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Derecho penal
6555 A. Tipos de infracciones penales: delitos graves, delitos menos graves y delitos leves 6560
B. Causas de exención o atenuación de la imputabilidad. Circunstancias de exención o atenuación de 6700
la culpabilidad. Supuestos de exclusión de la punibilidad
C. Penas y medidas de seguridad: su aplicación. Las consecuencias accesorias 6792
D. Responsabilidad penal y responsabilidad civil derivada de delitos 6850
E. Responsabilidad penal de los menores 6835
F. Responsabilidad penal de las personas jurídicas. Penas y criterios de determinación. Responsabilidad 7028
civil
A. Tipos de infracciones penales: delitos graves, delitos menos graves y delitos leves
6562 El CP art.10 introduce en el sistema una definición legal de delito, frente a lo que suele ser habitual en las
legislaciones de nuestro entorno jurídico y cultural. Tal precepto dispone que «Son delitos las acciones u omisiones
dolosas o culposas penadas por la ley» (que se corresponde, a su vez, con el CPM art.1 , conforme al cual «Solo
serán penadas como delitos militares las acciones u omisiones dolosas o culposas previstas como tales en este
código». Se trata, sin embargo, de una definición en la que priman las notas de carácter formal (delito es lo que la
ley dice que es delito) que muy poco indican sobre el contenido intrínseco o sustancial del delito. No obstante, no
resulta infrecuente que la doctrina sostenga que en tal disposición legal se encuentran presentes todos los elementos
de la definición material de delito, entendida como acción u omisión típica, antijurídica y culpable o cualquiera de
las variantes habituales. Así, el CP art.10 exige que exista una acción u omisión, con lo que se incluye el elemento
básico. Esa acción u omisión debe tener un componente subjetivo: el dolo o la culpa o imprudencia, con lo que lo
que el núcleo de la tipicidad subjetiva, o si se quiere, de la culpabilidad, se encuentra recogido. En la expresión
«penadas por la ley», se encontraría reflejada la tipicidad y la antijuridicidad. Sin embargo, en todo caso, es una
definición incompleta ya que en ella falta, al menos, la referencia a la conciencia de la antijuridicidad (como mucho
implícita en la referencia al dolo) y a la imputabilidad. Para obtener la definición completa es preciso, pues, un análisis
completo del sistema; entre otros, del CP art.20 que regula las eximentes, de donde se desprende la necesidad de
que concurra imputabilidad; del CP art.19 , cuando dispone que la mayoría de edad penal se establece a los 18 años;
del CP art.14.3 que regula el error de prohibición y que determina la exigencia de conciencia de la antijuridicidad; etc.
En definitiva, el valor de la declaración del CP art.10 se reduce, lo que ciertamente no es poco, a subrayar el
principio de legalidad y a excluir la posibilidad de responsabilidad objetiva, si bien, en cuanto a esto último, no debe
olvidarse que se trata de algo reiterativo, toda vez que se desprende también del CP art.5 («No hay pena sin dolo
o imprudencia»).
2. Distinción entre delito grave y menos grave y leve
6565 En la actualidad la ley penal realiza esta distinción tripartita que procede de los Códigos Penales de 1848 y 1870.
Desde el punto de vista positivo, la distinción entre delitos graves, menos graves y leves alude a la subdivisión
contenida en el CP art.13 dentro del concepto genérico de delito que hemos visto. Conforme al citado CP art.13 «1.
Son delitos graves las infracciones que la ley castiga con pena grave. 2. Son delitos menos graves las infracciones
que la ley castiga con pena menos grave. 3. Son delitos leves las infracciones que la ley castiga con pena leve.
6570 Como hemos visto, el criterio para diferenciar entre delitos graves, menos graves y leves es el de la pena prevista.
De esa forma, son delitos graves las infracciones que la ley castiga con pena grave; son delitos menos graves las
infracciones que la ley castiga con pena menos grave; y son delitos leves las infracciones que la ley castiga con pena
leve. A su vez, es el CP art.33 el que regula qué penas se corresponden con tales categorías. Este último precepto
diferencia según se trate de penas imponibles a personas físicas y jurídicas. En cuanto a las primeras, en síntesis,
la ley establece la siguiente clasificación:
En primer lugar, son penas graves la prisión permanente revisable (introducida por la LO 1/2015 ), la prisión superior
a 5 años, la inhabilitación absoluta, las inhabilitaciones especiales por tiempo superior a 5 años, la suspensión de
empleo o cargo público por más de 5 años, la privación del derecho a conducir vehículos de motor y ciclomotores por
más de 8 años, la privación del derecho a la tenencia y porte de armas por tiempo superior a 8 años, la privación del
derecho a residir en determinados lugares o acudir a ellos, la privación del derecho a comunicarse o aproximarse a
determinadas personas por tiempo superior a 5 años y la privación de la patria potestad.
En segundo lugar, son penas menos graves: la prisión de 3 meses a 5 años, las inhabilitaciones especiales hasta 5
años, la suspensión de empleo o cargo público hasta 5 años, la privación del derecho a conducir vehículos a motor y
ciclomotores de 1 año y un día a 8 años, la privación del derecho a la tenencia y porte de armas de un año y un día a
8 años, la inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales
y para la tenencia de animales de un año y un día a 5 años, la privación del derecho a residir en determinados lugares
o acudir a ellos, la privación del derecho a comunicarse o aproximarse a determinadas personas por tiempo de 6
meses a 5 años, la multa de más de 3 meses, la multa proporcional de cualquier cuantía y los trabajos en beneficio
de la comunidad de 31 días a 1 año.
En tercer lugar, son penas leves: la privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores de 3 meses
a 1 año, la privación del derecho a la tenencia y porte de armas de 3 meses a 1 año, la inhabilitación especial para
el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales y para la tenencia de animales de 3
meses a un año, la privación del derecho a residir en determinados lugares o acudir a ellos y la privación del derecho
a comunicarse o aproximarse a determinadas personas por tiempo inferior a 6 meses, la multa de hasta 3 meses, la
localización permanente de un día a 3 meses y los trabajos en beneficio de la comunidad de uno a 30 días.
En lo que respecta a la responsabilidad personal subsidiaria por impago de multa, tendrá naturaleza de grave o leve
en función de la pena de multa a que sustituya ( CP art.33.5 ).
4. Regla del CP art.13.4
6575 El CP art.13 regula, asimismo, cómo considerar el delito cuando está castigado con pena que puede incluirse por su
extensión a la vez en dos categorías (apartado 4). En estos casos, cuando pueda incluirse a la vez entre las de pena
grave y menos grave, el delito se considerará, en todo caso, como grave. Mientras que cuando pueda considerarse
como leve y como menos grave, el delito se considerará, en todo caso, como leve ( CP art.13.4 inciso último, cuya
literalidad procede de la reforma del Código Penal operada por la LO 1/2015 ).
La doctrina ha puesto de manifiesto los problemas que esta última regla ocasiona, toda vez que delitos que no se
pretendía convertir en leves (antiguas faltas) quedan transformados en tales, lo que conlleva consecuencias que
veremos en cuanto a su prescripción, competencia, enjuiciamiento, etc. (p.e., las indicaciones de la Circular de la
6580 La clasificación entre delitos graves, menos graves y leves no obedece exclusivamente a una necesidad teórica de
sistematización, sino que origina consecuencias prácticas, desde el punto de vista penológico y desde el punto de
vista procesal.
6581 En primer lugar, desde la perspectiva penológica, hay que hacer referencia a las reglas de medición de la pena,
la prescripción, reincidencia y antecedentes penales.
1. Los delitos menos leves no computan a efectos de reincidencia ( CP art.22.8 ).
2. Los delitos leves no se someten a las reglas de medición de la pena de los delitos ( CP art.61 a 72 ), sino que,
conforme al CP art.66.2 , los jueces y tribunales procederán «según su prudente arbitrio, dentro de los límites de
cada una, atendiendo a las circunstancias del caso y del culpable». No obstante, ello no equivale a plena libertad,
de forma que, especialmente, si el juez decide superar la mitad inferior de la pena abstracta, debería motivarlo
convenientemente en la sentencia. Lo mismo acaece con las penas accesorias ( CP art.57.3 ).
3. La responsabilidad personal subsidiaria por impago de multa de un día de privación de libertad por cada dos
cuotas diarias no satisfechas, en el caso de los delitos leves, podrá cumplirse mediante localización permanente ( CP
art.53.1 ).
4. Los plazos de prescripción son diferentes en unos y otros casos. Los delitos leves prescriben al año ( CP art.131.1
inciso último ), mientras que los delitos graves y menos graves se sujetan a unos plazos de prescripción diferentes
en función de la gravedad de la condena, establecidos en el mismo CP art.131.1 .
5. El perdón del ofendido extingue la responsabilidad criminal cuando se trate de delitos leves perseguibles a
instancias del agraviado ( CP art.130.1.5º ).
6. Los delitos leves tienen unos plazos inferiores para la cancelación de antecedentes ( CP art.136.1 a ).
6582 En segundo lugar, de la distinción entre delito grave, menos grave y leve derivan consecuencias procesales, en
lo que concierne a la aplicación del principio de oportunidad, a la distinción entre instrucción y enjuiciamiento y a la
competencia.
1. En cuanto a los requisitos de perseguibilidad, la mayoría de los delitos leves son perseguibles a instancia de
parte, al requerir de la denuncia previa del perjudicado, salvo los relacionados con la violencia de género y doméstica.
2. En relación con los delitos leves se ha introducido el principio de oportunidad ( LECr art.963 ) lo que implica,
en síntesis, que las actuaciones se podrán sobreseer cuando lo solicite el Ministerio Fiscal, utilizando el criterio de la
escasa gravedad, o las circunstancias del hecho o autor, y ausencia de interés público relevante.
3. Los delitos leves se someten a reglas procedimentales especiales ( LECr art.962 s. ).
4. Finalmente, la clasificación que nos ocupa determina la atribución de la competencia objetiva para enjuiciar los
hechos. La atribución de la citada competencia objetiva para enjuiciar los hechos se hace teniendo en cuenta la pena
en abstracto señalada a cada delito y no en atención a la efectivamente pedida. Sin embargo, hay que descartar que
la penalidad determine, por efecto de la degradación de la pena, la naturaleza o la clase de infracción por la que se
castiga; por ejemplo, si por ser cómplice de un delito menos grave se ha de imponer una pena de carácter leve, ello
no significa que el cómplice responda por un delito leve, sino que sigue respondiendo por complicidad en un delito
menos grave (el partícipe no responde por un delito sui generis, sino por el mismo delito que el autor); lo mismo se
podría decir de las actos preparatorios.
6583 En síntesis, la situación sería la siguiente ( LECr art.14 ):
6590 La actual clasificación tripartita entre delitos graves, menos graves y leves, ha sustituido a la anterior a la aprobación
de la LO 1/2015 , donde el Código distinguía entre delito grave, delito menos grave y falta. El concepto de falta,
sin embargo, sigue apareciendo en importantes normas. Así, por ejemplo, permanece en el CC art.1092 («Las
obligaciones civiles que nazcan de los delitos o faltas se regirán por las disposiciones del Código Penal») o en el LECr
art.100 («De todo delito o falta nace acción penal para el castigo del culpable, y puede nacer también acción civil para
la restitución de la cosa, la reparación del daño y la indemnización de perjuicios causados por el hecho punible»).
De la desaparición de las faltas se ha dicho que tiene algo de fraude de etiquetas, en la medida en que en la mayor
parte de los casos se han transformado en delitos leves (las antiguas referencias a las faltas en la LECr pasan a ser
a los delitos leves conforme a la LO 1/2015 disp.adic.2ª ), con un significativo incremento de las penas, al tiempo
que, desde una perspectiva procesal, se mantiene la tramitación que antiguamente se correspondía con la de las
faltas ( LECr art.962 s. ). Desde otra perspectiva, sin embargo, la reforma supuso algo más que un simple cambio
de denominación ya que han desaparecido aproximadamente un tercio de las viejas faltas, lo que supone una cierta
descarga de la jurisdicción penal y singularmente de los juzgados de instrucción. Entre estas últimas, algunas han
sido despenalizadas y transformadas en infracciones administrativas (frecuentemente más gravemente penadas)
y otras, simplemente, determinan responsabilidad civil ( CC art.1902 ), pero no punitiva de ninguna clase. Dentro de
las primeras, podemos destacar ejemplificativamente, la realización de actividades sin seguro obligatorio y la falta de
respeto y consideración a agentes de la autoridad y la desobediencia leve del anterior CP art.634 . Entre las segundas,
entre otras, se encontrarían las antiguas faltas de homicidio y lesiones por imprudencia leve (anteriormente reguladas
en el CP art.621 ); las faltas de incumplimiento de obligaciones familiares (de los viejos CP art.618.2 y 622 , salvo
los incumplimientos graves de convenios reguladores o sentencias que podrían constituir un delito de desobediencia
del CP art.556 ) y la falta de injurias leves y vejaciones injustas del anterior CP art.620 , salvo las referidas a las
personas indicadas en el CP art.173.2 .
B. Causas de exención o atenuación de la imputabilidad. Circunstancias de exención o atenuación de la
culpabilidad. Supuestos de exclusión de la punibilidad
6705 Antes de dar comienzo al análisis de las causas de exención o atenuación de la imputabilidad, circunstancias de
exención o atenuación de la culpabilidad y a los supuestos de exclusión de la punibilidad se antoja necesario realizar
una breve precisión sobre su título y el contenido que se desarrolla en este espacio.
El título del capítulo es el señalado en el programa del ejercicio de profesión de abogado y alude únicamente a
las circunstancias de exención o atenuación de la imputabilidad y de la culpabilidad. En sentido estricto, deberíamos
ocuparnos entonces solo de las denominadas causas de exculpación ( CP art.20.1 a 3 ) así como de las circunstancias
atenuantes ( CP art.21 ) en lo que a la culpabilidad pudieran afectar, obviando aquellas referidas al injusto. Junto a
esto, siempre a la luz del citado programa, se señalarían los supuestos de exclusión de la punibilidad.
No obstante lo anterior, se antoja fundamental el conocimiento y manejo de las distintas causas que excluyen o
atenúan la responsabilidad criminal del sujeto en general y, por ello, se opta por una interpretación amplia del título.
