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EL OFICIO DEL EVANGELISTA

(The Office of Evangelist)

E l evangelista es alguien que es ungido para

predicar el evangelio. Sus mensajes son diseñados para


llevar a la gente al arrepentimiento y a la fe en el Señor
Jesús. Dichos mensajes van acompañados por milagros
que atraen la atención de los incrédulos y los convence de
la verdad de su mensaje.
No hay duda de que había muchos evangelistas en la iglesia primitiva,
pero en el libro de Hechos sólo un hombre aparece como evangelista. Su
nombre era Felipe: “entramos en casa de Felipe, el evangelista, que era
uno de los siete, y nos hospedamos con él” (Hechos 21:8, énfasis
agregado).

Felipe comenzó su ministerio como siervo (o quizás como “diácono”)


que servía en las mesas (ver Hechos 6:1-6). Él fue promovido para el
oficio de evangelista cerca del tiempo de la persecución de la iglesia que
se levantó en la época en que apedrearon a Esteban. Él primeramente
predicó el evangelio en Samaria:

“Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a


Cristo. La gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que les decía
Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía, pues de muchos que
tenían espíritus impuros, salían estos lanzando gritos; y muchos
paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella
ciudad” ( Hechos 8:5-8).
Nótese que Felipe sólo tenía un mensaje, Cristo. Su meta era comenzar a
hacer discípulos, que fueran obedientes seguidores de Cristo. Él habló de
Jesús como hacedor de milagros, Hijo de Dios, Señor, Salvador y Juez
que pronto vendría. Él instaba a la gente a que se arrepintiera y a que
siguiera a su Señor.

También note que Felipe estaba equipado con señales y prodigios


sobrenaturales que legitimaban su mensaje. Alguien que se encuentre en
el oficio de evangelista será ungido con dones de sanidad y otros dones
espirituales. La iglesia falsa sólo tiene falsos evangelistas que proclaman
un falso evangelio. El mundo está lleno de este tipo de evangelistas hoy
en día, cuyos mensajes Dios no confirma con milagros y sanidades. La
razón de esto es que no predican el evangelio de Dios. Realmente no
predican a Cristo. Generalmente predican acerca de las necesidades de la
gente y de cómo Jesús puede darles una vida abundante, o también
predican una fórmula de salvación que no incluye el arrepentimiento.
Llevan a la gente a una falsa conversión que elimina su culpa pero no los
salva. El resultado de su prédica es que la gente casi no tiene oportunidad
de nacer de nuevo verdaderamente, porque no ven la necesidad de recibir
lo que ellos creen que ya tienen. Este tipo de evangelistas están ayudando
al reino de Satanás.

El oficio de evangelista no está enumerado con los otros dones


ministeriales en 1 Corintios 12:28, pero sí lo está en Efesios 4:11. Sin
embargo, asumo que la referencia que se encuentra allí acerca de los
milagros y las sanidades aplica a los evangelistas, pues estas
características estaban en el ministerio de Felipe el evangelista, y estos
dones darían una justificación sobrenatural al ministerio de cualquier
evangelista.

Muchos que viajan de iglesia en iglesia, llamándose a sí mismos


evangelistas, no lo son realmente, porque sólo predican a los cristianos
en las iglesias, y no tienen los dones de sanidades y milagros. (Algunos
pretenden tener estos dones, pero engañan sólo a los ingenuos. Sus
mayores milagros son que la gente caiga al suelo temporalmente cuando
ellos mismos los empujan.) Estos ministros viajeros pueden ser maestros
o predicadores o exhortadores (ver Romanos 12:8), pero no tienen el
oficio de evangelista. Sin embargo, es posible que Dios pueda comenzar
el ministerio de una persona como un predicador o exhortador y después
llevarlo al oficio de evangelista.

Para un próximo estudio acerca del oficio de evangelista, lea Hechos 8:4-
40, un relato del ministerio de Felipe. Se debe notar en dicha narración la
importancia de la interdependencia de los dones ministeriales (vea en
particular los versos 14-25) y cómo Felipe no sólo predicó el evangelio a
las multitudes sino que Dios también le guió a ministrar en forma
individual (ver Hechos 8:25-39).

Parece que los evangelistas están comisionados a bautizar a sus


convertidos, pero ellos no están necesariamente comisionados para
ministrar el bautismo en el Espíritu Santo a los nuevos creyentes. Esta
podría ser la primera responsabilidad de los apóstoles o pastores/
ancianos/ superintendentes.

¿Qué es un evangelista?

Pregunta: "¿Qué es un evangelista?"

Respuesta: Un evangelista es alguien que anuncia las buenas nuevas; en otras


palabras, un predicador del evangelio o un misionero. Una persona con el don de
evangelismo, a menudo es alguien que viaja de un lugar a otro para predicar el
evangelio y hacer un llamado al arrepentimiento. Los autores humanos de los
cuatro evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, a veces se les llama "los
evangelistas" porque registran el ministerio de Jesucristo, en realidad las "buenas
nuevas".

Efesios 4:11-13 dice, "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo". En
Hechos 21:8 a Felipe se le nombra como evangelista, y en 2 Timoteo 4:5 Pablo
exhorta a Timoteo a hacer el trabajo de evangelista. Estos son los únicos tres
usos de la palabra evangelista en toda la biblia. Otras personas podrían
considerarse "evangelistas" ya que predicaron las buenas nuevas, incluyendo a
Jesús mismo (Lucas 20:1) y Pablo (Romanos 1:15), sin embargo, Felipe es la
persona a la que específicamente se le llamó evangelista en la escritura.

