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Agro y política en Argentina

Tomo III
Desarrollismo, reforma agraria y
contrarrevolución
1955-1976

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Agro y política en Argentina

Tomo III
Desarrollismo, reforma agraria y
contrarrevolución
1955-1976

Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez


(coordinadores)

Adrián Ascolani, Gabriela Olivera, Javier Balsa, Marina Kabat,


Osvaldo Graciano, Silvia Lázzaro y Talía Gutiérrez

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Agro y política en Argentina : desarrollismo, reforma agraria y
contrarrevolución,
1955-1976 / Adrián Alberto Ascolani ... [et al.] ; coordinación general de Adrián
Alberto Ascolani ; Talía V. Gutiérrez.- 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Fundación CICCUS, 2020.
v. 3, 416 p. ; 23 x 16 cm.

ISBN 978-987-693-819-8

1. Economía Política Argentina. 2. Política Agraria. I. Ascolani, Adrián Alberto,


coord. II. Gutiérrez, Talía V., coord.
CDD 333.3182

Primera edición: setiembre 2020

Colección Agro y política en Argentina


ISBN Obra completa: 978-987-693-088-8

© Ediciones CICCUS - 2020


Medrano 288 (C1179AAD)
(54 11) 4981-6318 / (54 11) 2127-0135
ciccus@ciccus.org.ar
www.ciccus.org.ar

Corrección: Ana María Marconi / Alejandra Teijido


Diseño, coordinación y producción gráfica: Andrea Hamid
Fuentes on line: Mateo Missio

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723


Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de este libro en cualquier
tipo de soporte o formato sin la autorización previa del editor.

Impreso en Argentina
Printed in Argentina

Ediciones CICCUS re- Ediciones CICCUS ha


cibió el Diploma de sido merecedora del reco-
Honor Suramericano nocimiento Embajada
que otorga la Fundación de Paz, en el marco del
Democracia desde su Proyecto-Campaña “Des-
Programa de “Formación en Valores pertando Conciencia de Paz”, auspicia-
en el Mercosur y la Unasur”. do por la Organización de las Nacio-
Círculo de Legisladores, nes Unidas para la Ciencia y la Cultura
Honorable Congreso de la Nación. (UNESCO).

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Agro y política en Argentina - Tomo III - 1955-1976

Índice

Presentación
Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

El Estado y la cuestión agraria frente a las instancias de


redefinición del proceso de acumulación (1955-1976)
Silvia Lázzaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

Formaciones y estrategias discursivas sobre la cuestión


agraria: del reformismo a la contrarrevolución
Javier Balsa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

Las bibliotecas de estudios del capitalismo argentino, entre


Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi
Osvaldo Graciano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

Las cooperativas agrarias en clave comparativa durante el


desarrollismo: constitución de complejos agroindustriales
agroexportadores y agricultura familiar en el mercado
interno (1955-1966)
Gabriela Olivera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203

Sindicatos rurales y productores agropecuarios: peripecias


de la negociación colectiva en un escenario político y
económico impredecible (1955-1976)
Adrián Ascolani . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247

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Las dos caras de la política exterior peronista. Disputas
político-programáticas entre nacionalización y la
liberalización del comercio exterior de productos
agropecuarios (1947-1976)
Marina Kabat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321

Juventud, familia y educación rural frente a los cambios


de los años sesenta/setenta
Talía Violeta Gutiérrez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359

Anexo. Listado de fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403

Sobre los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 413

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Agro y política en Argentina - Tomo III - 1955-1976

Presentación

Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez

La colección Agro y política en Argentina1 se propone reconstruir la com-


pleja relación entre Estado, política y actores sociales en el agro pampea-
no en su historia contemporánea. En el primer tomo, titulado El modelo
agrario en cuestión, 1930-1943 se analiza el período comprendido desde
la crisis de 1930 al golpe de Estado de 1943. Caracterizó a esta etapa la
crisis acentuada del modelo económico agroexportador instaurado en el
siglo xix, y el viraje del Estado, asumiendo funciones intervencionistas
en diversos planos. El segundo tomo, Actores sociales, partidos políticos
e intervención estatal durante el peronismo, 1943-1955, aborda el desa-
rrollo de las ideas y acciones de diferentes sujetos colectivos del mundo
agropecuario cuyas relaciones, de complementación o conflictivas, se
imbricaban en el complejo entramado de los vínculos preexistentes y de
los nuevos creados en torno a un Estado comprometido con la redistri-
bución de la riqueza y el cambio social, desde una perspectiva doctrinaria
nacionalista.
El presente tomo de la colección se ocupa de indagar las transforma-
ciones y permanencias de esas políticas intervencionistas y asistenciales
en el período 1955-1976, en el cual el futuro del agro pampeano se deba-
tió entre la debilidad hegemónica de los sucesivos gobiernos constitucio-
nales, las imposiciones de los gobiernos de facto, los proyectos y avances
de una reforma agraria inconclusa y las expectativas escasamente satis-
fechas de los diversos actores que pujaban por el desarrollo capitalista, o
bien por la conservación de los derechos sociales y laborales adquiridos.
En torno a las diversas dimensiones de la vida social, desde perspecti-
vas metodológicas que recobran el papel protagónico del discurso o bien
de las acciones, se analizan problemáticas fundamentales como: los fac-

1  Colección financiada por el subsidio del pip/conicet 01059 “La cuestión agra-
ria en el Congreso Nacional, Argentina 1930-2006”, dirigido por la Dra. Silvia
Lázzaro, 2012-2016 (convocatoria 2012-2014).

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Presentación - Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez

tores que definen las modificaciones en el régimen de acumulación y en


la vida rural; el papel del Estado y las organizaciones corporativas o gre-
miales frente a la cuestión agraria y la tenencia de la tierra; las estrate-
gias discursivas de sostén o crítica al reformismo o la contrarrevolución;
las ideas económicas de expertos, ideólogos peronistas o de izquierda y
de representantes del empresariado rural; las vicisitudes de la agroin-
dustria y del comercio exterior sujetos a las limitaciones estructurales de
la infraestructura y las políticas estatales; la acción sindical en el juego
de relaciones laborales, sus ideologías, y el avance de la previsión social;
y la problemática socio familiar agraria.
El período estudiado en este libro está signado por la alternancia de re-
gímenes de democracia restringida o de dictadura, con un breve período
de ciudadanía plena pero gran conflictividad política. Los dos primeros
se caracterizaron por su debilidad hegemónica, derivada de la dificultad
para lograr consensos sociales amplios. Algunos de los gobiernos de esta
etapa tuvieron en sus inicios la potencialidad para lograr la hegemonía,
pero la mayoría terminó en estado de crisis política y económica, ocasio-
nada por motivos diversos, especialmente por sus propias políticas, o por
la presión de múltiples actores, que actuaban en escenarios conectados
pero autónomos, como eran el político, el corporativo y el laboral. Todos
los gobiernos tuvieron afinidades con el programa desarrollista impul-
sado a nivel internacional, aunque con desigual grado de autonomía de
las recomendaciones externas, y diferenciándose por la orientación de-
mocrática, nacionalista o populista de los respetivos proyectos políticos.
Los dos decenios fueron de inestabilidad económica. Desde 1955 a
1976 hubo treinta y tres ministros de economía. La mayoría desarrolló
políticas mercado-internistas, pero hubo alternancia con políticas de
apertura económica durante los gobiernos de Frondizi, de Guido, el tra-
mo final del gobierno de Onganía, el gobierno de Lanusse, y luego del
golpe militar de 1976.2 Hasta 1963 hubo disminución del producto bru-
to, mientras que desde 1964 a 1974, creció sin interrupciones.3 En esta
segunda etapa, predominó el saldo positivo en la balanza comercial y el
pbi tuvo un incremento promedio del 6% desde 1960 a 1974. En todo el
período la puja distributiva fue constante, con ciclos de corto plazo, de

2  Eduardo Martín Cuesta y Agustina Vence Conti, “Sesenta años de políticas eco-
nómicas y su impacto en los salarios en Argentina. De Perón al siglo xxi (1943-
2001)”, Diálogos, vol. 18, nº 1, San José, Costa Rica, 2017, pp. 122-123.
3  Cecilia Vitto, “Plan económico del tercer gobierno peronista. Gestión de Ge-
lbard (1973-1974)”, Revista Problemas del Desarrollo, nº 171, vol. 43, México,
octubre-diciembre 2012, p. 113.