6706 Aclarado lo anterior, corresponde adelantar a continuación el sentido del contenido de las páginas que siguen.
Con independencia de relevantes discusiones doctrinales, existe un amplio consenso en torno a la definición de
delito, entendiendo por tal la acción típica, antijurídica y culpable, a la que se le atribuye una pena o una medida
de seguridad.
De este modo, si alguno de los elementos que lo componen (acción, tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad y, según
algunos autores, punibilidad) no concurre, entonces el sujeto que ha lesionado un bien jurídico protegido por el
ordenamiento penal, no será responsable penalmente, es decir, estará exento de responsabilidad criminal.
Por otro lado, en virtud del principio de culpabilidad entendido como la necesaria proporcionalidad que debe existir
entre el grado de responsabilidad del sujeto en la producción del resultado y la sanción impuesta, se contemplan una
serie de circunstancias atenuantes que disminuyen la determinación de la pena. El fundamento de esta previsión
radica en el menor injusto o en la menor reprochabilidad que atribuyen al actuar del sujeto. Empezando por el estudio
de las causas o circunstancias que eximen de responsabilidad criminal, sirva este cuadro de introducción:
Delito Exención de responsabilidad
Acción Ausencia de acción:
• Vis absoluta.
• Movimiento reflejo.
• Sueño o sonambulismo.
Típica Causas de atipicidad:
• Error de tipo.
• Ausencia de imputación objetiva.
Antijurídica Causas de justificación:
• Legítima defensa.
• Estado de necesidad.
• Cumplimiento de un deber o ejercicio legítimo de un derecho, oficio
o cargo.
Culpable Causas de exculpación:
• Inimputabilidad.
• Error de prohibición.
• Causas de inexigibilidad.
Punible Causas de exención de punibilidad:
• Excusas absolutorias.
• Condiciones objetivas de punibilidad.
2. Ausencia de acción
6710 Para que se considere que se ha llevado a cabo una acción con relevancia jurídico penal, comprendiendo en el
término acción tanto la acción en sentido estricto como la omisión, es necesario que el sujeto actúe con voluntad
en sus movimientos o en la no realización de la conducta debida (en el caso de la omisión). De esta manera, si se
realiza una conducta de modo involuntario o no se lleva a cabo del mismo modo, se considerará que estamos ante
un supuesto de ausencia de acción o de ausencia de omisión.
Precisiones
No obstante, la práctica demuestra que no resulta fácil tal distinción. Sirva de ejemplo el célebre caso resuelto
por el Tribunal Supremo discutido por la doctrina, entre otros, por el ya mencionado Silva Sánchez. Nos referimos al
supuesto en que un sujeto, junto con la víctima y otro amigo, después de haber estado bebiendo copas, decidieron
ir a la bodega de uno de ellos para continuar bebiendo y cuando el procesado se encontraba agachado para sacar
vino de una barrica y con las piernas separadas, hallándose de espaldas a quien resultó víctima, este agarró a aquel,
fuertemente, por los genitales, en cuyo momento, el procesado, al sentirse dolorido, giró bruscamente su cuerpo
empujando con el codo a la víctima quien perdió el equilibrio cayendo al suelo y golpeándose la cabeza, por lo que los
dos amigos le trasladaron en un automóvil hasta las inmediaciones de su domicilio, sin dar importancia al accidente
y no queriendo el agredido ir al médico. Sin embargo, resultó que tenía una contusión frontoparietal izquierda y
hematoma aparenquimatoso, y falleció horas después. El tribunal consideró que el empujón se realizó de manera
maquinal, fruto de un movimiento corporal instintivo al sentir el dolor producido por la presión ejercida sobre sus
órganos genitales, por lo que tal movimiento corporal no puede estimarse como constitutivo de una acción penalmente
relevante. Sin embargo, Silva Sánchez lo califica de un acto «cortocircuito» ya que resulta dudoso que siempre que
se produzca un estímulo de las características del caso se produzca la misma reacción en forma de giro brusco y
golpe con el codo al sujeto pasivo. Esta reacción está afectada por la personalidad del sujeto. Un movimiento reflejo
habría sido un movimiento hacia la zona dolorida y no un giro brusco ( TS 23-9-83, EDJ 10552 ).
6716 Movimientos ejecutados durante el sueño normal o sonambulismo
Finalmente, tampoco son considerados acción, desde una perspectiva penal, los movimientos llevados a cabo durante
el sueño normal o durante el sonambulismo tampoco son considerados acción, desde un punto de vista jurídico
penal.
Resulta, sin embargo, dudoso el caso de quien actúa en estado de hipnosis. Si bien la mayor parte de la doctrina
considera que sí hay acción porque el sujeto hipnotizado no queda privado totalmente de su voluntad, lo que no
implica que no pueda reconocerse inimputabilidad.
6718 Excurso: «Actio libera in causa»
No obstante lo anterior, existe una excepción por la que en ausencia de acción o de omisión se atribuye voluntariedad
en sus actos al sujeto. Esto ocurre cuando se produce la denominada actio libera in causa. Esta se identifica con
aquellas situaciones en las que un sujeto ha actuado en ausencia de acción o de omisión, porque se encuentra en
un estado de inconsciencia, pero ha sido él mismo el que se ha situado en dicho estado de forma voluntaria.
De este modo, estas acciones se consideran libres en su causa porque en el momento de ejecutarlas existe ausencia
de acción o de omisión pero es posible atribuir voluntad al sujeto en la realización si se acude al momento en que
se colocó en el estado de ausencia de acción o de omisión.
6725 Para que un sujeto lleve a cabo un ilícito penal, además de realizar una conducta voluntaria, consciente, este actuar
deberá corresponderse con un tipo penal. Es decir, es necesario que coincida con lo previsto en la descripción
normativa de un delito. De lo contrario, la acción no será típica y no se seguirán evaluando los demás requisitos
exigibles del delito.
Teniendo en cuenta esto, y a modo de ejemplo, cuando el CP art.138 tipifica la muerte de otro, para que una conducta
sea subsumible en él será necesario que un sujeto mate a otro sujeto, por lo que si la muerte es de un insecto o
su conducta consiste en arrancar unos hierbajos de su jardín, aunque se esté quitando la vida de un ser vivo, estas
conductas no serán subsumibles en el tipo penal porque ese «otro» del precepto, se refiere a un ser humano.
Siendo esta la forma más burda de atipicidad, puede ocurrir que un sujeto mate a otro y, sin embargo, dicha conducta,
tampoco sea típica.
Grosso modo, los motivos por los que una conducta aparentemente subsumible en el tipo no resulta típica serán la
concurrencia de un error de tipo invencible o la ausencia de imputación objetiva (también sería atípica la conducta
imprudente que no tenga prevista sanción penal).
6727 Error de tipo
En el CP art.14 se prevé la respuesta del ordenamiento jurídico ante el denominado error de tipo, es decir, ante el
desconocimiento o error por parte del sujeto relativo a la existencia de alguno o algunos de los hechos que constituyen
la infracción penal.
Conforme a lo previsto en este precepto, solo será atípica la conducta derivada de un error invencible, ya que cuando
este sea vencible será castigada como imprudente, siempre y cuando sea punible.
El carácter de vencible o invencible viene determinado por las condiciones en las que se encontraba el sujeto para
evitarlo o para haberlo podido prever. De este modo, si empleando el debido cuidado el sujeto hubiera podido evitarlo,
el error será vencible, mientras que si el error se encontraba fuera incluso de posibilidad de previsión, se considerará
invencible.
Señalado lo anterior, y aunque no procede detenerse en el análisis de las distintas clases de error de tipo y sus
particularidades, debe advertirse que el error in persona será irrelevante tanto si es vencible como invencible, salvo
que tuviera consecuencias en la calificación de los hechos.
Finalmente, independientemente de la clase de error ante la que nos encontremos, este debe probarse «como
cualquier causa de irresponsabilidad, por lo que no es suficiente con la mera alegación» ( TS 24-2-15, EDJ 26815 ).
6729 Ausencia imputación objetiva
Aun a riesgo de simplificar en exceso la Teoría de la Imputación Objetiva, no puede faltar una breve alusión a ella
en el ámbito de la tipicidad de la conducta. Y es que, para que una acción, entendida en sentido amplio, sea típica
es necesario que exista una relación de causalidad entre esta y el resultado producido, es decir, la lesión del bien
jurídico protegido (o su puesta en peligro).
En la actualidad se exige que el resultado se pueda imputar objetivamente a la conducta llevada a cabo por el sujeto,
lo que implica que se deben tener en cuenta otros factores más allá de la relación de causalidad naturalística. De
este modo, la conducta del sujeto debe ser condictio sine qua non del resultado, pero también deberá lesionar los
siguientes principios ( TS 26-11-08, EDJ 222314 ):
A. Principio de confianza. En este principio se apoyan los miembros de la sociedad en su conjunto, ya que se confía
en que cada uno de los demás respete las reglas establecidas para evitar la puesta en peligro de un bien jurídico.
Siendo esto así, si un sujeto va cumpliendo con las distintas normas del tráfico vehicular, por ejemplo, y un peatón
cruza por un lugar no indicado, desencadenando un accidente que le produce la muerte o lesiones, aunque estas
6735 Una vez que se ha llevado a cabo una conducta humana de forma voluntaria y que es subsumible en un tipo penal,
esta deberá ser antijurídica, es decir, contraria a Derecho. Para ello será necesario que el actuar concreto no esté
permitido por la ley porque si no se justificará la conducta del sujeto y se considerará acorde a Derecho.
La ley penal contempla en el CP art.20.4, 5 y 7 los supuestos por los que una conducta típica es legítima. En ellos
se establece que está exento de responsabilidad criminal: el que obre en defensa de la persona o derechos propios
o ajenos; el que, en estado de necesidad, para evitar un mal propio o ajeno lesione un bien jurídico de otra persona
o infrinja un deber; y el que obre en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo.
6737 Legítima defensa
(CP art.20.4)
La legítima defensa se identifica con aquella defensa necesaria para repeler una agresión injusta, antijurídica, a
bienes jurídicos, intereses propios o ajenos.
En la actualidad se le atribuye una naturaleza justificativa. De este modo, forma parte de las causas de justificación
que prevé la ley. La doctrina mayoritaria considera que esta previsión responde a un doble fundamento, individual
y colectivo ya que únicamente permite la defensa, la protección, de bienes individuales pero no sitúa al agresor y
al defensor en una posición igualmente válida frente al orden jurídico (mientras que el agresor niega el Derecho, el
defensor lo afirma), sino que el Derecho se inclina a favor del defensor y, en principio, le permite lesionar al agresor
en la medida en que resulte necesario para impedir que el injusto prevalezca sobre el Derecho.
Deteniéndonos en lo que a su regulación se refiere, para que sea admisible esta causa de justificación, es necesario
que se cumplan los siguientes requisitos:
- agresión ilegítima;
- necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la agresión;
- falta de provocación suficiente por parte del defensor.
6738 Agresión ilegítima
El primero de los requisitos que exige la ley para admitir que un sujeto ha obrado en legítima defensa es que dicho
actuar sea respuesta a una agresión ilegítima. Por «agresión», tradicionalmente, la jurisprudencia ha entendido
«acometimiento físico violento contra la persona». Se trata de un concepto muy restringido de agresión que, sin
embargo, concuerda con el lenguaje ordinario. No obstante, en la actualidad se admiten ataques a bienes inmateriales
como la honestidad y el honor, así como la agresión sin acometimiento físico. Este entendimiento de la agresión
tiene perfecto encaje con la previsión legal, la cual habla de defensa de la persona y de sus derechos, como dos
alternativas de igual valor, lo que no sería posible si se exigiera el carácter físico.
Parece que dicha agresión debe provenir de una persona, y así lo exigen doctrina y jurisprudencia, si bien en sentencia
de la AP Sevilla se admitió la legítima defensa de un hombre mató a un perro porque estaba atacando a su nieta
( AP Sevilla 4-2-00, EDJ 10614 ). Por otro lado, tampoco está clara la admisibilidad de esta causa de justificación en
supuestos de inexistencia de acción, por ejemplo frente al acto de un sonámbulo, ni de imprudencia, ya que falta el
matiz energético, la voluntad de lesionar.
Para que se cumpla con el primer requisito, la agresión deberá ser ilegítima, es decir, contraria a Derecho, lo que
no implica que deba ser típica.
Precisiones
La doctrina ha criticado estas restricciones y aboga por una unificación de criterio que evite problemas
interpretativos, los cuales resultan más patentes en el caso de la legítima defensa frente a la entrada indebida en
la morada o sus dependencias. Y es que, tradicionalmente, la entrada indebida en las dependencias no constituye
allanamiento de morada, por lo que no parece que la conducta pueda ser típica. Por otro lado, del texto se desprende
que solo se contempla la legítima defensa frente a la entrada, mientras que el tipo de allanamiento de morada
contempla tanto la entrada como la permanencia en la morada sin el permiso del morador. Resulta un sinsentido que
no quepa legítima defensa frente a la permanencia en la morada, y sí respecto de la entrada.
6739 Necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la agresión
El segundo requisito legal es el referido a la «necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la
agresión». Tanto la doctrina como la jurisprudencia lo han desdoblado este requisito en dos, distinguiendo entre
necesidad de la defensa en abstracto y necesidad de la defensa en concreto:
a) La necesidad en abstracto se identifica con la necesidad de que la agresión sea actual o inminente.
Se trata de establecer unos límites cronológicos a la legítima defensa, que impiden la concurrencia de legítima
defensa si la agresión ha concluido o si todavía no es inminente. En definitiva, se niega la legítima defensa preventiva.
Si se respondiese ante una agresión ilegítima no actual o inminente, se produciría un exceso extensivo de la defensa,
tal y como lo califica la jurisprudencia.
Junto a los límites temporales del desenvolvimiento de la legítima defensa será necesario también que se ponga en
grave peligro inminente los bienes jurídicos defendidos y que la defensa sea el único medio para que no se consume
la agresión o para que esta finalice. Teniendo en cuenta esto último, parece que si cabe la huida, no sería admisible
la legítima defensa. No obstante, se ha considerado que sí es posible actuar en legítima defensa en estos supuestos
porque la huida siempre es deshonrosa. Dicho esto, en la actualidad se entiende que habrá que estar al caso concreto
ya que, por ejemplo, si el agresor es un enfermo mental o un niño, parece que se deberá huir antes que repeler o
evitar la agresión, si se tuviera esta opción.
b) Por otra lado, la necesidad de defensa en concreto, supone que debe haber racionalidad en el medio defensivo
interpuesto, de tal manera que en el caso en que el medio empleado sea irracional, estaremos ante un exceso
intensivo, tal y como lo define la jurisprudencia.
