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(INTEC)
LNI – 305 – 01
Trabajo Final:
Ética en los Negocios Internacionales
Presentado por:
Profesor titular:
Vladimir Camilo Pimentel Florezan
La ética en los negocios se basa en las reglas escritas o verbales en las que se manejan los
negocios, las acciones de estos y cómo las empresas tanto locales como internacionales
toman sus decisiones para que estas no afecten a sus colaboradores, el medio ambiente,
sean integras y siguen produciendo beneficio.
La ética en los negocios se basa en una serie de reglas escritas y tácitas sobre los principios
que rigen las acciones y toma de decisiones de una empresa. La ética viene de una rama
de la filosofía que ve los valores humanos en relación con su conducta a lo bueno o malo,
lo correcto e incorrecto. En el mundo de los negocios, esta ideología asegura mejores
colaboradores y más inversiones.
3. Ayuda a construir y mantener una buena reputación. Una gran parte de asegurar el
éxito empresarial es tener una buena imagen entre nuestros clientes. De hecho, una de
las principales razones por la que los consumidores deciden participar en un negocio o no
depende de la ética de este.
4. Es la clave para mejorar la productividad. El personal trabajará mejor si cree que lo que
está haciendo es lo correcto y estarán motivados pues sentirán que están contribuyendo
a un mundo mejor.
5. Conduce a ganancias a largo plazo. Una empresa que valora la ética cree en los
beneficios a largo plazo.
6. Ayuda a mantener la calidad. Una compañía ética se esforzará por entregar buenos
productos y servicios a sus clientes, incluso en momentos en que la demanda es superior
a la oferta.
7. Crea lealtad en los clientes. Pues se tendrá una imagen positiva en el mercado. Esto, a
su vez, hace que los consumidores confíen en sus productos y servicios y pasarán esta
información a sus amigos y familiares.
Gestión de la ética en el extranjero
La ética de los negocios (business ethics), también conocida como ética de la empresa
(éthique de l'entreprise) o ética empresarial, es una disciplina nueva. En Estados Unidos
y Europa fue puesta en boga a finales de la década de 1980 y principios de la siguiente
(Cuevas, 2004). Pero la preocupación por la dimensión ética de las actividades
económicas tiene antecedentes en Aristóteles y su rotunda crítica a la práctica de la usura.
Los grandes pensadores de la Edad Media, teólogos comprometidos con su iglesia,
también condenaron la avaricia y la codicia de los hombres de negocios. A esa época se
remonta la idea de que los negocios son amorales. Se trata de una forma de pensar muy
enraizada en nuestra cultura. Robert Solomon habla del persistente "mito de los negocios
amorales" (Solomon, 1995). Se puede decir, incluso, que la historia de la filosofía moral
es una continua diatriba contra el afán de lucro. Esta forma de pensar no cambió ni
cuando los hombres de negocios separaron la ética de la economía, a finales del siglo
XVIII por influencia de los economistas clásicos, quienes justificaron la economía con un
enfoque utilitarista y, para efectos de análisis, la consideraron un conjunto de actividades
lucrativas ajenas a consideraciones éticas. De esta época es la tesis de que la ética es una
cosa y los negocios otra, la cual aún ahora atrae la simpatía de muchos propietarios y
ejecutivos de empresa. No obstante, desde mediados del siglo xx diversos autores han
advertido sobre el rápido deterioro de la moral económica, visible en el aumento de
personas que violan las leyes, engañan al consumidor, contaminan el ambiente, roban a
los accionistas, hacen trampas contables, omiten pagar derechos de autor, utilizan mano
de obra infantil o arriesgan la salud de sus empleados usando tóxicos en la elaboración de
sus productos.
Por extraño que parezca, el movimiento de la ética de los negocios no se presenta como
una respuesta a la mala fama de los corporativos. No hay solución de continuidad entre
los escándalos y las promesas de un mejor comportamiento. La renovada conciencia ética
del mundo de los negocios se apoya en la tesis de que la falta de ética provoca pérdidas a
las empresas y a los mercados. Se dice, por ejemplo, que una actuación deshonesta puede
afectar negativamente los resultados financieros de las empresas que coticen en bolsa
(López, 2007) y que la corrupción de un país desalienta la inversión (Murray, 2002). Es
un hecho bien conocido, afirma Murray, que entre más corrupción haya en una economía
empresarial habrá menor inversión, con la consecuente disminución de crecimiento
(2002:3). Una versión extrema de esta tesis afirma que los negocios no pueden tener éxito
sin ética. Pero abundan casos que desmienten semejante suposición. La falta de ética en
los negocios y los fraudes al consumidor significan grandes ganancias. Un ejemplo
ampliamente denunciado en México es la venta de gasolina en una menor cantidad de la
que efectivamente se cobra al consumidor, ya sea que se alteren las bombas de despacho
o se adultere la misma gasolina mezclándola con un gas incombustible de muy bajo
precio. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) estima entre 18 mil millones a
20 mil millones de pesos el beneficio económico que obtienen las gasolineras robando a
los consumidores (Reforma, 18/mayo/2005).