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crecimiento y estancamiento económico recurrentes, especialmente en


el lapso 1955-1963. No obstante, algunos sectores productivos tuvieron
crisis cíclicas que se prolongaron más tiempo.
En materia de política agraria, como se verá en esta obra, algunos de-
bates irresueltos estuvieron siempre presentes, con avances parciales en
algunos casos, entre ellos: reforma agraria, colonización de tierras fisca-
les, impuesto a la renta normal potencial de la tierra, congelamiento y
liberalización de los arrendamientos, estancamiento y crisis productiva
rural, condiciones para la acumulación de capital agrario, costos de pro-
ducción y cargas fiscales, estabilidad de los stocks exportables y merca-
dos externos, negociación colectiva de salarios y condiciones de trabajo.
Con el propósito de situar al lector en un marco más general que el
específico agropecuario, adelantaremos algunos elementos generales so-
bre el cambio de coyunturas políticas y económicas, que luego serán re-
tomados en los respectivos capítulos. En 1955, luego del derrocamiento
del presidente Juan Domingo Perón, el gobierno militar tuvo el objetivo
de desmantelar la estructura política peronista. Declaró ilegal al Partido
Justicialista, investigó minuciosamente la acción del gobierno depuesto
en todos los organismos estatales y separó de los cargos públicos a aqué-
llos que hubieran tenido un activismo proselitista ajeno a sus funciones.
En materia económica, el gobierno fue asesorado por un grupo de exper-
tos de la Comisión Económica para América Latina (cepal), liderado por
su presidente, el economista Raúl Prebisch. El conjunto de medidas que
éstos propusieron incluía el fortalecimiento de la industria, el ingreso de
capitales extranjeros, la producción de energía, la importación de bienes
de capital, la liberalización del comercio interior y exterior, el comer-
cio multilateral y una política de control de la inflación, acompañada de
la devaluación de la moneda.4 Las tres últimas recomendaciones fueron
adoptadas por el gobierno. En cuanto al sector agropecuario, proponía
medidas estructurales: precios favorables, construcción de silos, mejo-
ras viales, creación de un instituto de investigación, racionalización de la
mano de obra, producción nacional de maquinaria agrícola, agroquími-
cos, estímulo a las exportaciones ampliando mercados.5

4  Claudio Belini, “El Plan Prebisch de 1955, los dilemas del desarrollo argentino
y las controversias en torno a los legados económicos del peronismo”, Revista de
Indias, vol. 78, nº 273, Madrid, 2018, p. 600; Eduardo Martín Cuesta y Agustina
Vence Conti, “Sesenta años…”, p. 128.
5  Osvaldo Barsky y Jorge Gelman, Historia del agro argentino. Desde la Con-
quista hasta fines del siglo xx, Buenos Aires, Grijalbo-Mondadori, 2001, p. 332.

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Presentación - Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez

La heterogeneidad del elenco de integrantes del gobierno, que era


provisional, impidió llevar adelante una política económica liberal, no
obstante se establecieron vínculos con el Fondo Monetario Internacio-
nal (fmi), el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (birf),
ingresando la Argentina como país miembro, y con el Acuerdo Provisio-
nal de París –Club de París–, a la vez que se desmantelaron organismos
connotados con el estatismo y encuadramiento peronista, entre ellos el
Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (iapi). Otros factores
adversos a los objetivos del gobierno fueron la declinación de los precios
internacionales y la falta de control sobre las importaciones, que afec-
taron la balanza de pagos. En el ámbito agrario se dio inicio al Plan de
Transformación Agraria, que permitiría concretar en el futuro numero-
sas expropiaciones de latifundios y, a pesar de la presión de miles de pro-
pietarios y sus asociaciones para que la Justicia desalojara a los arren-
datarios, los contratos y las prórrogas establecidas en 1942 continuaron
vigentes. En lo institucional, el Ministerio de Agricultura y Ganadería de
la Nación fue transformado en Secretaría de Estado, no obstante, se creó
el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (inta) en 1956, con la
misión de experimentación, información y difusión de investigaciones
sobre temas agropecuarios, para enfrentar el atraso tecnológico.
En el plano del consumo y del trabajo, se liberaron los precios de la
carne para el mercado interno y los salarios reales disminuyeron, ali-
mentando la disconformidad de los trabajadores, que perdían partici-
pación en la distribución de la renta nacional. La respuesta sindical fue
intensa porque la movilización obrera tuvo un ciclo de alza desde 1956 a
1960, pero poco efectiva porque las organizaciones se debilitaron luego
de que el gobierno revolucionario las interviniera, quedando el asalaria-
do expuesto a una racionalización de las relaciones laborales favorable a
los empleadores, sin posibilidades de resistencia contundente y también
dependiente de los servicios asistenciales –en especial de salud– que las
estructuras sindicales estaban ofreciendo.6
La existencia de una crisis de desarrollo en el país, que afectaba su
estabilidad económica, era reconocida por diversos actores, entre ellos
la Unión Cívica Radical Intransigente (ucri). Su líder, Arturo Frondizi,
opositor declarado de las políticas de la Revolución Libertadora, triun-
fó en las elecciones nacionales de 1958, con el circunstancial apoyo de
Perón y del electorado peronista. La preocupación desarrollista por la

6  Juan Carlos Torre, Los sindicatos en el gobierno, 1973-1976, Buenos Aires,


ceal, 1983, p. 311; Claudio Belini, “El Plan Prebisch…”, p. 605; Eduardo Martín
Cuesta y Agustina Vence Conti, “Sesenta años…”, p. 130.

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inestabilidad de precios y el desequilibrio del sector externo, así como


las asimetrías regionales agudizadas por las migraciones laborales, alen-
taba los proyectos de cambios estructurales. Al llegar al poder prometió
aumentar los salarios y normalizar la Confederación General del Trabajo
(cgt), devolviéndoles el control a los dirigentes desplazados por los cola-
boracionistas o “democráticos”, pero poco tiempo después puso en mar-
cha un plan de estabilización consistente en la devaluación de la moneda,
la liberación del mercado de cambios, la reducción del gasto público y
privatizaciones.7 Abandonaba de este modo el nacionalismo económi-
co que había defendido en otro momento y, al liberalizar el mercado de
cambios, el cambio exportador se cuadruplicó.8
Si bien no se llegó a concretar un plan de desarrollo general y de largo
plazo durante el gobierno de la ucri, se crearon organismos técnicos con
este fin que tendrían gran presencia futura, como fue el caso del Con-
sejo Nacional de Desarrollo (conade), cuya función era la de gestionar
inversiones para la industria y financiación externa para grandes obras
públicas.9
Desde 1955 a 1962 la balanza comercial fue negativa, salvo en 1959,10
de modo que la economía osciló entre avances y retrocesos. El gobierno
tuvo como estrategia la articulación del sector agrario con la radicación
del capital extranjero, lo cual requería una conciliación de intereses con-
tradictorios difícil de concretar, ya que las agrupaciones empresariales
tenían intereses divergentes, como era el caso de la Confederación Gene-
ral Económica (cge) –rehabilitada luego de la prohibición vigente desde
1955– y la Asociación Coordinadora de Instituciones Empresarias Libres
(aciel).11 Desde 1960 las exportaciones crecieron, aunque con precios

7  Claudio Belini, “El Plan Prebisch…”, p. 620.


8  Pablo Gerchunoff y Martín Rapetti, “La economía argentina y su conflicto dis-
tributivo”, El Trimestre Económico, vol. 83 (2), nº 330, México, abril-junio de
2016, p. 249.
9  Aníbal Jáuregui, “La planificación en la Argentina: el conade y el pnd (1960-
1966), Anuario del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”, nº
13, Córdoba, 2013, p. 250.
10  Eduardo Martín Cuesta y Agustina Vence Conti, “Sesenta años…”, p. 132.
11 Silvia B. Lázzaro, “El desarrollismo y el problema agrario durante las décadas de
1950 y 1960”, Secuencia, nº 84, México, 2012, p. 129. Disponible en http://www.scie-
lo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0186-03482012000300006&lng
=es&tlng=es. Acceso: 5/1/2020; aciel nucleaba al sector más concentrado y cerca-
no a las ideas liberales de los empresarios, incluyendo a la Unión Industrial Argen-
tina (uia), Cámara y Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Sociedad Rural Argentina
(sra).

