidad de género en la vida dentro de los grupos armados ilegales,
se menciona el predominio de una marcada división del trabajo entre los sexos, que
reproduce los roles “tradicionales” de lo que corresponde hacer al hombre y la mujer,
particularmente en ámbitos rurales. De acuerdo con los participantes, la experiencia de
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 59

la reintegración en Bogotá aparentemente no ha modificado sustancialmente dichos


roles: mientras el hombre es quien debe proveer el dinero para el hogar con un trabajo
que le exige salir de casa, la mujer joven permanece en el hogar al lado de sus hijos.
Ello no excluye la posibilidad de que ella maneje en casa alguna actividad que genere
ingresos, lo cual según algunas participantes aumenta la carga de responsabilidades
y actividades por las cuales ellas deben responder. No se registraron menciones en
relación con los problemas de violencia intrafamiliar que usualmente se asocian a los
núcleos familiares que operan conforme a roles de género “tradicionales”.
Relación con lo público
En cuanto a la investigación de la relación de los jóvenes entrevistados con lo
público hay dos ejes fundamentales: la aceptación y el respeto hacia la legitimidad del
poder estatal y la participación política, los cuales se pueden observar en diferentes
frentes: (i) la figura de autoridad, (ii) la aceptación de la ley, es decir de los derechos y
deberes ciudadanos, y (iii) la aceptación de la fuerza pública.
La experiencia de autoridad en la mayoría de los participantes durante la
vinculación al grupo armado ilegal estuvo marcada por el sometimiento a formas
autocráticas y paternalistas de organización y toma de decisiones en las cuales el
referente principal es el reconocimiento y cumplimiento de las normas internas de
sus organizaciones armadas.
En la actualidad, cursando el proceso de reintegración, los jóvenes consideran en
un primer momento a lo civil como la autoridad y solamente en un segundo momento
a lo estatal o lo público. La mayoría le otorga al núcleo familiar inmediato, es decir al
cónyuge o al compañero, el rol de principal referente de autoridad. En un caso, un
joven hizo énfasis en que él mismo es su autoridad. En cuanto a lo público, algunos
jóvenes consideran referente de autoridad al Programa de Atención Complementaria
a la Población Reincorporada en Bogotá y unos pocos mencionan al Ministerio del
Interior y la Alta Consejería. En algunos casos, la relación de los participantes con los
programas nacional y distrital se describen por medio de atributos propios de una
relación paternalista dependiente.
No es por lo tanto extraño que los participantes hayan expresado escasa
familiaridad con el tema de los derechos ciudadanos y aún más con el “enfoque de
derechos”. En contraste, la mayoría de los jóvenes entrevistados dicen conocer y cumplir
los deberes ciudadanos. Ellos dieron ejemplos como el comportamiento correcto en
el transporte público, no tirar basura en la calle y el respeto hacia los demás.
Frente al papel que cumplen las autoridades públicas, los participantes expresaron
escepticismo y actitudes ambiguas. Otorgan baja credibilidad en la eficacia y eficiencia
de la policía aunque perciben al ejército como una institución con gran credibilidad.
Con frecuencia se manifiesta desconfianza ante el Gobierno, pues se percibe que hay
corrupción en la gestión pública; pero a la vez, aceptan y respetan la legitimidad de
las instituciones públicas y las autoridades vigentes.
60 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Los jóvenes en su mayoría afirman desconocer los mecanismos de participación


e incidencia política que existen en la localidad donde viven, estudian y trabajan. El
resultado es su poca participación. Más de la mitad de los participantes manifestaron
ignorar la ubicación de la alcaldía local de su barrio, al igual que la de la Alcaldía
Mayor de Bogotá. Aquellos que las conocen expresan que nunca han entrado ni han
buscado este contacto.
Si bien entre los participantes sólo uno se autoidentificó como líder comunal que
participa activamente en los asuntos de su localidad, también se detectó entre algunos
cierto interés por el bienestar común, al expresarse críticamente acerca de ciertos
problemas visibles en sus localidades. Por ejemplo, se mencionó preocupación por
asuntos como el consumo de drogas y la preservación del medio ambiente en sus barrios
como temas cruciales, y mostraron disposición para colaborar en busca de soluciones.
En conclusión, el proceso de construcción de una identidad dentro de civilidad
y la legalidad avanza, pero en el ámbito específico de la formación y la participación
ciudadana el progreso es aún incipiente.
Papel de las redes sociales
En el caso de los jóvenes excombatientes que han llegado a Bogotá dejando
atrás la mayoría de sus contactos anteriores en sus lugares de origen y grupos
armados ilegales a los cuales pertenecieron, la densidad de sus redes de apoyo social
es más precaria y en muchos casos se reduce a su núcleo familiar que también migró
a la ciudad para iniciar una nueva vida. El cambio de lugar de vivienda tiene tanto
aspectos positivos como negativos. La mudanza a un entorno no conocido puede
dificultar el proceso de reintegración, dada la falta de nexos sociales que puedan
apoyar al joven en esta difícil situación. Por otro lado, puede facilitar el proceso de
reintegración, puesto que por el traslado a un lugar desconocido se rompen los nexos
sociales establecidos durante la pertenencia a los grupos armados ilegales.
Casi todos los participantes llevaban en el momento de la investigación menos
de dos años de haberse establecido en Bogotá. Las experiencias recogidas en relación
con el cambio del hogar rural al hogar urbano confirman que para todos fue un
proceso de adaptación difícil, debido entre otros a los ritmos de vida disímiles, los
choques entre la cultura rural y urbana, la nostalgia por la comida, las festividades
típicas, la familia extensa, el contacto cercano con amigos entrañables, y la naturaleza.
Para la mayoría, la etapa de adaptación a la ciudad se experimentó en compañía de
su núcleo familiar inmediato, es decir, sus padres y hermanos o su pareja e hijos. En
el caso de los jóvenes excombatientes provenientes de procesos de desmovilización
colectivos, la experiencia fue aún más dura, pues casi todos enfrentaron solos este
proceso de adaptación, sin soporte familiar alguno. Para ellos, los excompañeros
de armas continúan siendo sus referentes principales de autoridad y apoyo social,
situación que naturalmente les dificulta desprenderse de su identidad miliciana
anterior y lograr la construcción de un proyecto de vida en la civilidad.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 61

No hubo consenso entre los participantes acerca de cómo calificar las relaciones
con sus familias. Algunos sienten la familia como un apoyo para el proceso de
reintegración y su proyecto de vida, mientras otros la perciben como una carga
problemática. Aparentemente, los núcleos familiares jóvenes -parejas con hijos
pequeños-, ofrecen mejor soporte para la adaptación, ya que representan un estímulo
permanente para superar las dificultades y adversidades. Con frecuencia se define a
estos núcleos como la principal fuerza que motivó y acompañó la decisión definitiva
de los participantes de desmovilizarse.
En contraste con lo anterior, las relaciones dentro de las familias extensas -abuelos,
padres y hermanos- fueron descritas como más conflictivas, en algunos casos debido
a que otro miembro de la misma familia continúa activo dentro del grupo armado
ilegal, lo cual genera amenazas y tensiones permanentes. Otros factores de conflicto
mencionados en relación con las familias extensas son la incomprensión y abuso
de la autoridad por parte de los padres, el machismo, la “cantaleta”, el interés por la
generación de recursos y el alcoholismo. Se mencionaron algunos de estos factores
entre las razones que originalmente empujaron a algunos participantes a abandonar
sus familias y unirse a los grupos armados ilegales. En varios casos, la familia nunca
supo de la vinculación de los jóvenes al grupo armado ilegal.
Sólo unos pocos jóvenes se refirieron a sus familias extensas de manera positiva
y manifestaron extrañar el cariño de éstas. Hasta los que tienen una relación difícil con
su familia extensa propenden por reconstruir los vínculos familiares.
Adicionalmente a la familia nuclear, la red social más importante mencionada
por los participantes fue aquella por medio de la cual lograron ubicar un lugar de
residencia y les ha brindado apoyo y estabilidad. Estas redes están integradas por
amigos o familiares que llevan más tiempo en la ciudad, y por lo tanto representan
un soporte efectivo en cuanto a cómo hacer uso de los servicios y oportunidades
que inicialmente son desconocidos para los recién llegados. Estas redes informales
son mejor apreciadas como medio para conseguir ingresos y trabajo de lo que son
las instituciones que ofrecen programas formales y no formales de educación o
capacitación. Investigar la relación de los jóvenes con su vecindario y con los amigos
es importante, porque es allí donde se construyen nuevas redes sociales que puedan
reemplazar las antiguas redes perdidas por su traslado a la ciudad de Bogotá.
En su mayoría, los jóvenes no se relacionan activamente con su en torno más
inmediato, la mayoría de ellos no conoce a sus vecinos. Desde una perspectiva de
género, las redes sociales tejidas por cada sexo son claramente diferenciables y
complementarias. De acuerdo con las percepciones expresadas por los participantes,
las mujeres suelen ser activas en las dinámicas locales de los barrios donde viven y se
interesan más que los hombres por integrarse a los vecindarios. Aquéllos manifiestan
tener pocos contactos entre sus vecinos cercanos; no obstante, mantienen vivas
las redes integradas por otros jóvenes reincorporados, así como la institucionalidad
asociada a los programas nacional y distrital.
62 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Los jóvenes durante su proceso de reintegración a la vida civil han podido


