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UNIVERSIDAD NACIONAL

DE PIURA

Mg. EDISON TORRES ALDAVE


Bach. LILIANA CABELLOS RONCAL

2011
A Liliana y Ramsés, su sacrificio
y esfuerzo son la base de una utopía:
la transformación de nuestra sociedad.
EDISON.

“Los obreros no tiene nada que perder,


como no sean sus cadenas.
Tienen un mundo por ganar”
MARX Y ENGELS
ESQUEMA DE CONTENIDOS

INTRODUCCIÓN

DEDICATORIA

DATOS BIOGRAFÍA

EL MANIFIESTO COMUNISTA

a). Determinismo y Libertad.

b) La Moral

EL EXILIO POLÍTICO

LOS ÚLTIMOS AÑOS

SU INFLUENCIA

MARX, ENGELS Y EL SOCIALISMO

MARX Y LA IMPORTANCIA DE LA SOCIEDAD

EL MATERIALISMO HISTÓRICO

EL CREDO MARXISTA

BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN

Realizar un trabajo sobre la vida, obra y vigencia de Carlos Marx es realmente


un reto, considerando a Marx como uno de los hombres con exclusiva trascendencia
histórica, identificado a través de su ideología con los explotados, con los oprimidos,
con los excluidos. Y ahora más que nunca volvemos a revisar sus teorías, su ideología
viviente, que nos permite analizar, recrear el socialismo científico en su verdadera
dimensión. Razón evidente es el avance agresivo del neoliberalismo, flagelo de la
humanidad que a futuro será el exterminio.

En tal sentido es de carácter obligatorio y necesario revisar los postulados


filosóficos, económicos, y sociológicos de Marx, es fundamental desarmar la seudo
ideología del Neoliberalismo que se maquilla y camufla con otras ideologías que
supuestamente favorecen a la mayoría social; sin embargo su incursión acelera la
ruptura y el distanciamiento entre ricos y pobres a favor de los primeros y en desmedro
de las clases desposeídas.

Actualmente uno de los problemas que siempre se viene abordando son los
constantes cambios sociales, políticos, económicos, etc., tanto desde una perspectiva
sociológica como también filosófica y es justamente el aspecto filosófico del cual
vamos a tratar para ver de qué manera influye en el desarrollo de los cambios
estructurales de un país o del mundo, tal es el caso que en el presente trabajo estudiamos
a uno de los más grandes filósofos de la historia como es Carlos Marx que junto con
Engels son creadores del socialismo científico y uno de los pensadores más influyentes
de la historia contemporánea. Asimismo ha escrito grandes obras como el Manifiesto
Comunista y El Capital en la primera obra explica el sistema económico dominante en
cada época histórica y en la segunda hace un análisis histórico y detallado de la
economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase
trabajadora es explotada por la clase capitalista al apropiarse de esta del ‘valor
excedente’ (plusvalía) producido por aquélla.

Con el presente trabajo buscamos reflexionar y afianzar con mayor precisión los
aportes y enfoques filosóficos de Carlos Marx en el desarrollo de la sociedad, sobre
todo los relacionados con la educación.

Los autores.
DATOS BIOGRAFÍA

Marx (1818-1883) nació en Tréveris el 5 de mayo de 1818 y estudió en las


universidades de Bonn, Berlín y Jena. Publicó un artículo en la Rheinische Zeitung (Gaceta
Renana) de Colonia en 1842 y poco después pasó a ser su jefe de redacción. Aunque su
pensamiento político era radical, todavía no podía calificarse de comunista. Las críticas de
las condiciones sociales y políticas vertidas en sus artículos periodísticos le indispusieron
con las autoridades, que le obligaron a abandonar su puesto en el rotativo en 1843; poco
después, el periódico dejó de editarse y Marx se trasladó a París. Los estudios de filosofía,
historia y ciencia política que realizó en esa época le llevaron a adoptar el pensamiento de
Friedrich Hegel. Cuando Engels se reunió con él en la capital francesa en 1844, ambos
descubrieron que habían llegado independientemente a las mismas conclusiones sobre la
naturaleza de los problemas revolucionarios. Comenzaron a trabajar juntos en el análisis de
los principios teóricos del comunismo y en la organización de un movimiento internacional
de trabajadores dedicado a la difusión de aquéllos. Esta colaboración con Engels continuó
durante toda su vida.

Karl Marx , filósofo alemán, creador junto con Friedrich Engels del socialismo
científico (comunismo moderno) y uno de los pensadores más influyentes de la historia
contemporánea.

Karl Marx fue, junto a Friedrich Engels, el fundador del socialismo científico. Autor del
Manifiesto Comunista y de El capital, ambas obras se convirtieron en el sustrato ideológico
de dicho movimiento, que pronto pasaría a ser conocido por el nombre de comunismo.
EL MANIFIESTO COMUNISTA

En el siguiente fragmento, Jean Touchard incide en la importancia que Karl Marx


otorgó a la filosofía materialista de la historia. El concepto de materialismo histórico pasó a
convertirse en uno de los principales puntos del conjunto del pensamiento marxista.