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Presentación - Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez

poco compensatorios, y sujetos a las restricciones arancelarias y no aran-


celarias internacionales. La carne bovina argentina, uno los principales
productos de exportación, consiguió mercados no tradicionales, dupli-
cando su volumen en 1963, manteniendo con fluctuaciones anuales este
nivel en el decenio siguiente.12
El aumento de la deuda externa y la trasnacionalización de la economía
fueron algunos de los resultados negativos de la transformación argenti-
na en el nuevo escenario internacional. El programa de estabilización fue
una imposición del fmi y de Estados Unidos a cambio de la ayuda necesa-
ria para estabilizar la balanza de pagos, dado que el comercio exterior no
logró el equilibrio desde 1959 hasta 1961. Se suprimieron los subsidios a
los consumidores, y el costo de la vida se duplicó. Las acciones sindicales
agresivas tuvieron como respuesta, en noviembre de 1958, la declaración
del estado de sitio por decisión presidencial, logrando la aprobación del
Congreso una vez que la medida ya había sido tomada. La caída de los
salarios reales continuó en 1959, con gran impacto recesivo, llegando en
todo el período a reducirse el 30%. Desde 1959 el gobierno volvió a dar
legalidad al peronismo levantando la prohibición a los dirigentes despla-
zados y las restricciones de funcionamiento a los sindicatos, con lo cual
ese año las huelgas movilizaron a un millón y medio de trabajadores.
Tres paros generales en 1961 lograron alterar la rígida política salarial
del gobierno, pero el asalariado sufrió la recesión del bienio 1962-1963.
La estrategia sindical fue presionar para luego negociar, en parte reac-
cionando contra el congelamiento de salarios dispuesto por el ministro
Álvaro Alzogaray. Las sospechas y denuncias de actividades terroristas
hicieron que el gobierno cediera a las presiones de las Fuerzas Armadas
poniendo en vigor el Plan Conintes, que asignaba a éstas el control pleno
de la represión del terrorismo.13
La superación de la fase de desarrollo sustitutivo de importaciones era
la meta de los principales países latinoamericanos, al mismo tiempo que
Estados Unidos concretaba su programa de la Alianza para el Progreso,
aplicado luego de la firma de la Carta de Punta del Este en 1961. Pero
internamente las relaciones entre el Poder Ejecutivo y las fuerzas arma-

12  Eduardo Azcuy Ameghino, La carne vacuna argentina. Historia, actualidad


y problemas de una agroindustria tradicional, Imago Mundi, Buenos Aires,
2007, pp. 100-102.
13  Robert Potash, El ejército y la política en la Argentina, 1945-1962, Buenos Ai-
res, Sudamericana, pp. 419 y 431; Juan Carlos Torre, Los sindicatos…, pp. 26-27;
Ronaldo Munck, “Movimiento obrero, economía y política en Argentina: 1955-
1985”, Estudios Sociológicos, vol. 13, México, 1987, pp. 90-91.

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das eran complicadas. La amenaza de la eventual propagación de la re-


volución cubana contribuyó a que los intentos sediciosos de las Fuerzas
Armadas se hicieran recurrentes luego de 1959. El presidente Frondizi
debió renunciar en 1962, acorralado por estas presiones, recayendo su
cargo en el vicepresidente, José María Guido, quien no pudo estabilizar
la economía, sucediéndose cinco ministros en un año. Su herencia fue
la recesión, con una inflación anual del 20%, una deuda externa de U$S
3.872,5 millones, una tasa de desocupación del 9% de la mano de obra
activa, y el déficit de algunas empresas estatales. La balanza de pagos era
negativa por la gran importación de maquinarias, vehículos e insumos
en los cuatro años previos.14 Con la normalización de la cgt en 1963, esta
central dio inicio a su Plan de Lucha que, con ocupación de 11.000 fábri-
cas en el curso de dos años, puso en jaque la estabilidad de este gobierno
y el siguiente.15
Tras nuevas elecciones presidenciales, la Unión Cívica Radical del
Pueblo, triunfó con escaso caudal electoral, llevando como candidato a
Arturo Illia. De estilo “moderado y moderador”, fruto de una “opción
forzada”,16 tuvo desde el inicio la oposición del sindicalismo peronista. A
la vez, estuvo distanciado de los intereses del poderoso bloque económi-
co consolidado con las políticas favorables al ingreso de capital extranje-
ro durante el mandato de Frondizi.17 Reorientó la política económica ha-
cia el nacionalismo, con control de cambios y restricción de la circulación
externa de capitales, desfavoreciendo a las empresas transnacionales y
los grupos locales vinculados a las mismas.
Este presidente optó por una política gradualista en materia econó-
mica. Evitó los ajustes cambiarios violentos, fijando el tipo de cambio
de acuerdo a la inflación pasada –sistema de crawling peg–. Aumentó
el crédito para inversión y los salarios; fijó controles al mercado de cam-
bios; estableció precios máximos para el consumo interno de la carne
vacuna y restricciones a su exportación; promulgó la Ley de Abasteci-
miento para limitar la acción de los intermediarios; y estableció un im-
puesto de emergencia a la producción agropecuaria. Esto último motivó

14  Montserrat Llairó y Raimundo Siepe, “La política económica argentina duran-
te la presidencia de Illia”, en Victoria Giarrizzo (comp.), Actas de las vii Jorna-
das de Epistemología de las Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires,
Facultad de Ciencias Económicas, Buenos Aires, 2001, p. 177; Aníbal Jáuregui,
“La planificación en la Argentina…”, pp. 251 y 258.
15  Ronaldo Munck, “Movimiento obrero”, pp. 90-91.
16  Liliana De Riz, La política en suspenso 1966/1976, Buenos Aires, Paidós,
2000, p. 18.
17  Ibídem, p. 17.