socializar con diferentes grupos de personas en un espacio social más amplio; el
barrio. Por lo general, cuentan con una red de amigos. Lo que se destaca es que han
podido establecer relaciones sociales, tanto con personas desmovilizadas como con
otras que no han sido actores del conflicto armado.
El tiempo libre se considera un espacio importante para la reintegración a la
vida civil de los jóvenes. Es allí donde se llevan a cabo actividades sociales con el
entorno social inmediato o cercano, familia, amigos. Y es por este medio por el cual se
establecen nuevos nexos y nuevas redes sociales que puedan servir de apoyo social y
moral durante el proceso de reintegración, especialmente cuando se tiene en cuenta
que los jóvenes dentro del proceso de reintegración están desvinculados de sus redes
sociales tradicionales.
Se evidencia que no hay ninguna homogeneidad en las respuestas de los
miembros de los grupos respecto a sus actividades diarias. La mayoría de los jóvenes
no descansa el fin de semana por razones laborales, o familiares como el cuidado
de los hijos, o no lo disfrutan por falta de recursos, tanto financieros como de oferta
recreativa. La falta de recursos económicos y la ausencia de lugares donde puedan
practicar algún deporte les impiden la realización de sus actividades favoritas como
fútbol, baloncesto, natación. En el tiempo libre les gusta ver a la compañera o
compañero, salir al parque, beber licor con los amigos o simplemente estar en la casa.
Las actividades que más desean en su vida social son: paseos, deporte, más tiempo
para los hijos y tener tiempo para estudiar.
En cuanto a la religiosidad, casi todos los reincorporados entrevistados buscan
algún apoyo en la fe; unos la viven dentro de la Iglesia Católica y otros en su espacio
privado. Solamente dos desmovilizados individuales destacaron que no creen en Dios.
En resumen, es evidente que la presión representada por las dificultades propias
del proceso de adaptación a la vida civil en el contexto urbano descubre la fragilidad
de los núcleos familiares de los jóvenes que se trasladan a Bogotá para realizar su
proceso de reintegración. Es probable que las tensiones dentro de la familia se alivien
en la medida en que sus integrantes logren articularse a otras redes sociales de
soporte, las cuales además, aparentemente, son más recursivas para la consecución
de fuentes de ingreso o empleo que los mismos programas de educación ofrecidos
por los programas nacional y distrital. Por ello, es probable que el fortalecimiento de
las actividades de apoyo al desarrollo familiar y a la gestión de otras redes sociales,
contempladas dentro del componente psicosocial de estos programas, contribuya
de manera sustancial a consolidar mejores condiciones de vida para las familias de
jóvenes en procesos de reintegración.
Necesidades de vida
Las necesidades de vida desatendidas se encuentran entre los factores que
llevaron a muchos jóvenes excombatientes a tomar la decisión de unirse a grupos
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 63

armados al margen de la ley. La falta de oportunidades e ingresos, las necesidades


básicas insatisfechas, el bajo nivel de educación formal y la precariedad en el acceso a
la atención en salud, son referencias permanentes en los relatos recogidos.
a) Vivienda
Como ya se dijo, Bogotá no es el lugar de origen de los jóvenes entrevistados,
quienes provienen de zonas rurales y llegaron a la ciudad en el marco del proceso
de desmovilización y reintegración. En su mayoría, ven en ella aspectos positivos y
negativos. Perciben la ciudad como una oportunidad, como la opción más viable
para surgir. Por otro lado, la conciben como un entorno confuso para ellos, como
desorganizada, contaminada y con un gran caos en el transporte público.
Una ciudad grande como Bogotá ofrece ventajas para que la ayuda que reciben
en esta etapa se traduzca en condiciones de vida distintas a las que experimentaron
en medio de las inseguridades del pasado. Para el proceso de reintegración resulta
provechosa la modalidad de “hogares independientes” como forma de asistencia,
porque obliga a los jóvenes, habituados como estaban a la “vida institucionalizada”
propia del estilo militar, a afrontar los retos que plantean la autonomía y las
responsabilidades de administrar un hogar. Para comenzar, tienen que buscar y
escoger el lugar donde van a vivir, dotarlo de muebles y enseres básicos, y hacerse
cargo de todas las rutinas propias de la vida civil en medios urbanos, como hacer las
compras, y pagar el arriendo y los servicios.
Esta experiencia no es calificada positivamente entre los participantes que
apenas inician su proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá, pues usualmente
se quejan de las condiciones precarias de las viviendas donde se establecen
inicialmente. Sin embargo, el aprendizaje es rápido por lo que se infiere de las
experiencias que manifiestan quienes llevan más tiempo en este proceso. Después
de seis meses aproximadamente, en los cuales se mudan con frecuencia, la mayoría
encuentra viviendas con condiciones aceptables, gracias a la amplia oferta disponible
en Bogotá, con adecuada cobertura de servicios públicos domiciliarios y acceso a
servicios sociales básicos como salud y educación.
En general, a los jóvenes les gusta el sitio donde viven en la actualidad y no tienen
críticas al respecto. Los entrevistados habitan principalmente en: San Cristóbal, Suba,
Bosa, Ciudad Bolívar, Usme. Los factores que incidieron para elegir estas localidades
son: familiares o amigos que ya viven allí; por recomendación de amigos o familiares;
por razones económicas; por gusto o por seguridad. La mayoría vive de manera
independiente, solamente uno vive en inquilinato. Igualmente, la mayoría vive con algún
familiar -esposo, esposa, hijos, hermano, suegro, suegra- mientras que otros viven solos.
b) Salud y alimentación
Las experiencias recogidas de los participantes en relación con los servicios de
salud no son del todo satisfactorias. Todos los participantes manifestaron estar afiliados
64 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