Una segunda tesis afirma que la ética es un buen negocio, que "invertir en ética es quizá
uno de los negocios más rentables para la empresa" (Fundación Chile Unido, 2003). Para
quienes defienden esta tesis, la ética eleva las ventas y mejora la imagen corporativa,
fortalece la lealtad y el compromiso de los empleados, impide la sobrerregulación del
mercado, evita perder negocios y brinda mayor acceso de financiamiento, entre otras
ventajas. Todo lo cual es cierto, y hay casos ejemplares que lo prueban; pero la ética
también puede llegar a ser un mal negocio. Un ejemplo, citado por Stephen Murray, es el
caso de las empresas que se adhirieron a la Ley para Prácticas Corruptas de Estados
Unidos; las que, de acuerdo con el Departamento de Comercio de ese país perdieron 15
mil millones de dólares en 1997 por negarse a vender productos a compañías con mala
reputación (Murray, 2002).
Por último, una tesis alternativa justifica la ética de los negocios en términos
estrictamente normativos con el argumento de que los negocios no son un mundo aislado
y separado con valores diferentes de los de la sociedad en que actúan. Para quienes
defienden esta tesis, la ética de los negocios es una aplicación de la ética a un área
específica de la actividad humana y en esa medida expresa un interés general. En
consecuencia, la justificación de la ética de los negocios no radica en su utilidad para
ganar dinero; se puede ganar dinero faltando a la ética y se puede perder dinero siendo
ético. Lo que verdaderamente justifica a la ética es su contribución al orden social. La ética
es un saber práctico que dota de coherencia a la conducta humana, ajustándola a valores
aceptados por la mayoría. Adela Cortina (2003), autora de la obra en español más
completa sobre el tema, caracteriza la ética de los negocios como un saber práctico que
consiste en tomar decisiones prudentes y justas. Concebir a la ética de los negocios como
parte de una teoría de las decisiones no es poca cosa.
Las decisiones tomadas por el ceo de una compañía tienen influencia sobre el medio
ambiente, la distribución del ingreso, el desarrollo tecnológico y las condiciones sociales
y políticas (Lindabaek, 2003). No es casual que esta tesis conduzca directamente al
concepto de responsabilidad, aplicada no a los individuos sino a la empresa:
"responsabilidad social de la empresa" o "responsabilidad empresarial" o
"responsabilidad corporativa".
Responsabilidad social de la empresa
La responsabilidad social es ahora algo bien aceptado en el mundo de los negocios, pero
en sus primeros tiempos la idea de que las empresas estuvieran moralmente obligadas a
un mayor compromiso social fue duramente cuestionada por influyentes autores, como
Milton Friedman, premio Nobel de Economía. Friedman publicó en 1970 un breve
artículo en el suplemento dominical del prestigiado diario The New York Times, en el que
se manifestó contrario a cargar de obligaciones éticas a los negocios; en su opinión,
hay una y sólo una responsabilidad social de la empresa: usar sus recursos y
comprometerse en actividades diseñadas para incrementar sus ganancias en tanto respete
las reglas del juego, esto es, la competencia libre y abierta, sin caer en el fraude o el
engaño.
Uno de los temas con mayores implicaciones en la vida laboral de algunas mujeres cobró
mayor importancia: el acoso sexual.
Otra de las figuras relevantes acusada de actos similares fue el senador demócrata, Al
Franken, a quien se le acusa de tocar los senos de su asistente. También está en la lista el
ultraconservador republicano Roy Moore, quien en diciembre perdió su escaño en el
Senado por Alabama, debido a los rumores de acoso sexual que lo invadieron.
En el ámbito periodístico también surgieron las historias, pues en noviembre las cadenas
de televisión CBS y PBS anunciaron el despido del veterano presentador estrella, Charlie
Rose por el comportamiento “perturbador e intolerable” que tuvo el periodista con
algunas de las mujeres que trabajaron con él en su programa de entrevistas.
Esta ola de acusaciones hizo tanto eco en el mundo que la revista Time decidió reconocer
al movimiento #MeToo como Personaje del Año de su último número de 2017, debido a
las acusaciones que recibieron políticos, empresarios, personajes del medio artístico y
hasta productores de cine.
3. El Hackeo a Uber
Uber estuvo en medio de la controversia una vez más, ya que el propio CEO de la empresa,
Dara Khosrowshahi dio a conocer en un blog de la empresa que la base de datos de la
empresa de tecnología había sido hackeada en 2016, lo cual derivó en una fuga de datos
que incluían contraseñas, datos bancarios, direcciones y teléfonos de los usuarios y
conductores.
A partir de esto, Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Filipinas exigieron una
explicación de por qué no informaron inmediatamente el hecho.