Para determinar si un medio empleado es racional, no existen pautas fijas. Será necesario evaluar la índole de la
agresión y los medios de los que se dispone en el momento concreto para impedirla o repelerla. De este modo, no se
exige que la respuesta defensiva sea absolutamente proporcional (aunque, alguna Sentencia vincula la racionalidad
del medio empleado con su proporcionalidad ( AP Barcelona 30-5-11, EDJ 182778 , en la que se califica de
desproporcionado el «estrellar en el rostro de su oponente un vaso de cristal»). Lo realmente determinante será que,
de entre los medios de los que un sujeto disponga para repeler o impedir la agresión, seleccione el que menor daño
produzca al agresor, de tal manera que si solo cuenta con un medio para defenderse, la ley no puede obligarle a
soportar la agresión ( TS 21-6-07, EDJ 70231 ).
Otro problema que se plantea respecto a la racionalidad del medio es si cabe o no interponer los denominados
offendicula , aquellos medios defensivos que se activan de forma automática cuando se produce la agresión (ejemplo:
valla eléctrica). La doctrina considera que se debe estudiar caso por caso pero, en general, serán admisibles cuando
sean racionales y cuando sean claramente perceptibles para el eventual agresor. Así, por ejemplo, no sería admisible
una valla electrificada que no se avise pero sí lo son unos cristales encima de una tapia.
6740 Falta de provocación suficiente por parte del defensor
El último de los requisitos exigidos es la «falta de provocación suficiente por parte del defensor». El sentido de este
requisito es impedir que quien ha provocado la agresión pueda alegar legítima defensa. Obviamente, no bastará
cualquier provocación, sino que deberá ser «suficiente», lo que significa que si la agresión ha sido provocada pero
su índole no guarda proporción con la provocación previa, entonces sí podrá concurrir legítima defensa.
En la evaluación de este requisito, se plantea un problema respecto a los supuestos en los que la legítima defensa se
alega en el transcurso de una pelea o riña aceptada por ambas partes. El Tribunal Supremo ha establecido que,
en casos de riñas aceptadas por las dos partes no cabe legítima defensa porque no se cumple con el requisito de
falta de provocación suficiente por parte del defensor. En estos casos se entiende que hay provocación recíproca y
esto excluye apelar a la legítima defensa. No obstante, la doctrina matiza esta afirmación advirtiendo que habrá que
Precisiones
No se considera provocación suficiente rozar un vehículo ya que son innumerables los incidentes de este tipo que
diariamente cursan con un simple parte amistoso a las compañías aseguradoras ( TS 18-12-01, EDJ 56466 ).
6741 Restricciones
Lo expuesto en los marginales anteriores, sin embargo, se enfrenta a importantes restricciones. El art.2 del Convenio
Europeo de Roma de 1950, de 4 de noviembre, para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales recoge el derecho de toda persona a la vida al tiempo que prevé una serie de excepciones: el precepto
no se vulnera cuando la muerte se causa en defensa de una persona contra una agresión ilegítima. La cuestión que
se plantea es cómo interpretar el concepto de persona que aparece en la citada norma. El Tribunal Supremo ( TS
23-11-10, EDJ 259026 ) y la doctrina mayoritaria vienen sosteniendo que el citado precepto del Convenio Europeo
restringe el derecho a la legítima defensa, de modo que solo se puede causar la muerte de una persona en legítima
defensa de la vida, la salud, y la integridad (incluida la autodeterminación sexual).
6742 Estado de necesidad
El estado de necesidad está previsto como causa general de exención de responsabilidad criminal en el CP art.20.5 .
Sin embargo, desde que Berner plantease su Teoría diferenciadora, la doctrina le ha venido atribuyendo una
doble naturaleza, considerando que puede concurrir como causa de justificación o como causa de exclusión de la
culpabilidad.
La diferencia entre una causa y otra radica en el conflicto de intereses que se produce. De este modo, cuando el
conflicto es entre intereses de distinto valor, rige el principio de interés preponderante y, en estos casos, el mal que
se causa se puede justificar por el Derecho, es una causa de justificación, por encontrarse en estado de necesidad si
es menor que el que se trata de impedir. Por el contrario, cuando el conflicto se produce entre intereses de igual peso
o cuando el mal que se causa es idéntico al evitado, esta conducta no puede ser justificada por el Derecho, pero sí
no reprochada, de manera que se exculpa la conducta, como veremos en el apartado de las causas de exculpación.
En el Código Penal no se lleva a cabo esta distinción pero se puede identificar en los requisitos previstos. Tampoco
se lleva a cabo una enumeración ni definición de las situaciones de necesidad sino que, simplemente, se excluye la
respuesta penal en los casos de estado de necesidad, aunque se lesione un bien jurídico de otra persona o se infrinja
un deber, siempre que se actúe para evitar un mal propio o ajeno. Teniendo en cuenta esto, se identifica el estado de
necesidad con aquella situación de amenaza grave, inminente, para un bien jurídico propio o ajeno que únicamente
puede ser eludida lesionando bienes jurídicos ajenos o dejando de cumplir un deber jurídico.
Esta situación de necesidad debe diferenciarse claramente de las situaciones de legítima defensa con las que solo
tiene en común: el conflicto de intereses ante una amenaza para bienes jurídicos propios o ajenos, que resuelve
el sujeto lesionando bienes jurídicos. En el estado de necesidad la amenaza no procede de una agresión ilegítima
(ejemplo: hurto para no morir por inanición, AP Madrid 17-9-04, EDJ 145442 ) como ocurre en la legítima defensa,
y además, en el estado de necesidad nunca se puede causar un mal mayor que el que se evita mientras que, en la
legítima defensa ya se ha señalado que sí es posible en determinados supuestos. Finalmente, y al contrario de lo
que ocurre en la legítima defensa, en el estado de necesidad el conflicto se produce entre dos intereses protegidos
por el Derecho y no entre uno protegido frente a otro que no lo está.
6743 Señalado lo anterior, corresponde analizar los requisitos exigidos para que se admita la actuación en estado de
necesidad, como causa de justificación ( CP art.20.5 ):
- el mal causado deberá ser menor que el que se trata de evitar;
- la situación de necesidad no puede haber sido provocada intencionadamente por el sujeto. Esta cláusula plantea
algunos problemas interpretativos, en los supuestos en que se actúa en estado de necesidad de un tercero o en caso
de auxilio necesario. Y es que habrá que determinar quién es el sujeto que no debe haber provocado la situación de
necesidad, si quien produce el mal para evitar otro menor, o quien se auxilia. La doctrina entiende que solo excluye
el estado de necesidad la provocación dolosa de la propia situación de necesidad. La jurisprudencia, sin embargo,
ha sido más errática en sus soluciones y no existe una jurisprudencia constante;
- el necesitado no puede tener por su oficio o cargo obligación de sacrificarse. De este modo, aquellos cuya profesión
comporta un sacrificio podrán alegar estado de necesidad pero de un modo más restrictivo.
6745 Cumplimiento de un deber o ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo
El cumplimiento de un deber o ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo responde a un doble fundamento,
formal y material. Por un lado, en lo que a su fundamento formal se refiere, se basa en el principio de unidad del
6750 Con independencia de discusiones doctrinales en relación al lugar donde se ubica el dolo, si corresponde a un
elemento del tipo o forma parte de la culpabilidad, existe cierto consenso en relación a los requisitos que deben
concurrir en un sujeto para reprocharle penalmente la realización de una acción típica y antijurídica: imputabilidad,
conciencia de la antijuridicidad y posibilidad de actuar acorde al Derecho.
Siendo esto así, si alguno de los requisitos anteriores no está presente no se podrá calificar la conducta delictiva
de culpable.
En el Código Penal se prevén causas por las que esto puede ocurrir, distinguiéndose entre causas de inimputabilidad
(nº 6752 s. ), error de prohibición (nº 6756 ) y causas de inexigibilidad de una conducta distinta (nº 6758 s. ).
6752 Causas de inimputabilidad
Estas son:
- minoría de edad ( CP art.19 );
- anomalía o alteración psíquica alteración psíquica o trastorno mental transitorio ( CP art.20.1 );
- estado de intoxicación plena o síndrome de abstinencia ( CP art.20.2 );
- alteraciones en la percepción desde el nacimiento ( CP art.20.3 ).
6753 La minoría de edad como causa de exculpación debe matizarse ya que sí se reconoce la responsabilidad penal del
menor de edad, mayor de 14 años. De este modo, en puridad se debe señalar que la inimputabilidad es del menor de
14 años pero, conforme al Código Penal, solo se exigirá responsabilidad penal a los mayores de 18, reservándose
para los menores de entre 14 y 18 años una regulación específica. Al respecto nos remitimos al apartado de este
Memento dedicado a la Responsabilidad penal de los menores (Tapia Ballesteros, P.) (nº 6893 s. ).
Una vez que se ha descartado la eventual inimputabilidad del sujeto que ha realizado un ilícito penal, es necesario
que este sujeto haya obrado con conciencia de la antijuridicidad de sus actos para que se le considere culpable. De
lo contrario, incurrirá en un error de prohibición. Se entiende como tal el error sobre la ilicitud del hecho constitutivo
de la infracción penal.
Al igual que ocurría en el error de tipo, el error de prohibición podrá ser calificado de vencible o invencible y solo este
último error deriva en una exención de la responsabilidad penal del sujeto, mientras que cuando el error se considere
vencible se aplicará la pena prevista para el caso concreto inferior en uno o dos grados ( TS 21-5-12, EDJ 107924 ).
Precisiones
El Tribunal Supremo ha consolidado su doctrina en relación al error de prohibición. Entre otras cuestiones, se
establece que «la apreciación del error de prohibición no puede basarse solamente en las declaraciones del propio
sujeto, sino que precisa de otros elementos que les sirvan de apoyo y permitan sostener desde un punto de vista
objetivo, la existencia del error. El análisis -nos dice la sentencia TS 27-2-03, EDJ 4268 - debe efectuarse sobre el
caso concreto, tomando en consideración las condiciones del sujeto en relación con las del que podría considerarse
hombre medio, combinando así los criterios subjetivo y objetivo, y ha de partir necesariamente de la naturaleza del
delito que se afirma cometido, pues no cabe invocar el error cuando el delito se comete mediante la ejecución de una
conducta cuya ilicitud es de común conocimiento» ( TS 22-12-14, EDJ 261492 ).
6758 Causas de inexigibilidad de una conducta distinta
Finalmente, para que pueda reprocharse penalmente a un sujeto su actuar delictivo, es necesario que se le pueda
exigir una conducta distinta a la que realizó, es decir, una conducta acorde a Derecho. Esto se fundamenta en la
imposibilidad de imponer conductas heroicas o extraordinarias a los legislados porque la ley se dicta para personas
normales en situaciones normales.
De modo explícito se reconoce esta premisa en el CP art.195.1 cuando sanciona a «El que no socorriere a una
persona que se halle desamparada y en peligro manifiesto y grave, cuando pudiere hacerlo sin riesgo propio ni de
terceros [...]», así como en el CP art.450.1 del mismo cuerpo legal al tipificar a «El que, pudiendo hacerlo con su
intervención inmediata y sin riesgo propio o ajeno, no impidiere la comisión de un delito que afecte a las personas en
su vida, integridad o salud, libertad o libertad sexual, [...]».
6765 La doctrina discute sobre si la punibilidad comprende el último de los elementos del delito o si, por el contrario,
es un elemento independiente que no configura la definición y contenido de aquel. No obstante lo anterior, resulta
incontestable que existen una serie de circunstancias que, cuando concurren, impiden la aplicación de la sanción
penal prevista ante la comisión de un delito.
6767 Excusas absolutorias
Las excusas absolutorias son unas cláusulas legales que describen determinadas circunstancias por las que se
exime de pena a un hecho típico, antijurídico y culpable, en virtud de razones político-criminales. Claro ejemplo
es la previsión del CP art.268.1 , en el que se establece que «Están exentos de responsabilidad criminal y sujetos
únicamente a la civil los cónyuges [...] y los ascendientes, descendientes y hermanos por naturaleza o por adopción,
así como los afines en primer grado si viviesen juntos, por los delitos patrimoniales que se causaren entre sí, [...]».
Las excusas absolutorias también se prevén en los delitos contra la Hacienda Pública y contra la Seguridad Social, en
relación a las defraudaciones realizadas, cuando se reintegren las subvenciones, ayudas o desgravaciones percibidas
ilícitamente y calificadas como delictivas ( CP art.305, 307 y 308 ).
6769 No cumplimiento de las condiciones objetivas de punibilidad
En ocasiones, se exige el cumplimiento de condiciones objetivas para que pueda imponerse la pena. Estas
condiciones son extrañas a la propia conducta, ajenas al sujeto que ha realizado el ilícito penal y no tienen por
qué ser, ni siquiera, conocidas por él.
Un ejemplo de condición objetiva de punibilidad es la exigencia de que recaiga sentencia condenatoria en causa
penal para crear el tipo agravado del falso testimonio ( CP art.458.2 ).
7. Circunstancias de atenuación
6775 Las circunstancias de atenuación son una clase de circunstancias que modifican la responsabilidad penal del sujeto
que ha llevado a cabo un acto delictivo o que ha participado en su realización. En concreto, estas circunstancias,
disminuyen la responsabilidad penal. Se trata de elementos accidentales del delito que gradúan el contenido del
injusto y de la culpabilidad.
En el caso de las atenuantes, se prevén de modo general en el art.21 CP , y afectarán principalmente a la
determinación de la culpabilidad. Estas circunstancias serán calificadas como «generales» porque son susceptibles
de concurrir en la generalidad de los tipos penales recogidos en el Código Penal, si bien cabe la posibilidad de que
un delito concreto contemple alguna u algunas circunstancias especiales por las que se disminuya la pena, es decir,
la responsabilidad atribuida a quien realice el ilícito penal.
6777 Eximente incompleta
Centrándonos en las circunstancias generales del CP art.21 , este da inicio con la denominada eximente incompleta.
Se trata de una cláusula cuya finalidad es matizar la concurrencia parcial de algunos elementos esenciales del delito,
la antijuridicidad y la culpabilidad. En puridad no es una circunstancia atenuante, de facto se regula su concurrencia en
el CP art.68 a diferencia de la de las circunstancias atenuantes ( CP art.66 ) pero tradicionalmente se ha reconocido
junto a ellas quizá porque, al igual que las circunstancias atenuantes, disminuye la pena.