Felipe había sido uno de los siete diáconos escogidos para que los apóstoles
pudieran realizar su labor de la enseñanza y la oración (Hechos 6:2-4).
Evidentemente, Felipe se había establecido en Cesarea, y había vivido allí
durante unos 20 años antes de que Pablo llegara en Hechos 21. La labor
evangelística previa de Felipe fue en Samaria (Hechos 8:4-8). Él "proclamó el
Mesías" a los samaritanos (versículo 5) e hizo milagros, entre los cuales estaban
el expulsar demonios y sanar paralíticos. Cabe mencionar que Felipe realizó el
bautismo en agua en el nombre de Jesús, pero el bautismo del Espíritu Santo no
ocurrió hasta que los apóstoles vinieron a Samaria.

La presencia de Pedro y Juan en Samaria y la permanencia del Espíritu en los


creyentes samaritanos (Hechos 8:17), confirmaron el ministerio de Felipe allí.
Como evangelista, Felipe había predicado el evangelio y, cuando los samaritanos
creyeron y recibieron el Espíritu, fueron acogidos en la iglesia. Donde antes había
división y enemistad entre judíos y samaritanos, ahora existe el vínculo espiritual
del amor (Colosenses 3:14). Los esfuerzos pioneros de Felipe sentaron las bases
para que sus oyentes recibieran el Espíritu Santo por fe. El trabajo de antemano
del evangelista para la salvación, es lo que los llamados evangelistas han hecho
desde entonces.

El ministerio de Felipe como evangelista continúa en Hechos 8 cuando él es


guiado por un ángel para ir al camino desértico hacia Gaza. En el camino se
encontró con un eunuco etíope, un funcionario de la reina de Etiopía. Felipe abre
el entendimiento del hombre respecto a la palabra de Dios, y el eunuco es salvo.
Felipe bautiza al hombre, y el Espíritu Santo arrebata a Felipe (Hechos 8:39).
Luego, Felipe "se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas
las ciudades, hasta que llegó a Cesarea" (versículo 40). Dondequiera que iba,
Felipe compartía el evangelio. Eso es lo que hacen los evangelistas.

A Timoteo se le dijo que hiciera la predicación previa a la salvación, que es la


"obra de un evangelista" (2 Timoteo 4:5). Esta misma predicación de las buenas
nuevas es el llamado general a los discípulos en la gran comisión, y a todos
nosotros, al final de los tiempos (Mateo 28:16-20). En Judas 1:3, todos los santos
tienen que contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los
santos y, en el versículo 23 tenemos que "salvar a otros, arrebatándolos del
fuego".

El oficio del evangelista será necesario hasta que la iglesia llegue a la madurez
de Cristo mismo (Efesios 4:13). Las buenas nuevas deben ser compartidas. Y
tenemos la mejor noticia de todas: Jesús murió y resucitó, y salva a todos los que
le invocan" (Romanos 10:9-13).

El Ministerio de Evangelista
Para introducirnos al tema iniciaremos definiendo la palabra evangelista.

“La palabra que se traduce “evangelista” en el Nuevo Testamento es un


sustantivo tomado del verbo euangelizomai, ‘anunciar noticias’, y
generalmente se traduce como “predicar el evangelio”. El verbo es muy
común en el Nuevo Testamento, y se aplica a Dios (Gálatas 3:8), a
nuestro Señor (Lucas 20:1), a los miembros ordinarios de la iglesia
(Hechos 8:4), como también a los apóstoles en sus viajes misioneros. El
sustantivo “evangelista” aparece tres veces solamente en el Nuevo
Testamento. Pablo exhorta a Timoteo a hacer la obra de evangelista (2
Timoteo 4:5); es decir, a hacer conocer los hechos del evangelio.
Timoteo había acompañado al apóstol en sus viajes misioneros. Pero
resulta claro (por los mandatos que le dio en las dos cartas que le
dirigió) que su tarea, cuando el apóstol escribía, era mayormente local y
pastoral”. Desde este punto de vista podemos decir que el evangelista,
lleva intrínsecamente el trabajo pastoral o viceversa, el pastor realiza el
trabajo de evangelista. El que se le indique que debe hacer la obra de
evangelista demuestra que el que era evangelista podía también ser
pastor y maestro.

En Hechos 21:8 se describe a Felipe como “el evangelista”. Felipe había


sido elegido como uno de los “siete” en Hechos 6, y después de la
persecución de Esteban ocupó un lugar prominente en la predicación del
evangelio en zonas no evangelizadas ( por ejemplo Hechos 8:5, 12, 35,
40). Si bien era evangelista, no fue incluido entre los apóstoles (Hechos
8:14). Se hace una distinción semejante entre Timoteo y los apóstoles
en 2 Corintios 1:1 y Colosenses 1:1. Se verá, entonces, que si bien los
apóstoles eran evangelistas, no todos los evangelistas eran apóstoles.
Esta distinción se confirma en Efesios 4:11, donde la función de
“evangelista” se menciona después de la de “apóstol” y “profeta”, y
antes de la de “pastor” y “maestro”. De este pasaje resulta claro que el
don de evangelista era un don distintivo dentro de la iglesia cristiana; y
si bien todos los cristianos indudablemente cumplían esta sagrada tarea,
en tanto que se les presentaba la oportunidad, había algunos que fueron
preeminentemente llamados y capacitados por el Espíritu Santo para
dicha tarea.
Más tarde en la historia de la iglesia el término “evangelista” se usó para
hacer referencia al escritor de cada uno de los cuatro evangelios.

El evangelista tiene que tener autoridad, esta es una autoridad que le da


el Espíritu Santo para poder predicar con denuedo la palabra de Dios.
Ahora bien hay muchos predicadores que se auto-nombran
“Evangelistas”. Pero muchas veces son predicadores independientes que
no están bajo ninguna autoridad eclesial. De este tipo de predicadores
hay muchos, y muchos de ellos han dado lugar a errores doctrinales,
porque predican bajo su propia inspiración y argumentando muchas
veces; que es la voz de Dios manifestada a ellos. Alguien que ejerce el
ministerio de evangelista debería de estar sujeto a una autoridad, asistir
a una iglesia, tener un pastor. Un lugar donde le reconozcan como
miembro activo y que le puedan dar cobertura espiritual. Si es un
evangelista reconocido por una congregación o una misión, obviamente
tendrá autoridad para predicar y para realizar su trabajo. De otra
manera no podrá realizar su trabajo. La tarea del Evangelismo es un
ministerio, y Dios ha repartido dones en su iglesia y a muchos varones
de Dios les ha dado este hermoso privilegio: ser llamados
“evangelistas”.