Fragmento de Historia de las ideas políticas.


De Jean Touchard.
Capítulo XIV: sección III, 3.

Para Marx la historia del hombre en sociedad no es otra cosa que la relación
fundamental hombre-naturaleza-hombre. La Historia nace y se desarrolla a partir de la
primera mediación que pone en relación al hombre con la naturaleza y al hombre con los
otros hombres: el trabajo. La Historia es, por consiguiente, la historia de la procreación del
ser genérico del hombre por el trabajo y por las mediaciones que de éste derivan. Esto no
significa que la Historia sólo "narre" el desarrollo de las fuerzas productivas: significa
solamente que esas fuerzas productivas son los hechos históricos básicos que constituyen el
fundamento de la Historia, quedando sobrentendido que la Historia también incorpora todo
lo que deriva de ellas (y especialmente todo el proceso cultural del hombre, todas sus
alienaciones y todo el producto de las alienaciones).

La Historia no tiene, pues, un fundamento diferente del resto de la realidad. Ahora


bien, la realidad, como hemos visto, es dialéctica, posee un devenir. Por esta razón tiene una
historia y es Historia. Y también por esto el materialismo histórico no es diferente del
materialismo dialéctico: es la aplicación a la Historia de una doctrina para la que toda la
realidad tiene una estructura dialéctica.

Al igual que el materialismo dialéctico consiste —en su aspecto negativo—, en primer


lugar, en rechazar todo dato eterno o trascendente a la experiencia sensible, el materialismo
histórico consiste también —en su aspecto negativo— en rechazar toda lectura de la Historia
que no parta del hecho histórico fundamental. Niega toda lectura de la historia que
consistiera en hacer sujeto de la Historia, bien a un sujeto trascendente (Dios, Providencia,
Espíritu), bien a un sujeto que sólo fuera un derivado del acto procreador del hombre (ideas
del hombre, nociones, Estados, Imperios, Iglesias, etc.). Rechazo, especialmente, de la
filosofía hegeliana de la Historia, que la convierte en la historia del Espíritu y que pretende
reducir todo lo real a objetivaciones sucesivas del Espíritu. Rechazo, también, de la "historia
filosófica" al estilo de Bruno Bauer, para el que la Historia se reduce a batallas de ideas.

Ahora bien, para que la Historia sea real y fiel hay que remontarse al primer acto que
el hombre realiza y que le hace diferente del resto de la naturaleza y de los animales: la
producción de objetos para la satisfacción de sus necesidades. Ahí comienza la Historia y así
continúa. Es verdad que la satisfacción de las primeras necesidades engendró otras, que
engendraron a su vez nuevos instrumentos y relaciones de intercambio, etc.; y es verdad
también que las relaciones sociales se enriquecen y se transforman con el modo social de
producción. Pero en la base siempre se encuentra el hombre. La historia humana no puede
hablar más que del hombre. Ahora bien, el hombre es, fundamentalmente, un complejo de
necesidades que se satisfacen mediante el trabajo productivo. Si la Historia pretende narrar
los hechos del hombre haciendo abstracción de ese hecho histórico fundamental, no puede
atribuir las causas de los actos humanos más que a ficciones o a hechos derivados.

Existe siempre interacción entre las relaciones sociales y las fuerzas productivas. Estas
determinan a aquéllas, que, a su vez, engendran necesidades y nuevos medios para
satisfacerlas. Así, un cierto nivel de las fuerzas productivas dio lugar a la relación social de
la propiedad privada, que reunió a su vez las condiciones para un nuevo progreso de los
medios de producción.
Marx rechaza, en tanto que hecho histórico
fundamental, la conciencia del hombre. Equivale esto a
decir que se encuentre fuera de la Historia y que no
desempeñe ningún papel? En absoluto. Lo que Marx
rechaza es el admitir que existiera, fuera de la progresiva
autocreación del hombre, una conciencia totalmente pura,
perfecta, que poseyera todas sus determinaciones y que
planeara, como un dios tutelar o como un invisible genio,
por encima del ser natural del hombre. La conciencia se
encuentra siempre históricamente ligada a la naturalidad
del hombre; se desarrolla con él, con los progresos de su
lenguaje con la riqueza de sus relaciones sociales, con las
mediaciones cada vez más complejas, y también a través
de las alienaciones de las que resulta víctima (pero el
hombre alienado al perder la unidad de su ser real, puede
ilusionarse y creer que su conciencia esta separada del
"mundo profano", que está radicalmente separada de la
acción concreta).

a) Determinismo y Libertad. —Surge aquí una dificultad que


afecta al sentido exacto del determinismo marxista.

Marx admite que la conciencia es la condición


gracias a la cual el hombre puede conocer que existe una
relación entre él y la naturaleza, entre él y los demás
hombres: admite que existe una relación dialéctica entre la conciencia y el ser, y que la
conciencia es activa.