El Tribunal Supremo señala, además, que en los supuestos en que la adicción a las drogas sea apreciable es
posible determinar la existencia de una afectación leve de las facultades del sujeto, dando lugar a una atenuante
analógica del CP art.21.7º en relación con el CP art.21.1ª y 20.1ª y 2ª , todos del Código Penal.
6780 Estos criterios no coinciden plenamente cuando la anulación o disminución de las facultades mentales es derivada
por la ingesta de alcohol en vez de drogas o sustancias psicotrópicas. Por lo general, en el caso del consumo de
alcohol, se tiene en cuenta también el origen fortuito o culpable de la alteración de las facultades mediante el consumo
de alcohol ( TS 4-12-05, EDJ 225579 ).
- concurre eximente completa por trastorno mental transitorio, cuando la embriaguez es plena y fortuita;
- concurre eximente incompleta, cuando la embriaguez es fortuita pero no plena, siempre y cuando las facultades
intelectivas y volitivas se encuentra seriamente disminuidas cuando la ejecución de los hechos;
- se entiende que es una circunstancia atenuante, cuando la embriaguez no es habitual ni provocada con el propósito
de delinquir, que determine o influya en la realización del hecho delictivo;
- se puede aprecia circunstancia atenuante analógica, cuando la disminución de la voluntad y de la capacidad de
entender ha sido leve, cualesquiera que sean las circunstancias alcohólicas que las motivan.
6782 Arrebato u obcecación
El arrebato u obcecación consiste en obrar por causas o estímulos tan poderosos que hayan producido arrebato,
obcecación u otro estado pasional de entidad semejante.
Es lo que se denomina, estados pasionales. Habitualmente es alegado en los casos de violencia de género si bien,
también con frecuencia, se descarta ( TS 12-12-06, EDJ 358857 ) aunque se puede encontrar alguna resolución
donde ha sido aceptado ( TS 5-10-01, EDJ 34747 ).
Son datos que afectan a la imputabilidad del sujeto. El fundamento de esta atenuante es una disminución de la
imputabilidad, que nada tiene que ver con la valoración que merezcan los motivos, sino solo con su intensidad, pues
no nos movemos ahora en el ámbito del injusto, sino en el de la imputación personal.
Para determinar cuándo concurre esta circunstancia, el Tribunal Supremo ha establecido que deben estar presentes
una serie de requisitos ( TS 19-12-02, EDJ 59267 ; 19-1-06, EDJ 3972 ):
- los estímulos han de proceder de la persona que resulta después ser la víctima de la agresión;
- la activación de impulsos ha de ser debida a circunstancias no rechazables por las normas;
- debe existir una razonable conexión temporal entre la causa o el estímulo y la emoción o la pasión con la que se
ha actuado.
Respetando lo anterior, resulta evidente que si el arrebato, obcecación u otro estado pasional llegan a excluir por
completo la imputabilidad, darán a lugar a la estimación de la eximente de trastorno mental transitorio ( CP art.20.1 )
y si la disminución de imputabilidad es muy considerable puede motivar la aplicación de la eximente incompleta ( CP
art.21.1 , en relación con el CP art.20.1 ).
6784 Haber confesado la infracción a las autoridades
Esta circunstancia, junto con la siguiente, (reparar el daño o disminuir sus efectos), en el Código Penal anterior
aparecían como una sola, aludiendo al arrepentimiento espontáneo.
Ambas se fundamentan en la conveniencia político-criminal de fomentar determinados comportamientos
posteriores que faciliten la persecución judicial o la reparación del daño causado, y responden a la misma ratio, ya
que buscan atenuar la pena de quien confiesa o ayuda a esclarecer los hechos acaecidos, y de quien repara el daño.
No obstante, no se exige el arrepentimiento, como ocurría en la legislación derogada, bastando con que se lleven a
cabo datos objetivos de confesión o ayuda en el esclarecimiento de los hechos o reparación del daño.
6786 Reparación del daño ocasionado a la víctima o disminución de sus efectos
Para considerar alguna de estas acciones como circunstancia que atenúe la responsabilidad criminal deben haberse
realizado en cualquier momento del procedimiento y con anterioridad a la celebración del acto del juicio oral.
6788 Dilación extraordinaria e indebida en la tramitación del procedimiento
Esta circunstancia fue incorporada mediante la modificación del Código Penal llevada a cabo a través de la LO 5/2010 .
La dilación no se identifica con el incumplimiento de los plazos procesales sin más. Será necesario que el juez o
tribunal evalúe el caso concreto, atendiendo a la proporcionalidad entre el delito y el tiempo empleado para esclarecer
6795 El sistema penal español, a partir de la entrada en vigor del Código Penal de 1995 y hasta la reforma operada mediante
la LO 5/2010 , contenía lo que se ha venido a llamar por la doctrina como modelo «dualista flexible» o «dualista
mitigado». Esto se debe a que se preveía dos posibles respuestas o vías ante un acto delictivo: la pena y la medida
de seguridad, permitiendo su aplicación conjunta de modo sustitutorio, en casos concretos.
De esta manera, la pena se reservaba como respuesta única a los sujetos imputables, mientras que se hacía lo propio
entre las medidas de seguridad y los inimputables. Adicionalmente, se podían aplicar ambas a los sujetos calificados
como semi-imputables ( CP art.104 ).
Sin embargo, este sistema se ha visto alterado en parte tras las reformas del Código Penal llevadas a cabo
por LO 5/2010 y LO 1/2015 , en las que se contemplan supuestos en los que penas y medidas de seguridad se
aplican conjuntamente, de modo acumulativo, a sujetos imputables. En concreto, se prevé la imposición de la libertad
vigilada, una nueva medida de seguridad que se incorpora al ordenamiento jurídico penal español con la modificación
del año 2010.
6796 A modo de resumen:
SUJETOS RESPUESTA PENAL
Imputabilidad Características Solo Solo medida de Pena y medida de
Pena seguridad seguridad
Imputable Entre 14 y 18 años ( LO 5/2000 ) NO SI
Plenas facultades mentales.
A partir de 18 años (CP) SÍ NO SÍ, solo para
determinados delitos.
Inimputable Menores de 14 años. NO NO NO
Los señalados en el CP art.20.1, NO SÍ NO
2y3
Semi-imputable Sujetos imputables en los NO NO SÍ, de modo sustitutorio
que concurre una eximente con la pena.
incompleta ( CP art.21.1 )
6800 Clases
El Capítulo I del Título III del Libro I del Código Penal de 1995 versa «De las penas, sus clases y efectos»,
enumerándose las clases de penas en la Sección 1ª ( CP art.32 a 34 ). Dichas penas son clasificadas conforme a su
duración (gravedad), naturaleza y carácter principal o accesorio.
6802 En relación con la gravedad y naturaleza de las penas, sirva el cuadro siguiente para conocer las distintas penas y
su clasificación en función de los criterios señalados (Capítulo I, secciones 2ª, 3ª y 4ª):
Duración NATURALEZA
Privativas de Privativas de otros derechos Multa
libertad
GRAVE • Prisión • Inhabilitación absoluta
permanente • Privación de la patria potestad
revisable. Superior a 5 • Inhabilitaciones especiales.
• Prisión superior años • Suspensión de empleo o cargo público.
a 5 años. • Privación del derecho a residir o acudir en un
determinado lugar.
• Prohibición de aproximarse a la víctima u otros.
• Prohibición de comunicarse con la víctima u
otros.
Superior a 8 • Derecho a conducir vehículos a motor o
años ciclomotores.
• Derecho a la tenencia o porte de armas.
MENOS Prisión de 3 Hasta 5 años • Inhabilitaciones especiales Más de 3 meses.
GRAVE meses hasta 5 • Suspensión de empleo o cargo público. Proporcional
años. • Inhabilitación especial para el ejercicio de (salvo las de
profesión, oficio o comercio que tenga relación personas
con los animales y para la tenencia de animales jurídicas)
(desde 1 año y 1 día)
De 6 meses a 5 • Privación del derecho a residir en determinados
años lugares o acudir a ellos.
• Prohibición de aproximarse a la víctima u otros.
• Prohibición de comunicarse con la víctima u
otros
Desde 1 año y 1 • Privación del derecho a conducir vehículos a
día hasta 8 años motor y ciclomotores
• Privación del derecho a la tenencia y porte de
armas.
Trabajos en beneficio de la comunidad de 31 días a 1 año.
LEVE De 3 meses a 1 • Privación del derecho a conducir vehículos a Hasta 3 meses
año motor y ciclomotores.
• Privación del derecho a la tenencia y porte de
armas.
• Inhabilitación especial para el ejercicio de
profesión, oficio o comercio que tenga relación
con los animales y para la tenencia de animales.
Inferior a 6 • Privación del derecho a residir o acudir en
meses determinados lugares.
• Prohibición de aproximarse a la víctima u otros
(desde 1 mes).
• Prohibición de comunicarse con la víctima u
otros (desde 1 mes).
• Localización permanente de 1 día a 3 meses.
• Trabajos en beneficio de la comunidad de 1 a 30 días.
6835 Introducción
El Código Penal de 1995 reserva el título IV del libro I (CP art.95-108 ) a la regulación de las medidas de seguridad,
si bien, en el Título preliminar, así como en las disposiciones comunes de las penas se llevan a cabo importantes
referencias a las mismas relacionadas con su aplicación.
Para aproximarnos al concepto de medidas de seguridad, reproducimos la definición propuesta por Sanz Morán,
quien establece que las medidas de seguridad constituyen «un mecanismo jurídico-penal de respuesta al delito,
complementario de la pena, aplicado conforme a la ley, por los órganos jurisdiccionales, en atención a la peligrosidad
del sujeto, con finalidad correctora o asegurativa». La idoneidad de esta definición radica en que, por fin, se dan por
resueltas algunas de las polémicas tradicionales que, en la actualidad, han alcanzado un relativo consenso doctrinal.
Siendo esto así, las medidas de seguridad se fundamentan en la peligrosidad del sujeto, frente a las penas cuyo
fundamento radica en su culpabilidad. Comparten con estas, sin embargo, el carácter post-delictual. Y es que,
tradicionalmente se confundían las medidas de seguridad con aquellos otros mecanismos dirigidos a controlar la
peligrosidad, en el mejor de los casos, o el modo de vida que llevaban determinados sujetos, como ocurría con los
denominados «vagos y maleantes» a quienes iban dirigidas la L 4-8-1933 y la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación
social de 1970. No obstante, a partir de la aprobación de la Constitución española de 1978, el Tribunal Constitucional
de forma reiterada ha manifestado que las medidas pre-delictuales vulneraban el principio de legalidad penal
( Const art.25.1 ) al imponerse antes de que se hubiera cometido el hecho delictivo o, conforme a los supuestos
concretos resueltos por el Alto Tribunal, antes de que la jurisdicción penal se hubiera manifestado sobre la comisión
y culpabilidad de los mismos por el sujeto imputado ( TCo 23/1986 ; 21/1987 , o 131/1987 ). Por otro lado, hoy en
día se reconoce la naturaleza jurídico-penal de las medidas de seguridad. Esta característica ha sido justificada por
la doctrina en base al momento en que se impone (después de cometerse un acto delictivo), a su fundamentación
(preventivo especial), y, finalmente, a la observancia de los límites y garantías propios del Derecho penal en la
aplicación de las mismas. Es decir, se deben respetar el principio de legalidad, entendido en sentido amplio, junto con
el principio de proporcionalidad. Finalmente, se les atribuye una finalidad preventivo-especial. Esto último significa
que su objetivo es evitar que el sujeto a quien se impone vuelva a delinquir neutralizando su peligrosidad, lo que se
podrá alcanzar mediante técnicas correctoras (educativas, terapéuticas) o inocuizadoras (asegurativas). La doctrina
Sorprende que en este Capítulo solo se comprendan las distintas medidas de seguridad que pueden aplicarse a los
sujetos en función de que los mismos sean calificados como inimputables o semi-imputables, sin aludir de un modo
explícito a la posibilidad de imponer medidas de seguridad a los sujetos imputables, más allá de la referencia a la
libertad vigilada y su previsión de modo acumulado a una pena.
Para concretar los supuestos en que se produce tal posibilidad, se debe acudir a los tipos concretos en los que se
prevé, a lo largo del Libro II.
6840 Teniendo en cuenta lo anterior, en el cuadro siguiente se recogen las medidas de seguridad previstas para cada uno
de los supuestos:
SUJETO MEDIDA DE SEGURIDAD
No privativa de libertad Privativa de libertad
INIMPUTABLES
Art.20.1 Internamiento para tratamiento
Inhabilitación profesional.
Padecer anomalía o alteración médico o educación especial en un
Expulsión del territorio nacional
psíquica. establecimiento adecuado al tipo de
de extranjeros no residentes
anomalía o alteración psíquica que
legalmente en España.
se aprecie. Libertad vigilada
Art.20.2 Internamiento en centro de Custodia familiar.
En estado de intoxicación plena o deshabituación público, o privado Privación del derecho a conducir
síndrome de abstinencia. debidamente acreditado u vehículos a motor y ciclomotores.
homologado. Privación del derecho a la tenencia
y porte de armas.
Art.20.3 Internamiento en un centro
Sufrir alteraciones en la percepción educativo especial.
desde el nacimiento o desde la
infancia
Eximente incompleta en relación con 20.1, Internamiento, según corresponda.
2y3
Imputable Libertad vigilada
6841 En los supuestos en los que se imponga una medida de seguridad privativa de libertad, o mientras se esté
ejecutando esta, el juez o tribunal podrán imponer razonadamente una o varias de las medidas siguientes, teniendo
en cuenta los informes emitidos por los facultativos y profesionales encargados de asistir al sometido a la medida
de seguridad ( CP art.105 ):
6845 Ya se ha advertido que nuestro ordenamiento contempla la posibilidad de que penas y medidas de seguridad se
apliquen de modo conjunto en determinados supuestos. Siendo esto así, corresponde ahora explicar brevemente
cuándo ocurre y cómo se lleva a cabo dicha aplicación.
