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En economía, un rescate financiero es el acto de prestar o dar capital financiero a una

entidad (empresa, país o individuo) que se encuentra en peligro de bancarrota, para


salvarlo de la quiebra, insolvencia, la liquidación o la ruina, o para permitir que una
entidad quiebre sin producir contagio financiero. Las palabras utilizadas en el habla
anglosajona son rescue (término de uso formal) o bailout (término coloquial
peyorativo).[1]

El rescate puede ser hecho con fines de lucro, por ejemplo cuando un inversor resucita
una compañía de futuro incierto mediante la compra de sus acciones a precios de ganga.
También puede hacerse por interés social, como por ejemplo si un filántropo rico reflota
una empresa de comida rápida no rentable en un país con problemas en la distribución
de alimentos. También puede ser motivado por la necesidad de evitar un rescate mayor:
por ejemplo, si el gobierno considera el transporte como esencial para la fluidez
económica del estado, entonces protege las empresas de transporte (líneas aéreas,
empresas petroleras, etc) mediante subsidios y préstamos a bajo interé

Rescatar financieramente a un país consiste en prestarle dinero a un


interés más bajo de lo que se ve obligado a pagar en los mercados para
colocar su deuda soberana, o bien conceder una línea de crédito a los
estados en apuros. La principal diferencia entre ambos consiste en que la
línea de crédito depende de una autorización que se concede al Estado
para retirar fondos hasta un límite determinado durante un periodo
dado.
A lo largo de los últimos años se ha hablado mucho de rescates financieros.
En la prensa, en los programas de radio y en los platós de televisión, esta
palabra estaba constantemente en boca de periodistas y economistas.
Economías como Grecia y Argentina han tenido que ser rescatadas en su
totalidad, mientras que España tuvo que afrontar un rescate bancario. Sin
duda alguna, se ha hablado mucho sobre los rescates, pero poco de las
razones que llevan a una economía a ser rescatada, las condiciones que se
le exigen para ser rescatado o las consecuencias que tiene un rescate sobre
la economía.

Cuando un ciudadano griego o argentino escucha las palabras Fondo Monetario


Internacional (FMI), su reacción no es precisamente positiva. En Grecia, a partir de
2010 y 2012, las cosas se torcieron para el país heleno y la llamada “troika”
(FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) tuvo que intervenir para
rescatar a los bancos griegos y hacer frente al elevado nivel de deuda soberana.
Como consecuencia de ello, los griegos tuvieron que soportar duras medidas de
austeridad.
Por su parte, el pasado 2018, Argentina acordó un rescate con el FMI valorado
en 50.000 millones de dólares. Tal era la magnitud del rescate que precisaba la
economía argentina, que la cifra total del rescate rondaba el 10% del Producto
Interior Bruto (PIB) de Argentina. Al igual que en Grecia, Argentina deberá llevar
a cabo un saneamiento de su economía a través de un programa basado en
la austeridad.

Si bien España tuvo que afrontar un rescate al sector financiero, no tuvo que verse
obligada a solicitar un rescate al conjunto de la economía. Muchas cajas de
ahorros presentaban gravísimos desajustes y grandes entidades como Bankia
tuvieron que ser intervenidas por el estado. Aunque el rescate estaba destinado al
sector bancario, España también tuvo que aceptar una serie de condiciones
macroeconómicas que incluían medidas de ajuste.

¿Qué es un rescate y cómo se solicita?


Pero, ¿en qué consiste un rescate? El rescate consiste en un apoyo financiero a
un país que no puede afrontar sus compromisos de pago de deuda. Así pues, en
el caso europeo, será la “troika” (Banco Central Europeo, Fondo Monetario
Internacional y Comisión Europea) quien se ocupe de conceder el rescate.

El gobierno dará el primer paso, solicitándolo formalmente presidente del


Eurogrupo. Una solicitado el rescate, la Comisión Europea y el Banco Central
Europeo procederán a evaluar la petición de rescate.