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Presentación - Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez

las protestas de las corporaciones rurales: Sociedad Rural Argentina,


Confederaciones Rurales Argentinas y una entidad de enlace llamada
Coordinadora de Entidades Agropecuarias.18
La política desarrollista de corte cepalino de Illia mantuvo distancia
de las recetas neoliberales difundidas por el fmi y por otros organismos
internacionales, rechazando sus presiones para la devaluación de la mo-
neda. El gobierno no contrajo nuevas deudas con los organismos mul-
tilaterales de crédito y el producto bruto industrial aumentó en 1964 el
18,9% y el 13,8% en 1965, mientras que el agropecuario creció el 7,5% en
1964 y el 5,8% en 1965. La búsqueda de mercados alternativos permitió
colocar el 48,5% de las exportaciones en mercados diferentes a los de Eu-
ropa Occidental y el crecimiento de las exportaciones, en mayor medida
que el de las importaciones, contribuyeron al equilibrio comercial. La ba-
lanza comercial se mantuvo positiva durante su mandato y disminuyó el
déficit fiscal.19 El gobierno reorganizó el conade para que se convirtiera
en el centro del sistema de planificación, y en él se elaboró el Plan Nacio-
nal de Desarrollo en 1965, que orientaría las políticas estatales con una
perspectiva nacional. El diagnóstico del plan indicaba que la producción
agropecuaria estaba estancada y tenía un problema de stock para compe-
tir en los mercados externos, que la infraestructura se deterioraba y que
el proceso sustitutivo era lento, por eso la propuesta era el aumento de la
producción, la prolongación de los plazos de arriendo y el incremento de
propietarios y de cooperativas. En el caso de la industria se sostenía que
debían disminuir las importaciones, favoreciendo la producción de bie-
nes de capital, siderúrgicos, petroquímicos y de celulosa. Esto se debía
acompañar con una mayor eficacia del gasto público y con la reducción
de la inflación.20
La relación con los productores agropecuarios y los industriales fue
buena en los dos primeros años de gobierno pero, desde 1965, estos
dos sectores y las organizaciones sindicales iniciaron un fuerte cuestio-

18  María Cecilia Míguez, “La Sociedad Rural Argentina y el golpe de estado de
1966: el accionar político de una corporación económica”, Revista Cadernos de
Estudos Sociais e Políticos, vol. 3, nº 6, Río de Janeiro, julio-diciembre 2014, pp.
26-27.
19  Alejandro Simonoff, “Los dilemas de la autonomía: la política exterior de Ar-
turo Illia”, Tesis de Doctorado, Universidad Nacional de La Plata, Doctorado en
Relaciones Internacionales, La Plata, 2006, pp. 75 y 76. Disponible en: http://
sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/1804/Documento_completo__.
pdf?sequence=1&isAllowed=y. Acceso: 12/11/2020. Montserrat Llairó y Raimun-
do Siepe, “La política económica argentina…”, p. 178.
20  Aníbal Jáuregui, “La planificación en la Argentina…”, pp. 259-260.

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Agro y política en Argentina - Tomo III - 1955-1976

namiento de las políticas públicas, con consecuencias disruptivas en el


régimen político.21 El sector agropecuario estaba dividido porque había
una fuerte tensión en torno a la continuidad del congelamiento de los
arrendamientos pero, de todos modos, a los productores en conjunto les
afectaban problemas comunes, como eran el régimen impositivo y los
costos de producción. La Sociedad Rural Argentina consideraba que la
situación de crisis agraria y disminución de la producción había sido cau-
sada por la rigidez de los precios, la inflación, el aumento de los costos de
producción y la falta de planeamiento en la comercialización. Confron-
taba con el gobierno por el impuesto a la producción, el tipo de cambio y
la supresión de desgravaciones para la inversión en maquinaria, al punto
que se fue convirtiendo en una acción destituyente.
Dado que continuaba vigente la prohibición que pesaba sobre el Par-
tido Peronista, en 1962 y en 1965, el partido Unión Popular lo suplantó,
permitiendo que la dirigencia política peronista tuviese presencia legis-
lativa. Desde el exilio, Perón alentaba la idea de retorno, con un fallido
regreso en 1964, al mismo tiempo que desacreditaba la acción del go-
bierno radical. Los cuadros peronistas ya no intentaron sublevaciones
como durante los años de la Revolución Libertadora, mientras que los
sindicalistas se adaptaron a una existencia más burocrática que les per-
mitiera normalizar sus organizaciones y negociar con el empresariado y
con el Estado –bajo el sucesivo liderazgo de José Alonso, Augusto Van-
dor y José Ignacio Rucci–.
La política económica de Illia apostaba al crecimiento del consumo
interno y en efecto se constata una recuperación económica, contraria-
mente a lo que predicaban quienes sustentaron el golpe de Estado que lo
derrocó en 1966. Sin embargo –según afirman Gerchunoff y Llach– al-
gunas medidas que se tomaron, aunque eran de “impecable coherencia
ideológica”, como la anulación de los contratos petroleros firmados por
Frondizi, no necesariamente implicaban ventajas económicas porque
dañaban “la credibilidad argentina” frente a los inversores.22 La anula-
ción de estos contratos, por irregularidades y privilegios a las empresas
extranjeras, no fue –según investigaciones recientes– para Estados Uni-
dos un asunto conflictivo, pero sí generó disensos en la Argentina por el
efecto que se creía podía tener en las relaciones diplomáticas.23 Otras crí-
ticas de la oposición se dirigieron a la intervención del Estado en la eco-

21  Ibídem, pp. 251-252.


22 Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo
de políticas económicas argentinas. Buenos Aires, Ariel, 1999.
23  Alejandro Simonoff, Los dilemas de la autonomía…, pp. 103-104.

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nomía y descontrol de los sindicatos, entre ellos los rurales, asociándolo


con la amenaza marxista.24 La campaña de desprestigio del presidente
Illia creció en 1965 y 1966.
Ocurrido el golpe de estado en 1966, las Fuerzas Armadas pusieron en
marcha un régimen de gobierno representante de los sectores más con-
centrados del capital, con el propósito de normalizar la economía y crear
un sistema de representación sectorial y corporativo, prescindiendo de
los partidos políticos, y apoyándose en las su poderío militar. La carac-
terización de este Estado como “burocrático autoritario”25 realizada por
Guillermo O’Donnell continúa estando vigente como punto de partida de
numerosas investigaciones recientes.
La regeneración social a la que aspiraba el gobierno implicaba un dis-
ciplinamiento de las organizaciones sindicales bajo el control estatal y de
las fuerzas políticas, para lograr la transformación productiva y acumu-
lación que permitiera superar la crisis económica y, luego, la distribución
de beneficios y la democracia. Los militares tendrían en este proyecto
un papel central, como reserva moral de la sociedad y como directores,
desde el Estado, de un proceso de superación del atraso estructural de la
economía, para lograr el desarrollo nacional, sin dependencias externas
y la concreción de una nueva sociedad próspera e integrada de modo or-
gánico. El resultado inmediato fue la imposición de una lógica castrense
en la sociedad y la cultura, y el progresivo refuerzo de la censura y de la
vigilancia a los actores considerados subversivos.26 La noción corporativa
quedó manifiesta con la creación del Consejo Asesor Económico-social,
en el cual participarían organizaciones obreras, empresariales y profe-
sionales. La planificación del desarrollo y la seguridad se hizo perceptible
en el Estatuto de Seguridad y el funcionamiento del Consejo Nacional de
Seguridad y en el Consejo Nacional de Desarrollo.27 El golpe centró parte
de sus críticas al gobierno depuesto en la necesidad de mayor eficiencia
económica pero también en la de reinstalar en la sociedad el orden y los
valores “occidentales y cristianos”.

24  María Cecilia Míguez, “La Sociedad Rural Argentina…”, p. 31.


25  Guillermo O’ Donnell, 1966-1973. El Estado Burocrático Autoritario. Buenos
Aires, Editorial de Belgrano, 1983.
26  Pablo de San Román, “Los militares y la idea de progreso: la utopía moderni-
zadora de la revolución argentina (1966-1971)”, Documentos de Trabajo ielat,
Universidad de Alcalá, Instituto de Estudios Latinoamericanos, nº 31, Alcalá de
Henares, octubre 2011, pp. 7 y 16.
27  Arturo Claudio Laguado Duca, “Onganía y el nacionalismo militar en Argen-
tina”, Universitas Humanística, nº 62, Bogotá, julio-diciembre de 2006, p. 255.

