Sie sind auf Seite 1von 2

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PAMPA

ESPECIALIZACIÓN EN ENSEÑANZA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA


Introducción a los estudios literarios
Docentes responsables: Prof. Dora Battiston, Dra. Sonia Bertón, Dr. José Maristany y Dra. Diana Moro
Unidad III Narratología
Distintas formas de inclusión de la voz de los personajes

Estilo indirecto

El narrador reproduce el contenido informativo de la voz o del pensamiento de los personajes. Se construye con
un verbo de decir o de pensar + una subordinada sustantiva objeto directo.

En 1849, fue a Buenos Aires con una tropa del establecimiento de Francisco Xavier Acevedo; los troperos
entraron en la ciudad para vaciar el cinto: Cruz, receloso, no salió de una fonda en el vecindario de los corrales.
Pasó ahí muchos días, taciturno, durmiendo en la tierra, mateando, levantándose al alba y recogiéndose a la
oración. Comprendió (más allá de las palabras y aun del entendimiento) que nada tenía que ver con él la ciudad.
Uno de los peones, borracho, se burló de él. Cruz no le replicó, pero en las noches del regreso, junto al fogón, el
otro menudeaba las burlas, y entonces Cruz (que antes no había demostrado rencor, ni siquiera disgusto) lo
tendió de una puñalada.
Comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario; comprendió que el otro era él. Amanecía en la
desaforada llanura; Cruz arrojó por tierra el quepis, gritó que no iba a consentir el delito de que se matara a un
valiente y se puso a pelear contra los soldados junto al desertor Martín Fierro.
Jorge Luis Borges, “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”
La engañaron, a primera vista, el sello y el sobre; luego, la inquietó la letra desconocida. Nueve diez líneas
borroneadas querían colmar la hoja; Emma leyó que el señor Maier había ingerido por error una fuerte dosis de
veronal y había fallecido el tres del corriente en el hospital de Bagé.
Jorge Luis Borges “Emma Zunz”
Estilo indirecto libre

Graciela ojea el último Time: People have got to know o not their president is a crook. Well, I’m not a crook.
Graciela salta las páginas de noticias internacionales del Time: Allende or death in cold blood. Graciela salta las
páginas de crítica literaria de Time: Vonnegut’s Breakfast of Champions. Graciela vuelve con horror y asco
unas instantáneas del Vietnam napalmizado reproducidas por Time porque ella no tolera ni un minuto de
angustia: nada doloroso, nada pesaroso, nada miserable, nada triste: yo no nací para eso: bueno que es no nacer
para mirar los niños achicharrados por la candela y el espanto, gente que tiene suerte, coño pero qué bueno.
Luis Rafael Sánchez, La guaracha del Macho Camacho, 1976, p. 161.
Estilo directo

-¡Ricardo!
-Ah...
-Vení para acá.
-Ya voy.
-¡Vení para acá, te digo!
-Para qué...
-¡Vení para acá te digo, inmediatamente!
Ricardo apareció en la puerta de la cocina, la camisa que se había sacado todavía en la mano. Clara estaba
apoyada contra la mesa de nerolite, los brazos cruzados, el batón de plush amarillito cerrado sobre el cuello.

-¿Qué pasa? —preguntó Ricardo, amagando irse hacia su pieza.


-¿Qué pasa? —repitió Clara—. ¿Y todavía preguntás qué pasa? ¿Todavía tenés el tupé de preguntar qué pasa?
Los ojos de Ricardo se quedaron mirándola, interrogantes, la camisa a cuadros colgada del dedo índice, como
de una percha.
Roberto Fontanarrosa, “Toda la verdad”

