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14 de mayo de 2018 2
Los docentes deben buscar métodos que les permitan reducir la brecha
digital que los separa de sus estudiantes
A simple vista puede pensarse que la actitud del docente debe cambiar
incorporando la tecnología al aula. Esta es una necesidad imperiosa, pero no la
única necesaria para los jóvenes actuales.
El papel del docente en la era digital se alejará del tradicional, que lo ubica
como único transmisor posible del conocimiento, como principal figura
formativa para sus estudiantes.
En este contexto, el docente debe actuar como un guía o facilitador, que asesore a
los estudiantes en esa búsqueda de información. Este debe ser capaz de transmitir
la importancia de realizar investigaciones seguras, discriminar la información útil
de aquella que merece ser descartada, y fundamentalmente enseñar a reutilizar la
información encontrada y transformarla para dar a esta un nuevo valor.
En la era de las pantallas y los ordenadores, el profesor debe transformarse en el
puntero del mouse con el que los estudiantes acceden a las diferentes
aplicaciones y sitios web. Debe orientar, asesorar, guiar y acompañar en el
proceso de conocimiento, expandiendo horizontes de los jóvenes a través de la
transmisión de saberes realmente aplicables al mundo digital en que estos se
desenvuelven.
Por tanto, el docente debe permitir que los estudiantes se adueñen de su propio
proceso educativo y tengan injerencia sobre el mismo, especialmente respecto a
las modalidades de trabajo que estos consideran más útiles para su desarrollo
académico y profesional.
Para iniciar este cambio, Malo afirma que tanto los docentes como los
estudiantes deberán incrementar su uso de la tecnología. Solo de este modo será
posible incorporar la transformación digital tanto a nivel de las instituciones
como de los docentes, que deben adaptarse a esta para poder desempeñarse como
guías para sus estudiantes en el camino hacia el mundo digital.