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En lo social, la noción de comunidad nacional sostenida por el gobier-


no llevó a un tratamiento diferente de la seguridad social, creándose el
Ministerio de Seguridad Social en 1966, para atender la salud pública y
las necesidades básicas de la población en estado de pobreza. La Ley de
Desarrollo Comunitario, de ese mismo año, en la que confluían el ideario
católico y el desarrollista, debía ser el marco para solucionar problemas de
ocupación, servicios, consumo, crédito, producción y comercialización,28
a través de la participación de los ciudadanos en asociaciones interme-
dias despolitizadas, como las vecinales y consejos comunales.
Al asumir la presidencia el general Juan Carlos Onganía, las grandes
corporaciones mostraron su adhesión a la transformación prometida. La
Acción Coordinadora de Instituciones Empresarias Libres, integrada por
la Unión Industrial Argentina, la Sociedad Rural Argentina y la Cámara
Argentina de Comercio, prestaron su apoyo al nuevo gobierno, que de-
bía resolver la ineficacia que habrían demostrado los últimos gobiernos
constitucionales, así como transformar el sistema político. Esperaban del
gobierno la reducción del gasto fiscal, de las cargas impositivas, de las
trabas arancelarias, de la inflación, que facilitara el comercio exterior e
impulsara la industria con medidas de promoción y con créditos. Con
respecto a los asalariados sus reclamos se dirigieron a evitar la elevación
del salario mínimo vital y regular de otro modo las asignaciones familia-
res, las cargas previsionales y los descuentos sindicales.29
Además de las grandes corporaciones, la Revolución Argentina tuvo
apoyo de buena parte de la prensa, desde diversos ángulos que iban des-
de la restauración tradicionalista a la modernización económica. La figu-
ra del general Juan Carlos Onganía tenía una considerable popularidad
en amplios sectores, por simbolizar valores morales como la honestidad,
el patriotismo y la capacidad, según se desprende de los estados de opi-
nión levantados en 1966.30 Sin embargo, ese mismo año, el gobierno aún
no había consolidado su estrategia económica. Los productores seguían

28  Gabriela Gomes, “Cuestión social y regímenes militares. Argentina y Chile


durante los años setenta”, Quinto Sol, vol. 19, nº 1, Santa Rosa, enero-abril 2015,
p. 8.
29  Verónica Baudino, “Crisis hegemónica y burguesía industrial. El programa
de la Unión Industrial”, en Sartelli, Eduardo (comp.), La crisis orgánica de la
sociedad argentina, Buenos Aires, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras,
2011, pp. 215-216 y 220.
30  Miguel Ángel Taroncher, “El proceso de inestabilidad político institucional
en la Argentina: el golpe de Estado de 1966 y algunos aspectos de la opinión pú-
blica”, Estudos Ibero-Americanos, vol. 38, nº 1, enero-junio, Porto Alegre, 2012,
pp. 53-54.

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disconformes por la presión fiscal y la incertidumbre sobre la colocación


de los productos en los mercados internacionales.
Luego de unos primeros meses de reacomodamiento, con Jorge Sali-
mei, representante del empresariado nacional, al frente del Ministerio de
Economía, se designó en su reemplazo a Adalbert Krieger Vasena, repre-
sentante de la burguesía más concentrada del país, vinculado a empre-
sas extranjeras y a los centros financieros internacionales. Los acuerdos
entablados con el FMI, con empresas e inversores extranjeros y las obras
públicas marcaron un momento de afirmación de la Revolución Argen-
tina. El Plan de Estabilización y Desarrollo, de abril de 1967, incluyó:
devaluación monetaria del 40%, retenciones a las exportaciones, desgra-
vación impositiva para compras de productos nacionales destinados a la
producción y supresión de las convenciones colectivas de salarios y con-
diciones de trabajo.31 Las corporaciones agropecuarias se movilizaron y
plantearon sus intereses sectoriales con respecto al descongelamiento de
los arrendamientos rurales, al debate sobre el impuesto a la renta poten-
cial de la tierra, y al impuesto de emergencia a las tierras aptas para la
explotación agropecuaria.
La marcha del gobierno mostraba una prematura tendencia autocrá-
tica y reticente al diálogo que incluso lo distanció de los grandes em-
presarios agropecuarios y de los industriales, con lo cual la hipótesis de
que fue representante de la gran burguesía debe matizarse. Del mismo
modo, resulta muy taxativa la hipótesis de que se intentaba subordinar
la “clase dominante agraria pampeana” a los intereses de la burguesía
trasnacional.32
Algunas medidas importantes fueron la liberalización de los contra-
tos rurales, liberación del mercado cambiario, promoción de la inversión
extranjera, impulso a la obra pública, política crediticia favorable a los
grandes empresarios.33 Contrarias a los sectores agrarios fueron las re-
tenciones a las exportaciones y la primacía industrialista en el proyecto
del gobierno. Surgió así la Comisión de Enlace, que vinculaba a la Fe-
deración Agraria Argentina, la Sociedad Rural Argentina, Confederacio-

31  Gabriela Gresores y Mercedes Muro de Nadal, “Las reacciones de las corpo-
raciones de terratenientes frente a políticas ‘productivistas’ (1966-1974)”, Do-
cumentos del ciea, nº 3, Buenos Aires, 2008, p. 238; Mercedes Muro de Nadal,
“La sociedad rural Argentina y el gobierno de Onganía. Afinidades y problemas”,
vii Jornadas de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Bue-
nos Aires, Buenos Aires, 2007, p. 6. Disponible en: http://www.aacademica.
org/000-106/291. Acceso: 24/10/2019.
32  Guillermo O’ Donnell, 1966-1973. El Estado...
33  María Cecilia Míguez, “La Sociedad Rural Argentina…, p. 35.

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nes Rurales de la Argentina y coninagro, la cual cuestionó con firmeza,


desde 1968, la política tributaria del gobierno relativa a retenciones y
al impuesto de emergencia a las tierras aptas para la producción agro-
pecuaria, el control de precios y el aumento de salarios.34 En 1970, el
balance que estas entidades hacían de la política económica de Onganía
era sumamente negativo porque el gasto fiscal había aumentado y la es-
tabilización proyectada no se había concretado. Inclusive, la Sociedad
Rural Argentina y carbap pusieron bajo sospechas las intenciones del
gobierno en cuanto a su conexión con intereses extranjeros y con proyec-
tos que pudieran atentar contra el statu quo, como una reforma agraria o
el impuesto a la renta potencial.35
El gobierno clausuró la actividad política y neutralizó a los sindicatos
al suspender las negociaciones colectivas. La conducción sindical se ajus-
tó a las nuevas condiciones, asumiendo una actitud pasiva o de colabo-
ración, surgiendo en forma paralela un sindicalismo de base combativo,
que emprendió huelgas ilegales.36 Emergió en este contexto una central
obrera disidente, la Confederación General del Trabajo de los Argentinos
(cgta), en 1968, y fue gestándose un descontento amplio con sucesivos
estallidos locales en forma de revuelta popular desde 1969 a 1971, inicia-
dos con el Cordobazo. Sucedido en la ciudad de Córdoba, cuya industria
y trabajadores habían sido muy afectados por la política económica, y
donde otros actores, como los estudiantes universitarios y los empleados
estatales estaban muy movilizados, ya sea por motivos ideológicos o por
el deterioro salarial. El estallido social del 29 de mayo fue espontáneo y
sin carácter sedicioso, aunque fue destructivo de bienes y ofreció resis-
tencia armada al ejército, que reprimió a los manifestantes.37 La huelga
general del día siguiente, convocada por la cgt, prolongó el episodio, su-
mando la presencia masiva de obreros, llegados de diversos puntos del
país.
El Cordobazo dejó expuesta la crisis de legitimidad del gobierno mi-
litar, ya visible con la crítica previa de las entidades empresarias. Los
grandes periódicos nacionales también fueron apartándose del gobierno,

34  Gonzalo Sanz Cerbino, “Antecedentes históricos de la unidad de las corpo-


raciones agropecuarias pampeanas. La formación de la Comisión de Enlace y la
disputa por la renta (1966-1973)”, Mundo Agrario, vol. 15, nº 29, La Plata, agosto
2014.
35  Gabriela Gresores y Mercedes Muro de Nadal, “Las reacciones…”, pp. 141-142.
36  Juan Carlos Torre, Los sindicatos…, pp. 38-39.
37  James P. Brenan y Mónica Gordillo, “Protesta obrera, rebelión popular e insu-
rrección urbana en la argentina: el Cordobazo”, Estudios, nº 4, diciembre 1994,
Córdoba, pp. 62 y 69.

