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Guillermo O’donnell.
Resumen.
Introducción.
Elecciones limpias.
Una vez realizadas las elecciones y declarados los ganadores, éstos ocupan
sus cargos y gobiernan con la autoridad y durante el período que prescribe la
constitución del respectivo país.
Pero no siempre sucede así. En América Latina sucedió que a todos los
candidatos se les impidió asumir sus cargos, a menudo mediante un golpe militar.
Deben existir ciertas libertades o garantías, vigentes entre una y otra elección.
Recordemos que para Dahl las libertades relevantes son de expresión, asociación e
información, y que otros autores postulan libertades similares. Estas condiciones no
son suficientes para garantizar este tipo de elección.
Los atributos de las elecciones limpias son estipulados por definición; las
libertades “políticas”, en cambio, se derivan por inducción: son el resultado de una
razonada evaluación empírica acerca del impacto de diversas libertades en la
probabilidad de que las elecciones sean limpias.
Hay otro problema. Lo denominaré el problema de los límites internos de cada
una de estas libertades. Todas ellas contienen una “cláusula de razonabilidad”. Los
límites externos e internos de las libertades políticas son teóricamente indecidibles.
Otra dificultad deriva de que los límites internos de las libertades. Ciertas
restricciones de la libertad de expresión de asociación, que eran juzgadas aceptables
hasta no hace mucho, hoy parecerían claramente antidemocráticas.
Hay, y seguirá habiendo, discrepancias en los círculos académicos y en el
ámbito de la política práctica, acerca de dónde trazar los límites externos e internos de
las libertades concomitantes de las elecciones limpias. Es intuitivamente evidente que
la ausencia de algunas de estas libertades suprime la probabilidad de que haya
elecciones limpias.
Una definición apropiada debe centrarse en un régimen que incluye, pero no se
reduce a, un tipo específico de elecciones. El objeto propio de una teoría de la
democracia política no son las elecciones libres per se sino el régimen.
La demanda por las libertades políticas fue el motor de las grandes
movilizaciones que a menudo precedieron la terminación de regímenes autoritarios. La
mayor parte de la gente en la mayoría de los países incluye ciertas libertades políticas
y elecciones que, a su juicio, son razonablemente limpias.
Agencia y derechos.
¿Libertades “políticas”?
• Funcionarios electos
• Elecciones libres y justas
• Sufragio inclusivo
• Derecho a competir por cargos
• Libertad de expresión
• Fuentes alternativas de información
• Derecho de asociación
o Los funcionarios electos no deben ser arbitrariamente desplazados de
sus cargos antes del término constitucional de sus mandatos
o Los funcionarios electos no deben estar sujetos a restricciones severas,
vetos, o exclusión de ciertas esferas políticas por otros actores no
electos, en especial las fuerzas armadas
o Debe haber un territorio no cuestionado que defina claramente la
población en condiciones de votar
Derechos formales.
América Latina.
Una importante diferencia separa a Costa Rica y Uruguay del resto. En estos
dos países existe un estado que bastante tiempo atrás estableció un sistema legal
que, en general, funciona a lo largo de todo el territorio y en relación con todas las
categorías sociales, de manera que en general satisfacen la definición de estado de
derecho. Son países donde el mismo es razonablemente efectivo; y sus ciudadanías
son bastante plenas, en el sentido de que gozan de derechos tanto políticos como
civiles, aunque la dimensión social no deja de ser afectada por la relativa pobreza de
ambos.
Este no es el caso de los demás países latinoamericanos, tanto en los que son
poliarquías nuevas como los que lo han sido durante varias décadas. En estos países
existen enormes brechas, tanto a lo largo del territorio como entre las diversas
categorías sociales, en la efectividad de la legalidad estatal. Describiré brevemente
estas falencias:
Falencias en la ley vigente. Aún existen leyes y regulaciones administrativas
que discriminan a alas mujeres y a diversas minorías, y que establecen para acusados
condiciones antitéticas a todo sentido de humanidad y un proceso justo.
Aplicación de la ley. América Latina tiene una extensa tradición de ignorar la ley
o, cuando de la reconoce, de manipularla en favor de los poderosos para la represión
o contención de vulnerables y adversarios.
Relaciones entre burocracias y “ciudadanos comunes”. Si uno no tiene el
status social o las conexiones “adecuadas”, actuar frente a esas burocracias como el
portador de un derecho y no como el suplicante de un favor casi seguramente
acarreará penosas dificultades.
Acceso al poder judicial y a un proceso justo. En la mayor parte de América
Latina la justicia es demasiado distante, engorrosa, cara y lenta para que los
desfavorecidos intentes siquiera acceder a ella.
