(Procedimiento Civil) Escritos susceptibles de contribuir a la prueba de
los hechos del proceso. Los documentos pueden ser espontáneamente suministrados por las partes: su comunicación puede exigirla a las partes o a terceros el juez o el perito, con intervención del juez, si es necesaria. V. Escritos.
Derecho Hipotecario
La palabra documentación está íntimamente relacionada con
el concepto de título que utiliza la Ley Hipotecaria para comprender todos aquellos que se consideran inscribibles. La palabra «título» puede tener dos acepciones, la material y la formal; la primera no significa más que la causa o razón justificativa de la adquisición de un derecho, de su modificación o extinción, mientras que la segunda se refiere al documento en el cual se hace constar la cause con el contrato que general el derecho. En este sentido, LACRUZ BERDEJO entiende que la distinción entre título material y título formal está claramente reflejada en los artículos 2 y 3 de la L.H. El título material del artículo 2 de la L.H. significa un aspecto estático y de resultado, mientras que los documentos o títulos en sentido formal son calificados por el artículo 3 de la misma ley de títulos inscribibles en su consideración procesal, dinámica o documental, del fenómeno jurídico de la inscripción.
Esta separación doctrinal que hace el autor anteriormente citado no
resulta difícil de mantener en la legislación hipotecaria, puesto que tanto la ley como su reglamento recogen las dos acepciones. El artículo 3 de la L.H. dice que para que puedan ser inscritos los títulos expresados en el artículo anterior deberán estar consignados en escritura pública, ejecutoria o documento auténtico expedido por autoridad judicial o por el gobierno o sus agentes en la forma que prescriben los reglamentos y los arts. 33 y ss. del R.H. definen lo que debe entenderse por título a los efectos de la inscripción, y también lo que consideran documentos auténticos que sirven para practicar la misma.
Por título entiende el artículo 33 el documento o documentos públicos en
que funde inmediatamente su derecho la persona a cuyo favor haya de practicarse aquélla y que hagan fe, en cuanto al contenido que sea objeto de la inscripción, `por sí solos o con otros complementarios o mediante formalidades cuyo cumplimiento se acredite. Lo cual lleva a la doctrina a entender, en el desarrollo del precepto, que debe tratarse de un documento o varios documentos, puesto que la inscripción precisa a veces la existencia de varios, por ejemplo el testamento, la partición hereditaria; que el documento debe ser público, es decir, autorizado por el funcionario competente con las solemnidades requeridas por la Ley, que el documento ha de fundar inmediatamente el derecho de a persona a cuyo favor se practica la inscripción, lo que supone que se refiera solamente a aquellos que contengan de una manera directa el acto o contrato inscribible, no siendo suficiente que se haga referencia al mismo como ya existente con anterioridad, por muy concretas y detalladas que sean las referencias que a tal efecto se hagan, y, por último, el documento ha de hacer fe por sí solo o con otros complementarios o mediante formalidades posteriores.
El artículo 34 del R.H. se refiere a documentos auténticos y dice que se
entienden a estos efectos los que sirviendo de títulos al dominio o derecho real o al asiento practicable, estén expedidos por el Gobierno o por autoridad o funcionario competente para darlos y deban hacer fe por sí solos. Ello lleva a la doctrina a considerar documento auténtico el que hace prueba plena de su contenido, lo cual coincide con la definición que del título se ha dado en el artículo 33 del mismo reglamento. A estos efectos la doctrina distingue entre documento auténtico y documento fehaciente, pero tanto el documento auténtico como el fehaciente son una misma cosa, ya que autenticidad es tanto como decir fehaciencia o fuerza legal, o lo que es igual, documento que hace fe por sí mismo. Pero la equiparación no puede predicarse de una forma absoluta, ya que la autenticidad es una de las características fundamentales que diferencia el documento público frente al privado, mientras que la fehaciencia se predica siempre del documento público, pero también puede aplicarse a documentos privados en ciertos casos y, por lo tanto, a los efectos de la inscripción es viable la distinción entre documento auténtico y documento fehaciente, puesto que como hemos visto en el artículo 34 del R.H. el documento auténtico debe ser público y debe hacer fe por sí solo.