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Obra de la Sociedad de San Pablo

AÑO 70 N° 45 / SEMANARIO DE INSTRUCCIÓN RELIGIOSA / Ciclo A / 08 de noviembre de 2020 / ISSN 1405-6453


G ru p o E d itoria l S a n P a b lo p on e su c on fia n za e n
D ios n u estro señ or, esta m os seg u ros q u e él n os
a c om pa ñ a rá h oy y siem pre, y q u erem os q u e tú
ta m bién sien ta s su presen c ia y te sien ta s
acom pañado por él y por nosotros, por eso,
h em os prepa ra d o pa ra ti esta versión espec ia l d e
n u estro sem a n a rio "E l D om in g o", pa ra d ec irte
q u e esta m os siem pre c erc a d e ti y n os u n im os en
ora c ión , rog a n d o a n u estro S eñ or J esu c risto por
tod a la h u m a n id a d p a ra q u e su fe se a c re c ie n te y
p od a m os, e n e stos tie m p os d ifíc ile s, d a r
te stim on io d e e sp e ra n za y solid a rid a d .

-Al Servicio de la Verdad en la Caridad-


¡P roh ib íd a s u re p rod u c c ión tota l o p a rc ia l!
REFLEXIÓN INICIAL
Un nuevo orden de vida
De toda religión se deriva una ética, una moral, un
modo de proceder y comportarse. Esto es el
resultado de cómo los grupos humanos, que se
asocian a determinada religión, entienden que deben
proceder. Así, según sea la religión a la que se asocie o
se pertenezca, institucional o grupal, habrá ciertas
reglas y normas que cumplir.
En la comunidad cristiana, la fe no está
desligada de la vida, pues fe y vida están
compenetradas, unidas existencialmente y no se
puede entender una sin la otra. La conducta, la moral
y el proceder no son desde este punto de partida un
deber ciego, sino una decisión libre que cada uno
toma. No es algo que se imponga desde fuera, sino
algo que debe surgir desde dentro.
Jesús no es el iniciador de una religión nueva. Es
el testimonio vivo de una relación nueva con Dios que
se completa con el amor al prójimo y a la creación
entera. La fe como respuesta es compromiso. En el
Evangelio de Mateo leemos cuál debe ser el
compromiso cristiano, cómo debe proceder el
discípulo o el que acepta la fe: “Tuve hambre y me
diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui
forastero y me hospedaste, estuve desnudo y me
vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a
verme”. ¡Nada más concreto para entender lo que
pide Jesús! A partir de aquí, cada uno encuentra un
criterio real para saber si está viviendo el Evangelio.
Pensar a Dios, a Jesús mismo, es hermoso. Vivir con
Dios es glorioso. La novedad del Evangelio une a Dios
con la vida.
P. Reyes Muñoz Tónix, SchP

                        


03
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario

Monición
Con el bautismo nacimos a la vida en Cristo y comenzamos a formar parte de una comunidad que
aspira vivir a ejemplo de Jesús. Debemos estar vigilantes y no “dormirnos en nuestros laureles”,
como bien recuerda la sabiduría popular. Bienvenidos a esta celebración.

Ritos iniciales

Antífona de entrada(Cfr. Sal 87, 3)


Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, inclina tu oído a mi clamor.

Acto penitencial
Sacerdote: Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos
nuestros pecados (Silencio).

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensa-
miento, palabra, obra y omisión.

Y, golpeándose el pecho, dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Sacerdote: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y


nos lleve a la vida eterna. Amén.

Gloria
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado
del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu
Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

                        


04
Oración colecta
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y
el cuerpo bien dispuestos, podamos con libertad de espíritu cumplir lo que es de tu agrado. Por
nuestro Señor Jesucristo...

Liturgia de la palabra
Monición
El libro de la Sabiduría nos da una orientación válida y necesaria para conducir nuestra vida; resulta
vital esforzarnos por encarnar la enseñanza de estas máximas imperecederas. Escuchemos.

Primera lectura
Del libro de la Sabiduría
(Sab 6, 12-16)
Radiante e incorruptible es la sabiduría; con facilidad la contemplan quienes la aman y ella se deja
encontrar por quienes la buscan y se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga por ella no se fatigará, porque la hallará sentada a su puerta. Darle la primacía
en los pensamientos es prudencia consumada; quien por ella se desvela pronto se verá libre de
preocupaciones.
A los que son dignos de ella, ella misma sale a buscarlos por los caminos; se les aparece bené-
vola y colabora con ellos en todos sus proyectos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

                        


05
Salmo responsorial (Sal 62)
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.

L. Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo mi ser te añora,
como el suelo reseco añora el agua. / R.

L. Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues mejor es tu amor
que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios. / R.

L. Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi
alma; te alabaré con jubilosos labios. / R.

Monición
San Pablo nos sitúa frente a una realidad inevitable: el encuentro con nuestro Padre al final de los
tiempos. Dicho encuentro será feliz sólo si desde hoy ya somos fieles a Cristo. Escuchemos.

Segunda lectura
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses
(1Tes 4, 13-18)
Hermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes,
como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera
debemos creer que, a los que murieron en Jesús, Dios los llevará con él.
Lo que les decimos, como palabra del Señor, es esto: que nosotros, los que quedemos vivos
para cuando venga el Señor, no tendremos ninguna ventaja sobre los que ya murieron.
Cuando Dios mande que suenen las trompetas, se oirá la voz de un arcángel y el Señor mismo
bajará del cielo. Entonces, los que murieron en Cristo resucitarán primero; después nosotros, los
que quedemos vivos, seremos arrebatados, juntamente con ellos entre nubes por el aire, para ir
al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con él.
Consuélense, pues, unos a otros con estas palabras.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio


(Mt 24, 42. 44)
Aleluya, aleluya.

Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el Hijo del hombre.

Aleluya, aleluya.

                        


06
Monición
El Evangelio nos invita a estar atentos a los signos de los tiempos. Las buenas intenciones no
bastan para transformar nuestra comunidad, sino que es necesario poner manos a la obra.
Escuchemos.

Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo
(Mt 25, 1-13)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a
diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas,
pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un
frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron.
A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’. Se levantaron
entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a
las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las
previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan
mejor a donde lo venden y cómprenlo’.
Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al
banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor,
señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.
Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Profesión de fe
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y
lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de
la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por
nuestra salvación bajó del cielo [en las palabras que siguen, hasta “se hizo hombre”, todos se
inclinan], y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el
Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.

                        


07
Oración universal
Sacerdote: Oremos, hermanos, por todos los hombres y
por sus necesidades, para que nunca falte a nadie la solicita
ayuda de nuestra caridad, por ello digamos:

Escúchanos, Padre.

1. . Para que la Iglesia lleve siempre adelante su misión evan-


gelizadora e incluso en las dificultades presentes persevere
con fidelidad y alegría suscitadas por el Espíritu Santo. Rogue-
mos al Señor.

2. Por la conversión a Cristo de quienes gobiernan los


pueblos, para que el egoísmo y la sed de riquezas no sean
sus metas, sino el trabajo en favor de todo el género
humano. Roguemos al Señor.

3. Para que el anuncio del Evangelio en nuestros pueblos sea


fuente de una nueva generación de santos y santas que
testimonien al mundo la autenticidad de vida. Roguemos al
Señor.

4. Por nosotros que hoy hemos escuchado y recibido en


nuestras vidas el Evangelio, para que realicemos nuestro
trabajo responsable y honestamente. Roguemos al Señor.

Intenciones de la Iglesia local.

Sacerdote: Padre celestial, escucha nuestras oraciones y


ayúdanos a ser dignos partícipes del banquete de bodas de
tu Hijo; que el aceite de nuestras lámparas sean las buenas
obras que hacemos en nuestro día a día. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.

                        


08
Liturgia eucaristica
Sacerdote: Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios
Padre todopoderoso.

Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su
nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Oración sobre las ofrendas


Señor, mira con bondad este sacrificio y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu Hijo,
que ahora celebramos sacramentalmente. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona de la comunión
(Lc 24, 25)
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan.

Comunión Espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no
pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que
jamás me aparte de Ti. Amén.

                        


09
Oración después de la comunión
Dios nuestro, a quien adoramos, admirable y único Santo entre todos tus santos, imploramos tu
gracia para que, al consumar nuestra santificación en la plenitud de tu amor, podamos pasar de
esta mesa de la Iglesia peregrina al banquete de la patria celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

                        


10
´ FINAL
ORACION
- P a te r n o s te r -
P a te r n o s te r , q u i e s i n
c a e l i s , s a n c ti f i c é tu r n o m e n
tu u m ; a d v é n i a t r e g n u m tu u m ;
f i a t v o l ú n ta s tu a , s i c u t i n
c a e l o , e t i n te r r a .
P a n e m n o s tr u m c o ti d i á n u m
d a n o b i s h ó d i e ; e t d i m í tte
n o b i s d é b i ta n o s tr a , s i c u t e t
n o s d i m í tti m u s d e b i tó r i b u s
n o s tr i s ; e t n e n o s i n d ú c a s i n
te n ta ti ó n e m , s e d l í b e r a n o s
a ma lo.
Amen.

