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Marco teórico

En 1621, Robert Brula escribió un libro llamado ―Anatomía de la melancolía‖ en el que hablaba de
la depresión en los adultos, y también hacía referencia a la depresión en niños. Pero realmente la
aceptación de la existencia de la depresión infantil (DI) fue posible gracias al ascenso del
paradigma cognitivo de los años sesenta, que permitía el estudio de los procesos interiorizados. En
el año 1975 la depresión infantil fue aceptada por el National Institute of Mental Health, como
concepto y entidad psicopatológica. En la actualidad y según la Organización mundial de la
salud (OMS) la depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la
presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de
autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de
concentración. A su vez, la OMS estima que un 3-5% de la población infantil sufre
depresión. Si traducimos esto a consultas de psiquiatría infantil, representaría un 10-15%
de ellas.
Psicopatológicamente, la depresión hace honor a su nombre, derivado de depressio,
palabra latina que significa "abatimiento, descenso, concavidad", traduciéndose por un
abatimiento de la vitalidad, psíquico y físico, que se extiende al estado de ánimo, a la
impulsividad, a la sociabilidad y a la regulación de los ritmos, las cuatro dimensiones o
parámetros de la estructura clínica de la depresión.
Por otra parte, no existen causas únicas claramente definidas en los diferentes casos de depresión
infanto-juvenil. Hay múltiples factores que están asociados con la aparición, duración y recurrencia
de trastornos del humor en la infancia y adolescencia. Sin embargo, estudios han demostrado que
la bioquímica del cerebro juega un papel significativo en los trastornos depresivos; por una
disfunción del sistema neuroendócrino, por una disminución de la actividad de la serotonina y por
efecto de la herencia (caso de padres depresivos). Se explican la aparición de la depresión infantil
por genes que tienen un papel en la producción en el desarreglo en la producción de los
elementos bioquímicos, que están en la base de la explicación biológica de la depresión. La
herencia de un sistema neuroendocrino defectuoso sería la explicación biológica de la aparición de
la depresión infantil, esta idea se ha consolidado por el hecho de que tener antecedentes
familiares depresivos es un riesgo importantísimo de aparición de la depresión infantil, por ende,
existe un mayor riesgo de padecer de depresión clínica cuando hay una historia familiar de la
enfermedad, lo que indica que se puede haber heredado una predisposición biológica. (Manual de
Psicología Infantil, Bermúdez Ma. Paz, Bermúdez Ana, pág. 233, 234).

El modelo cognitivo propuesto por Beck, Rush, Emery y Shaw (1983) señala que la depresión
infantil está producida por estilos particulares del pensamiento que incluyen una visión negativa
acerca de sí mismo, del mundo y del futuro. Para este tipo de especialistas, la depresión infantil no
se produce por lo que sucede fuera, porque se dan pocos refuerzos o escasa gratificación o
muchos acontecimientos negativos, sino que se produce por lo que pasa dentro: por lo que el
sujeto piensa o imagina, por lo que dice o valora.

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