Y, sin embargo, no cesa de afirmar que el modo de producción (fuerzas productivas +


relaciones sociales edificadas sobre la base de aquéllas), lo que Marx denomina
infraestructura, determina y condiciona las formaciones sociales de la conciencia
(instituciones, morales, ideologías), lo que Marx denomina superestructuras.

El materialismo dialéctico ha dejado sentado ya que el marxismo no es un puro


determinismo, y aún menos un economismo. Pero si el ser del hombre es actividad (y
libertad), también es pasividad. Los hombres hacen su vida, pero no la hacen en condiciones
libremente escogidas por ellos: soportan —al menos parcialmente— condiciones que no han
sido creadas ex nihilo. Hay, por consiguiente, una dependencia natural de las producciones
de la conciencia respecto a la infraestructura, en cuyo seno se forma la conciencia. Estas
formaciones de la conciencia, a su vez, pueden reaccionar sobre la infraestructura, pero sólo
dentro de los condicionamientos creados por la primera dependencia. En otros términos, las
superestructuras, aunque activas, no pueden romper solas, en cualquier forma y momento, las
condiciones materiales que las han producido.

El hombre es libre, pero con una libertad condicionada. La conciencia es un elemento


activo del desarrollo de la Historia, pero no contiene en sí misma ese desarrollo. La
conciencia es necesaria para que las revoluciones se realicen, pero sólo cuando las
condiciones materiales se han cumplido, es decir, cuando existe una contradicción entre un
formidable desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales edificadas sobre la
base del antiguo sistema de producción; cuando esas condiciones se han cumplido la
conciencia revolucionaria se liga a la experiencia y a la realidad, no es una pura
fantasmagoría.
"Por eso —concluye Marx—, la humanidad
se propone siempre únicamente los
objetivos que puede alcanzar, pues, bien
miradas las cosas, vemos siempre que estos
objetivos sólo brotan cuando ya se dan o,
por lo menos, se están gestando las
condiciones materiales para su realización
(Contribución a la crítica de la economía
política).

b) La Moral. —En esta filosofía materialista


de la Historia y de la libertad la tarea ética
del hombre se presenta como un imperativo:
el hombre ha de liberarse de la alienación
económica para realizar su ser genérico.
Pero los valores en cuyo nombre se
emprende esa liberación nunca son
trascendentes a la experiencia humana, sino
inmanentes a la Historia. Lejos de oponerse
a la realidad (a la que servirían de
modelos), se extraen de la realidad, sin
separarse nunca totalmente de ella.
Naturalmente, la conciencia del hombre
siempre puede fabricar valores sin relación con la experiencia concreta: pero entonces la
tarea ética que propone no está ya caucionada por las condiciones materiales necesarias
para su realización: es la moral-consolación o la moral-aspiración. Estas morales, además
de ser puras especulaciones no orientadas hacia la acción, son ilusorias, pues la conciencia
cree haber encontrado valores absolutos y eternos mientras que, en realidad, no ha podido
más que absolutizar etapas históricas del proceso de producción del hombre (sobre el que la
conciencia no puede adelantarse, ya que no es sino la conciencia del ser condicionado).

Existe, pues, una ética marxista, pero íntimamente ligada a la dialéctica de lo real. En
cada momento del desarrollo histórico es prescrita de forma muy precisa por las condiciones
actuales que producen la alienación fundamental. La dialéctica de lo real ni suprime ni hace
inútil la toma de conciencia de un imperativo moral, pero le impone límites objetivos, dentro
de los cuales puede ser real y práctica. En tanto que el hombre no haya acabado su
identificación con la naturaleza y el otro hombre —en tanto que continúe siendo prisionero
de determinaciones y separaciones—, la única tarea, a la vez ética y práctica, que realmente
se ofrece a su libertad es la de coincidir activamente con su devenir. En resumen, el
imperativo categórico es coincidir con la revolución.

Marx se vio obligado a abandonar París en 1845 debido a su implicación en actividades


revolucionarias. Se instaló en Bruselas y comenzó a organizar y dirigir una red de grupos
llamados Comités de Correspondencia Comunista, establecidos en varias ciudades europeas.
En 1847, Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración de principios que
sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de los Justos (más tarde
llamada Liga Comunista). El programa que desarrollaron —conocido en todo el mundo como
el Manifiesto Comunista— fue redactado por Marx basándose parcialmente en el trabajo
preparado por Engels y representaba la primera sistematización de la doctrina del socialismo
moderno. Las proposiciones centrales del Manifiesto, aportadas por Marx, constituyen la
concepción del materialismo histórico, concepción formulada más adelante en la Crítica de la
economía política (1859). Según se explica en estas
tesis, el sistema económico dominante en cada época
histórica, por el cual se satisfacen las necesidades vitales
de los individuos, determina la estructura social y la
superestructura política e intelectual de cada periodo. De
este modo, la historia de la sociedad es la historia de las
luchas entre los explotadores y los explotados, es decir,
entre la clase social gobernante y las clases sociales
oprimidas. Partiendo de estas premisas, Marx concluyó
en el Manifiesto que la clase capitalista sería derrocada y
suprimida por una revolución mundial de la clase obrera
que culminaría con el establecimiento de una sociedad
sin clases. Esta obra ejerció una gran influencia en la
literatura comunista posterior y en el pensamiento
revolucionario en general; ha sido traducida a multitud
de lenguas y de ella se han editado cientos de miles de
ejemplares.