El supuesto tradicional en el que pena y medida de seguridad concurren es el de los sujetos semi-imputables, es
decir, en aquellas situaciones en las que se contempla una imputabilidad disminuida al concurrir lo previsto en el CP
art.21.1 con cualquiera de los tres primeros apartados del CP art.20 del mismo cuerpo legal. En estos supuestos, en
virtud del CP art.99 , el juez o tribunal ordenará el cumplimiento de la medida de seguridad, en primer lugar, cuando
se trate de concurrencia de penas y medidas de libertad privativas de libertad, y el tiempo de cumplimiento de aquella
se abonará del de la pena. Además, la pena puede suspenderse o aplicar una medida no privativa de libertad si, una
vez alzada la medida de seguridad, se considera que los efectos conseguidos por ella se ponen en riesgo. Sirva de
ejemplo, entre tantos otros, AP Baleares 11-5-15, EDJ 119328 en la que concurre la eximente incompleta de enfermo
mental del CP art.21.1 en relación con los ap.1 y 3 del CP art.20 .
Distinto es el supuesto en el que la pena y la medida de seguridad se imponen a un sujeto imputable. En puridad,
la única medida de seguridad prevista para imponer a un sujeto imputable será la libertad vigilada. En estos casos, el
juez o tribunal decretará la imposición de la medida con posterioridad a la pena privativa de libertad. Así se aprecia
en la Sentencia condenatoria a un sujeto por un delito continuado de abuso sexual sobre una menor de 13 años, con
prevalimiento de una relación de superioridad, a una pena de 12 años de prisión, e inhabilitación para el derecho de
sufragio pasivo, prohibición de aproximarse a menos de 100 metros respecto de la víctima, su domicilio, colegio o
cualquier otro lugar en el que se encuentre, así como de comunicar con ella por cualquier medio durante 15 años, así
como medida de 6 años de libertad vigilada ( TS 28-5-15, EDJ 105519 ).
5. Consecuencias accesorias
6846 Las consecuencias accesorias se encuentran previstas en el ( CP título VI del libro primero arts.127-129 bis ). Este
título ha sido modificado ampliamente mediante la reforma del CP operada por la LO 1/2015 , de 30 de marzo, lo que
ha supuesto la incorporación de los ( CP arts.127 bis-127 octies ) dedicados a la regulación del comiso.
Se discute cuál es la naturaleza jurídica de las consecuencias accesorias, ya que no pueden calificarse de penas
pero tampoco de medidas de seguridad, a pesar de que son impuestas por jueces y tribunales en el proceso penal.
Se trata de reacciones jurídicas ante delitos:
• en los que se produce una ganancia. Se establece el comiso de la ganancia, aunque en realidad la previsión del
comiso en el ordenamiento jurídico penal español es más amplio, CP arts.127-128 ;
• que sean cometidos «en el seno, con la colaboración, a través o por medio de empresas, organizaciones, grupos o
cualquier otra clase de entidades o agrupaciones de personas que, por carecer de personalidad jurídica, no estén
comprendidas en el CP art.31 bis » ( CP art.129 ). Se realiza una remisión a las penas previstas en el CP art.33.7 para
las personas jurídicas, en sus apartados c) a g) donde se establece consecuencias tales como: la suspensión de las
actividades, la clausura de locales o establecimientos, la prohibición de realizar en un futuro actividades relacionadas
con la comisión del delito, la inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas o la intervención judicial para
salvaguardar los derechos de los trabajadores o de los acreedores;
La primera de las consecuencias accesorias que se contempla en el Título VI es la referida al comiso. Tal y como se
ha indicado, su regulación se ha visto modificada sustancialmente, incorporándose con la LO 1/2015 siete preceptos
dirigidos a ampliar los supuestos en los que puede decretar el comiso de los bienes, efectos, instrumentos o ganancias
derivados de un delito. El comiso no es de aplicación preceptiva ni automática. Debe ser instado por la parte
acusadora y el juez o tribunal puede no decretarlo o decretarlo parcialmente cuando los efectos del delito o los
instrumentos utilizados para realizar el delito «sean de lícito comercio y su valor no guarde proporción con la naturaleza
o gravedad de la infracción penal, o se hayan satisfecho completamente las responsabilidades civiles» ( CP art.128 ).
Siguiendo la clasificación propuesta por Orts Berenguer/González Cussac, se puede distinguir entre:
6848 Comiso ordinario
(CP art.127)
En el texto original del CP 1995 se preveía únicamente el comiso de los efectos, bienes, medios o instrumentos con
los que se haya preparado o ejecutado un delito, así como de las ganancias que de él provengan, con independencia
de las transformaciones que hayan podido producirse. Se observaba, sin embargo, una excepción, cuando estos
bienes hubieran sido adquiridos por un tercero de buena fe.
Con la reforma del CP operada a través de la LO 15/2003 , de 25 de noviembre, se amplió su regulación permitiendo
el comiso de bienes que tuvieran un valor equivalente a los efectos, bienes, medios o instrumentos con los que se
haya preparado o ejecutado un delito, así como las ganancias derivadas de él, si es que no fuera posible su comiso.
Además, se contempla la posibilidad de acordar el comiso en los supuestos en los que la persona que ha llevado a
cabo el delito se calificase exenta de responsabilidad penal o en aquellos casos en los que se hubiera extinguido la
responsabilidad criminal. Finalmente, con la reforma del 2003 se estableció que el destino de los bienes decomisados,
si son de comercio lícito, será la venta para satisfacer con ella la responsabilidad civil del penado, o, si no pertenecen
al comercio lícito, se les dará el destino que se tenga previsto y, si no hay nada determinado, se inutilizarán.
Esta consecuencia accesoria se vio nuevamente modificada con la LO 5/2010 , de 22 de junio. Tras la aprobación de
esta reforma, en el CP art.127 se presume que proviene de la actividad delictiva el patrimonio de todas y cada una
de las personas condenadas por delitos cometidos en el seno de la organización o grupo criminal o terrorista o por
un delito de terrorismo cuyo valor sea desproporcionado con respecto a los ingresos obtenidos legalmente por cada
una de dichas personas, y por lo tanto debe decomisarse. Además, por primera vez, se contempla la posibilidad de
aplicar el comiso en los delitos imprudentes que tengan prevista una pena privativa de libertad superior a un año.
En la actualidad, el CP art.127 se encuentra redactado conforme a la reforma de la LO1/2015, la cual ha incorporado
siete artículos más referidos a la materia, propiciando la simplificación del CP art.127 . En él, se contempla el comiso
para los delitos dolosos y, de manera potestativa, para los imprudentes en los que se prevea la imposición de una
pena privativa de libertad superior a un año. Junto a esto, se mantiene la previsión referida a los supuestos en los que
no fuera posible el decomiso, contemplando la posibilidad de acordar el decomiso de otros bienes por una cantidad
que corresponda al valor económico y al de las ganancias que se hubieran obtenido de ellos.
6849 Decomiso ampliado
(CP art.127 bis)
Teniendo en cuenta la regulación del comiso ordinario, se establece una presunción que amplía los supuestos en
los que se puede aplicar la consecuencia accesoria y los bienes a decomisar CP art.127 bis . En este sentido, se
presume, a partir de «indicios objetivos fundados», que los bienes o efectos provienen de una actividad delictiva, si
no se puede acreditar su origen lícito, para un extenso catálogo de delitos sustancialmente más amplio que el de
la reforma del año 2010.
De este modo, se aplica esta presunción a: delitos de trata de seres humanos; delitos relativos a la prostitución y
a la explotación sexual y corrupción de menores y delitos de abusos y agresiones sexuales a menores de dieciséis
años; delitos informáticos de los apartados 2 y 3 del CP art.197 y 264 ; delitos contra el patrimonio y contra el orden
socioeconómico en los supuestos de continuidad delictiva y reincidencia; delitos relativos a las insolvencias punibles;
delitos contra la propiedad intelectual o industrial; delitos de corrupción en los negocios; delitos de receptación del
apartado 2 del CP art.298 ; delitos de blanqueo de capitales; delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social;
delitos contra los derechos de los trabajadores de los CP arts.311 a 313 ; delitos contra los derechos de los ciudadanos
extranjeros; delitos contra la salud pública de los CP art.368 a 373 ; delitos de falsificación de moneda; delitos de
Se contempla la posibilidad de acordar el decomiso aunque no exista sentencia condenatoria, siempre y cuando se
haya acreditado la ilicitud de la situación patrimonial en un proceso contradictorio y concurra alguna de las siguientes
situaciones: ( CP art.127 ter )
• el sujeto haya fallecido o sufra una enfermedad crónica que impida su enjuiciamiento y exista el riesgo de que
puedan prescribir los hechos;
• el sujeto se encuentre en rebeldía;
• al sujeto no se le imponga pena por estar exento de responsabilidad criminal o por haberse extinguido.
6849.2Decomiso de bienes de terceros
(CP art.127 quater)
Existe la posibilidad de decomisar los efectos, bienes y ganancias procedentes de la realización de un delito que
hayan sido transferidos a un tercero, siempre y cuando concurra alguna de las circunstancias siguientes: ( CP
art.127 quater )
• que el tercero haya adquirido los efectos y ganancias con conocimiento de que proceden de una actividad ilícita o
cuando una persona diligente hubiera tenido motivos para sospechar de ello;
• que el tercero haya adquirido otros bienes con conocimiento de que así dificultaba su decomiso o cuando una
persona diligente hubiera tenido motivos para sospechar de esa dificultad.
En ambos escenarios se presume iuris tantum el conocimiento o la obligación de haber sospechado, cuando la
transferencia se ha producido a título gratuito o por un precio inferior al real del mercado.
6849.3Decomiso por actividad delictiva continuada
(CP art.127 quinquies y 127 sexies)
En los CP arts.127 quinquies y sexies se regula otro decomiso ampliado, referido a la actividad previa del
condenado, siempre y cuando el beneficio de la actividad delictiva haya superado los 6.000 euros y concurran las
siguientes condiciones:
• El sujeto haya sido condenado por alguno de los delitos previstos en el CP art.127 bis.1 .
• El delito se haya cometido en el contexto de una actividad delictiva previa continuada. En el precepto se establece
que se entenderá que el delito se ha cometido en el contexto de una actividad delictiva continuada siempre que:
- el sujeto sea condenado o haya sido condenado en el mismo procedimiento por tres o más delitos de los que se
haya derivado la obtención de un beneficio económico directo o indirecto;
- o por un delito continuado que incluya, al menos, tres infracciones penales de las que haya derivado un beneficio
económico directo o indirecto;
- o en el período de seis años anterior al momento en que se inició el procedimiento en el que ha sido condenado
por alguno de los delitos a que se refiere el CP art.127 bis , hubiera sido condenado por dos o más delitos de los
que hubiera derivado la obtención de un beneficio económico, o por un delito continuado que incluya, al menos, dos
infracciones penales de las que ha derivado la obtención de un beneficio económico.
• Que existan indicios fundados de que una parte del patrimonio del penado procede de una actividad delictiva
previa. En este sentido, a modo de guía se determina que son indicios relevantes: la desproporción entre el valor
Remisión al estudio realizado en este mismo texto por Gómez Tomillo en F. Responsabilidad penal de las personas
jurídicas. Penas y criterios de determinación. Responsabilidad civil.
6849.5Toma de muestras biológicas e inscripción en la basa de datos policial
(CP art.129 bis)
Esta prueba consiste en la realización de análisis para la obtención de identificadores de ADN. Con la LO 1/2015
se incorpora al título VI, donde se contempla la posibilidad de que el juez o tribunal decrete la recogida de muestras
biológicas, el análisis pertinente para obtener los indicadores de ADN e inscribirlos en la base de datos policial ante
delitos graves contra la vida, la integridad de las personas, la libertad, la libertad o indentidad sexual, de terrorismo,
o cualquier otro delito grave que conlleve un riesgo grave para la vida, la salud o la integridad física de las personas.
Para ello debe valorarse el peligro de reiteración delictiva, conforme a las circunstancias del hecho, los antecedentes,
la valoración de su personalidad, o cualquier otra información de la que se disponga.( CP art.129 bis )
D. Responsabilidad penal y responsabilidad civil derivada de delitos y faltas
6852 Con la imposición de una pena o de una medida de seguridad no se agotan las posibles reacciones estatales ante la
verificación de un hecho descrito como delito. Cabe, asimismo, la exigencia de responsabilidad civil. Se suele indicar
6855 «Las obligaciones civiles que nazcan de los delitos o faltas se regirán por las disposiciones del Código Penal» ( CC
art.1092 ). La inclusión de normas reguladoras de la responsabilidad civil derivada de delito en el Código Penal (título
V, libro I CP) se ha venido explicando sobre la base de la inercia que representa la tradición jurídica de nuestro país
en el que la codificación penal fue anterior a la civil. Pese a tal ubicación, la doctrina especializada y la jurisprudencia,
tanto de una como de otra disciplina, de forma mayoritaria, ha venido sosteniendo su naturaleza eminentemente
iusprivatista ( TS 16-12-05, EDJ 237406 , FJ 4º). Lejos de ser una cuestión estrictamente teórica, de ahí se desprenden
numerosas consecuencias prácticas.
a) Estamos ante normas que poseen el carácter de ley ordinaria ( LO 10/1995 disp.final 6ª ).
b) No le afecta la irretroactividad característica de las normas sancionadoras.
c) Cabe el recurso a la analogía, prohibida en general en normas de carácter sancionador.
d) Se puede renunciar al ejercicio de la acción civil, lo que no ocurre generalmente en la acción penal. Al respecto,
debe considerarse, entre otras normas, el LECr art.100 que regula la posibilidad de acumular ambas acciones o de
reservarse la acción civil para su posterior ejercicio en ante la jurisdicción civil. El Ministerio Fiscal, si no se indica
lo contrario, ejercita ambas, si bien el tribunal de oficio puede reservar el ejercicio de la acción civil ( TCo 28/1995,
FJ 4º , en un caso en que no se había oído a uno de los responsables civiles). En los casos de conformidad con la
pena, pero disconformidad con respecto a la responsabilidad civil, el proceso debe continuar, exclusivamente ceñido
a esta última ( TS 22-6-15, EDJ 129547 , FJ 2º).
e) Cabe responsabilidad objetiva, esto es, en ausencia de dolo o culpa, lo que se encuentra proscrito en el Derecho
penal en virtud de los CP art.5 y 10 (y dimana de la propia Constitución).
f) Los plazos de prescripción se regulan en el CC art.1964 o 1968 ( TS 11-9-07, EDJ 213159 , FJ 60ª) lo que ha
generado la crítica de algún autor.
