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ENSAYO
De manera en que las partes reconocen que los cultivos ilícitos son generadores
de violencia, y que con ella no pueden existir las condiciones necesarias para la
construcción de la paz, por lo que se acordó la creación del Programa Nacional
Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito y Desarrollo Alternativo (PNIS), a
cargo de la Presidencia. En él, se propone la utilización voluntaria de economías
alternativas por parte de la comunidad, con el acuerdo de sustitución y no
resiembra celebrado entre el Gobierno Nacional, el municipal y las poblaciones
afectadas. Con el que los campesinos se comprometen a la erradicación
voluntaria y concertada, a la no resiembra y a la no involucración en cadenas de
narcotráfico. Por su parte, el Gobierno Nacional se compromete a implementar el
Plan de Atención Inmediata, que consiste en llevar la oferta de desarrollo del
Estado a las comunidades afectadas por el fenómeno de las drogas ilícitas, con el
fin de garantizar la seguridad alimentaria del campesino que se somete al
acuerdo.
Este pilar se enmarca en un enfoque de desarrollo rural con inversión estatal ya
consagrado en el primer punto de los acuerdos, sobre todo con los PDET
(Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial) integrado al punto tres con el
PNIS (Programa Nacional Integral de Sustitución), de manera particular en los
criterios de priorización de los territorios para la implementación más urgente del
programa.
El tema del narcotráfico era un tema delicado porque se discutía no sólo la política
general en materia de drogas ilícitas, sino también, el papel de las FARC en el
narcotráfico. Por ello se hizo énfasis en el tema de sustitución de cultivos, es decir,
las FARC querían reivindicar a los campesinos, y al mismo tiempo enfatizar en
que deberían perseguirse otros eslabones de la cadena, por ejemplo, lo que tiene
que ver con el transporte a los mercados finales y el lavado de activos. Era la
manera de las FARC de decir que el problema va más allá de los cultivadores,
donde hasta ahora se ha centrado la persecución en contra de las drogas ilícitas.
Dentro de los actuales acuerdos del Gobierno y las Farc, buscan acabar
definitivamente con la expresión de la lucha armada en el ambiente político
colombiano y generar una apertura política que le permita a los diferentes actores
del conflicto participar en igualdad de condiciones, disfrutando el derecho de elegir
y ser elegido, además asumen el debate frente a una realidad que alimenta el
conflicto, que lo exacerba, lo profundiza como lo es el narcotráfico, que es la base
principal que financia y sostiene la existencia de estos grupos armados. Se puede
decir que la política antidroga para funcionar en el país requiere de ante mano que
los colombianos venzan la desconfianza de creer que las Farc, van a abandonar
un negocio tan rentable como lo es el narcotráfico.