Conteniendo como puedo la maza de comida alojada en mi boca, me dispongo a hablar, pero tía Berta se
anticipa y me dice: “No hables con la boca llena”.
Presuroso, intento tragar lo más rápido posible, pero tía, que no pierde ocasión de instruirme, me dice, severa:
“No hay que masticar rápido, sino bien”.
Escondiendo a un lado de la boca la comida aún no tragada, voy a hablarle, pero ella lo advierte, y vuelve a
reprenderme: “No hables con la boca llena”.
Ya está. Mi boca se encuentra vacía; nada me impide dirigirle la palabra, pero tía, a quien nunca le faltan
argumentos, me indica: “Respira bien antes de hablar, si no, tu cuerpo se llenará de gases”.
Siguiendo sus instrucciones, cierro la boca y aspiro por la nariz. “Ahora puedes hablar”, me dice tía Berta, cuya
vestimenta oscura se recorta contra el fondo luminoso de la ventana. Pero es tarde, porque un león, que escapó
esta mañana del zoológico, la devora ya con fruición, emitiendo cada tanto algún rugido, sin preocuparse por las
reglas de comportamiento en la mesa, ni por los beneficios de respirar correctamente.
José Eduardo González, “No hables con la boca llena”

Estilo directo sin marcas, pero con verbum dicendi

La vieja Tomasina, la partera se lo dijo, tas preñada, le dijo, y ella sintió un miedo oscuro y pegajoso: llevar una
criatura adentro como un bicho enrollado, un hijo, que a lo mejor un día iba a tener los mismos ojos duros, la
misma piel áspera del viejo. Estás segura, Tomasina, preguntó, pero no preguntó: asintió. Porque ya lo sabía;
siempre supo que el viejo iba a salirse con la suya. Pero m’hija, había dicho la mujer, llevo anunciando más
partos que potros tiene tu marido. La miraba. Va a estar contento Anteno, agregó. Y Paula dijo sí, claro.

Estilo directo libre


Lo dio con rabia. El viejo dio ese tercer golpe, y el cuarto, y los demás, con una rabia casi increíble. Pero yo sí
debía creerla. Porque desde hace mucho tiempo esa rabia, esos golpes, eran reales, cotidianos, para él. Me ha
pegado mucho, me ha pegado demasiadas veces. Desde la vez en que lo llevó al parque y le dijo: vos, por ahora,
tenés que limpiar.
“Las hamacas voladoras”

Ya de pie, otro de los muchachos, de barba muy rala, como de enfermo, y boca picuda, de dientes amontonados,
vino a amarrarle las manos con un trozo de cordón eléctrico que sacó de su mochila. […] Yo calculo, decía el
jefe de sombrero de fieltro, mirando siempre hacia el mar, que ese yate se lo mandaron de San Juan del Sur,
cuando cogí el micrófono del trasmisor y les contesté, se callaron, ¡aquí está al habla el comandante Manco –
Cápac, pendejos!, ¡patria libre o morir!, les grité y se callaron, qué susto madre se habrán llevado. Se reía
despacio, como si le costara creerse a sí mismo Manco-Cápac. Se mofaba este muchacho de su propio defecto
físico poniéndose aquel pseudónimo. Centenares de comandantes sueltos de la noche a la mañana por toda
Nicaragua. ¿Fue Bravo quien le mandó el yate, verdad, doctor?, a lo mejor cree la guardia que va a hacerse
eterna en toda esta zona de Rivas, que va a quedarse toda la vida en San Juan del Sur, pero los vamos a sacar de
allí, como los sacamos de Tola ¿ya sabía que nos tomamos Tola?
Otra vez se cayó. A pija limpia les quistamos el cuartel aunque tuvimos que incendiarlo, pero logramos salvar
de las llamas a todos los prisioneros, ladrones comunes, cuatreros, borrachines pleitistas, libres andan y
agradecidos, y de donde quiera que se habían hecho fuertes los perros genocidas los sacamos, de la iglesia
parroquial, los muy sacrílegos tenían apostados francotiradores en el campanario […] y sepa, pues, que cuando
habíamos pijeado a la guardia de Tola, un pajarito mensajero llegó a contarnos que usted estaba atrincherado en
Santa Lorena, y el comandante Ezequiel me dio el encargo de venir a buscarlo, una distinción para mí, pero
como no conozco mucho esta zona, me traje a unos voluntarios de la comarca, son ellos los que me dijeron
desde que veníamos rompiendo monte: “Este va a querer zafarse por mar” y ya ve tenían razón, pero ahora, si
me hace el favor, camine, vamos de regreso a la casa, ordenó cuando ya lo tenían debidamente maniatado.
Sergio Ramírez, Sombras nada más, 2003, pp. 13-14.

Das könnte Ihnen auch gefallen