EL EXILIO POLÍTICO

Poco después de la aparición del


Manifiesto, estallaron procesos
revolucionarios (las revoluciones de 1848) en
Francia, Alemania y el Imperio Austriaco, por
lo que el gobierno belga expulsó a Marx
temeroso de que la corriente revolucionaria se
extendiera también por el país. El pensador
alemán se trasladó a París y después a
Renania. Fundó y editó en Colonia una
publicación comunista, la Neue Rheinische
Zeitung (Nueva Gaceta Renana), y colaboró
en actividades organizadoras de agrupaciones
obreras. En 1849 fue arrestado y juzgado bajo
la acusación de incitar a la rebelión armada.
Aunque fue absuelto, se le expulsó de
Alemania y se cerró la revista. Pocos meses
después las autoridades francesas también le
obligaron a abandonar el país y se trasladó a
Londres, donde permaneció el resto de sus
días.

Una vez instalado en Inglaterra, se


dedicó a profundizar en sus ideas, publicando nuevos escritos, y a alentar la creación de un
movimiento comunista internacional. Durante ese periodo, elaboró varias obras que fueron
constituyendo la base doctrinal de la teoría comunista. Entre ellas se encuentra su ensayo más
importante, El capital (volumen 1, 1867; volúmenes 2 y 3, editados por Engels y publicados a
título póstumo en 1885 y 1894, respectivamente), un análisis histórico y detallado de la
economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase trabajadora
es explotada por la clase capitalista al apropiarse ésta del ‘valor excedente’ (plusvalía)
producido por aquélla. La siguiente obra de Marx, La guerra civil en Francia (1871),
analizaba la experiencia del efímero gobierno revolucionario francés conocido como la
Comuna de París, establecida en esta ciudad durante la Guerra Franco-prusiana. Marx
interpretó su creación y existencia como una confirmación histórica de la necesidad de que los
trabajadores tomen el poder mediante una insurrección armada y destruyan al Estado
capitalista. Aclamó a la Comuna como “la forma política, finalmente hallada, en la que podía
producirse la emancipación del trabajador”. Esta teoría fue desarrollada en Crítica del
programa de Gotha (1875) en los siguientes términos: “Entre los sistemas capitalista y
comunista se encuentra el periodo de transformación revolucionaria de uno en otro. Esta fase
corresponde a un periodo de transición, cuyo estado no puede ser otro que la dictadura
revolucionaria del proletariado”. Durante su estancia en Inglaterra, Marx también escribió
crónicas sobre acontecimientos sociales y políticos para periódicos de Europa y Estados
Unidos, entre ellos varios artículos sobre las ‘revoluciones liberales’ en España y en la
América hispana. Fue corresponsal del New York Tribune desde 1852 hasta 1861 y escribió
varios artículos para la New American Cyclopedia.

LOS ÚLTIMOS AÑOS

Después de la disolución de la Liga


Comunista en 1852, Marx se mantuvo en
contacto con cientos de revolucionarios a fin
de crear otra organización de la misma
ideología. Sus esfuerzos y los de sus
colaboradores culminaron en 1864 con la
fundación en Londres de la I Internacional.
Pronunció el discurso inaugural, escribió sus
estatutos y posteriormente dirigió la labor de
su Consejo General (órgano directivo),
superando las críticas del grupo seguidor de
Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Tras
la eliminación y represión de la Comuna
parisina, en la que habían participado
miembros de la I Internacional, la influencia
de esta organización disminuyó y Marx
recomendó trasladar su sede a Estados
Unidos. Los últimos ocho años de la vida
del filósofo estuvieron marcados por una
incesante lucha contra las dolencias físicas
que le impedían trabajar en sus obras
políticas y literarias. Los manuscritos y
notas encontrados en Londres después de su
muerte, ocurrida el 14 de marzo de 1883,
revelan que estaba preparando un cuarto
volumen de El capital que recogería la historia de las doctrinas económicas; estos fragmentos
fueron revisados por el socialista alemán Karl Johann Kautsky y publicados bajo el título de
Teorías de la plusvalía (4 volúmenes, 1905-1910). Asimismo, Marx planeaba realizar distintos
trabajos que comprendían investigaciones matemáticas, aplicaciones de éstas a problemas
económicos y estudios sobre aspectos históricos de varios desarrollos tecnológicos.
SU INFLUENCIA

Marx no ejerció una gran influencia en


vida, fue después de su muerte cuando su
pensamiento comenzó a destacar dentro del
movimiento obrero. Su concepción pasó a
denominarse marxismo o socialismo científico,
una de las principales corrientes de la teoría
política contemporánea. Su análisis del sistema
capitalista y su teoría del materialismo histórico,
la lucha de clases y la plusvalía son las
principales fuentes de la ideología socialista
contemporánea. Su tesis sobre la naturaleza del
Estado capitalista, el camino hacia el poder y la
dictadura del proletariado tienen una
importancia decisiva en la acción revolucionaria.
Estas doctrinas, comentadas por la mayoría de
los socialistas después de su muerte, fueron
retomadas por Lenin en el siglo XX, y el
desarrollo y aplicación que el político ruso hizo
de ellas fue el núcleo de la teoría y la praxis del
bolchevismo y de la III Internacional.

