Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
El ser humano es libre, con una libertad que ningún otro ser creado tiene. Es libre
de hacerse o de des-humanizarse. Es más, su libertad no se reduce a elegir una u otra
posibilidad, sino que el ser humano es responsable ante sí mismo de buscar, descubrir, e
inclusive de definir, quién es él mismo y cual es el camino de construcción de sí. La
felicidad del ser humano depende de sí mismo, pero el camino para lograrla no es obvio
(exige búsqueda constante), no es espontáneo (implica decisión), y no es fácil (supone
superar numerosas dificultades).
Sin embargo, más importante, aún, la ética es también por encima de todo, un
modo de actuar y de vivir. Es así, una verdadera praxis histórica. Individual y colectiva, de
irse haciendo verdaderamente personas humanas. En otras palabras, cada persona
humana tiene ante sí la decisión cotidiana de asumir un camino ético positivo o no, y de
2
poner ello todo su empeño o no. De esta opción cotidiana, generalmente no tematizada
pero muy real, depende su proceso de humanización o deshumanización. Y la opción es
ineludible, una que de todos modos actuará, y ese actuar lo irá construyendo en un sentido
u otro.
3
1.2. Fundamento antropológico Fundamento para una ética solidaria
En ese sentido habría que considera persona a todo individuo que pertenezca a
la especie, cuyos miembros posean conciencia, autonomía y reciprocidad.
4
1.3. El valor moral último
Para formular los fundamentos de una ética es necesario abordar el tema de cual es
el valor ético último, es decir aquel valor que es innegociable, últimamente inmanipulable,
no relativo sino permanente. Basándonos en la concepción antropológica antes apuntada,
consideramos que el valor último que merece ser buscado categóricamente en toda
conducta ética es el perfeccionamiento de la persona humana, lo cual implica la
búsqueda de excelencia en cuanto a su conciencia, en cuanto a su autonomía o
libertad y en cuanto a si reciprocidad o alteridad política.
5
A. El principio de Respeto por la Autonomía.
Ninguna acción profesional puede justificarse –al menos desde una ética
personalista-si por lo menos en última instancia no busca la recuperación, el
mantenimiento o el respeto de una mínima autonomía en el sujeto, para que éste dirija
sus actos de acuerdo a su escala propia de valores o concepción de la vida.
B. El Principio de Equidad
6
individuo con una estructura reciproca, o dicho en palabras latinas, es un “homo
loquens” (un inter-locutor) que explicita o implícitamente actúa deliberando en una
comunidad de comunicación que es el ámbito donde a través de la deliberación se
encuentra cómo resolver los conflictos propios de la alteridad política.
7
El principio de beneficios o de solidaridad
8
entendido éste como una autonomía insertada en una comunidad de reciprocidad en
la que todos sus miembros tengan igual derecho de participación.
Para que estos principios éticos puedan ponerse en práctica se necesitan tres
condiciones fundamentales: la veracidad, la confidencialidad y la fidelidad a los
acuerdos. Estas tres normas fundamentales son como el “piso o basamento” de
este edificio de la ética profesional configurado a su vez, por los principios, que
sostienen el “frontón” que es el perfeccionamiento de la persona humana como valor
moral último.
9
beneficencia, que implica primero que nada no dañar, En casos excepcionales
puede justificarse pues, que el secreto se rompa en contra de la voluntad de la
persona o sin su consentimiento.
B. La norma de veracidad
C. La norma de fidelidad
10
profesional. De ahí que también implica la obligación de no abandonar
arbitrariamente a la persona una vez que se ha entablado el acuerdo válido entre
ambos. Tiene que haber un motivo justificado y éticamente lícito para que un
profesional pueda decirle a una persona que ya no la quiere atender más.
1.6. En síntesis
Mientras que los principios hacen de columnas que sostienen el valor último
de la relación profesional-persona –que es el de la humanización-, las normas hacen
de piso que sostienen e instrumentan a los principios vinculándolo con el resto de la
realidad. Pero consideramos que de nada sirve saber que es imperativo respetar la
autonomía si el profesional no interioriza esa norma como algo intrínseco y
permanente a su manera de estar en el mundo. De nada sirve saber que es un
deber informar la verdad a la persona si el profesional no se vuelve él mismo un ser
“veraz”. De nada sirve afirmar que es imperativo la igual consideración y respeto si
el profesional no se vuelve a sí mismo “justo”. Y así sucesivamente. Con esto
queremos decir, que el cemento que consolida cada una de las partes de este
edificio ético son las virtudes. En última instancia ninguna eficacia tendría el hecho
de que seamos conscientes del valor último, de los principios o de las normas, si el
sujeto no es interiormente ético o vigorosamente comprometido con la praxis ética, si
no es en suma, VIRTUOSO.