Semanas después se dio a conocer que Uber había pagado a otro hacker de 21 años para
ocultar el robo que exponía los datos de 57 millones de clientes y conductores.
4. Cabify y #TodosSomosMara
En septiembre, el asesinato de Mara Castilla, una joven estudiante en Puebla ocupó los
titulares de los principales diarios de circulación nacional. Un chofer de Cabify, una de las
empresas disruptivas que transforman la vida de las personas mediante servicios de
economía colaborativa, resultó ser el autor del crimen.
El tema encendió las alarmas a nivel nacional, pues todos los días 7.5 mujeres son
asesinadas en el país, de acuerdo con un estudio realizado por la Secretaría de
Gobernación, el Instituto Nacional de las Mujeres y ONU Mujeres.
Mara, de 19 años, desapareció después de abordar un auto de la compañía, la cual se
promocionaba como un medio seguro para que las mujeres llegaran a casa. Ocho días
después se encontró el cuerpo de la joven con signos de violencia y abuso sexual.
Esto causó protestas en las calles de distintas ciudades, así como denuncias y demandas
al gobierno para tomar acciones contra el feminicidio. También obligó a Cabify y Uber a
mejorar sus filtros de seguridad y la protección que ofrece tanto a conductores y clientes.
Personas destacadas en el mundo como la Reina Isabel II, asesores cercanos, familia y
miembros del gabinete del presidente Donald Trump, así como políticos y empresarios
mexicanos, fueron mencionados en los denominados ‘Papeles del Paraíso’.
AccountAbility, The Institute for Social and Ethical AccountAbility, fundada en 1995, ha
desarrollado un serie de normas internacionales, entre las cuales la Norma de Principios
de AccountAbility AA1000APS (2008) fija las premisas básicas para que cualquier
organización pueda ser accountable con respecto a sus grupos de interés.
Hay empresas que desarrollan, de forma voluntaria, un código ético o de conducta para
manifestar sus valores y dar ejemplo, en la relación con sus grupos de interés. Estos
códigos cobran especial relevancia cuando, por ejemplo, una empresa intenta transmitir
sus valores a sus proveedores para que ellos también los asuman. No obstante, un código
ético o de conducta solo es una carta de intenciones, que de poco servirán, si la empresa
no implementa políticas y procedimientos para asegurar su cumplimiento.
El código ético o de conducta de una empresa, es un documento público que recoge los
objetivos, los valores y los principios de actuación de una organización respecto a sus
grupos de interés, y que presiden la política de la empresa, con el objetivo de:
Una vez implantado el código, es necesario formalizar mecanismos que permitan a las
organizaciones validar hasta qué punto el código se está cumpliendo, y disponer de las
vías necesarias para llevar a cabo las acciones que correspondan en caso de
incumplimiento. Es habitual disponer de un buzón de correo específico que permita
comunicar a cualquier parte interesada, tanto interna como externa, los posibles
incumplimientos del código de conducta que se produzcan.
Conclusión
Hoy en día la sociedad acepta de manera positiva la actividad de los negocios, persistiendo
sin embargo una sensación de que en este ámbito el aprovechamiento a ultranza es el
único objetivo. Al ser la actividad de la producción de bienes y servicios y su intercambio
consustancial a la cultura contemporánea, debemos reflexionar éticamente sobre ella y
profundizando la comprensión de las instancias valorativas en juego, impulsar el
desarrollo simultáneo de la búsqueda del bien común y de la justa rentabilidad o
beneficio.
La ética en los negocios deberá ser siempre un tema delicado y de trato especial en todas
las empresas, puesto que a través de esta es que se maneja como los empleados se están
desenvolviendo en su día a día, como la sociedad la percibe y cómo van tomando sus
decisiones. Como leimos y analizamos, existen varios reglamentos o codigos de conducta
internacional para manejar la ética en el ámbito internacional, guiándose de los
principios claves de la Relevancia, Capacidad de Respuesta e Inclusividad.
Bibliografía
Aaronson, Susan, "Minding Our Business: What the United Status Government has done
and cad do to Ensure that US Multinational Act Responsibly in Foreign Markets", Journal
of Business Ethics, Dordrecht, Springer Netherlands, núm. 59, 2005, pp. 175–198.
Burnett, Erin y James Mahon Jr., "Monitoring Compliance with International Labor
Standards", Challenge, The Magazine of Economic Affairs, Armonk, M. E. Sharpe Inc.,
March 2001, pp. 51–72.
Cortina, Adela, Ética de la empresa. Claves para una nueva cultura empresarial, Madrid,
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Friedman, Milton, "The social responsability of business is to increase its profits", The
New York Times Magazine, september 13, 1970. [ Links ]
Fundación Chile Unido, "Ética empresarial: cuando los negocios no son sólo negocios",
Corriente de Opinión, Santiago de Chile, agosto 2003, núm. 87, p. 2. [ Links ]