a algún sistema de salud, la mayoría a EPS, los demás al SISBEN o a través de la carta de
salud del Ministerio del Interior. Acerca de su estado de salud la gran mayoría expresó
sentirse en buenas condiciones. Unos pocos revelaron tener discapacidades físicas
permanentes, como resultado de su paso por los grupos armados ilegales.
La mitad de los jóvenes reportó haber hecho algún uso de este servicio y en su
mayoría coincidieron en calificar como negativa la percepción del servicio de salud,
sea por experiencia propia o por experiencia de personas cercanas a ellos. Los jóvenes
critican la calidad de los servicios mismos que se caracterizan por demoras de las
citas, agresividad de los funcionarios públicos y mala atención o hasta no atención; se
quejan del cubrimiento de los servicios (en el caso de la vinculación a través de la carta
de salud del Ministerio del Interior, por ejemplo, este servicio no cubre la odontología)
y señalan que los costos generales son muy altos en comparación con el presupuesto
mensual de los jóvenes.
El comportamiento de los funcionarios hacia los jóvenes, así como la calidad
del servicio, tienen un efecto negativo en la autoestima de los mismos, la cual baja
considerablemente por la experiencia directa de una estigmatización social y una
actitud de rechazo por parte de la institucionalidad pública.
En relación con el tema de la salud, los participantes frecuentemente hicieron
alusión a su alimentación diaria, que en consenso calificaron como básica pero
buena, a pesar de los limitados recursos de los cuales disponen. La descripción
de los menús más comunes revela dietas con alto contenido de carbohidratos y
poca proteína en forma de carne o pollo, similar a la que estaban acostumbrados
durante su permanencia en los grupos armados ilegales. Ellos no disponen de bono
de alimentación. Al respecto, es probable que los programas nacional y distrital
pudieran contribuir a una nutrición más balanceada, por medio de la introducción
de estos bonos.
c) Oportunidades para el desarrollo personal: educación y trabajo
Las economías regionales y locales en zonas rurales periféricas de Colombia
generalmente se encuentran deprimidas. Como consecuencia de ello hay un alto
desempleo para la mano de obra de baja calificación, que allí suele hallarse en
abundancia. En este tipo de escenarios, ante la ausencia de dirigencias empresariales
y sociales con capacidad de liderazgo significativo, la dinámica económica local
depende casi exclusivamente de las entidades públicas, que en su mayoría están
escasamente equipadas y dotadas para hacer frente a las complejas demandas que
esto acarrea. Además, como lo revelan los escándalos acerca del control que tuvieron
anteriormente las estructuras paramilitares sobre la asignación de los recursos públicos
de inversión, tanto en infraestructura como en servicios de salud y educación, las
administraciones locales en zonas periféricas continúan siendo altamente vulnerables
a ser subordinadas por aquellos agentes con mayor capacidad económica y de
administrar “violencia organizada”. Tal vez por eso, algunos participantes mencionaron
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 65

que dentro de la perspectiva de emprender proyectos de vida dentro de la civilidad y


la legalidad, los ámbitos regionales ofrecen limitaciones notorias para ellos.
La situación laboral está vinculada con la situación educativa, dado que el nivel
de educación en general define el acceso al mercado laboral. En la actualidad, la
mayoría de los jóvenes desmovilizados no tiene un trabajo formal, estable y regular. Sin
embargo, casi todos realizan alguna actividad para obtener ingresos y que les pueda
permitir una autodeterminación y seguridad social. Los pocos que tienen un trabajo
estable están vinculados a la Alcaldía Mayor de Bogotá, a Misión Bogotá, o al Gobierno
Nacional, como salvavías. Los demás han trabajado irregularmente en vigilancia, obras
y construcción, panaderías o en trabajos independientes e informales. El principal
deseo de los jóvenes entrevistados es adquirir algún empleo estable “en lo que sea”,
a nivel laboral ellos también se proyectan hacia el futuro, muchos quieren trabajar
como conductores, mecánicos, en el ejército, escoltas, en ventas o supermercados.
En las conversaciones con los jóvenes éstos resaltan la iniciativa de llevar adelante
su vida en el espacio legal. También en este espacio se destaca la distribución de
roles entre hombres y mujeres. En el caso de las mujeres se evidencia más la labor
doméstica y el cuidado de los niños, pero igualmente participan en el mercado laboral.
De esto se puede concluir que las mujeres jóvenes experimentan mayores exigencias
y responsabilidades, invirtiéndole tiempo al trabajo, la educación y la familia, es decir
hijos y/o esposo o novio, dado que son responsables del hogar.
La mayoría de los jóvenes entrevistados cuenta con un nivel de educación bajo.
Al inicio del proceso de reintegración la mayoría de ellos afirma haber llegado con
sus estudios de primaria completos. Algunos habían desertado del sistema educativo
entre los grados 6º y 9º de bachillerato por motivos económicos o familiares. Un
número pequeño había logrado terminar hasta noveno grado. En el momento de
su participación en la investigación, apenas una minoría continuaba cursando
el bachillerato. Varios de los participantes destacaron que dentro de los grupos
armados ilegales habían desempeñado posiciones de mando y responsabilidad,
como reconocimiento a sus habilidades de liderazgo, supervisión, organización y
logística. Para su desazón, en Bogotá estas capacidades y habilidades obtenidas
empíricamente no tienen ningún valor. En cambio, las oportunidades laborales suelen
estar estrechamente vinculadas con el nivel de educación formal.
La mayoría realizaban cursos de confección, informática, primeros auxilios o
mecánica. Sin embargo, la oferta educativa no cumple con las expectativas de los
jóvenes, lo que les genera sentimientos de frustración, siendo la expectativa principal
una formación práctica que les facilite el encuentro fácil de un trabajo que les genere
motivación. Algunos la califican como muy limitada en su diversidad temática, lo que
les impide estudios acordes con sus intereses y habilidades.
La crítica más frecuentemente registrada en relación con este componente de los
Programas nacional y distrital fue que, al terminar los cursos, los jóvenes no encuentran
66 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

trabajo. Una limitación muy grande para acceder a este tipo de oportunidades es
la carencia de la documentación requerida por las formalidades asociadas con
la contratación pública, como son los certificados judiciales, de antecedentes
disciplinarios, de paz y salvo fiscal, y de afiliación a salud y pensiones, entre otros.
Gran parte de los jóvenes entrevistados muestran descontento con el sistema de
proyectos productivos a los cuales pueden acceder para montar su propia empresa.
Este sistema tiene como objetivo facilitar la entrada al mercado laboral. Sin embargo,
los jóvenes opinan que los trámites de solicitud para poder acceder a los créditos
financieros con el fin de llevar a cabo un proyecto productivo son muy complicados.
De igual manera, consideran que el personal administrativo carece de conocimientos
sobre el procedimiento exacto, lo cual genera confusión en las solicitudes. Algunos
jóvenes destacaron la falta de voluntad y de interés de parte de ciertos funcionarios
frente al apoyo en estos proyectos productivos. Por lo tanto, ninguno de los jóvenes
entrevistados ha podido acceder a este recurso, a pesar de que varios de ellos tenían
ideas sencillas.
Se destaca entre los jóvenes su gran disposición al aprendizaje y la presencia
de proyectos de vida en la legalidad. Para ellos, su proyecto de vida incluye la
educación; aspiran a terminar el nivel educativo que están cursando en la actualidad,
sea bachillerato o un curso de capacitación. Ellos buscan un reconocimiento social y
económico; entre algunos es notoria la intención de ser los mejores en su área.
En cuanto a las necesidades de vida, las experiencias recogidas sugieren que el
componente de ayuda humanitaria de los programas nacional y distrital efectivamente
cumple con ayudarles a tener unas mejores condiciones de vida que las que tenían
los participantes cuando ingresaron a los grupos armados ilegales. Sin embargo, es
bastante generalizada la percepción de que el componente de educación no está
mejorando la situación de empleabilidad de los jóvenes en proceso de reintegración,
por lo cual persiste el temor entre ellos a estar expuestos a enfrentar cambios bruscos
en sus condiciones de vida cuando ya no reciban asistencia alguna.
La frustración que experimentan estos jóvenes en relación con sus aspiraciones
de trabajo es frecuente y afecta significativamente su autoestima, al igual que su
confianza en el proceso como tal. Entre ellos es generalizada la opinión de que el
proceso de reintegración ha sido insatisfactorio principalmente en cuanto a la falta de
oportunidades para encaminar sus potencialidades y desarrollar nuevas habilidades en
el marco de dicho proceso. Sus precarias perspectivas laborales, que atribuyen en parte
a la estigmatización social, no favorecen el propósito de acabar con su dependencia
de los programas nacional y distrital, y son percibidas como una barrera infranqueable
para avanzar en el desarrollo de una vida en la civilidad legal y autónoma.
En el balance final, respecto a las oportunidades de desarrollo personal ofrecidas
dentro del proceso de reintegración a la vida civil, en su mayoría los participantes
piensan que Bogotá representa una mejor opción para salir adelante que cualquier
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 67