Evaluación previa al rescate financiero

Esta primera evaluación valorará cuáles son las entidades financieras afectadas,
su peso en la economía y cuáles y cómo deben ser reestructuradas. También se
tendrá en cuenta los efectos que tenga el rescate sobre la economía nacional en
materia de déficit público y deuda pública.

En vista de esta evaluación previa, se establecerán los plazos para la devolución


del rescate y los intereses que deba afrontar el país que lo solicita.

Con el rescate solicitado, el gobierno debe determinar qué entidades financieras


precisan el rescate y en qué cuantía. También debe especificar qué fórmulas se
utilizarán para reestructurar el sector bancario, es decir, si habrá una
nacionalización o inyecciones de capital.

Negociación y condiciones de un rescate financiero


La siguiente fase consistirá en negociar las condiciones del rescate. Para ello
habrá que negociar con el FMI. En caso de tratarse de un país europeo se
incluirán a las instituciones de la Unión Europea.
Medidas de austeridad

Ahora bien, antes de solicitar un rescate, como en cualquier préstamo, es


fundamental que el gobierno estudie detenidamente las condiciones. Y es que, los
países rescatados se ven obligados a aceptar estrictos programas de ajustes.
Estas medidas de austeridad conllevan subidas de impuestos, reducciones
de salarios, recortes en servicios públicos, despidos del personal contratado por
el sector público e importantes reducciones en lo que se refiere a las ayudas
sociales.

Queda claro que los rescates no se conceden de manera gratuita y que los
gobiernos que lo solicitan deben llevar a cabo políticas económicas basadas en la
austeridad. Generalmente, los países rescatados implementan medidas de
austeridad para reducir el déficit público y su nivel de deuda pública.

La “troika” se encargará de la supervisión de las entidades rescatadas y del


cumplimiento de los planes de reestructuración bancaria. Por otro lado, el dinero
del rescate se entregará por fases, todo ello siempre y cuando se respeten las
condiciones acordadas.

Consecuencias de solicitar un rescate financiero


La siguiente pregunta que cabe plantearse es, ¿cuáles son los efectos del rescate
en la bolsa de valores? ¿Y en la prima de riesgo?

Que un país solicite un rescate es entendido por los mercados como un síntoma
de vulnerabilidad económica. Esto supone que las bolsas reaccionen
negativamente.

Recordemos que la prima de riesgo es el interés que paga un país por financiarse
a través del endeudamiento. Esta prima se establece con respecto a un país de
referencia (generalmente Alemania o Estados Unidos). Pues bien, la petición de
un rescate es vista como una señal de debilidad, de riesgo para la economía
nacional. De ahí que la prima de riesgo tienda a dispararse, como ocurrió cuando
España solicitó el rescate bancario, cuando la prima de riesgo superó la temida
barrera de los 500 puntos.
¿Qué es un rescate económico?
No es algo nuevo de la actual crisis. En todos los periodos de recesión económica se han
dado quiebras de estados, tanto en el mundo desarrollado como en el subdesarrollado.
España es uno de los países que más veces se ha declarado en bancarrota a lo largo de su
historia: seis durante los siglos XVI y XVII, bajo el reinado de los Austrias, y en ocho ocasiones
en los convulsos años marcados por las continuas guerras civiles en el siglo XIX. Un país se
declara en quiebra cuando sus debilitadas cuentas públicas no le permiten hacer frente a sus
compromisos de pago, tanto con particulares como con organismos internacionales o terceros
países. Esto ocurre cuando los niveles de déficit fiscal y deuda externa y pública son
insostenibles.

Al igual que sucede en una empresa, un estado activa la voz de alarma cuando se ve incapaz
de pagar sus deudas y necesita refinanciarlas para superar esa situación. Esto desemboca en
el denominado rescate económico, es decir, una solicitud de ayuda a los organismos
internacionales para evitar el colapso.