3. Requisitos de la responsabilidad civil derivada de delito
6860 La exigencia de responsabilidad civil derivada del delito está subordinada a que se cumplan una serie de requisitos:
a) Se requiere una acción antijurídica, aun cuando no sea culpable ( CC art.1089 ; CP art.118 y 119 ).
b) Es necesaria la causación de un daño. En general se sostiene que existe una identidad entre las
expresiones «daño» y «perjuicio», conforme a la doctrina civilista y el propio Código Civil que las usa conjunta e
indiferenciadamente, de forma que la habitual distinción entre ambas sería una mero recurso estilístico sin repercusión
práctica. No obstante, en ocasiones, se entiende que el daño se inflige a las cosas y el perjuicio a las personas.
Desde otra perspectiva, también se ha dicho que el daño mira al pasado -daño emergente- y el perjuicio al futuro -
lucro cesante- (sobre todas estas cuestiones, vid. Alastuey Dobón).
c) Se precisa acreditar un nexo de causalidad entre la conducta desplegada por el responsable penal y el daño
causado (el cual es muy matizable, especialmente en el caso de delitos de omisión).
6865 La responsabilidad civil comprende: la restitución, la reparación del daño y la indemnización del perjuicio material
y moral.
6866 Restitución
La restitución resulta el concepto menos complejo. Consiste en la devolución del bien que, normalmente, ha sido el
objeto material del comportamiento antijurídico. Procede, sobre todo, en los delitos patrimoniales, p.e. en el hurto. Si
no se puede restituir o resulta complejísimo se debe recurrir a la indemnización. Cabe una hipótesis mixta, como es
aquella a la que alude el CP art.111.1 cuando establece que «Deberá restituirse, siempre que sea posible, el mismo
bien, con abono de los deterioros y menoscabos que el juez o tribunal determinen».
El bien debe ser restituido aunque se halle en poder de un tercero que lo haya adquirido de buena fe ( CP art.111.2º ).
Al respecto, el CC art.464 , dispone que «La posesión de bienes muebles adquirida de buena fe equivale al título».
Sin embargo, a continuación establece que «El que hubiese perdido una cosa mueble o hubiese sido privado de
ella de ilegalmente podrá reivindicarla de quien la posea». Evidentemente, en estos casos, el tercero de buena fe
poseedor del bien podrá repetir contra quien corresponda, normalmente contra la persona de la que recibió el bien.
No obstante, debe considerarse lo dispuesto en el CP art.111.2 : «Esta disposición no es aplicable cuando el tercero
haya adquirido el bien en la forma y con los requisitos establecidos en las Leyes para hacerlo irreivindicable». Para
ello, a su vez, debe acudirse al CC art.1.764, 1.955 y 1.956 y CCo art.85, 86, 324 y 545.
6867 Reparación del daño
La reparación de daño se ha definido como una prestación personal tendente a paliar los menoscabos ocurridos en
una cosa (Gimeno Sendra). El Código Penal establece cuáles son las posibles modalidades de reparación: «podrá
consistir en obligaciones de dar, de hacer o de no hacer» ( CP art.112 , coincidiendo con el CC art.1088 ). La
obligación de dar puede consistir, por ejemplo, en la entrega de una cosa, cuando no se trate del objeto material del
delito, incluido dinero, como el pago de lo adeudado en el delito de impago de prestaciones civiles establecidas en
resolución judicial ( CP art.227.3 ); o el precio del objeto material del delito del que se vio privado el agraviado u otra
cosa sustitutoria de la sustraída, de igual valor. La obligación de hacer puede consistir en p.e. la publicación de la
sentencia condenatoria en los delitos de injuria y calumnia ( CP art.216 ); en la reconstrucción o restauración de la
obra, en el caso de un delito de daños o de un delito contra el patrimonio histórico ( CP art.321 ). La determinación
de la obligación de no hacer como actividad reparadora en el marco de la responsabilidad civil resulta de difícil
concreción (Alastuey Dobón).
En relación con las tres modalidades de reparación, el CP art.112 dispone que son los jueces y tribunales los que
establecen una u otra modalidad de reparación; para ello deben atender a la naturaleza del daño, a las condiciones
personales y patrimoniales del «culpable», determinando si han de ser cumplidas por él mismo o pueden ser
ejecutadas a su costa.
6868 Indemnización del perjuicio tanto material como moral
Indemnizar implica pagar una cantidad de dinero suficiente para compensar los menoscabos causados. Desde el
punto de vista de los daños materiales, implican una disminución efectiva en el patrimonio de la víctima evaluable en
dinero. Al respecto, debe considerarse el efectivo daño o perjuicio causado; se atiende, por ejemplo, a los días en
que se dejó de trabajar, estancia en hospital, cirugía plástica; en caso de homicidio, los gastos de sepelio y entierro;
etc. Dentro de los perjuicios materiales hay que considerar el lucro cesante.
Desde el punto de vista de los daños morales, éstos resultan de difícil conceptuación. Se incluyen entre ellos p.e. el
sufrimiento en los familiares como consecuencia de la muerte del padre, marido, etc. Puede ser ilustrativa la sentencia
del Tribunal Supremo que afirma que «por su propia naturaleza no pueden ser determinados de forma precisa ( TS
28-1-14, EDJ 5297 ) y aquella que afirma que solo puede calcularse en un juicio global basado en el sentimiento
social de reparación del daño producido atendiendo a la naturaleza del daño, su gravedad y teniendo en cuenta la
realidad socio-económica del momento e incluso las posibilidades económicas del obligado» ( TS 18-10-10, EDJ
246602 ) (v., asimismo, la Resolución 75/7 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, art.11, el cual incluye
Precisiones
1) En las hipótesis en las que no exista posibilidad de reclamar en el marco de un procedimiento penal se puede
acudir a la vía jurisdiccional contencioso administrativa ( LRJSP art.32 s. ). Si se da la circunstancia de la existencia de
una reclamación en vía administrativa de responsabilidad patrimonial a la Administración, se plantea la posibilidad de
6885 El CP art.122 contiene una regla relativa a la llamada impropiamente «receptación civil», o participación a título
lucrativo.
La jurisprudencia viene exigiendo, de forma más o menos uniforme, tres requisitos para su aplicación:
1º) Que alguien se aproveche del delito o falta.
2º) Que la persona obligada a restituir o resarcir no haya sido condenada como autora o cómplice de la infracción
penal, correspondiente.
3º) Que tal participación a los efectos de aprovechamiento civil ha de tener como causa un título lucrativo no oneroso
(así, puede verse, entre otras, TS 8-4-14, EDJ 110202, FJ 16ª ; 15-7-11, EDJ 166747, FJ 15ª ; 8-4-09, EDJ 56124,
FJ 5ª ; 11-2-09, EDJ 16840, FJ 7ª ).
En palabras de la más concisa sentencia «de acuerdo con el CP art.122 , supone una situación que se integra
por dos elementos: uno positivo y otro negativo. Como elemento positivo supone que la persona concernida se
ha aprovechado de los efectos del delito o falta... Como elemento negativo, se exige que la persona no haya sido
condenada como partícipe de la infracción correspondiente pues caso contrario sería responsable penalmente de
acuerdo con el CP art.116 » ( TS 20-11-14, EDJ 209381, FJ 5ª ).
Su fundamento, pues, no es común con la responsabilidad civil ex delicto, sino que implica una responsabilidad civil
derivada de la nulidad de los contratos con causa ilícita; en definitiva, se trata de impedir un enriquecimiento ilícito.
6886 La responsabilidad derivada del CP art.122 presenta una serie de características: se trata de una responsabilidad
solidaria y no acumulativa, subsidiaria y limitada.
En cuanto a las dos primeras ideas, afirma la sentencia TS 13-3-14, EDJ 42841, FJ 4ª que «no es que el tercero
responsable civil tenga que pagar una cantidad adicional a sumar a la correspondiente al responsable penal principal.
Sencillamente responde solidariamente y de manera conjunta con el responsable penal del importe de su beneficio».
Asimismo, es una responsabilidad subsidiaria. Al respecto, conviene la cita de la sentencia TS 17-4-13, EDJ 67866,
FJ 5ª conforme a la cual «El CP art.122 , solo se aplicará cuando no resulte exigible la responsabilidad civil subsidiaria
impuesta a las empresas y sociedades por los delitos cometidos por sus representantes, empleados o dependientes
( CP art.120 y 121 ) ( TS 14-3-03, EDJ 4267 )». Estaríamos, pues, ante una especie de subsidiariedad de segundo
grado.
6887 Por último, y en lo que a los límites concierne, al menos es posible señalar dos, uno de carácter material y otro
procesal.
A) En cuanto al primero, como es obvio, la responsabilidad derivada del CP art.122 tiene un límite constante: no
puede ir más allá del beneficio obtenido por el partícipe lucrativo. Al respecto, quizá sea indicativo poner de manifiesto
que la jurisprudencia sostiene que el ingreso de dinero por parte del responsable penal en las cuentas del partícipe
lucrativo no determina sin más la presencia de la figura, toda vez que no es imposible «que el paso del dinero en las
cuentas tuviera una simple finalidad nominal o transitoria, al objeto de dificultar el descubrimiento del fraude» ( TS
2-6-09, EDJ 134675, FJ 5ª con cita de las sentencias 24-9-04, EDJ 126776 , y 9-5-07, EDJ 32804 ; 24-9-04 y 9-5-07).
No obstante, incluye los intereses ( TS 11-3-09, EDJ 16552 ).
B) Desde la perspectiva procesal, por un lado, debe considerarse el LECr art.614 conforme al cual cuando en la
instrucción del sumario aparezca indicada la existencia de la responsabilidad civil de un tercero con arreglo a los
artículos respectivos del Código Penal, o por haber participado alguno por título lucrativo de los efectos del delito, «el
6895 El Derecho penal juvenil se identifica con un sector del ordenamiento jurídico-penal dirigido solo a los menores de
edad. En concreto a aquellos a los que se reconoce responsabilidad penal. En el caso de España, se ocupa de regular
la responsabilidad penal de los menores de 18 años pero mayores de 14 años. Su principal característica consiste
en que comparte los mismos presupuestos que el Derecho Penal, es decir, los tipos penales se mantienen, pero las
consecuencias jurídicas difieren ya que no se prevé el establecimiento de sanciones penales como respuesta ante
un ilícito penal.
En la actualidad, lo encontramos previsto en la LO 5/2000 , reguladora de la responsabilidad penal de los menores
(en adelante, LORRPM), con la que se deroga definitivamente el texto refundido de la Ley de Tribunales Tutelares
de Menores (D 11-6-1948). Como no puede ser de otra manera, esta norma ya había sido ampliamente reformada,
especialmente, mediante la LO 4/1992 , y, previamente, la LOPJ había creado los Juzgados de Menores, si bien se
antojaba necesaria una nueva norma que se correspondiese con el período constitucional. De este modo, la LORRPM
se rige por lo previsto en los Const art.12 y CC art.315 , en los que se sitúa la mayoría de edad a los 18 años, al
tiempo que da cumplimiento al mandato del CP art.19 , de aprobar una regulación expresa de la responsabilidad
penal de los menores de dicha edad.
De la propia Exposición de Motivos se pueden extraer cuáles son los principios generales inspiradores de la
ley: «naturaleza formalmente penal pero materialmente sancionadora-educativa del procedimiento y de las medidas
aplicables a los infractores menores de edad, reconocimiento expreso de todas las garantías que se derivan del
respeto de los derechos constitucionales y de las especiales exigencias del interés del menor, diferenciación de
diversos tramos a efectos procesales y sancionadores en la categoría de infractores menores de edad, flexibilidad
en la adopción y ejecución de las medidas aconsejadas por las circunstancias del caso concreto, competencia de
las entidades autonómicas relacionadas con la reforma y protección de menores para la ejecución de las medidas
impuestas en la sentencia y control judicial de esta ejecución.».
6896 De este modo, la LORRPM se caracteriza por su especial naturaleza y por el reconocimiento del interés superior
del menor:
A. Naturaleza formalmente penal pero materialmente sancionadora-educativa. La naturaleza de la ley es
evidentemente penal ya que prevé un sistema de exigencia de responsabilidad jurídica a los menores infractores, no
obstante se establece una intervención adecuada a los sujetos sobre los que se aplica, sujetos todavía en fase de
formación, lo que requiere que se profundice en el componente educativo.
Precisiones
Señalado lo anterior, y antes de comenzar el análisis de la regulación de la ley, se antoja necesario advertir que la
LORRPM, desde su aprobación no ha estado exenta de críticas. En este contexto, se llevó a cabo una importante
reforma en el año 2006, a través de la LO 8/2006 , con la que se modificaron prácticamente la mitad de los preceptos
de la LORRPM, dirigidos hacia un mayor endurecimiento de las respuestas previstas. A pesar de esto, la exposición
de motivos de la ley señalará que se mantiene el principio del superior interés del menor ya que «es perfectamente
compatible con el objetivo de pretender una mayor proporcionalidad entre la respuesta sancionadora y la gravedad
del hecho cometido pues el sistema sigue dejando en manos del juez, en último caso, la valoración y ponderación de
ambos principios de modo flexible y a favor de la óptima individualización de la respuesta».
2. Ámbito de aplicación
(LORRPM art.1.1; CP art.19)
7010 El procedimiento jurídico que se sigue para determinar la responsabilidad penal del menor de edad, mayor de 14 años,
se encuentra previsto también dentro de la LORRPM. En concreto, se dedican a esta tarea los Títulos III-VII, donde se
regula todo lo referido a la instrucción, la audiencia, la sentencia, los posibles recursos y la ejecución de las medidas.
El proceso se inicia de oficio, como consecuencia de una denuncia o mediante un atestado policial, o a instancia de
parte, con la presentación de una querella. Esta última opción, se incorporó a la ley mediante la LO 25-11-2003, con
la que se abrió camino a la acusación particular en el procedimiento, incluso para instar la imposición de una medida
sancionadora-educativa respecto del menor acusado de una infracción penal. Así, tienen derecho a personarse y ser
parte en el procedimiento y a ser informados de todas las resoluciones que puedan afectar a sus intereses.