11
Podríamos representar todo lo dicho hasta ahora a través de la siguiente
imagen arquitectónica:
PRINCI
PRINCI
PIO DE
PIO DE
EQUI
RESPE
DAD o
TO POR
de NO
LA
DISCRI
AUTO
MINA
NOMIA
CION
12
Quizá sea la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas (1948) el documento internacional que mejor sintetiza el contenido
de los diversos valores necesarios para asegurar la dignidad de la persona y el
camino de la humanización. La dignidad de la persona o su tratamiento como fin y
nunca como medio, no es solo un concepto teórico sino que implica dimensiones
muy concretas. El derecho a la vida, a la salud, a la educación e información a la
vivienda, al trabajo digno, a la libre expresión de sus valores filosóficas, religiosos y
políticos, a la propiedad, a la participación en la vida política y social, a la libre
circulación, a construcción de una familia, a la no discriminación, al ocio y al
descanso, etc, son alguno de los contenidos que la comunidad internacional ha
considerado mínimos para evaluar si al igual dignidad de la persona humana y la
justicia se respetan o no. No obstante, la Declaración Universal sólo pone de
relevancia una dimensión de la ética: los derechos que todas las personas pueden
reclamar legítimamente. Sin embargo apenas menciona que toda persona tiene
también el deber de responsabilizarse del bien común de la humanidad. Y esto
es mucho más exigente que plantear una ética sólo basada en los derechos. Esta
última sólo seria una ética de mínimos, mientras que la que nosotros postulamos es
una ética de la responsabilidad por el bien común universal; es una ética abierta a
una humanización progresiva y solidaria. Es una ética últimamente trascendente.
1.7. La conciencia
13
Mediante su conciencia ética, todo ser humano tiene la posibilidad de percibir
cuál es el bien moral en una determinada circunstancia. De realizar esa búsqueda
de manera responsable y de actuar consecuentemente con el bien descubierto
depende la dignidad de la persona.
Por otro lado, la conciencia consecuente que sigue a la realización del acto es
la que realiza un juicio sobre la propia persona: si ésta actuó según el dictamen de la
conciencia antecedente el juicio será de autenticidad,, si ésta actúo en contra del
dictamen de la conciencia antecedente el juicio será de condena.
14
situación. La autenticidad del ser humano consiste en ser él mismo, y ello
únicamente se construye a la propia conciencia moral.
15
y el medio psico-socio-cultural en que nació. Lo que sí será responsable es de lo
que haga a partir de la que ya es.
16
Del pleno desarrollo de las persona a partir de su realidad concreta, y de la
fidelidad a la propia conciencia ética, dependerá su realización y felicidad o su
frustración.
17
Únicamente una actitud que implique asumir el conflicto real de la existencia,
en forma positiva como esfuerzo de realización de sí, de los demás y de la sociedad,
es la que conducirá a una personalidad ética firme y a la autenticidad personal.
18
problema se convierte en ético cuando se empieza a considerar lo relativo como
verdad absoluta, y a intentar imponerlo tanto en la teoría como en la práctica. Esto
se da con particular gravedad, en ciertas escuelas teóricas dentro de cada profesión
que se cierran a revisar la efectividad de sus respectivos métodos para resolver
ciertos tipos de problemas personales o sociales y consideran que tiene la única
solución para toda la gama de dificultades que se ofrecen en la práctica, induciendo
en los individuos o ogrupos sociales a que decidan, creyendo en la seguridad de
cierta perspectiva, cuando sólo es una de las defernetes posibilidades existentes.
A.3. Criticas de las infidelidades. Vemos estos en los casos de ruptura de los
acuerdos o divulgación de los datos secretos de las personas, ya sea por error, mala
intención o presión de poderes extraños a la relación. Este conflicto de fidelidades
se da cuando intervienen terceros en la relación profesional o cuando el
consentimiento válido lo tienen que asumir otras personas en lugar del sujeto, lo cual
lleva a plantear la pregunta de cual es el interés que se defiende, el del cliente o
otros “poderes” más o menos explícitos que intervienen en la relación profesional.
19
A.4. Critica de la mala práctica. La mala improvisión técnica (negligencia) o la
opción consciente por aplicar mal una técnica profesional, provocando un perjuicio
claramente previsto por los presupuestos teóricos y prácticos de esa área del saber,
es uno de las consecuencias que tiene la práctica negligente o irresponsable de
cualquier grupo profesional. Esto plantea la necesidad de instrumentar en la
sociedad y en la profesión, mecanismos de control, para evitar consecuencias
perjudiciales de toda posible mala práctica. Creemos que estos mecanismos de
control tienen que ir mucho más que la elaboración de códigos de ética o
declaración de principios.
20
puedan darse, cuando brindan sus servicios con una actitud de respeto a la dignidad
y al bienestar mínimo de las personas.
C. Sintetizemos ahora con la formula de una “Decálogo” los derechos que creemos
que tiene toda persona cuando consulta a un profesional.
21
privacidad. Tiene derecho también a poder disponer de copias de esa información
para otros profesionales que él elija.
8. Toda persona tiene derecho a la privacidad y a la confidencialidad,
siempre que no se deriven daños graves contra terceros contra la sociedad en su
conjunto o contra sí mismo (en lo que concierne a la vida o a la integridad personal).
9. Toda persona tiene derecho a exigir reparación de los daños que se
le hayan podido ocasionar en la intervención profesional y a conocer las instancias
donde poder reclamarlos legítimamente.
10. Toda persona tiene derecho a una intervención profesional que
22