otro lugar; reconocen que les ha facilitado la experiencia de poder compartir y


convivir pacíficamente, pero a la vez reclaman que no han encontrado la manera de
ganar aquí la autonomía necesaria para dejar de depender del Estado y emprender
sus proyectos de vida civil dentro de la legalidad.
Imaginario del proceso de reincorporación a la vida civil
Dentro de la investigación se indagó acerca de cómo se imaginaron los
participantes su reintegración a la vida civil antes de iniciar el proceso. Se destaca que
la mayoría no tenía un pleno conocimiento de lo que era el proceso de reintegración
a la vida civil, no conocían los detalles, los procedimientos, sus deberes y derechos.
Pensaban que la desmovilización era una buena oferta para surgir desde el punto de
vista educativo y laboral, se imaginaban el proceso más sencillo y más rápido; creían
que una vez dejaran las armas estarían ya al otro día en la vida civil; suponían que les
iban a otorgar casa y algún dinero, y asunto concluido.
En resumen, tenían una idea diferente del proceso. Algunos jóvenes comentaron
que en la etapa inicial les hicieron muchas promesas respecto a los detalles y
procedimientos. Puntos que ellos asumieron como garantizados desde el Programa
de reinserción. Sin embargo, se han sentido decepcionados con algunas cosas que no
se han cumplido, por ejemplo en el tema de los proyectos productivos, de empleo y
de vivienda.
En el marco del imaginario del proceso de desmovilización los jóvenes señalaron
que por un lado sienten que dentro de dicho proceso ya no tienen su libertad, pero
por otro lado rescatan la convivencia, el poder compartir y relacionarse con todos de
una manera sana.
68 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 69

Capítulo 4

Estudio de caso
70 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Éste es el caso de una joven de 27 años que ingresó a la guerrilla a los 17 años,
por diferentes motivaciones, que nacieron en ella desde que era una niña y se fueron
ampliando con el transcurrir de su vida. Se desmovilizó voluntariamente a los 23 años
e inició su proceso de reincorporación en Bogotá en el año 2003, cuando llegó a vivir
a uno de los albergues del Programa del Gobierno Nacional. También pasó por el
Programa de Atención Complementaria a la Población Reincorporada, donde logró
vincularse al medio laboral a través de actividades con la comunidad. Actualmente
terminó su proceso con la institucionalidad, pero continúa luchando personalmente
para sostener y mejorar sus condiciones de vida. Trabaja como líder de paz, dictando
charlas sobre la reconciliación. Vive en una de las localidades de la ciudad, donde hace
parte de los grupos y espacios de participación ciudadana, luchando por los intereses
de la comunidad a la cual pertenece actualmente. Su proyecto de vida apunta al logro
de sus ideales a través de medios legítimos y legales.
A continuación se presentan los aspectos más relevantes, para este estudio, en
tres momentos de la historia de esta joven: antes, durante y después de su paso por
el conflicto armado.

Antes de pertenecer a la organización armada


Nació en un municipio del norte del Cauca. En una vereda que pertenecía a un
resguardo indígena. Desde muy niña su relación con la madre fue difícil; su padre era
guerrillero y fue fusilado por cometer faltas dentro de la organización armada ilegal.
Aunque ella no lo conoció, quiso investigar sobre su origen y se estrelló con una figura
paterna que jamás se hubiera imaginado. Fue criada por sus abuelos, en una finca
donde cultivaban y procesaban hoja de coca; de esta manera su abuelo obtenía el
sustento del hogar. Cuenta que desde muy pequeña tuvo conocimiento del proceso
de la hoja de coca por la cercanía que tenía con este.
“Mi abuelo era quien sostenía la familia prácticamente, en esa época nuestra familia
era más o menos reconocida en la región y fuera de eso la economía era buena gracias a
que mi abuelo trabajó mucho tiempo en el proceso de la hoja de coca”.
Fue víctima de violencia intrafamiliar, estudio la secundaría en un internado y los
fines de semana tenia descanso, pero prefería quedarse castigada en el colegio para
no ir a su casa porque allí recibía malos tratos; la obligaban junto con su hermano
menor a hacer todo el oficio de la casa y las labores del campo.
“Yo prefería quedarme todos los fines de semana, hacía cosas para que me dejaran
en el mismo colegio y no ir a la casa”.
Desde su adolescencia perteneció a la junta de acción comunal y a movimientos
juveniles donde trabajaban por los intereses de los jóvenes; en estos espacios tuvo
la oportunidad de intercambiar con diferentes tipos de poblaciones: mestizos,
indígenas, campesinos y afros. Donde tenía como misión mostrar alternativas para
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 71

los jóvenes, aunque era muy difícil convencerlos de algo diferente al trabajo con las
organizaciones armadas ilegales y el narcotráfico.
A la edad de 6 años cuando cursaba su primaria, camino a la escuela y en la
escuela, interactuaba permanentemente con los miembros de las organizaciones
armadas ilegales; a la hora del recreo, ellos les organizaban los juegos, pues tenían su
un campamento situado en la escuela.
Desde pequeña quería ingresar a las fuerzas armadas ilegales, dentro de sus
motivaciones en ese momento, estaban: por un lado alejarse de su hogar donde era
víctima de violencia intrafamiliar y por otra parte su admiración por la guerrilla y el
rechazo que sentía hacia el ejército. Cuenta que cuando éste iba a la zona donde
ella vivía siempre ejercía maltrato a su comunidad, a diferencia de la guerrilla quienes
trataban a la gente con respeto. La guerrilla siempre compraba cosas del campo
cuando las necesitaban, en cambio el ejército simplemente las tomaba.
“Pues a mí siempre desde muy pequeña, no sé si por la misma convivencia o el
entorno, me gustó o estuve más de acuerdo con la guerrilla que con el ejército, y a veces
también pues veíamos que cuando iba el ejército al área era diferente, o sea siempre era
con maltrato y tratando a toda la gente mal”.
A los 11 años solicitó por primera vez entrar a la organización armada a través de
una carta a un jefe guerrillero donde firmaban 25 chicos entre 11 y 13 años. Algunos
amigos les hacían ver que éste no era el camino correcto. Su primo, quien también
era su padrino, era la imagen paterna de ella y le daba consejos; cuando se enteró que
quería ingresar a la guerrilla, le preguntó que si repetiría la historia del padre, lo cual la
hizo reflexionar y desistir de la idea.
Desertó del colegio a los 12 años porque tenía matrícula condicional y además
quería alejarse de su hogar; no sentía vínculo con su familia y decidió irse para Cali a
trabajar con unos primos de mejores capacidades económicas. A los 17 años volvió a la
finca de la familia y retomó sus estudios, en ese momento inició una relación con un joven
el cual se relacionaba con un grupo de amigos que se caracterizaban por su rebeldía;
estaban en contra de las normas escolares e interactuaban con chicos milicianos. Frente
a este hecho, ella considera que le faltó el carácter y la fortaleza suficiente para rechazar
dichas personas. Pero en ese momento vivía en una depresión emocional muy grande y
fue en ellos en quienes encontró compañía ya que a su familia siempre fue indiferente.
El grupo se fue involucrando cada vez más con chicos que pertenecían a las
organizaciones armadas ilegales y empezaron también a probar la droga y a presentar
conductas en contra de la ley, haciéndose pasar por la guerrilla. Empezaron a tener
problemas en el pueblo y en el colegio por estos acontecimientos y fueron expulsados
de la institución educativa. La guerrilla tomó medidas y los sancionó, pero también les
ofreció el ingreso a sus filas; sin embargo, en esta oportunidad no aceptaron.
72 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Su novio, con quien decidió convivir, porque quedó embarazada, se vinculó más
adelante a la guerrilla, sin contarle a ella. La joven poco a poco se fue dando cuenta y
se fue involucrando también, guardaba información confidencial y escondía las armas
de su compañero.
Un día, cuando su pareja se encontraba en el campamento guerrillero por orden
del comandante, le ofrecieron formalmente pertenecer al grupo armado ilegal, porque
consideraban que ella ya hacía parte, pero le faltaba hacerlo oficial. Después de un
tiempo ella aceptó la oferta que le hicieron ya que estaba recibiendo maltrato de su
pareja y amenazas de éste, quería separarse y él no la dejaba, le decía que le tenía que
obedecer por ser guerrillero. A pesar de haber tenido siempre la idea de vincularse a
este tipo de organizaciones, en ese momento lo hizo más por las circunstancias con
su pareja que por convicción total.
“…entonces en ese momento entramos como a discutir mucho sobre la niña, y él me
quiso amenazar con el cuento de que él era del movimiento y yo tenia que ceder ante él,
pues yo no le había dicho nada de lo otro, entonces yo fui y hablé con el mismo muchacho
que había hablado y él dijo: no se preocupe, además acuérdese que usted es prácticamente
una de nosotros, además si usted leyó el reglamento, a él se le prohíbe totalmente maltratar
a mujeres y a niños; entonces en esos momentos utilicé como un arma que tenía ante él y
ése fue como el motivo de decir sí, en ese momento, yo dije sí totalmente, porque hubiera
podido decir no, a pesar de esa presión no me hubieran podido obligar y yo hubiera podido
decir no tranquilamente, a la final dije sí y empecé a trabajar con ellos”.