Ahora bien la forma como una congregación elige a sus ancianos es


puramente gobierno eclesial o reglamento local de la iglesia. Es la iglesia
la que sabe como gobernarse mejor y saber elegir a sus autoridades,
aunque no precisamente sea un evangelista quien los elija.

Requisitos para el evangelista

1.  El Evangelista debe ser un Líder-Siervo: Ejercer liderazgo pero con


corazón de servicio para la iglesia.

2.-  El evangelista debe comunicar en forma efectiva la palabra de Dios

3.-  El evangelista debe depender del Espíritu Santo

4.- El evangelista debe permanecer fiel ante un mundo hostil, que le


estará asediando con tentaciones, burlas, ofensas y otras artimañas del
enemigo.

5.-  El evangelista debe proclamar que Jesucristo como el único camino


y la salvación para el ser humano
6.-  El evangelista debe tener una estrategia para la cosecha

7.-  El mensaje del evangelista debe ser Bíblico (basado en la Biblia)

8.-  La Vida Interior del Evangelista, debe ser una vida de comunión con
Dios que se refleje en sus acciones.

Desde un punto de vista bíblico el evangelista debe cumplir con las


siguientes funciones:

1. Anunciar el evangelio, Hechos 13:32.

2. Enseñar, 1 Timoteo 4:13.

3. Hablar con denuedo, Hechos 9:29; 13:46.

4. Exhortar, Hechos 2:40; 11:23; 1 Timoteo 4:13.

5. Amonestar, Colosenses 1:28; 1 Tes. 5:14.

6. Rogar, 2 Cor. 5:20; Efes. 4:1.

7. Disputar, Hech. 9:29.

8. Contender, Judas 3 (pero recuérdese Rom. 14:1).

9. Discutir, Hech. 17:2, 17; 18:19

10. Responder, 1 Cor. 9:3; Fil. 1:16

11. Redargüir, 2 Tim. 4:2; Mat. 18:15

12. Convencer, Tito 1:9.

13. Tapar bocas, Tito 1:13.

14. Mandar, 1 Tim. 1:3.


15. Desechar, 2 Tim. 2:23; Tito 3:10.

16. Anunciar todo el consejo de Dios, Hech. 20:20, 27.

Bibliografía:

© Ediciones Certeza ISBN 9978–972–02–9


EDITORIAL CERTEZA

Juan Dominguez Un ministerio efectivo en la evangelización, ensayo sobre la


evangelización en América Latina 1,999

Evangelista, según Dios

“…que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende,
exhorta con toda paciencia y doctrina… haz obra de evangelista” (2 Timoteo 4:1-5).
“…y él mismo constituyó a unos… evangelistas” (Efesios 4:11).
Lista de temas en esta Web relacionados con "Evangelista"
Curso de capacitación ministerial

Los evangelistas de la iglesia ideal

La iglesia ideal. Sus EVANGELISTAS. Lección 1. ¿Con qué propósito constituyó Cristo
a evangelistas? ¿Qué acción tomó Jesucristo para constituir a los primeros
evangelistas? ¿A quién responsabiliza el apóstol Pablo la selección de “hombres fieles
que sean idóneos” para servir como evangelistas? El caso de Pablo y Timoteo ilustra
perfectamente el precedente divino. Criterios para la selección de candidatos a
evangelista. Buen testimonio. Trasfondo familiar. ¿Cuántos años de edad tenía Timoteo
cuando fue instruido a escoger a "hombres fieles... idóneos"? ¿Con qué preparación
contaba para la ejecución de tan importante tarea?

Guía para el desarrollo de clases bíblicas. Lección 1.


La iglesia ideal, según Dios. Sus EVANGELISTAS. Lección 2. El caso fascinante y
muy instructivo de Juan Marcos. Historial de Juan Marcos. Su familia y casa en
Jerusalén. Sobrino de Bernabé. Pablo y Bernabé llevan a Juan Marcos a Antioquía. Juan
Marcos como “ayudante” de ellos hasta Perge en el primero viaje evangelístico. Su
fracaso en Perge de Panfilia. Blanco de una “contienda no pequeña” entre los dos
evangelistas Pablo y Bernabé. Causa, naturaleza y desenlaces de aquella contienda.
Impacto sobre la iglesia en Antioquía. Maravillosa recuperación espiritual de Juan Marcos.
Muchísimas lecciones prácticas para el presente.

Guía para el desarrollo de clases bíblicas. Lección 2.


 
La iglesia ideal, según Dios. Sus EVANGELISTAS. Lección 3. Conflictos de
congregaciones y líderes. El caso de la congregación en Villas del Parque, la que
aprueba tocar el piano en el culto, de Tilica, la que no permite el uso de instrumento
alguno de música, y de Baldricia, la que no tiene instrumentos pero intercambia
predicadores con las que sí los usan. Además, la congregación local del alumno.
Acercamiento de la de Villas del Parque a la de Tilica bajo el pretexto de buscar la unidad.
Asegura que no es necesario tocar instrumentos en culto a Dios, pero insiste
obstinadamente en su derecho de hacerlo. Tilde de débiles y desentendidos a los
hermanos de Tilica. Cuestiones de opiniones y doctrinas. Aplicación de directrices en
Romanos 14. Cuándo dialogar o contender, y cuándo, no. Contiendas interminables.
Controversias entre evangelistas, obispos y otros líderes religiosos. También entre
iglesias. Texto para el maestro. Curso de capacitación ministerial.