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Presentación - Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez

reprochándole la demora en el restablecimiento de la normalidad demo-


crática o bien el personalismo del general Onganía a causa de la falta
de unidad de las Fuerzas Armadas.38 En junio de 1970, la Junta de Co-
mandantes de las tres fuerzas designó en su lugar al general de brigada
Roberto Levingston, con el objetivo de revertir las políticas económicas.
A fines de 1970 hubo control de cambios para moderar el conflicto social,
pero la inflación de los dos años previos motivó la movilización sindical,
dando cuenta de que el conflicto distributivo no estaba saldado.39 El em-
presariado tampoco estaba convencido de que el presidente resolviera
los problemas estructurales de la economía y rápidamente puso en duda
su capacidad de gobierno.
Reemplazado por el general Alejandro Lanusse, las políticas econó-
micas e incluso los ministros mostraron gran continuidad, porque se-
guían las directivas aprobadas por la Junta Militar en 1970. El nuevo
presidente anunciaba sus propósitos de modernizar la estructura polí-
tica, acelerar el desarrollo integral y armónico del país, propender a la
nacionalización de la economía y derivar los beneficios del crecimiento
económico hacia una equitativa distribución de la riqueza. El gobierno
dispuso estímulos fiscales para la industria nacional, surgieron nuevas
empresas siderúrgicas, petroquímicas, y de celulosa; aumentó el stock
bovino.40 La cosecha de trigo de 1971 fue de rendimiento extraordinario
y los precios de exportación se duplicaron en 1971 y 1973. Pero en 1971 y
1972 hubo alta inflación, de 39,2% y 64,2%, respectivamente, aumentó el
déficit fiscal y disminuyó el crecimiento de la economía.41
El gobierno estaba presionado por las expectativas de los sectores po-
líticos y de las organizaciones gremiales, por las acciones cada vez más
frecuentes de la guerrilla e incluso tuvo que desarticular un intento gol-
pista de tendencia nacional populista en 1971. El general Lanusse apostó
al Gran Acuerdo Nacional, como una salida electoral que permitiera la
legalidad y la gobernabilidad, incluyendo al peronismo, a la izquierda no
insurreccional y a la cgt.42

38  María Paula Gago y Mercedes Saborido, “La prensa nacional argentina frente
al final del gobierno de Onganía (1970)”, rae-ic, Revista de la Asociación Espa-
ñola de Investigación de la Comunicación, vol. 5, nº 10, Santiago de Compostela,
2018, pp. 61-63.
39  Pablo Gerchunoff y Martín Rapetti, “La economía argentina…”, p. 251.
40  Gonzalo de Amézola, “Lanusse o el arte de lo imposible. El lanzamiento del
gan (marzo-mayo de 1971)”, Cuadernos del cish, vol. 2, nº 2-3, La Plata, 1997,
pp. 187 y 236.
41  Juan Carlos Torre, Los sindicatos…, p. 49.
42  Gonzalo de Amézola, “Lanusse o el arte de lo imposible…”, pp. 191, 198 y 218.

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El triunfo mayoritario del Frente Justicialista para la Liberación


(frejuli) en las elecciones de marzo de 1973 llevó al poder a Héctor J.
Cámpora. En pocos meses los cambios fueron intensos, pero detrás de la
euforia estaban las disputas entre las facciones por el control del movi-
miento, y del gobierno mismo, en nombre del “verdadero” peronismo.43
Siete meses después nuevas elecciones dieron el triunfo a la fórmula
Juan Domingo Perón-María Estela Martínez de Perón, con el 61,85% de
los votos. El tercer gobierno peronista tenía un proyecto de cambio es-
tructural y planificado del desarrollo nacional, que se manifestó en los
pactos intersectoriales concertados en el momento de la llegada al poder,
así como en el Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacio-
nal, que abarcaba los diversos aspectos de la vida económica, social y cul-
tural. El Acta de Compromiso Nacional, también conocida como Pacto
Social, fue un acuerdo entre la cgt, la cge y el Estado, que permitió una
política concertada que estableció el congelamiento del tipo de cambio,
de las tarifas públicas, los precios y los salarios –que debían aumentar
el 7% anual de modo acumulativo–, para evitar la inflación, favorecer el
mercado interno y lograr el pleno empleo. La política concertada de pre-
cios y salarios no era una situación óptima para las organizaciones sindi-
cales, porque su práctica histórica era la negociación colectiva, pero al ser
altos los salarios no generó pujas intersectoriales por la distribución del
ingreso.44 Las entidades agropecuarias, como la Federación Agraria Ar-
gentina y la Sociedad Rural Argentina, firmaron el Acta de Compromiso
del Estado y los Productores para una Política Concertada de Expansión
Agropecuaria y Forestal. Podía percibirse que las corporaciones estaban
presentes no sólo en los acuerdos, sino también en los aparatos estatales
de gobierno, como eran los ministerios de Economía y de Trabajo.45
El gobierno no buscó “renegociar la dependencia” según propiciaba la
izquierda sino recuperar el proyecto industrialista de mediados de siglo,
asegurando nuevos mercados externos, con impuestos que permitieran
una transferencia de divisas del campo a la industria.46 En 1973 el volu-
men de las exportaciones fue récord, en un marco de mejora de los tér-
minos de intercambio de los productos argentinos, con un valor 65% más

43  Liliana De Riz, La política…, p. 128.


44  Juan Carlos Torre, Los sindicatos…, p. 50-51.
45  Ricardo Sidicaro, Los tres peronismos. Estado y poder económico 1946-55 /
1973-76 / 1989-99, Buenos Aires, Siglo xxi Editores, 2003, p.113.
46  Víctor Sukup, El peronismo y la economía mundial: modelos de inserción
económica internacional del peronismo: 1946-1955, 1973-1976, 1989-?, Buenos
Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1992.

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alto que el año anterior, permitiendo revertir el déficit de ese año –que se
había duplicado–. No obstante era el preciso momento en que ocurría la
crisis internacional del petróleo, que impactó en los costos de producción
argentinos.47 La absorción del aumento salarial de 1973 afectó a las in-
dustrias de mano de obra intensiva, porque los costos de producción au-
mentaron, pero, al regir el congelamiento de precios, las empresas debie-
ron absorberlos. A esto se sumaría la caída de la producción de trigo en el
ciclo agrícola 1973/74. El crecimiento de la inversión fue escaso en 1974
y la inflación aumentó, aunque creció el empleo, y también las indus-
trias de bienes de capital o de insumos para otras industrias –siderurgia,
papel, química y petroquímica– se favorecieron con el apoyo estatal.48
Diversas leyes buscaron fomentar la industria nacional, el autoabaste-
cimiento en sectores claves, la tecnología y la exportación de productos
manufacturados. Se aplicaron mayores regulaciones al comercio exterior
a través de las juntas reguladoras de Carnes y Granos; se sancionó el im-
puesto a la tierra libre de mejoras,49 se elaboraron el anteproyecto de Ley
Agraria y el proyecto de reforma financiera.
Desde 1973 a 1975 se aplicaron tipos de cambio múltiples. Las expor-
taciones tradicionales se beneficiaron con un tipo de cambio devaluado.
El desdoblamiento del cambio equivale a una retención o un derecho de
exportación a los productos tradicionales.50 Con la muerte del presidente
Juan Perón, en 1974, la vicepresidenta María Estela Martínez ocupó ese
cargo. El reemplazo de los ministros dejó sin efecto los proyectos más
avanzados, entre ellos el de reforma agraria, elaborado por la Secretaría
de Estado de Agricultura y Ganadería de la Nación, a cargo del ingenie-
ro Horacio Giberti, considerado por los grandes propietarios como una
amenaza, y visto con cierta desconfianza por las entidades agropecuarias
de los productores familiares.
En 1975, el ministro de Economía Celestino Rodrigo intentó estabi-
lizar la economía mediante un shock, con una devaluación abrupta de
la moneda. El tipo de cambio aumentó el 100%, mientras que las con-
venciones colectivas habían acordado ese año el 38%.51 Su efecto fue el

