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Respuesta a cuerpo y alma de La Torah:

Estimado hermano, con gusto le hago llegar mi opinión en cuanto a su pregunta. Usualmente no
opinamos” en materia de Escritura Sagrada, pues La Palabra dice:”No seas sabio de tu propia
opinión” (Proverbios 3:7) Pero debido a que la pregunta es un tanto inespecífica, pues lo que
podemos hacer es opinar, eso sí, basándonos lo más cerca posible de en Las Escrituras.

En un concepto cultural, el cuerpo se refiere al Libro en sí mismo, a los escritos, estudios,


o comentarios y publicaciones que aumentan nuestro saber escritural. El cuerpo por sí
mismo es un compendio de ideas, letras, frases y muchas veces nos confunde. Pero el alma,
que incluye la mente, los sentimientos, la conciencia, es la que nos redarguye de pecado y
nos conduce al amor y al cumplimiento.

En nuestra naturaleza humana, el cuerpo y el alma están en perpetuo combate; todo conflicto
humano surge de la dicotomía de cuerpo y alma, de la tensión entre nuestro yo corporal y la
necesidad de trascendencia. ¿Por qué sucede esto?

Porque Elohim creó el cuerpo y el alma en dos fases distintas, tomando polvo de la tierra y
soplando luego en él el aliento y alma de vida (Génesis 2:7) ¿Por qué creó nuestro cuerpo y alma
por separado, a diferencia de lo que hizo con todas las otras criaturas? Para que el hombre
siempre reconociera que hay dos fuerzas distintas en la vida, la material y la espiritual. El lado
material es bajo, como el polvo de la tierra, mientras que el lado espiritual viene del sitio más
profundo posible, de Yahwéh..

En el comienzo, cuerpo y alma estaban unidos. El cuerpo reconocía su papel como vehículo para
la expresión del alma, y el alma reconocía su necesidad del cuerpo para concretar la voluntad de
Elohim Yahwéh. Adán y Eva, en consecuencia, (Génesis 2:7) no se avergonzaron de su desnudez,
pues ésta era tan inocente como la desnudez de un recién nacido.

El pecado rompió esa unidad. Es por eso que el discernimiento se ha perdido y hay tanta
confusión. Es por eso que se producen tantas guerras y genocidios en nombre del llamado “dios” y
de las religiones. “Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Elohim, porque
para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente.” 1 de
Corintios 2:14

De ahí las expresiones de Yahshua cuando decía:”tienen ojos y no ven y oídos y no


oyen…” (Mateo 13:13) recordando las palabras del profeta Jeremías: “Oíd ahora esto,
pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen.” (Jeremías
5:21)

Por otro lado, hermano, Saúl, llamado Pablo nos enseña lo siguiente: “El cual también nos
hizo suficientes ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la
letra mata, pero el Espíritu da vida.” 2 de Corintios 3:6

Al escribir esto, no estaba en contra de La Torah, pues él mismo dijo en muchos pasajes
que era fiel cumplidor de La Torah. Se refería a todas aquellas iglesias, organizaciones,
sectas, kheilá y personalidades religiosas que se ocupan de lo que atañe al cuerpo, o sea, a
lo que se puede percibir con los sentidos: vestiduras, mantos de oración, adornos,
candelabros, manteles, canciones, instrumentos musicales y copiosos banquetes, etc. pero
descuidan de lo interior, el verdadero espíritu o alma de La Torah: el amor, la bendición, la
generosidad, la humildad, el arrepentimiento. En fin, todos los dones y frutos del Espíritu
de Santidad. Por eso Yahshúa decía en muchas ocasiones: “Habéis escuchado esto…pero
yo os digo esto…” Porque una de las partes de su misión fue enseñarnos el Espíritu de La
Ley y no sólo su letra o cuerpo y esa fue la renovación del Pacto, no eliminarlo sino pasarlo
de tablas de piedra a ser escritos en nuestros corazones.(Hebreos 8:7-12)

Y por eso Saúl también enseñó: “Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los
misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no
tengo amor, nada soy.” 1 de Corintios 13:2

Hermano, para agradar a Yahwéh debemos unir el cuerpo y el alma de La Torah. Si tenemos
cuerpo y no el alma, somos como los fariseos, que vivían de la apariencia y la hipocresía, aunque
cumplían todas las leyes. Y si tenemos alma, pero el cuerpo de La Torah, caemos en idolatría y
desobediencia y desagradamos a Abba Yahweh, como le pasó a Caín. Recordemos que:
“El sacrificio de los impíos es abominación a Yahweh, mas la oración de los rectos es su deleite.”
Proverbios 15:8

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