Guía para el desarrollo de clases bíblicas. Lección 3.

 
 
La iglesia ideal, según Dios. Sus EVANGELISTAS. Lección 4. El caso complicado
del hermano RUFO. De veintiún años de edad, bautizado hace seis años, muy activo en
la congregación, estudiante universitario. Candidato, potencialmente, a evangelista. El
estatus espiritual de sus padres, hermano mayor y dos hermanas. La lucha reñida de
Rufo con su “pecado secreto”. ¿Escogería usted a este varón como candidato a recibir
preparación para evangelista, o lo recomendaría?

Fecha: 11/04/2014Autor/a: rtello20104 Comentarios

Hoy vamos a acudir a la Palabra de Dios para ver cuáles son los principios y
lineamientos que Dios nos da para ser testigos eficaces del Señor. No estoy hablando
que todos tenemos que tener el don de evangelista, pero lo que digo es que todos
hemos sido llamados a cumplir la Gran Comisión, y en ese sentido somos llamados
a compartir las Buenas Nuevas de Salvación. Pero la verdad es que como jóvenes
muchas veces nos enfrentamos a diversas dificultades al momento de compartir la
Palabra de Dios: vergüenza, poca preparación, un mal testimonio, presión del grupo
y diversas distracciones que se nos presentan en el camino.

Lo entendemos, sabemos que es difícil muchas veces pero aun así la responsabilidad
ha sido dada. Una vez, hace mucho tiempo en un lejano país donde no había muchos
cristianos, un pastor interrogaba a un joven convertido si era verdad que había
conocido al Señor Jesús hace algunos meses atrás. El joven le decía que sí, que
efectivamente si era creyente. El pastor continuo y le pregunto: “Y cuantas personas
has ganado para Jesús?” – el joven respondió: “Bueno, yo soy solo un aprendiz y
no tengo un nuevo testamento, ¿Cómo podría hablarle a alguien de Jesús?”. El
pastor le miro a los ojos y le pregunto: “¿Tienes velas en casa?” – “Claro!”,
respondió el joven.

“¿Esperas que la candela empiece a arder cuando la vela está a medio


consumir?” le volvió a preguntar el pastor. “No; tan pronto como está
encendida” respondió el joven, quien entendió la lección y empezó a trabajar y a
compartir a sus vecinos y conocidos de Jesús. De la misma manera, nuestra poca
experiencia, conocimientos y/o demás asuntos no son excusas para no cumplir con
nuestra responsabilidad. Tenemos que evangelizar, tenemos que ser testigos del
Señor Jesucristo y de su obra en la cruz.
Ahora, Dios no nos deja abandonados en este aspecto. En su palabra tenemos no
solo el mandato a evangelizar, sino también principios que podemos seguir para ser
evangelistas eficaces en este mundo y esta generación que nos ha tocado vivir. Para
ello, quiero que me acompañen al libro de 2 Corintios capítulo 4. Vamos a leer en
esta noche del verso 1 al verso 10 donde se nos habla de (1) la actitud del
evangelista, (2) la lucha del evangelista, (3) el mensaje del evangelista y por
ultimo (4) la fortaleza del evangelista. Recordemos que el tema de la carta de 2 de
los corintios es la respuesta del apóstol Pablo al cambio que los hermanos de la
iglesia de Corinto habían experimentado a raíz de la primera carta de Pablo.
Asimismo, esta segunda carta es un vistazo al corazón del apóstol, pues en ella se
defiende de manera personal y apasionada de los falsos maestros y de los judíos
quienes le acusaban de ser débil, prepotente, de ser un falso maestro, de lucrar con el
evangelio y de ser demasiado estricto con las iglesias. Es en este contexto que
vamos a examinar de cerca una parte del corazón de este hombre de Dios, con el
deseo de que al contemplar estos principios, tú y yo seamos desafiados por el
Espíritu Santo a obedecerlos y ser así testigos poderosos y fructíferos para el Señor
nuestro Dios.

Leamos por favor el texto:

“Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos


recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no
andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación
de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero si
nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en
los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no
les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de
Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor,
y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que
de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones,
para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del
poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no
angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados;
derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la
muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros
cuerpos.”

La actitud del evangelista (versos 1-2)


Estos dos versículos nos muestran 5 características de un evangelista efectivo y en
general de todo creyente consciente, responsable y que tiene una relación sana con el
Señor Jesús. Estas cinco cualidades son: espíritu de
servicio, humildad, perseverancia, integridad y sentido de urgencia.

Espíritu de servicio

Pablo está refiriéndose a sí mismo en esta carta y usa a veces el pronombre nosotros
para parecer orgulloso en su disertación; pero bien podemos extender lo que el
escribe a todo siervo y sierva de Dios que anhela obedecer a Su Señor. “Teniendo
este ministerio” nos dice Pablo, y si preguntamos ¿Cuál ministerio? tendríamos que
retroceder al capítulo 3 donde el apóstol nos habla del ministerio de muerte (la ley)
frente al ministerio del Espíritu, que también es llamado ministerio de justificación.
Leamos por favor 2 Corintios 3: 5-6:

“no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de
nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo
nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu;
porque la letra mata, más el espíritu vivifica”

Hemos recibido este ministerio (griego diakonia) y somos llamados a ese servicio a


Dios. Somos servidores de las Buenas Nuevas, del nuevo pacto que Dios ha
establecido con la humanidad por medio de la sangre de Cristo y todo lo que
hagamos, decimos, pensamos debe girar en torno a esta realidad: tu vida no gira en
torno a ti o a tus planes o a tu felicidad como si eso fuera la meta más importante.
No, mi hermano, has sido llamado a ser un diacono, un servidor del evangelio, un
transmisor de la Palabra de Dios, un vocero del mensaje de salvación a los hombres
y como servidor tienes una responsabilidad, un amo y deberás rendir cuentas de tu
servicio en algún momento.
Humildad

Somos siervos “según la misericordia que hemos recibido”, no por méritos propios,
por nuestros estudios, por nuestra experiencia, inteligencia, virtud, carácter o buena
apariencia. La palabra aquí traducida misericordia significa “sentir compasión o
simpatía por la miseria ajena”. Me hace recordar a Tito 3: 5 que dice que “nos
salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho, sino por su misericordia”. La
misericordia de Dios para salvarnos es la misericordia que usa para llamarnos a su
servicio. Hermanos, la iglesia en la actualidad está plagada de hombres y mujeres
sumamente confiados en sí mismos, en sus capacidades y talentos; que, como
estrellas de rock exigen y no dan, dedicándose a servir por su provecho personal y
no por la causa del Señor.