MARX, ENGELS Y EL SOCIALISMO

Gracias a Karl Marx y a Friedrich Engels, el socialismo adquirió un soporte teórico y


práctico a partir de una concepción materialista de la historia. El marxismo sostenía que el
capitalismo era el resultado de un proceso histórico caracterizado por un conflicto continuo
entre clases sociales opuestas. Al crear una gran clase de trabajadores sin propiedades, el
proletariado, el capitalismo estaba sembrando las semillas de su propia muerte, y, con el
tiempo, acabaría siendo sustituido por una sociedad comunista.

En 1864 se fundó en Londres la Primera Internacional, asociación que pretendía


establecer la unión de todos los obreros del mundo y se fijaba como último fin la conquista
del poder político por el proletariado. Sin embargo, las diferencias surgidas entre Marx y
Bakunin (defensor del anarquismo y contrario a la centralización jerárquica que Marx
propugnaba) provocaron su ruptura. Las teorías marxistas fueron adoptadas por mayoría; así,
a finales del siglo XIX, el marxismo se había convertido en la ideología de casi todos los
partidos que defendían la emancipación de la clase trabajadora, con la única excepción del
movimiento laborista de los países anglosajones, donde nunca logró establecerse, y de
diversas organizaciones anarquistas que arraigaron en España e Italia, desde donde se
extendieron, a través de sus emigrantes principalmente, hacia Sudamérica. También
aparecieron partidos socialistas que fueron ampliando su capa social (en 1879 fue fundado el
Partido Socialista Obrero Español). La transformación que experimentó el socialismo al pasar
de una doctrina compartida por un reducido número de intelectuales y activistas, a la
ideología de los partidos de masas de las clases trabajadoras coincidió con la industrialización
europea y la formación de un gran proletariado.

Los socialistas o socialdemócratas (por aquel entonces, los dos términos eran
sinónimos) eran miembros de partidos centralizados o de base nacional organizados de forma
precaria bajo el estandarte de la Segunda Internacional Socialista que defendían una forma de
marxismo popularizada por Engels, August Bebel y Karl Kautsky. De acuerdo con Marx, los
socialistas sostenían que las relaciones capitalistas irían eliminando a los pequeños
productores hasta que sólo quedasen dos clases antagónicas enfrentadas, los capitalistas y los
obreros. Con el tiempo, una grave crisis económica dejaría paso al socialismo y a la propiedad
colectiva de los medios de producción. Mientras tanto, los partidos socialistas, aliados con los
sindicatos, lucharían por conseguir un programa mínimo de reivindicaciones laborales. Esto
quedó plasmado en el manifiesto de la Segunda Internacional Socialista y en el programa del
más importante partido socialista de la época, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD,
fundado en 1875). Dicho programa, aprobado en Erfurt en 1890 y redactado por Karl Kautsky
y Eduard Bernstein, proporcionaba un resumen de las teorías marxistas de cambio histórico y
explotación económica, indicaba el objetivo final (el comunismo), y establecía una lista de
exigencias mínimas que podrían aplicarse dentro del sistema capitalista. Estas exigencias
incluían importantes reformas políticas, como el sufragio universal y la igualdad de derechos
de la mujer, un sistema de protección social (seguridad social, pensiones y asistencia médica
universal), la regulación del mercado de trabajo con el fin de introducir la jornada de ocho
horas reclamada de forma tradicional por anarquistas y sindicalistas y la plena legalización y
reconocimiento de las asociaciones y sindicatos de trabajadores.

Los socialistas creían que todas sus demandas podían realizarse en los países
democráticos de forma pacífica, que la violencia revolucionaria podía quizás ser necesaria
cuando prevaleciese el despotismo (como en el caso de Rusia) y descartaban su participación
en los gobiernos burgueses. La mayoría pensaba que su misión era ir fortaleciendo el
movimiento hasta que el futuro derrumbamiento del capitalismo permitiera el establecimiento
del socialismo. Algunos —como por ejemplo Rosa Luxemburg— impacientes por esta actitud
contemporizadora, abogaron por el recurso de la huelga general de las masas como arma
revolucionaria si la situación así lo requería.

El SPD proporcionó a los demás partidos socialistas el principal modelo organizativo e


ideológico, aunque su influencia fue menor en la Europa meridional. En Gran Bretaña los
poderosos sindicatos intentaron que los liberales asumieran sus demandas antes que formar un
partido obrero independiente. Hubo, pues, que esperar hasta 1900 para que se creara el Partido
Laborista, que no adoptó un programa socialista dirigido hacia la propiedad colectiva hasta
1918.