Dentro de esta historia se pueden identificar claramente una serie de


antecedentes, previos a la vinculación de la joven al conflicto arma-
do, que evidencian el riesgo al que estaba expuesta desde su infancia.
Dentro de estos factores se pueden mencionar: la cultura de ilegalidad en la
que estaba inmersa, la violencia intrafamiliar de la cual fue víctima, la parti-
cipación de un familiar en el grupo armado, la ausencia de demostraciones
de afecto por parte de los padres, la zona geográfica donde se crió y las carac-
terísticas sociopolíticas de la misma, la vinculación de pares a las organiza-
ciones armadas, la violencia conyugal, así como aspectos de tipo personal e
ideológico, construidos y aprendidos a través de su cotidianidad en la guerra.
Este caso es uno más, de los miles de casos de jóvenes en nuestro país que es-
tán expuestos a múltiples condiciones, que sumadas ponen en mayor riesgo
sus proyectos de vida en el marco de la violencia y la ilegalidad. Lo cual de-
muestra la multicausalidad del fenómeno del conflicto armado en Colombia.

Durante su permanencia en la organización armada ilegal


Una vez ingresó formalmente, empezó a sentirse importante por el poder que le
daban las armas y recordó que siempre había querido pertenecer a esta organización;
le gustaban mucho los deportes extremos, así que se sentía muy a gusto haciendo
actividades de alto riesgo. Su decisión le agudizó los problemas con su abuela, quien la
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 73

amenazó con denunciarla ante las autoridades por lo que estaba haciendo. Dejó a su
hija con su madre un tiempo, ya que finalmente llego el momento de reclutamiento
después de operar como miliciana.
Sobre el entrenamiento, cuenta que es exactamente igual para hombres que
para mujeres, de igual manera para el aseo personal tienen las mismas condiciones:
se bañan en el río hombres y mujeres al mismo tiempo, manteniendo el respeto entre
compañeros. Existe un régimen interno y un reglamento general; el primero es el que
contiene las normas de convivencia para tener en cuenta entre los compañeros que
conviven permanentemente. Tienen horario para levantarse, acostarse y para fumar,
dependiendo del área donde se encuentren. Tienen oportunidad al final del día de
quejarse de sus compañeros si han irrespetado el régimen; cuenta que tienen que pedir
permiso para establecer relaciones de pareja entre los miembros de la organización
y que hay sanción por infidelidad o violación del régimen y se puede dar un consejo
guerra por faltar al reglamento. En cuanto a la opinión y participación sobre asuntos
de orden político del país, todos tienen oportunidad de hacerlo, indistintamente del
rango que tengan y del género.
La jóven escaló muy rápidamente dentro de la organización ya que se destacó
en todas las áreas y sus capacidades intelectuales, personales, militares y políticas la
hicieron surgir. De esta manera fue nombrada comandante de escuadra y en ocasiones
relevaba como oficial de servicio.
Respecto a las normas generales de la guerrilla cuenta que solamente el estado
mayor en sus consejos o asambleas anuales puede tomar decisiones sobre algún
cambio en los estatutos, que las personas de rangos medios o subalternos no inciden
en esas decisiones, simplemente pueden discutirlos y tratar entre todos de entenderlos
mejor, pero no pueden modificarlos.
A finales del año 2002 se sintió defraudada por la organización armada, debido
a un mal entendido y por desinformación; la estaban investigando internamente por
haber dado supuestamente información que no debía al ejército que la detuvo por
un tiempo; según ella, lo único que había tratado de hacer era cubrirle la espalda a su
organización, y sin embargo la estaban culpando, así que apenas tuvo conocimiento
de esto, decidió aprovechar la oportunidad que le dio la organización de salir un
tiempo para recuperarse de una bronquitis aguda y no volver.
“…a vos te están investigando, no sé por qué si estás acá no te han detenido, me dijo
él: si yo fuera vos yo no volvería, si me dan el papayazo de salir yo no volvería porque esa
situación tuya está muy complicada, entonces fue cuando yo decidí. Cuando me dejaron
regresar decidí no volver, si es necesario que vengan por mí a la fuerza y a la fuerza me
llevarán porque yo no voy a volver; en ese momento me sentí más que todo, un poco como
traicionada. Porque yo sí he defendido a la organización a capa y espada, al movimiento
y cuando estuve detenida me negué totalmente a dar información y ellos sí estaban
pensando que yo sí lo había hecho. Bueno decidí no volver”.
74 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

De la permanencia de esta joven en el conflicto armado se pueden deducir va-


rias cosas: finalmente su motivación para la vinculación a la organización arma-
da ilegal fue producto de una sumatoria de circunstancias y antecedentes pre-
viamente mencionados; esta experiencia le representó un costo muy alto a nivel
familiar, en cuanto al distanciamiento que tuvo de su hija, y a un mayor conflicto
con su familia, particularmente con su abuela; dentro de la organización arma-
da aceptó y cumplió las reglas que le propusieron, su entrega absoluta a la lu-
cha por los objetivos de la organización la llevó a perder autonomía, privacidad
y tiempo para pensar en ella misma, en sus propios intereses, en un proyecto de
vida personal; finalmente se sintió defraudada por las mismas personas que en
un momento dado la acogieron y le dieron un reconocimiento dentro del grupo.
Al igual que sucede en el caso de los hombres jóvenes que participaron en los grupos
focales de este estudio, esta mujer tomó la decisión de dejar la organización cuando
percibió una sanción desproporcionada ante hechos que injustamente le atribuían.
A pesar de los aspectos negativos inmersos en esta experiencia, ella logró rescatar
algunas ganancias como: la adquisición de capacidades para sobrevivir a pesar de
las circunstancias adversas, de responsabilidad, de compromiso y de disciplina, su
reafirmación de lucha por los intereses comunes y su perspectiva de igualdad de
condiciones para hombres y mujeres, dentro y fuera de la guerra, aspectos que le
sirvieron en su proceso de reintegración a la vida civil. Este paso por el conflicto
armado también la llevó a reflexionar y darse cuenta de algo muy importante: que
las armas y la guerra no son una buena alternativa para la solución de los conflictos.