                        


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CALENDARIO LITÚRGICO

                  

8 NOVIEMBRE 9 NOVIEMBRE 10 NOVIEMBRE


XXXII DOMINGO T.O. Dedicación de la Basílica de
S. León Magno
Letrán
1Lectura 1Lectura 1Lectura
Sab 6, 12-16 1Cor 3, 9-11. 16-17 Tit 2, 1-8. 11-14
Salmo
62 Salmo Salmo
2 Lectura 45 36
1Tes 4, 13-18
Evangelio Evangelio Evangelio
Mt 25, 1-13 Jn 2, 13-22 Lc 17, 7-10

11 NOVIEMBRE 12 NOVIEMBRE 13 NOVIEMBRE


S. Martín de Tours S. Josafat S. Leandro
1Lectura 1Lectura 1Lectura
Tit 3, 1- Fil 7-20 2Jn 4-9

Salmo Salmo Salmo


22 145 118

Evangelio Evangelio Evangelio


Lc 17, 11-19 Lc 17, 20-25 Lc 17, 26-37

14 NOVIEMBRE
S. Lorenzo O’Toole
1Lectura
3Jn 5-8

Salmo
111

Evangelio
Lc 18, 1-8

4a S e m a n a d e l S a l t e r i o
                        
12
LA VOZ DE PASTOR
P. José Salud Paredes, ssp
-Consejero General de la Sociedad de San Pablo-
Estén, pues, preparados…
L a liturgia de este domingo nos propone para nuestra reflexión un tema fundamental: el sentido de
la vida limitado por la muerte. La vida es comparada a un tiempo de preparación que debe ser vivido
con sabiduría y prudencia. La sabiduría consiste en tener actitudes prudentes, buscando hacer opcio-
nes acertadas y tener conductas coherentes. Quién actúa de esa manera participará del Reino de
Dios, que viene comparado a un banquete nupcial, conforme leemos en el texto evangélico. En este
sentido entendemos una de las preguntas que desde siempre se ha hecho el ser humano: ¿qué hay
después de la muerte? ¿Qué será de nosotros? A estas preguntas de valor fundamental la respuesta
viene dada por el mensaje de las lecturas de la Palabra de Dios. Este mensaje nos indica una meta
hacia la cual debe orientarse nuestra vida. Nuestra existencia es un caminar hacia Cristo. El momento
presente es tiempo de vigilante espera, es espera de un encuentro – gozoso como una fiesta de
bodas – con el Señor resucitado. Al centro de la parábola de las «diez vírgenes» se eleva, en el
corazón de la noche, el grito: «¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!». La enseñanza de la
parábola viene expresado por la advertencia de Jesús «Estén, pues… porque no saben ni el día ni la
hora». El tiempo de su venida y de su cumplimiento sólo Dios lo conoce; al hombre le corresponde
solo esperarlo como un don, preparándose con la oración y con la total correspondencia a las instan-
cias del Evangelio. Mientras tanto alimentar nuestras lámparas con el aceite de las buenas obras para
que no se apaguen durante la espera y podamos estar preparados a salir el encuentro del Esposo que
viene, y entrar con él a la fiesta nupcial.

El Reino de los cielos es semejante…


En esta parábola, que tiene como base, un suntuoso banquete de bodas, encontramos varios símbo-
los muy sugestivos y de gran belleza. El signo dominante es naturalmente el nupcial, ya de por sí
presente y socorrido en la predicación de los profetas (Os 1-3; Ez 16; Is 54 y 62) y tema fundamental
de un completo libro del Antiguo Testamento, el Cantar de los cantares. En este último la relación de
amor de dos esposos viene vista como el camino más exacto para definir el vínculo íntimo y personal
que circula entre Dios y el hombre. Según las costumbres matrimoniales de Israel, en el último día de
los festejos (éstos duraban varios días, según la economía de los contrayentes), al ocaso del día el
novio, en compañía de sus amigos, se dirigía a la casa de la prometida que esperaba su llegada asistida
por las compañeras de su juventud. Como podemos imaginar, el silencio y tranquilidad de la noche
venían rotos por la algarabía festiva de los jóvenes, de sus pasos y por las luces de las antorchas:
llegado el cortejo del esposo, se formaba una sola comitiva hacia la casa del esposo en donde se
celebraba el matrimonio y se disfrutaba las viandas del banquete.