Comunismo, ideología política cuya principal aspiración es la consecución de una


sociedad en la que los principales recursos y medios de producción pertenezcan a la
comunidad y no a los individuos. En teoría, estas sociedades permiten el reparto equitativo de
todo el trabajo en función de la habilidad, y de todos los beneficios en función de las
necesidades. Algunos de los conceptos de la sociedad comunista suponen que, en último
término, no se necesita que haya un gobierno coercitivo y, por lo tanto, la sociedad comunista
no tendría por qué tener legisladores. Sin embargo, hasta alcanzar este último estadio, el
comunismo debe luchar, por medio de la revolución, para lograr la abolición de la propiedad
privada; la responsabilidad de satisfacer las necesidades públicas recae, pues, en el Estado.

El concepto comunista de la sociedad ideal tiene lejanos antecedentes, incluyendo La


República de Platón y las primeras comunidades cristianas. La idea de una sociedad
comunista surgió, a principios del siglo XIX, como respuesta al nacimiento y desarrollo del
capitalismo moderno. En aquel entonces, el comunismo fue la base de una serie de
afirmaciones utópicas; sin embargo, casi todos estos primeros experimentos comunistas
fracasaron; realizados a pequeña escala, implicaban la cooperación voluntaria y todos los
miembros de las comunidades creadas participaban en el proceso de gobierno.

La Internacional La Internacional (que aquí se puede escuchar en un arreglo para


orquesta) fue musicalizada en 1888 por Pierre Degeyter, aunque su texto ya había sido
compuesto por el poeta francés Eugène Pottier durante la Comuna de París (1871). En 1910
fue adoptada por la II Internacional y traducida a un gran número de lenguas. A partir de
entonces fue reconocida universalmente como enseña sonora del movimiento comunista.
Desde 1917 hasta 1944 fue también el himno oficial de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas."l'Internationale'" by Pierre Degeyter, E.Pottier, Bresztovszky E. performed by
Magyar Rádió es Televizió Szimfonikus Zenekara és Enekkara, Vezényel: Kórodi András,
from Best of Communism: Selection of
Revolutionary Songs (Cat.# Hungaroton
HCD 37898) (c ) Le Chant du Monde
(p)1997 Gong Forgalomba Hozza A
Hungaroton Terjeszti A Gong-Express Kft.
All rights reserved.

Posteriormente, el término ‘comunismo’


pasó a describir al socialismo científico, la
filosofía establecida por Karl Marx y
Friedrich Engels a partir de su Manifiesto
Comunista. Desde 1917, el término se
aplicó a aquellos que consideraban que la
Revolución Rusa era el modelo político
ideal, refundido el tradicional marxismo
ortodoxo con el leninismo, creador de una
verdadera praxis revolucionaria. Desde el
inicio de aquélla, el centro de gravedad del
comunismo mundial se trasladó fuera de la
Europa central y occidental; desde finales
de la década de 1940 hasta la de 1980, los
movimientos comunistas han estado
frecuentemente vinculados con los intentos
de los países del Tercer Mundo de obtener
su independencia nacional y otros cambios
sociales, en el ámbito del proceso
descolonizador.

Principales obras de Karl Marx

1841 Diferencia entre las filosofías de la naturaleza de Demócrito y Epicuro (tesis doctoral)
1844 Manuscritos económico-filosóficos
1845 La sagrada familia (contra Bruno Bauer y la izquierda hegeliana; en colaboración con
Friedrich Engels)
1845- La ideología alemana (primera exposición de la concepción materialista de la historia; en
1846 colaboración con Engels)
1847 Miseria de la filosofía (contra las tesis de Pierre Joseph Proudhon)
1848 Manifiesto Comunista (en colaboración con Engels)
1852 El 18 brumario de Luis Bonaparte (ensayo histórico-político sobre el golpe de Estado
acaecido en Francia el 2 de diciembre de 1851)
1859 Crítica de la economía política
1867 El capital (vol. I; los vols. II y III fueron editados y publicados por Engels, con carácter
póstumo, en 1885 y 1894, respectivamente)
1871 La guerra civil en Francia (análisis de la experiencia de la Comuna de París)
1875 Crítica del programa de Gotha (publicada por Engels, con carácter póstumo, en 1891)

MARX Y LA IMPORTANCIA DE LA SOCIEDAD

Los filósofos han inspirado bibliotecas enteras de comentarios, estudios, análisis y tratados
acerca de sus ideas. Whitehead gustaba decir que toda la historia de la filosofía es una larga nota
a pie de página sobre las ideas de Platón. Desde fines del siglo XIX, otro tanto puede decirse de
Karl Marx, cuyo pensamiento ha servido de fuente a movimientos revolucionarios, posturas
políticas, tendencias de izquierda, fanáticos, admiradores, enemigos, detractores, etc. Sus
comentaristas no solo se multiplican, sino que también se oponen. De modo que pido piedad a
mis eventuales opositores...

Karl Marx se sintió influenciado por la dialéctica hegeliana e inauguró lo que se llamará
luego la Sociología del Conocimiento.