47  Pablo Gerchunoff y Martín Rapetti, “La economía argentina…”, p. 251.


48  Cecilia Vitto, “Plan económico…”, pp. 126-129.
49  Walter Perino, “Aspecto de equidad en la renta potencial normal de la tierra”,
Economía y Finanzas, vol. 2, nº 5-6, Buenos Aires, 1975.
50  Eduardo R. Conesa, “Las exportaciones como motor del crecimiento”, en
Consejo Argentino para las relaciones internacionales, Felipe A. M. de la Balze
(comp.), El comercio exterior argentino en la década de 1990, Ediciones Ma-
nantial, 1990, p. 439.
51  Pablo Gerchunoff y Martín Rapetti, “La economía argentina…”, p. 252.

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Agro y política en Argentina - Tomo III - 1955-1976

desabastecimiento del comercio y la recesión de la actividad económica


en general. La balanza comercial fue negativa ese año. El gobierno retiró
la personería gremial a las federaciones más combativas y decretó el ani-
quilamiento del accionar subversivo.
El descontrol de las variables económicas y la pérdida de hegemonía
del gobierno alimentaron los rumores y expectativas de un cambio pro-
fundo que reorientara las políticas estatales. El desenlace fue el golpe
militar de marzo de 1976, ansiado por muchos sectores, sin medir las
consecuencias que la dictadura podría deparar, probablemente porque
las experiencias autoritarias previas habían concentrado su acción re-
presiva en las organizaciones sindicales y políticas de izquierda, límites
que ultrapasaría el nuevo régimen. El golpe mostraba que en la década
de 1970 sobre las alternativas de la lucha de clases o de acuerdo social52
podía imponerse la dictadura.
Cuando la Junta Militar tomó el poder, la corrección del tipo de cam-
bio ya había sido hecha por el gobierno depuesto, no obstante los salarios
reales siguieron cayendo en los primeros años. La adopción de una es-
trategia monetarista, de economía abierta en el plano financiero, logró la
desaceleración de la inflación, el aumento de la actividad y de los salarios
recién a partir de 1979.53 La injerencia de los organismos internacionales
de financiamiento reforzó la idea de suprimir organismos reguladores
del Estado, objetivo histórico de los sectores liberales, creando un nuevo
escenario sobre todo en el ámbito agrario, con la disolución del Consejo
Agrario Nacional, de la Comisión Nacional de Trabajo Rural, y la pérdida
de jerarquía de las juntas reguladoras de Granos y de Carnes. Por otro
lado, la pausa gremial afectó a las entidades de este tipo del empresaria-
do, mientras que la cgt y sus federaciones fueron intervenidas, quedan-
do la actividad sindical en un muy limitado ámbito de clandestinidad.
Los capítulos de este libro se inician con el texto a cargo de Silvia Lá-
zzaro, en el cual se analiza el problema del Estado y la cuestión agraria
frente a las instancias de redefinición del proceso de acumulación entre
1955 y 1976. En él se pone el acento en el cambio de rumbo de la polí-
tica económica, a partir del golpe de Estado de 1955, con relación a la
cuestión de la tenencia de la tierra y, en particular, a los arrendamientos
rurales. Se analizan tanto las políticas estatales, concretadas en los su-
cesivos planes de transformación agraria, como las posiciones y cues-
tionamientos de las entidades agrarias frente a las decisiones políticas

52  Marcelo Rougier y Martín Fizbein, El gobierno peronista de 1973-1976, Bue-


nos Aires, Editorial Manantial, 2006, p. 61.
53  Pablo Gerchunoff y Martín Rapetti, “La economía argentina…”, p. 253.

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Presentación - Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez

con las que frecuentemente disentían. A continuación, trata el gobierno


surgido de la autonombrada “Revolución argentina”, en 1966, en el cual
primaron los sectores ligados a empresas transnacionales y el capital fi-
nanciero. Con respecto al agro, aborda la normativa sobre arrendamien-
tos, las discusiones sobre los impuestos a la tierra y a las exportaciones.
Para finalizar, indaga en las propuestas reformistas del tercer gobierno
peronista, pasando revista a la política de acuerdos plasmadas en las ac-
tas de compromiso, los proyectos de ley agraria, el Plan Trienal y el Plan
sectorial agropecuario, observando la posición de las entidades agrarias
frente a los mismos. Destaca que la visión crítica de las corporaciones
derivaría, ya durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, en
un apoyo decidido de la mayoría de ellas al rumbo que llevaría al golpe
de Estado de 1976.
Por su parte, en el segundo capítulo, Javier Balsa recorre el período
seleccionado para este volumen desde el punto de vista del análisis del
discurso, a través de las formaciones y estrategias discursivas que se
emitieron con relación a la cuestión agraria, vinculando el inicio y final
de la etapa con los conceptos “del reformismo a la contrarrevolución”.
Según se analiza, en contraposición con el peronismo, que había conso-
lidado la hegemonía del discurso agrarista crítico sobre el latifundio, el
gobierno surgido del golpe de Estado de 1955 consagró el retorno de una
discursividad liberal con relación a la cuestión agraria. No obstante, las
voces del discurso agrarista crítico continuaron expresándose en los años
sesenta, sobre todo con relación a la reforma agraria. Con el retorno del
peronismo al poder en 1973, se habría producido el mayor enfrentamien-
to entre ambos discursos. El capítulo ausculta los discursos que prima-
ron en las diferentes etapas y analiza todas las líneas argumentativas, en
particular las que se opusieron a la reforma agraria desde las entidades
del empresariado agropecuario, y las posiciones de los diversos gobier-
nos, militares y civiles posteriores a 1955 sobre la cuestión de las prórro-
gas a los contratos de arrendamiento y aparcería, siendo éste quizás el
problema más candente que debieron enfrentar con relación al agro y sus
representantes patronales versus la perduración del discurso agrarista.
Desde el enfoque metodológico de las culturas políticas y de la historia
intelectual, el capítulo escrito por Osvaldo Graciano analiza diversos es-
tudios realizados sobre la economía argentina en la coyuntura del golpe
militar de 1955-1958. El capítulo se titula sugestivamente “Las bibliote-
cas de estudios del capitalismo argentino, entre Juan Domingo Perón y
Arturo Frondizi” e incluye en su análisis autores argentinos y extranjeros
–economistas, historiadores, sociólogos, abogados, ingenieros, ingenie-
ros agrónomos, intelectuales de partidos y dirigentes políticos– de ex-
tracción desarrollista, nacionalista popular o de izquierda, la mayoría de