El rescate se materializa con la aceptación de préstamos y recursos financieros de


instituciones como el Banco Central del país en cuestión, el Fondo Monetario Internacional y
terceros países que, por mantener acuerdos comerciales o alianzas de cooperación
internacional, se brinden a prestar su ayuda. En todos los casos, para que el rescate sea
efectivo, el país afectado debe presentar un plan de salida de la crisis en el que debe mostrar
soluciones para reducir su déficit público y adecuarse a los parámetros de estabilidad.

Para que el rescate sea efectivo, el país afectado debe presentar un plan de salida de la crisis
Irlanda, Grecia o Islandia son buenos ejemplos de lo que supone verse involucrado en un
rescate: en los tres casos, sus disparatados déficits, su ineficiente sistema bancario y su
elevada deuda pública terminaron por abocarles a anunciar su estado de insolvencia y a tener
que aceptar un rescate internacional. En el caso de Grecia, la Unión Europea y el FMI
acordaron activar un plan de rescate dotado con hasta 110.000 millones de euros, para un
periodo de tres años, entre 2010 y 2012, de los cuales 80.000 millones serán préstamos
bilaterales de los países que comparten la moneda única. El resto lo aportará el Fondo
Monetario Internacional.

Sus efectos
Los efectos de protagonizar un rescate económico son diversos y muy localizables sobre
distintas facetas y activos económicos. Los más relevantes son los siguientes:

 Deuda pública: en el mercado de deuda pública, los efectos de un rescate económico


son muy palpables. Este mercado es uno de los indicadores de alarma. Cuando los
diferenciales (la rentabilidad que un país debe pagar por colocar su deuda en el mercado)
comienzan a elevarse de forma importante, es porque el país pierde la confianza de los
inversores y porque sus necesidades de financiación le obligan a emitir activos de deuda de
manera continua con el ánimo de refinanciarse.

En la actual crisis, en todos los casos de rescate, se ha detectado cómo antes la rentabilidad
de los bonos soberanos de los países se ha disparado y ha marcado niveles récord respecto
al bono alemán, que es el activo de referencia, por considerarse el más solvente. En el caso
del rescate griego, mientras que el bono alemán tenía una rentabilidad del 2,5%, el bono
heleno llegó a pagar un 8%. El efecto contagio se apreció también sobre el bono español,
que elevó su prima de riesgo sobre los 200 puntos básicos. Ahora, no obstante, tras el
rescate irlandés los diferenciales de la deuda española han superado esos niveles, hasta
ahora récord.

El Tesoro español encuentra más dificultad para colocar sus activos, ya que los inversores
desconfían de la solvencia de nuestra economía. En el mercado secundario, el bono español
a 10 años paga una rentabilidad superior al 5%. Tras el rescate irlandés, la financiación en
España se ha disparado hasta tener que retribuir a los inversores con 5,27 euros por cada
100, mientras que en Alemania basta con 2,6, la mitad. La prima de riesgo de bonos
españoles a 10 años en comparación con los alemanes está en máximos (260 puntos)
debido a la incertidumbre sobre la situación financiera de Portugal y España.

El mercado de deuda es un indicador anticipado de un posible rescate económico. En el


caso de Grecia e Irlanda, la elevación de la prima de riesgo de sus respectivos bonos
respecto al alemán se percibió como la antesala del rescate. No obstante, con el rescate de
Grecia, la prima de riesgo del bono español también se disparó hasta niveles récord ante la
posibilidad de ser la próxima economía que solicitara ayuda, pero no se llegó a materializar.

 Bolsas: el hecho de anunciar un estado de insolvencia y su posterior rescate tiene un


efecto muy negativo sobre los mercados de valores. Así sucedió en el caso de Grecia y
ocurre en la actualidad, tras conocer la debilitada situación de la economía irlandesa. Dada
la globalización, cualquier noticia económica negativa pesa sobre los mercados de valores
en todo el mundo y así se nota con las caídas de los principales índices bursátiles (tanto
estadounidenses como europeos).