Hermano, recibiste misericordia y por eso estas aquí en el Señor. Por la pura gracia
de Dios has sido salvo y vas a ir al cielo. Pudo ser otro y no tú, pero a Dios le plació
verte con ojos de gracia, ¿Cómo no habrás de estar agradecido? La semana pasada
aprendimos que un creyente debe ser agradecido por su salvación y que un creyente
verdadero ruega al Señor que le deje servirle. Has recibido misericordia y ¿no estas
agradecido a Dios? ¿No le servirás? ¿No le entregaras tu vida entera a su servicio?
La diferencia sustancial entre Pablo y muchos otros de su tiempo es que el estaba
sumamente agradecido con Dios. Él se consideraba “el primero de los pecadores” y
“el más pequeño de los apóstoles”; por eso estaba dispuesto a derramar su vida en
gratitud a Dios. Pero, ¿Qué vemos ahora? Vemos auto estima, auto promoción,
comodidad, confort, descanso, alegría. No! Eso no lo vemos en Pablo. En el vemos a
un siervo pequeño, débil, hambriento, desnudo, con frio, perseguido, humilde, pero
poderoso en las Escrituras y en el poder de Dios. Mientras menos importancia le
demos a nuestra propia vida, mas podremos enfocarnos en lo que es verdaderamente
importante.

Perseverancia

“No desmayamos”. No bajamos los brazos, no nos cansamos. Esta palabra significa
descorazonarse, perder la pasión y el motor de lo que hacemos. Pablo era un hombre
de carácter, no decaía en lo que hacía y por eso era un evangelista eficaz y un siervo
admirable. Tenía la mirada puesta en el premio y no consideraba lo que estaba detrás
sino que se extendía a lo que estaba adelante, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús. No hay peor cosa que servir a Dios sin pasión. No hay cosa
más lamentable que ser un cristiano tibio. Hermano, ojala fuéramos fríos o calientes,
pero jamás tibios! Ojala nos fuéramos del todo de la iglesia, nos volviéramos al
mundo a revolcarnos en el pecado y le diéramos la espalda por completo al
Salvador, pero lo peor que podemos hacer es darle un beso en la mejilla al Señor y
con la otra mano entregarlo.

Qué triste es ver a un creyente sirviendo a Dios con las sobras de su tiempo, de sus
fuerzas, de su dinero y de su inteligencia. Haz eso en una empresa y te despedirán en
el primer día, pero lo hacemos impunemente con nuestro Señor y Salvador. No mi
hermano, debemos ser fieles, perseverantes, pero excelentes en lo que hacemos. No
somos perfectos pero podemos hacerlo lo mejor posible. No desmayes, ni bajes los
brazos ni te descorazones por el tiempo, por las oraciones no respondidas, por las
pruebas, por el engaño, por la traición, por el dolor. Que tu corazón sea de acero y tu
rostro como el pedernal ante las circunstancias adversas. Jesucristo tu Señor afirmo
su rostro para ir a Jerusalén, el apóstol Pablo tu hermano en la fe se fortaleció y fue a
Jerusalén a ser capturado por los judíos que lo perseguían. Sigue sus ejemplos y
hazte fuerte y camina hacia tu deber sagrado: servir a Dios con toda tu vida, tu
corazón y tu mente, cueste lo que cueste, pierdas lo que pierdas. Hermano, servir a
Dios es prioridad y has sido llamado a ser un evangelista.

Integridad

“Renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando en astucia, ni adulterando la


Palabra de Dios”. Pablo no solo era un siervo apasionado y humilde, sino que era
integro respecto a su labor. Rechazar la malicia, el pecado, lo vergonzoso, lo que
está mal delante de Dios y entregarse a ser un fiel comunicador de la Palabra de
Dios era lo que Pablo hacía. Hermanos, Dios prueba los corazones y muchas veces
permite situaciones en nuestras vidas para que nuestros corazones sean probados y
se revelen las verdaderas intenciones de nuestro ser. Pablo no lucraba con el
evangelio, no buscaba provecho personal ni su comodidad. No torcía el mensaje del
evangelio para caer bien a las personas o dejaba de exhortar para no ganarse
enemigos.

¿Cuál era la motivación entonces de Pablo para predicar? Leamos 1 Tesalonicenses


2: 3-4
“porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por
engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el
evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que
prueba nuestros corazones”

Repito, Dios prueba los corazones y aprueba, o desaprueba, a sus siervos en la labor
que les ha encomendado. Un corazón avaricioso, amante del dinero, engañoso,
malicioso, impetuoso, celoso, mentiroso, envidioso, lujurioso no puede tener parte
en la bendita obra del Señor. Un corazón que le da más prioridad al trabajo, a los
estudios, a una mujer, a un hombre, al sexo, a la televisión, al internet, a los juegos,
a la inmadurez no puede ser utilizado por Dios correctamente, y muchas veces las
circunstancias que vivimos son simplemente pruebas permitidas por Dios para
aprobarnos como siervos suyos o someternos a disciplina porque no hemos
entendido que somos siervos y debemos rendir cuentas de nuestra administración a
Dios.
Sentido de urgencia y responsabilidad