Todo lo dicta la sociedad. La sociedad produce el conocimiento que más le conviene, es


decir, que más le conviene a la clase que gobierna y que domina esa sociedad. Para Marx todo
conocimiento tiene una finalidad que no es la verdad, sino el cuidado de los intereses de la
sociedad. Los intereses de quienes dominan en la sociedad.

¿Qué es una sociedad? Fuerzas de producción, economía, clases y lucha de clases. Así se
define la historia de toda sociedad. Siempre hubo opresores y oprimidos, amos y esclavos,
explotadores y explotados. En cada período, esa relación de arriba y de abajo va tomando
distintas formas, en concordancia con la técnica y su desarrollo. En su obra Karl Marx, un
excelente estudio sobre el filósofo, Isaiah Berlin lo explica así:
"El orden burgués ha creado el proletariado, el cual es a la vez su heredero y su verdugo.
Logró destruir el poder de todas las formas rivales de organización -la aristocracia, los pequeños
artesanos y caudillos, pero no puede destruir al proletariado porque éste le es necesario para su
propia existencia, constituye una parte orgánica de su sistema y es así el gran ejército de los
desposeídos a quienes, en el mismo acto de explotarlos, inevitablemente disciplina y organiza.
Cuanto más internacional se toma el capitalismo y a medida que se expande se hace
inevitablemente más internacional, tanto más vasta y más internacional es la escala en que
automáticamente organiza a los trabajadores cuya unión y solidaridad eventualmente lo echará
por tierra".

La tesis burguesa crea pues su propia antítesis, que es el proletariado. Usa al


proletariado para sus fines, pero al usarlo lo está organizando. Esta organización al servicio
de los de arriba terminará sirviendo a los de abajo, quienes, algún día, se rebelarán y
producirán la revolución y el gobierno del proletariado. La síntesis. La sociedad ideal.

Así concebía Marx el devenir de la historia, como una ley, como algo que no podía ser
detenido.

EL MATERIALISMO
HISTÓRICO

Hagamos un alto en el
camino. Estamos explicando las
ideas de Marx, del marxismo, y el
lector no debe confundirlas con la
realización que de ellas se hizo en
la práctica política en Rusia, en
Cuba, alguna vez en Chile, en
China y en Alemania Oriental. El
fracaso o la desconfianza que las
plasmaciones políticas puedan
provocar no deben ser confundi-
das -repito- con las ideas de Marx.
Esas ideas merecen ser estudiadas
con calma, sin apasionamiento, ya
que tocan puntos de verdad indudable, como la lucha de clases o la sociología del conocimiento.
Si la filosofía sirve para algo, es para pensar, para movilizar el pensamiento y despojamos de los
prejuicios.

Marx era un pensador, y pensaba que ya se había pensado demasiado y que ahora había que
modificar la realidad, no solamente estudiada. En sus famosas Tesis sobre Feuerbach, leemos:
"Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se
trata es de transformarlo" (tesis XI).

Claro que en Marx se juntaron el razonamiento inteligente y la pasión salvadora. Marx es


una especie de Mesías moderno; en el Manifiesto del Partido Comunista escribe, en
colaboración con Engels: "Los obreros no tienen nada que perder, como no sean sus cadenas.
Tienen un mundo que ganar. ¡Trabajadores de todos los países, uníos!".

Cuando hablamos de Marx hablamos de materialismo histórico, o también, de dialéctica


materialista. Su preocupación es la historia y su desarrollo, el progreso hacia la revolución del
proletariado. Materialismo, porque la realidad es solamente materia en el sentido de lo que el
hombre hace y las relaciones de producción dentro de la sociedad. Esto influye en todo, la
cultura es resultado de esas relaciones. Escribe Marx en Corltribución a la crítica de la
economía política:

"En la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e
independientes de sus voluntades. relaciones de producción que corresponden a determinada fase de
desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye
la estructura económica de la sociedad, que tiene unabase real sobre la cual se edifica una superestructura
jurídica y política, y a la cual corresponden determinadas formas sociales de conciencia [...] El modo de
producción de la vida material condiciona. por lo tanto, en general, el proceso de la vida social, política y
espiritual".

La infraestructura, la base de la existencia humana, son las relaciones de producción, de


dominio, de superiores e inferiores. De ahí brotan la moral, las ideas, el arte. Repetimos la frase
capital: no es la conciencia la que determina la existencia, sino que es la existencia, en sus
concretas relaciones, que son relaciones económicas, la que determina la conciencia.

Una de las primeras preocupaciones de Marx fue de hecho la alienación del proletariado. El
proletario vive enajenado, dedica su vida a hacer cosas que no son para él, que él no consume y
cuyo destino desconoce. Por lo tanto, todo su trabajo es engullido por la ajenidad, y él queda
fuera de aquello que él mismo produce.

Esa es la raíz de la infelicidad y lo que debe repararse. A tal efecto, hay que abolir la
propiedad privada. Tal es el fin de la historia: la recuperación del ser y del hacer de ese ser, que
el trabajo no sea una penuria sino pura creatividad, ya que lo hecho volverá a su hacedor de una
u otra forma, porque no será de nadie en particular, sino de todos juntos en común. De ahí el
término "comunista".