Después de su desvinculación de la organización armada ilegal


Una vez desertó de la organización se dedicó a su hija y a trabajar legalmente;
durante ese tiempo volvió a recuperar el vínculo con la niña y recibió apoyo de
su familia; según ella se encontraba muy bien. Más adelante recibió una carta de
invitación del ejército, del batallón Pichincha de Cali para que se presentara. Su familia
y la iglesia a la cual asistía le sugirieron que lo hiciera, ella decidió hacerlo pero no
ante el ejército sino ante el alcalde del pueblo, porque creía más en esta autoridad
que en el ejército. De ahí fue trasladada a la Fiscalía y luego al batallón Pichincha.
Allí se comunicaron con el Ministerio e informaron sobre la entrega de la joven, la
cual permaneció durante tres meses en el batallón hasta que la enviaron con 14
excombatientes más en un vuelo a Bogotá.
Una vez en Bogotá, cuenta que fue muy difícil el proceso de adaptación, llegar
a una ciudad como ésta, el clima, el choque cultural, la gente, porque venía de una
cultura más abierta, donde fácilmente se puede entablar conversación; considera que
aquí las personas son más prevenidas. Vivió en los albergues que ofrecía el Programa
del Gobierno Nacional, no tenía una actividad concreta para hacer, sintió que perdió
el tiempo, que venía de estar muy activa y aquí tuvo que cambiar totalmente el ritmo.
Además nunca recibió atención psicosocial como se lo prometieron, ni actividades
que promovieran la recuperación del equilibrio emocional que necesitaba en ese
momento. Explica que mucha gente al no tener nada que hacer empezó a consumir
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 75

droga y otros decidieron volver a los grupos armados ilegales porque las condiciones
eran muy difíciles.
“…ha sido difícil estrellarse con una ciudad tan grande y con una cultura totalmente
diferente como es la de acá, el clima y la convivencia en esa forma, cuando uno está en los
albergues es muy difícil, venir de ser activo a encontrase con una falta total de actividad,
había gente que ni se levantaba, entonces eso dio para muchas cosas, se perdió el tiempo
y con la pérdida de tiempo se perdieron muchas cosas, muchas personas se devolvieron a
los grupos y otros se metieron a la droga. Al principio para mí fue duro pues yo no pensaba
más allá de lo que podía ver; con el paso del tiempo me fui dando cuenta que eso dependía
de uno mismo y entonces fui tratando de hacer las cosas pensando como en un futuro,
para uno mismo y para los demás”.
Ante esta situación ella se dio cuenta de que el proceso dependía de ella misma
y empezó a proyectarse al futuro y a aprovechar oportunidades que identificaba en
el Programa y en la ciudad en general, como por ejemplo la protección que ésta le
brindaba; aquí se siente más segura y tranquila que si la hubieran trasladado a Cali que
era más cerca a su región, pero corría más riesgos por encontrarse también cerca de la
organización de la cual había desertado.
Su percepción frente al Programa Nacional es que falta preparación en las
personas encargadas de desarrollarlo, considera que es algo muy difícil y no saben
cómo hacerlo; entonces lo terminan haciendo como requisito, por mostrar que están
cumpliendo, desaprovechando los recursos para esto. Faltan actividades de cultura,
recreación, deporte; falta rescatar principios y valores, considera que les deberían dar
charlas sobre cómo rehacer y mantener sus vínculos familiares.
“Lo que yo siempre he dicho, es importante rescatar muchas cosas que perdimos, los
que venimos de allá hemos pasado casi toda la vida en ese contexto, se nos ha olvidado
lo que es jugar, reír, y otras cosas que tiene la vida; sería importante tener la oportunidad de
recuperar esto, como si volviéramos a nacer, como niños que no se pueden olvidar de reír y
de jugar, no como el tiempo en que nos tenían en los albergues sin hacer nada; eso se podía
hacer más psicosocial; nos decían que habían talleres con psicología y yo nunca los vi; en los
albergues nunca nos visitaban, ni un psicólogo a darnos charlas; fue un tiempo perdido que
se hubiera aprovechado en recreación, cultura, deportes, en charlas psicológicas, en rescatar
valores, rescatar principios, muchos de los excombatientes vienen de familias rotas, familias
que han aportado mucha gente a esta guerra; ha sido eso, la ruptura familiar, las familias
no están preparadas para ser una verdadera familia y se debe trabajar en esto, también
debe haber actividades encaminadas a nuestra preparación, para tener la posibilidad de
trabajar después que pasaran los dos años y de esta manera pudiéramos sostenernos”.
Manifiesta que su paso por este proceso le ha servido para preocuparse más
por ella misma porque cuando estaba en la organización armada se preocupaba
solamente por el bien de la organización. Ahora puede dedicarse a su estudio, a sus
hijas y a la reconciliación con su familia. Otro aspecto que rescata del proceso es su
76 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

fortalecimiento personal. Sin embargo, quiere luchar por los intereses comunes de
los ciudadanos, considera que la vía más eficaz para lograr equidad e igualdad de
condiciones entre los colombianos es a través de la organización de las comunidades
y de la participación ciudadana. Reforzó dentro de la organización armada ilegal su
pensamiento en comunidad.
La relación con su familia actualmente es buena, ella considera que su madurez
la ha llevado a entender a cada uno de los miembros de su familia y a tolerar sus
diferencias, pero lo atribuye a su experiencia personal no al programa en sí.
Considera que su paso por la organización armada ilegal le dejó madurez,
desarrolló capacidades para sobrevivir, capacidad de responsabilidad y de disciplina,
lo cual le permite salir adelante a pesar de las condiciones difíciles por las que pueda
pasar. De su proceso de DDR rescata la posibilidad de conocer a una persona de
derecha y darse cuenta de que son seres humanos como ella que hoy están del
mismo lado y que son campesinos también o indígenas, de los mismos pueblos que
han pasado por las mismas circunstancias, pobres o más pobres; piensa que ha sido
una fuerza perdida, que si se unieran todos y lucharan en otra forma por los intereses
comunes en contra de las equivocaciones del Gobierno todo sería diferente.
Siente apoyo por parte de la Secretaría de Gobierno, de la Alcaldía Local de su
localidad y de las organizaciones juveniles que existen en la misma y de la comunidad en
general, que le han permitido integrarse y vincularse a trabajos con la comunidad, donde
ha podido promover la convivencia ciudadana y acceder a espacios de participación
que le ayudan a luchar coherentemente por sus ideales y por los intereses comunes.
Este apoyo se ha dado en el marco del Programa Distrital, pero también en gran parte ha
sido por su iniciativa y deseo de lograr una verdadera reintegración y participación.
Considera que Bogotá como ciudad brinda muchas oportunidades, si bien está en
cada quien identificarlas y aprovecharlas. Ella cree que el programa ofrece las mismas
oportunidades para mujeres y para hombres, sin embargo hay unos que las aprovechan
más que otros. También considera que falta credibilidad frente a las capacidades de
las mujeres, que pueden ser las mismas de los hombres; hay aún mucho machismo.
Tiene la convicción, porque fue testigo de esto en las organizaciones armadas ilegales,
de que las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres, aunque también
se diferencian en algunas cosas.
Como aspecto positivo del Programa Distrital señala las posibilidades de integración,
la ayuda con útiles escolares y con la gestión para la educación y la búsqueda de empleo;
sin embargo, considera que estos aspectos podrían mejorar y fortalecerse más. También
sugiere que se incluya un programa de vivienda desde el Distrito.
Actualmente siente que gracias a lo que ha vivido hasta hoy ha tenido la
oportunidad de reafirmar sus ideales y de darse cuenta de que hay otras formas de
lucha, desde la vida civil y legal, por lo cual tiene como proyecto de vida terminar una
carrera y luchar por condiciones dignas para su familia y su comunidad.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 77

Afirma que no cree que vuelva a vestir un camuflado y portar un fusil, porque
considera que la verdadera democracia se da a través de la organización de las
comunidades, desde la vía de la palabra y de la política, porque la democracia no es
comprada ni obligada
“… Ahorita en este momento no me veo nuevamente tomando un fusil y vistiendo
un camuflado…me di cuenta que somos los mismos contra los mismos y creo que no es
así por donde se debe pelear. Hoy en día creo que no es con las armas, ni con los tiros, el
logro de la democracia. Creo que es la vía de la palabra y la política, es por ahí por donde
se pueden hacer muchas más cosas y encontrar una verdadera democracia; porque la
democracia no es comprada ni obligada, si no un sentir común con un conocimiento de
nuestra historia. La paz empieza por darnos cuenta de nuestras diferencias y aceptarlas
con tolerancia, desde nuestra verdad y nuestra voz dar a conocer la realidad de nuestra
problemática, porque si debemos reconocer que hay una desigualdad en nuestro país y en
el mundo entero…No podemos pasar por alto una verdadera educación a la cual tenemos
derecho, muchas de las cosas se podrían cambiar, ética, principios, unión familiar, porque
es allí donde estamos perdiendo la guerra todos”.