“por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana


delante de Dios” termina Pablo esta sección. Otras traducciones dicen así:

“mediante la manifestación de la verdad, nos recomendamos a la conciencia de


todo hombre en la presencia de Dios.” (La Biblia de las Américas)

“Decimos la verdad delante de Dios, y todos los que son sinceros lo saben bien”
(Nueva Traducción Viviente)

“Al contrario, Dios es testigo de que decimos sólo la verdad. Por eso, todos pueden
confiar en nosotros” (Traducción en Lenguaje Actual)

Aquí hay dos aspectos importantes: Pablo servía de manera correcta delante de los
hombres y delante de Dios. Una cosa no excluye la otra. No podemos servir a Dios
despreciando a los hombres ni podemos agradar a Dios haciendo lo que es impropio
o incorrecto a la conciencia de todo ser humano, conciencia que ha sido puesta por
Dios mismo. El otro aspecto es que Pablo servía en la presencia de Dios y eso
demanda urgencia y responsabilidad. Leamos 2 Timoteo 4: 1-2:

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a
los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes
a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y
doctrina”

La idea aquí es servir a la luz de la presencia de Dios que todo lo ve y que todo lo
sabe, aun lo profundo de nuestro corazón; eso implica responsabilidad. También es
servir a la luz del retorno inminente del Señor Jesucristo, eso implica un sentido de
urgencia. Por esta razón, Pablo se encomendaba a toda conciencia humana delante
de Dios, sirviendo con responsabilidad y con un sentido de urgencia. Hay mucha
labor por hacer, los campos están blancos, hay almas que necesitan oír el mensaje de
salvación y tenemos que tener las prioridades correctas. No podemos estar de brazos
cruzados sabiendo la gran necesidad que hay en este mundo y el llamado que Dios
ya nos ha hecho para servirle como evangelistas y como ministros del nuevo pacto.

 La lucha del evangelista (versos 3-4)


Una responsabilidad muy grande tenemos los hijos de Dios como testigos del Señor
Jesucristo y más allá de eso, tenemos una lucha espiritual con nosotros mismos y
con el mundo que nos rodea. No entender esto nos puede llevar al desánimo y a la
frustración. Cada creyente que ha sido llamado a ser un evangelista tiene que luchar
con:

Lucha 1: Desacreditar el mensaje

Si nosotros como evangelistas no somos íntegros con el mensaje que predicamos,


tendremos grandes dificultades para poder llegar a otros con la Palabra de Dios. Si el
que dice que no se debe robar, roba eso le descalifica ante los ojos de los demás. El
mensaje sigue siendo válido, pero el mensajero ya no lo es. Muchas veces el mayor
problema que tenemos para evangelizar no es tanto el temor sino el hecho de que
nosotros sabemos que no representamos bien el mensaje que queremos predicar y
tememos no el rechazo sino la burla de quienes nos oigan.

Aun muchos creyentes necesitaríamos ponernos a cuentas con Dios antes que un
curso de evangelismo, puesto que no es muy difícil aprender a como compartir el
evangelio. Lo que es difícil es aprender a vivir el evangelio.
Lucha 2: No comprometerse con el
evangelio

Algo curioso que Pablo siempre repite en muchas de sus cartas es la frase “mi
evangelio”. Era suyo por apropiación. Es el evangelio de Dios; pero Pablo lo había
hecho suyo, se había identificado y comprometido con el de tal manera que había
entregado su vida entera a vivirlo, proclamarlo, enseñarlo y defenderlo. Si nuestro
compromiso es con nuestra propia seguridad y beneficio pero no con el evangelio
del Señor entonces es poco lo que podremos lograr, porque nadie da el 100% por
algo que no es suyo. Hermano, ¿el evangelio es “tu” evangelio o es algo que oyes a
veces en labios del pastor o de algún hermano? ¿Dios es “tu” Dios o es el Dios a
quien todos oran y tú también lo haces porque es lo que se supone que debes hacer?

Si no es TU Dios y TU evangelio, no estarás nunca verdaderamente comprometido


con el evangelio y serás un asalariado, es decir, alguien que sirve por pago, un
mercenario, un pirata que busca el mejor precio por su lealtad.

Lucha 3: La ceguera espiritual de los


incrédulos

Dice Pablo que el evangelio esta encubierto aun entre los que se pierden. Sabemos,
porque la Biblia nos lo enseña, que el hombre pecador está muerto espiritualmente y
es incapaz de poder acercarse a Dios por sus méritos propios. No puede y no quiere
acercarse a Dios porque le odia, le aborrece y porque está muerto, apartado y
separado de Dios. Pero cuando se les presenta el evangelio a los incrédulos, Pablo
hace una revelación sorprendente: el dios de esta era, Satanás, ha cegado el
entendimiento de los incrédulos para que no vean la luz del evangelio. ¿De qué trata
este evangelio? De la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios mismo y quien lo
revela plenamente. Jesús es el camino, la verdad y la vida, nadie puede venir al
Padre sino es a través de Él. Y si un incrédulo no puede ver, si tiene la mente
entenebrecida, distraída, oscurecida no puede entender el mensaje, le es oculto y por
ende no puede llegar a la salvación.

En estos versos, Pablo usa la figura de luz y oscuridad que también uso en el
capítulo anterior. Claramente dice de los judíos que ellos tienen un velo que no les
permite entender correctamente la Palabra de Dios, pero cuando creen en Cristo, el
velo les es quitado (2 Corintios 3: 15-16); y esto es una verdad también para los
gentiles. Los incrédulos en generales están en penumbras espirituales y Satanás se
encarga de cegarles por medio de distracciones, de este mundo consumista y
materialista, por medio de teorías y filosofías que apartan a los hombres de Cristo.
Ojo: no decimos que Satanás pierde al hombre, porque el hombre ya está perdido.
Lo que dice Pablo es que Satanás obstaculiza la labor evangelística al confundir y
oscurecer la mente de los hombres incrédulos por medio de sus estratagemas y
trampas para que no entiendan el mensaje de la salvación.