EL CREDO MARXISTA

Siempre hubo explotadores y explotados. La novedad, consideraba Marx, estaba en las


nuevas formas de esa relación antigua, que daban lugar al fenómeno del capitalismo. En el polo
opuesto, apareció la clase trabajadora en busca de la conciencia de sí misma, el proletariado, es
decir, aquellos que tienen como único capital a sí mismos y a su prole.

¿Cómo y por qué el capitalismo es un fenómeno moderno? Apelo a George Lukács,


pensador húngaro considerado uno de los mayores intérpretes de Marx. En Historia y
conciencia de clase, asegura:
"El fetichismo de la mercancía es un problema
específico de nuestra época. un problema del
capitalismo moderno... La diferencia entre una sociedad
en la cual la mercancía es la forma dominante, la forma
que influye decisivamente en todas las manifestaciones
de la vida, y una sociedad en la cual esa forma no
aparezca sino episódicamente, es más bien una
diferencia cualitativa".

Siempre hubo economía. La fabricación de


productos, el intercambio, el consumo, la venta,
el trabajo, son fundamentales en la existencia
humana. La mercancía ocupaba una parte de la
vida de Atenas, de Benarés, de Alejandría, de
Roma. Una parte. En el capitalismo la mercancía
es el eje central y totalitario de la existencia en
todos sus aspectos. Todo se vuelve mercancía. El
hombre mismo, su trabajo, su relación con otros
seres. En El capital, su obra clave, dice Marx:

"El misterio de la forma mercancía consiste, pues, simplemente, en que


presenta a los hombres los caracteres sociales de su propio trabajo como caracteres
objetivos de los productos mismos del trabajo, y por lo tanto, también la relación social
de los productores con respecto al trabajo total como una relación social entre objetos
que existieran al margen de ellos... Es pura y simplemente la determinada relación social
entre los hombres mismos la que asume entonces para ellos la forma fantasmagórica de
una relación entre cosas".

En el capitalismo toda la realidad se reduce a mercancía. Es la cosificación del hombre y


de su humanidad. El capitalismo lleva en su seno el germen de su propia destrucción, porque va
armando, ya vimos, las filas del proletariado. En su punto culminante el proletariado sacudirá
sus cadenas. Para ello, debe despertara la conciencia de sí mismo, de su fuerza y de su miseria.
Es un proceso inexorable.
El materialismo condujo a Marx a una idea determinista de la historia. No es que no haya
conciencia, la hay, pero depende de su condicionamiento inferior, de la materia, de la economía
y de la lucha de clases, que es lucha económica.

Hubo materialistas antes de Marx, y desde antiguo. Demócrito, por ejemplo, en la Grecia
clásica, decía que la realidad es toda materia, constituida por átomos.

Las diversas posturas materialistas son ateas. Es decir que si la base de todo es materia,
Dios y el espíritu no existen. Las ideas se reducen al movimiento del cerebro, los sentimientos
se reducen a la química interna del cuerpo y el amor no es más que un fenómeno fisiológico.
La novedad que Marx traía no era el ateísmo ya conocido, ni el materialismo ya divulgado,
sino la fusión de materialismo e historia.

Marx estaba en contra de la religión, pero él mismo prometió un programa de salvación:


Marx tenía fe en la historia y en su desarrollo. Odiaba a la religión, pero él mismo, sin saberlo,
fundó una "religión": el marxismo.
Tal vez por ese motivo, el marxismo pudo atrapar tantas mentes, individuos y masas.
Porque apareció, a mediados del siglo pasado, en medio de un clima de decadencia y vacío, y
trajo consigo el consuelo de una nueva fe, una fe revolucionaria.
Sin fe, sin los mecanismos que suscita la religión, no hay revolución posible. Dios no
existe, pero la majestuosa estatua de Lenin en la Plaza Roja de Moscú incita a la gente a
arrodillarse, provoca la ilusión y la esperanza, brinda nuevas fuerzas...

La auténtica fe es revolucionaria, quiere cambiar la realidad. Así Moisés, así Jesús, así
Lutero. La auténtica revolución es fe en la posibilidad de cambio de la realidad y no puede
funcionar sino dogmáticamente, religiosamente. Así ingresó el cristianismo en Roma y triunfó.
Así ingresó el marxismo en Europa, y luego en el mundo entero, y también triunfó. Porque
resultó ser la única corriente de pensamiento que planteó temas, problemas y soluciones prác-
ticas, políticas, cambios concretos a la realidad.

En este momento, en cambio, triunfa la corriente opuesta, la del individualismo, llamada


liberalismo. Como toda doctrina, no debe ser confundida con la práctica de sus teorías. El
marxismo sostiene que solo el cambio de la sociedad producirá nuevos hombres. El liberalismo
considera que solo el cambio de los individuos producirá una nueva sociedad. Son teorías bien
opuestas y de larga data en la historia del pensamiento.
BIBLIOGRAFÍA

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