                        


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Las vírgenes previsoras y las vírgenes descuidadas
El grupo de las muchachas esperaba que en la lejanía se escucharan los primeros ecos de voces y se perfilaran
las luces del grupo del esposo. Pero el retardo, aunque si es inconcebible, extrañamente se alarga; el sueño y la
excitación impiden a algunas de ellas racionar el aceite necesario para el cortejo final. Inicia así el aspecto de
“pesadilla” que emerge de la parábola: carreras en la noche para encontrar un negocio abierto, voces del grupo
del esposo que ya llega y que progresivamente se aleja, la puerta del banquete es cerrada, y con su voz definiti-
va, hostil y sospechosa les dice: «No las conozco». De esta manera se perfila, otro símbolo doble: la vigilia y el
sueño. El sueño alude a la pereza espiritual, a la tibieza, a la muerte cuando se romperán todos los vínculos de
las relaciones humanas. La vigilia, por el contrario, representa la dedicación, el amor laborioso e inteligente, la
sabiduría, la vida «Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y estemos sobrios» (I Ts 5, 6);
«Porque es ya hora de levantarnos del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando abraza-
mos la fe» (Rm 13, 11). A la voz del esposo que ya se escucha no se puede oponer la distracción o la inercia.
La antítesis sueño-vigilia es naturalmente sostenida por la simbología clásica de la noche y la luz.

A media noche se oyó un grito: ¡Ya viene el esposo!...


La noche es el momento de la prueba, del mal, del vacío por el cual «mi ser te anhela de noche» (Is 26, 9) en la
esperanza que la madrugada traiga la luz que es vida, que es gracia, que es Dios mismo. La «noche está avanza-
da. El día se avecina. Despojémonos , pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz»
(Rm 13, 12). La luz de las lámparas que aleja la oscuridad de la noche es signo del encuentro con Cristo, el
esposo. En esta perspectiva se entiende el valor del aceite, signo de hospitalidad y de intimidad, signo mesiánico
porque es usado en las consagraciones de los reyes, signo de las obras justas, según la tradición judía. De esta
manera se desarrolla otro contraste que se coloca como frontera entre los invitados al banquete, la prudencia
y a la necedad. No es suficiente ser invitado, es necesario que la respuesta sea inteligente y laboriosa. Para las
vírgenes descuidas la puerta del banquete nupcial está cerrada. Este es el último símbolo y es casi una pequeña
parábola que tiene en la seca respuesta del esposo («Yo les aseguro que no las conozco») su interpretación.
Detrás de aquella puerta cerrada se celebra el banquete nupcial, signo de comunión, de intimidad, de paz, signo
de la salvación ofrecida a los justos, a los fieles, a los pobres, a los verdaderos prudentes. Pero también detrás
de esa puerta está el rostro de Cristo juez.

Vigilancia y oración
La vigilancia, la espera activa, el empeño personal derriban la puerta de entrada al banquete. Todos, sin excep-
ción, estamos involucrados en esta parábola de las diez vírgenes. Ellas nos representan en el camino hacia el
encuentro definitivo con Cristo, nuestro Salvador. Comunitariamente, como Iglesia, y personalmente como
individuos bautizados, hemos sido invitados por Dios a participar con las lámparas encendidas al banquete
escatológico de la salvación. La vigilancia activa es la condición esencial para poder encontrar a Cristo en
nuestra vida. Para ser vigilantes no es necesario resignarse a los acontecimientos, ni ser pasivos frente al mal y
frente a las injusticias. Habrá que ser ante todo operarios del bien, testigos de luz, portadores de vida. La vigilan-
cia que lleva directamente a descubrir el primado de Dios y de sus valores es inseparable de la prudencia y la
oración. La oración es el modo propio de la vigilancia cristiana. Jesús mismo ha asociado indisolublemente la
vigilancia activa a la oración, cuando en el Huerto de los Olivos recomendó a los apóstoles: «Velad y orad, para
que no caigáis en tentación» (Mt 26, 41).

La sabiduría se deja encontrar por quienes la buscan


Aquí encontramos el elogio de la sabiduría que viene de Dios. Esta sabiduría es más preciosa de todas las rique-
zas de este mundo, primera lectura. Esta sabiduría va buscada con todo los medios y sin descanso. Una vez
conseguida proporciona paz y benevolencia.

A los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él


Pablo escribe a los cristianos de Tesalónica: deben ser hombres de esperanza en todos los sentidos, en especial,
en el final de su vida terrena, segunda lectura. El cristiano es el hombre que espera en una vida futura, la vida
eterna. La esperanza cristiana no es simple probabilidad: es certeza.

                        


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