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los cuales no estaban específicamente formados como economistas. No


obstante, según afirma el autor, elaboraron análisis y emitieron opinio-
nes que pretendían no sólo describir la situación sino también “influir en
el debate político-económico nacional” y destaca la “dimensión política”
que asumían sus escritos. Toma, en primer término las ideas presentes
en el sector oficialista, críticos de la gestión peronista y, en especial, los
de su asesor, Raúl Prebisch, y del liberal Federico Pinedo, confrontán-
dolos a continuación con las réplicas o visiones económicas de pensado-
res peronistas y nacionalistas, como Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini
Ortiz, y otros de las distintas vertientes de la izquierda, tales como co-
munistas y socialistas. Desde posiciones antiimperialistas, revoluciona-
rias o reformistas, estos últimos criticaban en particular las propuestas
de Raúl Prebisch y la política liberal del gobierno de facto, sin dejar de
poner en cuestión también ciertas orientaciones del peronismo –sobre
todo los autores socialistas–. Asimismo, el capítulo analiza los escritos
publicados por la editorial Raigal, difusora de las ideas de la Unión Cívica
Radical, que –según se afirma– en pocos años se habría convertido en un
ámbito de renovación programática e ideológica, a través de la fracción
intransigente liderada por Arturo Frondizi.
En el capítulo siguiente, “Las cooperativas agrarias en clave compa-
rativa durante el desarrollismo: constitución de complejos agroindus-
triales agroexportadores y agricultura familiar en el mercado interno
(1955-1966)”, Gabriela Olivera analiza las políticas estatales con relación
al cooperativismo agrario y las reacciones de las entidades de segundo
grado del sector frente a las mismas, procurando la continuidad de una
política favorable. En un ejercicio comparativo, muestra las diferencias
entre las entidades, atravesadas por las lógicas corporativas de la época,
en el proceso histórico del desarrollo del cooperativismo en Argentina.
Las “trayectorias divergentes” que se analizan corresponden a la Aso-
ciación de Cooperativas Argentinas (aca), a la cooperativa láctea San-
cor, y a las cooperativas agropecuarias adheridas a la Federación Agraria
Argentina. La autora reconstruye la burocratización de algunas de sus
instancias de funcionamiento y la adopción de estrategias diversificadas
para defender sus intereses con relación a las medidas gubernamentales.
A la vez, investiga la manera en que la conformación de complejos agro-
industriales dependientes de aca y Sancor se tornó exitosa, observando
sus efectos sobre los productores directos adheridos, que difieren con
respecto al sector cooperativo ligado a la faa. El texto remarca las pa-
radojas y tensiones que el avance del ámbito gerencial y agroindustrial,
produjo en la gestión cooperativa, diferenciando a las primeras de las
cooperativas federadas, en las cuales la defensa gremial de los asociados
era el objetivo primordial.

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Presentación - Adrián Ascolani y Talía Gutiérrez

A continuación, el capítulo de Adrián Ascolani, “Sindicatos rurales y


productores agropecuarios: peripecias de la negociación colectiva en un
escenario político y económico impredecible (1955-1976)” nos conduce
a una cuestión central para comprender la dinámica socioeconómica y
política del mundo rural de la época. El autor inicia el texto con una bre-
ve caracterización de los cambios en el trabajo y en la composición del
asalariado rural transitorio y permanente, pasando luego a describir los
respectivos programas de acción de la Federación Agraria Argentina y de
la Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores –y sus
sucesivas transformaciones institucionales–. Luego analiza los cambios
progresivos en la normativa del trabajo rural y el rol de la Comisión Na-
cional del Trabajo Rural (cntr) y de los departamentos provinciales del
trabajo de Santa Fe y de Córdoba en la aplicación de estas disposiciones
y en la fijación de salarios. Aborda las relaciones laborales entabladas en-
tre los trabajadores, los empleadores y el Estado, reconstruyendo el ciclo
de huelgas que tuvo lugar en las provincias de Santa Fe –y Córdoba, en
menor medida–, desde 1962 a 1966. En este ciclo se percibe el carácter
decisivo del deterioro acumulado del salario real, a la vez que la presencia
de liderazgos sindicales locales potentes, de diversa extracción ideológi-
ca, que plantearon la negociación colectiva en sus propios términos. No
obstante, las entidades gremiales empresarias y cooperativas tendieron
a identificarlos con la acción del comunismo, que percibían como disol-
vente, reprochando a los gobiernos provinciales su tolerancia. Luego del
golpe de Estado de 1966, el sindicalismo rural abandonó sus prácticas de
acción directa, de modo que la regulación del trabajo rural y los avances
en la previsión social se tornan centrales en el texto, mostrando continui-
dades, cambios y las constantes divergencias que dificultaron la relación
laboral, con una tendencia a un nuevo deterioro del salario real, salvo en
el breve interregno de 1973-1974. El trabajo culmina con una breve des-
cripción de las transformaciones ocurridas durante la dictadura de 1976,
que suprimió la cntr, intervino las organizaciones sindicales y dictó la
Ley Nº 22.248, de Régimen Nacional de Trabajo Agrario, regresiva para
los derechos de los trabajadores.
La historiadora Marina Kabat, por su parte, se aboca a analizar los
avatares de la política exterior del peronismo y, con el fin de desentrañar
tensiones que surgieron al respecto entre los empresarios de esta ten-
dencia en la década del setenta, retoma la etapa previa desde 1947. Su
estudio, titulado “Las dos caras de la política exterior peronista. Disputas
político-programáticas entre nacionalización y la liberalización del co-
mercio exterior de productos agropecuarios, 1947-1976”, centra la aten-
ción en el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (iapi),
la “redefinición” de su tarea luego de 1949, y los avatares del comercio

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Agro y política en Argentina - Tomo III - 1955-1976

exterior. El análisis describe la manera en que el iapi se comenzó a des-


mantelar desde esa época aun cuando su liquidación se inició a partir
del golpe de Estado de 1955, así como también las tensiones presentes
entre las corporaciones empresariales y los diversos gobiernos, signadas
por la disputa político programática. Con el regreso al poder del peronis-
mo, en 1973, el trabajo muestra que existió cierto consenso en torno a la
nacionalización del comercio exterior, el cual enmascaraba importantes
diferencias, puestas en evidencia en este exhaustivo estudio de los deba-
tes parlamentarios en torno a la comercialización de carnes y de granos,
que realiza la autora. A lo largo del capítulo, se observa cómo el progra-
ma peronista relativo al comercio exterior fue cambiando desde los años
cincuenta con respecto a la propuesta inicial, cuestión que es claramente
perceptible en la década de 1970. El capítulo resalta que la posibilidad
de maniobra del gobierno se vio favorecida por una coyuntura de precios
positiva y un contexto de radicalización política que había impulsado a la
burguesía a la negociación, lo cual se comenzó a modificar en 1974 cuan-
do las circunstancias cambiaron.
El volumen se cierra, como en los tomos anteriores, con un texto dedi-
cado a las familias rurales asentadas en la región pampeana, escrito por
Talía Gutiérrez, quien aborda el tema “Familia, juventud y educación ru-
ral frente a los cambios de los años sesenta/setenta”. Las modificaciones
socioeconómicas de la etapa mencionada se tradujeron en cambios en
las estrategias de vida de las familias rurales. La cuestión del éxodo rural
intensificado era una preocupación que interpelaba a los jóvenes y las
jóvenes integrantes de las familias desde diversos ámbitos, en particular
desde el Estado y las corporaciones agrarias, con ofertas de capacitación
y de educación. Son ésas las cuestiones investigadas en este capítulo, a
partir de diagnósticos realizados en base al censo nacional de 1960, des-
tacándose diferencias subregionales en cuanto al equilibro rural/urbano
y la composición de las familias, dentro de un panorama de conjunto.
Por otra parte se analiza la convivencia de concepciones conservadoras
sobre el hogar, las familias y sus integrantes, con otras más modernas,
ambigüedad que impregnaba tanto las publicaciones especializadas
como los textos escolares. En este último caso, la escuela rural es tratada
no tanto en sus aspectos pedagógicos sino como centro orientador de la
comunidad, con poder de influir en el progreso rural, aunque a la vez
era portadora de discursos tradicionales. En suma, la situación de las
familias rurales evidenció los cambios propios del período pero también
continuidades en roles y representaciones. Si bien el trabajo familiar se-
guía siendo relevante en la región, fue el éxodo rural el que marcaría con
mayor intensidad la segunda mitad del siglo xx.

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