En la etapa de reintegración de esta joven se pueden identificar una serie de


factores personales que han contribuido positivamente en su proceso de adap-
tación a la vida civil y urbana, mostrando cómo ha logrado sobreponerse a su
pasado y a las dificultades implícitas en dicho proceso de desmovilización y
reintegración, saliendo adelante a pesar de los obstáculos que se le han presen-
tado. Dentro de estos factores se encuentran: su percepción positiva de la vida,
del pasado y del futuro, su voluntad de cambio a una nueva existencia, sus es-
trategias de afrontamiento, su iniciativa, sus aspiraciones, sus convicciones, su
capacidad de identificar oportunidades a pesar de las dificultades, entre otros.
Dichos factores juegan un papel importante de protección y prevención en la
vida de esta joven que le han impedido seguir los pasos de algunos compañe-
ros, los cuales vivieron las mismas circunstancias y decidieron volver a las orga-
nizaciones armadas ilegales, incurrir en nuevas formas delictivas, caer en el vi-
cio de la droga o reincidir en las actividades ilegales que venían desarrollando.
En este sentido, las diferencias individuales de los jóvenes desmovilizados pueden
influir de manera positiva o negativa en su proceso de reintegración; cada uno de
estos jóvenes puede tener procesos diferentes a pesar de tener acceso a las mismas
condiciones de vida, y poner en juego sus factores personales para proyectarse po-
sitivamente o por el contrario mantenerse en sus condiciones de vulnerabilidad.

De acuerdo con todo lo anterior, vale la pena explorar más sobre los factores
personales, protectores y de riesgo de los jóvenes excombatientes, para dirigir los
programas hacia el balance de éstos, lo cual podría contribuir al logro de procesos de
reintegración positivos.
Otro aspecto que se puede identificar en este caso es el papel que juegan la
ciudad y la comunidad receptora en el proceso, y la interacción que la población
78 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

desmovilizada pueda tener con los mismas, presentando bien sea oportunidades,
independientemente de las que ofrecen los programas, como en el caso de esta
joven, o por el contrario identificando obstáculos que pueden llegar a perturbar
el proceso. Este aspecto puede enmarcarse en la corresponsabilidad, tanto de la
población desmovilizada como de los ciudadanos que reciben a dicha población, y
en las características particulares de la ciudad. Lo anterior ubica dentro de un grupo
de factores ambientales que pueden llegar a proteger o a poner en riesgo a esta
población.
Este caso muestra la importancia de diferenciar entre el proceso global y la
participación de los jóvenes en los programas, pues hay muchos factores externos a
éstos que contribuyen a hacer más fáciles o más difíciles los procesos. Estos factores
pueden ser de tipo interno: recursos personales del joven, por ejemplo, o externo:
recursos físicos, sociales y familiares con que cuente el joven. De igual manera, este
caso invita a pensar que el proceso no debe terminar cuando se cumple el ciclo
institucional, sino que debe continuar el tiempo que cada una de estas personas
considere necesario, y cada día hacer esfuerzos personales por mantenerse en
condiciones dignas y adecuadas para un proyecto de vida integral. Aunque las
historias y experiencias antes, durante y después de la participación de los jóvenes en
el conflicto pueden tener coincidencias, cada historia es única y aporta al estudio de
este fenómeno desde diferentes perspectivas.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 79

Capítulo 5

Conclusiones y recomendaciones:
Una política específica para la
reintegración de los jóvenes
80 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

Los resultados presentados en este libro tienen la virtud de recoger de manera


directa la voz de los jóvenes en proceso de reintegración que de manera voluntaria
y generosa participaron en este estudio. Éste tal vez es uno de sus mayores valores
agregados, en la medida en que es una visión honesta y clara de las experiencias
vividas por estos jóvenes. Pero también les significó la posibilidad de expresar e
intercambiar sus sentimientos, percepciones y opiniones, de acuerdo con sus propias
vivencias, frente al proceso de DDR.
Dada la naturaleza cualitativa (estudio exploratorio) de la investigación, tanto el
número de situaciones cubiertas como el tamaño de la muestra son pequeñas, por tanto las
conclusiones no deben ser tomadas como generalizaciones. Sin embargo, se identifican
aspectos existentes y reales de estos jóvenes, que sirven como marco de referencia.
El presente estudio logró identificar los principales factores de riesgo que
contribuyeron a la vinculación “voluntaria” de estos jóvenes a los grupos armados
ilegales. Se destacaron: la pobreza en combinación con la falta de oportunidades
laborales y educativas, la violencia intrafamiliar y relaciones familiares débiles, la
influencia de pares y una cultura inmersa en la cotidianidad del conflicto armado.
Los resultados del estudio señalan que pese a algunas características individuales,
sin la presencia de estos factores subyacentes los jóvenes no tendrían probabilidades
de involucrarse en los grupos armados ilegales. Por tanto, estos factores ofrecen un
marco de referencia para el diseño y planeación de políticas y programas dirigidos
tanto a la prevención del reclutamiento, como a la desmovilización y la reintegración
de jóvenes. De la misma manera, cada uno de estos elementos debe ser analizado
en su contexto particular (región, edad, género, entre otros), esto significa que las
“soluciones” no pueden ser aplicadas de manera genérica debido a las diferencias que
cada uno de estos factores tiene en una situación determinada.
Pese a que los jóvenes que participaron en este estudio definieron su integración
como “voluntaria” en los grupos armados ilegales, esto debe ser evaluado a la luz de
las condiciones iniciales de su enrolamiento. Todos ingresaron a los grupos armados
ilegales en los inicios de su período adolescente, no se enrolaron como producto de un
ejercicio de toma de decisiones a la luz de alternativas viables, por el contrario el grado
de escogencia varió desde situaciones en donde la “elección” era entre enrolarse o la
violencia física o sexual, en algunos casos con la probabilidad de la muerte, pasando por
la alternativa de conseguir alimentos y manutención para ellos y sus familias. Por tanto,
la condición de “voluntariedad” debe ser abordada desde una perspectiva crítica que
reconozca los factores que llevaron a esta decisión al joven involucrado.
En este estudio se lograron identificar varios de los retos que se deben asumir
para la reintegración exitosa y a largo plazo de los jóvenes excombatientes. Los
jóvenes participantes resaltaron cuatro de ellos: primero, la vinculación a grupos
armados ha tenido efectos perturbadores sobre el proceso de socialización del sujeto
juvenil, debido a que los jóvenes entrevistados se vincularon durante la adolescencia y
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 81

permanecieron durante una etapa importante de su desarrollo en este contexto. En la