Eso nos llama a ser estratégicos en la presentación del evangelio: debemos ser lo
más claros posible cuando compartimos el evangelio, los más sinceros, los más
humildes, los más excelentes, procurando que no haya nada que obstaculice la
presentación de la Palabra de Dios. Además, debemos depender de Dios porque,
como veremos más adelante, Él es quien puede traer a los hombres de la oscuridad a
la luz con su poder.
 

El mensaje del evangelista (v. 5-6)


¿Cuál es el mensaje del evangelista? ¿Qué es lo que debe predicar? Los versos 5 y 6
se encargan de mostrarnos la base de nuestro mensaje, así como nuestra
responsabilidad en la predicación y la parte de Dios en traer a la vida a quien está
muerto espiritualmente y es incapaz de responder. Verdaderamente cuando predicas
el evangelio estas predicándole a gente muerta!

La base: Jesucristo como Señor


“No nos predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor” es la base de
la evangelización de Pablo. No teorías humanas, no psicología, no modernismo, no
humanismo, no promesas baratas como “ven a Cristo que Él te va a sanar, o te va a
prosperar”. No! Pablo no era un predicador de falsos dioses, no era un psicólogo
tratando de que la gente sea feliz, ni un predicador motivacional tratando de animar
la autoestima de las personas. Pablo era un heraldo, un vocero, un embajador del
Rey de Reyes y Señor de Señores y proclamaba ¡Hay un Rey, que es Jesús el Cristo!
El Mesías esperado por los judíos vino a esta tierra, haciéndose carne, como un niño
humano en un humilde pesebre, vivió como un judío humilde. Vivió como un
hombre perfecto, haciendo la voluntad de Dios siempre. Enseño las Escrituras y
como Dios amaba al hombre. Murió por los pecados de la humanidad, colgado en
una cruz como el más miserable de los pecadores. Fue sepultado y resucito glorioso
al tercer dia como el mismo y los santos profetas de la antigüedad lo habían
anunciado. Comisiono a sus discípulos a predicar el evangelio y ascendió a los
cielos donde fue exaltado sobre todo nombre como Rey Soberano y Dios eterno.
¡Jesús es Rey! Y Ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan.
Hermanos, Jesucristo no es una religión, no es una opción, no es un amuleto o una
pastilla que puedes tomar para sentirte mejor: ¡Él es el Rey! Y como Rey supremo
sobre todo manda y debe ser obedecido. Todo aquel que no obedezca al Rey será
condenado; pero el que cree en las palabras del Rey será salvo.

Jesucristo es Rey y es Señor sobre todo. No puedes esquivar sus mandatos: o los
obedeces o los desobedeces. No puedes ignorar su llamado: o crees en El o lo
rechazas. Con Cristo no podemos tomar medias tintas: o recogemos con El o
desparramamos, pero no podemos permanecer neutrales.

Nuestra responsabilidad: Siervos por amor


de Jesús
“y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús”. ¿Cuál es nuestra
responsabilidad entonces? La de siervos del Rey, que le servimos por gratitud a lo
que Él ha hecho por nosotros. Por amor, por dedicación, por pasión, por
compromiso, por lealtad y por todo lo que puede producir en nosotros el hecho de
que el Rey miro nuestra miseria y descendió de los cielos para alumbrar nuestra
oscuridad y traer libertad a nuestras prisiones. Hermano, ¿El Rey te salvo? ¿Te
llamo por tu nombre y te libero de la cárcel? ¿Te comisiono como un siervo suyo?
Entonces ¿qué esperas? ¿No has de servirle?, ¿no has de entregarte a vivir para El?

Somos responsables como siervos de Dios y como siervos de las personas: de los
hermanos en la fe para su edificación y crecimiento, y de los incrédulos para que
puedan oír el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Algún día daremos cuenta al
Señor de como usamos nuestros dones y talentos para la gloria de Dios, para la
edificación de la Iglesia, para la evangelización de los perdidos, o para esconderlos y
guardarlos y dedicarnos a buscar nuestro propio beneficio personal en vez de
obedecer al Rey.

Notemos el fuerte contraste que hace Pablo aquí: Jesús es kurios (Señor), nosotros
somos doulos (esclavos). Creo que no hay mayor necesidad de aclaración ¿cierto?
Él manda, nosotros obedecemos. El dispone, nosotros ejecutamos. Como esclavos,
¿hacemos la voluntad de nuestro Amo o la nuestra propia?

El poder de Dios: el llamado eficaz

“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria
de Dios en la faz de Jesucristo”. Aquí Pablo sigue usando la imagen de la luz y la
oscuridad, pero refiriéndose al evento de la creación cuando Dios dijo en medio de
la oscuridad “Hágase la luz” y fue hecha la luz. Este evento fue sobrenatural, Dios
creo la luz de la nada, por su poder y nadie más puede hacer eso. De la misma
manera, en la salvación, Dios obra en el interior de las personas que son salvas,
iluminándolas para que puedan conocer a Dios por medio de tener un encuentro
personal con Jesucristo.

Cuando Felipe pidió “Muéstranos el Padre y nos basta” Jesús le reprendió con
razón: Quien ha visto a Cristo, ha visto a Dios. Él es la imagen del Dios invisible y
el principal de toda la creación. El Hijo es quien revela al Padre, a quien nadie ha
visto jamás. Satanás obra externamente oscureciendo la mente de los pecadores
perdidos; pero Dios obra internamente, iluminando el corazón de aquellos que van a
ser salvos para que entiendan la predicación del evangelio, puedan creer y recibir la
salvación y la vida eterna. Este es el llamado eficaz de Dios, Jesús dijo en Juan 6:44
que “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere”. Es Dios
quien esta activamente involucrado en la salvación de las personas y nosotros
tenemos el privilegio de ser sus colaboradores como ministros del evangelio,
abriendo nuestras bocas para compartir la Palabra de Dios y el Señor obrando en los
corazones de quienes Él ha elegido para que respondan a la predicación del
evangelio, crean y sean salvos.