Una vez que se constata la realización de unos hechos susceptibles de ser delictivos, será el Ministerio Fiscal el
encargado de admitir a trámite la denuncia o querella, o de archivar la causa, si comprende que los hechos no son
constitutivos de delito o si estuviera ante el caso de no existir un autor conocido. En el supuesto de que admita a
trámite la denuncia o querella, llevará a cabo entonces la instrucción del caso, si bien su función no se limitará a
encarnar la mera acusación pública sino que deberá velar también por el interés del menor, es decir, por su educación
o reeducación.
7011 Durante esta fase de instrucción, el Ministerio Fiscal puede desistir o, incluso, no llegar a iniciar el proceso en virtud
del principio de oportunidad, siempre y cuando concurra alguna de las circunstancias siguientes (LORRPM art.18
y 19):
La ley prevé el cumplimiento simultáneo de las medidas, pero hay ocasiones en las que esto se antoja imposible. Para
estos casos, la LORRPM contempla una serie de reglas que deben seguirse a la hora de configurar un cumplimiento
sucesivo, y que rigen también para los supuestos en los que se imponen medidas en distintas resoluciones judiciales.
En estos casos, si las medidas son de la misma naturaleza el juez competente para la ejecución, previa audiencia
del letrado del menor, refundirá dichas medidas en una sola, sumando su duración, hasta alcanzar un límite máximo
del doble de la más grave de las refundidas.
Las reglas de prelación de las medidas son:
- la medida de internamiento terapéutico se ejecutará con preferencia a cualquier otra;
- la medida de internamiento en régimen cerrado se ejecutará con preferencia al resto de las medidas de internamiento;
- la medida de internamiento se cumplirá antes que las no privativas de libertad, y en su caso interrumpirá la ejecución
de estas;
- las medidas de libertad vigilada contempladas para los supuestos de delitos graves, menos graves pero ejecutados
con violencia o intimidación o generando un riesgo grave para la vida o la integridad física de las personas, o
para hechos delictivos llevados a cabo en grupo o por un menor que pertenece o actúa al servicio de una banda,
organización o asociación.
No obstante lo anterior, en virtud del interés del menor, se podrá alterar este orden motivadamente.
7019 Se plantea un problema en los supuestos en que el sujeto está cumpliendo una o varias medidas, ha alcanzado
la mayoría de edad y comente un delito por el que se le impone una pena o una medida de seguridad. En estos
supuestos, la LORRPM prevé la ejecución simultánea, siempre y cuando sea posible. Para aquellas situaciones en
las que no es viable dicha ejecución, se cumplirá la sanción penal, quedando sin efecto la medida o medidas impuestas
dentro del régimen de responsabilidad penal del menor, salvo que la medida en curso sea de internamiento y la pena
La LORRPM somete el cumplimiento de las medidas a un doble control: administrativo y judicial. De este modo, el juez
sentenciador será el encargado de controlar la ejecución de las medidas establecidas, mientras que de la ejecución
material se ocuparán los medios proporcionados al respecto por las CCAA y las ciudades de Ceuta y Melilla, las
cuales podrán establecer acuerdos y convenios de colaboración con otras entidades públicas o privadas sin ánimo
de lucro, bajo su directa supervisión.
Para dar inicio a la ejecución de la medida es necesario en primer lugar que el juez de menores apruebe un
Programa de Ejecución de la medida impuesta. En este se identifica al menor, se establece la medida a imponer, los
objetivos que se pretenden alcanzar durante la ejecución, los horarios y actividades a desarrollar, el tipo de inserción,
metodología utilizada, recursos y evaluación. Posteriormente, el secretario del juzgado de menores competente, será
quien proceda a la liquidación de dicha medida, teniendo en cuenta el tiempo cumplido por las eventuales medidas
cautelares, para lo que abrirá un expediente de ejecución donde hará constar las incidencias que se puedan producir
en el transcurso de la ejecución.
De todo esto, junto con testimonios e informes técnicos que el juez considere oportuno, se dará traslado a la entidad
pública de protección o reforma de menores competente para el cumplimiento de las medidas, designada en
Sentencia firme. Esta entidad abrirá un expediente personal único para el menor, donde se recogerán los informes
relativos a él, las resoluciones judiciales que le afecten y demás documentación que se genere durante la ejecución, y,
además, designará a un profesional quien deberá encargarse del seguimiento de la medida y, en su caso, de designar
un centro de internamiento (LORRPM art.46 y 48).
Una vez que da comienzo la ejecución de la medida, conforme a lo previsto en la LORRPM, la entidad pública remitirá
al juez de menores y al Ministerio Fiscal informes periódicos sobre la ejecución de dicha medida y las eventuales
incidencias que se hubieran podido producir, elaborándose un informe final en el que se dará cuenta de la situación
en la que se encuentra el menor después de la ejecución de la medida (LORRPM art.49).
7021 Siendo lo anterior aspectos comunes de la ejecución de toda medida, la LORRPM prevé algunas particularidades a
tener en cuenta en relación con la ejecución de las medidas privativas de libertad, en el capítulo III del título VII. En
puridad, en este capítulo, lo que se hace es establecer las condiciones y características de los centros donde se
desarrollará la medida de internamiento (LORRPM art.54), recordar el principio que debe regir y respetarse siempre
en la ejecución de esta y todas las medidas, que no es otro que el de resocialización (LORRPM art.55), así como
declarar los derechos y deberes de los menores internados (LORRPM art.56 y 57) y el régimen disciplinario al que
quedan sometidos por encontrarse, precisamente, en un centro de menores (LORRPM art.58 a 60).
De este modo, en cuanto a los centros de cumplimiento de la medida privativa de libertad se establece la prohibición
de que coincidan con centros penitenciarios, destinados a adultos que han llevado a cabo un acto delictivo y a los que
se aplica lo previsto en el Código Penal. Si lo que se pretende es la resocialización del menor, es preciso mantenerlo
en un entorno que se asemeje lo máximo posible a la vida en libertad. Es por ello que el funcionamiento interno se
rige por una normativa propia que permita la convivencia ordenada, la ejecución de los diferentes programas y la
custodia de los menores internados, pero también compatible con el desarrollo de vínculos sociales, el contacto con
familiares y allegados, y la colaboración y participación de entidad públicas y privadas que favorezcan la integración
social. Con esta finalidad resocializadora, también se dividen los centros en módulos adecuados a la edad, madurez,
necesidades y habilidades sociales de los menores.
7022 Dentro de los centros de cumplimiento de las medidas privativas de libertad, a los menores se les reconocen una serie
de derechos, derivados todos de un derecho fundamental básico, que no es otro que el derecho a que se respete
su propia personalidad, su libertad ideológica y religiosa y los derechos e intereses legítimos no afectados por el
contenido de la condena. De este modo, se reconoce los siguientes derechos:
- a que la entidad pública de la que depende el centro vele por su vida, su integridad física y su salud. Esto implica
que, en ningún caso, el menor interno podrá ser sometido a tratos degradantes o a malos tratos de palabra o de obra,
ni ser objeto de un rigor arbitrario o innecesario en la aplicación de las normas;
- del menor de edad civil a recibir una educación y formación integral en todos los ámbitos y a la protección específica
que por su condición le dispensan las leyes;
- a que se preserve su dignidad y su intimidad. Este derecho conlleva que la información sobre su condición de
internado sea estrictamente reservada frente a terceros;
- al ejercicio de los derechos civiles, políticos, sociales, religiosos, económicos y culturales que les
correspondan, siempre y cuando no sean incompatibles con el objeto de la detención o el cumplimiento de la condena;
7026 Nos remitimos a lo indicado en el tema de la responsabilidad civil derivada del delito (nº 6850 ).
6. Mediación
7027 Dentro de la LORRPM se prevé la mediación, como mecanismo extrajudicial de resolución de conflictos aunque
integrado dentro del procedimiento judicial. En concreto, se regula:
a) La conciliación. Supone que el menor reconoce el daño causado y se disculpa ante la víctima, siendo aceptado
por esta.
b) La reparación del daño. Alude al compromiso asumido por el menor con la víctima o perjudicado de realizar
determinadas acciones en beneficio de ellos o de la comunidad, seguido de su realización efectiva.
Ambas se configuran como soluciones privadas del conflicto social y no como sanciones penales, considerando
que las partes están en disposición de solucionar de manera adecuada el conflicto sin necesidad de que concurran
dichas sanciones. Estas soluciones se llevarán a cabo a través de la mediación efectuada por el equipo técnico quien,
precisamente, se ocupará de informar al Ministerio Fiscal sobre los compromisos alcanzados y, en su caso, el grado
de cumplimiento. Se pueden llevar a cabo en dos momentos diferentes: antes de dictar sentencia, en concreto,
durante la fase de instrucción (LORRPM art.19) o una vez dictada Sentencia, pudiendo estar en ejecución la medida
(LORRPM art.51.3).
a) Si se llega a la conciliación o al compromiso de reparación del daño durante la fase de instrucción, entonces, el
Ministerio Fiscal podrá proceder a solicitar al juez de menores el sobreseimiento en la continuación del expediente.
Para ello, los hechos deberán ser constitutivos de un delito menos grave o leve (la LORRPM dice falta) y valorará la
gravedad de los hechos, prestando especial atención al uso de violencia o intimidación graves en su comisión, así
como las circunstancias personales del menor. En el supuesto en que el menor no cumpliera con la reparación, el
Ministerio Fiscal continuará con el expediente.
b) Por su parte, cuando la conciliación entre el menor y la víctima se produzca después de haberse dictado sentencia,
tal y como hemos advertido en el epígrafe anterior, el juez de menores competente deberá tener en cuenta el tiempo
de duración de la medida que se haya cumplido y valorar si con este se expresa suficientemente el reproche que
merecen los hechos cometidos por el menor.
7030 En España, la responsabilidad penal se introdujo por medio de la LO 5/2010 . Pese al escaso periodo de tiempo de
vigencia del sistema y su reducida aplicación, la LO 1/2015 reformó todo el sistema. Seguimos con ello la tendencia
mayoritaria en el derecho comparado y particularmente el modelo de los países anglosajones. Se ha superado, pues,
definitivamente, el viejo aforismo Societas delinquere non potest o Universitas delinquere nequit.
La regulación se encuentra alojada, esencialmente, en los CP art.31 bis.a, 31 quinquies, 33.7 y 129 .
2. Sujetos a los que alcanza
Precisiones
La sanción a la persona física, no excluye la de la persona jurídica ni a la inversa. Cada una de ellas, pues, responde
por su propio injusto y culpabilidad. No obstante, en el caso en el que se sancione conjuntamente a ambos, en CP
art.31 ter.1 dispone que: «Cuando como consecuencia de los mismos hechos se impusiere a ambas la pena de multa,
los jueces o tribunales modularán las respectivas cuantías, de modo que la suma resultante no sea desproporcionada
en relación con la gravedad de aquéllos».
En definitiva, se podrá disminuir la multa a ambos, incluso por debajo del marco legal, sin que se haya establecido
ningún criterio para concretar hasta dónde pueden llegar jueces y magistrados, los cuales gozan en este punto de
una discrecionalidad excesiva. Se trata de una cláusula que, probablemente, tenga más fundamento en los casos
de pequeñas empresas, empresas familiares, pero difícilmente en las de gran tamaño. No obstante, la norma parece
haberse concebido en términos imperativos y no meramente potestativos.
3. Delitos imputables a las personas jurídicas
7034 Una segunda cuestión relevante que se plantea es la relativa a los delitos afectados por el nuevo sistema. Desde
un punto de vista comparado, lo más habitual es que los ordenamientos jurídicos recurran a un sistema de crimina
societatis, conforme al cual a las organizaciones tan solo se les pueden imputar determinadas figuras de delitos,
aquellos que expresamente así lo prevean. Con otras palabras, no todo delito susceptible de ser cometido por las
personas físicas puede imputarse a una persona jurídica. Eso es lo que ocurre en España, donde las figuras delictivas
por las que pueden hacerse responsables a las personas jurídicas son muy numerosas, pero en todo caso se trata de
un numerus clausus que no permite la sanción penal a la persona jurídica, por ejemplo, por homicidio o lesiones.
La ley permite la sanción a las personas jurídicas en 18 grupos de delitos, lo cuales han sido ampliados después de
la reforma de 2015. Concretamente, la ley se refiere a la favorecimiento, facilitación o publicidad del tráfico ilegal de
órganos ( CP art.156 bis ), trata de seres humanos ( CP art.177 bis.7º ), delitos relativos a la prostitución ( CP art.189
bis ), delitos de descubrimiento y revelación de secretos ( CP art.197 quinquies ), estafa ( CP art.251 bis ), insolvencias
punibles ( CP art.258 ter ), daños informáticos ( CP art.264 ter ), propiedad intelectual, industrial y contra el mercado
y los consumidores ( CP art.288 ), blanqueo de capitales ( CP art.302.2 ), delitos contra la Hacienda Pública y la
Seguridad Social ( CP art.310 bis ), delitos relativos a la ordenación del territorio, el urbanismo y el medio ambiente
(CP art.328), delitos relativos a la energía nuclear y radiaciones ionizantes ( CP art.343 ), tráfico drogas ( CP art.366 ),
falsificación de tarjetas de crédito, débito o cheques de viaje ( CP art.399 bis ), el delito de cohecho ( CP art.427 bis ),
tráfico de influencias ( CP art.430 ), corrupción de funcionarios extranjeros (CP art.445), criminalidad organizada ( CP
art.570 quater ) y financiación del terrorismo (CP art.576 bis), el delito de contrabando ( LO 6/2011 art.2.6 ).
En la reforma del Código Penal operada por la LO 1/2015 se añadieron el delito de financiación ilegal de partidos
políticos ( CP art.304 bis ), los delitos contra los derechos de los trabajadores extranjeros ( CP art.318 bis ), los delitos
contra la salud pública farmacéutica y alimentaria, seguridad alimentaria ( CP art.366 ), el delito de falsificación de
moneda ( CP art.386 ) y, finalmente, el delito de provocación al odio ( CP art.510 bis ).
4. Criterios de imputación de conductas delictivas a las personas jurídicas
7035 En general
Al margen de lo expresado, debe examinarse cuándo procede exigir responsabilidad penal a las personas jurídicas,
cuáles son los presupuestos o los requisitos para poder imputar un delito a una persona jurídica. Se trata de una
Precisiones
V. el CP art.31 bis.2 : «La responsabilidad penal de las personas jurídicas será exigible siempre que se constate
la comisión de un delito que haya tenido que cometerse por quien ostente los cargos o funciones aludidas en el
apartado anterior, aun cuando la concreta persona física responsable no haya sido individualizada o no haya sido
posible dirigir el procedimiento contra ella».