experiencia de los participantes el estatus de “miliciano”, adquirido a través del proceso
de socialización dentro del grupo armado ilegal durante la adolescencia, permanece
como referente primario de identidad durante un tiempo después del desarme
y la desmovilización. Segundo, en particular las mujeres entrevistadas sufrieron de
violencia sexual durante su pertenencia a los respectivos grupos armados, incluyendo
abuso o embarazos no deseados. Tercero, las redes familiares antes de entrar a
los grupos armados ilegales son débiles y durante la permanencia dentro de las
organizaciones ilegales se debilitan aún más; una vez en el proceso de reintegración,
debido al traslado de estos jóvenes a la ciudad de Bogotá, el contacto inmediato con
la familia se hace más difícil. Cuarto, la baja empleabilidad de los excombatientes
dificulta el acceso a oportunidades económicas. Este es un factor que con frecuencia
conduce a los excombatientes a considerar que no tienen las mismas oportunidades
que los demás ciudadanos y se sienten discriminados, alimentando el círculo vicioso
del aislamiento y la auto-exclusión.
Es preciso procurar condiciones propicias para que los jóvenes en proceso de
reintegración encuentren un rol significativo que represente una responsabilidad
y un estatus semejante al rol que desempeñaron dentro de los grupos armados a
los cuales pertenecieron. Al respecto, conviene tener en cuenta que los sistemas
de valores de esos grupos no son del todo negativos o caóticos. En lugar de tratar
de romper estos legados durante el proceso de desmovilización, los programas de
reintegración deberían considerarlos como una base de capital social que puede ser
utilizado positivamente en el proceso de construcción de paz en las circunstancias y
entornos adecuados.
La diversidad de cambios a los que se ven enfrentados los jóvenes desmovilizados
durante su transición y adaptación a la vida civil hacen de este proceso algo complejo y
generador de grandes niveles de estrés, frustración, soledad, entre otros sentimientos
que afectan el equilibrio emocional de estas personas. Dentro de esa diversidad
de cambios se encuentran con una institucionalidad excluyente y una población
receptora que los estigmatiza por su condición de excombatientes, por lo cual se hace
necesario prevenir durante el proceso de DDR las acciones que puedan incrementar
y reforzar estos sentimientos, así como promover iniciativas de resignificación de su
pasado y construcción de proyectos de vida en el marco de la legalidad, motivándolos
para que aporten al proceso de reconciliación y reconstrucción del país.
Dentro de los vacíos del proceso de reintegración los jóvenes identificaron: la
educación, la capacitación e inserción laboral y otras actividades económicamente
viables, el acompañamiento, el acceso a espacios de participación ciudadana y la
restitución de las relaciones con sus familias.
La educación debe ser considerada como una prioridad. En la medida en que
ésta no sólo juega un papel en la prevención del reclutamiento inicial, sino que
puede evitar que se vuelvan a reclutar, ofreciéndoles alternativas viables para la
82 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

reconstrucción de su proyecto de vida. De la misma manera, no es suficiente que la


educación esté disponible en teoría para estos jóvenes, si ellos no cuentan con una
motivación e incentivos para matricularse y culminar su ciclo formativo.
Se espera que la educación conduzca al empleo o la generación de ingresos. Esto
no sólo es un requisito fundamental para mantenerlos ocupados, brindarles estatus y
una red de apoyo social. Asimismo les ofrece una seguridad para que ellos y sus familias
cuenten con un medio para su supervivencia en un nivel de vida adecuado y razonable.
El reto es contar con una oferta educativa que responda a las expectativas de los jóvenes
en proceso de reintegración, articulada con las necesidades que presente el mercado, y
que vaya acompañada de una estrategia de sensibilización dirigida al sector productivo,
de tal manera que éste aporte en el proceso de inserción laboral.
La restitución de su red familiar es un elemento crucial en el proceso de reintegración;
en algunos casos fue señalado como un factor fundamental, en otros es visto como un
paso importante dentro del proceso de reconstrucción de sus redes afectivas.
El restablecimiento de sus redes afectivas, se encuentra íntimamente relacionada
con el acompañamiento a estos jóvenes durante la reintegración, puesto que deben
contar con una intervención psicosocial suficiente y adecuada a sus características
específicas, coherente con las secuelas propias de la guerra, que les permita un
verdadero restablecimiento psíquico, emocional, social, familiar e interpersonal,
aportando a su bienestar y al de las personas que los rodean como familiares, amigos,
vecinos y la comunidad en general.
Aun cuando no se incluye dentro de los vacíos del proceso de reintegración el
servicio de salud, éste es percibido en forma negativa por los jóvenes entrevistados.
Esta percepción se sustenta, tanto en la relación de desproporción entre los costos
del servicio y el presupuesto mensual, como en el mal trato proporcionado por el
personal; este último es visto como consecuencia de una estigmatización social y un
sentimiento de rechazo por parte de la institucionalidad pública.
Uno de los obstáculos más visibles dentro del proceso de reintegración de estos
jóvenes, es la continua estigmatización que viven por parte de la sociedad, los medios
de comunicación y de algunas instituciones públicas. Igualmente reconocen que existe
una baja capacidad institucional para prestar un servicio adecuado, muchas veces por
falta de voluntad y disposición del funcionario que los atiende. Esto da cuenta de la
discriminación a la que se ven sometidos, lo cual dificulta su reintegración efectiva.
De ahí la importancia de trabajar en estrategias de adaptación conjunta con
las instituciones que atienden a esta población y con la comunidad que recibe a los
jóvenes desmovilizados, sensibilizándolos y promoviendo la corresponsabilidad a
través de la tolerancia, la solidaridad y una sana convivencia, aportando a la solución
del conflicto y el logro de la paz.
Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C. 83

Es importante enfatizar que en la planeación de los programas de reintegración


se debe tener en cuenta la voz de los jóvenes excombatientes. La escasa participación
que tienen los jóvenes en las decisiones que les conciernen dentro del Programa de
Reincorporación a la Vida Civil, lo distancia de una apropiación de la ciudadanía como
ámbito de garantía de derechos. Por tanto, se debe hacer un esfuerzo para vincular a
los jóvenes a las decisiones del programa, de tal manera que los mismos sientan que
sus problemas son escuchados y atendidos.
Igualmente, la perspectiva de género en la reinserción debe tenerse en cuenta. Las
experiencias de las mujeres jóvenes durante su paso por las organizaciones y durante
su proceso de DDR, son significativamente diferentes a las de los hombres jóvenes
que han pasado por estos mismos escenarios, por lo cual es necesario considerar las
particularidades de género en las intervenciones que brindan los programas.
Las mujeres en el conflicto armado son víctimas y victimarias al mismo tiempo.
En el grupo armado ilegal, en algunos casos, asumen el mismo rol que los hombres
en la estructura militar, sin embargo, a menudo son víctimas de violencia sexual por
parte de sus compañeros y/o jefes. Por tanto, es importante que se diseñen programas
de atención en salud que aborden las consecuencias de estos hechos para que las
mujeres jóvenes puedan superar lo ocurrido.
La cruda realidad de la participación de los jóvenes en el conflicto armado, hace
necesario que los programas de reintegración (nacional y locales) asuman el reto de
estructurar una oferta específica para esta población. Partiendo de comprender que
los jóvenes por sus condiciones de vinculación son víctimas del conflicto, pero a su
vez son sujetos en potencia para el desarrollo del país. Esto requiere de enfoques
integrados que respondan a sus diversas necesidades, experiencias y dificultades.
A la par, estos programas deben extenderse a jóvenes que puedan estar en riesgo
de vinculación, para esto, así como lo manifestaban los jóvenes, las experiencias de
vida dentro del conflicto armado pueden ser el mejor marco de referencia para la
prevención.
Los resultados de la investigación son un llamado para que los programas de DDR
logren romper el ciclo de riesgos que conduce a los jóvenes a vincularse al conflicto
armado. Esto debe estar articulado al desarrollo de una política nacional de juventud
que haga énfasis en la prevención del reclutamiento, sobre la base de la promoción,
protección, restitución y garantía de los derechos de los jóvenes. De tal forma, que los
jóvenes víctimas del conflicto puedan reconstruir su proyecto de vida y se prevenga
la vinculación de aquellos que puedan enfrentar la misma situación.
84 Experiencias de jóvenes excombatientes en proceso de reintegración a la vida civil en Bogotá D.C.

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