¡Qué gran privilegio tenemos tú y yo! Somos parte de la obra de Dios, tenemos el
ministerio de la reconciliación, como si Dios rogase por medio de nosotros, debemos
rogar a los hombres, exhortando, aconsejando, predicando, hablando y llamando a
los hombres al arrepentimiento y a la fe. Nosotros sembramos y plantamos, pero es
Dios quien da el crecimiento. Nosotros abrimos la boca para predicar, pero es Dios
quien usa Su Palabra en nuestros labios para poder obrar en las personas.
La fortaleza del evangelista (v. 7-10)
Por último, el apóstol reconoce que, a pesar de que tenemos un llamado privilegiado
y una responsabilidad, somos débiles y falibles ante semejante realidad. Dios lo
diseñó así para enseñarnos humildad, dependencia de Él y de su gracia y para que
por medio de los padecimientos que pasamos, maduremos, nos identifiquemos más
con Cristo y le demos la gloria a Él, dado que su poder se perfecciona en medio de
nuestra debilidad.

Un tesoro en medio de lo común

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro” es lo primero que dice Pablo. Aquí
Pablo usa un fuerte contraste para llamar nuestra atención: Todo lo que ha
mencionado anteriormente, el poder de Dios para salvar, para quitar el velo que
impide a los hombres ver a Cristo, todo ello es un tesoro grandioso y precioso; pero
ese tesoro Dios lo ha puesto en vasijas de barro. Vasijas frágiles, comunes, rusticas,
que son formadas del barro pero cocidas a fuego y expuestas a las inclemencias del
tiempo. Estas son características nuestras y que no debemos olvidar. Solo somos
portadores de la gloria de Dios, pero nosotros mismos somos débiles, falibles e
inadecuados para semejante responsabilidad y llamado. ¿Cómo podemos ser
entonces evangelistas exitosos y siervos de Dios como corresponde?

Poder en medio de la debilidad

“para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros” nos responde el
apóstol. Dios es el alfarero y nosotros somos barro en sus manos. Él nos ha formado
así porque le ha placido y en ello hay un propósito sabio y soberano: Que su nombre
sea glorificado por medio de manifestarse a través de la debilidad humana. La
palabra traducida por excelencia es juberbole, que nos habla de supereminente,
grandeza. El poder grandioso de Dios, suficiente, completo, pleno se manifiesta a
través de la fragilidad de sus siervos, haciendo El en ellos lo que nosotros no
podemos hacer. Esto no es excusa para no esforzarnos sino es un aliento para
entender que debemos ser excelentes pero aun así, si Jehová no edificare la casa, en
vano trabajan los que la edifican. Si Dios no bendice su obra, si Dios no respalda su
Palabra, si su Espíritu no toca los corazones, en vano hacemos lo que hacemos.
Ninguna fuerza, inteligencia, sabiduría y talento humano puede hacer lo que solo
Dios puede hacer: hacer resplandecer luz en medio de la oscuridad, traer vida en
medio de la muerte, dar nuevo nacimiento a criaturas que están muertas
espiritualmente.

Victoria en medio del conflicto

Pablo termina estos versos indicando 4 pares de situaciones en las que se encuentra
como evangelista:

 Atribulados en todo mas no angustiados

 En apuros mas no desesperados


 Perseguidos mas no desamparados
 Derribados pero no destruidos

Estos cuatro pares de situaciones indican paz en medio de la prueba, confianza,


protección y permanencia. Pasamos dificultades, pruebas, muchas de ellas por causa
de nuestro propio pecado, otros, por el pecado que otros cometen contra nosotros.
Aún hay situaciones que el Señor permite que podamos pasar para poder madurar
espiritualmente. En todas ellas, tenemos fuerte consuelo y esperanza en Dios para
poder salir adelante. Él no nos ha dejado solos. Nada nos puede separar del amor de
Dios que es en Cristo Jesús. Podemos encontrar victoria en el nombre de Jesús en
medio de cualquier situación que podamos pasar. Él nos protege, nos da paz, nos
guarda de ser destruidos y por ello podemos confiar en Él.

Haz labor de evangelista!

Una vez en la India, el parlamento de esa nación discutía una nueva constitución
para el país. Una frase algo difícil de la constitución decía: “Se garantiza el derecho
a la persona de profesar, practicar y propagar su fe.” Algunos de los legisladores
quisieron omitir la palabra “propagar”, la cual significaba que habría conversiones.
Durante el debate, un miembro del parlamento, que profesaba el hinduismo, se
levantó y dijo: “El deber de propagar su fe es inseparable de la fe cristiana; así que
si no les da el derecho de propagarla, tampoco se les da el derecho de profesarla ni
de practicarla.” La frase en cuestión fue aprobada. ¿No es extraño que un político
hindú viera lo que muchos cristianos no han reconocido, que el deber de propagar su
fe es inseparable de la fe cristiana?  La conclusión práctica es esta: Los que no
propagan su fe, no la practican y no tienen derecho de profesarla.

Ahora pues, tu y yo hemos sido llamados a predicar la Palabra de Dios y propagar el


evangelio que hemos creído y que nos ha salvado. Pablo da una de sus últimos
mandatos a su amigo y discípulo Timoteo en 2 Timoteo 4: 5:

Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple


tu ministerio

Haz obra de evangelista, cumple tu servicio a Dios. Has sido salvado por el Señor,
tienes el Espíritu Santo en ti, tienes el llamado y el ministerio de la reconciliación y
el privilegio de colaborar con Dios en la salvación de los hombres. Asume la
responsabilidad y pon las manos en el arado. Dispón tu corazón y toma decisiones
firmes.

Un mundo perdido te espera.

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