7037 Aceptado que es preciso un hecho de conexión llevado a cabo por una persona física, debe examinarse quién puede
llevar a cabo ese hecho de conexión.
Probablemente se pueda decir que del CP art.31 bis se deduce que el sistema español, responde a lo que se
conoce internacionalmente como estándar respondeat superior, procedente del Derecho civil norteamericano, es
decir, cualquier sujeto que actúe en el marco social, empresarial u organizativo puede comprometer penalmente a la
sociedad misma. Concretamente, el CP art.31 bis se refería en su redacción anterior a 2015 a los representantes
legales, a los administradores de hecho o de derecho y a los trabajadores. Ahora se habla de los representantes
legales, de «quienes están autorizados para tomar decisiones en nombre de la persona jurídica» y «quienes ostentan
facultades de organización o control» y, finalmente, cualquier persona sometida a la autoridad de las anteriores, esto
es, cualquier trabajador de la empresa. Dentro de ese modelo la ley opta por uno de los más expansivos posibles,
en la medida en que cabe sostener que ni siquiera es necesaria una vinculación laboral con la empresa, sino que es
suficiente, con una menos consistente, como es el mero arrendamiento de servicios o que el trabajador preste sus
servicios por cuenta de una empresa de trabajo temporal (Gómez Tomillo, 2010, VI, 5.3; sigue literalmente nuestro
criterio la Circular 1/2011, 46).
No es necesaria una estricta acotación entre los representantes legales, «quienes están autorizados para tomar
decisiones en nombre de la persona jurídica» y «quienes ostentan facultades de organización o control». La ley
equipara la capacidad de todos ellos para comprometer penalmente a la persona jurídica. Lo que sí tiene importancia
es encontrar el límite inferior entre directivos y sus subordinados, caracterizados esencialmente por la ausencia de
capacidad de decisión.
7039 En cuanto a los trabajadores de la empresa, la ley española ha requerido un plus para exigir responsabilidad penal
a la empresa. Se puede decir que el minus que implica exigir responsabilidad a la persona jurídica por la simple
actuación de un trabajador subordinado, se compensa por un plus. Este último es, conforme al CP art.31 bis.1 b)
Precisiones
«2. Si el delito fuere cometido por las personas indicadas en la letra a) del apartado anterior, la persona jurídica
quedará exenta de responsabilidad si se cumplen las siguientes condiciones ( CP art.31 bis.2 ):
1ª. El órgano de administración ha adoptado y ejecutado con eficacia, antes de la comisión del delito, modelos de
organización y gestión que incluyen las medidas de vigilancia y control idóneas para prevenir delitos de la misma
naturaleza o para reducir de forma significativa el riesgo de su comisión.
2ª. La supervisión del funcionamiento y del cumplimiento del modelo de prevención implantado ha sido confiada a un
órgano de la persona jurídica con poderes autónomos de iniciativa y de control o que tenga encomendada legalmente
la función de supervisar la eficacia de los controles internos de la persona jurídica.
3ª. Los autores individuales han cometido el delito eludiendo fraudulentamente los modelos de organización y de
prevención.
4ª. No se ha producido una omisión o un ejercicio insuficiente de sus funciones de supervisión, vigilancia y control
por parte del órgano al que se refiere la condición 2ª.
En los casos en los que las anteriores circunstancias solamente puedan ser objeto de acreditación parcial, esta
circunstancia será valorada a los efectos de atenuación de la pena».
7047 Su contenido no puede detallarse aquí, pero incluiría con carácter general múltiples cuestiones:
1. Identificación de riesgos penales ( CP art.31 bis.5.1º ); p.e. una empresa dedicada a contratar con la administración
pública, tiene un elevado riesgo de cometer delitos de cohecho y seguramente nulo de cometer un delito relativo a
la prostitución.
2. Nombramiento de un compliance officer ( CP art.31 bis.2.2ª ) y una comisión de cumplimiento, encargados de
verificar que el programa de cumplimiento efectivamente se cumple y con poder ejecutivo para tomar decisiones.
3. Adopción de un código ético.
4. Una estricta política de selección del personal, el establecimiento de cursos periódicos de formación del personal,
la organización de auditorías periódicas, control de los regalos a empresas, sistemas de delación interna anónimos,
obligatoriedad de documentar todas las instrucciones dadas a los trabajadores, mandos intermedios, etc.
7050 Pese a lo expuesto, a nivel de tipicidad, el Alto Tribunal requiere para la exigencia de responsabilidad penal de
la persona jurídica analizar si el delito cometido por la persona física en el seno de aquella «ha sido posible, o
facilitado, por la ausencia de una cultura de respeto al Derecho». Dentro de esa cultura de respeto se incluiría la
implementación de un adecuado programa de cumplimiento ( TS 29-2-16, EDJ 10795 ; 16-3-16, EDJ 18524 FJ 5 ,
in fine). Lo cierto es que, por un lado, el Tribunal Supremo, hasta la fecha no ha analizado la existencia o inexistencia
de una cultura de cumplimiento como causa de atipicidad en casos concretos. Por otro, se trata de una cuestión muy
controvertida, en el seno del propio tribunal, toda vez que en el voto particular formulado por 7 magistrados a dicha
sentencia se sostiene un criterio distinto: «Los presupuestos específicos de la responsabilidad penal de las personas
jurídicas o elementos del tipo objetivo a que se refiere la sentencia mayoritaria, vienen expresamente definidos por
el legislador en los párrafos a) y b) del párrafo 1º del CP art.31 bis , y estos son los que deben ser probados por
la acusación, y expresamente reflejados en el relato fáctico de la sentencia, para permitir la subsunción jurídica
adecuada».
Llama la atención la incorrección del criterio que asume el tribunal por dos razones. Por una parte, por la
imposibilidad de que la ausencia de una cultura determinada facilite nada. Y, por otra, por utilizar un criterio muy
discutible como núcleo de la exigencia de responsabilidad penal de las entidades jurídicas.
Comenzando por lo primero. Hemos indicado que es más que cuestionable que «la ausencia de una cultura de
respeto al Derecho» pueda hacer posible o facilitar el delito de cualquier forma. Dicho de otra manera, parece
afirmarse que de una omisión (el no haber promovido una cultura determinada) puede derivarse algo (el delito),
cuando un abstenerse de actuar es una nada fáctica y de la nada, nada puede surgir, ex nihilo nihil fit. Puede
ser ilustrativa la remisión a la discusión que en términos idénticos se desarrolla en el marco de los delitos de
comisión por omisión. Por otro lado, resulta muy cuestionable el criterio de la cultura de respeto al derecho como
«elemento imprescindible la determinación del actuar de la persona jurídica, relevante a efectos de la afirmación
de su responsabilidad penal...». La idea de la cultura empresarial como base de la responsabilidad de las personas
jurídicas aparece en el Derecho angloamericano. Sin embargo, resulta excesivamente ambigua y determina una
excesiva restricción de las posibilidades sancionatorias, reducidas al ámbito de lo excepcional, puesto que una cultura
tal es más propia de las organizaciones criminales que de las personas jurídicas que operan en el mercado y que,
excepcionalmente, incurren en un delito.
7051 Ulteriormente, pueden aquí subrayarse dos últimas ideas conexas entre sí. Por un lado, que a una empresa recién
creada claramente se le puede imputar un delito, pero difícilmente se puede decir que carezca de una cultura de
cumplimiento, puesto que esta no parece que se pueda improvisar, sino que conceptualmente implica una proyección
dilatada en el tiempo. Por otro, un injusto consistente en la ausencia de una determinada cultura, implicaría claramente
una transición de un Derecho penal del hecho a una especie inasumible de Derecho penal de autor asociado al modo
de conducción de la vida en nuestro caso social, empresarial, u organizativa ( TCo 150/1991, FJ 4 ; 185/2014, FJ 3 ).
Sea como fuere, del punto de vista que sostiene la jurisprudencia parece desprenderse una consecuencia desde la
perspectiva de la carga de la prueba: es a la acusación la que debe acreditar la ausencia de esa cultura de respeto
7052 Por lo que concierne a las circunstancias atenuantes, el precepto establece un numerus clausus : «Solo podrán
considerarse circunstancias atenuantes de la responsabilidad penal de las personas jurídicas haber realizado, con
posterioridad a la comisión del delito y a través de sus representantes legales, las siguientes actividades...».
El criterio legislativo de limitar el número de circunstancias atenuantes a las personas jurídicas, merece una
consideración sumamente crítica. No se entiende que no quepa aplicar a las personas jurídicas la circunstancia
atenuante por analogía característica del Derecho penal de las personas físicas; o, por ejemplo, las razones por
las que no debe aplicarse a las personas jurídicas la nueva circunstancia atenuante del CP art.21.6 , relativa a las
dilaciones extraordinarias e indebidas en la tramitación del procedimiento. La propia Circular de la Fiscalía 1/2011
tácitamente lo critica, con toda la doctrina. Incluso ya se ha planteado su posible inconstitucionalidad.
Sea como fuere, se establecen las siguientes circunstancias atenuantes:
a) Haber procedido, antes de conocer que el procedimiento judicial se dirige contra ella, a confesar la infracción a
las autoridades.
b) Haber colaborado en la investigación del hecho aportando pruebas, en cualquier momento del proceso, que fueran
nuevas y decisivas para esclarecer las responsabilidades penales dimanantes de los hechos.
c) Haber procedido en cualquier momento del procedimiento y con anterioridad al juicio oral a reparar o disminuir el
daño causado por el delito.
d) Haber establecido, antes del comienzo del juicio oral, medidas eficaces para prevenir y descubrir los delitos que
en el futuro pudieran cometerse con los medios o bajo la cobertura de la persona jurídica.
Lógicamente a ellas habrá que añadir la cláusula prevista en el CP art.31 bis.2 , párrafo último, esto es, cuando tan
solo puedan ser objeto de acreditación parcial, la adopción de programas de cumplimiento o los descritos «modelos
de organización y gestión que incluyen las medidas de vigilancia y control idóneas para prevenir delitos de la misma
naturaleza o para reducir de forma significativa el riesgo de su comisión».
No se han establecido agravantes, aunque tácitamente el CP art.66 bis parece admitirlas.
8. Extinción de la responsabilidad
7053 Del mismo modo que en el caso de las personas físicas, la extinción de la personalidad, conlleva la extinción
de la responsabilidad, cualquiera puede pensar que bastaría con la disolución, por ejemplo, de la sociedad para
hacer ilusoria la efectiva responsabilidad penal. Sin embargo, tal eventualidad se ha previsto solo parcialmente
en el CP art.130.2 . Conforme a tal precepto, «no extingue la responsabilidad penal la disolución encubierta o
meramente aparente de la persona jurídica. Se considerará en todo caso que existe disolución meramente encubierta
o meramente aparente... cuando se continúe su actividad económica y se mantenga la identidad sustancial de clientes,
proveedores y empleados o de la parte más relevante de todos ellos». En definitiva, la ley parece sugerir que será
la sociedad que se forme en sustitución de la anterior la que debería hacer frente al pago de la multa o sobre la que
puede recaer la pena de prohibición de llevar a cabo determinadas actividades, etc. Ello puede plantear el problema
de cómo articular procesalmente esa especie de responsabilidad penal subsidiaria, lo que probablemente pueda
Aceptada, pues, la innegable realidad jurídico-positiva, se recogen las siguientes penas aplicables a las personas
jurídicas: multa por cuotas o proporcional; disolución de la persona jurídica; suspensión de actividades; clausura de
sus locales y establecimientos; prohibición de realizar actividades; inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas
públicas; intervención judicial.
1. Multa proporcional y multa por días. Se trata de la pena central para las personas jurídicas, que debe ser impuesta
en todos los casos. En la mayoría de los casos se dispone la multa proporcional, esto es, vinculada al beneficio
obtenido o al perjuicio patrimonial causado. No obstante, cuando éstos criterios no sean posibles de determinar, se
sustituye por días multa ( CP art.52.4 ). Esta última, asimismo, se impone cuando no se prevea la multa proporcional.
En tal caso, además de las reglas generales, se aplican los siguientes criterios:
- la extensión mínima será de 10 días y máxima de 5 años ( CP art.50.3 );
- la cuota diaria tendrá un mínimo de 30 euros y un máximo de 5.000 euros ( CP art.50.4 );
- se ha previsto la posibilidad del fraccionamiento del pago de la multa durante un periodo de hasta 5 años, cuando
la multa, por su cuantía, pueda poner en peligro la supervivencia de la empresa o el mantenimiento de los puestos
de trabajo existentes o cuando sea aconsejable por el interés general ( CP art.53.5 );
Precisiones
Por último, permanecen sin resolver múltiples cuestiones, entre las que destacamos tres: En primer lugar, si es
posible aplicar a las consecuencias accesorias las reglas referentes a la prescripción de las penas ( CP art.133 ). En
segundo lugar, si es posible acumular a estas medidas accesorias responsabilidad civil ( CP art.116.3 ). Por último, si el
incumplimiento de estas consecuencias accesorias podría determinar un delito de quebrantamiento de condena ( CP
art.468 ). Parece que lo más consecuente, aceptado su carácter de auténticas penas, es una respuesta afirmativa.
11. Responsabilidad civil de las personas jurídicas
7070 El sistema de responsabilidad civil de la persona jurídica como consecuencia de delito a ella imputable se encuentra
recogido en el Código Penal ( CP art.116.3 ), el cual establece la responsabilidad solidaria de la persona jurídica
con las personas físicas condenadas por los mismos hechos. Se debe plantear el modo en el que se ha de
articular la nueva regulación con la anterior dimanante del CP art.120.4 , precepto diseñado cuando todavía no
había responsabilidad penal de las personas jurídicas. Esta última norma establece un régimen de responsabilidad
subsidiaria de las personas jurídicas por los delitos cometidos por sus empleados o dependientes, representantes
o gestores en el desempeño de sus obligaciones o servicios, entre los que se puede encontrar sus administradores,
representantes legales o trabajadores. Estos, a su vez, ahora pueden ser condenados penalmente junto a la empresa
empleadora. Obviamente, parece producirse un cierto conflicto con el nuevo CP art.116.3 que establece un régimen
de solidaridad con las personas físicas condenadas por los mismos hechos (evidentemente, si no hay tal condena
decae el contenido del precepto). Probablemente deba llegarse a la conclusión de que el CP art.120.4 se aplica