Ilegalidad pura y simple. Lo que denomino “el estado leal” penetra y estructura
la sociedad, proveyendo un elemento básico de previsibilidad y estabilidad de las
relaciones sociales. En muchos países de América Latina el alcance del estado legal
es limitado. Las leyes formalmente vigentes son aplicadas, cuando lo son, de modo
intermitente y diferencial. El sistema legal informal resultante, sostiene un mundo de
violencia extrema. Se trata de sistemas subnacionales de poder que tienen una base
territorial y un sistema legal informal bastante efectivo, y coexisten con un régimen que
es poliárquico.
Estos problemas indican un severo truncamiento del estado, especialmente en
su dimensión legal. En América Latina, esta deficiencia ha aumentado durante la
democratización, al ritmo de las crisis económicas y las políticas económicas y
sociales rigurosamente antiestatistas que predominaron hasta hace poco.
No es suficiente que ciertos actos estén regidos por la ley, en conformidad con
lo que prescribe la legislación vigente. Estos actos pueden implicar la aparición de una
ley discriminatoria y/o de una ley que viole derechos básicos, o la aplicación selectiva
de una ley en contra de algunos, mientras otros son arbitrariamente eximidos. La
primera posibilidad supone la violación de normas morales. La segunda posibilidad
implica la violación de un principio crucial, tanto de equidad como de debido progreso
legal, de que casos similares deben ser tratados del mismo modo. La efectividad de la
ley supone certidumbre y accountability horizontal. Se espera que normalmente realice
la misma clase de decisión en situaciones equivalentes y, cuando ése no sea el caso,
que otra autoridad adecuadamente habilitada sancione a la anterior e intente rectificar
las consecuencias.
El concepto de imperio de la ley y el de estado de derecho no son sinónimos.
Cada uno de estos términos está sujeto a disputas definicionales y normativas.
El sistema legal, o el estado legal, es un aspecto de orden social global que,
cuando funciona correctamente, “confiere definición, especificidad, claridad, y por lo
tanto predicibilidad a las interacciones humanas”. Es condición necesaria que las leyes
tengan ciertas características:
• Deben ser prospectivas, públicas y claras
• Deben ser relativamente estables
• La confección de las leyes particulares debe estar guiada por reglas
generales, públicas, estables, claras y generales
• La independencia del poder judicial debe estar garantizada
• Deben observarse los principios de la justicia natural
• Los tribunales deber tener poderes de revisión para asegurar la
conformidad con el imperio de la ley
• Los tribunales deben ser fácilmente accesibles
• No debe permitirse que la discrecionalidad de las instituciones de
prevención del delito pervierta la ley
Los puntos 1 y 3 se refieren a características generales de las leyes mismas:
se relacionan con su correcta promulgación y contenido. Debe ser posible cumplir las
leyes, lo cual significa que ellas no deben imponer demandas cognitivas o de
comportamiento irrazonables sobre sus destinatarios. Los otros puntos se refieren a
los tribunales y sólo indirectamente a otras instituciones estatales. El punto 4 requiere
especificación: que la independencia de los tribunales es un objetivo valioso, se ve, a
contrario, en la conducta a menudo servil de estas instituciones en relación con los
gobernantes autoritarios. También es preciso “que quienes se encargan de la
interpretación y la aplicación de las leyes las tomen con esencial seriedad”. En
América Latina son aún mas difíciles los logros implicados en el punto 6, en
presidentes que se ven a si mismos como electoralmente autorizados para hacer
cualquier cosa que crean conveniente durante sus mandatos. Ya he mencionado la
negación de hecho de lo estipulado en los puntos 5 y 7 a los pobres y excluidos. O
mismo se aplica al punto 8, en especial l oque se refiere a la frecuente impunidad de la
policía y de otras agencias de seguridad.
El imperio de la ley queda truncado, no sólo cuando los funcionarios violan la
ley con impunidad, sino también cuando lo hacen actores privados. Si son los
funcionarios los que realizan actos legales o si autorizan de facto a actores privados a
hacerlo, ello no hace mucha diferencia ni para las víctimas ni para agravar la
inefectividad de la ley.
Cuando se lo concibe como un aspecto de la teoría de la democracia, el estado
debe ser visto no sólo como una característica genérica del sistema legal, sino
también como un estado democrático con base legal. Esto implica: primero, que haga
respetar las libertades y garantías políticas de la poliarquía; segundo, que haga
respetar los derechos civiles de toda la población; tercero, que establezca redes de
responsabilidad y accountability que impliquen que todos los agentes, públicos y
privados, estén sujetos a controles adecuados y establecidos por la ley sobre la
adecuación de sus actos.
Observaciones finales.