No obstante, como es habitual, los países que están en el punto de mira son los más
castigados. La Bolsa irlandesa acumula una caída superior al 15% en el mes de noviembre.
Y los índices bursátiles de otros países en el punto de mira y que podrían seguir el caso de
Irlanda están entre los más vapuleados. En España, el Ibex-35, el principal índice del
mercado de valores, ha perdido casi 1.000 puntos en el último mes, más de un 10%. Ha
pasado de cotizar en los 10.800 puntos a finales de octubre a hacerlo en el entorno de los
9.600 puntos.

Un rescate económico tiene una lectura negativa sobre los mercados de valores, ya que se
percibe como un indicador de que la recuperación económica está muy lejos. La coyuntura
actual invita a mantenerse fuera de la Bolsa española. A corto plazo, la inquietud persistirá.

 Sistema financiero: sobre el sistema bancario, un rescate económico también genera


aspectos negativos. El principal impacto es una pérdida de confianza en los consumidores
que, por lo general, reciben con miedo, inquietud y preocupación toda noticia económica que
pueda relacionarse con su dinero. En todos los países desarrollados el sistema financiero es
uno de los pilares básicos para el buen funcionamiento económico. Por eso, si se pide un
rescate financiero, una de las principales causas es una mala gestión de los bancos. En
Irlanda, la debilitada situación del sistema bancario (al que el propio Gobierno había
inyectado importantes fondos) desencadenó la situación de insolvencia. Además, los bancos
están relacionados de modo directo con las crisis de deuda pública, ya que son los
principales compradores de activos de renta fija soberana.
Si un país se declara en suspensión de pagos, todos sus bonos emitidos registran una
importante devaluación, lo que disminuiría de modo notable el balance de los bancos
poseedores. En el caso de Irlanda, la deuda (pública y privada) asciende a 843.000 millones
de dólares. Los bancos británicos y alemanes serían los más afectados, ya que cuentan en
su cartera con casi 163.000 y 152.000 millones de dólares, respectivamente, según datos del
Banco Internacional de Pagos (BIS) del primer trimestre de 2010.

En el caso español, uno de los aspectos negativos que lleva a algunos a pensar que podría
necesitar ayuda internacional es la debilitada situación de las cajas de ahorros, algunas de
las cuales ya han tenido que ser socorridas por el Banco de España (son los casos de Caja
Castilla la Mancha y Cajasur). Sin embargo, el conjunto de los bancos se percibe muy sólido
en el ámbito internacional. Santander y BBVA son dos de las grandes entidades del mundo
con solvencia y liquidez reconocidas.

 Divisas: la devaluación de la moneda de los países que solicitan un rescate y de los


más cercanos al rescatado es un hecho inevitable. La fortaleza de una divisa está
relacionada de modo directo con la solvencia de un país, lo que explica que, en caso de
dudas sobre la misma, los inversores refugien su dinero en otras monedas catalogadas
como más líquidas y solventes.

En el mercado internacional, estos dos últimos calificativos se aplican sobre el dólar


estadounidense, el yen japonés y el euro, por encima del resto de divisas. No obstante, con
las crisis helena, irlandesa y de los países del Este, la divisa más afectada y que más se ha
depreciado ha sido el euro. Ante el miedo a que una economía se declare insolvente y haya
un efecto contagio sobre el resto de países de la zona euro, los inversores optan por vender
euros y comprar dólares.

Además, al igual que ocurrió tras el rescate griego, en el mercado comienza también a
debatirse sobre la posibilidad de que algún país miembro abandone la eurozona e, incluso,
acerca de la viabilidad futura de la divisa común. Solo en el mes de noviembre, el euro se ha
depreciado un 5%. Ha pasado de intercambiarse por 1,40 dólares a principios de mes a
hacerlo por 1,33. Después del rescate de Irlanda, los inversores temen que haya que salvar
a otros países periféricos europeos (entre ellos España y Portugal), lo que se ha traducido
en un recorte de la moneda única.

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